revista haucaypata. nro. 3. 2011

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ISSN: 2221-0369 Año 1 - Número 3 Lima-noviembre 2011

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Revista de investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, de publicación cuatrimestral. Lima-Perú

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Page 1: Revista Haucaypata. Nro. 3. 2011

ISSN: 2221-0369

Año 1 - Número 3 Lima-noviembre 2011

Page 2: Revista Haucaypata. Nro. 3. 2011

Director y EditorRodolfo Monteverde Sotil

Fotografía de la carátula Rodolfo Monteverde Sotil. 2010. Entrada a Sacsayhuaman, Cuzco.

Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoAño 1. Número 3, noviembre 2011

Publicación cuatrimestralISSN: 2221-0369

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2011-00350Hecho por computadora

Jr. La Libertad 119 Santa Patricia, La Molina. Lima-Perúhttps://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

[email protected] los derechos reservados

DifusiónMayra Delgado Valqui

Revisores de artículos Cristian Jacob / Ivan Leibowicz / Rodolfo Monteverde Sotil / Sheylah Vásquez Salcedo

Diseño y diagramaciónErnesto Monteverde P. A.

Las opiniones vertidas, en los artículos publicados en esta revista, son de entera responsabilidad de cada au-tor. La revista no se hace responsable por el contenido de los mismos.

© Prohibida la reproducción total o parcial de la revista sin el permiso expreso de su Director.

Imágenes de los índices y de la relación de colaboradoresRodolfo Monteverde Sotil. 2010. Entrada a un restaurante en la calle Triunfo, Cuzco. / Cementerio

de La Almudena, Cuzco. / Pobladora de las alturas de Chinchero, Cuzco.

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Dedicatoria

El tercer número de la revista Haucaypata está dedicado a todos los

estudiantes de arqueología y arqueólogos peruanos que perdieron la vida practicando su profesión en años

recientes. Entre ellos:Jorge Luis Rodríguez Venturo († 2006),

Edgar David Bautista Cornejo († 2006), Alcides Gavilán Vargas († 2008),

Jhonny Roca Gómez († 2008) y Roy Gutiérrez Silva († 2010).

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Editorial

Relación de Colaboradores

Artículos

Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre

Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco.Federico Kauffmann Doig

The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac.Frank Meddens

Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy-Argentina.Ivan Leibowicz y Cristian Jacob

Avances de investigación

San Marcos, Huagil y Huaca Daris: Tres sitios Inca de la Huaranga de Pacarán, valle del río Cañete, Lima.Milena Vega-Centeno Alzamora

Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01. Valle medio del río Cañete, Lima.Favio Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi Echevarría López

Entrevista

Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano.Rodolfo Monteverde Sotil

Normas editoriales

Índice

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

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La Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo es una publicación peruana cuatrimestral que se centra en las investigaciones arqueológicas e interdisciplinarias, tanto nacionales como internacionales, del imperio incaico. La revista nació con la intención de cumplir tres objetivos que todo arqueólogo debe proponerse en su carrera: la defensa del patrimonio arqueológico, su investigación y divulgación de dichas investigaciones. Luego de haber publicado el primer y el segundo número, en enero y mayo del 2011, respectívamente, les entregamos el tercer número.

El actual número de la Revista Haucaypata, contiene un interesante artículo sobre la arquitectura funeraria de los periodos Intermedio Tardío y Horizonte Tardío en los valles de Andahuaylillas y Lucre en el Cuzco, escrito por las arqueólogas cuzqueñas Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre. El Reconocido investigador peruano Dr. Federico Kauffmann Doig nos proporciona un esmerado análisis de la iconografía en la cerámica Cuzco-Inca. Pensamos que para poder tener un mejor entendimiento del Tahuantinsuyo es necesario remontarse a las sociedades que inmediatamente le antecedieron. Es así que el arqueólogo inglés Dr. Frank Meddens nos presenta los resultados de una interesante investigación, en base a las evidencias arqueológicas, de los grupos culturales del Intermedio Tardío en las zonas de Ayacucho y Apurímac y su relación con los pobladores del Cuzco durante esta época. Además, dos colegas argentinos: Ivan Leibowicz y Cristian Jacob, nos hacen llegar sus propuestas arqueológicas sobre la producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío en Jujuy-Argentina. También les presentamos dos importantes y recientes avances de investigaciones arqueológicas sobre la ocupación Inca en el valle medio del río Cañete-Lima, una zona hasta la fecha poco estudiada. Las cuales están siendo realizadas, de manera independiente, por los arqueólogos peruanos: Favio Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi Echevarría López, y por Milena Vega-Centeno Alzamora. Por último, les entregamos una reciente entrevista al reconocido historiador peruano Dr. Waldemar Espinoza Soriano, quien nos cuenta brevemente sobre su profesión y nos brinda sus opiniones y críticas sobre los estudios etnohistóricos realizados en el Perú. Dicha entrevista ha sido realizada por Rodolfo Monteverde Sotil. Como siempre, queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todos aquellos que han colaborado con sus artículos y participado en la realización del tercer número de la Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Además, queremos agradecer a los lectores por los comentarios críticos y por la buena acogida de los dos números anteriores de la revista. Con la entrega del presente número cerramos nuestro primer año de publicaciones y podemos decir que estamos orgullosos de haber podido cumplir con la meta de publicar tres números anuales; en los cuales se han escrito en total 21 artículos y han participado cerca de igual número de investigadores, tanto nacionales como extranjeros. Desde ya invitamos a todos los arqueólogos, estudiantes de arqueología y profesionales de otras ciencias sociales a publicar en el cuarto número, programado para el mes de abril del 2012.

Rodolfo Monteverde SotilDirector y Editor

4Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Editorial

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5Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Colaboradores

Geanette Guzmán Vinatea Licenciada en Arqueología (Universidad Nacional

San Antonio Abad del Cuzco).

Rodolfo Monteverde SotilMaestrista en Arqueología (Pontificia Universidad Católica del Perú). Licenciado en Arqueología

(Universidad Nacional Federico Villarreal).

Marlene Castro FabreLicenciada en Arqueología (Universidad Nacional

San Antonio Abad del Cuzco).

Frank MeddensPhD. in Archaeology (University of London). FSA MIFA. Research Associate (Royal Holloway University of London). Director of Pre-Construct

Archaeology.

Gori Tumi Echevarría LópezMaestrista en Historia del Arte (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Arqueólogo (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR).

Favio Ramírez MuñozLicenciado en Arqueología (Universidad Nacional

Mayor de San Marcos).

Guido Casaverde RíosLicenciado en Arqueología (Universidad

Nacional Mayor de San Marcos).

Federico Kauffmann DoigDoctor en Arqueología y Doctor en Historia (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Milena Vega-Centeno AlzamoraMaestrista en Arqueología (Pontificia Universidad Católica del Perú). Licenciada en Arqueología (Universidad Nacional San Antonio

Abad del Cuzco).

Cristian Jacob(Universidad de Buenos Aires). Instituto de

Arqueología IDA.

Ivan LeibowiczLicenciado en Arqueología (Universidad de

Buenos Aires). Instituto de Arqueología IDA.

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Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.

Geanette Guzmán [email protected]

Marlene Castro [email protected]

Resumen El presente estudio se enfoca en el emplazamiento de patrones funerarios prehispánicos que se ubican en los distritos de Andahuaylillas y Lucre (Sector Chellque) en el valle Sur del Cuzco, los mismos que fueron registrados mediante prospecciones extensivas e intensivas. A partir de los datos obtenidos, se trató de establecer propuestas acerca de las tradiciones funerarias, basadas en la premisa de los enterramientos que explican las tradiciones socioculturales de las poblaciones pasadas. Parte del estudio incluye la definición de estructuras funerarias descritas como edifica-ciones torriformes, cámaras funerarias y estructuras funerarias en risco, que se encuentran en la zona, y que constituyen la principal evidencia de este trabajo. Las mismas que por sus caracterís-ticas arquitectónicas guardan similitud con otras evidencias arquitectónicas desarrolladas desde el Intermedio Tardío hasta el Horizonte tardío.

Palabras claves: Arquitectura funeraria, Inka, Patacancha.

GUZMÁN VINATEA, Geanette y CASTRO FABRE, Marlene, 2011. Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuant-insuyo. Nro. 3: 6-16. Lima.

6Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Introducción El presente estudio es producto de tres años de investigación arqueológica mediante prospecciones extensivas e intensivas en los valles de Andahuaylillas1 , y Lucre (Chellque) perteneciente a la comunidad de Yanamanchi en el distrito de Lucre, ambos en la provincia de Quispicanchis, departamento del Cuzco (plano 1). En esta zona se registraron más de 21 sitios con dispersión superficial de elementos arque-ológicos, como materiales líticos y cerámicos, que nos ayudaron a categorizar los diferentes sitios de acuerdo al rango y densidad de estos

elementos; para finalmente inferir en las activi-dades humanas, en sus dimensiones sociales y simbólicas, bajo la premisa que los enterramien-tos y prácticas sepulcrales pueden aproximarnos a explicar las tradiciones socioculturales y el cul-

1 Andahuaylillas, su nombre original fue Antawaylla (“anta”: cobre, “waylla”: pradera) traduciéndose como “pradera cobriza”, que posteriormente se españolizó en “Andahuaylas”. Además al existir una provincia más grande con el mismo nombre en el departamento de Apurímac, su nombre fue transformado en diminu-tivo para evitar confusiones.

Abstract The present study focuses on the distribution of pre-Hispanic funerary patterns found in the districts of Andahuaylillas’s and Lucre (Sector Chellque) in the south of the valley of the Cuzco. These were recorded by means of extensive and intensive survey. The data served to ascertain the models of the funerary traditions observed, based on the evidence of the burials that served to explain the sociocultural traditions of the past populations of the area. Part of the study includes the definition of funerary structures described as ‘tower shaped’, chamber tombs and other funerary forms, such as are found in the area and which form the principal evidence of this research. These architectural funerary characteristics have aspects in common with other architectural evidence of Late Intermediate Period to the late Horizon date.

Keywords: Funerary architecture, Inka, Patacancha.

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planta rectangular, cuadrangular y circular; estructuras funerarias en risco y estructuras tipo cámaras con decoración modelada y/o pictórica. Otras estructuras funerarias han sido edificadas en lugares que limitan su accesibilidad y percep-ción visual, construidas en sitios accidentados como acantilados, farallones y quebradas. Al interior del yacimiento principal (Patacan-cha), concebido como el asentamiento jerar-quizado en la parte media del valle de Andahuay-lillas, se han delimitando espacios sacralizados con muros perimetrales, que a su vez encierran las principales estructuras torriformes existentes en la zona de investigación, y donde se regis-traron e identificaron estructuras funerarias en risco tipo cámaras (figura 2), como complemento del paisaje arqueológico.

Espacios étnicos al Sur del Cuzco pre inka En la época pre Inka gran parte del valle del Huatanay estaba en posesión de ayllus confed-erados, que mantenían espacios independientes sustentados en su unidad e identidad étnica, lo que impedía la expansión territorial de los inkas del Cuzco. Esto debió generar una serie de en-

7Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.

Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre

Plano 1. Ubicación de los valle de Andahuaylillas y Lucre en el departamento del Cuzco.

to a los ancestros. De los 21 sitios arqueológicos registrados, el de Patacancha es el de mayor importancia por su ubicación predominante dentro del valle de Andahuaylillas, en relación al resto de los si-tios de este valle y el de Lucre. La asociación observada entre el material cultural como frag-mentos de cerámica y la arquitectura sepulcral emplazada en toda la zona (disposición estruc-tural, constructiva, morfológica y funcional de las estructuras) nos ha permitido separarlas en dos estadíos de ocupación que están dentro de los períodos culturales del Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío. Las estructuras funerarias se distribuyen en todos los pisos ecológicos de manera dispersa, y en muchos casos estas construcciones forman contextos importantes por su elevado número y concentración en espacios determinados, estando emplazadas en acantilados (figura 1), vertientes de quebradas, elevaciones con-vexas y en colinas alargadas. Se han registrado diferentes técnicas constructivas y de acabado pudiéndose distinguir diferentes tipos que van desde estructuras funerarias torriformes con

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8Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

enfrentamientos por los recursos de subsisten-cia y de tierras agrícolas a lo largo del tiempo. Por el Sur, son tradicionales los ayllus de Muy-na, Yanamanchis, Pinaguas, Quispiscanchis, emplazados en la confluencia del río Huatanay y el Vilcanota, mientras que los ayllus de Sal-loc y Quehuar tradicionalmente se ubican en la micro cuenca de Andahuaylillas ligados a los Muyna, grupos que posteriormente serían reu-bicados cerca del capaqñam hacia el Qollasuyo. Los Pinahuas por su parte serían expulsados de sus territorios tradicionales por razones políti-cas y como castigo por la resistencia a los inkas del Qosqo librada durante el Intermedio Tar-dío (Rostworowski 1988: 28 y 35).

Los contextos funerarios en el Interme-dio Tardío En lo que se refiere a las tradiciones de en-tierros y tumbas, como la expresión física del culto a los muertos para este período, se tiene información sobre arquitectura monumental en sepulcros, en contraste con otras edifica-ciones menores asociadas a entierros de indi-viduos que pertenecerían a estratos sociales inferiores. Pedro Cieza de León (1946: 74 [1553: Folio

440014, Cap. XCVIII]) informa sobre los em-plazamientos y prácticas funerarias de los gru-

pos étnicos que se ubican al Sur de la capital Inka, particularizando las concernientes a los Canas y Canchis, quienes guardan similitudes constructivas en sus asentamientos y entierros en chullpas: “Antes de que los inkas los señorea-sen tuuieron en los collados fuerte sus pueblos: de donde salían a darse guerra, después los bax-aron a los llano, asiéndolos concertadamente y también hacen como los Canches sus sepulturas en las heredades, y guardan y tienen unas mis-mas costumbres” En el aspecto constructivo, las referencias históricas, describen bastante bien las estructu-ras funerarias, incluyendo las técnicas utilizadas, el material empleado desde las bases hasta las coberturas, aspectos morfológicos y decorativos; además de explicar la funcionalidad de las estruc-turas como depósitos de entierros colectivos o de carácter individual.

El padre las Casas (1939: 18 [1550: Folio 085020, Cap. XV]), describe: “que las tum-bas que había en algunas de las provincias de la sierra eran hechas en forma de torres altas, huecas en la parte baja, hasta la altura de un hombro y todo lo demás macizo, relleno de pie-dras, tierra y cantos labrados. Todas aparecían muy blanqueadas, unas eran redondas y otras cuadradas juntos unos a otros y separadas en el campo, y generalmente se levantaban en las co-

Figura 1. Estructuras funerarias emplazadas en acantilados.

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Temprano que se aproxima al estilo Carmenca de Rowe (1944:19-20). En las capas superiores halló alfarería de estilo Lucre, encontrada junto a evidencia Wari, Inka Temprano e Inka Tardío. Hoy en día sabemos que en la capa más profunda también se halla cerámica Marcavalle (Chávez Ballón 1970: 47). En el valle de Andahuaylillas, tenemos los estu-dios realizados por Béjar y Colque (1997), refer-entes a las canteras de Rumiqolqa y los talleres de Piñipampa. El yacimiento, tiene una arqui-tectura que se organiza alrededor de una unidad habitacional de manufactura Inka, que adminis-traba el área de actividad. Han considerado en su interpretación, una secuencia ocupacional permanente para esta área, lo que se sustenta, mediante sus excavaciones, con evidencias que indican una ocupación desde el Formativo Me-dio, al hallar cerámica de los estilos Chanapata, Collao, Tiahuanaco, Wari, Qotakalli, Lucre, Kill-ke e Inka. En la zona de estudio, las características de la arquitectura funeraria están definidas por una concentración de estructuras tipo chullpas y de

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Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.

Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre

Figura 2. Estructuras funerarias en risco tipo cámaras

linas a corta distancia del pueblo”. Infor-mación que explicaría la edificación de estruc-turas chullpáreas, en el territorio alto andino. Bernabé Cobo (1964: 21 [1653: Folio 023310, Cap. VII]), sobre el tema manifiesta: “…Cos-tumbre fue universal en toda las naciones de indios, tener más en cuenta con la morada que habían de tener después de muertos que en vida… ponían tanto cuidado en labrar y ador-nar los sepulcros en que se habían de enterrar, como si en eso solo estuviera toda su felici-dad…”. Y en cuanto a las formas básicas y adit-amentos arquitectónicos destaca: “… así tam-bién tenían diferentes maneras de sepulturas. Mas podemos reducirlas todas a dos géneros: el primero, de las que cavaban debajo de tier-ra, y el segundo de las que levantaban encima della. De las primeras, unos eran muy hondas, a las cuales se bajaba por muchos escalones, y otras en un parejo con el suelo; las unas y las otras eran huecas como bóvedas, y tenían más o menos de labor y grandeza según el es-tado de las que hacían. Las más déstas tenían forma cuadrada, y algunas eran tan capaces y hondas como un ordinario aposento, con sus paredes de piedra también labradas como los más primos edificios de los inkas. Dejábanles la puerta estrecha y cubierta con una losa, y algunas tenían debajo de la primera otra losa, y aun otras dos, muy juntas, más generales y usadas eran las sepulturas altas edificadas so-bre la tierra: en las cuales también hallamos muy grande variedad porque cada nación buscaba nueva traza para hacerlas…”. Fray Martin Murúa (1962: 29 [1590: Tomo II, Cap. 25, Folio 098006]) indica lo siguiente frente a los entierros de la gente común, co-incidiendo con una clara verticalidad de las relaciones y orden social. “Los entierros de la gente común se hacían por la mayor parte en el campo, en lugares altos y donde corriese aire”.

Antecedentes arqueológicos Manuel Chávez Ballón en 1952 realizó exca-vaciones en Batan Urqo un sitio con estrati-ficación que contenía los estilos Chanapata y Waru. Él identifica un estilo en Batan Urqo (Huaro), al cual denomina Waru y cree que encaja cronológicamente entre Chanapata y los estilos del Horizonte Medio, un nuevo estilo para su época, afiliado al período Intermedio

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10Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

cistas circulares, lugar que podemos denomi-nar cementerio. En comparación arquitectóni-ca con otros contextos funerarios como Com-bayoq (Rayallaqta) y Choquepuquío, ambos sitios en la cuenca de Lucre, existen similitudes importantes; es decir, presentan chullpas de planta circular y rectangular y algunas de estas están adosadas a las rocas. La diferencia radica en el uso de los materiales: en Patacancha se construyó usando arenisca, mientras que en Combayoq y Choquepukio el material es de origen volcánico. Asimismo, el análisis de la cerámica asociada a estas estructuras muestra que corresponden al período Intermedio tardío.

Categorización de la arquitectura de la zona de estudio Se ha identificado una serie de atributos y ras-gos de la arquitectura monumental funeraria que pasamos a describir a continuación:

Estructuras funerarias torriformes I. Estructuras cuadrangulares. Construidas con la técnica de aparejos de piedra rústica y tallada, unida por mortero de barro, las líneas de unión de los muros presentan cierto grado de inclinación. Sus coberturas son de lajas de piedra rectangulares con mortero de arcilla

además de grava y paja, y presentan cornisas del-gadas que las protegen de la lluvia, y sirven como detalle decorativo (figuras 3 y 4). II. Estructuras circulares. Esta forma arqui-tectónica se ubica cerca de la concentración de estructuras cuadrangulares, las que también muestran una semejanza constructiva por el uso de piedra irregular y tallada, unidas con mortero de barro, grava mediana y paja. En este tipo de estructura se puede distinguir el uso de revoque y enlucido de arcilla para su acabado, particular-izándose en su interior un pigmento de ocre ne-gro a manera de pintura. Otro detalle es el uso de la falsa bóveda para la construcción de los techos de lajas de piedra (figura 5).

