la mandragora nº 7 - aÑo 6 #72

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El sueño de la razón produce monstruos L a M an d r ag o r a del «LEÓN FELIPE» Año VI ~ Nº 7 (Abril, 2006) [#72] http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2/mandrago/index.html lamandragora@iespana.es ~ lamandragora@gmail.com ~~~~~~~~~~~~~~~~ Revista de información, debate y creatividad ~~~~~~~~~~~~~ Pág. 1 I. E. S. León Felipe – Benavente

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Revista del IES León Felipe de Benavente (Zamora)

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Page 1: LA MANDRAGORA Nº 7 - AÑO 6 #72

El sueño de la razón produce monstruos

La Mandragoradel «LEÓN FELIPE»

Año VI ~ Nº 7 (Abril, 2006) [#72]http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2/mandrago/index.html

[email protected] ~ [email protected]

~~~~~~~~~~~~~~~~ Revista de información, debate y creatividad ~~~~~~~~~~~~~

Pág. 1I. E. S. León Felipe – Benavente

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ]

Pág.1 ~ PORTADA

Mujer con vestido naranja, por William Claxton

2 ~ CARTA, DIBUJOS, CITASCarta perdida de Navidad / Citas para pensar,

por E.N.N.

3 ~ CIENCIA Y DIBUJOSEl origen del Universo, por Elisa

4 ~ LIBROS Y FOTO+ Libros = + Libres

5 ~ VIAJE Y AVENTURANoruega en bicicleta.- Cap. 7, por Emilio

6 ~ GRAFFITI Y RELATOTú, por Lady of the Artic / Graffiti, por Pilar

Mielgo

7 ~ POESÍAThe Sad Girl, Dibujos, Fotos...

8 y 9 ~ RELATOAmor eterno, por Guaminca

10 y 11 ~ GRAFFITIPor Pilar Mielgo

12 y 13 ~ PÁGINAS DE NICOLÁSPara Nicolás

14 y 15 ~ CLUB DE BRUJAS, MAGOS Y MUGGELSDibujos, Textos, Fotos...

16~ TEATRO«Divinas Palabras», por Salustiano Fernández

17 ~ HISTORIAS, RELATOS...The Sad Girl / Una historia de amor, por María

Mielgo

18 ~ DESDE EL DEL Trabajar y estudiar a la vez, por Sandra KiruDibujo, por Paula RodríguezLibro: JOSÉ MARÍA MERINO, Cuentos del

libro de la noche, por Tomás-Néstor Martínez Álvarezl

19 ~ FÚTBOL ESCOLAR, AGENDA...Fútbol Escolar: Crónica de 2 partidos, por RubénAgenda de actividades extraescolares / Cartel

del Día de la No Violencia y la Paz

20 ~ CONTRAPORTADAFoto de Lucía con muñeco, por Salustiano

Fernández / El-del-fin

SUMARIO

Las opiniones publicadas en La Mandrágora son exclusivamente de sus respectivos autores

CARTA, DIBUJOS, CITAS

REVISTA LA MANDRÁGORA DEL «LEÓN FELIPE»

DIRECCIÓN: Salustiano FernándezREDACCIÓN/COLABORADORES:

Estela Astorga, Nicolás Barrientos, Carmen Cadierno, María Cadierno, Isidro García, Javier García, Marite García, Emilio Grande, Ubaldo Hi-dalgo, Sandra Izquierdo, Lady of the Artic, Lorena López, Emperatriz Losada, Tomás-Néstor Martínez, Pilar Mielgo, Soraya Pedrero, Chema Pérez, Ester Rodero, Paula Rodríguez, Luis Carlos de la Rúa, Ana Sánchez, Miguel Ángel Sanz, Iván Vilas.

IMPRIME: Gráficas CUBICHI

EDITA: I.E.S. León Felipe Avda. Federico Silva, 46 49600 BENAVENTE (Zamora)

CITAS PARA PENSAR, recopiladas por E.N.N. (2º Bchto.)

Ambiciona honor, no honores. (Anó-nimo)

Odiar es un despilfarro del corazón, y el corazón es nuestro mayor tesoro. (N. Clarasó)

La música es el verdadero lenguaje universal. (Anónimo)

Es mejor volver atrás que perderse en el camino. (Proverbio)

La dieta cura más que el bisturí. (Anó-nimo)

Cuídate de que nadie te odie con razón. (Siro)

CARTA PERDIDA DE NAVIDAD

Querid@ Destinatari@:No sé muy bien quién o qué eres, tampoco dónde estás, ni siquiera sé si existes tal y como yo te imagino, o si eres de verdad. Tal vez sólo esté escribiendo a mi ilusión perdida, aunque espero que no. Podría ser una carta a los Reyes Magos, a Papá Noël, o incluso al “espíritu de la navidad”, ése que se ha perdido hace ya tanto tiempo. ¿Dónde está la ilusión? ¿Qué ha pasado con la felicidad en estos días? ¿Por qué todo el mundo, y ahí me incluyo, desea que pasen rápido las fiestas (no las vacaciones), y sólo se preocupa por los regalos? No pido juguetes, ni dinero; tampoco pido fama, ni siquiera que me vayan bien los estudios. Me gustaría que este año que entra fuera mucho mejor que el que dejamos. Que la gente dejara de preocuparse tanto por lo material. Pido justicia en el mundo, que no haya ricos y pobres, famosos y marginados, solo PERSONAS. Que no importen las razas, el sexo, o la forma de pensar, que no se discrimine a alguien por su forma de ser o de pensar. Ojalá no tuvieran tanta importancia el po-der y el dinero, que demasadas guerras han producido, pagando como siempre justos por pecadores. Me gustaría ver un mundo mejor. No sólo existen las guerras y el hambre, pues estoy cansada de ver en el telediario incendios, huracanes, terremotos, volcanes, maremo-tos, inundaciones... Cansada de oír hablar del cambio climá-tico, de la desertización y del deshielo en los polos. Quizá sea esta la forma que tiene la na-turaleza de pagarnos todo el daño que le hemos y le estamos haciendo cada vez con más fuerza. Ya sé que con mi pensamiento no basta, pero por lo menos me ha hecho recordar por qué no soy feliz en estas fechas. Ahora sí, pido algo para mí, me gustaría no perder mi ilusión y mi imaginación, dos de mis tres tesoros mas preciados (ya que el tercero son mis amig@s), que a medida que pasa el tiempo noto cómo van desapa-reciendo con la enfermedad de la madurez. Una enfermedad mortífera, que por desgra-cia le llega a todo el mundo, y que solo unos pocos, muy pocos, consiguen superar. Un saludo de la realidad.

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COLABORA:

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] CIENCIA, DIBUJOS

Los científicos han estimado que tiene unos 15.000 millones de años, cifra que ridiculiza nuestros tres millo-nes de años como especie inteligen-te. En consecuencia, no podemos sentarnos a esperar que la evolución cósmica desfile ante nuestros ojos y nos revele así sus misterios. Sin embargo, para nosotros, es de gran fortuna el hecho de que cada com-ponente estelar se encuentre en una etapa evolutiva diferente, lo cual nos ha permitido determinar con gran exactitud, cómo nacen, evolucionan y se extinguen. Para tener una idea más o menos clara acerca de la enor-me extensión temporal del Cosmos, juguemos con la imaginación y aten-gámonos a las sugerencias de Carl Sagan para imaginar de un modo gráfico lo que ha sido de éste desde sus orígenes. El famoso científico estadounidense ideó un calendario cósmico en el que la totalidad de los 15.000 millones de años atribuidos al Universo transcurren en un año terrestre. Según esta analogía, un segundo representa 500 años de nuestra historia y podemos fechar los acontecimientos más significativos de la manera siguiente.

