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APRENDIZAJES PLURILINGÜES Y LITERARIOS.NUEVOS ENFOQUES DIDÁCTICOS

APRENENTATGES PLURILINGÜES I LITERARIS.NOUS ENFOCAMENTS DIDÀCTICS

ANTONIO DÍEZ MEDIAVILLA, VICENT BROTONS RICODARI ESCANDELL MAESTRE, JOSÉ ROVIRA COLLADO

(EDS.)

PUBLICACIONS DE LA UNIVERSITAT D’ALACANT

APRENDIZAJES PLURILINGÜES Y LITERARIOS.

NUEVOS ENFOQUES DIDÁCTICOS

APRENENTATGES PLURILINGÜES I LITERARIS.

NOUS ENFOCAMENTS DIDÀCTICS

Publicacions de la Universitat d’Alacant03690 Sant Vicent del Raspeig

[email protected]://publicaciones.ua.esTelefono: 965 903 480

© Antonio Díez Mediavilla, Vicent Brotons Rico,Dari Escandell Maestre, José Rovira Collado (Eds.)

© de la presente edición: Universitat d’Alacant

ISBN: 978-84-16724-30-7Deposito legal: A 728-2016

Diseño de portada: candela ink.Composición: Página Maestra (Miguel Ángel Sánchez Hernández)

Impresión y encuadernación: Imprenta Comercial

Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvoexcepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Repográficos,

www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

JULIÁN SANZ DEL RÍO, DIDACTA EN REINO UNIDO Y FRANCIA: LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

María Pilar Garcés Garcí[email protected]

Universidad de Valladolid

PALABRAS CLAVE: Métodos pedagógicos, Enseñanza del inglés, siglo XIX, Europa, Relaciones Inter-nacionales.

RESUMEN: Inspirador de la Institución Libre de Enseñanza y maestro de Giner de los Ríos, D. Julián Sanz del Río (1814-1869) es el pedagogo, didacta, filósofo y jurista español que más ha influido en la vida intelectual, científica y en la reforma de las técnicas de la enseñanza universitaria de nuestro país con la vanguardia en la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. El objetivo del presente trabajo será destacar la importante labor y la influencia de Julián Sanz del Río en el magisterio, no sólo español sino también inglés, francés y europeo, a través del estudio de su obra, labor reconocida públicamente por Federico García Lorca el 22 de mayo de 1932 en Torrearévalo, su pueblo natal.

El pensamiento de Julián Sanz del Río es bastante amplio; se extiende desde el ámbito del derecho al de la filosofía, pasando por la religión, la moral y la ética, pero acaba centrándose en el plano educativo, pues desde muy temprana edad pensaba que sólo con una base cultural sólida, España podía superar la situación de atraso social, político y cultural en que se encon-traba con respecto a otros países europeos. Por esta razón, consideramos pertinente resaltar su figura, prácticamente desconocida, y su auténtica personalidad, en este congreso, ya que tuvo una repercusión inmensa en el devenir cultural y político de nuestro país. Se ganó fama de experto en temas alemanes por diferentes artículos publicados en revistas de la época y su inquietud y saber cultural lo catapultaron a las alturas académicas que lo señalaron como la persona idónea para desplazarse a Alemania para asimilar los conocimientos filosóficos de allende los Pirineos, para después ponerlos en circulación y a disposición de los alumnos a través de su cátedra uni-versitaria. Se centró en la filosofía de Karl Christian Friedrich Krause. Tras un proceso de lenta asimilación y maduración de su doctrina, consiguió elaborar un pensamiento personal acorde con lo que él creía que el pueblo español necesitaba. Pero con el tiempo, lo que realmente impactó a nuestra sociedad, fue su manera de preocuparse por la vida, de vivirla, de pensarla y de in-terpretarla, haciendo uso de la razón, tanto para dar sentido a esta vida como para interpretar el mundo. Él y sus seguidores krausistas creyeron en la perfectibilidad humana, en el progreso de la sociedad y en la belleza de la vida. Acabó convirtiéndose en un hombre muy preocupado por el futuro de España, atrasada con respecto a Europa en aquella época, y asumió que la mejor vía para enderezar el rumbo de nuestro país, para aproximarlo a Europa, era educar y formar bien al hombre de carne y hueso. Por eso su proyección social es más pedagógica que filosófica y él nos interesa más como educador que como filósofo. Incluso creemos que no es arriesgado afirmar que su auténtica vocación era la de educador, como ocurrió con sus más destacados seguidores.

