revista complejidad nro 28 -octubre -diciembre 2015

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Publicación Trimestral - Número 28 - Octubre - Diciembre 2015/ ISSN 1853-8118 Filosofía - Estética - Epistemología - Poética - Humanidades - Política Editorial La articulación de saberes y la invención de mundos posibles - entre la enciclopedia y la inteligencia colectiva Por Raúl Domingo Motta Ecologia Integral e complexa: A convocação do Papa Francisco para restaurar a casa comum Por Maria da Conceição de Almeida Educación superior en tiempos del capitalismo digital: (La sociedad que aprende y medios para construirla) Por Francisco Montfort Guillén El Desván de las Reseñas Replantear la educación ¿hacia un bien común mundial? UNESCO 2015. Complejidad

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Sobre artigos de pensadores contemporâneos da obra de Edgar Morin.

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Page 1: Revista Complejidad Nro 28 -Octubre -Diciembre 2015

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Publicación Trimestral - Número 28 - Octubre - Diciembre 2015/ ISSN 1853-8118

Filosofía- Estética - Epistemología - Poética - Humanidades - Política

Editorial

La articulación de saberes y la invención de mundosposibles - entre la enciclopedia y la inteligenciacolectiva

Por Raúl Domingo Motta

Ecologia Integral e complexa: A convocação do PapaFrancisco para restaurar a casa comum

Por Maria da Conceição de Almeida

Educación superior en tiempos del capitalismodigital: (La sociedad que aprende y medios paraconstruirla)

Por Francisco Montfort Guillén

El Desván de las Reseñas Replantear la educación ¿hacia

un bien común mundial? UNESCO 2015.

Complejidad

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Director:

Raúl Domingo Motta

Secretario De Redacción:

Alejandro Ruiz Balza

Editora Técnica:

Mercedes Galíndez

Consejo AcadémicoI n t e r n a c i o n a l :

Edgar MorinEmilio Roger CiuranaGeneviève De MahieuHermes ClaveríaMaría Elena MartínLuz Angélica Gutiérrez BonillaPorfirio Tamez SolisEduardo GálvezFrancisco Montfort GuillénMario Aguilera MejíaEdgard de Assis CarvalhoHadj Garm´OrenFabio MoschenAbel Leyva CastellanosRubén Oscar ElzMaría da Conceiçao de Almeida

Editor responsable: Raúl D.Motta y Alejandro Ruiz Balza. Lasnotas firmadas representan laopinión de los autores y nonecesariamente la de la revista.Dirección: Arenales 1837 - Piso 2Dto. “D” 1124 - Ciudad Autónoma deBuenos Aires – Telefono: 5411-48137074- www.complejidad.org/email: [email protected]

Filosofía- Estética - Epistemología - Poética - Humanidades - Política

Editorial

La articulación de saberes y la invención de

mundos posibles - entre la enciclopedia y la

inteligencia colectiva

Por Raúl Domingo Motta,

Ecologia Integral e complexa: A convocação

do Papa Francisco para restaurar a casa

comum

Por Maria da Conceição de Almeida

Educación superior en tiempos del

capitalismo digital: (La sociedad que aprende

y medios para construirla)

Por Francisco Montfort Guillén

El Desván de las Reseñas

Replantear la educación ¿hacia un bien común

mundial? UNESCO 2015.

ComplejidadPublicación Trimestral-Número 28-Octubre-Diciembre- 2015/ ISSN 1853-8118

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Editorial

El devenir humano en la era planetaria lejos de iluminarse se ha ensombrecido cada vez más.

Las nubes de pólvora del siglo XX no se disiparon, por el contrario más ennegrecidas que

nunca, pulverizaron las buenas expectativas de todo siglo que comienza. A casi dieciséis años

de la destrucción de las Torres Gemelas por los ataques terroristas que todos conocimos, no

queda nada del entusiasmo por una democracia y un mercado global feliz que caracterizó al

porvenir luego de la caída del Muro de Berlín, las desventuras económicas de la alta

tecnología y la "inteligencia" financiera mundial fueron los principales aguafiestas.

Por el contrario la crueldad y la guerra siguen siendo los signos activos de la predación entre

sociedades y grupos humanos, donde lo inhumano de lo humanos es el protagonista

principal, siempre al acecho a nivel individual como colectivo.

La Tercera Guerra Mundial, como muchos han sentenciado a la actual dinámica de

destrucción que se expande en el planeta, arrasa una porción terrestre importante que se

extiende desde el Norte de África al Sur de Asia con epicentro en Medio Oriente, pero con

ramificaciones efectivas y potenciales en todos los continentes, como por ejemplo los

atentados en Europa. La confluencia de los actuales cambios en los intereses geopolíticos de

las potencias y los grupos transnacionales de poder con el enfrentamiento milenario entre las

distintas ramas del Islam, han configurado una guerra abierta e incierta, provocando entre

otras cosas el mayor desplazamiento forzado de seres humanos desde la llamada Segunda

Guerra Mundial.

Sin embargo, para nosotros esta dinámica de destrucción no sólo contiene una guerra global,

porque se complementa con una dinámica económica que impacta al menos en tres

dimensiones planetarias. En efecto, Félix Guattari identificó tres campos globales donde se

están produciendo devastaciones significativas y que denominó las "tres ecologías". La

devastación de la naturaleza, la destrucción de los vínculos sociales y la invasión o derrumbe

de las subjetividades socialmente autónomas. Para nosotros en el primer caso, la explotación

del planeta tierra todavía se realiza sobre la idea de infinitud, es decir se sigue pensando que

su naturaleza es inagotable, salvo algunos de sus productos, que serán sustituidos,

sustentados o mejorados, esto último también incluye a lo humano. En el segundo caso, la

idea de sociedad de control confluye desde hace unos años, con la de sociedad red, pero su

materialización no trajo como consecuencia el fortalecimiento comunitario, sino más bien

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una organización “enjambre” donde la "conectividad" no garantiza "la sociabilidad” y donde

las prácticas microfascistas se expanden.

Con respecto al tercer caso, su demostración es el aumento de la crueldad interpersonales en

las sociedades del confort y las epidemias de consumo de drogas peligrosas por todos los

niveles sociales. Ello, está acompañado por el culto a las competencias y sus dramatizaciones

irreflexivas de "adaptarse o morir” a la dinámica del mercado, por parte del sistema

educativo, por cierto cada día más desconcertado. El mercado es para decirlo cínicamente, el

único competente con éxito, pero desconocido porque no consigue retratarse a sí mismo,

como indica el marketing de producción de subjetividad lábiles del presente.

¿Qué podemos esperar de la dirigencia política actual y de los Estados frente a estos desafíos

planetarios? Si tomamos como referencia a la experiencia europea de los últimos años, nada.

Pero existe una América llena de esperanzas. Veamos sus experiencias de búsqueda de

alternativas políticas. Luego de sufrir dos décadas de experimentos neoliberales desastrosos

desde todo punto de vista, distintos movimientos sociales y políticos alcanzaron el

protagonismo mediante alianzas inéditas en esas tierras, con suerte diversa, para poco más

tarde, algunos consolidar su gobierno por medio de las urnas.

Transformados en gobiernos de pleno derecho democrático, intentaron renovar los

compromisos colectivos por medio de proyectos populares e inclusivos, pero su objetivo real

era la modificación de las estructuras socioeconómicas existentes, entendidas como viejas

herencias de las dictaduras militares y del latifundismo disfrazado de neoliberalismo y aliado

a las dinámicas del mercado global. Su éxito en el escenario político coincidió con el mejor

momento de los precios del mercado global de sus materias primas. Una situación

extraordinaria para la creación social, que terminó lamentablemente, en el viejo libreto

“latinoamericano” compuesto por una vetusta pero siempre efectiva, retórica militante

(aprovechando la virginidad política de las jóvenes generaciones), conjugada por un

nacionalismo pasado de moda, pero siempre a gusto de los adultos desprevenidos,

combinado con un feroz enfrentamiento con las viejas élites, que incluso en un principio, fue

acompañado con expectativa popular, pero prontamente frustrado por el infantilismo, la falta

de imaginación y la voracidad por el poder, en nombre de las mayorías silenciosas. Pero lo

más cruel y lastimoso fue la renovación fascista del culto a los líderes, el nepotismo, el

encubrimiento del viejo feudalismo provincial a cambio de la lealtad ciega y para desgracia de

todos, la corrupción desenfrenada y el uso de viejas prácticas dictatoriales, como el abuso de

la inteligencia del estado, la persecución impositiva a opositores y los grupos de choque con

sus diversos matices locales, entre otras prácticas. Al parecer muchos países europeos (como

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Grecia y España) que miraban con grandes expectativas el resultado de estos movimientos

para aplicarlos a sus realidades, ahora tendrán que pensar por su cuenta.

En cuanto a sus alianzas internacionales, sus viejos resentimientos, salpicados de creativos

diagnósticos en economía política, se transformaron en absurdos errores geopolíticos y de

grotescas estrategias macroeconómicas a la hora de navegar por las aguas turbulentas del

planeta, cuyo resultado inmediato es una nueva camisa de fuerza para estos países.

El resultado ha sido el de siempre, la reiteración de los ciclos regionales entre “regulación” y

“desregulación”, “república liberal” o “populismo”, “latinoamericanismo” o “globalismo”,

“buen vivir” o “consumo capitalista”. No hubo ni cambio de las viejas estructuras

socioeconómicas, ni acumulación de riqueza de los que menos tienen, ni fortalecimiento de

las instituciones democráticas, ni la desaparición de los viejos dirigentes de siempre, salvo

alguna excepción producida por el paso del tiempo. En México, las consecuencias del

benchmarking combinados con la vuelta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue

una máscara nueva para un viejo rostro y una práctica política al borde de la

ingobernabilidad extrema. Ello fortaleció el narcotráfico, con todos sus negocios asociados y

su expansión económica y política.

A pesar de ello, parece que el nuevo gobierno de Argentina que, de sostenerse podría marcar

una tendencia regional, intentará transitar este camino, combinando la aplicación del

benchmarking proveniente de la competencia entre las empresas, a todas las dimensiones de

lo público (como ya lo hiciera en la Ciudad de Buenos Aires en educación), con viejos lemas

republicanos, estrategias neoliberales light, confusión entre pragmatismo e improvisación,

entre lo público y lo privado, narrativas modernizantes con relatos modernos entrelazados

con dinámicas de coaching al orden del día, sobre comportamiento democrático, gestión,

desarrollismo, innovación sin creatividad, e-gobermment, zen, etc. Como es el caso del

último lema del nuevo Jefe de la Ciudad mencionada, perteneciente a la fuerza política que la

gobierna desde hace ocho años y que su antecesor acaba de ganar las elecciones nacionales,

que en medio de la inminencia de la epidemia de dengue en la ciudad, los prolongados cortes

de luz en los barrios más populares, la cercana crisis de los alquileres, el estado de la

infraestructura hospitalaria y escolar, propone “WiFi para todos y todas” y “Metro-Bus en

todos lados”, como lo más prioritario para la situación social del presente. Tal vez, todo ello

con buenas intenciones, pero con una superficialidad y frivolidad disfrazada de sensiblería

“coucheada”, que no terminan de disimular. Por ahora, como patrimonio principal tienen el

apoyo de la volátil sociedad argentina, bajo el lema “el horror nos une” y el desafío de

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transitar la política con humildad y creatividad, dos “competencias” que no se hallan en el

mercado.

Por desgracia, si algún despistado político todavía quiere buscar con entusiasmo algún

ejemplo proveniente de los EE. UU., se topará con un fenómeno tragicómico: la escalada

inexplicable del candidato republicano Donald Trump en la carrera por la presidencia de la

potencia militar más poderosa del planeta. Tal vez, este nuevo fenómeno de un Frankenstein

político no sea tan inexplicable, si uno observa el deterioro de la condición humana en los EE.

UU. y su malestar actual.

Dos cosas saltan a la vista, improbables pero no imposibles, la primera es la necesidad del

establecimiento de un nuevo Pacto Social contra la crueldad extrema y la defensa de la

ciudadanía global, la economía comunitaria y la diversidad de modelos productivos, junto al

establecimiento de un salario digno de ciudadanía planetaria (aplicado en primer lugar a los

migrantes). Pero ello, debe estar acompañado del enfoque de la educación, la salud y el

trabajo comunitario como bien público común y de alcance planetario. La segunda y no

menos urgente, inventar las condiciones efectivas de reflexividad colectiva planetaria

(humana condición), como la base social imprescindible, que permita comprender

colectivamente la delicada situación de la condición humana y posibilite la emergencia de

mundos alternativos al determinismo planetario del presente. Tal vez, estas propuestas ya

muy conocidas, puedan parecer una utopía, pero la distopía del presente, también en su

momento, parecía tan imposible como aquella y sin embargo, hoy es mortíferamente real,

con sus dos dinámicas tan utópicas como distópicas: las penurias y austeridades

promocionadas desde Wall Street y la exaltación de la abundancia y la innovación de Sillicon

Valley.

El Director

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La articulación de saberes y la

invención de mundos posibles- entre la enciclopedia y la inteligencia colectiva 1

Por Raúl D. Motta

Resumen

El presente artículo se propone poner en debate la cuestión de la transdisciplinariedad

como un requisito para hacer frente a los desafíos curriculares de la educación superior.

El producto de una articulación de saberes puede ser una transitoria red de frágiles

puentes entre los problemas y desafíos transversales al contexto de la vida humana o la

metamorfosis de los conocimientos y sus objetos. Se señala que para arribar a ella, más

que un método, se requiere una nueva disposición del sujeto para crear la organización de

los conocimientos y saberes más adecuada a los desafíos y las urgencias de la humanidad.

Palabras claves: transdisciplina -poíesis- enciclopedia- filosofía

Abstract

This article intends to debate the question of transdisciplinarity as a requirement to meet

the curricular challenges of higher education. The product of a joint knowledge may be a

transient network of frangible bridges between the transverse problems and challenges to

the human life context or the metamorphosis of knowledge and its objects. It is noted

that to arrive at it, rather than a method, a new disposition of the subject is required, to

create the organization of knowledge and skills best suited to the challenges and

urgencies of humanity.

1 Una versión preliminar de este artículo fue presentada en el V Congreso de Transdisciplinariedad,Complejidad y Educación. "Emergencia de una educación integral de calidad para la transformaciónsocial". Organizado por la Universidad Simón Bolívar. Barranquillas, Colombia. 29 al 31 de agosto de2012.

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Key words: transdiscipline -poíesis- encyclopedia- philosophy

1. Introducción

Encuentro una relación intrínseca entre la capacidad colectiva de un sujeto de inventar un

mundo para vivir humanamente y la necesidad de articular los saberes que hicieron posible

ese mismo mundo y que tal vez lo trasciendan. Toda ruptura o destrucción creadora de un

mundo humano, requiere de una poíesis de mundos alternativos y de una enciclopedia que

organice los saberes dispersos de su cultura y de aquellos que se heredan, crean y se

transforman cotidianamente.

Una enciclopedia no es una colección de libros para lucir en una sala, sino la dinámica social

y política de poner en circulación, relacionar y socializar los saberes necesarios para la

educación y la resolución de problemas que la vida individual y colectiva requieren en un

contexto determinado. Por ello por ejemplo, la Revolución francesa como nuevo sujeto

histórico, requirió un nuevo orden de ideas: la Ilustración, y de saberes: la Enciclopedia.

La poíesis como actividad creadora, en la naturaleza en general y en la naturaleza humana en

particular, se despliega en todos los órdenes de la actividad social y como tal se halla en las

transformaciones históricas e institucionales de los saberes y de la experiencia de las

comunidades, que buscan conocer y transformar su entorno. El arte de articular saberes es

un proceso creativo en el ámbito de esta transformación, dentro y fuera de los campos de

conocimientos establecidos, y tiene sus efectos performativos en la comprensión del mundo,

cuyo producto siempre requerirá de una crítica filosófica profunda.

Entiendo por articular saberes a una disposición del espíritu individual o colectivo, de no

fijarse y clausurarse en una estructura determinada de la organización de los conocimientos y

las disciplinas que, sin renegar de la transitoria eficacia productiva de las estructuras y

campos de saberes vigentes, las atraviesa para explorar (inventiva y creativamente), una

nueva y posible rearticulación de aquellas, en función de los desafíos que la necesidad y la

inquietud de una vida humana imponen a un sujeto en permanente búsqueda de su cultura,

la verdad y la sabiduría para vivir. Como afirmó Roger Caillois:

No podría ser de otra manera [el espíritu articulador]. Lo cual no significa que

para la búsqueda misma, no traiga inconvenientes que cada cual, como topo

eficaz y miope, limitado a su corredor particular, opere como franco tirador

absoluto, como minero que profundiza su galería en la ignorancia casi completa

de los descubrimientos que los obreros fraternos hayan podido hacer en galerías

vecinas, con mayor razón de los resultados adquiridos en obras lejanas. Sería

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menester que existieran en todo nivel, relevos, anastomosis, puestos de

coordinación, no sólo donde el botín se encontrara reunido, sino sobre todo

donde las gestiones fueran confrontadas. En la investigación rigurosa, el genio

consiste casi siempre en pedir prestados un método que se reconoce bueno o

una hipótesis fértil y en aplicarlos donde aún nadie había imaginado que

pudieran servir (Caillois ,1980:52).

La fuerza de una vida cualquiera y la inquietud que entrelazan los sujetos ávidos de

soluciones y respuestas satisfactorias a sus problemas e interrogantes, hace que cada fijeza

estructural de la organización del conocimiento (y su institucionalización entendida como

verdad política y epistemológica), se pague con la ocultación de cuanto ignoramos y con el

acrecentamiento de la reiteración de viejos éxitos que puedan ornamentar terrenos estériles y

ocultar aquellos desconocidos favoreciendo la pereza del entendimiento.

En el ámbito académico y de la investigación científica, la convergencia exitosa de

conocimientos y disciplinas coronados con el saber y la verdad, por una articulación

interdisciplinaria feliz, no garantiza su perduración ni como saber ni como vínculo

interdisciplinario. Porque tarde o temprano, se transformará en un fósil organizacional o

pedagógico, convertido en un probable obstáculo epistemológico: orden, estructura, signo,

norma, concepto, ley, institución, disciplina, método o precepto. En este caso, la disociación y

la divergencia audaz pueden, con fortuna, donar la felicidad de la aguda articulación de ayer.

Porque, como dice el poeta, toda fijeza es vértigo y en el conocimiento como en la vida, todo

nuevo refugio termina siendo una antigua trampa.

Hay saberes que parecen eternos por reiterativos, pero su relativa fugacidad se halla asociada

a la precariedad humana de toda verdad y de toda universalidad. Frente a ello, el producto de

una articulación de saberes puede ser una transitoria red de frágiles puentes entre los

problemas y desafíos transversales al contexto de la vida humana (el conocimiento, la vida, el

universo, la historia, la naturaleza, la mente, la muerte, etc.) y la metamorfosis de los

conocimientos y sus objetos.

Así como sólo hay método en la estéril vigilia de la búsqueda del momento de lo nuevo

(inspiración, hallazgo, invención y creación), también lo hay en la disipación de las ilusiones

y en la determinación de los errores. Para responder a la pregunta ¿qué transdisciplinariedad

se precisa para los desafíos del presente? tal vez, sea necesario más que un método, una

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poética que impulse las disposiciones del espíritu para crear la organización de los

conocimientos y saberes más adecuada a los desafíos y las urgencias de la humanidad.2

No hay duda sobre que la necesidad de dicha organización se relaciona con la urgente

comprensión del destino de la humana condición planetaria, con la finalidad de superar los

peligros de su supervivencia en la Tierra. En este sentido, digo poética y no metódica porque

este desafío implica la inauguración de un camino y un destino planetario.3 Una poética que

atraviese las ruinas de antiguos castillos de arena, que sólo sirven para una pedagogía de

cenotafios y para un mercado de souvenirs. Esta poética tal vez y sin quererlo, ponga en

evidencia la voluntad de efemérides de muchas instituciones políticas, que no puede

reemplazar la ausencia de una verdadera decisión política con la fuerza de una acertada

convocatoria de alternativas autónomas para el cambio. Porque, por más que repitamos las

palabras “complejidad” y “transdisciplinariedad” como poderosos talismanes, o

reemplacemos viejos términos, esquemas y discursos con ellas, seguimos disociando la

disposición de la posición, los conceptos del lenguaje y su pensar, la complejidad del método

y el método de la experiencia. Como una vez afirmó Emerson:

La filosofía que necesitamos es de los flujos y la movilidad […]

Necesitamos un abrigo tejido de acero elástico, sólido como lo primero y

flexible como lo segundo. Necesitamos una nave en estas olas que

habitamos. Una casa angular y dogmática se haría lascas y astillas en

esta tormenta de múltiples elementos.[…] Somos proporciones áureas,

estabilidades volantes, errores compensados o periódicos, casas

cimentadas en el mar (2008,137).

