juan bautista alberdi

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texto escrito por juan bautista alberdi las bases para la organizacion nacional

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Page 1: Juan Bautista Alberdi

BUENOS AIRES

1 8 9 7

\

#

IMPRENTA DE M. BTEDMA E niJO

OALLK ROLfVAR 5 3 5

Page 2: Juan Bautista Alberdi

La presente obra está sujeta a los derechos derivados de la Ley de Propiedad Intelectual. La FBVMC ha intentado localizar a sus titulares, herederos o causahabientes del autor, y a la editorial donde fue publicada, pero el resultado ha sido infructuoso. Si algún usuario de la BVMC tiene noticia de la existencia de los titulares de estos derechos, le rogamos que se ponga en contacto con nosotros para proceder a solicitar las correspondientes autorizaciones.

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( D E L DICCIONARIO BTOGRAFICO ARG^ENTINO

POR

JOSE J . BIEDMA Y JOSE A. PILLADO)

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<^. /*}. cs&£*-~A

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PRODROMO

Al solicitar de Ios redactores del Diccionario Biogra-fico Argentino su consentimiento para hacer circular en el presente folleto la biografia de Juan Bautista Alberdi, un sentimiento reinvindicatorio y de justicia me acon-sejo.

Merece dos palabras explicatorias. La memoria y personalidad de aquel distinguido ju-

risconsulto esta en la actualidad rodeada de cierta aureola de respeto y admiracion que le cre<5 su talento innega-ble. Fue un hijo de esta tierra priviiegiada que sobre-salio por dotes intelectuales nada comunes, y esa circuns-tancia espec:alisima hace que la juventud estudiosa al mencionar los productos de su inteligencia lo tenga en el orden envidiable de los maestros, le adjudique las condiciones sobresalientes que al magister de naturaleza son propias y beba en las fuentes de elocuencia y saber que ha dejado en su larga carrera de publicista los co -nocimientos que han de autorizarla para poder exclamar en un porvenir no lejano : yo sirvo I

Pero esa juventud a que ha faltado tiempo para que

se opere el completo desarrollo de la inteligencia y alunv

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bre con sus vivaces fulgores el escenario national; esa juventud que aun no ha sentido el aguijon del egoismo desgarrando sus nobles e innatos sentimientos, que cami-na por la senda que mas tarde hallara erizada de desazo-nes sin experimentar hoy las asperezas, abroquelada en el predominio que el corazon ejerce sobre la cabeza; esa juventud, decfa, si bien ha distinguido al escritor de ima­gination poderosa y logica, no siempre irresistible, no ha podido conocer y apreciar el cerebro productor en su verdadero estado psfquico porque la verdad historica ha permanecido en parte velada por consideraciones y con-descendencias que son injustificables cuando se trata de acciones producidas, de hechos que, siendo desconoci-dos, pueden influir en el proceso del robustecimiento del caracter de los futuros ciudadanos, Los jovenes argen-tinos, a los que dedico este Folleto, al recoger algmias doc-trinas de Alberdi sino conocen su actuation como horn* bre publico no estan habilitados para poder despojarlas del reneor, del obcecamiento delictuoso que las ha dic-tado, y les serfa diffcil enconttar la causa generatriz que aconseja a un compatriota a poner en tela de juicio las dotes sobresalientes del humilde hijo de Yapeyii que l i -berto a cuatro nacioncs, que lo impele a hacer de San Martin y Belgrano person alidades secundarias al lado de

Bolivar, Sucre, Cordoba y hasta de los Carrera!

y que ie aconseja un paralelo inaceptable entre el ilustre

Moreno y Caspar Francia, el neurotico tiranuelo del Pa­

raguay* Los redactores del Diccionario, con espiritu tranquilo

y firme mano serlalan una hora sombria de aquella exis-

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tencia que fue fructifera mientras se mantuvo serena, pero, que, combatida eu sus errores, torncse en una tempestad; y con documentos que no admiten controversia prueban que aquel talento clarfsimo fue oscurecido en sus ultimos afios por tendencias mezquinas, por pasiones inconfesables, por la aversion injusta que lo llevo al extremo de acon-sejar la desmembracion de la patria a Francisco Solano Lopez, aquella hiena que a recibir las inspiraciones de Domicia Lepida no hubiera sido mas brutal en arrui-nar y exterminar a un pueblo viril; y a! estereotipar su personaiidad, al hacerla resaltar en el cuadro luminoso de la verdad senalan a la juventud un peligro descono-cido, la precaven contra la influencia perniciosa de unas obras postumas que, en bien del mismo Alberdi, jamas debieron publicarse.

