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1 ATENCIÓN FARMACÉUTICA EN PACIENTES CON INSUFICIENCIA RENAL Y HEPÁTICA 1ª parte Autores Ana Clopés. Farmacéutico Adjunto. Hospital Sant Pau. Barcelona María Gámez. Farmacéutico Colaborador. Hospital Sant Pau. Barcelona Carlos Pardo. Farmacéutico Adjunto. Hospital General Granollers. Granollers. Indice 1ª parte Insuficiencia renal aguda Insuficiencia renal crónica Técnicas dialíticas Nefrotoxicidad inducida por fármacos INSUFICIENCIA RENAL AGUDA La insuficiencia renal aguda (IRA) es un síndrome caracterizado por el deterioro brusco de la función renal excretora acompañada de uremia. También se le llama fallo renal agudo y suele cursar con oliguria, aunque en ocasiones la diuresis se conserva incluso puede producirse poliuria (1). A diferencia de la insuficiencia renal crónica la IRA es una patología eminentemente hospitalaria y en muchas ocasiones de carácter yatrógeno (2). Suele ser asintomática, al inicio se diagnostica mediante controles bioquímicos rutinarios de urea y creatinina. Los pacientes que padecen de IRA sufren altos índices de mortalidad que no se explican exclusivamente por condiciones de comorbilidad. Se ha observado que la IRA por si misma incrementa el riesgo y desarrollo de múltiples condiciones no renales que conducen a agravar el estado del paciente y/o provocar su muerte (3). La IRA puede aparecer en distintas situaciones clínicas que se clasifican en tres grandes grupos. IRA pre-renal, en la que la perfusión renal está reducida por

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1

ATENCIÓN FARMACÉUTICA EN PACIENTES CON INSUFICIENCIA RENAL

Y HEPÁTICA

1ª parte

Autores

Ana Clopés. Farmacéutico Adjunto. Hospital Sant Pau. Barcelona

María Gámez. Farmacéutico Colaborador. Hospital Sant Pau. Barcelona

Carlos Pardo. Farmacéutico Adjunto. Hospital General Granollers.

Granollers.

Indice

1ª parte

Insuficiencia renal aguda

Insuficiencia renal crónica

Técnicas dialíticas

Nefrotoxicidad inducida por fármacos

INSUFICIENCIA RENAL AGUDA

La insuficiencia renal aguda (IRA) es un síndrome caracterizado por el deterioro

brusco de la función renal excretora acompañada de uremia. También se le llama

fallo renal agudo y suele cursar con oliguria, aunque en ocasiones la diuresis se

conserva incluso puede producirse poliuria (1).

A diferencia de la insuficiencia renal crónica la IRA es una patología

eminentemente hospitalaria y en muchas ocasiones de carácter yatrógeno (2).

Suele ser asintomática, al inicio se diagnostica mediante controles bioquímicos

rutinarios de urea y creatinina.

Los pacientes que padecen de IRA sufren altos índices de mortalidad que no se

explican exclusivamente por condiciones de comorbilidad. Se ha observado que la

IRA por si misma incrementa el riesgo y desarrollo de múltiples condiciones no

renales que conducen a agravar el estado del paciente y/o provocar su muerte (3).

La IRA puede aparecer en distintas situaciones clínicas que se clasifican en tres

grandes grupos. IRA pre-renal, en la que la perfusión renal está reducida por

2

debajo del nivel crítico comprometiendo la filtración glomerular. IRA post-renal se

produce cuando se presenta un obstáculo que impide la salida de la orina formada

al exterior. Finalmente la IRA renal que es aquella que se relaciona con

alteraciones intrínsecas del propio parénquima renal o de sus vasos.

La IRA pre-renal se produce en situaciones de hipotensión, hipovolemia y

disminución del flujo plasmático renal eficaz. Las hemorragias agudas, diarreas,

vómitos, insuficiencia cardíaca, colecciones copiosas de líquidos atrapados en

cavidades serosas, o de fractura, o bien, en tejidos blandos suelen estar

relacionadas con la inducción de IRA. También los medicamentos suelen ser

causa de IRA. Una IRA mantenida es un factor predisponente para el desarrollo de

necrosis tubular aguda.

La IRA post-renal se produce por interrupción de las vías urinarias por cálculos,

neoplasias, fibrosis retroperitoneal, hiperplasia benigna de próstata, etc.

La IRA renal (intrínseca) se produce por lesión del parénquima renal o de sus

vasos. Según la estructura renal afectada se distinguen: lesiones vasculares

(trombosis, vasculitis etc), glomerulares (glomerulonefritis agudas, vasculitis, etc),

túbulo-intersticiales (pielonefritis aguda, nefritis intersticial, etc) y necrosis tubular

aguda o nefropatía vasomotora.

La necrosis tubular aguda (NTA) representa el 70% de los casos de IRA renal. Se

presenta en relación tanto a procesos quirúgicos o traumatismos (60%), trastornos

médicos (30%) y procesos obstétricos o ginecológicos (10%). La NTA se produce

por dos mecanismos básicos: la isquemia renal o por lesión directa tóxica de

sustancias endógenas (bilirrubina, hemoglobina-hemólisis, mioglobina,

hiperuricemia, hipercalcemia, etc…) o exógenas entre las que cabe destacar los

medicamentos. En la mayor parte de los casos se puede encontrar más de una

causa al mismo tiempo (1).

Los medicamentos pueden estar implicados en muchas ocasiones en la inducción

de IRA actuando sobre distintas estructuras y/o funciones renales (4). (Tabla 1).