Porque no puede haber ni creación ni innovación por decreto o resolución, como tampoco

puede haber transdisciplinariedad por decisión académica y furor evaluativo, cuando las

propias universidades como organizaciones transdisciplinarias, se ignoran como tales. De

esta manera, estamos muy lejos de crear las condiciones efectivas de posibilidad de un sujeto

articulador, de acuerdo con un proyecto que no confunda el mapa con el territorio, como le

sucedió a aquel emperador chino que Jorge Luis Borges halló en una imaginaria

enciclopedia4.

2 Para una aproximación específica al tema ver Morin Edgar 2007 y Motta Raúl D. 2008.3 Un desarrollo de la noción de humana condición asociada al tema de la planetarización de las sociedades ver

Morin Edgar y Motta Raúl D. 2008 b.4 Cuenta Borges que en la antigua China existió un emperador que quería tener un mapa real de su extenso

imperio. Para realizar su deseo puso a trabajar hasta el último de sus súbditos. Pasaron los años y muchos viajeros

dice Borges, comentaban que de aquel imperio sólo quedaron sus áridas tierras, con retazos casi ilegibles, del

gigantesco mapa imperial.

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Tampoco podemos desconocer, por un lado, la historicidad de la noción de disciplina y de las

propias disciplinas; y por el otro, la relativa presencia de dinámicas multidisciplinares e

interdisciplinares, que caracterizan la actividad de todo campo científico, con su

correspondiente tensión entre la voluntad de autonomía y la necesaria búsqueda

transfronteriza de nuevos componentes.

La posibilidad de construir un sujeto transdisciplinario, como quieren algunos reformadores

de la educación, implicaría un esfuerzo permanente de desconstrucción creadora de los

aspectos prosaicos y reductivamente funcionalista que toda cultura contiene, que incluso

debería contemplar también a las propias ideas, creencias y métodos educativos. De otro

modo, este discurso aparentemente innovativo, apenas oculta una cultura académica de la

reproducción pedagógica funcional de lo dado, bajo un corpus esquemático y acrítico,

asumido como representación de lo real, que cohíbe toda voluntad regeneratriz y toda

búsqueda de autonomía responsable5.

En las actuales propuestas de reformas universitarias, este problema no tiene lugar porque se

observa en ellas, que lejos de una búsqueda de sus bases regenerativas y de un

cuestionamiento del orden político, social y laboral, promueve el aumento de la eficiencia y la

eficacia de sus subsistemas, en función de indicadores de producción y performatividad,

totalmente alejados del actual malestar social y cultural de la mayoría de las personas que

habitan nuestro planeta.

Por otro lado, en las distintas reuniones de rectores de universidades que se realizaron en

varios países de la Unión Europea durante el año 2009, se observó la insistencia de reclamos

de más recursos económicos para adecuar sus instituciones al “éxito” de las políticas de

mercado e internacionalización de la economía y a la producción innovante, como motores

del “desarrollo” y el “progreso”, dos valores modernos, hoy muy cuestionables. Nadie duda

que las universidades necesiten de una reforma, de hecho desde su nacimiento institucional

las reformas han sido connaturales a sus fines, lo que sí se puede poner en duda, es si estas

reformas deben hacerse sobre la base exclusiva del paradigma productivista, global o no, que

hoy se halla en crisis en gran parte de Europa. Considero que esta situación debe ser una nota

5 En este ensayo la expresión “articular los saberes” no es sinónimo del término “transdisciplinariedad”, dado que

el segundo término puede estar cargado preconceptualmente, con la idea de disciplina como eje primordial

organizador de saberes y excluir de esa manera, saberes y conocimientos que no han adoptado esa configuración

académica y que, sin embargo, son relevantes para la comunidad.

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de atención para los países de América que quieran realizar una reforma de sus

universidades6.

Se suma a ello, el desfondamiento del discurso específico de las ciencias sociales y humanas

(como parte de la ausencia general de fundamento para el conocimiento que desde Martín

Heidegger caracteriza a nuestra época), que ha llevado a una búsqueda de nuevo rumbo,

muchas veces, incursionando en el viejo terreno -en un principio negado- de la filosofía,

encausando sus conceptos para sus propios objetivos o inscribiéndose en alguna línea de

investigación filosófica, pero sin reconocerla como tal; como por ejemplo, puede observarse

en temas como el sujeto, el conocimiento, la ética, la lógica y otros.

Otro aspecto que complica el panorama es que estos mismos temas, también son objeto de

estudio de otras disciplinas, que incluso, exceden su campo y elaboran opiniones y teorías

semejantes al discurso filosófico, pero sin el rigor del mismo, como por ejemplo, científicos

provenientes de la biología y la física que luego, son tomados como base y fundamento de los

discursos en otros campos del saber, como es el caso de las llamadas “ciencias de la

educación”. Un ejemplo de ello, y tema de moda en el ámbito académico, es justamente el

problema de la transdisciplinariedad de los saberes y conocimientos, como un borroso

espacio de intercambio de discursos fragmentarios, con muy poco peso específico, que

pretende replantear el orden y la organización de los conocimientos, muchas veces asociados

a la urgencia de transformación de los programas de las instituciones educativas.

Incluso ya se postulan especialistas en el tema y se proponen líneas “disciplinares” de

investigación “transdisciplinaria” que lo mezclan con los viejos discursos de siempre,

sumándose sin quererlo, a los infructuosos esfuerzos para resolver el problema de la inercia

hiperespecializada de los conocimientos científicos y su consecuente esclerosis mental. El

especialista aislado y descontextualizado, según la conocida fórmula de Chesterton, sabe cada

vez más de un campo cada vez más pequeño, en marcha hacia ese límite catastrófico en que

lo sabrá todo de nada.

Es cierto que en muchos campos científicos existe una tendencia reorganizadora, cuya

finalidad es integrar dos o más campos disjuntos y desconectados entre sí, a la espera de una

mejor producción de conocimientos, la unión hace la fuerza. También es cierto, que no todos

6 Un verdadero testimonio sobre el problema social de las juventudes europeas y su formación en relación con los

problemas sociales del presente en Europa se puede ver en el documento titulado “Manifiesto Juventud Sin

Futuro” incorporado a la Edición Especial “Pensar Europa” de la revista electrónica Complejidad de mayo de

2012. www.complejidad.info

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los proyectos de articulación y cooperación han dado los mismos frutos. Un buen ejemplo del

primer caso, son las ciencias de la tierra y la neurociencia; y del segundo, la sociobiología y

las ciencias cognitivas.

Pero la convergencia de los campos científicos no es eterna ni lo puede ser, porque su

finalidad no es la integración por sí, sino la búsqueda de la verdad. En ese sentido, puede

suceder que una divergencia exitosa de un campo otrora integrado, pueda retroactuar sobre

aquel y producir una escisión o fractura del mismo. De igual manera sucede con la

integración de los campos tecnológicos, cuyo objetivo es la eficiencia a través de la innovación

con su concomitante producción de fracturas y divergencias, que como señala Jean-Francois

Lyotard (1984), incluso hasta se favorecen e impulsan.

Tampoco se debe confundir interdisciplina con transdisciplina, y en el caso de la utilización

de este último término, una cosa es hablar de una actitud transdisciplinar y otra cosa de la

constitución de un metasistema transdisciplinar, como más adelante en este ensayo, afirma

críticamente Georges Gusdorf. Si conformar una cooperación multidisciplinar en torno a un

desafío o una urgencia, es un laborioso esfuerzo, a pesar de que las partes no tienen nada que

perder, ya que no sufren ningún tipo de perturbación en un proceso que suma sin

transformar. En el caso de una articulación interdisciplinar exitosa, el esfuerzo ha sido

mucho mayor y su impacto también, ya que una de las partes articuladas ha sufrido una

modificación profunda, sea por una fecundación proveniente de una idea o por la

transformación de su método, un ejemplo de esto, ha sido la biología evolutiva. Otras veces

las articulaciones son prematuras y en vez de ayudar conducen al fracaso.

Con respecto a entender la transdisciplina como un objeto metasistémico permanente,

además de ser peligroso, en muchos casos, esta propuesta se ve contaminada acríticamente

de holismo, panteísmo y gnosticismo. Por otro lado, no se entiende muy bien si ese objeto

metasistémico es a su vez, un sistema que comprende a los conocimientos científicos o

también, incluye a las ideologías del pasado y el presente, a las creencias y a los saberes en

general. En caso de decidirse por lo anterior, la cuestión no deja de ser oscura, porque tendría

al menos, que demarcarse sus diferencias y luego mostrarse con rigor, los aspectos

articuladores en el contexto de las mismas. Pero parece inviable porque dicho objeto sería, en

caso de ser posible, un monstruo fugaz, causado por el propio historicismo de los

conocimientos y sus verdades. La persistente dificultad para encontrar metaconceptos

articuladores o integradores no reductivos entre las ciencias humanas, las ciencias de la vida

y las fisicomatemáticas nos persuaden de ello.

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Sin embargo, existen problemas transdisciplinarios tanto parciales como abarcadores, que

pueden articular e integrar algunos campos disciplinares adyacentes o problemas que afecten

a todo el sistema científico, como por ejemplo, la incorporación del modelo sistémico al

enfoque metodológico de base en cada disciplina, sobre el supuesto de una visión compleja de

los fenómenos en general. De todos modos, el mayor desafío de toda integración y

articulación de los conocimientos es su constante metamorfosis y su consecuente

historicismo, que descalifica tarde o temprano, la permanencia de cualquier proyecto

transdisciplinario que conforme a ello, debería declararse biodegradable.

Lo anterior, recuerda el proceso de desgranamiento interior de la filosofía, donde se

experimentó la tensión entre la autonomía y la futura escisión de sus subcampos y la

posterior necesidad de articular aquellas fracturas según una visión unificada del mundo.

Aristóteles, Santo Tomás, Hegel y otros han elaborado con objetivos y contextos distintos,

cada uno en su tiempo, una propuesta de síntesis de los conocimientos y experiencias por

medio de instrumentos que ellos mismo crearon y aplicaron para tales fines.

Platón, San Agustín, Descartes, Kant y Heidegger se enfrentaron con momentos epigonales y

al mismo tiempo regenerativos, donde la crisis de la visión unificada de un mundo, convivía

con la emergencia de conocimientos que desplazaban la organización epistemológica

heredada y creaban alternativas ontológicas a las que había que dar respuestas lógicas, éticas

y políticas. Todas criticables y discutibles en el marco del ágora trascendental de la filosofía,

entendida esta como proyecto de autonomía del pensamiento, de parte de un sujeto que se

autoafirma como reflexivo, autónomo y crítico.

2. La filosofía y el desafío de la articulación de saberes

Antiguamente era la filosofía la que se consideraba la madre de todas las ciencias o al menos

eso era lo que postulaba, ello bastaba al menos, para que la visión articuladora sobre la

unidad del saber y su relación con la sociedad, sea vista como un problema esencial para la

realización de la vida política (cultural y económica) de las sociedades o en todo caso, más

específicamente y como precisara Spinoza, para el que piensa y vive una vida humana. Pero

paradójicamente, la dificultad que inmediatamente sale al paso, cuando se intenta realizar un

panorama crítico del estado de la filosofía contemporánea, es la dispersión de esta modalidad

de pensamiento en una diversidad de escuelas y líneas de investigación (en permanente

conflicto y exclusión), que presuponen que ésta es una disciplina académica entre otras. Otro

aspecto negativo son las reiteradas tendencias a descalificar su presencia en los estudios

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secundarios y universitarios sobre la base de los valores utilitaristas y de economía

curricular7.

En su época, el filósofo alemán G. W. Leibniz (1646-1716), incansable constructor de modelos

de organización de los conocimientos y promotor e integrador de academias de sabios,

observaba las características de uno de los principales obstáculos para el encuentro y la

organización de la dispersión de los saberes y conocimientos, pertenecientes a los distintos

espacios de producción del sistema social:

El género humano, considerado en relación con las ciencias que sirven a nuestra

felicidad, me parece semejante a un rebaño de gente que marcha en confusión

por las tinieblas, sin tener ni jefe ni orden ni palabra ni otro signo con que

regular la marcha y reconocerse. En lugar de caminar de la mano para guiarnos

y asegurar nuestros pasos, corremos a lo loco y de través, chocando unos contra

otros, lejos de ayudarnos y sostenernos [...]. Vemos que lo que más podría

ayudarnos sería aunar nuestros trabajos, compartirlos con ventaja y regularlos

con orden; pero, por el momento, apenas se llega a lo difícil y que nadie ha

esbozado aún, y todos corren en masa a lo que otros ya han hecho, o se copian e

incluso se combaten eternamente ... (Leibniz, 1982)

El antiguo problema de la construcción del árbol de las ciencias como unidad del saber, hoy

es reeditado por la cibernética y los desafíos de la gestión del conocimiento de las empresas

que compiten en el mercado, es un problema político y no meramente académico y científico.

La “Casa de Salomón” de la “Nueva atlántida” de Bacon publicada en 1627, proponía la

existencia de un espacio de investigación transdisciplinario al servicio de la humanidad, esto

implicaba una política. Jean Amos Komenski (Comenius), teólogo, filósofo y pedagogo, casi

en la misma fecha se refirió al grave problema del aislamiento y egoísmo epistemológico de

las disciplinas e ideó una pedagogía de la unidad que denominó panshophia. Incluso, el

sistemismo (Teoría general de los sistemas), al que hacemos referencia en este trabajo, no

deja de ser parte de una aspiración permanente por encontrar modelos y formas abstractas y

transversales que contengan las multiplicidades de aquello que observa y pretende modelar.

Puede decirse que el místico catalán Raimundo Lulio (1235-1316), procuró encontrar el ars

magna, un arte del pensamiento que permitiría el descubrimiento genético de las raíces

comunes del árbol de la ciencia. Así, el ars magna se asocia a toda una tradición que incluso,

7 Para más detalles sobre la situación de la enseñanza de la filosofía y su estatus en las sociedades contemporáneas

ver Motta Raúl D. 2011 y Roger Ciurana Emilio 2012.

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involucra a los cabalistas judíos y cristianos, a los herméticos, la poesía moderna y

contemporánea, hasta llegar a la cibernética de nuestros días, pasando desde luego, por el

arte combinatorio de los leibnizianos y la búsqueda de la lengua universal o de la

“característica” universal (antecedente entre otros, de la semiótica).

Desde los enciclopedistas hasta la epistemología de Jean Piaget y el proyecto

transdisciplinario de Edgar Morin, vulgarmente conocido como “Pensamiento complejo”, se

intentó dar cuenta del problema de la unidad del saber o al menos, de sus condiciones de

posibilidad efectivas regionales y globales. Un ejemplo de transdisciplinariedad como modelo

transversal de la ciencia y de una determinada relación con la sociedad, ha sido la filosofía

positivista y su epistemología hegemónica. Modelo en franco retroceso y que está siendo

reemplazado por el sistemismo, aunque muchas veces, este no supere un neopositivismo de

la estructura, la visión funcionalista y un materialismo ingenuo.

Otro aspecto que no hay que olvidar son las diferencias de los contextos sociales, sobre todo

conforme al estatus, la legitimación y los factores sociales que condicionan la dinámica de los

saberes y conocimientos, su articulación, exclusión y jerarquización en relación con los

intereses económicos y productivos. Porque es preciso comprender que el problema de la

organización de los conocimientos y los saberes de la humanidad, no se reducen a una

cuestión de orden pedagógico, o a un desafío de gestión del conocimiento para decisores

comprometidos con la organización de entidades productivas.

Tampoco se reduce a la comodidad de los expertos de bases de datos extraviados en la

multiplicidad de ontologías, que dicha heterogeneidad organizacional implica, sino que en

rigor, es un problema de bien común y de lo que se entienda por ello. Porque en principio,

hemos empezado por entenderlo mal y reducirlo a la idea que la llamada visión neoliberal

tiene sobre “servicios públicos”.

Mientras tanto, la futura organización transdisciplinaria que desde los años 70 se pretende

construir, como bien ha señalado Georges Gusdorf, en los estudios publicados por la división

filosofía de la UNESCO a principios de los 80, sigue siendo hoy un “sillón vacío”. En efecto en

aquellos estudios afirmó:

...la noción de transdisciplinariedad enuncia la idea de una trascendencia, de

una instancia científica capaz de imponer su autoridad a las disciplinas

particulares; designa quizás un hogar de convergencia, una perspectiva de

objetivos que reunirá en el horizonte del saber, según una dimensión horizontal

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o vertical, las intenciones y preocupaciones de las diversas epistemologías.

Puede tratarse de un metalenguaje o de una metaciencia, pero, en la estrategia

del saber, el orden transdisciplinario define una posición clave, con cuya

posesión soñarían todos aquellos que están atormentados por las ambiciones

del imperialismo intelectual. El matemático está inclinado a pensar que la

matemática es la ciencia de las ciencias; el historiador reclama el mismo título

para su propia disciplina, a pesar de que otros pueden reivindicar esta prioridad

para el conocimiento biológico (historia natural, biología, psicología, medicina).

La transdisciplinariedad, tal como se practica, es un sillón vacío en el que todos

ambicionan sentarse; corresponde a uno de los principales fines en la feria de

las vanidades intelectuales (Gusdorf, 1983).

Pero en el fondo, lo que pronto se descubre en los intentos de construcción de estos enfoques,

es que no conviene tratar los problemas epistemológicos de la articulación de los saberes, sin

una decisión sobre qué significa pensar lo real y cuál ha de ser el valor de su verdad y de las

verdades parciales y transitorias que la ciencia aporta a las sociedades. No es posible separar

la epistemología de una ontología y tampoco de una relativa relación con los supuestos y las

consecuencias políticas.

El actual dominio maquinal de la razón (como una modalidad del espíritu humano entre

otras), sobre el conjunto de las acciones de los hombres, sus productos y actividades,

convergen en una tecnociencia depredadora y cómplice de los excesos del mercado. Esa

tecnociencia fragmentada y fragmentadora que no debe confundirse con las aspiraciones que

tiene el campo científico, tal vez, no se pueda revertir mediante reuniones de sabios que

promuevan la reforma del entendimiento y de académicos, los cuales merodean en torno al

tema, con sus fantasías sobre la unidad del saber. Ambos (sabios y académicos) se sitúan en

su mayoría, en universidades que han extraviado hace tiempo, la idea de universitas del

conocimiento y de los saberes, según la evaluación y la presión exógena sobre la eficacia de

sus ofertas y de la extensión de sus consultorías.

En general, el problema transdisciplinario se encuentra asociado, implícita o explícitamente a

una concepción del mundo y de la sociedad (ideología). Pero concepción del mundo,

ideología y filosofía no son lo mismo y gracias a ello, una verdadera revisión

transdisciplinaria desde la filosofía, debería conllevar una profunda crítica a la concepción

del mundo presupuesta acríticamente en esta idea, ya que es esta concepción del mundo la

que sirve de soporte al imaginario que configura las dinámicas de la fragmentación de los

conocimientos y de los saberes como complemento de la división del trabajo productivo.

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Hace unos años se refería a esto Louis Althusser, cuando afirmó que las insistencias en

consignas interdisciplinarias, a pesar de su necesidad específica o realidades objetivas

consideradas importantes, también podrían obedecer a razones ideológicas, para

inmediatamente señalar, en primer lugar, que la filosofía no es una disciplina

interdisciplinaria ni la teoría general de la interdisciplinariedad (1985).

