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Traducido por:
Grupo Leyendas Oscuras
Grupo de Correctores y Traductores
Trufa - Aicitel - Ppena - Roux Maro - Erikagjasso - Joanammc - Rous - Adda - Tesa -
Rihano - Vero202 - Ishtarwica
Corrección Final
Mausi
Diseño
Madri
Capítulo 1
Ocho y veinte de la tarde, hombre caucasiano, de cinco con diez pies de altura,
pesado, en la veintena, saliendo de un Honda Civic blanco, murmuró Austin
Erickson en su minigrabadora. Ajustó la mira telescópica nocturna de sus
binoculares y aumentó el zoom sobre el sujeto a través del aparcamiento. El tipo no
parecía ir armado. Más importante aún, llevaba una taza tamaño grande de café
gourmet y una bolsa de donuts. Bastardo afortunado. Normalmente, eso se
consideraría… bueno, normal. Pero éste era el aparcamiento del Vampire Digital
Network. Nada aquí era normal. Especialmente después de la puesta del sol.
Austin cambió sus binoculares por una cámara de 35mm. y tomó una foto del tipo.
-El sujeto es humano. Va a entrar.
¿Un tipo tomando el desayuno dentro de la DVN?. ¿No se daba cuenta de que él
podría ser el desayuno?. Un haz de luz cruzó el aparcamiento, después lentamente
desapareció cuando la puerta se fue cerrando. Estaba oscuro de nuevo. Austin
había aparcado su Acura negro en una esquina en la sombra de un solar en
Brooklyn. El gran almacén que contenía la DVN estaba oscuro, todas las ventanas
estaban ennegrecidas por fuera. Sólo tres letras, DVN, brillaban con luces
fluorescentes rojas sobre la puerta de entrada principal laqueada en negro.
Con un suspiro, dejó caer su cámara en el asiento del pasajero. Supuso que el tipo
estaría a salvo. Austin había estado vigilando la emisora de televisión, propiedad
de los vampiros, durante cuatro noches, y cada noche, varios humanos se
aventuraron dentro. Su conclusión... la DVN realmente empleaba a un puñado de
mortales. ¿Sabrían los pobres inocentes que estaban trabajando para criaturas
malignas?. ¿Estaban siendo controlados mentalmente?. Tal vez los vampiros les
ofrecían un genial seguro dental. Cualquiera que fueran los motivos para estar allí,
por lo que Austin podía ver, todos los humanos salían cerca de las cinco de la
mañana todavía vivos y aparentemente con buena salud. Era raro, pero claro,
había un montón de cosas raras en el mundo de los vampiros.
Él se había enterado de su existencia aproximadamente hacía seis semanas cuando
el oficial de operaciones de la CIA Sean Whelan lo había trasladado al equipo
Estacar. Sean le había explicado que estos vampiros eran asesinos crueles, así que
Austin estaba ansioso por proteger a los inocentes. Él había esperado acción, un
montón de acción, clavando estacas de madera en asquerosas criaturas verdes con
carne putrefacta y frentes llenas de bultos. En lugar de eso, se había encontrado
vigilando la emisora de televisión donde los vampiros parecían y actuaban de
forma demasiado similar a los humanos.
De hecho, la única manera en la que Austin podía distinguir a un humano de un
vampiro era mirándolo a través de la cámara de 35 mm. Ambos, los vivos y los no
muertos aparecían en una cámara digital, pero los vampiros nunca aparecían en
una de 35 mm. por la misma razón por la que nunca aparecían en un espejo. Su
imagen no podía reflejarse.
Él puso la 35 mm. en el suelo delante del asiento del pasajero. El resto de su equipo
estaba allí... las gafas de visión nocturna, la cámara digital con lentes nocturnas, la
Glock con balas de plata, su ordenador portátil, y su nueva favorita, su cámara de
vídeo CV-3. Dios mío, le encantaba trabajar para la CIA. Tenía el equipo más guay.
También había sido provisto de una caja de estacas de madera. Hechas en China
por una compañía que se especializaba en palillos chinos. La caja estaba situada
encima del asiento trasero de su coche, abierta y preparada para emergencias.
Abrió su portátil en el asiento del pasajero e introdujo la frecuencia secreta para
recibir la transmisión de la DVN. La imagen apareció en la pantalla. Bueno,
todavía estaban dando las noticias de los vampiros. Y totalmente gratis.
Naturalmente ellos suponían que nadie podía descifrar sus transmisiones secretas,
y no lo habían puesto en conocimiento de los guardias que vigilaban alrededor de
sus instalaciones. Era un indicativo de lo que Austin consideraba su debilidad más
obvia. Su arrogancia. Apretó el control de sus diez gigas y comenzó a grabar.
Ésta era su misión... mantener vigilada la DVN, adquirir información, y lo más
importante, enterarse del paradero de la hija de Sean, que era mantenida
prisionera. La última vez que habían visto a Shanna fue hacía ocho días en Central
Park. Ella estaba rodeada de un ejército de vampiros escoceses. A Austin, le había
parecido una cautiva voluntaria, pero Sean insistía en que le habían lavado el
cerebro. Totalmente superados en número, el equipo Estacar se había visto
obligado a retirarse, dejando atrás a Shanna Whelan.
Sean estaba furioso. Él vigilaba la casa de Roman Draganesti todas las noches, pero
hasta ahora, no había señales de su hija. Él había ordenado a Garrett que vigilara la
Asamblea Rusa en Brooklyn. Alyssa vigilaba Industrias Romatech. La chica nueva,
Emma, coordinaba la oficina en Midtown y rastreaba los partes policíacos en busca
de cualquier cosa que indicara actividad vampírica. Y Austin vigilaba la DVN... las
instalaciones y las transmisiones.
Enfocó con su cámara de vídeo CV-3. Las lentes especiales HUD le mostrarían la
información liberándole de tener que vigilar la pantalla del ordenador. Él podría
continuar escudriñando el aparcamiento mientras la DVN emitía la imagen en una
pantalla virtual delante de sus ojos.
Según el locutor de la DVN, la Asamblea rusa era un lío. Algunos de los miembros
masculinos de la Asamblea se negaban a aceptar a dos féminas como Señoras.
Podía estallar una guerra civil. Austin se sonrió. Dejad a los babosos vampiros
matarse los unos a los otros.
Vertió una taza de café de su termo. Sagrado chute de cafeína, desearía que fuera
de gourmet. Y unos bocadillos estarían bien. Debería haberle confiscado los donuts
a ese tipo como evidencia. Mientras bebía, empezaron a pasar un anuncio
publicitario. Una sexy fémina exigía su sabrosa bebida de sangre baja en azúcar y
colesterol. Sangre Light.
Austin se atragantó, rociando café por todo el salpicadero antes de conseguir
tragar. Mierda, ¿comida de dieta para demonios?. Agarró una servilleta vieja para
secar el desastre. Lo siguiente era un programa de entrevistas a vampiros famosos,
presentado por Corky Courrant. Observó el pecho de la presentadora. Tenían que
ser implantes.
Su atención se desvió cuando una imagen brilló intermitentemente en la pantalla al
lado de la cabeza de Corky. Una foto de Draganesti.
-¡Nunca lo creerían!- Exclamó ella con una sonrisa amplia. -¡El soltero más
codiciado de América se casa!. Sí, Roman Draganesti, el Señor de la Asamblea de
Vampiros de la Costa Este, el millonario inventor de la sangre sintética y de la
Fusion Cuisine, y Director General de Industrias Romatech ha anunciado su
compromiso. ¡Y nunca creerían quién es la afortunada novia! ¡No cambien de
canal!-. Otro anuncio publicitario empezó, éste era una pasta de dientes especial
para vampiros, garantizada para blanquear sus colmillos o le devolvían su dinero.
Austin se preguntó si habría vampiras en casa, llorando a moco tendido por sus
malignos ojos porque el supersoltero Roman Draganesti se casaba con alguna otra.
Todo ello sonaba demasiado raro. ¿Podían enamorarse de verdad los vampiros?.
¿Y dónde harían sus votos matrimoniales?. Con toda seguridad, los demonios no
iban a la iglesia. ¿Y cómo podían prometerse "hasta que la muerte nos separe" si ya
estaban muertos?.
Una cosa era segura. Mejor que la novia no fuera Shanna Whelan. Sean se pondría
hecho un basilisco. Probablemente detonaría un camión lleno de C4 en el Upper
East Side, donde estaba la casa de Draganesti.
El programa de Corky comenzó de nuevo. Otra foto fue mostrada.
-¡Oh, mierda!-. Austin hizo una mueca. Era una foto de Draganesti y Shanna
Whelan juntos.
-¿Pueden creerlo?-, chilló Corky. -¡Roman Draganesti se casa con una mortal!-.
Bendito matrimonio. Austin se sacó la cámara de vídeo CV-3 y la dejó caer a un
lado de su portátil. Era la peor noticia posible. Con un gemido, se inclinó hacia
adelante y se golpeó la frente contra el volante. Sean querría tomar represalias. Y
sólo había cinco agentes en el equipo Estacar. Estaban demasiado superados en
número como para hacer nada en público. Y todavía no sabía dónde estaba
Shanna. Ese maldito Draganesti la tenía escondida.
Austin estaba demasiado tenso como para quedarse sentado en el coche. Tenía que
hacer algo. El disco externo todavía estaba grabando, así que no era necesario que
se quedara allí quieto. Él miró alrededor del aparcamiento. Había treinta y siete
coches, y la mayor parte de ellos pertenecían a no muertos. Si echaba una ojeada a
sus matrículas, podría obtener sus nombres y empezar a recopilar una base de
datos de vampiros conocidos.
Agarró la cámara digital y salió del coche. Casi había terminado de sacar fotos a las
matrículas cuando el destello brillante de unos focos delanteros rasgaron la
oscuridad. Otro coche entraba en el aparcamiento. Un sedán Lexus negro de cuatro
puertas.
Manteniéndose agachado, Austin se movió como una flecha escondiéndose de un
coche a otro hasta que tuvo una vista clara de dónde aparcaba el Lexus. Extendió el
zoom de la lente de la cámara sobre una matrícula de Nueva York y
silenciosamente disparó la cámara.
La puerta del conductor se abrió, y un hombre alto vestido con un traje caro salió.
Austin tomó una foto. Después, la puerta del pasajero se abrió, y una joven mujer
dio un paso fuera. Joven, mi culo. Austin apretó los dientes mientras disparaba una
foto. Ella podría vestirse como una adolescente con su falda a cuadros y medias de
red, pero si era un vampiro, podía ser más antigua que la suciedad.
Desafortunadamente, no había forma de que pudiera asegurar si estaban vivos o
no muertos con la cámara digital. Necesitaba la 35 mm. Corrió de regreso al coche,
manteniéndose a la sombra de una pared alta de ladrillos. Entonces, lo oyó. Una
tercera puerta del coche cerrándose. Avanzó poco a poco rodeando un SUV grande
y captó un vistazo de un cabello rubio. La última vez que había visto a Shanna,
estaba rubia. ¿Podría ser ella?. Se acercó lentamente, manteniéndose agachado. Se
quedó con la boca abierta. No era Shanna.
Ella era la perfección.
Santo dios. Él siempre se había considerado un hombre de rostros, o más
importante aún, un hombre que miraba primero a los ojos de una mujer para
vislumbrar su alma. Aquí no era posible, porque sólo podía verla de perfil. Su
nariz era menuda y aniñada, pero su boca era ancha y femenina. Una combinación
explosiva, y definitivamente le fundía los fusibles. Él tomó algunas fotos.
Su largo pelo era una mezcla de marrón dorado, miel, y rubio aclarado por el sol.
Lo llevaba retirado de la cara con peinetas que relucían en la oscuridad y
suplicaban ser retiradas. Un pelo que por sí sólo se merecía unas cuantas fotos.
Calculó que medía cerca de cinco pies con nueve de estatura. Tenía que ser alta
porque, sobre los coches, se veía desde su cabeza hasta sus pechos dulcemente
curvados. Sagradas glándulas mamarias, eran suficientes para convertir a un
hombre de caras en un hombre de pechos. Gracias a Dios por los teleobjetivos.
Ella salió del coche, alejándose de él con sus piernas aparentemente interminables.
Su falda ajustada tenía una raja por detrás que se abría con cada paso revelando
unas pocas pulgadas de un delgado muslo. Mierda, era bastante como para
convertir a un recién convertido hombre de pechos en un hombre de piernas.
Pero entonces, notó como su apretada falda perfilaba sus caderas y su culo. Santo
pastelito. Valían una foto o dos. Y ciertamente era suficiente como para convertir a
un hombre de piernas en un experto en culos magníficos.
Espera un momento. Ese traje azul no parecía algo que un vampiro llevaría puesto.
Normalmente intentaban conseguir una apariencia más vistosa. ¡Por supuesto!. No
podía ser una vampira. Se la veía demasiado vibrante para ser una no muerta.
¿Qué ocurriría si fuese inocente y los dos que iban con ella fueran vampiros?.
Podían estar entregándola en una guarida de demonios. Maldición. No en su
guardia.
Se enderezó, luego se detuvo con un silencioso gemido. Idiota. Estaba dejando que
su polla guiara su mente. La maravillosa mujer no era una prisionera. Ella
caminaba hacia la entrada de DVN con decididas zancadas de sus largas piernas.
Tenía que saberlo. ¿Vampiro o mortal... qué era ella?. El trío había alcanzado la
entrada de la DVN. Austin fue rápidamente al coche, abrió bruscamente la puerta,
y agarró la 35 mm. Miró atentamente a través del visor. Totalmente negro.
Mascullando una maldición, quitó la tapa de la lente y levantó la cámara de nuevo.
Nada. La puerta de la DVN estaba abierta, pero allí no había nadie. Bajó la cámara.
Ahora podía ver al hombre sujetando la puerta abierta y a la mujer más baja
entrando. Definitivamente eran vampiros. ¿Pero, y la maravillosa rubia?.
¡Mierda!. La había perdido. Se subió al coche, sobresaltándose cuando sus
pantalones vaqueros cortaron su hinchada ingle. Tenía que ser humana. Él no
podía estar así de encendido por una demonio muerta. ¿O sí?.
***
Darcy Newhart fue abruptamente detenida en el vestíbulo de DVN. Apenas podía
ver la decoración negra y roja por lo abarrotado que estaba el cuarto. Allí había
más de cincuenta vampiros, todos farfullando con excitación. ¿Dios mío, todos
ellos buscaban el empleo?.
Gregori chocó bruscamente contra ella desde atrás. -Lo siento- murmuró, con su
mirada vagando por el cuarto.
-No esperaba tanta gente-. Sus manos temblaban mientras aseguraba las peinetas
que mantenían su largo pelo sujeto hacia atrás. Comprobó su portafolios de cuero
una vez más. Su currículum, pulcramente escrito a máquina, todavía estaba allí, al
igual que cinco minutos antes. ¿Cómo podría competir con tantos?. ¿A quién
quería engañar?. Nunca obtendría este trabajo. Los familiares tentáculos de pánico
la aprisionaron, comprimiendo el aire de sus pulmones. Nunca sería libre. Nunca
podría escapar.
-Darcy- la tajante voz de Gregori interceptó el creciente pánico. Él esperó hasta que
ella le miró a los ojos y entonces le dirigió La Mirada.
En el primer año de su forzado confinamiento, Gregori se había convertido en un
buen amigo y en su soporte, diciéndole repetidamente, éste es el único mundo que
tienes ahora. Afróntalo. Ahora, él sólo tuvo que mirarla para recordarle que debía
ser fuerte. Asintió con la cabeza y enderezó los hombros. -Estaré bien-.
Sus ojos café mostraron alivio. –Sí-.
Maggie ajustó los pliegues de su corta falda a cuadros. -Estoy tan nerviosa. ¿Qué
ocurre si veo a Don Orlando?. ¿Qué le diré?-.
-¿Don qué?-, preguntó Gregori .
-Don Orlando de Corazón-, Maggie repitió su nombre en un susurro reverente. -Es
la estrella de “Mientras el mundo vampiro gire”-.
Gregori frunció el ceño. -¿Por eso viniste?. ¿Para babear por las estrellas?. Pensé
que querías darle apoyo moral a Darcy-
-Así es-, insistió Maggie. -Pero después, pensé que si Darcy podía encontrar un
trabajo, quizás yo también podría. Así que decidí hacer una prueba para una
telenovela-..
-¿Quieres ser actriz?-, preguntó Gregori .
-Oh, no sé nada sobre actuar. Únicamente quiero estar con Don Orlando-. Maggie
apretó las manos contra su pecho y soltó un largo suspiro. -Es el hombre más sexy
del mundo-.
Gregori le dirigió una mirada dubitativa. -Vale. Que tengas suerte. Perdóname-.
Agarró del brazo a Darcy y la apartó unos pocos pasos.
-Tienes que ayudarme. Las mujeres del harén me están volviendo loco-.
-Bienvenido al club. Estoy lista para ser encerrada en una celda de paredes
acolchadas desde hace cuatro años-.
-Lo digo en serio, Darcy-.
Bufó. También ella. Llegó al límite de su cordura cuando descubrió la existencia de
los vampiros. ¿Cómo una mujer moderna podía verse forzada a vivir en el harén
de un vampiro y obedecer las ordenes de un Señor? Era más de lo que ella podía
aguantar.
Trató de escapar una vez, pero Connor le siguió la pista y la teletransportó de
regreso, como una mascota perdida. Aun ahora, la humillación le resolvía el
estómago. Su nuevo Señor, Roman, le echó un implacable sermón. Era demasiado
conocida. El mundo mortal creía que estaba muerta. Por su trabajo en la televisión
mortal, millones de personas conocían su cara. Tenia que permanecer oculta. Pero
las buenas noticias eran que estaría a salvo y protegida dentro de los confines de su
harén. Roman se lo explicó todo, serena y amablemente, mientras ella
silenciosamente echaba humo por las orejas y quería gritar.
Atrapada. Durante cuatro largos años. Al menos el reciente compromiso de Roman
la había puesto de buen humor. Él finalmente había estado de acuerdo en dejarla
aventurarse a salir al mundo, mientras fuese el mundo vampiro.
-No puedo soportarlo-. Gregori le dirigió una mirada desesperada. Darcy supo que
él ya lamentaba su oferta de alojar al harén recién repudiado por Roman. -Me llevó
una semana trasladar el equipaje. La princesa Joanna tenía cincuenta y dos cajas. Y
Cora Lee, tantos pantalones cortos...-.
-Treinta y cuatro-. masculló Darcy . -Son todos esos miriñaques que lleva puestos.
Ocupan gran parte del cuarto-.
-Un cuarto que no tengo-, Gregori se pasó una mano a través de su espeso pelo
castaño. -Cuando me ofrecí a acogerlas, no me imaginé que vendrían con tantas
tonterías. Y están actuando como si tuviesen intención de quedarse para siempre-.
-Te entiendo. Yo también estoy atrapada-. Diez mujeres apiñadas en dos
dormitorios, compartiendo un cuarto de baño. Una pesadilla. Pero
desafortunadamente, sobrellevar el horror no era nada nuevo para Darcy.
-Lo siento, Gregori, pero no sé cómo ayudarte-.
-Les puedes enseñar a ganarse la vida-, murmuró él. -Animarlas a que sean
independientes-.
-No me escucharán. Me consideran a una intrusa-.
-Puedes hacerlo. Maggie ya está siguiendo tu ejemplo-. Él colocó una mano sobre
su hombro. -Tengo fe en tí-.
Ojala ella tuviese algo de fe en sí misma. Hubo un tiempo en que ella emanaba
confianza. Inspiró profundamente. Necesitaba que regrese esa vieja Darcy.
Necesitaba este trabajo.
Gregori echó un vistazo a su reloj de pulsera. -Tengo una cita dentro de treinta
minutos, así que te recogeré más tarde-. Miró alrededor del cuarto y sonrió
abiertamente. -Creo que estoy viendo algunas nenas que conozco-.
Darcy sonrió mientras él se daba una vuelta. Gregori era una persona fascinante.
Nunca habría sobrevivido sin su amistad.
Maggie se acercó, con el ceño fruncido arrugando su joven rostro. -Hay tantas
personas aquí. Y parecen más … espectaculares que yo-.
-No te preocupes. Estás adorable-. Al principio de su encierro, a Darcy le había
escandalizado la forma de vestir de las mujeres del harén. Todas ellas estaban
atrapadas en su particular bucle temporal, todavía aferradas a las modas que
habían conocido como mortales. Ella las había animado a que modernizaran sus
gustos, pero sólo Maggie y Vanda se mostraron dispuestas a idear nuevos looks
para sí mismas. El vestuario usual de Maggie era una falda corta a cuadros, medias
de rejilla, y un suéter negro apretado para resaltar su abundante pecho.
Darcy volvió a mirar la mostrador de la recepción. Parecía estar a un kilómetro de
distancia. Apretando firmemente el portafolio contra su pecho, zigzagueó a través
del gentío con Maggie siguiéndola un poco detrás. Los vampiros se habían reunido
en grupos, charlando y gesticulando frenéticamente con las manos. Darcy pasó a
un grupo, notando los fantásticos maquillajes y ropajes que mostraban demasiada
piel. Uff. ¿Qué diablos había sucedido con los hombres viriles?. Volvió a examinar
a las mujeres.
-¿Que ha pasado con Gregori?-. Maggie miró sobre la gente, sus ojos abiertos por la
preocupación. Su baja estatura facilitaba que ella se perdiera entre la gente.
Darcy lo divisó con un grupo de mujeres, todas ellas con el pelo teñido de colores
antinaturales. Rodeándole como un arco iris. Cuando él sonrió y les habló, ellas se
rieron a carcajadas.
-Él está bien-. Tal vez los propósitos de esas mujeres de pelo verde, azul, y rosa
eran salvajes e inmorales, pero ella pensaba que parecían un clan de suaves “Ositos
Amorosos”. ¡Hola!. Mi nombre es Vampira Amorosa. ¿Necesitas un abrazo. Borró
la imagen con un estremecimiento. Dios mío, había estado encerrada demasiado
tiempo.
La recepcionista se pintaba las uñas de un rojo sangre brillante haciendo juego con
los reflejos de su pelo. -Si está aquí para las audiciones, inscríbase y aguarde su
turno-. Apuntó con una uña recién pintada hacia el portapapeles.
Maggie estudió el portapapeles, con los ojos muy abiertos. -Dulce María, tengo el
número sesenta y dos-.
-Sí, es igual todas las noches-. La recepcionista se sopló las uñas. -Pero no tendrá
que esperar mucho tiempo-.
-Vale-, dijo Maggie y añadió su nombre al final de la lista.
-¿Y usted qué?-. La recepcionista arrugó la nariz ante el conservador traje de
Darcy.
-Tengo una cita con Sylvester Bacchus-.
-Sí, vale. Si está aquí para un trabajo de actriz, tendrá que aguardar su turno-. La
recepcionista señaló el portapapeles.
Darcy pegó una sonrisa en su cara. -Soy periodista profesional, y el Sr. Bacchus me
espera. Mi nombre es Darcy Newhart-.
La recepcionista resopló transmitiendo lo poco impresionada que estaba, luego
comprobó un papel de su escritorio. Su boca se abrió involuntariamente. -De
ninguna jodida manera-.
-¿Perdón?-, preguntó Darcy .
-Usted está en la lista, pero...-. La recepcionista entrecerró sus ojos. -¿Está segura de
que usted es Darcy Newhart?-.
-Sí. ¿Quién otra podría ser?-. La sonrisa de Darcy se marchitó.
-Bien, esto es jodidamente raro. Creo que más vale que le vea. La tercera puerta de
la izquierda-.
-Gracias-. No era un buen comienzo. Darcy aplastó un sentimiento de fatalidad.
Rodeó el escritorio y avanzó con paso decidido por el vestíbulo.
-Llame primero-, gritó la recepcionista con su voz nasal. -Él puede estar en medio
de una audición-.
Darcy miró hacia atrás. La recepcionista estaba repantigada en la silla, meneando
los dedos en el aire mientras admiraba el esmalte de sus uñas. Maggie dirigió a
Darcy una sonrisa alentadora. Ella le devolvió una débil sonrisa, respiró
profundamente, y llamó a la puerta.
-Entre-, gritó una voz brusca .
Entró en el cuarto y empezó a cerrar la puerta. Detrás de ella, se oyó un curioso
sonido. ¿Una cremallera?.
Se dio la vuelta para enfrentar a Sylvester Bacchus. Parecía tener alrededor de unos
cincuenta años mortales, sin embargo no había manera de calcular su edad como
vampiro. En su mayor parte era calvo, él había asumido su condición conservando
el resto de su pelo corto. Su bigote y barba estaban cuidadosamente recortados y
arreglados, su pelo negro estaba salpicado de gris. Sus ojos café inmediatamente la
examinaron, enfocando la atención en su pecho demasiado tiempo.
Ella levantó su portafolios de piel para bloquear la vista. -¿Qué tal?.Soy...-.
-Es nueva-. Su mirada se desplazó a sus caderas. -No está mal-.
Su cara enrojeció mientras se debatía sobre las ramificaciones a largo plazo de
empezar una entrevista de trabajo dando una bofetada al potencial empleador. Su
dilema fue interrumpido cuando advirtió una cabeza rubia izándose lentamente
por detrás del escritorio.
-Lo siento-, Darcy se retiró hacia la puerta. -No me di cuenta de que estaba
ocupado-.
-No importa-. El Sr. Bacchus miró a la rubia. -Eso es todo, Tiffany … puedes
limpiar mis zapatos otro día-.
Ella asintió con la cabeza. -¿Quiere que también le haga los zapatos?-.
-No-, rezongó él . -Únicamente vuelve dentro de una semana-.
Darcy se percató de que realmente había oído una cremallera. Dios mío, si así era
como se desarrollaban las audiciones, tenía que advertirle a Maggie. Siempre había
tenido la impresión de que los vampiros preferían el sexo vampírico, un ejercicio
puramente mental que era considerado mejor que el torpe y sudoroso sexo mortal.
Obviamente, el Sr. Bacchus poseía una mente más abierta. Y una cremallera más
abierta.
Entretanto, Tiffany había saltado sobre sus pies y se presionaba sus enormes
pechos con las manos. -¿Quiere decir que debo volver?-.
-Por supuesto-. El Sr. Bacchus le palmeó el trasero. -Cierra al salir-.
-Sí, Sr. Bacchus-. Tiffany ejecutó un paseo asombroso hacia la puerta, logrando
balancear sus caderas y manosear sus pechos al mismo tiempo. Se inclinó para
girar la manivela de la puerta, sacando culo y arqueando la espalda como si el acto
de abrir la puerta pudiera provocarle un ataque de éxtasis orgásmico. Ella se
detuvo en la mitad de la puerta para lanzar una seductora sonrisa al Sr. Bacchus,
luego se deslizó por el vestíbulo.
Darcy mantuvo su cara cuidadosamente en blanco aunque hervía de furia por el
espectáculo. Debería haber sabido que la Vampire Digital Network adoptaría
arcaicas y chauvinistas reglas de comportamiento. Todo en el mundo vampiro era
igual. La mayor parte de las mujeres vampiro tenían al menos cien años de edad.
Habían pasado muchos siglos, así que no conocían los avances que las mujeres
mortales habían hecho. No querían saberlo. Estaban completamente seguras de
que su mundo era inmensamente superior.
La consecuencia final era trágica. Las mujeres vampiras no tenían ni idea de lo mal
que eran tratadas. Simplemente aceptaban su destino como algo normal. Darcy les
había hablado a las damas del harén acerca de las valientes mujeres que habían
sufrido para conseguir el derecho al voto. Su apasionado homenaje había sido
descartado como un ridículo sin sentido. Nadie era elegido como Señor de la
Asamblea por votación en el mundo vampiro. Qué horriblemente plebeyo.
Pero éste era el mundo en el que ella estaba atascada. Y ya que la DVN era la única
emisora de televisión en el mundo vampiro, le proporcionaba la única oportunidad
para el tipo de trabajo que deseaba desesperadamente. Y de la independencia que
deseaba ardientemente. Así que tenía que ser educada con el Sr. Bacchus. Aunque
éste fuera un cerdo sexista.
-Entra. No seas tímida-. El Sr. Bacchus se echó hacia atrás en su silla y apoyó los
pies en el escritorio. -Y cierra la puerta, así podremos tener algo de intimidad-. Él le
guiñó el ojo.
El ojo de Darcy empezó a moverse con un tic nervioso, y ella rezó para que no
pareciera que le devolvía el guiño. Cerró la puerta y se acercó a su escritorio. -
Encantada de conocerle, Sr. Bacchus. Soy Darcy Newhart, periodista profesional de
televisión-. Extrajo su curriculum vitae de su portafolio y lo colocó en su escritorio.
-Como puede ver...-.
.¿Qué?-. Él bajó los pies al suelo. -¿Usted es Darcy Newhart?-.
-Sí. Verá en mi currículum que tengo...-.
-Pero es una mujer-.
Su ojo sufrió un tic otra vez. -Sí, lo soy, y como usted puede ver...-, ella señaló hacia
un apartado del resumen de su CV -...trabajé varios años en una emisora local de
noticias en esta ciudad...-.
-¡Coño!-. El Sr. Bacchus golpeó con un puño el escritorio. -Se suponía que usted era
un hombre-.
-Le aseguro que he sido una mujer toda mi vida-.
-¿Con un nombre como Darcy?.¿Quién demonios llama a una chica Darcy?-.
-Mi madre lo hizo. A ella le gustaba mucho Jane Austen...-.
-¡Entonces porque no le puso Jane!.¡Mierda!-. El Sr. Bacchus volvió a reclinarse en
su silla para mirar encolerizado hacia el techo.
-Si mirara el resumen de mi CV, vería que estoy más que calificada para un puesto
en Noticias de la Noche-.
-Usted no está calificada-, masculló él. -Es una mujer-.
-No entiendo que tiene que ver mi sexo para...-.
Él se meció hacia adelante repentinamente, inmovilizándola con una mirada
centelleante. -¿Ha visto usted alguna vez una mujer en Noticias de la Noche?-.
-No, pero esta sería una oportunidad ideal para rectificar ese error-. ¡Huy! Mala
elección de palabras.
-¿Error?. ¿Está chiflada?. Las mujeres no hacen Telediarios-.
-Yo lo hice-. Ella dio un golpecito con un dedo en su curriculum vitae.
Él la miró de arriba a abajo. -El mundo mortal. ¿Qué diablos saben ellos?. Su
mundo está hecho un lío-. Él hizo pedacitos su CV y lo tiró a un lado.
El corazón de Darcy bajó hasta su estómago. -Me podría contratar un mes a
prueba, así podría probar mi capacidad ...-.
-De ninguna manera. Stone haría trizas este lugar si intento emparejarlo con una
co-presentadora femenina-.
-Entiendo. Él es un excelente presentador de telediarios-. Aburrido como una
piedra sería más correcto. -Pero Stone cuenta todas historias, mónoto.... quiero
decir, hablando los treinta minutos enteros-.
-¿Y?-.
-Noticias de la Noche sería más emocionante y dinámico si incluyera crónicas de
corresponsales en el terreno. Esa era mi especialidad, y me encantaría...-.
-Estaba considerando hacerlo. Y pensaba contratarla, pero ha resultado ser una
mujer-.
Su corazón cayó unas pulgadas más abajo. -No puedo ver ...-.
-Las noticias son un asunto serio. No podemos tener a mujeres presentándolas. La
gente se perderían lo importante, porque estarían mirando sus estimulantes tetitas-
.
Sus hombros se desplomaron, llevándose sus alegres tetitas con ellos. Este era... el
impenetrable muro de chauvinismo machista de los vampiros, y una vez más, se
había estrellado de lleno contra eso. Si tan sólo pudiera darle con un mazo. O con
un bate de béisbol en la cabeza de huevo del Sr. Bacchus. -Podría trabajar detrás de
las cámaras. Solía escribir mi propio ...-
-¿Puede escribir?-.
-Sí-.
-¿Puede ser divertida?-.
-Sí-. Sus reportajes habían sido considerados divertidos.
Él la miró con detenimiento. -Me parece alguien inteligente-.
Su ojo volvió a temblar por el tic. –Gracias-.
-Estamos desbordados todas las noches de gente deslumbrante que quiere estar
delante de la cámara. Encontrar a alguien con inteligencia y experiencia para
trabajar detrás de las cámaras es nuestro mayor problema-
-Soy muy buena solucionando problemas-.
-¿Lo es?. Entonces le diré lo que realmente necesito para la DVN-. Se inclinó hacia
adelante. -Necesito un gran lanzamiento-.
¿Con un bate de béisbol?. -¿Quiere decir un nuevo programa?-.
-Sí-. El Sr. Bacchus se puso de pie y deambuló hacia el mueble bar pegado a la
pared. -¿Se da cuenta de que desde que la DVN está en el aire, nuestra
programación no ha cambiado?-.
-A todo el mundo le encantan sus programas. Especialmente las series-.
-¡Es aburrido!. Mire esto-. Él señaló al tablón donde aparecía el horario de la DVN.
-Cada jodida noche, es lo mismo. Comenzamos a las ocho en punto con “Noticias
de la Noche” con Stone Cauffyn. Después, a las ocho treinta, “En directo con los no
muertos”, nuestra programa de chismes de famosos-.
-Con Corky Courrant. La vi hace algunas semanas en el Baile Inaugural de Gala-.
El Sr. Bacchus giró sobre sí mismo hacia ella, sus ojos bien abiertos. -¿Fue invitada
al baile?-.
-Sí. Solía estar vinculada a Roman Draganesti-.
-¿Cómo?-.
-Trabajé a media jornada en Romatech-. Ella se había negado a aceptar una
asignación de Roman, así que Gregori había dispuesto que trabajara en la
trastienda de Romatech algunas noches a la semana. Roman le había dado el visto
bueno, con tal de que ningún mortal la viera nunca.
-Draganesti es uno de nuestros mejores patrocinadores-. El Sr. Bacchus la miró,
rascándose la barba. -¿Cómo de bien le conoce?-.
Un sonrojo se extendió por sus mejillas. -Vivía en su casa-.
-¿De verdad?. ¿Estaba en su harén?-.
-Yo... podría decirse que sí-. Pero ella nunca lo haría.
-Hmm-. La ardiente mirada del Sr. Bacchus recorrió su cuerpo. Claramente, sus no
descubiertas habilidades estaban siendo reconsideradas.
Ella levantó su barbilla. -¿Estábamos hablando del horario?-.
-Oh, sip-. Él volvió al tablón. -En el espacio de las nueve en punto, tenemos
“Mientras el mundo vampiro gire”, protagonizado por Don Orlando de Corazón.
Después a las diez, tenemos “Todos mis Vampiros”, y a las once, “Morgue
General”. ¿Pero qué ocurre a medianoche?-. Él señaló con el dedo al espacio en
blanco del tablón.
Darcy frunció el ceño. No había nada allí. ¿Qué ponían a medianoche? A esas
horas, estaba normalmente en Romatech, sumergida hasta las orejas en el aburrido
papeleo.
-¡Nada!-. El Sr. Bacchus gritó. -Empezamos otra vez y repetimos el maldito horario
entero. ¡ Es patético!, La hora de la medianoche debería ser nuestro programa de
máxima audiencia, el plato fuerte. Pero no tenemos... nada-. Avanzó cansinamente
de regreso a su escritorio.
Darcy inspiró profundamente. Ésta era su oportunidad de demostrar su verdadera
valía. -Necesita un nuevo programa, pero no otra serie de enredo-.
-Eso es-. El Sr. Bacchus se paseó detrás de su escritorio. -Tal vez una serie de
policías. Un vampiro policía. Podríamos llamarlo Sangre y Desorden. Eso sería
distinto. ¿Qué piensas que deberíamos hacer?-.
Glup. Ella se devanó los sesos. ¿Qué causaba furor antes de que su mundo se
hiciese pedazos?. -¿Qué tal un reality show?-.
Se giró para ponerse frente a ella. -¡Me gusta!.¿Qué podría ser más real que los
vampiros?. ¿Pero cuál sería la premisa?-.
Su mente se quedó completamente en blanco. Maldita sea. Se sentó en una silla y
colocó el portafolio en su regazo para ganar algo de tiempo. Un reality show. ¿Qué
era auténticamente real?. ¿El nuevo dilema del harén?.
-¿Qué tal un harén repudiado y necesitado de un nuevo Señor?-.
-No está mal-. El Sr. Bacchus asintió con la cabeza. – Es jodidamente bueno, de
hecho. ¿Oye, no fue justo el harén de Draganesti el que fue puesto de patitas en la
calle?-.
-Sí. Corky hizo un reportaje sobre ello en “En directo con los no muertos"-. Pero
ninguna de las damas participó. Era demasiado humillante.
-Ya sabes, algunas de las damas del harén son famosas. ¿Puedes convencerlas para
participar en el programa?-.
-Yo...creo que sí-.
-¿Conoces a Draganesti realmente bien, verdad?-. La boca del Sr. Bacchus se
retorció en una sonrisa de suficiencia. -¿Puedes conseguir que nos alquile un gran
ático de lujo para la función?. Ya sabes, uno de esos ostentosos con una piscina en
la azotea-.
-Yo... supongo que sí-. Tal vez Gregori podría pensar en algo.
-Tiene que haber un jacuzzi. No puede haber un reality show sin jacuzzi-.
-Entendido-.
-¿Y tienes experiencia en televisión?-.
-Sí-, Darcy dirigió la mirada a la papelera que ahora contenía su pulcramente
mecanografiado curriculum vitae. -Me gradué en periodismo de televisión en la
Universidad del Sur de California y trabajé en esa zona durante varios años antes
de mudarme a Nueva York a un puesto en el Telediario de las cuatro, hora local...-.
-Estupendo, estupendo-. El Sr. Bacchus movió una mano en el aire para callarla.
-Mire, quiero ese reality show. Si puedes conseguirnos una locación elegante y
garantizarnos que el antiguo harén de Draganesti participará, entonces tienes el
trabajo como Directora-.
Su corazón dio un bandazo. ¿Directora de un reality show? Vale. Podía hacerlo.
Tenía que hacerlo. Era eso o nada.
-¿Así que puedes hacerlo?. ¿Conseguirías el ático de lujo y el harén?-.
-Sí-. Agarró su portafolio fuertemente con los nudillos blancos. -Será un placer-.
Ojalá que Dios la ayudase.
-Y no te olvide del jacuzzi-.
-Ni en sueños me atrevería-.
-¡Genial!. Tendré una oficina preparada para ti mañana por la noche. ¿Cómo
quieres llamar al programa?-.
Su mente corrió a gran velocidad, buscando un nombre jugoso. ¿Cómo cavar tu
propia tumba en menos de cinco minutos?.
-A ver, las mujeres seleccionarán al hombre perfecto para ser su nuevo Señor-.
El Sr. Bacchus se sentó sobre una esquina de su escritorio y se rascó la barba. -¿ El
Hombre Perfecto?. ¿O El Señor Perfecto?-.
No era lo suficientemente excitante. Darcy cerró los ojos brevemente para
concentrarse. Maggie pensaba que Don Orlando era el hombre perfecto. ¿Cómo le
había denominado ella?. -¿Qué tal “El hombre más sexy de la Tierra"?-.
-¡Excelente!-. El Sr. Bacchus sonrió abiertamente. -Y llámame Sly. Es más corto que
Sylvester-.
-Gracias … Sly-.
-Tiene que ser un éxito. No un simple programa, sino uno con giros y sorpresas-
-Sí, por supuesto-.
-Las audiciones serán fáciles. Como puedes ver en el vestíbulo, habrá montones de
vampiros masculinos intentando probar suerte en el programa-.
Darcy se sobresaltó. En cierta manera su idea del hombre más sexy del mundo no
incluía maquillaje. -¿Todos ellos tienen que ser vampitos?-.
Sly resopló. -Hablamos de los hombres más sexys de la tierra. Por supuesto que
serán vampiros-. Él caminó a grandes pasos hacia la puerta.
Por supuesto. Darcy se contuvo, apretando los dientes. Todo el mundo sabía que
los vampiros eran superiores en todos los aspectos. Una idea repentina iluminó su
mente. ¿Por qué no poner la afirmación de Sly a prueba?.
Ella sonreía mientras caminaba hacia la puerta. ¿Así que su jefe quería que el
programa incluyera algunos giros inesperados?. No habría problema.
Ella le daría una docena
Capítulo 2 Austin llegó temprano a la reunión del equipo Estacar, así tendría tiempo de
descargar las fotos que había tomado esa noche en la DVN. Abrió una puerta sin
letrero del sexto piso del edificio de la oficina federal. La mayor parte del piso
estaba ocupado por la Agencia Nacional de Seguridad, así que nadie se había
dado cuenta de que él actualmente estaba en la CIA. O de que estaba combatiendo
contra terroristas de la variedad no muerta.
El equipo Estacar se reunía cada tarde a las siete, antes de la puesta del sol, y se les
asignaban sus misiones individuales. Cuando pasó ante la oficina de Sean Whelan,
fuertes maldiciones se filtraron a través de las paredes. Genial. Sean debía haber
visto el material de la DVN que Austin le había enviado por correo electrónico a su
oficina. Definitivamente era un buen momento para evitar al jefe.
Austin se dirigió rápidamente hacia la zona donde él y el resto de miembros del
equipo tenían sus puestos de trabajo. No le sorprendió encontrar el lugar vacío.
Todos estaban exhaustos. Él no había tenido un día o una noche libre desde hacía
semanas. Descargó las fotos, luego las estudió en su monitor mientras la impresora
se ponía en marcha. Había montones de matrículas. Y montones de chicas de traje
azul, quienquiera que fuese. Había esperado hasta el amanecer, pero no había
logrado verla de nuevo. Maldición. Debió salir mientras él había ido a aliviarse. El
precio de beber demasiado café.
Bostezó mientras se pasaba las manos por el cabello desgreñado. El trabajo
nocturno hacía difícil encargarse de cosas tan mundanas como cortes de pelo. Y él
aún no había conseguido dormir adecuadamente durante el día. El monitor se
desdibujó ante sus agotados ojos. Necesitaba café. Se encaminó hacia el cuarto de
descanso.
-Buenas noches, Austin-, le dijo, Emma estaba sentada en una mesita redonda,
comiendo un yogur bajo en calorías y mirándole con ojos brillantes y vivaces.
Debería haber una ley contra la desbordante alegría en el lugar de trabajo. Su
pulcra camisa amarilla le recordó que él se veía como si hubiese dormido vestido.
Excepto que no había dormido demasiado. Refunfuñó y llenó una taza de café.
-Pobre, estás hecho una mierda-, continuó diciendo Emma, con su marcado acento
inglés.
Él gruñó, estaba demasiado cansado para enzarzarse en un altercado verbal.
Además, ella siempre ganaba. -¿Qué haces aquí tan temprano?
Ella lamió los restos de yogur de la cuchara de plástico. -Antes de empezar, quiero
obtener los informes policiales de anoche. Creo que estoy sobre algo-.
-¿Sobre qué?-.
-En los últimos meses, han habido varias llamadas a la policía de Central Park. La
persona que llamó informó que había visto que alguien estaba siendo atacado,
pero cuando la policía llegó, no logró encontrar a nadie que supiese algo-.
Austin frunció el ceño. -No es mucho. Podrían ser bromistas-.
-O podría ser real-. Emma le apuntó con la cuchara al plantear su tesis. -Y la
persona que llamó no recuerda nada, porque sus recuerdos fueron borrados por
los vampiros-.
-…supongo-. El control de la mente es una especialidad de los vampiros.
Exactamente por eso es por lo que el equipo Estacar era tan pequeño. Todos los del
equipo tenían que poseer algo de poder psíquico para resistir el control mental de
los vampiros. No sería posible luchar contra esas criaturas si les fuera posible
simplemente asumir el control de sus mentes. Hasta donde Austin sabía, Sean y él
poseían los mayores poderes del equipo.
-Piénsalo-.Emma lanzó el envase vacío de yogur a la basura. Encestó, por supuesto.
Ella estaba trabajando para el MI6 cuando Sean hizo los preparativos para su
traslado hacía una semana. -¿Si fueses un vampiro hambriento, no pescarías
víctimas en un lugar como Central Park?-.
-Supongo que sí-. Austin bebió un sorbo de su café.
-Así que anoche fui allí a echar una mirada-.
Él tragó saliva. -¿Fuiste tú sola?-.
-Sí. Tú llevas a cabo tus estacadas solo. ¿Por qué yo no?-.
-Porque ir en busca de vampiros a Central Park no es una estacada. Podrías
haberte encontrado con uno de ellos-.
Ella puso sus ojos en blanco. -Esa era la idea. No te preocupes. Llevé unas cuantas
estacas-.
Austin resopló. -¿No has leído los informes? Estos vampiros son súper-rápidos y
súper-fuertes-.
Ella fue hasta el frigobar y sacó una botella de agua. -Sé cuidarme sola-.
-Lo sé-. La única vez que había tenido una sesión de entrenamiento con ella, él se
había encontrado de espaldas en el suelo con estrellas girando alrededor de su
cabeza. -Pero creo que no deberías ir sola-.
-¿Por qué no?-. Abrió el tapón de la botella. -Probablemente ellos buscan mujeres
solas-.
-Espera un momento. ¿Estás tendiendo una trampa contigo como cebo?-.
Ella se encogió de hombros y tomó un sorbo de agua. -Si logro atraer a alguno, lo
mataré. ¿Esa es nuestra misión, no es así?-.
-¿Y qué pasa si varios de ellos te atacan en grupo?. Es demasiado peligroso-.
Ella suspiró. -No debí contártelo-. Ella le lanzó una mirada ofendida. -Pensé que lo
entenderías-.
Maldición. Debería decirle que eso era irresponsable y una locura, pero odiaba
ofender a una mujer. Además, su forma de cazar vampiros sonaba como algo que
él haría.
-¿Se lo vas a contar a Sean?-, le preguntó ella.
Con su jefe furioso por el próximo matrimonio de su hija, Austin no quería ser la
cabeza de turco. -Lo pensaré. ¿Viste algún vampiro anoche?-.
-Desafortunadamente, no-.
-Bien. Sólo somos cinco, Emma. No podemos permitirnos perderte, piensa en eso
antes de jugar a la heroína-. Él regresó cansinamente a su mesa de trabajo. Ella
estaba loca, cazando vampiros sola.
Bebió un sorbo de su café mientras estudiaba las fotos de la pantalla. ¿Hablando de
vampiros, quién era el endemoniado tipo que había llevado a la maravillosa rubia
a la DVN? Austin examinó las fotos hasta que localizó el Lexus negro. Comprobó
la matrícula a través de la red. El vehículo estaba registrado a nombre de Gregori
Holstein, con domicilio en Upper West Side. Su fecha de nacimiento era 1964, lo
que hacía de él un vampiro muy joven. Por supuesto, los vampiros probablemente
eran expertos en falsificar documentos.
Austin tomó nota de la dirección de Gregori, luego investigó sus finanzas. El tipo
trabajaba en Industrias Romatech, no le sorprendía mucho. Un montón de
vampiros trabajaban allí por la noche. El lugar fabricaba sangre artificial, lo que
quería decir que Gregori no sería un mordedor. Era una buena noticia. Ella no
tendría que preocuparse porque él mordisqueara su dulce cuellito. Si era humana.
El sonido de pisadas en el parquet le avisó de que Emma se aproximaba. Ella se
detuvo delante de la impresora y empezó a mirar las fotografías.
Tal vez había sido demasiado duro con ella. -Mira, sé que tienes algo personal
contra los vampiros-.
Ella se encogió de hombros. -¿Dónde las has tomado?-.
-La mayoría son del aparcamiento de la DVN. Anoche-.
-Muchas matrículas-. Ella puso una pila de fotos a un lado. -Supongo que todos
estos coches pertenecen a vampiros-.
-La mayoría. ¿Quieres ayudarme a comprobar las placas?-.
-Encantada-. Ella recogió otro montón de fotos.
-Emma, no le contaré a Sean lo de Central Park, si me informas cuando vayas de
cacería de nuevo. Te respaldaré-.
-Genial. Gracias-. Ella le dirigió una breve sonrisa, luego reanudó el estudio de las
fotografías. -Estas son muy interesantes-.
-¿Reconoces alguno de los coches?-.
-No. pero reconozco el culo de una mujer cuando lo veo-.
-¿Qué?-.
-Debes tener veinte fotos de sus piernas y aún más de su culo. ¿Quién es ella?-.
Los nervios de Austin se crisparon, pero permaneció con la cara en blanco. Alargó
la mano. -Son personales. Dámelas-.
-¿Dedicándote a cosas personales en horas de trabajo?. Qué vergüenza-. Ella apartó
las fotos y rescató algunas más de la impresora. -Oh, mira. Fotos de tetas. Y de su
nuca. Un pelo precioso-.
-Te dije que me las dieras-. Austin rechinó los dientes y clavó los ojos en la pila de
fotografías que Emma había separado. Volaron sobre su mesa y se detuvieron al
lado del teclado.
A Emma se le cortó la respiración. Las fotos de su mano cayeron sobre la mesa. Dio
un paso atrás. -Oh, Dios mío-.
Él hizo rodar su silla hasta la impresora y recogió las fotos que ella había dejado
caer.
-Eres telekinésico-, murmuró ella.
-Sí. Pues qué bien-. Él recogió el resto de las fotos de la impresora y, después, se
empujó a sí mismo de regreso al ordenador.
-¡Pero... es genial! No sabía que tenías tan endemoniados poderes. ¡Oh no!. “Los
poderes de Austin”-. Ella se rió a carcajadas.
Él gimió. -Muy graciosa-. Él separó las fotos en dos pilas... las de las matrículas y
las de la chica de azul. -No es como si hubiese conseguido esa habilidad. Nací así-.
Ni siquiera su padre fue capaz de aplastar sus habilidades, aunque tenía que
reconocerle el mérito de intentarlo.
-¡Qué excitante!-. Emma sonrió abiertamente. -Un misterioso hombre cosmopolita,
usando sus poderes especiales para luchar contra el mal-.
-Sii, vale-. ¿Qué posibilidades habría de que ella fuese un demonio? Después de la
última, demorando la mirada en el montón de fotos, las escondió en su escritorio.
Emma cruzó los brazos y apoyó la cadera contra la mesa. -¿Estás completamente
enamorado de ella, no?-.
-No-. ¿Lo estaba? -No sé quién es-.
-¿El misterioso hombre cosmopolita tiene una mujer misteriosa? ¡Súper! Vamos a
averiguarlo. ¿Dónde tomaste las fotos?-.
-En el exterior de la DVN-.
-Santo Cielo, Austin. Probablemente ella trabaja allí. Eso significa que es una
vampira-.
-No lo creo. Romatech tiene muchos empleados humanos. Y la DVN debe tener
algunos también-.
-¿Trataste de sacar una de 35 mm. de ella?-.
-No, … no tuve oportunidad-.
-Porque estabas demasiado ocupado sacando cientos de fotos suyas-.
-No hice cientas. Sólo unas… sesenta-. Jesús. Estaba locamente enamorado.
Emma levantó una ceja oscura y se abstuvo de decir lo obvio. -¿Estaba sola?-.
-No. Llegó con un hombre que he identificado como Gregori Holstein, y una mujer
desconocida. Ambos no muertos-.
-¿Entonces, ella va con dos vampiros a una cadena de televisión vampiro?. Austin,
eso es a lo que en este oficio calificamos como una pista. La mujer es una vampira-.
-No hay pruebas de ello-. Tenía que estar viva. Tenía que estarlo.
Emma le miró con tristeza. -Estás totalmente enamorado. Y del enemigo, nada
menos-.
-No tenemos ninguna prueba de que ella sea vampira-.
-¿Lo es o no? Sólo su peluquero lo sabe con seguridad-. Emma le dirigió una
sonrisa irónica. -Ella no se reflejaría en el espejo-.
-Olvídalo. Dudo que la vuelva a ver alguna vez-. Él dividió las fotos de las
matrículas por la mitad. -Pongamos manos a la obra con éstas-.
-¡Aquí están!-. Sean Whelan se dirigía con pasos decididos hacia ellos.
-Los necesito en la sala de juntas de inmediato. Garrett y Alyssa ya están allí-.
-Sí, señor-. Emma recogió un bloc y un lápiz de su escritorio, luego fue hacia la sala
de juntas.
Austin comprobó rápidamente que no hubiese más fotos de ella abandonadas.
Siguió a su jefe, preguntándose si debería darle el pésame por el compromiso de
Shanna con su prometido colmilludo. Probablemente no. La cara de Sean estaba
ceñuda cuando abrió la puerta de la sala de juntas. Austin entró silenciosamente y
se sentó en una de las sillas de la larga mesa de roble. Saludó a Garrett y Alyssa
con una leve inclinación de cabeza. Emma los saludó personalmente. Y
alegremente, por supuesto. Austin bostezó y deseó haberse llevado su café.
-¿Alguna noticia sobre su hija?-, preguntó Garrett mientras Sean cerraba la puerta.
Austin se sobresaltó. Él estaba empezando a pensar que Garrett no era el tío más
listo de los alrededores.
Sean se tensó y dirigió a Garrett una fija mirada fría. -¿Tiene algo de lo que
informar?-.
Garrett se removió en su silla, sus mejillas bien afeitadas enrojecieron.
-No, señor-.
-Eso imaginaba-. Sean avanzó hacia la cabecera de la mesa. Agarró el respaldo de
cuero de la silla, tan apretadamente que sus nudillos se pusieron blancos. -Mi hija
sigue perdida. Lo que es más, ese bastardo de Draganesti ha distorsionado su
mente hasta tal punto que ella ha consentido en casarse con él.
Alyssa y Emma se quedaron sin aliento.
La boca de Garrett se abrió involuntariamente. -¿Pero...pero cómo lo sabe?-.
- Fue anunciado en la DVN anoche-, Austin habló con tono bajo.
Un sonido estrangulado vibró en la garganta de Sean como si contuviera otra larga
letanía de maldiciones. Él soltó la silla y comenzó a pasearse por el cuarto. -
Obviamente, se nos está acabando el tiempo. Tenemos que encontrar a Shanna
inmediatamente, y la vigilancia no nos está proporcionando la información que
necesitamos-.
- Deberíamos comprobar los registros financieros de Draganesti-, sugirió Emma. -
Puede haber alquilado o comprado otra residencia-.
-Hágalo-, Sean expresó con un gruñido mientras continuaba paseando.
Emma hizo una anotación en su cuadernillo.
-Necesitamos a alguien dentro-, masculló Austin.
-¿Un delator?, preguntó Alyssa.
-No, un agente trabajando encubierto-. Sean hizo una parada en la cabecera de la
mesa y entrecerró sus ojos hacia Austin. -Estaba pensando lo mismo. Y sé cómo
podemos hacerlo-.
El silencio se extendió por el cuarto mientras todos ellos esperaban que Sean se
explicase. Él comenzó a pasear de nuevo. -Desde hace un mes, tengo contactos con
la Agencia Nacional de Seguridad en los cinco distritos y me dieron una lista de
nombres y negocios para vigilar. Uno de esos negocios era la DVN, el nombre falso
que los vampiros usan para su emisora cuándo tienen tratos con los humanos-.
Sean caminó a grandes pasos hacia la puerta y se detuvo. -Poco antes del
amanecer, una mujer en la DVN llamó a la Agencia de Elencos “Estrellas del
Mañana” y dejó un mensaje. Otra llamada fue hecha esta noche para ultimar los
detalles. Alguien en la DVN piensa usar la oficina de la agencia mañana por la
noche para hacer una audición para un reality show. El dueño de la agencia llamó
a Seguridad Nacional para informar del asunto-.
-¿Los vampiros van a hacer un reality show?-, preguntó Alyssa.
Sean asintió con la cabeza. -Sí. Y ya que quieren hacer una audición con humanos,
eso nos da la oportunidad perfecta para introducirnos de manera encubierta-.
-E infiltrarnos en la DVN-, murmuró Austin. Su corazón palpitó más rápidamente.
Debía ofrecerse como voluntario. Podría conseguir verla de nuevo.
-¿Qué clase de reality show?. ¿Algo así como “El soltero"?-. Emma intercambió una
mirada con Alyssa. -¿Con concursantes femeninas?-.
Alyssa se estremeció. -Podrían llamarlo “La novia de Drácula”-.
-Seguro que es más bien como un “Superviviente vampiro", sugirió Austin. -Dejan
tirados un grupo de humanos en una isla desierta con unos cuantos vampiros
hambrientos, y miran quién sobrevive-.
Alyssa hizo una mueca. -Eso es horrible-.
Sean apoyó una mano sobre el pomo de la puerta. -Todos ustedes están
equivocados. Quieren hombres. Hombres vivos-. Él dirigió a Austin y Garrett una
mirada directa. -Los necesito a los dos en ese programa-.
Garrett se puso pálido. -Oh, Dios Mío-
Oh, Sí. -¿Cómo nos metemos? -, preguntó Austin.
-Está todo arreglado. Un momento. Tengo a alguien esperando fuera en el
vestíbulo-. Sean salió del cuarto.
El silencio descendió sobre todos. Alyssa les dirigió una mirada compasiva.
-Bueno, aquí está vuestra oportunidad para salir en la tele- Emma intentó una
sonrisa alegre. -Podrían convertirse en famosos-.
-Podrían convertirse en la cena-, masculló Alyssa.
Garrett suspiró. -¿Por qué no ponemos simplemente una bomba y acabamos con
ellos?-.
Emma puso sus ojos en blanco. -Porque no estamos seguros de que una explosión
realmente los mataría. Además, hay humanos inocentes trabajando en Romatech y
en la DVN. Y además Shanna está con ellos-.
Alyssa asintió con la cabeza. -Podría ser la mejor manera de encontrarla-.
Austin permaneció quieto para disfrazar el hecho de que su corazón corría a gran
velocidad y su respiración era superficial. Su primera prioridad debería ser
encontrar a Shanna, pero lo único en lo que podía pensar era en la posibilidad de
verla otra vez. Mierda. ¿Qué estaba mal en él?. ¿Trabajar encubierto podría ser
peligroso, y en lo único que podía pensar era en la mujer misteriosa?. Había un
nombre para los agentes que se permitían distraerse. Difuntos.
Sean apareció por la puerta otra vez, esta vez con una mujer de mediana edad con
un traje caro. -Ésta es la Sra. Elizabeth Stein-.
La mujer los saludó con una breve inclinación de cabeza y una sonrisa aún más
breve. Su pelo oscuro lo llevaba recogido en un moño, su esbelta figura se
mantenía rígidamente recta.
-La señora Stein es la dueña de la Agencia de Elencos “Estrellas del Mañana”-,
aclaró Sean. -Es una de las agencias más prestigiosas de la ciudad-.
Ella levantó su barbilla y su larga nariz mirándolos con suficiencia. -La más
prestigiosa-.
-Por supuesto-. Sean hizo una seña en dirección a los hombres. -¿Lo harán?-.
Ella dio un paso hacia adelante y estudió a Garrett entrecerrando los ojos.
- Espectacular. Me encantaría ficharlo-.
Garrett sonrió, dejando al descubierto sus perfectos dientes blancos.-Gracias,
señora-.
La señora Stein extrajo unos papeles de su caro maletín. -Entienda que sólo
represento a los más prometedores actores y actrices de la ciudad. Soy altamente
selectiva-.
-Nosotros también-, murmuró Austin.
Ella se giró y lo inspeccionó lentamente. Con una elevación de su ceja, inspiró. -No
es mi tipo, pero servirá-.
-¿Qué?. ¿No soy espectacular?-. Austin trató de parecer consternado. -Mi lado
sensible está destrozado-. O lo estaría, si tuviese uno.
-Austin-. Sean le lanzó una mirada de advertencia. -Rellenen el papeleo. Y ya que
los dos trabajarán encubiertos, invéntense nombres nuevos-.
La Señora Stein distribuyó los documentos. -Les sugiero que escojan un nombre
que sea apropiado para la escena o la televisión-.
Austin examinó rápidamente el contrato, después lo rellenó y lo firmó.
-¿Qué tipo de reality show es?-.
- No sé mucho acerca de eso, pero parece ser un concurso-. La Señora Stein lanzó
una mirada dudosa hacia Austin. -Se llama “El hombre más sexy de la Tierra"-.
Emma dejó escapar una sorpresiva carcajada, después se cubrió la boca.
Austin le dirigió una sonrisa torcida. -¿No crees que pueda ganar?-.
-No a menos que se presente con una cuchilla y un peine, en primer lugar-. La
señora Stein recogió su contrato con una mirada de indignación en su cara.
Después sonrió a Garrett cuando recogía sus papeles. -Las audiciones comenzarán
a las nueve en punto mañana por la noche en la Agencia “Estrellas del Mañana”
en la calle cuarenta y cuatro, a dos manzanas del Teatro Shubert. Deberían llegar
temprano-. Su mirada fluctuó de regreso a Austin. -Apropiadamente arreglados y
vestidos-.
-Gracias, señora Stein-. Sean caminó de regreso hacia la puerta. -Es imperativo que
ambos hombres consigan entrar en el programa-.
Los ojos de ella se abrieron como platos. -Pero puede haber centenares de jóvenes
adecuados haciendo la audición-.
Sean la miró enfadado. -No lo ha entendido, señora Stein. Estos hombres deben
meterse en el programa. La seguridad de nuestra nación está en juego. Gente
inocente de nuestro país está en grave peligro-.
Ella parpadeó. -¿Por un reality show?-.
-No es un reality show normal. Estos hombres estarán en constante peligro-.
-¡Dios!-. Ella dirigió a Garrett una mirada de preocupación.
-¿Ustedes...ustedes se ocupan de terroristas?-.
Sean bajó la voz. - Estoy seguro de que entenderá, señora Stein, que no podemos
revelar más información-.
Su cara se tornó mortalmente pálida. - Yo.... entiendo. Me aseguraré de que sus
hombres sean seleccionados-.
-Estupendo, hágalo-, Sean abrió la puerta.
La señora Stein miró nerviosamente a los dos hombres y luego los documentos. -
¿Cuál de ustedes va a ser Garth Manly?-.
-Ese soy yo-. Garrett levantó una mano.
-Excelente. Un nombre muy varonil. Le pega-. Ella miró a Austin y frunció el ceño.
-Usted necesita un corte de pelo decente, Señor...-, recorrió con la mirada los
documentos.-¿Pequeño Joe Cartwright?-.
Alyssa y Emma se rieron disimuladamente.
-¡Austin!-. Sean le miró furioso.
Él se encogió de hombros. -Ella dijo un nombre adecuado para televisión-.
La señora Stein frunció el ceño todavía más. -Debe elegir otro nombre-.
-¿Hoss?-.
Ella mordisqueó su lápiz de labios rojo intenso.
-¿Adam?-.
- Será Adam. Y usted, joven, debería tener una mejor actitud hacia las artes
escénicas-. Con un respingo, ella se fue del cuarto.
Sean se fue con ella, dejando solos a los compañeros de equipo.
Garrett negó con la cabeza. -No puedo creerlo. ¿Un reality show?-.
Austin se encogió de hombros. -¿Por qué deberían ser los humanos los únicos con
mal gusto?-.
-Me parece tonto- , refunfuñó Garrett.
Alyssa sonrió. -Por lo menos tienes un buen nombre-.
-Garth Manly-. Emma frunció los labios. -Oh, es tan sexy-.
Alyssa soltó una risita, después se detuvo de golpe cuando Sean entró a zancadas
de vuelta al cuarto.
-Bien-. Él señaló a Austin con una mirada severa. -La señora Stein está preocupada
por tu apariencia… arrugada. Así que os espera a tí y a Garrett en su agencia en
una hora. Ella ha llamado a un estilista de emergencia y a un asesor de vestuario-.
Austin hizo una mueca. -¿Qué pasa con mi vigilancia?-. Él tenía esperanzas de
verla otra vez esta noche. Y tenía su 35 mm. preparada para descubrir la verdad
acerca de ella de una vez por todas.
-Olvídelo-, contestó Sean. -Emma puede grabar la DVN desde aquí-.
Emma hizo otra anotación en su cuadernillo. -Comprobaré esas matrículas también
por tí, Austin-.
-¿Es este programa realmente necesario?-. Garrett se echó hacia atrás en su silla. -
¿Por qué no simplemente entramos a la fuerza en la DVN durante el día y
recogemos la información mientras los vampiros duermen?-.
Sean plantó las palmas sobre la mesa y se inclinó hacia adelante. - Quiero saber
dónde está mi hija. Dudo que lo hayan puesto por escrito en una factura. Tendrán
que hablar con los malditos vampiros y ganarse su confianza. Trabajar en este
programa les dará esa oportunidad. ¿Está claro?-.
-Sí, señor-. Fue la respuesta de Austin, de la que se hizo eco Garrett.
-Bueno-. Sean dirigió a Austin una mirada irónica. -Tienes que cortarte el pelo-.
Él se pasó la mano a través de su grueso y desgreñado pelo. -Caramba. Creía que el
look de perro de lanas estaba funcionando bien-.
Emma resopló. -Aparentemente no-.
-Tómalo en serio-, le advirtió Sean. -La vida de mi hija está en juego. Y podrías
resultar muerto-. Su boca se retorció con una sonrisa irónica. -O peor, podrías
convertirte en una estrella-.
Capítulo 3
-¿Has tenido suerte convenciendo a las damas para que participen en el
programa?-. Gregori conducía el Lexus y giró en una calle a la derecha en
Broadway.
Darcy miró a través de la ventana del coche las luces brillantes y las imágenes que
centelleaban a través de los edificios de Times Square. -No. La Princesa Joanna
anunció que el programa era vergonzoso, y dado que las demás siguen sus
indicaciones, todas ellas rehusaron participar-.
-Exceptuando a Vanda-, añadió Maggie desde el asiento trasero.
Darcy asintió. -Ella disfruta siendo una rebelde-.
-Bien, sigue intentándolo-. Gregori dobló a la derecha en la calle cuarenta y cuatro.
-Yo encontraré el ático de lujo. Tú simplemente saca al harén de mi apartamento.
¿Vale?-.
-Vale-. Darcy advirtió las luces del teatro Shubert. La Agencia de Elencos “Estrellas
del Mañana” estaba a sólo dos manzanas.
Gregori echó una mirada curiosa en su dirección. -¿Por qué estás haciendo las
audiciones en esa agencia en lugar de en la DVN?-.
-Estoy tratando de que el Zorro no se entere. Él quiere algunas sorpresas en el
programa y pensé que sería una gran sorpresa-.
Gregori se sobresaltó. -Se pondrá furioso si jodes el programa con simples
mortales-.
-Puede ser-, concedió Darcy. -Al principio. Pero después, creo que su complejo de
superioridad lo pateará. Estará convencido de que los mortales no serán capaces de
pasar de la primera ronda-.
-¿Qué ocurrirá si la superan?-, preguntó Gregori. -Podrías tocar los cojones a un
montón de vampiros que se creen superiores-.
-Bueno, tal vez tendrán que asumir que no son tan condenadamente superiores
después de todo-.
-Maldita sea-, masculló Gregori. -Mira, a mí tampoco me gusta su estirada actitud.
Odio cuando miran por debajo del hombro a su madre mortal. Pero esta no es la
forma. No puedes luchar contra eso-.
-Alguien debería. Mira lo que hacen... ponen en funcionamiento una cadena de
televisión con culebrones como Todos mis Vampiros y Morgue General. Copian a
los mortales y mantienen que son superiores a ellos al mismo tiempo. Una
evidente hipocresía, y estoy harta de ella-.
Gregori exhaló un suspiro. -Siento que estés descontenta, Darcy, pero estás alelada.
No vale la pena tirar piedras contra tu propio tejado-.
Ella miró por la ventana. Gregori tenía razón. Era el mejor trabajo que podría
conseguir, y no debería permitir que su ira destruyese su oportunidad de triunfar.
-Vale. Tendré cuidado-.
-Bien. Llegamos-. Gregori aparcó en doble fila. -Examinaré los locales de alquiler
para el nuevo restaurante de Roman. Llámame cuando hayas acabado, y volveré-.
Darcy tocó su brazo.-Gracias por todo-.
Maggie y ellas salieron del coche, entraron en el edificio de ladrillo marrón, y
esperaron delante del ascensor. Darcy se dio cuenta de que Maggie estaba
extraordinariamente silenciosa. En lugar de su sonrisa habitual, miraba
ceñudamente el botón luminoso del ascensor.
-¿Todo va bien, Maggie?-.
Ella suspiró. -No sabía que nos odiabas tanto-.
-¡No te odio!. Nunca habría sobrevivido estos últimos años si tú no hubieses sido
tan amable conmigo-.
Maggie se volvió hacia ella, con la cólera brillando en sus ojos. -¿Estás ciega?. Sí, fui
agradable. Sentí lástima de tí. ¿Pero no ves lo que has hecho por mí?. Cuando te
encontré todavía me vestía como en 1879. ¡Dulce María, llevaba puesto un estúpido
polisón!-.
-Lo admito, tu gusto ha mejorado-.
-Es más que eso. Me diste fuerzas para probar cosas nuevas. Eres tan moderna,
fuerte y confiada. Quiero ser como tú. Así que, no me digas eso de que todos
nosotros pensamos que somos superiores-.
-Lo siento. No me había dado cuenta…-.
Maggie le dirigió una amarga sonrisa. -Tú has hecho que mi existencia valga la
pena de nuevo. Ahora tengo grandes esperanzas en el futuro. Gracias a ti-.
Los ojos de Darcy se empañaron con lágrimas. -Gracias-.
Maggie la abrazó. -Todo ocurre por alguna razón. Yo lo creo y tú también deberías
hacerlo. Tú estás aquí ahora por algún motivo-.
Darcy le devolvió el abrazo. Quería poder decirle a Maggie que estaba de acuerdo,
pero las palabras no le salieron. ¿Qué propósito podía tener ella en el mundo de los
vampiros?
Las puertas del ascensor se abrieron con un zumbido, y un hombre dio un paso
fuera. -Jesús, señoras. Busquen una habitación-. Él continuó mascullando para sí
mismo mientras abandonaba el vestíbulo.
Darcy y Maggie se soltaron, luego se echaron a reír mientras entraban en el
ascensor. En el décimo piso, encontraron a una mujer de mediana edad con un
traje caro esperando en el exterior de la agencia. Darcy deseó poder permitirse un
traje tan bonito. Ella llevaba puesto otra vez el traje azul por una buena razón. Era
el único que tenía. Había perdido todo cuando su vida se había convertido en una
pesadilla.
La mujer caminó con paso decidido hacia ellas. -Soy la Sra. Elizabeth Stein, dueña
y directora de la Agencia de Elencos “Estrellas del Mañana”. ¿Una de ustedes es la
Sta. Darcy?-.
-Yo-. Sonriendo, Darcy extendió su mano.
La señora Stein le sacudió la mano rápidamente, como si tuviera miedo de
contagiarse de una enfermedad. Su cara estaba pálida, y su boca fruncida por la
tensión nerviosa. -Encantada de conocerla, Sta. Darcy-.
Darcy no aclaró el error. Ella sólo había dejado su nombre de pila en el mensaje
telefónico por miedo de que su nombre completo provocase algunos recuerdos. -
Esta es mi ayudante, Margaret O'Brian-.
La Sra. Stein inclinó la cabeza brevemente hacia Maggie, luego apretó entre sí sus
manos. -La sala de espera está llena de candidatos. Pensé que debería evitar verlos
antes de las audiciones. ¿Así que, si me sigue?-.
Señaló bruscamente hacia una puerta marrón sin rótulo.
Darcy y Maggie acompañaron a la Sra. Stein. Mientras pasaban la puerta de cristal
que daba entrada a la agencia, Darcy notó que la sala de espera estaba ciertamente
llena. ¡Genial! No tendría problemas para encontrar hombres mortales adecuados
para el programa.
La Sra. Stein abrió la puerta sin rótulo y gesticuló para que entrasen. -Por este
pasillo llegaremos a la sala de juntas-.
Darcy y Maggie se encaminaron hacia el sobrio pasillo blanco.
La Sra. Stein se apresuró a alcanzarlas y pasó delante de ellas. -Por aquí-. Torció a
la derecha en un pasillo más amplio, luego se detuvo ante una doble puerta. Se
apretó las manos, emblanqueciendo sus huesudos nudillos. -Ésta es la sala de
juntas. Espero que sea satisfactoria-.
-Seguro que lo será-, sonrió Darcy. -Gracias por dejarnos usar sus instalaciones.
-De nada-. La Sra. Stein abrió las puertas. -Les daré unos minutos para instalarse-.
-Gracias-. Darcy entró en el cuarto con Maggie, luego oyó el chasquido de las
puertas al cerrarse detrás de ella. Era un típica sala de reuniones... una mesa larga
con sillas tapizadas en piel. Una pared con tres grandes ventanas curvadas desde
las que se veía la calle cuarenta cuatro. Las otras paredes estaban forradas con
entre ocho y diez fotografías dedicadas de a la Sra. Stein de clientes que habían
triunfado.
Maggie volvió la mirada hacia a las puertas cerradas. -Ella parecía terriblemente
nerviosa-.
-Sí-. Darcy colocó su portafolio en la mesa. Ella también estaba un poco nerviosa. -
Gracias por ayudarme, Maggie-.
-No quería perderme la diversión-. En realidad, Maggie había declinado participar
en el programa, porque todavía tenía esperanzas de lograr participar en un
culebrón. Había sido convocada a otra audición para dentro de dos semanas.
Mientras tanto, había estado de acuerdo en ayudar a Darcy como su ayudante.
-Espero que no tengas que hacer la audición para el Zorro-, Darcy recordó los
servicios que Tiffany había tenido que prestar para ser convocada.
-No, he tenido suerte, y la tengo con la ayudante del director de “Mientras el
vampiro gire“. Ella pensó que sería perfecta para el programa, y así podré estar
con Don Orlando-. Maggie miró por la ventana con una mirada soñadora. -
Estamos destinados a estar juntos. Lo sé-.
Darcy saltó cuando el teléfono móvil comenzó a sonar en el interior de su
portafolio. Era un teléfono nuevo, un regalo de Gregori, para que le pudiese llamar
si lo necesitaba.
Maggie le acercó el portafolio. -¿Me pregunto quién llamará?-.
-No lo sé. Casi nadie sabe este número-. Darcy buscó en su portafolio y encontró el
teléfono. -¿Hola?-.
-¡Darcy!-. La chillona voz de Vanda sonó frenética. -Voy para allá. ¿Es seguro?-.
-¿Quieres decir que te vas a teletransportar?. Es lo suficientemente seguro, pero no
es un buen momento-. Darcy podía escuchar chillidos de fondo. -¿Vanda?. ¿Qué
pasa?-.
-¿Algo va mal?-, preguntó Maggie.
-No lo sé-. Darcy colgó el teléfono cuándo Vanda se materializó en la sala. -¿Qué
estás haciendo aquí?-.
Vanda miró alrededor. -Genial. Aún no has empezado-.
-No deberías estar aquí-. Insistió Darcy. -Tú eres la única que tengo para el reality
show, y se supone que no debes ver a los hombres de antemano-.
-No te preocupes. Me comportaré-, Vanda ajustó el látigo negro que llevaba puesto
alrededor de su cintura como cinturón. -Además, tenía que salir de ese
apartamento. Es una zona de guerra-.
-¿Qué ha pasado?-, preguntó Maggie.
-Todas se estaban quejando ante Cora Lee de que sus estúpidos miriñaques ocupan
todo el espacio del armario. Entonces Cora Lee dijo…-. Vanda imitó un acento
sureño. -…declaro que la figura de una mujer era más seductora con los corsés y
los miriñaques de la era victoriana que con cualquier otro estilo de la historia del
mundo-.
Darcy hizo una mueca. -Si disfrutas con la tortura-.
-Cierto-. Vanda pasó una mano a través de su corto pelo púrpura de punta. -
Luego, María Consuelo dijo que los trajes medievales eran mucho más seductores,
y que los miriñaques de Cora Lee podían irse al Diablo-.
-Dulce María y José-, se santiguó Maggie .
Vanda sonrió abiertamente. -A continuación, Lady Pamela Smythe-Worthing puso
su cara esnob y anunció que los trajes más elegantes que había sido creados eran
los que se usaban en la Regencia Inglesa. Y entonces fue cuando Cora Lee dijo que
los talles altos de los trajes de Lady Pamela le hacían parecer tan gorda como una
vaca-.
Darcy se sobresaltó. -¿Y fue entonces cuando empezó la pelea?-.
-No exactamente. Lady Pamela gritó que estaba tan horriblemente equivocada que
estaba yéndose por algunas ramas, o algo por el estilo. Luego, fue a toda velocidad
hacia el armario, agarró uno de los miriñaques de Cora Lee, y lo embutió en la
chimenea-.
-¡Oh!-. Maggie presionó una mano contra su pecho. -¿Y fue entonces cuando
empezó la pelea?-.
-No exactamente-. La falda ardió, pero al ser un miriñaque, estalló saliendo fuera
de la chimenea y aterrizó en la capa del terciopelo de la Princesa Joanna.
Darcy se quedó sin aliento. -¿No sería la roja revestida de armiño?.Vale una
fortuna-.
-Esa misma-.Vanda alzó las manos dramáticamente. -Y fue entonces cuando el
infierno se desató-.
Maggie suspiró. -Era la capa favorita de la Princesa Joanna-.
-Ya lo sé-, aceptó Vanda. -Y lo realmente triste es que ella la llevaba puesta en ese
momento-.
-¿Qué?-, chilló Darcy. ¿Ella está bien?-.
-Está un poco chamuscada. Pero se pondrá bien después de un buen sueño-
Darcy se desplomó en una silla. -¡Es terrible!. Esas mujeres van a matarse-.
-Ya lo sé. Nunca he visto echar tanto humo a la princesa-, resopló Vanda.
-Mejor dicho, fumaba en pipa-.
La puerta de la sala de reuniones se abrió, y la Sra. Stein miró a hurtadillas dentro.
-¿Está lista?-. Su boca se abrió involuntariamente al ver a Vanda. Ella recorrió con
la mirada el cuarto, luego miró detrás de ella hacia el pasillo vacío. -¿Cómo... cómo
es posible…pensé que únicamente estaban dos de ustedes?-.
Darcy permaneció de pie y sonrió como si nada hubiese sucedido. -Ésta es Vanda
Barkowski. Ella es mi … segunda ayudante-.
Los ojos del Sra Stein se dilataron cuando miró el pelo púrpura de Vanda y el
catsuit negro de spandex que vestía. -Vale. Nosotros, uh, estamos preparadas para
empezar. Mi secretaria, Michelle, les traerá a cada uno de los candidatos-.
-Gracias, Sra. Stein-. Darcy rodeó la mesa para así poder estar mirando hacia la
puerta.
La Sra. Stein abandonó el cuarto, cerrando la puerta.
Darcy tomó asiento en el centro de la mesa, luego sacó un bloc de papel y un
bolígrafo de su portafolio.
Vanda se sentó derecha. -¿Entonces, andamos buscando a los hombres mejor
parecidos?. Es fácil. Altos, oscuros, y misteriosos-.
-Quieres decir como Don Orlando-. Maggie estaba sentada a la izquierda de Darcy.
-Yo lo elegiría como el hombre más sexy del mundo-.
Vanda apoyó un codo sobre la mesa. -¿Y tú Darcy?. ¿Qué consideras sexy?-.
-Bueno, déjame pensar-. Recordó los soleados y despreocupados días en las playas
del sur de California. ¿Qué tipo habría hecho golpear su corazón como una
marejada?. -Tiene que ser inteligente, amable, honesto, y con un agudo sentido del
humor-.
-Aburrido-, bostezó Vanda. -Dinos cuál debe ser su apariencia-.
Darcy entrecerró los ojos, visualizando al hombre perfecto. -Alto con hombros
anchos y piel dorada bronceada por el sol. Pelo rubio, no, castaño claro, pero con
reflejos rubios, aclarado por el sol. Tendría ojos azules relucientes como un lago
cuando se refleja el sol. Y su sonrisa sería luminosa…-.
-Déjame adivinar-, masculló Vanda . -¿Como el sol?-.
Darcy sonrió tímidamente. -Bueno, tú me lo preguntaste. Esa es mi idea del
hombre perfecto-.
Maggie negó con la cabeza. -Querida, ese no es un hombre. Ese es Apolo, el dios
del sol-.
Vanda resopló riéndose.
¿Apolo, el dios del sol?. Darcy gimió. Tal vez el hombre perfecto era un mito, una
falsa esperanza que nunca vería la luz.
Un golpe sonó en la puerta. Una joven se asomó. -Hola, soy Michelle-. Con su
bonito traje y su pelo marrón retirado en un moño, era obvio que la secretaria
imitaba a su jefa. -El primer aspirante está preparado. Bobby Streisand-.
Darcy cogió su pluma para tomar notas, después se quedó helada. Una mujer alta
de hombros anchos había entrado en el cuarto. Su traje de noche rojo centelleaba
por las lentejuelas. Ella se echó una boa roja de plumas sobre un hombro y adoptó
una pose dramática.
¿Qué?. La boca de Darcy se abrió involuntariamente. ¿No sabía la Sra. Stein que
ella estaba como el ejército...buscando algunos hombres buenos?.
-Lo siento, pero estamos buscando un hombre…-.
-Es un hombre-, murmuró Vanda.
Darcy parpadeó y miró con más atención. Oh, cielos.
Bobby caminó despacio hacia ellas, sus caderas contoneándose en el ajustado
vestido rojo. -Soy totalmente macho, querida-, dijo él con voz ronca y profunda.
-¿Le gustaría oírme cantar?. Mi interpretación de Memories le garantizo que le
hará llorar-. Él colocó una brillante foto autografiada de ocho por diez en la mesa y
la acarició gentilmente. Su esmalte de uñas rojo hacía exactamente juego con su
vestido.
Darcy miró fijamente a ella, o a él, durante un minuto. ¿Cómo podía estar
ocurriendo?. Había dejado claro que estaban buscando al hombre más sexy de la
tierra. -Yo...me temo que no es apropiado para el papel que tenemos en mente-.
La cara de Bobby se desmoronó. Sorbiendo por la nariz, sacó un pañuelo de encaje
del escote de su traje de noche. -Siempre pasa lo mismo. La gente nunca me
comprende-.
Darcy gimió por dentro. Mierda, ahora él se iba a poner a llorar.
