la represión en soria durante la guerra civil, vol. 1 (parte 1 de 5)

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Autores: Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García (1982). Imprime: INGRABEL, C/Picos de Urbión, 1. Almazán (Soria). Tfno.: 975 300 166I.S.B.N. (Tomo 1): 84-300-6744-2. D. L. (Tomo 1): SO. 133/82.

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En septiembre de 1.979, SORIA SEMANAL pu­blicaba tres reportajes sobre la incidencia de la Gue·rra Civil en esta provincia. Se rompía así el silenciohistórico a que había estado sometido el periodo1.936-39. Estos textos, con sus réplicas, se reprodu­cen en las primeras páginas de este tomo, Debido alinterés de ese periodo de nuestra historia contemporá·nea, desconocida en parte por quienes lo vivieron ycasi en su totalidad por las nuevas generaciones, elpresente libro trata de sistematizar la verdad históricade la represión en Soria bajo el mismo prisma críticode los reportajes citados, e intentando ampliar su con·tenido al de toda la geografía soriana .

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Editan:Gregario Herrero Balsa yAntonio Hernández García

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1.s.B.N. (Obra completa): 84-300-6743-41.s.B.N. (Tomo 1): 84-300-6744-2D. L (Obra completa): SO. 135/82D. L. (Tomo 1): SO. 133/82

Portada: Javier Pérez

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LA REPRESION EN LA PROVINCIA DE SORIADURANTE LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

Este trabajo en torno a la represión en la provincia de Soria durante la GuerraCivil, no trata de presentarse como una investigación histórica y exhaustiva, sinocomo un testimonio que ayudará, sin lugar él dudas, a conocer mejor un periodo denuestro reciente pasado que, salvo casos aislados, permanece oscuro y premeditada­mente olvidado. Tanto estas páginas de Gregorio Herrero, como el trabajo anterior­mente publicado de María Isabel del Campo, han de entenderse, pensamos, comodos aproximaciones, fragmentarias si se quiere, a una realidad que ya hoy sólo pue­de verse como parte de nuestra historia. Somos conscientes de que esa historia de laGuerra Civil está por hacer, por eso tienen mayor valor estos trabajos que no duda­mos vienen aportando datos hasta ahora escasamente conocidos unos, y totalmenteignorados otros, de lo que fue la contienda de 1.936 a 1.939 en la provincia de So­ria. "El hecho de que en Soria no se combatiera ni fuera en ningún momento frente

.de guerra, hace todavía más inexplicable la justificación de una represión, que,como se viene a demostrar en este artículo, sólo podía producirse como una manera.de saldar viejas cuentas entre quienes manten ían ideologías distintas. Ahora, trasmás de cuatro décadas en que las tapias de nuestros cementerios dejaran de ser es­cenario de tantas absurdas ejecuciones, los familiares de aquellos sorianos asesinaBoshan comenzado, en parte, a reivindicar los lugares "secretos" en que hasta ahorapermanecían enterrados. las "Matas de Lubia", 105 campos de las- cercanías de Val­corba, la cuesta del Temeroso, son ya sólo mudos testigos de aquellas muertes trági­cas. Sólo en las fechas que recuerdan los hechos, sobre alguna parcela o junto a al­guna tapia del cementerio de Las Casas, de San Pedro Manrique, de Soria, aparecealgún ramo de flores como recuerdo de los días tristes de la Guerra Civil. Estas pá­ginas tratan de "recuperar esa necesaria memoria histórica para que ciertas cosas noqueden fuera de nuestra historia de la que ya forman parte.

SORIA SEMANAL ha publicado en tres números consecutivos, un relato histó­rico con el título "Los primeros días de la Guerra Civil en la provincia de Soria",firmado por doña María Isabel del Campo Muñoz.

Creo que SORIA SEMANAL fue literalmente barrido de los kioscos y libreríasy absorbida por los lectores la totalidad de su tirada. En una tierra como la nuestradonde el "vicio" de la lectura no existe, lo que antecede demuestra de un solo gol­pe el interés y el deseo de saber lo que realmente aconteció en Soria, a conUr delterrible 18 de julio de 1.936.

Frente a este indudable interés de los más, existe el criterio de los menos -y porsupuesto el deseo de algúnos- contrario a que se pn,fundice en el análisis de aquelperiodo histórico. Yo voy a expresar mi opinión al respecto. Creo que el citado re­lato, aunque incompleto y con algunos errores, merece la pena que haya podido serleído; y creo que quien lo firma no debería haberlo cerrado con sus últimas pala­bras: "Se dan casos aislados de represión en varios pueblos durante estos días, sien­do las causas la exaltación del momento, el miedo y los motivos personales", por­que ello no corresponde a la realidad de lo sucedido, como más adelante veremos.No obstante, el relato a que hago referencia tiene además de interés, un valor muyestimable, dada la dificultad del tema y su complejidad.

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Yo discrepo ra~icalmente de quienes habiendo vivido la Guerra Civil, incluso dequienes eran niños cuando empezó o nacieron entonces, estimen que lo mejor esignorarla, como si no hubiera sido una cruelísima tragedia que asoló nuestra Patria. ,un hecho feroz, preparado y perpetrado por hombres de este país y contemporá­neos nuestros. Está demostrado históricamente, incluso con el testimonio de algu­nos que participaron destacadamente en él, que el Alzamiento contra la República,empezó a prepararse antes de que finalizara 1.931 y que en dicha preparación inter­vino primero la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler más tarde, quienes alen­taron y ayudaron a los conspiradores. La "Sanjurjada" del 10 de agosto de 1.932,explosión precipitada de la conjura, fue un"c1aro aviso de lo que años más tarde oeu­rrir(a; aviso que la República no supo valorar, subestimándolo. Indudablemente, losgobernantes.republicanos, pecaron de ingenuidad y exceso de buena fe.

Nos hemos pasado la vida entre conquista y reconquista y asesinándonos unos aotros, esclavos de la sangre y el fuego. Precisamente por ello, debemos ser enemigos-yo lo soy- del antihistoricísmo. No podemos' enterrar la memoria histórica. De­bemos conocer las batallas perdidas por el pueblo -y digo pueblo en su acepciónmás amplia- para evitar que puedan volver a plantearse y vuelva el pueblo a perder­las. El camino más seguro para amar y preservar la paz, es COnocer los horrores dela_guerra. Y su completa inutilidad. He dicho más de una vez que la guerra civil fueu~ tragedia horrorosa y GRATUITA, porque no resolvió ninguno de los grandesproblemas de la Patria. Más aún; cuarenta años después, a la muerte de Franco,los probfemas seguían vivos y activos, y algunos agravados, esperando soluciones ra­cionales y pacíficas; es decir, determinadas por fá fuerza de la razón y no al contra­rio. Y éste es el camino que debemos seguir y el objetivo que debemos alcanzar su­perando con fe y esperanza todas las dificultades que los enemigos de la paz nosopongan.

Alguien ha dicho que los pueblos que no conocen su historia, están condenadosa repetirla; por eso yo creo que debemos conocer lo que nunca debió haber sido yconviene a todos - ia todos!- que no vuelva a poder ser.

No voy a hacer una crítica minuciosa del trabajo de María Isabel del Campo, si­no señalar algunos pequeños errores. La actitud violenta de los requetés -destruc­ción del interior de la Casa del Pueblo, locales de la CNT, Izquierda o Unión Repu­blicana, rótulos de las calles, imprenta de La Voz de Soria, etc.- no fue debida a"su exaltación por haber tenido bajas" durante el trayecto a Soria. Desde luego enla provincia de Soria, y hasta llegar a la capital, nadie opuso resistencia alguna y losrequetés no tuvieron ninguna baja. Es incierto asimismo que la destrucción del kios­co situado a la entrada del Círculo de la Amistad, fuera debida a que los requetésencontraron pornografía -Que no la había- y literatura marxista, que tampocoexistía, entre otras razones porque en aquella época y en Soria podían contarse conlos dedos de las manos los que hubieran leído El Capital. El kiosco fue destruídoporque su dueño, Baudilio Ruiz, era republicano y alguien lo denunció a las Fuer­zas.. Menos mal que Baudilio, entrañable amigo y hombre moderado y bondadosopudo salvar su vida, después de innumerables vicisitudes.

Desde la entrada de los requetés en Soria el día 22 de julio y hasta el 20 de di­ciembre del 36 cuando menos (en este día fueron extraídos de la cárcel de El Bur­go de Osma y fusilados alrededor de 16 presos enterrados en Bayubas). la tónicageneral fue la represión sistemática y organizada fríamente. Pudo haber casos aisla-

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dos de algún crimen cometido por incontrolados, pero eso constituyó la excepción.Para que la represión sea menos explicable y más condenable, en Soria} repito, nohubo lucha, ní resistencia a la sublevación; tampoco hubo violencia alguna duranteJos seis años de República. Para ser más precisos: nunca hubo violencia en nuestraciudad o provincia por motivos poi íticos o sociales.

Fue a partir de aquel 22 de julio cuando todo cambió súbitamente y empezó acorrer la sangre de seres indefensos y pacíficos, de hombres inocentes a quienes elinstante supremo en que perdieron la vida, les causaría tanta sorpresa como dolor.Enfrentados con su trágico destino -pienso yo- dudarían hasta el último momentode que fuera realidad y no terrible pesadilla lo que presenciaban; y cuando llegarona tener conciencia de lo que finalmente les sucedió, pensaron, seguro estoy, de queera más hermoso morir por un ide~I, que ser verdugos a pretexto de otro ideal dis­tinto.

LA REACCION DEL CLERO

María Isabel del Campo Muñoz señala con acierto que el clero, casi en su totali­dad conservador -reaccionario en mi concepto- tuvo una influencia notable en eldesarrollo de los acontecimientos. La represión hubiera desaparecido o suavizadocomo veremos, si la intervención del clero se hubiera orientado en esa dirección paci­ficadora.

En Soria hubo un sacerdote ejemplar, el abad de la entonces Colegiata de San Pe­dro. Don Santiar.o Gómez Santacruz demostró su repulsa por la violencia y la's re­presalias, pero SOlo y aislado, sus esfuerzos fueron inútiles y pronto fue silenciado,ante la indiferencia cuando no la animadversión de muchos de sus compañeros.

En Fuentes de Magaña no hubo ningún fusilamiento porque el sacerdote, unhombre pequeño de cuerpo y grande de alma, don Antonio, se opuso rotundamentey respondió por todos sus feligreses. Evit6 con su decisión que ocurriera lo que su­cedió en San Pedro Manrique y en Magaña, de los que dista unos pocos kilómetros.

En Valdeavellano de Tera había una lista de veintinueve vecinos que estaban sen­tenciados, incluso señalado el lugar de los fusilamientos, y el sacerdote, don José,impidió con ardimiento y energía que semejante atrocidad sé cometier.a.

En Mazaterón, después de múltiples vejaciones, fueron detenidos el 29 de enerode 1.937, el matrimonio Ciriaco Bas y Bárbara Gil. Su hijo, Hipólito Bas, de cincoaños de edad, quedó abandonado y solo. Fue el sacerdote don Mariano Gareíaquien lo recogió y lo tuvo en su casa hasta que sus padres fueron puestos en liber­tad, no sin que antes desapareciera de sus graneros el producto de sus cosechas.

Cuán necesaria hubiera sido la existencia de muchos sacerdotes como los citadosen el pueblecito de Pozalmuro (siete fusilados), Covaleda (seis fusilados), Deza(17 muertos, algunos después de ser expoliados y apaleados con la intervención delos famosos jerarcas falangistas Lama Noriega y José Martínez Verguizas). y enAlmazán y en la comarca de El Burgo de Osma, con una 'argu ísima lista de asesi­nados... y en tantos y tantos pueblecitos de la provincia. Tenemos en Baraona elcaso de Miguel Ranz Iglesias. Pudo escapar a la matanza, pero fueron fusilados suscuatro hermanos, cuatro sobrinos y diez primos. ¡Todo un mosaico de horrores!

Repito que la represión fue en general sistemática y fríamente calculada; y lasórdenes de ejecución sal ían de los centros de poder. Casi todos los fusilados, per-

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manecieron antes en las cárceles de Soria, Agreda, Almazán, El Burgo de Osma, Ber-langa, etc., y ~e ellas no pudieron ser extrafd?s por incontrolado.'. • .

la represion fue general como hemos dicho y, tuvo el caracter de una tactlcasistemática y deliberada, que buscó el aplastamiento de la clase obrera y el aniqui.lamiento de toda posible oposición a la sublevación y al régimen que se pretend íainstaurar. Se impuso el terror y los que se libraron de la muerte o de la cárcel, que·daron paralizados por el miedo. Dentro de la clase trabajadora, los ferroviarios fue·ron el blanco preferido. Los maestros corrieron idéntica suerte. Fueron muy nume­rosos los fusilados y más aún los detenido$, que en su mayoría fueron expedienta-dos y finalmente separados del cargo con carácter definitivo. .

Asimismo Correos y Telégrafos fueron rigurosamente depurados, y sus jefes enSoria, ejecutados. El de Telégrafos, don Antonio Burxal, hombre ejemplar y verda·dero apóstol laico, fue fusilado en el cementerio de Soria la noche del 16 al 17 deagosto de 1.936, junto con el inolvidable doctor Gaya, cuya bondad nadie puso ja­más en· duda, el abogado de Agreda, don Anastasia Vitoria, el delegado de Hacien·da, que apenas llevaba dos meses en nuestra ciudad, el fotógrafo don Manuel Blancoy tres personas más. También fue fusilado más tarde el hijo de don Antonio Burxal,para que la tragedia de la familia fuera mayor. Quedó sólo una hija, a quien despuésde terminada la guerra, visité en Madrid. El caso del doctor Gaya constituye unclaro ejemplo de la crueldad represiva, que no respetó ninguna barrera, pues fue en·carcelado y fusilado llevando en su bolsillo una certificación de la autoridad judi·cial de Zaragoza en la que se proclamaba su inocencia.

lOS ASIDUOS Al GOBIERNO CIVil

Otro ejemplo de crueldad fue el asesinato de don Eusebio Alonso, alcalde·se·cretario de Vinuesa, que fue ejecutado casi a los 80 años. ¿Puede alguien imaginarseel peligro que pudiera representar para el "Glorioso Alzamiento", un pobre ancianopacífico e inerme? Hay cosas difíciles de concebir y ésta es una de ellas. Sf; las gue·rras engendran monstruos, aunque en la paz -entonces y quizás ahora- haya per~

sanas que alimentan en su interior UD monstruo disimulado, que sólo espera la oca·sión propicia para manifestarse y actuar, con la misma o mayor intensidad que en­tonces.

