BIOGRAFIA DE JUAN BAUTISTA DE LA SALLE

ÍNDICE GENERALBreve semblanza de San Juan Bautista de La Salle por JOSÉ LUIS CAYUELA F.S.C.Prólogo 01 Recorriendo la historia 02 Escuelas populares antes de La Salle 03 Mundo que vio nacer a La Salle 04 Nacimiento y familia 05 Educación y primeros años 06 Inclinaciones en su niñez. Monaguillo 07 Primera Comunión. Su piedad 08 Modelo de buen estudiante 09 Vocación al sacerdocio. Tonsura 10 Canónigo de la Catedral de Reims 11 Estudiante en París. Seminario de San Sulpicio 12 Muerte de sus padres. Tutor de sus hermanos 13 Nicolás Roland 14 Su primera Misa 15 Señora de Maillefer 16 Adrián Nyel 17 Reúne a los maestros en su casa 18 Se le quita la tutela de sus hermanos 19 El Padre Nicolás Barré 20 Libre de un grave peligro 21 Abandona, con los maestros, la casa paterna 22 Primeras escuelas 23 El Duque de Mazarino 24 Desconfianza y recelo de los maestros 25 La Catedral de Reims 26 Renuncia a su canonjía 27 Distribuye sus bienes entre los pobres 28 Pasa noches en oración 29 María, Reina y Madre de las Escuelas 30 Da a sus Hermano hábito religioso 31 “Reglas que me he impuesto...” 32 Su estreno en París 33 Violenta clausura de las escuelas 34 La Salle defiende sus escuelas 35 Un internado

36 Muerte del Hermano Enrique L’Heureux 37 Grave enfermedad del Santo 38 Noviciado de Vaugirard 39 Voto Heroico - 1.691 40 Asamblea General - 1.694 41 La Salle, escritor 42 Seminario de Maestros en París 43 Escuelas Dominicales 44 Dos Hermanos a Roma 45 Guía de las Escuelas 46 Destituido como Superior 47 Señor de La Chetardye. Nuevas dificultades 48 Condenan a La Salle en los tribunales 49 Sus trabajos apostólicos 50 Finca de San Yon en Ruán 51 Caso del Abate Clement 52 La Salle, instrumento eficaz en manos de la Providencia 53 Correspondencia de La Salle 54 Por tierras del Sur 55 Viajes de La Salle  56 Viajes de La Salle 57 Regresa a París por “obediencia a los Hermanos” 58 Inequívoca adhesión a Roma 59 Vida diaria en San Yon 60 Capítulo General de 1.717 61 Su enfermedad y muerte 62 Sus innovaciones pedagógicas 63 Fundaciones de La Salle 64 Su retrato físico y moral 65 Inspiración para otras familias religiosas 66 Glorificación de La Salle 67 El Hermano de La Salle, hoy 68 Patrono de los Educadores (Breve Pontificio) 69 Epílogo 70 Apéndice I: Mapa-mundi lasaliano

        1  RECORRIENDO LA HISTORIA  Juan de La Salle tuvo que ser un personaje importante si tenemos en cuenta lo famosos que fueron algunos de sus antepasados. Yo diría: doblemente importante

por descender de caballeros hispanos que se pierden en la historia. Hubo un intrépido guerrero en el siglo IX, -Joan SALLA-, que expulsó a los moros del Pirineo catalán, -SEO DE URGELL-. Su escudo de armas, otorgado por el rey Alfonso II el Casto, se trasmitió hasta la familia de nuestro Santo: Tres cabrios de oro rotos, sobre fondo azul. Este bravo soldado murió con sus piernas rotas pero defendiendo a su rey.

Entre sus antepasados: Obispos, literatos, guerreros, misioneros, exploradores... ¿Soñaban sus padres que aquel pequeño, -su primogénito-, sería el más renombrado entre los de su estirpe?. Citamos algunos de sus antepasados distinguidos: * Bernardo SALLA, que fundó en Boges un monasterio de benedictinos (962) * Descendientes cercanos son los obispos de Urgell: Wisardo y San Armengol, este último, renombrado por sus muchos milagros. * Guerreros, que participaron en las Cruzadas fueron: Johan Salla y Bernardo II Salla, apodado el “Salteador”. * Antonio La Salle, ilustre hombre de letras y Embajador en Roma. * El aguerrido capitán, Pedro La Salle, que luchó junto a Juana de Arco. * Gadifer de La Salle que acompañó a Juan de Betancourt en la conquista de las Islas Afortunadas. * Claudio de La Salle, Gran Maestre de la Orden de Malta. * El jesuita Santiago Marquette de La Salle, misionero en el Canadá y explorador del río Mississippi.

 Los descendientes por vía materna, -los MOET- son portadores de títulos nobiliarios otorgados por Carlos VII en 1.446. Su madre, Nicolasa Moet, de familia de afamados viticultores con título de nobleza. También cuenta con hombres famosos en leyes y en la administración civil y eclesiástica con cargos importantes en la villa remense.

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2. ESCUELAS POPULARES ANTES DE LA SALLE  Empezamos por los maestros: ¿Cómo eran reclutados?. Según un autor contemporáneo de nuestro biografiado, casi todos, gentes sin educación, y los mejores, eran aquellas personas que se quedaron en los primeros peldaños de estudios eclesiásticos.  Muchas parroquias de las grandes urbes, contaban con escuela para niños pobres pero carecían de auténticos educadores que enseñaran a cultivar los valores cristianos. Flotaba en el ambiente el miedo por parte de los niños porque muchos maestros respiraban amargura y rencor. Así, la educación impartida no podía sino embotar los sentimientos más preciosos de los educandos. Existían tres clases de escuelas populares: - Escuelas menores. - Escuelas de escritura. - Escuelas de caridad.

 En las dos primeras, dependientes de un delegado episcopal, tan solo se enseñaba a escribir y los maestros percibían una retribución de los propios alumnos. Las Escuelas de caridad, dependían de las parroquias y eran gratuitas. El sueldo de los maestros lo pagaban los propios párrocos. En cuanto a la organización y ubicación, bastaba un rótulo a la entrada de una casa: “Aquí FULANO, enseña a leer, escribir, contar...”  En los métodos estaban atrasados. El sistema era individual y de esta manera, la instrucción llegaba a los alumnos tarde, ya que muchas horas quedaban sin ocupación alguna. Se generaba indisciplina y falta de asistencia.  Si nos fijamos en los programas, primero se enseñaba a leer en latín y después en la lengua materna. La escritura, el cálculo y el canto, completaban la instrucción recibida. Como no había Escuelas Normales de Magisterio, se encargaban de la enseñanza, por lo general, personas poco instruidas. Se echaba de menos una formación pedagógica seria para los candidatos a maestro-escuela. Los gobiernos no veían la necesidad de introducir mejoras en la organización de las escuelas, y mucho menos, apoyar económicamente a este sector. Sencillamente, no estaban interesados en el tema.

3 MUNDO QUE VIO NACER A LA SALLE

 En el momento de su nacimiento, en 1.651, reinaba en Francia Luis XIV, el Rey Sol. Las guerras con naciones limítrofes, a la orden del día y los períodos de hambre también, como consecuencia lógica.  En la ciudad de Reims, capital de la Champaña, bastan cuatro o cinco escuelas populares (una por barrio) y dos colegios de pago, Jesuitas y Bons Enfants. Para los más privilegiados, una Universidad que tiene tres facultades: Teología, Medicina y Derecho.  El Sur, tiene sus propias costumbres y con su capital Marsella, parece un mundo aparte. La Salle lo expresaba así cuando escribía a su discípulo Romano: “Regreso a Francia...”  Dos tercios de la población vive fuera de las ciudades; los pueblos y aldeas, de menos de 300 habitantes son numerosos, lo que dificulta la creación de una escuela. Esto influye en que la instrucción de niños y niñas en ambiente rural, sea a veces imposible. El analfabetismo, es grande.  Eran muchos, -grandes y chicos- los que, económicamente hablando, carecían de lo más elemental en alimentación, vestido y alojamiento. De ahí, que sean numerosos los chicos que vagabundeen por las calles y plazas de las ciudades. No hay puestos de trabajo para todos. El mundo de los pobres está ahí, sin defensa ni privilegio alguno. Son despreciados y tratados sin consideración por los nobles y burgueses.  Éste será el mundo donde se moverá La Salle y mucho tendrá que esforzarse en cambiar su esquema mental para no considerar a los maestros de escuela “por debajo de sus lacayos”. Le costó esfuerzos y apuros, acostumbrarse a los mismos alimentos que sus maestros. El olor de la cocina de los pobres, le revolvía el estómago.  Luchó a brazo partido durante toda su vida por mantener las escuelas GRATUITAS

para que los niños de los artesanos y los pobres recibieran educación. Hay que tener en cuenta que la instrucción y educación, no entraban todavía en la categoría de los derechos fundamentales de la persona. Estas son algunas pinceladas de la sociedad francesa que vio nacer al Fundador.  

3 MUNDO QUE VIO NACER A LA SALLE

 En el momento de su nacimiento, en 1.651, reinaba en Francia Luis XIV, el Rey Sol. Las guerras con naciones limítrofes, a la orden del día y los períodos de hambre también, como consecuencia lógica.  En la ciudad de Reims, capital de la Champaña, bastan cuatro o cinco escuelas populares (una por barrio) y dos colegios de pago, Jesuitas y Bons Enfants. Para los más privilegiados, una Universidad que tiene tres facultades: Teología, Medicina y Derecho.  El Sur, tiene sus propias costumbres y con su capital Marsella, parece un mundo aparte. La Salle lo expresaba así cuando escribía a su discípulo Romano: “Regreso a Francia...”  Dos tercios de la población vive fuera de las ciudades; los pueblos y aldeas, de menos de 300 habitantes son numerosos, lo que dificulta la creación de una escuela. Esto influye en que la instrucción de niños y niñas en ambiente rural, sea a veces imposible. El analfabetismo, es grande.  Eran muchos, -grandes y chicos- los que, económicamente hablando, carecían de lo más elemental en alimentación, vestido y alojamiento. De ahí, que sean numerosos los chicos que vagabundeen por las calles y plazas de las ciudades. No hay puestos de trabajo para todos. El mundo de los pobres está ahí, sin defensa ni privilegio alguno. Son despreciados y tratados sin consideración por los nobles y burgueses.  Éste será el mundo donde se moverá La Salle y mucho tendrá que esforzarse en cambiar su esquema mental para no considerar a los maestros de escuela “por debajo de sus lacayos”. Le costó esfuerzos y apuros, acostumbrarse a los mismos alimentos que sus maestros. El olor de la cocina de los pobres, le revolvía el estómago.  Luchó a brazo partido durante toda su vida por mantener las escuelas GRATUITAS para que los niños de los artesanos y los pobres recibieran educación. Hay que tener en cuenta que la instrucción y educación, no entraban todavía en la categoría de los derechos fundamentales de la persona. Estas son algunas pinceladas de la sociedad francesa que vio nacer al Fundador.      