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Su sistema filosófico se conoce como racionalismo armónico. En él busca la belleza y la armonía en el ser humano, cuyo ideal sería el de ser equilibrado, respetuoso y tolerante.

Su pensamiento comenzó a divulgarse en 1845, cuando se reintegró al trabajo académico en la Universidad de Madrid. Sus primeros frutos fueron ya visibles en la revolución de septiembre de 1868, en la que mucho tuvo que ver, y su influencia como ideología liberal dominante llegó hasta la Restauración. Desde entonces, su pensamiento, modulado por sus continuadores en la Institución Libre de Enseñanza, continuó alimentando ideológicamente a las sucesivas genera-ciones al final del siglo XIX y en las primeras décadas del XX hasta pasada la contienda civil, momento en el que los vencedores decidieron anular todo rastro del movimiento, anatemizando con tendenciosos libros sus ideas y a sus defensores, y confiscando sus bienes. Pero la voluntad de los triunfadores de la guerra civil no podía acabar con las ideas, y éstas se han dejado sentir durante todo el pasado siglo en los ambientes liberales. Sin embargo, la influencia que ejerció está como teñida de misterio, como si tal cosa no hubiera sido posible en las circunstancias en las que se produjo. Sus textos son tan herméticos y su sintaxis tan farragosa que sólo permiten adentrarse en ellos a quienes estén iniciados. Su lectura y comprensión exigen una paciencia sin límites. Esto puede explicar la carencia de ediciones de sus obras, originales o traducidas, al alcance del lector, y también que Sanz del Río no sea tan conocido como debiera entre los profesionales del saber y difusores de la cultura. Sin duda su influencia mayor fue la que ejerció a través de su persona, en vivo y en directo, por medio de su ejemplo, de su palabra y de su laboriosidad. Fue más un agitador intelectual que un creador de doctrina rigurosa.

1. pedagogía y revolución

La insatisfacción por el estado de la Instrucción pública era un sentimiento compartido por las personas preocupadas por el presente y el inmediato futuro del país. Desde 1854 a 1860, publicó en varias revistas artículos sobre Kant y sobre Krause, la Literatura alemana, el Renacimiento del XV y el XVI; Una Antología moral, Tesis de Filosofía y otros. Los primeros cursos univer-sitarios los dedicó casi exclusivamente a la exposición de las ideas de Krause, abandonando la exposición de un temario más amplio, propio de su cátedra de Historia de la Filosofía. Sus clases no dejaban indiferentes a nadie y el interés por ellas no sólo se mantenía, sino que aumentaba, y se fueron convirtiendo, progresivamente, en aquel gris ambiente universitario, en un mito, y por ellas pasaron no solamente los alumnos, sino también profesores, académicos, políticos y personas de condición varia, que estaban unidas por la común preocupación por los problemas del país. Asistieron, por ejemplo, el economista y ex Ministro del partido moderado, Luis María Pastor, el Inspector de ingenieros de montes, D.Agustín Pascual, D.Fernando de Castro, que ya era profesor de la Universidad, sus compañeros, D.Manuel Ruíz de Quevedo, Dionisio Gómez, Emilio Castelar, D.Francisco de Paula Canalejas, Valeriano Fernández Ferraz, Miguel Morayta, D.Francisco Fernández y González. Y más tarde, en la década de 1860 hasta su fallecimiento, asistieron personas tan destacadas y de tanta relevancia e influencia posterior, herederos directos de su pensamiento, como D. Fernando de Castro, Nicolás Salmerón, Juán Uña, Facundo de Ríos Portilla, Vicente Romero Girón, José Muro, Teodoro Sáinz de Rueda, Alfonso Moreno Espino-sa, Luis Hermida, Segismundo Moret, José Villó y Ruíz, José María Maranges, Gurmesindo de Azcárate, Augusto González Linares, Francisco Giner de los Ríos, Luis Vidart, Tomás Tapia, Manuel Sales y Ferré, Miguel Carmona, Manuel María del Valle.

