fertilizacion de verdeos de invierno

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Ings. Agrs. Gustavo N. Ferraris y Lucrecia A. Couretot Técnicos de Desarrollo Rural INTA Pergamino

En la región pampeana, el cultivo de trigo ha respondido frecuentemente incrementando sus rendimientos ante el agregado de nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S). La prolongada historia agrícola de los campos y el permanente balance negativo de estos nutrientes producto de abultadas cosechas hacen que sean habitualmente deficientes en los suelos.

Sin embargo, en los últimos años se han observado incrementos de rendimiento por la utilización de elementos menos tradicionales (otros que no sean N, P y S). El muestreo de suelos y el análisis foliar permiten identificar áreas con deficiencias potenciales de nutrientes "no convencionales" (García, 2002).

Estas observaciones pueden ser complementadas con franjas exploratorias de evaluación. El presente informe realiza una revisión de los últimos avances en la materia.

Cloruros

La utilización de cloruros (Cl-) ha sido ensayada con resultados positivos en varias regiones del país. Los trabajos pioneros en este nutriente fueron realizados en Montana y South Dakota (EEUU) por Fixen et al., (1986 a;b), los cuales determinaron que la aplicación cloruros en trigo mejora el comportamiento sanitario y el crecimiento del cultivo.

En concordancia con esto, Ferraris y Couretot (2004) comprobaron un mejor comportamiento sanitario e incrementos de rendimiento en un cultivar susceptible a roya anaranjada de la hoja. Los cloruros son móviles en el perfil, y su deficiencia es más probable en suelos arenosos y bajos en materia orgánica.

En lotes con estas características del centro-oeste de Bs As Ventimiglia et al., (2003) observaron respuestas de entre 500 y 1000 kg ha-1, y Díaz Zorita et al., (2002) informaron incrementos de rendimientos medios de 350 kg ha-1, promedio de tres sitios y varias dosis. En cambio, Melgar et al., (2001) determinaron incrementos de

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rendimiento de entre 0 y 690 kg ha -1 en lotes de textura franca del norte de Bs As y sur de Santa Fe. De trabajos realizados en EEUU (Fixen et al., 1987) se puede derivar un umbral crítico de respuesta de 20 ppm de Cl- en suelo, medidos a 20 cm de profundidad. Los síntomas de deficiencia aparecen como halos cloróticos que frecuentemente se confunden con una mancha foliar. La fuente comúnmente utilizada es el Cloruro de Potasio (K50, Cl46).

Zinc El Zinc (Zn) es otro elemento del cual el cultivo de trigo es exigente. La bibliografía internacional menciona umbrales críticos de entre 0,5 y 1 ppm (Brennan et al., 1993; Comissao de Fertilidade do Solo-Rio Grande do Sul/Santa Catarina, 1995; Pais y Benton Jones, 2000, Zinc World Organization, 2004), los cuales son generales para todos los cultivos, no específicos para trigo.

Un relevamiento realizado dentro de una red de fertilización (Echeverría et al., 2002) determinó que los suelos de la pampa húmeda tienen una disponibilidad de entre 0,5 y 3 ppm, lo cual indicaría que existe potencialidad de respuesta a Zn en la región.

Los suelos con textura muy arcillosa y con pH superiores a 6,5 también suelen ser carentes en este elemento. Echeverría et al., (2002), sobre un grupo de siete ensayos, observaron respuestas significativas de alrededor de 200 kg ha-1 en dos de ellos, por la aplicación de Magnesio (Mg), Zn, Cobre (Cu) y Boro (B).

La baja disponibilidad de Zn y B de los sitios con respuesta, hace suponer que podría tratarse de respuesta a alguno de estos nutrientes. La deficiencia de Zn en trigo se manifiesta como una clorosis internerval en las hojas, que avanza desde las vainas hasta la parte superior de las hojas.

No se han reportado síntomas de deficiencias de Zinc en Soja de segunda en el norte de Bs As y sur de Santa Fe. Dentro de las fuentes comerciales se pueden mencionar al Oxisulfato de Zn (44 a 55% de Zn) y al sulfato de Zn (34% Zn) para aplicaciones al suelo o foliares. Existen también quelatos de Zn (4 a 10% de Zn), especialmente adaptados a aplicaciones foliares. Magnesio

El Magnesio (Mg) por la magnitud de su demanda es considerado un mesonutriente, es decir, se requiere en menor cantidad que los nutrientes macro (N, P, S y Potasio [K]), pero todos los cultivos lo incorporan en cantidades superiores a las de los micronutrientes. El Mg desempeña funciones muy importantes en los vegetales.

