el52 nº1

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PATROCINA FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GIJÓN 21 NOVIEMBRE 2014 // 1 ORGANIZA COLABORA

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El52, periódico oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón 2014, FICX52

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PATROCINA

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GIJÓN

21 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

ORGANIZA COLABORA

221 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

52 EDICIÓN

Expandir las fronteras de lo cinematográfico es función fundamental de un festival. En un nuevo milenio que

asiste a la transformación de todos los canales de comunicación y creación, tanto desde el punto de vista formal

como de contenidos, el cine no solo no permanece ajeno sino que se encuentra a la vanguardia de este cambio.

Es obligación de un festival estar atento a mutaciones y propuestas innovadoras no solo de manera testimonial, sino como

parte misma de estas, en simbiosis con películas y creadores. Por eso, este 52 Festival de Gijón no solo mantiene sus sec-

ciones tradicionales, firmemente establecidas en el paradigma de la praxis autoral y la experimentación, sino que fortalece

aquellas recién llegadas, como AnimaFicx o Géneros Mutantes, devuelve su importancia a la no-ficción con un DocuFicx

competitivo, dota a la crítica de su propio órgano de expresión en Convergencias, propicia la innovación con FicxLab y se

redefine al hilo de los tiempos buscando una modernidad perenne.

Por eso, esta edición rinde homenaje a figuras cuya contribución a la evolución del lenguaje cinematográfico ha sido funda-

mental, sirviendo de eslabón que conecta lo clásico y lo moderno o, mejor dicho, lo clásico moderno con lo moderno actual.

Contar con la presencia de Yvonne Blake, Richard Lester, Terry Gilliam o Bill Plympton, a la vez que con la de, por ejemplo,

Brillante Mendoza o Thomas Cailley, es epítome de lo que espera ser el Festival de Cine de Gijón: un vibrante motor en la

inmensa maquinaria creativa que hace que el cine se renueve. Algo para lo que necesita de su público. Ese público gijonés

fiel, que crece estos días con aquellos que nos visitan desde todos los puntos de España y del mundo, cuya exigencia nos

impulsa a seguir adelante año tras año. Creciendo pero, sobre todo, cumpliendo esa vocación de servicio público que debe

exigírsenos siempre. Porque el cine es hoy más que nunca un bien necesario, necesariamente comprometido también con

los valores que lo convierten en arte y vehículo de ideas de nuestro tiempo.

Nacho Carballo

Director del Festival Internacional

de Cine de Gijón

ENTREVISTA JOhN MIChAEl MCDONAgh

¿Cuándo y cómo surgió la idea de Calvary, y hasta qué punto tuvo que ver con ella Brendan Gleeson?Estábamos terminando el rodaje de El irlandés, mi primera película, cuando sugerí a Brendan que deberíamos hacer una película sobre “un buen hombre”, lo que nos llevó a la idea de hacer de este “buen hombre” un sa-cerdote, cuando pensamos que se habían hecho un montón de película sobre sacerdotes malvados. Entonces escribí el primer borrador y discutí el argumento con Brendan. Decidimos hacer la película más emotiva y ampliar las escenas entre el sacerdote y su hija.

A veces, Calvary recuerda una inversión de las amables comedias de la Ealing, ¿fue algo intencionado?No, en absoluto. Está más influida por las películas de Preston Sturges.

Hay un montón de películas irlandesas en los últimos años, incluyendo las de su hermano Martin, que utilizan elementos de noir mezclados con otros típicamente irlandeses, ¿Puede definirse Calvary como un Irish Noir? Realmente no. Tampoco veo la película como específicamente irlandesa. Pienso que es una película universal que trata temas espirituales y filosóficos universales. Por lo que a mí respecta, podría transcurrir en España.

Sus películas, como las de su hermano, poseen una cualidad netamente posmoderna, con su mezcla de géneros, ironía y autoconsciencia…Sí, creo que ambos estamos influidos por los escritores postmodernos, en particular Jorge Luis Borges. Tam-bién he estado disfrutando recientemente con las obras de Javier Marías.

Por otro lado, Calvary es un drama muy emotivo. ¿Cómo encuentra el equilibrio entre la metaficción y una historia con personajes y emociones sinceros?Es un tono muy difícil de conseguir. Algunas veces funciona y otras no. Creo que, en el futuro, intentaré contar historias más simples y directas.

El western es un género muy presente en sus dos películas, ¿por qué esta fascinación con la mítica del western?

Por algún motivo, siempre he sido un fan del western, tanto si se trata de la obra de John Ford como de la de Sam Peckinpah, de Solo ante el peligro o de El fuera de la ley. Siempre tienen espléndidas estructuras de tres actos.

Hasta cierto punto, son también comedias negras, una gran tradición irlandesa. ¿Le han influido autores como Flann O´Brien o Beckett?En realidad, no. Me siento influenciado por William Faulkner, Flannery O´Connor y Borges.

¿Puede contarnos algo acerca de sus nuevos proyectos? Se dice que Calvary y El irlandés son parte de una supuesta “trilogía del suicidio”, que para mí es más bien una “trilogía del sacrificio” hasta ahora. ¿Es eso cierto?

¡Sí, sacrificio y redención! Tengo una idea para la tercera parte de la trilogía.Sería sobre un parapléjico que intenta dar un giro a su vida resolviendo el asesinato de uno de sus amigos discapacitados. Se llamaría El cojo debe entrar primero (The Lame Shall Enter First), pero no la he escrito todavía.

Mi próxima película será Guerra contra todos (War on Everyone), y es una comedia negra sobre dos policías corruptos de Nuevo México que chantajean a los criminales hasta que, eventualmente, se cruzan con un individuo que es mucho más peligroso que ellos. ¿O no lo es?

Empezaré a rodar en marzo de 2015 con Garrett Hedlund y Michael Pena como los dos protagonistas.

CON SÓLO DOS LARGOMETRAJES A SUS ESPALDAS, EL IRLANDÉS

Y ESTE CALVARY QUE INAUGURA LA 52 EDICIÓN DEL FICX, JOHN

MICHAEL McDONAGH SE HA CONFIRMADO YA COMO UNO DE LOS

NUEVOS VALORES DE UN CINE QUE HUNDE SUS RAÍCES EN LOS

GÉNEROS Y FORMAS CLÁSICOS, RENOVÁNDOLOS DESDE UNA

MIRADA TAN IRÓNICA Y POSMODERNA COMO EMOCIONANTE Y

SINCERA. ÉL MISMO NOS EXPLICA ALGUNAS DE LAS CLAVES DE

SU CALVARIO PERSONAL.

