wittgenstein sara

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Biografía Ludwig Wittgenstein nació en la Viena imperial en 1889. Hijo de un magnate del acero desde joven se interesó por las matemáticas, la física y la ingeniería. Después de estudiar en la Realschule de Linz se trasladó a Cambridge donde conoció a Bertrand Russel y se interesó por las matemáticas ya lógica. A través de su influencia abandona la ingeniería y se dedica por entero a la filosofía. Se alista en el ejército austriaco al empezar la Gran Guerra y en las trincheras de esta elabora el borrador de su primer gran libro de filosofía: El Tractatus logico-fhilosophicus que fue publicado en 1922. Terminada la guerra y tras ser liberado de un campo de reclusión, Wittgenstein da un giro a su vida y pasa cuatro años siendo maestro de escuela al considerar que, después de su aportación filosófica del Tractatus, ya no tenía nada importante que añadir en este campo. No obstante, vuelve a Viena y entra en contacto con el llamado “Circulo de Viena” (corriente filosófica del positivismo lógico heredera del Tractatus.) del que nunca llegó a formar parte. Queda desencantado con sus primeras investigaciones del Tractatus, como las conclusiones a las que llega el Circulo de Viena y se traslada a Cambridge de nuevo en donde se dedica a la docencia universitaria y su pensamiento da un gran giro. Las Investigaciones Filosóficas, libro publicado después de su muerte (en 1951) será el que marque la pauta de un nuevo quehacer filosófico en el campo de la filosofía del lenguaje. Corriente filosófica La filosofía de Wittgenstein hay que encuadrarla dentro del llamado “movimiento analítico” que se desarrolla durante la primera mitad del siglo XX en Inglaterra. Esta corriente tiene un carácter empirista y de rechazo a la metafísica cuyos antecedentes están principalmente en B.Russell. Así, los filósofos analíticos influidos por Hume, entienden que las proposiciones que no se refieren a algo que pueda ser observado (o no sean analíticos como los de las matemáticas) no tienen ningún valor para explicar o entender la realidad. Por lo tanto, rechazan la metafísica o toda filosofía que pretenda ir más allá de los hechos. Rechazan las filosofías de Platón o la escolástica o el idealismo de Hegel para tomar de la mano a Hume y Kant en algunos aspectos. La filosofía debe ocuparse del estudio del lenguaje que es algo observable, empírico y concreto y olvidarse de los procesos mentales como hacia el empirismo moderno. Solo el estudio del lenguaje puede aportarnos datos sobre nuestro modo de conocer la realidad. El filósofo ha de analizar el lenguaje. Dentro de la corriente analítica hay tres momentos o líneas sucesivas en el tiempo: 1

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Biografía

Ludwig Wittgenstein nació en la Viena imperial en 1889. Hijo de un magnate del acero desde joven se interesó por las matemáticas, la física y la ingeniería. Después de estudiar en la Realschule de Linz se trasladó a Cambridge donde conoció a Bertrand Russel y se interesó por las matemáticas ya lógica. A través de su influencia abandona la ingeniería y se dedica por entero a la filosofía. Se alista en el ejército austriaco al empezar la Gran Guerra y en las trincheras de esta elabora el borrador de su primer gran libro de filosofía: El Tractatus logico-fhilosophicus que fue publicado en 1922. Terminada la guerra y tras ser liberado de un campo de reclusión, Wittgenstein da un giro a su vida y pasa cuatro años siendo maestro de escuela al considerar que, después de su aportación filosófica del Tractatus, ya no tenía nada importante que añadir en este campo. No obstante, vuelve a Viena y entra en contacto con el llamado “Circulo de Viena” (corriente filosófica del positivismo lógico heredera del Tractatus.) del que nunca llegó a formar parte. Queda desencantado con sus primeras investigaciones del Tractatus, como las conclusiones a las que llega el Circulo de Viena y se traslada a Cambridge de nuevo en donde se dedica a la docencia universitaria y su pensamiento da un gran giro. Las Investigaciones Filosóficas, libro publicado después de su muerte (en 1951) será el que marque la pauta de un nuevo quehacer filosófico en el campo de la filosofía del lenguaje.

Corriente filosófica

La filosofía de Wittgenstein hay que encuadrarla dentro del llamado “movimiento analítico” que se desarrolla durante la primera mitad del siglo XX en Inglaterra. Esta corriente tiene un carácter empirista y de rechazo a la metafísica cuyos antecedentes están principalmente en B.Russell.

Así, los filósofos analíticos influidos por Hume, entienden que las proposiciones que no se refieren a algo que pueda ser observado (o no sean analíticos como los de las matemáticas) no tienen ningún valor para explicar o entender la realidad. Por lo tanto, rechazan la metafísica o toda filosofía que pretenda ir más allá de los hechos. Rechazan las filosofías de Platón o la escolástica o el idealismo de Hegel para tomar de la mano a Hume y Kant en algunos aspectos. La filosofía debe ocuparse del estudio del lenguaje que es algo observable, empírico y concreto y olvidarse de los procesos mentales como hacia el empirismo moderno. Solo el estudio del lenguaje puede aportarnos datos sobre nuestro modo de conocer la realidad. El filósofo ha de analizar el lenguaje.