En segundo lugar, que aunque las razones que pretendan justificar la objetividad de la

necesidad de un esfuerzo interdisciplinario, como por ejemplo, la existencia de problemas

globales, no pueden dejar implícito el asunto y no tratar críticamente sobre de qué tipo de

globalidad estamos hablando, etc., buena parte de estos razonamientos son válidos en el

presente para las propuestas de la transdisciplinariedad.

Pero en los hechos, gran parte de la filosofía se encuentra atrapada en este maquinismo

racional y mutilador, como muy bien lo supo ver Martín Heidegger. No es otra cosa que lo

señalado por Jean-Francois Lyotard, sobre la situación del conocimiento en su informe al

Conseil des Universités del Gobierno de Québec, a mediados de los ochenta, y más tarde,

conocido como La condición postmoderna. Al respecto afirma:

Se puede, por consiguiente, esperar una potente exteriorización del saber con

respecto al “sabiente”, en cualquier punto en que éste se encuentre en el proceso

de conocimiento. El antiguo principio de que la adquisición del saber es

indisociable de la formación (Bildung) del espíritu, e incluso de la persona, cae y

caerá todavía más en desuso. Esa relación de los más a revestir la forma que los

productores y los consumidores de mercancías mantienen con estas últimas, es

decir la forma valor. El saber es y será producido para ser vendido, y es y será

consumido para ser valorado en una nueva producción: en los dos casos, para

ser cambiado. Deja de ser en sí mismo su propio fin, pierde su “valor de uso”

(1984,16).

Un ejemplo de ello son las afirmaciones de los expertos sobre gestión de los conocimientos,

que intentan aproximarse al problema de la transdisciplinariedad y a la discusiones sobre

reforma de las universidades, conforme a la existencia de una sociedad del conocimiento en

proceso, que convoca a estas últimas, a la globalización de sus estructuras curriculares. Pero

estos olvidan que las universidades se fundaron sobre la base de la idea de la universitas

scientiarum, en directa relación con un globus intelectualis, dentro de una configuración

imaginaria surgida del relativo y conflictivo encuentro de dos tradiciones: la griega y la judeo-

cristiana, y que por cierto, fueron reemplazadas por la expansión de una ratio productiva

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occidental y moderna, que en el presente, se denomina globalización. Expansión que implicó,

entre otras cosas, la transformación de las universidades en estructuras modernas cuyos

fundamentos hoy llegan a su fin y requieren de una revisión crítica profunda.

También olvidan o no toman en cuenta, que cuando se habla de sociedad del conocimiento

no se sabe muy bien a qué tipo de sociedad se hace referencia y a qué tipo de conocimientos y

modalidad organizativa se refieren. Por lo tanto, tampoco se sabe muy bien qué significa en el

contexto de esos discursos, la palabra transdisciplina, salvo una idea totalmente economicista

de la organización y producción de los conocimientos.

Como señala Cornelius Castoriadis:

Los peligros enormes, lo absurdo del desarrollo en todas direcciones y sin

ninguna verdadera “orientación” de la tecnociencia no pueden ser superados

por “reglas” establecidas de una sola vez, ni por una compañía de sabios, que

finalmente se volvería un instrumento, sino ya el sujeto de una tiranía. Lo que se

requiere es más que una “reforma del entendimiento humano”; es una reforma

del ser humano en tanto ser sociohistórico, un ethos de la mortalidad, una

autosuperación de la razón. No necesitamos a algunos “sabios”. Necesitamos

que la mayor cantidad posible adquiera y ejerza la cordura -lo que a su vez

requiere una transformación radical de la sociedad como sociedad política,

instaurando no solamente la participación formal, sino la pasión de todos para

los asuntos comunes [...] ¿Qué quiere entonces? ¿cambiar la humanidad? No,

algo más modesto: que la humanidad se cambie a sí misma, como ya lo hizo dos

o tres veces (1993, 58).

En definitiva, el desafío de la articulación de saberes como tensión permanente entre la

dispersión que produce la creatividad científica, artística y cultural (que incluye la innovación

tecnológica), y la necesidad de una visión que dé cuenta de la unidad del mundo en que

vivimos, es legítimo aunque problemático desde sus orígenes.

En el presente las fuerzas reduccionistas (como el caso de la fuerte presión transversal para la

mercantilización de los conocimientos, saberes y experiencias vitales de los individuos) y las

transformaciones sociales en curso, cuyas consecuencias políticas son la creciente exclusión y

disparidad económica de la mayoría de las sociedades del planeta (donde ni siquiera se ha

podido cumplir con los objetivos de la erradicación del analfabetismo), no parecen ser las

condiciones más propicias para el logro de un modelo dinámico de articulación que dé cuenta

de la unidad en devenir de los saberes y conocimientos, como bien común accesible a todos.

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Pero tampoco nada está dicho para siempre, porque también es cierto que en la historia se

verifican divergencias que tal vez en algún momento, puedan reconfigurar la apariencia

determinista del actual estado y rumbo de la humanidad, aunque sus resultados sigan siendo

inciertos.

3. La inventio y las Humanidades:

Para la tradición humanista que en Italia se inicia en la época de Dante y que también está

presente en Shakespeare, Vico y Gracián, invención es el arte de relacionar lo disjunto,

encontrando o haciendo surgir articulaciones inéditas y conjeturas ingeniosas para tal fin

(agudeza).

Hay una cierta paradoja entre la idea de Humanismo que Heidegger y otros pensadores como

Edgar Morin tienen, (y que critican acertadamente como visión antropológica ingenua), y la

tradición a la que hacemos referencia. Porque esta última, coincide plenamente con el

esfuerzo que estos autores realizan en la búsqueda de una alternativa a la relación y

mediación racionalista entre el pensar y lo real, que por cierto, en Heidegger suele conocerse

como la diferencia ontológica. Esta paradoja se observa en la ambigua relación que ellos

establecen con el propio término “humanismo” y “humano”.

La razón es que la idea más conocida sobre Humanismo, que llegó hasta nuestros días, parte

de las tesis de Burkhardt, Voiht, Cassirer y Garin que centran su mirada en el

redescubrimiento del hombre y de sus valores inmanentes. También sitúan sus inicios con las

traducciones de Platón por parte de Ficino, al final del siglo XV y el neoplatonismo que de

ello se desprende, muy alejado de la otra tradición mencionada más arriba y poco conocida.

La paradoja consiste en que el humanismo que parte de Dante hasta Vico, centra la mirada

en la preeminencia del pensar poético sobre el lógico en la construcción social y del arte de la

articulación o inventio, como actividad estratégica para la vida humana. No es otra

perspectiva la que propone el Pensamiento Complejo, cuando frente a la creciente

fragmentación de los conocimientos del presente, insiste en hacer más énfasis en los procesos

de articulación que en los de análisis, sin desmerecer a estos últimos, pero cuya finalidad

complementaria, es separar para conocer. Por ello y sin conocer a fondo esta otra tradición

donde se destaca la idea de inventio y lo que se juega en ella, el proyecto de Edgar Morin de

reconfiguración epistemológica de las ciencias humanas en los ’70 se denominó Scienza

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Nuova, que es el título de la principal obra del mencionado Giambattista Vico, quien realizó

una severa crítica al proyecto analítico de Descartes8.

Pero como señala Morin en varias partes de su obra haciendo referencia a su propio camino,

para iniciarse en los caminos de la creatividad y la invención de cualquier propuesta de

articulación, primero es preciso situarse en una actitud indisciplinar, consistente en asumir

aquel ejercicio que según el poeta Roberto Juarroz, denominó como “las tres rupturas” con el

modo ordinario de relacionarse con el mundo, que faciliten el reencuentro con lo originante y

con la jactura de toda conjetura, la poíesis9. Ellas son: la ruptura con la escala convencional

de lo real (la ingenuidad realista); la ruptura con el lenguaje estereotipado (la poesía fósil

decía Jorge Luis Borges) y la ruptura con el modo esclerosado de vivir10.

Por ello, antes que el descubrimiento de un nuevo paradigma o método es preciso una

decisión: situarse en lo indisciplinado como condición de posibilidad de la emergencia de lo

originario, la poíesis, con la finalidad de poder inventar un camino y un destino. Porque toda

vuelta al origen no es la vuelta al pasado, sino a lo originante y regenerante que fluye antes y

entre cualquier taxonomía, orden, ley u organización de las cosas. El origen siempre se

encuentra en el futuro porque es lo regenerante, por esa razón todo creador es un precursor.

No hay mejor proyecto educativo que el fomento de las condiciones iniciales de toda

innovación, combinando los estudios clásicos en letras, música y danza, con la vanguardia de

los conocimientos y problemas científicos y tecnológicos, porque ello implica el esfuerzo

indisciplinado de articular la historia, la experiencia humana, el saber, el desafío del error, la

incertidumbre y lo originario/originante.

Como se sabe desde la antigüedad el ejemplo es el mejor educador, en este sentido la

presencia permanente de los grandes creadores pertenecientes a todas las culturas de la

humanidad y a toda diversidad de saberes y género, en las estrategias educativas, permite la

relación directa con los maestros iniciáticos y no con los dogmáticos. Lo que implica retomar

8 Para una visión actualizada del proyecto de Edgar Morin y su esfuerzo de articulación indisciplinado para

repensar el “objeto” de las humanidades ver Morin (2003).9 Jactura (iactura) se relaciona con conjetura que quiere pérdida y sacrificio. La conjetura es aquello que en el

lenguaje no existe pero que este permite que emerja. Aquello según Nicolás de Cusa que no proviene del mundo

de Dios ni pretende fundarlo en su efecto. Porque todo lenguaje humano no es más que un estancamiento luego

del silencio del deseo. El ser humano crea ontologías conjeturales mediante golpes de fuerza (creaciones) cuyo

vehículo es el lenguaje.10 Conferencia dictada en el I° Congreso Mundial de la Transdisciplinariedad. Arrábida, Portugal, noviembre de

1994. El poeta Roberto Juarroz es fundador del Centre International de Recherches et d’Estudes Trans-

disciplinaires (CIRET).

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la tesis central de los humanistas mencionados más arriba (no los neoplatónicos del

Renacimiento), que postulaban la preeminencia, en lo originario, de lo poético frente a lo

lógico. Porque la transformación de lo “inmundo” en un espacio habitable para una vida

humana (mundo), requiere de voluntad de metamorfosis y no de voluntad administrativa o

leguleya. Esta afirmación no implica el desprecio por lo lógico ni lo jurídico, sino el

reconocimiento de su lugar posterior a todo esfuerzo de fundación. Por ello, la deducción

lógica requiere, primero, de principios que no se originan en ella, sino en la voluntad de

conjetura y de invención, y por sobre todas las cosas, de creación histórica y social.

Lo poético no es un adorno de la realidad, sino aquello que crea el ornatus necesario para

afrontar la resistencia de lo real (las selvas, las fieras y la barbarie de ayer y de hoy). O como

en la naturaleza, aquello que seduce (separa) a una de las partes de la reunión de lo habitual,

con la finalidad de concebir. Tampoco se reduce a ser un complemento irracional de la

racionalidad burguesa para mayor felicidad, ni un entretenimiento de tertulias de té o café.

Como dice Georges Bataille:

Es necesario, es bueno percibir lo que es la poesía desde afuera (lo aceptemos o

no, estamos codo a codo con la masa irreflexiva de los hombres), pero el sentido

de la poesía no deja de ser íntimo. En ese plano, la poesía es también para

nosotros la literatura que ya no es literaria, que escapa de la huella donde

generalmente la literatura se empantana. Para nosotros es “poético” aquello que

no podemos apreciar apaciblemente, como podemos hacerlo con un vino de

Anjou o el tejido inglés; “poético” es lo que corta en nosotros el deseo de

reducirlo a la medida de la razón. El hombre de negocios aprecia una tela, sus

apreciaciones no puede modificar el orden valores de donde procede su

seguridad. No ocurre lo mismo con la emoción poética, que le quita por un

instante la seguridad -o bien- no existe. Sé que una emoción así, que no deja de

mantener dentro de mí un trastorno en el trasfondo, me impide responder a las

razones que gobierna los negocios. Me priva incluso de disfrutar el placer

literario como se debe. No puedo ser al mismo tiempo un aficionado de la

literatura y sentir el sobresalto de la poesía [...] la poesía no puede ser un

pasatiempo, menos todavía un enriquecimiento: es el acto del hombre fuera de

sí y su poder consiste en comunicar el estado del poeta a quienes lo escuchan

(Bataille, 2001: 32-33).

El paulatino ocultamiento y reducción de esta preeminencia poética y fundadora, por la

colonización pseudoestabilizadora que proporciona la ratio y su obsesión lógica y analítica

funcional, generó la condiciones efectivas de un modelo de vida prosaica y la expansión de un

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lenguaje que ya no expresa la experiencia histórica ni el deseo individual y colectivo de

construcción de mundos posibles, sino el imperio esterilizador y mortuorio del signo. El

signo, contemple o no al símbolo y su corte de hermeneutas, siempre oculta la profunda y

precaria relación entre el lenguaje, el mundo, lo humano y la naturaleza: rit(m)o.

...en el habla existe una posibilidad independiente del sentido de los términos,

una cadencia ronca o suave a voluntad, una voluptuosidad de los sonidos, de su

repetición y de su impulso: y ese ritmo de palabras - que incluso puede ser

musical - despierta la sensibilidad y fácilmente la agudiza. Recíprocamente la

emoción nos lleva a servirnos de las palabras (entonces ya no hacen saber sino

ver, que no afectan la razón sino los sentidos) como si ya no fueran signos

inteligibles sino gritos, que podemos modular ampliamente y de diversas

maneras (Bataille, 2001:16).

Por ello, cuando Giovani Pontano (1426-1503), discute la compleja relación entre res y verba,

señala que el lenguaje poético (no el verso ni el poema) posee una capacidad fundacional, que

se vuelve a confirmar cada vez que el ser humano experimenta el horror ante lo nuevo y lo

desconocido (maravilla), y en vez de huir atemorizado, lo conjura poéticamente creando

condiciones para lo sacro y lo mundano. Lo poético es previo a lo gramático y funda las

condiciones de la invención en el sin fondo de lo in-mundo. También crea las condiciones

para todo método (camino hacia un destino), porque funda sus inicios y para todo

argumentar, porque inventa las conexiones con sus principios o en todo caso, los crea. Por

ello dice Shakespeare el arte que imita a la naturaleza pertenece al arte que forma la

naturaleza. Afirmación contundente en su verdad a condición de que se entienda por

“naturaleza” a la physis y por su devenir la poíesis. Pero para ello es preciso otra idea de

naturaleza y de producción.

Bibliografía:

Althusser, Louis (1985) Curso de filosofía para científicos. Barcelona. Planeta.

Bataille, Georges (2001) La felicidad, el erotismo y la literatura. Ensayos 1944 - 1961.

Buenos Aires. Adriana Hidalgo.

Caillois, Roger (1980) Intenciones. Buenos Aires. Sur.

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Cx - 24

Castoriadis, Cornelius (1993) El mundo fragmentado. Buenos Aires. Altamira.

Emerson, Ralph W. (2008) Hombres representativos. Madrid. Cátedra.

Gusdorf, Georges (1983) Pasado, presente y futuro de la investigación interdisciplinaria.

AA. VV. Interdisciplinariedad y Ciencias Humanas. Madrid. Tecnos/UNESCO.

Leibniz G. W. (1982) Escritos Filosóficos. Buenos Aires. Charcas.

Lyotard, Jean-François (1984) La condición postmoderna. Madrid. Cátedra.

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Madrid. Cátedra.

Morin, Edgar (2007) Articular los saberes. ¿Qué saberes enseñar en las escuelas? (Reedición

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Morin, Edgar y Motta, Raúl D. (2008) De la condición humana a la humana condición, el

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Motta, Raúl D. (2008 b) Complejidad, Educación y Transdisciplinariedad, en Filosofía,

Complejidad y Educación en la Era Planetaria. Nuevo León. IIPC/CIUEM/UANL.

Motta, Raúl D. (2011) “Repensar la enseñanza de la filosofía en el siglo XXI”. Revista

Complejidad nº 11 abril - junio 2011. www.complejidad.info

Roger Ciurana, Emilio (2012) “La filosofía como ayuda al arte de vivir”. Revista Complejidad

nº 15 abril - junio 2012. www.complejidad.info

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Ecologia Integral e complexa:

A convocação do Papa Francisco para

restaurar a casa comum11

Por Maria da Conceição de Almeida

Resume

Como se fosse para me valer da metáfora da trindade cristã, desloco-me aqui por três

cenários para expor a leitura que fiz da encíclica Laudato Si: sobre o cuidado da casa

comum. Num primeiro cenário, exponho a importância do documento e sua repercussão;

circunstancio fragmentos da histórica relação entre religião católica e ciência; e afirmo

ser a carta papal um importante avanço no propósito de religar espiritualidade e ciência.

Em seguida, trato mais diretamente da concepção de uma “ecologia integral”, epicentro

das proposições do papa Francisco, assinalando as aproximações dessa concepção com as

ciências da complexidade. No terceiro cenário, sugiro alguns desdobramentos capazes de

amplificar os ecos da carta papal. Por fim, apresento oito itens à guisa de conclusão.

Palavras claves: médio ambiente- ecologia – complexidade – religião- ciência

Abstract

As if to avail myself of the metaphor of the Christian Trinity, I dislocate here for three

scenarios to expose the reading I've done the encyclical Laudato Si: about the care of the

common home. In the first scenario, the importance of the document and its impact is

exposed; fragments of the historical relationship between the Catholic religion and

science are contextualized; and claim to be the papal letter an important advance in

11 Conferência proferida no II Simpósio Acadêmico, promovido pela Faculdade Dom Heitor Sales –

FAHS em Natal, no dia 4 de novembro de 2015.

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order to rewire spirituality and science. Then I deal more directly from the conception of

an "integral ecology", the epicenter of the propositions of the pope Francisco, marking the

approaches of this concept with the sciences of complexity. In the third scenario, I suggest

some developments capable of amplifying the echoes of papal letter. Finally, I present

eight items in conclusion.

Key words: environment- ecology - complexity - science – religion.

Primeiro Cenário: tempo de religar espiritualidade e ciência.

Marcada por uma crítica corajosa ao processo civilizatório e ao mito do progresso; tecida por

uma linguagem múltipla que interliga dados de conjuntura, documentos oficiais da Igreja,

declarações de importantes fóruns ecológicos e pesquisas científicas avançadas; alimentada

pelos princípios de uma teologia cosmoantropológica que recoloca a criatura humana no

lugar de copartícipe da criação permanente do mundo, a encíclica Laudato Si do papa

Francisco é ao mesmo tempo um alerta diante dos limites vividos hoje pelo planeta Terra,

nossa “casa comum”, e um apelo amoroso e enérgico para procedermos a urgente “revolução

cultural” da humanidade.

Comentada por dezenas de pensadores, cientistas, teólogos, ambientalistas, jornalistas e

intelectuais de vários países, o documento tem provocado, sobretudo, adesões, mas também

aceitação com resalvas e resistências. Seja como for, a mensagem de Francisco não são

palavras ao vento, mas configura-se como o que é da ordem do acontecimento novo, uma

“bifurcação”, para usar a expressão de Ilya Prigogine. Para mim, trata-se, em especial, de

uma importante bifurcação na esfera das narrativas religiosas sobre o mundo.

Nas palavras de Edgar Morin, em entrevista sobre a Laudato Si, “essa mensagem é, talvez, o

ato número 1 para uma nova civilização”; ultrapassa a noção do “bem-estar”, exclusivamente

materialista europeia, pela concepção do “bem-viver” que é o desenvolvimento pessoal e

comunitário autêntico, diz Morin (2015).

Também em entrevista, Edgard de Assis Carvalho (2015) afirma que o documento se afina

com o pensamento complexo de Edgar Morin, “uma vez que seu objetivo maior é religar as

ciências, espiritualidades, artes e propor vias para o futuro da Terra-Pátria”.

