kymlicka_el retorno del ciudadano

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    EL RETORNO DEL CIUDADANO.UNA REVISIN DE LA PRODUCCINRECIENTE EN TEORA DE LA CIUDADANA

    Will KymlickaUniversity of Ottawa

    Wayne NormanUniversity of Ottawa

    Introduccin

    El inters de los tericos polticos por el concepto de ciudadana ha experimentado unaverdadera explosin. En 1978 era posible afirmar confiadamente que el concepto deciudadana ha pasado de moda entre los pensadores polticos" (Gunsteren, 1978, pg. 9).Quince aos ms tarde, ciudadana se ha convertido en una palabra que resuena todo a lolargo del espectro poltico (Heater, 1990, pg. 293; Vogel y Morgan, 1991, pg. x). Hay unaserie de razones que explican este renovado inters, propio de los noventa.

    A nivel de la teora, se trata de una evolucin natural del discurso poltico, ya que elconcepto de ciudadana parece integrar las exigencias de justicia y de pertenenciacomunitaria, que son respectivamente los conceptos centrales de la filosofa poltica de losaos setenta y ochenta. El concepto de ciudadana est ntimamente ligado, por un lado, a laidea de derechos individuales y, por el otro, a la nocin de vnculo con una comunidadparticular. En consecuencia, es probable

    Este texto apareci originalmente como Return of the Citizen: A Survey of Recent Work onCitizenship Theory, en Ethics, no 104, Chicago, The University of Chicago Press, enero de1994, pgs. 257-289. Publicado con permiso de los autores. La versin en castellano aqureproducida apareci en Cuadernos del CLAEH, n0 75, Montevideo, 1996, pgs. 81-112.

    A8orA nm. 7/invierno de 1997, pags. 5-42.

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    que pueda ayudar a clarificar lo que est realmente en juego en el debate entre liberales ycomunitaristas.El inters en la ciudadana ha sido tambin alimentado por un serie de eventos

    polticos y tendencias recientes que se registran a lo largo y ancho del mundo: la crecienteapata de los votantes y la crnica dependencia de los programas de bienestar en los EstadosUnidos, el resurgimiento de los movimientos nacionalistas en Europa del Este, las tensionescreadas por una poblacin crecientemente multicultural y multi-racial en Europa occidental,el desmantelamiento del Estado de bienestar en la Inglaterra thatcheriana, el fracaso de laspolticas ambientalistas fundadas en la cooperacin voluntaria de los ciudadanos, etc.

    Estos acontecimientos han mostrado que el vigor y la estabilidad de una democraciamoderna no dependen solamente de la justicia de su estructura bsica sino tambin de las

    cualidades y actitudes de sus ciudadanos1. Por ejemplo, su sentimiento de identidad y supercepcin de las formas potencialmente conflictivas de identidad nacional, regional, tnica oreligiosa; su capacidad de tolerar y trabajar conjuntamente con individuos diferentes; sudeseo de participar en el proceso poltico con el propsito de promover el bien pblico ysostener autoridades controlables; su disposicin a autolimitarse y ejercer la responsabilidadpersonal en sus reclamos econmicos, as como en las decisiones que afectan su salud y elmedio ambiente. Si faltan ciudadanos que posean estas cualidades, las democracias sevuelven difciles de gobernar e incluso inestables2. Como observa Habermas, lasinstituciones de la libertad constitucional no son ms valiosas que lo que la ciudadana hagade ellas (Habermas, 1992, pg. 7).

    No es sorprendente, pues, que haya cada vez ms invocaciones a una teora de laciudadana que se ocupe de la identidad y de la conducta de los ciudadanos individuales,incluyendo sus responsabilidades, roles y lealtades. Sin embargo, hay dos riesgos generalesen esta bsqueda. El primero es que el alcance de una teora de la ciudadana espotencialmente ilimitado, ya que prcticamente todo problema de filosofa poltica implicarelaciones entre ciudadanos o entre los ciudadanos y el Estado. En la presente revisinintentaremos evitar este peligro centrndonos en dos cuestiones generales que, en opinin delos tericos de

    ______________________________

    1 Rawls dice que la estructura bsica es el tema primario de la teora de la justicia enRawls, 1971, pg. 7,y Rawls, 1993, pgs. 257-289.2 Esto puede explicar el reciente inters de algunos gobiernos en promover la ciudadana.Vanse Comisin Britnica de Ciudadana, Encouraging Citizenship, 1990; Senado deAustralia, Active CitizenshipRevisited, 1991; Senado de Canada, Canadian Citizenship:Sharirig tbeRcsponsability, 1993.

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    la ciudadana, fueron desatendidas como resultado del excesivo nfasis que ha puesto lafilosofa poltica reciente en las estructuras e instituciones. Se trata de las virtudes cvicas yde la identidad ciudadana3.

    El segundo peligro para una teora de la ciudadana surge como resultado de lafrecuente confusin entre dos conceptos que aparecen en la discusin: la ciudadana comocondicin legal, es decir, la plena pertenencia a una comunidad poltica particular, y laciudadana-como-actividad-deseable, segn la cual la extensin y calidad de mi propiaciudadana depende de mi participacin en aquella comunidad.

    Como veremos en la prxima seccin, muchos autores creen que una teora de laciudadana adecuada requiere un gran nfasis en las responsabilidades y virtudes. Sinembargo, pocos de entre ellos proponen que debamos revisar nuestra concepcin de la

    ciudadana-como-condicin-legal de manera tal que sea posible, digamos despojar de suciudadana a la gente aptica. Lo que preocupa a estos autores son mas bien los requisitosque caracterizan al "buen ciudadano. Pero deberamos esperar que una teora del buenciudadano sea relativamente independiente de la cuestin legal consistente en saber qu es unciudadano, del mismo modo que una teora de la persona de bien es algo diferente delproblema metafsico (o legal) de saber qu es una persona. Si bien muchos tericos respetanesta distincin al desarrollar sus propias teoras, en la ltima seccin vamos a discutir unatendencia muy generalizada a ignorarla cuando se trata de criticar las teoras de los dems(por ejemplo, por la va de contrastar la propia concepcin "fuerte de la ciudadana-como-actividad con la concepcin dbil de la ciudadana-como-condicin defendida por eloponente).

    La ortodoxia de posguerra

    Antes de describir la produccin reciente es preciso bosquejar rpida mente el punto de vistaimplcito en buena parte de la teora de posguerra. Este punto de vista estuvo casienteramente definido en trminos de posesin de derechos.

    La exposicin ms influyente de esta concepcin de la ciudadana-como-posesin-de-derechos fue la de T. H. Marshall en Citizenship

    __________________________3 Un problema del que no nos vamos a ocupar aqu es el de las polticas de inmigracin y

    naturalizacin (veanse, por ejemplo, Brubaker, 1989,y V: Gunsteren 1988).

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    and Social Class, escrito en 19494. En opinin de Marshall, la ciudadana consisteesencialmente en asegurar que cada cual sea tratado como un miembro pleno de una sociedadde iguales. La manera de asegurar este tipo de pertenencia consiste en-otorgar a losindividuos un numero creciente de derechos de ciudadana.

    Marshall divide estos derechos en tres categoras que, desde su punto de vista, sematerializaron en Inglaterra en tres siglos sucesivos: derechos civiles, que aparecen en elsiglo XVIII, derechos polticos, que se afirman en el siglo XIX y derechos sociales -porejemplo, a la educacin pblica, a la asistencia sanitaria, a los seguros de desempleo y a laspensiones de vejez- que se establecen en el siglo XX (Marshall, 1965, pgs. 78 y sigs.)5. Conla expansin de los derechos de ciudadana -anota Marshall- hubo tambin una expansin de

    las clases de ciudadanos. Los derechos civiles y polticos, que originalmente se restringan alos varones blancos, propietarios y protestantes, fueron gradualmente extendidos a lasmujeres, los trabajadores, los judos y catlicos, los negros y otros grupos previamenteexcluidos.

    Para Marshall, la ms plena expresin de la ciudadana requiere un Estado debienestar liberal-democrtico. Al garantizar a todos los derechos civiles, polticos y sociales,este Estado asegura que cada integrante de la sociedad se sienta como un miembro pleno,capaz de participar y de disfrutar de la vida en comn. All donde alguno de estos derechossea limitado o violado, habr gente que ser marginada y quedar incapacitada paraparticipar.

    A esta concepcin suele denominrsela ciudadana "pasiva o privada, dado sunfasis en los derechos puramente pasivos y en la ausencia de toda obligacin de participaren la vida pblica. Se trata de una concepcin que sigue contando con grandes apoyos 6, yesto por buenas

    ____________________________4 Reimpreso en Marshall, 1965. Para una introduccin concisa a la historia de la

    ciudadana, vanse Heater, 1990 y Walzer, 1989.5 Con frecuencia se menciona lo idiosincrsico de la historia inglesa. En muchos pases

    europeos varios de estos progresos recin ocurrieron en los ltimos cincuenta aos yfrecuentemente en un orden inverso. Y aun en Inglaterra la evidencia histrica habla de

    un "mode1o de flujo y reflujo" ms que de un esquema "lineal" (Heater, 1990, pg.271; Parry, 1991, pg. 167; Held, 1989. pg. 193; Turner, 1989).6 Cuando se le pregunta que es lo que significa ciudadana, la gente tiende a hablar

    mucho ms frecuentemente de derechos que de responsabilidades. Esto es cierto tantoen Gran Bretaa como en los Estados Unidos, si bien los britnicos tienden a enfatizarla importancia de los derechos sociales (por ejemplo, 2 la situacin pblica y a loscuidados mdicos), mientras que los estadounidenses mencionan habitualmente losderechos civiles, como la libertad de expresin y

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    razones: los beneficios de la ciudadana privada no se deben menospreciar, ya que ponenciertos bienes humanos bsicos (seguridad, prosperidad y libertad) al alcance de casi todos.Y esto es nada menos que una fantstica realizacin humana (Macedo, 1990, pag. 39).

    Sin embargo, a esta ortodoxia de posguerra la han atacado con creciente frecuencia alo largo de la ltima dcada. A los fines de este artculo, podemos identificar dos clases-decrticas.

    La primera se centra en la necesidad de complementar (o sustituir) la aceptacinpasiva de los derechos de ciudadana con el ejercicio activo de las responsabilidades y

    virtudes ciudadanas (entre las que se incluyen la autosuficiencia econmica, la participacinpoltica e incluso la civilidad). Estas cuestiones se discuten en la seccin siguiente.

    La segunda seala la necesidad de revisar la definicin de ciudadana generalmenteaceptada con el fin de incorporar el creciente pluralismo social y cultural de las sociedadesmodernas. Puede la ciudadana aportar una experiencia comn de identidad y lealtad a losmiembros de la sociedad? Es suficiente por s misma para incluir en pie de igualdad a losgrupos histricamente excluidos o, al menos en algunos casos, es necesario agregardisposiciones particulares? Esta cuestin se discute en la ltima seccin.

