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DEDICATORIA
Dedicamos el presente trabajo a nuestros
padres que nos vieron nacer y que su
enseñanza y sus buenas costumbres han
creado en nuestra sabiduría haciéndonos
que hoy tengamos el conocimiento de lo que
somos.
Al doctor presente por su labor de
enseñanza hacia nosotros, ya que este tipo
de trabajo no abre de conocimientos y
aprendizaje.
INTRODUCCION
El objetivo de este trabajo es resaltar la importancia de cada ideólogo los detalles
y buscar la razón la razón por la cual son los que son tales como el caso de Víctor
Andrés Belaunde quien es un Lider del Sociacristianismo que junto a los
intelectuales excepcionales como José de la Riva Agüero, los hermanos
Francisco y Ventura García Calderón y José Gálvez, tuvieron como guía al
uruguayo José Enrique Rodo con su obra Arriel y es de aquí que se forma un
grupo generacional arielista, después de la guerra del Pacifico frente a las
carencias que se enfrentaba la nación tuvieron que proponerse como misión
emprender estudios serios y profundamente analíticos sobre los problemas
nacionales. Desde esta introspección de nuestras graves “deficiencias”, se
trataron de ubicar como intelectuales que podían proponer a las clases que
dirigían el Estado un camino, una vía de solución a la crisis nacional. Esté se
diferenciaba del elitismo y del conservadurismo exacerbado de Riva Agüero; no
excluía a las clases populares de sus propuestas pero sostenía la necesidad de
consolidar un núcleo dirigencial.
En cuanto a Carlos Marx quien por su tendencia democrática revolucionaria del
periódico fue censuradon varias veces pese a esto en 1844 viaja a Francia viaje
donde conoce a los socialistas revolucionarios y se interioriza en los escritos de
Saint Simon conoce a Federico Engels y escriben una obra que eradirigida en
contra de los hermanos Bauer un año después frente a la publicación de otra obra
Marx fue expulsado de Francia mudándose a Bruselas donde dirigió “New
Rheinische Zeitung". Marx fue Testigo y víctima de la primera gran crisis del
capitalismo (década de 1830) y de las revoluciones de 1848, Marx se propuso
desarrollar una teoría económica capaz de aportar explicaciones a la crisis, pero a
la vez de interpelar al proletariado a participar en ella activamente para producir
un cambio revolucionario. Otros autores, entre los que destaca Louis Althusser,
argumentan que los escritos de Marx no forman un todo coherente, sino que el
propio autor, al desarrollar sus reflexiones críticas sobre la economía política
durante la década de 1850, se desembarazó de su propia conciencia filosófica
anterior y comenzó a trabajar científicamente.
Y para Tomas Moro es un abogado que desde muy joven estuvo ligado con la
religión queriendo quizás ser parte de ella pero en un momento de su vida en su
viaje a Cartujo al conocer a los monjes se dio cuenta que esa no era su vocación
razón por la cual opto por el matrimonio del cual tuvo 4 hijos pero sentía que su
vocación iba más allá por lo cual decidió participar en el gobierno y escribir libros,
Tomas Moro siempre fue en una excelente persona sin discriminación alguna
escribió varios libros que eran contraprotestantes excepto uno al cual llamo Utopia
creando aquí una nación ideal pero que no existe en 1529 fue nombrado cansiller
o ministro de relaciones publicas pero ese a esto Moro nunca olvido quien era fue
encerrado en la torre de Londres por oponerse a la terribilidades del rey pese a
que este en algún momento fue brazo derecho, ya en la cárcel la hija de Moro,
Margarita empezó a escribirles bellas cartas, es de aquí que ella también llego a
ser una gran escritora. Moro tuvo una segunda oportunidad pero esta era
condicionada la cual era que tenia que aceptar los herrores del rey pero Moro dijo:
"Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación
de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda
ofrecer. No acepto esos errores del rey". Se le dictó entonces sentencia de
muerte. El se despidió de su hijo y de su hija y volvió a ser encerrado en la Torre
de Londres. Pese a esto el siempre estaba de buen humor a la hora de su muerte
reso el Salmo 51: “misericordia señor por tu bondad”, declaró públicamente que
moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego
enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.
Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935. Un sabio decía:
"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir, bien merecía que lo canonizaran,
porque su vida fue un admirable ejemplo de lo que debe ser el comportamiento de
un servidor público:un buen cristiano y un excelente ciudadano".
IDEOLOGOS
CAPITULO I: CARLOS MARX
1. BIOGRAFÍA
Carlos Marx nació en Trier, Alemania, el 5 de mayo de 1818. Su padre fue un
abogado judío convertido en protestante. En 1835 comenzó sus estudios
universitarios en la Facultad de Derecho de Bonn, y en 1836 los continuó en
Berlín, donde se doctoro en 1841. Paralelamente estudio filosofía e historia y
tomo contacto con los helegianos de izquierda, dedicándose a fondo a la
comprensión del sistema filosófico de Hegel, que ejercía en él una gran
influencia. Desde 1841 hasta 1843 colaboro como periodista y jefe de
redacción del diario liberal Rhenische Zeitun. Pero por la tendencia
democrática revolucionaria del periódico fue censurado varias veces, hasta
suprimirlo. En esa época conoce a Feuberbach, helegiano de izquierda que
evolucionó hacia el materialismo, otra de sus importantes influencias. También
en esos años se familiariza con los escritos de Proudhon, Fourier y Leroux, a
quienes luego denominarían socialistas utópicos. En 1844 se traslada a París,
en Francia conoce a los socialistas revolucionarios, y se interioriza de los
escritos de Saint Simon, quien también ejerce una gran influencia en Marx. En
ese año, conoce a Federico Engels, con quien Marx compartió la elaboración
de su pensamiento y quien además de ser un importante colaborador, se
convierte en fundamental complemento hasta el punto de que muchos de los
elementos del sistema marxista se deben a su inspiración. En 1845, Marx
escribió con Engels "La Sagrada Familia", obra dirigida contra los hermanos
Bauer, helegianos de izquierda y en ese mismo año también redactan la
Ideología Alemana, obra que contiene los primeros esbozos del materialismo
histórico. En 1845 Marx es expulsado de París y se traslada a Bruselas. En
1847 escribe "Miseria de la Filosofía". También en ese año funda la liga de los
Comunistas de Londres y escribe a petición de ella junto con Engels "El
Manifiesto Comunista" que sintetiza los principios marxistas. En los años
revolucionarios Marx dirigió en Colonia el diario "New Rheinische Zeitung", que
fue clausurado al poco tiempo, y después del fracaso de la revolución de 1848,
se dirijo a París, en donde fue expulsado por la manifestación del 13 de junio
de 1849, entonces marcho a Londres donde paso el resto de su vida.