5 EDUCACIÓN Y PRIMEROS AÑOS

 La infancia del Santo transcurre en compañía de sus hermanos y primos: hasta los trece años en su casa natal y más tarde en el palacete de la calle Santa Margarita. Juntos disfrutaban y jugaban, libres de toda preocupación y animados por María, hermana del Santo, que con su hermosa voz y su carácter alegre, hacía las delicias de los demás.  Fue educado con esmero y las atenciones que la posición social de su familia, se podían permitir. La influencia educativa de sus padres y abuelos en estos años, dejó una impronta en el futuro fundador de los Hermanos. Podríamos incluso preguntarnos: ¿hasta qué punto incidió, en su vi-da y obra, la educación recibida en su familia?. Alguno de sus biógrafos llega a afirmar que la responsabilidad educativa de los padres a-parece como dato esencial en los textos de “las Meditaciones” que escribió sobre la misión educativa. ¿Se acordaba del amor y las aten-ciones recibidas en sus tiernos años?

 La Providencia le rodeó con virtudes singulares desde su niñez e inspiró en su corazón un precoz deseo de los bienes del cielo y un gran disgusto hacia las cosas caducas de esta tierra. Repetía gustoso las oraciones que le enseñaba su piadosa madre. Le encantaba acompañar a sus padres a la parroquia para asistir a las celebraciones religiosas, aprende el catecismo con facilidad...  De carácter franco y alegre, sabía ser agradecido con todos y conquistaba las simpatías de cuentos le trataban. No encontraba gusto en los pasatiempos que con avidez suelen apetecer los niños de su edad demostrando tener ya un espíritu dotado de juicio maduro, capaz de gustar principalmente las delicias de la piedad y la virtud.  Los veranos los pasa en la finca de sus abuelos, retozando sobre todo a la hora de la vendimia o visitando los establos y la granja. Estuvo dotado desde su más tierna infancia, de la disposición más firme y que pronto produjo en él el lógico fruto. No le faltaba razón a su amigo Blain, su biógrafo oficial, cuando escribía: “parecía que desde la cuna, la Providencia le distinguió con particular gracia y quiso hacer de él, una de sus obras predilectas”

  .  

7 PRIMERA COMUNIÓN. SU PIEDAD

 El Reglamento del Colegio “Bons Enfant” que frecuentó nuestro Santo, era lo suficientemente severo en lo referente a la salvaguarda de la moralidad y las buenas costumbres. Así era fácil conservar la inocencia de los niños. Con referencia a los jóvenes, se evitaba todo riesgo de tropezar en co-sas baladíes y caer en despistes que entorpecieran la buena marcha en los estudios.  Nuestro pequeño, fuera de las horas que pasaba en el colegio, el resto del día estaba bajo la atenta vigilancia de sus progenitores. De esta manera, podía preparar convenientemente su espíritu para recibir por primera vez a Jesús Sacramentado. No se sabe la fecha exacta de este evento, aunque se puede situar en el curso 1.661-1.662 cuando contaba diez años.  Fácil es imaginarse la alegría que le inundó cuando, acompañado de sus padres y familiares, se acercó al altar y hospedó en su corazón a Cristo Jesús. Así fue como el Señor tomó posesión de su alma infantil, colmándole de sus gracias y favores. A partir de ese momento, siempre que le fue concedido el permiso, se acercó al banquete eucarístico.  Como en su palacete de la Campana, la oración era frecuente a lo largo del día, no extraña que sintiera especial inclinación al rezo junto a los suyos. Desde muy pequeño aprendió de su madre a pronunciar los nombres de Jesús y María y las primeras oraciones.  Los primeros biógrafos del Santo nos dicen que fue su abuelo materno quien le hizo saborear, desde muy temprana edad, el rezo del Oficio Divino que lo recitaba con singular piedad.  Es normal que su filial amor a María fuera una de sus devociones más enraizadas en su noble corazón. Los ramilletes de flores frescas, recogidas en el jardín de su

mansión, nunca faltaron al pie de la estatua de la Virgen que se veneraba en su casa.  Esta filial confianza en la Madre de Jesús la transmitió igual-mente al Instituto que más tarde fundó. Lo demuestran las frecuentes visitas a los santuarios marianos, sobre todo, cuando estaba en juego el porvenir de la Sociedad de los Hermanos.

 

8 MODELO DE BUEN ESTUDIANTE  Dada la situación económica de su familia, puede contar, en su propio domicilio, con preceptores que le iniciaron en el estudio de las primeras letras. Asimismo, sus padres y abuelos, le habían puesto a la altura conveniente para poder optar al ingreso en un colegio de pago según le exigía su ambiente familiar.

 Su progreso fue rápido y aprendió con prontitud. Hubo una asignatura que se le resistió. La música y el aprendizaje de un instrumento musical. A pesar de contar con un profesor particular, no consiguió el éxito apetecido, aunque sí experimentaba gran placer en las ceremonias litúrgicas y cantos eclesiásticos.

 Juan Bautista tiene nueve años y sus padres lo matriculan en el colegio “Bons Enfant”, dependiente de la Universidad. Su familia no optó por el colegio de los Jesuitas aunque gozaba de mayor prestigio. En el colegio elegido se cobraba una cantidad sustanciosa por la enseñanza impartida. Esto le convertía en un centro escolar de élite.

 Allí se encontró con parientes e hijos de familias conocidas. Sólo se admitían chicos y se estudiaban las materias en latín, con una educación clásica y según horario de mañana y tarde incluyendo además dos horas de trabajo personal. Los estudios eran de humanidades: Dominio del latín y griego, filosofía, retórica y sesiones dramáticas.

 Fue alumno aplicado y brillante. Se han encontrado testimonios de sus estudios y de los éxitos cosechados. Sus padres estaban orgullosos de la buena marcha y resultados: lo sabían por su pariente el rector Pedro Dozet. Estuvo en el centro hasta los 18 años y culminó sus estudios, en julio de 1.669, con la obtención del Diploma de “Maestro en Artes”. Este éxito se celebró en su casa paterna con una gran fiesta de sociedad.

 Se conocen las Actas de los resultados finales de los cursos que pasó en dicho centro escolar. Fue de los cinco primeros del curso dentro del grupo que le tocó. Participó como actor en algunas obras dramáticas que se representaban en las fiestas del año académico. Tras la obtención del título, cabe preguntarse: Y ahora ¿qué?.

   

9 VOCACIÓN AL SACERDOCIO. TONSURA

 Afirmar, como lo hace alguno de sus biógrafos, que el día de su primera comunión, fue el momento en que sintió su llamada a la vocación sacerdotal, me parece que no tiene fundamento. Con todo, el ambiente de piedad que se respiraba en su casa paterna, la seriedad y aplicación con que llevaba sus estudios de humanidades, y sobre todo, la labor educativa de sus padres, facilitaron el camino para que su primogénito eligiera consagrarse al Señor.

 Previo a su inclinación seria hacia el estado eclesiástico, nos encontramos que con once años, -11 de marzo de 1.662- recibe la ton-sura que se manifiesta exteriormente con la coronilla y el poder vestir sotana con sobrepelliz en las ceremonias sagradas. Es lógico que para estas fechas, Juan Bautista ya había expuesto a sus padres el deseo de seguir la carrera sacerdotal después de haber recibido el consentimiento formal de los mismos.

 Se torcieron, sin duda, las esperanzas de Don Luis de La Salle confiado en que su hijo siguiera la carrera judicial. En diálogo que seguramente mantuvieron padre e hijo, tras su título en Artes, quedó zanjada la cuestión: “Padre mío, lamento que aunque soy el mayor de mis hermanos, no sea mi intención ser vuestro sucesor. Deseo ser sace-dote”.  A sus padres no les causó sorpresa esta resolución por parte de su hijo. A pesar del contratiempo para el magistrado, reconoce que el camino elegido por su hijo, es mejor que el que había soñado él mismo. Sus padres le abrazaron y el Señor de La Salle aceptó: “Quiera Dios suscitar entre mis hijos un hombre capaz que sepa sustituir a Juan Bautista para ser el Jefe de la casa La Salle”.  Dirigiéndose al joven estudiante le dijo: “Bien, hijo mío. Tienes cualidades más que sobradas para ser un buen jurista. Espero que tus virtudes sean útiles a la Iglesia. Si al terminar las vacaciones, sigues con esa idea, tendrás mi autorización y bendición para seguir el camino que has elegido”.  Es fácil imaginar la emoción que embargaba a todos cuando el joven La Salle agradeció con lágrimas en sus ojos, la con-fianza que sus padres habían depositado

en él.

 

10 CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE REIMS

 Juan Bautista seguía estudiando “duro” en el colegio de “Bons Enfants”. Así se lo hacía saber Don Pedro Dozet, canciller de la Universidad, a su progenitor: Este chico llegará lejos.

 Lleva ya cinco años de Humanidades y ha ganado varios concursos. En la fiesta de Pascua de 1.666 recibe un premio por su trabajo. Preside el acto el Canciller de la Universidad, que ade-más, es canónigo de la catedral remense.

 Este anciano, ya había pensado en la renuncia. Habló con la familia de nuestro biografiado y meses más tarde, cedía su prebenda a favor del joven Juan que sólo contaba 15 años. Tomó posesión de esta dignidad en enero de 1.667 ocupando el sitial número 21.