La procedencia geográfica de sus alumnos era muy variada, por esta razón, en sus expo-siciones en las clases procuraba no herir sensibilidades entre ellos, para lo cual eliminaba los elementos de discordia entre los españoles, y, a cambio, les incitaba a que estudiaran y conocie-

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ran las corrientes filosóficas y científicas más importantes que imperaban en Europa. Considera que la Enseñanza Elemental, común a todo el pueblo, merece un especial interés; y lo mismo piensa del nivel superior. Esta labor se ha de llevar a cabo mediante una colaboración entre las entidades locales, a las que más compete, y el Gobierno. Y, naturalmente, se han de aumentar y mejorar las Escuelas Normales, que han de formar a los futuros maestros. Anima a Revilla para que aproveche la oportunidad, si puede, ahora que los vientos no soplan contra ellos.

2. el ideal de huManidad para la vida

Es la obra más importante y de mayor transcendencia de Sanz del Río. Es el libro en el que que-dan más claramente fijadas las ideas krausistas. El original de Krause se publicó en 1811, y era la obra preliminar, a modo de una declaración de principios de lo que debía ser, posteriormente, la obra de su autor y de sus discípulos.

El homónimo de Sanz del Río apareció en las librerías a mediados de 1860, año en que se encontraba peor de salud de lo habitual, lo que le impidió seguir con normalidad el día a día de la cátedra de la cual prácticamente estuvo ausente durante todo el curso. Su aparición coincidió con la del Sistema de la Filosofía. La coincidencia en la aparición de ambos libros puede parecer casual, pero son la muestra de la vitalidad intelectual de nuestro protagonista por estas fechas y de la presencia real de su obra en la sociedad española, cuya influencia empezó a ser notable, contribuyendo de esta manera a que esta década haya sido considerada “la década renovadora”, como hemos señalado. Aparentemente, El ideal de la humanidad para la vida de nuestro pensa-dor es una mera traducción del libro homónimo del filósofo alemán, pero hay entre ambos libros esenciales diferencias (más de las que señalan sus notas y comentarios), tanto en el plan como en partes enteramente nuevas, que faltan en el segundo. Basta comparar los índices de ambos libros para convencerse de ello. El de Sanz del Río, si bien inspirado en la bella obra de Krause,“es una exposición completamente libre de su sentido, acomodada al espíritu de nuestro pueblo y a las más apremiantes necesidades de su cultura” (Cacho Viu: 1962, 74), según consta en la adverten-cia editorial a la segunda edición. Giner de los Ríos, el mejor intérprete de su doctrina, lo define diciendo que “es más bien un libro nuevo” (Cacho Viu: 1962, 74).Lo primero que destaca en él, según Giner, es su carácter de filosofía práctica encaminada a la reforma y a la renovación de la sociedad española, y esta visión pragmática es la mayor diferencia con el original de Krause, de un carácter más especulativo. Lo que Sanz del Río pretendía con él-según él mismo afirma en el prólogo-era facilitar un “ensayo de filosofía práctica, individual y social”, en el que se expusieran “sin el enlace ni la deducción interna científica, algunas leyes fundamentales de la vida, aproximadas en lo posible a los hechos históricos y por ellos en parte motivadas” (Krause. Sanz del Río: 2002, 37). Él tenía una fe ciega en las ideas del filósofo alemán que le parecía que se aproximaban a la vida y “concertaban, a mi parecer, con el carácter y necesidades morales de mi pueblo” (Krause. Sanz del Río: 2002, 37), cuya aplicación podía modelar el rumbo de la sociedad. Por esta razón lo publicaba, y lo cierto es que alcanzó, en parte, lo que pretendía, pues, según Cacho, “entre los años 1860 y 1870, muchas generaciones universitarias, de escasa o nula preparación filosófica, tomaron el Ideal como una especie de cantera ideológica de donde dedu-cir su postura, intelectual y vital, ante los problemas de la vida española” (Cacho Viu: 1962, 75). Fernando de los Ríos, por esta razón, lo calificó como“el libro de horas de varias generaciones españolas”( Citado por Cacho Viu: 1962, 75). Y todo esto era posible a pesar de lo espeso y farragoso de la exposición. El hecho de que lo incluyeran en el Índice de libros prohibidos, en 1865, indica que su importancia era manifiesta. El principio fundamental del libro-según Cacho Viu-se resume en la reivindicación de la “conjunción armónica y definitiva de principios in-