Al editar nuevamente su biografia no me mueve, lo repito, mas interns ni deseo que facilitar sea conocida, por medio del estudio historico de la personaiidad, la causa impulsiva de ciertos escritos de Alberdi llamados a extraviar el juicio y el sentimiento de la juventud ar-gentina que, sin la noticia exaeta de aquella, bebe el tosigo sin sospechar su existencia*

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ALBERDI

Nacio Juan Bautista Alberdi, distinguido jurisconsulto y publicists en la ciudad de San Miguel del Tucuman el 2g de Agosto de 1810, siendo sus padres don Salvador Alberdi, comerciante, de origen espanol, y dona Josefa Araoz, de una familia patricia, natural de aquella provincia. Curso sus primeros estudios en las modestas escuelas de su provincia natal hasta que, colocado bajo la proteccion directa del general Heredia, obtuvo una beca en el colegio de ciencias morales, establecido en Buenos Aires, y a cuya ciu­dad se traslad6 en 1825. Pero la vocacion al estudio no era por entonces muy intensa en el joven Alberdi, causa la mas probable que le hiciera abandonar poco despues las aulas y dedicarse al trabajo entrando de dependiente en la tienda de un seflor Maltes. Contrajo por aquel tiempo amistad fntima con el joven Miguel Cane, distinguido ciudadano despues, y no es dificil que el ejempio de este, influyendo en su espfritu, le decidiera a reaccionar y recojer los olvidados libros. Por interme-

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dio del Dr. Floreneio Varela obtuvo la beca y volvio al colegfo a continuar sus estudtos, resolucion feliz para las letras que ha honrado con su clarisimo talento y brill ante pluma. Permanecio en el hasta su clausura por dispo­sition del gobierno en Septiembre de 1830 y al afio si* guiente emprendid un viage a su provincia que le permitio estrechar relaciones con el gobernador Heredia por in-termedio de su hermano, Felipe Alberdi, secretario de este gobernante, aprovechandolas noblemente para obte-ner la vida y libertad de algunos pristoneros compro-metidos en la revolution que encabezaron los sefiores Helguera y Lopez y que aquel conservaba encarcelados.

Vuelto a Buenos Aires a proseguir sus estudios, dio a la publicidad sus primeros trabajos, dos pequenos fo-lletos, titulados: %El espiritu de la musica A lacapaadad

de to do el' mundo* y «Ensayo sob re unmefodo nuevo para

aprender & tocar el piano con la mayor facilidad^ (1)

(1) Este opuseulo fue distribuido por su autor a las personam mas notables del pais, enire ellas al doctor Vicente Lopez y Planes y a don Bernardino Rivadavia. Lu carta de remisi6n al primero, decia:

«Senor:

«Yo pienso hacer una revoluci6n en el modo tie ensefiar la musica, llevado, no de aquel espiritu que tnueve a los discolos, sino del que le tlevo a Vd. d la revoluci6n del and diezr es decir, a una reforma s a -ludable.>

«Si el iluztre revolucionario del afio diezT se digna pues repro-bar mi designio, no Habra hecho mas que alargar la cadena de su* bienes, hechos a la Patria y a la humanidad, sacando a uu pobre necio -de su herror. Mas si logro la dicha de obtener su aprobacidn, dire* neceeariamente que mi causa es la suya, es decir, la de la j u s t i c i a r

«La poca circunspecci6n y decoro de esta carta, Je probara a usted, sefior, mejor que nada? hasta que punto estoy persuadido de la vondad y grandeza de su alma.

J. B. Alter di,* La carta contestaeion de Rivadavia la hizo publics! el Dr. Alberdi

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Una de las muchas cualidades brillantes que le ador-naban era su inclinacion a la musica, a cuyo estudio se dedico afanosamente obteniendo arrancarle sedoctores secretos con arte y esquisito gusto, Hegando a ser dis-

tihguido pianista. A estas publicaciones siguieron otras que empezaron

a dar a su nombre cierta popularidad y prestigio entfe los jovenes de su tiempo, presagiando algunas de ellas al pensador profundo y escritor erudito que hemos cono-cido. A la ^Memoria dessriptiva de Tucumdn^ su provincia natal, para cuya publicacion reunio a datos recogidos en su ultimo viage los recuerdos de una pla— cida nifiez, siguio la « Contestation al voto de America*

en que refutaba las ideas de Rivera Indarte respecto de la politica a seguir para con la madre patria, y muy par-ticularmente su *Fragmento preliminar al estudio del

derechojf en que, estudiando la antfgua legislacion, avan-zaba teorias nuevas tendentes a producir en ella una notable reforma, halagando, de paso, con el zahumerio de sus benevolas apreciacioties el gobierno de Rozas, cuya silueta empezaba a destacarse con contornos s'om-brios, lo que le merecio ataques formidables entre mu-

en El National de Bueaos Aires en 1S81. En ella tieploraba el enii-nente estadista <no hallarse en Paris para consultar la obra con pro-fesores competences*, Jo que, sin mayores antecedentes, hizo caer a los panegiristas de Alberdi en el gracioso error de creer que se trataba de tin trabajo referente a ciencias politicas 6 sociales 6 a obras de interes piiblico, no faltando quienes aseguraran que era im proyecto de habi-Iitaci6rt del puerio de la ensenada de Barragan 6 un plan de organi-zaci6n de la reptiblica. Asi las cosas, aparecio en La Nation un artfculo del general Mitre poniendolas en su lugar con los antecedentes explicativos netamente establecidos.

