rooster cogburn capítulo 4

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Rooster Cogburn Capítulo 4

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Page 1: Rooster cogburn Capítulo 4
Page 2: Rooster cogburn Capítulo 4

AQUÍ PODRÍA

IR TU

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PERO ENTONCES NO PODRÍAMOS

OPINAR LO QUE OPINAMOS

y

ESCRIBIR LO QUE ESCRIBIMOS

Page 3: Rooster cogburn Capítulo 4

Y llegamos con estas páginas al capítulo cuatro de Rooster Cogburn. Y llegamos tarde. Y eso ya ha

pasado. Y nos disculpamos. Y también ha pasado. Y hay excusas razonables. Y también ha pasado. Y

argumentaremos el lado pelín canalla de esta revista. Y también ha pasado. Y buscaremos distraer la

atención pareciendo unos golfos entrañables. Y eso también ha pasado. Y ni somos tan golfos ni tan

entrañables.

La realidad es que si es cierto aquello de que el carácter es destino, bien podríamos darle una vuelta

de tuerca y decir que también es destino la composición. Y esta revista está compuesta por

profesionales del vino; periodistas, escritores, críticos, elaboradores, sumilleres, vendedores...gente

de todo pelaje con varios rasgos en común pero que al hilo de este ‘meta’ importa sólo uno: nadie se

dedica a escribir para Rooster Cogburn. Nadie gana un duro con Rooster Cogburn. Para todos, Rooster

Cogburn es un gasto en tiempo y energía (y para alguno, hoguera de amigos). Así que cabe

preguntarse cuál será el destino de una revista compuesta por gente con tendencias dispersas, y

cuyo sustento económico anda tan cerca de esta revista como del círculo polar ártico. Sólo el tiempo

lo dirá. Y esa afirmación está siempre inconclusa. Mientras haya más tiempo, lo seguirá estando.

Así que nos queda un destino incierto y en constante formulación; complicando más dicha

formulación con las nuevas incorporaciones a la revista que poco a poco, en capítulos venideros, os

harán –probablemente- pasar un buen rato leyendo sobre esto del vino. El principio HeisenCogburn de

incertidumbre, le vamos a llamar.

Recuerdo bien augurios sobre el tiempo que esta revista iba a vivir (por lo de no cobrar) de la misma

manera que recuerdo también augurios sobre cuánto tiempo permaneceríamos incólumes, sin

proxenetas y libres de publicidad. Es lógico preguntarse según qué cosas, y es obligatorio aceptar que

haya quien se las pregunta cuando desde estas páginas vamos afirmando según qué cuestiones. Ahora

bien, está el asunto destino. Para tal menester, voy a dirigirme a todos los que de alguna manera

conformáis ROOSTER COGBURN. Miradme a los ojos.

Esto es un metaeditorial. Un metaRoosterCogburn. No vamos a andar dando lecciones a los demás,

criticando a los demás, haciendo cachondeíto de los demás, sin revisarnos las propias pistolas. Si

molaba la idea de Rooster Cogburn era por lo (y esto es una realidad) podrido que está este querido

sector nuestro del vino. Queríamos comunicar sin intereses. Queríamos no escribir para aquellos

sobre los que estábamos escribiendo. Queríamos echar una mano a que hubiera consumidores mejor

informados. Queríamos que hubiera más consumidores. Queríamos cambiar (aunque fuese un poquito)

las cosas. Queríamos pasarlo de puta madre. Y aquí estamos, con la crisis del número 4.

Mírame bien a los ojos, Rooster. No me toques los cojones. Esto no es nada personal. Sigue habiendo

amor. Pero. Todos tenemos trabajo. Todos tenemos pereza. Todos tenemos exámenes. Todos

tenemos familia. Todos tenemos ganas de juerga. Todos tenemos otras prioridades.

Tú decides. Esto es Rooster Cogburn. En pocas lugares tendrás estas ‘metas’.

MetaRoosterCogburn

ROOSTER COGBURN

@CogburnSostiene

Page 4: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

#valelapena

Page 5: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

El vino no entraba en la ecuación. Todo era

cerveza, güisqui y ginebra. El vino no era más

que una curiosidad, algo… ¿demodé?, sí, algo

trasnochado, típico de abuelos de pueblo e

individuos enjutos de sienes encanecidas.

Aquellos terribles cavas de nochebuena y

nochevieja cuya melopea se transformaba en

una espantosa inflamación de las meninges a

la mañana siguiente; los infames ribeiros

turbios de La Oreja de Oro, que eran toda una

apreciable lección de accidentes

microbiológicos; los inefables, insípidos e

incoloros albariños del Airiños do Mar, eso sí,

acompañados de una buena y barata ración de

pimientos del cabrón, que dejaban el aliento

de satanás en el canal retronasal; las frascas

de Casa Paco, bien frías para que no se notara

mucho la, digamos, “austeridad” del oxidado

granel de Valdepeñas; el ubicuo Don Opas con

casera para diluir su exceso de “pureza”;

aquel grandioso cartón de Cumbres de Gredos

(recuerden el jingle de la radio: “Todos los

días buen vino”), pionero de lo que hoy quiere

ser una nueva denominación de origen, que

nunca faltaba en el calimocho callejero, ese

brebaje que ya huele a náusea antes de pasar

por sistema digestivo alguno y, lo más

repugnante, lo más odioso, vomitivo y

nauseabundo de todo lo que había que beber

cuando alguien te sacaba de tu zona de

confort: el rebujito.

Por aquel entonces, mi adorada y quebradiza

España todavía renqueaba quejumbrosa,

superando a duras penas la prolongada resaca

de los fastos del año 1992. El que suscribe fue

uno más de aquellos que, por aquel entonces,

lograron cruzar el rubicón de la extorsión

hormonal adolescente sin sufrir, quiero

pensar, excesivos daños. Aquellos eran años

universitarios de dormir poco y casi siempre

durante el día. Años de nocturnidad,

desvaríos, alevosía y descubrimientos

inesperados.

Hoy empieza todo.

Es curioso darse cuenta de cómo algunos

acontecimientos aparentemente

intrascendentes dan un giro a nuestras vidas.

Sucesos triviales, cotidianos, que quedan

grabados con firmeza en la memoria y se

recuerdan como si hubieran sucedido ayer. Lo

recuerdo con tanta claridad que da miedo: el

día en que mi padre apareció, a la hora de

comer, con una botella de vino -cuya marca

por vergüenza no diré- bajo el brazo. Probé

con miedo, mirando de reojo la gaseosa, y

resultó que aquello me gustó; me gustó de

verdad. Aquel fue el momento en el que

despertó con fuerza mi curiosidad e interés

por el vino.

Salíamos de las clases, o pasábamos de ir a

algunas, y aterrizábamos siempre y como por

ensalmo en algún bar cercano. Dejando a un

lado los litros de cerveza, vermouth y los

cubatas de remate, un amigo y yo empezamos

a beber vino y a decir una interminable -

sobretodo yo desde luego- lista de estupideces

de cada uno que probábamos. Con el tiempo,

me fue asaltando la frustrante sensación de

aquello que Peynaud resumió en un ejemplar

epígrafe: El catador ante la impotencia de las

palabras. El hecho de ir conociendo vinos,

empezar a

(1) Mayoral. García Carrión. D.O. Jumilla. De finales de los

noventa; imposible recordar añada.

Page 6: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

comprender sus diferencias y particularidades

y ser incapaz de transformar esas sensaciones

en verbos y adjetivos que bailaran en una

construcción sintáctica coherente, era casi

peor que ese momento en el que, cuando al

fin y tras mucho esfuerzo conseguías llevar a

la chica guapa a la cama, te dabas cuenta de

que habías bebido demasiado y aquello no iba

a ser nada digno de mención.

De mayor quiero ser catador

El antídoto para aquella frustración llegó en

forma de cursos de cata. Ya no recuerdo ni

cuantos fueron. Aprendí a coger la copa y

agitarla para favorecer que los compuestos

aromáticos se desprendieran, sin salpicar a

nadie, y a estudiar y analizar la naturaleza e

intensidad de los aromas. Memoricé que la

cantidad idónea de vino a introducir en la

boca era de entre 6 y 10 ml y que había que

mover dicha ínfima cantidad hasta alcanzar

todas las partes de la lengua, carrillos y

paladar. Conseguí la habilidad suficiente para

aspirar introduciendo aire a través del vino y

así potenciar la liberación de constituyentes

aromáticos sin ahogarme. Comprendí texturas

y volúmenes. Entendí los misterios de la

tanicidad, la acidez, la astrigencia y la

persistencia. Mi sucio corazón fue conquistado

por el pretendido empirismo del protocolo de

análisis sensorial: limpidez, tono, intensidad,

brillo, viscosidad, efervescencia, lágrimas,

evolución, sensaciones táctiles, dulzor,

amargor, picor, astringencia, equilibrio,

retronasal, postgusto, complejidad, armonía…

Empecé a sentirme satisfecho conmigo mismo.

Ah, señoras y señores, yo era un ser especial

conocedor de los secretos recónditos y

reservados que se escondían tras cada copa de

vino.

Llegaron las revistas, los libros, los artículos

científicos y la obsesión. Lo leía todo y

memorizaba gran parte. Había alcanzado tal

estado áulico que mi familia era incapaz de

comprender una palabra de lo que decía en la

mesa. Algunas personas se reían de mi

lenguaje y yo las despreciaba. Otras me

miraban con interés y casi admiración. En

verdad me había convertido en alguien

especial.

Terrores nocturnos

No sé exactamente cuándo empezó a

sucederme, pero por las noches me ocurrían

cosas extrañas. Me despertaba a las tres de la

mañana tembloroso, asustado y paralizado,

con la sensación de que una sombra,

escondida en mi habitación, me observaba...

Iba con mi amigo, también seriamente

afectado por “el mal del vino”, -aunque

mucho más pragmático que yo- a todos los

establecimientos especializados de los que

teníamos noticia. Si se abría una nueva

vinoteca, allí estábamos discutiendo y a veces

pontificando. En aquellos años el vino

empezaba a ser una moda esnob que, como

tantas otras, se nutrió de la inundación de

crédito fácil y el advenimiento de eso que

Quentin Taranvino bautizó como “la era de la

imbecilidad”. Hecho de menos aquellas largas

noches en el malogrado Terrabacus, en el que

ingeríamos grandes cantidades de un vino

tinto que se convirtió en uno de nuestros

fetiches líquidos.

(2) Martúe. Bodegas Martúe La Guardia. Por aquel

entonces V.T.Castilla. Probablemente 2001.

Page 7: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

De allí salíamos tarde, con la tarjeta de

crédito humeante y el jefe de aquel lugar

despidiéndonos con una sonrisa de oreja a

oreja.

Organizábamos catas nocturnas en las que sólo

dos individuos dábamos cuenta de hasta diez

botellas en una sola noche. Por aquel entonces

me parecía interesantísimo que en España se

plantaran hectáreas y hectáreas de variedades

foráneas ¿Por qué no íbamos a poder disfrutar

nosotros de nuestros propios vinos de

chardonnay, pinot noir, sauvignon blanc,

riesling, gewürztraminer, etc? Probé mi

primer pinot noir, de muy al sur de Borgoña, e

hice mías las églogas de Paul Giamatti en

Entre Copas. Me maravillaron un cabernet

sauvignon de Castilla La Mancha y un

chardonnay del Penedés. Me sorprendió un

gewürztraminer oscense y me enamoré de un

syrah murciano.

Las tres de la mañana, esa hora en la que nada

debería romper el sueño profundo. La fase

REM, el momento en el que soñamos y el

cerebro mantiene una actividad similar a la

del estado de vigilia. La oscuridad, el

silencio… y el súbito despertar. Era terrible

sentir aquella parálisis que me llevaba al

terror. Despertaba y era consciente de que

algo me observaba. Me dominaba el pánico.

Aquella cosa, aquel ser, se situaba a los pies

la cama y me observaba. Era lo bastante

sigiloso para no hacer ruido, pero tenía la

desfachatez suficiente para, de algún modo,

hacerme saber que estaba allí. Fuera lo que

fuera aquello, íncubo, súcubo o producto de la

parálisis del sueño, en la que lo onírico

irrumpe en el mundo de la vigilia, aquella

noche tocó uno de mis pies para hacerse notar

y yo, paralizado, no pude gritar.

No me digas que está bueno. Dime cuántos

puntos tiene.

Siempre leyendo revistas, era capaz de

memorizar tanto la puntuación de los

cincuenta mejores de las guías Repsol,

Campsa, Peñín, Proensa y los más llamativos

de Elmundovino, como, en otro orden de

cosas, la cilindrada, par y potencia máxima de

los coches más exclusivos. Compraba y cataba

-yo no bebía, yo cataba- todos los vinos que se

situaban en las primeras posiciones y estaban

a mi alcance. Los de precio más elevado casi

siempre se podían probar en alguna feria. Por

aquel entonces, quizá influenciado por The

Wine Advocate, me fascinaban las bombas

frutales, oscuras, poderosas y con mucha

madera nueva. Disfrutaba mucho con las

elaboraciones que presumían de saber

enológico y tecnológico y solía ignorar, e

incluso despreciar, el auténtico origen de todo

vino: el viñedo.

(3) Mas Borrás 1999. Miguel Torres. Penedés.

(4) Dehesa del Carrizal 1997. Ahora D.O.P. Dehesa del

Carrizal, antes creo que V.T. Castilla.

(5) Milmanda. Miguel Torres. Conca de Barberá.

Seguramente 1999.

(6) Viñas del Vero gewürztraminer 2000. Somontano.

(7) Valtosca 2001. Casa Castillo. D.O. Jumilla.

Page 8: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

Había llegado el momento de abandonar la

autarquía vinícola y salir de la piel de toro.

Ahí afuera había todo un mundo que debía

pasar la criba de mi exhaustivo análisis

sensorial. Gracias a algunas de las grandes

tiendas que por aquel entonces todavía hacían

gala de la alegría de la bisoñez, al fin era

posible viajar con los sentidos por las más

grandes zonas vinícolas de casi todo el planeta

tierra. Pertrechado con las puntuaciones de

Wine Spectator y The Wine Advocate, y

siempre escogiendo lo más asequible, me

dispuse a analizar las variedades foráneas que

tantas satisfacciones me habían dado en su

iteración ibérica.

Aquel Châteneuf du Pape.