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conciliables entre sí por incompletos: idealismo contra materialismo, supernaturalismo contra naturalismo, socialismo contra egoísmo, etc”. (Cacho Viu: 1962, 75).El libro se abre con algo tan fundamental como es el concepto que Sanz del Río tiene del hombre. Dice:

El hombre, imagen viva de Dios y capaz de progresiva perfección, debe vivir en la religión unido con Dios y subordinado a Dios; debe realizar, en su lugar y esfera limitada, la armonía de la vida universal, y mostrar esta armonía en bella forma exterior; debe conocer en la ciencia a Dios y al mundo; debe, en el claro conocimiento de su destino, educarse a sí mismo. (Cacho Viu: 1962, 76).

El hombre es, pues, “imagen viva de Dios”, es “perfección”, es decir, historia, y es“armonía de la vida universal”, es decir, conciencia moral. Esta definición es una síntesis del pensamien-to krausista. Insiste en su obra sobre el principio armónico que lo presenta así: “El hombre, siendo el compuesto armónico más íntimo de la naturaleza y el espíritu, debe realizar histó-ricamente esta armonía y la de sí mismo con la humanidad, en forma de voluntad racional, y por el puro motivo de esta su naturaleza, en Dios” (Krause. Sanz del Río: 2002, 37). ¿Cómo se estructura esta armonía racional? A través de tres sociedades: personales, reales y formales. Dentro de las personales tenemos, en primer lugar, la familia, que nace con el amor y se con-serva y continúa con el amor. Es la primera en el tiempo y la más íntima. Resuelve la primera oposición de nuestra naturaleza, el sexo. Pero en esta sociedad aparecen dos deficiencias. La primera se refiere a la mujer, a la que no se le reconocen en ninguna cultura ni pueblo todos sus derechos y funciones. En unos pueblos está ”oprimida y degradada, en otros, postergada o abandonada en su educación por el varón, que hasta ahora se ha atribuido una superioridad exclusiva” (Krause. Sanz del Río: 2002, 37). La segunda, a los hijos, que no se les trata “con amor desinteresado y según derecho”.

Los krausistas intentaron resolver ambas deficiencias. La primera con D. Fernando de Castro quien, preocupado por la mujer, creó la asociación para la enseñanza de la mujer. La segunda deficiencia con la educación. En la educación concede importancia no sólo al espíritu, sino también al cuerpo, al que hay que dotar de “salud, fuerza y belleza” para estar en armonía con el espíritu. Conecta-posiblemente sin ser consciente de ello-con el sentir de los griegos, para quienes la educación se basaba en el cultivo y perfeccionamiento del espíritu mediante la música y el cultivo y perfeccionamiento del cuerpo mediante la gimnasia. Los krausistas fueron básica-mente educadores, e hicieron de la educación el objetivo de su actividad, y el centro especial de actuación fue la Institución Libre de Enseñanza. Y no está de más recordar que ellos fueron los primeros que fomentaron las excursiones y el respeto y el contacto con la naturaleza.

