02 semiologia general
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Semiología del Dolor
5 Semiología del Dolor
El dolor es un síntoma universal, ya que todo ser humano lo experimenta en
múltiples y variadas circunstancias; etimológicamente proviene de poena (castigo,
aflicción del alma).
Siguiendo los lineamientos de la International Association for the Study of Pain
(1987) se define clínicamente como una sensación desagradable, ya conocida por
quien la padece, producida por hechos y mecanismos no siempre identificados, que
puede o no ser detectado en forma física y que resulta imprescindible para la
conservación de la vida.
Desde el punto de vista clínico se consideran el dolor agudo y el crónico. El
primero aparece en forma brusca y reciente; se comporta como una señal de alarma
protectora. El crónico es lejano o secundario a otro agudo; es un síntoma más
complejo, cualquier enfermedad que se acompaña con ansiedad y/o depresión.
Además de los clínicos hay otros tipos de dolores: por angustia psíquica (dolor
pectoral izquierdo, lateral del cuello o ―aorta‖, ―nudo en el estómago‖); el dolor
espiritual (muerte de un ser querido que se torna indescriptible si es la de un hijo); el
dolor del ―ya no ser‖; el dolor feliz de parir y el insoportable de algunos cánceres.
Este síntoma es por lo tanto, una mezcla de múltiples componentes que se
asocian para hacerlo siempre una experiencia desagradable. A pesar de ello es
necesario e imprescindible en la constitución de un sujeto normal ya que constituye
un elemento de alarma fundamental ante daños padecidos por el organismo de tal
manera que, sin experiencia dolorosa, la vida es casi imposible. En el examen de todos
los sistemas y aparatos, la presencia del síntoma dolor es una constante.
El objetivo fundamental que el examinador debe plantearse luego de estudiarlo,
es identificarlo sindromáticamente, integrando datos de la anamnesis, secuencia de
aparición de otros síntomas y signos con los hallazgos del examen físico.
Fisiopatología. Se diferencian tres mecanismos de producción para el dolor:
nociceptivos, neuropáticos y por mecanismo desconocido; ver cuadro 5 (Figura 11).
— Dolor nociceptivo. La vía sensitiva está sana; hay un receptor del dolor
(nociceptores), una vía conductora del estímulo y un centro superior (Figura 12). Los
receptores naturales del dolor son las terminaciones nerviosas libres; si existen
estímulos de intensidad suficiente para dañar un tejido, también pueden actuar otros
receptores (térmicos, táctiles, presión, tensión o tracción muscular, serosa visceral,
receptores mucosos). El dolor nociceptivo se divide en somático (superficial,
profundo), visceral y mixto.
• Somático superficial. Se origina en la piel; es epicrítico, discriminativo, fino,
localizado.
Semiológicamente (Figura 13) el paciente señala con un dedo el punto exacto
donde está; provoca reacción de fuga, taquicardia, palidez, hipertensión arterial.
• Somático profundo o protopático. Se origina en músculos, tendones,
articulaciones; resulta difícil demarcar su localización con exactitud.
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Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
Semiológicamente (Figura 14) el paciente lo señala con varios dedos, haciendo
movimientos no discriminativos sobre un área limitada; provoca pena, preocupación y
la primera respuesta para mitigarlo es la inmovilización zonal.
• Visceral. Se origina en las distintas vísceras; es profundo, difícil de precisar;
con preferencia de tipo cólico en las vísceras huecas por espasmo; en los órganos
macizos es de tipo gravativo por distensión capsular. Semiológicamente (Figura 15) el
paciente lo señala con toda la palma de la mano, sobre la región comprometida.
— Dolor neuropático. La vía sensitiva está alterada y se reconocen dos tipos:
neurítico y por deaferentación.
• Neurítico. La vía se afecta porque existe una irritación del nervio
(inflamación, compresión, traumatismo).
Semiológicamente es de iniciación aguda, por lo general intenso, carácter
fulgurante y propagado a lo largo del trayecto nervioso; se acompaña en forma
habitual de parestesias como así también de signos motores, sensitivos y
neurovegetativos en el área afectada.
• Deaferentación. La vía se altera porque la información eléctrica que transmite
es anormal, en salvas, similar a lo que ocurre en la epilepsia.
Semiológicamente se caracterizan por descargas eléctricas, asincrónicas y
anormales de un nervio, que son percibidos como prurito, anestesia, frío, calor,
sensación de corriente, que en este caso, son equivalentes del dolor; no cede con
analgésicos comunes sino con estabilizadores de membrana como en la epilepsia.
— Dolor por mecanismo desconocido. Cuando un dolor no puede ser catalogado como
nociceptivo o neuropático, se denomina de mecanismo desconocido (antiguamente
llamado de origen psicogénico).
Historia Clínica
Anamnesis
Permite conocer hechos puntuales: momento y circunstancias de aparición;
forma de iniciación; localización; propagación o irradiación; tipo de dolor o carácter;
intensidad; duración; evolución y ritmo; factores que lo exacerban o calman; síntomas
y signos acompañantes; antecedentes. En caso de niños, ancianos o problemas de
comunicación, se pide orientación a algún familiar hacia las expresiones habituales de
dolor del enfermo.
— Momento y circunstancia de aparición. Surge de preguntar ¿cuándo empezó el
dolor?, ¿en qué circunstancias? Cuanto más se precisen estos hechos, mejores el
resultado del estudio.
La hora de inicio es característica en algunas afecciones. Una nucalgia tiene
distinta causa si es matutina (ostearticular, hipertensión arterial) o vespertina
(contractura muscular de origen nervioso); el dolor epigástrico se interpreta en forma
diferente si se presenta en ayunas (dolor ulceroso), inmediatamente con la ingesta
(esófago, estómago), 3 horas después de la misma (vesícula), 4 a 5 horas posteriores a
una comida (intestino delgado) (Figura 502).
Respecto a las circunstancias de iniciación, es de capital importancia precisar
qué hacía el paciente en ese momento. En algunos dolores, el factor desencadenante
constituye el dato más valioso: con el esfuerzo (dolor osteoartromuscular, coronario o
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Semiología del Dolor
vascular); ingesta (dolor de origen digestivo); posterior a un largo viaje o una intensa
sudoración (dolor lumbar por cólico renal).
— Forma de iniciación. Se pregunta ¿cómo se instaló?, ¿en forma aguda o crónica?
En la aparición aguda, la instalación es brusca, repentina; dura desde segundos hasta
60 días, tiempo que corresponde por lo general a la evolución de la enfermedad que lo
provoca; desaparece junto con la afección que lo desencadena. El dolor crónico es el
que dura más de 60 días y no fue aliviado con el tratamiento de profesionales idóneos.
— Localización. Es el interrogar ¿dónde le duele? La localización corresponde al lugar
en el cual se inicia o se siente primero el dolor y se puede presentar de distintas
maneras. La localización se llama primaria, cuando coincide en forma anatómica con
la zona de origen del dolor (articulación en una artritis, epigastrio en un cólico biliar);
secundaria o dolor referido cuando radica en un lugar diferente al sitio de origen pero
relacionado metaméricamente (dolor testicular en un cólico renal, dolor de hombro en
un ángor pectoris) (Figura 16).
— Propagación. Irradiación. Se detecta preguntando: ¿el dolor se dirige hacia
algún lado? Implica hacia el lugar donde se desplaza desde su lugar de origen, sin
solución de continuidad, (Figura 16). Algunos dolores tienen una propagación muy
característica que le dan su sello particular (cólico renal, biliar o intestinal, dolor
coronario o ciático, neuralgia intercostal); se desarrollan en sus respectivos capítulos.
— Tipo. Carácter. Naturaleza. Consiste en interrogar ¿cómo siente el dolor?, ¿cómo
le duele?, ¿con qué lo compara? Es la cualidad o tinte que tiene para el paciente y se
ve influenciado por muchas variables (edad, grado cultural, psiquis, ocupación). Lo
importante es que el médico trate de interpretar qué le quiere decir el enfermo y no lo
induzca en su respuesta con terminología que no siempre entiende. Existen algunos
tipos de dolores característicos: punzante (dolor superficial); lancinante (pleuritis);
urente o quemante (úlcera gástrica); opresivo con sensación de constricción
retroesternal (dolor anginoso); fulgurante, comparable a una descarga eléctrica
(neuritis); transfixiante, como que atraviesa una estructura (úlcera gástrica perforada);
cólico, referido por el paciente como una torsión o retorcijón, que exacerba un dolor
persistente (cólicos en general); sordo es decir tenue, profundo, indefinido (dolor de
órgano macizo); terebrante, sensación desagradable e intensa como algo que desgarra
los tejidos (pancreatitis, disección aórtica); gravativo o comparable a una sensación de
peso (dolor hepático, renal); pulsátil (migraña, colecciones purulentas). Para el análisis
del carácter del dolor es importante mirar siempre al paciente, observar el lenguaje
corporal con que se expresa. Muchas veces con sus gestos, es más elocuente que con
la palabra: mano en garra sobre el pecho (dolor opresivo) (Figura 17); mano con los
dedos en punta en el costado de la pared torácica (dolor lancinante pleurítico) (Figura
18); mano abriéndose y cerrándose en el abdomen (dolor cólico) (Figura 19); dedo
colocado de punta (dolor punzante) (Figura 20).
— Intensidad. Es preguntar al paciente ¿cuánto le duele? Esta cuantificación, es la
parte más difícil de interpretar, interrogar, referir.
Previa comprobación que tanto paciente como explorador estén familiarizados
con los términos a usar, la forma más común, simple, pero menos certera para una
evaluación primaria en la práctica corriente del médico generalista, es utilizar la
escala verbal.
• Ligero o leve: no afecta la actividad normal; con o sin medicación analgésica.
• Moderado: afecta la actividad laboral; necesita analgésicos.
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Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
• Severo: el paciente guarda reposo absoluto que no llega a calmarlo totalmente;
uso de analgésicos.
• Intolerable o invalidante: el paciente no encuentra calma en ninguna posición
ni con medicación analgésica.
Esta metodología tiene validez sólo si el nivel cultural de los interrogados es
bueno y homogéneo; en caso contrario no es útil, porque cuanto más bajo sea el grado
intelectual existente, menor será la cantidad de palabras y el discernimiento que se
posee para una definición aceptable.
El método de cuantificación más difundido es la escala visual o numérica.
Consiste en trazar una línea horizontal o vertical dividida de tal manera que un
extremo corresponde a 0 (ausencia de dolor) y el otro a 10 (dolor intolerable). Se
solicita al enfermo que dentro de esos lineamientos, ubique su dolor en la escala según
la intensidad, como si fuera un termómetro. Este procedimiento permite dimensionar
con mayor certeza el impacto que tiene el dolor en la vida del paciente y seguir su
evolución en más o en menos.
• 1-4. Molestia que no le imposibilita realizar sus actividades normales.
• 5-6. Dolor que le impide realizar actividades de creación (ir a su trabajo
obligatorio, actividad del artesano).
• 7-8. Dolor que dificulta las actividades recreativas placenteras (lectura, ver
televisión).
• 9. Dolor que imposibilita realizar actividades en familia; el paciente tiende a
aislarse, a guardar cama.
• 10. Dolor intolerable. Existe un alto riesgo vital ya que en los dolores crónicos
de intensidad máxima y sin alivio; hay una incidencia muy alta de suicidios.
