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HOMBRECITOS LOUISA M. ALCOTT Ediciones elaleph.com

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  • H O M B R E C I T O S

    L O U I S A M . A L C O T T

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz
  • Editado porelaleph.com

    1999 Copyrigth www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    CAPITULO 1

    -Caballero, quiere hacer el favor de decirme si estoy enPlumfield?... -pregunt un muchacho andrajoso, dirigindoseal seor que haba abierto la gran puerta de la casa ante lacual se detuvo el mnibus que condujo al nio.

    -S, amiguito; de parte de quin vienes?-De parte de Laurence. Traigo una carta para la seora.El caballero hablaba afectuosa y alegremente; el

    muchacho, ms animado, se dispuso a entrar. A travs de lafinsima lluvia primaveral que caa sobre el csped y sobre losrboles cuajados de retoos, Nathaniel contempl unedificio amplio y cuadrado, de aspecto hospitalario, convetusto prtico, anchurosa escalera y grandes ventanasiluminadas. Ni persianas ni cortinas velaban las luces; antesde penetrar en el interior, Nathaniel vio muchas minsculassombras danzando sobre los muros, oy un zumbido devoces juveniles y pens, tristemente, en que sera difcil quequisieran aceptar, en aquella magnfica casa, a un huspedpobre, harapiento y sin hogar como l.

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    -Por lo menos, ver a la seora -dijo, haciendo sonartmidamente la gran cabeza de grifo que serva de llamador.

    Una sirvienta carirredonda y coloradota abri sonriendo ytom la carta que el pequeuelo silenciosamente le ofreci.Pareca acostumbrada a recibir nios extraos: hizo quetomase asiento en el vestbulo y se alej, diciendo:

    -Espera un poco, y sacdete el agua que traes encima.Prontamente hall entretenimiento el chico, con slo

    dedicarse a contemplar, desde el oscuro rincn prximo a lapuerta, el espectculo que se desarrollaba ante su vista.

    La casa deba estar llena de chicuelos que se distraanjugando en aquella hora lluviosa del anochecer. Habamuchachitos por todas partes; arriba y abajo, en lo alto y alpie de la escalera, en las habitaciones y en los pasillos; portodas las puertas se vean grupos de nios de distintasedades, que retozaban con gran contento. Dos espaciosashabitaciones, a la derecha, servan evidentemente de aulas, ajuzgar por los pupitres, mapas, pizarras y libros de queestaban llenas. En la chimenea arda buena lumbre; ante ella,varios nios tiraban por alto las botas, discutiendo un juegode cricket, Sin hacer caso del alboroto, un muchacho deespigado talle tocaba la flauta en un rincn. Dos o tressaltaban sobre los pupitres y se rean de las caricaturas que uncompaero trazaba en la pizarra.

    En la habitacin de la izquierda, sobre una larga mesa,veanse jarras de leche y bandejas llenas de panecillos, galletasy bizcochos. El aire estaba impregnado de olor a manzanas

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    cocidas y a tostadas de pan con manteca..., olor desesperantepara un estmago hambriento!...

    En lo alto de la escalera haba jugadores de bolos; en laprimera meseta y en la segunda haba quienes se dedicaban aotros juegos; en un escaln lea un nio, en otro, unachiquitina le cantaba a su mueca; dos perros y un gatito semezclaban a los grupos infantiles; y, en fin, a lo largo delpasamanos, se deslizaban algunos diablejos.

    Sugestionado por aquella animacin, Nathaniel sali delrincn en que tomara asiento, y cuando un chico, al resbalarpor el pasamanos, cay con fuerza bastante para romper unacabeza que no estuviese acostumbrada a once aos de cadasy de coscorrones, instintivamente corri a socorrer aldesdichado jinete, creyendo encontrarle medio muerto. Elcado, sin embargo, se limit a hacer algunas muecas dedisgusto; luego, mirando al intruso, exclam:

    - Hola! ...- Hola! -replic Nathaniel.-Eres nuevo? -pregunt el cado, sin levantarse.-An no lo s.-Cmo te llamas?-Nathaniel Blake.-Yo, me Ramo Tommy Bang; quieres que demos una

    vuelta? -insinu.-Preferira esperar un poco, hasta saber si me quedo o no

    -murmur Nathaniel.-Oye, Medio-Brooke, ven a ver a uno -grit Tommy,

    volviendo a cabalgar en el pasamanos.

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    Al orse llamar, el pequeuelo que lea sentado en unescaln, alz sus negros ojazos, cerr el libro, lo guard bajoel brazo, y descendi a saludar "al nuevo", encontrando muysimptico a aquel pobrete delgaducho y de dulce mirada.

    -Te manda el to?-Me enva el seor Laurence.-Bueno; se es el to; siempre manda nios buenos.Nat, lisonjeado por la observacin, sonri. Los dos

    chicos se quedaron callados un momento, contemplndosecon agrado.

    Aproximse una pequea llevando a la mueca enbrazos. Precase mucho a Medio-Brooke, aun cuando eramenos alta; tena el rostro sonrosado y ojos azules.

    -Esta es mi hermana Daisy -present Medio-Brooke.Se saludaron con una inclinacin de cabeza los chicos, y

    la duea de la mueca murmur:-Creo que te quedars con nosotros; aqu pasamos muy

    buenos ratos, verdad, Medio-Brooke?- Vaya si los pasamos! Para eso vive en Plumfield la ta

    Jo!-Me han dicho que esto es muy bonito -observ Nat.-Esto es lo ms bonito que hay en el mundo, verdad,

    Medio-Brooke? -habl Daisy, que siempre juzgaba a suhermano como alta autoridad en todas las materias.

    -No; Groenlandia, por tener montaas de hielo y focas,debe ser ms bonito; con todo, me agrada Plumfield-contest Medio-Brooke, que, por entonces, estabaconsagrado a la lectura de narraciones; y ya se dispona a

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    ensear y a explicar las estampas del libro, cuando volvi lasirvienta y dijo a Nat:

    -Est bien; espera.Me alegro, ahora viene la ta Jo -dijo Daisy, tomando a

    Nat, protectoramente, de la mano.Medio-Brooke volvi a dedicarse a la lectura; su hermana

    llev al nio nuevo a una habitacin interior donde uncaballero corpulento retozaba en el sof con dos chiquitines;junto a l, una seora delgada terminaba de leer, por segundavez, la carta de presentacin del husped.

    - Aqu est, ta! --exclam Daisy.- Es ste mi nuevo nio? Me alegro mucho de verte aqu

    y deseo y espero que te encuentres satisfecho -dijo la seora,acariciando al muchachito, que se sinti conmovido.

    La seora no era bella; pero en el semblante, en lasmiradas, en el gesto, en los ademanes y en las inflexiones dela voz, tena algo muy difcil de describir, pero muy fcil dever y sentir; algo atrayente, afectuoso, simptico, agradable;algo "alegre" como decan los sobrinos.

    La amable dama, acariciando a Nat, vio que temblaba, y seconmovi al notar la emocin del chico.

    -Yo soy -le dijo- mam Bhaer; este seor es pap Bhaer, yesos dos pequeuelos son nuestros hijitos. Venid ac.

    El corpulento seor se acerc, conduciendo a los dospequeines, Rob y Teddy, que saludaron a Nat haciendo unamueca. El pap dio un apretn de manos al visitante, y,ofrecindole una silla baja junto a la lumbre, le dijo:

    -Sintate, hijo mo, y calintate; vienes empapado.

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    -Empapado?... Pobrecito! -murmur la mam-. Vetedesnudando, mientras yo te traigo ropa para que te cambies.

    Y como lo dijo lo hizo; despus se encontr Natcmodamente instalado cerca del fuego, y bien abrigado conexcelente ropa.

    La seora te ofreci unas zapatillas de abrigo, no sinpreguntar antes a Tommy si las necesitaba.

    -No, ta Jo, muchas gracias -contest afectuosamente eldueo de las zapatillas.

    La ta Jo pag con una mirada de cario la atencin deTommy, y luego, dirigindose a Nat, exclam

    :-Tommy nunca usa zapatillas; te estarn un pocograndes, pero no importa, as no podrs escaparte de casa.

    -Seora, no pienso escaparme -respondi Nat.El seor Bhaer estudi detenidamente lo encendido de

    los pmulos, lo seco de los labios, lo hundido del pecho y loronco de la tos del nio y despus de cambiar significativasmiradas con su esposa, dijo:

    -Robin, hijo mo, ve y pdele a la niera el frasco deljarabe para la tos, y el linimento.

    Nat se asust un poco con tales preparativos; pero setranquiliz cuando el seor Bhaer le dijo por lo bajo:

    -Fjate en que el bribonzuelo de Teddy est haciendoesfuerzos para toser. Sabe que es muy dulce el jarabe que voya darte y quiere probarlo.

    An no haba terminado la primera cura, cuando sonaronvarias campanadas, seguidas de ruidoso pataleo. Haballegado la hora de comer.

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    Doce nios se hallaban a cada uno de los lados de lamesa, haciendo cabriolas de impaciencia junto a susrespectivas sillas; el flautista procuraba llamarlos al orden.Nadie se sent hasta tanto la mam tom su asiento, cerca dela gran tetera, teniendo a Teddy a la izquierda y a Nat a laderecha.

    -Este es nuestro nuevo husped, Nathaniel Blake-anunci la seora-. Despus de comer lo saludaris. Ahora,nios, silencio y calma.

    El matrimonio Bhaer procuraba, y generalmente loconsegua, que los chicos guardasen compostura durante lascomidas. Lo mandaban poco y se hacan obedecer. Mascomo hace falta de vez en cuando dejar que los pequeos seexpansionen a sus anchas, todos los sbados por la noche seles conceda un rato de completa expansin.

    -Pobrecillos! Hay que concederles siquiera un da paraque griten, brinquen y jueguen a sus anchas, sin trabas nirestricciones. Sin completa libertad, no hay fiesta completa-sola exclamar la seora Bhaer, cuando vea que algunaspersonas se asombraban de que se consintiese a los nioscabalgar sobre los pasamanos de la escalera, arrojarsealmohadas y cometer otros excesos.

    Aprovechando un momento en que todos rean, Natpregunt a su vecino:

    -Quin es el que est en el extremo de la mesa junto auna nia?...

    -Medio-Brooke, un sobrino de los dueos de casa.-Medio-Brooke? ... Qu nombre tan raro!

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    -No se llama as; se llama Juan Brooke, pero como supadre, que es un hombre, se llama tambin Juan, para noconfundir al chico con el grande le llamamos Medio-Brooke.

    -Quin es el gordo qu est a su lado? . . .-Zampa-bollos! Su nombre es George, pero le decimos

    Zampa-bollos porque es el ms tragn de la casa. Mira el queest junto a pap Bhaer: es su hijo Rob, y el de ms all, aquelgrandulln, Franz, sobrino del pap; ese Franz da lecciones yes como un inspector nuestro.

    -Toca la flauta? . . .Tommy movi afirmativamente la cabeza; no poda

    hablar en aquel momento, por haberse metido en la boca unamanzana entera. La engull y aadi:

    -Ah! Nos divertimos de lo lindo; bailamos, hacemostteres y tocarnos buena msica. A m me gusta el tambor yquiero aprender, para ser maestro tamborilero.

    -Pues a m me gusta ms el violn, y ya s tocarlo.-Tocas el violn? -exclam admiradsimo, Tommy-. Pap

    Bhaer tiene un violn viejo y te lo prestar.-S? ... Cunto me alegro! Yo me ganaba la vida yendo

    por las calles tocando el violn, con mi padre y con otrohombre... Mi padre muri...