Otras sociedades personales, a veces derivadas de la anterior, son la amistad, vínculo que une al hombre con otros hombres, que se fundamenta en la recíproca estima, y exige semejante cultura para mantenerse de manera perdurable. El trato libre social es otra de estas sociedades, se extiende más allá de la propia individualidad y actúa a modo de vasos comunicantes mediante los cuales cada consocio ofrece a los demás sus más sazonados frutos y recibe en recompensa los frutos de los demás. Y la otra sociedad de este tipo es el pueblo, cuyo vínculo es el amor patrio, el amor nacional, y por él quedan unidos como por cualquier otro vínculo amoroso. Para él, el pueblo lo forman “una totalidad de familias, de amistades y de círculos libres sociales que hablan una lengua común, que observan comunes costumbres y usos y cultivan en común la ciencia y el arte” (Krause. Sanz del Río: 2002, 142). Todos los pueblos deben ser accesibles unos a otros mediante la comunicación, y cuanto mayor sea su cultura mayor será el encuentro entre ellos. La humanidad habrá llegado a su plenitud cuando estos pueblos, sin perder su per-sonalidad, coexistan los unos junto a los otros. Es de notar una nota aristocratizante en éste y en algún otro planteamiento.

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Las sociedades reales constituidas por las obras reales humanas son la ciencia y el arte. El fin fundamental del destino humano es “adquirir conocimientos, extenderlos y construirlos en un sistema científico” (Krause. Sanz del Río: 2002, 80). Los hombres de ciencia han de unirse en sociedades libres e interrelacionadas para recoger la verdad ya hallada e indagar en la aún desconocida. Su fin es dar “unidad firmísima, dirección acertada, autoridad invencible a la verdad como la expresión de la conciencia intelectual de la humanidad” (Krause. Sanz del Río: 2002, 86). La verdad está obligada a divulgar el conocimiento para que se realice como “una obra social bella y útil a todos”.

El hombre y los pueblos han de cumplir con estos fines si se quiere que la humanidad alcance su plenitud histórica. El arte es otra obra real que ha de ser cultivada por la humanidad. Distingue dos artes: el arte útil del bello arte y el artístico (o del bello ideal). El arte útil produce obras que tienen “un mérito escaso y son estimadas sólo por el fín para el que sirven” (Krause. Sanz del Río: 2002, 80). El libre artista produce obras que tienen valor propio y le dan mérito y esti-ma humana. Concibe sus obras sin ley alguna porque lo impulsa una fuerza divina. Para él, “es bello lo que en su límite y género es semejante a Dios, y refleja en sí con carácter individual, la construcción del mundo, en unidad, en oposición, en armonía” (Krause. Sanz del Río: 2002, 80).

El del bello ideal es cerrado en sí mismo, inagotable en bellas y nuevas obras. Cada pueblo ha expresado su individualidad a través de su arte, y cada siglo ha dejado también su impronta a través del arte. Pero todas las artes bellas tienen su origen en la poesía, que abarca el mundo del sentido y de la experiencia. El poeta puede llegar a cualquier manifestación de la vida. Se nutre de la historia de los pueblos, como se nutren todas las artes. Todas las artes llaman al hombre a una asociación “omnilateral”, de modo que tanto el arte como la ciencia llegarán al límite de su perfección cuando sean cultivadas como una obra común de toda la humanidad.

Entre las sociedades formales, la primera es el Derecho. Va unida al Estado. Para Krause el derecho es “recíproca y exigible condicionalidad para el destino humano” (Krause. Sanz del Río: 2002, 137),

El carácter moral del hombre va asociado a la razón, y este carácter moral es extensivo al resto de las instituciones.

