la semiologÍa: ojos para leer el libro del mundo

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1 LA SEMIOLOGÍA: OJOS PARA LEER EL LIBRO DEL MUNDO Contenido Introducción El hombre, como ser social, necesita comunicarse El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística La semiología, una ciencia muy útil La semiología en la educación El lenguaje de las relaciones sociales La semiología en el análisis de los relatos La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica interpretar los signos y lo símbolos Introducción Desde el nacimiento hasta la muerte vivimos rodeados de signos que simbolizan. Lo signos nos acechan, nos informan, nos orientan y hasta nos confunden. Nuestro quehacer es interpretarlos en búsqueda de su significado con el aporte de la ciencia de los signos, es decir, con la semiología. Gracias a ésta, en nuestra interrelación con los signos, podremos interpretarlos y comprenderlos. En la dinámica comunicativa necesitamos interpretar y comprender los signos que comunican múltiples significados. Lo que vemos y oímos nos “habla” constantemente en los códigos que nos rodean. La semiología nos sirve como instrumento teórico que facilita la interpretación de los objetos culturales y sociales; se nos convierte en un aparato analítico, riguroso y eficaz para la interpretación de los discursos sociales. La semiología es la ciencia de los signos y la ciencia de la comunicación. En el presente texto me dispongo a disertar, con el aporte de especialistas, sobre este saber tan complejo, pero de palpitante actualidad y capital importancia. Sin entrar en honduras semiológicas –que es tarea

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LA SEMIOLOGÍA: OJOS PARA LEER EL LIBRO DEL MUNDO

Contenido Introducción El hombre, como ser social, necesita comunicarse El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística La semiología, una ciencia muy útil La semiología en la educación El lenguaje de las relaciones sociales La semiología en el análisis de los relatos La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica interpretar los signos y lo símbolos Introducción Desde el nacimiento hasta la muerte vivimos rodeados de signos que simbolizan. Lo signos nos acechan, nos informan, nos orientan y hasta nos confunden. Nuestro quehacer es interpretarlos en búsqueda de su significado con el aporte de la ciencia de los signos, es decir, con la semiología. Gracias a ésta, en nuestra interrelación con los signos, podremos interpretarlos y comprenderlos. En la dinámica comunicativa necesitamos interpretar y comprender los signos que comunican múltiples significados. Lo que vemos y oímos nos “habla” constantemente en los códigos que nos rodean. La semiología nos sirve como instrumento teórico que facilita la interpretación de los objetos culturales y sociales; se nos convierte en un aparato analítico, riguroso y eficaz para la interpretación de los discursos sociales. La semiología es la ciencia de los signos y la ciencia de la comunicación. En el presente texto me dispongo a disertar, con el aporte de especialistas, sobre este saber tan complejo, pero de palpitante actualidad y capital importancia. Sin entrar en honduras semiológicas –que es tarea

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de los teóricos de la semiología–, pretendo embarcarme en la difícil aventura de elaborar un escrito que les sirva a los lectores –profanos en este apasionante universo– para aproximarse al conocimiento de los signos a través de la ciencia que se encarga de su estudio. Como en la Red existen diversos trabajos sobre el particular –algunos con cierta profundidad–, solamente procuro escribir sobre el tema de manera sucinta mediante un lenguaje comprensible, de un diletante en semiología y no de un semiólogo. Exploro someramente la comunicación y los signos, enfoco el quehacer semiológico en los procesos comunicativos, en la búsqueda de significados, en sus relaciones con la semántica y la lingüística; destaco su importancia en la interpretación y comprensión de los signos en nuestra cotidianidad; la abordo con respecto a la educación; diserto sobre el lenguaje de las relaciones sociales y sobre la semiología en el análisis de los relatos (lenguaje textual y lenguaje cinematográfico); y, finalmente, me sumerjo en las relaciones de sentido en nuestra cultura saturada de signos y de símbolos. Es importante destacar y agradecer el aporte de los textos consultados, en especial el de “Introducción a la semiología”, de Alberto Cárdenas y Héctor Beltrán, el cual orientó y facilitó mi labor. El hombre, como ser social, necesita comunicarse El hombre, el individuo, el sujeto o la persona humana, en su quehacer cultural, en aras de poder comunicarse con los demás hombres, ha tenido que crear o inventar signos y aprender a “leerlos”, interpretarlos o descodificarlos con el fin de comprender sus significados, tanto de los artificiales como de los naturales. Como ser social, el hombre necesita comunicarse, porque quien no se comunica se aliena y se neurotiza. La comunicación es un presupuesto de su ser personal y una de sus dimensiones de su ser multidimensional. La comunicación humana, que es mucho más que sólo hablar y escuchar palabras, se considera como un intercambio de signos que contienen un significado.

Por comunicación humana entendemos la relación que el hombre, como ser social, como ser que piensa y siente, establece con otros por medio de signos. Esta relación es la base para la conformación

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de una sociedad cuya cultura se manifiesta en la función significativa… En el acto de comunicación los participantes emplean signos que son comprendidos de una manera similar, por tanto, hay común participación de ideas, convicciones y sentimientos… Al comunicarnos no sólo lo hacemos para informar sino para compartir. Cuando perseguimos este objetivo, permitimos la reflexión de nuestro interlocutor en los mensajes que pueden ser portadores de datos científicos, referencias del mundo y de nuestras emociones y sentimientos. Mediante la comunicación podemos aumentar nuestro acervo cultural, compartir inquietudes acerca de los problemas del mundo, ubicarnos solidariamente para lograr una sociedad más justa y establecer vínculos de amistad y de compromiso1.

En nuestros procesos de abstracción (seleccionar unas características de los hechos u objetos y descartar otras) tenemos complicaciones porque nuestro aprendizaje del lenguaje se limita al aspecto meramente gramatical; es decir, tratamos sólo con las palabras, ignorando relacionarlas con los objetos o hechos que representan. Para comunicarnos no basta con aprender a decir palabras, sino cómo aplicar éstas a los objetos nombrados. Siempre debemos tener presente que, tal como lo indicó Wendell Johnson2, el estudio del lenguaje comienza con el estudio del significado. En la praxis comunicativa se realiza la codificación y la descodificación de los diversos conjuntos de códigos, que son sistemas de signos que tienen relaciones directas e indirectas con los significantes y con los significados. Los signos tienen una intención simbólica, es decir, los signos simbolizan. Un código es un sistema de signos, cada uno con su propio significado. Un ejemplo es el semáforo o la vestimenta. Como la semiología hace posible la comprensión del contexto, los códigos (sistemas de signos) son los medios para poder rescatar el contenido del mensaje. En la comunicación humana el hombre interpreta símbolos, porque su mundo es el mundo del símbolo. “La palabra y, concretamente, el símbolo, se convierten en el medio que permite comprender y entender la realidad

1 FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Semántica general. Usta, Bogotá, 1984

2 Citado por Samuel I. HAYAKAWA. El lenguaje en el pensamiento y la acción. UTEHA, Grupo Noriega

Editores, editorial Limusa, México, 1993.

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abstrayéndola, la cual llega a ser el objeto de la comunicación”3. Su mundo es el mundo de la interpretación de los signos y de los símbolos. “El hombre, como creador de símbolos, es la realidad y, a la vez, lo representado por ella”4. Como los símbolos no tienen un solo sentido, el hombre los interpreta en función del contexto social, ya que es éste quien determina los significados. Una bombilla roja, por ejemplo, de suyo no tiene una significación determinada; es en un contexto social donde adquiere su significación particular: un estudio fotográfico, alarma o situación de peligro, un prostíbulo, una luz navideña, una señal intermitente en una torre, un destello utilizado por los automotores para indicar “pare”, freno o anunciar una desviación, etc. “Es, pues, en función de la realidad como se construyen y se interpretan los símbolos de la comunicación humana”5. Se ha dicho que el símbolo da qué pensar; es decir, da, otorga, porque el símbolo ofrece el sentido. El símbolo va de la imagen a la idea.

En su sentido amplio, se define como aquella imagen, figura, signo u objeto sensible con que se representa algo en razón de una semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre ellas o en razón de una convención.

En la antropología, ciencia para la cual el hombre es el único que los ha creado, los símbolos son entendidos desde un enfoque conductista como acciones que provocan co-actividad y, en consecuencia, son un componente fundamental de los hechos comunicativos; de hecho, los lenguajes son en sí mismos sistemas de símbolos. Cada sociedad escoge sus símbolos según sus cánones culturales; su significado varía de una a otra y están sujetos a los cambios de cada sociedad.

Desde el campo de la semiología, el símbolo es un signo que se refiere al objeto que él connota, por medio de una ley, por lo común una asociación de ideas generales que hace que el símbolo sea interpretado como referido a este objeto; por ello se considera como una ley general o legisigno y como tal actúa por medio de su

3 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Introducción a la semiología. USTA, Santafé de Bogotá, 1996. 4 LETO, Federico. La relación del lenguaje con la realidad. Libro pdf.

5 LOPEZ FORERO, Luis. Introducción a los medios de comunicación. USTA, Bogotá, 1992.

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réplica o réplicas. Las características fundamentales de esta categoría de signo son la arbitrariedad y la convencionalidad.

Para ilustrar, tenemos el ejemplo de la cruz, símbolo que representa al cristianismo cuyo fundador murió en ella; además de la balanza, como instrumento para pesar, también adquiere otros matices abstractos como representación del concepto de igualdad y justicia […].

Así se comprende fácilmente como la sociedad construye el signo, le confiere sus valores para estructurarlo con una carga semántica distinta a la que porta como objeto; en otras palabras la dimensión ontológica del objeto se enriquece con una nueva dimensión semiológica sin destruir el objeto mismo. Ya se puede decir entonces, que precisamente es en el proceso cultural de construcción y uso de los signos donde se puede ubicar el campo semiótico el cual Umberto Eco denominó Umbral Superior6

El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos Como ser o animal sígnico, el hombre vive en un universo complejo de signos. Además de ser sígnico, el hombre también es simbólico. El hombre, a diferencia del animal –que conoce su medio sólo a través de la experiencia directa–, cristaliza su saber y sus sentimientos en representaciones simbólicas. El animal sólo tiene mundo extensional, mientras que el hombre cuenta con un mundo simbólico. “En cambio, el hombre vive en el plano extensional y habla de su vida consigo mismo en el símbolo, bien con palabras, bien con símbolos carentes de valor verbal, como la pintura, la música y la danza. El ser humano no se contenta con un conocimiento extensional, sino que casi no puede prescindir de hablar consigo mismo sobre lo que ha visto, sentido y hecho”7. Dentro de sus entornos (social, ecológico y tecnológico) vive rodeado y, en cierta manera, condicionado y manipulado por signos y símbolos; su mundo es un universo sígnico y simbólico. El signo es un fenómeno complejo que "refleja y refracta" la urdimbre social. En su cotidianidad se 6 ROSERO, Carlos Arturo y otros. Elementos de semiología general. http://www.utp.edu.co

7 HAYAKAWA, Samuel I. El lenguaje en el pensamiento y la acción. UTEHA, Grupo Noriega Editores,

editorial Limusa, México, 1993.

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encuentra con diversos signos: verbales, gráficos, icónicos y gestuales, entre otros. Según Peirce, todos nuestros conceptos son signos relacionados con objetos que denotan un pensamiento interpretable. “El signo implica una triada de significaciones para interpretar: el sentimiento y la reacción que produce en el sujeto, la reacción mental y una significación conceptual”8. Los hombres, como seres culturales, somos seres semiológicos. Nuestro mundo es un rompecabezas gigantesco, una colección de signos y claves que hay que interpretar porque tienen un sentido. El semiólogo traduce los mensajes que se transmiten dentro de una cultura; es como un investigador que sigue las pistas y llega hasta los signos que nos “hablan” subrepticiamente. “Los signos tienen por función comunicar ideas por medio de mensajes: los mensajes se expresan a través del habla, o medio de transmisión. Esta operación implica un objeto, una cosa de la que se habla o referente; se requiere de signos y de códigos que articulen a los signos (estructura del habla); y finalmente, se requiere de un emisor y un destinatario”9. El mundo es una colección de signos y claves que hay que interpretar en búsqueda de significados. Como los signos transmiten significados e informaciones de maneras complejas están en la base del simbolismo y del estilo personal. Es por eso que un sombrero puede tener un significado general socialmente, pero también podría tener asociaciones personales sólo para su dueño, usuario o poseedor. En nuestra cultura, el color blanco es el signo de la pureza. El dibujo de un árbol representa una planta natural o ese elemento que encontramos físicamente en el bosque. Una circunferencia o una rueda se representan con el dibujo de un objeto circular. Las lágrimas son el signo del dolor o alegría…

El hombre en su proceso de participación social se mueve dentro de una serie de relaciones con los objetos y las personas; estos objetos no son simples objetos libres e independientes de los hombres; son instrumentos culturales para en primera instancia satisfacer una necesidad y posteriormente decir de las características de su poseedor o de su usuario; en otras palabras los objetos adquieren la categoría de signos a través de un proceso de semantización que se opera al interior del grupo que usa el objeto en cuestión.

8 SALAZAR RAMOS, Roberto José. Filosofía contemporánea. USTA, Bogotá, 1995, p. 264

9 MUÑOZ GUERMES, Alfonso. La semiótica como herramienta de la cultura. http://www.eumed.net

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Esto lleva a plantear que los objetos en la cultura reciben un agregado que es la capacidad de significar sin que el objeto en sí se destruya, es posible que esa signifícatividad lo opaque en un momento en tanto que instrumento útil, es el caso de los relojes muy finos que lo menos importante es dar la hora, o las piezas de museo que sólo tienen un valor representativo de una etapa pretérita de alguna cultura10.

Pero, ¿qué es un signo? La definición de signo es problemática toda vez que, además de ser compleja, es un concepto polisémico.

Uno de los problemas fundamentales de la semiótica es determinar el concepto mismo de signo. La sociedad utiliza los signos para afirmar, para prometer, para ostentar, para mentir, para subyugar. De ahí que se encuentran siempre inmersos en la praxis humana, jugando un papel fundamental en todos los actos humanos como mediadores indispensables en todo proceso comunicativo, lingüístico extralingüístico o paralingüístico… No debe pensarse que cuando se habla de signo se hace referencia sólo a los que se producen lingüísticamente; hay otros signos que posiblemente tienen mayor riqueza significativa a nivel de la comunicación, como puede ser un gesto de agrado o de desagrado o de indiferencia, una sonrisa de aceptación o rechazo, un automóvil último modelo como signo de estatus socioeconómico, una piscina en una finca de verano, el uso de la corbata en un cóctel, el cabello largo de los jóvenes o la manera como alguien usa los cubiertos en la mesa de un restaurante11.

El Diccionario de la lengua española lo define como: “Objeto, fenómeno o acción material que, natural o convencionalmente, representa o sustituye a otro objeto, fenómeno o acción”. El signo es algo que utilizamos para manifestar otra cosa. Es un objeto material o imagen psíquica que interviene en el proceso comunicativo, representando o sustituyendo otro objeto o imagen, para percibir, conservar, transformar y retransmitir una información relativa al objeto o imagen representado o sustituido. “En general, entendemos por signo todo aquello que puede representar otra

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ROSERO, Carlos Arturo y otros. Elementos de semiología general. http://www.utp.edu.co 11

ROSERO, Carlos Arturo y otros. Ob. Cit.

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cosa a partir de una convención que ha sido aceptada”12. El signo es una entidad síquica compuesta por significante o contenido y significado o expresión. “El significante (imagen acústica) es la huella síquica que produce en la mente el estímulo de un signo. El significado es el concepto que nos formamos después del estímulo de un significante”13. Los signos pueden ser monosémicos o signos con un solo significado, como los signos de tráfico, los signos del lenguaje matemático, etcétera; y polisémicos o signos con más de un significado, como los signos lingüísticos. La filóloga Monserrat Vallés lo define como el objeto material con que una cosa es representada en nuestra mente, como la señal con que se representa algo o se establece una relación con otra cosa; y agrega que una fotografía, un mapa, el llanto de un niño, por ejemplo, “son signos porque los relacionamos con una determinadas realidades, porque con ellos representamos en nuestra mente a una persona o personas determinadas, una realidad geográfica, o entendemos que un niño tiene hambre, frío, siente dolor, etcétera”14. Existen signos lógicos y expresivos. El signo lógico se opone al signo expresivo. Mientras que el signo lógico es convencional, arbitrario, homológico, objetivo, racional, abstracto, general, transitivo y selectivo, el signo expresivo es natural, motivado, analógico, subjetivo, afectivo, concreto, singular, inmanente y total. La función de los signos es significar y comunicar. Los signos son creaciones culturales como instrumentos comunicativos. El hombre, para expresar pensamientos, acude al lenguaje, es decir, emplea formas verbales y formas no verbales. “El papel que desempeñan los signos no verbales aumenta considerablemente día a día. Carteles, anuncios, diagramas, mapas, planos, imágenes y multiplicidad de formas enriquecen los medios que emplea el hombre para establecer comunicación”15. Todo signo es significativo.

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FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Semántica general. Usta, Bogotá, 1984 13 SAUSSURE, Ferdinad de. Curso de lingüística general. Planeta–Agostini, Barcelona, 1985. 14

VALLES, Monserrat. Enciclopedia superior. Círculo de Lectores, Bogotá, 1995. 15 FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit.