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De sua parte, Leonardo Boff expressa seu receio de que a carta papal não seja entendida pela

grande maioria da população, que se encontra colonizada mentalmente pelos discursos

antropocêntricos do ambientalismo dominante nos meios de comunicação e nos aparatos dos

governos e instituições internacionais como a ONU. “Nem a ONU produziu um texto dessa

natureza”, diz Boff (2015).

Para o bioquímico e teólogo norte-americano Kevin Ahern (2015), merece atenção a

relevância das notas de rodapé do documento. Ali, além de citar ou referir documentos de

fóruns religiosos de vários países, encíclicas de seus antecessores e declarações de

importantes eventos ecológicos, Francisco cita também pensadores católicos e líderes de

outras religiões, como o místico sufi mulçumano Ali al-Khawas.

A esse respeito, eu entendo como exemplar a atitude de abertura do papa Francisco. Essa

abertura denota, substancialmente, três princípios seminais de uma ecologia das ideias: o

débito com as sabedorias libertadoras que nos antecederam no tempo; a recusa ao

pensamento único; e, por fim, o reconhecimento do que há de comum, ou complementar, nas

diversas expressões da espiritualidade humana objetivadas pelas distintas religiões. Devo

confessar que minha obstinação em compreender a condição humana, o que me levou à

antropologia como um projeto intelectual e de vida, e que tem como matriz uma antropologia

de base complexa e transdisciplinar construída por Edgar Morin, nasceu pela leitura de

Teilhard de Chardin nos anos 1960. Mesmo que rapidamente, a referência, na Laudato Si, a

esse filósofo e teólogo, que causou mal-estar em grande parte da igreja católica de seu tempo,

denota abertura de pensamento, impulsos cognitivos de conjunção.

Referi-me à encíclica papal como uma narrativa religiosa que opera uma bifurcação. Devo

dizer, portanto, com qual variação da etimologia da palavra religião - latina ou grega - eu me

afino para fazer essa afirmação. É com o sentido de religação (religare) que uso a palavra

religião: religação do homem com a sua espiritualidade; religação do sujeito imanente,

corpóreo e material com sua real (mesmo que não material) experiência de transcendência e

imaterialidade. Se temos como horizonte essa concepção, entenderemos porque os

fenômenos míticos, espirituais, místicos, mágicos e religiosos são experiências antropológicas

comuns a toda a espécie humana, em todos os tempos, em qualquer cultura. E, mais do que

isso, são fenômenos arcaicos, isto é, na acepção da palavra grega arkê, fenômenos

permanentes e nunca suprimíveis nem superáveis da condição humana. Foi a partir dessa

perspectiva que compreendi a leitura que o papa Francisco faz da crise civilizatória e sua

concepção de uma ecologia integral.

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Por outro lado, mesmo na história ocidental – palco de nascimento das “ciências modernas”,

no século 17 - as narrativas científicas e religiosas caminharam juntas e de mãos dadas

durante muito tempo, ainda que as tensões entre as duas narrativas se fizessem presentes, e

muitas vezes fossem levadas ao extremo. (O filósofo Abelardo, no ano de 1121, teve seu livro

Theologia jogado na fogueira por determinação do Concílio de Soissons; o frade dominicano

e filósofo Giordano Bruno, (1548-1600) foi queimado na fogueira, entre outros casos). Foi,

pois, no interior do casulo religioso que emergiram as ciências modernas: nos mosteiros e

ambientes eclesiásticos. Basta se dar conta da angústia de Charles Darwin no tocante ao

anúncio de sua teoria da evolução; basta lembrar a proximidade e a hibridação entre as

interrogações físicas e metafísicas em Descartes, Newton e outros cientistas que mudaram a

historia da ciência. Basta assinalar também os importantes estudos dos jesuítas nas áreas de

astronomia, meteorologia e geofísica, tanto quanto suas pesquisas dos fenômenos

geomagnéticos, física solar e sismologia. Desde a primeira metade dos anos 1800 e até os dias

atuais, 73 observatórios forram instalados em diversas cidades do mundo e operados por

eles.

De sua parte, a ortodoxia religiosa deu por vezes prova de abertura diante das teorias

científicas que, se julgava, contradizia a narrativa bíblica. Em 1846, a Inquisição retira

Copérnico e Galileu do Index e, em 1992, trezentos anos após a condenação de Galileu, o

papa João Paulo II, na Academia Pontifícia das Ciências, acolhe e reabilita a teoria

heliocêntrica. O livro Deus face à ciência, de Claude Allègre (1998), expõe com requinte a

história da relação de hibridação e, depois, de separação entre religião, teologia, filosofia e

ciência.

Daí porque entendo a Laudato Si como um importante apelo à religação entre ciência e

espiritualidade, ciência e fé. Talvez a formação de jesuíta do papa Francisco, seu interesse

pelas pesquisas científicas, sua compreensão transdisciplinar da realidade e sua fé encarnada

no mundo tenham lhe permitido acionar o importante diálogo entre ciências e religiões em

direção a uma ciência da terra, do homem, de outras criaturas e do mundo não vivo.

A igreja Católica é ainda uma referência importante no Ocidente, sabemos disso. Francisco

também sabe disso e não se omite. Fala como Sumo-pontífice, como Chefe de Estado, mas

não professa um discurso do poder endogâmico, nem é narrativa dirigida exclusivamente

para os católicos. Escreve como papa, sucessor de Pedro, mas é um outro Francisco, o de

Assis, quem lhe sobra ao ouvido, quem lhe sugere uma simpatia universal entre todas as

coisas, quem lhe pede para anunciar outra vez o evangelho de Jesus Cristo consubstanciado

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na simplicidade, na recusa à ostentação, à avareza, à face sem medida e despótica dos

poderes, numa palavra, na resistência à “crueldade do mundo” (Morin).

Uma narrativa religiosa que fala em nome da ciência? Ou uma narrativa científica que fala

em nome da religião? No caso do documento do papa Francisco não parece apropriado optar

por uma classificação da natureza dessas duas grandes narrativas sobre o mundo. Talvez seja

mais sensato afirmar a construção de uma metanarrativa que refaz o abraço entre religião e

ciência. Uma teologia encarnada no mundo que interconecta as dimensões físicas, biológicas,

ambientais políticas, culturais, estéticas e espirituais. Em síntese, uma antropologia

fundamental, complexa e transdisciplinar. Uma sugestão e uma estratégia para compreender

o mundo e o homem de forma múltipla, diversa e interligada.

Segundo cenário: bases para uma ecologia integral

Com uma audição aguçada, capaz de ouvir os gemidos da Terra, nossa casa comum, e os

gemidos dos pobres de todas as culturas do planeta, excluídos das benesses do mito do

Progresso, Francisco se torna palavra, verbo, anunciação. Ele sabe que é hora de falar, de

recrutar os cidadãos de boa vontade para a tarefa de continuar o trabalho da criação do

mundo. E isso porque somente a criatura humana é dotada das ”peculiares capacidades de

conhecimento, vontade, liberdade e responsabilidade”, palavras de Francisco no final do

ponto 118 da Laudato Si (FRANCISCO, 2015: 98).

Por meio de uma avaliação crítica ao excesso de poder da tecnociência, da economia de

mercado, das instâncias governamentais e da globalização, o papa Francisco sugere uma

ecologia integral capaz de resistir à degradação da humanidade e à degradação ambiental que

acontecem de forma simultânea e interligada. Conforme o documento, as consequências

desse modelo civilizacional não recaem igualmente sobre toda a humanidade. São as

populações pobres que pagam o preço maior. São elas que aumentam a cada dia a estatística

dos despossuídos dos alimentos do corpo e da alma. São elas que atravessam perigosamente

os oceanos, deixam suas pátrias, perdem seus valores culturais, reativam nos ricos a

xenofobia, incomodam as estruturas de segurança das metrópoles, perambulam pelas ruas

como sonâmbulas, sem destino, sem teto, sem lar, sem território, sem trabalho, sem

esperança.

A concepção de ecologia integral extrapola os limites dos debates científicos e acadêmicos

nutridos pelo paradigma da disjunção, uma vez que expande seu campo de compreensão para

além do equilíbrio do ambiente, do meio natural, da simbiose com a fauna, flora, recursos

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naturais, ambientes. Trata-se de uma concepção que recoloca o homem no lugar de artífice e

coadjuvante da criação do mundo e recriação da humanidade. Sim, porque uma nova

civilização só é possível com uma nova humanidade, assevera Francisco.

Uma resalva importante marca o documento papal. Há que se proceder a uma mudança de

percepção, tanto quanto de atitude a respeito do próprio lugar que a espécie ocupa nesse

processo. Os perigos do ‘antropocentrismo moderno’, responsável por submeter toda a

natureza estendida ao uso e interesses do homem, equivalem aos perversos ‘relativismos

práticos’ que, para Francisco, é a “patologia que impele uma pessoa a aproveitar-se de outra e

tratá-la como mero objeto” (FRANCISCO, 2015: 100 ponto 123). A escravidão, o abuso

sexual, o uso de pessoas para teste de medicamentos e o abandono do idoso são alguns

exemplos desse relativismo prático.

A crítica à hegemonia do homem como centro absoluto e medida de todas as coisas não o

reduz a uma matéria puramente biológica. Nos pontos 118 e 117 da Laudato Si, lemos

respectivamente: “Um antropocentrismo desordenado não deve necessariamente ser

substituído por um biocentrismo, porque isso implicaria introduzir um novo desequilíbrio

que não só não resolverá os problemas existentes, como acrescentará outros” (FRANCISCO,

2015: 97). Continua o papa:

Tudo está interligado. Se o ser humano se declara autônomo da realidade e se

constitui dominador absoluto, desmorona-se a própria base de sua existência,

porque em vez de realizar seu papel de colaborador de Deus na obra da criação,

o homem substitui-se a Deus, e deste modo acaba por provocar a revolta da

natureza (FRANCISCO, 2015: 96-97).

Tudo está interligado. Essa expressão é usada pelo papa Francisco muitas vezes, de modo

diferente e em contextos diversos: quando fala das reservas naturais do planeta; quando

alude à relação entre o sistema econômico, os avanços da tecnologia e o aumento exponencial

da miséria, da fome e da migração dos despossuídos da terra; quando fala dos perigos da

modificação genética nas plantas e nos humanos; quando se refere ao comprometimento da

biodiversidade; quando trata do limite dos reservatórios aquáticos, do semiárido, dos

mangues, da Amazônia; quando avalia o crescimento das cidades, da violência, das drogas, e

assim por diante.

Durante a leitura da Laudato Si senti-me, às vezes, estar a revisitar o filósofo francês Henri

Bergson, por meio de seu livro Matéria e Memória: ensaio sobre a relação do corpo com o

espírito, quando ele fala de um “padrão que religa todas as coisas” e da interconexão entre os

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ritmos da matéria e do pensamento. Outras vezes, observava a mesma crítica da física e

filósofa indiana Vandana Shiva à ocidentalização do planeta, no livro Monoculturas da

Mente. Para o papa Francisco, o paradigma tecnocrático fomenta a “cultura do descarte que

afeta tanto os seres humanos excluídos como as coisas que se convertem rapidamente em

lixo” (FRANCISCO, 2015:20. ponto 22). Mais do que isso, diz, “o problema fundamental (da

crise atual) é o modo como realmente a humanidade assumiu a tecnologia e seu

desenvolvimento juntamente com um paradigma homogêneo e unidimensional”

(FRANCISCO, 2015: 87. ponto 106). Para Shiva, “os povos tropicais também se tornam um

lixo histórico descartável. Em lugar do pluralismo cultural e biológico, a fábrica produz

monoculturas sem sustentabilidade na natureza e na sociedade. Não há lugar para o

pequeno, o insignificante não tem valor” (SHIVA, 2003: 33). No mesmo diapasão de

proximidades, a afirmação de Francisco de que “o atual sistema mundial é insustentável”

(FRANCISCO, 2015: 49 ponto 61), me remeteu ao francês Serge Latouche, para quem a noção

de “desenvolvimento sustentável é insustentável”, argumento que defende em seu livro A

ocidentalização do mundo: ensaio sobre a significação, o alcance e os limites da

uniformização planetária (1996), e ao historiador brasileiro Carlos Alberto Pereira Silva, em

sua consistente defesa do ‘desdesenvolvimento’, uma variação original da tese do

decrescimento econômico (2009).

Para Silva, em entrevista online concedida ao Instituto Humanista Unissinos, uma nova

civilização supõe e exige “uma verdadeira metamorfose cultural. Podemos iniciar essa

metamorfose insurgindo contra os estímulos ditados pelas grandes corporações

desenvolvimentistas, que são indutoras da compulsiva conjugação dos verbos modernizar,

desenvolver, competir, lucrar, consumir, crescer, ostentar, aparecer, acumular, substituir e

descartar”. “Para construirmos sociedades possibilitadoras da emergência de uma vida

autêntica”, continua o historiador, “precisamos ter a humildade de aprender com muitas

populações iletradas que são portadoras de saberes indispensáveis a uma vida melhor” (IHU,

On-Line, 2011).

Também reencontrei afinidades entre a Laudato Si e físicos que me são muito caros, como

Werner Heisenberg, no livro A ordenação da realidade, quando o autor trata da religião

como uma região especializada da natureza, portanto, uma religião encarnada no mundo. Ou

com Niels Bohr, por meio das palavras de Francisco no final do ponto 110, quando ele afirma

“a realidade é superior à ideia” (FRANCISCO, 2015: 92).

Essas aproximações e afinidades, longe de terem a pretensão de imputar chancela científica à

encíclica papal (o que seria um contrassenso, uma vez que, como Francisco, sou consciente

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da insuficiência da cultura científica para compreender os fenômenos do mundo), denota

mais propriamente meu reconhecimento de que a Laudato Si procede a uma verdadeira

ecologia das ideias atinente à história da arte dos conhecimentos de base complexa que

começam a se consolidar a partir do século passado. É nesse cenário que entendo a

proposição de uma ecologia integral.

Não é certamente casual, no documento, o uso recorrente de expressões, argumentos e

princípios atinentes às ciências da complexidade. A crítica à hegemonia da técnica e as

concepções unilaterais dos problemas; a referência à ‘fragmentação dos saberes’, a ‘perda do

sentido de totalidade’ e a ‘dinâmica dos sistemas complexos’; a indissociação entre os

domínios ambientais e humanos; e, sobretudo, a persistente esperança de que podemos

reconstruir um mundo mais justo, amoroso e humano podem ser entendidas como senhas

que se afinam com o pensamento complexo, notadamente com as ideias de Edgar Morin.

Mutati mutandis, e resguardados os princípios e propósitos espirituais e religiosos do papa

Francisco, a Laudato Si expressa um campo de ressonância dos sete Métodos de Edgar

Morin, bem como dialoga com livros como A via: para o futuro da humanidade, Rumo ao

abismo: ensaio sobre o destino da humanidade, e com obras de autoria compartilhada, como

é o caso de O caminho da esperança (com Stéphane Hessel) e Filhos do céu: entre vazio, luz

e matéria (com Michel Cassé). No que se refere à esperança de uma nova refundação da

civilização e da humanidade, é nas proposições de Edgar Morin em Para um pensamento do

sul que reconheço a simbiose mais substancial entre Francisco e Edgar.

No texto referido logo acima, e esclarecendo que a expressão “Sul” não tem para o autor a

conotação geográfica, mas diz respeito a reservas antropológicas capazes de acionar impulsos

para uma nova civilização, Edgar Morin faz alusão a modos de convivialidade pautados pela

cooperação, gratuidade e generosidade; a formas de relação com a natureza que se alimentam

do respeito, da parcimônia, da ausência de avareza, da simplicidade. Da parte do papa

Francisco, os saberes e modos de vida tradicionais de numerosas populações do planeta

podem servir de exemplo para um equilíbrio harmonioso entre o homem e seu ambiente.

De minha perspectiva, identifico os cinco pontos comuns mais relevantes entre a Laudato Si:

sobre o cuidado da casa comum (2015) e Para um pensamento do Sul (2011).

1. A esperança e o apelo à refundação de uma nova civilização e humanidade. Os dois textos se

pautam pela convicção de que o futuro não está determinado, portanto, a incerteza possibilita

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a projeção de novos horizontes para o planeta Terra, para a espécie humana, para as outras

criaturas;

2. A recusa a separar as nações e culturas em blocos geográficos (países do Norte e países do

Sul). O papa Francisco fala para todos os habitantes do planeta. Para Edgar Morin, sem

maniqueísmos, precisamos manter os ganhos e avanços culturais dos países desenvolvidos

(redução do poder masculino, avanços na luta pela igualdade das mulheres, ganhos no

exercício da democracia);

3. O reconhecimento da diversidade cultural como o valor maior da espécie humana. Nos dois

pensadores é clara a crítica ao paradigma único e ao modelo de uniformização das culturas,

do domínio econômico e da gestão socioambiental;

4. A valorização e incentivo às ações, atitudes e atos individuais. Mesmo entendendo que a

emergência de uma nova civilização requer uma ação conjunta das esferas da política, da

economia e da cultura em seus macro contornos, os dois documentos reconhecem e apelam

para as atitudes individuais. É também nessa perspectiva que se situam as proposições de

Ilya Prigogine em Carta para as futuras gerações (2009);

5. A compreensão de que a educação é um facilitador da reforma do sujeito, condição sine qua

non da regeneração planetária da sociedade-mundo. Como a argamassa para promover uma

formação integral dos indivíduos (material, histórica e espiritual), tanto Francisco como

Edgar recrutam os educadores para a tarefa de reconstrução de nossa casa comum.

A esperança em reativar reservas antropológicas de civilização e humanidade tão fortemente

colocada por Edgar Morin, certamente encontra na concepção de “humanidade autêntica” do

papa Francisco uma irmandade exemplar. “A humanidade autêntica, que convida a uma nova

síntese”, diz Francisco, “parece habitar no meio da civilização tecnológica de forma quase

imperceptível, como a neblina que filtra por baixo da porta fechada. Será uma promessa

permanente que, apesar de tudo, desabrocha como uma obstinada resistência daquilo que é

autêntico?” (FRANCISCO, 2015: 93. ponto 112).

Terceiro cenário: para amplificar os ecos da Laudato Si

O apelo do papa, logo no início da sua carta, é um chamamento à esperança e um incentivo

aos que fazem sua parte para cuidar da nossa casa comum. “A humanidade possui ainda a

capacidade de colaborar na construção da nossa casa comum. Desejo agradecer, encorajar e

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manifestar meu apreço a quantos, nos mais variados setores da atividade humana, estão

trabalhando para garantir a proteção da casa que partilhamos” (FRANCISCO, 2015: 13 ponto

13).

Essa esperança de Francisco precisa nos contaminar. Esse apelo precisa ser ouvido por nós.

Ainda há tempo de reverter o modelo de civilização que tem dado claros sinais de

esgotamento material e espiritual. A adesão de nossa parte ao chamamento da Laudato Si

requer, entretanto, algumas atitudes, que sintetizo aqui por meio de três pontos:

1. Não nos dispersemos nem nos separemos como opositores em torno de querelas

menores. Se a comunidade mundial de cientistas e humanistas expressam, em sua maioria, a

pertinência e fecundidade das análises e proposições do documento papal, que não seja a

comunidade de origem de Francisco - os cristãos - as forças internas de reação e obstáculo à

necessária e urgente reconstrução do mundo.

2. Esforcemo-nos no sentido de diluir nossas resistências, nossos preconceitos, nossas

ortodoxias. Cobremo-nos o exercício de religar espiritualidade e ciência, ciência e fé.

Certamente, a leitura de cientistas, filósofos, humanistas, teólogos e ecólogos que se afinam

com as ideias do papa Francisco possibilitará nutrir a formação religiosa com vistas ao

importante diálogo das religiões com as ciências, conforme sugere o ponto 199 da Laudato Si

(FRANCISCO, 2015: 159). Tanto as ciências quanto as religiões apresentam suas carências e

parcialidades. Francisco dirá: “qualquer solução técnica que as ciências pretendam oferecer

será impotente para resolver os graves problemas do mundo” (FRANCISCO, 2015: 160. ponto

200). E, citando a Evangelii Gaudium, assevera: “os textos religiosos clássicos podem

oferecer um significado para todas as épocas, possuem uma força motivadora que abre

sempre novos horizontes (...) Será razoável e inteligente relegá-los para a obscuridade, só

porque nasceram no contexto de uma crença religiosa?” (FRANCISCO, 2015: 159 ponto 199).