Estructuras funerarias en risco I. Estructura tronco piramidal trunca2 . Con-ceptualizada como un sólido de base cuadran-gular de forma de pirámide trunca pues en su parte superior sus lados no llegan a juntarse en un vértice o punto final sino que termina en una forma cuadrada pero más pequeña con relación a su base. Estas estructuras funerarias se pre-sentan en mayor número en los cementerios de Ayaqhaqa Huamanqhaqa, Escalerayoq en el valle

2 Del Pezo Benavides y Álvarez Vega (1999: 82) estab-lecieron esta categorización morfológica.

Figura 3. Estructuras cuadrangulares. Construidas con la técnica de aparejos de piedra rústica y tallada, unida por mortero de barro.

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Estructuras funerarias tipo cámaras adosadas en risco. Construidas en las paredes laterales de la parte izquierda de la colina de Patacancha, se destacan por su forma rectangular, las que tienen peque-ños accesos orientados hacia el Este y en algunos casos ventanas y nichos rectangulares y trapezoi-dales (figura 8). El aparejo describe estructuras de piedras irregulares, con mortero de barro, grava mediana y paja, pero a la vez en las esqui-nas y accesos hay piedras talladas que ajustan los ángulos de la mampostería, las paredes tienen in-clinaciones moderadas. En cuanto a la cobertu-ras éstas se han realizado con lajas rectangulares con la técnica de falsa bóveda. Otra característica es el uso de cornisas, hechas con lajas que indi-can el inicio de las coberturas, además es una de las decoraciones que se repiten en las estructuras torriformes. En conjunto y por la cantidad, rep-resentan las estructuras de mayor popularidad en la unidad de investigación

Otros tipos de cámara en risco Existe en el promontorio de Ayaqhaqa, en uno de sus conos aluviales, una estructura funeraria tipo cámara cuadrangular de aproximadamente 1.8 x 1.2 m. de base, ubicada en un lugar inac-cesible. A la cual consideramos la estructura de mayor relevancia en este sector (figura 9). Pre-senta paredes bien definidas con revoque y pig-mentación de color blanquecino.

Estructuras funerarias en risco a dos niveles3

Este tipo de estructura funeraria está ubicado en el sector Acueductos, frente a Chellque (Lu-cre) en la parte alta y media del cerro Yutopaya-na. Se encuentran en las concavidades del risco, tienen una disposición de doble nivel de forma rectangular, con un acceso en cada piso de forma trapezoidal y orientado al Este. Sus componentes arquitectónicos son de piedras unidas con mort-ero de barro y paja y presentan un enlucido de tierra rojiza (figura 10).

Función En los asentamientos de Patacancha se ha di-vidido el espacio urbano en mitades complemen-tarias mediante una plaza ubicada en la parte

3 Caracterización morfológica realizada por Zevallos y Arredondo (2006: 84).

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Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.

Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre

Figura 4. Estructuras cuadrangulares. Construidas con la técnica de aparejos de piedra rústica y tallada,

unida por mortero de barro.

de Andahuaylillas y Chellque, en el valle de Lu-cre, otro detalle constructivo es que la cobertura termina en un nivel plano de forma cuadrada, realizada con lajas pequeñas y medianas, pre-sentando un enlucido externo fino. La altura promedio es de 0.90 m. a 1.30 m. en la parte externa y 0.80 m. en el interior. II. Estructura cuadrangular en risco. Se ubi-can en la parte media de Ayaqhaqa Huaman-qhaqa, de forma cuadrada y lados rectos, la base y la parte superior terminan en la misma dimensión, mientras que el acceso tiene forma trapezoidal y el techado es de lajas con mortero de barro con cornisas que bordean la estruc-tura (figura 6). III. Estructura semiglobular. Tienen formas globulares en su base y la parte superior de la estructura, diferenciándose en la ubicación espacial respecto a otras descritas. La gener-alidad de estas tumbas es que fueron construi-das utilizando piedras pequeñas a medianas con mortero de barro, grava mediana y paja. Presentan también un enlucido externo. Otra característica es que forman pequeños grupos en todo el cementerio de Ayaqhaqa Huaman-qhaqa (figura 7).

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12Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 5. Estructuras funerarias circulares. Se caracteriza por el uso de piedra irregular y tallada, unidas con mortero de barro, grava mediana y paja. También se utiliza revoque y enlucido de arcilla para su acabado,

particularizándose en su interior un enlucido de ocre negro a manera de pintura.

Figura 6. Estructura cuadrangular en risco. Se ubican en la parte media de Ayaqhaqa Huamanqhaqa.

Page 14: Revista Haucaypata. Nro. 3. 2011

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Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.

Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre

Figura 7. Estructura semiglobular.

Figura 8. Estructuras funerarias tipo cámaras adosadas en risco.

media de la colina y donde, en la parte superior, existe una concentración secuencial de edificios torriformes que sugieren una jerarquización del espacio funerario. Al frente, en el lado NE, se ubica el cementerio de Ayaqhaqa Huanqhaqa donde se ubican tumbas en risco. En la parte baja de la plaza, pegadas a los riscos, se encuentran estructuras de cámaras funerarias relacionadas a una unidad residencial de formas rectangulares, circulares y ovoidales (ubicadas al NW y Este de la plaza), lo que indicaría que estamos ante una población aldeana de tamaño mediano, que in-tegra la arquitectura funeraria a su espacio ur-banizado. Por su parte, los sitios funerarios de Chellque (en Lucre) se irradian en relación al asentamien-to residencial principal y se ubican en laderas de difícil acceso.

Conclusiones e hipótesis preliminaresA partir de observaciones y análisis en base a nuestras interrogantes se plantean las siguientes hipótesis de trabajo: 1. ¿Por qué se prefirieron estos espacios para el entierro y la construcción del espacio sacral-izado?

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14Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

En el análisis territorial de los valles de An-dahuaylillas y Lucre se han identificado las formas elementales del espacio que correspon-den a valles transversales a la cuenca del Vil-canota, con características topográficas singu-lares (como elevaciones importantes, colinas, escarpes, llanos, abras y quebradas aluviales) que determinan la fisiografía de esta zona. La ubicación de asentamientos en la parte baja, media y alta de las sub cuencas que con-forman la unidad de investigación obedecerían a un código estructural organizado para la ad-ecuada explotación del medio geográfico, que genera líneas de tránsito y movilidad, articu-lando además los componentes funerarios en lugares elegidos desde donde son percibidos mediante mecanismos de visualización de las cuencas, centralizando puntos de concen-tración de arquitectura funeraria; en colinas, escarpes, acantilados y quebradas, que ideali-zan la monumentalidad de las construcciones torriformes, complementadas con las tumbas en risco, en la creación del paisaje sagrado, que en ambos casos guardan una similitud de emplazamiento, que reflejan una unidad ter-ritorial basada en la práctica del culto a los an-cestros, en la ideología, identidad y tradición desde el periodo formativo en el Cuzco. En general sería una respuesta a la apropiación de

áreas productivas, por parte de movimientos hu-manos en el área andina. 2. Las Chullpas o estructuras torriformes, como expresión arquitectónica y funcional de desar-rollos socio culturales e ideológicos, ¿consti-tuyeron el reflejo material y monumental de la posición dominante y jerarquizada de la admin-istración local, durante la época preInka e Inka? La presencia de elementos culturales, inmue-bles y muebles dispersos y en concentraciones importantes (cerámica fragmentada, piezas líti-cas, etc.), demuestran que hubo una ocupación permanente en la zona de estudio desde el Hori-zonte Temprano. No obstante, se ha corroborado (Glowacki y McEwan 2001: 31-49) la relevancia de la arquitectura monumental funeraria y su práctica cultista correspondiente a los periodos Horizonte Medio, Intermedio Tardío y el Hori-zonte Tardío, secuencia temporal en la que la zona de investigación alcanzó posiblemente su mayor auge político - administrativo y poblacional. Las estructuras funerarias observadas se in-cluyen en este contexto, y se puede entender que las construcciones tardías inkas modelan un nuevo paisaje sagrado que tiene como espa-cios centralizados los yacimientos arqueológi-cos ya estudiados de Mama Colla, Pikillaqta, Chokepukio4, Minaspata, Llaqtarakay, Batan Urqo5, Minaspata, Patawasi6, Piñipampa, Ru-

Figura 9. Otro tipo de cámara en risco

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Emplazamiento de la arquitectura funeraria en los valles de Andahuaylillas y Lucre, Cuzco.

Geanette Guzmán Vinatea y Marlene Castro Fabre

Figura 10. Estructuras funerarias en risco a dos niveles.

Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Na-cional San Antonio Abab del Cuzco. Cuzco.

BEJAR, Ives y COLQUE, Miguel, 1997. Arque-ología de Piñipampa, introducción a su estudio. Tesis de Licenciatura Carrera profesional de Ar-queología. Facultad de Ciencias Sociales. Universi-dad Nacional San Antonio Abab del Cuzco. Cuzco.

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Agradecimientos Las autoras desean agradecer al arqueólogo Martin Yaya por el apoyo en la realización de nuestra investigación, así como también a los arqueólogos Gori Tumi Echevarría y Cristian Jacob por su asesoría y revisión.

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Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco.

Federico Kauffmann [email protected]

Resumen Las presentes glosas datan de 1971. Fueron el resultado de una somera apreciación de la colección de fragmentería de cerámica, reunida por Don Jenaro Fernández Baca Cosio (1889-1922) en el área del Cuzco (Kauffmann 1972). Éstas fueron publicadas con anterioridad a la edición de la obra que vio a luz en dos tomos bajo el título “Motivos de ornamentación de la cerámica Inca-Cuzco” (Fernández Baca 1971 y 1989). En ésta Fernández Baca copia fielmente, en parte a color, 735 mo-tivos-diseños incluyendo en éstos modalidades de los mismos. La recopilación de éstos tomados de la khallanateca de Fernández Baca, constituye un claro testimonio de la excepcional capacidad que asistía a los pintores cuzqueños de los tiempos del Incario.

Palabras claves: Cerámica, Cuzco, Inca, decoración.

KAUFFMANN DOIG, Federico, 2011. Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco. Revista Haucay-pata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 3: 17-24. Lima.

17Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Introducción La cerámica Mochica como la Nazca gozan de fama universal y millares de exponentes de es-tos estilos alfareros colman los anaqueles de museos y colecciones. No sucede lo mismo con la cerámica cuzqueña de la época Inca Imperial. En comparación, esta es poco conocida y limi-tada en ejemplares, exceptuando el importante acervo con el que cuenta y exhibe el Museo Inca de la Universidad San Antonio Abad del Cuzco. La causa del porqué la cerámica Inca-cuzqueña resulta ser escasa en comparación a la alfarería proveniente de otras culturas prehispánicas, es asunto que todavía no ha sido abordado. Sin duda que la explicación no radica en la pobreza de su producción. Otros son los factores que deben tomarse en consideración. Tal por ejem-

plo el tránsito breve de la cultura Inca, estimado en menos de 100 años para la fase Inca Impe-rial. En esta discusión es de tomar en cuenta sobre todo la circunstancia de haber sido la cultura Inca la que recibió el impacto de la penetración cultural española, que condujo a cambios cul-turales súbitos que tempranamente debieron in-cidir en el proceso autóctono, de modo especial en la esfera religiosa. Aquello pudo haber moti-vado a que los productos de la alfarería elabora-dos por las últimas generaciones de ceramistas del Incario, dejaran de ser producidos por cuanto llegaba a su fin la tradición el ofrendarlos en las sepulturas, así como también el de servirse de cerámicos en ceremoniales. La cerámica elaborada en tiempos pretéritos, con

A la Licenciada Alba Choque, Historiadora del Arte,deseándole prosiga investigando y publicandoexcelentes estudios como los que ya ha editado.

Abstract These glosses dating back to 1971. They were the result of a shallow appreciation fragmentería collection of pottery, collected by Don Genaro Fernandez Baca Cosio (1889-1922) in the area of Cuzco (Kauffmann 1972). These were published prior to thepublication of the work that saw light in two volumes under the title”Reasons for decoration of ceramics Inca Cuzco” (FernandezBaca 1971 and 1989). In this faithfully copy Fernandez Baca, partly in color, 735-designs including motifs in these forms of the same. The collection of these khallanateca taken from FernandezBaca, is a clear testimony to the exceptional ability who attendedCuzco painters of the times of the Incas.

Keywords: Cerámica, Cuzco, Inca, decoración.

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18Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco.

Federico Kauffmann Doig

Muestrario de motivos decorativos plasmados en la cerámica Inca (Colección Jerano Fernández Baca). Federico Kauffmann Doig 1972.

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ña son relativamente escasas. Esto se comprueba al comparar su número con el que registran otras culturas, como la Moche o la Chimú. Lo dicho se advierte al realizar un cotejo del material alfare-ro legado por los antiguos peruanos, presente en repositorios exceptuando el del Museo Inca de la ciudad del Cuzco, aunque también en éste, el material alfarero Inca Imperial no es compa-rable con la abundancia en la que se expresa la cerámica Moche o la Chimú ya señaladas. Así lo entendió el maestro cuzqueño don Jenaro Fernández Baca, por lo que se preocupó intensa-mente de seguir por el aparentemente modesto camino de la recolección de tiestos de superficie, que permitiera disponer de un amplio reperto-rio de motivos simbólico-decorativos tanto para ser admirados como estudiados. De esta manera logró coleccionar un corpus muy importante de fragmentos de cerámica con diseños simbólico-decorativos, rescatando millares de éstos en los términos del Cuzco y sus alrededores. Esta tarea, de “recolección de superficie”, la re-alizó el citado maestro en los comienzos de la se-gunda mitad del siglo XIX. Al presente un trabajo de esta naturaleza no es recomendado por la dis-ciplina arqueológica, dado el valor que le confiere la investigación cuando los tiestos son identifica-dos in situ. Sin embargo, es de subrayar que de no haber procedido Fernández Baca a su recolec-ción, desde entonces: ¿cuántas valiosas muestras no se habrían perdido irremediablemente, con la expansión urbana, y de los campos de cultivo, las obras de regadío, así como también con la in-deseable práctica de recolección por pasatiempo por quienes recorren lugares arqueológicos?

La cerámica Inca y sus formas En el Cuzco y zonas aledañas se encuentra un complejo estilístico de cerámica, distinto funda-mentalmente a los presentes en otras regiones (Pardo 1939). Con todo, debido al expansionismo Inca, la cerámica cuzqueña alcanzó una notable difusión a lo largo y ancho del Tahuantinsuyo y con ello varios de sus componentes simbólico-decorativos, los que fueron copiados, también en cuanto a la forma típica de los recipientes, como el aríbalo (Rowe 1944). Un ejemplo patético es el caso de simbiosis estilística que señalamos al de-tectar un recipiente escultórico Chimú, negro por cocción según la tradición alfarera de esta cultu-ra. En éste es representado una matrona cargan-do a la espalda nada menos que un aríbalo típi-

esmero técnico y artísticamente, para que así cumpliera la función funeraria y ritual a la que estaba destinada, habría de este modo cesado con la irrupción española y los ejemplares here-dados debieron terminar por ser utilizados con fines meramente domésticos. En muchos casos estas piezas de alfarería refinada debieron ser eliminadas, esto es quebradas en atención al gran celo iconoclasta que regía por entonces. Los objetos alfareros que milagrosamente se salvaron, de tiempos anteriores, al ser converti-dos en cántaros utilitarios debieron con el uso cotidiano y los años terminar por quebrarse y sus fragmentos consecuentemente arrojados a los basurales. Lo dicho no excluye la milenaria práctica an-dina de la destrucción de piezas de cerámica con fines rituales, de culto al agua. Probable-mente ésta inveterada tradición, que pudo con-tinuar secretamente en el siglo XVI después de arribar los españoles, podría ser el origen de una parte de los tiestos recolectados por don Jenaro en el área del Cuzco, especialmente de-bido a su gran número. Jenaro Fernández Baca llegó a recolectar cen-tenares de fragmentos de cerámica decorados correspondientes al estilo propio de la fase Inca Imperial cusqueña. De este modo logró colec-cionar no pocos motivos simbólicos plasmados sobre cerámica, con sus infinitas variantes. Su interés por el tema lo llevó a reproducir en car-tones hasta 1.300 diseños, cuidando de copiar los colores con autenticidad, así como también cuidando la fidelidad de los trazos originales. Es así como llegó a compilar el más completo corpus de motivos emblemáticos plasmados en cerámica cuzqueña del periodo Inca Imperial, cuyo comienzo se sitúa en 1438 y que culmina con la irrupción europea. Esta tarea previa y fundamental, hace posible que en el futuro pueda acometerse el estudio y la valorización de la voluntad artística que anida en los valores simbólicos expresados en los motivos presentes en la cerámica Inca Imperial del Cuzco.

El genio de la decoración y simbolismo Inca En los abundantes fragmentos de cerámica recolectados por Fernández Baca, se expresa el genio de los que decoraban la alfarería Inca Imperial. Es importante subrayar lo expuesto, ya que las piezas de cerámica incaica cuzque-

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Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco.

Federico Kauffmann Doig

Muestrario de motivos decorativos plasmados en la cerámica Inca (Colección Jerano Fernández Baca). Federico Kauffmann Doig 1972.

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camente inca-cuzqueño (Kauffmann Doig 1965 y 1986: 482). En este contexto debemos men-cionar las apreciaciones enunciadas por Duc-cio Bonavia y Roger Ravines (1971) en general acerca de la influencia incaica en la costa norte. El complejo alfarero Inca del Cuzco y sus el-ementos, que lograron amplia difusión du-rante el Incario, se caracterizan por formas y motivos decorativo-simbólicos determinados, los mismos que suelen repetirse con frecuen-cia si bien adoptando modalidades diversas. Es de subrayar que a todos los motivos les debe acompañar una dosis de valor simbólico. Entre las formas más frecuentes se cuenta el ya mencionado “aríbalo” (Chávez Ballón 1965 y Rojas Ponce 1948), llamado así por su pare-cido con el aryballos greco-romano. Otra for-ma característica común es el plato, en cuyos bordes y en zonas opuestas suelen presentarse dos proyecciones escultóricas. En conjunto, con este tratamiento el plato alude al cuerpo de un animal por cuanto una de las salientes repre-senta una cabeza y la otra la cola de un ave. Hans Horkheimer y Federico Kauffmann Doig (1965) incluyen en su obra un cuadro de clasificación de formas de la cerámica inca, basado en parte en el confeccionado por el historiador cusque-ño Luis A. Pardo (1939), y reproducen también una selección de motivos alfareros como los que figuran en una de las láminas adjuntas.

Técnicas de decoración La decoración típica de la cerámica cuzqueña de la época Inca Imperial, fue plasmada en colores oscuros y destacando en éstos varios tonos de rojo, indelebles por cocción. Se em-pleó el negro, el blanco y el amarillo, y ac-cidentalmente el azul y el verde. Los colores fueron utilizados en forma convencional. Los diseños pintados son casi todos geométricos; en todo caso priman las líneas angulosas con las que en lo fundamental suelen también ser reducidas las figuras biomorfas. Los motivos, esquemáticos, son tratados sobre fondos pin-tados mayores, con minuciosidad y con ten-dencia a la miniatura. Algunos de ellos son al parecer copias de dibujos plasmados ini-cialmente en el arte textil. Sobre una misma vasija, van representados uno o también dos motivos, repetidos y enlazados o en hilera. Diversas formas de tratamiento de un mismo motivo fue logrado mediante cambios de color,

utilizando la técnica de la decoración en positivo y en otros casos la del negativo. También medi-ante diversas variantes que la repetición temáti-ca suele engendrar, como recurso para contrar-restar la limitación de motivos. Impera la simpleza lineal, con la que no obstante se obtuvo efectos y variaciones abundantes en los diseños. Para ello se utilizaba no sólo de cambios de color de una misma figura, sino también de los fondos en que ésta es representada. Los motivos eran pintados directamente con pincel; debe ser por lo mismo que no se descubren líneas marca-doras de contornos de las figuras diseñadas. La ornamentación sigue un ritmo severo, enc-uadrado dentro de cánones de orden y estricta simetría. En muchos casos el punto central de la composición presente sobre un campo esférico, que acusa por ejemplo un plato, sirve al alfarero para determinar el eje de toda su composición. La técnica de la repetición en hilera basada en uno o de dos motivos principales, al cambiar de color de un recipiente a otro, termina por ofrecer un diseño simplificado del motivo central. Esto a consecuencia del recurso decorativo que deviene de repetir los diseños. Este factor lleva a que los diseños básicos vayan diluyéndose y se ordenen bajo un común denominador, que conduce a lograr efectos decorativos subrayados utilizando la técnica de la alternación cromática.

