la represión en soria durante la guerra civil, vol. 2 (parte 4 de 6)

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, , ¡ El miedo lo dominaba todo. Miedo a salir a la calle, miedo a pasear según con qüién, miedo a hablar con el amigo entrañable, si había pero tenecido a algún partido político u organización sindical; miedo a hablar con quien tenía algún familiar en la cárcel y un terror insupera- ble a saludar a la viuda o a los hijos de los fusilados. Miles de ojos espia. ban, te seguían; sentías en lanuca la sensación de que alguien la iba a traspasar con los alfileres de su aliento. El confidente se acercaba sinuo- samente y se pegaba a tu espalda, terco, pegajoso, obsesivo. Encontrar la solución era difícil; callar era despertar más sospechas, seguir hablan- do podía ser mal interpretado; cualquier palabra, e-xtraída de su contex- to y cogida por los pelos, quedaba al arbitrismo o al capricho de quien la oyera y la analizara. '. Si estabas en un bar, inmediatamente tenías la escucha al lado; si en el Casino -aquellas tertulias tan amenas y entretenidas de antaño- reunidos 105 amigos, enseguida el más prudente o más pusilánime, ini- ciaba el desfile, al sentarse cerca el presunto confidente, y la reunión finalizaba al momento. y aún así, el miedo seguía imperando. El soriano, camino de su casa, seguía con. los oídos atentos para escuchar 105 pasos de quien marchaba detrás. También había miedo de volver abiertamente la cabeza, para ver quién pudiera seguirte; se giraba lenta y disimuladamente el ángulo visual o con idéntico disimulo se cambiaba de acera, para contemplar un escaparate o desandar el camino. Miedo, miedo, siempre el miedo dominándolo todo, obnubilando el cerebro, atormentando el espíritu anulando la personalidad. Podíamos seguir escribiendo días, semanas, meses y no conseguiría- mos plasmar en su total magnitud la realidad .que estamos esbozando. Lleva mucha razón el mejor historiador con que cuenta España, Claudio Sánchez Albornoz, cuando dice que se deberían organizar conferencias, en las Universidades, en 105 centros de enseñanza, para que las nuevas generaciones conozcan lo que fue nuestra guerra civil, las monstruosida- des cometidas y el abismo en que caím.os 105 españoles. Yen el que po- demos caer, si 105 pretendidos salvapatrias continúan conspirando en defensa de 105 valores eternos, que no son otros que 105 suyos persona· les y su afán de perpetrar la sinrazón y la injusticia. 138 l···. Las nuevas autoridades: Ayuntamiento . El día 3 de agosto de 1.936 se reúne por la mañana bajo la presiden- del .sr. alcalde, Antonio Royo Arana, el Ayuntamiento con la aSlstenc!a de los concel!i}es sres. Calvo, Paniagua, Vallejo, Ruiz, Arjona y Dom mguez de popular y Gonzalo, Iglesias de Marco y Ló- pez de nombramiento gubernativo. Se lee una comunicación del Excmo. Gobernador Civil, en la Que se dispone cesen en sus de concejales, don Donato Hergueta (1), don Aurelio de Marco Gar- . cía, don Claudio L10rente Esteban y don Pablo Pérez Sevilla habiendo nombrado en sustitución de los mismos a don Diego Cordero don Godofredo de Marco Soria, don Carlos García Cortés y don Fran: cisco García Calzas, toman posesión de sus cargos. El cargo de Regidor Síndico que ostentaba don Pablo Pérez Sevilla pasa a ser desempeñado por mayorfa absoluta de votos por don Diego López Cordero. El día 1.5, el Ayuntamiento celebra nueva sesión y se da lectura a una comuOlcación del Gobernador, disponiendo el cese de 105 conce- jales de elección, don Bienvenido Calvo don Manuel R. de Pablo don Silvino Paniagua Nevares y don Urbano'Valera Iglesias, nombrando pa- ra ocupar las vacantes a don Aurelio Labanda Egido, don jesús Gómez Crespo, don julián Ballesteros, don Hipólito L10rente Sanz don Martín Vinuesa Cacho, don Francisco Martínez Monedero, don Ávelino Sán- chez Mayoral, don Gonzalo Ruiz Pedroviejo y don Eloy Sanz Villa. Queda primer de alcalde don Eloy Sanz Vil!a y se- gundo teniente de alcalde, don DIego López Cordero. Durante todo el mes de agosto los acuerdos tomados por el Excmo. Ayuntamiento son irrelevantes, siendo 105 más importantes: a).- "Hacer expresa sumisión y acatamiento a la junta de Defensa Nacional que ha asumido todos los poderes del Estado" y a la que el Ayuntamiento reconoce "como único Gobierno legítimo y netamente espáñol, apoyado por el verdadero pueblo". . (1).- En el B.O.P. núm. 101 aparece inserta la notificación sigui.ente: "COMANDANCIA MI. LITAR DE LA PROYlt:lCIA DE St?RIA. Juzgado de Instr,ucción._ Emplazamiento. Hergueta Donatoj domlcihado en Sona, calle de la Tejera, numo 32, comparecerá en término de seis dl8S 8 conta! de la fecha de la inserción de este edicto, ante el Comandante Juez instruc- tor don Jua!' Diez residente en esta plaza, para declarar COmo testigo, en procedi- prevlO que se Instruye en este Juzgado; advirtiéndole que de no verificarlo se pararán los perJUICIOS a que hubiere lugar en derecho. Soria. 16 de agoslo de 1936. Juan Dísz". Don Dona- to Hergueta, creemos que ya estaba detenido o en todo caso, se le detuvo después. 139

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Autores: Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García (1982). Imprime: INGRABEL, C/Picos de Urbión, 1. Almazán (Soria). Tfno.: 975 300 166. I.S.B.N. (Obra completa): 84-300-6743-4I.S.B.N. (Tomo 1): 84-300-6744-2 (Tomo 2): 84-300-6745-0D. L (Obra completa): SO. 135/82D. L. (Tomo 1): SO. 133/82 (Tomo 2): SO. 134/82.

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El miedo lo dominaba todo. Miedo a salir a la calle, miedo a pasearsegún con qüién, miedo a hablar con el amigo entrañable, si había perotenecido a algún partido político u organización sindical; miedo ahablar con quien tenía algún familiar en la cárcel y un terror insupera­ble a saludar a la viuda o a los hijos de los fusilados. Miles de ojos espia.ban, te seguían; sentías en lanuca la sensación de que alguien la iba atraspasar con los alfileres de su aliento. El confidente se acercaba sinuo­samente y se pegaba a tu espalda, terco, pegajoso, obsesivo. Encontrarla solución era difícil; callar era despertar más sospechas, seguir hablan­do podía ser mal interpretado; cualquier palabra, e-xtraída de su contex­to y cogida por los pelos, quedaba al arbitrismo o al capricho de quienla oyera y la analizara. '.

Si estabas en un bar, inmediatamente tenías la escucha al lado; sien el Casino -aquellas tertulias tan amenas y entretenidas de antaño­reunidos 105 amigos, enseguida el más prudente o más pusilánime, ini­ciaba el desfile, al sentarse cerca el presunto confidente, y la reuniónfinalizaba al momento.

y aún así, el miedo seguía imperando. El soriano, camino de su casa,seguía con. los oídos atentos para escuchar 105 pasos de quien marchabadetrás. También había miedo de volver abiertamente la cabeza, paraver quién pudiera seguirte; se giraba lenta y disimuladamente el ángulovisual o con idéntico disimulo se cambiaba de acera, para contemplarun escaparate o desandar el camino. Miedo, miedo, siempre el miedodominándolo todo, obnubilando el cerebro, atormentando el espírituanulando la personalidad.

Podíamos seguir escribiendo días, semanas, meses y no conseguiría­mos plasmar en su total magnitud la realidad .que estamos esbozando.Lleva mucha razón el mejor historiador con que cuenta España, ClaudioSánchez Albornoz, cuando dice que se deberían organizar conferencias,en las Universidades, en 105 centros de enseñanza, para que las nuevasgeneraciones conozcan lo que fue nuestra guerra civil, las monstruosida­des cometidas y el abismo en que caím.os 105 españoles. Yen el que po­demos caer, si 105 pretendidos salvapatrias continúan conspirando endefensa de 105 valores eternos, que no son otros que 105 suyos persona·les y su afán de perpetrar la sinrazón y la injusticia.

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l···.

Las nuevas autoridades: Ayuntamiento

. El día 3 de agosto de 1.936 se reúne por la mañana bajo la presiden­CI~ del .sr. alcalde, do~ Antonio Royo Arana, el Ayuntamiento con laaSlstenc!a de los concel!i}es sres. Calvo, Paniagua, Vallejo, Ruiz, Arjonay Dom mguez de ~Iecclon popular y Gonzalo, Iglesias de Marco y Ló­pez de nombramiento gubernativo. Se lee una comunicación delExcmo. ~r. Gobernador Civil, en la Que se dispone cesen en sus car~osde concejales, don Donato Hergueta (1), don Aurelio de Marco Gar-

. cía, don Claudio L10rente Esteban y don Pablo Pérez Sevilla habiendonombrado en sustitución de los mismos a don Diego Lópe~ Corderodon Godofredo de Marco Soria, don Carlos García Cortés y don Fran:cisco García Calzas, qu~ toman posesión de sus cargos.

El cargo de Regidor Síndico que ostentaba don Pablo Pérez Sevillapasa a ser desempeñado por mayorfa absoluta de votos por don DiegoLópez Cordero.

El día 1.5, el Ayuntamiento celebra nueva sesión y se da lectura auna comuOlcación del Gobernador, disponiendo el cese de 105 conce­jales de elección, don Bienvenido Calvo don Manuel R. de Pablo donSilvino Paniagua Nevares y don Urbano'Valera Iglesias, nombrando pa­ra ocupar las vacantes a don Aurelio Labanda Egido, don jesús GómezCrespo, don julián Ballesteros, don Hipólito L10rente Sanz don MartínVinuesa Cacho, don Francisco Martínez Monedero, don Ávelino Sán­chez Mayoral, don Gonzalo Ruiz Pedroviejo y don Eloy Sanz Villa.Queda no~brado primer tenient~ de alcalde don Eloy Sanz Vil!a y se­gundo teniente de alcalde, don DIego López Cordero.

Durante todo el mes de agosto los acuerdos tomados por el Excmo.Ayuntamiento son irrelevantes, siendo 105 más importantes:

a).- "Hacer expresa sumisión y acatamiento a la junta de DefensaNacional que ha asumido todos los poderes del Estado" y a la que elAyuntamiento reconoce "como único Gobierno legítimo y netamenteespáñol, apoyado por el verdadero pueblo". .

(1).- En el B.O.P. núm. 101 aparece inserta la notificación sigui.ente: "COMANDANCIA MI.LITAR DE LA PROYlt:lCIA DE St?RIA. Juzgado de Instr,ucción._ Emplazamiento. HerguetaM?zas~ Donatoj domlcihado en Sona, calle de la Tejera, numo 32, comparecerá en término deseis dl8S 8 conta! de la fecha de la inserción de este edicto, ante el Comandante Juez instruc­tor don Jua!' Diez ~cr¡bano, residente en esta plaza, para declarar COmo testigo, en procedi­mie:n~o. prevlO que se Instruye en este Juzgado; advirtiéndole que de no verificarlo se pararán losperJUICIOS a que hubiere lugar en derecho. Soria. 16 de agoslo de 1936. Juan Dísz". Don Dona­to Hergueta, creemos que ya estaba detenido o en todo caso, se le detuvo después.

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b).- Acordar la suspensión de empl~o y sueldo de todos I?s funcio­narios detenidos, a los que se acuerda mcoar los correspondientes ex·pedientes.

c).- Que la Corporación municipal concurra a una suscripción nacio­nal abierta con la cantidad de 10.000 pesetas.

d).- Que se supriman todos los festejos que no sean religiosos en lafestividad de San Saturio.

e).- Nombrar hijo adoptivo de esta ciudad a su mejor defensor, donGregorio-Ignacio Muga.

f).- Invitar a todos los pueblos de la provincia aque adopten aná·logos acuerdos, para que ~on las certific~cione~ ,de tod~s ~lIos se hagaun álbum, que se entr~gara a la E~cma. D,putaclon Provl.n~lal, p~ra quecuando las circunstancias lo permitan, en forma solemnrslma, tnbute adon Gregorio-Ignacio Muga, "el homenaje que la Corporación provinocial acuerde en representación de toda la provincia y autorizar al alcal·de para que en nombre del Excmo. Ayuntamiento realice cuantas ges·tiones sean precisas para que el homenaje de cariño, de respeto y gra­titud que Soria ansía rendir a don Gregorio-Ignacio Muga, y con él atodas las fuerzas de la Guardia Civil a sus órdenes, resulte digno delhomenajeado (I l.

g).- Se acordó admitir la renuncia al cargo del Interventor de fon­dos municipales, presentada por don Antonio Uriel Díez (2). EI~var aexpediente de destitución los !n.struídos a_ don Elías ~ómez Fernande~,Recaudador de arbitrios mUniCipales; dona Constantma Alcoceba Chi­charro Matrona del Ayuntamiento; don Mariano Cabrujas Herrero,Oficial' segundo de Secretaría 'l:' a. don Dioni.sio Go~z.ález Blanco, ?~­cial tercero de la misma. Destituir al guardia municipal don MelltonL10rente Pérez.

Para no cansar al lector renunciaremos a seguir relatando los acuer­dos del Excmo. Ayuntami~nto de Soria, durante los meses sucesivos.La persona realmente interesada en algún dato puede visitar la hemero­teca. Por nuestra parte, sólo añadiremos que la actividad municipal fuemuy escasa y siguiendo la tónica de lo exp~esto: adhe~iones, homena­jes, suscripciones, felicitaciones .~ las autondades supenores, etc., etc.,sin descuidar la labor de depuraclon.

(1)._ La invitación cursada por el Ayuntamiento de Soria, como ya hemos visto e~ las páginasprecedenles, fue atendida por rodos los ayuntamientos sorianos, con el mayo! entusl~smo.

(2).- Don Antonio Uriel estaba detenido y fue fusilado en el puc.ntc Ullan, el dl8,l ~e sep­liembre de 1936; don Elías GÓmez. estaba detenido; doña Constanona Alcoceb.8 habla Sido :u­silada. ignorándose el lugar de la ejecución; don Mariano C~brujas eslUVO detemdo y fue fusila·do el ocho de agosto de 1936, junto al cementerio de Calatanazor.

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"- Diputación Provincial

La Comisión Gestora de la Diputación, hasta el día 18 de julio de1.936, estaba integrada por: Presidente, don Pablo Pérez Sevilla; Vice­presidente, don Abundio Andaluz; Vocales, don Francisco Alvo, donJorge Beltrán, don Donato Hergueta, don Bernardino Magaña, ~ comoSecretario, don José Cacho.

La última reunión que tuvo esta Gestora fue el 13 de julio. (Ya se·ha hablado en su momento del destino final de algunos de suscompo­"nentes).

En sesión celebrada el día 19 de agosto con carácter. extraordinario,presidida por el Gobernador, don Ramón Enrique Casado y por ordende éste, entran a formar parte de la Gestora, los siguientes·señores: Pre­sidente, don Rafael García de Diego; Vicepresidente, don Rafael Ar­jona; y Vocales, don Eduardo Martínez Alvarez, don Manuel Ruiz Ove­jas, don ValenHn Guisande y don Angel Ayala. Continúa de Secretariodon José Cacho. El día 22 de octubre entra a formar parte como vocaldon Pedro Beltrán. El 14 de diciembre se ampl (a la Comisión Gestoracon los sres. Cereceda Martínez y Ruiz Pedroviejo.

En la sesión del 23 de agosto de 1.936 se acuerda por unanimidadcontribuir con 10.000 pesetas a la Suscripción Nacional. Se destituye alarchivador interino don Antonio Gaya Nuño, por abandono de destino.(Dicho señor estaba a la sazón en la zona republicana).

Posteriormente, en la sesión extraordinaria del 3 de septiembre de1.936, se informa por el vocal visitador del Hospital que estaba dete­nido en la cárcel desde hada varios días el enfermero Agapito Palomar;que" todos los enfermeros eran de filiación sociaiista y comunista, mi­litantes activos. "Que si "bien cumplían sus deberes,- no inspiraban lamenor confianza" a las Hermanas". "Que había .indicios de que en elpasado mes de julio hab(an introducido armas en el establecimiento conpropósitos ¿siniestros? y falta de actividad a la hora de la llegada deheridos del frente y sol icita la toma de una actitud radical y enérgicapara evitar males mayores". Se decidió destituirles a todos ellos:Agapito Palomar, Martín García, Bonifacio Aguilera, Gabriel Gaitero,Florencio González, Dionisio Jodra y Felipe Palomar. Se nombran in­terinos. El Vocal Visitador era L. Guisande.