1 de enero 00:00 horas. Se pro-duce el Big Bang, la explosión inicial

del huevo cósmico que dio origen al Universo.

1 de enero 00:10 horas. Se pro-duce la formación de los primeros átomos y la energía irradiada va llenando poco a poco el naciente espacio-tiempo.

1 de septiembre 00:00 horas. Se produce la formación de Sistema Solar a partir de una nube de gas y polvo.

25 de septiembre 00:00 horas. En la Tierra, hacen su aparición los primeros seres vivientes (microscó-picos).

15 de diciembre 00:00 horas. Se rompe el monopolio de las algas ver-des-azules con la llamada explosión del cambriano, donde los seres vivos se diversificaron de forma violenta adaptándose a los ambientes más

disímiles.24 de diciembre 00:00 horas.

Aparecen los dinosaurios, dominado-res absolutos del planeta durante 160 millones de años, hasta su extinción el 29 de diciembre.

31 de diciembre 23:00 horas. Apa-rece el Homo Sapiens.

31 de diciembre 23:59:00 horas. El hombre comienza a vivir en la Edad de Piedra.

31 de diciembre 23:59:52 horas. Surge el imperio babilonio.

31 de diciembre 23:59:56 horas. Estamos en los tiempos de Jesús y del emperador romano Augusto.

31 de diciembre 23:59:59 horas. Cristóbal Colón descubre América.

31 de diciembre 24:00 horas. Tiempo presente.

De acuerdo a este calendario, toda la historia humana transcurre en el último minuto, de la última hora, del 31 de diciembre. Esto nos da una grafica idea de la efímera que ha sido nuestra existencia comparada con la evolución del universo. Pero nuestra insignificancia va más allá: el lugar físico que ocupamos en el espacio equivale a un átomo flotando en un océano inconmensurable.

Elisa1ºBTD L.S.

EL ORIGEN DEL UNIVERSO

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ]

LA NOVEDADAutor: FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR

Título: Los perdedores de la Historia de EspañaPlaneta, Barcelona, 2006, 550 págs., 22,50 €

Un libro audaz que rescata un puñado de vidas que se quedaron en la cuneta de la historia. Los protagonistas de la historia no siempre son seres extraordinarios, exitosos, fuertes y visionarios. La historia también está hecha de personas movilizadas por sus sueños y sus temores, equivocadas a veces, o víctimas de circunstan-cias que no pueden eludir, en definitiva, personas con las que todos podemos identificarnos.

Contar la historia de España a través de los pasos derrotados de algunos de sus protagonistas es el objeto de este libro. Exilios y patíbulos pueblan sus páginas... Seres que construyen paraísos sobre el papel o buscan un refugio, que pagan con su marginación la derrota militar o política, que padecen el cerco de la ortodoxia religiosa o purgan el fracaso de sus proyectos vitales y de sus más sencillas esperanzas.

EL CLÁSICOAutor: DUQUE DE RIVAS

Título: Don Álvaro o la fuerza del sinoEdición de Alberto Sánchez

Cátedra, Madrid, 2000, Vigésimotercera edición, 189 págs., 5,30 €

El estreno en 1835 de Don Álvaro o la fuerza del sino supuso el triunfo del Romanticismo en el teatro español y el alejamiento de las estrechas normas neoclásicas. Este drama complejo y variado funde acciones violentas y escenas costumbristas, el estilo elevado y el llano, el verso y la prosa, todo en rápida sucesión y de la mano del hado fatal que empuja a Don Álvaro, paradigma del héroe romántico, a su angustiada destrucción. Es, en suma, un grito de libertad artística.

EL DE AQUÍAutora: AGUSTÍN DE ROJAS VILLANDRANDO

Título: Historias de Çamora y otras antigüedadesEdición preparada por Francisco Rodríguez Pascual para la Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana

Editorial Semuret, Zamora, 2005, 174 págs., 15 €En este volumen de la colección Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana se presentan varios escritos de Agustín de Rojas Villandrando (1572-1635). Escritos que tienen que ver de alguna manera con la etno-grafía y la antropología cultural.

El autor no pertenece a la élite intelectual de su tiempo. Más bien fue un elemento significativo de lo que un autor francés llama “pueblo pensante y reflexivo”. No llegó a especializarse en ninguna disciplina académica, quizá porque de disciplinado tenía muy poco. Como tantos otros, pasó por la Universidad sin que ésta pasase por él.

(Con la colaboración de la Librería «Alfonso» de

Benavente, esta sección reseña libros)

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] VIAJES Y AVENTURA

Esta cita se la oí por prime-ra vez a Álvaro ‘Neil, el de

www.biciclown.com, uno de los mu-chos que viaja recorriendo distancias muchísimo más largas que yo y tam-bién sobre dos ruedas.

Pero volvamos a la historia de mi viaje por Noruega. Habíamos que-dado en Odda, donde había subido a ver el glaciar Folgefonna y ahora lunes estaba a primera hora en la tienda de bicicletas para que me repararan el eje roto.

A medio día ya estaba de nuevo en marcha, y al salir de Odda oigo que alguien me llama... era el motero islandés que me había encontrado en Rjukan. Él acababa de llegar a Odda y después iría a Bergen. Tras charlar un rato nos despedimos deseándonos buen viaje y volver a vernos en Bergen.

La carretera discurría a lo largo del valle, paralela al fiordo que cruzaría unos 45 kms más allá. Pero antes me paré a comprar unas cerezas de los frutales que había en las laderas. Lo curioso era que éstas se vendían en unos puestos al lado de la carretera y que no había nadie para atenderlos, sólo paquetes con el precio y una caja para que depositaras el dinero y cogieras cambio si era necesario. Se me ocurren varios sitios donde si hicieran esto se llevaban las cerezas, la caja del dinero y hasta el propio puesto.

Llegué justo para montar en el ferry que me cruzó al otro lado del fiordo, donde me esperaba una fina lluvia que acabó calándome por completo. Por suerte, al llegar a Granvin, encontré alojamiento ba-rato en una pensión donde además

Capítulo 7: Odda - Bergenpodía usar la cocina, la lava-dora, la secadora,... todo un lujo después de los últimos días de acampada.

Después de una ducha caliente me senté a tomar un té resguar-dado en la terraza acristalada y desde allí observé con increduli-dad cómo tres niñas se bañaban en el río: lo que para mí era una tarde de perros para ellas era un caluroso día de verano.

Al día siguiente subí hasta Voss, donde decidí coger el tren a Bergen, ya que en el mapa me indicaba que de lo contrario tendría que pasar por varios túneles, y no era una expe-riencia muy gratificante por lo que había comprobado el día anterior.

En Bergen me alojé en el hostal Villa Balconen, en una sala de unas 30 literas, no era la hogareña habitación de la pensión de Granvin pero, por lo que oía a los grupos de turistas que llegaron después, no

quedaban muchas opciones y tan baratas en la ciudad. Por otra parte había una preciosa vista de Bergen desde la terraza.

Bergen es una ciudad muy anima-da y uno de los principales destinos turísticos de Noruega. Esa tarde la empleé en recorrer el antiguo barrio medieval de Briggen, declarado Pa-trimonio de la Humanidad.

También es muy típico el mercado de pescado junto al puerto; allí trabajan va-rios españoles, el que me atendió concretamente era de Girona y se había venido este mes de agosto para ganar algo de dinero extra. Durante el curso venían también bastantes españoles de beca «Eras-mus» que solían trabajar en el mercadillo para pagarse

No se vuela porque se tengan alas, sino que las alas crecen porque se ha volado

(Gaston Bachelard)

la estancia; de todas formas, como también me dijo el de Girona: “Cada uno tiene su historia”. Yo le conté la de mi viaje y me invitó a un par de bocadillos de salmón ahumado.