La religión es otra de las formas del espíritu. “La religión y la iglesia median entre Dios y la humanidad, en cuanto la humanidad debe vivir íntima en Dios y subordinada a Dios, en espíritu de piedad filial” (Krause. Sanz del Río: 2002, 8). Cree, no obstante, que la moral de la mujer no se ha cultivado al lado de la del varón y esto ha tenido consecuencias negativas, pues impide una vida armónica, además de otras consecuencias en “otras esferas de la vida pública y privada” (Krause. Sanz del Río: 2002, 8). Los pueblos modernos han avanzado algo en esta dirección, pero queda mucho aún por recorrer para fortalecer la vida en común.

En el libro quedan anotadas las leyes (Mandamientos) que deben adornar la excelencia del hombre individual. Estas leyes aspiran a condensar lo esencial de la ética krausista. Él las divide en generales y particulares. López Morillas dice que estos Mandamientos no son los de la ley de Dios, “sino los de la ley de la razón, ordenadora del caos, disipadora de las tinieblas del error, fuente y objeto de todo conocimiento” (Krause. Sanz del Río: 2002, 109-111). Como ideal está muy bien, pero a pesar de su carácter práctico tiene mucho de utópico e irrealizable, entre otras razones porque pretende involucrar con sus ideas a todo un pueblo y, si hacemos caso al título, a la humanidad. Desde una mentalidad pequeño-burguesa, parte de la familia y pretende ascender a entidades mayores para alcanzar algo así como una armonía cósmica-armonía es el leit-motiv del libro-,y todo ello unido a Dios. Para conseguirlo, se ha de partir de una base social culta, rigurosa en lo moral, presta a hacer uso de la razón y a obedecerla, capaz de vivir en armonía en su seno, de convivir y comunicarse generosamente con otras sociedades y de llevar una vida

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religiosa en la que Dios dé sentido a toda su vida. Evidentemente, han de pasar siglos, más que años, para que una base social sienta unánimemente la misma pasión que haga posible llegar a tal estado de perfección.

La primera generación sobre la cual ejerció influencia intelectual este libro fue la de la llama-da revolución de septiembre de 1868, que, a su vez, es hija del movimiento intelectual y político derivado de la revolución de 1845. Por estas fechas hace su aparición el partido demócrata, Cá-novas abjura de la revolución a pesar de haber redactado y firmado el manifiesto del Manzanares, nace Alonso Martínez a la vida pública. Sus componentes son hombres nacidos entre 1832 y 1840 y, naturalmente, las ideas derivadas de los acontecimientos del 54 no se dejarán sentir en ellos hasta años más tarde, hacia 1864. Su influencia se hacía presente en los círculos culturales de la capital, convertida ya en centro político y cultural de la nación, y sus ideas eran discutidas en el Círculo Filosófico y en el Ateneo de Madrid, por Moreno Nieto y otros.

3. la expanSión europea de laS enSeñanzaS del MaeSTro a TravéS de SuS diScípuloS: FranciSco giner de loS ríoS

En agosto de 1884, Giner de los Ríos y Cossío se trasladaron a Londres. Era la primera vez que salían juntos en un viaje fuera de la península, y lo hacían para participar en un congreso que reunía a las más importantes personalidades de la educación europea y de los Estados Unidos, y en el que Giner presentaría los logros que estaba haciendo la Institución Libre de Enseñanza, en la cual, la mayoría de sus preceptos estuvieron inspirados en las enseñanzas del maestro de Giner, Sanz del Río. Por su parte, Cossío hablaría sobre los primeros pasos que estaba dando el Museo Pedagógico de Madrid. Iban muy orientados por Stuart Henbest Capper, que fue quien realmente los presentó y leyó en inglés sus ponencias. Giner no era allí un desconocido. Estaba arropado por John Tyndall, y pudo alojarse en el Balliol College por mediación de su presidente Benjamin Jowett, el más liberal de los teólogos anglicanos, a quien Giner consideraba como el gran educador británico. En ese entorno encontró a una persona de su edad, uno de los principales discípulos de Jovett, que le llamó la atención y que, con el tiempo, se convertiría en su inter-locutor más señalado en Inglaterra: Lyulph Stanley. A su vez, Stanley estaba emparentado con James Russell Lowell, a quien Giner había conocido en Madrid como encargado de la legación de los Estados Unidos entre 1877 y 1879. Son sólo algunas de las relaciones que hizo ese año en la ciudad, a la que volvería en 1886 y en 1889.