Para probar la auténtica chardonnay no había

otra zona que Chablis. Aquel vino no se

parecía prácticamente nada a los chardonnay

que había conocido. Sin ser grandioso, hacía

gala de una austeridad, una acidez y un

nervio, que no tenía nada que ver con sus

parientes de zonas más templadas. Al pensar

en los chardonnay ibéricos, imaginé a un

noruego, requemado por el sol, sufriendo en

el agosto sevillano. La experiencia con mi

primer pinot noir borgoñón fue muy similar, ya

que un Gevrey Chambertin me descubrió la

primaria esencia de la mítica casta con su

frescura, acidez y aromas a cerezas y pétalos

de rosa. Un Saint Joseph me enseñó las

asilvestradas hechuras de la syrah del ródano

norte y un Haut Médoc me demostró que la

cabernet sauvignon era mucho más que el

jodido pimiento verde.

Otra de aquellas largas noches que tanto

añoro, transcurrió en un pequeño y discreto

rincón de la calle Vallehermoso de Madrid.

Como colofón de la velada, y por

recomendación de la casa, nos bebimos el que

fue mi primer Châteneuf du Pape. Aquel vino

estaba hecho con un gran porcentaje de

garnacha, variedad que, en mi antigua

estupidez, despreciaba por su supuesta

vulgaridad. Aquello era potente, pero era una

potencia elegante y sutil, impensable entre las

bombas de extracto a las que me había

acostumbrado. Ese vino era de una redondez

que hasta entonces no había conocido. Era

diferente y de gran calidad. En aquel

momento supe que en realidad no sabía nada.

Seguía despertándome paralizado, a las tres

de la mañana, y aquel ser siempre estaba allí

observándome. Una de aquellas noches volvió

a traspasar la frontera del sigilo y se sentó a

los pies de mi cama. Sentí su peso sobre el

colchón con absoluta claridad. Aquella noche

habló, susurrando, con una voz que me

resultaba muy familiar, y dijo: “son todo

malas imitaciones”.

(8) La Chablisienne. Chablis Fourchaume 1999.

(9) Philippe Pacalet. Gevrey Chambertin. 1999 o 2000.

(10) André Perret. Saint Joseph. Ni idea de la añada.

(11) Château La Lagune. Haut Médoc. Ni idea de la añada.

(12) Asturianos.

(13) Domaine de la Vieille Julienne. Châteneuf du Pape.

Estoy casi seguro de que fue del año 1999

Page 9: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

¿A qué huelen las piedras?

Siguiendo mi camino vinícola, ya con algunas

brasas de entusiasmo en las últimas y algo de

hastío en el horizonte, me encontré con una

nueva definición que hasta entonces no había

conocido. No sé en qué publicación encontré

el término por primera vez, pero fue uno de

esos que se graban a fuego instantáneamente

en la memoria: mineralidad ¿Vinos minerales

como el agua? Nunca lo había escuchado en

ningún curso ni leído en ninguna publicación.

Al parecer, las raíces de las mejores cepas en

los mejores terruños, mimados por los mejores

viticultores, podían extraer aromas de la

tierra y sus minerales y transferirlos al vino.

Tengo que decir que aquello me pareció una

locura descomunal pero, aún así, empecé a

investigar el tema. Huelga decir que no

encontré nada que justificara

fehacientemente la aparición de las supuestas

notas minerales y sin embargo, ay los sin

embargos, yo mismo empecé a “detectar” la

dichosa mineralidad. Las calizas, esquistos,

pizarras y granitos se convirtieron, a pesar de

mi escepticismo, en el nuevo juguete

sensorial.

Pasaba el tiempo y con él las modas. La época

de la tecnología agonizaba y resurgía con

fuerza la ideologizada batalla por la pureza y

el no intervencionismo. Conocí la biodinámica

y sus principios y también debo decir,

sintiéndolo mucho, que me pareció otra

locura. Empezaba a existir una desagradable

disociación entre las tendencias vinícolas y mi

sentido común.

Jerez… por siempre.

Nunca me daré suficientes cabezazos contra la

pared cada vez que recuerdo mis

profundamente estúpidas ideas preconcebidas

acerca de los vinos de Jerez. Veía aquellas

botellas en los estantes inferiores de los

supermercados y las miraba con total desdén,

descartándolas de forma automática.

Empecé a superar la imbecilidad cuando fui

consciente de que era habitual encontrar

algún representante del Marco de Jerez entre

los diez primeros vinos de casi todas las guías

que consultaba, así que me decidí a probar. La

primera terna “experimental” fue inolvidable.

Los analicé y volví a analizar. Me

conquistaron. Técnicamente rozaban la

perfección y sus precios eran humillantes.

Eran vinos grandes, despreciados por el gran

público, incluso por aquellos que nos

arrogábamos el título de entendidos. Probé

por primera vez la manzanilla, el amontillado

y el oloroso , y quedé atrapado. Por fin vinos

por los que no había que esperar lustros. Vinos

viejos y únicos, en su punto, que podían

mejorar con más tiempo en botella, sí, pero

preparados para ser disfrutados en plenitud

desde el primer día.

(14) La Ina, Tío Pepe y Fino Quinta.

(15) Muy Fina de Barbadillo.

(16) Botaina. Por aquel entonces Pedro Domecq

(17) Oloroso Cuco. Barbadillo.

Page 10: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

El tedio.

El tiempo siguió pasando y llegué a un punto

en el que, exceptuando Jerez, no me gustaba

casi ningún vino. A todos les faltaba o sobraba

algo. No bebía ni disfrutaba, analizaba. Todo

era análisis cuantitativo y cualitativo.

Durante una cena, critiqué sin piedad el vino

favorito del anfitrión. Lo puse a parir,

prácticamente insinuando que había sido

diseñado por y para paletos. La reacción del

anfitrión me sorprendió porque dijo que no lo

volvería a comprar. Aquel era su vino favorito

y mis palabras, mis sucias palabras, habían

hecho cambiar sus preferencias. Aquella

noche un escalofrío desagradable me recorrió

el espinazo.

Cada vez que alguien me preguntaba por un

vino, mis respuestas eran interjecciones: pse,

puaf… Mis modales se llenaron de afectación y

mis adjetivos de desprecio. Cuando

recomendaba algún vino, por supuesto, nadie

lo conocía. Siempre estaban fuera de las

denominaciones de origen habituales o ni

siquiera pertenecían a denominación alguna,

o eran extranjeros de alguna zona novedosa.

Me ocupaba de pronunciar correctamente los

nombres franceses, para entonar con estilo mi

canción triste vinícola en cada disertación.

Muchas veces me escuchaba hablando a mí

mismo como aquel que tiene muy claro que

está ante un gran y auténtico gilipollas. El

personaje me devoraba y no podía pararlo.

La revelación.

Una vez más, desperté a las tres de la mañana

y, de nuevo, supe que estaba allí,

observándome desde el umbral de la puerta

entreabierta. Harto y cansado de mis terrores

nocturnos, de mi estremecedora experiencia

con aquel entrometido visitante de dormitorio

que, noche tras noche, me vigilaba en la

oscuridad, conseguí sobreponerme a la

parálisis para que mis labios sortearan el

pánico y mi garganta emitiera sonidos

desafiantes. Me senté en la cama, con el

cuerpo trémulo como la luz de una vela en la

corriente de un largo pasillo, y recopilé el

valor suficiente para preguntar, como

Christopher Walken en aquel esperpento

cinematográfico llamado Communion: ¿Hay

alguien ahí?

La puerta se abrió algo más, sin emitir sonido

alguno, para que el pánico se transformara en

una poderosa corriente eléctrica que me

recorrió el espinazo. Era la primera vez que se

dejaba ver y le observé con tanta claridad que

la perplejidad superó al espanto. Era un

individuo de sonrisa sarcástica, con perilla y

patillas largas. Sus pequeños ojos me

evaluaban sobre unas evidentes ojeras. El

visitante de dormitorio era yo mismo, pero

con el morro fino y el hocico prieto.

(18) Este sí que no lo digo.

Page 11: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

Él, yo, no dijo nada. Se limitó a esbozar una

sonrisa sarcástica infectada de maliginidad. Se

apoyó con movimiento chulesco en el marco

de la puerta y comenzó a gesticular, como si

fuera un experimentado catador aspirando

aire para calentar el vino. Utilizó los

hiperbólicos y ridículos gestos de Vincent Price

en la versión de Roger Corman de El barril del

amontillado y se rió señalándome con el

índice. Su carcajada no fue sonora, pero

resultó tan escandalosa que consiguió que

inmediatamente me diera cuenta de lo que

me había estado pasando.

Un hasta luego

La obsesión me había superado y la

inflamación de ego me había convertido en un

gran imbécil. Ya no me gustaba casi ningún

vino y apenas podía tomarme una caña en un

bar sin hacer aspavientos de indignación.

Aburría a las ovejas con mis pedantes e

insufribles discursos ad populum que sólo

escuchaba yo mismo. Lo único que conseguí

con mi actitud de pretendido experto fue

quitarle las ganas de beber vino y disfrutarlo

sin más a los que me rodeaban, que no tenían

ninguna necesidad de afectación ni de

artificios de fingida sofisticación.

El cansancio, la hartura y el colesterol me

hicieron replantearme la deriva de mi

comportamiento. Tomé una decisión quizá

algo drástica. Dejé el mundo del vino a un

lado tan súbitamente como el que deja el

tabaco de sopetón tras contemplar una

radiografía impactante de sus pulmones.

Dejé de estudiar las cartas de los restaurantes

y de discutir con el sumiller. Dejé de hacer

gestos desagradables al probar el vino de

la casa. Dejé que cada cual se pidiera el vino,

la cerveza o el cubata que le diera la gana sin

molestarle con mis opiniones. Dejé de visitar

vinotecas y fundir las tarjetas de crédito

adquiriendo las últimas novedades. Dejé los

libros. Dejé las revistas y los artículos

científicos. Dejé los discursos. Volví a beber

cerveza Mahou, güisqui Dyc con Coca Cola,

Ginebra Larios con tónica Schweppes y unas

gotitas de brandy Terry Centenario en el café

mañanero. En unos pocos años me

desintoxiqué por completo y no volví a recibir

inquietantes visitas nocturnas.

El retorno.

Es curioso darse cuenta de cómo sucesos

aparentemente triviales dan un giro a nuestras

vidas…

Una noche como otra cualquiera, con las

ojeras en cuarto creciente, recibí un correo

electrónico al que no pude decir que no. Era

la llamada de la Enoarquía y resultó mucho

más poderosa que la berrea del ciervo para

una hembra en celo.

Ya ha pasado más de un año desde aquel sí y,

de momento, no me arrepiento de nada. He

vuelto al vino, a la cata y al análisis más o

menos exhaustivo, pero soy una nueva versión

de mí mismo. Lo único que quiero es intentar

compartir con todo el mundo lo que siento

cuando un vino me hace recostarme en la silla

y esbozar una sonrisa. El Calvero intepretado

por Chaplin diría en Candilejas aquello de “he

muerto ya tantas veces” y el Tío Ethan de

Centauros del desierto -posiblemente, la

mejor película de la historia- que inmortalizó

John Wayne, escupiría con desdén estas

palabras: “Yo no creo en las rendiciones”.

Page 12: Rooster cogburn Capítulo 4

El Resquemor

CARLOS M.I.

@CarlosEnoarquia

Cada uno de nosotros es una persona diferente a cada minuto que pasa. En este penúltimo minuto,

mi conciencia se rige por unos mandamientos muy distintos a los que me dirigieron en mis primeras

versiones. De entre todos ellos, destaco el primero: En realidad, no tengo ni puta idea de vino.

Mientras pienso, nostálgico, en las botellas que han dado su vida mientras proyectaba y escribía

esta historia para Rooster Cogburn, me doy cuenta satisfecho de que por las noches no he vuelto a

sentir el resquemor.

CHAMPAGNE PIERRE GIMONNET CUIS 1º CRU MAGNUM; KERPEN NEUMAGENER LAUDAM RIESLING

SPATLESE 1994; KELLER RIESLING VON DER FELS 2012; MANZANILLA LA GOYA; MANZANILLA

SOLEAR; MARK ANGELI LA LUNE 2012; DUREUIL JANTHIAL RULLY BLANC 2010; DOM ARLAUD

GEVREY CHAMBERTIN 2010; LUNEAU PAPIN LE L DOR 2002; LA BOTA 53 MMX FLORPOWER MAS

ALLÁ; CHAMPAGNE CAMILLE SAVES BRUT GRAND CRU ROSE; CHAMPAGNE HEBRART 1ER CRU

BRUT ROSE; ZARATE 2013; CHATEAU LA GRAVIERE 2008 LALANDE DE POMEROL; DOMINIO DO

BIBEI LALAMA 2010; DOMINIO DO BIBEI REFUGALLO TINTO 2009; PALO CORTADO TRADICIÓN;

AMONTILLADO VIÑA AB; FINO TÍO MATEO; FINO LA INA; PETER JAKOB KÜHN OESTRICHER

LENCHEN RIESLING AUSLESE 2005; TERRIBLE ROBLE 2013; CHAMPAGNE ANDRÉ CLOUET BRUT

ROSE; KRACHER CUVEE EISWEIN 2011 y LUSTAU EAST INDIA CREAM

Page 13: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

Page 14: Rooster cogburn Capítulo 4
Page 15: Rooster cogburn Capítulo 4

Canarias es un Polvorín

En las últimas semanas se han precipitado los

acontecimientos que me ha llevado a

modificar este artículo de opinión por tercera

vez.

Iniciaré comentando el más grave, mediático y

más reciente, el cual ha consistido en la

importación de vino blanco de granel

comprado por una bodega de la isla de

Tenerife a una cooperativa de Ciudad Real,

circunstancia que fue sacada a la luz hace

pocos días y donde se ha demostrado que

dicha práctica se llevaba realizando por una

bodega desde al menos 2012, tal y como

reflejan las facturas.

Dicho acto no se puede considerar como

fraude ya que se mezclaba con vino local para

vender como lo que anteriormente se llamaba

Vino de Mesa (hoy en día sólo Vino), por lo

tanto sin Denominación de Origen. Hasta aquí

todo normal con la gran salvedad de que la

bodega que lo realizaba tenía accionariado de

la institución insular Cabildo de Tenerife. La

participación del Cabildo se produjo hace años

al tratar de revitalizar el sector y así ayudar a

los viticultores locales. Es por ello que se

hicieron inversiones millonarias en 3 bodegas

de gran tamaño, localizadas en 2

Denominaciones de Origen. Una de estas 3

bodegas es donde se ha producido el por un

lado llamado fraude y por otro (en el que yo

me encuentro) una decisión poco ética y sin

pies ni cabeza. La argumentación de dicha

compra, de la cual no estaba supuestamente

enterada la parte política, era para poder

poner en valor 300.000 litros de vino existente

en la bodega de Guía de Isora comprada por

Bodegas Insulares para tratar de reflotarla y

que no cumplía los estándares de calidad

suficiente para salir al mercado. Es por tanto

que se compraron partidas sucesivas de

supuestamente Airén, durante al menos 4 años

consecutivos y se embotellaron bajo la marca

Viña Donia (¡no confundir con Vidonia válgame

Dios!). Su cliente final eran algunas cadenas

hoteleras del sur de la isla y pondría yo la

mano en el fuego que se anunciaba como Vino

de Mesa de la isla.