Por: JESÚS PAlACIOS

52 FICXixón3

XXXXX OFICIAl INAUgURACIÓN

John Michael McDonagh es el hermano de Martin McDonagh, uno de los grandes renovadores del teatro irlandés reciente, y también uno de los puntales del cine de la isla, muy activo de nuevo durante la segunda mitad de los 2000. Ambos hermanos comparten una sensibilidad hacia la metaficción y las afueras del relato negro, con el crimen como desencadenante y motivo de reflexión. John Michael McDonagh se inició en el largo hace un par de temporadas con El irlandés (The Guard, 2011), una suerte de spaghetti-noir irlandés donde se citaba, en alegre sincretismo posmoderno, a la Ealing, John Ford o Aki Kaurismäki; es decir, los mismo referentes aquí manejados si bien con un tono diferente, más lírico y sereno, honestamente espiritual y al tiempo mundano.

Aquella película estaba dominada por la personalidad y el peculiar tempo de Brendan Gleeson, un rostro-estilo determinante en el noir irlandés y ya presente en Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008), la película que descubrió a su hermano Martin. Gleeson, del mismo modo, es central en Calvary: a su alrededor gravitan los peculiares personajes de un indeterminado pueblo costero irlandés, perfecto en su tipismo, ideal de un modo extraño, melancólico.

Calvary se abre con una terrible amenaza: en una semana el cura encarnado por Gleeson será asesinado por pecados que él no cometió: “Matar a un cura en domingo, eso sí que es un buen chiste”, dice una voz en off llena de rabia y patetismo.

El buen cura dedicará su última semana de vida a ponerse en paz consigo mismo y a enfrentar el caos de su pequeño universo, cuyas convulsiones internas contrastan con la estoica serenidad

del entorno. La irlandesidad intrínseca de la película refulge en su mezcla de melancolía, humor y fatalismo, que se acoge a

un tono de western crepuscular. John Michael McDonagh reformula toda una serie de tropos y lugares del western en una maniobra de evocación fantasmagórica de un género que es, al tiempo, una mitología ya colectiva, popular.

El western está en sus secuencias y en su tempo, también en el empleo del paisaje y por supuesto en la mirada compasiva y apesadumbrada de Brenda Gleeson (cuyo rostro es otro paisaje) negociando con su sobrevenida condición de mártir. De alguna manera su personaje, sumado a las particularidades de mosaico humano de la película, hacen revivir los anecdotarios humanistas que John Ford rodó para el humorista Will Rogers en la década de los 30, viejos, pero no envejecidos, tratados sobre la debilidad humana, y la fortaleza, como Doctor Bull (1933), Steamboat’ Round the Bend (1935) o esa obra maestra que es Judge Priest (1934), un formidable Mark Twain… sin Mark Twain.

Calvary está atravesada también por una intrigante tensión interna entre el aparente realismo y su verdadera naturaleza hiperestilizada. Como ya ocurría en El irlandés su superficie puede parecer naturalista, pero el conjunto es literario, tendente a lo metatextual al extremo de que, en ciertos momentos, los personajes parecen tener conciencia de su condición. La puesta en escena está calculada en este sentido hasta desarrollar un aspecto cercano a la abstracción en virtud de sus espacios, la composición del encuadre, el color y la luz. Así, el pueblo, sus lugares y los personajes (y sus relaciones) tienden al extrañamiento según el metraje avanza. Los kaurismäkianos interiores del pub local o la blancura de la capilla y de la espartana habitación de Gleeson se alían con el progresivo rigor de la composición, de perturbadora serenidad según la violencia terminal se acerca más y más.

CALvARYJohn Michael McDonagh Reino Unido/Irlanda, 2014, 104 min.

HOY • 17:00 h. // Cines Centro sala 5-Centro Comercial San Agustín (Prensa y acreditados)

HOY • 22:00 h. // Teatro Jovellanos (Gala de inauguración)

MAÑANA • 20:00 h. // Cines Centro sala 5-Centro Comercial San Agustín (Encuentro con el público)

Por: ADRIÁN SÁNChEZ

421 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

OTRAS SECCIONES ENFANTS TERRIBlES

HOY • 9:15 h. // Laboral (Pase único)

The Boxcar ChildrenDaniel Chuba, Mark Dippé • Estados Unidos / 2014 • 81 m.

A birder´s guide to everythingRob Meyer • Estados Unidos / 2013 • 86 m.

Gertrude Chandler Warner (1890-1979), fue una de las escritoras para niños

estadounidenses más populares, prolíficas, y alabadas del siglo pasado. En

1924 publicaría la versión original del que habría de convertirse en su más

famoso cuento infantil: The Boxcar Children, que inauguraría una serie de

diecinueve títulos consagrados a las aventuras de sus protagonistas: un grupo

compuesto por cuatro niños, hermanos de distintas edades, huérfanos pero

decididos a salir adelante a toda costa, que se instalan en un viejo vagón de

tren abandonado en el bosque, convirtiéndolo en el genuino hogar que nunca

han tenido. El éxito de esta obra superaría incluso al de su propia autora, y nu-

merosos escritores han contribuido posteriormente a la serie, hasta sobrepasar

los doscientos libros protagonizados por Henry, Jessie, violet y Benny, los niños

del vagón de tren.

Ahora, sus aventuras llegan a la gran pantalla, en una fiel adaptación animada,

bien recibida por los millares de fans de los libros de Gertrud Chandler Warner,

pese a que prescinde de inspirarse en las maravillosas ilustraciones originales

tanto de Dorothy Lake Gregory como de L. Kate Deal, prefiriendo modernizar

su estilo para ponerlo al día, al igual que llevando la historia a la actualidad,

con resultados satisfactorios. Un film para los más pequeños, que descubrirá a

muchos a una de las más grandes escritoras de literatura infantil del siglo XX.

Por: Jesús Palacios

El arte de la comedia juvenil posiblemente sea uno de los más difíciles. Al menos, si nos referimos a una comedia juvenil

estilizada, sensible, ingeniosa y con capacidad para suscitar múltiples niveles de lectura, convirtiéndose, así, en comedia

para todas las edades, aunque sus protagonistas y destinatarios principales sean adolescentes que en absoluto adolecen

de inteligencia, por mucho que las producciones comerciales actuales a estos dirigidas parezcan empeñarse en ello en

los últimos tiempos. Es cierto que hubo una época en que este género parecía darse con la misma facilidad en Hollywood

que el buen vino en La Rioja. Nombres como Joel Schumacher, Paul Brickman, Howard Deutch, Michael Gottlieb, Steve

Rash, Amy Heckerling y, sobre todo y por encima de todos, el mítico John Hughes, sembraron los años 80 de títulos

inolvidables, descubriendo a toda una generación de entonces recién llegados actores que se convertirían en las grandes

estrellas de hoy. De alguna forma, en las décadas siguientes aquello degeneró en un imparable aluvión de mal gusto, sal

gruesa y falsa malicia, que solo esconde la mayoría de las veces –sálvese el que pueda- moralismo mal disimulado y la

inconfesa intención de dejar en el paro a John Waters, mucho más peligroso, claro… Y, entonces, de repente, la comedia

teenager renació, convertida, eso sí, en cine de autor independiente, para sorpresa de todos y alivio de algunos.

