mente y cerebro en la neurociencia contemporÁnea. una aproximaciÓn a su estudio interdisciplinar

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  • 7/31/2019 MENTE Y CEREBRO EN LA NEUROCIENCIA CONTEMPORNEA. UNA APROXIMACIN A SU ESTUDIO INTERDISCIPLINAR

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    MENTE Y CEREBRO EN LA NEUROCIENCIACONTEMPORNEA. UNA APROXIMACIN

    A SU ESTUDIO INTERDISCIPLINAR*

    [MIND AND BRAIN IN THE CONTEMPORARY NEUROSCIENCE.AN APPROACH TO ITS INTERDISCIPLINARY RESEARCH]

    JOS M. GIMNEZ-AMAYA Y JOS I. MURILLO

    Resumen:El imponente desarrollo dela Neurociencia en los ltimos dece-nios ha puesto en evidencia su necesi-dad de recurrir a la interdisciplinarie-

    dad para abordar los desafos que se lepresentan. Entre ellos se encuentranaquellos que se refieren a cuestionesdecisivas para la comprensin delhombre. En este artculo se defiendeque, para abordarlas con eficacia, espreciso ampliar la cooperacin entrelas ciencias ms all del mbito de lasdisciplinas experimentales. Comoilustracin de esta tesis, tras una intro-duccin sobre la importancia de laNeurociencia en nuestros das, seafronta uno de los aspectos ms rele-

    vantes para la comprensin del papelque juega el cerebro en la vida y laconducta del hombre: el problema dela conciencia. La exposicin se estruc-tura sealando el marco en que seplantea este problema, para despus

    Abstract:Developments in neuroscien-ce over the last few decades have madeit increasingly evident that an interdis-ciplinary approach is essential if we are

    to take on the main challenges facingus. Among these are some that affectessential aspects of the understandingof the human being. In this article theview is defended that, in order to ap-proach these issues effectively, what isneeded is to broaden the cooperationbetween the sciences beyond the ambitof the experimental disciplines. Toillustrate this thesis, after an introduc-tion about the importance of Neuros-cience in our days, the article discussessome of the more relevant aspects for

    the understanding of the role that isplayed by the brain in human life andconduct: the problem of conscious-ness. The explanation is structured asfollows: first, the framework withinwhich this problem is situated is set

    607SCRIPTA THEOLOGICA 39 (2007/2) 607-635ISSN 0036-9764

    * Este trabajo est dedicado al Profesor Mariano Artigas, que, como amante incon-dicional de la verdad, supo buscar y promover el trabajo interdisciplinar.

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    1. INTRODUCCIN

    La Neurociencia ha experimentado un enorme desarrollo en las cuatro l-timas dcadas, que la ha convertido en una de las disciplinas biomdicas de ma-yor relevancia en la actualidad. Ha contribuido a ello, junto con otros factores,el creciente impacto de las enfermedades del sistema nervioso en las sociedadesoccidentales. El incremento de pacientes que sufren accidentes cerebrovascula-

    res, procesos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer o la en-fermedad de Parkinson, o trastornos psiquitricos como la depresin o laesquizofrenia, han llevado a las autoridades sanitarias a multiplicar los mediosmateriales dedicados a la investigacin del cerebro y de sus alteraciones.

    Desde su origen, la Neurociencia se ha caracterizado por un marcado en-foque sinttico e integrador de todas aquellas ciencias dedicadas al estudio delsistema nervioso normal y patolgico. Esta interdisciplinariedad, con la que seintent aunar el trabajo de cientficos bsicos y clnicos, se puso especialmentede manifiesto en la dcada de los aos sesenta y principios de los setenta coniniciativas como la fundacin de laInternational Brain Research Organization(IBRO), la implantacin del programa docente de esta disciplinaNeuroscience

    Research Program en el Massachusetts Institute of Technology en Cambridge(Massachusetts, Estados Unidos) o la creacin de la Society for Neuroscience,tambin en los Estados Unidos 1. La inspiracin comn de estos proyectos era

    explicar sumariamente cmo lo hantratado la Neurociencia y la Filosofa.Finalmente, se presentan algunas su-gerencias para desarrollar de formafructfera un estudio interdisciplinarque permita a cada una de las cienciasimplicadas realizar adecuadamente supropia aportacin.

    Palabras clave: Neurociencia, Mente,Cerebro, Conciencia, Interdisciplina-riedad.

    out, and then a summary is providedof the way in which the problem hasbeen tackled in Neuroscience andPhilosophy. Finally, some suggestionsare made as to how to develop fruitfulinterdisciplinary study that permitseach one of the disciplines involved tomake appropriate contributions.

    Keywords:Neuroscience, Mind, Brain,Consciousness, Interdisciplinarity.

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    1. Cfr. A. ROSELL, S. DE LAS HERAS y J.M. GIMNEZ-AMAYA, Neurociencia: ejemplodel abordaje multidisciplinar como estrategia eficaz en la investigacin cientfica, en Re-vista de Neurologa27 (1998), 1071-1073; J. ILLES y S.J. BIRD, Neuroethics: a moderncontext for ethics in neuroscience, en Trends of Neurosciences29 (2006), 511-517.

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    la conviccin de que la cooperacin de los diversos puntos de vista cientficospoda empujar el progreso en el conocimiento biolgico y mdico de una es-tructura tan compleja como el sistema nervioso. El impresionante crecimientoexperimentado por la investigacin neurobiolgica en estos ltimos cuarentaaos ha demostrado que, como estrategia global para resolver un problemacientfico de grandes dimensiones, este planteamiento es muy til y, probable-mente, el mejor posible 2.

    Desde el punto de vista histrico3, 1664 marca para muchos el origen dela Neurociencia moderna. En ese ao, Thomas Willis (1621-1675) publica su

    conocido tratado sobre la anatoma cerebral, Cerebri Anatome, el primer granintento de conocer a fondo el sistema nervioso y, muy especialmente, su por-cin enceflica4. Este mdico ingls estaba muy influenciado por los escritos delfilsofo Ren Descartes y se interesaba en particular por las implicaciones de lafilosofa cartesiana en la comprensin de los trastornos mentales.

    Segn la doctrina cartesiana, el espritu, como realidad simple, no podaser la sede de la enfermedad mental, sino que esta deba encontrarse en algnlugar del cuerpo al que se encuentra unida. Con estas premisas, y muy des-lumbrado tambin por los recientes descubrimientos de William Harvey(1578-1657) sobre la circulacin sangunea, Willis se adentra, con audaces in-vestigaciones anatmicas y fisiolgicas, en una prodigiosa bsqueda causal en el

    cerebro del hombre y de distintos tipos de animales, que le ha hecho merece-dor del ttulo de fundador de la neuroanatoma, de la neurofisiologa y de laneurologa experimental. En nuestro tiempo es especialmente recordado poruna de sus aportaciones: es el primer cientfico que intent asignar determina-das funciones mentales a reas concretas del cerebro. Miembro de laOxfordPhilosophical Society, su permanente contacto y discusin con otros profesoresde disciplinas humansticas le permiti conocer de primera mano el pensa-miento filosfico de su tiempo, ponindole en las mejores condiciones a la ho-ra de dar una mayor coherencia a sus propias investigaciones neurobiolgicas 5.

    Otra fecha de gran importancia en la historia de la Neurociencia es la del13 de septiembre de 1848. Ese da Phineas Gage (1823-1860), un capataz que

    trabajaba en la construccin de los ferrocarriles en el norte de Nueva Inglaterra

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    2. Cfr. A. ROSELL ET AL., cit.3. En la Tabla I se recogen algunos de los principales hitos en la historia de la Neu-

    rociencia relevantes para el contenido de este artculo.4. Cfr. Z. MOLNAR, Thomas Willis (1621-1675), the founder of clinical neuros-

    cience, en Nature Reviews Neuroscience5 (2004), 329-335.5. Cfr. R. POTTER, The Greatest Benefit to Mankind. A Medical History of Humanity

    from Antiquity to the Present, Fontana Press, London 1997.

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    en Estados Unidos, sufri un accidente al atravesarle una barra de hierro partede la cara y las porciones anteriores de la cavidad craneal. Gage no muri en elacto. Perdi una gran cantidad de corteza cerebral prefrontal, pero sobrevivi alaccidente y pudo incluso recuperar la salud fsica. Pero, despus del traumatis-mo, aunque no sufra ningn trastorno sensorial ni motor y tampoco se le de-tectaron alteraciones en el lenguaje o en la memoria, su personalidad experi-ment un cambio notable. John Harlow (1819-1907), el mdico que le atendien el Massachusetts General Hospitalde Boston, recogi en un artculo, que esya parte de la historia de la Neurociencia y de la Medicina, sus observacionessobre este paciente, en las que describe de forma penetrante y concisa, hace ms

    de 130 aos, los principales sntomas asociados a la destruccin de la cortezaprefrontal humana6:

    Su salud fsica es buena, y me inclino a decir que se ha recuperado (...).El balance o el saldo, por decirlo as, entre sus facultades intelectuales y sus pre-disposiciones animales parece haberse destruido. Es impulsivo, irreverente (...),manifiesta una escasa deferencia hacia sus compaeros, es intolerante con sus li-mitaciones o con los consejos que se le ofrecen cuando no coinciden con sus de-seos; es a veces muy obstinado, mas, con todo, caprichoso y vacilante, idea mu-chos planes de actuacin para el futuro, que abandona nada ms organizarlos(...). A este respecto, su mente ha cambiado por completo, tanto que sus amigosy conocidos dicen: ya no es Gage 7.

    El siglo XX se inici con la concesin del premio Nobel en Medicina aSantiago Ramn y Cajal (1853-1934) y a Camilo Golgi (1843-1926) en el ao1906. La tcnica de Golgi fue un poderoso mtodo, que Cajal utiliz con fi-nura para abordar un detallado anlisis neuromorfolgico del sistema nervioso.Este conocimiento microscpico de las estructuras nerviosas tambin aportabacorrelatos funcionales de gran valor. En muchos ambientes neurocientficos,sobre todo anglosajones, Cajal es considerado el iniciador de la etapa ms mo-derna de la Neurociencia.