El tiempo se me echaba encima y no iba a poder seguir hacia el norte como había planeado: en el barco de vapor Hurtigruten hasta las Islas Lo-foten; así que pasé mi último día en Bergen dando vueltas por el puerto, la zona de los museos y algún bar que me recomendaron, pero con la men-te ya en el viaje de regreso.

Y aquí doy por finalizada —por fin, habrá quien diga— la historia de mi viaje por Noruega en bicicleta. Pero antes de firmar este último capítulo me gustaría animaros a que escribáis también sobre vuestros viajes, como dice Javier Reverte en su libro Cora-zón de Ulises: “Cuando viajas litera-riamente recorres tres veces, al me-nos, el camino: al idearlo, al pisarlo y al escribir de regreso. Sin duda es la forma más rentable de viajar”.

Emilio

NORUEGA EN BICICLETA

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] GRAFFITI Y RELATO

Los rayos de la luna iluminaban tenuemente tu perfecta silueta dándole un aspecto que nunca antes había visto en tu pálido sem-blante, parecías ser tan viejo como la misma noche, y tus bellos ojos constataban eso, pero tu hermoso perfil se veía tan joven como el muchacho que pensé que eras, tu disimulada sonrisa te daba un aire verdaderamente encan-tador... pareciera como si me ocultaras algo... ¡cuánta verdad tenía en ese momento!... me observaste tiernamente durante largo tiem-po y yo, nerviosa ante tu presencia, esperé pacientemente a que dejaras de hacerlo para poder hablar un poco, pero eso no estaba en tu mente en esos momentos... tomaste mi mano con tanta delicadeza como se tomaría una rosa de cristal, tomaste mi mano y la besaste como lo haría un caballero... ¿Quién hubiera pensado que en verdad lo fuiste alguna vez?... yo, impaciente por escuchar nuevamente tu voz bella, observaba tu magro cuerpo... tan sencillo pero tan imponente al mismo tiempo, tú reíste tan grácilmente que por un momento pensé que me encontraba frente a un ángel... y claro que estaba frente a uno, pero frente a un ángel tan malevolente que aún no puedo creer lo que pasó entre nosotros... ahí estabas tú, con tu largo cabello negro, con tu sedosa piel casi blanca, con tu pulcra ropa tan inadecuada a tu edad... con tu aspecto tan rebelde que alte-

raba a los mayores... ¿Quién hubiera pensado que eras mucho más viejo que cualquiera de ellos?... Me sentí desfallecer cuando te acer-caste aún más a mí... pensé estar soñando... y ¡vaya que ahora deseo que eso hubiera sido un sencillo sueño!... Sujetaste mis hombros, con fuerza pero delicadamente, como si desearas que no escapara, como si desearas besarme... No estaba equivocada, pues deseabas ambas cosas... y por fin me hablaste, pero no con el jovial tono que tanto deseaba escuchar sa-lir de tus dulces labios sino con un tono acongojado, abatido, consumido.

Preocupada pregunté qué te sucedía, tú, con una sonrisa de compasión que en ese momento yo no com-prendía, no me respondiste, sino que acercaste tus labios a mi cuello, en ese momento me sentí presa del desmayo pues tanto placer me daba; lentamente besaste mi cuello como si éste te volviera frenético, como si te propi-nara un placer tan versátil al que no te podías resistir... y eso era lo que te pasaba... Segundos después sentí esa

punzada, y no sé muy bien qué pasó después, me subyugaste lentamente con tu apasionado carácter, y me sentí débil, a punto de morir... No pasó mucho tiempo antes de que te sepa-raras de mí, y cuando lo hiciste observé ese líquido untuoso que corría por las comisuras de tus labios, la vida regresaba lentamente a tu morada, como un nutritivo sagrado... pude darme cuenta de que era mi sangre la

que devolvía a la vida a tu vacía envoltura... Te mar-chaste, sola me dejaste, te he estado esperando, mas no has regresado...

estabas satisfecho con mi sangre cuando me dijiste adiós y sé que no deseas más de mí, pero te esperaré has-

ta que el tiempo se consuma en mí.

Lady of the Artic

*****

Tú...

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ]

Los árboles se inquietan, lo notan antes que nosotros. El invierno está cerca. Ha enviado a su mensajero el viento para que todos se vayan preparando.

A los pocos días llega su hermana de visita, la Sra. Nieve, trayéndonos sus maravillosos copos de un blanco inmaculado.

¡Qué frío, por dios!La Sra. Nieve ha cesado su baile, y descan-

sa sobre las calles durmiendo plácidamente. ¡Cuidado no la despierten!

El sol aparece tímidamente detrás del edifi-cio para ver si su temido enemigo, el invier-no, se ha marchado. Y dispuesto a borrar sus huellas, se iza alto y con orgullo nos deslum-bra con su luz sobrecogedora.

Fdo: the sad girl

Una amalgama de emociones, desde un pequeño barco en medio del mar azul,un cielo nítido y tranquilo,se apodera de mi alma.Tus manos repasan las huellas de mis piessobre la cálida arena de la playa;el mar se adelanta borrando mi recuerdo;tú caminas con tus ropas blancas y suaves ondeando al vientoesperando quizás que éste me devuelva a tipero el mar ya no te devolverá lo que no te di.No me esperes,sigue tu camino,si alguna vez te quise,te alcanzaré.

FDO: the sad girl

En e

l es

tadio

«San

tiag

o B

ernab

éu»

El olivo del patio del «León Felipe»

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Pág. 8 I. E. S. León Felipe – Benavente http://centros5.pntic.mec.es/ies.leon.felipe2

La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] RELATO

Había un castillo solitario en lo alto de una montaña, rodeado por un mar em-bravecido. Estaba siempre envuelto por una densa niebla y grandes tormentas. Era un castillo tenebroso con esbeltas torres retorcidas, resguardadas por una impenetrable muralla dentada. Estaba un poco destartalado, los años habían deja-do en él su inconfundible huella. En este castillo vivía una joven y bella mujer a la que todo el pueblo apodaba “la bruja” ya que todo hombre que caía en sus redes no regresaba nunca más. Así había sido desde el principio de los tiempos. Para acceder al castillo había que atravesar un tenebroso bosque con sus oscuros árboles y sus sonidos escondidos. Un gran miste-rio envolvía al bosque y nadie quería vivir cerca. Sólo en una pequeña cabaña vivía una familia de campesinos. La familia es-taba formada por los padres y una joven hija llamada Desiré, sus hermanos mayo-res habían desaparecido, según decían, devorados por la bruja. Eran una familia muy pobre y casi no tenían para comer, además la madre estaba muy enferma lo que le impedía trabajar.

Desiré era una joven muy bella y soñadora, le encantaba la música y cantaba con dulzura bellas melodías. Alguna vez bajaba al pueblo para hacer recados pero no se entretenía mucho ya que ni su familia ni ella eran bien recibidos en la aldea, pues se les consideraba partida-rios de la bruja.