    Las responsabilidades y virtudes de la ciudadana

    1. La crtica de Nueva Derecha a la ciudadana social y al Estado de bienestar

    La primera crtica a la ortodoxia de posguerra -y la ms poderosa en trminos polticos-proviene del ataque de la Nueva Derecha a la idea de "derechos sociales. Estos derechossiempre fueron resistidos desde la derecha, con el argumento de que (a) son incompatiblescon las exigencias de libertad negativa y con los reclamos de justicia basados en el mrito,(b) son econmicamente ineficientes, y (c) nos hacen avanzar en el "camino hacia laservidumbre. Pero a estos argumentos el gran pblico los vea inverosmiles, o bien losconsideraba justificadamente neutralizados por consideraciones de justicia social o por una

    defensa del Estado de bienestar fundada, como la de Marshall, en la idea de ciudadana.

    __________________________la libertad religiosa (King y Waldron, 1988; Conover y otros, 1991, pg. 804). Para muchagente, la ciudadana es, como lo afirm una vez la Suprema Corte de los Estados Unidos, "e!derecho de tener derechos (Trop vs. Dulles 356 U. S. 86, 102 [1958].

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    Una de las revoluciones del pensamiento conservador durante los aos de Thatcher yReagan fue la voluntad de empujar a la izquierda -a dar la batalla en el propio terreno de laciudadana social. Mientras que -Marshall haba argumentado que los derechos socialespermitan a los ms desfavorecidos integrarse a la corriente principal de la sociedad y -ejercer efectivamente sus derechos civiles y polticos, la Nueva Derecha sostiene que elEstado de bienestar ha promovido la pasividad entre los -pobres, no ha mejorado susoportunidades y ha creado una cultura de dependencia. Lejos de aportar una solucin, elEstado de bienestar ha perpetuado el problema al reducir a los ciudadanos al papel de clientesinactivos de la tutela burocrtica. De acuerdo con Norman Barry, no hay evidencia de que losprogramas de asistencia hayan promovido realmente una ciudadana ms activa (Harry, 1990,pgs. 43-53).

    La Nueva Derecha cree que el modelo de la ciudadana pasiva no percibi hasta quepunto la satisfaccin de ciertas obligaciones es una precondicin para poder ser aceptadocomo miembro pleno de la sociedad. En particular, al no poder cumplir con la obligacin desatisfacer sus propias necesidades econmicas, los desempleados de largo plazo son unafuente de humillacin tanto para la sociedad como para s mismos (Mead, 1986, pg. 240) 7.La incapacidad de satisfacer las obligaciones comunes es un obstculo a la plena pertenenciaa la sociedad tan grave como la ausencia de derechos iguales. En tales circunstancias, obligara quien se encuentra en una situacin de dependencia a cumplir con las mismas obligacionesque los dems es algo esencial para alcanzar la igualdad, no algo que se oponga a ella. Unapoltica social efectiva debe colocar a sus beneficiarios bajo las obligaciones comunes atodos los ciudadanos, en lugar de eximirlos de ellas (Mead, 1986, pgs. 12-13).

    Segn la Nueva Derecha, el esfuerzo por asegurar la integracin social y cultural delos ms pobres debe ir ms all de los derechos-, focalizndose en su responsabilidad deganarse la vida. Dado que el Estado de bienestar desalienta a la gente de todo esfuerzo porllegar a autoabastecerse, se debe cortar la red de seguridad y todo beneficio social restantedebe conllevar alguna obligacin. Esta es la idea que orient una de las principales reformasdel sistema de seguridad social en los Estados Unidos e Inglaterra durante los aos ochenta:la introduccin de programas de workfare, que exigen una actividad laboral comocontrapartida de los

    _______________________7 Para encontrar evidencia acerca de que existe un conjunto de expectativas que losestadounidenses tienen respecto de los dems y de si mismos (expectativas que debenser satisfechas si se pretende ser percibido como un miembro pleno de la sociedad),vanse Mead, 1986, pg. 243; Shklar, 1991, pag. 413; Moon, 1988,-pgs. 34-35;Dworkin, 1992, pg. 131.

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    beneficios aportados por las polticas sociales. El objetivo es reforzar la idea de que losindividuos deben ser capaces de mantenerse a si mismos.

    Esta visin de la Nueva Derecha no qued a salvo de objeciones. Por ejemplo, laafirmacin de que el crecimiento de una subclase de desempleados dependientes de losprogramas de bienestar es un resultado de las propias polticas sociales desconoce el impactode la reestructuracin econmica global, al tiempo que es difcilmente compatible con elhecho de que algunos de los pases en donde ms se ha desarrollado el Estado de bienestar(en Escandinavia, por ejemplo) han registrado tradicionalmente las tasas ms bajas de

    desempleo.Ms an -agregan los crticos-, es difcil encontrar alguna evidencia de que las

    reformas impulsadas por la Nueva Derecha en los aos ochenta hayan actuado en favor deuna ciudadana responsable. Tales reformas pretendan extender la accin de los mercados enla vida de la gente -mediante el libre comercio, la desregulacin, la reduccin de impuestos,el debilitamiento de los sindicatos y el recorte de los seguros de desempleo- con el propsito,al menos parcial, de ensearle las virtudes de la iniciativa, la confianza en s mismo y laautosuficiencia (Mulgan, 1991, pg. 43). Sin embargo, se puede argumentar que, en lugar dealcanzar este objetivo, muchas iniciativas desregulatorias condujeron a una era de voracidady de irresponsabilidad econmica sin precedentes, como lo mostraron los escndalosvinculados al ahorro el prstamo y la comercializacin de ttulos en los Estados Unidos(Mulgan, 1991, pg. 39). Paralelamente, el recorte de los programas de asistencia, lejos deconvertirse en un estmulo para los desfavorecidos, tuvo la consecuencia de expandir elgrupo de desclasados. Las desigualdades de clase se exacerbaron, y los desempleados ytrabajadores pobres fueron efectivamente desciudadanizados al volverse incapaces departicipar en la nueva economa de la Nueva Derecha (Fierlbeck, 1991, pg. 579; Hoover yPlant, 1988, cap. 12).

    Para muchos, por lo tanto, el programa de la Nueva Derecha no debe verse comoexpresin de una concepcin alternativa de lo que es ser un ciudadano sino como un asalto alpropio principio de ciudadana. Como dice Plant, en lugar de aceptar la ciudadana comouna condicin poltica y social, los conservadores modernos han intentado reafirmar el rol

    del mercado y han rechazado la idea de que la ciudadana confiere un status independientedel nivel econmico (Plant, 1991, pg. 52; Heater, 1990, pg. 303; King, 1987, pgs. 196-198) 8.

    _________________________-8 Algunas personas desde la derecha han reconocido este peligro asociado a una

    concepcin de la ciudadana enteramente basada en el mercado y han llamado acompensar mediante un nfasis en la caridad y el voluntariado. Vease la dis

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    Dadas las dificultades que enfrenta la crtica de la Nueva Derecha, mucha gente de izquierdasigue defendiendo el principio de que una ciudadana plena requiere derechos sociales. Parala izquierda, el argumento de Marshall segn el cual las personas slo pueden ser miembrosplenos y participativos de la vida social en la medida en que sus necesidades bsicas seansatisfechas es hoy tan fuerte como siempre (Ignatieff, 1989, pg. 72). Sin embargo,muchos autores de izquierda reconocen que las instituciones del Estado de bienestar

    efectivamente existentes son impopulares, y esto, al menos en parte, porque parecenpromover la pasividad y la dependencia, al tiempo que favorecen un retraimiento privatistade la ciudadana y una particular "clientelizacin" del rol de ciudadano (Habermas, 1992,pgs. 10-11; King, 1987, pgs. 45-46).

    Cmo puede entonces el Estado fomentar la autosuficiencia y la responsabilidad? Laizquierda ha reaccionado de modo ambivalente ante propuestas tales como los programas deworkfare. Por un lado, el principio de responsabilidad personal y de obligacin social haocupado siempre el corazn del socialismo (Mulgan, 1991, pg. 39). Despus de todo, eldeber de trabajar est implcito en la famosa consigna de Marx: de cada cual segn suscapacidades, a cada cual segn sus necesidades. Alguna gente de izquierda, por lo tanto,aceptara el workfare siempre y cuando no slo atribuya responsabilidades sino tambingarantice la capacidad de hacer uso de ellas (Mulgan, 1991, pg. 46).

    Por otro lado, sin embargo, muchas personas de izquierda se sienten incmodas antela idea de imponer obligaciones como parte de la poltica social. Suponen que la gente ensituacin de dependencia ha quedado fuera de la corriente principal de la sociedad a causa dela falta de oportunidades (trabajo, educacin, capacitacin laboral) y no como consecuenciade su renuencia a trabajar. Por lo tanto, es intil imponer obligaciones cuando no existenverdaderas oportunidades e innecesario cuando s existen, ya que la gran mayora de quienesdependen de las polticas sociales preferiran no estar en esa situacin (King, 1987, pgs.186-191; Fullinwider, 1988, pgs. 270-278). Ms que imponer la obligacin de trabajar, laizquierda querra alcanzar el pleno empleo por la va, por ejemplo, de los programas de

    capacitacin. En consecuencia, si bien la izquierda acepta el principio general de que laciudadana implica

    ____________________________cusin acerca de la retrica del Partido Conservador britnico a propsito de la ciudadana enFierlbeck, 1991, pg. 589; Andrews, 1991, pg. 13, y Heater, 1990, pg. 303.

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    tanto derechos como responsabilidades, considera que los derechos de participacin deben,en cierto sentido, preceder a las responsabilidades. Esto es: slo es apropiado exigir elcumplimiento de las responsabilidades una vez que se han asegurado los derechos departicipacin.

    Similar rechazo de las ideas de la Nueva Derecha puede encontrarse en las recientesdiscusiones feministas sobre el tema de la ciudadana. Muchas feministas aceptan laimportancia de equilibrar derechos y responsabilidades. Ms an, las conclusiones a las queha llegado Carol Gilligan sugieren que las mujeres, en su razonamiento moral de todos los

    das, prefieren el lenguaje de la responsabilidad al lenguaje de los derechos (Gilligan, 1982,pg. 19). Pero las feministas manifiestan serias dudas ante la retrica de la Nueva Derechasobre la autosuficiencia econmica. El discurso neutral desde el punto de vista del gnero apropsito de la autosuficiencia suele ser una manera codificada de decir que los hombresdeben mantener econmicamente a su familia, en tanto las mujeres deben ocuparse del hogary cuidar de los ancianos, los enfermos y los menores. Todo esto refuerza las barreras queimpiden la plena participacin de las mujeres en la sociedad, en lugar de eliminarlas9

    Cuando la Nueva Derecha habla de autosuficiencia, el prefijo "auto" se refiere a lafamilia. Son las familias las que deben ser autosuficientes. De ah que una mayorautosuficiencia es consistente con una mayor dependencia al interior de la familia e inclusopuede requerirla. Sin embargo, la dependencia de la mujer respecto del hombre que seconcreta dentro de la familia puede ser tan daina como la dependencia respecto del Estadode bienestar, ya que permite que los hombres ejerzan un poder excesivo sobre las decisionesque se adoptan en materia de sexo, reproduccin, consumo, tiempo libre, etc. (King, 1987,pg. 47; 0kin, 1989, pgs. 128-129).