    Tambin conviene mencionar aqu que los trabajos de Sir Charles She-rrington (1857-1952) y otros en las primeras dcadas del siglo pasado, que ana-lizaron con detalle la comunicacin entre las clulas nerviosas y favorecieron

    mucho el desarrollo exponencial de la fisiologa del sistema nervioso y un ma-yor entendimiento de los fenmenos celulares que rigen el traspaso efectivo dela informacin nerviosa.

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    6. Cfr. J.M. HARLOW, Recovery from the passage of an iron bar through the head,en Publications of the Massachusetts Medical Society2 (1868), 327-347; D.E. HAINES,Principios de Neurociencia, Elsevier, Madrid 2003.

    7. Cfr. D.E. HAINES, Principios de Neurociencia, Elsevier, Madrid 2003, 519.

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    El descubrimiento, a mitad del siglo XX, de la psicofarmacologa repre-senta otra piedra miliar en el estudio del cerebro, especialmente de los trastor-nos mentales. Se puede decir que, junto con el advenimiento de las poderosastcnicas de neuroimagen, es responsable en gran medida del relieve cientfico ysocial de que goza en nuestros das la Neurociencia.

    Hasta 1950 no exista una terapia efectiva para tratar la esquizofrenia. Elprimer frmaco que result til para este propsito fue la clorpromacina, cuyohallazgo es otra pieza fascinante de la historia de la Neurociencia. El neuroci-rujano francs Henri Laborit (1914-1995) pens que la ansiedad que sufran

    sus pacientes antes de la ciruga se deba a la liberacin masiva de la sustanciahistamina, lo que tambin tena el efecto adverso de interferir con la anestesiay provocar en ocasiones una muerte sbita. Para bloquear la liberacin de estaamina bigena prob varios antihistamnicos intentando encontrar uno quecalmase a los enfermos. Descubri, tras varios intentos, que la clorpromacinaera el mejor. Y con ello empez a pensar que esa accin sedante de este com-puesto podra ser til tambin en algunos trastornos psiquitricos. En 1952, es-ta idea de Laborit fue investigada por Jean Delay (1907-1987) y Pierre Deni-ker (1917-1998), que encontraron que la clorpromacina en dosis altas puedeser muy eficaz para calmar a personas con sintomatologa esquizofrnica o ma-niaca depresiva que se muestran agitados y agresivos. En 1964, tras aos de es-tudio, qued claro que la clorpromacina y otros compuestos de la familia de las

    fenotiazinas tenan efectos especficos sobre la sintomatologa psictica en la es-quizofrenia. Estos frmacos mitigaban o abolan los delirios, las alucinacionesy algunos tipos de pensamientos complejos y desorganizados; y, adems, si semantena esta medicacin durante la remisin de la sintomatologa psictica, larecada de los enfermos se reduca muy significativamente. La terapia antipsi-ctica haba entrado en la historia de la Psiquiatra, revolucionando de formaradical esta especialidad mdica.

    Cuando en el ao 2003, Paul Lauterbur (1929-2007) 8 de la Universidadde Illinois en Estados Unidos y Peter Mansfield (1933) de la Universidad deNottingham en Inglaterra recibieron el premio Nobel de Medicina por sus des-cubrimientos sobre la Resonancia Magntica resonancia de los tomos de hi-

    drgeno cuando son bombardeados con ondas electromagnticas desde unimn y su aplicacin en la obtencin de imgenes mdicas, era ya casi un lu-gar comn referirse al impresionante avance que han experimentado los mto-dos de diagnstico mdico en los ltimos aos gracias a estas nuevas tecnolo-gas. En el caso de las imgenes obtenidas del cerebro, la introduccin de la

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    8. Cfr. el obituario publicado por The Economistel 4 de abril de 2007.

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    llamada Resonancia Magntica Funcional, que permite detectar los cambios enla distribucin del flujo sanguneo cuando el individuo desarrolla determinadastareas sensoriales o motoras, o en distintos paradigmas cognitivos, emocionalesy de motivacin, tambin ha catapultado espectacularmente el estudio cerebralnormal y patolgico. Estas tcnicas, junto a la tomografa con emisin de po-sitrones el famoso PET, Positron Emmision Tomography y la magneto-encefalografa, han sido las causantes de que la investigacin en neuroimagensea una de las pioneras en el estudio del sistema nervioso.

    Con el trasfondo de estos avances, se celebr en mayo de 2002 en San

    Francisco (California) un simposio sobre el nacimiento de una nueva disci-plina, la Neurotica, patrocinado por la prestigiosa institucin norteamerica-na Dana Foundation. Este evento contribuy a la puesta en escena de unanueva orientacin que ha ido cobrando carta de naturaleza en el campo de laBiotica, y que despierta cada vez mayor inters, no slo entre los neurocien-tficos.

    El extraordinario progreso de las ya citadas tcnicas de neuroimagen, queestn proporcionando una gran cantidad de datos sobre las funciones cerebra-les, ha provocado en no pocos el convencimiento de que estamos muy cerca dedesentraar el misterio global de la organizacin del pensamiento humano y, engeneral, de todas las llamadas funciones superiores del hombre. Pero este asal-

    to de la ciencia a lo que pareca el inaccesible reducto del espritu comienza atener ya claros efectos prcticos. Aunque pueda parecer a simple vista cienciaficcin, analizando los abundantes estudios neuropsicolgicos que se estn rea-lizando en la actualidad, comienza a parecer posible el proyecto de manipularla conducta humana mediante la activacin y desactivacin artificial de deter-minados centros cerebrales y de sistemas de conexiones que rigen el funcio-namiento unitario del sistema nervioso 9. De este modo, las manipulacionesencaminadas a obtener modificaciones en la conducta personal o colectiva po-dran invadir el mundo de la educacin, el derecho o la poltica, por citar sloalgunos mbitos capitales de la actividad humana. Los evidentes riesgos que en-traan estas posibilidades suscitan la necesidad de tener en cuenta la tica a lahora de enmarcar las investigaciones y las posibles intervenciones en el cerebrodel hombre 10. Tambin en este punto resulta obvio que la Neurociencia se en-cuentra abocada a dialogar con otras disciplinas. La misma presencia en la men-

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    9. Cfr. S.J. MARCUS (ed.), Neuroethics: Mapping the Field, The Dana FoundationPress, New York 2002; T. FUCHS, Ethical issues in neuroscience, en Current Opinionin Psychiatry19 (2006), 600-607. Este ltimo artculo es una revisin muy completasobre la Neurotica con una bibliografa muy actualizada hasta 2005.

    10. Cfr. T. FUCHS, cit.

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    cionada reunin de San Francisco de abogados, periodistas, filsofos y polti-cos, junto con los neurocientficos lo pona de manifiesto 11.

    Pero el paso de la Neurociencia a la vanguardia de las ciencias, y no slode las biomdicas, no se debe tan slo a los espectaculares avances cientficos,sino tambin a la gran cantidad de preguntas clave sobre la biologa del sistemanervioso que quedan todava por contestar, que la convierten en un campo es-pecialmente atractivo para la investigacin. En efecto, nos enfrentamos al dif-cil reto de comprender cmo funciona un organismo de manera unitaria y c-mo desarrolla sus actividades ms complejas y elaboradas. Por eso se entiende

    que algunas de esas preguntas se cuenten entre las ltimas grandes incgnitasde la investigacin biolgica.

    Ahora bien, cuando nos referimos a lo especficamente humano, ms allde lo que se puede calificar como una simple dificultad cientfica, es preciso re-conocer que nos encontramos ante un terreno rodeado de misterio. Y buenaparte de ese misterio se concentra en torno a lo que se ha venido a llamar lasrelaciones mente-cerebro.

    2. LANEUROCIENCIA ANTE LAS RELACIONES MENTE-CEREBRO

    Los novedosos mtodos de la Neurociencia moderna y la relevancia desus resultados, adems de manifestar con claridad lo mucho que nos queda porsaber acerca del funcionamiento del cerebro, han supuesto un impulso decisi-vo para volver a plantear el clsico problema de las relaciones entre la mente yel cerebro. Quiz lo ms caracterstico de la nueva situacin es que el problemaparece haber dejado de ser un monopolio de la Filosofa, y se ha convertido enineludible para la misma ciencia.

    En este planteamiento, se entiende por cerebro el centro biolgico querecibe los estmulos del medio interno y externo al individuo, los integra entres y con la experiencia cognitiva, emocional y de motivacin acumulada, y, fi-nalmente, da lugar a la respuesta o respuestas correspondientes dentro o fuera

    del organismo, cuyo funcionamiento puede ser abordado mediante los mto-dos de la ciencia experimental; y por mente, el conjunto de actividades y pro-cesos psquicos conscientes e inconscientes, especialmente de carcter cogniti-vo o afectivo, tal como comparecen en la experiencia subjetiva o en la medidaen que se encuentran referidos a ella. Se denomina problema mente-cerebro

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    11. Cfr. S.J. MARCUS, cit.

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    porque al menos tal como se plantea ante nosotros mismos por un ladoposeemos experiencias subjetivas y por otro somos capaces de examinar cient-ficamente los rganos materiales implicados en ellas, sin que la unidad de am-bas perspectivas sea fcil de encontrar 12.

    En este terreno se plantean preguntas de gran calado desde el punto devista filosfico y neurocientfico: son las actividades mentales distintas o idn-ticas a los procesos cerebrales? Para los que piensan que ambos son lo mismo,la pregunta que surge espontnea es: a qu se debe en ese caso la ilusin de quenos parezcan diferentes? Por su parte, quienes consideran que la explicacin de

    la mente debe encontrarse en la actividad del cerebro deberan preguntarse, encambio, cmo los procesos cerebrales producen los procesos mentales. Y, paraaquellos para los que la mente tiene una cierta independencia respecto del ce-rebro, resulta obligado plantearse si se puede o no separarlos ntidamente y c-mo se relacionan entre s 13.