-Sólo quiero la oportunidad para probarme a mí mismo. ¿Es demasiado pedir?-.
Bobby se dio ligeros toques en sus ojos. -¿Por qué no puedo ser tenido en cuenta
para un importante papel masculino?-.
- Ayudaría si se vistiera como un hombre-, masculló Vanda.
-Pero soy un hombre. Soy totalmente masculino-, insistió Bobby, luego se inclinó
hacia Darcy. -¿Se me ha corrido el rimel?-.
-No, se ve … genial-.
-Gracias-. Bobby sonrió tristemente, sus rojos labios temblaban. -No se preocupe
por mí-. Él levantó la mano como para rechazar su compasión. -De algún modo,
sobreviviré. Continuaré luchando. Después de todo, soy un artista. Y no debería
sacrificar mi estilo personal-.
-Claro que no, Sr. Streisand. Si necesito a alguien con su … estilo, le aseguro que lo
llamaré-.
Bobby levantó el pañuelo en el aire, entonces bajó bruscamente el brazo para
apretar fuertemente el pañuelo contra su pecho. -Se lo agradezco-. Él se deslizó
fuera de la puerta.
Darcy negó con la cabeza. -Tenemos que conseguir algo mejor que esto-.
Michelle abrió la puerta. -Chuckie…-. Ella recorrió con la mirada el portapapeles y
frunció el ceño -Badabing-.
-Debe ser un nombre artístico-, murmuró Maggie.
Un hombre delgado entró relajadamente en el cuarto. Su camisa de seda estaba
medio desabrochada para exhibir el pelo del pecho y tres collares de oro. Él lanzó
su brillante ocho por diez sobre la mesa. -¡Guau!- Él les echó una ojeada, su amplia
sonrisa mostraba el destello de un diente de oro. -Nunca había visto tantas nenas
calientes bajo el mismo techo-. Dio un paso atrás y adoptó una pose casual con una
cadera sobresaliendo por un lado.
Darcy disimuló un estremecimiento. -Sr. Badabing. ¿Tiene alguna experiencia?-.
Él se rió entre dientes y se rozó el delgado bigote. Los diamantes de su anillo
rosado brillaron intensamente. -Demonios, por supuesto. He tenido todo tipo de
experiencias. ¿Qué tienen en mente las tres damas?-. Les guiñó un ojo.
Vanda se inclinó hacia Darcy y murmur -¿Puedo matarlo?-.
-Así que…- Chuckie metió sus pulgares debajo de su cinturón. -¿Si gano, me
nombrarán el hombre más sexy de la Tierra?-.
-Tendría que ser seleccionado para el programa primero-, Darcy recogió su foto y
la deslizó debajo de su cuadernillo.
-Oiga, si quiere algo sexy, ha venido al sitio correcto-. Chuckie hizo girar sus
estrechas caderas. -No me llaman Badabing por nada-.
-Por favor, déjame matarlo-, siseó Vanda.
Darcy estuvo tentada de darle su bendición. -Lo siento, Sr. Badabing, pero no
necesitamos sus servicios-.
Chuckie resopló. -No sabe lo que se está perdiendo-.
Vanda sonrió. -Tampoco usted-.
Con una sonrisa de mofa, Chuckie avanzó a grandes pasos hacia la puerta.
El ojo de Darcy empezó a moverse con un tic nervioso. Se frotó las sienes, tratando
de aliviar la creciente sensación de fatalidad.
Michelle abrió la puerta. -Éste es Walter-.
Walter entró a zancadas en el cuarto. Era un hombre de mediana edad con poco
pelo y una barriga redonda. -¿Cómo están ustedes?-. Sonrió mientras colocaba su
foto sobre la mesa.
Él nunca sería considerado sexy, pero al menos, tenía buenos modales. Darcy le
sonrió también. -¿Tiene algo de experiencia en teatro?-.
-Como no. En los últimos tres años, he estado haciendo anuncios para las alitas
picantes del Capitán Jake-. La sonrisa de Walter se desvaneció cuando no
reaccionaron. -¿Ya saben, el “Pollo del Capitán Jake”?. Hacen las mejores alitas de
pollo picantes de la ciudad-.
-Me temo que no comemos pollo-, dijo Maggie.
-¿Oh, vegetarianas, hum?. Bueno, canto y hago este baile. Vean, se los mostraré-.
Walter procedió a pavonearse de un lado a otro del cuarto, agitando los brazos.
Después, comenzó a cantar. -Me cocinan con hierbas y especias, y me sirven con
sabroso arroz. No estoy frito, así que no morirá. ¡Y le encantarán mis nuevos
precios módicos!-.
La boca de Darcy cayó abierta. Sus compañeras quedaron igualmente mudas.
La amplia sonrisa de Walter resplandecía de orgullo.
-¿Qué?.¿Impresionante?. Por supuesto, luce incluso mejor cuando me pongo el
disfraz de pollo. Lo tengo guardado en el coche si quieren verlo-.
Continuaron mirándole boquiabiertas.
-¿Se han quedado sin palabras, eh?. Me pasa continuamente-.
El ojo de Darcy empezó a dar sacudidas otra vez. -Me temo que esto no es un
reality show musical. Pero si alguna vez producimos uno, me acordaré de usted-.
-Oh, vale-. Los hombros de Walter se desplomaron. -Gracias, de todas formas-.
Salió arrastrando los pies por la puerta, pareciendo exactamente una gallina
picoteando.
Darcy se inclinó hacia adelante y dejó caer pesadamente su frente contra el tablero
de la mesa. -Esto es desesperante-.
-No te preocupes-, Maggie le dio palmaditas en la espalda. -Hay un montón más
para ver-.
Una hora y veinte solicitantes más tarde, Walter la Gallina Danzante empezaba a
parecer realmente bueno.
Entonces, Michelle abrió la puerta y emitió un largo suspiro ensoñador. -Garth
Manly-. Ella presionó una mano contra su pecho mientras él entraba en el cuarto.
Más suspiros llegaron de Vanda y Maggie. Se hundieron en sus asientos. Darcy les
dirigió una mirada preocupada. Tal vez habían bebido sangre caducada. Pero no,
no parecían estar sufriendo de indigestión. Contemplaban felizmente al nuevo
candidato.
Él estaba bien, suponía. Sin duda el hombre más atractivo que habían entrevistado
hasta ahora, aunque eso no era decir mucho. Su ondulado pelo oscuro estaba
peinado hacia atrás en una cara bronceada. -¿Sr. Manly, tiene alguna experiencia
actuando?-.
-Sí-. Él colocó su foto firmada en la mesa, luego ocupó un espacio más amplio.
Cuando cruzó los brazos sobre su ancho pecho, sus bíceps sobresalieron.
Maggie y Vanda suspiraron otra vez. Michelle se quedó en la puerta, frotando su
mejilla contra el marco de puerta
-¿Qué tipo de experiencia?-, preguntó Darcy.
-Teatro fundamentalmente-. Él elevó una oscura ceja. -¿Le gustaría verme en
acción?-.
-Oh, sí-, dijo Maggie en voz baja.
Él bajó la cabeza, aparentemente meciéndose en el personaje.
Vanda murmuró, -Escógelo. Es guapísimo-,
Darcy la silenció.
Garth Manly levantó la barbilla y fijó la mirada sobre sus cabezas. Levantó la mano
derecha. -Ser o no ser.…
-¿Puede girarse, por favor?-, le pidió Maggie.
Él pareció sorprendido, entonces se giró de espaldas a ellas y comenzó de nuevo.
Su mano derecha subió. -Ser o no ser…-.
Vanda y Maggie se inclinaron hacia adelante, sus ojos mirando fascinados sus
glúteos de acero. Darcy tuvo dificultad para oír su actuación ante sus respiraciones
entrecortadas.
-Que es más noble…-.
-¿Podría quitarse la camisa?-, pidió Vanda.
Él se dio la vuelta para confrontarlas. -¿Perdón?-.
Darcy ahogó un gemido. Debería haber insistido en hacer las entrevistas sola. -
Habrá un jacuzzi-, explicó. -Necesitamos saber si luce bien en traje de baño-.
-Oh, por supuesto-. Él se quitó su chaqueta de cuero negra y la dobló sobre el
respaldo de la silla. Mientras se desabotonaba la camisa, las miró por debajo de sus
gruesas pestañas y sonrió lentamente. -¿Puedo tener algo de música mientras me
desnudo?-.
Maggie se rió tontamente.
Darcy casi la amordazó.
Vanda deslizó una larga uña púrpura rozando sobre su labio inferior.
-¿Dígame, Garth, tiene alguna experiencia denudándose?-.
Él le dirigió una mirada al rojo vivo. -Prefiero no hacerlo en solitario-.
Vanda dejó caer su mano hacia la cremallera del escote de su ceñido catsuit negro.
-Oh, estoy sin duda de humor para un … dúo-.
Darcy echó una mirada a su lado. ¡Señor, Vanda estaba abriendo la cremallera de
su mono!. -Vale, es suficiente. ¿Sr. Manly, puede esperar en el vestíbulo?.
Podríamos necesitar verlo de nuevo-.
-Por supuesto-. Con una sonrisa de suficiencia, recogió su ropa tirada y salió.
Michelle tropezó detrás de él.
Maggie se volvió hacia Darcy. -¿Por qué lo despachas?- Creía que era perfecto para
el programa-.
-Yo también-, confesó Darcy, -pero tenía que sacarlo fuera de aquí antes de que
Vanda se quedase desnuda-.
Con un resoplido, Vanda cerró la cremallera de su mono. -No eres nada divertida-.
-Él estará genial, pero es el único-, les recordó Darcy. -Necesitamos al menos cuatro
mortales más, y tenemos que encontrarlos esta noche-.
-Vale-. Vanda se pasó la mano a través de su pelo púrpura.
-Volvamos al trabajo-.
Después de tres horas más, Maggie practicaba escribiendo Señora de Don Orlando
de Corazon en una hoja de papel, mientras Vanda se divertía a sí misma haciendo
girar su silla en círculos.
Darcy se dio un masaje en la sien donde la tensión se acumulaba. Dios mío, se
había olvidado de lo difícil que era encontrar a un hombre decente. No era raro
que se hubiera mantenido soltera.
-¿Podemos irnos ya a casa?-, preguntó Maggie. -Nunca he visto una muestra tan
espantosa de masculinidad-.
-Lo sé-, Darcy estuvo de acuerdo. -Pero todavía necesitamos uno más-.
Michelle abrió la puerta. Con una sonrisa, ella anunció, -Éste es nuestro último
aspirante. Adam Cartwright-.
Él entró en el cuarto. La boca de Darcy se abrió involuntariamente. Alto, con
piernas largas y hombros anchos, se movía con una gracia contenida como si
estuviera reservando energía. Su grueso pelo estaba salpicado de vetas doradas. Su
piel bronceada resplandecía con cruda vitalidad.
Él avanzó, examinado la habitación, entonces se paró repentinamente, su mirada
estaba fija en Darcy.
Sus ojos azules se abrieron sorprendidos. Darcy se quedó sin aliento, y no podía
apartar la mirada.
Él dio un paso hacia ella. Se aclaró la garganta, y habría jurado que el sonido de su
voz retumbó en su propio pecho. -¿Señorita Darcy?-.
¿Esa voz profunda y erótica venía de él?. Ella deseaba contestar, pero las palabras
se negaban a salir. Ella se mojó los labios, pensando que eso podría ayudarla, pero
entonces la mirada fija azul de él bajó hasta su boca, y ella se olvidó de lo qué iba a
decir.
-¿Darcy?-, murmuró Maggie.
Sus ojos se enfocaron en los de ella otra vez. Instantáneamente, una llamarada de
calor surgió a través de ella. Caliente como el sol pegando fuerte en su cabeza.
Caliente como la arena entre los dedos del pie. Dios mío, no se había sentido así de
caliente desde esa terrible noche cuatro años atrás. Cerró los ojos y se deleitó con el
liquido calor como si corriera a través de sus venas. Era como estar en la playa otra
vez con el batir de las olas en sus oídos y el aire salado cosquilleando su nariz. Ella
casi podía sentir un balón de voleyball en las manos, ver la red delante de ella, oír
a su hermana riéndose a su lado.
-Darcy-, Vanda le dio un codazo.
Ella abrió los ojos con un sobresalto. Él todavía estaba allí, todavía clavaba sus ojos
en ella. Lentamente, él sonrió. Oh Dios mío, hoyuelos. Su cerebro se hizo papilla.
-¿Estás bien, Darcy?-, murmuró Maggie.
Ella respiró profundamente y consiguió susurrar. -Apolo-.
Capítulo 4
Era mortal.
¡Gracias a Dios!. Austin se percató lentamente de que estaba allí de pie con una
tonta sonrisa en la cara. ¿Pero, y qué?. Había encontrado a la mujer misteriosa y era
mortal. Tenía que serlo. Él había penetrado en su mente tan fácilmente, y una vez
allí, sus pensamientos le calentaron como los rayos de sol. Ella estaba pensando en
arena caliente, volleyball en la playa, y en la risa de su hermana. Ningún vampiro
pensaría en esas cosas.
¿Y las otras dos mujeres?. La bajita de pelo oscuro definitivamente era vampira. La
reconoció del aparcamiento de la DVN. Y apostaría que la del pelo púrpura
también era una no muerta. Ella tenía esa apariencia vistosa y ese brillo
hambriento en los ojos. Su mirada apenas se posó en las otras dos mujeres, antes de
regresar a la preciosa mujer de azul. Él mantuvo su poder cuidadosamente
enfocado sólo en ella, para que las otras mujeres no lo detectaran.
Finalmente ella habló, susurrando. -Apolo-.
¿Qué?. Él ladeó la cabeza, tratando de descifrar su significado. Las imágenes de su
mente todavía estaban enfocadas en la playa. Ella soñaba con el calor del sol
acariciando su piel. Su cara estaba sonrojada, su pecho alzándose con cada
acelerada respiración. Notó con sorpresa que ella le miraba de la misma forma que
si le estuviese haciendo el amor. Una oleada de sangre fue a toda velocidad hacia
su ingle, y por un segundo, él se vio a sí mismo subiéndola a la mesa y besándola
hasta que sus labios estuvieran inflamados y rojos. ¿Y luego ... qué?. No podía
hacer nada de eso con una, o tal vez dos, vampiros en la habitación
¿Por qué ella estaba allí con esas dos mujeres no muertas?. ¿Era una prisionera?.
¿Estaban chantajeándola o amenazando a un miembro de su familia para
conseguir que colaborase a la fuerza?. Las dos mujeres seguían cuchicheando y
dándole codazos a ella. ¿Ella estaba bajo su control? Pero la Sra. Stein le había
dicho que la Srta. Darcy era quién estaba a cargo.
Necesitaba más información. Tenía que ganarse su confianza. Y mirarla fijamente
con una gran protuberancia en sus pantalones no era la forma de lograrlo. Él
colocó su foto en la mesa, delante de ella. Sus ojos azul grisáceos echaron una
mirada hacia abajo, luego regresaron a su cara.
-¿Puedo?-. Él separó de la mesa una silla negra, tapizada en piel y se sentó, de cara
a ella.
Los pensamientos de ella revolotearon dentro de su cabeza. Él no quiere
permanecer de pie y bajar la mirada hacia nosotras como los otros hombres. No, él
se sitúa al nivel de mis ojos. Qué amable y considerado.
¿Amable y considerado?. Maldición, tan sólo estaba ocultando su erección. -¿Qué
tal, señoras.? Soy … Adam Olaf Cartwright-.
La del pelo púrpura arrugó la nariz.- ¿Olaf?-.
-Sí-. Austin sabía que las mentiras más exitosas incluían tanto de la verdad como
fuese posible. -Llevo el nombre de mi abuelo, Olaf. Un gran pescador de
Minnesota. Mis recuerdos favoritos son pescando con él-. Él percibió algunos
pensamientos procedentes de la bella Srta. Darcy. Él ama a su familia. Y el aire
libre. Y los placeres sencillos de la vida.
La bajita bostezó. -¿A usted le gusta matar peces?-.
-Disfruto del proceso de pescar, de la anticipación de lo que pueda suceder. Si no
necesito el pez para comer, entonces lo devuelvo al agua-.
Él oyó más pensamientos, procedentes de la Srta. Darcy. Él es paciente y
compasivo. Y tan adorable. Santa Trinidad, a ella realmente le gustaba él.
La del pelo púrpura se inclinó hacia ella y murmuró -Es aburrido-.
Austin sabía que la Srta. Darcy no estaba aburrida. También notó que las otras
mujeres simplemente la llamaban Darcy. -¿Puedo conocer sus nombres?-.
-Creo que sí-, contestó la pequeña. -Soy Margaret Mary O'Brian, la ayudante de la
directora. Todo el mundo me llama Maggie-.
-Vanda Barkowski-. La del pelo púrpura alargó una mano, exhibiendo largas uñas
púrpuras.
Él volvió su mirada a la mujer de azul. -Y usted?-.
Ella rodeó el bolígrafo con sus dedos. -Darcy-.
-¿Es el nombre de pila o el apellido?-.
-El apellido-, murmuró, mientras las otras dos decían -El nombre-. Los ojos de ella
se movieron con un tic nervioso, y sus manos envolvieron el bolígrafo más
apretadamente.
-¿Cuál es?-, preguntó él suavemente. La pobre chica era un manojo de nervios.
¿Por qué? ¿Porque se había visto forzada a asociarse con vampiros?.
Ella respiró profundamente y colocó el bolígrafo cuidadosamente sobre la mesa. -
¿Tiene alguna experiencia en actuar?-.
Él iba a comenzar a recitar la lista de mentiras que había preparado, pero la
modificó mentalmente. -No, en absoluto-.
Es un hombre honesto. E inteligente. Sus pensamientos se filtraron dentro de su
cabeza, seguidos por un diluvio de culpabilidad en su conciencia. ¿Honesto?. Ni
tan siquiera le había dicho su nombre real. ¿Y cómo de inteligente podía ser para
estar haciendo una audición para un reality show?. Además, esas mujeres no
parecían ni actuaban como crueles asesinas. Él había preguntado al resto de los
aspirantes cuando salieron de la sala de juntas, y ninguno de ellos informó que
hubiese sido dañado de alguna forma. ¿Sería verdad lo que había contado
Shanna?.¿Que realmente existían dos clases de vampiros... los inofensivos y los
violentos?.
No, él no estaba preparado para aceptar eso aún. Aun y así, esto le parecía una
pérdida de tiempo. Emma había tenido una buena idea. Sus habilidades serían
mejor empleadas en Central Park, cazando a los vampiros que atacaban a la gente
y se alimentaban de ellos. Y cuando atrapase a una de esas criaturas, podría
interrogarle sobre Shanna.
-Me temo que mi audición ha sido un error. Siento haberle hecho perder el
tiempo"-.Él dirigió a la Srta. Darcy una última mirada mientras se ponía de pie.
Pobre bello amor. Quienquiera que fuese, no perdía las esperanzas con ella. Podía
estar en peligro y necesitar su ayuda. Él se pondría a investigarla de inmediato.
Caminó con paso decidido hacia la puerta.
-¡Un momento!-.
Se volvió. Ella se había puesto de pie.
-Usted … usted realmente no necesita ninguna experiencia. Ni ningún talento. Es
un reality show-.
Él no podía ayudarla pero sonrió. Y cuando ella le devolvió tímidamente la
sonrisa, supo que estaba perdido. ¿Y qué, si era una pérdida de tiempo? Sean le
había ordenado hacer el programa.
Ella le dirigió una mirada suplicante. -Me gustaría que estuviera en el programa-.
A mí me gustaría besarte con locura. -Puedo hacerlo-.
Ella exhaló un suspiro de alivio y sonrió abiertamente. -Bien-. Oh, estaría bien. Su
mirada bajó rápidamente hacia sus caderas, luego regresó a su cara. -Mas bien
excelente-. Sus ojos se abrieron. -Yo... estaremos en contacto-.
-Estoy seguro de ello-. Él dejó escapar un largo suspiro cuando abandonó la
habitación. En lo único que pensaba era en “contactar con ella”.
Y muy pronto.
Darcy respiró profundamente y deseó que el galope de su corazón se calmara.
Adam Olaf Cartwright... sólo pensar en él hacía que corazón latiese ridículamente
rápido. Trató de alcanzar su foto con dedos temblorosos. Dios mío, podía ver sus
hoyuelos en la foto. Y el bello azul turquesa de sus ojos.
-¿Estás bien?-, preguntó Maggie. -Apenas podías hablar-.
-Yo... me picaba la garganta-.
-¿De verdad?-. Vanda la miró con una divertida expresión. -Juraría que el picor
estaba más al sur-.
Maggie resopló. -¡Dulce Maria!. No hay necesidad de ser grosera-.
-Tampoco hay necesidad de negarlo-. Vanda se puso en pie y se desperezó. -
Admítelo, Darcy, ese tío te pone caliente-.
Darcy negó con la cabeza. -Sólo estoy cansada. Hemos estado
entrevistando desechos de virilidad durante más de cuatro horas-.
-Efectivamente, desechos-, bostezó Maggie. -Pero tú estás excitada-.
Darcy se abanicó con su foto. -Hace calor aquí dentro-.
-Yo no tengo calor-. Vanda miró a Maggie. -¿Tienes calor?-.
-No. Realmente, creo que hace un poco de frío aquí dentro-.
-Ya es suficiente-. Darcy esparció todas las fotos sobre la mesa. -Tenemos que
escoger los cinco mejores tíos-.
-El número uno tiene que ser Garth Manly-. Maggie localizó su foto y se la dio a
Darcy.
-Estoy de acuerdo. Y el número dos debería ser…-. Vanda alcanzó una foto. -Aquí
está... Apolo, el dios del sol-.
Maggie rió disimuladamente.
-Su nombre es Adam-. Darcy arrebató la foto a Vanda. Adam como un hombre
primitivo. Una visión se movió rápidamente a través de su cabeza... Adam Olaf
Cartwright, haciendo cabriolas alrededor del Jardín del Edén llevando nada más
que un taparrabos. No, mejor una hoja de parra. Una hoja de parra muy grande.
Una que volase con la brisa más leve.
¡Maldición!.¿Era ella tan ridículamente superficial que podía quedar anonadada
por un magnifico cuerpo, una hermosa cara con hoyuelos, y un par de
deslumbrantes ojos azules?. Miró su foto. Bueno, aparentemente, sí.
Con un silencioso gemido, admitió que era algo más que una momentánea lujuria.
Adam Olaf Cartwright poseía algo más que un estupendo exterior. Ella había
sentido su inteligencia, su bondad, su honradez, y su fuerza.
-Te has sonrojado otra vez-,le advirtió Maggie amablemente.
Darcy se sentó con un suspiro. -Es una situación imposible. Ya lo sabes-.
-Puede que no-, Vanda se arrellanó en su silla. -He oído historias acerca de mujeres
que mantienen a un hombre mortal como juguete sexual-.
Darcy se sobresaltó. -Nunca podría hacer eso-.
-Y esa clase de relaciones nunca duran-, agregó Maggie. -Lo siento, Darcy.
Dejaremos de gastarte bromas sobre esto-.
-Bien-. Colocó las fotos de Garth y Adam a un lado, luego examinó los fotos
restantes.- ¿Qué piensas de George Martínez y Nicholas Poulos?-.
Sacó sus fotos.
-Están bien-. Maggie seleccionó a uno más. -Y éste también está bueno. Seth
Howard-.
-Genial. Entonces, hemos terminado-. Darcy buscó en su portafolios el teléfono
móvil. -Llamaré a Gregori, para que nos recoja-. Lo localizó en su coche, y él
calculó que llegaría allí en quince minutos.
Vanda se puso en pie. -Mejor me teletransporto a casa. Tengo hambre, y Garth
Manly me está pareciendo un bocado muy rico-.
-Vete-. Darcy le dio rápidamente el teléfono. -Oh, y trata de convencer a las otras
de participar en el programa contigo-.
-Lo intentaré-. Vanda se encogió de hombros. -Pero si han estado peleándose todo
este tiempo, no van a estar de humor para escuchar-.
-Una cosa más-, continuó Darcy. -Jura que no les dirás lo que hemos estado
haciendo esta noche. Se supone que es una sorpresa que haya mortales en el
programa-.
Vanda arrugó la nariz. -¿Cómo puede ser una sorpresa?. Los podemos oler a una
manzana de distancia-.
-Lo encubriré-. Darcy recogió las fotos de todos los candidatos rechazados en una
pulcra pila. -Cuando estaba trabajando en Romatech, tuvieron el problema de que
un par de vampiros perdieron el control y mordieron algunos de los empleados
mortales-.
-Oh, lo recuerdo-, dijo Maggie . -Roman se puso furioso-.
Darcy asintió con la cabeza. -Era un completo fracaso de su misión de hacer el
mundo seguro tanto para mortales y vampiros. Y el hecho de que ocurriese en su
negocio fue muy preocupante-.
-¿Qué hizo él?-, preguntó Vanda.
-Primero, ofreció sangre sintética gratuita para todos los empleados vampiros.
Surtió efecto por un tiempo, pero entonces, las mordeduras comenzaron de nuevo.
Roman estaba preocupado porque los mortales entablaran demandas y terminaran
por atraer la atención del mundo sobre los vampiros. Entonces, desarrolló un
brazalete para el tobillo de plástico revestido con algún tipo de producto químico,
que camufla completamente el olor de los mortales. Funciona como un repelente
de vampiros. Cuando los vampiros no pueden oler a los mortales, ya no tienen la
tentación de morderlos-.
-¿Vas a usar los brazaletes de tobillo en el programa?-, preguntó Maggie.
-Sí. Los mortales estarán a salvo. Y serán imposibles de detectar-.
Vanda cabeceó mientras lo consideraba. -Las vampiras todavía podrían detectar a
los mortales leyendo sus mentes-.
-No estará permitido leer o controlar mentalmente en el programa-, Darcy anunció.
-Se incluirá en los contratos con las vampiras. De otra forma, no sería una
competición justa-.
-Tiene sentido-. Vanda llamó a la casa de Gregori. -Me tengo que ir. El olor de esos
hombres en el vestíbulo me pone hambrienta-. Ella hizo una pausa, después habló
por el teléfono. -¿Lady Pamela, eres tú la receptora?. ¿Sigue hablando, por favor ?-.
Darcy sostuvo el teléfono hasta que Vanda se hubo desvanecido completamente,
luego lo ocultó en su portafolio.
Hubo un golpe en la puerta, y la Señora Stein se asomó. Ella escudriñó el cuarto. -
¿Dónde…-. Ella volvió la mirada hacia el vestíbulo vacío. -Creía que eran tres-.
-Sí-. Darcy sonrió y rápidamente cambió el tema. -Hemos hecho nuestra selección.
Éstos son los cinco hombres que queremos -. Le tendió las cinco fotos firmadas.
-Bien-. La señora Stein avanzó un poco para coger las fotos.
-Tengo aquí algunas instrucciones y los contratos para que firmen-. Darcy sacó los
documentos de su portafolio.
La Señora Stein los cogió. -Se los daré a los pobres….er, afortunados hombres-.
-Gracias. Necesito que devuelvan los contratos firmados dentro de cinco días para
continuar a tiempo. Si no le importa, sería más fácil para nosotros si los
devolviesen aquí. Maggie vendrá la tarde del quinto día a recogerlos-
-Muy bien-. La Señora Stein salió rápidamente por la puerta.
Darcy rodeó la mesa. -Necesitaremos un artista que pueda pintar los retratos de
todos los concursantes masculinos. ¿Crees que podrás encontrarme un artista
vampiro?-.
-Supongo que sí. Miraré en las Páginas Negras-.
-Bien. Avísame cuándo lo encuentres. Tengo algunas instrucciones especiales para
él -.
Los ojos de Maggie se abrieron como platos. -¿Otra sorpresa?-.
Darcy sonrió. -Puede ser-.
La multitud en la sala de espera había menguado a aproximadamente veinte
hombres ansiosos. Austin imaginaba que los que se habían ido antes habían sido
abiertamente rechazados por Miss Darcy y sus … amigas … La “situación” le
irritaba. ¿Por qué una mujer inteligente, bella como ella andaba con vampiros?.
Se aproximó a la cafetera e hizo una seña con la cabeza para que Garrett se le
uniera. Echó café en una taza de corcho, después jugueteó con los rosados y azules
sobres de azúcar mientras esperaba.
Garrett se detuvo a su lado y se sirvió una taza de café.
-Creo que estoy dentro-, Austin susurró. -¿Y tú?-.
-Creo que también-. Garrett miró de reojo mientras un tipo pequeño y rotundo que
se parecía a un troll de las montañas se paseaba.
-Afortunadamente para nosotros, la competencia fue bastante floja-.
-¿Tú crees?-. Austin apretó los dientes. Garrett no se había dado cuenta de que la
señora Stein había manipulado la audición para hacerles ver bien?.
-¿Qué piensas de las tres … mujeres?-.
- Son claramente … ya sabes-.
¿Todas ellas? .-No, la que estaba de azul es normal. Estupenda diría yo, pero
definitivamente viva-.
Garrett batió la leche en polvo de su café. -No estoy de acuerdo-.
Los nervios de Austin se tensaron. Bajó la voz. -Me introduje en su mente. Ella
estaba pensando en rayos de sol, playas y familia-.
-¿De verdad?. Yo no podría meterme en sus cabezas-.
-No eres tan fuerte como yo. Sin ánimo de ofender-.
-Faltaba más. Pero aún así, habría jurado…-. Garrett se interrumpió cuando el troll
de las montañas se acercó por café.
Austin alzó la voz. -Creo que no nos hemos presentado. Soy Adam Cartwright-.
-Garth Manly-, Garrett estrechó su mano.
-Soy Fabio Funicello-, gruñó el troll de las montañas mientras vaciaba cinco sobres
de azúcar en su café.
-Encantado de conocerte-. Austin se movió disimuladamente hacia una esquina
vacía del cuarto con Garrett siguiéndolo detrás. -¿Decías?-.
Garrett miró alrededor para asegurarse que no podían ser oídos. -Cuando estuve
en la sala de juntas, podía ver mi reflejo en las ventanas que daban a la calle-.
-¿Y?-. Austin sintió una pesada piedra en su estómago.
Garrett bajó la voz a un susurro silencioso. -Las mujeres no se reflejaban. Ninguna
lo hacía-.
Un escalofrío bajó por la espada de Austin. Joder. -Es … no es una prueba
concluyente. Pudo ser un problema de la iluminación, de dónde estabas parado, y
de un montón de otros factores-.
Garrett se encogió de hombros. -Puede ser, pero apuesto lo que sea a que ellas tres
están … en apuros sin un ataúd-.
El estómago de Austin le dio una punzada. El café le dejó un sabor amargo en la
boca, y dejó la taza en una mesa cercana. No podía ser cierto. -No, un momento.
Sean dijo que una mujer llamó a esta agencia por la tarde. Durante la luz del día.
Tuvo que ser Darcy-. Ella tenía que estar viva.
-¿Pueden prestarme atención, por favor?-. La voz de la señora Stein se oyó, y el
cuarto quedó en silencio. -Cinco hombres han sido seleccionados para el reality
show “El Hombre Más Sexy de la Tierra”. Si han sido escogidos, por favor
permanezcan aquí para que les entregue sus contratos-.
Mientras se hacía una pausa, la atmósfera en el cuarto crepitaba de tensión. Los
hombres se aflojaron las corbatas. Los puños se apretaban con expectación. Fabio
se subió a una silla para poder ver.
-Garth Manly-, la señora Stein anunció con una sonrisa satisfecha dirigida a
Garrett. Su sonrisa se desvaneció cuando rápidamente siguió con el resto de lista. -
Adam Cartwright, Nicholas Poulos, George Martínez, y Seth Howard.
¡Enhorabuena!-.
Mientras el cuarto zumbaba con gritos de excitación y gemidos de derrota, Austin
se inclinó hacia Garrett y susurró -Llama a Sean. Dile que estamos dentro-.
Garrett asintió y sacó el teléfono móvil. Fabio brincó bajando de la silla con un
gruñido fiero y caminó bamboleándose hacia la puerta. Más hombres
decepcionados de andar pesaroso salieron fuera mientras los otros tres que estaban
seleccionados se reunieron alrededor de la señora Stein. Ella les dio los
documentos, luego caminó con grandes zancadas hacia Austin y Garrett.
Garrett terminó la llamada a Sean y se metió en el bolsillo el teléfono.
-Supongo que debo felicitarles-. La señora Stein les miraba con pesar.
-Aquí tienen sus contratos-.
-Gracias-. Austin tomó el suyo y le echó una mirada. -¿Señora Stein, notó usted
algo inusual esta noche?-.
Ella puso cara de pocos amigos. -La tarde entera fue ridícula. Mis actores de
carácter son muy talentosos, pero de ningún modo adecuados para un concurso
que se llame “El Hombre Más Sexy de la Tierra"-.
-¿Qué me puede decir acerca de la señorita Darcy?-, preguntó Austin. -¿Ese es su
apellido?-.
-En realidad no lo sé-. La señora Stein dio un paso más cerca. ¿DVN es una cadena
de televisión legítima?. Nunca he oído hablar acerca de ellos-.
- Es legítima. Ha estado funcionando durante más de cinco años-.
-Hmm-. La señora Stein frunció el ceño mientras le tendía a Garrett un contrato. -
Ellas me parecieron un poco extrañas-.
-Sí-, Garrett estuvo de acuerdo. -Ese pelo púrpura era excesivo-.
Ella agitó una mano en desacuerdo. -Trabajo con personas creativas todo el tiempo.
Estoy acostumbrada a eso. No, fue algo mientras estaban …-.
-¿Qué?-, presionó Austin.
-Bueno-. La Sra. Stein miró a su alrededor, luego habló en voz baja. -Al principio,
sólo estaban dos. Pero luego, había tres. Y cuándo me asomé hace un instante,
estaban sólo dos otra vez. Jamás vi a la de cabeza púrpura llegar o marcharse,
entienden?-.
Austin intercambió una mirada con Garrett. Obviamente, Vanda Barkowski y su
pelo púrpura se teletransportó, lo cual quería decir que definitivamente era un
vampiro. -No se preocupe por eso, señora Stein. Seguro que hay alguna sencilla
explicación-.
Ella resopló. -No soy estúpida, Sr… Cartwright-.
Garrett tocó su hombro. -Intente no disgustarse, señora. Tenemos todo bajo
control-.
Ella sonrió a Garrett. -Gracias a Dios que la seguridad de nuestra nación está en
manos tan capaces como las suyas-.
¿Pero no como las mías?. -Me retiro-. Austin inclinó la cabeza hacia la señora Stein
y Garrett. -Buenas noches-.
Mientras Austin esperaba el ascensor, marcó el número del servicio de información
de su móvil. -Digital Video Network en Brooklyn-. Sacó una libreta del bolsillo de
la chaqueta y apuntó el número. –Gracias-.
Esperó hasta estar fuera del edificio y caminando por la bulliciosa acera antes de
hacer la siguiente llamada.
-DVN-, contestó una recepcionista con voz nasal. -Si no está en digital, no puede
verlo-.
Bueno, tenía sentido… si eras un no muerto. -Esa es una frase pegadiza-.
-Es bastante floja, pero tengo que decirlo cada vez que contesto el teléfono. ¿Bueno,
qué desea?-.
-Mi nombre es … Damien, y tengo un mensaje aquí para hablar con, déjeme ver …
mierda, no puedo descifrar esta letra. Darcy algo. Ella es la nueva directora de ese
reality show-.
-¿Oh, quiere decir Darcy Newhart?-.
Bingo. -Sí, eso es. ¿Está ahí ?-.
-No en este momento-. La recepcionista hizo una pausa. -Ella estará aquí mañana
por la noche con seguridad. ¿Va a hacer una audición?-.
-Sí, pensaba hacerlo-.
-Vale, la convocatoria es para mañana por la noche y la noche del viernes, desde
las diez en punto. Mejor venga temprano. Esperamos una enorme asistencia-.
-Así lo haré.Gracias-. Austin se metió el teléfono en el bolsillo. Darcy Newhart.
Progresaba. Se metió en el coche y condujo hacia la oficina. Emma estaba allí,
mirando los partes de la policía mientras la DVN se veía en la pantalla de su
computadora.
Él fue directo a su escritorio e hizo una búsqueda de Darcy Newhart. Una lista de
noticias apareció. Clavó los ojos en los titulares, aturdido. Reportera Local
Desaparecida.¿Dónde está Darcy?.Se teme que la reportera ha sido asesinada.
Austin sentía los dedos entumecidos mientras hacia un clic sobre el primer
reportaje. Fecha: 31 de Octubre, 2001. Cuatro años atrás en la víspera del día de
Todos los Santos. Él estaba destinado en Praga en esa fecha. Lugar: El club Los
Colmillos del Vampiro de la Fortuna en Greenwich Village. Un antro donde los
jóvenes fingían ser vampiros. Algunos de ellos recordaron ver a Darcy y su
camarógrafo salir por la puerta de atrás. A Darcy no se la vio nunca más.
Era malo. Austin hizo clic sobre el siguiente reportaje. Tres días más tarde, Darcy
continuaba desaparecida. El camarógrafo había aparecido, escondido en Battery
Park y afectado por la exposición. Había sido internado en el Hospital Psiquiátrico
“Shady Portland”, balbuceando acerca de que Darcy había sido secuestrada por
vampiros.
Era realmente malo. El agarre de Austin sobre el ratón se incrementó al hacer clic
sobre el último informe. Una foto de Darcy apareció en la pantalla. Ella se veía
igual que ahora, pero claro, como era tan joven, cuatro años no suponían mucha
diferencia. Dos semanas habían pasado desde que ella desapareciera. Su cuerpo
nunca había sido encontrado, pero un cuchillo ensangrentado había sido
descubierto fuera del club, junto a un charco de sangre suya. Las autoridades
habían decidido que lo más probable es que estuviera muerta.
¿Muerta?. Lo que quería decir que ella ahora era un vampiro.
Capítulo 5
Austin completó su investigación sobre Darcy Newhart.
Ella nació en San Diego, la mayor de tres hijas. En el momento de su desaparición,
tenía veintiocho años. ¿Habría continuado envejeciendo, o tendría veintiocho para
toda eternidad?.
Cambió la búsqueda hacia sus dos compañeras. El nombre Vanda Barkowski no
dio resultado alguno, pero localizó la partida de nacimiento de una tal Margaret
Mary O'Brian en 1865. Sus padres habían emigrado de Irlanda durante la carestía
de la patata. Maggie fue la octava hijo de doce, sin embargo sólo siete de ellos
habían sobrevivido más allá de los diez años. La pobre chica había tenido una vida
difícil. Con un poco de suerte, le iba mejor ahora.
Benditos zombis, ¿en qué estaba pensando?. Ella era un vampiro. La sangre
sintética había aparecido sólo hace dieciocho años. Ella había subsistido durante
mucho tiempo atacando a los humanos. No debería sentir compasión alguna por
tales monstruos.
El brillo de sol pasó a través de las persianas, creando vetas de luz a lo largo de su
escritorio. Se paseó hasta la ventana para mirar hacia afuera. Las aceras bullían de
trabajadores matutinos; las calles se llenaban de camiones de reparto y furgonetas.
¿Y Darcy… estaría mirando la salida del sol o estaba escondida allí fuera, muerta
para el mundo?.
Recogió sus notas y fotos, y luego condujo hacia Queens, a la cadena de televisión
en la que Darcy había trabajado. Después de enseñar su placa, escuchó al gerente
hablar durante una hora de Darcy. Todo el mundo allí la adoraba. Algunos todavía
se aferraban a la esperanza de que estuviera viva. Austin prometió hacer todo lo
posible para resolver el misterio de su desaparición y salió con una caja de
videocintas con copias de noticiarios antiguos de Darcy. Guardó la caja en el
maletero y condujo hacia su apartamento en Greenwich Village.
Se sentó en el sofá con una cerveza y un emparedado y empezó a ver los viejos
reportajes de Darcy. Esperaba aburrirse, pero ella le hizo sonreír y soltar carcajadas
con las locas situaciones en las que se metía. Estaba viendo como ella intentaba
entrevistar a una hipopótamo preñada en el Zoo del Bronx cuando finalmente se
quedó dormido.
Y soñó con Darcy.
Cuando se despertó, la televisión le saludó con estática y nieve. Apagó la TV y el
video, dándose cuenta de la hora. Seis cuarenta de la tarde. Mierda. Llegaría tarde
a la reunión diaria de las siete. Llamó a la oficina, pero Sean lo sorprendió
diciéndole que se tomara algunos días de descanso.
-¿Ha firmado ya el contrato?-, preguntó Sean.
-No señor. Me encargaré de eso-. Austin colgó el teléfono y rebuscó entre sus
papeles hasta que localizó el contrato de la DVN. Un párrafo extraño atrajo su
atención. ¿Por qué no le preguntaba a Darcy por ello?. Después de todo, sabía
dónde estaría ella esta noche.
Las audiciones en la DVN estaban programadas para empezar a las diez P.M., así
que Austin llegó a las nueve. Deslizó dos estacas en el bolsillo interior de su
chaqueta. Eso y el crucifijo de plata bajo su camisa tendrían que bastar como
protección.
Dudó fuera de la entrada. Las letras DVN resplandecían en neón sobre su cabeza.
Actúa con normalidad, se advirtió a sí mismo. No sabes que los vampiros existen.
Eres un pobre inocente. Sí, y se sentía como una oveja vagando delante de la
guarida de un león.
Empujó la puerta y entró. La decoración del vestíbulo era dramática, realizada en
tonos negros y rojos. Algunos hombres se aposentaban en rojas sillas de cuero. Le
miraron desdeñosamente. Él caminó dando grandes pasos hacia el escritorio de la
recepcionista. La chica armonizaba con el cuarto, vestida de negro con una
bufanda roja alrededor del cuello. Incluso su pelo estaba teñido de negro con
reflejos de un rojo intenso. Ella se limaba sus uñas pintadas de rojo con una lima.
-Buenas tardes-.
Sin levantar la vista, ella señaló un portapapeles. -Si está aquí para las audiciones,
inscríbase-, comenzó a decir con una voz nasal.
-Estoy aquí para ver a Darcy Newhart-.
Ella miró hacia arriba y resopló. -¿Qué desea usted?-.
-Quiero ver a Darcy Newhart. Es un asunto de negocios-. Le mostró el sobre
marrón en su mano.
-Pero usted es un…-. Ella cerró de golpe la boca, aparentemente dándose cuenta de
que no debería admitir que no estaba tan viva como él. -Uh, vale. Su oficina está
siguiendo el vestíbulo. La quinta puerta a la derecha, justo antes de llegar a los
estudios de grabación-.
-Gracias-. Austin avanzó por el vestíbulo, consciente de que cada vampiro en el
vestíbulo se quedaba mirando su espalda. Llamó a la puerta. No hubo respuesta.
-¿Señorita Newhart?-. Abrió un poco la puerta. No había nadie allí, aunque los
papeles en su escritorio indicaban que ella había estado recientemente. Se deslizó
dentro y cerró la puerta. Era una oficina pequeña…ninguna ventana, un escritorio
viejo, una anticuada computadora. Las dos sillas frente al escritorio parecían restos
de un viejo hotel.
Su mirada errante se enganchó en un gran vaso de papel cartón en su escritorio.
Tenía una cubierta opaca de plástico encima con una paja en el hueco. Lo cogió.
Estaba casi vacío. Y helado. Lo que era bueno. ¿Qué vampiro querría sangre fría?.
Subió la taza hasta su nariz e inhaló. ¿Chocolate?. Había otro olor del que no estaba
seguro, pero definitivamente allí había chocolate. Sonrió abiertamente. Tenía que
estar viva. Aún así, debería dar un sorbo, sólo para estar seguro. Comenzó a retirar
la cubierta.
La puerta se abrió. Darcy Newhart entró dando grandes pasos, después se paró en
seco. Su boca se abrió involuntariamente. La de él lo hizo también, y ni siquiera
tenía la excusa de estar sorprendido. Pero había olvidado lo mucho que ella le
afectaba. Su reacción física fue inmediata, haciendo que su corazón latiera
aceleradamente y que su ingle se hinchara.
Llevaba el pelo suelto hasta cerca de los hombros. Iba vestida con pantalones
caquis sueltos y una camiseta azul que moldeaba perfectamente sus senos. La
camiseta estaba desprovista de algún expresivo slogan como Bebé Ardiente, lo cual
habría sido ridículamente redundante en su caso.
-Buenas tardes-. Él se enfocó en su cara, así dejaría de mirar sin disimulo su
glorioso cuerpo.
-Hola-. Sus mejillas empezaron a ponerse rosas. Ella lentamente cerró la puerta. -Es
una pequeña sorpresa, Sr. Cartwright-. Su mirada aterrizó en la taza en su mano, y
su cara palideció.
-Lo siento-. Él volvió a poner de golpe la cubierta donde estaba y colocó la taza en
su escritorio. -Olía muy bien. ¿Batido de chocolate?-.
-No exactamente. Yo…-. Ella se movió deprisa, agarró la taza, y la tiró a la
papelera. - … tengo intolerancia a la lactosa. ¿Le gustaría algo de beber, Sr.
Cartwright?-. Ella hizo un gesto en dirección a la puerta. -Le podría traer…-.
-Estoy bien. Gracias-. Sonrió, tratando de tranquilizarla. -¿Ya que vamos a trabajar
juntos, por qué no me llama Adam?-.
-Vale-. Ella se deslizó por detrás de él y rodeó el escritorio. -¿Qué puedo hacer por
usted … Adam?-.
-Se trata del contrato-. Abrió el sobre y sacó el documento.
-¿No debería su agente ayudarle con eso?-.
-Francamente, la Señora Stein está también desconcertada-. Al menos, Austin creía
que lo estaría. Buscó la página seis y señaló un diminuto párrafo a pie de la página.
-Aquí está. DVN no asumirá ninguna responsabilidad por las lesiones producidas
durante la duración del contrato. Ello incluye pérdida de sangre, heridas por
perforación y mortales-.
Levantó la vista hacia Darcy. Su cara había palidecido mortalmente.
-¿Parece un poco extremo, no cree?-.
Ella se metió el pelo detrás de su oreja con dedos temblorosos. -Es bastante
estándar en la DVN. Les gusta cubrir todas las bases. La gente tiende a interponer
demandas por las cosas más triviales hoy en día-.
-No calificaría de triviales las heridas por perforación o mortales-.
Ella agitó una mano en el aire. -Cualquier cosa podría ocurrir. Rodaremos en un
enorme ático de lujo. Se puede caer por un tramo de la escalera, o tropezar con una
alfombra y…-.
-¿Caer sobre un tenedor?-.
-¿Perdón?-.
-Heridas por perforación, Señorita Newhart. ¿Como exactamente espera que sea
perforado?.¿Por un par de colmillos?-.
Su ojo comenzó a sufrir un tic nervioso. -Estoy de acuerdo en que la redacción es
un poco inusual, pero la intención es clara. La DVN no puede ser responsabilizada
de ninguna lesión que pueda producirse durante el programa-.
-¿Va a exigirnos hacer algo peligroso?-.
-No, por supuesto que no. Créame, Sr. Cartwright, haré todo lo posible por
garantizar su seguridad-.
-¿Está preocupada por nuestra seguridad?-.
-Por supuesto. Odio ver a inocentes mort… personas lastimarse-.
Casi había dicho mortales, lo que parecía un poco raro si ella misma era mortal.
¿No lo era? Maldita sea, esta incertidumbre tenía que acabar. -Es muy amable,
señorita Newhart-. Le cogió la mano entre las suyas. Sus dedos estaban fríos.
-Gracias-. Su mirada descendió a sus manos unidas. -Pero no es a mí a quien debe
impresionar. Habrá un jurado de cinco mujeres para decidir el resultado del
concurso-.
Él envolvió la mano de ella con las suyas. -No me interesan las cinco juezas o el
concurso-.
Su mirada ascendió de golpe.- ¿No quiere estar en el programa?. Por favor no deje
que la redacción del contrato lo disuada-.
Él deslizó dos dedos alrededor de su muñeca. -¿Piensa que podría ganar algo que
se denomina “El Hombre Más Sexy de la Tierra"?-.
-Yo…creo que tiene posibilidades. Y seguro que podría irle bien para su carrera
artística, no cree?-.
Él presionó las yemas de los dedos contra la suave piel de su muñeca. -Yo, la
verdad, no quiero que me vean como un juguete sexual-. Excepto tú.
-Lo entiendo. Yo me sentiría igual-. Sus mejillas se sonrojaron. -Pero no ha oído las
últimas noticias. ¡Nuestro productor, el señor Baco, acaba de anunciar que el
ganador recibirá un millón de dólares!. ¿Seguramente eso lo convencerá de hacer el
programa?-.
-No realmente-. Él se concentró en las yemas de sus dedos. ¡Sí, allí! ¿No era un
latido?. Ella frunció el ceño. -No lo entiendo. ¿Si no está interesado en ganar el
título o el premio en metálico, por qué me hace preguntas acerca del contrato?-.
¡Sí!. Era definitivamente un latido. Una rápida palpitación contra las yemas del
dedo. A fin de cuentas, eso era la prueba concluyente. Darcy Newhart estaba viva.
¡Viva!.
-¿Sr. Cartwright?-. Ella separó su mano y le dirigió una mirada desconcertada. -
¿Por qué está usted aquí?-.
Él sonrió lentamente. -Señorita Newhart, estoy aquí por usted-.
Ella inspiró abruptamente y dio un paso atrás. -Sr. Cartwri…-.
-Creía que había acordado llamarme Adam-.
-Yo…lo hice, pero debe haberme malinterpretado…-.
-Y después, normalmente, usted correspondería a ello invitándome a llamarla
Darcy. ¿No es cierto ?-.
-Normalmente, quizá, pero esto no es exactamente normal…-.
-Tienes razón-. El dio un paso más cerca. -Hay algo especial ocurriendo aquí. Lo
siento. ¿Tú no?-.
Ella abrió mucho los ojos. Parecía nerviosa, y por un momento, él se preguntó si
estaba yendo demasiado rápido. Su agitación podía deberse tanto al deseo como al
miedo.
Ella se mojó los labios. -Yo…-.
-¿Eso es un sí?-. Le tocó el cuello.
-Yo…-. Su mirada descendió a su boca, y ella se chupó los labios de nuevo. -No
creo que sea inteligente de nuestra parte…es decir, soy la directora del programa-.
-Entonces, dirígeme-. Curvó la mano por detrás de su cuello. Su pelo se sentía
suave contra la piel. -Dime qué hacer-. Dios mío, deseaba besarla. ¿Pero iba
demasiado rápido?. Simplemente un atisbo de su mente, eso es todo lo que
tomaría. Simplemente un atisbo.
Era tan fácil. Su invasión resbaló dentro como una brisa, y su mente simplemente
se desplegó como una vela blanca al viento. Él acarició sus pensamientos. Ella
estaba ardiendo de deseo. Deseo por él. Apolo, el dios del sol.
Él se echó hacia atrás, asombrado. ¿Creía que él era como un dios? Sagrado pánico
escénico, difícil imagen para estar a la altura.
Ella se sonrojó. Se veía tan ardiente y deliciosa que ahuyentó todas sus dudas. Lo
deseaba. Lo había sentido en su mente. Y eso era suficiente para hacerlo sentir tan
poderoso como cualquier hombre convertido en un dios.
Los ojos de ella se cerraron temblorosamente. -No puedo…-.
-¿No puedes besarme?-. Él tocó ligeramente la comisura de sus labios.
Un pequeño temblor recorrió todo el cuerpo de ella. -Yo no puedo…resistirme-.
Ella agarró sus hombros.
Guau, lo deseaba. Plantó su boca firmemente sobre la de ella, yendo a fondo y
moldeando sus labios con los suyos. Tiró de ella más fuerte, y sus manos
exploraron su cabello, acercándola más.
Él invadió su boca. Jesús, ella lo dejó entrar. Ella estaba sintiendo lo mismo, un
hambre poderosa. ¿Cómo dos personas relativamente desconocidas podían estar
tan condenadamente desesperados el uno por el otro?. Era más que deseo físico;
era hambre espiritual.
Su lengua se entrelazó con la de él, dejando un sabor apenas perceptible a
chocolate. Oh, ella era dulce. Dulce en todas partes. Sus manos bajaron rozando su
espalda y rodearon su cintura. La atrajo contra su erección. Con un gemido, ella se
derritió contra él.
El depósito besos bajando por su garganta, para luego volver a subir a su oreja. Sus
manos se extendieron hacia su trasero, presionando contra su piel y moviendo sus
caderas contra su ingle.
-Darcy-, susurró en su oreja. -Lo sabía. Desde el primer minuto en que te vi. Supe
que teníamos que estar juntos-.
Sus manos se agarraban firmemente a sus hombros, después con un gemido de
dolor, ella lo apartó. -¡No!-.
Él dio un paso atrás. -¿Qué?. ¿Qué hay de malo?-.
Respirando pesadamente, ella se cruzó de brazos. -Yo … lo siento-.
-No te disculpes. Yo no lo siento-.
Su cara se frunció. -No puedo. No puedo dejar que ocurra-.
-Cariño, ya ha ocurrido-.
-¡No!-. Ella tomó aliento temblando, y su cara se transformó en una máscara de
piedra. -Tenemos que ser profesionales. Necesito este trabajo-.
-No haría nada para ponerlo en peligro. Nunca te haría daño-.
Ella negó con la cabeza, abrazándose a si misma fuertemente.
-Darcy, si necesitas cualquier cosa, por favor dímelo. Podría ayudarte-.
Ella permaneció en silencio, frunciendo el ceño como si estuviera inmersa en una
lucha interna. Finalmente, habló.-Si verdaderamente quieres ayudarme, accederás
a participar en el programa-.
-Vale, lo haré-. Él cogió un bolígrafo de su escritorio y firmó el contrato.
Arriesgarse a los pinchazos o a la muerte bien valía la pena. -Lo digo en serio,
Darcy. Si estás metida en algún problema, si cualquier … cosa te amenaza o te
asusta, quiero que me lo digas-.
Ella tragó saliva. -Estoy bien-.
Ella no estaba bien. Era una mortal viviendo entre vampiros. Él tenía que ganarse
su confianza para que se abriera a él.
-Llevaré a cabo más audiciones en unos pocos minutos. Necesito algo de tiempo
para prepararme-.
Quería que él se fuera. Como hombre sensible que era, debería captar la indirecta.
-Tal vez podríamos quedar más tarde para tomar una taza de café-.
Ella sonrió cansada y con resignación. -Te lo agradezco, pero no tengo ni idea de
cuánto tiempo nos llevarán las audiciones-.
-¿Mañana por la noche?-.
Ella ordenó los papeles de su escritorio. Aunque trató de ocultarlo, el temblor de
los papeles era la prueba de que sus manos estaban poco firmes.
-Tengo más audiciones mañana-.
-¿La noche del sábado?-. Él no tenía orgullo.
-Tengo que ir a una boda-.
-No la tuya, espero-.
-No, claro que no. Pero hacen una pareja adorable-. Una mirada triste y
melancólica cruzó su cara. -Creo que serán muy felices-.
-¿Alguien que conozca?-.
-Dudo que conozcas a Roman o a Shanna-.
Dejó su cara en blanco para esconder su conmoción. Sagrada mierda, el
compromiso apenas había sido anunciado hacía unos pocos días. ¿Cómo le iba a
decir a Sean que la boda era este sábado por la noche?. -Nunca he oído hablar de
ellos. ¿De quién eres amiga, del novio o de la novia?-.
-Yo…conozco al novio desde hace varios años. Pero también considero a su
prometida una amiga-.
-¿Necesitas un acompañante?-. La expresión de incomodidad de su cara le dijo a
Austin que la estaba presionando demasiado. -Disculpa, no me debería auto
invitar. ¿Una de esas elegantes bodas por todo lo alto, iglesia incluida, huh?-.
Sus mejillas se enrojecieron mientras ella tanteaba una pila de papeles en su
escritorio. -Tú…tienes que hacerte un retrato. Le dejé la información a la Señora
Stein, pero tengo aquí una copia-. Agarró un block de notas adhesivas y anotó la
dirección. Luego arrancó de un tirón la nota y se la dio.
Obviamente no quería hablar de una boda de vampiros. Tendría que dejarle eludir
el tema o sospecharía. Sus dedos rozaron los de ella cuando tomó la nota e
instantánea y desesperadamente, ansió sujetarla entre sus brazos.
-Darcy-.
Durante unos pocos segundos, sus ojos respondieron con una expresión de dolor y
anhelo, después parpadeó y se dio media vuelta. -No podemos permitirnos…
perder el control otra vez-.
¿Cómo demonios iba a detenerle?. Su atracción por él era evidente. Él no iba a
ignorarla, no cuándo sentía lo mismo. -Estaré en contacto-. Se metió en el bolsillo la
nota y salió.
En el camino de vuelta a casa, llamó al número de teléfono de la nota y concertó
una cita para hacer el retrato. El artista sólo trabajaba por la noche, así que Austin
asumió que era vampiro.
Comenzó a marcar el número de Sean, entonces se detuvo. ¿Debería decirle a Sean
lo de la boda?. Sean usaría todos sus recursos para descubrir la hora y lugar de la
ceremonia. Y luego ordenaría al equipo atacar con ballestas, disparando flechas de
madera a todo el mundo a la vista. Y Darcy iba a estar allí. ¿Qué ocurriría si fuera
herida o muriera? Y además por haberle pasado la información a Sean. ¿Cómo
podría vivir él consigo mismo si Darcy resultaba herida?.
Ella realmente pensaba que Shanna y Roman hacían muy buena pareja. ¿Cómo
podía decir tal cosa una mortal?. Pero ella les conocía a ambos. Tal vez tuviera
razón. Austin había visto a Roman y Shanna juntos en Central Park. Se estaban
abrazando y parecían auténticamente felices.
Shanna había tratado de convencer al equipo Estacar de que Roman era un buen
hombre. Él había inventado la sangre sintética que salvaba millones de vidas
humanas. Y según Shanna, animaba a miles de vampiros a dejar de beber sangre
verdadera cambiando a la sintética, protegiendo así a los humanos de ataques.
Sean había rechazado todos sus argumentos, atribuyéndolos al resultado de un
lavado de cerebro, pero ahora, Austin no estaba tan seguro.
Joder, vaya lío. Austin agarró el volante. Por primera vez en su carrera, sintió
grandes tentaciones de ocultar una información de vital importancia a su superior.
Capítulo 6
Austin pasó la noche viendo más reportajes de Darcy grabados para “Las Noticias
locales de las cuatro”. Mientras los veía, trató de encontrar sentido al dilema en
que se encontraba. Recopiló en una lista los vampiros que había identificado en los
últimos días. Allí estaban las dos amigas de Darcy, Maggie O'Briany y Vanda
Barkowski. Parecían inofensivas. Escribió el nombre de Gregori Holstein,
preguntándose la clase de relación que tenía Darcy con el tipo no muerto. ¿Una
amistosa, pues la paseaba en su Lexus?, pero ¿cómo de amistosa?. Austin se
percató de que estaba empezando a sentirse posesivo en lo que concernía a Darcy
Newhart.
Gracias a Dios, no tenía que escribir su nombre en la lista. Ese misterio estaba
solventado. Darcy tenía pulso, así que tenía que ser mortal. Pero el misterio de su
situación todavía estaba sin resolver. ¿Por qué desapareció cuatro años antes de la
víspera del día de Todos los Santos?. ¿Y por qué vivía en el mundo vampiro?. ¿Y
cómo pudo vivir entre ellos tanto tiempo y permanecer ilesa?.
¿Podría Shanna estar en lo cierto?. ¿Había una facción de vampiros pacíficos que
no creía en lastimar a los humanos?. Austin volvió a tumbarse en el sofá,
pasándose las manos por el pelo. Antes todo le parecía más claro. Había tipos
buenos y tipos malos y se suponía que los buenos ganaban. Cuando trabajaba en
Praga, los tipos malos eran los que intentaban masacrar a la gente inocente debido
a su raza o religión. La matanza de inocentes los convertía en los malos. Simple y
claro. Ninguna pregunta y ningún remordimiento.
Ahora, el enemigo eran los vampiros que también mataban personas inocentes
para comer y por placer. Debería ser simple y claro. Eran demonios que merecían
morir.
Y así era antes de saber algo sobre ellos. Román Draganesti se iba a casar. ¿Cómo
podía enamorarse un demonio?. ¿Si eran malos, por qué algunos bebían sangre de
una botella, trabajaban y veían telenovelas en la TV?. Cuanto más sabía de ellos,
más humanos le parecían. Con un gemido, se fue a la cama. Tal vez lo tendría más
claro después de dormir algo.
Se despertó el viernes por la tarde y se comió un tazón de cereales, mientras
terminaba de ver la última de las cintas de vídeo. Era un reportaje de Darcy de la
fiesta de cumpleaños de Mabel Brinkley en Brooklyn, que cumplía 103 años de
edad. Mabel había regentado un bar clandestino en 1920 y había sobrevivido a seis
maridos. Su secreto para la longevidad era una medida de “Wild Turkey” todos los
días. Luego, Darcy cubrió un certamen de “cannoli” en “Little Italy”, un concurso
de imitadoras de famosas en Queens y el entierro de la pobre Mabel cuando
falleció en la cama de un profesor de baile cubano de cincuenta y dos años.
Desgraciadamente, Héctor se había especializado en rumba, pero no en
reanimación de emergencia.
Austin siempre sonreía durante los reportajes de Darcy. Sin duda alguna, su jefe le
había asignado las peores historias, pero ella siempre las había afrontado con
ingenio y encanto. No extraño que todo el mundo en la cadena la quisiese.
Con una oleada de súbita desilusión, Austin se percató de que la última videocinta
no contenía reportajes protagonizados por Darcy. Era de otros reporteros
informando sobre su desaparición. Mostraban el club del vampiro y el callejón de
Greenwich Village donde fue vista por última vez. Incluso enfocaron las cámaras
sobre la mancha oscura de sangre en el suelo. La sangre de Darcy.
Un portavoz de la policía confirmó que un cuchillo de grandes dimensiones se
había recuperado de la escena, y que la sangre en el cuchillo pertenecía a Darcy.
Las entrevistas con los jóvenes del club eran todas similares. Creían que había sido
atacada por un vampiro real.
Austin se puso de pie y caminó por su apartamento. Necesitaba obtener copias de
los informes de la policía. Tenía que interrogar al camarógrafo. Por supuesto, la
forma más fácil de obtener respuestas sería preguntarle a Darcy, pero eso pondría
al descubierto su tapadera. ¿Cómo podía soportar vivir entre vampiros si había
sido atacada por uno?. ¿Y por qué un vampiro apuñalaría a una mujer en vez de
morderla?. Maldición, no tenía sentido. Y la idea de que alguien apuñalara a Darcy
con un cuchillo le hacía hervir la sangre.
El teléfono sonó y se lanzó por él, esperando que fuera Darcy.
-Hola, Austin. ¿Disfrutando de tus días libres?-, preguntó Emma.
-Supongo-. Como si él supiese cómo tomarse un día libre.
-¿Bueno, me preguntaba si te importaría acompañarme esta noche al Central
Park?-.
¿Ella quería ir de caza?. Tan alterado como estaba, un poco de acción le vendría
bien. Y tal vez podría capturar a un vampiro que conociese el paradero de Shanna.
-Sí. Allí estaré-.
A medianoche, se encontró con Emma en Central Park, en la entrada del zoológico,
cerca de la tienda de regalos. El revólver en su pistolera estaba cargado con balas
de plata. No matarían a un vampiro, pero seguro que dolería y le detendrían. Le
paralizarían lo suficiente para que pudiese formularle algunas preguntas. Y,
simplemente para estar seguro, Austin rellenó el bolsillo interior de su chaqueta
con algunas estacas de madera. Las estacas de madera de Emma estaban en el
bolso que colgaba de su hombro.
Caminaron hacia el norte por la senda de ladrillos.
-Garrett devolvió hoy su contrato firmado a la Sra. Stein-, dijo Emma en voz baja
mientras examinaba la arboleda de la izquierda. -A la Sra. Stein le preocupa que tu
aún no hayas entregado el tuyo-.
Austin caminaba a su derecha, examinando el área de ese lado. -Lo entregué
anoche en la DVN-.
-¿Qué?-. Emma se detuvo. -¿Entraste en la DVN por la noche?-.
-Sí-. Me contrataron para hacer un show, así que pensé que tenía una razón
legítima para ir allá. Y se supone que no sé nada sobre vampiros, ¿por qué habría
de evitar el lugar?. Me pareció una excelente oportunidad para investigar-.
-Lo era, pero, por Dios, Austin, podría haber sido peligroso. ¿Algún vampiro
intentó saltar sobre ti?-.
-No-.
-Bueno, cuéntame más. ¿Cómo es el sitio?-.
-Parecía en orden ... normal-.
-¿Qué hiciste?-.
Austin se encogió de hombros. -Devolví mi contrato a la directora del reality show-
-¿Cómo se llama?. Es un vampiro, ¿verdad?-.
-No, es humana. Y su nombre es Darcy Newhart-. Austin dudó, pero decidió
confesar.
-Es la mujer misteriosa-.
Emma jadeó. -A la que le hiciste un centenar de fotos?-. Se rió. -Oh, esto no tiene
precio. ¿Es tu directora?-.
-Sí-.
-¿Y estás seguro de que es humana?-.
-Sí. Completamente-.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?-.
-Tenía una bebida de chocolate en su escritorio. Y tiene pulso-.
-¿Te permitió tomarle el pulso?-. Emma le estudió detenidamente.
-¿Todavía estás enamorado de ella, ¿verdad?-.
Más que nunca. Austin siguió caminando. El sendero se bifurcaba, y señaló el
camino de la izquierda que se dirigía hacia arriba. -Vamos por este camino-.
Emma caminó a su lado.- ¿Qué siente ella por tí?-.
Se encogió de hombros. Sabia que ella le deseaba, pero se resistía a aceptarlo. O a
admitir que estaba atrapada en el mundo de los vampiros.
-¿Ya la has besuqueado?-.
Él frunció el ceño.-¿Qué quieres decir?. Ha sonado un poco sucio-.
Emma rió disimuladamente. -Oh, estoy segura que podría serlo contigo-.
Él la empujó con el hombro.
Riéndose, ella se apartó tropezando. -Sólo te he preguntado si la has besado-.
-Ah-. En ese caso, él la había besuqueado a conciencia. Y no había sido nada sucio.
-¿Bien?-. Emma aceleró para mantenerse al mismo paso que él. -¿La besaste?-.
-Me acojo a la quinta enmienda-.
-¡La besaste!-.
-Yo no he dicho eso-.
Ella bufó. -Acogerte a la Quinta Enmienda es lo mismo que declararte culpable-.
-Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Los británicos lo
entienden al revés-.
Ella sonrió. -¿Pero tengo razón, no?. La has besuqueado-.
Siguió caminando.
-Deberías tener cuidado, Austin. ¿En realidad, qué sabes de ella aparte del hecho
de que se asocia con el enemigo?-.
-Estoy investigándola. Y además, tenemos una…conexión. Puedo introducirme en
su mente muy fácilmente y, créeme, no hay nada malo allí-
-Odiaría estar en tu pellejo , pero si sabe que puedes leerle la mente, podría estar
manipulando lo que ves-.
-No sabe que estoy ahí. Es completamente inocente-. Austin se detuvo y miró hacia
la derecha. En la penumbra, podía ver la silueta de los árboles y una gran roca.
¿Hablando de inocentes, has oído gritar a alguien?.
-No estoy segura-.
Emma giró, evaluando su entorno.
Austin escuchó con atención, pero sólo podía oír las hojas agitadas por el viento y
la excitada respiración de Emma. Cerró los ojos y se concentró. Un atacante podía
ahogar los gritos de su víctima fácilmente, pero la víctima aún gritaría en su mente.
Una vez en Europa del Este, había localizado a un grupo de mujeres y niños en
una sala de tortura subterránea sintonizando sus silenciosos gritos de angustia
mental.
¡Oh Dios, ayúdame!
-Por allí-. Austin señaló la gran roca de granito. Una mujer estaba siendo atacada
en el otro extremo. Sacó su revólver y le hizo señales a Emma para que fuese por la
derecha. Ella salió corriendo silenciosamente, sacando una estaca de madera de su
bolso.
El bordeó la gran roca, y se detuvo cuando escuchó un quejido femenino. Genial.
Tendría suerte si tan sólo se trataba de una pareja de enamorados. Saltó sobre la
roca, apuntando su arma hacia ellos. Mierda, era real. Dos hombres vampiros
tenían a una mujer sujeta a la roca. Uno le mordía el cuello; el otro le estaba
bajando los pantalones. !Hijos de puta!.
-¡Suéltenla!-. Se acercó lentamente, con su arma firme.
El segundo vampiro soltó los pantalones de la mujer y se volvió para mirar a
Austin. Vete, escoria mortal, y olvida lo que has visto.
Afortunadamente, la orden mental del vampiro tuvo poco efecto en Austin.
La oyó y la descartó. -No me voy. Usted lo hará. Para siempre-.
Con un siseo, el vampiro se dirigió hacia él. -¿Cómo te atreves a desafiarme?. Eres
tonto, no puedes detenernos-.
-¿Ah, sí?-. Austin apuntó al vampiro con acento ruso, y disparó.
El vampiro se sacudió bruscamente. Se agarró el hombro, del que manaba sangre
de una herida. Su cara se contrajo de dolor.
-¿Qué has hecho?-.
-He utilizado balas de plata. Pican un poco, ¿verdad?-.
El vampiro gruñó y se lanzó hacia adelante.
Austin disparó de nuevo, el vampiro resbaló y cayó de rodillas.
Mientras tanto, el primer vampiro retiró sus colmillos del cuello de la mujer y se
volvió hacia Austin. -Sangre bastarda-. Empujó a la chica delante de él para
protegerse. -¿Crees que unas balas de plata nos detendrán?-.
Austin maldijo en silencio. No podía disparar mientras el vampiro utilizase a la
mujer como escudo. Se movió lentamente hacia la izquierda, en busca de un tiro
limpio.
El vampiro herido se elevó en el aire y aterrizó suavemente sobre sus pies. La
sangre goteaba de sus dos heridas, y enseñó los dientes con un gruñido. -Soy más
fuerte que tú. No puedes detenerme-.
-Puede que no, pero puedo divertirme intentándolo-. Austin le disparó de nuevo.
Él aulló de dolor y cayó al suelo.
-¡Bastardo!-. El primer vampiro se dirigió hacia Austin, arrastrando a la mujer con
él. -¡Vas a morir!-.
De repente, se detuvo bruscamente. Una expresión de conmoción y, entonces, el
dolor atravesó su rostro. Liberó a la mujer que se desplomó en el suelo. Arqueó la
espalda y dejó escapar un largo gemido mientras su cuerpo se convertía en polvo.
Emma se quedó en su sitio, todavía con la estaca de madera con la que le había
apuñalado por la espalda en la mano. Miró hacia el montón de polvo delante de
sus zapatillas deportivas negras. -Lo hice-, susurró. -Maté a un vampiro-.
El segundo vampiro se puso de pie. -¡Perra!. ¡Has matado a Vladimir!-.
-Y ahora es tu turno-. Emma se dirigió hacia el vampiro herido con la estaca en
alto.
-No te vas a salir con la tuya. ¡Vladimir será vengado!-. El vampiro herido tembló
en el aire, y luego se desvaneció.
-¡No!-. Emma le arrojó la estaca, pero él se había teletransportado para salvarse, y
la estaca simplemente voló por el aire. -No, ¡maldición!-.
Austin corrió hacia la chica herida, sacando su teléfono móvil. Marcó el 911 y luego
comprobó el pulso de la mujer. -Necesito una ambulancia. Rápidamente. Se está
muriendo-. El pulso en su cuello era muy débil.
Facilitó la dirección de su ubicación mientras Emma limpiaba la escena del crimen.
Ella guardó su estaca de madera y dispersó el montón de polvo de Vladimir.
-¡Lo hicimos!-. Ella dio un puñetazo al aire. -¡Nuestro primer muerto!. ¿No te
alegras de haber venido?-.
-Sí-. Si no hubieran aparecido cuando lo hicieron, esa pobre mujer habría sido
violada y asesinada por esos malditos vampiros. En verdad eran demonios. De
nuevo, su trabajo tenía sentido. Los vampiros son malos y merecen morir. Y él
sabía lo que tenía que hacer. Advertiría a Sean de que su hija estaba a punto de
casarse con un demonio.
-¿Qué hora es?-, susurró Maggie. Se removió, tratando de encontrar una postura
cómoda en el duro banco de madera.
-No lo sé-, contestó Darcy susurrando. -Unos cinco minutos más tarde que la
última vez que me lo preguntaste-.
Vanda resopló. -¡Y pasados unos diez minutos del desastre!-. Su voz hizo eco en el
alto techo abovedado.
-¡Shh! No hables tan alto-.
Maggie miró a través del pasillo a los demás invitados a la boda.
Cuando entraron en la iglesia, a Darcy le había horrorizado ver que todos los
invitados estaban sentados en el lado del novio. Por supuesto, todos ellos eran
vampiros de la Asamblea de Roman, pero, aún y así, ella pensaba que deberían
hacer que Shanna se sintiese bienvenida. Por lo tanto, se había sentando en el lado
de la novia. Vanda y Maggie se unieron a ella, pero el resto del ex-harén se había
negado. Estaban sentadas al otro lado del pasillo, murmurando entre sí. Era
sábado por la noche, y todos estaban esperando que la boda comenzase…
Y siguieron esperando.
Finalmente, Gregori había ido a ver lo que estaba retrasando las cosas.
-Estás maravillosa, Darcy-, susurró Maggie.
-Gracias. Tú también-. A principios de la tarde, Darcy, Vanda, y Maggie salieron
encopetadas hacia Macy's, en busca de trajes de lujo, de vestidos nuevos para la
boda. El vestido de Darcy era un vestido tubo de seda color granate con una
chaqueta de lentejuelas a juego. Maggie llevaba un vestido rosa fuerte de estilo
años 20 con hileras de lentejuelas. El vestido de Vanda era ceñido, sexy, y de color
púrpura a juego con su pelo.
Lamentablemente, las demás mujeres se había vestido con sus galas del Viejo
Mundo. El vestido de Cora Lee se vanagloriaba de contar con miriñaque y filas y
filas de volantes de encaje que daban la impresión de que había sido atacada por
un ejército de cintas de seda y flores. Todo el era una enorme atrocidad de brillante
amarillo narciso que le daba un aspecto más parecido al de un autobús escolar que
al de una delicada flor.
La princesa Joanna llevaba la cabeza cubierta con un velo coronado con una
diadema de oro. Una gorguera surgía bajo su barbilla. El vestido de terciopelo
verde oscuro tenía una larga cola en la espalda y la capa a juego estaba adornada
con bordados. Una cinturón con incrustaciones de joyas colgaba alrededor de sus
caderas.
Incluso Maria Consuelo lucía su sombrero favorito, un tocado cónico colgaba de la
parte de atrás de su cabeza cubierto con un velo de gasa. Las mangas acampanadas
de su traje de paño colgaban hasta las rodillas, los puños con adornos de piel.
La puerta de la sacristía se abrió, y Gregori apareció con una expresión de
preocupación en el rostro. Se dirigió hacia ellas. Darcy se levantó y se introdujo en
el pasillo. -¿Qué está pasando?-.
El ex-harén se inclinó hacia ellos para escuchar.
-No lo sé-, dijo Gregori en voz baja, pero Darcy estaba segura de las vampiresas les
oían con sus oídos extra-sensibles. -Mi madre debería haber llegado hace veinte
minutos. Espero que esté bien-.
-¿Has intentado llamarla?-. Darcy también estaba preocupada. La madre de
Gregori, Radinka, había sido dado de alta del hospital tan solo unos días antes.
Había sido herida por los renegados durante el último ataque de Romatech.
También se había hecho amiga de Shanna, por lo que Shanna le había pedido fuese
su madrina de honor en la boda.
-Su teléfono móvil está apagado-, respondió Gregori. -He intentado llamar a
Angus que era el encargado de traer aquí a Shanna y a mi madre, pero no contesta.
Algo grave ha sucedido-.
El ex-harén comenzó frenéticamente a susurrar entre sí. La noticia se propagó a
través de los bancos y pronto todos los invitados estaban discutiendo el asunto en
voz baja. Darcy se preguntaba si los renegados estaban detrás de esto. Eran un
grupo de vampiros que odiaba intensamente a Roman. Puesto que creían en el
derecho sagrado de un vampiro de alimentarse de seres humanos, habían
rechazado la sangre sintética de Roman y periódicamente hacían cosas
desagradables, como poner una bomba en Industrias Romatech.
Gregori suspiró. -Nadie responde a sus malditos teléfonos. El sacerdote no está
aquí. No sé qué hacer-.
-¡Yo sé lo que ha pasado!-. La princesa Joanna levantó las manos en señal de
triunfo. Sus anillos con piedras preciosas brillaban con la luz de las velas. -La boda
ha sido cancelada. El Maestro ha recobrado el sentido y ha rechazado a esa horrible
mortal-.
El tocado cónico de Maria Consuelo se balanceó mientras asentía con entusiasmo. -
Se ha dado cuenta de que es inferior. Santa María, mis oraciones han sido
escuchadas-. Levantó su rosario y besó la cruz con piedras preciosas.
-Espera un minuto-. Gregori frunció el ceño. -A mí me gusta Shanna-.
-A mi también-. Darcy salió en defensa de la novia
-¡Ja!-, se burló la princesa Joanna. -¡Era de esperar que se pusiesen de su lado.
Ustedes los modernos siempre se mantienen juntos. Lloriquean sobre ser sensible
con las necesidades de otras personas, pero no comprenden nuestro sufrimiento.
Esa muchacha mortal nos robó a nuestro señor y nuestro hogar!-.
-Yo declaro…-, Cora Lee abrió su abanico de encaje amarillo, -… que en mi vida he
sido tan humillada-.
Lady Pamela Smythe-Worthing sacó un pañuelo de su bolso de seda y se secó los
ojos. -Simplemente era demasiado horrible para soportarlo. Si yo no hubiese sido
bendecida con una maravillosa constitución, me habría marchitado de absoluta
desesperación -.
No te detengas y marchítate, pensó Darcy con un gemido. Estaba harta de las
interminables quejas de esas mujeres. Nunca se les había ocurrido hacer algo con
su destino excepto lamentarse constantemente.
María Consuelo chasqueó las cuentas de su rosario. -El horror fue tan inesperado.
Me recordó a la noche que fui arrastrada a la sala de tortura de la Inquisición
Española-.
-Santa María y José-, se santiguó Maggie.
Vanda resopló. -Nadie espera ser llevado ante la Inquisición-.
Darcy sacó la invitación de boda de su bolso. -Es la hora y el sitio-. Le mostró a
Gregori la invitación.
Él negó con la cabeza. -La ceremonia debería haber empezado hace diez minutos-.
-¡Aleluya!-. Cora Lee saltó, su miriñaque botando hacia los lados hasta ocupar la
mitad de banco. Sus bucles rubios, recogidos en racimos sobre cada oreja,
rebotando al ritmo de su falda. -¡Se ha cancelado la boda!. Eso quiere decir que
podemos volver a la casa del Maestro-.
-¡Oh, eso espero!-. Lady Pamela presionó su pañuelo contra el pecho, el cual dejaba
en su mayor parte al descubierto su traje de muaré rosa estilo Regencia.
-Esperen un momento-, les advirtió Gregori. -No se desboquen-.
María Consuelo resopló. -¿Quién iba a meter un caballo en una iglesia?. ¡Qué
barbaridad!-.
Gregori puso los ojos en blanco. -Mira, estoy seguro de que hay una explicación
razonable-.
-¿Razonable?-. Lady Pamela metió un pañuelo en su bolso. -Lo único razonable es
que Roman despida a esa tonta mortal y le envíe su equipaje-.
Cora Lee cerró su abanico. -Entonces, podremos tener nuestras antiguas
habitaciones de nuevo-.
-Exactamente-. La princesa Joanna se puso de pie. -Propongo volver esta noche-.
-¡Esperen!-. Gregori sacó el teléfono móvil del bolsillo interior de la chaqueta de su
esmoquin. -Voy a volver a llamar. Primero tenemos que averiguar lo que está
pasando. Así que, cálmense, señoras. No corran tanto-
(nt: La expresión literal es Don't get your panties in a bunch": expresión americana
cuya traducción literal sería algo así como “no se pongan las bragas en grupo”)
Con un gruñido, la princesa Joanna se sentó de nuevo. -Como si yo quisiera llevar
esa ridícula ropa interior-.
-Dios mío-. Gregori, dio un paso atrás con un estremecimiento. -No quiero ni
pensarlo-.
Marcó un número en su teléfono. -Tienes que sacarlas de mi casa-, le susurró a
Darcy. -No puedo soportarlo más-.
-Lo estoy intentando. Pero ya has comprobado lo tozudas que son-. Con un grito
ahogado, Darcy vio a Connor entrar en la iglesia. Inmediatamente se puso tensa.
Sus pulmones se cerraron, dificultándole el respirar. ¡Dios mío, odiaba la forma en
que siempre reaccionaba cuando él aparecía. Habían transcurrido cuatro años y
todavía no había logrado dejar atrás esa aciaga noche. Abrió la boca para advertirle
Gregori, pero las palabras no le salieron. Connor habló en voz baja a los invitados.
Algunos respondieron corriendo hacia la puerta principal. Otros usaron sus
teléfonos móviles para teletransportarse lejos de allí. ¿Así que era cierto que se
había cancelado la boda?. ¿Shanna se había replanteado lo de casarse con un
vampiro?. A menudo Darcy se preguntaba cómo era posible que funcionase esa
relación. No era justo para arrastrar a alguien en el mundo de los vampiros. Ella lo
sabía muy bien.
-¡Hey, Connor!-. Gregori hizo señas para que el escocés se uniese a ellos.
-¿Qué pasa?-.
Darcy automáticamente dio un paso atrás cuando Connor se acercó. Su corazón
retumbaba en su pecho tan fuerte que hacía eco en sus oídos. El escocés se dirigió
hacia ellos, vestido en el traje de gala escocés que incluía una camisa con chorrera
de encaje blanco, chaqueta negra, y una escarcela negra de piel.
Se inclinó ligeramente ante el ex-harén. -Señoras-. Su mirada se detuvo en Darcy.