Más tarde, en sesión del día 22 de octubre de 1.936, se destituye desu cargo al médico del Hospital de El Burgo de Osma, don LambertoIzquierdo, por haber formado parte de partidos que integraron" el fu­nesto Frente Popular, en que consta actuó activamente.

En sesión del 3 de noviembre de 1.936, se suspende de su empleo al

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médico del Hospital de Agreda, don Cándido Vit.oría García; por suactuación poi ítica que perm ite considerarlo desafecto al movimientonacional. .

También en sesión del 17 de noviembre de 1.936 se suspende de suempleo al Recaudador del Impuesto de Cédulas Personales, sr. GómezFernández, y su agregado por sus ideas y actuación poi ítica, afiliado alpartido socjalista. . . . . .

En sesion del 14 de diciembre, se aprueba contribUir a la SUSCrip­ción pro-aguinaldo del soldado, con 1.000 pesetas.

Nuevamente, según sesión del ocho de febrero de 1.937, ~I vocalGuisande visitador del Hospital, comunicó que se había visto obligadoa realiza; los acuerdos decididos anteriormente, .destituyendo a losenfermeros del Hospital: Gabriel Gaitero, Bonifacio Aguilera y JoséMaría Valdés, por estar probado que han sido marxistas, socialistas,desafectos al movimiento nacion,al, exceptuándose a Martín García,por las manifestaciones de la Directiva de llevar bastante tiempo pres-tando sus servicios y disfrutar de buen concepto. -

La sesión del 1 de abril de 1.937 se refiere a gastos, ingresos, multas,recaudación subvenciones, donativos, créditos, reintegros, etc., que notranscribim~s para no alargar este capítulo y por ser, además, irrelevan­tes.

Por otra parte, las sesiones del 12,17 Y 31 de mayo de 1.937, des­tacan por los acuerdos de contribuir con 1.000 pesetas para la suscrip­ción abierta para el "acorazado España" y adherirse al homenaje enhonor del general Moscardó, por habérsele concedido la Laureada deSan Fernando. Se prodigan los elogios al general. De la misma forma,en la sesión del 14 de junio, se tributa homenaje al teniente coronelMuga, al que se nombra hijo ad~~tivo de la.ciudad: . .

y así siguen sesión tras seslon, los senores diputados provinciales,acordando homenajes, felicitaciones, donativos, elogios a Yagüe, aFranco hasta que llega el día de la Victoria, en cuya fecha, el Presiden­te propone y se acuerda por unanimidad, dirigir un telegrama al Je~edel Estado. Poco más de lo relatado, con algunos asuntos de puro tra­mite, constituye el nervio de lo actuado ·por la Diputación Provincial deSoria, hasta abril de 1.939.

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ENTRE EL HUMANISMO Y LA INTRANSIGENCIA

Contrastes: Mola y Prieto

Un? de los autor~es de este libro asistió en Soría al triunfo de la su­blevaclon. y fue testl~o ~~s~e el primer momen,to de los desmanes quese cometieron en SOrla, IniCiados con la detencion de don Juan AntonioGaya Tovar y el allanamiento de su morada.

Pen~ó, no obstante, que como los excesos fueron cometidos por los. requetes! que pasaron por nuestra ciudad camino del frente, una vezq!-!e SOrla qued~ra gobern~da ~or las autoridades locales, sucesos pare.cldos no volverlan a repetirse. ITremenda equivocación!. A medida quetransc~rrían los días, el clima· de violencia fue en aumento y a lasde.tenclOne~ '!lasivas sucedieron los fusilamientos. Todo ello ;ealizadofria y metodlcamente, con la '!layar naturalidad, obedeciendo -luegose supo- a un plan preconcebido. Naturalmente, excepto los conjura­dos, todo ~I. mundo Ignoraba que uno de los más caracterizados jefes dela. sublevaclon, el general. Emilio Mola Vidal "el director", que coordi.no los e!~mentos de la '!Ilsma, había establecido en la base quinta de laInstru~~~on reservada numero UlIO, firm~da en Madrid el 25 de mayo de1.936. Se te~drá en cuent~ que la acción ha de ser en extremo vioJen.ta, para redUCir lo antes pOSible al enemigo, que es fuerte y bien organi­zad~. Desde, !uego, s~rán encarcelados todos los directivos de lospartl~os POlrtlco~, socl.edades o sindicatos no afectos al Movimiento,apli~an.dones castigos ejemplares a estos individuos, para estrangular losmOVimientos de rebeldla o huelgas"(I).. (osé M~[ía Ibarrén, secretario del general Mola, atribuye a éste lo

siguiente: En e~t~ trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sincuartel. A lo~ militares que no se han sumado a nuestro Movimiento,echarlos y ~.ull;arles la.paga. A los que han hecho armas contra nosotros,contra ~I eJercito, fUSilarlos (2). Yo veo a mi padre. en las filas contrariasy lo fUSilo".

(1).- ,Esta In5trucc~~n reservada del general Mola, dictada en Madrid el2S de mayo de 1.936, esla mejor demostraclon. de que la conspiración estaba en marcha, mucho antes del asesinato delosé C~lvo Soleto, tantas veces utilizado para justificar la necesidad del Movimiento Nacional.El asesinato de Calvo Sotelo se produjo el 13 de julio de 1.936. "Historia de la Guerra Civil es­pañola". Ricardo de la Cierva, tomo 1, pág. 771-(2).- Du~nte la G.uerra Civil fueron fusiJados por las fuenas franquistas, más generales que porlos,re~}lblic~nos. Citemos entre otros. a Bated, con dos laureadas de San Fernando, al general deAVlaclon t:l~i\ez de~ Prado" a C8mpin~. a Caridad Pita, a Romerales y a MangUten, general de laGuardia <:1~V11. La lista de Jefes y ofiCiales, fusilados por las fuerzas sublevadas, es muy numerosay su relaclon escapa al contenido de este libro. "Con el general Mola escenas)' aspectos inédi.tos de la guerra". Ed. Heraldo de Atagón, Zaragoza, 1.937, pág. 292.•

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Pero ya el mismo dla 19 de. julio de 1.936, en una reunión de alcaI­des de la región de Pamplona, Mola les dijo: "Hay que ~embrar el te­rror, hay que dar sensación de dominio, eliminando sin escrúpulos ni va­cilación a todos los que no piensan como nosotros':.

Los sorianos desconocíamos -y nunca lo hubiéramos im"ginado- laexistencia no ya de la .conspiración, sino de los fines que se persegulany de los ~edios a emplear. Quizás el falangista José Martínez Verguizasy alguno más en Soria tuviera conocimiento de ello, si recordamos lafrase dirigida a Juan Sanz Chamorro: "Pronto habrá trescientas mil per­sonas detenidas: o vosotros o nosotros". Aquello que entonces pudoser tomado como una fanfarronada o un exabrupto, quizás respondieraa un propósito y a una decisión ya tomada. Al menos coincide con elpensamiento'y las directrices secretas del general Mola; y ya sabemosque el famoso Verguizas estaba dentro de la conjura.

Pero volviendo .al principio del relato, los sorianos ignorantes enton­ces de la tremenda aventura en que estaban inmersos, vjeron con estu­por, con asombro, casi sin dar crédito a la dura realidad que vivían,cómo personas intachables y paCIficas eran detenidas. Y al producirselos primeros fusilamientos, las gentes sencillas de nuestra tranquila tie­rra, se llevaron las manos a la cabeza nublada por el terror. Pero, ¿cómoes posible que se fulmine a gente in'defensa, que se cometa tantocrimen, que se derrame tanta sangre inocente? Si es verdad que Dios es­tá constantemente en los corazones de los hc¡mbres, hay que pensar oque muchos hombres carecían de corazón o que hab ían dejado de serlopara convertirse en fieras.

Pero lo verdaderamente horrible de aquella situación era ver que per­sonas, al parecer normales e incluso bondadosas, antes del 18 de julio,no solamente no condenaban aquellos horrendos sucesos, sino que losacoglan con satisfacción y muchos, con gozo.

A medida que transcurrlan los días, el ambiente se iba enrareciendo,espesándose. El miedo se iba apoderando de todos I.os que habían mili­tado en alguna organización poi ítica o sindical, incluso de sus familia­res, de sus amigos. Paralelamente, se despertó un entusiasmo, un fervorinusitado, no ya en los militantes de los partidos, digamos, derechistaso falangistas, sino en personas que no habían participado en polltica-que eran los más- y que por mimetismo, por cálculo o quizás tambiénpor temor, rivalizaban con aquellos en sus demostraciones externas: vi­vas, canciones, saludos, etc.

Al aumentar la oleada represiva, no hubo nadie que intentara conte­nerla o suavizarla, ni mucho menos condenarla, al menos públicamente.Ex.istían en Soria personas de influencia y de relieve que, por su es­pecial significación derechista, que los pon ía a cubierto de toda sospe-

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cha, podían haber intentado normalizar la situación. No lo hicieron;es lamentable decirlo, pero así fue. Sólo un tímido intento del abad dela Colegiata, de don Alfredo Gómez Robledo y de la familia de Angeldel Amo, és~os en favor de Gaya, y nada más. Yen los pueblos, algunossacerdotes aislados, aunque el conjunto del clero -ya hablaremos deello- no se inclinó por la piedad.

Ningún responsable de la zona de Franco, ninguna persona con cargoo autoridad, levantó su voz, para aconsejar moderación en los afanesrepresivos; nadie condenó los excesos que se cometían constantementey que todo el mundo conocía; nadie expresó palabras de concordia, depaz, de reconciliación, y aún si se quiere, de perdón. Repásese la prensa

. nacional y soriana de aquella época, no encontraremos más qu"e palabrasagresivas, condenas rotundas, amenazas, consignas para vigilar, delatary detener. La consigna de Mola de "sembrar el terror, de eliminar sinescrúpulos a los que no piensen como nosotros" fue seguida en nuestratierra con perruna fidelidad.

El d{a 8 de agosto de 1.936, fueron fusilados en el cementerio deCalatañazor seis personas: el oficial del Ayuntamiento de Soria donMariano Cabrujas; el médico de Almarza, don Herminio Gua{ardo;el maestro de Las Casas, don Vicente Soria Soria; el maestro de BrlasJosé Bui"; don José Andrés, Pepe "el Camarero"; y oúo soriano má~que no hemos podido precisar su nombre y apellidos. Pues aquella mis­ma noche, uno de los autores del libro escuchó por radio un elocuente yemocionado discurso de Indalecio Prieto, que hablaba desde UniónRadio de Madrid. No interesa a los fines de este libro glosar los razona­mientos del líder socialista, aunque coincidían con su pensamiento enlo fundamental. Lo que verdaderamente impresionó -repetimos, a unode los au.tores del Iibro- fue que por primera vez, se oyó por la radiouna voz apelando al sentimiento, implorando piedad. El contraste de loque aquel dla había sucedido en el cementerio de Calatañazor -quepronto se supo- y su aceptación casi entusiasta por muchos," con laspalabras oídas a Prieto, marcaba un abismo insondable entre dos mane-

. ras de sentir. El pensamiento puede no ser coincidente; las ideologlaspueden ser dispares y aún opuestas, pero el sentimiento humano lapiedad, el dolor por las víctimas inmoladas, debe ser -o debiera serio­el mismo,

Dijo Prieto, entre otras cosas: "Por muy fidedignas que sean fas te­rribles y trágicas versiones de lo que haya ocurrido y esté ocurriendo entierras dominadas por nuestros enemigos; aunque día a día nos lleguenagrupados en montón los nombres de camaradas, de amigos queridosen quienes la adscripción a un ideal bastó como condena para sufrir un~muerte alevosa, no imiteis esa conducta; os Jo ruego, os lo suplico...

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i No los imiteis! Superadlos en vuestra conducta moral, superadlos envuestra generosidad". "Yo no 'pido, conste, que perdais vigor en la pe­lea, ardor en la lucha. Pido pechos duros, pechos de acero para el com­bate pero corazones sensibles, capaces de estremecerse ante el dolorhum~no y de ser albergue de la piedad, tierno sentimiento sin el cual pa­rece que se pierde lo más esencial de la grandeza humana". Estediscurso, oído cuando se acababa de conocer lo sucedido en el cemente­rio de Calatañazor, aquel mismo día, tuvo que llegar al corazón dequien lo escuchara. Gregorio Herrero grabó en su memoria el sentidodel discurso y aún casi su literalidad; y aquella'noche, apenas pudo con­ciliar el sueño, comparando lo que había oído con lo que a diario esta­ba contemplando, con tanto horror como asombro. (Para quien se in­terese por este discurso del gran socialista, que llevaba un corazón deoro dentro de su pecho, puede examinar EL SOCIALISTA de Madrid,de fecha 9 de agosto de 1.936 .

Indalecio Prieto, la primera VOZ que Clama piedad en la Guerra Civil.

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" Franco, Mola y Azaña

Tres hombres, tres mentalidades distintas. Entre los dos primerospueden encontrarse algunas afinidades. Manuel Azaña era el polo opues­to de los anteriores.

Ya hemos visto el contraste entre Mola y Prieto, la frialdad y la cru­deza, el cálculo y la crueldad de Mola, frente a la nobleza impulsiva dePrieto. Cómo Mola habla de exterminar a los que no piensen como ély como Indalecio Prieto hace un canto a la piedad, elemento esencial d~la grandeza humana. Cómo Mola explica que si ve a su padre en las fi­las contrarias, lo fusila, y cómo Prieto pide ardor .en el combate y pie­dad, con la retaguardia. No puede haber una separación más abismal en­tre ambos, y si los 38 millones de españoles nos inclináramos mitadpor mitad, por Mola o por Prieto, no cabe duda de que los que síguiéra- ,mos a éste, estaríamos condenados al sacrificio, al eterno silencio o '1·1'1desaparición pura y simple.

Veamos ahora, algunos aspectos del contraste entre Franco y Azañade un lado y de este con Mola por otro. No es necesario hacer un aná­lisis sicológico de lo's tres, para lo cual, además, no estamos capacitadosni perdernos en largas disquisiciones. Con unos pocos escritos ymanifestaciones suyas, creemos que bastará para perfilar el talante lacapacidad intelectual, el espíritu de comprensión y la actitud vital'delos personajes, ante la tragedia de España.

Franco, en unas declaraciones a Claude, publicadas en "L' Echo" deParís, el 16 de noviembre de 1.937, decía: "Nuestra guerra no es unaguerra civil, una guerra de partido, una guerra de pronunciamiento, sinouna Cruzada de los hombres que creen en Dios, que creen en el almahumana, que creen en el bien, en el ideal, eri el sacrificio, que luchancontra los hombres sin fe, sin moral, sin nobleza. Sí: nuestra guerra esuna guerra religiosa. Nosotros, todos los que combatimos, cristianos omusulmanes (1), somos soldados de Dios y no luchamos contra otroshombres, sino contra el ateísmo y el materialismo, contra todo lo querebaja la dignidad humana que nosotros queremos elevar, purificar yennoblecer. Nuestro campo es el camino de ·1'1 fe y la abnegación". Asíjustificaba Franco, los horrores de la guerra y las ejecuciones practicadasy las cárceles llenas de presos. Era la Cruzada y en el nombre de Dios.

(1 ).- Es un hecho cierto que a los moros se les prometió mujeres blancas cuando entraran enMadrid. Y también es una realidad histórica comprobada, que Mizzián, que luego llegó a sercapitán general de Galicia, ofreció mujeres republicanas, como botín sexual a sus guerreros.