Dentro de la corriente analítica hay tres momentos o líneas sucesivas en el tiempo:

a) El “atomismo lógico”: B.Russell y Wittgenstein del Tractatus o primer Wittgenstein. El papel y la tarea de la filosofía es el estudio del lenguaje

b) El “positivismo lógico”: corriente formada por científicos y filósofos conocidos como el “Círculo de Viena” que inspirados en el Tractatus de Wittgenstein aplican a la ciencia los postulados del atomismo lógico. M.Schlick, R.Carnap y O.Neurath.

c) La “filosofía del lenguaje ordinario”. Nueva orientación del movimiento analítico a partir de la póstuma publicación en 1953 de la obra de Wittgenstein “Investigaciones filosóficas”. Segundo Wittgenstein.

Así pues, el pensamiento de Wittgenstein viene marcado por el contenido de sus dos obras: el Tractatus y las Investigaciones. El primer Wittgenstein (el del Tractatus) y el segundo (el de las Investigaciones Filosóficas). Mientras que el primer Wittgenstein, influido por el atomismo lógico de Russell, considera que la estructura del lenguaje es similar a la estructura lógica del mundo (isomorfia) el segundo Wittgenstein abandona estos planteamientos para concebir el significado del lenguaje no ligado a los hechos del mundo sino a los distintos usos contextuales que hacemos de él. (juegos de lenguaje)

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Objetivo de su pensamiento:

Resolver la cuestión de qué puede decirse y qué no puede decirse en filosofía. Sin embargo, la respuesta que da el primer Wittgenstein difiere de la que dará el segundo. Estamos pues ante un filósofo que revolucionó el campo de la filosofía analítica con su Tractatus del que derivó una corriente como el Círculo de Viena, y que, más tarde, siendo la misma persona y diciendo prácticamente lo contrario, volvió a revolucionar la filosofía analítica.

1ER WITTGENSTEIN: TRACTATUS

Wittgenstein pretende resolver la cuestión de qué puede decirse y qué no puede decirse en filosofía con cierto rigor. De modo que, para saberlo, ha de establecer primero cuáles son los límites del lenguaje pues todo lo que decimos lo hacemos a través del lenguaje por lo que supere los límites del lenguaje será simplemente un sinsentido. El pensamiento no puede por sí solo marcar sus límites, pues tendría que ser capaz para ello de superarlos, por lo que tan solo en el lenguaje pueden ser puestos tales límites: lo que esté dentro de los límites del lenguaje tendrá sentido y lo que esté más allá será el sinsentido. El lenguaje condiciona el pensamiento y lo hace posible: esto no quiere decir sino que sin lenguaje no hay pensamiento y que los límites de este estarán marcados por la extensión de lenguaje que exprese algo con sentido. Pero ¿cuándo el lenguaje tiene sentido? ¿Cómo diferenciar el lenguaje con sentido del que no lo tiene? La respuesta es el mundo. El lenguaje trata sobre el mudo, expresa el mundo y sin el lenguaje el mundo no podría ser conocido ni expresado o dicho. Conocemos el mudo porque lo podemos expresar en leguaje. El lenguaje y el mundo tienen la misma estructura lógica y por ello el lenguaje puede referirse al mundo. Se da entre ellos un isomorfismo, tienen igual forma o estructura.

¿Qué es el mundo? En el Tractatus dice: “el mundo es todo que acaece, “el mundo es la totalidad de los hechos no de las cosas”. De estas citas podemos extraer que el mundo está formado por la totalidad de los hechos y no por la totalidad de las cosas. Esto nos obliga a establecer la diferencia entre un hecho y una cosa. Una cosa es un objeto aislado (mesa) y al estar aislado es incognoscible, sólo se puede conocer al estar en relación con otras cosas; un hecho es una combinación o suma de cosas. Así, las cosas son los elementos simples de los hechos como cuando decimos que “la sombra del ciprés es alargada” o “los elefantes tienen excelente memoria”. Lo que hacemos en estos ejemplos es relacionar cosas como “sombra”, “alargado”, “elefantes” “memoria”. Un hecho es entonces un estado de cosas, un modo de estar las cosas, o el como las cosas se presentan. Un rejoj es una cosa, pero si decimos que un reloj marca las cinco en punto de la tarde, entonces se trata de un hecho. Son los hechos los que configuran el mundo, el mundo es la totalidad de los hechos.