Es al calor de este renacer inusitado que llega también A Birder´s Guide to Everything, modélico ejemplo del arte resuci-

tado de la mejor comedia juvenil. Una aventura adolescente cargada de ironía, con un excelente reparto, que se propone

como trepidante viaje iniciático a la madurez de un grupo de amigos de instituto, obsesionados por la ornitología, a la

caza y captura de un mítico pato extinto, metáfora última de las alegrías y pesares que les esperan en la vida. Rob Meyer

dirige con soltura y elegancia, convirtiendo la Naturaleza en esa guía tan hermosa como cruel que todos necesitamos

estudiar con detenimiento para sobrevivir, punteando la narración con destellos emotivos y sentimentales perfectamente

equilibrados con toques de humor negro, gags y personajes tan característicos del género como el Timmy que interpreta

Alex Wolff.

Puede que en los 80, este debut en el largometraje de su director, conocido hasta ahora por sus cortos y trabajos

documentales para cine y televisión, hubiera sido “simplemente” una más de entre las mejores comedias juveniles de su

cosecha –ojo, de entre las mejores-, pero hoy, siguiendo la estela de otros títulos recientes, presentes también siempre

en nuestra sección Enfants Terribles, como la británica Submarine (2010) de Richard Ayoade o la estupenda The Kings of

Summer (2013) de Jordan Vogt-Roberts, A Birder´s Guide to Everything confirma la vitalidad de un género y un estilo que

fueron antaño despreciados ciegamente por buena parte de

la crítica cinematográfica y que ahora, paradójicamente, se

nos aparecen como estupendo cine independiente, de culto,

e incluso netamente posmoderno, en su asunción volunta-

riamente autorreferencial de modelos narrativos que forman

parte de la propia historia del cine reciente. Toda una lección

sobre la naturaleza humana.

Por: Jesús Palacios

5 52 FICXixón

BRIllANTE MENDOZA

5 52 FICXixón

Existe un espectador un poco artista que mira una y otra película en busca de la película que hay en él. Se trata de un individuo voraz y de modos ansiosos que pretende verse el cine completo con la esperanza de dar con aquella película que sabemos que vive en nosotros y que nos anega la mirada de una nostalgia extraña mientras vamos viendo otras.

En la búsqueda de esa película definitiva, como en el cortejo, el instante de anticipación suele contener más emoción que la experiencia consumada, pero si nuestra voluntad es morir en la butaca de gozo y suerte súbita no queda otro remedio: hay que ir mirando una película detrás de otra, impermeables al chasco y del mismo modo en que se lee y se escribe, por tratar de encontrar un lenguaje privado e íntimo, exclusivamente nuestro aunque venga firmado por otro.

El problema de algunas películas es que quieren gustar a las personas. Muchas dan la vida en ello, y con la vida, el carisma y todo atractivo. Es un empeño entre la vanidad y el limosneo que las hace inofensivas, y a esas las atenderemos, si acaso, por compasión, por echar el rato o porque afuera hemos visto un cura y eso indica que va a llover. Este cine lisonjero es un hándicap que conlleva el medio en su naturaleza industrial y de mercadeo, lo comprendemos muy bien y en ocasiones nos llevará al huerto, pero el peaje es obligatorio porque si hemos sentido el pálpito, si nos parece haber escuchado el cántico, nuestra obligación es meternos en la sala y ver si el plato del día nos pone a bailar.

Hace cuarenta años, Alberto Moravia hablaba de la mejor disposición del ánimo para contemplar una película. Su receta era abolir el ego, aparcar la coraza del carácter y dejar que se manifestase el ser con entera libertad. “Abolir las barreras, los muros, las prevenciones construidas por el propio yo… Sólo con esta disposición se obtiene la llamada “inspiración” antes de escribir. Y sólo ésta nos pone en las mejores condiciones para contemplar una película”.

Sea como sea, queda claro que en el calvario de dar con una película que nos guste hasta lo indecible y que sintamos particular vamos a tener que ver todas las demás, mirarlas de arriba abajo hasta que en el momento menos pensado aparezca la dueña y señora del mundo, esa película extraordinaria que se nos asome al espíritu, aquella que nos tenía fecundados antes de conocerla y que de pronto se hará sentir en nosotros como una avecilla cautiva en el pecho del enamorado.

Cuenta la leyenda que en todos los festivales hay una de esas flores de fuego. El truco está en no esperarla. Nosotros estos días los vamos a pasar aquí escribiendo. Vosotros, afortunados, disfrutad del atracón.

Rubén Lardín

Al AgUA PAThOS

Thy Womb empieza encaramada en lo que un día fue cima del cine de explotación, mostrando en plano

detalle un parto. Es un comienzo ambicioso, lógico y esencial, también un poco grotesco porque la vida

irrumpiendo supera incluso a la muerte en lo chocante, y en cualquier caso es un abrir muy arriba y muy

claramente una película que a continuación va a declinar el itinerario de la vida corriente para sentar cam-

pamento en un paraje singular y con algo de exótico: el de la falta.

Por afinidad temática, Thy Womb puede verse como siamesa de Foster Child (2007), aquella otra película

de Brillante Mendoza donde se retrataba la angustia de una mujer dedicada a la cría de niños huérfanos

para su posterior entrega a familias con posibles. Aquí la inmersión es más honda y alcanza la fecundación

misma a partir de la circunstancia de Shalela, una mujer esteril y renuente a la adopción, interpretada por

la dama estelar y casi mitológica del cine y la música filipinos Nora Aunor, que se dispondrá a consumar

su matrimonio contratando los servicios de una hembra joven para su esposo. Sin embargo, y en una

actitud que los que conocen su filmografía saben muy suya, Mendoza rehusa centrarse en las consecuen-

cias dramáticas que podría originar esa decisión tan extremada para concentrarse en el preámbulo, en la

expedición y en el salvoconducto, reduciendo el triángulo amoroso o sentimental que podríamos aventurar

de su sinopsis al mero proceso burocrático que conlleva la resolución de la protagonista. Todo un viaje que

se desarrolla en las coordenadas muy particulares de Tawi-Tawi, el lugar más al suroeste del archipielago

filipino, donde la comunidad indígena de los bajaus, los llamados gitanos del mar, lleva una existencia de

confesión musulmana regida por la pesca, la construcción naviera, la cestería o el buceo de perlas.

Thy Womb, reconocida por festivales de categoría como el de venecia y vindicada como patrimonio por

instituciones como la Enciclpedia Británica, es un pedazo de cine circular e incluso esférico, con propieda-

des de documento etnográfico y un tono anclado a las simas del principio femenino que circunvala al ser

humano y determina la especie.