Numa síntese importante para reabilitar a paridade entre as narrativas das ciências e das

religiões, argumentará: “Os princípios éticos, que a razão é capaz de perceber sempre podem

reaparecer sob distintas roupagens e expressos com linguagens diferentes, incluindo a

religiosa” (FRANCISCO, 2015: 160 ponto 199).

3. Um diálogo capaz de favorecer as forças da conjunção e não da separação requer

também uma religação interna às ciências. No item 201 lemos: “é indispensável um diálogo

entre as próprias ciências, porque cada uma delas costuma fechar-se nos limites de sua

própria linguagem, e a especialização tende a converter-se em isolamento e absolutização do

próprio saber”. O mesmo deve ser dito a respeito das religiões: é indispensável um diálogo

respeitoso entre os distintos credos de modo que todos se reconheçam vinculados à mesma

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teia complexa da espiritualidade humana. De modo ampliado, o diálogo entre ciências e

religiões requer, nas palavras do papa, “paciência, ascese e generosidade, lembrando-nos

sempre que a realidade é superior à ideia” (FRANCISCO, 2015: 161).

Para concluir:

1. Uma sociedade-mundo nutrida pelos princípios da unidade na diversidade, do diálogo

intercultural e da convivência harmoniosa com todas as formas de vida do planeta supõe e

requer uma “ecologia integral” capaz de religar ciências e espiritualidades, valores humanos e

bem estar material.

2. Se a educação formal se constitui hoje num lugar privilegiado da produção do

conhecimento e construção da cultura, urge favorecer e estimular a experimentação cognitiva

do diverso em todos os níveis de escolaridade.

3. O diálogo entre ciências e religiões pode vir a alimentar, com mais fluxo de vida, os

ideários de uma ‘ecologia das ideias’, de uma atitude transdisciplinar e de uma ‘política de

humanidade’.

4. A sustentabilidade da vida no planeta requer uma avaliação urgente e corajosa dos

prognósticos da tecnociência para um amanhã que começa hoje. É necessário

reproblematizar de forma corajosa a ideia do progresso ilimitado.

5. É fundamental, ainda e sempre, manter a atitude de indignação diante das condições

servis, cruéis e de injustiça social a que são submetidas as populações pobres do planeta. E,

igualmente, contra as formas de utilitarismo e crueldade diante de outras formas de vida não

humana. A indignação e a revolta, quando estética e docilmente canalizadas, podem se

constituir em forças civilizacionais importantes para alimentar valores como a solidariedade,

o diálogo e a esperança.

6. Toda transformação, mudança de caminho e projeção de futuro começa pelo hoje; começa

pelo sujeito ao mesmo tempo insatisfeito, visionário e mobilizador; começa no âmbito

microscópico, local, e no fragmento, para depois se expandir. Foi assim que fizemos a

história.

7. O futuro é incerto, portanto está aberto (Prigogine). Se estamos imersos na incerteza,

devemos lançar nossas apostas. Diante da banalização da sociedade do terror, devemos

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responder com princípios inegociáveis que salvaguardem os valores éticos da vida, da

espiritualidade e da diversidade cultural.

8. A consciência de que somos múltiplos em nossas identidades pode reduzir o

antropocentrismo e a fobia em relação ao outro. Essa consciência propicia um avanço em

complexidade porque pode fazer emergir a aptidão e a competência para a construção de

confederações culturais. Talvez assim possamos multiplicar redes de solidariedades distantes

da intolerância e da ortodoxia, sejam elas científicas ou religiosas.

Referencias e sugestões de leituras

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Rio de Janeiro: Forense Universitária, 2009.

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Latouche, Serge. A ocidentalização do mundo: ensaio sobre a significação, o alcance e os

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Perassi Bosco. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil, 2013.

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Page 37: Revista Complejidad Nro 28 -Octubre -Diciembre 2015

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Morin, Edgar. Rumo ao abismo? ensaio sobre o destino da humanidade. Trad. Edgard de

Assis Carvalho; Mariza Perassi Bosco. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil, 2011.

Pereira, Carlos Alberto da Silva. Compor e educar para descolonizar. 2009. 129 f. Tese

(Doutorado em Educação) - Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Centro de

Ciências Sociais Aplicadas, Programa de Pós-Graduação em Educação, Natal, 2009.

Prigogine, Ilya. “Carta para as futuras gerações”. In: Ciência, razão e paixão. São Paulo:

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Site referidos

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grande-novidade-da-laudato-si-qnem-a-onu-produziu-um-texto-desta-natureza-entrevista-

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Carvalho, Edgard de Assis. Da crise ecológica ao pensamento complexo. IHU On-line, edição

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Silva, Carlos Alberto Pereira. Precisamos nos livrar da palavra desenvolvimento, mesmo que

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desenvolvimento-mesmo-que-ela-venha-acompanhada-do-adjetivo-sustentavel-entrevista-

especial-com-carlos-alberto-pereira-silva>. Acesso em: 26 out. 2015.

Page 39: Revista Complejidad Nro 28 -Octubre -Diciembre 2015

Cx - 39

Educación superior en tiempos del

capitalismo digital:

(La sociedad que aprende y medios

para construirla)

Por Francisco Montfort Guillén

Resumen

Dos de los grandes desafíos de la educación superior han sido planteados por Raúl Domingo

Motta: cómo repensar las competencias y habilidades para hacer frente a las demandas

laborales del siglo XXI y qué hacer para unir conocimientos. En este artículo se hace un

intento por pensar conjuntamente estos problemas y enmarcarlos en el contexto de la

necesidad de crear “una sociedad que aprende”. Para conseguirlo se propone hacer uso del

knowledege management, reconceptualizándolo como tarea específica universitaria para

gerenciar procesos intelectuales: educativos y de articulación y generación de

conocimientos.

Palabras claves: Competencias y habilidades; articular saberes; sociedad que aprende;

knowledege management.

Abstract

Two of the major challenges of higher education have been raised by Raul Domingo Motta:

how to rethink the skills and abilities to meet the labor demands of the XXI century and

what to do to unite knowledge. In this article an attempt to jointly think about these

issues and frame them in the context of the need to create "a learning society" is made.

To achieve this it is proposed to use knowledege management, reconceptualized as

university specific task to manage intellectual processes: educational and knowledge

generation and articulation.

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Key words: competences and skills; knowledge linking; learning society; knowledege

management.

La ilusión del conocimiento por el conocimiento

Lo mejor de la educación es la educación misma. El encanto del aprendizaje radica en vivir el

proceso mediante el cual obra la potencialización de los dones del ser humano, es decir, son

formadas, reformadas y reforzadas, a través de relaciones humanas, las cualidades innatas y

adquiridas que forman los talentos intelectuales, las habilidades, destrezas corporales y

actitudes y valores de los seres humanos.

Lo mejor de la construcción de conocimientos es vivir el proceso creador por sí mismo. La

búsqueda, el camino que se sigue para plantear preguntas fértiles, originales e inclusive

originantes y encontrar respuestas a los problemas planteados, constituyen una vez puestas

en negro sobre blanco, el mejor “placer del texto” en cualquier ramo del saber.

Las anteriores son actividades lúdicas para la gran mayoría de sus oficiantes. Tan

reconfortantes que muchos trabajadores universitarios las quisieran ver realizadas sin

influencia de las cambiantes exigencias de los actuales mercados laborales, de los presentes

problemas productivos o de las dinámicas del poder del Estado. ¿Es posible y pertinente, con

estas concepciones, que las universidades cumplan con las crecientes y complejas demandas

de sus sociedades locales, inmersas en la sociedad global de la era planetaria?

Las universidades mexicanas (muy posiblemente también algunas latinoamericanas) han

tenido, histórica y estructuralmente, una débil iniciativa y una limitada capacidad de liderar

los cambios que mueven a sus sociedades. ¿Es posible reforzar y expandir sus fortalezas para

que pasen a la ofensiva y resuelvan, según sus ambiciones, estas debilidades crónicas?

¿Cómo formar profesionales que además de responder a las inevitables exigencias de los

mercados laborales, cuenten con capacidades intelectuales, habilidades, destrezas, valores y

conductas para influir y liderar, gracias a sus mejores y distintas cualificaciones, los diversos

mercados laborales? ¿Cómo tratar de cambiar ese mundo de exigencias y conformar otro, con

mejores seres humanos?

No terminan aquí sus desafíos. ¿Cómo dirigir internamente los procesos intelectuales de

investigación, ligados estrechamente a esta formación de nuevas especificidades académicas,

de nuevas capacidades profesionales? ¿Con qué capacidades de dirección de procesos

cognitivos, responder a las necesidades de formación disciplinaria, interdisciplinaria o

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transdisciplinaria de los estudiantes universitarios, según las necesidades de cada materia,

área de formación y niveles de licenciatura o posgrado? ¿Cómo crear los liderazgos que

permitan rebasar, en las investigaciones de tipo académico, esas visiones disciplinarias y

arribar a la “unión de conocimientos”? ¿Cómo hacerlo en los procesos de construcción de

conocimientos, destinados a resolver complejos problemas de la realidad y que demandan

nuevas respuestas, que exigen “ir más allá”, es decir, cuya solución necesita de la “unión de

conocimientos”? Anotaremos a continuación sólo algunas pistas para hacer frente a estas

nuevas exigencias universitarias.

Novedades del contexto: los desafíos indisociables

El rompecabezas mundial exige colocar algunas de sus piezas de manera coherente y

entender los cambios que vivimos. Las ideas claves que hicieron inteligible el mundo del

capitalismo industrial (progreso, modernidad, democracia) hoy designan realidades

distintas. Repensar estas categorías es telón de fondo para entender las tareas universitarias.

Es una vía para pensar conjuntamente dos cuestiones fundamentales. Cada una, por

separado, expresan enormes desafíos, una en la academia, otra en la investigación. ¿Cómo

“Repensar las Competencias y las Habilidades para el Siglo XXI”?. ¿Cómo realizar “La

articulación de saberes y la invención de mundos posibles”?12 Y, en consecuencia: ¿con qué

actores y con qué herramientas resolver esta compleja encrucijada de articulación y

dirección de procesos intelectuales, y hacerlo de manera más rápida, eficaz y eficiente?

Zygmunt Bauman en su obra Sobre la educación en un mundo líquido (2014) critica la

cultura actual y afirma que la sociedad que nos rodea olvida “el aprendizaje y la acumulación

de conocimientos” y se convierte en una “cultura del desapego, de la discontinuidad, del

olvido”. Descripción nítida de algunas características dominantes en la mayoría de

ciudadanos anclados en una cultura, a escala del mundo, que unió a la “sociedad rígida del

trabajo industrial” con la “sociedad del ocio”.

12 Título de dos artículos en donde son desarrolladas estas dos temáticas por separado. Motta, Raúl Domingo y

Gabriela Azar. Repensar las Competencias y Habilidades para el siglo XXI. Revista Complejidad. N° 15. Abril-

junio 2012.

Motta, Raúl Domingo. La articulación de saberes y la invención de mundos posibles. Entre la enciclopedia y la

inteligencia colectiva. V Congreso de Transdisciplinariedad, Complejidad y Educación. "Emergencia de una

educación integral de calidad para la transformación social". Organizado por la Universidad Simón Bolivar.

Barranquillas, Colombia. 29 al 31 de agosto de 2012.

Este largo artículo debe mucho a pasados diálogos sostenidos con el doctor Raúl Domingo Motta, además del

evidente respaldo en sus dos artículos citados. Sin duda, las interpretaciones y las afirmaciones que desprendo de

ellos son únicamente de mi entera responsabilidad.

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Al mismo tiempo, la realidad nos muestra que las mayorías de trabajadores ahora están

sometidas a la destrucción de millones de empleos, en períodos cortos de tiempo (“en la

reunión mundial de la WEF en Davos, en 2016, se afirma que los 15 países más poderosos

perderán durante los próximos cinco años 7.5 millones de empleos y sólo recuperarán 2.1

millones”); que de ahora en adelante, los trabajadores estarán sometidos a la exigencia de

poseer mejores cualidades intelectuales, destrezas y habilidades para cumplir con nuevas

cualidades laborales (“derivadas de la “Cuarta Revolución Industrial” que profundizará los

cambios en la naturaleza del trabajo: mayor flexibilidad contractual y de funciones; destrezas

para manejar la conexión entre lo material y lo virtual: internet móvil de materiales y

tecnología basada en la “nube” y nuevas formas de consumo” (E. Quintana, 2016). Estas

exigencias permanecerán durante toda la vida económicamente productiva y así cumplir con

los incrementos de productividad laboral exigidos. Estas condiciones no son ideológicas.

Tampoco son eludibles. Acotan los alcances de las explicaciones del pensador francés:

forman parte de una nueva cultura y una nueva sociedad.

Ahora bien, ¿son exclusivamente excluyentes las finalidades de realización profesional de la

educación y la investigación universitarias por sí mismas, con los fines que demandan de

ellas el Estado y los mercados laborales y productivos? ¿En ningún caso pueden ser

complementarios estos fines? Si lo son, ¿cómo poder unirlos? Las universidades no pueden

dar la espalda a las necesidades reales de sus sociedades. Tampoco pueden renunciar a sus

más altos ideales civilizatorios. Estas organizaciones privadas e instituciones públicas de la

educación, dedicadas a formar los seres humanos dirigentes de nuestras sociedades, resultan

estratégicas en el desenvolvimiento de la nueva era. Pero requieren de nuevas herramientas

para hacer frente a desafíos tan contradictorios y para lograr grandes performances.

Necesitan una nueva mirada, y distinta, sobre sus propios comportamientos. En especial

sobre la conducción de los procesos de formación intelectual y de investigación. Esta

exigencia es otra emergencia. Surge en el seno mismo de la organización de los procesos

académicos y de generación y aplicación de conocimientos.

Emergencia: el capitalismo digital

La sociedad post-industrial anunciada por Daniel Bell, Kenneth J. Arrow y Alain Touraine

entre otros, a finales de los años cincuenta, hoy es una realidad. Fue denominada

inicialmente por Peter F. Drucker, en su obra La sociedad post-capitalista (1999), como

“sociedad del conocimiento”. Esta emergencia fue llamada así debido a la aparición e

influencia de las TIC ya que coloca el conocimiento como centro de la producción de la

riqueza de las sociedades. Vivimos, en nuestra opinión, la emergencia de una nueva era del

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capitalismo. ¿Por qué podemos sociológicamente hablar de una nueva era del capitalismo?

Porque la valorización del capital continúa como eje central en la “nueva sociedad”. Porque

su “nuevo” principio de legitimación no contraviene los fundamentos económicos, políticos y

sociales de una sociedad capitalista.

Esta emergencia es una metamorfosis social: se conserva el capitalismo, pero deviene en otro:

un capitalismo digital. Una nueva era de la que emerge la “sociedad del conocimiento”. Un

nuevo capitalismo que produce una “economía del conocimiento” sin la cual no puede

sobrevivir la “sociedad del conocimiento”. Pero ambas sostenidas por un funcionamiento

social, sin el cual perderían toda posibilidad de sobrevivir: la “sociedad que aprende” (Stiglitz,

2015).

La emergencia organizacional completa es la cadena retroactiva y recursiva integrada por los

términos Capitalismo digital/ sociedad del conocimiento/ más economía del conocimiento/

más sociedad que aprende. Glosando las ideas de Alain Touraine (Arguments, 1962) sobre su

concepto de sociedad industrial, podemos decir ahora que la era del capitalismo digital existe

porque las sociedades aceptan como principio de legitimación y reproducción, y no como una

simple ideologización del neoliberalismo, el desarrollo de la producción organizada de la

economía, la sociedad y la política basada en la racionalización técnica; y la mayor novedad:

la asunción, como fuerzas productivas, de la creatividad, la producción continua e incesante

de nuevos conocimientos, el aprendizaje continuo y acumulativo a partir de sus mejores

performance.

Este principio de legitimación permite que la era digital del capitalismo avance sobre el

estímulo de las capacidades intelectuales de todos, o al menos de la gran mayoría de los

ciudadanos para crear, innovar y adaptarse a los cambios producidos por el conocimiento y el

aprendizaje continuos. Insistimos: en el capitalismo digital las sociedades asumen a la

creatividad, la innovación permanente y la productividad creciente, derivadas cada vez más

de la aplicación de conocimientos de vanguardia, ejecutadas por seres humanos para formar

seres humanos, formados profesionalmente de acuerdo a las altas exigencias del performance

tecnocientífico, como el medio idóneo de su reproducción. Triunfa la producción digital en la

elaboración de mercancías y, novedosamente, en la formación de seres humanos bajo el

principio de aplicar conocimiento para generar conocimiento.

El capitalismo digital y su sociedad del conocimiento están sustentados en “organizaciones e

instituciones que aprenden”. Organizaciones de la sociedad civil, económicas (en todos los

sectores productivos) y de servicios (de lucha por la defensa de derechos humanos, del medio

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ambiente u otras de ayuda mutua). Instituciones públicas: productivas (en todos los sectores

económicos) y de bienes y servicios públicos (de gobierno, defensa, justicia y seguridad

pública). Todos los ciudadanos y todas sus formas de organización están involucrados en este

funcionamiento: la generación de conocimientos y el aprendizaje continuo desborda a las

instituciones educativas, antes monopolizadoras de estas actividades.

¿Cómo describir esta emergencia? El fenómeno novedoso consiste en la consolidación de la

superior calidad y funcionamiento competitivo del capital organizacional, o sea

organizaciones privadas/sociales e instituciones públicas/políticas constituidas como

“máquinas de pensar” (Motta, 2012), es decir, como máquinas alimentadas por

conocimientos que les ayuda a su auto transformación, “máquinas que aprenden”, pues

generan conocimientos y adquieren conocimientos de manera incesante y los introducen de

inmediato como insumos energéticos para su funcionamiento.

Además, la legitimidad se afianza con una sociedad que requiere, precisamente, que su

funcionamiento económico y político sea sometido a nuevas formas de control social por

parte de poderes sociales, principalmente de los trabajadores y de los consumidores y,

obligadamente, también por parte del Estado. Los trabajadores ejercen, basados en su

capacidad intelectual, variadas formas de control directo sobre los procesos productivos, ya

que pueden innovarlos y mejorarlos personalmente y ellos mismos alentar el diseño de

nuevas mercancías y nuevas formas de consumo. En suma, los trabajadores con sus

capacidades intelectuales ayudan a orientar la producción, inclusive generan nuevos

productos y servicios, que a su vez aumenta y orienta el consumo.

Otra transformación profunda. La novedad más influyente en términos sociológicos y

políticos es que los trabajadores se han constituido como fuerzas laborales intelectuales,

individuales y grupales, que forman una nueva fuerza social: el “cognitariado, cuya función

principal es la competencia” de acuerdo a mi interpretación del concepto propuesto por Raúl

Domingo Motta (2012). Los trabajadores han dejado de ser, pues, simples proletarios, masas

sin poder; o grupos con mucho poder organizado, en tanto obreros calificados y súper

especializados. Los trabajadores serán obligados a constituir, cada vez más, la base del

“capital intelectual” de las sociedades inmersas por completo en la era del capitalismo digital.

Estos trabajadores continúan incluidos en los beneficios públicos de protección y bienestar

social, aunque estos beneficios hoy estén en crisis y reduzcan sus alcances y a sus

beneficiarios. Finalmente, los trabajadores y demás miembros de la sociedad reivindican,

amplían, profundizan e impulsan su función de consumidores: consumo no solo como

compra de artículos, sino deglución de cultura, de bienes simbólicos, incluida la política.