Así, hay hechos atómicos o simples y hechos complejos o moleculares. Los primeros, tienen correspondencia con proposiciones atómicas o simples. Por ejemplo si digo “Juan fuma”. Los segundos, son hechos compuestos de hechos simples o atómicos, por ejemplo “Juan fuma y pasea”. Los hechos atómicos son las partes integrantes del mundo. “Juan” es un nombre u objeto, así como también lo son “fuma” y “pasea”. Unidos y combinados entre sí en una proposición, representan un hecho que acaece en el mundo. De este modo Wittgenstein expresa la correspondencia o paralelismo entre el mundo y el lenguaje. Además, lenguaje y mundo tienen la misma forma lógica. Eso es lo que ambos tienen en común y les permite reflejarse mutuamente. La forma lógica es el sentido, la estructura, las reglas de combinación, el ámbito de lo posible…el pensamiento.

¿Qué es el lenguaje? ¿Cómo nos referimos a estos hechos que configuran el mundo? Usamos para ello palabras como verbos, sustantivos, adjetivos…Estas palabras no dicen nada por sí mismas (son átomos, objetos, cosas) pero cuando las integramos en proposiciones o suma de palabras, dicen algo significativo. Un hecho, entonces, será pensable o cognoscible si lo podemos representar por medio de una proposición. Por eso, mientras el mundo es la totalidad de los hechos, el lenguaje es la totalidad de las proposiciones.

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Podemos expresar el mundo por medio del lenguaje (proposiciones) porque ambos poseen la misma estructura. El lenguaje no es igual al mundo, pero el lenguaje puede reflejar los hechos del mundo de la misma forma que un mapa de carreteras (que no es la carretera misma) puede representarlas. Mundo y lenguaje son cosas distintas pero se corresponden; por esta razón, una proposición es una figura o “mapa” de un hecho. Una proposición es una figura o representación de una porción de la realidad o mundo. El lenguaje es, pues, el mapa de la realidad. Quien entiende lo que dice una proposición sabe qué hecho está describiendo por medio de ella. La idea se le ocurrió a Wittgenstein en un juzgado de tráfico de París al ver la reconstrucción de un accidente de tráfico mediante muñecos. Lo importante en la reproducción del suceso era la forma en la que se relacionaban los elementos que intervenían en el accidente. Los nombres están ordenados de una determinada forma en una proposición elemental idéntica a la forma en la que están ordenados los objetos en un hecho atómico. La correlación o correspondencia es doble: se da entre los elementos de una proposición y las cosas de la realidad, por un lado, y, por otro, entre las relaciones entre esos elementos de la proposición y las relaciones entre las cosas.

Si el lenguaje es el mapa del mundo, los límites del lenguaje serán también los límites del mundo y las proposiciones no tendrán sentido si pretenden describir lo que está fuera de él.

¿Cuándo una proposición será verdadera? Solamente cuando aquello que exprese coincida con un hecho del mundo: si lo representado existe, la representación será verdadera; si no existe, será falsa. De este modo, el mundo es el conjunto de las proposiciones atómicas verdaderas, sólo cuando hay isomorfia el lenguaje habla del mundo. Cabe distinguir entonces entre las proposiciones con sentido y las pseudoproposiciones o proposiciones sin sentido. Las primeras serán todas aquellas isomórficas con el mundo, por lo tanto, todas aquellas que forman parte de la ciencia (a un objeto le corresponde un nombre, a un hecho una proposición y al mundo el lenguaje). Siguiendo la estela de Kant, el límite del conocimiento teórico es el límite de la experiencia.

Las pseudoproposiciones son de dos tipos. Están las proposiciones analíticas de la lógica y de las matemáticas que no tienen sentido pues no hablan sobre el mundo pero no son absurdas sino que son útiles para las ciencias. Por otro lado, están las pseudoproposiciones de la filosofía, la ética y la estética. Las proposiciones de la filosofía tratan sobre objetos que no tienen referente, que están más allá de la experiencia y por eso, son proposiciones sin sentido. La verdad filosófica aspira a estar más allá de la experiencia. Y esto es justamente lo que la hace cuestionable para Wittgenstein. Las cuestiones filosóficas no son cuestiones que se pueda intentar responder; lo único que puede hacerse es establecer que son sinsentidos, originados en nuestro mal entendimiento de la lógica del lenguaje. Cuando el lenguaje se refiere a cosas u objetos que no representan a nada ni a nadie entonces, está hablando de lo que no se puede hablar. El ámbito de lo que no se puede hablar es “lo místico”, lo inexpresable. Así, todas aquellas proposiciones que no sean empíricas son proposiciones que no tienen sentido,

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ISOMORFISMO

Ambos poseen el mismo espacio lógico o la misma forma lógica

MUNDO

Totalidad de los hechos atómicos

LENGUAJE

-Totalidad de las proposiciones

-Totalidad de las figuras o fotografías

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son sinsentidos. Este es el caso de la gran mayoría de las proposiciones de la filosofía, como, por ejemplo, “Dios existe” o “la nada nadea”. El término “Dios” o el término “nada” no se refieren a nada de la realidad que podamos señalar, carecen de impresión. Su conclusión es por tanto, la misma que para Kant, los conceptos más amplios, son al final los más vacios, sin plenificar. Mundo es un término que se refiere a la totalidad de los hechos y de la totalidad de los hechos no tengo impresión como dijo Hume. La totalidad no es un hecho, sino una categoría para Kant, de modo que no existe, no tiene sentido y en todo caso, es algo a priori decía Kant.