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chos otros del joven Andres Lamas, que tanto se dis-

tinguio en su lucha contra el tirano. ( i )

Iniciado el pensamiento de la «asociacion de Mayo*

fue el joven Alberdi uno de los que mas trabajaron por

su realization y merecio con este fin la confianza de

Echeverrfa, su fundador, asf como para la apertura del

« Salon literario», debido a don Marcos Sastre, y en

cuyo acto tomo participation directa pronuntiando un

discurso en que estudiaba el genesis de nuestra revolu­

tion, esplicando sus causas y efectos a la Iuz de la his-

toria y la filosofia. Por este tiempo redactaba La moda, periodico a que

acompanaba un boletin melografico en que colaboraban jovenes distinguidos en el arte musical, y ayudaba la publicacidn de El Iniciador de Montevideo con escritos que remitfa desde Buenos Aires.

Hacia 1838 Alberdi pas6 a Montevideo, ^Que causa le empujaba a abandonar las playas de la

patria, el teatro de sus triunfos? No fueron las perse-cuciones del tirano, que no sufrio, como el lo ha confe-sado+ Le arrastro a tierra extranjera el 6dio a su go­bierno, cuando ese gobierno se encarnaba en la persona-lidad de Juan Manuel de Rozas; asf lo dijo entonces y lo repitio despues en un folleto Palabras de un ausente

publicado en Paris en 1874. Fue en Montevideo donde empezo a figurar como opositor al gobierno de fuerza

(1) Como Alberdi presentaVa a* Rozas en este trabajo como el Ge­nie Americano^ Lamas contesto en Julio de 1837, en un folleto de ochxy paginas con el titulo de Impugnacion a la obra del seiior A!berdt\ que *s una valiente replica muy poco conocida.

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establecido en la republica; alii donde atin tenia adver­saries que no olvidaban las injustificables apreciaciones emitidas en el Fragmento pteliminar al estudio del de-

reclio^ a favor del gobernante a que ahora iba a con> batm

Se alio, sin embargo, con elios contra el tirano y comenzo su campana en El Tniciadory El Grito Ar—

geniino y El National, hasta que, fundada La Revista

del Plata\ fijo en ella su bandera de guerra a la tirania: « Emigrados expontaneamente, decia en su progrania, sin «, ofensas, sin odios, sin motivos personales, nada mas « que por odio a la tirania como millares de argentinos < hubiesen venido tambien si lo hubiesen podido efectuar, « nuestras palabras jamas tend ran por resorte motivo « ninguno personal. »

El general Lavalle, que preparaba en aquella ciudad su famosa expedicion libertadora, le nombro secretario eft campana. No le acompafio sin embargo porque, a mas de alguna otra razdn privada qne pudiera tener y que no conocemos, discutia, como muehos otros, con ei general en gefe respecto del plan de campana a seguir, pensando Afberdi que la invasion debia dirigirse a la capital de la provineia de Buenos Aires y no al Norte, como lo dispuso aquel benemerito cuanto tnfortunado caudillo. Con tal motivo dirigio a Lavalle las siguientes Cansideraciones acerca de la$ ventajas de un golpe so-

ire la capital^ que ha publicado el doctor Angel J, Ca-rranza en una de las iniiumerables obras con que su infatigable celo patriotico ha ilustrado la historia con-lemporinea argentina, y cuyo original, pefteneciente al

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archivo de aquel, tenemos a la vista: «Primera: Me creo dispensado de probar la competencia de las capi-^ tales de Nacion para iniciar todos los grandes cambios. Para las revoluciones como para las mejoras, las Capi— tales disfrutan sia duda de la iniciativa casi exclusiva— mente, Buenos Aires no es una escepcion de esta regla: recuerdese Mayo, Diciembre y todos los grandes movi-mientos revolucionarios ejecutados en el pueblo de Bue­nos Aires, antes y despues de 1810: siempre han cam* biado la faz de la Republican

«Segunda: Si el general Lavalle considera sus fines y sus medios, facilmente notara que por la naturaleza de ambos, la capital es preferible.»

«Tercera: Los fines son la libertad, la dignidad, la regeiieracion del pais. En ninguna parte es conocida la importancia de estas cosas, sentida su necesidad, deseada en consecuencia, como en la Capital.»

«Cuarta; Los medios son, la cooperacion oriental, la cooperacion francesa, es decir, dos cooperaciones estran-geras y una emigracion clasificada por partidaria de un, sistema que ha sido perseguido en toda la Republica, menos en la Capital, las masas mas civilizadas deL pueblo.

«Quinta: Es en el pueblo y no en la campana ni las provincias donde el estrangerismo goza de mas simpatias. Las masas campesinas y provinciales no transan jamas con lo que es estrangero; $11 patriotismo es puramente local, y consiste en el odio a lo que no es del suelo n a clonal.

«Sexta: Ya la campana ha sometido dos veces el

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pueblo: si hoy se sirve de eila para someterle una ter-

cera vez? se completara la opinion de que ella es la sefiora

del pueblo: el peor y mas funesto convencimiento en que

pudiera caer,

«Septima: Es menester no perder jamas de vista que el pueblo representa mejor el principio progresivo, y la campana el principio estacionario, Cada vez, pues, que sea menester procurar una victoria al primero, se debe dar la inieiativa ai pueblo*

«Octava: Digo la inieiativa y no toda la obra; pues que la campafia, donde sin duda existe el mayor poder de la provincia, no debe ser desatendida un instante.»