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El signo se caracteriza por ser una cosa natural, convencional, arbitraria y material. La relación entre signo y referente o significado es indirecta, debido a que ésta es arbitraria por cuanto no hay vínculo necesario entre ellos. Entre el signo y el significante hay una relación causal o natural porque los dos son correlativos. Entre el significante y el significado existe una relación de adecuación. “La constitución de un signo exige ciertos requisitos: la convención o acuerdo de los usuarios para que tales signos funcionen; el carácter síquico que involucra sonidos en el cerebro; y una imagen conceptual que es el reflejo de las abstracciones que hacemos de la realidad… El signo fuera de ser producto de la relación establecida entre una forma y un contenido es un medio de relación entre el emisor y el receptor y hace posible el proceso de comunicación que le permite realizarse como ser social. El signo actualiza la realidad por ser representación de ella, es en esta donde relaciona al mundo con el hombre”16. Si el signo evoca o representa la idea de otra cosa, es convencional, “y tiene un carácter abierto e ilimitado porque siempre se pueden crear nuevos signos o códigos; de ahí que exista una amplísima variedad de códigos, de cuyo estudio también se encarga la semiótica, entre otros: olfativo, táctil, proxénico, cinésico, pictórico, musical, paralingüístico y lingüístico”17. La lingüista Nohemy Fernández de Rubiano18 explica que el signo es arbitrario porque “el referente representado por el signo no guarda vínculo necesario con la forma que funciona como medio de expresión”, y cita como ejemplo que el referente de triunfo no tiene relación íntima con la “V” que hacemos con los dedos índice y corazón de nuestra mano. “Los diversos significantes que sirven para expresar un mismo concepto, y de hecho, para denominar un mismo objeto, son prueba de la arbitrariedad”, aclara y señala a manera de ejemplo: “en inglés decimos the table, en francés la table y en español la mesa. Lo mismo ocurre con el sonido de un silbato o una detonación para indicar el inicio de una competencia. Cree conveniente advertir que “el significado, como concepto, no varía; en cambio, el significante o forma varía, pero no al arbitrio de cada hablante”, porque si el hablante crea signos a discreción se genera confusión, dificultándose el proceso de comunicación en cuanto al

16 Ibídem. 17 GONZALEZ ALBEAR, María Isabel. Análisis semiológico del texto “Molinos o gigantes”, de Javier Tomeo. www.monografias.com 18

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit

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significado que tienen los signos. “La arbitrariedad es el resultado de la inmotivación, o sea de la no relación que hay entre el hombre y la cosa que éste representa”, puntualiza esta lingüista. En cuanto a la convencionalidad del signo, nuestra experta anota que ésta resulta del acuerdo entre los creadores y usuarios del signo, haciendo énfasis que la convención es determinante para que un signo represente ideas, deseos, sentimientos, etcétera. Como el signo es impuesto, “la comunidad que lo emplea, para efectos de la comunicación, debe conocerlo”, enfatiza. La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos Toda comunicación o información, emitida a través de signos verbales y no verbales, requiere de diversas herramientas metodológicas para comprender sus significados. Es así que el hombre en sus múltiples faenas culturales ha creado y recreado, inventado y reinventado artes o ciencias, como la lingüística, la filología, la gramática, la hermenéutica, la exégesis, la lógica, la retórica y la semiología, entre otras, para comprender el significado de la infinidad de signos que lo circundan en su universo sígnico y simbólico. En el campo de la comunicación, terreno fértil para el trabajo semiológico, la semiología aparece como una disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción de los fenómenos sociales, entendiéndolos como configuraciones significativas. “Es una mirada que permite dar cuenta de los mecanismos con los cuales, sobre materialidades diversas, damos sentido a nuestra realidad”19. Para poder comprender esos signos y esos símbolos o desentrañar el lenguaje y la comunicación que éstos contienen se requiere, además de las anteriores, del aporte específico de la semiología o semiótica, tanto en su aspecto teórico como práctico. Semiología y semiótica son una misma ciencia. La primera, que tiene sus orígenes en Europa, se constituyó sobre el estructuralismo, que es la teoría y el método científico que considera un conjunto de datos como una estructura o sistema de interrelaciones. La segunda, teorizada en los Estados Unidos, se planteó con fundamento en el positivismo, conocido como el sistema filosófico que admite

19 MONZON, Francisco Leonardo. ¿Para qué sirve la semiología? http://codigosbinarios.blogspot.com/2009/06/para–que–sirve–la–semiologia.html

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únicamente el método experimental y rechaza toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto, y el pragmatismo, método filosófico según el cual el único criterio válido para juzgar de la verdad de toda doctrina científica, moral o religiosa, se ha de fundar en sus efectos prácticos. La semiótica, como herramienta metodológica que sirve para dar cuenta de los sentidos que construye una sociedad y para democratizarla, se erige sobre las bases de factores esencialmente sicológicos y sociológicos, y nos presta su auxilio en la interpretación crítica de la significación de los fenómenos sociales. Desde la semiología se ubica el texto como sistema de comunicación y se explica la forma de construcción del mensaje. “El texto se presenta ante nosotros no como la realización de un mensaje en un solo lenguaje cualquiera, sino como un complejo dispositivo que guarda variados códigos, capaz de transformar los mensajes recibidos y de generar nuevos mensajes, un generador informacional que posee rasgos de una persona con un intelecto altamente desarrollado”20. Etimológicamente, semiología procede del griego semeion (signo) y logos (estudio), que sería estudio del signo; semiótica, del griego semeion (signo) e ykos (relativo a), es lo relativo al signo. Entonces semiología o semiótica es la ciencia, el estudio, la teoría, la disciplina o la reflexión sobre el signo (códigos, lenguas, señalizaciones, símbolos, síntomas, lenguajes, ritos, ceremonias, artes, vestidos, fiestas, emblemas, escudos, banderas, protocolos, propagandas, juegos, saludos, ideologías, tradiciones, costumbres, convencionalismos, espectáculos deportivos, celebraciones religiosas, construcciones arquitectónicas, culinaria, insignias militares, alfabeto de sordomudos, formas de cortesía, títulos nobiliarios, cargos públicos, etc.) en el seno de la vida social, debido a que el mundo del hombre es un universo complejo de signos. Semiología es la ciencia que estudia la naturaleza, la clasificación, la interpretación y la producción de los signos. La semiología aborda el problema del significado en su raíz, descubriendo los elementos y las relaciones que tienen el significante y el significado. “La semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo. Signo es cualquier cosa que pueda considerarse como sustituto significante de cualquier cosa”21.

20

CALLES, Josefina. Semiología y literatura. http://analisisliterarioupelipb.blogspot.com

21 ECO, Umberto. Tratado de semiótica general. Lumen, Barcelona, 1975.

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La semiología es la disciplina dedicada a estudiar los signos no verbales, es decir, los signos pictóricos, visuales, cinéticos, escritos, etc. Con respecto a los signos, ésta se encarga de definirlos, clasificarlos, dividirlos, caracterizarlos y determinar su naturaleza, su objeto, su estructura, sus funciones, sus alcances y sus límites, entre otras actividades que realiza esta ciencia. “En términos generales, la semiología tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que fuere la sustancia y los límites de estos sistemas –que pueden encontrarse en ritos, protocolos o espectáculos– constituyen, si no ‘lenguajes’, al menos sistemas de significación”22. En sus investigaciones semiológicas, Umberto Eco plantea la existencia de la semiótica general y la semiótica aplicada. La primera diseña e interpreta las condiciones de producción de sentido y los modos de obtención de significación de los fenómenos sociales. La segunda es la descripción de una gramática de producción de sentido o de una manera de funcionamiento textual. “Saussure destaca la función social del signo, Pierce su función lógica, pero los dos aspectos están estrechamente vinculados y los términos semiología y semiótica, denominan en la actualidad a una misma disciplina”23. A pesar de que semiología y semiótica son las ciencias que tienen como objeto el estudio de los signos, algunos teóricos las consideran como sinónimos y otros como ciencias distintas. Leamos lo que nos dice al respecto Monserrat Vallés:

Actualmente, aunque algunos autores consideran ambos términos como sinónimos, se tiende a considerarlos como dos ciencias distintas. Así, denominados semiología a la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social. El término de semiología fue creado por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure, el cual considera a la lingüística como parte de esa ciencia. En cambio, la semiótica tiene un carácter más general, ya que prescinde del lenguaje del encuadre social del estudio de los signos y se centra en algún sistema muy particular de comunicación”24.

22 BARTHES, Roland. Semiología. Alberto Corazón editor, Madrid, 1971. 23

http://www.sisman.utm.edu.ec La semiología. 24

VALLES, Monserrat. Ob. Cit.

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La semiótica se relaciona, entre otras, con las siguientes disciplinas o saberes: la zoosemiótica (estudios de los sistemas de comunicación entre animales), la cibernética (estudio de la comunicación entre máquinas), la biónica (estudio de la comunicación entre células), los códigos del gusto (convenciones sobre la composición de los manjares), los lenguajes formalizantes (matemático, morse, etcétera), las comunicaciones visuales (las señales de tráfico, las imágenes de la televisión o del comic) y las lenguas naturales. La semiótica se enfoca en la comunicación humana, y por eso tiene implicaciones sociales. En presencia del hombre, el signo deja de ser señal porque al ser el significado del significante se carga inmediatamente de connotaciones sociales. “Toda señal, en cuanto es interpretada por el hombre, se convierte en símbolo”25. Eco atribuye a la semiótica el estudio de los procesos culturales como procesos de comunicación. En el estudio del signo es pertinente distinguir entre seña, símbolo e ícono, porque a veces se presenta confusión al momento de comprender con precisión qué es un signo. Y para orientarnos en este sentido, contamos con la asesoría de la precitada Nohemy Fernández de Rubiano26. Precisa que la señal es el signo empleado con el objetivo de estimular una reacción, es decir, provocar una conducta de inicio, continuidad o suspensión de una acción. Señal es, entonces, “cualquier elemento no lingüístico empleado para estimular la conducta”, producto del acuerdo entre dos o más personas de una colectividad social. Como ejemplo de señales cita el ulular de una sirena, el sonido de un silbato, el ruido de una detonación, el movimiento ondeante de una bandera, un grito y otras formas de expresión imperiosa, las cuales sirven para dar inicio a una competición o evento deportivo. “La señal en todos los casos en que se emplea es convencional, aunque muchas veces el usuario la recibe como si fuera algo natural como sucede con las flechas orientadoras que difícilmente podrían ser reemplazadas por otra cosa; por ejemplo, por una sucesión de circunferencias”, resalta la experta en signos. “La cuestión del signo es, entonces, la de los modos de establecer la relación por la cual elementos físicos, los sonidos, tienen un valor debido a alguna otra cosa que no es su naturaleza física”27.

25 LOPEZ FORERO, Luis. Introducción a los medios de comunicación. Usta, Bogotá, 1992. 26

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit. 27

AUROUX, Silvain. Filosofía del lenguaje. Ministerio de Asuntos Extranjeros, París, Francia, 1996.

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En lo atinente al símbolo, destaca la estudiosa del signo que los diversos teóricos de éste discrepan en cuanto a su valor. Unos dicen que el símbolo es el equivalente del significante. Otros piensan que el símbolo no es totalmente arbitrario, porque encuentran cierta relación analógica o de semejanza entre significante y significado. Ningún símbolo –aclara– tiene un significado natural, porque éste es necesariamente de origen convencional. El acto de besar una cruz e símbolo de fe. Las flores son un símbolo de amor, amistad o agradecimiento. Las banderas y escudos que representan las naciones son símbolos alegóricos. Las personas simbolizan en virtud del poder representativo que se les confiere. Los diversos gobernantes simbolizan en virtud del poder que representan. La metáfora, la alegoría y la metonimia también son símbolos. El lenguaje se emplea como símbolo de creencias, ensueños, pasiones y sentimientos. Respecto a los íconos, dice que éstos son signos a los que les atribuimos cierta semejanza con el referente o cosa representada. Así como son motivados, también son convencionales. “Las fotografías, estatuas, mapas y dibujos que representan la realidad son íconos”, señala Fernández de Rubiano. Un ícono es un signo que mantiene con su objeto una relación de semejante. En este sentido, Carlos Rosero advierte que “se debe tener en cuenta que nunca un ícono va a poseer por completo las mismas propiedades del objeto, un carácter de semejanza, de analogía y motivaciones que posee el objeto”28. El semiólogo Charles Pierce clasifica los signos en dos grupos: involuntarios (indicios) voluntarios, entre los cuales están los motivados (íconos) y los inmotivados, arbitrarios o convencionales (símbolos). Monserrat Vallés, siguiendo la teoría del semiótico Charles Pierce, precisa lo siguiente sobre esta clasificación:

Un indicio –o índice según otros traductores- es un signo no intencionado que está directa y estrechamente relacionado con la realidad […] El humo es un indicio del fuego independiente de que un intérprete lo considere como tal, ya que está estrechamente relacionado con él, es una consecuencia del fuego. El intérprete o usuario aprende a interpretar los indicios a través de su experiencia vital […].

28

ROSERO, Carlos Arturo y otros.

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Un ícono es un signo intencionado que se caracteriza por su semejanza con el objeto representado, semejanza que nunca es total. El carácter significativo de los íconos se conserva aunque el objeto representado deje de existir o no haya existido nunca. La fotografía de una persona conocida por el sujeto es un ícono, pero también lo es la de una persona desconocida, o incluso el dibujo de un ser imaginario, o, como dice el mismo Pierce, una raya de lápiz que representa una línea geométrica […]. Un símbolo es un signo intencionado, como el ícono, pero a diferencia de éste, sus relaciones con el objeto representado no son de semejanza, sino que se basan en la convención. Se trata, pues, de un signo arbitrario. Hay independencia entre el símbolo y el objeto que representa. De esta manera, una realidad inmaterial, abstracta, puede ser representada por un signo material y concreto. Por su condición de arbitrario, el símbolo no puede existir sin ningún intérprete, sin un sujeto que lo asocie a un significado. Este intérprete debe conocer, en todos los casos y necesariamente, un código aprendido. En la palabra río tenemos un ejemplo de símbolo, ya que los sonidos que la forman no tienen ninguna semejanza con el objeto que representan, sino que responden a una pura convención, a una relación arbitrariamente establecida, tal como lo demuestra el hecho de que este mismo objeto sea representado en otras lenguas por signos diferentes –flueve, river, etcétera-. En este caso se trata de un objeto material representado por un signo material. Pero las palabras amor, amour y love serían símbolos materiales que representan un objeto inmaterial, un sentimiento. En cada uno de los supuestos es necesario un intérprete, un hablante de las lenguas respectivas que asocie el objeto real río a los signos fónicos correspondientes a río, fleuve y river respectivamente, en el primer ejemplo; y un hablante que asocie el sentimiento de amor con los signos fónicos de las palabras amor, amour y love, en el segundo29.

La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos 29

VALLES, Monserrat. Ob. Cit.

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Entre el signo y el referente no existe una relación directa, sino que se relaciona por el sentido. “El sentido es un proceso semiótico fundamental en el análisis. El sentido, en tanto dirección, finalidad, o intención, se encuentra, en el nivel de la enunciación, en el plano del contenido: el significado de las palabras en una cadena de relaciones de significado entre varios códigos”30. El significado es la información de una realidad expresada por el signo. “El significado de un signo es la relación recíproca entre el signo material y el objeto al cual representa”31. Un signo es algo que transmite un significado. En el ejemplo del fuego se aprecia cómo funcionan los signos. El humo es un indicio del fuego, la fotografía del fuego es el ícono del fuego y la palabra fuego es un signo del fuego. Un signo es cualquier cosa que evoca o representa la idea de otra. Es cualquiera de los caracteres usados en la escritura. El signo es cualquier cosa puesta en lugar de otra y que vale por ésta cosa, ya que lo propio de un signo es poseer una significación. Es la asociación de un significado, o un contenido semántico, y de un significante, o expresión. El signo lingüístico, uno de los muchos signos, es una entidad psíquica de dos caras, formada por la unión de significante (imagen acústica) o contenido y significado (concepto) o expresión. El significante del signo lingüístico es el conjunto de los elementos fonológicos de la serie de sonidos que lo forman, por ejemplo, el significante de la palabra niño sería n+i+ñ+o. El significado del signo lingüístico es el concepto o idea que evoca en la mente el significante. “Pues bien, el signo, en cuanto signo, es correlativo, paralelo y eco de la cosa significada, la fotografía de lo fotografiado, la imagen de la realidad imaginada, la semejanza de lo semejante, el indicador de la cosa indicada, la señal de lo señalado. Por ello, conocer en su totalidad un signo no es conocerlo solamente en sí mismo sino además conocer la cosa significada. El conocimiento de una fotografía no se limita a los elementos físicos, químicos, visuales y demás, sino que nos traslada al paisaje o persona fotografiados”32. Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística

30 ADRIANA AZUCENA RODRIGUEZ. Semiótica de los relatos. http://cosasdeteorialiteraria.blogspot.com/2013/04/semiotica–del–relato.html) 31 ECO, Humberto. Signo. Labor, Barcelona, 1976. 32 ZABALZA IRIARTE, Joaquín. Lectura sobre el derecho. Tomás de Aquino y Latinoamérica. Usta, Bogotá, 1978.

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La semiología, en su estudio del signo, se relaciona con otras ciencias como la sicología, la sociología, la sociolingüística, la filosofía, la antropología, la fenomenología, la etnología, la epistemología, la semántica y la lingüística, entre otras. En este documento solamente reseño su vínculo con las dos últimas, sin desconocer que también comporta profunda relación con otros saberes como la sintáctica y la pragmática.