Los diseños Cuando la tendencia es realizar una obra orna-mental, el artista cuzqueño suele modificar los motivos simbólicos con gran libertad. En este caso el simbolismo de los mensajes contenidos en los motivos parece diluirse como tales, pasan-do así a ser más que emblemas propiamente dis-eños decorativos. El ejemplo del dibujo en que se trazan dos ajíes, presentados hacia el costado de un insecto, acaso podría interpretarse como una alusión al nombre específico de uno de éstos en particular. De esta manera aquello podría constituir un caso aunque aislado, de querer evocar una palabra específica mediante un gráfico. Junto a este caso, puede cit-arse otro en el que se percibe un personaje con plumas en la cabeza. Este sostiene un cetro-lanza en una de sus manos, mientras que la otra mano conjuntamente con el brazo se convierten en un ala provista de plumas extendidas en forma de rayos solares.

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Glosas sobre la decoración en la cerámica Inca-Cuzco.

Federico Kauffmann Doig

Muestrario de motivos decorativos plasmados en la cerámica Inca (Colección Jerano Fernández Baca).

Federico Kauffmann Doig 1972.

refiere a la ejecución de ciertos dibujos que pre-sentan rayas oblicuas separadas por bandas, además de otros en algo similares que represen-tan lo que da la sensación de ser helechos que rematan en puntos. Los mismos vienen siendo interpretados por el arqueólogo cuzqueño Justo Torres como hondas, aunque bien podrían ser emblemas alusivos a la lluvia: chorros de ésta que terminan en gotas. No nos ha sido posible separar cuáles fueron los diseños más tempranos y cuáles los ejecuta-dos con posterioridad. Tampoco hasta qué pun-to éstos no fueron coetáneos. Por ejemplo en el caso de los dibujos que copian el tallo de lo que suele considerarse son ramas de helecho, que al parecer se originaron yuxtaponiendo diseños o motivos de figuras romboidales. Éstas aparecen también formando hileras dobles, o adoptando un diseño en forma de una trenza. En otros casos, la repetición y sucesivas modi-ficaciones del motivo diseñado, debieron por “sugerencia conducir” a gestar figuras entera-mente nuevas; tal el caso de redes rectangulares sucesivas a las que se les agrega cabeza y cola de una llama, y que finalmente llegaban a tomar la forma de llamas si bien con cuerpos reticulares. Visto este motivo aisladamente, podría conducir a que erróneamente se le considere como un caso especial mediante el cual el artista se liberó de obrar en un marco puramente naturalista. Pero consideramos que aquellas llamas de cuerpos con puntos, no deberían interpretarse como en-gendros fantásticos, resultantes de innovaciones del artífice que se habría propuesto diseñar un híbrido con aspecto de “perdiz-llama”. Y es que el cuerpo reticular bien podría aludir, metafóri-camente, a gotas de lluvia que caen sobre el cuer-po de estos animales y representar de esta man-era, simbólicamente, la necesidad básica de que para asegurar su existencia estos animales deben contar con el agua de la lluvia. En todo caso se trataría de motivos simbólicos enmarcados en el culto al agua. Del millar y medio de motivos de cerámica cuzqueña recopilados, el señor Fernández Baca nos comunica que los motivos de la ornament-ación podrían ser agrupados de la siguiente man-era: a. Motivos geométricos 69% b. Motivos zoomorfos 17% c. Motivos fitomorfos 9% d. Motivos antropomorfos 5%

Diversos diseños no debieron tener su origen en el ámbito de la abstracción de figuras reales. En estos casos, al ser repetidos infinitamente, debieron tornarse en diseños geométricos. La ornamentación en la cerámica que nos ocu-pa observa comunes denominadores, que le dan unidad. Naturalmente no sólo los motivos principales son de diversa índole. Fueron pro-duciendo nuevas variantes, no sólo engendra-das partiendo del motivo original representado, sino como consecuencia del factor de “encade-namiento” o sea de la repetición en hilera. En las variantes se pueden establecer expre-siones elementales y derivadas. Pero no es posible calificar si las formas elementales son las iniciales o arquetipos. Un fenómeno in-teresante constituye el hecho que en algunos casos, después de sufrir alteraciones diversas, la figura original recobra su forma. Es por esto que en estos casos, resulta prácticamente im-posible separar con precisión lo “temprano” de lo “tardío”. Especialmente en cuanto se

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REVISTA HAUCAYPATA

Formas de cerámica incaica. Lámina elaborada por Kauffmann Doig (2011) en base a: Hans Horkheimer y Kauffmann Doig (1965).

En los escasos dibujos que trazan represen-taciones humanas, hay lo que podría decirse conatos de escenas. Sin embargo en éstas se advierte una ausencia total de paisajes, salvo una ausencia total de paisajes, salvo en las pocas composiciones que escenifican viviendas y árboles. Por lo general no reproducen obje-tos de modo naturalista; con excepción de la chaquitaclla, que es la figura representada con preferencia. Se advierte que impera la intención, ya sub-rayada, de difuminar el objeto central rep-resentando un conjunto de éstos, y no de figurarlo de modo aislado. Mediante este orde-namiento el motivo per se, termina por quedar afiliado a la esfera de lo puramente decorativo. En estos casos prima la presentación del dis-eño original en forma encadenada, presentada

con equilibrio y simetría. En el caso de diseños geométricos -y aún en lo que calificamos de “ola moche”-, la alternación cromática permite alcan-zar “composiciones plásticas” que hasta recuer-dan obras del tipo op-art. En cuanto a los dibujos biomorfos, en algunos casos éstos son presentados con sorprendente re-alismo como se observa por ejemplo en los trazos que adoptan figuras de tigrillos. La presentación en secuencia o repetición del mismo dibujo le resta parte de la fuerza expresiva individual, que conlleva el motivo, pero da paso a contextos de una voluntad que apunta a lo puramente deco-rativo. Con todo, excepcionalmente se puede ad-vertir diversas formas en que es visualizado un motivo zoomorfo. Pero las variantes aparecen en vasijas separadas y sólo en una serie artificial-mente confeccionada podemos advertir “movi-

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ROWE, John, 1944. An Introduction to the Ar-chaeology of Cuzco. Harvard University. Pea-body Museum of Archaeology and Ethnology. Cambridge.

miento”. Tal el caso de los motivos de la khal-lanateca del señor Fernández Baca que se re-fieren a un ave vista corriendo, emprendiendo vuelo, surcando así como también posando. Ciertas peculiaridades anatómicas, subraya-das en la composición, permiten vislumbrar dibujos de animales figurados en forma por demás esquemática y estilizada. En ciertos ca-sos aquella anatomía característica, aparece con proporciones exageradas debido a fines or-namentales. Tal el caso de las antenas en varie-dades de mariposas. De ninguna manera todos los dibujos son copias fieles en cuanto a lo que se refiere a formas anatómicas. En el repertorio figuran abejas, sapos, llamas, vicuñas, ratones, moscas, etc. Los dicho sobre las características de diseño señaladas, puede aplicarse a los dibujos fi-tomorfos, trazados elegantemente en el caso de flores. Las mismas parecen corresponder al ñujchu (Salvia oppositiflora). A pesar de la abstracción y ejecución lineal que lleva a lo es-quemático, por las características anatómicas básicas de la representación, es sin embargo fácil reconocer el tipo de las flores represen-tadas como cuando se trata de frutas como el maguey, o el reconocer que se figuran varie-dades de ají, etc. Incidentalmente hallamos la reproducción de un signo tocapo, y de composiciones conforma-das por variados motivos. Los últimos pueden representar muestrarios, de no corresponder a arreglos que obedezcan a determinados crite-rios de lo que podría constituir algún tipo de escritura ideográfica. Lo dicho y mucho más se deriva del análisis de los diseños presentes en la fragmentería incai-ca-cuzqueña de la colección del profesor Jen-aro Fernández Baca, a quien vaya mi tributo de reconocimiento sincero por su monumental trabajo inspirado en auténtica admiración por las grandes realizaciones cumplidas por los an-tiguos peruanos en el marco del dibujo sobre las paredes de su cerámica.

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Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA 24

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The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac.

Frank [email protected]

Resumen Los estados regionales indígenas en las zonas actuales de los departamentos de Ayacucho y Apurímac (Perú), durante el periodo Intermedio Tardío, no se pueden considerar sin tomar en cuenta al grupo étnico conocido como Chanka. Etnohistóricamente se sabe que los chankas fueron un estado expansionista que atacaron a los inkas al inicio del imperio cuzqueño. Se ha discutido la noción mítica o histórica de las guerras Chanka-Inka en otras publicaciones (Duviols 1980; Zuidema 1989; Ziólkowski 1996 y Meddens y Vivanco 2005) y por esta razón no nos ocuparemos de este asunto aquí. Algunos grupos principales de la zona de Ayacucho y Apurímac, al tiempo de la conquista española, eran los andamarcas, los vilcas, los rucanas, los soras y los chankas. Sin embargo, la región hasta la fecha ha recibido pocas investigaciones sistemáticas. En este artículo comprobaremos que las entidades culturales del Intermedio Tardío, en esta zona, se caracteriza-ban por ser formas demográficas y conjuntos culturales muy similares en zonas ecológicas pare-cidas y con recursos naturales comparables. Se analizarán y definirán las características de las sociedades y las estructuras de poder en base al dato arqueológico; las cuales se contrastarán con las evidencias materiales observables en el territorio Inka de la misma época.

Palabras claves: Chanka, periodo Intermedio Tardío, Estado, élite, igualitario.

MEDDENS, Frank, 2011. The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 3: 25-44. Lima.

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REVISTA HAUCAYPATA

The formation process of the chiefdom and the archaic state This paper does not aim to provide a compre-hensive review of the available literature and theories of the manner in which archaic states and chiefdoms formed. It will test however the evidence presented by the Chanka polities and their Inca neighbours. This will allow a com-

parison and contrasting of the available data to develop a definition of the social and political structure, which provided the necessary communal cohesion for the ethnic groups within the Chanka territory. Chiefdoms are characterised by social and political units which normally have from a few thousands up to circa ten thousand members

Abstract The indigenous polities occupying the area of the present departments of Ayacucho and Apurimac (Peru) during the Late Intermediate Period (LIP) cannot be discussed without considering the political entity known as the Chanka. Ethno-historically it is known that the Chankas comprised an expansionist state which attacked the Incas at the time of the dawn of their empire. The historicity or alternatively mythical nature of the Chanka wars has been discussed by a variety of authors (Duvoils 1980; Zuidema 1989; Ziólkowski 1996 and Meddens and Vivanco 2005), and therefore need not concern us here. The main ethnic groups inhabiting Ayacucho and Apurimac at the time of the Spanish conquest included the Andamarcas, the Vilcas, the Rucanas, the Soras, and the Chanka. The region as a whole has seen little systematic investigation. As will be demonstrated the LIP cultures are characterized archaeologically by very similar settlement patterns, material culture as well as consistently comparable ecosystems and a similar resource basis. The societal and power structures apparent in the archaeological record are discussed, defined and contrasted with the polities active in the contemporary neighbouring Inca territory.

Keywords: Chanka, Late Intermediate period, State, elite, egalitarian.

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26The Late Intermediate Period egalitarian polities of Ayacucho and Apurímac.

Frank Meddens

of rule by means of an administrative class re-places that of the single centralized ruler (Marcus and Feinman 1998: 6-7). The processes involved in the development of societies to a state level of complexity exits along a continuum and it may be that any definition of the stages along this range will, by its very nature be arbitrary. Discussion of the processes and di-rection of travel of the developments affecting a particular society or group of societies which lead to greater or reduced complexity and the reasons for these changes are of particular interest. These assist in defining and understanding the nature of the social and political structures, which we are looking at archaeologically.

Middle Horizon Polities During the Middle Horizon the demographics of the Ayacucho and Apurimac area were character-ised by a well defined settlement hierarchy (Is-bell and Schreiber 1978). The cultural complexes present formed part of the Wari state. A series of high quality pottery styles have been identified across the region comprising the Chakipampa, Conchopata, Black Decorated, Ocros, Huamanga and Viñaque styles. Qualitative elements in the artefact assemblages demonstrate the existence of craft specialist including potters, metal work-ers, sculptors, stone (Figure 1) and shell workers and textile and feather specialist. Craft specialist in wood and planners and builders can be added to this list. As well as a demonstrable settlement hierarchy there is clear evidence for a hierarchi-cal social structure confirmed by the presence of an elite (Figure 1), elite architecture and house-hold complexes as well as elite burials. Besides the widely reported major Wari sites in the Ayacucho area such as Huari itself, Chakipam-pa and Ñawinpuquio, there exist numerous state installations further afield as at Jinccamoco in the Sondondo valley, as well as the much smaller facilities at Yako (Meddens and Cook 2004) and Chiqna Jota (Meddens 1984, 1985 and 2001) in the Chicha valley and Waywaka near Andahuay-las (Grossman 1983). Further east in the Cuzco area important primary order Wari sites include Pikillacta and Huaro. Following the collapse of the Wari state as a uni-fying factor the regional indigenous groups ap-pear to have adapted themselves in varied ways to the changing circumstances. In the core terri-tory of Ayacucho, around the area of the former

(Carneiro 1981 and Earle 1991: 3). Their political structure is hierarchically organised (Mantha 2006: 36), and they tend to have up to two social ranks above that of primary producers (Peebles and Kus 1977), with obvious aspects of social inequality. The elite has the capacity of organising labour for infrastructure projects and group focussed ventures (Service 1962 and Mantha 2006: 36), with the control and management of surpluses being a priority. Chiefdoms often end up as highly competitive unstable structures (Earle 1991). Their settlement and population hierarchy is characterised by a two-tier organisation, and they lack the state’s centralised administrative structures (Mantha 2006: 36). There are group and elite orientated variants of the chiefdom. The first emphasizes the group by means of a focus on corporate labour investment; the second emphasizes an investment in status differentiation of the elite (Renfrew 1974 and Earle 1991: 3).

The manner in which political power structures evolved and developed over time and the processes resulting in the formation of the archaic state have been discussed by many authors and numerous models for their foundation have been proposed, such as by Steward (1955), Sahlins (1958), Fried (1960), Service (1975), Haas (1982), Marcus and Feinman (1998), and among others. The archaeological testing of these models in general and for the Andes in particular has been a comparatively recent phenomenon (Haas 1987; Pozorski 1987; Burger 1995 and Stanish 2001). The evolution and development of complex society and hierarchical social power structures are fundamental to the formation of the archaic state. A number of characteristics have been defined which are seen by some as markers setting out the basic parameters of early state formation. The archaeologically testable ones include the emergence of a four-tier settlement hierarchy (Wright and Johnson 1975), the establishment of elite and standardized religious and administrative architecture (Flannery 1998), a dramatic change in the ideology of stratification and descent, resulting in rulers and the elite being seen as having a supernatural origin, whereas the commoners have a non-divine beginning. The development

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capital the collapse appears to have been total, with only squatter communities returning to the former state centers. Elsewhere initially some state installations such as the sites of Jincamocco in the Sondon-do valley and Yako in the Chicha valley were abandoned, but a relatively complex structured society continued to exist. Varied artefact as-semblages persist, including fine as well as coarse wares in ceramics and a hierarchically ordered elite social order survives. In the Lucre basin Pikillacta is abandoned but Huaro carries on in the neigbouring Huaro basin (Glowacki 2002).

Environmental evidence Results from the analysis of mire cores taken from a marsh at Toqtoqasa, in the Chicha valley demonstrate a time of significant landscape instability during the LIP characterised by the deposition of considerable quantities of mineral rich sediments in the period dated between AD 1220 and 1330 (Branch et. al. 2006). An extensive episode of terrace construction took place in the Chicha valley during the Middle Horizon (Keeley and Meddens 1996; Branch et. al. 2006 and Kemp et. al. 2006) followed by an apparent phase of intensive reconstruction and rebuilding during the LIP (Branch et. al. 2006 and Kemp et.

Figure 1. Carved turquoise figurines portraying Wari elite individuals, from a cache of 40 found at the site of Pikillacta near Cuzco in 1927.

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were spoken and the Andamarcas were split up into four ayllus (Monzón 1965a: 237). The Soras were subdivided into three mayor groups, further subdivided into ayllus. They also spoke three lan-guages (Quechua, Aymara and Hahuasimi). These communities appear to have had multiple small polities, which were often at odds with each other.

The Late Intermediate Period settlement pattern A number of areas now thought to have been included in the region which formed part of what has been described as the “Chanka Confedera-tion” (Lumbreras 1959) have been subjected to archaeological fieldwork. These include the Qara-cha valley (Earls and Silverblatt 1979; Earls 1981; Valdez et. al. 1990; Valdez and Vivanco 1994 and Vivanco 1998, 2000 and 2003), the Chicha val-ley (Meddens 1981; 1984; 1985; 1994; 2001 and 2007), the Sondondo valley (Schreiber 1984; 1987 and 1993), the area around Andahuaylas (Grossman 1983 and Bauer et. al. 2010;), the Torobamba San Miguel valley (Carrillo 1969 and 1984; Ichaccaya ms. 1987; Castilla 2001 and Viv-anco and Pérez ms. Undate), the area of Chungui (pers. Comm. Ichaccaya), the environs of Choqlo-cocha (Figure 2) and Orqococha (González Carré and Rivera 1983: 96-97 and González Carré and Vivanco 1998 and 1999;), the upper pampas val-ley (Quintanilla 1993 and 1996), the Anqara area (Lavallee and Julien 1983), the upper Urubamba valley and tributary of the Rio Warpa , the Vin-chos valley (Lumbreras 1974; Bendezú 1983 and 1986 and Quispe Curi 1984), as well as the Ura-ncancha, middle Pampas and Huancapi valleys (Carrera ms. 1945-1946; Torres Palomino 1969 and Vivanco 2001). To typify the archaeological characteristics of the Chanka polities it will not be necessary to de-tail the full range of previous archaeological work completed in the region as this has been recently done (Meddens and Vivanco 2005). Several of the areas studied will be outlined below as being representative of the region incorporating the Chanka related groups as a whole.

1 Gonzalez Holguin translates the term as meaning a variety of tree (1989: 352 [1608]) this may mean there is a link to the concept of mallqui. The modern Quechua dictionary of Soto Ruiz translates willka as meaning grandson or grand-daughter (1976: 117).

al. 2006). The agricultural terracing in the area appears to have been dedicated to the cultiva-tion of chenopods and quinoa (Chenopodia/Amaranthaceae) with limited evidence for maize during the Middle Horizon (Branch et. al. 2006). A period of drought is indicated for the 13th century AD, which is confirmed in ice-core evidence (Thompson et. al. 1985). The environmental changes centered on the LIP include a short-lived phase of renewed maize cultivation, possibly followed by a tem-porary abandonment of the terrace systems, or a period of increased humidity / climate change (Branch et. al. 2006).