Próxima en su vitalismo al sentimiento trágico de la vida que promulgó Unamuno, Thy Womb es también

una película colorista y de clima pletórico como requiere la determinación de Shalela, de temple pausado

como corresponde a la espera y en apariencia algo desnortada en lo narrativo, aunque esto no es más que

una treta voluntaria y muy consciente del cineasta, que hace transcurrir la historia en atención a la aleato-

ridad que rige a la etnia de nómadas que la puebla. Se trata, también, de la obra más lírica y telúrica que

su director ha dado hasta la fecha, quien sin traicionar su naturalismo habitual se zambulle a pulmón en el

retrato folclórico que le es tan querido, se demora en las tareas, los modos, las costumbres o el paisajismo

y no escatima en recursos a la hora de pintar frescos multitudinarios de mercado y tradición, aspectos

claves en una película que, como ocurre a menudo en la filmografía de Mendoza, es toda ella anunciación,

antesala y culminar de un rito.

Por: Rubén Lardín

HOY • 22:15 h. // Cines Centro sala 3 DOMINGO 23 • 12:15 h. // Cines Centro sala 3

Thy womb (Sinapupunan)Brillante Mendoza • Filipinas / 2012 • 100 m.

600 NOVIEMBRE 2013 // nº 0 621 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

OTRAS SECCIONES gÉNEROS MUTANTES - ANIMAFICX

Después de un paréntesis fantastique con la lírica y vampírica Livide (2011), el dúo culpable de una de las obras maestras seminales del nuevo cine de la

crueldad francés, en su variante de horror extremo, A l´interieur (2007), vuelve al terreno del miedo en estado puro y a las raíces del slasher con esta joya sangrienta, que mantiene al espectador aferrado a la butaca, por el sencillo

método de recuperar la eficacia simple y directa del terror clásico, orquestando una estilizada puesta en escena de suspense sostenido, punteada por brutales

e impactantes imágenes según avanza su ajustado metraje.

La anécdota del trío de niños fugado de clase, que tropieza en mitad de unos estudios cinematográficos abandonados con aquello que busca, quiere y

debe mantenerse oculto a los ojos de los vivos, sirve a Maury y Bustillo para construir un personal homenaje al splatter clásico americano de los 70, que evoca inevitablemente los nombres de maestros

como Tobe Hooper o Wes Craven, aunque en lugar de tomarlos en vano como en tantos recientes remakes descafeinados,

resucita su original impacto al trasladarlo a un universo propio, en el que conviven de forma sorprendente la sencillez narrativa con el juego metacinematográfico hipermoderno, sin dejar en momento alguno que la naturaleza reflexiva e incluso irónica del segundo interfiera con la solidez y eficacia del primero.

Aus yeux des vivants arranca con un escalofriante prólogo a mayor gloria de la siempre inquietante Béatrice Dalle, para pasar después a una suerte de revisión de la mítica preadolescente del Stephen King de Cuenta conmigo o el Spielberg de E. T. que, sin embargo, no tarda en retorcer perversamente el carácter sentimental de aquellas. Ni los tres niños protagonistas son tan tiernos, inocentes y simpáticos como los del modelo spielbergiano de los 80, ni todos se salvarán de un destino en algún caso no tan cruel como la propia vida que llevan en sus casas. El quizá ya no tan nuevo pero todavía muy cruel cine francés de horror, al que el FICX dedicara amplio ciclo en su 50 edición, sigue siendo tan sadiano o más psicológica y emocionalmente que gráficamente, y más aún con el espectador acomodado en los tópicos narrativos hollywoodienses.

Estéticamente, el film bebe tanto del splatter americano como del giallo, llevados ambos a la línea neogótica industrial de las últimas décadas, con toda su inquietante parafernalia casi satánica, propia de un Marilyn Manson o un Rob Zombie. Mención aparte merece la elección de un viejo decorado cinematográfico abandonado, que funciona a la manera del parque de atracciones de La casa de los horrores (1981) de Hooper, pero también como metáfora de la pervivencia de lo viejo en lo nuevo: la presencia determinante de la tradición americana del género en su mutación europea hipermoderna. El falso pueblo del Oeste abandonado, con resabios de spaghetti western, o el buque pirata en medio de la nada, reminiscente de cuentos de hadas modernos tipo Los Goonies, se convierten en escenarios para el miedo, el horror y las blasfemas ceremonias secretas en las que ha degenerado la obsesión por la familia y el amor paternal. En definitiva, como ocurre con

las mejores muestras francesas del género de los últimos años, Aux yeux des vivants propone una serie de puntos de partida perfectamente reconocibles para el espectador y más aún para el aficionado al género de horror, para

después reconducirlos a un territorio minado por sorpresas y giros inesperados, por un aliento estético y poético netamente europeo, y, sobre todo, por un revulsivo y perverso “dar la vuelta” al género que recupera y renueva su impacto.

Con su asesino mutante, inocente y brutal, deudor de las colinas ciegas de Craven, dirigido por un padre psicótico, víctima de su retorcido concepto del amor familiar, y con su trío de protagonistas infantiles predestinados, Aus

yeux des vivants retoma los temas favoritos de sus directores –infancia, familia, instinto de supervivencia, maternidad…-, para construir con ellos una perversa revisión e inversión de Los Goonies que deja sin

aliento durante su menos de hora y media de duración, aplastante y efectiva.

Por: Jesús Palacios

Procesen esta imagen: los héroes de The Satellite Girl and Milk Cow son, nada menos y en perfecta coherencia con su explica-tivo título, un satélite orbital convertido en una encantadora jovencita y una vaca lechera, que en realidad es un joven músico. Les auxilia un guerrero-mago, al estilo taoísta descendiente de las hadas y de nombre Merlín que, pásmense, es un rollo de papel higiénico. Lo cierto es que ninguno de estos personajes “es”, sino que “está”; los han transformado, vamos, mediante una magia absurda y todopoderosa que se llama imaginación. A todos menos al perro del protagonista, que friega los platos, pasa el aspirador y hasta conduce sin que medie explicación alguna en un formidable running gag. La imaginación, decía.

The Satellite Girl and Milk Cow vine a ampliar un corto, delicioso también, previo de Chang Hyung-yun, Dear Coffee Samurai (2010) donde y como aquí planteaba su propia mirada sobre la comedia romántica, virada siempre hacia el nonsense y lo fantástico. El cine surcoreano, quizás por su peculiar desarrollo histórico y su tardía explosión industrial desde finales de los 90 ha abrazado los géneros como si todos fueran uno. Chang Hyung-yun es aquí tan entusiasta respecto a estos como lo son la mayoría de sus antecedentes inmediatos y contemporáneos. The Satellite Girl and Milk Cow toma el molde de la de por si excéntrica comedia romántica nacional, y lo lleva a la animación fabulesca, tocando de paso las aventuras, el melodrama, el musical pop, la ciencia-ficción, los superhéroes y hasta el thriller urbano; todo en una hora y media tan rebosante de cosas que pararse a dar cualquier explicación es un verdadero engorro; todo, simplemente pasa, y lo disfrutamos así, a toda velocidad.