    De entre las preguntas particulares que se abren en este estudio de las re-laciones mente-cerebro, resultan especialmente interesantes las que se refieren ala conciencia. Y esto por varios motivos. Por una parte, porque, como ha defi-nido recientemente la revistaScienceen un nmero especial por su 125 aniver-sario, el estudio de la conciencia es uno de los retos cientficos ms importan-tes para los prximos aos 14. Y, por otra, porque este estudio ocupa a filsofos

    de diversas tradiciones intelectuales. Esto explica que el tambin llamado pro-blema de la conciencia sea uno de los que ms peso han tenido en la rehabili-tacin del dilogo interdisciplinar entre la Neurociencia y la Filosofa.

    De todos modos, la misma apertura del dilogo ha servido ante todo pa-ra poner de manifiesto las dificultades que entraa. Y es que, aunque la con-ciencia parezca un fenmeno claro y patente, no resulta tan fcil definirla y aco-tarla, teniendo en cuenta especialmente los condicionamientos que imponen lasdiferentes tradiciones cientficas o intelectuales a las que se pertenece no siem-pre fciles de armonizar o, ms an, los que derivan de la ignorancia de dichastradiciones, que suele llevar a las simplificaciones y los malentendidos. Esto ex-plica que este dilogo reclame una especial honestidad y un gran rigor intelec-

    tual. De lo contrario, es ms que posible llegar a posiciones cerradas, a veces de

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    12. Cfr. D.J. CHALMERS, Philosophy of Mind: Classical and Contemporary Readings,Oxford University Press, Oxford 2002.

    13. Cfr. J.D. MORENO, Neuroethics: an agenda for neuroscience and society, enNature Reviews Neuroscience4 (2003), 149-153.

    14. Cfr. G. MILLER, What is the biological basis of consciousness, en Science309(2005), 79; B. BEAKLEYy P. LUDLOW, The Philosophy of Mind. Classical Problems/Con-temporary Issues, The MIT Press, Cambridge Massachusetts 2006.

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    alto contenido ideolgico, que no slo no aportan nada a su solucin, sino quepueden presentarse de tal modo que hagan impracticable un verdadero progresoen el conocimiento y un acercamiento entre los diversos mtodos y posturas 15.

    Comenzaremos este apartado del trabajo exponiendo algunos intentos declarificacin terminolgica, para pasar a continuacin a una exposicin de lasprincipales hiptesis y teoras de los ms conocidos neurocientficos interesadosen este estudio.

    2.1. Clarificacin terminolgica sobre el anlisis neurobiolgicode la conciencia

    Hemos empleado la palabra conciencia en los trminos definidos porel filsofo de la mente David Chalmers, de la Universidad Nacional de Austra-lia16, que seala que en el estudio de la conciencia podemos distinguir dos pro-blemas claramente diferenciados.

    Por una parte, nos enfrentamos a lo que l denomina el problema fcilde la conciencia (easy problem of consciousness), que se refiere a la distincin enel campo de las funciones biolgicas y de los procesos mentales entre aquellosque son inconscientes y los que podemos calificar como conscientes. Gran par-

    te de la experiencia sensorial y nuestras conductas planificadas son conscientes.Otras dimensiones de nuestra actividad, como el control del corazn o de losprocesos digestivos, la organizacin de la musculatura de la extremidad supe-rior para lograr escribir o atrapar algo, y otras muchas de las actividades org-nicas de nuestro medio interno son inconscientes. Para muchos autores el pro-blema de la conciencia se refiere a la distincin entre computacin mentalconsciente o inconsciente, y estriba en identificar las estructuras nerviosas im-plicadas en su realizacin, y en entender cmo y por qu es posible que nues-tro sistema nervioso sea capaz de estructurarse de esta manera.

    Pero este empeo parece aportar poca cosa a la hora de entender la con-ciencia tal como aparece desde la perspectiva interna. Por eso cabe hablar del

    problema duro o difcil de la conciencia (hard problem of consciousness), queconsiste, segn este autor, en explicar cmo se produce en nosotros la expe-riencia de nuestra propia identidad, la sensacin de darnos cuenta y de que

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    15. Cfr. A. MACINTYRE, Tras la Virtud, Crtica, Barcelona 2004. Se podra decir queen este tema de las relaciones mente-cerebro ocurre algo parecido a lo que seala este au-tor con respecto a los debates morales en la tica contempornea. Ver tambin nota 57.

    16. Cfr. D. CHALMERS, cit.

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    somos, de alguna manera, dueos de nosotros mismos y de nuestra actividad;en otras palabras, la autoconciencia en general.

    De entrada, se puede afirmar con rigor que, en su estado actual, nuestrosconocimientos sobre la biologa de los procesos cerebrales se revelan a todas lu-ces insuficientes para dar una respuesta satisfactoria a este ltimo problema.

    Aun cuando en muchos foros neurocientficos se insiste en que los dos proble-mas se tienen que explicar en virtud de complejos mecanismos neurobiolgi-cos de nuestro sistema nervioso, parece claro que una aproximacin adecuadaescapa a los paradigmas de exploracin de que disponemos en la actualidad 17.

    Muchos califican este punto de discusin filosfica y cientfica como un mis-terio 18, y no pocos opinan que est an muy lejana la respuesta definitiva. Loshay incluso que afirman que tal vez nunca lleguemos a conocerla19. As, porejemplo, para Colin McGinn, actualmente profesor de filosofa de la Universi-dad de Miami, aunque la conciencia es fruto exclusivo de nuestro cerebro, la or-ganizacin morfofuncional de nuestro sistema nervioso hace imposible que po-damos con l resolver este denominado misterio de nuestra vida20.

    2.2. La Neurociencia moderna ante el problema de la conciencia

    Detengmonos ahora brevemente en las opiniones de algunos de los neu-

    robilogos que han abordado este tema. No nos proponemos ser exhaustivos,sino ms bien individuar algunas de las lneas maestras del estudio neurobiol-gico de la conciencia, de modo que podamos ponerlas en relacin con las tesisavanzadas desde la Filosofa.

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    17. Cfr. P. SMITH CHURCHLAND, Brain-Wise. Studies in Neurophilosophy, The MITPress, Cambridge Massachusetts 2002; P. SMITH CHURCHLAND, A neurophilosophicalslant on consciousness research, en Progress in Brain Research149 (2005), 285-293; S.PINKER, The mystery of consciousness, Time, February 12 (2007), 39-46.

    18. Cfr. T.D. ALBRIGHT, T.M. JESSELL, E.R. KANDEL y M.I. POSNER, Neural science:a century of progress and the mysteries that remain, en Neuron25 Suppl (2000), S1-S55.

    19. Cfr. S. PINKER, The mystery of consciousness, en Time, February 12 (2007),39-46. Consultar especialmente el comentario que hace C. McGinn en la pgina 42 del

    citado artculo y que titula significativamente como An unbridgeable gulf. En esta mis-ma lnea de razonamiento, tambin se puede consultar otro artculo de divulgacin re-cientemente publicado en la revistaThe Economistel 23 de diciembre de 2006 dentro deun estudio especial sobre el cerebro titulado A survey of the brain en las pginas 11-12y que titulan, tambin de forma significativa, I think, therefore I am, I think. Cons-ciousness awaits its Einstein. Cfr. tambin J. TOLSON, Is there room for the soul? Newchallenges to our most cherished beliefs about self and the human spirit, en U.S. News& World Report, October 23 (2006), 57-63, donde tambin se muestran las opinionesde algunos de los ms conocidos neurocientficos interesados por este tema.

    20. Cfr. C. MCGINN, Consciousness and Its Objetcs, Oxford University Press, Oxford 2004.

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    En esta empresa, hay que deshacer, ante todo, un prejuicio. Cuando seconsidera desde fuera, la perspectiva neurocientfica puede producir la impre-sin de que en ella los problemas se encuentran adecuadamente enmarcados yde que, si falta una solucin, tan slo es preciso esperar a que los nuevos expe-rimentos vayan arrojando luz sobre lo que todava no se sabe. Pero la realidaddemuestra que los problemas que se quieren resolver no siempre se encuentranbien planteados, y que, a menudo, el modo de abordarlos de la Neurocienciano es compatible con las aproximaciones filosficas 21.

    Simplificando un poco, se pueden dividir las opiniones o teoras de los

    diferentes neurocientficos en cuatro grandes grupos: a) el conductismo; b) elmonismo reduccionista que incluira el materialismo eliminativo; c) el dualis-mo neurofisiolgico; y d) el fisicalismo no reduccionista.

    El conductismo, que fue dominante en la Psicologa durante buena parte delsiglo pasado, considera que el objeto de dicha ciencia es la conducta. Desde suconstitucin como tal, la Psicologa se haba entendido como el estudio de lamente, sin la cual pareca imposible entender la conducta humana; pero las difi-cultades de aplicarle el mtodo experimental animaron a algunos cientficos aprescindir de ella a la hora de estudiar la conducta. Puesto que la conducta, en-tendida como la respuesta del organismo a unos determinados estmulos, puedeser observada y medida, pareca posible prescindir de los procesos mentales a la

    hora de explicarla. El objetivo de la Psicologa sera, por tanto, enunciar las leyesque rigen las relaciones entre los estmulos y las respuestas. Del mismo modo quela Mecnica de Newton lograba estudiar las fuerzas atractivas entre las masas de-sentendindose de otras cualidades de los cuerpos, se postulaba que se poda con-siderar la mente como una caja negra, desentendindose de sus estados y de sufuncionamiento interno. John B. Watson y B.F. Skinner 22 son dos representantessealados de esta postura, que podramos denominar conductismo metodolgico.

    El monismo reduccionista, por su parte, niega que la mente sea realmentedistinta del cerebro y trata de explicar los fenmenos mentales y, en concreto,la conciencia tambin la autoconciencia en trminos fsicos o biolgicos.Para esta postura la distincin entre la mente y el cerebro responde a la insufi-

    ciencia actual de nuestros conocimientos sobre los procesos cerebrales, pero el

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    21. Cfr. T. FUCHS, cit.; J.R. SEARLE, Towards a Science of Consciousness. Conferen-cia impartida en 2006 en el Center for Consciousness de la Universidad de Arizona enTucson, Arizona, Estados Unidos. Recogida en el programa The Philosophers Zonede la ABC National Radio de Australia el 20 de enero de 2007; J.M. GIMNEZ-AMAYA,Cerebro y alma, en La Gaceta de los Negocios, 21 de febrero de 2007, 55.