Después de que regresaran a España, The Times publicó un artículo en el que se hacía un elogio de aquella pequeña escuela, afirmando que era la única en todo el continente que trataba de emular la educación inglesa mediante los principios de sobriedad mental, libertad personal y desarrollo físico, mediante los juegos al aire libre que acostumbraban a los jóvenes al autogobierno desde sus primeros días escolares, y celebraba que fuese la que más practicaba el excursionismo en toda Europa. Casi al mismo tiempo, en Washington, se publicó otro elogio similar en el Report of the Commissioner. Hasta entonces, el Report sólo había realizado pequeños comentarios sobre la educación española, por lo que resultaba muy novedoso que el informe de 1884, dedique una nota amplia a la Institución Libre de Enseñanza, en la que se destacaba su espíritu de libertad y, entre otras cosas, que su programa de formación incluyese a las instituciones de los Estados Unidos, enfatizando que su principal rasgo era la práctica del excursionismo, que realizaba como ningún otro país de Europa, para, finalmente, resaltar que su objetivo era modificar la enseñanza primaria española, a fín de garantizar su conformidad con los principios de la pedagogía moderna, usando unos mismos métodos para la enseñanza primaria y secundaria, ya que la segunda era continuación de la primera y sus maestros no veían motivos para que fuesen dos periodos distintos.

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4. una iMporTanTe proyección en europa a TravéS de laS relacioneS inTernacionaleS

No es cuestión de poner más ejemplos para constatar que, con muy pocos años de vida, la expe-riencia de la escuela primaria de la Institución Libre de Enseñanza estaba llamando la atención de algunos de los más importantes educadores del mundo, y conviene preguntarse sobre las razones de esa buena y temprana fama. El aprecio que tenía Giner entre esos educadores posiblemente tenga algo que ver con ello. Hoy sabemos que era conocido y respetado por la intelectualidad europea y que fue copartícipe de confidencias que le hacían algunos de sus coetáneos en otros países, y la salida a la luz de esas confidencias nos aproximan a un mejor conocimiento de la estima que suscitaba fuera de España. En su epistolario hay abundantes ejemplos que permiten afirmar que estaba muy al tanto de los debates pedagógicos y políticos del continente a través de tres casos que ilustran muy bien la dimensión europea de sus relaciones y su estrecha relación, también, con Francia y la francofonía: la crisis ideológica de la Universidad Libre de Bruselas, los preparativos para los primeros Juegos Olímpicos modernos y las consecuencias del fusila-miento de Ferrer Guardia. Uno de los educadores europeos de referencia para Francisco Giner era Alexis Sluys (1849-1936) que había sido el primer director de la École Modèle de Bruselas, fundada en 1875. Sluys llegó a tener mucha amistad con Giner y Cossío, y en tres ocasiones viajó por España, dejando constancia de sus opiniones en varios artículos que reflejaban los cambios que fue observando en el tiempo. Además, como una buena parte de los fundadores de la Ligue de l’Enseignement belga, estaba vinculado a la Universidad Libre de Bruselas, cuya raíz krausista era visible con el magisterio que allí ejerció, primero, Heinrich Ahrens, y luego, Guillaume Ti-berghien, y Jean Jacques Altmeyer. El segundo hecho fue la presión que recibió Giner por parte de Pierre de Coubertin (1863-1937) para integrarlo en sus planes de organización de los primeros Juegos Olímpicos modernos y el tercer acontecimiento de estas relaciones europeas de Giner, su amistad con James Guillaume y el episodio que protagonizaron en relación al fusilamiento de Francisco Ferrer y Guardia. La labor de Sanz del Río a través de Giner de los Ríos y de la Institución Libre de Enseñanza adquiere así una dimensión europea que dejó un amplio legado que todavía sustenta un proyecto de España.

