tapatío 1 de abril

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SECCIÓN B AÑO XCV TOMO CCCLXVI NÚMERO 33996 Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G. GUADALAJARA, JALISCO, DOMINGO 1 DE ABRIL DE 2012 Supervisor: Eduardo Castañeda H. [email protected] / Ana López [email protected] Opinan FERNANDO SAVATER ROSA MONTERO Jorge Zepeda Patterson ANTONIO ORTUÑO perfil de genaro garcía luna, el amo de los bajos fondos del sistema Página cinco l fallecimiento de un amigo querido es algo muy personal, un motivo de luto y aflicción íntima, nada que enviar a los periódicos, por eso mi primera reacción al recibir la invita- ción para escribir en El Informador algo sobre la muerte de Tabucchi fue un rotundo “no”. ¿Por qué?, ¿para qué?, me di- je. En mi respuesta mencioné que hasta se me hacía raro lla- marlo “Tabucchi”. En el momento de escribir eso Antonio me sonrió en la cabeza, con esa sonrisa suya tan llena de so- breentendidos, y entonces pensé que le haría gracia que yo contara algo de él en esa ciudad que, cuando su padecimien- to era apenas una ligera nube a la que no se le veían trazas de oscurecer el horizonte, habíamos designado como pun- to de partida para un posible recorrido por México. Com- prendo bien que esa manera absurda y vicaria de llegar allá juntos después de su muerte es imbécil, fantasiosa e inútil, pero es una manera al fin con esa pizca de surrealismo y ter- nura que a él le era tan propia. Todavía con la sonrisa de An- tonio ondeando en el recuerdo me decido a teclear cualquier cosa en la Mac. Voy a echar cosas ahí dentro, sin reflexio- narlas demasiado, a ver qué aparece después. Tal vez con ello el dolor mengüe un poco y de esta maraña de sentimien- tos encontrados resulte una cosa más o menos coherente y medianamente legible. No será este un panegírico sobre su persona, ni una crítica enterada y sesuda sobre su trabajo literario. Para eso están sus propios libros: lean Sostiene Pereira, Ré- quiem, Dama de Porto Pim, Nocturno hindú, conozcan la obra de quien hasta hace pocos días era uno de los mayo- res escritores vivos. Yo no voy a hablar de ella, ni de su na- cimiento en Pisa durante la guerra, ni de su amor por la lengua portuguesa, ni de su conocimiento erudito y apa- sionado de la poesía de Fernando Pessoa, motores ambos de su primer viaje a Lisboa, allá por los años sesenta, ni de su encuentro entonces y ahí con María José, su esposa, a quien llamamos Zé los amigos y a quien Antonio nombra- ba Zezinha cuando quería mostrarse afectuoso. Tampoco hablaré de sus apasionados alegatos en defensa de los me- nos favorecidos en esta sociedad europea cada vez más xenófoba, ni de su absoluto desprecio por Silvio Berlusco- ni. Esa tarea se la dejo a sus críticos y a sus biógrafos. Yo quisiera hablar aquí de otra cosa que no alcanzo todavía a definir. Me ciega la rabia impotente ante su muerte, la frustración ante una ausencia que ya nada puede compen- sar, la tristeza de las cosas que quedaron pendientes en nuestra reciente y a la vez tan antigua amistad. Nos conocimos a principios de marzo del año pasado, en una cena organizada por una querida pareja de amigos colegas, Karla Suárez y José Manuel Fajardo. Entre un pu- ñado de afinidades estéticas, filosóficas y literarias descu- brimos con placer que, además, éramos vecinos. Nuestras casas, enclavadas en el corazón del centro histórico de Lis- boa, están apenas a pocos minutos a pie una de otra. A él le comenzaban unos dolores recurrentes en la pierna de- recha y los achacaba a la falta de ejercicio físico por lo que nos pusimos de acuerdo para salir a caminar juntos por las pintorescas callejuelas y plazas de nuestro vecindario, Príncipe Real, Bairro Alto y Chiado, con café y sabrosa plá- tica incluida. No pasamos de hacerlo un par de veces. A él la pierna le impedía extender los paseos y no tardamos en circunscribirlos a tazas de café en los lugares más próxi- mos y a una que otra ida al cine antes de que se fuera a pa- sar el fin del verano a Italia. Yo estaba invitado esos días a Tabucchi inició su carrera como escritor en 1975 con la novela Piazza Ita- lia, a la que siguieron va- rias antologías de cuen- tos, pero se consagró definitivamente gracias a las novelas Réquiem. Una alucinación (1992) y sobre todo, Sostiene Pereira (1994), ambien- tada en la dictadura de Salazar en Portugal y que fue llevada al cine por Roberto Faenza en 1996, con Marcello Mastroianni como protagonista. Un año Literatura UN REFERENTE EN EUROPA Amante de Lisboa. Antonio Tabucchi, que desde 2004 tenía la nacionalidad portuguesa, nació en Pisa, Italia. unas charlas en la universidad de Milán. Él me sugirió al- canzarlo después en su casa de toda la vida, cerca de Pisa, y yo preferí pasar unos días en Venecia con Lauren, mi mu- jer, pensando que ya habría tiempo para vernos con él en alguna mejor ocasión. Al volver nos llamamos de nuevo. Nos invitó, a Lauren y a mí, junto con Karla y José Manuel en cuya cena nos ha- bíamos conocido, a almorzar en su casa a orillas del mar. Los seis coincidimos entonces y después en calificar aquel día como “perfecto”. Antonio arrastraba cada vez más su pierna pero la comida, el humor y la conversación fueron insuperables. Antes de despedirnos fuimos a ver la puesta del sol a una playa cercana y ahí Antonio insistió aún en que compráramos un pollo asado para la cena en un sitio cual- quiera y volviéramos a su casa a continuar con la fiesta. Yo, muy a mi pesar, me negué. Era el 15 de septiembre y quería apresurar mi regreso a Lisboa para asistir al Grito en la embajada de México. Ya vol- veríamos en otra ocasión, le repetí agrade- cido, sin darme cuenta que reincidía en lo de Italia y que la vida, o más bien la muer- te, nos negaría otra oportunidad. Por cierto que entre nosotros el trata- miento de “tocayo” nunca se dio. Él me lla- maba Antonio y yo a él igual. La confusión era para Zé y para Lauren quienes no ha- llaban qué hacer para dirigirse a cualquie- ra de los dos sin que ambos volteáramos al mismo tiempo al escuchar nuestro nom- bre. Cuando Lauren le respondía el teléfono se identificaba a sí mismo, como si su ronca voz de fumador empedernido y el retintín italiano en su español no fueran suficientes pa- ra reconocerlo, como “el viejo Antonio” aunque era apenas unos meses mayor que yo. Como la pierna no mejoraba, cuando volvió de su ca- sa en la playa me pidió que lo llevara a hacerse unos aná- lisis al hospital. Zé, que no quería causarme molestias, lo regañó por insistir en buscarme para esos menesteres, pe- ro la verdad es que a mí no me incomodaba. Antonio me había dicho ya, y se lo repitió entonces a Zé delante de mí, que tenía la impresión de que él y yo éramos amigos de to- da la vida. Ya sea solo o con ella debo haberlo llevado al médico una buena docena de veces y entre radiografías, exámenes y visitas a uno u otro especialista llegamos a ve- ces a permanecer el día entero en el hospital. Cuando sa- líamos temprano me quedaba en su casa un rato más, a continuar con la charla y bebernos un whiskey. Si salía- mos tarde llamábamos por teléfono a Lauren y a Zé para ir a cenar todos juntos. A pesar de sus padecimientos Antonio mantenía el buen ánimo. Miraba las cosas a su alrededor con una permanente curiosidad y ese humor un tanto surrealista que se transpa- renta en sus obras. Un día vino a cenar a la casa y me trajo, envuelto cuidadosamente en papel de aluminio, como una pe- queña joya, el primer brote de una mata de chiles que tenía plantada en su jardín pensando que yo, como mexicano, la apreciaría más que ningún otro. Esa noche escuchamos can- ciones rancheras y me pidió que le enviara por correo elec- trónico las letras de algunas que le maravillaron. Todavía es- cucho su risa al oír las primeras estrofas de El Abandonado: Me abandonaste, mujer, porque soy muy pobre / Y por tener la desgracia de ser casado… Recordaba con afecto y devoción a sus amigos y ha- blaba a menudo de ellos y de sus trabajos. Organizó una cena para que conociéramos algunos de los que viven en Lisboa y me prestó El té de Proust, los cuentos reunidos del rumano Norman Manea a quien quería y admiraba de una forma especial. Se sentía extremadamente orgulloso de un homenaje que le habían hecho los gitanos por aban- derar sus derechos y de la vara de juez que le confirieron durante la ceremonia. Cuando cayó Berlusconi en Italia nos llamó para festejarlo con una improvisada cena en su casa en la que brindamos abundantemente a la salud de su país natal. Le divertía el iPad que yo llevaba a la clínica para le- er y distraerme mientras él entraba con el médico. Se lo mostró a Zé, como un niño un juguete, y le pidió uno igual como regalo de cumpleaños. Los exámenes se sucedían y, de pronto, la pierna era el menor de sus males. Le empezó a resultar imposible ba- jar por su propio pie la escalera de su casa y ya no pude acompañarlo yo al médico como acos- tumbrábamos. Un servicio del hospital se encargaba de llevarlo y traerlo a los tratamientos. Dejamos de vernos con la frecuencia que solíamos. Aún así, man- tuvimos el contacto por teléfono y pude verlo en su cuarto del hospital una vez an- tes de su operación. Todavía las cosas no parecían tan graves. Luego, unas sema- nas después, recibí un mensaje en mi te- léfono móvil. Me pedía que pasara a visi- tarlo a su casa a las cinco y media de la tarde. Yo no leí su mensaje sino hasta las ocho de la noche. Le respondí a esa hora pidiéndole mil disculpas y me dio una nueva cita para el día siguiente a las seis. Me dolió verlo tan delgado y disminuido en una silla de ruedas. Conversamos poco más de media hora. Cuan- do me di cuenta de que comenzaba a cansarse le dejé unas películas que le había llevado para que se distrajera y me incliné sobre la silla para darle un abrazo. Esa fue la últi- ma vez que lo vi. El día del entierro me sentí raro, hasta un poco intruso, caminando en medio del cortejo fúnebre de sus antiguos ami- gos que vinieron a rendirle un postrer homenaje desde diver- sas partes del mundo. El toque surrealista, que Antonio no po- día dejar de ofrecernos incluso en su muerte, lo da el nombre del cementerio, Los Placeres, y el que él lo hubiera hecho tea- tro de un episodio de su libro Réquiem. Lo que hablamos, discurrimos, reímos y fantaseamos durante tantas caminatas, cafés, whiskies, salas de espe- ra en el hospital, cenas, recorridos en auto y demás es al- go que a ningún otro interesa y que conservaré conmigo hasta el fin. A mí, le dije una vez, el oficio de escritor esta- ba terminando por hartarme. Él me confesó haber vivido lo mismo y me dio buenas razones para continuar. Lo hi- ce. Hace muy poco terminé una novela que tenía abando- nada y le escribí un mensaje telefónico a Zé para que se lo contara a Antonio avisándole también que era una espe- cie de secuela de otra novela mía que él conocía y gustaba y que se la quería dedicar. Ella se lo susurró al oído y me dice que tal vez hasta le haya visto sonreír pero que a esas alturas ya no podía estar segura de nada. Esto es lo que yo siento ahora: el año pasado cono- cí a un hombre honesto, generoso, valiente, sensible, do- tado de un fino sentido de humor, con quien era un pla- cer conversar durante horas enteras y que además era un escritor formidable. Apenas unos meses después, la muerte me ha arrebatado a un amigo de toda la vida. El día del entierro me sentí raro, hasta un poco intruso, caminando en medio del cortejo fúnebre de sus antiguos amigos GALLIMARD Hay amigos para siempre, aunque la muerte se interponga. El autor italiano Antonio Tabucchi es recordado por el escritor Antonio Sarabia el escritor Rodrigo rey rosa, autor de Severina, en entrevista E Por Antonio Sarabia para toda la vida Página tres

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Tapatío 1 de abril

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Page 1: Tapatío 1 de abril

SECCIÓN

BAÑO XCV

TOMO CCCLXVINÚMERO 33996 Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G.