Así, integra la molécula de la clorofila, participa en la síntesis de proteínas e interviene en la transferencia de energía a través de diferentes procesos bioquímicos que ocurren en los vegetales como la fotosíntesis, la glucólisis, el ciclo de Krebs y la respiración (Tisdalle et al., 1993).

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Los síntomas de deficiencia se manifiestan como una clorosis caracterizada por la formación de bandas longitudinales paralelas a las nervaduras de las hojas, como puede apreciarse en la Figura 3.a.

Síntomas similares pueden visualizarse en soja de segunda

En general, los suelos pampeanos se encuentran aún bien dotados de Mg, tal como puede verse en un relevamiento realizado en una red de fertilización de Soja (Figura 4.a, Echeverría et al, 2001) y de Trigo-Soja (Figura 4.b, Salvagiotti y Gerster, 2003).

A pesar de esto, algunas investigaciones han arrojado resultados favorables a la aplicación de Mg junto a otros nutrientes (Melgar et al., 2000; Salvagiotti y Gerster 2003) en Soja y Trigo/Soja, respectivamente. Aun cuando debería evaluarse el efecto del nutriente en forma aislada a través de ensayos más específicos, podría ser un indicio de la aparición de deficiencias en algunas regiones del país en los próximos años.

La región del centro-sur de Santa Fe podría ser una zona potencialmente próxima a mostrar deficiencias de Mg. Entre las fuentes más comunes se pueden mencionar Sulpomag (0-0-11-22S- 11Mg), Kieserita (0-0-0-22S-16Mg) y oxido de Mg (0-0-0-54Mg).

Figura 1: Disponibilidad de Magnesio en suelos de la región pampeana, evaluados en una red de ensayos de fertilización en Soja de primera (1.a) y Trigo-Soja (1.b). El recuadro punteado representa el rango crítico que separa niveles de carencia y suficiencia del nutriente mencionado por la bibliografía. Adaptado de Echeverría et al, (2002) y Salvagiotti y Gerster, (2003).

Figura 1.a

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Figura 1.b

Boro

El Boro (B) presenta un comportamiento dual en la región pampeana. La literatura internacional considera que un suelo es deficiente cuando presenta valores inferiores a 0,25-0,5 ppm (usando como extractante agua caliente) (Pais y Benton Jones, 2000; Knudsen y Frank, 1974), y los suelos argentinos frecuentemente se encuentran por debajo de este valor (Echeverría et al., 2002; Salvagiotti y Gerster, 2003) (Figura 2).

Sin embargo, solamente en Girasol se han determinado respuestas sistemáticas a la fertilización con B, lo cual refuerza la necesidad de ajustar umbrales específicos para la región pampeana.

Figura 2: Disponibilidad de Boro en suelos de la región pampeana, evaluados en una red de ensayos de fertilización en Soja de primera (2.a) y Trigo-Soja (2.b). El recuadro punteado representa el rango crítico que separa niveles de carencia y suficiencia del nutriente mencionado por la bibliografía. Adaptado de Echeverría et al, (2002) y Salvagiotti y Gerster, (2003).

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Figura 2.a

Figura 2.b

En trigo, Klein (2003) informó respuestas a la aplicación de este nutriente en Alberti (Figura 3). El B es un elemento móvil, cuya dinámica en el suelo está muy asociada a la de la materia orgánica. Por este motivo, los suelos arenosos, muy intensamente cultivados, y la ocurrencia de precipitaciones abundantes que propician el lavado de este nutriente predisponen a la ocurrencia de deficiencias.

El B presenta un rango de suficiencia muy estrecho, y fácilmente se pueden alcanzar valores de toxicidad cuando se aplican fertilizantes al suelo. En consecuencia, es preferible recurrir a la vía foliar, especialmente cuando se fertiliza un cultivo de altos

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requerimientos como el Girasol, el cual es seguido en la rotación por otros más propensos a sufrir fitotoxicidad.