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Porque surge una nueva sociedad, las universidades no pueden escapar a su destino obligado:

adaptarse o desaparecer. Tal vez se piense que nunca desaparecerá alguna universidad

pública. Pero al negarse a hacer frente y resolver estos desafíos, terminará por ser

insignificante en la sociedad del complejo formado por la espiral ascendente del

conocimiento/aprendizaje/investigación/desarrollo/aprendizaje que demanda acciones

globales y a gran escala. La irrupción de China e India con sus políticas de formación masiva

de cuadros universitarios, que han tomado por asalto el mejor sistema del mundo, el

norteamericano y el inglés, ejemplifican las dos necesidades que deben ser cubiertas para

sobrevivir en estas nuevas condiciones de la sociedad global de la Era Planetaria. ¿Podemos

enfrenar estos desafíos en América Latina siguiendo las inercias de nuestro actual sistema

universitario? Las dudas son enormes. Al menos en el caso de México.

Algunas ideas sobre el capitalismo digital

El capitalismo industrial llevó a su máxima expresión la especialización y la separación de

saberes. No parece ser el rumbo exclusivo del capitalismo digital, que muestra ya expresiones

de querer unir conocimientos y saberes. Así lo ejemplifica la Revolución Digital, que ha

producido la nueva infraestructura del capitalismo. Esta transformación tecnocientífica ha

unido los avances de diversas ciencias y tecnologías: la microelectrónica, la biotecnología, la

nanotecnología y ha creado, gracias a la miniaturización, aparatos de

información/comunicación, algunos inalámbricos (portátiles teléfonos/computadoras

individuales) que conectan en redes dominantes a individuos y grupos, que manejan, en

redes, los conocimientos, saberes y los bienes y servicios en la red de la sociedad global,

dominada principalmente por las exigencias de la valorización del capital financiero (Castells,

2012). El capitalismo digital tiene también nuevas bases que provienen de sus orígenes y que

influyen en la concepción del nuevo trabajo universitario.

Progreso

En la era del capitalismo digital no se ha renegado de la herencia del mito de la “historia

como progreso” aunque se reconozca cada vez más que es una idea venida a menos. Lo que sí

es novedad es que el capitalismo digital parece retomar la idea de progreso originaria: “la

profesionalización de una paideia gradual. Regreso al siglo IV, a la regla de San Basilio, a la

escalera de San Juan Clímaco (Escalante). Particularmente a su escalón cuatro: “Los que de

veras se empeñan en aprender un oficio progresan de día en día…así debe de ser”. Existe un

regreso a la paideia de Chartres, siglo XII: una “conciencia del progreso del saber, como algo

distinto del progreso personal”. Se constata un regreso al postulado de Bernardo:

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Somos como enanos sentados en los hombros de gigantes y podemos ver mejor

y más lejos… porque su estatura nos eleva y sostiene…Desde el punto de vista de

mi estatura personal, yo soy poco en comparación con Platón y Aristóteles, pero

el saber que hemos alcanzado los rebasa (Gabriel Zaíd, 1999).

El capitalismo digital ahonda el cambio que transforma de raíz la pirámide de saberes o

conocimientos propios para su desenvolvimiento. La tabla de disciplinas científicas, incluidos

los esfuerzos de organización propuestos por Augusto Comte, son ajustados a una realidad

emergente. El conocimiento en profundidad, con su método, es decir el conocimiento

filosófico y las disciplinas derivadas, dejan la cúspide. Su lugar en este trono lo ocupa, con

enorme vigor, el conocimiento acumulativo: el conocimiento científico y tecnológico.

Con Joaquín de Fiore (1135-1202) nace el mito del progreso, el mito de la historia como

progreso, que cimienta su origen en la sociedad occidental y adquiere una fuerza expansiva,

arrolladora, cuya influencia sólo será superada por las ideas de Carlos Marx, que pregonó, en

esencia, una nueva versión, laica, de la fe cristiana y jacobina de la historia como progreso.

Esta última idea surge como tal en el siglo XVIII, con Anne-Robert-Jacques-Turgot. (Quien

propuso la creación de monasterios como una) “Institución total en donde se combinan la

superioridad moral, el estudio y el trabajo” (Ibíd.) Propuesta y concepción organizativa que

se convierten en antecedentes de lo que será el trasfondo y legitimación de las universidades

de nuestros días.

El capitalismo refuerza la idea del ““mínimo absoluto del progreso”: reconocer que puede

haber algo nuevo y que puede ser mejor (Ibíd.)”. Y la ha elevado, a su máxima expresión, en

su era digital. En el capitalismo digital lo nuevo y lo mejor no sólo se reconocen, sino que

dejan de ser fruto del azar o de la inspiración individual de seres humanos superdotados.

Ahora deben ser buscados como un fin en sí mismos, en organizaciones, porque son el

mecanismo central para rentabilizar el rendimiento del capital. Esta finalidad exige a los

seres humanos estar capacitados y actualizados con las novedades tecnocientíficas de su

ámbito laboral, permanentemente, durante toda su vida productiva. Esta exigencia individual

se traslada a la vida de las empresas, instituciones públicas y por supuesto: a las

universidades. El capitalismo digital le inyecta a la escalera del progreso una dinámica

diferente. Se trata de un progreso que tiene que ser, para todos los ciudadanos,

obligadamente permanente, constante, contrastante. El progreso en el capitalismo digital

está sustentado en la obligación de los seres humanos de convertirse en aprendices toda su

vida productiva, con más años de servicio laboral que en la era industrial. Los seres humanos

son transformados en navegantes planetarios, errantes del conocimiento y las destrezas,

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viajeros constantes y obligados en los terrenos del saber y del saber hacer; el cognitariado es

el ser humano errante y planetario del capitalismo digital: Sísifo del capitalismo digital.

Modernidad

El tratamiento de este tema es abundante. Se mantiene entre los más lúcidos la obra de Jean

Baudrillard. La referencia a este complejo problema aquí es breve. El capitalismo digital es,

en esta fase primera, un modo de producir que destruye la frágil tranquilidad que había

conquistado el ser humano en el capitalismo industrial. Introduce la inestabilidad y la

incertidumbre como elementos permanentes de todas las formas de vida. Ha creado y

promueve su propia expresión cultural, multideterminada, ligada entre lo universal y lo local;

determinada, entre otras cuestiones, por los flujos de información/comunicación en red. La

veloz intercomunicación conseguida entre los seres humanos, les permite vivir la

simultaneidad de los eventos históricos locales y mundiales en su vida diaria, influyendo

sobre sus ideas del tiempo. Los obliga a que se acomoden con la era de la transparencia

(Byung-Chul Han, 2013), con la “nueva cultura” (modernidad líquida, según Zigmunt

Bauman); con el ocio y el confort en la abundancia como aspiración máxima de vida; con la

trashumancia migratoria transnacional (sobre todo de la periferia al centro) y su inherente

heterogeneidad antropológica, en un mismo espacio de vida en común; con la inseguridad

laboral; con el consumismo de bienes y servicios, insustituible como vehículo para la

valorización del capital, aunque una gran mayoría de ellos sean innecesarios para el

bienestar; con la obligada obsolescencia planificada de esos artículos de consumo e, inclusive,

de bienes inmuebles; con el consumo de la vida público/política como espectáculo. “Sociedad

que se complejiza día a día, (que) contiene distintos grados de incertidumbre en una gran

variedad de entornos sociales” (Motta, 2012). Cultura de lo imprevisible, de la incertidumbre,

de la inestabilidad, de la errancia intelectual, por el momento, sin destino preciso, seguro,

confortable.

Democracia

En el capitalismo digital, la influencia de las ideas neoliberales han dejado como herencia el

reconocimiento de la primacía de hacer efectiva, aquí y ahora, la vigencia plena de los

derechos humanos. También ha otorgado supremacía a los valores de la libertad. Sin

embargo, la emergencia de poderes llamados fácticos, como el crimen organizado, los grupos

terroristas, los organismos de aspiración de orden universal o multilateral, las enormes

empresas transnacionales, los bancos e instituciones financieras y las tecnologías

aeroespaciales han minado la soberanía y el poder del espacio en donde son realizados los

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derechos humanos, el Estado nacional. Por otro lado, la revolución digital abrió el camino de

la transformación de la política y del poder. Hacer realidad los derechos individuales y

sociales, controlar a poderes fácticos ha sido cada día más difícil. Con el surgimiento del

“Estado red” (Castells, 2012) se consolida la exigencia ciudadana de vivir una sociedad en

democracia. Existe infraestructura para actuar en red, de manera simultánea, interactuar con

las decisiones del gobierno local (Ámsterdam) y decisiones nacionales de votación (Brasil). El

poder del Estado y las capacidades de la organización del régimen político democrático son

debilitados frente a las más altas y abundantes demandas sociales. La igualdad como valor y

práctica social ha visto mermados sus alcances, no obstante las nuevas potencialidades de

justicia que abre la revolución digital. El nuevo capitalismo genera menos empleos y exige

más y nuevas cualidades laborales, cuestiones que se convierten en problemas políticos. Por

otro lado, el capitalismo digital amplía libertades individuales y crea más y abundantes

riquezas. Pero es verdad que concentra más fuertemente las ganancias. Debilita las clases

medias tradicionales, potencia otras, desprotege a jubilados. Crea, por lo tanto, más gente

excluida de los mecanismos para generar bienestar y provoca más desigualdades económicas

y sociales. Estos problemas convertidos en demandas políticas, rebasan el poder actual del

Estado.

La unión entre el poder de los medios de comunicación “masiva” y al mismo tiempo

“personalizada”, con la banalización de la política, de sus partidos e ideologías ha contribuido

a que la democracia sea vivida como un gran espectáculo mediático. En la sociedad priman

los derechos del hombre y el individualismo sobre la solidaridad grupal, la extensión de la

exclusión sobre la justicia social, la adoración del marketing sobre la racionalización política.

Reinan, en todas las clases sociales, las creencias cómodas del deseo de vivir aquí y ahora los

placeres de las clases adineradas. Seducen las ideas de las salidas rápidas, fáciles y sin

esfuerzo de la crisis actual con la promesa de regresar a la tranquilidad construida sobre la

fuerza económica del capitalismo industrial maduro, junto con la programación y el control

de las mentes por parte del gobierno. Sueño inútil.

Introspección universitaria

1.- Crecimiento de la escala de sus funciones

Ahora bien. Toda sociedad es una mega máquina social (Morin, 1979), potencialmente una

maquinaria humana productora de saberes, de conocimientos, de educación y de aprendizaje.

¿Por qué razón se le llamaría a la nuestra “La sociedad del conocimiento y del aprendizaje”?

Además de las razones antes expuestas, también por una cuestión de escala respecto a otras

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civilizaciones, aunada a una idea fundacional de la democracia y la modernidad en euro

occidente. Nuestra visión cultural, a partir de la Reforma y del fin del régimen monárquico,

ha pensado en la igualdad social como aspiración universal.

La Revolución Industrial fundó, a su vez, las bases materiales para alcanzar ese propósito

económico, político y de aspiración cultural. Y también fincó la nueva demanda de formar

recursos humanos de nuevas cualificaciones profesionales para trabajar en las industrias. La

siguiente etapa exigió, de cada nación, que sus profesionales crecieran en número y

poseyeran conocimientos de vanguardia, para fines de dominio militar. Estas exigencias

fueron más claras después de las dos guerras mundiales. Esta situación provocó, a su vez, una

derivación sociocultural: una mayor y feroz competencia sociopolítica por el dominio de los

mercados y las sociedades sin recurrir, necesariamente, a la guerra, sobre todo a la atómica,

que sería el final de todo.

Han existido sociedades dominantes y surgido imperios basados en la potencia militar y

política. En el capitalismo digital (sin olvidar el nuevo complejo militar, derivado, a su vez, de

la supremacía tecnocientífica) priman el dominio económico y, por otra parte, el dominio

cultural, mediante la formación en gran escala de capital humano de altas cualidades

profesionales, ligada a la producción imparable de nuevos conocimientos (la innovación

incesante) que exigen ampliar las bases sociales, el número de seres humanos que deben

poseer cualidades de aprendizaje permanente y la obligación de ejercer alta competitividad

laboral en todos los ámbitos de las sociedades desarrolladas actuales.

El acceso a la educación, pública o privada, hasta el nivel superior, es necesario no sólo como

un postulado de justicia social. Tampoco, exclusivamente, como cumplimiento de un derecho

humano. Se trata, inclusive, de algo más que dar cumplimiento a una exigencia del principio

de legitimidad política de la nueva sociedad. Estamos frente a una acción política y social de

sobrevivencia nacional: la obligación de dotar a los seres humanos de las capacidades para el

aprendizaje continuo e imparable si queremos competir favorablemente contra otras

naciones y evitar la profundización de las desigualdades tecnocientíficas.

Para las sociedades en el capitalismo digital la división entre educación pública y educación

privada deja de tener relevancia. El Estado debe asumir que, en cambio, sí resulta

determinante para las sociedades la fortaleza de todas sus universidades y para éstas la

calidad de su personal, de sus procedimientos y de su organización para producir el bien

público, que es la capacidad de sus egresados de “aprender a aprender aprendiendo”. La

verdadera importancia para el desarrollo en el capitalismo digital radica en construir la

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“capacidad de aprendizaje de una sociedad”. El aprendizaje y la educación, como la creación y

distribución de conocimientos, son siempre actividades sociales y socializadas por diferentes

y variados caminos, cuya competitividad es puesta al descubierto mediante su valor de uso,

en los mercados laborales, en los sectores productivos y en la consecución del bienestar de

una sociedad. Y frente a esta exigencia, está el compromiso universitario de generar otra

concepción del mundo, de ayudar a crear otra calidad de vida que contenga las barbaries de

la misma civilización ciega por los avances científicos, tecnológicos. Esta exigencia, con su

fuerza contradictoria, constituye el desafío de nuestro tiempo.

2.- Unión de capitales: la infraestructura y superestructura de la sociedad del

conocimiento/aprendizaje

Frente a sus nuevos desafíos, muchas universidades en México han optado por hacer énfasis

en reformas que entronizan los modelos educativos basados en competencias profesionales

(necesidad en desuso porque las empresas ya no utilizan los profesiogramas de la era

industrial), en la introducción y manejo de las TIC, en promover nuevas técnicas pedagógicas

y didácticas. Han caído en la fetichización de estas herramientas consideradas los medios de

salvación de la educación superior.

Esta fetichización obnubila la esencia de las finalidades universitarias. Hace olvidar la esencia

de la educación/aprendizaje, que se trata de una emergencia surgida de relaciones entre seres

humanos. Se impone, entonces, un regreso a sus fundamentos: 1) colocar como centro de la

educación a los seres humanos: maestros y alumnos, aprendices e investigadores. 2)

Repensar las riquezas universitarias: el capital humano, el capital organizacional, el capital

cultural.

Porque una cosa es que existan naciones en donde el capitalismo digital sea una tendencia

real y una fuerza dominante. Y también que existan sociedades legitimadas en su accionar

por el conocimiento, el aprendizaje, la producción de saberes y conocimientos. Pero esto no

significa que en América Latina sean dominantes esas sociedades. Por lo menos no es el caso

de México.

Capital humano

El capitalismo digital exige para su expansión de seres humanos con características propias o

adecuadas a sus fines. Deben ajustarse a sus exigencias para cumplirlas y también para

transformarlas. El capitalismo digital exige de sus hombres y mujeres el máximo

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desenvolvimiento de sus dones naturales. Requiere de la maximización del conjunto de

cualidades o virtudes que posee cada ser humano. O, más específicamente, de la optimización

de sus talentos: inteligencia, virtuosas habilidades del pensamiento y destrezas para las

actividades manuales, actitudes positivas y propositivas; por supuesto, capacidades

específicas para el desempeño de una ocupación laboral libremente escogida. Y también de lo

mejor de su talante: del modo superior de ejecutar una tarea; de su total semblante o

disposición personal para conseguir metas individuales y para trabajar en grupo en pos de

metas colectivas. Deben poseer o formarse una voluntad, deseo y gusto por el aprendizaje

permanente, por lograr objetivos, por mejorar procesos, por crear algo nuevo y útil. En suma:

capacidad de adaptación a las nuevas condiciones de supervivencia. Pero una cosa es

conocer de estas exigencias y desear todos estos propósitos. Y otra, muy diferente,

conseguirlos, cumplirlos.

En su aparición y evolución, explica Edgar Morin, de quien gloso los conceptos y

explicaciones:

desde los homínidos hasta el ser humano, resaltan las interacciones entre sus

necesidades y su locomoción. Cualidades emergentes que en conjunto permiten

el desarrollo evolutivo tanto del aparato neurocerebral como de las habilidades

corporales… Constituido como aparato de mando, el cerebro es el centro de su

individualidad y subjetividad. Es un cerebro capaz de convertir sus

interioridades para el desarrollo de conocimientos, inteligencia, estrategias y

“realizaciones comportamentales”(Morin, 1983).

El cerebro humano es el órgano más sorprendente que existe en la faz de la tierra. “Es el

centro de la subjetividad, de la individualidad: orgánica y psicológicamente no existen dos

cerebros con idéntica organización y capacidades para desarrollar la interioridad y la

exterioridad de cada persona”. El cerebro humano, “maravilla sin igual en el mundo, está

situado en la cabeza, centro de mando y de control. Capitalis está en la raíz de cabeza y

capital. De poder y de centro”. Precisa E. Morin:

La cabeza encierra el capital de la memoria, del conocimiento, de la decisión, de

la estrategia de los que dispone el individuo-sujeto. Es el puesto y la fuente del

poder, de las decisiones y de las instrucciones. Este es el sentido en que cabeza,

Kopf, es también das Kapital” (Morin, 1970).

Somos nuestro cerebro…(que) es el lugar de la memoria, las costumbres, los

formateados neuronales durante la tierna infancia y la educación; contiene los

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hábitos, los recuerdos…; almacena todo, lo que evita que tengamos que

aprender de nuevo, cada vez, la más nimia, trivial y elemental operación. En él

se repliegan las huellas del tiempo individual y colectivo. Envuelve la lengua y la

cultura…El lugar de la identidad, el tópico fundamental del ser, es por lo tanto

él. Lo demás le sigue. Afirma, por su parte, Michel Onfray (2006).

El mejor capital (lo que más vale) son los seres humanos. La educación superior descansa en

una relación entre seres humanos para desarrollar cerebros, subjetividades y destrezas

comportamentales: relaciones entre mentes y cerebros. Si el capital en general puede ser

definido como relación social, Karl Marx dixit, como resultado de las interacciones entre

personas, entonces no existe dificultad para definir a los seres humanos como capital

humano: desde nuestra concepción, hasta nuestro desenvolvimiento y muerte somos fruto de

relaciones entre seres humanos, los cuales crean y dependen de ciertas condiciones de

organización. Se puede definir, en consecuencia, a los seres humanos, como la riqueza central

de las universidades públicas y privadas, y no sus instalaciones y sus modelos educativos El

capital social.

Este concepto agrupa, en los estudios sobre desarrollo humano, características individuales

de los individuos, como edad, sexo, escolaridad, salud. A éstas les agregan algunas otras que

determinan sus condiciones de bienestar social: las coberturas de bienes y servicios

gubernamentales y determinan diferentes tipos de pobreza. Los índices del desarrollo social

creados varían de acuerdo al interés de la institución o de los estudiosos. No define un objeto

específico.

¿Qué entendemos en este trabajo por capital social?

La organización está en la base del mundo físico, porque une, de acuerdo con E. Morin, las

relaciones contradictorias entre orden/desorden/organización de la materia. (Morin, 1970).

La organización es la base de la vida, de los seres vivientes. También constituye la base de la

aparición y consolidación de la reunión de seres humanos: “Sus interacciones asociadoras,

informacionales y comunicacionales originan, desde el anonimato, la sociedad”. Una

sociedad formada, a su vez, por grupos: “la socio-organización policéntrica, acéntrica,

concéntrica constituida por sujetos egocéntricos, plenamente individualizados, que

constituyen un nuevo sujeto-colectivo que les proporciona identidad grupal, seres humanos

que fraternizan para defenderse de amenazas externas, de la competencia, que finalmente

construyen la sociedad egocéntrica” explicita el mismo autor.