Ella se volvió, incapaz de afrontar sus agudos ojos azules que siempre la miraban
con un dejo de nostalgia.
-Tenemos una situación de emergencia-, anunció Connor. -Ian y yo hemos traído
una limusina para ayudar a evacuar a las mujeres. Tenemos que salir de
inmediato-.
-¿Y la boda?-, preguntó Gregori.
-Te lo explicaré más tarde-, Connor señaló la entrada principal.. Sus vidas podrían
estar en peligro. Por favor, muévanse con calma y tranquilidad hacia la salida-.
-¡Eek!-. Cora Lee levantó sus miriñaques y salió pitando hacia la puerta principal.
Las otras señoras salieron a la carrera detrás de ella. Darcy revoloteó hacia la parte
de atrás del grupo para poder oír lo que los hombres estaban hablando. Estaba
incómoda cerca de Connor, pero su curiosidad era más fuerte. Por supuesto, su
maldita curiosidad fue la que causó el principio de su pesadilla.
-¿Dónde vamos?-, preguntó Gregori.
-A Romatech-, contestó Connor. -A la recepción-.
-¿Y mi madre?-, preguntó Gregori. -¿Está bien?-.
-Radinka está bien. Está con Roman y Shanna. Angus y Jean Luc están allí, así que
tienen un montón de protección -.
Protección de qué, se preguntó Darcy. Será de los renegados.
Gregori había alquilado una limosina para esa noche ya que no había forma de
transportar alrededor de diez mujeres en su Lexus. Aún y así, habían ido muy
apretados con todos esos trajes de gala. El ex-harén estaba encantado de dividirse
en dos grupos, la mitad iría en la limosina alquilada por Gregori y la otra mitad en
la limosina que Connor había traído.
Gregori se subió a la limosina de Connor. -Quiero saber qué está pasando-. Se
sentó tan cerca del asiento del conductor como le fue posible.
Darcy también quería saberlo, así que se deslizó a toda prisa por el largo asiento
para sentarse al lado de Gregori.
Connor se sentó en la parte delantera junto al conductor cerca del asiento de Ian. Se
giró hacia un lado para poder ver a todo el mundo a través de la ventana abierta.
Había seis personas en la parte de atrás, Gregori, Darcy, María Consuelo, la
princesa Joanna, Lady Pamela, y Cora Lee.
-¿El Maestro ha recobrado el sentido y cancelado la boda?-, preguntó la princesa
Joanna.
-No, señora-, respondió Connor. -La ceremonia está celebrándose en estos
momentos. En una capilla privada en White Plains-.
-Supongo que por eso no contestan a sus teléfonos-. Gregori se desabrochó la
chaqueta del esmoquin.
-¡Oh, recórcholis!-. Cora Lee había tomado todo el asiento de atrás con su
miriñaque. ¡Ahora no podremos regresar a la casa del Maestro!.
Lady Pamela se llevó la mano al pecho. -Esto va mucho más allá de lo admisible.
Se lo advierto, esa jovenzuela mortal está jugando con nosotros.
Nos invita a la ceremonia y luego se escabulle y se casa en otro lugar-.
-Es un demonio-, anunció María Consuelo. -Roman lamentará el día en que se casó
con la muchacha Whelan-.
-Basta-. Connor fulminó a las damas con la mirada. -Shanna no tiene la culpa de los
problemas de esta noche. ¡Es su padre quién ha causado este lío!. Durante todo el
día, ha estado llamando a casa de Roman, amenazando a los guardias de día y
prometiendo causar problemas si no se cancelaba la boda-.
-¿Cómo se enteró de la boda?-, preguntó Gregori.
-No lo se. Únicamente lo sabían los invitados. Esta noche, el Padre Andrew llamó a
Roman y le dijo que Sean Whelan amenazaba con atacar a cualquier iglesia de la
ciudad que permitiese entrar a criaturas demoníacas-
-Espera un minuto-, le interrumpió Darcy. -¿Estás diciendo que el padre de Shanna
conoce la existencia de los vampiros?-.
-Sí-. Connor suspiró. -Supongo que no pasa nada porque se los diga. Sean Whelan
es un agente de la CIA y el jefe de un equipo llamado Estacar. Su único objetivo es
terminar con todos los vampiros-.
Darcy se quedó sin aliento. -Es terrible-.
-¿Qué es la CIA?-, preguntó la princesa Joanna.
-Te lo explicaré más tarde-, le dijo Gregori.
Darcy bajó la mirada a sus manos en su regazo. Así que ahora había dos enemigos,
los Renegados y un grupo de agentes de la CIA llamado Estacar. Pobre Shanna se
estaba casando en un mundo muy peligroso. No era de extrañar Angus MacKay se
hubiese ofrecido a acompañarla al altar y hacer el papel de su padre.
Su verdadero padre era un asesino de vampiros. ¡Qué lío tan terrible!.
A su lado, Gregori dijo, -todavía no sé cómo Sean Whelan se enteró de la boda.
Casi nadie lo sabía. ¿Crees que el sacerdote…?-.
-No-, Connor negó con la cabeza. -El Padre Andrew se ha convertido en buen
amigo de Román desde que le confesó. No se lo diría a nadie-.
Gregori se frotó la barbilla. -Bueno, alguien filtró la noticia-.
Darcy pensó. Sin saberlo, ¿se lo habría dicho a alguien? Durante los últimos dos
días, Corky Courrant le había acosado para obtener información sobre la boda.
Corky y su equipo de “Vida con los Muertos” habían sido invitados a la recepción
en Romatech, pero Corky se moría por grabar imágenes de la ceremonia. Darcy se
había negado a divulgar la información. Estaba segura de que Shanna y Roman
deseaban intercambiar sus votos en privado.
Y entonces recordó. ¡Dios mío, le había mencionado la boda a Adam Olaf
Cartwright!. Se había olvidado, o más bien, había hecho lo posible por olvidarse de
todo lo ocurrido en ese encuentro. Había intentado borrar el recuerdo del beso de
su mente. Pero todavía se colaba en sus pensamientos. ¿Cómo podía olvidar lo
caliente y apasionado que había sido, lo mucho que deseaba su calor, y lo mucho
que deseaba volver a verlo?. ¿Y qué mas da si le había mencionado la boda?. No
conocía a Shanna o a Roman. Era una persona normal que ni siquiera sabía que los
vampiros existían. Ella se estremeció con un escalofrío ¿Y si estaba equivocada?.
Capítulo 7
Para cuando llegaron a Romatech, la prometida y el novio ya estaban allí y ya
estaban casados. Esta noticia hizo que la mayoría del ex-harén se dirigiese
desanimadamente hacia las mesas redondas en la esquina más alejada del gran
salón. Allí se sentaron y estuvieron enfurruñadas, lanzando miradas taciturnas a la
novia. Shanna estaba cruzando el salón con su reciente esposo, charlando
felizmente con la madre de Gregori.
Con una sonrisa astuta, Gregori señaló hacia ellos. -Vamos a felicitar a Roman por
tardar quinientos años en encontrar prometida-.
-Estoy segura que piensa que valió la pena la espera-. Darcy le siguió con Maggie y
Vanda.
Gregori recorrió con la mirada al ex-harén, escondido en una esquina. -¿El alma de
todas las fiestas, verdad?. Todavía se niegan a participar en el reality show ?-.
-Eso me temo-, suspiró Darcy. Al menos su número menguaba. Dos del ex-harén
habían decidido mudarse a París y convertirse en modelos. Otra les había dejado
conmocionados anunciando que se fugaba con su novia secreta. Con Maggie y
Vanda implicadas en el programa, Darcy necesitaba que todas las demás mujeres
participaran.
Pero todas ellas se negaban.
Gregori saludó a Radinka con un beso rápido en la mejilla. -Mamá, no deberías
estar de pie. Ve a sentarte -.
-Estoy bien-. Radinka ajustó la corbata de su hijo. -No te preocupes-.
Darcy le dio a Radinka un abrazo. -Es maravilloso verte de nuevo-.
-¡Nuestra Darcy, directora de un programa en la televisión!-. Radinka le dirigió
una sonrisa resplandeciente. -Estoy tan orgullosa de ti-.
Darcy sintió el calor de un sonrojo invadir sus mejillas. -Gracias por llamar a la
agencia de casting por mí-.
-Estoy encantada de ayudar. Siempre he sabido que serías una bendición para
todos nosotros. ¿verdad, que lo dije?-. Radinka se golpeó ligeramente con un dedo
la sien, lo cual fue su forma de recordarle a todo el mundo que podía predecir el
futuro, y que por consiguiente, nunca se equivocaba.
-Sí-, se quejó Darcy, sus mejillas todavía ardiendo. Honestamente, su
confinamiento siempre le había parecido más una pesadilla que una bendición. Se
volvió hacia la novia, que llevaba puesto un elegante vestido de novia de satén
blanco. Un drapeado acentuaba su delgada cintura, mientras el velo caía hasta la
mitad de la espalda. - Shanna, estás preciosa. Y muy feliz -.
Shanna se rió y dirigió la mirada a su marido junto a ella. -Soy feliz. Y gracias por
los albornoces haciendo juego. Me encanta ver mis iniciales bordadas en el bolsillo.
Ha sido un detalle -.
Darcy rechazó el cumplido agitando la mano. -Fue un placer. Y les deseo el ma…-
-¡Fantástico!-. La rotunda exclamación de Gregori atrajo la atención de todo el
mundo. Él había estado inmerso en la conversación con Roman, pero ahora, agarró
a Darcy por los hombros. -¿Adivinas qué?-. Roman firmó el contrato de
arrendamiento de la propiedad en alquiler de la que te hablé -.
-¿Para un restaurante de vampiros?-.
-No, el ático de lujo. Para el reality show -.
Darcy se quedó sin aliento. -¿El enorme ático de Raleigh Place?. ¿Con piscina y
jacuzzi en la terraza?-.
-Sip-. Gregori sonrió abiertamente. -Con dos pisos, y una tercera planta para el
servicio-.
-¡Es perfecto!-. Darcy se volvió hacia Roman. -¡Oh, gracias!-.
-Encantado de ayudar-. La sonrisa de Roman se desvaneció cuando se inclinó hacia
Gregori. -Quiero algunas concesiones de la DVN ….publicidad gratuita para
Fusion Cuisine y el nuevo restaurante-.
-No hay problema-, le aseguró Gregori. -Me pondré a ello-.
Darcy se volvió hacia Maggie y Vanda. -¿Oyeron eso?.¡Tenemos el ático de lujo!-.
Maggie gritó y le dio un abrazo. -Sabía que lo conseguiríamos. Todo está
ocurriendo de verdad, como debe ser-.
Vanda sonrió abiertamente. -¡Va a salir genial!-.
Después de agradecérselo de nuevo a Roman, Darcy y sus amigos se unieron a las
otras señoras del ex harén.
-¿Ha oído las buenas noticias?-. Maggie se sentó al lado de la Princesa Joanna.
-¿Os lo ruego, qué buenas nuevas traes?. La princesa sorbió un poco de Sangre
Burbujeante de una copa de champagne. ¿Va a anular el Maestro su matrimonio?-.
-No-. Vanda se dejó caer en una silla vacía. -Roman firmó el contrato de alquiler de
un ático de lujo gigante. Y como voy a formar parte del reality show, viviré allí.
Tendré un dormitorio para mí sola. Y mi propio cuarto de baño. Y un jacuzzi -.
-Mucho espacio-, susurró Cora Lee. Se inclinó con una mirada esperanzada hacia
la Princesa Joanna. -Eso suena muy bien-.
-No seremos humilladas en una televisión para el vulgo-. declaró la princesa. -
Además, se van tres del harén, pronto tendremos más espacio en la casa de
Gregori.
-Cierto-, Lady Pamela Smythe Worthing estuvo de acuerdo. Miró por encima del
hombro a Darcy. -¿Supongo que tu y Maggie se unirán a Vanda en ese ridículo
ático de lujo?-
-Probablemente-. Darcy tomó el último asiento vacío en la mesa.
-Por tanto, sólo quedaremos cuatro en la casa de Gregori-. La princesa Joanna
sonrió con aire satisfecho. -Estaremos bastante cómodas-.
Darcy lanzó un suspiro de desaliento. Estas mujeres eran tercas como mulas. Iba a
tener grandes problemas con Sly si no le conseguía el ex-harén. Sus deprimentes
pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de música. La banda había
comenzado a tocar.
-¿No es el mismo grupo que tocó en el baile de la Gala de Inauguración?-,
preguntó Maggie. -Sí. Alta Tensión Vampírica. Vanda ahuecó su pelo púrpura. -¿El
batería es bastante mono, verdad?-.
-Hmm-. Maggie le echó un vistazo. -No tan mono como Don Orlando-.
Y ni de cerca tan mono como Adam Olaf Cartwright. Darcy gimió silenciosamente.
Ese hombre seguía invadiendo sus pensamientos. Exploró el cuarto, revisando a
los otros invitados. Había varios hombres bien parecidos en la recepción, Jean Luc
Echarpe y Angus MacKay. Incluso Gregori era mono en plan de hermano mayor.
Pero no era Adam.
¡Qué horror!, ella comenzaba a comparar todos los hombres, vivos o muertos, con
Adam Cartwright. Y aún peor, ninguno de esos hombres se le podía comparar.
¿Cómo podrían?. Eran criaturas frías de la noche. Adam era Apolo, el dios del sol.
Irradiaba calor y pasión. Estaba vivo. Estaba prohibido.
Ella había sufrido demasiado al ser arrastrada al mundo de los vampiros. Se
negaba a hacérselo a otro. Aunque deseaba toda la felicidad del mundo a Roman y
Shanna, no podía creer que tal relación funcionara. Con un suspiro, observó a
Roman escoltar a su novia hasta la pista de baile. La cogió entre sus brazos, y se
contemplaron con tanto amor, que era doloroso mirar. Darcy se dio media vuelta,
sintiéndo
se culpable por el ramalazo de envidia que había reptado hasta su corazón.
Un camarero vino a la mesa para rellenar sus copas de Sangre Burbujeante, la
bebida fusión de Roman con champaña y sangre sintética. Otro camarero rodeó la
mesa, colocando un tazón de comida delante de cada uno de ellos.
Darcy hizo una mueca ante la mezcla roja oscura y llena de grumos del tazón.- -
¿Qué es esta cosa?-.
-Oh, Gregori me habló de esto-. Maggie cogió una cuchara y separó un pegote
pegajoso del tazón. -Él hizo el primer test de sabor para Roman-.
Lady Pamela arqueó una ceja. -¿Estás sugiriendo que comamos ese extraño
mejunje?-.
-Sí-. Maggie levantó una cucharada para mirarlo. -Roman lo inventó
exclusivamente para la recepción. Lo ha llamado Pudín de Terciopelo Rojo… una
mezcla de sangre sintética y pastel de bodas -.
-Qué repugnante-. La princesa Joanna apartó de un empujón su tazón hacia el
centro de la mesa.
Por una vez, Darcy estaba de acuerdo con la vieja y marimandona vampira
medieval. Con un ataque de náuseas, apartó a un lado su tazón.
Maggie soltó la cuchara y observó a la novia y al novio bailar el vals por toda la
pista de baile. -Parecen muy contentos-.
Se oyó la risa de Shanna cuando accidentalmente pisó el pie de Roman.
Lady Pamela resopló. -Obviamente, ella nunca ha dispuesto de los beneficios de un
profesor de baile adecuado-.
-Sí-. María Consuelo asintió, su cónico sombrero oscilando de arriba abajo. -Se
puede vestir con un adorable vestido de gala, pero no cambia la verdad. Ella no es
sino una plebeya -.
Roman se detuvo en mitad de una vuelta del vals para inclinar a su esposa hacia
un lado y plantarle un prolongado beso en la boca.
Maggie suspiró ensoñadora. -Es tan romántico. Es exactamente el tipo de cosas que
Don Orlando haría -.
Vanda bufó. -Por lo que he oído, Don Orlando prefiere bailar el vals en posición
horizontal-.
Maggie lanzó resoplidos. -Esos rumores son falsos. Don Orlando está esperando a
la mujer correcta. Yo-.
Darcy intercambió una mirada con Vanda. Ambos esperaban que Maggie no
acabase con el corazón roto.
-Oh, mira, otras personas comienzan a bailar-. Cora Lee palmeó su boca con una
servilleta de lino blanca. Darcy se estremeció cuando se percató de que la bella
sureña realmente había engullido su tazón entero de Pudín de Terciopelo Rojo.
Cora Lee desplegó su abanico amarillo. -Lo confieso, espero que alguien me pida
bailar-.
-Yo también-, dijo Lady Pamela. -Simplemente adoro bailar. Oh, bravo. Connor
viene hacia aquí. Él baila un minué excelente -.
Darcy se tensó. Se retorció con fuerza las manos y se enfocó en el desnudo mantel
blanco delante de ella. Ya había sido suficientemente duro afrontarle antes. Con un
poco de suerte, les pediría bailar a Lady Pamela o a Cora Lee.
-Buenas noches, señoras-. Su voz grave tenía un suave deje musical que Darcy una
vez pensó que era adorable. Pero ahora, únicamente traía de vuelta los recuerdos
de esa aciaga noche.
-Vaya, Connor, es tan amable que te hayas acercado-. Cora Lee agitó su abanico. Y
sus pestañas. -¿Probaste el pudín?. Es lo mejor que he probado nunca -.
-No lo he intentado aún-. Se produjo un embarazoso silencio.
Lady Pamela jugueteó con un botón de su guante rosa pálido. -Estamos teniendo
un tiempo encantador-.
Connor guardó silencio. Darcy levantó la vista y le encontró observándola con un
matiz de pesar en sus ojos azules. Los recuerdos de esa noche horrible pasaron
como flashes por su mente. Terror combinado con el olor del Pudín de sangre. Su
estómago se retorció.
-Te ves encantadora, Darcy-,dijo Connor suavemente.
Ella tragó con dificultad la bilis que atravesaba su garganta. Genial, el verde
putrefacto siempre había sido un color adecuado para ella.
-¿Te gustaría bailar?-.
Ella negó con la cabeza, evitando sus tristes ojos. Maggie le dio un codazo bajo la
mesa y le disparó una furiosa mirada de reproche.
- Yo … lo siento. No puedo -, susurró Darcy.
Maggie se levantó. - Estaré encantada de bailar contigo-.
Connor inclinó la cabeza. -Gracias, muchacha-. Levantó el brazo y acompañó a
Maggie hacia la pista de baile.
Vanda se inclinó hacia Darcy y susurró -¿Por qué eres tan mezquina con Connor?.
Él te salvó -.
Darcy negó con la cabeza, incapaz de explicarse. Apretó fuertemente los párpados
para bloquear la visión de la Sangre Burbujeante y del Pudín de Terciopelo Rojo.
Vanda suspiró. -Tienes que conseguir superarlo. Recuerda lo que dice Maggie…
todo ocurre por una razón. Y eso incluye el que estés aquí-.
¿Aquí?.¿Cuándo su mente gritaba con cada latido por liberarse y escapar? Todavía
soñaba con el sol. Deseaba estar con su familia. Quería correr por la playa. Quería
estar con Apolo, el dios del sol. Adam. Ella quería estar con Adam. Inspiró
profundamente y se preparó para el dolor de la realidad. Se derramó sobre ella,
derrumbó sus sueños y se sintió fría y vacía.
-¡Oh, no!-, jadeó Lady Pamela. -Miren quien acaba de entrar en el salón de baile-.
Darcy dirigió su mirada hacia atrás. Corky Courrant y su equipo de la DVN habían
llegado. Corky examinó el cuarto, después le hizo una señal a su camarógrafo para
que la siguiese. Marchó resueltamente hacia la pista de baile, obviamente con la
intención de conseguir las primeras imágenes de los recién casados.
-Esa mujer es diabólica-, declaró Maria Consuelo. -Creo que fue torturadora
durante la Inquisición Española-.
-No es más que un rumor-, le aseguró la princesa. -Aunque sí trabajó en la Torre de
Londres para Enrique VIII-.
-Oh, por compasión-. Cora Lee cerró de golpe su abanico. -¿Qué pasará si ella se
fija en nosotras?-.
-Seguro que ya lo ha hecho-, murmuró Vanda.
-Vendrá a torturarnos-. María Consuelo chasqueó nerviosamente las cuentas del
rosario. -Le dirá a todo el mundo que el maestro nos rechazó por un bruja mortal-.
-Y mostrará nuestra humillación por televisión. Sencillamente, no lo puedo
soportar-. La mano de Lady Pamela revoloteó por su pecho. -¡Oh, querida, me voy
a desmayar de la impresión!-.
-Toma-. La princesa Joanna puso el tazón de pudin debajo de la nariz de Lady
Pamela. -Respira profundamente-.
Lady Pamela inhaló por la nariz e instantáneamente se recuperó. -Oh, os lo
confirmo, huele bastante delicioso-. Se volvió a acercar para otro olfateo.
-¿Qué podemos hacer?-. Cora Lee lanzó su abanico encima de la mesa.
-Me da tanta vergüenza. Oh…-, hizo un gesto hacia la cara de Lady Pamela, -…
tienes algo en la nariz-.
Lady Pamela rápidamente se limpió la mancha del pudín de la punta de su
aristocrática nariz. -Quizá deberíamos irnos. Podríamos ir todas corriendo al
tocador de señoras y ocultarnos -.
Darcy ya había tenido bastante. -¿Por qué insisten todas en actuar como víctimas?-.
Cora Lee ladeó la cabeza, sus bucles rebotaron. -Porque lo somos-.
-No tienen que serlo-. Darcy se inclinó hacia adelante. -Tomen las riendas de su
destino-.
La princesa Joanna lanzó resoplidos. -Pero el Maestro…-.
-Olviden al maestro. ¿Las engañó con otra mujer, cierto?-. Darcy inmovilizó a cada
mujer con una mirada mordaz y les dio una versión de los hechos que esperaba
que las motivara. -Se merecen algo mejor. Se merecen a un hombre que las quiera,
que las trate con respeto y honor-.
Lady Pamela le dio un tirón al botón en su guante. -Supongo, pero…-.
-Escuchen-, interrumpió Darcy. -Esto es lo que pasó. Se negaron a ser maltratadas,
así que le dejaron-.
-No es cierto-, dijo Maria Consuelo. -Él nos echó-.
-Ninguno de los vampiros que verán la televisión lo sabrá-.
La princesa Joanna entrecerró sus ojos. -¿Estás sugiriendo que mintamos?-
-Sugiero que asuman el mando-, dijo Darcy. -Cuando Corky Courrant venga para
acá, va a intentar humillarlas. Pero pueden detenerla. Simplemente digo que
Roman las traicionó con otra mujer, así que todas decidieron dejarle -.
Cora Lee mordió su labio inferior. -¿Nos creerán?-.
-¿Por qué no?. Adopten una postura inflexible sobre esto, y créanme, todas las
mujeres vampiros del mundo las aclamarán -.
Las señoras se miraron las unas a las otras, con expresiones todavía indecisas.
Darcy presionó más. -Si en realidad quieren que todo el mundo crea que
rechazaron a Roman, pueden decir que piensan escoger a su siguiente Maestro-.
Lady Pamela negó con la cabeza. -Eso simplemente no se hace-.
-Hay una primera vez para todo. Díganle a Corky que piensan escoger a su Amo.
Entonces nadie pensará que son patéticas. Pensarán que son fuertes y valientes -.
-Siempre he querido ser valiente-, susurró Cora Lee. -Pero estaba demasiado
asustada-.
-Ahí viene-. Vanda señaló hacia Corky Courrant que se iba acercando a la mesa
con una sonrisa cruel y presumida.
-No dejen que las humille-. les advirtió Darcy. -Está en su mano evitarlo-.
Las señoras lanzaron miradas desesperadas a la Princesa Joanna.
Ella enderezó los hombros. Su gorguera fluctuó cuando levantó la barbilla. -Lo
haremos. Estaremos en su programa y nosotras mismas escogeremos a nuestro
siguiente Maestro-.
-¡Sí!-. Vanda dio un puñetazo en la mesa. -Va a ser genial-.
Maria Consuelo agarró con fuerza su rosario entre las manos. -Sólo puedo rezar
para que no sea tan doloroso como la Inquisición Española-.
-Nada es tan doloroso como la Inquisición Española-. Vanda sonrió astutamente,
sus ojos estaban resplandecientes. -Pero una vez que encontremos al Hombre Más
Sexy de la Tierra, lo invitaré a torturarme como prefiera-.
Con una sonrisa, Darcy se relajó en la silla. Lo había conseguido. Tenía a las cinco
jueces del ex-harén, un ático de lujo enorme con jacuzzi, y quince concursantes
masculinos para competir por el título. Todo calzaba perfectamente en su lugar. -
Que empiece el espectáculo-.
Capítulo 8 -¿Cómo te va?, preguntó Gregori mientras cruzaban el puente de Brooklyn de
camino a casa.
-¡Genial!-. Maggie se relajó en el asiento de atrás sonriendo. -Iba a la sala de
reuniones y pasé por el estudio donde hacen “Mientras el mundo vampiro gire“.
Me asomé por la ventana, y vi a Don Orlando en persona-.
-Vale-. Gregori sonrió a Darcy. -¿Y cómo va el reality show?-.
-Bien-. Darcy pensó en lo que había logrado esa tarde. Las limusinas estaban
alquiladas. Había contratado a una empresa propiedad de un vampiro para
instalar persianas de aluminio para las ventanas de los dormitorios en el ático de
lujo, así que ninguno de los invitados se freiría mientras dormía. Dos cámaras de la
DVN había sido seleccionados. Un abastecedor fue contratado para proveer
comida a los concursantes humanos. El artista estaba muy ocupado trabajando,
pintando dos retratos cada noche. -Sólo me queda un problema por solucionar.
Necesito encontrar un presentador -.
-¿Qué tiene que hacer el presentador?-, preguntó Gregori.
-Pues bien, tiene que ser bueno dando malas noticias en el último minuto. Vestir
bien y decir cosas tan brillantes como -“Caballeros, sólo queda una rosa”, como si
nadie en el estudio supiera contar hasta uno-.
Gregori se rió. -¿Y esas son las habilidades necesarias para el trabajo?-.
-Bueno, en serio, requiere ser responsable y alguien en quien pueda confiar
completamente –
.
Gregori la miró con preocupación. -Quieres decir alguien que no irá corriendo a tu
espalda a Sly a decirle lo que estás haciendo, aunque Sly sea el que firma los
cheques-.
-Exactamente-.
Gregori guardó silencio mientras giraba al sur por la calle FDR. Condujo alrededor
del distrito sur de Manhattan y cuando pasaba zumbando dirección el norte por la
autopista del West Side, inspirando profundamente anunció -Vale. Yo lo haré -.
-¿Que dices?-, preguntó Darcy.
-Seré tu presentador. ¿Confías en mí, no?-.
-Por supuesto. Pero ya tienes empleo. No te habrán tirado …-.
-No-, la interrumpió. -Mira, no he tomado vacaciones en tres años. Quiero decir
que, cielos, estoy un poco limitado en cuanto a dónde puedo ir. Por tanto, me
tomaré unas pocas semanas. ¿El programa no durará más que eso, cierto?-.
-No, unas pocas semanas bastarían-.
Maggie se inclinó hacia adelante. -¡Es genial!. Gregori serás un presentador súper-.
-Bueno, gracias-. Gregori sonrió abiertamente. -Después de todo, tengo mucho
estilo vistiendo, e incluso, sé contar hasta uno-.
Darcy se rió. -Eres el mejor, Gregori. Gracias-.
-No, gracias a tí. Eres tú la que está sacando a esas mujeres de mi casa. Te estaré
eternamente agradecido -.
Darcy inclinó la cabeza. -Una vez que elijan al Hombre Más Sexy de la Tierra y él
gane el millón de dólares, será su nuevo Maestro-.
-Pobre diablo-.
La siguiente noche, Darcy llevó a Maggie y a las cinco señoras del ex-harén a la
DVN. Les presentó a Sylvester Baco. Él se comió con los ojos el escote de Lady
Pamela, con su vestido de estilo regencia. Luego, se fue corriendo a su oficina para
supervisar las audiciones.
-Es un hombre espantoso-, dijo Lady Pamela cuando se sentaban alrededor de la
mesa en la sala de juntas de la DVN.
Darcy distribuyó los contratos. -Lo bueno de ser jueces en este reality show es que
si algún concursante os ofende, pueden botarlo del programa".
Cora Lee miró con el ceño fruncido el contrato delante de ella. -Yo declaro que
todas estas grandilocuentes palabras no tienen ningún sentido para mí-.
María Consuelo cambió de postura, incómoda en su silla. -Yo … nunca aprendí a
leer-.
-Oh-. Darcy intentó ocultar su sorpresa. -Bien, básicamente, el contrato establece
que están de acuerdo en quedarse en el programa hasta el final, que juzgaran a los
hombres con imparcialidad, lo mejor posible, y que se abstendrán de … morder a
cualquiera de ellos o intentar cualquier comunicación mental durante la duración
del programa-.
La princesa Joanna frunció el ceño. -¿No podremos leer sus mentes?-.
-No. Ni control ni lectura mental -.
-¿Pero podremos tener contacto físico , verdad?-, preguntó Vanda.
Darcy se sobresaltó. El pensamiento de alguien tocando a Adam hizo que le diese
un vuelco a su corazón. -Supongo que podrían. Si los hombres están dispuestos -.
Vanda sonrió y jugó con la punta del látigo que traía puesto alrededor de su
cintura. -Oh, estarán dispuestos-.
Lady Pamela se estremeció. -No puedo imaginarme queriendo que algún hombre
me toque. Prefiero mucho más el sexo vampírico. Es bastante más civilizado -.
-Si-. María Consuelo estuvo de acuerdo. -El modo de hacer el amor mortal es
demasiado físico y sucio. Me recuerda a ser torturada-.
-Vale. Todo está claro-. Darcy buscó la última página de los contratos.
-Aquí es donde firman o ponen su huella-.
Mientras Maggie recogía los contratos firmados, Darcy le tendió un cuaderno a
Lady Pamela ya que ella sabía escribir. -Ahora, necesito que todas piensen en qué
aptitudes creen que debería tener un hombre para ser el más sexy de la tierra-.
María Consuelo manoseó su rosario. -No entiendo-.
-El hombre que gane el concurso se convertirá en su nuevo Maestro-, explicó
Darcy. -Ahora mismo, tienen que escoger qué clase de características quieren que
tenga. Después, usarán esos atributos para juzgar a los hombres durante el
programa-. Las mujeres clavaron los ojos en ella con la mirada vacía. -¿A ver, qué
clase de Maestro quieren?-.
-¡Oh, lo sé, lo sé!-. Cora Lee levantó su mano como si estuviese en la escuela. -Tiene
que ser extremadamente guapo e indecentemente rico-.
Darcy inclinó la cabeza. -De la parte de la riqueza se ocupará el gran premio en
metálico del ganador. Por lo que respecta a ser guapo… sin duda puede ser uno de
los atributos. Necesitaré que enuncien un total de diez atributos por orden de
importancia-.
-Estoy de acuerdo con Cora Lee-, dijo Vanda. -Número uno debería ser rico.
Número dos… una cara atractiva-.
-Permitidme dejar claro esto-, les advirtió Darcy. -Las aptitudes que escojan
determinarán la clase de Maestro con el que terminarán. Por tanto, quizás
desearían considerar la inteligencia, la honradez, la responsabilidad… -.
-Aburrido-, bostezó Vanda. -Voto por rico y bien parecido-.
-Estoy de acuerdo-. Lady Pamela escribió número uno y dos en el cuaderno. -La
riqueza y la buena apariencia son esenciales-.
Darcy suspiró. -¿Y la bondad?-.
-Memeces-, dijo Cora Lee. -Podría ser tan amable como un santo, pero si tiene la
cara de un mulo, no podré soportarlo-.
-Una verdad como un templo-. La princesa Joanna hizo un gesto hacia el bloc de
papel. -El número uno debe ser riqueza. Número dos… de hermoso rostro-.
Darcy gimió interiormente, pero se abstuvo de interferir. Después de todo, era el
Maestro de ellas el que elegían.
-Excelente-. Lady Pamela puso por escrito la decisión. -Ahora, como número tres,
propongo buenos modales. Alguien que sepa cómo comportarse en la buena
sociedad y dirigirse a nosotras por el título correcto -.
-Estoy de acuerdo-, declaró la Princesa Joanna. -Como número cuatro, debería
tener la voz de un trovador y ser capaz de fascinar a una dama con bellas palabras-
.
-Oh, me gusta-. Cora Lee inclinó la cabeza, sus bucles rubios rebotando.
-Y debe ir bien arreglado. Vistiendo con mucho estilo-.
-Sin duda-. Lady Pamela lo añadió a la lista.
-Y debería ser muy buen bailarín-, añadió Cora Lee.
-Y un buen amante-, dijo Vanda, con una gran sonrisa. -Debe saber cómo
complacernos-.
-Eso es superfluo-, se mofó Lady Pamela. -No tengo intención de involucrarme a
mí misma físicamente con ningún hombre-.
-Bien-, masculló Vanda. -Pero mejor nos aseguramos de que le gustan las mujeres y
de que hace bien el sexo vampírico. Y deberá tener un cuerpo espléndido. Vamos a
tener que verle durante siglos-.
Darcy estaba a punto de gritar. ¿Qué pasaba con la inteligencia, la honradez, o la
responsabilidad?. -Parece que va bien, así que les dejaré con ello. Salió
rápidamente del cuarto antes de que su frustración explotara. ¿Su hombre ideal era
un trovador embaucador, bien vestido, que sepa bailar y hacer sexo vampírico?.
Arggggg.
Se encaminó hacia el cuarto de descanso, que quedaba en la parte de atrás de los
estudios de grabación. Cuando daba la vuelta a una esquina, se topó con Gregori. -
Hola-. Saludó con la cabeza a su acompañante. -Simone-.
-Bonsoir-, contestó Simone con una sonrisa presumida. No era extraño que Simone
se hubiera convertido en un modelo famosa ya que era impresionante. Alta,
peligrosamente delgada, con almedrados ojos marrones y largo pelo negro, iba
vestida con su traje distintivo…un ajustado mono negro con un cinturón
tachonado con piedras de strass.
-Simone acaba de teletransportarse desde París-, explicó Gregori.
-Comenzamos a trabajar esta noche en un programa de ejercicios de la DVD-.
-Qué interesante-, murmuró educadamente Darcy.
-Fue idea de Roman-, continuó Gregori. -Como los vampiros de hoy en día ya no
muerden, le preocupa que podamos perder nuestros colmillos por falta de uso-.
-Ah-. Darcy asintió con la cabeza. -No hay que dejar caer esos colmillos-. ¿Pero no
sería algo bueno?.
-Segué la estguella de la DVD-. anunció Simone, lanzado el pelo sobre su hombro. -
Estamos espegando al diguectog más famoso de Milán, Giovanni Bellini.
Naturellement, yo sólo trabajo con el mejor - .
-Naturalmente-. Darcy asintió con la cabeza.
En ese preciso instante, un hombre pequeño con ropa arrugada y una boina negra
llegó paseando por la esquina. -¡Ah, bellissima!. Aquí estás, tan bella como siempre
-. Él besó a Simone en cada mejilla.
-Siñog Bellini, éste es Gregori-. Simone vaciló cuando miró a Darcy. ".Y e olvidado
su nombre, pego no es importante-.
-Gracias-. Apretó los dientes. -Soy Darcy-.
Giovanni inclinó la cabeza hacia ella, luego se volvió a girar hacia Simone. -
Bellissima, ésta va a ser la película de vampiros más importante de todos los
tiempos. Preveo hacer ciertas partes cruciales en blanco y negro para simbolizar la
desolada desesperación de la edad moderna-.
Gregori se aclaró la voz. -Sr. Bellini, es tan sólo un programa de ejercicios para
nuestros colmillos-.
Giovanni dio un paso atrás, presionando una mano contra su pecho.
-Incluso un programa de ejercicios puede ser representado como arte. Imagine el
conflicto. El hombre contra su propia naturaleza corrupta e indolente. Vamos,
bellissima-. La escoltó hacia el estudio.
Gregori se estremeció. -No debería haberle contratado, pero Simone insistió-.
-¿Quieres decir bellissima?-. Darcy le palmeó el hombro, sonriendo.
-Buena suerte-.
-Sip, la necesitaré-. Gregori entró con andares reticentes en el estudio y cerró la
puerta. La luz roja se encendió.
Darcy se apresuró a volver a su oficina. Abrió la puerta y se quedó congelada.
Adam Olaf Cartwright estaba sentado ante su escritorio.
Capítulo 9
Él alzó la mirada y sonrió. -Hola, Darcy-.
Su corazón atronó en su pecho. ¿No estaba ya su mundo bastante loco sin este
hombre poniéndolo patas arriba? Mientras cerraba la puerta, se preguntó porqué
estaba él sentado ante su escritorio. ¿Había mirado entre sus papeles?. Se dio la
vuelta para afrontarle. Seguía sonriente. Si había fisgoneado entre sus cosas, no
parecía avergonzado. ¿Además, por qué iba Adam a estar interesado en contratos
de proveedores o agencias de alquiler de limusinas?.
¿Y por qué reaccionaba ella así cada vez que le veía?. Su corazón corría a toda
velocidad, pero lo demás parecía ir a cámara lenta. Se daba cuenta de cada
pequeño y delicioso detalle acerca de él. Y había unos buenos diez segundos de
retraso en todas sus respuestas porque su cerebro se rehusaba a funcionar
correctamente. A este paso, pensaría que ella era una retrasada mental. -Buenas
tardes-.
Él se levantó y rodeó el escritorio. -Perdona por coger tu silla, pero las otras
estaban ocupadas-. Hizo un gesto hacia las sillas frente a su escritorio. Dos
paquetes, envueltos con papel marrón e hilo de bramante, estaban colocados en
cada silla.
-Son retratos-, explicó antes de que ella siquiera pudiera preguntar.
-Vengo precisamente de acabar el mío. Fred es realmente muy bueno-. Adam
sonrió, exhibiendo sus hoyuelos más intensamente. -Debes reconocer que Fred es
un nombre inusual para un artista-.
Inusual para un vampiro también, pensó Darcy sarcásticamente. Trató de ignorar
su reacción hacia Adam, pero le costaba trabajo cuando su corazón estaba
peligrosamente próximo a estallar en su pecho. Y todo por un par de hoyuelos y
unos ojos turquesa. Se preguntó si Fred habría logrado hacerle justicia. -¿Alguno
de ellos es el suyo?-.
-No, el mío estaba todavía un poco húmedo-.
Claro, un poco húmedo. Podía entenderlo.
-Fred dijo que estos cuatro estaban acabados-, continuó Adam. -Estaba demasiado
ocupado para traerlos, así que me ofrecí a hacerlo por él-.
-De verdad no tenía que hacerlo-.
-Oh, si-. Una esquina de su boca se levantó. -Me dio la excusa perfecta para verte
otra vez-.
Su corazón martilleó más fuerte en su pecho.
-Y mañana, cuando mi retrato esté seco, tendré otra razón para dejarme caer de
visita y verte. ¿Una inteligente estrategia, no crees?-. Su hoyuelo izquierdo se hizo
más profundo.
Tragó saliva. Era espléndido. Hermoso de cara y de voz sexy como un trovador.
Mierda, era el perfecto candidato de la lista que las señoras del ex-harén estaban
haciendo. Tal vez tenían algo de razón después de todo.
Estaba sentado sobre el borde de su escritorio. -¿Y dime, cómo fue tu fin de
semana?-.
Se puso tensa, recordando como el padre de Shanna casi había arruinado su boda.
Seguramente Adam no había tenido nada que ver. -Fui a una boda-. Le vigiló de
cerca para ver su reacción.
Él entrecerró los ojos como si tratara de recordar, luego inclinó la cabeza.
-Es verdad. Tus amigos, Raoul y Sherry. ¿Cómo estuvo?-.
Darcy exhaló aliviada. ¿Cómo él se lo iba a contar a alguien cuando ni siquiera
podía recordar los nombres correctamente?. -Estuvo bien-.
-Bueno-. Él apartó la mirada. Su mandíbula se contrajo, y ella se preguntó si estaba
apretando los dientes. Repentinamente, le regaló una de sus fabulosas sonrisas con
hoyuelos. -¿Y donde van a ir de luna de miel?. ¿Qué sitio está ahora de moda?-.
Su corazón dio un salto en su pecho. ¿Por qué le preguntaba tal cosa? .-… no lo sé-.
Él inclinó la cabeza. -Una de mis hermanas fue a las montañas de Canadá. Otra a
Hawai-. Sus hoyuelos se hicieron más hondos. -Seguro que tu escogerías la playa-.
Apartó la mirada, sus mejillas ardiendo de sonrojo. Tenía razón. Pero no había
posibilidad de que alguna vez sucediera. Se movió hacia la puerta.
-Estoy muy ocupada…-.
Él cogió una foto de su escritorio que mostraba el edificio donde estaba ubicado el
ático de lujo. -¿Raleigh Place es donde vamos a hacer el programa?-.
-Uh, sí.. Así que había mirado sus cosas. Bueno, era normal ser curioso, ¿verdad?.
Después de todo, fue su propia curiosidad la que hizo que su vida cambiase para
siempre. Un temblor se movió de arriba a abajo por su columna vertebral. La
curiosidad mató al gato.
Él dio un paso hacia ella. -¿Marcha todo bien?-.
-Yo… estoy bien-. ¿Le importaba en realidad?
-La verdad es que trabajas muchas horas. Es casi medianoche -.
Su ojo empezó temblar por el tic. ¿Cómo podía explicar a un mortal el inusual
horario de la DVN? . -Yo… tengo un montón de trabajo que hacer-.
Y tenía que sacarle de allí. Si Sly o cualquiera de las mujeres del ex-harén le veían,
instantáneamente sabrían que era un mortal. Y entonces, la acosarían a preguntas
que no quería contestar.
-Entiendo-. La miró con semblante triste.
Repentinamente sospechó que entendía más de lo que dejaba ver. Sus defensas se
levantaron. -¿Quiere algo más, Sr. Cartwright?-.
-Quiero que estés a salvo-. Tocó un mechón de su pelo que descansaba sobre el
hombro. -Quiero que confíes en mí-.
-Apenas lo conozco-.
Él frotó la guedeja de pelo entre su pulgar y el índice. -Podemos cambiar eso en
cualquier momento-.
Ella quiso balancearse hacia adelante y descansar contra su ancho y fuerte pecho.
Con esfuerzo, se obligó a dar un paso atrás. -No tengo tiempo-.
Abrió la puerta y miró a hurtadillas afuera. El vestíbulo estaba despejado.
-Gracias por traer los retratos-.
-De nada-. Él dio un paso hacia el vestíbulo. -¿Cuándo empieza el programa?-.
-Deberíamos estar preparados en dos semanas. Le enviaré toda la información a su
agente-. Darcy se dirigió hacia el vestíbulo, pero se quedó parada cuando divisó a
Sly hablando con la recepcionista. ¡Porras!. ¿Por qué no podía quedarse en su
oficina, abusando de Tiffany?. Maldición. Cuando se trata de hombres, ni siquiera
los pervertidos son de fiar. Agarró el brazo de Adam y le hizo girar en dirección
contraria. -¿Le gustaría un tour?-.
-Genial-. Él le envió una mirada preocupada, pero le permitió llevarle más allá de
su oficina. -Creía que andabas escasa de tiempo-.
-Unos pocos minutos no me harán daño-. Tiró de él doblando una esquina y fuera
de la vista del área de recepción. -Aquí es donde están ubicados los estudios de
grabación-. Hizo un gesto a la derecha. -El estudio uno es donde hacen Noticias
Nocturnas con Stone… Cauffyn-. Rápidamente gesticuló hacia la izquierda -y esto
es …-.
-Déjame adivinar-. Señaló el número impreso en la puerta. -¿Puede ser el estudio
dos?-.
Ella sonrió. -Sí, muy inteligente de su parte. Ahí se graba “En directo con los…-. Su
sonrisa se congeló. -El programa de entrevistas a famosos-. Dios mío, casi había
dicho no muertos.
Parecía que no se había dado cuenta. Estaba tratando de asomarse por la ventana,
pero las persianas estaban echadas. -Está oscuro ahí dentro-.
-Esos programas se hacen por la noche. La última serie de enredos para la tarde-
noche se está emitiendo justo ahora-. Gesticuló hacia un lado del vestíbulo en la
parte de atrás del edificio. -Los estudios cuatro, cinco, y seis son grandes estudios
de grabación donde se hacen las telenovelas-.
-¿Qué hay de éste, el estudio tres?-. Adam caminó hacia allí y espió a través de las
persianas cerradas. -¿Qué están grabando ahí?-.
Ciertamente era curioso. -Es un estudio pequeño donde hacen anuncios
publicitarios y cosas semejantes-.
-La luz roja está encendida. ¿Están haciendo un anuncio publicitario ahora?-.
-No, no exactamente". Difícilmente podía explicarle un programa de ejercicios para
colmillos de vampiros.
Él examinó el panel de control de la puerta. -¿Es este el botón del sonido?-.
-No, no lo haga-. Darcy extendió la mano para detenerle pero llegó tarde. Las voces
de interior del estudio salieron del pequeño altavoz de la puerta.
-No creo que pueda mantener esa posición mucho tiempo-, decía Gregori.
-Parece un poco incómoda-.
-Puedes hacerlo-, insistió Giovanni. -Es una profesional. Y se ve tan bella. Tan
sexy-.
Los ojos de Adam se abrieron como platos. -¿Qué hacen ahí dentro?-.
Darcy se apoyó contra la pared. -Son como … ejercicios-.
-¿Ejercicios para mayores de 18 años?, preguntó suavemente Adam.
-No diría…-, Darcy fue interrumpida por la voz de Giovanni.
-Es el momento, bellissima. Déjalos salir. Muéstramelos-.
Adam le lanzó una mirada escéptica. -¿Dirías clasificados X?-.
-¡No!-, resopló Darcy. -La DVN no hace ese tipo de cosas-.
-¡Eso es, bellissima!, exclamó Giovanni. -Son tan bonitos. Tan blancos y
perfectamente formados-.
Adam arqueó una ceja.
Ella se sobresaltó. -No es lo que piensa-.
-Ahora, mételos dentro, bellissima. Completamente-.
Adam se apoyó en la pared, colocando una mano cerca de su cabeza. -Tal vez yo
tenga una mente sucia, pero eso suena un poco pervertido-.
Avergonzada, bajó la vista. Luego se percató de que estaba clavando los ojos en su
entrepierna, así que la levantó hasta el nivel de sus ojos.
Él sonrió ligeramente, revelando un indicio del hoyuelo en su mejilla izquierda.
Peleó contra el impulso de hundir un dedo en él.
Apoyó otro brazo contra la pared al otro lado de su cabeza, inmovilizándola. -He
estado pensando bastante acerca de ese beso que compartimos. ¿y tu?-.
Abrió su boca para mentir, pero fue interrumpida por la voz excitada de Giovanni.
-¡Eso es, bellissima!. Ahora al ritmo de la música-. Los acordes de una canción lenta
de jazz se filtraron a través del altavoz. Un saxofón sonaba bajo y sedoso. -Hazlo
otra vez, bellissima. Dentro y fuera. Dentro y fuera-.
La música hizo vibrar la pared detrás de Darcy. Adam se apoyó más cerca, su
aliento le acariciaba la frente. El calor de su cuerpo era tan tentador. Tenía frío
desde hacía tanto tiempo.
Él besó su frente, luego su sien, después su pómulo. Ella se agarró a su camisa. El
deseo se concentró entre sus piernas, doliendo de necesidad. Él le acarició su
lóbulo con la boca y lo absorbió.
Gimió. ¿Qué estaba haciendo? Había jurado no perder el control otra vez.
Y alguien podía llegar por el vestíbulo en cualquier momento. -No-. Le apartó con
un empujón en los hombros.
Él dio un paso atrás, sus ojos ardiendo de deseo. -¿Por qué no?-.
Inspiró un aliento tembloroso. - Estamos en el trabajo. Alguien nos podría ver-.
Apretó el botón de sonido.
-Entonces vamos a mi casa-.
-No-. Darcy caminó a zancadas a lo largo del vestíbulo. Qué tonta había sido al
dejarse llevar. ¿Y Adam?. ¿Se había acercado debido a la música y a la
conversación erótica?. Maldita sea. -No me percaté de lo fácil que es excitarle, Sr.
Cartwright-.
-No lo es-. Su voz sonó bien definida como si él la estuviese siguiendo.
-Mira, siempre estoy excitado cuando estoy contigo. Pero con nadie más-.
Su ojo reanudó su tic. Dios mío, él estaba actuando como si fueran una pareja.
Tenía que detenerlo antes de que fuera a más. -No es más que la respuesta a un
cuerpo a mano-.
-Bendita mierda. ¿Piensas que eres fácil ?-.
Se volvió a mirarle. -No, estoy diciendo que usted es fácil-.
Él se paró de golpe.
Maldición, se sintió helada. Tan helada como aquella noche horrible cuatro años
atrás. Pero tenía que hacerlo. Por su propio bien.
Los ojos de él relampaguearon de cólera, y la siguió. -No hay nada remotamente
fácil en esta relación. Es casi jodidamente imposible-.
Respiró abruptamente. ¿Por qué seguía teniendo la sensación de que él sabía
demasiado?. Había algo peligroso en él, pero Dios bendito, sólo le hacía desearlo
más.
Se detuvo delante de ella. Con furia en los ojos. Ardientes destellos.
Oh Dios, quería ese calor. Lo necesitaba.
-Aún te deseo-, le susurró.
Parpadeó para contener las lágrimas. Era tan condenadamente tentador.
Ruido de pasos y voces hicieron eco en el vestíbulo de al lado. Se oyó la voz
estridente de Corky Courrant. Maldita sea. No había manera de conseguir sacar a
Adam por la salida de atrás sin que Corky lo viera.
Darcy dio vueltas a la cabeza, buscando frenéticamente una alternativa, y divisó
una puerta. -Aquí-. Empujó a Adam dentro.
-¿Vaya, es parte de la visita?-, preguntó él secamente.
-Sí-. Ella cerró la puerta y luego buscó palpando el interruptor. Las luces revelaron
filas y filas de perchas y estantes.
Adam deambuló por un pasillo entre dos largos percheros.
-Es el departamento de guardarropa-, explicó ella innecesariamente.
Él sacó una percha y sonrió apreciativamente ante un brevísimo deshabillé rojo. -
¿Vas a desfilar para mí en esta parte de la visita?-.
-No-. Le arrebató el camisón de la mano y devolvió con brusquedad la percha a su
sitio. -Sr. Cartwright, tiene que dejar de coquetear conmigo. Ésta es una relación
puramente profesional -.
Su mandíbula se tensó. -¿Has besado a alguno de los demás actores?. De manera
estrictamente profesional, por supuesto-.
Ella cruzó los brazos sobre su pecho. -No es asunto suyo-.
-¿Has besado a alguno?-, dijo él entre dientes.¿Has deseado hacerlo?-.
-No-. Le miró furiosa. -Pero eso no quiere decir que este flirteo deba continuar-.
Dio un paso hacia ella. -Es bastante más que un flirteo, y lo sabes. Lo que está
ocurriendo aquí es especial. Es jodidamente frustrante y … maravilloso -.
De alguna manera, siempre lograba decir lo correcto. Que le parta un rayo. -No
puede haber nada entre…-.
-¡Deprisa!-. La voz de Corky sonó tras la puerta. -Aquí dentro-.
Con un jadeo, Darcy se giró hacia la puerta. Volvió a jadear de nuevo cuando
Adam la agarró por detrás y la empujó contra un perchero de ropa. -Qué… -.
Le cubrió la boca con su mano. -Silencio-, susurró.
-¡Deprisa!-. Corky abrió la puerta. Más de un juego de pasos resonaron por el
cuarto. -Cierra la puerta-, siseó, -y apaga las luces-.
-Sí, vida mía-, contestó una voz grave.
La voz masculina le era conocida, aunque Darcy no podía ubicarla en ese
momento. Luego las luces se apagaron, y se quedó escondida en la oscuridad con
Adam. Él todavía mantenía la palma de su mano floja sobre su boca y un brazo
alrededor de su cintura como una banda de acero. Estaba respirando rápidamente,
su ancho pecho moviéndose contra su espalda. Su mano soltó su boca y pasó
rozando su cuello. Descansó la barbilla contra su pelo. Permanecieron
completamente quietos y silenciosos.
No así Corky y su novio. Sus labios hacían ruido de chupetones mientras se
besaban. Sus cuerpos chocaban violentamente contra las perchas de ropa mientras
giraban fuera de control. La ropa colgada comenzó a balancearse, chocando contra
Darcy.
Con la mano extendida sobre su estómago, Adam la condujo silenciosamente a la
parte de atrás de un segundo perchero. Ella era sumamente consciente de sus
caderas y trasero rozando contra él mientras se movían.
Se detuvieron contra una pared llena de estantes. Él la empujó más cerca, el culo de
ella presionando contra la parte frontal de sus pantalones. Con una inhalación
brusca, Darcy se percató que él estaba completamente excitado. O al menos un
noventa y cinco por ciento. Un sujeto no podía ponerse mucho más grande que
eso, ¿verdad?.
-Mi linda Corkarina, me vuelves loco de deseo-, murmuró el intruso masculino con
acento latino.
Corky gimió. -Oh, tómame, Don Orlando-.
Darcy se quedó rígida. ¡Oh no! Los rumores eran ciertos. Pobre Maggie. Era
espantoso. Darcy se hundió contra Adam, y él instantáneamente apretó el abrazó
más fuerte. Oh, Dios. Él sólo debía haber estado al setenta y cinco por ciento de su
potencial. Claramente había crecido el último cuarto.
Movió sus caderas para que descansara en la hendidura de su trasero. Vaya, sus
acciones estaban haciendo que se engrosara rápidamente. Y su corazón sonaba
como la campana que anunciaba el cierre de la bolsa. Él agachó su cabeza y
mordisqueó suavemente su oreja. Afortunadamente, no había manera de que
pudieran ser oídos por encima de los otros amantes más bulliciosos.
Adam acarició la longitud de su cuello con sus largos dedos. Luego, su boca se
paseó a lo largo de su cuello con besos suaves. Dejó caer atrás la cabeza sobre sus
hombros, permitiéndole un mejor acceso. Los dedos de él bajaron rozando su
camiseta. Se estremeció cuando su palma le cubrió un pecho. Él lo apretó
gentilmente.
La voz de Don Orlando murmuró, -Oh, Corkarina, tus tetas son como suculentos
mangos-.
Darcy se tapó la boca con una mano para evitar reaccionar. No sabía si para gritar
o reír.
-Y tengo un tamal caliente para ti-, añadió él.
Darcy apretó los labios para evitar aullar. ¿Así era Don Orlando, el mejor amante
del mundo?. El pecho de Adam vibraba contra ella mientras contenía la risa.
Repentinamente, la puerta se abrió de golpe y un chillido surcó el aire.
-Don Orlando, ¿cómo has podido? Me dijiste que me amabas-.
-Yo te amo, Tiffany-.
-¿Qué?-, gritó Corky.
-Amo a todas las mujeres bellas-, explicó Don Orlando calmadamente. -Y todas
ellas me aman-.
-Entonces siente el amor, bastardo-. Hubo una fuerte bofetada. -Te destruiré en mi
programa-. Corky abandonó ruidosamente el cuarto.
-¡Corkarina!-. Don Orlando corrió tras ella.
-¡Cabrón!-, gritó Tiffany. Ella se detuvo, luego se adentró en el oscuro cuarto.
Anduvo a tientas pasando los percheros hasta alcanzar los estantes contra la pared.
A quince pies de ella, Darcy y Adam se quedaron paralizados.
Ella no los vio pues estaba concentrada en la fila de zapatos. -Oh, estos son
geniales-. Agarró un par y, dando un traspiés, regresó al vestíbulo, cerrando la
puerta detrás de ella.
-Al fin solos-, susurró Adam. -Pensé que nunca se irían-.
Ella se dio la vuelta entre sus brazos para enfrentarlo. -No me imaginé que iba a
estar tan animado esta noche-.
-Sí. En cierta manera, esperaba que iba a estar más … muerto-.
Le lanzó una mirada rápida a su cara, pero no pudo distinguir su expresión en la
oscuridad.
Él metió una mano en el bolsillo del pantalón. -Aquí tengo algo para nosotros-.
-¿Un tamal caliente?-. Darcy se sobresaltó. No debería haber dicho eso.
Él se rió ahogadamente. -Perdóname mientras lo saco-. Hubo un ruido tintineante
de llaves, después encendió una pequeña linterna conectada al llavero. Apuntó la
luz hacia su cara.
Ella entrecerró los ojos y arrugó su cara.
-Preciosa como siempre-. Hizo descender la luz a su pecho derecho, luego al
izquierdo.
-¿Qué haces?-.
-Sólo me aseguraba de no haber dañado tus suculentos mangos-.
Bufó. -Ese tío, ¿te lo puedes creer?-. Sujetó la mano de Adam y movió la luz fuera
de sus senos. Desafortunadamente, ahora la luz estaba directamente enfocada en la
ingle de él. Guau, eso tenía que ser el cien por cien. El tamal más grande que
alguna vez había visto, y había visto unos cuantos al sur de California.
-Guau-, susurró.
-Me encanta que estés impresionada-. Él giró la luz hacia el techo. -Pero si sigues
mirándome, voy a terminar muy avergonzado-.
-Oh-. Dio un paso atrás. -Será mejor sacarte de aquí-.
-Guíame-. Iluminó el camino de regreso a la puerta. -Sabes, no puedo ayudarte
sino me cuentas porque no quieres que alguien me vea-.
Darcy se encogió de hombros. -No debería involucrarme con uno de los actores-.
Abrió la puerta y espió hacia fuera. -No hay moros en la costa-.
Él extendió la mano y cerró la puerta. -¿Piensas que nuestra relación es
vergonzosa?-.
-No-. Lo enfrentó, su espalda contra la puerta. Tan sólo imposible. Imposiblemente
tentadora, e imposible de tener.
-¿Entonces por qué estás escondiéndome?-.
Su ojo hizo un tic.
-Cariño-. Le tocó la esquina del ojo y suavemente acarició la piel en círculos
pequeños. -Ya no tienes nada que temer. Puedes confiar en mí-.
-Yo… no tengo miedo-.
-¿Entonces por qué tanta oposición?-. Sus dedos esbozaron su pómulo y su
mandíbula. Se inclinó hacia adelante y la besó en los labios.-¿Me lo vas a decir?-.
-¿Hmm?-. No podía pensar correctamente con su boca mordisqueando su cuello.
-¿Por qué temes que alguien me vea aquí?-.
-Oh-. ¿Porque sabrán que estás vivo? No podía decírselo. -Los jueces del reality
show están aquí, y no deben ver a ninguno de los concursantes antes de tiempo. Lo
echaría todo a perder -.
-¿Es eso?-. Él la observó atentamente. -¿Nada más?-.
-Sí, sólo quiero mantener el secreto. Por ahora-.
-¿Algún otro secreto?-.
Una ráfaga de calor se vertió en ella, empezando en sus sienes, luego deslizándose
bajando por su garganta, calentando su corazón y ardiendo como auténtico fuego
en su ingle. Se arqueó contra la puerta. ¿Dios mío, ni siquiera la estaba tocando
ahora, y estaba ardiendo? ¿Cómo lo hacía? Ella nunca había deseado tanto a un
hombre en toda su vida.
Él dio un paso atrás y apagó su linterna. No podía ver su expresión en la
oscuridad, pero sabía que estaba mirándola fijamente. Podía sentir el calor de su
mirada.
Lentamente, el calor en su cuerpo se disipó, dejándola sola y vacía de nuevo. -
Vamos-. Ella miró a hurtadillas por la puerta. Nadie a la vista, pero podía oír gritos
procedentes de la oficina de Sly. Corky estaba calentándole los oídos.
-Por aquí-. Hizo una seña para que Adam la siguiera. Pasaron rápidamente a lo
largo del vestíbulo hacia la salida trasera. Darcy empujó para abrir la pesada
puerta.
Adam se paró en mitad de la salida. -¿Cuándo podré verte de nuevo?-.
- Dentro de dos semanas. Por favor, prométeme que no vendrás aquí de nuevo-.
-Vale-. Frunciendo el ceño, sacó una pequeña libreta y un bolígrafo del bolsillo
interior de su chaqueta. Apuntó algo. -Quiero que me llames si necesitas algo. Y
una visita sería bienvenida-.
Ella aceptó la hoja de papel. Le había dado su dirección y número de teléfono.
Levantó la mano hacia ella y deslizó una punta del dedo por un lado de su cara.
Acarició sus labios ligeramente. -Gracias por el tour-. Se deslizó fuera de la puerta
hacia la oscuridad.
La fresca brisa nocturna barrió el vestíbulo, borrando el calor que permanecía
donde él la había tocado.
Con un suspiro, Darcy cerró la puerta. Iban a ser dos semanas muy largas.
A Austin le costó una ducha helada enfocarse otra vez en el trabajo. Entró
rápidamente en la cocina y se puso los calzoncillos cortos de Bob Esponja que su
hermana menor le había regalado por Navidad. Los pensamientos sobre su familia
le hicieron preguntarse de nuevo por qué Darcy vivía entre los no muertos. Sabía
por su investigación que tenía padres y dos hermanas menores en San Diego. ¿La
habían separado por completo de su familia?. ¿Estaban los vampiros
manteniéndola prisionera en su mundo porque sabía demasiado?. ¿Habían
amenazado su familia para mantenerla bajo control?.
Tenía que ser eso, porque de otra manera estaba seguro de que ella intentaría
escapar. Sabía por sus reportajes que era valiente e ingeniosa. Claramente, los
vampiros tenían alguna clase de control sobre ella para obligarla a quedarse con
ellos.
¿Qué diablos le había ocurrido hacía cuatro años?. Austin tenía una copia del
informe de la policía, pero no era concluyente. Ella había ido a un club de
vampiros en Greenwich Village para hacer un reportaje sobre adolescentes que se
hacían pasar por vampiros en la víspera del día de Todos los Santos. De alguna
manera, había ido a parar al callejón detrás del club. La piscina de sangre y el
cuchillo ensangrentado conducían hasta ella. La policía sospechaba que estaba
muerta, pero nadie sabía realmente qué había sucedido en ese callejón.
El día anterior, Austin había localizado a su viejo camarógrafo, Jack Cooper. Jack
apenas subsistía, vivía en un apartamento de una habitación en un sótano
mugriento con finas láminas de aluminio tapando las diminutas ventanas. Era
evidente que Jack nunca se había recuperado de esa noche. Tal vez la gorra de
papel de aluminio sobre su cabeza era una pista. O su conclusión de que los
vampiros eran alienígenas sedientos de sangre, controladores de mentes y que le
estaban cazando, intentando abducirle como hicieron con Darcy. Era un pena que
todo el mundo pensara que Jack estaba chiflado, porque estaba en lo cierto acerca
de lo de chupar sangre, el control de mente, y la abducción de Darcy. Los vampiros
la habían secuestrado. Y no la dejaban marchar.
Austin agarró una lata de cerveza de la nevera. ¿Cómo lograr que confiara en él?.
Esa noche le había pedido que confiara en él, y cuando no lo hizo, había invadido
su mente, esperando que los secretos estuviesen allí para cogerlos.
Lo que vio allí le dejó aturdido. Ningún secreto oscuro. Los pensamientos más
íntimos de Darcy eran acerca de lo mucho que le deseaba. Le había costado cada
onza de su resistencia no tirarla al suelo y hacer el amor con ella en ese mismo
momento.
¿Amor en el suelo del cuarto del guardarropa?. Le habría dado tan mala fama
como la de Don Orlando. Con un bufido, Austin colocó su cerveza en la mesita de
café y recogió la libreta donde había empezado su lista de vampiros. Añadió el
nombre de Don Orlando.
Deslizó una de las cintas de Darcy en el vídeo. Las había visto todas. Algunas más
de dos veces. Jesús. Las veía todas las noches en lugar de los deportes. Pensaba en
ella todo el tiempo. Si únicamente se tratase de lujuria, sólo pensaría en su
espléndido cuerpo, ¿verdad?. Pero no, estaba preocupado por ella. ¿Estaría
enamorándose?.
Sufrió un colapso en el sofá. No, no podía ser amor. Era algo intelectual. El
misterio de su extraño estilo de vida le intrigaba, y quería respuestas. Y estaba
preocupado por su seguridad. Era normal.
Había crecido protegiendo a sus hermanas menores. Era lo natural para él. No era
para tanto. Cogió su chaqueta del brazo del sofá y buscó en el bolsillo interior. Sacó
la pequeña libreta y hojeó las notas que había tomado en la oficina de Darcy. Ella
había alquilado un negocio llamado
“La Vida Inmovilizada” para instalar persianas de aluminio en el ático de lujo. Lo
que significaba que él y Garrett vivirían allí con vampiros. Mejor poner algunas
estacas de madera en su equipaje.
Había apuntado el nombre del proveedor que Darcy había contratado. Conseguiría
que Alyssa o Emma se infiltraran. De ese modo, podría ir al ático durante el día y
recuperar la información obtenida por Garrett y él para pasársela a Sean.
También tenía la dirección de Raleigh Place. Iría allí de día e instalaría micrófonos
y cámaras ocultas. Extrajo un CD del bolsillo de su chaqueta. Había logrado
descargar el registro de los empleados de la DVN desde la prehistórica
computadora de Darcy antes de oír que volvía a la oficina. Colocó el disco en la
mesa al lado de la lista de vampiros.
Se desperezó y echó un vistazo a la televisión. Empezaba un reportaje de Darcy.
Oh, era uno de sus favoritos. Agarró el mando y subió el volumen.
-Estoy al sur del Bronx ante el cartel de un nuevo parque-. Darcy sonrió a la
cámara mientras paseaba por un camino. -No es un parque para niños. Ni para
jugadores de baloncesto, patinadores, ni siquiera para jugadores de ajedrez. Se
trata de un parque para perros-.
El camarógrafo enfocó a una mujer a lo lejos que guiaba su perro de lanas blanco y
esponjoso. Luego, regresó a Darcy.
-¡Como pueden ver, el parque está dividido en secciones, dependiendo del tamaño
de los ….aagh!-. Ella dio un patinazo resbalando cerca de cinco pies, con los brazos
haciendo aspavientos en el aire. Después de una lucha valerosa, recobró el
equilibrio. Miró sus zapatos, arrugó su nariz, y lanzó a la cámara una sonrisa
irónica. -Obviamente, esta sección es para perros sumamente grandes-.
Austin se rió entre dientes. No importa lo que ocurriera en sus reportajes, Darcy
siempre lo hacía funcionar. Era valiente, ocurrente, lista, y guapa. Nada le
deprimía.
Pero algo lo hizo. Apretó con fuerza el mando. Algo había pasado que la había
arrancado de su feliz y soleada vida, y le había hecho prisionera en un mundo de
oscuras criaturas demoníacas. Y la hacía sufrir. Podía notarlo. El pesar en sus ojos.
La forma tensa en que retorcía sus manos. El miedo que provocaba ese tic en su
ojo. Esa contracción nerviosa no aparecía en ninguna de sus cintas. Era nueva. Y
más que probablemente, había empezado en la víspera de Todos los Santos de
hacía cuatro años.
Capítulo 10
El lujoso departamento ubicado el último piso en el edificio Raleigh contaba con
dos plantas decoradas opulentamente, incluidos pisos de mármol italiano y
columnas y lámparas de cristal de Baccarat. Darcy suponía que podría caber una
orquesta de cámara pequeña en la bañera principal. O se podría alimentar a toda la
población de Liechtenstein con la enorme despensa de la cocina.
Aun así, ella prefería el techo. Tal vez era el resultado de su forzada reclusión, pero
le encantaba estar bajo el cielo abierto. Le encantaba la brisa de la tarde en la cara y
el aroma de las rosas que flotaba en el invernadero de cristal situado en la esquina.
Le encantaba la forma en que la piscina brillaba bajo la luna y los reflejos
danzantes emitidos a lo largo de las paredes pintadas de blanco que rodeaban el
techo. El vapor se cernía sobre el jacuzzi, invitándola a disfrutar de su glorioso
calor. Grandes tiestos se situaban cada cinco metros a lo largo de muros a la altura
de su pecho, cada maceta tenía una planta de hojas verdes, que se elevaban sobre
su cabeza. Algunas plantas estaban podadas en conos grandes, mientras que otras
tenían formas de animales de fantasía. Cada uno de setos, estaba cubierto de luces
blancas que brillaban como estrellas sobre su cabeza.
En la esquina opuesta del invernadero, había una pequeña casa de piscina. Los dos
cuartos únicamente contenían las cosas esenciales, en claro contraste con la
majestuosidad del lujoso departamento. Pero Darcy estaba tan cautivada con el
techo, que había decidido hacer de la casa de la piscina su oficina y retiro especial.
Caminó de arriba a abajo alrededor de la piscina, tensa por la excitación. Llevaba
puesto el vestido de marrón brillante que había comprado para la boda de Shanna,
porque esa noche, pasaría algún tiempo delante de la cámara. Esa noche,
empezarían a filmar “El Hombre Más Sexy de la Tierra“. Y después de una
separación de dos largas semanas, vería nuevamente a Adam.
-Aquí llegan-, anunció Gregori desde el extremo norte de la terraza. Al lado de él,
Bernie dirigió la cámara a la calle, doce pisos debajo.
Darcy fue corriendo hasta el muro y miró atentamente por encima. Una limusina
negra venía lentamente calle abajo. Maggie y las jueces del ex-harén llegaban. El
segundo camarógrafo, Bart, estaba en la limusina, para poder registrar sus
reacciones ante su nueva casa. Darcy combinaría el metraje de ambas cámaras en la
fase de edición. La limusina rodó hasta pararse en la alfombra roja de entrada al
Raleigh Place.
Gregori tocó los auriculares que llevaba puestos. -Llega el audio. Puedo oírlas
hablando-.
Darcy se puso rápidamente los auriculares. De inmediato, pudo oír las voces
excitadas de las mujeres dentro de la limusina.
-¡Caramba!-, exclamó Cora Lee. -¡Este lugar es grandioso!-.
-Mirad-, decía Lady Pamela. -Un lacayo viene a abrirnos la puerta-.
-Es el portero-, masculló Vanda.
-Aún así es un criado-, resopló Lady Pamela. -Aunque debo decir que es
sorprendente en estos tiempos que los sirvientes tengan el descuido de no traer
puestas sus pelucas empolvadas-.
-O la librea adecuada-, declaró la Princesa Joanna. -Es imposible saber quien es el
señor y quien está sirviendo-.
Darcy suspiró mientras observaba desde la terraza. El ex-harén estaba tan anclado
en el pasado. Había insistido en que actualizaran su guardarropa para el
programa, pero tenía la horrible sensación de que la habían ignorado totalmente.
Bart salió el primero con su cámara para poder grabar a las mujeres saliendo del
coche. Vanda salió y caminó por la alfombra roja. Estaba espectacular con su
vestido y pelo púrpura. Hasta ahora, bien.
Lady Pamela salió la siguiente. Ajustó el escote de su traje de noche de estilo
Regencia de seda azul claro. Un impertinente haciendo juego colgaba de una cinta
alrededor de su muñeca. Darcy gimió.
María Consuelo y y la Princesa Joanna se desplazaron por la alfombra roja, ambas
con largos trajes de noche medievales con velos cubriendo su pelo.
-Creía que les habías comprado ropa nueva-, masculló Gregori.
Darcy suspiró. -¿ Sabes lo que se dice de los perros viejos?-.
Cora Lee luchó por salir del coche, pero su miriñaque se atascó en la estrecha
puerta. Maggie empujó por detrás, y ella salió de golpe sobre la acera. Después
Maggie salió de un salto y cerró la puerta.
Entraron en fila al edificio, murmurando su aprecio por el suelo de mármol y el
techo dorado.
-Yo declaro- exclamó Cora Lee. -¡Que este elevador es tan brillante!-.
-Sí-. Maggie estuvo de acuerdo. -Es el elevador para el departamento. Las puertas
son de bronce sólido-.
-¡Qué adorable!, la voz esnob de Lady Pamela podía oírse sobre las demás. -Sé un
encanto y aprieta el botón para nosotras-.
-¡Ah, en realidad, necesito que me sigan-, dijo Maggie. -Por aquí, por favor-.
-¿Adónde nos lleva?-, preguntó la princesa Joanna.
-A otro ascensor-, explicó Maggie.
-Pero este pasillo es tan simple y triste-, se quejó Cora Lee.
-¿Por qué no vamos al departamento?-, preguntó bruscamente la princesa. -
¿Dónde nos lleva ese otro ascensor?-.
-Oh, va al ático de lujo-, les aseguró Maggie. -Va justo a la … cocina y a la planta
del servicio. Es muy agradable y privado -.
-¿La planta del servicio?-, gritó la princesa.
Darcy y Gregori se sobresaltaron mientras su voz estridente rechinaba a través de
los audífonos.
-Sí-, respondió Maggie. -Tendremos dormitorios muy bonitos para todas nosotras
en la planta del … servicio.-.
-¿La planta de la servidumbre?-, la voz de Lady Pamela sonó conmocionada.
-Soy la hija de un barón, la viuda de un vizconde. ¡No puedo vivir entre sirvientes .
-Sólo estaremos nosotras seis-, Maggie la reconfortó. -Y cada una tiene su propio
dormitorio. Ya llegamos. Éste es el ascensor del servicio-.
-Es horrible, simplemente horrible-, Lady Pamela sonó estridente. -¡Yo… voy a
desmayarme!-.
-Niña tonta-, gruñó la Princesa Joanna. -¿Dónde están sus sales aromáticas?-.
Darcy puso sus ojos en blanco. Las denominadas sales de Lady Pamela consistían
en un vial lleno de Chocosangre.
-Será mejor que ayude a Maggie-. Darcy se dirigió hacia el hueco de la escalera
localizado cerca del invernadero. Volvió la mirada atrás hacia Gregori y Bernie. -
Los veo en el vestíbulo a las diez en punto-.
Gregori inclinó la cabeza. -Allí estaremos-.
Darcy se detuvo en el hueco de la escalera. -¿Bernie, puedes hacer arreglos para un
helicóptero? Me gustaría conseguir material aéreo de esta terraza. Es tan bonita-.
-Ningún problema-. Bernie colocó en el suelo su cámara y sacó su teléfono móvil.
Darcy abrió la puerta de la escalera. La recepción en sus auriculares era apenas
perceptible ahora, pero todavía podía oír el sonido de voces chillando. Pobre
Maggie. Darcy bajó rápidamente tres tramos de escalera y salió al área del servicio.
Podía oír al ex-harén en el ascensor.
-Por favor cálmense-, imploró Maggie. -Hay seis dormitorios en esta planta. Son
pequeños, pero muy agradables. Cada una tiene su propio cuarto con una vista
preciosa de Central Park -.
-La vista no es transcendente-, dijo la Princesa Joanna con brusquedad. -Es un piso
para campesinos. No pasaré la noche en este tugurio-.
-No es un tugurio-, insistió Maggie.
-Es totalmente inaceptable-, declaró Lady Pamela. -Deberíamos vivir en el ático-.
-Hay sólo cinco dormitorios en el ático-, explicó Maggie. -Los necesitamos para los
concursantes masculinos. Tal y como están las cosas, van a tener que compartir las
habitaciones -.
-Podrían compartir los cuartos de la planta de la servidumbre-, propuso Cora Lee.
-Estos cuartos son muy pequeños para ser compartidos-, insistió Maggie.
-Ridículo-, siseó la Princesa Joanna. -Los hombres nos deberían ceder sus
dormitorios. ¿No han oído hablar de la caballerosidad?-.
Las puertas del ascensor se abrieron. Bart, el camarógrafo se giró hacia Darcy.
Ella los saludó con una sonrisa. -Buenas noches. Bienvenidas a su nueva casa-.
-¡Es un ultraje!-. La princesa Joanna la miró. -Dijiste que viviríamos en un ático de
lujo-.
-Los cuartos del servicio son parte del ático y cada una va a tener su propia
habitación-. Darcy las encaminó hacia la sala común de los sirvientes.
-Creo que encontraran que el alojamiento es muy confortable-. Abrió la puerta.
Las señoras entraron pesarosas, refunfuñando. Se detuvieron en la sala y miraron
alrededor. Los sofás y sillones eran grandes y mullidos; la televisión tan enorme
como la que habían disfrutado en casa de Roman. Vanda se paseó por la cocina y
revisó el refrigerador. Botellas de sangre sintética, Chocosangre y Sangre
Burbujeante alineadas en los estantes.
-No está mal-. Vanda agarró una botella Chocosangre y la introdujo en el horno de
microondas. -Es realmente agradable-.
La princesa Joanna inhaló por la nariz. -Los campesinos no deberían vivir tan bien.
Es impío-.
Darcy sonrió.-Por favor pónganse cómodas. Y escojan que el dormitorio que
prefieran-.
El portero llegó con todo su equipaje. Transportó los baúles a los dormitorios
mientras las mujeres le dirigían. Por el sonido excitado de sus voces, Darcy pensó
que se iban a adaptar bastante bien.
Una vez que el portero se fue con una buena propina, Darcy convocó a todas las
mujeres a la sala. -Antes de que comencemos el programa, me gustaría entrevistar
a cada una de vosotras. Será vuestra oportunidad para contar quiénes son al
mundo vampírico. Cada segmento será añadido al programa más tarde-.
Una por una, las mujeres se sentaron ante la cámara e hicieron una breve reseña de
la historia de su vida. Después Darcy las llevó a la cocina de la planta superior en
el ascensor. Mientras las conducía al vestíbulo del ático, podía oír sus suspiros y
sus exclamaciones de admiración. Bart corrió delante de ellas para poder captar
sus reacciones.
-Es precioso-, susurró Lady Pamela.
-Adoro la amplia escalera-, exclamó Cora Lee. -Porque es lo suficientemente
amplia para que quepan tres mujeres con trajes de gala apropiados como el mío-.
Amplios corredores salían del vestíbulo hacia la entrada a las alas este y oeste del
departamento. La gran escalera ascendía hasta un rellano intermedio donde luego
se dividía en dos. Luego, la parte derecha e izquierda de la escalera se curvaban
hasta el segundo piso. Un balcón interior recorría la longitud de la segunda planta
con vistas al vestíbulo. El piso pulido de mármol reflejaba las luces de la maciza
lámpara de cristal sobre sus cabezas.
-Por aquí-. Darcy las guió subiendo las escaleras hasta el rellano. Allí, ella las situó
en fila.
-¡Qué tal señoras!-, las saludó Gregori mientras Bernie y él entraban por el
vestíbulo. -Parecen listas para empezar-.
-Sí, lo estamos-. Darcy corrió bajando las escaleras y se unió a Maggie detrás de las
cámaras. Hizo señas a Gregori para comenzar.
-Bienvenidas, damas, a “El Hombre Más Sexy de la Tierra" anunció Gregori con
voz clara. -Habrá un total de quince hombres compitiendo por el título. Como
parte del anterior harén del Maestro de la Asamblea, Roman Draganesti, cinco
mujeres ostentan el honor de ser las más prestigiosas vampiresas de América del
Norte. Por consiguiente, son las más adecuadas para juzgar este concurso-.
Darcy observó a las mujeres reaccionar al cumplido. Levantaron sus barbillas y se
estiraron un poco más altas. Era bueno verlo después del golpe que sus egos
habían sufrido con el rechazo de Roman.
-La Princesa Joanna Fortescue-. Gregori hizo una reverencia. -Démosle la
bienvenida-.
-Gracias, buen señor-. La princesa bajó las escaleras con la cabeza bien alta.
-Manten la cámara en ella-, murmuró Darcy al oído de Bart. Aquí sería donde
intercalaría la biografía de la Princesa Joanna… tras una cuidadosa edición. Darcy
se había encogido cuando la dama medieval había afirmado que todos los
escoceses eran unos bárbaros. Obviamente, la princesa había crecido en un tiempo
en que Escocia había supuesto una amenaza para Inglaterra. ¡Pero, Jesús, eso fue
hace ochocientos años!. ¿Cuánto tiempo puede alguien guardar rencor?. Parece ser
que mucho tiempo. Ahora bien, parecía claro que el ex-harén estaba apegado a
algo más que a sus viejos vestidos. Sus antiguos prejuicios habían sobrevivido
intactos durante siglos.
La princesa Joanna se detuvo orgullosamente al lado de Gregori. Con su traje de
noche medieval, parecía una reina contemplando sus dominios.
Gregori se inclinó de nuevo. -Señora María Consuelo Montemayor, démosle la
bienvenida-. Como la segunda vampiresa con más antigüedad, María Consuelo fue
la segunda en bajar las escaleras.
-Lady Pamela Smythe Worthing, démosle la bienvenida-. Gregori se inclinó ante la
vampiresa del período de la Regencia. Ella levantó el dobladillo de su traje de
noche para bajar la escalera.
-Miss Cora Lee Primrose, sea bienvenida-.
Cora Lee bajó la escalera a saltitos, con su miriñaque rebotando.
Gregori se inclinó ante la última y menor de las jueces. -Les presento a Vanda
Barkowski-.
-Gracias, tío-. Vanda dirigió una sonrisa astuta a la cámara mientras bajaba la
escalera.
-Por aquí, señoras-. Gregori las condujo hacia el ala oeste, ante un par de puertas
dobles. Entraron en fila y se sentaron en dos sofás de cuero frente a él.
-Éste es el cuarto de los retratos-. Gregori señaló a la pared detrás de él.
Darcy encendió las luces y quince retratos fueron iluminados por las luces en los
rieles del techo. Ella misma había colgado los retratos, siete en la parte superior y
ocho debajo. Sus ojos automáticamente buscaron su retrato favorito.
El artista había hecho un trabajo aceptable, aunque pensaba que los ojos de Adam
eran de un azul más profundo. Por alguna razón, él no había sonreído por lo que
sus hoyuelos no estaban presentes. Pero incluso con una expresión seria, su retrato
le hacia quedarse sin aliento y con el corazón revoloteando. Durante las últimas
dos semanas, se había quedado dormida recordando la sensación de su boca, el
sabor de sus labios, y el calor de su cuerpo. Ella tendría que ser fuerte y mantener
las distancias. De otro modo, supondría una tentación demasiado fuerte para
resistirse.