La aplicación vía foliar tiene además la ventaja de poder utilizar los análisis de planta como herramienta de diagnóstico, y la rápida asimilación del nutriente por parte de los cultivos. La falta de B afecta los puntos de crecimiento de los vegetales, provocando retorcimiento en las áreas jóvenes y reducción de su crecimiento.

Figura 3: Respuesta del cultivo de trigo a la aplicación de B y S, bajo dos condiciones de nutrición nitrógeno-fosforada. Adaptado de Klein, (2003).

Consideraciones finales

Los meso y micronutrientes son elementos esenciales para los vegetales, y su carencia provoca disminución en los rendimientos. En la región pampeana se han determinado respuestas discretas a su agregado, y tienen un impacto productivo secundario frente al de N, P y S.

Sin embargo, es importante identificar posibles ambientes carenciales y desarrollar herramientas de diagnóstico, teniendo en cuenta que en un sistema productivo que perpetúa la extracción de nutrientes, en algún momento se van a presentar deficiencias. La identificación de los síntomas y el conocimiento de la dinámica de estos nutrientes en los suelos por parte de asesores y productores posibilitará intervenir en el momento adecuado, evitando así pérdidas en los niveles de producción.

Ings. Agrs. Gustavo N. Ferraris y Lucrecia A. Couretot Técnicos de Desarrollo Rural INTA Pergamino

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Cloro en Trigo: resultados 01/06 20/06/2008 - En la región pampeana se realizaron experiencias para determinar respuesta a la aplicación de Cloro, un micronutriente muy importante para este cereal.

El cloro (Cl) fue identificado como nutriente esencial para el crecimiento y desarrollo de las plantas en 1954 (Broyer et al., 1954); sin embargo, se reportan respuestas a la aplicación de Cl desde mediados de 1800 (Fixen, 1993). Los requerimientos de Cl de las plantas son generalmente bajos, menores de 100 mg/kg, por lo cual es clasificado como un micronutriente. A diferencia de otros micronutrientes, se lo puede hallar en concentraciones elevadas, de 2000 a 20000 mg/kg, sin generar problemas de fitotoxicidad. Los efectos de interacción de Cl con diversas enfermedades han sido ampliamente mencionados (Christensen et al., 1982; Fixen et al., 1987). Se han registrado efectos de supresión del patógeno: pietín en trigo, podredumbre de raíz, roya amarilla y estriada, y otras enfermedades foliares; y de mayor tolerancia de los cultivos (Christensen et al., 1990). Los efectos del Cl en el desarrollo de trigo varían con el ambiente específico de cada estación de crecimiento. Se ha observado una más temprana formación de la espiguilla terminal y de antesis en trigo, aunque sin variar la fecha de madurez fisiológica y, por lo tanto, alargando el periodo de llenado de grano. Los mayores pesos de grano registrados con fertilización clorada se han relacionado con una duración del periodo de llenado más prolongada, aunque también se han observado incrementos en la tasa de llenado de los granos (Fixen, 1993). Las respuestas a Cl en trigo y otros cereales como cebada y avena, han sido evaluadas en el noroeste y la región de las grandes planicies centrales de EE.UU. desde la década del ’70 (Fixen et al., 1986; Engel et al., 1992). Las respuestas, en magnitud y frecuencia, han sido superiores en el noroeste que en las grandes planicies. Para las grandes planicies, se encontraron respuestas significativas en el 42% de 169 sitios con respuesta promedio de 369 kg/ha (Engel et al., 1992). La probabilidad de respuesta a la aplicación de Cl se ha relacionado con el cultivar, la presión de enfermedades, y la ocurrencia de estrés hídrico y/o térmico (Fixen, 1993). La cantidad de Cl disponible para los cultivos está determinada por la cantidad en solución del suelo, el Cl- intercambiable en el suelo, la deposición atmosférica y la utilización de abonos o fertilizantes clorados (Goos, 1987). La mayoría del Cl del suelo se encuentra en solución, solamente en suelos ácidos dominados por arcillas 1:1, puede haber una significativa capacidad de intercambio aniónica. La deposición atmosférica de Cl es alta cerca del mar (hasta 100 kg/ha por año), pero disminuye marcadamente hacia el interior (20 kg/ha por año a 200 km del mar). La remoción de Cl en granos de trigo y/o cebada es baja, cercana a 0.05%, mientras que la acumulación en planta puede alcanzar 9 a 24 kg/ha a madurez fisiológica (Fixen, 1993). Las metodologías desarrolladas para la predicción de las respuestas a Cl en trigo y/o cebada incluyen el análisis de Cl a 0-60 cm en pre-siembra (Fixen et al., 1987), y/o el análisis de planta entera entre espigazón y floración (Engel et al., 1992). Ambos análisis han sido más efectivos en detectar las situaciones en las cuales la probabilidad de respuesta es muy baja, que en detectar situaciones de alta probabilidad de respuesta. Cantidades de Cl en suelo inferiores a 34 kg/ha a 0-60 cm de profundidad, presentaron respuesta en el 69% de los casos, entre 35 y 67 kg/ha respondieron 31% de los sitios, y por arriba de 67 kg/ha, no se observaron respuestas (Fixen et al., 1987). Según estos resultados, se recomienda aplicar Cl hasta alcanzar 67 kg/ha luego de descontar la cantidad disponible según el análisis de suelo: Dosis recomendada de Cl = 67 kg/ha – (Cl en suelo a 0-60 cm) Para el análisis en planta se determinó un nivel > 4000 mg/kg, como adecuado, y un nivel < 1200 mg/kg con respuestas significativas en 78% de los casos (Engel et al., 1992). Para el rango de 1200 a 4000 mg/g, las respuestas fueron significativas en 50% de los casos. En cuanto a fuentes, localización y momento de aplicación para trigo y/o cebada, las experiencias de Norteamérica indican que (Fixen et al., 1986): · Las fuentes de Cl evaluadas (KCl, NH4Cl, CaCl2 y MgCl2) han resultado igualmente efectivas. · La ubicación del fertilizante clorado no es de gran impacto en la respuesta por la movilidad elevada del Cl- en suelos. · Debe evitarse la aplicación junto con la semilla por los efectos salinos.