    -Hablas de veras?-S; era horrible! He pasado mucho fro en invierno y

    mucho calor en verano; he comido casi siempre poco, y, aveces, cuando me cansaba de andar, me rean... -Nat sedetuvo para morder una galleta, como para cerciorarse de quelos malos tiempos ya haban pasado. Luego aadi,

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    tristemente-: Yo quera muchsimo a mi violn y lo echomucho de menos! Nicols me lo quit cuando muri mipadre.

    -Bueno, pues s quieres, sers de nuestra orquesta.-Tienen orquesta? ...-Una orquesta magnfica; todos los msicos son nios,

    pero... hay que or los conciertos! ... Ya vers lo que sucedemaana por la noche.

    La seora Bhaer no haba perdido palabra del dilogo,aunque aparentaba dedicarse a servir a los comensales y acuidar de Teddy; ste se haba ido durmiendo, en tal formaque casi se meti la cuchara por un ojo, cabece y por fin sededic a roncar con la carita sobre el mantel.

    La seora Bhaer haba colocado a Nat cerca de Tommy,porque este inquieto rapazuelo era expansivo, alegre, llanotey muy a propsito para inspirar confianza a personas tmidas.Con el dilogo que escuch, tuvo suficiente la dama paradarse cabal idea del carcter de su nuevo husped.

    La carta-presentacin que Nat llev a la seora Laurencedeca as:

    Querida Jo: He aqu un caso de conciencia para ti. Estepobre nio se encuentra hurfano, enfermo y sin familia. Hasido msico callejero; lo encontr en una cueva, llorando porsu padre muerto y por su violn perdido. Creo que tienecorazn de artista y deseo que hagamos de l un hombrecito.T cuidars de su fatigado cuerpo, Fritz cultivar suabandonada inteligencia, y, cuando llegue el momento, yover si se trata de un genio o de un artista mediocre, apto

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    slo para ganarse el pan. Aydame con tu maternal solicitud,a que hagamos la prueba. Teddy.

    -Vaya si le ayudar! -exclam la seora Bhaer, al terminarla carta. Luego, mirando a Nat, comprendi que, ya llegase agenio o ya quedase en mediocridad artstica, all haba unnio enfermo y abandonado, muy necesitado de lo que ellapoda y quera darle: hogar y cuidados maternales. Losesposos observaron atentamente al pequeo, y, a pesar de loandrajoso del traje, de la suciedad del rostro y de latosquedad de modales, quedaron bien impresionados. Natera un muchachito de diez aos, plido, delgado, de ojosazules, frente despejada, enmaraado cabello, rostro inquietoque revelaba temor de reprensiones o golpes y reflejabagratitud ante la menor muestra de afecto.

    -Pobrecillo! Podr tocar el violn tanto como quiera-murmur la seora Bhaer al notar el gozo con que Nat oa aTommy hablar de la orquesta infantil.

    Despus de comer, cuando los chicos entrarontumultuosamente en la escuela para seguir retozando, la ta Joapareci con un violn en la mano, y tras breve conversacincon su marido, se acerc a Nat, que estaba sentado en unrincn.

    -Toma, hijo mo -le dijo-. Toca un poquito.Necesitbamos un violinista para nuestra orquesta.

    Sin vacilar, con apresuramiento revelador de viva aficinmusical, el nio tom el violn.

    -Seora, tocar lo mejor que pueda -murmur.

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    Grande era la algaraba que reinaba en la habitacin; sinembargo, Nat, como si estuviese sordo a todos los ruidosque l no produca, comenz a tocar blandamente. Preludiuna sencilla "Danza africana"; los nios, al escuchar lamsica, enmudecieron, y, sorprendidos y deleitados,prestaron atencin. Poco a poco fueron formando corro entorno al violinista. La seora Bhaer observaba con fijeza. Nat,brillantes las pupilas, pareca transfigurare al hacer que elvioln emitiera un lenguaje que encontr eco en todos loscorazones.

    Al terminar, un aplauso cerrado, sincersimo, tron en lasala.

    - Muy bien! Pero muy bien! -exclam Tommy, queconsideraba ya a Nat como a su "protegido".

    -Sers el primer violn de mi orquesta -aadi Franz.-Teddy est en lo cierto; este nio tiene corazn de artista

    -insinu la seora Bhaer, dirigindose a su esposo. Este,acariciando al pequeo msico, exclam:

    -Tocas muy bien, hijito. Ahora ven y acompaa algo, paraque cantemos.

    El instante ms hermoso y feliz de la vida del infeliz niofue cuando se vio en la plataforma, junto al piano; loschicuelos le rodearon sin fijarse en su pobreza, antes bien,mirndole con respeto y deseando orle tocar de nuevo.

    Eligieron una cancin conocida, y tras varias salidas enfalso, violn, flauta y piano sonaron acompaados por uncoro de voces infantiles que hizo retemblar la habitacin.

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    Aquello fue demasiado para Nat; cuando el coro termin,solt el violn, y volvindose hacia la pared, rompi a llorar.

    -Qu te pasa, hijo mo? -pregunt la seora Bhaer.-No lo s... Ustedes son muy buenos... Esto es muy

    hermoso... Lloro sin poderlo remediar...-contest el chico,sollozando y tosiendo hasta perder el aliento.

    -Ven, hijito; necesitas acostarte y descansar; ests muyfatigado -murmur la buena seora dejndolo llorartranquilamente.

    Luego, le pidi que le contase sus penas, y, muyconmovida, escuch la triste historia del hurfano.

    -Bueno, hijo mo -le dijo-; aqu tienes ya padre y hogar.No pienses en el pasado; ya tus penas han concluido; estacasa se ha hecho para que los nios disfruten de alegra yaprendan a ser hombres de provecho. Aqu tendrs cuantamsica apetezcas, pero ante todo tienes que curarte. Vamos abuscar a la niera; te baar, te acostars en seguida, ymaana formaremos un plan de vida; no te preocupes.

    Nat bes la mano de su protectora y se dej llevar a otraamplia habitacin, donde encontraron a una alemanacorpulenta y mofletuda, tocada con blanqusima cofia.

    -Esta es la niera Hummel; vers cmo te da un bao, tecorta el pelo y te deja "como nuevo", segn dice Rob. Mira elcuarto de bao; los sbados damos un fregote a los pequeosprimero, y luego los acostamos antes de que los mayoresvengan a alborotar. Roberto estar a tu lado.

    Mientras hablaba, la seora Bhaer desnud a Rob y lozambull en uno de los dos baos grandes, que, en unin de

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    jofainas, aparatos de duchas, baos de pies, etc., ocupaban laestancia. Nat tom un bao, y, mientras se higienizaba, vio alas dos mujeres lavotear, vestir de limpio y acostar a cuatro ocinco chiquitines que rean y gritaban gozosamente.

    Despus, enjugndose, sentado en una alfombra junto alfuego, se dej cortar el pelo, y vio llegar a otra tanda denios, que, al baarse, alborotaban y revolvan el agua comosi fuesen cachalotes.

    -Aqu dormir mejor Nat y si tose le da usted cocimientopectoral -dijo la seora Bhaer, que iba y vena, como gallinarodeada de polluelos.

    Hummel aprob la idea; puso a Nat una camisa defranela, le hizo beber una pocin dulce y calentita y lo arropbien en una de las tres camas que haba en el cuarto. Elmuchachito, maravillado de tanta comodidad, se hallabacomo en xtasis. La limpieza le produca una sensacindeliciosa y desconocida; la camisa de franela era un lujoinusitado; el jarabe dulcsimo que le calmaba la tos, le parecauna caricia hecha a su cuerpo, como las palabras de afecto lesaban a caricias del alma; al verse cuidado, atendido yacostado en aquel dormitorio, crease en el cielo.Antojbasele estar soando y se resista a dormir temiendoque al despertar se hubiese disipado tanta ventura. Difcil lehubiera sido dormir entonces, porque cabalmenteprincipiaba uno de los originalsimos nmeros del programaeducativo de Plumfield.

    Tras un silencio en los ejercicios acuticos, comenzaron asurcar el aire en todas direcciones almohadas que, desde los

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    lechos, lanzaban blancos duendecillos. La batalla era saudaen algunos dormitorios y aun llegaba al cuarto de la niera,en forma de algn guerrero acorralado, que buscaba refugio.Nadie se admiraba de aquella lucha, ni nadie la impeda.Hummel colgaba las toallas y la seora Bhaer preparaba ropalimpia como si all nada ocurriera. Ms an, la misma seoraech a correr tras un chico y le dispar la almohada que elaudaz le lanzara.

    -No se harn dao? -pregunt Nat, riendo con ganas.-Nunca. Los sbados por la noche les permitimos una

    batalla de almohadas; as reaccionan despus del bao-contest la seora Bhaer, ordenando doce pares de zapatos.

    - Qu escuela tan bonita es esta! -exclam Nat.-Es muy original -replic, risuea, la seora-. Ya vers que

    no molestarnos a los nios con estudio excesivo ni connormas rigurosas. Al principio prohib las batallas dealmohadas; cuando me convenc de que iba a ser difcil queme obedecieran, hice un trato; les permit batallar quinceminutos todos los sbados a cambio de que los dems das seacostasen tranquila y formalmente. Si faltan al convenio, nohay batalla el sbado; si cumplen lo pactado, quito laslmparas y los dejo brincar a sus anchas.

    - Es admirable! -murmur Nat, pensando en tomar partey no atrevindose a intervenir por ser recin llegado.

    La seora Bhaer mir el reloj y dijo:-Basta, nios; a la cama; cada uno a lo suyo, si no sufrirn

    la multa.-Qu multa? -interrog temeroso Nat.

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    -La de quedarse sin juego el sbado prximo -contest laseora-. Les concedo cinco minutos para tranquilizarse;despus coloco las lmparas en su sitio y espero a que reine elorden. Vers cmo obedecen.

    As fue. La batalla termin tan bruscamente comoprincipiara; un disparo o dos; una aclamacin final;Medio-Brooke arrojando siete almohadones sobre elenemigo que hua; desafos concertados para el prximoencuentro; tal cual grito reprimido; algn que otro murmulloy... nada ms.

    As concluy la batalla de almohadas. La seora Bhaerbes otra vez a Nat, y ste se durmi con los felices sueosde la vida de Plumfield.

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    CAPITULO 2

    Mientras Nat duerme tranquilamente, hablar de losnios entre los cuales se hall al despertar.

    Comencemos por los conocidos. Franz era un chicoalemn, alto, grueso, rubio, aplicado, sencillote, aficionado ala msica y muy apegado a la casa; tena diecisiete aos. Su tolo crea apto para la enseanza, y su ta, para ser un buenmarido, fomentando en l el afecto al hogar.

    Emil, vivo, inquieto y emprendedor, soaba con sermarino. Su to le ofreci que cuando cumpliera diecisis aoslo preparara para el ingreso a la Escuela Naval: le daba a leerhistorias de almirantes famosos y de insignes navegantes, y lepermita que, despus de estudiar, viviera como una rana. Elcuarto de Emil pareca el camarote de un buque; "Robinson"y "Simbad el marino" eran sus hroes. Los nios le llamabanel "Comodoro" y admiraban la flotilla que tena en la fuente.

    Medio-Brooke era una prueba del milagro que laeducacin y la instruccin alcanzan al establecer armonaentre la materia y el espritu. Dulce y sencillo en sus modales;amoroso e inocente, como reflejo de madre buena; fuerte y

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    robusto, como cuidado por padre atento al desarrollo fsico;y despejado y culto, por virtud de las sensatas lecciones de unprudente abuelo, Medio-Brooke se abra a la vida intelectualcomo se abren las rosas a las caricias del sol y a las perlas delroco. No era un nio perfecto, pero tena pocos y levesdefectos, y haba aprendido a conciencia el arte de reprimirsey de dominarse; arte difcil que muchos hombres no llegan aposeer! Medio-Brooke ignoraba que era guapo e inteligente;admiraba la belleza y la inteligencia de los dems; vivaalegremente y gustaba de leer libros fantsticos.