— Duración. Se lo estudia preguntando ¿durante cuánto tiempo siente el dolor?;
¿cuánto le dura? Según su duración existen diferentes formas de dolor: breve o corto,
de apenas unos segundos (por lo general fulgurante y de origen nervioso); prolongado,
continuo, persistente, extendido por minutos u horas, sin período de remisión (pleural,
peritoneal, postoperatorio); intermitente (dolor úlcero-péptico que aparece, tiene una
duración variable, desaparece con las comidas y vuelve nuevamente a las 3-4 horas);
claudicante, es decir que dura mientras realiza la acción que lo produce debiendo
suspenderla por tal motivo (insuficiencia arterial periférica, contractura muscular);
recidivante, con exacerbaciones y remisiones parciales pero manteniendo siempre una
sensación dolorosa amortiguada (dolor cólico, dolor dentario).
— Evolución. Consiste en investigar qué pasa con el dolor en el transcurso del tiempo.
Se lo averigua preguntando ¿el dolor siempre fue igual?, ¿notó algún cambio? La
observación de variaciones en alguna de las características semiológicas del dolor, a
veces denotan mejoría pero en otras ocasiones representan un toque de alarma sobre el
agravamiento de la enfermedad. Así por ejemplo, un dolor agudo en epigastrio tipo
cólico biliar, que pasadas unas horas aumenta mucho de intensidad, se hace terebrante
y ahora se irradia hacia el hipocondrio izquierdo, ya lleva a pensar en la instalación de
un síndrome pancreático. En el caso muy frecuente de una cardiopatía isquémica
crónica, donde el dolor es el síntoma capital, puede ocurrir que el paciente refiera
dolor retroesternal opresivo desde hace tres años, iniciado siempre que acelera el paso
calmando al detenerse y después de colocarse nitrito sublingual (angina estable); en el
momento actual nota que el dolor se le inició en reposo, fue más intenso que otras
veces, tuvo mayor duración y no calmó con nitritos (angina inestable, infarto de
miocardio).
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Semiología del Dolor
— Ritmo. Se trata de la característica particular que toman algunos dolores para
manifestarse haciéndolos especiales y diferentes a otros. El ejemplo típico es el dolor
de la úlcera gástrica que es diario, periódico y horario; ver capítulo 15.
— Factores que lo exacerban. Son los hechos que hacen aumentar la intensidad del
dolor actual. Pueden ser de distinta naturaleza y resultan orientadores de la patología
de base: esfuerzo físico (afecciones cardiovasculares, musculares); estrés emocional
(cefalea, dolor gástrico, lumbalgia); cambios de posición (afecciones del aparato
locomotor); viaje prolongado (cólico renal, patología articular); alimentos (picantes o
bebidas alcohólicas en el de origen gástrico; comida grasa en el cólico biliar o dolor
pancreático); drogas (nitritos en cefalea, aspirina o antiinflamatorios en el dolor de
estómago); estímulos sensoriales (cefalea por ruidos molestos).
— Factores que lo calman. Son los hechos que hacen disminuir la intensidad del dolor
actual. Pueden ser de distinta naturaleza y también orientan a la etiología: reposo
(afecciones del corazón o del aparato locomotor en general, síndrome peritoneal);
decúbitos especiales (dolor pleural, cólicos digestivos); algunos medicamentos
(antiespasmódicos en los cólicos, antiácidos en úlcera gástrica o gastritis, nitritos en el
angor); alimentos o dieta (leche en la úlcera gástrica); frío o calor locales (dolores
musculares).
— Síntomas y signos acompañantes. Son manifestaciones concomitantes que orientan
hacia el origen del dolor. La importancia de su estudio, es constatar la secuencia en
que se van presentando y cómo se interrelacionan con el dolor.
Un ejemplo típico de secuencia de aparición diferente con manifestaciones
similares es el siguiente: dolor abdominal- fiebre- ictericia = síndrome coledociano;
fiebre – ictericia - dolor abdominal = hepatitis viral aguda.
— Antecedentes. Toma gran valor la referencia de dolores que el paciente ya
experimentó así como todos sus antecedentes personales.
Examen Físico General
Son varios los indicios que orientan hacia la presencia de dolor.
— Disminución de la capacidad de atención.
— En la emisión de la palabra se observa su reemplazo por gruñidos o llanto; por el
contrario se puede constatar que el paciente hablador se calla.
— Facies dolorosa con ojos apagados, mirada extraviada, ceño fruncido (signo de la
omega) (Figura 21), ojos entrecerrados o demasiado abiertos, muecas en la expresión.
— Cambios de actitud como ser paciente en decúbito dorsal quieto (peritonitis) o con
continuos cambios de posición (signo de la cama destendida del cólico renal).
— Signos neurovegetativos (palidez, sudoración, midriasis, sequedad de boca).
— Alteración de los signos vitales especialmente en el dolor agudo (elevación de la
tensión arterial, taquicardia, taquipnea y polipnea).
Examen Físico Segmentario
Las distintas técnicas del examen físico son útiles para el examen del dolor.
— La palpación juega un papel fundamental para la captación de distintos elementos
regionales para la detección de diferentes signos.
● Zonas de dolor a la presión (fractura costal, absceso de cualquier ubicación).
● Puntos dolorosos en cara (mastoideo y supra o infraorbitario); en la región del
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Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
tórax (intercostales); en abdomen (ureterales).
● Hallazgos y maniobras especiales (defensa abdominal, dolor a la
descompresión, signo de Murphy, contracturas); hiperalgesia de piel en el abdomen
(peritonitis).
— La auscultación también puede ser útil en la percepción de hechos a veces como
único signo de enfermedad.
● Frote pleural (pleuritis).
● Frote pericárdico (pericarditis) .
Todas estas manifestaciones se desarrollan con amplitud en los capítulos
respectivos.
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Semiología de la Disnea
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Semiología de la Disnea
Disnea, es la sensación desagradable de falta de aire; se le llama también
hambre de aire, agitación, asfixia, ahogo.
Cualquiera de esos sinónimos son válidos menos el de cansancio que expresa
debilidad física y no falta de aire. Existen también respiraciones patológicas (acidótica
de Kussmaul, de Biot, de Cheyne Stokes) (Figura 300) donde el paciente presenta
en forma objetiva una respiración alterada (signo) pero no siente la falta de aire
(síntoma); ver capítulo 24.
Fisiología. La respiración está controlada por el centro respiratorio bulbar existiendo
factores humorales (PO2, PCO2, equilibrio ácido/base) y nerviosos (reflejo de Hering
Breuer, quimio y presorreceptores) que lo regulan. Cuando todos estos factores
interactúan armoniosamente, producen una respiración normal o eupnea que tiene una
frecuencia de 16 ± 2 por minuto con una profundidad y ritmo normales.
Referido a la oxigenación tisular, para la llegada del O2 desde el exterior a los
tejidos se requieren dos mecanismos básicos: respiratorio y circulatorio (Figura 22).
— Mecanismo respiratorio. Tiene como fin lograr que se produzca la hematosis. Para
ello, el O2 es captado del exterior y conducido por las vías aéreas hasta los pulmones
necesitando normalmente de varios factores.
• Ambiental (cantidad y presión suficiente de O2).
• De conducción (buena permeabilidad de tráquea y bronquios para el pasaje del
aire). • Pulmonar (normalidad alveolar e intersticial para el intercambio de los gases).
• Pleural (integridad anatómica y funcional de ambas hojas).
• Mecánicos (caja torácica y diafragma indemnes).
— Mecanismo circulatorio. Tiene como objetivo asegurar la llegada de O2 a los
tejidos. La sangre oxigenada arriba al corazón izquierdo por las venas pulmonares y de
allí el O2 es transportado por la hemoglobina (Hb) hasta los capilares tisulares
necesitando para ello de varios factores.
• Cardíaco (normalidad anatómica y funcional de corazón izquierdo).
• Hemático (cantidad normal de Hb).
• Tisular (consumo y uso adecuado a la función que realiza).
Fisiopatología. La producción de disnea se relaciona con la alteración de alguno de
los mecanismos respiratorios o circulatorios citados (Figura 22).
— Mecanismo respiratorio. Lo integran diferentes factores.
• Ambiental. Disminución de O2 o de PO2 del ambiente (enrarecimiento del aire
por mala ventilación, enfermedad de las alturas).
• Tráqueobronquial. Obstrucción de vías aéreas orgánica (cuerpos extraños) o
funcional por espasmo laríngeo o bronquial (bronquiolitis, asma bronquial).
• Pulmonar. Alteración de la hematosis por afecciones alveolares (trasudado
intraalveolar del edema agudo de pulmón, neumopatías extensas, atelectasia) o
intersticiales (fibrosis pulmonar).
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Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
• Pleural. Afecciones que determinan severa disminución de la expansión
pulmonar (derrame pleural extenso, neumotórax total).
• Mecánico. Alteraciones que impiden la normal expansión alveolar aún con
pulmones sanos (traumatismos severos de la caja torácica, parálisis diafragmática).
— Mecanismo circulatorio. Comprende diferentes factores.
• Cardíaco. Aumento de la presión vénulocapilar pulmonar determinando una
rigidez pulmonar que dificulta la hematosis por dos mecanismos: falla funcional
ventricular (insuficiencia cardíaca izquierda); obstrucción en el tracto de entrada del
ventrículo izquierdo (estenosis mitral).
• Hemático. Descenso de hemoglobina y menor transporte de O2 (anemia).
• Tisular. Mayor consumo de O2 por los tejidos (hipertiroidismo); mal uso del
O2 por las células (trastornos enzimáticos, cianuro, septicemia).
Historia Clínica
Anamnesis
Permite precisar algunos hechos puntuales: circunstancia de aparición; forma de
instalación; grado de intensidad; evolución y terminación; síntomas y signos
acompañantes; antecedentes.
— Circunstancia de aparición. La disnea puede desarrollarse con el esfuerzo
(caminar, bailar, levantar pesos) o estando el paciente en reposo.
—Forma de instalación. Puede ser aguda (neumotórax, disnea paroxística nocturna) o
crónica (cardíacas, pulmonares).
— Grado de intensidad. Está relacionada con la actividad que debe realizar el paciente
para sentir la falta de aire y que se refiere en grados (desde esfuerzos muy intensos
hasta el reposo).
— Evolución. Ya sea en más o en menos; permite conocer la mejoría o el
empeoramiento del paciente.
—Terminación. Puede ser aguda (disnea de tipo paroxística) o decrecer
progresivamente (disneas persistentes).
— Síntomas y signos acompañantes. Son los del síndrome de base (ritmo de galope,
estertores bronquiales o pulmonares).
— Antecedentes. Tienen gran importancia en la elaboración del diagnóstico
sindromático.
Examen Físico General
En ciertos casos permite observar facies disneica (Figura 76); actitudes
especiales como ortopnea (Figura 91) (Figura 92); otros decúbitos especiales (Figura
293).
Examen Físico Segmentario
Debe ser general con especial detenimiento en aparato respiratorio (crepitancias,
sibilancias) y cardiovascular (taquicardia, galope).
Clasificación de la disnea. El examen exhaustivo posibilita conocer distintos grados
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Semiología de la Disnea
semiológicos de disnea; ver cuadro 6 (Figura 23).