GUADALAJARA,JALISCO,

DOMINGO1 DE ABRIL DE 2012

Supervisor: Eduardo Castañeda H. [email protected] / Ana López [email protected]

Opinan FERNANDO SAVATERROSA MONTEROJorge Zepeda PattersonANTONIO ORTUÑO

perfil de genaro garcíaluna, el amo de losbajos fondos delsistema Página cinco

l fallecimiento de un amigo querido es algo muy personal,un motivo de luto y aflicción íntima, nada que enviar a losperiódicos, por eso mi primera reacción al recibir la invita-ción para escribir en El Informador algo sobre la muerte deTabucchi fue un rotundo “no”. ¿Por qué?, ¿para qué?, me di-je.Enmirespuestamencionéquehastasemehacíararo lla-marlo “Tabucchi”. En el momento de escribir eso Antoniome sonrió en la cabeza, con esa sonrisa suya tan llena de so-breentendidos, y entonces pensé que le haría gracia que yocontaraalgodeélenesaciudadque,cuandosupadecimien-to era apenas una ligera nube a la que no se le veían trazasde oscurecer el horizonte, habíamos designado como pun-to de partida para un posible recorrido por México. Com-prendo bien que esa manera absurda y vicaria de llegar allájuntos después de su muerte es imbécil, fantasiosa e inútil,peroesunamaneraal finconesapizcadesurrealismoyter-nura que a él le era tan propia. Todavía con la sonrisa de An-tonioondeandoenelrecuerdomedecidoateclearcualquiercosa en la Mac. Voy a echar cosas ahí dentro, sin reflexio-narlas demasiado, a ver qué aparece después. Tal vez conelloeldolormengüeunpocoydeestamarañadesentimien-tos encontrados resulte una cosa más o menos coherente ymedianamente legible.

No será este un panegírico sobre su persona, ni unacrítica enterada y sesuda sobre su trabajo literario. Paraeso están sus propios libros: lean Sostiene Pereira, Ré-quiem, Dama de Porto Pim, Nocturno hindú, conozcan laobra de quien hasta hace pocos días era uno de los mayo-res escritores vivos. Yo no voy a hablar de ella, ni de su na-cimiento en Pisa durante la guerra, ni de su amor por lalengua portuguesa, ni de su conocimiento erudito y apa-sionado de la poesía de Fernando Pessoa, motores ambosde su primer viaje a Lisboa, allá por los años sesenta, ni desu encuentro entonces y ahí con María José, su esposa, aquien llamamos Zé los amigos y a quien Antonio nombra-ba Zezinha cuando quería mostrarse afectuoso. Tampocohablaré de sus apasionados alegatos en defensa de los me-nos favorecidos en esta sociedad europea cada vez másxenófoba, ni de su absoluto desprecio por Silvio Berlusco-ni. Esa tarea se la dejo a sus críticos y a sus biógrafos. Yoquisiera hablar aquí de otra cosa que no alcanzo todavíaa definir. Me ciega la rabia impotente ante su muerte, lafrustración ante una ausencia que ya nada puede compen-sar, la tristeza de las cosas que quedaron pendientes ennuestra reciente y a la vez tan antigua amistad.

Nos conocimos a principios de marzo del año pasado,en una cena organizada por una querida pareja de amigoscolegas, Karla Suárez y José Manuel Fajardo. Entre un pu-ñado de afinidades estéticas, filosóficas y literarias descu-brimos con placer que, además, éramos vecinos. Nuestrascasas,enclavadasenelcorazóndelcentrohistóricodeLis-boa, están apenas a pocos minutos a pie una de otra. A élle comenzaban unos dolores recurrentes en la pierna de-recha y los achacaba a la falta de ejercicio físico por lo quenos pusimos de acuerdo para salir a caminar juntos porlas pintorescas callejuelas y plazas de nuestro vecindario,PríncipeReal,BairroAltoyChiado,concaféysabrosaplá-tica incluida. No pasamos de hacerlo un par de veces. A élla pierna le impedía extender los paseos y no tardamos encircunscribirlos a tazas de café en los lugares más próxi-mos y a una que otra ida al cine antes de que se fuera a pa-sar el fin del verano a Italia. Yo estaba invitado esos días a

Tabucchi inició su carreracomo escritor en 1975con la novela Piazza Ita-lia, a la que siguieron va-rias antologías de cuen-tos, pero se consagródefinitivamente gracias alas novelas Réquiem.Una alucinación (1992)y sobre todo, SostienePereira (1994), ambien-tada en la dictadura deSalazar en Portugal y quefue llevada al cine porRoberto Faenza en 1996,con Marcello Mastroiannicomo protagonista.

Un año

Literatura

UN REFERENTEEN EUROPA

Amante de Lisboa. Antonio Tabucchi, que desde 2004tenía la nacionalidad portuguesa, nació en Pisa, Italia.

unas charlas en la universidad de Milán. Él me sugirió al-canzarlo después en su casa de toda la vida, cerca de Pisa,yyopreferípasarunosdíasenVeneciaconLauren,mimu-jer, pensando que ya habría tiempo para vernos con él enalguna mejor ocasión.

Al volver nos llamamos de nuevo. Nos invitó, a Laureny a mí, junto con Karla y José Manuel en cuya cena nos ha-bíamos conocido, a almorzar en su casa a orillas del mar.Los seis coincidimos entonces y después en calificar aqueldía como “perfecto”. Antonio arrastraba cada vez más supierna pero la comida, el humor y la conversación fueroninsuperables. Antes de despedirnos fuimos a ver la puestadelsolaunaplayacercanayahíAntonio insistióaúnenquecompráramos un pollo asado para la cena en un sitio cual-quiera y volviéramos a su casa a continuar con la fiesta. Yo,muy a mi pesar, me negué. Era el 15 de septiembre y queríaapresurar mi regreso a Lisboa para asistiral Grito en la embajada de México. Ya vol-veríamosenotraocasión, lerepetíagrade-cido, sin darme cuenta que reincidía en lode Italia y que la vida, o más bien la muer-te, nos negaría otra oportunidad.

Por cierto que entre nosotros el trata-miento de “tocayo” nunca se dio. Él me lla-maba Antonio y yo a él igual. La confusiónera para Zé y para Lauren quienes no ha-llaban qué hacer para dirigirse a cualquie-ra de los dos sin que ambos volteáramos almismo tiempo al escuchar nuestro nom-bre. Cuando Lauren le respondía el teléfono se identificabaa sí mismo, como si su ronca voz de fumador empedernidoy el retintín italiano en su español no fueran suficientes pa-ra reconocerlo, como “el viejo Antonio” aunque era apenasunos meses mayor que yo.

Como la pierna no mejoraba, cuando volvió de su ca-sa en la playa me pidió que lo llevara a hacerse unos aná-lisis al hospital. Zé, que no quería causarme molestias, loregañó por insistir en buscarme para esos menesteres, pe-ro la verdad es que a mí no me incomodaba. Antonio mehabía dicho ya, y se lo repitió entonces a Zé delante de mí,que tenía la impresión de que él y yo éramos amigos de to-da la vida. Ya sea solo o con ella debo haberlo llevado almédico una buena docena de veces y entre radiografías,exámenes y visitas a uno u otro especialista llegamos a ve-ces a permanecer el día entero en el hospital. Cuando sa-líamos temprano me quedaba en su casa un rato más, acontinuar con la charla y bebernos un whiskey. Si salía-mos tarde llamábamos por teléfono a Lauren y a Zé parair a cenar todos juntos.

ApesardesuspadecimientosAntoniomanteníaelbuenánimo. Miraba las cosas a su alrededor con una permanentecuriosidad y ese humor un tanto surrealista que se transpa-renta en sus obras. Un día vino a cenar a la casa y me trajo,envueltocuidadosamenteenpapeldealuminio,comounape-queña joya, el primer brote de una mata de chiles que teníaplantada en su jardín pensando que yo, como mexicano, laapreciaría más que ningún otro. Esa noche escuchamos can-ciones rancheras y me pidió que le enviara por correo elec-trónico las letras de algunas que le maravillaron. Todavía es-cucho su risa al oír las primeras estrofas de El Abandonado:

Me abandonaste, mujer, porque soy muy pobre / Y portener la desgracia de ser casado…

Recordaba con afecto y devoción a sus amigos y ha-blaba a menudo de ellos y de sus trabajos. Organizó unacena para que conociéramos algunos de los que viven en

Lisboa y me prestó El té de Proust, los cuentos reunidosdel rumano Norman Manea a quien quería y admiraba deuna forma especial. Se sentía extremadamente orgullosode un homenaje que le habían hecho los gitanos por aban-derar sus derechos y de la vara de juez que le confirierondurante la ceremonia. Cuando cayó Berlusconi en Italianos llamó para festejarlo con una improvisada cena en sucasa en la que brindamos abundantemente a la salud desu país natal.

Le divertía el iPad que yo llevaba a la clínica para le-er y distraerme mientras él entraba con el médico. Se lomostró a Zé, como un niño un juguete, y le pidió uno igualcomo regalo de cumpleaños.

Los exámenes se sucedían y, de pronto, la pierna erael menor de sus males. Le empezó a resultar imposible ba-jar por su propio pie la escalera de su casa y ya no pude

acompañarlo yo al médico como acos-tumbrábamos. Un servicio del hospitalse encargaba de llevarlo y traerlo a lostratamientos. Dejamos de vernos con lafrecuencia que solíamos. Aún así, man-tuvimos el contacto por teléfono y pudeverloensucuartodelhospitalunavezan-tes de su operación. Todavía las cosas noparecían tan graves. Luego, unas sema-nas después, recibí un mensaje en mi te-léfono móvil. Me pedía que pasara a visi-tarlo a su casa a las cinco y media de latarde. Yo no leí su mensaje sino hasta las

ocho de la noche. Le respondí a esa hora pidiéndole mildisculpas y me dio una nueva cita para el día siguiente alas seis.

Me dolió verlo tan delgado y disminuido en una sillade ruedas. Conversamos poco más de media hora. Cuan-do me di cuenta de que comenzaba a cansarse le dejé unaspelículas que le había llevado para que se distrajera y meincliné sobre la silla para darle un abrazo. Esa fue la últi-ma vez que lo vi.

El día del entierro me sentí raro, hasta un poco intruso,caminandoenmediodelcortejofúnebredesusantiguosami-gosquevinieronarendirleunpostrerhomenajedesdediver-saspartesdelmundo.Eltoquesurrealista,queAntonionopo-día dejar deofrecernos incluso en su muerte, lo da el nombredelcementerio,LosPlaceres,yelqueél lohubierahechotea-tro de un episodio de su libro Réquiem.

Lo que hablamos, discurrimos, reímos y fantaseamosdurante tantas caminatas, cafés, whiskies, salas de espe-ra en el hospital, cenas, recorridos en auto y demás es al-go que a ningún otro interesa y que conservaré conmigohasta el fin. A mí, le dije una vez, el oficio de escritor esta-ba terminando por hartarme. Él me confesó haber vividolo mismo y me dio buenas razones para continuar. Lo hi-ce. Hace muy poco terminé una novela que tenía abando-nada y le escribí un mensaje telefónico a Zé para que se locontara a Antonio avisándole también que era una espe-cie de secuela de otra novela mía que él conocía y gustabay que se la quería dedicar. Ella se lo susurró al oído y medice que tal vez hasta le haya visto sonreír pero que a esasalturas ya no podía estar segura de nada.

Esto es lo que yo siento ahora: el año pasado cono-cí a un hombre honesto, generoso, valiente, sensible, do-tado de un fino sentido de humor, con quien era un pla-cer conversar durante horas enteras y que además eraun escritor formidable. Apenas unos meses después, lamuerte me ha arrebatado a un amigo de toda la vida.