    Daisy cm un encanto; una admirable miniatura de mujer,con bellsimas cualidades. Cuidaba bien de las cosas de lacasa; tena perfectamente -ordenada una familia de muecas;no daba un paso sin su cestita de labor, y cosa con talesmero que Medio-Brooke se ufanaba luciendo un pauelodobladillado por su hermana; Josy tena un chaleco defranela cosido por Daisy. La pequeuela limpiaba lasporcelanas y cuidaba los saleros, colocaba los cubiertos,limpiaba, con un plumerillo, el polvo y ayudaba en todas lasfaenas domsticas. Medio-Brooke la defenda con herosmoen las batallas de almohadas y no se avergonzaba de pregonarlos mritos de su hermana. Esta juzgaba a su hermanogemelo como el nio ms notable del mundo, y todas lasmaanas, corra a despertarlo, dicindole:

    -Arriba, hijo mo: ya es hora del desayuno; aqu tienes tucuello limpio!

    Rob era un chicarrn que pareca haber resuelto, en laprctica, el problema del movimiento continuo. Jams estaba

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    quieto; mas no era dscolo ni batallador; era, s, charlatn, yviva agitndose entre su padre y su madre.

    Teddy era muy pequeo para intervenir activamente enlos asuntos de Plumfield; sin embargo, tena su esfera deaccin. Todos sentan, alguna vez la necesidad de acariciarlo,y Teddy, muy aficionado a lo mismo, estaba siempredispuesto a dejarse besar; viva pegado a la mam y se lepermita meter su dedito en los platos de dulce.

    Dick Brow y Adolfo o Dolly Pettingill tenan ocho aos;Dolly tartamudeaba, y poco a poco se iba corrigiendo sin quenadie le hiciera burla; el seor Bhaer lo curaba hacindolehablar despacio; por lo dems, era un chico estudioso yjovial.

    El pobre Dick era giboso y soportaba tan alegremente sugiba que una vez le pregunt Medio-Brooke:

    -Da buen humor el ser jorobado? ...Si es as desearaserlo.

    Dick viva contento: su cuerpo contrahecho encerraba unalma abnegada. Al llegar a Plumfield, lament ser giboso,pero se consol, porque nadie se burl de l; el seor Bhaerimpuso enrgico correctivo a un muchacho que se permitirer a costa del jorobadito.

    En aquella ocasin, Dick dijo, sollozando, a suatormentador:

    -Dios no ve mi deformidad, porque tengo en el alma larectitud que falta a mi cuerpo.

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    Los seores Bhaer fomentaron esta creencia y leindujeron a creer que las gentes le amaban por su belleza dealma y que si se fijaban en el cuerpo era para compadecerlo.

    Jack Ford, muchacho vivo y astuto, haba sido enviado aesta escuela por ser barata. Para muchos la astucia de Jackser motivo de elogio; mas para el seor Bhaer esta astucia yel amor al dinero, caracterstico de este nio, representabandefectos ms grandes que la tartamudez de Dolly o lagibosidad de Dick.

    Ned Barker era un zanquilargo, atolondrado yalborotador; haba cumplido catorce aos. Lo apodaban"Barullo", porque todo lo echaba a rodar. Constantementebravuconeaba, sin que sus alardes de bravo pasasen del dichoal hecho; no se distingua por valiente y s por acusn.Fanfarrn ante los pequeos y adulador ante los mayores,Barullo, sin ser malo, era materia fcil para el mal.

    George Cile, "Zampa-bollos", haba sido psimamenteeducado por una madre dbil que lo atracaba de golosinashasta que lo hizo enfermar, y entonces lo crey muy delicadopara el estudio, con lo cual el chico, a los diez aos, erapaliducho, tristn, malhumorado, fofo de carnes y dado a laholganza. Un amigo de la familia aconsej que lo enviasen aPlumfield. La curacin fue completa; all comi pocosdulces, pase mucho y fue cobrando tal aficin a estudiar,que su madre crey que los seores Bhaer eran milagreros.Billy Ward era lo que los escoceses llaman tiernamente "uninocente"; tena diez aos y pareca un nio de seis. Habasido inteligentsimo, pero su padre lo oblig a un trabajo

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    enorme, hacindole estudiar seis horas diarias. El pequeo,incapaz de soportar aquellos atracones de ciencia, cayenfermo con fiebre y, cuando dej el lecho, el cerebro,resentido, qued como una pizarra sobre la que se ha pasadouna esponja.

    Dura fue la leccin para el imprudente padre; no pudosufrir la casi idiotez del hijo en quien tantas esperanzascifrara, y lo envi a Plumfield, sin fiar en curarlo, mas con lacertidumbre de que lo trataran con afecto. Tan dcil comoinofensivo era Billy; apenaba verlo como buscando a tientasel perdido conocimiento que tan caro le costara conseguir.

    La seora Bhaer consigui el restablecimiento fsico deBilly; los dems nios le compadecan y le rodeaban deafecto. Al inocente" no le agradaba tomar parte activa en losjuegos bulliciosos; en cambio se pasaba horas enterascontemplando las palomas, abriendo hoyos con Teddy, osiguiendo a Silas, el jardinero, mirndolo trabajar. El honradoSilas era muy afectuoso con Billy, y ste, aun cuandoolvidaba las letras del alfabeto, recordaba los semblantesamigos.

    Tommy Bangs era el diablejo de la casa. Tena astucias ytravesuras y agilidades de mono, pero posea excelentecorazn, y esto le vala lograr el perdn de sus diabluras;haca odos de mercader a los regaos, mas se manifestabatan arrepentido despus de una trastada y formulaba tanenrgicos propsitos de enmienda, que era imposible orlosin soltar la carcajada. Los Bhaer vivan prevenidos para nosorprenderse ante cualquier catstrofe, desde la del

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    estrellamiento del crneo de Tommy hasta la de ver volar lacasa con dinamita.

    Un da que la gordinflona Asia estaba atareadsima, laamarr, por la falda, a un poste, y all la dej rabiar yrefunfuar durante ms de media hora. Otro da clav unalfiler tremendo en la espalda de Mary Ann cuando ladoncella estaba sirviendo la mesa. El dolor fue tan agudo,que dej caer la sopera y ech a correr, dejando a todos en lacreencia de que se haba vuelto loca.

    Tales eran los nios, y juntos vivan tan felizmente comopueden vivir doce chicos, estudiando y jugando, trabajando yregaando, combatiendo defectos y cultivando virtudes. Loschicos de otras escuelas, probablemente aprenderan ms enlos libros, pero mucho menos en la ciencia prctica, de hacerde un pequeo un hombre bueno y honrado. El latn, elgriego y la matemtica eran cosas excelentes; pero, a juicio delseor Bhaer, el conocimiento de s mismo, el dominio de lapersonalidad, y el bastarse a s solo, eran cosas msimportantes, y procuraba ensearles a hacerlo.

    La gente sola mover dubitativamente la cabeza ante estasideas, y hasta llegaba a confesar que los nios progresabanmucho fsica y moralmente. Pero, como dijo la seora Bhaera Nat, aquella era "una escuela originalsima".

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    CAPITULO 3

    Tan pronto como son la campana, Nat salt del lecho yse endos satisfechsimo, los vestidos que encontr sobre lasilla. No era ropa nueva; eran prendas en medio uso,procedentes de otros nios; pero la seora Bhaer guardabatodas aquellas plumas desprendidas para los pajaritosextraviados que acudan al nido de Plumfield. Apenasestuvieron reunidos los muchachos, se present Tommy,acompaado de Nat, para tomar el desayuno.

    Mientras engullan, los chicos charlaban animadamente,porque el domingo haba que discutir el paseo y acordar elplan para la semana. Nat oa y pensaba que el da iba a serlemuy agradable, porque gustaba de la quietud y vea, en tornosuyo, plcido reposo. A pesar de su infancia de vagabundez,el minsculo violinista amaba la calma.

    -Ahora, hijitos, a cumplir vuestras obligaciones matutinasy a estar dispuestos para ir a misa cuando llegue el mnibus-dijo el seor Bhaer, y predicando con el ejemplo, se fue a laescuela a ordenar los libros para el da siguiente.

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    Todos salieron apresuradamente a ejecutar su tarea,porque cada nio tena un pequeo deber diario quecumplir, y estaba obligado a cumplirlo puntualmente. Unos,acarreaban lea o agua; otros, barran los pasillos; stos,daban de comer a los animales domsticos; aqullos iban algranero a ayudar a Franz a sacar alimentos para los animales.Daisy fregaba los vasos, Medio-Brooke los enjuagaba,porque a los gemelos les gustaba trabajar juntos. Hasta elmicroscpico Teddy tena su tarea, e iba de ac para allrecogiendo servilletas y ordenando sillas. Por espacio demedia hora los muchachos zumbaban trabajando comoenjambre de solcitas abejas, Cuando por fin lleg elmnibus, el seor Bhaer y Franz, con los ocho niosmayores, marcharon a la iglesia de la ciudad, que distaba tresmillas.

    Nat, por causa de la tos, se qued con los cuatro chicosms pequeos y pas la gran maana en la habitacin de laseora Bhaer, oyendo las historias que les refiri labondadosa seora, aprendiendo el himno que les enseaba y,luego, pegando estampas en un libro viejo.

    -Este es mi encierro dominical -dijo la ta Jo, mostrndolearmarios llenos de volmenes, estampas, cajas de pinturas,reproducciones arquitectnicas, peridicos pequeos, papel,plumas, etc-. Quiero que mis hijos gusten del domingo y lodeseen como grato descanso del estudio y del trabajohabitual, pero quiero que, al par que se recrean, se instruyan yaprendan cosas distintas de las que se ensean en la escuela...

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    Me entiendes? -exclam, dirigindose a Nat, que escuchabaembelesado.

    -Usted se propone ensearles a que sean buenos-respondi tras breve vacilacin.

    -Justamente; quiero ensearles a que sean buenos y a queamen el bien. Ya s que, a veces, es difcil conseguirlo, perocon el mutuo auxilio y la recta voluntad todo se alcanza. Heaqu uno de los medios que empleo para el logro de mispropsitos -murmur tomando un libro grueso, lleno denotas y abrindolo en una pgina que tena escrito unnombre arriba.

    -Pero, ese nombre es el mo! -insinu Nat.-S; tengo una pgina para cada nio. A cada uno le llevo

    la cuenta de su comportamiento durante la semana. Si esmalo, me disgusto; si es bueno, me regocijo y ufano; y, decualquier modo, sabiendo que me intereso por ellos, ydeseando complacerme y complacer a pap Bhaer, procuranser juiciosos y aplicados.

    -Yo crea que lo eran siempre -observ Nat, atisbando elnombre de Tommy en la pgina opuesta a la suya, ypreguntndose qu figurara en aquella cuenta.

    La seora Bhaer lo not y volvi la hoja, murmurando:-Mis apuntes slo los ven los interesados. Llamo a este

    libro mi libro de conciencia; lo que de ti escriba, slo t y yolo sabremos. De ti depende quedar satisfecho o avergonzadocuando leas tu pgina el domingo prximo. Confo en que tucuenta ser buena; procurar darte facilidades y me

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    complacer verte alegre, dcil y observador de nuestrasescasas reglas, aprendiendo y aprovechando algo.

    -Lo procurar, seora -balbuci, ruboroso, Nat, ansiandoevitar a su protectora el disgusto de una cuenta mala, yanhelando proporcionarle el regocijo y la ufana de unacuenta buena-. Pero -aadi- debe ser molesto escribir tanto.