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Don Manuel Azaña, presidente de la República, en un discurso prnunciado en la Universidad de Valencia, el 18 de marzo de 1.937 dij o:"Pues bien, debe afirmarse -yo lo he afirmado siempre- que ni~gu~'política se puede fundar en la decisión de exterminar al adversario' na

'1 h' , oso o -y ya e~ muc 0- porque m.oraln:'ente es una abom!nación, sinoporque ademas es materialmente IrrealIzable; y la sangre Injustamentevertida por el odio, con propósito de exterminio, renace y fructifica enfrutos d~ mald ición, no s~lo s~bre los que la derr~maron, desgraciada_mente, SinO sobre el propio pals que la ha absorbido para colmo de sudesventura. Eso, yo no lo deseo. Yo me opondré con el peso de miautoridad y con todo el poder que tenga, moral o personal, donde quie­ra que esté, a que nuestro país, el día de la paz, pueda entrar nunca enun rapto de enajenación por las vías del odio, de la venganza del san­griento desquite.. Odio y miedo, causantes de la desventura d~ España,105 peores consejeros que un hombre puede tomar para su vida perso.nal y, sobre todo en la vida pública. El miedo enloquece y lanza a lasmayores extravagancias y a los más feos actos de abyección; el odio en­f~rece y no ",:va más q~e .al d~rramamiento de sangre. No. La genero­Sidad del espanol sabe dlstmgulr entre un culpable y un inducido o unextraviado. Esta distinción es capital, porque tenemos que habituarnosotra vez unos y otros a la idea, que podrá ser tremenda pero que esinexcusable, de que los 24 millones de españoles, por mucho que se ma.ten unos a otros, siempre quedarán bastantes, y los que Cfueden tienennecesidad y obligación de seguir viviendo juntos para que la Naciónno perezca"

Todas las personas que en 1.936 tenían uso de razón y que vivan, sirecuerdan las famosas charlas de Queipo de Llano, sentirán un estreme·cimiento de horror. Los que estimamos que la historia debe ser conoci­da incluso en sus aspectos más sombríos, creemos que las charlas deaquel general, deberían ser editadas y la lectura obligatoria en institutosy universidades, para que las nuevas generaciones conozcan lo que real­mente sucedió en nuestra Patria durante la guerra civil. Queipo de L1a·no, general en jefe de los ejércitos del sur y durante mucho tiempo unaespecie de "virrey de Andalucía", todas las noches desde los micrófo­nos de Radio Sevilla, lanzaba sus soflamas, llenas de procacidades deamenazas, de incitación al crimen. Con la mayor naturalidad y ador~an­d? sus discursos con algún chiste, siempre de sal gruesa, el daño quehizo con sus famosas charlas, es incalculable. Rebasó todos los límitesde la impiedad, avivó los odios hasta extremos inconcebibles en la lIa·mada zona nacional y por reacción, en la zona republicana sus discur-sos causaron numerosas violencias. '

Aparte de su lenguaje soez y su vocabulario tabernario, sus groserías

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.,".~ y sus insultos deberían avergonzarnos como españoles. Pero esto y ,sus.. comentarios sobre los hijos de la Pasionaria -que eran los republica-

noS- no fue lo más importante. Vamos a transcribir algunas declara­ciones suyas: "Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a

;~ los rojos lo que es ser hombres. De paso, también a las mujeres de los, rojos, que ahora por fin han conocido hombres de verdad, y no castra'

dos milici,anos. Dar patadas y berrear no las salvará... " (2)'.

Queipo de Llano, el 25 de julio de 1.936, decía: "Ya conoceis misistema; por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistaspor lo menos, y a los dirigentes que huyen no crean que se librarán porello; les sacaré de debajo de la tierra, si hace falta y si están muertoslos volveré a matar" (3). ' ,

El 18 de agosto de 1.936, decía: "El ochenta por .ciento de las fami­lias de Santa Lucía están de luto. Y no vacilaremos en adoptar medidasmás rigurosas para asegurar nuestra victoria"("). Y el 8 de septiembrede 1.936: "He dado orden de fusilar a tres familiares de cada uno de losmarineros del guardacostas que ha vuelto a bombardear La Línea".

Podíamos seguir ad nauseaum transcribiendo cosas parecidas del fa­moso general, considerado como uno de los héroes de la Nueva Españay,de hecho, dueño y señor de vidas y haciendas en la destrozadá y mar­tirizada Andalucía, hasta que mucho tiempo después su ambición des­medida chocó con la de Franco y fue desplazado. Po'rque Franco pasa­ba por todo, menos porque alguien pretendiera h;lcerle sombra.

Pues bien; este energúmeno, que se sublevó contra la monarquía,que alcanzó inmerecidos honores con la República, a la que traicionómientras declaraba lo que hemos escrito, lo hacía en nombre de Dios'de la Patria, de la moral, de la dignidad humana, de los supremos valo:res del hombre y con el propósito de implantar la verdadera Justicia:la suya, que ya hemos visto cómo la concebía y la ejecutaba. ¿No creennuestros lectores que historias y personajes como, el citado, deben serconocidos por las nuevas generaciones, para que aprendan la verdaderahistoria de España, que no es precisamente la que hasta ahora se haexplicado? ¿No creen nuestros lectores que todos, sea cual fuere nues·tr~ ideología y nuestra situación social, debemQs procurar unirnos, paraeVitar que pueda producirse en España una situación parecida a la de1.936 y que apare~can hombres'como Queipo, Mola, etc., que'con elpretexto de salvarnos y meter a la Patria en cintura, nos precipiten otravez en el abismo yen el martirologio?

(2).- Cit. por Manuel Barrios; HEI último virrey Queipo de Llano", Ed. Argos Vergueo Barce­lona, 1.978. pá¡ina 205.(3).- Cit. por Alberto Reig Tapia. "La represión franquista en la Gu-:tta Civil". ABe de Sevilla26 de julio de 1.936, pago 6. '(4).- Manuel Barrios; op. cito pág. 20S.

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Veamos ahora otras manifestaciones anteriores de Franco. El día 22de julio de 1.936, en su declaración del Estado ~e ~uerra.. decía que setrataba de restablecer el orden dentro de la Republrca y que ello exigíainexcusablemente que los castigos sean ejemplares, por la seriedad conque se impondrán y la rapidez con que se.llevarán a cabo, sin titubeosni vacilaciones. Como vemos, el pensamiento de Franco entroncabaplenamente con el de Mola; y las decisiones de los dos corrían parale­las: aquél desde Marruecos y éste desde Pamplona.

También en los primeros días de la guerra, en una entrevista conce.dida al corresponsal americano )ay Allen, éste le dijo a Franco que paraconseguir sus objetivos, tendría que fusilar a media España, a lo queFranco, mirándole fijamente, le respondió: "He dicho que al precioque sea ll

En cuanto a Mola en una alocución desde los micrófonos de RadioCastilla y publicada ~n la prensa, refiriéndose a! preside.nte _~e la ~ep~­'blica, dijo: "iSólo un monstruo de. la compleja constltuclOn pSlcol~­

gica de Azaña, puede alentar tal catástrofe!. Mo.ns~ruo que pare~e masbien la absurda experiencia de un nuevo y fantastlco Frankesteln, quefruto de los amores de una mujer. Al final de nuestro triunfo, pedir sudesaparición me parece injusto. ~zaña debe s.er recluído, sif!l~lemen~erecluído, para ,que escogidas frenopatas estudien su caso, qUlzas el masinteresante de degeneración mental ocurrido desde Cronstand, el hom-bre primitivo, a nuestros días" (S),. • • •

Frente a este discurso de Mola, Incalrflcable, lleno de odiO y que porsí solo basta para descalificarle, veamos ahora el final de un disc~r~o

pronunciado en el Ayuntamiento de Barcelona, en plena guerra civil,el 18 de julio de 1.938, por don Manuel Azaña, presidente de la Repú­blica: "Mas cuando los años pasen, las generaciones vengan y la antor­cha pase a otras manos y se vuelvan a enfrentar las pasi?nes de unos yotros pensad en los muertos que reposan en la madre tierra y que nosenvía'n destellos de su luz, que la patria debe a todos sus hijos paz, pie­dad y perdón".

Creemos que sobran los comentarios. Que cad~ cual s~que ~us con·c1usiones. Para nosotros, la estatura moral de Prieto esta a mil codospor encima de la de Queipo, yen cuanto a Manu~1 Azaña, con los erro­res que pudiera cometer como gobernante (que, Sin duda alguna los co­metió y graves), su personalidad humana, en cuanto a ~mor a la paz y ala condena del odio, su espíritu brilla a una altura I~conmens.urablecomparada con la intransigencia, el fanatismo y el afano v~ngatlvo deFranco y de Mola, a despecho de sus supuestos fervores Cristianos.

(5).- "Diario de Navarra'· Pamplona, 16 de agosto de 1.936. página 1.

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Yagüe

A diferencia de Franco y de Mola, que se caracterizaron por su frial­dad y su metodología del terror, científicamente planificado, Yagüe fuesicológicamente un hombre impulsivo, poco inclinado a la reflexión yal método. Tomaba sus decisiones sobre la marcha de los acontecimien­tos dicho sea en su descargo, muchas veces sin medir muy bien las con­5ec~encias de aquéllas. Fue uno de los artífices del nombramiento deFranco como generalísimo de los ejércitos y, más tarde, como )efe deEstado. Creemos, sin embargo, que más de una vez, se arrepentiríaluego de esta decisión. Aunque inicialmente coincidiera con Franco ycon Mola -porque no podía ignorar las directrices de éste como Direc­tor de la conjura- en la necesidad de implantar el terror e imponersepor la violencia, más tarde, como luego veremos, fue uno de los pocosgenerales de entonces que públicamente, demandó generosidad y res- ..peto para los prisioneros y detenidos. .

No podemos silenciar la tragedia de Badajoz y la responsabilidad de.Yagüe en aquellos terribles sucesos. A despecho de la defensa que unhijo suyo hizo de la conducta de su padre, procurando eximirle de aque­lla cruz es indudable que, por acción u omisión o dejación de sus atri­bucion~s de autoridad, la matanza de Badajoz es un hecho hi~tóricocomprobado y a ella irá siempre ligado el nombre del general Vague.

)ay Allen, uno de los corresponsales extranjeros en E~paña, le pre­guntó a Yagüe sobre las represalias de Badajoz, a lo que este le contes­tó: "Por supuesto. que los hemos matado. ¿Qué esperaba usted?¿Suponía que iba a llevar 4.000 rojos conmigo, mientras mi columnatenía que avanzar a marchas forzadas? liba a dejarlos en la retaguardia,consintiendo que Badajoz volviera a ser rojo?". El testimonio deSerrano Súñer, coincide en sus líneas generales con lo expuesto. Mástarde, creemos que el general Yagüe fue suavizando su dureza, y, supensamiento evolucionó y surgió en él el sentimiento de la piedad y laconsideración -expresada por Azaña- de que ninguna política puedefundarse en el exterminio del adversario.

El 19 de abril de 1.938, en Burgos, Yagüe pronunció un discurso qu~

sólo se publicó una vez en ~I Diario de Burgos, porque .1: cen~~ra eVI'tó su reproducción y ademas le supuso una reconvenclon ofiCial. Eneste discurso aparece un Yagüe distinto al de la entrevista con )ayAllen el Yagüe que nosotros, como sorianos, quisiéramos que hubierasido ;iempre. Dijo entonces: "En la cárcel hay camaradas, miles y milesde hombres que sufren prisión. ¿Y por qué? Por haber pertenecido a ai­gún partido, a algún sindicato. Entre esos hombres hay muchos

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honrados y trabajadores que con p:>co esfuerzo se incorporarían al 1110,'vimiento. Son muchos que, engañados o forzados, han cotizado en unsindicato. No creo que éste delito (1) sea más grave que el que cometie.ron aquellos burgueses y aquellos comerciantes que daban sus anunciosy su dinero a los periódicos socialistas. Hay que ser generosos, camara.das". Sigue hablando Yagüe y condena que "se mantenga entre rejassólo por s,u pasado a quienes nunca han disparado contra los naciona.les". "Yo pido -continúa Yagüe- a las autoridades que revisenexpedientes, que revisen fichas, que lean antecedentes y que vayan po.niendo en libertad a esos hombres para que devuelvan a sus hogares elbienestar y la tranquilidad, para que podamos empezar a desterrar elodio. En esta labor de perdón y de olvido, en esta labor tan necesarialvamos a prescindir de tantos y tantos miles como ahora están aparta:dos de nosotros y que irán aumentando día a día? No. Hay que perdo.nar y hay que olvidar".

El "hay que perdonar y hay que olvidar" de Yagüe en Burgos, el19 de abril de 1.938, es el reverso del Yagüe cuando conquista Badajozy se produce aquella horrible matanza en su plaza de toros. El Yagüe deBurgos parece un hombre diametralmente opuesto, al entrevistado porJay Allen, y que tolera el largo rosario de represiones, que se sucedendesde Bildajoz hasta Talavera de la Reina, Oropesa, Maqueda, hasta lasmismas puertas de Madrid, y antes desde Sevilla a Badajoz. Reptesióndespiadada, no solamente co'ntra los combatientes, sino también contrahombres y mujeres ajenos a los combates, sobre los que recayera lamenor sospecha de simpatía por la causa republicana.

Pues, este discurso apaciguador del general Yagüe, fue en la Españade Franco como un grano de arena en el desierto, como una gota deagua en el mar. Nadie lo entendió, nadie lo secundó; ninguna voz se su­mó a la suya. La represión siguió inmisericorde hasta muchos años des·pués de la terminación de la guerra; las cárceles siguieron repletas depresos, los campos de concentración florecieron como los almendros deprimavera en Tarragona. Y el Yagüe que en Burgos pidió perdón yolvido, en 1.938, se comió sus propias palabras y guardó silencio, mien­tras seguía siendo -hasta su muerte- una de las figuras centrales del

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(1 ).- El que Yagüe ~n un discurso qu~. cierlamente habla de olvido y de perdón. considere noobstante como "delito" el haller pertenecido o cotizado en un sindicato de trabajadores, de­muestra de un solo golp~, hasta qu~ grado de crueldad y de intransigencia habían llegado Jossublevados, porqu~ el derecho de asociación y sindic;lción. no solamente era legal. sino Que lamisma iglesia. c=n nombre de la cual decían que luchaban. lo consideraba -y lo considera­como uno de lus derechos inalienables de la persona humana.

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El Clero

Vamos ahora a examinar un tema extremadamente delicado.Proc~raremos hacerlo con la mayor objetividad. Ya en el reportajepubhc~do .en SORIA SEMANAL se hizo especial hincapié en la actitudhuma.m.tana de muchos sacerdotes frente a la represión durante la Gue­rra .C!~II; y .ahora, a lo largo del libro, hemos explicado C<ln alegría laposlclon valiente d~ otros clérigos. Hubiéramos deseado que la lista delos sa,cerdotes que Intentaron -o consiguieron- evitar la represión fue­ra ma~ numerosa. Pero estamos escribiendo la historia de la repr~siónen Sana y tenemos que ajustarnos a la realidad y describirla. '

Lamenta~os y condena~os con la mayor sinceridad, las persecucio­nes y los cnmene~ .cometldos .en la zon.a, republicana, en las personasde.sacerdotes y. religiOSOS. El cnmen es sIempre un acto inhumano, seaq~'en fuere. qUIen. !o realice y sea cual sea su pretexto. No hay nuncaninguna razan legitima para matar.

. Pero. refirién?onos a la zona republicana, quien no quiera negar la'eVlde~c.a debera reconocer que los sacerdotes asesinados, 10fueRln enlo? pnmeros. momentos de la guerra, y en contra del deseo, de los' pro­pasitos y. aun de las .conveniencias, de las autoridades republicanas.A los goble!nos republlc~~os, una vez estallada y triunfante en gran par­te de E?pa~a la sublevaclon, les fallaron los resortes coactivos y tarda­ron algun tiempo en recuperarlos. No pudo imponerse desde el primerm0'!1.ento la autoridad y durante meses hubo en la zona republicana unvac. o de po?er; Las instituciones republicanas y aún el mismo Estadoquedaron dllUldo~ en .I~s organizaciones políticas y sindicales. Buen~parte .de la Guard.a CIVIl se sublevó o se pasó a la zona nacional y losg.uardlas de Asalto fuer.on destinados a los frentes. La República quedóSin los poderes.necesanos para garantizar el orde'n y éste fue subvertidopor ~lementos Incontrolados. Ya hemos visto cómo Prieto alzó su voze!.d la 8 ~e agosto de 1.936, co~tra la represió~ indi~crimanada, su peti~clan de pIedad para la retaguardia. Ya hemos VistO como Azaña clamabaen contra d.el odio y del fanatismo (l). No fueron solamente ellos quie­nes. se opusIeron a los crí,,:,enes. El líder anarquista Juan Peyró -luegofusilado 'p~r Franco, terminada la guerra- ya' en los últimos días delmes d.e Julio de 1.936 condenaba los excesos y llamaba a sus autores"FaSCistas en estado latente", "ladrones y asesinos culpables de críme­nes contra ;1 ~onor revolu~io~ario". Y la misma F.A.I., en un manifies­to hecho publico el 30 de Julio de 1.936, decía: "Declaramos fríamen-

(I).- "Para la gran obra de redención de un pueblo, el fanatismo y la intransigencia son indis­pensables, cuando se encuenlran en posesión de la yerdad". Discurso del general Franco.