    22. Cfr. B. BEAKLEY y P. LUDLOW, cit.; G. GRAHAM, Behaviorism, en StanfordEncyclopedia of Philosophy,July 25, 2005 (http://plato.stanford.edu).

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    desarrollo cientfico futuro permitir reducir los estados mentales a fenmenospuramente materiales que tienen lugar en el cerebro.

    Algunos neurocientficos interesados en las relaciones mente-cerebro y enel estudio de la conciencia, se decantan favorablemente por asumir el materia-lismo eliminativo. Los estados mentales de los que hablamos en el lenguaje or-dinario creencias, deseos, sentimientos, intenciones no existen realmente ydeben ser sustituidos por una estricta concepcin biologicista, que parta de laidea de que las actividades cognitivas son en ltima instancia actividades del sis-tema nervioso 23. En muchos casos, se propone una inversin del procedimien-

    to habitual de la investigacin de los procesos cognitivos, que, partiendo de lasactividades cognitivas de los seres humanos pensar, hablar, recordar, apren-der, pasan a individuar las operaciones cerebrales que pueden producirlas; yse propone sustituirlo por una aproximacin de abajo arriba: empezar por com-prender el comportamiento fsico, qumico, elctrico o filogentico de las neu-ronas, y slo despus, tratar de comprender desde esa aproximacin cientfica loque sabemos intuitivamente sobre nuestras actividades cognitivas y afectivas.

    De entre los numerosos neurocientficos que se han sumado de un modo uotro a esta visin de las relaciones mente-cerebro y del problema de la concienciapodemos destacar los siguientes: Francis Crick, Christof Koch, Susan Greenfield,

    Antonio Damasio, Michael Gazzaniga y Stuart Hameroff.

    Francis Crick (1916-2004), premio Nobel de Medicina por el descubri-miento de la estructuracin en doble hlice del ADN, ha dedicado la ltima eta-pa de su vida cientfica al estudio de la conciencia en el Salk Institutede La Jolla enEstados Unidos junto con su colaborador Christof Koch, en la actualidad investi-gador en el California Institute of Technology. Estos autores han buscado los corre-latos neuronales mnimos necesarios para dar lugar a un aspecto especfico de laconciencia. Crick ha sealado en su conocido libro The Astonishing Hypothesis: TheScientific Search for the Soul, que todas nuestras alegras y sufrimientos, nuestrasambiciones y memorias, el sentido de nuestra identidad y de nuestro libre albedro,no son ms que el funcionamiento de amplias redes neuronales y de las molculasasociadas a estas conexiones neurales 24, y ha llegado incluso a proponer el ncleoreticular del tlamo como un centro nodal para la conciencia del individuo 25.

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    23. Cfr. B. BEAKLEYy P. LUDLOW, cit.; J. TOLSON, cit.; S. PINKER, cit.24. Cfr. F. CRICK, The Astonishing Hypothesis: The Scientific Search for the Soul, Scrib-

    ner, New York 1995; C. KOCH, The Quest for Consciousness: A Neurobiological Appro-ach, Roberts & Company Publishers, Englewood Colorado 2004.

    25. Cfr. F. CRICK, Function of the thalamic reticular complex: the searchlight hy-pothesis, en Proceedings of the National Academy of Sciences U.S.A. 81 (1984), 4586-4590; F. CRICKy C. KOCH, Constraints on cortical and thalamic projections: the no-strong-loops hypothesis, en Nature391 (1998), 245-250.

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    Para Susan Greenfield, profesora de Farmacologa en la Universidad deOxford y directora de laRoyal Institution of Great Britain, la conciencia es unarealidad continuamente variable, que existe en diversos grados y en cuya es-tructuracin son muy importantes las redes neuronales, que se extienden sobreamplias zonas de nuestro cerebro, y los marcadores bioqumicos, que actuarancomo neuromoduladores para que estas asociaciones de clulas puedan actuarde forma unitaria en muy poco tiempo. Estos neuromodulares estaran en labase de nuestro estado de nimo, sentimientos y emociones. Y las emocionesson para esta neurocientfica la forma ms bsica de conciencia26.

    Antonio Damasio, profesor de Neurociencia y Director del Brain andCreativity Institutede la Universidad Southern California y autor muy conoci-do por sus libros en los que ha intentado establecer puentes entre la Neuro-ciencia y la Filosofa, sostiene que la explicacin de la conciencia debe buscar-se en los trabajos de la biologa evolutiva y de la psicologa. Los mapas genticosde nuestro sistema nervioso son la base sobre la que se crean posteriormente losmapas sensoriales y motores, que favorecen de manera definitiva la interaccinde los organismos con el medio ambiente; este medio ambiente es, a su vez, ungran refuerzo para la continua modificacin y progreso de dichos mapas ner-viosos. En el caso de la especie humana, hay que contar con el poderoso com-plemento de un lenguaje muy bien estructurado que, todo en conjunto, per-mite la emergencia del yo la autoconciencia, que se hace consciente en

    nuestro ser y en el de los dems. Esta arquitectura de conocimiento que nosproporciona nuestro cerebro es la solucin al llamado problema de la concien-cia. En realidad para Damasio, nuestra existencia es una larga marcha desde losgenes hacia la cultura a travs de nuestro sistema nervioso, que est diseado ypreparado para ello 27.

    Para Michael Gazzaniga, profesor de Psicologa en la Universidad de Ca-lifornia en Santa Brbara y director del SAGE Center for the Study of the Mind,la conciencia es una propiedad emergente de nuestro sistema nervioso y no unaentidad por s misma; de alguna manera es la respuesta al concierto de muchasredes neuronales que se forman en centros corticales y subcorticales, y que ha-cen posible esta experiencia que como viene se va al cesar la actividad neural 28.

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    26. Cfr. S. GREENFIELD, The Private Life of the Brain: Emotions, Consciousness, andthe Secret of the Self, John Wiley & Sons, Inc., New York 2000.

    27. Cfr. A. DAMASIO, The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Makingof Consciousness, Harcourt, New York 1998.

    28. Cfr. M. GAZZANIGA, Natures Mind, Basic Books, New York 1992; M. GAZZA-NIGA, R. IVRYy G.R. MAGUN, Cognitive Neuroscience: The Biology of the Mind, W.W.Norton, New York 2002.

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    Stuart Hameroff, profesor de Anestesiologa y director del Center forConsciousness Studiesde la Universidad de Arizona, sostiene una hiptesis com-pleja asociada a otra del famoso fsico de la Universidad de Oxford, Roger Pen-rose. El problema que afronta este ltimo es el de comprender las matemticas,que no slo implica la capacidad de seguir unas reglas concretas, sino la de cap-tar el significado de los conceptos matemticos. Si los niveles fundamentales dela realidad, como parece sugerir la fsica cuntica, son ms adecuados a la in-formacin que a lo que la fsica clsica entiende por materia, la conciencia po-dra ubicarse en la frontera entre el mundo cuntico fundamental de la infor-macin y el mundo fsico clsico, que sera mucho ms accesible a nuestros

    sentidos. De esta manera, Penrose propone que la conciencia es un cuantocomputacional en el cerebro, un colapso infinitesimal de informacin cun-tica dentro de la informacin clsica que corresponde a las clulas del sistemanervioso. Hameroff ha sugerido que un posible lugar para que se lleve a caboese colapso a nivel microscpico seran los microtbulos celulares, que repre-sentaran unas protenas computacionales ubicadas dentro de las dendritas decada neurona. Sera como una visin sofisticada de una mquina con vida o deun computador biolgico perfectamente asociado a nuestro cuerpo 29.

    Aunque el monismo reduccionista y, ms concretamente, el materialis-mo eliminativo es una postura aceptada por muchos neurocientficos en la ac-tualidad, tambin resulta oportuno sealar que tambin hay algunos que han

    avanzado recientemente la tesis de corte dualista. La ms conocida de ellas esla sostenida por el prestigioso neurobilogo australiano John Eccles, premioNobel de Medicina en 1963, a la que, en ocasiones, se ha denominado dualis-mo neurofisiolgico30. Segn Eccles, el cerebro no puede dar cuenta de la con-ciencia y de las actividades que derivan de ella, por lo que hay que admitir laexistencia autnoma de una mente autoconsciente distinta de l mismo, queno es ni material ni orgnica y que ejerce una funcin superior de interpreta-cin y control de los procesos neuronales. Eccles encuentra el fundamento desu hiptesis dualista en la teora de Karl Popper segn la cual lo real se distri-buye en tres mundos que recuerdan la distincin platnica entre el mundosensible y el inteligible: el de la realidad fsica, el de los fenmenos mentales

    y el de los productos culturales o espirituales tales como las ideas, institucionessociales, etc.

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    29. J. TOLSON, cit.; R. PENROSE, The Emperors New Mind. Concerning Computers,Minds, and the Law of Physics, Oxford University Press, Oxford 1989; S.R. HAMEROFF,

    A.W. KASZNIAKy A.C. SCOTT, Toward a Science of Consciousness. The First Tucson Dis-cussions and Debates, The MIT Press, Cambridge Massachusetts 1996.

    30. Cfr. K. POPPERy J.C. ECCLES, The Self and Its Brain, Routledge, New York 1983.

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    Para Eccles, mientras que el cerebro est contenido en el mundo de larealidad fsica, la autoconciencia pertenecera al mundo de los fenmenos men-tales, que es irreductible a aqul, aunque entre ambas existan interacciones. As,por ejemplo, las informaciones sensoriales que el cerebro procesa e integra setransforman en experiencias subjetivas. En sentido contrario, la mente auto-consciente es capaz de desencadenar y controlar determinados procesos neuro-nales, que le permiten realizar un clculo, hablar o realizar cualquier conductalibre. Este autor propone algunas hiptesis sobre cmo y dnde se lleva a caboesa interaccin. En cualquier caso, para este neurocientfico, la unidad de lamente no se puede encontrar en el cerebro, entendido como un rgano fsico,

    sino que se da en el nivel de lo mental, que es distinto y hasta cierto punto in-dependiente de l.