    Dado que las percepciones sobre el ejercicio de responsabilidades tienden a tratar alas mujeres con desigualdad, muchas feministas comparten la visin de la izquierda segn lacual los derechos de la participacin deben, en cierto sentido, preceder a lasresponsabilidades. Ms an, las feministas desean extender la lista de derechos sociales conel fin de atacar las barreras estructurales que impiden la plena participacin de las mujerescomo ciudadanos. Barreras que son comnmente ignoradas

    _______________________9 El nfasis de la Nueva Derecha en la autosuficiencia deja a las mujeres ante un dilema

    ineludible: si se quedan en casa cuidando a sus nios, caen bajo la acusacin de noestar viviendo de acuerdo a la exigencia de autoabastecerse (de aqu el estereotipo delas madres irresponsablemente dependientes de los programas de bienestar). Pero siintentan ganarse la vida, entonces son acusadas de desatender sus responsabilidadesfamiliares.

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    si no exacerbadas, por el Estado de bienestar, tal como ocurre con la desigual distribucin delas responsabilidades domsticas (Phillips, 1991a, 1991b; 0kin, 1992). Dada la dificultad decombinar las responsabilidades familiares con las pblicas, la ciudadana igualitaria para lasmujeres ser imposible a menos que se rediseen los lugares de trabajo y las expectativaslaborales con el fin de conceder ms lugar a las responsabilidades familiares, y a menos quelos hombres acepten compartir estas ltimas (0kin, 1989, pgs. 175-177).

    Sin embargo, si los derechos deben preceder a las responsabilidades, parecera queestamos volviendo a la vieja concepcin de la ciudadana pasiva. Y la izquierda acepta, aligual que la derecha, la necesidad de cambiar en este punto. La propuesta ms popular para

    enfrentar este problema es la de descentralizar y democratizar el Estado de bienestar, dando,por ejemplo, ms poder a las agencias que desarrollan los programas sociales y hacindolasms controlables por parte de sus clientes (Pierson, 1991, pgs. 200-207). De all el discursoya familiar de otorgar poder a los beneficiarios, sustituyendo los derechos de bienestar porderechos a la participacin democrtica en la administracin de los programas sociales.

    Este es el tema central de la concepcin contempornea de la izquierda acerca de laciudadana social10. Sin embargo, es difcil saber si este punto de vista va a permitir superarla dependencia respecto del Estado de bienestar. Por una parte, quienes suministran losservicios se han opuesto a los intentos de hacerlos ms controlables (Rustin, 1991, pg. 231;Pierson, 1991, pgs. 206-207). Por otra parte, puede haber algunas tensiones entre el objetivode asegurar ms capacidad de control democrtico a las comunidades locales y el deaumentar esa misma capacidad en los beneficiarios de los programas (Plant, 1990, pg. 30).Como veremos en la prxima seccin, es posible que la izquierda deposite excesivaconfianza en la capacidad de los sistemas de participacin democrtica para resolver tosproblemas ligados a la nocin de ciudadana.

    III. La necesidad de virtudes cvicas

    Muchos liberales clsicos creyeron que -aun sin tina ciudadana particularmente virtuosa- lademocracia liberal poda asegurarse mediante la

    __________________________10 Otro tema en la produccin de izquierda sobre la ciudadana es la importancia de los

    derechos constitucionales. De hecho, la reconciliacin de la izquierda con los derechosliberales "es uno de los principales fenmenos tericos de nuestros tiempos" (Phillips,1991 b, pg. 13; Andrews, 1991, pgs. 207-211 y Sedley, 1991, pag. 226).

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    creacin de controles y equilibrios. Dispositivos institucionales y procedimentales como laseparacin de poderes, el poder legislativo bicameral y el federalismo serviran en conjuntopara bloquear el paso a los posibles opresores. Incluso en el caso de que cada personapersiguiera su propio inters sin ocuparse del bien comn, un conjunto de intereses privadospodra controlar a otro conjunto de intereses privados11. Sin embargo, ha terminado porquedar claro que estos mecanismos procedimental-institucionales no son suficientes y quetambin se necesita cierto nivel de virtud y de preocupacin por lo pblico (Galston, 1991,pgs. 217 y 244; Macedo, 1990, pgs. 13 8-139).

    Consideremos las mltiples maneras como las polticas pblicas dependen dedecisiones responsables a nivel de los estilos de vida personales: el Estado ser incapaz de

    proveer cuidados sanitarios adecuados si los ciudadanos no actan responsablemente haciasu propia salud (siguiendo una dieta balanceada, haciendo ejercicio y controlando elconsumo de alcohol y tabaco); el Estado puede tornarse incapaz de satisfacer las necesidadesde los nios, los ancianos y los discapacitados si los ciudadanos no aceptan su cuota deresponsabilidad en cuanto a la atencin de sus propios parientes; el Estado no podr protegerel medio ambiente si los ciudadanos no aceptan reducir el consumo o practicar el reciclaje ensus propios hogares; la capacidad del gobierno para regular la economa puede debilitarse silos ciudadanos se endeudan demasiado o exigen aumentos salariales excesivos; los intentosde crear una sociedad ms justa van a sufrir serios tropiezos si los ciudadanos exhiben unaintolerancia crnica hacia la diferencia o si carecen de lo que Rawls llama "sentido de la

    justicia (Rawls, 1971, pgs. 114-116 y 335). Sin cooperacin y autocontrol en estas reas,"la capacidad de las sociedades liberales de funcionar con xito disminuye progresivamente(Galston, 1991, pg. 220, Macedo, 1990, pg. 39).

    En pocas palabras, se requiere una comprensin y una prctica de la ciudadana quesean ms completas, ms ricas e incluso ms sutiles porque lo que el Estado necesita de laciudadana no se puede obtener

    _______________________11 Kant pensaba que el problema del buen gobierno "puede ser resuelto incluso en el caso

    de un pueblo de demonios (citado en Galston, 1991, pg. 215). Otros liberales

    reconocieron, por supuesto, la necesidad de la virtud pblica. Entre ellos se cuentanLocke, Mill y los idealistas britnicos; vase Vincent y Plant, 1984, cap. 1. Vansetambin Carens, 1986, y Deigh, 1988, quienes argumentan que los derechos yprincipios liberales fundamentales establecen un amplio espectro de deberes yresponsabilidades sociales, entre los que se cuentan la obligacin de hacer buen uso delos talentos propios, la de votar, la de asumir las responsabilidades propias de cadafuncin pblica y la de colaborar con la defensa del pas, as como el deber de protegery educar a los hijos.

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    mediante la coercin sino solamente por medio de la cooperacin y el auto-control en elejercicio del poder privado (Cairns y Williams, 1985, pg. 43). Ahora bien, es creciente eltemor de que la civilidad y el inters de los ciudadanos por lo pblico puedan estardeclinando seriamente en las democracias liberales (Walzer, 1992, pg. 90)12.

    Una concepcin adecuada de la ciudadana parece exigir, por lo tanto, un equilibrioentre derechos y responsabilidades. Pero, dnde aprendemos esas virtudes? La NuevaDerecha apuesta fuerte al mercado como escuela de la virtud. Pero hay otras respuestas a estapregunta.

    a) La izquierda y la democracia participativa. Tal como lo sealbamos, una de

    las respuestas de izquierda al problema de la pasividad ciudadana consiste en otorgar a losciudadanos ms poder por medio de la democratizacin del Estado de bienestar y, ms engeneral, por medio de la dispersin del poder estatal en una serie de instituciones democr-ticas locales, asambleas regionales y tribunales de apelacin. Sin embargo, el nfasis en laparticipacin no alcanza para explicar cmo podemos asegurar que los ciudadanos participenresponsablemente, es decir, con espritu de servicio a la cosa pblica, sin egosmos niprejuicios.

    De hecho, y como lo nota Mulgan, al haberse concentrado demasiado estrechamenteen la necesidad de transferir el poder y en las virtudes de la libertad, las cuestiones relativas ala responsabilidad han quedado marginadas (Mulgan, 1991, pgs. 40-41). Los ciudadanosque se benefician de nuevas cuotas de poder pueden usarlo de forma irresponsable,reclamando beneficios y prerrogativas que finalmente no pueden solventar, o votandoreducciones de impuestos y recortes a los programas sociales, o buscando chivosexpiatorios en la indolencia de los pobres, el exotismo de las minoras tnicas o la insolenciae irresponsabilidad de las mujeres modernas (Fierlbeck, 1991, pg. 592).

    Siguiendo a Rousseau y a Stuart Mill, muchos partidarios de la democraciaparticipativa suponen que la participacin poltica ensear la responsabilidad y la tolerancia.Como observa Oldfield, quienes piensan de este modo depositan su fe en la actividadparticipativa como el medio por el cual los individuos pueden habituarse a cumplir con los

    _______________________12 Segn una encuesta reciente, slo el 12 por ciento de los adolescentes estadounidensespiensa que votar es importante para ser un buen ciudadano. Esta apata no es unasimple funcin de la edad: comparaciones con encuestas similares realizadas en losltimos cincuenta aos sugieren que la poblacin joven contempornea es la quemenos conoce, menos se preocupa y menos crtica a sus lderes e instituciones(Glendon, 1991, pg. 129). La evidencia proveniente de Gran Bretaa es similar(Heater, 1990, pg. 215).

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    deberes de la ciudadana. La participacin poltica abre la mente de los individuos, losfamiliariza con los intereses que estn ms all de las circunstancias particulares y el entornopersonal, los alienta a reconocer que los asuntos pblicos deben ser el objeto central de suatencin (Oldfield, 1990b, pg. 184).