    -No -contest la seora, acaricindole y cerrando el libro-;porque ignoro qu me agrada ms, si escribir o estar entrenios. Te asombras? Es cierto que hay personas que seimpacientan al lado de pequeuelos, pero es porque no loscomprenden ni saben tratarlos. Yo s; hasta hoy no heencontrado nio del cual no se pueda conseguir cuanto sedesee, hallando el camino de su corazn. No podra pasar sinla turba de mis traviesos y alborotados chicuelos, verdad,Teddy mo? -exclam abrazando al bribonzuelo, en elpreciso instante en que ste trataba de guardarse el tintero enel bolsillo.

    Nat, que nunca hasta entonces haba odo lenguajesemejante, no acertaba a decidir si la seora Bhaer era unaluntica o una criatura abnegada y ejemplarmente bondadosa,Se inclinaba por esto ltimo, recordando que aquella mamse anticipaba a llenar los platos de los nios antes de questos lo pidieran, se rea de sus bromas, les tirabablandamente de las orejas y les daba cariosas palmaditas.

    -Me figuro que te agradar ir ahora a la escuela y ensayaren el violn el acompaamiento de los coros que cantaremosesta noche -apunt la seora, sospechando que el chicoquerra entrar en la vida comn.

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    Solo con el amado violn, ante el libro de msica, junto ala ventana inundada de sol primaveral y en profundosilencio, el nio goz ms de una hora de felicidadaprendiendo dulces melodas de otros tiempos, y olvidandosus amarguras.

    Cuando regresaron los que haban ido a misa, y cuandotodos comieron, unos se dedicaron a la lectura; otros aescribir a sus respectivas familias, y dieron las leccionesdominicales y charlaron entre s, tranquilamente, formandogrupos aislados. A las tres salieron de paseo; la infancia y laadolescencia necesitan ejercicio y aire libre, y paseando, lasinteligencias vrgenes aprenden, en el gran libro de laNaturaleza, a ver y amar la infinita magnanimidad de Dios. Elseor Bhaer acompaaba siempre a sus discpulos y siempreencontraba "enseanzas en las piedras y en las hierbas; librosen los cristalinos arroyos, y bondad en todas las cosas".

    Mam Bhaer, con sus dos hijos y con Daisy, se fue a laciudad a hacer la visita semanal a la abuela, visita que eramotivo de ntima y recproca satisfaccin. Como Nat noestaba muy fuerte para tan largo paseo, se qued en casa conTommy, el cual, afablemente, se haba brindado a ensearletodo Plumfield.

    -Ya conoces la casa; as, pues, saldremos y vers el jardn,el granero y el "parque zoolgico" -dijo Tommy, cuando sequedaron solos con Asia, encargada de evitar cualquierbarrabasada.

    -Todos nosotros tenemos nuestros animales favoritos ylos guardamos en el granero, al cual hemos denominado

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    parque zoolgico. Ya estamos en l. Dime, no es unapreciosidad mi lechoncito? -exclam Tommy sealando conorgullo a un cerdo horriblemente feo.

    -Conozco a un nio que tiene una docena de lechoncitosy me ofreci uno, pero yo no dispona de sitio para guardarloy no pude aceptar. Era blanco, con manchas negras y hocicorojo; tal vez me lo regalara an, si t lo quieres.

    -Me gustara tenerlo y te dar ste y vivirn juntos, si nose pelean. Mira aquellos ratoncitos blancos: son de Rob; selos regal Franz. Los conejos son de Ned, las gallinas deGuinea pertenecen a George, ya sabes, a Zampa-bollos".Ese cajn es el estanque de los9alpagos de Medio-Brooke;aun no han empezado a hacer cra; el ao pasado tuvosesenta y dos; en uno de ellos grab su nombre y la fecha, ylo dej ir, esperando encontrarlo y conocerlo cuando pasemucho tiempo. He ledo que unos pescadores recogieron auna tortuga que llevaba en el caparazn un letrero escritohace qu se yo cuntos siglos... Ah, te advierto queMedio-Brooke es un chico muy caprichoso!

    - Qu hay en esa caja? -interrog Nat.- Oh! es la caja de los gusanos de Jack Ford. Se dedica a

    recoger y a criar gusanos y los guarda aqu; cuando vamos depesca, se los comprarnos para ahorramos la molestia depreparar cebos. Pero nos cobra carsimo; ya ves, la ltimacompra que le hice, tuve que pagarle a razn de dos peniquespor docena, y adems los gusanos eran muy chicos. Jack aveces es mezquino y usurero, y ya le he dicho que si no merebaja los precios me criar yo los gusanos que necesite para

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    pescar. Ves aquellas dos gallinas grises? Pues son mas. LeYendo los huevos a mam Bhaer, pero jams le pido ms deveinticinco centavos por docena, jams! Me dara vergenzacobrrselos ms caro.

    -De quines son los perros? -dijo Nat.-El perro grande es de Emil; lo llaman "Cristbal Coln";

    lo bautiz mam Bhaer, y cuando hablamos de CristbalColn nadie imagina que nos referimos al perro. El cachorroblanco es de Rob; el de color ceniza es de Teddy. Un hombreiba a ahogar a los perritos en el estanque, pero el seor Bhaerse opuso y los recogi. Los chicos juegan con ellos; yo no leshago caso; se llaman Cstor y Plux.

    -Si yo pudiera, me agradara ser dueo del borriquito"Tobas"; es tan chiquito y tan manso, y se va tan a gustomontado -exclam Nat.

    -Tobas" es un regalo que el seor Laurie hizo a mamBhaer para que no tuvieran que llevar en brazos a Teddycuando salimos de paseo. A todos nos agrada Tobas"; esun borrico muy simptico. Las palomas que ah ves, sonnuestras en general; cada cual elige sus favoritas y nosdistribuimos las cras. Los pichoncitos son monsimos;entretente mirando las palomas, mientras veo si mi"Cenicienta" y mi Tintadita" han puesto hoy huevos.

    Nat trep por una escalera, meti la cabeza por unapuertecilla y contempl las lindas palomas picoteando yarrullndose en el espacioso desvn.

    "Todo el mundo, menos yo, posee aqu algo; meagradara tener una gallina, una paloma o siquiera un

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    galpago que fuese mo", pens Nat, dolindose de supobreza al admirar los tesoros de los otros nios. Luego, alreunirse de nuevo con Tommy, en el granero, le pregunt:

    -Cmo han adquirido estas cosas? ...-Las encontramos, las compramos o nos las regalan. Mi

    padre me enva algo de vez en cuando, y ahora en cuantorena dinero bastante de la venta de huevos, voy a compraruna pareja de patos. Aqu hay un estanque muy a. propsitopara ellos; y has de saber que los huevos de pato se paganmuy bien, y que los patitos son graciossimos nadando yzambullndose -contest Tommy.

    Nathaniel suspir, reflexionando que l no tena padre, nidinero, ni nada ms que un viejo bolsillo vaco, y la habilidadde tocar el violn.

    Tommy comprendi el alcance de aquel suspiro y, trasbreve y profunda cavilacin, exclam:

    -Oye, te dir lo que he resuelto. Me fastidiasoberanamente andar buscando los huevos que ponen misgallinas; si quieres encargarte de esta tarea, te dar un huevopor cada docena que me recojas; t llevas la cuenta, y cuandotengas doce, se los vendes por veinticinco centavos a mamBhaer, y ya con ese dinero puedes hacer lo que se te antoje.

    -Trato hecho! Eres un compaero buensimo.-Bah! Bah! No hablemos ms del asunto; comienza

    ahora a rebuscar en el granero; te aguardar aqu; mi"Cenicienta" est cacareando, y de seguro que encontrarsalgn huevo -dijo Tommy y se tumb sobre la paja,

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    satisfechsimo por haber cerrado un buen trato y realizar unaaccin meritoria.

    Nat comenz alegremente la pesquisa y, revolviendo, fuede desvn en desvn hasta dar con dos magnficos huevos,uno oculto bajo una viga y otro depositado en una medidade grano, en la cual sola refugiarse la "Pintadita".

    -Dame uno que necesito para completar una docena,qudate con el otro y desde maana empezaremos la cuenta.Aqu, con tiza, puedes hacer tus notas junto a las mas y aslas comprobaremos fcilmente -observ Tommy, sealandouna hilera de misteriosos signos, sobre una vieja mquinadesgranadora.

    Con toda importancia y formalidad, el orgullosoposeedor de un huevo abri cuenta con su amigo, el cual,riendo a carcajadas, estamp sobre los signos esta imponentefrase: Thornas y Compaa".

    El pobre Nat se hallaba tan fascinado que a duras penasse persuadi de que deba ir a depositar su primer trozo depropiedad mueble en la alacena de Asia. Luego volvieron ydespus de haber pasado revista a los dos caballos, a las seisvacas, a tres cerdos y a un cabrito, Tommy se llev a suamigo a visitar un sauce aoso que creca junto al susurrantearroyuelo. Subiendo al cercado era fcil llegar a un amplionido formado en el arranque de la copa del rbol; en la partesuperior del tronco las podas anuales haban dejado nudosde gruesas ramas que, retoando, formaban una especie deverde cpula. All se haban establecido diminutos asientos, yen una oquedad, hbilmente cerrada, exista espacio para

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    guardar un par de libros, un barquito desmantelado y variospitos a medio labrar.

    -Este es el reservado de Medio-Brooke y mo; nosotros lohemos fabricado y nadie, sin nuestro permiso, puede subir al, excepto Daisy, pero no nos molesta, que Daisy venga-advirti Tommy, mientras Nat miraba embelesado elarroyuelo murmurador.

    -Esto es hermossimo! Confo en que me permitirssubir en alguna ocasin. Jams he visto nada tan bello;quisiera ser pjaro, para vivir siempre en este nido -dijo Nat.

    -Verdaderamente es lindo. Puedes subir si Medio-Brookete autoriza, y supongo que te autorizar, porque la otra nochele o decir que eras muy simptico.

    -De veras? -insinu Nat, con sonrisa jubilosa.-S; a Medio-Brooke le agradan los nios pacficos y

    espero que sern buenos amigos si t procuras leer tan biencomo lo hace l.

    Nat se sonroj al or estas palabras, y despus, balbuci:-No leo muy bien porque nunca he tenido tiempo para

    aprender; ya sabes que he vivido tocando el violn paracomer.

    -A m me gusta leer, y leo bastante bien cuando hace falta-afirm Tommy extraado, al verse ante un chico de diezaos que no saba leer.

    -Puedo leer un trozo de msica -aadi Nat.-Yo no -murmur Tommy, con cierto respeto.-Me propongo estudiar y aprender todo lo que pueda.

    Son muy difciles las lecciones del seor Bhaer?

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    -No, son sencillas; cuando se presenta alguna dificultad,la explica hasta que entendemos. Otros maestros no son as.El que yo tuve antes, cuando nos atascbamos en unaleccin, nos daba coscorrones -dijo Tommy rascndose lacabeza, al evocar los enrgicos mtodos de enseanza delotro maestro.

    -Creo que podra leer esto -dijo Nat, despus de haberojeado uno de los libros guardados en el escondrijo del nio.

    -Pues lee un poco, yo te ayudar.Nat, tropezando y tartamudeando algo, ley lo mejor que

    pudo y supo, auxiliado cariosamente por Tommy, quedeclar con suficiencia que pronto su amigo leera tan biencomo el mejor de la casa. Luego se enfrascaron en animadacharla infantil, acerca de diversos temas y en especial dejardinera, porque Nat, desde su elevado asiento, preguntqu haba sembrado en los cuadros de terreno que vean enla otra orilla del arroyo.

    -Esos cuadros son nuestras haciendas. Cada cual tiene sufinca y siembra en ella lo que le agrada; pero no podemosescoger mucho ni hacer cambios hasta despus de larecoleccin, y tenemos que cuidar nuestros campos duranteel verano.