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te, con terrible serenidad y con inexorable propósito de hacerlo, que sino se acaba .con todos estos actos de irresponsabilidad que siembran elterror por Barcelona, PROCEDEREMOS A FUSILAR A TODO INDI.VIDUO, que se compruebe que ha realizado actos contra el derecho degentes"(2) .

la República logró por fin reconstruir el estado y en aquel mismomomento se acabaron los crímenes y los excesos. Y no solamente eso'se procedió a castigar a los autores de desmanes y asesinatos (3) ,

No hubo un solo gobernante republicano que alentará, con sus de­claraciones o discursos, el afán· vengativo ni contra el Crero ni contracualquier estamento de la sociedad. Se incitaba a la lucha contra el fas­cismo, contra la sublevación, pero nadie propugnó las ejecucionessumarísimas, nadie justificó los crímenes, nadie estimuló los excesos.Ah í están los estudios históricos y las hemerotecas. Hablamos de losgobernantes, de los ministros, de las personas con autoridad y responsa­bilidad. Y lo que afirmamos tiene fácil comprobación.

'Hubo pues, crímenes contra sacerdotes en la zona republicana quecondenamos, repetimos, con la mayor energía. la chusma que loscometió, en ningún caso puede ser la representación del sentimiento re­publicano. No conocemos a ningún republicano -o demócrata si sequiere- que defienda aquellos crímenes, ni que los justifique. Dejandoesto bien claro, vamos a ver lo que ocurrió en la zona de Franco y, enconcreto, en nuestra Soria.

Hemos examinado la hemeroteca soriana, los periódicos sorianos deaquella época,' y no hemos encontrado una sola manifestación de pie­dad por'las víctimas inocentes de la represión; no hemos visto una solacondena de los excesos que se cometieron, ni siquiera la constanciade que existieran excesos. Desde 1.936 a 1.939, según la prensa soriana,nada anormal ocurrió en nuestra ciudad; ninguna detención arbitraria,ningún crímen, ningún fusilamiento, ningún fascineroso campando porsus respetos y haciendo valer su ley: la ley de la selva. Todo en orden:manifestaciones patrióticas; homenajes a Muga, a Franco, a Mola, a Ya­güe, de los hombres sorianos, de las mujeres sorianas, de la Sección Fe­menina, de la Falange, de las Margaritas; del heroismo de los requetés,de las milicias de Acción Ciudadana, del glorioso Tercio Numantino;

(2).- Cit. por José Peirals. "La CNT en la revolución· española", &s. Ruedo Ibérico. París,1971,volumen .,pág. 175.(3).- Se juzgaron a miembros de los comités del Frente Popular de Tuancón, Cabañas de Ye­pes, Tribaldos, ViIlar de la Encina, Quintana del Rey. Bellnchón y otras localidades, al capitánde Milicias Luis GamiJIa ya los dirigentes anarquistas de Valvidriera y Molios de Rey. que fue·ron condenados a muerte y ejecutados todos ellos. Igualmente fue juzgado y ejecutado JoséOlmeda, que había profanado sepulturas en la iglesia del Carmen de Madrid. Y, así, una largalista "de criminales, que al amparo del desgobierno de los primeros tiempos de la guerra, actua­ron contra el derecho de gentes y contra la paz. Tuñón de tara. "La España del siglo XX.1914.1939", Librería ~pañola_ París, 1973, págs. 458-459.

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funciones religiosas, fervores católicos, explosiones de fe y un largo et­cétera. Suscripciones para el monumento a Franco, para el álbum deMuga, nombrándole hijo adoptivo de todos los pueblos sorianos laimpiedad de los rojos y sus horrendos crímenes, su cobardía y su at~is­mo, la conversión de las iglesias en la zona republicana en almacenes-como si en Soria la ermita de Santa Bárbara y la iglesia de San Miguelen Alr'nazán no hubieran sido destinadas a cárceles- y. 'paralelamente atodo esto, noticias y crónicas del frente, explicando cómo unos españo­les -los rojos- corrían como conejos, y otros españoles -los naciona­les,iahi, y los moros- luchaban con heroismo como leones embrave­cidos con la bendición de Dios.

Resulta curioso y hasta divertido leer la prensa soriana de aquellosterribles días. Charlas de Queipo de llano, tan caritativas, tan cristia­nas, tan llenas de humanismo, de religiosidad, tan valientes y tan pa­triotas. Coplillas del "Sorianillo", sobre los hijos de la Pasionaria he­roicidades de los valientes italianos, cantos a Mussolini, loas a HitÍer ymaldiciones a las democracias corrompidas, al liberalismo emponzo-·ñando las conciencias, disgregando la Patria, anulando el sentimiento, lafe, los valores eternos...

Y nada más.. _ hasta la Victoria. Así pues, nada pasó en Soria quefuera censurable. Y como nada sucedió, no había por qué hacerninguna llamada a la piedad, a la concordia...

Hemos buscado infructuosamente, textos escritos de las homilíaspronunciadas por los sacerdotes, para a su luz, conocer mejor -y poder­lo transmitir- sus sentimientos y sus reacciones frente a los sucesos quese desarrollaban en Soria. Conocemos, no obstante -la tradición oralno se agota nunca- el sentido de muchos sermones y tenemos queconfesar, que en ellos predominaba más la vindicación de las ofensasrecibidas en la zona republicana que el examen sereno de la situación,los anatemas sobre la comprensión, el fanatismo sobre la piedad. En unapalabra, muchos sacerdotes sorianos, no supieron sustraerse a la presiónambiental y actuaron de acuerdo con ella. Fueron beligerantes y frenteal terror planificado científicamente, premeditadamente -ya hemos vis­to la circular de Mola- no opusieron lo que debió constituir su estrate­gia: la caridad planificada, con sus verdaderas armas: la predicación,el amor, la paciencia, la perseverancia, el sacrificio y el ejemplo para ali·v!ar el dolor d.e los detenidos, de los condenados, de los expuestos a mo­rir en cualqUIer momento en los muros de algún cementerio o en lascunetas de cualquier carretera. Esta estrategia es a nuestro juicio laverdadera enseñanza del Crucificado. '

Como no podemos transcribir literalmente ninguna homilía de sacer.dotes sorianos, vamos a tomar prestado del libro "Doy fe" de AntonioRuiz Vilaplana, Secretario Judicial de Burgos hasta julio de 1.937,

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Presidente decano del 11 ustre Colegio de Secretarios Judiciales, que nosdice en sus páginas 191 y 192, lo siguiente, atribuído por él a dos ser'.mones, uno en la catedral de Burgos y otro en la iglesia de la Merced dela misma ciudad, en el año de 1.936. Copiemos:

"No podemos, no debemos, ni conviviremos jamás con el socialismoimpío, ni con el liberal, que ha manchado sus manos con tanta sangre ytanto crimen... iGuerra a sangre y fuego! Que no haya tregua ni cuar.tel hasta que la victoria de la Religión y del Orden no se realice plena.mente. La sangre de tantos hermanos nuestros sacrificados, martiriza.dos bárbaramente, nos lo exige y lo demanda... ".

En la iglesia de la Merced, un domingo, en plena misa, después de unacto religoso ante las autoridades y clases patronales, la voz del predica.dor interrumpía la liturgia del Santo Sacrificio:

"¡Vosotros!, Vosotros que os llamabais cristianos te.neis la culpa demuchas cosas. Habeis convivido, tolerado, dado trabajo al obrero sindi.cado en sociedades enemigas de la religión y de la Patria, habeis desoídonuestras advertencias y tratado con judíos y masones, con ateos y rene­gados, contribuyendo a dar pujanza a las logias que nos habían de hiJn­dir en el caos. iAprovechad esta trágica lección!. iDebeis ser, debemostodos ser para ellos como el agua y el fuego! Ni un punto de contac·too .. , ni perdón para los criminales destructores de iglesias, asesinos deprelados y sacerdotes virtuosos,. Que no quede entre nosotros ni aún

•la semilla, la mala semilla, que es siembra del diablo. i Los hijos del de-monio son también enemigos de Dios!".

Es difícil al releer lo transcrito no sentir un estremecimiento de pa­vor. Dicho por un escuadrista, por un activista o por quienes participa·ron directamente en la represión, ya resulta tremendo, pero en boca deun prelado en la catedral de Burgos o de un predicador, nos parece ri­zar el rizo del fanatismo, de la intransigencia, de la crueldad. Aquellaspréd icas en la mente de las gentes sencillas, tuvieron que tener efectosdemoledores. Cuando desde el púlpito que debe ser remanso de paz,templo dela serenidad y del amor, espejo dondese refleje el sentimientode la piedad, de la comprension y del perdón, se incita y se exaltan lasbajas pasiones y se fomenta la semilla del odio y se pide" iGuerra a san­gre y fuego!" se hace un flaco servicio a la causa del Cristianismo quese pretende defender. El arma del cristiano, sobre todo si es sacerdote,no es la palabra lanzada como un látigo envenenado, que intoxique aúnmás las conciencias, que avive aún más las llamas del odio, que ya ardíaen tantos corazones cerrados al amor, sino la palabra serena, la caridad,la misericordia ... y, en todo caso, el perdón.

Quien utilice el nombre de Cristo para fomentar la impiedad, nohace otra cosa que negarlo al menos en su esencialidad. El cristero esla corrupción, la negación del cristiano, como la demagogia lo es de la

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.G_démocracia, el terror lo es de la revolución.:'t~.' Pero volviendo otra vez a Soria y enla.zando con la tradición oral, los:,',sermones de muchos sacerdotes, en su esencia, fueron coincidentes con,,' lbs transcritos. Yen cuanto a su actividad personal, a su influencia acer­":"cil'"de las autoridades, fue, en el mejor de los casos, de inhibición. Pu­':'dieron haber presionado para evitar la represión, o para suavizarla al

iÍ'Íenos; no lo hicieron. Cuando fueron requeridos para asistir a las eje­. ¿¡¡dones -en muchos casos, las ejecuciones se llevaron a efecto sin la'. Nesencia de los sacerdotes- se limitaron a cumplir con el ritual yaquí

~i1z y después gloria.." Posiblemente, muchos sacerdotes asistirían con el corazón acongoja­

·ao·a tales actos; incluso habría muchos que en su fuero interno lo la­iTÍentarían, y aún los condenarían, pero lo que es cierto es que muy po­cos intervinieron con energía para tratar de evitarlos. Y lo que esiiidudable es que el clero en su conjunto, tuvo en aquellos tiempos unaImportancia importal]tísima, decisiva, determinante, cerca de las auto­ridades civiles y militares.

¿y qué decir de los informes de los párrocos de tantos pueblos, acer­ca de sus convecinos?, ¿cuántas personas vieron prolongada sudetención por los informes desfavorables de los sacerdotes de sus pue­blos? ¿Cuántos jóvenes movilizados, al llegar a sus regimientos, pasarona los calabozos y sufrieron un destino más trágico, porque los informesde los alcaldes y párrocos, hacían constar su ideología izquierdista o sumilitancia sindical? ¿Cuántos maestros fueron expulsados de sus carre­ras, porque los sacerdotes emitieron informes sobre su liberalismo -elliberalismo es pecado- o su pertenencia a un partido político? No.El clero soriano no se caracterizó, ni por su comprensión, ni por su pie­dad; hablando en términos generales, y salvando cuantas individualida­des merezcan ser salvadas.

Cuando se captura al maestro don José Tabernero, merced a la dela­ción de quien tenía la obligación moral de auxiliarle, y se le traslada a~ovaleda, y el párroco exclama "ya traen a Tabernero bien atado", estaexpresión, referida a un hombre totalmente inocente que sería fusiladoaquella misma noche en Ausejo de la Sierra, sin que se le prestara nin­gún auxilio espiritual -y menos se le sometiera a proceso- pone demanifiesto no solamente la m ísera condición moral del autor de la· frase,sino su espíritu vengativo, su rencor y su alegría por el sufrimiento aje­no, y lo que es más grave, la subversión completa de los valores más sa­grados de un espíritu cristiano.

Pues, desgraciadamente, el párroco de Covaleda, que se apresuró areclamar en 1.936, el importe de sus sermones en los años 1.932, 33,34, 35 y 1.936, demostrando su preocupación -seguramente legíti­ma- por defender sus intereses materiales, y se abstiene de velar por la

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seguridad de sus feli~reses v aún parece que le satisface el trágico des­tino de uno de ellos, no es caso único y excepcional en nuestra tierray en aquella época tenebrosa. . .

La tradición poi ítica de España abunda en la eXistencIa, a lo largo desu historia, de los curas "trabucaires", cuya indignidad moral corre pa­reja con la de los incendiarios de igle~ias y asesin~s de sacerdotes. Te­nemos un ejemplo histórico, que nadie se atrevera a negar: el famosocura Santa Cruz, que practicaba al mismo tiempo la teología y el pis­toletazo. Pues bien: en nuestra pacífica tierra soriana, en 1.936, al curaSanta Cruz le salieron algunos imitadores; pocos, pero algunos, que al­ternaron el' bonete con la boina roja, la predicación con el activismo.Los sorianos de edad recuerdan la imperturbable efigie móvil del curadon Demetrio por las calles de Soria, armado de pistolón y enfundadoen traje de campaña rematado en boina roja.

En honor a la verdad, ya que en Soria no podemos resaltar, con tes­timonios públicos, la oposición de ninguna jerarqu í~ eclesiástica a los'crímenes cometidos; ni su condena expi ícita, consignaremos que enPamplona el obispo Marcelino Olaechea sí lo hizo; un poco tarde, ennoviembr~ de 1.936 cuando los "paseados" en Navarra sumaban milesy miles pero lo hi{o. "iPerdón, perdón!. Sacrosanta ley del perdón.No má; sangr~, no más sangre". "No más sangre que la que quiere elSeñor que se vierta, intercesora, en los campos de batalla, para salvar anuestra Patria gloriosa y desgarrada". "Hemos abrazado una lev de oer­dón y en ella nos apoyamos para que Dios nos perdone". "Mueran losodios"(4).

Que se sepa ninguna jerarquía eclesiástica a nivel nacional, ni antesni después imitó el ejemplo del obispo, de Pamplona. iCuán distintahubiera sido la situación si el obispo Marcelino Olaechea hubiera pro­nunciado estas frases en julio de 1.936 y a ellas se hubieran unido lasvoces de sus compañeros en el episcopado! iCuántas vidas inocentes sehubieran salvado cuántos horrendos crímenes se hubieran evitado!.Pero la historia c~minó entre silencios e inhibiciones, por otros derro­teros, y la sangre corriÓ a torrentes, empujada por el fanatismo y elodio.

Cómo se falsea la Historia

En el año 1.936, don Felipe García era alcalde del pueblo soriano deAbejar. Meses antes del 18 de julio, falleció un vecin,o, que se habíanegado a confesar. El sacerdote' se opuso a que se le diera sepultura en

(4).- Ver la prensa navarra: 15 de noviembre de 1.936.

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el cementerio de la localidad, basándose en aquella negativa. Como nohabía recibido la Extremaunción, consideraba el sacerdote que habíamuerto en pecado y no debía ser enterrado en el cementerio católico.El cadáver permaneció dos días en el domicilio, y enterado el alcalde y

, requerido por los familiares del di.funto, intervino cer~a del sace~d~~e

para lograr que se realizara el entierro, cosa que, al fin, se conslgulo,no sin una dura porfía entre el sacerdote y el alcalde. Como consecuen­cia de lo sucedido, las relaciones entre ambas autoridades civil y ecle·siástica se mantuvieron más que frías y distantes, tensas.

Iniciada la contienda, el alcalde de Abejar es detenido y en 'unión deotra persona, fue conducido en un cam!ón a Covaleda, d?nde se intre;

'dujo en el mismo, al maestro d.on Jose Tabernero. Bullon, que h~bl~sido aprehendido en las proximidades de esta localidad, con anteriori­dad. Los tres detenidos llegaron a Soria y fueron ingresados en la pri­sión' provincial. Aque!la misma noche fueron extraídos de la cárcel, porvarios falangistas que los fusilaron en Ausejo de la Sierra. Estos son .Ioshechos. Veamos ahora, la falsa historia, referente al alcalde de Abejar,tan alevosamente asesinado.