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. Aplicaciones de pre-siembra a macollaje han presentado eficiencias similares. Numerosos aspectos presentados en esta introducción pueden ser ampliados en las revisiones de Fixen (1993) y Xu et al. (2000). Los antecedentes de deficiencia y respuesta a la aplicación de trigo en otras regiones del mundo, motivaron la exploración y experimentación en Cl para cultivos de trigo en la región pampeana. Trabajos realizados en la década del ’90, muestran respuestas bajo algunas situaciones (Melgar y Caamaño, 1997; Melgar et al., 2001 a y b). Este escrito sintetiza los resultados de numerosos ensayos de fertilización clorada en trigo realizados entre 2001 y 2006 en la región pampeana argentina. Esta información ha sido reportada parcialmente, y con mayor detalle, por Díaz Zorita et al. (2002, 2004 y 2007), Ventimiglia et al. (2003), Ferraris y Couretot (2004), Díaz Zorita y Duarte (2005), y Salvagiotti et al. (2005).

Foto 1: síntomas de deficiencia de Cloro en Trigo.

Conclusiones · En 26 ensayos a campo en la región pampeana argentina, se detectaron 10 sitios con respuesta a la aplicación de Cl (38%). El porcentaje de sitios con respuesta a Cl es similar al observado en regiones trigueras de EE.UU. · En los sitios con respuesta significativa, los respuestas, promediando para los tratamientos de fungicida, variedad y fuente de Cl, fueron de 213, 319 y 357 kg/ha para dosis de 23, 46 y 69 kg Cl /ha, respectivamente. · Considerando estas respuestas, las eficiencias de uso serian de 9.2, 6.9 y 5.2 kg de trigo por kg de Cl aplicado. Para la relación de precios trigo/Cl a Marzo 2008 de 4.7 kg de trigo por kg de Cl, las aplicaciones de 23 y 46 kg/ha de Cl serian rentables, mientras que la dosis de 69 kg/ha solamente cubriría el costo de la inversión. · Los efectos de Cl no parecen haberse asociado a la supresión y/o tolerancia de enfermedades ya que solo se observo interacción Cl*F significativa en 15% de los sitios. · Las evaluaciones de fuentes de Cl (cloruros de potasio y amonio), muestran que solamente hubo diferencias por la aplicación de K en 17% de los casos. · En los 11 ensayos de evaluación de respuesta a Cl con distintas variedades, 7 sitios mostraron una interacción significativa Variedad*Cl. La frecuencia de evaluación de las variedades es distinta, por lo que no se pueden sacar conclusiones generales. · La concentración de Cl en el suelo a 0-20 cm de profundidad o la cantidad de Cl a 0-60 cm no se relaciono claramente con el rendimiento relativo sin aplicación de Cl o con las respuestas a 23, 46 y 69 kg/ha de Cl. Concentraciones de Cl a 0-20 cm por arriba de 35 mg Cl/kg o cantidades de Cl disponible a 0-60 cm superiores a 65-70 kg Cl /ha mostraron rendimientos relativos siempre superiores al 90% del rendimiento máximo y respuestas a la aplicación de Cl menores de 250 kg/ha. Por debajo de las 35 mg Cl/kg Cl a 0-20 cm o de los 65-75 kg Cl /ha a 0-60 cm, las respuestas fueron muy variables. · Deberá seguir generándose información en ambientes con niveles contrastantes de disponibilidad de Cl a la siembra y/o buscar otros parámetros que permitan predecir la probabilidad de respuesta para cada lote o ambiente.