-El hombre más sexy de la Tierra será elegido según su propia lista de requisitos-,
explicaba Gregori. -La más importante calificación fue que sea rico. Cuando acabe
este programa, el ganador será rico. El segundo requisito fue que sea de rostro
atractivo. Por tanto esta noche, usando los retratos, juzgarán a estos hombres por
su aspecto. Maggie les dará a cada una cinco orquídeas negras. Debajo de cada
retrato hay una florero pequeño. Colocarán una orquídea en el retrato de cada
hombre que deseen eliminar. Cinco hombres serán eliminados esta noche-.
Cora Lee miró ceñudamente a las orquídeas negras que Maggie sostenía en su
regazo. -¿Tenemos que decidirnos esta noche?. ¿Cinco veces?-.
-Sí-, contestó Gregori. -¿A quién le gustaría ser la primera?-.
Las damas se miraron entre ellas.
La princesa Joanna se levantó lentamente, reuniendo cinco orquídeas negras en sus
manos. -Como la más antigua, iré primero-.
Darcy nunca había visto a la princesa tan nerviosa. La vampiresa medieval
merodeó por la doble fila de retratos. Retorcía sus manos, aplastando las flores.
Miró hacia las otras mujeres buscando orientación.
-Bueno-, se aventuró Cora Lee. -Parece medianamente obvio que debiéramos
eliminar al africano. No puedo tener un Maestro negro. Mi querido padre se
revolvería en su tumba-.
-Y debemos librarnos de cualquier moro-, añadió Maria Consuelo.
-¡Corten!-.Darcy caminó enfurecida hacia las mujeres. -Señoras, no permitiré
prejuicios raciales en el programa. Por favor, dejen a un lado sus viejos prejuicios.
¡Por amor de Dios, estamos en el siglo veintiuno!-.
-¿De verdad?-. Cora Lee inclinó la cabeza. -Parece que fue ayer cuando cumplí cien
años. ¡Como pasa el tiempo!-.
-Sus números no tiene sentido para nosotras-. La princesa Joanna miró por encima
del hombro a Darcy. -Sólo un mortal cuenta el tiempo pues tiene muy poco-.
-No puedo hacer lo que dices-, le dijo María Consuelo a Darcy. -No entiendes
cuánto sufrimos los españoles para librar nuestro país de esos espantosos moros-.
-Comprendo las adversidades que han debido sufrir en el pasado, pero eso fue
hace mucho tiempo-, insistió Darcy. -Y francamente, es hora de superarlo. No voy
a tolerar que seleccionen a estos hombres por raza o la religión. Deben tomar su
decisión esta noche basada solamente en la buena apariencia. Cualquier
comentario que no me guste será eliminado en la edición del programa. ¿Lo han
entendido?-.
Cora Lee bufó. -Y pensaba que teníamos libertad de expresión-.
Darcy suspiró. -Sólo tengan cuidado con lo que dicen-.
María Consuelo le lanzó una mirada. -Es lo que ellos dijeron durante la Inquisición
Española-.
Darcy iba meneando la cabeza de frustración mientras volvía caminando detrás de
las cámaras. –Continuemos-.
Bart volvió a la cámara. La princesa Joanna se volvió hacia Darcy con mirada
desafiante, luego puso sus cinco orquídeas negras delante de cinco retratos. Darcy
gimió.
Maggie se inclinó hacia ella. -No puedes esperar borrar siglos de odio en una
noche-.
-Supongo que no-. Darcy vigiló desilusionada como cada una de las juezas usaron
sus orquídeas negras para rechazar los mismos cinco hombres. Vanda fue la única
que no tuvo en cuenta la raza, pero fue superada en número, cuatro a uno.
Darcy estudió a las cinco mujeres mientras regresaban a sus asientos. Sonreían y
evidentemente, estaban muy orgullosas de sí mismas. Cuanto más pensaba en ello,
más creía Darcy, que eso era bueno. Estas mujeres habían vivido durante siglos, sin
tener que tomar nunca una decisión importante por ellas mismas. Esta noche lo
habían conseguido. Es cierto que lo habían hecho como un desafío a sus
instrucciones, pero aún así, era un gran paso hacia la independencia. Tenían
derecho a estar orgullosas.
Su momento de gloria tendría sin embargo una corta vida. Era la hora de la gran
sorpresa de la noche. Darcy le hizo una seña a Gregori para que se acercara.
-¿Listo para desatar el infierno sobre la tierra?-. Le pasó un linterna con una
bombilla negra.
-Sip. Sólo dime que tío revelo por último-.
Darcy se lo dijo y él caminó rápidamente de vuelta ante las cámaras.
-Es la hora de dar una mirada más cercana a los cinco hombres que han rechazado
esta noche-. Gregori apuntó con la linterna un retrato y la encendió. -Con un total
de cinco orquídeas negras, Tadayoshi de Tokio es eliminado de la competición-.
Darcy apagó la iluminación del set. La luz negra de Gregori iluminaba la pintura
antes no visible del retrato de Tadayoshi. De repente, habían aparecido unos largos
colmillos blancos.
-Oh, ¡qué bonitos!-, susurró Cora Lee. -Pero tenía miedo de que fuera un espantoso
maestro Ninja-.
Darcy se sobresaltó. Esa era una frase que tendría que eliminar.
-Con cuatro orquídeas debajo de su retrato, Derek de Filadelfia también será
eliminado de la competición-. Gregori apuntó la luz negra hacia el cuadro de
Derek. Sus largos colmillos resplandecieron en la oscuridad.
Vanda suspiró. -Es vergonzoso que tengamos que perder a Blackula. Es muy
apuesto-.
Darcy estuvo de acuerdo, pero las otras damas se veían dubitativas.
-También con cuatro orquídeas negras, Harsha de Nueva Delhi será eliminado de
la competición-. Los colmillos blancos de Harsha aparecieron mágicamente cuando
la luz negra golpeó su cara.
-Un truco interesante-, admitió la Princesa Joanna, -pero no veo que propósito
tiene-.
-Con tres orquídeas negras, le diremos adiós a Ferdinand de Salzburg-. Gregori
alumbró la cara de Ferdinand, y los colmillos del austríaco brillaron.
Lady Pamela suspiró. -¿No es un poco tonto?. Ya sabemos que los hombres son
vampiros-.
María Consuelo jugueteó con su rosario. -Y cuando has visto un colmillo, los has
visto todos-.
-No estoy tan segura de eso-, dijo Vanda con una amplia sonrisa.
-Ahora que lo pienso, he visto colmillos con un espantoso tono amarillento-Lady
Pamela se estremeció. -No hay nada peor que un vampiro con mala higiene bucal-.
La princesa Joanna frunció el ceño. -Y otros podridos-.
-Y algunos son más largos que otros-, dijo Vanda. -Ya saben, el tamaño sí importa-.
Cora Lee lanzó un suspiro enorme. -Mi pobre Beauregard, que Dios le tenga en su
gloria, tenía los colmillos más largos que nunca he visto-.
Gregori las miró ceñudamente, claramente incómodo. -Damas, si no les importa,
todavía tenemos un concursante más por eliminar. Seth de Nueva Jersey recibió
tres orquídeas negras-. Gregori apuntó su linterna hacia Seth.
Las señoras esperaron.
Vanda intercambió una mirada con Darcy.
-¿Dónde están sus colmillos?-, preguntó Lady Pamela.
-No me gusta-, dijo Cora Lee. -Está perdiendo el pelo-.
-Ha perdido sus colmillos-, refunfuñó la Princesa Joanna.
-Debe haber algún error con esa pintura-. María Consuelo entrecerró los ojos.
-No-, dijo Gregori con voz tenue. -No hay nada equivocado en la pintura-.
El cuarto quedó en silencio. Las señoras intercambiaron miradas confusas.
Vanda puso los ojos en blanco, obviamente impaciente ante la lentitud de
pensamiento de las damas. -Caramba, me pregunto por qué él no tiene colmillos-.
Las cuatro mujeres se quedaron sin aliento. Incluso Bart se sobresaltó y casi dejó
caer la cámara.
La princesa Joanna se puso rápidamente en pie. -¿Estás diciendo que hay un
mortal en el concurso?-.
Gregori se encogió de hombros. -Eso parece, ¿verdad?-.
María Consuelo se puso en pie, agarrando firmemente su rosario contra el pecho. -
Exijo una respuesta directa. ¿Es un hombre mortal?-.
-Sí-, admitió Greg. -Es uno de los hombres mortales del concurso-.
Las mujeres se quedaron sin aliento de nuevo.
-¡Oh, Dios mío!. ¡Es horrible, simplemente horrible!-. Lady Pamela buscó a tientas
el frasco de sales en su bolso de mano.
-¡Es un ultraje!-. La princesa Joanna se giró hacia Darcy, sus ojos ardían con furia. -
¿Cómo osas mancillar nuestro concurso con mortales?-.
Vanda se encogió de hombros. -Pueden ser monos-.
Lady Pamela se burló. -Un mortal nunca podrá ser el hombre más sexy de la tierra.
La sola idea es ridícula-. Desenroscó la tapa del vial de Chocosangre. -Estoy
realmente indignada-.
La princesa Joanna caminó hacia Darcy. -¡Cómo has podido!. Confiábamos en tí, y
nos has traicionado-.
-De hecho-. Lady Pamela esnifó su vial. -En primer lugar, nos pone en esos
espantosos cuartos de sirvientes-.
-Y ahora-, continuó la Princesa Joanna -nos insultas obligándonos a soportar la
compañía de mortales-.
Cora Lee dio una pequeña patada en el suelo. -¡No podemos tener un Maestro
mortal!-.
-Entonces no elijan a un mortal-, les dijo Darcy. -Miren, todavía tienen el control.
Son las que deciden que hombres son eliminados-.
Las mujeres se miraron.
-Entonces dínos quiénes son los mortales-, exigió la princesa.
Darcy negó con la cabeza. -No puedo hacerlo. Tendrán que averiguarlo por sí
mismas-.
-Podemos hacerlo-. María Consuelo chasqueó las cuentas de su rosario.
-Podemos olerlos-.
-De hecho, no podrán-. Darcy les dirigió una mirada apologética. – Ellos llevarán
puestas unas tobilleras con repelente de vampiros que hará imposible detectar su
olor-.
La princesa Joanna resopló. -Pues leeremos sus mentes-.
-No, firmaron un contrato que no les permite hacerlo-.
-Es horrible, simplemente horrible-. Lady Pamela se bebió entero su vial de
Chocosangre.
-¿Qué será de nosotras?-, lloriqueó Cora Lee. -No podemos tener un Maestro
mortal-.
-No lo tendremos-. La princesa Joanna levantó la barbilla. -Darcy cree que va a
ganar este diabólico juego contra nosotras, pero ya verá. Los hombres mortales no
se pueden comparar a los hombres vampiro. Los detectaremos tan fácilmente
como un zorro en un gallinero-.
María Consuelo inclinó la cabeza. -Sí, es verdad. Los hombres vampiro son
naturalmente superiores-.
-¡Por supuesto!-. Lady Pamela presionó una mano contra su pecho. -Los hombres
mortales fallarán miserablemente en cada una de nuestras pruebas-.
-Sí-. La princesa Joanna miró hacia sus co-jueces con una fiera expresión.
-Escuchadme, damas. Debemos estar vigilantes y eliminar esta amenaza mortal-.
Las señoras se apiñaron, haciendo planes.
-Santa María y José-. Maggie miró a Darcy. -Sabía que había una razón para que
estuvieras aquí. ¿Te das cuenta de lo que has hecho?-.
-Sí. Que me odien más que nunca-.
-No. Míralas. Nunca las he visto tan excitadas, tan apasionadas. Les has dado un
propósito para su existencia-.
Un escalofrío bajó ligero por la columna vertebral de Darcy. Sin duda Maggie
estaba exagerando. Tendía a ser un poco melodramática.
Un zumbido llegaba de los auriculares de Darcy y se los puso rápidamente para
escuchar.
-¿Pueden prestarme atención, por favor?-. Darcy esperó a que Bart enfocara su
cámara en ella. -Los caballeros están llegando-.
Capítulo 11
Austin viajaba en la parte de atrás de una limusina Hummer con otros seis
hombres. Cuatro de ellos eran con seguridad humanos. Recordaba a George,
Nicholas, y Seth de las audiciones. Luego, estaba Garrett alias Garth. A los
humanos les habían ordenado ir a la agencia “Estrellas del Mañana” a las nueve de
la noche con su equipaje.
Un hombre de Romatech Industries estaba allí, un pequeño químico llamado
Laszlo Veszto. Él les había dado a cada uno una tobillera de plástico para
ponérsela debajo de los calcetines. Tenía que estar en contacto con la piel. Y tenían
que llevarla puesta durante todo el programa. Cuando los hombres preguntaron
por qué, el químico les contestó con una explicación compleja acerca de las
feromonas.
A las nueve y treinta, dos limusinas Hummer llegaron a la agencia con diez
hombres. Austin se figuraba que eran la competencia no muerta, pero encontró
extraño que el pequeño químico también les diera a ellos tobilleras. Los quince
hombres subieron a las limusinas para un corto viaje hasta Raleigh Place. Austin
notó que los vampiros no reaccionaron como normalmente lo hacían cerca de
humanos. Ningún olfateo, ni miradas hambrientas.
La conversación fue escasa en el corto viaje. Nadie quería revelar sus debilidades a
otro competidor. Cuando se detuvieron delante de Raleigh Place, una vampiro
llamada Maggie les saludó y acompañó hasta el ático. El enorme vestíbulo estaba
vacío. Maggie colocó a los hombres en tres filas en la escalera, la primera fila de pie
en el rellano. Les dijo que esperaran, y luego se dirigió al vestíbulo. Los hombres
intercambiaron miradas nerviosas, aunque ninguno de ellos habló, ni reconoció
estar nervioso.
Pronto, un camarógrafo llegó raudo por el vestíbulo. Subió corriendo las escaleras
y grabó primeros planos de cada hombre. Austin no veía a Darcy por ninguna
parte. Entonces escuchó ruido de pasos y voces femeninas. Las mujeres estaban
llegando. Otro camarógrafo iba delante de ellas, caminando hacia atrás. El vampiro
macho, Gregori, guiaba un grupo de cinco mujeres. Seguramente las juezas. Una
de las mujeres era Vanda, la del pelo púrpura, pero las otras cuatro eran
desconocidas. Y estaban extrañamente vestidas. Tenían que ser realmente antiguas.
Austin se inclinó hacia adelante para mirar debajo al vestíbulo. Sí, allí estaba ella.
Muy por detrás de los demás. Darcy venía con la vampiro Maggie. Se inclinó un
poco más hacia adelante y casi perdió su equilibrio. Gracias a Dios que estaba
apoyado en una verja de hierro, o se habría caído escalera abajo. Maldición, ella se
veía bien. Se veía más que bien.
Cuando Darcy entró en el vestíbulo, su mirada vagó por todos los concursantes,
después se detuvo en él. Él saludó con la cabeza ligeramente y sonrió. Ella apartó
la mirada. Austin mantuvo la mirada fija en ella, esperando que volviera a mirarle
de nuevo. Pero mientras más tiempo miraba, más se daba cuenta de que ella
miraba a cualquiera salvo a él.
-Caballeros, bienvenidos a El Hombre Más Sexy de la Tierra-.
Austin cambió su mirada hacia el orador.
-Mi nombre es Gregori, y voy a ser su anfitrión-. Hizo un gesto en dirección la
vampiro hembra. -Maggie será su anfitriona-.
Austin miró a Darcy de nuevo, preguntándose qué clase de relación tenía con ese
Gregori. ¿Estaba presentando el programa como un favor a ella?.
-Las cinco juezas de este concurso están de pie ante ustedes-, continuó Gregori. -
Permítanme presentarles a la Princesa Joanna, María Consuelo, Lady Pamela, Cora
Lee y Vanda-.
Vanda saludó con la mano. Las otras mujeres hicieron una reverencia. Austin
volvió la mirada hacia Darcy, preguntándose cómo iba a ignorarle.
-Han llegado quince hombres-, anunció Gregori, -pero sólo diez se quedarán.
Nuestras juezas ya han votado, eliminando a cinco. Pero antes, unas palabras de
nuestro patrocinador-.
Hubo una pausa silenciosa. Los competidores masculinos intercambiaron miradas.
Austin supuso que era un corte comercial para la Vampire Fusion Cuisine.
-Bienvenidos de nuevo-. Gregori sonrió a la cámara más cercana. -Es hora de
conocer a los cinco hombres que se irán a casa esta noche. Ellos son…-, hizo una
pausa para un efecto dramático, -Tadayoshi, Derek, Harsha, Ferdinand, y Seth.
Caballeros, deben retirarse. Las limusinas les están esperando. Por lo que respecta
al resto… sus equipajes están a punto de llegar. Maggie y yo les conduciremos
hasta sus cuartos. Enhorabuena y bienvenidos-.
Mientras Austin estrechaba la mano de Seth, se sintió aliviado de que hubiese un
humano menos para proteger en el ático. Miró hacia el vestíbulo y vio que las cinco
juezas vampiras se habían ido. Sólo quedaban Darcy y los camarógrafos. Mierda,
¿eso era todo? Por lo visto, habían acabado por esta noche.
Los conductores de las limusinas llevaron todo el equipaje al vestíbulo, y los
hombres bajaron las escaleras para recoger sus bolsas. Los cinco perdedores de la
noche salieron con los conductores.
Maggie acompañó a Austin y a los otros cinco concursantes hacia el ala este del
ático. Señaló la cocina, el cuarto de gimnasia, y el sauna. -Hay tres dormitorios en
este lado. Tendrán que compartir las habitaciones-. Miró un portapapeles que
llevaba. -Reginald y Pierre en un cuarto, Garth y George en otro, y Nicholas y
Adam en el tercero-.
Austin intercambió una mirada de alivio con Garrett. Gracias a Dios no tenían que
compartir un cuarto con un vampiro.
-¿Dónde está el despacho del director?-, preguntó Austin.
-El de Darcy está en la casa de la piscina-. Maggie le dirigió una mirada curiosa. -
¿Por qué?. ¿Hay algún problema?-.
-No, en absoluto-. Silenciosamente maldijo mientras cargaba su bolsa por la
escalera hasta el segundo piso. ¿La casa de la piscina? ¿Quién demonios usaba la
casa de la piscina como despacho?. Él había puesto una cámara en la biblioteca del
ático, creyendo que esa iba a ser su oficina. No había colocado ninguna cámara en
la maldita casa de la piscina.
Maggie llevó primero a Reginald y Pierre a su cuarto. Luego, condujo a los cuatro
humanos a sus habitaciones. El dormitorio de Austin estaba al lado del de Garrett.
-La cocina está completamente abastecida con bebidas y aperitivos-, explicó
Maggie. -Un proveedor traerá comida caliente todos los días. Por razones de
seguridad, por favor no entren en ninguno de los otros dormitorios. Pueden salir
del edificio con tal de que estén de vuelta a tiempo cada noche para el programa.
Ya que se graba por la noche, animamos a todos los concursantes a descansar
durante el día-.
Austin reprimió una risa. Bueno, algunos de los concursantes estaban muertos
durante el día.
-Empezaremos a grabar mañana por la noche, a las ocho P.M., en la biblioteca.
Buenas noches -. Con una sonrisa de despedida, Maggie se fue.
Los hombres empujaron su equipaje hasta los dormitorios. Austin levantó su
maleta encima de la cama y sacó su ordenador portátil. Miró a Nicholas. -Espero
que no te importe si utilizo el escritorio-.
-No, en absoluto-. Nicholas dejó caer su bolsa en la cama. -Me muero de hambre.
¿Vienes a saquear la cocina?-.
-Lo siento, tengo trabajo que hacer. Pero no dejes que te detenga-. Austin colocó el
ordenador portátil en el escritorio.
-Nos vemos más tarde-. Nicholas salió por la puerta.
Uf. Al fin a solas. Austin tecleó el código para las cámaras ocultas que había
instalado. Divisó a un grupo de hombres al final del ala oeste del ático. Gregori
llevaba a los concursantes hasta sus cuartos. Probablemente eran todos vampiros.
Gregori se despidió y se dirigió a la escalera principal. ¿Dónde iba?.¿A ver a
Darcy?.
Austin sintió una sensación desagradable que reconoció como celos. Y no ayudaba
el que Darcy hubiese establecido su cuartel general en la maldita casa de la piscina
donde no había cámaras. ¿También iba a dormir allí?.
Cambió la pantalla a la cámara del vestíbulo. Gregori había llegado al final de las
escaleras y se encaminaba al cuarto de los retratos. Austin cambió la pantalla al
cuarto de los retratos. Mierda. Darcy estaba allí. Ese baboso. Gregori estaba con ella
a solas.
Darcy estaba quitando un retrato de la pared, seguramente el de uno de los
rechazados de la noche. Llevó el retrato a una esquina del cuarto y lo colocó en el
suelo, apoyado contra la pared. Se enderezó de repente, girando hacia la puerta.
-¡Gregori!-. Corrió a través del cuarto. Le dio un abrazo y un beso en la mejilla. -
¡Has estado genial!-.
Cabrón. Austin vigiló para ver dónde tocaba a Darcy el vampiro. Un breve toque
en los hombros. Austin decidió dejar sus estacas de madera en la maleta por ahora.
-Gracias. Fue divertido-. Gregori recorrió con la mirada los retratos de la pared. -
¿Así que quitando a los perdedores?-.
-Sí-. Darcy descolgó un segundo retrato de la pared. -¿Puedes coger el de Derek?-.
-Claro-. Gregori quitó la pintura y siguió a Darcy hasta la esquina donde los estaba
amontonando. -Fue realmente vergonzoso lo racistas que han sido las mujeres-.
-¡Fue espantoso!. Tendré que tener mucho cuidado en la edición-.
-Sí. Están totalmente ancladas en el pasado-. Gregori colocó en el suelo el cuadro. -
Pero creo que las manejaste realmente bien-.
-Gracias-. Darcy localizó el quinto cuadro que tenía que quitar.
Gregori deambuló hacia ella, estudiando los retratos. Se detuvo delante de uno y
se inclinó más cerca para leer el nombre de la placa. -Adam Olaf Cartwright.
¿Quién es?-.
Austin se tensó y contuvo el aliento.
Darcy se quedó parada breves segundos, luego agarró la quinta pintura de la
pared. Caminó con pasos decididos hacia la esquina. -Es un concursante, por
supuesto-.
-¿Mortal o vampiro?-.
Darcy depositó la pintura, luego se enderezó. -Nos pusimos de acuerdo en que no
lo sabrías antes de tiempo-.
-Lo sé, pero…-, Gregori miró la pintura de Austin. -Este tipo te ha estado mirando
toda la noche-.
Darcy apretó las manos. -No lo llamaría toda la noche. Fueron más bien diez
minutos-.
-Diez minutos en los que no te quitó los ojos de encima-.
Austin entrecerró sus ojos. ¿Tienes algún problema con eso, cabrón?
La risa de Darcy fue breve y forzada. -No seas tonto. Probablemente miraba a la
cámara, no a mí. Tendré que recordar a estos hombres que ignoren la cámara y
actúen con naturalidad-.
Gregori se cruzó de brazos. -¿Has estado viéndole?-.
Ella se encogió de hombros. -Unas pocas veces, pero relacionadas con el trabajo-.
Austin bufó. Más placer que trabajo, cariño.
Gregori frunció el ceño. -No quiero que te hagan daño-.
Darcy se burló. -No te preocupes. No ha pasado nada-.
Austin apretó los dientes. ¿Nada?. Durante las últimas dos semanas, había estado
obsesionado con el recuerdo de besar su boca, acariciar sus senos y sentir su dulce
trasero presionando en contra de su ingle. ¿A eso ella le llamaba nada?.
-¿Qué tal?-, Garrett se asomó a su habitación.
Austin dio un saltó en la silla, luego quitó rápidamente el volumen del portátil. -
Joder, Garrett. Avísame antes, ¿vale?. No quiero que mi compañero de cuarto vea
lo que estoy haciendo-.
-¿Qué estás haciendo?-.
-Asegurarme de que todas las cámaras funcionan-.
-Cálmate-. Garrett cerró la puerta y se acercó al ordenador. -¿Algo interesante?.
¿Quién es…el presentador y la directora del programa?-.
-Sí, pero es realmente aburrido-.
-Sube el volumen-, pidió Garrett. -Quiero oírlos-.
Con un respingo mental, Austin subió el volumen.
-Creí que esas mujeres iban a destrozar el cuarto cuando se enteraron de que
algunos eran mortales-, dijo Gregori.
Darcy suspiró. -Sí, no fue muy bonito-.
Austin se relajó. Él ya no era el tema de conversación.
-Sólo espero que tu jefe lo entienda-, dijo Gregori.
-Sí-. Darcy se dirigió hacia la puerta y apagó las luces.
Austin cambió la pantalla a la cámara en el vestíbulo. El sonido era apenas
perceptible, así que subió más el volumen.
-Estaba totalmente seguro de que sería capaz de distinguir los mortales de los
vampiros-. Gregori se encaminó hacia el vestíbulo.
-Nadie puede olerlos debido a las tobilleras-, decía Darcy mientras caminaba a su
lado. -Funcionan maravillosamente. Incluso los vampiros llevan puesta una como
placebo. De ese modo, cuando estén en traje de baño, nadie podrá saber quién es
quién-.
-Bendita tobillera-. Austin se bajó el calcetín y examinó la tobillera.
-Pensaba que podría ser algún tipo de dispositivo de seguimiento, pero parece que
simplemente es una substancia química para bloquear nuestro olor-.
Garret meneó la cabeza. -Ya decía yo que esos vampiros de la limusina me
parecían demasiado … indiferentes-.
Austin se quitó de la tobillera. -Se la daré mañana a Emma cuando venga con el
catering. Para que la analicen-. Por supuesto, sin la tobillera, olería como un
sabroso bocado para los vampiros.
-¿Estás seguro de que quieres quitártela?-, preguntó Garrett.
-Conseguiré otra. Le diré a la directora del programa que la perdí-.
-¿Te refieres a la Srta. Darcy?. ¿Todavía piensas que es humana?-.
-Sí. No sé por qué está involucrada con los vampiros, pero hará todo lo posible por
mantenernos de una pieza-.
Garrett bufó. -Confías en ella más que yo. Ya sabes lo que puso en el contrato… la
DVN no es responsable por heridas punzantes-.
Austin se rió. -No tengo intención de dejarme agujerear-. Pero ahora tenía un buen
motivo para salir a buscar a Darcy. Y sabía exactamente donde encontrarla. En la
casa de la piscina.
Darcy estaba paseando por el invernadero, dejando que el aire húmedo y caliente
le acariciara la cara y se llevara toda la tensión que había acumulado a lo largo de
la noche. Estantes escalonados se alineaban a cada lado del camino, cada estante
lleno de tiestos con flores de colores brillantes, begonias, lirios, peonías, y otras
flores exóticas que no reconoció.
Un lado del invernadero estaba dedicado a las rosas. Algunas rosas trepadoras
cubrían un arco del que salía un camino hacia el jardín de las rosas. En el medio,
contra la pared, una pequeña fuente dejaba caer un hilo de agua en una piscina.
En la parte de atrás del invernadero, en una pequeña área tropical crecían
limoneros y plataneras. Un banco de piedra se situaba debajo de una esbelta
palmera. Darcy se sentó y se quitó los zapatos. Era el escenario ideal para poner a
prueba los dos siguientes requisitos… buenos modales y conversación seductora.
-¡Darcy!-.
Divisó a Maggie viniendo hacia ella. -Hola. ¿Conseguiste colocar a los hombres en
sus cuartos?-.
-Sí. Y mantuve juntos a los mortales como me habías pedido-.
-Gracias. No sé cómo lo lograría sin ti-. Mientras contara con la ayuda de Maggie,
Darcy podría evitar pasar tiempo con los mortales. Mejor dicho, con un mortal en
particular.
Maggie se detuvo a su lado. -De hecho es de lo que quería hablar contigo. Mañana
por la noche se supone que debo volver a la DVN para otra audición-.
-Oh, es verdad-. Darcy le dirigió una sonrisa de ánimo. -No te preocupes. Estarás
genial-.
Maggie se sobresaltó. -Estoy terriblemente nerviosa. Voy a leer frente a Don
Orlando. Espero gustarle-.
-Yo…seguro que lo harás-. Darcy reprimió un gemido. No le había contado a su
amiga lo del affaire de Don Orlando con Corky, Tiffany y Dios sabe con cuántas
mujeres más. No podía soportar el pensamiento de destrozar el sueño de Maggie.
Maggie era la eterna optimista que afirmaba que todo ocurría por un motivo.
Aunque Darcy no podía estar de acuerdo, no se había dado cuenta hasta ahora de
cuánto necesitaba que Maggie lo creyera. Mientras Maggie creyera en finales
felices, todo parecía posible.
-Creo que mañana por la noche deberíamos rodar aquí-. Darcy se levantó y recogió
los zapatos.
Maggie fue a su lado. -¿Quieres probar los buenos modales de los hombres?-.
-¡Sí, creo… aagh!-. Darcy se resbaló en un charco de agua.
-¿Estás bien?-. Maggie extendió la mano para sujetarla. -No deberías caminar
descalza con las medias. Son demasiado resbaladizas-.
-Sí, y además las destrozaré. Un minuto-. Darcy se quitó las medias y las metió
dentro de sus zapatos. -Sabes, esto es exactamente lo que necesitamos. Poner un
gran charco lleno de barro en mitad del camino mañana por la noche y ver cómo se
las arreglan esos tíos para mantener a las mujeres sin barro en sus zapatos -.
-¡Oh, me gusta!. Es como esa historia de Sir Francis Drake poniendo en el suelo una
capa para que la reina pudiera caminar sobre ella-.
-Exacto-. Darcy llevaba los zapatos en la mano mientras caminaba descalza. -
Podemos hacer una carrera de obstáculos aquí en el invernadero. Y podemos
poner a Lady Pamela a retransmitir la prueba. Parece ser la experta en modales-.
Maggie resopló. –Cierto-.
Salieron del invernadero y pararon en el hueco de la escalera. Maggie abrió la
puerta. -Voy a la planta del servicio. ¿Quieres unirte a nosotras en la sala común?-.
-No, estoy cansada. Buena suerte con tu audición mañana-.
-Gracias-. Maggie se deslizó por el hueco de la escalera. La pesada puerta se cerró
de golpe. Darcy cerró los ojos y sintió la brisa fresca contra de su cara. La primera
noche había terminado. Tiempo de relajarse. Con un suspiro, se dirigió hacia la
casa de la piscina atravesando la terraza.
Una salpicadura de agua atrajo su atención. Había un hombre en la piscina
haciendo largos, su largo y delgado cuerpo surcando limpiamente el agua. Con
una perfecta combinación de fuerza y gracia. Dio un paso más cerca. Su espalda
estaba desnuda y bronceada, sus hombros eran anchos. Los músculos de su
espalda y de los hombros se ondulaban con cada brazada. Sus piernas eran largas
y potentes.
Tenía que ser un mortal… Los vampiros nunca estaban bronceados. Y nada tan
hermoso podría durar una eternidad. Incluso la más espectacular puesta de sol
sólo podía durar unos minutos. Para este mortal, éste era su minuto, la
culminación de juventud, fuerza, y gracia, aun más bello porque su cenit era
efímero y el momento era excepcional.
Los ojos de Darcy se llenaron de lágrimas. Los vampiros estaban equivocados.
Pensaban que eran los más bellos porque habían logrado permanecer jóvenes para
siempre. No se daban cuenta de que una eternidad de juventud y belleza se volvía
barata cuando era robada y sin sentido.
El hombre alcanzó el final de la piscina y se apartó el grueso y mojado pelo de la
cara. Darcy contuvo la respiración. Oh Dios, debería haber sabido que era él. Los
zapatos se le resbalaron de las manos y chocaron sobre el cemento.
Él se giró hacia el ruido y le sonrió.
Sus rodillas se volvieron de goma. Él se apartó del borde de la piscina y nadó hacia
ella. Ella miró hacia la casa de la piscina. Parecería una cobarde si se escapaba. Pero
maldita sea, había decidido mantenerse lejos de él.
Él se detuvo y apoyó un antebrazo bronceado sobre el borde de baldosas de la
piscina. -Hola, Darcy-.
La simple voz de Adam diciendo su nombre le hacia sentirse caliente y luminosa,
como si pudiera volar hasta el sol y nunca volver a sentir frío de nuevo. –Hola-.
-El agua está genial. ¿Quieres acompañarme?-.
Ella se burló. -Por si no te has dado cuenta, llevo puesto un vestido-.
-Oh, me he dado cuenta. No puedo apartar los ojos de ti-.
Su cara se puso caliente. -En realidad, tengo que hablarte de eso. No deberías
mirarme, porque normalmente estoy muy cerca de la cámara-.
Inclinó la cabeza sin dejar de mirarla. -Ahora no hay cámaras. Sólo tú y yo-
-Y tengo trabajo que hacer. Buenas noches-. Ella se inclinó para recoger sus
zapatos.
.¿Cómo se quita ese vestido?. ¿Tiene una cremallera en la parte de atrás?-.
Se enderezó de golpe, olvidando los zapatos.-¿Perdona?-.
-Tienes que quitarte el vestido para nadar-.
-No voy a nadar. El agua está demasiado fría-.
-Oh. En ese caso …-, él plantó las palmas de las manos en el borde de las baldosas.
Los músculos de sus brazos y hombros se marcaron cuando se izó fuera del agua.
Darcy dio un paso atrás. Su boca se abrió involuntariamente.
Él lentamente se enderezó. El agua brillaba en su piel bronceada. Riachuelos
bajaban por su cuerpo, buscando el camino más fácil alrededor de sus bien
definidos músculos pectorales y abdominales. El pelo del pecho pegado y mojado,
de color marrón oscuro como el de su cabeza. La humedad y la oscuridad se
habían combinado para ocultar las mechas rubias que normalmente le hacían
parecer dorado como un dios del sol. Esta noche, parecía más oscuro y aun más
peligroso para su tranquilidad de espíritu.
-Vamos a buscar algo más caliente-. Él caminó lentamente hacia el jacuzzi.
Boquiabierta, Darcy le observó pasar caminando. Su traje de baño de algodón, tipo
boxer, nunca sería calificado de sexy, pero la tela mojada se había pegado a su
cuerpo. Mientras pasaba a su lado, fue muy consciente de lo bajo que descansaba el
traje de baño sobre sus estrechas caderas. La tela se pegaba a su culo, delineando
claramente cada glúteo y cada músculo que se flexionaba con cada paso que daba.
El elástico de la cintura estaba tan caído, que podía ver los dos hoyuelos de la parte
baja de la espalda. ¡Oh, Dios!, un simple hoyuelo bastaba para que contase hasta
cuatro. Y le hacía querer examinar cada pulgada de su cuerpo en busca de los
demás.
Él entró en el jacuzzi y pulsó el botón del panel de control. Con un zumbido, el
agua comenzó a formar remolinos. Él le sonrió mientras se sentaba en un saliente. -
Se está genial-.
El vapor se elevó desde el agua, prometiendo calor y confort, el final del frío que la
había atormentado durante cuatro largos años.
-Vamos, Darcy-, dijo él en voz baja.
¡Oh, Dios mío, él era diabólico!. Sabía exactamente cómo tentarla y torturarla al
mismo tiempo. Caminó lentamente hasta él. -Si fuera un jurado del concurso,
definitivamente serías el ganador. Pero no lo soy, así que pierdes el tiempo-.
-Me importa un bledo el concurso. Y el tiempo contigo nunca es una pérdida de
tiempo. Ven, y te lo demostraré-.
Resopló. -Oh, eres bueno. Pero no hay ningún motivo para hacerlo-. Sólo un
corazón roto por querer algo que no podía tener.
-¿Ningún motivo?-. La miró con el ceño fruncido. -¿Y la amistad?-.
Ella se rió. -¿Quieres que seamos amigos?. Ya lo he oído antes-.
Él hizo una mueca. -Y yo. Pero es lo que quiero decir, Darcy. ¿No necesitas alguien
con quien hablar?-.
¿Cómo podía confiarle a un mortal que vivía entre vampiros?. -Lo siento-. Hizo
ademán de marcharse.
-Un momento-. Se abalanzó a través del spa, provocando una ola de agua caliente
que se derramó por el borde y calentó sus pies desnudos. -Tengo algo que decirte.
Se trata de la tobillera que se supone que tengo que llevar puesta-.
Ella se volvió hacia él. -¿Qué le pasa?-.
-Yo… no sé como la he perdido. ¿Es importante?-.
Ella tragó saliva. Más que importante. Era esencial para mantenerle a salvo. -Me
aseguraré de que tengas otra-.
-¿Qué es exactamente?-. Abrió mucho los ojos pareciendo inocente.
-¿No te lo dijo Laszlo?-.
Adam se encogió de hombros. -Algo acerca de feromonas y de cómo somos
atraídos los unos por los otros por el olfato-.
-Es la verdad-. Y Adam siempre olía muy bien… caliente, saludable, y sexualmente
atractivo.
-Ven y siéntate un rato-. Él palmeó el borde de baldosas del jacuzzi.
-Remoja los pies y relájate. Ha sido una noche muy larga-.
Se encontró sonriendo. -No te das por vencido, ¿verdad?-.
-No contigo-. Le devolvió la sonrisa. -Mira, mantendré las distancias-. Flotó de
vuelta al otro lado del jacuzzi.
Darcy se quitó su brillante chaqueta y la dejó caer en una silla del patio.
-Sólo un rato-. Se sentó con cuidado en el borde asegurándose de no enganchar el
vestido de seda con el cemento. Puso los pies de lado, pero el agua caliente y
burbujeante se sentía tan maravillosa, que sumergió sus piernas hasta debajo de las
rodillas. Su vestido estrecho se subió hasta la mitad del muslo.
-¿Se siente bien?-. Él preguntó suavemente.
-Sí-.
-¿Ha ido todo bien esta noche en el programa?-.
-Sí-.
-¿Duermes en la casa de la piscina?-.
Qué bribón. –Sí-.
-¿Sola?-.
-Sí-.
Él sonrió. -Estás muy afirmativa esta noche-.
Suprimió una risa. –Sí-. Y ahora, le pediría pasar la noche con ella, pensando que
continuaría diciendo sí.
-¿Has estado alguna vez enamorada?-.
Parpadeó. La había sorprendido.-Sí. Supongo-. Suspiró. -No estoy segura. Tal vez
sólo quise estar enamorada-.
-¿El te amaba?-.
-Eso me dijo. Estuvimos juntos aproximadamente un año en la universidad. Yo
pensé que estábamos comprometidos, pero…-. Se encogió de hombros. -
Obviamente, no pensaba lo mismo-.
-Fue un estúpido dejándote marchar-.
-Creo que era demasiado joven para comprometerse-.
Adam resopló. -El tío era un estúpido-.
-Eso es un poco duro, ¿no te parece?-.
-No. Cualquier hombre que te deje marchar tiene que ser estúpido-.
-Simplemente era inmaduro-.
-Esa es una definición agradable para estúpido-.
Darcy se rió. -Está bien, era un estúpido-. Sorprendentemente, la declaración le
hizo sentirse bien. -¿Entonces, supongo que ahora la gran pregunta es cuan
inteligente eres tú?-.
Él sonrió lentamente, sus hoyuelos marcándose más. -Soy bastante listo-.
Y también vivía en un mundo diferente al suyo. Realmente no debería coquetear
con el pobre hombre. Por desgraciada, era jodidamente irresistible. De alguna
manera tendría que resistirse.
Él se movió hacia ella. Su mano se curvó alrededor del empeine de su pie
izquierdo. -¿Te puedo dar un masaje en los pies?-.
-N…-. La palabra murió en su garganta cuando sus fuertes dedos presionaron la
planta de su pie. Oh, chico, ¡qué bueno era!. –Sí-.
Le masajeó con lentos círculos el pie. -¿Se siente bien?-.
Ella suspiró y cerró sus ojos. –Sí-.
Tiró suavemente de los dedos del pie. -Estás haciendo un gran trabajo en el
programa-.
Su cumplido se extendió a través de ella como un rayo de sol. –Gracias-.
Cambió al pie derecho. -¿Te puedo contar un secreto?-.
Abrió los ojos. -No me digas que eres el asesino del hacha-.
Él sonrió mientras continuaba dándole el masaje a su pie. -No, no lo soy. Aunque
parezca mentira, soy demasiado … sensible para ser un hombre-.
Ella soltó un bufido. -No puedes ser gay. No besando de esa manera-.
Los ojos de él resplandecieron. -¿Estás segura?. Puede que necesites otra prueba
para verificarlo-.
Ella se rió. -Definitivamente te gustan las mujeres-.
-Es verdad. Respecto a mi secreto…-. Sus manos fueron subiendo por la parte de
atrás de sus piernas hacia las pantorrillas. Le masajeó los músculos de esa zona.
Levantó las cejas. -Si consiste en avanzar sobre mí, difícilmente puede considerarse
un secreto-.
Él descansó una mejilla contra su rodilla. -El secreto es que de alguna forma puedo
sintonizar con lo que sea que la gente esté sintiendo-.
-¿Quieres decir que eres bueno leyendo el lenguaje corporal?-.
-No-. Él le dirigió una mirada preocupada. -Puedo sentirlo-.
Ella se reclinó. -¿Quieres decir que eres empático?-.
-Sip-. Él se deslizó más cerca hasta que su pecho presionaba contra sus piernas. -
¿Sabes lo qué me llega de tí?-.
-¿Tal vez duda?-. Ella le lanzó una mirada escéptica. -O déjame adivinarlo. Tienes
la repentina sensación de que quiero dormir contigo-.
Él sonrió. -¿Piensas que esto es parte de una técnica de seducción?-.
Ella asintió con la cabeza. -Pero te doy puntos por la originalidad-.
Él besó su rodilla izquierda. -Gracias. Pero en serio, tengo la impresión de que
estás atrapada en algún sitio en el que no quieres estar-.
Ella se puso tensa. Dios mío, tal vez era empático. Él la observó con atención. -¿Es
verdad Darcy?. ¿Necesitas ayuda?-. Ella tragó saliva. -Yo… no. Estoy bien-.
-¿No hay nada que quieras decirme?-. Los ojos de ella se llenaron de lágrimas.
¿Ahora llegaba el caballero de la brillante armadura?. Qué mundo tan jodidamente
cruel. ¿Por qué no le pudo conocer hace cuatro años?. Era todo lo que siempre
quiso. Todo lo que necesitaba.
Estaba frente a ella. El agua caliente goteaba por sus muslos. Quería fundirse en él.
Él le tocó los hombros. -Déjame ayudarte-. Ella se levantó. Estaba un poco más alta
ya que estaba de pie sobre el asiento del jacuzzi. Le miró y metió los dedos en su
pelo. -Adam, eres todo lo que siempre he querido, pero es demasiado tarde-.
-No-. Él la agarró por la cintura y la atrajo fuera del saliente. -Nunca es demasiado
tarde-. Él se hundió en el agua caliente y burbujeante llevándosela con él.
Y lo que quedaba de su resistencia se desvaneció.
Capítulo 12
Austin puso a Darcy sobre sus rodillas y le cubrió la cara de besos. Apuntó sus
besos cada vez más cerca de la boca. Ella giró la cabeza para salir a su encuentro, y
el calor estalló entre ellos. Sus lenguas se entrelazaron. Los brazos de uno rodeaban
al otro en un fuerte abrazo. Y, sin embargo, no estaban lo suficientemente cerca. La
levantó un poco y le subió el vestido para que se sentase a horcajadas sobre su
regazo. Se abrazaron fuertemente, el pecho de uno apretado contra el del otro.
Podía sentir la respiración irregular de ella mientras temblaba entre sus brazos.
-Cariño-. Acarició su cuello con la nariz. Había buscado de mala manera que ella
confiase en él, pero de alguna forma, en el camino, ese deseo se había convertido
en algo más potente. Necesitaba que le amase. Necesitaba protegerla. Quería
conservarla para siempre.
Ella le pasó las manos suavemente por los hombros, luego por la espalda.
-Eres tan hermoso-.
Sonriendo, frotó la barbilla contra su suave cabello. -Qué vergüenza. Eso debería
decírtelo yo-.
Ella se reclinó en su regazo. -Vergüenza debería darte, arrastrarme aquí dentro
cuando llevo puesto mi mejor vestido-.
-Podemos ocuparnos de eso-. Buscó la cremallera en su espalda. A medida que su
mano le recorría la columna vertebral, la espalda de ella se arqueaba.
Ella le dirigió una sonrisa burlona. -Te das cuenta de que este vestido no se debe
lavar con agua caliente-.
-Entonces vamos a cambiar al ciclo de agua fría-. Le sacó el vestido por la cabeza y
lo arrojó a la piscina.
Darcy se echó a reír. -Genial. Cloro. Es una gran ayuda-.
Estudió el sujetador mojado que se pegaba a su piel. -Estoy feliz con los resultados-
. Le pasó el pulgar sobre el pezón, y éste se arrugó. Hizo círculos sobre él hasta que
la punta se endureció en un nudo apretado. Con un gemido, Darcy cerró sus ojos.
Le mordisqueó desde el cuello hasta la oreja y le susurró -quiero saborearte-.
Ella respondió dándole besos ligeros como plumas a lo largo de su mejilla y la
mandíbula. Eso tenía que ser un sí. La besó apasionadamente. Su corazón latía en
sus oídos. Su ingle creció, exigiendo atención. Le desabrochó el sujetador, lo
deslizó, y arrojó sobre el cemento. Una brisa repentina formó remolinos de vapor
alrededor del jacuzzi, dándole un aspecto casi irreal. Una visión de mágica belleza,
tan perfecta que cualquier hombre se aferraría a ella.
Los ojos de ella parpadearon. -¿Pasa algo?-.
Por un instante, él pensó que había visto un destello rojo en sus ojos, pero tenía que
ser algún tipo de extraño reflejo.
En sus fotos él siempre salía con los ojos rojos.
-Eres perfecta-. Tomó sus pechos, luego se inclinó para presionar un beso en la
parte superior de su pecho izquierdo. Podía sentir los latidos de su corazón. Su
propio corazón retumbaba en sus oídos. Parecía crecer más y más fuerte.
La agarró por la cintura y la levantó hasta que sus pechos estuvieron a la altura de
su boca. Dibujó un pezón con la lengua y lo succionó. Gimiendo, ella arqueó la
espalda. Sus manos se movieron más abajo, presionando su cadera contra su
estómago. Deslizó sus manos dentro de su ropa interior y le agarró el trasero. Ella
reaccionó meciéndose contra él, frotándose contra su estómago.
Su erección casi estalló. Con los dientes apretados, apoyó la mejilla en su pecho y
luchó por el control. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la noche estaba más
luminosa que antes. Y el rugido que oía no provenía de él. Miró hacia arriba y se
estremeció. El zumbido era inconfundible. Repentinamente, un rayo de luz
iluminó el jacuzzi.
-¿Qué pasa?-. Darcy se quedó paralizada. Miró hacia arriba, pero Austin le bloqueó
la vista con la mano.
-No-. Miró a través de la luz. -Es un helicóptero-.
-¿Qué?-. Le lanzó una mirada desesperada. -¿Un helicóptero?-.
-Sí-, maldijo Austin, -debería haberlo oído llegar-.
-¡Oh, Dios mío!-. Darcy se cubrió la boca con una mano temblorosa. -Le dije a
Bernie que alquilase un helicóptero, pero no pensé que lo haría esta noche. Es
terrible!-.
Más terrible de lo que ella era consciente. De lo que Austin podía decirle, él y
Darcy estaban siendo filmados. Sumergió a ambos en el agua hasta la barbilla. -Yo
me encargaré de esto. Hagas lo que hagas, no mires hacia arriba-.
Gimió. -Estoy arruinada. Nunca volveré a trabajar-.
-Confía en mí. Te sacaré de aquí-.
-¿Cómo?. Estoy prácticamente desnuda-.
-Traje una gran toalla de mi habitación. Espera aquí. Permanece bajo el agua y no
mires hacia arriba-.
-Muy bien-. Se abrazó a sí misma y mantuvo la barbilla hacia abajo.
Austin salió del jacuzzi y se dirigió hacia la silla, donde había dejado la toalla.
Permaneció con el rostro oculto del helicóptero y se apresuró a regresar al jacuzzi.
Extendió la toalla para ocultar a Darcy. Ella trepó de la tina, y él la envolvió con la
toalla. Ahora el helicóptero estaba lo suficientemente cerca para causar un fuerte
viento que azotaba la toalla e hizo que ella se estremeciese. Encorvó sus hombros y
agachó su cabeza.
-Agárrate-. Cogió su chaqueta de la silla y se la puso sobre la cabeza. Localizó su
sujetador y sus zapatos y se los dio. Luego, sacó su vestido de la piscina.
El helicóptero aún sobrevolaba la zona. Un haz de luz seguía cada movimiento de
Austin. Le entregó a Darcy su vestido mojado y vio el pánico en su cara.
-No dejes que te afecte-, gritó por encima del zumbido de las palas. -Ellos no saben
quién eres. ¿Dónde están las demás damas?-.
-En el piso de la servidumbre, tres plantas más abajo-.
Miró hacia la escalera del lado este. -Bien. Vamos hacia allá. Todo el mundo
pensará que eres una de las jueces. Podrás regresar a la casa de la piscina más
tarde-.
-Muy bien-.
Austin la llevó hacia la escalera. El foco del helicóptero los siguió. Austin miró
hacia abajo. Con la luz detrás de él, su cuerpo proyectaba una larga sombra sobre
el cemento.
Se detuvo conmocionado.
Darcy se paró. -¿Qué pasa?-.
Él se quedó allí, incapaz de responder. Se quedó sin aliento. La sangre huyó de su
cabeza. La tierra se tambaleó, y dio un traspiés hacia un lado.
-¿Estás bien?-. Ella extendió la mano para tocar su brazo.
Él se tambaleó hacia atrás. No, no podía ser verdad. Miró hacia el suelo una vez
más.
Su sombra estaba allí, sola, burlándose de él por ser tan ciego. Tan ridículamente
estúpido.
-¿Adam?-. Ella estaba preocupada. Demonios, ¿por qué se preocupaba por él?. Era
ella la única que tenía un problema. Darcy Newhart no tenía sombra. Estaba
jodidamente muerta.
-¿Estás bien?-, gritó ella por encima del ruido.
Él tragó saliva. -Vete sin mí. Me aseguraré de que no dejamos ninguna pista detrás-
. O la prueba de que había estado allí, confraternizando con el enemigo.
-Muy bien-. Ella corrió hacia la escalera y entró.
La puerta se cerró de golpe y él se quedó allí mirando mientras el condenado
helicóptero zumbaba en lo alto. Tenía el estómago revuelto. Santa Necrofilia. Se
había besuqueado con una mujer muerta.
Poco a poco, se dio cuenta de que el helicóptero se alejaba. Echó un vistazo a la
zona de la piscina y se percató de que sus chanclas estaban en una silla. Las agarró
y caminó a través de la terraza. La media luna brillaba sobre él, burlándose de la
maligna verdad. Darcy era una criatura de la noche.
-¡No!- Le lanzó una chancla a la luna. Voló por encima del muro y desapareció.
Corrió hacia el muro, tirando la otra chancla. -¡Maldita sea, ¡no!-.
Bajó por las escaleras, luego se dio cuenta de que no podía soportar pasar la noche
en el ático. No con todos esos vampiros. No cuando su propia Darcy…
Tomó el ascensor hasta la planta baja, y luego salió corriendo hacia la acera. Hizo
caso omiso del cemento que arañaba sus pies descalzos. Siguió corriendo hasta que
llegó a Central Park. Y todavía corría. Corrió hasta que estuvo sudando y
jadeando. Desaceleró y se desplomó en un banco. ¡Maldito sea el infierno!. No
había forma de huir de la terrible verdad.
Darcy era un vampiro.
-Creo que cometí un terrible error-. Darcy estaba en el dormitorio de Vanda,
temblando, con la ropa interior mojada y una toalla.
-Aquí-. Vanda le tiró otra toalla. -Sécate mientras encuentro algo que puedas
ponerte-. Buscó en un cajón de la cómoda. -Estas deben servirte-. Tomó un par de
bragas de algodón blanco. -¿Qué tipo de error?-.
-Fui demasiado cordial con Adam en el jacuzzi-.
Vanda abrió desmesuradamente los ojos. –Oh. En ese caso.. -, dejó caer la ropa
interior blanca y cogió una tira de seda roja. -Esto es más apropiado-.
Con un resoplido, Darcy cogió las bragas blancas y se las puso. -No debería
haberlo hecho. He debido perder la razón-.
-Se llama lujuria, cariño-. Vanda le lanzó una camisa y unos pantalones de pijama.
-No pasa nada-.
-¡Está muy mal!-. Darcy se puso la camisa.
-Es un mortal. Jamás podría funcionar-. Se dejó caer en la cama de Vanda.
Vanda se sentó a su lado. -¿Sientes algo por él?-.
Los ojos de Darcy se llenaron de lágrimas. -Traté de luchar contra ello. Sé que
cualquier tipo de relación duradera con él es imposible-.
-Si hay amor, todo es posible-.
Darcy negó con la cabeza. -Esto no-.
Vanda se pudo en pie y caminó por la habitación. -¿Te he contado alguna vez lo
que me ocurrió?-.
-No-. Darcy se limpió la cara. Vanda siempre fue su apoyo, pero que rara vez le
había confiado algo personal.
-Vengo de un pequeño pueblo al sur de Cracovia. Éramos una familia grande. Muy
pobre. Cuando mi madre murió en 1935, me convertí en la madre de mis hermanos
y hermanas menores-.
-Debió ser difícil-, murmuró Darcy.
Vanda se encogió de hombros. -Lo peor estaba aún por llegar. Cuando los tanques
alemanes se acercaron a nuestro pueblo, los hombres prepararon la resistencia. Mi
padre me pidió que escapase con mis dos hermanas menores. Empaqueté un poco
de comida, y huí hacia el sur hasta las montañas de los Cárpatos. Yo ... nunca volví
a ver a mi padre o hermanos-.
Darcy parpadeó para no llorar. -Lo siento-.
-El viaje fue muy duro, con mis trece años y mis hermanas-, continuó Vanda. -
Cuando pude encontrar una cueva poco profunda, Frieda apenas podía caminar.
Le di nuestros últimos alimentos y el resto del agua. Mi hermana Marta, de quince
años, salió a conseguir agua y no regresó. Quería ir a buscarla, pero temía que si
me iba Frieda moriría. Sin embargo, al final tuve que ir. Encontré un arroyo y llené
nuestras bolsas de agua. Me dirigía a la cueva al caer la noche, cuando Marta salió
de entre las sombras, yo me puse muy contenta al verla. Pero ella se quedó allí,
muy pálida, con una extraña mirada en su rostro.
-Se abalanzó sobre mí tan rápido que no me di cuenta de lo que estaba sucediendo.
Me tiró al suelo y hundió sus colmillos en mi cuello. Yo estaba casi inconsciente
cuando me llevó -de repente era muy fuerte- a una profunda caverna y me
presentó al vampiro que la había transformado. Segismundo. Él me transformó esa
noche-.
Darcy se estremeció. -Lo siento-.
Vanda se sentó en la cama. -La noche siguiente, corrí hacia mi hermana menor para
ver cómo estaba. Había muerto. Sola-.
-¡Oh, no!. ¡Qué horror!-. Darcy tocó el hombro de Vanda.
A Vanda le brillaban lágrimas en los ojos. -Encontré un buen propósito para el
hambre que me atormentaba cada noche. Me alimentaba de los nazis y maté a
muchos de ellos en el sur de Polonia-.
Darcy se atragantó, -Siento mucho que hayas sufrido tanto-.
Vanda resopló. -¿Crees que te he contado todo esto para darte lástima?. Lo que
quiero decirte es que pasaría por todo el dolor y el horror un millón de veces más
si pudiera recuperar a mi hermana. Si amas a ese Adam, debes abrazar el
sentimiento, cueste lo que cueste. No hay nada más sagrado que el amor-.
A mediodía del día siguiente, Austin entró en la cocina del ático y encontró a
Emma calentando algo de comida china. Le pasó la tobillera. -Tenemos que
analizar esto-.
-Vale-. Ella dejó caer la tobillera en su bolso y lo miró. -Te ves como la mierda-.
-Me siento como una mierda-. Él se sentó a la mesa.
Ella sirvió unos camarones agridulces y arroz frito en un plato y lo puso delante de
él.
-¿Tienes ganas de hablar?-.
-No-. Señaló un moretón negro y verde a lo largo del antebrazo de ella.
-¿Qué te pasó?-.
-Un poco de forcejeo. Nada que no pudiese manejar-.
Él entrecerró los ojos. -Fuiste a cazar otra vez ¿verdad?-.
-Come antes de que se te enfríe la comida-.
-Te dije que no fueses a cazar sola-.
Apoyó una mano en la cadera. -¿Y quién iba a acompañarme estando tú y Garrett
en una misión?. ¿Alyssa no está dispuesta a hacerlo?-.
-Espera hasta que hayamos terminado aquí. Sólo será una semana o dos-.
Ella frunció los labios. -No me gusta esperar. Además, me las arreglé muy bien por
mi cuenta-.
-¿Has matado alguno?-.
-¿Matar a quien?-. George entró tranquilamente en la cocina.
Emma sonrió. -Maté una cucaracha en el lavandero. Pero no te preocupes, cuando
vuelva, traeré algún insecticida-.
-Bien-. George se llenó el plato. -Odio las cucarachas-.
-No puedo soportar ningún tipo de alimaña-. Emma dirigió a Austin una mordaz
mirada.
Alimañas. Podía añadir a Darcy añadir a su lista de alimañas. Santa mierda. ¿Qué
iba a hacer?. ¿Cómo podía añadir a Darcy a su lista de los vampiros?. Se
convertiría en un objetivo para ser eliminada. ¿No era suficiente haber sido
asesinada una vez en la vida?. Recordó todas las cintas que había disfrutado
viendo. Era tan inteligente, tan feliz, tan llena de vida.
-No estás comiendo-, le recordó Emma.
-He perdido el apetito-. He perdido el corazón. Santa mierda. La realidad se había
convertido en una pesadilla. ¿Se sentiría Darcy igual de mal?.
Con la ayuda de los cámaras, Darcy organizó una carrera de obstáculos en el
invernadero.
Bernie añadió más tierra en el charco para hacerlo más lodoso. -¿Sabe qué, señorita
Newhart?. Tengo que las imágenes aéreas que quería-. Intercambió una sonrisa con
el otro camarógrafo.
Bart rió mientras alejaba las macetas del charco.
Darcy observó a ambos con cuidado. No habían podido verla. -¿Lograste conseguir
un helicóptero tan rápido?-.
Bernie resopló. -El tipo me dijo que estaba reservado durante tres meses. Pero
después de un poco de control mental, fue mucho más servicial-.
Bart se rió. -Sí, se olvidó de cobrarnos-.
Darcy hizo una mueca. Odiaba la manera en que los vampiros invadían las mentes
de las personas. -¿Así que, todo fue bien?-.
-¡Oh, sí. Genial!-. Bernie dirigió a Bart una mirada de complicidad.
-Muy bien-. Darcy suspiró de alivio. No se reían de ella. No se habían dado cuenta
de que era la mujer del jacuzzi.
-¿Hola?-, dijo Lady Pamela desde la entrada del invernadero. -Me indicaron que
viniese aquí-.
-Sí-. Darcy condujo a Lady Pamela por el invernadero, explicándole cómo iba a
realizarse el concurso de obstáculos. -No te preocupes. Estaré cerca de tí con los
camarógrafos-.
Ella retorció su pequeño bolso de seda entre sus manos. -¿Dónde estarán las demás
damas?-.
-Observarán todo lo que suceda desde el piso de la servidumbre. Hemos
preparado una conexión directa con la televisión del salón. Verán y oirán todo-.
-¿Y cuándo finalice, decidiremos los hombres a eliminar?-.
-Sí, dos hombres-. Darcy condujo a Lady Pamela a la escalera. Los camarógrafos las
siguieron. -Esta noche, eres la jueza. Las demás muy probablemente seguirán tus
sugerencias respecto de quién debería abandonar el programa-.
Lady Pamela asintió pensativamente. -Me esmeraré en descubrir quienes son los
mortales, así podremos deshacernos de su horrible presencia-.
Darcy la condujo por un tramo de la escalera. -Tu objetivo real es poner a prueba
sus buenos modales y retórica-.
-Entiendo. Pero, obviamente, son los mortales los que tienen peores modales y
forma de hablar-.
Darcy suspiró. –Bien-. Salió a la planta superior del ático. -Gregori ha llevado a los
hombres a la sala de billar. Están aquí-. Hizo un gesto a la sala de al lado.
Bart y Bernie entraron rápidamente con sus cámaras.
Lady Pamela entró e hizo una reverencia a los diez concursantes. -¿Cómo están
ustedes?-.
Darcy se quedó en la puerta, vigilando. Algunos de los hombres se inclinaron
respetuosamente, devolviendo la cortesía. Recorrió la sala hasta que vio a Adam. A
diferencia de los otros hombres, permanecía quieto en un rincón, junto a Garth, con
una mirada intensa en sus ojos. ¿Estaba furioso?. ¿Algo le había molestado?
-Buenas noches-, comenzó Gregori.. -Esta noche, cada uno de ustedes va a dar un
paseo por el invernadero con Lady Pamela. Cada uno ha sacado un número de un
sombrero. Ese número determinará el orden de participación de esta noche.
¿Quién tiene el número uno?-.
Uno de los vampiros dio un paso hacia adelante. –Yo-.
Gregori comprobó el número del vampiro. -Lady Pamela, su primera escolta es
Roberto, de Buenos Aires-.
Lady Pamela hizo una reverencia. -Encantada-.
Roberto la acompañó hacia la escalera y abrió la puerta para ella. Bernie corrió por
delante grabando a la pareja de frente. Darcy les siguió con Bart.
Mientras subían las escaleras, Lady Pamela dejó caer su pañuelo. Roberto lo
recogió y se lo devolvió con una floritura. La llevó a través de todos los obstáculos
del invernadero sin incidentes.
Volvieron a la sala de billar por el concursante número dos. Otto de Düsseldorf
era enorme, con el cuello y los hombros de un futbolista profesional. Darcy
pensaba secretamente en él como el vampiro esteroides. Obviamente, tenía
previsto pasar la eternidad ejercitando sus músculos. Devolvió con éxito el
pañuelo a Lady Pamela cuando ella lo dejó caer. Se internaron en el invernadero.
-¡Oh, Dios!-. Lady Pamela se detuvo ante el charco de lodo que habían preparado. -
¿Qué haremos?-.
-Sí, es un gran charco de barro-. Otto al parecer, había olvidado ejercitar los
músculos de su cabeza.
-Oh, querido. Odiaría ensuciar mis zapatillas-. Lady Pamela aparentaba estar
desvalida, lo que en su caso no requería ningún esfuerzo.
-No se preocupe, fraulein. Otto está aquí-. La levantó en el aire tan repentinamente
que ella dio un grito. -Sí, te gustan mis grandes y abultados músculos, ¿eh?-.
Darcy puso los ojos en blanco.
Lady Pamela se rió.
Otto caminó por el barro y continuó por el camino.
-Perdone-. Lady Pamela le sonrió tímidamente. -Ya puede bajarme-.
-Oh, es tan ligera como una pluma. Otto olvidó que la llevaba-. La bajó.
-Otto es muy fuerte-. Flexionó sus bíceps.
-¡Oh!-. Lady Pamela tocó su protuberante músculo con la punta de un dedo. -Es
impresionante-.
-A todas las damas les gustan los bultos-. Le guiñó un ojo. -Y espera a meterte en la
zona de Otto-.
Darcy se tapó la boca para amortiguar el ruido de las arcadas. Otto maniobró con
éxito todos sus bultos a través del resto del recorrido de obstáculos y regresó con
Lady Pamela a la sala de billar.
Los concursantes cuatro y cinco eran Ahmed, de El Cairo, y Pierre, de Bruselas.
Ambos superaron con éxito el recorrido. El número seis era Nicholas, de Chicago,
uno de los mortales. Cogió el pañuelo de Lady Pamela en el momento justo. Luego
se acercó al charco de barro. Nicholas se quitó la chaqueta y la puso sobre el
charco.
-¡Oh, qué caballeroso!-, Lady Pamela manifestó su aprobación.
-¿Me permite?-. La levantó en sus brazos, dio un paso encima de la chaqueta, y
patinó en el barro. Sus brazos se agitaron descontrolados. Lady Pamela voló por el
aire, chillando, y aterrizó en el charco del barro con un gran "plaf".
-¡Ay!-. Ella se puso de pie. -¡Míreme!-. Su rostro y brazos estaban manchados de
barro. Un mundo de barro babeaba por su vestido. -¡Torpe patán! Es horrible,
simplemente horrible!-.
Con un sobresalto interior, Darcy dejó que Lady Pamela diese rienda suelta a su
rabia durante cinco minutos. Después de todo, un poco de drama era bueno para
elevar los índices de audiencia. -Muy bien-. Finalmente intervino. -Pamela, ¿por
qué no bajas y te cambias de ropa para que podamos continuar con el programa?-.
Ella suspiró. -Lady Pamela para ti-. Y se marchó hacia la escalera.
-Nicholas, también puedes ir a cambiarte-. Le entregó su enlodada chaqueta.
Sus hombros cayeron hacia abajo. El barro resbalaba por su camisa blanca y sus
pantalones. -No voy a ganar el millón de dólares, ¿verdad?-.
-Eso lo decidirán las juezas-. Darcy lo observó caminar pesaroso hacia la escalera.
Mientras esperaba que Lady Pamela regresara, Darcy consideró que este sería el
momento ideal para insertar la biografía de Pamela en la etapa de edición.
Después de treinta minutos, Lady Pamela regresó a la sala de billar, con un vestido
nuevo. Se le pidió al concursante número siete que diese un paso adelante.
Era Adam.
Capítulo 13
Austin tenía una buena idea sobre lo que se esperaba de él. Que quisiera hacerlo o
no era otro asunto. Tuvo la tentación de actuar como un completo patán y así ser
removido del espectáculo. Eso sin duda le aliviaría la agonía de estar cerca de
Darcy. Podía verle de pie al lado de la cámara. Podía oír su dulce voz. Pero nunca
podría tenerla. Ella había muerto. Inclinó la cabeza hacia Lady Pamela.
-Buenas noches.- Hizo un gesto hacia la escalera.
-¿Daría una vuelta conmigo?-.
-Encantado-, refunfuñó él. Levantó el brazo para que pudiera atraer su mano fría y
muerta alrededor de su codo. Subieron las escaleras. Un camarógrafo se quedó
delante de ellos, mientras que Darcy y el segundo camarógrafo se quedaron atrás.
-Encantador clima el que estamos teniendo-, dijo Lady Pamela en su voz estirada.-
Simplemente adoro una cálida tarde de verano-.
-Sí.- La frustración crecía dentro de él. Estaba harto de esta pretensión. -Pero en el
verano, las noches son demasiado cortas-.
-Es verdad. Las noches de invierno nos dan más tiempo-. Habían llegado al rellano
de la escalera. Austin miró hacia atrás. Darcy lo estaba mirando perpleja. Era una
lástima.
-Tal vez usted debería viajar al hemisferio sur para el verano.- Continuó hasta las
escaleras. -Ellos están teniendo su temporada de invierno ahora-.
-¿En serio?-. Lady Pamela lo miró intrigada cuando ella lo siguió. -¿Quieres decir
que están teniendo noches más largas ahí abajo?-.
-Claro que sí. O usted podría ir a la Antártida. Las noches duran seis largos meses.
Dicen que los pingüinos están muy bien vestidos.- Lady Pamela se rió.
-¡Usted es un tonto!. Nadie vive en la Antártida.- Dejó caer su pañuelo en el rellano
superior. -Oh, querido.-Austin se lo entregó a ella y abrió la puerta de la escalera.
-Vaya, gracias.- Ella se deslizó hacia fuera sobre el techo. -¿Alguna vez ha estado
en el hemisferio sur?-.
-No, he pasado la mayor parte de mi tiempo en América y Europa del Este.- Él la
acompañó al invernadero.
-Ah. ¿Nació usted en Europa?-.
-No, yo estaba trabajando allí.
-Desde luego. ¿En calidad de qué, si puede saberse?- ¿Qué diablos?. Él sonrió a la
dama vampira.
-Yo era un espía internacional.- Ella se echó a reír y se golpeó el brazo.
- Juro que usted dice cualquier tontería.- Él miró hacia atrás. Darcy le estaba dando
una mirada escéptica. -Oh, querido.- Lady Pamela se detuvo delante de un charco
de barro. -¿Qué vamos a hacer?-.
-Permítame.- Austin se paró sobre un banco de madera entre dos macetas con
plantas. Lady Pamela se quedó donde estaba, mirando impotente. Él apretaba los
dientes. Había tenido que tocar su vieja carcaza muerta.
-Disculpe.- Él la agarró por la cintura, la levantó sobre el charco, y luego la
depositó sobre el cemento seco.
-Vaya, gracias. Eso fue muy inteligente de su parte.- Él ahogó un gemido. Seguro
que esto no era ciencia de cohetes. Obviamente, el propósito de esta prueba era ver
cuál hombre tenía la mejor manera de cuidar a un grupo de mujeres bobas y
muertas.
El siguiente problema surgió cuando llegaron a un banco de piedra bajo una
palmera enana. La señora Pamela anunció que quería sentarse por un rato.
Mientras ella dudaba, Austin se dio cuenta que el banco estaba cubierto de hojas
muertas. Él recogió las hojas y cubrió el banco con su chaqueta. Lady Pamela le
sonrió cuando estaba sentada.
Austin se sentó a su lado. Darcy y su maldito camarógrafo se acercaron. Toda la
situación le irritaba. Allí estaba él, obligado a coquetear con una mujer vampiro,
mientras que su hermosa y muerta Darcy estaba espiando.
-Debo confesar, Lady Pamela, que sus vestidos son lo más exquisito que jamás
haya visto-.
-¡Dios mío!-. Ella le sonrió. - Cuan maravillosamente amable de su parte-.
-Es un placer. Creo que es tan patético, cuando las mujeres tratan de vestir como
los hombres.- Darcy se miró sus pantalones de color caqui y una camiseta. Ella se
cruzó de brazos y lo miró furiosa.
-Oh, yo no podría estar más de acuerdo.- La señora Pamela se puso de pie. ¿Vamos
a continuar?. Las rosas tienen un olor celestial-. Austin cogió la chaqueta de la
banca. Él la sacudió mientras seguía a la vampira por el jardín de rosas.
-Me encantaría una rosa-, murmuró ella.
Por supuesto que ella la quería. -¿Qué color le gustaría?-.
Ella le sonrió. -Una rosa, si es tan amable-.
-No hay problema.- Él se demoró alrededor de las macetones grandes de barro,
hasta que encontró una pimpollo de color rosa. Rompió el tallo de la rosa y la llevó
de vuelta a Lady Pamela. Ella suspiró.
-Espero que no tenga demasiadas espinas.- Él tomó la sugerencia y empezó a
pellizcar las espinas. La última resultó ser difícil de quitar. Se las arregló para
arrancarla pero terminó con un pequeño agujero en el dedo índice.
-Oh, mi…- Los ojos de Lady Pamela se abrieron como platos. -¿Es eso… sangre?-.
-No es nada. Sólo una herida-, dijo él secamente mientras le entregó la rosa.
Ella dejó caer la rosa en el suelo y se acercó a él. -Déjame ver tu dedo
ensangrentado-. Ella se humedeció los labios. Austin dio un paso atrás.
-Estoy bien. Fue sólo una pequeña cortadura.-
Los ojos de ella brillaban. -Déjame darle un beso y hacerte sentir mejor.- Ella
avanzó su mano.
Él dio un salto hacia atrás.
Ella enseñó los dientes. -Sólo probaré un poco-.
-¡Corten!-. Darcy saltó entre ellos. -Pamela, vete a la sala de la servidumbre y come
algo.... Te sentirás mucho mejor-.
Ella miró a Darcy un momento, luego olfateó. -Es Lady Pamela para tí.- Ella giró
sobre sus talones y se marchó.
Darcy dejó escapar un suspiro de alivio. -Adam, ¿por qué no vienes conmigo?.
Tengo un botiquín de primeros auxilios en la casa de la piscina-. Él la fulminó con
la mirada.
-Yo no necesito de primeros auxilios-.
Ella miró a los camarógrafos. -Chicos, vuelvan a la sala de billar. Lady Pamela
estará lista para continuar después de su merienda.- Los camarógrafos se
dirigieron hacia la escalera.
-Vamos-. Darcy cogió el brazo de Austin. El dio un paso atrás.
Ella frunció el ceño. -¿Quieres venir conmigo, por favor?-.
Él miró hacia otro lado. La vista de ella era tan dolorosa. ¿Cómo iba a llorar su
muerte cuando seguía apareciendo delante de él?.
-No es nada. Ustedes no son responsables por las heridas, ¿recuerdas?- Ella soltó
un bufido.
-Cierto, pero prefiero que no te hagas daño.-
Demasiado tarde. Él ya estaba sintiendo el peor dolor que había tenido la desgracia
de encontrar.
-Por aquí.- Ella hizo un gesto hacia la casa de la piscina. De mala gana, él la siguió.
Pasaron por la piscina. Echó un vistazo a la bañera de hidromasaje. Maldita sea.
Ella le dirigió una mirada preocupada. -Estabas teniendo una conversación extraña
con Lady Pamela-.
¿Acerca de la duración de las noches?. ¿Estaba ella preocupada por lo que él sabía
de los vampiros?. ¿O por lo que él sabía sobre ella?. Bueno, no había sido tan malo.
Ella había dejado que él la besara varias veces. Justo cuando ella estaba planeado
decirle que estaba muerta.
-Yo estaba coqueteando con ella-.
Darcy levantó una ceja. -¿Por qué?. ¿De repente estás interesado en ganar el
concurso y el dinero?.
-Me importa un bledo el dinero. De hecho, estoy empezando a preguntarme por
qué estoy aquí.- Abrió la puerta de la casa de la piscina.
-Pensé...- Ella cerró los ojos brevemente. -Tal vez me equivoqué-.
¿Ella había pensado que él estaba interesado en ella?. Él lo había estado, maldita
sea, hasta que se había enterado de la verdad. Deambulo por la casa de la piscina.
La sala principal estaba conectada a la cocina. Los muebles de mimbre blanco
estaban cubiertos con cojines revestidos de una tela con diseños tropicales. Los
documentos de Darcy estaban en la mesa de la cocina. La noche anterior, cuando
iba camino a la piscina, había logrado colarse en la casa de la piscina y puso una
cámara oculta sobre la puerta principal. Él no la había usado todavía. Lo último
que quería era verla beber sangre o cayendo en su sueño de muerte.
-Por aquí.- Ella entró en la pequeña cocina. Los artefactos sólo consistían en una
pequeña nevera y un microondas. Se dio la vuelta y llenó de agua el único
fregadero. –Ven a enjuagarte el dedo.-
Él metió la mano en el agua fría.
Ella le tendió una toalla. -Algo está mal. Diría que ni siquiera puedes mirarme.- Él
se encogió de hombros y se secó la mano.
-¿Realmente no apruebas el uso de pantalones en las mujeres?-.
-No, sólo le dije a lady Pamela lo que ella quería oír-. Darcy se puso rígida y
frunció el ceño. -¿Es eso lo que tú haces?. ¿Decirle a las mujeres lo que quieren oír?.
Él dejó caer la toalla sobre el mostrador. -Tengo que irme-.
-Necesitas una curita.- Ella abrió la caja de primeros auxilios.
-¡Yo no necesito nada!. Es sólo un pequeño pinchazo.- La ira le estallaba en los ojos.
-¿El dedo o tú?-. Ella desgarró un paquete de curitas.
Él estaba furioso por la frustración. Maldita sea, no sabía que ella estaba muerta
cuando la persiguió. Pero ella lo sabía. Ella debería haberlo detenido.
-Dame tu dedo-. Ella buscó su mano. Él dio un paso atrás.
-Dame la curita.-
Ella la arrojó sobre el mostrador. -Muy bien. Véndate tú mismo-.
-Lo haré.- Él luchó para hacerlo con la mano izquierda.
Ella lo miró furiosa. -No te entiendo. Me persigues haciéndome preguntas y
diciendo cosas como si supieras demasiado…-.
-Te estás imaginando eso-.
-¿Lo estoy?. Todo lo que escuché de ti era que debía creer y confiar en ti, y cuando
finalmente siento que puedo confiar en ti, te das la vuelta.-
Él apretó los dientes. -No me he ido. Todavía estoy aquí-.
-Ni siquiera me miras o me tocas. ¿Qué pasó?-
Él terminó de fijar el vendaje. -Nada. Yo... decidí que no iba a funcionar-.
-¿Tú lo decidiste?. ¿No tengo nada que decir al respecto?-.
No, tú estás muerta. -Adiós.- Él se dirigió hacia la puerta.
-¡Adam!.¿Por qué me hiciste esto?.- Él se detuvo en la puerta y miró hacia atrás. El
corazón se estrujó en su pecho. Santa mierda. Ella tenía los ojos llenos de lágrimas.
Él la hacía llorar. Las mujeres muertas no lloran. Ella estaba avanzando hacia él.
-Puesto que tú eres tan sensible y empático, dime lo que estoy sintiendo ahora.-
Una lágrima corrió por la mejilla de ella, y lo golpeó como un picahielos rasgando
en su corazón.
Él miró hacia otro lado. -No puedo-.
-¿No puedes sentirlo?. ¿O no puedes admitir que tú eres el que me causa tanto
dolor?- Él dio un respingo.
-Lo siento.- Él corrió hacia la escalera, pero se dio cuenta de que no podía
enfrentarse a los otros vampiros todavía. Se metió en el invernadero para poder
estar solo. Se sentó en el banquillo y dejó caer la cabeza en sus manos. ¿Cómo
podía admitir que le estaba causando dolor a Darcy?. Los muertos no sienten
dolor. Ellos no lloran. No te miran como si estuvieras rompiendo su corazón.
¡Mierda!. ¿Cómo podría hacer frente a esto?. Si él admitiera que ella sentía dolor,
tendría que admitir que todavía estaba viva. Tendría que lidiar con el hecho de que
ella era un vampiro. Y su trabajo en la CIA era la eliminación de los vampiros.
¡Qué enredo descomunal!. Si sólo lo hubiera sabido antes. Podría haber endurecido
su corazón, evitar verla. Ah, Sheesh. ¡Qué montón de mierda!. Todo el mundo le
había advertido que ella era un vampiro. Ella no había intentado siquiera
empujarlo, pero él se había negado a escuchar. Esto no fue su culpa. Él había hecho
caso omiso tercamente de todas las pistas porque su corazón ya estaba perdido.
Ahora, no tenía más remedio que enfrentar la realidad.
Él estaba enamorado de una vampira. Darcy cerró la puerta de la casa de la piscina
y se apoyó en ella, temblando. Luchó por respirar. Sus rodillas temblaban, y se
deslizó por la puerta hasta sentarse en la alfombra verde.-
Él la había lastimado. Ella debió haberse darse cuenta de quién era él y de sus
palabras engañosas. Él le decía a las mujeres lo que éstas querían oír. ¡El muy
cabrón!.
Ella había sido tan patéticamente fácil. Había estado tan fría, tan solitaria, tan
miserable en los últimos cuatro años que se había prendado del primer hombre
que le había ofrecido calidez y amor. Las lágrimas se extendieron, y ella las apartó
mientras su ira aumentaba. ¿Cómo se atrevió él a cambiar de ese modo?. ¿No fue
apenas anoche cuando él le decía que cualquier hombre sería un estúpido si la
dejaba ir?. Bueno, entonces según sus propias reglas, Adam era un estúpido. ¡Que
se vaya al diablo!.
Se puso de pie con las piernas temblorosas. Necesitaba volver al programa. Era su
trabajo, y no podía permitirse el lujo de perderlo. Pero, maldita sea, su corazón
estaba bajo el ataque de un arma de doble filo. ¿Cómo iba a verlo otra vez? Y,
¿cómo podría estar sin verlo?. Él la había llamado a la vida de nuevo. Durante los
últimos cuatro años, se había visto obligada a vivir en la oscuridad. Sólo tres
delgados rayos de luz, Gregori, Maggie, y Vanda, la habían ayudado a mantener la
cordura. Entonces, Adam había irrumpido en su existencia oscura como un sol
brillante. Había sido el dios del sol, con su promesa de calor y de vida.
Pero sólo había sido un falso eco que se burló de ella. Nunca podría experimentar
la vida de nuevo. Ella nunca podría estar con Adam. Lo había sabido todo el
tiempo. Pero aún así, se había enamorado de él. Había querido creer que el amor
podía conquistarlo todo, que el amor era tan sagrado como Vanda le decía. Las
lágrimas rodaban por el rostro de Darcy. Ella no podía soportar verlo de nuevo tan
pronto, así que bajó la escalera hasta el piso de la servidumbre en el ala oeste .
Las señoras estaban charlando en la sala. Lady Pamela estaba tomando
Chocosangre caliente en una taza de té. En la televisión, Darcy podía ver a Gregori
y los concursantes en la sala de billar. Los camarógrafos estaban allí, grabando a
los hombres mientras hablaban sobre el show.
-¿Estás bien?-. Vanda miró a Darcy con los ojos entornados.
-Estoy bien-, mintió ella, esperando que no se notara que había estado llorando. No
tenia forma de comprobar su apariencia en un espejo, uno de los pequeños
inconvenientes de ser un vampiro. Inconvenientes importantes que incluían la
pérdida de su familia, sus ahorros, y su carrera en el periodismo. Maldición, había
perdido toda su vida por culpa de este mundo estúpido y secreto. Si Connor no
hubiera estado tan preocupado por mantener a salvo su condenado secreto, podría
haberla transportado a un hospital en vez de llevarla a la casa de Roman
Draganesti. Ella podría haber sobrevivido. Pero ahora, nunca lo sabría. Ya era
demasiado tarde.
-¿Estás listas para terminar la carrera de obstáculos?-, le preguntó a lady Pamela. -
Todavía hay tres hombres que necesitan ser probados-.
