tapatío 5 de febrero

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PÁGINA 8-B Sábado 5 de febrero de 2011 Supervisora: Aimeé Muñiz • [email protected] Fundadores Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director Carlos Álvarez del Castillo G. “El problema no es que pase, el problema es que me dé la parada, de seguro ha de venir ‘retaca- do’. Ya es bien tarde”, comenta una estudiante, que en una actitud desesperada no deja de mirar la hora en su celular. Han pasado 20 minutos desde que lle- gó a la esquina de la calle Demóstenes y Manuel Gutiérrez Nájera. El frío matutino incrementa y con éste las personas que también esperan a la ruta 249. Ya no sólo es Diana quien necesita abordar ese camión para llegar a su destino, ahora son nueve personas más que harán competencia por alcanzar un lugar en el codiciado transporte. Por fin aparece “el 249, el morado” -como se conoce entre los usuarios-, los faros brillan en la oscuri- dad de la calle; las letras fluorescentes de color naranja y amarillo, que dictan la ruta, también re- lucen siendo las 6:25 de la mañana. Los brazos se extienden para solicitar la para- da del camión. Algunos ya tienen en la mano los seis pesos del pasaje, otros vienen corriendo a media cuadra de la parada para alcanzar a subir. El camión viene lleno; las luces interiores se encienden y los usuarios que abordarán aceleran el paso para ser de las personas que alcancen espacio. Los que ya están arriba “aprietan” su cuerpo para que más compañeros de viaje suban. El chofer, al cual no se le ve el rostro, grita “recórranse ‘por a medias’ por favor, todavía hay espacio atrás”. Espera a que la gente suba y se acomode en los escalones de la su- bida, “ahí van las puertas”. Todos subieron, a gritos y empujones, 11 personas se las ingeniaron para abordar al transporte. Adentro, el 249 se convierte en una especie de antro mañanero. La música resuena en toda la es- tructura del automotor. No hay por dónde pasar ni recorrerse, debido a las mochilas, bolsos y cuanta cosa voluptuosa se interponga en el estrecho pasi- llo. Hay de todo y casi nadie habla: estudiantes oje- rosos, hombres perfumados con corbata, jóvenes madres que cargan sus bebés, enfermeras y perso- nas “ordinarias”, que sabrá Dios a dónde van a esas horas de la mañana. Nadie se conoce, pero sí se ubican entre ellos mismos, los usuarios ya saben en qué calle baja y sube cada uno. La música sigue sonando, y a los que no les agrada la canción bandera de “La María” de Julián Álvarez (que el conductor felizmente canta para despertarse por completo) deciden escuchar otras melodías cargadas en su iPod. El camión está lleno y las ganas de bajarse son muchas. No hay asiento que esté vacío y la lucha por sentarse da inicio entre las señoras que están alerta de cualquier pasajero que decida bajar. Esta escena se ve diariamente por las maña- nas, de lunes a viernes. En fin de semana las cosas cambian un poco. Por fin alguien se para y un bolso sale volan- do directo al espacio desocupado. Nadie sabe de dónde salió dicho objeto, pero tampoco se atre- ven a quitarlo, pues su dueña –una señora muy maquillada y encopetada– comienza decir: “con permiso que me voy a sentar”. Las miradas inten- tan saber quién habla y “agandalló” el asiento ubicado a mitad del pasillo de lado de la ventana. Los empujones aparecen otra vez y la señora al fin se sienta. A estas alturas el 249 ya va por la calle Este- ban a la Torre y no cabe ni un alfiler más. Pero al “camionero” no le importa y sigue subiendo pasa- je. “Faltan dos boletos de pagar, pásenlos”, grita algo molesto y advierte: “No le voy dar si no los mandan. Yo no tengo prisa, ustedes sí, así que mándenlos”. Cerca de cuatro personas han subi- do por las puertas traseras, las delanteras van has- ta el tope. Nadie hace caso –quizá todos pagaron– y el chofer cierra las puertas sin avisar, mucho me- nos percatarse que la mochila de un joven ha que- dado por fuera, atorada. Son las 6:45 y un “frenón” hace que las perso- nas que iban dormidas se despierten asustadas ante tremenda sacudida. El chofer “pita y pita” a un carro particular que no lo deja pasar después de cruzar Belisario Domínguez. La automovilista hace señas obscenas hacía el camión e intenta explicar que es- tá dejando a sus hijos en la escuela. El 249 esquiva a la mujer. Quizá el chofer está molesto y acelera el paso del camión. “Agárrate bien que ya se alocó”, comenta una pareja de no- vios que entre risas hacen fuerza sobre los brazos para no soltarse del tubo y caer encima de los que van sentados. El Sol ya suelta sus primeros rayos y muchas personas bajan sobre la Calzada Independencia. El ruido del mofle hace un arranque presuroso del ca- mión, que intenta ganarle paso a otra unidad de la misma ruta que lo ha alcanzado. “Y luego por qué se tardan tanto en pasar, van juntos, jugando carre- ritas”, dice indignado un señor. El timbre suena en repetidas ocasiones para descargar pasaje. Pero el camionero va preocupado por dejar atrás a su compañero de ruta. Ahora el transpote se transforma en un mar de emociones hasta finalizar la jornada a media noche. Esto es sólo el comienzo de cada rutina por la mañana en el camión. La odisea de abordar al 249 es amada por unos y odiada otros. La personalidad resalta con sólo ver por fuera la unidad de color vio- leta, conocer -sin hablar con ellos- a los choferes y demás usuarios, y sobre todo la travesia por