La monitorización del paciente con IRA se basa en el control de la función renal

junto con control de peso y balance de líquidos. La medición de la presión venosa

central a pesar de ser una técnica invasiva provee de información para valorar el

aporte de líquidos y reducir así el riesgo de edema de pulmón y sobrecargas de

líquidos.

3

Los parámetros de laboratorio normalmente empleados para el control de la

función renal son el aclaramiento de creatinina y la urea.

La relación entre los valores de creatinina sérica y urea nos alertará sobre las

diferentes posibilidades de lesión renal. Una relación >20 nos sugiere causa pre-

renal mientras que si esta relación está entre 10-20 sugiere alteración renal

intrínseca. Otros pruebas analíticas útiles en la monitorización de la IRA son las

pruebas en orina de sodio, proteínas, hematíes, leucocitos y osmolaridad.

En el tratamiento de la IRA deberemos identificar dos situaciones distintas ya sea

IRA pre-renal, o bien, IRA renal o intrínseca. En caso que sea IRA pre-renal se

deberán corregir las causas que provocan la hipoperfusión renal, por tanto, si la

causa es hipovolemia la administración de fluídos será la alternativa hasta

recuperar la diuresis (6-12h). En caso de IRA intrínseca la estrategia deberá

dirigirse a recuperar la perfusión renal y además minimizar la lesión renal. Los

medicamentos utilizados normalmente en estas situaciones son: furosemida,

dopamina, manitol etc.

Otro elemento importante a considerar es la corrección de las posibles

complicaciones de la IRA. Cabe destacar entre las mismas la hiperpotasemia.

Cifras >6 mmol/L pueden producir la muerte del paciente al producirse arrítmias

cardíacas. La presencia de alteraciones electrocardiográficas nos indicará la

necesidad de establecer medidas correctoras entre las que cabe destacar la

utilización de: gluconato cálcico, insulina, bicarbonato sódico, salbutamol y la

utilización de resinas de intercambio iónico (poliestireno sulfonato sódico).

INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA

La insuficiencia renal crónica (IRC) se define como una reducción en las funciones

excretoras, homeostáticas, metabólicas y endocrinas del riñón que conducen a

anemia, acidosis, osteodistrofía y neuropatía. Todo ello es el resultado de un

proceso en que se daña la infraestructura de la nefrona. Cuando es necesaria una

técnica dialítica, se denomina IRC terminal (5).

Patofisiología y terapéutica en el paciente con IRC

A. Síndrome urémico

4

La disminución de la capacidad excretora del riñón conduce al desarrollo del

síndrome urémico. Las manifestaciones clínicas incluyen: prurito, náuseas y

vómitos, anorexia, íleo paralítico, pericarditis, inmunosupresión y alteraciones

neuropsiquiátricas, incluidas letargia, confusión, agitación, coma, miclonus, déficits

neurológicos focales y convulsiones.

Las toxinas que conducen a estas anormalidades están aún definiéndose y

probablemente incluye la urea y otros productos derivados del metabolismo

protéico y de otras moléculas inadecuadamente eliminadas de la circulación

sanguínea. El hiperparatiroidismo secundario también podría tener un papel en el

síndrome urémico al tener la hormona PTH también un papel de toxina.

Las náuseas y vómitos en pacientes con IRC suelen estar relacionados con el

síndrome urémico, aunque pueden haber otros factores como fármacos o en el

paciente diabético la gastroparesia secundaria a la neuropatía. Las náuseas y

vómitos suelen ser uno de los síntomas iniciales de IRC y, aunque los antieméticos

se pueden utilizar, siempre teniendo en cuenta el ajuste de dosis, la hemodiálisis

es la terapia de elección (6).

El prurito se produce en el 15-49% de los pacientes con IRC, llegando al 50-90%

de los pacientes sometidos a hemodiálisis o diálisis peritoneal. Aunque esta

complicación no compromete la vida del enfermo, es uno de los síntomas que más

alteran la vida del paciente y puede producir depresión. Los mecanismos están

relacionados con el síndrome urémico y son poco conocidos, aunque posiblemente

incluyen: hiperparatiroidismo, anormalidades electrolíticas, acumulación de

histamina, sensibilización alérgica, anemia y neuropatía. La base del tratamiento

del prurito del síndrome urémico es una correcta diálisis. Las medidas no

farmacológicas incluyen luz ultravioleta, paratiroidectomía, acupuntura y dieta. Los

tratamientos farmacológicos más efectivos son los compuestos quelantes del

fosfato, aunque otros que se pueden utilizar si estos no funcionan son:

antihistamínicos, ketotifeno, nicergolina, colestiramina, carbón activado y tópicos

como capsaicina, emolientes y corticosteroides (7) (Tabla 2). Las

complicaciones neurológicas de los pacientes con IRC incluyen: ataxia, vértigo

e incluso coma. A toda esta sintomatología se le ha denominado encefalopatía

urémica y mejoran al instaurar la diálisis. También se presentan alteraciones en el

5

sistema nervioso periférico con neuropatía periférica, agravándose el cuadro en el

paciente diabético.

Las rampas en las piernas que se producen en el paciente con IRC,

principalmente nocturnas, son de etiología desconocida, aunque probablemente

estén relacionadas con alteraciones electrolíticas. Aunque la quinina se ha utilizado

ampliamente en el tratamiento de los calambres nocturnos en estos pacientes, se

necesitan estudios que respalden esta práctica, ya que los publicados son en

pacientes ancianos y no en IRC (8). Aunque los efectos adversos de la quinina son

raros, son lo suficientemente graves (leucopenia y trombocitopenia) como para

requerir una monitorización estricta de estos pacientes.