The Ethnohistorical sources The Chanka political form at the time of their subjugation by the Incas according to the eth-nohistorical source material was hierarchi-cal, being composed of a ruler by the name of Uscovilca with a number of secondary leaders named Hastu Huaraca and Tomay Huaraca (Betanzos 1987: 27-28 [1551: I parte, VII]). Cie-za de León mentions another secondary leader called Omo Guaraca (Cieza de León 1968: 123-132 [1551]). The culture heroes Ancovilca and Uscovilca were said to have founded the hurin and hanan Chanka groups respectively (Du-voils 1967: 28 and González Carré and Rivera 1983: 99-100). The later chronicler Guaman Poma de Ayala (1980: 66 [1615: Primer Capítulo /85[85]]) in a highly mythologized variant of the story re-fers to a single ruler by the name of Anca Uallo Chanka. The fact that the ruler’s and culture heroes names include the term “vilca” indicates a re-ligious role for these individuals. The term “vilca” signifying in this context high priest in Quechua (Salomon and Urioste 1991: 270)1. The secondary tier of leaders names includes the term ‘guaraca’ meaning ‘sling’ suggesting that this level of Chanka political organization included a military function. The evidence for some of the other Chanka related groups such as the Andamarcas for ex-ample states that each Andamarca town had its own kuraka or ruler (Monzón 1965a: 241) among whom there was warfare. These kurakas received food, firewood service and labour on their lands from the other group members in tribute (Monzón 1965b: 231). Three languages

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The Andahuaylas area The Andahuaylas region, following chronicle, historic and ethno-historic sources is consid-ered part of the area forming the core territory of the Chanka confederation. Some early Span-ish sources indicate that it was only incorporat-ed into Chanka lands just before their alleged attempt at conquest of Cusco (Cieza de Leon 1968 [1551]). This may be substantiated by the presence of Waywaka style pottery of LIP date here, in addition to the Chanka related mate-rial to which it bears little affinity. The LIP settlement pattern in the Andahuaylas region is characterised by numerous defensible and mountain redoubt sites (Grossman 1983: 85), such as Alalay with c. 100 circular struc-tures. What should be noted is the absence of large sites, with the common size range being from c. 3 to 4 ha on extensively terraced sites, with circular structures being built around pa-tio areas. Sondor on the shores of the Pacucha lake is one of the more substantial ones in the area (Figure 2), although it still is relatively small. The Pamparaqay sector includes a rect-angular structure measuring 29 by 35 m with access to the principal plaza. The Sondor / Pu-karaqay sector has an oval enclosure measur-ing 38 by 75 m and the upper platform here has

circular structures with a diameter of c. 9 m. In the Pukacorral area there are three kallankas with trapezoidal niches and doorways. Muyumuyu represents the most prominent terraced sector and the ritual area. The dominant occupation of Sondor clearly dates to the Late Horizon (LH). The Suyturumi zone constitutes the highest part of the site, the structures are circular and the occupation dates to the LIP prior to the arrival of the Incas. Sites in the Andahuaylas region appear to be interconnected by an extensive road system (Amorín and Alarcón 2001: 287). Northeast of Sondor at an altitude of 3500 m asl is Witunniyoq. It is on a mountaintop, the structures are circular and the pottery present is related to Chanka material. Luisinayoc is located northwest of the present village of Pacucha on three promontories; the structures are circular and the ceramics Chanka. Achanchi is located on a mountaintop of that name at an altitude of 4020 m asl. It has a defensive wall and circular buildings. It constitutes the largest of the Chanka period sites, but it is not in basis different from any of the other larger defendable Chanka sites. Regional survey data recently collected by Bauer and his team confirms that the settlement pattern is characterised by a number of roughly similarly sized village sites located on mountain

Figure 2. Sites mentioned in the text.

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rals linked with camelid management. These have circular or oval stone walls constructed of fieldstone made with a dry walling technique. They range in size from c. 30 m to 100 m diam-eter, although larger ones occur. They are occa-sionally associated with a few small structures probably used for temporary or seasonal occu-pation. The ceramics are crude and represent a variant of the Soras pottery style. Corrals are widespread in the former Chanka territory and camelid management therefore appears to have been an important activity during the LIP. The unique site of Auquimarca is a probable refuge site/fortress high on a mountaintop at an altitude of over 4000 m asl (Figure 2). It has more than 1000 circular structures (Figure 3 and 4) and is substantially larger than any other site of this period in this drainage. No Inca architec-ture has been found here, although Inca pottery is present.

Usccunta A further significant non- valley site is Usccunta, located west of the Chicha valley at UTM (wgs84) 588109 - 8418974 at 4495 m. It is in Lucanas on the district boundary of Aucara with Cabana Sur. It measures up to 80 hectares and has kallanka, chullpa, and collca type buildings as well as two ushnu platforms and a large number of simple circular structures present on the surface. The site is spread over two mountaintops. Usccunta is the larger of the two, rounded in shape and de-limited at various levels by vertical cliff faces. The summit comprises a vertically rising rock face, which rises like a pinnacle out of the centre of the peak. South east of Usccunta is a large plain on which the two ushnu platforms present at the site are situated. The topography rises again imme-diately south and southeast of the plain where a further rounded mountain feature named Canra-rac is present with along its eastern slope a series of circa 40 circular structures measuring between 3.5 and 4 m across. The principal archaeological remains present at Usccunta are spread across three sectors. The plain to the southeast, where besides the two platforms, rectangular and circu-lar structures are present in the immediate vicin-ity of the ushnu nearest the mountain. The circu-lar structures, again badly preserved are built of modified field stone and measure up to circa 4 - 5 m across. The first terrace of the mountain, which can be

and hill tops defined by circular house clusters and terracing around patio areas, associated with a larger number of significantly smaller sites. There is no evidence for the development of a single overarching Chanka chiefdom here (Bauer et. al. 2010).

The Chicha Valley and its Soras oc-cupation The Chicha valley was part of the home terri-tory of the Soras polity which at times appears to have been part of the Chanka confederation (Betanzos 1987:85 [1557 I parte XVII]). The Chicha valley is located on what appears to have been the eastern margin of Soras ter-ritory. The Soras as an etnic group are men-tioned in a large number of early historic docu-mentary sources. These in particular relate to the conflict between the Incas and the Chankas and the conquest of lands in the Ayacucho re-gion by Pachacuti Inca Yupanqui. Seven sites with substantial architecture - two probable towns, three large villages, two small villages, eight small mound sites, and one very large, mountaintop site - were identified as hav-ing been occupied in the LIP. The towns are Chiqna Jota (c. 8 ha), at the southern, upper end of the valley, with some 200 oval to circu-lar houses, and Soras, where a substantial LIP site may underlie the modern town (Figure 2). The larger villages are Chicha Qasa, Qasamarca (Figure 2), and Taccarampa; both towns and all three large villages have later Inca remains on them as well. Numerous small sites with-out architecture were found scattered through-out cultivated portions of the valley. Based on comparison to similar sites in the neigbour-ing Sondondo valley immediately to the west, these probably represent seasonal occupations by farmers during times of planting and har-vesting. Neither these, nor the two small vil-lages have any evidence of Inca remains, al-though the villages and the small mound sites may have continued to be occupied in the LH. The circular buildings found on sites of this pe-riod are grouped in sets of two to four struc-tures around patio like spaces. The Soras sites are located on defendable hilltop locations and frequently have defensive perimeter walls as-sociated. The most common sites found on the surround-ing altiplano comprise isolated canchas or cor-

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Figure 3. A typical section of the site of Auquimarca near Pomacocha in Apurimac.

Figure 4. Wall remains at Auquimarca near Pomacocha in Apurimac.

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around patios. This type of architecture is com-mon for much of the Central Highlands of Peru at this time (Schreiber 1993:92), and does not change in form from the LIP to the LH. The main lines of evidence used to distinguish LH occupa-tions from those of the period immediately pre-ceding the Inca conquest of the Andamarca area are changes in local ceramic style, presence of Inca artifacts, and/or presence of Inca architec-ture. The archaeological evidence indicates that life in the Sondondo Valley was quite similar to that in the Chicha Valley in the LIP. Two towns, seven villages of varying sizes, numerous small mound sites and sherd scatters, and a hilltop refuge site, by the name of Toqsa have been lo-cated. The towns and villages tend to be located at or below 3300 m asl in the central sector of the valley, with the exception of the hill fort which is at an altitude of c. 3700 m asl. The two towns, Apucara and Queca (Figure 2), on the west and east sides of the valley respectively, probably represent chiefly centers of small polities. On the Apucara side, three smaller settlements have been identified, and on the Queca side five small-er settlements. Every one of these continued to be occupied in the LH.

The Qaracha valley A large number of Chanka sites is present in the Qaracha valley. Exact numbers are uncer-tain as the valley has not been systematically surveyed. On current estimates there may be as many as 100 in this tributary to the Rio Pampas. Millqa, Poqori, and Nawpallacta (Figure 2 and 5) (with more than 300 structures) should be noted. Millqa is located in the district of Sarhua, the province of Fajardo. It is on top of a conically shaped mountain at c. 3500 m asl, partially de-fined by a cliff face. There are c. 30 circular struc-tures, but because the site has been much dam-aged by agriculture there may have been many more, possibly up to 200. Llawnqaya also in the district of Sarhua occu-pies the top and sides of a mountain at an alti-tude of c. 3950 m asl and numbers c. 300 to 330 circular structures grouped around patio like open spaces. Calvario is located in the district of Carapo, in the province of Huancasancos. It too is situated on top of a mountain at an altitude of c. 3900m asl, with the southern side being completely inac-

accessed from a 1.5m wide and 6 m high stair-case built of carefully selected and modified fieldstone has at least 3 kallankas and three patio groups with rectangular buildings as well as a group of circular structures on the south and southwest side of the terrace. Further west there is no evidence for structural features, and to the north the remains of a series of circu-lar corrals are found; and to the east a series of chullpa like and other smaller buildings are present. The second terrace accessed up a stair-case through an opening in an up to 2.2 m high encircling wall, possibly of defensive nature, has large numbers, more than 100, roughly built small circular structures of variable di-ameters, grouped in 3 to 5 units around patio like spaces. These are all constructed of modi-fied fieldstone and suggestive of temporary perhaps seasonal occupation/use. The top of the pinnacle forming the summit of Usccunta is crowned by a number of Saywas. Several cup marked rocks are present at the site. Usccunta or Auqui Uscuntay is referred to by Cristobal de Albornoz as being a Huaca (a sacred site in this case a mountain deity) of the Soras (Albornoz 1967 [1585]). Though the site clearly has a LH Inca component its surface material is domi-nated by LIP tradition Soras and Chanka type ceramics including Arqalle style material and a type of over fired badly made pottery found in quantity on sites in the Chicha and Sondondo valleys. The presence of a single piece of Hua-manga style face neck jar of Middle Horizon date among the surface material suggests a possible earlier origin to the site. It location, size, and long levity suggest that it represents a sacred site forming part of a structured pil-grimage cycle in which its religious aspects and characteristics were drawn upon by the elites of the surrounding etnic territories. Control of this site would certainly have increased the prestige of the elite exercising it.

The Sondondo area The Toqsa phase in the Sondondo area cor-responds roughly to the LIP here. It is a period of population increase, but also of conflict. The Jasapata phase corresponds to the LH. As in the Chicha valley, local architecture comprises round houses of broken stone, with a single doorway, and sometimes interior niches. Houses are located singly, or 2-4 are grouped

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cessible. A manmade ditch and a wall form part of the site’s defences and the c. 250 to 280 structures present are all circular. The site of Pukara (Figure 2) is located on the bank of the Rio Lucanamarca, west of the Qaracha river. Occupation is spread over three mountaintops at an altitude of 3860 m asl at 13° 38’ 45’’ South by 74° 22’ 50’’ West. There are circular (diameter c. 3 to 6 m) and rect-angular structures (including kallankas of LH date), patios, defensive walls, water reservoirs, burials in rock crevasses and cultural material pertaining to the LIP. Chanka style pottery (in-cluding Arqalla, Tanta Orqo and Aya Orqo) and LH Inca ceramics are present. There may be as many as 1500 structures here. Associated with the site are corals, canals, roads and springs (Vivanco 2003). Pukara can clearly be included in the refuge or fortress category.The Torobamba valley The Torobamba valley is the only tributary to the east of the Rio Pampas of any size. It is also a valley with access to the tropical rainforest on the eastern slopes of the Andes. Although hardly studied it clearly is of importance with respect to the Chanka contacts and exchanges with cultures from that side of the Andes. Two sites of note here are Kallapayuq Orqo (Figure

2) and Chapapata Orqo. Both are located on mountain tops. They have not been systematically investigated but their location and Chanka affiliation does suggest that the Chanka polities had an interest in rainforest resources.

Qatun Moqo Pata or San Lorenzo Qatun Moqo Pata or San Lorenzo is located in the Department of Ayacucho, province of Vilcashuaman, district of Vichongo. At UTM (wgs84) 603963 – 8495880 at an altitude of 3780 m asl. The site comprises a large 15.4m diameter circular, 1.1m high platform, constructed of numerous equal sized stones and with a well build double faced 0.70m curved wall visible along its south-west side. Centrally placed is a 1.7 m wide robbing hole. Several circular structures are present in the vicinity, probably in excess of ten, ranging in diameter from 4.6 to 9 m. The platform is densely covered in Arqalle type pottery and stone tools and lithic basaltic and quartz material. The site is of LIP date and Arqalle-Chanka cultural affiliation. Ancient corrals are visible to the south-east. There is an all-round vision of the distant horizon profile. The mountain peaks of Atuncocha, Chuco

Figure 5. Structural remains at the site of Nawpallacta in the Qaracha valley.

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north the Rio Mantaro to the west the western watershed of the Andes and to the east the Rio Apurimac (Lumbreras 1974: 218), down to the eastern bank of the Apurímac in the foothills of the tropical rainforest.

The funerary tradition There are sacred locations such as Apus/wa-manis or mountain deities in every region such as Qarawarasu and Usccunta (Figure 2) for Chi-cha/Soras and Sondondo; Kumun Ñawi for the Qaracha valley; Pumapaqawanan for the lower Pampas valley; and Llullani for the middle Pam-pas. The Pacarina or point of origin of the Chan-ka polities at a lake called Choclococha (Figure 2) is encircled by significant burial complexes found in surrounding cave sites. In the whole of the Rio Pampas region there is a tradition of multiple burials, often in crevasses and caves which on oc-casion include more than 100 individuals. There are many examples of this funerary tradition which appear to have had Middle Horizon ante-cedents throughout the territory of the ‘Chanka Confederation’. These include Ayamachay (Fig-ure 6) and Laqa Qichqa in the Sarhua district of Ayacucho. The former is a natural cave at an al-titude of 3480 m asl adapted by use of rustic ar-chitectural walling for use as a tomb for multiple (between 15 and 20) individuals. Laqa Qichqais at an altitude of c. 3490 m asl, and has a simply constructed tomb in a crevasse. It has a small en-trance measuring 55 by 35 cm and though much disturbed when surveyed counted between 10 and 12 burials. The Chicha and Sondondo valleys both have many crevasse type tombs associated with human remains and sometimes with simple structural modifications.

The material culture For the Chanka tradition the Chicha, Tanta Orqo and Qachisqo styles are of importance for the pe-riod immediately following the Middle Horizon (Valdez and Vivanco 1994: 150). The Soras, Ar-qalla, Aya Orqo, Pataraqay, Qachisqo, Toqsa and Pillucho styles are relevant for the period preced-ing the LH (Lumbreras 1974 and González Carré and Rivera 1983: 92-93). The names derive from the areas of origin of these ceramic traditions. The pottery associated with the Chanka com-plexes is consistently rough and badly executed. The fabric tends to be badly made, sometimes over fired and is often grey. The pieces are crude-

and Tinqoc are all clearly visible. There is a large number of modern stone cairn like struc-tures present on top and around the circular platform. Many contain bottles and some dried flowers representing evidence for modern pa-gapus or offerings. This structure represents a rare form of ar-chitecture of LIP date within Chanka territory which represents a form which was used to de-limit sacred space. It appears to anticipate the use of later isolated high altitude Inca type ush-nu platforms found on mountain top locations in the same general area (Meddens et al 2008). The only other form of contemporary Chanka sacred space appears to comprise an uncom-mon type of open space or plaza found at some of the larger Chanka type mountain top sites such as at Raqaraqaypata northeast of Huan-capi at UTM (wgs84) 0603830 - 8479294 at c. 3,950 m asl (Vivanco 2002 and Meddens and Vivanco 2005: 29).

The boundaries of the Chanka phenom-enon The Chanka settlement pattern comprises sites located on strategic hills and mountain-tops. There are villages with c. 30 to 70 cir-cular structures, ranging in diameter from c. 3 to 6 m, which are grouped together around small patio like spaces, as well as smaller sites comprising single isolated structures or small groups of buildings or sites lacking visible sur-face structures. In addition there are one, or sometimes more than one, large refuge site with each drainage. These too are located on mountaintops but at significantly higher alti-tude and with much larger numbers of struc-tures than the village sites, ranging from 300 to 1000, typically distributed in a very similar configuration to that which can be observed in the village sites these sometimes have large open plaza spaces. The Chanka site hierarchy therefore comprises three tiers, firstly isolated structures and small hamlet like sites, secondly village sites and thirdly refuge sites. Although occasional small isolated platform sites such as San Lorenzo have been identified neither tem-ples nor administrative, public or elite build-ings appear to form part of the Chanka archi-tectural repertoire. The Chanka territory appears precisely defin-able, with to the south the Rio Apurimac, to the

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ly modelled and finished. Shapes include bowls, cups, jars with oval bodies, rounded bases, and wide necks, which occasionally have modelled faces. The latter have enlarged and protrud-ing eyes and mouths. Decoration, where pres-ent, comprises incisions or a badly applied red or brown wash, but the great majority of the material is undecorated. González Carré et. al. (1987) subscribe only marginal differences to the various Chanka styles which is attrib-uted to variations in local clay sources and fill-ers. Lithics include mortars, clubs, doughnut shaped mace heads (or sod breakers), obsidian arrowheads (pressure flaked and triangular in shape) as well as a variety of flat rectangular shaped tools which may constitute agricultural equipment (González Carré and Rivera 1983: 93 and González Carré, et. al. 1987). Although craft specialist are mentioned for the Chankas in one ethnohistorical source (De La Bandera 1965 [1557]) this may be a reference to condi-tions as they were under the Incas as there cer-tainly is no archaeological evidence to support the assertion for the LIP.

The Late Intermediate Period settlement patterns for the Cuzco region. The LIP settlement patterns for the Cuzco region are beginning to become clear. Recent work by Bauer (2004) and Covey (2006) has considerably extended our knowledge. The Apurimac river on the east side of the core ter-ritory of the early Inca state, appears to form the boundary between the Cuzco and the Chan-ka related assemblages. The LIP sites in the Limatambo area, on the Cuzco side of the Apurimac, include both sites in defensive positions and ones in easily ac-cessible locations. Site size varies from small to moderate (up to c. 45 structures). There are oval to circular buildings, many of which appear to have had an adobe build superstructure, and they range in diameter from 2.7 to 9.88 m. The pottery assemblages are dominated by Killke related materials (Heffernan 1996). For the Urubamba area sites with circular to oval structures located both in defensive and more open positions appear to be the norm. Isolated small square to rectangular buildings occur near the centre of many of these sites and they are associated with Killke related pottery (Kendall 1996: 125). The site of Pumamarca in

the Patacancha valley as an example includes rectangular elite architectural forms which predate the classic Imperial Inca architecture and are found with Killke type ceramics (Kendall 1996: 126-127). These angular structures may represent an administrative, religious or elite building type. Kendall views their forms as emanating from the Cuzco/Lucre heartland (Kendall 1996: 125). For the Paucaritambo Yaurisque, Paruro and Colcha region 85 LIP Killke sites, have been identified. These are predominantly small (< 1 ha) to moderate in size (1 to 3.5 ha), unfortified and widely distributed (Bauer 1992: 99, 103-105). Evidence of social stratification here is limited. In the Cuzco basin the site of Cuzco itself (Figure 2) during the LIP was of considerable size, based on the number of excavations in the town, which have produced Killke and Killke related ceramics. These include the Plaza de Armas (Haucaypata at the time of the Incas) and areas of Lucrepata, Coripata, Colcapata, Killke and Sacsayhuaman in the suburbs. Excavations in and around the Coricancha temple (Figure 7) have produced high quality Killke wares and some structural evidence of the same date suggesting that this Inca temple had Killke predecessors (Gonzales 1984: 202-203 and Béjar 1990: 61-80). The data for the LIP settlement pattern in the Cuzco basin suggests the presence of a four tier site size distribution (Covey 2006: 122-125) the largest magnitude in this settlement structure is represented by Cuzco itself, which would have been over 50 ha in size. Although this estimate must on present evidence remain speculative as neither systematic archaeological coverage nor an archive of the city’s LIP and LH occupations exists. In the Lucre Basin the substantial site of Choquepukio (Figure 2 and 8) has a large LIP occupation. Its location is on the valley floor and there are no defensive installations. The large hall or kallanka style buildings, which are present here were constructed and maintained over a period from c. 870 to 1410 AD. The dating being based on C14 samples of the organic component of the mortar bonding of the walls. These buildings clearly reflect the existence of elite architecture and a social hierarchy in the Lucre basin during the LIP (McEwan et. al. 2002: 294). McEwan considers Choquepuquio a major power centre until its subjugation by the Inca (2006: 65).

