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  • 7/31/2019 Filosofia -Una Lectura de Tiqqun

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    CRISIS DE LA PRESENCIA. UNA LECTURA DE TIQQUN

    Amador Fernndez-Savater (abril, 2011)

    ([email protected])

    Me miro en el espejo y soy feliz / y no pienso nunca en nadie ms que en m, / leolibros que no entiendo ms que yo, / oigo cintas que he grabado con mi voz. /

    Encerrado en mi casa / todo me da igual, / ya no necesito a nadie, / no saldr jams

    y me bao en agua fra sin parar, / y me corto con cuchillas de afeitar, / me tumbo en

    el suelo de mi habitacin / y veo mi cuerpo en descomposicin. / Encerrado en mi

    casa / todo me da igual, / ya no necesito a nadie, / no saldr jams. Ahora soy

    independiente, / ya no necesito gente, / ya soy autosuficiente, / al fin!. (ParlisisPermanente,Autosuficiencia, 1981).

    Introduccin: desde dnde mirar

    Hay una frase de Kierkegaard que dice: Hay que encontrar el lugar desde el quemirar. Es decir, primero tenemos que encontrar un lugar, slo luego podremos mirar.Si miramos sin apoyarnos en un lugar, no veremos nada. Yo le Tiqqun hace aos,

    pero sin un lugar para mirar. As que no vi apenas nada. Su trabajo terico me parecisimplemente otra combinatoria de los elementos crticos dispersos por el siglo XX,quiz ms original o ingeniosa que otras (qu demonios pueden aportar Heidegger o

    Agamben para pensar una poltica revolucionaria?), pero sin sustancia, experiencia niacentos propios. Me pareci slo un estilo.

    Digamos que en el mbito del pensamiento crtico hay estilos y hay aventuras. Unestilo est atento sobre todo a reproducirse a s mismo en determinado campo de

    juego (la escena radical, por ejemplo): elegir una tradicin, una posicin, unosproblemas, cada decisin se concibe como un guio autorreferencial en el interior delcampo de juego. El estilo es sobre todo cuestin de identidad, una identidad queconquistar, valorizar o conservar. Por el contrario, la aventura empieza cuando se

    arriesga precisamente la identidad para poder pensar por fin en nombre propio,aunque ello pase tambin por reapropiarse de las palabras de otros; entonces lasdecisiones se toman teniendo en cuenta lo que habilita o no pensamiento, no tanto loque configura identidad. Una aventura es sobre todo cuestin de emancipacin y desingularidad.

    Cuando encontr un lugar para mirar, tras un desplazamiento significativo en laexistencia, descubr que Tiqqun tena mucho ms de aventura que de estilo. Vayasorpresa, uno ha pasado cien veces por un camino y descubre de pronto que se trataba

    de unpasadizo.

    Qu sera un lugar? Igual no es la palabra ms adecuada. Remite demasiado

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    directamente a la quietud de un espacio fijo, a una especie de observatorio seguro quenos ofrecera el punto de vista correcto sobre una obra, a la clave terica que nosfaltaba para una buena comprensin. En cambio el lugar que tengo en mente se

    parecera ms bien al torbellino de una inquietud, un problema o una bsqueda. Ellugar es necesariamente una pregunta y es desde ah que los caminos se vuelven

    pasajes; no antes. La pregunta que me abri el pasadizo Tiqqun fue sta: En qupodra consistir una poltica por fuera de la poltica?.

    Poltica: en torno a esa palabra se jugaba para m (y para otros conmigo) la fuga delas formas de existencia banales. La palabra nombraba el horizonte de sentido quehaca relevante la vida: accin, intensidades colectivas, manifestaciones, lucha,centros sociales, proyectos y disputas encendidas, mil encuentros y reuniones,lecturas y aprendizajes, afectos y sueos. Se trataba de transformarse uno mismo enel interior de un movimiento de transformacin social. Nada que ver con la poltica

    de los polticos, su referente concreto eran los movimientos sociales. Unos espacios,unos modos de hacer y unas complicidades organizados para despegar de unarealidad que se nos caa encima.

    Pero demasiadas partes de la vida se quedaron en tierra.As que en pleno vuelo se me acab la gasolina.Aterrizaje forzoso.Siniestro total.

    Victoria pues de la realidad y de las formas de existencia banales? No del todo: lapoltica se vino abajo como respuesta, como solucin, como mundo concreto dereferencia, pero persiste como pregunta, tan abierta como una herida.

    Qu puede significar reinventar una vida poltica cuando palabras como militante,movimiento, colectivo, crtica, alternativa o la misma palabra poltica sehan vuelto muy problemticas en el mejor de los casos, o malos fetiches en el peor,

    pero ya en ninguno de ellos soluciones que proponer a la bsqueda de sentido y aldeseo de lo comn? Qu podemos hacer con nuestra disidencia respecto a la realidadcuando no nos planteamos ya despegarde ella?

    Estas preguntas me empujaron a buscar otra relacin con lo real, otra sensibilidadhacia lo comn y otra idea de lo que significa pensar. Ya no la militancia, es decir,ya no esa inscripcin en lo real donde todo parece orgnicamente dado y articulado(maneras de estar, espacios, alianzas, interlocutores, lecturas, sociabilidad), sinomodos de hacer que se trata de inventar en situacin y relaciones donde no hay claves

    previas para reconocer lo comn, porque ste se teje lenta y dificultosamentepartiendo de preguntas compartidas. Ya no ese nosotros que opera una separacin(ms o menos afirmativa) con respecto a la realidad, un nosotros que se trata de

    expandir y ampliar, invitando o llamando a otros a entrar, que se plantea comoalternativa y se concibe como rea, sector, bloque, red o constelacin, pero quesiempre traza una frontera (ms o menos rgida o mvil) con respecto a su afuera (la

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    gente, la normalidad...), sino un potencial de transformacin que est comoempotrado en la misma realidad. Ya no la crtica que se lanza desde los quince mil

    pies del altura del avin en pleno vuelo, que se dirige al otro en lugar de elaborarsecon l, que huye de las dudas como de la peste y que parte de algunos temasdefinidos por agendas, sino el esfuerzo constante para conectar el pensamiento con

    las preocupaciones y los problemas ntimos.

    Este desplazamiento se vio influido decisivamente por la emergencia en los ltimosaos de movimientos atpicos que cuestionan radicalmente el estatuto de lo poltico.

    Movimientos sociales que no son movimientos sociales. En los que el cualquiera sepolitiza, sale a la calle, abre preguntas radicales sobre el mundo que estamosconstruyendo, desafa el curso normal de las cosas, habla e interpela sin esperar nadade un nosotros dado, de una vanguardia consciente ni de una experiencia polticacristalizada. Movimientos que han sido y son como un espejo ante el que escudriar

    la propia crisis sin dejarse ganar por ella, sino elaborando nuevas preguntas,encontrando energas distintas, buscando otras salidas1.

    Cmo explicar que stos hayan sido disparados tantas veces por un hechocatastrfico? Cmo se amplan en ellos los ingredientes de los que suele estar hechala poltica, incluyendo ya no slo materiales luminosos (accin, discurso, visibilidad,energa militante...), sino tambin otros mucho ms turbios (colapsos de sentido,ambigedad)? Cmo es que tejen nosotros sin recurso a la identidad? Por qu larealidad zozobra cuando el cualquiera habla en nombre propio sobre aquello que leafecta?, cul es su fuerza? En definitiva, qu potencias de transformacin podemosencontrar en el anonimato, en el cualquiera, en el vaco, en pasiones consideradastristes, en la interioridad? Y si las formas de existencia banales de las que queramosdespegar no fueran tan obvias? Cul es su secreto?

    Despolitizarse para politizarse. En ese desplazamiento, en esta experiencia deautotransformacin que hace vacilar la definicin y el estatuto de la poltica, cmoorientarse? No es un problema trivial: los sentidos preexistentes, sedimentados, seretorcern una y otra vez bregando para volver a imponerse. Cuentan con un

    poderoso aliado: el miedo al vaco. Cmo persistir en la propia brecha y fabricar

    desde ella una nueva piel, una nueva sensibilidad que responda ya a otrassolicitaciones de lo real? Es decisivo ser capaces de entender y nombrar el propio

    proceso, construir sobre la marcha otro mapa de la situacin. Mis encuentros en lasegunda fase con Tiqqun responden a ese requerimiento: explorar otra fuente deenerga y otro punto de partida para la poltica. No tanto responder las nuevas

    preguntas como iluminarlas bajo la luz de otras referencias.

    Tiqqun llama Bloom a ese punto de partida de otra politizacin posible. El Bloomes una cierta debilidad existencial, caracterstica de nuestra condicin contempornea.

    Es la figura que designa nuestra situacin de impotencia e indiferencia ante un mundo1 Entre los ms conocidos, el No a la Guerra, lo ocurrido entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 o los comienzos de la V

    de Vivienda, pero no exclusivamente.