Chang Hyung-yun reincide, respecto al corto antes mencionado, en el contraste entre en mundo real, mundano, en el cual se ambienta la historia y otro mágico/delirante que interactúa con este en pasmosa naturalidad. El resultado, lleno de humor escatológico, ternura e ideas locas para hablar, nada menos, que de la sanación de los corazones rotos y el descubrimiento de la

humanidad, conecta con el estilo y tono de la animación del presente, pese a que su estilo de anime sea francamente clásico, y su reivindicación del delirio, de que todo lo

que pueda ser pensado y dibujado se convierta, de inmediato, en posible, en real.

Por: Adrián Sánchez

The Satellite Girl and Milk Cow Chang Hyung-yun • Corea del Sur / 2014 • 81 m.

HOY • 19:45 h. // Cines Centro sala 1 – C. C. San Agustín

25 NOV • 22:15 h. // Cines Centro sala 1 – C. C. San Agustín

Pases precedidos del Cortometraje El modelo Pickman (Pickman’s Model, Pablo Ángeles, México, 2014)

Aux yeux des vivants Julien Maury, Alexandre Bustillo • Francia / 2014 • 88 m.

HOY • 22:15 h. // Cines Centro sala 1 – C. C. San Agustín

24 NOV • 15:00 h. // Cines Centro sala 1 – C. C. San Agustín

7 52 FICXixón

OTRAS SECCIONES gRAN ANgUlAR

HOY • 22:30 h. // Cines Centro sala 5 – C. C. San Agustín

23 NOV • 15:00 h. // Cines Centro sala 5 – C. C. San Agustín

Still the waterNaomi Kawase • EJapón, Francia, España / 2014 • 119 m.

Decía Alfred Hitchcock que el cine era como la vida, pero sin las partes

aburridas. Mark Cousins, crítico de cine irlandés, replicaba desde su soberbio

documental, La historia del cine, que a la vista de ciertos cineastas, entre

los que bien puede incluirse a Naomi Kawase, tal vez el cine sean las partes

aburridas; todo eso que pasa mientras esperamos que algo pase.

Still the Water captura con estilo impresionista toda una serie de impases y

acontecimientos en torno a unos meses en la vida de dos jóvenes, un chico y una

chica, y sus familias, opuestas en todo. Kawase habla, como tantas veces lo ha

hecho el melodrama japonés, de la familia y del tiempo, y de los momentos de

espera, de quietud, como sugiere su polisémico título. La cineasta trata en su cine

de sublimar la cotidianeidad, capturar el pequeño gesto natural, el inconsciente, y

multiplicar la belleza y trascendencia de esa misma cotidianeidad.

Su cine es el de la digresión, donde las fronteras entre el documento, la ficción

y la evocación se difuminan. Los dramas, grandes y pequeños, íntimos todos,

de los personajes, son opuestos por Naomi Kawase a la inmensidad del paisaje

de una pequeña isla del Mar del Japón. “Y todas las cosas que alcanzo a ver

/ Me sobrevivirán”, cantaba Nacho vegas en Molinos y gigantes; la certeza de

la finitud, lúcida y angustiada por igual. La cámara de la cineasta pasea por

un espacio que parece compadecerse del drama que contiene, replicarlo en

momentos de furia, de azogue, de tristeza o de calma. La naturaleza tiene sus

propios ritmos, su tempo, y es mejor flotar en ellos que pelearlos.

Por: Adrián Sánchez

La guerra, ya se sabe, se hace por todos los medios al alcance. Y el deporte es la guerra reinventada. Red Army, realizada

por Gabe Polsky, explica toda una serie de batallas entrelazadas en el periodo general de la Guerra Fría, entre el último

esplendor soviético y la desmembración de los 90, ampliada, como un epílogo, a la Rusia sovietizada de Putin, donde los

antiguos miembros del equipo nacional de hockey, héroes populares, han sido rehabilitados en puestos políticos.

La Red Army era el nombre popular del CSKA de Moscú, el equipo de la Armada, en su sección de Hockey y de la selección

soviética por extensión. Su juego alcanzó la perfección a lo largo de la década de los 80, así como su popularidad, que les

llevó a una serie de exitosas giras por Canadá y Estados Unidos. A partir de la figura de Slava Fetisov, líder de uno de los me-

jores sextetos, quizá el mejor, de todos los tiempos, el documental desarrolla con un estilo hábil, lleno de humor y suspense,

también de melancolía, la historia de un deporte usado como ariete, donde cada victoria, cada derrota y cada deserción se

lee en clave de “el mundo libre vs. la maquinaria soviética”. Esto afecta a los jugadores, al individuo incrustado en el Sistema,

en el Aparato, que además deriva de la metodología paternal del legendario Anatoli Tarasov, creador del moderno hockey

soviético en todos sus aspectos y un apasionado de la elegancia y la felicidad del juego, a la militarización de viktor Tikhonov,

impuesto por el KGB y odiado por sus propios jugadores debido a su personalidad brutal y deshumanizada.

Tikhonov representa una URSS decadente, que se agarra a sus últimos estertores de poder en el borde de la Guerra Fría,

esa que, a decir de Fetisov “iba solo de dinero y el resto son gilipolleces”. Las estrellas del hockey, coronadas con la

selección en campeonatos y olimpiadas, dolidas también por la derrota frente a USA en Lake Placid en el 80, rompen con

el Sistema tras Calgary 88, declarando que no volverán a jugar para el combinado y presionando, siguiendo el ejemplo de

un entonces represaliado Fetisov, para poder salir a jugar fuera de la Unión Soviética, o de sus restos.

Polsky apura el dramatismo de estos momentos, la duda de los héroes entre la traición o la sumisión y el modo de

encontrar un camino intermedio, consistente en jugar en la NHL pero ceder la mayor parte de su sueldo al Aparato.

Fetisov no transige, pero el timming de la Perestroika le favorece y logra salir hacia los USA. No será fácil adaptarse a una

liga violenta, a un deporte desprovisto de gracia y a un país que les desprecia y hasta teme. Pero, esta es una historia

rusa contada al modo norteamericano, Fetisov se reunirá con gran parte de sus compañeros de la Red Army en Detroit.

Jugarán a lo ruso, al modo de Tarasov y ganarán de nuevo. Los Detroit Red Wings, además, visten de rojo y blanco.

Por: Adrián Sánchez

Red armyGabe Polsky • Estados Unidos/Rusia, 2014 • 85 m.

HOY • 20:00 h. // Cine Centro sala 5-Centro Comercial San Agustín MAÑANA • 22:30 h. // Cine Centro sala 5-Centro Comercial San Agustín

Pases precedidos del Cortometraje Los dinosaurios ya no viven aquí

(Miguel Ángel Pérez Blanco, España, 2013, 25 min.)