    -Qu has sembrado t este ao? ...-Sembr habas para el ganado, porque es cosecha fcil de

    recolectar.Nat rompi a rer; Tommy se ech el sombrero hacia

    atrs, se meti las manos en los bolsillos y dijo, lenta y

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    gravemente, imitando, sin proponrselo, a Silas, el jardinerode la casa:

    -Mira no te ras; las habas son mucho ms fciles decultivar que los cereales o que las papas. El ao pasadosembr melones, pero los insectos se coman los frutos sindejarlos madurar y slo cosech una hermosa sanda y dosmeloncitos almizcleos.

    -Veo que los cereales estn muy crecidos.-S, pero exigen muchsimos cuidados. Las habas crecen

    en cinco o seis semanas y maduran muy pronto. Yo las hesembrado porque me anticip a decirlo. Zampa-bollos querasembrarlas tambin, y ha tenido que contentarse con sembrararvejas; stas ofrecen el inconveniente de requerir frecuentesy esmeradas limpiezas, y as tendr que hacerlo su sembrador,que es aficionadsimo a comer arvejas.

    -Tendr yo un jardn mo? -pregunt Nat.-Ya lo creo que lo tendrs -contest desde abajo el seor

    Bhaer, que regresaba de su paseo y vena a buscar a los nios,pues invariablemente paseaba todos los das un rato con cadauno de los discpulos. Al encontrarse con ellos aprovech laocasin para comenzar a planificar la semana entrante.

    Al descender del sauce, Tommy cay al arroyo; como estole ocurra con frecuencia, se sacudi tranquilamente y semarch a la casa para secarse. Qued, pues, Nat solo con elseor Bhaer, que era lo que ste deseaba, y durante el ratoque anduvieron examinando los cuadros y macizos deljardn, el maestro se gan el cario del muchacho regalndoleuna "hacienda" y discutiendo con l las cosechas tan

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    gravemente como si la comida de la familia dependiera delresultado de la recoleccin. Charlaron tambin sobredistintos temas que despertaron esperanzas en el nimo delchicuelo. Mientras coma, el chico pensaba en aquellasesperanzas, y de vez en cuando fijaba los ojos en el seorBhaer, como dicindole:

    -Me agrada lo ofrecido; no deje usted de cumplirlo.Se ignora si el maestro entendi o no el mudo lenguaje

    del nio, mas cuando todos se reunieron en el cuarto demam Bhaer para la nocturna tertulia dominical, eligi comoterna de conversacin algo que pareca sugerido por el paseoen el jardn.

    Nat, mientras ms miraba, ms se convenca de queaquella era una familia numerosa y no una escuela; los niosformando amplio semicrculo, sentados en sillas o sobre laalfombra, cerca del fuego; Daisy y Medio-Brooke ocupandolas rodillas de su to y maestro; Rob, muy abrigado, en elrespaldo de la butaca de su madre, resuelto a dormirse si laconversacin no le agradaba. Todos se hallaban satisfechos yescuchaban con atencin, gozando del descanso tras el largopaseo, y preparndose a contestar, pues saban que a cadauno se le iba a pedir su opinin.

    Y as habl el seor Bhaer:-Pues, seor, cuento y cuento, y el bien para nosotros se

    quede, y el mal para quien lo vaya a buscar; como que unavez haba un jardinero que era dueo del jardn ms grandeque se ha conocido en el mundo. El jardn era hermossimo ysu propietario lo cultivaba con inteligencia, habilidad y

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    esmero, cosechando frutos gustosos y exquisitos. Pero lasmalas hierbas, que en todas partes crecen, crecan a veces enel hermoso jardn, y no llegaban a fructificar las buenassemillas. El jardinero tena a sus rdenes a variossubjardineros, algunos de los cuales cumplan con su deber yganaban honradamente el jornal; pero otros descuidaban lasparcelas que se les confiaran y las dejaban trocarse en camposestriles. Esto disgustaba mucho al jardinero pero como erapacientsimo, callaba y segua trabajando y esperando aos yaos el momento de la gran cosecha.

    -Sera un jardinero muy simptico -interrumpiMedio-Brooke que oa con viva atencin.

    -No comprendes, hermano, que es un cuento de hadas?-observ Daisy.

    -No, debe ser una arrigora -murmur Medio-Brooke.-Qu es arrigora? -exclam el preguntn Tonirny.-Explcalo, si lo sabes, Medio-Brooke -habl el seor

    Bhaer-, y no uses palabras sin saber bien su significado.--No lo s, me lo dijo abuelito. Arrigoras es una fbula, o

    sea una historia que quiere significar algo. Mi libro Historia sinfin es arrigora porque el nio en ella es un alma... Verdad,ta? -dijo Medio-Brooke.

    -S, hijo mo, y estoy segura de que lo que tu to les estcontando es una alegora; presta atencin a lo que significa.

    Tranquilizse Medio-Brooke, y el narrador prosigui:-El jardinero cedi una docena de pequeas parcelas a

    uno de sus criados, y le encarg que las cuidase lo mejor quesupiera, y que estudiase lo que en ella se poda sembrar. El

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    criado no era rico, ni sabio, ni muy bueno, pero deba muchagratitud a su seor. Alegremente recibi las parcelas y pusomanos a la obra; las haba de todas formas y tamaos; unastenan buena tierra, otras eran muy pedregosas, y todasestaban necesitadsimas de cuidado, porque en la tierra frtilse desarrollaban con rapidez las malas hierbas, y en la tierraestril abundaban los guijarros.

    -Haba algo ms que hierbas malas y piedras? -insinuNat, olvidando su timidez.

    -Haba flores -respondi el cuentista- Hasta en loscuadros ms incultos y abandonados del jardn crecanpensamientos y resedas. En uno haba margaritas yclavellinas; en otro -y al decir esto acarici a su sobrina-rositas; en ste, legumbres tiles y una vid trepadora, como laplantada por Jack; verdad es que este cuadro haba sidocuidado por el experto y anciano jardinero...

    -Pues como iba diciendo -prosigui el maestro- algunasde las parcelas eran fciles de cultivar (quiero decir cuidar, teenteras, Daisy? ) y otras eran de muy difcil cultivo. Enespecial un cuadradito baado por el sol, que de igual modopoda producir legumbres y fruto que flores, pero no losproduca, y cuando el hombre sembraba cualquier cosa,melones, por ejemplo, la sementera no daba frutos, porque latierra no haca caso de las semillas. Desconsolbase elhombre y segua sembrando, pero la tierra pareca decirlesiempre "se me olvid".

    Una carcajada general interrumpi el relato; todos sefijaron en Tommy que, al or hablar de melones, haba

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    aguzado el odo primero, y, despus, baj la cabeza paraescuchar su excusa favorita.

    -Ya s! Ya s lo que significa la historia! -exclamMedioBrooke, palmoteando-. T eres el hombre y nosotrossomos los jardincitos. Verdad, to?...

    -Lo has adivinado. Ahora cada cual va a decirme lo quedebo sembrar para conseguir una buena cosecha en misdoce, no, en mis trece finquitas -habl el seor Bhaer,corrigindose en el nmero al mirar a Nat.

    -En nosotros no puedes sembrar trigo, ni habas, niarvejas, a menos que quieras que comamos mucho yengordemos -indic Zampa-bollos, regocijado con la ideaexpresada.

    -No se trata de eso. Se trata de sembrar cosas que noshagan buenos, y de arrancamos las malas hierbas, que son losdefectos -afirm Medio-Brooke, que era el que lideraba estasconversaciones, a las cuales era aficionadsimo.

    -Justamente. Cada uno de ustedes debe pensar en lo quems necesita, y decrmelo, yo lo ayudar a que lo logre; maspara ello tienen que estar dispuestos a hacer cuanto puedan,porque de otro modo se volvern, como el melonar deTommy, todo hojas y ningn fruto. Comenzar las preguntaspor los mayores, y empiezo con mam Bhaer qu sembraren su tierra; porque todos somos cuadros del jardn y todos,si amarnos a Nuestro Seor, podemos obtener para El ricascosechas.

    -Consagrar mi campo a sembrar y a recolectar paciencia,que es lo que ms falta me hace -contest la ta Jo.

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    Los nios se dieron a pensar sus respectivas respuestas yalgunos sintieron remordimientos por haber contribuido aagotar las provisiones de paciencia de la bondadosa seora.

    Franz necesitaba perseverancia; Tommy, firmeza; Ned,dulzura de carcter; Daisy diligencia; Medio-Brooke, "tantasabidura como el abuelo"; Nat confes, humildemente,necesitar muchas cosas y dej que el seor Bhaer eligiera porl. Los dems escogieron muchos lo mismo: paciencia,constancia, generosidad y buen humor. Un nio deseaba quele gustase mucho madrugar, pero no saba dar nombre aaquella especie de planta; Zampa-bollos exclam suspirando:

    -Ojal me gustase estudiar tanto como comer.-Sembraremos abnegacin y la cavaremos, regaremos y

    haremos que crezca tanto que en las prximas Navidadesnadie enferme por comer mucho. Si ejercitas tu imaginacin,querido George, vers que el entendimiento llega a sentirtanta hambre como el estmago y te agradarn los librostanto como or mis cuentos -advirti el profesor, y, luego,acariciando a Medio-Brooke, le dijo-: T tambin, hijo mo,eres glotn y te gusta atiborrar el cerebro con cuentos dehadas y fantasas, del mismo modo que George se atiborra elestmago con pasteles y golosinas. Ambos hartazgos sonmalos y quiero evitarlo. La aritmtica no es tan agradablecomo Las mil y una noche, yo lo s, pero es mucho ms til, yahora es la ocasin de que aprendas, para que luego no teavergences de tu ignorancia.

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    -Pero Enrique y Luca y Robinson no son libros fantsticos;hablan de construcciones, trabajos y labores tiles, y meagradan mucho, verdad, Daisy?

    -S; pero lees ms El pjaro azul que Enrique y Lucia yprefieres Simbad el marino a Robinson. Vaya, hago un trato conustedes dos: George no comer ms que tres veces al da y tno leers ms que un libro de cuentos por semana; encambio, les dar el nuevo campo para jugar al criquet; perodebern jugar -insisti el maestro, porque saba queZampa-bollos se resistira a correr, y que Medio-Brookeconsagraba las horas de recreo a la lectura.

    -Es que a nosotros no nos gusta el criquet! -murmurMedio-Brooke.

    -Acaso no les guste ahora, pero s cuando lo conozcan.Adems, les agradar ser generosos y si los dems niosquieren jugar, podrn permitirles hacerlo.

    Con gran satisfaccin y regocijo de todos, cerrse el trato.Charlse un poco ms acerca de los jardines, y despus

    cantaron a coro. La orquesta encant a Nat; mam Bhaertoc el piano; Franz, la flauta; el maestro, el contrabajo, y elnuevo alumno, el violn.

    El concierto result delicioso y todos parecan gozar;hasta la anciana Asia uni su voz al coro general, porque enaquella familia, amos y criados, viejos y jvenes, elevabanjuntos al cielo las plegarias y los himnos dominicales. Luego,los nios fueron, uno a uno, estrechando la mano de papBhaer; mam Bhaer los bes a todos, desde Franz, que tenadiecisiete aos, hasta Rob, que se reservaba besar a la mam

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    en la punta de la nariz. Luego se marcharon en tropel a lacama.

    La menguada luz de una lmpara iluminaba un cuadrocolgado al pie del lecho de Nat. Pendientes de los muroshaba otros, pero el nio se fij en ste por ver que tena unalindsima moldura de musgo y pino, y al pie, sobre unarepisa, un vaso lleno de flores silvestres. Indudablemente eraaqul el ms bello de todos los cuadros de la casa; Natquedse comtemplndolo con arrobamiento, presintiendo loque representaba y ansiando que se lo explicasen.