El Gobernador Civil de Soria, de triste recuerdo, don Enrique Casado, fue elmáximo responsable de la represión. El y su equipo de asesores o Comité del quefomaron parte, entre otros, Saturnino Ridruejo, Alfonso de Yelasco, un tal Quiro·ga (registrador de la propiedad), un ingeniero de montes, apellidado Monzón, Mar·ron, director del banco Hispano y un tal Martínez que todavía vive.- Al Gobierno Civil tenfan acceso y entrada libre numerosos delatores e informan·tes, entre los cuales recuerdo ahora a Samuel Redondo, Gregario de Pablo, el fama·so Diego Navarro, Fausto Hortelano y Angel Vallejo, apodado "el Patillas". Hubomuchísimos más, pues la delación fue un deporte concienzudamente alimentado,por morbosidad o por miedoj pero aquí quedan reseñados los más conocidos ysobre los que no cabe ninguna duda.

Referente al "Patillas", recordaré un caso curioso. Terminada la guerra y Jicen-

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ciados del ejército tres sorianos, José García de la Puerta, Nicasio Martínez y Joa­quín Hernández, que habían pasado muchas dificultades y a quienes su marcha alfrente habfa salvado de la cárcel y quizás de la muerte (aunque Nicasio Martínezpermaneció casi un año en los calabozos del cuartel de San Gregario, en Zaragoza),regresaron a Soria y se encontraron en un bar con el célebre llPatillas". García de faPuerta se puso a su lado y le dijo en voz baja: " ¡Cabrón!". Buscando una implica·ción polftica, el astuto Patillas preguntó en voz alta si le llamaban cabrón por lo quehabía hecho durante el Movimiento, a lo que Joaquín Hernández, joven muy im­petuoso entonces, respondió: llTu has sido un cabrón antes del Movimiento, en elMovimiento y después del Movimiento", propinándole un fuerte puñetazo que hizoque "el Pati(Ias" besara .el suelo. Quizás para evitar que cundiera el ejemplo, los tressorianos fueron detenidos y permanecieron en la cárcel de Soria durante dos serna·nas. Aunque todavía dominaba el miedo, en la cárcel recibieron la visita solidariade muchos amigos, y entre ellas J la mía. fiEl Patillas" vivió desde entonces parali·zado por el terror J como otros muchos, y entre el desprecio de todos.

"En Duruelo se presentó una patrulla con el propósito de hacer una ulimpieza",eufemismo que enmascaraba el acto de fusilar, El alcalde, que era tartamudo, seopuso firmemente diciendo: "Aquí el único malo soy yo;"así que lIevadme a míprimero". Su noble y valiente actitud, secundada por el farmaceútico, evitó la pre­parada matanza y en el citado pueblo, nada irreparable ocurrió. En Soria la tónicafue la abstención, el retraimiento, la falta de valor cívico, en una palabra, la cobar·dl'a o la indiferencia. Triste es decirlo pero fue así. Puedo consignar con orgullo quemi padre, hombre de derechas, correligionario de Miguel Maura y Gregario Arranz,pero hombre liberal y humano evitó con su intervención algunos crímenes. Quizás aél debieron sus vidas Seraf(n, el afilador de la calle Estudios, Morales el impresor yun empleado del Ayuntamiento, llamado Dionisia. Los tres de la CNT; y el primeroy el tercero todavía viven.

MUGA: ACTUACION CONTRADICTORIA

Otras almas generosas fueron el matrimonio Del Amo, con comercio de juguetesen el Collado. Me consta su intervención en favor de muchos detenidos¡ aunque susgestiones cerca de Muga, en favor del doctor Gaya J no pudie~~n evitar su post~r~or

asesinato. Por cierto que el hijo mayor de Del Amo fue movilIzado y hecho proSlO­nero por los republicanos. A su regreso a Soria, afirmó que le habían tratado conhumanidad y respeto.

Numerosos miembros de la Guardia Civil se portaron humanitariamente en eltrato a los detenidos. El miedo era a caer en manos de falangistas, sobre todo dealgunos que todavía viven. Hubo excepciones terribles, como la del cabo de 8a.ra~­

na. El comandante de la Guardia Civil, don Luis Pardo, se reveló como un autenti­co caballero.

La actuación del teniente coronel Muga fue cO(ltradictoria, tanto en los momen·tos que precedieron a la entrada de los requetés como después. Su pacto con elGobernador Civil republicano es un hecho histórico. iCuán diferentes hubieran su·cedido las cosas si él con su superior autoridad J se hubiera inclinado decididamentepor la comprensión y la generosidad! No; no estuvo a la altura del comandante

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Pardo.Hubo personas militantes de izquierda (o autotituladas de izquierdas) que se

apresuraron a vestir la camisa azul. (Bien sabido es, que ahora ha ocurrido a lainversa) y colaboraron en la represión, bien delatando a sus· antiguos compañeros,bien participando activamente en las ejecuciones. Conocido es el caso de ManuelRuiz Pedroviejo, de Izquierda Republicana, y que después de convertirse en unauténtico colaborador del aparato opresor -cometida la traición, el traidor no esmenester- fue detenidq e ingresado en la prisión de Soria, donde tUYO que conviviro malvivir aislado y mudo, con sus antiguQs compañeros de militancia, quienes lenegaron el saludo. Puesto meses después en libertad, murió rápidamente. Otro casode "conversión" fue el del Secretario de la Casa del Pueblo, un conocido apareja·dar que se subió rapidfsimamente al carro del vencedor, siendo luego visitante asi­duo del Gobierno Civil.

Ei polo opuesto lo constituyó el Presidente de la Casa. del Pueblo, donEnrique Garda Carrilero, que fue detenido y condenado a muerte. Por puro' milagrosalvó su vida y fue puesto en libertad ocho años después. Ya tengo relatado en algúnartículo y en mi libro "la salida del túnel" su conducta ejemplar, y la entereza ydignidad, con que defendió su condición de hombre libre, aunque preso.

los responsables de la represión, por acción o inducción, pertenecieron en ge­neral a las llamadas "fuerzas vivas": propietarios, profesiones liberales y comercian·

-tes. (Algunos se enriquecieron rápidamente con los negocios fáciles, manejos de in­fluencias, etc.; lo que entonces se conocía como "pasar la factura"). Todos habíanpasado por escuelas de "pago" y ninguno había padecido hambre o sufrido perse­cuciones, por lo que se hace más difícil la comprensión de su conducta. Estas perso­nas conocidísimas, tuvieron una influencia decisiva, determinante, en el desarrollode la represión. Pudieron inclinarse por la piedad y la ignoraron; pudo más el fana­tismo y el odio que la reflexión serena y la consideración objetiva, de que los conde­nados Ila dedo", ni eran personas violentas, ni habían cometido delito alguno.

En mi domicilio de Barcelona, recibí la visita de una hermana y sobrinos de Ar­senio Martínez, para agradecerme los merecidos elogios que en algún artículo y li­bro, había dedicado a su hermano y tío. Y me rogaron que hiciera gestiones a finde averiguar dónde fue asesinado y enterrado_ Hoy ya puedo detírselo_ Al anoche·cer del día 13 de agosto de 1-936, llegó a un lugar cerca del frente, un camión condoce personas esposadas y rigurosamente custodiadas. Dos de ellas -Samper y Chi­cote- fueron separadas y volvieron a la cárcel. Chicote salvó la vida y Samper fueejecutado más tarde. De las diez personas restantes, cuatro eran de Soria: ArsenioMartínez, Fermín González, Tomás Cué y Antonio Lafuente. los seis restantespertenecían a la comarca de El Burgo de Osma. Permanecieron en el camión esposa­dos toda la noche y al amanecer del día 14 fueron trasladados a un lugar entre Bar·eones y Atienza, donde fueron ejecutados.

Asistieron a la ejecución dos sacerdotes y un médico militar, con misiones dis­tintas. Como se habían dado casos, realizados los fusilamientos, de que algunas deras víctimas habían quedado moribundas (conocido es el caso de un fusilado en losllanos de Chavaler, que llegó arrastrándose hasta el pueblo próximo), el médico mi­litar recibió el ruego u orden de un superior, el capitán Martínez, de que se asegu­rara de que los que iban a ser fusilados , fueran realmente muertos y certificara sudefunción.

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Preparado el escenario para el acto final, los sacerdotes exhortan a los presos aque se confesaran. "Dentro de unos momentos vais a comparecer ante Dios, y os in­vitamos a qL!e recibáis los auxilios espirituales". Ninguno de los detenidos respon­dió. Entonces Arsenio Martínez se dirigió a sus compañeros de infortunio y lesldi­jo: "Si alguno de vosotros quiere confesarse y no se decide por rubor, que lo hagacon toda libertad. No por eUo dejará de ser valiente y digno". Los seis presos de lacomarca de El Burgo pidieron ser confesados. Fueron fusilados seguidamente y en­terrados después juntos. los cuatro anarquistas sorianos rechazaron los auxilios es­pirituales y murieron enteros y firmes. Las últimas palabras fueron de Arsenio Mar.tínez. Unido a sus compañeros y dirigiéndose a sus verdugos dijo: "Vosotros nosois culpables; sois un instrumento y ojalá que la España que quereis construir ~ea

de paz, de amor y de verdaderos hermanos; la España que yo siempre he soñado".Alguien que hab ía mostrado predilección por apuntar a Antonio Lafuente tuvoprisa por terminar y tronaron los fusiles. Fueron enterrados los cuatro juntos, cer­ca de los seis anteriores. Todos en un pequeño pradillo.

A MOSCARDD LE PARECIA EXCESIVA LA REPRESION

Entre los horrores de la represión, hay un caso realmente desgarrador, espeluz­nante. Fue detenido el jefe de Correos de Soría, Castiella_ Su esposa embarazada,con la angustia que cabe suponer, acudió repetidas veces al Gobierno Civil, para pe­dir clemencia con resultado negativo. Fue fusilado y la esposa y tres hijos, dos va.rones y una niña, de 13, 10 Y 7 años de edad respectivamente, desterradas a Moli­nos, donde la infortunada mujer tenía una hermana en holgada posición económi­ca, que se negó a recibirla y auxiliarla. La esposa de Castiella buscó refugio en lacabaña de un pastor, donde sin comer y sin atención de nadie dio a luz, muriendopor inanición la madre y el recién nacido. El hijo de trece años, como apuntara (asIlnefastas ideas" de su padre, fue internado en un correccional. Miles de veces hepensado en la espantosa tragedia de esta familia, propia más bien de un país salvajey no de una Soria que siempre hab ía sido pacífica y que en aquellos momentos,alardeaba de patriotismo y religiosidad. iHasta dónde llega la maldad y la hipocre·sía del ser humanal. Justo es consignar porque es verdad y justicia proclamarlo,que el general Moscardó, enterado de lo ocurrido, impuso una multa a la hermanade la fallecida, haciéndola pública, pero no supo evitar que el hijo de trece años fue·ra internado en un correccional. la hija, vivió durante muchos años con la familiade Juan Clavo, en Soria, hombre bondadoso donde los haya_ Aquella niña creo quevive casada en Navaleno.

Volviendo a Moscardó, me consta que él y algunos jefes de su Estado Mayor,quedaron impresionados por la magnitud de la represión en Soria.

Voy a relatar un penoso espectáculo que presencié casualmente. Mi abuelo ma­terno vivía en la Rasa. Enfermó y mi madre se trasladó allí para cuidarle, e hizoque yo la acompañara. Yo montaba mucho en bicicleta y algunos días llegaba aEl Burgo de Osma, donde por cierto, estaba preso Víctor Hernández, socialista ybuen amigo que salvó la vida por los pelos. Yo lo visité en la cárcel varias veces_ Unamañana, sobre las nueve, llegué a El Burgo y entré en un bar a desayunar. AII í seencontraban cuatro falangistas con fusiles, cantando y bebiendo, alternando fas

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canciones con brindis y gritos de iArriba España!. Al pronto uno de ellos miró elreloj y dijo: "Vamos, es la hora". Les vi cruzar la plaza intuyendo que nada buenoiba a pasar pero sin atreverme a seguirles.

Salí del bar y montando en mi bicicleta me dirigí a la cárcel Con intención de vi­sitar a Víctor, pero no entré pues enfrente de ella vi estacionado un vehículo, conel conductor sentado al volante y un sacerdote en la parte posterior. Relacioné loque veía con fa marcha de los cuatro falangistas y me entretuve dando vueltas,como si paseara en bicicleta. Al pronto, llegó otro coche, divisando a los falangistasy entre ellos, un paisano. Al llegar a la altura del coche ocupado por el sacerdote,uno de los falangistas sacó el brazo haciéndole señales, para que le siguiera. Desapa­recieron rápidamente ambos coches en dirección a Soria. Volví al centro de El Bur·go y al rato me enteré que había sido detenido por los falangistas, don AbundioAndaluz, diputado provincial y que a su familia le habían dicho lo llevaban a Soria.La realidad fue que lo asesinaron en la Cuesta del Temeroso, dejándole moribundo.Así fue como acabaron los brindis y las canciones patrióticas de aquellos desalma­dos y como perdió la vida el s~ñor Andaluz, que aún pudo, arrastrándose, avanzarunos metros. .

Otro drama terrible fue el de los hermanos Molina. Al sacarlos de la cárcel paraser fusilados, pidieron solamente que les permitieran dar un abrazo de despedida asus padres. Llegaron cerca de su pueblo y después de burlas y malos tratos, no pu·dieron ver cumplida su petición. Fueron fusifados, en er cementerio de Molinos.Entre los autores materiales, figura un falangista,.que luego fue policía, llamado Jo­sé Maria Peñalba, de San Esteban.

Un caso curioso fue el del cenetista soriano Juanito Sanz Chamarra. Permanecióescondido en su casa desde el día 22 de julio de 1.936, hasta el 1 de noviembre de1.939, sin que fuera descubierto, no obstante los múltiples registros realizados, al­gunos de ellos espectaculares, por el despliegue de fuerzas, pues se llegó a rodeartoda la calle Real y el barrio de San Lorenzo. Algunos de estos registros, fue dirigi­do por el tristemente célebre jerarca falangista, José Martínez Verguizas. Los re­gistros se repitieron, pues aunque eran muy pocas las personas que sabían que Jua­nito estaba en Soria y escondido -yo sabia que estaba en su casa- y todas eran deabsoluta confianza, alguien que todavía vive tenía la intuición o sospecha de que nohabía escapado. Su abnegada esposa Basilisa, muy querida por mis padres y p.or to­dos cuantos la conodan, pues es la bondad personificada, se las vio y deseó, parapoder cuidar de su esposo, trabajando para obtener los indispensables recursos.