calles angostas y amplias avenidas que tiene que cruzar por la ciudad, para trasladar a miles de usuarios de lunes a domingo. Pasaje cotidiano La ruta 249 forma parte de la empresa Trans- porte Vanguardista de Jalisco A.C, de la cual depen- den tres rutas más: 258D, 156 y 153A. Hace dos años y cuatro meses esta compañía se separó de la Alian- za de Camioneros de Jalisco, y empezó su andar por las calles de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Se llegó a creer que las unidades que confor- man este grupo de transporte eran de uso exclusivo para las mujeres, pues el color que les otorgó la Se- cretaría de Vialidad y Transporte fue el violeta. “Las rutas debían tener un color diferente al se- pararse de la Alianza de Camioneros, contar con una identidad propia para la nueva empresa”, explica Jo- sé Ortiz, encargado de operaciones de la empresa. Además de la singular pintura que viste a cada camión, estas rutas se caracterizan por la persona- lidad de sus trabajadores, los conductores, de quie- nes depende la comodidad en la que viaja el usuario. Aunque no lo parezca, abordar cualquiera de las rutas de esta empresa es una experiencia ase- gurada, las historias se entrelazan al subir y bajar de cada persona. Hay choferes que prácticamente llegan a quejarse de todo. “Que si les pagas con un billete grande no tie- nen cambio, que si les das transvale te lo arrebatan, que si necesitas bajar en cierto lugar se detienen en donde ellos quieren o te van gritando que te reco- rras cuando ya no hay para donde hacerse”, comen- ta Roberto Mendoza, usuario constante de la ruta. Por otra parte, “hay conductores más aliviana- dos que saludan al subir, te dicen que pises con cui- dado o hasta te platican su vida cuando vas cerca de ellos”, asegura Miguel Gutiérrez, joven de 17 años que tiene pocos meses de utilizar el camión. Si uno analiza a fondo cada detalle, se encontra- rá con sorpresas que no se tienen tan presentes, como los choferes que manejan en calcetines para no dañar los pedales. El peluche que adorna el retrovisor y uno que otro espejo, las calcomanías que dejan claro que son “los chiquiados de papi”. La música de banda que algunos escuchan para amenizar los momentos de estrés o los gritos y saludos que realizan de camión a camión, cuando se topan con otro compañero. “Hay cada usuario” Lo cierto es que la calidad del servicio también depende de quien hace uso de éste. Los usuarios que suben modifican en cierta parte el estado de ánimo de los conductores, porque hay personas empeñadas en hacer “insoportable” el traslado. “Piden parada donde no está permitida. Ya saben donde se van a bajar y tocan el timbre en plena cuadra cuando está todo el tráfical”, comentaba un chofer. Sin lugar a dudas, los puntos de mayor conflic- to para realizar un viaje sin contratiempos son los cruces de la Calzada Inpedendencia, el Centro His- tórico de Guadalajara, la avenida Enrique Díaz de León, la Glorieta Minerva y López Mateos, vías que en punto de las 15:00 horas colapsan totalmente pa- ra que el 249 llegue a su destino. Independencia al volante Transporte Vanguardista de Jalisco está a la es- pera de que la Secretaría de Vialidad autorice una nueva ruta, la cual partiría desde Matatlán, atrave- sando el centro de la ciudad hasta llegar a la unidad habitacional Urbi. “Las rutas se planean dependiendo de la nece- sidad del servicio, tenemos que diseñarla de mane- ra que no invada el piso de otras rutas para evitar conflictos”, explica José Ortiz. Ya hace dos años que esta empresa propone un nuevo estilo de trabajo que logre recuperar la confian- za y preferencia de los usuarios. Desde las 4:30 horas, 94 camiones salen de las terminales para dar servicio, en total son 54 permisionarios que manejan el control de trabajo de cada unidad. “Tenemos un tiempo de recorrido estimado y un grupo de vigilancia que hace inspección en cada ruta (...) estamos al pendiente de que se maneje con precaución, dentro de los parámetros de velocidad impuestos por la secretaría de vialidad para no te- ner problemas”. Según José, esta empresa es de las pocas que menos accidentes tienen registrados, “afortunada- mente ninguna persona ha fallecido, durante los dos años de trabajo en donde movemos un prome- dio de 800 personas por unidad cada 24 horas”. RUTAS DE ORIENTE A PONIENTE 249: parte de la colonia Bethel, sigue por el Centro Histórico, Enrique Díaz de León, La Paz, Glorieta Minerva, López Mateos, Niños Hérores, Guadalupe, Cordilleras, Moctezuma y Periférico poniente en el Colli. 258D: sale de Huentitán el Alto, atraviesa el Centro, Plaza del Sol, López Mateos, Galileo Galilei, Briseño, preparatoria 9 hasta Miramar. 153A: sale del Rancho la Cruz, a un costado del Cerro de la Reina en Tonalá, cruza por la colonia Jalisco, Oblatos, Talpita y Centro Histórico. 156: inicia en Santa Cecilia, entra a Talpita y llega el centro. El viaje de cada día ¡Bajan, chofer! Cada mañana, de lunes a domingo, los usuarios del transpote urbano añaden una nueva anécdota al abordar el camión PARA SABER El servicio de Transporte Vanguardista de Jalisco inicia a las 4:30 horas y culmina su última ronda hasta las 23:30 horas por el Centro tapatío. Ante cualquier sugerencia, duda o queja, el usuario puede reportar al teléfono 3385-3197. • Los camiones “morados” trasladan a miles de usuarios de Oriente a Poniente en la Zona Metropolitana de Guadalajara. EL INFORMADOR • M. FREYRÍA