-¿Debo hacerlo?-. Lady Pamela hizo una mueca. -Estoy tan terriblemente cansada.
Y además, ya sé cuales hombres deben ser eliminados-.
-¿Entonces qué hacemos?-, Cora Lee le siguió la corriente. -Tenemos que
deshacernos de ese bufón que cayó en el barro con Lady Pamela.- Todas
murmuraron que estaban de acuerdo.
-Y hay que librarse de los moros-, anunció María Consuelo.
-¿Te refieres a Ahmed?-, preguntó Lady Pamela. -Él está muy bien educado. Y su
discurso fue impecable-.
-Por no hablar de que él es muy guapo-, agregó Vanda.
-De hecho.-Lady dejó la taza de té. -El segundo hombre debe ser Antonio de
Madrid. Tenía el acento más terrible-.
-¡Por supuesto que sí!-, exclamó María Consuelo. -Él habla perfectamente el
español-.
-Bueno, suena bastante tonto en inglés-, insistió Lady Pamela. -El hombre me dijo
que yo thmelled like a thweet red rothe (olía una dulce rosa roja).-
La Princesa Joanna se estremeció. -Dios no quiera que tuviéramos a un maestro
que hable así-.
María Consuelo dijo. -Entonces, ¿cuándo podré opinar sobre quién se retira de la
contienda?-.
-Tendrás tu turno-, le aseguró Darcy a la vampiresa española. -Te voy a asignar
como jurado para la novena competencia, la de fuerza.- Con un pequeño
estremecimiento por la sorpresa, Darcy se dio cuenta de que las mismas mujeres
que se habían sentido incómodas de tomar una decisión la noche anterior, ahora
estaban dispuestas a dar su opinión.
-Oh, mira.- Cora Lee señaló la televisión. -¿Quién es ese?-.
Cuando María le echó un vistazo a la televisión, se le detuvo la respiración. Uno de
los camarógrafos había ido a la azotea y apuntaba con su cámara a través de los
cristales del invernadero. Adam estaba sentado en el banco, con la espalda
encorvada y la cabeza apoyada entre las manos.
-Creo que es Adam.- Vanda le dio una mirada curiosa a Darcy.
Cora Lee suspiró. -Pobre hombre. Él parece tan triste-.
Darcy disimuló. Él parecía absolutamente miserable. Eso debería haberla puesto
triste, pero un pequeño núcleo de satisfacción envolvía su corazón. ¡Sí!. Él también
estaba sufriendo. Entonces realmente le importaba.
-Debería haberme dejado probar su sangre-, se quejó Lady Pamela.
-Hubiera sabido en un instante si él era mortal o vampiro-.
-Es uno de nosotros-, anunció la princesa Joanna. -Él debe serlo. Sabe demasiado
de nuestras noches-.
-Eso es extraño. -Vanda intercambió una mirada de preocupación con Darcy.
A Darcy se le secó la garganta. Miró de nuevo en la televisión. Adam se frotaba la
frente con la mano. ¿Había descubierto él su secreto?.¿Por eso de repente, él no
podía mirarla o tocarla?.
-Estoy de acuerdo-, dijo María Consuelo. -Adam debe ser un vampiro-.
Darcy suspiró. -Puesto que ya sabes cuales hombres vas a eliminar, vamos a seguir
adelante con la ceremonia de la orquídea. Toma dos orquídeas de la nevera y nos
vemos en el vestíbulo en cinco minutos-.
Estuvieron de acuerdo. Darcy tomó el ascensor hasta el segundo piso del ático y
pidió a todos los hombres que fueran al vestíbulo. Mandó a buscar a Gregori,
Adam y al segundo camarógrafo. Ella hizo poner a los hombres en dos filas en la
gran escalera. Y luego, se movió rápidamente a través del vestíbulo para poder
estar lejos cuando llegara Adam. Las cinco juezas entraron en el vestíbulo, con la
cabeza bien alta. Formaron una fila debajo de la enorme araña de cristal.
-Señores-, anunció Gregori. -Dos de ustedes se van a casa esta noche. La limusina
está esperando abajo. Sabrán que se van cuando reciban una orquídea negra.
¿Están listos?-. A medida que los hombres asentían con la cabeza, Bernie enfocaba
la cámara sobre sus rostros. -Un anuncio más antes de empezar-, continuó Gregori.
-La cantidad del dinero del premio se acaba de ir para arriba. Ahora, el ganador de
“El Hombre Más Sexy de la Tierra” recibirá dos millones de dólares-. Las mujeres
se quedaron sin aliento. Bart atrapaba sus reacciones en su cámara, mientras que
Bernie registraba las de los hombres. -Lady Pamela, puede comenzar.- Gregori le
indicó con un gesto para que diera un paso adelante.
Ella avanzó llevando las dos orquídeas negras. -Esperamos poder ampliar nuestro
conocimiento respecto de aquellos de ustedes que vayan a permanecer. Ahora,
para las orquídeas-. Ella respiró hondo. -Nicolás de Chicago- .
Nicolás, vestido con un conjunto limpio de ropa, caminó por las escaleras y
aceptó la orquídea. -Lamento haberte descalificado.- Él volvió a subir las escaleras
y aceptó las condolencias de los otros hombres.
-Antonio de Madrid-, anunció Lady Pamela. Con una expresión abatida, Antonio
aceptó la orquídea. -Lo siento mucho-.
Darcy miró a Adam. De todos los hombres restantes, sólo él parecía triste. Se fue
hacia su habitación sin mirar atrás. Las juezas, el anfitrión y los camarógrafos se
dirigieron a la sala de retratos para la revelación final de la noche. Darcy se unió a
ellos.
-¡Dos millones de dólares!-. Cora Lee sonreía. -¡Nuestro nuevo maestro es
asquerosamente rico!-.
-Sí, pero debemos asegurarnos de que sea un vampiro-, le advirtió la princesa
Joanna.
-¡Oh, Darcy!, algo nos dice que después de esta noche nos vamos a librar de todos
los mortales molestos-, dijo Lady Pamela.
-No lo puedo decir-, dijo Darcy y sacó la linterna especial de la caja fuerte. Ella se la
entregó a Gregori y le susurró que revelara a los hombres en último lugar.
Entonces, ella apagó las luces. Las mujeres se ubicaron en los sofás, con las caras
resplandecientes por la emoción. Gregori se acercó a los retratos.
-Esta noche, ustedes eliminaron a Antonio de Madrid.- Él encendió la linterna. Al
instante, los colmillos blancos de Antonio aparecieron.
-Oh, querido.- Lady Pamela hizo una mueca. -Estaba tan segura de que un
vampiro nunca tendría un impedimento en el habla-.
-Y han eliminado a Nicolás de Chicago-. Gregori iluminó el retrato de Nicolás.
Luego de un momento de tensión, las mujeres contemplaron su imagen y no pasó
nada.
-¡Sí!- , Cora Lee brincó sobre sus pies. -¡Él es un mortal!-.
-¡Lo hice!-. Lady Pamela se levantó de un salto, sonriendo. -Descubrí a uno de los
mortales- Las mujeres se abrazaron, riendo. Gregori abrió una botella de sangre
espumante.
-Esto merece una celebración.- Él sirvió siete vasos llenos. Darcy le ayudó a servir a
las juezas. A continuación, le entregó uno a Gregori y tomó otro para sí misma. -
¡Felicidades, señoras!-. Levantó su copa. -Están un paso más cerca de elegir a su
nuevo señor. Y su señor está un paso más cerca de convertirse en un hombre muy
rico-. Las mujeres reían y chocaban las copas. Los camarógrafos se centraron en sus
rostros felices.
-Tú no bebes-. Gregory miró a Darcy. -Realmente debes hacerlo, ya lo sabes. El
show se está convirtiendo en algo grande-.
Darcy miró a la mezcla de champán y sangre en la copa, sí, muy bien. Ella estaba
ayudando al ex harén a encontrar un nuevo amo. Y ella estaba ayudándoles a
aprender a tomar sus propias decisiones y valerse por sí mismas. Pero todo eso
parecía vacío sin Adam.
En su dormitorio, Austin observó la celebración de las damas en su ordenador
portátil. Con su compañero de habitación Nicholas eliminado, su espionaje se
había vuelto mucho más fácil. Garrett estaba detrás de él, observando la escena.
-Entonces, ese es el juego que están jugando. Están tratando de averiguar quién es
humano, para poder deshacerse de nosotros-.
-Seguro que eso explica por qué la tobillera es tan importante-.
Austin tiró de la pernera del pantalón para mirar su nueva tobillera. Maggie se la
había traído justo después de la puesta del sol y le advirtió de que tenía que
colocársela inmediatamente.
-Sí.- Garrett apoyó una mano sobre el respaldo de la silla de Austin cuando él se
inclinó hacia delante. -¿Qué es eso que están bebiendo?-.
-Algo con sangre sintética-. Austin, vio a Darcy levantar el vaso a la boca. Ella
tomó un sorbo, y luego se lamió los labios. Los labios que había besado. Una boca
que había explorado. Mierda.
Él se puso de pie muy rápido, con la silla inclinada hacia atrás y Garrett se dio
cuenta. Se dirigió hacia la ventana y miró hacia afuera. No podía ver casi nada en
la oscuridad, sólo su reflejo en el cristal. Darcy ni siquiera podía reflejarse. Santa
Mierda. ¿Todo tenía que recordarle que él estaba vivo y que ella estaba muerta?. O
peor, que ella era una no-muerta. Muerta durante el día, pero caminando,
hablando y llorando lágrimas de verdad durante la noche. Estaba lo
suficientemente viva como para torturarlo. Y tentarlo. Todavía era tan
condenadamente hermosa y sin embargo, tan inteligente. Aún seguía siendo
Darcy.
-¿Pasa algo?- , preguntó Garrett.
-Todo está mal-. Austin cruzó la habitación. -Esto es una pérdida de tiempo. No
estamos aprendiendo nada útil-.
-Yo conozco los nombres de un grupo de vampiros. Eso es más de lo que sabía
hace unos días-.
-Se suponía que debíamos conseguir entrar en amistad con ellos y saber acerca de
Shanna. Esto no está sucediendo-. Aunque Austin tuvo que admitir que había
tenido sin duda amistad con uno de ellos. Por desgracia, se había olvidado por
completo de Shanna, cuando Darcy estaba en sus brazos.
-Bueno, es difícil ser amable con una manada de criaturas asesinas-, murmuró
Garrett.
-Oh, vamos. Esas mujeres son inofensivas. Lo único que quieren es usar ropa
bonita y que alguien las cuide. Sheesh, estarás fuera del programa, si tus modales
no son impecables-.
Garrett dio un resoplido.-Te estás poniendo blando. ¿Crees que los hombres son
inofensivos, también?-.
-Hablé con algunos de ellos esta noche. Roberto es propietario de una empresa de
perforadoras de aluminio en Argentina. Otto trabaja en un centro de salud en
Alemania-. Aunque Austin no podía ver una correlación entre estar sano y no-
muerto.
Garrett frunció el ceño. -Es probable que cometan delitos todo el tiempo. Apuesto a
que utilizan el control mental para robar dinero a la gente-.
-Entonces, ¿por qué quieren el dinero del premio si son tan malos?-.
-No lo sé-, murmuró Garrett. -Pero si se quedaran sin sangre sintética, ellos te
morderían en un minuto-.
Tal vez fuera así. Austin negó con la cabeza. ¿Pero él no haría lo mismo si fuera la
única manera de sobrevivir?-
-El punto es que beben sangre sintética. Por lo tanto, su intención no es dañar a los
seres humanos. Mientras tanto, los vampiros que son realmente viciosos están
persiguiendo a sus víctimas en Central Park en estos momentos. Y aquí estamos
nosotros, levantando pañuelos-.
-Es nuestra tarea-.
-¡Es una estupidez!. Tenemos que ir a Central Park y evitar que las personas
inocentes sufran un ataque-.
-No podemos irnos. George todavía está aquí. No podemos dejarlo sin protección.
Y tú sabes que no puedes ir en contra de las órdenes de Sean-.
Austin caminó hasta la ventana. Sabía que Garrett tenía razón. Pero él no estaba
descubriendo nada de Shanna. Lo único que tenía era una lista de los vampiros
que Sean se deseaba matar. ¿Cómo iba a poner el nombre de Darcy allí?. No era de
extrañar que quisiera huir de esta tarea.
-Están dejando la sala de los retratos-. Garrett pasó a la cámara en el vestíbulo. -Las
mujeres van a la cocina. !Whoa!-.
-¿Qué?-, Austin se dirigió de nuevo a la mesa.
-El anfitrión sólo se desvaneció-.
-Se debe haber teletransportado. Probablemente volvió a su apartamento.-
Garrett señaló a la figura solitaria en el vestíbulo. -¿No es la directora?-.
-Sí.- Austin se acercó. Darcy estaba sola en el vestíbulo, con las manos apretadas y
juntas. Se dirigió al pie de la escalera y se detuvo. Miró a la puerta principal, luego
de nuevo a las escaleras.
-¿Qué está haciendo?-, preguntó Garrett.
-Trata de tomar una decisión.- El corazón de Austin empezó a latir cuando Darcy
subía las escaleras. ¿Qué estaba haciendo?. En el descanso, la escaleras se dividían
en dos, una sección iba hacia el ala este y la otra al oeste. Ella estaba llegando al ala
este, ¿para verlo a él?. Llegó al descanso y vaciló de nuevo. Santa indecisión. Sería
mejor si ella fuera con uno de los vampiros masculinos. Eran su propia gente.
-Ella viene hacia aquí-, dijo Garrett.
El corazón de Austin se aceleró. Por favor, ven a mí. ¿Qué demonios estaba
haciendo?. No podía tener una relación con una vampira. Garrett se dirigió a la
puerta.
-Será mejor que vuelva a mi habitación-. Él mismo se despidió.
Austin cambió en el monitor la imagen de la cámara de vigilancia y puso la que
enfocaba el pasillo hacia el este. Vio entrar a Garrett en su cuarto. Y un minuto más
tarde, Darcy entró en el pasillo y se dirigía hacia su habitación. Apagó el equipo de
vigilancia y cerró el ordenador portátil. ¿Qué era lo que ella quería?. Había sido
rudo con ella en la casa de la piscina. Él debería temer esta reunión. Debería
negarse a verla. Pero saber que ella lo estaba buscando le daba ganas de saltar de
alegría.
Capítulo 14
Darcy se preguntaba a cada paso. ¿Por qué se exponía a sufrir más?. Pero ella había
visto a Adam, sentado en el banco. En lo que él había pensado que era un
momento privado, había dejado ver sus verdaderos sentimientos. Él sufría tanto
como ella.
Ella había sido quien había decidido respecto del lugar donde dormían los
participantes, así que sabía exactamente dónde estaba él. Levantó la mano para
llamar a su puerta. Otra punzada de duda la hizo vacilar. Él era un mortal. ¡Deja
que el pobre hombre se vaya!. Ella no tenía derecho a meterlo en el mundo de los
vampiros. En última instancia, él sabría la verdad, si es que ya no lo sabía. Y él
estaría resentido con ella por eso. Al igual que a ella estaba resentida con Connor.
Dio un paso atrás. Si ella amaba a ese hombre, debía dejarlo ir.
¿Amor?. ¿Lo amaba?.
La puerta se abrió. Su respiración quedó en suspenso. Él se paró en la puerta,
mirándola. Tenía el pelo revuelto. La chaqueta estaba abierta. Su camisa estaba
desabrochada, revelando el maravilloso pecho musculoso y el estómago. Y sus
ojos, había tanto dolor y añoranza allí. Ella lo supo en un instante. Sí, yo lo amo.
Él inclinó un antebrazo contra la viga de la puerta. -Me pareció oír a alguien aquí.-
Ella asintió con la cabeza. Ahora que estaba aquí, todas las palabras que había
planeado decir desaparecieron de su cerebro.
Él frunció el ceño. Al parecer, estaba teniendo dificultades similares.
-¿Cómo está tu dedo?-. Ella dio un respingo. ¡Qué cosa más tonta preguntó!.
-Creo que voy a vivir-.
Lo que era más de lo que ella nunca podría hacer. Sheesh. ¿Cómo podría decirle?.
Ah, por cierto, ¿has notado que soy un vampiro?.-
-Te dije algunas cosas groseras antes.- Él la miró con tristeza. -Lo siento mucho.
Nunca quise hacerte daño-.
Las lágrimas se reunieron en sus ojos y ella parpadeó alejándolas. -Yo lo siento,
también. Dije algunas cosas que no debería haber dicho.-
-No recuerdo que hayas hecho nada malo-.
-Te dije que eras un pinchazo-.
Él levantó la esquina de la boca hasta que la arqueó. -Fue más una insinuación,
pero me lo merecía.-
Él se merecía más de lo que ella podía darle. Ella dio un paso atrás.
-¿Qué pasa con las juezas?- preguntó él.
Ella parpadeó. -Disculpa-.
-Se visten muy extraño. Una se parece a una rubia Scarlett O'Hara, y algunas de las
otras parecen escapadas de un festival del Renacimiento-.
-Oh-. Darcy se apretó las manos. -Admito que tienen gustos bastante extraños,
pero esa es su idea de trajes de noche. Hablando de eso, mañana por la noche,
todos los hombres serán juzgados por lo bien que vistan.
Esperaba que no se percatara de que ella súbitamente había cambiado de tema.
Por suerte, ella no estaba rompiendo ninguna regla. Todos los hombres estaban
siendo advertidos para que vistieran sus mejores galas y estuvieran preparados
para bailar. Adam se encogió de hombros.
-No tengo un esmoquin-.
-Está bien. El traje que llevabas esta noche va a estar bien. ... Se veía maravilloso-.
¡Dios mío, ella estaba actuando como un adolescente!. -Yo…yo debería irme-.
Él tenía el ceño fruncido de nuevo.
-Acerca de la competencia de danza…-
-¿Sí?-.
-Cora Lee será quien juzgue eso-.
-¿La imitadora de Scarlett O'Hara?-.
-Sí-. Darcy intentó sonreír. -Lo más probable, es que ella espere que tú bailes un
vals o una polka, esos son sus bailes favoritos-.
-No le gusta el hip-hop, ¿verdad?-.
Darcy soltó una risa nerviosa. -No creo, la mayoría de los hombres se están
puliendo esta noche con el vals-.
-No lo haré-.
-¿Tú no bailas muy bien el vals?-.
Él soltó un bufido. -No bailo el vals en absoluto-.
-Oh.- El corazón de ella se hundió. Entonces, mañana sería su última noche en el
show. A menos que... -Yo podría…- No, ella no podía.
-Podrías, ¿qué?. ¿Me enseñarás a bailar el vals?-.
-No, no puedo. Lo siento-.
-Lo sé.- Él sonrió con tristeza. -No sería justo para los demás concursantes,
¿verdad?-
Ella suspiró. -No-.
-Básicamente, tú realmente eres muy honesta, ¿no? -preguntó él en voz baja.
Ella tragó saliva. La única cosa con la que realmente necesitaba ser honesta con él,
ella no podía serlo. -A veces la verdad es demasiado difícil de decir-.
-Lo sé-. Él la miraba con ojos cada vez más intensos.
Una repentina ola de calor se apoderó de ella. La llenó, envolviendo su corazón
frío y muerto con el calor relajante. El calor subió a su rostro por sus mejillas
ardientes y corrió a través de su cabeza como una fiebre. Ella cerró los ojos un
instante, envuelta en la gloriosa ola de calor.
¿Cómo le hizo él esto a ella?. ¿Ponerla tan caliente con sólo mirarla?. Ningún
hombre había tenido tal efecto en ella. Pero tampoco, nunca había amado a un
hombre tanto como lo hacía con Adam.
-Oh, Dios-. Adam se apartó de la viga de la puerta y se pasó la mano por el pelo.
-¿Pasa algo malo?-.
Él negó con la cabeza. -No. Sí. Yo…Yo no lo sé-. Él hizo una mueca.
-Probablemente sea eliminado mañana por la noche-.
-¿Quieres ser eliminado?-.
-No sé más lo que quiero. Está todo jodido-. Se veía tan agitado, Darcy sintió la
tentación de leer su mente para averiguar qué le pasaba.
Ella nunca había leído una mente antes. Ella había rechazado siempre todas las
desagradables cosas de vampiros, el control, los trucos mentales, la
teletransportación, la levitación. No quería saber nada de eso. Especialmente la
lectura de la mente. Era una terrible invasión a la intimidad. -Yo estaré triste de ver
que te vayas-.
Él asintió con la cabeza. -Es lo que tengo que hacer. Es lo mejor.- Ella respiró
hondo. Él estaba en lo cierto. Era lo mejor.
-Entonces te irás mañana por la noche.- Y nunca podré volver a verte. El último
remanente del calor se fue, dejándola fría y vacía una vez más.
-Voy a tener que irme tan pronto como la ceremonia de la orquídea se haya
terminado. Por lo tanto, voy a decirte... adiós, ahora.- Tragó saliva.
-Adiós.- Ella le tendió la mano.
Él frunció el ceño al ver la mano, así que ella dio un paso atrás, dejando caer el
brazo a un costado. Ni siquiera podía tocarla. ¿Cómo podía ella sentir tanto dolor
su corazón cuando estaba muerto?.
-Darcy.- Él alargó la mano y la sujetó por los hombros. Le colocó brevemente los
labios en la frente. -Adiós.- Luego, se volvió y cerró la puerta.
A la noche siguiente, Austin estaba vestido con su traje gris oscuro como la plata y
una corbata a rayas azules. Esta noche, seguramente iba a ser expulsado del show.
Su equipaje ya estaban listo. Tenía que subir a la limusina y no ver nunca más a
Darcy. Le dolía como el infierno, pero era lo mejor.
Se dirigió hacia la biblioteca con Garrett y George. Había cinco hombres vampiros
a la izquierda en el juego, Otto de Düsseldorf, Ahmed del Cairo, Roberto de
Buenos Aires, Pierre de Bruselas, y Reginald de Manchester. Gregori explicó lo que
estaba planeado para la noche, mientras él los conducía a la escalera. Uno de los
juezas llegó con los dos camarógrafos, Darcy y Maggie. Darcy se veía hermosa,
como siempre, a pesar de que estaba vestida sólo con pantalones y una camiseta.
Sus ojos se encontraron con él y se detuvo un momento antes de que ella mirara
hacia otro lado.
La jueza era la que llamaban princesa Joanna. Ella estaba ciertamente vestida como
una princesa medieval, aunque Austin se imaginaba que su dominio había
desaparecido hace cientos de años. Ella iba a juzgarlos por lo bien que estaban
vestidos y lo bien que se comportaban. Ella los llamó uno por uno con su voz real.
Siguiendo las instrucciones, cada hombre bajó la escalera y se dirigió al otro lado
del vestíbulo. Allí, se suponía que debían posar por un momento bajo la araña.
Entonces, dieron una vuelta y caminaron hasta la biblioteca
-Me siento como si estuviera en un desfile de moda-, gruñó Austin.
-O un concurso de belleza-, se quejó Garrett.
-Dios no-. Austin hizo una mueca. -Por favor no me digas que va a ser en un traje
de baño-.
-Garth de Denver,- llamó la princesa Joanna.
Garrett respondió a su nombre falso, enderezando los hombros y soldando una
pequeña sonrisa en su rostro. Él comenzó su descenso por la escalera. Austin se
debatió entre si debía o no deslizarse por la barandilla. Pero cuando fue llamado su
nombre, él se portó bien. No quería molestar a Darcy. Marchó por las escaleras,
luego cruzó el vestíbulo hasta la mitad del camino.
Darcy se fue por la puerta principal, observándolo. Sus ojos brillaban a la luz de la
araña. ¿Eran lágrimas lo que había en sus ojos?. Ella lo miró, triste y feliz a la vez.
Con una triste resignación en los ojos, pero una curva de amor en su dulce sonrisa.
Oh, él sabía que era por amor.
Lo había leído en su mente la noche anterior. Y ahora, su expresión parecía estar
diciéndole que ella aún lo amaba sin importar lo triste que la hiciera sentir. Ella
sonrió levemente y luego se volvió hacia la biblioteca.
Cuando todos los hombres estaban en la biblioteca, Gregori explicó la rutina de la
siguiente fase, el concurso de baile, que se llevaría a cabo en la terraza. Subieron la
escalera del ala oeste y encontraron a todas las damas esperándolos en la terraza.
Un cuarteto de músicos estaba ubicado en el invernadero. Ellos estaban afinando
sus instrumentos de cuerdas. No había guitarras eléctricas. Sería definitivamente
una danza antigua. Todos los muebles del patio habían sido trasladados a un lado
para dejar un amplia espacio entre la piscina y la pared exterior. Gregori se
paseaba por la terraza, que estaba iluminada por antorchas. Cuando terminó, se
volvió hacia los hombres.
-Señores, ustedes pueden invitar a bailar a cualquiera de las juezas. Sin embargo,
todos tienen que bailar al menos una vez con Cora Lee-. Él señaló hacia la
imitadora de Scarlett O'Hara. -Ella va a juzgar esta parte de la competencia-.
Cora Lee sonrió a los hombres. -Puedo decir, que será una tarde deliciosa-.
El cuarteto comenzó los acordes de un vals. Pierre preguntó a Cora Lee si quería
bailar. Ella aceptó y se fueron girando alrededor de la terraza. Roberto invito a
bailar a lady Pamela. María Consuelo y la Princesa Joanna se negaron a bailar con
nadie.
-Nunca bailo el vals-, declaró la princesa. -Es demasiado vulgar-.
-Es algo maligno-. María Consuelo estaba de pie junto a una antorcha y jugueteaba
con su rosario.
Vanda se rió y se fue a bailar con Ahmed. Cuando el primer vals había terminado,
Garrett hizo su movida. Le pidió a Cora Lee que bailaran, a continuación, giraron
alrededor de la terraza con pericia. Después, él regresó hasta donde estaba parado
Austin. Éste cerró la boca, que había estado colgando abierta. -¿Dónde diablos has
aprendido a hacer eso?-.
Garrett sonrió. -Tomé un curso de bailes de salón. Pensé que en nuestra línea de
trabajo, tienes que ser capaz de desempeñarte en una fiesta de lujo-.
-Oh-, Austin hizo una mueca. Tendría que haber pensado en eso. Cora Lee chilló,
llamando su atención. Otto estaba bailando con ella, o más bien, él la balanceaba
como una muñeca de trapo.
-Ya, usted es ligera como las plumas-, declaró Otto con su voz de trueno. Cora Lee
se rió. Sus pies tocaron tierra y luego comenzó a saltar, para seguirle el paso a las
zancadas de Otto.
-Oh, Otto, tus pasos son tan grandes, que casi no puedo seguirte-.
-Ya, Otto es grande y fuerte-. Levantó a Cora Lee una vez más y la hizo girar a su
alrededor.
Lady Pamela y su pareja se apartaron del aro de la falda de Cora Lee una vez más.
Cora Lee se echó a reír. Otto la levantó nuevamente en el aire como un trompo. Su
pie tropezó con una antorcha. Austin observó cómo de repente todo parecía
suceder en cámara lenta. Con un grito, corrió hacia la antorcha, que se había
volcado. María Consuelo empezó a gritar. La antorcha aterrizó en su vestido y las
llamas se propagaron por la prenda. Todas las mujeres empezaron a gritar. La
música se detuvo en seco. Austin movió la antorcha a un lado, pero las llamas ya
estaban incendiando el vestido de María Consuelo. Él la agarró por detrás y la
arrojó en la parte honda de la piscina.
Ella aterrizó con un chapoteo grande y un silbido mientras el fuego se extinguía.
Se hundió hasta el fondo mientras que el vapor se levantaba de la superficie del
agua.
Austin se paró al lado de la piscina. Los demás se reunieron alrededor de él. Los
camarógrafos se abrieron paso para tomar una buena grabación. María Consuelo
parecía un bulto negro en el fondo de la piscina. ¿Podría un vampiro ahogarse?.
Austin no lo sabía. Miró a los demás vampiros. Tal vez no. Ellos no parecían muy
preocupados. Pero, de nuevo, tal vez no eran más que un montón de hijos de puta
fríos y sin corazón.
-¿Puede nadar?- preguntó él.
Vanda miró en el agua. -Parece que no-.
Austin intercambió una mirada con Garrett. Éste se encogió de hombros con una
mirada que decía que iba a dejarla ahogarse. Después de todo, ella era un vampiro.
Austin miró a Darcy. Ella le dirigió una mirada suplicante, frenética. La vampiresa
española era probablemente su amiga.
-Sheesh.- Él se quitó los zapatos y miró a los vampiros masculinos. - ¿Ninguno de
vosotros sabe nadar?-. Ellos negaron con la cabeza.
Austin se quitó la chaqueta, se la entregó a Garrett, y se zambulló en el agua fría.
Sacó a María Consuelo del fondo de la piscina. Ella de inmediato empezó a dar
patadas y a agitar los brazos. Maldita sea. Se suponía que debía estar matando
vampiros, no salvándoles el culo. Él la agarró por los brazos y cruzó delante de ella
para sujetarla. Entonces, él la abrazó contra su pecho y se propulsó hacia arriba
pateando el fondo de la piscina. Salieron a la superficie.
María Consuelo jadeaba y chisporroteaba. Ella tragó aire, y luego comenzó a gritar
en español. Por lo que Austin podía entender, ella estaba maldiciendo a Otto con
algún tipo de plaga. Él la agarró fuertemente y le deslizó hacia la escalera. Su
vestido estaba demasiado enredado alrededor de sus piernas para que ella subiera
la escalera, así que la levantó por encima del hombro y la llevó fuera de la piscina.
La colocó sobre un diván.
-¡Madre de Dios!-. María Consuelo se desplomó dramáticamente. -Me ha salvado
la vida-.
-Por supuesto. ¡Usted es un héroe!-, exclamó Lady Pamela.
-Estoy de acuerdo-. Cora Lee apretó la mano contra su pecho. -Nunca he visto un
hombre actuar con tanta valentía-.
-Si me disculpan.- Austin recuperó su chaqueta de Garrett. -Necesito ponerme
ropa seca. No voy a poder bailar, así que entiendo que sea necesario eliminarme-.
-Olvídalo-, le interrumpió Cora Lee. -Voy a esperar hasta que regreses. Es lo
mínimo que puedo hacer-.
Austin recogió sus zapatos. -Usted no entiende. Yo no puedo bailar con usted
porque no sé cómo hacerlo-. Cora Lee se quedó sin aliento. Intercambió una
mirada desesperada con las otras mujeres.
-Debería ser perdonado por su ignorancia-. María Consuelo buscó a tientas el
rosario y lo besó. -Todos hemos somos pecadores a los ojos del Señor-. ¿Una
vampiresa religiosa?. Austin negó con la cabeza. Cuanto más se enteraba del
mundo de los vampiros, más se confundía.
-Él es un héroe-, declaró Lady Pamela. -Sería un honor enseñarle a bailar el vals.-
Vanda sonrió. -Me gustaría que enseñarle algunos movimientos yo misma-.
-No hay que castigarlo-, insistió Cora Lee. -Él es un héroe-.
-De hecho-. La Princesa Joanna estudió a Austin. -Es un hombre que sabe cómo
proteger a los suyos-. Austin gimió para sus adentros. Tenía la terrible sensación
de que después de todo, no iba a irse a su casa esta noche.
Capítulo 15
Darcy anunció un descanso de treinta minutos para dar tiempo a que se cambiaran
las ropas mojadas.
-Gracias-, murmuró a Adam cuando ella pasó a su lado y se dirigía hacia María
Consuelo.
Él le dirigió una mirada frustrada, y luego se fue caminando para cambiarse la
ropa empapada.
Maggie y Darcy se ubicaron a ambos lados de María Consuelo y la ayudaron a ir
nuevamente al piso de la servidumbre. Las otras damas chismeaban acerca de
Adam a lo largo del camino.
-Debe de ser un vampiro, por ser tan maravillosamente valiente-, declaró lady
Pamela.
Maggie dirigió a Darcy una mirada de alarma. Darcy se dio cuenta de la
preocupación de su amiga con relación a que un mortal pudiera ganar el concurso.
El show no sólo terminaría como un insulto hacia la comunidad de los vampiros,
sino que también ellas terminarían con un maestro mortal. Sería un desastre, sin
duda, pero por suerte, Darcy sabía que eso nunca podría suceder.
-No te preocupes-, dijo Darcy a Maggie sobre la cabeza de María Consuelo.
-Uno de las competencias es de fuerza. No hay manera de que un mortal sea más
fuerte que un vampiro-.
-Bien-, los labios de Maggie exhalaron un suspiro.
Llegaron al piso de los criados, y Maggie llevó a María Consuelo a su habitación
para que se cambiara.
-¡Guau!, tanto bailar me ha dejado muerta de hambre-, dijo Cora Lee mientras
paseaba por la cocina y agarraba una botella de Chocosangre de la nevera. -¿A
alguien le gustaría compartir esto conmigo?-. Y la metió en el microondas.
-A mí-, dijo lady Pamela sacando dos tazas de té y platos del gabinete.
Darcy llenó un vaso con hielo, y luego tomó otra botella de Chocosangre de la
nevera. -¿Ya decidieron quien será eliminado esta noche?-. Se sirvió la mezcla de
chocolate y sangre en el vaso.
Lady Pamela se estremeció. -Qué horror. No puedo entender cómo puedes tomar
eso frío-.
Darcy se encogió de hombros. Ella usualmente también le añadía un poco de
jarabe de chocolate. -Mientras más frío, menos se siente el sabor de la sangre-.
Vanda soltó un bufido. -Pero esa es la mejor parte-.
-Yo sé quién debe irse-, dijo Cora Lee, retiró el Chocosangre del microondas y
vertió el líquido caliente en las tazas de té. -El torpe de George pisoteó mis pies tres
veces. Y nunca se disculpó por ello, incluso cuando le grité de dolor-.
Lady Pamela se quedó sin aliento. –Es un comportamiento lamentable-.
-Estoy de acuerdo-, la Princesa Joanna puso una botella de sangre sintética tipo O
en el microondas. A ella le gustaba la comida sencilla. -En cuanto al mejor vestido
del concurso, quiero eliminar a Ahmed del Cairo-.
Darcy frunció el ceño. -¿No estarás haciendo eso sólo para complacer a María
Consuelo?. Noté que ella se llevó un buen susto esta noche-.
-No, aunque sin duda simpaticé con ella. Yo estuve asustada y fuera de mis cabales
hace quince días cuando me quemaron gravemente-. La princesa lanzó una mirada
despectiva hacia Cora Lee.
Cora Lee dio un respingo y se precipitó en la sala con su taza de té.
-Estoy siendo racional-. La princesa Joanna retiró la botella del microondas y vertió
el contenido en un vaso. -El hombre vestía desaliñado, llevaba mocasines marrones
con un traje negro-.
Lady Pamela se quedó sin aliento. -Horrible, simplemente horrible-.
-Horrible-, añadió Vanda sarcásticamente mientras hacía hervir una botella de
sangre en el microondas.
La princesa Joanna se puso tensa. -Te lo ruego, debes tomar esto más en serio. Lo
que estamos eligiendo es a nuestro nuevo maestro-.
Vanda se encogió de hombros. -¿No lo estamos haciendo bien sin un maestro?.
Quiero decir, no hemos matado a nadie-. Ella sonrió con una mueca a la princesa. -
A pesar de que estuvimos muy cerca de ello-.
La princesa Joanna sopló y pisoteó la sala. Se sentó en un sillón. Las damas se
miraron con preocupación las unas a las otras.
-¿Si no tenemos un maestro, quien tomará las decisiones por nosotras?-, preguntó
Cora Lee.
Darcy se sentó junto a ella. -Tú has decidido que esta noche será eliminado George.
-Oh-. Cora Lee tomó un sorbo de su taza de té. -Supongo que sí-.
-Pero, ¿quién pagará las cuentas?- preguntó lady Pamela.
Vanda quitó la cena del microondas. Ella se paseaba por la cocina, bebiendo
directamente de la botella.
La princesa Joanna frunció el ceño. -Estas costumbres son una vergüenza. Es
necesario que un maestro nos mantenga en fila-.
Vanda tragó. -Me parece que todo lo que necesitamos es dinero-.
Lady Pamela dejó la taza de té con un tintineo. -Los maestros se harían cargo de
nosotras-.
Vanda se tumbó en el sofá junto a ella. -Creo que una dosis ocasional de sexo
vampírico es todo lo que necesitamos. Y no tendría ningún problema en encontrar
un montón de vampiros para eso-.
El fruncimiento de ceño de la princesa Joanna se hizo más profundo.-¿Estás
sugiriendo que sea una consorte promiscua?. Te lo aseguro, soy demasiado digna
para tal comportamiento-.
Vanda puso los ojos en blanco. -Me pregunto para qué es realmente bueno un
maestro, si para el sexo o el dinero-.
Las damas se sentaron allí, en silencio. La pregunta de Vanda parecía tenerlas
perplejas a todas. Darcy las observaba fascinada. En las mujeres se estaba
empezando a generar una inquietud que nunca habían tenido.
-No me importaría si el maestro fuera valiente y heroico-, dijo Cora Lee en voz
baja.
-Como Adam-, dijo lady Pamela.
Darcy hizo una mueca.
-¿Has visto su cara durante el concurso de moda?-, preguntó Cora Lee. Mientras la
princesa juzgaba, las demás damas habían visto la competencia en el salón de
televisión.
-¿Quieres decir cuando se detuvo bajo la araña?- preguntó lady Pamela. -Él tenía
una expresión muy triste en su rostro. Pensé que iba a llorar-.
-Me pregunto qué le hizo sentir tan triste-, dijo Vanda dando a Darcy una mirada
inquisitiva.
Darcy sintió cómo el rubor se colaba en sus mejillas.
Por suerte, en ese momento se acercó a Maggie a la sala. -Buenas noticias. María
Consuelo no resultó herida. Fue sólo una pequeña sacudida por todo esto-.
Las mujeres murmuraron aliviadas. -Dinos que pasó anoche en DVN-, exigió
Vanda.
-¡Oh, sí! Dinos-. Exclamó Cora Lee. -¿Has visto a don Orlando?-.
Maggie sonrió. -Hice una prueba de pantalla con él-.
Todas las damas suspiraron. A excepción de Vanda. Ella tenía el ceño fruncido.
-¿Cómo te fue?-, preguntó Darcy.
Maggie se apoyó contra la pared y se abrazó a sí misma. -Me miró a los ojos y me
pidió mi número de teléfono-.
Las damas volvieron a suspirar.
-¿Has oído lo que Corky Courrant ha estado diciendo acerca de él en Viviendo con
los no muertos?-, preguntó Vanda.
Maggie se burló. -No escucho chismes tan maliciosos-.
-¿Qué dijo Corky?-, Cora Lee tomó un sorbo de su taza de té.
-Dijo que él usa a las mujeres como si fuesen Kleenex-, dijo Vanda.
-¡Eso no es cierto!- lloró Maggie. -El sólo busca a la vampira adecuada-.
-Entonces debe estar buscando en cada ataúd de Estados Unidos-, se quejó Vanda.
-¿Qué es un Kleenex?-, preguntó la princesa Joanna.
Vanda apretó los dientes. -Es un pañuelo desechable-.
La princesa olfateó. -Yo no creo en cosas desechables. Son malas-.
Vanda soltó un bufido. -Eso es. Son basura. Y don Orlando trata a las mujeres
como basura-.
-¡Ya basta!-, gritó Maggie. -No voy a dejar que hables así de él-.
Darcy estaba librando una batalla interna, debatiéndose entre decirle o no la
verdad Maggie. Pero la pobre Maggie parecía tan herida. Darcy decidió que iba a
esperar hasta más tarde. Maggie necesitaba saber de los asuntos de Don Orlando
con Corky y Tiffany, pero merecía tener intimidad para escuchar esas tristes
noticias. -¿Pasaste la prueba de pantalla?-.
-Sí, lo hice-, Maggie anunció a la defensiva. -Y también voy a ser una estrella con
Don Orlando. Sólo esperen y verán-.
-¿Qué pasará después?-, preguntó Darcy.
-Tengo una entrevista más antes de que tome su decisión final. Tengo que hablar
con su jefe-.
-¿Con Sly?-. Darcy ahogó un gemido. Ella tendría que advertirle a Maggie de eso
también.
-Estoy lista-. María Consuelo entró en la sala.
-Está bien-. Darcy fue a la nevera a buscar dos orquídeas negras más.
-Vamos-
A medida el ascensor ascendía hasta el primer piso del departamento, Darcy,
explicó el calendario de eventos. -Después de esta noche, tomaremos un descanso
de tres noches. Todas ustedes pueden quedarse aquí, si quieren-.
-¿A dónde vas a ir?-, preguntó Maggie.
-Voy a volver a lo de Gregori-, respondió de Darcy. -Mañana por la noche, tengo
que ir a la DVN y editar el primer show. El debut será a la medianoche del sábado
próximo-.
-¡Qué emocionante!- Cora Lee aplaudió. -Podremos vernos en la televisión-.
-Sí-. El ascensor se abrió en la cocina. Darcy llevó a las damas al vestíbulo. -El show
está programado para los miércoles y sábados a la medianoche. Voy a estar
editando el segundo programa este domingo. Ustedes tendrán el día libre.
Entonces, empezaremos a rodar de nuevo el lunes-.
Una vez en el vestíbulo. Gregori había preparado a los hombres en la escalera en
dos líneas de a cuatro. Como de costumbre, Darcy buscó primero a Adam. Ahora
llevaba ropa seca. Él no miraba hacia las damas, mientras éstas se ubicaban en
hilera. ¿Estaría molesto por cómo habían resultados las cosas?.
Los camarógrafos se ubicaron en sus posiciones. Bernie se centró en las mujeres, y
Bart en los hombres.
Gregori comenzó: -Esta noche, dos hombres recibirán orquídeas negras. El que
reciba una, debe salir inmediatamente. La limusina está esperándolo afuera-.
Los ocho hombres asintieron. Bart enfocó lentamente sus rostros.
-Un anuncio más antes de empezar-, continuó Gregori. -El dinero del premio para
el ganador ha aumentado una vez más. El hombre más sexy en la Tierra recibirá
ahora tres millones de dólares.
Los hombres se veían emocionados, todos, excepto Adam. Las damas jadearon y
sonrieron a cada uno de los concursantes.
-Princesa Joanna, adelante-, dijo Gregori.
Ella se adelantó y se detuvo bajo la araña. -Esta orquídea es para Ahmed del Cairo.
Ahmed se desplomó por la decepción y bajó las escaleras.
-Santa María sea alabada-. Se maravilló María Consuelo.
Darcy hizo una mueca. Tendría que editar eso.
Ahmed aceptó la orquídea y a continuación, regresó por las escaleras.
Cora Lee se unió a la princesa bajo la araña. Levantó la orquídea negra.
-Esta es para George de algún lugar…-, se rió. -Se me olvidó-.
George Martínez, de Houston maldijo entre dientes mientras bajaba las escaleras.
Después de aceptar la orquídea, los hombres se dispersaron a las habitaciones.
Darcy y los otros fueron a la sala de los retratos. Sacó la linterna de la caja de
seguridad y se la pasó a Gregori dándole instrucciones en voz baja. Las damas se
sentaron en los sofás.
-Esta noche, usted eliminó a Ahmed de El Cairo-. Gregori hizo clic en la linterna y
apuntó al retrato del egipcio. Una luz de color negro hizo que sus colmillos
aparecieran mágicamente.
-¡Oh, qué vergüenza!-, gimió Cora Lee. -Él era un vampiro-.
María Consuelo frunció el ceño. -Era un moro-.
-Y usted eliminó a George de Houston-, Gregori iluminó el retrato de George. No
hubo cambios. Cora Lee se levantó de un salto. -¡Lo hice! He encontrado a otro de
los bribones mortales-.
Las mujeres se pusieron de pie y aplaudieron. Mientras que Gregori servía vasos
de Sangre espumante, Darcy quitó dos retratos más de la pared. Ahora, sólo
quedaban seis hombres, dos mortales y cuatro vampiros. Por un extraño giro de
los acontecimientos, Adam había sobrevivido a otra ronda. A pesar de que él no
quería.
-Felicitaciones-. Gregori levantó el vaso para brindar por las juezas. -Están a un
paso más cerca de la búsqueda de su nuevo maestro. Y su maestro está a un paso
más cerca de ser un hombre muy rico-.
-¡Tres millones de dólares!-, gritó Vanda.
Las damas se echaron a reír y tintineaban las copas. Darcy dejó la de vidrio, no
había podido tomar. Cuando las damas encontraran a su nuevo amo, todo se
acabaría. Ella lo perdería todo, al igual que a Adam. Bajó de la habitación y
anduvo por todo el vestíbulo. Una eternidad sin fin se extendía ante sus ojos, sin
familiares y con muy pocos amigos. Iba a ser muy solitario.
Eran las cuatro y media de la mañana, cuando Austin regresó a su apartamento en
Greenwich Village. Él tendría que regresar al lujoso departamento en tres días,
pero después de lo que había aprendido en sus mini-vacaciones, había decidido
irse de inmediato. Tenía que salir y despejarse la cabeza.
Él había visto la celebración en la sala de retratos a través de su cámara de
vigilancia. Ver a las vampiras animadas por la eliminación de otro mortal le había
molestado. Las condenadas pensaban que los vampiros eran superiores. Y por si
eso no fuera suficientemente malo, había visto la reacción de Darcy. No había
celebrado en absoluto. Ella bajó su copa con una mirada triste y se alejó. Maldita
sea, ella no pertenecía a los vampiros. Pero tampoco podía pertenecerle a él.
Él estaba enojado por eso, había agarrado sus maletas y sacó el culo de allí. Garrett
había decidido irse también, ya que el otro humano, George, había sido eliminado
del concurso.
Austin abrió los tres cerrojos de la puerta, encendió la alarma, y se derrumbó en el
sofá. Su mesita de café estaba llena de cintas de video. Eran todos los noticieros
grabados de Darcy. Los había disfrutado mucho cuando había pensado que estaba
viva. Se deslizó hasta la última cinta, que reportaba su desaparición. Mostraba el
callejón en Greenwich Village, la mancha de sangre en el suelo. El periodista
explicó que la policía había descubierto un cuchillo con sangre de Darcy en él. Ella
fue dada por muerta.
Maldita sea, él debería haber sabido que estaba muerta. Pero ¿cómo iba a
imaginárselo cuando estaba enamorado de ella?.
Austin apagó el televisor. Se echó hacia atrás y cerró los ojos. Había ido a mirar ese
callejón varias veces. La mancha de sangre se había ido, arrastrada por cuatro años
de lluvia y nieve. Pero debe haber sido donde ella había muerto. Su hermosa
Darcy. Muerta.
¿Qué se suponía que iba a hacer ahora?. Caminó a la cocina, cogió una cerveza del
refrigerador, y vagó de nuevo hacia el sofá. El disco de la computadora todavía
estaba en la mesa del café. Él lo insertó en su computadora portátil. DVN era una
sociedad con varios inversores principales. El presidente encargado de la
producción era Sylvester Baco, el jefe de Darcy.
La mirada de Austin se desvió a la plataforma jurídica donde estaba escribiendo su
lista de vampiros. Los amigos de Darcy estaban en ella. Gregori, Maggie, y Vanda.
Santo dios, ella lo odiaría por siempre si denunciaba a sus amigos. Y ella,
literalmente, podía odiarlo para siempre.
Con un suspiro, enumeró los concursantes masculinos del reality show, junto con
toda la información que había recopilado acerca de ellos. Entonces, comenzó a
enumerar a las mujeres vampiros. Con cada nombre, sentía una punzada en el
estómago. Maldita sea. Ellos eran vampiros. Los enemigos. ¿Por qué se sentía como
si los estuviera traicionando?. Porque son amigos de Darcy.
Se desplomó en el cojín del sofá de nuevo. ¿Cómo podría hacer esto? ¿No había
sufrido Darcy lo suficiente?. Podría ser un muerto viviente, pero también era
inocente. Él lo sabía en el fondo de sus huesos. Darcy nunca podría lastimar a
nadie.
¿Y sus amigas?. Ellas creían que eran superiores a los humanos, pero no podía
imaginarlas hiriendo a nadie. No se parecía en nada a los vampiros, que él y Emma
habían visto en el parque. Y no parecían constituir una amenaza para la
humanidad como insistía Sean. En realidad se preocupaban por los demás. Eran
capaces de amar. Lo había oído en los pensamientos de Darcy. Ella estaba
enamorada de Adam. Enamorada de él.
¿Podrían de hecho Shanna y Roman Draganesti estar enamorados?.-
Maldita sea, ¿cómo podría funcionar esa relación?. Era imposible. E incluso si estos
vampiros modernos eran inofensivos, no podrían haber sido así siempre. Los
amigos de Darcy eran obviamente significativamente mayores que ella. Podrían
haber nacido alrededor de varios cientos de años antes de la invención de la sangre
sintética. Tenían que haberse alimentado de seres humanos.
Y su trabajo era proteger a los humanos. Los vampiros tenían que irse. Ya estaban
muertos, ¿qué más les daba?. Estaba dejando que sus emociones se interpusieran
en su trabajo. Negarse a cumplir con su deber era equivalente a la traición. No
podía traicionar a su país o a todas las personas inocentes que confiaban en él para
hacer lo correcto. Con un gruñido, cogió una pluma y garabateó Darcy Newhart en
el fondo de la lista. En la parte superior escribió, Los Vampiros deben morir.
Su corazón se le encogió en el pecho. La pluma se le cayó de la mano. ¡Oh, Dios!. Se
levantó y paseó por la habitación. ¿Cómo podía hacerle esto a Darcy?. Darcy está
muerta, se repitió una y otra vez mientras recorría el suelo. Darcy ha muerto. Y
maldecía. Para él todavía estaba viva y no sabía cómo vivir consigo mismo.
A la noche siguiente, Darcy se apresuró en ir a la DVN para comenzar el proceso
de edición. Sly había dispuesto de un técnico con experiencia para ayudarla.
Necesitaba cinco segmentos, cada uno de diez minutos. Los diez minutos restantes
del programa de una hora de duración, estaban reservados para las pausas
comerciales. Como parte del contrato de alquiler de la vivienda de lujo, Roman
Draganesti esperaba que en las tandas comerciales, en cada show se anunciara su
“Cocina de Fusión Vampírica”.-
Gregori iba a estar muy ocupado las próximas tres noches en el Estudio Tres
elaborando nuevos comerciales para la Chocosangre, la Sangre Espumante y la
Sangre Ligera. Todo había eso marchado perfectamente para Darcy, lo que le
permitiría a ella ir con Gregori a la DVN. Maggie también estaba entusiasmada,
porque Gregori se había ofrecido a dejar que fuera la estrella en uno de los
comerciales.
A las ocho y media, Darcy estaba satisfecha con las segmentos de apertura del
show, un recorrido por el departamento y la llegada del jurado. Ella levantó la
vista, sorprendiéndose cuando Sylvester Baco irrumpió en la sala de trabajo.
-¡Tienes que ver esto!-, cambió el canal de televisión para transmitir en vivo a la
DVN. -Le dije a Corky que hiciera algo de promoción para el nuevo show-. Subió
el volumen a medida que Corky aparecía en la pantalla.
-¡Bienvenidos a Viviendo con los no muertos!, Soy Corky Courrant con las noticias
más célebres y más populares en el mundo de los vampiros. ¡Mañana por la noche
es la noche que todos hemos estado esperando!. El debut del primero y único
reality show de la DVN, el Hombre más sexy de la Tierra. Pero primero, vamos a
ver lo que está pasando con el hombre más sexy de las telenovelas.
-Oh, mierda-, Sly murmuró. -No esta vez-.
Una imagen de Don Orlando brilló en la mitad derecha de la pantalla. Había sido
digitalmente adornado con un par de cuernos de cabra.
-¿Es realmente Don Orlando el amante más sexy en el mundo de los vampiros?-,
preguntó Corky. -¿O es que cambia de pareja cada dos horas porque es incapaz de
satisfacer a una mujer por mucho más tiempo de eso?-.
Sly sacudió la cabeza. -Él nunca debió haberla engañado. Ella lo va a crucificar-.
Corky sonrió con dulzura. -Soy una persona justa, así que voy a dejar que sean los
espectadores los que decidan. Envíenme un correo electrónico a la dirección en
pantalla, Corky en DVN.com, y voten por cuál es la respuesta correcta. ¿Es Don
Orlando un fraude apestoso o simplemente es un cerdo odioso?-.
Darcy suspiró. Ella todavía tenía que hablar con Maggie.
-Y ahora la historia principal-, continuó Corky con una sonrisa amplia.
-Todo el mundo está impaciente a la espera de la primera emisión de una nueva
serie caliente que se estrenará mañana por la noche, y luego estará al aire cada
miércoles y sábado. Es el primer reality show del mundo de los vampiros, El
hombre más sexy de la Tierra. ¡Está protagonizada por el famoso ex harén del
Maestro de la Asamblea Roman Draganesti y algunos de los más guapos y sexys
hombres del mundo de los vampiros!-.
Una toma aérea de la terraza del departamento apareció en la pantalla. Darcy se
sentó. Sus nervios se tensaron.
Sly hizo un ademán desdeñoso. -No te preocupes. Le pedí a Bernie un poco de
material de archivo para dar un adelanto. Es material recortado, ideal para la
promoción-.
-Aquí en Viviendo con los no muertos, vamos a tratar de darles un adelanto
exclusivo del espectáculo más popular de DVN-, continuó Corky -¿Y qué tan
caliente va a ser este espectáculo?-. Ella se echó a reír. -Bastante calor como para
fumarse su pantalla, y les mostraremos de lo que estamos hablando. Créanme, este
individuo consigue mi voto para el Hombre Más Sexy del Mundo-.
Una escena vaciló en la pantalla como si un camarógrafo estuviese luchando para
centrarse en algo a la distancia. Poco a poco, la imagen se agudizó.
Darcy contuvo el aliento.
-¡Sí!- Sly golpeó una mano contra su muslo.
La imagen era un poco confusa, ya que se filmó a mucha distancia en la oscuridad
y no había suficiente iluminación. Pero sin duda era lo suficientemente clara para
que Darcy tuviera ganas de gritar.
-Sabía que la tina de agua caliente era una gran idea-, sonrió Sly. -Mira esto. Aquí
viene el vestido. Entonces el tipo se lanza a la piscina-.
Darcy se hundió en su silla. -¿Has visto esto antes?-.
-Claro que sí. Bernie me lo mostró anoche. Más o menos diez veces. Ahora aquí
está mi parte favorita-. Sly señaló a la televisión. -Ahí viene lo del sostén-.
Darcy se cubrió la boca para no gemir en voz alta.
-Wow, eso es bueno-, dijo el técnico, con los ojos clavados en la pantalla.
Sly se volvió hacia Darcy, sonriendo. -Gran trabajo, Newhart. Sólo deseo que
hubiera salido un poco más claro. ¿Así que, esa era una de las damas del ex-harén
de Draganesti?-.
Darcy hizo una mueca. -Se podría decir que sí-. ¡Oh, Dios!, esto era terrible. Lo
único que la retenía a ella para no salir del edificio gritando y arrancándose el pelo,
era el hecho de que la grabación había sido difusa. Era lo suficientemente clara
para decir que había dos cuerpos casi desnudos extendidos en la bañera de
hidromasaje, pero los rostros no se veían claramente. Gracias a Dios. Ella estaba a
salvo por ahora.
-Hombre, ella es caliente. Tengo que conocerla un poco mejor, si sabes lo que
quiero decir-. Sly guiñó un ojo. -Entonces dime, Newhart, ¿quién es?-.
Capítulo 16
Darcy tragó saliva. Si la verdad salía a la luz, era probable que Sly la despidiera
como directora y le ofreciera un trabajo como estrella porno en la DVN.
-Creo que la mujer en cuestión no estaba al tanto de que estaba siendo grabada-.
-¿Y?- Sly se rascó la barba de chivo. -Ella estaba en un jacuzzi. No es que tuviera
alguna expectativa de privacidad-.
-Un buen punto-.
Ella no lo olvidaría en el futuro. A pesar de que dudaba que volviera a ver alguna
vez una escena tan sexy en su larga y miserable vida. -Yo no creo que debas
divulgar el nombre de la mujer sin su permiso-.
-Yo podría hacer de ella una estrella. -Sly le dio su tarjeta. -Sólo dale esto y dile que
quiero conocerla-.
-Lo haré-. Darcy dejó caer la tarjeta en su bolso. -Tengo que trabajar ahora, o no
vamos a tener preparado el programa a tiempo para mañana a la noche-.
-Muy bien-, dijo Sly cuando salía por la puerta.
Con un suspiro, Darcy observó las muestras de Corky.
-Vamos a volver a trabajar-.
El técnico garabateó una nota y a continuación se la entregó a ella.
-¿Podrías darle esto a la chica del jacuzzi?-.
Darcy miró el nombre y el número de teléfono en la nota. Rick era uno de los pocos
mortales que trabajaban en la DVN.
-¿Sabes que la dama en cuestión es un vampiro?-
-Sí-. Él dio un sorbo a su café. -¿Y?-.
-¿No crees que podría ser peligroso?-.
Él metió la mano en su bolsa de papel y sacó una dona.
-Yo trabajo con todos vosotros. Y no parece peligroso-. Se metió la mitad de la
dona en la boca.
El olor a levadura caliente era celestial. Darcy se sintió tentada, pero la última vez
que había intentado comer comida verdadera, ésta no se había quedado en su
cuerpo.
-Sólo quiero algo de diversión, y la dama está caliente-. Rick rellenó el resto de la
boca con la otra mitad de la dona. -Además, no estoy buscando un compromiso, ya
sabes-.
-Ya veo. Tú no crees que podría haber una relación duradera entre una mortal y un
vampiro-.
-En realidad no.- Él se pasó la lengua por el azúcar de los dedos. -¿Te puedo
preguntar algo?-.
Darcy asintió con la cabeza. Ella sabía que una relación con Adam no era posible.
No esperaba que la verdad le doliera tanto.
-¿Es difícil dejar de comer?-.
Ella se dio la vuelta. -Sí. -Ella dejo la nota de Rick en su bolso. -Vamos a volver al
trabajo-.
Habían estado trabajando unos diez minutos cuando la puerta se abrió y la
recepcionista de la DVN se asomó .
Darcy levantó la vista.
-¿Puedo ayudarte?-.
-Sí. -Ella se deslizó en el interior. -Corky me pidió que te diera esto, para el chico
sexy del jacuzzi-. Darcy miró la tarjeta de visita. Corky había escrito por detrás su
número de teléfono privado y un dibujo en tinta roja de dos corazones
entrelazados.
-¡Qué dulce!- Darcy, tuvo la tentación de romper la tarjeta en dos. -¿Algo más?.
Tengo trabajo-.
La recepcionista se ruborizó, se puso casi tan roja como las mechas teñidas de su
pelo. -¿Podrías darle esto, también?. Pero no se lo digas nada a Corky. Me
mataría-.
-¿Qué es?-, Darcy tomó la nota.
-Es mi número de teléfono-. La recepcionista salió de la oficina.
Darcy metió la tarjeta en su cartera. Por lo tanto, era el día de suerte de Adam.
Estaba adquiriendo un club de fans. Y todo porque él sabía cómo quitar un
sujetador a una mujer en un tiempo récord.
Ella respiró hondo y empujó sus emociones frustradas a un lado. Podía gritar más
tarde, pero en este momento, ella necesitaba trabajar. Cinco minutos después, se
abrió la puerta. Levantó la vista. Bueno, hablando del diablo.
-Buenas tardes-, Don Orlando se pavoneaba por la habitación. Vestía unos
pantalones de cuero negro y una capa de seda negra, que parecía un poco raro sin
camisa debajo. Llevaba unas botas grandes de cuero negro. Tenía el pelo muy
negro,
Darcy sospecha que se lo teñía. ¿Significaba que su montón de pelo en el pecho era
teñido, también?.
Don Orlando era un misterio. Nadie parecía saber su verdadero nombre.
Me miró con sus ojos negros y esbozó una sonrisa.
-Por supuesto sabes quién soy-.
Un fraude o un cerdo apestoso odioso, según Corky.
-Sí-.
-Me gustaría saber el nombre de la mujer sexy del jacuzzi-.
Darcy ahogó un gemido.
-No puedo revelar su nombre-. Él hizo una mueca. -Dile que Don Orlando de
Corazón, el mayor amante del mundo de los vampiros, desea cortejarla. Ella estará
agradecida-.
-Bien-. Sobre mi cadáver, lo que por desgracia estaba demasiado cerca de la
verdad. Darcy se levantó y se dirigió a la puerta. -Tengo mucho trabajo por hacer.
Por lo tanto, si no te importa necesito tranquilidad-.
Él se volvió moviendo su capa y se fue. Darcy cerró la puerta con llave.
Austin se levantó antes del amanecer y fue a la oficina. Como era sábado, Sean no
estaba allí, y estaba agradecido por ello. No quería responder a ninguna pregunta.
Pidió prestada una furgoneta blanca de vigilancia de “Seguridad Homeland” y
visitó una compañía de cable local donde enseño su identificación y consiguió un
portapapeles lleno de facturas y una camisa de trabajo con el logotipo de la
empresa. Se dirigió a la DVN a las ocho de la mañana.
-Tuvimos una queja a las cuatro de la mañana, de Sylvester Bacchus-, le explicó al
guardia de seguridad mortal. -La conexión de Internet se enciende y se apaga-.
-¿En serio?-. El guardia cogió el portapapeles y miró la factura con mirada
sospechosa.
-No he sido notificado al respecto-.
-Probablemente se olvidaron-. Me vas a creer, Austin proyectó sus pensamientos
en la mente del guardia.
El guardia le devolvió el portapapeles.
-Entra-.
-Gracias. Esto no llevará mucho tiempo-. Austin se dirigió a las oficinas con su caja
de herramientas.
La oficina de Sylvester Bacchus era fácil de encontrar ya que tenía una gran placa
de bronce, con el nombre en su puerta. Austin cerró la puerta y se puso a trabajar.
Las computadoras en la DVN eran básicamente dinosaurios, así que tuvo que
descargar todo en discos. Cuando terminó, se aseguró que todo quedara igual que
antes.
Al cruzar el vestíbulo, saludó al guardia de seguridad.
-Todo está arreglado-.
De vuelta en su apartamento, Austin puso etiquetas para cada uno de los discos y
descargó todos los datos en su ordenador portátil. Ahora tenía todos los datos que
jamás nadie podría saber sobre la DVN. Todo lo que tenía que hacer era enviarlo
por correo electrónico a Sean. Pero si él enviaba la información, Darcy sería un
objetivo junto con todos los demás vampiros.
Cerró el ordenador y miró a las cosas en su mesita de café. Los videos de Darcy, los
discos de la DVN, y la maldita lista que decía Los Vampiros deben morir. No podía
soportarlo más. Cuanto más trataba de hacer las cosas bien, peor se sentía.
A veces, ser el chico bueno realmente era un fastidio.
Era sábado por la noche y la hora del debut. Gregori condujo a Darcy y a Maggie al
departamento. Allí, encontraron a las damas juezas que esperaban con entusiasmo
a que diera comienzo. La sangre espumante estaba enfriándose en un balde con
hielo.
La medianoche llegó, y las damas estaban pegadas a la pantalla. Todas los
televisores se habían retirado de las habitaciones de arriba. Los participantes
vampiros tenían que permanecer ignorantes acerca de los competidores mortales,
por lo que no se les permitiría ver el espectáculo hasta que terminara. Y por
supuesto, los mortales tendrían que mantenerse completamente en la oscuridad.
Eso era fácil de hacer, ya que los dos mortales habían dejado el departamento.
A medida que el espectáculo llegaba a su fin, Darcy se puso tensa por la
preocupación. La última escena fue en la sala de retratos donde las damas
descubrieron por primera vez que algunos de los concursantes eran mortales.
Pronto, la indignación de las damas estallaría en la pantalla. ¿Cómo reaccionaría
Sly?. Él había esperado una gran conmoción , pero esto podría ser una más grande
de lo que se podía manejar.
Cuando comenzaron los créditos finales, las damas sirvieron sangre espumante y
brindaron entre sí.
Darcy aceptó una copa con un creciente sentido de la fatalidad. En cualquier
momento ...
Sonó el teléfono. Dejó su copa con un suspiro.
Gregori contestó el teléfono. -Claro, ella está aquí-. Él pasó el auricular a Darcy. –
Es Shanna Draganesti-.
Darcy parpadeó.¿Shanna?.¿Por qué iba a llamar?. -¿Hola?-.
-Darcy, necesito hablar contigo. Es importante-.
-Está bien-. Darcy esperó a que Shanna hablara.
-Quiero decírtelo en persona. Estoy en nuestra nueva casa en White Plains. ¿Te
puedes teletransportar aquí?-. Darcy apretó el teléfono. -En realidad, no. Gregori
tal vez me puede llevar…- Ella le dirigió una mirada inquisitiva.
-No, eso va a llevar mucho tiempo-.
La voz de Shanna se desvaneció. Parecía que había cubierto el auricular para
hablar con otra persona. -Connor te quiere aquí-.
El corazón de Darcy se sacudió en su pecho. -Yo…yo más bien no…-
-Es urgente, Darcy. Necesitas teletrasportarte aquí ahora-.
-Yo no sé cómo .... Yo nunca lo he hecho antes-. Su rostro se sonrojó, ya que se dio
cuenta que Shanna comentaba su problema con Connor. Sus ojos temblaban.
-Mira, Gregori me puede llevar. Saldremos de inmediato-.
-Sigue hablando-, dijo Shanna. -Connor va por tí-.
-¡No!-. A Darcy le faltaba el aire. -No quiero teletransportarme, y estoy segura que
no quiero ir a ningún lado con...- Una figura se materializó a su lado. Un hombre
con una falda escocesa roja y verde.
-Connor. -El teléfono se le escapó de las manos y cayó al suelo.
-Lo siento, muchacha, pero necesito que vengas conmigo-. El escocés envolvió un
brazo fuerte a su alrededor, y todo se volvió negro.
El terror azotó a Darcy. Estaba atrapada y sin ayuda, al igual que lo había estado
hacia años. No podía sentir su cuerpo. La única cosa que sentía era estar flotando
como el vapor en un agujero negro en el brazo de acero de Connor. Una vez más,
la secuestró contra su voluntad. Ella lo odiaba por ello, y ella misma se odiaba por
tener miedo.
Tan pronto como sus pies tocaron tierra, una sala tembló ante sus ojos y entró en
su línea de visión. Una sala de estar con dos sillones orejeros, un televisor y un
sofá. Shanna estaba en una silla, mirándolos. Darcy se desprendió de Connor y
tropezó.
-Cuidado-. Él extendió la mano para sostenerla.
-No lo…-
Las palabras se atascaron en mi garganta al ver el rostro de él. La pena había
grabado líneas en su frente y enturbiado el azul de sus ojos. La verdad arañó en
ella como las uñas demasiado largas, y apartó la mirada. Dios tenga misericordia.
La decisión de aquella noche lo atormentaba a él tanto como lo hizo con ella.
Shanna puso su teléfono en la mesa de café junto a su bebida.
-Gracias por venir, Darcy-.
Como si ella hubiera tenido otra opción. Darcy se dio vuelta inspeccionando la
habitación decorada en azul con toques amarillos.
-¿Esta es tu nueva casa?-.
-Sí. Román quiere mantener la ubicación en secreto. Los Highlanders la conocen
por supuesto, por nuestra seguridad-. Shanna le señaló el sofá de terciopelo azul. -
Por favor, siéntate-.
Darcy se volvió a la mesa de café y se sentó cerca de Shanna.
-¿Qué pasa?.¿Son los Renegados causando problemas otra vez?-.
-No tanto, desde que Petrovsky murió. Me temo que nuestros problemas de
seguridad son causados más por mi padre-.
Darcy miró brevemente a Connor que estaba de pie inmóvil, con los brazos
cruzados sobre el amplio pecho.
-Escuché un poco de tu padre la noche de tu boda-.
Shanna suspiró.
-Por lo menos, aún así pudimos tener la boda. ¿Te gustaría algo de beber?-.
-No, gracias-.
-Necesito ir a casa de Román en la ciudad para buscar el archivo- Anunció Connor
en voz baja.
-Regreso pronto-. Él se desvaneció.
Darcy respiró más fácil una vez que se teletransportó.
Shanna sonrió.
-Vi tu espectáculo. Has hecho un trabajo fabuloso-.
-Gracias-.
-Sé que el ex harén probablemente me odia, pero yo realmente les deseo lo mejor-.
Shanna soltó una carcajada. -Yo sólo les deseo lo mejor lejos de mi marido.-
-Entiendo-. Darcy se preguntó qué demonios podía ser tan urgente para que ella
estuviera aquí.
-Si te ayuda, te puedo asegurar que ninguna de las damas del harén jamás albergó
sentimientos románticos por Roman. Se trata simplemente de una cuestión de
conveniencia-.
-Gracias. Eso es bueno saberlo.- Shanna bebió un sorbo de su copa . Un incómodo
silencio cayó entre ellas.
-¿Por qué estoy aquí?- Preguntó Darcy finalmente.
Shanna se movió en su silla.
-Yo creo que debemos esperar hasta que vuelva Connor-.
Darcy suspiró. Ella realmente no quería hablar de nada con Connor a su alrededor.
Es que era difícil concentrarse cuando ella seguía imaginando lo que él le había
hecho hacía cuatro años.
-¿No te molesta estar con vampiros?- Soltó Darcy .-Quiero decir ¿si no tienes
miedo o te desagradamos …?-.
Shanna sonrió.
-Estaba un poco asustada al principio, pero una vez que conocí a Roman y a sus
amigos, yo supe que nunca me harían daño-.
-Pero Roman, quiero decir... -Darcy sentía curiosidad por cómo una relación podría
funcionar entre un vampiro y un mortal. Si de alguna manera, Adam podía
aceptarla como un vampiro, tal vez ...
-Te estás preguntando cómo pude casarme con un vampiro-.
Darcy asintió con la cabeza.
-Ya estaba enamorada de Roman, cuando me enteré de la verdad-. Los ojos de
Shanna se llenaron de lágrimas. -Y él me ama tanto. Él está dispuesto a hacer
cualquier cosa para llevar una vida normal. Hasta tratar de convertirse en mortal-.
-¿Qué?-. Darcy se sentó. Ella clavó los dedos en el cojín del sofá. -¿Eso es
posible?.¡Oh, por favor, dímelo!-.
-Roman cree que es posible. Pero aún así, el primer experimento falló-.
El corazón de Darcy se desplomó hasta su estómago. Ella se dejó caer en el sofá.
-¡Oh!-. Shanna hizo una mueca de dolor. -Debería haberme dado cuenta, lo siento-.
Darcy negó con la cabeza. Su garganta se había contraído demasiado para decir
algo.
-Lo siento-. Shanna se inclinó para tocar la rodilla de Darcy. -Connor me dijo lo
infeliz que eres-.
Darcy tragó. -Él debe saberlo bien-.
-Lo sé-. Shanna la miró con tristeza. -Pero conozco a Connor muy bien, él no le
desearía daño a nadie. Es un buen hombre-.
Darcy apretó los dientes.
-Lo he oído antes.- Y, sin embargo, allí estaba ella, en contra de su voluntad. No le
habían pedido permiso. Sólo habían asumido que iba a estar agradecida por la
eternidad . No importa cuál fuera el precio. Ella cerró sus ojos y los apretó. El
precio había sido demasiado alto, maldita sea. Ella había perdido todo. Su familia,
amigos, la carrera. Y ella seguía perdiendo. Perdería una vez que Adam supiera la
verdad. Pero si pudiera ser mortal de nuevo ...
-Háblame del experimento-.
Shanna suspiró.
-Bueno, es básicamente la reversión del proceso que transforma a una persona en
un vampiro. Durante la transformación, se drena la sangre de un mortal por
completo. Roman cree que una sustancia se libera cuando el vampiro ataca, y es
ese producto químico el que induce el coma. Cuando la sustancia se desvanece, la
persona muere de muerte natural. Pero si un vampiro alimenta con su propia
sangre a esa persona, se convertirá en un vampiro-.
Las imágenes pasaron por la mente de Darcy cuando Connor la alimentó con su
propia sangre.
Tragó saliva. -Sigue-.
-Para revertir el proceso, un vampiro tendría que ser drenado completamente, por
otro vampiro, por lo que la mordedura lanzaría el producto químico que induce el
coma vampírico. Entonces, si el sujeto es infundido desangre humana, debería
despertar como ser humano-.
Darcy respiró hondo. -¿Y dices que no...?-.
-El primer intento falló-. Shanna hizo una mueca. -Ese pobre cerdito. Pero Roman
dijo que era la única manera-. Darcy se puso tensa. -¿Ellos hicieron a un cerdo
vampiro?-.
Shanna puso una cara agria. -Sí. Suena terrible, lo sé, pero estoy agradecida de no
quisieran seguir adelante con su plan original y hacer el experimento con Roman-.
Ella se estremeció. -Gracias a Dios que lo convencí de eso-.
Roman estaba dispuesto a arriesgar su vida para ser un mortal como su esposa.
-Él te ama mucho-.
Shanna asintió con la cabeza. -Ahora está en Romatech , tratando de averiguar lo
que salió mal. Laszlo tiene una teoría, pero si él tiene razón, entonces el
experimento no funciona-.
-¡Oh!-. El corazón de Darcy se hundía más.
-Laszlo cree que es como volver atrás en el tiempo, que el vampiro en cuestión
debe ser regresado por completo a su antigua humanidad. En otras palabras, la
sangre humana infundida en él debe contener específicamente su propio ADN
humano-.
-¿No se puede insertar ADN en un poco de sangre sintética?-.
-Eso es lo que Roman pensaba hacer, pero anoche se descubrió que su ADN ha
mutado. Y puesto que Roman tiene más de quinientos años, no hay manera de
saber cómo era su ADN humano original-.
¡Oh.! Era imposible. Ella estaba atrapada todavía. Por siempre.
Shanna se recostó en su silla, frunciendo el ceño.
-Este descubrimiento ha estropeado todo. Estábamos tan seguro de que podríamos
tener hijos, pero ahora …-
-¿Querías tener hijos con Román?-.
-Sí, mucho-. Shanna dejó vagar su mirada más allá. -Parecía tan simple. Roman,
borró el ADN de los espermatozoides humanos vivos e insertó el suyo. Intentamos
la inseminación artificial un par de veces-. Ella se pasó la mano por la barriga. -
Podría estar embarazada ahora. Espero que sí-.
Darcy se sentó, alarmada.
-Pero acabas de decir que su ADN no es humano. Ha mutado-.
-Roman no lo sabía la noche pasada. Ahora, quiere detener los intentos para
quedarme embarazada-.
-¿Tú no?-.
Shanna se encogió de hombros.
-Lo amo tal como es. Y me encantaría nuestro hijo, no importa cómo-.
Darcy bajó la mirada hacia el abdomen de Shanna.
-El ADN del bebé sería mitad vampiro-.
-Lo sé-. Shanna sonrió. -No te preocupes. Sólo intente inseminarme en tres
ocasiones. Probablemente no pasará nada. -Su sonrisa se volvió triste. -Quería
niños-.
-Lo siento-. Darcy se inclinó para tocar su mano. Shanna le apretó la mano. -Voy a
seguir rezando. Y voy a rezar para que todo te salga bien-.
Darcy se sentó, soltando la mano de Shanna.
-Me temo que no hay esperanza para mí-.
-Siempre hay esperanza.- A Shanna le brillaron los ojos. -Creo que se lo dije a
Roman esa vez-.
La imagen de Connor tembló ante ellas, luego se convirtió en algo sólido. Darcy se
puso nerviosa. Él colocó una caja de DVD de plástico y una carpeta de papel
manila en la mesa de café. La carpeta, tenía escrito en negrita, las palabras “Equipo
Estacar”.
-Siento haber tardado tanto-.
Connor se sentó en la silla azul frente a Shanna.
-Mientras yo estaba en la casa, recibimos otra llamada de Katya-.
-Oh, dios-. Shanna frunció el ceño.
-¿Quién es ella?-. Preguntó Darcy.
-Katia y Galina son maestras de una asamblea rusa-, le explicó Connor.
-¿Mujeres maestros de una asamblea?- Preguntó Darcy. -No sabía que tal cosa
fuera posible-.
-Es revolucionario-, admitió Connor. -Ascendieron después de la muerte de
Petrovsky-.
Shanna soltó un bufido. -¿Quieres decir después de que ambas lo mataron?-.
-Sí. No sería bueno que esas dos damas se enojaran-. Connor hizo una mueca.
-Pero ahora están enojadas. Otro más de su asamblea fue asesinado esta noche en
Central Park-.
-¿Cuántos?-, preguntó Shanna. -¿Tres?-.
-Sí. Tres Renegados muertos en las últimas semanas. Katia nos acusó de hacerlo.
Yo se lo negué, pero es cierto que sabemos más de lo que le dije-.
-¿Y tú?-, dijo Darcy cuando fue golpeada por sus instintos periodísticos -¿Sabes
quién lo ha hecho?-.
-Yo puedo hacer una maldita buena conjetura. -Connor señaló la carpeta.
-Nuestros amigos de la CIA. El equipo “Estacar”-.
Shanna lanzó un quejido.
Darcy recordó -¿No los mencionaste antes?. ¿La noche de la boda de Shanna?-.
Shanna asintió con cansancio. -Mi padre está a cargo del equipo Estacar. Él hizo
todo lo posible para evitar mi boda-.
Connor frunció el ceño. -Han hecho sólo triquiñuelas-.
Darcy echó un vistazo a la carpeta con una sensación de presentimiento.
-¿Cómo puede un mortal lograr matar a un vampiro?. ¿No usaría el vampiro el
control mental para detenerlo?.¿O simplemente se teletransportaría lejos?-.
-Cada miembro del equipo tiene una cierta cantidad de energía psíquica-, explicó
Connor.
-Mi padre tiene un poco-, agregó Shanna. -Heredé mis habilidades de él-.
-Ya veo. Por lo tanto, esos mortales son asesinos de vampiros con poderes
psíquicos. Suena espantoso-.
-Así es.- Shanna suspiró. -Traté de decirle a mi padre que había dos tipos de
vampiros, los buenos, consumidores modernos de sangre sintética y los
desagradables renegados. Pero él no quiso escucharme. Odia a todos los vampiros
con pasión. El miedo de Roman es que me hagan daño por considerarme una
traidora-.
-Lo siento mucho. Debe ser muy difícil para tí-.
Shanna le dirigió una mirada triste.
-Mi padre lo hace difícil para todos. Incluso tengo miedo por tí-.
-¿Yo?. Pero nunca he conocido a ninguno de ellos-.
-Mi padre me tuvo prisionera durante un tiempo hasta que Connor pudo
rescatarme-, Shanna continuó, -conocí a la mayoría del equipo, así que les
reconocería si los viera-.
Connor se trasladó hasta el sofá, junto a Darcy. De inmediato se puso tensa.
-Lo siento, muchacha, pero debes saber esto-. Se dio vuelta para coger la carpeta y
la abrió. La primera hoja de papel se titulaba Sean Whelan y contenía información
sobre él. Connor señaló el número 10 en el interior.
-Así es como la CIA clasifica el poder psíquico. El diez es el más alto-. Dio vuelta la
página para mostrarle las fotos de Sean Whelan.
Connor se volvió hacia el siguiente perfil. Era de Alysaa Barnett. Poder Psíquico: 5.
Connor pasó la página hasta sus fotos, y luego continuó con el siguiente perfil.
Emma Wallace. Psíquica. Poder: 7.
-Ella es británica-, comentó Connor. -Transferida desde el MI6, probablemente por
sus habilidades psíquicas. Es un poco rara entre los mortales.- Ella se volvió hacia
la foto.
La mujer era joven y bonita, se dio cuenta Darcy.
-Nunca he visto ninguno de estas personas-.
-Sólo espera-. Connor continuó con el siguiente perfil.
La página se titulaba Garrett Manning. Poder Psíquico: 3. Connor fue hacia su foto.
Darcy contuvo el aliento. Ella estaba viendo a Garth Manly.
-No. Tiene que haber algún tipo de error-.
-No hay error-. Shanna frunció el ceño ante la foto de Garrett. -Cuando lo vi en tu
programa. Yo no podía creerlo-.
Darcy se levantó y bordeó la mesa de café.¿ Un agente de la CIA en su programa?.
Caminó a través del cuarto.
-No entiendo. Él se presentó para el programa. Lo contraté yo misma-.
-Bueno, él es más bien guapo-, reconoció Shanna. -Puedo ver por qué lo
seleccionaste-.
Darcy caminaba de un lado hacia el sofá.
-Él fue fácilmente uno de los mejores. Deberías haber visto a los demás. Eran tan... -
Se detuvo de repente. Los otros habían sido tan malos. Increíblemente malos. Sus
hombros cayeron.
-Estaba planeado. Desde el principio-.
-Probablemente sí-, concordó Connor. -Ahora la pregunta: ¿Por que está ahí?. ¿Qué
está planeando hacer?-.
-Yo no lo sé-, dijo Darcy -Ha trabajado bien, no ha dado problemas hasta donde yo
sé. Nadie ha sido perjudicado en ninguna forma-.
-No-.
-Aun así, deberías doblar la seguridad, especialmente durante el día. Con mucho
gusto nos encargaremos de ello. No me gusta la idea de que un asesino de
vampiros viva en la misma casa que las vampiresas-.
-¡Oh, Dios mío!-. Darcy se detuvo, respirando pesadamente. Todas sus amigas
podrían estar en peligro. También todos los concursantes masculinos. Y todo
porque ella le había permitido a un hombre de la CIA entrar en su programa.
-Esto es terrible-.
-Me temo que esto se pondrá peor.- Connor giró la carpeta hacia ella y dio vuelta
las fotos de Garrett.
-Hay otro-.
Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Darcy. -No-, susurró-. -No-. Por
favor, que no sea él .
Ella se acercó a la mesa de café y leyó el nombre del último. Austin Olaf Erickson.
Olaf. Poder Psíquico: 10. La sala giró alrededor de su cabeza. Connor pasó la
página para mostrar la última foto.
Capítulo 17
Las piernas de Darcy dejaron de funcionar. Ella se dejó caer sobre su trasero, sin
dejar de mirar la foto en la mesa de café.