    Mucha gente de izquierda ha tratado as de obviar el problema de la ciudadanaresponsable, disolvindolo en el problema de la democracia. Esto los ha llevado a su vez adefender la toma colectiva de decisiones como la solucin a todos los problemas de laciudadana (Held, 1991, pg. 23; Pierson, 1991, pg. 202) 13. Por desgracia, esta fe en la

    funcin educativa de la participacin parece excesivamente optimista (Oldfield, 1990b, pg.184; Mead, 1986, pg. 247; Andrews, 1991, pg. 216). Esto explica por qu existe uncreciente reconocimiento de que las responsabilidades ciudadanas deben quedar msexplcitamente incorporadas en las teoras de la izquierda (Hoover y Plant, 1988, pgs. 289-291; Vogel y Moran, 1991, pg. xv; Mouffe, 1992a). Pero parece claro que la izquierda noha encontrado todava un vocabulario de la responsabilidad con que sentirse cmoda ni unconjunto concreto de polticas que permitan promover esas responsabilidades.

    b) Republicanismo cvico. La tradicin cvico-republicana moderna es una formaextrema de democracia participativa principalmente inspirada en Maquiavelo y Rousseau(quienes estaban a su vez fascinados por los griegos y los romanos). No es sorprendente queel reciente aumento de inters por la nocin de ciudadana le haya dado una ampliaaudiencia.

    El rasgo que distingue a los republicanos cvicos de otros participativistas como lostericos de izquierda que acabamos de discutir, es su nfasis en el valor intrnseco que tienela actividad poltica para los propios participantes. Esta participacin es, en palabras deOldfield, la forma de coexistencia ms elevada que los hombres pueden esperar (Oldfield,1990a, pg. 6). En esta perspectiva, la vida poltica es superior

    ___________________________13 Vease Arneson (1992, pgs. 488.492), en donde se presenta una serie de conflictos

    potenciales entre los procedimientos democrticos y los objetivos socialistas. Comoobserva Dworkin, existe el peligro de hacer de la democracia un agujero negro en elque colapsan todas las otras virtudes polticas (Dworkin, 1992, pg. 132).

    14 La izquierda desde durante dcadas muchas de estas cuestiones, con el argumento deque la preocupacin por la nocin de ciudadana era burguesa. El propio lenguaje de laciudadana le era ajeno (Selboume, 1991, pg. 94; Van Gunsteren, 1978, pg. 9;Dietz, 1992, pg. 70; Wolin, 1992, pg. 241; Andrews, 1991, pg. 13).

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    a las satisfacciones puramente privadas que puedan proporcionar la familia, el vecindario o laprofesin y debe por lo tanto ocupar el centro de la vida de las personas. La falta departicipacin poltica hace del individuo un ser radicalmente incompleto y atrofiado(Oldfield, 1990b, pg. 187; Pocock, 1992, pgs. 45 y 53; Skinner, 1992 y Beiner, 1992).

    Como lo admiten sus propios partidarios, esta concepcin est claramente en conflictocon el modo en que la mayor parte de la gente entiende actualmente tanto la ciudadana comola vida buena. La mayor parte de la gente no encuentra su principal fuente de felicidad en lapoltica sino en la vida familiar, el trabajo, la religin o el ocio. La participacin poltica esvista como una actividad ocasional y por lo general gravosa, aunque necesaria para que el

    gobierno respete y proteja la libertad que permite a los individuos proseguir sus actividades ycultivar sus vnculos personales. Este supuesto de que la poltica es un medio para proteger lavida privada es compartido por mucha gente de izquierda (Ignatieff, 1989, pg. 72-73) y dederecha (Mead, 1986, pg. 254), as como por no pocos liberales (Rawls, 1971, pg. 229-230), tericos de la sociedad civil (Walzer, 1989, pg. 215) y feministas (Elshtain, 1981, pg.327). De hecho, define la concepcin moderna de la ciudadana.

    Para explicar la indiferencia moderna hacia la participacin poltica, los republicanoscvicos suelen argumentar que la vida poltica actual se ha empobrecido en comparacin conla ciudadana activa de, digamos, la antigua Grecia. El debate poltico ha perdido sentido y lagente carece de acceso a una verdadera participacin.

    Pero es ms verosmil ver nuestro apego a la vida privada como el resultado no de unempobrecimiento de la vida pblica, sino del enriquecimiento de la vida privada. Si ya nobuscamos gratificaciones en la poltica es porque nuestra vida social y personal es muchoms rica que la de los griegos. Muchas son las razones de este cambio histrico: lavaloracin del amor romntico y de la familia nuclear (con su nfasis en la intimidad y laprivacidad), la creciente prosperidad (y el consiguiente enriquecimiento de las formas de ocioy de consumo), la afirmacin cristiana de la dignidad del trabajo (que los griegosdespreciaban) y la creciente aprensin hacia la guerra (que era positivamente valorada por losgriegos), entre otras.

    Los ciudadanos pasivos que prefieren las satisfacciones de la vida familiar yprofesional a los deberes de la poltica no estn necesariamente equivocados. Como ha dicho

    Galston, los republicanos que denigran la vida privada como tediosa y absorbente revelan noencontrar sa-

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    tisfaccin en el contacto con comunidades reales y, ms todava, desprecian la vid a de todoslos das (Galston, 1991, pgs. 58-63) 15.

    c) Tericos de la sociedad civil. Vamos a utilizar la expresin tericos de lasociedad civil para identificar un reciente desarrollo del pensamiento comunitarista de losaos ochenta. Estos tericos subrayan la civilidad y el autocontrol como condiciones de unademocracia sana, pero niegan que el mercado o la participacin poltica sean suficientes paraensear esas virtudes. Es ms bien en las organizaciones voluntarias de la sociedad civil -iglesias, familias, sindicatos, asociaciones tnicas, cooperativas, grupos de proteccin delmedio ambiente, asociaciones de vecinos, grupos de apoyo a las mujeres, organizaciones de

    beneficencia-donde aprendemos las virtudes del compromiso mutuo. Segn Walzer, lacivilidad que hace posible la pltica democrtica slo se puede aprender en las redesasociativas de la sociedad civil (1992, pg. 104).

    Dado que estos grupos son voluntarios, la incapacidad de vivir en consonancia con lasresponsabilidades que ellos plantean normalmente recibe la desaprobacin y no el castigolegal. Pero como la desaprobacin proviene de la familia, los amigos, los colegas o loscompaeros, es en muchos sentidos un incentivo ms poderoso a actuar responsablementeque la sancin por parte de un Estado impersonal. Es aqu donde se forman el carcter, lascompetencias y la capacidad de la ciudadana, porque es aqu donde internalizamos la ideade responsabilidad personal y compromiso mutuo, y donde aprendemos el autocontrolvoluntario que es esencial para una ciudadana verdaderamente responsable (Glendon, 1991,pg. 109).

    ______________________15 Los republicanos cvicos raramente defienden hasta el final su concepcin de lo que da

    valor a la vida. Por ejemplo, despus de afirmar que la vida poltica es la forma decoexistencia ms elevada que los hombres pueden esperar, OIdfield continadiciendo: no voy a argumentar en favor de esta tesis moral. Ella ha sido defendidamuchas veces en el corpus literario del republicanismo cvico (1990a, pg. 6). Peromuchos crticos han sostenido que estas defensas previas reposan en el sexismo y ladenigracin de la esfera privada (por ejemplo, Vogel, 1991, pg. 68; Young, 1989, pg.

    253 y Phillips, 1991b, pg. 49) o en la exclusin tnica (Habermas, 1992, pg. 8). Elargumento de Skinner parece ser que, si-bien la participacin poltica puede tener unvalor puramente instrumental a los ojos de la gente, debemos lograr que se la vea comouna actividad dotada de valor intrnseco, ya que de lo contrario no ser posiblecontrarrestar las amenazas internas o externas que pesan sobre la democracia (Skinner,1992, pgs. 219-221). Para una discusin de la relacin entre las concepcionesrepublicanas del bien y el liberalismo, vanse Dworkin, 1989, pgs. 499-504; Taylor,1989, pgs. 177-181; Hill, 1993, pgs. 67-84 y Sinopoli, 1992, pgs. 163-171.

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    En consecuencia, una de las primeras obligaciones de la ciudadana es participar en lasociedad civil. Como lo afirma Walzer, smate a la organizacin que prefieras no es unslogan para reanimar a los militantes polticos, sino lo que la sociedad civil requiere(Walzer, 1992, pag. 106).

    La afirmacin de que la sociedad civil es el semillero de la virtud cvica (Glendon,1991, pg. 109) es una afirmacin esencialmente emprica para la cual no hay muchaevidencia, ni en favor ni en contra. Se trata de un punto de vista antiguo y venerable, pero noes obviamente cierto. Puede que el vecindario sea el lugar donde aprendemos a ser buenosvecinos, pero las asociaciones vecinales tambin ensean a la gente a decir no lo haga en el

    fondo de mi casa cuando se trata de ubicar nuevos conjuntos habitacionales o de definir elemplazamiento de obras pblicas. De modo similar, la familia suele ser una escuela dedespotismo que ensea la dominacin masculina sobre la mujer (0kin 1992, pg. 65), lasiglesias suelen ensear la sumisin a la autoridad y la intolerancia hacia los otros credos, losgrupos tnicos suelen ensear el prejuicio hacia las otras razas, y la enumeracin puedecontinuar.

    Walzer reconoce que mucha gente est "atrapada en alguna relacin desubordinacin, en la cual aprende una civilidad ms sumisa que independiente y activa". Entales circunstancias -agrega-, tenemos que reconstruir la red asociativa bajo nuevascondiciones de libertad e igualdad. De forma similar, cuando las actividades de algunasasociaciones estn concebidas de manera estrecha, parcial o particularista, entoncesnecesitan de una correccin poltica". Walzer llama a este punto de vista "asociacionismocrtico, con lo que quiere significar que las asociaciones de la sociedad civil puedennecesitar reformas orientadas por los principios de la ciudadana (Walzer, 1992, pg.106.107).

    Pero esto va demasiado lejos en la direccin contraria. Lejos de proteger a lasasociaciones voluntarias, este enfoque puede justificar inintencionadamente una intervencina gran escala sobre ellas. Por cierto, los gobiernos deben intervenir con el fin de proteger losderechos de las personas que estn dentro y fuera del grupo, si efectivamente ocurre que esosderechos son amenazados. Pero, es deseable que los gobiernos reconstruyan las iglesias, porejemplo, con el fin de promover la democracia en su interior o para asegurar que sus

    miembros aprendan a ser independientes y no deferentes hacia la autoridad? Y, en todo caso,no podra ocurrir que los esfuerzos por promover la democracia dentro de las iglcsiasfamilias o sindicatos comiencena debilitar su carcter esencialmente libre y voluntario, quees lo que supuestamente los convierte en semilleros de virtud?

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    Los tericos de la sociedad civil piden demasiado a las organizaciones voluntarias alesperar que sean la principal escuela (o una rplica en pequea escala) de la ciudadanademocrtica. Si bien las asociaciones pueden ensear las virtudes cvicas, no es sta su raznde ser. El motivo por el cual la gente se incorpora a las iglesias, familias u organizacionestnicas no es el de aprender tales virtudes. Su objetivo es mas bien el de poner en prcticaciertos valores y disfrutar de ciertos bienes, y esto puede tener poco que ver con lapromocin de la ciudadana.