— Disnea fisiológica. Se presenta con esfuerzos importantes (deportiva, danza) y a
veces con estados emotivos. Es de instalación aguda, intensidad leve, dura con la
acción y no se acompaña de otras manifestaciones de enfermedad.
— Disnea patológica. Es la que acompaña a distintas afecciones presentando otros
síntomas y signos de enfermedad. Puede ser de distintos tipos.
• Disnea de esfuerzo. Es la que aparece sólo en presencia de algún esfuerzo; se
divide en diferentes grados.
- Grado I. A grandes esfuerzos. Se origina con actividades físicas
importantes que antes no la producían (correr, práctica deportiva, subir escaleras,
discutir).
- Grado II. A esfuerzos habituales. Aparece con la realización de tareas
cotidianas medias (llevar cargas de poco peso, caminar, cantar).
- Grado III. A pequeños esfuerzos. Se manifiesta ya con esfuerzos ligeros
(higienizarse, vestirse, hablar, comer).
Las causas más importantes de disnea de esfuerzo son de distinto origen:
respiratorias (obstructivas, restrictivas, mixtas); cardíacas (insuficiencia ventricular
izquierda, estenosis mitral). También pueden responder a causas hemáticas (anemia
importante); endocrinas (hipertiroidismo); ambientales (mal de las alturas). Para los
habitantes del N.O.A. residentes en la ciudad, es muy característico ascender algún
cerro y encontrar que allí, resulta casi imposible practicar deportes y aún caminar
rápido. Las disneas de esfuerzo son habitualmente crónicas y progresivas pero también
pueden presentarse en forma aguda: personas sanas que en forma brusca y por
distintas causas (neumotórax agudo, necrosis miocárdica aguda, bronconeumopatías)
comienzan con disnea de esfuerzo de distinto grado que no tenían y que se instala en
ese momento.
• Disnea de reposo. La falta de aire se manifiesta estando el paciente en reposo
y se la identifica como grado IV. Responde por lo general a enfermedades crónicas y
evolutivas (pulmonares, cardíacas) que van acentuando progresivamente el grado de
disnea, desde los grandes esfuerzos al reposo. También puede producirla una causa
aguda (infarto agudo de miocardio con edema agudo de pulmón, obstrucción de vías
aéreas, neumotórax total, intoxicación por monóxido de carbono) actuando sobre un
paciente que nunca había manifestado el síntoma.
• Disnea aguda. Tiene tres formas: paroxística, persistente y mixta.
- Disnea paroxística. El comienzo y terminación son en general bruscos con
alta intensidad (disnea paroxística nocturna, edema agudo de pulmón, obstrucción
laríngea o traqueal por cuerpo extraño, disnea episódica del asma bronquial, disnea de
las alturas que cede con el inmediato descenso).
- Disnea persistente. Tiene inicio menos brusco e intensidad en aumento
según la patología que la produce; la terminación es progresiva y decrece
paulatinamente de acuerdo a la respuesta al tratamiento (bronconeumonía, hemotórax
traumático).
- Disnea mixta. Forma especial con iniciación francamente paroxística y
terminación progresiva (neumotórax espontáneo).
• Disnea variable o psicogénica. Su semiología no se corresponde con ninguna
de las formas vistas. Prevalece en mujeres y se presenta en cualquier momento, por lo
general en reposo (―cuando estoy pensando‖).
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Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
Es de tipo suspiroso (disnea suspirosa) y su grado de intensidad es cambiante en
un mismo paciente, cediendo inclusive con algún esfuerzo físico o distracción. Suele
acompañarse con ―dolor en el corazón‖ que el paciente señala con un dedo en la
región pectoral izquierda (Figura 24); en otras ocasiones refieren ―dolor de aorta‖
señalando el lado izquierdo del cuello. Son cuadros agudos, de duración variable
(minutos, días, meses) y terminación también en cualquier momento y circunstancia;
en el examen físico no se encuentra patología orgánica relacionado con una disnea.
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Semiología de la Cianosis
7 Semiología de la Cianosis
Cianosis es la coloración azulada de piel y mucosas por aumento de la
hemoglobina reducida (HbR) por encima de 5 gramos % a nivel capilar (Figura 25)
(Figura 26).
Generalidades. Importa puntualizar algunos conceptos semiológicos referidos al
signo cianosis.
— Umbral de la cianosis. Cifra a partir de la cual aparece cianosis, es decir 5 g % de
HbR.
— Cianosis oculta o enmascarada. Es la cianosis de difícil detección clínica (piel
oscura, anemia importante).
— Cianosis transitoria. Se llama así a las cianosis que se presentan en forma
ocasional. El caso típico es un niño acianótico con comunicación interauricular o
interventricular (Figura 31) que al llorar o mamar, aumenta su presión pulmonar e
invierte la corriente sanguínea de cavidades cardíacas derechas a izquierdas
tornándose cianótico; finalizado el esfuerzo, el color vuelve a la normalidad. Con el
tiempo, la persistencia y organicidad de la hipertensión pulmonar, determina una
cianosis permanente.
— Otras cianosis. Se producen por aumento de metahemoglobina que existe
normalmente en sangre o presencia de sulfahemoglobina. Estas sustancias determinan
una unión química estable que no cede O2 al tejido y se originan por distintas causas:
ingestión (sulfas, nitritos); inhalación (gases nitrosos); contacto (anilina).
Son entidades muy raras y sus características semiológicas son diferentes a las
cianosis por aumento de la HbR en distintos aspectos que permiten su diferenciación y
diagnóstico..
• El color de piel y mucosas no es estrictamente azul sino achocolatado,
grisáceo y a veces negro.
• El tinte no varía con maniobras como ser la elevación de miembros en las
cianosis periféricas.
• Falta de disnea o cualquier signología ya sea de origen cardiovascular o
respiratorio.
• Antecedentes familiares y/o etiológicos.
• La sangre no cambia de color en contacto con oxígeno.
• En caso que hubieran dudas, al diagnóstico lo confirma el estudio
espectroscópico de Hb.
—Seudocianosis. Consiste en la coloración azul grisácea sólo de la piel, al
impregnarse con distintas sustancias (sales de plata u oro en tratamientos específicos).
Tiene la característica semiológica típica de no desaparecer cuando se ejerce presión
sobre la piel ya sea con un vidrio (vitropresión) o con el dedo (dígitopresión) a
diferencia de las cianosis por HbR.
Fisiología. El hecho capital a recordar en referencia a la cianosis, es que la cantidad
de HbR en sangre capilar, es dependiente de dos factores que interactúan entre sí:
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Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
• Saturación de oxígeno en sangre arterial;
• Volumen de extracción de oxígeno por los tejidos.
En el intercambio de O2 y CO2 actúan en forma sincrónica un mecanismo
respiratorio y otro circulatorio (Figura 27).
— Mecanismo respiratorio. Tiene como fin asegurar la hematosis. Para ello, el O2 se
capta del exterior y conduce hasta los pulmones necesitando normalmente de varios
factores.
• Ambientales (cantidad y presión suficiente de O2).
• De conducción (permeabilidad tráqueobronquial).
• Pulmonares (normalidad alveolar e intersticial para el intercambio de los
gases).
• Pleurales (integridad anatómica y funcional de ambas hojas).
• Mecánicos (caja torácica y diafragma indemnes).
— Mecanismo circulatorio. Tiene como fin transportar el O2 a los tejidos y eliminar el
CO2 hacia el exterior. La sangre oxigenada (0.75 g % de HbR) llega por las venas
pulmonares al corazón izquierdo desde donde sale hacia la aorta. En los capilares
tisulares la HbR es de 2.6 g % y aumenta a 4.5 g % en el sector venoso desde donde
regresa al corazón derecho y de allí al pulmón que elimina el CO2.
Para su realización normal, el mecanismo circulatorio necesita en forma
imprescindible de la normalidad tanto anatómica y como también funcional de varios
factores.
• Cardíaco (corazón izquierdo).
• Vascular (aorta y sector arterial).
• Hemático (cantidad normal de Hb).
• Retorno venoso adecuado (venas, corazón derecho, pericardio).
Fisiopatología. Relacionado a lo visto en fisiología, la cianosis puede producirse por
dos mecanismos básicos:
• Mayor de saturación del oxígeno en sangre arterial;
• Aumento de la extracción de oxígeno por los tejidos.
Estos mecanismos permiten clasificar a la cianosis en tres tipos: el primero,
origina la llamada cianosis central; el segundo, la periférica; si interactúan ambos
mecanismos, la cianosis es mixta; ver cuadro 7 (Figura 28).
— Cianosis central. La sangre atraviesa las sigmoideas aórticas llevando ya una
mayor cantidad de HbR que la normal (Figura 29); esta anoxemia arterial básica se
produce por distintas causas.
• Ambientales. Disminución del O2 o PO2 exterior (enrarecimiento del aire por
mala ventilación, enfermedad de las alturas).
• Tráqueobronquiales. Obstrucción de vías aéreas superiores funcionales
(espasmos laríngeos) u orgánicos (cuerpos extraños); espasmo bronquial (asma,
bronquitis espasmódica).
• Pulmonares. Alteración de la hematosis por afecciones alveolares
(neumopatías extensas, atelectasia, trasudado intraalveolar del edema agudo de
pulmón) o intersticiales (fibrosis pulmonar).
• Pleurales. Algunas afecciones (derrame pleural extenso, neumotórax total)
producen severa disminución de la expansión pulmonar.
66
Semiología de la Cianosis
• Mecánicas. Alteraciones de la caja torácica (traumatismo), parálisis
diafragmática.
• Cardíacas. Hay una mezcla de sangre venosa con sangre arterial por distintos
mecanismos: eyección de sangre venosa en la aorta (tetralogía de Fallot) (Figura 30);
inversión de la corriente desde las cavidades derechas a las izquierdas (comunicación
interauricular o interventricular con hipertensión pulmonar severa) (Figura 31). En el
Fallot, la cianosis se presenta desde el nacimiento; mientras que, cuando hay alguna
comunicación intracavitaria, inicialmente acianóticas, ocurren después de un tiempo
muy variable cuando la hipertensión pulmonar existente, invierte el shunt de sangre de
derecha a izquierda.
• Hemáticas. Se presentan cuando existen cifras habituales de HbR cercanas o
mayores de 5 g % (poliglobulia).
— Cianosis periférica. En la cianosis periférica, la sangre parte desde la aorta con
cantidades normales de HbR pero en la zona de los capilares, ya sea en el sector
arteriolar o venoso, encuentra un enlentecimiento de la corriente (Figura 32) que
determina aumento del consumo de O2 e incremento de la formación de HbR por
encima de su cantidad habitual (2,60 g %) sobrepasando el umbral de la cianosis.
Las causas capaces de producir una rémora y enlentecimiento de la sangre
tienen distintos orígenes.
• Obstrucción venosa. Determina cianosis localizadas (trombosis venosa
periférica) o regionales (obstrucción de alguna cava).
• Hipertensión venosa sistémica. Produce cianosis generalizadas (insuficiencia
cardíaca derecha, insuficiencia cardíaca global, derrame pericárdico extenso,
pericarditis constrictiva).
• Disfunciones arteriolares periféricas. Se ven en el capítulo 34.
— Cianosis mixta. La sangre ya sale de la aorta mal oxigenada y llega al sector
capilar donde también se encuentra con un aumento de la HbR por enlentecimiento de
la corriente (Figura 33). El caso típico es del llamado corazón pulmonar crónico,
donde una fibrosis pulmonar crónica inicial origina una cianosis central; con el
tiempo, la hipertensión pulmonar existente hace fallar al ventrículo derecho productor
de cianosis periférica.