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ated with platforms and open spaces have been identified at Qhapaqkancha, Markasunay and Pukara Pantillijlla (Covey 2006: 129-135).

The Killke ceramic style Killke pottery has a medium coarse fabric with moderate non-plastic inclusions mostly Feldspar with quartz, andesite, amphibole, arkose and Sy-enite. The fabric is of medium hardness and tends to be buff to salmon pink in colour. The surface is often slip covered and has a burnished finish. Vessel forms include bowls, open forms which have straight or curved sided as well as incurving forms, and straight sided plates. Jars are found, including single handled forms, ones with taper-ing necks and ones with conical necks. Face neck forms are present and tumblers or keros are also known. Decoration tends to be geometric (Figure 9) and colours used are black to dark brown, red and more occasional white. The designs are often somewhat carelessly executed. (Bauer 1997: 75-48). Other styles attributed to the LIP have been termed Lucre and Colcha. In comparison to the Chanka ceramic tradition the Killke, Killke re-lated, Lucre and Colcha materials represent high quality products.

The large site of Minaspata (c. 10 ha.) (Figure 2) was also occupied during the LIP (Dwyer 1971), although its size at this time is uncertain. The ceramic complexes for this period comprise Killke (Figure 9) and Lucre related styles, Oth-er sizeable settlements which may have been occupied at this time include Tipón, north-west of Choquepuqio and Cotocotuyoc (Covey 2006: 103). Cotocotuyoc is located c. 17 km to the southeast in the Huaro basin and measures some 45 ha. A Lucre style pottery component is associated, although its time depth into the LIP remains uncertain (Glowacki 2002). In the Sacred Valley, along the Urubamba River and its tributaries survey data for the LIP has identified the site of Pukara Pantillijlla (Fig-ure 2) with over 100 structures and a surface area of c. 10 ha as the probable center of the dominant polity of this sector. Covey defines large villages (c. 5-8 ha), small villages (2-5 ha) and hamlets < 1 ha) as constituting the other three tiers of the settlement hierarchy of this region (Covey 2006: 125-127), although there appears to be no qualitative difference between the small and large villages here. Killke period administrative and temple architecture com-prising niched rectangular structures associ-

Figure 6. Ayamachay, a burial cave near Sarhua in Ayacucho.

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Figure 7. The site of Coricancha in Cuzco.

Figure 8. Surviving wall remains of a large hall of LIP date at the site of Choquepukio.

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centre of sites comprising otherwise circular and oval structures associated with Killke pot-tery (Kendall 1996: 125). The suggested four tier site size hierarchy for the Cuzco basin and some adjoining territories, the quality of the artefact assemblages and the evidence for raw materials and finished products originating in areas way beyond the political control of the polities of the Cuzco heartland are all indicative of complex so-cietal structures. Thus confirming the existence of an elite and the development if not presence of state like organisational structures in this area.

The Chanka related polities Following the collapse of Wari dominion the LIP Chanka related groups appear strongly ad-verse to the development of an elite, which can be materially differentiated from the rest of the population. An interesting but as yet unanswer-able question is whether the reasons for this can be found in the earlier rejection of the Wari elite and hierarchy. The Chanka and related groups were made up of multiple independent or semi-independent poli-ties, which present a simple three tier settlement hierarchy lacking an archaeologically definable elite or communal architecture. It may be that the differences in site size structure noted be-

Discussion and conclusions

The Cuzco area The archaeology of the Cuzco region dem-onstrates a far more complex and hierarchi-cally based structure than that of the Chan-kas. Though evidence for conflict among the Cuzco based polities during the LIP is evident (Covey 2006) this evidence also confirms that the larger groups could afford to retain sizable village or town sized sites (> 10 ha) with elite architecture and dedicated temple structures without these being at increased risk of de-struction resulting from warfare. The niched halls at the site of Choquepukio (Figure 8) were ‘monumental’ in scale and demonstrate the existence of a political elite and hierarchi-cal state structure at this site (McEwan et. al. 2002: 294). The existence of a Killke predeces-sor below Coricancha, the Temple of the Sun in Cusco (Gonzales 1984: 202-203 and Béjar 1990: 61-80), likewise is suggestive of a devel-oped hierarchical political structure function-ing in the Cusco area prior to the establishment of the Inca state proper. The work of Ann Ken-dall in the Cusichaca, Urubamba, and Cuzco areas has confirmed the existence of isolated small square to rectangular buildings near the

Figure 9. Killke pottery from the Lucre area.

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tween the Inca and Chanka areas are more per-ceived than real and are based in the definitions used by the archaeologists in the respective ar-eas. The Chanka artefact assemblages demon-strably lack evidence for craft specialization and their burial evidence lacks elite funerary customs. As Warwick Bray has said, “not all status symbols will be archaeologically identifi-able” (Bray 2003: 302) however, and certainly the forms of tribute listed in the ethnohistori-cal source material for Chanka kurakas would not have left much obvious archaeological evidence. The confirmation of the high risk of warfare in the Chanka territories as evident in the defensive nature of their sites corroborates that egalitarianism in this world bereft of du-rables led to highly competitive social groups. This fits in well with the notion that chiefdoms often have highly competitive and unstable structures (Earle 1991). In a warrior society the two themes of cour-age and generosity are often dominant. By displaying courage the warrior gains plunder. By being generous the warrior disposes of his possessions. By being mean the warrior dem-onstrates a lack of confidence in his ability to gain further plunder (Thompson 1979: 49). This results in public generosity forming one of the fundamental elements of the nascent politi-cal power structures. Within a hierarchically structured society the existence of a distinction between elite and common goods, artefacts, residences etc. intro-duces the potential for social mobility into the system (Thompson 1978: 55). Within societal structures that have an egalitarian basis the re-ward systems tend to be based on benefits felt by groups as a whole or sub-groups within the society. Social approval mechanisms can result in a powerful added value to the individuals ex-pending energy on group benefiting activities. Following existing characterizations of chief-doms and archaic states the Chanka groups po-litical structure more closely resemble that of a chiefdom. Importantly in this case the focus is clearly away from development of the political elite and instead on group unifying factors and projects. A definition as an “egalitarian” chief-dom more accurately describes the structure represented in the case of these Chanka poli-ties.As some of the tomb structures identified in-

volve the interment of large numbers of individuals in single chambers there is an indication that the notion of lineage and descent was of importance to the Chanka and their leadership. Though here too it should be noted that an awareness of rank and lineage does not need to manifest itself in material culture nor is it confined to societies with chiefdom levels of complexity (Bray 2003: 314-315). The environmental evidence indicates an intensification of maize agriculture as well as development of more intensive camelid pasture management during the LIP. Mountaintop defended settlements are associated with camelid enclosures, and isolated and grouped Altiplano examples are found in significant numbers. This may indicate an increased need for camelids to transport crops within group territories to move these from terraced and irrigated fields to defendable refuge locations away from the agricultural lands. The management and ownership of camelids may additionally have formed a basis for wealth creation and potentially for status differentiation A marked dry phase is indicated for the late LIP. This appears to be the environmental precursor to the successful expansion of the Inca state. The increasing need for competition for scarcer growing resources may have favoured the success and growth of hierarchically structured societies, such as the Inca state. If so the more centrally managed type polities may have been better adapted to successful expansionist policies than the more egalitarian polities. The latter would have had decision making structures which would have been less able to rapidly adapt to increased risk and threat management than the more centrally focused ones.

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Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy-Argentina.

Ivan [email protected]

Cristian [email protected]

Abstract Metallurgical production has been considered in much archaeological literature concerned with the Andes, as the work of full time specialists and craftsmen. In this paper we discuss based on findings made at the site Juella, Quebrada de Humahuaca in Argentina, the domestic nature of this type of production during the Late Intermediate Period and its interrelationship with other productive activities.

Keywords: Metallurgical production, domestic production, Late Intermediate, Quebrada de Humahuaca.

LEIBOWICZ, Ivan y JACOB, Cristian, 2011. Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy-Argentina. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 3: 45-59. Lima.

45Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Introducción El uso de las categorías neoevolucionistas de jefatura y señorío y la extrapolación de mod-elos generados en los Andes Centrales, como por ejemplo, en el área del lago Titicaca y en el NW argentino (NOA), han derivado en una descripción generalizada de las sociedades preinkaicas de la región como fuertemente es-tratificadas a nivel social y con una producción artesanal especializada al servicio de una elite, las cuales tenían alianzas a nivel macroregional y controlaban el intercambio de bienes suntu-arios, además que mantenían situaciones de competencia por liderazgos y bienes de sub-sistencia (Pérez 1973; Núñez Regueiro 1974; Lorandi 1988; Albeck 1992; Nielsen 1996 y 2001; Palma 1998; Sempé 1999; Tarragó 2000; entre otros). De este modo, la imposición de estas categorías y modelos oscureció el enten-

dimiento de las dinámicas y los procesos socioculturales del NOA prehispánico, tendiendo a empañar y difuminar sus particularidades y características distintivas en pos de concordar con los propuestos esquemas generales de evolución social (Leoni y Acuto 2008:601). En este contexto Tarragó (2000) sostiene, que durante esta etapa se acentuaron relaciones sociales desiguales en la organización del trabajo y en la distribución y consumo de bienes, donde la vida social y las relaciones entre grupos estuvieron reguladas por un sistema de controles jerárquicos en una organización que se centralizaba en las cabeceras políticas y en la figura de un señor que “era obedecido ciegamente” (Tarragó 2000: 294). Estos serían sistemas políticos que tendían a la centralización del poder, donde los jefes eran una aristocracia incipiente con ventajas en la riqueza y el estilo de vida (Earle 1987).

Resumen La producción metalúrgica ha sido considerada, en gran parte de la literatura arqueológica a lo largo de los Andes, como la obra de especialistas o artesanos full time. En este trabajo discutiremos, en base a los hallazgos realizados en el sitio Juella, Quebrada de Humahuaca en Argentina, la naturaleza doméstica de este tipo de producción para el período Intermedio Tardío y su interrelación con otras actividades productivas.

Palabras claves: Producción metalúrgica, producción doméstica, Intermedio Tardío, Quebrada de Humahuaca.

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Ivan Leibowicz y Cristian Jacob

bre un cono de deyección en forma de espolón, el cual se ensancha a medida que gana altitud (Cigliano 1967). Cabe destacar la gran diferen-cia altitudinal, producto de la erosión, de más de 40 m., entre dicho espolón y el cauce del río (Figura 1). De esta manera, desde el río Juella se observan imponentes barrancas, casi verticales, encima de las cuales se ha edificado el sitio. El mismo cuenta con alrededor de 420 recintos construidos íntegramente en piedra. Ocupando el área con construcciones una superficie aproxi-mada de 6 has. De acuerdo a los materiales hal-lados en los distintos trabajos realizados en el sitio y los fechados radiocarbónicos disponibles, se ha propuesto una ocupación del sitio exclu-siva para el período que en el NOA es conocido como de Desarrollos Regionales II o Tardío (ca. 1250-1450 d.C., equiparable temporalmente con el Intermedio Tardío), destacando la ausencia de una posible presencia Inka en el mismo (Cigliano 1967; Pelissero 1969 y Nielsen et. al. 2004). En cuanto a las tareas de excavación desarrol-ladas por el proyecto en curso, éstas se realizaron principalmente en el denominado R 94. Es im-portante mencionar que el mismo fue elegido por ser parte de una de las zonas menos representa-das en las excavaciones anteriores, intentando así, y a través de la comparación con los trabajos anteriores, tener una mejor visión de la totalidad del sitio. Otra labor que se llevo adelante fue la numeración de la totalidad de los recintos (de allí el número 94), respetando los números que Cigliano (1967) otorgo a las habitaciones exca-vadas a partir del plano publicado por Nielsen y colaboradores (2004) (Figura 2). El Recinto 94 El recinto 94 cuenta con una superficie aproxi-mada de 28 m². Sus paredes tienen medidas de 5,40 m. en el muro NW; 5,60 m. en el muro NE; el muro SW tiene una longitud de 5,10 m.; mien-tras que el muro SE cuenta con una extensión de 5,30 m. Dichos muros son del tipo doble con relleno y están confeccionados con cuarcitas de diversos colores, materia prima que se encuen-tra en gran parte del asentamiento. Las rocas que integran los muros son de diversos tamaños, no existiendo un patrón a la hora de seleccionarlas según sus dimensiones. Están unidas entre sí por mortero de barro y pequeños clastos que actúan como encastre. Podemos observar que si bien no hay evidencia de canteado, como en casi todo el

De acuerdo a este modelo, se esperaría la exis-tencia de talleres productores de bienes de alto valor simbólico, donde trabajarían a tiempo completo grupos de artesanos especializados. Esto reforzaría y consolidaría el poder de las elites dentro de estas sociedades. Esta concepción encuentra su principal fun-damentación en la existencia de un taller met-alúrgico especializado en el sitio Rincón Chico 15, en el Valle de Yocavil, Catamarca en Argen-tina (González 1992 y 2010). Sin embargo, es importante mencionar que no hemos hallado, ni se ha documentado evidencia similar en otros sitios del NOA durante el periodo preinkaico. Más allá de la particularidad del contexto men-cionado, debe tenerse en consideración que se asume que la mera existencia de un bien, que de acuerdo a sus características, podría haber demandado una especialización artesanal, “im-plica la existencia de una élite que se apropió de estos bienes” (Acuto 2007:76). A partir de la evidencia recolectada por nue-stro equipo de investigación, y por aquellos que trabajaron antes, en el sitio Juella, en un conglomerado de aproximadamente 6 has. de superficie, en la quebrada de Humahuaca en Jujuy, intentaremos demostrar, centrándonos en las distintas etapas de la producción met-alúrgica, porque la mayor parte de estas car-acterísticas no están presentes en el registro arqueológico conocido para los sitios tardíos del NOA, sino que han sido asumidas antes que probadas, por lo que consideramos que la existencia de jefes y/o elites con un gran poder y contrastadas diferencias, tanto sociales como económicas, con el resto de la sociedad en la que vivían, es “un aspecto que se ha exagerado y pocas veces demostrado” (Acuto 2007:74).

El sitio Juella La Quebrada de Humahuaca es recorrida por el río Grande de Jujuy, formando un estrecho valle que se extiende por 150 km, cuyo ancho varía desde los 3 km. a los 30 m. en los llama-dos angostos, como el de Perchel. En la parte media de esta vía natural de comunicación in-terregional se encuentra Juella, tanto el sitio arqueológico como la comunidad moderna. Dicho asentamiento se ubica sobre la quebrada homónima, 4 km. al poniente de la confluencia de ésta y la quebrada de Humahuaca. El antiguo poblado se encuentra localizado so-

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Figura 1. Ubicación geográfica de Juella y vista del sitio desde el lecho del rio.

de este recinto ha sido el singular hallazgo de 17 ollas de cerámica enteras o prácticamente completas. Mensurándola y comparándola con los hallazgos anteriores en el asentamiento, esta cantidad de vasijas enteras puede catalogarse al menos como inusual. Las ollas se encontraban enterradas bajo el piso de la habitación, asoman-do por sobre el mismo, solo sus bocas y parte de sus cuellos. Todas ellas se hallaban obturadas en sus aperturas con piedra laja. Con anterioridad hemos interpretado que en este recinto se habría produciendo chicha, en una escala que superaría ligeramente las demandas de una unidad domes-tica, conformando un espacio supradoméstico de producción, consumo y almacenaje de chicha. Un contexto de reunión y celebración donde se llevarían a cabo diversas actividades (Leibowicz 2011). Antes de describir y analizar los hallazgos rela-cionados con las distintas etapas de la producción metalúrgica, nos parece interesante detenernos

sitio, las caras de las piedras que forman parte del muro interior del recinto gozan de al menos una elección; es decir, la mayoría de las rocas que se observan desde el interior de la habit-ación cuentan con caras planas. En la esquina Este, sobre el muro SE existe una suerte de tabique que genera un pequeño espacio de 90 cm. de ancho. El mismo era la única parte del recinto que presentaba algún signo de huaqueo o excavación previa. El recinto 94 se ubica dentro de un conjunto de recintos que integran los numerados como 93, 95, 96, 97, 98, 99 y 100. Estos conjuntos de varias habitaciones, integradas en un espa-cio mayor, se repiten a lo largo de todo el si-tio. Partimos de la premisa que estos recintos conforman una suerte de unidad, donde cada uno de los mismos cumpliría diferentes funcio-nalidades dentro de la vida cotidiana del grupo familiar o doméstico que lo habitó. Una de las características más significativas

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capas localiza un barro amasado de 10 a 15 cm. de espesor y luego 25 cm. de relleno. De acuerdo a esta evidencia considera que “es evidente que las capas de ceniza, carbón y barro consolidados constituyen los restos de la antigua techumbre, que por incendio, tal vez, se haya desmoronado” (Cigliano 1967:138). Sin embargo, es importante mencionar que, en todos los recintos excavados por él en los años 50´ destaca la ausencia de res-tos de cardón, troncos o paja que den cuenta de techumbre. Por su parte Nielsen y colaboradores (2004) mencionan la presencia de un depósito hallado en las excavaciones del, por ellos denominado, recinto 14 (R 64 en la nueva numeración) que correspondería al techo. Caracterizan al mismo como “un sedimento arcilloso y compacto, casi sin deshechos” (2004: 111), dentro de una suc-esión de tres tipos de depósitos bien diferen-

por un momento en la evidencia que pudiese dar cuenta de la presencia o no de techo en el R 94 y en las reales posibilidades de que el mismo estuviese techado. En cuanto a la evidencia recolectada en Juella por quienes nos precedieron, debemos destacar que Cigliano (1967) considera que las capas de barro consolidado (uno de los sedimentos más duros hallados en las excavaciones) y la capa de cenizas que suelen hallarse en casi todos los re-cintos excavados por él, podrían corresponder a una parte del techo. Por ejemplo, en el con-junto que integran los recintos 3, 4, 5, 6 y 7, Cigliano menciona la presencia de un piso de ocupación, sobre el mismo, se halla una capa de cenizas de 2 a 4 cm. de espesor formada por pequeñas ramitas y cenizas, y luego una capa de 3 cm. de tierra grisácea. Más arriba de estas capas localiza un barro amasado de 10 a 15 cm.

Figura 2. Plano de Juella, destacando el R 94.