Un día cuando se dirigía a la fuente muy temprano vio a un joven lavándose el rostro en las cristalinas aguas. Sólo el borboteo del agua rompía la quietud del amanecer. Se acercó cautelosa y comenzó a llenar sus jarros mirando de reojo al joven muchacho que se hallaba a su lado. Éste también le devolvía miradas furtivas. Desiré se empezó a ruborizar y el joven se dio cuenta. Comen-zaron a hablar, él le contó que se llamaba Enrique y que había oído hablar de ella pero que nunca imaginó su belleza. Ella temerosa le explicó la situación de su fa-milia y él encantado se dispuso a ayudar-la. La reacción de Desiré fue brusca. Aquel muchacho le había gustado, no quería que se adentrara en el bosque y que la bruja se lo llevara a él también. El muchacho le pidió que por favor le dejara acompañarla hasta el principio del bosque. Desiré acep-tó. Caminaron juntos por las calles del pueblo mientras éste empezaba a desper-tar de su sopor. Rieron por todo el camino contándose cosas el uno al otro. Enrique tenia su edad, era encantador y su son-risa, perfecta. Su pelo rizado y negro le caía sobre los hombros destacando el verde esmeralda de sus ojos. Sus labios, rojos como la sangre y carnosos al igual que fruta madura. Su cuerpo era fuerte y su porte vigoroso. Tenía unos rasgos dul-

ces en la cara que enamoraron a la joven enseguida. Sus ojos hablaban a la vez de dulzura y pasión desgarradora. Su voz era melodiosa y rítmica sus palabras parecían canciones de amor.

Enrique quiso verla de nuevo, que-daron en volver a verse en la fuente al día siguiente. Desiré avanzó deprisa por el bosque; se había entretenido demasiado. El corazón le latía apresuradamente y el rostro se le llenaba de calor no sólo por-que iba corriendo sino porque estaba loca de amor. Mariposas recorrían su estómago y sentía frío y calor al mismo tiempo.

Corría y corría por el bosque sin poder dejar de pensar

en Enrique.

C u a n d o por fin llegó a casa se encontró a su madre sen-tada junto al fuego. Se acercó a ella y le contó el porqué de su retraso. Su madre emocionada la abrazó y le dio un beso en la frente. Su madre le contó también una gran noticia: su padre había encontrado un médico en la aldea vecina para curar su enfermedad y que ambos acudirían a él al cabo de dos días, pero Desiré debería quedarse para cuidar de la casa.

Esa noche no pudo dormir por la emoción, había sido un día perfecto, todo aquello era maravilloso.

A la mañana siguiente se levantó muy temprano y bajó al pueblo por agua. Enrique la esperaba impaciente. Estuvie-ron hablando y volvió a acompañarla. Desiré estaba tan emocionada con Enrique que olvidó contarle la gran noticia de su

madre, y quedaron en verse al día siguien-te en el mismo lugar y a la misma hora. Cuando se estaban despidiendo los dulces labios de Enrique rozaron las mejillas de Desiré que adquirieron un color carmesí al instante. Enrique al verla así sonrió y se fue caminando sin dejar de mirar a Desiré hasta que la perdió de vista.

Llegó a casa de nuevo muy con-tenta con el corazón casi fuera del pecho; por fin la había besado y había sido ma-ravilloso, pero todo estaba muy tranquilo. Entró en la cabaña y encontró a su madre recostada en el camastro con la cara blan-ca, los ojos cerrados y con una sonrisa dibujada en sus labios. Sus manos caían a ambos lados de la cama. Desiré se acercó asustada y tocó su mano, sólo sintió frío.

Se acercó a su pecho pero no obtuvo respuesta de su enfermo cora-

zón. Su madre había muerto. En aquel mis-

mo instante sólo sintió un fuerte golpe en el pe-

cho, su corazón se había desquebrajado. Abrazó el

gélido cuerpo mientras sus lágrimas recorrían la ima-

gen inerte de su madre. Allí estuvo quieta durante horas,

sin percatarse del paso del tiempo ni de que el sol fue

engullido por la oscuridad de la noche. Lloró toda la noche

y el fuego se consumió al igual que su corazón. Su rostro empa-

pado en lágrimas y su alma rota en mil pedazos. Tras pasar toda la

noche en vela oyó el canto del ga-llo en los primeros albores del día.

Entonces empezó a preocuparse por su padre; aún no había llegado.

Desiré no quería separarse del cuer-po de su madre pero comprendió que

debía darle sepultura. Vistió el gélido cuerpo con su mejor vestido y la peinó,

después la colocó en la cama. Así tapa-da parecía que estuviese durmiendo.

Salió al exterior y comenzó a cavar junto al sauce. Volvió a entrar y

cargó el cuerpo en sus brazos mientras comenzaban a caer los primeros copos del invierno. Depositó una manta sobre el frío hoyo y colocó con cuidado sobre ella a su madre tapándole el cuerpo y el rostro con una sábana. Entre lagrimas arrojó tierra sobre el cadáver hasta que lo cubrió por completo. Cuando hubo acabado colocó en su cabecera una cruz de palos que había hecho ella misma y lloró mientras la nieve le cubría los negros cabellos.

Pasaban los días y ella estaba cada vez más sola, aún seguía sin noticias de su padre. Su pena era tan grande que ni se acordaba de su amado Enrique. No tenía ganas de salir y se quedaba los días ente-ros en su cabaña sin salir del bosque.

Mientras, Enrique la esperaba jun-to a la fuente todos los días. Cansado de esperar recopiló el valor suficiente y se aventuró a adentrarse en el bosque, su amor por Desiré era más grande que el

AMOR ETERNO

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] RELATO Y DIBUJO

temor a la bruja. Cogió su caballo y cabal-gó entre los árboles. Por fin, tras un largo camino divisó el humo de una chimenea y se dirigió a ella. Vio una pequeña cabaña que estaba al lado de un gran sauce, la luz del fuego se veía a través de los cristales. Se acercó y llamó a la puerta.

Desiré oyó que llamaban y desper-tó de sus ensoñaciones de la niñez. Corrió hacia la puerta emocionada, pensaba que su padre había regresado. Abrió de golpe la portezuela y ante ella vio dos enormes ojos verdes que pertenecían al joven al que había entregado su corazón. Durante un solo segundo se olvidó de todo y su co-razón comenzó a latir de nuevo, la sangre le recorrió las venas y el rostro se le ilu-minó. Desiré se abalanzó sobre sus brazos mientras él besaba su cabello azabache. Entonces unas pocas lágrimas que aún le quedaban asomaron en sus ojos melosos. Enrique la miró y se dio cuenta de que algo muy grave le había ocurrido.

Desiré le contó todo. Él, abrazán-dola con fuerza, le prometió buscar a su padre.

Estuvieron mucho tiempo abraza-dos en silencio, sentados sobre el camas-tro en la habitación malamente iluminada por las tímidas llamas del escaso fuego. Entonces Desiré fijo sus ojos en los de Enrique y sintió unas enormes ganas de besar sus dulces labios. Él también lo sen-tía y se fundieron en el beso más dulce que jamás hubiesen imaginado. Los besos recorrían sus cuellos, sus manos, reco-rrían todos sus recovecos. Comenzaron a acelerarse sus corazones y sus respi-raciones. Un fuego intenso recorría sus cuerpos. Dulcemente Enrique comenzó a desvestir a Desiré que hizo lo mismo con su amado. Sintió bajo sus dedos la fina piel de sus brazos, de su pecho, su estó-mago fuerte, sus piernas… Acarició su pelo rizado y jugueteo con él entre sus dedos. Se recostaron sintiendo sus cuerpos y sus respiraciones acompasadas. Se unieron en uno, sus almas y sus cuerpos. Se sentían realizados, completos el uno con el otro sintiendo que el fuego les quemaba por dentro. Yacieron juntos y abrazados toda la noche, su amor ahora no podía ser roto por nada en el mundo, eran uno.

El gallo les despertó temprano y con dulzura se susurraron cosas al oído. Enrique recordó la promesa que le había hecho a Desiré y se vistió dispuesto a salir a buscar a su padre. Desiré le agarró fuer-temente por el brazo: si él se iba ella se iría con el. Enrique no la dejó, tenía miedo de que algo malo le ocurriese. La besó nuevamente en los labios y montó en su caballo adentrándose en el bosque.