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Tapatío 5 de febrero

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Page 1: Tapatío 5 de febrero

PÁGINA 8-B Sábado 5 de febrero de 2011

Supervisora: Aimeé Muñiz • [email protected]

Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G.

“El problema no es que pase, el problema esque me dé la parada, de seguro ha de venir ‘retaca-do’. Ya es bien tarde”, comenta una estudiante, queen una actitud desesperada no deja de mirar la horaen su celular. Han pasado 20 minutos desde que lle-gó a la esquina de la calle Demóstenes y ManuelGutiérrez Nájera. El frío matutino incrementa y conéste las personas que también esperan a la ruta 249.

Ya no sólo es Diana quien necesita abordarese camión para llegar a su destino, ahora sonnueve personas más que harán competencia poralcanzar un lugar en el codiciado transporte. Porfin aparece “el 249, el morado” -como se conoceentre los usuarios-, los faros brillan en la oscuri-dad de la calle; las letras fluorescentes de colornaranja y amarillo, que dictan la ruta, también re-lucen siendo las 6:25 de la mañana.

Los brazos se extienden para solicitar la para-da del camión. Algunos ya tienen en la mano los seispesos del pasaje, otros vienen corriendo a mediacuadra de la parada para alcanzar a subir. El camiónviene lleno; las luces interiores se encienden y losusuarios que abordarán aceleran el paso para serde las personas que alcancen espacio. Los que yaestán arriba “aprietan” su cuerpo para que máscompañeros de viaje suban. El chofer, al cual no sele ve el rostro, grita “recórranse ‘por a medias’ porfavor, todavía hay espacio atrás”. Espera a que lagente suba y se acomode en los escalones de la su-bida, “ahí van las puertas”. Todos subieron, a gritosy empujones, 11 personas se las ingeniaron paraabordar al transporte.