821 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

OTRAS SECCIONES llENDES - REllUMES

Un ignoto poder invisible lleva al espíritu del difunto Raymond Borremans (1906-1988) hasta lugares y personas de un presente africano para él extraño

en muchos aspectos. Emigrado a África en 1929, este francés consagró casi toda su existencia a la elaboración del monumental Gran diccionario enciclopé-dico de Costa de Marfil. Pero tan magno proyecto quedó inacabado al fallecer,

demasiado pronto, en un hospital de ese país justo cuando iba por la letra “N”. Desde entonces, Borremans es un alma en pena atrapada entre el mundo

de los vivos y el reino de los muertos. Ahora errante, recuerda fragmentos del pasado atravesando su querido continente, una tierra llena de dolorosos

conflictos y desentendida de su trabajo inconcluso. Desde el más allá, intentará liberarse de la maldición de la “N”, tanto como ver concluida esa enciclopedia

incompleta, obsesión que lo ha transformado en fantasma.

Con obras que admiten ser vistas como ficciones construidas desde el documental o como documentales filmados con el lenguaje de la ficción, Peter Krüger (Nazareth, Antwerp Central) ha hallado su hábitat cinematográfico natu-

ral en los intersticios fronterizos entre ambas modalidades. Nos da la sensación de operar al modo de los grandes pioneros, aplicados a inventar el cine a cada

nueva obra. Como igualmente hiciera Orson Welles, asume el reto de partir de una posición análoga a la de aquéllos: el séptimo arte aún está por crear del todo. Desde tal actitud Krüger se conduce siempre cual aventurero explorador en terra incognita pendiente de descubrimiento.

Establecidos la biografía y el legado de Raymond Borremans como motivos conductores, N - The Madness of reason abraza historias individuales, patrimonio cultural y preocupaciones derivadas del colonialismo europeo en África. La pluralidad de perspectivas proporciona al filme una considerable libertad formal, continuamente sorprendente, matriz de su tono erudito y lúdico a la vez. Hipnótico poema fílmico en verso libre, esta poligrafía es un innovador filme de excelente factura espolvo-reado con momentos visualmente impresionantes. Fluctuando entre la fantasía onírica de raíz sobrenatural y el documento realista, asistimos al careo de la mentalidad occidental con la sensibilidad africana, mientras se incardinan en la historia con mayúsculas esas otras pequeñas historias, más íntimas, de las que aquélla está hecha

A través de la grave y cálida voz en off de Michael Lonsdale (Besos robados, El nombre de la rosa, De dioses y hombres), corporeizada fantasmáticamente en la cámara subjetiva, el espíritu de Borremans deambula, flotante, recorriendo lugares que un día habitó en busca de sí mismo, de su alma, de respuestas a su muerte todavía no consumada del todo. Sobrevuela esa África que tanto amaba y tan bien conoció, en adelante encadenada a él como por arte de hechizo. El ánima errabunda del francés se topa con amigos y extraños. También encuentra gentes que hoy desempeñan algunos de sus antiguos tra-bajos —como los de músico y operador de cine ambulante—, fascinantes personas reales que Krüger conoció durante la fase de documentación, pero que obviamente interpretan un papel dentro de la narrativa de la película. Fascinación, la del cineasta belga, extensible al paralelismo entre el proyecto enciclopédico del protagonista, centrado en la clasificación cate-górica de África mediante la escritura, y los procesos sociopolíticos ocurridos en la moderna Costa de Marfil tras su muerte, a menudo con resultados violentos. Así es como la película activa su compromiso ideológico. La romántica historia de Raymond Borremans corre vecina a cómo las personas que “definen” y “clasifican” pueden conducir a atrocidades: N - The Madness of reason muestra que la mentalidad enciclopédica de trazar fronteras, definir y categorizar pierde su inocencia cuando se pone en práctica desde intereses creados o poco razonables, dictados por la razón de la locura.

Por: José Havel

N - The Madness of reason Peter Krüger • Bélgica, Holanda, Alemania / 2014 • 102 m.

HOY • 20:00 h. // Cines Centro sala 2 – C. C. San Agustín

29 NOV • 22:15 h. // Cines Centro sala 1 – C. C. San Agustín

Ninguna película permanece para siempre en un cajón. Eso afirma uno de los protagonistas de Tales, obra realizada por Rakhshan Banietemad en 2011,

pero cuya exhibición estuvo prohibida en Irán a lo largo de dos años. Es más, mientras la rodaba, la llamada “dama del cine iraní” llegó a pensar que sería la última de su filmografía. En el agresivo punto de mira de los sectores más

reaccionarios del país, por su apoyo al movimiento de oposición surgido tras la reelección de Mahmud Ahmadineyad en 2009, decidió hacer una “huelga de

cine” como medida de protesta, apartándose voluntariamente del oficio durante dos años. Con miras a eludir el opresivo poder burocrático del Ministerio de

Cultura para la obtención de permisos de filmación de largometrajes, aparentó rodar en 2011 siete cortos documentales, cuyo único requisito era una autori-zación de la Asociación de Documentalistas Iraníes. Esta forma de esquivar la censura irritó al gobierno de Ahmadineyad y desató los ataques de la prensa

conservadora. Entonces, las advertencias desembocaron en represivas amena-zas explícitas contra el equipo de rodaje de Tales, filme compuesto por siete

bloques narrativos de cruzados destinos individuales: un taxista, un cineasta que intenta acabar su película, la trabajadora de un centro de acogida para mujeres maltratadas, un jubilado, una muchacha que ayuda a prójimos en dificultades, un trabajador en paro… A no pocos de esos personajes los conocemos de piezas anteriores de su directora (The Blue-Veiled, Under the Skin of the City o Mainline), si bien sus circunstancias vitales han cambiado notablemente desde los acontecimientos sociopolíticos de 2009.

En este su primer largo de ficción tras ocho años, desde Mainline (2006), Rakhshan Banietemad representa la crisis que experimenta la sociedad persa contemporánea a varios niveles. La mención explícita del título a los “cuentos” halla cohe-rente desarrollo en la forma narrativa del largometraje: una fragmentaria multiplicación en filigrana de relatos a partir de las experiencias —propias o ajenas— relatadas por los personajes, cotidianas tranches de vie cuyo entrelazado propicia la recurrencia de algunas presencias centrales. Se trata, pues, de una polifónica serie de cuentos modernos, centrados —sin renunciar al humor— en dramas vigentes, como la drogadicción, la violencia conyugal, las enojosas trabas de la burocracia, la precariedad laboral, la incomunicación endémica, las reivindicaciones sindicales reprimidas por el régimen… Lejos de todo juicio moralista, la realizadora parece dar la voz de alarma cuando advierte que la generación sobre la que pesará la responsabilidad del futuro nacional es frecuente presa de la toxicomanía y la enfermedad.