Por lo tanto hay varios errores graves y que

han supuesto la dimisión o cese de la

Dirección de las Bodegas, bajo mi punto de

vista. El primero es que unas bodegas

participadas por el Cabildo hayan comprado

vino que no fuera de la isla cuando, por un

lado se está quedando uva en el viñedo, y por

otro lado hay bodegas como graneles con

suficiente calidad en Tenerife como para

hacer esa aberración de mezcla. Lo llamo

aberración porque si hay 300 mil litros no

aptos para el consumo lo que se tenía que

haber hecho es literalmente abrir la puerta de

los depósitos y no ponerlos en circulación. Por

otro lado la imagen que se da al turista que

consume este vino de mesa de la isla no debe

de ser buena cuando se le añade vino

corregido. No he probado el vino pero no es

muy halagüeña una combinación de listán

blanco defectuoso con airén a no más de 0.30€

el litro precio de bodega.

Por lo tanto estamos ante un hecho grave y

una metedura de pata que debe suponer el

cese del responsable o responsables de esta

decisión (supuestamente ya está cesado el

único responsable)

Y ahora pasamos al otro asunto, el de las

bodegas pertenecientes a la asociación AVIBO

y que piden la destitución del Consejero de

Agricultura del Cabildo (a su vez es Presidente

de Bodegas Insulares) enarbolando la bandera

del sector del vino y hablando en muchas

ocasiones por la totalidad del sector, cuando

no es así. AVIBO es la Asociación de

Viticultores y Bodegueros de las islas y la gran

impulsora de la nueva

Jonatan García

@Jonatanvino

Page 16: Rooster cogburn Capítulo 4

Y ahora pasamos al otro asunto, el de las

bodegas pertenecientes a la asociación AVIBO

y que piden la destitución del Consejero de

Agricultura del Cabildo (a su vez es Presidente

de Bodegas Insulares) enarbolando la bandera

del sector del vino y hablando en muchas

ocasiones por la totalidad del sector, cuando

no es así. AVIBO es la Asociación de

Viticultores y Bodegueros de las islas y la gran

impulsora de la nueva

DOP Canarias. No en vano los órganos de

dirección son exactamente los mismos, cargo

arriba o abajo. Considero totalmente legítimo

que pidan la destitución si consideran que

dicha persona estaba enterada del asunto pero

yo paso a enlazar el primer problema con el

segundo.

Hace un par de años un grupo de bodegas de

las islas, la mayor parte bodegas de renombre

a nivel regional y ubicadas en Tenerife,

fomentaron la creación de una nueva DOP

llamada Islas Canarias. Esta gran DO en cuanto

a tamaño geográfico, la cual abarca las 7 islas,

se creó con el objetivo de permitir el trasiego

de uva, mosto y vino de una isla a otra, con el

fin de que no haya desabastecimiento de vino

en ninguna bodega. Aparte consideran que el

futuro del vino está en la exportación, y por lo

tanto la única y más rápida vía es hacerlo bajo

el nombre Islas Canarias. En su opinión el

consumidor no conoce el resto de DOs

canarias.

Así a simple vista, sin profundizar mucho en el

tema, parece algo coherente pero he aquí que

yo, desde mi punto de vista personal, voy a

dar mi opinión de lo que se pretende y de lo

que está sucediendo actualmente en el viñedo

canario.

Canarias se vende desde el punto de vista

turístico como 7 islas, cada cual diferente,

con multitud de microclimas a su vez dentro

de cada una de ellas. Por lo tanto me es muy

difícil comprender que una bodega pueda

hacer vinos con uva de Lanzarote y de La

Orotava, por poner un ejemplo, cuando la

climatología, orografía, viñedos, variedades y

creación de la propia isla son tan distantes.

Creo en los vinos que representan el terruño

donde está el viñedo, que no están

interferidos y homogeneizados a base de

levaduras seleccionadas y demás productos

químicos añadidos en bodega. Vinos que

cuentan algo y que te llevan a la zona de

donde procede. Una listán blanco que huele a

volcán, no a melocotones en almíbar. Una

listán negro que no huela a virutas. Una

malvasía aromática no prostituida…

Los vinos de las islas son especiales, sus

importadores concretos buscan una

particularidad, buscan honestidad en los vinos,

buscan el sitio del que procede y quieren ver

el viñedo y al viticultor que trabaja el mismo.

Nuestros vinos, por diversos motivos ya

conocidos como su orografía, sistemas de

cultivo, lejanía y economías de escala, no son

baratos, por lo tanto ese plus en el precio hay

que compensarlo con autenticidad y no

pasando a ser fábricas de vino sin personalidad

alguna donde un año tu tinto básico sea una

listán negro de Tacoronte y al año siguiente

una Cabernet de Abona.

Por lo tanto considero un gravísimo error tirar

por el camino que ellos consideran fácil para

vender sus vinos y que sólo algunos

importadores de países donde no exista

tradición o simplemente sin mucha formación

podrán vender este proyecto, algo que no será

sustentable a medio/largo plazo.

Canarias es un Polvorín

Jonatan García

@Jonatanvino

Page 17: Rooster cogburn Capítulo 4

Aparte afirmo que es desconocimiento en

cuanto a la exportación afirmar que la única

forma de exportar es hacerlo bajo el paraguas

de Islas Canarias. Algunas bodegas llevamos

muchos años exportando a gran cantidad de

países sin necesidad de ello.

Volviendo a la situación actual comentar los

antecedentes del año pasado. La primera

añada de esta gran DOP fue la 2013 (en

muchas ocasiones se ha vendido a los clientes

como una élite de bodegas, como la primera

división de bodegas canarias. Sin comentarios)

Las bodegas impulsoras ya embotellaron bajo

ella misma, comprando en sitios distantes de

su bodega la uva y dejando de comprarla en la

suya propia. En el caso concreto de la

DO Valle de la Orotava la situación se solventó

porque en la isla de La Palma la cosecha fue

corta y acudieron a comprar a los viticultores

de la Orotava, a los que a su vez varias

bodegas locales habían dejado de comprarles.

Asunto solucionado por ese año sin muchos

aspavientos. Denunciaba yo en varios plenos y

en conversaciones con gente del sector que los

años en los que la uva no faltara, zonas con el

precio medio de uva más caro como Tacoronte

Acentejo o el Valle de La Orotava, se iba a

comer con papas la uva. Y he aquí que ha

pasado este año. Las bodegas inscritas en ella

han ido a comprar a las zonas con extensiones

grandes, sistemas en espaldera fáciles de

trabajar y sin tantos problemas sanitarios

como las que nombraba, lo que supone

comprar el kilo a inferior precio, y en cambio

la zona norte sin poder colocar la uva. Esto

está suponiendo una bajada de precios, en

ocasiones superiores al 40%, para tratar de

colocarla y en el caso más extremo arranque y

abandono de viñedos centenarios por el hastío

de los viticultores ante esta situación.

¿Y ahora donde está la DOP que podía salvar al

sector?

Pues se encuentra por un lado metidos en

asuntos políticos tratando de eliminar al

Consejero de Agricultura (en sus guerras no

me meto) y por otro lado buscando la manera

de como sacar fondos públicos y de las otras

DOs, que puedan financiar su certificación

privada. Todo esto bajo el título de “Unión del

Sector”

A ellos les ha salido bien el asunto este año.

Tienen uva tanto en años buenos y malos, y

encima a un coste inferior de su DO de origen.

El problema ocurrirá en los años venideros

cuando no haya viñedo en las zonas caras y en

las zonas más baratas haya un exceso de

demanda, lo que implicará subida de precios y

desabastecimiento de uva.

Otra de las denuncias que hago es que parte

de estas bodegas a su vez no abandonan su

anterior DO. Es más, no es que no la

abandonen sino que están en los propios

Consejos de las mismas, tomando decisiones

por ellas y sumando votos para su último

objetivo, que es la inclusión de todas ellas

como subzonas de la denominación Islas

Canarias. Hace meses instaba yo a abandonar

el pleno a las bodegas que no creyeran en el

proyecto pero su decisión fue no sólo no

abandonarla sino tratar de coger la

presidencia para cumplir con su finalidad. Uno

de los casos más sangrantes es el de la

reclamación reciente mediante burofax desde

una de organizaciones creadas dentro del

entramado de la nueva DOP (llamada

Fundación Canaria Instituto de la Viña y el

Vino) del pago de las cuotas de la misma al

resto de DOs, y en el caso de no producirse en

15 días acudir a los tribunales.

Canarias es un Polvorín

Jonatan García

@Jonatanvino

Page 18: Rooster cogburn Capítulo 4

Estas cuotas tienen como única y exclusiva

finalidad el pago de la certificación privada de

la DOP Islas Canarias. Hablando en plata

encima de prostituta pago la cama. Lo más

increíble es que el Presidente de la Fundación

es a su vez miembro del pleno de una de las

DOs denunciadas.

Este artículo de opinión supone una denuncia

que sólo puedo personalizarla en mí, pero que

muchas otras bodegas y viticultores apoyarían

sin dudarlo. Desde esta DOP se me acusa de ir

en contra del sector y de egoísmo de nuestra

bodega. Siempre he estado en la posición de

vive y deja vivir, siguiendo nuestros ideales y

de que cada uno escoja el camino que

considere más beneficioso para su bodega,

algo que no está siendo del agrado. Ya en

cierta ocasión uno de sus más altos

representantes me comentó que debía entrar

ya por las buenas en la misma o tendría que

hacerlo en el futuro porque no había otra

opción. Pido que sigan su camino y nosotros,

los equivocados, el nuestro, que a día de hoy

tiene distancias insalvables. Quizás en el

futuro se llegue a un punto de encuentro pero

en la situación actual y hasta que no se

estabilice el sector será muy complicado de

hacer.

En conclusión, estamos viviendo unos

momentos convulsos en la región donde, por

un lado la bodega que tenía que haber dado

ejemplo ha cometido un error gravísimo y que

conllevará cambios en la dirección de las

bodegas de mayor volumen de la isla, y por

otro se está tratando de imponer unas ideas

donde o se está con ellos o se está contra

ellos, sin opción a punto intermedio que sería

lo ideal para todos.

Canarias es un Polvorín

Jonatan García

@Jonatanvino

Page 19: Rooster cogburn Capítulo 4
Page 20: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

Page 21: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Tinto en Catalunya: el más “cosmopolita”

Desde luego es un colectivo difícil de definir.

Si uno quiere entender el tinto riojano, debe

pensar en el clásico de Tempranillo, Graciano,

Mazuelo y Garnacha, o ya más recientemente

en Tempranillo. Si quiere entender el tinto de

la Ribera, en tinta fina, tinta del país, o la

versión local del Tempranillo. Como en Toro

con la Tinta de Toro. O la Mencía o el Prieto

Picudo en el Bierzo. Incluso en Navarra o en el

Somontano la cosa está más o menos clara;

foráneas, sobretodo, y cada vez menos tímidas

incursiones en la Garnacha, el Moristel e

incluso la Parraleta.

Pero a ver; que alguien me resuma el tinto

catalán en un par de variedades. En algún tipo

de parámetro válido comercialmente. Venga!!

A ver si hay huevos. A que no?

Por resumir, hay quien ya lo ha hecho: el vino

tinto catalán (y el blanco, y el rosado….) se

caracterizan por su diversidad. La pregunta

siguiente por parte de cualquier consumidor es

qué clase de diversidad hay que comprar. Y la

respuesta es que el problema es que falta

“cultura de vino”.

En este fangal estamos metidos hasta las

rodillas hace ya años. Ahora parece que se va

ordenando, ya que muchos no creen en el uso

-al menos- abusivo de recursos clásicos de la

globalización más vulgar, como son Cabernet

sauvignon o Merlot. De todos modos, es un

hecho que las bodegas catalanas que no

utilizan estas variedades se pueden contar con

los dedos de una mano. Entre las que nosotros

catamos cada año, me vienen a la memoria

solamente tres.

Se podría decir que esta diversidad también es

patrimonio, pero en realidad convierte la

oferta en amorfa, tomando prestado el

concepto que Sergi Pareja acuñaba en el

número anterior.

Amorfa porque pretende adaptarse a todo:

amorfa porque no puede ser más ecléctica:

porque siempre hace la pelota, porque al ser

consciente de que no merece ningún respeto,

para poder reclamarlo hace ver que respeta a

todo el mundo, que quiere agradar a todo el

mundo; sin saber que cada día somos más los

que tenemos la tentación constante, antes de

salir a la calle, de decirle a todo el mundo que

al menos modere la puta sonrisa constante de

su jeta, porque parecen todos imbéciles.

Debe ser por eso que los anuncios me dan

vergüenza ajena. Los enmudezco como ahora

mismo, y a veces, como ahora mismo, me

pongo a escribir y no me acuerdo ni de lo que

estaba viendo. Los cromos de colores van

cambiando detrás de la pantalla del ordenador

donde voy escribiendo. Algo parecido me

ocurre cuando en las catas para La Guia se

amontonan, uno detrás de otro, esos vinos

amorfos que pretenden agradar a todo el

mundo mediante un cupaje errático, alquimia

pura en busca de la fórmula del sabor

universal. Algo así como ese perfume que Jean

Baptiste Grenouille ultima la noche anterior a

su ejecución, ese que sólo con una gota

convierte el morbo de todos los asistentes en

una orgía animal y, desde luego, vergonzosa.

Qué ha pasado en el vino catalán en estos

últimos ciento cincuenta años para que las

cosas quieran cambiar a toda prisa en el

menor plazo posible? Además es esperanzador

que haya entre los elaboradores quien siente

una vergüenza de dimensiones cósmicas

respecto a tanta vulgaridad. Pero lo curioso es

que en este período la uva más descuidada ha

sido la tinta. La razón arranca en el destino

tradicional de la mayoría de la uva catalana:

la destilación. En el caso de la tinta, salvo un

porcentaje pequeño destinado a hacer vino,

creciente desde los años 20, era pasto de la

alcoholera sin clemencia alguna.

Page 22: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Esto significa que la variedad interesaba

relativamente poco, ya que lo único que se

tenía en cuenta era el grado probable y la

cantidad de kilos que se pudieran obtener.

Para ello, después de la filoxera, antes que

variedades concretas se utilizaban pies muy

productivos (Rupestris de Lot casi siempre).