Adentro, el 249 se convierte en una especie deantro mañanero. La música resuena en toda la es-tructura del automotor. No hay por dónde pasar nirecorrerse, debido a las mochilas, bolsos y cuantacosa voluptuosa se interponga en el estrecho pasi-llo. Hay de todo y casi nadie habla: estudiantes oje-rosos, hombres perfumados con corbata, jóvenesmadres que cargan sus bebés, enfermeras y perso-nas “ordinarias”, que sabrá Dios a dónde van a esashoras de la mañana.

Nadie se conoce, pero sí se ubican entre ellosmismos, los usuarios ya saben en qué calle baja ysube cada uno. La música sigue sonando, y a los queno les agrada la canción bandera de “La María” deJulián Álvarez (que el conductor felizmente cantapara despertarse por completo) deciden escucharotras melodías cargadas en su iPod.

El camión está lleno y las ganas de bajarse sonmuchas. No hay asiento que esté vacío y la luchapor sentarse da inicio entre las señoras que estánalerta de cualquier pasajero que decida bajar.

Esta escena se ve diariamente por las maña-nas, de lunes a viernes. En fin de semana las cosascambian un poco.

Por fin alguien se para y un bolso sale volan-do directo al espacio desocupado. Nadie sabe dedónde salió dicho objeto, pero tampoco se atre-ven a quitarlo, pues su dueña –una señora muymaquillada y encopetada– comienza decir: “conpermiso que me voy a sentar”. Las miradas inten-tan saber quién habla y “agandalló” el asientoubicado a mitad del pasillo de lado de la ventana.Los empujones aparecen otra vez y la señora alfin se sienta.

A estas alturas el 249 ya va por la calle Este-ban a la Torre y no cabe ni un alfiler más. Pero al“camionero” no le importa y sigue subiendo pasa-je. “Faltan dos boletos de pagar, pásenlos”, gritaalgo molesto y advierte: “No le voy dar si no losmandan. Yo no tengo prisa, ustedes sí, así quemándenlos”. Cerca de cuatro personas han subi-do por las puertas traseras, las delanteras van has-ta el tope. Nadie hace caso –quizá todos pagaron–y el chofer cierra las puertas sin avisar, mucho me-nos percatarse que la mochila de un joven ha que-dado por fuera, atorada.

Son las 6:45 y un “frenón” hace que las perso-nas que iban dormidas se despierten asustadas antetremenda sacudida. El chofer “pita y pita” a un carroparticular que no lo deja pasar después de cruzarBelisario Domínguez. La automovilista hace señasobscenas hacía el camión e intenta explicar que es-tá dejando a sus hijos en la escuela.

El 249 esquiva a la mujer. Quizá el chofer estámolesto y acelera el paso del camión. “Agárratebien que ya se alocó”, comenta una pareja de no-vios que entre risas hacen fuerza sobre los brazospara no soltarse del tubo y caer encima de los quevan sentados.

El Sol ya suelta sus primeros rayos y muchaspersonas bajan sobre la Calzada Independencia. Elruido del mofle hace un arranque presuroso del ca-mión, que intenta ganarle paso a otra unidad de lamisma ruta que lo ha alcanzado. “Y luego por quése tardan tanto en pasar, van juntos, jugando carre-ritas”, dice indignado un señor.

El timbre suena en repetidas ocasiones paradescargar pasaje. Pero el camionero va preocupadopor dejar atrás a su compañero de ruta. Ahora eltranspote se transforma en un mar de emocioneshasta finalizar la jornada a media noche.

Esto es sólo el comienzo de cada rutina por lamañana en el camión. La odisea de abordar al 249es amada por unos y odiada otros. La personalidadresalta con sólo ver por fuera la unidad de color vio-leta, conocer -sin hablar con ellos- a los choferes ydemás usuarios, y sobre todo la travesia por callesangostas y amplias avenidas que tiene que cruzarpor la ciudad, para trasladar a miles de usuarios delunes a domingo.