«Novena: Podemos decir que el movimiento que vie-ne es la reaction del movimiento del aiio 28. En aquel tiempo, la campana y sus ideas sometieron al pueblo. Hoy el pueblo y sus ideas deben someter la campana*»

«Decima: Lejos de mi toda mira que tienda a anarquizar la campana y el pueblo* Se trata de preferencia no de esclusion; de inieiativa, no de consumacion,*

«Decima primera: El foco de Ia influencia y del poder del general Lavalle esta en el pueblo; es donde se le cono-ce y ama mtimamente; donde no se expondrfa a una defection.

«Decima segunda: Reparese el orfgen de las dos emi-

graciones argentinas; las dos han nacido de dos golpes de

la campana sobre la capital—en 1828 y 1833. Se compone

toda de hombres del pueblo perseguidos por hombres del

campo. No es pues el campo que los ha batido, el teatro

adecuado de sus primeros movimientos revolutionaries.

sDecima tercera: Los mas de los emigrados argen-

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tinos ni son hombres del campor ni conocen a fos horn-bres del eampo, ni sus usos, ni su tactica, ni sus gus­tos actuales,

«Decima cuarta : El general Lavalle no podria jamas suceder a Rozas en su rol de 1828 y 1833. Son dos entidades distintas que no podrian reemplazarse jamas: difieren por educacion, por principios, por antecedentes.

cDeeima quinta: El general Lavalle nunca sera el hombre de los gauchos, Necesitaria para ello de vicios, de habitudes* de cualidades, de condiciones de caracter que no tiene absolutamente.

«Decima sexta: Sera siempre el hombre del arte, del proceder regular, de la civilizacion, de los principios ade-lantados y libres. Su mayor poder estara pues siempre donde el arte, las ideas y la civilizacion han adquirido un progreso mayor, es decir en el pueblo.

sDeciroa septima: Dado el primer golpe y obtenida la primera victoria por los medios, los horribles, los procederss mas civilizados, es decir, en el pueblo, se dejaria deslucido el orgullo de los hombres y los procederes atrasados del campo ; se rehabilitaria el prestigio de la civiiizacidn, y el credito del arte militar con todo su poder.

«Decima octava: Rozas estima hoy mas el pueblo que la campana. Arrojado del pueblo se le perturbaban sus relaciones exteriores todas: sus negociaciones con e! gabinete franees, con los ingleses, con los norte-arnerica-nos, con el Estado Oriental, con Chile, con todos los pueblos interiores; quedaban todas interrumpidas, y el desorientado de todo,

«Decima novena; El sistema administrativo es una

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maquina cuyo poder equivale a un ejercito. Este poder

se le quitaba de un golpe. Correspondencias, ordenes,

empleados, conductos, todo lo perdia con la capital.

«Vigesima: La renta dejaba de ser suya en el acto,

y entraba al servicio de la revolution,

«Vigesima primera: Seria operation de atis horas la

de poner 4.000 hombres sobre las armas.

«Vigesima segunda: En el pueblo habra corao seis

mil eaballos; Un dia bastaria para crear un escuadron.

Con un escuadron, al dia siguiente se tienen dos mas en

los partidos inmediatos al pueblo,

«Vigesima tereera: La campafia no haria resistencla,

j A que fin? de prolongar su opresion? de tomar el pue­

blo para que quedase otra vez bloqueado y miserable?

«Vigesima cuarta: Ya Rozas no es el hombre de 1&28

ni 1833. En aquellas dos epocas las masas esperaban

de el, porque todavia no las habfa engafiado. Hoy 1 qu£

tienen que esperar de el ? Ya lo conocen: ya saben todo

lo que podrfa dar.

<tVige3ima quinta: Todos saben que la revolution

busca un apoyo para ver la Iu2. ^Donde este apoyo

podria ser creado con mas poder y en menos tiempo que

en el pueblo ? Alii estan 800 franceses domiciliados que

se reunirian armados a una sefial: estos, y mil mas que

desembarcasen, y 300 a 400 nuestros que fuesen de aqui,

y los que pudiesen estar preventdos alii., presentaban de

golpe un apoyo mas que suficiente para el primer ins-

tante de la insurrection.

«Vigesima sexta: Detenerse en la consideraci6n de que

se emplean franceses, puede sucedernos a nosotros aqui

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donde estamos holgados, pero no en Buenos Aires donde se esta en el fango y se desea salir hasta por la pata del diabloy como dice Obes.