Historia Clínica
Anamnesis
Sirve para el estudio de distintos hechos de la semiología de la cianosis:
presentación, localización, intensidad, evolución, temperatura y trastornos tróficos.
También permite investigar antecedentes del enfermo que pueden contribuir al
diagnóstico sindromático.
— Presentación. La cianosis puede instalarse de distintas maneras: aguda y transitoria
(asfixia, gases tóxicos, obstrucción de vías aéreas, insuficiencia cardíaca izquierda
aguda, procesos pulmonares restrictivos extensos); crónica y permanente
(insuficiencia cardíaca derecha o global, procesos pulmonares crónicos alveolares o
intersticiales, corazón pulmonar crónico).
— Localización. La cianosis debe buscarse en los llamados sitios de elección, sectores
67
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
donde la coloración azulada es más evidente por el mayor número de capilares y/o
delgadez tegumentaria: piel (lóbulo de la oreja, punta de la nariz, labios); mucosas
(conjuntival, sublingual) (Figura 34). En el lecho subungueal se coloca la mano del
paciente sobre una estructura blanca (papel, guardapolvo) y se compara el color con
los lechos del examinador (Figura 35).
Teniendo en cuenta su localización, la cianosis puede ser de distintos tipos:
generalizada, localizada o segmentaria.
La cianosis generalizada se encuentra en todo el cuerpo (central, periférica o
mixta).
La forma localizada es la que se manifiesta en forma unilateral en alguna zona
(obstrucción venosa, disfunciones arteriolares periféricas).
La de tipo segmentaria se encuentra en zonas bilaterales extensas y se produce
por varias causas: obstrucción de la vena cava superior (miembros superiores, cabeza
y cuello) (Figura 690); obstrucción de la vena cava inferior (miembros inferiores)
(Figura 691); ductus invertido por hipertensión pulmonar (mitad inferior del cuerpo).
— Intensidad. Existen distintos matices en la coloración azulada, no siempre fáciles
de precisar en la piel trigueña: leve, apenas se ve en los lugares de elección (cianosis
periférica); intensa (cianosis central); muy intensa, ―salta a la vista‖ (cianosis mixtas);
comparar figuras 25 y 26.
— Evolución. Interesa mucho conocer los cambios en la intensidad del color. La
acentuación de una cianosis de origen respiratorio, indica falla cardíaca o alguna
complicación pulmonar sobreagregada; la disminución de la coloración hace pensar en
general en una mejoría de la enfermedad de base o también en la instalación de
anemia, hecho siempre a tener en cuenta.
— Temperatura de la piel. En la cianosis central la temperatura es normal. En la
periférica, las zonas distales suelen encontrarse frías porque el enlentecimiento de la
corriente permite una mayor pérdida de calor. Este hecho es de relativa validez
cuando la temperatura ambiente es elevada como ocurre en el noroeste argentino,
donde se presentan veranos muy tórridos que impiden detectar ese signo de
enfriamiento.
— Trastornos tróficos. Son diferentes alteraciones que aparecen en las cianosis de
larga data: presencia de úlceras en la piel, dedos en palillo de tambor, uñas en vidrio
de reloj (Figura 35); ver capítulo 21.
Examen Físico General
El estudio de distintos hechos como ser facies, actitud y decúbito, temperatura,
desarrollo corporal, permite ir vislumbrando la posible causa de cianosis que se ve en
los capítulos de semiología de cada aparato o sistema.
Examen Físico Especial
El examen de la piel y mucosas es de gran trascendencia por distintas causas:
posibilita detectar la cianosis en los sitios de elección (piel y mucosas); permite
desechar una seudocianosis al constatar sólo tinción de la piel con mucosas normales;
contribuye al estudio de la localización, intensidad, temperatura y presencia de
trastornos tróficos.
68
Semiología de la Cianosis
Examen Físico Segmentario
Se debe realizar con especial detenimiento en los aparatos respiratorio y
cardiovascular, que originan la etiología de la mayoría de las cianosis generalizadas.
Maniobras Especiales
Sirven para tipificar algunas cianosis. Una muy útil, consiste en elevar un
miembro por encima del plano del corazón que hará atenuar a las de origen
periférico porque acelera la corriente y disminuye el consumo tisular; no tiene efecto
sobre una central. En presencia de cianosis centrales y ante la duda si son de origen
respiratorio o cardíaco, la inhalación de O2, hace disminuir francamente las .causadas
por alteración respiratoria.
Integración Sindromática. El signo cianosis puede presentarse en forma bastante
frecuente en la práctica diaria. Las formas semiológicas más comunes se sintetizan a
continuación.
— Cianosis localizadas y segmentarias. Son de causa periférica y no tienen mayor
problema de identificación.
• Localizada unilateral o regional bilateral
• Temperatura fría
• Intensidad leve
• Desaparece o disminuye de intensidad con maniobras que aumenten la
velocidad de la sangre.
— Cianosis generalizada. Lo más importante consiste en diferenciar si es central,
periférica o mixta.
• Cianosis central.
- Localización en todo el cuerpo, universal.
- Temperatura normal.
- Intensa, de fácil detección.
- Dedos en palillos de tambor y uñas en vidrio de reloj (Figura 35) en las
formas crónicas.
- No cede elevando un miembro.
- Poca disminución con vitro o dígitopresión
- Las de origen pulmonar se atenúan con la inhalación de oxígeno.
• Cianosis periférica.
- Localización distal (labios, orejas, lechos ungueales).
- Temperatura disminuida, ―fría‖.
- Poco intensa, de no fácil detección en pieles oscuras.
- Cede con la elevación de un miembro.
- Disminución franca en una zona realizando dígitopresión para luego
reaparecer.
• Cianosis mixta.
- Localización en todo el cuerpo, universal.
- Temperatura normal.
- Intensa, de muy fácil detección (cardíacos negros)
- Dedos en palillos de tambor y uñas en vidrio de reloj (Figura 35) en las
69
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
formas crónicas.
- No cede elevando un miembro.
- Poca disminución con vitro o dígitopresión
- Presencia de antecedentes de neumopatía crónica y signos de disfunción
ventricular derecha (edema de ambos miembros inferiores, ingurgitación yugular
bilateral marcada, hepatomegalia).
70
Semiología del Edema
8 Semiología del Edema
Edema es la hinchazón del cuerpo, localizada o generalizada, por aumento
anormal de agua y Na en el tejido celular subcutáneo.
Generalidades. Respecto al signo edema, se deben puntualizar algunos conceptos.
— Edema visible. Es cuando se puede detectar semiológicamente; esto ocurre si la
retención hidrosalina es mayor al 10 % del peso corporal.
— Preedema o edema oculto. Es cuando no se ve clínicamente porque la acumulación
de líquido resulta menor al 10 % del peso corporal; se detecta por pruebas especiales
que se relatan más adelante (mediciones, pesadas).
— Seudoedema. Es la presencia de hinchazón por presencia en el tejido celular
subcutáneo de otra elemento que no es agua (sustancia mixoide, pus, sangre).
— Anasarca. Se llama así a la acumulación de líquido tanto en el tejido intersticial
como en las serosas (pleura, pericardio, peritoneo).
Fisiología. El agua se encuentra en tres compartimentos: vascular (15%), intersticial
(35%) y celular (50%). En la regulación de su distribución actúan distintos factores:
semipermeabilidad capilar que sólo deja pasar el 5 % de las proteínas; presión
oncótica efectiva, dada por las proteínas plasmáticas en especial las albúminas;
presión hidrostática de los capilares arteriales y venosos; sistema linfático.
En el extremo arterial del capilar (Figura 36), la presión hidrostática es de 32
mm Hg y la oncótica de 24 mm Hg, por lo cual, con una permeabilidad capilar
conservada, pasa agua, electrolitos y pequeñas cantidades de proteínas hacia el espacio
intersticial. En el extremo venoso capilar, la presión hidrostática cae a 12 mm Hg y la
oncótica se mantiene estable lo que determina la reabsorción de líquidos y electrolitos
desde el intersticio al sector vascular en cantidades similares a la filtrada. El exceso de
agua o proteínas en el celular subcutáneo, se elimina vía linfática.
Fisiopatología. El edema se produce por la ruptura del equilibrio dinámico que
mantiene la regulación del movimiento del agua corporal.
Los mecanismos causantes del desequilibrio pueden ser primarios o accesorios.
— Mecanismos primarios. Son los más trascendentes.
• Aumento de la presión hidrostática. Presenta distintas causas: hipertensión
venosa central con incremento tensional en el capilar venoso (insuficiencia cardíaca
congestiva, gran derrame pericárdico, pericarditis constrictiva); mal drenaje venoso
regional (obstrucción o compresión venosa). Una causa menos frecuente es la mayor
retención de sodio y agua por el riñón (insuficiencia renal, síndrome premenstrual,
exceso de mineralocorticoides).
• Disminución de la presión oncótica. Es producto de una hipoalbuminemia por
distintas causas: falta de aporte proteico (desnutrición); menor síntesis (hepatopatía);
excreción renal excesiva (síndrome nefrótico); pérdidas por el aparato digestivo
(gastropatías y enteropatías perdedoras de proteínas) o cutánea por áreas denudadas
71
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
(gran quemado, heridas extensas).
• Lesión del endotelio capilar. Obedece a diferentes agentes: químicos, físicos
(frío, calor, traumatismos, radiaciones); inflamatorios o infecciosos; hipoxia por
isquemia prolongada; respuestas alérgicas o inmunes.
• Insuficiente drenaje linfático. Da lugar al linfedema que se origina por
distintas causas: obstrucciones linfáticas (filariasis, metástasis); compresiones externas
(tumores); ausencia de sistema linfático (extracción quirúrgica, congénito).
— Mecanismos accesorios. Pueden acompañar a los primarios.
• Exceso de sodio. Produce retención de agua y acentúa algunos edemas (menor
eliminación en la insuficiencia renal; dieta hipersódica en una insuficiencia cardíaca).
• Hiperaldosteronismo secundario. Lo origina la hipovolemia por mayor pasaje
de líquido del sector vascular al intersticial. El hipoflujo renal resultante de la
disminución de la volemia, determina menor llegada de sodio a los túbulos distales,
vecinos a la mácula densa, hecho que estimula los baroreceptores; estos producen
mayor actividad simpática beta adrenérgica y liberan renina. La hormona actúa sobre
el protensinógeno convirtiéndolo en angiotensina I que luego pasa a angiotensina II,
vasoconstrictor que estimula a las glándulas suprarrenales liberando aldosterona que
incrementa la retención de sodio y agua por el riñón.
• Hormona antidiurética. La retención salina aumenta la osmolaridad
plasmática que estimula los osmómetros determinando un aumento de su secreción y
mayor reabsorción tubular de agua.
• Presión hística. Es la presión que ejercen los tejidos facilitada por la escasa
distensibilidad del intersticio; sirve de protección dificultando el aumento de líquido.
Está en relación con la laxitud intersticial y el eventual peso que soporta siendo menor
en los párpados y mayor en los miembros inferiores. La presión tisular disminuye en
caso de reposo prolongado o desnutrición.