Pasaje cotidiano

La ruta 249 forma parte de la empresa Trans-porte Vanguardista de Jalisco A.C, de la cual depen-den tres rutas más: 258D, 156 y 153A. Hace dos añosy cuatro meses esta compañía se separó de la Alian-za de Camioneros de Jalisco, y empezó su andar porlas calles de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Se llegó a creer que las unidades que confor-man este grupo de transporte eran de uso exclusivopara las mujeres, pues el color que les otorgó la Se-cretaría de Vialidad y Transporte fue el violeta.

“Las rutas debían tener un color diferente al se-pararse de la Alianza de Camioneros, contar con unaidentidad propia para la nueva empresa”, explica Jo-sé Ortiz, encargado de operaciones de la empresa.

Además de la singular pintura que viste a cadacamión, estas rutas se caracterizan por la persona-lidad de sus trabajadores, los conductores, de quie-nes depende la comodidad en la que viaja el usuario.

Aunque no lo parezca, abordar cualquiera delas rutas de esta empresa es una experiencia ase-gurada, las historias se entrelazan al subir y bajarde cada persona. Hay choferes que prácticamentellegan a quejarse de todo.

“Que si les pagas con un billete grande no tie-nen cambio, que si les das transvale te lo arrebatan,que si necesitas bajar en cierto lugar se detienen endonde ellos quieren o te van gritando que te reco-rras cuando ya no hay para donde hacerse”, comen-ta Roberto Mendoza, usuario constante de la ruta.

Por otra parte, “hay conductores más aliviana-dos que saludan al subir, te dicen que pises con cui-dado o hasta te platican su vida cuando vas cercade ellos”, asegura Miguel Gutiérrez, joven de 17años que tiene pocos meses de utilizar el camión.

Si uno analiza a fondo cada detalle, se encontra-rá con sorpresas que no se tienen tan presentes, comolos choferes que manejan en calcetines para no dañarlos pedales. El peluche que adorna el retrovisor y unoque otro espejo, las calcomanías que dejan claro queson “los chiquiados de papi”. La música de banda quealgunos escuchan para amenizar los momentos deestrés o los gritos y saludos que realizan de camión acamión, cuando se topan con otro compañero.

“Hay cada usuario”

Lo cierto es que la calidad del servicio tambiéndepende de quien hace uso de éste. Los usuariosque suben modifican en cierta parte el estado deánimo de los conductores, porque hay personasempeñadas en hacer “insoportable” el traslado.

“Piden parada donde no está permitida. Ya sabendonde se van a bajar y tocan el timbre en plena cuadracuando está todo el tráfical”, comentaba un chofer.

Sin lugar a dudas, los puntos de mayor conflic-to para realizar un viaje sin contratiempos son loscruces de la Calzada Inpedendencia, el Centro His-tórico de Guadalajara, la avenida Enrique Díaz deLeón, la Glorieta Minerva y López Mateos, vías queen punto de las 15:00 horas colapsan totalmente pa-ra que el 249 llegue a su destino.

Independencia al volante

Transporte Vanguardista de Jalisco está a la es-pera de que la Secretaría de Vialidad autorice unanueva ruta, la cual partiría desde Matatlán, atrave-sando el centro de la ciudad hasta llegar a la unidadhabitacional Urbi.

“Las rutas se planean dependiendo de la nece-sidad del servicio, tenemos que diseñarla de mane-ra que no invada el piso de otras rutas para evitarconflictos”, explica José Ortiz.

Ya hace dos años que esta empresa propone unnuevo estilo de trabajo que logre recuperar la confian-za y preferencia de los usuarios. Desde las 4:30 horas,94 camiones salen de las terminales para dar servicio,en total son 54 permisionarios que manejan el controlde trabajo de cada unidad.

“Tenemos un tiempo de recorrido estimado yun grupo de vigilancia que hace inspección en cadaruta (...) estamos al pendiente de que se maneje conprecaución, dentro de los parámetros de velocidadimpuestos por la secretaría de vialidad para no te-ner problemas”.

Según José, esta empresa es de las pocas quemenos accidentes tienen registrados, “afortunada-mente ninguna persona ha fallecido, durante losdos años de trabajo en donde movemos un prome-dio de 800 personas por unidad cada 24 horas”.