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    que no se deja cambiar. Est atrapado en la realidad, en la normalidad, justo ahdonde tambin te coloca un aterrizaje forzoso. Pero no se trata de una figuraexclusivamente negativa que haya que aprender a sortear. El Bloom es al mismotiempo veneno y antdoto. Es el fondo donde se puede tomar de nuevo impulso.Entonces esa debilidad puede convertirse en fuerza; pero no en cualquier fuerza: en

    una fuerza dbil o, mejor dicho, en una fuerza vulnerable. A lo largo de este textoindagaremos en la naturaleza y la genealoga de la fuerza vulnerable, esa fuerza queno se pone al margen de la realidad, sino que est como hundida en ella y al alcancede cualquiera.

    As que ste es finalmente el lugar desde el que voy a mirar: la pregunta por el Bloomy su extraa ambivalencia. Me acercar sobre todo al planteamiento de la pregunta yquiz no tanto a la respuesta que Tiqqun ofrece. Lo que sigue a continuacin podraleerse entonces como la simple reconstruccin de un recorrido terico, un mero

    comentario de texto, en especial del artculo Una metafsica crtica podra nacercomo crtica de los dispositivos, aparecido en el segundo nmero de su revista. Perolo que ocurre cuando uno mira desde un lugar nunca es obvio, porque entonces seabre una zona de indiferenciacin donde ya no puedo distinguir muy claramente loque dice Tiqqun de mi propia voz. Lo ha explicado inmejorablemente F.Zourabichvili interpretando su propio trabajo de comentarista de Deleuze: No hayuna presencia subyacente y autnoma del comentador, sino una causa comn delautor comentado y del autor que comenta (). Se trata de una manera de prestar la

    propia voz a las palabras del otro, lo que termina por confundirse con su reverso, esdecir, hablar por cuenta propia tomando la voz del otro.

    Metafsica crtica: elaborar la inquietud

    La filosofa de Tiqqun no es meramente especulativa, se nombra a s misma comometafsica crtica y tiene una fuerte carga existencial. Arranca de una inquietudque no nos deja vivir en paz en este mundo, ni con l. Una inquietud que no es

    patrimonio de filsofos ni de artistas, sino que est en todas las tripas. Esainquietud, a la vez ntima y comn, es el resultado de la crisis de la presencia, sumanifestacin sensible. Qu significa eso, crisis de la presencia? Se refiere al hecho

    de que nuestro ser-en-el-mundo se vuelve problemtico.

    Lo que crea slido y garantizado (la unidad y autonoma de mi yo) empieza adesintegrarse. Vacila y se hunde la frontera que me separaba ntidamente del mundo.

    No me reconozco, y tampoco a los otros, hasta entonces tan familiares. Es como si yoya no fuera yo, como si un intruso se me hubiese colado dentro. Me asaltan las

    preguntas sobre la vida que llevo, tambin los miedos, quiz hasta alucinaciones.Estar posedo, embrujado? Las mismas realidades fsicas se rebelan contra eldominio de mi voluntad. Si ahora el interior me asusta, el exterior parece haber

    perdido igualmente su objetividad maciza. Se vuelve como de cera. La tierra tiembla.Todo me parece irreal y, ms que miedo a algo en concreto, siento una angustiaindefinida. Inquietud. Por qu esto? Y por qu a m?

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    Un choque cualquiera con el mundo (acontecimiento, percepcin, emocin) desata lacrisis de la presencia. La crisis puede arrancar de un hecho muy banal y concreto, odarse muy poco a poco y casi imperceptiblemente, incluso puede convertirse en unestado, pero en todo caso siempre afecta al ncleo de creencias, fidelidades y

    deseos que nos constituyen. Zozobramos: vacila el sentido que tiene para cada cualvivir, lo que hace relevante la vida en cada caso. Se tambalean a la vez el sentido dela vida y el sentido de lo real, mi consistencia subjetiva y la misma objetividad de lascosas, el yo ms profundo y la arquitectura del mundo exterior.

    Para Tiqqun, la inquietud que resulta de ah no es un fenmeno negativo, sinoprecisamente la condicin necesaria (pero no suficiente) para otro habitar. Porque,quin pierde la realidad y el mundo? Qu es lo que entra en crisis? En general, la

    presencia que se desfonda es la figura clsica del sujeto como entidad completa,

    autrquica, regente, centro y medida de todas las cosas. El filsofo ReinerSchrmann, citado a menudo por Tiqqun, la describe as: El hombre se fija demanera unilateral en los objetos a su disposicin. Dicho de otro modo, experimenta alser como aquello que lo enfrenta, como una prueba de fuerzas. Frente a este mundoque se le opone, se afirma como sujeto; se capta como el centro de referencia de loreal. El sujeto seguro de s y obnubilado por su poder mide todo con la vara de suinteligencia y voluntad. El nico tipo de verdad reconocida es la verdad eficaz, la que

    sirve para algo.

    Esa distincin entre sujeto y mundo es la base de la metafsica occidental, de la quederivan luego otras muchas separaciones desgarradoras (entre cultura y naturaleza,contemplacin y accin, libertad y apego, s mismo y otro, humano y no humano). Lametafsica no es mera ilusin, engao o ideologa. No es una simpleautojustificacin de los poderes dominantes. No, el orden de la metafsica es uno conel orden del mundo: lo configura directamente. A la sociedad como conjunto y a cadauno de nosotros como sujeto. Es una filosofa prctica. Afirmar que la realidad esmetafsica significa que Occidente est hecho a imagen y semejanza de ese esquema

    por el cual un sujeto se opone y gobierna todo lo que no es l. Libre es quien domina:la naturaleza, su cuerpo, el tiempo, el porvenir. Llamaremos presencia soberana a

    esta modalidad de ser-en-el-mundo como fortaleza absoluta, separada, sin relacin,autosuficiente y autocentrada. Esa presencia soberana puede ser un solo cuerpo, ungrupo o una sociedad entera. Pero se define en todo caso por una relacin de dominiocon el afuera. El mundo slo inspira confianza a la presencia soberana en la medidaen que lo puede controlar.

    En el esquema metafsico, la presencia soberana se alza frente un mundo de cosasopuesto que trata de gobernar mediante el lenguaje y la tcnica. Schrmann explica,siguiendo muy de cerca el pensamiento heideggeriano, cmo la metafsica es la

    generalizacin abusiva de los esquemas de pensamiento apropiados a dos tipos deoperaciones: fabricar y clasificar. El hacer tcnico y la atribucin predicativa.Primero, es una filosofa de la manufactura: la visin [la idea] del manufacturero

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    impresa luego en el material disponible [el mundo] y ofrecindose a la vista de todosen el producto terminado [el objeto]. Segundo, una filosofa de la definicin: laoperacin sintctica que consiste en la atribucin de un predicado a un sujeto.Ambas operaciones son apropiadas a una regin concreta de fenmenos (artefactos,cosas) y actividades (identificar, nombrar). Pero su extensin universal como modo

    de pensar y por tanto como presupuesto sobre lo pensado es el rasgocaracterstico de la cultura metafsica.

    Schrmann sigue explicando cmo a lo largo de la historia de Occidente la metafsicade la presencia soberana se ha traducido en diferentes principios ordenadores de lavida social: el Ser, el Bien, Dios, el Hombre, la Razn, las Leyes de la Historia, elProgreso, la Tcnica, etc. Diferentes paradigmas trascendentes a partir de los cualesel mundo se vuelve inteligible y dominable. Diferentes patrones normativos queimponen sentido y finalidad a cada gesto cotidiano. Diferentes todos ellos, pero

    atravesados igualmente por la voluntad de poder, de gobierno y de apropiacin delmundo. Para la cual ninguna cosa/ente tiene verdadero valor en s mismo, slo sisirve de algo al principio soberano.

    El mismo capitalismo (el siglo tecnolgico, segn la mala denominacin deHeidegger) es, en primer lugar, una tesis sobre el ser, una decisin metafsica. La msviolenta de todas. En l, el mximo de poder coincide con el mximo de nihilismo. Esdecir, el sujeto regente, centro y medida de todas las cosas me refiero ahora a cadauno de nosotros como individuo, lejos de ser un Yo imperial que se canta a smismo, slo es en ltima instancia el objeto ms desechable en manos de un poderautonomizado, un pobre tipo devastado que cubre su vaco y su ausencia al mundocon una agitacin sin fin en tanto que espectador, turista, votante, consumidor, etc. Esel Bloom.

    La crisis de la presencia es la experiencia donde colapsa la realidad, y nosotros conella. El soberano cede, abdica. No mantiene la compostura frente a un mundosometido, sino que ms bien es arrebatado y engullido por l. El soberano interpretaesto como un acto de violencia: posesin, embrujo. Quin es el intruso queatraviesa sin permiso mis dominios? El intruso no es otro que el mundo, que de

    pronto desbarata la relacin de fuerzas y me afecta. La distincin entre el mundo y yopierde sus fronteras, se emborrona. Y con ella se hunde la metafsica de una presenciagarantizada, el ideal de un observatorio arrancado al mundo que sobrevuela lassituaciones, los acontecimientos y los devenires: el pensamiento como clculo yestrategia, el lenguaje como operacin clasificatoria objetiva, la accin comotcnica e intervencin exterior.