En Inglaterra alternó su tiempo entre los estudios que fueron base de su obra
cumbre "El capital", las actividades revolucionarias, otros escritos y trabajo
como corresponsal del New York Tribune. Marx, además estudia en
profundidad los clásicos de la economía del período anterior (Quesnay, Smith,
David Ricardo), estos son los años de elaboración del Capital, cuyo primer
tomo le demando casi dos décadas de trabajo.
En 1859, publico su "Critica de la Economía Política", y más tarde en 1864
fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como la I
Internacional, Marx fue el alma de esta organización. Unificando el movimiento
obrero de los diferentes países, orientando por el cauce de una actuación
conjunta a las diversas formas del socialismo no proletario pre marxista, a la
par que combatía las teorías de todas sectas y escuelas, Marx fue forjando la
táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera en los distintos países.
Pero ya no podía existir más en Europa, entonces Marx consiguió que se
trasladase a Nueva York. La I Internacional había cumplido su misión y dejaba
paso a una época de desarrollo incomparablemente más amplio del
movimiento había de desplegarse en extensión, con la creación de partidos
obreros socialistas dentro de cada Estado nacional.
En 1867 se publica el primer tomo de "el capital", los otros fueron publicados
por Engels después de la muerte de Marx que fue el 14 de marzo de 1883.
En conclusión, su vida fue una constante emigración, Berlín-Paris-Bruselas-
Colonia-Londres, en este breve resumen biográfico hemos señalado las
principales influencias del pensamiento marxista. En primer lugar los
helegianos de izquierda, de quienes Marx tomo la dialéctica como método.
Feuerbach, que determinó su acercamiento al materialismo. Los socialistas
utópicos y especialmente Saint Simon, quienes contribuyeron a su concepto de
socialización y los economistas clásicos que permitieron a Marx una
comprensión de la economía política, y del funcionamiento de las relaciones de
producción de la época, uno de ellos David Ricardo quien formuló la teoría del
valor.
2. OBRAS
2.1. Escorpión y Félix (1837), única comedia escrita por Marx.
2.2. Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de
Epicuro (1841), tesis doctoral.
2.3. Critica de la filosofía del derecho de Hegel (1843).
2.4. Sobre la cuestión judía (1843).
2.5. Notas sobre James Mill (1844).
2.6. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 (publicada
póstumamente en 1932).
2.7. Tesis sobre Feuerbach (1845, publicada póstumamente).
2.8. La ideología alemana (1845).
2.9. La miseria de la filosofía (1847).
2.10. Trabajo asalariado y capital (1847).
2.11. Manifiesto comunista (1848).
2.12. Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 (1850).
2.13. El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852).
2.14. Grundrisse o elementos fundamentales para la crítica de la economía
política (1857)
2.15. Prefacio de Contribución a la crítica de la economía política (1859).
2.16. Herr Vogt (1860).
2.17. Teorías sobre la plusvalía (1862, tres volúmenes).
2.18. El capital, volumen I (1865).
2.19. La guerra civil en Francia (1871).
2.20. Critica del programa de Gotha (1875, publicada póstumamente).
2.21. Notas sobre Wagner (1880).
3. PENSAMIENTO
Testigo y víctima de la primera gran crisis del capitalismo (década de 1830) y
de las revoluciones de 1848, Marx se propuso desarrollar una teoría económica
capaz de aportar explicaciones a la crisis, pero a la vez de interpelar al
proletariado a participar en ella activamente para producir un cambio
revolucionario.
La obra de Marx ha sido leída de distintas formas. En ella se incluyen obras de
teoría y crítica económica, polémicas filosóficas, manifiestos de organizaciones
políticas, cuadernos de trabajo y artículos periodísticos sobre la actualidad del
siglo XIX. Muchas de sus obras las escribió junto con Engels. Los principales
temas sobre los que trabajó Marx fueron la crítica filosófica, la crítica política y
la crítica de la economía política.
Algunos autores pretendieron integrar la obra de Marx y Engels en un sistema
filosófico, el marxismo, articulado en torno a un método filosófico llamado
materialismo dialéctico. Los principios del análisis marxista de la realidad
también han sido sistematizados en el llamado materialismo histórico y la
economía marxista. Del materialismo histórico, que sitúa la lucha de clases en
el centro del análisis, se han servido numerosos científicos sociales del siglo
XX: historiadores, sociólogos, antropólogos, teóricos del arte, etc. También ha
sido muy influyente su teoría de la alienación.
Otros autores, entre los que destaca Louis Althusser, argumentan que los
escritos de Marx no forman un todo coherente, sino que el propio autor, al
desarrollar sus reflexiones críticas sobre la economía política durante la década
de 1850, se desembarazó de su propia conciencia filosófica anterior y comenzó
a trabajar científicamente. Desde esta perspectiva no existiría una ciencia
marxista, sino un científico, Karl Marx, que fue un pionero en la comprensión de
los mecanismos fundamentales que rigen el funcionamiento de la sociedad
moderna, en especial con su reelaboración de la teoría del valor, y cuya obra
cumbre fue El Capital.
Las obras de Marx han inspirado a numerosas organizaciones políticas
comprometidas en superar el capitalismo. Por una parte, habría que señalar la
interpretación que han realizado los leninistas, partidarios de que una
vanguardia del proletariado, organizada en un partido revolucionario preparado
si es necesario para trabajar en la clandestinidad, empuje a la clase obrera a
hacerse con el poder mediante la fuerza insurreccional de las masas, para así
derrocar a sus antiguas clases opresoras y dominantes, la burguesía y la
aristocracia, expropiándolas de su control sobre el aparato del Estado y los
medios de producción, y procediendo a la construcción de un Estado obrero
que, además de instituir a aquélla como clase dominante, le permita avanzar
hacia el socialismo —sociedad altamente igualitaria y solidaria, sobre la base
de la democracia obrera y la propiedad social sobre los medios de producción,
y un fuerte desarrollo productivo y cultural, con una economía planificada capaz
de suplir holgadamente las principales necesidades mayoritarias— y la
desaparición de la división de la sociedad en clases, hasta llegar al comunismo
—sociedad sin clases sociales y sin Estado, basada en un altísimo nivel de
civilización—.