RUTAS DE ORIENTE A PONIENTE � 249: parte de la colonia Bethel, sigue por elCentro Histórico, Enrique Díaz de León, La Paz,Glorieta Minerva, López Mateos, Niños Hérores,Guadalupe, Cordilleras, Moctezuma y Periféricoponiente en el Colli.

� 258D: sale de Huentitán el Alto, atraviesa elCentro, Plaza del Sol, López Mateos, GalileoGalilei, Briseño, preparatoria 9 hasta Miramar.

� 153A: sale del Rancho la Cruz, a un costado delCerro de la Reina en Tonalá, cruza por la coloniaJalisco, Oblatos, Talpita y Centro Histórico.

� 156: inicia en Santa Cecilia, entra a Talpita yllega el centro.

El viaje de cada día

¡Bajan, chofer!Cada mañana, de lunes a domingo, los usuarios del transpote

urbano añaden una nueva anécdota al abordar el camión

PARA SABER� El servicio de Transporte Vanguardistade Jalisco inicia a las 4:30 horas yculmina su última ronda hasta las23:30 horas por el Centro tapatío.

� Ante cualquier sugerencia, duda oqueja, el usuario puede reportar alteléfono 3385-3197.

• Los camiones “morados” trasladan a miles de usuarios de Oriente a Poniente en la Zona Metropolitana de Guadalajara.

EL INFO

RMADOR • M. FR

EYRÍA

Page 2: Tapatío 5 de febrero

por: David Izazaga

Tendría como 10 u 11 años cuan-do me quebré la tibia y el peroné de laforma más estúpida: andaba yo en pa-tines y mi primo en bicicleta, él se fuehasta la esquina para agarra vuelo yyo le había dicho que, cuando pasarajunto a mí, lo iba a pescar para que mejalara. Cuando puse las manos sobrela parte trasera de la bici, efectiva-mente me dio el jalón, pero al sentireso, mi primo frenó y yo, con el vueloque agarré en segundos, volé por losaires. Mi pierna fue a dar contra la re-ja de una casa, luego le cayó encimala bicicleta y encima mi primo.

Más tarde mi rodilla estaba co-mo de elefante y yo en un grito, perocomo mi familia estaba acostumbra-da a mis dramas por cualquier cosita,pues creían que todo estaba bien,que era sólo el golpe. Mi tía, en el col-mo de la buena fe, me puso fomentosde agua caliente, pero como lo quetenía era (aunque no lo sabía nadieen ese momento) la tibia y el peronéquebrado, pues la situación no cam-bió. Bueno, sí: empeoró. Segura-mente por eso me llevaron al otro díaal doctor y de ahí salí con un yesodesde la punta del pie hasta la ingle.Y no podía apoyar el pie.

Fue una etapa de sufrimiento,pues al hecho de no poder movermesúmenle que en aquellos años no ha-bía internet (me la hubiera pasado enFacebook y Twitter todo el día), ni te-levisión por cable y los canales de tvabierta comenzaban a transmitir cari-caturas hasta después de las cuatro dela tarde. Para bañarme era un show.También para subirme a la cama (dor-mía en la parte alta de una litera) y deir al baño en la noche, ni hablamos.

Total que, después de casi dosmeses, llegó el día en que me quitaronel yeso. Ese día, el doctor me lo dio,para que me lo llevara, mi madre mi-ró al doctor, como pensando para susadentros, “ah, qué doctor tan bueno,qué bonito y tierno detalle”, pero no,interpreté mal su mirada, lo que se-guramente estaba pensando en aquelmomento fue: “ni se le ocurra, doctor-cito, que voy a permitir que mi hijoguarde eso”, porque nada más sali-mos del hospital y tiró el yeso en el pri-mer bote que se encontró.

Yo pensaba que me iban a quitarel yeso y ya, a salir corriendo, como sinada. Pero ándale que mi piernita (di-go piernita, porque, en efecto: el yesoadelgaza y la enyesada se veía másflaca que la sana) me temblaba a cadapaso y muy frecuentemente se me do-blaba sin yo tener control y ¡bájale! alsuelo. Como esto comenzó a ser muyfrecuente, a mi papá le recomenda-ron que me llevara a hacer ejerciciosde rehabilitación a lugares donde hu-biera aguas termales y mi padre sepuso a buscar los balnearios más lú-gubres, sórdidos y olorosos que hu-biera en México.