B. Complicaciones gastro-intestinales

El sangrado gastro-intestinal es una complicación de la IRC multifactorial

(defectos de las plaquetas, anemia y terapia anticoagulante). En estos pacientes

se suele presentar angiodisplasia del estómago y del duodeno y esofagitis erosiva.

En la utilización de antagonistas H2 se ha de tener en cuenta que se deben reducir

las dosis según aclaramiento de creatinina, excepto la cimetidina. El sucralfato

sería una alternativa a los antagonistas H2, pero tiene la problemática de que

puede conducir a toxicidad por aluminio, por ello está contraindicado en IRC (9). La

utilización de terapia hormonal, estrógenos y estrógenos más progestágenos, en el

sangrado crónico del paciente con IRC ha demostrado eficacia aunque faltan más

estudios y se han de tener en cuenta los posibles efectos adversos (10).

La constipación es un problema frecuente en los pacientes con IRC, debido a la

propia patología, a la restricción de líquidos y a la administración de preparados

con aluminio como quelante de fosfato. La terapia se basa en la administración de

laxantes formadores de bolo y en cambios dietéticos con la administración de

comidas ricas en fibra.

C. Osteodistrofia renal e hiperparatiroidismo secundario

El término osteodistrofia renal describe un amplio espectro de enfermedades

metabólicas óseas que se producen en el paciente con IRC. Ello es debido a que

los pacientes con IRC presenta importantes alteraciones en el metabolismo del

calcio y del fosfato, que conducen secundariamente a hiperparatiroidimso,

6

calcificación vascular y de tejidos blandos, osteomalacia y riego de acumulación

de aluminio en huesos y otros tejidos, especialmente el cerebro.

El origen de las alteraciones óseas en el paciente con IR es crónico, iniciándose

en las alteraciones metabólicas (11). El riñón es el responsable de puntos

fundamentales de la síntesis de la forma activa de la vitamina D: la 1-hidroxilación

de 25-hidroxicolecalciferol a 1,25-hidroxicolecalciferol. En la IRC la síntesis de este

metabolito activo se ve disminuido por la reducción en el número de nefronas

funcionantes y por la inhibición producida por la hiperfosfatemia que se produce

como consecuencia de la disminución de la excreción renal de fosfato. El resultado

es la hipocalcemia, conduciéndo a un hiperparatiroidismo secundario y a

osteomalacia, ya que la vitamina D es necesaria para la correcta mineralización

del hueso.

Otro factor importante en la alteración ósea en los pacientes con IRC es el

depósito de aluminio en el hueso, que inhibe el normal depósito de calcio en el

hueso.

Los objetivos terapéuticos del tratamiento son controlar los niveles de fosfato y

calcio, suprimir la secreción excesiva de PTH, mantener el normal desarrollo del

hueso y evitar la intoxicación por aluminio.

- Control de los niveles plasmáticos de fosfato

Inicialmente se debe realizar una restricción de fósforo en la dieta en pacientes con

aclaramiento de creatinina menores a 50 ml/min, principalmente en carne,

pescado, leche, legumbres y bebidas carbonatadas, pero un correcto control

únicamente con medidas dietéticas es difícil.

Por ello el tratamiento de la hiperfosfatemia se basa fundamentalmente en la

administración de quelantes del fosfato, que se ingiere con las comidas, para

prevenir su absorción en el intestino (12). Estos agentes son sales de iones

metálicos di o trivalentes: aluminio, calcio o magnesio (Tabla 3). Han de ser

administrados con las comidas para incrementar su efecto quelante. No existe el

quelante de fosfato ideal, ya que todos presentan ventajas e inconvenientes.

- Supresión de la secreción excesiva de PTH

En aquellos pacientes en los que, aún a pesar de la administración de quelantes

de fosfato, no se controlan correctamente los niveles de calcio y de PTH, se debe

iniciar tratamiento con derivados de la vitamina D.

7

Los derivados activos de la vitamina D pueden suprimir los niveles de PTH al

incrementar los niveles de calcio plasmáticos al incrementar la absorción intestinal

de calcio y al disminuir la síntesis de PTH directamente en la glándula paratiroide

(13). De los derivados de la vitamina D se pueden utilizar tanto 1,25-

dihidroxicolecalciferol (calcitriol) como 1α-hidroxicolecalciferol (alfacalcidiol) ya que

no requieren la acción del enzima renal α-hidroxilasa. Pero se debe monitorizar los

niveles de calcio y fosfato frecuentemente, ya que la dosis que suprime la actividad

de la glándula paratiroides es muy cercana a la dosis que produce hipercalcemia.

Además estos fármacos pueden producir incremento en la absorción de fosfato en

el intestino.

Actualmente existen muchos puntos de discusión respecto al tratamiento con

derivados de la vitamina D en IRC: dosis, vía de administración, grado de IRC en

que iniciar la terapia y cuál de los derivados es de elección.

D. Anemia

Los pacientes con IRC terminal suelen presentar anemia normocrómica y

normocítica, cuya severidad depende del grado de IRC y, en los pacientes

sometidos a técnica dialítica, del tipo de diálisis. Esta anemia está muy

relacionada con muchos de los síntomas urémicos y la morbilidad de estos

pacientes y también con el deterioro de su calidad de vida.