El día del entierro me sentí

raro, hasta un poco intruso,

caminando en medio del

cortejo fúnebre de sus

antiguos amigos

GALL

IMAR

D

Hay amigos para siempre, aunque la muerte

se interponga. El autor italiano

Antonio Tabucchi es recordado por

el escritor Antonio Sarabia

el escritor Rodrigorey rosa, autor deSeverina,en entrevista

EPor Antonio Sarabia

para todala vida

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Page 2: Tapatío 1 de abril

PÁGINA 2-B Domingo 1 de abril de 2012EL INFORMADOR

¿Y tu por quién vas a votar? Pregunta una mujer a otra. “Puespor Peña Nieto, está reguapo”, contesta la interrogada. “Im-bécil”, le responde su amiga, “te va a gobernar no te va a ha-cer el amor”. El chiste no es nuevo y tampoco es particular-mente ingenioso,peroesmásquerevelador.Sobretodoayudaa responder una de las grandes dudas que cruzan el procesoelectoral que vivimos: ¿Por cuál de los candidatos se va a in-clinar el voto femenino?

El temaesrelevanteporqueporvezprimera tenemosunamujerenlaboletaelectoralqueconstituyeunaverdaderacon-tendiente. Ya habíamos tenido candidatas presidenciales co-mo Patricia Mercado o Rosario Ibarra, pero en ambos casosse trataba de participaciones más honoríficas que viables. Jo-sefina Vázquez Mota pondrá a prueba, por vez primera, la va-riable “de género” entre los factores que podrían explicar lasinclinaciones de los votantes.

Hasta ahora las encuestas son poco concluyentes. TantoJosefina como Peña Nieto concentran mayor intención de vo-toentre lasmujeresqueentre loshombres,peroporpocomar-gen. Todavía no es un factor en la definición del voto. Pero enlos equipos de campaña del PRI y del PAN consideran que es-to podría cambiar. Y en el caso de una votación reñida, podríaser uno de los factores que incida en el resultado final.

¿Por qué? Básicamente porque todavía hay un 30 porciento de ciudadanos que no han decidido su voto, según en-cuestas. Y más aun, entre los que han decidido más de un 15%afirma que todavía podría cambiar su decisión.

Por desgracia una parte importante de la población nocruza la boleta electoral en función de los programas de go-bierno de los candidatos, la inclinación ideológica de los par-tidos o las propuestas concretas de sus abanderados. Esto esasí por dos razones. Primero, porque la mayoría de las perso-nas no están politizadas; ejercen su derecho al voto como par-te de un deber cívico, por una vaga sensación de “empodera-miento por un día” y en el caso de los primerizos, porcuriosidad. Segundo, porque en muchas ocasiones los pro-pios programas de gobierno y las promesas de los candidatosson tan vagas y desdibujadas que no resulta fácil identificar-se con un ideario programático.

No es fácil envolverse en banderas tan desteñidas e in-molarse en ellas. Revisemos, por ejemplo, las estrategias so-bre Seguridad Pública que ofrecen Peña Nieto, Vázquez Mo-ta y López Obrador y encontraremos vaguedades eindefiniciones prácticamente intercambiables. Y eso que setrata del tema que más preocupa a los mexicanos, por enci-ma del desempleo o la economía.

Siendoasí,muchosmexicanosvotaránporrazonesquees-tán más asociadas con la psicología del consumidor que con laracionalidad política. La propaganda electoral convertirá a loscandidatosenproductosdeconsumomasivo.Ycomocualquierestrategia de marketing los expertos buscan los atributos quehagan “vendible” su producto a los distintos nichos del univer-so de votantes. Las mujeres poco politizadas constituyen unode esos nichos. Y ciertamente no es un nicho menor.

López Obrador intentará hacer de su República del amory su convocatoria a la unidad un guiño a las madres de fami-lia. La verdad no suena muy prometedor. Mayor posibilidadde éxito tendrán Peña Nieto y Vázquez Mota.

La panista apelará a su sexo. “Una de nosotras puede lle-gar a la presidencia, consigámoslo”. Ese será el subtexto im-plícito en su propaganda. Una especie de voto solidario de gé-nero. El problema, quizá, es que no siempre las mujeres songenerosas con otras mujeres. Depende del argumento y la si-tuación. Mal manejado puede ser contraproducente.

Pero igualmente poderoso o dañino podrá ser el argu-mento de Peña Nieto. El atractivo físico es un factor de éxitoprofesional e incluso salarial. Estudios de psicología laboraldemuestran que a capacidades similares las personas atrac-tivas ganan más que sus colegas y ascienden mas rápido. Laelección de productos en un supermercado tiene que ver máscon el empaque que con el contenido. Y el marketing electo-ral no es muy distinto que la propaganda comercial. Peña Nie-to tratara de posicionar la noción de la pareja de ensueño quecoronaría un final feliz con La Gaviota instalándose en Los Pi-nos. Una imagen más que “vendible” a un público femeninono politizado. A menos que el empalago o la generación de en-vidias provoque lo contrario.

La lucha por el voto femenino será uno de los terrenosclaves en las campañas que inician. Será interesante ver lasestrategias desplegadas y el balance final. ¿Quién terminarásiendo president@ de las mujeres?

www.jorgezepeda.net@jorgezepedap

El guapo y la morena:voto femenino

Todo empezó hará unos 15 años. María Luisa María Hernández, de-sesperada al ver el sufrimiento de tantos perros maltratados, ahor-cados o abandonados, decidió complicarse la vida y montar un al-bergue para canes sin tener ni dinero ni tiempo para hacerlo. Hastaaquí, la historia es semejante a la de muchos otros individuos gene-rosos que lo entregan todo para proteger a los animales. Ahora bien,lo peculiar y maravilloso de este caso, lo original y casi único en elmundo, es el hecho de que en el albergue que ha montado Maria Lui-sa María Hernández con la estrecha colaboración de Mary CarmenQuejido y Pilar Nieves, los perros están libres. Esto es: los animalesno se encuentran encerrados en cheniles o pequeñas jaulas, sino quedeambulan a su antojo por dentro del refugio, formando enormesmanadas. En Las Nieves, que es como se llama ese lugar, hay cente-nares de perros (el número varía por las admisiones y las adopcio-nes). Les aseguro que la experiencia de entrar allí es inolvidable.

Las Nieves ocupa un extenso terreno en medio del campo en Na-valcarnero, cerca de Madrid. El recinto está dividido en otros ampliosrecintos interiores, cada uno provisto de grandes patios de verano y deinvierno y de casas con diversas habitaciones. Hay un cercado para pe-rros grandes, otro para medianos, otro para pequeños, otro para gal-gos… Los suelos de las casas están cubiertos de alfombrillas que sirvende camas, y cada recinto acoge una manada de cien o doscientos ani-males. Entran y salen a los patios a su antojo, escogen por sí mismos lahabitación de la casa en donde quieren dormir y los compañeros conquienes quieren codearse. En verano ¡hay piscina! Dentro de los lími-tes del albergue, los perros son libres. Y están acompañados por otrosperros. Forman una manada, que es su grupo biológico natural. Al pa-recer, los conflictos entre los animales son mínimos, y cuanto mayor esel grupo, mas fácilmente se adaptan a las reglas sociales.

Pero para ello, claro, hace falta haber arriesgado mucho y haberinvertido un esfuerzo verdaderamente colosal. Me explican estasmujeres que empezaron con pocos perros y que fueron aprendien-do paso a paso. Que siempre quisieron tener a los animales en un en-torno digno y permitirles una verdadera vida, porque, aunque pro-curan dar a los perros en adopción, muchos se quedan para siempreen el refugio, como sucede en todas las asociaciones de este tipo. Losmás viejitos, los más enfermos, los más grandes… Todos los alber-gues tienen, por desgracia, una población fija de animales que vanconsumiendo sus vidas como perpetuos y melancólicos presos den-tro de sus pequeñas jaulas. Y por más que la abnegada gente que sededica a esto intente sacarlos de cuando en cuando y mimarlos y aca-riciarlos, la suya es una existencia triste. En Las Nieves, en cambio,los perros disfrutan de una vida decente. De hecho, en ocasiones, al-gún animal adoptado ha tenido que ser devuelto al refugio, porqueal abandonar la manada se había sumido en la depresión.

A mí me encantan los animales y llevo más de 30 años convivien-do con ellos, pero nunca había experimentado algo semejante a en-trar en un recinto con más de un centenar de perros sueltos ladran-do y brincando en torno a ti. Es impresionante, al principio, incluso,un poco inquietante; pero después, pasada la primera sacudida, esalgo profundamente conmovedor. Están tan vivos. Se les ve tan feli-ces. Tan seguros y satisfechos. Hay algo maravilloso en Las Nieves.Algo elemental y antiguo, algo que te calma. Un oscuro recuerdo deotras vidas y de otras manadas primordiales.

El quid de la cuestión, dicen las responsables, es conocer a los pe-rros, estar con ellos, convertirte en el líder humano de la manada, con-seguir que te reconozcan y respeten, colocar a los recién llegados enunentornofavorablehastaqueseadapten,mediaren lasposibles fric-

ciones. Hay que saber hacerlo, y hay que haber empleado infinitas ho-ras y muchísimo amor en observar a los animales. En los primerosaños, los perros se quedaban solos por la noche y se producían fre-cuentes robos,peroen2001sufrieronelmásgrave.Entoncesconstru-yeron una casa de guardeses y ahora siempre hay tres personas vi-viendo en el refugio. Es muy duro, porque la finca no tiene ni agua niluz, y tampoco les recogen la basura. Sacar adelante el albergue es untrabajosobrehumano.Y, sinembargo, ¡el sitioestá tan impecablemen-te limpio, tan bien cuidado! Fui allí una tarde de mucho frío; los galgosllevaban puestassusmantitas impolutas, lasalfombrillas seencontra-ban en perfecto estado de revista… Es un edén canino.

Pero conseguir este nivel de excelencia es un milagro. Tanto MaryCarmen como Pilar y María Luisa tienen otra vida, es decir, tienen tra-bajos,familia,obligaciones.Elesfuerzopersonalesenorme.Yluegoes-tá el problema del dinero. Por los perros que dan en adopción, vacuna-dos, castrados y con chip, cobran una cantidad fija que va de los 100 alos 150 euros, dependiendo del tamaño del animal. Pero esto no cubreni un ínfimo porcentaje de los gastos y, por otra parte, reciben muchasmás llamadas para dejarles perros que para adoptar. Desde 2001 cuen-tan con la ayuda eventual de una organización alemana que es la únicaen el mundo, que ellas sepan, que también mantiene a los animales enmanadas. Se llama Pro Animale für Tiere in Not y financiaron la cons-trucción de algunas de las casas de la finca. Pero la única fuente fija deingresos es el dinero de los socios. Tienen 400 y no es suficiente. Verás,puedes hacerte socio o puedes apadrinar a un perro de los que no sal-drán jamás del refugio e ir a visitarlo de cuando en cuando, si te apete-ce.EntraenlapáginadeLasNieves(www.asociacionlasnieves.org),es-críbeles un email ([email protected]) o llama a losteléfonos 918 13 91 26 y 670 78 51 00. Se lo merecen.