El signo, cuyas finalidades es manifestar otra cosa, ser vehículo del pensamiento y la realidad y ser un elemento del proceso de significación, es tridimensional, y por eso se relaciona con la semántica, la sintáctica y la pragmática. “Texto es un artificio sintáctico – semántico – pragmático cuya interpretación está prevista en su propio proyecto generativo, sistema de nudos o amalgamas donde se articula y manifiesta todo el tejido de marcas, rasgos o prioridades que lo explicitan”33.

En concepto de Rosario Moñalich Suárez, “cada texto constituye una unidad organizada en partes dotadas de sentido e intención comunicativa que se caracteriza por su cierre semántico y para su comprensión se acude a pistas gráficas, sonoras, icónicas y otras”34. La semiótica o la semiología consideran el signo desde tres puntos de vista o tres direcciones, es decir, desde la tridimensionalidad. La dimensión semántica o referencial se ocupa de asociar un significante con un significado; es la resultante de la dimensión sintáctica. La dimensión semántica logra su profundidad en sus funciones emotiva, connotativa y poética gracias a la dimensión pragmática. La pragmática (o los actos del habla o los actos lingüísticos) es el estudio de los signos en relación con los usuarios de éstos. La pragmática es la ciencia que analiza los contextos significativos y las acciones del emisor y del receptor. La dimensión sintáctica tiene que ver con la relación formal entre los signos con independencia de las personas que hablan y las relaciones con las cosas significadas. La dimensión pragmática o relación con los contextos tiene su íntima relación con la producción y uso de los signos. En concepto de Charles Morris, la pragmática, en el universo semiológico, “trata del origen, usos y efectos producidos por los signos en la conducta dentro de

33 ECO, Umberto. Ob. Cit. 34 MOÑALICH SUAREZ, Rosario. Interdisciplinariedad e Intertextualidad: una ojeada desde la didáctica de la Literatura en Acerca de la enseñanza del español y la Literatura. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 2003

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la cual aparecen”35. La semiótica, que habla de índices, símbolos e iconos, orienta su interés en la triada semántica–sintáctica–pragmática: con la semántica estudia la relación entre los signos o los objetos a los que se refiere; con la sintaxis estudia las relaciones de los signos entre sí; y con la pragmática toma en consideración los nexos entre el signo y quien lo interpreta o descodifica.

Sobre estas relaciones y agrupaciones en sistemas o conjuntos de elementos materiales entre sí para formar un todo orgánico sujeto a determinadas leyes, Monserrat Vallés expresa:

Los signos de un sistema son estudiados desde diferentes puntos de vista: la sintaxis es la parte de la semiótica que estudia las relaciones entre los signos de un sistema, es decir, las posibilidades de combinación, el orden entre ellos, las interdependencias, etcétera […].

La semántica es la parte de la semiótica que estudia la relación entre los signos y los objetos que representan [….].

La pragmática es la parte de la semiótica que estudia las condiciones en que se usan los signos de un sistema, las relaciones entre los signos y sus intérpretes o usuarios. Su desarrollo más amplio ha tenido lugar en el ámbito de la lingüística, dentro de la cual estudia la actuación lingüística del hombre, la práctica concreta del lenguaje verbal36.

Algunos de los teóricos contemporáneos de la semiótica la dividen en sintaxis (trata de los signos no interpretados, como los cálculos y sus relaciones), semántica (trata de los signos en su relación con los objetos designados) y pragmática (trata de los signos interpretados, es decir, de aquellos a los que se les asignan significaciones y, por tanto, están relacionados con los sujetos que los usan). “Charles Morris ha considerado que el signo establece relaciones de tres tipos: con otros signos (sintaxis), con objetos designados por el signo (semántica) y con el sujeto que los usa (pragmática)”37.

35 MORRIS, Charles. Signo y comportamiento. Losada, Buenos Aires, 1946. 36

VALLES, Monserrat. Ob. Cit. 37

MARTÍNEZ ECHEVERRI, Leonor y Hugo. Diccionario de filosofía. Panamericana editorial, Bogotá, 1997.

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Relación con la semántica: La palabra semántica procede del griego semaino (significar) e icos (relativo a). “El término semántica (del griego semantikos, "lo que tiene significado") se refiere a los aspectos del significado, sentido o interpretación de signos lingüísticos como símbolos, palabras, expresiones o representaciones formales”38. Según Jakobson, la semántica es el estudio de la significación y la investigación de los diferentes tipos de significados. “La poesía se basa en el signo verbal como tal. Esta característica de la poesía está centrada en el sonido, el significado y su interrelación. La semántica es un constituyente vital de la poesía y, por lo tanto, de su análisis científico, que se denomina poética… La visión semántica debe ser cuidadosamente considerada en lo que atañe a los componentes fonémicos, morfemas, palabras, estructuras sintácticas, frases y, por último, en la segmentación del discurso”39. El significado es siempre algo más amplio que lo que se muestra en la apariencia inmediata. La semántica es la ciencia de los significados. Es el estudio del significado de los signos lingüísticos: palabras, expresiones y oraciones. La semántica es la ciencia del significado. “La semántica es el estudio de la interacción humana a través de la comunicación”40. La semántica, que funciona en estrecha y necesaria interacción con la sintaxis y la fonología, es, según definición del lingüista Michel Bréal, “la ciencia que tiene como fin investigar por qué las palabras una vez han sido dotadas de significado, lo amplían o lo reducen, lo trasfieren a otros vocablos, lo subliman o rebajan”41. En otras palabras, para éste la semántica es el saber encargado de estudiar el significado y los cambios que éste sufre a través del tiempo. La semántica se ocupa de orientarnos en el esclarecimiento de los problemas del significado. La semántica, objetivo del hermeneuta o del descodificador, es la ciencia de los significados. De acuerdo con la forma de enfocar la naturaleza del significado, la semántica se diversifica en semántica filosófica (investiga el camino que conduzca al esclarecimiento verdadero del significado), semántica sociológica (investiga qué ocurre en la mente del emisor y el receptor durante el acto comunicativo) y

38 http://es.wikipedia.org 39 BLECUA, José Manuel. Lingüística y significación. 40 HAYAKAWA, Samuel I. Ob. Cit. 41 FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Semántica general. Usta, Bogotá, 1984, p. 35.

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semántica lingüística (investiga lo referente a los problemas del significado en el aspecto histórico y en el acto de comunicación). La semántica, que interpreta signos como figuras, símbolos, códigos alfabéticos, numéricos, alfanuméricos, colores, entre otros, nos brinda su valioso aporte en la obtención del significado de los signos. La semántica, la ciencia del contenido del mensaje, es componente importante en la lingüística, y por tanto de la semiología. La semántica se relaciona con lo epistemológico, lo sintáctico con lo lógico y lo pragmático con el uso y la acción. Como la relación o dimensión semántica se relaciona con el objeto, la sintáctica con otros signos y la pragmática con los usuarios, es necesario interpretar los signos desde esta trilogía o triada, de manera interdependientes, para evitar significados encubridores o enmascaradores de la realidad que nos impiden interpretar las motivaciones, las convenciones, los intereses ocultos en los mensajes, las informaciones o significados de los signos, de acuerdo con la potestad de quien los crea o manipula. “Al interpretar un complejo sígnico no es suficiente averiguar qué dice (enfoque semántico–sintáctico), sino también qué no dice, qué hubiera podido decir, qué quiso decir en las circunstancias en que los signos fueron emitidos”42. Para que los signos sean comprendidos tiene que existir una relación entre la semántica, la sintaxis y la pragmática, debido a que la finalidad de acercarnos a cualquier signo es la comprensión. “Comprender es descubrir el sentido de un objeto cultural; y descubrir su sentido es hallar la relación de los signos que constituyen dicho objeto con los propósitos del hombre. La comprensión es lo mismo que el análisis pragmático de los signos; y análisis pragmático es lo mismo que interpretación teleológica”.43 Los lenguajes o sistemas sígnicos del saber o epistemológicos representan las relaciones entre los elementos del mundo objetivo, y pretenden la representación de la estructura de la realidad, al margen de la sensibilidad. “Todo discurso científico es un cuerpo de signos, que, como todo sistema sígnico, posee una sintáctica, una semántica y una pragmática. Del aspecto sintáctico de la ciencia se ocupa especialmente la lógica; del semántico, la epistemología; y del pragmático, la sociología de la ciencia. En cuanto a la semiología, aun cuando está en capacidad de integrar los tres tipos de relaciones, se ha especializado hasta ahora en el

42 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. 43

Ibídem.

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estudio de las relaciones entre significantes y significados de los lenguajes científicos”44. En el campo semántico es pertinente tener en cuenta el contexto, debido a que éste es un escenario que nos procura significados. “El contexto es un entorno físico o de situación a partir del cual se considera un hecho. El entorno del contexto puede ser material (algo que se presenció en el momento de ocurrir el hecho), simbólico (por ejemplo: el entorno cultural, histórico u otro) o dicho en otras palabras, es el conjunto de circunstancias en el que se produce el mensaje. El contexto está constituido por un conjunto de circunstancia (como el lugar y el tiempo) que ayudan a la comprensión de un mensaje… El contexto lingüístico se refiere a todos los factores concomitantes con la producción de enunciados lingüísticos, que afectan a la interpretación, adecuación e incluso significado de dichos mensajes…”45. El contexto o los contextos son importantes, ya que éstos posibilitan el significado cuando los significados de los diccionarios no son suficientes. El contexto está conformado por unidades lingüísticas y translingüísticas46. Los estados de ánimo ejercen influencia sobre los significados cuando se trata de lenguaje verbal. “Un estado de conmoción puede influir para hacer comprender un término en forma diferente a la verdadera intención del emisor… El tono, la cantidad y aun el timbre pueden servir de medios para obtener un significado más preciso”47.

44

CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M. Héctor. Ob. Cit. 45

www.wikipedia.org 46

El prefijo latino “trans” significa “al otro lado” o “a través de”. “El término translingüístico buscó llenar el vacío que presenta la estética contemporánea para nominar producciones en las cuales los diferentes lenguajes confluyentes pierden sus especificidades borroneándose sus límites. Así el morfema trans implica postular una nueva territorialidad, un campo de facticidades complejas en las cuales dejan de tener vigencia las oposiciones binarias, los contenidos determinados, lo fijo y establecido, de modo tal que los límites planteados por las especificidades de los diferentes lenguajes dejarán de tener validez. El borroneamiento, la mezcla, la disolución de fronteras entre ellos quedan transmutadas en una totalidad otra diferente y distinta de la resultante de una simple suma de elementos. Lo cuantitativo se metamorfosea en cualitativo indiscernible en sus partes… Las consideraciones de lo trans atraviesan los ámbitos estético – semióticos en cuanto permiten el planteo de trans textualidades en las que lo inter de los diferentes lenguajes deja de tener vigencia debido a las rupturas en las indicialidades y simbólicas sígnicas. La convergencia de los para – textos y archi textos en las determinaciones transtextuales se corresponden entonces con los supuestos de lo translingüístico pasible de ser leído sobre bases semióticas. Así surge la pregunta acerca de la posibilidad de postular los signos de estas textualidades como signos complejos. (http://acontecimientostranslinguisticos.blogspot.com) 47

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit

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El texto, además de ser una unidad lingüística, contiene circunstancias extralingüísticas48 que refuerzan el sentido, lo especifican y lo hacen unívoco. En el todo organizado que es el contexto se establecen relaciones que determinan el lugar, funcionamiento, aspecto morfológico, acento, cantidad y todos los constitutivos que determinan y precisan la significación”49. Las transformaciones fonéticas y léxicas no niegan que las denotaciones algunas veces no pueden ser definidas lingüísticamente. Buscando el valor del discurso encontramos la posibilidad de significación de las ideas “que expresan, juntamente con la cosa, la opinión, la pasión, la emoción de quien habla” y las “que el espíritu saca de las circunstancias del discurso para completar un término de significación muy general”50. Las ideas accesorias se relacionan con valores expresivos exteriores a las palabras de posible uso común. “Hay ideas accesorias inherentes a las palabras como ocurre con los términos que expresan ira, alegría, delicadeza, modestia y otras. Las hay externas a la lengua y dependientes de la situación que pueden ser captadas por el tono de voz, el aspecto del rostro, los ademanes, todos los signos naturales que dan al significado varios matices”51. La lingüista Julia Kristeva plantea que el texto es una actividad translingüística que relaciona palabras con los diversos tipos de enunciados. “La variedad de enunciados se sitúa en relación con la cultura; tiene una función social, pues no sólo significa sino que está dada para comunicar”52. El contexto, en el ámbito del significado contextual, es el conjunto organizado de signos con características específicas, en donde “sólo uno de los significados se evidencia debido a todas las posibilidades que se asocian para precisarlo”53. El significado contextual es el significado que nos posibilita el contexto. El contexto tiene unas características, como las que nos indica el filósofo y lingüista Ludwing Wittgenstein54: El contexto se conforma como una entidad con función comunicativa con función

48

El prefijo latino “extra” significa “fuera de” o “sumamente”. 49

ECO, Humberto. Signo. Labor, Barcelona, 1976. 50

DONZE, Roland. La gramática general y las razones de Port Royal. Eudeba, Buenos Aires, 1970. 51

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit. 52

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit 53

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit. 54

WITTGENSTEIN, Ludwing. Tratado lógico–filosófico. Revista de Occidente, Madrid, 1957.

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social. El contexto es un conjunto organizado. El contexto tiene en cuenta la organización de la realidad. En el contexto todos los elementos que conforman el conjunto operan a través de relaciones. El contexto determina el valor significativo mediante la explicitación y actualización del sentido, entre los significados virtuales. El contexto es una unidad con función comunicativa. En un contexto determinado, los signos, como entidades con diversas posibilidades de significado, deben precisar su sentido para poder cumplir con su función comunicativa. “El contexto supone un diálogo que posibilita la intersubjetividad humana, para que haya encuentro y relación… El contexto debe ser organizado para que el proceso de comunicación se efectúe sin falsas interpretaciones”55. Los contextos son una fuente rica en significados, ya sea de signos, símbolos o palabras, toda vez que las definiciones de los conceptos en los diccionarios son incapaces de entregar un significado tan completo como el que ofrecen los contextos. En el caso concreto de los significados de las palabras, algunas veces los contextos verbales, físicos, sociales, históricos y geográficos definen más convenientemente las palabras que los diccionarios, porque sus definiciones son solamente abstracciones y no dicen todo cuanto hay sobre determinada palabra en su sentido denotativo y connotativo. No obstante, no se puede prescindir de los diccionarios así tengan importancia los contextos. “Cualquier palabra de una frase, cualquier sentencia de un párrafo, cualquier párrafo de un capítulo, cuyo significado se capta por el contexto, constituye parte del contexto general. Por tanto, no siempre que se consulta el diccionario se aprecia sólo el significado de una palabra, sino el resto de la frase, párrafo, conversación o ensayo. Todas las palabras de un contexto determinado ejercen relación recíproca entre sí… Así, pues, la definición del diccionario es una guía de valor incalculable para la interpretación. Las palabras no tienen sólo una significación, sino que se aplican a grupos de situaciones análogas. Que pudieran llamarse áreas de significado. Para determinar estas áreas es para lo que es útil el diccionario. Cada vez que se emplea una palabra, examinamos su contexto y las circunstancias extensionales, si es posible, para descubrir la verdadera acepción dentro del área de sus significados”56.

55

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit. 56

HAYAKAWA, Samuel. Ob. Cit.

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Como la comprensión no se logra con el manejo de las palabras nada más, sino penetrando en su significado, debemos profundizar en los significados intencionales y extensionales57. A pesar de la importancia de los diccionarios en la búsqueda del significado, éstos versan sobre el mundo de los significados intencionales, pero ignoran los significados extensionales, en donde se tienen en cuenta las denotaciones y las connotaciones. El significado extensional de una palabra corresponde al mundo extensional58. Veamos lo que nos dice Samuel Hayakawa al respecto:

Significado extensional de una palabra es el que señala en el mundo extensional (o físico)… Es decir: no puede expresarse con palabras, porque es lo que éstas representan. Se comprenderá fácilmente, poniéndose la mano en la boca y señalando con el dedo cuando se le pida a uno algún significado extensional [una persona señala con el dedo una silla, por ejemplo]. Claro está, no siempre podemos indicar los significados extensionales de las palabras que usamos. Por tanto, al hablar de significados, llamaremos denotación de un vocablo a aquello que se habla… El significado intencional de una palabra o expresión es, en cambio, lo que indica (o connota) en la idea de quien la pronuncia. Hablando en términos generales, cuando expresamos el significado de las palabras pronunciando otras, estamos dándoles sentidos intencionales, o sea, connotaciones. Para entenderlo, tápese los ojos y deje que las palabras le den vueltas a la cabeza.

57

El autor de estas categorías léxicas, Samuel Hayakawa, aclara que introdujo el neologismo “extensional” y ha empleado el adjetivo “intencional” en un sentido que difiere un tanto del corriente, pero que se basa en la palabra “intención”, como de “extensión” ha derivado el neologismo “extensional”. “Preferimos hacerlo así a utilizar el adjetivo “extensivo”, que, según el diccionario, significa algo que puede extenderse (HAYAKAWA, Samuel. Ob. Cit.). 58

El mundo extensional es el mundo de las experiencias vividas por el sujeto en su dinámica acrítica y asistemática de conocer directamente; es un mundo netamente sensorial. “Éste es un mundo extraordinariamente pequeño, consistente únicamente en las cosas que hemos visto, sentido u oído, en el fluir de los hechos que pasan constantemente ante nuestros sentidos” (HAYAKAWA, Samuel. Ob. Cit.). Es un mundo personal, en el que conocemos muy poco.