-¿Estás bien, muchacha?-, preguntó Connor.
Ella negó con la cabeza, sin dejar de mirar la foto. Adam.
Shanna se inclinó hacia delante. -¿Estás involucrada con él?-.
-Yo ni siquiera sé su verdadero nombre-. Darcy bajó la cabeza en sus manos.
-Tú estás involucrada con él-, susurró Shanna.
¿Por qué molestarse en negarlo?. Un vistazo a su foto, y ella se desplomó en el
suelo. Darcy levantó la cabeza y miró la foto de Adam. No, no Adam. Su pecho se
contrajo, empujando el aire de sus pulmones y aplastando su corazón. Había
pasado tanto tiempo pensando en Adam cuando él no era Adam, anhelando a
Adam cuando él no era Adam.
Había sido el primer pensamiento en su mente cuando se despertó, su último
pensamiento cuando cayó en el sueño de muerte. Y sus pensamientos se habían
centrado siempre en la vana esperanza de que de alguna manera, a pesar de todos
sus miedos y dudas, que su amor vencería y que podrían estar juntos.
Todo era una mentira. Un sueño inútil y sin esperanza que se convirtió en polvo a
la luz de la verdad, justo como le pasaría a ella en el sol. Adam se había ido. No,
Adam nunca había existido. Pero su sueño había sido real. Y por poco la mata el
perderlo. La pérdida desgarró su corazón, y luego lentamente se trenzó en algo
más siniestro.
Traición.
Él le había mentido. Maldición, es probable que ella no le importa para nada. No
era más que un trabajo encubierto. Ahora su conversación con Lady Pamela tenía
sentido. Él había hablado de las diferentes extensiones de la noche porque sabía
que estaba hablando con una vampiresa. Quería que las juezas pensaran que era
un vampiro. Él las estaba engañando, estaba engañándola a ella. ¿Y su observación
acerca de ser un espía internacional? Lady Pamela se había reído de su estupidez,
pero él era el que se había reído de todos ellos.
-Oh, Dios mío-, murmuró Darcy. Ella miró con horror Shanna.
-Le dije acerca de tu boda. Fue mi culpa. Oh, no.- Cubrió su boca. -Lo siento
mucho-.
Shanna puso los ojos como platos. -¿Qué has dicho?-.
-Él me pidió que saliéramos ese sábado, y le dije que tenía una boda a la que asistir.
Mencioné sus nombres, pero eso fue todo. –
Connor asintió con la cabeza. -Así es como Sean Whelan supo la fecha de la boda-.
-Yo no le dije dónde-, les aseguró Darcy. Pero ahora, recordaba cómo Adam había
tratado de sonsacarle más información. Había querido saber a dónde llevarían a
Shanna de luna de miel.
-Todo está bien.- Shanna sonrió. -Aún así tuvimos nuestra boda.-
Darcy apretó los dientes. -No está bien.- La ira estalló en su interior, pero no hacía
calor.
Ella había pensado que tenía frío en los últimos cuatro años, pero no era nada en
comparación con la helada rabia que la estremecía y la atravesaba ahora. Adam la
había usado, y ella había estado tan desesperada por el calor y la atención, que se
había enamorado de él. Ella había estado a punto de destruir la boda de Shanna a
causa de él. Maldito sea por tratarla como si fuera una mujer patética y solitaria.
Hizo un gesto hacia la caja del DVD de plástico. -¿Qué es eso? –
-La vigilancia de Austin Erickson Austin-. Connor abrió el estuche y retiró el disco.
-Hemos estado estudiando el equipo Estacar. Planeamos visitar a todos en la
misma noche y borrar su memoria-.
Connor insertó el DVD en la grabadora de Shanna y encendió el televisor.
-Vigilé a Erickson para tener una idea de su horario. No queremos perderlo de
vista la noche designada.-
Darcy se puso lentamente de pie. En la pantalla del televisor, vio un garaje con
poca luz. Alguien que estaba en un sedán oscuro y salía. Adam. No, Austin. No,
mejor pendejo mentiroso. Él se dirigió hacia el ascensor. La pantalla quedó en
negro por un momento, entonces mostró la sala de un apartamento. Austin estaba
dentro, se movía.
-Yo levité hasta el cuarto piso y tomé esta foto a través de la ventana-, dijo Connor.
-Espero que nadie se dé cuenta que estás dando vueltas en el aire-, comentó
secamente Shanna.
La esquina de la boca del escocés se arqueó. -Yo lo habría visto-. Su sonrisa se
desvaneció mientras observaba a Darcy. -Este Erickson es peligroso. Nunca he
visto un mortal con tanto poder psíquico-.
Shanna pueso los ojos como platos. -¿Más que yo?-
-Eres fuerte -, admitió Connor. -Pero ustedes han sido entrenados para ello.- Hizo
una seña a Austin en la pantalla. - A este hombre eso se le da naturalmente-.
Darcy se apretó las manos. Se sentían frágiles y lo suficientemente frías para acabar
como una lámina de hielo.
-¿Qué clase de poder psíquico?. ¿Puede controlar a la gente?-. ¿Había manipulado
su mente para hacerla caer rendida ante él ?. No, eso no podía ser correcto. Sus
sentimientos involucraban más que su cerebro. Y él no pudo haber manipulado su
corazón.
-No sé a ciencia cierta lo mucho que puede hacer -, replicó Connor. -Pero
seguramente lo habrías notado si él trató de leer tu mente-.
-Bien-. Darcy exhaló con alivio. Ella siempre podía decir cuando alguien trataba de
entrar a su mente. -Me he sentido fría.-
Shanna hizo una mueca de dolor. -No funciona de esa manera para un mortal.
Cuando mi padre trató de leer mi mente, me sentí muy caliente-.
-Sí. ¡Es frío como la muerte si es un vampiro, pero caliente si viene de un mortal -,
corroboró Connor.
¿Caliente?. Darcy se hundió en un sillón de orejas. Buen Dios. Todas esas veces que
había tenido tanto calor, lo había atribuido a la atracción, incluso a la lujuria. Y
todo el tiempo, había sido él invadiendo su mente. Sin su conocimiento y contra su
voluntad.
Los ojos de Connor se estrecharon -¿Él te ha leído la mente, no es así?-.
¡Ese bastardo manipulador!. Sus ojos temblaban. -Yo no creo que se enterase de
nada valioso-.
-Probablemente no-. Connor se cruzó de brazos. –No supo dónde se llevaría a cabo
la boda -.
Darcy asintió con la cabeza. Austin podría haber aprendido de ella cuáles eras sus
miedos y deseos más secretos. Y eso era bastante malo. Incluso podría saber que
ella se había enamorado de él. Empático, ja!. Ella había pensado que él estaba
exagerando, pero no, era una gran subestimación. Otra mentira.
Cogió su perfil de la carpeta. -¿Puedo quedarme con esto?-.
-Sí. Lo tenemos todo en la computadora-. Connor apagó el televisor. -¿Qué piensas
hacer?-.
-No lo sé aún-. Darcy observó la dirección de Austin en el perfil.
-No creo que sea una buena idea para vayas a verlo ahora mismo. Estás demasiado
enojada. Déjame hablar con él-.
-Él es mi problema. Yo me ocuparé de él.-
Connor dudó, frunciendo el ceño.
-Tú tomaste la decisión por mí en el pasado-, añadió Darcy en voz baja. -No lo
hagas otra vez-.
Un indicio de dolor cruzó el rostro de él. –Viéndolo así. Te dejaré hacerlo. Pero ten
cuidado. Nosotros no sabemos cómo va a reaccionar-.
-Sólo pasé un corto tiempo con él-, dijo Shanna mientras permanecía de pie. -Pero
él parecía un buen tipo-.
-Parecía un montón de cosas-, murmuró Darcy mientras doblaba su perfil y se la
guardó en el bolsillo del pantalón.
-Pensé que él tenía una mente más abierta que los otros-, continuó Shanna.
-Esto podría ser bueno, ya sabes. Si tu puedes convencerlo de que algunos
vampiros son buenos, él podría decírselo a los demás en el equipo-.
Darcy apretó los puños. Ella no tenía ganas de ser diplomática esta noche.
-Quiero que irme ahora-.
-Está bien-. Connor junto los DVD y la carpeta. -Te llevaré a la casa de Roman en
la ciudad. Luego, Ian puede llevarte al departamento-.
Esta vez, Darcy no se opuso cuando Connor la pasó un brazo por los hombros y la
teletransportó lejos. Treinta minutos más tarde, Ian estacionó en doble fila en una
calle estrecha en Greenwich Village. Ella estaba a sólo pocas cuadras de la avenida
donde su vida había cambiado para siempre.
-Voy a encontrar un lugar para estacionar-, dijo Ian. -¿Cuánto tiempo necesitas?-.
Darcy miró el reloj en el salpicadero. -Creo que treinta minutos deberían ser
suficientes.-
Ella conocía Ian desde hace cuatro años, sin embargo, a ella continuaba
impresionándole que él se veía como un adolescente a pesar de que tenía más de
cuatrocientos años.
-Voy a estar esperando fuera de su apartamento a las 2:45-. Ian dejó parpadeando
las luces del BMW de Roman y se lanzó a abrir la puerta de Darcy. -Ven-. La
condujo hasta la puerta principal del edificio de apartamentos.
-El mortal es muy fuerte, tanto física como psíquicamente, así que ten cuidado.- Ian
sacó algunas herramientas de su cangurera. En menos de un minuto, tenía la
puerta abierta.
-Gracias-. Darcy entró en el edificio y subió al ascensor hasta el cuarto piso. El
pasillo era largo y con poca luz. El apartamento de Austin estaba por la mitad,
frente a la calle.
Una resistencia repentina se extendió por ella. ¿Qué estaba haciendo?. Claro que
estaba molesta, pero esta confrontación iba a lastimarla más a ella que a él. Porque,
maldita sea, él aún le importaba. En las últimas semanas, había sentido atracción,
deseo, preocupación, e incluso el amor por este hombre. Las emociones se habían
vertido profundamente ella, y no podía drenarlas y vaciarse en sólo unos minutos.
Trató de abrir el picaporte. Cerrado, por supuesto. ¿Podría oírla si ella llamara?.
¿Incluso la dejaría entrar?.
Pensó en ir a buscar a Ian para que él abriera las cerraduras. O había otra
posibilidad. Ella nunca lo había probado antes. Ella nunca había querido admitir
que ella era capaz de hacer eso. Era una cosa de vampiros.
Pero ella era un vampiro. Es hora de dejar de fingir que ella no era más que un ser
humano con un trastorno de alimentación y que tenía un horario extraño. Ella era
una criatura de la noche, y esa fue la razón por la que Austin Olaf Erickson había
entrado en su vida.
Apoyó una palma contra la puerta y se concentró. Ella sólo tenía que
teletransportarse al otro lado, sólo tenía que moverse unos centímetros a través del
espacio. Ella cerró los ojos y centró sus pensamientos. Poco a poco, el suelo
desapareció bajo sus pies. La puerta por debajo de su mano desaparecía. Ella
sofocó un repentino estallido de pánico y se obligó a avanzar unos cuantos pies.
Ahora, se concentró en recuperar su forma. La sala quedó a la vista, era la misma
habitación que había visto en el disco de vigilancia de Connor. Un vistazo rápido le
aseguró que la habitación estaba vacía.
¡Lo había hecho!. Ella miró hacia atrás, tomando nota de las tres cerraduras y el
sistema de alarma del panel de control junto a la puerta. Con una oleada de
orgullo, se dio cuenta que incluso un macho espía internacional no podía
mantenerla fuera. Ahora, ¿dónde estaba esa bolsa de mierda mentirosa?.
Ella se movía en silencio por la habitación. Austin, obviamente, pasaba mucho
tiempo sentado en el sofá de cuero frente al televisor. La mesa de café estaba lleno
de cintas de vídeo, un ordenador portátil, y un equipo de discos viejo. No era muy
moderno para ser un espía internacional. Y no muy sobrio tampoco. Una docena
de botellas de cerveza vacías decoraban la mesa.
En un rincón de la habitación, un banco de ejercicios estaba rodeado por una
variedad de pesas. A la izquierda, la sala de estar daba a una pequeña cocina. A la
derecha, vio una puerta cerrada.
La abrió y deambuló por su interior. La luz de la luna que entraba por la ventana
iluminaba varias muebles, una cómoda, una mesita de noche y una cama de
matrimonio. Su vista y audición se habían vuelto más agudas desde que se
convirtió en un vampiro. Podía escuchar su suave y regular respiración, veía cada
doblez y torsión de la sábana alrededor de las piernas y las caderas.
Al parecer, él se movía mucho en su sueño. El movimiento hizo que la sábana
bajara a las caderas. Ella podía ver la pretina de los calzoncillos.
Era un hombre hermoso. La luz de la luna acariciaba la anchura de su espalda a
través de los hombros, el tono dorado de su piel, las protuberancias de la columna
vertebral que descendían hasta la parta baja de la espalda. Darcy dio vuelta a la
cama, mirándolo. La curva de sus bíceps, el suave pelo rizado en el pecho, el
cabello grueso y enmarañado en la cabeza, el pliegue pequeño en la mejilla donde
estaba su hoyuelo. Su piel parecía bronceada y caliente. ¡Cómo había querido ese
calor!. Pero ella había confundido su calor corporal con un carácter cálido y
amoroso.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Se había enamorado de él tan rápido. Su
mandíbula estaba sombreada por un pelo más oscuro que el de la cabeza,
descolorido por el sol. Eso le daba un aura de peligro, como si un pirata se
escondiera debajo de un joven surfista. Pero la piel a lo largo de los pómulos era
suave y lisa. Sus espesas pestañas se apoyaban en la piel suave, prestándole una
apariencia de dulce inocencia.
Ella había creído en la inocencia, cuando todo el tiempo había sido un lobo con piel
de oveja, ¿verdad?. Sus pensamientos gritaron en su cabeza. ¿Cómo me mentiste?.
Él gimió y se volvió sobre su espalda.
Ella dio un paso atrás. ¿Había oído él sus pensamientos?
Él movió la cabeza lentamente, contrayendo el rostro con una mueca. -No-
murmuró-. Le dio un puntapiés a la sábana. -No- Sus puños estaban apretados. Sus
ojos se movían rápidamente debajo de los párpados cerrados.
Un mal sueño, eso era todo. Bueno, él se merecía malos sueños.
-No-. Él se acurrucó en posición fetal. -Darcy-.
Ella respiró hondo. Estaba soñando con ella. Y su voz había sonado como quejido
de dolor. ¿Una conciencia culpable? .¿O se había enamorado de ella, también?. Ella
salió de la habitación. Recordó la forma en que ella lo había visto aquella noche en
el invernadero cuando él había pensaba que nadie estaba mirándolo. Se veía
miserable.
Se acercó a la mesa. ¿ Y si todas estas botellas de cerveza vacías eran su forma de
ahogar el dolor?. Las etiquetas de las cintas de video captaron su atención. “Cuatro
hora local / Darcy Newhart”.¿Qué era eso?. Cogió una y la insertó en la
videograbadora. Ella encontró el control remoto en el sofá, a continuación,
encendió la televisión. El volumen estaba bastante bajo, pero apretó el botón de
silencio por si acaso.
La cinta comenzó. Sus rodillas se doblaron, y ella se dejó caer sobre el sofá. ¡Oh,
Dios, recordar esto. Era el programa en el parque para perros en el Bronx. Ella
estaba allí, viva y caminando a la luz del sol. Ella apretó la mano contra su boca.
Sus ojos se le llenaron de lágrimas. Maldita sea. No iba a llorar. Esa vida se había
acabado.
Apagó la televisión y examinó los videos. Una docena en total, que cubrían la toda
la carrera y más allá. Leyó la última etiqueta “Darcy, ¿Desaparición/ Muerte?”.
Con un grito de asombro, la dejó caer sobre la mesa. Buen Dios. Ella cerró los ojos
y se concentró en respirar profundamente.
Una calma se apoderó de ella cuando se dio cuenta de Austin Erickson había
estado observando las cintas. La había estudiado como un sujeto de prueba con el
fin de manipularla. Bolsa de mierda mentirosa.
Cogió un disco de computadora y leyó la etiqueta. DVN/Registros de empleados.
Ese hijo de puta.
Cogió dos más. DVN/ Suscriptores. DVN/Anunciantes. ¡Dios mío, tiene que
haberlas descargado desde DVN!. ¿Es esto lo que había hecho en su oficina?. Había
venido fingiendo que quería verla, pero mientras él había estado buscando una
manera de destruir su puesto de trabajo, sus amistades, su mundo entero.
Ella vislumbró algo amarillo debajo de los discos y los empujó hacia un lado.
Levantó una libreta y la abrió en la penumbra. Su nombre estaba garabateado en
la parte inferior de una lista. Y en el margen superior, había escrito Los vampiros
deben morir.
Con un grito ahogado, dejó caer la libreta sobre la mesa. Un escalofrío recorrió su
cuerpo. ¿Morir?. ¿Se refería a matarla?. Ella apretó las manos y miró a la lista una
vez más. Gregori, Vanda, Maggie, la lista iba nombrando a toda la gente que a ella
le importaba. El pánico la inundó, amenazando con ahogarla con toda la extensión
de la traición de Adam Se puso de pie. No iba a ser victimizada de esta manera. Su
vida le había sido robada antes, pero no volvería a suceder. Ese hijo de puta, ella
debería entrar allí y golpear su cabeza. Pero primero, tenía que proteger a sus
amigos vampiros. No más que fingir que no era uno de ellos. Ella lo era, y esto era
la guerra.
Arrancó las primeras páginas de la libreta y las rompió en pedazos pequeños. Ella
miró al ordenador portátil. Probablemente estaba lleno de información. Se lo
llevaría cuando se fuera. En cuanto a los discos, tenía que destruirlos.
Ella los recogió y se dirigió a la cocina. Abrió el horno de microondas y los arrojó
dentro. Tres minutos deberían ser suficiente. Pulsó el botón de inicio y se quedó
hacia atrás, sonriendo torvamente cuando las chispas comenzaron a chisporrotear
en su interior. Tal vez todo iba a explotar.
-Quieto ahí,- una voz grave habló en voz baja. -¡Levante las manos donde yo pueda
verlas!-.
Darcy se volvió lentamente y vio salir a Austin desde la puerta de su dormitorio.
La luz de la luna se reflejaba en el revólver de metal en la mano.
A medida que avanzaba, giraba hacia ambos lados, apuntando con su pistola hacia
las sombras.
-¿Está solo? - Darcy se dio cuenta de que él no podía ver bien.
- Estoy sola-. Él se quedó helado al oír su voz.
-¿Darcy?-.
Ella encendió la luz de la cocina y disfrutó de la mirada de asombro en su rostro. -
¿Sorprendido de verme, Austin?-. Hizo un gesto a su revólver.
-Si estas planeando matarme ahora, tendrás que hacerlo con algo mejor que eso-.
Capítulo 18
Ella sabía quién era él.
En un momento de crisis, el entrenamiento de Austin por lo general se despertaba,
permitiéndole empujar y almacenar toda emoción y reaccionar con fría lógica y
precisión. Era como debía ser para trabajar. Pero una mirada a la cara de Darcy, y
sus emociones gritaron por ser liberadas. Ella sabía quién era él. ¡Mierda!-
Miró por toda la habitación para asegurarse de que ella estaba sola. Las cerraduras
de su puerta estaban cerradas. El panel de control todavía parpadeaba, así que la
alarma todavía estaba conectada. Ella debió teletransportarse.
Una cinta de video estaba parcialmente expulsada de la videograbadora. Ella debió
de haber mirado un poco la cinta. Los discos de ordenador faltaban de la mesa.
Trozos de papel amarillo estaban sobre la mesa y el suelo. La lista que él había
hecho con el título Los Vampiros Deben Morir. Ella lo había visto. Con su nombre
en ella. La puerta emocional se agrietó y se abrió. -¡Mierda!-.
-Si te refieres a tí, estoy de acuerdo-. Darcy estaba de pie en la cocina, con sus
brazos cruzados y su semblante áspero por la cólera.
Una emoción apuñaló en su corazón. No ahora. Él apartó el dolor a un lado y
cruzó a zancadas hacia ella. -Puedo explicarlo-.
-No te molestes. Ya lo sé todo, Austin-. Ella utilizaba su nombre como un arma, y
cada vez que ella lo decía, eso lo acuchillaba, marcándolo como un mentiroso. Una
serie de pequeñas explosiones ruidosas estallaron en el microondas.
-¿Qué estás haciendo?-. Él corrió a la cocina y apretó el botón para abrir la puerta
del microondas. Todos los discos del ordenador eran un montón de plástico
derretido. Agradecía a Dios que él ya lo había descargado todo en su ordenador
portátil y en una tarjeta de memoria. De todos modos parecía que el plato giratorio
de su microonda estaba arruinado.
Él le echó una mirada irritada. -Muy bonito-.
Ella echó un vistazo a sus boxers. -Podría decir lo mismo-.
Sheesh. De todas las noches, había elegido ésta para llevar estos estúpidos
calzoncillos de Bob Esponja. Salpicado a través de su ingle estaba Bob Esponja que
reclamaba con orgullo ser el jefe de su piña. -Mi hermana pequeña me los regaló
por Navidad-.
Darcy arqueó sus cejas. -¿Tienes una familia?. Pensé que alguien como tú salió de
debajo de una roca. O tal vez, que fuiste incubado en una fangosa charca verde-.
- Sé que estás enfadada-.
- Ah, wow. Realmente tienes poderes psíquicos-.
- No lo suficientemente psíquico-. Él no estaba emocionado por como habían
resultado las cosas tampoco. Había encontrado la mujer perfecta sólo para
perderla. -En realidad pensé que eras humana hasta hace unos días-.
Ella se tensó. -Soy humana-.
-Quise decir que estabas viva-. Él dejó su arma a su alcance sobre la barra. -Pensé
eras una mortal inocente atrapada en el mundo vampiro. Quise salvarte-.
Ella inclinó su cabeza, estudiándolo. – ¿Pensaste que era una mortal?. ¿No podías
notar la diferencia?-.
-¡No!. Tenías pulso, ¡caray!. ¿Cómo puede una vampira tener pulso?. Y bebías
chocolate frío. Y siempre que leí tu mente, pensabas en playas, en el sol y en tu
familia. ¿Qué tipo de vampiro echa de menos el sol?-.
Ella rechinó sus dientes. -Yo lo hago-.
- Me tenías completamente engañado. Pensé que estabas en un peligro terrible.
Pensé necesitabas que te rescatase-.
- ¿Y tú ibas a ser el héroe y salvarme?-. Ella dio un paso más cerca, sus ojos le
brillaban tenuemente con dolor. -Llegas muy tarde-.
Él se estremeció. Él llegaba tarde. Ella nunca podía ser suya.
-Vi el título de tu pequeña y útil lista Los vampiros Deben Morir. Así que, ¿ahora
en vez de salvarme quieres matarme?-.
El dolor cavaba más profundo en su corazón. -Nunca podría hacerte daño-.
-¡Mientes otra vez!. Me has hecho daño-.
- No es lo que pensé. Pensé que estabas viva cuando yo… pero cuando descubrí
que estabas muerta…-.
-¿Te parezco muerta?-. Ella golpeó su pecho con un dedo. -¿Me sentías muerta
cuándo me tocabas?. ¿Te sabía a muerta en el jacuzzi?-.
-¡Pensé que estabas viva, ¡caray!-. Él empujó el dedo que lo golpeaba y lo apartó. -
Pero cuando salimos del jacuzzi, yo podía ver mi sombra. Y tú no tenías. Fue
entonces cuando comprendí la verdad-.
Ella entrecerró lo ojos. -Y fue entonces cuando me desechaste-.
-¿Qué esperabas que hiciera?. ¿Qué hiciera el amor con una muerta?-.
Ella jadeó, luego se apartó de su mano y le pegó una bofetada con fuerza. -¿Puede
una muerta hacer esto?-.
Él probó la sangre de su labio. Sheesh, él debería haber sabido que no hay que
insultar a una vampiro. Darcy era increíblemente rápida y fuerte. Él limpió su boca
y vio la raya roja en su mano.
Ella se puso rígida, mirando fijamente su mano.
- ¿Qué es lo que está mal, Darcy?. ¿Te olvidaste de comer antes de venir?-.
Los ojos de ella ardieron por la cólera. -Nunca he mordido a nadie. Si me
conocieras algo, sabrías que nunca podría hacer eso-.
-¿Pero tienes el impulso, verdad?-. Él dio un paso hacia ella. -No puedes evitarlo.
Es lo que eres-.
-¡Detente!-. Ella lo empujó hacia atrás y cruzó de una zancada la cocina. -No me
gusta esto. No soy mala. Y tampoco lo es ninguno de mis amigos-.
Él la siguió a la sala de estar. -He visto a tu clase en acción. Ellos atacan a la gente,
violan y asesinan a mujeres inocentes-.
-Esos son los Renegados-. Ella se apresuró a atravesar la habitación.
-El resto de nosotros no nos parecemos a ellos-.
-Tienes los mismos impulsos, la misma sed de sangre humana-.
-¡Aagh!-. Ella levantó ambas manos con frustración. -¿Cómo puedes estar tan
ciego?. Tú has visto a mis amigos en el espectáculo. Tienes que saber que no hay
nada maligno en ellos-.
Él estaba tan condenadamente frustrado, que tuvo que repartir golpes a diestra y
siniestra. -Tus queridos amigos preceden a la invención de la sangre sintética. Así
que, ellos deben haberse alimentado de inocentes. Esto los hace malvados-.
- ¿Qué te da el derecho de juzgar qué es malvado?-.
- Represento al inocente. Las víctimas-.
- ¿No crees que yo fui una víctima?-.
Su corazón repiqueteó Desde luego ella era una víctima. Y una inocente. ¡Caray!, él
quería que esto fuera simple. Bien o mal. No este oscuro lío que no tenía ningún
sentido.
Ella caminó hacia él. -Nunca te mentí sobre mi nombre o mi profesión-. Ella señaló
a las cintas de vídeo. -Nunca te investigué por la espalda. Nunca invadí tu lugar
de trabajo, pretendiendo que quería besarte cuando todo lo que quería era
información. Nunca invadí tu cabeza. Nunca puse a tus mejores amigos en una
lista negra. Nunca te traicioné o planifiqué apuñalarte en la espalda. ¿Entonces
dime, Austin, cuál de nosotros es el malo?-.
Él perdió terreno en el canapé. ¡Mierda santa!. Él había intentado tanto
convencerse de que estaba en el lado correcto, el lado humano. ¿Pero era él quien
era inhumano?.
Él miró el montón de cintas de vídeo. Él se había enamorado de la Darcy humana.
Cuando había averiguado la verdad sobre ella, había pensado que simplemente
podría apagar aquellos sentimientos.
Declararla muerta, enterrar los sentimientos, y seguir con la tarea asignada. Pero él
no podía. ¡Mierda santa!. Se había involucrado. Y todavía estaba enamorado.
Incluso aunque él supiera quién era ella.
-Tengo que irme-. Ella caminó trabajosamente hacia la puerta. En los últimos
pasos, ella cerró sus ojos y frunció el ceño con concentración. Ella se dio con la
puerta. -¡Maldición!, refunfuñó, luego apoyó su frente contra la puerta.
Su dulce Darcy. -No eres una auténtica vampiro, ¿verdad?-.
Ella le dirigió una mirada enfadada sobre su hombro. -Tengo problemas
enfocando-. Ella abrió la primera cerradura de la puerta blindada.
Ella lo dejaba. Se iba, se sentía traicionada. Él no podía dejarla ir así. Miró como
giraban la segunda y tercera cerradura de la puerta blindada.
-Eras todo lo que alguna vez quise en una mujer-.
Su mano se detuvo. -No me mientas-.
-La forma en que me sentí nunca fue una mentira. Era auténtico-.
Ella se giró para enfrentarlo. Sus ojos brillaron con las lágrimas.
Él señaló hacia las cintas. -Al principio, era curiosidad. Quería saber qué te había
pasado. Pero cuanto más te llegué a conocer, más me cautivaste. Me sentía más
fascinado y atraído. Comprendí que estaba enamorado de ti-
La cara de ella se abatió. -Y ahora, no puedes soportar el tocarme. Piensas que soy
repulsiva-.
Él se estremeció. Dios, él deseaba que fuera verdad. Sería más fácil si él no pudiera
aguantar el tocarla. Pero ahora, aún sabiendo quién era ella, él todavía la quería. –
Darcy-. Él se enderezó. -Fuiste la mujer más hermosa que alguna vez conocí-.
- Tiempo pasado-. Ella cerró sus ojos y miró lejos. -No crees que esto pueda
funcionar, ¿verdad?-.
-No. No lo creo-.
-Me dije eso tantas veces. Traté de resistirme a ti. Pero te quería tanto-.
Austin suspiró. Ambos sufrían. De algún modo, saberlo no ayudó mucho.
- Si tú nos quieres a Garrett y a mí fuera del espectáculo, lo entiendo-.
Ella suspiró algo inestable. -Sería difícil de explicar este lío a mi jefe. Sly
enloquecerá si sabe que dejé entrar a mortales en el espectáculo, pero contratar a
dos asesinos de vampiros…-
-Nunca planificamos hacer daño a alguien. Nosotros sólo conseguíamos
información-.
-Que tú planeabas usar contra nosotros-.
Él gimió por dentro. Él no podía negar esto. -Mi jefe está desesperado por
encontrar a su hija-.
-¿Y asesinar a su yerno?-. Darcy sacudió su cabeza. -Roman y Shanna son muy
felices. Deberías dejarlos solos-.
-¿Tú no piensas que ella está en peligro, se casó con un vampiro?-.
Darcy se mofó. -No entiendes cuánto se gustan el uno al otro. Pero entonces, no
creo que sepas mucho sobre el amor-.
Ouch. Él sabía que eso dolía como el infierno.
Darcy suspiró. -Si Garrett y tú pueden conseguir eliminarse en la siguiente ronda,
eso ayudaría. Entonces, los dos se habrían ido, y yo todavía tendría un trabajo-.
-Claro. Solamente guardaremos todo la cuestión del espionaje en secreto-.
Ella asintió. -Sería lo mejor para nosotros dos-.
-¿Cómo lo averiguaste?-.
Con otro suspiro, ella se apoyó contra la puerta. -El programa se estrenó en la DVN
esta noche. Shanna los vio y los reconoció. Ella llamó a Connor, y ellos me dijeron
quién eras-.
Él se estremeció. -Pensamos que terminarías toda la grabación antes de que el
primer programa saliera en el aire-.
Un golpe a la puerta la asustó. -Esta es mi salida… Te… ¿te veré en el
departamento el lunes por la noche?-.
- Sí. Espera un minuto-. Él cruzó de una zancada hacia la puerta y apagó el sistema
de alarma.
- Ahora puedes irte. Buenas noches-.
Ella le miró, su cara estaba pálida. -Buenas noches-.
Ella estaba sólo unas pulgadas de distancias, pero le pareció que había un gran
abismo entre ellos. Dos mundos diferentes.
- Qué lástima-, susurró él. ¿Cómo podría alguna vez terminar con ella?.
Ella hizo una mueca. -Sí, lo es-, y abrió la puerta.
Austin se tensó cuando vio al escocés en pollera en el vestíbulo. El vampiro joven
fulminó a Austin con una mirada irritada, luego tomó el brazo de Darcy y se la
llevó.
Fuera de su vida. De regreso al mundo vampiro. Austin cerró la puerta despacio.
¿Qué diablos iba a hacer?. ¿Traicionar a Darcy y a sus amigos?. ¿O traicionar su
trabajo en la CIA?. Ya sea que eligiera uno u otro camino, no podía evitar el
resultado. Sería un traidor.
Ian la escoltó alrededor del edificio hacia donde él había aparcado el coche. -
Connor acaba de llamar. Gregori ha estado tratando de encontrarte. Dice que su
jefe quiere verte enseguida-.
Darcy gimió. -Desde luego que quiere-. Sly se había vuelto loco debido a los
mortales en el espectáculo. Esta era la conversación que ella había temido. ¡Genial!.
¿No era suficiente con que su corazón estuviese hecho pedazos?. Ella no quería
perder su trabajo, también. Además, ella aún pensaba que incluir a mortales había
sido una gran jugada. ¿Cómo podía saber que aquellos mortales eran espías
secretos?. Ella nunca admitiría este pequeño hecho a Sly. Se encontraba en una
posición extraña. Tendría que proteger a Austin y a Garrett para protegerse.
Ian abrió la puerta del coche para ella. -Te llevaré a la DVN. Gregori lo ha
dispuesto así. Él te llevará a casa cuando hayas terminado-.
- Gracias-. Darcy subió en el asiento delantero del acompañante.
Ian pasó rápidamente hacia el lado del conductor y entró. -Tengo un móvil, si
puedes teletransportarte sería más rápido-.
Darcy sujetó su cinturón de seguridad. -Yo preferiría que condujeras, si no te
importa-.
-Bien-. Ian arrancó el motor y se fueron.
Darcy no quería intentar teletransportarse otra vez. Todavía estaba demasiado
alterada para concentrarse correctamente. Su último intento había sido tan
embarazoso. ¿Rechazada por una puerta?. Sheesh. Esto la había recordado un
espectáculo de ciencia ficción donde las puertas fallaron al abrirse y los actores
chocaron contra ellas.
Ella comprendió que trataba de no pensar en Austin. O en su confesión de amor. O
en su creencia de que ellos no tenían ningún futuro. ¡Caray!, el futuro era una cosa
que ella realmente tenía. En abundancia. ¿Por qué no podía pasarlo ella con el
hombre que amaba?. Shanna estaba felizmente casada con Roman. ¿Por qué no
podía Austin ser feliz con ella?.
¿Esperas que haga el amor con una muerta?. Sus palabras regresaron, inundándola
de dolor y frustración. Ellos no podían tener un futuro. Su misión en la vida era la
de combatir a los de su propia clase. Él tendría que dejar su trabajo para estar con
ella. Él tendría que dejar su entero modo de vida para morar en la oscuridad con
ella. Había sido duro para ella el adaptarse. ¿Cómo podía esperar que él lo hiciera?.
Él tenía razón. Era imposible.
Ian la dejó en la DVN. Ella vagó a través del vestíbulo, consciente de las fulminante
miradas que los otros vampiros le lanzaban a su paso. ¡Genial! Ella era la enemiga
número uno en el mundo vampiro.
La recepcionista la miró con ceño fruncido. -El Sr. Baco la espera. Le diré que ha
llegado-. Ella pulsó un botón en su teléfono. -Ella está aquí-.
Ella estaba condenada, pensó Darcy cuando iba por el pasillo. Llamó a la puerta de
Sly.
-Entra-.
Cuando Darcy entró, Tiffany se precipitó por delante de ella en el pasillo. ¡Genial!.
Esperemos que, Tiffany lo haya dejado de buen humor. Darcy cerró la puerta.
Sylvester Baco estaba de pie detrás de su escritorio, sus brazos cruzados, su frente
plegada con un ceño feroz.
Había subestimado a Tiffany. Darcy cuadró sus hombros y levantó su barbilla. -
¿Querías verme?-.
Sly estrechó sus pequeños y brillantes ojos. -Miré el estreno esta noche. Todo el
maldito mundo de vampiro lo miró-.
Darcy tragó. -Era lo que nosotros habíamos esperado-.
Él bordeó el escritorio. -El espectáculo terminó hace dos horas. En ese tiempo,
hemos recibido mil quinientas llamadas telefónicas y correos electrónico. ¿Sabes lo
que ellos dicen, Newhart?-.
- ¿Ellos… les gustó el espectáculo?-.
Con un resoplido, él se paró delante de ella. -Ellos te odian-.
Ella agarró sus manos juntas. -Puedo explicar…-.
-Pensé que te había dicho que El Hombre más sexi sobre la Tierra tenía que ser un
vampiro-.
-Lo será. Los mortales nunca pasarán todas las pruebas-.
-¿Dije que podías incluir escoria mortal en un espectáculo vampiro?-.
-No, pero querías una gran sacudida, una que impresionaría a todos. Creo que he
logrado eso-.
Él levantó una mano para callarla. -Déjame decirte lo que has logrado. Tienes
cabreado al mundo vampiro entero-.
- ¿Y?-. Ella se paró cuando él la señaló con un dedo.
Él dio un paso más cerca la punta de su dedo estaba a una pulgada de su cara. –
Tengo dos palabras para decirte-.
Ella se preparó para ello. Estás despedida.
La esquina de la boca de Sly estaba levantada. -Eres brillante-.
Ella tuvo un tic en el ojo.
-¡Tú sin ayuda de nadie has causado un alboroto!. Este es el acontecimiento más
apasionante desde la introducción de la sangre sintética!-.
- ¿Perdona?-.
Sly atravesó la habitación. -Tuvimos un promedio de más de setecientas llamadas
y envíos por correo electrónico en una hora. Los vampiros de todo el mundo están
espléndidamente cabreados. ¡Con nosotros! Es fantástico.-.
-¿Huh?-.
- Cuando llegue la noche del miércoles, el mundo vampiro entero vendrá a gritar
alto mientras cada uno de ellos mira nuestro espectáculo. ¿Dime, empiezan ellas
con otro mortal en el siguiente espectáculo?-.
Darcy hizo memoria. Sí, Nicholas fue echado cuando dejó caer a Lady Pamela en el
fango. -Sí, ellos lo empiezan-.
-¡Genial!-. Sly se golpeó su muslo con la mano. -Eres un genio, Newhart. Es como
que has creado una guerra por televisión. Los vampiros estarán pegados a la
pantalla para asegurarse de que los mortales sean derrotados.-.
-Ya veo-.
-¿Ellos serán derrotados, verdad?-. Sly hizo una pausa a media zancada. -Te lo
advierto, Newhart, tiene que ganar un vampiro-.
- Sí, señor-.
- ¿Has terminado ya la grabación?-.
- -No. Tenemos tres noches más-.
- ¿Y la última noche?. ¿Cuándo lo terminarás?-.
- Este viernes-.
Sly asintió. -Quiero estar allí para entregar personalmente el harén y el cheque al
ganador. ¡Será grandioso!-.
- Sí, señor-.
Sly sonreía abiertamente. -Esto es todo, Newhart. Buen trabajo-.
- Gracias-. Ella se dirigió a la puerta.
- Sólo recuerda esto, tiene que ganar un vampiro-.
- No hay problema-. Darcy suspiró con alivio cuando ella cruzó de una zancada su
oficina. Todavía tenía un trabajo. Y Austin había convenido que él y Garrett serían
eliminados en la siguiente ronda.
En su oficina, ella trabajó sobre el segundo programa que saldría al aire el
miércoles.
Después de unos minutos, la recepcionista entró con un montón de mensajes
telefónicos y correos electrónico. -Sly quiere que veas estos-.
Darcy hojeó los mensajes. Ah, no. Los vampiros del mundo entero se quejaban de
la ropa vieja del ex-harén y de los peinados. Unos también se burlaban de ellas.
Darcy había intentado tanto conseguir que las damas se modernizasen. Estos
mensajes podrían conseguirlo.
Estuvo trabajando hasta que Gregori y Maggie llegaron. Ellos se enteraron todavía
tenían trabajo y que el programa continuaría.
Maggie estudió los mensajes que maldecían el gusto del ex-harén.
-¿Sabes lo que esto significa?-.
- ¿Qué Lady Pamela echará vapores?-, murmuró Gregori.
Capítulo 19
-Esto está mal-, murmuró Gregori. -No tendrás lo suficiente para pagarme por esta
humillación-.
Darcy hizo una mueca. -En realidad, no te estoy pagando por nada-. Era un lunes
por la noche, y ella estaba en la tina caliente con Gregori y Vanda, preparándose
para grabar el cuarto episodio de El hombre más sexy de la Tierra.
- Tú acordaste en que me ayudarías a salir por la bondad de tu corazón, ¿te
acuerdas?-.
Gregori se hundió más en la burbujeante agua caliente. -Ese es mi problema.
Desgraciadamente soy agradable. Los chicos buenos nunca consiguen a la chica.-
Vanda se echó a reír. -Vamos, Gregori. Tienes a dos mujeres sólo para tí en este
momento-.
Él soltó un bufido. -No he notado que alguna de ustedes sea muy amigable. Estoy
sentado aquí solo, en mi pequeña esquina haciendo…-.
-Pucheros-. Darcy terminó la frase por él.
Él le arrojó agua en la cara. -Dijiste que estaría bien vestido para el show. Eso
significa con un esmoquin, no con esto, esta ropa interior spandex que llevo puesta
que apenas cubre mis bienes-.
-Deja de preocuparte-, dijo Darcy salpicándole agua en retribución. -Te ves muy
bien en ese Speedo-.
-Cierto-. Vanda le guiñó un ojo. -Te ves tan sexy como los bailarines de anoche-.
-No me lo recuerdes.- Gregori les frunció ceño. -Nunca debí llevarlas a ustedes
señoritas a ese obsceno club-.
-Pero nos divertimos-, protestó Vanda. -Y teníamos que celebrar el éxito que tuvo
el cambio de imagen-.
-¡Me han costado cuatrocientos dólares!-.
-¿Nosotras?- Darcy preguntó. -Pero sólo ordenamos una bebida cada una y eso era
sólo para ver-
-¿Olvidas que Vanda le colocó dinero en la ropa interior al tipo de leopardo?-.
Gregori se quejó. -Dinero que tomó de mí-.
Darcy se encogió de hombros. -Fue sólo un dólar-.
-Fueron veinte- gruñó Gregori. -Y luego todas ustedes tenían que intentarlo. Una y
otra vez-.
Darcy hizo una mueca. No era de extrañar que casi todos los bailarines masculinos
hubieran trepado por todas las chicas del ex-harén. -Lo siento. No me di cuenta
que estaban gastando tanto dinero-.
-¿Por qué no les colocaste tú un poco de dinero?- preguntó Vanda.
Darcy se encogió de hombros. -No estaba de humor-. Y no eran Austin. Incluso con
todos esos bailarines bailando frente a su cara, ella sólo pensaba en Austin. Ella
debería haberse enojado más con él. Le había mentido. Los había espiado a ella y a
sus amigos. Pero también había confesado estar enamorado de ella. ¿Cómo podía
seguir enojada cuando él la amaba?.
-¿No estabas de ánimo?- Vanda la miró horrorizada. -Pero el chico de leopardo era
tan ardiente. Y amé al vaquero de pantalones sexys-.
-Esos eran chaps1-, aclaró Darcy. Y eran de hecho atractivos ya que el vaquero
olvidó llevar sus pantalones debajo. En algún momento, mientras recibía latigazos
con el vuelo de los chaps del vaquero, notó cuán fácilmente había perdonado a
Austin. La única explicación que pudo dar a esto era que ella lo amaba mucho
todavía. Demasiado, para sólo dejarlo así.
-Bueno, yo si estaba de ánimo definitivamente-. Se avivó Vanda. -El vaquero
desenfundaba bastante el revólver de seis tiros-.
-Sí-. Darcy hizo una mueca. -Temí que disparara accidentalmente-.
Vanda se echó a reír. -¿Y qué me dices del bombero?, ¡wow! Nunca había visto una
manguera tan larga-.
-¡Basta!- gruñó Gregori. -Realmente no quiero tener estas imágenes mentales. Ya es
bastante malo que…-.
-¿Qué?- preguntó Darcy.
-Nada. Me alegro de que se hayan divertido damas-.
-Yo también-. Darcy asintió con la cabeza. Después de cambiarse la imagen, las
damas lucían jóvenes y hermosas. Había sido maravilloso en el club, ella notaban
lo atractivas que aún eran. Y cuánto poder podían aún ejercer sobre los hombres.
Gregori se cruzó de brazos y frunció el ceño. -Si alguna vez quieren ir allá otra vez,
las dejaré y volveré por ustedes más tarde-.
- ¿Tu no lo disfrutas?- preguntó Vanda.
Él soltó un bufido. -El vaquero me pidió mi número de teléfono-.
Darcy se ahogó, tratando de no reírse. -Pobre Gregori. Es demasiado sexy para su
propio bien-.
1 Chaps: son unas cubiertas que se colocan los vaqueros sobre los pantalones que consisten en unas sobrecalzas y un cinturón que recubren las piernas.
Él la fulminó. -¿Y ahora me quieres usar como cebo para hombres? Esto no estaba
en la descripción de mi trabajo-.
-Pero es la única manera de probar el siguiente requisito-, insistió Darcy. -El
“requisito número siete” indica que al Hombre Más Sexy de la Tierra le tienen que
atraer las mujeres-.
-Esa fue mi idea.- dijo Vanda mientras se alisaba su morado pelo mojado. -Es por
eso que esta noche tengo que juzgar eso-.
-Y el “requisito número ocho” dice que debe saber cómo complacer a una mujer-,
continuó Darcy. -Vanda también verificará eso -.
-Sí-. Ella suspiró. -Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo-.
Gregori la miró horrorizado. -¿Lo harás con los seis tipos? ¿Frente a las cámaras?-.
-No te preocupes-, dijo Vanda ajustando la parte superior de su bikini para que su
tatuaje de murciélago púrpura pudiera ser visto. -No haré nada demasiado
escandaloso-.
-Sin desnudos-, le advirtió Darcy. Sheesh, Sly iba a amar este episodio. Ella sólo
esperaba que Austin se negara a entrar en la bañera de hidromasaje con Vanda. La
idea de ver a Vanda haciendo algún movimiento sobre él, era demasiado horrible.
Pero, sin duda, Austin se negaría a cooperar. Después de todo, se suponía que
debía ser eliminado esta noche.
Maggie cruzó el área de la piscina iluminada hasta que les alcanzó. -Los hombres
están listos y esperan en el invernadero-.
-¿Están todos los trajes de baño puestos?- preguntó Darcy. -¿Y sus tobilleras?-.
-Sí. Y llevan números para saber quién irá primero-.
-¿Quién será el primero?-, preguntó Vanda.
-Otto-. Maggie hizo una mueca. -Él está usando un bikini minúsculo. Y lleva la piel
de su abdomen aceitada. Dijo que quería que sus bultos brillaran a la luz de la
luna-.
Darcy gruñó.
Vanda sonrió. -Estoy lista-.
-Yo no lo estoy-. Gregori se hundió en el agua hasta la barbilla.
-Vamos a empezar-, dijo Darcy señalando a los camarógrafos.
Maggie regresó al invernadero, de donde haría pasar a los hombres, uno a la vez.
La piscina se extendía entre el invernadero y el jacuzzi. Una silla del patio había
sido colocada en cada lado de la piscina. Maggie abrió las puertas de vidrio del
invernadero. Otto apareció en el umbral, su enorme cuerpo engullía todo el
espacio.
-Esa es nuestra señal-, dijo Darcy saliendo de la tina caliente. Con un gemido,
Gregori hizo lo mismo. Darcy paseó por el patio hasta la silla ubicada en el lado
sur de la piscina. Gregori se dirigió a la silla ubicada en el lado norte. Las cámaras
siguieron sus movimientos.
Fue un poco embarazoso, tuvo ella que admitir. Allí estaba ella, con un revelador
bikini, chorreando agua al andar, sólo para ver si podía captar la atención de un
hombre. Y todo esto sería visto en la televisión internacional para vampiros.
Pobre Gregori. Esto podría ser muy embarazoso para él.
Otto caminó por la terraza. Tan pronto como notó que las cámaras lo enfocaban,
hizo una pausa para una pose.
-Sí, estoy inflado para esta noche-. Él dio la espalda a las cámaras para mostrar más
protuberancias. Luego se giró hacia un lado para mostrar sus bíceps.
Darcy se cansó de verlo y se sentó en la silla del patio. Saludó a Gregori que estaba
al otro lado de la piscina. Se sentó y frunció el ceño. El propósito de este ejercicio
era probar la preferencia sexual de cada hombre. Cuando el concursante abandonó
el invernadero, miraría o bien en la dirección de Darcy o en la de Gregori.
Desgraciadamente, Otto estaba demasiado enamorado de sí mismo y no notó a
ninguno de ellos.
Finalmente, Otto se quedó sin poses y caminó alrededor de la piscina. Se detuvo
delante de Darcy. -¿Usted desea a Otto, sí?-.
-Oh, sí-. Darcy señaló a Vanda. -Pero ella lo quiere primero-.
-Sí, las damas que me desea deben esperar su turno. Otto se rió entre dientes
mientras caminaba hacia la bañera caliente. Saltó adentro, salpicando agua por la
borda. -Otto ha llegado para darle vida-.
No pasó mucho tiempo antes de Vanda comprobara personalmente las
protuberancias de Otto. Darcy giró su silla hacia un lado para no ver más de lo que
quería. Gregori llamó su atención cuando se aparentaba estar asfixiándose y con
náuseas.
-¿Mis bultos ya están creciendo?-, dijo Otto con su voz de trueno. -Es el momento
de jugar en la zona de Otto-.
-¡Corten!-, dijo Darcy poniéndose de pie. -Ya está bien, Otto-.
-Adiós, Otto-. Vanda se retiró al otro lado de la bañera de hidromasaje.
Otto salió y pasó frente a Darcy en su camino de regreso al invernadero. Ella miró
el cielo para no ver las protuberancias que se habían producido recientemente.
Entonces, ella se metió en la tina caliente para calentarse.
Vanda sonrió. -Creo que Otto ha pasado la prueba-.
Darcy asintió con la cabeza. Y las otras damas, que estaban viendo esto en la
televisión en sus salas, probablemente estaban de acuerdo.
Gregori se sentó en el borde de la bañera caliente con los pies colgando en el agua.
-¿Cómo puedes pararlo a ese tipo?. Está tan plagado de sí mismo-.
-He visto cosas peores-, dijo Vanda encogiéndose de hombros.
-Pero yo creía que ustedes damas, sólo se interesaban en el sexo mental con un
vampiro-, dijo Gregori.
-Cierto-. Vanda se alisó el pelo. -Pero estoy trabajando en la teoría de que un
vampiro tendría que ser bueno en el sexo a fin de proyectar el buen sexo en su
mente-.
Darcy nunca había tenido relaciones sexuales con un vampiro, pero se preguntaba
si era posible con Austin. Después de todo, él tenía poderes psíquicos.
Gregori hizo un gesto hacia el invernadero. El siguiente competidor estaba de pie
en el umbral. -Es hora del show, otra vez-. Se puso de pie y se dirigió de nuevo a
su asiento en el lado norte de la piscina.
Darcy se encaminó hacia su silla. Sus pasos se desaceleraron cuando se dio cuenta
de que Pierre Bruselas no la estaba mirando. Dirigió una mirada de advertencia a
Gregori. Él estaba recostado en su silla del patio, mirando las estrellas,
completamente ajeno al hecho de que él había adquirido un nuevo admirador.
Pierre cruzó la terraza, a continuación, se dirigió al norte alrededor de la piscina.
Gregori se incorporó de un tirón y Darcy le dio una mirada asesina.
Ella dio un respingo y pronunció la palabra: -Lo siento-.
Pierre se detuvo junto a Gregori y murmuró algo. Incluso a través de la piscina,
Darcy podía ver cómo se enrojecía la cara de Gregori. Pierre completó su caminar
hacia la bañera de hidromasaje y entró. Vanda habló con él por un tiempo.
Entonces, ella le estrechó la mano. Él se dirigió de nuevo al invernadero, rodeando
la piscina por el lado norte.
Gregori lo vio venir y se zambulló en la piscina. Sus dientes castañeteaban en el
momento en que se unió a Darcy y Vanda en la tina caliente. -Esa piscina está
congelada-. Se hundió en el agua caliente hasta la barbilla y cerró los ojos.
-Parece que voy a tener que eliminar a Pierre-, dijo Vanda. -¡Qué vergüenza!. Era
tan lindo-.
Darcy maldijo en silencio. Sólo dos hombres podían ser eliminados esta noche, y
ella esperaba que fueran los hombres de la CIA. -¿Qué te ha dicho, Gregori?-.
Gregori abrió un ojo para mirarla. -No se hablará del incidente de nuevo-.
-Pobre Gregori-. Vanda sonrió. -Te dije que te veías sexy-.
Austin esperaba en el invernadero, cada vez más molesto. Parecía que el reality
show tenía una sección en traje de baño después de todo. Los otros hombres
llevaban escasamente un pequeño calzoncillo, pero él se negó a jugar el papel de
objeto sexual masculino. La tropical impresión de su prenda de natación era lo
suficientemente larga para llegar a la mitad del muslo.
Reginald del Manchester fue el tercer participante en partir hacia la piscina.
Cuando regresó al invernadero, chorreando agua, Maggie le dio una toalla y le
pidió que bajara y se pusiera ropa seca para la ceremonia de la orquídea. Austin
notó, que el vampiro británico era sorprendentemente flaco. El tipo debe haber
estado usando una gran cantidad de relleno bajo su ropa.
-¿El número cuatro?-, preguntó Maggie.
-Soy yo-. Austin se reunió con ella en las puertas vidriadas
-Vas a ir alrededor de la piscina hacia la tina de agua caliente-, le indicó Maggie. -
Después de hablar con Vanda por un tiempo, volverás aquí. ¿Entiendes?-.
-Sí-. Y con mi eliminación también.
-Muy bien, ya están listos-. Maggie abrió la puerta.
Mientras Austin caminaba por la terraza, entró en escena. El anfitrión se dirigió
hacia una silla a un lado de la piscina, y Darcy estaba en el otro lado. Él se quedó
con la boca abierta. Santa madre caliente. El pequeño bikini rojo de ella estaba
mojado y moldeado a su cuerpo. Sus pezones se habían fruncido por el aire fresco
de la noche. La parte inferior del bikini estaba atado a sus caderas, las cuerdas
colgaban y pendían para ser desenredadas. Tenía la piel pálida bajo la luz de la
luna. Ella parecía demasiado frágil al tacto, sin embargo, era tan atractiva, que
sabía que nunca podría quitarle las manos de encima.
Sus ojos se encontraron con los suyos. Había un deseo en sus ojos tristes, le rompía
el corazón. Su mirada cayó sobre su cuerpo, y luego regresó a su rostro. El anhelo
en sus ojos se volvió más intenso, más desesperado. Ella lo quería, también. Si no
salía cuanto antes de este programa, perdería totalmente la resistencia. Incluso
ahora, su cuerpo estaba sucumbiendo. Su ingle se hinchaba. Su corazón le guiaba
hacia ella.
Tenía que parar esto. Ahora. Se zambulló en la piscina y dejó que el agua helada
apagara su deseo. Cruzó la piscina y salió. Se estremeció, su piel estaba erizada
como carne de gallina.
Vanda lo miraba desde el spa. -Entra, pareces tener frío-.
Se frotó las manos sobre sus brazos. Debía rechazarla. ¿No lo eliminaría eso?. -No,
gracias-.
-¿No quieres calentarte?- dijo Vanda flotando en la bañera y deteniéndose junto a
sus pies. Cogió el diminuto micrófono ubicado en la parte superior de su bikini y
lo arrojó a la piscina.
-¡Uy!. Qué torpeza de mi parte. Ahora, nadie me oirá hablar de la noche en que tú
y Darcy se calentaban en el jacuzzi-
Austin se puso tenso. -No sé de qué estás hablando-.
Vanda sonrió. -Fue grabado en cámara. Lo transmitieron la otra noche en la DVN-.
La boca de Austin se abrió. ¿Su sesión de desvestirse con Darcy había sido
transmitida en la televisión para vampiros?.
Él miró a Darcy. Estaba de pie junto a la piscina, su expresión era cautelosa.
-No te preocupes-, continuó Vanda. -Nadie sabe que fue Darcy. Además de tí y de
mí, claro. La mayoría de la gente piensa que era Lady Pamela Lee o Cora, ya que
ambas tienen el pelo rubio. Pero reconocí el vestido de Darcy cuando lo tiró a la
piscina-.
-¿Se lo contaste a alguien?-.
-No-. Ella se escabulló de vuelta a través de la tina. –Al menos, no todavía. ¿Por
qué no te sientas un rato?-.
¿Estaba ella amenazándolo con exponer a Darcy?. Austin no estaba seguro, pero no
quería tomar ningún riesgo. Entonces, entró en la tina de agua caliente y se instaló
en el asiento frente a Vanda.
Ella sonrió. -¿No está mejor así?- Miró más allá de él e hizo una mueca. -Oh,
querido. Darcy está mirándote ahora-. Vanda relampagueó a través del agua hasta
sentarse a su lado. -¿Le damos celos?-.
-Prefiero que no-.
-Cierto. No es necesario, en realidad. Ella se perdió el minuto en que te vio en las
audiciones. Ella te llamó Apolo, el dios sol-. Vanda pasó un dedo por su
mandíbula.
Austin se deslizó por el asiento. -No quiero que se moleste-.
Vanda miró por encima del hombro. -Demasiado tarde. Ella se ve muy enojada-.
Austin cruzó sus brazos sobre el pecho. -¿Qué quieres de mí?-
Vanda apoyó un codo en el borde del spa y lo estudió. -Quiero saber si realmente
te preocupas por ella-.
Después de una pausa, él decidió que no había nada de malo en confesar la
verdad. -Estoy enamorado de ella-.
-Ah-. Vanda apoyó la barbilla en la mano. -En la grabación, parecía más lujuria.
¿Estás seguro de que es amor lo que sientes?-.
-Estoy seguro-. Por desgracia. Había tratado de enterrar a sus sentimientos, pero
continuaban creciendo y profundizándose a pesar de todo.
-Darcy ha sufrido demasiado. Ella merece ser feliz-.
Austin arqueó una ceja. -¿Estás diciéndome que te preocupas por ella?-.
-Sí. ¿Eso te sorprende?-.
Él respiró hondo. Hace una semana, él no hubiera creído que los vampiros podían
sentir compasión o lealtad el uno al otro, pero claramente sí lo hacían. Parecían
sentir todo tan profundamente como cuando estaban vivos. Soy humana, las
palabras de Darcy vinieron a él. -He tenido que reajustar mis pensamientos-.
-Ella merece lo mejor. Ella tiene el alma de un ángel-. Una esquina de la boca de
Vanda estaba levantada. -A diferencia de mí-.
-¿Admites que estás mal?-.
Su sonrisa se ensanchó. -Algunos dirán que lo estoy-.
-¿Qué has hecho? .¿Has asesinado a alguien?- Él lo dijo con indiferencia, pero
estaba mortalmente serio.
La sonrisa de ella se desvaneció. -Yo prefiero llamarlo “administración de justicia”-
Él entornó los ojos. -¿Alguna vez has hecho daño a un inocente?-.
-No-, respondió ella con facilidad. -¿Y tú?-
-No-.
Ella se acercó. -Entonces nunca lastimes a Darcy-.
Austin entendió la amenaza implícita en su voz. -Yo no quiero, pero no es así de
simple-.
-Dices que la amas. Ella te ama. Suena simple para mí-.
-No, es… complicado. Mi trabajo es importante-.
-¿Más importante que Darcy?-.
-No, pero yo no dejo de estar en una posición en la que hay que elegir-. Dios, no
debería estar en una posición en la que estaba discutiendo los asuntos del corazón
con un vampiro.
-Si la quieres, sólo hay una elección-.
-No es tan fácil. Tendría que renunciar a todo. A mi vida, cambiar todas mis
creencias-.
-¿Y no estás listo para hacer eso?-.
¿Podría hacerlo?.¿Darle la espalda al equipo de Estacar y a la CIA?. ¿Unirse a
Darcy y vivir entre los vampiros?. Él sería considerado un traidor a su país.
Sobrevendrían tiempos duros, incluso si consiguiera un empleo decente.
-He tenido una vida difícil-, decía Vanda mirando las estrellas. -He visto cosas
terribles. Los campos de concentración, las torturas, la muerte. La increíble
crueldad humana. Hubo momentos en los que le rogué a Dios con valentía que
acabara con todo. No podía soportar ver más horror-.
-Lo siento-. Y no sólo lo decía. De hecho, sentía compasión por estas vampiras.
Vanda se incorporó y lo miró. –Lo soportaría todo de nuevo hasta mil veces si con
ello pudiera traer a mi hermanita pequeña de vuelta a la vida-. Las lágrimas
brillaban en sus ojos. -Ella era tan inteligente y llena de vida. Habría sido como
Darcy si hubiera sobrevivido-.
Austin asintió con la cabeza, sus ojos desgarraban lágrimas.
Vanda flotó hacia él. -No hay nada más sagrado que el amor. No dejes que se te
escape lejos-.
Se sentía como si una lágrima se hubiese roto en la oscuridad para revelar una luz,
y Austin podría finalmente ver. -Tú no eres nada mala, ¿verdad?-. En estos días,
ningún vampiro es realmente malo.
-Todos hacemos lo mejor que podemos con lo que nos ha tocado-.
Austin dijo: -Te deseo lo mejor, entonces-. Y se dirigió hacia Darcy. Ella le dedicó
una mirada furiosa, y luego le dio la espalda.
-Tenemos que hablar-, dijo él en voz baja, consciente de que las cámaras estaban
sobre ellos. Continuó caminando hacia el invernadero.
Maggie le dio una toalla. -Por favor, vístete para la ceremonia de las orquídeas que
se realizará en el vestíbulo-.
Él caminó hacia la escalera. No era de extrañar la locura de Darcy. En él se hundía
la sensación de que no sería eliminado esta noche.
Capítulo 20
Darcy acompañó de nuevo a Vanda a la sala de la servidumbre para saber lo que
las otras damas pensaban de la competencia de la noche. Por desgracia, todas
estaban de acuerdo con Vanda, por lo que parecía que su esperanza de eliminar a
ambos agentes de la CIA se desvanecía. Vanda se cambió y se puso ropa seca,
recogió dos orquídeas negras de la nevera y, a continuación, las damas pasaron al
salón para la ceremonia.
La Princesa Joanna tropezó cuando uno de los tacones de aguja se enganchó en la
alfombra gruesa del vestíbulo. –Por las heridas de Cristo, una dama podría
romperse el cuello en estos zapatos-.
-Mejorarás con la práctica-. Darcy se acercó para estabilizarla. -Todas se ven
maravillosas-.
-Gracias-. La princesa se veía elegante con su caro vestido negro adornado en el
cuello con un collar de perlas.
-Al principio, me sentí completamente desnuda sin mi corsé-, anunció Cora Lee.
-Pero ahora, me encanta. Por primera vez en más de cien años, realmente puedo
respirar-.
Cora Lee y Lady Pamela habían ambas optado por un estilo juvenil de pantalones
estilo satén acampanados y de cintura baja, y una blusa brillante sin espalda.
La Princesa Joanna frunció el ceño ante ellas. -Deberían estar avergonzadas. Están
mostrando mucha carne-.
-Eso es maligno-. El vestido de María Consuelo llegaba a los tobillos.
Lady Pamela se encogió de hombros. -Mis viejos vestidos exhibían la mayor parte
de mis pechos, y nadie se opuso a eso-.
-Sin embargo, revelar el ombligo... es impío-. María Consuelo retorcía el rosario
entre las manos. -Nunca he visto mi ombligo-.
-¿Qué?-, preguntó Darcy. -Pero cuando tomas un baño...-.
-Me baño en un movimiento como cualquier dama decente debería hacer-.
-Oh-. Darcy se dio cuenta que las mujeres podrían tener ropa moderna, pero
algunos de sus ideas todavía permanecían arcaicas.
Las damas entraron en el vestíbulo. Los hombres se habían cambiado los trajes.
Gregori se adelantó para dar la bienvenida a las damas, mientras que los seis
concursantes se mantuvieron en el rellano de la escalera.
Darcy miró brevemente a Austin. Sus anchos hombros se veían tan bien en el traje.
A diferencia de Reginald, no necesitaba relleno en su ropa. La luz de la lámpara de
araña atrapó los reflejos dorados de sus cabellos. Parecía que los había frotado con
una toalla y secado rápidamente, pero estar despeinado sólo lo hacía parecer más
sexy.
Sus ojos se encontraron con los suyos, y ella apartó la mirada. Ella no lo iba a
perdonar tan fácilmente esta vez. Él le había dicho que conseguiría ser eliminado
esta noche, pero entonces, se había metido en la tina caliente con Vanda. Y puesto
que Vanda había tirado su micrófono, Darcy no tenía ni idea de lo que habían
hablado. Ella había tenido que dejar de grabar y luego conseguir un nuevo
micrófono para Vanda.
-Buenas noches-, comenzó Gregori. -Esta noche, dos hombres serán eliminados.
Pero primero, un anuncio importante. El ganador recibirá ahora cuatro millones de
dólares-.
Los fotógrafos capturaron las reacciones de todos. Incluso Darcy se sorprendió. Sly
nunca le había mencionado que estaba dispuesto a pasar de los tres millones.
Vanda se trasladó al centro del vestíbulo. -Mi primera orquídea es para Pierre de
Bruselas-.
Pierre caminó hacia adelante para aceptar la flor. Luego, subió a recoger su
equipaje.
-Y la segunda orquídea es para Reginald de Manchester-. Vanda le entregó la
orquídea.
Los concursantes que quedaron se felicitaron mutuamente y se dispersaron a sus
habitaciones. Gregori y las mujeres pasaron a la sala de retratos, seguidas por los
fotógrafos.
-Esta noche, eliminaste a Pierre-. Gregori iluminó con la linterna especial el retrato
del belga. Sus colmillos aparecieron.
-Oh, tonterías-, murmuró Cora Lee. -Era un vampiro-.
-Y eliminaste a Reginald-. Gregori se movió delante del retrato del inglés.
-Ciertamente él es un mortal-, insistió Lady Pamela. –Sus dientes son tan falsos-.
-Y es tan flaco-, añadió Cora Lee. -Yo digo que he visto más carne en una zarigüeya
hambrienta-.
Gregori apuntó con su linterna al retrato. Los colmillos torcidos de Reginald
brillaban intensamente con una tonalidad amarillenta.
-¡Santa María, que los santos nos libren!.. María Consuela buscó su rosario.
La princesa Joanna se puso de pie, tambaleándose ligeramente en sus tacones de
aguja. -¡Esto es terrible!. Dos vampiros expulsados. Te lo ruego, Darcy, debes
asegurarnos de que no haya más mortales que nos molesten-.
Darcy hizo una mueca. -No puedo decirlo. Pero recuerden, mañana por la noche,
probaremos a los hombres en la competencia de fuerza-.
La princesa se sentó con un suspiro de alivio. -Bien. Ningún hombre mortal jamás
podría ser más fuerte que un vampiro-.
-Yo seré la jueza mañana por la noche-. María Consuela besó la cruz de su rosario. -
Y con la bendición del Señor, voy a descubrir a los seres inferiores y a desterrarlos
de nuestra presencia-.
Darcy dudaba se que el Señor se ocupara de la detección de seres inferiores, pero
aún así, confiaba en que las damas eliminarían a Austin y Garrett. Ella estaría en
serios problemas si cualquiera de los hombres mortales llegaban a la última ronda.
No tenía la menor duda de que Austin era el hombre más sexy sobre la tierra, pero
no obstante, ella no podía permitir que él ganara.
La pregunta más importante era, ¿podría haber un futuro para ella y Austin?. Ella
no tenía ninguna duda de que estaba enamorada de él. Incluso su rechazo y la
mentira no habían logrado aplastar sus sentimientos hacia él. Las palabras de
Vanda volvían a perseguirla. No hay nada más sagrado que el amor. ¿Cómo iba a
lanzar este amor lejos sin darle una oportunidad?. Roman y Shanna estaban
dándose una oportunidad. ¿Por qué no podría ella?
Si pudiera salvar la brecha entre sus dos mundos. Pero no había ningún terreno
intermedio para ella. Ella no podría compartir nunca el sol con Austin, vivir una
vida normal con él. Ella estaba atrapada en su mundo, y tendría que estar
dispuesto a reunirse con ella allí.
¿Era justo esperar tanto de él?.
Tal vez no debería pedir demasiado. Tal vez ella debería dar un pequeño paso a la
vez. Ahora él apenas podía soportar su contacto. Él pensaba que ella estaba
muerta.
Tendría que hacer que lo supere. Tenía que demostrarle cuán viva y palpable
estaba ella. Tenía que mostrarle lo mucho que lo amaba.
De repente parecía todo claro. Austin estaría en el departamento una noche más.
Esta noche sería perfecta.
Ella sólo necesitaba el valor para seducirlo.
Garrett rasgó una bolsa de patatas fritas. -¿Cuatro millones de dólares?. Tengo la
tentación de ganar el maldito concurso-.
-De ninguna manera les darán ese dinero a un mortal-. Austin se sentó a la mesa
de la cocina y abrió la lata de refresco de cola. -Creo que nuestro tiempo aquí casi
está terminando. ¿Recopilaste toda la información?-.
-Un poco. Sólo los nombres de los vampiros-.
Austin asintió, aliviado de que Garrett no hubiera logrado mucho. -Emma y yo
matamos a un vampiro la otra noche en el Central Park-.
-¿No me digas?-.
-Él estaba atacando a una mujer. Salvamos su vida-.
-Estupendo-. Garrett apretujó algunas patatas en su boca.
-Ninguno de los vampiros que están aquí atacarían a alguien-.
Garrett resopló. -Lo harían si tuvieran el hambre suficiente-.
-Creo que Shanna Whelan tenía razón sobre la existencia de dos tipos de vampiros.
Ella los llamó vampiros modernos respetuosos de la ley y los renegados-.
-Le lavaron el cerebro-, Garrett murmuró con la boca llena.
-Piensa en ello. Obviamente, hay dos grupos diferentes, porque nosotros también
los vimos listos para luchar entre sí en Central Park. Y yo los escuché cuando
interceptamos las comunicaciones telefónicas. Ellos se odian entre sí-.
-Es una maldita vergüenza que no se maten unos a otros. Sería hacer nuestro
trabajo más fácil-.
Austin tomó un sorbo de su refresco de cola. -Creo que debemos aprender más
acerca de estas dos diferentes facciones-.
Garrett negó con la cabeza. -Entrar en su política sería una pérdida de tiempo. Solo
necesitamos matarlos-.
Austin terminó su bebida en silencio. Necesitaba ponerse en contacto con Shanna
Whelan. O Draganesti, como se llamaba ahora. Ella sería capaz de decirle más
sobre los vampiros. Y lo que era estar casada con uno de ellos.
Él estaba perdido, podía sentirlo. Ya no podía creer que todos los vampiros eran
demonios malvados. Todo lo que había aprendido en las últimas semanas
apuntaba a que era un mundo curiosamente paralelo al mundo mortal. Al igual
que los seres humanos, los vampiros pueden ser buenos o malos.
Pueden amar u odiar. Y como él estaba enamorado de uno de ellos, estaba tratando
de hacer las paces con su mundo para que él pudiera aceptarla. Aún así, dar la
espalda a la CIA y a su antigua vida iba a ser duro. Demasiado duro.
Tiró la lata en la basura. ¿En qué pensaba, qué podía casarse con Darcy y vivir
felices para siempre?. Bueno, ella podría vivir para siempre, pero él iba a envejecer
y morir. ¿Cuánto tiempo tomaría antes de que ella se cansara de su viejo culo?. Y
en cien años a partir de ahora, él se habría ido hacía mucho tiempo y sería
olvidado.
Así que, ¿valía la pena tirar el trabajo de su vida por un sueño frágil? Si era
razonable, sería eliminado al llegar mañana por la noche. Y nunca vería a Darcy
nuevo. Pero por primera vez en su vida, ser razonable sonaba estúpido.
Dio las buenas noches a Garrett y caminó hasta su cuarto. Encendió el equipo y
verificó las cámaras de vigilancia. Los últimos dos vampiros, Otto y Roberto, se
encontraban en la sala de billar, jugando al billar. El vestíbulo y la sala de retratos
estaban vacíos. Cambió a la casa de la piscina y al instante se arrepintió.
Darcy parecía recién salida de la ducha, con el pelo húmedo y su cuerpo
escasamente cubierto con un pijama corto. Sus sentimientos de añoranza y de
desesperación regresaron.¿Cómo podía renunciar a ella?. La charla de Vanda en la
bañera de hidromasaje le había recordado lo raro y especial que el amor podía ser.
Darcy era inteligente, valiente, todo lo que él siempre había querido. Ella también
estaba nerviosa y agitada. Estaba dando vueltas por la habitación. De sus
expresiones faciales y las palabras que murmuraba, dedujo que estaba discutiendo
consigo misma.
Ella se dirigió a la cocina y sacó una botella de la nevera. Ella la agitó, desenroscó
la parte superior, y derramó un líquido rojo oscuro, en un vaso. Austin hizo una
mueca. Tomó algo más de la nevera. ¿Jarabe de chocolate? Apretó un poco en la
copa y entonces movió la mezcla con una cuchara. Luego, añadió unos cubitos de
hielo.
Salió de la cocina, bebiendo de la copa. Austin se recostó en su silla, con el corazón
hundido. Ella podría tratar de disimular el sabor, pero el resultado era el mismo.
Ella estaba bebiendo sangre.
Él se dirigió al baño y tomó una ducha de agua caliente. Metió la cabeza debajo del
cabezal, pero la lluvia no pudo lavar de su memoria la ingesta de sangre de Darcy.
¿Cómo iba a unirse a su mundo?.-
No hay nada más sagrado que el amor. Las palabras de Vanda, se extendieron a su
alrededor y se aferraban a él como el vapor caliente. ¿Cómo podía darse por
vencido?. Él la amaba. Pero, ¿podría comprometerse con un vampiro?.
Se secó y luego volvió de nuevo a la habitación con la toalla envuelta alrededor de
su cintura. Echó un vistazo a la pantalla del ordenador. Darcy ya no estaba en la
sala principal de la casa de la piscina. Había ido probablemente a la habitación
donde él no tenía una cámara.
Revisó el vestíbulo y las escaleras. Vacíos. Pasó al pasillo del ala este.
Su respiración se detuvo, y la toalla cayó al suelo. Darcy se dirigía hacia él. Se
había puesto una bata blanca para cubrir sus shorts y su camiseta sin mangas.
Fue a su maleta y sacó un par de calzoncillos limpios de seda roja. Bueno, era
mejor que el de “Bob Esponja”. Hubo un ligero golpe en la puerta. ¡Maldición!.
Tiró de los pantalones y cerró el ordenador portátil. Apartó el cabello húmedo de
su rostro y abrió la puerta.
El rostro de ella estaba pálido y tenso. Su mirada se desvió por encima del cuerpo
de él y luego volvió a su cara. Trató de mantener una expresión en blanco. -Esto no
es una buena idea-.
Ella apretó la mano contra la puerta para evitar que se cerrara. -Dijiste que
debíamos hablar-.
-He cambiado de opinión-.
Ella frunció el ceño. -Esta es tu última noche aquí-.
Nuestra última oportunidad para estar juntos, las palabras se cernían sobre ellos,
silenciosas. -No estoy seguro de que pueda funcionar-.
La ira brilló en los ojos de ella. -¿Estás renunciando sin luchar?. Eso no suena
como algo dicho por un super-espía machista-. Ella empujó la puerta con una
fuerza sorprendente.
Fuerza de vampiro. ¿Podría ella realmente dominarlo?. Austin dio un paso atrás. -
¿Estás enfadada?-.
-¿Tú qué crees?-. Cerró la puerta y caminó a través de su habitación. -Estuviste de
acuerdo en irte del programa al comienzo de esta noche. Y, sin embargo, todavía
estás aquí-.
-Yo no estaba tratando de quedarme. Sólo sucedió-.
-Eso es. Simplemente no puedes dejar de ser el hombre más sexy en la tierra. Debe
ser una prueba terrible para ti-.
Él apoyó un hombro contra la pared y cruzó los brazos sobre el pecho.
-¿Estás tratando de hacer que me despidan?- Ella continuó moviéndose. -¿No te
das cuenta de que ésta es la única red de televisión donde puedo trabajar?.
Ella se detuvo para mirarle. -¿Te es totalmente indiferente la situación que estoy
pasando?-.
Él apretó los dientes. -¿Ya has terminado?-.
-¡No!-. Se dirigió hacia él. -Nunca deberías haberte metido en el jacuzzi con Vanda-
-Nosotros sólo hablamos. Ya lo sabes. Estabas mirando-. Él le dirigió una mirada
irritada. -Como un halcón-.
Ella soltó un bufido. -Bueno, sin duda te has recuperado de la repulsión. O quizás
sólo sientes repulsión por mí”.-
-¡Nunca me causaste repulsión!-. Él se apartó de la pared. -Tú acababas de
desconcertarme y desatar un infierno en mí. Pensando en el sol y las playas. Copas
de chocolate helado. Teniendo un maldito pulso. ¿Cómo se puede estar muerta y
tener pulso?-.
Ella se puso las manos en las caderas. Sus pechos se levantaban con cada
respiración enojada. -Yo no estoy muerta -.
-No muerta entonces, si eso te hace sentir más viva-. Él se tambaleó hasta ella y tiró
del albornoz dejando al descubierto un hombro. Hizo caso omiso de su grito de
asombro y apoyó dos dedos contra su arteria carótida. Su pulso latía contra su
mano.
-¿Y bien?. ¿Estoy muerta?-.
-No-. Maldita sea. ¿Cómo podía alejarse de ella cuando estaba viva?. -Tu ritmo
cardíaco en realidad es un poco rápido-.
-Puede ser que esté un poco molesta-. Ella alzó las cejas. -O un poco excitada-.
El bajó la mano y dio un paso atrás. -¿Cómo?-.
-¿Cómo podría estar excitada?-. Ella inclinó la cabeza y examinó su cuerpo. -Bueno,
estoy totalmente a solas con el hombre más sexy sobre la tierra, y han pasado cinco
años desde que yo lo he...-.
-¿Me refiero a cómo puedes tener esos extraños latidos del corazón?-.
-¿Cómo podría no tenerlos?. Estoy caminando y hablando. Estoy pensando en ti
desnudo. Ahora, ¿cómo podría hacer que mi corazón no estuviera bombeando
sangre a las diversas partes de mi cuerpo?-.
La sangre ciertamente estaba bombeando ciertas partes del cuerpo de él. Y no
ayudaba el hecho de que ella no dejara de mirar sus pantalones cortos. ¿Cinco
años?. -¿Qué pasa contigo durante el día?-.
Ella suspiró. -Cuando sale el sol, mi corazón se detiene. Luego, cuando el sol se
pone, es como ser golpeado con un desfibrilador divino. Todo se pone de nuevo en
movimiento-.
-Suena doloroso-.
Ella sonrió lentamente a medida que desataba la cinta de su bata. -Oh, pero el
dolor es tan bueno-.
Santa seducción. El vio su bata resbalar hasta el suelo en un montículo junto a su
toalla arrojada. Al levantar la mirada a su rostro, su atención quedó atrapada en la
camiseta. Estaba tirante contra sus pechos, el algodón era blanco y fino, casi
transparente. Sus pezones estaban turgentes y rosados. Todo lo que tomaría sería
un toque de sus dedos y se fruncirían. No, rectifico. Sólo hacía falta echar un
vistazo. Se endurecieron ante sus ojos, las puntas se endurecieron en
protuberancias de color rosa. Su ingle respondió de una forma similar, creciendo
mucho, pero apenas un pedazo.
Ella dio un paso hacia él. -Has dicho que estabas enamorado de mí. ¿Es eso cierto?
Él cerró los ojos un instante. Su ingle se hinchaba, su corazón dolía. -Darcy, debes
tener a alguien de tu propia especie. Una persona que pueda amarte y vivir contigo
para siempre. Yo no puedo darte lo que necesitas-.
-Pero yo te quiero-.
-Maldita sea-. Él fue hacia la puerta. -Sabes que yo trabajo para la CIA. Si voy por
ahí matando a los vampiros, eso va a provocar una tensión en nuestra relación, ¿no
te parece?-.
-Podrías dejarlo-.
Y ser absorbido por el mundo de los vampiros, que viven sólo de noche, rodeados
de criaturas que lo consideraban un bocado. -Estás pidiendo que renuncie a todo-.
-Entonces olvídalo-. Ella se apoyó contra la puerta para que él no la abriera.
-Olvídate del felices para siempre. Se trata de una ilusión. Casi nunca sucede,
incluso en el mundo mortal-.
-No digas eso, Darcy. Te mereces ser amada-.
Sus ojos brillaban húmedos. -No siempre obtenemos lo que merecemos, ¿verdad?.
Yo lo he aprendido de la manera más dura. Así que ahora, sólo voy a tomar todo lo
que pueda conseguir. Incluso si es sólo por una noche-.
Su cuerpo gritaba que sí, pero él aún luchaba. Porque, maldita sea, una noche
nunca sería suficiente.
Ella cerró la puerta. -Una noche-.
Él apoyó la espalda contra la pared. Él cedería, lo sabía. ¿Cómo iba a resistirse
cuando la quería tanto?. Pero si ella pensaba que podrían simplemente darse la
mano después y seguir alegremente su camino... entonces ella no sabía cuán
profundos eran los sentimientos de él.
Los ojos de ella temblaban un poco inseguros. -¿Sientes repulsión por mí?-.
-Dios, no-. No, cuando estaba considerando renunciar a todo por ella. Santo ironía.
¿Cuántas veces en el pasado había estado satisfecho con una única aventura de una
noche?. ¿Era este algún tipo de retribución divina?. La idea de que ella podía
conformarse con una maldita noche le estaba retorciendo poco a poco las tripas.
Restaba importancia a sus sentimientos, a la conexión entre ambos. Le fastidiaba.
-¿Tienes miedo de mí?-. Ella alzó la barbilla. -Nunca he mordido a nadie, y nunca
lo haré. Prefiero morir-.
-¿No muerdes?-. Masticaba hacia fuera las palabras.
-No, yo no-.
-¡Qué vergüenza!. Yo lo hago-.
Ella dio un paso atrás con los ojos muy abiertos. -¿Tú ... me quiere morder?-.
-Claro que sí-. Él se cruzó de brazos, aparentando indiferencia a pesar de su
creciente enojo. -Me gusta morder-.
Ella le lanzó una mirada cautelosa. -¿Quieres decir duro?-.
-No lo suficiente para hacer daño. Es más bien como una clase de aperitivo,
raspado con los dientes en los partes más sensibles del cuerpo. Luego, el remolino
de la lengua. Y no hay que olvidar el placer de la succión-.
La boca de ella se abrió. Luego, se recuperó y se lamió los labios. -¿Dónde quieres
morderme exactamente?-.