5. concluSioneS

Sanz del Río dejó su impronta en el campo del derecho y en el de la filosofía, pero su actividad más honda y duradera, la que ha tenido más consecuencias en el panorama cultural español, fue su labor educadora, que fue la que lo convirtió en el mejor pedagogo de su época. Esta pasión educadora se manifiesta en él desde el momento mismo en que está asimilando la doctrina de Krause. Es consciente de que es el protagonista de un hecho excepcional y de que tiene ante sí una responsabilidad con su país, y ya en la primera carta que le envía a José de la Revilla, en 1844, desde Heidelberg, refleja su inquietud sobre qué enseñará y cómo lo hará, después de haber llegado a la conclusión de que está ante una doctrina que se puede adaptar a diferentes grados1. Está claro que esa doctrina, sin negarle el valor metafísico que la sustenta, tiene un sentido práctico y reformador.

Se puede afirmar, sin caer en ningún tipo de exageración, que las figuras más sobresalientes de la cultura española desde 1868 hasta mediados del siglo XX deben mucho a la labor educadora de Sanz del Río (luego continuada por sus discípulos), que fue quien más se preocupó por sacar a nuestro país del marasmo cultural en el que se encontraba, dominado por el dogmatismo y la ru-

1 Es importante consultar el archivo de sus Cartas, p.18. Una gran parte de esta correspondencia se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid.

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tina. Su labor fue un intento ilustrado de reforma de la sociedad española mediante la educación, para colocar a España en la órbita de la filosofía racionalista. Su sistema es conocido como ra-cionalismo armónico, al paso que se regeneraba el país en el orden intelectual y moral. Pretendía hacer del hombre un ser tolerante en lo religioso y partidario de un catolicismo liberal en el que la fe estuviese supeditada a la razón. Su magisterio era más eficaz porque él era un ejemplo más de la doctrina que pretendía enseñar, y sus virtudes eran el contrapunto del ambiente que presidía la vida nacional: pasión por la ciencia, rigor en la investigación, exactitud en las exposiciones de su pensamiento, con fé ciega en la razón, perseverancia en su trabajo y búsqueda de la verdad. Todas estas cualidades se veían complementadas y apoyadas por una conducta moral rigurosa porque estaba convencido de que la regeneración intelectual y cultural del país sólo era posible si iba acompañada de una conducta moral intachable, libre de la influencia clerical, como había venido sucediendo hasta entonces, permitiéndonos afirmar, sin ribetes de paradoja, que Sanz del Río y los krausistas fueron los últimos erasmistas españoles. Se educa para reformar al hombre, para que el hombre pueda vivir su vida en plenitud, paso previo para reformar la sociedad. La cultura no era un adorno, sino un requisito imprescindible para conseguir la felicidad, o, al me-nos, poder acercarse a ella. A través de su sacerdocio pedagógico Sanz del Río consiguió hacer de sus discípulos hombres, y no sólo almacenes de conocimientos y doctrinas, porque si hemos de aspirar al advenimiento de un mundo mejor, no ha de ser imponiendo la revolución desde arriba, sino desde abajo, sobre la base de una población culta, educada y perfeccionada por el ejemplo personal, de ahí que las virtudes morales que le acompañaron a él y a sus seguidores fueran factores relevantes de su personalidad.

Su amor por la ciencia, apoyada en la razón, y su voluntad de crear en nuestro país una conciencia científica, cuyos frutos se verán en la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, lo convierten a él-y a sus seguidores, entre ellos, Federico García Lorca, que asistió a un homenaje que le profesaron en Torrearévalo, su pueblo natal,-en unos benefactores de nuestra sociedad y en merecedores de todo nuestro reconocimiento y gratitud.

BiBliograFía

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Segunda edición volumen VI. Obras Completas.