Bueno, es justo decir que el olorse debía no a que los lugares fueransucios, sino a que cualquier agua ter-mal huele a azufre, en el mejor de loscasos, y a huevo podrido, en el peor.Fue éste otro periodo de sufrimiento:entraba yo a fosas en las que pisabatierra, veía a mi alrededor a puros vie-jitos reumáticos encantados con elagua hirviendo y mi papá, desde afue-ra, me decía que caminara y flexiona-ra la rodilla. Esos eran mis ejerciciosde rehabilitación.

Encima, recibía yo muchos áni-mos. Recuerdo que uno de esos díasque acompañé a mi papá a su trabajo,uno de sus jefes, que eran judíos (te-nía dos: Jacobo y Moisés –juro queasí se llamaban–) me tomó del hom-bro y como quien va a dar el mejorconsejo de su vida, entornó sus cejasy me dijo: “mira, hijo, debes entenderque las cosas ya no son como antes,es como una pared cuando le hacesun hoyo, aunque la rellenes y apa-rentemente quede bien, ya no queda-rá igual que antes”.

Pero lo peor fue cuando algunade mis tías se percató de que, luego de

que me quitaran el yeso, caminabacon el pie izquierdo ligeramente ha-cia adentro. Eso les pareció gravísi-mo. Conjeturaron que seguramente ala hora de ponerme el yeso, el “pone-yesos” no se había dado cuenta deque mi pie izquierdo se encontrabaligeramente torcido hacia adentro yque así me había “soldado” el hueso.Y como en mi familia lo torcido hayque enderezarlo, me llevaron con unespecialista que era el vivo retrato deJaime Almeida. Lo único que recuer-do es que, después de escuchar todala historia, dijo: “le vamos a poneruna férula de Denis Browne”. Nuncame imaginé entonces que la férulade Denis Browne era un aparato detortura medieval. El principio essimple: una barra de metal a la quese le pegan los zapatos al extremo ycon unos tornillos se ajusta el gradode separación que se desee, de ma-nera que tenía que dormir con esopuesto y boca arriba, toda la noche.Cuando unos primos fueron de va-caciones, me miraban dormir coneso, como si observaran en el circoal niño de los 17 pies. Yo me lo poníay cuando todos estaban dormidos,me lo quitaba, de manera que o nohe de haber estado tan grave o la fé-

rula sirvió para maldita la cosa.Estoy seguro que de haber exis-

tido internet en aquella época, hu-biera encontrado argumentos nota-bles contra la férula o las aguas

azufrosas. O de plano, hubiera esta-do chateando y no hubiera tenidonecesidad de ponerme patines, in-tentar agarrar una bicicleta y que-brarme la pierna.

Sábado 5 de febrero de 2011 PÁGINA 9-BEL INFORMADOR

TAPATÍODiario de un

ESPECTADORpor: Juan Palomar

La sombra de un avión, pesada, instantánea,cruza sobre la terraza y por la fracción de un se-gundo cambia el talante de la mañana. El pájaroamarillo, más sabio, aguarda un rato y luego em-prende un vuelo calculado y liviano. En los bordesde la ciudad el campo espera y los amarillos de laestación maduran rumbo a los días más largos.De las rayas de grafito comienza a subir un rumorde relaciones y alturas, huellas quizá de un lugarque compone su sentido.

**El turista es una película que ha recibido de-

moledoras críticas por parte de los medios espe-cializados. Cero estrellas, dice Rolling Stone.Apenas seis sobre 10, según el registro del Inter-national Movie Database. Fallida, vacua, acarto-nada, son algunos de los términos al uso para re-ferirse al filme dirigido por Florian Henckel vonDonnersmarck (quien hiciera la notable Las vi-das de los otros). Este espectador piensa que qui-zás el registro dentro del que está concebida lapelícula escapó, irritó o desconcertó, a más de al-gún crítico. Porque El turista es, sobre todas lascosas, un ejercicio de estilo. Un ejercicio en elque Angelina Jolie pasea su extraña belleza porlas calles de París, primero, y luego, largamente,por Venecia la serenísima. Johnny Depp inter-preta al turista, al que ha dejado atrás a quien fuey recorre como un sonámbulo el hilo de un des-tino que no se sabe si le es propio. La sombra deHitchcock, ampliamente homenajeado, aparececon nitidez en las persecuciones sobre los teja-dos venecianos, en los diálogos medidos, en laelegancia con que las escenas son resueltas. Alfinal, se agradece el paseo.