    Cada crisis de la presencia (ya sea personal o colectiva) abre una rasgadura en elorden de la metafsica que puede habilitar otra experiencia del mundo: ya no la

    identidad absoluta de uno consigo mismo ms all de los contextos y las relaciones,sino la exposicin, el ser-en-situacin, el entrelazamiento, la presencia comn. Ya nola visin de lo que tienes enfrente, sino la escucha de lo que tienes al lado. Es una

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    experiencia exttica que nos pone fuera de s y dentro del campo de relacionesheterogneas en el que estamos irremediablemente implicados y al que llamamosmundo. Si la metafsica occidental encuentra su consistencia en el presupuesto de un

    punto de vista soberano sobre el mundo, la crisis de la presenciapuede serla antesalade un desplazamiento, porque disuelve todo ideal de una presencia autoritaria y

    dispone otro punto de partida para nuestro habitar.

    El concepto de tiqqun, extrado de la Cbala juda, seala precisamente el momentode operar ese desplazamiento, desocupar el orden de la metafsica y restaurar laconexin inmanente con la realidad que se perdi bajo la dominacin. La grandsimadificultad es que ese desplazamiento no puede ser fabricado ni forzado(Heidegger). El voluntarismo de las vanguardias revolucionarias no abandon nuncael ideal de la presencia soberana, porque planteaba siempre un sujeto contrapuesto almundo que lo empujaba en la buena direccin, pensando as la transformacin social

    bajo esquemas metafsicos: el pensamiento como ciencia, la realidad como materialinforme que tenemos enfrente a disposicin, la accin como intervencin que modela(da forma a), el cambio revolucionario como artefacto. De ese modo, la polticarevolucionaria no sale del crculo de lo negado.

    Cmo escapar? La crisis de la presencia no es una cuestin terica, sino unaexperiencia radical que nos exige una decisin: reconstruir las defensas en torno a la

    presencia-fortaleza, declararnos vencidos y dejar de vivir, o bien reinventar lapresencia como ser-en-relacin. Por tanto, un inmenso potencial de transformacinest en juego en el espacio de elaboracin de la crisis. Y justo en ese punto carga sus

    bateras la metafsica crtica. Es metafsica porque su materia prima esprecisamente la pregunta por el sentido de la vida, no ya un tema social y menosan un tema de la agenda poltico-meditica, y es crtica porque quiere ser almismo tiempo parte activa y marco conceptual para otra prctica poltico-existencial:una prctica sin sujeto, liberada de la maldicin de la exterioridad y el finalismo; una

    prctica sin modelos, abandonada al despliegue y la apertura de su propio proceso;una prctica fuera de s, es decir, atenta a las situaciones que atraviesa, entregada alos contextos que habita, expuesta al mundo.

    Hacer de la crisis de la presencia un centro de energa significa elaborar la inquietudcomo motor y carburante de la transformacin; reconvertir nuestras defensas rotas enlos materiales de un nuevo cuerpo; apoyarse en el mismo intruso para crear nuevas

    posibilidades de vida; devolver el golpe a la vida en trminos de desafo, creacin yregalo; transfigurar la fragilidad que experimentamos tras el choque con la realidaden fuerza vulnerable.

    No es nada raro que Tiqqun haya pensado esa operacin tan excepcional comomagia.

    La magia: hacerse amigo del enemigo

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    Hemos dejado a la presencia en crisis, tocada. Hemos sealado que justo ah se abreel espacio ambiguo de una bifurcacin decisiva. La posibilidad de un desplazamiento.Con qu energas, con qu recursos, con qu complicidades contaremos en laocasin? Difcil de anticipar. En el peor de los casos, la presencia tocada se hundirsin remedio: locura, suicidio, victimizacin, postracin irreversible... Todas ellas son

    formas distintas de perder definitivamente la confianza en el mundo. A partir de ahnuestro vnculo con l estar hecho de angustia, paranoia, autismo y pasividadradical. El miedo nos cerrar sobre nosotros mismos. Marchitar nuestra capacidad deafectar y ser afectados, desembocando as en una situacin de terrible impotencia. Lacrisis de la presencia no conduce por s sola a ninguna liberacin. Todo depende denuestra elaboracin, de nuestra respuesta.

    Porque desde luego no se trata de dejar a la presencia extraviarse definitivamente,como tal vez algn romntico pudiera pensar, sino de rescatarla del riesgo de no ser.

    Sin duda alguna, hay que sanar. Pero, cabe imaginar un rescate que no pase por lasimple reparacin de la presencia soberana, sino por crear una nueva forma derelacin con el mundo?

    Para pensar esa otra idea de sanacin, Tiqqun recurre al trabajo fascinante delantroplogo marxista Ernesto de Martino (1908-1965) sobre el papel de la magia enlas sociedades tradicionales. Al menos en dos puntos, su obra El mundo mgico nosofrece pistas para pensar qu significa hacer la crisis de la presencia una fuente deenerga: 1) asumir al extrao como alianza; 2) hacerse cargo de la crisis de la

    presencia como un asunto colectivo.

    1) Segn De Martino, en su acercamiento estrictamente materialista al mundomgico, la magia no funciona en las sociedades tradicionales como una va paraconocer la realidad o modificarla. El poder de la magia interviene ms bien ante eldrama existencial de la crisis de la presencia, cuando se derrumba la distincin entre

    presencia y mundo que se hace presente. Si, por ejemplo, tras una catstrofe natural,un trastorno psquico o un desequilibrio fsico, una persona (o una comunidad) ha

    perdido la realidad, exponindose as al riesgo de la desintegracin, la magia actapara "garantizar" esa presencia, "restaurarla" o "rescatarla". De Martino utiliza esos

    trminos, pero explica muy claramente que la magia no se limita a coser simplementealgo que se ha roto para devolverlo al mismo punto donde estaba antes. La magia noopera con el sujeto como ante un puzzle en el que se han desordenado algunas piezas.Hacerlo as significara, implcita o explcitamente, definir la crisis de la presenciacomo el mal que hay que combatir, neutralizar, desalojar y finalmente olvidar paraconservar un sujeto intacto y entero. Pero la crisis de la presencia slo puede ser elmal all donde el ideal normativo es la presencia soberana. No es el caso del mundomgico, segn explica De Martino. En todo caso, aqu el verdadero mal sera ms

    bien esa distincin neta entre bien y mal, entre salud y enfermedad, entre vida y

    muerte. La crisis de la presencia es un riesgo, pero es el riesgo donde al mismotiempo habitan las energas necesarias para la renovacin existencial, singular ycomunitaria. Definir la crisis como el mal, organizar una sociedad entera en torno a la

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    voluntad de dejar ese mal fuera, significara necesariamente acosar y debilitar lamisma fuente de transformacin individual y colectiva. Por un lado, condenar a lasociedad a la repeticin y a la paranoia del control total; por otro, condenar a losindividuos al trauma crnico y la victimizacin.

    En primer lugar, el ritual mgico evoca la crisis de la presencia, interrogndola,explorando e identificando su naturaleza particular y concreta (qu o quin la trajo)mediante visiones expresadas con temas mticos o mgicos tradicionales. En segundolugar, lejos de negar o pretender suprimir el peligro, lo asume, lo elabora, decide susentido, transformndolo en una invitacin al cambio. Finalmente, atraviesa y dominala crisis mediante la ayuda de creencias y tcnicas especficas, como por ejemplo losornamentos en el cuerpo o el recurso a los espritus auxiliares (lo que desdeOccidente leemos como fetichismo).

    As puede leerse la historia de Aua, esquimal del cobre. Aua decidi que suenfermedad era una seal para convertirse en chamn. Entonces "procur su soledadrtica, es decir una condicin adecuada para favorecer su labilidad, paraintensificarla, para desencadenarla, y ello en el intento de poder leer en ella ydominarla. En la soledad rtica el riesgo de su ser-en-el-mundo aumenta, el llanto y laalegra se alternan de manera inexplicable. Y con la alegra surge el canto, nocontrolado, casi como si un husped cantara en l. Por fin interviene el rescate, que esla conquista de un nuevo equilibrio psquico, la identificacin del husped, el pactode alianza con l".

    Aqu estn expuestos algunos de los rasgos clave del ritual mgico: evocar la crisis dela presencia y traerla al espacio de elaboracin para que sirva de materia primadurante todo el proceso; desencadenar e intensificar incluso la problematicidad denuestra existencia para poder leer en ella y dominarla; ponerse radicalmente en juegoen una situacin que uno no gobierna (el llanto y la alegra se alternan de manerainexplicable), pero donde tampoco uno es simplemente gobernado; y finalmente,alcanzar un rescate de la presencia amenazada, la conquista de un nuevo equilibro

    psquico que no implica el exterminio del husped que nos habitaba sin permiso,sino su reconocimiento y un pacto de alianza con l. Sin duda, un equilibrio

    delicado, precario, en construccin permanente. "El equilibrio fatigosamentealcanzado es siempre un equilibrio inestable: nacido de un angustioso equilibrio, entodo momento esta tensin angustiosa, esta deliberada lucha que conoce la asperezadel riesgo, testimonian a favor del ser-en-el-mundo que se rescata, de una psiquicidadque se abre a la tarea de fijar su propio horizonte".