^Vigesima septima: El general Lavalle, sin detenerse en las preocupacioiies contra el estrangerismo, debe procurar la alianza de todos los elementos de civilizacion, sean de donde fueren,

«• Vigesima octava; El no sera fuerte en su pais por las masas ignorantes sino por las masas ilustradas; y para que las masas ilustradas del pais sean mas fuertes que las ignorantes, es menester que busquen conexiones con Jos elementos ilustrados de fuera. Solo por este medio la minoria ilustrada del pais llegara a subordinar a la mayoria semi-barbara coligandose con la civilizacion ex­terior,

«Es el tinico recurso desalvacion por ahora para nues-tras republicas de sud-america. El sistema exterior del pais tiene toda la importancia: de el dependen todos nuestros progresos, que al reves de los progresos euro-peos, deben operarse de la superficie al fondo, de la pe-riferia al centro* Debe pues atraerse toda influencia ci-vilizante, De aqui la conveniencia de estrecharse con la Francia e introducirla en la consideracion del pais,

«Vigesima novena: Este plan reune a las ventajas que qoedan indicadas, la de la celeridad : condicion que debe ponerse ante todas en el momento a que han llegado las cosas. La celeridad ademas no deja pensar para decidirse;

«Trigesima: Para que una revolucio'i nazca, se desen-vuelva y triunfe en la campafia, se necesitan cuando menos cuatro meses. Para entonces bien podria haber

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concluido la cuestion francesa y quedado Rozas en el

pueblo rodeado de recursos: en tal caso la restauracion

de la campana le seria obra de un dfa,

*Trigesima primera: Trescientos hombres pasados de

aquf a nuestra campana, bien podian ser destruidos antes

de haber hecho una gran reunion, Dos mil hombres

puestos en la capital, dos mil asociados a est6s sobre la

marcha, dos mil mas comprometidos en el di'a, ya presentan

mas garantfas de permanencia y de suceso*

«Trigesimasegunda: La revolution debecontar en gran

parte con el elemento de la fascination: este elemento

no puede emplearse en ningun punto con mayor efecto

que en la capital,

«Trigesima tercera: Un movimiento comenzado en

la campana, invertiria tiempo, dejaria lugar a la reflexion ;

la reflexion produciria la indecision; la indecision, la

inercia. Para subievar la campana hasta cercar la ciudad,

muchas batallas y muchos meses se habrfan invertido.

Y en tanto que esto se pasaba, Rozas habria hecho del

pueblo un castillo; habria organizado por el terror un

plan de defensa por el cual vendiia a costar la toma del

pueblo dos 6 tres mil cabezas. Hoy no hay preparation,

y la operation es facih

Trigesima cuarta: Hoy no solamente no convendria

seguir a Rivera en su campana (de defensa 6 de inva­

sion), sino el practicarlo seria tal vez el colmo de la im-

politica. La politica manda hoy, sino batir, ai menos

retirarse de Rivera* La rehabilitation de su credito, es

ya imposible en todas partes, aunque no lo sea en esta

campana* En Buenos Airesy en todo el literal, su ere*

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— 20 —

dito de ahora cinco meses, se ha convertido en odio e

ignotninia. Don Frutos basta hoy para perder la cues

tion argentina. . . . »

No Seremos nosotros los que condenemos ex-cdtedra

al irifcrtunado general Lavalle por no ha ber tenido en

cuenta esas consideraciones, cuyas teorias y apreciaciones

respecto del valor de las dudades y de las campands

habia de desconocer despues en absoluto su autor cuando

juzgaba las de Sarmiento, emitidas en el «Facundo», no

con el criterio desapasionado del critico consciente sino

movida su plunia por las nerviosidades de su profundo

odio personal; pues es muy distinta cosa dictar planes de

campana en el bufete, contando con elementos 6 circunstan-

cias iliisorias 6 equivocas, que ejecutarlos en el terreno y

asumiendo la responsabilidad de una empresa cuyo fracaso

puede producir gravisimas, irreparables consecuencias*

recayendo aquella no en el que aconsejo sino en el que

acojio y practico el consejo. Empero, ante los resultados

de la retlrada de Lavalle, pudo el, como otros varios,

pensar y decir que distmto hubiera sido el exito de la

empresa a haberlos escuchado

Desde entonces se dedico de nuevo & los libros que

tiempo hacia tenia abandonados y preparado conveniente-

inente rindio exanien para graduarse, como lo obtuvo,

doctor en jurisprudencia. A partir de este momento

sin dejar de escribir de tarde en tarde, ya en «EI Corsa-

rio», ya en el periodico de caricaturas titulado «Muera

Rosas*, ya en «E1 Talisman^ secontrajo a sus intere­

sts particulars consiguiendo forrnar su clientela al poco

tiempo de abiertas las puertas de su estudio.