¿Cuál es el papel de la filosofía entonces? ¿Si no tiene sentido, tiene sentido que exista? La filosofía ha de cambiar de rumbo, dejar de ser una teoría sobre la realidad y convertirse en una actividad de análisis y clarificación del lenguaje. Debe distinguir entre las proposiciones con sentido (las de la ciencia) y las proposiciones sin sentido (las no científicas). Al no ser la filosofía una ciencia natural y no referirse sus proposiciones a nada de la realidad, su valor de verdad es cero. No es verdadera y tampoco es falsa.

Al final del Tractatus, Wittgenstein reconoce que las proposiciones del mismo Tractatus son sinsentidos pues no se refieren a ningún hecho. Así, las proposiciones de la metafísica, de la ética o de la estética no se refieren a nada, hablan de supuestas realidades sin referente alguno y así, concluirá su Tractatus diciendo que “De lo que no se puede hablar mejor es callarse”. A esto le conduce su atomismo lógico.

“El método correcto en filosofía sería en realidad el siguiente: no decir nada, excepto lo que puede ser dicho, a saber, las proposiciones de la ciencia natural -es decir, algo que nada tiene que ver con la filosofía- y entonces, cuando quiera que alguien quisiese decir algo metafísico, demostrarle que había dejado de dar significado a ciertos signos de proposiciones”.

2º WITTGENSTEIN O LA FILOSOFÍA DE LAS INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS

En el Tractatus, Wittgenstein se sirvió de la filosofía para demarcar claramente el terreno de lo que tenía y no tenía sentido para acabar concluyendo que la propia filosofía carece de sentido. De este modo, se dice que tiró la escalera después de haber subido por ella. Sin embargo, algo le llevó escribir sus Investigaciones. Parece que tras una larga temporada viviendo con sentido y guardando silencio sobre aquello de lo que nada se puede decir, afirmará ahora que la metafísica o la filosofía son un juego de lenguaje como cualquier otro. Es decir, del mismo modo que Kant cierra su Crítica de la Razón Pura afirmando que la metafísica no es una ciencia y que el límite del conocimiento es la experiencia, cierra Wittgenstein su Tractatus. Sin embargo, también del mismo modo que Kant, baja la escalera y recoge todo aquello que ha tirado por la ventana porque resulta que será lo más importante Wittgentein acabará diciendo que lo “mistico”, lo que no se pude decir pero sí mostrar, es lo más necesario para el hombre. De modo que si había tirado la escalera, ahora la recoge como hizo Kant con su Crítica de la Razón Práctica. Cabrá concluir entonces que el sinsentido hace que la vida cobre todo el sentido del mundo. Pero veamos cómo.

Este segundo Wittgenstein pertenecerá a la corriente analítica de la filosofía del lenguaje ordinario, corriente que él mismo inaugura con su obra publicada póstumamente de las Investigaciones.

En sus Investigaciones se dedica a criticar los postulados mantenidos en el Tractatus.

¿Cómo podemos saber que el mundo y el lenguaje tienen la misma estructura lógica? ¿Cómo podemos averiguar si el mapa y lo representado comparten algo en común, su forma? Del hecho de que el mundo pueda ser traducido a lenguaje porque tienen algo en común, hemos concluido que se corresponden del todo y esto no es sino apresurado y falaz. Debemos buscar entonces otras posibles relaciones entre el lenguaje y el mundo. No hay un solo modo de relación como afirmaba en el Tractatus. Frente al criterio de demarcación tan claro del

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primer Wittgenstein entre el sentido y el sinsentido, el segundo se abre a una interpretación del lenguaje más amplia que su sola relación con los hechos, se abre a los distintos usos que los seres humanos al emplear el lenguaje. Frente a la isomorfia como única relación entre lenguaje y mundo que además demarcaba lo verdadero de lo falso, ahora acepta que lo más importante es lo que alguien quiere decir cuando dice y que, sin embargo, a veces, no puede expresar porque que el lenguaje tiene unos límites que no se lo permiten.