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Los vocablos y expresiones pueden tener, naturalmente, significado extensional e intencional. Si no tienen este último, es decir, si no inspiran ideas aunque les demos vueltas en la cabeza, son sonidos sin sentido, como las palabras de un idioma desconocido. Al contrario, puede haber expresiones que no tengan significado extensional, aunque puedan despertarnos ideas. La frase, “los ángeles velan mi sueño por la noche”, tiene sentido intencional, pero no extensional [...]. En cambio, cuando se trata de afirmaciones extensionales, por ejemplo, “esta habitación tiene cinco metros de largo”, las discusiones pueden terminar convenientemente, porque, sean cuales fueren las conjeturas sobre sus dimensiones, el asunto se termina en cuanto uno saca un metro. Esta es, pues, la diferencia principal entre significado extensional e intencional: las discusiones sobre algo extensional pueden terminarse a satisfacción; pero si versan sobre algo intencional exclusivamente, la diferencia de opiniones puede durar eternidades y acabar en conflicto [...]. Insistir apodícticamente en que una palabra significa determinada cosa antes de ser pronunciada, es un disparate. Sólo podemos saberlo aproximadamente. Después de pronunciada, interpretamos lo dicho en función de los contextos verbales y físicos, y obramos de conformidad. El estudio del contexto verbal y de la misma expresión nos lleva a sus significados intencionales; el del contexto físico nos indica sus sentidos extensionales [...]. Por tanto, la interpretación debe basarse en la totalidad de contextos. De otra manera, no podríamos contar con que la gente nos entendiese si dejamos de utilizar la palabra precisa en algunas ocasiones [...]. Los contextos indican muchas veces qué es lo que queremos decir, sin que hagan falta explicaciones para entendernos. Por tanto, es evidente que prescindir de los contextos en un acto interpretativo constituye, por lo menos, una estupidez, y puede llegar a ser una costumbre fatal. Ejemplo corriente de esto es el texto breve que se cita del discurso de un personaje público,

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separándolo de su contexto, con lo cual se le da una interpretación completamente falsa [...]. En el decurso de una polémica suelen quejarse ambas partes de que las mismas palabras significan cosas distintas para diversas personas. En lugar de lamentarse, lo que deben hacer es aceptar esas diferencias… Si nos metemos bien metido en la cabeza el principio de que una palabra no significa dos veces lo mismo, nos formaremos el hábito de estudiar automáticamente los contextos, con lo cual entenderemos mejor lo que dicen los demás. Sin embargo, propendemos a creer que entendemos algo, siempre que conozcamos las palabras; pero no lo entendemos [...]. [...] Cuando se trata de asuntos de grandes proporciones, el contexto que hay que examinar –verbal, social e histórico– puede ser también muy vasto. Además, los que prescinden del contexto sicológico en las relaciones personales cometen frecuentemente el error de interpretar como insultos lo que no pretendía ser más que bromas59.

Dada la naturaleza polisémica de los signos (dentro de los cuales se encuentran los signos lingüísticos, verbales o palabras), las múltiples posibilidades de significado de una palabra exigen la precisión semántica dentro del contexto para evitar la ambigüedad o anfibología. El contexto posibilita sacar la palabra de su significado general para atribuirle un significado noción particular. “El contexto puede despejar el significado de una palabra cuando ésta no es de uso común o es de significado totalmente desconocido o cuando es fragmentada la expresión”60. A pesar de que el contexto contribuye a la precisión semántica del significado, éste “no es todopoderoso para definir la expresión y la comprensión”61. El significado debe estar dentro de ciertos límites y el dominio ejercido por el núcleo de base y factores extralingüísticos. Los contextos pueden ser idiomáticos y verbales. En cuanto a los primeros, tenemos que toda palabra del discurso opera en función de las

59

HAYAKAWA, Samuel. Ob. Cit. 60

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit. 61

CASACU, Selma. Lenguaje y contexto. Grijalbo, Barcelona, 1970.

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que se encuentran en éste y con el saber idiomático dentro del sistema lingüístico. Así, encontramos que los signos lingüísticos se emplean en el contexto en sentido traslaticio. Los contextos verbales están conformados por los signos o palabras que se encuentran antes o después del discurso o parte de éste. En el contexto verbal es posible conocer el verdadero sentido de una palabra, término o expresión porque están junto a otros signos o palabras dentro del mismo enunciado. “El contexto verbal lingüístico o discursivo, según Salma Casacu, está en relación de inclusión con el contexto más amplio con el cual ‘coexiste’; los signos auxiliares del lenguaje refuerzan el contexto verbal para en conjunto tornarlo más claro. El grado de precisión del contexto verbal depende de los medios que se empleen: signos lingüísticos, significados de base, cambios gramaticales (morfológicos y sintácticos que dependen de la estructura gramatical)”62. Generalmente, sólo comprendemos con amplitud el significado de un signo cuando se abarca la totalidad del discurso. La comprensión profunda de cualquier signo exige conocer, dentro del contexto general, los subcontextos físico, empírico, natural, práctico u ocasional, científico, histórico, cultural y social. Dentro del universo del discurso o del “sistema universal de significaciones al que pertenece un discurso y que determinan su validez y su sentido”63, el significado de algunos signos o palabras se verifica en el sistema al que corresponde, debido a que hay signos que especifican su significado en cualquiera de las ciencias y otros saberes. En el contexto cultural nos encontramos con el significado denotativo y connotativo que influyen en la significación sígnica y simbólica. La denotación se refiere al significado primario, referencial u objetivo; la connotación al significado secundario, subjetivo, vago o impreciso. En todo símbolo hay un significado connotativo debido a que está conformado por un significado que es una unidad semiótica (la expresión se relaciona con el contenido), en relación con un significado. Entre los modos de significación encontramos la relación directa entre signo (realidad material) y sentido (significante); la motivación: relación natural (analógica o metafórica) entre significante y significado; la arbitrariedad: no hay relación entre significante y significado; la

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FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit. 63

COSERIU, Eugenio. Teoría del lenguaje y lingüística general. Gredos, Madrid, 1967.

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monosemia: un solo significado del signo; la polisemia: varios significados del signo; la denotación: significado primario u objetivo del signo; y la connotación: significado secundario o subjetivo del signo. “La denotación es un primer orden de significación en el que el significante entra en una relación directa con el objeto (referente) concreto. Es algo así como una significación inmediata, obvia, icónica del signo. La connotación es un orden de significación dada a partir de una relación arbitraria, establecida convencionalmente entre las partes o los factores constituyentes del signo”64. La denotación supone siempre un primer lenguaje con sus significantes y sus significados. La connotación es un segundo lenguaje que engloba al primero, pero con un significado simbólico. La connotación no es más que la forma de la denotación. “Tanto en el lenguaje articulado como en el cinematográfico se puede hablar de un primer sentido (el sentido literal) que se comunica inmediatamente a través del signo, y de un segundo sentido (el sentido profundo) que se expresa a través de la manera en que se organiza y presenta el primero”65. Todo mensaje tiene una jerarquía de intencionalidad con varias escalas y posibilidades de interpretación que van desde niveles superficiales a ni niveles profundos. Sin embargo, la teoría de la denotación no funciona sin dificultades, la principal de las cuales concierne a los nombres desprovistos de referencia, como unicornio, Ulises o Superman. “Según Frege, aunque una expresión de esta clase sea parte de una frase, no tiene en sí misma referencia. Sería necesario concluir que la frase Superman no existe no es ni verdadera ni falsa, aunque es manifiestamente verdadera”66. Como sabemos, el símbolo representa una cosa con la que guarda cierta correspondencia. En nuestra cultura, el color blanco simboliza o es el símbolo de la paz, la castidad, la pureza, la virginidad… “La expresión de cada uno de los símbolos está constituida por el signo base que tiene un significante en relación con un significado lógico, y la totalidad del símbolo agrega un significado secundario mediante la relación con otro significado”67. Para captar el contenido o significado simbólico es necesario razonar, intelectualizar, evocar el primer signo que ha servido de expresión o significante.

64

ROSERO, Carlos Arturo y otros. Elementos de semiología general. http://www.utp.edu.co 65 LOPEZ FORERO, Luis. Ob. Cit. 66

AUROUX, Silvain. Ob. Cit. 67

FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Ob. Cit.

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Con la semiótica denotativa (que se caracteriza porque ni el plano de la expresión ni el plano del contenido es una semiótica) y la semiótica connotativa (aquella cuyo plano de la expresión es una semiótica) encontramos el significado denotativo y el significado connotativo. En la semiótica denotativa ninguno de los planos (el contenido y la expresión, o el significante y el significado) es una semiótica propiamente dicha, porque el plano de la expresión no es un todo, no es un signo sino una parte de éste, y lo mismo ocurre con el plano del contenido.

Tomemos un ejemplo: en el signo lingüístico “sapo” el plano de la expresión está constituido por el conjunto de sonidos que conforman el signo o sea {sápo}. El plano de la sustancia del contenido está dado por las unidades sémicas: animal-batracio-que-croa-macho. El signo es el resultado de la relación que se establece entre relación y contenido. Mediante dicha relación se obtiene el primer significado que se denomina denotativo. O sea, el significado objetivo que tiene más fuerza convencional, es más codificado. En ninguno de los planos es una semiótica, sólo se constituye en tal mediante la relación de sus miembros. Se puede considerar que el significado denotativo es un significado primario porque va a servir de base para la conformación de un segundo significado o significado secundario (no en el sentido de menos importante) conformado sobre la base del significado denotativo. Al segundo significado pertenece la llamada semiótica connotativa definida “como semiótica no científica cuyo plano de la expresión es una semiótica”. Al analizar connotativamente el vocablo “sapo” de acuerdo con el contexto “a Juan lo golpearon por sapo”, debemos establecer primero el significado denotativo y luego las otras posibilidades de sentido. Como el primer significado ya está dado procedemos ahora a encontrar el segundo. “Sapo” = “astuto”, “espía” (Chile, Perú, Panamá). De acuerdo con el contexto debemos descartar el significado denotativo. {A Juan no lo golpearon por ser animal batracio}, no es el significado objetivo el que se realiza, es el significado secundario o sea el que se ha formado sobre la base referencial. “Sapo” ha adquirido otros matices de significación en el entorno del hablar o

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sea en circunstancias diferentes a la lengua misma. Su valor lo adquiere en el ambiente cultural y social. En Colombia adquiere un matiz diferente al propuesto antes y es el de “soplón”, o sea, persona que no guarda silencio (en el sentido de no encubrir). Buscando la relación analógica del primer significado con los matices que constituyen las variantes pudimos comprobar que la asociación está dada por la forma de la boca del animal (bocón). El “soplón abre la boca demasiado fácil […]. Denotación: “Sapo”. Connotación: “A Juan lo golpearon por sapo”68.

Existen diversos factores que impiden un significado unívoco69 de los signos, es decir, un significado lógico que permita una sola interpretación. Estos factores, encargados de propiciar un significado equívoco70, es decir, un significado susceptible de múltiples interpretaciones, son: la ambigüedad, la polisemia, el lenguaje figurado o traslaticio, la homonimia, la etimología popular, la elipsis y el préstamo semántico. Los cambios o las variantes diatópicas o geográficas y diastráticas o sociológicas también contribuyen a la imprecisión semántica. Las variantes geográficas las encontramos en algunas profesiones, oficios, lugares u objetos. A la persona encargada de ayudarle a los conductores de autobuses de servicio público se le designa con diferentes nombres de acuerdo a la región en donde desempeñe este trabajo: fogonero, secretario, ayudante, cobrador, maletero… Al lugar donde se expende o vende la carne, se le dice: carnicería, fama, pesa… El cambio de un billete de alta denominación por unos de menor, lo llaman: cambio, descambio… El dinero recibido al efectuar la operación de cambio, cuando se adquiere o compra un artículo, se llama: vuelto, vueltas, devueltas… El utensilio utilizado para pintar las paredes, es: la brocha, el hisopo, la escobilla… Al cuchillo cocinero, se le dice: ñájaro, suco, mataganado, pala… El alimento ligero que se sirve entre el desayuno y el almuerzo, lo denominan: puntal, rumbiador, medias nueves, piscolabis, refrigerio, fruslería, onces, merienda, bocadillo, tentempié, el algo…

68

Ibídem. 69

Unívoco: lo que no tiene el mismo significado para todas las cosas a la cuales se aplica. 70

Equívoco: Palabra cuya significación conviene a diferentes cosas o que puede entenderse o interpretarse en varios sentidos, o dar ocasión a juicios diversos.

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Las variantes diastráticas son las modalidades lingüísticas adoptadas en una lengua en función de la pertenencia del hablante a un grupo socio-económico concreto. Señalan la posición socio-económica del hablante y su formación cultural.

Llamamos variedades diastráticas, o dialectos sociales, a los diversos niveles de la lengua, es decir, a las diferentes formas de utilizar la lengua por parte de los hablantes, en cuanto que pertenecen a una clase social determinada. Aunque no es sólo la clase en sí misma la determinante de las variedades lingüísticas, sino, más importante, el nivel cultural que va asociado a ella. Pero tampoco hay que identificar clase alta con nivel cultural alto o clase baja con cultura baja; mucho menos hoy que la escolarización se ha extendido a las clases más desfavorecidas, y los organismos oficiales… Al hablar de dialectos sociales, nos referimos a las variedades de la lengua asociadas a grupos (estudiantes, familia, peñas, círculo de amigos, profesiones, hampa), que determinan el uso específico de un nivel lingüístico. Una persona puede utilizar varios niveles en su vida normal: un médico que analiza con su equipo la operación de un enfermo (nivel jergal), informa a los familiares de la misma (nivel coloquial), comenta con unos amigos la noticia de un periódico (nivel culto) y hasta puede tener una discusión caliente por un problema de tráfico (nivel vulgar)71.

Las variantes sociales operan con el habla culta y el habla vulgar, y el lenguaje utilizado por ciertos grupos: la jerga, el argot y el slang. La jerga es el lenguaje especial y familiar que usan entre sí los individuos de ciertas profesiones y oficios, como los toreros, los estudiantes, etc. Jerga es un lenguaje particular y familiar que utilizan entre sí los integrantes de un cierto grupo social. “Una jerga es el lenguaje empleado por un grupo de hablantes. Puede ser vinculado a una profesión (la jerga de los médicos, de los joyeros, de los marineros,…) o a un grupo que no quiere ser entendido por los demás, como puede ser el caso de la jerga juvenil y de la jerga de la delincuencia”72. Existe diversas jergas: de los artesanos,

71

http://recursos.cnice.mec.es 72

PROFE, José Manuel. http://hablandodeclase.blogspot.com

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de los sociólogos, de los zapateros, de los conductores, de los abogados, de los médicos, de los cineastas, de los deportistas, de los mineros, de los estudiantes, de los alfareros… El argot es el lenguaje especial entre personas de un mismo oficio o actividad. “El término argot hace referencia a aquellos lenguajes de la ocultación de la delincuencia; se le denomina también germanía o caló. Es usado por los grupos que viven al margen de la sociedad: malhechores, vagabundos, hampones, gamines, etc.”73. En el argot popular a la marihuana le dicen: yerba, maracachafa, mafafa, cilantro, la mona, la rubia… El slang consiste en emplear nombres humorísticos para referirse, por ejemplo, a órganos del cuerpo humano. “El término slang, al ser creado, se pone de moda, pero como toda moda, es efímero, y se desgasta por el uso continuado; en tal caso la expresión se abandona o pasa a formar parte de la lengua común. Entre los temas favoritos del slang tenemos: las partes del cuerpo –en especial la cabeza-, la locura (estar corrido de la teja, faltarle un tornillo a uno, patinarle a uno el coco), el dinero (mosca, lana, blanca, mona, chivo, chavo, marmaja), la embriaguez (rasca, perra, jala, pea, juma), los apodos (Carevieja, Tontoleo, Tijereto, Rastrillo), los piropos y hasta el mismo acto de morir”74. Relacionada con las variantes geográficas y sociales se hallan las variantes estilísticas o diafásicas, que son las empleadas por el hablante según el ambiente que lo rodea en un momento, circunstancia y contexto dado, como reuniones familiares o sociales, donde se expresará formalmente, mientras que en ambientes labores o académicos tratará de expresarse de manera culta. “Estas variantes se combinan con las diatópicas y las diastráticas hasta el punto de que cada región tiene su norma o patrón específico de habla culta, familiar, vulgar, etc.”75. Son variantes utilizadas en función de una praxis comunicativa concreta.

A manera de síntesis, respeto a este conjunto de variantes (diatópicas, diastráticas y diafásicas), Somaro señala lo siguiente:

73

BETANCOURT, Amanda. Fonética y fonología. Usta, Bogotá, 1992. 74

Ibídem. 75

Ibídem.