    Como vemos, el ritual mgico no pretende estabilizar la presencia bloqueando larelacin con todo aquello que provoque inestabilidad: todo aquello que nos afecta. Nitampoco corta los asideros que nos vinculan a la vida para proteger de esa manera a

    la presencia en crisis, sino que ms bien rescata la presencia entregndola al mundo(aunque sea con temor y espanto), reactivando y potenciando su capacidad paraafectar y ser afectado. El ritual mgico no fortalece frente al vaco, ni anestesia o

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    insensibiliza al dolor, ni tampoco es un proceso de autodescubrimiento del verdaderoyo, sino que asume y elabora la crisis de la presencia como principio activo de unsegundo nacimiento (orgnico, dice De Martino), del desarrollo de nuevas formasde vida que incorporan al husped.

    Para una presencia soberana, todo aquello que no me deja ser Yo y nada ms que Yoslo puede ser un enemigo: un intruso que arruina mis fronteras, contamina miidentidad y desafa mi gobierno. Lo importante para ella ser levantar una empalizada

    bien alta que defienda el s-mismo autosuficiente del no-yo enemigo con el que no sequiere ningn contacto. Por el contrario, el objetivo del ritual mgico consiste enhacerse amigo del enemigo, porque paradojicamente slo mediante su ayuda

    podemos rescatarnos de la crisis de la presencia. No se puede salir indemne, se salecon otros y volvindose otro2.

    2) El rescate mgico de la presencia es fundamentalmente un asunto colectivo. Estoes evidente cuando es la propia existencia de una comunidad la que entra en crisis,como tras una catstrofe natural por ejemplo. Pero incluso cuando la crisis ataenicamente a un solo individuo (y el individuo asume en solitario el ritual mgico,como en el caso de Aua), el rescate no es una cuestin privada, sino que tieneimplicaciones para lo comn y un gran valor social.

    La razn es muy sencilla. Como hemos dicho, el ritual mgico no trata de "reparar"una presencia en crisis para reintegrarla a la normalidad de la presenciagarantizada. Segn nos ensea De Martino, en el mundo mgico la presenciasoberana no existe como ideal, como modelo, como norma. Lo normal es

    precisamente la inestabilidad y labilidad de la presencia. La fragilidad del animalhumano y (por consiguiente) de sus instituciones. De ah que el drama existencial decualquier crisis de la presencia sea comn a todos, nunca un asunto privado. "Eldebilitamiento y la atenuacin del ser-en-el-mundo guardan estrecha vinculacin conel debilitamiento y la atenuacin del mundo en el cual el ser-en-el-mundo estinmerso".

    La magia es un conjunto de prcticas especficas que se hacen cargo directamente del

    mundo (herido), que autoorganizan lo comn, que hacen y deshacen realidadcolectivamente. No se desarrollan en un mbito privado, bajo cuarentena, tras uncordn sanitario, en un espacio separado administrado por especialistas, sino quecada una de ellas recibe y aporta a un poder-saber social y comn organizadoexplcitamente. Como dice De Martino,forman civilizacin. "En el mundo mgico eldrama individual se inserta orgnicamente en la cultura en su conjunto, encuentra elconsuelo de la tradicin y de instituciones definidas, se sirve de la experiencia que lasgeneraciones pasadas han ido acumulando lentamente: toda la estructura de la

    2 El plano ms elevado de la magia, segn De Martino, se da cuando el sujeto no slo es capaz de asumir y elaborar lacrisis de la presencia, sino que tambin puede decidirla. El brujo es aquel para quien el mismo ser-en-el-mundo seconstituye como problema y que tiene el poder de darse la propia presencia. Este es un apunte muy importante, delque no se sacan apenas implicaciones y consecuencias en el presente texto.

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    civilizacin est preparada para resolver ese drama que es comn a todos".

    Pero, qu ocurre cuando la presencia garantizada ocupa el ideal de una civilizacin?Entonces toda la estructura social est dispuesta para negar y rechazarese drama quees comn a todos, multiplicando los dispositivos inmunitarios, expulsando el dolor y

    la muerte de la vista, convirtiendo toda crisis de la presencia en un simple accidentesin ningn tipo de implicacin para lo comn. A partir de ah, el drama individualser incapaz de inscribirse en la cultura en su conjunto, no encontrar el consuelo dela tradicin ni podr servirse de la experiencia de generaciones precedentes. La crisis,convertida ahora en un "caso clnico" o un accidente, ser gestionada pordispositivos de reintegracin al orden de la presencia soberana, que combatirn alhusped como a un peligroso okupa, acosndolo y apagando as las preguntas sobreel sentido de la vida que dispara, procurando siempre defensas exteriores a unomismo y a lo comn, administradas por expertos.

    Ah est la diferencia entre mundo mgico y moderno segn De Martino, que tomasorprendentemente partido por el segundo3, aunque crea que el primero tiene "algunascosas que decirnos". En el mundo moderno, la presencia de un enfermo mental, porejemplo, ha perdido la solidez que debiera tenercon respecto a la norma. Su crisis dela presencia, su sentimiento de incompletitud y extraeza, ya no nos afecta a todos(aunque sea de maneras y en grados diferentes), ya no es una condicin comn, ya no

    puede compartirse: es la suerte de unos pocos desgraciados. As, el sufrimientoindividual (y los recursos, las preguntas y las prcticas que se despliegan desde ah)no puede insertarse en la vida social en su conjunto (en todo caso, a contracorriente ycomo ancdota: "el arte de los locos"). Sin apoyo en la tradicin, en la continuidad dela experiencia, sin espacios colectivos de elaboracin, las salidas que nos quedan son,dice De Martino, "autistas, aisladas, monadistas y antihistricas".

    Entonces los problemas se hacen inevitablemente crnicos y el resultado es el Bloom,un eco pasivo del mundo.

    El Bloom: me gusta cuando callas...

    De Martino reproduce una cita del psiclogo Pierre Janet (1859-1947) sobre lossntomas de la psicastenia que enumera perfectamente los padecimientos del Bloom:"en esta enfermedad se observa una cada de la 'tensin mental', es decir de lacapacidad de sntesis y de concentracin, con la consiguiente prdida de la 'funcinde lo real', es decir del contacto con la realidad y la continua adaptacin a sta. Surgeentonces un estado de angustia, una sensacin de incompletitud, de extraeza de la

    persona y del mundo circundante. El enfermo se siente 'extrao', 'dominado','despersonalizado', 'doble' o 'mltiple', sin suficiente realidad, y tambin el mundo

    pierde relieve y naturalidad".

    De Martino explica que los sntomas del psicastnico son exactamente los mismos

    3 Tiqqun explica muy bien la razn en Una metafsica crtica....

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    que experimenta la vctima de un maleficio en el mundo mgico. Sin embargo,precisa, el "primitivo" encontrar complicidades y recursos en su cultura para salir dela crisis "renovado existencialmente", mientras que el psicastnico est "aislado ydespojado" ante su suerte: a su alrededor no hallar complicidades ni recursos, sinotodo lo contrario. Ser culpabilizado y responsabilizado por su situacin, aislado,

    relegado, encerrado... Ni siquiera puede contar, setenta aos despus de lasobservaciones de De Martino, con los apoyos que an brindaban las culturaspopulares para asumir en pie al menos, si no "transfigurar", el derrumbe de lapresencia. El Bloom es la modalidad histrica actual de la crisis de la presencia: elresultado de la expropiacin radical de los saberes, complicidades y espacioscolectivos para la magia, en una sociedad regida severamente por la norma ideal de la

    presencia soberana y autosuficiente.

    Recapitulemos. En el comienzo haba un sujeto. El sujeto crea no estar sujeto a nada

    que pudiera desbordar el control de su voluntad. Pero una crisis hace aicos (poco apoco o de un zarpazo) su ensimismamiento, sus sueos de autosuficiencia. A partir deah ya no es idntico a s mismo, sino un extrao. Porque hay algo en l que no es ly hay algo fuera de l que no se doblega a su voluntad. Pnico. El Bloom es

    precisamente el sujeto herido que ya no puede ignorar simplemente la herida, perotampoco es capaz de elaborarla. No puede asumirse a s mismo como herida. Comosu crisis supone una "cada" con respecto a la norma de la presencia soberana quegobierna nuestras sociedades, la niega ferozmente. Pero su herida no va a cerrarse porello. El extraamiento perdura en la prdida de sentido de las cosas y se instala en unsentimiento siempre latente de angustia. El Bloom ha perdido la seguridad delmundo, la certeza de que estaba ah para satisfacer su deseo, pero tampoco puedeestablecer un nuevo vnculo con l que no pase por el control, sino por la confianza(es decir, un vnculo de amistad).

    Janet explica el estupor catatnico como una estrategia de la presencia en crisis,que trata de salvarse sustrayndose dramticamente a todos los estmulos,imponiendo un veto general a todos los actos: murallas y diques. Es decir, la

    presencia en crisis que no consigue rescatarse se ausenta. Es la nica garanta queencuentra de no ser tocada. El Bloom trata de atenuar al mximo su capacidad de

    afectar y ser afectado, porque interpreta que es justo ah por donde se ha colado eldolor intruso (me expuse demasiado). Localiza en la relacin consigo mismo, conlos dems y con el mundo la fuente de un dolor que no tolera, pero tampoco sabemetabolizar.