Si bien existen estos mecanismos fisiopatológicos individuales relatados, hay
dos hechos importantes a tener en cuenta en los edemas generalizados (insuficiencia
cardíaca, hepático, nefrótico).
1) Tienen un mecanismo principal para producirlos, pero requieren una suma de
causas para manifestarse.
2) Existe una primera etapa sin aldosteronismo (edema oculto o poco
manifiesto) y luego otra con hiperaldosteronismo secundario donde se hace visible
Historia Clínica
Anamnesis
Permite conocer algunos hechos puntuales: síntomas dependientes del edema;
forma de instalación y horario de aparición; localización y extensión; coloración,
temperatura y sensibilidad; acción de la gravedad; evolución; síntomas y signos
acompañantes; antecedentes.
— Síntomas dependientes del edema. Consisten en una sensación de hinchazón, de
tirantez de la zona afectada. En los edemas generalizados de miembros inferiores, el
paciente relata pesadez, dolor de piernas, imposibilidad de usar calzado; estos
síntomas se hacen más evidentes en los adultos mayores por la flaccidez que tienen
sus tejidos y en verano pues el calor eleva la presión sanguínea intracapilar.
72
Semiología del Edema
— Forma de instalación. Según la velocidad de instalación, el edema puede
presentarse en forma aguda (inflamatorio, alérgico) o crónica (renal, cardíaco,
hepático).
— Horario de aparición. Puede ser inespecífico (inflamatorio, alérgico); vespertino
(cardíaco, venoso de miembros inferiores); matutino (renal, habitualmente el
chagásico).
— Localización. Son las zonas donde aparecen: cara (renal, inflamatorio local,
chagoma de inoculación); manos (obstrucción de la vena cava superior, renal); zonas
declives (pies en el edema cardíaco u obstrucción de cava inferior).
— Extensión. Es la cantidad de tejido celular subcutáneo comprometido. Sirve para
clasificar en forma semiológica a los edemas en distintos tipos; ver cuadro 8 (Figura
37).
• Localizado. Toma una zona limitada en forma unilateral (inflamatorio,
alérgico) (Figura 38).
• Segmentario. Involucra sectores bilaterales del cuerpo (síndromes de vena
cava superior o inferior) (Figura 690) (Figura 691).
• Regional. Corresponde a sectores unilaterales extensos por obstrucción venosa
(Figura 39) o linfática (Figura 40).
• Generalizado. Se extiende a todo el cuerpo aunque se manifiesta con
preferencia en distintas áreas: cardíaco en miembros inferiores (Figura 41); hepático
en el abdomen con ascitis y miembros inferiores; renal en la cara (Figura 42).
— Color. La piel que recubre el edema puede ser de color normal o presentar cambios
(cianótico, pálido). Salvo la rubicundez del inflamatorio, no siempre el paciente
precisa esas variaciones; también es común que distorsione los colores confundiendo
al interrogador.
— Temperatura de la piel. Al igual que el color, al paciente le resulta difícil precisar
cambios en la temperatura salvo en los de origen inflamatorio donde está caliente.
— Sensibilidad. El edema inflamatorio presenta dolor; el resto son indoloros.
— Acción de la gravedad. Los edemas debidos al aumento de presión hidrostática
(cardíaco, venoso) aumentan en las zonas declives; los de causa hipoproteica (renales,
hepáticos) no presentan esa característica.
— Evolución. Se presentan algunas variaciones: la extensión del edema cardíaco o
venoso de miembros inferiores se acentúa a la tarde; los edemas generalizados se
pueden extender en el curso del tiempo tomando incluso serosas (anasarca).
— Síntomas y signos acompañantes. Son de gran importancia porque permiten la
ubicación del signo edema en distintos síndromes de diferentes aparatos donde es un
componente más.
— Antecedentes. Juega un papel importante para conocer la causa que origina el
edema.
Examen Físico General
La evaluación de distintos hallazgos (facies, actitud, temperatura, marcha,
estado de nutrición e hidratación) son de importancia para conocer la causa de un
edema. Así por ejemplo, la facies abotagada por la hinchazón de los párpados es un
elemento de presunción importante para la sospecha de un el edema de origen renal
(Figura 42).
73
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
Examen Físico Especial
— Piel. Permite corroborar el color y la temperatura del edema. Respecto al color, se
encuentran diferentes variantes: cianótico (obstrucciones venosas, cardíaco); ictérico
(hepático); pálido (renal con anemia y vasoconstricción); rubicundo (inflamatorio). La
temperatura se investiga con el dorso de la mano (Figura 68) y puede ser normal
(hepático, renal); caliente (edemas inflamatorios); frío (edema cardíaco, obstrucción
venosa o linfática).
— Tejido celular subcutáneo. Su estudio es fundamental para identificar un edema a
través de la inspección y palpación.
• Inspección. Se observa borramiento de los resaltos óseos; piel lisa, fina y
lustrosa en el edema de rápida instalación (Figura 43); piel hiperpigmentada, con
alteraciones tróficas y fibrosis secundaria en el crónico (Figura 40) (Figura 44)
(Figura 47).
• Palpación. Permite estudiar el signo del godet así como la consistencia,
intensidad y temperatura del edema.
- Signo del godet. Cuando se realiza una compresión firme por varios
segundos de la piel sobre un plano óseo, aparece una depresión o fosita persistente en
el celular subcutáneo (Figura 45). Si no existe un plano óseo (pared abdominal), se
pinza la piel y el celular subcutáneo con los dedos pulgar e índice, y se obtiene igual
resultado (Figura 46). La fosita recibe el nombre de signo de la fóvea o del godet, y
constituye el signo capital del edema; el único que no la produce es el linfedema
porque la retención hídrica es también rica en proteínas. El signo del godet diferencia
al edema de la presencia de otros elementos en el celular subcutáneo. El mixedema
(hipotiroidismo) es una sustancia mixoide rica en proteínas, que se localiza más
claramente en la cara y extremidades, acompañándose de signos de hipotiroidismo
(Figuras 83) (Figura 743). El lipedema, más frecuente en mujeres, consiste en la
acumulación de grasa en el dorso de los pies, tobillo y tercio inferior de miembros
inferiores. El enfisema subcutáneo es la presencia de gases en el celular subcutáneo;
la compresión digital zonal produce una crepitación característica que permite su
identificación. En el hematoma (Figuras 133) (Figura 299) hay una colección de
sangre, que determina una piel color violeta, con sensación palpable del líquido en su
interior (fluctuación); es de instalación aguda y tiene por lo general el antecedente de
su producción (traumatismo, coagulopatía). En las colecciones de pus como absceso
(Figuras 176) (Figura 177) y flemón (Figura 178), se agrega dolor, calor, rubor. En
el absceso, con la compresión digital, puede detectarse también una fluctuación.
-Consistencia. Se identifica por la sensación que se experimenta al ejercer
presión sobre la zona edematosa para producir la fosita y la persistencia de la misma.
Se considera blando si el dedo se hunde sin mayor resistencia, como en manteca
caliente, y la depresión cede en forma rápida (edema generalizado de reciente
comienzo, edema por hipoproteinemia). En el edema duro, el dedo se introduce como
en manteca fría y la fosita persiste un tiempo en forma espontánea (edemas crónicos
donde la isquemia permanente determina reacción fibrótica local) (Figura 41).
- Intensidad. La magnitud del edema puede objetivarse según las
características de la fóvea en una escala de 1 a 4; es de utilidad para estudiar la mejoría
o peoría del signo.
1 = Fóvea ligera (2 mm); sin distorsión visible.
74
Semiología del Edema
2 = Fóvea mayor (4 mm); sin deformación local.
3 = Fóvea muy profunda (6 mm); la extremidad en declive aparece
embotada, tumefacta.
4 = Fóvea muy visible (8 mm o más); persiste mucho tiempo y la
extremidad en declive está groseramente distorsionada (Figura 41).
- Temperatura. Se lo estudia con el dorso de la mano (Figura 68).
Examen Físico Segmentario
Debe ser completo con detenimiento en los aparatos sospechosos de originar el
edema.
Mediciones Especiales
— Circunferencia zonal. Se utiliza la cinta métrica para mensurar diariamente la
región en estudio (obstrucción venosa, ascitis); permite conocer la instalación de un
edema oculto o evaluar la evolución en más o en menos de uno visible (Figura 47).
— Control del peso corporal. Consiste en pesar diariamente al paciente en la misma
balanza y preferentemente desnudo con un control estricto de ingresos y egresos
alimentarios. Sirve en los preedemas ya que un aumento de peso superior a 300
gramos diarios es significativo de retención líquida anormal.
Integración Sindromática. Las formas semiológicas más frecuentes de la práctica
diaria tienen características semiológicas que permiten su identificación.
— Inflamatorio (Figura 38). Forma de instalación aguda, sin horario específico,
localizado en la zona lesional, unilateral. Rubicundo, temperatura aumentada, duro y
doloroso. Poco intenso, mínima acción de la gravedad, evoluciona hacia la curación o
supuración. Responde a procesos inflamatorios o infecciosos locales (celulitis,
artritis); el mecanismo fundamental es la alteración de la permeabilidad de la
membrana.
— Alérgico. Similar al inflamatorio. Se diferencia por ser indoloro, presentar
antecedentes alérgicos y eventual identificación de elemento causal (contacto,
medicamentos, comidas de origen vegetal o animal, picadura de insecto).
— Linfático. Linfedema (Figura 40). Forma de aparición progresiva (meses), sin
horario específico. Localización en zona de drenaje de los linfáticos comprometidos,
unilateral; con el tiempo, la piel se hace gruesa y toma un color pálido sucio; frío y
duro por fibrosis reactiva; indoloro. Lleva a una manifiesta deformación del miembro
afectado (elefantiasis); no tiene acción la gravedad. Presenta la característica especial
de no dar signo del godet por tratarse de una colección hidroproteica. Responde a
obstrucciones (filaria, tumoral) o ausencia de los colectores linfáticos (cirugía,
congénita); el mecanismo consiste en la falta de recolección linfática regional.
— Venoso (Figura 39). La forma de aparición es aguda. Localización relacionada con
la zona tributaria del tronco venoso afectado. Cianótico, frío, duro cuando se hace
crónico e indoloro. Intensidad según la cronicidad; lo aumenta la acción de la
gravedad y suele disminuir si se eleva la extremidad afectada; evolución con
tendencia a desaparecer pero puede hacerse crónico con aparición de lesiones tróficas
regionales; para su detección es útil la medición diaria zonal. Responde a
obstrucciones venosas (flebotrombosis); el mecanismo de producción es el aumento de
presión venosa. Una complicación frecuente es su infección (tromboflebitis); en estos
casos la zona del edema (habitualmente un miembro inferior) es dolorosa, rubicunda,
dura y caliente (Figura 684).
— Varicoso (Figura 48) (Figura 688). La aparición es progresiva, iniciación por lo
75
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
general vespertina y ascendente. Localización en la zona tributaria del tronco venoso
afectado, unilateral aunque puede ser bilateral si la enfermedad varicosa también lo es.
Cianótico, frío, inicialmente blando para luego hacerse duro; indoloro. Se exacerba
con el calor y el embarazo. Intensidad relacionado con la cronicidad; fuerte acción de
la gravedad; disminuye si se eleva la extremidad afectada; evoluciona hacia la
cronicidad con importantes alteraciones tróficas. El mecanismo fundamental es el
aumento de presión hidrostática por rémora venosa.