Esa sería la última vez que le vería con vida. Se volvió a la cabaña junto al fuego y le esperó paciente recordando su calor, sus besos, la pasión, se sentía viva por dentro como si en su vientre se hubiese generado de nuevo la vida y se le hubiese expandido a todas las partes de su cuerpo.

Pasaban los días y las noches pero no sabía nada de Enrique. Salió a la puerta a ver si lo veía venir y allí junto al arbusto vio que descansaba un pequeño paque-tito. Se acercó y recogió el paquete que

estaba acompañado de una nota.

No te olvides de mí. Te dejo esta caja de música para que me recuerdes si algo me pasa y no puedo regresar. Te pro-meto que volveré a verte y no descansaré hasta que lo logre. Abre la cajita y escucha su melodía, te recordará a mí y tu corazón estará tranquilo. Nunca te olvidaré. Te quiero, eres mi mundo, mi vida, mi dulzu-ra y mi única razón de vivir.

Desiré cogió entre sus suaves manos la pequeña cajita y la abrió con cuidado. Oyó una dulce melodía suave como la brisa marina en una tarde de primavera. Su alma se llenó enseguida de buenos pensamientos, pero la esperanza duró poco, se dio cuenta de que habían pasado muchos días y que Enrique aún no había regresado. Se recostó llorando sobre la cama mientras la música de la cajita envolvía la pequeña estancia, las lágrimas recorrían su rostro, era un llanto que salía desde el fondo de su alma. De repente mientras estaba entre el sueño y la vida oyó un tímido sonido que le recordó a la voz de Enrique susurrando su nombre. No podía creérselo, aquello debía de haberlo soñado, abrió los ojos y escuchó atentamente de nuevo. Ahora sí, lo estaba oyendo, la llamaba. Su ros-tro se iluminó, se secó las lágrimas de las mejillas y comenzó a seguir el susurro de la voz. Caminó por el oscuro bosque entre los árboles. Tras un largo trecho siguiendo su voz no se dio cuenta de lo lejos que se hallaba de su casa. Casi se encontraba cerca del castillo. Llegó a un claro y allí, sentado junto a un árbol, estaba Enrique con porte intacto, al igual que la expresión de sus ojos y su sonrisa. Avanzó hacia él y observó la marca que ensangrentaba la fina piel de su cuello. Enseguida compren-dió que la bruja le había matado. Enrique se levantó y avanzó hacia Desiré intentan-do tranquilizarla. Agarró su mano, estaba fría pero ella no lo sentía. Sólo con ver sus ojos verdes su alma alcanzó la paz. Se miraron durante mucho rato sin decir una palabra. Entonces Enrique se decidió a ha-blar, le contó que mientras estaba buscan-do a su padre la bruja le había sorprendido y había conseguido acabar con él. Si todo aquello era cierto, ¿por qué permanecía aún en la tierra?, preguntó Desiré un poco desconcertada. Entonces Enrique le recordó que no moriría hasta que pudiera verla por última vez. Una lágrima recorrió sus bellas mejillas, le dijo que le amaba, ambos se lo dijeron.

- Por favor llévame contigo, no me importa dónde, al cielo o al infierno, sólo quiero tenerte cerca. ¿Qué voy a hacer ahora estando sola? -le dijo Desiré.

- Sabes que no puedo llevarte conmigo, te amo más que a nada, pero no puedo hacerte eso. Ahora debo irme, ya he cumplido mi último deseo, ver tu bello rostro. Recuerda siempre que te quiero, así será para siempre -contestó Enrique.

Su espíritu comenzó a desvanecerse

y convirtiéndose en un vago resplandor avanzó corriendo entre los árboles. Desiré comenzó a llorar, su llanto era ahora más amargo que nunca, su mundo se derrumbó. No podía dejarle ir, avanzó corriendo por el bosque siguiendo a su amado hasta que algo se interpuso en su camino: se hallaba ante un gran precipicio. Las olas golpeaban con fuerza las escarpadas rocas salpicando éstas. Las feroces espumas se tragaban la costa, las lágrimas de Desiré se mezclaban con las aguas del mar. De repente vio a lo lejos una luz, ésta se fue volviendo más intensa hasta que iluminó todo el cielo. En medio de esa luz apareció Enrique volando sobre las aguas del embravecido mar. A medida que avanzaba hacia la costa, el mar se iba tranquilizando. Una suave brisa rozó el rostro de Desiré, sintió en su pecho el amor más grande. Ahora comprendía su destino, sólo había una salida. Quería sentir de nuevo ese calor. Retrocediendo unos cuantos pasos sintió más fuerte la brisa en su cara, olía la libertad, su corazón quería salir de su guarida, la sangre corría deprisa llenando cada poro de su piel tiñéndola de un rosado intenso. Respiró profundamente y corrió con todas sus fuerzas saltando hacia el mar. Su alma salió del agua iluminando la oscuridad de la noche con una gran explosión. Vio a Enrique y avanzó hacia él, sus bocas volvieron a rozarse y el calor inundó sus almas. Entonces algo ocurrió, el amor que sentían era tan grande que derritió toda la nieve de las montañas, desapareció la niebla y la noche se rompió dando paso a un espléndido día de primavera. El mar se calmó y se oyó un fuerte grito desde lo alto de una de las torres del castillo que comenzó a arder. Ahora todo era perfecto, la bruja había muerto. Enrique y Desiré juntaron sus manos y caminaron juntos por el bosque hasta desvanecerse. Por fin estaban juntos y así sería para siempre: seguirían durante siglos amándose más allá de la muerte.

Guaminca. (2º Bach.)

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] Página de Nicolás

La ausencia

oh acicate de formas.

FRANCISCO PINO, Y por qué

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] Página de Nicolás

NICOLÁSSu inquieto carácter, la crea-tividad que mostraban sus dibujos, la firme decisión de que el balón no traspasara la línea de meta, esa misma firmeza que aplicaba a todas sus tareas...

...su inquieto carácter le hacía no parar, de tal modo que cuando aún estaba en educación infantil, explorando incansable la posibilidad física de las cosas, llegó no se sabe cómo a quedar atrapado en un pupitre del colegio, sin que hu-biera manera de sacarlo –esto me contó Celsa, su maestra–, entonces los profes tuvieron que buscar una sierra para cortar travesaños de la silla y poder liberarle del involuntario cepo en el que se había meti-do. ¡Rabo de lagartija!...

...la creatividad de sus dibujos muestra personajes tan ex-presivos que parece habitar en ellos el don de lo vivo... la misma creatividad que de pequeño le llevaba a llamar “Señor Cuentos” a Santiago, el de la Librería Alfonso, imaginándoselo, supongo, como el magnífico hacedor de los libros que a esa edad interesan...

...en cuanto a su firmeza... habíamos hablado el viernes 10 de marzo en el patio del primer ciclo de la ESO, al fina-lizar el recreo, sobre cuándo traería su próxima entrega de Iron Hard, el cómic que esta-ba publicando este curso en La Mandrágora; ¿qué día lo traigo?, me dijo sudoroso con el balón de baloncesto bai-lándole todavía en las manos y la adulta responsabilidad asomada con firmeza a los ojos; pues tráelo el próximo miércoles a la reunión sema-nal de los mandrágoros o, si quieres, lo dejas en conserje-ría, le contesté, porque sabía que él prefería balón y más balón en los recreos. Pasó el finde, pero ya no hubo lunes con él en el «Léon Felipe», ni martes, y hoy miércoles escribo esto para decirte que aunque no llegamos a recibir esa entrega de Iron Hard, sabemos perfectamente que tu firme decisión era traerla, la misma que siempre pones para que el balón no traspase la línea de meta, la misma que muestra el trazo seguro, deta-llista, rotundamente expresivo de tus dibujos.

S.F.