Comencemos por el principio, sin embargo.

Como muchos sabéis, en la década de 1850-60

la crisis del oídio mermó una cantidad

considerable de cosechas en toda Europa. En

Pujaut, un pueblo del Midi francés, un

viticultor pensó que plantando algunas

variedades americanas resistentes a esta plaga

acabaría con varios años de problemas y de

pérdidas. Se hizo traer unos cuantos miles de

sarmientos de Isabela, una variedad del Nuevo

Mundo cuya resistencia al oídio estaba

probada: sin embargo, nadie pensó que estos

sarmientos llevaban unas larvas que luego se

convirtieron en la peor plaga conocida de la

viña europea; la plaga que, en sentido

estricto, acabó con la viña europea

prácticamente en su totalidad

Así llegó la filoxera a Europa en 1863. Se tardó

un tiempo en encontrar y aplicar la solución

idónea, ya que había tres opciones: la

primera, saturar de anhídrido sulfuroso la raíz

de cada planta. La segunda, inundar cada viña

con un palmo de agua desde la vendimia hasta

la brotación. La tercera, replantar las viñas

injertando un sarmiento de la variedad

europea en un pie americano.

Hay que destacar que la diversidad varietal

antes de la filoxera estaba garantizada por el

modo de explotación. La mano de obra en el

campo catalán escaseaba cada vez más, en un

proceso acorde con la necesidad paralela en la

creciente industria textil. Consecuentemente,

durante varios años los trabajadores agrarios

forzaron la firma de numerosos acuerdos de

rabassa morta, un complicado contrato por el

cual el propietario de un terreno lo cedía a un

viticultor, que plantaba unas viñas que le

pertenecían hasta la muerte de dos tercios de

las cepas de la primera plantada. Los acuerdos

sobre la partición de la cosecha eran

variables, dependiendo muy a menudo de la

escasez cada vez más aguda de mano de obra.

Plantar una viña era mucho más fácil que

ahora: se recogían sarmientos de todas las

viñas vecinas y se plantaban haciendo un

agujero en el suelo. Con este sistema la

diversidad varietal se transmitía a la fuerza:

además el marco de plantación era más

estrecho y había más viñas por hectárea que

ahora (unas 3300).

Desde 1870 hasta 1890 la viña catalana vivió

una época de bonanza y expansión. Francia no

tenía casi vino, y bajaba a comprarlo a

Catalunya y a otras áreas vecinas. Por

supuesto, nadie pensó en prevenir la crisis que

provocaría la plaga si llegaba: cada año los

ingresos eran bastante mayores que llevando

la uva a la alcoholera, y se cobraba más por

kilo de uva -y más rápido- en las bodegas de

los negociantes establecidos sobre todo en

Vilafranca, pero bastante extendidos en toda

Catalunya. Hasta 1891 los precios por litro de

vino fueron estratosféricos, pero en ese año la

viña francesa ya adquirió un nivel de

producción suficiente como para importar muy

pocos litros, y todo volvió a los niveles

habituales anteriores.

Paralelamente, quizá pensando que la suerte

no tiene porqué dar siempre la espalda, los

viticultores pensaron que la plaga no

atravesaría los Pirineos. Pero se equivocaron,

porque en 1878 se detectó la primera viña

filoxerada en Rabós d’Empordà.

Page 23: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Ni que decir tiene que, como todas las viñas

habían muerto, todos los contratos de rabassa

morta habían expirado. Los propietarios

pasaron a hacerse cargo de las replantaciones,

ya que los rabassers no estaban en condiciones

materiales de hacerlo. La replantación fue

bastante más ordenada en el caso del blanco

por el efecto de las variedades del cava, y el

ejercicio del monocultivo con esas tres

variedades tuvo cierta incidencia en la viña de

uva tinta; así pues, se plantaron algunas viñas

en monocultivo, mientras que antes de la

plaga era una práctica casi anecdótica.

La historia del vino tinto catalán desde la

replantación hasta 1962 es sencilla. Se reduce

casi exclusivamente a dos temas: cierto

orgullo de cada zona de producir tinto para

consumo propio y para vender a granel, y

algunas empresas entre las cuales destaca

Torres. Jaume Torres volvió de Cuba en 1862

con una fortuna conocida de 62000 duros.

Mucha pasta para la época. Al poco tiempo el

contexto le reveló que convertirse en

negociante de vinos era un buen negocio, y a

ello se dedicó con éxito creciente. Su hijo

Miguel llevó la empresa a competir con los

vinos clásicos de Rioja, a la exportación, y a

un contacto cada vez más frecuente con la

forma en que se entendía el vino en el resto

del mundo.

La incidencia en Catalunya de la filoxera tuvo

dos etapas muy diferenciadas, pero que

convivieron durante bastantes años. Mientras

iban cayendo las viñas, el vino de las que

estaban en producción se vendía muy bien en

Francia, pero cuando cesó la demanda la crisis

se agudizó. En los primeros años del siglo XX el

estado general de la viña catalana era

catatónico. Y los propietarios aprovecharon

para extinguir casi por completo los contratos

de rabassa morta:

las nuevas plantaciones significan una

inversión, y por tanto el rabasser ya no se

puede hacer cargo. Por otra parte, desde el

arranque del cava la uva puede tener un

destino fijo a un precio mejor que el de la

alcoholera, y fuera de la zona del Priorat sólo

se planta tinto cuando ese destino no es

posible o no está garantizado. Catalunya se

convierte en una zona vinícola de uva blanca

de cierta calidad, y sólo al Sur y al Norte se

replanta en gran medida con tinta.

Las variedades que se utilizan son muchas:

pero entre todas ellas destacan la Sumoll, la

Garnacha de todas clases (tinta, peluda,

tintorera), la Cariñena, la Monastrell, la

Morenillo, y otras residuales como la garró o

garrut. Se buscaba grado y kilos, y en cuanto

se obtenían en cantidad suficiente se

vendimiaba y se llevaba a destilar.

Y así hasta 1962, al margen del empuje de

algunas empresas como Torres o los vinos de

Ramon Roqueta o del Priorat de granel que

también se vendía por litros a particulares y

por miles de litros a elaboradores de otras

zonas muy reputadas que necesitaban dar más

color y grado a sus vinos, sin que se supiera,

por supuesto. Tan sólo añadir que la Guerra

Civil dio la puntilla a dos áreas que ya habían

sufrido lo suyo con la filoxera: Costers del

Segre y el Empordà, que no eran proveedores

habituales de uva para vino base cava (como

el Camp de Tarragona o la Conca de Barberà).

En ambos casos se priorizó por orden de

Paquito el cultivo de cereales, básicamente

para que la gente tuviera algo sólido que

llevarse al buche.

Pero a partir de 1962 se materializaron las

lecciones que durante años las grandes

empresas catalanas habían aprendido de la

exportación.

Page 24: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Al estar presentes en los mercados

internacionales ya habían visto cómo

concebían los vinos en el extranjero; o mejor

dicho cómo los pedían en los restaurantes.

Pedían las variedades; y pedían las que

conocían. Un Chardonnay, un Merlot, un

Cabernet Sauvignon, un Pinot noir. Así, con

mayúsculas. Y es que cada mercado tiene su

coletilla relativa a los vinos, tal como vimos

en el artículo sobre los blancos del número

anterior. Es el triunfo del mercado francés

sobre todos los demás; no sólo sus variedades

son las que están en la mente de todos, sino

que también han conseguido venderlas e

imponerlas en todo el globo.

La verdad es que hay mucha gente, incluso

ahora, que se pasea por el mundo y pide los

vinos así; queda uno de puta madre, incluso

parece que tenga el gusto formado y las cosas

claras. Personalmente me parece una

garrulada difícil de superar, más aún cuando

lo veo en las películas, pero debe ir muy bien

para los negocios, para las comidas

importantes en las que se cierran contratos

millonarios; como pasa en restaurantes del

estilo de La Camarga. En Catalunya había

espacio para producir vinos que respondan a

esa demanda, así que no había ninguna razón

objetiva para renunciar a un negocio así.

Varios factores hicieron que las empresas

centraran sus esfuerzos en producir vinos para

esos mercados en los que los vinos se

entienden como son en el Nuevo Mundo:

La ausencia de mecanismos de control

eficaces respecto a la acción de las bodegas

sobre el territorio, la imposibilidad de

producir tintos varietales con las viñas

plantadas en multicultivo y sin control.

La falta de preparación para elaborar un libro

de ruta que optimizase los vinos de las

variedades tradicionales, la ausencia de

escuelas nacionales que fueran capaces de

formar a los enólogos en el uso de las nuevas

tecnologías, razón por la cual varias

promociones se formaron en Francia y

volvieron conociendo a la perfección los

procesos de vinificación de las variedades

globalizadas, y por último, la necesidad de

invertir fuertes sumas en nuevas instalaciones

y barricas para hacer vinos competitivos.

Así pues, los bodegueros que iniciaron esta

nueva línea de negocio en sus empresas

querían jugar la Champions League; los medios

modernos para elaborar vino, el inoxidable, el

frío y las barricas, se reservaron para las

variedades que se llamaron inmediatamente

“nobles”.

Codorniu en Raimat fue la primera empresa

que plantó cabernet sauvignon, merlot,

chardonnay y pinot noir, en 1962. Al año

siguiente fue Ceferino Carrión, más conocido

como Jean Leon, en Torrelavit. Y la famosa

viña del Mas La Plana fue plantada en 1964. La

pequeña producción de Castell del Remei se

añadió a este grupo, del cual las primeras

botellas salieron al mercado hacia 1968, y los

vinos de las cuatro bodegas fueron

adquiriendo prestigio durante la década de los

70.

Jean Leon era la referencia entre los tintos

elegantes, entre las opciones de futuro, era un

paradigma del buen gusto y de la nueva onda.

Page 25: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Era lo más. Como se decía que en concursos

de cata a ciegas los nuevos tintos catalanes

quedaban entre los mejores cabernets

franceses, en los 80 se produjo un efecto

mimético que hizo que hasta los más

tradicionalistas sucumbieran al encanto de un

precio por kg bastante más alto que el que se

pagaba por la garnacha tinta o, desde luego,

por el sumoll, la uva tinta mayoritaria en el

Penedès. Al comenzar el nuevo siglo, el 97%

de la viña de uva tinta en el Penedès era

cabernet sauvignon, merlot y syrah, y buena

parte de la producción estaba controlada por

Torres.

Se organizó una estructura de contratos a

medio plazo para plantar estas variedades,

firmados entre las grandes familias de cada

zona y los propietarios de cualquier viña

interesante. Esos contratos fijaban un precio y

un período, garantizaban al viticultor una

serie de ingresos desde el primer día: la

bodega se encargaba de comprar los pies del

clon deseado, y el propietario sólo tenía que

ocuparse de arrancar lo que tuviera plantado.

La familia Torres por toda Catalunya, la

familia Roqueta en la zona del Bages, la

familia Mateu Suqué (Grup Perelada) en el

Empordà, y en menor medida la familia

Raventós (Codorniu) y la familia Ferrer

(Freixenet) en el Penedés fueron los que se

repartieron la uva disponible, blanca o tinta,

mediante este tipo de contratos que algunas

veces eran incluso verbales.

Hubo cuatro zonas en las que la incidencia de

todo este fenómeno fue nula o escasa, sin

embargo. La depresión del Empordà y los

intereses del turismo como primera fuente de

ingresos desviaron los esfuerzos hacia otros

negocios incluso en el caso del Grupo

Perelada, que durante desde la posguerra

hasta el período que tratamos diversificaba

sus negocios entre el monopolio estatal del

transporte de gasolina, el juego y la

producción de los vinos de Cavas del

Ampurdán (Blanc Pescador y el resto de la

gama). Si examinamos el Sur era imposible

pasar con un camión articulado hasta Falset si

no se daba una vuelta y se volvía hacia el

Norte después, e incluso así era una odisea

hasta el año 94. Así que Terra Alta, Montsant

(que entonces era DO Tarragona subzona

Falset), y Priorat quedaron completamente al

margen de esta expansión, más incluso que el

Empordà a donde llegó de manera tardía, pero

llegó.

En este contexto, las alegaciones contra las

variedades tradicionales fueron de lo más

previsible. Que si había que usar variedades

nobles, que si los vinos debían ser elegantes,

que si daban un grado demasiado alto, que si

los Priorats se cortan con un cuchillo, etc…

Convencidos de que el futuro ya estaba aquí y

había venido para quedarse, ningún bodeguero

que abrazase la causade la globalización se

esforzó por hacer amigos en la zona del Sur

catalán. Ni siquiera desde las incipientes

estructuras autonómicas que gestionaban el

asunto del vino se propuso otra cosa que lo

que el maestro Emili Giralt bautizó como

“pensamiento único”. Y acertó al hacerlo: en

el año 82 la DO Penedès expulsaba la histórica

Sumoll de la lista de variedades admitidas. El

tinto de Penedès había de ser cabernet,

merlot, o preferentemente un cupaje de

ambas.

Page 26: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

De la mano de estas dos principales

aparecieron pronto otras dos: pinot noir y

syrah. En tintos la pinot noir es residual, ya

que los resultados no suelen ser del todo

satisfactorios. En producción estable hay tres

o cuatro que salgan al mercado cada año, y la

tirada más alta corresponde a Torres con su

exclusivo Mas Borràs. La syrah, sin embargo,

se ha extendido mucho en todas las zonas, ya

que los vinos que produce han acabado por ser

más competitivos que los de cabernet o

merlot. También se incorporaron petit verdot,

petit syrah, cabernet franc, y se han hecho

pruebas hasta con malbec, tannat o zinfandel.

De verdad. Y después los cruces: arinarnoa,

marcelan, caladoc, etc… Probablemente,

además, ignoramos tanto como sabemos.

Y es que el tinto fue la puerta de entrada de

toda una generación formada y alucinada por

Francia. Es cierto que, en cuanto a vino,

toooodo el globo abre la boca hasta que le

entran siete moscas cuando se habla de

Francia. Son los mejores comerciales de la

galaxia, y se han asegurado el dominio

absoluto por los siglos de los siglos, además,

imponiendo sus variedades en todo el orbe

vinícola.