Por otra, la que realiza la socialdemocracia, en sus orígenes contraria a la
táctica revolucionaria y partidaria de avanzar hacia el socialismo a través de
progresivas reformas parlamentarias (hay que decir que la mayoría de partidos
socialdemócratas han ido poco a poco reformando sus planteamientos, hasta
aceptar la economía de mercado). Otros teóricos, como los del comunismo
consejista son partidarios de la toma del poder por parte de la clase obrera
autoorganizada y no por parte de un partido.
4. IDEAS FILOSÓFICAS
Durante su juventud, y mientras se formaba en filosofía, Marx recibió la
influencia del filósofo alemán predominante en Alemania en aquel tiempo,
Hegel. De este autor tomó el método del pensamiento dialéctico, al que, según
sus propias palabras, pondría sobre sus pies; significando el paso del idealismo
dialéctico del espíritu como totalidad a una "dialéctica del devenir constante"
donde la síntesis, a diferencia de Hegel, no había sido realizada. Además,
sigue utilizando el método dialéctico para analizar las contradicciones en la
historia de la humanidad y, específicamente, aquella entre el capital y el
trabajo.
Una interpretación sobre el desarrollo de la obra de Marx, proveniente del
francés Louis Althusser, considera que los escritos de Marx se dividen en dos
vertientes. Esta interpretación es relevante en la exegética marxista, pero a la
vez es muy polémica y pocos autores la mantienen al día de hoy. Althusser
encuentra dos etapas:
4.1 MARX JOVEN (hasta 1845) período en que estudia la alienación (o
enajenación) y la ideología, desde una perspectiva cercana al humanismo
influida en gran parte por la filosofía de Ludwig Feuerbach.
Marx se pregunta y contesta en sus Manuscritos de 1844: ¿En qué consiste,
entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es
externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el
trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado;
no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y
arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y
en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no
está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado.
Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para
satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia
claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o
de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo,
el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de
ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del
trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que
cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. (...) Pertenece a
otro, es la pérdida de sí mismo.
Paralelamente a estas ideas describe al hombre con diversas concepciones: lo
considera un ser real de carne y hueso; es únicamente el resultado de la
historia económica, un predicado de la producción de la misma historia.
Piensa que el hombre se realiza modificando la naturaleza para satisfacer sus
necesidades en un proceso dialéctico en que la transformación de agente y
paciente es transformación mutua. La autogeneración del hombre es un
proceso real, histórico – dialéctico, entendiéndose la dialéctica como proceso y
movimiento a través de la superación sintética de las contradicciones.
Cuando Marx habla de 'realidad' hace referencia al contexto histórico social y al
mundo del hombre. Asegura que el hombre es sus relaciones sociales.
Para Marx, lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni
de la idea sino a partir del hombre mismo, de lo que éste es concretamente, el
hombre real, corpóreo, en pie sobre la tierra firme. El hombre no es un ser
abstracto, fuera del mundo sino que el hombre es en el mundo, esto es el
Estado y la sociedad.
La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las
determinaciones históricas, pero es, al mismo tiempo, el motor de aquéllas
cuando las relaciones sociales y técnicas entran en crisis.
Dios, la Filosofía y el Estado constituyen alienaciones en el pensamiento,
alienaciones dependientes de la alienación económica, considerada para Marx
única enajenación real.
En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alienación empobrece al
hombre sociohistórico negándole la posibilidad de modificar aspectos de los
ámbitos en los que se ve involucrado, provocándole una conciencia falsa de su
realidad. Sin embargo, éste es un hecho que puede suprimirse.
Políticamente, el pensador alemán aboga por una sociedad comunista. Entre el
hombre alienado (aquel que no coincide consigo mismo) y el hombre comunista
(aquel que finalmente es igual a hombre) se coloca el proceso transformador.
Sólo en la sociedad comunista habrá desaparecido toda alienación.
4.2. MARX MADURO (1845-1875): Según Althusser, 1845, el año de La
ideología alemana y las Tesis sobre Feuerbach, marca la ruptura
epistemológica (concepto tomado de Gaston Bachelard). A partir de la cual
Marx rompe con su etapa anterior, ideológica y filosófica, e inaugura un período
científico en el cual desarrolla estudios económicos e históricos usando el
método del materialismo histórico. Como diría Althusser, Marx inaugura el
continente historia.
Este es, eminentemente, el período de su magna obra: El capital. Crítica de la
economía política. No hay que olvidar, por otro lado, los textos de los que esta
obra surge: la Contribución a la crítica de la economía política (que dará
material para el primer capítulo de El capital) o los Grundrisse, cuyo tardío
descubrimiento dio mucho que hablar sobre las continuidades de Marx con su
primera etapa, y proporcionó argumentos a los críticos de la ruptura
epistemológica. Durante su etapa de madurez, la obra de Marx se vuelve más
sistemática y surgen sus conceptos económicos más destacados: la teoría del
valor, la explotación como apropiación de plusvalía, o la teoría explicativa sobre
las crisis capitalistas.
Sin embargo otros autores, incluido Erich Fromm, niegan la "ruptura
epistemológica" y sostienen que la idea de enajenación es la fundamental
durante todo el pensamiento de Karl Marx. Más cercanos al humanismo, no
consideran que haya un joven y un viejo Marx y reivindican la continuidad de su
obra alrededor de un concepto del hombre y su enajenación en el capitalismo.
CAPITULO II: TOMÁS MORO
1. BIOGRAFIA
Nació el 6 de febrero de 1478 en Cheapside (Londres), hijo del Caballero John
More, abogado y juez, su madre falleció cuando él tenía cuatro años.
A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de
Canterbury, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a
estudiar al colegio de la Universidad de Oxford.
Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus
gastos más necesarios, y esto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba
después: "Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en
casa y en la biblioteca estudiando". Lo cual le fue de gran provecho para su
futuro.
A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Es un apasionado
lector que todos los ratos libres los dedica a la lectura de buenos libros. Uno de
sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio: "Es un intelectual muy
brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable
simpatía".
Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía
destinado. Al principio se fue a vivir con los cartujos (esos monjes que nunca
hablan, ni comen carne, y rezan mucho de día y de noche) pero después de 4
años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación.
También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su
camino. Entonces se dispuso optar por la vocación del matrimonio. Se casó,
tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. Su
vocación estaba un poco más allá: su vocación era actuar en el gobierno y
escribir libros.
Para con sus hijos, para con los pobres y para cuantos deseaban tratar con él,
Tomás fue siempre un excelente y simpático amigo. Acostumbraba ir
personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades
y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy
pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban
muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy
importantes para esos momentos y a comentar los últimos libros que se iban
publicando. Su esposa se admiraba al verlo siempre de buen humor, pasara lo
que pasara. Era difícil encontrar otro de conversación más amena.
Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes,
pero el más famoso es el que se llama Utopía. Esta es una palabra que
significa: "Lo que no existe" (U=no. Topos: lugar. Lo que no tiene lugar). En ese
libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En
su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del
gobierno con los pobres y los desprotegidos y va describiendo cómo debería
ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.
El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más
prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del
alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones
Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió
asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando.
Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar: "Parece que lo hubieran
elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y
desamparados". Otro añadía: "El rey no pudo encontrar otro mejor consejero
que este". Pero Tomás, que conocía bien cómo era Enrique VIII, declaraba con
su fino humor: "El rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi
cabeza, me la mandará cortar de inmediato".
Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho
terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su
legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el Sumo
Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión
de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su
divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos
católicos tendrían que morir por oponerse a todo esto.
Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni
el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue
destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó
encerrar como prisionero de la espantosa Torre de Londres. Santo Tomás y
San Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la
capital que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos
fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15
meses.
Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este
gran sabio a su hija Margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de
su padre. En ellas le dice: "Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los
pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión
seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio.
Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y
todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios
permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca
así".
El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos
salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido
aceptar los errores de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita: "Mire cómo van de
contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda
Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión".
Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo
que el rey le mandaba y él respondió: "Tengo que obedecer a lo que mi
conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más
importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del
rey". Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de su hijo y de
su hija y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres.
En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio
del martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo
al salir al corredor frío: "por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un
resfriado sí no me quiero conseguir". Al llegar al sitio donde lo iban a matar
rezó despacio el Salmo 51: "Misericordia Señor por tu bondad". Luego prometió
que rogaría por el rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que
moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego
enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.
Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935. Un sabio decía:
"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir, bien merecía que lo
canonizaran, porque su vida fue un admirable ejemplo de lo que debe ser el
comportamiento de un servidor público:un buen cristiano y un excelente
ciudadano".
2. OBRAS
2.1. Agonía de Cristo
2.2. Utopía
2.3. Oración de Santo Tomás Moro
2.4. El Gusto de Vivir
2.5. Carta apostólica de Juan Pablo II proclamando a Santo Tomás Moro
como Patrono de los gobernantes y de los políticos
2.6. Santo Tomás Moro por Antonio Sicari
2.7. Santo Tomás Moro, político y mártir
2.8. La Tristeza, aflicción, miedo y oración de Cristo antes de ser capturado
2.9. Oración y mortificación con Cristo
2.10. La Angustia de Cristo ante la muerte
2.11. La Humanidad de Cristo
2.12. La perspectiva del martirio
2.13. Los Apóstoles se duermen mientras el traidor conspira
2.14. Sobre la oreja sajada de Malco, la fuga de los discípulos y la captura
de Cristo
3. PENSAMIENTO
Utopía” La filosofía de la educación de Moro estuvo muy influida por sus
amigos y colegas y los debates que sostenían, así como por sus lecturas,
observaciones y convicciones políticas. Tenía una firme confianza en la
capacidad del ser humano de realizarse y de superar la adversidad, de
interesarse por las artes, la literatura, la música y la filosofía, y de mantenerse
al corriente de las novedades científicas. Aunque gran parte de sus opiniones,
expresadas verbalmente, influyeron en futuros escritores, y aunque sabemos lo
que pensaba y lo que sentía gracias a algunas de sus cartas y a las
observaciones de Erasmo, ningún perfil de Moro sería completo sin hacer
referencia a dos de sus obras que contribuyeron a su fama, la Utopía (1516) y
la Historia de Ricardo III (1543). La primera versión de Utopía se publicó en
latín en 1516. La traducción al inglés no se publicó hasta 1556, pero para
entonces sus principales argumentos eran bien conocidos y habían sido
ampliamente debatidos. Utopía hizo de Moro uno de los pensadores y
visionarios humanistas más eminentes del Renacimiento. Aún hoy suscita vivas
discusiones. Según Turner, dos escuelas de pensamiento se oponen sobre su
contenido y objetivos. Unos creen que Utopía es principalmente una obra
católica, en la que el autor expone sus opiniones, y donde todo lo que pueda
parecer propaganda comunista es simple alegoría. Según otros, se trata de un
manifiesto político en el cual todas las referencias a la religión deben pasarse
por alto. Ambas interpretaciones son sólo parcialmente ciertas. Utopía es una
sátira política, pero también una obra alegórica y romántica. Pretende, como
las sátiras de Horacio, “decir la verdad a través de la risa”, o, al igual que “la
Historia verdadera” de Luciano, “no solamente ser ingeniosa y entretenida, sino
también decir algo interesante”. La historia se sitúa en una isla imaginaria
donde no hay guerras, miseria, delitos, injusticias ni ningún otro de los males
que aquejaban a la Europa contemporánea. Todos reciben por igual riqueza,
alimentos y pobreza. Nadie tiene más que otro. El Estado supervisa y garantiza
una justa distribución de los recursos, incluidos los cuidados de la salud. La
jornada de trabajo se limita a seis horas, y el tiempo libre se dedica al estudio
de las artes, la literatura y la ciencia. Como la enseñanza técnica y profesional
está abierta a todos, cada uno puede aprender al menos un oficio. Sólo se
permite el combate en defensa propia, y los que infringen 11 la ley son
condenados a la esclavitud. La religión es un teísmo sin confesión particular y
los sacerdotes son elegidos por su santidad. Cada niño y niña tiene derecho a
una educación completa, entendiendo por esto el estudio de la literatura, los