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La organización constituye el verdadero capital social de los seres humanos: integra la

organización de los ecosistemas en los que vive; su organización individual biológica y sus

organizaciones sociales. De la calidad de estas últimas depende el uso de sus ecosistemas, sus

capacidades de adaptación, defensa y supervivencia así como la expansión de sus capacidades

individuales de logro y poder. El éxito de sus organizaciones depende de la calidad de sus

miembros, y de la calidad de ellos, la misma organización.

Nuevamente estamos frente a una riqueza humana, la organización, dependiente de las

relaciones sociales. Capaz de potenciar las cualidades individuales y grupales y de reprimir

sus potencialidades. Esta es una de sus características: por eso la autonomía individual y

organizacional siempre es dependiente de las condiciones que la hacen posible. Las

organizaciones son el medio de que se sirven los seres humanos para lograr objetivos que

individualmente serían incapaces de conseguir. Definidas como capital social, son

organización pura. En este capital es posible inscribir lo que Raúl Domingo Motta denomina

“Máquina de pensar”, nuevo concepto que hace referencia a un tipo de “inteligencias

colectivas organizadas” (2012).

Capital cultural

Esta riqueza constituye, de acuerdo a Edgar Morin, propiamente un verdadero genoma

social. Es una especie de “segunda naturaleza” específicamente humana, es su “patrimonio

genérico propio, precisamente porque no se confunde con el genos biológico” y que agrega

“complejidad a la organización y a la individualidad humanas”. De manera que escribe

Octavio Paz “Todas las prácticas, sin excluir a las más simples, para repetirse y así

socializarse exige una codificación. No hay aprendizaje – es decir: cultura, sociedad – sin un

conjunto de reglas y preceptos” (Paz, 1993). El poeta mexicano reúne en este párrafo la unión

de los tres capitales: humano, organizacional y cultural.

Saber hacer y hacer saber los conocimientos construidos y retransmitidos

generacionalmente, forman un “patrimonio informacional que expresa la relación con el

entorno y las normas para sobrevivir, defenderse, procrearse de los seres humanos.

Información y comunicación primero entre la mente/cerebro/mente. Espíritu y cerebro

unidos que, a través del lenguaje, forman un patrimonio comunicacional”. (Morin, 1991)

“Desde el conocimiento ordinario, mezcla de acciones, tradiciones, reglas y preceptos aptos

para satisfacer necesidades, defenderse y sobrevivir, reproducirse y amarse surgirá el

conocimiento filosófico, científico, poético que darán paso más tarde a los conocimientos

especializados”, explica el pensador francés. Las universidades son producto de, y producen,

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en parte, el capital cultural de una sociedad. La educación universitaria, como parte de la

cultura, forma parte del genos social, del patrimonio informacional de cada sociedad. La

calidad de este capital es co-dependiente de la calidad de su capital humano y de su capital

organizacional. La “nueva universidad” requiere unir estos capitales como nueva “máquina

de pensar”.

3.- Unión de nuevas funciones: la infraestructura y superestructura de las universidades.

Las universidades contemporáneas enfrentan desafíos indisociables que al mismo tiempo son

contradictorios y complementarios. ¿Cómo cumplir con todas las expectativas y exigencias,

en un contexto de recursos limitados? ¿Cómo reintroducir el ser humano como nuevo sujeto

de las actividades universitarias? ¿Se debe esperar simplemente a que surjan las “condiciones

de posibilidad” a que “actúe el azar” para reformar las maneras de educar y de producir

nuevos conocimientos? ¿O es posible tomar iniciativas para crear las condiciones apropiadas

y optimizar las nuevas funciones? ¿De qué “fuerzas productivas” nos podemos valer se para

avanzar en esta tarea?

La primera cuestión es advertir los juegos que desencadena la relación dialógica entre los

elementos constitutivos de la “nueva universidad”. Elementos que actúan al interior de las

organizaciones e instituciones universitarias como verdaderas fuerzas de cambio. No importa

la escala en la que sean introducidas estas fuerzas productivas: siempre tendrán

consecuencias de desorden/organización/orden.

1.- Self Governing Proffessional Organisation: reconstrucción de la autonomía universitaria.

2.- General Problems Setting and Solving Organisation: su constitución como sistema

sostenible que plantea y resuelve problemas, y

3.- Knowledege Management System: su manejo consciente de que la unión de la formación

académica y la creación de conocimientos es la auténtica función intelectual, propiamente

universitaria, que profesionalmente debe ser objeto de conducción, planeación y realización

especializada.

La autonomía está menos en las leyes y en la disponibilidad de recursos que en el

pensamiento y la acción de quienes realizan la construcción y conducción de los procesos

mentales que dan vida y razón de ser a la universidad. Después está la cuestión de la

autonomía presupuestal y política de la organización (universidad “privada”) o de la

institución (universidad “pública”). En este último caso sí pesan más las circunstancias del

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entorno: la autonomía, como la libertad, siempre son dependientes de las condiciones que las

hacen posible.

La concepción de la universidad como una máquina que domina el arte de preguntar: es

decir, que plantea y resuelve problemas de manera competitiva y sostenible, tanto en la

academia como en la investigación, requiere de la redefinición y sistematización de sus fines,

propósitos, objetivos y metas. Y esta tarea está en dependencia y contradicción con el

gobierno autónomo y la personalidad de los integrantes de la organización universitaria, que

en muchos casos está basada sobre la máxima de gobierno: ejercer el control sobre los

actores en lugar de dirigir la libertad creativa de los mismos.

Complemente esta relación dialógica la concepción y el ejercicio de una especialización: el

manejo adecuado de las tareas académicas y de investigación como procesos intelectuales

evolutivos, que exigen condiciones particulares para su progreso, mediante labores

especializadas. Estas “renovadas fuerzas” de las funciones universitarias están

indisolublemente unidas. Hacer conciencia y poner en evidencia sus fuerzas contradictorias y

la mutua dependencia entre ellas es fundamental para que la universidad de la era digital

florezca.

La segunda cuestión a resaltar es que las universidades están en posibilidades de cumplir

tareas altamente disímbolas, pero no ajenas entre sí. Las funciones básicas serían:

1.- Transformar estudiantes en profesionales, mediante una labor colectiva de profesores, de

acuerdo a las exigencias de los mercados laborales de cada carrera.

2.- Producir conocimientos, habilidades o destrezas, según el caso, para la transformación de

estudiantes en profesionales, factores estrechamente ligados a cada disciplina académica,

para mejorar los performance de maestros y estudiantes, de cada materia impartida,

evaluando su pertinencia, al menos cada cinco años.

3.- Intentar, con este esfuerzo, liderar la formación de capital humano para que sus

egresados cuenten con conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan acceder y

desempeñarse con éxito en sus trabajos; y así mismo, transformar y mejorar su entorno.

4.- Producir conocimientos, plantear preguntas inéditas, esfuerzos especiales dedicados a la

invención o a la ampliación de los límites del conocimiento en las áreas trabajadas,

explorando nuevas formas de pensar e investigar un problema, gestando respuestas

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pertinentes. Divulgar e incorporar, en diferentes ámbitos, estos conocimientos, como fuerza

productiva, como base de nuevas investigaciones y como elementos de formación académica.

5.- Promover asimismo la formación de profesores e investigadores universitarios más

competitivos, basados en las tareas anteriores.

Estas tareas a realizar pueden resultar obvias o inclusive tradicionales. Esto no significa que

todas las universidades públicas cuenten con las mejores metodologías de trabajo intelectual

para llevarlas a cabo. Si cuentan con el capital humano adecuado es una ganancia. Pero

¿cuentan con el capital organizacional que les permita articular esfuerzos, crear condiciones

para la inventiva, la creatividad, la innovación junto a los procedimientos básicos para lograr

una transformación adecuada de estudiantes en profesionales?

Existe una extensa literatura sobre sobre la gestión universitaria e inclusive textos que hablan

específicamente de Knowledege Management, aunque centrados en la administración y

operación reglamentaria de las universidades. También se han escrito muchos textos para

descalificar su pertinencia en los ámbitos universitarios. Resulta más que anecdótico en

México descalificar todos los intentos de mejorar el performance universitario, calificándolos

de neoliberales, empresariales, productivistas: enajenantes. Para una gran mayoría de

profesores lo importante es discutir reformas (pero no del conocimiento), alegar a favor de

modelos educativos (casi siempre extranjeros), alentar el uso de las TIC (siempre

importadas), o reforzar la formación técnica junto con otras habilidades. Pero nadie parece

querer hacerse cargo de responsabilizar a los “actores”, de pensar en su “organización” y

fomentar su “capacidad de logro”. De ahí que esos discursos pretendan esconder los

elementos claves para la educación. Tal vez por considerarlos pervertidores de la función

educativa. O por ignorancia. Pero buscan expulsar lo que debiera estar en el centro de las

discusiones. Me refiero a la cuestión del poder y de la política.

¿Quiénes y con qué método serán formados los responsables de introducir nuevas prácticas

para mejorar los perfiles de maestros y alumnos? ¿Quién y cómo llevará a cabo la “unión de

conocimientos” y forjará un nuevo mundo educativo? ¿Habrá que esperar un golpe de suerte,

una inspiración divina o un redentor para lograr estas tareas? ¿Acaso no es posible pensar en

el diseño de un esfuerzo tal vez modesto, aunque propio, local pero efectivo para comandar el

cambio? Colocar como el centro de las meditaciones de la verdadera gerencia universitaria, a

los seres humanos y sus capacidades intelectuales, exige realzar su significado para la

sociedad y la cultura. Aún más para las cuestiones de educación superior.

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Cx - 57

El capital humano es la más importante riqueza con que cuenta cualquier universidad. Es su

principio y su fin. El cerebro es el centro que desarrolla sus competencias en exterioridades y

viceversa. Si el conocimiento es organizacionalmente complejo; si precisamente, a la

complejidad de su ser, el humano debe sus maravillas y desordenes, entonces es válido

reconocer que su progreso, tanto como la calidad de la organización que les permite ampliar

sus capacidades individuales en las universidades son fenómenos complejos, y por lo tanto

exigen de una conducción que se haga cargo de esa complejidad. El Knowledege

Management será útil a las universidades si éstas aceptan, como su principio y fin, la

inexistencia de un camino prediseñado para obtener sus propósitos fundamentales: abordar

la complejidad en la producción y reproducción de seres humanos, y de sus conocimientos,

habilidades, destrezas, actitudes y valores.

4.- Una arma política para la conducción compleja de los procesos fundamentales de las

universidades.

4.1 Aproximaciones y reintegros

Peter Drucker tiene entre otras sentencias atinadas, la que afirma que no existen países

desarrollados o subdesarrollados, sino países bien organizados y mal organizados. Por su

parte John Kenneth Galbrait comprueba que el poder moderno, el más poderoso, el de

mayores alcances radica en las organizaciones:

Se percibe su influencia en la economía, en la política y en centenar de formas

de esfuerzo ciudadano y (…) de interés especial por obtener la sumisión de

otros…La corporación de dirección controlada, el sindicato, el moderno Estado

burocrático… asociaciones comerciales y grupos de presión…todos ellos son

manifestaciones de la edad de la organización” (1969: 182).

Atendiendo estas propuestas es posible parodiar la definición de Lenin sobre la economía, y

aplicarla a la tarea central de las buenas universidades. El Knowledege Management (KM) es

política concentrada. ¿Por qué? Porque es la mejor manera de lograr objetivos comunes

mediante el esfuerzo de otros y de todos. Esta concepción del manejo creativo de las

capacidades intelectuales y emocionales, en entornos de altas capacidades de formación

profesional, resulta una reformulación de la más elemental definición de poder: la capacidad

de influir sobre la conducta de otras personas, de modificar sus conductas con un fin acorde a

quien domina, conduce, encamina.

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El KM no esconde la cuestión del poder, y la importancia de la política, en la conducción de

procesos intelectuales de creación de conocimientos. No borra su finalidad entre los

artificiales disfraces de los modelos educativos, las pedagogías, las didácticas, las psicologías

educativas. Lo asume enteramente y acepta que la información y el conocimiento es

verdadero poder. Acepta que su finalidad es una búsqueda del crecimiento de este tipo de

poder e influencia. Que su método apunta al corazón mismo de las cuestiones del poder más

importante en el capitalismo digital con su sociedad del conocimiento y aprendizaje: de la

expansión de las cualidades y talentos de los seres humanos y las realizaciones personales de

los seres humanos, de las relaciones de dominación/liberación económicas y productivas; de

las mejoras sociales de bienestar en la diaria convivencia; de las reformulaciones del capital

organizacional en diferentes escalas, de las redefiniciones de jerarquía y de las producciones

de nuevas exclusiones que acentúan desigualdades entre los seres humanos.

El Knowledege Management constituye un arma política. Es una fuerza que ayuda a

combatir la persistencia perezas e inmovilidad de saberes en las universidades públicas

burocratizadas, autoritarias y verticales en su organización y rígidas en su actuar. Es una

fuerza destructiva del conformismo, de la mediocridad, del estancamiento. También se opone

al trabajo de las universidades de carácter exclusivamente mercantil que hacen de la

educación un simple negocio, sin trascendencia humana de su enseñanza. El KM reconoce

que el conocimiento está en la base del poder, de la conformación de las jerarquías, de las

relaciones de dominio/liberación, de la producción de las libertades en la sociedad

organizada en red y con el Estado red. El KM es una disposición de ánimo. Es la voluntad de

ejercer el diseño y dominio de una estrategia política para producir cambios. Es una ambición

política para lograr objetivos con el menor tiempo posible y el máximo de beneficios en la

producción de conocimientos. Es un compromiso ético para liderar grupos de trabajadores

del conocimiento destinados a promover, inducir, alentar, construir y dirigir procesos

innovadores de conocimiento y de aprendizaje en condiciones inciertas, de renovación y de

búsqueda de cambios.

El KM une elementos constituyentes de la sociedad de la producción de conocimientos como

un fin en sí, de la sociedad del aprendizaje continuo y permanente como forma de vida. Es la

base para impulsar la nueva subjetividad. Dice Roger Bartra:

Podemos entender la conciencia como una serie de actos humanos individuales

en el contexto de un foro social y que implica una relación de conocimiento y

apropiación de hechos e ideas de las cuales el yo es responsable…: conciencia

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Cx - 59

quiere decir conocer con otros. Se trata de un conocimiento compartido

socialmente (2008: 23).

Es un medio para unir la nueva subjetividad con la nueva organización. Dice Raúl Domingo

Motta: “Máquina de pensar, nuevo concepto que hace referencia a tipo de inteligencias

colectivas organizadas” (2009: BB). El KM significa la necesaria e insustituible unión del

capital humano con el capital organizacional, en medio un capital cultural originante, que es

la sociedad emergente del capitalismo digital. El KM es un arma estratégica para seres

humanos en instituciones con ambiciones de trascendencia y con prisa por obtener

resultados más rápidamente y optimizando sus recursos. El KM es un ambiente específico e

indispensable para constituir a la universidad, o por lo menos grupos dentro de las

universidades, como centros autónomos de innovación permanente, de creatividad incesante,

de generación y regeneración de la cultura del cambio continuo. Es una fuerza productiva

básica de conocimientos para la constitución de una “sociedad que aprende aprendiendo”.

El KM es capital humano, fuerza social que produce capital humano, mediante un capital

organizacional especializado y con un capital cultural que lo retroalimenta y que pretende

mejorar. No es gestión legaloide ni sirve para administrar la molicie actual y burocrática que

caracteriza a la mayoría de nuestras universidades mexicanas. El KM es una fuerza

revolucionaria y debe estar presente cuando la inconformidad es una actitud ante la vida y se

pretende allanar las dificultades de ella emanadas y se requiere y se exige optimizar los

tiempos y los resultados de los procesos de formación académica y de producción de

conocimientos.

El KM es el impulso de la libertad creadora para la exploración de nuevos caminos, la

invención y la creación académica con una visión humanista del poder que ofrece la

información, la formación y el conocimiento. KM es el conjunto de planeaciones y decisiones

para resolver problemas complejos, para plantear y explicar de manera satisfactoria nuevas

preguntas, problemas reales y teóricos novedosos. Recoge, trata y ordena acciones de

influencia en pos de un aprendizaje grupal, de consecución de fines comunes, en un ambiente

de incertidumbre, inestabilidad, inseguridad. Es la aplicación de conocimientos para

producir conocimientos y difundirlos en los ámbitos adecuados.

KM significa ordenar y organizar actividades relacionadas con procesos cognitivos, manejar

bases de datos, evaluar flujos de conocimientos, habilidades, destrezas, saberes y actitudes en

pos de unir, ligar conocimientos en programas de investigación específicos, en contexto de

resistencias a la innovación y a la creatividad que conllevan una transformación social,

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Cx - 60

cultural y política por lo cual se demanda un cambio de mentalidades. Sin el Knowledege

Management resulta imposible gerenciar las propuestas de Edgar Morin sobre el manejo de

los procesos de conocimiento; porque el KM es la dirección especializada para ayudar a

generar una nueva subjetividad y una nueva organización

que integra en su práctica los saberes de antropología del conocimiento

(condiciones psicocerebrales de formación); saberes de ecología del

conocimiento (el punto de vista de sus condiciones sociales, culturales,

históricas de su formación); saberes del examen noológico del conocimiento

(desde el punto de vista de la existencia y organización del mundo de las

creencias y las ideas. Considerando, por lo tanto, la existencia del conocimiento

ordinario que es alimentado por la cultura de masas).

Es la fuerza productiva que permite el examen permanente de las “relaciones cultura-

conocimiento como nudo gordiano de las posibilidades de libertades y sometimientos y el

examen permanente de las relaciones mente-cerebro”. El KM permite “hacer explícita la

arquitectura de emergencias hacia las cualidades emergentes superiores (creatividad,

innovación, solidaridad, inclusión)” desde la base (trabajadores del conocimiento agrupados

en academias por materia impartida) hasta el vértice o élite dirigente, por materia impartida,

en cada carrera universitaria y por instituto, escuela, facultad, etc., considerando : 1.- las

posibilidades de la propia institución; 2.- las necesidades más apremiantes del entorno, que

pasan desapercibidas para las demás instituciones y para competir en la vanguardia de

conocimientos y abrir nuevos nichos en los mercados de trabajo.

Para transformar las mentalidades y lograr un cambio, el KM liga inconformidades de base,

visión política de poder y autoridad con el deseo de conducir a grupos especiales de

investigadores y maestros a conseguir logros desde una posición de insatisfacción, deseos de

transgresión, de rompimiento de estructuras caducas cuyas acciones provocan

disconformidad, desacuerdos, antagonismos. El KM es menos un conjunto de herramientas

que una actitud y una decisión de asumir riesgos por gerenciar procesos de innovación, de

rupturas, de desgarramientos provocados por las exigencias de las realidades sociales o por

las inquietudes y búsquedas de individuos insatisfechos con los conocimientos disponibles,

con las definiciones aceptadas, con el estancamiento del conocimiento, con procesos de

enseñanza/aprendizaje que sólo producen desempleados y estudiantes frustrados.

El KM es útil cuando se busca crear una organización (grupo, instituto, facultad, universidad)

sustentada en el concepto de General Problems Setting and Solving; es de utilidad en una

universidad, o por lo menos en facultades o institutos guiados auténticamente por la idea de

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Self Governing Proffesional Organization. La nueva educación que demanda el capitalismo

digital, así como, de manera contradictoria, la nueva formación académica que debemos

anteponer a estas exigencias, superándolas, cuando se tornan ciegas y excesivas, la nueva

investigación que impone esta era del capitalismo digital que es la ligazón de conocimientos y

que rebasa interdisciplinaridad y transdisciplinaridad, exige una redefinición en la gestión de

los procesos educativos y de generación y aplicación de conocimientos y no exclusivamente

de la gestión administrativa de las instituciones.

El KM es así mismo la aceptación institucional de que es necesario conocer y alentar, como

fuerza productiva, la existencia de un

genos mítico en individuos/sujetos (maestros y estudiantes, principal aunque no

exclusivamente) que arraigan en su identidad subjetiva, su identidad

universitaria y se convierte en fuerza estimulante del deseo de superación.