    Se ausenta de s mismo porque no puede confiar en un yo resquebrajado. Ya no es lque fue, pero todava no ha podido crear otra manera de estar-en-el-mundo, otraforma de vida. Ausentarse de uno mismo implica vivir en un estado de pereza ydejadez perpetuas, la "cada de la tensin mental" que sealaba Janet ("el Bloom

    presenta una disposicin muy particular a la distraccin, al dj v, al clich y, sobretodo, una atrofia de la memoria que lo confina en un eterno presente). Se ausenta dela relacin con los dems porque se siente un extranjero entre extranjeros. Los lazos

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    sociales le resultan una verdadera carga, algo "objetivo, exterior y opuesto".Ausentarse de la relacin con los dems implica poner a distancia toda situacinvivida: el Bloom ve lo que quiere ver, piensa lo que ya sabe, se relaciona sinimplicarse, oye sin escuchar y decide sin asumir. Y se ausenta de la implicacin en elmundo, porque simplemente no puede confiar en l (es como de cera). Ausentarse

    del mundo indica una inclinacin incombustible al turismo existencial: ya no sloconsumo de lugares, sino tambin de situaciones, tramas y contextos.

    Pero ausentndose, el Bloom slo debilita ms y ms los recursos que podranayudarle a sanar, es decir, a no ser mera vctima de la crisis, a recuperar su autonomay su presencia (a fijar su propio horizonte, como hizo Aua). Est atrapado en uncallejn sin salida.

    A partir de ese ncleo de (no) experiencia moderna, de esa desconexin profundaentre el ser humano y el mundo, Tiqqun trata de explicar multitud de fenmenoscontemporneos: el consumo como prctica dominante; los desbordes irracionales deviolencia gratuita, como los casos bien conocidos de matanzas entre compaeros enlas escuelas de EEUU; la gestin de la propia vida como proyecto, sustentada sobreuna relacin de exterioridad con uno mismo; la inflacin del sector cultural quefabrica hoy el entretenimiento que necesitamos para aplacar la angustia, etc. Lafenomenologa del Bloom es amplsima (seguramente demasiado), pero a m slo meinteresa ahora transitar por estas dos estaciones de su recorrido: el extraamiento y laausencia.

    En todo caso, hay que decir que el Bloom no es un individuo concreto, ni siquierauna serie concreta de individuos, sino una abstraccin transitoria. Es decir, unatendencia, una pendiente histrica por la que se desliza nuestro mundo y nosotrosmismos. No es una persona ni un grupo, sino un estado de nimo impersonal, unhumor colectivo que atraviesa los cuerpos aqu y all. No se es un Bloom, sino que seest Bloom en tal momento, en tal situacin.

    Y cmo puede sostenerse una sociedad que produce masivamente el Bloom? Es latarea de los dispositivos.

    Gestionar la ausencia: los dispositivos

    Un dispositivo es magianegra. Se relaciona con nuestra presencia en crisis, pero nopara facilitar que nos hagamos cargo de ella elaborndola (y menos colectivamente),sino ms bien para gestionarla: entretener, controlar y reproducir indefinidamentenuestra situacin de ausencia al mundo. A menudo alivindola un poco, a veces nisiquiera eso. En el fondo, como veremos, siempre envenenndonos lentamente.

    Si la magia asuma la crisis de la presencia como un drama comn a todos del que setrata de salir renovado existencialmente, los dispositivos funcionan justo al revs:nos prometen que saldremos indemnes si obedecemos sus pautas, privatizando as la

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    elaboracin de las crisis. Son fbricas de sentido y sensibilidad, arquitecturas ydisciplinas del cuerpo, estrategias y tcnicas, marcos y discursos que se hacen cargo

    principalmente de mantener al Bloom como Bloom, pero sosteniendo sus ilusiones decontrol y autosuficiencia. Encarnan materialmente la metafsica de la presenciasoberana en una situacin histrica de desfondamiento subjetivo, como una

    gigantesca muleta existencial para el Bloom.

    Ms claro. Un dispositivo es aquello que colma y sutura la distancia entre dosmodalidades de presencia: la norma ideal de la presencia soberana y la crisis de la

    presencia. Es el "suplemento" que permite a una presencia en crisis seguirfuncionando como si fuese una presencia garantizada, como si no pasase nada,negando para ello al husped que se ha alojado en nosotros. En lugar de asumir elvaco, el dispositivo lo "llena". En lugar de usarnuestra incompletitud, el dispositivola "completa". En lugar de despertar nuestras capacidades singulares para rescatarnos,

    el dispositivo nos ofrece una solucin prt--porter de la que slo somosconsumidores pasivos. Ms que un asidero afectivo con el mundo, constituye unagarradero.

    Sin duda, hay dispositivos que tranquilizan, consuelan, distraen, alivian, amparan ocalman. Pero no sirven para elaborar. Gestionan un equilibrio muy difcil: vitaminar ala presencia en crisis para que pueda seguir funcionando, impidiendo as elhundimiento total pero tambin el rescate positivo. Cada dispositivo es una especie defuga hacia adelante en un callejn sin salida. En ese callejn sin salida dondedecamos que est atrapado el Bloom. Ocultando las condiciones que dieron lugar ala crisis y bloqueando toda transformacin posible, los dispositivos preparan enrealidad nuevos desastres.

    Al igual que el Bloom, un dispositivo no es, sino quefunciona. Algo (un sedante, unpsiclogo, una peli, un amante, un mvil) puede funcionar como dispositivo en unasituacin y ser resignificado como magia en otra. Los dispositivos son usos y

    prcticas. Son operaciones. Como por ejemplo estas cinco:

    -el dispositivo como mscara cubre la ausencia del Bloom.

    La mscara sirve para conjurar el miedo al vaco. Disimula el sufrimiento, pero alprecio de postergar indefinidamente el encuentro con uno mismo. Aqu no se trata deuna mscara para jugar o de una mscara para luchar, sino que la mscara sirve

    principalmente para fingir normalidad ("El Bloom vive aterrorizado y, ante todo,aterrorizado por ser reconocido como Bloom"). Lo que la mscara deja leer a losdems es: no pasa nada, todo va bien, soy uno ms. Hay mscaras hardy mscaraslight, identidades fuertes o rpidamente desechables, pero todas tienen una mismafuncin de (auto)control: fijar a cada cual en un lugar, donde la crisis de la presencia

    no podr ser afrontada ni compartida.

    -El dispositivo como "prtesis" permite al Bloom singular huir de la crisis de la

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    presencia.

    Un ejemplo, extrado de la pelcula The girlfriend experience de Sodenberg. Elmatrimonio de un hombre de negocios est roto. La crisis econmica pone suempresa al filo de la bancarrota. Repetidos ataques de pnico le roban el sueo por la

    noche. Decide contratar regularmente los servicios de una prostituta de lujo. No slole paga para acostarse con ella, sino (mucho ms importante) para quejuegue a ser sunovia. Ese chute de autoestima le permite sobrellevar el resto de la semana... porahora. Pues bien, esa relacin es un dispositivo. Rescata momentneamente la

    presencia en crisis, tapando los agujeros y manteniendo el ideal de la presenciasoberana (en este caso, el culto al xito y el poder). Sirve como agarradero. Lo que enltima instancia permite el dinero es precisamente comprar dispositivos, que nosahorran el esfuerzo de la presencia y de las relaciones.

    -El dispositivo como "mecanismo de individualizacin-distribucin" impide asumircolectivamente la crisis de la presencia.

    Imaginemos uno de esos casos tan terriblemente corrientes en EEUU que citbamosms arriba: un chico entra un buen da armado en su escuela y asesina a varioscompaeros. La polica le captura, la comunidad exige castigo, los medios decomunicacin disparan sus imgenes prefabricadas, la pena ocupa todo el horizontedel debate social, un juicio le condena finalmente a una larga pena. Es definitiva, seinstalan dispositivos. Cada dispositivo vela principalmente para que todo vuelva a lanormalidad. Es decir, para que no se abra una situacin donde la crisis de la

    presencia pueda elaborarse colectiva y autnomamente, a partir de cualquier preguntaque pueda dar que pensar sobre lo ocurrido.Los dispositivos trocean y privatizan locomn, encerrndolo en una esfera separada donde slo los expertos tienen la

    palabra. Proponen sus soluciones ya-hechas (ley y castigo). Cortan el destinopersonal del colectivo mediante una individualizacin-distribucin de los papelessociales y sus funciones (testigo, culpable, vctima, opinador meditico, juez). Endefinitiva, definen y clasifican para establecer un cordn sanitario en torno a la

    persona y la conducta localizadas como el mal, evitando as toda posibilidad deasuncin comn de un problema comn.

    -El dispositivo como "espacio polarizado" reconduce la inquietud por la crisis de lapresencia hacia el resentimiento y la lgica de bandos.