clásicos, el arte, la ciencia y las matemáticas, lo que hoy día llamaríamos un
“programa equilibrado”. A los niños se les despierta la conciencia política en
clases de instrucción cívica. El Estado es responsable de la educación y de
garantizar una plantilla de maestros capacitados. Las niñas no deben recibir un
trato distinto del de los niños. El propósito evidente de Moro cuando escribió
Utopía era abrir los ojos del pueblo a los males sociales y políticos del mundo
circundante, como la inflación, la corrupción, los malos tratos a los pobres, las
guerras sin finalidad alguna, la ostentación de la corte, el abuso del poder por
los monarcas absolutos, etc. Moro empleaba palabras derivadas del griego
para recalcar sus argumentos. Así pues, Hytlodeo significa “narrador de
cuentos vanos”; “utopía” quiere decir “ninguna parte”; el río se llama “Anhidros”
(sin agua), y el magistrado supremo, “Ademos” (sin pueblo). De la carta a
Pedro Egidio se desprende claramente que Moro esperaba que los lectores
instruidos entendiesen el significado de los nombres griegos que había dado a
los lugares y los títulos oficiales, y también porque quería que los lectores se
diesen cuenta de que eran imaginarios. Muchos lectores no admiten que Moro,
devoto católico romano, propugnara la eutanasia, el matrimonio de los
sacerdotes y el divorcio por consentimiento mutuo por razones de
incompatibilidad, o que propusiera que los futuros esposos se viesen desnudos
antes de tomar la decisión de casarse. Muchos lectores creen que las ideas
básicas expuestas en Utopía son comunistas. Incluso hoy día, Utopía sigue
siendo un libro de fácil lectura, pero hay que tener en cuenta que no representa
un ideal positivo, sino que es una crítica de la perversidad europea tal como la
veía Moro. Su objetivo era avergonzar a los cristianos para que no se
comportasen peor que los pobres paganos de Utopía, como ocurría entonces,
sino mucho mejor. “La obra utiliza un medio de expresión intemporal que la
saca de la época particular en que surgió, impidiendo que parezca
lingüísticamente anticuada o difícil”. Si bien hay referencias a Platón, y algunas
de las ideas de Moro proceden claramente de La república y Las Leyes, su
planteamiento básico es muy distinto. Los dos creían que el Estado debía
desempeñar un papel predominante en la educación, pero mientras que Platón
apenas se refiere al comunismo, para Moro es la base de la sociedad. A Platón
le interesaba principalmente la educación de las clases dirigentes, mientras que
para Moro había que tener muy en cuenta a los productores, y especialmente a
agricultores: “Pues aunque muy pocos en cada ciudad que se hallan exentos
de los trabajos para dedicarse únicamente al estudio –los que dan pruebas
desde la infancia de dotes particulares, una notable inteligencia y aptitudes
para los conocimientos superiores–, todos, desde muchachos, reciben una
educación literaria, y buena parte de la población, hombres y mujeres, durante
toda su vida, dedican al estudio aquellas horas que, como hemos dicho, les
deja libres el trabajo. Aprenden todas las disciplinas en su propia lengua, que
es rica en vocabulario”. Es una crítica clara contra el uso del latín en vez del
inglés en la escuela. Mientras que Platón alentaba la guerra y admiraba las
virtudes militares, Moro trató de defender los valores pacifistas. En lugar de
perder el tiempo, “la mayoría (de la población de Utopía) dedica sus ratos de
ocio al cultivo de las letras, y suelen asistir en las primeras horas de la mañana
a unos cursos públicos, que sólo siguen por obligación los que se dedican
particularmente a las letras. No obstante, numerosos hombres y mujeres
asisten, según sus aficiones, a alguno de aquellos cursos”. Platón ignora en
gran parte la vida familiar, mientras que para Moro la familia es la base de la
sociedad; reserva lugar preferente a las mujeres en el hogar y fomenta sus
aptitudes intelectuales, aunque Moro nunca reconoció que fueran iguales 12 en
todas las cosas. Mientras que Platón es serio, Moro es satírico; Platón prohibe
el arte, la poesía y la música, Moro las apoya. En Utopía se exponen otras tres
ideas pedagógicas. La primera es la siguiente: “Los magistrados... no quieren
obligar a los ciudadanos a realizar contra su voluntad trabajos superfluos, ya
que las instituciones de aquella república tienden esencialmente a liberar a
todos los ciudadanos de las servidumbres materiales en cuanto lo permiten las
necesidades de la comunidad, y a favorecer la libertad y el cultivo de la
inteligencia. Para ellos, ése es el secreto de la felicidad humana”. La segunda
idea es que los niños y los adultos deben relacionarse libremente entre sí y
aprender mutuamente, idea que sólo se ha empezado a aplicar de verdad a
finales del siglo XX. La tercera idea es que toda educación debe tener un fuerte
componente moral, enseñado por sacerdotes que son “los responsables de la
educación de los niños y los adolescentes”. Si (esas ideas) “penetran en el
alma de los niños, permanecerán en ella a lo largo de toda la vida de adultos y
contribuirán sobremanera a conservar el Estado, que nunca se ve tan
amenazado como por los vicios que se derivan de doctrinas erróneas”. Si bien
Utopía gozó de un éxito considerable y aseguró la reputación de Moro en toda
Europa, hasta después de su muerte no se apreció otra faceta de su actividad:
la de historiador. Su Historia de Ricardo III se publicó por primera vez en forma
completa en 1543, como continuación de la Crónica de Hardyrig y de la
Anglicae historia de Polidoro Virgilio. En la Historia de Ricardo III se presenta a
este rey como un malvado, y esa imagen influyó en la idea que tuvieron de
Ricardo las generaciones posteriores; la obra teatral de Shakespeare Ricardo
III se basa en gran medida en la interpretación de Moro y da una imagen vívida,
aunque inexacta, del rey. Hay dos aspectos de la Historia que nos dicen mucho
acerca de Moro. “El Ricardo III de Moro es la primera gran obra en prosa de la
literatura inglesa y con ella se inicia la historiografía moderna. Pese al
esplendor de la era isabelina, nada en ella se le puede comparar hasta el
Enrique VII de Bacon (1622), y como narrativa bilingüe es única”. No solamente
fue el primer trabajo histórico de valor literario publicado en inglés, sino que
además se escribió simultáneamente en inglés y en latín, lo que supone un
toque de genio. Moro era capaz de “describir acontecimientos recientes en el
estilo que su formación humanista y sus amigos eruditos apreciaban: la del
relato dramático audaz que se eleva por encima de los hechos para convertirse
en arte, y buscaba más la verosimilitud psicológica que la exactitud fáctica”.
Escribiendo así, Moro inspiró a la generaciones posteriores de historiadores e
impuso la imagen histórica de Ricardo III hasta el siglo XVIII, cuando se inició
una revalorización de la figura del rey con la obra de Horace Walpole Historic
doubt on the life and reign of King Richard III, en la que cuestiona la historia de
Moro. Desde entonces, se han creado numerosas sociedades de “Amigos de
Ricardo III” a ambos lados del Atlántico. Para ser justos hemos de decir que
Moro estuvo fuertemente influido por las opiniones del arzobispo Morton y de
otros contemporáneos. Su actividad de historiador apuntaba en parte a criticar
la brutalidad de la monarquía de los Tudor, pero no la llevó hasta su término
por miedo de acabar tildando a Enrique VII y a Enrique VIII de tiranos. En su
lugar, recurrió al relato satírico de Utopía para dar a conocer su mensaje.