La HOJA DOMINICAL, suplemente popular de la revista "Eclessia",número 2.032, de fecha 1 de noviembre de 1.981 (domingo), en su pá·gina tercera y en un recuadro llamativo, aparece lo siguiente, que trans­cribimos'literalmente:

"LO PRIMERO ES SER LAICO. (Un caso curio­so). Los extremos a que llegó el laicismo en Españacuando la Segunda República, dieron lugar a suce­sos verdaderamente curiosos, como el s,iguiente.En Abejar (Soria) falleció un vecino. Enterado elpárroco acudió inmediatamente a la casa del di­funto, pero el alcalde no le dejó entrar, pues paraello había que ser laico.Al día siguiente, se verificó el entierro, civil por su­puesto, y al regresar del cementerio, el alcalde dijoa la viuda:- Como somos laicos ante todo, el cura no ha idoporque para eso estaba yo allí, para impedirlo.- Muy bien -corearon todos. iLo primero es serl · IaICO ..- Ahora -añadió el alcalde-, recemos todos unpadrenuestro por el alma del difunto.y todos se pusieron a rezar."

Muchas cosas se podrían decir, del contraste entre la verdadera his·toria de lo que ocurrió en Abejar, y la falsedad consignada en la HOJADOMINICAL de la revista "Eclessia". El lector puede sacar sus conclu-

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Unas frases proféticassiones. Nosotros, por nuestra parte, lamentamos que una revista religio.sa, que se reparte en los templos, descienda a mentir tan descarada.mente, falseando la verdad y contribuyendo a deformar las concienciasLa verdad os hará libres, dijo Jesucristo, pero por lo visto, la HOJA DO:MINICAL no lo entiende así, o al menos en este caso concreto, no sigueel mensaje del Crucificado.

Pero es que además, esta falsedad tiene un agravante, ya que ensuciala memoria de una persona que sufrió martirio, pues nadie puede igno.rar que fue vilmente asesinada.

El 14 de abril de 1.979, los restos de don Felipe García, fueron exhu.mados y recibieron sepultura definitiva, en Covaleda, el día 21 del mis­mo mes y año, en compañía de sus compañeros de martirologio y deotros compañeros asesinados en la Venta de Valcorba. Lo que estamoscomentando, no es un suceso trivial, intrascendente, anodino. Se tratade algo mucho más grave y que demuestra, hasta qué punto, después decuarenta y cinco años de aquella horrible guerra civil, hay revistas yplumas, que en vez de iluminar y esclarecer la Historia, la llenan dementiras, deformándola a su capricho, quizás para mantener vivas' susantañonas intransigencias.

La HOJA DOM IN ICAL del 1 de noviembre de 1.981, distribu ída enCovaleda, al igual que en todas las iglesias de España, hace un flaco ser­vicio a los fines que la Iglesia debe perseguir: difundir la verdad yformar debidamente las conciencias de sus feligreses.

La Iglesia y el Régimen, ambos representados en sus dirigentes más señalados uni·ficaron sus intereses en un significativo gesto común. (Foto: Historia Internacional,marzo, 1.976).

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:1if..' Don Patri~io Mart!~eZ era co~~ratista de obras y fue una excelente,!f" perso.na; tenl~. u.na hiJa y t~es hiJos varones: Angel, Antonio y José.:':' El primero milito en el Partido Republicano Radical Socialista. En una:', de, I.~ fotC!s que se p~blican en ~s!e libro, aparece con un grupo de co­';', rrellglonarlos. Antonio era apolltlco y hombre modesto y sus amigos,', er~n todos de proced:ncia humilde. José, el m~s joven de los tres y el.,' mas orgulloso y dominante, .fue uno de los primeros falangistas soria·C', nos. Uno de los autores del libro fue compañero de colegio de los tres, por cuyo motivo los conoció profundamente. '

José Martínez Verguizas, el que después sería el jerarca falangistamás destacado en Soria, no pudo pasar del primer curso del bachille·rato y, desde luego, es de dominio público consignar que sus dotes in­telectuales fueron más bien escasas y, más todavía, su preparación cul·tural.

Don Patricio Martínez era, en el año 1.936 el constructor del actualGobierno Civil y del edificio conocido com~ "la casa del ascensor".J~an Sanz Chamor~o .trabaja~a como ,albañil, en este último edificio yVIO, antes del Movimiento, como Jose Martmez Verguizas "el Mani·nas" para sus. a~ígos, estab~ enseñando a otros falangist;s, Huertas,Smet, Pedro J'~enez, un~s pistolas..A! ~,arse cuenta Verguizas, de queJuan Sanz habla presenciado la exhlblcron de las armas le dijo con lamayor seriedad: "Juanito, no tardando mucho va a hab~r TRESCI EN·TOS MIL PRESOS EN LAS CARCELES, vosotros o nosotros".

L3; afirmación de José Martínez Verguizas resultó profética, aunquequedo por debajo de la realidad. Fueron muchos más de trescientosmil los españoles que ocuparon las cárceles' y las mazmorras y los cam·pos de concentración, que fueron surgiendo a lo largo y ancho de lageografía española. Y fueron más de TRESCIENTOS MIL los españolesque encontraron la muerte frente a los pelotones de ejecución y/o aman?s de pistoleros sueltos. Aunque la cifra se quedó corta, estremecela frialdad cC!n que fue expre~ada y a.ún. causa más 'asombro, que elautor de la misma, fuera despues en SOrla, Junto con el teniente coronelMuga, el Goberna~?r Civil y el primer jefe de la Falange, Lama Norie·ga, uno de los artlflces con mayor peso y autoridad en nuestra ciudaden la pretendida construcción del ORDEN NUEVO DEL REGIMEN'que iba a elevar a la Patria a sus más altos destino~ para envidia deimundo occidental corrompido y decadente. '

Asombra y asusta la facilidad con que en el pasado -y Dios quieraque el pasado nunca pueda repetirse- determinadas personas contem·

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piaban la idea y la posibilidad, o, más bien, la necesidad de que T~ES.

ClENTAS MIL PERSONAS, de un color u otro, fueran detemdas,para imponer una u otra política. José Martínez Verguizas, cuando ha·biaba en aquellos términos -y cualquiera otro que lo hiciera desde otropunto de vista- estaba cayendo de bruces en la irracionalid~d .y el cai·nismo. Los españoles que entonces -y los que puedan eXistir hoy­creían poder arreglar Ispaña encarcelando y matando ~ centenares demiles de compatriotas, y lo anunciaban y presentían frlamente, no po·drán jamás tener la conciencia tranquila y la sombra enrojecida de Caín,alimentará perpetuamente sus pesadillas.

y que las frases de José Martínez Verguizas fueron proféticas, ya lohemos visto en las páginas precedentes.

Vista parcial de la ciudad de Soria en 1.936. (Foto: archivo hermanos Carrascosa).

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El profesor, don Melchor Figuera Andú, Cated~átic<>. de Latín delInstituto de Segunda Enseñanza de Soria, fue detemdo e Ingresado en laprisión de Soria y trasladado a la de El Burgo de Osma, sin que se conoz·ca su suerté final.

Ignacio Sanz Chamorro, hermano de Juan y de Angel, cuyas aventu­ras ya hemos relatado, fue denunciado por "el Patillas" y detenido. Es­tuvo en las cárceles de Soria, San Leonardo, Madrid y Valladolid. Ladenuncia del célebre "Patillas" le llevó a ser juzgado por un Consejo deGuerra y una condena de 14 Af\lOS y UN MES. Fue puesto en libertaden el año 1.943.

Pedro Lacusant, del Partido Republicano Radical (de. Lerroux),·fue detenido y permaneció en la cárcel hasta el final de la guerra.

Matías Gracia también republicano de Lerroux, fue detenido en sudomicilio de Pue~tas de Pró, 48, segundo. Estuvo en la cárcel de Soria yluego en la prisión de Torrero de Zaragoza.

Un tal Nafría, albañil de la CNT, estuvo detenido en 105 calabozosdel Gobierno Civil y, según García Mozo, fue éste quien le salvó delfusilamiento.

También García Mozo afirma que salvó la vida a los cenetistas RafaelFernández que trabajaba en el Servicio· del Trigo con Aurelio Labanday a otro, ferroviario, éste cuyo nombre y circunstancias no se recuer­dan, quienes sólo sufrieron un periodo de detención.

Julián Hernández de la Iglesia, que había pertenecido a las Juventu­des Socialistas al llegar 105 requetés, se refugió en su casa durante unosmeses; Cuand¿ detuvieron a Matías Gracia, Julián estaba.en el piso deaquél, ya que ambos eran vecinos. Decidió entonces ponerse al hablacon don Gabriel Liso, propietario de una agencia de viajes o coches delínea, a quien le ofreció sus ser,vicios como chófer, para así)ustific~~

su conducta. Trabajaba y no salia apenas a la calle. Pero un dla, acudlollamado por su jefe, sr. Liso, al café Talibesay¡ do~de éste, tenía la ter­tulia, y estando en la barra del bar, se le acerco Julio Garcla Mozo, quele preguntó dónde había estado: "Te hemos estado buscando sin encon­trrte' anda vente conmigo". Y así, el buen Julián ingresó en los calabo­zos del G~bierno Civil, donde permaneció unos siete meses, hasta quemovilizada su quinta fue puesto en libertad. Al llegar a su destino mili­tar, se encontró con el grave problema de los informes desfavorables,que al fin pudo orillar no sin graves dificultades. Pero afortunadamente,nada le ocurrió y terminó la guerra sano y salvo. Al regresar a Sorla, esde suponer que le daría las gracias a quien le llevó al Gobierno Civildetenido.

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Los prisioneros de Sigüenza

Uno de los episodios más tristes de la represión en Soria fue la delos prisioneros de la catedral de Sigüenza. No es posible establecer conexactit~d el número de los que llegaron a Soria y no se sabrá hasta quesea posible el acceso a los archivos. Posiblemente, el número de los lIe.gados a Soria, fuera inferior al señalado en el reportaje, publicado enSORIA SEMANAL que los calculaba en unos setecientos. Hay todavíanumerosos supervivientes y los testimonios coinciden en muchos aspec·tos que luego relataremos, si bien difieren en el número. Para unos máspara otros menos. '

En EL AVISADOR NUMANTINO de Soria, del día 17 de octubrede 1.936, puede leerse: "A las cuatro de la tarde del día anterior empe­zaron a salir los milicianos en la forma indicada por el Comandante Mi­!itar, sr.. Manriqu~, con las manos en alto y sin armas. A medida queIban saliendo, deJaban a un lado ropas de abrigo y los objetos que noeran indispensables. Unidos de tres en tres y maniatados, fueron condu­cidos al teatro de Sigüenza". "El número de los que se han rendido as·ciende a 678. Al verificarse los cacheoS, se encontraron a los detenidosrelojes ~~ p~lsera, nav~j~?, joyas, tabaco de lujo, muñecas y cantidadesen. metallco '. La rendlcl?n. de los defensores de Sigüenza y, por consi·gUlente, la calda de la Villa en poder de las fuerzas franquistas, alcanzóuna gran resonancia en toda la zona nacional y, especialmente en Soria.Pron~~ se supo que I?~ prisioneros ten ían su destino en nuestra capital.El. viaJe para los, prrslOneros ~upuso un verdadero calvario. Llegaronprll'hero a Almazan, donde tuvieron que detenerse los camiones junto alpuente del Duero, porque una gran cantidad de gente en actitud agresi·va se había aglomerado -había habido un repique general de campa­nas- e impedían que los vehículos siguieran circulando, al grito de "AlDuero con ellos". Los guardias civiles que custodiaban a los prisioneroslograron imponerse y los camiones siguieron adelante. Unos kilómetrosmás de recorri.do; y una parada para que los detenidos hicieran sus neceosiades, a la orilla del pinar. Una nueva parada en Lubia, sin bajar de loscamiones, entre la curiosidad de los lugareños y de los chicos de la es­cuela, que fue cerrada, para que pudieran contemplar el acontecimien­to. Aquí no hubo amenazas. Llegaron a Soria a la caída de la tarde~!en~o ~eci~idos con ~ritos hostil,es por algunos grupos de persona~

caritativas . Lo demas, ya quedo reflejado en el reportaje: corte depelo al cero, nuevo registro, estancia en la plaza de toros donde entrólibremente quien quiso; luego al cine Proyecciones y, más tarde, al cuar·

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tel de Santa Clara, donde quedaron recluídos, durmiendo en el suelosin paja y sin mantas. A los ocho días, cuatro camiones transportaro~paja, que fue esparcida por las paredes en su unión con el suelo.· Hayque advertir, como señaló EL AVISADOR NUMANTINO que al ren­dirse los prisioneros, hubieron de dejar sus prendas de abrigo.

Empezaron seguidamente los "traslados", como se relata en SORJASEMANAL y la cifra de prisioneros fue disminuyendo. Muchos "tras·ladados" yacen en "las Matas de Lubia" y otros, en los cementerios deLas Casas y Soria, sin que se descarte la existencia de más fosas en lu·gares todavía no conocidos. También es posible -aunque ningún datoapunte en este sentido- que hubiera prisioneros que fueran realmente

. trasladados. .Los. prisioneros sufrieron algunas enfermedades comunes a todos o

casI todos; disentéría, reúma, artritis, anemia; algunos tuberculosos;sarna, todos, pues no se podían lavar ni cambiar de ropa. Un prisioneromurió de erisipela y estuvo dos días, ya cadáver, en la nave de deten­ción. Algunos prisioneros murieron de una enfermedad contagiosa. que·producía hinchazón en la lengua y, finalmente, asfixia. (Esta enferme­dad, fue también padecida por algunos soldados, destinados en el cuar·tel de Santa Clara, que fallecieron igualmente).

EL AVISADOR NUMANTINO, el 25 de enero de 1.937', anuncióla llegada del ~harlista García Sanchiz a Soria,. invitado por el generalMo~ardó. "El general quiso que Sanchiz con su palabra mágica y sua­sOrla ganara para la causa de España a los DOSCIENTOS prisionerosque aproximadamente estaban recluídos en nuestra ciudad". Y añadió:"Si la ganzúa de oro de las palabras del charlista no abre para el bien loscorazones de estosdesgraciados, ya nunca curarán de su demencia".

El periódico LABOR relata así el acto: "En el amplio salón delgaraje Hergueta, tuvo lugar la segunda charla para los presos. (La prime·ra. se hab,ía celebrado e! día anterior en el Teatro Principal, para el pú­blico sOriano). En la tribuna levantada en el garaje Hergueta y, junto aMoscardó presidiendo el acto, asisten todas las autoridades militaresciviles y eclesiásticas. García Sanchiz promete en nombre de MoscardÓque ninguno de los allí presentes sufrirá la última pena. Los prisioneroslloran entre aclamaciones a Moscardó, a España, al generalísimo Francoya García Sanchiz" (1).

(J).- Uno de Jos autores del libro asistió a esta chltla y no es cierto que los prisioneros llorarany, menos, de alegría, de entusiasmo. Estaban tristes, abatidos, resignados. Parecían autómatasresp?ndlendo a las consignas recibidas. Uno de los prisioneros dirigió unas palabras, ofreciend~·su. Vlda por Espana y sonaron algunos aplausos apenas audibles. En resumen, un acto triste de­pnmenre,. con un S~n"chiz arroga~~e y nada :arir~livo y un público asisten té, más hostil 'quecomprenslv~. Los priSioneros comlendose en SilenciO su amargura, vestidos con harapos, dema­c~ado$, casI al borde de la consunci~n. El única rasgo de gc"nerosidad. fue el de Moscardó, pi"dlendo un recuerdo para todos los caldos.

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Ya se consignó en el reportaje que Moscardó trató de humanizar eacto, aunque la charla de Sanchiz, con su palabra "mágica" fue una verdadera burla y, hay que resaltar que desde la llegada a ~oria del generalmejoró la situación de los presos. Algunos fueron puestos en libertadentre ellos varios que pasaron a ser confidentes. Otros fueron ingresados en la cárcel de Soria. En la primavera de 1.938 quedaban en el cuartel de Santa Clara, aproximadamente unos cien prisioneros, que fueroldivididos en tres grupos, en razón de las profesiones de cada uno: Ulprimer grupo, de unos 40 miembros, profesionales de la madera; un segudo grupo, de unos 30, del ramo metalúrgico, principalmente vascos'asturianos; y un tercer grupo, formado por el resto, con profesiones diversas.