Centenaresde perros felices

Jorge Zepeda Patterson

Rosa Montero

Hay noticias importantes por sí mismas y otras que lo son sólo como sín-tomas. Éstas sin embargo pueden a veces decirnos más sobre el fondo delo que nos pasa que las que directamente nos cuentan lo que nos pasa.Porejemplo:Gherush92,unaorganización internacionalde investigado-res y profesionales que cumple funciones especiales de consultoría en laONU para cuestiones de derechos humanos y educación para el desarro-llo, recomienda que la Divina Comedia de Dante Alighieri sea excluidade la enseñanza escolar por antisemita, antislámica y homófoba… entreotrasmaldades.Enefecto,en losdiversoscírculosdesuminuciosoInfier-no (que en sí mismo ya es un concepto sádico) padecen eterno castigo eljudío Judas, Mahoma y un ilustre elenco de sodomitas, por no hablar delos adúlteros, los hipócritas y otros representantes de formas de vida al-ternativas. Los escolares son obligados —“sin filtros ni explicaciones”asegura Gherush92, que por lo visto tiene informantes en todas las au-las— a venerar los logros del gran poeta calumniador. Por supuesto, aña-de la presidenta de esta culta organización defensora de todo lo correc-to, Gherush92 no invoca ninguna forma de censura…

Hagamosunapausaparareírnos,desdelacondescendenciaoelner-viosismo. Y ahora sigamos, no sin recordar que acusaciones inquisitoria-les parecidas se han hecho antes contra la brutalidad de la Ilíada y con-traElmercaderdeVenecia.Enrealidad,sideloquesetrataesdefomentarlas buenas costumbres sociales y la tolerancia, lo verdaderamente peli-groso de nuestra tradición cultural es empeñarse en trasmitirla a las ge-neraciones venideras. El pensamiento más alto y la poesía más auténticade que guardamos registro han celebrado durante siglos la esclavitud, elaniquilamiento bélico de los enemigos, la sumisión e inferioridad de lasmujeres, el castigo feroz de herejes y transgresores de la ley, etc… Claroque también en esas páginas apolilladas se encuentra la reclamación pri-

mordialde libertady justicia,de laprotecciónde losdébiles,deuna igual-dad entre seres humanos que excluya las más arraigadas exclusiones. Yel repudio de quienes abusan de su poder social en contra del resto de lossocios. ¿Cómo separar lo uno de lo otro, como cribar lo que nos escanda-liza para dejar limpio lo que nos trae esperanza, sin perder por el caminolo sustancial e irrepetible de la cultura misma?

Para algunas “bellas almas” (la denominación solía emplearla He-gel, y no en tono de alabanza) la interpretación del presente es plana,sin perspectiva ni profundidad, llena de preceptos edificantes y vacíade historia. Pretender ahormar la educación a esas insuficiencias y esasuficiencia es sencillamente sabotearla en cuanto posibilidad de poten-ciar mentes autónomas, realmente ilustradas. No nos libraremos así delos fanatismos criminales que con tanta razón nos alarman (precisa-mente el fanático es quien vive siempre fijo en el agraviante pasado oen el prometedor futuro) pero castraremos la formación humanista delos ciudadanos que deben defenderse y defendernos de ellos. Conocerbien a Homero, a Dante, a Shakespeare y también a Celine nos refuer-za contra el vendaval de las más peligrosas supersticiones, incluidaslas de Homero, Dante, Shakespeare y Celine.

Después, conviene promover con cautela una modestia realista y le-vemente irónica. Dentro de cien años, o quizá de 50 (¡el espíritu se acele-ra para no desaparecer!) nuestros herederos leerán nuestras declaracio-nes de principios y nuestras recomendaciones morales con frecuenteescándalo. Intentarán tachar muchas de las palabras que hemos dicho yde las imágenes que hemos proyectado, quizá algunas de las que hoy nosson más estimadas. Ellos sabrán por qué. Esperemos contar entonces en-tre los maestros con abogados benévolos, capaces de explicar con mesu-ra y algo de resignación a los neófitos que eran otros tiempos…

¡Al infiernocon Dante!

Fernando Savater

Esta semana el señor presidente Calderón se lanzó con gran entusias-mo a hacer por todo el país inauguraciones de obras terminadas y enproceso, y realizó una especie de informe ante diez mil funcionariosexaltando los logros de su gobierno. La razón aparente, que a partir deldía 30 va a ver muy limitados sus anuncios ya que la absurda ley elec-toral prohíbe a los gobernantes, con ciertas excepciones, promover lo-gros del gobierno; así como prohibió a los candidatos hacer campañashasta ese día. Desde luego que tanto los candidatos, como lo hará elpresidente, se burlarán de la prohibición, total, acusados ante la FEPA-DE (más inútil que una llave sin cerradura) y el TFE resolverán que sevioló la ley tantito, pero no pasará nada. Los de un lado acusarán a losdel otro, para que el espectáculo continúe.

Tampoco me interesa saber si lo que dijo es cierto o falso, lo queme hizo fue considerar la terrible soledad en la que viven los presiden-tes de nuestro país, en especial cuando la atención va rumbo al nuevoTlatoani; y hay que decirlo en este contexto, la temporada de soleda-des comenzó el pasado día 30.

De aquí que usted pueda considerar que la democracia es un ser-vicio de entrega a los demás, una pasión por crear un mejor mundo,una forma de donarse a los demás o una forma más elaborada que us-ted escoja, todo se vale.

Pero quien esto escribe probablemente no tiene las capacidades

para elevarse a tales alturas del conocimiento y en cambio cree quenuestro país es un país sumido en un profundo subdesarrollo, en queel presidente es un rey absoluto por seis años. Hay que decirlo, quetiene un par de limitaciones. Una, que puede ser criticado inmiseri-cordemente por amigos y enemigos, con razón o sin ella; y la segun-da, que aunque no lo sepa sigue siendo un ser humano, aunque es di-fícil que lo piense durante su mandato. Considere usted que por ricoque sea el jerarca, este año tendrá a su disposición tres billones se-tecientos cincuenta mil millones de pesos para disfrutar. Para que us-ted documente de la suma de que se trata es millones más o millonesmenos, cinco veces el capital que le atribuye al hombre más rico delmundo, imagine si no pierde piso.

Desde el primer día de su gobierno no habrá una sola persona quese atreva a decirle que algo está mal y mucho menos que él hizo algomal, todos los días hará una inauguración, dirá un discurso ante un pú-blico por lo general amable, por ello a la hora en que él descubre quehay quienes no están de acuerdo o cree que no entienden su entrega seirrita. Simplemente no puede entender que no lo adoren.

En mayor o menor grado a todos les debe dar ese síndrome postpresidencial, para Salinas fue terrible (lea sus libros) y yo creo que leva a dar muy duro a Calderón que ya dijo se dedicará a escribir.

[email protected]

La soledad

Carlos Enrigue

AYER DECÍAMOS

Se suele recordar a Chesterton más como ensayista y narrador que co-mo poeta, pese a que sus dos primeros libros, ambos de 1900, son depoesía: Greybeards at Play y The Wild Knight. En el segundo figura elpoema “The Donkey”, uno de los más conocidos del autor junto con elépico “Lepanto”. Nada más apto para el maestro de la paradoja que elcontraste entre ambos: el tono menor, ahistórico, y el personaje humil-de del primero frente a las trompas bélicas y el fresco historicista es-plendente del triunfo de Juan de Austria.

Es bien conocida la devoción de Borges por Chesterton, del que hi-zo copiosas traducciones (alguna vez tomó como base versiones de Al-fonso Reyes*), entre ellas la de “Lepanto”. En cambio, no es muy sabi-do que Julio Cortázar tradujo por lo menos un poema de Chesterton,que es precisamente “El burro”. Como escribía Antonio Cajero haceunos años en una breve nota en La Jornada Semanal**, el poema fuepublicado por Borges en 1947 en Los Anales de Buenos Aires, despuésde su ensayo titulado “Nota sobre Chesterton”. (Cortázar había tradu-cido en 1946 El hombre que sabía demasiado.)

El BurroG.K. ChestertonTraducción de Julio Cortázar

Cuando peces volaban y andaban las florestasy los higos crecían entre espinas,cuando la luna era de sangre, entoncesfue que vine a la vida.Con monstruosa cabeza, repelente rebuznoy las orejas como errantes alas,parodia andante del demonio, en mediode la restante grey de cuatro patas.Descastado harapiento de la tierra,viejo, maligno y terco;azotadme, burlaos; yo estoy callado,yo guardo mi secreto.¡Tontos! ¡Sabed que tuve alguna vez mi hora,una lejana y dulce hora de rapto;hubo clamores junto a mis oídosy palmas a mi paso!

*http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/abril_04/14042004.htm** http://www.jornada.unam.mx/2007/08/26/sem-antonio.html

Domingo de RamosDE LECTURAS VARIAS

María Palomar

Page 3: Tapatío 1 de abril

Domingo 1 de abril de 2012 PÁGINA 3-BEL INFORMADOR

omoestudiantedemedicina,Rodri-go Rey Rosa se hartó un buen día dematar conejos y decidió convertirseen escritor. Así que viajó, observó yescribió, sin perder de vista su natal

Guatemala, hasta que en 1980 conoció al narradorestadounidense Paul Bowles, con el que trabóamistad. Hoy día, el autor de Cárcel de árboles y Elmaterial inhumano, entre otros títulos, es conside-rado uno de los narradores más sólidos y arriesga-dos de Iberoamérica. Y como la protagonista de sumás reciente novela, Severina (Alfaguara, 2011),profesa un amor profundo por los libros, esos “bi-chos que vibran y murmuran”.

Conairedistraídoyenfundadoensusgafasos-curas, sentado en el lobby del hotel sede del HayFestival de Cartagena, Colombia, a donde acudió afinales de enero pasado, Rodrigo Rey Rosa explicaquenohaidoamuchasferiasofestivales,perocon-sidera que son “una celebración de la literatura, lasartes y a veces hasta de las matemáticas. Para mí,viniendo de Guatemala, donde no se frecuenta mu-cha gente que comparta este oficio, me sirve paraconocer obras y autores que no habría encontradode otra forma”. Las librerías, escribe el también au-tor de Ningún lugar sagrado, “son como gusanerasde ideas”, y es precisamente en una de ellas queocurre su historia más reciente.

— ¿Cómo llegó al personaje de Ana SeverinaBruguera, ladrona de libros?

—Depronto.Yohabíaoídounaanécdota,conunamigolibrero,acercadeunamujeralaquehabíanco-gido hurtando. La encerró en sulibrería acusándola de robarseunlibro.Yohabíapensadohaceruncuentoconeso,perodespuésdecidí seguirme y así se convir-tió en novela.

— Severina es una nove-laenlaquesecitanmuchos li-bros. ¿De qué se nutre su lite-ratura? ¿De otros libros? ¿Dela realidad?

— Creo que es el caso detodos losnarradores:menutrode la vida, pero la vida tambiénson los libros.

— Severina dice en estanovela que los libros ayudan a entendernos me-jor a nosotros mismos.

— No sé si los libros ayudan a entendernos, pe-ro nos vamos construyendo de lo que oímos, de loque nos cuentan y, en el caso de la gente que lee-mos, sí, nos llevan a crearnos una imagen de noso-tros mismos, aunque luego es como prestada. Loslibros influyen en cómo se ve uno a sí mismo, perotambién hay que imaginarnos.

— ¿Ha robado libros como Severina?— Sí, de joven robé. Hurté las Elegías de Duino,

deRilke,porqueeraun libroqueyoqueríaynopodíapagar. Estaba viviendo en Europa, en Alemania. En-contré una edición bilingüe carísima y caí en la tenta-ción. En ese tiempo no había sensores, así que era fá-cil. Robé otros más, pero ese fue el primero.

— ¿Qué sintió al sustraer ese libro?— Emoción.

— ¿Y esa emoción lo llevó a escribir? ¿Laemoción sirve para escribir?

— Escribir es, tal vez, un impulso emocional,pero volitivo y de deseo. Tengo que confesar quedisfruto escribiendo, pero no siempre se puede.Siempre estoy buscando el momento propicio, pe-ro también propicio el momento: me pongo a jugarcon pluma y papel y de pronto llega algo.

— ¿Es un autor metódico?—Yodiría,másbien,metódicoyobsesivo.Hay

cosas que me ayudan, ritos que sigo porque creoque me llevan a escribir. Hay signos, pero como soysupersticioso no me gusta contarlos.

— Cuando uno lee sobre Rodrigo Rey Rosasurge regularmente una palabra: viajero. ¿Cómohan influido los viajes en su literatura?

— De una manera importante. Yo comencé atratar de escribir viajando. Con la sola idea de via-jar me dan ganas de escribir, pero ya tengo casi 10años de no hacerlo. Es decir, hago viajes cortos,como este a Cartagena. Digamos que me pasé via-jando muchos años sin tener más que una maletao dos. Así viví mucho tiempo: con el equipaje muyligero y siempre dispuesto a viajar. Pero hace 10años que no lo hago, así que ya no puedo decir quesiga siendo así de importante para mi escritura.Tengo una hija de más o menos 10 años y eso meha convertido en alguien más sedentario.