Juanito salv6 su vida, una vida codiciada con ansia por sus enemigos y salió deSoria el 1 de noviembre de 1.939. Permaneció en Madrid diez meses y se trasladó aAsturias donde permaneció siete años más. Sus vivencias, la forma en que permane·ció escondido, sin salir de casa y sin que 10 encontraran, así como las vicisitudes quele acontecieron después, merecería la pena ser relatado, pero nos ocuparía largo es­pacio.

Militantes de la CNT fueron fusilados alrededor de treinta, entre los que recuer­do: flEI Manquillo", Arsenio Martínez, Tomás Cué, Fermín González, Antonio La·fuente, Manuel Blanco, José Andrés, Ramón Vinuesa, José Sillero, Miguel Pérez,Tomás Alvarez, José María Ablonil, Juan Arenas, el médico de Almarza, Aquilino,Ramón Cotillas, Segundo Velasco, Cayo B. G. (conserje del local de la CNT), Cons­tantina Alcoceba (comadrona), ocho trabajadores del· pantano de La Muedra y tres

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cenetistas oriundos de Logroño.Soci.~listas fueron más y, sobre todo, republicanos y simplemente liberales, fue­

~on !eglon. Muchos slml?lemente por no ir a misa o leer periódicos republicanos de'lquler~~, o esta~ ~nemlstados con el caciq~e de turno. En muchos pueblos, la in­!~rvenclon o pasIvidad del cura,_fue del~r~mant~, ~omo hemos indicado. Algunas,ovenes, Sol,edad Pesquera (16 anos), senonta Hemandez (su hermano Víctor esta­ba en la carcel) y dos peluqueras (que desde entonces fueron conocidas por elapodo de "las Pe.lonas"). f.uer?n rapadas al cero, obligándoseles a presentarse diaria­mente en el Gobierno Civil, Siendo muchas veces objeto de mofa y escarnio duranteel ,trayecto, por p.a~e de gente que se llamaban patriotas y cristianos. También seuso el aceite de nClno en numerosas ocasiones. Los familiares de los fusilados te­nían prohibido vestir luto. Hubo casos, como la madre del infortunado Adolfo 1.10.rales, socialista fusilado con el también socialista Silverio Lumbreras y alguien máse~ La R.ba de Escalote, que ya no volvió. salir de casa hasta su muerte bastantesanos. después. Nunca se me olvidará su dolor y desconsuelo. En Soria po,'el Collado~asaba con frecuencia, camino de la cárcel o de regreso cargada de' pre.sos para fu.sJla~ una cami~neta Uamada lila Cordera"; llevaba como 'adorno, un corderito en eltapon ~el rad.ad.or y ~n '?s laterales sendas calaveras pintadas. Algunas veces. ibapre~ed.da ~ s~gUlda mas bien por un Rolls, requisado a la familia Trevijano de Lo­grono. En el .ban Jos asesmos: famoso cabo de 8araona un mecánico llamado Pe~dro y !ambién, a veces, Manuel Ruiz Pedroviejo, del qu; ya hemos hablado, yalgu­nos mas.

Una noche se encontraba en el bar Plus Ultra de Soria tom"ando una cerveza PíoAlfonso, conocido por su ingenuidad e inocencia. Er~ lo que popularmente.se cono.ce con la palabra "infeliz". Su único defecto: beber cerveza y ser extremadamentelocuaz.. Fue detenid" y llevado directamente al Puente Hinojosa y fusilado quedan-do colgado con medio cuerpo fuera. '

LOS TRASLADOS

Los familiares de los presos al ir a la cárcel para visitarles o llevarles ropa o ali­~entos, se enco.~traban a veces con. una sorpresa que llegaba a colmar su angustia:

Su esposo o hiJO, o hermano, ha Sido trasladado". Así de simple. Sin añadir nin­gún dato más. Las preguntas atropelladas e insistentes de los familiares inquiriendopormenores sólo encontraban una respuesta: "Han sido trasladados y no sabemosmás" .

.Los famosos "traslados" eran a veces auténticos, pues hubo presos que visitaronvanas cárceles, pe~? con mu.cha ~r~cuencia, la noticia escueta del "traslado" signifi.caba la confirmac.on de la e¡ecuc.on del preso. Transcribo literalmente el documen,to, cuya fQtocopia obra -en mi poder. Dice así:

"DON JOSE MANUEL LORENZO DE LA FUENTE, DIRECTOR DELCENTRO PENITENCIARIO DE CUMPLIMIENTO Y DILIGENCIAS DE SORIA.CERTIFICO; que según datos obrantes en el archivo de este Centro los 16 indivi-,duos que se citan, Miguel Ruiz de Pablo, Florencio Borobio Gil, Salomón OrtegaSebastián, Ramón Vinue.. García, Miguel Pérez del Campo, José Sillero Lerma,Pablo Ormiz y Beltrán, Faustino Moreno Martínez, Teófilo San Nicolás Barrero,

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Manuel Vargas del Valle, Manuel Ramos Rodríguez, Félix Iglesias Garda RafaelSampere Bellido, Antonio Uriel Díez, Fortunato Pérez Noblejas Saturnino éastiellaCastillo, que se encontraban recluídos en la Prisión Preventiva 'Celular de El Burgode Osma, fueron entregad~s a fuerzas de la Guardia Civil el día primero de septiem.bre de ~ .936, por ord.en numero 1329 de la Comandancia Militar de Soria, para serco~d~,cldos a ~rese.ncla de .un Jue"z Instructor en Almazán. Y para que conste, apet'c!on.~e don~ Pilar IgleSIas R.~mera, hija de uno de los citados, y a los efectos detramllaClon ofiCial de exhumaclon, expido la presente en Soria a veinticinco 'deseptiembre .de ~il ~ovecientos setenta y Uno. Firma: ilegible. Hay ~n sello que dice:Centro Penltenclano de Cumplimien"to y Diligencias. Soria. Dirección".

Estos 16 presos -aún en el año 1.971 eran calificados como "individuos"- nollegaron a comparecer ante ningún Juez, ni por supuesto a Almazán. Fueron fusila.dos, ese mismo dí~, tras ser exca~celados, en Bayubas de Abajo, cerca del PuenteU~lan. Entre I.os ejecutores ~ate"ales y como dirigentes del. grupo figuran PedroLope~, ~1~nglSta muy conoc,do en Soria, un practicante apellidado Martínez y el

.guardla CIV" Lafuente, hermano del sargento del mismo cuerpo don Wenceslao La.fuente que en unión de su hijo Angel, cumpliendo órdenes del teniente coronelMug~ habían escoltado el coche ocupado por el Gobernador Civil republicano, sr.Alvalar, en su marcha -pactada con Muga- hacia la zona dominada por el Gobiernod~. la República. Cumpli~a su misión escrupulosamente, el sargento Lafuente y suhilO, de regr~so para Sana, se cruzaron con un tren de ferroviarios procedentes deArcos de Jalan, y resultaron muertos en el transcurso de un tiroteo entablado en­tre ellos. La muerte lamentabil ísima de don W_nceslao y de su hijo tuvo de,pués enSoria y la provincia consecuencias muy graves. '

. A partir de en.to~ces, su hermano se convirtió en un auténtic:o c:azador de repu.bhcanos o de SOCialistas, 0, simpremente de cualquier persona que en su conceptopudiera ser catalogada como liberal o heterodoxa, aunque él no supiera realmente I~que estas palabras significaban.

S~ afán era ejecutar, como él mismo reconocía y proclamaba con orgullo y arro.gancla.

Asisti~ a la ejec.ución de. los 16 infortunados, un sacerdote que fue Capellán delcementerio de SOrla, falleCido hace pocos meses. Su misión como es natural eraprestar los auxilios espirituales a los que iban a morir. No obstante su afirmació~deque todos. habían confesa~o, la realidad es que ninguno lo hizo, según afirmaciónde los veCinOS, algunos testIgos presenciales de las ejecuciones y según me aseguró lahija del infortunado Félix Iglesias. El afán por disparar del guardia Lafuente y el fu.ror que puso en ello, hizo que el sacerdote le dijera un tanto sorprendido: Ir ¿Perono te cansas, hijo?", a lo que el guardia Lafuente contestó: .. ¡Nunca, jamás!".E~tos da~os m.e fueron transmitidos por doña Pilar Iglesias, que como es, natural,hiZO ~verlguaclOnes para conocer detalles de la muerte de su padre, a quien quer(aentranablemente. La muerte del sr. Iglesias, marcó además para Pilar, su hermanaNieves y su madre, la iniciación de un nUevo calvario. Pilar tenía una beca concedi.da por la Diputación de Soria y estudiaba el bachillerato. Le fue retirada la beca porla Diputación, siendo su Presidente don Rafael Garda· de Diego. El profesor de fran·cés, don Alfredo Gómez Robledo protestó e hizo gestiones para que la beca le fue·ra restituída, sin conseguirlo. Es más: se le indicó que no se metiera en asuntos que

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no eran de su competencia. No pudo seguir estudiando doña Pilar. Su hermana Nie­ves, reci,bió durante el año 1.937 lecciones mías, naturalmente a título gratuito.(Así fue como conocí yo a esa familia). Su madre intentó poner una pensión en lacalle Numancia, siéndole denegado el oportuno permiso, hasta que cesado el Go·bernador Casado, quien le sustituyó en el cargo, le autorizó a tener la pensión, noobstante las trabas que siempre puso Julio García Mozo, hombre de confianza,como sabemos, de todos los gobernadores civifes, hasta que se trasladó a otra capi­tal. Más aún: el célebre cabo de Baraona, de tan triste recuerdo, prohibió a Pilar,entonces una joven de 17 años, que saliera de casa e intentó no seducirla, sino ul·trajarla.

ASESINOS Y APROVECHADOS

De las 16 personas fusiladas el 1 de septiembre de 1.936 en Bayubas de Abajo,algunos -o todos quizás- fueron expoliados, antes o después de morir. Concreta­mente don Fortunato Pérez Noblejas llevaba un brillante. Fue enterrado sin él. Conel tiempo, uno de los asesinos, Luis Martínez, pasó a desempeñar el cargo de practi­cante en el sanata:rio antituberculoso de Derroñadas. Allí trabajaba comó enfermeradoña Milagros Pérez Noblejas, quien reconoció en el anillo que lucía el practicante,el que había pertenecido a su hermano. Denunciado el hecho, el aprovechadopracticante tuvo que devolverlo, merced al testimonio del joyero don Ramón Mon­real, que certificó sin IOJgar a dudas que el brillante pertenecía a don Fortunato. Elpracticante terminó por decir que use lo había encontrado·~.

Ya he dicho que los 17 fusilados de Deza, algunos fueroo apaleados y expolia·dos. Según amplios testimonios, el célebre falangista soriano, requisó en Deza variasescopetas de caza, una de ellas de verdadero lujo, que no entregó a las autoridades,apropiándoselas. Con el tiempo y gracias a un Juez de Instrucción de Soria, estric­to cumplidor de la ley, tuvo que devolverlas, aunque por la especialísima situaciónpolítica, los crímenes y las apropiaciones quedaron impunes. A.ntes al contrario,el tal falangista, compañero mío de escuela y poco más que analfabeto, alcanzócargo en la Secretaría del Movimiento en Madrid y posteriormente, en el Ministeriode Comercio, "a dedo" como es natural.

Otro caso de Upatriotismo" y de instinto comercial, fue el de Antonio Cuevas,dentista de profesión. Conocida fue su afición a presenciar ros fusilamientos. Quizásmenos conocida sea, su intención y propósito de extraer las piezas dentales de losfusilados. Llegó en su osadía a pedir autorización para ello, al Gobtrnador Civil,Casado. Aunque éste, principal responsable de los crrmenes que se COMetieron, noera hombre de escrúpulos, en este caso reaccionó amenazando al tal Cuevas con de­tenerle, si llevaba a cabo su propósito. No todo iba a ser negativo en l. conductadel tristemente célebre Enrique Casado. Nunca serán conocidos los casos de rapiñaque se cometieron, pues los fusilados no podían hablar y sus familiares tanpoco lohicieron, atenazados por el terror, e intuyendo además, que toda reclamaCIÓn seríainútil, cuando no contraproducente.

Un escribiente del abogado don Bienvenido Calvo, llamado Tiburcio, denu.ció eiasesinato de su padre, secretario de un pueblecito, creo que de El Cubo de la Sola·

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na, y a los asesinos. La denuncia fue presentada en 1.944 aproximadamente. Nadaconsiguió.y aún tuvo problemas y complicaciones con las autoridades.

PRISIONES

Además de la cárcel provincial de Soria, llena totalmente de presos, se habilita­ron para recluírlos la ermita de Santa Bárbara, el antiguo fielato de la carretera deValladolid, y los calabozos del Gobierno Civil. Y para los prisioneros de Sigüenzainicialmente la plaza de toros, después el cine Proyecciones y finalmente, el cuarteide Santa Clara. Y para las prisioneras de Sigüenza, el antiguo hospitalillo de la plazadel Salvador y más tarde un caserón situado en la actual calle de la Alberca, a la en­trada a mano izquierda.

En los pueblos permanecieron algunos detenidos en los cuartelillos de la GuardiaCivil; y en la provincia, las cárceles más importantes fueron las de Agreda Almazán. . ' ,Berla~ga y espeClal,,:,ente la de E! Burgo. de Osma. El director de ésta última, donGerman Egldo, a qUien yo conocl muy bren personalmente, se mostró en el cumpli­miento de su deber, como funcionario humanísimo y generosó. Las cárceles se lle­naron, pero iban quedando huecos para otros infortunados, a medida que se suce·dieron los fusilamientos, que sobre todo en el mes de agosto, fueron numerosísi­mas y constantes. Agosto fue el mes negro de la Guerra Civil en Soria, aunque rosfusilamientos continuaron hasta las navidades. luego vendrían las saCas de los prisio­neros de Sigüenza, pero eso lo explicaremos después.