Estos tres grupos salieron simultáneamente, quedando el cuartel si,prisioneros. Fueron destinados a Burgos ya Bilbao, principalmente. Lode Burgos fueron al campo de concentración de San Pedro de Cardeña.

Después de la charla de García Sanchiz, cuando según la prensa qUEdaban unos doscientos prisioneros, parece indudable que las "sacas" ,"traslados" cesaron. Hubo un intento de fuga de tres prisioneros, dlos que únicamente uno logró escapar del cuartel, en febrero de 1.93;pero fue capturado y conducido a la prisión provincial de Soria. Al cabde unos cuatro o cinco meses, tras haber sido juzgado fue llevado ¡

cuartel de Santa Clara, con el pelo cortado al cero y acompañado de usacerdote. Un piquete del ejército lo fusiló dentro del recinte, al aman,cer, delante de todos los prisioneros formados, que luego desfilaríajunto al cadáver, dándole vista. El prisionero murió dando vivas a Crí'to Rey. En una tribuna estaban un comandante y un capitán. Antes dser ejecutado, le leyeron la sentencia .

El citado prisionero fue el único ejecutado en la forma descrita ~

que sepamos, el único que fue juzgado por la Comisión de un delit,cometido' después de la rendición de los prisioneros en la catedral dSigüenza. Por el contrario, según testimonios de varios supervivienteya estando en el cine Proyecciones de Soria, aquella misma noche, c<locaron en el escenario unos grandes focos, para iluminar el recinto;una de las milicianas capturadas, fue denunciando o señalando a algun<de los recluídos. En total, unos catorce, que fueron extraídos del ciry que al parecer fueron fusilados en el cementerio de Las Casas. Aqlaparece una 'contradicción con lo relatado en el reportaje de SORIA SIMANAL, donde se dijo que fueron dos solamente los extraídos y fU!lados, porque aSI lo consignaron dos supervivientes. Más tarde, han sidvarios los ex·prisioneros, que aseguran que no fueron dos, sino catorcy que la causa fue la delación de una de las compañeras, convertida t

confidente, y que aspiraba a ser canjeada por algún preso de la zona rpublicana, ya que, al parecer, su padre tenía algún cargo de importanc

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II

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," 'en ella. No hemos podido precisar cuál fue el destino final de 6sta mi-liciana, ya que estuvieron siempre separados hombres y mujeres y los

, prisioneros nunca volvieron a ver a sus ex-compañeras. A los pocos días, de estar en el cuartel de Santa Clara, un periodista de MUNDO OBRE­,'RO a quien todos sus compañeros conocían por-,su elevada estatura," m'ás de uno noventa, y porque portaba una capa negra, fue fusilado en

el wáter, sin que sus compañeros supieran los motivos, aunque todosvieron su cadáver, con camisa y pantalón y sin la capa, que quedó pn lanave donde estaban recluídos.

Todos los testimonios coinciden en señalar que los más duramentecastigados fueron los prisioneros pertenecientes al partido comunista,r, en especial, los ferroviarios (Batallón de ferroviarios) que habían ope­rádo con las máquinas blindadas en la primera línea del frente y quefueron los primeramente "trasladados". Luego otros traslados se efec­tuaron a bulto, en la forma indicada en el reportaje. En estos trasladosintervenían "personas con albarcas, camisa azul y fusil". Los prisionerosveían a estas personas en la puerta del cuartel y en grupos, entrando alcuarto de guardia de la Guardia Civil; y advirtieron que las camisas azu­les que vestían estaban todavía sin planchar y con las cuadriculas mar·cadas, como si acabaran de sacarlas de los fardos.

Antes de la llegada de Moscardó, una noche sacaron a un grupo decatorce o dieciseis prisioneros atados con cuerdas, de dos en dos.Fueron conducidos al cementerio de Soria, permaneciendo all í hasta lamadrugada, al lado del cementerio civil. los prisioneros estuvieron ate­rrados pensando en su inmediato fusilamiento, pero, por razones nuncaexplicadas, desde el cementerio fueron llevados atados al Castillo y unavez allí, les soltaron las cuerdas y les obligaron a plantar pinos. Losguardianes eran diez falangistas, o si se quiere, diez individuos con cami­sa azul. De aquellos catorce o dieciseis prisioneros viven, que sepamos,tres, que comentan este hecho como el más amargo de todo su cautive­tio y el que más impacto les dejó, pues, atados, a la puerta del cemente­rio y condiez hombres armados,que los habían trasladado a dicho lugarprofiriendo amenazas, insultos y a empujones, nunca pudieron imaginarque serían dedicados a labor de jardinería. Si fue una broma macabra o,si hubo contraorden ya nunca lo sabrán, pero aquella noche perduraráen su recuerdo eternamente, como una pesadilla terrible.

Quedan varias incógnitas por despejar: ¿cuántos prisioneros llegaronrealmente a Soria de los 678 que, según la prensa soriana, se rindieron?Todos no, porque consta por numerosos testimonios que algunosfueron fusilados, inmediatamente de la rendición, al ser denunciadospor personas de Sigüenza. Por ello, hemos dicho, que la cifra reflejadaen el reportaje de SORIA SEMANAL quizá sea mayor que la real, pero

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por otra parte, una vez rendidos los prisioneros que,r~~istían en la catedral, fueron también capturados otros grupos de milicianos en los pueblos cercanos, Otra incógnita: ¡cuál fue su destino? ¡Llegaron éstos,Soria,- después de la primera y. mas importante expe?ición de presos?¿Se quedaron en el camino? Sabemos que en la carcel de Almazánhubo detenidos procedentes de pueblos de Guadalajara y que alguno!-varios maestros entre ellos- fueron fusilados. De los 200 prisioneroque quedaban en el cuartel de Santa Clara, aproximadamente, cuandose celebró la famosa charla de García Sanchiz, ¡cuántos realmente fueron puestos en libertad, cuántos ingresados en la prisión de Soria .cuántos trasladados realmente o en sentido figurado? Porque, lo qu,sí parece indudable y en esto coinciden todos los testimonios es que afinal, en la primavera de 1,938, cuando se desaloja el cuartel, solamentquedan unos 100 prisioneros (1).

De todas maneras, aunque exista un pequeño error en la cuantificación no hay duda de que la sangría fue extremosa y que en la tierrsoriana yacen unos centenares de personas de las que fueron aprehenddas en la conquista de Sigüenza y pueblos cercanos y que muchas minos sorianas se tiñeron de sangre.

Confiemos en que los archivos algún día, puedan ser investigadocon racionalidad, para despejar estas incógnitas, po~que, repetimo!nos conviene a todos saber la verdad, para tenerla siempre presenltSi realmente sabemos adónde nos puede conducir la locura colectiv.quizás nos sea posible actuar con más serenidad, con más paciencia, comás comprensión, con más tolerancia. Convivir siempre es mejor quluchar y España y los españoles sólo nos salvaremos usando siempre Ipalabra, siempre, siempre, con paciencia y con tesón. Nunca repitiendel pasado.

(1)._ A nivel testimonial ya hemos contado -véase Lubia, "parajes de los fusilamientos- :ejecución, como mínimo, de dos grupos de prisioneros de SigOenza: un primero de 30 personaacaecido quizá el 18·11·1936, en "el Barranco Loboso" y un segundo de 12 llevado a cabo,24.12.1.936, en el "Pasillo del medio". Por la vía documental -según el Registro Civil dSoria- cabe anolar el fallecimiento de: 1.- Pablo Alonso Utande, de 58 años, nalural de Torr·cilla del Ducado (Guadalajara), que muere el J de enero de 1.938 a consecuencia de "colapso'2.· Mariano Cabrerizo Díaz, de 59 años, nalural de Mandayona, labrador. 3.- Manuel Garbajo!López, de 52 años, de Riosalido (Guadalajara). 4.· Gregario Angula Díaz, de S1 años, nalur;de Ciudad Real. s.· [n~ique Hernández Sánchez, de 35 años, natural de Madrid. 6.- Hilario DIrabio Cuenca, natura) de Soria y domiciliado en la cl Tejera, 56-bajo, herrero, hijo de Dominly Juana. 7.· Juan de Aceña Gutiérrez d~ Tovar, de 35 años, nalUral de Almería. 8.· Hilario Cava Martínc2, de El Burgo de Osma, maquinista, hijo de Marcos y Josefa. 9.- Clemenle Domílguez Eslehan, de 34 años, nafural de Jadraque (Guadalajara). Todas eslas personas, excep!oprimero, mueren a las 5,50 del dia 1I de marzo de 1.938. La causa del fallecimiento -segunRegislro Civil- es "colapso". Y las inscripciones se practican en virtud de oficio remitido peel tenie-nle coronel JU~2 Instructor, [·lorencio Lalorre. Las inscripciones están realizadas connúmero 354 del Libro 59 la primera; y con los números 21 a 28, inclusive, del Libro 60,1;ochu reslanles. Evidentemente, no figura d lugar dd fal!ec:imienlo.

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Vencedores y vencidos

Hemos visto la represión física, consistente en la eliminación por lavía rápida de tantos desventurados; hemos hecho referencia a las cár·celes repletas de detenidos, a la multitud de funcionarios destituídos desus cargos y privados de sus sueldos y cómo, a personas qúe fueron ase­sinadas, como don Juan Antonio Gaya Tovar, se le embargan despuéssus bienes, y no se le restituye la libre disposición de los mismos a susherederos hasta que satisfacen la multa de siete mil pesetas, impuestapor el Juzgado de Responsabilidades PoJ(ticas.

La represión tuvo multiplicidad de formas. No fue la explosión súbi­ta y desordenada de un estado emocional y, por lo tanto, transitoria.No. La represión fue algo metódicamente concebido y realizado, refle­xiva y conscientemente. Había que sembrar el terror, como dijo Mola,pero él, o quienes le sucedieron en la alta dirección de la represión, unavez la sublevación triunfante y Mola fallecido, decidieron que el terrorimperante, no disminuyera su presión, y, de hecho, constituyera unestado permanente en la vida psíquica y económica, no ya de los defe­nestrados que no podían sentirlo, pero sí en sus familias. Y éstas, ago­biadas por el dolor de haber perdido al ser querido, tuvieron que hacerfrente a las amenazas, a las imposiciones, al miedo, a las multas, a losembargos.

Vamos a citar tan sólo dos casos, entre los innumerables que podríancontarse: los dos referidos a Baraona: Felipe Caballero Ortega, alcaldeque fue hasta el 31 de julio de 1.936. Una vez fusilado, fueron embarga·dos sus bienes y multado con DOS MIL PESETAS. Pagada la multapor sus herederos, se le levantó el embargo el 27 de mayo de 1.940,Venancio Iglesias Casado, fusilado también. Multado después conCINCO MIL PESETAS, sus bienes fueron embargados; y satisfecha lamulta, se levantó el embargo el día 3 de junio de 1,940.

Pues lo mismo que en Soria y en Baraona, lo relatado fue el pan decada día en toda la provincia, en las familias de los detenidos y fusila­dos. Ya lo vimos anteriormente en Castilruiz y Agreda; y quien crea queexageramos, no tiene más que examinar los Boletines Oficiales de laProvincia.

Otra de las modalidades de la represión, aparte de los confidentes ydelatores a que ya hemos hecho referencia, la constituía la prensa.Veamos: EL AVISADOR NUMANTINO del día 12 de diciembre de1.936, publicaba en lugar y con relieve especial un suelto, CONTRALOS ESPIAS: "No hables de la guerra con persona alguna que noconozcas, ni tengas en ella absoluta seguridad, Cuando un desconocido

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(l).-B.O.E. núm. SI. Burgos, 9-12-1936.(3).- 1. Maestre en "Los intelectuales exiliados", sei\ala que sólo en América vivían 891 funcio­narios públicos (dedicados a la industria, la técnica, enseñanza, seguros, Banca, etc.), 501 maes·tras de Primaria; 462 profesores de Universidad, Liceos, Institutos. Normales y Escuelas Espe­ciales; 434 abogados, magistrados. jueces, notarios. etc.; 375 médicos, farmacéuticos y veteri­narios; 361 técnicos y peritos; 284 militares y profesionales de todas las armas (dedicados enAmérica a la industria, la técnica. enseñanza. seguros, etc.); 214 ingcnieros; 208 catedráticos;146 ejecutivos bancarios de finanzas, economistas, administradores, etc.; 109 escritores)' perio­distas; 28 arquitectos. Dentro de la emigración se calcula en cinco mil el número de intelectua­les que salieron, entendiendo por tales, todos aquéllos que tuvieran una cierta notorieciad enprofesiones liberales, artísticas, literarias, científicas o docentes.(En cuanto a Soria, ver Apéndice núm. 1, donde aparecen profesores)' maestros separados desus cargos).

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haya sido el procedimiento seguido para dictarla (2).

Es decir, quedó suprimida toda garantía jurídica y todos los funcio­narios sometidos al puro arbitrio o capricho de los detentadores del po­der. Y si esto ocurría para los españoles de la zona franquista, ¿qué lescabía esperar a los que durante la guerra permanecieron en la zona repu­blicana y, de peor o mejor gana, con más o menos entusiasmo, colabo­raron con sus autoridades, en los distintos servicios administrativosestatales, provinciales o municipales?

Terminada la guerra, se llevó a efecto una depuración rigurosísimade la que muy pocos quedaron exentos de responsabilidad. Las vacan­tes producidas por las ejecuciones -tanto las efectuadas por los republi­

'canos, como en mucha mayor medida por las fuerzas de Franco, antes ydespués de su victoria- fueron numerosísimas y a ellas se añadieronlas de los que fueron detenidos y perdieron sus cargos, amén de aqué·Ilos que se libraron de la detención, pero no de la expulsión de sus des­tinos. Si a ello sumamos, las vacantes producidas por el exilio (3), nosencontramos con que tanto el Estado, como las Diputaciones, los Ayun­tamientos, el Profesorado en sus distintas categorías, la Magistratura, elNotariado, etc., tenían urgente necesidad de personal cualificado paracubrir los huecos producidos.

y es entonces cuando se llevan a cabo aquellas oposiciones "patrió­ticas" en las que el primer requisito -imprescindible- para tomar partees estar en posesión de los certificados de "adhesión al Movimiento",y jurar los Principios del mismo. La capacidad intelectual, la prepara­ción del opositor, se juzgó entonces con niveles flexibles y extremada­mente benevolentes. De esta manera, el foso que separába a los vence·dores de los vencidos, a Jos adictos de los sospechosos, se agranda y sehace más injusta la discriminación entre aquéllos y éstas. Las dos Espa­ñas, nunca estuvieron más claramente definidas, más radicalmenteseparadas. Después de la Victoria, en lugar de la pacificación y el reen­cuentro, se optó por la política opuesta. Para los véncedores los orope­les, las prebendas, los cargos, el poder y el dinero; para los vencidos

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(1)._ Los eslóganes eran la literatura al uso en la prensa soriana. Para comprender la importan­da que se les daba por los periódicos :Y los espacios ocupados por ellos, véase el Apéndice nú'mero '7 de este libro.

te hable o te pregunte, o cuente un hecho o suceso, que sea desagrada_ble, primero piensa que puede ser un espía, un traidor y por lo menosun mal español. Denúnciale. Si no lo haces incurres en grave delito".y lo mismo que EL AVISADOR, los demás periódicos un día sí y otrotambién (1)

Había asimismo casos, en que las multas tenían otra significación yno se referían a las familias de los fusilados. El periódico LABOR pu.blicaba el 25 de enero de 1.937 la siguiente noticia que copiamos lite­ralmente: "Pedro Villar Calonge, de Olvega, prestamista, demandó porfalta de pago de 125 pesetas en el Juzgado Municipal de Olvega, a lavecina de Fuentes de Agreda, Vicenta Jiménez Martínez, que teníacuatro hijos en el frente. Moscardó le impuso una multa de VEINTI.CINCO MIL PESETAS, Y ordenó su divulgación en la prensa, para supropia vergüenza" No fue éstá la única multa que impuso el generalMoscardó por motivos e,xtra-pol íticos, ni queremos minimizar el móvilque le movió a hacerlo. Lo consignamos únicamente para ayudar a re­flejar el ambiente en que se vivía y la discrecionalidad y contundenciade las autoridades, incluso en cuestiones que afectaban a la jurisdiccióncivil.