    -Ese es mi cuadro! -clam una vocecita. Nat volvise yvio a Medio-Brooke que, en paos menores, sala del cuartode ta Jo, adonde haba ido por un trapito para vendarse unacortadura que se hizo en el dedo.

    -Quin es ese hombre y qu hace con los nios? ...-pregunt Nat.

    -Es Cristo, el hombre bueno, que da su bendicin a lospequeos. T no sabes nada de Cristo? -inquiriasombrado Medio-Brooke.

    -No mucho, pero me gustara saber; Cristo parece sermuy bueno -contest Nat.

    -Yo s mucho de Cristo Nuestro Seor, y me gustamuchsimo, porque es verdad cuanto s.

    -Quin te lo ense?-Mi abuelita, que "sabe de todo" y cuenta los mejores

    cuentos del mundo. Cuando era pequeo agarraba suslibrotes para hacer casas, puentes y cuarteles.

    -Ya no eres pequeo? -pregunt respetuosamente Nat.

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    -Tengo ms de diez aos.-Sabrs muchas cosas, verdad? . . .-S, como tengo la cabeza gorda y abuelito dice que hay

    que llenarla, meto en ella todo lo que puedo aprender.Nat rompi a rer y luego exclam:-Haz el favor de continuar.-Un da me encontr un libro muy bonito y quise jugar

    con l, pero el abuelo me dijo que no jugase con aquel libro,me ense las estampas y me las explic. Me entusiasmmucho lo que me cont de Jos y de sus hermanos, que eranmalsimos y de las ranas que salan del mar, y de Moisschiquirritito en el agua, y de otras cosas muy bonitas; pero loque ms me gustaba era lo referente al hombre bueno, ytantas veces hice que el abuelo me lo contara que lo aprendde memoria, y, entonces, para que no se me olvidara, elabuelito me regal este cuadro; lo trajeron aqu una vez queme enferm, y lo dej para que puedan verlo otros chicoscuando estn enfermos.

    -Era rico Cristo?-Qu, no! Haba nacido en un pesebre, y era tan pobre

    que cuando fue mayor no tena ni casa donde vivir ni mscomida que la que la gente le daba, y l iba predicando atodos y tratando de que todos fueran buenos, hasta quehombres perversos lo mataron.

    -Por qu?-Mira, voy a contarte todo lo que yo s; ta Jo no se

    incomodar -y as diciendo, Medio-Brooke se sent en el

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    borde de la cama inmediata a la de Nat, satisfecho de podernarrar su historia favorita a un oyente tan atento.

    Hummel asom por el dormitorio, y al ver lo que ocurradeslizse sin ruido en busca de mam Bhaer, dicindoleemocionada:

    -Quiere usted, seora, contemplar un espectculo bellsi-mo? ... Venga y ver a Nat que escucha, con toda el alma, aMedio-Brooke, que le est contando la historia del Redentordel mundo.

    La seora Bhaer haba pensado hablar con Nat antes deque el nio durmiera, pues saba la eficacia de un buenconsejo en el momento de entregarse al sueo.

    Mas, cuando lleg al dormitorio, cuando contempl alnuevo husped y escuch con fervoroso recogimiento eldulce y conmovedor relato que Medio-Brooke haca, labuena seora, con las pupilas llenas de lgrimas, se retirpensando:

    -Me guardar de intervenir; Medio-Brooke est haciendopor ese pobre nio ms de lo que yo pudiera hacer.

    Por largo rato, y sin que nadie le impusiera silencio, siguisonando aquella vocecita infantil, eco de un corazninocente que predicaba a otro el sublime sermn de laRedencin humana. Luego, cuando la seora Bhaer entr aapagar la luz, vio a Nat profundamente dormido, con elrostro vuelto hacia el cuadro, como si hubiese aprendido aquerer al hombre bueno que tanto amaba a los pequeos yque era tan amigo de los pobres.

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    CAPITULO 4

    Cuando Nat entr en la escuela, el lunes por la maana,tembl al pensar que tendra que mostrar su ignorancia antetodos. Pero el seor Bhaer lo coloc en el hueco de unaventana y all, de espaldas a los alumnos, Franz le dio lasprimeras lecciones y nadie escuch los desatinos delmuchacho ni vio los garabatos que hizo en el cuaderno deescritura. Nat agradeci eso tan de veras y se afan tanto, queel profesor, vindolo colorado y con los dedos llenos detinta, le dijo sonriente:

    -No te esfuerces, hijo mo; vas a fatigarte y tienes tiemposobrado para aprender.

    -Pero yo debo trabajar mucho, o no alcanzar a losdems. Aqu todos saben, y yo no s nada -exclam Nat,medio desesperado oyendo a los condiscpulos recitar, confacilidad y exactitud que juzgaba asombrosas, lecciones degramtica, de historia y de geografa.

    -T sabes otras muchas cosas buenas que ellos ignoran-contest el seor Bhaer, sentndose al lado del nio, cuando

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    Franz lo condujo a otra aula, para que penetrase en elintrincado laberinto de las tablas de multiplicar.

    -Yo? -interrog, con incredulidad, Nat.-S; t sabes dominarte, y ya ves que Jack, por ser tan

    impulsivo, no se domina. Adems, tocas el violn, y estahabilidad no la tiene ninguno de tus compaeros; en fin,ests resuelto a aprender y esto slo es llevar andada la mitaddel camino. Al principio todo. parece difcil y tedescorazonars, pero estudia con constancia y vers que todote va resultando ms fcil.

    -S, seor -murmur-, aun cuando poco, algo s: sdominarme: los golpes de mi padre me ensearon; puedotocar el violn, a pesar de que no s dnde est el golfo deVizcaya -y aadi en voz tan alta que lleg a odos deMedio-Brooke-: Necesito aprender y lo intentar; nunca fui ala escuela, pero no fue culpa ma, y si mis compaeros no seburlan, procurar alcanzarlos. Usted y la seora son muybuenos.

    -No se burlarn de ti, y si se burlan, yo..., yo... les dir quehacen mal -exclarn Medio-Brooke, olvidando por completodnde estaban. a clase se detuvo en siete por nueve, y todosmiraron con curiosidad.

    Juzgando que para dar una leccin era oportuna en aquelmomento la aritmtica, el seor Bhaer habl a los chicos deNat con tan interesante y conmovedora relacin, que lospequeos de excelente corazn, le brindaron auxilio y sesintieron orgullosos de poder ensear algo al admiradoviolinista. As fue como Nat comenz a tener menos

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    obstculos, pues todos estaban dispuestos a tenderle unamano, a fin de que subiese la escalera de la sabidura.

    Hasta que se restableciera, no convena que estudiasemucho el nuevo alumno; por ello, la ta Jo le buscentretenimientos en casa, para que se distrajera. El jardn erala mejor medicina para el chico; trabajaba como un castor,labraba su hacienda, sembraba habas, contemplaba conentusiasmo cmo crecan, y gozaba viendo surgir los verdesbrotes y los floridos tallos.

    Medio-Brooke era su amigo; Tommy, su protector, yDaisy, el consuelo de todas sus penas, porque aunque losniitos eran ms pequeos que l, hua por timidez de losatrevidos juegos de los mayores, y por instinto buscaba lainocente compaa de los chiquitos.

    El seor Laurence no lo olvidaba; por lo contrario, leenviaba vestidos, libros y msica, le escriba cariosas cartas,y, de vez en cuando, iba a verlo o a llevarlo a algn conciertoen la ciudad; en estas ocasiones, Nat era felicsimo, porqueiba a la casa-palacio del seor Laurence, donde vea a laseora y a la lindsima hija de su bienhechor, coma sabrososplatos y disfrutaba tanto, que, durante mucho tiempodespus, hablaba de ello de da y soaba con ello por lanoche.

    Cuesta tan poco hacer feliz a un nio, que es lamentableque en el mundo, lleno de alegra y de objetos agradables,haya pequeos con las caritas tristes, las manos vacas y loscorazones apesadumbrados. El matrimonio Bhaer, que sloera rico en caridad, recoga as cuantas migajas poda

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    encontrar para alimento de aquella turba de famlicosgorrioncitos. Muchas amigas de ta Jo le enviaban desde laciudad juguetes, de los cuales sus hijos se hablan cansadomuy pronto; y en la compostura y arreglos de esos juguetesencontraba Nat alegre ocupacin. Era muy hbil y ocupabamuchas tardes lluviosas manipulando con el frasco de goma,caja de pintura y cuchillo, en el retoque de animalitos,vehculos y mil otros objetos; mientras, Daisy actuaba demodista de las estropeadas muecas. Cuando los juguetesquedaban restaurados, se guardaban en un cajn destinado aproveer el rbol de Navidad para los nios pobres de lavecindad, que era la forma en que los escolares de Plumfieldcelebraban el nacimiento del Nio que amaba a los pobres ybendeca a los pequeos.

    Medio-Brooke no se cansaba de leer ni de explicar suslecturas favoritas, y los amigos pasaban muchas horas gratasen el nido del sauce, entretenidos con Robinson Crusoe, conLas mil y una noche y con muchas historias que han sido, son ysern encanto y deleite de la niez. Estas sesiones abrieronhorizontes nuevos ante Nat, y su entusiasmo por leeraquellos libros maravillosos le hizo aprender a leercorrectamente como cualquiera de sus camaradas; y tansatisfecho y orgulloso se sinti con su ciencia de lector que setemi fuera a convertirse en una laucha de biblioteca comoMedio-Brooke. Otro acontecimiento agradable hubo queregistrar. Varios de los nios estaban "ocupados" (segndecan ellos) porque, siendo pobres y teniendo que ganarse lavida en el futuro, los seores Bhaer los iban acostumbrando

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    a la conquista de la independencia por el trabajo. Tommyvenda los huevos de su gallina; Jack especulaba con losgusanitos; Franz auxiliaba en la escuela, mediante retribucin;Nat era aficionado a la carpintera y le dieron un tomo con elcual fabricaba objetos tiles o curiosos, que pona a la venta;Medio-Brooke construa, para los nios, molinitos de agua yviento, y multitud de mquinas desconocidas y complicadas.

    -Si le gusta, dejmoslo ser mecnico -observaba papBhaer-. Dadle a un nio un comercio cualquiera y habrisasegurado su independencia. El trabajo es sano y toda actitudo talento infantil es base de lcita explotacin.

    As pensando, Nat lleg un da muy excitado, a preguntar:-Puedo tocar el violn ante varias personas que

    meriendan en el bosquecillo? ... Me pagarn y me agradaraganar algn dinero; para ello slo dispongo de misconocimientos musicales.

    El seor Bhaer le contest:-Ve hijo mo, y que sea enhorabuena. Tu trabajo es fcil y

    grato, y celebro mucho que se te presente esta ocasin.Nat fue y lo hizo tan bien que cuando volvi a la casa

    llevaba dos dlares en el bolsillo, que ense satisfecho,mientras contaba lo mucho que haba gozado de aquellatarde, lo afectuosa que era la gente joven y los elogios quehaban hecho de su msica, a ms de ofrecerle volver otroda.

    -Esto es mejor que ir tocando por las calles, porqueentonces yo no tena nunca dinero, y ahora lo tengo todo y

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    paso un buen rato. Adems, ya estoy ocupado como Tommyy como Jack -exclam Nat, creyndose ya millonario.

    Realmente estuvo ocupadsimo, pues durante el veranolas meriendas fueron muy numerosas y todos, para bailar,buscaban al violinista. Este tena permiso para ir, siempre ycuando las meriendas fuesen de personas respetables, y acondicin de que no por ello desatendiera sus lecciones. Elseor Bhaer le explic que no deba ir donde hay personasmal educadas, y que por ningn dinero ha de irse all dondehay malos ejemplos. Nat lo entendi, y daba gusto ver alinocente chico subir a los coches de campo que iban abuscarlo y orle volver tocando alegremente el violn,cansado pero satisfecho, con su bien ganado dinero, y conalgunos regalos de la fiesta para Daisy y para el pequeoTeddy, de los cuales nunca se olvidaba.