 ¿Qué tenía que hacer un canónigo?: Asistir a la oración del coro, rezo de oficio divino y participar en el Cabildo como consejero del prelado de la diócesis. Recibía una retribución anual de unas mil libras. A partir de este momento, su vida se re-parte entre el colegio y el coro. Los padres, orgullosos de la dignidad que ostentaba su hijo, quisieron dejar constancia de ello. Hicieron pintar el grabado que acompaña a estas líneas y que representa al joven canónigo.

Juan Bautista recibió con agrado sabios consejos de quien le había cedido su dignidad y los recordó durante su vida: Acuérdate, Juan Bautista, que un canónigo debe ser como un cartujo y pasar su vida en la oración y el retiro.

Este compromiso fue, para el joven clérigo, un nuevo empuje en el cre-cimiento de su piedad y espíritu eclesiástico, ca-mino de su vocación ha-cia el sacerdocio.

Según uno de sus pri-meros biógrafos -Blain- fue en su nueva misión un dechado de piedad y fervor para sus venera-bles colegas.

 

11 ESTUDIANTE EN PARÍS. SEMINARIO DE SAN SULPICIO Terminada su carrera de Humanidades en Reims, sus padres decidieron que continuase sus estudios de Teología en París. Se hospedó en el Seminario de San Sulpicio y siguió los cursos en la Sorbona como la mayoría de sus compañeros seminaristas. Era octubre de 1.670.

San Sulpicio tenía fama re-conocida por la seriedad y la sólida formación que impartía: Trabajo y oración eran el le-ma del seminario. La Universidad de la Sorbona, aparecía como la mejor de Europa, por la preparación de sus profesores y la estricta disciplina que se exigía.

Una de las tareas apostólicas en la que se iniciaba a los semi-naristas, era la catequesis a los niños pobres de la parroquia y la visita a las escuelas de caridad. Así entró Juan Bautista en contacto con las familias de condición humilde. No había llegado aún su hora ni vislum-braba lo que más adelante le pediría.

Tenemos el informe escrito que años más tarde, dejó uno de sus compañeros: Fiel cumplidor del reglamento. Puntual a los ejerci-cios, desasido de lo mundano. Su compañía es agradable. No ha habi-do que hacerle ningún reproche.

En este establecimiento docente, tuvo ocasión de compartir con condiscípulos que con el tiempo llegaron a ser prelados o párrocos de ciudades donde La Salle se instaló, más adelante, con sus Hermanos para regentar escuelas de caridad.

El tiempo escaso que pasó en San Sulpicio, -no llegó a dos años-, dejó huella imperecedera en nuestro Santo. La práctica exacta del Reglamento del funcionamiento, le fue tan connatural, que años más tarde, al establecer las normas para los Hermanos, copió muchas de las que de joven seminarista hubo de cumplir.

Una de las virtudes en las que sobresalió fue su amor a Jesús Sacramentado, devoción que conservó durante toda su vida y que inculcó a sus discípulos más tarde.

Entre San Sulpicio y la Sorbona moldearon la mente y el cora-zón del joven remense. Si hubiera que resumir su vida en París, con dos palabras nos bastaría: oración y estudio.

12 MUERTE DE SUS PADRES. TUTOR DE SUS HERMANOS

 -“Señor de La Salle, os llama el Rector”- Es el aviso que le transmite un becario de primer curso. Rápidamente Juan Bautista acude al despacho rectoral.

 “Sentaos, Señor de La Salle, -dice el Señor Tronson-. Lamento vivamente tener que comunicaros una dolorosa noticia. Dios ha llama-do a Sí, a vuestra dignísima madre. Su muerte repentina no ha dejado tiempo para que llegarais a verla. El Señor Dios aceptará de buen grado vuestro gran sacrificio”.

 Esta sentida muerte puede tener consecuencias funestas para el porvenir de Juan Bautista, primogénito de la familia. ¿Tendrá que regresar a Reims y olvidarse de sus estudios?. Su padre resuelve con valentía y prontitud la situación: decide que su hijo pueda seguir estudiando en París.

 Todavía sin reponerse del todo por la pérdida de su querida madre, meses más tarde le llega el turno a su padre. Después de una corta enfermedad les deja para siempre a sus 47 años. La pregunta estaba clara: ante esta nueva y dolorosa situación, ¿sigue siendo el sacerdocio, su vocación?.

 Unos días de retiro espiritual serenarán seguramente su dolor profundo y darán tiempo a Juan Bautista para encontrar la respuesta adecuada. No ha podido asistir ni a los funerales ni al sepelio de sus padres. La llegada a la casa paterna no trae consigo alegría como en ocasiones anteriores, aunque se le esperaba con ansiedad.

 Por un año relega sus estudios teológicos para hacer frente a labores primarias: la tutoría de sus hermanos que su padre, por testamento, le había encomendado.

 Sigue participando en sus obligaciones de canónigo y asume con prontitud los asuntos familiares pendientes y la educación de sus hermanos pequeños prestándoles la máxima atención: así queda de-mostrado en los libros de cuentas que tuvo que redactar.

 Su labor de gestor y administrador fue notoria. La repentina muerte de su progenitor dejó cabos sueltos. Hubo, incluso, de recurrir ante los tribunales en tres ocasiones, para recuperar cantidades de dinero prestadas por su padre. Bastaron cuatro años para restituir en su sitio asuntos económicos pendientes y lo logró con notable éxito.

 Introdujo en su casa un reglamento de vida y costumbres al estilo del que había llevado en París: las comidas, el estudio, el descanso, las prácticas religiosas... todo tenía un tiempo señalado.  

13 NICOLÁS ROLAND

 Nicolás Roland, canónigo y amigo personal de Juan Bautista, fue un personaje clave en la vida de nuestro Santo. Piadoso y sabio, era conocido y respetado en toda la ciudad.

Dotado de talento especial para llevar la salvación de Jesús a todos. Además de su labor como canónigo, dedicaba su tiempo a la predicación, oración y dirección espiritual. No es de extrañar que sintonizaran ambos espíritus. Juan Bautista, le admiraba y decidió tomarle como director espiritual. Había fundado una comunidad de mujeres dedicadas a la educación de las niñas, y aquí, fue donde le “lió” a La Salle: en su testamento, encomendaba a su amigo, el cuidado de las Hermanas del Niño Jesús. Como Juan Bautista le respetaba, se puso de inmediato a gestionar ante las autoridades civiles, el reconocimiento y la autorización como Sociedad y lo consiguió.

Aquí le esperaba la Providencia para “enredarlo” en el mundo de la educación, con la aparición del Señor Nyel como más adelante veremos.

Con los buenos consejos que este santo canónigo y sacerdote transmitió a La Salle, barrió todas las dudas de su amigo en cuanto a su vocación sacerdotal y le salvó de sus escrúpulos. Prueba de la superación de sus problemas, nuestro Santo, un mes después de su vuelta a Reims, se traslada a Cambrai para ser ordenado de subdiácono.

El canónigo Roland consiguió que La Salle dejase, al menos temporalmente, la tutoría de sus hermanos, máxime que ya había solucionado las cuestiones económicas pendientes más graves.

Este alejamiento, más teórico que práctico, era para que nuestro Santo dedicara más tiempo a disponerse al sacerdocio. Es posible que incluso influyese para que Juan Bautista renunciara al canonicato y siguiera estudiando hasta conseguir el doctorado en Teología.

El influjo que este santo sacerdote ejerció sobre La Salle, fue de gran importancia. Le metió en el mundillo de las escuelas para niños desamparados que aceptó con todas sus consecuencias.

 

14 SU PRIMERA MISA

 Vencida su tentación de abandonar sus estudios eclesiásticos y decidido a llegar hasta el final de su vocación tan probada, se dedicó plenamente al servicio de Dios. Se preparó concienzudamente y cuando tenía 24 años,: recibió el diaconado en París en marzo de 1.676.

 Dos años de estudios teológicos desembocaron en la licenciatura obtenida en la universidad remense junto a otros cuatro compañeros. Su estado de ánimo, en aquellos tiempos, lo expresa en el siguiente testimonio: “Cuando terminé la licenciatura en teología, una de mis preocupaciones fue descubrir con claridad la voluntad de Dios sobre mi futuro. Consulté con el canónigo Roland. mi director espiritual que me habló de ocuparme de las escuelas para niños y niñas de condición humilde. Oré mucho y pedí al Señor que me descubriera a qué apostolado debía dedicarme”.

 En la misma capilla donde recibió la tonsura, 16 años más tarde era ordenado sacerdote por el Arzobispo Le Tellier el 9 de abril de 1.678. Al día siguiente, día de Pascua, en la capilla de Nuestra Señora en la catedral, celebraba su primera misa. Estaban presentes sus herma-nos y otros familiares, así como su amigo Roland.

En la mente de todos flotaba el recuerdo de sus padres ya difuntos que tantas veces habían soñado con este día.

 Los biógrafos no saben cómo expresar su gran fervor y su espíritu religioso cuando celebraba la eucaristía: “Iba la gente a sus misas para edificarse, para emocionarse, para contagiarse con su piedad. Muy pronto obtuvo los poderes para confesar y también facultad de absolver casos reservados

 Y en su propio hogar, mientras tanto, ¿qué ha pasado con los restantes miembros de su familia?. He aquí algunos datos recogidos de sus biógrafos: - Su hermano Santiago José profesó entre los Agustinos. - María se casa con el Señor Maillefer. - Fallece su hermana Rosa María en el convento de San Esteban. - Juan Luis estudia en San Sulpicio.

Pedro y Juan Remigio viven en compañía de su abuela Petra en el hotel de Santa Margarita.

 

15 SEÑORA DE MAILLEFER

 Ha habido algún biógrafo de nuestro Santo que ha dicho que el primer impulso para la fundación de las Escuelas Cristianas tiene su origen en una mujer, pariente de La Salle: Juana Dubois, viuda de Ponce Maillefer.