    La incorporacin a una asociacin religiosa o tnica puede ser ms una manera deapartarse de la corriente principal de la sociedad que un modo de aprender cmo actuar

    dentro de ella. Pretender que los padres, sacerdotes o militantes organicen la vida interna desus grupos de manera de promover ante todo el ejercicio de la ciudadana es ignorar la raznde existencia de tales grupos. Algunas asociaciones, como los Boy Scouts, estn diseadascon el propsito de promover la ciudadana, pero sta es la excepcin y no la regla16

    Un problema similar se plantea a propsito de las teoras de la ciudadana maternal,que se centran en la familia -y en particular la maternidad- como escuela de laresponsabilidad y la virtud. Segn Jean Elshtain y Sara Ruddick, la maternidad ensea a lasmujeres la responsabilidad de conservar la vida y de proteger a los dbiles, y estas leccionesdeberan transformarse en los principios orientadores de la vida poltica en su conjunto. Porejemplo, la maternidad implica una actitud metafsica de pertenencia que da prioridad a laproteccin de las relaciones existentes sobre la adquisicin de nuevos beneficios (Eishtain,1981, pgs. 326-327, 349-353; Ruddick, 1987, pg. 242). Esto tiene obvias implicacionessobre las decisiones acerca de la guerra o del medio ambiente.

    Sin embargo, algunos crticos argumentan que la maternidad no involucra los mismosatributos o virtudes que la ciudadana y que no hay evidencia de que las actitudes maternalespromuevan valores democrticos tales como la participacin ciudadana, el autogobierno, eligualitarismo y el ejercicio de la libertad (Dietz, 1985, pg. 30 Nauta, 1992, pg. 31). Comoseala Dietz, un despotismo ilustrado, una burocracia de partido nico y una repblicademocrtica son igualmente capaces de respetar a las madres, proteger las vidas de los niosy mostrar compasin hacia los ms dbiles (Dietz, 1992, pg. 76).

    ___________________________16 Tambin es difcil percibir cmo estos grupos, an reformulados, podran ensear lo

    que algunos consideran el aspecto esencial de la ciudadana, esto es, una identidadcomn y el sentido de un propsito compartido (vase Phillips, 1991b, pgs. 117-118).Discutiremos este punto en la ltima seccin.

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    Esta crtica es paralela a la de las teoras de la sociedad civil. Tanto las feministascomo los tericos de la sociedad civil definen a la ciudadana en funcin de las virtudespropias de la esfera privada. Pero si bien es verdad que estas virtudes pueden a veces sernecesarias para cl ejercicio de la ciudadana, lo cierto es que no son suficientes y a vecespueden ser contraproducentes.

    d) Teoras de la virtud liberal. A los liberales a menudo se los critica -y no sinrazn- a causa del frecuente desequilibrio que establecen entre derechos y responsabilidades.Los tericos liberales de los aos setenta y ochenta se centraron casi exclusivamente en la

    justificacin de los derechos y de las instituciones necesarias para asegurarlos, sin atender a

    las responsabilidades de los ciudadanos. Muchos crticos piensan que los liberales sonincapaces de corregir este desequilibrio, dado que el compromiso liberal con la libertad, laneutralidad o el individualismo hace ininteligible el concepto de virtud cvica (Mouffe,1992a).

    Sin embargo, algunos de los trabajos ms interesantes acerca de la importancia de lavirtud cvica fueron hechos por liberales como Amy Gutmann, Stephen Macedo y WilliamGalston. De acuerdo con Galston, las virtudes requeridas para el ejercicio responsable de laciudadana se pueden dividir en cuatro grupos: (a) virtudes generales: coraje, respeto de laley, lealtad; (b) virtudes sociales: independencia, apertura mental; (c) virtudes econmicas:tica del trabajo, capacidad de postergar las gratificaciones, adaptabilidad al cambioeconmico y tecnolgico; y (d) virtudes polticas: capacidad de reconocer y respetar losderechos de los dems, disposicin a no exigir ms de lo que se puede pagar, capacidad de -evaluar el desempeo de quienes ocupan los cargos pblicos, disposicin a participar en eldebate pblico (Galston, 1991, pgs. 221.224).

    Las dos ltimas virtudes mencionadas -la capacidad de cuestionar a la autoridad y lavoluntad de involucrarse en la discusin pblica- son los componentes distintivos de la teoraliberal de las virtudes. La necesidad de cuestionar a la autoridad proviene en parte del hechode que, en una democracia representativa, los ciudadanos eligen representantes quegobiernan en su nombre. En consecuencia, una importante responsabilidad de los ciudadanoses la de controlar a quienes ocupan cargos pblicos y juzgar su conducta. La necesidad deinvolucrarse en la discusin publica proviene del hecho de que, en una democracia, las

    decisiones del gobierno deben adoptarse pblicamente, a partir de una discusin libre yabierta.Pero, como observa Galston, la virtud del discurso pblico no se reduce a la voluntad

    de participar en poltica o de dar a conocer el punto de vista que uno defiende. Ms bien, estavirtud incluye la dispo

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    sicin a escuchar seriamente una gama de puntos de vista que, dada la diversidad de lassociedades liberales, va a incluir ideas que inevitablemente sonarn extraas y aun odiosas aquien las oiga. La virtud del discurso poltico tambin incluye la voluntad de presentar laspropias ideas de manera inteligible y sincera, como base de una poltica de persuasin y node manipulacin o de coercin (Galston, 1991, pg. 227).

    Macedo llama a esta disposicin la virtud de la "razonabilidad pblica. Losciudadanos liberales deben dar razones que sustenten sus reclamos polticos, en lugar delimitarse a manifestar preferencias o proferir amenazas. Estas razones deben adems serpblicas en el sentido de que deben ser capaces de convencer a personas de diferentescreencias y nacionalidades. No es suficiente por lo tanto invocar las Escrituras o la

    tradicin17. Los ciudadanos liberales deben justificar sus reclamos polticos en trminos quesus conciudadanos puedan no slo entender sino tambin aceptar como consistentes con sustatus de ciudadanos libres e iguales. Esto requiere un esfuerzo consciente para distinguiraquellas creencias que son objeto de un acto de fe puramente privado de aquellas que puedenser objeto de defensa pblica, es decir, de una defensa que tenga en cuenta cmo se ven lascosas desde el punto de vista de quienes tienen compromisos religiosos y bases culturalesdiferentes de los nuestros (Phillips, 1991b, pgs. 57-59) 18.

    Dnde se aprenden estas virtudes? Algunos tericos que hemos examinado confanen el mercado, la familia o las asociaciones de la sociedad civil como matrices de la virtudcvica. Pero parece claro que la gente no va a aprender automticamente a involucrarse en eldiscurso pblico o a cuestionar la autoridad en ninguna de estas esferas, dado que stassuelen organizarse en torno al discurso privado y el respeto de la autoridad.

    La respuesta, segn varios tericos de las virtudes liberales, es el sistema educativo.Las escuelas deben ensear a los alumnos como incorporar el tipo de razonamiento crtico yla perspectiva moral que definen la razonabilidad pblica. Como sostiene Amy Gutmann, losmuchachos en la escuela no slo deben aprender a comportarse segn lo establecido por laautoridad sino tambin a pensar crticamente acerca

    _________________________17 Vase la discusin sobre el principio de la motivacin secular en Audi, 1989, pg.

    284.

    18

    Esto muestra por qu los tericos de la sociedad civil se equivocan al pensar que labuena ciudadana puede fundarse en virtudes esencialmente privadas. El requerimientode razonabilidad pblica se aplica al debate poltico, pero es innecesario e indeseableen la esfera privada. Sera absurdo exigir a quienes tienen vnculos con una iglesia quese abstengan de apelar a las Escrituras a la hora de decidir cmo se relacionarn conella.

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    de ella, si se espera que vivan de acuerdo al ideal democrtico de compartir la soberanapoltica en tanto ciudadanos. La gente que slo es gobernada por el hbito y la obediencia... es incapaz de construir una sociedad de ciudadanos soberanos (Gutmann, 1987, pg.51) 19.

    Sin embargo, la idea de que las escuelas deben ensear a los alumnos a ser escpticosa propsito de la autoridad poltica y a distanciarse de sus propias tradiciones al embarcarseen una discusin pblica no est fuera de controversia. Los tradicionalistas la rechazanargumentando que esta poltica conduce inevitablemente a que tambin cuestionen la vidaprivada, la tradicin y -la autoridad paterna o religiosa. Y esto es seguramente correcto.Corno lo admite Gutmann, la educacin para la ciudadana democrtica implica

    necesariamente dotar a los muchachos de las habilidades intelectuales requeridas paraevaluar formas de vida diferentes de la de sus padres, ya que muchas, si no todas, lascapacidades necesarias para poder elegir entre modelos de la vida buena son tambinnecesarias para poder elegir entre modelos de la sociedad buena (Gutmann, 1987, pgs. 30,40).

    Esto explica por qu aquellos grupos que funcionan en base a una aceptacin acrticade la tradicin y de la autoridad, aunque no sean estrictamente excluidos, son forzosamentedebilitados por las actitudes libres, abiertas, pluralistas y progresistas que alienta laeducacin liberal (Macedo, 1990, pgs. 53-54). Es por esto que grupos como los Amish hanquerido retirar a sus hijos del sistema educativo.

    Esto plantea un dilema para los liberales, muchos de los cuales desean incorporar alos grupos respetuosos de la ley como los Amish. Algunos de ellos ven la desaparicin deestos grupos como algo lamentable pero a veces inevitable en una sociedad democrtica(Rawls, 1975, pg. 551; Rawls, 1988, pgs. 267-268). Otros, en cambio, prefieren ajustar laeducacin para la ciudadana de manera de minimizar el impacto sobre la autoridad paterna oreligiosa. Galston, por ejemplo, argumenta que la necesidad de ensear a los muchachoscmo incorporarse al debate pblico y cmo evaluar a los lderes polticos no justifica laconclusin de que el Estado debe (o puede) estructurar la educacin pblica de manera dealentar la reflexin escptica sobre los, modos de vida heredados de los padres o de lascomunidades locales (Galston, 1991, pg. 253). Sin embargo, el propio Galston admite que.no es fcil para las es

    _________________________19 Las escuelas pblicas no slo ensean estas virtudes a travs del curriculum sino

    tambin por la va de insistir en que los estudiantes se sienten en sus sitios (cerca deotros estudiantes de diferentes razas y religiones), levanten sus manos antes de hablar,entreguen sus tareas domiciliarias a tiempo ... sean buenos deportistas en el campo de

    juego (Gutmann, 1987, pg. 53).

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    cuelas promover la disposicin de los muchachos a cuestionar la autoridad poltica sindebilitar su inconmovible creencia en la rectitud del modo de vida de sus padres.