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Consiste en la diversidad de usos lingüísticos que se adoptan a partir de la lengua oficial (el castellano) de un determinado país o comunidad autónoma. Estas variedades lingüísticas abarcan distintos aspectos a tener en cuenta: a) geográficos; b) sociales y; c) situacionales.

a. Una variedad geográfica, más conocida por diatópica, es aquella que da lugar al dialecto, entendiéndose como la forma particular con que una comunidad habla una determinada lengua.

b. Por variedad social o diastrática se entiende el sociolecto, los cuales se deben a factores como la clase social, la educación, la profesión, la edad, la procedencia étnica, etc.

c. Por último, la variedad situacional o diafásica se comprende al conjunto de cambios en el lenguaje dependiendo de la situación en que se encuentra el hablante76.

Como conclusión al componente semántico se puede afirmar que el problema del significado es complejo porque los signos, además de ser monosémicos y polisémicos, son el reflejo de una realidad que el intérprete de éstos, como ser reflexivo y creador, ha podido abstraer y conceptualizar. Relación con la lingüística: Con respecto a su relación con la lingüística, que es la ciencia encargada del estudio científico del lenguaje como medio de comunicación y como sistema de signos, con el fin de conocer su naturaleza y su estructura, encontramos que tienen profunda implicación y no se ha determinado con precisión si la semiología es parte de la lingüística o ésta es parte de la semiología. Lo cierto es que la semiología estudia el singo en general y la lingüística el signo lingüístico; es decir, las dos se ocupan del signo. El objeto de la semiología es el estudio general de todos los sistemas de signos; como tal, engloba a la lingüística, según la propuesta de Ferdinand Saussure. "La tarea del lingüista es definir lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos"77. Éste señala

76

SOMARO. http://heroesdenuestraspalabras.blogspot.com 77 SAUSSURE, Ferdinad de. Ob. Cit.

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que el problema lingüístico es ante todo semiológico. En opinión de Roland Barthes es la parte de la lingüística que tiene por objeto del estudio de las grandes unidades significantes del discurso. La semiótica, tal como lo propuso Peirce, es la ciencia encargada del estudio de los signos, similar a la semiología propuesta por Saussure. La semiología estudia el signo, y éste es un concepto de la lingüística, que también es una ciencia relacionada con el análisis de la actividad humana. La lingüística, cuya tarea fundamental consiste en el esclarecimiento de la relación entre significado general de un signo verbal y su contexto, se relaciona con la semiología porque el problema lingüístico es fundamentalmente semiológico, y todo sistema semiológico se coimplica con el lenguaje, que es el conjunto de signos para representar el universo. Las reglas establecidas por la semiología se podrán aplicar a la lingüística, según el proyecto de Saussure.

El objeto de estudio de la lingüística es la lengua natural como el instrumento fundamental, aunque no único en el momento de la comunicación. Saussure planteaba que la lingüística no es más que una parte de la ciencia general de los signos, implicando con ello que existen otros sistemas de signos que tienen su propia estructura con los cuales también se significa y comunica pero que no tienen una vida autónoma o independiente de la lengua; estos sistemas de signos exigen tanto para la construcción del mensaje y de su decodificación, de la abyacencia a la lengua con la cual está en una relación de redundancia indispensable; tal es el caso de los gestos y de los mensajes visivos, entre otros.

Esto dice de la necesidad de la lengua en tanto que la organización significa a través de la cual tienen que pasar todos los sentidos para ser nombrados o entendidos.

Parece evidente que la lengua implica el uso de palabras solamente y que por lo tanto ese sistema es suficiente para establecer la comunicación, sin embargo, no es cierto; el concepto de lengua no excluye esos sistemas paralelos, supralingüísticos o extralingüísticos que se unen al sistema lingüístico, propiamente dicho para enmarcarlo y significarlo.

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Así se entiende que el semiólogo que trabaja sobre sustancias no lingüísticas, en su recorrido teórico o investigativo se encontrará con la lingüística para entender esas macroestructuras discursivas, translingüísticas que la disciplina implica; de la misma manera el lingüista nunca podrá explicar la lengua independientemente de atender esos sistemas colaterales que se dan en todo evento de habla78.

Se encontrarían más relaciones en que la semiología estudia todos los posibles sentidos transmitidos a través del lenguaje, a nivel de las estructuras profunda y superficial. También porque la semiología ayuda a estudiar los signos a nivel lingüístico; teniendo implicaciones evidentes con la gramática, especialmente con la sintaxis, la semántica, la fonética, la morfosintaxis, etc. Su relación es evidente en el análisis literario porque nos ayuda a encontrar el sentido profundo de las lecturas. Igualmente, se patentiza como complemento o auxiliar para entender el uso del lenguaje; y al profesor le sirve en la enseñanza de la escritura y la comprensión e interpretación de textos. Como la semiótica o semiología estudia el comportamiento del signo lingüístico en el contexto o entorno social, la literatura es expresión concreta de un código. “La consideración semiológica del texto literario implica una perspectiva comunicativa: la literatura es un mensaje dentro de un acto de comunicación que se desarrolla en una situación especial, con un emisor, un receptor y un contexto propio (que puede no ser el mismo que el del receptor o el del autor)”79. Al relacionarse con la lingüística, tiene profundas implicaciones literarias con las funciones del lenguaje o funciones lingüísticas. Éstas son: 1. Función referencial, comunicativa, notativa, representativa, cognitiva o informativa. Expresa informaciones observables y verificables. Es objetiva. Define las relaciones entre el mensaje y el objeto al que hace referencia. El mensaje está en función con el referente. Se refiere a algo:

78

ROSERO, Carlos Arturo y otros. Elementos de semiología general. http://www.utp.edu.co 79

GALLARDO PAULS, Elena. Qué es la literatura. http://peripoietikes.hypotheses.org

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árbol, el caballo salta. Es el lenguaje de las ciencias, las noticias, las informaciones, etc. 2. Función emotiva o expresiva. Expresa mensajes emotivos. Es subjetiva. Define las relaciones entre el mensaje y el emisor. El hablante está en relación con el mensaje. El mensaje quiere suscitar una respuesta emotiva: “¡Atención!” “¡Ay, qué dolor!” 3. Función conativa, apelativa, imperativa o conminativa. Expresa mensajes dirigidos a la inteligencia o la afectividad del receptor. Define las relaciones entre el mensaje y el receptor. El mensaje está en relación con el receptor. Trasmite imperativos, determinando el comportamiento afectivo: “¡Tráigame el libro!” 4. Función fática o de contacto. La comunicación está en relación con la comunicación. Es el lenguaje de las expresiones rutinarias o de la comunicación social, sin valor significativo ni simbólico. Se usa en la comunicación ritual, solemne, ceremonial, protocolario, discursivo, consignas contestarías, familiar, amorosa, etc., en donde la comunicación tiene menos importancia que el hecho de la presencia y de la reafirmación de la adhesión al grupo. “Va a llover”. “¡Qué milagro de verlo!” “¡Aló!” 5. Función poética o estética. Define la relación del mensaje consigo misma Es la función de las artes, en donde el referente es el mensaje que deja de ser el instrumento de la comunicación para convertirse en su objeto. El mensaje está en relación con el mensaje. Suscita la atención sobre la forma de usar la palabra o los propios signos: la “piel de la ciudad”, por el asfalto. 6. Función metalingüística o metalingual. Su objetivo es definir el sentido de los signos que corren el riesgo de no ser comprendidos por el receptor. El significado está en relación con el código. Designa otro signo: “Este mismo cuadro”. Explica el lenguaje por el lenguaje mismo. Cuando queremos aclarar una palabra, la ponemos entre comillas: “Semiología, en el significado médico del término”. La semiología, una ciencia muy útil

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Como nuestra sociedad capitalista, pragmática, utilitaria y consumista –donde impera la racionalidad instrumental– exige que los saberes sean prácticos, en función de los resultados para satisfacer la demanda de la competitividad, es pertinente tratar de demostrar la utilidad de las ciencias y de otros saberes, so pena de pasar como conocimientos inútiles. La semiología también debe demostrarle a los “utilitarios” que es útil. La semiología, indiscutiblemente tiene profusa importancia. Estamos rodeados de todo tipo de signos que nos están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario interpretar para un mejor existir; signos que podemos comprender con el valioso aporte de la semiología o semiótica (estudio de los signos), que es una ciencia de los modos de producción, funcionamiento y recepción de los diferentes sistemas de signos de comunicación entre individuos y colectividades.

Nuestro mundo está rodeado de signos que, de una u otra manera, nos afectan, nos impresionan y nos comunican, difunden o trasmiten informaciones evidentes o tácitas. La realidad es un "texto" que hay que interpretarlo y comprenderlo para no "perdernos" en ella. Cada signo impreso en ésta nos brinda diversas informaciones para orientarnos o desorientarnos; haciendo que siempre estemos expectantes para que no nos engañen los sentidos y el entendimiento y las percibamos equívocamente, convirtiéndonos en instrumentos u en objetos de esa realidad hábilmente manejada por quienes tienen interés de manipularla y, de paso, manipularnos. Gracias a la ayuda de la ciencia de los signos interpretamos éstos y evitamos la instrumentalización y la manipulación. “El sabio deberá someter a crítica, con la mirada puesta en la realidad, su propio lenguaje y el de los demás, pues la duplicidad encubridora, el equívoco, etc., se agazapan de continuo en las palabras”80. Ignorar que las palabras no tienen relación directa con lo que significan, impele a confundir las abstracciones con las realidades, tomar lo que está dentro de la cabeza por lo que hay fuera de ella. Este desconocimiento hace que muchos adopten actitudes “pueriles”, que sólo se superarán en la medida en que tengan la convicción profunda de que no hay relación necesaria entre las palabras y lo que éstas significan; “que las palabras nunca dicen todo sobre las cosas”81. Antístenes sostenía que no podía definir qué es una cosa sino, solamente, dar a conocer algunas de sus propiedades. “Peor 80 SANTO TOMAS. Sentencias. 81

HAYAKAWA, Samuel I. Ob. Cit.

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aún, no puedo decir de una cosa lo que ella no es, ni siquiera decir que ella no es; no solo estoy encerrado en el viejo dilema de Parménides (el ser es y el no ser no es), tampoco puedo formular la segunda rama de la alternativa”82. La semiología nos permite una correcta interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto; interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y no como nosotros queremos acomodarla; porque no vemos las cosas como son en realidad sino como somos nosotros o como los demás quieren que la veamos. Así mismo, identificar, interpretar y analizar los signos de nuestro entorno para ubicarnos en nuestra realidad, comprometiéndonos con la transformación y mejoramiento de ésta. La semiología, como disciplina que se ocupa del estudio comparativo de los sistemas de signos, desde los sistemas de señalización más sencillos hasta los lenguajes naturales y los lenguajes formalizados de la ciencia, puede transmitir una comunicación o la expresión de un sentido; hacer posible que el "oyente" o el lector comprenda una comunicación transmitida, e inducir a una acción, influir emotivamente, etc. La semiología facilitará hacer correcto uso de las señales de tránsito, por ejemplo, en nuestras agitadas ciudades "grises", para acatarlas cómo debe ser y no como queremos que sea; de lo contrario, las consecuencias son apenas obvias. Si bien es cierto que no se necesita ser un "semiólogo" para entenderlas, sí es innegable que el concurso de la semiótica es una herramienta valiosa para su mejor y adecuada comprensión. Un ejemplo práctico de la actividad semiológica la encontramos en el tradicional semáforo, por cuanto la trilogía de luces son señales que “tienen significaciones diferentes y son sustitutivas, dentro del tránsito, de las funciones que un fiscal cumple en una comunidad”83. La capacidad de comprender los signos es una herramienta útil, por ejemplo, para las personas que trabajan en publicidad, que utilizan la semiología para crear sus mensajes; también para el público, que debe aprender a resistirse a los mensajes ocultos del anunciante, que de no estar verdaderamente alerta podrán alienarlo y manipularlo con sus fútiles anuncios que pretenden decirles qué comer, qué vestir, qué pensar, cómo actuar y cómo ser.

82

AUROUX, Silvain. Ob. Cit. 83

MARIN, Perfecto. La semiología. Alcances y fines.

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Aquí es importantísima la ayuda de la semiología para evitar que el consumismo nos envuelva en su amplio manto y nos deshumanice, perdiendo nuestra autonomía y autenticidad, y de paso encontrar lógica la inversión de valores que nos hacen ver y apreciar a las personas por lo que tienen o por lo que se ponen, por sus apariencias, y no como en realidad son ellas. Es fundamental la semiología, en ésta y muchas circunstancias, para ser uno mismo, una de las más difíciles tareas del ser humano. La semiología responde en nuestro tiempo a una necesidad precisa: la propia historia del mundo contemporáneo. El hombre necesita acudir a la semiología porque en nuestro “espacio estimúlico” o entorno (conjunto de las cosas que nos rodean y percibimos sensorialmente) nos encontramos con múltiples y complejísimos signos y símbolos –de manera evidente o tácita– y todo tipo de significados (muchas veces “indetectables” a pesar de ingentes esfuerzos). La semiología, además de ser una forma de analizar la lengua y una manera de leer textos, es una invitación a “leer el mundo” como si fuera un texto. “Aunque no este escrito en ningún lado que la finalidad práctica de la semiótica sea transformar el mundo, el pensamiento crítico acerca de la realidad que implica la mirada semiológica es un modo de cambiar actitudes pasivas y de forzar, desde esa nueva mirada, una duda permanente sobre todos los valores heredados”84. Ella nos enseña en qué consisten los signos y cuáles son sus leyes. Su palpitante interés es tanto que algunos afirman que nos sirve para “movernos en el mundo”. Nos sirve para descubrir lo que las cosas significan e interpretar el mundo. La finalidad última de la semiología es la búsqueda de significados para comprender el mundo que nos rodea. Significado es, según el diccionario, el concepto que, como tal, o asociado con determinadas connotaciones, se une al significante para constituir un signo lingüístico. En aquella asociación, pueden dominar los factores emotivos, hasta hacerse casi exclusivos como en el caso de la interjección. Es importante para el examen de las obras literarias, musicales y artísticas, por ejemplo, como sistemas de significado que hay que descifrar y con los cuales hay que experimentar, en lugar de como obras del genio creativo que hay que valorar. 84

MONZON, Francisco Leonardo. Ob. Cit.

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Como el significado del libro depende de los códigos, más que del autor, independiente de las intenciones de éste, es necesaria la semiología. Es así como podemos percibir que la novela "En nombre de la rosa", de Humberto Eco, nos muestra cómo su personaje principal (un monje) emplea métodos semiológicos para investigar una serie de asesinatos espeluznantes y desconcertantes ocurridos en un monasterio. En el cine, igualmente, se ha hecho sentir mucho la influencia de los conceptos semiológicos, como en el caso de "La Guerra de las galaxias", por ejemplo. Charles Morris, estudioso de la semiótica, a continuación nos muestra cómo es de importante ésta en los diversos momentos de la vida social:

Todo individuo que haya considerado los fenómenos de signo desde el punto de vista de la semiótica debería haber tomado conciencia de lo importante que resulta distinguir los diversos modos de significar y los varios empleos a que pueden sujetarse los signos. Todo aumento en tal conciencia debiera ampliar la capacidad individual para utilizar los recursos de signo que la cultura pone a nuestra disposición. Se aprecia así la importancia crucial de la ciencia, al proveer información fidedigna sobre uno mismo y sobre el mundo, una información en interés propio y un factor poderoso para originar y rectificar apreciaciones y prescripciones. Al mismo tiempo, estará capacitado para moverse entre tipos de discurso que no sean el científico para utilizar los recursos de la ficción, la poesía, la mitología, la religión y la filosofía en la dirección y orientación de su vida. Porque la vida como actividad no puede contentarse con mera información; necesita elegir los objetos con los cuales ha de entrar en contacto y requiere la elaboración de técnicas adecuadas para entrar en relación con dichos objetos. Únicamente el individuo que aprovecha los signos de los artistas, los profetas y los filósofos, tanto como la información que le suministran los hechos de ciencia, se encuentra viviendo al nivel de una individualidad compleja. Quizá la tarea más importante que pueda hoy realizar la semiótica consista en demostrar el papel fundamental que desempeñan en la vida los signos no científicos, pero haciéndolo de tal manera que

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no reduzca en lo más mínimo la capital importancia de la ciencia. EI conocimiento de los signos también puede servir para que el individuo no permita que lo exploten los demás. Desde la cuna hasta la tumba, desde que se levanta hasta que se acuesta, el individuo de hoy se halla rodeado por una interminable red de signos, mediante los cuales procuran los demás adelantar sus propios objetivos. Se indica lo que ha de creer, lo que debe aprobar o desaprobar, lo que debe hacer o evitar. Si no se pone en guardia se transforma en un verdadero robot manipulado por signos, pasivo en sus creencias, sus valoraciones, sus actividades. El desarrollo de la radio, la prensa y el cine permite la enorme extensión de una influencia que en lo esencial no difiere de la hipnosis. La conducta se torna así estereotipada, monótona, compulsiva y patológica. La semiótica puede servir como antídoto contra esta explotación de la vida individual. Cuando el individuo hace frente a los signos que se le presentan con un conocimiento de cómo operan los signos, le es más fácil defenderse contra la explotación por parte de los demás, así como está mejor capacitado para colaborar con ellos, cuando tal cooperación se justifica. Si se pregunta qué especie de signo le sale al paso, con qué propósito se lo emplea, qué pruebas hay de su verdad y adecuación, su actuación se transformará de respuesta automática en conducta crítica e inteligente. Por idéntico camino, el individuo puede hallar en la semiótica una defensa contra su propia auto–explotación por signos inadecuados y patológicos […] Hay mecanismos poderosos que impiden que el individuo descubra en sí mismo la existencia de tales signos, si no lo hacen imposible, pero la comprensión de cómo y por qué se hacen inflexibles los signos es por lo menos un arma para combatir dicha inflexibilidad. EI individuo que se problematiza la verdad y la adecuación de sus signos, los fines a que lo guían sus signos favoritos, y las zonas de su vocabulario de signo, que se resisten especialmente a dejarse explotar, está al menos

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mejor capacitado para señalarse sus propias técnicas de auto–explotación, con lo que hasta cierto punto logra infundir a sus procesos una flexibilidad que refleja la salud individual y la promueve. […] La semiótica puede facultar al individuo para que juegue su papel en su manera irremplazable dentro de la transmisión y transformación de la estructura de los signos de la que dependen el individuo y la sociedad complejos para su existencia y su continua evolución […]85.