Fuente: Fernando García – IPNI.

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Fertilización en Trigo: Presente y Futuro 02/05/2008 - El manejo nutricional del cultivo de trigo está inserto en un contexto agronómico más amplio de manejo del sistema de producción de cultivos.

En Argentina, los nutrientes tradicionalmente deficientes para el cultivo de trigo han sido el nitrógeno (N) y el fósforo (P) y, en los últimos años, se han determinado deficiencias de azufre (S) en numerosas áreas trigueras. Otros nutrientes, como el caso del cloro (Cl) y otros micronutrientes, han mostrado deficiencias y respuestas en algunas situaciones de suelo, clima y manejo. Las experimentaciones realizadas en los últimos años indican la importancia y factibilidad de plantear el manejo de la nutrición para el doble cultivo trigo/soja al momento de la fertilización del trigo (Salvagiotti et al., 2005). En las referencias indicadas se podrá encontrar información acerca del: i) diagnostico de la fertilidad para recomendaciones de fertilización nitrogenada, fosfatada y azufrada, y ii) manejo de la fertilización: fuente, momento y forma correcta de aplicación de N, P y S. ¿Dónde estamos en manejo de la nutrición del cultivo de trigo? En el marco actual de precios de insumos y trigo, es muy importante utilizar la información existente y las actualizaciones generadas en los últimos años frente a la toma de decisiones. A continuación se destacan algunas de las mismas: � Requerimientos nutricionales del cultivo : Utilizando información generada en nuestro país en los últimos años se establecieron valores de referencia de absorción de 26.5, 4.4 y 4.4 kg de N, P y S por tonelada de grano producida, respectivamente, y de extracción de 18.2, 3.5 y 1.5 kg de N, P y S por tonelada de grano producida, respectivamente. Estos valores son de referencia y se sugiere el análisis de planta y/o de granos para conocer la absorción y extracción de nutrientes específica de cada ambiente, lote o región. Los mismos están expresados en base “humedad de recibo” de trigo (Humedad Comercial a Cosecha de 13,5%). La información completa está disponible en la página de Internet del IPNI: www.ipni.net/lasc. � Dosis de N: Los umbrales críticos de disponibilidad de N a la siembra (N-nitratos suelo, 0- 60 cm + N fertilizante) constituyen el método más difundido para determinar las necesidades de N del cultivo. Estos varían según la zona y el nivel de rendimiento objetivo: 175 kg/ha para alcanzar rendimientos de 6000 kg/ha en el sudeste de Buenos Aires (Información CREA Mar y Sierras), y 130-140 kg/ha para rendimientos de 4000 kg/ha en el sur de Santa Fe (Información Red de Nutrición CREA Sur de Santa Fe). El uso de modelos de simulación es una alternativa de interés para incluir características específicas de suelo, manejo de cultivo y de riesgo climático. El software Triguero (Satorre et al., 2005) ha sido ampliamente evaluado y es utilizado como herramienta para la toma de decisión en distintas regiones trigueras. Recientemente, Barbieri et al. (2008b) han confirmado la aptitud de los modelos de simulación como el CERES Trigo, base del software Triguero, en la región sudeste de Buenos Aires. � Momento de aplicación de N: Las aplicaciones de N a la siembra del cultivo generalmente resultan en eficiencias de uso similares o superiores que las de aplicaciones al macollaje, en situaciones de baja incidencia de precipitaciones durante el período siembra-fin de macollaje. Esta situación es común para una gran parte de la región triguera argentina. Sin embargo, en regiones con excesos hídricos a la siembra y/o probabilidad de precipitaciones elevadas durante el periodo siembra - fin de macollaje, las aplicaciones diferidas al macollaje pueden presentar una mayor eficiencia del N aplicado resultando en mayores rendimientos y menores perdidas de N que las aplicaciones a la siembra (Echeverría et al., 2004) . La campaña 2007/08 fue bastante particular en cuanto a ocurrencia de precipitaciones durante el ciclo del cultivo, ya que se produjo un pico de lluvias en septiembre aun después de la aplicación de macollaje. En estas condiciones, no se encontraron diferencias en rendimientos para aplicaciones de N a siembra o a macollaje. La decisión de aplicar el N a la siembra o al macollaje también debe incluir aspectos relacionados con el rendimiento potencial y la disponibilidad inicial de N, y con la logística. � Dosis de aplicación de P . La Fig. 1 muestra la relación entre la respuesta a P y el nivel de P extractable (P Bray 1) en 53 ensayos realizados entre 1998 y 2007. Para relaciones trigo/nutriente de 17 a 26 kg de trigo por kg de P, los niveles críticos de P Bray se ubican entre 15 y 20 ppm.