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3), deseamos enfocarnos en esta oportunidad en los diversos materiales que estarían dando cuen-ta de distintas etapas en el proceso de producción de artefactos de metal. Para ello, en primer lugar caracterizaremos este proceso productivo y luego relacionaremos los materiales encontrados en las excavaciones con los diferentes estadios del mismo. En relación con la obtención de materias pri-mas para la producción metalúrgica, Angiorama (2006) observa que “de acuerdo con los resul-tados de los análisis de composición que se han realizado sobre objetos y restos metálicos, se sabe que en la quebrada de Humahuaca se han fundido metales probablemente extraídos de yacimientos puneños” (2006: 156). No obstante, este mismo autor destaca la falta de algún tipo de evidencia que denote la presencia de grupos de la quebrada de Humahuaca dedicados a la ob-tención de materias primas metalíferas en tierras puneñas. Asimismo, este mismo autor destaca que los minerales de cobre abundan en la que-brada y que particularmente la malaquita, azur-ita y bornita aparecen en “numerosos bolsones distribuidos a lo largo de toda la Quebrada, pero son especialmente frecuentes frente a las localidades de Humahuaca, Huacalera, Tilcara, Maimará y Purmamarca” (Angiorama 2006: 151). De esta manera, la obtención del mineral de co-bre se daría localmente, mientras que el estaño que formaba parte de muchas de las piezas me-tálicas analizadas provendría de la región pune-ña. El método de reducción del mineral es sencillo en sí, si hablamos de óxidos de cobre o carbon-atos (como la malaquita). El proceso consta de moler estos carbonatos y mezclarlos con carbón de leña, en nuestro caso con algarrobo, churqui o yareta. Seguidamente se les coloca en el in-terior de un crisol que luego es introducido en un fogón, en el cual por la acción del calor y el carbón, los carbonatos se descomponen gene-rando gases de carbono (monóxido y dióxido de carbono) logrando de esta manera que el cobre quede libre fundiéndose y depositándose en el fondo del crisol. Ahora bien, los procesos de producción y refi-nación producen grandes cantidades de detritos distintivos y durables, de esta forma y a partir del estudio de este material, los parámetros princi-pales de este proceso pueden establecerse y así

ciados, relleno, techo y piso. Observamos que la descripción de esta capa es similar a la que da Cigliano en los recintos anteriores (el barro consolidado). Por su parte, Pelissero (1969) propone que los recintos más pequeños fueron techados con piedras lajas a partir de la técnica de falsa bóveda. Basa esta afirmación en la presencia de “grandes lajas asentadas unas veces di-rectamente sobre el piso y otras veces apoya-das sobre algunos cacharros de alfarería que fueron aplastados al derrumbarse el techo” (1969: 21). Francamente, y de acuerdo a nues-tra experiencia en Juella y en otros sitios del NOA; así como la lectura detallada de profusa bibliografía en el tema, creemos improbable esta forma de techar los recintos que propone Pelissero para Juella, fundamentalmente, más allá de la debilidad de la evidencia, por las di-ficultades técnicas que este tipo de techumbre conlleva en recintos del tamaño que él analiza. Finalmente, consideramos que el R 94 exca-vado por el proyecto en curso, dadas sus car-acterísticas arquitectónicas, su tamaño, la di-versa evidencia recolectada y las actividades que a partir de ella proponemos allí debieron realizarse, creemos altamente factible la ausen-cia de algún tipo de techumbre. No obstante, no debemos dejar de mencionar, que en nuestras excavaciones también hallamos una capa que podría relacionarse con el barro consolidado que describe Cigliano. Consideramos que este punto cobra vital im-portancia en este trabajo, ya que se ha relacio-nado, en la literatura arqueológica regional, a la ausencia de techumbre con la presencia de actividades de almacenaje y la necesidad de fuego para determinadas actividades (Nielsen 1989 y Taboada y Angiorama 2003). De esta manera, la ventilación o insolación suelen ser condiciones necesarias para labores como el secado de alimentos o aquellas relacionadas con la curtiembre o la metalurgia (Taboada y Angiorama 2003).

Producción metalúrgica en Juella Si bien en las excavaciones realizadas en el R 94 de Juella hemos hallado algunos objetos de cobre como una pequeña hachuela y dos obje-tos que podríamos considerar ornamentales, uno de los cuales cuenta con orificios para ser colgado y el otro se asemeja a un ave (Figura

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tipo de escorias. Un indicador importante son las pequeñas go-titas o prills o los residuos que quedan en el crisol, con los mismos podemos llegar a estimar el grado de pureza que posee el metal producido. Es también posible y recomendable analizar la superficie de los hornos, crisoles y moldes para determinar el material producido. Sin embargo, uno de los grandes problemas es que los hornos y otras estructuras asociadas a la producción de metales son por lo general efímeras, lo que difi-culta el hallazgo y análisis de los mismos. Vemos entonces que en la tecnología de la pro-ducción metalúrgica no sólo hay un producto durable que es el metal, sino también detritos de producción como son las escorias y los refractar-ios que actúan como indicadores. Relacionaremos ahora la evidencia recolectada en el R 94 de Juella que entendemos estuvo invo-lucrada en alguna de las etapas de este proceso productivo. En primer lugar contamos con al menos dos ma-nos líticas, en cuya superficie hay rastros de min-eral de cobre. Estos elementos están involucra-dos en las etapas primigenias de procesamiento del mineral, en la molienda del mismo antes de ser colocado en el crisol para ser fundido.

tener una comprensión directa en particular. Los principales parámetros de los procesos metalúrgicos son la temperatura, la duración, las condiciones reductoras y por último la química general del proceso. La vitrificación de los refractarios (moldes y crisoles) pueden dar-nos indicadores de los dos primeros parámet-ros, en cambio el análisis de las escorias con-tienen evidencias del último. Por escoria se entiende al producto de mezclas complejas de minerales cristalinos y amorfos (Bachman 1982). La determinación de la ac-tividad la cual produjo las escorias no siempre es clara puesto que procesos no metalúrgicos como fuegos accidentales, fogones o vidriado pueden producir materiales que son parecidos a las escorias como, por ejemplo, sedimentos compactados, cenizas compactadas, etc. También la refinación del metal, al igual que las aleaciones, produce escorias (Tylecote 1986). Estas escorias son también llamadas de crisol, las cuales tienden a ser más livianas y más heterogéneas en comparación con las verdaderas escorias resultantes del proceso de fundición. A éstas, al efectuárseles análisis, muestran que por lo general se formaron bajo condiciones mucho más oxidantes que el otro

Figura 3. Objetos de cobre hallados en el R 94.

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de hidroxiapatita (Ca10 (PO4)6(OH), logra-do con una solución de cenizas de huesos” (González 2010:56). A su vez, remarca que este baño elaborado en base a huesos pudo funcionar como suavizante, como protector de las superfi-cies de los crisoles ante la capacidad de erosión del metal en el proceso de fundición, dando po-siblemente al recipiente cerámico una mayor re-sistencia estructural (González 2010). A su vez Pifferetti señala a partir del análisis de moldes procedentes del Norte de San Juan que “la sus-tancia blanca que se observa en estos moldes ha tenido funciones de “desmoldante”, es decir servía para facilitar la extracción de la pieza del molde una vez solidificada y enfriada. Su análisis químico dio la siguiente composición: 68,11 % de calcio; 23,78 % de fósforo y pequeñas cantidades de silicio, aluminio, hierro, cloro y azufre; por lo tanto, se trata indudablemente de huesos moli-dos” (Piferetti 1999). Es importante tener en cuenta que si bien no hemos hallado un fogón perfectamente forma-tizado en el recinto, contamos sí con evidencia de

En segunda instancia, debemos destacar la presencia de un fragmento de cerámica cal-cinada. La misma tenía unas dimensiones de 4,4 x 3,4 x 1,5 cm., de apariencia tosca, interior poroso y con una superficie cóncava en su cara interior (figura 4). Dicha superficie se encon-traba recubierta con una capa blancuzca. Este fragmento puede caracterizarse como parte de un crisol, un recipiente de cerámica refractaria utilizado en la fundición del mineral, mien-tras que el sedimento de color blanco seria un polvo elaborado con huesos molidos. Esto es mencionado por Luis González, para mate-riales provenientes del taller metalúrgico del sitio 15 de Rincón Chico: “Las cavidades de los moldes, crisoles y cucharas presentan un baño blanquecino, característica que fuera se-ñalada para muchos refractarios del Noroeste (González, A. 1992: 134, 1998: 102; Raffino et al. 1996: 67-68; Angiorama 2005: 191). En el caso de los materiales del Sitio 15, los resulta-dos de 29 análisis por EDS y DRX indicaron que el recubrimiento se trata principalmente

Figura 4. Fragmentos de crisol hallados en el R 94 de Juella.

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cobre en el suelo, la misma fue imposible de re-cuperar intacta. Esta mancha daba la sensación de ser producto de un derrame sobre el piso de ocupación. También hemos hallado pequeños residuos o es-corias, deshechos del proceso de fundición. Cabe aclarar que el sector donde se hallaron se encuen-tra algo lejano (1 m. al Norte) del área de cenizas. A su vez hemos encontrado tres ejemplares de gotas residuales del proceso de fundición o prills (figura 7). Las mismas también se han encontra-do fuera del área de cenizas, dos en lo que fue la Cuadricula 6 en la excavación, a menos de un metro de distancia hacia el Oeste y otra en lo que fue la Cuadricula 2 a aproximadamente 60 cm. del extremo Norte de la capa de cenizas y carbón (figura 8). Estas gotas suelen ser productos de la fundición en crisoles que fueron probablemente extravia-dos durante el vaciado de los mismos (González 2010), este punto se ha probado a través de ex-perimentaciones diseñadas es esa dirección (González et. al. 2007). Suelen ser de pequeño diámetro y aparecen fuertemente alteradas con una capa exterior de paratacamita, mineral que suele aparecer en ma-teriales de cobre o bronce corroídos.

actividades de combustión y de que se alcan-zaron altas temperaturas en un sector del re-cinto. Por un lado contamos con un grupo de piedras de color blanquecino que presentan claros rastros de termoalteraciones, estas rocas se encuentran en medio de una amplia capa de cenizas, la cual cubre un importante espacio al interior de la edificación (figura 5). En uno de los limites (SW) de este sector de cenizas, sobre el perfil SW de la Cuadricula 9, encontramos un sedimento de intenso color negro, el mismo cuenta con una textura arenosa y granulada, consideramos que este depósito podría ser pro-ducto, al igual que los anteriores, de grandes termoalteraciones (figura 6). Toda esta evidencia nos entrega la posibilidad de pensar que en este sector del recinto, donde a diferencia de la mayoría del mismo no hay ollas enterradas, se desarrollaron actividades relacionadas con la necesidad de fuego y calor como puede ser el fundir metales por medio de crisoles. También contamos dentro del R 94 con hal-lazgos que estarían en condiciones de ser rela-cionados con otra etapa de este proceso pro-ductivo. Sobre el área de cenizas, en uno de sus bordes, hallamos una mancha de mineral de

Figura 5. Posible fogón y rocas termoalteradas.

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producción que se lleva adelante junto a otras, en ocasiones en los mismos recintos y tal vez por las mismas personas. No tenemos motivos para suponer que aquellos que fundieron metales eran otros que los que procesaron alimentos o tallaron la piedra. Por ello, estamos convencidos que mas allá de cierta caracterización de la metalurgia como una actividad altamente especializada, la cual exigía la posesión de un conocimiento distintivo y una importante dedicación temporal, la producción de instrumentos de metal pudo llevarse a cabo dentro de las unidades familiares, con cono-cimientos técnicos que no serían ajenos a la may-oría de la población, con un instrumental técnico sencillo y a pequeña escala (Nielsen et al. 2004; Angiorama 2005; Acuto 2007; Jacob 2011; entre otros).

Distribución espacial de los hallazgos Al momento de observar y analizar las activi-dades realizadas en este recinto, notamos al me-

Estos materiales, relacionados con las distintas etapas del proceso de producción metalúrgica, no son patrimonio exclusivo de nuestras exca-vaciones sino que han sido hallados en otros re-cintos excavados por quienes nos precedieron. En el recinto 14, en un contexto donde se hal-laron gran cantidad de instrumentos de piedra destinados a actividades de molienda, se desta-ca la presencia de un mortero y una mano con restos de ocre y una mano con restos de mineral de cobre (Cigliano 1967). Por su parte en el recinto 17, junto a un frag-mento de mano de pecana, Cigliano (1967) menciona el hallazgo de un crisol. Tal vez los hallazgos más significativos a la hora de referirse a la producción metalúrgica sean los documentados para el recinto 24. Este recinto forma parte de una serie de recintos que forman un conjunto (23, 24, 25, 26 y 27). Allí, junto a tres manos y un mortero se hallaron 63 fragmentos de alfarería tosca, los cuales “en su mayoría, contenían escoria de cobre en abun-dancia” (Cigliano 1967: 154). En el recinto 68, excavado por Nielsen y colab-oradores (2004) (recinto 10 en dicho trabajo), se encontraron “un fogón en cubeta, gran can-tidad de sedimento carbonizado, partículas de carbón, huesos quemados y abundantes restos de mineral de cobre” (2004: 108). Este recinto es caracterizado, por quienes trabajaron en él, como un patio sin techar donde se realizaron actividades de molienda y metalurgia “particu-larmente las últimas etapas de la elaboración de artefactos, a juzgar por la presencia de res-tos de minerales de cobre y pequeños fragmen-tos de metal dentro del fogón y su asociación con instrumentos de percusión diversamente formatizados” (2004: 110). Podemos ver que la producción metalúrgica es una actividad que no sale de lo común y ha sido localizada en diferentes sectores; así como en distintos tipo de recintos o de conjuntos. Creemos entonces, que al menos con la eviden-cia recolectada por nosotros y la reanalizada, no existe una producción a gran escala, o al menos una escala que supere la que podemos denominar como domestica. La mayoría de los hallazgos se dan dentro de recintos que se en-cuentran formando un conjunto junto a otros, dando cuenta, tal vez, de un ordenamiento de las actividades, de una separación funcional al interior de los conjuntos de recintos. Es una

Figura 6. Perfil de excavación donde se aprecia el sedimento termoalterado, granulado de color negro.

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Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy-Argentina.

Ivan Leibowicz y Cristian Jacob

debió revestir este sector, mientras ese acceso es-tuvo activo.

Discusión A partir del análisis de las unidades domésticas excavadas por el proyecto en curso, así como el reanálisis de los trabajos de aquellos que nos pre-cedieron, podemos acercarnos al tratamiento de algunos tópicos que nos parecen relevantes. Entendemos que las diferentes tecnologías invo-lucradas, los distintos procesos productivos que podemos inferir a través de la materialidad que hallamos en las excavaciones, deben entenderse como parte de un sistema holístico que envuelve cada parte de la vida social. Vemos entonces, que estas tecnologías y esta producción de bienes no fueron concebidas solo para satisfacer demandas prácticas sino que también, y de un modo indi-soluble, responden a necesidades y relaciones sociales y políticas (Lemonnier 1992; Edmonds

nos un par de particularidades en la dis-tribución de los materiales en el espacio. La importante capa de cenizas se encuentra en un área sin ollas enterradas, con solo un par de las mismas bordeándola. A su vez, la evidencia relacionada con alguna etapa de la producción metalúrgica, como restos de minerales y el frag-mento de crisol se encuentra en su mayoría, en las inmediaciones de dicho sector. Por su parte, observamos que el sector NW del recinto se encuentra prácticamente sin ol-las enterradas en su interior, y fue allí donde se hallaron gran cantidad de materiales que no aparecen en otras cuadriculas como los instru-mentos de metal anteriormente mencionados y peines de hueso, por ejemplo. Es importante destacar que en este sector se encontraba una puerta que fue posteriormente tapiada, por lo cual la ausencia de ollas enterradas es lógica dado el carácter de lugar de paso y transito que

Figura 7. Prills o gotas deshechos de fundición.

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55Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Figura 8. Total de hallazgos del R 94 relacionados con la producción metalúrgica y zona de fogón y cenizas.

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56Producción metalúrgica doméstica en el Intermedio Tardío. El caso de Juella, Jujuy-Argentina.

Ivan Leibowicz y Cristian Jacob

las necesidades de una unidad social familiar, debe pensarse como un espacio de uso colectivo y socialización, un lugar en donde se superan los límites de la unidad doméstica y las divisiones tajantes entre lo público y lo privado se tornan porosas (Acuto 2008). Como mencionábamos anteriormente, la may-oría de los recintos de Juella actúan como uni-dades domésticas donde la producción, inter-cambio y consumo parecen ser, en gran medida, organizados en una escala doméstica y familiar.Por ello, consideramos que en Juella encontra-mos, en líneas generales, un modo de producción y consumo que podría catalogarse como prima-rio y doméstico (Sahlins 1974). Si bien encontra-mos algunas pruebas que podrían indicar algún tipo énfasis en determinado tipo de producción (fundamentalmente actividades de molienda o almacenaje) en algunas casas, la magnitud alca-nzada por las mismas nunca supera una escala doméstica. Es decir, no son unidades capaces de abastecer a la totalidad o a una gran parte del si-tio. Pensamos entonces, que la producción se da y se organiza principalmente a nivel familiar. Esto significa que las actividades económicas se encuentran organizadas por instituciones tan generalizadas como las familias y los linajes, in-crustadas en ellas (Sahlins 1977: 119). Vemos así que la unidad domestica a la que nos referimos no responde necesariamente a la que reconocemos en el clásico imaginario occidental, como lo es la versión más reducida de la misma, un matrimo-nio con sus hijos, sino que estamos hablando de familias extensas, de grupos de parentesco que exceden ese núcleo primario o de grupos agluti-nados sin que exista necesariamente una consan-guineidad. Es más, son las labores de producción o consumo las que definirían la unidad domes-tica, antes que la rigidez del vinculo parental o marital (Blanton 1994 y Tarragó 2007) Por eso, a diferencia de las visiones económicas clásicas, vemos que en sociedades como la que estudiamos la economía se organiza a través del parentesco y las relaciones sociales y/o políticas, antes que responder a la lógica o a la mano in-visible de un mercado. De esta manera, los siste-mas tecnológicos y la organización productiva sostienen relaciones recíprocas con los sistemas sociales a los que pertenecen (Lemonnier 1989 y Jacob 2011). Esta visión debe ser tenida en cuenta al momen-

1995; Jacob 2011; Sprovieri y Jacob 2001). De esta manera, consideramos que en los proce-sos tecnológicos, en la producción de objetos dentro de una comunidad, se ve involucrado un proceso de transformación que no solo in-cluye aspectos económicos o tecnológicos sino que en este proceso se encarnan aspectos sim-bólicos que se internalizan dentro de las socie-dades, y de los individuos que las conforman, como la transformación de “cosas de la natu-raleza” en “cosas de la sociedad” (Jacob 2011; Lazzari 1999). Es importante destacar que encontramos evidencia de actividades relacionadas con el procesamiento, preparación y consumo de ali-mentos en la mayor parte de las unidades do-mésticas excavadas, tanto por nosotros como por quienes nos precedieron. Por su parte, es-tamos en condiciones de afirmar que no halla-mos evidencia de ningún tipo de especialización artesanal, es decir artesanos desarrollando sus tareas full time, trabajando en un taller y apartados de las labores cotidianas que garan-tizan su reproducción. No podemos dejar de mencionar que consideramos que un taller es un área de trabajo específica con especialistas dedicados exclusivamente a esos menesteres, separados de otras esferas de la producción, en una escala que sobrepase la producción de tipo doméstico. A partir de la evidencia recolectada, podemos observar que no hay sectores que se diferen-cien de acuerdo a su producción, ni áreas del sitio donde no se efectúe algún tipo de activi-dad involucrada en la producción de alimen-tos. Esta producción, así como otras que han sido consideradas patrimonio de especialistas, como la metalúrgica, se encuentra homogénea-mente distribuida, estando toda la población del asentamiento comprometida con este tipo de labores. En este sentido, y teniendo en cuen-ta lo mencionado, no observamos que parte de la población se encuentre alejada de la elabo-ración y preparación de este imprescindible recurso. Esta idea se contrapone con la carac-terización tradicional de estas sociedades, con una elite separada de los medios de producción, consumiendo aquello que otros producen para ellos. Es decir unos de los rasgos que caracteri-zan a una desigualdad institucionalizada. Creemos entonces que un contexto productivo como el R 94, que podría exceder ligeramente

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nueva ecología política por parte del imperio, usando y desarrollando nuevas tecnologías, a nivel regional, que les permiten explotar para su propio beneficio tierras antes incultas o poco tra-bajadas. Queremos destacar, que más allá de la caracter-ización que intentamos hacer de las sociedades preinkaicas de la quebrada de Humahuaca, es importante considerar, a partir del caso aquí presentado, que la influencia e injerencia que tuvo el Tawantinsuyo en cada región sobre las sociedades conquistadas debe evaluarse separa-damente, teniendo en cuenta las características particulares de cada caso. En esta ocasión y en esta región en particular creemos que los inkas afectaron profundamente la existencia de los pueblos conquistados en diversos niveles, social, político, económico y desestructuraron la vida cotidiana de las sociedades locales.

Agradecimientos A la comunidad de Juella por permitirnos desar-rollar allí nuestras investigaciones.