La anemia suele aparecer a partir de tasa de filtración glomerular (TFG) por debajo

de 20-30 ml/min/1,73m2. Otros factores que pueden agravar la anemia en la IRC

son: pérdidas de sangre durante la hemodiálisis, reducción del tiempo de vida de

los eritrocitos y sangrados gastrointestinales. Todos estos factores conducen a

déficit de hierro. La toxicidad por aluminio, infecciones, procesos inflamatorios

crónicos y déficits de vitamina B12 y de ácido fólico pueden complicar la anemia.

La causa primera de anemia en los pacientes con IRC es el déficit de

eritropoyetina y por ello su tratamiento se basa principalmente en la administración

de eritropoyetina, aunque existen otros aspectos. Inicialmente es importante la

valoración de déficits de hierro y ácido fólico. Las técnicas dialíticas no corrigen la

anemia, pero ayudan a un mayor control de la síntesis de eritrocitos, produciendo la

diálisis peritoneal un mayor incremento del hematocrito que la hemodiálisis.

8

Se debe hacer una correcta selección de los pacientes candidatos a recibir la

terapia con eritropoyetina como por ejemplo mediantes grupos de expertos (14).

Se considera indicado en aquellos pacientes con hematocrito <30% (15) o con

hemoglobina < 8g/dl (16). También se han de valorar en la indicación de la

eritropoyetina las necesidades de transfusiones y situaciones orgánicas que

agraven la anemia.

La eritropoyetina además de corregir la anemia y disminuir sus síntomas, como

fatiga y falta de apetito, mejoran la función cardíaca y el riego sanguíneo (17). Este

fármaco también ha demostrado tener un impacto positivo en la calidad de vida y

en la rehabilitación (18). La eritropoyetina se puede administrar tanto por vía SC

como endovenosa. La vía SC se prefiere en pacientes sometidos a diálisis

peritoneal ambulatoria y pacientes que todavía no están sometidos a técnica

dialítica, ya que se pueden autoadministrar el fármaco y no presentan una vía EV

abierta. Aunque la vía SC presenta una pobre biodisponibilidad (20-50%), la

respuesta es similar a la administración por vía EV (19).

- Efectos Adversos (Tabla 4)

El principal efecto adverso de la eritropoyetina es la elevación de la tensión arterial,

que se observa en el 20-33% de los pacientes en tratamiento (20). Esta

hipertensión usualmente aparece entre la 2ª y la 16ª semana del inicio de la

terapia. La hipertensión habitualmente se puede controlar con fármacos

antihipertensivos o con el control de la diálisis (21). Se pueden presentar

convulsiones (en el 2,5% de los pacientes en tratamiento con eritropoyetina), que

suelen ir precedidas de una elevación brusca de la tensión arterial, dolor de

cabeza y problemas de visión. También se ha asociado la administración de

eritropoyetina con un incremento de las necesidades de heparina y con una mayor

frecuencia de trombosis de accesos venosos y de prótesis.

- Evaluación de resultados

La respuesta a la administración de eritropoyetina no se observa de forma

inmediata. Las células progenitoras de eritrocitos tardan aproximadamente 10 días

en madurar y ser liberadas a la circulación sanguínea. A partir de aquí el

hematocrito irá paulatinamente incrementándose hasta llegar a una situación de

equilibrio hacia 1-4 meses, que es cuando se debe valorar si el tratamiento es

efectivo. El hematocrito objetivo del tratamiento con eritropoyetina está entre 30-

9

36% (Tabla 4) o una hemoglobina entre 10 y 12 g/dl. Para llegar a este objetivo se

ha de utilizar aquella dosis que individualizada por paciente obtenga los menores

efectos adversos y el menor coste.

- Resistencia

El déficit de hierro es la principal razón de fallo del tratamiento con eritropoyetina.

Debido a la necesidad de hierro en la síntesis de eritrocitos (esencial en la síntesis

de hemoglobina) es preciso que las reservas de hierro estén aseguradas. La

deplección de estas reservas suele producirse como consecuencia de incremento

del número de eritrocitos, pero también se puede producir en presencia de

inflamaciones, infecciones crónicas o cirugía.

La toxicidad por aluminio también puede conducir a una menor respuesta al

tratamiento con eritropoyetina, debido a que el aluminio puede alterar la síntesis

del grupo hemo y al transporte de hierro. Otra posible causa de resistencia es el

hiperparatiroidismo, debido a la fibrosis de la médula ósea.

TÉCNICAS DIALÍTICAS

Las técnicas dialíticas conjuntamente con el trasplante renal son las dos grandes

opciones terapéuticas para los pacientes con IRC terminal. La mayoría de estos

pacientes sometidos a técnicas dialíticas están en lista de espera de trasplante

renal.

Las dos modalidades de técnicas dialíticas son principalmente la hemodiálsis y la

diálsis peritoneal en la IRC (Tabla 5) y la hemodiálisis, la hemofiltración y la

hemodiafiltración continua en la IRA del paciente hospitalizado.

La actuación farmacéutica prestada a los pacientes sometidos a técnicas

dialíticas es compleja, debido a las pluripatologías que suelen presentar estos

pacientes y a las complicaciones de la propia técnica. Pero a la vez se debe

realizar un importante papel tanto en la selección, posología y monitorización de la

terapia farmacológica, que puede conducir a una disminución de los efectos

indeseables, como en la educación e información del paciente sobre la

medicación y su cumplimiento.