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] CLUB B.M.M.

EL CLUB DE BRUJAS, MAGOS Y MUGGELS

responde a Nessa:Sí, hay muchas pistas. Y como te interesa tanto saber qué pasará en el 6º libro de Harry Potter, “El príncipe mestizo”, te vamos a contar lo que sabemos:

Dumbledore adopta a Harry. Pero por mala suerte Snape se vuelve al lado de Voldemort.

Y antes de que Dumbledore se entere, éste le mata. Pero Dumbledore antes de morir deja una carta a Voldemort. Y efectivamente Harry y Ginny se enamoran. Y no estamos muy seguras de que Ron y Hermione salgan juntos, porque como has dicho son muy orgullosos.

Nessa, seguiremos mandando dibujos, res-puestas e información hasta que se nos acaben las ideas y eso todavía no va a ocurrir hasta por lo menos 5 revistas, y el que dice 5 dice 50.

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] TEATRO

Fechas: del 23 de febrero al 9 de abril de 2006. Lugar: Teatro “Valle-Inclán” del Centro Dramático Nacional (Plaza Lavapiés, s/n - Madrid). Horario: De martes a sábado, a las 20.30 horas, domingos a las 19,30 horas.

El Teatro Valle-Inclán inició el 23 de febrero su andadura como segunda sede del Centro Dramático Nacional (CDN) con un mon-taje de la obra ‘Divinas palabras’ dirigido por Gerardo Vera.

Representar el teatro de Valle-Inclán no es fácil, vaya esto por delante. Y hay que aplaudir a quien afronta tal riesgo, como hay que señalar, si uno lo cree así, que el intento falló, por más que esto último sólo sea privilegio de quienes lo intentaron.

En el escenario ideado para acoger Divi-nas Palabras sólo existe el color negro. El centro lo ocupa un árbol seco –un abedul, cuya pálida corteza hace que resalte aún más la oscuridad del entorno–, sin hoja al-guna entre sus ramas, y que según avanza la obra veremos elevarse con las raíces al aire e inclinarse cual escoba de bruja gracias a un mecanismo-grúa situado en el techo. Tierra, también negra, alfombra el suelo del espacio escénico. La pared del fondo, negra y más negra, tiene unas puer-tas ciclópeas del mismo color. Con todo ello quiere Gerardo Vera, el director de la obra, ofrecer un Valle-Inclán “de tragedia”, dicen que griega y castiza, aunque uno más bien la ve como de pesadilla de invierno, en cerrada noche sin luna y dentro de una mina en la que se hubiera derrumbado la galería que podría permitir salir afuera a los mineros. Estas Divinas Palabras beben en los desastres de la guerra y las pinturas negras de Goya. Pero la mera acumulación de desastres no hacen una tragedia teatral (aunque sí puedan hacerlo en la vida real). La tragedia griega exige un héroe enredado en su destino, mientras que en la obra de Valle predomina el coro de aldeanos mi-lagreros, movido por pecados naturales como la lujuria, la avaricia o la gula. Por el contrario, en la lectura/interpretación de Vera se nos ofrece una masa variopinta de seres demoníacos representativos de pecados capitales. Incluso el “engendro” −el niño hidrocéfalo al que sus parientes transportan en un carretón de romería en romería para sacar dinero de la compasión humana− muestra una gesticulante y des-medida afición por el licor anisado, algo que en la obra de Valle no es más que la inocente falta de luces del deforme.

Uno puede leer la obra como quiera, in-terpretarla del modo más peregrino, pero debe admitir que hay lecturas más acer-tadas que otras, que no toda lectura vale, ni toda lectura es Valle, y desde mi punto de vista, la de Vera está errada. Respeta el texto, al menos en líneas generales, pero traiciona el espíritu. Mucho mejor sería hacerlo al revés. ¿El espíritu? Sí, eso que anima a la obra y la hace ser lo

que es. Divinas palabras es, según la letra y por tanto el espíritu de Valle, una “tragicomedia de aldea”. Para mí tengo que ninguno de los tres elementos (tragedia, comedia y aldea) aparecen en esta versión de Vera. No es tragedia, aunque el color predominante de la puesta en escena sea el negro; del mismo modo que el drama barroco alemán, protagonizado por un príncipe en permanente luto, tampoco lo es, como con claridad meridiana mostró hace mucho Benjamin. Ni el que haya sangre y muerte sobre el escenario hace de la obra una tragedia, sino a lo sumo una historia tristísima o cruel, realista o no. Tampoco tiene nada de comedia, pues el ambiente que se respira es el del tétrico “oficio de tinieblas” o el de algún dantesco círculo infernal, y eso que uno de los per-sonajes ideados por Valle, “Séptimo Miau”, es, sobre el papel, un consumado chulapo de verbo fácil, castizo y elegante requiebro, pero todo ello queda oculto bajo la capa de polvo de tierra negra que el director echa sobre los ojos del espectador (algo literal si estás en la cuarta fila de la sala cuando el mecanismo-grúa eleva el árbol de cuyas raíces va desprendiéndose la tierra agarra-da a ellas). Y de aldea tiene el montoncito de alfalfa seca que en algún momento de la obra un personaje indeterminado, para acompañar el diálogo con movimiento, va lanzando al suelo desde un altillo, más como si el diablo con su tridente echase escaleras abajo a un condenado, que como si de un labrador afanado en su trabajo se tratase.

Para dar remate a la obra, una vez el sacristán ha leído en el misal las divinas palabras con unción humorística (“bizcan-do los ojos” escribe Valle, aunque en la pro-puesta de Vera el sacristán las recita mi-rando ausente a la lejanía como lo haría un enajenado), produciendo en los aldeanos crédulos el milagro pacificador, Valle inicia así el último párrafo: “Los oros del poniente flotan sobre la quintana...” Sin embargo, la violenta luz que entra en ese instante por las ciclópeas y negras puertas que hay abiertas en la pared del fondo del escenario ideado por Gerardo Vera parece emanada de las mismísimas llamas del infierno.

No digo que Vera se lo haya inventado todo al montar su espectáculo. Muchas cosas están en la obra. Pero por exceso de tenebrismo conceptual despoja a Valle-In-clán de “la flor de su figura” (según Rubén Darío: la sonrisa altanera y esquiva) y a Divinas Palabras, de sus latines milagre-ros, esos que al pronunciarse dejan en la boca el sabor antiguo a pan recién sacado del horno.

SALUSTIANO FERNÁNDEZ*****

«DIVINAS PALABRAS»de Don Ramón María del Valle-Inclán

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] RELATOS, HISTORIAS...

A los diez años tuvo que dejar la escuela para ocuparse de sus hermanos menores, mientras sus padres y los mayores atendían a las labores del campo y al ganado junto con sus padres.

A los dieciséis, decidió abandonar una vida que no le gustaba y probar suerte como sirvienta en un pueblo cercano, aprovechando la oportunidad que le brindaba el que los señores de dicho pueblo necesitaran una. A esa edad, era una muchacha de pelo negro y brillantes ojos verdes, con una cintura tan fina que dos manos varoniles podían abarcarla.

Los señores tenían su residencia en Madrid y sólo estaban en el pueblo en verano. Allí, el señor se dedicaba a la caza y, junto con su mujer, a la filantropía. No había necesidad particular o colectiva que no hallara remedio en su casa.