Aspecto interesante de Tales resulta su pericia para dotar de cierta universalidad a las historias narradas, aun cuando suceden en un contexto muy específico y tristemente singular. El espacio concreto que enmarca los relatos encadenados es un área metropolitana densa y hormigueante que, sin embargo, amplifica exponencialmente las soledades individuales; mientras que los cuentos del filme son historias perdidas en el proceloso laberinto de una gran urbe contemporánea donde a cualquiera le resultaría fácil sentirse tan abandonado como los protagonistas de la función. De este modo Irán cobra la impensada dimensión de espejo cuyo reflejo responde a los espectadores de todo el mundo.

Por: José Havel

Tales Rakhshan Banietemad • Irán / 2014 • 88 m.

HOY • 19:45 h. // Cines Centro sala 3 – C. C. San Agustín

23 NOV • 19:45 h. // Cines Centro sala 3 – C. C. San Agustín

9 52 FICXixón

gAlA DE INAUgURACIÓN

La edición 52ª del FICX se presenta melancólica, con el color verde irlandés de Calvary para introducirnos a un recorrido por docenas de películas e historias que recorren las cinematografías más vivas del mundo. El viaje será de la mano de cineastas comprometidos, dispuestos a arriesgar y arriesgarse, como bien ejemplifica Terry Gilliam, Premio de Honor de esta nueva edición y outsider genuino.

Gilliam, que recogerá el galardón durante el trascurso de la Gala de Inauguración de la mano de los actores Eduardo Noriega y William Miller, permanecerá en nuestra ciudad para dar una clase magistral el lunes, día 24, en el CIFP Hostelería y Turismo. El cineasta norteamericano, histórico Monty Python no trae, además, su última producción, The Zero Theorem (2013), un regreso a su universo más personal.

La Gala, que tendrá lugar en el Teatro Jovellanos a partir de las 20:00, será presentada por las actrices Irene Visedo e Ingrid García-Jonsson, diferentes generaciones de un mismo talento. Guapas y radiantes para una noche especial, será las anfitrionas del inicio de una fiesta llena de lo nuevo y lo eterno, donde tendrá cabida un homenaje al añorado Juan José Plans, un nombre imprescindible para la historia del Festival, de nuestra ciudad y de la cultura popular española.

Antes de la Gala, a las 19:30 en el Centro Cultural Colegiata San Juan Bautista, tendremos a otra de nuestras homenajeadas, la histórica figurinista Yvonne Blake. Premio Mujer de Cine de esta 52ª, que nos traerá sus conocimientos, sus memorias y un buen puñado de sus fascinantes creaciones, lo hará acompañada por Richard Lester (de quien podremos disfrutar su maravillosa Robin y Marian durante el festival) y Gonzalo Suárez.

El pase de Calvary completará una gala que tendrá su respectiva prórroga junto a Marlango. Velada noctámbula y festiva, en la Sala Acapulco, en el Casino de Asturias a eso de las 23:55, rozando la hora golfa, con la presentación del nuevo disco de la banda de Leonor Watling: El porvenir.

Vengan, disfruten, emociónense y, sobre todo, pásenlo bien.

Teatro Jovellanos • 20:00 h.

Terry Gilliam

Irene Visedo

William Miller

1021 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

RIChARD lESTER

Por :

RUBÉN lARDÍN

11 52 FICXixón

HA CULTIVADO LA AVENTURA, LA COMEDIA, EL MUSICAL Y HASTA EL CINE DE SUPERHÉROES. DIRIGIÓ MÁS DE VEINTE PELÍCULAS PERO SIEMPRE HA

NEGADO SER CINEASTA. ASEGURA QUE SU APROXIMACIÓN AL MEDIO SIEMPRE HA SIDO LA DE UN AFICIONADO, Y FUE PRECISAMENTE ESA ACTITUD

DE CURIOSO INAGOTABLE LA QUE LE HIZO INNOVAR HASTA EL PUNTO DE INSPIRAR FORMATOS NUEVOS COMO EL VIDEOCLIP. A ÉL LE GUSTA

aHACERSE EL SUECO, Y CUANDO LA MTV LE CORONÓ COMO SU PADRE ESPIRITUAL, EXIGIÓ QUE LE TRAJERAN LOS ANÁLISIS DE SANGRE.

ESPAÑA LA CONOCE BIEN PORQUE HA RODADO AQUÍ VARIAS VECES. NOSOTROS DE ÉL SIEMPRE QUERRÍAMOS MÁS.

XXXXX

1221 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

Yvonne Blake (Manchester, 1938) visita hoy el festival para recibir el Premio Mujer de Cine 2014, galardón que reconoce cada año la trayectoria y audacia de una profesional destacada en cualquiera de los muchos oficios que conlleva el medio cinematográfico.

El territorio de Blake es el figurinismo, una disciplina que suma al diseño de vestuario una exhaustiva labor de documentación gráfica, histórica y artís-tica, siempre en relación íntima con departamen-tos como el de dirección, producción, fotografía, maquillaje, escenografía, etcétera, todo ello con el fin de arropar, literalmente, a todos y cada uno de los personajes que aparecen en una pe-lícula, desde sus protagonistas principales hasta la tropa de extras pacientes que se vislumbra al fondo. A lo largo de su carrera, Blake lo ha hecho en producciones emblemáticas y tan diversas como Fahrenheit 451º, Nicolás y Ale-jandra, Los tres mosqueteros, Jesucristo Superstar, Robin y Marian, Remando al viento o el Superman que surcó los cielos hace más de treinta años.

Para dar constancia del trabajo de esta leyenda viva de la profesión, el FICX acoge estos días DESIGNED BY YVONNE

BLAKE, una muestra de indumentaria original que lleva su firma. Atuendos como el vestido brocado en rojo y oro que lució Leonor Watling en Tirante el Blanco, el traje de terciopelo rojo bordado que cubrió a Randy Quaid en Los fantasmas de Goya,

el vestido en raso malva de Blanca Portillo o el imperial de seda amarillo con sobrefalda de madroños negros de Natalie Portman en la misma película, son solo algunas de las piezas originales, entre más de veinte diseños y medio centenar de bocetos preliminares, que pueden verse en el Centro de Cultura Antiguo Instituto.

Pero eso no es todo: gracias a la colaboración de la Unión de Comerciantes, Sastrería Cornejo y Peris Costumes Co., paseantes y turistas accidentales podrán rastrear, en los escaparates repartidos por distintas tiendas de la ciudad, coronas, vestidos, casacas, chaquetas, batas o abrigos lucidos por actores de la talla de Harvey Keitel, Sadie Frost, F. Murray Abraham o Kathy Bates.

Designed by Yvonne Blake será inaugurada hoy viernes, a las 12h., en el salón de actos del Centro de Cultura Antiguo Instituto, en una rueda de prensa (de entrada libre) donde la homenajeada se verá abrigada por los cineastas Gonzalo Suárez y Richard Lester, además de por Ana Isabel Palacios, directora de Mujeres de Cine, y Nacho Carballo, director del FICX.