Principios de la diálisis

10

Todas las técnicas dialíticas se basan en el intercambio que se realiza a través de

una membrana semipermeable cuando en un lado está la sangre y en el otro la

solución de diálisis (22, 23). La presencia de un gradiente de concentraciones es

el factor que conduce a la eliminación de metabolitos y sustancias. La eliminación

de estas sustancias dependerá de la permeabilidad y resistencia de la membrana,

del tamaño y carga eléctrica de las partículas, del flujo de la sangre y del líquido de

diálisis. En la hemodiálisis el proceso es extracorpóreo, mientras que la diálisis

peritoneal utiliza la membrana peritoneal.

Hemodiálisis

La hemodiálsis (HD) es un proceso en que la sangre anticoagulada del paciente y

una solución de diálisis fluyen separadas por una membrana semipermeable en

direcciones opuestas con la finalidad de maximizar el gradiente de

concentraciones entre ambos líquidos. De esta manera se producen dos procesos:

difusión y ultrafiltración. La difusión es el paso de sustancias a través de la

membrana como consecuencia de un gradiente de concentraciones. La

ultrafiltración es el resultado de la diferencia de presiones entre los dos lados de la

membrana y es el proceso que conduce a la eliminación de agua. Estos dos

procesos se han de individualizar según las necesidades del paciente: difusión

para controlar la eliminación de solutos como la urea y ultrafiltración para controlar

el balance de líquidos.

Para prevenir la coagulación de la circulación extracorpórea el anticoagulante

más habitualmente utilizado es la heparina, tanto heparina sódica como heparina

de bajo peso molecular. La administración de heparina sódica se realiza mediante

un bolus al inicio de la diálisis, seguido de una infusión continua, que suele

suspenderse aproximadamente 1 hora antes del final de la diálisis, para minimizar

el posible riesgo de sangrado postdiálisis.

Las vías de acceso vascular para hemodiálisis a largo plazo en pacientes con

IRC suelen ser de dos tipos: fístula arteriovenosa (AV) ó prótesis arteriovenosa. La

fístula AV se crea utilizando los propios vasos sanguíneos del paciente, usualmente

mediante una anastomosis entre la arteria radial y la vena cefálica. La prótesis AV

es usualmente de material sintético como el politetrafluoroetileno. La utilización de

fístula AV es más frecuente por la menor frecuencia de complicaciones infecciosas

y trombóticas y por la mayor duración.

11

Los líquidos de diálisis contienen sodio, cloro, calcio y magnesio. Las cantidades

de potasio de estos líquidos pueden variar de 0 a 4 mEq/l y se ajustarán los

aportes de potasio según las necesidades de cada paciente. Pero la base del

líquido de diálisis es el lactato o el bicarbonato. El lactato necesita la

transformación hepática para ser transformado a bicarbonato. El aporte de

bicarbonato no puede ir mezclado con el resto de la solución ya que esta contiene

calcio y magnesio y podría precipitar, por ello se mezcla justo al inicio de la

hemodiálisis.

- Complicaciones de la hemodiálisis

Aunque la técnica de la hemodiálisis ha evolucionado bastante en las últimas

decadas, los efectos indeseables siguen existiendo, principalmente por las

alteraciones hemodinámicas que comporta la hemodiálisis, pero también por todo

aquello que comporta una técnica invasiva.

a. Hipotensión

La hipotensión es la complicación más frecuente de la hemodiálisis. Su etiología

es multifactorial, siendo el factor primario la eliminación excesiva de fluido del

compartimento vascular sin dar tiempo a una redistribución del resto de

compartimentos. Una mayor ganancia de peso en los períodos entre diálisis obliga

a una mayor eliminación de fluidos por unidad de tiempo e incrementa el riesgo de

hipotensión. Por ello es importante que se mantenga la restricción de líquidos de

forma estricta. Otros posibles factores que conducen a hipotensión son: una

temperatura inadecuada del líquido de diálisis y los cambios en la osmolaridad

plasmática.

b. Rampas musculares

Las rampas musculares suelen estar asociadas a la hipotensión. El mecanismo

podría estar relacionado con cambios rápidos de osmolaridad durante la

hemodiálisis. Se han utilizado diferentes terapias para mitigar estas rampas:

infusión rápida de suero fisiológico, infusión de soluciones hipertónicas

(glucosadas o salinas) o administración de quinina.

c. Reacciones de hipersensibilidad

Las reacciones de hipersensibilidad pueden manifestarse en una gran gama de

síntomas que incluyen desde reacciones anafilácticas hasta síntomas menos

específicos. Las reacciones anafilácticas (reacciones tipo A) podrían ser debidas

12

tanto a las propias membranas como a los desinfectantes. Los síntomas menos

específicos (reacciones tipo B) son más frecuentes que los de tipo A pero menos

graves, como son lumbalgia y dolor torácico.

c. Síndrome del desequilibrio

Este síndrome se caracteriza por una serie de síntomas neurológicos y sistémicos,

como visión borrosa, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, desorientación, que

puede ocurrir al finalizar la hemodiálisis. En los casos graves se observa

convulsiones y coma. La principal causa es el edema cerebral producido por el

gradiente osmótico que se produce durante la hemodiálisis entre el plasma y el

líquido cefalorraquídeo.

d. Amiloidosis

La amiloidosis en el paciente sometido a hemodiálisis se produce por el depósito

de ß2-microglobulina en los tejidos blandos y articulaciones. La manifestación

clínica prioritaria es el síndrome del tunel carpiano.