De Tomás Moro -Sir Thomas More en inglés- o Santo Tomás Moro, ya que la
Iglesia Católica lo beatificó en 1886 y lo canonizó en 1935, se ha dicho, entre
otras cosas, que fue “la figura más atractiva de comienzos del siglo XVI”,2 “la
voz de la conciencia de la primera Reforma inglesa” y “una de las tres mayores
personalidades del Renacimiento inglés”. Fue erudito, abogado, teólogo,
estadista y finalmente mártir, y su influencia se dejó sentir menos en la
evolución de la Reforma de Inglaterra que en la creación de un género literario
particular: la descripción futurista e idealista de la sociedad ideal. El título de su
libro más famoso, Utopía, se ha incorporado al lenguaje común y el término
“utópico” se utiliza a menudo para referirse a una idea o un concepto idealista y
sumamente deseable pero al propio tiempo totalmente inviable e irrealista. En
el campo de la ciencia política, tanto los liberales como los socialistas atribuyen
a Tomás Moro la paternidad de algunas de sus ideas. Hasta en el Kremlin
había una sala dedicada a Tomás Moro, por su supuesta adhesión al ideal
político del comunismo. Tomás Moro nació en Inglaterra en un periodo muy
perturbado política y socialmente; en 1485 Henry Tudor había derrocado del
trono a la Casa de York, instalando una nueva y despiadada dinastía que iba a
tener una profunda influencia no sólo en la forma futura de las relaciones entre
la Iglesia y el Estado, y por consiguiente en el desarrollo de la democracia
parlamentaria en Inglaterra y en el País de Gales, sino también, y sobre todo,
en la evolución de la Reforma inglesa. A Tomás Moro se le recuerda
principalmente como pensador político y opositor al rey Enrique VIII en el
intento de éste de sustituir al Papa a la cabeza de la Iglesia en Inglaterra. Su
contribución al pensamiento educativo en la Inglaterra y la Europa del siglo XVI
suele pues pasarse por alto. En el presente estudio trataremos de restablecer
el equilibrio y mostrar que Moro fue tanto un visionario inspirado como un
crítico de la sociedad de su tiempo.
CAPITULO III: VICTOR ANDRÉS BELAUNDE
1. BIOGRAFÍA
El ilustre jurista sanmarquino Víctor Andrés Belaúnde nació en la Ciudad
Blanca de Arequipa, el 15 de Diciembre de 1883. Sus padres fueron Mariano
Belaunde de la Torre y Mercedes Diez-Canseco Vargas, hija de Pedro Diez-
Canseco y Corbacho, presidente del Perú. Se formó en los Colegios San
Vicente y San José, luego ingresó a la Universidad Nacional de San Agustín de
Arequipa. En 1901 pasó a estudiar a una universidad en Lima (Universidad
Nacional Mayor de San Marcos), donde ejerció además la docencia
universitaria hasta 1919. Obtuvo los grados de doctor en Jurisprudencia (1908),
Ciencias Políticas (1910) y Letras (1911).
En 1903, fue nombrado secretario del Archivo de Límites del Ministerio de
Relaciones Exteriores y, posteriormente, de 1905 a 1906, secretario de la
misión a España y Argentina con respecto a la defensa en Bolivia. En 1914
pasó a la embajada en Alemania como encargado de negocios y al año
siguiente fue transferido con el mismo cargo a Bolivia.
En 1918 fundó el tercer Mercurio Peruano, revista de la que fue director hasta
1932.
En 1919 fue nombrado ministro plenipotenciario en Uruguay; sin embargo, su
oposición al gobierno de Augusto Leguía lo obligó a exiliarse. Durante su exilio,
luego de pasar una temporada en Francia, se dirigió a los Estados Unidos
donde dictó cátedra en las universidades de Columbia, Virginia y Miami y
conferenciante en la Johns Hopkins y la de Chicago.
En 1930, al caer el gobierno de Leguía regresó al Perú y fue elegido diputado
por Arequipa Congreso de la República, la impronta de su trabajo constituyente
se registró en la Constitución peruana de 1933. El gobierno de Óscar R.
Benavides lo designó embajador en Colombia (1934-1935) y luego en Suiza
(1936-1939).
Fue embajador especial en las Naciones Unidas (1936), participar en los
preparativos para el nacimiento de la ONU fue para Víctor Andrés Belaúnde el
preludio de su relación con esta organización, en la que llegó a presidir dos
sesiones de la Asamblea General, una Ordinaria y otra Extraordinaria,
convirtiéndose en el único peruano en ejercer esa función y la Conferencia
Internacional del Trabajo (1936).
Siempre vinculado a las actividades académicas, fue decano de la Facultad de
Letras, Ciencias Políticas y Económicas, así como vicerrector y rector interino
de la Pontificia Universidad Católica del Perú (1946). Fue gestor de la creación
del Instituto Riva-Agüero en 1947. En 1965, fue nombrado Rector emérito de la
PUCP.
Belaúnde falleció en Nueva York, Estados Unidos, el 14 de diciembre de 1966.
Dejó como legado cientos de artículos sobre derecho, política y relaciones
internacionales que dan cuenta de sus vastos conocimientos en esos campos.
Entre los libros que publicó figura “La Constitución inicial del Perú ante el
Derecho Internacional”, considerada su obra cumbre.
2. OBRAS
2.1. La filosofía del Derecho y el método positivo (1904)
2.2. El Perú antiguo y los métodos sociológicos (1908)
2.3. Ensayos de psicología nacional (1912)
2.4. La crisis presente (1914)
2.5. Meditaciones peruanas (1917)
2.6. La realidad nacional (1931)
2.7. El Cristo de la Fe y los Cristos literarios (1936)
2.8. Peruanidad (1942)
2.9. La síntesis viviente (1950)
2.10. Inquietud, serenidad, plenitud (1951)
2.11. El planteamiento del problema nacional (1962)
2.12. Veinte años de Naciones Unidas (1966)
3. PENSAMIENTO
Líder del socialcristianismo en el Perú, se incorporó a partir de 1956 al partido
Acción Popular, entonces recién en formación, con lo que influyó en su
ideología desde sus orígenes. También recogen el pensamiento de Víctor
Andrés Belaúnde y reivindican su herencia intelectual la Democracia Cristiana y
el Partido Popular Cristiano, entre otras agrupaciones políticas peruanas.