    Entre otras alternativas al monismo reduccionista, que a menudo sepresenta como la nica postura adecuada, tambin se encuentra elfisicalismono reduccionistapropuesto por Malcolm Jeeves, Profesor de Psicologa de laUniversidad de St Andrews en Escocia, y Warren Brown, profesor de Psico-loga en el Fuller Theological Seminary en California. Estos dos profesoreshan liderado un proyecto financiado por la Templeton Foundationque, trasuna colaboracin de dos aos con otros colegas interesados, ha dado lugar aun libro titulado Whatever Became of the Soul? Scientific and Theological Por-traits of Human Nature31. Para estos autores, su fisicalismo estriba en sos-tener que no es necesario postular para el alma (soul) o la mente (mind) unasegunda entidad metafsica. Para esta postura, que pretende separarse del re-duccionismo, el alma o la mente estn fisiolgicamente expresadas o encar-nadas en nuestra persona, pero no cabe una explicacin exhaustiva de esta envirtud de un anlisis exclusivamente biologicista. De este modo, se pretendereconciliar de una manera unitaria el monismo y el dualismo antes expues-tos y, por ello, en ocasiones no han negado denominar a esta teora monis-mo dual o en ingls dual-aspect monism. Su propuesta se encamina a recon-ciliar nuestros puntos de vista sobre cuerpo y alma mente y cerebroconsiderndolos en el conjunto de la persona. Nosotros somos almas, no te-nemos almas, sealan como una frase que pretende resumir acertadamente

    su pensamiento.

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    31. Cfr. W.S. BROWN, N. MURPHYy H.N. MALONY, Whatever Happened to the Soul?Scientific and Theological Portraits of Human Nature, Fortress Press, New York 1998;

    W.S. BROWN y M.A. JEEVES, Portraits of human nature: reconciling neuroscience andchristian anthropology, en Science and Christian Belief11 (1999), 139-150. Cfr. tam-bin el trabajo de G. EASTERBROOK, Science and God: a warning trend?, en Science277 (1997), 890-893.

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    3. VISIN FILOSFICA DE LAS RELACIONES MENTE-CEREBRO

    El problema de la conciencia no es solamente un tema de la Neurocien-cia. Tambin, si nos atenemos a los criterios histricos, se podra decir que es y,en primer lugar, de lo que entendemos por Filosofa. Por ello y, aunque no setrate de una exposicin exhaustiva, parece conveniente presentar aqu el marcoen que se mueven gran parte de los filsofos actuales que abordan este tema.De entre ellos, prestaremos especial atencin a aquellos que suelen ser ms ci-tados en los debates interdisciplinares, que pertenecen a menudo, de uno u otromodo, a la tradicin analtica anglosajona, dentro de la cual se ha gestado la dis-ciplina que se suele denominar Filosofa de la mente32, no sin antes enmarcarlabrevemente en la historia de la Filosofa.

    3.1. Apuntes histricos de las relaciones mente-cerebro

    El problema mente-cerebro no ha tenido que esperar para plantearse alos desarrollos contemporneos de la ciencia. Que el cerebro estaba implicadoen la ejecucin del conocer y del querer es una constatacin antigua, que segu-ramente se desarrolla al comprobar que las lesiones de la cabeza pueden provo-car un deterioro de los procesos mentales. No obstante, el mismo Aristteles to-dava vacila a la hora de atribuir una funcin al cerebro, a pesar de que ya ensu tiempo hubo quienes defendieron que el cerebro era la sede orgnica de laactividad espiritual. Sea como fuere, en la Edad Media, en filsofos rabes co-mo Avicena, que una la prctica de la medicina al cultivo de la Filosofa, y tam-bin en pensadores cristianos, la tesis de que el cerebro es el rgano implicadoen la actividad cognitiva y afectiva del hombre y el que explica enteramente laconducta animal es algo pacficamente posedo.

    El desencadenante del problema mente-cuerpo (mente-cerebro) con-siste en el descubrimiento de la mente como una realidad distinta de la ma-teria33. El padre de esta distincin es Platn. Para l, lo claramente real sonlas ideas. Esta tesis, que para una mentalidad empirista puede resultar pere-grina, se apoya en la constatacin de que, mientras que el mundo sensible esfugaz e inestable, las ideas son eternas e inmutables. Por eso, parece ms l-

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    32. Cfr., entre otros, E.J. LOWE, Filosofa de la Mente, Idea Books, Barcelona 2000;y M. PAUEN, Grundprobleme der Philosophie des Geistes. Eine Einfhrung, Fischer, Frank-furt 2001.

    33. Cfr. J.I. MURILLO, El nacimiento de la antropologa griega, en Studia Polaina7 (2005), 7-23.

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    gico considerar que son las realidades sensibles las que se parecen a las ideasy no al revs 34.

    La crtica ms certera a la tesis platnica procede de su discpulo Arist-teles. Para este autor, las ideas tienen muchas ventajas sobre los seres sensibles,pero ni estn vivas ni sirven para explicar la actividad y el movimiento. Arist-teles afirma que las ideas se encuentran en la mente, en la accin del intelecto,que con ellas conoce la realidad, y que es ste, por tanto, lo verdaderamente se-parado de la materia y, en consecuencia, incorruptible e inmortal. Ahora bien,si el principio de la mutabilidad del mundo sensible es la causa material, el in-

    telecto debe estar desprovisto de ella. No obstante, con este razonamiento Aris-tteles no consigue resolver totalmente el problema del dualismo, pues deja sinexplicar cmo se conjuga la actividad intelectual que parece que hay que atri-buir a un intelecto inmortal con el principio vital del organismo que la ejer-ce, al que denomina alma. Las consecuencias de esto se muestran en sus apa-rentes vacilaciones a la hora de atribuir inmortalidad al alma humana35.

    De todos modos, no slo los platnicos han sostenido con decisin la te-sis de que el alma puede existir al margen del cuerpo, sino tambin muchosaristotlicos posteriores. As, aunque a diferencia de aqullos, aristotlicos co-mo Toms de Aquino, defienden esta postura apoyndose en que la capacidadde entender es personal, y, por lo tanto, el principio vital que la ejerce debe ser,

    al menos parcialmente, independiente de la materia36

    .Al margen de las variantes entre los argumentos que se aducen para afir-

    mar que ningn rgano material puede explicar suficientemente la actividadmental, lo que interesa subrayar ahora es que lo que, con mucha imprecisin,podramos denominar el dualismo clsico 37, no se establece entre la concien-cia y la materia de que consta el cuerpo humano, sino ms bien entre sta y lainteligencia. Lo que se considera impensable en esta tradicin no es tanto queun ser meramente material sea consciente de s mismo, cuanto que sea capaz deesa relacin absoluta con la realidad en la que consiste entender.

    El problema, sin embargo, se establecer en otros trminos a partir de lacrisis nominalista, que debilita la importancia de la actividad intelectual y la re-

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    34. Un eco de esta posicin podemos encontrarlo en la distincin mencionada deEccles y Popper entre los tres mundos.

    35. Cfr. J.I. MURILLO, cit.36. Cfr. TOMS DE AQUINO, Sobre la Unidad del Intelecto Contra los Averrostas,

    Eunsa, Pamplona 2005.37. Resulta una imprecisin por cuanto se entiende en sentido estricto por dualismo

    la afirmacin de que la mente y el cuerpo son dos sustancias independientes, y no to-dos los autores sealados defenderan esta postura.

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    duce en gran medida a la produccin y combinacin de representaciones 38. Poreso no es extrao que, a partir de Descartes, el dualismo se plantee de otra ma-nera. Lo que a Descartes le resulta irreductible a la materia no es, en primerainstancia, la capacidad de conocer la verdad, sino el pensamiento autocons-ciente. ste se manifiesta para l en primer lugar no como saber sino como du-da metdica: una duda que se estrella contra la imposibilidad de negar su pro-pia existencia.

    Esta nocin de autoconciencia pasar a travs del racionalismo, el empi-rismo y Kant a los autores idealistas, que se la plantean con tal radicalidad que

    la consideran el primer principio de la Filosofa. As, por ejemplo, Schelling noduda en considerar la conciencia como el principio supremo del saber, apo-yndose en la experiencia de que, sea cual sea el objeto del saber, tambin el quese refiere a la realidad no mental, siempre comparece ante nuestra conciencia yes, por lo tanto, inseparable de ella39.

    Con la crisis del idealismo y de sus pretensiones de una explicacin ab-soluta de la realidad desde la conciencia, se dio paso al positivismo, y con l ala generalizacin de la creencia de que nuestro saber se reduce a la ciencia em-prica. Pero este saber tiende a marginar la conciencia, porque esta parece esca-par a la experimentacin emprica. Es esta situacin la que explica que toma-ran gran fuerza tesis como las propias del psicologismo, que sostenan que la

    actividad mental deba explicarse como una consecuencia del funcionamientodel cerebro, o las del conductismo, que prescinden de la mente a la hora de es-tudiar cientficamente la conducta humana.

    Uno de los mritos de Edmund Husserl consiste en haber aducido ar-gumentos de gran peso contra el psicologismo. As, en su conocida obra In-vestigaciones Lgicas40, sostiene que un requisito de cualquier teora cientficaes que no conculque las condiciones de posibilidad de toda teora; y el psico-logismo, al afirmar que nuestros enunciados estn determinados por el modoen que est constituido nuestro sistema nervioso, se incapacita para afirmar al-go que, como exige cualquier teora, tenga pretensiones de validez incondi-cionada. En otras palabras, no podemos afirmar al mismo tiempo que la tesis

    psicologista es verdadera y que la explicacin de que sostengamos tal afirma-cin debera buscarse nicamente en el modo peculiar como est constituidonuestro cerebro.