 Había nacido en Reims y una vez desposada se trasladó a vivir a Ruán. Su marido, comerciante importante, se convirtió en un alto empleado administrativo en la ciudad normanda. Los primeros años de casada transcurrieron entregados a las fastuosidades y los placeres de la vida mundana. Su sueño era deslumbrar a la ciudad por sus coches y joyas... los pobres eran seres despreciables que no merecían atención.

 Aquí termina el primer capítulo de su vida, porque ocurrió un hecho desconcertante. Una noche desapacible, con frío y nieve, llamó a la puerta de su mansión un mendigo, solicitando una limosna: Déjeme pasar la noche en algún rincón de su establo. Le expulsó de malas maneras sin atenderle. Uno de sus sirvientes se apiadó y le buscó un cobijo en las caballerizas sin que su señora supiese nada. Murió aquella noche. Al conocer el caso, se enfadó terri-blemente y dio una sábana para que lo enterraran cuanto antes. Al día siguiente la sábana volvió a estar colocada donde se había entregado sin que nadie pudiera explicar aquel hecho.

 Era un aviso del cielo indicándole que su vida debía cambiar. Desde entonces se convirtió sinceramente de su vida licenciosa y se dedicó por entero a obras de caridad.

 Quedó viuda al poco tiempo y limitó sus gastos dedicando su tiempo y dinero en favor de las familias desfavorecidas.

 Ayudó a crear escuelas en Ruán y enterada de los buenos resultados de las escuelas de niñas que el canónigo Roland había fundado en su ciudad natal Reims,

quiso ayudar a crear centros escolares para niños pobres. Para ello envió a Adrián Nyel con una carta de recomendación para su pariente Juan Bautista de La Salle.

 Así, la Providencia dispuso aquel primer encuentro entre Nyel y el futuro fundador de los Hermanos.

 

16 ADRIÁN NYEL

 Si Adrián Nyel no hubiera existido, lo hubiéramos tenido que crear e introducirlo en la vida y trayectoria del Señor de La Salle. Tuvo tanta influencia en la tarea educativa en la que se vio enredado el Santo de Reims, que si no se hubieran cruzado sus vidas, el Instituto de los Hermanos, hoy no existiría.

Todo comienza una mañana de marzo de 1.679. El Señor de La Salle, como todos los días, llega a la residencia de las Hermanas del Niño Jesús, para celebrar la eucaristía. Coincide en la portería con dos personas desconocidas, se saludan y al abrirse la puerta, La Salle se di-rige a la capilla mientras la portera introduce a los dos forasteros en el recibidor. El de más edad se llama Adrián Nyel, y el joven que le acompaña, Cristóbal.

 Traen una carta de la Señora de Maillefer para Juan de La Salle con la misiva de que les ayude a conseguir abrir escuelas para niños pobres como ya funcionaban en Ruán de donde procedían. Al terminar la eucaristía, la superiora les presenta y La Salle escucha al señor Nyel tras leer la carta que le ha entregado.

 Ve que el proyecto es interesante aunque reconoce que va a ser difícil la empresa. Por supuesto, ignora que aquel momento y la decisión consiguiente, va a marcar y orientar toda su vida.

 ¿Quién era este personaje?. Adrián Nyel, que vivía en Ruán, estaba entregado por entero a la educación de niños abandonados a los que atendía con cariño paternal. Dotado de carácter emprendedor, había reunido a otros maestros junto a sí y fundado algunas escuelas en diversos barrios de la ciudad. Era un buen cristiano y dotado de excelentes cualidades para la catequesis; sabía hacerse escuchar por sus discípulos y mantenía el buen orden en las escuelas.

 De él se sirvió Juan Bautista para la fundación de las escuelas de caridad en Reims y en otras ciudades cercanas.

 Siempre se profesa-ron sincera y profunda a-mistad que continuó hasta su fallecimiento en 1.687 en la ciudad de Ruán. ¿No estaremos ante el precursor de lo que hoy llamamos misión compartida?..

 

17. REUNE A LOS MAESTROS EN SU CASA

 Cuando Adrián Nyel llegó a Reims no había en la ciudad ni una sola escuela de caridad para niños. La señora de Maillefer se ofrecía a pagar el sueldo de dos maestros.

 La Salle, antes de dar respuesta a esta iniciativa, realiza consultas y sondea la opinión de los párrocos.

 Suscita una reunión entre personas implicadas en el proyecto. Nyel. Éste asiste como asesor, viendo los cielos abiertos al comprobar el cariz que tomaba el asunto. Se da luz verde a la creación de escuelas. Nyel y La Salle visitan al párroco de San Mauricio para proponerle el plan. Acepta y dispone todo lo necesario. La escuela se pone en marcha.

Nyel recluta a jóvenes generosos, interesados en hacerse hábiles maestros. Viven juntos y La Salle les visita todos los días. Es necesario ayuda. Se perfeccionan en su nuevo oficio.

El tiempo que podía dedicarles era escaso debido a sus obligaciones de coro y asuntos familiares. Terminó por instalarlos en su casa. La idea fue bien acogida por todos, con excepción de algún miembro de su familia que se disgustó por la presencia diaria de los maestros en medio de sus hermanos.

El Santo se mantuvo firme en su decisión sin cuidarse de los prejuicios y habladurías de quienes murmuraban sobre su decisión. Fue el inicio de una larga serie de contrariedades máxime que les hospedó definitivamente en su mansión familiar, tras un año de vivir en una casa alquilada cercana a la suya.

“Me figuraba yo que el interés que tomaba por las escuelas y los maestros era sencilla-mente una guía  ex terna que no me comprometía más que a proveer a sus necesidades... Hubo dos ocasiones, a saber: el encuentro con el señor Nyel y la proposición que me hizo la señora que aportó el dinero para el sustento de los maestros, las que me llevaron a ocuparme de las escuelas de niños. Antes no había pensado en ello nunca aunque me lo habían propuesto. La idea de ocuparme de los niños pobres no había penetrado en mi espíritu hasta entonces. Por ello, nunca tuve la menor intención de ponerla por obra...”. De La salle escribía así 15 años después de haber vivido estos acontecimientos

 

18. SE LE QUITA LA TUTELA DE SUS HERMANOS  La mansión señorial de la familia La Salle que antaño había si-do el salón donde exhibir los modelos que la moda iba a imponer la próxima temporada, y un lugar donde captar a la pareja con la que compartir sus sueños, es hoy, tras la decisión tomada por el jefe de familia, Juan Bautista, de alojar en ella a unos pobres maestros de escuela, motivo de agrias críticas. Todo Reims, -incluida su alta sociedad- habla de ello... La decisión levanta una gran polvareda.

 El huracán se desata... ¡El Señor de La Salle se ha vuelto loco!. ¡Esto es una vergüenza para la familia!. ¡Si sus padres levantaran la cabeza...!

 Juan sufría lo indecible al oír estas afirmaciones. Provenían de familiares cercanos. Reunidos en consejo, le quitan la tutela de tres hermanos que vivían con él. Por la edad alcanzada, las tres hermanas hacía ya tiempo que se habían emancipado. Las críticas de la gente dieron su fruto y Juan Bautista sufrió en silencio esta humillación.

 Esto le ocurría, precisamente, porque su dedicación a las escuelas y a los maestros iba cada día en aumento  

 Únicamente el mayor de los tres hermanos, Juan Luis, no quiso separarse de su tutor por el intenso amor que le profesaba. El más pequeño entró interno en un colegio y el mediano fue encomendado a uno de sus cuñados.

 Se le acusaba, entre otras cosas, de estar alimentando a los maestros con los bienes de su familia que no eran única-mente suyos, sino patrimonio familiar Además estaba abusando de los poderes que le otorgaban el ser tutor de sus hermanos.

 

19 EL PADRE NICOLÁS BARRÉ  A través de su amigo y confidente, el canónigo Roland, ya fallecido, conoció al Padre Nicolás Barré en París, fundador de escuelas de caridad para niñas.

 Como bien comenta unos de sus biógrafos, este religioso de la orden de los Mínimos, es un “guía de alta montaña” que ve las cosas con una claridad meridiana. Fue para La Salle consejero decisivo.

 ¿Quién era el Padre Barré?. Un hombre de gran virtud y experimentado en los caminos de la santidad. En él, encontró Juan Bautista, al sabio director espiritual que le aconsejó en los momentos decisivos de su vida: fundación de las escuelas, recepción de los maestros en su casa, renuncia de su canonjía, distribución de sus bienes entre los pobres, adopción de medios para consolidar su obra. En muchas otras circunstancias a él acudió el Santo.

 Ante la consulta del joven canónigo sobre la decisión a tomar respecto a sus escuelas, el Padre Barré le responde directo: “¿Quiere usted formar a sus maestros en la piedad y que lleguen a amar su estado a causa del bien que pueden hacer?. Debe alojarlos en su casa y vivir en sociedad con ellos”.

Barré da por supuesto que La Salle no va a fallar en el proyecto de creación de escuelas. Le recuerda: “La obra es de Dios, que lo sea enteramente. No busques apoyos humanos, ni legales ni económicos. Que sea la Providencia su único fundamento”.

 La Salle queda impresionado: ¿Será mi vocación ser guía para los maestros? ¿Tendré que compartir con ellos mi jornada?.

 Se le hacía cuesta arriba. Años más tarde, el Señor de La Salle llegará a escribir: “De haber sabido que el cuidado que yo tomaba de los maestros por pura caridad, me iba a llevar hasta la obligación de convivir con ellos, lo hubiera abandonado... Sólo el pensar que tendría que vivir con ellos, me resultaba insoportable...”

 

20 LIBRE DE UN GRAVE PELIGRO La Salle fue un hombre superactivo que supo hacer frente a  diversos menesteres simultáneamente y siempre con éxito: - Asesora a la naciente comunidad religiosa fundada por su amigo Roland. - Apoyo a los maestros y a las escuelas de caridad cuyo responsable es Adrián Nyel.