Llegados a este punto, todos los imperios

nacen, crecen, crecen quizá un poco más, y

luego decaen y desaparecen. Es una norma de

la historia que se ha cumplido siempre. Hace

unos diez años un grupo de estudiosos

liderados por Josep Puiggròs en el ICEA, en

Barcelona, comenzaron a llamar

educadamente la atención sobre el abuso de

variedades foráneas. Paralelamente, un gran

profesional del sector como es Manuel Duran

emprendió una cruzada contra el uso de

variedades foráneas sobre todo en el cava,

que era su especialidad ya que había

trabajado durante muchos años para el grupo

Freixenet en la exportación: su método fue -y

es aún- acosar a los responsables de tomar

decisiones inundando su bandeja de entrada

de mails algo más incisivos con referencias a

artículos de grandes gurús del vino mundial,

hablando de la identidad o del valor del

producto cava en el extranjero. Y desde hace

siete años, La Guia de Vins de Catalunya

publica cada otoño, en un tono bastante más

directo y sin la politesse de otros, los

resultados de la cata a ciegas de 1500 vinos y

las conclusiones a las que ha llegado después

de semejante martirio, que a veces comparo

con un Auto de Fe del Sagradísimo Santo

Oficio. Los primeros años parecía que alguien

nos preguntase a voz en grito, con el látigo en

la mano, a cada cabernet que aparecía, algo

parecido a Aún no te convence???!!! Pues toma

otro!!!! Y así hasta que lo puntúes alto!!!!

No era un imperio que tuviera unos cimientos

tan sólidos. De hecho se basaba en un

principio económico: al abrirse el mercado

libre en el 86 para los países más importantes

de Europa, el negocio estaba en ofrecer copias

más económicas de un original francés

siempre consolidado a otro precio. No hace

falta moderar el lenguaje por el hecho de que

de vino siempre se hable con un velo de

sentimiento, pasión y respeto: desde el punto

de vista económico son copias de un material

francés consolidado a otro precio bastante

más alto. Como los primeros Toyota lo eran de

coches americanos, por ejemplo. Esos vinos

catalanes triunfaban en los mercados por ser

más baratos que los cabernets franceses, pero

pronto llegaron los competidores que,

inicialmente, penetraron por el país que no les

cobraba un arancel prohibitivo por pertenecer

a la Commonwealth: así fue como una señora

llamada Hazel Murphy consiguió que de

sesenta cajas al año de vino australiano, Gran

Bretaña pasase a consumir unos seis millones

de cajas, y todo en un período de 10 años.

Page 27: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

El secreto, al preguntarle, no lo quiso revelar

del todo. Catas, catas y más catas, dijo. Pero

sin duda el precio también. Y el formato;

siempre monovarietales con Indicación

Geográfica y punto, que encajaban a la

perfección con esa manera de pedir el vino en

los restaurantes. Y como variedad estrella la

syrah, que desde Francia se vendía cara, pero

tampoco era ni la más conocida ni la mejor

según los expertos, alucinados por los grandes

chateaux de Burdeos o los impagables Crus de

Borgoña. El espacio residual para las copias

que habían encontrado los catalanes

comenzaba a peligrar, pero en el primer

momento las cosas aún aguantaron porque la

oferta se centraba en un porcentaje alto en

syrah.

Para acabar de arreglar la situación de todos

los que habían abrazado la causa de las

variedades “nobles”, cuatro bodegueros ahora

ilustres cargaban el tubo del último torpedo.

Sin saberlo, por supuesto, estaban

atravesando la frontera natural que separaba

la zona de “tinto cosmopolita” del tinto duro,

áspero (¿qué es un vino áspero? Siempre que

hablo con alguien que me quiere decir que un

vino no le ha gustado utiliza esta palabra. Si

alguien sabe lo que quieren decir, por favor,

que me lo diga), alcohólico y demasiado

potente. Introduciendo cabernet sauvignon,

merlot y syrah, complementaron las locales

garnacha y cariñena viejas de la zona con un

punto de globalización que las hiciera más

accesibles a los gurús internacionales.

Conocieron a Parker, e inventaron el “5” de

Priorat, el cupaje estrella: a partes aleatorias

según el precio del vino, todas a la vez en

barricas nuevas de roble francés. Pagaron

hasta diez veces más por la mitad de

producción a los propietarios de viñas viejas

de los tradicionales costeros de pizarra.

Y sobre todo, comenzaron a elaborar con

medios técnicos adecuados: depósitos de

inoxidable, frío, higiene, barricas nuevas. Año

tras año salieron bodegas, una tras otra, en

cada pueblo de la zona. Diez años después se

separó la DO Montsant de la DO Tarragona, y

su crecimiento ha sido exponencial desde

entonces. El nivel de calidad de los vinos ha

ido creciendo a medida que los nuevos medios

y las viejas variedades se han ido conociendo,

y el potencial de las variedades tradicionales

de la zona no ha culminado aún. Se incorporan

nuevas variedades, o mejor viejas, como por

ejemplo el picapoll negre o el morenillo. Pero

sobre todo se ha demostrado que es posible

invertir la situación económica de una zona

mísera por la vía de añadir valor a un producto

auténtico y distintivo, único del lugar, y no

reproducible en otras zonas: en toda regla, la

del Priorat y el Montsant ha sido, de manera

no planeada, una revolución social antes

incluso que vinícola. Ergo es posible: lo que

hay que hacer es no querer copiar a nadie,

sino ser consciente de que hay que construir

un discurso de largo plazo.

Qué pasa ahora con las foráneas? Pues que

nadie apuesta por ellas tampoco en el Priorat:

ahora que Parker está de baja, se busca la

expresión de aromas primarios de las

variedades tradicionales antes que los

terciarios que gustaban tantísimo en New

Jersey. Se ha evidenciado que la cabernet y la

merlot nunca se adaptaron bien, y que si los

vinos eran mejores que los de variedad

tradicional era porque nadie metía a

fermentar un mosto de sumoll en un depósito

de acero inoxidable.

Page 28: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Algunos aún discuten, dicen que “hay

cabernets buenos”. Y aunque se pueden

contar con los dedos de las manos, es cierto

que hay vinos técnicamente buenos hechos

con cualquier clase de variedad foránea. Pero

sólo están buenos. Al no dar la uva la calidad

que otras, suelen taparse con madera las

carencias o defectos; por eso no aportan nada

más que la consciencia de que existe la

capacidad técnica para hacer buen vino con

cualquier variedad, por mal que se haya

adaptado. Y es que cabernet y merlot se han

adaptado muy mal. Vamos a verlo.

Si alguno ha estado en el centro del Penedès a

finales de Julio, con el Lorenzo de mediodía

en plena forma, sabe de qué clase de calor

estoy hablando. Ahí está una buena parte de

la cabernet o la merlot que se plantaron,

aunque ahora se empiece a injertar muchas de

esas viñas para xarel·lo. Entre el 20 de Julio y

a lo sumo el 20 de Agosto esa temperatura al

solano hace que la cabernet, la merlot, la

pinot noir, no entiendan nada de nada: y la

pulpa madura a toda velocidad, pero la piel y

las pepitas no. En las zonas centrales de

Catalunya el viticultor suele vendimiar, pues,

por la maduración alcohólica, por los

azúcares: la fenólica, la de las pieles y las

pepitas, nueve de cada diez cosechas no la

consigue ni poniéndole un cirio a la Patrona de

los Imposibles. El resultado suelen ser vinos

verdes, que con suerte sólo llegan a presentar

aromas de tomatera, pero que muy a menudo

llegan al pimiento verde, y en ocasiones

flagrantes a la patata cocida. Esto, mientras

sus competidores presentaban vinos oxidados,

fermentados en inmensas barricas viejas de

castaño, sin control de temperatura ni proceso

posterior alguno, era una especie de mal

menor por aquello de que en el país de los

ciegos, el tuerto es el rey. Pero los tiempos

han cambiado. Ya no se pueden ofrecer vinos

pyrazínicos al mercado: pyrazina es el nombre

de esas sustancias que contienen la pulpa y la

pepita en cantidades excesivas cuando la

maduración no es aún completa.

También hay pyrazina en una garnacha. En

todas las uvas tintas hay pyrazina: pero se da

el caso de que maduran completamente, y

quedan integradas por no ser excesivas,

cuando las variedades están adaptadas al

clima y al suelo.

En el mercado todo esto se traduce en un

declive de los vinos que antes eran el futuro.

Sus competidores autóctonos no tienen piedad

alguna de ellos en una cata comparativa, y se

los pasan por la piedra incluso siendo más

baratos. Es preocupante, sin embargo, el

hecho de que estamos en un período de

cambio, y eso significa que hay que sacar la

uva de la planta y meterla donde sea para que

los costes de esos cambios sean menores. Muy

a menudo, pues, se suele mezclar todo para

hacer unas cuantas botellas más y con ello

conseguir mejor rentabilidad de la línea de

producto: yo espero que sea, lógicamente, un

fenómeno en vías de desaparición.

Otra cuestión es lo que pasa con la syrah.

Llega a madurar suficiente, añade color a los

vinos, e incorpora notas de frutas rojas y

negras de bosque que resultan

comercialmente atractivas: pero es difícil

evitar que no aparezca un aroma de regaliz

que es casi invasiva en la retro, y que unifica

en exceso la tipología de muchos tintos

básicos de Terra Alta o Montsant. Desde luego

es una tendencia a revisar en breve.

Page 29: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Hay mucha gente que me dice que el cabernet

y el merlot llevan aquí más de cuarenta años y

que ya se les puede considerar autóctonas. De

hecho, es el argumento comercial de todos

aquellos para los cuales el tiempo histórico

equivale a su medida particular, o más

concretamente a la de sus intereses. Sin

embargo, este año he catado varios vinos de

viñas centenarias, plantadas justo después de

la filoxera: así que según la nueva concepción

de una generación de viña, el tiempo que

llevan estas variedades no es ni siquiera la

mitad del posible. Por otra parte, como leí no

hace mucho en un foro de debate, el Whopper

o el Big Mac pronto cumplirán 40 años entre

nosotros, y no creo que nadie quiera por ello

declarar autóctonas las hamburguesas.

Tonterías, las justas; la verdad es que cada

vez llevo peor los insultos desesperados a la

inteligencia, siempre a la inteligencia ajena,

claro…

Hay más argumentos que desautorizan esta

tendencia “conciliadora”. El primero, la

desastrosa ratio entre las 7500ha que hoy en

día hay plantadas entre cabernet sauvignon y

merlot en Catalunya y los vinos realmente

interesantes que se consiguen cada año con

ellas. Y el segundo, que para introducir una

variedad en un lugar, una cosa es el préstamo

de unos sarmientos entre viticultores, y otra la

implantación organizada y masiva de pies

desde los despachos de las empresas

interesadas.

A todas estas conclusiones, incluidas las de los

tres artículos anteriores se llega después de

siete trabajos de campo, procedentes de siete

cosechas, con más de 1500 vinos de muestreo

por año.

Esa es la finalidad real de nuestro trabajo,

porque decirle al público qué es más bueno o

qué está más bueno, y viceversa, no nos

motiva suficiente: nos parece un resultado

demasiado plano, demasiado superficial. Está

bien que los lectores lo utilicen, pero la

verdad es que aspiramos a que apliquen un

punto de filosofía, de compromiso, al dinero

que gastan en comprar vino.

Para seguir el mismo patrón que en el anterior

artículo, ahí van algunos tintos especiales.

Comenzando por los jóvenes, Vi Gees, del

celler Caralluna, nuevo a rabiar, en el

Empordà; una garnacha negra fresca y joven,

impresionante por su sinceridad, su identidad

y su elegancia.

Si os gustan más potentes, la de Ulldemolins

en el Montsant es vuestra opción. Más abajo

está Almodí, en Terra Alta, esta vez de

garnacha peluda.

Y para acabar con tres garnachas míticas,

Pater (Ficària Vins, Montsant), Teixar (Vinyes

Domènech, Montsant), Palell (Orto Vins,

Montsant) y Señora Carmen (Vins del Tros,

Terra Alta), espectaculares todas siempre,

invariablemente garnacheras. En Cariñena, si

os gusta el corte Parker sin renunciar a la

potencia de Porrera, Dempeus Selecció, de

Celler Balmaprat; si preferís la elegancia de

un corte Borgoña o si guardáis los vinos hasta

que os aparece una ocasión propicia, Vi de

Coster Arbossar, de Terroir al Límit; ambos

son de Priorat. Y si os gustan frescas y

sugerentes, cargadas del bosque circundante,

Coster de l’Alzina (Celler Aixalà Alcait,

Priorat).

Page 30: Rooster cogburn Capítulo 4

Breve historia del Tinto

en Catalunya

JORDI ALCOVER

MESTRES

@JordiAlcover1

Los dos vinos existentes de picapoll negre son imprescindibles para entender qué está pasando: el

esotérico de viña vieja de Joan Asens, Les Tallades de Cal Nicolau (Orto Vins, Montsant), potente y

mineral, pero extremadamente elegante a la vez, y el Oller del Mas Selecció Picapoll Negre

(Heretat Oller del Mas, Pla de Bages), de una viña que tiene unos diez años a lo sumo: fresco,

suave, lleno de ciruelas maduras, impresionante. No se puede decir que se conoce la sumoll sin

haber catado al menos cualquier Gaintus (Heretat Mont Rubí, Penedès) de los tres que saldrán en

breve al mercado; y si tenéis la suerte de pillar una buena botella Clos Lentiscus Sumoll,

disfrutaréis el doble por saber que suele tener un problema de regularidad botella a botella (a

veces es el precio de las elaboraciones más naturales del mercado).

Por supuesto, si en alguna tienda veis un Mestre Vilavell (Bodegas Puiggròs, DO Catalunya), un

Collita Roja (Celler Pardas, DO Penedès) o un Can Ràfols dels Caus Sumoll (DO Penedès), no dudéis

en estirar la mano y llevar la botella a la caja. El mejor morenillo de este año es el de Vins del

Tros; pero el de ánfora, el nuevo, espectacular por cierta frescura que se augura como estable, es

decir, que uno no tiene la sensación de estar catando un vino joven que no va a mejorar con el

tiempo sino todo lo contrario.

Ya acabo, pero no me puedo contener.

He titulado el texto con la palabra “cosmopolita”, ¿verdad? Es porque el mundo del vino es muy

autoindulgente: mientras toda esta cuestión entre autóctonas y foráneas se iba cociendo a fuego

lento, esa gente que siempre sonríe y que se esfuerza en buscar y proponer palabras puente para

poner paz o estar siempre entre dos aguas, hablaba de que el vino catalán es “cosmopolita”. Para

darle esa pincelada de glamour que “diversidad” no tiene.

Para poder apuntarse a la nueva causa sin sobresaltos. Son esos que siempre llevan la chaqueta gris

cachumbo, porque combina con todo…

No me escapo de repetir a cada artículo lo mismo.

MADREDEDIOSMEAMPARE….