Terminada la guerra, yo estaba en Zaragoza como soldado, ocupando el cargo desecretario de un asesor jurídico, don Manuel Ortiz, dada mi condición de estudiantede Derecho. Don Manuel por circunstancias personales tuvo especial interés en via­jar a Madrid; y como yo tenía tíos y primos en la capital de España y por consi·guiente grandes deseos de saber de ellos, conseguí de mi jefe. permiso para acompa­ñarle.

Así que, aproximadamente entre el 2 y el 5 de abril de 1.939, yo estaba en Ma·drid, abrazando con la natural alegría a mis familiares, a quienes afortunadamentenada les había ocurrido. Creo que fue al día siguiente de mi llegada. cuando me en·contré en la calle de Atocha, cerca del domicilio de mis tíos, con Isabelo y Antonio.Ambos estaban desorientados y, por supuesto, sin dinero. Entramos juntos en unbar de la plaza de Antón Martín, "el Moka-", que yo conocía muy bien. Tomamosunos cafés, contándonos mutuamente nuestras impresiones; ellos el relato de susaventuras, confiados y optimistas -hasta dónde puede llegar el entusiasmo y laingenuidad juvenil- y yo procurando persuadirles de lo peligrosa que era su situa­ción, cuando, al pronto, vi que cruzaba la plaza en dirección al bar una persona muyconocida ror su furor antirepublicano, mejor dicho, por su afán represivo: el policíaRamos, apodado "el Rabaniza". Empujé hacia los sótanos a mis dos amigos, advir·tiéndoles que se escondieran hasta que yo bajara a recogerlos. Entró Ramos y nossaludamos, pues él vivía en Soria. encima de la tienda de mis padres, en el Collado,y naturalmente nos conocíamos. Se mostró sorprendido de que yo pudiera haberllegado a mi Madrid, con tanta rapidez y, en virtud de su deformación profesional,me hilo una especie de interrogatorio, que yo salvé como pude. Bien es verdad queyo p.>rtaba una documentación en regla, y una certificación de mi jefe que justifi-

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caba plenamente mi estancia en Madrid. Sal í del café con Ramos y le acompañé has­ta dejarle en mitad de la calle León, donde nos ·despedimos. Me cercioré de que se­guía .calle adelante y volví al "Moka" a recoger a mis amigos. Aproveché lo sucedi­do para recomendarles prudencia y les insistí en mi creencia de que en Madrid enesOS días, ya habría policías y delatores sorianos, buscando a los desertores y a' loshuídos. Les entregué el dinero que llevaba, unos doce o catorce duros les di mis se­ñas de Zaragoza. e insistí en mi consejo de que se escondieran, proc~rando meter­les miedo, pues, repito, ellos decían "que la radio aseguraba que el que no tuvieralas manos manchadas de sangre, nada tenía que temer", y por lo tanto ellos estabantranquilos. Creo que fue dos o tres días más tarde cuando ambos amigos tropezaroncon Fausto Hortelano, quien los saludó cariñosamente. Tomaron cerveza, charlarony finalmente, Fausto les invitó a comer. Lo hicieron en un restaurante de la calleArlabán, la Concha. y comieron a la carta, es·pléndidamente. Fausto pagó la comidanaturalmente y -creo que Isabelo todavía conserva la factura- a la hora del café ycopa uno de los dos amigos, sospechó algo de la excesiva esplendidez y afectuosidaddel paisano Fausto y al salir a la calle se pusieron rápidamente de acuerdo para em·pujar a Hortelano y salir corriendo, pero éste. intuyendo las intenciones de aqué·lIos, y como viera en aquel momento a unos falangistas, los llamó gritando: "Dete·nerlos que son rojos". Y así fue como fueron encarcelados Antonio Ramón e IsabeloJiménez. Juzgados y condenados a cadena perpetua, visitaron los penales de Ocañay el Dueso. Puestos en libertad años más tarde, Antonio Ramón, herrero de profe·sión y hombre de gran fortaleza física, salió con la salud quebrantada. Contrajo ma­trimonio, sie.ndo yo el padrino de la boda, y murió en plena juventud. Isabelo,con algunas secuelas producto de la guerra y de la cárcel, vive hoy en Palenciamilitando como siempre en el PSOE. '

Me tropecé también en la calle con Baudilio Ruiz, que en principio opinabacomo los anteriores y que también había desertado; pude convencerle de que no sepresentara y Baudilio consiguió do(,umentación falsa, y durante muchos años qui·zá más de veinte, pasó a llamarse Marcelino. Vive tranquilo y feliz en Barce'lona,procurando olvidar las vicisitudes sufridas, pero siempre en su 1ínea ideológica dehombre liberal y demócrata. '

Además de fausto y el policía Ramos llegaron de Soria a Madrid con misionesidénticas, numerosos delatores, aunque no puedo precisar con qué resultado. Ha­blando de delatores, he de volver a referirme a Angel Vallejo, "el Patillas", ya cono·cido de los lectores. En los primeros días de la sublevación, "el Patillas" encargadode la plaza de Abastos de Soria, invitó a Atenógenes Zarza Mateo con un pretexto,a que le acompañara al Gobierno Civil, distante pocos metros, ya que tenía que en·tregar unos papeles. Al entrar en el Gobierno y como viera "el Patillas" al comisariode policía, don Emeterio Vicente, le dijo: "Detenga usted a éste que es 'rojo"'.Quedó detenido Atenógenes y pasó más tarde a la Prisión Provincial. Relatar lashazañas de "el Patillas", de Fausto Hortelano, de un frutero ya fallecido, de los po­licías Ramos, "el Rabaniza", y de otro, llamado Angel. familia de los fruteros va·lencianos, nos ocuparía un largo espacial sin que con ellos se agote la lista de los de·nunciantes, confidentes y demás ralea.

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LOS QUE HUYERON Y LOS DESERTORES

Fueron pocos realmente los que tuvieron la decisión de lanzarse a lo desconoci·do para intentar salvar sus vidas. La inmensa mayoría fueron detenidos en sus casas,sin ofrecer resistencia. Pensaron quizás que, una vez detenidos, no pasaría nada más;y aún que la detención sería por pocos días.

En Soria, un emp1eado del banco Hispano Americano, socialista, Luis Arribas,antes de la entrada de los requetés huyó campo a través, llegando a Navalcaballo,donde encontró alguna ayuda y consejo, logrando después, caminando siempre denoche llegar hasta la zona republicana. Era uno de los predestinados, por su signifi­cació~ agravada además por el hecho de que su jefe, el director, Marton, fue uno de'los co~militones d,el Gobierno Civil. Hoy vive en Méjico, con una situación econó­mica brillantísima.

Los hermanos Garcóa de la Puerta (dos de ellos, pues el otro fue requeté)!luyeron llegando hasta Almazán. José no pudo seguir y regresó a Soria, y, movili­zado, pasó desapercibido Y nada le ocurrió. El otr~, maestro y 'l;IYo nombre no re­cuerdo, llegó hasta Madrid, luchando siempre en pnmera fila, y mas ta~~e,comogue...rrillero. En una de sus incursiones por la zona de Franco, desapareclD. Fue un va-liente.

El alcalde de DelO, Pollo, fusilable con toda seguridad, pues era la persona másdestacada del pueblo, logró huir disfrazado de segador. Murió hace anos en Fran·cia,

En Viana de Duero residían con su madre, los hermanos Ranz Lafuente: Angel,David y Benjamín. David se había -destacado como periodista y colaborador de laVoz de Soria y era además maestro, profesión como sabemos no muy bien vistapor los sublevados. Los tres permanecieron en su casa, pero desde ella oían el ruidode los coches que iban a detenerlos, y huían al monte. Fueron numerosas las vecesque los requetés y falangistas llegaron al pueblo buscándolos. Como la situaciónse hacía cada vez más peligrosa, decidieron huir por el campo de G?mara hasta Bi­juesca. Permanecieron allí unos días, pero mataron al médico y volVieron otra vez aViana y, desde all í, disfrazados como Pollo de sega~ores, y ~ie~~r.e campo a tr~vés,apenas sin comer y sin beber, consiguieron despues de mil VICISitudes, llegar a lazona de la República.

Miguel Ranz Iglesias, de Baraona, ya hemos dicho que c?!'siguió huir,_ y hoyvive en Méjico, con la amargura de que 18 mIembros de su ~amllla f!-,eron fusllad.os.,

Desertaron del ejército de Franco, entre otros, Antonro Ramon, Isabelo Jmle­nez Casado Baudilio Ruiz, Clemente Millán Revuelta, Quico el cisquero, un car·pintero de San Lorenzo, Pestaña, "el Gallarón", los hermanos Peralta, Baldomero yVirgilio, Angel Sanz Chamorro, Pedro Marrón. Madurga, el mayor de los hermanos,también desertó de noche y desorientado, tuvo la mala suerte de volver a las filas deFranco. Fue fusilado al día siguiente. Me consta que murió como un valiente; To­dos los cita<tos vivían en la ciudad de Soria. De los pueblos fueron muchos mas losdesertores, pero na conozco los datos y su identidad. Sé que e!, el frente ~e Huesc:aentablaron relación numerosos sorianos y en un bar de la capital, se reuOIeron unavez 17 de ellos, y se juramentaron para pasar a la zona republicana, cosa quelograron conseguir.

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Antes hemos relatado el caso de Juan Sanz Chamorro, escondido en su casa tresaños Y pico. Por un descuido en el examen de mis notas, no consigné que hubo enSoria otro que batió el récord. José Calvo Tutor, ebanista, que permaneció esco'ndi­do durante ocho años en el torreón de la muralla, existente en la calle Puertas dePró, don?e vi.vía. Fu.eron constantes los registros nocturnos y diurnos, sin que die­ran con el. S~l,o sabia que estaba escondido su madre; y pasado el tiempo, sus her­manos. Tamblen hubo otros que permanecieron ocultos durante varios años, entreellos un tal Serrano_

Todos los que huyeron o desertaron, pasaron como es natural, innumerables vi·cisitudes. Casi todos los que he citado salvaron la vida, aunque la mayoría conocie­ron después las cárceles y los campos de concentración. Unos porque fueron hechosprisioneros; otros fueron detenidos después. Caso curioso, aunque sangrante es elde mis amigos, los conocidos sorianos Isabelo Jiménez Casado y Antonio R~món,apodado éste último, "el Bartolillo". Ambos habían desertado pasando al bandorepublicano, donde lucharon valientemente. Isabelo había sido herido y todavíac:onserva metralla en la cabeza.

ALGUNOS DETALLES DE LA HISTORIA QUE ESTA POR HACER

En Montenegro de Cameros, en los primeros días del Alzamiento, una madruga­da, fusilaron a nueve personas, vecinos de los pueblecitos del contorno] en la cune­ta del contrn Soria-Logroño, a unos tres kilómetros del pueblo. En el últimomomento, uno de los predestinados consiguió escapar, subiéndose a la copa de unchaparro o encina, desde donde presenció el fusilamiento de sus compañeros. Losfusiladores fueron al pueblo a dar cuenta del hecho para que los vecinos los enterra­ran y al mismo tiemp.o dieran una batida, para buscar al huído. Enterado el Juez,creo que llamado Jose Romero, y después de consultar con las autoridades de Soriaorden? que se les enterrara en el cementerio. Dos de las víctimas eran padre e hijoy mUrieron atados codo con codo. El huido regresó a su casa varios días después y supropia esposa, atemorizada por las presiones y amenazas sufridas, lo denunciósiendo detenido y fusilado en el acto.

JOVENES y APELLIDADOS DOMINGUEZ

En Mazalvete, dos ~ermanos solteros, fueron detenidos por falangistas en su do·micilio, en presencia de su madre. Llevados a Soria al Gobierno Civil, fueron fusila·d~s al día siguiente., Cuando su madre llegó a Soria para pedir clemencia, ya· se ha·bla consumado el cnmen en el cementerio de Las Casas.

Don José Tabernero Bullón, maestro de Molinos de Razón fue denunciado poralguien de Duruelo, donde con anterioridad al Alzamiento había ejercido su profe­sión; se le acusó de haber destrozado el crucifijo; al saberse perseguido consiguióhuir a logroño, pero como quería reivindicar su buen nombre, ya que io que se leimputaba era falso} volvió a las cercanías de Covaleda con el propós.ito de entregar­se y demostrar que el crucifijo estaba cuidadosamente guardado en un arrJ:Iario 'dela escuela. Fue detenido y fusilado en Ausejo d.e la Sierra, junto con dos personas de

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Abejar. Los asesinos fueron dos falangistas. Fueron enterrados por vecinos de Ause­jo y hoy descansan en el Cementerio de Covaleda. Los denunciantes son conocidos.Don Fernando Romero y su hijo Antonio, fueron detenidos en Covaleda y fusila­dos en la Venta de Valcorba. Un vecino de Oteruelos se refugió en Covaleda, sien.do detenido y llevado al Ayuntamiento; por la noche fue fusilado a fas afueras delpueblo, por personas conocidas.

Juan Arenas de Soria fue detenido el 15 de agosto en Pozal muro, cuando estabasegando, por falangistas. Permaneció ocho días en los calabozos del Gobierno Civil.Detuvieron también en casa de su suegra a Timoteo Valero, en la calle Cuchilleros,siendo llevado al Gobierno. Una nochdos dos infortunados, atados de pies y manosfueron introducidos en una camioneta por unos guardias de Asalto, dirigidos por elpolicía Ramos, "el Rabaniza". Nada más pasar Los Rábanos fueron asesinados.Ramos avisó al caminero y éste ayudado por algunos vecinos, enterraron a las víc­timas. El hermano de Juan Arenas fue fusilado ocho días más tarde en la carreterade Portelárbol.

El médico de Afmarza, Herminio Guajardo, anarquista, conocido por su huma.nismo y desinterés económico, pues era un excelente cazador y las piezas cobradaslas repartía entre los pobres; y como médico no les cobraba e incluso pagaba de supecunia fas medicinas que necesitaban, huyó a Segoviela y a los pocos días se re~

tugió en Almajano. No creyendo quizás que le sucediera nada irremediable, dada sugenerosidad y conducta, vino a Soria, entregándose. Fue fusilado y está enterradoen .Calatañazor, con los maestros Buill y Soria.

El alcalde de Almarza, Esteban el herrero, de sesenta y tantos años de edad, fuedetenido y a las pocas semanas murió en la cárcel de Soria l quebrantada su saludpor fas angustias y sufrimientos. Sus bienes, así como los de los concejales, fueronintervenidos, hasta el extremo que no podían matar una gallina sin permiso.