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    38. Cfr. L. POLO, Nominalismo, Idealismo y Realismo, Eunsa, Pamplona 1997.39. Cfr. F.W.J. SCHELLING, Sistema del Idealismo Trascendental, Anthropos, Barcelo-

    na 2005.40. Cfr. E. HUSSERL, Investigaciones Lgicas(traducida del alemn por Manuel Gar-

    ca Morente y Jos Gaos), 2. ed., Revista de Occidente, Madrid 1967.

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    3.2. Relaciones mente-cerebro en la Filosofa de la mente

    La Filosofa de la mente responde en gran medida a la tradicin anglosa-jona que, muy marcada por el empirismo, se ha desarrollado en el siglo XX entorno a los problemas lgicos y de anlisis del lenguaje. Esta filiacin explicacon cierta claridad cules son sus logros y sus limitaciones. De entre las nume-rosas y matizadas tesis que sostienen los filsofos de la mente contemporneos,destacaremos algunas que pueden servir para los fines de este trabajo, que con-siste tan solo en ofrecer algunas reflexiones acerca de la importancia de la apro-ximacin interdisciplinar al problema de la conciencia. Para ello nos detendre-mos de modo especial en las que guardan una relacin ms estrecha con lasposturas que tienden a adoptar los neurocientficos.

    El problema de la conciencia entra en la Filosofa de la mente, al igual queen la psicologa y la neurobiologa, gracias a la crisis del conductismo. Como he-mos visto, el conductismo metodolgico de John B. Watson y B.F. Skinner in-tentaba trasladar a la psicologa el mtodo general de las ciencias naturales pu-ramente empricas, y precisamente por ello exclua la consideracin de los actosmentales, que son subjetivos e inasequibles a un riguroso control experimental.

    Algunos filsofos, como Gilbert Ryle y Carl G. Hempel o Ludwig Wittgensteinen su segunda etapa, defendieron un conductismo lgico. Aunque con diversosmatices, estos autores se resisten a aceptar la existencia independiente de algo,como es caso de la mente, que se propone como puramente interno. As, para

    Wittgenstein, un proceso interno necesita criterios externos 41. Por eso, los fe-nmenos mentales deben ser explicados como conductas o disposiciones para laconducta. No se trata de negar que exista la mente, pero s de afirmar que la pre-gunta por la existencia de la mente o de los estados mentales constituye unpseudoproblema y que esto no puede constituir el objeto de la Psicologa42.

    Para John J.C. Smart y David Armstrong, defensores de la teora de laidentidad psicofsica, los procesos mentales son idnticos a los procesos cerebra-les y la nica explicacin cientfica de la conducta humana y animal es la queestudia los procesos fsicos que tienen lugar en el cerebro 43.

    El materialismo eliminativodefendido por algunos neurocientficos, esdefendido, entre otros, por filsofos como Paul Churchland o Daniel Den-

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    41. Philosophische Untersuchungen, apdo. 580. Cit. en J. HIERRO-PESCADOR, Filoso-fa de la Mente y de la Ciencia Cognitiva, Akal, Madrid 2005, 48.

    42. Cfr. G. GRAHAM, cit.43. Cfr. J.J.C. SMART, Between Science and Philosophy: An Introduction to the Philo-

    sophy of Science, Random House, New York 1968; D. ARMSTRONG, The Mind-BodyProblem: An Opinionated Introduction, Westview Press, Boulder Colorado 1999.

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    nett 44. Para Churchland la creencia popular de la existencia de la mente y lasexplicaciones de la conducta basadas en sentimientos, intenciones y otros es-tados mentales subjetivos forman parte de una explicacin primitiva precien-tfica. Tal psicologa popular (folk psychology) debe ser sustituida por una ex-plicacin causal que toma por objeto los procesos que tienen lugar en elcerebro. En una lnea parecida se pronuncia su esposa Patricia Smith Church-land 45.

    Daniel Dennett es otro de los filsofos de la mente ms citados en laactualidad. Este autor se propone aplicar al estudio de la mente un enfoque

    emprico que sea fructfero. Considera que la conciencia surge en el hombrecomo consecuencia del proceso evolutivo. Su teora ha sido denominada Dar-winismo neural y se puede resumir diciendo que, en realidad, no somos msque robots biolgicos evolucionados en un grado tal que ha permitido la apa-ricin de la conciencia tal como se da en el hombre 46. Su posicin respecto ala religin es muy conocida en la actualidad por la publicacin en 2006 dellibro Breaking the Spell. Religion as a Natural Phenomenon y por su defensavehemente de que tiene que explicarse nicamente en trminos neurobiol-gicos 47.

    Otra postura, que intenta evitar las dificultades de afirmar una identidadestricta entre los procesos mentales y los neurofisiolgicos, es el funcionalismo,

    entre cuyos representantes ms importantes se encuentran Hillary Putnam yJerry Fodor. El funcionalismo aprovecha la distincin de la electrnica entre elhardware y el software, y comprende los estados o procesos como situacionesfuncionales de un sistema, que pueden implementarse en soportes materialesdistintos, y, en este sentido, son independientes de ellos. Por eso aceptan que el

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    44. Cfr. P. CHURCHLAND, Neurophilosophy at Work, Cambridge University Press,Cambridge England 2007.

    45. Cfr. P. SMITH CHURCHLAND, Brain-Wise. Studies in Neurophilosophy, The MITPress, Cambridge Massachusetts 2002.

    46. Cfr. D. DENNETT, Kinds of Minds: Towards an Understanding of Consciousness,Basic Books, New York 1997.

    47. Cfr. D.C. DENNETT, Breaking the Spell. Religion as a Natural Phenomenon, Vi-

    king (Penguin), New York 2006. Cfr. Entrevista de Natasha Mishell con Daniel Den-nett en el programa All in the Mind y titulada Breaking the spell: Daniel Dennetton religion de la ABC National Radio de Australia el 29 de julio de 2006. Para una vi-sin crtica del pensamiento de Dennett cfr. tambin las entrevistas con C. Taylor, pro-fesor de Derecho y Filosofa de la Universidad Northwestern de Illinois en Estados Uni-dos y profesor emrito de la Universidad McGill de Montreal en Canad, tituladasPhilosophy, spirituality, and the self, parts 1 and 2en el programa Philosophers zo-ne de la ABC National Radio de Australia emitidas los das 7 y 14 de abril de 2007,realizadas por Tom Morton y comentadas por Alan Saunders. C. Taylor ha recibido elTempleton Prize del ao 2007.

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    rgano de la mente no debe ser necesariamente un cerebro 48. La consecuenciade esta tesis es que, para entender un estado mental, no basta individuar el pro-ceso fsico en que se realiza, sino que es preciso fijarse en la funcin que guar-da en el conjunto del sistema.

    Aunque el funcionalismo distingue claramente entre lo mental y lo fsi-co, no es un dualismo, en el sentido de que afirme una realidad independientepara la mente. Por eso algunos lo incluyen dentro de las formas de monismo.Una de las objeciones ms importantes a las que se han enfrentado los funcio-nalistas es el problema de los qualia. Los qualiason las propiedades cualitativas

    de las sensaciones, que son claramente discernibles en la experiencia subjetiva,pero que son difcilmente identificables con estados funcionales, pues es posi-ble que un mismo estado funcional provoque experiencias subjetivas diversas.

    Otros autores han propuesto algn tipo de teora emergentista, que noidentifica, como las teoras de la identidad, los estados mentales con los estadosfsicos del cerebro, sino que los considera como un fenmeno emergente res-pecto de aqullos. La ms importante de estas teoras es el naturalismo biolgi-co de John Searle 49, profesor de la Universidad de California en Berkeley. Sear-le pone el ejemplo de las diferencias entre las propiedades de las molculas deagua por separado y las que tienen la unin macrscopica de muchas molcu-las de agua, como es el caso de la liquidez y de todas aquellas que experimen-

    tamos sensiblemente. La mente no sera otra cosa que un conjunto de macro-propiedades del cerebro, distintas y emergentes respecto de las que tienen lasneuronas y sus relaciones.

    4. VISIN UNITARIA DEL HOMBRE: CONSIDERACIONES CRTICASRESPECTO AL MONISMO REDUCCIONISTA Y AL DUALISMO

    Este breve recorrido por algunas de las tesis defendidas en torno al temaque nos ocupa permite hacerse cargo de que el problema mente-cerebro se en-cuentra lejos de quedar zanjado. Para aquellos que no se sientan satisfechos con

    el monismo reduccionista ni con el dualismo como solucin a algo que nosafecta tan profundamente como el papel que juegan en el hombre materia y

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    48. Cfr. H. PUTNAM, Mind, Language and Reality. Philosophical Papers, vol. 2., Cam-bridge University Press, Cambridge England 1975; J. FODOR, The Mind Doesnt WorkThat Way: The Scope and Limits of Computational Psychology, The MIT Press, Cam-bridge Massachusetts 2000.

    49. Cfr. J.R. SEARLE, cit.; J.R. SEARLE, Consciousness, enAnnual Review of Neu-roscience23 (2000), 557-578.

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    espritu, cuerpo y alma o mente y cerebro 50, puede ser til avanzar algunas re-flexiones.

    Una primera consideracin es que la concepcin aristotlica que sos-tiene que el alma espiritual es la forma substancial del cuerpo, no ha perdi-do nada de su valor y sigue mereciendo ser tenida en cuenta. La crtica deque conduce necesariamente al dualismo olvida, en ocasiones, que no es lomismo sealar una dualidad que sostener una tesis dualista, y esto puede seraplicado a Aristteles, y, con mayor razn, a Toms de Aquino, que afirmadecididamente la unidad de la persona. Por otra parte, parece pertinente se-

    alar tambin que la existencia misma del problema mente-cuerpo, presenteal menos como punto de partida incluso en aquellos decididos a disol-verlo definitivamente, muestra que no es tan sencillo desprenderse de estadualidad que aparece de modo manifiesto a nuestra experiencia. Este hechoha llevado a afirmar a Searle que la tendencia dualistaen este punto y enotros, podra ser algo intrnseca y constitutivamente ligado a nuestra formade pensar 51.