    Este dilema es similar al que encuentran los tericos de la sociedad civil. Estosenfrentan el problema de cmo intervenir sobre los grupos privados de modo de convertirlosen -mejores escuelas de la virtud cvica. Los tericos de la virtud liberal, por su parte,enfrentan la cuestin de cmo modificar la educacin cvica que se imparte en las escuelas demodo de-limitar su impacto sobre las asociaciones privadas. Ninguno de los dos grupos haconseguido hasta el momento resolver plenamente estos problemas.

    IV. Conclusin: ciudadana responsable y polticas pblicas

    Para la mayor parte de la teora poltica de posguerra, los conceptos normativosfundamentales eran democracia (para evaluar los procedimientos de decisin) y justicia (paraevaluar los resultados). Cuando se hablaba de la idea de ciudadana, se la vea como derivadade las nociones de democracia y justicia: un ciudadano es alguien que tiene derechosdemocrticos y exigencias de justicia. Pero hoy toma fuerza a lo largo de todo el espectropoltico la idea de que el concepto de ciudadana debe jugar un rol normativo independienteen toda teora poltica plausible, y que la promocin de la ciudadana responsable es unobjetivo de primera magnitud para las polticas pblicas.

    Empero, un rasgo llamativo del debate contemporneo es la timidez con que losautores aplican sus teoras de la ciudadana a cuestiones de, poltica pblica. Como hemosvisto, se hacen algunas sugerencias acerca del tipo de instituciones o de polticas que podranpromover o reforzar las virtudes y responsabilidades caractersticas de la buena ciudadana.Pero stas tienden a ser las mismas polticas que fueran largamente defendidas medianteapelaciones a las ideas de justicia o de democracia. La izquierda favoreca lademocratizacin del Estado de bienestar mucho antes de haber adoptado el lenguaje de laciudadana, del mismo modo que las feministas favorecan el cuidado cotidiano y la NuevaDerecha se opona al Estado de bienestar. No est para nada claro si, en materia de polticas,el hecho de adoptar la perspectiva de la ciudadana conduce a conclusiones diferentes de las

    que deducen las perspectivas, mas familiares, de la justicia y de la democracia.Podemos imaginar propuestas ms radicales de promocin de la ciudadana. Si lacivilidad es importante, por qu no aprobar leyes de beneficencia como las que existen enmuchos pases europeos? Si la participacin poltica es importante, por qu no imponer elvoto obligato

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    rio como en Australia y Blgica? Si el involucramiento con los problemas pblicos esimportante, por qu no exigir un perodo de servicio civil obligatorio, como el que existe enalgunos pases de Europa? Si las escuelas pblicas ayudan a inculcar la responsabilidadciudadana, por qu no prohibir las escuelas privadas?

    Este es el tipo de polticas que merece ser considerado cuando se trata de promoverespecficamente la ciudadana y no la justicia o la democracia. Sin embargo, hay pocosautores que se ocupen de estas propuestas. De hecho, la mayor parte de los tericos de laciudadana dejan sin contestar la cuestin de cmo fomentarla (Glendon, 1991, pg. 138), obien se concentran en modalidades modestas o suaves y relativamente no obstructivas defavorecer las virtudes cvicas ( Macedo, 1990, pgs. 234, 253) 20. Si bien los tericos de laciudadana deploran la excesiva atencin prestada a los derechos, parecen remisos a proponer

    polticas que puedan restringirlos.Puede que haya buenas razones detrs de esta timidez, pero lo cierto es que sta no

    combina con la afirmacin de que estamos frente a una crisis ciudadana y que necesitamosurgentemente una teora de la ciudadana que permita revertirla. Como resultado, buena partede la produccin reciente acerca de este tema parece sencillamente vaca. Sin ningn criterioque permita distinguir entre formas legtimas e ilegtimas de promocin y de reforzamientode la buena ciudadana, muchos trabajos se vern reducidos a la trivialidad: la sociedad seramejor si la gente fuera ms amable y reflexiva21.

    Por otra parte, no est claro hasta qu punto es urgente la necesidad de promover labuena ciudadana. La literatura sobre este tpico esta repleta de sombras predicciones acercade la declinacin de la vir

    ________________________20 Para otras propuestas de modalidades no obstructivas de promover la ciudadania,

    vanse Habermas, 1992 pgs. 6-7; Hill, 1993 y Rawls, 1993, pag. 216.21 Mouffe, por ejemplo, critica al liberalismo por reducir la ciudadana a "un simple status

    legal que rene los derechos que el individuo puede hacer valer contra el Estado(Mouffe, 1992a, pg. 227) y busca restablecer la conexin perdida entre tica y

    justicia por la va de entender la ciudadana corno una forma de identidad polticaque se crea a travs de la identificacin con la respublica (pg. 230). Sin embargo,

    Mouffe no hace ninguna sugerencia acerca de cmo promover o impulsar estaparticipacin pblica, e insiste (contra los representantes del republicanismo cvico)que los ciudadanos deben tener la libertad de elegir no dar prioridad a sus actividadespolticas. Su crtica del liberalismo parece reducirse a afirmar, por lo tanto, que laconcepcin liberal de la ciudadana-como-status-legal no es una concepcin adecuadade la buena ciudadana, cosa que los liberales pueden aceptar Sin dificultad. Muchascrticas de la ciudadana liberal se apoyan en esta exigencia poco esclarecedora.

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    tud, pero, como lo admite Galston, el pesimismo cultural es un tema que atraviesa la historiahumana casi en cada generacin (Galston, 1991, pg. 237) 22. Si se registra un crecimientodel nmero de delitos y un descenso de las tasas de participacin electoral, es igualmentecierto que somos ms tolerantes y ms respetuosos de los derechos de los dems y queestamos ms comprometidos con la democracia y el constitucionalismo que las generacionesprecedentes (Macedo, 1990, pgs. 6-7). No resulta claro, por lo tanto, cmo debemospromover la buena ciudadana ni cun urgente es esta tarea.

    Ciudadana, identidad y diferencia

    La ciudadana no es simplemente un status legal definido por un conjunto de derechos yresponsabilidades. Es tambin una identidad, -la expresin de la pertenencia a unacomunidad poltica. Marshall conceba a la ciudadana como una identidad compartida queintegrara a los grupos que haban sido excluidos de la sociedad britnica y proveera unafuente de unidad nacional. Su preocupacin central era la integracin de las clasestrabajadoras, cuya falta de educacin y recursos econmicos las exclua de esa culturacompartida que debera haber sido un bien y una herencia comunes (Marshall, 1965,pgs.101-102) 23.

    Con el tiempo ha resultado claro, sin embargo, que muchos grupos -negros, mujeres,pueblos aborgenes, minoras tnicas y religiosas, homosexuales y lesbianas- todava sesienten excluidos de la "cultura compartida, pese a poseer los derechos comunes propios dela ciudadana. Los miembros de tales grupos se sienten excluidos no slo a causa de susituacin socioeconmica sino tambin como consecuencia de su identidad sociocultural: su"diferencia.

    Un creciente numero de tericos, a los que llamaremos "pluralistas culturales,sostienen que el concepto de ciudadana debe tener en cuenta estas diferencias. Lospluralistas culturales creen que los derechos de ciudadana, originalmente definidos por ypara los hombres blancos, no pueden dar respuesta a las necesidades especficas de los gru-pos minoritarios. Estos grupos slo pueden ser integrados a la cultura comn si adoptamos lo

    que Iris Marion Young llama una concepcin de la ciudadana diferenciada (Young, 1989,pg. 258).

    _____________________________22 De hecho, podemos encontrar similares preocupaciones acerca de la apata poltica en

    los socilogos polticos de los aos cincuenta y aun en Tocqueville.23 Para una discusin de la funcin integradora de la ciudadana vase Barbalet, 1988,

    pg. 93.

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    Desde esta perspectiva, los miembros de ciertos grupos serian incorporados a lacomunidad poltica no slo como individuos sino tambin a travs del grupo, y sus derechosdependeran en parte de su pertenencia a l. Por ejemplo algunos grupos de inmigrantesreclaman derechos especiales o excepciones para hacer posibles sus prcticas religiosas;grupos histricamente desaventajados como las mujeres o los negros exigen unarepresentacin especial a nivel de las instituciones polticas y muchas minoras nacionales(los habitantes del Quebec, los kurdos, los catalanes) procuran aumentar sus poderes deautogobierno dentro del pas en que habitan o directamente buscan la secesin.

    Estas demandas de ciudadana diferenciada plantean serios desafos a la concepcin

    predominante de la ciudadana. Mucha gente considera la idea de una ciudadanadiferenciada en funcin de grupos como una contradiccin en los trminos. Desde el puntode vista ortodoxo, la ciudadana es, por definicin, una manera de tratar a la gente como in-dividuos dotados de derechos iguales ante la ley. Esto es lo que distingue a la ciudadanademocrtica del feudalismo y otras concepciones premodernas que determinaban el statuspoltico de la gente en funcin de su pertenencia a determinada clase, etnia o confesinreligiosa. De aqu que la organizacin de la sociedad sobre la base de derechos opretensiones derivados de la pertenencia a determinado grupo se opone tajantemente alconcepto de sociedad basado en la idea de ciudadana (Porter, 1987, pg. 128). Esto explicapor qu la idea de ciudadana diferenciada se percibe como una inflexin radical dentro de lateora de la ciudadana.

    Una de las ms influyentes pensadoras del pluralismo cultural es Iris Marion Young.Desde su punto de vista, ellintento de crear una concepcin universal de la ciudadana quetrascienda las diferencias grupales es fundamentalmente injusto porque histricamenteconduce a la opresin de los grupos excluidos: en una sociedad donde algunos grupos sonprivilegiados mientras otros estn oprimidos, insistir en que, como ciudadanos, las personasdeben dejar atrs sus filiaciones y experiencias particulares para adoptar un punto de vistageneral, slo sirve para reforzar los privilegios. Esto se debe a que la perspectiva y losintereses de los privilegiados, tendern a dominar este pblico unificado, marginando ysilenciando a los dems grupos (Young, 1989, pg. 257) 24.

    _________________________24 Vase tambin la discusin de Pateman en relacin al modo como la ciudadana es

    normalmente construida a partir de los atributos, capacidades y actividades de loshombres, por lo cual slo puede ser extendida a las mujeres "como hombresdisminuidos (Pateman, 1988, pgs. 252-253; James, 1992, pgs. 52-55 y Pateman,1992).

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    Young da dos razones por las cuales la genuina igualdad requiere afirmar, ms queignorar, las diferencias grupales.

    Primero, los grupos culturalmente excluidos estn en desventaja de cara al procesopoltico, y la solucin consiste al menos parcialmente en proveer medios institucionalespara el reconocimiento explcito y la representacin de los grupos oprimidos (Young, 1989,pg. 259). Estos dispositivos procedimentales deberan incluir fondos pblicos para ladefensa de estos grupos, representacin garantizada en las instituciones polticas y derechosde veto sobre determinadas polticas que afecten directamente al grupo (Young, 1989, pgs.261-262, 1990, pgs. 183-191).