— ¿Encontró historias en esos viajes?— Sí, aunque casi siempre tenía la vista pues-

ta en Guatemala. Una Guatemala más o menos re-al. Aunque estuve fuera mucho tiempo, aparte de

un par de incursiones en otros espacios, el territo-rio imaginario para mí ha sido, principalmente,Guatemala.

— ¿En qué momento decidió dejar la carrerade medicina y dar paso a la escritura?

— Lo recuerdo muy bien. En la clase de bio-logía había que matar conejos. Un día me hartéde matar conejos y decidí que eso ya no era pa-ra mí. Y por esa época había un maestro de lite-ratura muy elocuente, así que en vez de ir a lasclases de medicina comencé a escucharlo. En esemomento decidí abandonar la medicina y co-mencé a escribir.

— Paul Bowles tradujo sus primeros libros alinglés. ¿Cómo fue su relación con el escritor es-tadounidense?

— Sobre todo de amistad. Una amistad lite-raria. Lo conocí en el contexto de un curso decreación literaria y desde el principio me cayómuy bien, porque dijo que no creía que se pudie-ra enseñar a escribir, que él estaba ahí un pocopor necesidad económica y le habían dicho quehabía gente interesada en conocer su opinión so-bre el trabajo de cada uno. Escribir no se puedeenseñar ni aprender, hay que descubrirlo unomismo: ese fue su primer discurso.

Luego nos preguntó de dónde éramos, quéautores nos gustaban. Y cuando se enteró que yoera de Guatemala le dio curiosidad saber qué es-taba haciendo ahí. Comenzamos a hablar de via-jes y de Borges, porque yo era en ese tiempo de-voto lector de Borges y él también. Eso nos dio pie

para comenzar una amistadque duró 20 años.

— ¿Y usted comparte esaopinión acerca de la enseñan-za de la escritura?

— Sí. Alguien con expe-riencia puede ayudar, pero noenseñar. Parte del trabajo delescritor es ver qué tiene unodentro. Y eso no te lo enseñanadie.

— ¿Qué lee Rodrigo ReyRosa?

— Un poco de todo. Notengo un programa de lectura,pero digamos que, cuando hay

un autor que me gusta, me gusta leer todo lo queescribió, así sean obras secundarias. He agotadoa ciertos autores y cada cierto tiempo me dan ga-nas de visitarlos de nuevo: Jorge Luis Borges,Adolfo Bioy Casares, Franz Kafka, Graham Gre-ene, Patricia Highsmith... En mi biblioteca tienenun lugar especial esos autores cuyas obras tengocasi completas. Tengo una relación continua conellos, digamos prolongada, así que cada tanto losvuelvo a visitar.

— En sus libros, como en la vida, hay humor,tragedia, violencia e incluso una mezcla de géne-ros literarios. ¿Cómo funciona este mecanismoen su escritura?

— La narrativa es una especie de reflejo denuestra manera de pensar y de sentir. Lo que hayahí es lo que brota. No tengo una agenda. Es lo quebuena o malamente puedo hacer.

— Ha participado en una mesa titulada “¿Dequé hablamos cuando hablamos de amor?”, y Se-verina es un libro que se presenta como “un deli-rio amoroso”. ¿Qué hay del amor en su literatu-ra? ¿Cómo lo concibe?

— Los escritores no somos los más adecua-dos para hablar del tema. Es un tema muy fértil,pero más bien desde el desamor o la desdicha enel amor. Una vez se consigue la felicidad amoro-sa ya no es tan fácil transmitirla, es un fenóme-no casi místico que no se puede comunicar fácil-mente. En cambio, la búsqueda, la ausencia delamor sí. El amor es una preocupación universal,pero luego habría que hablar del amor como loentendemos nosotros, que es una construccióncultural a partir de la literatura. Casi todos losmodelos que tenemos para definir lo que seríauna vida amorosa plena vienen de la literatura.

—EnunpardemesasdelHayFestivaldeCar-tagena se tocó el tema de la violencia en AméricaLatina y se mencionó su nombre como uno de losautores que, actualmente, narran esa realidad.¿Comparte esa opinión?

— Los escritores nos nutrimos de nuestra rea-lidad inmediata y la violencia es una realidad cons-tante. Eludirla sería difícil y poco sabio. La violen-ciaesunproblemaquenosconfronta todos losdíasy es buena materia prima literaria.

— ¿Llevar la violencia a la literatura ayuda acombatirla?

— No. No sé si entender es la palabra, pero elhecho de escribir no cambia la realidad violenta enla que estamos metidos. En todo caso tal vez ayu-da a pensarla, a reflexionar.

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“Eludir la violencia seríadifícil y poco sabio”

ENTREVISTA

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• En Cartagena de Indias. Rey Rosa participó en el Hay Festival de literatura.

RODRIGO REY ROSA

Rodrigo Rey Rosa habita una esfera formada por los libros

que ha escrito y leído, pero también los que ha imaginado

y hasta hurtado. Severina es su más reciente novela

Por Mariño González

A veces pienso enun lector particular,

a quien le dedico unlibro, y a esa persona latengo en mente mientrasescribo. Pero es unapersona real, no es esemonstruo abstracto quees el público

Rodrigo Rey Rosa, escritorguatemalteco.

Page 4: Tapatío 1 de abril

PÁGINA 4-B Domingo 1 de abril de 2012EL INFORMADOR

Uno de los flancos más enclenques de los escritores (uno de tantos, quierodecir) son sus presentaciones públicas. No hay plumífero que no se queje deaceptarlas pero, a la vez, no hay uno que las rechace. Excepcionales son loscasos de misántropos como Salinger o Pynchon que se resisten a andar ca-chando aplausos.

Hace unas semanas, Cristina Rivera Garza ironizaba en su columnasobre el paño verde que suele cubrir las mesas en las que los escritores pe-roran en público y pedía, mutatis mutandis, su abolición. Me atrevo a ma-tizar: el paño verde es espantoso pero las alternativas que han saltado alruedo son peores.

La más usual es la imitación del foro televisivo: se sienta al escritor enun silloncito sin brazos, en el que se hunde, y se le cuelga de la solapa o elescote un micrófono inalámbrico. En otro si-lloncito se aplasta el moderador. Si al acto asis-ten cinco escritores, se les dispone en cinco si-llones, como si poblaran la sala de espera de undentista. Sobreviene el caos: como no hay ca-bles ni micrófono con base que deje en silencioa quien lo no usa, todos parlotean a la vez, locual puede ser muy divertido de contemplar siuno detesta a quienes comparecen, pero no esparticularmente útil para quien, de hecho, pla-neaba escuchar. Por si fuera poco, el formatocomplica la vida del tímido que en vez de im-provisar lleva unas hojitas y las lee y que, aban-donado en un sillón, las tiene que desplegar so-bre su esófago y empapelarse.

Sinembargo, los formatospropuestosnosehan quedado allí. Hace unos días, se organizóen el DF una lectura poética en las instalacionesde una peluquería. ¿Ocuparon los autores los si-llonesdebarberoysupúblico losespaciosdees-pera? ¿O, por el contrario, los asistentes subie-ron a los sitiales del cliente y los autores seafanaron en hacerles la barba?

Otros, menos creativos, se han limitado atrasladar sus recitales a las cantinas (a las que,por bohemias, se les supone escenario naturalde la intelectualidad), sólo para terminar con-fundidos con la rocola. Alguna vez me tocó presenciar el performance de undeclamador que, llevado por la emoción de sus palabras, golpeó la barra has-ta provocar que los cuadros de chicas en cueros que pendían sobre ella ate-rrizaran en las cabezas de los parroquianos.

Tampoco faltan los que deciden leer gallardamente cubiertos pormáscaras de luchador que les impiden hablar (y, a la larga, respirar) y másde alguno se hace acompañar por un DJ para que programe ruiditos mien-tras habla.

¿Gana el tan mentado “nivel del debate” al mudarse de la mesa con pañoverde a una alberca, zapatería o taquería? Me parece dudoso. ¿Ganan los es-pectadores? Sólo si no les importa arracimarse en una peluquería pensadapara acoger a cinco personas. ¿Gana la literatura? No. La literatura sucede ensoledad. Y en lugares muy distintos.

Emparéjeseusted las patillas

EL MUNDO ALUCINANTE

Antonio Ortuño

¿Gana el tan mentado

“nivel del debate” al

mudarse de la mesa

con paño verde a una

alberca, zapatería o

taquería? Me parece

dudoso. ¿Ganan los

espectadores? ¿Gana

la literatura? No. La

literatura sucede

en soledad

CalderónPORTARRETRATO

Raymundo Riva Palacio

En el mismo escenario donde hace casi seis años celebró su lle-gada a la Presidencia, a ocho meses de dejarla Felipe Calderónse despidió de México. No fue una claudicación de su manda-to, sino una puesta en escena de su último momento de plenopoder. Una ley electoral que le prohíbe hablar hasta después dela elección presidencial lo transporta al momento en que cuan-do recupere el habla pública ya se sabrá quien lo releva en elcargo, y el poder se habrá transferido a quien represente el fu-turo, no el pasado. Esta semana que era su última oportunidad,la aprovechó.

De ahí viene quizás uno de los discursos más emotivos desu sexenio, más intimista, más vulnerable en términos aními-cos. De ahí quizás el señalar, de quien se siente poseedor de loque los más no tienen, del privilegio y el honor de haber servi-do a su país. De ahí también que haya hecho un recuento por-menorizado de lo que considera sus lo-gros y su legado. Calderón fue criticadopor sus adversarios y en los medios,donde sugirieron que fue un acto anti-cipado de campaña. Dada su historia,seguramente tienen razón.

Desdeelprimermomentodesuad-ministración, Calderón se dedicó a pre-parar su sucesión. Todas las semanas–generalmente los miércoles– se reuníacon sus asesores y estrategas electora-les para analizar el desarrollo políticodel país y preparar cada una de las elec-ciones. En términos cuantitativos el ba-lance no ha sido lo positivo que espera-ban, pero en términos cualitativos, hasido mayor de lo que se ve en fuera deLos Pinos.

En las elecciones para gobernadoren 2009, en medio de crisis económicasy críticas crecientes por la guerra con-tra el narcotráfico, con los pronósticosde que el PRI arrasaría en las 10 guber-naturas en juego, en un tejido de alian-zas con la oposición le arrancó tres quepensaban en la bolsa, Oaxaca, Puebla ySinaloa, que eran reductos históricospriistas. No ganó el PAN en Veracruz,pero su candidato, Miguel Ángel Yunes,alcanzó la votación más alta en la historia del partido en el Es-tado, y el año pasado en Michoacán, donde contendió por la gu-bernatura su hermana Luisa María Calderón, fracasó en el in-tento pero los números de votos superaron el tope histórico delpartido en la entidad.

Calderón no es un improvisado, como sugieren muchos desus críticos, pero sí un político que aprovecha las oportunida-des en función de las encuestas de opinión. Un ejemplo fue envísperas del debate en la Suprema Corte de Justicia sobre la li-beración de Florence Cassez, cuando después de una semanade dejar abandonado a su suerte política y mediática al secre-tario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, y trasver los estudios que mostraban a casi el 90% de los mexicanospedía se quedara en la cárcel, se subió al tema con la improvi-sación del final de un discurso en Veracruz para presionar pú-blicamente a los ministros para que se la negaran.

El evento del miércoles pasado en el Auditorio Nacional,que llamó “Democracia y Rendición de Cuentas”, es otro ejem-plo mal calibrado en la opinión pública. Es cierto que hizo elmás amplio recuento de su administración, pero ante todo in-yectó un antídoto a lo que consideran sus colaboradores podríaser una campaña en su contra durante estos tres meses que laley lo obliga a callar. En su equipo consideran que las críticas aCalderón se centrarán en la falta de democracia –sus escara-muzas públicas con los poderes Legislativo y Judicial–, y la ren-dición de cuentas –enfocado a los miles de muertos sin nombreen la lucha contra la delincuencia organizada–, por lo que seveía obligado a plantear preventivamente sus respuestas.