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— 21 —

Pero la suerte de las amias fue ad versa a ia causa de

la libeitad y destruidos los ejercitos libertadores de la

reptablica Argentina, los vencedores vadearon el Uru­

guay y fuefon a plantar sus tiendas de campafia en los

suburbios de Montevideo, abocando sus canones a las

puertas de la ciudad- Todos sus habitantes, y nd los

^Itimos los argentinos emigrados, tomaron las armas y

corrieron a ocupar su puesto de pelea formando con sus

pechos generosos, y mas fuerte que de piedra, el recinto

amurallado de la ciudad embestida. Alberdi permanecio

unos dias en la plaza sitiada y antes de tocar, como dice

uno de sus biografos, «el inconveniente de Ja falta de

recursos en un pais extrano^ atento mas que a su

propia gloria a sus intereses particulares, abandono el

puesto del deber civico, emprendiendo viaje a Europa. Tan

presurosa retirada en aquellos solemnes momentos es, a

nuestro juicio, imperdanable desercion (i) que nojustifica

el pretexto aducidosinolaagrava,

Montevideo no era entonces, no podia considerarse «pais

extrano* a los argentinos que huyendo de la cuchilla del

tirano hallaban en sus hogares fraternal acogida, como los

(i) Mucho despues de escrito este artfculo biografico hemos conoci-do una carta de Sarmiento a Alberdi (1S52) de la que copiamos estos parrafos; *En la prensa y en la guerra, Vd. sabe en que filas se me « ha de encontrar siempre, y bace bien en llamanne el amigo de Btie-« noa Aires, a m i que apenas conoci sus calles, Vd. que se eric alii, c fue educado en sus escuelas, y vivi6 relacionado con toda la ju-« ventud,

«Hablolc de prensa y de guerra. porque las paiabras que se lanzan «; en laprimera se hacen redondas al cruzar la atmdsfera y las reciben * en los campos de batalla otros que los que las dijeron. V Vd, sa-« be, segtin cdnsta de los registros del sitio de Montevideo, quiea fue « el primer desertor argentine de las murallas de defensa al acercarse € Q r i b e , . , ,*

Page 24: Juan Bautista Alberdi

— 22 —

argentinos emigrados no eran estrangeros en Montevideo

pagandole con su preciosa sangre la generosa hospitalidad.

Y si asi debiera considerarse aquel suelo amigo, aquel pue­

blo hermano en tan extraordinarias circunstancias ^no

lo era tambien la Europa, no lo era Chile, a los que

Alberdi demandaba refugio ? Hay que aceptar que otras

razones que la invocada le aconsejaron separarse de sus

compaileros de causa en ia hora suprerna del peligro,

Un ano permanecio en Europa, que le fue muy

provechoso por los notables conocimientos juridicos

que adquirio, y de regreso a America, toco en el

Rrasil, de donde se dirigio a Chile doblando el cabo de

Hornos. En ambas travesias escribio dos poemas, «£l

Eden» primero, y « Tobias b la carcel & la vela*, en la

tiltima.

Estableciose en Valparaiso y poco despues se matricu-

Iaba en el fore de aquella republica, escribiendo con tal

fin su ^Memoria sob re la conveniencia y objeto de un

congreso general americano*} que le fue combatida por

Sarmiento pero que le propicio el aplauso de notables

hombres publicos de America,

Ejercio con gran credito durante muchos afios su

profesion de abogado publicando entre otras « Ejecuciones

y quiebras en Chile* y &La magistratura y sus atribucio-

ne$»} obras que contribuyeron a confirmar su reputacion.

Fundo tambien el diario «E1 Comercio.»

Caido Rozas en 1852 fue Alberdi nombrado encar-

gado de negocios de la republica en Chile pero no

lo acepto, Meses antes habia publicado sus xBases y

puntos de partida para la organizacibupolitica de la re-

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— 23 —

pubtica Argentina», obra que ha sido considerada por unos como un tratado completo de derecho publico arne-ricano y rnerecido entusiastas encomios de publicistas americanos y estrangeros; y por otros como caretiendo de 3a tiencia y conciencia de las instituciones libres, fal-tando a su autor las nociones mas elementales que cons-tituyen la medula de los buenos libros en que se expone y aplica la teoria y la practica del gobierno y de la or­ganization constitutional en una rep&blica federal.

En 1854 fue designado por el gobierno del Parana para ocupar en Francia e Inglaterra el puesto que habia re-nunciado en Chile. A desempenarlo partio desde Val­paraiso, donde arin residia, por la via de Panama, para visitar de paso los Estados-Unidos. Poco despues se le acreditaba ante este gobierno y el de Espafia.

En 1856 fue elevado a la categoria de ministro pleni-potenciario en las cortes de Paris, Londres, Roma y Ma-drid, puesto deque fue exhonerado en abril de 1862 por el gobierno que reemplazoal de Don Santiago Derqui, cayen-do envuelto en una medida de caracter general,

Dos afios antes habfa dimitido dicho cargo, con motivo de la termination del mandato del general Urquiza, elevando al propio tiempo una memoria de todos los trabajos de su mision durante cinco afios, de la quesaca-mos los datos que siguen; perono siendole aceptada con­tinue al frente de ella,

Su mision en Europa tenia por unico objeto combatir la polftica del entonces estado de Buenos Aires en aquellos gabinetes.

No teniendo credengiales para el gobierno de los

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— 24 —

Estados-Unidos consiguio al favor de medios privados

ser admitido a varias confereneias por el presidente Pierce,

el ministro de negocios estrangeros y ministro de

Inglaterra en Washington, consigurendo inclinar la politica

de aquella poderosa nation en favor de la confederation.