13 52 FICXixón

FIRMA INVITADA

Por :

ClAUDIO UTRERA Crítico de cine y director del Festival Internacional de Cine de las Palmas de gran Canaria

Las controversias sobre las diversas mutaciones que ha expe-rimentado el cine a través de su historia han sido abundantes y, en algunos casos, particularmente ruidosas. Entre 1929 y 1930, período donde se fraguaron cambios cruciales para el porvenir de la humanidad, la febril polémica que suscitó el paso del mudo al sonoro hizo correr ríos de tinta en la prensa especializada de todo el mundo y la incorporación, algunos años más tarde, de la fotografía en color en los planes de pro-ducción de la mayoría de las compañías de Hollywood también desató no pocas suspicacias entre un público demasiado ensi-mismado aún con una tradición que, durante más de trein-ta años, impuso a los espectadores una visión del mundo en blanco y negro, justo la misma que hoy en día origina tantas reverencias y tanta admiración en los vastos dominios de la moderna cinefilia.

La ampliación, en la década de los años 50, de los nuevos for-matos de proyección (panorámico, Cinemascope, Vistavisión, Cinerama…) y la desafortunada experiencia de los primeros ensayos del 3D tampoco pasaron inadvertidos, sobre todo para quienes persistían en la idea de que el cine debía abrirse a nue-vas vías de expresión ante el serio riesgo de ser devorado por la pujanza cada vez más amenazadora de la TV. Lo mismo su-cede con los sofisticados sistemas de sonido que, año tras año, y sin bajar la guardia en ningún momento, han ido perfeccio-nando su capacidad de impacto en el espectador mediante el empleo de técnicas tan complejas e impactantes como extre-madamente eficaces.

Pero todos estos avatares, de capital importancia, sin duda, en el desarrollo económico, social y estético del cine, poco sig-nifican a la hora de compararlos con el gran desafío al que se enfrenta hoy la industria del sector: nada más y nada me-nos que la transformación integral de todos sus sistemas de producción, ante el empuje irrefrenable de una revolución tecnológica que, pese a quien le pese, ha logrado instalarse poderosamente en los intersticios de la vida moderna y nos marca, cada día, numerosas pautas de comportamiento que, para bien o para mal, comprometen y condicionan nuestra propia existencia.

Desde que el cine comenzó a despojarse de su soporte fundacional, el celuloide, para dar paso, con inusitada celeridad, a la realidad de un nuevo y revolucionario sistema basado en la tecnología digital, muchos de sus usuarios mostraron cierta des-confianza ante algo que, objetivamente, se iba instalando en nuestras vidas con una clara voluntad de permanencia y con la convicción de que, más tempra-no que tarde, acabaría sustituyendo a los viejos sistemas de proyección y de rodaje conocidos hasta entonces. Hoy ya es un hecho incontrovertible que, además de estar redibujando a velocidad de crucero el nuevo panorama industrial del séptimo arte, las nuevas tecnologías ponen en nuestras manos la posibilidad -impensable hace años- de acceder con gran facilidad a los medios de producción y de materializar por tanto cualquier proyecto con un coste infinitamente inferior a los que regían durante la era analógica.

Y, aunque ciertos prejuicios arcanos nos impedían a veces reconocer que el cambio aca-baría imponiéndose y terminaríamos sellando finalmente el certificado de defunción de un largo aunque limitado período histórico, el hecho incontestable está a la vista de todos: apenas quedan en el mundo escasas salas donde se siga ejerciendo el ritual con el que, durante más de un siglo, convivimos muchas generaciones de espectadores y el tiraje de copias en 35 mm. -por no hablar de los formatos sub- estándar, 16 mm. y Super8, prácticamente inexistentes desde los años 90- se ha convertido en un producto residual para las grandes distribuidoras internacionales, circunstancia que ha contribui-do a provocar algún que otro serio cataclismo económico, como la entrada en barrena de la antaño todopoderosa Eastman Kodak, única compañía que fabrica película fotográfica en la actualidad y cuya previsible supervivencia dependerá de los acuerdos contractuales que, en adelante, se comprometa a suscribir con las pocas majors interesadas aún en el manejo de los antiguos soportes.

Las viejas bobinas de metal y las mesas de rebobinado pertenecen ya al ámbito museís-tico; los macizos proyectores de antaño más que imágenes, sólo arrojan ya recuerdos o, en el mejor de los casos, reposan como un vestigio del pasado en los laberínticos pasillos de un moderno multicine o decorando los relucientes despachos de cualquier directivo del sector. La imagen, tan habitual durante muchísimas décadas, que ofrecían aquellas pesadas sacas de lona dura donde se transportaban las películas para su proyección o almacenamiento se ha ido desvaneciendo hasta convertirse en otro recuerdo más de un pasado que ya empieza a parecer mucho más distante de lo que realmente es. No ha pasado tanto tiempo, pero la irrupción en nuestras vidas del universo digital ha sido tan contundente e irreversible que parece que hubieran transcurridos siglos.

Así pues, la despedida es inminente a pesar de la insistencia de algunas voces ilustres, como las de Quentin Tarantino, Christopher Nolan, Judd Apatow, los hermanos Weins-tein, Martin Scorsese o J. J. Abrahams, que siguen clamando por la supervivencia del negativo de 35 mm. frente a la imperiosa urgencia de la industria por cerrar definitiva-mente un capítulo que ya casi es historia frente a la apabullante maquinaria de un nuevo mercado que continua emergiendo a una velocidad imparable. Ya no hay vuelta atrás, ni discusión posible acerca de las bondades que ofrece este nuevo sistema, otra cosa es que dichas bondades puedan hacerse extensibles también al campo de la creación donde todavía habría que esperar algún tiempo para evaluar, con la necesaria serenidad y buen juicio, las posibilidades reales que tendría su aplicación, no en manos de un mercader sin escrúpulos, sino en las de un cineasta impulsado por una firme voluntad artística.

A nadie se le escapa el hecho, absolutamente irrebatible, de que la aparición de las nue-vas tecnologías, incluidas las que han hecho posible recientemente el perfeccionamiento del sistema 3D, tan denostado en otros tiempos y hoy plenamente asumido por el gran público e incluso, en contadas ocasiones, por los propios exégetas del cine, han contri-buido, insisto, a aquilatar notablemente los costes de cualquier producción audiovisual. Y tratándose de un mercado que, como cualquier otro, concentra todos sus desvelos en la cuenta final de resultados, no cabe albergar la menor duda, pese a la laxitud de ciertas actitudes románticas frente al tema, de que la industria del cine seguirá escribiendo su futuro en letras digitales.

1421 NOVIEMBRE 2014 // nº 1

24 VIÑETAS POR SEgUNDO

STAFF

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GIJÓN