Diálisis Peritoneal

La diálisis peritoneal (DP) ha evolucionado en los últimos años hasta ser una

modalidad mayoritaria en los pacientes con IRC terminal. Esto es debido

principalmente al desarrollo de la diálisis peritoneal continua ambulatoria (CAPD o

DPAC) que permite al paciente mantener su forma de vida casi normal.

La diálisis peritoneal consiste en la instilación de 1 a 3 litros de líquido de diálisis

en la cavidad peritoneal a través de un catéter. El líquido permanece en la cavidad

de 3 a 8 horas y posteriormente es drenado y reemplazado con líquido nuevo. Este

proceso se realiza de 3 a 4 veces al día. Cuando el líquido permanece en la

cavidad peritoneal se produce un proceso de difusión pasiva debido al gradiente

de concentraciones entre el líquido y el plasma. Para que también se produzca un

proceso de ultrafiltración de la sangre a la cavidad peritoneal, los líquidos de

diálisis peritoneal llevan agentes osmóticos que crean un gradiente osmótico. Esto

se consigue mediante la adición de glucosa a diferentes concentraciones

dependiendo de la cantidad de fluido a extraer con la técnica dialítica.

El líquido de diálisis peritoneal contiene concentraciones de electrolitos

similares a las del plasma para prevenir la pérdida de ellos. Esto no se cumple con

el potasio, ya que no suelen contener potasio y en caso de hipopotasemia se ha de

13

añadir a parte. Las concentraciones de glucosa varían de 1,5 hasta 4,25%.

Usualmente las de menores concentraciones se utilizan en las instilaciones durante

el día y las de 4,25% para permanecer el período nocturno. El equilibrio ácido-base

se consigue con la presencia de lactato en los líquidos de diálisis, que en el

organismo es metabolizado a bicarbonato.

- Complicaciones

El problema más frecuente es la infección, tanto producida en la propia cavidad

peritoneal como en el lugar de inserción del catéter o en la parte tunelizada.

También pueden presentarse complicaciones mecánicas del catéter o metabólicas

debida a la técnica (24).

a. Peritonitis

La peritonitis sigue siendo la complicación más frecuente en los pacientes

sometidos a diálisis peritoneal y es la principal razón de fallo al tratamiento. Los

signos y síntomas que presenta el paciente son: dolor abdominal, náuseas, vómitos

y fiebre, asociado con la presencia de un líquido de drenado turbio.

Alrededor del 60% de los episodios de peritonitis en estos pacientes son debidos

a microorganismos gram-positivos, 20% a gram-negativos y 5% debidos a

hongos. Del 15% restante no se aislan microorganismos. Los tratamientos más

comúnmente utilizados incluyen vancomicina en infecciones producidas por

microorganismos gram-positivos y ceftazidima y aminoglucósidos para peritonitis

producidas por microorganismos gram-negativos (25). El tratamiento puede ser

recibido en el domicilio y sólo requiren hospitalización los casos más graves o que

no se puedan autoadministrar los antibióticos.

La vía de administración mayoritaria es la intraperitoneal debido a su acceso

directo a la cavidad abdominal. La mayoría de antibióticos cruzan la membrana

peritoneal, con una biodisponibilidad que varía entre el 50 y el 80%. Los

antibióticos también se pueden administrar por vía oral o endovenosa, ya que la

mayoría de estos fármacos consiguen concentraciones terapéuticas en la cavidad

peritoneal.

Para peritonitis producidas por hongos se recomienda la retirada del catéter y

administración de anfotericina B por vía parenteral durante 10 días hasta una dosis

acumulada de 300 a 500 mg.

b. Infecciones de catéter

14

Se producen unas 0,6 infecciones en el lugar de inserción del catéter peritoneal por

paciente y año y alrededor de 0,1 a 0,15 episodios de infección de la parte

tunelizada del catéter por paciente y año. Los principales microorganismo

relacionado con estas infecciones son S. aureus y S. epidermidis, mientras que

infecciones de catéter peritoneal debidas a microorganismos gram-negativos son

poco frecuentes.

c. Complicaciones mecánicas

Las complicaciones mecánicas del catéter que se suelen producir en los pacientes

sometidos a diálisis peritoneal son: migración del catéter, oclusión del catéter y

hernias.

d. Complicaciones metabólicas

Una complicación frecuente en los pacientes sometidos a diálisis peritoneal es el

incremento de peso, debido principalmente a la absorción de glucosa del líquido

de diálisis (de 500 a 1000 kcal/día), que se ve asociado con una disminución del

apetito y a hipertrigliceridemia.

Comparado con la hemodiálisis, la diálisis peritoneal produce una pérdida de

proteínas mayor. Otras posibles alteraciones metabólicas en estos pacientes son

la hiper o hiponatremia y la hiper o la hipopotasemia.

Técnicas Dialíticas Contínuas

En la última decada se han desarrollado nuevas técnicas dialíticas contínuas

basadas en la filtración y dirigidas al tratamiento de pacientes con IRA (26).

Actualmente son unas técnicas ampliamente utilizadas en las Unidades de

Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales, aunque la hemodiálisis intermitente se

continúa utilizando en pacientes con IRA estables hemodinámicamente y sin fallo

multiorgánico. Las técnicas dialíticas contínuas son la hemofiltración arteria-vena

(CAVH), vena-vena (CVVH) y la hemodiafiltración arteria-vena (CAVHD) y vena-

vena (CVVHD).

Las técnicas dialíticas contínuas presentan muchas similitudes con la hemodiálisis.

Todas ellas utilizan una membrana externa al individuo y requieren circulación

extracorpórea.