    -Voy a ahorrar hasta que rena para comprar un violnque sea mo y as podr ganarme la vida, verdad? -sola decirel nio, cuando daba a guardar a mam Bhaer el fruto de sutrabajo.

    -Muy bien, hijito, pero prefiero verte fuerte y sano a queprogreses en msica. El seor Laurence te buscar colocaciny con el tiempo te oiremos tocar en los grandes conciertos.

    Con trabajo acomodado a sus aficiones, con nimo y conesperanzas, Nat encontr la vida ms fcil y placentera, hizotales adelantos en las lecciones de msica, que el maestro leperdon la lentitud del estudio de otras materias, convencidode que donde hay corazn trabaja mejor la inteligencia. Paracastigo del muchacho, cuando descuidaba otros estudios,

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    bastaba con guardarle el violn durante veinticuatro horas. Elmiedo de perder a su entraable amigo le empujaba hacia loslibros con voluntad decidida; y habiendo demostrado quepoda dominar las lecciones...de qu le serva decir "nopuedo"...?

    Daisy adoraba la msica y respetaba a los msicos y erafrecuente encontrarla sentada junto a la puerta tras de la cualNat estudiaba la leccin de violn. Esto complaca al pequeoartista y se esmeraba en la ejecucin para aquella minscula ysilenciosa oyente, que nunca entraba a interrumpirlo y que sesentaba a remendar o zurcir los vestidos de sus muecas.

    La ta Jo, al verla, la besaba y se alejaba, dicindole:-Muy bien, hijita, as me gusta; no te muevas.Nat adoraba a mam Bhaer, pero senta mayor atraccin

    haca el maestro, que lo cuidaba paternalmente y que, enverdad, haba salvado la barca dbil de aquella vida delproceloso mar en que estuviera a punto de naufragar durantediez aos. Algn ngel bueno vel por el muchachito, puessi su cuerpo haba sufrido, su alma conservaba casi inclumela santa inocencia de un recin nacido. Tal vez la aficin a lamsica lo mantuvo dcil y afectuoso en medio de la vidahorrible que le hicieron vivir. Pap Bhaer gozabafomentando las virtudes de Nat y corrigindole defectillos; elchico era sumiso y prudente como una muchachita bieneducada. Por eso, a solas con la ta Jo, sola hablar de Natdiciendo "nuestro hijo"; la seora se rea y aun cuandogustaba de que los muchachos fuesen varoniles, y juzgaba a

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    Nat tan carioso como dbil, no por eso dejaba de mirarlotanto como al que ms.

    Pero un defecto del chico disgustaba a los dueos de lacasa Plumfield; aunque entendan que tal defecto era hijo delmiedo y de la ignorancia. Nat menta con alguna frecuencia.No eran sus mentirillas muy negras; eran grises o blancas,pero, al fin, mentiras.

    -Conviene que tengas cuidado y contengas tu lengua, tusojos y tus manos, porque es muy fcil decir, mirar y hacerfalsedades -le dijo pap Bhaer, a Nat.

    -Ya lo s y procuro hacerlo, pero cuando se miente unavez cuesta trabajo no seguir mintiendo. Antes yo menta pormiedo a que me pegasen mi padre y Nicols; ahora suelodecir tal o cual embuste para evitar que los nios se ran dem. Ya s que esto es malo, pero se me olvida.

    -Siendo yo pequeo, tuve la fea costumbre de mentir.Haba que ver los embustes tan gordos que inventaba! ...Miabuela me cur... Cmo dirs que me cur? ... Mis padresme regaaban y me castigaban intilmente, pero enseguidame olvidaba de sus advertencias como t te olvidas de lasmas. Entonces me dijo mi querida abuelita:

    -"Voy a ayudarte a que lo recuerdes y a que trates decorregir ese hbito incorregible," Y, as diciendo, me hizosacar la lengua y me oblig a quedarme en esa incmodaposicin durante ms de diez minutos. Esto, como yasupondrs, fue terrible, pero beneficiossimo, porque tuvedolorida la lengua durante muchas horas y forzosamentehablaba con lentitud tal que me permita pensar las palabras

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    antes de pronunciarlas. Despus segu cuidadoso en el hab-lar, por miedo a tener que andar con la lengua afuera. Laabuelita se mostr siempre cariossima conmigo, y cuandomuri, me pidi que amase siempre a Dios y dijese siempre laverdad.

    -Yo no tengo abuelita, pero si cree que con ello mecorregir, se equivoca; prefiero andar con la lengua afuera-dijo heroicamente Nat, que, aun cuando tema el dolor,deseaba dejar de ser embustero.

    -Tengo un procedimiento mejor que se, ya lo ensay unavez con buen resultado. Vers, cuando mientas, en vez decastigarte yo, me castigars t a m.

    -Cmo? -exclam Nat admiradsimo.-T me dars palmetazos, procedimiento que nunca uso;

    pero te servir para recordar mejor, ocasionndome un dolorque t mismo sentirs.

    -Darle yo palmetazos? ...No es posible!-Pues entonces hazte cuenta que te han obligado a estar

    con la lengua afuera. No deseo que me hagan dao, perosufrir gustoso el dolor con tal de quitarte ese defecto.

    Esta advertencia impresion a Nat, y durante muchotiempo habl poco y pens bien las palabras. Pap Bhaerhaba juzgado cuerdamente que el amor al maestro influirams en el nimo del chico que el miedo al castigo.

    Mas, ay! , un da olvidse Nat de su promesa, y cuandoEmil le amenaz con darle de cachetes si l haba sido el quecorriendo por el jardn estrope el sembrado de cereales, Nat

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    neg ser el autor del dao, y despus sinti vergenza deconfesar que l haba pisoteado el campo de Emil.

    .Pens Nat que nadie descubrira la mentira, pero cuando,dos o tres das despus, Emil habl del asunto, Tommy dijoque lo haba visto, Pap Bhaer oy la conversacin. La horade clase haba terminado; se hallaban reunidos en el saln y elmaestro acababa de sentarse en el sof para jugar con Teddy,pero cuando escuch a Tommy y vio ruborizarse a Nat ymirarle con espanto, solt al beb y le dijo:

    -Ve con mam; vuelvo en seguida.Inmediatamente tom a Nat de la mano, lo entr en la

    escuela y cerr la puerta.Los pequeos se miraron en silencio; luego, Tommy fue a

    espiar y atisbando por las persianas medio cerradas presenciun espectculo que lo desconcert por completo. Pap Bhaertom la palmeta que tena colgada junto a la mesa, palmetatan olvidada que estaba llena de polvo.

    - Anda! Le va a dar palmetazos a Nat...Cunto sientohaber hablado! ...-murmur Tommy, considerando que lospalmetazos eran la mayor desgracia y el mayor castigo.

    -Recuerdas lo que te dije la ltima vez? -pregunt papBhaer, con tristeza pero sin clera.

    -S, seor; y le ruego que no cumpla -balbuce Natretrocediendo plido, angustiado y tembloroso.

    -Por qu no se acercar y aguantar los palmetazos comoun hombre? ... Yo me resignara -murmur Tommy.

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    -Cumplir mi palabra y as no te olvidars de que siempredebes decir la verdad. Obedceme Nat; toma la palmeta ydame seis palmetazos fuertes.

    Tommy qued tan estupefacto al escuchar las palabras delmaestro, que estuvo a punto de caerse del banco en queestaba encaramado; al fin pudo guardar el equilibrioagarrndose al marco de la ventana, y contempl la escenacon ojos ms abiertos que los del mochuelo disecado queestaba sobre la chimenea.

    Nat, no osando desobedecer la orden, empu lapalmeta, y tan aterrado como si le obligasen a cometer unasesinato, dio dos dbiles golpes en la ancha mano que letenda pap Bhaer. En seguida se detuvo con los ojos llenosde lgrimas, pero el profesor le orden imperativamente:

    -Sigue, y pega ms fuerte.Comprendiendo que no quedaba ms recurso que el de

    obedecer, ansioso de acabar cuanto antes aquella cruel tarea,se cubri la cara con el brazo izquierdo y descarg dosgolpes muy duros, que, aun cuando enrojecieron la mano delque los recibi, hicieron mucho ms dao al que los daba.

    -No es bastante? -pregunt el muchacho, angustiado.-Dos ms -fue la nica respuesta.Nat los aplic, sin ver ya dnde daba, arroj la palmeta a

    un extremo de la sala, y tomando ansioso la cariosa manodel maestro puso en ella el rostro en explosin acongojada decario, vergenza y arrepentimiento.

    -Me acordar! No lo olvidar jams! -solloz.

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    Pap Bhaer lo abraz y le dijo con tanta compasin comoenerga haba desplegado hasta entonces:

    -Deseo y espero que no lo olvidars; pide a Dios que teayude y procura ahorramos otra escena como sta.

    Tommy no mir ms; salt del banco y entr en el saln,tan grave y tan excitado que los condiscpulos lo rodearonpreguntndole qu haba ocurrido.

    En voz baja, y con acento entrecortado, Tommy narr loocurrido; los muchachos creyeron ver el cielo desplomarse alor aquella inversin del orden natural de las cosas.

    Ruboroso, y como si se acusase de horrendo crimen,balbuce Emil:

    -Tambin yo. . ., una vez... tuve que hacer eso mismo...-Y le diste palmetazos a nuestro anciano y queridsimo

    pap Bhaer? ... Caramba, me gustara verte hacerlo ahora!-rugi Ned, encolerizado, atizando un puetazo a Emil.

    -Pas hace mucho tiempo; primero me cortara la cabezaque volver a pegar a nuestro excelente maestro -contestEmil, apoyndose en Ned, en vez de obsequiarle con unbofetn, segn acostumbraba hacer con menos motivo y enocasiones menos solemnes.

    -Cmo pudiste pegarle a pap Bhaer? -preguntMedio-Brooke horrorizado.

    -Cre que no me importara y hasta pens que meagradara. Pero, al descargar el primer golpe, record cuntohaba hecho por m y no pude seguir. Si me hubiera escupidoy pisoteado no hubiera sentido tanta vergenza ni tantaafliccin -murmur Emil golpendose el pecho arrepentido.

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    -Nat lloraba y su pena era inmensa; creo que no debemosdamos por enterados de lo sucedido -propuso Tommy.

    -Me parece bien; pero conste que mentir es algo muy feo-observ Medio-Brooke, encontrando que la fealdad de lamentira aumentaba cuando el castigo no recaa sobre elculpable y s sobre el bonsimo e inocente maestro.

    -Pues vmonos cuanto antes para que Nat no nosencuentre -indic Franz.

    Todos emprendieron el camino del granero, que era elrefugio obligado en los momentos de apuro.

    Nat no baj a comer. La ta Jo le llev algn alimento y ledirigi palabras de consuelo, que el muchacho agradeci;pero sin atreverse a levantar la vista. Al cabo de un rato, losnios que andaban jugando en el patio, oyeron sonar elvioln y dijeron:

    -Ya se le va pasando.En efecto, se le iba pasando, pero no se atreva a bajar; al

    fin, abri la puerta y se desliz para irse al campo. En laescalera hall a Daisy, que no cosa ni jugaba con lasmuecas; la pequea estaba sentada en un escaln, con unpauelo en la mano, como si hubiera llorado por su amigo.

    -Voy de paseo, me acompaas? -exclam Nat,procurando disimular, pero agradeciendo en el alma ladiscreta simpata de la nia, y ms porque imaginaba quetodos en la casa lo iban a mirar como a un malvado.

    -S, s -contest Daisy, corriendo a buscar el sombrero,orgullosa de ser elegida como compaera por uno de losnios mayores.