Page 31: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

Page 32: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

Page 33: Rooster cogburn Capítulo 4

Top Sommelier

Qué difícil es ser Top Sommelier o Master Sommelier en la tele…

Los programas de televisión como MasterChef en La1 o TopChef en Antena 3 despiertan el

interés de millones de españoles cada semana con sus pruebas a los concursantes que aspiran

a ser el mejor cocinero de… del programa, vaya. Porque no me atrevo a decir nada más. La

pasión por la cocina llega a los sillones, que ven como personajes variopintos (desde

publicistas, carniceros, ejecutivos, cocineros de verdad, y otros, de chiste…) se encierran en

una cocina, maravillosa (hay que decirlo), y al estilo de reality show - Gran Hermano dan

puñaladas a la comida y, también, entre ellos.

La cocina vende, los chismorreos y el critiqueo, doble. El programa también sirve de

catapulta para que más de uno haga un salto en su situación personal, un empujonazo para

encontrar curro en ese gran sector de la restauración. Y que la gente se anime a salir, e ir a

comer, y a comprar producto, en fin.

Pero ¿y por qué no sale nada de vino ni sommeliers en los programas? ¿Realmente no hay

interés por el vino o tan poco que no se diga ni qué maridajes podrían hacer con los platos

superchupiguays que se ingenian? Que el horario ya es prime time y los pequeñines deberían

estar en la cama, barra libre para que aparezcan copas en pantalla, ¿no? ¿O es que el vino y

los licores no levantan pasiones en España? No me digan que es por lo de “beber con

moderación”, porque no se me ocurre más moderación que beber vino auténtico para los

platos “de concurso”…

Bueno pues nada, nos quedamos con el boom de los masterchefs. Aparecen más cursos de

cocineros, más cacharros para la cocina, más garitos de moda que copian lo que ven en estos

programas y al final… siguen olvidándose del vino. De lo importante que es el vino. Porque en

una mesa donde comen los jueces todo un menú, desde los entrantes a los postres, sólo ver

un burdo product placement de la Rioja como marca genérica, me parece cutre. Saber que es

el agar-agar por culpa del programa y no saber qué existen más de 5 regiones de vino en

España, es de una tristeza infinita y una mediocridad alarmante. Como hay tantas

oportunidades de vender vino en España...

UVA THURMAN

@UvaThurman

Page 34: Rooster cogburn Capítulo 4
Page 35: Rooster cogburn Capítulo 4

HELENOTICIARIO

VADEVI El diario sobre vino catalán afirma que llamó ‘técnicas legendarias de vinificación’ a elaborar el vino en tinajas porque las tinajas de Gramona, protagonista de la nota de prensa, las moldea Demi Moore, las llenan enanos, las limpian elfos y las transportan dragones.

7 CANÍBALES

La revista gastronómica digital ha encargado a

un bufete de abogados el estudio del cambio de sus estatutos donde se

contemple la no obligatoriedad de andar haciendo la pelota a toda

estrella Michelin viviente.

DAVID MUÑOZ

El cocinero madrileño del restaurante DiverXo se mostró esperanzado

con el futuro próximo al darse cuenta que ya lleva

3 entrevistas seguidas sin decir que trabaja más

horas que nadie en el mundo y que no contento con eso,

después se va a correr.

VEREMA

El foro de aficionados al vino Verema, ha

publicado una nota de prensa disculpándose

con la bodega Juvé-Camps por

retrasarse una semana sobre el calendario

previsto en acabar las fichas de cata, amables,

en agradecimiento al gorreo perpetrado en su

visita.

NUEVA D.O.

Unas docenas de elaboradores de vino de las regiones de Castellón, Valencia, Alicante y Murcia han tramitado la documentación pertinente para solicitar la Denominación de Orígen ‘Monastrells hechos con Syrah’. Una denominación plural, transversal y dextrógira, según afirman los promotores.

RAUL PEREZ

El elaborador berciano afirma que todos sus vinos los elabora él.

AMS

La Asociación Madrileña de Sumilleres presenta un plan de actividades para el 2015 donde casi

ninguna es pillar un pedo. Se rumorea que ha habido propuestas muy, muy locas. Incluso de actividades culturales. Su presidente, giró a la

izquierda de pura sorpresa.

VICTOR de la SERNA

Después de las magníficas puntuaciones

que los vinos de su bodega han obtenido en

su periódico online dedicado al vino, el

periodista felicitó a los críticos a quienes paga

por puntuar, por la objetividad mostrada.

Con una palmadita en la espalda.

Trousseau! Trousseau!!!!

gritaba de alegría

Page 36: Rooster cogburn Capítulo 4
Page 37: Rooster cogburn Capítulo 4

Errores más comunes del Sumiller o Restaurador:

1. No ofrecer vino de aperitivo a los clientes. Como mucho se acerca el camarero disfrazado de sumiller y te dice: “¡que tal chicos, ¿Una cervecita fresquita?!” Tras esta desfachatez, ¡tan extendida!, suelo levantarme y pirarme. 2. No cambiar o no ofrecer cambiar las copas cuando sirve una botella de la misma marca y añada. Esto nadie lo hace, aunque sería lo correcto. 3. Mezclar vino de dos botellas diferentes. Cuando se sirve vino por copas en un garito, lo más habitual –incluso lo hacen a la vista de los clientes- es que mezclen los culillos de varias botellas, incluso a veces ni siquiera son de la misma marca. ¡brutal! 4. Retirar totalmente la cápsula (de estaño, plástico u otros materiales) de la botella cuando no se va a decantar o jarrear. Esto puede parecer más cómodo, pero es una operación vulgar, de violador. La cápsula forma parte del “Vestido” de la botella y no se debe retirar. Salvo que uno vaya a decantar el vino. 5. No retirar la cápsula cuando se va a decantar o jarrear. Esta forma de “de-cantar” es muy común. La red está plagada de imágenes de sumilleres “celebres” de-cantando vinos con total impunidad. ;-( 6. Cortar la cápsula por arriba del gollete. Estupidez habitual en muchos locales, suelen quedar pequeñas briznas en el reborde del gollete que indefectiblemente caen a nuestra copa. 7. No limpiar la parte interna del cuello de la botella antes de servir. Esto no lo hace casi nadie, así que el pobre infeliz que se lleva la primera copa, carga con la suciedad que dejan los putos tapones en el cuello de la botella. 8. Verter restos de corcho en la primera copa servida, por no respetar el punto anterior. 9. Utilizar copas inadecuadas, demasiado grandes (peceras), copas de agua (esto es lo más extendido), copas de vidrio grueso, copas con heridas de guerra (bocados, rajas, etc.), mal repasadas (con restos de cal) o simplemente sucias. Todo un clásico. 10. Dejar nuestra botella en la lejanía, incluso fuera de nuestro contacto visual, como si fueran capaces de darnos un servicio adaptado a nuestra velocidad de hidratación. (Gueridones Lejanos).

JUAN FERRER ESPINOSA ‘ ENOPATA’

@VINOSENOPATA

Page 38: Rooster cogburn Capítulo 4

Errores más comunes del Sumiller o Restaurador:

11. Decantar el vino cuando no es necesario. (Esta operación, está de moda, y lo único que esconde es la malsana intención de cobrarnos más dinero por la botella pedida) Si un vino no tiene posos, no se decanta señores míos, por más que cueste la botella. La decantación de un vino, no es una operación de marketing, ni un numerito destinado al lucimiento del sumiller, sino una maniobra dirigida a separar un sólido de un líquido. Nada más. 12. No decantar el vino cuando este presenta posos. Curiosamente esta paradoja se produce en muchos sitios. “De-cantan” todo lo que cae en sus manos menos las botellas que realmente lo necesitan. ¡Qué barbaridad! 13. Servir el vino demasiado caliente o demasiado frío. Todo un trending-topic entre nuestros queridos restauradores. 14. Aconsejar el vino espumoso únicamente a los postres. Hay que ser hortera para pedir un espumoso a los postres, pero también para ofrecerlo. 15. No ofrecer la carta de vinos o vinos dulces con los postres. Esto ya es una batalla perdida. 16. No tener vinos dulces, o no ofrecerlos, que equivale a lo mismo. 17. Aconsejar siempre los mismos vinos. Habitualmente los que más beneficios reportan al restaurador, ese Rueda perruno que compramos a un euro y algo, el riojita que te regala cinco más cinco, el vinito del amigo del amigo, en fin, esas mierdas. 18. Aconsejar vinos que todavía están “crudos” y tánicos, que necesitan varios años de crianza en botella para afinarse. Recordad de una puta vez, que vuestro trabajo precisamente es ofrecer los vinos que están en su momento óptimo de consumo, no el vinito que os llevaron el día anterior y que triplicáis el precio. 19. Llenar demasiado las copas, especialmente las de vinos blancos o espumosos. Para no echar dos viajes, rollo banquetero vamos. 20. Dejarse influir por las modas y por los gurulillos de barrio. Esto es “asín”. 21. No confeccionar su propia carta de vinos. Debería ser una de las funciones obligatorias de todo sumiller. No dejar que el propietario, habitualmente birrero y cocinero nos confeccione la puta carta de vinos. 22. Tener vinos que no le gustan en su propia carta de vinos. Esto debería estar penado por ley, diez años y un día estaría bien. 23. Ser abstemio. Cadena perpetua mínima. Especialmente para aquellos que se jactan de esta incapacidad del alma. 24. No comprar vino para sí mismo. Esta aberración del espíritu es muy común entre sumilleretes, que solo catan lo que les regalan las comerciales y lo que pescan en ferias y presentaciones. De forma que crean su escala de valores a base de vinos semi-perrunos, que nada tienen que ver con el placer que nos puede ofrecer un gran vino. Y esos, queridos amigos no los regala nadie. 25. No disfrutar bebiendo un buen vino. ¿Habéis visto las caras de estreñidos que ponen algunos gurulillos al catar vinos?, pues eso. Además de no tener ni puta idea, no disfrutan bebiendo nuestro néctar favorito.

Page 39: Rooster cogburn Capítulo 4

Errores más comunes del Sumiller o Restaurador:

26. Tener una carta de vinos enciclopédica, con miles y miles de referencias, que indefectiblemente se quedará anticuada, y además le faltaran muchas de estas referencias. Siempre tendrá errores en los precios y en los nombres de los vinos, y lo que es peor, quien sirva el vino no los conocerá. 27. Cometer infinidad de errores ortográficos en las cartas de vinos. Todo un clásico. Daña la vista ver la mayoría de cartas de vinos de este país. Afortunadamente también se equivocan en los precios de vez en cuando y uno puede tomar un Joh. Jos. Prüm a precio de Rueda. (me pasó en Racó de Can Fabes) 28. Confeccionar cartas de vinos excesivamente nacionalistas, o plagadas de vinos clónicos. Solo Riojitas y riberitas, además de los vinos de tu pueblo, con eso te apañas. 29. Ordenar de manera incomprensible la carta de vinos. Suelen poner los tintos delante, aunque últimamente he visto cartas ordenadas por precios, de menor a mayor. Algo demencial. 30. Padecer de riojitis o riberitis aguda. Enfermedad muy extendida en este triste país. ¿Tu eres de Rioja o de Ribera?. Cuando una chica te pregunte esto, por muy buena que esté, lo mejor es huir, dándonos con los talones en el culo y sin volver la vista atrás. 31. Trasladar tus manías a las cartas de vinos o a tus recomendaciones a los clientes. Esto además de común es humano. Pero existe una delgada línea entre los vinos que amamos y nuestras manías personales que no deberíamos cruzar. 32. Transportar platos, usurpando funciones de sus compañeros de sala. Esto no se debería hacer, pero ahora con la puta y pertinaz crisis, debemos acarrear cualquier cosa. Recuerdo una vez hace muchos años, que tras emborrachar a un cliente, a base de buenos borgoñas, me lo cargué al hombro y lo dejé en la puerta de su casa. ;-) (No pesaba mucho, que todo hay que decirlo) 33. No poner suficiente agua en las cubiteras. Esta manía, como la de pedir una “cervecita fresquita” antes del vino, es una batalla perdida. La peña no sabe que el vino se enfría por estratos, y que si el agua no cubre hasta los hombros de la botella, el vino que queda fuera de su alcance no se enfriará. 34. No poner suficiente hielo en las cubiteras. Ratear en el hielo es de miserables. ¿No estás quintuplicando el precio de ese puto verdejo? 35. Utilizar fundas térmicas para enfriar las botellas, cuando en realidad las mejores son simplemente mantenedores térmicos. Otro gesto miserable, tristemente muy extendido. Sobre todo en esos garitos que van de “modelnos” y lo que en realidad quieren ocultar en su pertinaz racanería. 36. Cargar un margen excesivo en el precio de los vinos. Esto se llama robar. Pues eso.

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Errores más comunes del Sumiller o Restaurador:

37. Tener vinos en la carta, que todavía no estén armonizados mediante su necesaria crianza en botella. Ni siquiera deberían figurar en la carta. Pero tristemente son los únicos que pueblan nuestras sufridas cartas de vinos. 38. Comprar copas de mala calidad, baratas. Desconocidas, sin lógica en sus formas o capacidades. El día a día. 39. Inventar cosas extrañas cuando presentan un vino. La estupidez de algunos sumilleres solo es superada por su capacidad de fabulación a la hora de presentar un vino. ¡No me jodan!, presentación escueta y concisa, nada de rollazos macabeos, no me cuenten su vida. 40. No presentar los vinos a los clientes. Esos camatas que dejan la botella en la cubitera o en la mesa y se piran sin decir ni adiós. Algunos hasta la traen abierta ya a la mesa, para huir más rápido. No hay que consentirlo amigos. El otro día en un garito de medio pelo, pero que tienen algunas tapas muy bien elaboradas, pedí una botella de Juve Camps Reserva de la Familia, era lo único bebible de toda la puta carta, el tipo vino con una cubitera de esas de talle corto, con la botella ya dentro, la dejó en uno de esos horrorosos piés de cubitera y se piró sin decir ni palabra. Como sabéis la dichosa botella lleva una grapa o ágrafe bien sujeto al gollete, pues bien me fundí dos tenedores y un cuchillo (perrunos claro), rollo Uri Geller para conseguir abrirla. Luego llamé al camata y le di los tres cubiertos retorcidos y le solicité que me trajera nuevos, o al menos sin doblar. ;-) El tipo puso cara de llevar repoker y al rato me los dejó caer encima de la mesa. ;-) Todo un prodigio, el “chico”. 41. No utilizar Drop Stop o cortagotas, con las consiguientes manchas de vino en los manteles. Por muy habilidoso que sea uno, siempre cae la gotita en el mantel en el momento menos oportuno. Como esto se puede evitar con un simple Drop Stop, pues hay que hacerlo. Nada más que discutir. 42. No utilizar el sacacorchos más adecuado a cada botella y añada. Existen infinidad de modelos, lo más lógico es utilizar el apropiado a cada botella o a cada vino. 43. Escanciar el champagne haciendo mucha espuma, perdiendo irremediablemente parte de su efervescencia. Nunca permito que me sirvan el champagne y menos a brazo alzado. La espuma es un bien valioso, algo por lo que también vamos a pagar, así que cuidémosla. 44. Dejar una botella de vino tinto sin climatizar encima de la mesa. La temperatura de un comedor es casi diez grados más elevada que la de consumo de un vino tinto. Al menos hay que ofrecer conservarla en climatizador o en cubitera con agua fresca. Otra de las batallas perdidas. Y lo peor es que si pides una cubitera con agua fresca y un poco de hielo para conservar tu vino tinto, siempre te miran con cara de marcianos. 45. Decorar la sala del restaurante con botellas de vino. Expuestas al ruido, al calor, a las vibraciones y al humo. No tiene sentido, por más extendido que esté.