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Fig. 1. Respuesta a fósforo (P), expresada como kg de trigo por kg de P aplicado, en función del nivel de P Bray (0- 20 cm) en 53 ensayos realizados entre 1998 y 2007. � Azufre: Las respuestas a S en trigo son frecuentes en la región pampeana norte en lotes de prolongada historia agrícola y disminuciones significativas de materia orgánica respecto a los niveles originales (Martínez y Cordone, 2005). En los últimos años, las investigaciones realizadas en el sur de la provincia de Buenos Aires también han mostrado respuestas a la aplicación de S en condiciones de lotes de alta frecuencia de soja, gran cantidad de años de historia agrícola y bajo siembra directa (Calviño et al., 2001; Reussi Calvo et al., 2006). � Nutrición balanceada del cultivo y de la rotación. El manejo eficiente, desde el punto de vista agronómico, económico y ambiental, debe contemplar la nutrición balanceada del cultivo. Esto implica evaluar todos los nutrientes esenciales para evitar que la deficiencia de uno de ellos afecte las eficiencias de uso de los otros (sean aplicados como fertilizantes o disponibles en el suelo). Asimismo, el manejo de la nutrición de un cultivo debe considerar la fertilidad de los suelos y la producción de los cultivos y/o pasturas que se incluyen en la rotación: la fertilización del sistema de producción. El concepto de “fertilización del sistema de producción” se basa en la residualidad de los nutrientes en formas orgánicas (N, P, S, otros) y/o inorgánicas (P, K, otros) en el suelo. Los resultados de los ensayos de trigo 2007/08 de la Red de Nutrición CREA Sur Santa Fe y de nutrición balanceada Aapresid-INTA-IPNI-ASP en Corral de Bustos, muestran los efectos mencionados en el párrafo anterior. (Fig. 2a). Estas respuestas son debidas a efectos directos y residuales de previas fertilizaciones dado que los tratamientos fueron establecidos continuamente desde el año 2000. (Fig. 2b).