— Cardíaco (Figura 41). Instalación progresiva, horario vespertino. Localización
inicial en los tobillos ascendiendo luego por miembros inferiores hacia escroto y pared
abdominal; generalizado y bilateral. Cianótico, frío, consistencia blanda al inicio para
luego hacerse duro con la cronicidad; indoloro. La intensidad va en aumento con el
paso del tiempo; marcada acción de la gravedad; puede evolucionar hacia el anasarca
y remite con el tratamiento. Responde a cardiopatías que cursan con aumento de la
presión venosa sistémica (insuficiencia cardíaca global, pericardiopatías); el
mecanismo básico es el aumento de la presión hidrostática por hipertensión venosa a
lo que se suma el hiperaldosteronismo secundario e hipersecreción de la hormona
antidiurética.
— Nefrítico (Figura 42). Instalación aguda y matutina. Inicialmente se localiza
bilateralmente en ambos párpados siendo infrecuente que se extienda a todo el cuerpo
en especial a zonas laxas (pies, manos, escroto). Es blando por su instalación aguda y
posterior hipoproteinemia; pálido por vasoconstricción y anemia habitual; temperatura
normal e indoloro. La intensidad es leve; evoluciona con la afección y desaparece en
semanas. Lo produce la glomérulonefritis; tiene un doble mecanismo: aumento de la
presión hidrostática a nivel tubular e hipoproteinemia.
— Nefrótico. Se instala en forma progresiva. Su localización inicial es bipalpebral
haciéndose luego generalizado hasta terminar casi siempre en anasarca. Es blando por
hipoproteinemia, pálido por anemia, temperatura normal, indoloro. La intensidad es
variable y tiene una evolución crónica progresiva; no es gravativo. Se ve en el
síndrome nefrótico; el mecanismo más notorio es la disminución de la presión
oncótica por severa hipoproteinemia derivada de una proteinuria intensa (mayor de 3,5
gramos diarios) y sostenida.
— Hipoproteico. Tiene las características del nefrótico aunque de menor intensidad.
Se presenta en cuadros carenciales extremos (desnutrición); pérdidas digestivas
(gastropatías o enteropatías perdedoras de proteínas); trastorno en la síntesis proteica
(hepatopatías severas); pérdida cutánea por áreas denudadas (quemaduras, heridas
extensas).
— Hepático. Instalación progresiva. Localización inicial en los miembros inferiores
posterior a la instalación de una ascitis, generalizado, bilateral. Consistencia blanda
por cursar con hipoproteinemia; color amarillo si hay ictericia), temperatura y
sensibilidad normal. Es de evolución crónica y progresiva. Se acompaña de otros
signos del síndrome de hipertensión portal. La causa fundamental es la cirrosis
hepática; el mecanismo de producción es complejo y multifactorial (aumento de la
presión hidrostática, hipoproteinemia, alteración tóxica de la membrana,
hiperaldosteronismo secundario).
— Misceláneas. Hay edemas que no responden a ninguna de las causas vistas como
ser: idiopático, preferentemente en sexo femenino por probable disbalance hormonal
(síndrome premenstrual, climaterio); por drogas (gluco y mineralocorticoides en dosis
elevadas y por tiempo prolongado, bloqueadores cálcicos).
76
Semiología de la Ictericia
9 Semiología de la Ictericia
Ictericia es el color amarillento de la piel y mucosas debido al aumento de la
bilirrubina total en sangre por encima de 2 mg/100 ml.
Generalidades. Respecto al signo ictericia se deben puntualizar algunos conceptos
importantes.
— Bilirrubinemia
• Bilirrubina total = hasta 1 mg/100 ml
• Bilirrubina directa = 0 - 0.35 mg/100 ml
— Umbral de la ictericia. Es la cifra a partir de la cual aparece el color amarillo en la
piel y mucosas, es decir 2 mg/100 ml.
— Ictericia latente o preclínica. Llamada también humoral o hiperbilirrubinemia, es el
aumento de la bilirrubina total sin superar el umbral de 2 mg/100 ml y, por lo tanto,
sin manifestarse en el examen físico.
— Seudoictericia. Coloración amarilla producida por presencia de otros pigmentos
distintos a la bilirrubina; se describen los más frecuentes.
Los carotenos (naranja, zapallo, zanahoria, azafrán, tomate, huevo) y
carotenoides (colorantes de grasas naturales de la manteca, yema de huevo, maíz
amarillo) tiñen las palmas de manos y plantas de pies, mejillas y frente; no toman
mucosas ni hay cambios del color en las heces ni orina.
El trinitrofenol y el ácido pícrico colorean de amarillo la piel, mucosas y
esclerótica, pero con bilirrubinemia normal y orina color rojizo. La fenolftaleína
(laxante) o acridina (antiséptico y antiparasitario) tiñen la piel y mucosas, con orina y
sangre normales.
El urocromo, pigmento amarillento de origen renal que aparece en la
insuficiencia renal crónica, se deposita en la piel y colorea las partes expuestas al sol
(cara, cuello y manos).
Fisiología. Para un correcto entendimiento y deducción sindromática, es importante
conocer el metabolismo de la bilirrubina (Figura 49).
— Origen. El mecanismo principal del origen de la bilirrubina es el catabolismo
fisiológico de los glóbulos rojos (90 %). La hemoglobina resultante se divide en sus
componentes principales: hem y globina. El primero, es transformado en bilirrubina,
hierro y CO2; la globina se degrada en sus aminoácidos de origen y conforma la
reserva proteica orgánica.
La bilirrubina también puede provenir de eritroblastos de la médula ósea y del
bazo (hematíes inmaduros o anómalos de la anemia perniciosa, talasemia, porfiria) y
de enzimas microsomales hepáticas.
— Bilirrubina en sangre. La forma indirecta o no conjugada es un pigmento amarillo
soluble en solventes orgánicos (alcohol, éter, urea) que le permiten difundirse a través
77
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
de las superficies lipídicas y membrana celular con suma facilidad; es insoluble en el
agua no pudiendo atravesar el filtro renal y debido a ello no se elimina por orina. La
bilirrubina directa o conjugada es hidrosoluble, atraviesa el filtro renal y se elimina
con la orina.
— Bilirrubina en hígado. Cuando la bilirrubina indirecta llega al polo sinusoidal del
hígado, es captada por la membrana hepatocitaria introduciéndose en el hepatocito; el
60 % es conjugada y el 40 % refluye al plasma. En el hepatocito, es tomada por una
proteína transportadora que la conduce hasta la zona de conjugación con el ácido
glucurónico, proceso catalizado por enzimas. El 80 % forma bilirrubina directa; el otro
20 % se une a distintas sustancias.
La bilirrubina conjugada es transportada y concentrada en el polo biliar del
hepatocito de donde es excretada mediante el gradiente hepatocito/bilis. Para que la
bilirrubina directa llegue al intestino, es necesaria la integridad de la vía biliar intra y
también extrahepática.
— Bilirrubina en intestino. La bilirrubina directa se transforma en d-urobilinógeno o
estercobilinógeno por acción de la flora bacteriana intestinal; se elimina con las heces
a las que da el color marrón característico, en cantidades de 200 mg diarios. Una parte
se reabsorbe como urobilina por difusión pasiva vía duodenal lo que constituye la
circulación enterohepática.
— Excreción urinaria. Aparte de las heces, la bilirrubina también se elimina por orina
(urobilinógeno urinario) en cantidad de 1-3 mg/diarios.
Fisiopatología.Clasificación. Existen diferentes formas de clasificar a los distintos
tipos de ictericias.
— Causal o etiológica. Hemolítica – Toxiinfecciosa - Obstructiva
— Topográfica. Prehepática – Hepática - Posthepática
— Terapéutica. Médicas – Quirúrgicas
— Fisiopatológica. Es la que la Cátedra de Semiología de la Facultad de Medicina
adopta para el estudio de las ictericias y que diferencia los tres mecanismos básicos de
producción de una ictericia: prehepática o hemolítica, hepatocelular y obstructiva; ver
cuadro 9 (Figura 50).
• Ictericia prehepática o hemolítica (Figura 56). Es la de menor frecuencia y se
produce por hemólisis, es decir la destrucción de glóbulos rojos antes de 120 días
(fragilidad congénita o adquirida de los eritrocitos, hiperbilirrubinemia familiar
constitucional, hemolisinas libres). En el curso de la hemólisis, se libera mayor
cantidad de hem que determina aumento de bilirrubina indirecta en la sangre. Como el
hepatocito está indemne, capta y conjuga bien la bilirrubina indirecta que le llega con
incremento de la excreción de bilirrubina directa que da una mayor formación de
estercobilinógeno intestinal y urobilinógeno urinario.
• Ictericia hepatocelular (Figura 57). Se produce por necrosis hepatocitaria de
origen infeccioso (bacterias, virus, parásitos, hongos) o tóxico (medicamentos,
alcohol). La formación de bilirrubina indirecta es normal pero no puede ser captada en
su totalidad por la insuficiente función hepatocitaria hecho que determina su aumento
en sangre. Debido a la alteración del hígado, se produce una inversión patológica de la
corriente desde el polo biliar hacia el vascular que determina un aumento de la
bilirrubina directa en la sangre. La menor excreción de bilirrubina directa al intestino
disminuye la formación de estercobilinógeno; la presencia de bilirrubina directa en la
78
Semiología de la Ictericia
sangre le permite excretarse por el riñón debido a su hidrosolubilidad.
Dentro de las hepatocelulares, existe una forma especial y particular donde la
necrosis produce una obstrucción de los canalículos intrahepáticos que se llama
hepatocanalicular; el comportamiento semiológico es diferente y se desarrolla más
adelante en integración sindromática.
• Ictericia obstructiva (Figura 58). Se produce por la obstrucción completa o
incompleta de la vía biliar extrahepática de causa benigna (litiasis biliar) o maligna
(cáncer). La formación de bilirrubina indirecta, captación y transformación en
bilirrubina directa intrahepática es normal; ésta, al no poder eliminarse por la
obstrucción, produce una inversión de corriente desde el polo biliar hacia el vascular
que determina su aumento en sangre. La falta o menor excreción de bilirrubina
directa al intestino, disminuye el estercobilinógeno; la presencia de bilirrubina directa
en sangre le permite excretarse por riñón debido a su hidrosolubilidad.
Historia Clínica
Anamnesis
Estudia la forma de instalación, color de orina y heces, evolución, antecedentes,
síntomas y signos acompañantes.
— Forma de instalación. Puede ser aguda (obstructiva por litiasis biliar, hemolítica y
hepatocelular) o progresiva (obstructiva por cáncer de cabeza de páncreas). El
paciente refiere en especial, y como síntoma primigenio, que notó un ―cambio en la
coloración de los ojos‖.
— Color de la orina. Todas las ictericias dan un cambio de la coloración en la orina:
amarillo fuerte o pardo por aumento de la urobilina (ictericia hemolítica); color caoba
similar a bebida cola o té cargado (coluria) por presencia de bilirrubina directa
(ictericias hepáticas y obstructivas).
— Color de las materias fecales. Las heces pueden tomar diferentes coloraciones:
oscuras por aumento del estercobilinógeno (ictericia hemolítica); amarillentas o
hipocolia por menor cantidad de estercobilinógeno (ictericia hepatocelular); blanco
amarillenta, color masilla o acolia por falta de estercobilinógeno (ictericia
obstructiva).