La hemofiltración es la base de estas técnicas dialíticas contínuas. La

hemofiltración consiste en un proceso mediante el cual la sangre entra en contacto

15

con una membrana permeable, haciendo que el agua y las moléculas de bajo peso

molecular (<20 000 Da) atraviesen esta membrana, generándose el ultrafiltrado. Es

un proceso similar al que se produce en el riñón con la filtración glomerular, pero

sin producirse posteriormente un proceso de reabsorción ni secreción. Por ello el

paciente requiere la reposición con soluciones cristaloides, que repondrán a la

misma velocidad que la velocidad de producción de ultrafiltrado, normalmente en la

parte final del circuito extracorpóreo. Pero habitualmente lo que necesita el

paciente es la eliminación de líquido y por ello se repone menos fluídos que los

eliminados por la hemofiltración.

Debido a este circuito extracorpóreo, se debe administrar al paciente fármacos

anticoagulantes, habitualmente heparina sódica.

La ventaja de las técnicas de hemofiltración y hemodiafiltración, sobre la

hemodiálisis intermitente es que al ser técnicas contínuas no producen alteraciones

hemodinámicas tan bruscas. En un paciente con fallo multiorgáncio la hemodiálisis

puede producir hipotensiones aun más severas, arritmias y la muerte del paciente.

Hay que pensar que los pacientes ingresados en las UCI´s y con IRA suelen recibir

2 litros de fluídos al día, únicamente entre medicación y nutrición, por lo que la

restricción de líquidos nunca llegará a ser estricta. De esta manera con la

hemofiltración y la hemodiafiltración esta cantidad de líquidos se pueden ir

eliminando fácilmente a lo largo de las 24 horas del día.

Tipos de técnicas dialíticas contínuas

- Hemofiltración continua arteria-vena (CAVH)

CAVH es la forma más simple de técnica dialítica contínua. La sangre sale del

organismo por la arteria femoral, pasa a través del hemofiltro, únicamente bajo la

influencia de la presión arterial, y regresa al organismo por una vena.

El problema más importante de esta técnica es precisamente que depende de la

presión arterial y, al ser un procedimiento que se suele utilizar en pacientes con

fallo multiorgánico, suelen tener presiones muy bajas. Esto produce que en

pacientes hipotensos esta técnica sea muy poco efectiva, con aclaramientos

incluso inferiores a 10ml/min.

- Hemofiltración contínua vena-vena (CVVH)

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CVVH se diferencia de CAVH en el acceso del circuto extracorpóreo al organismo

y en que se utiliza una bomba. Este circuito extracorpóreo se origina en una vena y

retorna al paciente por otra. La presencia de una bomba en este circuito permite

que se pueda controlar el factor de la presión, consiguiéndose aclaramientos de

hasta 100 ml/min. Por esta ventaja de la CVVH sobre CAVH, su utilización es más

amplia.

- Hemodiafiltración continua arteria-vena (CAVHD) y vena-vena (CVVHD)

Las técnicas de hemodiafiltración consisten en la adición de un proceso de diálisis

al proceso de hemofiltración. Esto se consigue mediante la introducción de un

líquido de diálsis en el circuito previo al paso de la sangre por la membrana. Así se

produce, además del proceso de ultrafiltración, un proceso de difusión. Esto

permite controlar mejor la eliminación de solutos y toxinas. En el caso de la

CAVHD utiliza la presión arterial en el circuito, mientras que en la CVVHD utiliza

una bomba. Evidentemente las ventajas de una mayor eficacia de la técnica se ven

disminuidas por una mayor complejidad del equipamiento.

NEFROTOXICIDAD INDUCIDA POR FÁRMACOS

Los riñones son especialmente sensibles a la toxicidad por fármacos debido a

que:

1. La excreción renal es el método fundamental de eliminación de fármacos del

organismo

2. Aunque el tejido renal es el 0,4% de la masa corporal total, recibe el 20-25% del

gasto cardíaco

3. Por la elevada capacidad de concentración de fármacos que realiza el riñón, se

alcanzan concentraciones mucho mayores que en sangre.

La nefrotoxicidad inducida por fármacos puede estar relacionada con problemas

prerrenales, nefritis intersticial aguda, necrosis tubular aguda o/y obstrucción

intratubular.

Fármacos que pueden producir IR prerrenal son los AINE´s, IECA´s y

ciclosporina. Los AINE´s, al inhibir la síntesis de prostaglandinas, producen

vasoconstricción de la arteriola aferente y conducen a una disminución de la tasa

de filtración glomerular. Los IECA´s, al bloquear la formación de angiotensina II,

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también conducen secundariamente a una disminución de la tasa de filtración

glomerular.

Los fármacos que están más implicados en la inducción de necrosis tubular

aguda (NTA) son aminoglucósidos, vancomicina, anfotericina B, medios de

contraste radiológicos y ciclosporina.

Los medios de contraste radiológicos producen toxicidad tubular directa que

conduce a NTA pero también producen disminución de la prefusión sanguínea

renal y a obstrucción intratubular. El cambio en la prefusión renal se produce en dos

etapas: inicialmente se produce vasodilatación renal que produce diuresis

osmótica y posteriormente se produce vasoconstricción con incremento en la

reabsorción de sodio. Por ello la NTA debida a medios de contraste presenta una

EFNa <1. La mayoría de efectos adversos de los medios de contraste se han

asociado a su alta osmolaridad, por lo que el desarrollo de contrastes de baja

osmolaridad podría ofrecer una vía de reducción de efectos adversos. Sin

embargo, los preparados de baja osmolaridad han mostrado en ensayos clínicos

una reducción de los efectos adversos menores, mientras que la reducción de la

incidencia de efectos adversos mayores está discutida.