Paso a Inglaterra y obtuvo la seguridad de que el go-

bierno de S. M, B, solo mantendria relaciones diplomat!-

cas con el de la confederacies. Consiguio en parte del

gobierno frances la modification de su politica en el

Plata poniendola de acuerdo con la de Inglaterra menos

en el retiro del Sr. Balearee, que insinuo, en su caracter

de encargado de negocios de Buenos Aires.

Acogida cordial dispensole el papa Pio IX a quien re-

presento en un memorandum corao una necesidad de la

situation religiosa del pais argentine el nornbramiento

de los obispos para las diocesis vacantes de la confede­

ration y la desmembracion del obispado de Buenos Aires,

pretensiones a que accedio aquel pero que no pudieron

ser provistas inmediatamente por dificultades que no le

fue posible allanar por falta de plenos poderes.

A principios de 1857 se traslado a Espana con el ob-

jeto de negociar el reconocimiento de la independencia

de la republica por la madre patria, firmando el tratado

de abril.-de aquel ano, despues de vencidas algunas di-

fkultades. Este tratado fue desaprobado por el gobier­

no de la confederation por oponerse a las instrucciones

dadas a Alberdi, en sus articulos 40 y 8° que admitian

como deuda de la tesoreria national la autigua del te-

soro de nuestras provintias, antes espafiolas, y la nacio-

nalidad espanola a los hijos de espanoles nacidos en el

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Plata y la argentina a los de estos nacidos en Espanar

En consecuencia Hevo a cabo un nuevo tratado que j&roio

en Madrid en 1859 dejando satistechas las exigencias y

susceptibilidades que se habian suscitado en este asunto,

de que se te hizo severo cargo acusandosele de haber

dado la espalda a los intefeses y derechos de la patria

con concesiones inaeeptables e injustificables en manera

alguna,

Producida la caida del gobierno del Parana a conse­

cuencia del triunfo de Buenos Aires en PaVon, AIberdi>

como dijimos, fue destitiiido de su alto cargo por el

nuevo gobierno que mal podia mantenerle en un puesto

en que le habfa hecho cruda y constante guerra, Esta

destitucion, que se imponia, retemplo su malquerencia A

Buenos Aires y sus hombres, Las disensiones politrcas

de las republtcas del Plata dieron oportunidad a sues t a -

llido tremendb, injustificable, incomprensib.Ie en un horn-

bre de su talla^ de su talento* Declarada la guerra con

el Paraguay, Aiberdi, que estudiando la politica de e^ta

republica habfa reconocido que su regimen constitucio-

nal efa «egoista, escandaloso, barbaro, de funesto ejem-

«plo y de ningun provecho a la causa del progreso y

«cultura de su pueblo y que, lejos de imitacion, mere-

«da la hostilidad de todos los gobiernos patriotas de

«Ia America del sura, y esto antes de Uegaf a los ex-

tremos de su atrocidad, se embandero decididamente en

la causa de los enemigos de su patria y puso a su ser*

vicio la ayuda poderosa de su brillante inteligencia. Echo

sobre sus homhros la dificil cuanto antipatica tarea de

justificar ante el mundo> denigrando la patria propia, la

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actitud guerrera de Francisco Solano Lopez, el mas

barbaro de los tiranos de America,

Vejo en el estranjero la dignidad de la republica

desvirtuando su causa, persiguiendo su descredito; ca-

lumnio a sus hombres de gobierno suponiendoles ten-^

dencias inconfesables; trabajo const ant emente por des-

prestigiar la guerra ante la Europa entera atribuyendole

calculadamente fines de conquista y de opresion cuando

si algo llevaban los argentinos eri sus bayonetas eran los

eternos principios dejusticiay libertad que ban precedido

siempre a sus legiones; pintando a los gobiernos aliados

complotados para destruir la nacionalidad paraguaya

desmembrar su tenitorio y repartirselo como botin de la

victoria. Y a medida que rebajaba en el concepto de

Europa la patria en que se mecio su cuna, enaltecia al

tirano paraguayo, asesino de su pueblo, que mucho de-

bio agradecerle su incomprensible adhesion, llevada a

extremo tal que llego en su predica insensata a dar la

voz de alarm a A los estados del Pacifico, particularmente

a Chile, insinuandoles que del triunfo de las arm as alia-

das resultaria comprometida su integridad territorial por

la preponderancia que debia dar este al imperio del

Brasil.

Su actitud en la cuesti6n paraguaya pretendiendo jus-

tificar con la autoridad de su palabra al barbaro dictador

que sacrifico a sus instintos salvajes aquel pueblo digno

de mejor suerte; que en su sed de sangre llego a fusilar

a sus propios hermanos, horrorizando con sus crueldades

a losmismos verdugos de que se valia, hirio profunda-

mente el sentimiento civico de los argentinos que rechaza-

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rem indignados los ataques del desleal compatriota que cosecho, como unico fruto, el odio de muchos y el des^ precio de los mas, cayendosu palabra en el vado cuando pretendio vindicarse en el folleto «Las dos guerras del

Plata y sit filiation en i86f» buscando, tal vez, la consi­deration perdida que no volvera a rodear su nombre(t) .