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Errores más comunes del Sumiller o Restaurador:

46. No ofrecer destilados, digestivos o cocktails una vez han terminado los clientes de comer. Abandonando la mesa sistemáticamente cuando se sirve el café. Esto es un hábito de mal sumiller. En ese momento en que los clientes ya están relajados y “agustito”, es cuando los buenos sumilleres comienzan a vender. ¡Achtung! 47. Tener solamente uno o dos modelos de copas para todos los vinos existentes. Además de ser cutre, es un error de bulto, pues muchos de los vinos que servimos requerirán copas adecuadas a sus características. Así de claro. 48. Tener botellas de vino tinto puestas en las mesas, a ver si pica el cliente. Casi siempre de vino tinto y siempre perrunas. 49. “Marcar” las mesas con copas de vino sin saber que vino se va a tomar. Sería equivalente a poner cubiertos de pescado sin saber si lo vamos a pedir o no. Más claro agua. Claro que si solo tienes un modelo, pues tampoco hay mucho que cavilar. ;-) 50. Permitir que se fume en el restaurante, perjudica la salud de todo el mundo, además modificará el perfil olfativo de todos los vinos que sirvamos. Este punto que parece obsoleto, no lo es. Pues todavía existen muchos locales, que cuando quedan pocas mesas, dejan fumar a los putos fumetas, que llevan horas dando la brasa al propietario. 51. Disponer de una mala ventilación y por tanto que el restaurante huela a comida. Este punto, al igual que el del confort acústico de los clientes, nunca se tiene en cuenta. De forma que te llevas la carta de comidas prendida en la ropa. Buffff 52. Llevar las uñas de sempiterno luto. Costumbre muy arraigada en algunos sumilleres y camatas. No consiguen comprender que su profesión consiste en transportar alimentos líquidos y sólidos a las mesas de los clientes, y que por tanto su imagen debe ser impoluta, pulcra, limpia, de higiene total vamos. 53. Lucir un potente olor corporal, o ir perfumados. Esto es tremendo. Que un sumiller levante la “bisagra” para servirte una copa y la sala huela a Napalm, es algo muy común. Debemos quejarnos siempre, pues no existe nada más desagradable. 54. El aliento de un sumiller debe ser inmaculado, higiénico. No se puede dirigir a un cliente con halitosis o simplemente oliéndole el aliento a humo. Cuando el día está flojito, es muy común ver al personal de sala echándose un cigarrito en la calle o en la puerta trasera del garito, de forma que cuando vuelven a tu mesa y te hablan, indefectiblemente te gasean y te impregnan del olor de humo y bacterias que habita en su boca. Despreciable

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Errores más comunes del Sumiller o Restaurador:

56. Disfrazar a los camareros de luto eterno. En algunos locales más parece que estemos en un funeral que en un restaurante. Dan ganas de darles el pésame. 57. Disfrazar a los sumilleres de dominatrices. Ataviarlos con cadenas y cueros, por mucho morbo que esto pueda tener, el tiempo no ha pasado en vano y simplemente es vulgar, artificial y desfasado. 58. Pelo largo, barba, piercings, tatuajes o una defectuosa higiene no son compatibles con un restaurante pulcro e higiénico. ¡La gente no ha venido a vernos, (ni a olernos) sino a comer!, y el acto de comer debe ser el más higiénico de cuantos realizamos. 59. La seriedad es siempre un arma defensiva. Un buen sumiller nunca debe ser serio ni envarado. Su misión primordial es el placer del cliente, y debe proporcionárselo (sin mariconadas) siendo fiel trasmisor de la sabiduría que le ha legado el viticultor-bodeguero por medio de su vino. Si además lo hace con una sonrisa, mejor que mejor. 60. La alegría y el buen humor, es consustancial con el vino, con el mediterráneo y con nuestra cultura. La acción de ir a comer a un restaurante, es un acto lúdico, por tanto, facilitemos con sensibilidad e inteligencia el divertimento a nuestros clientes. 61. El servilismo, la lordosis y las genuflexiones no hacen mejor al sumiller, sino solamente más sumiso y por tanto menos profesional. Tristemente el servilismo, el colegueo y la falsa modestia siguen medrando en nuestro país. ¡Y lo sabes!. Así que deja de comer pollas y presentarte a concursillos de tres al cuarto, y dedícate a viajar a zonas vinícolas, estudiar, catar vinos con seriedad, mejorar tu trato con el cliente, generar y derrochar empatía y perfecciona tu profesión. Quizás no te reconozcan nunca, porque no te habrás amorrado a las pollas adecuadas, pero serás mucho mejor sumiller que ellos. El mes que viene continuaremos con los Errores más comunes que cometen los clientes. Va a ser divertido.

JUAN FERRER ESPINOSA ‘ ENOPATA’

@VINOSENOPATA

Page 43: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

Page 44: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

Page 45: Rooster cogburn Capítulo 4

Vinos Anónimos

Hoy quiero ser especialmente detallista.

Delicado. Las palabras por escrito no se las lleva

el viento y hoy merece la pena que sea

cuidadoso porque patinar o no estar acertado

puede llevarnos por mal camino.

No se trata tanto de no ser fiel a mis principios,

ya sabéis, decir lo que uno piensa sin cortapisas

o hablar con la libertad que se merece esta

insólita publicación (un Rooster es un Rooster,

con todo lo que ello implica). No.

Se trata de evitar batallas judiciales, querellas y

toda esa casta de mecanismos que aquellos con

dinero usan a voluntad a sabiendas de que en

España no existe un sistema judicial “justo” sino

uno para ricos y otro para pobres. Las pruebas

son sobradamente conocidas.

Y es que hoy quiero hablar de ética. Hoy quiero

hablar de respeto por el consumidor y por el

vino y hoy quiero hablar de cómo se manipula,

utiliza y finalmente ofende a la inteligencia de

todos y cada uno sin que esto sea ni ilegal ni un

abuso de la norma. Al grano.

Lo primero es lo primero. La industria del vino

es imprescindible. Hacer y comercializar de

forma masiva vinos en España da empleo a miles

de personas y es preciso que se mantenga y

cuide a la industria que hace posibles esos

trabajos. Es primordial también que continúen

en funcionamiento las estructuras comerciales

que colocan esos vinos en las estanterías de la

gran y pequeña distribución (sobre todo de la

grande). Y es primordial fomentar que esa

industria siga dentro de los parámetros de

regulación sanitaria en los que trabaja de forma

escrupulosa y general desde hace décadas.

Lo que no tengo tan claro es que el producto

que sale de esa industria imprescindible, precisa

y primordial sea o pueda llamarse vino.

La cadena alemana Lidl ha puesto en marcha

una promoción para un catalogo de vinos a

disposición en sus estanterías. Bajo la

denominación “Tierra de vinos”, Lidl ofrece una

selección de marcas de diversas denominaciones

de origen españolas, bajo el amparo del otrora

insigne crítico José Peñín. “Nunca se ha visto

esta calidad a estos precios” dice ufano Peñín

en el folleto publicado por el supermercado, al

tiempo que sostiene cual objeto de gran valor

una botella de vino.

La oferta engloba a un puñado de vinos tintos y

blancos de diversas DOs y a precios que oscilan

entre los 2 y los 20 euros, aproximadamente.

Hay Riojas y Riberas, por supuesto, pero

también Rías Baixas, Priorat, Cigales o

Calatayud, entre otros. Y en Rías Baixas quiero

quedarme, porque este es uno de los escenarios

mas recientes del próximo apocalipsis de la

calidad en el vino.

Lidl no compra bodegas. No es su negocio. Lo de

ellos es vender a cascoporro productos en

demanda. Son los reyes de lo que se conoce

como “súper-descuento”. Una forma de

distribución basada en abaratar hasta el

extremo determinados productos (incluso

vendiendo a perdida) con el fin de lograr

compras impulsivas o por extensión de otros

productos con márgenes mucho mejores. Este

sistema ha llevado al extremo a la industria de

la leche, pero ese es otro asunto.

Lidl utiliza una serie de marcas para lograr la

compra de otros. No pierde dinero, ni de lejos,

pero los márgenes son cortísimos en algún caso.

Y en ese sentido la estructura de la venta obliga

a algunas cosas para lograr un éxito completo.

JOSE LUIS LOUZAN.

@seluman36

Page 46: Rooster cogburn Capítulo 4

Vinos Anónimos

Por ejemplo; es muy importante que exista una

cierta compensación en las zonas productoras

mas conocidas. Si uno tiene Riojas a 1,99 debe

tenerlos también a 11,99, o la oferta quedaría

coja. De igual modo, si uno quiere equilibrar la

oferta, necesita albariño-Rías Baixas a precios

competitivos (en este contexto) y eso hace que

se tenga que pensar en precios que rayan lo

catastrófico.

Lidl no compra bodegas. Es por ello que el lugar

del que venga el producto, quien lo elabore,

como, donde y bajo que parámetros es algo que

les trae al fresco. Lo importante es cuanto, qué

y que pinta tiene. El “Bago Amarelo” que

Adegas Galegas elabora para esta promoción y

que se ofrece a un precio de 3,99 euros (15%

mas de descuento si uno se lleva mas de cuatro

botellas) abre todo un abanico de preguntas que

no nos haremos por ahora. Adegas Galegas es

autor en la DO Rías Baixas de otros 4 vinos (

cinco, si contamos otro seleccionado y que salía

a unos inefables 56 euros a la venta) de los

cuales es cabecera el conocido “Veigadares”, un

Albariño, Treixadura y Loureiro con barrica que

se vende por unos 16,90€ (ignoro si en Lidl).

Pero Adegas Galegas también elabora otro vino,

Dionisos, 100% albariño, como este Bago

Amarelo, sin crianza, como el vino del Lidl, y

salido de las mismas fincas que su compañero

del Lidl. Piden por el en tienda unos 7,80 euros.

Y yo me pregunto ¿para que?. Yo, tu, cualquiera

con los escrúpulos precisos para entrar al Lidl a

comprar vino con el afán de bebérselo puede

pensar, y será lo mas razonable de toda esta

acción, que ¿para que voy a pagar casi ocho

pudiendo comprar lo mismo por menos de

cuatro?. ¿Estamos tontos?

La pregunta no es baladí. Habrá quien diga que

el Lidl es para lo que es pero, en la era de

internet, de la información en masa y la

multicomparación comercial, ¿de verdad que

nadie pensó en Adegas Galegas que este

silogismo tan simple se puede hacer a diario?. Y

la respuesta la se y la puedo transmitir aquí y

ahora. Si, lo pensaron.

Pero peor que el posible prejuicio en ventas de

este cambalache era la pérdida de miles de

litros derivada de la sobreproducción del viñedo

en el ultimo lustro, con su pico mas destacado

en 2011. Es decir, “nos sale el vino por las

orejas y cualquier cosa nos vale”.

Si, lo se. Como estrategia comercial no tiene

precio. Pero es que la situación es desesperada.

Otro ejemplo.

En el mismo Lidl, la empresa alemana ofrece

otro albariño a muy bajo precio y desde hace ya

algunas añadas como su “vino de cabecera” de

esta DO. Se trata del “Salneval”, un albariño sin

barrica que se ofrece a unos 3,50 euros. Es un

100% albariño que elabora bajo su registro la

cooperativa Condes de Albarei para el

supermercado. Un albariño 100%, Rías Baixas

con contraetiqueta que elabora Condes de

Albarei…es decir, es Condes de Albarei, ¿no?.

¿Qué lo diferencia, además de la etiqueta?.

¿Qué?. Bueno, el precio. Por el estándar de

Condes de Albarei, su vino base, se piden casi 8

euros. 4,50 mas que su homologo en Lidl. Otra

vez pregunto ¿porqué he de pagar mas si es lo

mismo?. Porque, ¿es lo mismo?, ¿no?

JOSE LUIS LOUZAN.

@seluman36

Page 47: Rooster cogburn Capítulo 4

Vinos Anónimos

Abundemos. Salneval ha ampliado su gama con

la entrada en las estanterías de una nueva

formula, el Salneval “Barrica”. 2013 es su

primera añada y las preguntas se agolpan en mi

cabeza. Este nuevo Salneval también se ampara

en el mismo registro embotellador (ese 6556-PO

es inconfundible), el de Adegas Condes de

Albarei, una bodega que únicamente

comercializa un barrica, su Condes de Albarei

“Carballo Galego”, un albariño que permanece

4 meses en barrica bordelesa de roble gallego.

Por lo tanto, si este es el único albariño en

barrica de la bodega, si no se elabora nada mas

en barrica (ni aquí ni en su filial Pazo Baion),

¿debo entender que este Salneval es el Condes

de Albarei Carballo Galego?, Y si es así, ¿qué es

lo que justifica que el del Lidl cueste poco

menos de ocho euros y por el de Condes de

Albarei se pidan en tienda ¡20,95€!

¿Acaso el del Lidl es Peor?. Si es peor, ¿por qué?.

¿Se seleccionan fincas especificas para el uno y

para el otro?. Si es así, ¿cuáles?.

Y lo mas importante , ¿por qué yo, consumidor

regular de los buenos albariños de la bodega (es

broma) debo acudir al requiebro de los de

marketing y ventas para encontrar por la mitad

de su precio el mismo producto?. ¿No merezco

el mismo respeto que aquellos que compran

Condes de Albarei a la mitad de precio?. Oye, ¿y

que piensan de esto en Gadisa, Froiz o

Carrefour, cadenas de supermercados donde

ofrecen Condes de Albarei a un precio el doble

de caro que Lidl?. Si yo fuera uno de sus

responsables de compras no estaría muy

contento…

Se que los mas avezados defensores de esta

manera autodestructiva de vender vino

consideraran legítimo y hasta defendible este

sistema de “auto-puteo” de una marca. Y lo es.