Lo importante ahora no es saber si una proposición tiene o no sentido, sino describir de cuántas maneras puede funcionar nuestro lenguaje. Cada uno de esos modos o usos es lo que él llama un “juego de lenguaje”. El significado de las palabras no depende de su relación isomórfica con la realidad sino que depende de su uso en el lenguaje. Es imposible establecer el significado fijo de un término, pero es posible establecer qué uso se hace de dicho término en un contexto lingüístico o “juego de lenguaje”. Por ello dirá: “No pregunte usted por el significado, pregunte por su uso”. El lenguaje pasa ahora a ser entendido como un sistema de signos en el que estos adquieren vida dentro del sistema y no significan nada al margen de dicho sistema. El lenguaje no es una representación idéntica o una copia de la realidad. Es un instrumento, como una caja de herramientas que permite innumerables usos. Ni existe un único uso, ni existe un uso esencial del lenguaje. Las funciones de las palabras son tan diversas como las funciones de las herramientas. Los usos posibles de las herramientas manifiestan estructuras. Del mismo modo, el lenguaje tiene cierta estructura, tiene reglas gramaticales que hemos de seguir si queremos ser comprendidos. Cada juego de lenguaje comparte unas reglas que todos los jugadores deben respetar si quieren ser comprendidos. Está el juego del lenguaje jurídico, el de las matemáticas, etc.

El lenguaje es como una “ciudad antigua” a la que se añaden nuevos barrios. Se incorporan nuevos usos como el lenguaje informático, el jurídico o literario que además, se van ampliando.

El lenguaje es como un “laberinto de sendas” podemos operar con el lenguaje y elaborar comportamientos lingüísticos nuevos. Es una actividad sometida a reglas que permiten la creación de expresiones lingüísticas nuevas para el uso del hablante. El lenguaje es una “familia de estructuras” no una sola estructura, pues no hay un solo uso del lenguaje. El lenguaje es algo público, sometido a reglas válidas para un grupo de personas. No hay lenguaje privado. No hay por tanto que cambiar el lenguaje ordinario sino clarificar los usos del mismo. Comprendemos un lenguaje cuando sabemos utilizarlo.

TRACTATUS INVESTIGACIONESEl método de investigación del lenguaje es el

análisis a prioriEl método de investigación del lenguaje es a posteriori, desde las situaciones de uso del

lenguajeLas proposicones tienen sentido por ser

representaciones o pinturas de los hechosEl lenguaje es expresión e instrumento de las

formas de vidaHay una forma general de lenguaje y un solo

lenguaje válido, el representativoHay muchos juegos de lenguaje

El significado de una proposición es su forma lógica

El significado de una proposición depende de su uso

La función de la filosofía es corregir el lenguaje para que se atenga a su forma lógica

La función de la filosofía es comprender los juegos de lenguaje y evitar su confusión.

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TAREA Y MÉTODO DE LA FILOSOFÍA

No debe construir un lenguaje ideal para la ciencia, sino entender el lenguaje, clarificarlo, descubrir el uso lingüístico que hacemos cuando decimos algo. Lo importante no es corregir las proposiciones, sino comprenderlas; comprender, no lo que reflejan, sino la función que cumplen.

Los problemas filosóficos son malentendidos originados por usos incorrectos del lenguaje. Por ejemplo, creer que el lenguaje religioso es del mismo tipo que el lenguaje científico y que cuando hacemos afirmaciones religiosas estamos haciendo afirmaciones sobre hechos como las de la ciencia. “Dios existe” expresa más bien, una creencia o un deseo, pero no es una afirmación sobre un hecho. Cuando utilizamos esta expresión fuera de su contexto lingüístico, de su juego de lenguaje, creamos un problema filosófico que se soluciona por disolución del mismo, cuando hacemos notar que estamos usando incorrectamente el lenguaje.

Los problemas filosóficos son enfermedades la filosofía es una terapia cuyo método consiste en el análisis del lenguaje ordinario para detectar los errores en su uso cuando hablamos de las actividades del espíritu. Los problemas surgen cuando el lenguaje “está de vacaciones”. Algunas veces nuestras expresiones parecen referirse a algo corporal y presente. Entonces tendemos metafísicamente a creer que hablamos de sustancias o actividades espirituales. Sin embargo, esto es el resultado de un error que consiste en relacionar el significado con su referente (como hacia el primer Wittgenstein). De este manera, la metafísica crea enigmas que fascinan a la mente humana produciendo una especie de “calambre mental” que causa la especulación filosófica. Los problemas filosóficos no tienen solución sino “disolución”. De modo que tanto para el primer como para el segundo Wittgenstein los problemas filosóficos siguen sin tener solución, solo disolución. No es que las cuestiones filosóficas, éticas o estéticas, o religiosas no tengan significado, sí lo tienen. No son cuestiones meramente lingüísticas. Emergen del lenguaje y nos sumen un confusión, nos “embrujan”. Tienen la misión de ponernos a la vista ciertas perplejidades que, sin embargo, no es posible solucionar. Son cuestiones profundas e incluso de la mayor importancia. Como dice Wittgenstein, “lo que no pude decirse resulta ser más importante que lo que puede decirse”. Pero la tarea del filósofo debe ser solamente delimitar el campo de “lo decible” y “luchar contra el embrujamiento de nuestra mente por el lenguaje”.