Él la miró lentamente. -La base de tu cuello donde se encuentra con tu hombro. Y
un lugar suave pocos centímetros debajo del ombligo-.
-¿Aquí?-. Ella metió la mano debajo de la cintura elástica de sus pantalones cortos
de color azul pálido.
-Sí-. Su voz sonaba ronca, por lo que se aclaró la garganta. Él señaló a sus
pantuflas de lentejuelas. -Y los dedos de tus pies-.
-Oh-. Ella se las quitó y movió los dedos de los pies en la gruesa alfombra.
-¿En algún lugar más?-.
-Tus pantorrillas. El interior de los muslos. La parte posterior de los muslos en la
curva de tu pequeña y delicioso trasero-.
Se volvió hacia un lado y levantó el dobladillo de sus pantalones cortos para
mostrar la curva de su trasero.
-¿Aquí?-. Ella se acarició la piel. Sus párpados bajaron ligeramente. -¿En algún otro
lugar?-.
Su erección se tensaba contra la seda endeble de los calzoncillos. - La cadera,
debajo de la cintura, donde se ensancha-.
Ella bajó unos centímetros sus pantalones cortos por sus caderas , luego pasó las
manos sobre la piel desnuda. -¿En algún otro lugar?-.
-La parte inferior de tus pechos, donde están llenos y pesados-.
-Ah-. Ella enrolló la camiseta hasta que las curvas regordetas fueron reveladas. Se
detuvo justo antes de llegar a los pezones. Ella ahuecó sus manos debajo de sus
pechos y las levantó.
Cuando ella lo miró, sus ojos se oscurecieron y comenzaron a brillar.
Santo mierda. Él se puso tenso. -Tus ojos son rojo brillante-.
-Significa que estoy caliente. Y estoy lista-.
-¿Es algo automático?-. Maldita sea. ¿Si ella no tenía control sobre su
comportamiento vampírico, que otra cosa iba a hacer?. ¿Sus colmillos saltarían
hacia fuera? ¿Y si ella en realidad era más fuerte que él?.
Ella caminaba hacia él. -Dime dónde más quieres morderme-.
Él no iba a dejarla que lo dominase. Había otros puntos fuertes a su disposición. Él
reunió su poder mental y se concentró en su cerebro. Ella se detuvo con un jadeo
de asombro. Sus ojos se cerraron y un rubor rosado coloreó su cara y después se
deslizó por el cuello.
Quítate la camiseta.
Sus ojos se abrieron. Ella sonrió ligeramente. -Como tú quieras-. Ella sacó la parte
superior de la camiseta por encima de su cabeza y la dejó caer en el suelo.
Él estaba admirando sus senos cuando una brizna de hielo de poder psíquico
derivó hacia él y se cernió sobre su cabeza. Él automáticamente la golpeó lejos, y la
nube se disipó.
-Eres muy fuerte -, susurró ella.
-Tú no lo eres-.
Ella se encogió de hombros. -Nunca lo he intentado antes. Yo no creo en la
invasión de la intimidad de las personas-.
-Entonces no te gusto entrando en tu cabeza-.
-No me gustan los vampiros que lo hacen. Es tan terriblemente frío. Pero tú, eres
tan maravillosamente caliente-. Ella se sonrojó. -No tengo nada que esconder de ti,
y se siente tan bien estar interiormente caliente. He estado fría durante tanto
tiempo.
Fría porque estaba literalmente muerta la mitad del tiempo. ¿En qué se estaba
metiendo?. Cada mañana se despertaría al lado de una mujer muerta. Pero no
podía ignorar el dolor y deseo en sus ojos. Su dolor se había convertido en el suyo.
Su mundo se había convertido en el suyo.
Se puso de pie delante de él, estaba desnuda salvo por un par de pantalones cortos.
Sus ojos se habían vuelto azul cielo de nuevo, llenos de una mezcla de deseo y
miedo. Ella tenía miedo de que él la rechazara.
-Me decías el lugar donde quieres morderme-, le recordó ella en voz baja.
-Sí, hay un lugar más. Pero yo no te mordería allí. Te haría el amor-. Él se inclinó
hacia adelante y aspiró el olor de su champú. Suavemente,llevó el cabello hacia
atrás.
Allí, en el cuello, había dos pequeñas cicatrices de colmillos de un vampiro. Pobre
Darcy. No era de extrañar que siempre llevara el pelo suelto. Acarició las cicatrices
con los dedos.
Ella se estremeció. -¿Dónde me amarías?-.
Él le dijo al oído: -Tu clítoris-. Él la levantó en sus brazos, se dirigió hacia la cama, y
la dejó sobre la colcha.
Capítulo 21
El corazón de Darcy estaba palpitando en sus oídos mientras ella se acercaba a él.
¡Sí!. Si todo lo demás fallaba, por lo menos tendría una noche gloriosa. Austin cayó
sobre la cama y la jaló hacia sus brazos. Sí, su mente repetía la misma palabra ya
que estaba demasiado excitada para pensar cualquier otra cosa. Ella lo llenó de
besos en la cara y pasó las manos por su cabello. Era espeso y húmedo, y oh, tan
suave, un maravilloso contraste con el crecimiento oscuro de la mandíbula.
Él estaba plantándole besos por toda la cara también, y no le importaba que
pareciera precipitado. Incluso frenético. ¿Y qué si esto rápidamente se salía fuera
de control y explotaba?. Ella amaba el aura de desesperación, y sería una explosión
infernal.
Sus bocas se encontraron, e instantáneamente se abrieron y fusionaron. El invadió
su boca con la lengua al tiempo que entraba en su mente.
Estoy aquí, Darcy. Nunca sentirá frío otra vez.
Ella se abrió para él, tanto mental como físicamente, deleitándose con el calor de su
mente y de su cuerpo. Una ola de temor se extendió a través de ella en cuanto se
dio cuenta de cuán abierta estaba. Él estaba en su mente y pronto entraría en su
cuerpo. La conocería cada centímetro, tanto por dentro como por fuera. Y lo
maravilloso es que no tenía miedo. Ella confiaba en él. Nunca antes había confiado
en nadie.
El retrocedió y la miró. –Darcy-. Se echó hacia atrás el cabello. -Me honras-.
Él había escuchado sus pensamientos. Ella se sentía como si su corazón fuera a
estallar por sobreabundancia de amor. Quería mostrarle hasta qué punto. Tenía
que hacerlo. Con un movimiento como el de un rayo, ella lo empujó sobre su
espalda y colocó sus brazos hacia abajo.
-¡Whoa!-. La expresión de sorpresa de él se tornó cautelosa. -Eres, eh, muy fuerte-.
Más fuerte de lo que ella se había dado cuenta. Genial. Ella examinó los
musculosos brazos y el pecho de Austin. Él era tan fuerte, como un súper espía
macho. El apretó el puño y trató se zafar su muñeca del agarre de ella. No pudo
moverse. Qué bien.
Ella frunció el ceño estudiándola. -Supongo que esto te enciende. Tus ojos se
tornaron de color rojo otra vez-.
Ella sonrió. -No te preocupes. Seré gentil-. Ella soltó sus muñecas, dejando que sus
dedos se deslizaran sobre los brazos, sobre sus bíceps y los hombros y sobre su
pecho. Extendió las manos en el pelo rizado del pecho, siguiendo el rastro de
cabello castaño oscuro hasta el ombligo. ¡Qué hombre tan magnífico!. Ella podría
comérselo vivo.
Él se incorporó sobre los codos, observándola con preocupación. -Preferiría que no
lo hicieras.-. Ah, el bribón la había escuchado. -Lo dije metafóricamente. Relájate-.
Ella lo empujó hacia atrás -Te dije que seré amable-. Ella tomó el elástico de su ropa
interior sexy color rojo y tiró.
Rip. Ella hizo una mueca al ver como la seda se rasgaba en dos. –Oops-.
Él levantó la cabeza para mirar sus bóxers rasgados.
-Lo siento-. Ella le dio una sonrisa de disculpa. -Estoy un poco demasiado
entusiasmada-. Miró hacia abajo. -No soy la única-.
Con un gemido, él dejó caer la cabeza en la cama. -Si no conoces tu propia fuerza,
deberías…- Se quedó sin aliento cuando ella envolvió la mano en él.
-¿Debería qué?-. Ella le acariciaba suavemente el pene.
Él apretó los dientes. –Continuar-.
Ella dibujo pequeños círculos alrededor de la punta. -Pensé que podrías ser
persuadido-.
-Sí, soy fácil-. Sus ojos parpadeaban aún cerrados. Su pecho se agitaba con
respiraciones rápidas.
Era un hombre hermoso. Y tan grande. Ella recorrió una vena en su pene, a
continuación, se acerco a él para poder recorrerlo con la lengua. Un gemido
retumbó profundamente en la garganta de él. Ella lo besó completamente, luego lo
metió en su boca.
-¿Te gusta esto?-, le preguntó ella en su mente.
Dios, sí. Eres tan buena. Eres -¡Espera!-. Él trató de sentarse.
Ella lo soltó con un chasquido de labios. -Hmm. Sabe a pollo-.
-No es gracioso. Nunca has hecho el amor como un vampiro, ¿verdad?. ¿Por lo
menos sabes qué esperar?-.
Ella frotó la mejilla contra su pene, y luego lo besó. -Espero pasar un buen rato.
Estoy siendo amable-.
-Pero no puedes controlar tus ojos. O tú fuerza. ¿Qué pasa si no puedes controlar
tus colmillos y se salen?-.
Ella se detuvo con la boca sobre su pene.
¡Santo cuerpo perforado!-. Él la apartó y la colocó de espalda.
Ella se mordió el labio para no reírse.
Él la fulminó con su mirada. -No es gracioso-.
-Pero yo no te habría mordido-. Típicamente masculino, tan preocupado por la
preservación de las joyas de la familia.
-Escuché eso-.Pasó la mirada sobre ella mientras mantenía un férreo control sobre
sus muñecas.
Ella pensó que era lo suficientemente fuerte para tirarlo. Si lo quisiera.
Él arqueó una ceja. -Pero no quieres-.
Ella sonrió lentamente. -Oh, querido. Estoy totalmente a tu merced. ¿Lo vas a
hacer?-.
Él le devolvió la sonrisa. -Voy a hacer todos los mordisqueos a partir de ahora-.
Ella suspiró. -Supongo que puedo vivir con eso-. Especialmente si él mordisqueaba
en todos aquellos lugares que había mencionado antes.
No hay problema. Él le acarició el cuello y mordisqueó en el punto donde el cuello
se junta con el hombro.
Ella se movió, ya que era una zona delicada. Él mordisqueó el camino hacia sus
pechos. Soltó sus muñecas para poder tomar uno de sus senos con la mano,
pasando el dedo pulgar sobre el pezón. Cuando se endureció, se le metió en la
boca.
Ella arqueó la espalda mientras su mente explotaba con el placer. Cuando la
sensación amainó, se dio cuenta de que él había retrocedido dentro de su mente.
Tomó su cabeza con fuerza. -No me dejes-.
Todavía estoy contigo. Él levantó la cabeza de su seno. -Tus reacciones son
demasiado excitantes. Si no retrocedo un poco, voy a explotar-.
-Oh, Austin-. Ella lo besó en la frente. -Te quiero tanto-.
-Yo también te quiero-. La besó en la parte inferior de sus pechos, después en la
curva de su cadera. Bajó el elástico de sus shorts para poder mordisquear su
vientre.
Ella se movió hacia él. Esto se sentía tan bien, pero ella estaba ansiosa de tenerlo
dentro.
-Bien-. Él rompió sus pantalones cortos.
Ella contuvo la respiración. Hmm, la telepatía puede ser muy útil.
Se arrodilló a sus pies y la miró. -Eres tan hermosa, Darcy-.
Levantó un pie y comenzó a mordisquear sus pies. Ella dobló la rodilla para poder
abrir las piernas. Su mirada se concentró en sus partes más privadas. La excitación
subió a través de ella, causándole un hormigueo en la ingle y dolor. Él se abrió
camino hasta la pierna, mordisqueando su muslo. Ella dobló la otra pierna para
poder abrirse más. Él hizo una pausa, mirándola fijamente. La humedad comenzó
a bajar por las piernas y ella gemía con necesidad.
Él la miró con una sonrisa. -Eres una puta muy sexy-.
Tómame, por favor.
Estoy en ello. Sé paciente. La besó en el interior de su muslo.
¡Ahora!.
Eres exigente, ¿no?. Le soltó la pierna y acomodó su cuerpo entre sus piernas.
Cuando él la tocó, ella saltó. Hey. Este no es un rodeo, querida.
-Lo siento-. Ella apretó la mano contra su pecho, jadeando. -Estoy muy excitada. Te
he deseado durante mucho tiempo-.
Shh. Relájate y disfruta. Él le dio una lamida larga y lenta.
Ella gritó. Él miró hacia la puerta, haciendo una mueca. -Hay un agente de la CIA
al lado. Tratemos de mantener bajo el volumen-.
-Bien-. Ella tomó la colcha entre sus manos y plantó los pies firmemente en la
cama. -Está bien. Estoy lista. Haz lo que quieras. Quiero decir haz lo mejor-.
La boca de él se torció. -Por supuesto-.
Darcy contuvo el aliento al sentir el contacto de su boca en ella. Ella se aferró a la
colcha y cerró los ojos. Buen Dios. Era tan dulce, tan cariñoso, tan completo, ¡tan
condenadamente lento!.
Apresuró el ritmo, y ella se dio cuenta a través de la niebla sensual que él la había
escuchado. ¡Oh, lo siento!. Pero estaba tan impaciente. Ella levantó sus caderas,
buscando más presión. Al instante él respondió tomándola de las caderas. ¡Dios
mío, esta cosa de la telepatía es magnífica!
Un poco a la derecha. No, la otra derecha. Más rápido. Rápido. Ella se salió de
control, incapaz de dar más instrucciones. Pero él no parecía necesitarlas. Ella
estaba llegando justo a la cima y él seguía empujando hasta…
Ella gritó. Su cuerpo se convulsionó. Sus piernas se cerraron de golpe.
-Aah-. Él sacó su cuerpo por entre sus piernas. –Santo Dios, eres fuerte-.
Con un gemido, ella rodó a su lado. Su cuerpo continuaba temblando con los
dulces espasmos.
Él se desplomó a su lado y la colocó en sus brazos. -¿Te encuentras bien, cariño?-.
-Sí-, jadeó ella.
Ambos se pusieron rígidos cuando un fuerte golpe sacudió la puerta.
-¡Hey, Austin!-, gritó Garrett. -¿Qué está pasando?. ¿Necesitas refuerzos?-.
Él gritó: -Invité a una amiga. Vete-.
Hubo una pausa. -¿Estás seguro de que no necesitas refuerzos?-.
Darcy volteó los ojos cuando escuchó risitas en el otro lado de la puerta.
-Piérdete, apestas-, gritó Austin. Cuando todo estuvo en silencio, la colocó de
espalda.
-Ahora, ¿dónde estábamos?-.
Ella enlazó sus manos alrededor de su cuello. -Yo acabo de experimentar el más
grande y más colosal orgasmo de mi vida-.
-Ah. Bueno, es una tarea difícil, pero vamos a ver si podemos superarlo-. Él bajó la
cabeza a su pecho.
Darcy sintió como todas las sensaciones regresaban nuevamente. No pasó mucho
tiempo antes de que sus piernas se extendieran y los dedos de él se llenaran de
humedad.
-¿Necesito un condón?-, susurró él.
-No-. Ella negó con la cabeza, sus ojos estaba cerrados. Él estaba recorriéndola con
dulces y pequeños círculos. -No hay enfermedades-.
Su mano se detuvo. -¿Y los niños?-.
Sus ojos de ella se abrieron. El corazón le tamborileó al ver la expresión en el rostro
de él. -No puedo tener ninguno-.
Una chispa de dolor cruzó su rostro. -Yo no lo sabía. Lo siento-.
Tragó saliva y mentalmente se prohibió las lágrimas que amenazaban con llegar.
Austin sería un buen padre. Era sólo una razón más por la que no debía permitir
que se quedara con ella.
-No. Te amo-. Él se movió entre sus piernas y se colocó para verla. -No importan
las razones-.
Ella gritó cuando él se sumergió en su interior. Ella envolvió sus brazos y piernas a
su alrededor y lo agarró fuerte.
Te amo. Repitió las palabras en su cabeza y se clavaron a su cuerpo. Se aferraron el
uno al otro mentalmente mientras sus sensaciones se fundían y los llevaron alto y
más alto.
Su cuerpo se contrajo, y comenzó a bombear dentro de ella. Su gemido retumbó en
los oídos y en su interior. El cuerpo de ella respondió con un movimiento sensual.
Ella no sabía si era más fuerte que el primero, pero definitivamente fue más dulce,
porque lo experimentaron juntos.
Él se desplomó a su lado y tiró de ella hacia sus brazos. -¿Te encuentras bien,
cariño?-.
Ella se estremeció tan pronto como su calor corporal disminuyó. -Me estoy
enfriando otra vez-.
-Aquí. Métete debajo de las sábanas-. Él se corrió de la cama y dobló hacia atrás el
edredón. Ella se deslizó por debajo mientras él apagaba las luces. La luz de la luna
se filtraba por la ventana, haciendo que su cabello brillara con un tinte plateado.
Se acomodó junto a ella con una sonrisa. -Te voy a calentar de nuevo tan pronto
como me recupere de la primera ronda-.
-¿Se trata de un combate de boxeo?- Ella se acurrucó junto a él.
Él dio un respingo. -No esperes nueve rounds-.
Sonriendo, ella acarició los rizos de su pecho. -Ya no estás en mi cabeza-.
Arqueando un poco su boca dijo. -Estoy conservando mi energía-.
-¿Has tenido siempre poderes telepáticos?.-
Él cerró los ojos. Su respiración se tranquilizó, y ella se preguntó si se había
quedado dormido. Él parecía tan inofensivo y se veía tan bien.
Él abrió los ojos y miró al techo. -Mi familia los tiene, pero se saltó una generación.
Mi bisabuelo era telépata. El padre de mi madre. "
-¿El que tiene tu nombre?-.
Él asintió con la cabeza ligeramente. -Papá Olaf. Cuando yo era chico, escuchaba a
la gente decir algo, pero sus labios no se movían. Y cuando les respondía, me
miraban como si me hubieran crecido dos cabezas. Tenía miedo de que algo
estuviera mal conmigo-.
-Eso debe haber sido muy confuso-.
-Sí. Papá Olaf se dio cuenta, me enseñó, y me dijo lo que estaba sucediendo. Al
principio, yo tenía miedo, pero él lo hizo divertido, como si tuviéramos un club
especial y secreto sólo para nosotros-. Austin sonrió. -Nos pasábamos horas
pescando en su lago preferido en Minnesota, manteniendo largas conversaciones
sin que ninguno de nosotros dijera una palabra-.
Darcy contuvo una punzada de dolor. Ella todavía echaba de menos las largas
conversaciones con sus hermanas. -Tuviste suerte de tenerlo-.
-Sí. Me advirtió que tuviera cuidado con el don, pero cuando fui creciendo, me
volví más audaz... y vanidoso, supongo. Me consideraba el protector de mis tres
hermanas. Cuando sus amigos las buscaban, me gustaba leer sus mentes y los
echaba si no me gustaba lo que escuchaba-.
Darcy soltó un bufido. -Apuesto que a tus hermanas les encantaba-.
Él sonrió. -Me pregunté en ese momento por qué no lo apreciaban. Ahora, me doy
cuenta de que estaba actuando como un matón sabelotodo-. Su sonrisa se
desvaneció. -Mis poderes dieron un gran salto hacia adelante cuando tenía quince,
y empecé a jactarme de lo que podía hacer. Lo que molestó a mi padre. Siempre
había estado celoso de la estrecha relación que tenía con mi abuelo. Se convenció
de que Papá Olaf era una mala influencia en mi vida. Incluso llegó a pensar que mi
abuelo me estaba entrenando en las ciencias ocultas-.
-Oh, no-. Darcy apoyó la cabeza sobre su mano. -¿Qué hizo tu padre?-.
-Me prohibió ver a mi abuelo nuevamente. Yo reaccioné airadamente, alegando
que nunca podría hacer que dejáramos de hablarnos, ya que podíamos meternos
dentro de la mente del otro. Eso lo asustó lo suficiente como para hacer las maletas
y mudarnos a Wisconsin. Me dijo que mis poderes eran malos, y que no debería
usarlos nuevamente-.
-Oh, lo siento mucho-. Darcy acarició la frente de Austin. -Debe haber sido terrible
para ti-.
Se encogió de hombros. -Fue entonces cuando me di cuenta que no era tan
poderoso como yo había creído. No podía contactar a mi abuelo a larga distancia.
Yo estaba en una nueva escuela secundaria, y no quería ser visto como un bicho
raro. Mis hermanas estaban enojadas conmigo porque la mudanza las había
separado de sus amigos. Yo…Yo me rendí. Yo quería que todos estuvieran
contentos conmigo, por lo que traté de ser normal. Traté de que mi padre se
sintiera orgulloso. Estuvo en los equipos de fútbol y de natación. El estudiante
perfecto durante la secundaria y la universidad-.
Darcy suspiró. Ella sabía muy bien lo que era sentirse atrapado en un mundo en el
que no puedes ser tú mismo. -¿Qué pasó con tu abuelo?-.
-Yo estaba en la universidad cuando él llamó y me pidió que fuese a verlo-. Austin
cerró los ojos brevemente. Sus labios temblaron dibujando una expresión de dolor
en la cara. -Casi no lo reconocí, su salud se había deteriorado tan gravemente. No
me había dado cuenta de lo mucho que me necesitaba. Él me rogó que dejara de
negar quién era yo realmente, que abrazara mis dones y los utilizara para el bien.
Me dijo que no debía avergonzarme, que existía una razón por la que Dios me
había hecho de esa forma, y dependía de mí descubrir la razón-.
-Era un buen hombre-, susurró Darcy. Su filosofía le recordaba a Maggie, aunque
ella nunca entendería que tenía de bueno ser un vampiro.
Austin suspiró. -Me sentí como si lo hubiera traicionado. Y traicionado a mí
mismo. Entonces, le prometí en su lecho de muerte que haría lo que me pedía. Me
uní a la CIA y desarrollé mis habilidades para poder luchar contra el mal-.
-¿Como yo?-, preguntó ella con sequedad.
Él le dirigió una mirada irritada. -No insultes a la mujer que amo-.
Sonriendo, ella apoyó la cabeza en su hombro. Ahora comprendía la razón por la
que Austin se sentía obligado a utilizar sus poderes para proteger a los inocentes y
luchar contre el mal. No podía pretender que él renunciara a ello. Su don era
demasiado raro y especial para ser malgastado. -Apuesto a que lo utilizas para
vestirse como un superhéroe para Halloween-.
Él se rió entre dientes. -Sí. Me gustan especialmente las capas-.
-¿Y tenías ropa interior de Superman?-.
Él asintió con la cabeza. -Y pijamas de Spiderman. Mi lonchera era de El increíble
Hulk.
Ella le pasó una mano sobre el pecho, músculos y abdominales definidos. -Oh, sí.
Eres increíble, claro que sí-.
Él rodó sobre su costado con una sonrisa. -Apuesto a que tenías una Barbie
Malibu-.
Darcy se rió. -Y la casa de playa también-.
Él frotó su espalda con una mano hacia arriba y abajo. -Cuéntame qué te pasó-
La sonrisa de ella se desvaneció. -Prefiero no hacerlo-.
-Yo quiero saberlo-.
-Morí. Fin de la historia-.
-Eras reportera de televisión. He visto las cintas. Eras entretenida e inteligente-. Se
pasó la mano por el cabello hacia atrás. -He estado tratando de averiguar lo que
pasó. Fui a ver a tu antiguo camarógrafo, Jack-.
Darcy contuvo el aliento. -¿Cómo está?-.
-No muy bien. Algo lo asustó muchísimo. Él cree que fuiste secuestrada por
alienígenas chupa-sangres-.
Ella dio un respingo. -Pobre Jack-.
-Dime lo que pasó. Fue hace cuatro años en Halloween-.
-Yo estaba haciendo un reportaje sobre los jóvenes que fingen ser vampiros-. Ella le
dio una mirada vacilante. -¿Realmente quieres oír esto?-.
-Sí. Cuéntamelo-
Darcy se estremeció cuando permitió que los recuerdos escaparan del archivo
mental donde los mantenía bajo llave. -Fuimos a un club en Greenwich Village,
cerca de Washington Square. Se llamaba Colmillos de la Fortuna. Jack tenía su
vieja cámara de video. Nosotros íbamos a entrevistar a unos cuantos jóvenes y
luego nos iríamos-.
Cerró los ojos brevemente. -Un par de chicos de la Universidad de Nueva York se
acercaron a nuestra mesa. Draco y Taylor. Draco tenía implantes dentales que
parecían colmillos. Taylor es una chica dulce, de esas que sólo quieren hacerse
notar. Ellos posaron para la cámara, y se fueron. Entonces, vi a un par de hombres
de aspecto extraño, y me acerqué a su mesa-.
-¿Quiénes eran?-, preguntó Austin.
-Gregori, vestido con un esmoquin, como de costumbre. El otro estaba vestido de
escocés con un kilt rojo y verde-.
Austin se puso tenso. –Él último suena como el vampiro que secuestró a Shanna
cuando yo la estaba cuidando. Alto, pelo rojo recogido en una cola de caballo, y
habla como una mezcla entre Shrek y Billy Connolly?-.
Darcy sonrió con tristeza. -Sí. Ese sería Connor-. Al principio había pensado que su
acento era tan lindo. -Pensé que eran agentes de policía. Ellos admitieron que
estaban allí porque habían escuchado que ocurrían cosas malas en el club. Pensé
que hablaban de drogas-.
Ella suspiró. -Les dije que se veían demasiado viejos para pretender verse como
jóvenes. Connor dijo que no tenían necesidad de fingir. Y que yo no tenía idea de
cuántos años tenían en realidad-.
Austin frunció el ceño. -Suena como si estuvieran jugando contigo-.
-Yo pensé que estaban bromeando. Especialmente cuando Connor afirmó que él
era en realidad un vampiro-.
Austin se incorporó. -¿Él te lo dijo?-.
-Él y Gregori estaban bromeando entre ellos. No me creí ni una palabra, y ellos lo
sabían. Hasta le pregunté a Connor si el monstruo del Lago Ness había sido el
encargado de transformarlo. Y me pidió que no me burlara de su querido Nessie.
Estábamos riendo y pasando un buen rato hasta que le pregunté a Jack si quería
grabar. Entonces, ellos se pusieron muy nerviosos-.
-¿La cámara de Jack no era digital?-.
-No. De repente, sentí un frío glacial en mi cabeza que me decía que yo no debía
grabarlos. La voz nos dijo a Jack a mí que nos fuéramos. Lo siguiente que supe, es
que Gregori y Connor ya no estaban en la mesa. Estaban en el bar, bebiendo algo
rojo que parecía sangre. Yo estaba tan disgustada y confundida que tomé mi bolso
y me dirigí a la salida más cercana-.
-¿La del callejón?- le preguntó Austin en voz baja.
Darcy se cubrió el rostro, pero los horribles recuerdos inundaron su mente.
-Fue demasiado horrible-.
Austin envolvió sus brazos alrededor de ella. -No, si lo compartes conmigo.
Cuéntame-.
Ella bajó las manos. -Lo intentaré-.
Capítulo 22
-Me deslicé en el callejón con Jack-, comenzó Darcy. -Mis nervios estaban de punta,
y recuerdo que al salir, la puerta metálica se cerró de golpe. Un contenedor de
basura cercano apestaba. Cuando oí ruidos de forcejeo temí que pudieran ser ratas-
. Soltó un bufido. -Lo hubiera preferido-.
-¿Qué pasó?-, preguntó Austin.
- Escuché un grito de mujer, así que corrí hacia el contenedor de basura. Era
Taylor, la chica que había conocido en el club. Un hombre la había empujado
contra la pared y tenía la cara apretada contra su cuello. Creí que era su novio,
Draco. Su ropa parecía similar. Pero el abrazo no era de mutuo acuerdo. Taylor
estaba claramente aterrorizada. Agarré el hombro del chico y le grité que se
detuviera-.
-Pero no lo hizo-, adivinó Austin.
Darcy hizo una mueca. -Emitió un terrible rugido animal, como si saliera del fondo
de su garganta. No tenía miedo por mí, pero a Taylor le dolía, así que intenté tirar
de él hacia atrás. Fue entonces cuando Jack volvió las luces de la cámara, y me di
cuenta de que el atacante no era Draco. Y de que estaba mordiendo a Taylor en el
cuello. Me sentí muy furiosa. Lo golpeé en la espalda. Jack me gritó que me
detuviera, pero era demasiado tarde-.
-¿Él te atacó?-.
-Me lanzó hacia atrás, con tanta fuerza que volé por el aire. Choqué contra Jack,
que cayó en el cemento. Yo estaba bien, pero Jack estaba allí tumbado, con una
mirada de asombro en su rostro. Agarré el teléfono móvil de mi bolso y llamé al
911. Les dije que una mujer estaba siendo asesinada en el callejón-. Darcy se tapó la
cara. -Una mujer fue asesinada. No sabía que sería yo-.
-Shh, cariño-. Austin la abrazó. -Ahora estás bien-.
Ella bajó sus manos, aún inestable, y tomó aire. -Miré a mi alrededor buscando
algún tipo de arma. Y entonces, Jack susurró, -Vampiro-. Pensé que estaba en
estado de shock, pero volvió la cámara hacia mí y me dijo que mirara por mí
misma. Mientras yo me ponía de pie, Jack se levantó de un salto y salió corriendo-.
-Estás bromeando-. Los ojos de Austin brillaban de furia. -Ese hijo de puta. Debo
volver y darle una patada en el culo-.
-No-. Darcy tocó el rostro de Austin. -Estaba aterrorizado. Él ya sabía la verdad.
Cogí la cámara y miré. No pude ver al agresor, y Taylor permanecía pegada a la
pared como un muñeco de trapo con dos pinchazos en un lado de su cuello. Yo
estaba atónita. Un vampiro de verdad, justo frente a mí-.
-¿Qué hiciste?-.
Darcy soltó un bufido. -Reaccioné como una periodista. Apreté el botón de
grabación. Y entonces se volvió y me miró. La sangre goteaba de sus colmillos.
Sabía que tenía que hacer algo, o nos mataría a Taylor y a mí-.
Los ojos de Darcy se llenaron de lágrimas. -Le dije que tenía pruebas de su
existencia, y que iba a difundirlo en todas las noticias. Que sería cazado como un
animal. Dejó caer a Taylor, que se desplomó en el suelo. Le pregunté a ella si podía
moverse. Le dije que corriera. Pero ella se sentó y lloró-.
Austin besó la frente de Darcy. -Mi novia valiente-.
-Lancé la cámara hacia él, pero la apartó a un lado. Y entonces se movió, tan rápido
que todo lo que vi fue un borrón. Me cogió por detrás y me empujó contra él.
Apestaba a sangre. Podía sentir su aliento en mi cuello y el roce de sus dientes-.
Austin la abrazó más fuerte. -¿El monstruo te mordió?-.
-No. La puerta trasera se cerró de golpe, y Connor vino hacia nosotros, gritando al
vampiro que me dejara ir. Lo llamó Renegado y le exigió que dejara de
aprovecharse de los inocentes. El vampiro respondió que le gustaba la comida
fresca-.
-Entonces, es verdad-, dijo Austin. -Hay dos facciones –los vampiros y los
Renegados-.
-Sí. Los Renegados disfrutan aterrorizando a los mortales, y odian a los vampiros
por tratar de detener sus actividades-. Darcy suspiró. -Gregori dijo que llevaría a
casa a Taylor y borraría su memoria. Se llevó con él la cinta de la cámara-.
-¿Y qué pasó?-, preguntó Austin.
Darcy se estremeció. -El Renegado se apartó de Connor, arrastrándome con él.
Connor le dijo que le iba a retrasar, que debía dejarme ir. Connor continuó
avanzando hacia nosotros, y el renegado tenía miedo. Podía sentir su fuerte
respiración en mi cuello. Y entonces dijo que necesitaba una distracción-.
Ella tocó la cara de Austin y le miró a los ojos. -En ese pequeño espacio de tiempo
sentí verdadero terror. Todo parecía ir más despacio. Abrí la boca para gritar, pero
el vampiro fue más rápido. Sacó un cuchillo y lo clavó en mi pecho-.
Austin me sostenía en su regazo. -Le voy a matar. Voy a atraparlo y matarlo-.
-No sé qué pasó exactamente después de eso-, susurró Darcy. -Recuerdo a Connor
gritando de rabia. Y recuerdo tanto dolor. Y conmoción. Me di cuenta de que iba a
morir. El Renegado desaparecido. Y Connor se arrodilló a mi lado. Repetía que lo
sentía, que debía haberlo detenido. Recuerdo que sus ojos eran azules. Lo miraba
fijamente. No quería morir sola. Luego, Connor dijo que no debía preocuparme. El
se encargaría de mí-.
Darcy se apartó de los brazos de Austin y se acurrucó en la cama. Los escalofríos
recorrían su cuerpo.
-Darcy-. Austin estaba a su lado y envolvió sus brazos a su alrededor. Sin embargo,
el temblor no se detenía.
Darcy. Inundó su mente con su presencia fuerte y cálida. Estás a salvo. Estás
conmigo, ahora.
Ella exhaló un largo suspiro. Lo había hecho mientras contaba la historia. Podría
empujar de nuevo los horribles recuerdos a un oscuro rincón de su cerebro. -No
quería convertirme en un vampiro-.
-Por supuesto que no-.
-Estaba casi inconsciente cuando me transformó-.
-¿Quién lo hizo?-, preguntó Austin en voz baja. -¿Quién te mordió?-.
Ella tragó saliva. -Connor-.
El aliento de Austin silbó entre sus dientes. -Ese hijo de puta. Le odio, pero te salvó
la vida-.
Ella soltó un bufido. -Podría haberme teletransportado a Romatech o a un hospital,
pero estaba más preocupado por proteger el gran secreto que por mantenerme
viva. Perdí a mi familia, mi casa, mi trabajo, mis ahorros, mi capacidad de tener
hijos. La luz del día y cualquier esperanza de una vida normal-.
-Pero ahora estás aquí. Eso es mucho mejor que estar muerta-.
-Estoy muerta durante el día-, susurró ella.
-Pero viva por la noche. Digamos que el vaso está medio lleno y no medio vacío. Y
yo estoy dispuesto a compartir la copa contigo-.
Ella se volvió hacia él con los ojos tristes. -Vas a perder tu trabajo si se enteran de
que te relacionas con un vampiro-.
Se encogió de hombros. -Tal vez. Tendremos que tomar las cosas día a día, mejor
dicho, una noche cada vez. Vamos a hacer que funcione-.
-Así lo espero-. Ella respiró hondo y cerró los ojos. Un olor hacía cosquillas en su
nariz. Lo sentía rico y delicioso. -Austin-.
-Si Shanna y Roman pueden hacer que funcione, nosotros también podremos-.
-Sí, pero todavía tienen problemas-. Darcy sintió una extraña sensación pulsátil,
como si su corazón latiera de forma amplificada a través de su cuerpo. Luchó por
concentrarse en la conversación.
-Shanna quiere tener hijos, pero nunca será posible-.
-No, no creo que eso funcionara-.
El latido se hizo más fuerte. Darcy se preguntó si había algo mal en su corazón. -
Roman quería volver a ser mortal de nuevo, pero no funcionó-.
-¿Qué?-, Austin se incorporó sobre un codo.
Darcy contuvo el aliento cuando notó la vena en el cuello de Austin. No era su
ritmo cardíaco el que estaba escuchando. Era el suyo. Era su sangre, golpeando a
través de sus arterias, llamándola.
-Darcy-. Le tocó el hombro.
Ella saltó.-¿Sí?-.
-Te hice una pregunta. ¿Estás bien?-.
-Sí, estoy bien-. Que Dios me ayude, tengo hambre.
-¿Hay una manera de convertir a un vampiro de nuevo en un mortal?-.
-Roman pensaba que la había, pero experimentó con un cerdo y se le murió. No
hay manera de que Shanna deje que Roman lo pruebe en sí mismo-. La mirada de
Darcy se posó de nuevo en la vena del cuello de Austin. ¡Dios mío, podía ver cómo
palpitaba. Podía oler la sangre. Era terrible. Esto nunca le había sucedido antes.
Pero claro, no había estado cerca de los mortales durante los últimos cuatro años. Y
ahora, ella estaba actuando como un... un vampiro.
-¿Cómo funciona el experimento?-, preguntó Austin.
-No funciona-. Darcy apretó los dientes con frustración. Un curioso dolor
pellizcaba sus encías.
-¿Por qué no?-.
-¿No te has puesto tu pulsera para el tobillo?-.Miró hacia abajo, pero la colcha
tapaba sus piernas.
-Me la quité cuando me duchaba. Darcy, ¿por qué no funciona el experimento?-.
-Hay algo en nuestro ADN. Una mutación. Roman cree que sólo funcionará con el
ADN humano original-. El olor de la sangre de Austin inundó su cerebro. El latido
de su corazón sonando a través de su cuerpo. ¡Dios mío, ¿y si Austin tenía razón?.
Ella no tenía ningún control sobre sus ojos o su fuerza. ¿Qué pasaría si sus
colmillos salieran?. Saltó de la cama y se apresuró a recoger su ropa del suelo. No
podía encontrar su ropa interior, así que agarró sus pantalones cortos y se los puso.
Austin se incorporó. -¿Pasa algo malo?-.
-Nada-. Encontró su camiseta y se la puso. El hormigueo en sus encías estaba
haciéndose más fuerte. ¡Oh, Dios, ¿y si lo mordía?. ¿Y si lo mataba?. Él se bajó de la
cama. -No te vayas. Todavía tenemos la segunda ronda-. Se puso la bata. -No
quiero quedarme dormida aquí. El sol entrará a través de sus ventanas-. Metió los
pies en los zapatos mientras se desplazaba. -Voy a estar más cómoda en la casa de
la piscina-.
Él agarró ropa interior de su maleta y empezó a ponérsela. -Me quedaré contigo-.
-¡No!-.
Él la miró. -No intentes apartarme. Fuiste tú quien tomó la decisión de venir aquí
esta noche, y fue hermoso. No puedes renegar de ello ahora-.
Un dolor agudo martirizaba sus encías. -Me tengo que ir-. Ella abrió la puerta de
golpe.
-¡Maldita sea, Darcy!. Él se dirigió hacia ella. -¡Tienes que decirme qué es lo que
está mal!-.
-Fue hermoso-. Los ojos de ella estaban empañados por las lágrimas. -Pero no
puede volver a ocurrir. Lo siento-. Corrió por el pasillo.
-Tenemos que hablar-, gritó él. -¡Estaré en tu casa en cinco minutos!-.
-¡Hey!-, resonó la voz de Garrett. -¿Qué está pasando?-.
Darcy aceleró para que el segundo hombre de la CIA no pudiera ver que la novia
de Austin era una vampira. Ya era bastante malo que ella rompiera el corazón de
Austin. No quería que también perdiera su trabajo. Con su audición mejorada y su
sensibilidad, todavía podía captar sus voces.
-¿Tienes problemas con tu novia?-, preguntó Garrett.
-Voy a arreglarlo-, respondió Austin. -Es sólo temporal-.
Las lágrimas caían de los ojos de Darcy mientras subía las escaleras hacia la azotea.
El problema no era algo temporal. Estaba condenada a ser un vampiro para
siempre.
Cinco minutos más tarde, Austin llamó a la puerta de la casa de la piscina. No
hubo respuesta. -Sé que estás ahí, Darcy-. La había visto en la cámara de vigilancia,
cuando había arrojado su ropa. Había agarrado una botella de Chocosangre y una
caja de pañuelos y se había ido directamente a su dormitorio.
Llamó más fuerte. -Tenemos que hablar-.
La puerta se abrió. Ella tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar. Maldita sea,
odiaba ver su sufrimiento. O lo que era incluso peor, no lo odiaba, a saber por qué.
-¿Qué diablos pasó?-.
-Lo siento mucho-, susurró ella.
-Estábamos hablando de ese experimento y, de repente, espera, ¿es eso?. ¿Estás
molesta porque el experimento ha fallado?-. Trató de mantener la puerta abierta,
pero ella la mantenía en su sitio con su súper fuerza. -No me rechaces, Darcy.
Sabes que te quiero-.
Una lágrima rodó por la mejilla de ella. -No te puedo pedir que lo dejes todo por
mí-.
-No tienes que hacerlo. Es mi elección-.
Ella negó con la cabeza. -No, no, nadie tendrá que sacrificarse por mí. No lo voy a
permitir-.
-¿Por qué no?. ¿No sabes que eres digna de ello?-.
Otra lágrima rodó por su cara. -No creo en sacrificarse uno mismo-.
-Por supuesto que sí. Tú misma lo hiciste para proteger a Taylor-.
El rostro de ella se desmoronó. -Y mira lo que pasó. Lo perdí todo. No voy a dejar
que eso suceda en tu caso. ¿No crees que me odiarías?. Después de perder tu
trabajo, y tus amigos, y tu familia, me odiarías-.
-¡No!-. Apoyó una mano a cada lado de la puerta y se inclinó hacia delante. -Darcy,
tú fuiste la heroína de Taylor. Déjame ser el tuyo-.
Su aliento quedó atrapado en un sollozo. -Lo siento-. Ella empujó la puerta y la
cerró.
Él la miró con incredulidad. Maldita sea. Él estaba dispuesto a dejarlo todo por
ella, ¿y ella le cerró la puerta en la cara?. Él cerró sus manos en puños, -¡No!- ,
golpeó el puño contra la puerta, y volvió a su habitación.
¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea!. Cada paso aumentaba su rabia. ¿Cómo
pudo ella hacerle esto?. Había recorrido un largo camino, desde odiar a los
vampiros hasta ser el amante de uno de ellos. Ella no podía hacerlo a un lado. Ella
no lo habría, maldita sea. Se lo demostraría. Él no era tan fácilmente descartable.
Treinta minutos después, Darcy se incorporó de repente y se sentó cuando escuchó
el sonido de fuertes golpes en su puerta. -Oh, vete-, gimió ella cayendo de nuevo
en la almohada empapada de lágrimas.
Hubo una pausa silenciosa, y ella se imaginaba a Austin paseándose afuera con
indignación. O tal vez se había ido y aceptado lo inevitable. Nuevas lágrimas
corrieron por su rostro. Estaba haciendo lo correcto. Ella probablemente le había
salvado la vida, pero todavía tenía la secreta esperanza, en el fondo de su corazón,
de que él iba a irrumpir por la puerta y a negarse a renunciar a ella.
Los golpes empezaron de nuevo. Oh, por favor. No me hagas tener que rechazarte
de nuevo. Se dio la vuelta y colocó una almohada sobre sus oídos para amortiguar
el ruido. Los golpes continuaron. Ella tiró la almohada a un lado ya que la funda
húmeda de la almohada le enfriaba las orejas.
-¡Darcy, si no vienes aquí, voy a echar la puerta abajo!-.
-¿Vanda?-. Darcy fue tropezando desde el dormitorio hasta la puerta principal de
la casa de la piscina. -Ya voy-. No tenía que gritar muy fuerte ya que la capacidad
auditiva de Vanda era tan buena como la suya. -Bueno, gracias a Dios. Yo estaba
empezando a pensar que estabas enferma o algo así-, murmuró Vanda.
Darcy abrió la puerta. -Estoy bien-.
Vanda abrió los ojos como platos. -A la mierda que lo estás. Te ves horrible-.
-Gracias-. Darcy miró con sus ojos hinchados a la figura acurrucada detrás de
Vanda. -Oh, no. Maggie, ¿qué pasó?-.
-Sí, ella se ve horrible, también-, dijo Vanda arrastrado a Maggie dentro de la casa
de la piscina. -Pensé que tu serías capaz de levantarle el ánimo, pero…- Darcy echó
una mirada a los ojos enrojecidos de Maggie y a su cara llena de lágrimas y se echó
a llorar.
–Genial–. murmuró Vanda. -Esto va a ser divertido-.
-Oh, Darcy. Fue terrible-, se lamentó Maggie con un suministro fresco de lágrimas.
Darcy la rodeó con sus brazos. -Pobre Maggie-.
Con un suspiro, Vanda cerró la puerta. -Parece que he hecho bien las cosas-.
Levantó una botella sin etiqueta. -Ahora, todas podemos emborracharnos-
Darcy sollozó. -¿Qué es?-.
Vanda se dirigió a la cocina. -Me la dio Gregori. Es la última aventura de Roman en
Cocina Vampira de Fusión. Aunque todavía está en fase experimental. Aún no está
en venta-.
Darcy y Maggie fueron tambaleándose hacia la cocina, con sus brazos aún
entrelazados. Vanda negó con la cabeza. -Ustedes dos se ven patéticas-. Colocó tres
vasos en el mostrador y abrió la botella. -¡Wow!-. Sus ojos se humedecieron cuando
el humo de la botella envolvió su rostro.
-¿Qué es eso?- preguntó Darcy.
-Blissky. Mitad sangre sintética, mitad whisky escocés puro-. Vanda vertió un poco
en los tres vasos. -Aquí tienen-.
Darcy añadió un poco de hielo a la suya, luego se unió a sus amigas en la sala de
estar. Se acomodó en una mecedora de mimbre.
-Hasta el fondo-. Vanda levantó su copa en señal de saludo.
Después de terminar con los jadeos y la tos, Vanda volvió a llenar los vasos. Puso
la botella sobre la mesa de café de mimbre con tapa de vidrio. -Muy bien. ¿Quién
empieza?-.
Maggie echó hacia atrás su vaso y luego gruñó: -Yo-. Se apoyó contra los cojines
estampados de flores del sofá de dos plazas. -Fui a la DVN para mi entrevista con
el Sr. Baco-.
-Oh, no-, gimió Darcy. -¿Fue esta noche?-.
-Sí-. Maggie se limpió la humedad de la cara.
-Lo siento mucho, Maggie. Querría haber estado allí para apoyarte-. Pero había
estado demasiado inmersa en sus propios problemas con Austin.
Los labios de Maggie temblaron. -¿Sabías que era un desgraciado lascivo?-
-¿Qué pasó?-, preguntó Vanda. -¿Acaso intentó conseguir una cita contigo?-.
Maggie se estremeció. -Era más como si quisiera hacerlo allí mismo. Yo estaba tan
sorprendida, me quedé allí, contemplándolo. Luego él dijo, mientras mi boca
permanecía abierta, Puede que también le demos un buen uso a eso-.
-Ese Sly-, murmuró Darcy, - siempre tan hablador-.
Vanda soltó un bufido. -Espero que le dijeras que se fuera al infierno-.
Maggie hizo una mueca. -Debí hacerlo. Pero estaba tan horrorizada que salí
corriendo de la habitación-. Se desplomó contra los cojines. -Ahora no voy a tener
nunca una oportunidad de actuar. Nunca voy a estar con Don Orlando-.
Darcy bebió un trago de Blissky para reforzar su valor. -Acerca de Don Orlando,
debes saber que los rumores son ciertos-.
-No-, la cara de Maggie se derrumbó. Vanda volvió a llenar el vaso.
-Ha tenido un romance con Corky Courrant y Tiffany-, dijo Darcy. -Y podría haber
más-.
-Pendejo-, gruñó Vanda.
Nuevas lágrimas cayeron por el rostro de Maggie. -Estaba tan segura de que era
perfecto para mí-. Agarró su vaso y bebió.
Darcy sorbió. -Lo siento mucho-.
-¡Hombres!-. Vanda tragó algo de Blissky. -Incluso muertos no se puede vivir con
ellos-. Volvió a llenar los vasos. -Tu turno, Darcy. ¿Por qué estás enojada?-.
Ella suspiró. -Un hombre-.
–Por supuesto-. Vanda levantó su vaso y anunció: -Los hombres apestan-.
-Sobretodo los hombres vampiro-, se quejó Maggie, y luego miró asombrada por la
verdad de su declaración. La mujer se echó a reír y bebió otro trago de Blissky. -
¡Oh, Dios mío!-. Maggie se enjugó los ojos. -No puedo creerlo. Estoy realmente
borracha-.
-¿Nunca habías bebido antes?-, preguntó Vanda.
–No, me crié en una familia católica muy estricta. Beber era maligno. ¡Dulce
María!, todo era malo-.
Maggie holgazaneaba con una mirada soñadora. -Pensaba que con suficiente amor
y religión podría cambiar el mundo. Así que, en 1884, me uní al Ejército de
Salvación. Me puse el uniforme y marchamos alrededor de Manhattan con nuestra
banda de música, predicando acerca de la maldad-.
-¿En serio?, preguntó Darcy. -Nunca me lo habías contado-.
Maggie se encogió de hombros. -No duró mucho tiempo. Tenía diecinueve años y
era muy ingenua. Después de unas pocas semanas me uní a la brigada de los
barrios marginales, y entramos en esa zona de mala muerte cercana a los muelles.
Llevábamos cestas de pan fresco, y pensábamos que íbamos a dar de comer a los
pobres. Pero me separé de los demás y, cuando se puso el sol, andaba perdida sin
esperanza-. Frunciendo el ceño, se tocó la cicatriz del cuello. -Terminé por
alimentar a los pobres, con todas las de la ley-.
Darcy parpadeó. -¿Quieres decir literalmente?-.
Las mujeres se miraron, luego se echaron a reír.
-Por Maggie y por alimentar a los pobres-. Vanda levantó un vaso lleno. Chocaron
las copas y bebieron.
Vanda se volvió hacia Darcy. -Entonces, ¿quién es el hijo de puta en tu vida?-.
-Austin, pero no es un hijo de puta-.
Maggie frunció el ceño. -Creo que no le conozco-.
-Oh-. Darcy apoyó sus pies contra el borde de la mesa de café para hacer que su
mecedora se moviese. -Ustedes lo conocen por Adam-.
-¿Adam te está dando problemas?-, preguntó Vanda con expresión confusa. -Pero
me dijo en la tina de agua caliente que está enamorado de ti-.
-¿Estaban hablando de mí en la bañera?-.
-Claro que sí-. Vanda frunció el ceño. -Le advertí que no te hiciera daño-.
-No me lastimó. Yo lo lastimé a él-.
-¡Hurra!- Maggie se repantigó en el sofá de dos plazas sonriendo. -¡Patea su culo!-.
Vanda le dirigió una mirada molesta. -Darcy no está disfrutando de esto-.
-Oh, lo siento-. Maggie se inclinó hacia delante y cayó al suelo.
-¿Cómo dijiste que se llamaba?-, preguntó Vanda. -¿Austin?-.
Maggie rodó sobre su espalda e hipó. -Pensé que se llamaba Adam. O Apolo, el
dios del sol-.
-Adam es su nombre artístico-, aclaró Darcy.
-Adam, Austin, Apolo-. Vanda se encogió de hombros. -Un pene con cualquier
otro nombre olería igual de dulce-.
Sonó un estallido de risas, procedente del piso donde estaba tendida Maggie. Con
una carcajada, Darcy empujó demasiado fuerte contra la mesa de café. Su silla se
balanceó hacia atrás, a continuación se tambaleó al borde. -¡Aagh!-. Cayó al suelo.
Vanda se tambaleó a sus pies y se quedó balanceándose sobre ella. -¿Estás bien?-.
-Estoy bien-. Darcy se rió mientras se acurrucaba en el suelo. -Estoy enamorada-.
Se echó a llorar.
-¡Oh, genial!-. Vanda la ayudó a levantarse. -Será mejor que vayamos a un lugar
seguro antes de que salga el sol-.
-El dormitorio-. Darcy se tambaleó hacia la sala, seguida por Vanda y Maggie. Se
derrumbaron sobre la cama extra grande.
El sol está asomando por el horizonte, pensó Darcy. Podía sentir la pesada fuerza
del sueño de la muerte. -Sabes, hay una cosa buena de ser un vampiro-, dijo Vanda
en voz baja a la derecha de Darcy. -¿Cuál es?-, preguntó Maggie a Darcy desde la
izquierda.
-No importa lo jodido que sea, nunca vamos a perder un minuto de sueño por él-.
-Cierto-. Darcy cogió sus manos. -Gracias por estar aquí-. Con buenas amigas, tal
vez pueda sobrevivir a esto. Se deslizó en el olvido.
Capitulo 23
Darcy despertó con un dolor de cabeza monstruoso. Vanda y Maggie parecían
igual de miserables mientras tropezaban de regreso a sus habitaciones en el piso de
la servidumbre. Mientras Darcy se duchaba y se vestía, se dio cuenta de que no
podía enfrentarse a Austin. Si ella lo veía, podría rogarle que la tomara de vuelta.
Así que se detuvo en la habitación de los camarógrafos y les pidió que siguieran
adelante sin ella.
María Consuelo sería la jueza del concurso esta noche. Gregori la acompañó a la
biblioteca del departamento. El resto del antiguo harén, incluyendo a Darcy,
miraba desde la sala de los criados.
Cora Lee chilló, apuntando a la televisión donde ahora se veía la biblioteca. -¡Ahí
están!-.
-No hables tan alto-. Murmuró Vanda.
Maggie se quejó. Darcy se frotó las sienes palpitantes.
Gregori sonrió a la cámara. -Bienvenidos a “El Hombre Más Sexy de la Tierra”.
Sólo han quedado cuatro contendientes, y dos serán eliminados esta noche
mientras probamos la fuerza de cada uno. Nuestra jueza esta noche es la hermosa
María Consuelo de España-.
María Consuelo inclinó la cabeza hacia la cámara de una manera tranquila, regia.
Sólo su férreo agarre sobre su rosario hacia evidente su nerviosismo.
-Nuestro primer concursante de esta noche es Roberto de Buenos Aires-. Gregori
abrió la puerta de la biblioteca, y Roberto entró en la habitación.
Se veía afable, el pelo negro peinado hacia atrás desde la frente alta. Hizo una
reverencia a María Consuelo.
-A sus órdenes, señora-.
-Gracias-. María Consuelo estaba junto a la chimenea y le indicó un sillón orejero
cercano. -Creo que este sillón se vería mucho mejor enfrente del escritorio-.
-Hecho-. Roberto levantó el sillón por encima de su cabeza. Se acercó al escritorio y
colocó el sillón abajo.
-¿Está mejor?-.
-Pues, sí-. Los ojos oscuros de María Consuelo brillaron con su aprobación. -Y ese
pequeño sofá en el rincón, creo que debería estar aquí junto a la chimenea.-.
-Por supuesto-. Roberto levantó fácilmente el antiguo sofá de dos plazas y lo colocó
junto a la chimenea. Se enderezó, ajustando sus gemelos. Ni siquiera había
arrugado su traje.
María Consuelo sonrió. -Gracias, señor. Ahora puede irse-.
Roberto hizo una reverencia. -Ha sido un placer, señora-. Salió de la habitación.
Lady Pamela suspiró. -Es definitivamente un vampiro-.
-Sí-, estuvo de acuerdo la Princesa Joanna. -Tenemos que conservarlo-.
Las damas se volvieron hacia la televisión cuando Gregori trajo al siguiente
concursante.
Garth de Colorado sonrió. -Buenas noches-.
Darcy contuvo la respiración. Garth Manly, también conocido como Garrett el
hombre de la CIA, necesitaba ser eliminado esta noche.
María Consuelo inclinó la cabeza ante él. -Si es tan amable, ¿podría mover este sofá
a la esquina?-.
-No hay problema-. Garrett trató de levantar el sofá, pero resultó ser demasiado
largo y difícil de manejar para él. Finalmente, levantó un extremo y lo empujó. Las
patas raspaban por el suelo de madera.
María Consuelo resopló. -Usted está raspando el suelo-.
-Lo siento-. Garrett dio un empujón final al sofá.
María Consuelo entornó los ojos. -¿Puede levantar el escritorio?-.
Garrett frunció el ceño ante el enorme escritorio de caoba. -No por mí mismo.
Necesita al menos dos personas. Quizá más-.
María Consuelo frunció los labios. -Ya veo. Se puede ir-.
Darcy suspiró con alivio. Garrett había sido descubierto.
María Consuelo se inclinó hacia una cámara. -Sospecho que el hombre es un
mortal-.
-¡Menos mal!-. Cora Lee aplaudió. -¡Encontramos otro mortal!-.
-Tranquila-, se quejó Vanda, frotándose la frente.
Lady Pamela olfateó. -Estás sin duda de un humor de perros-.
-Shh-, Darcy las calló cuando el concursante siguiente entró en la habitación.
Austin.
-¡Oh, mira, es Adam!-. Cora Lee exclamó. -Me gusta-.
Darcy quería gruñir, pero le dolía la cabeza demasiado.
-Hola, ¿cómo estás?-. Austin se veía cansado. Estirado y tenso.
María Consuelo golpeó su barbilla con el dedo. -Yo creo que ese sillón debe ir aquí
junto a la chimenea-.
-Está bien-. Austin se acercó a la mesa, levantó el sillón orejero y lo dejó cerca de
María Consuelo.
Darcy se sentó, su corazón golpeteaba. Había hecho que pareciera tan fácil. Pero
entonces, era sólo un sillón. Los hombres mortales probablemente movían sillones
durante todo el día sin esforzarse.
Las cejas de María Consuelo se levantaron. -¿Y el banco de la esquina?. ¿Puede
ponerlo enfrente del escritorio?-.
-Claro que sí-. Austin dio la vuelta por detrás del sofá. Miró a la cámara con
expresión severa, demostrando emoción.
Darcy sintió las alarmas sonando en su adolorida cabeza.
Austin se inclinó y luego se enderezó con el sofá equilibrado sobre una mano en el
aire.
Las damas jadearon.
La mandíbula de Darcy cayó. Vanda y Maggie la miraron confundidas. Ellas
sabían tan bien como ella que él era mortal.
-Debe de ser algún tipo de truco-, susurró Darcy mientras lo veía caminar por la
habitación con el sofá en el aire.
-Lo sabía-. Lady Joanna asintió con satisfacción. -Ese hombre es un vampiro-.
Darcy se hundió en su silla. ¿Qué estaba haciendo Austin?. Se suponía que sería
eliminado. Él le había dicho que lo haría. La verdad cayó sobre ella y comenzó a
jadear. Él tenía la intención de quedarse. Quería una noche más. Con ella.
Austin bajó del sofá al suelo. -¿Algo más?-.
-No-, sonrió María Consuelo. -Eso fue maravilloso. Gracias-.
Austin salió de la habitación. Maldita sea. Darcy apretó los dientes. ¿Cómo diablos
había arreglado ese truco?.
-El último concursante-, anunció Gregori. -Otto de Düsseldorf-.
Gracias a Dios. Darcy se sentó, con la esperanza de que “He-Man Otto” girara el
escritorio sobre su dedo como un balón de baloncesto.
Si alguien podía vencer a Austin, sería él.
-Ya, Otto está aquí-. Caminó y posó para una de las cámaras. La tela de la chaqueta
estaba tensa por los músculos de su espalda. -Ah, Otto debe quitarse el abrigo
antes de que se rasgue en pequeños pedazos por sus núsculos grandes-.
Hizo ojitos a la cámara mientras se quitaba la chaqueta. -Ya, todas las damas aman
los músculos grandes-.
-Oh, mi dios-. María Consuelo se desplomó en el sillón. -Eres tan fuerte-.
-Ya, ¿querer ver qué tan fuerte?-. Dio vuelta hasta la parte posterior del sillón. -
Otto te levantara alto en el aire-.
-¡Santa María!-. María Consuelo se agarró de los brazos del sillón.
-¿Estás seguro?-.
-Ya. No temas. Eres ligera como una pluma-. Otto tomó el sillón por debajo de sus
brazos. Se enderezó de repente, haciendo que María Consuela chillara mientras la
levantaba en el aire.
-Ya ves. Es fácil-. Otto comenzó a bajar el sillón cuando gritó. -¡Aagh!-. El sillón se
inclinó, arrojando a María Consuelo en el suelo con un plaf. Su grito se
interrumpió cuando el sillón cayó sobre su cabeza.
-¡Aagh!-. Otto se dobló. -Me rompí una uña. Las uñas de los dedos se doblaron-.
Gregori se precipitó hacia delante y retiró la sillón encima de María Consuelo. -
¿Estás bien?-.
-¡No!-. Ella se puso de pie, mirando a Otto. -¡Necio torpe!. ¡No había sido tan
maltratada desde la Inquisición Española!-.
-Pero Otto está herido-. Otto metió el dedo adolorido en su boca y lo chupó.
Los ojos de Darcy se contrajeron. Lo increíble había sucedido.
Otto de Düsseldorf había fallado la prueba de resistencia.
Mirando
Cobarde. Ella lo estaba evitando. Austin estaba en el rellano de la escalera, a las
damas marchar en fila hacia el vestíbulo. Darcy no estaba a la vista.
Gregori se dirigió hacia el centro del vestíbulo. -Bienvenidos a otra ceremonia de
las orquídeas en “El Hombre Más Sexy de la Tierra”. Esta noche, dos hombres se
irán, y dos se quedarán. Los dos últimos hombres competirán por el título y la
friolera de cinco millones de dólares.
Los camarógrafos se apresuraron a recoger todas las emocionadas reacciones.
María Consuelo se unió a Gregori bajo la araña de luces con dos orquídeas negras
en sus manos.
-¿Estás lista?-, preguntó Gregori. Cuando ella asintió con la cabeza, continuó, -
¿Quién será el eliminado?. Lo sabremos muy pronto, pero antes, una palabra de
nuestro patrocinador, Cocina de Fusión Romatech-. Hizo una pausa, y comenzó
otra vez con una sonrisa. -Estamos de vuelta. Y María Consuelo está lista para
entregar sus orquídeas-.
Ella asintió con la cabeza. -La primera es para Garth de Colorado-.
-Se veía venir-, murmuró Garrett. Bajó las escaleras para recibir su orquídea.
Luego, volvió a subir hasta el rellano para pararse cerca de Austin. -Supongo que
eres el siguiente-, susurró.
Austin contuvo la respiración.
-La segunda orquídea es para Otto de Düsseldorf-. María Consuelo miró el
vampiro alemán mientras avanzaba pesadamente por las escaleras.
Otto penosamente regresó por las escaleras. Examinó a Roberto y Austin, y dejó
caer sus enormes hombros. -Esto es terrible. Otto ha sido aplastado por dos
hombres afeminados-.
-Vamos-. Austin regresó al ala este con Garrett. Mientras Garrett recuperaba sus
maletas, Austin fue hasta su habitación para observar la cámara de vigilancia en la
sala de retratos.
Las damas suspiraron cuando la luz negra reveló que Otto era un vampiro. Luego
se alegraron cuando se enteraron de que Garrett era mortal.
-¡Lo hicimos!, exclamó una de las mujeres. -¡Nos hemos librado del último mortal!-.
Austin hizo una mueca. Darcy probablemente estaba furiosa. Tendría que
convencerla de que ningún daño había sido hecho. Él todavía podría perder con
Roberto en la ronda final.
Acompañó a Garrett a la planta baja y lo ayudó a cargar su equipaje en la limusina
Hummer. Otto ya estaba dentro, refunfuñando entre dientes. La limusina se
alejaba, y Austin fue directo a la azotea y a la casa de la piscina. Llamó a la puerta.
No hubo respuesta. Trató de abrir la puerta y no estaba cerrada con llave, así que
entró.
-¿Darcy?. ¿Estás aquí?-. La sala principal estaba vacía. El dormitorio, también. Se
dirigió a la cocina y llenó un vaso con agua helada. Luego, marchó a la sala de
estar y dejó el vaso sobre la mesa del café. Había tres vasos vacíos allí y una botella
casi vacía. Levantó la botella y la olió. ¡Whoa!. Miró la mecedora volteada sobre la
parte trasera. Así que, Darcy había conseguido emborracharse después de
rechazarlo. Sonrió poco a poco.
La puerta principal se abrió y se volvió.
La boca de Darcy se abrió de asombro.
-Hola, cariño-. Levantó la botella en la mano. -¿Quisieras emborracharte otra vez?-.
Su mirada se dirigió a la botella. -He tenido suficiente anoche-.
-Qué extraño-.Él posó la botella. -Yo no-.
Ella se estremeció, y luego cerró la puerta en silencio.
Él se sentó en el asiento doble de mimbre. -¿Funcionó?-.
Ella se le acercó con cautela. -¿Si funcionó qué?-.
-¿Emborracharte para hacerte olvidar que me amas?-.
Los ojos de ella reflejaban dolor mientras se sentaba en el extremo de la tumbona
de mimbre. -Nada puede hacerme olvidar eso-. Su expresión se endureció. -
También recuerdo que estuviste de acuerdo en conseguir que te eliminaran del
programa-.
-No podía dejarlo. No sin hablar antes contigo-.
-Entonces, envíame un telegrama-. Sus ojos brillaban con furia.
-¿Estás tratando de hacer que me despidan?. Eso es lo que pasará si ganas-.
-No voy a ganar. Seré odioso y grosero mañana por la noche-.
-No hay ninguna grabación durante los próximos dos días. El segundo programa
sale al aire mañana por la noche. No me verás otra vez hasta el viernes. Esa es la
última noche de grabación. Y será mejor que pierdas-.
-Lo haré. Confía en mí-.
-¿Confiar?. No me hagas reír, Adam-.
-Nunca te he mentido acerca de cómo me siento-.
Sus ojos se estrecharon. -¿Cómo lo hiciste?. ¿Cómo levantaste un sofá con una
mano?-.
Él se concentró en la mecedora volcada. Poco a poco se elevó en el aire, luego
aterrizó en posición vertical.
Darcy se quedó boquiabierta ante esto, volteándose hacia Austin, luego de nuevo a
la silla. -¿Cómo?-.
-Telekinesis-.
-¡Buen Dios!, ¿cuán poderoso eres?-.
Él se encogió de hombros. -Me siento bastante malditamente impotente en lo que a
ti se refiere. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, y tú me estás echando como
si nada-.
-¿Crees que es fácil para mí?- Ella se frotó la frente. -Tengo un dolor de cabeza
monstruoso-.
-Parece que tienes dos opciones. Puedes casarte conmigo o pasar la eternidad en
un estupor alcohólico-.
Ella lo miró mientras se masajeaba las sienes. -Oh, gracias. Esa es la más hermosa
propuesta que una chica podría esperar-.
Él se levantó del extremo de la silla y fue al lado de ella. -Permíteme-. Apretó sus
dedos contra el cuero cabelludo y lo frotó en pequeños círculos.
Ella cerró los ojos. -No debería dejar que me tocaras-.
-¿Por qué no?-.
-Porque mi resistencia se desvanece-.
-Bien-. Él movió sus manos a la nuca y la masajeó allí. -Odias estar fría, cariño. Deja
de pelear contra esto, y derrítete conmigo-.
Ella gimió, con los ojos todavía cerrados. -Quiero que seas feliz, Austin. ¿Cómo
puedes ser feliz conmigo?-.
-Te amo. Por supuesto, sería feliz contigo-. Se concentró en su vaso de agua. Se
deslizó sobre la mesa para alcanzarlo. Sacó un cubo de hielo, luego trazó una línea
hacia abajo con eso en el cuello de Darcy.
Ella se puso rígida, y abrió los ojos. -Eso es tan frío-.
-Sí, pero yo estoy aquí para calentarte-. Él acarició su cuello, lamiendo el rastro de
agua fría que dejaba el hielo.
Ella se estremeció. -¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?-.
-¿Seduciéndote?-. Deslizó el cubo de hielo a lo largo de la clavícula, luego hacia
abajo entre sus pechos.
Su piel se erizó como piel de gallina. -No puedo dejar el mundo de los vampiros.
Estoy atrapada aquí. Te verías obligado a compartirla conmigo-.
-Lo sé-. Con el hielo, él dibujó dos círculos en la camiseta, destacando sus pechos. -
Sólo tengo una pregunta para ti-.
Ella se estremeció. -¿Cuál es?-.
Él frotó el hielo sobre sus pezones, empapando la camiseta y el sujetador.
-¿Me amarás aún cuando esté viejo y canoso?. ¿O calvo?-.
-Por supuesto-.
-Entonces, está arreglado-. Tiró el cubo de hielo sobre la mesa.
-Haces que parezca tan fácil-. Ella se estremeció. -Debería darte vergüenza. Sabes
cómo odio el frío-.
-Pero te encanta cuando te caliento-. Él le sacó la camisa sobre su cabeza. Luego,
fue detrás de ella para desenganchar el sostén.
-¡Que Dios me ayude!, te quiero.- Ella envolvió los brazos alrededor de su cuello.
¡Sí!. Una sensación de victoria se extendió por él mientras la empujaba hacia abajo
sobre el diván. Ella lo amaba. Ella lo quería. Él le hizo el amor a sus pechos, y luego
le abrió la cremallera de sus pantalones vaqueros y tiró de ellos por sus piernas. Se
toparon con sus zapatillas de deporte, así que tiró los zapatos y los pantalones
vaqueros de una vez. Ella descansaba sobre los cojines floreados, vestida sólo con
ropa interior de encaje rojo.
-Te ves increíble-. Se sentó en el sofá junto a ella.
-Gracias-. Ella se acercó a él.
-Sólo un minuto-. Él agarró otro pedazo de hielo de su vaso y estudió sus bragas. -
Hmm-.
Los ojos de ella se abrieron. -No te atrevas-.
-Pero te prometo que te haré entrar en calor-.
Ella se arrastró fuera del sofá, pero él la agarró de la cintura y le metió el cubo de
hielo en su trasero.
-¡Aagh!-. Ella se desprendió de la ropa interior.
-Wow-.Él se puso de pie, sonriendo. -Nunca he visto a una mujer sacarse sus
bragas tan rápido-.
-Sinvergüenza-. Ella puso las manos en las caderas y lo miró otra vez.
-Tenemos un grave problema-.
-¿Qué?-.
Sus ojos brillaron con picardía. -Estoy completamente desnuda, pero aquí estás,
todavía en traje y corbata-.
-Oh. No hay problema-. Empezó a quitarse el abrigo, pero ella lo detuvo.
-Creo que me gusta esto-. Ella lo rodeó lentamente, rozando una mano sobre su
pecho, sobre su brazo, y en la espalda. -Me hace sentir... salvaje y sin sentido-.
Él respiró hondo, cuando sus senos rozaron contra su brazo. Su ingle estaba
apretada. -Tengo que admitir que me gusta la vista-.
-A mí también-. Ella levantó la punta de la corbata y la pasó por el cuello y entre
sus pechos.
Él la agarró por las caderas y la atrajo contra su erección. -¿Está lista para ser
calentada?-.
-¿Es eso una plancha caliente o simplemente estás feliz de verme?-. Ella se movió
de sus brazos. -Ven-. Tiró de su corbata, llevándolo como a un perro con una
correa.
Y se fue con ella. Con sumo gusto. Maldición, él se sentía como si fuera a aullar.
Después de todo, la mujer que amaba lo conducía al dormitorio. Y mirar su trasero
oscilante desde atrás era una ventaja añadida.
Ella se detuvo al llegar a la cama. Se volvió lentamente. -Déjame desnudarte-. Pero
él ya se había quitado su abrigo y sus zapatos. Los ojos de ella se abrieron. -
Ciertamente tienes prisa-.
-Cariño, estoy a punto de explotar-.
-¿En serio?-. Ella enganchó una pierna a su alrededor y frotó la cara interna del
muslo en contra de su pantalón. -¿Estás sufriendo?-.
-Arpía-, murmuró él mientras se aflojaba la corbata y la sacaba sobre su cabeza.
Ella comenzó a desabrocharle la camisa con una paciencia irritantemente lenta.
Con un gruñido, él se desabrochó el cinturón y los pantalones, y los dejó caer
pateándolos a un lado. Su ropa interior siguió al traje, y ella todavía estaba
desabrochándole la camisa.
-Basta-. Él tiró la camisa y la camiseta sobre su cabeza al mismo tiempo. Se
concentró en la puerta, y la cerró dando un portazo.
-Wow-, susurró ella.
Con su mente, él tiró el edredón de la cama. Las sábanas blancas limpias y las
almohadas se revelaron.
-Sube, cariño-.
Ella soltó un bufido. -Bueno, eso es un buen truco, pero si realmente quieres
impresionarme, sabrás cómo hacer la cama, también-.
Él la agarró por la cintura y la dejó caer en el colchón.
-¿Y lavar la ropa?. Por no hablar de los platos sucios-.
-Me encanta cuando hablas sucio-. La empujó hacia abajo y le dio toda su atención
a sus pechos.
Con un gemido, ella extendió las manos por su cabello. -Traté de mantenerme lejos
de ti. Sabía que no podría resistirte-.
Él empujó sus rodillas separándolas y se colocó entre sus muslos. -Estoy aquí para
quedarme-.
Ella se sacudió cuando él la acarició entre las piernas. Estaba caliente y húmeda.
Extendió la humedad alrededor mientras ella estremecía y jadeaba. El olor de su
deseo lo atrajo más cerca. Plantó su boca en ella y rápidamente la convenció de que
verdaderamente podían encontrar la felicidad doméstica juntos.
Ella gritó. Él la acarició con la boca para sentir los espasmos palpitando. Santa
Madre. Necesitaba estar dentro de ella rápido.
-Te amo-, jadeó ella.
Él miró hacia arriba y vio sus ojos rojos brillando. Dudó unos segundos, pero ella
usó ese tiempo para empujarlo hacia abajo y rodar por encima de él.
-Te quiero-, repitió mientras arrastraba besos por su pecho. Ella se burlaba de sus
pezones con la lengua.
Su erección se apretó en contra de su trasero, y casi se pierde. -Darcy, no puedo
esperar-.
Ella se sentó a horcajadas en sus caderas y se bajó a sí misma sobre él. Cada vez
que se movía para acomodarse a su tamaño, él gemía.
-Ahora-. Él la agarró por las caderas y la obligó a bajar. Más rápido, le dijo con su
mente. No puedo esperar mucho más.
Ella se incorporó y se echó el cabello detrás de los hombros. Empezó a mecerse
lentamente, con los ojos cerrados, la boca ligeramente abierta. Nunca la había visto
tan hermosa, tan sexy. Él agarró sus pechos y los apretó suavemente. Con un
gemido, ella cayó hacia delante sobre el pecho. Él la agarró por las caderas para
acelerar el ritmo.
Su respiración se volvió irregular, con los dedos aferrados en él.
Él estaba empujando hacia arriba, haciendo mover juntas sus caderas. No por
mucho más. Él apretó los dientes, luchando por ganar más tiempo. La haría
terminar con él, de alguna manera. Metió la mano entre ellos y pellizcó su mojado
y caliente botón. Ella gritó. La envolvió con sus brazos, y estallaron juntos.
De repente, ella se puso rígida y se libró de golpe de su abrazo. Se sentó, todo su
cuerpo estaba temblando.
-Darcy, ¿qué está mal?-.
-¡No!-. Ella se tapó la boca con ambas manos. Sus ojos azules estaban llenos de
horror.
-¿Darcy?-.
Se arrastró lejos de él. Sus ojos se pusieron rojos, y ella se dobló, llorando de dolor.
No podía dejarla así. -¿Qué puedo hacer?-.
-¡Vete!. ¡Escapa!-.
Él saltó hacia atrás cuando vio el destello blanco de colmillos. Santa mierda. Sus
colmillos habían salido. Se cayó de la cama.
Se oyó un grito como si hubiera sido arrancado de su garganta, un grito tan lleno
de dolor y terror, que él dudó. Ella necesitaba ayuda.
Pero ¿qué podía hacer?.
-¡Corre!-. Ella agarró una almohada y hundió sus colmillos en ésta.
Él se estremeció al oír el sonido de la tela rasgándose. Eso podría haber sido su
cuello. Las plumas flotaban alrededor de su cabeza.
Corrió a la cocina, tomó una botella de Chocosangre, y se lanzó de nuevo al
dormitorio. Desenroscó la tapa. -Aquí-.
Ella se quedó hecha un ovillo, llorando.
-¡Darcy!-. Él empujó su brazo con la botella fría.
Ella se sentó con un siseo de enfado. Él dio un salto atrás. Con sus ojos rojo
brillante y sus colmillos distendidos, se arrastró a través de la cama hacia él.
Santa Mierda. Se sentía como que estaba tratando de alimentar a un animal salvaje.
Él le ofreció con cuidado la botella.
Ella la tomó y la acercó a su boca. Tragaba tan rápido, las gotas de sangre
escapaban y corrían por su cuello y el pecho.
Austin tragó saliva. ¿Cómo podría vivir con esto?. Se volvió para vestirse. Podía
oír los sonidos que ella hacía al tragar detrás de él. Finalmente, cuando él estaba
abotonándose la camisa, se hizo silencio.
Se volteó. Ella dejó la botella vacía en la mesa de noche. Entonces, utilizó la sabana
para limpiar la sangre de su pecho.
-¿Estás bien?-.
Ella negó con la cabeza, incapaz de mirarlo.
-¿Tus colmillos habían salido antes?-.
-Sólo una vez. Después de que me transformé. En ese momento fue una reacción
automática. Pero eso fue hace cuatro años. Yo… yo nunca había querido morder a
nadie. Pensé que estaba a salvo-.
-Sólo tenías hambre. Nos aseguraremos de que…-.
-¡No!-. Ella lo miró, con los ojos brillantes de lágrimas. -Ya había comido esta
noche. No tengo tanta hambre. Era… No lo sé. Perdí el control-.
-¿Por el sexo?-.
Una lágrima rodó por su rostro. -No podemos hacer esto de nuevo. Podría haberte
matado-.
-Pero no lo hiciste. Atacaste una almohada-. La almohada desgarrada lo hizo
estremecerse.
-Tenía que morder algo-. Más lágrimas resbalaban por sus mejillas. -No puedo
dejarte vivir conmigo. Soy demasiado peligrosa-.
Su corazón se desplomó. -Vamos a resolverlo-. Esto no podía estar pasando. No
podía perderla ahora.
-No-. Ella volvió la cabeza. -Quiero que te vayas. Ahora-.
Sintió como si su corazón hubiera caído en una tina de ácido, y él se hubiera
quedado sin nada más que un dolor punzante que lo consumía. Pensó en discutir
con ella, rogarle, cualquier cosa con tal de quedarse con ella. Pero ella ni siquiera lo
miraba.
Una última pluma flotó por encima de la cama, cayendo junto a la sábana
manchada de sangre. Él miró la almohada cortada. Ella tenía razón. Podría haberlo
matado. Se tambaleó hacia la puerta y se fue.
Capítulo 24
Austin no podía quedarse en el departamento. Su dormitorio le recordaba
demasiado a Darcy. El olor de su champú estaba en las almohadas, por lo que le
era imposible dormir. Viajó en el metro de regreso a su apartamento en Greenwich
Village. Incluso entonces, no podía escapar del dolor o de los recuerdos.
Al día siguiente, fue a la oficina. Él no llevaba allí ni cinco minutos antes de darse
cuenta lo difícil que sería seguir trabajando para la CIA. Ya no podía luchar contra
todos los vampiros con la convicción de que eran todos malos. Tenía que
convencer a Sean de que eran los renegados los que estaban atacando a la gente. Si
pudiera dirigir el equipo. Si pudiera dirigir la operación de vigilancia hacia los
Renegados y lejos de los vampiros decentes, entonces valdría la pena conservar su
puesto de trabajo.
Emma se detuvo en su escritorio y lo miró otra vez. -Te ves cansado. Tiene que ser
difícil ser el hombre más sexy del mundo-.
-Agotador-.
Ella soltó un bufido. -Bueno, despiértate chico amante. Sean Garrett te quiere en la
sala de conferencias en cinco minutos-.
Austin se quejó. Sean probablemente quería un informe del reality show y la DVN.
Ninguno de los vampiros eran una amenaza para la humanidad. Incluso el
gigantesco Otto, que era todo fachada pero no mordía.
Se acercó al escritorio de Garrett.
-¿Cómo te va?-.
Garrett alzó la vista. -Estoy con mi lista de concursantes vampiros. ¿Dónde estaba
Reginald? -.
Austin frunció el ceño.- ¿Reginald?. ¿Es un vampiro?-.
-Sí, creo que sí-.
Austin suspiró. -Tengo problemas para recordar. Creo que los vampiros deben
haber trastocado mi memoria-.
-¿En serio?-, dijo Garrett con los ojos como platos. -¿Cuando sucedió eso?-.
-No lo sé. Si me borraron la memoria, ¿cómo lo recuerdo?-.
-Oh.- Garrett levantó la mirada de su papel. -Me acordé de estos nombres-.
-¿Puedo ver tu lista?. A lo mejor ayuda a refrescar mi memoria-.
-Claro que sí.- Garrett le entregó el papel.
Austin hecho un vistazo a la lista de nombres. Garrett no había sido muy laborioso
si esto era todo lo que había descubierto mientras trabajaba encubierto. -No tienes
sus apellidos. Va a ser difícil seguirles la pista. -Garrett se encogió de hombros.-
Nunca supe sus apellidos-.
-¿Estás seguro?-, Austin levantó una ceja. -¿O te borraron tu memoria, también?-.
Garrett parecía confundido. -No lo sé-.
-¿Has averiguado dónde está Shanna?-.
-No-. Garrett se levantó despacio. -O tal vez lo hice y lo borraron-.
-Maldita sea-- Austin aplastó el papel en el puño. -Sean espera que nosotros le
demos informes detallados, pero no puedo recordar mucho-.
-Pero yo lo recuerdo. Recuerdo el departamento y a las cinco juezas-.
Austin escuchó mientras Garrett divagaba y a continuación, se metió en la cabeza
sin que el hombre se diera cuenta. Austin no podía borrar la memoria como un
vampiro, pero sin duda podría enmarañar la memoria de alguien mediante la
proyección de imágenes contradictorias. Garrett dejó de hablar y cerró los ojos
mientras su mente se desbordaba con las imágenes mentales que Austin le enviaba.
-Oye, ¿estás bien?-.
Garrett se frotó la frente. -Hace calor aquí dentro-.
-Quizás estás enfermo. O quizás es sólo un efecto posterior a que los vampiros
jugaran con nuestras mentes-.
-Sí-. Garrett asintió con la cabeza. -Eso podría ser.- Se fue hacia la sala de
conferencias.