    Tambin la Filosofa contempornea ofrece nuevas perspectivas para re-plantear algunos problemas que, en ocasiones, adolecen de una concepcin ex-cesivamente reducida de la mente y de la racionalidad humana. Estas defi-ciencias afloran, por ejemplo, en las dificultades para comprender los estrechos

    vnculos entre la razn y las emociones que son planteadas a veces en tr-minos antitticos o en el corte solipsista52 de algunos planteamientos. Ade-ms, cabe mencionar la necesidad de atender a aportaciones como las de Hei-degger 53, que ha proporcionado crticas atendibles a la nocin moderna desujeto y a la reduccin de ste a conciencia; y tambin las de las filosofas per-sonalistas, que han insistido en la importancia decisiva del encuentro con elotro para entender la estructura de la mente y de la conciencia. Y no cabeolvidar los intentos de la antropologa filosfica de principios del siglo XX54 o

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    50. Cfr. INTERNATIONAL THEOLOGICAL COMMISSION, Communion and Stewardship.Human Persons Created in the Image of God, Rome, July 23, 2004 (http://www.vati-can.va).

    51. Cfr. J.R. SEARLE, Towards a Science of Consciousness, cit.52. Este defecto de buena parte de la Filosofa moderna, que tiende a entender al

    hombre desde el modelo del individuo adulto y autnomo, ha sido denunciado por al-gunos pensadores como, por ejemplo, A. MACINTYRE en su libroAnimales Racionales yDependientes. Por Qu Necesitamos las Virtudes, Paids, Barcelona 2001.

    53. Cfr. M. HEIDEGGER, El Ser y el Tiempo(traducido por Jos Gaos), Fondo de Cul-tura Econmica, Madrid 2000.

    54. Cfr. M. SCHELER, El Puesto del Hombre en el Cosmos, Alba Editorial, Barcelona2000; H. PLESSNER, Die Stufen des Organischen und der Mensch. Einleitung in die Phi-losophische Anthropologie, en Gesammelte Schrifften, Suhrkamp Verlag, Frankfurt 1981.

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    la biologa filosfica de Hans Jonas 55, que han intentado ofrecer una concep-cin unitaria del hombre reconciliada con la ciencia biolgica contempornea.

    5. APORTACIONES PARA UNA PROPUESTA INTERDISCIPLINAR56

    En la Neurociencia contempornea, al menos tal como se presenta en ladivulgacin cientfica, se da por supuesto con mucha frecuencia que los fen-menos mentales slo pueden entenderse como la expresin biolgica de los

    procesos cerebrales. En el afianzamiento de esta tesis han influido algunos avan-ces prometedores, como el desarrollo de las modernas tcnicas de exploracincerebral, que lleva a considerar realizable la empresa de conocer de modo ex-haustivo los correlatos neuronales de todas nuestras experiencias subjetivas.

    No se pretende en este ltimo apartado ofrecer aqu una solucin al pro-blema mente-cerebro, sino ms bien reflexionar brevemente acerca del mtodo pa-ra abordarlo. Ahora bien, si el mtodo exige la colaboracin entre la Ciencia y laFilosofa, la primera de sus exigencias es que no se limiten arbitrariamente ni lastesis que se pueden defender ni los argumentos que cabe aducir. En este sentido,conviene sealar que los planteamientos que pretenden reducir lo que podemossaber a los logros de la neurobiologa no ofrecen una justificacin suficiente de su

    postura, bien sea por ignorancia de las poderosas objeciones que cabe dirigirles, oporque recurren a un curioso sentido comn que les lleva a desentenderse de lafuerza de los argumentos, recurriendo a una forma dbil de entender lo razona-ble. En efecto, la postura de quienes defienden que la mente se debe explicar re-curriendo slo al cerebro, apoyndose nicamente en que esta postura es la msrazonable a fin de cuentas slo vemos el cerebro, se seala, se parece muchoa la de quien pretendiera negar las propiedades de los agujeros negros o de las par-tculas subatmicas solamente porque no le resultaran razonables.

    Por otra parte, tambin ocurre en muchas ocasiones que los debates seencuentran viciados por una situacin semejante a la que Alasdair MacIntyredenuncia a propsito de la Filosofa moral contempornea, a los que denomi-

    na debates cerrados57

    . As, en muchas ocasiones, las crticas que se dirigen a las

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    55. Cfr. H. JONAS, El Principio Vida. Hacia una Biologa Filosfica, Trotta, Madrid2000; Poder o Impotencia de la Subjetividad, Paids, Barcelona 2005.

    56. El profesor Mariano Artigas imparti un seminario en la Universidad de Na-varra titulado Mi visin de la interdisciplinariedad el 17 de mayo de 2001. Esteinteresante documento puede consultarse en la siguiente direccin electrnica:http://www.unav.es/gep/MiVisionInter.html.

    57. Cfr. A. MACINTYRE, Tras la Virtud, Crtica, Barcelona 2004. Ver tambin nota 15.

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    posturas del pasado se apoyan en malentendidos acerca de la significacin delos conceptos y del alcance de las tesis defendidas. A lo que se suma, adems,que este terreno que comentamos aqu ha recibido una buena dosis de cargaideolgica.

    La cultura actual tiende a considerar que el conocimiento de las cienciasexperimentales es el nico verdadero, puesto que slo en l se da un autnticoprogreso y parece probar su verdad concedindonos la posibilidad de dominareficazmente el mundo. La Filosofa de la mente, en este sentido, sigue la estelade buena parte de la Filosofa moderna, que se ha rendido con frecuencia a la

    fascinacin de la nueva ciencia. Una prueba de ello es que la prestigiosa e in-fluyente crtica kantiana del conocimiento humano se reduzca a una explica-cin de las razones por las que nuestro deseo de conocer cientficamente elmundo debe contentarse con lo que la matemtica y la fsica de Newton per-miten alcanzar. As se entiende que, en muchas ocasiones, sea la Filosofa mis-ma la que tiende a descartar que pueda aportar a las ciencias algo ms que unasconsideraciones metodolgicas.

    El conocimiento cientfico se alcanza a travs de determinados mtodosde acceso a la realidad. Pero estos mtodos no pueden ser el nico camino ha-cia ella, pues en ellos se cambia la actitud contemplativa propia de la Filosofapor una metodologa que describe la realidad y la ordena, estableciendo para-

    digmas racionales gracias a los cuales podemos enunciar las leyes que predicenel comportamiento de los seres. Por otra parte, tanto la provisionalidad de lasteoras cientficas como su incompatibilidad mutua, y aun sus propias dificul-tades internas, abonan la idea de que el saber no se puede reducir a las meto-dologas de las diversas ciencias, que ganan en rigor a costa de limitar su objetode estudio y sus ambiciones. Su aceptacin como nica forma de saber equival-dra, por tanto, a la renuncia a alcanzar una verdadera sabidura, capaz de situaral hombre en la realidad y de orientar adecuadamente su accin en el mundo 58.

    Strumwasser ha sealado que si tuviramos que definir desde un puntode vista experimental y fenomenolgico las propiedades ms observables y ex-perimentables que nos distinguen de los animales, tendramos que hablar de

    cuatro: la capacidad inventiva, el lenguaje, la curiosidad intelectual y la auto-rreflexin o autoanlisis 59. Lo peculiar de la Neurociencia es que estudia un r-gano, el cerebro, que resulta decisivo en todas ellas. Ahora bien, si nos quere-

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    58. Cfr. J.I. MURILLO, Son realmente autnomas las ciencias?, en J. ARANGUREN,J.J. BOROBIAy M. LLUCH, Fe y Razn. I Simposio Internacional Fe cristiana y cultura con-tempornea, Eunsa, Pamplona 1999, 473-480.

    59. Cfr. F. STRUMWASSER, The human mind: building bridges between neuroscien-ce and psychiatry, en Psychiatry66 (2003), 22-31.

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    mos adentrar en el examen pormenorizado de estas caractersticas no podemosconformarnos con acudir a diversas ciencias particulares, sino que necesitamostambin un punto de vista filosfico, que permita plantear los temas de un mo-do abierto, y, al mismo tiempo, que pueda ofrecer tambin un puente comnal dilogo entre los diversos cientficos. De hecho, no slo cabe decir que la Fi-losofa es la primera de las ciencias, sino tambin que sta, en la medida en quees la apertura irrestricta de la inteligencia a la verdad, es interna a toda verda-dera disciplina cientfica, al menos en la medida en que forma parte de la acti-vidad del cientfico.

    Esta interdisciplinariedad que aqu planteamos puede entenderse de dosmaneras. Por un parte, cabe que en la misma persona se una el conocimientocientfico experimental y el filosfico. Es instructivo recordar que Aristteles,una de las cumbres indiscutibles de la Filosofa, lo es tambin de la Biologa, yno slo de su parte terica, ya que disec con maestra ms de 300 especies deanimales diferentes. Uno y otro conocimiento no se estorban, sino que se com-plementan, y esto se ve de forma especial en el estudio de nuestro sistema ner-vioso. No obstante, dado el gran desarrollo de las ciencias empricas, resulta ne-cesario contar con otro planteamiento interdisciplinar, que mira a conseguir eldilogo y enriquecimiento mutuo de los cientficos de las diversas disciplinas.

    Algo que slo es posible si los representantes de todas ellas estn abiertos a lasotras, de forma que la aportacin sea recproca.

    En el caso que nos ocupa, podemos ver cmo esta interrelacin ayuda aaproximarse a la realidad de forma ms adecuada. Como decamos, muchosneurocientficos y filsofos de la mente sostienen de un modo u otro que todolo que sucede en nuestra mente depende del cerebro. Pero es claro que no re-sulta fcil explicar desde esa visin los rasgos esenciales que definen un estadomental, como, por ejemplo, su intencionalidad y su carcter subjetivo o la ex-periencia de las diferencias cualitativas entre percepciones, como un conjuntode procesos fsicos que tienen lugar en nuestro sistema nervioso 60. En esta mis-ma lnea, podemos recordar lo ya indicado por filsofos como David Chalmersy Edmund Husserl sobre la reduccin de los procesos mentales a la pura biolo-ga61. Segn Chalmers 62, si el cerebro, desde el punto de vista biolgico, res-ponde a un patrn de estmulo-integracin-respuesta, para qu necesitamos laconciencia? Porque todo este proceso lo podramos realizar perfectamente sin

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    60. Cfr. T. NAGEL, What is the mind-body problem?, en Ciba Foundation Sympo-sium174 (1993), 1-7, discussion 7-13.