Reconoce en cada universidad una Alma Mater como identidad subjetiva

profunda, tan fuerte como la realidad. Permite manejar la universidad

recordando que esta es un alma y un principio espiritual, un Imago que reúne

autoridad y espiritualidad que siente ofensas y que busca el honor y desea el

poder y la gloria en sus actividades” como afirma Edgar Morin a propósito de su

idea de Nación, de Patria...

Para el KM no existen caminos pre-establecidos o metodologías. Esta concepción sería

contradictoria cuando una organización lo que pretende es alentar la innovación permanente,

la creatividad incesante, la transgresión como centro del anhelo de saber. Por supuesto que

ayuda conocer una visión compleja de lo que significa la gerencia de procesos intelectuales.

Una base se encuentra en la obra de Alec McKenzie. Este autor propone una visión

tridimensional que sustente la construcción de una organización, del griego organon, que en

este caso es un instrumento para integrar un grupo de seres humanos en pos de procesar

tareas intelectuales. Organización óptima de las relaciones dialógicas entre personas, sus

ideas, más sus propósitos comunes y los diversos medios o instrumentos que deben ser

asociados adecuadamente, manejando sus contradicciones como fuente de estímulos para la

consecución de los objetivos comunes.

Es a partir de la idea de una gerencia complejizada, que es posible adicionar a la organización

la capacidad para manejar el paradigma complejo del RE:

Todo lo que es nuevo debe recomenzarse, reconstruirse, regenerarse sin cesar, y

no puede hacerlo más que inscribiéndose en lo antiguo sin ser reabsorbido no

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obstante por la repetición de lo antiguo…Lo que significa que el RE no sólo debe

ser concebido en términos de repetición y de copia, sino en términos de

complejidad reorganizadora, regeneradora, reproductora (Morin 2009: 400-

401).

Por lo tanto el Knowledege Management, como proceso que guía procedimientos de creación

de conocimientos, es útil para realizar, de manera consciente, la construcción de

“politalentos y polifunciones de especialización, desespecialización, no especialización,

poliespecialización, antiespecialización que alientan las cualidades de la individualidad

humana” (Ibíd.); capacidades y talentos para la solidaridad comunitaria, el trabajo en equipo

y en organizaciones que hacen posible el logro personal y el fortalecimiento de libertades y

equidades amenazadas por el Estado y por el mercado

Para que el KM rinda mejores resultados es indispensable contar con un capital humano

acorde a las necesidades y requisitos de florecimiento y expansión de los procesos

intelectuales en las universidades. Esto implica una nueva concepción del reclutamiento,

selección y contratación de los trabajadores del conocimiento. Para el caso de México

significa el fin de la herencia de plazas en las escuelas normales públicas o en universidades

públicas especializadas en la formación de maestros; el fin del sistema de reclutamiento con

base en los “retratos hablados” y las “convocatorias abiertas” para reclutar amigos, también

en las universidades públicas. Estamos frente a la exigencia de profesionalizar las funciones

de incorporación y formación de los maestros universitarios que requerirán no sólo de

credenciales profesionales (experiencia laboral) y académicas (estudios de posgrado).

4.2.- Condiciones sine qua non para su aplicación y florecimiento.

Si el KM es antes que nada una actitud y un deseo, debe significar, por lo tanto, una voluntad

de acción creativa ordenada. El inicio de su puesta en práctica no puede esperar a que se

cuente con nuevos maestros y nuevos alumnos. Menos aún a que “existan las condiciones

sociales o política o culturales” para iniciar la construcción de una sociedad que debe

reproducirse mediante la acción social de que “aprende aprendiendo”. Por lo tanto, quien

dirige un proceso de esfuerzo individual y colectivo de cambio, para al proceso de

enseñanza/aprendizaje y para la generación de nuevos conocimiento, necesita auto

someterse a ciertas condiciones insustituibles y condicionantes de búsqueda. Raúl Domingo

Motta propone algunas que yo considero pertinentes, y agrego otras, para iniciar nuevos

caminos de creatividad e innovación.

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1.- Situarse en la inactualidad, es decir, “salirse de las inercias del entendimiento

comprometido con el pasado y los hábitos del presente y abrir el camino de la capacidad para

iniciarse en los caminos de la creatividad y la invención de cualquier propuesta de

articulación”.

2.- Asumir plenamente una actitud indisciplinar: consistente en hacer frente a las tres

rupturas con el modo ordinario de relacionarse con el mundo, actitud que facilita el

encuentro con lo originante y con la factura de toda conjetura, la poíesis:

La ruptura con la escala convencional de lo real

La ruptura con el lenguaje estereotipado

La ruptura con el modo esclerosado de vivir

3.- Asumir voluntades que tengan expresiones concretas en las acciones:

Voluntad de conjeturar, de innovar con plena conciencia de participar en procesos de

creación histórica y social.

Voluntad de encontrarse y disfrutar el vértigo de la maravilla de lo nuevo

Voluntad de luchar contra la voluntad del orden anquilosado en coerciones administrativas y

leguleyas.

4.- Explicitar que la finalidad de esta magna tarea no tiende a la tabula rasa, sino a la

creación consciente de producir metamorfosis. Es decir: “correlativamente conservar la idea

de revolución y revolucionar la idea de conservación…metamorfosis que contiene la idea de

conservación y también su transformación en otra cosa” (Morin, 1997: 32/33).

5.- Buscar conscientemente la construcción de otro sujeto, poseedor de una nueva

subjetividad. Para la “sociedad que aprende” se necesita de otra subjetividad, de una nueva

capacidad de comprender un sentido, de realizar acciones y transformaciones con ello y por

sobre todas las cosas, de dar y crear sentido para una vida humana individual y colectiva.

...Es también una creación social y colectiva (esto implica que no se le encuentra en una

sociedad, sino que la crea siempre y cuando existan condiciones para ello, poseedora de una

capacidad o competencia fundamental que es el trabajo lúcido sobre sí misma con su

fortaleza social y afectiva para ello” afirma Raúl Domingo Motta: el sujeto “como proyecto y

esfuerzo creativo de un ser humano y su colectividad”.

6.- Realizar el esfuerzo para fomentar la capacidad de re contextualizar las habilidades y

competencias desde la base de los talentos de cada persona y de repensar la relación entre

éstas y los sujetos.

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4.3.- Cualidades de un “cognitariado exitoso”.

Desde estas condiciones mínimas para realizar el trabajo inmediato también se requiere

motivar entre profesores e investigadores cualidades que, en el caso de nuevas

contrataciones, deben ser puestas por delante. Esto así porque los maestros dejarán su

impronta en los estudiantes y éstos están exigidos y demandan de nuevas cualificaciones para

hacer frente a las demandas del capitalismo digital y a las exigencias de nuevas cualidades

que les permitan “cambiar la vida” o, al menos, “cambiar su vida”.

1.- Los trabajadores de la educación y del conocimiento.

Por parte de los profesores e investigadores, que transmitirán actitudes, cualidades y visiones

del mundo a los estudiantes es indispensable, además de haber puesto en práctica sus

conocimientos universitarios en distintos ámbitos profesionales (para evitar, por ejemplo,

que den clases en las universidades ingenieros que nunca han construido puentes, carreteras

o, cuando menos, casas; o que impartan cátedra doctores que nunca han trabajado en

hospitales y practicado cirugías) deberían cumplir satisfactoriamente el perfil siguiente:

1.- Poseer una elevada necesidad de logro, una inquebrantable capacidad por conseguir

resultados, derivadas del hábito de plantearse retos, desafíos y metas de manera

permanente.

2.- Poseer una alta capacidad de trabajar en equipo, unir fuerzas en pos de las metas

comunes y, al mismo tiempo, sostener una defensa férrea de su individualidad, de su

propia realización personal.

3.- Contar con una auténtica necesidad de poseer poder individual para destacar en sus

actividades académicas y de generación de conocimientos y liderar esfuerzos de grupos.

Estas necesidades estudiadas a profundidad por David McLeland (1998) son la base para

sostener la voluntad de construir, en la adversidad, las innovaciones, promover las ideas

creativas y maravillarse ante lo nuevo. Necesidades humanas acrecentadas que son la

infraestructura para sostener una educación con nuevas habilidades y conocimientos propios

del capitalismo digital.

2.- Los estudiantes o aprendices del saber continuo y en ascenso

¿Acceso libre y educación gratuita a todos los estudiantes que demandan educación

universitaria? De acuerdo. Pero con preferencia hacia aquellos que, además de cumplir

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Cx - 65

sobresalientemente los requisitos básicos académicos, posean las bases de ciertas actitudes y

comportamientos susceptibles de hacer florecer y crecer en ellos las características de una

vida intelectual/profesional de errancia intelectual, imparable, continúa, que les permitan ser

profesionistas exitosos.

Raúl Domingo Motta y Gabriela Azar (2012) precisan el perfil de estudiante que la UNESCO

propone en las sociedades del conocimiento, presumiblemente ya existentes en el seno de los

países de la OCDE, mediante el “acceso a la información para todos, la libertad de expresión y

la diversidad lingüística”. Para mí, en términos más amplios, sería generar “inteligencias

competitivas para que formen un capital intelectual nuevo”, apto para enfrentar

incertidumbres, inestabilidades e inclusive metamorfosis. Para estos autores, la OCDE ha

definido categorías de competencias que generan: “Transversalidad y generalidad en los

sujetos”. Con ellas se puede conformar un estudiante acorde a las nuevas exigencias pues:

Forman al ser humano como “sujeto estratega”. Forman un ser humano “capaz de pensar por

sí mismo, asumir las responsabilidades de su aprendizaje, saber usar sus conocimientos y

habilidades”. Forman un ser humano que piensa y gusta del “uso interactivo de

herramientas, interacción entre grupos heterogéneos, para actuar en forma autónoma”.

Creo que estos talentos son condiciones básicas que deben poseer los estudiantes que

ingresen a las universidades. Sin embargo, será necesario agregar otras cualidades que es

necesario detectar y/o hacer surgir con fuerza en los estudiantes de niveles superiores.

He aquí algunas cualidades o talentos que debieran poseer y/o ser desarrollados en los

estudiantes universitarios para ayudarlos a ser “sujetos con nueva subjetividad”:

-El deseo vehemente de aprender

Frente a estudiantes que prefieren estar en clase usando los gadgets de última moda, antes

que atender a un maestro; que demandan clases cortas para no aburrirse; que exigen uso de

imágenes para no distraerse demasiado; que no saben leer y escribir correctamente, los

países subdesarrollados deben exigir a sus estudiantes:

Poseer una aspiración profunda a vivir el placer de adquirir conocimientos.

Contar con disposición para buscar ejercer su curiosidad por vivir el anhelo para descubrir lo

nuevo. Tener y demostrar el ímpetu para obrar con fuerza y eficacia y entusiasmo en la

modificación de su persona, impulsados por el aprendizaje.

-La indispensable curiosidad intelectual

Contar con disposición de ocuparse en averiguar lo que no se conoce, por necesidad y con

impertinencia, en la procuración de descubrir y unir sus saberes y conocimientos.

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-La obligación de desterrar la apatía

Deponer de su espíritu el desinterés, el desapego del provecho intelectual que anula la

voluntad de descubrir por iniciativa propia el mundo.

-La aspiración a obtener la sobriedad (C. Castoriadis)

Ensayar la combinación de audacia y cordura, de rompimiento con los lugares comunes y

buen juicio ejercido a medida que avanza su formación.

-La pasión para conocer de las cosas comunes (C. Castoriadis)

Afición vehemente por mejorar, por cambiar lo caduco y romper el estado pasivo del sujeto.

Interés por los problemas colectivos y públicos así como en sus soluciones.

Ética. Un sistema de hábitos y creencias de la era digital. Para una moral común, laica, de una

sociedad heterogénea culturalmente, multi-ideológica políticamente, inestable y angustiante

propia de la transición entre una sociedad industrial y una sociedad de “expansión cognitiva”

como propone Norbert Bilbeny (1997):

Una ética del mínimo común moral, para una sociedad pluralista, basada en tres principios:

1.- Pensar por uno mismo

2.- Imaginarse en el lugar del otro a la hora de pensar

3.- Pensar de forma consecuente con uno mismo (Ibíd.)

La sociedad y la economía del conocimiento, así como la sociedad que aprende, tienen

expresiones limitadas en países subdesarrollados. En consecuencia, éstos están obligados a

fortalecerla, a hacerla aparecer como actor principalísimo en su desarrollo. Además deben

darse prisa, puesto que en este caso la velocidad de transformación del capitalismo digital es

muy superior al que mostró el capitalismo industrial. Sin una decisión política por aumentar

la velocidad de la construcción de una sociedad y una economía del conocimiento; y una

sociedad que aprende, las desigualdades entre nuestras naciones y las desarrolladas será, en

esta era, enorme e irreparable. Por otra parte, las propuestas realizadas por Edgar Morin, y

algunas otras por Raúl Domingo Motta, para transformar la educación no pueden esperar a

que surjan “las condiciones favorables” sino que demandan acciones políticas para crear los

sujetos del cambio. Por esta razón es indispensable construir ese sujeto. Y la ayuda que

brinda un KM complejo es sumamente valiosa.

En resumen: los ciudadanos de la era digital enfrentan diversos desafíos y requieren hacer

conciencia de las nuevas realidades:

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Deben asumir que la sociedad moderna es tan desarrollada como fuerte su capital humano y

competitivas son sus organizaciones o su capital social, convertidas en “máquinas que

piensan y aprenden” gracias al tipo de educación de los seres humanos que las integran, en

los ámbitos públicos (instituciones); en los privados (principal, aunque no exclusivamente,

empresas de producción, de servicios, de distribución); en los sociales (principal, aunque no

exclusivamente, organizaciones de servicios y ONG´s.). Deben asumir que, en buena

medida, el desarrollo de una sociedad es tan alto como lo es el performance de sus

principales universidades. Deben asumir plenamente que el centro de la sociedad moderna es

el progreso conjunto de su capital humano, con su capital social y su capital cultural.

Tienen que definir la performance universitaria como la capacidad permanente para producir

buenos resultados académicos, durante el mayor tiempo posible, en torno a la alta calidad de

la formación de seres humanos y a la pertinencia de los nuevos conocimientos producidos

por cada universidad. Deben hacer de la universidad un centro de promoción incesante de

cambios, y de identificación temprana de cambios producidos en otros ámbitos, para

liderarlos, en lugar de permanecer, como hasta ahora en México, como una institución

receptora de cambios, acosada por las exigencias de los mercados y de los gobiernos, sin

contar con respuestas claramente definidas para convertirse en instituciones líderes en las

innovaciones. Porque finalmente tenemos que asumir que aprender rebasa la función de

adquirir saber/hacer, y aceptar, que es también saber/hacer la adquisición de saber. El poder

político del KM ayudará a promover e instalar en el seno del sistema educativo, incluido el

universitario, “las grandes finalidades educativas, es decir, la inscripción de todas las

disciplinas científicas y humanísticas en estas finalidades”, propuestas por Edgar Morin

(1999):

1.- Formar espíritus (mentes) capaces de organizar sus conocimientos, más que en almacenar

una improductiva cantidad de saberes.

2.- Enseñar la condición humana, una educación en donde converjan todas las disciplinas

para hacer tomar consciencia a cada mente juvenil de lo que significa ser humano.

3.- Aprender a vivir, es decir, preparar a los jóvenes espíritus para afrontar las

incertidumbres y los problemas de la existencia humana.

4.- Aprender la ciudadanía, una enseñanza que requiere reflexionar sobre lo que significa

una nación.

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El Desván de las Reseñas

Replantear la educación ¿hacia un bien común mundial?

UNESCO 2015.

Es un documento ambicioso con respuestas que técnicamente no están a la altura de

los desafíos que acertadamente plantea.

Su punto de partida general es que los cambios del presente se caracterizan por

nuevos niveles de complejidad y contradicción que describe sin definir qué entiende

por complejidad y sus niveles.

Presenta cuatro desafíos: promover y educar para el desarrollo sostenible, la urgente

necesidad de reafirmar una visión humanista de la educación, el desafío de la

formulación de políticas a nivel local y mundial en un mundo complejo y la necesidad

de recontextualizar la valoración de la educación y el conocimiento como bienes

mundiales comunes.

Con respecto al primer punto plantea que es necesario encontrar estrategias

educativas para encontrar respuestas al aumento de la vulnerabilidad, la desigualdad,

la exclusión y la violencia en el interior de las sociedades y entre éstas. Los modelos

insostenibles de producción económica y consumo contribuyen al calentamiento

planetario, el deterioro del medio ambiente y el recrudecimiento de las catástrofes

naturales. Pone el acento en la violencia contra las mujeres y los niños, en particular

las niñas, cuestión que sigue socavando esos derechos. Señala que al mismo tiempo

que el desarrollo tecnológico contribuye a una mayor interconexión y abre nuevas

vías para el intercambio, la cooperación y la solidaridad, asistimos a un incremento

de la intolerancia cultural y religiosa, la movilización política y el conflicto motivados

por la identidad.

El segundo punto es el más sugestivo por su referencia a la necesidad de reafirmar

una visión humanista de la educación, en este caso su propuesta no deja de

sorprender por la desproporción entre sus sugerencias y diagnósticos y la pobreza de

su repuesta. Si bien no desconoce la situación y crisis de las corrientes humanistas en

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el siglo pasado y señala que ello debe ser analizado para lograr el objetivo, lo que

propone se aproxima más a una idea de humanitarismo tan criticado como el

humanismo en sus diversos “ismos” y que poco ayuda a elucidar la cuestión de la

educación sobre la complejidad humana y su destino. Tampoco hay referencia a la

situación de las humanidades y los renovados intentos de varios gobiernos para

eliminar a éstas y sus facultades del currículum educativo.

En cuanto al tercer punto, relacionado con el desafío de la formulación de políticas a

nivel local y mundial en un mundo complejo, si bien describe la situación social no

proporciona una visión compleja sobre el devenir actual de la sociedad global, a pesar

de la existencia de documentos pertenecientes a esa institución sobre pensamiento

complejo y educación y la existencia desde 1999, de una cátedra UNESCO dedicada a

esta cuestión. Para colmo, desde el punto de vista de la promoción de una educación

adecuada a la escala y complejidad de los problemas, menciona la necesidad de “una

visión humanista y holística de la educación...” (página 10) cuando todos sabemos

que el “holismo” nada tiene que ver con la complejidad y por el contrario es uno de

los puntos ciegos y reductores de la misma.

Por último, en relación con la necesidad de recontextualizar la valoración de la

educación y el conocimiento como bienes mundiales comunes, el documento plantea

el conflicto entre la visión mercantilista y competitiva de la educación y el

conocimiento y la necesidad de insistir en la idea de que la educación son bienes

mundiales comunes. Los autores del documento proponen que sean considerados

bienes comunes tanto el conocimiento como la educación. Ello supone que la

creación de conocimiento, así como su adquisición, validación y utilización, sean

comunes a todas las personas como parte de una empresa social colectiva. La noción

de bien común nos permite superar la influencia de la teoría socioeconómica

individualista inherente a la noción de ‘bien público’, pues se centra en un proceso

participativo a la hora de definir lo que es un bien común que tome en consideración

la diversidad de contextos, conceptos de bienestar y ecosistemas de conocimiento. El

conocimiento es un elemento intrínseco del patrimonio común de la humanidad.

Finalmente, presenta los siguientes interrogantes: ¿Cómo puede responder la

educación a los desafíos que representa lograr la sostenibilidad económica, social y

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ambiental? ¿Cómo se puede armonizar una multiplicidad de cosmovisiones por

medio de una visión humanista de la educación? ¿Cómo puede llevarse a la práctica

esa visión humanista mediante las políticas y prácticas de la educación? ¿Qué

consecuencias tiene la mundialización para las políticas nacionales y la adopción de

decisiones en la educación? ¿Cómo debería financiarse la educación? ¿Cuáles son las

consecuencias específicas para la formación, la capacitación, la evolución y el

mantenimiento de los docentes? ¿Qué consecuencias tiene para la educación la

distinción entre los conceptos de bien privado, bien público y bien común?, para los

cuales no ofrece respuestas.

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