- Tutoría de sus hermanos y gestión de los bienes familiares. - Obligaciones de su canonjía. - Director espiritual y confesor. - Sustituye en el aula a un Hermano durante varios días - Labor pastoral adyacente a su condición de sacerdote. - ... En este último apartado podemos situar un grave percance que le pudo costar la vida: Un moribundo, fuera de la ciudad,  requiere su asistencia. Estamos en pleno invierno y la nieve cubre la tierra tan abundantemente que se han borrado las huellas del camino. Juan Bautista toma un caballo y acude a auxiliar al enfermo, con tal mala suerte que la cabalgadura pierde pie y cae en un barranco. Pidió soco-rro, pero todo fue en vano. El lugar era desierto y poco frecuentado. Sus esfuerzos por salir fueron inútiles; la noche se acercaba y el peligro aumentaba.

Recobrando fuerza y valor hizo un supremo esfuerzo y pudo salir del precipicio. A pesar del dolor, estaba feliz porque había llegado a tiempo de asistir al moribundo con el Sacramento de la Unción de los enfermos.

De resultas de la caída y de los golpes recibidos, le quedó una luxación que aunque se curó, le dejó una secuela para el resto de su  vida.

¿Vio en este suceso y su feliz desenlace, una señal de Dios que le invitaba a continuar con la obra de las escuelas?. Al concluir la narración de este relato, uno de sus biógrafos es-cribe: Nunca hablará, en adelante, del suceso acaecido sino con los sentimientos más vivos de reconocimiento y acción de gracias.

 

21. ABANDONA, CON LOS MAESTROS, LA CASA PATERNA

Sus decisiones, respecto a las escuelas de caridad, le produjeron, con sus más allegados, conflictos graves y continuos. Incluso la estancia en su propia casa ya no era alegre como antaño.

 También podemos añadir, que la crisis llegó incluso a afectar al grupo de los primeros maestros que Nyel había reclutado. Hubo deserciones ante el ambiente de piedad y recogimiento que el Señor de La Salle pretendía imponerles: Aquéllos que únicamente estaban interesados en solucionar su vida de ganapanes, acusaron el golpe y se retiraron.

 Otras nuevas vocaciones, -gente joven y generosa-, llamaron a las puertas de la escuela, guiados por el Espíritu: Entre ellos, Enrique L’Heureux, Nicolás Vuyart, Gabriel Drolin...

Había llegado el momento de levantar el vuelo. Dejó La Salle, junto a sus maestros, la casa paterna y buscó otra en lugar más tranquilo. Se instalaron el 24 de junio de

1.862 en la Calle Nueva. Ésta fue la cuna del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Al dejar la casa de sus padres, se despedía de su pasado y daba un adiós a las alegrías de su infancia y a los recuerdos de su juventud. Así comenzaba una vida nueva, consagrada por entero a la instrucción y educación de los niños.

En esta nueva residencia nace una entidad totalmente original: Un grupo de maestros cristianos, con ilusión y entrega generosa, está dispuesto a trabajar con todas sus fuerzas al servicio de los niños y jóvenes sin medios económicos.

La escuela ya no será un trampolín para medrar socialmente. Sus características serán la pobreza, la entrega y el trabajo para la promoción de los hijos de los artesanos y de los pobres. Allí se sembró la semilla que, pasado el tiempo, iba a convertirse en un instituto religioso: las Escuelas Cristianas.

Poco a poco, La Salle iba rompiendo las ligaduras que le ataban a sus riquezas y posición social. Queda todavía camino por andar: Debía vencer la naturaleza y todas las repugnancias físicas, morales y culturales que en su camino se le iban presentando.

 

22 PRIMERAS ESCUELAS  Año 1.679: a las puertas de la residencia de las Hermanas fundadas por Nicolás Roland, se produce un encuentro fortuito entre Adrián Nyel y Juan Bautista de La Salle. Se está gestando el embrión de la primera escuela popular de niños en la ciudad de Reims.

 En una reunión semisecreta se discuten las condiciones para la fundación de las escuelas de caridad que las parroquias remenses van a propiciar apoyadas por la ilusión de los párrocos y el apoyo económico de algunos nobles de la ciudad.

 Fue la parroquia de San Mauricio, en abril del mismo año, la que se benefició de la primera escuela de caridad: dos clases atendidas por el señor Nyel y su joven colaborador de 15 años, Cristóbal. Ambos se alojaban en el palacete de la familia de Juan Bautista.   Meses más tarde, visto el éxito que alcanzó esta institución, se tramita la apertura

de una segunda escuela en la parroquia de Santiago. Se “ficha” a dos nuevos maestros para esta misión y quedan alojados con los anteriores en una casa cercana a la de nuestro Santo.

 Nyel, más creativo que asentado, planeaba ya la apertura de una nueva escuela al comprobar la buena marcha de las dos anteriores. Estamos en octubre de 1.680, fecha en la que la parroquia de San Sinforiano se beneficia de una nueva escuela que llegó a tener más alumnos que las dos anteriores. Eran ya siete los maestros que atendían a cerca de 500 niños pobres en Reims.

 Sin pretenderlo, La Salle se vio inmerso en la organización interna de estas escuelas. Las dificultades por las que tuvo que atravesar, le condujeron a pensar en métodos y programas que mejoraran la calidad de la enseñanza.

 Vienen a continuación otras fundaciones:

* 1.682:- Rethel, parroquia de San Nicolás. - Chateau-Porcien, fundada por el señor Nyel. * 1.685:- Guisa, después de un intento de fundación cuatro años antes. - Laon, escuela patrocinada por el ayuntamiento. - Reims, donde se crea el primer seminario para la formación   de maestros.

23 EL DUQUE DE MAZARINO

 Este noble, heredero del célebre cardenal y ministro del mismo apellido, irrumpe en la vida de La Salle, cuando las escuelas de Reims han empezado ya a producir sus frutos. Otras poblaciones cercanas, desean contar con establecimientos docentes que alberguen y eduquen a los niños pobres que vagabundean ocio-sos por las calles y son “carne de cañón” para engrosar las filas de futuros delincuentes.

 Visto el bien que se puede hacer, las autoridades de Rethel con-vencen al Duque de Mazarino para concertar una entrevista con el canónigo De La Salle a fin de conseguir escuelas y maestros adecuados para su ciudad.

 La intención del noble personaje iba más lejos: crear un seminario para formar maestros rurales. Así se salvaba la dificultad que el Santo de Reims le había hecho saber de no mandar Hermanos individualmente a aquellas aldeas que no tenían población infantil suficiente para absorber dos maestros.

 En 1.685, nace “la Escuela de Magisterio” para la formación de maestros de aldea, sostenida económicamente por el duque. Aunque el acuerdo pasó por diversas vicisitudes, la buena voluntad y el acierto  en  

las gestiones solucionaron los malentendidos y al fin, el establecimiento abrió sus puertas. Reims fue la ciudad que acogió a los numerosos jóvenes enviados por las parroquias y ayuntamientos de las al-deas para formarse y volver a sus lugares de origen para ejercer la labor educativa.

 El mismo duque visitó en repetidas ocasiones la “Escuela Normal”. Salía satisfecho por el trabajo que se realizaba según los métodos “lasalianos”. A partir de entonces De La Salle acabó por conquistar las buenas disposiciones del noble protector y consiguió que éste ampliara los recursos económicos en favor de las escuelas para los niños pobres.

 

24 DESCONFIANZA Y RECELO DE LOS MAESTROS  Los primeros meses de estancia en la nueva residencia de la Calle Nueva fueron de entusiasmo. Los maestros eran felices y habían aceptado gustosos el género de vida y reglamentos que el Santo había redactado para el grupo.

 Surgió la preocupación, razonable por otra parte, de que mientras eran jóvenes, llenos de fuerza y salud, bien podían hacer frente al trabajo en las escuelas y solucionar con facilidad las dificultades que se les presentasen. ¿Qué sería de ellos cuando envejecieran o se encontrasen enfermos? ¿Quién les iba a proporcionar lo necesario en su jubilación?.

 Hablarles en estos momentos de la fe en la Providencia, no resultaba nada convincente para sus discípulos. Las palabras del Santo eran conmovedoras, pero los maestros se hallaban muy dominados por las incertidumbres del porvenir. Pudo comprobar que su discurso no llegaba al corazón de los suyos ni producía el fruto apetecido.

 “Hemos iniciado un camino, con generosidad, pero no exento de dificultades. Nadie nos asegura que sabremos mantener el tipo hasta el final. Un día, todo esto, puede

venirse abajo. Si llegase a suceder, usted tiene a dónde ir: es sacerdote y canónigo. Tiene una posición social y una fortuna. Nosotros no tenemos nada. Si llega el fracaso, nos espera el paro y la miseria...”

 Estas palabras de sus súbditos le llegaron al corazón. Siguieron días de retiro y meditación para ver más claro. Como en otros momentos, difíciles y complicados, acudió al Padre Barré para que le aconsejara convenientemente en este tema. Pronto llegarían resoluciones decisivas.

25 LA CATEDRAL DE REIMS

Estamos ante uno de los monumentos más significativos del arte gótico en Europa: la catedral de Reims.

 Comenzó su construcción hacia el año 1.210 y durante tres siglos, famosos arquitectos llevaron a la práctica el suntuoso proyecto concebido por geniales artistas. Su Cabildo, en tiempos del Santo, era uno de los más ilustres de Francia, tanto por el número de miembros, como por los personajes que lo integraban. Pues bien: desde la edad de 16 años, y por espacio de otros 16, Juan Bautista de La Salle, va a ser miembro de esta ilustre institución.

 Más que las piedras y el arte que encierra su construcción, nos interesa el influjo que pudo producir en La Salle desde sus años de infancia. No se conocen testimonios de nuestro biografiado que hagan alusión a este aspecto. Quizá su humildad, no le permitió sacar a la luz la influencia positiva que las muchas horas pasadas entre sus muros, llegaron a incidir sobre su vida espiritual.

 De muy joven, -contaba sólo tres años-, pudo contemplar, acompañando a sus padres, la fastuosidad con que el recinto catedralicio se vistió para coronar como rey de Las Galias al joven monarca Luis XIV.

 Hay, sin duda, otros momentos que dejaron huella en su espíritu: la tonsura, ser recibido en el cabildo catedralicio, sus horas de coro, de oración y meditación, su ordenación sacerdotal y primera misa...