    61. Cfr. J.M. GIMNEZ-AMAYA, Neurociencia... (nota 1) y Cerebro y alma (nota21), cit.

    62. Cfr. D. CHALMERS, Philosophy of Mind..., cit.

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    ella. Por su parte, Husserl 63, en su mencionada crtica al psicologismo, sealaque afirmar que la verdad es el producto de nuestro cerebro equivale a negarlevalidez incondicional y a declarar imposible la irrenunciable aspiracin del co-nocimiento humano a conocer la realidad tal como es y no tan slo como nosparece; mientras que aceptar la validez incondicional de las afirmaciones ver-daderas nos obliga a comprender la inteligencia ms all de la contingencia bio-lgica.

    Es interesante observar tambin que incluso contndose entre aquellosque niegan que la conciencia resida en un alma etrea que usara nuestro ce-

    rebro como si fuera una agenda electrnica, Searle64

    ha sealado que los estu-dios neurobiolgicos sobre la conciencia que se vienen realizando en los lti-mos tiempos estn viciados en su base. Para este autor, hasta ahora se haintentado identificar determinados correlatos neuronales correspondientes a as-pectos concretos de la conciencia, pero se omite estudiar la conciencia de ma-nera unitaria, siendo as que esta cualidad la unidad no puede separarse deella, en particular de la autoconciencia. La necesidad de la interdisciplinariedadse apunta aqu en el trabajo necesario para abordar paradigmas experimentalesque exploren en conjunto la correlacin neurobiolgica de esta caractersticatan humana.

    En definitiva, no son pocos los autores que piensan que no nos enfren-

    tamos slo a un problema de orden prctico, que puede resolverse con una sim-ple mejora de los mtodos experimentales, sino con algo que se refiere a los as-pectos tericos fundamentales de la Neurociencia, donde los planteamientosfilosficos de corte reduccionista son claramente insuficientes. Esto se nota deun modo especial en el problema de la autoconciencia65. As, pues, la interdis-ciplinariedad es necesaria porque posibilita encontrar nuevos mtodos de tra-bajo comn y ayuda a establecer objetivos e hiptesis ms adecuados que los yaacuados de forma independiente por las distintas disciplinas implicadas en elestudio del sistema nervioso y del hombre.

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    63. Cfr. E. HUSSERL, cit.64. Cfr. J.R. SEARLE, Towards a Science of Consciousness, cit.

    65. Cfr. T. NAGEL, cit.; consultar tambin la revistaThe Economistdel 23 de diciem-bre de 2006 dentro de un estudio especial sobre el cerebro titulado A survey of the brainen las pginas 11-12 el artculo I think, therefore I am, I think. Consciousness awaits itsEinstein. All se indican, al final, estas palabras tan significativas con relacin a la solu-cin del problema de la conciencia: The truth, unsatisfactory though it is, is that no onereally knows. Nor does anyone know where the next breakthrough will come from.Perhaps Dr Edelman, or one of his successors, will build a robot that can describe its ownqualia-like experiences. Perhaps neuroanatomy will throw up a surprising, crucial obser-vation. Or perhaps a bored, unregarded clerk will come to the rescue with an insight thatdominates 21st-century thinking in the way that relativity dominated the 20th.

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    A modo de conclusin, puesto que la interdisciplinariedad no es algoabstracto, sino que se realiza a travs de personas que poseen una formacin yuna experiencia cientfica determinada, creemos que quienes emprenden estecamino deben cultivar algunos requisitos sin los que este empeo podra estarcondenado al fracaso:

    1. Conocimiento de la realidad neurobiolgica y filosfica. Como hemosvisto, la poca de los sabios universales, que concentraban en s mismos los co-nocimientos de todas las ramas de la ciencia, resulta difcilmente repetible. Sinembargo, sera ilusorio pensar que se puede abordar la cooperacin con otras

    ciencias sin decidirse a conocerlas con seriedad. En este sentido, es preciso dis-tinguir entre el dominio prctico que el profesional posee de su propia disci-plina y de sus mtodos, que resulta difcilmente comunicable a quien no poseesu experiencia, y aquellos presupuestos y contenidos bsicos que permiten com-prender y valorar adecuadamente sus resultados. Estos ltimos deben ser obje-to de un esfuerzo de comprensin y de reflexin por parte del cientfico, que leponga en condiciones de exponerlos a aquellos con quien dialoga. En la medi-da en que la cooperacin entre disciplinas se hace necesaria, es preciso que, enla formacin de los cientficos, se haga hincapi en este aspecto, de modo quecada uno de ellos sepa enmarcar la propia actividad en el conjunto de las cien-cias y de traducir los propios logros y su fundamento a un lenguaje compren-sible por los dems 66. Este esfuerzo ayuda, por otra parte, a inmunizar contrael peligro de reducir los problemas al mbito de la propia materia de conoci-miento, lo que exige abordar el discurso interdisciplinar con una visin positi-va ante los planteamientos de otras ciencias 67.

    2. Llegar a acuerdos claros en el lenguaje a utilizar para significar los pro-cesos cerebrales y mentales de la misma manera. Se trata de una consecuencia dela primera actitud. El lenguaje tiene mucho de convencional, pero, para que eldilogo entre ciencias sea posible, es preciso evitar los malentendidos termi-

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    66. Es pertinente recordar aqu al ya fallecido Nicholas Cozzarelli, profesor de Bio-loga Celular y Molecular de la Universidad de California en Berkeley y que fue direc-tor de la prestigiosa revista cientfica PNAS (Proceedings of the National Academy of

    Sciences of the U.S.A.); en alguna ocasin, preguntado sobre qu recomendara a los es-tudiantes universitarios que suean con llegar a ser investigadores cientficos, respondique les sugerira aprender humanidades. Cuando lleguen a ser cientficos de prestigio,deca, pasarn la mayor parte del tiempo escribiendo, leyendo, dando charlas y escu-chando.

    67. En este punto es muy ilustrativo comprobar el desarrollo de las discusiones y delas entrevistas concedidas por Joseph Ratzinger y su aproximacin a temas muy con-trovertidos. Cfr., como dos ejemplos entre varios, P. SEEWALD, La Sal de la Tierra,Palabra, Madrid 2005; y J. HABERMAS y J. RATZINGER, Dialctica de la Secularizacin:Sobre la Razn y la Religin, Encuentro, Madrid 2006.

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    nolgicos. Ahora bien, puesto que el lenguaje se configura a travs del dilogoen este caso, cabe decir que, en gran medida, la funcin crea el rgano, ellenguaje comn debe ser fruto del esfuerzo mutuo de comprensin y de co-municacin.

    3. Plantear los problemas y las soluciones encontradas sin condicionamien-tos ideolgicos. En la ciencia, el gran enemigo del dilogo entre posturas dife-rentes y entre diversas disciplinas consiste en la descalificacin a prioride las te-sis planteadas. En este sentido, deshacerse de los propios prejuicios a la hora deabordar los problemas no implica escepticismo o renunciar a las propias con-

    vicciones, sino haber cado en la cuenta de que analizar los problemas de mo-do global o sapiencial exige estar abierto a plantearse todas las dificultades, sinexcluir algunas de ellas por motivos extracientficos 68. A fin de cuentas, aunaquello que sabemos por otros medios, slo puede afirmarse cientficamente enla medida en que podamos probarlo. Por eso es preciso estar en guardia antequienes cargan a la ciencia experimental con la exigencia desmesurada de re-solver todos los problemas humanos, que tienden a hacer pasar apresurada-mente por cientfico el fruto de actitudes y convicciones arbitrarias.

    Jos M. GIMNEZ-AMAYA Jos I. MURILLODepartamento de Anatoma, Departamento de Filosofa

    Histologa y Neurociencia Facultad de Filosofa y LetrasFacultad de Medicina Universidad de Navarra

    Universidad Autnoma PAMPLONAMADRID

    JOS M. GIMNEZ-AMAYA Y JOS I. MURILLO

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    68. Cfr. TOMS DEAQUINO, In XII Libris Metaphysicorum, III, 1, 1.

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    Tabla I. Algunos de los hechos ms relevantes en la Historia de la Neurociencia

    1664 Publicacin de Cerebri Anatomepor Thomas Willis

    1848 Accidente de Phineas Gage en las montaas del estado deVermont (EEUU)

    1861 Paul Broca describe las afasias motoras

    1874 Carl Wernicke describe las afasias sensoriales

    1876 David Ferrier publicaThe Functions of the Brain

    1906 Santiago Ramn y Cajal y Camilo Golgi obtienen el PremioNobel de Medicina

    1906 Charles Sherrington publicaThe Integrative Action of the Ner-vous System

    1932 Charles Sherrington y Edgar Adrian obtienen el Premio No-bel de Medicina

    1951 Jean Delay y Pierre Deniker utilizan la clorpromacina en tras-tornos psiquitricos

    1960 Fundacin de la Internacional Brain Research Organization

    1962 El Massachusetts Institute of Technology organiza el Neuros-cience Research Program

    1969 Fundacin de la Society for Neuroscience

    1981 Roger Sperry, David Hubel y Torsten Wiesel obtienen elPremio Nobel de Medicina

    1990 Declaracin del Presidente de los EEUU sobre la Dcada delcerebro (1990-2000)

    2000 Arvid Carlsson, Paul Greengard y Erik Kandel obtienen elPremio Nobel de Medicina

    2002 Simposium de la Dana Foundationsobre Neurotica2003 Paul Lauterbur y Peter Mansfield obtienen el Premio Nobel

    de Medicina

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