Este segundo Wittgenstein se da cuenta de que el lenguaje no es un espejo del objeto que sirva únicamente para mostrar la esencia o el concepto estático y fijo de Platón, sino que el lenguaje sirve para expresar una multiplicidad de realidades o juegos de lenguaje distintos que expresan perspectivas distintas al modo de Ortega. Sorprende que habiéndose abierto a la multiplicidad de los juegos, acercándose a la metáfora que Nietzsche reivindicaba caiga de nuevo en el pesimismo y quiera volver a encerrarse en los límites de lo decible. Parece que tuviera miedo de vivir en el sinsentido, que sin embargo ha reconocido que es lo más importante.

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RESUMEN PARA LA PAUWittgenstein centrará su interés se centrará en las matemáticas, la física y la ingeniería. Tras conocer a B.Russell decide dedicarse a la filosofía. Se alista en el ejército y desde las trincheras del ejército austríaco de la I Guerra Mundial elabora el borrador de la que será su gran obra: Tractatus logico-fhilosophicus. Hasta aquí, se puede hablar del primer Wittgenstein. Posteriormente, revisará y cambiará sus ideas hasta el punto de llegar a contradecir sus propias tesis vertidas en el Tractatus. Por este motivo, se distingue entre el primer Wittgenstein, enclavado en la filosofía analítica del atomismo lógico, influido por B.Russell; y el segundo, que se sitúa en la corriente analítica de la filosofía del lenguae ordinario” cuyas ideas se recogen en sus Investigaciones. Entre ambos, se encuentra el Circulo de Viena, filósofos que beben del Tractatus y con los que Wittgenstein no se sentirá identificado del todo.

El objetivo de este autor, será doble: el primer Wittgenstein quiere que la filosofía se encargue de depurar el lenguaje para demarcar claramente una línea divisoria entre lo que se puede decir con sentido y lo que no; y el segundo, atribuye a la filosofía una función clarificadora del lenguaje para descubrir el uso lingüístico que hacemos cuando decimos algo.

Comenzaré desarrollando el pensamiento del primer Wittgenstein, el del Tractatus. Este primer autor, en línea con la filosofía analítica, hereda el empirismo de Hume y rechaza todas las proposiciones de la metafísica por carecer de sentido. Wittgenstein trata de resolver la cuestión de qué puede decirse con sentido en filosofía y qué no. Así, afirmará que todo lo que esté dentro de los límites del lenguaje tendrá sentido y lo que esté más allá será el sinsentido. Existe una relación entre el pensamiento y el lenguaje: este último marca los límites del primero. No es que sin lenguaje no haya pensamiento, es que lo que no se puede decir con palabras, en proposiciones, carece de sentido. Todas las proposiciones que se refieran al mundo tienen sentido. El lenguaje sirve para expresar el mundo y para conocerlo. Conocemos el mundo porque lo podemos expresar con el lenguaje. Lenguaje y el mundo tienen algo en común, comparten la estructura o “forma lógica” gracias a lo cual, el lenguaje puede representar el mundo de modo similar a como un pintor representa un paisaje. El lenguaje pinta el mundo como un espejo refleja la realidad. Entre lenguaje y mundo se da un isomorfismo, tienen igual forma o estructura. “El mundo es todo que acaece”, “el mundo es la totalidad de los hechos no de las cosas”. Una cosa es un objeto aislado (mesa) y al estar aislado no se puede conocer, sólo se puede conocer al estar en relación con otras cosas. Así, las cosas son los elementos simples de los hechos (sus átomos). Cuando decirnos “la sombra del ciprés es alargada” estamos relacionando objetos, cosas como “sombra”, “alargado”. Un hecho es entonces un estado de cosas, un estar las cosas, o el cómo las cosas se presentan. Un reloj es una cosa, pero si decimos “el reloj marca las cinco en punto” entonces se trata de un hecho. El mundo es la totalidad de los hechos. Y hay hechos atómicos o simples como “Juan fuma” y hechos complejos o moleculares compuestos de hechos atómicos como “Juan fuma y pasea”. Los hechos atómicos son las partes integrantes del mundo. Unidos y combinados en una proposición representan un hecho que acaece en el mundo. De esta forma expresa Wittgenstein el paralelismo o correspondencia entre el mundo y el lenguaje. Las palabras representan objetos y las proposiciones representan hechos que acaecen en el mundo. Además, lenguaje y mundo tiene la misma forma lógica, esto es el sentido, la estructura, las reglas de combinación… las palabras no dicen nada por sí mismas (son átomos, objetos, cosas) pero cuando las integramos en proposiciones o suma de palabras, dicen algo significativo. Por eso, mientras el mundo es la totalidad de los hechos, el lenguaje es la totalidad de las proposiciones. Podemos expresar el mundo por medio del lenguaje (proposiciones) porque ambos poseen la misma estructura. El lenguaje puede reflejar los hechos del mundo de la misma forma que un mapa de carreteras (que no es la carretera misma) puede representarlas. Mundo y lenguaje son cosas distintas pero se corresponden; una proposición es una figura o “mapa” de un hecho. Una proposición es una figura o representación de una porción de la realidad o mundo. El lenguaje es, pues, el mapa de la realidad. Quien entiende lo que dice una proposición sabe qué hecho está describiendo por medio de ella. La idea se le ocurrió a Wittgenstein en un juzgado de tráfico de París al ver la reconstrucción de un accidente de tráfico mediante muñecos. Lo importante en la reproducción del suceso era la forma en la que se relacionaban los elementos que intervenían en el accidente. Los nombres están ordenados de una determinada forma en una proposición elemental idéntica a la forma en la que están ordenados los objetos en un hecho atómico. La correlación o correspondencia es doble: se da entre los elementos de una proposición y las cosas de la realidad, por un lado, y, por otro, entre las relaciones entre esos elementos de la proposición y las relaciones entre las cosas.