Ángela rebosaba de vitalidad y alegría y atrajo enseguida el interés de los jóvenes de la comarca. Entre ellos, ella puso sus ojos en Agustín, un estudiante de bachillerato que pasaba las vacaciones con su familia. Era un chico serio y estudioso, se daba por seguro que haría una brillante carrera. Paseaban por la tarde, cuando ella había terminado sus tareas. Él planeaba una larga vida juntos en alguna ciudad (tampoco a él le gustaba vivir en la aldea) y, al principio, ella participaba de su ilusión. Pero, pronto, las dudas acerca de la realización de estos sueños se adueñaron de la conciencia de Ángela. Ella era sólo una pobre criada inculta. Cuando el verano terminara, se separarían; ella iría a Madrid, él a Zamora, a continuar sus estudios; allí, conocería muchachas refinadas y, luego, cuando fuera a la universidad, entraría en contacto con otras más atractivas aún para un chico inteligente como él. Su relación, durante la mayor parte del año, sería exclusivamente epistolar ¿qué pensaría él al ver sus torpes escritos? No, esa relación no tenía futuro, y ella temía el dolor de una ruptura para cuando el amor hubiera fuertemente enraizado en su corazón. Después de mucho pensarlo, decidió que lo más sensato era romper una relación que sólo podía producirle mucho dolor. Agustín rechazó con firmeza las razones que esgrimía Ángela y, después de discutirlo largamente, le rogó que, al menos, le diera la oportunidad de demostrarle la firmeza de su amor y, para eso, debían seguir viéndose y hablando. Ella lo rechazó tajantemente, y dejaron de pasear por las tardes.

Agustín empezó a languidecer y cayó en un estado de postración tal que hasta sus padres, asustados, fueron a suplicarle a Ángela que volviera a salir con él. Pero ella se mantuvo firme en su decisión.

Acabó el verano y ella se fue con los señores a Madrid. Pero Agustín no pudo regresar a sus estudios; su estado era tal que ya no podía dejar la cama. Murió, y alguien, más tarde, le dijo a ella que sus últimas palabras habían sido: “decidle a Ángela que hoy no puedo ir a buscarla; estoy muy cansado.”

MARÍA MIELGO******

Las hojas de los árboles se agitan incesantemente, so-metiéndose al poder físico del viento, estoy cansada pero sigo caminando por un camino inexistente, borrado por las mentiras, las desilusiones, los fracasos; pero sigo andando.

Busco desesperadamente algo con que construirme un nuevo camino, pero todo está yermo y seco, sólo quedan los árboles sobre un suelo seco y amarillo por la falta de lluvia; éstos son demasiado altos para mí, levanto la vista, miro sus copas bañadas por el sol, suspiro, dirijo mi mirada al suelo, me siento tan, tan pequeña.

Árboles, más árboles, a derecha, a izquierda, de frente, me estoy cansando, la ira y el odio acumulados están a punto de rebosar e inundarlo todo, pero de repente lo veo, tan fuerte, tan transparente, tan libre, siento envidia y me acerco a él, el agua discurre entre los árboles, meto mi mano en el pequeño arroyo y dejo discurrir el agua entre mis dedos y no puedo evitar sonreír, siempre habrá un pequeño arroyo en cualquier parte que nos haga sentir grandes aunque sea sólo por un momento, sólo tenemos que buscarlo.

La búsqueda no es fácil, pero una vez lo hemos encontrado podremos saciar nuestra sed.

-------Hola mi fiel papel por el que deslizo mi pluma suavemente,

dibujando trazos que se asemejan a palabras, empleando mis lágrimas como tinta.

No sé, pero me siento ansiosa por coger la puerta y volar, volar, volar, volar... siempre hacia arriba, siempre hacia el frente, disfrutando del viento que nunca se deja coger. Si cierro los ojos, incluso puedo notar esa sensación, me hace sentirme impacien-te, impotente y a la vez miedo, miedo a caer.

Si me caigo, cual polluelo aprendiendo a volar, me levantaré dolorida mientras tú me miras e intentas acercarte a mí para ayu-darme a ponerme en pie, pero yo no quiero, tengo que hacerlo sola, y tú lo sabes. Sé que estás ahí y eso me da fuerzas, ver tu cara de orgullo; mis alitas comienzan sus primeros aleteos.

Después de todo me doy cuenta de que no tengo miedo a caer, tengo miedo a decepcionarte, tengo miedo a rendirme y mientras el miedo no me permite seguir soñando viene a mi mente esa canción: se cae el primero, el que se ve vencido.

Yo no me veo vencida sino vencedora. Yo ya no puedo verte, pero te siento más cerca que si te tuviera al lado; tu fe en mí es lo que me eleva y mi espíritu de lucha el que me impulsa a seguir.

Mi alma es mi hucha de ahorros, la lleno, la vacío, pero siempre encuentro lo que necesito, incluso a ti, mi ángel de la guarda, mi estrella doble.

Ahora te miro, te tengo que decir adiós, el último adiós, y no puedo, siento cómo empieza a costarme respirar.

Me fui sin despedirme de ti, no me atreví a decir “adiós”, lo dejé en un “mañana a la misma hora” llegando a creerme esa estúpida frase; la mentira hace daño pero la verdad en ocasiones desgarra el alma.

Tú te quedarás con el “¿por qué?”, yo con el “mañana”. Yo me sentiré bien con ese mañana porque sé que te volveré a ver en ese parque y tú vivirás feliz en la ignorancia; y cuando me vuelvas a ver, si no me odias, ni siquiera me preguntarás por qué, sólo me dirás “mañana” y me sonreirás.

Fdo: the sad girl-----

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(1956)

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] DESDE EL OJO DEL TRIÁNGULO

LA NOCHE TIENE SUS LIBROS Y SUS CUENTOS

JOSÉ MARÍA MERINOCuentos del libro de la noche

Alfaguara, Madrid 2005, 176 págs.

Entre la realidad y la vigilia, antes de las primeras luces del día aparece, fresco y reluciente, este libro con 85 relatos y microrre-latos que, con maestría y espontaneidad, va soñando su autor. Un día dejó abierto, por olvido, el baúl de su fantasía y de él se van escapando con gran naturalidad los mundos de los sueños; ¿o serán tal vez fragmentos de la realidad?

Así comienza Divorcio, el primer relato:“La mañana del día en que cumplí los cincuenta años, en el mo-mento de afeitarme, enfrentado con mi imagen en el espejo, se me ocurrió decir feliz cumpleaños, y mi imagen me respondió vete a la mierda, imbécil, déjame en paz de una vez”.

Al ser cuentos de la noche, dice el autor, las palabras pueden borrarse porque están fabricadas con sombras; si fueran páginas del libro del día, todo lo escrito permanecería imborrable.

Las pesadillas, las visiones, la imaginaria, los cuchicheos,…, todo acude cuando aparecen las palabras y dan cuerpo a cuan-to parecía escaparse por la rejilla de la noche. “Hablan en voz muy baja… Varias noches me he levantado con sigilo para poder sorprenderlos… enciendo de repente la luz del salón. Ya no están; nunca están cuando llego” (Las doce).

De momentos más reales y posibles –Las tres– a aquellos otros que rondan el surrealismo –Monovolumen o Parte meteorológico– las páginas se nos van de entre las manos sin apenas enterarnos. Todo está enmarcado en un tiempo que comienza a las doce y finaliza a las seis, horas estas que dan título a dos relatos.

A la llamada fantástica del autor acuden viejos conocidos como Cenicienta, Sherezade, Dulcinea y… hasta el mismísimo Satanás

se atreve a ocupar una de las butacas donde suele sentarse el autor a leer.

Es éste un libro que no se debe dejar pasar; en él vuelve Merino a mostrar sus dotes de narra-dor. Sueña y nos hace soñar. ¿Será un homena-je literario a su reconocido insomnio?

<= Tomás-Néstor Martínez Álvarez

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En cuanto supe que tenía que repetir con dos asignatu-ras, lo primero que pensé fue en ponerme a trabajar los fines de semana y así lo he hecho.

Esto no debería ser tan complicado, porque si estudias de lunes a viernes por las tardes, el sábado y el domingo te quedan libres para hacer lo que te plazca. Esta es la teoría.