— Evolución. Difiere según el tipo de ictericia. Es transitoria mientras dura el proceso
que la produce (ictericia hemolítica, hepatocelular); persistente (ictericias obstructivas
en especial en las por cáncer de cabeza de páncreas; ictericia hepatocelular por
hepatitis prolongada).
—Antecedentes. Varios hechos interesan para el diagnóstico sindromático de una
ictericia. En la ictericia hemolítica debe interrogarse sobre cuadros anteriores o
diagnóstico de enfermedades de la sangre, transfusión reciente de sangre; posible
contagio por contacto con pacientes ictéricos, uso de jeringas infectadas. Para las
ictericias hepatocelulares hay que averiguar respecto a transfusiones de hasta hace
seis meses, contacto con paciente con ictericia. En las obstructivas es frecuente
encontrar episodios similares anteriores o antecedentes de litiasis biliar diagnosticada
por ecografía.
—Síntomas y signos acompañantes. Toman trascendencia en el diagnóstico
sindromático donde prevalece el signo ictericia.
79
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
Examen Físico General
El estudio de distintos hechos (facies, decúbito, temperatura, grados de
nutrición e hidratación) son de gran utilidad para la integración sindromática de
cualquier síndrome ictérico.
Examen Físico Especial
El estudio de la piel y mucosas es fundamental en el síndrome ictérico.
El color amarillo se capta mejor en los llamados sitios de elección. Puede ser la
piel (plano de flexión de los miembros, palma de manos y plantas de pies, cara
anterior del tronco) (Figura 51) o en las mucosas (esclerótica, paladar blando y óseo).
La coloración amarillenta de la piel y mucosas toma tonos distintos: pálido
amarillento, flavínico o color limón (ictericias hemolíticas) (Figura 52); rubínico o
amarillo rojizo (ictericias hepatocelulares) (Figura 53); verdínico o verdoso
amarillento (ictericias obstructivas) (Figura 54); melánico o verdoso oscuro
(ictericias por obstrucción de duración prolongada) (Figura 55).
También es útil para diferenciar ictericias, buscar lesiones de rascado
(obstructivas), signos generales (púrpura, trofismo de piel).
Examen Físico Segmentario
Debe ser completo con especial detenimiento en el abdomen porque allí se
encuentran distintas manifestaciones físicas y cuya detección son de innegable valor
diagnóstico en una ictericia (puntos dolorosos, hepato y/o esplenomegalias, defensa,
contractura, vesícula palpable).
Integración Sindromática. El estudio minucioso de los síntomas y signos en una
ictericia, permite la identificación de distintos síndromes. Se describe a continuación,
una síntesis de las formas semiológicas más frecuentes de la práctica diaria.
— Ictericia prehepática hemolítica.
• En la anamnesis el paciente relata un comienzo agudo posterior a una
transfusión (formas adquiridas) o antecedentes de cuadros anteriores (formas
congénitas); también refiere heces oscuras (pleocolia) y orinas de color amarillo más
subido o parduscas.
• Puede haber fiebre como parte del síndrome hemolítico.
• Piel y mucosas de coloración tipo flavínico (Figura 52) por asociación de
ictericia y palidez
• Esplenomegalia es muy frecuente.
• En sangre se encuentra aumento de la bilirrubina indirecta, anemia con
reticulocitosis, enzimas hepáticas normales.
• La orina tiene un amarillo más fuerte con marcada urobilinuria (normal = 1-3
mg/diario).
• Las materias fecales toman un color marrón oscuro por aumento del
estercobilinógeno (pleocolia) (normal = 200 mg diario).
— Ictericia hepatocelular.
• En el interrogatorio de la forma más frecuente (hepatitis por virus A), existe
80
Semiología de la Ictericia
el relato de un comienzo insidioso de 3-4 días con astenia e inapetencia muy
características, poliartralgias y ligera febrícula.
• Frecuente antecedente de contacto con un enfermo de hepatitis.
• Instalación progresiva de una coloración amarilla tenue que descubre en sus
conjuntivas oculares
• En el examen físico general la coloración de piel y mucosas es del tipo
rubínica (Figura 53)
• En abdomen se palpa el borde anterior del hígado ligeramente descendido,
doloroso, con borde romo, superficie lisa y consistencia un poco aumentada.
• En sangre se encuentran cambios importantes: elevación de las bilirrubinas
total, directa e indirecta, marcadores enzimáticos de necrosis (GOT, GPT) elevados,
pruebas de la función hepática alteradas; ver capítulo 41.
• La orina es color bebida cola o cerveza negra por la presencia de
bilirrubinuria, con espuma verde y mancha la ropa blanca de un color amarillo
(coluria). Hay también urobilinuria mayor porque la urobilina que vuelve al hígado
desde el intestino, no es tomada en su totalidad por el hepatocito enfermo.
• En las materias fecales existe una disminución transitoria de la coloración de
las heces (hipocolia) y luego normocolia.
• Una forma particular, rara y de etiología similar es la ictericia
hepatocanalicular donde hay necrosis del hepatocito y obstrucción de la vía biliar
intrahepática.
- Su presentación y examen físico son semejantes a la hepatocelular.
- El laboratorio es similar a las obstructivas poshepáticas con marcadores de
necrosis hepática elevados; ver capítulo 41.
— Ictericia obstructiva.
• En el interrogatorio de la forma más frecuente (impactación de un cálculo en
el colédoco o síndrome coledociano) (Figura 707), el paciente relata el típico cólico
biliar; ver capítulo 15.
• A las pocas horas comienza a instalarse el color amarillento en piel y mucosas.
• Fiebre intensa habitual de tipo bacteriana y de instalación temprana.
• Con el correr de los días suele aparecer prurito debido a la presencia de sales
biliares en sangre.
• El examen físico muestra una coloración de piel y mucosas tipo verdínico
(Figura 54) que en las formas prolongadas se torna melánico (Figura 55); son
frecuentes las lesiones de rascado.
• En el examen de abdomen se encuentra un dolor intenso en el punto cístico
(Murphy positivo); ver capítulo 26.
• En sangre hay hiperbilirrubinemia a expensas de la directa, marcadores
enzimáticos de colestasis elevados; ver capítulo 41.
• La orina es color bebida cola o cerveza negra por la presencia de
bilirrubinuria, con espuma verde y mancha la ropa blanca de un color amarillo
(coluria). No hay urobilinuria.
• Las heces toman un color blanco masilla o acolia que puede alternar con
coloración normal por movimientos del cálculo que producen desobstrucciones
transitorias.
• Las entidades obstructivas completas o malignas obedecen en general a cáncer
de la cabeza de páncreas. Presentan algunas diferencias con las benignas que es muy
81
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
importante consignar por las distintas implicancias que tienen para el paciente.
- Se instala en forma insidiosa y con poco dolor.
- Hay por lo general una marcada inapetencia con severa pérdida de peso
y adelgazamiento importante
- En el examen físico general, el color amarillo de la piel y mucosas se hace
rápidamente verdínico y melánico
- En el examen del abdomen puede palparse una vesícula indolora (signo de
Brad y Pick).
- La acolia es permanente, sin variaciones.
82
Semiología de la Fiebre
10 Semiología de la Fiebre
Fiebre (del latín ―febris‖ o del griego ―fedorai‖: temblor) es el aumento de la
temperatura corporal debido a la elevación del punto de regulación central del
termostato hipotalámico (punto crítico o punto de ajuste) y que clínicamente se
manifiesta con el síndrome febril.
Constituye un mecanismo de defensa, alarma, una reacción del organismo ante
agresiones extrínsecas o intrínsecas, en especial las infecciosas, causa casi exclusiva
de las fiebres de corta duración y del 40% de las prolongadas.
Generalidades. Respecto a la fiebre, es importante puntualizar algunos conceptos.
— Síndrome febril. Conjunto de signos y síntomas producidos por una reacción
orgánica general ante agresiones externas o internas y donde la hipertermia es la
manifestación capital.
— Hipertermia. Es el aumento de las cifras de temperaturas normales acompañado o
no de otros síntomas y signos.
— Síndrome febril sin hipertermia. Presencia de síntomas y signos de origen
simpático y vagal sin poderse constatar un aumento real de la temperatura o alguna
causa de fiebre (distonía neurovegetativa).
— Hipertermia fisiológica. Hay estados normales que aumentan las cifras de la
temperatura y deben ser tenidos en cuenta cuando se hace un control termométrico:
emociones y estrés; ejercicio físico hasta 2º C con rápida disminución por el reposo;
dos horas después de la ingesta, en especial si fue abundante; período premenstrual y
ovulación; primer trimestre del embarazo; también al final del período expulsivo del
parto.
— Hipertermia no febril. Consiste en la elevación de la temperatura corporal no ligada
a causas infecciosas y sin manifestaciones de síndrome febril: alérgica (antibióticos,
suero antitetánico y antidiftérico); sustancias químicas (triiodotironina, progesterona);
mayor producción de calor en el organismo (hipertiroidismo, feocromocitoma,
convulsiones); bloqueo de la sudación (atropina, esclerodermia con franca
disminución de las glándulas sudoríparas); lesiones del centro de termorregulación o
hipertermia central que dan hiperpirexias intermitentes; incapacidad para regular la
temperatura central con variación de acuerdo al calor ambiental (lesión medular con
tetraplejía); mecanismo desconocido (hemorragia subaracnoidea).
— Golpe de calor. Es un cuadro especial de hipertermia, muy frecuente en el
N.O.A.
Se presenta luego de una larga exposición al sol en días con elevada
temperatura y gran humedad ambiente sin protección en la cabeza y en horarios pico
(horas 10 a 18).
En estas circunstancias hay un disbalance entre los mecanismos productores y
disipadores del calor por desajuste del centro termoregulador para activar la
termolisis; se trata, por lo tanto, de un fracaso del sistema de enfriamiento del
organismo. Esta falla central es más frecuente en ancianos, niños, diabéticos y en
83
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
presencia de ingesta exagerada de alcohol.
Se presenta en forma brusca y es polisintomático: hiperpirexia mayor de 40.5°
C; disfunción del sistema nervioso (cefalea intensa, temprana y progresiva;
irritabilidad o agresividad; alteraciones de la conciencia pudiendo llegar al coma e
incluso a la muerte); anhidrosis (―calor seco‖ por falta de sudoración); náuseas y
vómitos ocasionales.
En el examen físico se encuentra piel seca (signo de gran valor semiológico),
caliente y rubicunda, poli o taquipnea, taquicardia e hipotensión arterial.
— Distermia. Afección a veces familiar, producida por alteración del centro
termorregulador; se conoce también como hipertermia habitual o esencial. Se
caracteriza por febrícula (38º C) de curso prolongado, incluso años, bien tolerada y sin
repercusión sobre el estado general; no hay signos de infección ni orientadores de
afecciones orgánicas; no responde a antitérmicos comunes.
Fisiología. La temperatura corporal se mantiene estable por el equilibrio entre
producción (termogénesis) y pérdida de calor (termolisis) regulados por un centro
hipotalámico. El mayor productor de calor es la actividad muscular; también actúan
tiroxina, adrenalina, noradrenalina. En la pérdida actúan: la radiación en todas
direcciones; la conducción hacia objetos próximos (muebles) o al aire; evaporación
(perspiración insensible por pulmones y piel) que no se intensifica; secreción sudoral.