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    Los dems les vieron salir, pero no los siguieron; loschiquitines tenan ms delicadeza de la que podasuponrseles, y los mayores comprendan que para unafligido el mejor consuelo y la mejor compaera era Daisy.

    El paseo sent bien a Nat; volvi a casa tranquilo y hastaalegre, lleno de guirnaldas de margaritas que su compaerateji mientras l, tumbado sobre el csped, le refera cuentos.

    Nadie habl palabra sobre la escena ocurrida por lamaana, pero su efecto, acaso por esta misma razn, fue msduradero. Nat hizo cuanto estuvo a su alcance para no faltara la verdad, y en tal empeo le auxiliaron las fervorosasplegarias que a diario diriga al divino Nio, y los cuidadosde pap Bhaer.

    Jams la cariosa mano del maestro tocaba al discpulosin que ste recordarse el dolor que aquella mano habasufrido voluntariamente para corregirle un defecto.

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    CAPITULO 5

    -Qu te pasa, Daisy? ...-Que los nios no quieren que juegue con ellos.-Por qu?-Porque dicen que las nias no pueden jugar al ftbol.-S, pueden, porque yo he jugado -observ mam Bhaer.-Ya s que puedo jugar, porque otras veces he jugado con

    mi hermano, pero ahora no quiere que juegue porque losdems nios se ren de l -dijo Daisy, enojada.

    -Tu hermano tiene razn. Con l solo no hayinconveniente en que juegues, pero es violento cuandointervienen diez o doce chicos. Yo te inventar algo que tedistraiga.

    -Estoy cansada de jugar sola -advirti tristemente Daisy.-Jugar contigo un rato, aun cuando estoy atareada

    arreglndolo todo para ir a la ciudad. Te llevare conmigo,vers a la abuelita y, si quieres, te quedars con ella.

    -Me agradar verla y ver a Josy, pero si me lo permites,volver contigo; Medio-Brooke me extraara, y, adems,estoy contentsima viviendo a tu lado.

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    -No sabes acomodarte a vivir lejos de tu hermano? ...-No, querida ta; como somos gemelos, nos queremos

    muchsimo -afirm Daisy, con cierto orgullo.-Bueno, en qu vas a entretenerte mientras acabo de

    colocar esta ropa blanca en el armario? ...-No s; estoy harta de muecas; deseara un juguete

    nuevo.-Ahora veo que no te has asomado por la cocina a ver lo

    que Asia prepara para el almuerzo.-Me asomar y lo ver, si es que Asia no est de mal

    humor -murmur Daisy alejndose lentamente en direccin alos fogones, donde la negra cocinera era reina absoluta.

    Cinco minutos despus regres Daisy contentsima,empuando un trozo de masa y con una mancha de harinaen la nariz.

    -Ta, vamos a amasar y a hacer bollos y empanadas. Asiaest satisfecha y lo permite, vamos all? ...

    -S, hijita; ve enhorabuena, y qudate all cuanto gustes.Daisy marchse precipitadamente y su ta se qued

    pensando y tratando de idear algn juguete nuevo. Derepente sonri, cerr el armario y dijo:

    -Lo har, suponiendo que sea posible.Nadie, durante aquel da, se enter del proyecto de mam

    Bhaer; cuando le anunci a Daisy que iba a comprarle unjuguete nuevo, la nia se excit, y mientras iban camino de laciudad la acos a preguntas, sin conseguir respuesta que lepermitiera adivinar la clase de objeto de que iba a ser duea.Quedse Daisy acompaando a la abuela y jugando con Josy

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    mientras la ta Jo iba de compras. Cuando volvi, cargada depaquetes, que fueron acomodados en el mnibus, la nia sehallaba tan dominada por la curiosidad, que manifestdeseos de regresar inmediatamente a Plumfield. Pero la ta Jono tena prisa, y se entretuvo charlando con la abuela,refirindole dichos y hechos de los nios, y acariciando aJosy.

    Indudablemente, sin que Daisy se diera cuenta, la ta Jocont a la abuela el secreto, porque cuando la buena seorale puso el sombrerito y le dio el beso de despedida, le dijo:

    -Que seas buena, Daisy, y que saques provechomanejando el encantador juguete que acaban de comprarte.Ya puedes agradecer a tu ta que te ayude a manejarlo, pues sque ese manejo no es muy de su gusto.

    Las dos seoras soltaron la carcajada, y se divirtieronviendo la curiosidad de la nia.

    Cuando volvan a Plumfield cruji algo en la trasera delcarruaje.

    -Qu es eso? ...-pregunt Daisy, aguzando el odo.-El juguete nuevo.-Es grande?-En parte s, y en parte no.-He visto alguno igual o parecido? ...-Muchos, pero ninguno tan bonito como ste.-Qu ser? ... No lo adivino! Cundo lo ver?-Maana por la maana, despus que des las lecciones.-Sirve el juguete para los nios? ...

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    -No, sirve slo para ti. A los nios les gustar verlo y loquerrn; t podrs dejarles o no dejarles que jueguen con l.

    -Le dar permiso a mi hermano.-Les gustar a todos y especialmente a George, a

    Zampa-bollos, como lo llaman.Me dejas que lo toque? ...-No; podras adivinarlo y no habra sorpresa para

    maana.Daisy suspir y despus sonri satisfecha viendo algo

    brillante por un agujero del papel.-Mira, ta Jo, estoy intrigadsima. Me dejas verlo hoy?-No, hijita; hay que arreglarlo todo y poner cada cosa en

    su sitio. Le dije a to Teddy que no veras el juguete hasta quese hallase bien acondicionado.

    -Si to Teddy ha intervenido, estoy segura de que el regaloha sido esplndido -dijo Daisy palmoteando y recordandolos muchos y magnficos regalos que haca el rico pariente.

    -To Teddy me acompa a comprar el juguete, y estuvoconmigo en la tienda ayudndome a elegir las distintas piezas;quiso que fuesen bonitas y grandes, y ha resultado que mimodesto plan se ha ensanchado y perfeccionado. Ya puedesdar gracias y muchos besos a ese excelente to, que te haregalado la ms hermosa de las co... Vlgame Dios! Por pocodescubro el secreto.

    Call mam Bhaer y se dedic a repasar las notas de lascompras, para evitar la infidencia. Daisy cruz las manos y sequed meditabunda, esforzndose por adivinar el juguetecuyo nombre empezaba con co.

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    Al entrar en la casa, la chicuela no quit la vista de lospaquetes que iban sacando, y observ que Franz cargaba unbulto grande y pesado, y lo llevaba a la habitacin inmediataa la de la ta Jo.

    Algo misterioso ocurri aquella tarde en la casa, porqueFranz estuvo martillando, Asia no dej de ir y venir, y ta Joanduvo de ac para all, ocultando bultos raros bajo eldelantal; Teddy era el nico nio a quien se consintipresenciar las manipulaciones, y Teddy, que an no sabahablar, rea y se afanaba por explicar lo que haba visto.

    Daisy estaba desconcertada y su excitacin y sucuriosidad se contagiaron a los nios, que abrumaron amam Bhaer con ofrecimientos de ayuda. Pero la mamrehus admitir colaboradores y contest a todos:

    -Las nias no pueden jugar con los nios; dejen en paz aDaisy y a m. El nuevo juguete no es para ustedes.

    Los muchachos, tras breve meditacin, invitaronamablemente a Daisy para que jugase con ellos a los bolos, alos soldados, al ftbol. La pequea se maravill de que leprodigaran tantas atenciones.

    Muy distrada pas la tarde; se acost temprano y a lamaana siguiente aprendi y dio las lecciones tan bien, quepap Bhaer lament que no hubiera modo de disponer de unjuguete nuevo para cada da. Todos los alumnos seestremecieron cuando vieron que se permita a Daisy salir declase a las diez, porque ya todos saban que iba a tomarposesin del fantstico y desconocido juguete. Los chicos lasiguieron con la mirada, y casi todos estaban tan distrados

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    como Medio-Brooke, que, cuando Franz le pregunt dndese hallaba el desierto de Sahara, contest tristemente:

    -En el cuarto inmediato al de ta Jo.Huelga decir que la clase entera solt la carcajada.Entrando en la habitacin de su ta, Daisy grit:- Ya he dado las lecciones! Ya no puedo esperar ms!-Ven; todo est dispuesto -contest mam Bhaer,

    tomando en brazos a Teddy, recogiendo la cesta de la costuray pasando a la estancia vecina.

    -No veo nada -dijo Daisy, mirando afanosamente.-Oyes algo? ...-pregunt la ta Jo, conteniendo a Teddy,

    que sali corriendo hacia uno de los lados del cuarto.Daisy oy un rumor extrao, y luego un chirrido, y

    despus un borboteo, como si estuviera hirviendo una olla.Los ruidos salan de detrs de una cortina corrida ante elespacioso hueco de la ventana. Daisy la descorri, lanz un "oh! " jubilossimo y se qued arrobada, contemplando condeleite... Qu creern ustedes que se qued contemplando?...

    Ancha tabla corra por los tres lados del hueco de laventana; en una parte veanse, colgadas o descansando, ollitasde distintos tamaos, cacerolas, sartenes, parrillas y marmitas;en otro lado, luca una vajilla en miniatura, y un lindoservicio de t; en el centro se hallaba instalado un hornillo decocina. No haba utensilio superfluo o intil; el hornillo dehierro era lo bastante grande para guisar alimentos queaplacaran el hambre de la ms numerosa y famlica familia demuecas que pudiera existir. Lo ms importante era que en el

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    hornillo arda fuego de verdad; la minscula tetera dejabaescapar vapor de agua efectivo; la tapa de la ollita bailabaalegremente empujada por el agua que herva a borbotones.Un agujerito en el cristal de la ventana daba salida al tubo dela chimenea, que lanzaba una columna de humo autntico.Al lado se hallaba la carbonera; sobre ella habadeshollinador, cepillo y escoba; en una tabla baja aguardabala cestita para la compra, y en el respaldo de la silla de Daisyun gorrito y un delantal. Brillaba el sol como gozando conaquel entretenimiento; chisporroteaba el hornillo, herva laolla, los utensilios de bruido estao relumbraban en lasparedes; la loza y la porcelana espejeaban, y la cocinita, enconjunto y en detalle, resultaba completsima y superior a lasambiciones infantiles.

    Daisy, tras sus primeras exclamaciones de jbilo, quedseesttica paseando miradas radiantes por aquellaspreciosidades; luego, brinc y abraz emocionada a ta Jo,exclamando con fervorosa gratitud:

    - Qu juguete tan esplndido! Me permitirn guisar ypreparar comiditas, y encender fuego y barrer? ...S? ... Qualegra! Cmo se te ocurri regalarme esta cocina? ...

    -Al observar que te gustaba ayudar a Asia a amasar lasempanadas. Supuse que nuestra cocinera no te dejaramanipular con frecuencia en sus guisos; adems, all corras elriesgo de quemarte; entonces pens en un fogn adecuado yen ensearte a cocinar, con lo cual encontrarsentretenimiento provechoso; anduve buscando y rebuscandopor las tiendas de juguetes; pero todo lo que haba era grande

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    y muy costoso; de casualidad tropec con to Teddy, quegenerosamente, se ofreci a ayudarme, y se empe enadquirir la mejor cocina que vimos. Yo me opuse, pero tu tome record los tiempos en que, siendo yo nia, cocinaba; y sededic a comprarme todas las cacerolas y objetos msbonitos que haba a la venta, con destino a la Pequea claseculinaria.

    - Cunto celebro la intervencin de to Teddy! ...-Es menester que te apliques mucho y que aprendas bien;

    tu to me ha dicho que se propone venir con frecuencia atomar el t y espera que le sirvan cosas delicadas yextraord