Si el lenguaje es el mapa del mundo, los límites del lenguaje serán también los límites del mundo y las proposiciones no tendrán sentido si pretenden describir lo que está fuera de él. ¿Cuándo una proposición será verdadera? Solamente cuando aquello que exprese coincida con un hecho del mundo: si lo representado existe, la representación será verdadera; si no existe,

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será falsa. De este modo, el mundo es el conjunto de las proposiciones atómicas verdaderas, sólo cuando hay isomorfia el lenguaje habla del mundo. Cabe distinguir entonces entre las proposiciones con sentido y las pseudoproposiciones o proposiciones sin sentido. Las primeras serán todas aquellas isomórficas con el mundo, las que forman parte de la ciencia (a un objeto le corresponde un nombre, a un hecho una proposición y al mundo el lenguaje). Siguiendo la estela de Kant, el límite del conocimiento teórico es el límite de la experiencia.

Las pseudoproposiciones son de dos tipos: a) analíticas de la lógica y de las matemáticas que no tienen sentido pues no hablan sobre el mundo pero no son absurdas sino que son útiles para las ciencias y b) las de la filosofía, la ética y la estética. Estas proposiciones tratan sobre objetos que no tienen referente, que están más allá de la experiencia y por eso, son proposiciones sin sentido. Las cuestiones filosóficas son sinsentidos, originados en nuestro mal entendimiento de la lógica del lenguaje. Cuando el lenguaje se refiere a cosas u objetos que no representan a nada ni a nadie entonces, está hablando de lo que no se puede hablar. El ámbito de lo que no se puede hablar es “lo místico”, lo inexpresable. Así, todas aquellas proposiciones que no sean empíricas son proposiciones que no tienen sentido, son sinsentidos. Este es el caso de la gran mayoría de las proposiciones de la filosofía, como, por ejemplo, “Dios existe” o “la nada nadea”. El término “Dios” o el término “nada” no se refieren a nada de la realidad que podamos señalar, carecen de impresión. Su conclusión es por tanto, la misma que para Kant, los conceptos más amplios, son al final los más vacios, sin plenificar. Mundo es un término que se refiere a la totalidad de los hechos y de la totalidad de los hechos no tengo impresión como dijo Hume. La totalidad no es un hecho, sino una categoría para Kant, de modo que no existe, no tiene sentido y en todo caso, es algo a priori decía Kant. ¿Cuál es el papel de la filosofía entonces? ¿Si no tiene sentido, tiene sentido que exista? La filosofía ha de cambiar de rumbo, dejar de ser una teoría sobre la realidad y convertirse en una actividad de análisis y clarificación del lenguaje. Debe distinguir entre las proposiciones con sentido (las de la ciencia) y las proposiciones sin sentido (las no científicas).

Al final del Tractatus, Wittgenstein reconoce que las proposiciones del mismo Tractatus son sinsentidos pues no se refieren a ningún hecho. Concluirá su Tractatus diciendo que “De lo que no se puede hablar mejor es callarse”. A esto le conduce su atomismo lógico.