Calderón no es un hombre derrotado por las circunstan-cias. Al contrario. A decir por la línea discursiva sobre la gue-rra contra el narcotráfico, lineal y consistente a lo largo del

sexenio –ni había otro camino, ni rec-tificaría la estrategia, ni daría un pasoatrás–, se percibe como un Presidentede sacrificio que hizo lo que ningúnotro se había atrevido a hacer, enfren-tar frontalmente al crimen organiza-do, y por lo cual, en las paradojas de lacultura mexicana, es ampliamente re-conocido en el extranjero por los mé-ritos que aquí se leen como actos deGobierno irracionales, brutales y, envarios sentidos, hasta ilegales. El cho-que con grupos de interés en México,que quieren pasarle la factura a él y asu gabinete, ha propiciado financia-mientos ocultos para que se inicien jui-cios en cortes internacionales dondelo quieren acusar de genocidio, perono se arredra.

Como Presidente, ya se está prepa-rando para enfrentar su séptimo año deGobierno, aquél donde todo mandata-rio–casi sinexcepción–regresaa la rea-lidad de lo ordinario, generalmente enun entorno de soledad política. Pero pa-ra su último semestre de Gobierno, Cal-derón estableció los términos del cho-que este miércoles, al dejar un arsenalcon suficiente munición para que haga

uso de ella Josefina Vázquez Mota, la candidata presidencialde su partido, y tengan con qué respaldarla los panistas y conqué defenderlo sus leales.

Calderón cerró la boca gritando, enfundado en la casacade guerrero que ha vestido todo el sexenio y listo para el últi-mo tramo de su pelea, que a diferencia de su mandato presiden-cial que se extiende hasta el último día de noviembre, conclu-ye el 1 de julio, cuando emerge la nueva cabeza del Ejecutivo yempieza el ocaso del Presidente de la República que nunca,efectivamente nunca en su caso, dejó de ser jefe político, estra-tegaelectoral,yunhombreideológicamentemotivadoparaqueel poder conquistado por la derecha, se quede en el sitio queocupa desde hace 12 años.

[email protected]: @rivapa

Como Presidente, ya se está

preparando para enfrentar su

séptimo año de Gobierno, aquél

donde todo mandatario –casi sin

excepción– regresa a la realidad

de lo ordinario, generalmente

en un entorno de soledad política.

Pero para su último semestre de

Gobierno, Calderón estableció los

términos del choque, al dejar un

arsenal con suficiente munición

para que haga uso de ella Josefina

Vázquez Mota

A propósito de la Semana Mayor.Con el entusiasmo del amanecer salgo a disfru-tar el caminar por la calle, cruzo por la mitad delarroyo como es mi costumbre y justificadamen-te oigo, que no escucho, la bocina del airado con-ductor reprobando mi imprudencia; renuncio ala práctica peatonal; mejor usaré la bicicleta.

Disfruto el viento, y más la posibilidad desubir con mi biciclo a la banqueta. Tampoco es-pero la luz verde para cruzar, pues me sientoprotegido y ajeno a la infracción sobre mi jugue-te convertido en medio de transporte. Sólo quetambién el autobús es transporte, y grande quelo es, más desde mi bicicleta, que prefiero devol-ver y tomar el camión de línea urbana.

*Yo, chofer de autobús cubro mi ruta en el tiem-

po predeterminado y me disgusta verme rebasadopor tanto cafre particular, más uno que otro com-pañero ganándome el pasaje. Corro riesgos, hastade perder desde mi trabajo, licencia, libertad y vi-da a cambio del sueldo y comisión que desquito

Días de vagar en primera persona

VISIÓN Y DECISIÓN

Carlos Cortés Vázquez

ampliamente; descontando el comportamiento dealgunos pasajeros que no comprenden lo pesado ytediosodelargashorastraselvolanteluchandoconel tránsito, cobrando y dando cambio.

*Para mí, que soy mujer, “las horas pico” son

casi las 24 del día. El tiempo no me alcanza trasdar el desayuno, dejar la casa en orden para lle-var niños a la escuela; y claro que en el caminodoy instrucciones por medio del celular, me es-taciono en doble o triple fila, no encuentro otraforma, no hay espacio y no debo descuidar elcomportamiento de mis hijos mientras pongo unojo al maquillaje para llegar presentable al tra-bajo, cubrir el turno y volver a ser “ama de casa”.

*Yo en cambio soy feliz rebasando por cuan-

to espacio dejan los autos y camiones. Mi despla-zamiento es la envidia de los otros conductores,sean particulares o de servicio. Ya me asimilégusto por usar casco, no por ser porción del re-glamento, sino porque he visto en la tele que losmotociclistas así nos vemos más “in”. ¡Tú sabes!Antes fui un rebelde como tantos; ahora sólo mefalta conseguir protectores para mi pareja y loshijos que a veces me acompañan. La velocidadme atrae ¡es todo un reto!

*Cinco minutos pueden hacer la diferencia

entre cubrir el trayecto de mi casa a la oficina,en sólo un cuarto o una hora. Los bloqueos pa-recen hechos a la medida de mi exasperación. Esla vida diaria con diferentes matices de hora ydía. El denominador común en primera personaes causa y consecuencia de…: Cultura Vial.

Dios nos guarde de la [email protected].

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Domingo 1 de abril de 2012 PÁGINA 5-BEL INFORMADOR

La otra cara de la políticaGenaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, vuelve a la palestra mediática tras haber sido

señalado por Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN a la Presidencia, de hacer espionaje político

n la historia de la política hay per-sonajes oscuros, cuya existenciase convierte en factor clave para laestabilidad del régimen. Son losartífices de la realpolitik, aquellos

encargados de ejecutar el “trabajo sucio” del go-bernante sin salpicar las manos del príncipe. Suacceso a información clasificada les da un poderespecífico, no sólo se hacen imprescindibles, si-no también inamovibles. Tan necesarios para eljefe en turno como peligrosos para su sucesor,estas figuras son piezas estratégicas para la ca-ra oscura del poder.

En los ecos de la historia resuenan personajescomolosdescritos, talescomoRasputín,aquelmís-tico ruso con una influencia preponderante hastalos últimos días de la Dinastía Romanov; Vladimi-roMontesinos,políticoymilitarperuanoasesordelpresidente Albero Fujimori; o John Edgar Hoover,el primer director del Buró Federal de Investiga-ción, quien sobrevivió la gestión de ocho adminis-

tracionesestadounidenses, incluyendoelWaterga-te que obligó a Nixon a la renuncia.

México no es la excepción en este tipo de es-cenarios. Como señala el politólogo mexicano Lo-renzo Meyer, es posible adjudicar un papel similara Fernando Gutiérrez Barrios en décadas pasadas.Sin embargo, actualmente el protagonista de estepapel estelar parece concederse a Genaro GarcíaLuna, secretario de Seguridad Pública del país.

Desde el inicio de su sexenio, el Presidente Fe-lipe Calderón ha manifestado una fe incuestionableante la función del secretario, sin embargo, esta ins-tancia se ha visto implicada en una serie de escánda-los que denuncian simulaciones, manipulación y re-cientemente, presunto espionaje político.

Genaro García Luna nació el 10 de julio de1968 en el Distrito Federal. Cursó la carrera de In-geniería Mecánica en la Universidad AutónomaMetropolitana (UAM) y posteriormente estudiócontrol de vuelo en el Centro de Estudios Aeronáu-ticos. Tiempo después realizó una maestría en Ad-

ministración en el Instituto Tecnológico y de Estu-dios Superiores de Monterrey.

Asimismo, cuenta con una gran variedad decursos y diplomados especializados en cuestionesde seguridad. Entre éstos destacan programas im-partidos por el Cuerpo Nacional de la Policía de Es-paña, la Policía de Japón, el Gobierno de Israel, laOrganización de Estados Americanos (OEA), elDepartamento del Tesoro de Estados Unidos y elBuró Federal de Investigación (FBI, por sus siglasen inglés).

García Luna tiene una amplia trayectoria en elcombate al tráfico de armas y narcóticos. Principal-mente se ha desarrollado en ac-tividades relacionadas con se-guridad nacional. A partir de1989, y durante casi 10 años,García Luna trabajó en el Cen-tro de Seguridad Nacional (CI-SEN) como investigador de laSubdirección de Asuntos Ex-tranjeros. Posteriormente, seincorporóa laDireccióndePro-teccióncomoSubdirectorenes-te mismo centro.

Tiempo después, fungiócomo Coordinador General deInteligencia para la Preven-ción en la Policía Federal Pre-ventiva. En el 2000 fue nom-brado Director General dePlaneación y Operación de laPolicía Judicial Federal, institución que posterior-mente fue transformada en la Agencia Federal deInvestigación (AFI).

Asimismo, durante ese sexenio de Vicente Foxfue Coordinador del Comité Técnico de la PolicíaJudicial y Ministerial de la Conferencia Nacionalde Procuración de Justicia, Jefe de la DelegaciónMexicana durante la 73º Asamblea General de laOrganización Internacional de Policía CriminalINTERPOL, así como Presidente del Subcomité deInformación Estratégica.

El 30 de noviembre de 2006, Genaro García Lu-na fue designado titular de la Secretaría de Seguri-dad Pública por el Presidente Felipe Calderón, car-go que desempeña actualmente. Bajo este puesto, esresponsable de definir las políticas de seguridad pú-blica en el ámbito federal, que comprenden las nor-mas, instrumentos y acciones para prevenir eficien-temente la delincuencia. Sin embargo, pese a sucercaníaconelPresidentedelaRepública,eldesem-peño público de Genaro García Luna ha sido suma-mente controvertido.

Polémico

Su gestión ha estado repleta de situaciones es-candalosas,presuntasirregularidadesyarbitrarieda-desquelohanhechomerecedordelsobrenombre“ElGuionista”. Sin embargo, las producciones mediáti-cas organizadas por el Secretario (El equipo y la re-creación de la detención de Florence Cassez) son tansólo una parte su lado oscuro. De acuerdo con la pe-riodistaAnabelHernández,quiensediceamenazadapor el funcionario, García Luna y la plana mayor desu dependencia tiene vínculos estrechos con la delin-cuencia organizada. El año pasado, el diputado Ge-rardo Fernández Noroña acusó a García Luna en laCámara de Diputados de ser cómplice de “El Chapo”Guzmán.

El expediente de algunos de los hombresmás cercanos al funcionario incluye a Luis Cár-denas Palomino, Coordinador Regional de la Po-licía Federal quien fue acusado de homicidio cul-poso y fue protegido por un amparo para evitarsu aprehensión. Asimismo, fue acusado de blo-quear investigaciones contra secuestradores y

narcotraficantes y tiene averiguaciones por abu-so de autoridad.

EdgarMillánGómez,quiensedicemanteníaunalarga amistad con García Luna fue ejecutado y poste-riormentesepultadoconhonores.Tiempodespuésdesu muerte, se le señaló como protector de Sergio Or-tizJuárez, líderde labandaquesecuestróaFernandoMartí. En este caso también estuvo implicada LorenaGonzález, otra integrante del célebre equipo del se-cretario.Asimismo,colaboradorescercanosalinamo-viblecomoFacundoRosasRosas,GerardoGarayCa-dena, Igor Labastida, Luis Manuel Becerril Mina,Armando Espinosa de Benito y Francisco Javier Gó-

mez Meza han sido acusados deestar al servicio del Cártel de Si-naloa y de recibir sobornos porparte de este grupo.

De éstos, hay quienes hansido presentados ante la justi-cia y quienes aún gozan de susprivilegios.Sinembargo, todosen algún momento han estadocobijados por el poder del Se-cretario de Seguridad Pública,quien irónicamente “parececombatir” al crimen organiza-do con verdaderos expertos enel tema. Como señalado porMiguel Ángel Granados Cha-pa, Genaro García Luna no haservido a la sociedad, antes alcontrario la agrede.