En los llanos de Chavaler fueron fusiladas una tarde una docena de personas.Una de ellas, atada con otra, quedó malherida. Logró desasirse de las ligaduras y pu·do llegar arrastrándose hasta Gallinero. El médico le curó y pudo salvarse. Creo quetodavía vive.

En el mes de agosto fueron extraídas de la cárcel de Soria 16 personas para seringresadas en la Prisión de Almazán. Al llegar a las Matas de Lubia, fueron fusiladastodas, menos Isaías Romero y un tal Hernando. Estos se salvaron porque Hernandohabía trabajado para un jerarca falangista y aquél por ser hermano de un alguacil,muy querido en Soria, don Nicanor Romero.

Se fusilaba en cualquier sitio, al borde de las carreteras preferentemente y cercade algún pueblo, avisando después, aunque no siempre, a los vecinos para que losenterraran. Más de una vez se dijo: "y si no los enterrais, mejor; que se los comanlos perros". Pero hubo lugares en los que los fusilamientos fueron constantes y re·petidos. Así en Soria, la Venta de Valcorba y sus alrededores, los llanos de Chavaler,el cementerio de Las Casas y el propio cementerio de la capital.

En el recinto de la Venta de Valcorba, en un pequeño cuarto que existía, situadoa la izquierda, fueron enterradas un dfa nueve personas. Ocurrió así: fue avisada porel Gobierno la Inspección Municipal para que se trasladaran al citado lugar tres ocuatro sepultureros, algún alguacil y un bombero. Lo que presenciaron fue horri­ble: nueve personas yacían muertas, con las cabezas macha~adas. Uno de los algua­ciles se retiró espantado¡ el bombero Florentino, apodado I'el Pelele" se desvaneció

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y hubo de permanecer después enfermo en cama algún tiempo. Los sepulturerosmás acostumbrados a la presencia de la muerte, al mando de uno de elJos Mauricio'cumplieron su misión. Algunas de las víctimas iban bien vestidas y al par~cer proce~dían de la comarca de El Burgo.

En la provincia, fueron lugares predilectos para los fusilamientos, la Cuesta delTemeroso, el llamado ilano de la muerte de Bayubas de Abajo y un lugar.cerca deCalatañalOr. Allí múrió don Mariano Cabrujas y en un solo día, fueron fusiladosalrededor de una docena de personas.

Pero sobre todo, el lugar que bate el récord son las "Matas de Lubia", donde en·tre sorianos y prisioneros de Sigüenza, descansan VARIOS CIENTOS DE PERSO·NAS, entre ellas algunas mujeres. "Hoy hemos toreado treinta y dos becerros y unanovilla", oí decir a un bárbaro, a la puerta del Casino de la Amistad. Naturalmenteno he vuelto a saludarle y como éste existen otras personas que al verlas se me per­turba el estómago. Precisamente cerca de este Gran Cementerio escondido, encon­tró la muerte en accidente, quien había participado en múltiples fusilamientos endicho lugar, circunstancia que fue muy comentada en Soria. Algunos compañerossuyos de "correrías" viven, yo no sé SI tranquilos, pero sí orondos y en buena po­sición económica todos.

El pueblo más castigado de Soria fue Baraona. Además de los 18 miembros de lafamilia Ranz Iglesias, fueron fusilados un retrasado mental. Félix Iglesias. Que nadatenía que ver ,con aquella familia y que nada sabía de política, un señor apellidadoCaballero, el maestro del pueblo y varios más, entre ellos Cándido Salces. Este que·dó con vida y logró llegar hasta una caseta de camineros. Descubierto o denunciadofue detenido y fusilado definitivamente.

LOS PRISIONEROS DE SIGUENZA

El día 15 de octubre de 1.936 se rindieron a las fuerzas de Moscardó, unas 850personas de ambos sexos, milicianos y vecinos de Sigüenza. que habían resistidounos días en la Catedral y, atadas codo con codo, fueron llevadas a un cine de laciudad. AII í se hizo una primera selección y algunos fueron puestos en libertad yotros desaparecieron ignorándose su suerte. El día 16 llegaron a Soria en varias tan­das alrededor de 700 presos, atados de dos en dos, en camiones de ganado, cerradoscon rejillas. Inicialmente fueron llevados a la plaza de toros, donde se les cacheó yse les despojó de dinero, relojes, anillos, etc. El célebre Diego Navarro, como uno delos presos quisiera retener el anillo, con el retrato de su madre, le amenazó: 1.IDáme_lo O te corto el dedo ll

• Durmieron en el patio de caballos, sobre paja y sin mantas.De all í pasaron al cine Proyecciones donde se les cortó el pelo al cero a todos, de­jándoles un mechoncito, a unos en un lateral, a otros al final o en el centro de lacabeza. No vaya detenerme en detalles de las vilezas cometidas, hasta el extremoque hubo un plante de los prisioneros, que zanjó Muga, con órdenes que suavizaronla situación de los prisioneros. Dos de ellos fueron extraídos y fusilados días des­pués. Poco a poco fueron trasladados al cuartel de Santa CJara. Al principio durmie­ron en el suelo, sin paja y sin mantas. Después se les facilitó paja y algunas c~lcho­

netas, mantas nunca. En principio los jefes de los prisioneros fueron los tementesPaulina y Moísés.

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Una noche .a final de noviembre fuelon sacados a bulto exactamente treintapresos, que desaparecieron. A los pocos días se pidieron voluntarios para ir a traba·jar a Burgos. Formaron todos en fila y contando desde la cabeza al fondo, de tresen tres, seleccionaron exactamente otros treinta, que, desde luego, .no llegaron aBurgos. Pocos días después, volvieron a sacar otros treinta, contando esta vez desdeatrás a la cabeza. Las ropas o el hatillo de los sacados, quedaron en el patio delcuartel, por lo que los prisioneros dedujeron que los seleccionados habían sido fusi·lados. Así, poco a poco, de los 700 prisioneros que llegaron aproximadamente,quedaban unos 175 cuando los visitó Moscardó. Como era él quien los había hechoprisioneros, al darse cuenta de la sangría producida, dijo: "Estos son mis prisione­ros y no se mata a nadie más". UPero al que se le encuentre un objeto punzante ocuerdas, se le fusila y se le abre después expediente". Dio órdenes en el sentido deque se les facilitara camisas, aunque no llegó a cumplirse la orden citada.

Una fiesta religiosa, invitó a los presos a un banquete y llevó una orquesta y unbalón para que jugaran al fútbol. Antes confesaron en la iglesia del Espino, dándolesa.cada preso un número, que deberían entregar al confesor. Naturalmente, confesa·ron todos. A partir de entonces, sólo hubo tres fusilamientos: dos porqueintentaron escapar y un tal Antonio, taxista de Madrid que tenía cinco hijos, y quefue fusilado en el patio del cuartel, con todos los prisioneros formados. Se celebróun mítin en un garaje de la calle Alberca, en el que intervino García Sanchiz, presi·dido por Moscardó y otras autoridades. Asistieron los prisioneros y público de 50­ria, yo entre él. Sanchiz, buen charlista, se mostró poco humano pretendiendo con­vencer a los presos de su equivocación, pero con argumentos grotescos y amenaza­dores. Su arenga «patriótica y cristiana" fue en realidad una cruel burla, un terri­ble sarcasmo. Moscardó rn"manizó el acto pidiendo un minuto de siJencio para loscaídos de ambos lados. Como alguien del público dijera que sólo del bando nacio­nal, el general se irguió y dijo: "He dicho que de los dos bandos".

Los prisioneros trabajaron en !a construcción de refugios, descarga de bombas enla tabla del Duero, y en la muralla cercana al Mirón, timpieza de la plaza de toros,del Castillo y en otros menesteres, custodiados primero por la Guardia Civil y des·pués por los Alguaciles. Hubo un brigada llamado Mozas, que era jefe de los Muni­cipales, con el que los prisioneros estaban a gusto. Tengo referencias numerosas deprisioneros, que uno de los alguaciles, don Nicanor Romero hrzo cuanto pudo parasuavizar su situación. Algunos prisioneros fueron puestos en libertad, entre ellosdos médicos, Barrera y Herrero, que encontraron refugio gratuito en un piso propie­dad de mi padre.

Terminada la guerra nos demostraron su gratitud atendiendo repetidas veces ensu consulta en Madrid a mi hermana y mi madre, sin cobrar absolutamente nada.Las prisioneras fueron alojadas en el antiguo Hospitalillo de la plaza del Salvador y,más tarde, en un caserón de la calle Alberca, a la entrada a mano izquierda. Casitodas salvaron la vida, a.unque el trato fue duro y la alimentación tremendamenteescasa, como abundantes las vejaciones.

El pueblo de Soria sintió una gran piedad por la situación de los prisioneros,aunque muchos pidieron a su llegada que fueran quemados. Podría citar casos quedemuestran hasta dónde puede llegar la maldad humanal pero me retiene el pudory el dolor de los hijos de aquellos monstruos, muchos de Jos cuales se pasean tran·quilamente y se consideran /fpatriotas y cristianos".

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Entre los prisioneros hubo también traidores y confidentes, aunque pocos. Co·nocidos tres: Cipriano Yera, Manuel Pindado (éste era zafio, feo y tan poco hábilque todos los sorianos sabíamos su despreciable misión) y un tal Domingo.

CONSIDERACIONES FINALES

Todos los sorianos fusilados supieron afrontar con entereza y serenidad su des·tino, siendo m'uy pocos los que se humillaron.

Los funcionarios del Cuerpo de Policía se limitaron a cumplir órdenes en su ma­yoría, sin añadir sal y pimienta. Hubo algunos que extremaron su "celo" y :aún sedistinguieron por sus iniciativas homicidas. Recuerdo a un tal Angel, familia de losfruteros valencianos y a Ramos; ambos eran conocidos comorél terror y el miedo".Otro de los "patriotas" es el ya citado José María, de Peñalba de San Esteban. Estey el tal Angel creo que viven, aunque afortunadamente no han vuelto por nuestratierra. Yive también el que fuera hombre de confianza de todos los gobernadoresciviles durante muchos años y que hoy constituye un "archivo" viviente. Algúnsereno se distinguió por su diligencia en coadyuvar a la causa del Alzam;ento. So­mos muchos los que recordamos cómo sacaba las cajas de bebidas del bar Argentinopara obsequiar a las fuerzas en horas fuera de servicio. Pero los que se llevaron lapalma fueron los camisas azules, más o menos auténticos, más o menos Ilconver­sos". Naturalmente hubo falangistas que marcharon al frente y no participaron enla represión. Y algunos procuraron ayudar a los perseguidos. Me consta que JesúsMartínez Trillo protegió a algún amigo mío, acusado de "rojo". Y quiem consignar,que en ~uarenta años, sólo he hablado con Trillo dos o tres veces, no obstante ha­ber tenido con él antes de la guerra, cierta amistad que quedó interrumpida por elvolcán de la misma.

Hubo un alguacil, Melitón lloren te, que por su falta de "celo" fue expulsado delCuerpo. Sufrió calamidades, pasó hambre, trabajó de cantero y murió prematura­mente.

En fin, fueron tres años terribles en los que ninguna forma de crueldad fue igno­rada; tres años de miedo, de terror y de odio; tres años sin libertad para quienes nose subieron al carro del vencedor y mantuvieron una actitud digna, de rechazo y derepulsa, por la r~presión en sus variadas modalidades.

Algún día se escribirá la historia pormenorizada de lo que sucedió en Soria-quizás yo mismo lo haga- para que nos sirva de enseñanza y nos JURAMENTE­MOS TODOS a fin de que no vuelva a repetirse. Porque, como dijo Ghandi: "Lospueblos no se redimen por el camino de la lucha armada y el aniquilamiento del ad·versario, sino por el camino de la no violencia, la democracia y el respeto a los de·más".

No ignoro los crímenes cometidos en la zona republicana y los condeno con lamáxima energía. Y como ya tengo dicho, flpara mí los que asesinaron no fueronrepublicanos ni socialistas, ni comunistas. Fueron simplemente criminales".

Aunque cabe distinguir que en la zona republicana, la represión tuvo un carác­ter primitivo, como consecuencia de una conciencia proletaria inmadura y siempreen contra de los deseos de las Autoridades. Y para comprobarlo, no hay más quecotejar los discursos de Franco y de Azaña, de Queipo de Llano y de Prieto, cie Mo-

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la y de Martínez. Barrios, de Pemán y Antonio Machado.Para terminar. después de todos los asesinatos cometidos en ambas zonas, lle­

gado el día de la Victoria, siguió la represión y quizás con más virulencia. Una repre­sión in misericorde, fría, calculada, sistemática. Según José Miguel Naveros, entreabril de 1.939 y 1.945 perecieron más de DOSCIENTAS MIL PERSONAS, vícti·mas de los Consejos de Guerra y de los campos de concentración, sin contar los mi­les y miles que fueron ejecutados sin juicio.

Un corresponsal norteamericano en España, cuyo nombre así como el del perió­dico no recuerdo, pues mi archivo lo tengo en Barcelona y estoy escribiendo en So­ria, eleva esta cifra a DOSCIENTOS OCHENTA MI L, basando su afirmación endatos recogidos en el Ministerio de Justicia.

Sea una u otra la cifra, ahí queda reflejada la magnitud de nuestra tragedia, queconsidero todos debemos conocer -y nuestros hijos más- para que nos sirva de lec­ción y ejemplo, de lo que no debe suceder bajo ningún pretexto ni circunstancia.¡Que prevalezca para siempre la razón y no la fuerza; el diálogo y na la violencia yla consideración objetiva de que nadie tiene la exclusiva del patriotismo y de laverdad!.

En esta consideración final, creo yo que descansa la esencia de este trabajo y elimp'ulso que me movió a realizarlo. Todos los hijos de esta atormentada tierra, de­bemos recordar y hacer nuestras las palabras pronunciadas en plena Guerra Civil,en el Ayuntamiento de Barcelona, en 1.938, por don Manuel Azaña, cerrando undiscurso sereno: "PAZ, PIEDAD Y PERDON para todos".