Otra de las formas de represión -y no la menos importante- laconstitu ían los famosos certificados de adhesión al Régimen. Para soli·citar cualquier empleo era necesario el citado certificado. Quien hubieraestado detenido o tuviera un familiar en la cárcel o contara en su fami·Iia un fusilado, ya podía renunciar a conseguirlo, viendo que el cargo alque aspiraba y para el cual, estaba seguramente capacitado, era ocupadopor quien se había distinguido por sus "servicios" al régimen o por elentusiasmo -aparente o real- que exhib ía en sus manifestaciones.

Así, terminada la guerra, "pasar la factura" se convirtió en algo ca·rriente, comúnmente aceptado como la cosa más natural del mundo.Ocupaban los puestos, no los más aptos, sino los más adictos. Franco,en un Decreto-Ley de fecha 5 de diciembre de 1.936, dictó reglas en suartículo 1, para la separación definitiva del servicio de toda clase de em­pleados "que por su conducta ,anterior o posterior al Movimiento Na·cional, se consideren contrarios a éste, cualquiera que sea la forma enque ingresaran y la función que desempeñen. Lo mismo que se trate defuncionarios del Estado que de la Provincia o Municipio". En su artícu·lo 3 se establecía que dichas resoluciones "no podrán ser objeto de re·curso ante la jurisdicción contencioso-administrativa, cualquiera que

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-los que se salvaron de la ejecución-, las cárceles, el exilio y la miseria,y esto es historia pura, indiscutible, evidente,

Antes de concluir la guerra, se promulga la Ley de 9 de febrero sobresanciones y responsabilidades políticas, que afecta a las personas mayo­res de CATORCE años. Este solo dato sirve para calificar tal ley,aunque más tarde, para subsanar semejante aberración, se consideraATENUANTE ser menor de dieciocho años.

Anteriormente y refiriéndonos a la etapa de la guerra hemos habladode los salvoconductos necesarios para trasladarse de un lugar a otro;terminada la contienda, la necesidad de tales documentos sigue vigente;las cartillas de racionamiento, que perduraron hasta 1.952 eran persona­les y constituían una trampa para los perseguidos, para I,os que se vieronobligados a vivir en la clandestinidad. Los pasaportes solo se otorgabana las personas que acreditaban su fidelidad al Movimiento. Incluso paratrabajar, era necesario contar con avales.

En 1.943, un grupo de procuradores, encabezados por el Duque deAlba y el conde de los Andes se dirige a Fra~co expresánd?le que_~ sujuicio, "al terminar la guerra (la guerra mundIal) convendra que eXIstaen España un régimen que reúna las condiciones más adecuadas pararealizar en el interior la unidad moral de los españoles y para inspiraren el exterior confianza de que habrá de colaborar eficazmente en laorganización del orden nuevo que prevalezca en el mundo después de lapaz". Todos los firmantes son destituídos de sus cargos: 'al Duque deAlba se le retira el pasaporte y al conde de los Andes se le destierra a laisla de la Palma.

Si esto les ocurre a unas personas tan poco sospechosas de "marxis­tas comunistoides y demás ralea" por una simple y respetuosa sugeren­cia'; cuatro años después de la Victoria, ¿qué les cab ía esperar al conjun­to de ciudadanos, sin títulos nobiliarios y sin fortuna, con unos antece­dentes "dudosos" y a los que habiendo permanecido en el campo repu­blicano, estaban sometidos a depuración?

Todo el Estado se estructura bajo la dicotomía de vencedores y ven­cidos_ Estos -los que se han salvado de la ejecución y de la cárcel- vi­ven en un régimen de absoluta iniquidad, sometidos a una presión cons­tante dominados por el miedo, en perpetua humillación. Y, sin embar­go, ti~nen que sobrevivir, apelando a mil ~rgucias, c.ambiando de pr~fe­sión de residencia -cuando pueden-, interrumpiendo sus estudios,dedi~ándose a menesteres ajenos a su vocación y a su preparación, dan·do saltos en el vacío, o convertidos en "topos".

El 4 de junio de 1.949, una Orden del Ministerio ~~ Edu~aci.ón ~,a.cional sobre maestros y méritos de guerra, establece: La adludlcaclonprovisional de escuelas a Maestros del Grado Pro,fe~ional y Cu~s!lIist.as,incluso a los alumnos maestros en curso de practicas, se venflcara a

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partir de esta Orden, atendiendo al siguiente orden de preferencia:1).- Caballeros Mutilados por la Patria.2).- Oficiales Provisionales o de Complemento que hayan alcanzado

por lo menos, la Medalla de la Campaña o reúnan fas condiciones que ensu obtención se precisan.

3).- Restantes ex-combatientes que reúnan el mismo requisito quelos anteriores.

4).- Ex-cautivos por la Causa Nacional que hayan sufrido prisióndurante más de tres años, siempre que acrediten su lealtad al Movimien­to durante su cautiverio.

5).- Huérfanos y otras personas económicamente dependientes delas víctimas nacionales de la guerra y de los asesinados por los faccio­sos" (4).

Esta Orden es un dato más a añadir a las que configuran la discrimi­nación y el vasallaje de los vencidos. Los Mutilados en la zona republi­cana, existen, pero na tienen ningún derecho; su destino será el de abre­coches, recaderos o, sencillamente, pedigüeños. Los ex-combatientesrepublicanos, los Oficiales del ejército republicano, los que salvan su vi­da, cuando recobran la libertad, no solamente no tienen orden de prefe­rencia -que no lo esperaban, naturalmente- sino que su condición detales, constituye un estigma que les perseguirá hasta la muerte de Fran­co. Los hijos de los fusilados en la guerra civil y en la represión poste­rior, por muy extremada que pare~ca la pobreza, sufren la misma suerteque los anteriores. La represión abarcó todos los aspectos imaginablesy fue cruel, sórdida, cenagosa, infernal, y para muchos, implacable ydefinitiva. Ya lo dijo Franco, en una proclama, el 22 de julio de 1.936:"Para los que pretendan rendirse a última hora, no habrá perdón".iY no lo hubo!.

* * *

Don Eduardo Obregón, casado con doña María Mercedes Oncins,ambos naturales y vecinos de Soria, forman un matrimonio feliz concuatro hijos: un varón de unos diez años y tres hembras de menos dedos.

Don Eduardo es funcionario de Hacienda en Soria, y se le traslada aTeruel, con el cargo de Delegado, donde le sorprende el Movimiento. Esun simple republicano moderado, pero sin actuación relevante. Pero elhecho de haber sido nombrado Delegado de Hacienda en Teruel -comoel Delegado de Hacienda en Soria- ya es motivo para que' se le detenga

(4).- El subrayado es nuestro.

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'tl:l1'fAJ;Dm:S. de ill f.iic.ls de el.1t\d, hljl1 do V~iant1n,e Ilcielf(\n.sll, ostndn vludu, nR1ural deeata Cap1.. :tal~' resitlt··nto LrI ItlL tEl.soJnnd (1 e. s tE.,tro vlhlC la..sog6n 1-.:) ~nfJ'.~s obl'untAs en 9sta. ElfllSt,~!"unUl 1.}s r;!(¡S f.fios do perTlIlI'l.tnc1e. en 103 p eb1.QI'..de ~6I'1 f.ndrti;i de Snn l'e'~ro, V•.l~c·'oro y 01 e .nic1 nilsd- III ADA .oMv"·ndo ' n ....ob.h1e oor:du.c '\!.'JN""pul, p&hlic h.' prl V1ltL:1 y relig 10sa, 19noi"~oS6e..SU:. <~n tecodon tes politicos soc 16.16a. en 1'e18010nCOIl '11 líCJv1ml.ento, por h6ber ~ SCIl'prenc11do el nTElruol, dc·nde su 6:JPOSO fuá ejecuts.do por "ll..ide.o.­log1.a y BCtullC 16u lZq,ul8r'd1st a.

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y se le fusile. El Delegado de Hacienda de Soria, don Joaquín Ranz Bor,ja fue fusilado también.

Su viuda, además del dolor de perder a su esposo tan rápida y bru­talmente, se encuentra con el problema de seguir adelante y cuidar dEsus hijos. Tiene el título de maestra y para hacer oposiciones necesit¡obtener los correspondientes certificados de buena conducta.

Una muestra más de la cruel y permanente represión ejercida por erégimen franquista, lo demuestra el certificado que insertamos. Todaví¡en el año 1.944 no obstante reconocer su ejemplar comportamiento;s<le recuerda, c~mo si fuera un' estigma, la significación ideológica izquierdista de su esposo y el hecho de haber sido ejecutado. Aunque ecertificado nada dice al respecto, cabe añadir, que la ejecución se lIev.a efecto, como tantas otras, sin proceso alguno.

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Anecdotario de la represión

~eoncio d~ la Fuente Serrano ejercía el día 18 de julio de 1.936 enSona,las funCiones de Delegado de Trabajo, con carácter provisional.¡

Estaba hospedado en el Hotel Comercio y all í fue detenido e infre­sa,do en la prisión provincial. Pasado algún tiempo, fue trasladado a laca~cel de El Burgo de Osma, donde permaneció reclu ído varios mesesmas., Merce~ ,a.la intervención de personas amigas, fue puesto en libertadpero en circunstancias un poco anómalas. Salió de la cárcel al anochece;y c?nducido bajo custodia camino de La Rasa. Don Leoncio que habíasabido de t~ntos traslados, que no eran, en ocasiones, mas que el pretex­to para dejar al eX'pr~so en alguna cuneta, estaba impresionadísimo yCasi seguro de que su fmal estaba próximo.

N? obstante, sus temores fueron infundados, ya que le llevaron a la~taClon de La' Rasa y en el primer tren que llegó, fue introducido s'inbillete, y los que le custodiaron le dijeron adiós desandando el cami~o.

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De los detenidos en las cárceles de Soria y provincia sólo dos fue­ron canjeados: el marmolista don Bias Barral e Isaías MiÍlán ambos re·cluíd~s en la prisión de El Burgo de Osma. Fueron canjead~s por dosd.~tenrdos de la zona republ!cana. A tal fin, fueron trasladados a la pri­~Ion ~e Tolosa,.donde estuvleron.tres meses totalmente incomunicados,InteriOr y exteriormente. No pudieron tener contacto con sus compañe­ros .d~ cárcel, ni tamp?co escribir a sus familias, ni recibir, por supuesto,noticias de ellas, que Ignoraban su situación y que seguramente espera.ban que hubiera sucedido lo irreparable. ' ,

En estos tres meses, Barral y Millán tuvieron tiempo para pensar queen la cá~cel de El Burgo estaban más distraídos y mejor atendidos y dearrepenttrse ~e haber aceptad? un canje que no llegaba a efectuarse yde} que ya, m mente! se hablan d~spedido. Al fin, por la frontera deIrun, pasaron a FranCia y desde alh a la zona republic.ana, donde pronot9 entablaron contacto con sorianos que se encontraban luchando enella.

Otr~ canje in~entad~, no se pudo llevar a efecto, porque de la zonarepublicana h~blan p~dldo dos nombre~: A~senio Martínez y otro queno hemos podido precisar; y ambos hablan Sido fusilados.

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Restituto García L10rente estaba afiliado a la CNT de Soria. Le apo­daban "el Pestaña", no ya por su afiliación cenetista, sino porque. teníaun defecto en el ojo izquierdo que guiñaba constantemente. Movilizadasu quinta, al llegar a su regimiento, se encontró, como tantos, con elproblema de los antecedentes y los informes desfavorables. Por otraparte, apodarse "el Pestaña" no le favorecía en absoluto. Un brigada desu regimiento que era soriano, pero que no se dejaba influenciar por elpaisanuje, enterado del apodo, consideró que el buen Restituto era unrevolucionario de tomo y lomo; un Angel Pestaña, en pequeño y lotraía frito con sus amenazas y castigos, sin que Restituto lograra con­vencerle de QUE EL APODO LO TENIA POR SU DEFECTO VI­SUAL Al final, Restituto García, consiguió que le enviaran al frente, y.en la primera ocasión que tuvo se acordó de que era cenetista y se pasó.ª.Ias fuerzas republicanas, Luego, naturalmente, al finalizar la contien­da, pasó. por las horcas caudinas, como todos los evadidos.

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existió una conjura para en el momento de entrar en acción, atentarcontra los mandos y unir sus armas a las republicanas, para facilitar oacelerar la ofensiva de éstas. Hubo un chivatazo por algunos de losconjurados y, súbitamente, la bandera, compuesta de unos OCHOCIEN­TOS hombres, fue trasladada a retaguardia y, finalmente, llevada alcuartel de San Gregorio, donde fueron fusilados casi todos sus compo­nentes. Uno de los pocos que se salvó fue precisament~, Joaquín Her­nández de la Iglesia, por darse la circunstancia de que era chófer delcapitán de la Compañía, y se había granjeado la amistad y el afecto deéste. Quienes conocieron a Joaquín Hernández, saben que se trataba deun joven simpático, jovial, siempre sonriente y alegre, por lo que nodebe causar extrañeza que su capitán, un hombre joven también, se con-

. virtiera en su protector.Más tarde, al terminar la contienda y regresar a Soria tuvo un

incidente ya relatado en el reportaje publicado en SORIA SEMANALcon el célebre "Patillas", que motivó su encarcelamiento en la prisiónprovincial, no durante dos semanas, como entonces se dijo, sino dos me­ses.

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Ingresaron en la cárcel de Almazán a un hombre de más,de 60 añoanalfabeto, que no hacía más .,:!ue ~r~guntar porque le tenlan encarc·lado. Al parecer, tenía unos hilOS sirViendo en el .ca":,po, agosteros! ypadre fue a llevarles ropa. Pasaron unos aViones Italianos y el anClan'comentó inconscientemente, porque de otra manera. lo sucedido rtiene explicación: "ya vienen los aviones a traer aguardiente ..los de Amazán". Alguien que lo oyó lo denunció y ,el pobre e '~norante hom~rtras ser detenido fue fusilado a los dos dl~s. Uno mas de la larga I,sde ejecutados, sin nombre y apellidos conocidos, que nunca podrofigurar en ninguna estadística.

Joaquín Hernández de la Iglesia fue movilizado a los pocos días,iniciarse la sublevación. Al llegar a Zaragoza, y ~o obstante. ~o ha~pertenecido a ningún partido político, en su regimiento se recibieron I

formes desfavorables. Como en aquellos momentos se estaba formanlla Bandera del Tercio Sanjurjo, se le indicó que como mal menor podoptar por entrar a formar parte de la mls,!,a volunta~lament~; la alt.nativa podía ser trágica, por lo que joaquln se enrolo en la citada ba

dera. , I b dEs conocido por todos los que vivieron aquella epoca, q~e a an f

Sanjurjo estuvo integrada en su mayor parte, por voluntartos con. ~ncedentes izquierdistas, excepto, naturalmente, los mandos. Tamblenun hecho histórico conocido, que la bandera una. vez en el frente,colocó en primera fila, frente a las tropas republicanas; y, al parec

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Don Angel Antón Esteras era veterinario de Tejado. Fue .detenidouna escopeta de 5 tiros de rep.etición, .una de las ~elores eXlst~ntes ertonces en la provincia, le fue intervenida por el. ;elebre falangista JosMartínez Verguizas, cami~a vieja que ~e la apro~'o para s~ uso. personaDespués, pasados unos anos y ya mas .nor~allzad~ la sltuacl~n, el t;Verguizas hubo de devolverla a su propletartO, en virtud de la Interverción judicial.

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En el verano de 1.936, sacaron de los calabozos del Gobierno Civila doce detenidos, presumiblemente para fusilarlos. A uno de ellos, lla­mado Rafael, a quien unos días antes habían fusilado un cuñado, eltantas veces nombrado Julio García Mozo, lo separó del grupo, "portener que ventilar con él algunas cosas". Una vez en el calabozo, Rafael,don Julio le dijo: "A tí te voy a dar unas hostias que no te vas a encon­trar". Y efectivamente, según es comentario general en Soria, se las dio,pero Rafael siguió en el calabozo, mientras el resto de sus compañerosfueron fusilados. Esta anécdota que le ha sido comentada a don Julio yque, efectivamente, fue cierta, mereció de éste la apostilla de que le saotisfacía "que contaran algo bueno salido de su persona".