Los aminoglucósidos pueden producir nefrotoxicidad, que es generalmente

reversible al suspender el tratamiento o al monitorizar los niveles séricos . Existe

controversia respecto a la incidencia de nefrotoxicidad debida a aminoglucósidos.

Estas diferencias entre estudios hacen difícil definir el riesgo de toxicidad y las

diferencias entre los diferentes aminoglucósidos.

La vancomicina tiene cierto potencial de producir nefrotoxicidad (5 a 15%), que

se ve incrementado cuando se administra concomitantemente a aminoglucósidos

(22-35%). Los pacientes que presentan un mayor riego de desarrollar

nefrotoxicidad por vancomicina son aquellos que presentan niveles valle > 10 mg/l

o presentan neutropenia, peritonitis, edad avanzada, enfermedad hepática o

tratamiento concomitante con anfotericina B.

La nefrotocicidad producida por ciclosporina puede ser tanto aguda como

crónica. La toxicidad aguda es reversible y está relacionada con una disminución

del flujo renal sanguíneo. La nefropatía crónica por ciclosporina es irreversible y su

patofisiología es menos clara.

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La incidencia de nefrotoxicidad por anfotericina B es dosis-dependiente,

incrementándose hasta un 80-90% cuando la dosis acumulada excede 3-5

gramos. El mecanismo de esta toxicidad es complejo y está relacionado tanto con

una necrosis tubular aguda como con una acidosis tubular renal. Clínicamente se

manifiesta con una fase inicial con poliuria, acidosis tubular y péridida de

magnesio en orina, seguido posteriormente por una dismunición de la tasa de

filtración glomerular. Usualmente la función renal mejor tras la suspensión del

tratamiento. Diferentes estudios han mostrado que la administración de cargas de

sodio pueden prevenir la nefrotoxicidad por anfotericina B. Las formas liposomales

han mostrado una menor incidencia de nefrotoxicidad.

Las causas más frecuentes de nefritis intersticial aguda (NIA) se produce

mediante una reacción de hipersensibilidad. Los fármacos y sus metabolitos

inducen NIA actuando como haptenos uniéndose a las proteinas, formando un

complejo inmunogénico. Entre los fármacos que se han visto asociados a NIA se

encuentran β-lactámicos, rifampicina, vancomicina, AINE's, quinolonas y raramente

IECA's (22).

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Tabla 1. Fármacos que inducen IRA.

Estados hiperoncóticos Dextrano, manitol Estado pre-renal Diuréticos, interleukinas, IECA, antihipertensivos Toxicidad tubular directa Aminoglucósidos, cisplatino, vancomicina, foscarnet,

pentamidina, contrastes radiológicos, anfotericina B, metales pesados

Toxicidad por alteración tubular

Gammaglobulina IV, dextrano, maltosa, sucrosa, manitol

Toxicidad endotelial Ciclosporina, mitomicina C, tacrólimus, cocaina, estrógenos, quinina

Reactividad vascular aferente (vasoconstricción)

AINE, contrastes radiológicos, anfotericina B

Reactividad arteriolar eferente (vasodilatación)

IECA

Cristaluria Sulfamidas, metrotexato, aciclovir, triamtereno, etilenglicol, inhibidores de la proteasa

Glomerulopatías Oro, penicilamina, AINE, otros.

Tabla 2. Tratamiento del prurito urémico (7).

Tratamiento no farmacológico Diálisis Dieta Fototerapia Acupuntura Paratiroidectomía

Tratamiento farmacológico sistémico Antihistamínicos Ketotifeno Colestiramina Carbón activado Nicergolina Eritropoyetina

Tratamiento farmacológico tópico Capsaicina Emolientes Corticoides

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Tabla 3. Fármacos quelantes de fosfato utilizados en el tratamiento de

hiperfosfatemia en pacientes con IRC.

Fármaco Potencia Monitorización Calcio carbonato (40% calcio por peso de sal)

+ niveles de fosfato niveles de calcio

Calcio acetato (25% de calcio por peso de sal)

++ niveles de PTH administración con comidas

Calcio citrato (21% de calcio por peso de sal)

+

Aluminio hidróxido +++ niveles de fosfato niveles de calcio niveles de PTH

Aluminio carbonato +++ administración con comidas signos y síntomas de constipación

Magnesio pidolato +++ niveles de fosfato niveles de calcio niveles de PTH administración con comidas

Magnesio hidróxido +++ diarreas niveles de magnesio y potasio

Tabla 4. Parámetros a monitorizar en pacientes en tratamiento con

eritropoyetina (20, 21).

Hemoglobina (g/dl) Hematocrito (%) Hematíes (x 103/mm3) Reticulocitos (%) Ferritina (ng/ml) Saturación transferrina Tensión arterial Síntomas neurológicos Potasio Reacciones alérgicas

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Tabla 5. Tipos de técnicas dialíticas utilizadas en IR.

DP HD

intermitente

CAVH CAVHD CVVH CVVHD

Eficiencia moderada alta variable variable alta alta

Complejidad baja moderada moderada alta moderada alta

Coste moderado bajo moderado alto moderado alto

Terapia

anticoagulante

no sí sí sí sí sí

Riesgo infección alto bajo bajo bajo bajo bajo