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San Marcos, Huagil y Huaca Daris: Tres sitios Inca de La Huaranca de Pacarán

Milena Vega-Centeno [email protected]

Introducción Han pasado 37 años desde que Williams y Merino nos proporcionaran un inventario general de los sitios arqueológicos del valle de Cañete (Williams y Merino 1974); de los más de 200 sitios registrados por ellos, muchos han desapareció por diversos motivos (expansión urbana, áreas de cultivo, etc.) y otro grupo se encuentra seriamente afectado por el abandono y la utilización de sus espacios como terrenos de cultivo. A pesar de que el valle de Cañete cuenta con numerosos sitios con ocupación Inca, solamente Incahuasi ha concitado atención por parte de los investigadores. Por este motivo, desde el año 1998 con un grupo diverso de investigadores, hemos prospectado diferentes zonas del valle medio y alto del rio Cañete, y hasta el momento son más de 40 sitios registrados para el periodo Horizonte Tardío. En esta ocasión queremos brindar algunos alcances de nuestras investigaciones en el valle, para ello sólo nos enfocaremos en tres sitios conocidos como San Marcos, Huagil y Huaca Daris1 . Los tres presentan complejos arquitectónicos Inca construidos con técnicas locales, son colindantes entre sí y están ubicados en el valle medio del río Cañete, distrito de Pacarán en la provincia de Cañete y a unos 738 msnm (figura 1).

VEGA-CENTENO ALZAMORA, Milena, 2011. San Marcos, Huagil y Huaca Daris: Tres sitios Inca de La Huar-anca de Pacarán. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 3: 60-65. Lima.

60Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Estado de la cuestión

Información etnohistórica: Al investigar sobre la historia de la zona para los siglos XV y XVI, los aportes etnohistóricos son escasos so-bre los pueblos prehispánicos en esta provin-cia, así como las reducciones en época colonial, en comparación a otros sitios.

a) Señoríos pre incas: Sabemos a partir de las crónicas y los trabajos de Rostworowski, que en la costa de Cañete, en la parte cercana al mar, se extendía el señorío Guarco y a la al-tura cercana de la toma del canal de Palo hasta Zúñiga, aproximadamente, se situaba el señorío de Lunahuaná, cuyas tierras correspondían a la chaupi yunga en las zonas de Pacarán y Zúñiga (para Rostworowski lo que constituiría la costa media). Más arriba, en el valle alto, habitaba una rama del grupo étnico de los Yauyos lla-mada Mancos y Laraos. Según Rostworowski,

1 En el caso de San Marcos y Huaca Daris respetare-mos los nombres impuestos por el Instituto Nacio-nal de Cultura que visitó los sitios y los registró en la campaña del 2003 (INC; 2004:33-34, N°124, 125 y 11NO7). Sin embargo, Huagil es considerado como “adoratorio Huagil” y discrepamos con el nombre.

en el valle de Cañete las divisiones políticas es-taban de acuerdo al ecosistema (1978-80: 154 y 2004:84). De acuerdo a esto, nuestra zona de estudio comprendería las tierras que corre-sponderían al señorío de Lunahuaná.

b) Ocupación Inca: Según Cieza de León (1996: 174 [1553: Segunda parte, Cap. LX]), Inca Yupanqui al encontrar una fuerte oposición mili-tar por parte de los Guarco, mando construir un poblado igual a Cuzco, el cual ha sido asociado con Incahuasi por Hyslop (1974: 77). Incahuasi además de proveer instalaciones a su ejército, así como facilidades logísticas (P.e. depósitos), se constituyó rápidamente como una demostración de poder. Por otro lado, en la relación de Dávila Briseño (1965 [1586]), sólo se menciona el nom-bre del río Cañete como Lunahuaná. Y en la rel-ación de Chincha de Diego Ortega y Morejón (1974: 93-94 [1558]) se señala que “… los cura-cas antiguos de los valles de Chincha y aledaños concuerdan que antes de la sujeción a los incas gobernaban y eran señores de Chincha, Ica y Lunahuaná, los curacas Guavia rucana, Aran-vilca y Caccia rucana, las primeras noticias que tienen es del Inca Capac Yupanqui que no halló mayor resistencia salvo de los Guarco, luego llegó un hijo suyo llamado Topa Inca Yupanqui”.

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Sobre la organización Inca del señorío de Lu-nahuaná, Rostworowski (1978-80: 183) indica según un documento de 1534 que en este se-ñorío hubo 4 huarangas, y aunque menciona el nombre de los curacas, sólo contamos con esca-sas referencias de los nombres de los pueblos. Se indica por ejemplo el nombre del curaca y del pueblo principal de la tercera guaranga su-peditada al señor de Lunaguanay denominado como Mullibamba. En la relación de Albornoz (1998: 34 [1584]) encontramos que Muylluca-mac es la pacarina del pueblo de Lunahuaná y que se trata de una piedra en el cerro (1998: 34 [1584]). En todos los casos la información es muy breve.

C) Colonia: Para época colonial, Hampe (1979: 24) publica una relación de 1561 con una lista de todos los encomenderos y los repartimien-tos del virreinato (a consecuencia de la visita hecha por mandato del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza). Menciona que entre los pueblos que mandó poblar el Márquez de Cañete está la

villa de Cañete en el valle de Guarco, también menciona que el encomendero es Diego de Agüe-ro y al pueblo de Lunahuaná, sin mayores de-talles.

Avances de la investigación Uno de nuestros objetivos al prospectar el valle medio del río Cañete, es tratar de determinar si los patrones de asentamiento del Horizonte Tar-dío, pueden dar una pista sobre la organización estatal, orientada en relación a las cuatro huar-angas ya mencionadas y para este efecto, como un avance de nuestro trabajo, hemos escogido como ejemplo tres sitios Inca que se ubican muy cerca uno del otro y que parecen formar parte del núcleo administrativo de lo que podría ser la Huaranca de Pacarán. Estos sitios son San Marcos (Palacio y colcas), Huaca Daris y Huagil (estructura principal).

Descripción del sitio de San Marcos El sitio presenta planta rectangular, y su orient-ación es de Este a Oeste (figura 2). Aún conserva

61San Marcos, Huagil y Huaca Daris: Tres sitios Inca de La Huaranca de Pacarán.

Milena Vega-Centeno Alzamora

Figura 1. Plano de Ubicación de Pacarán.

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62Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

un muro perimétrico que encierra un conjunto de estructuras internas (su altura aproximada es de 4.70 m.). Destaca, de todo el conjunto constructivo, la existencia de cuatro plazas o espacios abiertos delimitados por muros peri-métricos e intercomunicados. Cada uno de el-los asociado a un conjunto de estructuras de plata rectangular. Asimismo, destacan como elementos constructivos hornacinas trapezoi-dales (figura 3), escalinatas que conducen a un segundo piso (se han encontrado restos de la existencia de quizá tres pisos aunque no ha sido posible definir esto por el mal estado de conservación) y enlucido rojo el cual aún se puede apreciar sólo en algunas secciones y ac-cesos clausurados. En la ladera del cerro al NW del sitio, se en-cuentra un conjunto de estructuras de plan-ta rectangular que parecen corresponder a depósitos, en los registros del INC están con el nombre de Guanaco 1 (figura 2). De acuerdo al tipo constructivo, San Marcos da la apariencia de haber sido construido por secciones; debido

al estado de deterioro de los muros y a la pérdida del enlucido se puede apreciar la existencia de muros construidos con piedras de río unidas con argamasa de barro, algunos muros fueron com-pletados con tapiales o adobes , los adobes miden aproximadamente 0.40 x 0.30 x 0.13 m. de alto y están unidos con argamasa de barro, tanto los tapiales como los muros con adobe por lo general fueron empleados para el segundo piso (figura 3). El estado de conservación de San Marcos es muy precario, muchos muros han colapsado de-bido a que los espacios libres son usados como áreas de cultivo, hay pequeños canales de re-gadío que cruzan el sitio y muros que han sido perforados para el paso de los canales. El muro principal que se halla al Sur del sitio, y que forma la fachada, está asociado a un antiguo camino de herradura, este muro ha sido reutilizado y cuenta con un armazón de cemento y ladrillos.

Descripción del sitio Huaca Daris También ha sido registrado por Van Dalen (2006) como Fortaleza Pacarán y se encuentra a

Figura 2. Dibujos de planta de los sitios San Marcos, Huagil, Daris y Guanaco 1.

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unos 300 m. al Oeste del sitio San Marcos. Tiene planta cuadrangular con un muro peri-métrico que delimita un conjunto de estructu-ras construidas con muros gruesos de cantos y argamasa de barro, sólo se han registrado algu-nos muros con adobes (figura 2). Al igual que el anterior sitio cuenta con cuatro zonas abier-tas o plazas pero su disposición es diferente. En el extremo Este existe un conjunto de recintos que tienen hasta dos pisos con escalinatas que los conectan. Este sitio cuenta con numerosas hornacinas trapezoidales (figura 3) y algunos vanos trapezoidales. El estado de conservación es pésimo y los pati-os son utilizados para cultivos, hay muros que tienen perforaciones para el paso de canales de regadío, algunos muros colapsaron con el úl-timo terremoto.

Descripción del sitio Huagil Registrado como CAÑETE 26-K, Nº 11N07 1

(William y Merino 1974), se encuentra a más de 1 Km. de San Marcos, es una estructura grande que forma parte de un conjunto de estructuras que fueron construidas en un cono aluvial a un costado del río Cañete, presenta planta de forma rectangular, con un muro perimétrico que delim-ita el sitio (figura 2 y 3). Este muro tiene una al-tura aproximada en promedio de 2.50 m. Al Este del sitio existe un gran espacio abierto o gran patio interno, el cual está directamente relacio-nado con una plataforma en forma de “L” de 1 m. de altura aproximadamente y que rodea parte de este patio. Esta plataforma tiene dos pequeños accesos en los extremos y conducen a un nivel más elevado en la parte Este del conjunto, donde hay una serie de recintos de plata cuadrangular, algunos con accesos sellados por su forma y dis-posición parecen corresponder a almacenes. En la fachada que da hacia la plaza existen varias hornacinas algunas de ellas de forma trap-ezoidal. Todo el sitio fue construido con cantos y

63San Marcos, Huagil y Huaca Daris: Tres sitios Inca de La Huaranca de Pacarán.

Milena Vega-Centeno Alzamora

Figura 3. Arriba izquierda: frontis Oeste del sitio San Marcos. Arriba derecha: detalle de muro del sitio San Marcos. Abajo izquierda: detalle de hornacinas de Huaca Daris. Abajo derecha: vista panorámica del sitio

Huagil. Fotos Milena Vega-Centeno Alzamora.

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argamasa de barro, en algunas partes aún con-servan parte del enlucido de barro.

Resumen Debido a la gran cantidad de construcciones y logística inca, consideramos que en el valle del rio cañete jugó un papel muy importante la ex-plotación económica de sus recursos. Los que estaban controlados de manera más directa que en otras regiones, donde sólo se recaudaba lo que administraban las elites locales. Por lo que sabemos de la administración inca, la re-organización de las fuerzas laborales locales en huarancas, es un paso importante en el control directo de la producción local, estrategia ad-ministrativa que debió tener un correlato ma-terial que esperamos reconocer en los patrones de asentamiento de los sitios administrativos incaicos. Para el caso de la que preliminarmente llama-mos Huaranca de Pacarán, San Marcos y Hua-ca Daris parecen corresponder a residencias de élite, con espacios pequeños para almace-namiento, y posibles ambientes para trabajos especializados. En superficie se han observado algunos fragmentos de cerámica inca local, adi-cionalmente a pesar de las técnicas construc-tivas que denotan una tradición costeña simi-lar a la registrada en Incahuasi (Gasparini y Margolies 1977: 130 y Hyslop 1985) y al igual que Incahuasi, estos sitios no presentan mam-puestos de cantería fina, pero si la construcción en adobes grandes, que parece ser un rasgo cusqueño. En planta, San Marcos y Huaca Daris son diferentes a Incahuasi, así como lo es de Huagil, Cruz Blanca, Fundo la Huaca, San Carlos, Cerro Guanaco, etc., que son otras instalaciones incas del valle. Dada la cercanía de los sitios investigados en Pacarán, estos parecen corresponder a un nú-cleo de administración local, que tiene estruc-turas auxiliares en Huagil y en las laderas del Cerro Guanaco. San Marcos, parece la residen-cia del curaca o gobernador local con depósi-tos ubicados en la ladera de cerro adyacente al sitio; Huaca Daris es referida como un posible acllahuasi, y Huagil tiene todas las característi-cas de un tambo de acopio. Uno de los objetivos de nuestras investiga-ciones era determinar la ubicación de las 4 Huarangas en las que se organizaba el curaca-zgo de Lunahuaná, a partir de nuestros traba-

jos preliminares podemos establecer a modo de hipótesis que estas podrían denominarse preliminarmente de la siguiente forma: Paullo (parte baja del valle que comprende Incahua-si), Lunahuaná, Pacarán y Zúñiga-Picamarán. En la medida de que nuestros trabajos de campo avancen, esperamos confirmar nuestras hipótesis.

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Milena Vega-Centeno Alzamora

Page 67: Revista Haucaypata. Nro. 3. 2011

Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01. Valle medio del río Cañete, Lima.

Favio Ramírez Muñoz1

[email protected]

Guido Casaverde Ríos2

[email protected]

Gori Tumi Echevarría López3 [email protected]

La arqueología de Cañete es en varios sentidos aún inédita y mucho de lo que se sabe de ella proviene principalmente del valle bajo donde se concentran los más reconocidos monumentos de la cuenca, entre ellos, Cerro Azul, Ungará y Cerro del Oro. No obstante, se han realizado esfuerzos significativos por develar la naturaleza cultural arqueológica de las poblaciones del valle medio y alto, especialmente considerando la enorme cantidad y prestigio de varios de sus monumentos arqueológicos, como Incahuasi en Lunahuaná o Ñaupahuasi en Yauyos (Villar Córdova 1935).

RAMÍREZ MUÑOZ, Favio; CASAVERDE RÍOS, Guido y ECHEVARRÍA LÓPEZ, Gori Tumi, 2011. Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01. Valle medio del río Cañete, Lima. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 3: 66-68. Lima.

66Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Desde hace algunos años un creciente interés en el valle medio se ha sumado a la relativamente importante atención científica que ha recibido Incahuasi (P.e. Hart Terré 1933; Villar Córdoba 1935; Mejía Xesspe 1949; Bueno 1982 y 2007 y Hyslop 1984 y 1985). Así, podemos mencionar los reconocimientos de sitios arqueológicos, en el valle medio, hechos por programas arqueológicos particulares (Ruiz y Echevarría 2002; Echevarría y Ruiz 2007; Van Dalen 2006 y Echevarría et. al. 2010) o estatales (Williams y Merino 1974 y Casaverde y López 2011). Estos trabajos han puesto en evidencia una importante variación de testimonios arqueológicos de diferentes periodos que incluyen caminos (Casaverde y López 2011), quilcas (Echevarría et. al. 2010), o arquitectura monumental de diversa tipología y escala (Ruiz y Echevarría 2002 y Van Dalen 2006). Sobre este amplio conjunto de investigaciones, nuestro interés en la ocupación Tahuantinsuyo de la jurisdicción de Pacarán, en la yunga del río Cañete, nos ha permitido establecer un primer examen de una de las variaciones de la arquitectura monumental de esta ocupación,

1 Director del Proyecto.2 Co-director del Proyecto.3 Investigador Asistente.

manifiesta en un conjunto de qolcas localizadassobre la margen izquierda del valle. Este examen, mediante excavaciones profesionales del “Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01”, aprobado por el Ministerio de Cultura mediante Resolución Directoral N° 176-DGPC-VMPCIC/MC, inaugura por primera vez, en la historia del valle, la exploración técnica controlada de los testimonios materiales dejados por las poblaciones pretéritas del valle y su ocupación imperial durante los siglos XV y XVI. La investigación de las qolcas de Pacarán permitirá adicionalmente identificar el uso específico de este tipo de edificación, la naturaleza de la arquitectura ejecutada, el proceso de uso y abandono, así como sus posibles implicancias en la ocupación cusqueña del área. Aunque aún estamos en la fase interventiva, las excavaciones han permitido registrar preliminarmente importantes contextos arqueológicos relacionados al uso de las qolcas (figuras 1 y 2), incluyendo posibles fases coloniales, productos cultivados y recolectados, como plantas industriales y alimenticias, fauna asociada y cerámica arqueológica, entre otros. Estos testimonios constituyen la primera evidencia arqueológica de la zona proveniente de contextos intactos, y seguramente servirán en un futuro cercano para entender mejor la arqueología del valle medio de Cañete y de la costa central peruana.

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67Proyecto de Investigación Arqueológica Pacarán 01. Valle medio del río Cañete, Lima.

Favio Ramìrez Muñoz, Guido Casaverde Ríos y Gori Tumi Echevarría López

Figura 1. Vista superior de la qolcas de Pacarán, mostrando parte de sus estructuras. Foto Favio Ramírez 2011.

Figura 2. Vista parcial de las qolcas de Pacarán. En la foto Favio Ramírez director del Proyecto. Foto Favio Ramírez 2011.

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68Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

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Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano.

Rodolfo Monteverde [email protected]

Presentación El Dr. Waldemar Espinoza nació en la ciudad de Cajamarca. Es un destacado historiador peruano. Ha sido ganador de varias becas, para realizar estudios e investigaciones históricas, concedidas por importantes instituciones, como por ejemplo: el Instituto de Cultura Hispánica (de 1958 a 1962), la Fundación Guggenheim de Nueva York (1980-1981), la Organización de Estados Americanos-OEA (1982-1983), entre otras. Actualmente se desempeña como Decano de la Facultad de Ciencias Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en donde además es profesor principal de la Escuela de Historia. Su mayor interés, desde muy joven, se ha centrado en la investigación de las fuentes escritas coloniales y los pueblos indígenas del Perú. Cuenta a la fecha con una vasta bibliografía con artículos, ensayos y libros que tratan sobre diferentes comunidades indígenas prehispánicas y coloniales. Además, ha sido un minucioso investigador etnohistórico del imperio del Tahuantinsuyo. Asimismo, ha recibido numerosas condecoraciones y premios por sus logros académicos los cuales incluyen dos nombramientos como Profesor Honoris Causa, uno de ellos en la Universidad Nacional del Centro (Huancayo) y el otro en la Universidad Hermilio Valdizán (Huánuco). Es también miembro de diferentes asociaciones culturales y de investigaciones del país y del extranjero. A continuación les presento una entrevista que realicé (RMS), en el mes de noviembre del presente año, al Dr. Waldemar Espinoza Soriano (WES), en su oficina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

MONTEVERDE SOTIL, Rodolfo, 2011. Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano. Revista Haucaypata. In-vestigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo. Nro. 3: 69-76. Lima.

69Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

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RMS: Dr. Waldemar, ¿nos podría contar como llega a interesarse por la etnohistoria?

WES: Mi gusto por la historia surge cuando es-taba en el colegio, desde entonces tenía mucha admiración por la población nativa, me intere-saban sus costumbres, tanto del pasado como del presente; eso precisamente es la historia, la historia es pasado y es presente. Ya cuando ingresé a la universidad me di cuenta que mi vocación era la historia, que por entonces se llamaba etnohistoria, que es el estudio del pas-ado empleando los métodos de la antropología moderna.

RMS: ¿Usted estudio el pregrado y se titula como historiador en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos?

WES: Sí, todos mis grados los obtuve en la Uni-versidad de San Marcos, cuando los estudios

eran muy avanzados y exigentes, incluso para obtener el bachillerato era con tesis. Ahora, desde la época del gobierno del presidente Fujimori, es automático. Mi tesis de Bachiller fue sobre los movimientos campesinos en la tierra norte del Perú, varios de los capítulos de ella han sido publicados en diversas revistas. Ahora estoy trabajando en una recopilación para su publicación. Luego vino mi licenciatura, la cual trato sobre el Alcalde Mayor indígena en el Virreynato, tema que seguí investigando y escribí luego sobre el Varayok en el Virreynato. Son dos partes que también estoy por juntar y publicar en un solo libro.