Es legítimo y en términos técnicos alguien

puede considerar que se puede defender. Pero

yo creo que es una forma refinada de insulto al

cliente.

Al consumidor. Un modo enrevesado pero vulgar

de manipular la realidad para que lo que aquí

vale cinco allí valga cincuenta, sin rubor ni

vergüenza.

Es además, y en esto se que estoy solo, un modo

burdo de entender algo tan complejo y

apasionante como el mundo del vino. Es la

reducción máxima, inadecuada para elaborar

vino, aunque acertada si de lo que se trata es

de manejar graneles por arrobas o millones de

litros. Es la forma de hacer la guerra de Genghis

Khan, que arrasaba los lugares por donde

pasaba, los reducía a cenizas y mataba a una

generación entera de hombres para evitar

revueltas en los territorios que dejaba tras de

si.

En 2011 las bodegas y elaboradores en Rías

Baixas vendimiaron 28,7 millones de litros,

vendiendo ese año poco mas de 22 millones.

Teniendo en cuenta que se vende el vino de la

añada anterior no es un dato extraño hasta que

se suman las cifras ofrecidas por la DO en su

web, que recogen datos de ventas y cosecha en

litros entre 1999 y 2013. Y es que se han

vendido mas litros que los cosechados en ese

periodo, algo que a buen seguro tiene una

explicación.

Por ejemplo, en 2013 se vendieron tantos litros

como los vendimiados, aunque en 2012 se

vendimiaron muchísimos menos de los

habituales (casi 12 millones de litros). Así que,

si la cuenta está a pre (siempre según los datos

de la DO), ¿porqué este afán por vender litros

como sea y donde sea, a riesgo incluso de

acabar hundiendo la propia marca?

JOSE LUIS LOUZAN.

@seluman36

Page 48: Rooster cogburn Capítulo 4

Vinos Anónimos

Pues porque ni todo lo que se cuenta es verdad ni todo lo que se mide está siempre bien medido. Y

el numero de quilos de uva no se corresponde siempre con un numero de litros (elaboraciones,

derramas, perdidas y otro tipo de “procedimientos” hacen que estas cifras no siempre tengan

porque tener una relación clara). Las cosechas se anuncian en millones de quilos vendimiados, pero

las contraetiquetas se dan por litros envasados (y si no es así, habría que hacerlo mirar).

Así que asumamos que no se tiene un verdadero y autentico control estricto de cada centilitro que

se envasa y que se controla lo posible y sobre lo probable se hacen cábalas. Y en ese contexto, a

falta de un estudio real y oficial que lo determine, podría existir un numero indeterminado (en

millones de litros, me temo) que duerme “el sueño de los justos” en innumerables depósitos en toda

la DO (espero). Y si esto es así, cada año de record como 2011 o 2014 (siempre según lo manifestado

en prensa por la propia DO) es otro clavo en el ataúd.

Si no se restringe, si no se hace un control efectivo de cuanto vino “hay” y no de cuanto “debería

haber” es muy difícil defender que se trabaja en pos de la calidad y la selección. Y el porcentaje de

vinos “anónimos” con un “padre” que los repudia, negándoles el nombre aunque no el linaje en

forma de registro embotellador, seguirá en aumento.

A fin de cuentas el vino hay que venderlo. Es de lo que se vive, es lo que se hace. Y no hacerlo es la

ruina. Pero hacerlo mal es tirar por tierra el trabajo sordo, artesano y honesto que algunos locos

hacen a diario contra viento y marea. Legitimar albariños a 3,50 cuando es imposible, sin una

extensión enorme de viñedo y unos métodos industriales cuestionables, es acabar con la gallina de

los huevos de oro.

Ha llegado la hora de plantearse si puede recibir el mismo nombre aquello que se envasa bajo estos

parámetros que lo que se elabora en las premisas de la selección, la calidad y el respeto a la viña y

al campo. No critico que existan múltiples marcas, critico para que existen y si su fin es algo mas

que una pura pantomima para justificar dos precios distintos para una misma cosa. Sin mas.

JOSE LUIS LOUZAN

@seluman36

Page 49: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

no, en serio...

fuá nen los sulfitos

Page 50: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

yo también

quiero una

D.O.

gordo, no te ofendas

ya nadie te cree

Page 51: Rooster cogburn Capítulo 4

Telmo Rodríguez será la

imagen de marca de

Pantene Proube en una

serie de anuncios que se

rodarán donde haga

mucho viento.

Álvaro Palacios

elaborará en 2020 un

vino en el Priorat que

ya es el mejor vino de

España según todos

los críticos.

Carlos Falcó prepara su

próximo libro: ‘Servir

vino a un grande de

España. Caso práctico

del servilismo que te

llevará al éxito’.

Meritxell Falgueras dice

que el vino es superchuli

y que si las chonis

bebieran vino dejarían de

ser tan desagradables y

encontrarían a su

príncipe azul.

Juancho

Asenjo,catador,

formador, crítico y

consultor de vino

afirma en entrevista

que qué coño de malo

tiene saber de todo.

Cristina Alcalá se

muestra indignada con

quienes la acusan de no

tener ni puta idea de

vino. Alega que cuándo

fue eso un problema en

España.

Page 52: Rooster cogburn Capítulo 4

José Peñín dice que sois todos una cuadrilla de lerdos, y que hagáis lo

que hagáis, y digáis lo que digáis, todo esto ya lo había predicho él hace

muchos años.

Page 53: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

voy a ver

si me tomo

una copita

con algún catador

de esos

que da puntos

Page 54: Rooster cogburn Capítulo 4

ALGUNOS VINOS, BUENO...

- oye...¿tú qué hiciste para estar aquí?

- dije lo que pensaba sobre un maderolus

Page 55: Rooster cogburn Capítulo 4

Cuerpos de élite

QUENTIN TARANVINO

@QTaranvino

No sé de dónde salió aquello de que (juraría

que no he caído en el dequeísmo, y que esta

construcción es correcta) en un restaurante,

un comensal pide un filete al punto y cuando

se lo traen dice que está crudo y que lo

quiere más hecho. ¿Os suena? La historia, por

lo visto, sigue con otro intento para que el

cliente del restaurante disfrute de su filete

un poquito más hecho, pero éste vuelve a

encontrarlo crudo y vuelve a pedir que se lo

pasen más. ¿Os suena, verdad? Al final, según

recuerdo haber escuchado/leído/visto el chef

sale de la cocina para decirle al troglodita

gastronómico que en su restaurante no se

comen suelas de zapato, que si le gusta, bien,

y si no, también. Y que a tomar por culo. No

me digáis que no os suena la historia.

¿A que todos jaleasteis al cocinero desde la

distancia?

Bien.

Ahora imaginad que una escena parecida

ocurre con la elección del vino. Y que el

comensal va a cometer un atropello. A ver si

sois capaces de imaginar a un sumiller

diciéndole al cliente que va a cometer un

delito, que se está equivocando, que ese vino

no, que se deje aconsejar. O directamente,

que no le va a servir el vino que quiere

porque es una cagada. Venga, pensad. ¿Os

viene a la mente esa posibilidad?

Probablemente no, aunque más de un

sumiller que estará leyendo esto pensará que

él/ella sí lo haría. Los cojones.

Lo curioso, es que apuesto lo que queráis que

ante el posible argumento de ambos

comensales (el que quería la carne

chamuscada y el que quería acompañar unas

cigalitas con un Amarone della Valpolicella de

16.5º),

tan manido, de ‘es que a mi es lo que me

gusta’, seguimos aceptando que el chef tiene

toda la razón porque eso es maltratar un

producto, y el sumiller, en el improbable caso

que hiciera lo mismo, sería un estirado de los

cojones por no aceptar el gusto de su cliente

e intentar imponer el criterio suyo.

Llegamos al concepto camarero.

Hace no mucho tiempo se ha puesto de moda

que sumilleres se autodenominen camareros.

De vino, pero camareros. En aras de

reivindicar la dignidad del oficio de camarero,

por lo visto. Que se ve que necesitaba que

alguien la reivindicara. Qué guays que somos.

Es esta galopante falsa humildad que está

asolando el planeta tierra la que hace que las

cosas no funcionen, que los cerebros se

atrofien y que ya no se discuta, desafíe o

piense; que se alabe con palabras

grandilocuentes el grácil verso del personaje

incluso cuando sólo ha dicho ‘buenos días’.

Un sumiller no es un camarero, y no es

faltarle al respeto al camarero decirle que ser

sumiller es otra cosa. No sé qué necesidad

hay de ser tan humilde como para llamarse a

uno mismo una cosa que no se es. Nos

estamos volviendo locos. Y es una enorme

falta de respeto hacia los camareros mostrar

esa condescendencia. Esto es como jugar a

fútbol con un equipo inferior y no esforzarte

‘por no humillarle’. No coño, humillarle es no

dar lo máximo contra él; humillarle es dejarle

que te marque algún golillo. Humillarle es

decirle que podría competir contigo en serio.

Humillar es también hacer creer a alguien que

es lo que no es y luego darnos el piro. Eso es

humillar. El respeto no es condescendencia. Y

el que lo crea, es tan tonto que no habrá

forma humana de que lo entienda. Pero

vivimos en la época de la humildad y el verso.

Hablemos bonito.

Page 56: Rooster cogburn Capítulo 4

Cuerpos de élite

QUENTIN TARANVINO

@QTaranvino

Porque lo cojonudo sería que al reflexionar y

decir ‘soy un camarero’, esta afirmación

fuese una declaración de guerra. Sí, de

guerra. No os asustéis, que se pueden utilizar

todas las palabras del diccionario y alguna

más. Guerra. Guerra a aquello en lo que se ha

convertido el oficio de sumiller. Porque un

sumiller no es el que hace una carta de vinos

y ya está.

Ni es el que hace una carta de vinos fijándose

sólo en las puntuaciones de no sé qué revista.

Ni es el que construye una carta de vinos

‘subvencionada’ por ese gran distribuidor.

Tampoco es sumiller el que transporta el vino

a la mesa. Ni el que dice amén a todas las

peticiones de los clientes. Eso no es ser un

sumiller, coño, eso es ser un camarero. Y esa

es la pena. Que afirmar ‘soy un camarero’ no

sea una declaración de guerra ni la

reformulación de la segunda ley de Newton

aplicada a una sala de restaurante o al parqué

de una tienda. Es una pena y muy grande.

Un sumiller debería ser un maestro. Un

estudioso. Un monje. Un puto cuerpo de

élite.

Pero no. Y el asunto es estructural. Y

desemboca en el consumo de vino, sí, esa

caja de pandora.

Repasemos qué es necesario para convertirte

en sumiller. Os invito a que entréis en la web

de las diferentes escuelas de

hostelería/sumillería/loquesea en las que

formen sumilleres.

¿Requisitos para estudiar sumillería? Pagar la

matrícula.

Luego, durante el tiempo que dure el curso,

se estudiará algo de viticultura, algo de

enología, mucho de diferentes zonas vinícolas

del mundo y algo del servicio en la sala.

Si nos paramos a pensar en la razón de tan

pobres requisitos para empezar unos estudios,

no hay que ser un fenómeno para darse

cuenta de la razón. La pasta. A más

requisitos, menos gente que se matricula,

pues uno de los caminos que habitualmente

conducen a estudiar sumillería es ser o haber

sido camarero. Sí, ese tipo de camarero que

se dedica a ser camarero porque no se le ha

pasado por la cabeza estudiar nada más.

O porque no ha podido o porque no le ha dado

la gana estudiar, que durante la juventud

todos somos muy merluzos.

Algunos camareros han tenido la suerte de

encontrar un mentor que les ha ayudado a dar

un paso para ganarse mejor la vida con un

trabajo más cualificado. Y les ha enseñado la

puerta de la sumillería.

Pero, por lo general, llegan a la escuela de

sumillería siendo unos incultos. Afilad

cuchillos si queréis, pero el que escribe opina

así.

Incultos no por no haber leído bastantes libros

o por no haber estudiado tres carreras

universitarias, no. Incultos por no tener ni

idea sobre el individuo, sobre la sociedad,

sobre las supuestas clases, sobre el poder,

sobre el servilismo, sobre la crítica.

Y llegan a las aulas siendo unos incultos, y

salen de ellas con el título de sumiller siendo

igual de incultos pero con más datos y

entrenados como una unidad canina de la

policía. Entrenados para detectar aromas

concretos. Eso sí, pudiendo recitar de

memoria todos los grandes crus, todos los

Champagne, todas las puntuaciones de Parker

y asegurando cuáles son o fueron las mejores

añadas de vinos que no han probado ni

probarán en su vida

Page 57: Rooster cogburn Capítulo 4

Cuerpos de élite

QUENTIN TARANVINO

@QTaranvino

Y así llegan al mercado laboral de nuevo. Un mercado laboral en el que van a tener que servirle el

vino a gente que paga 4.000€ por una botella, cuando probablemente van a estar trabajando seis

meses sin cobrar un duro porque hay una cosa que se llama stage. Y esa gente acojona. Los que

pagan 4.000 por una botella, y los que no pagan nada pero te dejan hacer un stage.

Especialmente si eres un pipiolo que aún no se ha construido el caparazón del carácter propio.

El servilismo, consecuencia de la escasa

preparación está haciendo mucho daño.

En un restaurante, en una tienda o allá donde se ofrezca vino, hay que revelarse ante lo que no

está bien. No hay que callar. Hay que ser consciente que un sumiller no está para servir. Está para

hacer saber. Está para hacer disfrutar más. Está para enseñar. Está para todo esto sin que parezca

que está haciendo todo esto. Está para rebatir el ‘yo sé lo que me gusta y lo que no me gusta’

porque esa es una gilipollez importante. Está para hacer saber que a nadie le gusta un solo tipo de

vino. Está para hacer saber que a todo el mundo que le gusta un vino, le pueden gustar muchos

más. Está para evitar malas decisiones. Está para hacer saber que por mucho que a alguien le

guste un vino en concreto o un tipo de vino o de una región, si no acompaña bien la comida, no

se disfruta ni del vino ni de la comida. Y ese es el primer paso para dejar de beber vino. Y ya hay

demasiada gente que ha andado ese camino. Y una de las razones es que no se les ha corregido.

Un sumiller es el agente comisionista del chef, el ejecutor de su cocina. El brazo armado del

elaborador. Un sumiller es un trovador, un poeta, un historiador. Es un juez de paz, un

revolucionario, un filósofo y un agitador. Un maestro, un monje, un broncas, un sabio. Un

contador de cultura. La guinda del pastel. Humilde o altanero. Implacable. Porque está en misión

divina. Eso es un sumiller.

No seáis camareros. Sed sumilleres.

Page 58: Rooster cogburn Capítulo 4