    Segundo, los grupos culturalmente excluidos tienen necesidades particulares que slose pueden satisfacer mediante polticas diferenciadas. stas incluyen los derechoslingsticos para los hispanos, los derechos territoriales para los grupos aborgenes y losderechos relativos a la reproduccin para las mujeres (Young, 1990, pgs. 175-183). Otraspolticas reivindicadas por los pluralistas culturales incluyen las leyes de difamacincolectiva en favor de las mujeres o los musulmanes, el financiamiento pblico de escuelasdirigidas a ciertas minoras religiosas y la suspensin de la aplicacin de aquellas normas queinterfieren con el culto religioso, como las relativas al descanso dominical o a la faena deanimales (normas que interfieren con las prcticas religiosas de judos y musulmanes) o lasque obligan a los motociclistas a usar el casco de seguridad, lo cual interfiere con el uso delturbante, prescriptivo para los Sikhs (Parekh, 1990, pg. 705 y 1991, pgs. 197-204;Modood, 1992).

    Mucho se ha escrito en torno a la justificacin de estos derechos, as como acerca desus vinculaciones con las teoras de lajusticia y de la democracia. La propia Young defiendela legitimidad de estas medidas como respuesta a una opresin que ella presenta en cincoformas:explotacin, marginacin, carencia de poder, imperialismo cultural y violencias y acososasistemticos motivados por el odio o miedo grupal (Young, 1989, pg. 261). Nos llevarademasiado lejos considerar estas justificaciones o las distintas objeciones que se hanlevantado en su contra25. En lugar de ello, vamos a concentrarnos en el impacto que tienenestos tipos de derecho sobre la identidad ciudadana.

    ___________________25 Los crticos han objetado que la ciudadana diferenciada: (a) viola la igualdad ya que,

    al asegurar ciertos derechos a algunas personas pero no a otras en funcin de supertenencia grupal, crea una jerarqua en la que algunos son mas iguales que otros;(b) viola el principio liberal de la neutralidad del Estado, segn el cual el rol cultural delos poderes pblicos debe limitarse a mantener un mercado de ideas limpio; c) esarbitraria, ya que no hay principios que

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    Los crticos de la ciudadana diferenciada temen que si los grupos son estimulados areplegarse sobre s mismos y a centrarse en su diferencia (sea racial, tnica, religiosa,sexual o de cualquier otro tipo), entonces la esperanza de una amplia fraternidad entre todoslos estadounidenses deber abandonarse (Glazer, 1983, pg. 227). La ciudadana dejarentonces de ser un dispositivo para cultivar el sentido de comunidad y de propsitoscompartidos (Heater, 1990, pg. 295; Kristeva, 1993, pg. 7; Cairns, 1993). Nada vinculara los diferentes grupos que conforman la sociedad y nada evitar la diseminacin de ladesconfianza mutua y del conflicto (Kukathas, 1993, pg. 156).

    Los crticos temen, asimismo, que una ciudadana diferenciada pueda crear unapoltica de la reivindicacin". Si, como Young supone, slo los grupos oprimidos estnautorizados a ejercer la ciudadana diferenciada, esto puede estimular a los dirigentes demuchas comunidades a invertir su energa poltica en alimentar una imagen de postergacinque funcione como apoyo de sus reclamos de derechos, en lugar de trabajar para lasuperacin de las desventajas.

    Estos asuntos son evidentemente serios. Para evaluarlos, sin embargo, debemosdistinguir tres tipos de grupo y tres tipos de derecho grupal que tanto Young como suscrticos tienden a confundir: (a) derechos especiales de representacin (en beneficio degrupos desfavorecidos); (b) derechos de autogobierno (en beneficio de minoras nacionales);y (e) derechos multiculturales (en beneficio de inmigrantes y comunidades religiosas). Cadauno de estos tipos de derecho tiene consecuencias muy diferentes sobre la identidadciudadana.

    a) Derechos especiales de representacin. Para muchos de los grupos que figuran enla lista de Young (como los pobres, los ancianos, los afro-americanos y los homosexuales), elreclamo de derechos grupales toma la forma de una demanda de representacin especial enlos procesos de decisin poltica del conjunto de la sociedad. Dado que Young consideraque tales derechos son una respuesta a las condiciones de opresin, probablemente debamostomarlos como medidas temporarias en la marcha hacia una sociedad en que la necesidad deuna representacin especial deje de existir. La sociedad debera intentar eliminar la opresin,y con ella la necesidad de este tipo de derecho.

    b,) Derechos de autogobierno. En algunos de los ejemplos ofrecidos por Young,como el del sistema de reservas para los indios estadounidenses, el reclamo de derechosgrupales no es considerado una medida

    ______________________permitan determinar cules grupos merecen un status diferencial. Para una discusin de estasobjeciones vanse Glazer, 1983; Taylor, 1991, y 1992a, pgs. 51-61; Hindess, 1993;Kymlicka, 1989, y 1991; Phillips, 1992, y Van Dyke, 1985.

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    temporaria y no es correcto decir que se trate de una respuesta a una forma de opresin quealgn da ser eliminada. Las poblaciones aborgenes y otras minoras nacionales como loshabitantes del Quebec canadiense o los escoceses exigen derechos permanentes e inherentes,fundados en el principio de autodeterminacin. Estos grupos son culturas", pueblos onaciones, en el sentido de ser comunidades histricas ms o menos institucionalizadas, queocupan una tierra natal y comparten una historia y un lenguaje distintivos. Estas nacionesestn insertas dentro de los lmites de una comunidad poltica ms amplia, pero reivindican elderecho de gobernarse a s mismas en algunos temas cruciales con el propsito de asegurar el

    desarrollo libre y pleno de su cultura y de los intereses de su gente. Lo que estas minorasnacionales pretenden no es una mejor representacin en el gobierno central sino ms bien latransferencia del poder y de la jurisdiccin legislativa desde el gobierno central hacia suspropias comunidades.

    c) Derechos multiculturales. El caso de los latinoamericanos y otros gruposinmigrantes en los Estados Unidos es diferente a los dos anteriores. Sus reclamos incluyen elfinanciamiento pblico de la educacin bilinge y de los estudios tnicos, as como lasuspensin de aquellas leyes que obstaculizan sus prcticas religiosas. Se supone que estasmedidas ayudarn a los inmigrantes a expresar su particularidad cultural y el respeto de smismos, sin por ello impedir su xito en las instituciones econmicas y polticas de lasociedad dominante. Al igual que los derechos de autogobierno, estos derechos no necesitanser temporarios, ya que las diferencias culturales que promueven no son algo que esperemoseliminar. Pero, a diferencia de los derechos de autogobierno, los derechos multiculturalesaspiran a promover la integracin en la sociedad global, no la independencia.

    Es manifiesto que, estas tres clases de derecho pueden superponerse en el sentido deque algunos grupos pueden reclamar varias de ellas al mismo tiempo.

    Si se define a la ciudadana diferenciada como la adopcin de uno o ms de estosderechos grupales diferenciados, entonces virtualmente toda democracia moderna losreconoce en alguna forma. La ciudadana es hoy un concepto mucho ms diferenciado ymucho menos homogneo de lo que supusieron los tericos polticos (Parekh, 1990, pg.702). Sin embargo, muchos pluralistas culturales reclaman un grado de diferenciacin que

    prcticamente no existe en ninguna democracia desarrollada.La adopcin de uno o ms de estos derechos grupales, corroera la funcinintegradora de la ciudadana? Una mirada ms atenta a la distincin entre las tres clases dederechos sugiere que este temor est

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    frecuentemente fuera de lugar. En trminos generales, los reclamos de derechos derepresentacin y de derechos multiculturales constituyen de hecho una demanda de inclusin.los grupos que se sienten excluidos desean ser incluidos en la sociedad global y elreconocimiento y la acogida de su diferencia son considerados un camino para facilitar esteproceso.

    El derecho a una representacin especial no es ms que la nueva versin de una viejaidea. Siempre se ha reconocido qu una democracia mayoritaria puede ignorarsistemticamente las voces de las minoras. En los casos en que las minoras estnconcentradas territorialmente, la respuesta de los sistemas democrticos ha sido delineardeliberadamente las fronteras de las unidades federales o de los distritos electorales, de modode crear circunscripciones donde la minora sea mayoritaria (Beitz, 1989, cap. 7). Los

    pluralistas culturales simplemente extienden esta lgica a las minoras no territorializadas,que pueden tener similares necesidades de representacin (por ejemplo, las mujeres, losminusvlidos o los homosexuales y lesbianas).

    Hay enormes dificultades prcticas para alcanzar este objetivo. Cmo determinar,por ejemplo, el procedimiento para decidir cules son los grupos que tienen derecho a talrepresentacin? 26 O cmo asegurar que los representantes" efectivamente rindan cuentasante el_________________________

    26 Segn Young, una vez que tenernos claro que el principio de representacin grupalslo se refiere a los grupos sociales oprimidos, entonces el temor de una proliferacininmanejable de representaciones grupales debera disiparse (1990, pg. 187). Sinembargo, parecera que su lista de grupos oprimidos incluye al 80 por ciento de lapoblacin. Ella misma dice, en efecto, que en los Estados Unidos de hoy, al menos lossiguientes grupos son oprimidos de una o varias maneras: las mujeres, los negros, losamericanos nativos, los chicanos, los puertorriqueos y otros americanoshispanohablantes, los americanos de origen asitico, los homosexuales, las lesbianas,los trabajadores, los pobres, los ancianos y los minusvlidos fsicos y mentales (1989,pg. 261); En sntesis, todos excepto aquellos que son saludables, relativamenteprivilegiados, relativamente jvenes, heterosexuales y pertenecientes al sexomasculino; Es difcil ver cmo este criterio podr evitar una proliferacininmanejable, dado que cada uno de estos grupos cuenta con sub-grupos que podran

    reivindicar sus propios derechos. En el caso de Gran Bretaa, por ejemplo, elconcepto omniabarcativo de negro rpidamente se disuelve en una distincin entrecomunidades asiticas y afro-caribeas, y luego en distinciones ms finas entre unagran variedad de grupos tnicos. Que cuenta en este contexto como representacintnica adecuada? (Phillips, 1992, pg. 89). No es menos cierto, sin embargo, quealgunos partidos polticos y sindicatos han aceptado formas especiales derepresentacin grupal sin ingresar en una escalada de demandas y resentimientos(Young, 1989, pgs. 187-189).