Gregorio Herrero Balsa

PRECISANDO FECHAS Y NOMBRES(SORIA SEMANAL, núm. 135,27 octubre 1.979)

"Por no corresponder a lo por mí manifestado a doña Isabel del Campo Muñoz,en relación con su publicación bajo el título "Los primeros días de la guerra civil enla provincia de Soria" -errores cometidos, sin duda, de forma totalmente invorun·taria por su autora- es mi deseo poder subsanar los mismos de forma que lo mani­festado por mí sea lo que prevalezca, dado que es lo que se ajusta a la realidad delo sucedido entonces.

En el artículo aparecido el sábado 14 de julio y en el apartado correspondiente a"Las fuerzas políticas~'. se dice textualmente que uJosé Martínez Verguizas habíapertenecido a las células or~anjzadas en el Cuartel de la Montaña", cuando la rea­lidad es que el que pertenecIó a las referidas células fui yo..dado que me encontrabaen el citado cuartel cumpliendo el servicio militar en el Kegimiento de ZapadoresMinadores, perteneciendo a la sexta compañía al mando del capitán don RafaelSánchez Catalán, caído gloriosamente en la defensa del mismo, dándose la circuns­tancia que er que fuera Coronel primer jefe, García de la Pruneda posteriormentey durante la Cruzada, fue Gobernador Militar de Soria.

En el apartado uLos días anteriores al18 de julio", se dice que "fuimos a Novier­cas a dar un mítin", cuando lo cierto es que fuimos a reunirnos con un grupo de

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amigos simpatizantes nuestros.Más adelante se señala que "el Gobernador Civil dio orden de trasladarnos de

Noviercas a Olvega", cuando lo cierto es que nos trasladaron de Noviercas a Góma­ra, de Gómara a Agreda y de Agreda a Soria -precisamente el día 13 de julio, fe­cha en que murió asesinado Calvo Sotelo- ignorando quién fue el que pudo dar lasórdenes de traslado.

Vicente Sánchez Crespo, al saber que habíamos sido detenidos, se presentó enel cuartel de la Guardia Civil de Noviercas, que es donde permanecíamos y no en lacárcel, según se dice en el artículo.

En el periódico del sábado 21 de julio, al referirse a la detención por orden gu­bernativa Y previa aquiescencia de Artigas Arpón, se omite el nombre de don Je­sús Posada Cacho, ya que éste también fue detenido en unión de los cuatro que fi·guran, dándose la circu~stancia de que, el sr. Posad~ era nuestro abogado,defen~or.

Estas son las aclaraCIOnes a los articulas apareCidos que le agradecen a publIcase,perl!litiéndome anticiparle que para su posterior publicación estoy preparando ré­plica a los artículos aparecidos en el semanario de su dirección, bajo la firma de. donGregario Herrero Balsa".

Jesús Martínez Trillo-Figueroa

REPLICA FALANGISTA(SORIA SEMANAL, núm. 137, 10 noviembre 1.919)

"Hace tiempo, concretamente al día siguiente de aparecer el tercero y últimoartículo sobre "La represión en la provincia de Soria durante la Guerra Civil (1.936·1.939)", quise dar contestación a su autor, don Gregario Herrero Balsa, pero por di­ferentes causas que no vienen al caso, no me ha sido posiple hacerlo hasta hoy y lohago comenzagdo con una frase de don Gregario Marañón. que me parece aplica­ble a la actitud que se pretende defender y mantener como base a lo largo de sustres artículos.

Me parece recordar que decía don Gregario Marañón: fiEl resentimiento es unapasión que puede conducir a la locura o al crimen. los resentidos tienen una memo­ria contumaz, inasequible al tiempo y·no alcanzan a darse cuenta de que su fracasoes sólo imputable a ellos".

Ignoro si tengo enemigos. Por mi parte a nadie tengo por tal. He procurado tras­ladar a la poi ítica la norma divina de "amar al prójimo como a tí mismo", es decir,no quieras para los demás lo que no deseas para tí, y el procurar trasladar a la prác­tica durante toda mi vida este mandato. hace que poi íticamente pueda ir con lacabeza muy alta. agradeciendo a Gregario Herrero lo que sobre m í aparece en eltercero y último artículo.

y como lo cortés no quita lo valiente, espero que nuestra amistad no se vea me­noscabada por la ineludible réplica que, como Jefe Provincial de Falange Españolade las JONS, que me honro en representar en este momento, se merece a las acusa­ciones que contra ella vierte reiteradas veces.

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. Si la Falange considera al hombre como conjunto de un cuerpo y un alma, es de.Clr, capaz de un de~tln.o eterno, portador de valores eternos, se entiende que el fac.tor hombre es lo pronclpal y que es el hombre y no lo que éste pueda representar elculpable de lo bueno o malo, de los hechos y situaciones que en el ejercicio de'sulibre albedrío, pueda provocar. Por tanto, no puedes culpar a ía Falange de lo maloque pudo suceder en nuestra provincia, máxime cuando usas el mismo argumentode. la; .. /lel causante es el ~actor hombre y no lo que éste pueda representar". paraeXimir de culpas a lo sucedido en la Espana no nacional y provocado por los parti.dos poi íticos marxistas. '

El 17 de julio de 1.936 había en Soria SIETE FALANGISTAS todos ellos afi­liados en Madrid, lo que hacía que en nuestra ciudad no existiese 1; Falange. De lossiete, cinco estábamos encarcelados. El día 18 de julio y posteriores hubo tal alu­vión .de afiliaciones que la cifra .aumentó hasta 7.000 y, ninguno de I~s siete prime.ros ~Itados, con carnet en Madrid, ostentamos cargo alguno, ya que nos incorpora.mas a fas fuerzas combatientes en el frente de Guadalajara.

Enterados de que la Falange Soriana estaba en manos de elementos contrarios asu doctrina, desde el frente, lo pusimos en conocimiento del entonces Jefe de laJunta de Mandos de Falange Española de las JONS, camarada Manuel Hedilla La­rrey, quien mandó dos delegados, los camaradas Tuñón y Rey para abrir una infor.mación, la que dio como resultado el cese de los mandos y la propuesta a nuestrofav~r ~~ra sustituirles; propuesta que no aceptamos por considerar que nue.straobllgaclon era permanecer en primera línea, lo que así hicimos hasta el final de lacontienda, si bien facilitam9s nombres de personas que, sin haber sido falangistaspodían ser consideradas como simpatizantes. Esto ocurría en el mes de diciembr~de 1.936, fecha en que, según tú se habían cometido los fusilamientos. De los dosdelegados mandados por Hedilla, el camarada Tuñón vive y en la actualidad es elJefe Provincial de Falange en Asturias, ignorando qué es'del camarada Rey.

Dices injustamente que "el hecho de que en Soria no se combatiese·ni fuera enningún momento frente· de guerra, hace todavía más inexplicable la justificaciónde una represión". Represión que, como intentas demostrar' en tu artículo, sólo po.,~ía pro9ucir.se ,como una manera de saldar viej.as cuentas entre quienes manteníanIdeologlas dlstmtas. Y a esto yo te contesto: tEs que no sucedió lo mismo en lasprovincias de la zona roja donde tampoco se combatió ni fueron frente? ¿Quiénesf~eron los que saldaron esas viejas cuentas entre los que manten ían ideologías dis­tintas? En Soria, los falangistas -no, ya que, como sabes, estábamos en el frente.La luc~a, como siempre, fue entre izquierdas y derechas que ya estaban organiza.das, mientras que la Falange estaba en su iniciación, y sus mandos en· la cárceldonde fueron fusilados, precisamente por ese odio que tú señalas, porque ningun~de ellos fue culpable del delito merecedor de la última pena. Si en Soria, en lugar detriunfar el Alzamiento, vencen los contrarios, ten la completa seguridad de quenuestro destino, el de los falangistas que por aquellas fechas .estábamos encarcela­dos, hubiera sido vernos frente a frente con un pelotón de fusilamiento, sin que nisiquiera hubiese como justificación el motivo de "saldar viejas cuentas".

Dices que nos hemos pasado la vida entre conquista y reconquista, asesinándonosunos a otros, y mira por dónde, eres tú el que sacas a la luz pública viejas rencillas,dando a entender que nos gustaría continuar por ese camino. Y no te das cuenta

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que, si alguien pretende continuar el camino, es precisamente el que no lo ha ter·minado, los que, en definitiva, no aceptan la derrota; nosotros, los vencedores, porllegar a la meta del camino, perdonamos los senderos caminados y olvidados. De talmanera que, en los Consejos de Guerra que siguieron al finalizar la campaña, defen­dimos a los que pasaron por ese trance. Concretamente yo te puedo decir que de­fendí a más de cincuenta y puse todo mi empeflo y buena voluntad para que salie­ran absueltos, y como yo, cientos y cientos de compañeros de los que tú mismo po­drás dar fe, ya que afirmas estuviste como soldado en un Juzgado al finalizar laCruzada.

Lo ocurrido en Soria no fue ni más ni menos que lo sucedido en el resto de Es­paña durante el tiempo que duró la contienda. En la vida hay que ver las cosas desa­pasionadamente, porque si nos dejamos llevar por la pasión, nuestros juicios no po­drán ser justos.

Como dato curioso, puedo decirte que en mi pueblo, Cidones, en las eleccionescelebradas por la República, el partido socialista obtuvo el 95 por ciento de los vo­tos,'porque el sr. Artigas Arpón, en su propaganda, les ofreció la finca propiedad demi familia. Fácilmente se puede deducir que la obtención de un porcentaje tan ele­vado del pueblo, no fue debido a que todos los vecinos se sintieran ideológicamentesocialistas. Siguiendo tu teoría, al salir yo de la cárcel en 1.936, tenía que habermepresentado en mi pueblo -que es un pueblo extraordinario- y no dejar "títere concabeza". Pero mira cómo es el espíritu falangista, que mi primera presencia en Cido~

"es, creo recordar fue hacia el año 1.942. Y, gracias a Dios, no se fusiló a nadie.Según tu escrito, el clero fue reaccionario; Con el fin de que puedas ser más ob­

jetivo te recomiendo la lectura de dos libros, liLa Iglesia Española y el18 de julio",de Angel García e "Historia de la Persecución Religiosa en España'" de AntonioMontero.

Ignoro de dónde has podido sacar los datos aparecidos en tu artículo, pero si co­mo me decías en una ocasión -contestando a una carta mía- perteneces al partiaosocialista desde 1.936, y algún camarada mío te ten ía cierta animosidad, la verdades que no entiendo cómo, habiéndote sorprendido el Alzamiento en Soria -en laque según tu fueron tantos los asesinados- a tí te respetaran y además puedas con­tar con pelos y señales lo que nosotros no podemos hacer, porque, como digo alprincipio, permanecimos en el frente de batalla los tres años que duró, sin meternospara nada en asuntos de la retaguardia, donde los emboscados campaban por susrespetos, para después poder echar la culpa a la Falange.

También tocas un tema que, dada la amistad que me une con Antonio Burxal-hijo menor del que fuera Jefe de Telégrafos, fusilado por avisar a las fuerzas queprocedentes de Madrid se dirigían a Soria, en lugar de dar cumplimiento a las ór­denes de Muga- no puedo silenciar. Al finalizar la guerra me encontré, siendo Te­niente de Infantería y guarneciendo el campo de concentración de Porta Coeli(Valencia), con mi amigo Antonio Burxal, que estaba como prisionero de guerra,porque se había pasado a los "roios", después de haber sido movilizado en la zonanacional. Por él me enteré del fusilamiento de su padre y el de su hermano -ésteen Valladolid y no en Soria-, como tú das a entender. Ni que decir tiene que leavalé, siendo puesto en libertad con posterioridad. Así es como actúa la Falange,y no como tu dices. De esto puede dar fe el propio Antonio Burxal. Casos comoéste puedo contarte infinidad y que conste que nunca lo he hecho hasta ahora y,

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si lo hago, es por la publicación de tu artículo. Y no para justificarme, sino porqueno puedo consentir las acusaciones que haces gratuitamente a la Falange.

Me gustaría saber si lo que dices es porque lo viviste o porque te lo contaron. Sies esto último, me parece Que lo prudente hubiera sido silenciarlo, ya que está cia.ro que tus informantes se han dejado llevar por la pasión o el resentimiento y esto-según la citada frase de don Gregario Marañón- es malo".

Jesús Martínez Trillo

CONTESTACION AL SEÑOR TRILLO(SORIA SEMANAL, núm" 139,26 noviembre 1.979)

Leo la "Réplica falangista" de don Jesús Martínez Trillo a mi reportaje sobrelila represión en Soria durante la guerra civil" y me siento obligado a hacer algunaspuntualizaciones, siempre sobre la base de lo que sostuve en mi reportaje, pues hin.guna de mis afirmaciones ha sido desvirtuada, ni desmentidos los hechos relatadosen él. En este aspecto siempre estaría dispuesto a rectificar, si hubiera cometidoalgún error involuntario.

Me da la impresión amigo Jesús que no has leído el reportaje con el debido sosie·go; al menos no has llegado a la raíz del mismo, ni entendido los móviles profundosque me impulsaron a escribirlo.

Yo sostuve y sostengo que es necesario conocer la historia y mi reportaje fuesimplemente eso: un pequeño relato histórico incompleto de lo que sucedió en So­ria durante la guerra civil, escrito sin pasión y sin ira. Inevitablemente tenía que re~

ferirme a hechos dolorosos -no todos- y señalar algunas responsabilidades; sóloalgunas.

Pero vayamos por partes. Releído mi reportaje, no encuentro en él ningúnataque a Falange Española de las Jons, que no existía en la época a que me referí,ni siquiera a Falange, por lo que no me explico la necesidad de tu "ineludible ré­plica". Al hablar de la represión es cierto que dije "que se llevaron la palma los ca·misas azules, más o menos auténticos, más o menos 'conversos', aunque hubo falan·gistas que marcharon al frente y no participaron en la represión". Y como esto esverdad, en ello me afirmo y sostengo.