En el Tractatus, Wittgenstein se sirvió de la filosofía para demarcar claramente el terreno de lo que tenía y no tenía sentido para acabar concluyendo que la propia filosofía carece de sentido. De este modo, se dice que tiró la escalera después de haber subido por ella. Sin embargo, algo le llevó escribir sus Investigaciones. Nace así el segundo Wittgentein. Parece que tras una larga temporada viviendo con sentido y guardando silencio sobre aquello de lo que nada se puede decir, afirmará ahora que la metafísica o la filosofía son un juego de lenguaje como cualquier otro. Es decir, del mismo modo que Kant cierra su Crítica de la Razón Pura afirmando que la metafísica no es una ciencia y que el límite del conocimiento es la experiencia, cierra Wittgenstein su Tractatus. Sin embargo, también del mismo modo que Kant, baja la escalera y recoge todo aquello que ha tirado por la ventana porque resulta que será lo más importante Wittgentein acabará diciendo que lo “mistico”, lo que no se pude decir pero sí mostrar, es lo más necesario para el hombre. De modo que si había tirado la escalera, ahora la recoge como hizo Kant en su Crítica de la Razón Práctica. Cabrá concluir entonces que el sinsentido hace que la vida cobre todo el sentido del mundo. Pero veamos cómo. Este segundo Wittgenstein pertenecerá a la corriente analítica de la filosofía del lenguaje ordinario, corriente que él mismo inaugura con sus Investigaciones. Ahora criticará los postulados mantenidos en el Tractatus. Dirá que lenguaje y mundo no solo se relacionan de modo isomorifico como un espejo, sino que debemos buscar otras posibles relaciones entre ellos. Frente al criterio de demarcación tan claro del primer Wittgenstein entre el sentido y el sinsentido, el segundo admite que el lenguaje tiene diferentes usos y lo más importante no es lo que alguien dice, sino lo que quiere decir y, a veces, no puede expresar porque el lenguaje tiene unos límites que no se lo permiten. Cada uno de esos modos o usos es lo que él llama un “juego de lenguaje”. El significado de las palabras no depende de su relación isomórfica con la realidad sino que depende de su uso en el lenguaje. Es imposible establecer el significado fijo de un término, pero es posible establecer qué uso se hace de dicho término en un contexto lingüístico o “juego de lenguaje”. El lenguaje no es una representación idéntica de la realidad. Es un instrumento, una caja de herramientas que permite innumerables usos. Las funciones de las palabras son tan diversas como las funciones de las herramientas. Los usos posibles de las herramientas manifiestan estructuras, reglas gramaticales que hemos de seguir si queremos ser comprendidos. Cada juego de lenguaje comparte unas reglas que todos los jugadores deben respetar si quieren ser comprendidos. Está el juego del lenguaje jurídico, el de las matemáticas, etc. El lenguaje es como una “ciudad antigua” a la que se añaden nuevos barrios, nuevos usos como el lenguaje informático, el jurídico o literario que además, se van ampliando.

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La filosofía debe entender el lenguaje, clarificarlo, descubrir el uso lingüístico que hacemos cuando decimos algo. Lo importante no es corregir las proposiciones, sino comprenderlas; comprender, no lo que reflejan, sino la función que cumplen.

Los problemas filosóficos son malentendidos originados por usos incorrectos del lenguaje. Por ejemplo, creer que el lenguaje religioso es del mismo tipo que el lenguaje científico y que cuando hacemos afirmaciones religiosas estamos haciendo afirmaciones sobre hechos como las de la ciencia. “Dios existe” expresa más bien, una creencia o un deseo, pero no es una afirmación sobre un hecho. Algunas veces nuestras expresiones parecen referirse a algo corporal y presente. Entonces tendemos metafísicamente a creer que hablamos de sustancias o actividades espirituales. Sin embargo, esto es el resultado de un error que consiste en relacionar el significado con su referente (como hacia el primer Wittgenstein). Cuando utilizamos esta expresión fuera de su contexto lingüístico, de su juego de lenguaje, creamos un problema filosófico que se soluciona por disolución del mismo, cuando hacemos notar que estamos usando incorrectamente el lenguaje. Los problemas filosóficos no tienen solución sino “disolución”. Son enfermedades y la filosofía es una terapia cuyo método consiste en el análisis del lenguaje ordinario para detectar los errores en su uso cuando hablamos de las actividades del espíritu. De modo que tanto para el primer como para el segundo Wittgenstein los problemas filosóficos siguen sin tener solución, solo disolución. Las cuestiones éticas o filosóficas sí tienen sentido, son cuestiones profundas e incluso de la mayor importancia. Como dice Wittgenstein, “lo que no pude decirse resulta ser más importante que lo que puede decirse”. Pero la tarea del filósofo debe ser solamente delimitar el campo de “lo decible” y “luchar contra el embrujamiento de nuestra mente por el lenguaje”. Este segundo Wittgenstein se da cuenta de que el lenguaje no es un espejo del objeto que sirva únicamente para mostrar la esencia o el concepto estático y fijo de Platón, sino que sirve para expresar una multiplicidad de realidades o juegos de lenguaje distintos que expresan perspectivas distintas al modo de Ortega. Sorprende que habiéndose abierto a la multiplicidad de los juegos, acercándose a la metáfora que Nietzsche reivindicaba, caiga de nuevo en el pesimismo y quiera volver a encerrarse en los límites de lo decible. Parece que tuviera miedo de vivir en el sinsentido, que sin embargo ha reconocido que es lo más importante.

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