 En sus numerosos viajes, a lo largo y ancho del país, recaló frecuentemente en Reims por motivos familiares o de la Sociedad que había fundado: era lógico que,

en es-tas ocasiones, se acercara hasta la catedral, que le era tan fa-miliar, para pedir al Señor por su Instituto.

 Otro tanto podríamos decir sobre las horas de oración ante el sagrario para pedir luz y fuerza al Todopoderoso y poder seguir luchando para vencer los obstáculos que se presentaban en la marcha de las escuelas y que tanto “sudor y sangre” le habían costado.

26 RENUNCIA A SU CANONJÍA

 Primera prueba seria en el programa que el Padre Nicolás Barré le dictó en su consulta de París. Las quejas y la desconfianza de sus maestros, le habían tocado en lo más íntimo de su vivencia espiritual. Tenía una canonjía que le cubría las espaldas y era su seguro de vida.

 Debe renunciar a este privilegiado puesto y presiente que no va a resultar fácil. Las críticas se suceden de nuevo ante su anunciada renuncia: -“No es necesario estar con gen-te de la plebe, para santificarse”- dicen unos. -“El Señor de La Salle ha perdido el juicio”- exclaman otros. Él sabe que se debe per-der este mundo si se quiere aspirar, seriamente, “al  de más arriba”.

 Antes de tomar tan importante resolución, consultó al Señor en la oración y comunicó su proyecto a su director espiritual, el abate Callou. Como primera respuesta recibió la más amplia negativa.

 El Santo se sometió por el momento al querer divino manifestado por medio de su confesor. Sin embargo, eran tan importantes las razones que le empujaban a hacerse pobre entre los pobres, que pensó consultar el tema con otras personas sabias y prudentes; entre ellas se encontraba el padre Barré que le animó a renunciar a su canon-jía para atender mejor a sus maestros y escuelas.

 Más le costó vencer la resistencia del arzobispo Le Tellier, quien no quería privar a su cabildo de un miembro tan ilustre por su sabiduría y virtudes. Tanta fue la insistencia del joven canónigo, que al final cedió y le otorgó el permiso para dicha renuncia. Presentó ante su superior eclesiástico el nombre de su sucesor, Juan Faubert, un sacerdote pobre y humilde pero digno y virtuoso.

 Lleno de gozo corrió al lado de sus maestros y con ellos cantó un “Te Deum” en acción de gracias. Había sido capaz de dar un salto notable en su carrera hacia la renuncia y liberación total que era lo que la Providencia le exigía.

 

27 DISTRIBUYE SUS BIENES ENTRE LOS POBRES  Seguimos acompañando al Señor de La Salle en el duro camino de su renuncia total. Ahora le toca el turno a su patrimonio personal.

 Según el consejo de su director espiritual parisino, el padre Barré, ni un “sólo maravedí” para el sostenimiento de las escuelas. “Sólo Dios ha de ser su apoyo”. Decisión impresionante, importante, ilógica... y muy difícil de entender.

 Quizá notó, por primera vez, la sensación de una auténtica felicidad. Iba a ser pobre. Renunció al mundo y sus vanidades: primero a su canonicato. El siguiente paso era despojarse de su pingüe patrimonio y repartirlo entre los pobres.

 La decisión partía, de nuevo, de su director espiritual. Arregló todo lo concerniente a la economía de sus hermanos renunciando a su parte. La familia podría decir que estaba “falto de sensatez”. Aquella canción ya la había escuchado en otras ocasiones.

 Las propiedades y bienes inmuebles los cede a sus hermanos. Según algunos investigadores, -Hermano Luis Aroz- la fortuna traspasada podría superar los veinte millones de pesetas.

  Quedaba todavía mucho dinero. La ocasión de desprenderse de él no tardó en presentarse. En el año 1.684 se desató sobre Francia una terrible carestía de alimentos y la ciudad de Reims, como otras, hubo de sufrir los horrores del hambre.

 Juan Bautista vendió su rico patrimonio y del producto hizo tres partes: la primera fue destinada para socorrer a los niños que frecuentaban sus escuelas; la segunda para aliviar el hambre de los pobres vergonzantes y la tercera la repartía a diario entre pobres y mendigos que llamaban a las puertas de su casa.

 No habían transcurrido aún dos años, cuando, de su fortuna, no quedó más que lo estrictamente necesario para la manutención propia y de los suyos. Comenzó entonces a vivir como pobre y a sentir los efectos de la pobreza.

 

28 PASA NOCHES EN ORACIÓN  Si las frías losas de la parroquia de San Remigio pudiesen hablar, ¡de cuántos secretos del Señor de La Salle nos enteraríamos!. Era práctica habitual en el joven clérigo, -apenas había cumplido los 30 años- refugiarse ho-ras y horas ante el sagrario cuando no veía las cosas claras. El sacristán de San Remigio, sabía mucho de ello, porque le prestaba las llaves del portalón de la iglesia.

Muchos de sus achaques físicos tienen su explicación en el frío del duro suelo donde se pos-traba para orar y también, las penitencias a que sometía su quebrantado cuerpo. Los Hermanos le regañaban cariñosamente porque temían por su delicada salud que le dio más de un susto.

 Persuadido como estaba, de que la oración es la “llave de oro” que abre el cofre de las bendiciones divinas, redoblaba su intercesión ante el Señor en favor de su Instituto.

 Algunas noches, se quedaba en la capilla de los Hermanos y prolongaba sus plegarias hasta altas horas de la madrugada. Incluso, fue encontrado caído en el suelo, a la mañana siguiente, rendido de cansancio; pero de ordinario le bastaba un breve descanso en una silla o sobre un banco para recobrar sus fuerzas.

 El toque de campana para la oración de la mañana le encontraba de pie y presto para los ejercicios de piedad que se practicaban en la Comunidad.

 A lo largo de su vida encontramos que ante decisiones importantes o dolorosas, el Santo pasa largos ratos de oración pidiendo al Señor luz para discernir el camino más acertado a seguir. Era para sus discípulos modelo de piedad y permanecía en oración muchas horas “robándoselas” a su descanso nocturno.

29 MARÍA, REINA Y MADRE DE LAS ESCUELAS

 Liberado ya de todos los impedimentos y obligaciones que retenían su atención y actividad: cargo de canónigo, tutoría de sus Hermanos y renuncia y distribución de sus bienes, Juan Bautista, pobre con los pobres, se consagra entera-mente a la obra de sus escuelas. Había llegado la hora de dar a su naciente Institución, una forma organizada y permanente.

  Se celebró en 1.686, la primera asamblea con los Hermanos principales. Hizo con ellos un retiro espiritual para implorar las luces del Espíritu Santo. Se tuvieron varias conferencias y se tomaron diversos acuerdos para el buen funcionamiento de la nueva Sociedad: las prácticas de piedad, el horario diario, las obligaciones para con el Instituto y la obra de las escuelas.

 Al finalizar dichas reuniones el Santo permitió que todos juntos  hicieran voto de obediencia por tres años. Era la fiesta de la Santísima Trinidad.

 Se convino que en adelante, tomaran el nombre de HERMA-NOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS. Antes de separarse el Fundador propuso ofrendar aquellas promesas a la Madre de Dios, visitando el santuario de Nuestra Señora de Liesse. Hicieron los preparativos y tras una caminata de ocho horas nocturnas, arribaron al santuario. Celebró la eucaristía en el altar de la Virgen, depositaron unas flores ante su imagen y el Fundador aprovechó la ocasión para consagrar su naciente Instituto a la celestial Señora: “Quiero que María Santísima sea Reina y Madre de nuestras escuelas”.

Tras un merecido desayuno, cada cual salió en dirección de su residencia habitual. De esta manera La Salle inauguraba la costumbre de visitar, en comunidad, los santuarios marianos cercanos a sus es-cuelas. Así lo hizo en su viaje a Marsella y a otras poblaciones en las que existían santuarios marianos, como Chartres.

30 DA A SUS HERMANOS HÁBITO RELIGIOSO

 Quiso que los Hermanos se diferenciaran tanto del mundo seglar como de los clérigos incluso en su vestimenta. Por eso sus discípulos, no quisieron tomar decisión alguna sobre el hábito, dejando a su Fundador la decisión que creyese más conveniente.

 Juan Bautista, después de algunos meses de reflexión, en septiembre de 1.684, determinó adaptar la sotana negra, sin botones, cerrada con corchetes hasta la

cintura. El cuello blanco de dos tablas que era común a clérigos y otras personas, calzado ordinario y sombrero de alas largas y circulares.

Poco después y aconsejado por el alcalde de la ciudad, se añadió una especie de capote atado al cuello con un corchete, de anchas mangas que flotaban al aire al andar por la calle.

 El hábito no fue bien acogido. Hubo bromas y críticas pero sólo al principio. Pronto pasó a ser el distintivo de los pertenecientes al Instituto y así ha perdurado hasta nuestros días.

 Una vez establecido el hábito, La Salle, no aceptó cambio alguno a pesar de que varios eclesiásticos, -Mr. Baudrand, párroco de San Sulpicio-, intentase intervenir en cambiar la indumentaria de los  Hermanos. El Santo, quiso que los suyos fueran independientes hasta en este tema. Así se expresaba en el escrito que envió al párroco aludido: “Este hábito singular consigue que la mayoría de los que ingresan en la Comunidad no se pregunten siquiera si la misma está asentada o no. Y los seglares miran a los miembros de este Instituto como a personas separadas y retiradas del mundo, lo cual es muy oportuno para que los Hermanos no frecuenten con facilidad, ni se relacionen con desenvoltura, con la gente seglar...”

 Hoy, este hábito humilde y sencillo es reconocido, saludado, querido y respetado en todo el mundo.

 

31 “REGLAS QUE ME HE IMPUESTO...”