Un paisano nuestro, Dionisio Ridruejo, que fue Jefe Provincial en Falange deValladolid en 1.937, uno de los hombres más lúcidos y generosos con que contó laFalange, en sus IICasi unas Memorias", refiriéndose a Valladolid, tan próximo a So­ria y con sucesos tan parecidos, escribió: uLa Falange vallisoletana era bronca, du­ra, violenta". Y "es un hecho conocido que la oleada represiva en Valladolid fue ex·tremosa". Y más adelante, el 7 de julio de 1.942, en carta dirigida nada menos que aFranco, dijo: '(Ser falangista ya apenas es ser cosa alguna". Yen la misma carta:((Mi general: quiero subrayar que no tenemos régimen que valga, salvo en sus aspec·tos POLICIALES y que la Falange es simplemente la etiqueta externa de una enor·me simulación que a nadie engaña". Y continúa: "Esto no es la Falange que quisi­mos, ni la España que necesitamos". Y en su carta dirigida a Serrano 5úñer, en 29

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de agosto. de 1.~42, dijo: "La Falange mandada por ineptos notorios, no puede con.t~ner la vlOle~cla de los suyos". Y todo esto lo escribió Ridruejo, en el momento enque abandono todos sus cargos VOLUNTARIAMENTE para iniciar una nueva vi·da de destierros, cárcel y persecuciones. '

Cosas parecidas han escrito falangistas tan destacados como Laín Entralgo yAntonio Tovar. Y el mismo Hedilla, que fue tu jefe, coincidió en muchos aspectoscon la actitud critica de los anteriores.

Es obvio que yo ~otengo nada en común con Falange Española de las Jons, nicon l~ Falange AutentIca, pero como partidos políticos, siempre que acepten lapluralidad, respeten las reglas del juego democrático y no resuciten la dialéctica delos puños y las pistolas, merecen mis respetos, porque como dije en mi reportaje"nadie tiene la exclusiva del patriotismo y la verdad". . '

Yo soy un hombre pacífico, enemigo de la violencia -siempre lo fui- y si vuel·ves a leer m.i reportaje verás que insisto repetidas veces en mis deseos de paz y recaloco la neceSIdad de conocer nuestra historia, para que nos" JURAMENTEMOSTODOS a fin de que no se repita".

Pero también creo, que todos los que murieron al borde de las·carreteras asesi­nados por una repulsiva pasión cobarde, merecen el respeto y el recuerdo e~ocio.nado de todos. Y tengamos en cuenta que la mayor parte de los fusilados en Sodaaún permanecen en el lugar en que fueron inmolados y que, hasta hace muy poc~tiempo, sus f~miliar~s no podían intentar siquiera darles sepultura, ni hacer gestio­nes para avertguar donde yacían. Y ello supone una injusticia histórica que debe serreparada.

Las ideas están por encima de 105 hombres, pero son los hombres los que las ma·nejan. Y yo, desde mi posición socialista, si conociera a alguien que pretendiendosustentar esta ideología, hubiera asesinado, le expresaría mi más profundo despre­cio y me apartaría de él como de la peste. Ya lo dije en mi reportaje: uPara mí losque asesinaron fueron simplemente criminales" ¿Es esto resentimiento? Evidente­mente, no.

En cuanto al clero de Soria en 1.936 que yo califiqué de reaccionario creo queno me equivoqué ni exageré. En cuanto a sacerdotes, tuve especial cuid~do en re­saltar la conducta human ísima de algunos, como el abad de la Colegiata de San Pe·dro, y de los párro.cos de Fuentes de Magaña, Valdeavellano de Tera y algunos más.Y aunque nada diJe entonces, puedo asegurarte que también hubo algún cura"trabucaire"; y con ello no critico ni ofendo a la Iglesia, sino que expongo una reali·

",,-,.- dad concreta fácilmente constatable. Vuelvo a citar a Ridruejo que en la carta men­cionada dirigida a Serrano Súñer habla de las" Jerarqu ías eclesiásticas con sus exi·gencias e inquisiciones".

___. . Veo ~~e sigues inm.~rso en la vieja y triunfalista fraseología de vencedores y ven~".. cldos, utilizando tamblen la manoseada palabra "Cruzada". Ya Unamuno le di;o a

Milfán Astray: "Venceréis pero no convenceréis". Y en cuanto a nuestra terrible_" gu~rra civil, con sus actos heroicos a ambos lados de las barricadas, pero llena de

crlmenes horrendos capaces de matar la esperanza, la palabra Cruzada perm ítemeque te lo diga, le sienta como a un Cristo dos pistolas. '

Para satisfacer tu curiosidad te diré que muchos de los sucesos relatados en mireportaje los con~zco de forma muy directa, pues yo estuve en Soria -donde nadame pasó excepto alguna amenaza de darme aceite ricino- hasta finales de 1.937, y,

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por otra parte, bastantes personas que participaron en la represión j pecaron de exce­siva locuacidad; y algunas, después de matar heladamente, con refinada crueldad,con sádica complacencia, se solazaban contando detalles de sus "correrías". Aúnsiento escalofríos- cuando recuerdo algunas conversaciones y afgunos alardes de "te.ner aún caliente la pistola". Otros sucesos me son conocidos por referencias de fa·miliares de las víctimas.

Para concluir, dices que SEGUN YO fueron muchos los asesinados, como si yohubiera mentido o exagerado. Yo te invito a que visites Deza, Almazán, Berlanga,El Burgo de asma, Langa, Baraona, POlalmuro y preguntes, preguntes... Y así po·drás comprobar que en mi reportaje no dije más que una mínima parte de ro querealmente aconteció.

Por lo demás, en el terreno ideológico, yo no considero a nadie enemigo, sino ad·versario; lo primero me parece una aberración, no sólo en el orden poJ(tico, sino enel ético. Pero eso sí, los tránsfugas y los que mancharon sus manos asesinando, seacual fuere su color, merecen mi más radical desprecio.

Por mi parteJ

amigo Trillo, creo que quedan suficientemente c1ara~ nuestras res­pectivas posiciones poi íticas y como las personales fas hemos delado a salvo,considero que para no cansar a la dirección del Semanario y a los lectores, lo mejores poner punto final, a esta pequeña controversia.

Gregorio Herrero Balsa

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LA GUERRA CIVIL Y LA REPRESION EN SORIA

Han transcurrido más de treinta meses desde la aparición en SORIASEMANAL del reportaje transcrito en las páginas precedentes y, losautores de este libro nos hemos propuesto profundizar en aquel relato

. incompleto, a fin de acercarnos todo lo más posible a la verdad histó'rica de aquel periodo, 1.936-1.939 en nuestra tierra, Soria y su próvin·cia.

Sabemos la dificultad de nuestro empeño, mas aún la imposibilidadde esclarecer la completa realidad de lo acaecido. Por una parte no estádebidamente regulada la posibilidad de acceder a los archivos civiles, .militares, judiciales y de las fuerzas de orden público, Policía y Guardia~ivil. El senador socialista, Sobresqués, ha pedido al Gobierno que dictenormas o presente un proyecto de ley a las Cortes, para subsanar laslagunas legislativas al respecto. Por otra, muchos testigos que podríanhaber aportado datos de indudable valor, han fallecido; otros, ya no vi·ven en Soria y están dispersos por todo el territorio nacional, siendomuy problemática su localización, amén de aquéllos que pudiendo tes·timoniar, prefieren guardar silencio. Todavía, el miedo constituye unaobsesión que pesa como una losa, inconmovible en muchos espíritus.

No obstante estas dificultades, creemos que el presente libro, si bienno va a reflejar exactamente toda la magnitud de los sucesos ocurridosen Soria, sí va a aproximarse a ella. No estará en el libro todo lo quefue, pero lo que esté en el libro, sí fue.

Huiremos de la retórica y del tremendismo, si bien no podremos evi­tar -si queremos ser veraces- relatar hechos realmente terribles y sobrelos que existen numerosos testimonios fiables. Nosotros no inventamosnada; relataremos aquello que sabemos ocurrió. "Buscar la verdad ydecirla", ha dicho nuestro Rey recientemente en un lucido discurso,referido a problemas y situaciones de interés nacional. Es esto lo quenos proponemos y queremos conseguir: aprehender la verdad y transmi·tírsela a nuestros lectores.

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¿POR QUE SE ESCRIBE ESTE LIBRO?

Trataremos de explicarlo. Hasta la aparición en SORIA SEMANALdel reportaje sobre la represión durante la Guerra Civil, es indudableque una página de la historia de Soria había quedado deliberadamenteen blanco; y, publicado el reportaje, todavía quedaron muchos hechossilenciados, muchos huecos por rellenar, muchas zonas de la provinciasin mencionar siquiera. Así, Berlanga de Duero, Almazán Arcos de Ja.Ión, Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz, Langa de DJero y algunosotros pueblos menos importantes.

Aquel reportaje "fue un pequeño relato histórico incompleto" co-. ., . 'mo su mismo autor reconoclO, escnto un poco a vuelapluma y sinninguna pretensión científica: una simple llamada de atenció~ paraalertar las conciencias, aunque, eso sí, procurando ajustarse a la ;erdaden los temas examinados. Inevitablemente, su falta de rigor, su incon·creción en ocasiones, sus lagunas, produjeron en algunos lectores ciertaperplejidad y algunas dudas y sombras, sin que faltaran los que frontal·mente acusaran a su autor, de exagerar y mentir.

Para esclarecer esas dudas y sombras y subsanar aquellas lagunas seescribe este libro, no sin antes plantearnos la importante pregunta d~ sise debe o no olvidar la Guerra Civil. Es obvio de que si nos hubiéramosinclinado por la primera alternativa, este libro no se hubiera escrito ymenos publicado. '

Nosotros creemos que la guerra civil, no solamente no debe ser 01­vidada, sino que es necesario tenerla siempre presente. Los pueblos queno conocen su historia -se ha dicho- están condenados a repetirla.y otra guerra civil con sus trágicas consecuencias, con sus terriblescrueldades, debería ser impensable, algo metafísicamente imposible.y no lo es, desgraciadamente.

Está ahí, vivo y despierto el talante agresivo, violento, intransigentede muchos, muchos españoles. Existen fuerzas disolventes de variadosigno, actos terroristas, secuestros, agresiones, asesinatos, deseos deprovQ<;ar un golpe de fuerza, que puede o no triunfar y que podríaconducir a una reacción contraria, desencadenando otra vez de inmedia·to o a corto plazo una nueva guerra civil. Desengañémonos. Por muchoque nos duela, por inconcebible que parezca, existen grupos de personasa quienes no les repugna la posibilidad de una nueva contienda fratri·cida, procurando, eso sí, no desempeñar el papel de víctimas. Existenmuchos verdugos potenciales en esta nuestra atormentada y sufrida ts·pana.

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":i'!j¡".'-'::.,~ .'.3.;'~...~<:,i;W' Un historiador tan eminente y de renombre universal, un hombre ya',,,1ft 'nonagenario, lleno de ponderación, de mesura y sabiduría como'~ Claudia 'Sánchez Albornoz ha escrito: "Creo que debemos recordar con.J;~'. frecuencia los horrores que los españoles padecieron durante los crueles\.\.¡;¡ años de nuestra contienda y no sólo en los frentes de batalla en las re­;.{:;. taguardias. Ya imJ?ortaría no olvidar los latrocinios padecidos: Pero alu·'':',i''. 'do de modo precIso a los crímenes bestiales de todos conocidos: ase­d;\". sinatos Y fusilamientos en masa, incendios, violaciones, torturas,..··_L~ ... enterramientos de seres humanos vivos, etcétera". Y más adelante con·.,,':e tinúa: "No, no hay que olvidar la caída de los españoles en estado sal­~;~~> vaje, de los españoles rojos y blancos, incluso de gentes que por su tra·'.'~' 'dicián familiar o. por s~ cultura, h~bría podido suponérseles incapacesc; ,;'. de ordenar o realizar cnmenes pareJos".. Y sigue escribiendo don Claudia, aleccionándonos, alertando nues·

tras conciencias: "No, en modo alguno debemos olvidar la Guerra Civil.X Millares y millares de muertos en la lucha, millares de asesinados en las

retaguardias y millares de ejecuciones después de acabada. Meditemossobre la responsabilidad que supondría frente al mañana, olvidar loshorrores de otrora. Hay que hacerlos conocer a las nuevas generacionespara que no incidan en la tragedia antañona y busquen el mañana qu~deseen pero por sendas de paz". "Antes de olvidar la Guerra Civil yoorganizaría conferencias o lecciones para que las nuevas generacione~ deespañoles conozcan los errores crueles'que sufrieron sus mayores" ... To·do es preferible a la guerra civil. No olvidemos la nuestra de 1936 a1939. Entenebreciá y ensangrentó la vida de España. Recordemos susmonstruosidades para evitar que se repitan. Para que sepamos razonar ydiscutir b~s~an~o .s~lucion.es a nuestros problemas -Ios.eternos proble­mas del VIVir hlstonco- Sin volver a las andadas. Nadie, nadie, nadiepuede estar seguro de que él, los suyos o las cosas que más pudieraamar, no caerían en una nueva batalla".

La cita es larga, pero merece la pena transcribirla por la autoridadmoral y la alcurnia intelectual de su autor, universalmente conocido yrespetado.

Se pregunta don Claudio Sánchez Albornoz: "¿Olvidar la GuerraCivil? No, mil veces no. Yo aleccionaría a los españoles desde las escue­las a las universidades en el recuerdo de la bárbara y sangrienta contien­da que todavía deshonra y debe avergonzar a los españoles. Para que enadelante vayamos cambiando la vida española como la historia impone,pero según los dictados de la razón y del sereno discurrir: atributos quedistinguen al hombre de las bestias. Sabiendo negociar, ceder, abrircamino al futuro, mediante el juego dialéctico y la palabra. Aceptandolos procesos históricos que el mañana impone. Pero sin pensar en el ex-

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terminio ni en el sojuzgam iento del adversario".Hasta aqu ( lo escrito en febrero de 1980, un año antes del 23·F, por

don Claudio Sánchez Albornoz, desde la altura señera de su vida, tandilatada como ejemplar y tan llena de magisterio.

Es en esta línea, tan maravillosamente expuesta por don Claudio,en la que se inscribe nuestro propósito al escribir el presente libro. Por·que nos horrorizan los sucesos ocurridos en Soria, tan premeditadamen­te silenciados, porque queremos evitar que situaciones semejantes pue­dan volver a repetirse, porque no queremos el diluvio y deseamos la pazy la concordia, porque creemos en el diálogo y no en la violencia, en larazón y no·en la locura colectiva deliberadamente alimentada y favore­cida con palabras y gestos altisonantes; pensamos que es bueno que lasgentes sencillas de nuestra tierra conozcan lo que en ella aconteció enlos trágicos años de 1936 a 1939, y que muchos, y especialmente lasnuevas generaciones, ignoran con toda seguridad.

iQue nuestros hijos y los hijos de sus hijos sepan apartarse de laagresividad de sus antepasados: que piensen que la sangre es un sinies­tro fertilizante y que las vides del odio y del rencor, sólo fructificaránen cosechas envenenadas y malditas!