Es bien sabido que la publicidad utiliza signos verbales y no verbales, como las palabras, imágenes, fotografías, caricaturas, vallas, pasacalles y murales, etcétera, como una manera efectiva de publicitar las mercancías o los servicios. La semiología también nos blinda contra el arrollador poder de la publicidad. Ésta, con tal de lograr sus propósitos, inescrupulosamente acude a una ciencia tan seria como la sicología para convencer al consumidor a comprar compulsivamente. Samuel Hayakawa nos dice que la publicidad manipula, degrada y devora arraigados símbolos familiares, patrióticos, afectivos, estéticos y sociales. “Casi todos los símbolos de la vida cotidiana –especialmente los que expresan felicidad y alegría- han sido utilizados por los anunciadores”86. Símbolos familiares tan sublimes como el del amor, la madre, la patria y la naturaleza, la publicidad, criada espuria del mercado, los ha mercantilizado, los ha cosificado; ahora son cosas que se compran y se venden. La publicidad es una actividad que ha creado todo un arte de manipular símbolos. “Se utilizan los de la moda y la estética para anunciar prendas de vestirse y perfumes; los de la alegría juvenil para meter por los ojos los refrescos y los dulces; los de la aventura y el deporte para promover la venta de cigarrillos y licores; los del amor maternal para vender pañales, leches y alimentos infantiles87”. La publicidad crea y devora símbolos, y de esta insaciable voracidad no se escapan ni los patrióticos: somos colombianos si compramos solamente productos colombianos, somos patrióticos si apoyamos alienadoramente a los deportistas que dicen representar a Colombia en competiciones extranjeras, somos colombianos de “verdad” si odiamos presidentes de otros países porque los medios de información dicen o insinúan que hay que odiarlos, etcétera.

85 MORRIS, Charles. Ob. Cit. 86

HAYAKAWA, Samuel I. Ob. Cit. P. 239. 87

Ibídem, p. 238.

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Como la poesía, la más sublime de las artes verbales, comporta toda una arrebatadora carga simbólica, la publicidad acude a ésta, y mediante los más elaborados artificios de seductoras palabras, los creativos publicistas poetizan “los bienes más prosaicos de consumo, llamando ‘pétalo’, por ejemplo, al vulgar papel higiénico”88. Si no logramos inmunizarnos contra el contundente poder de la publicidad, seremos víctimas de la “musicalidad” y la arrolladora “sinfonía” de la propaganda “poética”, si tenemos en cuenta que la dimensión poética de nuestro ser se experimenta a través de la poesía. Los publicistas “poetizan” lo que quieren comercializar acudiendo a nombre sugestivos y frases hechas, pletóricas de connotaciones afectivas, con sugerencias alusivas y con una alta dosis de carga simbólica relativa a bienes como la salud, riqueza, atractivo, prestigio, prosperidad, moda, elegancia, “confort”, distinción, éxito… “Si quiere ser amado o amada, prueba este exquisito perfume… ¡Es irresistible! ¡Es fascinante! No hay efluvios como los de este aroma enervante… Es la fragancia de la conquista. Se la frota en la mañana, y todo el día irá irradiando el aroma del amor”89. La publicidad, que utiliza como herramientas o tácticas de convencimiento nombres sugestivos, frases hechas, hipnotismo verbal, superlativos abundantes, partículas hipersimbólicas y connotaciones afectivas, contribuye a la orientación intencional, la cual encubre errores concretos como: “la ignorancia de los contextos, la tendencia a las reacciones automáticas, la confusión de los niveles de abstracción (tomando la realidad por la idea que tenemos en la cabeza), advertir las semejanzas y no las diferencias, explicar las palabras con definiciones, o sea, con más palabras”90. Ante la arremetida contundente de los publicistas o comerciantes, tenemos que evitar la cosificación y confusión de símbolos, para lo cual debemos efectuar “las compras pensando, porque, una vez que el comprador tiene metida determinada marca en la cabeza, es pan comido

88

Ibídem, p. 234. 89

Ibídem, p. 248. 90

Ibídem, p. 245

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para ellos, quienes pueden hacerlo víctima de trucos como disminuir legalmente el peso de la mercancía…”91. Los símbolos y signos del lenguaje son primordialmente herramientas de la humanidad. Por ello la semiología, según Vygotsky, es el único método adecuado para la investigación de la conciencia humana. Como se puede apreciar, la importancia y ámbito de aplicación de la semiología es sumamente amplio, porque nos facilita la búsqueda de la verdad, esa verdad tan ansiosamente buscada y a veces tan esquiva, que es necesario hacerla brillar en este oscuro limbo para que nos ilumine el camino que nos conduce a ser nosotros mismos, a ser auténticos, a ser personas en todo el amplio sentido y connotación profunda del término, y no instrumentos u objetos de nadie, porque el hombre es demasiado grande para ser pequeño. La semiología en la educación En el sistema educativo de una sociedad democrática (cuya finalidad es –para muchos– trasmitir la cultura para perpetuarla) es imperativo cultivar la semiología para conocer el amplio y complejo universo sígnico y simbólico, desarrollar habilidades interpretativas de los signos que operan en nuestra vida social, y evitar la manipulación de quienes crean, poseen y manipulan los signos. El docente de lengua materna o nacional, mediante un lenguaje no técnico, puede enseñar cómo se deben estudiar los diferentes signos presentes en los lenguajes verbales y no verbales. Como las informaciones que captamos con los sentidos nos llegan a través de las palabras, las imágenes, los símbolos, las señales y demás convenciones sígnicas los estudiantes necesitan cultivar ciertas habilidades en el reconocimiento y manejo de los signos, determinando sus propósitos, funciones y finalidades. Los discentes, si quieren aprender a interpretar, desinterpretar y reinterpretar los signos para no dejarse manipular por el poder de éstos, necesitan adentrarse en el problema general del signo, estudiarlo y conocer su doctrina. 91

Ibídem, p. 249

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El profesor que se interesa por la educación semiológica toma conciencia de la importancia del lenguaje en la interacción entre los estudiantes, debido a que su quehacer docente se desarrolla a través del lenguaje verbal y no verbal, es decir, de los signos. “En medio de dicha interacción se originan los signos (íconos, índices y símbolos) los cuales se forman, se usan, se reforman, se modifican y consumen permitiendo la representación de ideas, la explicación de conceptos, la comunicación de fenómenos y, consecuentemente, la construcción del conocimiento”92. Con respecto al quehacer semiológico en la educación, el aludido Morris señala lo siguiente:

Sólo así lograría el o la estudiante traducir su comprensión en habilidad, y pasar de una mera adquisición de la cultura tradicional a una participación personal en su continuación y reforma. Ello es posible en cada etapa del proceso educativo, utilizando los recursos apropiado al nivel del desarrollo del educando, y en esta tarea todos los maestros deben participar […] […] Sólo de esta manera se puede incorporar al estudiante como persona total dentro del proceso educativo, y el resultado será el adiestramiento espontáneo y responsable de un ciudadano democrático. […] Al incidir sobre la herencia cultural común de sus estudiantes, tal educación contribuirá a recrear y transmitir símbolos comunes que exige una sociedad democrática, al tiempo que prepara al estudiante para asumir su propio papel dinámico u constructivo en la extensión de procedimientos democráticos. En una sociedad democrática no es suficiente un lenguaje común, ni es de desear un lenguaje rígido e inflexible impuesto desde arriba. El adiestramiento en el empleo reflexible de los signos proporciona la habilidad de entrar en fructífero contacto con aquellos cuyos signos difieren de los nuestros, para traducir sus signos a nuestro

92 WALTHER, E. Teoría general de los signos: Introducción a los fundamentos de la semiótica. Dolmen, Santiago, 1979.

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vocabulario propio y los nuestros a su vocabulario, adaptando el discurso a los problemas únicos de diversos individuos que establecen contacto en situaciones únicas. De esta manera el lenguaje común de la democracia tendrá su flexibilidad sin sacrificar su capacidad de integración, nutriendo sus raíces en aquellas relaciones entre personas que son la última fuente y la prueba suprema de los procesos democráticos. Sólo una educación que permita la perpetua renovación de los símbolos democráticos puede asegurar en última instancia la transmisión de tales signos, y tal educación hallará en la semiótica su aliado natural93.

Esa pedagogía de la semiología debe estar estrechamente relacionada con la semántica para que comprenda los significados de todo tipo de lenguajes e impida su instrumentalización. La semántica general permite asumir este quehacer que nos libera de las redes lingüísticas.

“Se ha dicho que la semántica general americana se propone, entre otras finalidades, contribuir a la educación del hombre contemporáneo, enseñándole a habérselas con el lenguaje en una sociedad que usa y abusa de los lenguajes como arma de ideologización, de adoctrinamiento, propaganda y consumismo. La semántica general tendría como uno de sus objetivos desenmascarar la sofística de muchos lenguajes ofrecidos ayer y hoy por la sociedad y ayudar a sortear los escollos lingüísticos en la amplitud de palabras en la que cada día debemos ejercer el lenguaje”94.

El lenguaje de las relaciones sociales El lenguaje, como capacidad esencial del ser humano, se caracteriza por su doble valor subjetivo y social. El lenguaje subjetivo, personal, individual, es un mecanismo cognitivo útil para aprehender la realidad -o al menos de un sector de ésta-, por cuanto permite diferenciar los objetos o las cosas entre sí, diferenciarnos frente a éstos y frente a las personas que nos rodean, tomar conciencia de nosotros mismos y autoafirmarnos y

93 MORRIS, Charles. Signos, lenguaje y conducta. Losada, Buenos Aires, 1962. 94 PUIG, Enric Aiansa. Filosofía del lenguaje y lenguaje religioso. Libro pdf.

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conocer la realidad natural y sociocultural, participando en sus procesos de construcción y transformación. “Esta particularidad del lenguaje hace posible que el individuo sea capaz de monitorear sus acciones y planificarlas de acuerdo con los fines que se proponga”95. El valor social del lenguaje (el de las relaciones sociales) nos permite establecer y mantener relaciones sociales con los demás y compartir expectativas, deseos, creencias, valores y conocimientos encaminados a construir espacios conjuntos para su difusión y permanente transformación. “Así, a través de un proceso de acción intersubjetiva –es decir, de intercambio de significados subjetivos–, los individuos participan en contextos sociales particulares e interactúan con otros, compartiendo puntos de vista, intercambiando opiniones, llegando a consensos o reconociendo diferencias, construyendo conocimientos, creando arte, en fin, propiciando una dinámica propia de la vida en comunidad y construyendo el universo cultural que caracteriza a cada grupo humano”96. El lenguaje se expresa a través de manifestaciones verbales y no verbales. El primero abarca todas las diversas lenguas existentes el segundo se ubican los demás sistemas simbólicos creados por las comunidades humanas para conformar sentidos y para comunicarlos: la música, los gestos, la escritura, la pintura, la escultura, entre otras opciones. “En consecuencia, la capacidad lingüística humana se hace evidente a través de distintos sistemas sígnicos que podemos ubicar en dos grandes grupos: verbales y no verbales”97. Teniendo en cuenta que el hombre es el vehículo y la sustancia del signo y el significado y lo significado, en el lenguaje de las relaciones sociales encontramos el lenguaje identificatorio (escudos, banderas, insignias, informes, etc.) que sirve para indicar la pertenencia social; y los lenguajes de cortesía sirven para indicar el tipo de relación entre el emisor y el receptor.

Todos esos lenguajes pueden combinarse en lenguajes complejos y heterogéneos que constituyen los macrolenguajes más o menos institucionalizados y estereotipados de la comunicación social: los protocolos, que, valiéndose de múltiples signos de cortesía y de

95

MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. Estándares Básicos de Competencias del Lenguaje. Bogotá, 2006, p. 19 96

Ibídem. 97

Ibídem.

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identificación, convenientemente integrados, significan públicamente la función y la ubicación de los individuos cuando se reúnen para emprender una acción común; los ritos y las fiestas, que integran signos sociales de toda clase y cuyo objetivo es ante todo significar la solidaridad de los individuos frente a las obligaciones y responsabilidades de la comunidad–persona a que pertenecen; las modas, que indican el modo de ser de un grupo y satisfacen deseos de prestigio y de poder; los juegos y los espectáculos, que, imitando la realidad social, permiten que el emisor (jugador, actor) sea lo que no ha podido ser o espera llegar a ser en la vida social. Mientras en los protocolos interpretamos nuestro rol social y en los ritos y fiestas conocemos partes constitutivas del todo social, en los juegos lo que principalmente pretendemos es interpretar un rol social distinto del que nos toca vivir98.

Dentro de los grandes sistemas de signos encontramos lenguajes paralingüísticos, lenguajes de las relaciones sociales, lenguajes de acción, lenguajes estéticos y lenguajes del saber. Los paralingüísticos funcionan como parásitos del lenguaje verbal, complementándolo como auxiliares fijadores o sustitutos. Los de las relaciones sociales significan las relaciones entre el emisor y el receptor. Los de acción pertenecen a los sistemas sígnicos prácticos (señalización de circulación y tránsito) y los programas, cuya función es ordenar o regular la interacción social mediante avisos, instrucciones, consignas y mandatos. Los lenguajes de acción trasmiten informaciones para coordinar diversas interacciones. Los estéticos, que expresan la sensibilidad del emisor y estimulan la del receptor, permiten la comunicación de los sentimientos.

Lenguajes paralingüísticos son todos aquellos lenguajes que funcionan como parásitos del lenguaje oral pero que, as u vez, funcionan como auxiliares fijadores o sustitutos del oral. Lenguajes de las relaciones sociales son aquellos lenguajes o formas de expresión de un grupo social que contribuyen a identificar, en primer lugar, la pertenencia social, cultural, económica, profesional, etc., de los mismos grupos que intercambian o interactúan. En segundo lugar, a señalar el tipo de relación que existe entre los miembros de esa clase social o grupo. Lenguajes de la acción son

98 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Ob. Cit.

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lenguajes que sirven para condicionar las acciones de los grupos a fin de facilitar la convivencia externa. En fin, son medios que ayudan a ordenar o regular la interacción, mediante llamadas de atención, advertencias, amonestaciones, programas. Lenguajes estéticos son lenguajes que han surgido en el seno de las sociedades para expresar la sensibilidad del emisor y estimular la del receptor. Los signos estéticos tienen la propiedad de liberarse de toda convención, de tal manera que son continuamente inventados o reinventados por su emisor. Los lenguajes del saber tienen como función representar las relaciones entre los elementos del mundo objetivo al margen de la sensibilidad. Su papel estriba en ser eminentemente transitivos, es decir, conductores hasta el referente real que es, en últimas, su objetivo final99.

Dada su naturaleza polisémica, una imagen presenta múltiples significados y su lectura e interpretación es múltiple. Las estructuras gráficas e icónicas de los mensajes visuales no se dejan captar de inmediato por cuanto pertenecen más a lo sugerido, a lo tácito, que lo evidente o implícito. “Es necesario, por tanto, saber leer la imagen para descifrar sus significados ocultos y encontrarle, de este modo, una significación precisa a sus contenidos. Y para ello hay que atender tanto a la complejidad de formas, colores, etc. –significante del mensaje como descifrar las sugerencias que propone (significado del mismo)–. Solamente con la lectura correcta de cada unidad icónica y lingüística, se puede comprender la imagen”100. Así como en la comunicación intervienen los símbolos, también son de importancia los factores presimbólicos del lenguaje, claves en la comunicación social. En torno al del lenguaje de la comunicación social, en donde la función fática del lenguaje tiene un campo amplio de acción y opera el lenguaje presimbólico, Samuel Hayakawa resalta la importancia de los sonidos como expresión, los sonidos sin contenido, el valor de los comentarios sin originalidad, el mantenimiento de las líneas de comunicación y el lenguaje presimbólico, y aconseja desapegarnos de la literalidad de las palabras.