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Fig. 2. Rendimientos de trigo, a) promedios de tres sitios de la Red de Nutrición CREA Sur de Santa Fe 2007/08; y b) en el ensayo de nutrición balanceada Aapresid-INTA-IPNIASP en Corral de Bustos (Córdoba) 2007/08. ¿Dónde vamos en manejo de la nutrición del cultivo de trigo? Para el donde vamos inmediato, la próxima campaña 2008/09, los cambios en los precios de fertilizantes, especialmente fosfatados, generan ciertos interrogantes acerca del manejo de la fertilización del cultivo. En general, las recomendaciones de fertilización consideran las relaciones de precios, incluyendo el beneficio económico y el riesgo de la inversión en fertilizante. Por esta razón, los cambios en relaciones de precios, si no son muy marcados, no modifican en gran medida las recomendaciones. Por supuesto, las inversiones son mayores con precios más elevados de fertilizantes. A modo de ejemplo, en los sitios de la Red de Nutrición de la Región CREA Sur de Santa Fe, entre los años 2001 y 2005 (25 ensayos en cuatro campañas), en los cuales los análisis de suelos a la siembra (N-nitratos, P extractable, y S-sulfatos) permitían predecir respuestas a la aplicación de N, P y/o S, las eficiencias de uso observadas en términos de kg de trigo por kg de urea, fosfato monoamónico y sulfato de calcio fueron de 8.5, 9.5 y 6.1 kg trigo por kg de fertilizante, respectivamente. Estas eficiencias superaron ampliamente a las relaciones de precio actuales de 2.6, 5.1 y 1 kg de trigo por kg de fertilizante nitrogenado, fosfatado o azufrado, respectivamente. Es importante indicar que para la estimación de las eficiencias de uso, se incluyo la respuesta de la soja de segunda a cada nutriente ya que las fertilizaciones realizadas en el trigo también incluyeron las necesidades nutricionales de la soja de segunda. Manejo sitio-especifico de la fertilización El manejo de la nutrición por ambiente o en forma variable a través del lote reconoce la variabilidad espacial en la disponibilidad de nutrientes del suelo y el rendimiento potencial del cultivo. Conociendo la variabilidad espacial y sus causas, se pueden implementar manejos de la nutrición ajustados a cada ambiente o situación. El éxito y, por ende, el beneficio agronómico, económico y ambiental de la fertilización variable dependerá del i) grado de variabilidad que exista en un determinado lote, ii) conocimiento de las causas de la variabilidad, iii) conocimiento de las necesidades de manejo para cada ambiente, y iv) la capacidad de gestionar los distintos manejos por ambiente. Frecuentemente, este análisis deja de lado la variabilidad temporal, la cual podría ser incluida utilizando sistemas de predicción climática estacional y/o sensores remotos en tiempo real, entre otras metodologías. Entre las experiencias generadas en Argentina, Gabriel Tellería y colaboradores de A&T Tecnologías, en el sur de Córdoba, proponen delimitar los lotes en tres ambientes de distinto potencial de producción: Alta (A), Promedio (P) y Baja (B). Los planteos que se manejan son i) en ambientes A, las dosis necesarias tenderán a ser mayores por el mayor potencial de rendimiento pero este efecto será moderado por la mayor fertilidad, y ii) en ambientes B, las dosis necesarias tenderán a ser menores por el menor potencial de rendimiento pero este efecto será moderado por la menor fertilidad. En las campañas 06/07 y 2007/08 se evaluaron fertilizaciones variables según ambientes de producción en seis sitios. La evaluación de dosis crecientes de fertilizante PS o NPS demostró que la dosis de mayor beneficio económico fue mayor para los ambientes de producción baja o promedio que para los ambientes de alta producción en tres de los seis sitios. Otros nutrientes Como se menciono anteriormente, N, P y S son los nutrientes generalmente deficientes en nuestros sistemas de producción y toda decisión de manejo de nutrición del cultivo debe comenzar por la evaluación de los mismos. Desde mediados de los ’90 se han realizado numerosas experiencias para determinar respuestas a la aplicación de cloro (Cl) en la región pampeana. En 25 ensayos realizados entre los años 2001 y 2006 en el oeste, centro y norte de Buenos Aires, y el sur de Santa Fe y Córdoba, se encontraron respuestas promedio a Cl de hasta 415 y 332 kg/ha sin y con aplicación de fungicida, respectivamente (Fig 3). De 25 sitios evaluados, 11 sitios presentaron respuesta a la aplicación de Cl (44%) y se observó interacción

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Cl*fungicida en 5 de 21 sitios (24%). Las respuestas a Cl no se relacionan claramente con la disponibilidad de Cl en suelo a la siembra y varían entre variedades para un mismo sitio de ensayo.

Fig. 3. Rendimientos promedio para cuatro dosis de Cl, sin y con aplicación de fungicida, en 25 ensayos realizados en la región pampeana argentina entre los años 2001 y 2006. Los rendimientos se promediaron para distintas fuentes de Cl y variedades. Fuente: Fernando O. García – IPNI Cono Sur

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