Pero en realidad no es así. Unas veces no es así por tu propia culpa, pero otras porque este año algunos de mis compañeros/as de clase se han empeñado en poner exáme-nes los lunes a primera.

Entonces pasa esto: el lunes anterior te quieres poner a estudiar, pero piensas que te queda mucho tiempo y te haces la remolona. El martes ojeas y lees los temas para con-vencerte de que son fáciles, pero te acabas dando cuenta de que no lo son. El miércoles metes la pata y se te olvidan los apuntes en clase. El jueves estudias, pero ya te empiezas a poner nerviosa porque son un montón de temas y no te va a dar tiempo; lo mismo pasa el viernes, aunque éste día tienes más la cabeza en lo que vas a hacer por la noche que en otra cosa. Llega el sábado y después de estar trabajando toda la mañana tienes por la tarde un rato para estudiar antes de volver al curro, pero no das pie con bola porque no tienes cuerpo para ello y cuando llegas por la noche estás más cansada aún para ponerte a empollar, pero no para salir de fiesta. De repente ya es domingo y después de pasarte todo el día trabajando lo que haces es llegar a casa y dormir. Te levantas a las cinco de la mañana para estudiar pero tienes tanto sueño que de cuatro temas solo te estudias dos y no demasiado bien. Pero la señorita profesora parece que te espía por un agujerillo y te pone justo uno de los otros dos temas que no te has mirado.

Todo esto se podría ahorrar si tú misma estudiaras más y si los compañeros/as de clase fueran un poco más com-prensivos, o sea, menos egoístas, porque me parece a mí que se puede poner perfectamente un examen un martes y no un lunes, aunque tengas otro el jueves o el viernes.

Pero, ¡¿a quién se le ocurre poner un examen un lunes a primera?!

SANDRA KIRU ********

TRABAJAR Y ESTUDIAR A LA VEZ

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ] FÚTBOL, AGENDA...

ABRIL:−> Día 6: VIAJE DE ESTUDIOS de los alumnos de 1º de Bachillerato

a ITALIA.

−> Día 21: «ENCUENTROS LITERARIOS EN LOS INSTITUTOS DE EDUCACIÓN SECUNDARIA». Organiza: Ministerio de Cultura. Patrocina: I.E.S. «León Felipe».

Conferencia a cargo del poeta D. Diego Jesús Jiménez. Nacido en Madrid en 1942, publica su primer libro a los 19 años, en 1961. Pero será en 1964, con La ciudad, cuando re-ciba el Premio Adonais, uno de los más prestigiosos, aunque de los menos dotados económicamente, en lengua española. En 1968 se le concede el Premio Nacional de Poesía por el libro Coro de ánimas. En 1990, tras un prolongado silencio, obtuvo el Premio Juan Ramón Jiménez por su obra Bajorre-lieve, y reunió su obra completa bajo el título de Poesía (1960-1990). Su último libro publicado, Itinerario para náufragos (1997), fue Premio Jaime Gil de Biedma, Premio de la Crítica y Nacional de Poesía en 1998. De este libro publicamos en la sección “Desde el Ojo del Triángulo” de La Mandrágora (Año I - Nº 13, Mayo-2001) una reseña crítica a cargo del profesor de Lengua Tomás-Néstor Martínez Álvarez.

Para los alumnos de 1º de Bachillerato y los de 2º que tienen ‘Literatura’ como optatiiva.

Lugar: Sala de Usos Múltiples del «León Felipe».Hora: a partir de las 12,15 horas.

−> Día 24: Actividades con motivo del “DÍA DEL LIBRO”.

MAYO:−> Días 3 y 4: VIAJE A CÓRDOBA PARA ASISTIR AL X FESTIVAL

JUVENIL DE TEATRO GRECOLATINO. Organizado por los Dptos. de Latín y Griego. Profesores acompañantes: Asunción Alonso, Salustiano Fernández y Manuel Guillén.

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FÚTBOL ESCOLAR

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PARTIDO DEL 4 DE MARZO: El I.E.S «León Felipe» consigue los 3 puntos más valiosos

del campeonato

Los tres golazos del I.E.S León Felipe marcaron la diferencia. Uno de Fernando min.13; otro de Alberto min.19; y otro de Rubén min.8.

Gran partido de nuestros chicos que vencieron en la Rosaleda 4-2 a Valverde de Lucerna “B”. El equipo saca el máximo rendimiento cuando va a jugar a La Rosaleda, ya que de los 3 partidos disputados en este pabellón ha ganado 2, sólo ha perdido allí contra Los Sauces “A”.

El equipo tardó bastante en marcar ya que no se sintió cómodo en la cancha hasta que en el minuto 13 de la primera parte, en un córner saca-do por Alberto, Fernando marca con un gran cabezazo que bate al portero con una vaselina magnífica.

En el minuto 19, Alberto recupera un balón en el medio campo, se va de dos defensas y consigue el segundo con un tiro cruzado desde la banda izquierda donde el portero no puede hacer nada.

En el minuto 8 de la segunda parte, Rubén recibe un pase de Fernan-do en el pico del córner de la banda izquierda, encara a un defensa y casi sin ángulo saca un disparo fuerte y seco que roza el larguero y entra.

El ritmo de nuestros jugadores bajó y eso tuvo sus consecuencias. Valverde de Lucerna supo aprovechar esa confianza y consiguió meter el miedo en el cuerpo al equipo ya que con dos tiros cruzados desde la banda derecha batieron a Eloy que no pudo hacer nada. Pero en el minu-to 16 de la segunda parte, Rubén se queda solo ante el portero y no falla con un tiro raso que se coló por debajo de las piernas del arquero. Andrés tuvo la oportunidad de conseguir el quinto, pero el balón se estrelló en el palo derecho. Desde ahí nada más. El partido finalizó con esa merecida victoria para nuestros chicos.

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PARTIDO DEL 11 DE MARZO: Los “Leones” consiguen su segunda victoria consecutiva

con una remontada increíble

El I.E.S «León Felipe» remonta un partido y gana con goles de Andrés min.3, Fernando min.7, Rubén min.14 y Joni min.17.

Gran remontada de nuestros chicos que empezaron perdiendo 0-3 en el pabellón de La Rosaleda contra Los Valles. El partido comenzó muy mal para nosotros, ya que con tres despistes de la defensa el equipo rival consiguió tres goles.

Todo cambió en la segunda parte donde se notó una gran reacción de los nuestros. En el minuto 3 de la segunda parte, Andrés bate al porte-ro con un tiro cruzado desde la banda izquierda; en el minuto 7 Fernando con mucha picardía, recupera un balón en el área rival y marca el segun-do; entonces el equipo se echó arriba hasta que en el minuto 14 Rubén, gracias a un pase perfecto de Joni, dispara a puerta vacía y consigue el empate.

A 3 minutos para el final Andrés ve a Joni desmarcado y con un pase largo al campo contrario dirigido a Joni que recibe el balón en el área, dispara y consigue el 4-3 definitivo a favor de I.E.S «León Felipe».-

RUBÉN

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La Mandr agora Año V I ~ Nº 7 ~ Abr i l / 2006 [ # 7 2 ]

Pág. 20I. E. S. León Felipe – Benavente

El mundo es tan tuyo como ese muñeco que agarras con pasión. Dale luz, tu nombre, como brillo a los ojos de Mercedes. Dale amor a ambos. Es tan necesario, tan imprescindible que gracias a él todos existimos, y sin él nos extinguiríamos como esos animales que hace millones de años poblaron este suelo y ahora forman parte de él.

Luz, luz y... más luz; ¡y que se vayan a paseo los taquígrafos!El-del-fin