    Alcanzado por la crisis de la presencia, sin complicidades para elaborarla, es fcil quela inquietud del Bloom se convierta en desconfianza y miedo. Un miedo que buscaculpables: quin me ha infectado? El dispositivo gestiona ese trnsito de lainquietud al miedo. Se organiza como un tablero de ajedrez, en el que se nos invita adefinirnos a la contra. Reduce toda la complejidad de una presencia en crisis a un

    enfrentamiento entre el Bien (la presencia soberana) y el Mal (lo que trae la crisis).Consigue traducir la inquietud, el sentimiento de chocar con esta realidad, con su lotede afectos muchas veces turbios y ambivalentes, en un afecto de resentimiento

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    dirigido. En una rabia reactiva entregada por entero a la bsqueda y el castigo de unculpable de mi situacin: el enemigo. La sanacin ya no pasar entonces por latransformacin individual y colectiva, sino por condenar y destruir a un chivoexpiatorio.

    -El dispositivo como "lgica de la representacin" expropia al Bloom de (lainterrogacin sobre) el sentido de su malestar.

    Un dispositivo no rige sobre hombres y cosas, sino sobre posibilidades ycondiciones de posibilidad. Fundamentalmente, pretende mantener el monopoliosobre los significados de lo que (nos) pasa, reproduciendo nuestra ausencia. Canales

    preestablecidos para la participacin, respuestas automticas para cada pregunta,guiones dados para analizar cualquier experiencia y la agenda (poltico-meditica) detemas para la conversacin del da, lo que est radicalmente prohibido siempre es

    pensar mi situacin: tomar la palabra,hacerme presente aqu y ahora, dejarme llevarpor las preguntas que me hago, reconectar con mi cuerpo afectado. Lo que losdispositivos quieren es ms de s mismos. Mediante la repeticin (de lo ya sabido, loya hecho y lo ya sentido), el dispositivo trata de bloquear toda autntica aperturasingular a las situaciones, los devenires y los acontecimientos. Levanta una murallaque nos protege del acontecer de las cosas y de su interpelacin, restableciendo asuna distincin neta entre el mundo y yo. Encauza, pauta y dirige, al tiempo quedesresponsabiliza, desimplica y despreocupa (est todo bajo control).

    Los dispositivos ofrecen sus propios remedios a la crisis de la presencia. Decamosque no curan, que en todo caso alivian, pero que en el fondo nos envenenanlentamente. Qu significa esto? La vida dependiente de los dispositivos agrieta loscuerpos. Cuanto ms agrietado est un cuerpo, "menos numerosas son las

    polarizaciones compatibles con su supervivencia y ms tender a recrear lassituaciones en las que se encuentra comprometido a partir de sus polarizacionesfamiliares". Nos endurecemos y as nos volvemos ms frgiles, ms temerosos delcaos del mundo, ms paranoicos y obsesos del control. La ausencia se nutre

    principalmente a partir de ah de nuestro miedo senil a la presencia: el miedo adevenires, situaciones, formas de vida y acontecimientos que nos exijan demasiada

    atencin, demasiada exposicin, demasiado pensamiento, demasiada creacin.Cuanto ms se cronifica el estado bloomesco, menos capacidad tendr la presencia encuestin para ser afectada positivamente por otras formas de vida, ms difcil ydoloroso le resultar, menos autonoma dispondr con respecto al hechizo de losdispositivos, ms sospechas paranoicas alimentar contra los otros.

    El secreto de los dispositivos

    En definitiva, todo lo que funciona a costa de reproducir nuestra situacin bloomesca

    de ausencia al mundo es un dispositivo. Se tratara entonces de atacar a losdispositivos para liberarnos del Bloom? El esquema de la relacin de fuerzas no nossirve aqu, porque en realidad un dispositivo no vampiriza, ni expropia lo comn.

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    Nosotros mismos se lo entregamos. El dispositivo se limita a gestionar el fragmentode vida del que nos hemos despreocupado, retroalimentando eso s nuestradesimplicacin del mundo. El poder de los dispositivos est vaco, se es su secreto.

    Nos empujamos unos a otros dentro de sus redes cada vez que hacemos del slvesequien pueda la nica opcin. Cada vez que el mundo nos requiere y respondemos

    con dejadez, insensibilidad, distraccin o miedo. Cada vez que somos incapaces deabandonar nuestras identidades para hacernos cargo de una situacin que se abre.Cuando no encontramos a nuestro alrededor, ni en nosotros mismos, fuerzas parasostener la presencia. Los dispositivos slo testimonian sobre nuestra ausencia almundo, sobre el fracaso individual y colectivo para autoorganizar lo comn. Alguientiene que hacerse cargo del mundo cuando nosotros renunciamos a ello porque es mscmodo dejarnos vivir. Odiarlos, sin embarcarse al mismo tiempo en un proceso deauto-transformacin, slo traduce nuestro deseo de expiar, de pagar. Hay aqu unavisin que subvierte radicalmente la concepcin tpica del poder como aparato de

    captura. Desafiar un dispositivo no pasa por denunciarlo crticamente o atacarlo sinms, sino por rivalizar con l en el terreno de la magia. Cada vez que recobramos yactualizamos nuestra capacidad para hacernos cargo del mundo, para hacer ydeshacer realidad, para autoorganizar lo comn, los dispositivos quedan en jaque.

    La crtica como dispositivo

    Por qu el pensamiento crtico es hoy tan incapaz de afectar la realidad, por muchasbuenas razones que acumule y repita contra el estado de las cosas?

    La crtica no funciona, porque se queja, culpa, juzga, condena y as se exime. Es undiscurso que borra la implicacin singular[de quien lo enuncia]en lo que ocurre.Se dirige al Bloom desde un simulacro de presencia soberana: ciencia de la sociedady la revolucin, principios ideolgicos absolutos, otro mundo posible. Es decir, oponea este mundo una distancia, un transmundo. No arranca desde la igualdad efectivaque se establece entre quienes comparten la crisis de la presencia, sino desde unadistancia jerrquica entre quien tiene (supuestamente) acceso a ese transmundo yquien no. La crtica se dirige al Bloom, en lugar de elaborarse con l. Pero el Bloomno escucha al crtico, su capacidad de retirada es infinita: ha aprendido desde muy

    pequeo a huir mientras le dan lecciones los padres, los maestros, los sacerdotes. Esasordera tctica exaspera al crtico como pocas cosas ms: pero cmo se atreve?

    Subida a su pedestal, la crtica parece saberlo ya todo. Es como una especie de voz enoff: no sale desde ninguna situacin o persona concreta, pero contempla en las alturaslos trajines en los que se afana el hormiguero humano. La crtica nunca acompaa alas experimentaciones en curso, se limita a juzgar desde una posicin trascendentesus retrasos, sus ingenuidades, sus ilusiones. Alecciona al Bloom para quetome conciencia de tal o cual cosa, como si lo que estuviera en juego fuese un dficit

    de saber y no un asunto eminentemente material, prctico, sensible, mgico. Eldispositivo no es una ilusin que se desvanecer cuando la gente posea el saber queel crtico atesora, sino en primer lugar un hechizo fsico que captura los

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    comportamientos y los cuerpos.

    Tres o cuatro categoras hiper-generales le bastan al crtico para presuponer cadarespuesta y as le ahorran el trabajo de escuchar (o implicarse en) cualquier situacinsingular. Y cuando irrumpe un acontecimiento inesperado de toma de palabra masiva,

    la crtica despliega todos sus recursos para neutralizarlo. Porque slo demostrandoque no ha pasado nada legitima su papel como saber necesario del que la gentecarece. En el fondo, a la crtica le va la vida en demostrar una y otra vez el poder dela dominacin y la impotencia de los dominados4.

    En definitiva, podramos decir que la crtica se ha vuelto hoy una especie dedispositivo. Un suplemento identitario de la existencia en crisis. Una mscara quesirve para incluirse en el mundo comn como alguien diferente. General, abstracta,moralizadora, cmoda, automtica, nos confirma lo que ya sabemos, nos carga de

    razn, nos dispensa de la duda y el pensamiento. Como cualquier otro dispositivo,promueve la indiferencia a los contextos y las situaciones, la ausencia al mundo.

    Un preguntar vinculante

    No se trata de distinguir entre teora y prctica. Una prctica puede serperfectamente tan general y abstracta como hemos dicho que es la crtica. Y sin dudatambin a travs del combate del pensamiento nos hacemos presentes aqu y ahora,desafiando la ausencia que gestionan los dispositivos. La pregunta entonces sera ms

    bien cmo el pensamiento se hace fuerza material: capaz de desafiar la impotencia yla indiferencia, de poner entre parntesis los automatismos corrientes y conmover loscuerpos, de tocar, afectar y desequilibrar el mundo.

    En Conceptos fundamentales de la metafsica, uno de los dos libros que Tiqqun citaexplcitamente como inmediatos precursores de su teora del Bloom, Heideggerdefine la filosofa como un "preguntar vinculante". Al contrario que la crtica, "que noes vinculante ni peligrosa porque ya est asegurada de antemano de que no le va a

    pasar nada", la filosofa "es el torbellino al que el hombre est arrojado para slo asconcebir la existencia, pero sin fantasas () lo contrario de todo aquietamiento y

    seguridad". Al contrario que la crtica como voz en off, la filosofa pregunta de talmodo "que nosotros, conjuntamente en la pregunta, somos puestos en cuestin". Loscrticos "quieren demostrarse mutuamente verdades y en ello se olvidan de laverdadera y dificilsima tarea: introducir en la existencia propia y en la de los demsuna cuestionabilidad fructfera". La crtica se pregunta dnde estamos? (es unatoma de posicin) y el preguntar vinculante, qu sucede con nosotros?" (es una

    puesta en cuestin).