Teodoro Gil Gil, alias "el Jilguero", maestro nacional y articulistade un periódico confederal de la época, permaneció escondido durantealgún tiempo en la calle Real. Cuando Mozo iba a detenerle, se le escu­rrió milagrosamente. Mozo interrogó a la patrona de Gil sobre el perió­dico confederal que había sobre la mesa. La patrona contestó que comoTeodoro era tan aficionado a la lectura y se absorbía tanto en ella, se leolvidaba comer el segundo plato. Así la patrona prefería comprarle elperiódico que era más barato que el segundo plato de la comida.Teodoro Gil era de la CNT y consiguió llegar a Madrid vestido conmono azul, como si fuera un falangista más. .

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· ~. en Soria e~ta~a defi~itivamente clara: Soria estaba perdida para la c,,:usa'~¡.: de la Repubhca y solo la llegada de fuerzas procedentes de Guadala¡ara

· 1};;, hubiera podido alterar o invertir la marcha de los acontecimientos.'if El .día ~~ de julio de 1.936, los guardias de Asalto, Policía. y algunos'l'"'' guardias Civiles cargaron sobre los grupos que estaban reUnidos en la• .¡: Dehesa, que se dispersaron rápidamente. Algunos, los más decididos,: :j', el socialista Luis Arribas, empleado del banco Hispano; Ortega, factor.;Ji: de ferrocarriles; Huerta, también ferroviario; y Manuel Garda de lai,¡;. puerta consigu ieron huir y, tras muchas peripecias llegaron a zona re·..~'t:. publicana. Manuel García de la Puerta, maestro de profesión, murió'f heróicamente al frente de un grupo de guerrilleros republicanos, que se:ii infiltraron en la zona de Franco tiempo después.o;;::.;:~

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Sixto Arlegui estaba detenido en Soria, por pertenecer al partido socialista. Como era un gran técnico 'electricista y con ocasión de producirse una grave avería en la red, fue puesto en libertad para que la arreglara. Volvió a ser ingresado en la cárcel y al poco tiempo, otra averíoparecida movió a las autoridades a ponerlo en libertad ya definitivamente. Claro que Arlegui se 'quedó sin cobrar los trabajos realizadosLa detención de Arlegui.la efectuó Julio García Mozo, según éste poorden del comisario de polida, Manuel Blanco Rilla, que a su vez obedecía el mandato del Gobernador, don Enrique Casado. Ta';'biéldetuvo Mozo a Manuel Blanco, e intentó detener a Juan Sanz Chamo",y a Timoteo Gil Gil, maestro, quien se le escapó de las manos.

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Don Mariano Granados fue un gran abogado soriano y fundador d.una dinastía de juristas: un hijo suyo, Mariano, era magistrado del Tribunal Supremo, antes de la sublevación. A la terminación de la guerratuvo que exiliarse a Méjico; Félix fue Secretario de la Audiencia de Soria; y Casto, abogado Fiscal.

Don Mariano Granados padre, fue objeto de un homenaje durantla República y se le erigió un pequeño monumento con su efigie, colocado en la Alameda de Cervantes. A los pocos días del Movimientoun grupo de falangistas, presidido por el conocido jerarca José MartíneVerguizas, con sus camisas azules y sus armas, fusilaron simbólicamenta don Mariano, disparando sobre su efigie y después, sirviéndose dcuerdas, la arrancaron de su peana y la arrastraron. Creemos que el bU!to fue recuperado después de la muerte de Franco, por su hijo don M¡riano, en el primer viaje que realizó a España desde Méjico.

Al quedar Soria en poder de las fuerzas sublevadas, el día 22 de julide 1 .936, todavía algunos grupos de obreros, especialmente ferroviario!intentaron proseguir la huelga general, decretada por las centrales sirdicales el día 21 y que no llegó realmente a cuajar. No obstante, estogrupos de trabajadores se reunían en lo alto de la Dehesa, más bien coel objeto de analizar la situación y con el afán de procurarse y comuncar noticias de lo que sucedía en el resto de España, ya que la situació

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La represión,no ter.minó.con la guerra, ni con la perse~ución de lo:desertores y hUidos, ni siqUiera con su condena y el cumplimiento de l'misma, Todos los condenados, aunque hubieran sido puesto en libertad't~ian que presentarse periódicamente y firmar en el libro correspondiente.

Más aún: en fecha tan lejana de la contienda, como el referéndunpara la Ley Orgánica de 1.967, numerosos cenetistas y ugetistas fuerOIrecluidos en el Gobierno Civil, donde se les advirtió que no podían hacer propaganda en contra del Referéndum. Entre los reclu ídos estuvieron Pedro Marrón,! los h~r.manos Jua~)I Angel Sanz,Chamorro, a quienes se les amenazo seveflSlmamente 'SI algo ocurna en Soria" o "sse hac!a propaganda". Todo esto después de los famosos VEINTlCINca ANOS DE PAZ, según el célebre y cómico slogan ideado y fomentado por Fraga en todas las plazas y caminos de España, siendo ministr<de Información y Turismo.

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En el Instituto Nacional de Primera Enseñanza de Soria, en el cursI1.936-37, se encontraba un profesor, don Antonio Lorenzo Lozanoque impartía la asignatura de Lengua y Literatura. En el mes de octubny estando una mañana en clase, entró un bedel y habló con el profesorEn la puerta entreabierta de la clase hab ía algunas personas armadacon fusiles, El profesor se levantó y dijo: "Se suspende Ja clase. No m,voy, me llevan. Que tengan Vds. suerte en esta vida". No se le voJvió,ver más, igncrándose su suerte.

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En la prisión provincial de Soria estuvo detenido un bilbilitano cuy'nombre y apellidos se desconocen. Su esposa, la sra. Juanita, iba todolos d ias a la cárcel a llevarle el desayuno. Una mañana se encontró COI

que su marido ya no estaba en Ja prisión; hab ía sido fusilado en la madrugada. Fue tan grande el dolor de la infeJiz mujer, que perdió la razón a los pocos días. Otras víctimas de la represión, que tampoco po

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:" drán figurar con sus circunstancias completas en ningún libro de Histo­ria, a no ser que llegue el dia en que se permita investigar los archivos.

* * *

. La, señora Pilar ,--:9ue vive, to.davía- y una hermana s!Jya, estuvierondetenidas en la prlSlon provlnc,al de Soria. Eran naturales de San An·drés de Soria. C?n ellas. se encontrab~ la sra. Dionisia y su marido, am­bos ya muy ancianos, que fueron obligados a saludar al estilo fascista

.por u~os de Fala!?ge; y ambos, como protesta, reaccionaron lev¡lntand~el ~uno. Denunciados fueron detenidos. No hemos podido constatarel tiempo que permanecieron en prisión, aunque sus vidas fueron res­petadas.

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E~ la praza San Bias y el Rosel existía una hojalatería-crist.alería. SupropietariO, don Santos del Amo, más conocido por "el señor Santos elhojala~ero" era_un hombre de gran ingenio. Un poco cáustico, a veces,pero siempre apuntando por derecho. En pocas frases describ ía una si­.tuación o definía ~na.persona.<;~Jntar~mosuna anécdota suya que reve­la ~Iaramente el clima de represlon eXistente entonces y su espíritu.ven­g~tlv~.de a.lg~nas p'ersonas, que m,!chas veces ~ajo la capa de un encen­d,do patriotismo ,lo que en realidad defend Ian eran sus rencillas per­so.ales o sus int,:reses ,:conómic,os. Estando a la puerta de su estableci­miento, con varios amigos, paso por la ¡¡cera un conocido industrial dela: a!imentación que comentó con los presentes, que las detenciones serealizaban con parquedad y lentitud. Alejado él industrial el señor San-t ' "E 'os co?,ento: ste, por su gusto, sería capaz de detener a todos losrepublicanos, y... a todos los de su gremio aunque no sean republi-

"L 'd 'ca~?s. a anec, o~a es real, y sirve para recrear uno de los aspectos tant~~glco~ como ~O,!?'COS de aquellos momentos terribles, en que la dela­clon directa o indirecta se practicaba constantemente. El señor Santossabía muy bien lo que decía. , .

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Dentro de la situación dramática de aquellos tiempos, hab ía aspectoy personas que movían al regocijo. En el casino de la Amistad y encim sde lo que hoy constituye el mostrador hab ía un piano, y con el piani:ta, señor Balsa, dos o tres músicos. A la hora del café, por la tarde ce­lebraban un pequeño concierto; mientras algunos escuchaban o'trosjugaban su partida de dominó o cartas, y los demás charlaban. Aí termi­nar la orquesta, se interpretaban los cantos nacionales: "Cara al sol""Oriamendi", "Marcha real". Pues había un contertulio, Paulino Mase:da, empleado de la RENFE que estaba siempre pendiente de que la or­ques!a terminara las últimas notas del concierto y en ese momento seerg~la, y ~?n vo~ tronante clamaba: "Señores; todos en pie: los himnosnacl~nales "al tiempo que levantab~ el brazo ~on. la mano abierta y'ex­tendida, segun marcaba la ortodOXia. Y el publico, como movido porun resorte, se ,?onía en pie con la mayor rapidez. Y si algún distraído tar­daba en reaCCionar, pronto era puesto en evidencia y abroncado. Pau­lino Maseda pertenecía a un servicio de información y se jactaba deestar cansado de repetir siempre el mismo calificativo al terminar laconfección de sus informes: "Indeseable, indeseable, indeseable... ".

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En los cines, a la mitad de la proyección de la pel ícula se interrum­pía; se encendían las luces y aparecían en la pantalla la efigie de Francoy se interpretaban los cantos nacionales; puesto el público en pie y sa­ludando brazo en alto. Al terminar la película se repetía la misma es­cena y, hasta que dejaban de sonar los últimos compases nadie era ca­paz de intentar la salida, que por otra parte, estaba bloq~eada y vigila­da.

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. Marcelino Garcí~ era .conserje-cobrador del Centro Recreativo repu­blicano, que pasarla mas tarde, a llamarse Alianza Republicana. Alpoco tiempo de producirse la sublevación, fue requerido Marcelino porFausto Hor.telano, para que le acon;pañara al centro de Falange, situadoen el palaCIO de los Condes de Gomara. Allí, el valiente y aguerridoFausto zarandeó al buen Marcelino, que estaba físicamente disminuí-

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;;. do por una d~lencia congéni!a en las piernas, como medida previa, para1; proceder seguidamente a un mterrogatorio acerca de las actividades que" se hab ían desarrollado en la Alianza Republicana.¡' Pocas cosa~ podía aclarar el buen Marcelino, porque su misión era<: cobrar los reCibos a los asociados, y en su caso, cuidar el acceso a los~ locales. Se le retuvo unas horas y se le dejó marchar, aunque poco des­< pués. fue retenido e ingresado en la prisión provincial de Soria. A dife­n.. rencla de otros, a Marcelino se le instruyó expediente y fue trasladado a

~," Zaragoza para ser juzgado, siendo absuelto. No obstante entre su deten­~" ción y puesta en libertad mediaron dieciocho meses y ~edio. Demasia­~:, do castigo par.a ser ~n sim~le"'cobrador-conserjede un centro republica­,; no, aunque bien mirado aun tuvo suerte, pues el conserje de la CNT~, Cayo B. G. fue detenido y, sin proceso alguno fusilado de inmediato:!" Marcelino García vive y, aún tiene el buen hum'or de contar sus aventu­:. ras por' las cárceles de Soria y Zaragoza. Y, sobre todo, el juicio de Za­;.. ' ragoza, d~nde n.o se"le acusó de nada. Fausto Hortelano, falangista de..' segunda Imea, diO un donativo de quinientas pesetas con motivo de una.. suscripción, hecho que fue resaltado por la prensa soriana.

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Don El ías Gómez, recaudador de arbitrios municipales, fue deteni­do a los pocos días del Alzamiento y permaneció en la cárcel durantet?a la guerra. El Ayuntamiento lo separó del cargo, así como la Diputa­Ción, donde era recaudador de la cédula personal.

,Su hijo, Elías GÓmez. Lorenzo tuvo que dejar sus estudios y se co­loco de mozo de almact;n o repartidor en casa de don Ignacio Carras­cosa. Estando don Elías detenido, su esposa enfermó y a consecuenciade todas sus desventuras, en un momento de depresión cayó por elpuente de hierro de Soria, muriendo. '

. El hijo, sobreponiéndose a tan adversa circunstancia y mientras tra­baJaba de.~ozo de almacén, c.uidó su formación cultural y aprobó enunas oposlcl~>nes del .banco Hispano Americano, ascendiendo rápida­mente. Llego a ser director de la agencia de Atocha en Madrid yac­t~almente! ocupa un alto cargo de dirección. Creemos que en la 'actua­lidad es director de sucursales del citado banco.

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Los ejecutados y sus delitos

. De los trescientos ejecutados en Soria -repetimos, en esta cifra no.,: .están incluídos los prisioneros de Sigüenza fusilados- la mayor parte lo.' . fueron sin formación de causa. Una simple denuncia, la decisión de Jos'" consejeros de Muga y especialmente de Enrique Casado, Gobernador.' Civil de Soria en unos casos y, en otros, la intervención violenta, de los

grupos uniformados, con camisa azul o con boina roja -más aquéllosque éstos- sellaron el destino de las víctimas. ¿Hay que dl'ducir por lodicho, que estos grupos estaban integrados por elementos "incontro­lados"? ¿Puede defenderse la tesis de que los fusilamientos realizados

, "por estos grupos, lo fueron al margen de la autoridad, Y'en contra delcriterio de la misma? Rotundamente no. En Soria se .conocía perfec­tamente a las personas dedicadas a estos menesteres: al conductor de lacamioneta "de la muerte" con sus adornos y las calaveras pintadas en,sus laterales y a los' que en el Rolls, bien armados con fusiles, la prece­dían o acompañaban. Puede decirse lo mismo del "Charramán",conductor de la "Matona", dedicado a la misma tarea, en la comarca deEl Burgo de Osma y de los fusileros que, en un conocido coche negro,les acompañaba. Conocidos fueron también los que en Berlanga de Due­ro realizaban los mismos desafueros. Y si nos extendemos al resto de laprovincia, encontraremos también personas con nombres·y apellidosconocidos. No hubo en Soria, salvo algún caso aislado, elementos "in­controlados", que cometieran tan repugnantes. crímenes, en abiertaoposición con el poder. No hubo tampoco ningún asesinato que una vezrealizado, fuera esclarecido ni perseguido y castigado a sus autores.

Muchos de.. los asesinados no llegaron' a estar detenidos en ningunaprisión. Pasaron de sus casas, al Ayuntamiento o a las puertas del cuar­

. tel de la Guardia Civil, como en El Burgo de Osma, requeridos para.. prestar una declaración -que no existió"": y montados directamente en

'-'Jos camiones, para ser fusilados horas después. Fueron diez los burguen­·.ses asesinados en el empalme de. la carretera de Bayubas a Tajueco."De la misma forma expeditiva fueron asesinados los seis vecinos deSanta María de las Hoyas y los seis de Pozalmuro y los seis de San Pe-dro Manrique y los 19 de Deza y los treinta y tantos de Almazán y losde Arcos de Jalón, Langa de Duero, Baraona, Berlanga de Duero y entantos y tantos pueblos de la provincia. En Soria estuvo siempre garan­tizado el orden y todos los resortes de la Autoridad bien controladospor ésta. No hubo pues actuaciones "incontroladas". Se trataba de valo­res entendidos: se ordenaba o se dejaba hacer, bien garantizada la im­punidad para los ejecutores. De aquí que a la hora de hacer balance de

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Aunque I~ represión fue en general c.alculada y realiza~a, con ciert!método hubo ocasiones en que el azar Jugó un papel decIsIvo. Ya hemos rel~tado el caso de aquel pobre anciano, analfabeto, y que el destino quiso que viera unos aviones en el. cielo de Alma~án y SIinconsciencia le llevara a hacer un comentarlO sobre el aguardiente qUlles iban a dar a los adnamantinos. Los aviones eran italianos, pero la frase oída y denunciada le llevó a la muerte, sin que el infortunado supiera realmente el porqué.

En el caso que vamos a relatar, la casualidad salvó a un preso destinado a morir. Estaba detenido en la prisión provincial de Soria, el "Maico", que vivía en la calle N.umancia y 9,ue te.nía s~!s herma,nos. Uno doellos muy conocido en Sona, apodado el Mmuto ,era chofer de la requis~ y conducía un camión que iba a transportar a un grupo de presoa los paredones del cementerio, para ser ejecutados. Uno de los presoera Manuel el "Maico", y en el último momento su hermano, pudo salvarle la vid~. Esta familia marchó después fuera de Soria.

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Tapias del cementerio de Soria. (rOlO: archh'o de los aUlon:s).

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