Fisiopatología. Los pirógenos externos (virus, bacterias, hongos, fragmentos de
necrosis) promueven la formación de pirógenos endógenos (interleuquina, caquectina,
interferón) que actúan sobre el centro termorregulador. Éste eleva su punto de ajuste
(37º C pasa a ser una temperatura baja) y pone en marcha mecanismos de
termogénesis (supresión del sudor, piloerección, vasoconstricción cutánea, escalofrío o
chucho que es una sensación de frío intenso, temblor generalizado y/o castañeteo de
dientes). A medida que descienden los pirógenos, el centro promueve la termolisis
dando vasodilatación arteriolar e incremento sudoral que posibilitan una rápida
pérdida de calor.
Historia Clínica
Anamnesis
Estudia distintos hechos que permiten un diagnóstico sindromático del tipo de
cuadro febril: síntomas de fiebre, forma de instalación, duración, terminación,
evolución, síntomas y signos acompañantes.
— Síntomas de fiebre. Los más frecuentes son: sensación de calor corporal alternando
con frío (chucho o escalofrío), temblor generalizado o tiritamiento, castañeteo de
dientes (choque rápido y persistente entre ambas arcadas dentarias), piel de gallina. Se
pueden acompañar de cefalea, inapetencia, mialgias y/o artralgias fugaces y punzantes,
sueño intranquilo, sudoración; en los niños, ancianos y alcohólicos no son raros la
excitación psicomotriz, delirio, convulsiones.
— Forma de instalación. Puede ser brusca o lenta. En la iniciación brusca (infecciones
bacterianas) la temperatura llega rápidamente a 39-40º C y se acompaña de chucho o
escalofríos, temblor y castañeteo de dientes, piloerección (―piel de gallina‖). En la
84
Semiología de la Fiebre
iniciación lenta o progresiva (virosis, fiebre tifoidea) la temperatura se eleva 0,5-1º C
diario y presenta una sintomatología general poco florida (cefalea, astenia, poco
escalofrío).
— Duración. Guarda relación directa con la causa. En términos generales se considera
de corta duración cuando es menor de 15 días y fiebre prolongada por arriba de ese
tiempo.
— Terminación. Es variable según la causa. Puede ser brusca o en crisis con gran
diaforesis o sudoración profusa, desaparición del síndrome febril y rápida
recuperación de todas las funciones (infecciones bacterianas). Si es lenta o en lisis, los
síntomas van desapareciendo en forma progresiva (tuberculosis, virosis, necrosis
tisulares).
Examen Físico General
— Temperatura. Su medición es capital para el síndrome febril; ver capítulo 20. El uso
del termómetro, permite estudiar la intensidad y las oscilaciones diarias de la
temperatura. Sirve también para la búsqueda de la llamada disociación axilorrectal
(peritonitis).
• Intensidad. Es la cifra termométrica alcanzada y varía según los procesos:
ligera, hasta 38º C (virosis, tuberculosis, ancianos); moderada hasta 39º C (fiebre
tifoidea); alta alrededor de 40º C (procesos bacterianos). Se usa el nombre de
hiperpirexia cuando la temperatura excede los 40º C (infecciones en niños, lesiones
talámicas) y de febrícula, a episodios diarios de fiebre ligera y fugaz que se repiten en
días sucesivos (virosis).
• Oscilación diaria y evolución. Su estudio cobró gran importancia en un tiempo
ya que el cuadro térmico (Figura 67) de algunas infecciones formaba curvas
características. Desde la era de los medicamentos antibióticos y/o antitérmicos
potentes, ha perdido importancia; su uso sigue en vigencia en algunos servicios de
infectología.
• Disociación axilorrectal. La diferencia normal entre la temperatura axilar y
rectal es 0.5 - 1º C; si se hace mayor de 1º C, el signo toma el nombre de disociación
axilorrectal. En la forma más típica y trascendente, hay un aumento de la rectal sobre
la axilar que puede llegar hasta 2º C y delata una infección abdominal importante
(pelviperitonitis, anexitis, apendicitis). Existen también otras formas de disociaciones:
disminución de la axilar con rectal normal (shock grave); axilar normal con descenso
de la rectal (isquemia intestinal).
— Estado de conciencia. Puede estar normal o alterado en especial cuando las cifras
de temperatura son muy altas o cuando el proceso causante de la fiebre radica en el
sistema nervioso (meningitis, encefalitis).
— Facies. La facies febril es en general rubicunda, congestionada o vultuosa y
húmeda. Cuando el paciente está con escalofríos y temblor, se observa palidez por
vasoconstricción; también es característico el castañeteo de dientes. La presencia de
fiebre y palidez persistente hace sospechar patologías especiales (endocarditis
infecciosa, fiebre reumática).
— Actitud. Decúbito. Por lo general el enfermo está inquieto con cambios
permanentes de decúbitos en especial en los niños (inquíes del síndrome febril
agudo); también pueden observarse temblores y ropas de cama demasiado abrigada
85
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
en contraste con la temperatura ambiental.
— Estado de nutrición. Hay pérdida de peso por aumento del catabolismo, dispepsia
y anorexia que se hace importante en la fiebre prolongada y en especial si la produce
una neoplasia.
Examen Físico Especial
El estudio de la piel muestra diferentes reacciones según el momento de3l
cuadro febril. En el inicio de la fiebre, donde predomina la respuesta simpática, la piel
está seca, pálida, con la característica ―piel de gallina‖ por piloerección; luego
prevalece la termolisis y la piel se torna rubicunda por la vasodilatación; si hay
sudoración, también está húmeda.
Examen Físico Segmentario
Prácticamente todos los sectores o aparatos del organismo muestran signos
importantes que conforman, junto con los síntomas del interrogatorio, el síndrome
febril.
— Cabeza. Lengua seca y saburral (Figura 241); frecuente herpes labial; ojos con
inyección conjuntival.
— Cuello. Aumento de los latidos arteriales que se hacen visibles. Puede auscultarse
un soplo o zumbido venoso en el golfo de la yugular por aumento de la velocidad
circulatoria (Figura 287).
— Aparato respiratorio. Taquipnea y jadeo (respiración por la boca) que aumenta la
pérdida de calor por convección aérea.
— Aparato cardiovascular. Presenta en forma característica taquicardia a razón de un
aumento de ± 10 latidos por cada grado de incremento de la temperatura por encima
de 37º C. Esta relación puede alterarse de dos maneras: bradicardia relativa donde hay,
por ejemplo, 39º C con una frecuencia de 70-80 (fármacos, virosis, fiebre tifoidea,
brucelosis); taquicardia relativa donde se encuentra por ejemplo 37.5º C con una
frecuencia mayor de 120 (miocarditis, shock, insuficiencia respiratoria, septicemia).
También puede haber ligero ascenso de la tensión arterial máxima y soplo sistólico
funcional en mesocardio por aumento de la velocidad sanguínea.
— Aparato digestivo. El paciente suele presentar anorexia, estado nauseoso; la
presencia de diarrea u otra signología abdominal, ya se relaciona con la causa
etiológica.
— Aparato urinario. Oliguria con hematuria y albuminuria transitorias; en la
terminación en crisis suele aparecer poliuria.
— Sistema nervioso. Temblores por escalofríos; puede llegar a observarse
convulsiones en casos de altas temperaturas (niños en especial) o en procesos que
toman el sistema nervioso (meningitis, encefalitis).
Integración Sindromática. Constituye el paso fundamental en el examen de la fiebre.
Al estudiar un síndrome febril, hay que saber que, cualquiera sea la suposición
etiológica primaria, la causa de toda fiebre se diagnostica con el examen clínico y se
confirma con el laboratorio (hemograma, eritrosedimentación, hisopado faríngeo,
cultivos, identificación de gérmenes, recuento de colonias, pruebas especiales) y/o
86
Semiología de la Fiebre
imagenología estándar (rayos X de tórax y de senos paranasales entre los más
frecuentes) o más especializada si fuera necesario (tomografía, resonancia nuclear
magnética).
El estudio semiológico estricto permite identificar distintas causas y tipos de
fiebre.
— Fiebre de origen infeccioso. Es por lejos la causa más frecuente. Por ello, en la
práctica diaria y ante un síndrome febril de corta duración, lo habitual es presuponer
que se trata de una infección por bacterias o virus; nunca dejar de pensar en alguna
epidemia que haya en ese momento.
Hay hechos orientadores que, sin ser definitorios, permiten establecer
diferencias entre las formas bacterianas y virósicas.
• Fiebre de tipo bacteriano. Incluye las infecciones a cocos más frecuentes
(estrepto, estáfilo, neumo). Se excluyen de esta formas semiológica, algunas
enfermedades bacterianas donde la fiebre se manifiesta en forma diferente (difteria,
tuberculosis, brucelosis, tifoidea).
- Iniciación brusca, con escalofríos que son muy característicos de
bacteriemia, temblor, castañeteo de dientes.
- Cifras de temperatura moderadas o altas (especialmente en niños).
- Terminación brusca con intensa sudoración, poliuria y sensación de
bienestar.
- Laboratorio: leucocitosis con neutrofilia y eritrosedimentación elevada; ver
capítulo 41.
• Fiebre de tipo viral.
- Comienzo lento, con astenia y anorexia, sensación de frío en la espalda,
dolores articulares y/o musculares mínimos y punzantes (artromialgias).
- Cifras de temperatura que no superan los 38.5º C.
- Terminación en lisis.
- Laboratorio: hay número variable de leucocitos (normal, aumentado,
disminuido) con linfocitosis.
— Fiebre de origen no determinado (FOD). Conocida también como síndrome febril
prolongado, es aquella cuya duración supera las tres semanas; representa un verdadero
desafío para el médico generalista. Se excluyen de esta denominación, afecciones
habituales que cursan con fiebre de varios días (virosis comunes, fiebres autolimitadas,
post operatorio).
• Para ser considerado un síndrome febril prolongado, debe cumplir algunos
criterios específicos.
• Cursar con temperatura superior a 38.3º C constatada varias veces en el día.
• Duración mínima de tres semanas.
• Que no hayan antecedentes de internación hospitalaria previa.
• Ausencia de antecedentes de neutropenia.
• Sin antecedentes de infección por HIV.
• Que aún persista sin diagnóstico después de tres visitas ambulatorias o tres
días de internación donde se haya realizado una evaluación clínica diaria completa con
especialistas.
• Que se hayan realizado estudios complementarios completos (hemograma,
orina, Rx de tórax, laboratorio elemental completo, uro y hemocultivo, serología de
las causas más comunes).
87
Semiología Médica. ―La Historia Clínica‖
• Que se hayan realizado procedimientos específicos o exploraciones que
sugiera la historia clínica incluidas intervenciones quirúrgicas exploradoras y biopsias
múltiples.
La etiología se detecta en el 90 % de los casos: infecciosas en un 40 %
(tuberculosis, infecciones óseas, de senos paranasales y urinarias, flebitis y endarteritis
secundarias al uso repetido de catéteres o venopuntura en drogadictos, abscesos
intraabdominales, citomegalovirus, endocarditis infecciosa, infecciones oportunistas);
neoplasias (20%); colagenopatías y vasculitis (20 %); otras causas (20 %).
88
Figura: 34
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Figura: 35
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Figura: 38
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Figura: 39
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Figura: 41
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Figura: 42
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Figura: 51
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Figura: 52
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Figura: 53
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