El pensamiento político peruano tiene un momento fundacional en el grupo
generacional arielista, es decir, aquel cuyos integrantes tenían como libro
orientador el opúsculo del escritor uruguayo José Enrique Rodó, titulado
precisamente Ariel, publicado en 1900. A ese grupo generacional perteneció
Víctor Andrés Belaunde, y tuvo como compañeros a intelectuales
excepcionales como José de la Riva Agüero, los hermanos Francisco y Ventura
García Calderón y José Gálvez, principalmente.
El grupo generacional arielista, en tanto núcleo intelectual, surge una
generación después de la derrota en la Guerra del Pacífico (1879-1883). Ello
quiere decir que asumió como propias las deudas pendientes de una república
que no había sido capaz de consolidar sus instituciones, tampoco legitimar la
idea de que su sistema legal funcionaba para todos y sin discriminaciones,
expandir la conciencia igualitaria acerca de sus integrantes y, mucho menos,
instituir una clase dirigente que enrumbara los caminos del país. El Estado
nación era aún un proyecto al que había de dar forma.
Todas las carencias adquirieron nuevas dimensiones con la derrota de 1879.
Por ello, Belaunde y sus compañeros generacionales se propusieron como
misión emprender estudios serios y profundamente analíticos sobre los
problemas nacionales. Desde esta introspección de nuestras graves
“deficiencias”, se trataron de ubicar como intelectuales que podían proponer a
las clases que dirigían el Estado un camino, una vía de solución a la crisis
nacional. En sus propios términos, se trataba de lograr la “regeneración
nacional” mediante un conjunto de reformas que impidieran ahondar la
fragmentación y el alejamiento de las instituciones de la vida social. El
abanderado de esta propuesta de carácter político fue Belaunde.
Belaunde guarda una singularidad al interior de su grupo generacional, pues se
diferencia del elitismo de Francisco García Calderón así como del
conservadurismo exacerbado de Riva Agüero; no excluía a las clases
populares de sus propuestas pero sostenía la necesidad de consolidar un
núcleo dirigencial. Desde esta postura, Belaunde trató de apuntalar un justo
medio en el que la palabra clave era “reformas”. Y estas estaban respaldadas
por una visión global del país. Así, socialmente, la llamada clase media era la
más idónea para efectuar el programa reformista; culturalmente, el mestizo
incorporaría las diferentes herencias y, espiritualmente, el catolicismo
constituiría el cemento ideológico en el que todos podrían confluir. 1
La evolución del pensamiento de Belaunde tuvo tres momentos distinguibles.
La confianza por el positivismo; luego, abandonando la certeza positivista,
adopta el espiritualismo y, finalmente, el afincamiento en el pensamiento
socialcristiano desde el que buscará las razones últimas del espíritu así como
las claves definitivas de la peruanidad.
La etapa positivista de Belaunde se refleja en sus tesis y artículos. Su primer
trabajo importante, su tesis Filosofía del Derecho y el método positivo, de 1904.
Luego vendrían sus otras tesis, la de 1908, El Perú antiguo y los modernos
sociólogos (Introducción a un ensayo de sociología jurídica), y las de 1911: Los
mitos amazónicos y el Imperio Incaico y Las expediciones de los Incas a la
Hoya amazónica. Estos trabajos ya nos muestran a un Belaunde que trata de
entender de manera cabal y global la realidad nacional. El momento cumbre de
su preocupación sería el representado por el libro de madurez final, titulado
precisamente Peruanidad.
La época positivista fue también el tiempo de la mirada optimista por el
desarrollo del Perú (representado por El Perú contemporáneo, de García
Calderón, 1907). Pero la crisis, especialmente política, que vivió nuestro país
en la segunda década del siglo XX, tuvo su impacto en el pensamiento de
Belaunde. Aparecieron ante sus ojos con una claridad que no había percibido
antes, los males históricos del Perú. El desencanto y el escepticismo cubren
este nuevo momento político.
La conciencia de la nueva etapa tiene su verificación en el memorable discurso
que Belaunde ofreció en 1914, titulado “La crisis presente”. Es el tiempo de la
Gran Guerra europea y del derrumbe de los paradigmas vigentes. En dicho
discurso, Belaunde expone su preocupación por las inexistentes bases
institucionales.
En “La crisis presente”, Belaunde ataca, en páginas formidables que todos
debemos leer, a la “clase dirigente” por su inmoralidad, a los partidos por
deambular tras los caudillos y no tener programas, al gabinete por no cumplir
con su función y al parlamento por no ser eficaz en su papel fiscalizador y
legislador. Asimismo, denuncia la situación de sometimiento de la clase media
(atada económicamente y con el lastre de una educación no apta para las
labores técnicas y productivas, debiendo arrinconarse en la burocracia para
sobrevivir), fustiga a la burocracia inútil y corrupta, pero, sobre todo, protesta y
acusa a un régimen que por su incapacidad ha concluido en el absolutismo
presidencial, estableciendo un paralelo siempre citado entre el virrey y el
presidente.
Belaunde también señala lo que a su juicio son los tres grandes males de la
república: la plutocracia costeña que más aspira a irse del país, la burocracia
militar inmiscuida en funciones políticas que no le competen, y el caciquismo
parlamentario como cómplice del feudalismo. Sobre éste último explica su
presencia gigantesca en el deformado sistema electoral que, eliminado el
sufragio universal consagrado en la Constitución de 1860, la elección se centra
en las provincias y no en los departamentos, ocasionando una terrible
desproporción entre electores y elegidos. Así, jurisdicciones poco pobladas
eligen a gran número de representantes con el agravante de que estos
caciques provinciales no cuentan con una cultura superior, independencia de
todo interés local, ni con la aptitud receptiva ante la opinión pública, bases de
todo buen parlamento. La solución la encuentra Belaunde en la emancipación y
tecnificación de la clase media, única capaz de formar el verdadero partido
liberal en el Perú.
La desazón de Belaunde y de todo su grupo generacional se ahonda ante la
frustración de no concretar los grandes objetivos enarbolados por el Partido
Nacional Democrático (PND), fundado en 1915 por José de la Riva Agüero.
Belaunde se sintió profundamente afectado al ver que los planes que él y su
generación se habían trazado se iban a estrellar contra la incomprensión y el
desprecio de las clases dirigentes. Este momento espiritual coincide con el
Belaunde más incisivamente analítico. En páginas de gran fineza reflexiva,
describe e interpreta la psicología de los peruanos, pretendiendo descubrir qué
de específico tiene cada grupo social y étnico (o de raza, como se decía
entonces). De este modo, los defectos de la psicología nacional serían
estudiados sistemáticamente en sendos artículos, señalando una severa crítica
a los factores psíquicos que “desvían” la conciencia nacional, el abuso que se
perpetúa en contra de los indios, así como reflexiones en torno a la situación
subordinada que vivía la clase media de entonces.