Anabel Hernández también señala gravesprácticas de corrupción realizadas por este funcio-nario, de quien dice tiene inexplicablemente unafortuna mobiliaria millonaria. La periodista asegu-ra que en cualquier otro país del mundo, García Lu-na ya hubiera sido destituido del cargo y probable-mente encarcelado, no obstante en México lasituación es muy distinta.

Espiando al enemigo

El pasado lunes 26 de marzo, se difundió unagrabación en que Josefina Vázquez Mota, abande-rada panista a la Presidencia de la República, yAgustín Torres, diputado federal por el mismo par-tido y coordinador de redes sociales de la campa-ña de Vázquez Mota, señalaban que Genaro Gar-cía Luna y la vocera de la Presidencia, AlejandraSota, grabaron sus conversaciones privadas. El se-cretario de Gobernación, Alejandro Poiré, recha-zó, como tocaba, que el Gobierno Federal esté de-trás de esta grabación.

Al margen de las distintas versiones, la si-tuación se vuelve particularmente delicada aldesarrollarse en vísperas del inicio de las cam-pañas electorales y al realizarse desde las es-tructuras gubernamentales. Como señala el aca-démico Sergio Aguayo, el caso no sólo pone enevidencia el peso de los poderes fácticos fueradel marco institucional, sino que también de-muestra las profundas problemáticas de fondoimperantes en el sistema político del país. Másallá de lo alarmante que resulta este aconteci-miento, lo más probable es que una vez más que-de al margen de los procesos judiciales al seratribuido a un secretario tan influyente.

El incidente de espionaje político es un asun-to de enorme gravedad que propicia la reflexiónrespecto a los indignantes vicios del sistema, lasflaquezasdelpartidoenmandoyabreespeculacio-nes sobre la forma y los medios en que las campa-ñas electorales serán llevadas a cabo. Sin embar-go, la situación también señala la presenciarecurrente de personalidades que al conocer todode todos se envisten de un aura blindada contra laacción de la justicia.

PERSONAJE GENARO GARCÍA LUNA

ELIN

FOR

MAD

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•J.

LÓPEZ

EPor Gilda Colin Bracamontes

Un saludo cariñosopara Genaro

García Luna que nosgraba, en lugar degrabar a ‘El Chapo’, yun saludo muy amorosoa Alejandra Sota, quefiltra todas nuestrasllamadas telefónicas

Josefina Vázquez Mota, candidatapanista a la Presidencia de laRepública.

El Instituto Federal de Acceso ala Información y Protección deDatos (IFAI) ordenó a la Procura-duría General de la República(PGR) entregar el número deaveriguaciones previas iniciadasen contra del secretario de Segu-ridad Pública, Genaro García Lu-na. Esto después de la reformaal Artículo 16 del Código PenalFederal, que prohíbe la entregade averiguaciones previas.

Averiguaciones

ES UNA ORDEN

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PÁGINA 6-B Domingo 1 de abril de 2012EL INFORMADOR

VIAunque había otros temas en la redac-ción, y nada chiquitos: un asalto a un ca-mión blindado, literalmente de películaasólounascuadrasdelperiódico;unes-cándalo de corrupción del secretario deGobierno que había ayudado a narcos arecuperar terrenos, y un país eterna-mente en crisis, Manuel sólo tenía ca-beza para el tema de la Viuda de Negra,como habían bautizado al caso desdeque se comenzó a especular la posibili-dad de que hubiera matado a los mari-dos. No podía aceptar que la señora dela que hoy se hablaba como un verda-dero monstruo, que había sido capaz defingir su muerte y de la que se sospecha-bahabíaayudadoabienmoriradosma-ridos en 18 meses, fuera la misma queél conocía. O era un verdadero ingenuo,lo cuál hería profundamente su ego deperiodista, o la mujer era la mejor actrizque había conocido.

Camelia Padilla, al menos la queManuel conoció en casa de Mike, erauna señora chiquita, de personalidadmás bien apagada y de voz dulce, aun-que de carácter decidido. Había enviu-dado, por primera vez, a los 35 años yhabía sacado adelante a sus tres hijos.Los tres habían estudiado y los tres eranahora lo que dicen profesionistas exito-sos, es decir al menos tenían trabajo.

Era, sin duda, una buena vendedo-ra y desde que había entrado a Bienesraíces en Chapala su situación econó-mica había mejorado sustancialmente.

De hecho así fue como conoció aDonald, un gringo de Arizona, tambiénviudo, que había decidido retirarse enAjijic. Desde el día que su hija Wendy leanunció que se iría a vivir a Nueva York,Donald supo que la vería sólo una vezal año durante Thanks Given. Tan lejosestá de Nueva York de Tucson que deChapala cuando nadie tiene ganas deverte, así que cerró la oficina, vendió lacasa con todo y muebles y a los 68 añosde edad quemó naves para ir a buscarvida en Ajijic, un pueblo del que se ha-bía enamorado en los años sesentacuando vino con esposa Maguie.

Donald vivió los primeros dos me-

ses en el Hotel Posada. Tenía una buenrecuerdo de las margaritas (las Ma-guies, decía él en referencia a su espo-sa) que servía Ramón, el barman del ho-tel, y del ruido de las olas por la nochereventando contra el muro de conten-ción. Eso le bastó para tomar la deci-sión. Cuando llegó a Ajijic en 1985 ya noestaba Ramón en la barra del bar ni lalaguna en la orilla del hotel. Ambos sehabían ido. Ramón a bañar a sus nietosa Los Ángeles, y la laguna a bañar cul-tivos en Michoacán y a los descuidadostapatíos en Guadalajara. No encontró aninguna de sus dos querencias y el ho-tel estaba muy venido a menos, y sinembargo estaba feliz.

Un día de marzo se levantó decidi-do a buscar casa y encontró mujer. To-

dos los días salía a caminar al caer el soly de regreso se detenía en la cartelerade anuncios de la inmobiliaria CenturyXXI. Revisaba la oferta y seguía de lar-go, hasta que una tarde vio retratada lacasa que quería. Estaba en la punta delcerro del fraccionamiento Chula Vista,era de buen tamaño, una sola planta yun estilo muy a su gusto. Sin duda erauna casa hecha por un gringo joven pa-ra un gringo viejo, y eso era él. Cuandoentró a la inmobiliaria lo recibió unagran sonrisa llamada Camelia. Hacíamucho que no veía a alguien sonreír así.Dos meses después Donald estaba ca-sado y Camelia Padilla había cobrado lacomisión de la casa en la que ahora vi-vía.

Manuel estaba fumando con la mi-

rada clavada en el techo, una manía quetenía desde muy chico. Su madre se de-sesperaba de esa actitud de fuga quemostraba en los momentos de mayortensión. “¿Qué buscas en el techo?” lepreguntaba. “Nada”, decía él, “perosiempre encuentro algo”. El cigarro seconsumía solo en la mano de Manuel,que seguía concentrado en el punto defuga cuando sonó el teléfono.

— Es Beto, dijo Martha.— Pásamelo... ¿Beto, qué hay de

novedad?— Ya tengo las actas de defunción

y los datos de los seguros de tu amiga.— ¿Hay algo que te brinque?— A mí no, pero a lo mejor a ti sí.

Voy saliendo a Ahualulco del Mercado,encontraron un cadáver mutilado.

— No te tardes. Acá te veo, pero da-me un adelanto, ¿cuál es la nota?

— Que tu amiga era una maestrapara eso que tu llamas braguetazos.

— Vente en cuanto puedas, esta no-ta es prioridad Beto.

Colgó y volvió a enganchar la mira-da en el techo. Recordó otra de las fra-ses célebres de su amigo Eduardo. “Elestómago siempre avisa; hazle caso”.Ahí estaba la señal; esa inconfundiblesensación de incomodidad que apare-cía cuando las cosas iban mal. Manuelsabía que fuera lo que fuera, aquello noterminaría bien y que el torbellino ter-minaría arrastrándolo. El estómago selo estaba avisando.

UNA NOVELA POR ENTREGAS DE DIEGO PETERSEN / CAPÍTULO 6

Continuará...

RECAPITULACIÓN. Por una demanda judicial exhumaron elcadáver de la viuda de Lafitte. Para sorpresa de todos en el ataúdsólo había palos, piedras y una chamarra militar. Ahí estuvo BetoGómez, reportero de nota roja. Manuel, el director del periódico,sabía que era la mamá de su amigo Mike. Ahora, la viuda essospechosa de “ayudar a bien morir” a sus dos maridos.

ELIN

FOR

MAD

OR

•J.

LÓPEZ

COMO MOSCA EN PARABRISAS

La tuyaen bicicleta

Matiana González Silva

“Cariño, el otro día me robaron el bol-so por traerlo justo ahí detrás…”, me di-jo una voz acaramelada desde una bi-cicleta, de cuyo manubrio colgaba unaespecie de maletín morado. “Por esoahora lo llevo aquí delante”, continuóel hombre con una gran sonrisa. “Mu-chas gracias, pero lo llevo atado”, res-pondí yo, y mostré orgullosa la cadenaque unía las asas de mi bolsa de cuerocon las de la canasta de plástico que lle-vo detrás de mi bicicleta.

Con el ‘siga’ me fui, contenta de lasolidaridad ciclista y también de mi as-tucia de atar la bolsa siempre. Pero lue-go pensé que no había aprendido bienla lección, aquella que marca que ade-más de evitar que te roben, hay que de-jar bien claro que no vale la pena ni in-tentarlo.

La lección debería habérseme gra-bado con fuego después de que una no-che, en pleno centro y por una calleci-ta estrecha y llena de gente, un ladrónse pensó más listo que yo y sacó de lacanasta mi enorme mochila. Entoncesno era yo tan lista, según los estánda-res recién desmentidos por mi amigofugaz, y si bien la mochila estaba debi-damente atada, la pequeña cadena nose veía lo suficiente y dejaba espacio ala codicia.

Lo que sucedió lo he consideradosiempre digno de una película de Grou-cho Marx, y aún espero a quién contár-selo para ver si consigo alguna regalía.Yo lo viví en cámara lenta, tanto que en-tre que comenzó la escena y yo seguí mimarcha, no hubo siquiera tiempo paraque perdiera el equilibrio. Y cualquie-ra que se haya subido en una bici sabecuán rápido te vas de lado cuando se teacaba la velocidad.

Iba yo, pues, por el carrer Ample,en Barcelona, una noche de viernes re-pleta de turistas y ladrones al acecho debobos. Lenta iba yo, cuidándome de noatropellar a nadie pero con marcha fir-me porque no invadía ninguna banque-ta, cuando de repente mi bici se frenó,al cien por ciento, en seco. De pie sobrelos pedales, pero sin necesidad aún deponer un pie en el suelo, giré mi cabe-za y ahí estaba él: un ratero joven y conla mayor cara de sorpresa que haya vis-

ESPEC

IAL

Barcelona

• De noche. El carrer Ample de la ciudad catalana.

Ámsterdan es la ciu-dad con más registrode robos de bicicletasen Europa, con 80 milal año. Por supuestoque en eso influyeque también las bicispor persona son másque en cualquier otraciudad. La ciudad ini-ció un programa deregistro de bicicletasgratuito.

80 milEL DATO

to en mi vida, que con el brazo en altosostenía mi mochila como si de un tro-feo de pesca se tratara. La fuerza se en-cadenó de su brazo a mi mochila, de lamochila a la cadenilla y de ésta a la ca-nasta que, debidamente atada a la pa-rrilla de mi fiel bicicleta, soportó el ti-rón y me detuvo en seco.

Sobra decir que aquél escuincle seregodeaba ya con la idea de verme seguirmi camino y esculcar entre mis pertenen-cias, y que se topó en cambio con un gri-to feroz que le ordenaba soltar el botín deinmediato, cosa que hizo con tan buen ti-no y suerte, que éste cayó de nuevo en lacanastayyopudedarelpedalazosiguien-te sin mayor contratiempo.