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    grupo?27

    Pero, en todo caso,el impulso bsico que subyace a los derechos de representacines la integracin, no la separacin.De modo similar, muchas demandas multiculturales prueban que los miembros de los

    grupos minoritarios desean incorporarse a la corriente principal de la sociedad.Consideremos el caso de los Sikhs canadienses que desean integrar la Polica Montada Realpero que, a causa del imperativo religioso que los obliga a usar turbante, no pueden hacerlo amenos que se los exima del uso del sombrero que forma parte del uniforme. El hecho de queestos hombres quieran incorporarse a la Poltica Montada, uno de los smbolos nacionalesde Canad, es un slido testimonio de su deseo de participar en la comunidad que los acoge.El derecho especial que estn solicitando slo puede ser entendido como un incentivo, no unobstculo, a su integracin28.

    Algunos temen que los derechos multiculturales impidan el proceso de integracin delos inmigrantes al crear un confuso "hogar a medio camino entre su antigua nacin y sunueva ciudadana. Pero estos temores parecen empricamente infundados. La experiencia enpases con amplios programas multiculturales, como Canad y Australia, sugiere que losinmigrantes de primera y segunda generacin, aunque mantienen el orgullo de su herenciacultural, se cuentan entre los ciudadanos ms patriticos de su nuevo pas (Kruhlak, 1992) 29.Ms an, su fuerte adhesin al nuevo pas parece estar en gran medida basada en la voluntadno slo de tolerar sino de dar la bienvenida a la diferencia cultural30.

    ______________________________27 No hay muchos mecanismos que permitan establecer lo que cada grupo desea ... El

    rendir cuentas es siempre la otra cara de la representacin y, en ausencia deprocedimientos que permitan hacerlo, no podemos hablar seriamente de representacinpoltica (Phillips, 1992, pgs. 86-88). En ausencia de toda forma de control, sera msapropiado hablar de consulta que de representacin.

    28 Esto es diferente del caso de muchas comunidades aborgenes de Canad que, comoparte de su autogobierno, han intentado expulsar a la Polica Montada de sus reservas yreemplazarla por una fuerza policial nativa. Por supuesto, algunas demandas dederechos multiculturales adoptan la forma de una retirada de la sociedad marco, si bienes ms probable que esto sea cierto de las sectas religosas (por ejemplo, los Amish)que de las comunidades tnicasper se.

    29

    Por otra parte, la proliferacin de tales demandas es improbable, dado quenormalmente involucran casos claros y especficos de conflicto involuntario entre lasreglas mayoritarias y las prcticas religiosas de la minora. Y dado que la prueba de laopresin no es necesaria ni suficiente para poder reclamar tales derechos, hay pocoriesgo de que sepromueva una poltica de la reivindicacin.

    30 Por supuesto, los liberales no pueden aceptar una demanda de un grupo de poner enprctica costumbres religiosas oculturales que violen los derechos

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    Los derechos de autogobierno, sin embargo, plantean serios problemas a las nocionestradicionales de identidad ciudadana. Mientras que la representacin y los derechosmulticulturales toman a la comunidad poltica global como un dato y buscan una inclusinprofunda en ella, los reclamos de autogobierno reflejan el deseo de debilitar los vnculos conla comunidad global e incluso cuestionar su propia naturaleza, autoridad y permanencia. Si lademocracia es el gobierno del pueblo, la autodeterminacin grupal plantea la cuestin dequin es realmente el pueblo. Las minoras nacionales pretenden ser pueblos diferentes,con derechos inherentes a la autodeterminacin que no fueron reconocidos en el momento desu federacin (a veces involuntaria) con otras naciones en un pasms grande. De hecho, la

    conservacin de ciertos poderes suele afirmarse de modo explcito en los tratados o acuerdosconstitucionales que establecen los trminos de la federacin.

    Los derechos de autogobierno constituyen pues la argumentacin ms completa enfavor de la ciudadana diferenciada, dado que dividen a la poblacin de un pas en pueblosseparados, cada uno con sus propios derechos histricos, territorios y poderes deautogobierno y cada uno, en consecuencia, con su propia comunidad poltica.

    Parece poco probable que la ciudadana diferenciada pueda cumplir en este contextouna funcin integradora. Si ciudadana es integracin a una comunidad poltica, entonces, alcrear comunidades polticas superpuestas, los derechos de autogobierno necesariamentepropician una suerte de ciudadana dual y conflictos potenciales para determinar cul es lacomunidad con la cual los ciudadanos se identifican ms profundamente (Vernon, 1988). Porotra parte, no parece haber un punto final natural a los reclamos de autogobierno. Laconcesin de una autonoma limitada puede simplemente realimentar las ambiciones de losdirigentes nacionalistas, que no se declararn satisfechos hasta obtener su propio Estado-nacin. Por esta razn, los Estados democrticos multinacionales parecen ser inherentementeinestables.

    _________________________fundamentales de sus miembros (por ejemplo cliterodectoma, restricciones a la libre salida).Es importante distinguir lo que podemos llamar derechos grupales internos y externos.Los derechos internos son derechos que el grupo puede hacer valer sobre sus propios

    miembros con el fin de obligarlos a obedecer las costumbres o la autoridad tradicional. Losderechos externos son derechos del grupo contra la sociedad, de los que puede servirse pararesistir las presiones externas -econmicas o polticas- en favor de la asimilacin. En lasdemocracias occidentales, los derechos grupales diferenciados son casi siempre externos, entanto los derechos internos son claramente inconsistentes con las normas liberal-democrticas. Vanse Kukathas, 1992, y Kymlicka, 1992.

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    Podra parecer tentador, en consecuencia, ignorar los reclamos de las minorasnacionales, dejar fuera de la constitucin toda referencia a grupos particulares e insistir enque la ciudadana es una identidad comn compartida por todos los individuosindependientemente de sus pertenencias grupales. De este modo se suele describir laestrategia estadounidense para encarar el pluralismo cultural. Pero, con algunas pocasexcepciones -como la de las poblaciones indoamericana, inuit, puertorriquea y hawaiana,mayoritariamente remotas y aisladas-, los Estados Unidos no son un Estado multicultural. Suproblema fue asimilar poblaciones que inmigraban voluntariamente, no incorporarcomunidades histricamente autogobernadas cuyo territorio original pasara a formar parte deuna comunidad ms amplia. Y cuando se aplic a las minoras nacionales -los

    indoamericanos, por ejemplo-, la ciudadana comn fue un catastrfico fracaso, como loadmiten sus propios partidarios (Walzer, 1982, pg. 27, y Kymlicka, 1991). Como resultadode ello, a muchos de estos grupos en la actualidad se les conceden derechos de autogobiernoal interior de los Estados Unidos.

    De hecho, hay muy pocos Estados democrticos multinacionales que siganestrictamente la estrategia de la "ciudadana comn. Esto no es sorprendente, ya que elsimple rechazo de los reclamos de autogobierno puede agravar la alienacin de esos grupos yaumentar su deseo de secesin (Taylor, 1992a, pg. 64) 31.

    Es por esto que los reclamos de autogobierno plantean un problema tanto a lospartidarios de la ciudadana comn como a los defensores de la ciudadana diferenciada. Sinembargo, es llamativa la poca atencin que unos y otros han prestado a esta modalidad de laciudadana diferenciada o al arreglo institucional que ms comnmente se emple para hacervaler los derechos de autogobierno, es decir, el federalismo32.

    Cul es, finalmente, la fuente de unidad en un pas multinacional? Rawls afirma que,en las sociedades modernas, la fuente de unin es una concepcin compartida de la justicia:"si bien una sociedad bien ordenada est dividida y signada por el pluralismo, ... el acuerdopblico sobre cuestiones de justicia poltica y social sostiene los lazos de amistad cvica yprotege los vnculos asociativos (Rawls, 1980, pg. 540). Pero el

    ________________________

    31

    De cualquier modo, el Estado no puede evitar conceder el reconocimiento pblico aalgunas identidades grupales particulares. Despus de todo, los go biernos deben decidirqu lengua(s) va(n) a ser empleada(s) como lengua oficial en las escuelas, cortes ylegislaturas.

    32 Para una revisin de la produccin filosfica sobre federalismo, vase Norman, 1993b.

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    hecho de que dos grupos nacionales compartan los mismos principios de justicia nonecesariamente les da una razn decisiva para unirse o mantenerse juntos, en lugar desepararse o mantenerse separados. El hecho de que los habitantes de Noruega y Sueciacompartan los mismos principios de justicia no es una razn para que los noruegos searrepientan de la secesin de 1905. Del mismo modo, el hecho de que los anglfonos yfrancfonos de Canad compartan los mismos principios de justicia no es una razn decisivapara que se mantengan unidos, dado que los habitantes del Quebec sostienen correctamenteque supropio Estado nacional podra respetar los mismos principios. Una concepcin de la

    justicia compartida por una comunidad poltica no necesariamente genera una identidadcomn, para no hablar de una identidad ciudadana compartida que supere las identidadesrivales basadas en la etnicidad (Nickel, 1990 y Norman, 1993a) 33.

    Parece claro, pues, que ste es un punto en donde realmente necesitamos una teora dela ciudadana y no solamente una teora de la democracia o de la justicia. Cmo podemosconstruir una identidad comn en un pas donde la gente no slo pertenece a comunidadespolticas distintas sino que lo hace de diferentes maneras -esto es, algunos se incorporancomo individuos y otros a travs de la pertenencia comunitaria.-? Taylor llama a estefenmeno diversidad profunda e insiste en que su respeto es una frmula necesaria paraevitar que un Estado multinacional se desintegre. Pero admite que queda abierta la cuestinde qu es lo que mantiene unido a un Estado de este tipo34.

    _______________________33 Si los gobiernos desean servirse de la identidad ciudadana para promover la unidad

    nacional, debern identificar la ciudadana no slo con la aceptacin de los principiosde justicia sino tambin con un sentido emocional-afectivo de la identidad, tal vezbasado en una manipulacin de vnculos compartidos o mitos histricos. Para unadiscusin de esta estrategia, vase Norman, 1993a.

    34 Los filsofos europeos se ven cada vez ms urgidos por estos dilemas, al pretendercomprender la naturaleza de la comunidad Europea y las formas de ciudadana que starequiere. Habermas y sus seguidores argumentan que la unin europea no puedebasarse en las tradiciones, culturas y lenguas compartidas que caracterizan a losEstados nacionales exitosos. Ms bien, la ciudadana europea debe fundarse en unpatriotismo constitucional post-nacional basado en principios compartidos de justicia

    y democracia (Haberrnas, 1992; Berten, 1992, y Ferry, 1992). Otros, sin embargo,sostienen que esta base de unidad es demasiado exigua. Como observa Taylor, inclusolos pases modelo en materia de patriotismo constitucional -Francia y los EstadosUnidos- han necesitado tambin muchas de las vestiduras propias de los Estadosnacionales, incluyendo mitos fundacionales, smbolos nacionales e ideales depertenencia histrica y cuasi-tnica (Taylor, 1992b, pg. 61; Lenoble, 1992 y Smith,1993). Segn Ta

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