    La crtica se hace malas preguntas. Las malas preguntas son las que tienen ya

    respuesta, o las que son tan vacas y generales "que nos dejan indiferentes, que en el4 En ese sentido, me vienen a la cabeza inmediatamente los textos crtico-radicales escritos sobre los movimientos

    ms recientes: anti-globalizacin, Nunca mis, no a la guerra, 13-M, V de Vivienda, etc.

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    fondo no nos afectan, ni menos an nos arrebatan". El preguntar vinculante, por elcontrario, pasa por hacerse verdaderas preguntas. Las verdaderas preguntas vienende la necesidad de nuestra existencia. No son instrumento de otra cosa, sino que nosva la vida en ellas. Abren una bsqueda real porque no estn respondidas deantemano. Sus conceptos ni se repiten ni se aplican. Y sobre ellas "se vuelve

    decisivo [saber] si las preguntamos realmente, si tenemos la fuerza para cargar conellas a lo largo de toda nuestra existencia".

    Potencia, ambivalencia, disponibilidad

    En un mundo que tiene por norma la presencia soberana y garantizada, no podra lacrisis de la presencia contener la potencia para abrir esas verdaderas preguntas?No es el contacto con el Bloom algo que puede ponernos en juego y en cuestin? Deese modo, el preguntar vinculante se convierte en metafsica crtica, es decir, una

    prctica y una posibilidad al alcance literalmente de cualquiera, por fuera de losmuros de toda facultad de filosofa.

    La metafsica crtica hace alianza con el Bloom como mquina de vaco. Hemos vistohasta ahora el lado malo del Bloom, el desarrollo que lo asume como carencia conrespecto a la presencia soberana. Convertir la crisis de la presencia en energatransformadora pasa por declinar de otra manera el Bloom y localizar tambin en l

    potencia, ambivalencia y disponibilidad.

    -potencia, porque el Bloom es tambin el "husped ms inquietante" capaz dehacernos una y otra vez preguntas sobre la vida que desestabilizan toda inercia, todarepeticin sin deseo, todo dispositivo. Esencial desocupacin que nos pregunta sobreel sentido de nuestras ocupaciones, esencial extranjera que nos interroga sobre laconsistencia de nuestras pertenencias, esencial finitud que nos obliga a pensar siestamos viviendo la vida que quisiramos vivir o si podramos morir de repente comosi no hubisemos vivido nada (la muerte del Bloom siempre es muerte joven,aunque suceda a los 90 aos).

    -ambivalencia, porque la infinita capacidad de retirada del Bloom le convierte

    tambin en un enemigo (el "enemigo cualquiera") de los dispositivos que gestionansu ausencia: un agujero negro en su exigencia de transparencia, un desapego que haceobstculo a la movilizacin permanente, una fuente inagotable de burla ydeslegitimacin de todos los centros de sentido, una indiferencia radical queimposibilita su identificacin definitiva con cualquier funcin social.

    -y disponibilidad, porque el Bloom, al estar ms all (o por debajo de) de todainscripcin sociolgica, ideolgica o nacional, puede ser afectado por cualquier otroBloom como humanidad desnuda que es. Eso le abre la posibilidad de "reapropiarse

    la no-pertenencia" y recrear lo comn fuera de los moldes tradicionales del nosotrosidentitario (nacin, clase, comunidad, etc.).

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    Una fuerza vulnerable

    Buscando otro punto de partida y otra fuente de energa para la poltica, una vez seme hizo aicos una politizacin militante con referencia a los movimientos sociales,me encontr con Tiqqun y su interrogacin sobre el Bloom. En este texto he ido

    desplegando (muy a mi manera de entender) una secuencia de su pensamiento presencia soberana, crisis de la presencia, metafsica crtica, magia, Bloom,dispositivos, crtica, preguntar vinculante, potencia, disponibilidad y ambivalenciaque no me interesa como nueva teora crtica, sino como retazo posible de un nuevomapa de conceptos con el cual explicar(me) mi propio recorrido y afinar todo lo

    posible la sensibilidad para detectar nueva potencia de transformacin all donde nose la espera, all donde no asume formas clsicas.

    Releyendo el texto, me siento desbordado por la cantidad de implicaciones,

    conexiones y consecuencias contenidas en esa secuencia de pensamiento. Estoy anlejos de captar todo su alcance, aunque escribir esto es una manera de ir fijando unaserie de puntos en el mapa. Me asaltan tambin muchas preguntas para las que notengo respuesta, ni siquiera s si soy capaz de formularlas correctamente, algunasslo las barrunto interiormente: toda crisis de sentido es una crisis de la presenciasoberana? Despertar la capacidad de afectar y ser afectado pasa necesariamente porun colapso de nuestro ser-en-el-mundo? Por qu me inclino, casi comonaturalmente, a asociar esos colapsos con experiencias dolorosas, acaso ya no hayxtasis y arrebatos positivos? La magia es una prctica excepcional o se puedehabitarmgicamente el mundo? Y ms...

    As las cosas, no puedo ofrecer ahora conclusiones muy concluyentes, sino ms bienalgunas indicaciones para seguir interrogando esa secuencia de pensamiento. Desdednde?

    Hoy salta a la vista para todos la terrible paradoja en la que consiste la metafsica dela presencia soberana: cuanto ms se pretende apuntalar una slida presenciagarantizada frente al mundo, ms destruccin se despliega por todas partes. Elautomvil es un ejemplo inmediato, concreto y claro: la ilusin de control (de lalibertad como control) aumenta la exposicin de todos al peligro. Nuestra vidacotidiana est plagada de otros ejemplos. Cuanto ms alejamos el dolor de nuestroentorno, ms ansiolticos necesitamos para calmarlo. Cuando ms se moviliza y serequiere un Yo autnomo, ms grietas y fisuras se abren en cada individuo. Cuantamenos violencia de baja intensidad podemos asumir o tolerar, ms violencia a granescala reparten las potencias occidentales por todo el planeta. Quiz en otro momentohistrico fue distinto, pero hoy el ideal de la presencia soberana slo es efectivamenteun ideal, que casi nadie alcanza pero condena a la mayora al destino fatal de vctimastraumatizadas. La relacin de dominio que establece la presencia soberana con el

    mundo se justifica en la proteccin que nos brinda frente a las catstrofes de todotipo, pero y si la autntica catstrofe (de la que dependen tantas otras) estuviese yainscrita en ella? Y si, por el contrario, la verdadera proteccin pasase por multiplicar

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    las relaciones horizontales de cuidado entre nosotros? Y si la salvacin del mundopasase por recuperar la confianza en l, por volver a vivirestando en el mundo?

    Si ponemos en el centro este problema de la crisis de la presencia, la pregunta que sesigue entonces necesariamente es: quin va a hacerse cargo de ella? Los

    dispositivos, con el fin de gestionarla, explotarla y acumular poder a costa declavarnos en el sufrimiento para siempre? O sern otras prcticas diramosmgicas, siguiendo a De Martino, que busquen elaborarla para poder as sanartransformndonos, a la vez que transformamos el mundo?

    Planteada de otra manera, la misma pregunta dice: qu hacemos con el Bloom?

    Tengo la impresin de que en el medio Tiqqun ha habido un desplazamiento conrespecto al Bloom. En los ltimos textos (que ya no aparecen firmados como Tiqqun,

    pero se inscriben muy claramente dentro de su marco terico

    5

    ), la ambivalencia delBloom aparece unilateralizada en el concepto exclusivamente negativo deliberalismo existencial, que se define como la relacin con el mundo basada en laidea de que cada cual tiene su vida. La fenomenologa del liberalismo existencial esmuy parecida a la del Bloom: es un desierto que crece, despuebla los mundos y asolala comn. Pero hay una diferencia decisiva: no se ve en el liberalismo existencialambigedad, disponibilidad, ni potencia alguna. La crisis de la presencia apareceahora exclusivamente como peligro, ya no como ocasin. El Bloom se vuelve as elenemigo, el enemigo que tenemos enfrente. El dispositivo de neutralizacin porexcelencia. Se trata por tanto de luchar contra sus manifestaciones en nosotros y fuerade nosotros. Cmo? Compartiendo, densificando, intensificando otras formas devida, otras comunidades y mundos sensibles. Es la apuesta por las comunas, dondeesa otra sensibilidad se hace fuerza material, donde se engendran territorios liberadosen los que poder finalmente habitar(en lugar de ser simplemente habitados por losdispositivos) y a la vez se prepara el asalto al mundo del Bloom.

    Es una apuesta muy fuerte, que no slo se lanza o se enuncia, algo que la distingueexcepcionalmente en el seno de la produccin terica radical, sino que ya estrealmente en marcha, sometida a mil pruebas prcticas y materiales nada sencillas.