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LA REPRESION EN SORIA

La guerra civil fue terriblemente cruel. Es preciso reconocerlo sinambages y es necesario llegar al fondo de la misma analizándola hastaen sus más recónditos sucesos. Después de una tragedia como aquéllan~ se puede plantear una auténtica reconciliación, sino es en base a asu~mlr el, pas~~o y recordar todo, todo y muy especialmente los er'rores.

. Es ,!,~s facll perdonar lo~ errores siempre que se reconozcan, queadmlt!r o ~olerar una mentl.ra que trate de ocultarlos o minimizarlos, yque solo sirve para confundir. Cuando se 'actúa dentro de este último es­tilo, se dan las. circunstancias precisas para que puedan repetirse loserrores de otro tiempo.

': cuando hablamos de errores, incluímo.s primordialmente las vio- 'lenClas, los cr(menes. En sí misma la ¡:uerra -como el pecado- es eró·tica y de ahí su tentación; su sortilegiO es terrible: atrae, subyuga em­b.rave~e, obnubila la capacidad de reflexión y, es el instinto, la pur: irra­Cionalidad la que prevalece y domina.

Per? no hay. una sola g.uerra, sobre todo entre hermanos e hijos deuna mIs,!,a naclon. Son vanas las guerras que se entrecruzan a la vez en­s?mbreclénd?l~ todo y haciendo más trágico, triste y desolado el 'des­tmo de sus vlctlmas.

En Soria, no ~ubo un frente de batalla. No corrió la sangre en cho­ques fronta.les, ni en ~ombates abiertos; nadie alcanzó trincheras a pe­cho. d~scubl(:rto y fUSil en mano, porque el terreno fue siempre llano ynadie I.ntento defenderlo: Surgió la sublevación y los sorianos, desarma­dos e mermes, nada pudieron hacer para oponerse. Aceptaron estoica­mente su im previsible destino.

No hubo p~es, en Soria, una gu~rra abierta y clara, aunque sí dos as­pectos de la misma. Uno el de aquellos -los menos- que seducidos porla propaganda o porque honradamente creyeran que cumpl ían con su~eber, se enrolaron voluntariamente en las milicias, partiendo·a los le·Janos frentes de b~t.alla! en compañía de los afectados -que fueron losmás- por las movIlizaCIones, decretadas inmediatamente de producirsela sublevación. Guardemos para ellos todos nuestros respetos. Otro as­pecto de la guerra lo prota.gonizaron los emboscados que cómodamentemstalado.s en la retaguardia, se dedicaron a enrarecer el ambiente conlas delaCl?n~s y fomentaron aquellos míseros servicios de informaciónque convirtieron a personas honestas, dignísimas y absolutamente ino:fensivas, en rojos peligrosos a los que era preciso detener y fusilar.

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Este aspecto de la guerra, como se verá a lo largo del libro fue sórdi­do, sucio y terriblemente cruel y cruento. En el centro de todo ello­vibraba la tragedia honda, emotiva y callada de los perseguidos, de losamenazados de los que fueron detenidos y fusilados casi de inmediato·, . 'y de los que buscaron cobijo de diversas maneras y con desIgual resul-tado, pues unos sucumbieron inexorablemente y otros, después deimnumerables vicisitudes y largos periodos de detención y calvario,pudieron conservar sus vidas. Algunos morirían después, prematuramen­te, agotadas sus fuerzas por los sufrimientos padecidos.

Nuestra historia -la historia de España- está enrojecida por la san­gre de repetidas contiendas fratricidas, pero la última -1936-1939­alcanzó niveles inusitados, impensables. Veámoslo en lo que respecta aSoria y su provincia.

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ANTECEDENTES

Veámoslo hemos escrito, pero creemos que antes de entrar en el rela­to de lo que sucedió puede ser interesante trazar un pequeño bosquejode la vida política en Soria, así como de la correlación de fuerzas exis­tentes: partidos políticos y organizaciones sindicales, antes de iniciarsela guerra civil.

En los meses inmediatamente anteriores al 18 de julio de 1.936,Soria, continuando su tradición histórica, se caracterizaba por su escasaactividad política y la inexistencia de conflictos sociales.

Superadas las pequeñas tensiones con ocasión de las elecciones defebrero de 1.936 que tuvieron -al no haber alcan,zado ese día ningúncandidato el cuarenta por ciento de los votos emitidos- una segundavuelta el día 1 de marzo siguiente,la vida soriana continuó discurriendoplácida y serenamente. Las inquietudes políticas sólo serían sentidaspor una pequeña minoría de ciudadanos; la tónica general era la des­preocupación, la apatía, la indiferencia. Apegados cada cual a sus pro­blemas personales y a la rutina cotidiana, la inmensa mayoría de los so­rianos no llegó a intuir los diversos factores que iban apareciendo en elhorizonte nacional, y que al interrelacionarse entre sí, con sus contra­dicciones ideológicas y socio-económicas, cada vez más agudizadas,acabarían desencadenando la tragedia. Puede decirse que el 18 de juliode 1.936 cogió a los sorianos por sorpresa, excepción hecha de los queestuvieran comprometidos con la subl'evación.

En las elecciones de 1 de marzo de 1.936 (segunda vuelta de las del16 de febrero), fueron elegidos los siguientes diputados: don MiguelMaura Gamazo, don Gregorio Arranz Olalla y don Benito Artigas Ar­pón. Los dos primeros por d Partido Republicano Conservador y el ter-cero representando al Frente Popular (1).

Don Miguel Maura y don Gregorio Arranz habían abrazado con sin­ceridad la causa republicana y ambos eran fundamentalmente hombresde derechas y auténticamente conservadores. El mismo resultado de laselecciones sorianas, dándoles el triunfo, demuestra claramente la incli­nación nítidamente conservadora del electorado. Soria fue siempre

,_ poco proclive a los cambios socioeconóm icos y poi íticos.

(1)._ Don Benito Artigas Arpón, que perteneció antes al Partido Radical Socialista, fundadopor don Alvaro de Albornoz y don Marcelino Oominr;a, pasó después a Unión Republicana, detendencia más moderada y cuyo jefe nacional fue don Diego Mart ínez Barrio.

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(2).- Cuando Miguel Maura, anles de las elecciones de 1936 fue encargado por Alcalá Zamorade formar Gobierno, en la lista elaborada por aquél, figuraba Arranz Olalla como ministro dela Gobernación.

José Pascual Dodero 21.131 votos.Ricardo Moreno Navarrete . . .. 18.002 votos.

TOTAL 39.133 votos.

C. E. D. A.C. E. D. A.

Si sumamos los votos obtenidos por la candidatura Maura-Arranz ylos de Dodero y Moreno, tendremos la cifra de 87.040 votos (todosellos de carácter derechista), frente a 45.633 obtenidos por el FrentePopular, lo que demuestra ~ue Soria, siguiendo su larga tradición, sedefin ía claramente, por las opciones conservadoras y de derechas.

La afluencia de votantes fue del 77 por ciento, aigo superior a la me·dia nacional, en la segunda vuelta celebrada el 1 de marzo de 1.936.

Para que se vea con más claridad la tendencia conservadora y dere­chista de los sorianos, examinemos los votos obtenidos por los diferen­tes candidatos:

Republicanos conservadores: Miguel Maura..... 24.346 votos.id. id. Gregorio Arranz .. 23.561 votos.

TOTAL 47.907 votos.

Frente Popular. Unión Republicana. Artigas .... 24.305 votos.id. id. P.S.O.E. Carlos García Benito .. 21.328 votos.

TOTAL 45.633 votos.

Existían en Soria los partidos políticos siguientes:1.- Partido Republicano Conservador que contaba con un número

más bien reducido de afiliados, y que tenía a nivel provincial una orga­nización deficiente. Su triunfo en las elecciones de 1.936, fue debido alrenombre y proyección nacional de Miguel Maura, y, especialmente, alprestigio personal de don Gregorio Arranz, persona de grandes cualida­des humanas. Abogado de gran relieve en Madrid, de carácter afable ysencillo cuidaba mucho sus relaciones con los sorianos, a los quesiempre atendió con afecto y diligencia. Su gran honestidad, rectitud yaltura moral, eran sobradamente conocidas y valoradas. Todo soriano,incluso de distinta ideología, que se acercó a su despacho en Madrid, enbusca de consejo o apoyo, lo encontró siempre en don Gregorio Arranz.Si la vida política hubiera seguido su curso normal y, Arranz, como erade preveer, hubiera llegado a ser ministro (2), Soria hubiera contado con

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VI.- El P.S.O.E., duramente perseguido durante el bienio negro(La Casa del Pueblo estuvo clausurada desde octubre de 1.934 hastaprincipios d: 1.~36) estab~ un poco en em~rjón y no llegó a alcanzar enSoria en termmos relatiVOS, la relevanCia que tuvo en el resto deEspaiÍa, por la razón expuesta y por las características ambientales y laestructura socioeconómica de nuestra provincia.

Don Clemente Hernando, profesor de latín en el Instituto, fue elprimer Presidente de la Agrupación socialista soriana. Las Juventudessocialistas, ya constituídas, estaban superando el proceso fundacionaly sus miembros eran entusiastas y decididos. Entre los más destacadosrecordemos a Adolfo Morales, Silverio Lumbreras, Víctor Hernández,Julián Hernández de la Iglesia y Pedro Marrón.

En cuanto a organizaciones sindicales, U.G.T. contó con gran nú­mero de afiliados, especialmente en Arcos de Jalón, Almazán y Soria ca·pital. Ferroviarios, empleados de comercio, banca" artesanos y un grannúmero de maestros, inscritos en la Federación de Trabajadores de laEnseñanza nutrieron sus filas. El presidente de la Casa del Pueblo, alproducirse la sublevación era don. Enrique Carrilero, hombre eje~­

plar('), querido por todos, por sus Virtudes morales, su entereza y esp'­ritu de sacrificio.

La C.N.T. tuvo una militancia superior quizás a la U.G.T. a nivelprovincial, y sus afiliados fuer~n muy activos. Se cr~ó el A~eneo liber­tario donde con gran frecuencia se daban conferenCias de tipO cultural,no s~lamente por los anarquistas, sino por personas sin adscripción po­lítica aunque naturalmente de mentalidad abierta y progresista. En suslocal~s llegó a existir una buena bibliot~ca y sus dirigentes,yro.curaronpropiciar el amor a la lectura entre los miembros de la orgamzaclón.

La C.N.T. tuvo su mayor número de afiliados en Soria capital, zonade pinares Arcos de Jalón, pantano de La Muedra y sus miembros perotenecían ~ la construcción, metalurgia, ferroviarios, resineros y peona·je en general. , ..

El alma de esta organizacion, el hombre de mayor mfluencla y p~es­

tigio fue sin duda Arsenio Martínez. No sólo dentro de la C.N.T. smoa ni:el de toda la ~omunidad soriana, fue Arsenio un hombre respetadoy puede decirse sin exageración que querido y admirado por sus virtu­des su moderación y su vida ejemplar.

Dentro de la C.N.T. hubo algunos militantes impulsivos y un tantoexaltados, a quienes Arsenio Martínez, Manuel Morales, Angel Blanco,

(4).- El secretario de la Casa del Pueblo. don Diego Lópe7. Corder? rectificó rapidísi~a,,!,eole

su lrayecloria ideológica, al prod.ucirs~ el !'-Izamiento ~ r~e premiado ~on una conccJaha, enel primer Ayuntamiento constituido despues del 18 de Juho. Luega seria segundo teniente deAlcalde.

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(3).- El doctor Santsmaría abjuró rápidamente de su ideología, producido el Alzamiento.Murió poco tiempo después en un accidente de automóvil.

un valedor sincero y decidido, dispuesto a luchar para que Soria dejarade ser la eterna cenicienta de España. Ideologías aparte, Arram: fue elmejor diputado que tuvo -y tiene- nuestra provincia.

11.- Partido Radical. A pesar de que su jefe nacional, don AleiandroLerroux estuvo en Soria y celebró un m ítin en la plaza de toros, su par­tido nunca alcanzó relieve en nuestra tierra y apenas contó con afi­liados. Algunos estallada la contienda, abrazaron la causa de Francocon entusiasmo' nunca se sabrá si sincero o fingido.

111.- Acció~ Popular. No tuvo en Soria ningún dirigente de verdade.ro prestigio y relevancia, hablando en términos estrictamente poIíti­coso Sí contó en cambio con afiliados de relieve económico y, por lomismo de fuerte influencia social. Así, Ignacio Carrascosa, AntonioRidrueJo, Pedro Borque, Evaristo Redondo, ~asto.Hernández, RicardoMoreno Navarrete, Antonio Torroba, ValentlO GUlsande y otros' de ca·racterísticas similares. Jesús Posada Cacho, joven entonces, pertenecíaa las Juventudes de Acción Popular (JAP).

Además, Acción Popular estuvo siempre apoyada por las organiza­ciones de Acción Católica y "el agrarismo", unido a todo ello la incH­Ración nítidamente derechista de los sorianos, sobre todo en el mediorural dio como resultado que dicho partido llegara a contar con un nú­merd importante de afiliados. No sería exagerado cifrarlos en más de400, entre capital y provincia.

IV.- La izquierda soriana estuvo dividida. Por un lado, IzquierdaRepublicana, partido de don Manuel Azaña, cuyo último Presidente enSoria fue don Baudilio Ruiz, no llegaría nunca a tener más de cien afi­liados.

V.- Fue Unión Republicana el partido de izquierda -más bien cen­tro-izquierda- más numeroso y mejor organizado y extendido por todala provincia. Su órgano de expresión fue la "VOZ DE SORIA". El doc­tor don Juan Antonio Gaya Tovar fue uno de sus más activos y presti­giosos militantes. Junto a él, don Salvador Ferrer -orador elocuentí­simo,- inspector de Primera Enseñanz<!. don Anastasia Vitoria, aboga­do de Agreda, el doctor Santamaría (3), don Mariano Cabrujas, donJosé Buj(, Martín Jodra, Iluminado Beltrán y los concejales don ManuelHerrero González, don Donato Hergueta, Pérez Sevilla y, sobre todo nu­merosísimos maestros, distribu ídos por toda la provincia.

Unión Republicana fue con mucha diferencia sobre los demás, elpartido que contó con más militantes. Puede calcularse que entre capi·tal y provincia, pertenecieron a Unión Republicana no menos de 700afiliados.

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