 Según su biógrafo Blain, es un resumen del reglamento general que el Santo se había impuesto. Citamos los puntos más interesantes:

1. Nunca saldré sin necesidad y sin haber dedicado al menos un cuarto de hora para examinar ante Dios, si esta necesidad es real o sólo imaginaria. 2. Es buena norma de conducta no hacer distinción entre los asuntos propios de mi estado y el problema de la propia perfección. 3. Cuando vaya a ver a alguien, cuidaré de no hablar más que lo preciso y nunca de asuntos inútiles o mundanos. 4. Uniré mis acciones a las de Nuestro Señor Jesucristo, frecuentemente y tratando de no tener otras miras e intenciones que las suyas. 5. Cuando mis Hermanos vengan a pedirme consejo, rogaré al Señor que sea Él quien se lo dé, cuidando de mantener mi corazón unido a Dios y a ellos. 6. Cuando me confiesen sus faltas, me consideraré culpable de las mismas ante Dios y me impondré una penitencia mayor que la que les sugiera a ellos. 7. Miraré siempre el trabajo por mi salvación y el establecimiento de las escuelas como la obra de Dios. 8. Debo considerarme como un instrumento en manos de la Providencia y no hacer nada sin la mira puesta en ella. 9. En cualquier variación de estado en que me encuentre, o tenga que cambiar de reglamento, dedicaré un día de retiro para disponerme, así como cuando tenga que salir de viaje. 10. Cuando alguien, superior o no, me disguste en algo, cuidaré de no decir nada; los excusaré y daré a entender que han tenido razón. 11. Estaré vigilante para no perder tiempo; si lo hubiera perdido, aportaré remedio de inmediato. 12. Buena norma es la de no preocuparse tanto por saber lo que hay que hacer, como por hacer con perfección lo que se sabe. 13. Cada mañana, y durante un cuarto de hora, preveré los asuntos que vaya a tratar y las dificultades que pudiera encontrar, para tomar las medidas oportunas a fin de no fallar. 14. También es preciso que no pase un solo día, sin visitar a Jesús en el sagrario. Si estoy de viaje, intentaré visitar la iglesia más cercana. Procederé de modo que eleve mi corazón a Dios cada vez que comience alguna nueva acción.

 

32 SU ESTRENO EN PARÍS

 A lo largo del año 1.687 nuestro Santo, tras consultar con su director espiritual, decide poner en práctica la promesa que había hecho al Padre Barré: fundar

escuelas de caridad en la capital del reino. Se había recibido en la residencia de la Calle Nueva, la visita del abate Compagnon, responsable de las escuelas de la parroquia de San Sulpicio.

 El proyecto de hacerse cargo de la escuela de la calle Princesa en París, sirvió para romper los lazos con los que el arzobispo remense pretendía retenerlo en su ciudad natal: la obra de las escuelas no debe encerrarse en los límites de una diócesis.

 “Querido señor arzobispo: por la obediencia que le debo y que prometí el día de mi ordenación sacerdotal, estoy dispuesto a hacer lo que desee. Pero hace ya cinco años que prometí al párroco de San Sulpicio mandarle Hermanos para atender una escuela. Me parece una descortesía hacia él, faltar a mi palabra...”

 Consultados los Hermanos, el Fundador y dos de ellos emprenden viaje hacia París dejando en Reims al Hermano Enrique L’Heureux como superior de la Comunidad. El 24 de febrero de 1.688 llegan a la capital y son recibidos por el párroco de La Barmondière que los insta-la los primeros días en su propia casa.

 La escuela, además de las aulas normales, cuenta con un taller de manufacturado. El orden y la disciplina brillaban por su ausencia y los métodos utilizados no eran los más adecuados para que los niños avanzaran en su aprendizaje. Juan Bautista introdujo algunas modificaciones: dividió a los niños en grupos por edad e instrucción, señaló un horario para las distintas enseñanzas y puso un reglamento.

 Meses más tarde, cuando el párroco visitó la escuela, quedó gratamente sorprendido y ofreció a La Salle la dirección plena del establecimiento. Aquí comienzan los problemas y las quejas: el jefe de talleres, -señor Rafrond-, está descontento; el responsable de la escuela -abate Compagnon- suspicaz, se siente marginado; el monitor joven, poco satisfecho y falto de autoridad...

 Los éxitos conseguidos hacen que se ofrezca a La Salle la dirección de una segunda escuela en la calle Bac. Esto desencadenó la furia de los maestros calígrafos que asaltaron el establecimiento consiguiendo el que el Chantre dictara su sentencia: las escuelas debían cerrarse.    

33 VIOLENTA CLAUSURA DE LAS ESCUELAS

 A medida que los Hermanos iban abriendo escuelas en los distintos barrios de la capital, el “modus vivendi” de los maestros calígrafos iba disminuyendo progresivamente.

 La parroquia de San Sulpicio abrió en Port-Royal una nueva escuela. Este hecho desencadenó lo que ya se temía: la indignación en grado sumo de los maestros que dependían del chantre de París. Se apoderan brutalmente del mobiliario y lo destruyen. Los hijos de los artesanos y de los pobres, otra vez, vagabundean en las calles y plazas del barrio.

 París fue la piedra de toque en la lucha entre las escuelas de caridad y las escuelas menores. Aquéllas, dependían directamente de las parroquias y las otras, del chantre de la catedral de Notre Dame. Varias veces, por sentencias absurdas, las escuelas parroquiales vieron cómo se cerraban sus puertas. Las persecuciones fueron constantes contra La Salle y sus discípulos, tanto, que para evitar males mayores, el Santo, optó por desaparecer en varias ocasiones.

 La acusación siempre era la misma: los Hermanos admitían en sus escuelas de caridad a niños que podían costearse su enseñanza y por tanto, no eran pobres.  Los maestros de la ciudad, al ver los maravillosos progresos obtenidos en las escuelas regentadas por los Hermanos, temieron perder su alumnado y mermar sus ingresos. Ello les llevó a unirse para conseguir cerrarlas. Lo lograron varias veces, pero La Salle interpuso recurso de apelación ante el parlamento y logró revocar tales sentencias injustas.

 Exasperados los maestros, iniciaron otro procedimiento de venganza: pagar a una turba de desalmados que, invadiendo las escuelas, insultaron y maltrataron a los Hermanos y a los niños y arrojaron por las ventanas libros, bancos y mesas, robando todo aquello que podía serles de utilidad.

 Sobresalto entre los padres: sus hijos a la calle... -Defendamos a los Hermanos, -gritaron los padres. -¡No los dejéis!, ¡fuera los intrusos!, -protestaron las madres. -Aquí estoy, dice el Señor de La Salle. ¿Por qué no hacéis lo mismo conmigo?. -Con usted no tenemos resentimiento alguno, -le contestan. Este asunto se refiere únicamente a los Hermanos que están quitándonos los alumnos.

34 LA SALLE DEFIENDE SUS ESCUELAS

 Parece que La Salle tiene la culpa de que los niños pobres de París sean atendidos y adquieran una cultura con la que defenderse en la vida.

 Él es un “no violento”, por educación y virtud. A las vejaciones e insultos de los enemigos que maltratan a sus Hermanos y escuelas, opone sus armas preferidas: oración, perdón y paciencia.

 El párroco de San Sulpicio, le obliga a pleitear con sus acusa-dores y a defender los derechos a la educación de las familias más humildes del barrio. El Santo peregrina con sus Hermanos a un santuario mariano cercano para pedir a la Madre del cielo su ayuda y protección. Provisto del correspondiente escrito de defensa, lo presenta ante el parlamento consiguiendo una sentencia absolutoria. Las escuelas pueden seguir funcionando... Durante más de 15 años, La Salle debe hacer frente a los ataques violentos de los maestros, así como a las calumnias e injurias que más de una vez hacen tambalear la obra de las escuelas. Las escuelas de caridad, se abren y se cierran, al vaivén de las desafortunadas sentencias de los tribunales parisinos. Siempre la gente de condición humilde es la que lleva la peor parte.

 Las familias pobres del barrio que enviaban sus hijos a las es-cuelas de los Hermanos, con tanto provecho y aplicación, llevaban muy a mal los violentos e injustos cierres de las escuelas. Se presentaron al párroco Mr. De La Chetardie, para que tomara las medidas oportunas a fin de conseguir la estabilidad de los Hermanos en sus lugares de traba-jo y que los niños pobres no quedaran privados de su instrucción.

 El vandalismo de los maestros calígrafos y las sentencias judiciales desfavorables, lejos de destruir las escuelas, tienen consecuencias  positivas:

· La popularidad de los Hermanos aumenta y les trae nuevos bienhechores. · Se abren nuevas escuelas en otros barrios de la capital. · Por primera vez, los aprendices, pueden contar, los domingos, con un centro dirigido por Hermanos especialistas donde aumentar sus conocimientos.

35 UN INTERNADO  Este centro es una novedad en la pedagogía de La Salle, máxime, tratándose de hijos de la nobleza. Funda un internado.

 Los nobles irlandeses, desterrados, con el rey Jacobo II a la cabeza, arriban a la corte de París donde reciben generoso asilo por parte de Luis XIV. En la expedición venían niños que habían sido privados en su país de la instrucción católica porque los colegios habían sido suprimidos.

 A través del cardenal Noailles, se ponen en contacto con La Salle. El arzobispo ya conocía las escuelas de los Hermanos y la obra fenomenal que realizaban y pide a La Salle que atienda a los jóvenes. El Fundador se siente gratamente sorprendido. Naturalmente, acepta este servicio educativo. Son otro tipo de pobres, -desterrados-.

 Se hacen los acomodos necesarios en la Casa Grande. Se tras-lada la escuela existente a otro edificio cercano que resuelve los problemas de espacio. Asigna a un hermano preparado para que el internado de nobles irlandeses comience su andadura.

En poco tiempo los progresos realizados por aquellos niños y adolescentes, fueron notables. Además de los donativos “normales” con que contaba la institución, seguro que, desde Versalles, les llegó alguna ayuda extra para cubrir gastos.

Nuestro Santo acogió a estos niños con paternal bondad, y como su educación debía ser más esmerada, reservó para sí algunas lecciones. No escatimaba, por supuesto, medio alguno para encaminarlos en la ciencia y en la virtud.

El rey Jacobo II, que se consideraba el protector de aquellos jóvenes, los visitaba con frecuencia acompañado del arzobispo y sus consejeros. Al despedirse, tenía siempre palabras de satisfacción hacia La Salle y sus Hermanos por los notables progresos que veía.