**El misterio esencial que, irrevocable, se im-

prime en el alma a través de la continuada ense-ñanza que toda ciudad transmite por incontables,inasibles vías. El aprendizaje del mundo y susenigmas traducido en ciertas disposiciones coti-dianas, en determinados gestos que, todos jun-tos, forman la fábrica de la ciudad. La infanciaque transcurre como un campo originario en elque van tomando forma los perdurables paisajesdel alma. Sándor Márai, en su novela Rebeldes:“La propia ciudad es no solamente la torre de laiglesia o la plaza con una fuente, es el florecientecomercio y la industria, es el umbral en donde al-gún pensamiento cruzó por primera vez tu men-te, una banca en la que acostumbrabas sentartea considerar algo incomprensible, un momentoen la regadera donde parecías vagamente recor-dar fragmentos de una anterior existencia, unapiedra pulida nítidamente y encontrada en unviejo cajón y que no puedes ya pensar por qué laguardaste ahí, el sombrero del maestro de las es-crituras, café y con una desfavorecedora man-cha, el sudor frío antes de una lección de historia,juegos extraños cuyas reglas nadie entendía yque tú te sentías demasiado apenado para expli-car, una mentira cuyas consecuencias te dieronpesadillas por el resto de tu vida, un objeto en lamano de alguien, una voz que oyes en la noche através de una ventana abierta y no puedes olvidar,la manera como un cuarto se ilumina, dos borlasal pie de un par de cortinas”.

**Dice Simone Weil: “La verdadera manera de

escribir es escribir como se traduce. Cuando seha traducido un texto escrito en lengua extranje-ra no se busca agregarle algo; se emplea, por elcontrario, un escrúpulo religioso en no agregarnada. Es así que se debería ensayar de traducirun texto no escrito.”

**Considerando las doradas laderas del fe-

brero tapatío, los restos del paisaje primigenioque va devorando la insensatez urbana, los des-trozos de esta ciudad que no sabe hermanarsecon su territorio. Que alguna vez lo supo; quetendrá que volver a aprenderlo. Viene al caso es-ta cita de Ortega y Gasset:

“Un paisaje sin historia apenas es un paisa-je. Para que lo sea plenamente es necesario quesobre el paisaje natural haya tendido su abono lahistoria y sobre esta capa que humaniza el pai-saje hayan caído como un cultivo nuestras medi-taciones. Hay que moralizar el paisaje entrete-jiendo en su urdimbre nuestras almas. Lasmeditaciones son como las raíces que va ten-diendo nuestra alma sobre un paisaje. ¿Cómoelevar un árbol sobre una tierra sin raíces? Todopaís, además de los puntos cardinales, necesitauna orientación moral. Y esas largas miradas deorientación son las meditaciones”.

**La guitarra sobre la mesa, pequeña y tosca,

tiene el poder de convocar, en el cuarto en silen-cio, a toda la música. Comprada para un niño enuna tienda de una ciudad del Bajío, forma ya partedel equipaje que acompaña a la infancia indele-ble. Su construcción es elemental, y sin embargoel artefacto contiene la esencia de todo lo que suscuerdas pudieran decir en el aire quieto. Braquehubiera quizá dispuesto así su composición.

**Al azar de los vericuetos de la red, aparece un

fragmento de apenas unos segundos en los que elolvidado Michel Polnareff canta con voz certera elpoema de Carlos de Orleans (1394-1465):

El tiempo ha dejado su mantoDe viento de frío y de lluvia,Y se ha vestido de bordados,De sol reluciente, claro y bello. No hay bestia ni pájaroQue en su lengua no cante o grite:“El tiempo ha dejado su mantoDe viento de frío y de lluvia.”Río, fuente y arroyoPortan como bonita libreaGotas de plata, de orfebrería;Cada uno se viste de nuevo.El tiempo ha dejado su mantoDe viento, de frío y del lluvia,Y se ha vestido de bordados,De sol reluciente, claro y bello.

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Fatiga crónica

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Días de tortura( o ¿ d ó n d e e s t a b a s , i n t e r n e t i n g r a t o ? )