99 Ibídem. 100 SALVAT. El poder de la imagen. Temas clave No. 44.

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Plantea este lingüista que como el lenguaje empezó con la finalidad de expresar, ante todo, nuestros estados de ánimo, primero fue presimbólico, así en la actualidad nuestra conversación cotidiana sea presimbólica y simbólica a la vez. Los gruñidos, gemidos, arrullos y gesto, entre otras facultades expresivas, son lenguajes presimbólicos, es decir, abundan en expresiones de profundo sentimiento. La cualidad de la voz (entonación, tono, ritmo, tesitura, intensidad, actitud emotiva, intención semántica y otros síntomas de estados internos del hablante) provoca las sensaciones que las simples palabras no comunican. Una expresión de advertencia del emisor nos compele a huir de un peligro repentino e inminente, como ocurre cuando alguien nos grita que se aproxima un vehículo que no hemos detectado al momento de cruzar la calle, por ejemplo. El lenguaje presimbólico permite expresar mayor sensibilidad que el lenguaje simbólico. Debido a que la conversación social contiene una gran dosis de lenguaje presimbólico, cuando utilizamos éste de manera espontánea o intencional, no nos interesa el significado de las palabras sino lo que expresamos. El trato coloquial, en el que ejerce una enorme influencia la función fática o de contacto, nos exige mantener las líneas de comunicación para evitar incurrir en descortesías evidentes en el desconocimiento de determinadas convenciones y costumbres propias de lo ritual y ceremonial implícitos en esas prácticas comunicativas. El factor presimbólico del lenguaje impide que incurramos en silencios inoportunos y se interrumpa abruptamente la plática informal o coloquial que se desarrolla, dejando al interlocutor o interlocutores ocasionales o circunstanciales “con la palabra en la boca”. Con el lenguaje presimbólico en este tipo de conversaciones sociales (ya sea con conocidos o desconocidos) o familiares pretendemos “mantener abiertas las líneas de comunicación” o “romper el hielo”, según lo indique la praxis comunicativa. El uso presimbólico del lenguaje sirve para intercambiar impresiones, puntos de vista, opiniones, ideas o temas intrascendentes (típicos de la ocasión ceremonial o ritual), es decir, “hablar por hablar”. Si bien es cierto que el lenguaje de las alocuciones rituales y ceremoniales (sermones, reuniones, charlas, pláticas, etc.) no comunican aspectos nuevos, ideas novedosas o informaciones de interés, las palabras

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utilizadas en esos hechos lingüísticos o actos del habla sirven para reafirmar la cohesión social.

Las sociedades se coadunan [cohesionan] y aprietan más con estas reacciones comunes a los estímulos lingüísticos. Por eso, los textos rituales, ya sean expresados en palabras de significado simbólico corriente, ya en idiomas extranjeros o antiguos, o en antífonas [pasajes] ininteligibles, utilizan en gran parte un lenguaje presimbólico; es decir: de conjuntos rutinarios de sonidos sin particular carácter informativo, pero sí emocional (frecuentemente cargados de emocionalismo de grupo). Rara vez dicen nada gramaticalmente a los miembros de la congregación. El galimatías de una tenida masónica puede parecer absurdo a quien no esté iniciado. Es decir: cuando el lenguaje se hace ritual, su efecto se independiza considerablemente del significado gramatical de las palabras101.

Las funciones presimbólicas del lenguaje pueden desarrollarse sin pronunciarse palabra alguna, ya que los gestos, sonrisas, ceños, silencios, brincos y otros ademanes “mudos” crean un sentimiento de cohesión grupal entre las personas. Así mismo, las expresiones colectivas, como gritos, coros, consignas, arengas, proclamas, vítores y otros ruidos en masa, en algunas ocasiones y circunstancias comunican de manera más persuasiva y convincente que si se utilizaran elaboradas y razonadas frases ricas en contenido simbólico. En consecuencia, en la comunicación social en el contexto ritual y ceremonial debemos atender a la intención ocasional de las palabras en vez de concentrarnos en su literalidad. “Así hay muchas situaciones de la vida en que no debemos prestar atención a las palabras, porque su intención es muchas veces más inteligente e inteligible que ellas. Nuestro pesimismo sobre el mundo, la humanidad, la democracia, etc., se debe quizá en gran parte a que inconscientemente aplicamos las normas del lenguaje simbólico a expresiones presimbólicas”102.

101

HAYAKAWA, Samuel I. Ob. Cit. 102

Ibídem

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El investigador Nicolás Buenaventura103, coloquialmente nos habla de la “importancia de hablar mierda”, es decir, hablar por hablar. Sobre este tópico nos dice que el discurso popular debe primar sobre el discurso oficial, ajeno, lineal, inauténtico, para que la comunicación sea la palabra por la palabra, que la palabra se case con ésta y no que la palabra se case con el asunto o con la idea, que sea “hablar por hablar”. La persona se transforma cuando está disertando en una asamblea, en un evento oficial. En ese escenario inauténtico su lenguaje cotidiano (rico en léxico popular) desaparece, se oculta, para dar paso a la oratoria, al discurso coherente (pero vacío), lineal, unívoco, en el cual se opaca la amena y agradable conversación cotidiana pletórica del habla popular. El discurso oficial es prestado, artificioso, pragmático, no comunica lo que en realidad el emisor desea comunicar, porque ese discurso no le pertenece; ése no es su lenguaje, su habla popular, llena de palabras que sirven para hablar en serio, para dialogar y para hacer de la comunicación un escenario de amor. Es, precisamente, mediante el discurso popular, que es común, noble, generoso, horizontal, constructivo, ancho y biunívoco, como se establece una genuina comunicación humana. Es por eso que es importante hablar por hablar, “hablar mierda”. La semiología en el análisis de los relatos En el análisis semiológico de los relatos, toda búsqueda de significados debe partir de la lectura de las formas del texto, para descubrir sus elementos, sus relaciones, sus transformaciones, sus metalenguajes y devolverlos a su verdadera causa sígnica. Captar el sentido de un texto significa percibirlas relaciones de diferencia o la red de relaciones intertextuales e intratextuales. “El análisis del relato es un modo de organización sintagmática de la significación: una manera de segmentar el texto, el reconocimiento de ciertas regularidades y de modelos previsibles de la organización narrativa, vinculados a estereotipos de conductas humanas”104. No es fácil captar el auténtico significado de los

103

BUENAVENTURA, Nicolás. La Importancia de Hablar Mierda. Cooperativa Editorial Magisterio, Bogotá, 1996. 104 RODRIGUEZ, Adriana Azucena. Ob. Cit.

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signos en los relatos dinámicos y los relatos estáticos. Los dinámicos (como la literatura y el cine) se presentan en secuencias de signos y los estáticos (como los vitrales) ofrecen relaciones que el lector intuye cuando lee. Los textos de hondura semiológica requieren de una metodología analítica semiológica que implica, en muchos casos, el ordenamiento de las secuencias narrativas, identificar e interpretar la estructura del relato y seleccionar los niveles o planos (momentos narrativos donde aparecen o desaparecen los personajes). La analítica semiológica tiene que enfocar el problema del significado o significación como función del signo. Se requiere identificar el plano real y el plano referencial o anecdótico, lo mismo que los niveles de interpretación sociológico, de conocimiento, filosófico, narrativo–discursivo y, el más importante, el nivel temático o nivel eje, que le corresponde explicar y dar sentido al discurso narrativo. El texto analizado es el signo, y ese signo contiene la forma o el relato y sus niveles y el contenido o el significado o el tema o el mensaje. Roland Barthes propone un modelo de análisis textual, en el que es necesario leer el texto buscando registrar y clasificar los códigos de acuerdo con los cuales los sentidos son posibles. Su objetivo es registrar las avenidas de sentido, concebir, imaginar lo plural del texto. Su propuesta implica dividir el escrito en segmentos contiguos o lexías y enumerar cada una de las lexías. Como disposición operatoria, anotar los sentidos que susciten cada segmento. Analizar progresivamente el texto, en orden lineal, recorriendo toda su extensión. Desembocar el texto en otros textos, en otros códigos, en otros signos, es decir, qué hace el texto intertextual. Jenaro Talens propone el siguiente modelo de análisis semiológico, teniendo en cuenta las secuencias, las funciones y las acciones.

Las secuencias: definidas como unidades básicas de la narración. Son microrrelatos que cierran acciones y acontecimientos asumidos por actantes entorno a un proyecto humano en unas coordenadas espacio–temporales bien determinadas. Pueden ser elementales (simples) o complejas (resultado de la combinación de secuencias). Las funciones: entendidas por Propp (1992) como "la acción de un personaje definido desde el punto de vista de su significación en el

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desarrollo de la intriga", esto significa que encarnan a los valores constantes, repetidos; son pues unidades narrativas mínimas. Las acciones: En la semiótica literaria lo que más interesa son las acciones y no lo que tradicionalmente se llama personajes. Un personaje adquiere relevancia en cuanto que participante (influyente) en unas acciones con otros personajes105.

El lenguaje cinematográfico también es un campo de trabajo de la semiología. “El estudio semiológico del cine, que trata de confrontar el lenguaje verbal con el lenguaje fílmico, logra poner entonces de relieve las diferencias y las semejanzas entre ambos lenguajes. Más que tratar de asimilar el cine a una lengua, la visión semiológica trata de aclarar la especificidad del cine a través de los conceptos lingüísticos”106. El cine y todas las demás manifestaciones artísticas tienen su propio lenguaje, que para comprenderlo es necesario ‘aprender a leer’ el lenguaje de las imágenes según el código audiovisual, porque es necesrio descifrar los signos que nos comunican un mensaje codificado de una manera especial. “La lectura cinematográfica supone el conocimiento del código empleado, al igual que para leer el español se requiere el conocimiento del alfabeto, vocabulario, reglas de gramática, sintaxis, etc.”107. En el lenguaje cinematográfico, con respecto al lenguaje verbal o escrito, la imagen es como la letra, el plano es como la palabra, la escena es como la frase y la secuencia es como el párrafo o el capítulo. “La diferencia principal entre el lenguaje articulado y el lenguaje cinematográfico es el de la motivación de las unidades significantes. El signo lingüístico en el lenguaje articulado (la palabra, por ejemplo) es arbitrario o inmotivado, puesto que no existe una relación causal o natural entre el significante y el significado (de hecho en cada idioma se emplean palabras y sonidos diferentes para designar una misma cosa, por ejemplo, una casa)”108. En el análisis semiológico de los textos cinematográficos se tendrán en cuenta los encadenamientos del discurso, con variantes como un símbolo y una cadena discursiva continua, es decir, como una metáfora y un sintagma; como un símbolo y una cadena comparativa, es decir, cuando dos hechos fílmicos se combinan para obtener significación; y como 105 BELAAICHI, Abderrahmane. Didáctica del análisis semiótico del texto moderno. Revista digital del centro de profesores Cuevas–Olula, Almería, España 106 LOPEZ FORERO, Luis. Ob. Cit. 107

Ibídem. 108 Ibídem.

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referencia y discurso comparativo cuando se toma un objeto por la totalidad o la totalidad por la parte, es decir, a través de la sinécdoque. Los desplazamientos, entendidos como las relaciones que guarda el significante del discurso con su referente, se realizan a través de la cámara que vendría a ser como el “ojo” para ver y relacionar los elementos del discurso que van más allá de la simple observación. “Gracias al juego de la cámara, el montaje y la composición, cualquier elemento de la película se puede convertir en símbolo de otro (metonimia), o de un conjunto fílmico más amplio (sinécdoque), y tales elementos constituyen el referente cinematográfico”109. El montaje o la composición. “Un montaje bien logrado confiere nuevos elementos de significación al significante narrativo de la película y, concretamente, a las imágenes que funcionan en favor de la totalidad”110. El montaje comprende elementos de análisis como el tiempo, el espacio, la alegoría, el ritmo y la panorámica. El tiempo se presenta como un marco de sucesión o de continuidad del hecho significado a través del símbolo. La semiología introduce en su estudio al sujeto como persona que produce los espacios o el espacio como una nueva categoría fílmica, la cual involucra cualidades táctiles, térmicas, acústicas, cromáticas y afectivas, entre otras, del sujeto o sujetos actuantes. “En sentido más restringido, la semiología también considera el espacio desde la referencia del comportamiento de los personajes quienes son los únicos seres que pueden separarse de él para transformarlo e ir mucho más allá de sus sentidos”111. La alegoría es la virtud por la cual el artista o el productor de signos, con algún elemento, representa o significa otra cosa diferente. Las vendas y las alas de Cupido son una alegoría. “Semiológicamente halando, la alegoría consiste en hacer patentes en el discurso cinematográfico un sentido recto y otro figurado, a través de la presentación de varias metáforas consecutivas, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente”112. El ritmo, concebido como la expectativa del lector frente a lo desconocido de la secuencia narrativa, “concede al relato cinematográfico nuevas posibilidades de significación puesto que es un ‘refuerzo’ al significante narrativo”113. El recurso significativo conocido como la panorámica es el movimiento de la cámara para cambiar de imagen sin recurrir al montaje. “Se emplea para mostrar simultáneamente 109 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Ob. Cit. 110 Ibídem. 111 Ibídem. 112 Ibídem. 113 Ibídem.

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personajes que se mueven en un espacio, y al espacio visto con los ojos del personaje”114. En cuanto a la semiología de los textos icónicos (que combinan lo dinámico con lo estático, las imágenes con las palabras, lo icónico con lo verbal), como en el caso de los comics y las fotonovelas, presentan diversos significados o formas expresivas. “Gráficamente, su meta será gustar o impresionar y en cuanto al contenido, de igual forma que en el cine, será necesario acudir al análisis de la forma del significante y del contenido latente que se guarda allí”115. La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica interpretar los signos y lo símbolos La persona, como ser cultural, como ser que hace cultura y que se hace gracias a la cultura, necesita buscar el sentido de su cultura. Como la cultura es su habitación o su morada, busca las relaciones de sentido de ese mundo de posibilidades que es su cultura, teniendo en cuenta que “las cosas cobran sentido cada vez más profundo y cambian de sentido cada vez que son sometidas a nuevas relaciones”116 La intencionalidad, como comunicación de sentido, anima el obrar de una persona, y ese obrar transforma su mundo exterior (vida social) e interior (vida personal). “Todo cambio intencional en la vida personal o en la vida social, obedece a una nueva valoración de relaciones, tiene un sentido”117 La cultura es un esfuerzo por hacer sentido nuevo. En la búsqueda de las relaciones de sentido se requiere interpretar los símbolos implícitos en nuestra cultura. Un símbolo es una “representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada”118. También lo definen como correspondencia natural de significante a significado que existe entre una imagen sensible (palabra, acción u objeto) y una idea. Éste va de la imagen a la idea. Un símbolo se distingue del signo, por cuanto “el símbolo expresa una analogía natural y

114 Ibídem. 115 Ibídem. 116 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. El sentido de nuestra cultura. En El hombre latinoamericano y su mundo. Nueva américa, Bogotá, 1986. 117 Ibídem. 118 DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

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potente, mientras que aquél es arbitrario y artificial”119. El símbolo es un pensamiento en acción. Los símbolos comportan demasiada importancia hasta el punto de afirmarse que el hombre es ser simbólico. “Símbolo es toda realidad, natural o artificial, en la que se halla impresa una relación formal para el hombre. La palabra casa es símbolo porque los sonidos que la conforman tienen un significado determinado. El hombre ha convertido esos sonidos en una forma de identificación que permite la comunicación interhumana. Lo mismo sucede con un rito, una pintura, un gesto de un saludo, un vestido, una fórmula química, etc. Todas las realidades culturales poseen un contenido simbólico, consistente en una formalidad con sentido para el hombre en general o para un determinado grupo humano”120. La antropología simbólica concibe a “cada cultura como un contexto en el cual los sujetos, pueden entender que se está comunicando, cómo debe interpretarse un gesto, una mirada, y por lo tanto, qué gestos deben hacerse para dar a entender algo, qué palabras deben usarse y cuáles no, etcétera. Es decir la cultura es una red de signos que permite, a los individuos que la comparten, atribuir sentido tanto a las prácticas como a las producciones sociales”121 La práctica cultural ha permitido la construcción de símbolos que es necesario interpretar y clarificar, y develar su sentido profundo, oculto y velado. “El pensamiento simbólico y la conducta simbólica se hallan entre los rasgos más característicos de la vida humana y que todo el progreso de la cultura se basa en estas condiciones”122. Con respecto al pensamiento simbólico Paul Ricouer señaló que apostaba a que comprendería mejor al hombre y el vínculo entre el ser del hombre y el ser de todos los entes si seguía la indicación del pensamiento simbólico. Hay quienes aceptan que el hombre es un animal simbólico. “Cassirer dice que el símbolo es la significación de la existencia humana. Hay un sentido que envuelve toda la realidad, que cada existencia humana lo vive, lo plasma, lo trasmite; cuando ese sentido es vivido por cada uno de nosotros ese sentido se transforma en una significación, y que se nos hace visible en un símbolo”123 El símbolo es portador de un sentido y exige una

119 DICCIONARIO DE LAS RELIGIONES. Alianza, Madrid, 1994. 120 GONZALEZ ALVAREZ, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 121 SASTRE, Fernando, y NAVARRO, Andrea. Qué entendemos por cultura. http://www.monografias.com 122 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 123 VERGER, Osvaldo. El hombre como animal simbólico en Ernest Cassirer. http://imago–inis.blogspot.com

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comprensión. La significación es el sentido vivido, incorporado. El símbolo es plasmación del sentido. “Qué es lo que el símbolo pretende presentar, hacer visible: el sentido inherente a la existencia humana”124. Con respecto al símbolo, Fernando Savater nos dice:

¿Qué es un símbolo? Es un signo que representa una idea, una emoción, un deseo, una forma social. Y es un signo convencional, acordado por miembros de la sociedad humana, no una señal natural que indica la existencia de otra cosa como el humo señala dónde hay fuego o las huellas de una fiera apuntan a la fiera que ha pasado por ahí. En los símbolos los hombres se ponen de acuerdo para referirse o comunicar algo, por eso deben ser aprendidos y por eso también cambian de un lugar a otro (lo que no ocurre con señales como el humo o las huellas). Las palabras o los números son los ejemplos más claros de símbolos pero en modo alguno los únicos… Cualquier cosa natural o artificial puede ser un símbolo si nosotros queremos que lo sea, aunque no haya ninguna relación aparente ni parecido directo entre lo que materialmente simboliza y lo que es simbolizado: que una flecha marque el camino a seguir podría deducirlo quizá quien sabe cómo vuelan las flechas, pero nadie será capaz de adivinar por sí solo que el negro es el color del luto (de hecho, en algunos países orientales es el blanco) o que «perro», «chien» y «dog» son nombres para la misma especie animal. Los símbolos se refieren sólo indirectamente a la realidad física y sin embargo apuntan directamente a una realidad mental, pensada, imaginada, hecha de significados y de sentidos, en la que habitamos los humanos exclusivamente como humanos y no como primates mejor o peor dotados. Los mitos, las religiones, la ciencia, el arte, la política, la historia, desde luego también la filosofía... todo son sistemas simbólicos, basados en el sistema simbólico por ex-celencia que es el lenguaje. La vida misma, que tanto apreciamos, o la muerte, que tanto tememos, no son sólo sucesos fisiológicos sino también procesos simbólicos: por ello algunos están dispuestos a sacrificar su vida física en defensa de sus símbolos vitales y hay muertes simbólicas a las que tememos aún más que al mero falleci-miento de nuestro cuerpo. Como dijo un poeta, Charles Baudelaire, habitamos en fórets de symboles: las selvas humanas por las que vagamos están hechas de símbolos…

124 Ibídem.

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Y el desarrollo de la imaginación simbólica determina nuestra forma de mirarlo todo, hasta el punto de que a veces creemos descubrir símbolos incluso allí donde no los ha podido establecer ningún acuerdo humano… Como nuestra principal realidad es simbólica, experimentamos a veces la tentación de creer que todo lo real es simbólico, que todas las cosas se refieren a un significado oculto que apenas podemos vislumbrar… Y aquí está el gran problema: ¿podemos llegar a saber nunca del todo lo que es simbólico y lo que no lo es, hasta dónde llega la convención, dónde acaba lo que tiene significado interpretable y dónde empieza lo que no puede alcanzar más que simple descripción o explicación? Porque en delimitar bien estos campos puede irnos la diferencia entre lo cuerdo y lo demente o alucinado125

.