Aquella noche me deparó aúnotras sorpresas y me dejó una lecciónmal aprendida. Pero más importanteaún es que salvé, no sólo la mochila, si-no también la honra de latinoamerica-na alerta. Aún recuerdo seguir rumboa mi casa estupefacta y pensando paramis adentros: no contabas con mi astu-cia, ladrón pendejo.

Una deladronesen viernes

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Domingo 1 de abril de 2012 PÁGINA 7-BEL INFORMADOR

Atmosféricas. Abre abril. Despuntan las grana-das, mínimos brotes de un rojo definitivo, en larama más reciente del viejo árbol. Los follajes seacomodan para recibir los soles altos de la tem-porada. Un talante como de peregrino, como depaciente caravana que se alarga bajo el cielo des-pejado y brillante: el jardín avanza rumbo a laslluvias venideras.

**Poema. Borges y el nadador. Cuatro, cinco

brazadas y otra vez, emerge la cabeza por su ra-ción de aire para la travesía. Tramos enteros cu-biertos a golpe de pura determinación, de aguaabierta bajo una propulsión que se alimenta poralgo que viene de muy hondo. Pero que a vecesparece cesar: los ruidos entonces aumentan, senubla el recorrido, el golpe pausado en la sien sehace menos cierto. Como administrada por unsaber más alto llega entonces la bocanada. De al-guna parte aparecen, otra vez, las líneas: y a lolargo de su cadencia precisa cintila entonces eloxígeno de lo que no se sabe.

LlanezaSe abre la verja del jardíncon la docilidad de la páginaque una frecuente devoción interrogay adentro las miradasno precisan fijarse en los objetosque ya están cabalmente en la memoria.Conozco las costumbres y las almasy ese dialecto de alusionesque toda agrupación humana va urdiendo.No necesito hablarni mentir privilegios;bien me conocen quienes aquí me rodean,bien saben mis congojas y mi flaqueza.Eso es alcanzar lo más alto,lo que tal vez nos dará el Cielo:no admiraciones ni victoriassino sencillamente ser admitidoscomo parte de una Realidad innegable,como las piedras y los árboles.

**Objeto. Pulido y ya un poco transparente por

el tiempo y una distancia que crece. Descansaahora sobre el mantel blanco y sus brillos emi-ten las señales justas para estar en el día: contra-señas contra el olvido y la ruina. Un poco de me-tal que alguna vez cumplió su objetivo –sigloshan pasado– en un mueble o una puerta vueltashace mucho a las cenizas. Liberado de su fun-ción, ligero de sus propias fuerzas, el objeto seganó la vida por el ánimo de su pura gracia. De-bió rodar por los tenderetes de los chachareros,por las mesas de los bazares de fortuna, en losbolsillos ávidos de algún niño. Un día encontrócasa y compañero y tomó un sitio particular enuna magra colección que, para su dueño, fue ale-gría, sentido, ancla. Cada cosa, lo sabemos, esbabel, hubiera podido repetir –pero no: ese cuan-

to de metal alguna vez dorado decía cosas clarasy eficaces como las de una sencilla herramienta.Y así, quién lo dijera, este modesto objeto fuetambién barco en la travesía, asidero en la zozo-bra. Y sigue.

**Postal. Es de 1835 y habla de Nauplia. Puer-

to argólico, fundado –dice la tradición– por losegipcios. Tiene una fuente, se afirma, en dondecada año la misma Hera se baña. El grabadomuestra una ciudad que trepa por dos promon-torios que dejan ver atrás las dilatadas sierras delPeloponeso. Unas murallas severas y muy altasprotegen de los embates enemigos al puñado decasas de la más pura estirpe griega. Dos o tresveleros, en primer plano, se recortan contra unmar nunca más azul –esto lo dice el recuerdo, nola postal tan parca. En esa misma altura que seve un poco más atrás un siglo después alguienedificó un moderno hotel extravagante. Desdesus terrazas el verde profundo de las frondas re-lampagueaba ante el mar: Nauplia.

**Viaje. Era entonces el tiempo de oír, quizá

por vez primera, el nombre de algún pueblo. Ysin muchos miramientos llegar luego en tropelpara hablar del reino y de las mieses, de la pa-sión y la gracia. Armados de la inexperiencia yla candidez de quien desde la ciudad poco en-tiende del campo, de sus ritmos largos, de sus ful-gores de lento vértigo y de sus sombras prolon-gadas. Provistos de una fe novicia, de un celoayuno aún de las tarascadas del tiempo. Recor-tes sobre el franelógrafo, peregrinaciones al me-diodía, vigilias desde el campanario, azoros quenunca se borrarían. El viaje no ha cesado. Perodespués de todos estos años queda claro que lalección y la errancia fueron el pan incombusti-ble, la clave que ha dictado el camino.

**Exposición. De toda aquella sucesión de

cuadros suntuosos o sucintos, de pinceladas quesin duda construyeron un mundo, sigue ardien-do en la memoria apenas una imagen. Un frag-mento en el que una mano cobija la luz de unavela única y extrañamente brillante. La mano esentonces una sutil pantalla que, transfigurada,parece dar a su corporeidad un vuelo, una levi-tación perdurable. Es a esa claridad que se aco-ge todo el resto de las hechuras magníficas deGeorges de La Tour, vistas hace tiempo en elGrand Palais, mientras París sucedía.

**Remate. Al antojo del random aparece la voz

de Bruce Springsteen. Canta cosas sobre un jar-dín secreto donde has ido un millón de millas/qué tan lejos puedes ir/ a ese lugar en donde nopuedes recordar/ y no puedes olvidar.

[email protected]

DIARIO DE UN ESPECTADOR

Juan Palomar

s posible que perder un monet en1941 en Francia fuese algo secun-dario. Los Heilbronn perdieronuno -Torrent de la Creuse- guarda-do en una cámara de seguridadbancaria junto a otras obras, roba-

das por la Gestapo. Max Heilbronn, miembro de laResistencia y expulsado de su negocio en las Ga-lerías Lafayette, fue enviado al campo de concen-tración de Buchenwald. El monet, una de las 100mil obras expoliadas por los nazis en Francia, de-bió de ser la menor de sus preocupaciones.

Acabada laguerra, susdescendientes recupe-raron dos cuadros que alegraban la casa del crea-dor de la Gestapo, Hermann Goering, en Berlín, yun renoir que salió a la luz en 2004 en una subas-ta.Y,sietedécadasdespuésdelasalto,GinetteHeil-bronn Moulin, hija de Max y responsable de la ca-dena de tiendas de las Galerías Lafayette, creehaberencontradounhiloqueconducehastaelmo-net desaparecido, aunque ello signifique enfren-tarse en los tribunales con otra todopoderosa es-tirpe: los Wildenstein, una saga de marchantes dearte que inició su actividad en Francia en el XIX.

No la empuja la codicia. "No se trata del valorde la pintura, se trata de la victoria contra los ale-manes.Estaobrarepresentapartede lahistoriademifamilia’,declaróHeilbronn,de85 años, a The New York Times.

Los Heilbronn encontraronreferencias a la obra en los catá-logos razonados de Monet, ela-borados por Daniel Wildenstein(en 1979 y 1996) y consideradosel inventario esencial para verifi-car la autenticidad de los monet.En ellos señalaba que pertene-cían a un coleccionista privadono identificado de Estados Uni-dos, principal país destinatariode las sustracciones nazis. Lassospechas se agigantaron en2011, cuando la policía encontrómás de 30 piezas de arte, perdi-das o robadas a familias judíassaqueadas por los nazis, en elInstituto Wildenstein, un orga-nismo de la familia dedicado a investigar y publi-car obras. Los Wildenstein, multimillonarios y re-putados marchantes con negocios en América,Asia y Europa, estaban en la picota.

Puede que el signo de la todopoderosa fami-lia Wildenstein comenzase a declinar cuando unperiodista, tozudo y clarividente, se empeñó enrastrear archivos y sacó a la luz la enésima mise-ria del nazismo en la que se había reparado poco:el planificado saqueo de arte de sus víctimas pororden de Hitler. El periodista Héctor Feliciano pu-blicó un libro que sigue siendo el canon de la ma-teria: El museo desaparecido (Destino, en Espa-ña), donde demostraba el expolio sistemáticocometido por los nazis en los países que invadían,amén del suyo. En Francia, Bélgica y Holanda, trespaíses ocupados, confiscaron 14o mil obras, a lasque se suman decenas de miles de libros, manus-critos y muebles. Los aliados recuperaron y resti-tuyeron parte de lo sustraído al final de la guerra.Goering, el principal coleccionista junto a Hitler,

había ocultado en una cueva de los Alpes bávarosnumerosas piezas. Feliciano subraya que Francia,elpaísmásexpoliado(afectóa203coleccionespri-vadas, un tercio del total), recuperó 60% de lo per-dido, pero decenas de miles de piezas de gran va-lor siguen ocultas. En una esquina del libroestaban los Wildenstein. Eran casi personajes se-cundarios, pero estaban, y no de una manera ele-gante para unos adinerados marchantes judíos.¿Cómo es posible que siguieran enriqueciéndosedurante la Segunda Guerra Mundial siendo judíoshuidos de la Francia ocupada por los nazis?

Porque algunos millonarios como los Rost-child no se libraron de aquel igualitario sistemade exterminio diseñado por los alemanes. Y otroshistóricos marchantes, como el amigo de Picasso,Paul Rosenberg, perdieron sus tesoros artísticos.Sin embargo, los Wildenstein huyeron de Franciaa Nueva York, y traspasaron a su ayudante fran-cés la gestión de su galería. En la práctica seguíanenviándole instrucciones por correo, aunque lasleyesde los invasoreshabíanforzadounaaparen-te arianización del negocio. Como tantas veces, elperiodista calló más de lo que sabía. Pero a losWildenstein no les gustó lo que traslucía. "Losmenciono casi de paso, pero me demandan anti-cipándose para futuros pleitos, creyendo que ma-

tando al mensajero matan elmensaje. Lo hacen con la idea deque si atacan al perito van a anu-lar todas las demandas que pue-dan sucederle’, recuerda ahorael periodista.

Los marchantes se querella-ron contra Feliciano en 1998 enFrancia. Aducían que su negociohabía perdido clientela debido alos vínculos entre George Wil-denstein y los nazis recogidos enel libro, pedían un millón de dó-lares en daños y perjuicios y lacensura previa del trabajo de Fe-liciano. El pleito duró cinco añosy pasó por tres tribunales, inclui-da la Corte Suprema de Francia,que fallaron siempre a favor delperiodista. Defender la verdad le

costó 150 mil dólares que no recuperó y afrontarun duro proceso personal. Los Wildenstein llega-ronacontrataraundetectivepara investigarle.Nomuy ducho, todo hay que decirlo: confundió al pe-riodista con su portero. "Acabé entendiendo cómofuncionan. Los Wildenstein nunca se han sentadoen una sala de aeropuerto porque tienen un jet pri-vado, tienen abogados que cobran sus nóminasmensuales, viven rodeados de gente que nunca lesdice no’, señala Feliciano.

Desde entonces, la imagen de los marchantesse ha deteriorado abruptamente. La Academia deBellas Artes de Francia demandó a la familia porla desaparición de un cuadro de Morisot. En 2005los tribunales dieron la razón a la viuda de DanielWildenstein, que demandó a sus hijastros Guy yAlec que la habían convencido de que su maridohabíamuertoen laruina.Yagentesantifraudehanregistrado en varias ocasiones en los últimos añosla sede del Instituto Wildenstein, un lugar repletode fantasmas del pasado.

E

Dos poderosas familias se enfrentan por un “monet”

saqueado por los nazis en Francia en 1941. Los alemanes

se apropiaron de 140 mil obras en tres países

El arte de losWildenstein

LA GUERRA DE LA PLÁSTICA ROBADA NO TIENE FIN

Por Tereixa Constela/El País

Los Wildenstein huyeronde Francia a Nueva York, ytraspasaron a su ayudantefrancés la gestión de sugalería. En la prácticaseguían enviándoleinstrucciones por correo,aunque las leyes de losinvasores habían forzadouna aparente arianizacióndel negocio

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