En 1918, Belaunde fundó la revista Mercurio Peruano. Tres años después tuvo
que partir al exilio. 2 Hasta entonces, las páginas de esta revista estuvieron
abiertas para nuevos escritores y para pensadores que no coincidían
necesariamente con las posturas de sus directores, denotando amplitud
ideológica. Pero posteriormente, Belaunde recompuso la dirección de la revista
con intelectuales más cercanas al pensamiento socialcristiano. Fue en esta
etapa que Belaunde inicia el envío de sus artículos de respuesta a los 7
ensayos de Mariátegui, entre 1929 y 1930. Este último año fue el de la caída de
Leguía y del retorno de los intelectuales exiliados.
Lejos del país, Belaunde tendría la oportunidad de revisar sus ideas, reafirmar
sus lazos espirituales con el Perú y elaborar una nueva visión del mismo. Es
así que vuelve al catolicismo que había abrevado desde su experiencia familiar
y se vuelve en un teórico del mismo. En La realidad nacional, escrito en un
inicio en polémica con Mariátegui, Belaunde expresa su evolución ideológica
definitiva hacia el cristianismo.
El principio básico del arielista arequipeño es entender al trabajo no como
mercancía sino como elemento humano que debe ser orientado a un fin social.
Desde ahí justifica y aconseja la copropiedad (accionarado obrero) y la
cogestión (comités de fábrica o taller), otorga más importancia al criterio
cooperativista, acepta la organización sindical y la constitución de un Consejo
Económico. Para Belaunde, la cuestión indígena adquiere sus rasgos típicos
cuando se trata de la comunidad y de la hacienda serrana, y para ella elabora
un programa que tiene entre sus elementos más importantes el potenciar la
productividad de la comunidad, educar económicamente al indígena, expropiar
al latifundio improductivo, distribuir tierras sea a individuos o a comunidades,
ensayar cooperativas agrícolas, entre otros aspectos. La solución debería
encontrarse tanto en los factores económicos como en los de la educación.
Con respecto al desarrollo industrial, Belaunde entendía que mientras la clase
media no se liberara económicamente no se podría pasar a la industria, y
políticamente no se podría aspirar a un verdadero partido liberal. Frente a esta
incapacidad, el capital extranjero (no hablaba de imperialismo pero se acercaba
a su diagnóstico) ha aumentado su presencia amenazando nuestra
independencia política. Lo que propone Belaunde es el aprovechamiento de
ese capital pero sin conceder privilegios y exigiendo al mismo tiempo una
mayor presencia del capital nativo. Si queremos fortalecer nuestra economía
industrial, aconsejaba, es necesario desarrollar un reformismo prudente.
De regreso al Perú, en 1931, Belaunde participaría en el Congreso
Constituyente defendiendo el voto femenino, la libertad de prensa, la
autonomía del poder electoral, la independencia del poder judicial, la religión
católica como la base espiritual de la nacionalidad; asimismo, seguía
sosteniendo que el problema principal del Perú es el indígena, propugna la
descentralización, la regionalización y el desarrollo de una educación técnica
que actúe sobre la realidad. Pero, por otro lado, se opuso en dar la capacidad
de voto a los menores, a los analfabetos y a las fuerzas armadas.
La trayectoria intelectual de Belaunde encuentra en Peruanidad un nivel de
interpretación mucho más elevado y amplio; digamos --como lo ha sugerido
Domingo García Belaunde-- que es su interpretación filosófica acerca del
devenir nacional.
En líneas generales, el proyecto de Belaunde fue un intento armonizador,
buscando siempre bajar las tensiones de los conflictos sociales evitando las
polarizaciones. Pero, a pesar de su lucidez, Belaunde no fue oportunamente
escuchado por las élites gobernantes. La oligarquía despreció a los
intelectuales y evitó proponer un proyecto nacional que significaba, como lo
sostenía Belaunde, una transformación real de las instituciones. Los grupos
oligárquicos prefirieron la ganancia particular y el acomodo institucional de
acuerdo a las circunstancias, aunque con éxito, pues de otra manera no se
puede explicar su larga permanencia en el poder. Mirar al futuro suponía tener
una conciencia de país y una convicción modernizadora de las que carecieron
dichos grupos privilegiados.
En conclusión, en tanto Belaunde como intelectual, no fue un crítico radical del
poder y tampoco uno orgánico, no despreció la política como actividad pero sí
mantuvo distancia de quienes la ejercían. Su público no fue un grupo o una
clase social específica sino que trató de que su audiencia fuera esa peruanidad
que, de un modo un tanto abstracto, intentó definir. Buscó, ya desde su etapa
de madurez, colocarse como un pensador por encima de los conflictos para,
desde su sentido de realismo, ejercer la reflexión y proponer las correcciones,
como una especie de conciencia crítica de la nación, a la manera de los
grandes pensadores del siglo XIX. Pero la realidad social del país no le permitió
serlo, pues las diferencias radicales que la atravesaban, y que el propio
Belaunde analizó, le impidieron dialogar con una población plurilingüe y
multicultural y en la que grandes sectores no se sentían identificados con la
vida en común, con ese sentimiento de comunidad que es la nacionalidad.
ANALISIS Y DISCUSION
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES
APORTE PERSONAL
RESUMEN
BIBLIOGRAFIA
ANEXOS
INDICE
DEDICATORIA…………………………….…………………………………Pág. 01INTRODUCCION………………………….…………………………………Pág. 02IDEOLOGOS
CAPITULO I: CARLOS MARX…………………………….…………...Pág. 03CAPITULO II: TOMÁS MORO………………………..…….…………..Pág. 10CAPITULO III: VICTOR ANDRÉS BELAUNDE DIEZ-CANSECO....Pág. 19
ANALISIS Y DISCUSION………………………………………..…...……...Pág. 28CONCLUSIONES……………….....................................................………Pág. 39RECOMENDACIONES.……………………………….……………...……..Pág. 30APORTE PERSONAL………………………………………………...……..Pág. 31RESUMEN……………………………………………………………………Pág. 32BIBLIOGRAFIA……………….........................................................………Pág. 33ANEXOS………………………………………………………..……...………Pág. 34INDICE………………………………………………………….……...……...Pág. 35