RMS: Luego viene el viaje al extranjero a seguir con sus estudios

WES: Antes de obtener el doctorado viaje a España, para hacer investigaciones en el Archivo General de Indias, fui con varias becas, una fue

“…En el Perú la desunión entre la arqueología y la etnohistoria se debe a la envidia de los investigadores… Los arqueólogos tienen el derecho de elaborar hipótesis, pero también tienen el deber de demostrarlas, si no

las demuestran no valen nada…”

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70Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano.

Rodolfo Monteverde Sotil

del Gobierno Español y la otra del Instituto del Indio Americano de Nueva York. Ésta última fue muy buena, ya que me permitió quedarme dos años más, cuando la beca española ya había ter-minado. Investigué en el Archivo, en total per-manecí cuatro años en España. En el Archivo tenía que leer y transcribir todo ahí mismo en fichas, ya que en esa época no había fotocopias ni digitalización de documentos como ahora. En España estudié el doctorado y a mi regreso sustenté mi tesis y me gradué como Doctor en Historia en la Universidad San Marcos.

RMS: ¿Qué nos puede decir de su gener-ación?

WES: Las investigaciones etnohistóricas en el Perú se iniciaron en 1944, con el Dr. Luis Edu-ardo Valcárcel, él solo produjo un trabajo de et-nohistoria, pero su mayor logro fue incentivar a que surgieran alumnos a que se dedicaran a este tipo de investigaciones. Yo fui uno de los más interesados para el estudio del campesi-nado de la época Inca y de la Colonia. En esa época los extranjeros también se dedicaban con mucho empeño a la etnohistoria, como por ejemplo los norteamericanos y los franceses. Muchas de las investigaciones, de peruanos y de extranjeros, que auspició y apoyó Valcárcel salieron publicadas en la Revista del Museo de la Cultura.

RMS: De todos sus profesores ¿a cuál o cuáles recuerda con más cariño y aprecio?

WES: Te puedo mencionar a Raúl Porras Barnechea y Luis Valcárcel, de ellos no nos podemos olvidar nunca. En el caso de Porras era muy amigo, siempre presto a escucharte y a ayudarte. Valcárcel era un poco más parco, pero era muy buen profesor y amigo que sabía comprender a sus alumnos.

RMS: Usted considera que está dejando es-cuela de etnohistoria, después de tantos años de investigación?

WES: Modestamente pienso que sí, pero es muy difícil hacer escuela en el Perú. Acá ten-emos grandes celebridades individuales, pero que desgraciadamente todo acaba a su muerte. Los que dejan escuela o una trayectoria son

rarísimos. En el caso de Porras ¿quiénes son los que han continuado con su línea de investigación?, son poquísimos, te puedo mencionar a Pablo Macera por ejemplo. Y en el caso de Valcárcel, casi nadie continuó con su obra. Yo me considero discípulo de Porras y Valcárcel. En el caso mio veo a dos jóvenes que siguen con mi línea de investigación, uno es Dino León Fernández, ojala y ellos también dejen escuela etnohistórica. Actualmente la mayoría de tesis o investigaciones en historia, en la Universidad de San Marcos, se centran en historia contemporánea, como la violencia, el terrorismo o la corrupción de los últimos años. Ya no hay tesis sobre el Perú antiguo ni la Colonia o el siglo 19. Salvo algunas investigaciones sobre el vestido y la moda, pero considero que fueron muy superficiales.

RMS: Entonces, ¿cuál es el estado actual de las investigaciones etnohistóricas en el Perú?

WES: Pienso que en estos momentos los estudios etnohistóricos se reducen solamente a artículos, a temas que tratan por ejemplo de la borrachera en la época incaica o colonial, es un tema importante que está relacionado a las culturas y las religiones. En el caso del Perú, aún no veo que alguien se haya atrevido a investigar la ebriedad en el país, y eso que el Perú es un país de bebedores desde épocas prehispánicas. La etnohistoria pertenece a pueblos que no han tenido escritura. Lo que estudiamos son documentos escritos por personas que relataban o describían sucesos que ellos no fueron testigos o si lo fueron muchas veces no los entendían. Últimamente se han creado docenas de artículos que terminan solo en hipótesis sin conclusiones o propuestas sólidas, por eso estos artículos están llenos de palabras como: “probablemente, sospecho, tal vez, quizá, etc.”. Lo cual convierte a la etnohistoria en una disciplina ahistórica, entonces ya no es ciencia. A base de dudas no se puede hacer etnohistoria. Ahora los autores etnohistóricos son meramente narrativos, hay intentos de ser analíticos pero no veo ninguna línea científica o teórica.

RMS: ¿Cómo corregir esto?

WES: La única manera de corregir esto es estudiando a fondo la economía, la antropología, la historia, el folclor, la arqueología, etc. La

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historia es por excelencia interdisciplinaria, quien no cumple esta advertencia elaborará cualquier cosa. La etnohistoria es una ciencia si es tratada interdisciplinariamente. A las fuent-es etnohistóricas hay que confrontarlas, no so-lamente citarlas de manera aislada, lo más im-portante es no interpretarlas subjetivamente.

RMS: ¿Cómo hacer una investigación etno-historia local o nacional?

WES: Pienso que en estos momentos en el Perú ya no debemos hablar de una etnohisto-ria o historia como dos ciencias distintas o que estudian cosas distintas. Convencionalmente se entiende que la etnohistoria estudia al in-dio y la historia a los criollos o españoles. Los científicos sociales debemos hacer una historia general que inserte a todos, no debemos desunir o desunirnos estudiando a una sola parte o fac-ción de nuestra gente antigua o actual.

RMS: Le voy a mencionar nombres de algu-nos historiadores y arqueólogos, por ejemplo ¿qué nos puede decir de Franklin Pease?

WES: Conozco de ese señor un libro que se lla-ma Crónicas en los Andes, el Tahuantinsuyo en la Historia del Perú y el Dios creador andino, no conozco otro texto de él.

RMS: ¿Marco Curátola?

WES: Es un buen antropólogo, a quien le inte-resa la etnohistoria, he leído buenos artículos de él, tiene un interesante libro sobre los orácu-los.

RMS: ¿Tom Zuidema?

WES: Tom Zuidema es un caso especial, es un antropólogo holandés, que encontró muy atractivo al Perú para poder hacer sus investi-gaciones. En Perú el buscó a Raúl Porras Bar-nechea. Porras le comentó sobre la Relación de Bernabé Cobo, sobre las líneas o ceques del Cuzco. Zuidema es de la escuela estructuralis-ta. Sus trabajos son muy difíciles de leer y en-tender. Los estructuralistas hicieron una gran innovación y fue una corriente que despertó mucho interés. Los estructuralistas escriben de tal forma que sólo se entiende ellos mismos y

si queremos entenderlos hay que preguntarles a ellos mismos.

RMS: ¿Luis Guillermo Lumbreras?

WES: En todas sus interpretaciones marxistas no estoy de acuerdo, ya que el modelo marxista, especialmente en los Andes, no se puede aplicar y esto lo han demostrado los antropólogos; ya que los modelos de producción marxistas nunca se dieron en el Perú antiguo estríctamente.

RMS: ¿Considera a la arqueología una ciencia?

WES: Sí, si es interdisciplinaria. La arqueología estudia materiales muertos y a veces las respuestas dependen de la imaginación y de la preparación de los arqueólogos, si ellos carecen de estas dos cosas jamás llegarán a nada. La arqueología es la ciencia que más preguntas se hace, pero a veces son pocas las respuestas que nos proporcionan, ya que no se apoya en otras ciencias. En el Perú la desunión entre la arqueología y la etnohistoria se debe a malentendidos de los investigadores. Los arqueólogos tienen el derecho de elaborar hipótesis, pero también tienen el deber de demostrarlas, si no las demuestran no valen nada.

RMS: Para usted, ¿cuál ha aportado más para el conocimiento del Imperio incaico, la etnohistoria o la arqueología?

WES: La etnohistoria, porque la etnohistoria hace uso de diversos documentos, es más interdisciplinaria, ha podido llegar a conclusiones más importantes y sólidas. Pienso que los arqueólogos a veces se reúsan a leer documentos coloniales, por lo menos en el Perú. Un gran arqueólogo y lector de fuentes etnohistóricas era Julio César Tello, muchos de sus trabajos aún siguen siendo consultados y están en vigencia, después de él nadie ha podido alcanzar tantos logros académicos.

RMS: ¿Podría mencionar algunos trabajos o publicaciones de arqueología sobre los incas, publicados en años recientes, que le hayan parecido interesantes?

WES: Hay varios, por ejemplo de Martti Pärss-

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72Entrevista al Dr. Waldemar Espinoza Soriano.

Rodolfo Monteverde Sotil

inen, quien tiene un libro sobre las instituciones políticas en el Tahuantinsuyo, que trata sobre demarcaciones, gobiernos y provincias. Estu-pendo el libro, es novedoso, con datos nuevos, sin repeticiones de información de otros libros que he leído.

RMS: ¿Qué piensa de las investigaciones ar-queológicas en el Cuzco?

WES: Yo tengo la misma opinión que Julio C. Tello tuvo en su tiempo. Tello siempre abrigó cierto malestar contra los cuzqueños, quienes teniendo tan cerca a Machu Picchu, nunca lo estudiaron ni lo dieron a conocer al mundo, ellos esperaron a que venga un extranjero, un hawaiano a investigarlo, desde entonces poco han hecho los cuzqueños, es poquísimo lo publicado. La arqueología en el Cuzco siem-pre estuvo en manos de los extranjeros como John Rowe, eminente investigador. Ahora está Brian Bauer, a quien considero que está a la misma altura de Rowe. Bauer, pone mucho cui-dado en aplicar sus conocientos arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos. Los arqueólogos tienen que proponer novedades, realizar nue-vos análisis e innovar con sus investigaciones el conocimiento del pasado.

RMS: ¿Qué fue el Imperio del Tahuantin-suyo?

WES: Fue un estado muy fuerte, que tuvo las mejores condiciones militares, económicas, etc. que superó a todos los estados anteriores. Los incas hicieron un Pachacutic, pero al Pachacu-tic no hay que entenderlo como un cambio revolucionario del pasado, sino como la restau-ración del pasado en sus mejores aspectos, por ejemplo de los waris, de los chancas; los incas restauraron lo mejor. Ahora no pensamos en el pasado, siempre queremos un cambio en que se olvida lo anterior.

RMS: En los últimos años, en base a fecha-dos radiocarbónicos, algunos arqueólogos han propuesto que el imperio del Tahuantin-suyo se habría iniciado mucho antes a lo que convencionalmente se ha aceptado en base a cronistas como Cabello de Balboa, ¿qué piensa al respecto?

WES: Sobre las fecha acerca del inicio o desarrollo del Imperio, Cabello de Balboa se basó en qipus. Rowe tomó para su cronología a Balboa. Como Rowe tenía y aún mantiene mucho prestigio se ha continuado tomando como fecha de inicio del Imperio el año aproximado de 1440. Algunos fechados tomados en el NW argentino son de épocas muy tempranas; más o menos correspondería a las mismas fechas señaladas en las crónicas para el surgimiento del estado Inca en el Cuzco. Si esto se aplica, el Tahuantinsuyo habría empezado a germinar más o menos hacia 1330 0 1340 dC., entonces ahí entraría a tallar las fechas dadas por el cronista Montesinos. Pero esta nueva propuesta arqueológica no ha sido del todo aceptada, ya que al parecer ha habido errores en los fechados, es decir, probablemente se fecharon artefactos anteriores a la presencia Inca en Argentina, que fueron llevados ahí; como sucedió por ejemplo, cuando los españoles llegaron al Perú trayendo figuras o esculturas más antiguas que ellos. Yo sigo pensando que el Tahuantinsuyo no es tan antiguo, las crónicas solo nos dan cuatro emperadores, o cinco contando a Atahualpa, pienso que no hubo más gobernantes. Para mí el Tahuantinsuyo no duró más de 100 años. Pero ojo, antes de los incas, antes de Pachacutec, hubo una larga evolución en el mismo Cuzco. Además, según Bauer, quien sostiene un desarrollo local, los incas no tendrían un origen foráneo al Cuzco; es decir, no provendrían de la zona del lago Titicaca.

RMS: Algunos arqueólogos proponen que no hay mayor evidencia arqueológica de un conflicto bélico entre chancas e Incas, ¿qué piensa al respecto?

WES: Para mí los chancas existieron y sí hubo guerra con los incas, eso lo dicen las fuentes etnohistóricas y el dato etnográfico. Lo que sucede es que los chancas no han sido estudiados a fondo. Sé que Bauer está por publicar un libro sobre los chancas. Yo tengo datos e información para publicar sobre los chancas del periodo Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, que espero realizar pronto.

RMS: En su momento hubo cierta discusión académica entre Rowe y Zuidema, cuando éste último propuso que en el incanato hubo una diarquía, es decir, dos incas gobernaban al

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mismo tiempo, ¿cuál es su postura?

WES: Para mí sí existió la diarquía, eso lo sabía-mos antes que Zuidema. En la época de Porras conversábamos al respecto. Estoy convencido que el Inca de Hurin era el sumo sacerdote y el Inca de Hanan era el Inca guerrero. Recuerda que el Cuzco se dividía en dos partes. Además entre los chancas y los lupacas también existía una diarquía, lo cual asimismo pudo suceder con los incas. RMS: El Ministerio de Cultura, ¿qué opina?

WES: Pienso que la buena marcha en cualqui-er Ministerio emana de la persona que ejerce el cargo, para mi Susana Baca no es la persona ad-ecuada para ocupar el puesto que se le ha enco-mendado.

RMS: Finalmente, ¿un consejo que le pueda dar a los arqueólogos o historiados del Perú?

WES: Lo que les puedo recomendar es trabajar con humildad, abiertamente, sin egoísmos ni re-sentimientos, eso malogra a cualquier investiga-dor.

El Dr. Waldemar Espinoza Soriano en su oficina de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Foto Rodolfo Monteverde 2011.

Bibliografía resumida

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Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

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Las citas van entre paréntesis, con solo el apellido paterno del o de los autores, el año de la publicación y el número de página de ser el caso. Por ejemplo (Matos 1972: 95) o Matos (1972: 95). En caso de ser una cita etnohistórica irá de la siguiente forma: (Molina 2008: 98 [1574-1574: 34v]) o Molina (2008: 98 [1574-1574: 34v]). De ser una cita tomada de Internet irá como se indica: (Topic et. al. 1999 [en línea]) o Topic et. al (1999 [en línea]).

La bibliografía debe incluir todas las citas del texto y sólo éstas. La bibliografía se presenta al final del artículo, después de los agradecimientos, y ordenada alfabéticamente por el apellido del o de los autores citados. Los títulos de las revistas y los nombres de las instituciones se indicarán

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completos (no sólo sus siglas). Se debe seguir el siguiente modelo:

Artículo en una publicación colectiva:MEDDENS, Frank; BRANCH, Nicholas; VIVANCO, Cirilo; RIDDIFORD, Naomi y KEMP, Rob, 2008. High altitude Ushnu platforms in the Department of Ayacucho Peru, structure, ancestors and animating essence. En: Pre-Columbian landscapes of creation and origin: 315-355. (Editado por John Edward Staller). Springer. New York.

Libros: MATOS, Ramiro, 1994. Pumpu, centro administrativo inka de la puna de Junín. Editorial Horizonte. Lima.

Revistas: McEWAN, Gordon; GIBAJA, Arminda y CHATFIELD, Melissa, 2005. Arquitectura monumental en el Cuzco del periodo intermedio tardío: evidencias de continuidades en la reciprocidad ritual y el manejo administrativo entre los horizontes medio y tardío. Boletín de Arqueología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Nro. 9: 257-280. Fondo Editorial PUCP. Lima.

Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Internet:TOPIC, John; LANGE TOPIC, Teresa y MELLY, Alfredo, 1999. Las investigaciones en Namanchugo. El oráculo de «Catequil». Informe presentado al Instituto Nacional de Cultura (INC). Accesible en Internet http://www.munihuamachuco.gob.pe/milenario/huamachuco/2001.html [Consultada el 19-04-10, 12: 08 hrs.].

Fuente etnohistórica: MOLINA, Cristóbal de, 2008 [1574-1575]. Relación de las fábulas y ritos de los Incas. Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano (edición, estudios y notas). Universidad de San Martín de Porres (USMP). Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología. Lima.

Los agradecimientos van antes de la bibliografía y no deben exceder las 60 palabras.

Las notas deben ser a pie de página y deben estar a tamaño 9, estilo Time New Roman, espacio simple y justificado.

Agradecemos anticipadamente su participación y difusión.

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Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

Nro. 1. Enero 2011. http://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

home/revista-haucaypata-nro-1-2011

¿Cómo era el ushnu de la plaza Haucaypata del Cuzco? Rodolfo Monteverde Sotil - Archivos Audiovisuales del Cuzco (Disponibles en Internet) Sheylah Vásquez Salcedo - Inca sacred space, platforms and their potential soundscape. Preliminary observations at usnu from Ayacucho Frank Meddens y Millena Frouin - Indiferencia y destrucción: El caso de Patipampa, un asentamiento Tawantinsuyo en el valle de Pisco-Ica Eberth Serrudo Torobeo - Metalurgia doméstica durante la presencia Inka en el valle Calchaquí Norte, Salta-Argentina Cristian Jacob - Materialidad en una tumba Inka de los Andes del Sur. El caso de La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Iván Leibowicz, Claudia Aranda y Cristian Jacob - Entrevista al Dr. Ramiro Matos Mendieta Jolie Soto Pérez

Nro. 2. Mayo 2011. https://sites.google.com/site/revistahaucaypata/

home/revista-haucaypata-nro-2-2011

Esculturas zoomorfas talladas en afloramientos rocosos dentro del Parque Arqueológico de Sacsayhuaman-Cuzco Rodolfo Monteverde Sotil - Choquequirao, un asentamiento imperial cusqueño del siglo XV en la Amazonía andina Gori Tumi Echevarría López y Zenobio Valencia García - Aproximación a los queros incaicos de la colonia. Un ejemplar de estilo transicional-formal del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú Victor Falcón Huayta - Antes de la presencia Inca: desentramando la homogeneidad de la cultura material de las unidades domésticas de Juella en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy-Argentina Santiago Barbich - Montañas sagradas en los confines del imperio Inka: Nevado montañoso de Cachi, Salta-Argentina Cristian Jacob e Ivan Leibowicz - El poderío de la Coya durante el auge del imperio incaico Alicia Alvarado Escudero - Entrevista al Dr. Federico Kauffmann Doig Sheylah Vásquez Salcedo

Page 81: Revista Haucaypata. Nro. 3. 2011

Empresa peruana especializada en la elaboración y ejecución de proyectos arqueológicos en obras civiles de desarrollo de interés nacional y social. Asimismo, está dedicada a la investigación, pro-tección y difusión del conocimiento del patrimonio

arqueológico peruano.

Contactos: 993008360 / [email protected]

Auspicia:

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REVISTA HAUCAYPATALima-Perú

Noviembre 2011

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Investigaciones arqueológicas del TahuantinsuyoREVISTA HAUCAYPATA

Editorial

List of Collaborators

Articles

Placement of the funerary architecture in the Andahuaylillas valley and Lucre, Cuzco.Geanette Guzmán Vinatea and Marlene Castro Fabre.

Glosses on Inca pottery decoration in Cuzco.Federico Kauffmann Doig

Los estados regionales igualitarios en los territorios de Ayacucho y Apurímac durante el Intermedio Tardío.Frank Meddens

Household metallurgy production in the Late Intermediate. The case of Juella, Jujuy-Argentina.Ivan Leibowicz and Cristian Jacob

Researching Advances

San Marcos, Huagil and Huaca Daris: Three Inca sites of the Huaranca of Pacarán. Milena Vega-Centeno Alzamora

Archeological Research Project Pacarán 01. The middle valley of Cañete river, Lima.Favio Ramírez Muñoz, Guido Casaverde Ríos and Gori Tumi Echevarría López

Interview

Interview with Dr. Waldemar Espinoza Soriano.Rodolfo Monteverde Sotil

Editorial Norms

Index

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