La persona, como ser cultural, hace cultura y se hace por medio de la cultura. El obrar cultural del hombre le permite transformar su mundo exterior e interior. La relación del hombre con la cultura es doble. Por una parte la cultura es producto del hombre. Pero, por otra, el hombre es producto de la cultura. “Al crear la cultura, el hombre se crea a sí mismo, y al crearse a sí mismo, es un productor de cultura”126. La cultura es la habitación o la morada del hombre. La función fundamental de la cultura es la función simbólica. “Lo simbólico se constituye en la mediación entre el mundo de la naturaleza o lo objetivo, y lo subjetivo o nosotros mismos, en lo cual se expresa nuestra aprehensión de la realidad, con todos los aditamentos ideológicos que es posible configurar… Dotar de significaciones a la realidad, valorarla, darle sentido, simbolizarla, comprenderla, interpretarla y transformarla, es en gran parte el contenido de esa actitud formalizadora [simbólica] e intelectiva de la actividad cultural humana”127. Toda obra cultural es un símbolo. La persona, prisionera en la cárcel cultural, necesita, a manera de una “revolución cultural”, desinterpretar y reinterpretar su intrincado universo simbólico, conformado por el lenguaje, los mitos, el arte, las creencias, los rituales, las rutinas, las tradiciones, las costumbres, los

125

SAVATER, Fernando. Las preguntas de la vida. Ariel, Barcelona, 1999, págs. 111-112 y 113. 126

GONZÁLEZ ÁLVAREZ, Luis José y otros. Antropología, perspectiva latinoamericana. USTA, Bogotá, 1993, p. 166 127

Ibídem, p. 170

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convencionalismos, la religión, etc., que son la urdimbre de la experiencia humana. “Cassirer dice que el universo del hombre no es un universo físico, es un universo simbólico; está plasmado, está configurado por múltiples y variadas formas. “Pero para penetrar a fondo en el universo de lo simbólico es preciso ir más lejos y plantear el problema de la ruptura entre el símbolo y la cosa significada, o lo que es lo mismo, entre el significante y lo significado por éste. Fundamentalmente, lo que caracteriza el símbolo es que el fondo del mensaje no es aquello que se puede deducir directamente del mismo, sino aquello que, a través de su contenido manifiesto, es susceptible de querer decir. Para el lenguaje simbólico lo importante es ir siempre más allá del tema del que explícitamente se habla. Aquí está todo el secreto de la cuestión. Lo simbólico remite a otra cosa distinta de lo que se ha dicho, y esta ‘otra cosa’ debe ser revelada”128. Las formas simbólicas son de diferentes tipos: el lenguaje, el arte, la religión, el mito, las ciencias que en el fondo constituyen las diferentes expresiones culturales. Cuál es la función de estas formas culturales que son formas simbólicas: son el medio a través de las cuales nuestra experiencia se manifiesta, se expresa (la manifestación es simbólica); la experiencia del hombre se manifiesta a través de estas expresiones culturales; es una forma distinta de ver la realidad”129 Para conocer su realidad, la persona debe interpretar todo ese mundo artificial. “La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la práctica… Vive, más bien, en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños”130. Para comprender determinada cultura y a las personas que viven en ella, es importante el estudio de los símbolos. “Sin una labor de interpretación de los símbolos se nos escapa el sentido profundo de las realidades que

128 LOPEZ FORERO, Luis. Ob. Cit. 129 VERGER, Osvaldo. Ob. Cit. 130 CASSIRER, Ernesto. Antropología filosófica. Fondo de Cultura Económica, México, 1976.

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constituyen nuestra propia cultura”131. La semiología y la hermenéutica de la cultura se encargan del estudio de los símbolos. Estamos rodeados de todo tipo de símbolos que nos están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario interpretar para un mejor existir. La realidad es un “texto” simbólico que hay que interpretarlo y comprenderlo para no "perdernos" en ésta. El proceso simbólico (hacer que unas cosas representen caprichosa, convencional o arbitrariamente a otras cosas) invade nuestra vida cotidiana, debido a que tenemos una dimensión simbólica como seres multidimensionales que somos. Como somos libres de crear, establecer o acordar símbolos de cualquier valor y símbolos de símbolos, esta libertad es esencial en el proceso simbólico. “En nuestra calidad de seres humanos tenemos libertad única para crear, manejar y adjudicar valores a nuestros símbolos, según nos plazca… Esta libertad de crear símbolos de cualquier valor y símbolos de símbolos es esencial en el proceso que llamamos simbólico”132. El proceso simbólico nos invade porque estamos rodeados de símbolos. “Pocas son las cosas que hagan o quieran hacer los hombres, que no posean o deseen poseer, que no tengan un valor simbólico, además de biológico o mecánico”133. El vestuario o la moda, los alimentos, el ceremonial o los hábitos para consumirlos, y el mobiliario doméstico y su uso, entre otras convenciones materiales y sociales, son altamente simbólicas. La simbolización de las categorías sociales, profundamente permeadas por la apariencia y la impostura, muchas veces tienen la finalidad de simular modelos o estilos de vida y de “clase social”, los cuales comportan una alta dosis de inautenticidad y superficialidad, perdiéndose naturalidad y sencillez. Así como el proceso simbólico posibilita absurdos en la conducta humana, también hace posible el lenguaje con todas sus realizaciones humanas dependientes de éste. Para no ser víctimas del proceso simbólico, es imperativo comprenderlo y convertirnos en su árbitro. La incomprensión del proceso simbólico propicia actitudes confusas hacia las palabras y los símbolos. La confusión entre el símbolo y lo simbolizado resulta problemática, por ignorar que el símbolo no es lo simbolizado ni la

131 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 132

HAYAKAWA, Samuel I. Ob. Cit. 133

Ibídem

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palabra es la cosa representada por ella. Por lo tanto, como personas de nuestra sociedad en donde impera el sentido común, necesitamos “comprender a fondo los poderes y limitaciones de los símbolos, especialmente de las palabras evitar [aturdirnos] totalmente con la complejidad del medio semántico”134. El proceso simbólico, uno de los ingredientes culturales, que en el lenguaje encuentra la forma más desarrollada, sutil y complicada de simbolismo, condiciona nuestra manera de ser y de estar en el mundo, por cuanto no hay necesaria relación entre el símbolo y lo simbolizado; símbolos y cosas simbolizadas son independientes. Desde la antigüedad griega, Demócrito nos advirtió que las palabras de las que nos valemos para hacer inteligible el mundo y nuestra relación con él no nos sirven. Desconocer que no existe relación ocasiona confusión semántica que facilita caer en el consumismo y en la manipulación política. “Vivimos en un medio formado y creado en gran parte por influencias semánticas desconocidas hasta ahora: periódicos y revistas de enorme circulación, que reflejan los prejuicios y obsesiones extrañas de sus redactores y dueños en numerosísimos casos; programas de radio, locales y nacionales, casi completamente inspirados en motivos comerciales; agentes de relaciones públicas que no son sino artesanos pingüemente pagados del arte de manipular y alterar nuestro medio semántico con tal de atraer clientes… Hoy, los recursos de las agencias de anuncios y de relaciones públicas, la radio, la televisión, las películas comerciales y los noticieros se ponen en juego para influir nuestras decisiones en las campañas electorales…”135. Así mismo, cuando no hay equilibrio entre el mundo verbal (mundo de las palabras) y el mundo extensional (mundo de la experiencia), cuando no hay una relación intrínseca entre éstos, la persona crece, llena de errores y supersticiones, encontrándose con obstáculos constantes, derroche inútil de esfuerzos y procederá de manera insensata. “Algunas de las tonterías en que incurrimos por los falsos mapas que llevamos en la cabeza son tan corrientes, que apenas paramos mientes a ellas, Hay quienes se protegen contra los accidentes con una pata de conejo en el bolso. Otros no quieren ocupar el piso 13 de un hotel, lo cual ha sido causa de que hasta los hoteles más suntuosos de capitales populosas de nuestra cultura científica no tenga piso 13. Algunos hacen planes para su vida con base en predicciones astrológicas.

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Ibídem 135 Ibídem

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Otros se dejan guiar por sueños. Hay quienes esperan blanquear sus dientes cambiando de pasta dentífrica. Todos estos individuos viven en mundos verbales que apenas tienen relación con el mundo extensional”136. Gracias al esfuerzo semiológico evitamos ser manipulados por los símbolos y ser pasivos ante las creencias y las valoraciones. En palabras del semiólogo Charles Morris, la semiótica nos sirve como antídoto para la explotación de la vida individual. “El estudio semiológico de los símbolos le permite al ser humano ser autónomo, ni desconfiado con exceso ni fácilmente mistificable, un centro de vida y no un animal hipnotizado”137 La semiología (que también estudia los signos) diseña e interpreta las condiciones de producción de sentido, los modos de producción de significación de los fenómenos sociales. En el contexto que nos ocupa, la semiología o semiótica es la “disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción de los fenómenos sociales partiendo de la base de entender dichos fenómenos como configuraciones significativas”138. Por consiguiente, el semiólogo tiene “la responsabilidad de dar cuenta de los procesos discursivos mediante los que las diferentes culturas logran dar inteligibilidad a sus propias prácticas sociales… Si nada de lo que nos rodea en el plano social es natural, todo es construido a partir de procesos que generan sentido sobre la materialidad circundante, eso quiere decir que existe la posibilidad de "otro" mundo, de generar otro sentido...”139. La semiología nos permite una correcta interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto; interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y no como nosotros queremos acomodarla; porque no vemos las cosas como son en realidad sino como somos nosotros o como los demás quieren que las veamos. La hermenéutica de la cultura ejerce un papel demasiado preponderante en la interpretación de los símbolos culturales, por cuanto éstos, en algunos casos su interpretación no requiere mucho esfuerzo, mientras que en otros exigen un profundo trabajo de interpretación. Dado que un símbolo puede poseer más de un sentido o significado, se debe acudir a la

136 Ibídem 137 MORRIS, Charles. Lineamientos de una teoría del signo. Losada, Buenos Aires, 1953. 138 MONZON, Francisco Leonardo. ¿Para qué sirve la semiología? http://codigosbinarios.blogspot.com. 139 Ibídem.

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interpretación o exégesis. “La cultura no es algo que se tiene (como generalmente se dice), sino que es una producción colectiva y esa producción es un universo de significados, ese universo de significado está en constantes modificaciones”140. La interpretación, según Heidegger, es el modo de estar del hombre en el mundo. Dilthey consideró la hermenéutica como autoexplicación de la comprensión de la vida. “Elaborar los proyectos correctos y adecuados a las cosas, que como proyectos son anticipaciones que deben confirmarse en las cosas, tal es la tarea constante de la comprensión”141 Con la hermenéutica se nos propone una idea de cultura como diálogo y conversación. La hermenéutica de la cultura se “hace necesaria porque las expresiones culturales poseen una estructura funcional que responde a un sentido oculto o porque concatenan varios sentidos insospechados”142 El símbolo es susceptible a múltiples y variadas lecturas, interpretaciones. “Los símbolos constituyen un aspecto del mundo, aspecto que no resulta evidente a la experiencia inmediata. Los símbolos expresan situaciones, ciertas estructuras de la existencia que son imposibles de expresar de otro modo. Por lo tanto en los símbolos la existencia humana queda comprometida”143. Para comprender el sentido de la cultura y la cosmovisión de una comunidad se requiere desentrañar su intrincada red simbólica. “Fiestas, ritos, canciones, imágenes, costumbres forman una masa rica en sentidos aparentes, ocultos o semiocultos, que no se revelan totalmente ni siquiera a los mismos miembros del pueblo”144 La vida del espíritu no se puede aprehender si no captamos el sentido de sus manifestaciones. Comprender es el modo originario de ser. “Interpretamos desde dentro de la tradición y esa interpretación jamás es definitiva… Por más que tratemos de interpretar nuestros símbolos culturales, no existe la interpretación definitiva, pues en la medida en que cada nuevo intérprete se incorpora al sentido que hay que comprender, también cada nueva época puede interpretar correctamente y de forma distinta el texto u objeto de que se trata”145.

140 SASTRE, Fernando, y NAVARRO, Andrea. Ob. Cit. 141 CIURANA, Emilio Roger. Antropología hermenéutica. http://www.fly.uva.es 142 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 143 CASSIRER, Ernesto. Ob. Cit. 144 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 145 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit.

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Esta labor hermenéutica es compleja por la multiplicidad de símbolos que aparecen en todas las dimensiones culturales, por la profundidad oscura en que se alojan algunos sentidos simbólicos y por la variedad de intenciones con que pueden ser concatenados los sentidos de un símbolo o la variedad de modelos de simbolización. “De esta multiplicidad de formalizaciones o simbolizaciones culturales, surge una multiplicidad de modelos interpretativos”146. Los más representativos y expresivos, dada su oposición de intencionalidad, son el de la continuidad de sentidos y el que rompe con éstos. “La primera forma hermenéutica se basa en la continuidad de sentido entre los distintos planos de un símbolo. Un sentido aparente nos lleva a otro oculto mediante un mecanismo de lógica o de sentimiento universal. El trabajo hermenéutico, en este caso, se convierte en una restauración de sentido, en un develamiento de la verdad profunda que confiere sentido definitivo al símbolo. El hermeneuta supone aquí que el símbolo posee una verdad. Y se coloca a la escucha de la palabra que le revelará esa verdad. Su actitud interpretativa es de atención y confianza. Este modelo hermenéutico es utilizado, por ejemplo, en la exégesis bíblica, en las investigaciones antropológicas, en los análisis literarios, etc. La segunda forma, al contrario, se basa en el corte, la ruptura entre los niveles de sentido. No es la analogía, como en el caso anterior, sino la equivocidad lo que sustenta la ambigüedad del simbolismo. La tarea hermenéutica consiste aquí en el ejercicio de la sospecha… El hermeneuta pretende reducir ilusiones, desmitificar creencias, denunciar máscaras y falsas justificaciones. Su actitud arranca de la desconfianza. Sólo destruyendo las máscaras, las simulaciones, los ídolos, las ilusiones es posible reconstruir el sentido auténtico…”147. La palabra, nos decía Antoine de Saint–Exupéry, es fuente de malos entendidos. Estos modelos no son antagónicos sino complementarios, porque ambos son dos momentos en el análisis interpretativo. Si se excluye uno de ellos, el otro se vuelve totalizador. No obstante hay que mantenerlos en tensión dialéctica. “No hay que olvidar que todo iconoclasmo obedece a la búsqueda de otro sentido; ni que tampoco es imposible identificar un rostro enmascarado mientras no se le destruya su máscara. Toda sociedad posee una carga mítica. De ahí la necesidad de comenzar por hacer morir los ídolos, por desenmascarar y desmitificar las realidades

146 Ibídem 147 Ibídem

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culturales, para poder llegar a la verdad profunda de sus símbolos… Cualquier expresión lingüística, en el sentido más comprensivo del término, puede ser un símbolo preñado de sentidos ocultos. Descifrar estos símbolos es la tarea reservada a quien pretenda descubrir la cultura de un pueblo”148. LUIS ANGEL RIOS PEREA [email protected]

148 Ibídem