    Las apuestas no se eligen, como si estuvisemos frente a un men de posibles.Muchas veces nos eligen ellas a nosotros y lo que se trata de pensar es qu apuestanos ha elegido ya. La ma no pasara porenfrentarse al Bloom, como he dejado caeral comienzo del texto, sino ms bien por explorar en su ambivalencia las salidas

    posibles a una organizacin social fundada sobre el ideal de la presencia soberana.

    Es decir, se tratara de hacer de la propia crisis de la presencia una lnea poltica.En qu puede consistir esto?

    5 Por ejemplo,Llamamiento y otros fogonazos (Acuarela, Madrid, 2909) oLa insurreccin que viene (Melusina,Barcelona, 2009).

  • 7/31/2019 Filosofia -Una Lectura de Tiqqun

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    Como hemos explicado, el Bloom sufre, los dispositivos no sanan. Pero hayacontecimientos macro y micro, personales y colectivos, cotidianos o histricosque interrumpen ese crculo infernal: situaciones que disparan preguntas que notienen respuesta, afectos que se salen del guin, bsquedas que se derraman fuera delos canales establecidos, personas y hechos que nos requieren hundiendo la

    indiferencia. En esos momentos percibimos de golpe la terrible soledad de lapresencia soberana, hasta qu punto la autosuficiencia que nos ofrece el dispositivo esuna trampa y en sus manos slo somos objetos, cmo no hay salida individual, niinmunidad posible en compartimentos estancos, sino que todos estamos expuestos yentrelazados. Adnde podra llevar al Bloom el deseo de hacer de la crisis de la

    presencia otra cosa distinta de la programada? Ese deseo contiene un grandsimoimpulso hacia los otros, porque slo con su ayuda podemos interrumpir el mecanismofatal que convierte el extraamiento en ausencia. Slo con los otros podemosrescatarnos autnoma y positivamente de la crisis de la presencia.

    En ese impulso hacia los otros se abren situaciones donde sostener juntos esaspreguntas sin respuesta y reinventar nuestra relacin con el mundo a partir de unacomn fragilidad. Entonces, una vez desfondados los dispositivos, nos hacemos

    presentes con la vida al descubierto y podemos gritar (por fin) aqu estamos! Depronto todo est por hacer y por pensar, y sin duda ese vaco de seguridades duele,pero lo vivimos acompaados.

    Implicarse en una de esas situaciones no es un desafo fcil, porque hay que aprendera bajar la guardia y exponerse, abandonar todo anlisis y posicin estratgico-instrumental (militante, solidaria, etc.), hacerse sensible al sufrimiento y asumir laindeterminacin de los procesos, dejarse afectar por pasiones inapropiadas yarriesgarse a estar mal. Pero cada una de esas situaciones donde los seres se hacen

    presentes (sea individual o colectivamente) lleva consigo todo un mundo y cada unode esos mundos contiene mil pistas para inventar otras formas de existencia colectivasobre la tierra. En efecto, la salida del infierno est ah donde las llamas son msaltas, porque es en los errores y disfuncionamientos de la presencia soberana donde

    podemos descubrir otra relacin con el mundo. Y lo que aprendemos en ellospodemos incorporrnoslo, hacernos desde ah una nueva piel sensible, densificarlo y

    transmitirlo, amplificarlo polticamente...

    En esas situaciones-mundos donde se rescata la presencia en crisis por fuera de losdispositivos se elabora una extraa alquimia que hace girar el sufrimiento en fuerza.Qu tipo de fuerza? Unafuerza vulnerable, que slo puede afectar la realidad en lamedida en que es afectada por ella. Su potencia de transformacin no se basa en lafirmeza o solidez que pueda alcanzar, sino en su disponibilidad a dejarse tocar.Funciona como un muelle: la energa que despliega depende de su capacidad para

    plegarse. Puede desafiar la impotencia y la indiferencia porque las conoce

    ntimamente. Es una fuerza conmovedora, que conmociona porquese conmociona yconmueve porquese conmueve.

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    Si la fuerza revolucionaria ha consistido tradicionalmente en empujar lo real, lafuerza vulnerable por el contrario slo acta porque es actuada. Si la fuerzarevolucionaria se enorgullece de moverse desde s misma y por s misma, la fuerzavulnerable por el contrario no es autnoma sino recproca. Si la eficacia de la fuerzarevolucionaria depende de un buen clculo, la eficacia de la fuerza vulnerable

    consiste precisamente en que no atiende a clculos de costes y beneficios.

    La fuerza revolucionaria ha solido ser tambin una fuerza de separacin: cortar elmundo en dos, edificar una sociedad paralela, levantar un contrapoder. Sin embargo,la fuerza vulnerable no puede practicar un corte con el mundo del Bloom sin cortarseella misma de su fuente. Pasa por hacerse amigo del enemigo, no por declararle laguerra. No habla a los otros desde ningn afuera, sino desde la horizontalidad deuna problematizacin compartida. Desde una afectacin comn, una comn zozobrade la presencia que busca escapar de la ausencia y la victimizacin, sin restaurar para

    ello una presencia soberana. La fuerza vulnerable no busca la separacin, sino recrearun mundo comn. En ese mundo comn, cada uno de nosotros constituimos un cruceentre distintas relaciones. Un cruce, no un nodo, porque el nodo es todava la

    presencia soberana que escoge conectarse y desconectarse con otros nodos, inter-actuar.Perono es que tengamos tales o cuales relaciones, sino quesomos la relacin,lo que hay entre nosotros, a la vez hecho y por hacer, personal e impersonal. Por eso,la cualidad de nuestra presencia no pasa por la relacin de fuerzas entre el mundo yyo, sino por la intensidad del mundo comn. Es otra tesis sobre el ser.

    Pero, se puede realmente transformar el mundo sin apartarse de l? No nosestaremos dejando as atrapar tontamente en el imperio de los dispositivos?

    Una conocida parbola juda dice que para instaurar el reino de la paz no es enabsoluto necesario destruirlo todo, ni tampoco dar nacimiento a un mundo totalmentenuevo. Basta con desplazar esta taza o ese arbusto o aquella piedra apenas una pizca,y hacer lo mismo con cada cosa. Pero, sin embargo, esa pizca es lo ms difcil paralos seres humanos y por eso segn la tradicin juda necesitamos un Mesas. Por quesa pizca nos cuesta tanto? Acaso no vemos su valor, ni su potencia? A qutenemos miedo?

    To be continued...

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    Algunas lecturas y referencias:

    -Tiqqun 1 y Tiqqun 2, especialmente "Una metafsica crtica podra nacer como

    ciencia de los dispositivos" (todos los textos en francs: www.bloom0101.org).En castellano han aparecido como libros los artculos Teora del Bloom eIntroduccin a la guerra civil, ambos en Melusina. Hay traducciones al castellanode otros textos, fcilmente localizables en la Red.

    -Comit Invisible,La insurreccin que viene (Barcelona, Melusina, 2009)

    -Annimo,Llamamiento y otros fogonazos (Madrid, Acuarela, 2009)

    Sobre Tiqqun:

    -Avant-garde & Mission. La Tiqqounneriehttp://laguerredelaliberte.free.fr/doc/tiqq.pdf

    Una crtica de Tiqqun, muy interesante casi no tanto por la crtica en s como por laintroduccin a su pensamiento.

    -En el blog annimo Murmures hay reflexiones sobre Tiqqun (y sobre la cuestinde la fuerza vulnerable) muy afines a las expuestas aqu:

    http://murmures.noblogs.org/post/category/tiqqun/

    Otros:

    -F. Zourabichvili, Deleuze, una filosofa del acontecimiento (Buenos Aires,Amorrortu, 2004).-R. Schrmann, Le principe danarchie. Heidegger et la question de lagir (Pars,Seuil, 1982).

    Hay textos de Schrmann traducidos al castellano aqu:http://www.heideggeriana.com.ar/comentarios/reiner_schurmann.htm

    -Ernesto de Martino,El mundo mgico (Buenos Aires, Libros de la Araucaria, 2004)

    -Santiago Kovadloff, El enigma del sufrimiento (Buenos Aires, Emec, 2008).Especialmente interesante en lo que tiene que ver con la crisis de presencia delBloom.

    -Martin Heidegger, Conceptos fundamentales de la metafsica (Madrid, Alianza,2007)

    http://www.bloom0101.org/http://murmures.noblogs.org/post/category/tiqqun/http://murmures.noblogs.org/post/category/tiqqun/http://www.bloom0101.org/
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    -Margarita Padilla, Amador Fernndez-Savater, Las luchas del vaco:http://www.espaienblanc.net/Las-luchas-del-vacio.html(para conocer ms sobre las experiencias reales en las que se apoya la especulacinterica en este texto)

    Por ltimo, este artculo dialoga tambin con los desarrollos (que yo encuentro)afines de otros filsofos contemporneos, como Marina Garcs, Peter Pal Pelbart,Paolo Virno, Suely Rolnik, Frederic Neyrat, Erik Bordeleau o Santiago Lpez Petit.

    Quiero agradecer la lectura del texto y los comentarios a Ana, Eva, Gerardo,Estefana, Franco, Diego, Marga, Eva y Juan.

    http://www.espaienblanc.net/Las-luchas-del-vacio.htmlhttp://www.espaienblanc.net/Las-luchas-del-vacio.html