-Voy ahora.- El corazón de Austin se aceleró mientras se dirigía hacia la máquina
trituradora de papel. Garrett había sido patéticamente fácil de confundir, pero aún
así, jugar con la mente de otro colega era demasiado parecido a la traición. Pero,
¿qué podía hacer Austin?. No podía permitir que Sean atacara a los vampiros
buenos.
Austin metió la lista de Garrett en la trituradora y pulsó el botón. Maldita sea. Se
había acabado de convertir en un agente doble.
Corrió hacia el baño de hombres y se echó agua fría en la cara. Respiró
profundamente hasta que él se calmo. Luego, se dirigió hacia la sala de
conferencias.
Garrett había sido fácil de manipular. Sean Whelan no lo seria.
Entró en la sala de conferencias y saludó a Garrett y Sean con un movimiento de
cabeza. -Buenos días-.
Él cerró la puerta.
-Llegas tarde-. Sean estaba sentado a la cabecera de la mesa. Garrett estaba a la
derecha, con los hombros caídos.
Sean dejó su pluma sobre la mesa.
-Tenemos un problema-.
-¿Sí?- Austin se acercó a la mesa.
-Quiero sus informes, pero Garrett dijo que no tiene uno y que tú tampoco. Él dice
que los vampiros se metieron en sus mentes-.
Austin tomó asiento. -Sí, creo que ellos lo hicieron.
-¿Cómo pudiste permitir que eso sucediera?-. Sean lo fulminó con la mirada. -
Puedo entenderlo de Garrett por sus problemas para repeler el control mental,
pero de no de ti Austin, ¡tienes un poder casi fuera de escala!. Deberías haber sido
capaz de detenerlos-.
Austin entornó los ojos como si se concentrara profundamente.
-Yo me acuerdo de algunas cosas. Pero nada de valor. No sé dónde está su hija. Lo
siento-.
Las mandíbulas de Sean se tensaron.
-¿Qué recuerdas?-.
Austin se encogió de hombros.
-No puedo recordar sus nombres, pero había varios vampiros. Ellos eran
inofensivos-.
Sean soltó un bufido. -Eso es un oxímoron, un “vampiro inofensivo”-.
-Ellos en ningún momento nos hicieron daño-.
Sean cerró su pluma sobre la mesa.
-Han estado jugando con tu mente. Eso es hacerte daño-.
-Me acuerdo de algunos nombres-, dijo Garrett. -Roberto. No, tal vez era Alberto. Y
tenía una casa en la playa-.
Austin negó con la cabeza. -No, era un departamento-.
-Oh sí, eso es correcto. -Garrett hizo una mueca. -¿Por qué estoy recordando una
casa en la playa?-.
Austin se metió en la mente de Garrett y la alimentó con más imágenes.
-Recuerdo el concurso y que había cinco juezas-.
-Caniches-, dijo Garrett.
-¿Qué?-, Sean le dirigió una mirada confusa.
-Los jueces eran caniches de color rosa.- Garrett frunció el ceño y se frotó su frente
sudorosa. -Eso no puede ser correcto-.
-Esos hijos de puta.- Sean soltó un puñetazo en la mesa. -Están jugando con
nosotros-. Se puso de pie y se paseó por la habitación. -Esto ha sido una pérdida de
tiempo. No estamos cerca de encontrar a mi hija-.
Austin respiró hondo.
-Creo que deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en los vampiros que están
actualmente atacando a la gente. Las Vampiros en la DVN sólo querían entretener
a los demás con telenovelas y vender unas cuantas botellas de Chocosangre. Se
puede culparlos de mal gusto, pero básicamente son inofensivos-.
Sean dejó de pasearse y miró a Austin.
-Si los vampiros se metieron en tu cabeza, todo lo que dices es sospechoso. No hay
tal cosa como un vampiro inofensivo-.
-Recuerdo lo suficiente del reality show para saber que los vampiros no le hicieron
daño a los seres humanos-.
Sean se burló. -¿Es eso lo que recuerdas, Garrett. Un montón de dulces e
inofensivos vampiros?-.
Con la cara enrojecida por el calor, Garret dijo: -No mordieron a nadie . Los
caniches eran agradables-. El sudor perlaba su frente. -Quiero decir, las señoras-.
Sean frunció el ceño. -Estás enfermo. ¿Has revisado tu cuello por si tiene marcas
de colmillos?-.
Garrett palideció. -Oh, Dios mío.- Se desabotonó el cuello y se pasó los dedos por
el cuello.
-Estoy bien-.
-No, no lo estás. - Sean rechinó los dientes. -Te han lavado el cerebro. Pide una cita
con el loquero de la Compañía-.
-Sí, señor. - Garrett se limpió la frente húmeda. -Me siento extraño, como si tuviera
fiebre-.
Sean entornó los ojos. -Puedes irte- Le ordenó en voz baja.
-Gracias, señor. - Garrett se fue hacia la puerta y salió.
Austin se levantó para hacer lo mismo.
-Siéntate-.
Volvió a sentarse. Una ráfaga de aire caliente de gran alcance rodeó su mente
sofocándola-.
Austin sabía quién era, y él también sabía que su mente estaba llena de recuerdos
que no podía permitir que nadie los viera. Los recuerdos que él reclamaba estaban
olvidados. Y los recuerdos sobre Darcy. Sean con su fuerza mental se tensó como
una prensa. Austin de inmediato erigió un muro de defensa y comenzó a reunir su
poder.
-No está mal-, susurró Sean. -¿Te das cuenta, no es cierto?, ¿que cuando un
humano invade la mente sientes calor?. Qué interesante que Garrett también
sintiera calor.
El poder de Austin había alcanzado una masa crítica. Dejó caer el muro y desató su
poder, rompiendo el cerco que lo había rodeado.
Sean se puso rígido y jadeó.
Austin se puso de pie . -No vuelvas hacerlo-.
-¿Y esperas que me crea que los vampiros ensuciaron tu mente?-.
La cara de Sean mostraba ira.
-Tan fuerte como eres, no pudieron hacerte nada. A menos que tú lo quisieras-.
Austin apretó los dientes. Había tenido la esperanza de dirigir la atención de Sean
a los renegados y lejos de Darcy y sus amigos. Pero nunca funcionaría. Sean ya no
confiaba en él.
Sean le dirigió una mirada mordaz.
-¿Qué te pasó, Austin?. ¿Una de las perras vampiro te sedujo?-.
Él apretó los puños. -Te aseguro, que estoy en completo control de mí mismo-.
- Entonces demuéstramelo. Vete al departamento y clávales una estaca mientras
duermen-.
Austin tragó saliva. -No-.
Sean plantó las palmas de las manos sobre la mesa y se inclinó hacia delante. -
Piensa dos veces antes de contestar, Erickson. ¿Estás desobedeciendo una orden
directa?-.
Su corazón se aceleró, provocando un sonido atronador en los oídos. -Sí. Lo hago.
Voy a entregar mi renuncia hoy-.
-Eres un estúpido-.
Austin negó con la cabeza. -Tú eres el único que se niega a ver la verdad. Hay dos
tipos de vampiros. Debes dejar a los vampiros inofensivos en paz y concentrar tus
esfuerzos en los renegados. Ellos son los peligrosos-.
-¡Todos son peligrosos!-.
-No, no lo son. ¡Por el amor de Dios!, Sean, habla con tu hija. Shanna, me dijo la
verdad-.
-¡No me hables de ella!. Ella se volvió contra mí. Y ahora, tú me has traicionado,
también-.
-¡Fuera de aquí!-.
Austin se dirigió hacia la puerta. -Voy a continuar la lucha contra el mal.
Seguiremos estando del mismo lado-.
-Tú eres maligno, un traidor. ¡Fuera de aquí!-, gritó Sean.
Austin cerró la puerta detrás de él. Alyssa y Emma estaban fuera, con los rostros
preocupadas. Se quitó la tarjeta de identificación y se la entregó a Emma.
-No debes irte-, susurró ella. -Tú eres el más fuerte entre nosotros-.
-Voy a seguir luchando contra los chicos malos-. Austin sonrió con tristeza. -Ten
cuidado ahí fuera-. Él salió y cogió el ascensor hasta la planta baja.
Se había jodido todo. Sean sabía dónde estaban grabando el reality show, y estaba
lo suficientemente furioso para vengarse de los vampiros que se encontraban allí.
Austin tenía que volver al departamento para asegurarse de que Darcy y sus
amigos estuvieran protegidos.
Sólo faltaba una noche de grabación. Una vez que todo terminara, Darcy y sus
amigos estarían a salvo.
¿Y qué iba a hacer entonces?. Había perdido su trabajo. Había perdido a la chica.
Había tratado de hacer todo bien, pero todo se había venido abajo.
Puedes casarte conmigo o desperdiciar la eternidad en un estupor de borrachera.
La desafortunada elección de palabras de Austin seguía atormentando a Darcy.
Ella no podía casarse con él. ¿Cómo podía ella someterlo a una vida de oscuridad y
a una mujer que podría convertirse en un monstruo en un determinado momento?.
Todavía se estremecía cada vez que recordaba el dolor de sus colmillos
alargándose, el fuerte deseo de utilizarlos, y sus deseos abrumadores de sangre.
Afortunadamente, su reacción de horror y repugnancia había sido tan fuerte como
su necesidad de sangre. Eso por sí sólo la había ayudado a mantener
suficientemente el control para no morder Austin.
¿Pero y si sucedía una y otra vez?. ¿Y si poco a poco se acostumbraba a él, y el
horror se desvanecía?. Entonces, no habría nada que le impidiera morder a Austin
o a transformarlo contra su voluntad. Y entonces, él la odiaría. Al igual que ella
odiaba a Connor.
Las lágrimas nublaban su vista. Por lo que ella sabía, ella y Gregori eran los únicos
vampiros en el mundo alimentados con botella. Ella sabía que el resto de sus
amigos habían mordido a la gente en el pasado, pero ella siempre había tenido
problemas para imaginarse eso. ¿La pequeña u dulce Maggie hundiendo los
colmillos en alguien?.
Pero ahora, ella sabía que podía ocurrir. Cuando sus colmillos se habían disparado,
había sentido desesperadamente la necesidad de la sangre. Y si noche tras noche,
con el tiempo perdía su aura de terror. Se convertiría en normal. Con el tiempo,
podría ser agradable. No podía arrastrar a Austin a esa trampa. Y pasar la
eternidad en un estupor de ebriedad sería patético. El único recurso en el que
podía pensar era en el exceso de trabajo. Al menos podría ser productivo. Y
mantendría su mente ocupada para no pensar en Austin.
El miércoles, llegó a la DVN poco después del anochecer y se fue directamente a
trabajar en la edición del tercer programa de ese sábado. Después de algunas
horas, Sly se asomó en su oficina. Darcy estuvo tentada de lanzarle una grapadora
por ser tan espeluznante con Maggie.
-Bueno Newhart, ¿te enteraste quién era la chica de la bañera?-.
- No-. Ella se concentró más en su trabajo para que él se diera cuenta que estaba
interrumpiéndola. -Temo que siempre será un misterio-.
-Hmm.- Se rascó la barba, ajeno a sus insinuaciones de que la estaba molestando. -
La mayoría de las llamadas telefónicas y correos electrónicos indican que la gente
piensa que fue Cora Lee o Lady Pamela-.
Darcy suspiró y siguió trabajando.
-Seguimos recibiendo mensajes de correo electrónico acerca de lo poco elegantes
que se visten las damas-, continuó Sly. -¿Lo tomaste en cuenta?-.
-Sí. Todas están completamente modernizados. Se mostrará en unos pocos
episodios, pero creo que estarás muy contento-.
-Bien-. Sly se apoyó contra la jamba de la puerta como si tuviera la intención de
permanecer otros cinco minutos. Darcy ahogó un gemido.
-¿Todavía estás cumpliendo con el cronograma?-, preguntó él. -¿Vas a grabar el
último programa este viernes?-.
-Sí, señor. Vamos a tener el ganador la noche del viernes. -Y más vale que sea
Roberto-.
-¡Genial!. Tengo intención de estar allí para la ceremonia final, así puedo entregar
el cheque. Estoy preparando algo bien grande-.
-Suena bien-.
-Y le dije a Corky Courrant que fuera, así ella puede hacer algunas entrevistas
posteriores a la ceremonia-.
-Suena interesante-, murmuró Darcy.
-¡Es muy emocionante!-, Sly volvió la cabeza, su atención había sido captada por
alguien en el pasillo.
-¡Oye, Tiffany!. Llegas tarde-. Él miró a Darcy. -Tengo que ir a una reunión-.
-Hasta luego-. Cerró la puerta.
Darcy se estremeció. Él y Tiffany tenían algo importante que discutir. Darcy trabajó
hasta la medianoche y luego se tomó un descanso para ver “El Hombre Más Sexy
de la Tierra” mientras salía al aire, en su segundo programa en la DVN. Era en el
que Lady Pamela llevaba a los concursantes a dar un paseo a través del
invernadero. Mirar a Austin hizo que su corazón se estremeciera de dolor. Cuando
él se pinchó el dedo con una espina de una rosa, las cámaras hicieron un trabajo
excelente mostrando el deseo de Pamela de probar su sangre.
Los ojos de Darcy se estremecieron. Tomó la decisión correcta. Austin no podría
estar a salvo con ella en el mundo de los vampiros. Era como colgar una botella de
vino en frente de un grupo de alcohólicos en recuperación. Cuando el show
terminó, su teléfono sonó.
-¡Darcy!-. Maggie parecía feliz. -Todos están encantados con el programa-.
-Eso es bueno.- Oía voces excitadas en el fondo. -¿Qué está pasando?-.
-Estamos de fiesta. Bart, Bernie y Gregori bajaron a la sala de los criados para ver el
show con nosotros. Estamos todos tomando sangre espumante para celebrar. Ah, y
Roberto quería venir. Dijo que se sentía solo en el ático, pero Gregori le dijo que no
podía, que no era correcto por el concurso-.
-Ya veo-.
-Vanda está tratando de convencer a Gregori para que nos lleve a un club
nocturno. Bart dice hay uno genial aquí cerca, aunque no sé cómo lo sabe-.
Darcy levantó las cejas.¿A Bart le gustan los clubs nocturnos?.-Ya veo-.
-¿Puedes venir con nosotros?. Gregori podría teletransportarte aquí en un
segundo.
-No, gracias. Tengo mucho trabajo que hacer-.
-Oh, está bien-, suspiró Maggie. -Yo simplemente no quiero que estés triste...¡Oh
acabo de recordar que debía decirte algo!-.
Darcy frunció el ceño ante la vacilación de la voz de su amiga.
-¿Qué pasa?-.
-Gregori oyó algo fuera de la sala y se fue a comprobarlo. Era Adam o Austin. Lo
que sea-.
A Darcy le dio el corazón un brinco.
-Gregori dijo que estaba revisando el departamento, estaba preocupado por la
seguridad. Dijo que se necesitan más guardias de día y noche.
Darcy contuvo el aliento. ¿Sabía algo Austin?. Él era de la CIA, después de todo.
Podría tener buenas razones para estar preocupado por su seguridad.
-Maggie, permíteme hablar con Gregori.
-Está bien-. Hubo una pausa.
-¿Qué hay de nuevo pastelito?-, dijo Gregori .
-Debes llevarte a las damas. Mantén a Bart y Bernie contigo. Y llama ... a Connor.
Pregúntale si le sobran unos guardias para el departamento-.
-¿Qué está pasando?. Suenas tan preocupada como ese tipo, Adam.
-Te lo explicaré más tarde. Pero créeme, si Adam está preocupado, entonces hay
una buena razón para ello. Ten cuidado-.
Darcy colgó y volvió a su trabajo.
Ella trabajó nuevamente durante largas horas el jueves por la noche y tenía listos
dos programas para salir al aire.
Cuando llegó el viernes, las damas estaban vestidas con sus mejores vestidos de
noche. Esta era la noche en que finalmente adquirirían un nuevo maestro. Y sería la
última noche en la que Darcy volvería a ver a Austin.
Capítulo 25
Darcy encontró a Maggie y a las cinco juezas en la sala de retratos.
-Esta noche, juzgaremos a los candidatos por su inteligencia. He preparado una
lista de preguntas-. Le entregó el papel a Lady Pamela.
Las damas se sentaron en los sillones enfrente de las dos fotos en la pared. Austin y
Roberto.
Resonaron voces en el vestíbulo. La puerta se abrió.
-¡Estoy aquí!-, anunció Sly. Entró con un cheque que era un cartel que medía un
metro y medio. Lo apoyó contra la pared y luego se volvió para saludar a las
damas.
-¡Guau están muy sexys!-.
La Princesa Joanna y María Consuelo se sonrojaron y bajaron su mirada a sus
manos en su regazo. Lady Pamela y Cora Lee se rieron. Vanda subió una ceja y
miró de nuevo a Sly. Maggie se deslizó detrás de Darcy, con el rostro pálido.
Darcy se dio cuenta de lo incómoda que estaba Maggie en presencia de Sly.
-¿Podrías ver si los hombres están listos?-.
-Claro que sí-, Ella salió corriendo de la habitación.
Sly la vio salir. -Ella me parece familiar-. Se volvió hacia las damas y se centró en
las dos rubias. -He oído que una de ustedes es aficionada al jacuzzi-.
Darcy se aclaró la garganta. -¿Ha llegado Corky Courrant?-.
-No, está terminando un reportaje en la DVN-, respondió Sly . Pronto estará aquí-.
La puerta se abrió. Las cámaras se encendieron cuando Maggie y Gregori entraron
seguidos de los últimos dos concursantes. Darcy se colocó en un rincón oscuro de
la habitación. Iba a serle extremadamente duro estar en la misma habitación con
Austin, pero esta noche era la última vez. Maggie se reunió con ella en la esquina
con una sonrisa tímida. Ambas se estaban escondiendo y lo sabían.
Las cámaras se volvieron con sus focos y comenzaron a hacer primeros planos.
Darcy parpadeó cuando se dio cuenta de cómo estaba vestido Austin. Roberto,
como de costumbre, llevaba un traje caro, pero Austin llevaba unos vaqueros y
una camiseta descolorida y arrugada . Tenía el pelo alborotado y barba de varios
días.
Darcy se dio cuenta de que estaba tratando de parecer sucio e irrespetuoso, pero
era una estrategia contraproducente. Se lo veía más sexy que nunca. Con el
corazón encogido, también se dio cuenta de que no había necesidad de que ella se
escondiera en la esquina. Austin no la estaba mirando. El fruncía el ceño hacia sus
gastadas botas marrones. Mientras tanto, Roberto estaba lanzando miradas
lánguidas hacia las juezas.
-Bienvenidos al último episodio de “El Hombre Más Sexy del Mundo“-, comenzó
Gregori. -Esta noche, las damas harán su elección final. Roberto de Buenos Aires o
Adam de Wisconsin se disputarán el título para convertirse en el Hombre Más
Sexy del Mundo-.
Bart se concentró en los dos hombres. Roberto le dedicó una sonrisa deslumbrante.
Austin hizo caso omiso a las cámaras y frunció el ceño mirando sus botas.
-Esta noche, las cinco damas juzgarán.- Gregori las presentó mientras Bernie se
concentró en filmarlas.
-También tenemos un invitado especial-. Gregori continuó. -Sylvester Baco, el
productor de este espectáculo entregará al ganador un cheque por cinco millones
de dólares-.
Sly sonrió a la cámara. -Esta es la noche que todos hemos estado esperando. Desde
que la serie hizo su debut hemos recibido más de cinco mil llamadas telefónicas y
correos electrónicos. Estoy seguro de que están tan ansiosos como yo de saber
quién va a ganar-.
-En efecto-, asintió Gregori. -El ganador de esta noche no sólo recibe el título del
Hombre más Sexy del Mundo, sino también un cheque por valor de cinco millones
de dólares.
-Y eso no es todo-, Sly levantó las manos dramáticamente. -El ganador va a recibir
aún más-.
-Pero primero-, interrumpió Gregori -unos anuncios de nuestro patrocinador.
¿Cómo se pueden celebrar las ocasiones especiales de un vampiro?. Con sangre
espumante por supuesto, la fusión de sangre sintética y champagne de Romatech-.
-La sonrisa de Gregori se congeló hasta que la cámara dejó de grabar-.
Los ojos de Darcy se estremecieron. Obviamente, todo el mundo asumía que los
concursantes masculinos eran vampiros-.
Gregori le dijo al camarógrafo que empezara de nuevo. -Y estamos de vuelta, justo
a tiempo para que Sylvester Baco haga un importante anuncio-.
-Sí-. Sly sonrió cuando la cámara lo enfocó. -Como saben nuestras cinco hermosas
juezas una vez fueron parte del harén de Roman Draganesti. Sería un crimen dejar
estas mujeres sin un Maestro para cuidar de ellas. El ganador de esta noche no sólo
gana el título y el dinero, él también se convertirá en un Maestro con todas estas
hermosas mujeres en su nuevo harén .
Austin giró la cabeza. Su boca se abrió.
Los ojos de Roberto brillaron. Lamiéndose los labios, miró a las damas .
Darcy miró a las mujeres. Hace unas semanas, esto era lo que más querían, más
que cualquier otra cosa. Un nuevo Maestro rico, que se haría cargo de todas sus
necesidades. Pero de alguna manera, ella no parecían ahora muy excitadas o
aliviadas. En su lugar, se veían incómodas, incluso avergonzadas. Darcy
sospechaba que habían desarrollado el orgullo suficiente como para que no les
gustara ser un premio del concurso.
Echó una mirada a Austin. Él la miraba ahora. Sin duda parecía estar un poco
furioso ante la idea de ganar un harén. Pero se lo merecía. Ella le había advertido
una y otra vez que lo dejara.
-El ganador de esta noche será juzgado por lo bien que responda a una pregunta-.
Gregori se volvió a los dos concursantes masculinos. -¿Quién quiere ser el
primero?-
-Yo-, se quejó Austin. -Quiero acabar con esto-.
Gregori levantó las cejas hacia Austin por su tono hosco. -Muy bien. Se volvió a
Roberto. ¿Nos excusas un momento?-.
Maggie se adelantó para escoltar fuera a Roberto. Austin se paró frente a las juezas,
y esperó. Gregori asintió con la cabeza a las damas. -Pueden preguntar-.
Lady Pamela leyó la pregunta en voz alta.
-Si fueras nuestro maestro, y si fuéramos tu harén, y estuviéramos envueltas en
una discusión terrible, ¿cómo resolverías nuestro conflicto?-.
Darcy avanzó hacia adelante, curiosa por la respuesta de Austin. Hasta el
momento, él estaba simplemente mirando al suelo. Levantó la barbilla y le dirigió a
las juezas una mirada irritada. -Yo no haría nada-. Él se volvió hacia la salida.
La conmoción y el espanto se dibujaron en los rostros de las mujeres.
-Por favor-, dijo la Princesa Joanna. -¿Podrías explicar tu negativa a ayudarnos?-.
Austin vaciló. -Mira, ustedes son mujeres inteligentes. Pueden resolver sus propios
problemas-. Se dirigió hacia la puerta y se fue.
Vanda lanzó una mirada furtiva hacia Darcy. -Es un imbécil-.
Darcy contuvo la respiración. Con la ayuda de Vanda y el comportamiento
abrupto de Austin, esta espinosa situación podría salir bien.
La Princesa Joanna dijo: -No es un caballero-.
-Y tiene una expresión agria.- María Consuelo frunció el ceño. -Los torturadores de
la Inquisición tenían rostros más amigables que él-.
Cora Lee se cruzó de brazos, haciendo un puchero.
-Prácticamente nos gruño como un perro rabioso-.
-Y su manera de vestir es una falta de respeto-, agregó lady Pamela. -No podemos
tener a un hombre como ese de Maestro-.
Vanda sonrió. -Entonces todo está arreglado. Adam está fuera-.
Darcy dejó escapar un gran suspiro de alivio. Ella en silencio le dio las gracias a
Vanda. Ahora, Austin no se encontraría atrapado con un harén. Y ella podría
conservar su trabajo.
Maggie entró con Roberto. Él se dirigió hacia las damas y se inclinó. Lady Pamela
repitió la pregunta.
Roberto con una sonrisa que era tan aceitosa como su pelo peinado hacia atrás, les
dijo: -Permítanme decir que sería un gran honor ser su Maestro-.
-Te damos gracias, buen señor-, respondió la princesa Joanna. -Pero ¿cómo
resolverías un desacuerdo entre nosotras?-.
Roberto se encogió de hombros. -La cuestión es discutible. No habría desacuerdo-.
-¿Perdón?-, preguntó lady Pamela.
-Como el Maestro, sólo mi opinión importa. Por lo tanto, siempre estarán de
acuerdo conmigo, y vamos a vivir en paz y armonía-.
Hubo un momento de silencio. Roberto sonrió, aparentemente creyendo que para
él la paz y la armonía habían empezado.
Vanda estrechó sus ojos . -¿Qué pasa si no estamos de acuerdo contigo?-.
-Yo soy el Maestro. Harán lo que te digo, y creerán lo que diga que han de creer-.
Más silencio. Las mujeres intercambiaron miradas.
-¿Puedes salir un momento?-. Gregori le indicó la puerta. -Las damas deben
tomar su decisión final-. Roberto hizo una reverencia, y luego salió de la
habitación.
-Bueno.-, suspiró Cora Lee. -Por lo menos él estaba bien vestido-.
-Él es guapo-, murmuró lady Pamela. -Y él….se inclina bien-.
-Sin embargo-, dijo la princesa Joanna, -hay algo en él que me hace querer
arrancarle la cabeza-.
María Consuelo asintió con la cabeza. -Es malo-.
-Él es un bastardo arrogante-, murmuró Vanda.
-¿No son esas buenas cualidades para un Maestro?-, preguntó Cora Lee.
Vanda soltó un bufido. -Si eso es cierto, yo no quiero un maestro-.
-Pero tenemos que tener uno-, insistió Lady Pamela. -Nosotras no podemos
valernos por nosotras mismas-.
-Lo hemos estado haciendo bastante bien-, respondió Vanda. -No necesitamos un
hombre para cuidar de nosotras-.
La princesa frunció el ceño. -Pero necesitamos dinero para sobrevivir. Debemos
tener un Maestro con el fin de tener dinero-.
Cora Lee ladeó la cabeza. -¿Puede alguien recordarme lo malo de Adam?-.
Darcy tragó saliva.
-No- ,Vanda se levantó. -Todas estuvimos de acuerdo. Adam está fuera-.
-No estaba bien vestido-, contestó lady Pamela.
-Tonterías-, dijo Cora Lee -Sólo hay que enseñar al hombre cómo vestirse-.
María Consuelo se levantó y las miró de frente. -Fue descortés. Él se negó a
ayudarnos a resolver nuestra disputa-.
-Cierto-. La Princesa Joanna se levantó lentamente. -Pero él se negó porque creía
que podíamos resolverlo por nosotras mismas. Dijo que éramos inteligentes-.
Cora Lee se puso de pie. -¿Quieres decir que no tratara de decirnos qué pensar?.¿O
que decir?-.
La princesa asintió con la cabeza. -Me temo que nos hemos equivocado con Adam-.
La mandíbula de Darcy se cayó. Lanzó una mirada de desesperación a Vanda.
-¡Escuchen!-. Vanda levantó las manos. -No necesitamos a ninguno de ellos. Lo
estamos haciendo bien nosotras-.
-Yo voto por Adam-, anunció la princesa Joanna.
-Yo también-, intervinieron Cora Lee y Lady Pamela a la vez.
-Yo también-, dijo María Consuelo. -Debemos elegir a Adam-.
Darcy gruñó para sus adentros. Podía decir adiós a su carrera profesional.
-Yo no voto a ninguno-, insistió Vanda. -Miren lo lejos que hemos llegado. No
debemos tirarlo todo por la borda ahora-.
-El voto se ha hecho, y ha triunfado la mayoría-. Gregori indicó a las mujeres se
sentaran.
Cogió la linterna especial de la caja fuerte. Maggie abrió la puerta e invitó a entrar
a los dos hombres. Austin parecía nervioso, pero la sonrisa de Roberto emanaba
confianza.
Sly se adelantó. -Será un honor para mí anunciar el ganador que se lleva el título
del Hombre Más Sexy del Mundo.
-Si por alguna razón-, interrumpió Gregori, -el ganador no puede cumplir con sus
obligaciones como El hombre más sexy del Mundo, el subcampeón recibirá el
título y el premio en su lugar-.
Sly enseño el cheque de metro y medio frente a su pecho. Sus ojos brillaban con
emoción. -¿Roberto de Buenos Aires?-.
-¿Sí?-. Roberto dio un paso adelante. Sus ojos brillaban.
-Has perdido-. Sly se rió de su broma cruel.
La sonrisa de Roberto se congeló. -¿Qué?-.
La cara de Austin palideció. Dio un paso atrás.
-El Hombre Más Sexy del Mundo es Adam de Wisconsin-, anunció Sly.
Gregori empujó al aturdido Austin.
-¡Felicidades!-. Sly estrechó la mano de Austin . -Aquí está tu cheque de cinco
millones de dólares-. Puso el cheque en los brazos de Austin.
Las damas, a excepción de Vanda, aplaudieron cortésmente.
Sly señaló con un gesto hacia las mujeres. -Y aquí está tu nuevo harén-.
El trago de Austin era audible. -Yo no merezco esto-. Le dio el cheque a Sly.
Sly se echó a reír. -Ahora no seas tímido. Las señoras te eligieron-.
-¡Entonces ellas son tontas!-, gritó Roberto . -¿Cómo pudieron elegir a este ... este
rufián sobre mí?-.
-¡Uy!-, dijo Maggie.
-Mira-, dijo Austin. -No quiero un harén-.
Las damas se quedaron sin aliento.
-¿No nos quieres?-, gimió Cora Lee.
-Estoy seguro de que son damas muy agradables, y de hecho me he encariñado
con todas ustedes, pero yo no quiero. Yo no soy su tipo-.
La Princesa Joanna frunció el ceño. -¿Te gustan los hombres?-.
A Bart se le iluminaron los ojos. Literalmente.
-¡No!- , Austin apretó los dientes. -Sólo quiero a una mujer. La única a la que amo
es Darcy-. Le dirigió a ella una mirada suplicando por ayuda.
Todo el mundo miró a Darcy. Bart le metió la cámara en la cara. Ella se estremeció
ante la brillante luz en los ojos.
-Bueno, eso no es tan dulce-, murmuró Cora Lee.
-Sí-, admitió lady Pamela. -Simplemente hagamos que Darcy entre en el harén
también. Entonces, todos podremos ser felices-.
-Esperen un minuto-, interrumpió Austin .-Eso no va a pasar-. Le dirigió a Darcy
una mirada de disculpa.
-Sé que esto va a causar problemas, pero todo el mundo debe saber que soy mortal-
Una serie de jadeos cruzaron la habitación. Vanda y Maggie intercambiaron
miradas preocupadas por Darcy.
Ella suspiró. Ahora, efectivamente, las cosas se pusieron feas. -Es verdad-. Ella se
adelantó y cogió la linterna de la mano de Gregori.
-No puede ser verdad-, dijo la princesa Joanna. -Lo vimos levantar el sofá con una
mano-.
Darcy iluminó con la linterna el retrato de Roberto y aparecieron sus colmillos.
Iluminó el de Austin. Nada.
Más gritos de asombro.
-¿Él es un mortal?-, pregunto Sly . -¿Le acabo de dar cinco millones de dólares a un
maldito mortal?-.
-Yo no tenía la intención de ganar-. Austin extendió el cheque. -Puede tomarlo-.
-No-, Darcy empujó el cheque hacia Austin. -Te lo ganaste. Tú eres el Hombre más
Sexy del Mundo-.
Sus ojos brillaban. -¡No quiero un harén!. ¿Por qué no me dijiste eso?-.
-No se suponía que llegaras hasta aquí-, replicó Darcy a su espalda.
-Es tu culpa-, Sly señaló con el dedo a Darcy. -Dejar que gane un mortal. Te advertí
lo que sucedería-.
Los ojos de Darcy se estremecieron. -Él ganó sin trampas-.
-¡No!-, grito Sly. -Ningún mortal puede derrotar a un vampiro. Nos has traicionado
a todos.-Él se inclinó hacia delante y le susurró -Estás despedida-.
Darcy se estremeció. Ella trató de alejarse, pero Bart tenía la cámara en su cara.
Despedida en la televisión internacional y tildada de traidora en frente del mundo
vampiro. Nunca encontraría un empleo.
-No puedes despedirla-. Austin miró a Sly. -Ha sido culpa mía. Me suplicó una y
otra vez que me retirara-.
-Pero eso hubiera sido el final del concurso-, observó Gregori. -Quedarse fue lo
justo-.
-¿A quién le importa una mierda ser justo?-, gritó Sly. Entrecerró los ojos hacia
Gregori. -Estás despedido-.
Gregori se encogió de hombros. -Deberías patentar esa frase. Lo dices tan bien.
Lady Pamela levantó una mano para atraer la atención de todos. -Todavía tenemos
un problema aquí. No podemos tener un Maestro mortal. ¿Cómo nos protegerá?-.
-Sí-, dijo la Princesa Joanna estando acuerdo. -Nuestro Maestro debe ser un
vampiro-
-Bueno, él no lo es-, gruñó Sly. Sus ojos se abrieron de pronto como si una idea se
le hubiera ocurrido de repente. Lanzó una mirada picara en dirección de Austin.
-Aunque su condición puede cambiar-.
Darcy contuvo el aliento. -No-.
Austin tiró el cheque al suelo. Su rostro palideció.
Las damas se miraron.
-¿Estás sugiriendo que lo transformemos?-, preguntó la Princesa Joanna.
Sly se encogió de hombros. -Si lo desean, tómenlo-.
-¡Guau!-. Austin levantó las manos. -No voy a aceptar esa propuesta-.
-No se puede transformar a alguien en contra de su voluntad-, insistió Darcy.
-¿Por qué no?-, se burló Sly. -¿Alguien te pidió permiso?-.
Sus ojos temblaban.
-Vamos, señoras.- Sly les dirigió una sonrisa alentadora. -Tendrán al hombre que
querían y cinco millones de dólares. ¿Cuál de ustedes tiene las agallas para
hacerlo?-.
Austin recogió el cheque del suelo. -Les doy el cheque si me dejan en paz-.
Los ojos de ellas se agrandaron.
-¿Nos darías el dinero?-, preguntó Vanda.
-¡No!- Roberto lloraba. -Él está descalificado. Ese dinero es mío-.
-Cállate-, murmuró Gregori. -Mira, Sly. Darcy tiene razón. No se puede
transformar a este tipo contra su voluntad-.
Sly lo fulminó con la mirada. -¿No has escuchado?. Estás despedido también-. Se
volvió hacia la cámara.
-Señoras y señores, este será el momento más emocionante en la historia de los
vampiros. Van vivir una transformación delante de sus ojos-.
-No puedes hacerlo-. Darcy cerró los puños. -No se puede transformar a alguien
sin matarlo primero-.
-Correcto-.
Ella dio un bufido exasperado. -Es un asesinato. ¿No crees que eso es un poco...
inmoral, incluso para la televisión?-.
Sly se encogió de hombros. -Pero imagínate la audiencia-.
Austin se puso delante de una cámara. -Me gustaría dejar constancia de que me
opongo a la transformación. Sobre todo a la mía-.
La Princesa Joanna hizo un gesto con la mano. -Relájate, muchacho. No vamos a
matarte-.
María Consuelo agarró su rosario. -Esto es maligno-.
Lady Pamela negó con la cabeza. -No necesitamos un Maestro tan
desesperadamente-.
-Sí que lo necesitan-. Roberto saltó hacia adelante. -Me necesitan-.
-Cállate-, murmuró Vanda.
-No necesitan un Maestro-, afirmó Austin. -Sólo necesitan un poco de asistencia
financiera para establecerse-. Le dio el cheque a las damas.
-¡Dios mío!-. Cora Lee se quedó sin aliento. -Todo este dinero. ¿Qué vamos hacer
con tanto?-.
-¿Supongo que podríamos poner un negocio?-, sugirió lady Pamela.
Vanda sonrió. -Vamos a abrir nuestro propio club nocturno. Con hombres
vampiros-.
Las damas se pusieron de pie, todas hablaban al mismo tiempo. Riendo, se
escabulleron hacia la puerta con su cheque gigante.
-¡Esperen!-, dijo Roberto detrás de ellas. -Vuelvan con mi dinero-.
-Adiós, Roberto.- Vanda cerró la puerta.
-¡Vuelvan!-. Roberto pisoteó en el suelo. -Deban hacer lo que yo digo. Yo soy su
Maestro-.
La risa de las damas se oyó desde el vestíbulo. Maggie cogió a Austin y lo escoltó a
la habitación. Darcy suspiró con alivio, porque él estaba a salvo.
Sly se volvió hacia ella. -Perra loca-.
Ella tragó saliva. Su pesadilla no había terminado.
-¡Oye!-. Gregori cogió por el brazo a Sly. -No le hables a ella de esa manera-.
Sly se soltó. -Mira lo que ha hecho. No tenemos un ganador. Las mujeres han
huido con el dinero. Todo esto es un desastre-.
-No estoy de acuerdo.- Darcy levantó el mentón. -Es más como una transformación
milagrosa. Estaban atrapadas en el pasado y congeladas por el miedo y las dudas.
Una vez que creyeron que podrían sobrevivir sin un Maestro, florecieron ante
nuestros ojos. Ahora son fuertes, independientes, son mujeres inteligentes que
saben que no necesitan de un Maestro.
Sly soltó un bufido. ¿Y crees que eso es bueno?. Todos los vampiros masculinos en
el mundo te van a odiar.
-Yo no la odio-, dijo Gregori.
-Eres un idiota-, gruñó Sly. -¿Cómo es posible que el concurso del Hombre Más
Sexy del Mundo no tenga un ganador?-.
-Adam fue el ganador-, insistió Darcy.
-¡Él es un mortal!-, silbó Sly. -Has insultado a todo el mundo vampiro-.
Darcy irguió la espalda. -Es una decisión que estoy dispuesta a afrontar. Cuando
Adam les animó a seguir su sueño a las damas. Eso lo convirtió en el Hombre más
Sexy en el Mundo-.
-Eres una idiota, también. Los dos están despedidos-.
-Entonces, vamos a salir de aquí-. Gregori tendió una mano a Darcy. Ella levantó la
barbilla para hacer una salida digna.
-Estuviste muy bien-, susurró Gregori mientras caminaban por el pasillo.
-Estoy condenada al fracaso-. Ella se detuvo y su cuerpo empezó a temblar. -He
perdido a Austin. He perdido mi trabajo. Y los vampiros en todo el mundo me
odian-
-No tus amigos-. Gregori le dio una palmada en la espalda. -Y creo que te
sorprenderá saber la cantidad de amigos que tienes-.
Ella respiró hondo. -Espero que estés bien-.
-Gracias por no... haberme atacado-, dijo Austin a las damas en el vestíbulo.
Cora Lee se rió. -Gracias por todo este dinero-.
-¿De verdad van a abrir un club de desnudistas masculinos?-, preguntó Austin. -
¿Para vampiros?-.
-Sí.- Vanda se echó a reír. -Creo que deberíamos llamarlos Demonios Calientes.-
Ella lo miró de arriba a abajo.
-¿Necesitas un trabajo, chico?-.
-Yo no estoy tan desesperado-. Pero podía estarlo rápidamente, especialmente si
Sean Whelan lo ponía en la lista negra. Se oyó la puerta principal abrirse y Corky
Courrant entró con su equipo.
-Es hora de que me vaya.- Austin asintió con la cabeza a las damas. -Buena suerte-.
Subió corriendo las escaleras en busca de su equipaje en la habitación.
-Espera.- Maggie corrió para ponerse a la altura de él. -No estoy segura de que
debas irte. Sabes todo acerca de nuestro mundo-.
-No se lo diré a nadie-.
-Yo podría tratar de borrar tu memoria-, sugirió ella. -Pero no estoy segura de que
quieras olvidar a Darcy-.
Un vampiro no tendría poder suficiente para borrar su memoria. Sería un gran
alivio. Sin memoria y sin dolor. Pero había recuerdos que eran demasiado
preciados para dar importancia al costo del dolor.
-Quiero recordarla-.
-Entiendo. Lo siento mucho que no haya funcionado lo de ustedes-.
-Yo también- Él abrió la puerta de su habitación. -Lo siento, hice que ella perdiera
su trabajo. ¿Podrías decírselo de mi parte?.Y dile que le deseo una vida larga y
feliz-.
Maggie asintió con la cabeza.
-Estoy segura de que ella desea lo mismo para ti-.
Unos minutos más tarde, Austin cargaba sus maletas escaleras abajo. Cuando llegó
al primer piso, pudo ver el vestíbulo. Estaba brillante por los focos y las cámaras.
Corky estaba ocupada entrevistando a las damas.
Vio a Darcy de pie a un lado. Ella se volvió para mirarlo. Él levantó una mano en
señal despedida. Ella hizo lo mismo.
Así que eso fue todo. Sin un último beso o un abrazo. Con un suspiro, él se dirigió
hacia el ascensor de servicio de la cocina. Sin proclamas finales de amor eterno. Sin
prisa en un abrazo final. No hubo lágrimas derramadas por un amor que nunca
pudo ser. Sólo un dolor profundo en su pecho cuando salió a la oscura noche .
Capítulo 26
Un día después, Austin se dio cuenta de que tenía que seguir viviendo. Y todavía
tenía cuentas que pagar. Él consideró desempeñarse en otros trabajos aplicando la
ley, pero los criminales humanos de alguna manera habían perdido su atractivo. Él
estaba interesado sólo en la variedad no-muerta.
Para mantener su mente lejos de Darcy, tomó un trabajo temporario en la
construcción. El trabajo lo ayudaba a sacarla de su mente por lo que pudo dormir
por las noches. Trabajó hasta el sábado siguiente y luego tomó un día libre.
Se sentó en el sofá, bebiendo una cerveza y sin saber qué hacer con su vida. Se
había comunicado con algunos de sus viejos contactos de sus días en Europa del
Este. Él estaba considerando regresar allá. Conocía los idiomas. Sabía que había
vampiros malos allí. Aun así, se resistía a salir de Nueva York. Darcy estaba aquí.
Quería estar aquí en caso de que ella lo necesitara.
¿A quién le estaba tomando el pelo?. Ella tenía un montón de amigos. No lo
necesitaba a él. Miró la caja que contenía las cintas de videos de sus viejos
noticieros. Debía devolver las cintas. Él debía dejarlo ir.
Tapó la botella de cerveza y la puso sobre la mesa del café. Antes, vería todas las
cintas un vez más. Un último homenaje a Darcy. Apiló las cintas en orden
cronológico, a continuación insertó la primera en la videograbadora. Durante la
primera hora, sonrió. Hacia la segunda hora, sentía ganas de llorar. Ya era de
noche cuando había llegado a la última cinta. Estaba tirado en el sofá, muy
deprimido, con las últimas porciones de una pizza congelada sobre la mesa de
café.
Un presentador de noticias describía la desaparición de Darcy, con una máscara de
falsa preocupación en el rostro. Nadie sabía dónde estaba ella.
-Se está muriendo en un callejón, cabrón-, gruñó Austin. Si sólo ese maldito
experimento hubiera funcionado, Si Darcy pudiera tornarse de nuevo en un
mortal, ella dejaría de rechazarlo. ¿Qué es lo que había ido mal con el
experimento?. Algo sobre el ADN vampiro mutado y la necesidad de tener el ADN
original de la persona.
El siguiente noticiero comenzó. El reportero se encontraba en el callejón detrás del
club vampiro. Aunque el cuerpo de Darcy no se había encontrado, la policía había
recuperado un cuchillo manchado con su sangre. Pobre Darcy. Apuñalada en el
pecho.
Austin se incorporó de un tirón. ¡Santa mierda!. El cuchillo ensangrentado. Su
ADN humano original. Él golpeó una mano contra su frente. ¿Era eso lo que
Roman necesitaba para hacer que funcione el experimento?.
Austin se lanzó al juego como si estuviera todavía en la CIA. Buscó la dirección y el
número de teléfono de Gregori en el ordenador y garabateó la información. Hizo
algunas llamadas y descubrió que la evidencia sobre el caso de Darcy había sido
trasladada al depósito central de Midtown.
Se dirigió allí. Era las 21:00 hs. de una noche de sábado, así que el lugar estaba
muerto. Sólo había un oficial de guardia. Austin se acercó al oficial y plantó una
imagen de una tarjeta de identificación de la CIA en la mente del oficial. -Estoy con
la CIA-. Le mostró rápidamente una tarjeta de identificación de una tienda de
alquiler de videos.
El oficial asintió con la cabeza. -¿En qué puedo ayudarlo?-.
-Tengo que comprobar la evidencia del caso de Darcy Newhart. Es de hace cuatro
años-.
El oficial empujó una tablilla hacia él. -Voy a necesitar que firme aquí-Austin
escribió el nombre de Adam Cartwright.
El oficial hojeó el índice del archivo y luego sacó una tarjeta. -Aquí está. Caja
número 3216-.
-Gracias-. Austin esperó a que el policía se fuera y caminó por los estrechos pasillos
hasta encontrar el compartimento con la caja 3216/Newhart. La sacó del estante.
En el interior, encontró una cámara de video rota, la cartera vieja de Darcy, y en
una bolsa de plástico, el cuchillo ensangrentado.
Se metió la bolsa de plástico dentro de su abrigo y devolvió la caja al estante. De
vuelta en su coche, examinó el cuchillo a través de la cubierta de plástico. Esta
podría ser la oportunidad para Darcy de convertirse en humana otra vez. Y su
única oportunidad de estar juntos. Puso la bolsa en el asiento del pasajero. Le
temblaban las manos mientras marcaba el número de Gregori en su teléfono
celular.
-¿Hola?-, respondió Gregori.
-Necesito hablar con Darcy-.
Hubo una pausa. -Eres Austin, ¿verdad?-.
-Sí. Tengo algo importante que contarle a Darcy-.
-¿No has hecho lo suficiente ya?. Ella perdió su trabajo por ti-.
-Yo no la molestaría si esto no fuera muy importante-.
-Tengo una idea mejor. No la molestes en absoluto-. Gregori colgó.
Genial. Sus amigos la estaban protegiendo. Austin se dirigió a la dirección de
Gregori y estacionó. Llamó a la vivienda.
-¿Sí?- Una voz femenina llegó por el intercomunicador.
-Vanda, ¿eres tú?. Tengo que hablar con Darcy-.
-¿Austin?-.
-Sí. Tengo algo de vital importancia para mostrarle a Darcy-.
-Ella ya lo ha visto-, respondió secamente Vanda. -Mira, ella ya ha llorado bastante
por ti. Déjala sola-.
Austin soltó el botón del interfono con un suspiro. Podía entrar en su apartamento,
pero entonces tendría a un montón de vampiros enojados gritándole. Darcy estaría
demasiado molesta para escuchar. Él necesitaba un aliado. Alguien que pudiera
presentar las opciones a Darcy sin allanamientos de morada. ¿Shanna Whelan?. No
estaba seguro en dónde estaba. Ella y Roman se habían mudado de la casa para
alejarse de las amenazas de Sean. Pero la casa todavía estaba allí. Y los guardias
con las faldas escocesas. Connor. Era la elección perfecta. Él era el que había
transformado a Darcy. Él debe ser quien le dé la noticia.
Austin se dirigió a la casa de Draganesti en el Upper East Side. Los escalones que
conducen a la puerta de entrada estaban a oscuras, iluminados sólo por una luz
roja intermitente de una cámara de vigilancia equipada con un teleobjetivo
nocturno. Tocó el timbre de la puerta y miró a la cámara para permitir que los
guardias de adentro dieran un buen vistazo a su cara.
Una voz profunda con marcado acento escocés, habló por el intercomunicador. -
Pulse el botón y diga la razón de su visita-.
Apretó el botón del interfono. -Quiero hablar con Connor-.
No hubo respuesta. Austin esperó. Él se dio vuelta, contemplando la calle
tranquila. Y esperó. Pulsó el botón del interfono para recordarles que estaba
esperando, cuando la puerta se abrió lentamente. Un escalofrío involuntario se
deslizó por su espina dorsal.
-Entra-, dijo Connor. Él sonrió ligeramente. -Llegas justo a tiempo para la cena-.
Todos se alimentan con botellas ,se recordó Austin a sí mismo, mientras entraba en
el hall de entrada poco iluminado.
Connor sólo estaba tratando de asustarlo. O tal vez, el muy cabrón disfrutaba
jugando con sus alimentos.
Había tres escoceses en el vestíbulo. Connor estaba en el medio con un vampiro de
aspecto juvenil a la derecha. Un escocés de cabello negro estaba a la izquierda.
Detrás de ellos, había una escalera grande y una tropa de reserva de seis vampiros
más, vestidos con faldas escocesas.-
Connor se cruzó de brazos y lo miró con curiosidad. -Bueno, muchacho. Tienes
algo de huevos para venir aquí-.
-Necesito hablar contigo. En privado-.
Connor asintió con la cabeza hacia el escocés de cabello negro. -Dougal, haz una
búsqueda por el perímetro. Asegúrate de que nuestro pequeño amigo de la CIA ha
venido solo-.
-Sí, señor-. Dougal y dos de los guardias de reserva salieron por el frente, cerrando
la puerta detrás de ellos. Dos guardias de reserva más fueron por la puerta trasera.
-Estoy solo-, dijo Austin. -Y ya no estoy en la CIA-.
Connor arqueó una ceja dudando. -Levanta tus brazos por favor, así Ian puede
revisar si tienes armas-.
Austin levantó los brazos mientras el vampiro joven daba la vuelta detrás de él. -
Tengo un cuchillo en mi chaqueta-. En menos de un segundo, fue flanqueado por
los dos últimos guardias de reserva que apuntaban a su pecho con espadas.
Austin parpadeó. Eso fue rápido. Ian le quitó la bolsa de plástico con el cuchillo
ensangrentado y se la entregó a Connor.
-Yo no iba a usarlo-, murmuró Austin.
-No habrías tenido la oportunidad-. Connor dio vuelta la bolsa, examinando el
cuchillo.
-Esta sangre es vieja-.
-Es de hace cuatro años. Es de Darcy-. Austin advirtió como automáticamente
flaqueaban las manos de Connor.
Un atisbo de remordimiento revoloteó sobre la cara del escocés antes de que él
volvieron a su acostumbrada expresión en blanco. -Algún otro tipo de armas?-.
Ian terminó de palpar las piernas de Austin. -No. Está limpio-.
-Por aquí- Connor caminó hacia una puerta detrás de la escalera.
Austin continuó siendo flanqueado por los dos guardias armados y seguido por
Ian. Pasaron a través de una puerta de vaivén que daba a una cocina.
-Siéntate-. Connor avanzó hacia la mesa. Dio una mirada a Ian y a los guardias. -
Pueden irse-.
Austin se acercó a la mesa, pero no se sentó.
Connor apoyó el cuchillo ensangrentado en la mesa. -¿Así que este es el cuchillo
que mató a Darcy?-.
-No, la hirió. Tú eres el que la mató, hijo de puta-. Estrelló un puñetazo en la
mandíbula de Connor. Austin sonrió tristemente cuando el escocés se tambaleó
hacia atrás. La mandíbula del vampiro era dura como una piedra, pero el dolor
había valido la pena, sólo por ver la sorprendida expresión en el rostro de Connor.
-¿Por qué demonios haciste eso?-.
Austin flexionó la mano dolorida. -Te lo mereces-.
Connor se sentó a la mesa y le señaló la silla frente a él.
Austin se sentó. Al parecer, él no tenía por qué preocuparse por un contraataque.
Connor debía estar de acuerdo en que se merecía el golpe.
-¿Así que dejaste la CIA?-, preguntó Connor.
-Yo renuncié hace una semana después de un desacuerdo importante con Sean
Whelan. Quería que se concentrara sólo en los renegados, pero él todavía cree que
todos los vampiros son malos-.
-¿Y tú ya no crees eso?-.
-No, llegué a conocer algunas vampiresas mientras estaba haciendo el reality show.
Son inofensivas-.
Austin suspiró. -Sean me mandó a estacarlas durante el día mientras están
indefensas. Y me negué-.
-Muy deportivo de tu parte-.
Austin se sorprendió por el brillo de diversión en los ojos del escocés.
-Eso pensé-.
Connor estaba repantigado en su silla. -Los rumores dicen que en realidad ganaste
ese concurso y todo el dinero, pero le entregaste el cheque a las damas-.
Austin se encogió de hombros. -Ellas lo necesitan-.
-Sí. ¿Pero qué harás ahora que estás desempleado?-.
-Tengo la intención de encontrar otro trabajo-.
-Tú trabajaste en Europa del Este por un tiempo-.
Austin tragó saliva. -¿Cómo sabes eso?-.
-Ian se ha convertido en un experto silencioso e irrumpió en Langley. ¿Tú hablas
en húngaro y en checo?-.
-Sí-. Austin se pronto se sintió como si estuviera en una entrevista de trabajo. -Me
gustaría continuar la lucha contra los renegados, si sabes de una organización
que…-
-Más tarde-, le interrumpió Connor. -Varios renegados han sido asesinados
recientemente en Central Park. ¿Qué sabes de eso?-.
Austin respiró hondo, pero permaneció en silencio.
-Los rusos nos han acusado de hacerlo, pero creo que fue tu sangriento equipo
Estacar. ¿Ahora que ya no trabajas para la CIA, podrías decirme si tengo razón?-.
Austin vaciló. -Los renegados merecen morir. Atacan a los inocentes-.
-Sí-. Connor se cruzó de brazos. -Ya que tú y Garrett estuvieron participando en el
programa, apuesto a que el asesino fue Sean Whelan o una de las mujeres del
equipo-.
Maldita sea. Tenía que llamar a Emma y decirle que parara.
-Es una de las damas entonces-, dijo Connor en voz baja. -Tú no sentirías la
necesidad de proteger a Sean-.
Austin se movió en su silla. Este vampiro era demasiado agudo.
Connor señaló el cuchillo. -¿Y por qué trajiste esto aquí?. ¿Esperas atormentar mi
conciencia culpable?-.
-¿Así que admites tu culpa?. ¿Por qué no la llevaste a un hospital?.¿O a
Romatech?. Tienen toneladas de sangre sintética allí. Podrías haberla salvado-.
Los ojos de Connor se nublaron por el dolor. -Ella era una muchacha valiente. No
merecía morir-.
-Pero la mataste-.
Sacudió la cabeza con tristeza. -Un vampiro puede oler la cantidad de sangre que
transporta un mortal. Podemos escuchar los latidos de sus corazones. El cuchillo
había cortado una arteria principal. Ella tenía una hemorragia interna. Sólo un par
de latidos más y se habría ido-.
-¿No crees que había tiempo suficiente?-.
-Sé que no lo había-. Connor dejó escapar un suspiro. -Yo sé que ella me odia. Pero
créeme, no había otra forma de salvarla-.
-Te creo-. El dolor en los ojos del vampiro era real.
Connor tocó la bolsa de plástico. -¿Cómo conseguiste esto?-.
-Se lo robé a la policía-.
Las cejas del escocés se elevaron. -Estoy impresionado-.
-Darcy me habló del experimento de Roman para transformar un vampiro en un
ser humano. Ella dijo que no funcionó porque necesitaban el ADN humano
original-.
-Sí-. Connor levantó el cuchillo, sus ojos estaban muy abiertos. -Y esta es la sangre
humana de Darcy-.
-Con su ADN humano-. Austin se inclinó hacia delante. -Creo que es posible que el
experimento funcione en ella-.
-¿Se lo has dicho?-.
-Sus amigos la protegen de mí-.
-¿Por qué?-. Connor frunció el ceño. -¿Qué le hiciste?-
-Le hice perder su trabajo. Y me enamoré de ella-.
-Ah. ¿Y tú prefieres amar a un mortal que a un vampiro?-.
-Yo estaba feliz con ella de cualquier modo en que pudiera conseguirla, pero no se
trata de mí. Se trata de Darcy y su felicidad. Esto tiene que ser su decisión-.
Connor apoyó el cuchillo sobre la mesa. -Voy a tener que consultar con Roman
para saber si él cree que pueda funcionar-.
-¿Entonces le vas a contar a ella?. Creo que debe escucharlo de ti-.
Connor suspiró. -Yo no pude darle una opción antes-.
Austin le entregó el cuchillo. -Esta vez, puedes hacerlo-.
A medianoche, Vanda y Maggie arrastraron a Darcy a la sala para ver otro
episodio de El hombre más sexy de la tierra. Sly todavía ponía el programa al aire
los miércoles y sábados. El pública vampiro lo exigía. De acuerdo con Corky
Courrant, era el show más popular desde la creación de la DVN.
En la semana desde que había sido despedida, Darcy se había mantenido ocupada
ayudando a las mujeres a comenzar su negocio y encontrar una casa propia. Por
ahora, todas estaban quedándose en el pequeño departamento de Gregori. Las
damas estaba demasiado felices para estar preocupadas por estar apretujadas.
Incluso invitaron a Darcy para que participara en su club de bailarines masculinos,
pero ella declinó el ofrecimiento.
Ahora estaban sentadas, ella estaba estrujada en un sofá entre Vanda y Maggie. A
las damas les encantaba verse a sí mismas en la televisión, pero ver el programa, y
ver a Austin, era una tortura para Darcy. A pesar de saber que no podría tenerlo,
eso no disminuía su amor por él. Sólo incrementaba la intensidad de su anhelo. Al
final del programa, estaba totalmente deprimida. Las jubilosas mujeres llenaban
vasos con sangre espumante.
-Ánimo-. Maggie le entregó un vaso. -Por lo menos Sly accedió a que conservemos
el dinero-.
Gregori soltó un bufido. -No tenía otra opción. Roman fue el que puso los fondos, e
insistió en que todas lo conservaran-.
-El maestro se preocupaba por nosotros después de todo-. Cora Lee sonrió. -Debes
estar feliz Darcy. Tu programa es el más exitoso que haya existido--En efecto-,
asintió la princesa Joanna. -Sly sería un tonto si no te ruega que hagas algún otro-.
Por desgracia, Sly era un tonto. -Simplemente él va a contratar a alguien más-,
murmuró Darcy.
-No lo creo-, replicó Vanda. -Corky Courrant ha estado pasando tu entrevista una
y otra vez. Ella te está haciendo famosa. Sly tendrá que llamarte de nuevo-.
-Vanda tiene razón. Gregori tomó un sorbo de su vaso. -Corky ha hecho suya la
causa de la liberación femenina vampiro, y te está llamando la heroína del
movimiento. Sly se verá como una completa bolsa de mierda si no te lleva de
vuelta-.
Por desgracia, Sly era una completa basura. Darcy no iba a contener la respiración
esperando su llamada.
-La fundadora del movimiento de liberación femenina vampiro-. Maggie miró a
Darcy con ojos de admiración. -Yo lo sabía. Sabía que había una razón para que tú
estuvieras con nosotros. Todo esto estaba destinado a ser así-.
Darcy tenía el corazón henchido de emoción. Ella tenía que estar aquí, estaba
destinada a ser un vampiro. Sus ojos se empañaron mientras pensaba en todos sus
amigos. Finalmente, ella estaba haciendo las paces con su mundo.
-Siendo el genio del mercadeo que soy-, continuó Gregori, sus ojos parpadeaban, -
he decidido sacar el máximo provecho de tu estatus de celebridad. Convencí a
Roman para iniciar una nueva línea de productos para vampiresas, y queremos
que seas nuestra portavoz-.
La boca de Darcy se abrió. -¿Quieres decir que tendría un trabajo?-.
-Sí-. Gregori sonrió. -Tú harías los anuncios publicitarios e saldrías de gira. Serás
una inspiración para las mujeres vampiros en todo el mundo-.
Las mujeres chillaban y se amontonaban alrededor de Darcy para felicitarla. Ella
estaba demasiado aturdida para hacer otra cosa que balbucear incoherencias. En
medio de todo el ruido, sonó el teléfono.
Gregori contestó. -Claro, vente para acá-. Echó una mirada a las mujeres.
-Un paso atrás, por favor. Tenemos un visitante que está viniendo-.
Las mujeres se pusieron contra la pared del fondo mientras una figura se
materializaba ante ellas. Cabello castaño y largo hasta el hombro. Una falda
escocesa a cuadros rojos y verdes. Connor. Darcy se puso tensa.
De inmediato él se concentró en ella. -Tenemos que hablar. A solas-.
El corazón le latía en los oídos. ¿Qué castigo le traía él esta noche?.¿Y por qué?.
Finalmente ella tenía una esperanza en su vida de nuevo.
-Vamos, señoras-. Gregori hizo un gesto hacia la puerta. -Vamos a darles un poco
de intimidad-.
Darcy sentó en el borde de un sillón mientras sus amigos salían en fila del cuarto.
Connor se paseaba a su alrededor, la falda hacía un sonido sibilante en torno a sus
rodillas. Estaba nervioso, ella se dio cuenta, y eso sólo sirvió para hacer que su
pulso se acelerara.
Él se aclaró la garganta. -He estado disfrutando de tu espectáculo-.
-Gracias-.
-¿Deduzco que no le dijiste a tu jefe acerca de que Austin trabajaba para la CIA?-.
-No, Sly se puso furioso sólo con saber que es mortal-.
Connor cruzó los brazos sobre el ancho pecho. -Él vino a verme hace un par de
horas-.
-¿Austin?-.
-Sí. Él tenía algo importante para decirte. Y tus amigos no lo dejaron contactarse
contigo.-.
Él corazón de Darcy golpeteó. ¿Austin había intentado llegar a ella?. Mientras ella
permanecía sin decir nada, oyó susurros apagados detrás de la puerta. Sus amigos
estaban escuchando. Sus curiosos y sobreprotectores amigos. -¿Austin ha estado
intentando ponerse en contacto conmigo?-.
-Sí-. Connor miró hacia la puerta, donde los susurros habían crecido en volumen. –
Supongo que estaban tratando de protegerte-.
Darcy levantó la voz. -¡Qué tontería por parte de ellos!. Deberían saber que puedo
cuidarme a mí misma-.
Los susurros se interrumpieron.
Connor apretó sus labios. -Bien hecho, muchacha-, dijo en voz baja.
Darcy hizo un gesto a la silla a su lado. -¿Qué dijo Austin?-.
-Él dijo que ya no estaba en la CIA-. Connor ocupó el asiento que le ofreció. -
Nosotros lo comprobamos y es verdad. De hecho, Sean Whelan lo puso en la lista
negra para cualquier empleo en el gobierno-.
-Ya veo- Pobre Austin. Él estaba en peores condiciones que ella.
-Tú le contaste sobre el experimento para transformar un vampiro en un mortal de
nuevo-.
-Sí-. Darcy frunció el ceño. -Le dije que no funcionó-.
-Debido a que el vampiro necesita el ADN original humano-.
-Sí-. Darcy se preguntó a dónde iba.
-Austin me trajo el cuchillo con el que te atacaron hace cuatro años. Estaba cubierto
de tu sangre. Tú sangre humana-.
Darcy se dejó caer de espaldas contra la silla. -¿Quieres decir que ...?-.
-Sí. Le llevé el cuchillo a Roman. Aisló tú ADN humano. Cree que eres el mejor
candidato que jamás encontraremos-.
Ella apretó la mano contra su pecho. Su corazón estaba tronando en los oídos. -¿Yo
podría ser mortal otra vez?-.
Los susurros se reanudaron en la puerta.
Connor se inclinó hacia delante, apoyando los antebrazos en las rodillas.
-Tengo que decirte muchacha, que hay una posibilidad de que mueras durante el
procedimiento-.
-¿Cuán grande es esa posibilidad?-.
-Roman estima que hay una oportunidad de éxito del setenta y cinco por ciento-.
Y la oportunidad de veinticinco por ciento de morir.
La puerta se abrió, haciendo que saltara en la silla.
-¡No lo hagas!-. Maggie irrumpió en la habitación.
-Estoy de acuerdo-. Gregori entró.-No debes arriesgar tu vida, Darcy. Tienes una
buena vida aquí-.
Las otras damas murmuraron de acuerdo.
Los ojos de Darcy se llenaron de lágrimas. Ella tenía un futuro prometedor en el
mundo de los vampiros. Pero ella no tenía a Austin. Y él todavía la deseaba. Por
eso le había llevado el cuchillo a Connor. -¿Austin quiere que lo haga?-
Connor negó con la cabeza. -Él no lo dijo. Él se limitó a decir que tú mereces ser
feliz. Y que merecías tener una opción-.
Él quiere que yo elija. Ella podría tener un futuro brillante como una celebridad en
el mundo vampiro. Tenía amigos maravillosos que se preocupaban por ella y había
conseguido comenzar un movimiento de liberación femenino. Por otra parte,
podría tener a Austin. Y a su familia. Y el sol. Y un veinticinco por ciento de
probabilidades de morir.
-No lo hagas-. Maggie se arrodilló junto a su silla. -Te necesitamos-.
-No estoy segura de que seamos suficiente-, los ojos brillaban de Vanda por las
lágrimas. -No hay nada más sagrado que el amor-.
-¡Pero nosotros la amamos!, exclamó Maggie.
Una lágrima rodó por la mejilla de Darcy.
-Basta ya de hablar-, las detuvo Connor. -Esta es la decisión de Darcy. Yo no pude
darle antes una opción, pero ahora puedo-.
Darcy se secó las lágrimas. -Necesito hablar con Connor sólo por un momento-.
Sus amigos salieron lentamente de la habitación y cerraron la puerta.
Darcy exhaló un suspiro tembloroso. -Si es que voy a pasar por todo eso, y yo
podría no sobrevivir, quiero que sepas cómo me siento-.
Connor se sentó pesadamente en la silla a su lado. -Yo sé que me aborreces. Y no
te culpo por ello-.
-Me he estado diciendo que te odio, pero ahora me doy cuenta que estaba enojada
conmigo misma. Estaba avergonzada-. Más lágrimas se deslizaron por sus mejillas,
y ella las secó.
-¿Por qué, muchacha?. Fuiste muy valiente al ir a rescatar a esa joven-.
Darcy negó con la cabeza. -Yo fui una cobarde. Te culpé por transformarme, por no
darme una elección. Pero la verdad era que había una elección. Cuando la sangre
se derramaba por mi garganta, hubiera podido rechazarla. Yo podría haber dado
vuelta mi cabeza y haber muerto con dignidad. Pero no lo hice. Yo tenía miedo. Yo
no quería morir-.
-Nadie quiere morir, pequeña-.
-Me bebí tu sangre-. Las lágrimas corrían por su rostro. -Yo estaba tan horrorizada
de mí misma-.
Connor la tomó de la mano. -Hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir, e
hiciste la elección correcta. Mira todo el bien que has hecho. Nuestro mundo es un
lugar mejor porque tú estás aquí-.
Tomé la decisión correcta, repitió ella en su interior. Una sensación de paz llenaba
su corazón. Maggie estaba bien. Su vida como vampiro estaba destinada a ser. Y si
no hubiera sobrevivido, ella nunca hubiera conocido a Austin. Ella le apretó la
mano de Connor. -Gracias-.
Sus ojos azules brillaban con lágrimas. -¿Ya decidiste muchacha?-.
Capítulo 27
Lunes por la noche, sonó el teléfono, Austin se despertó de un profundo sueño. El
reloj marcaba sólo las once y media. Se había ido a la cama temprano después de
un día agotador en el nuevo edificio en construcción. Sus nervios estaban tensos
mientras buscaba el auricular. Una llamada tan tarde por lo general significa malas
noticias. -¿Hola?-.
-El procedimiento está previsto para que comience en veinte minutos-.
-¿Procedimiento?. ¿Quién es?-, pregunté, aunque el acento escocés del otro lado del
teléfono era bastante obvio.
-Connor. Pensé que quizás querrías estar aquí por Darcy-.
-¿Ella, ella lo está haciendo?-. El corazón de Austin se sacudió en su pecho.
-Ella va a volver a cambiar-.
-Sí-, lo interrumpió Connor. -Ellos la están preparando en este momento. Todos
sus amigos están aquí, así que…-
-¿Dónde?-. Austin saltó de la cama.
-Romatech. ¿Sabes dónde está?-.
-Sí. White Plains. Voy a estar allí. Dile a Darcy que voy en camino-.
¿Veinte minutos?. Maldita sea, nunca lo lograría en ese tiempo.
-Debes saber que hay una posibilidad de que ella no sobreviva-.
Su corazón se cayó al estómago. Podría haber jurado que sus pulmones también
porque no podía respirar. Oyó un sonido de clic.
-¡Espera!-. Demasiado tarde. Connor había colgado.
Dejó caer el auricular de nuevo en su cama. Mierda. Él nunca debería haberles
dado el cuchillo. Darcy podría morir.
Se tiró encima algo de ropa, tomó su cartera y las llaves, y salió por la puerta. Trata
de pensar en positivo. El ascensor tardó una eternidad en llegar a la planta baja.
Piensa en positivo. Ella va a ser mortal. Salió corriendo hasta el aparcamiento. Sus
manos temblaban mientras rebuscaba para abrir el coche. Él subió y encendió el
motor.
Ella podría morir.
Aceleró fuera del garaje y subió hacia el norte por la autopista del West Side. Su
mirada se precipitaba hacia el reloj del salpicadero cada pocos segundos. ¿Tendría
ella miedo?. Maldita sea, por supuesto que ella tenía miedo.
Ella podría morir.
Su corazón se aceleró cuando los veinte minutos habían pasado. Ya iban a iniciar el
procedimiento. Y él no estaba allí. Aceleró y rebasó un coche de policía en el
Bronx. Mierda.
Miró por el espejo retrovisor. No se veían las luces intermitentes. Gracias a Dios.
Dobló hacia el norte por Bronx River Parkway.
Ella podría morir.
Finalmente llegó a las afueras de White Plains. Él se desvió hacia la entrada de
Romatech, haciendo caso omiso del guardia de la garita y el escocés le grito. Él se
paró en seco frente a la puerta y corrió hacia adentro. Dos guardias escoceses lo
agarraron.
-¿Dónde está Darcy- Él forcejeaba, -Tengo que verla-.
-¿Eres Austin Erickson?-. El primer guardia lo retuvo mientras que el segundo
cogía la cartera de Austin y comprobaba su identidad.
-Sí-. Austin zafó su brazo y lo liberó del agarre del vampiro. -Estoy aquí para ver a
Darcy Newhart-. El segundo guardia le devolvió la cartera.
-Connor nos dijo que venía. Por aquí-. Austin siguió a los guardias por un pasillo,
doblaron en una esquina, y luego fueron hacia abajo por otro pasillo. Finalmente,
ellos abrieron un par de puertas batientes. Austin se precipitó en el interior y se
detuvo cuando vio a Gregori y a todas las damas del reality show. Gregori estaba
apoyado contra una pared, con los brazos cruzados. Lanzó una mirada hostil hacia
Austin. Vanda se paseaba por la habitación. María Consuelo y la Princesa Joanna
estaban arrodilladas junto a un sacerdote, todos ellos rezaban en latín. Maggie le
echó un vistazo y empezó a llorar. Lady Pamela y Cora Lee se sentaron a cada lado
de Maggie, susurrándole palabras tranquilizadoras. Luego miraron a Austin con la
acusación en sus ojos.
Él nunca debería haber recuperado aquel cuchillo. Sería su culpa si Darcy moría. Se
aclaró la garganta.
-¿Cómo está ella?-.
-¿Cómo crees que está?-, gruñó Gregori.
-Ellos están drenando fuera de ella cada gota de sangre-.
Vanda aminoró su paso y se detuvo frente a él. -Connor sale aproximadamente
cada cinco minutos para decirnos qué está pasando-.
Austin se dirigió hacia Gregori. -Dile que se detengan. No es demasiado tarde para
mantenerla como vampiro, ¿verdad?-.
Gregori resopló -¿Por qué quieres parar esto?. Ella no era lo suficientemente buena
para ti como vampiro, ¿verdad?-.
Austin apretó los puños. -Yo la amo tal y como es. Ahora vete y diles que paren!-.
Gregori dudó, así que Austin se dirigió hacia la puerta. -¡Darcy!. !No lo hagas!-. La
puerta estaba cerrada. Golpeó la puerta. -¡No arriesgues tu vida por mí, maldita
sea!-. La puerta se abrió de repente y salió Connor.
Austin intentó entrar, pero el escocés lo empujó hacia atrás y lo mantuvo contra la
pared con una mano. Austin luchó contra el agarre de Connor, pero el escocés era
increíblemente fuerte.
-Estás haciendo mucho ruido aquí-, gruñó Connor.
-Hay que detener el procedimiento-, dijo Austin en voz baja.
-Ella entró en coma -, anunció Connor en voz baja.
-Es demasiado tarde-.
Maggie se echó a llorar. Cora Lee y Lady Pamela se reunieron con ella. Vanda
tropezó con una silla y se desplomó. Gregori se desplomó contra la pared, con los
ojos cerrados. Los ojos de Austin se llenaron de lágrimas.
¿Qué diablos había hecho?. No tenía derecho a llevarse a Darcy lejos de esta gente
que la quería. -Todavía quizás pueda permanecer como vampiro-.
Connor negó con la cabeza. -Fue su elección. Ella se merecía tener una opción, y tú
lo sabes-.
-¡Escucha!. Si las cosas van mal, si ella se está muriendo, quiero que la conviertan
en un vampiro. De esa manera, ella estará a salvo-
Connor dejó caer la mano, liberando a Austin. -Le pregunté sobre eso, y ella dijo
que no. Si ella muere, tenemos que dejarla ir-.
-¡No!-, Austin se alejó, rechazando aceptar eso. Caminó de regreso hacia Connor. -
No voy a dejarla ir. Tú vas a convertirla nuevamente en un vampiro-. Se inclinó
hacia él. -Y entonces, me vas a convertir a mí-.
Los ojos de Connor se abrieron. -¿Lo dices en serio?-.
Austin se bajó el cuello de la camisa. -¿Qué estás esperando?-.
-¡Ni lo pienses, cabrón!-. Gregori se dirigió hacia ellos. -¿Estás dispuesto a
convertirte en un vampiro para salvar a Darcy?-.
-Sí. Voy a hacer lo que sea necesario-.
Connor intercambió una mirada con Gregori. -Yo no estaba seguro de que ella
había tomado la decisión correcta. O de que este hombre era digno de ella. Pero
ahora, veo que lo es-.
Austin veía borroso a causa de las lágrimas. -No dejes que se muera-.
-Haremos nuestro mejor esfuerzo-.
Connor se deslizó hacia adentro de la sala de operaciones. Austin se inclinó hacia
delante, presionando su frente contra la puerta. Vive, Darcy. Tienes que vivir.
-Te he juzgado mal-, Gregori habló detrás de él. Austin se volvió. El vampiro joven
le tendió la mano, y Austin se la estrechó.
Esperaron en la puerta en silencio. Después de unos minutos, Gregori se animó.
Apretó la oreja contra la puerta. -¿Qué pasa?-, preguntó Austin.
-Están excitados-, susurró Gregori. -Puedo oírlos. Ella ... ella responde. Ella está
respirando por sí misma-.
-Voy a entrar-, Austin dio un empellón a la puerta y entró. Darcy estaba acostada
en una mesa de operaciones con las luces brillantes iluminando su rostro pálido.
Roman Draganesti y el químico bajito llamado Laszlo se inclinaban sobre ella.
-Tú no debes estar aquí-, murmuró Connor.
-Ocúpate de otra cosa-, gruñó Austin.
-¿Es esa la manera de hablar con tu nuevo jefe?-.
-No me importa, ¿qué?-. Austin miró el escocés antes de volver su mirada a Darcy.
-Ella va y viene-, anunció Roman.
Austin dio un paso adelante.- ¿Ella está bien?-.
Roman alzó la vista. -Tú debes ser Austin-.
-Sí, señor-. Él se detuvo junto a la mesa de operaciones. -¿Está bien?. ¿Funcionó?-.
Roman comprobó sus signos vitales en una máquina cercana. -Ella está muy bien-.
-¡Lo hicimos!-. Laszlo retorció un botón de su bata de laboratorio. -Este es un logro
trascendental, señor-.
Darcy movió la cabeza y gimió. Austin le tocó la cara.
-¿Darcy?-. Sus ojos parpadeaban abiertos.
-¿Austin?-.
-Sí-. Le tomó la mano. -Estoy aquí, cariño-.
La mirada de ella revoloteó alrededor de la habitación. -Yo…estoy viva-.
-¿Cómo te sientes?-. Roman le examinó los ojos con una linterna pequeña.
-Cansada. Débil. Sedienta-.
-¿Sed de qué?-. Roman apagó la linterna.
Darcy se lamió los labios. -Agua, zumo-. Ella sonrió lentamente. -Un batido de
vainilla-.
Roman sonrió. -Esa es una buena señal-.
El químico se quitó los guantes de látex. -Yo podría ir a la cafetería y traerle algo-.
Roman asintió con la cabeza. -Sólo un poco de zumo por ahora. Gracias, Laszlo-.
-Es un placer-. Laszlo se deshizo de su bata de laboratorio. -Ha sido un honor
participar en un evento tan milagroso-. Él se escabulló de la habitación. Los
aplausos estallaron en la sala de espera.
Obviamente Laszlo había propagado la buena noticia.
Austin apartó el pelo de Darcy de la frente. -¿Has oído eso, cariño?.Todos tus
amigos se alegran por ti-.
Ella lo miró, con los ojos brillantes por las lágrimas. -Yo tenía mucho miedo-. -
Estoy seguro de eso. Yo estaba aterrorizado-.
-Sí, él lo estaba-. Connor se acercó. -El chico incluso se ofreció a convertirse en un
vampiro si accedíamos a detener el proceso-.
Los ojos de Darcy se abrieron. -Oh, no, Austin. Habría estado tan enojada contigo-.
-Lo sé, pero supuse que lo superarías en un siglo o dos. Y nosotros hubiéramos
estado juntos- Ella sonrió.
Y él se derritió. -Cásate conmigo. Sé que este no es el lugar más romántico para una
propuesta, pero no puedo esperar. Por favor, dime que te casas conmigo-.
Una lágrima rodó por la mejilla de ella. -Me casaré contigo-.
Austin hizo una mueca. Se inclinó para limpiarle la lágrima de la cara.
-Ahora, no llores. Yo no soy muy buen partido en este momento. Ni siquiera tengo
un trabajo, y…-
-Espera un minuto, muchacho-, lo interrumpió Connor. -Le conté a Angus MacKay
sobre ti, y él quiere que te emplee. Necesitamos tu ayuda para localizar a Casimir.
Él está en algún lugar de Europa del Este-.
Austin se enderezó. -¿Quién es Angus MacKay?. ¿Y quién es Casimir?-.
-Casimir es el líder de los renegados-, le explicó Roman. -Él es el vampiro más
cruel en el mundo-.
-Siendo mortal, tienes la ventaja de rondarle durante el día-. Connor continuó. -Y
con tus habilidades psíquicas y el entrenamiento de la CIA, tú eres el mejor
hombre para el trabajo-.
Austin tomó aire. Era justo el tipo de misión que siempre había querido. Echó un
vistazo a Darcy.
-Deberías hacerlo-, susurró ella.
-Yo no voy a dejarte-.
-Yo voy contigo. Siempre fui buena para investigar. Puedo ayudar-.
-Podría ser peligroso -. Austin se corrigió. -Va a ser peligroso-.
Darcy sonrió. -Siempre quise hacer cosas más serias-.
Austin se dirigió a Connor. -Darcy y yo somos un equipo. Tendrás que
contratarnos a los dos-.
Él escocés torció la boca. -Sí, podemos hacer eso-.
-Tengo una villa en la Toscana, pueden utilizarla como punto de partida-, ofreció
Roman.
-Gracias-, respondió Austin. -Eso es muy generoso-.
Roman sonrió. -Estoy en un estado de ánimo generoso. Ayer por la noche me
enteré de que voy a ser padre-.
-Oh, eso es grandioso-. Connor le estrechó la mano. -Pero pensé que habían dejado
de intentarlo debido al problema .…-
La sonrisa de Roman se desvaneció.-Al parecer, nuestro primer intento funcionó-.
-¿Un vampiro será padre de un bebé?-. Austin le dio a Darcy una mirada
interrogante.
-Te lo explicaré más tarde-, susurró ella. Austin miró a Román y a Connor.
Parecían más preocupados que contentos.
-Felicidades-. Austin le tendió la mano.
-Gracias-. Román se la estrechó y su sonrisa regresó. -Te gustará trabajar para
Angus-.
-¿Quién es él?-.
-El propietario de MacKay de Seguridad e Investigación -, explicó Connor.
-Y Maestro de la Asamblea del Reino Unido-.
-Oh-. Austin se atragantó. Tendría que haberse dado cuenta que iba a estar
trabajando para una organización de vampiros.
Los ojos de Connor brillaban-. ¿Cuándo pueden empezar?-.
-¡Ah, necesitamos un par de semanas. Tenemos que casarnos!-.
-Pueden celebrarla aquí, sin costo alguno-, les ofreció Roman. -Y yo tengo un
apartamento en París que pueden utilizar para su luna de miel, si lo desean-.
-Gracias-. Austin se dio cuenta de que aunque él y su futura esposa fueran
mortales, su vida seguiría girando en torno a los vampiros.
-Darcy yo tenemos que hacer unos cuantos viajes primero-.
-¿Viajes? -preguntó ella.
-Uno a Wisconsin para ver a mi familia. Y el otro…-se quedó sin aliento.
-¿Mi familia?- Ella miró a Roman y a Connor. -¿Está bien?-
Connor se encogió de hombros. -Mientras tengan una buena explicación-.
-No te preocupes-, le aseguró Austin. -Soy un experimentado profesional en
historias de fachada. Sólo diré que estabas en la clandestinidad por algunos chicos
malos, y ahora que los chicos malos están muertos, puedes reanudar tu antigua
vida-.
Ella lo miró con incredulidad. -Haces que parezca tan simple-.
-Las historias más simples son las mejores-, dijo Austin.
Ella sonrió. -Entonces yo también les diré que eras el héroe que me rescató-. -
Bueno, si insistes-.
Ella inspiró profundadamente. -Todo es perfecto ahora-.
Austin la besó en la frente. -Nos tenemos el uno al otro-
Ella sonrió a los hombres que los rodeaban. -Mortal y vampiro- Ella apretó la mano
de Austin. -Tengo lo mejor de ambos mundos-.
FIN