Algunos Hermanos interesaron al rey para que hiciera de mediador ante la sede papal y conseguir así la aprobación del Instituto. Todo esto, sin que La Salle se enterara.

36 MUERTE DEL H. ENRIQUE L’HEUREUX  El Señor de La Salle, en su gran humildad, y con previsión casi “cartesiana”, no quería dejar nada al azar y mucho menos su pronta su-cesión al frente de la Sociedad.

 Por ello, eligió al Hermano Enrique L’Heureux para este menester y le envió a París para prepararse al sacerdocio. Al mismo tiempo, le nombraba director del grupo de Hermanos y postulantes que se encontraban en la capital.

 Este Hermano fue una de las primeras vocaciones que, ilusionadas por la educación de la niñez, llamó a las puertas de la residencia de la calle Nueva. Junto con otros jóvenes se puso bajo las órdenes de La Salle, entusiasmado por la virtud del Santo.

 Pronto vio La Salle en este joven, cualidades idóneas para la enseñanza y le tomó como su principal ayudante y acompañante cuan-do viajaba para visitar las escuelas. En 1.684, La Salle plantea a los Hermanos la decisión de ser dirigidos por uno de ellos. Dialogaron, oraron y emitieron su voto secreto: el nuevo Superior, casi por unanimidad, fue el Hermano Enrique L’Heureux, que contaba 24 años. Enterado el arzobispo de esta elección, la anuló y repuso, de nuevo, a La Salle como Superior.

Por aquel tiempo, finales del año 1.691, estando en su ciudad natal, la salud del Santo sufrió un notable quebranto, preludio de los achaques que años más tarde le aquejaron.  No repuesto totalmente de sus dolencias, se encontró con el aviso, enviado desde París, de la enfermedad grave del Hermano Enrique. Se puso de inmediato en camino. La Providencia que, sorprende y a veces prueba a sus elegidos, había dispuesto otros derroteros para esta alma cando-rosa. La Salle, al llegar a la calle Princesa,  se encontró con la triste noticia de que su discípulo llevaba enterrado dos días, después de un solemnísimo funeral celebrado por M. Baudrand.  Este suceso fue un terrible latigazo a las ilusiones de La Salle y produjo una honda herida en su espíritu.  Repuesto de este golpe, el Santo interpretó que la Providencia no deseaba sacerdotes en el Instituto de las Escuelas Cristianas. Nadie será clérigo ni estudiará latín. Así se evitará la tentación de optar al orden sacerdotal.

 

37 GRAVE ENFERMEDAD DEL SANTO

 Sus males físicos, no curados del todo, y especialmente el hundimiento moral que sufrió por la muerte inesperada de su posible sucesor, -Hermano L’Heureux-, al frente de la incipiente Sociedad, provocaron una nueva recaída en la precaria salud del Santo y estuvo al borde de la muerte, hasta tener que administrarle la unción de los enfermos.

 Estamos en París donde será más fácil encontrar médicos que puedan aliviar sus dolencias. M. Baudrand, párroco de San Sulpicio y su amigo personal, busca una solución médica rápida y eficaz: el doctor Helvetius, médico de la corte, visita al Santo. Diagnosticada la enfermedad, le proporciona el remedio más conveniente, una pócima que debe tomar y, recomienda al paciente que esté dispuesto para lo peor.

 El Santo, viendo muy debilitadas sus fuerzas, se dirige a los Hermanos presentes en la consulta, y les recomienda mucha unión y obediencia, trazando la señal de la cruz sobre cada uno de ellos.

 Tras la toma de la medicina, preparada por el célebre galeno, todo fue observar las posibles reacciones de su castigado cuerpo. Al final, la angustia de los Hermanos dejó pasó a una ruidosa alegría: el mal estaba vencido.

 Pocos días después, el paciente empezó a tomar alimentos y recobró lentamente la salud. Él había pedido a los suyos que lo llevaran al hospital general. Los Hermanos hicieron caso omiso a tal petición y le mimaron lo mejor que supieron. Había vuelto a la vida, después de aplicarle un remedio enérgico y arriesgado.

 Las continuas penitencias y la falta de abrigo en los días de frío y lluvia, habían sido la causa de su quebrada salud. A pesar de su curación, sus enfermedad dejó secuelas: un reuma crónico que no le abandonó hasta el final de sus días y que le obligó a someterse, en distintas ocasiones, a utilizar remedios que producían vivos dolores.

 

E  P  Í  L  O  G  O

 San Juan Bautista de La Salle fue un regalo de Dios para los seguidores de Jesús y muy especialmente para los menos favorecidos de la cultura y la educación.

 Apareció en uno de los momentos más importantes de la historia de la Iglesia. Estaba finalizando la etapa del ambiente religioso que se había vivido en su país durante el medievo y empezaba a producirse la ruptura de las estructuras eclesiales que habían gobernado en siglos pasados.

 En el horizonte se oteaban aires de cisma y separación entre la sociedad civil y la religiosa. En este ambiente de tensión creciente eran los hijos de los artesanos y los pobres los que se encontraban más inde-fensos: sin cultura ni escuela y sin medios económicos para resolver su triste situación. Con estas premisas, la evangelización de las masas populares era poco menos que imposible.

 La Providencia introdujo a La Salle, despacio, paso a paso, en este mundo de miseria material y espiritual.  Su itinerario, al finalizar su peregrinación por este mundo, era un ejemplo de las maravillas que obra la Providencia. Renunció a todo, creó el Instituto de las Escuelas Cristianas, modernizó los métodos de la enseñanza popular y formó a maestros seglares para enseñar en pueblos y aldeas.

 No le faltaron incomprensiones y persecuciones. Su vida y obra pueden resumirse en sus últimas palabras: “Adoro en todo el proceder de Dios para conmigo”.

 Ahora se cumplen 50 años de su proclamación como “Patrono principal de todos los educadores”. Mi deseo es que su vida y escritos espirituales y pedagógicos sirvan de guía para todos los maestros y educadores en su quehacer diario junto a los niños y jóvenes que educan.    

FECHAS DEL ESTABLECIMIENTO DEL INSTITUTO EN CADA PAÍS

E U R O P A A M É R I C A

1.680 Francia     Reims 1.702 Italia     Roma 1.750 Suiza     Estavayer 1.791 Bélgica     St. Hubert 1.841 Turquía     Esmirna 1.850 Alemania     Coblenza 1.855 Gran Bretaña     Londres 1.857 Austria     Viena 1.858 Grecia     Sira 1.861 Rumanía     Bucarest 1.868 Mónaco     * Mónaco 1.878 España     Madrid 1.880 Irlanda     Summer-Hill           Luxenburgo Ettelbruck 1.885 Bulgaria     * Sofía 1.888 Eslovaquia (Checoslovaquia) Praga 1.894 Hungría     * Csorna 1.903 Malta     Cospicua          Polonia Lemberg 1.908 Albania     * Skutari          Holanda La Haya 1.933 Portugal     Braga 1.938 Yugoslavia     * Zagreb 1.992 Ucrania     * Vinnitsa

1.774 Martinica * Port-Royal 1.823 Guayana Francesa Cayena 1.837 Canadá Montreal 1.845 Estados Unidos Baltimore 1.863 Ecuador Quito 1.877 Chile Santiago 1.889 Argentina Buenos Aires 1.890 Colombia Medellín 1.903 Nicaragua León 1.904 Panamá Panamá 1.905 Cuba La Habana      Méjico Puebla      Puerto Rico San Juan 1.907 Brasil Porto Alegre 1.913 Venezuela Barquisimeto 1.920 Bolivia La Paz 1.921 Perú Lima 1.922 Trinidad * Puerto España 1.933 República Dominicana Ciudad Trujillo 1.935 Costa Rica San José 1.938 Aruba Oranjestad 1.953 Honduras San Pedro Sula 1.959 Guatemala Huehuetenango 1.960 Guadalupe * Gourbeyre 1.965 San Vicente Kingstown 1.968 Paraguay Pozo Colorado 1.974 Haití Isla Tortuga

Á F R I C A

1.817 La Reunión St. Denis 1.847 Egipto Alejandría 1.853 Argelia * Argel y Orán 1.854 Túnez * Túnez 1.859 Mauricio * Port-Louis 1.866 Madagascar Tananarivo

      A S I A - O C E A N Í A  

1.852 Malasia Penang     Singapur Singapur 1.859 India Calcuta 1.860 Myanmar (Birmania) Rangún

1.867 Seychelles * Mahé 1.904 Sudáfrica Cape Town 1.909 Rep. Decocrática Congo Boma 1.912 Libia * Trípoli 1.929 Marruecos * Casablanca 1.938 Eritrea Asmara     Etiopía Addis Abeba 1.948 Burkina-Fasso Toussiana     Camerún Mbanga 1.951 Djibuti Djibuti 1.952 Rwanda Biumba 1.953 Togo Togoville 1.956 Benin Bohicon     Nigeria Akure 1.957 Malí Sikasso 1.958 Guinea Ecuatorial Bata     Kenya Nyeri 1.963 Tanzania * Moshi 1.966 Niger Niamey 1.978 Costa de Marfil Daloa     Tchad N’Djamena 1.991 Mozambique Beira 1.993 Congo Mindouli 1.998 Guinea Conakry

1.866 Vietnám Saigón 1.868 Sri Lanka (Ceilán) Colombo 1.875 China (Hong-Kong) Hong-Kong 1.876 Palestina Jerusalén 1.881 Armenia * Trébizonde 1.882 Israel Jaffa 1.886 Líbano Trípoli 1.894 Vienkong (Tonkin) Hanoi 1.905 Camboya * Battambang 1.906 Australia Sidney 1.911 Filipinas Manila 1.932 Japón Hakodaté 1.936 Manchuria * Moukden 1.940 Korea * Seúl 1.946 Papúa-Nueva Guinea Bomana Yule 1.950 Jordania Amman     Sarawak * Kuching 1.951 Thailandia Bangkok 1.953 Nueva Zelanda Blenhein 1.958 Borneo (Sabah) * Jesselton 1.960 Pakistán Multan 1.981 Nueva Caledonia Robinson

El asterisco (*) indica que los Hermanos de La Salle no están hoy presentes en la nación indicada