No es sin profunda pena que recordamos esta pagina sombn'a de la vida deAlberdi, que quisieramos arrancnr para arrojarla al eterno olvido sino por el en honor, al menos, de la dignidad Argentina ultrajada tan torpe-mente, pero nuestro deber nos impone sacfificar a la verdad historica hasta nuestros mas intimos sentimientos.

Sublevaremos con nuestra leal fianqueza pasiones mal comprimidas 6 no extinguidas aun, levantaremos odios y protestas enceguecidasf pero hablamos inspirados por la pasion de la patria, unica que nos domina. Nue^tras opiniones y sentimientos al respecto han sido energica-mente declarados mas de una vez. En la biograffa del co-ronel Lugones dijimos: ^Durante la guerra del Paraguay, por ejemplo, estallaron injustificables asonadas y revuel-tas en algunas provincias argentinas. El gobierno na­tional tuvo que distraer fuerzas del ejercito que se batia por el honor de la republica en pais extrangero para reprimir a los criminales que daban la espalda a los mas altos y sagrados deberes del patriotismo lanz-andose a una lucha fratricida vergenzosa en momentds tan su­premos. Eilos inerecen la eterna condenaci6n de los

( l ) En el colegio eleetorai de 1868 para elegir presidente y vice de la repubtica el doctor Melquiades Salva, por Santa-Fe, void por Alber-di para el segnndo cargo* Fiie" el titiico.

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buenos, ei castigo que da la patna a los que ia traicionan; pero, nosotrosL sus contemporaneos, debiles 6 cobardes, no hemos sabido 6 no "hemes querido apliearles el con-digno escarmiento. Muchos de ellos se han seiitado despues en nuestros congresos, han gobernaHo nuestras provincias, han obtenido las pafrttas con que se premia a los soldados leales. . . . La historia, empero, les re-serva su fallo (i),».

La prueba tremenda de la acusacion de TKMDOR A LA pATRIA hecha a Alberdi, La publico el estadista Sarmiento en El Censor el 12 de Enero de 1886, acorn-paflandola con la siguiente carta: «Sfrvase dar lugar pre fere rite en sus colurnaas a la carta del traidor Juan Bautista Alberdi, cuyo original estara desde la publica-cion de su diaria en la oficina de El Censor para satis-face ion de los curiosos,

^El padre del eapitan Sarmiento, inmolado en Curu-payti, recibio en Buenos Aires al doctor Alberdi con las deferencias que un ministro de gobierno d"eb'6 a sus adversarios personates. En prueba de su satisfaccion me visito en mi casa particular tres veces*

sPero se trata ahora de suseitar odiOs contra Buenos Aires y records que Alberdi fue el ultimo mohicano cliasqueado del odio.

*Los que quisieiran suscitarlo contra mf lo haeen hablar desde la tumba.

*Conte>ti>tes con las palabras te^tuales de Alberdi; aliado de Lopez del Paraguay contra Buenos Aires, Para

( i ) Lugones poi Jose Juan Biedifia^~Buenos Aires—1S96.

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ahorrarme molestia inserto sin traducir el articulo de la

constitution norte-americana definiendo la traicion: Trea­

son against the United States, shall consist only in

levingzvar against them, or in adhering to their enemies

giving them aid and comfort ( i ) .

«Q*ie esta replica ponga fin a la quereJIa. D . F . S A R M I E N T O . »

Y a hacernos eco de la palabra vibrante de Sarmien-

to nos autoriza este parrafo, de la carta que autografa

ofrecemos al pueblo argentine, copiada del original que

posee y ha puesto a nuestra disposicion el seftor Aug^sto

Belin Sarmiento, nieto del ilustre estadista: «Tenga Vd.

«la bond ad de repetirle lo que tantas veces he dicho a

«Vd. y al sefior Bareiro: yo no quiero ni espero del

«senor mariscal Lopez empleos publicos, ni dinero, ni

«condecoraciones, ni suscriciones de libros. T O D O LO

«QUE YO QUIKRO ME LO HA DADO YA EN PARTE: ES

«HACER PEDAZOS CON SU GRANDE Y HEROICA RESIS-

*TENCIA EL ORDEN DE COSAS QUE FORMABA LA RU1NA

«DE Ml P R O P I O PAIS; y para lo venidero todo lo que

«quiero de el es que abrace una politica tendente a

«buscar en una liga estrecha con el nuevo orden de

«cosas que represente los verdaderos intereses argenti-

«nos, la seguridad y garantia respectiva de los dos pafses,

«CONTRA LAS AMBICIONES TRADICIONALES DEL B R A ­

Z I L Y B U E N O S A I R E S R E S P E C T O DE L O S PAfsES I N -

«TERIORES EN QUE HEMOS NACIDO £h Y Y6».

( I ) Traducimos; *La traici6n contra los EstadosrUnidos consistira solo en levant arse en arm as contra el los, 6 en adkerirse a sus encmi-g&s ddndoies auxiiiv y facilidade$?> t

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A esto se contesto que no probaba la traicion a la

republica Argentina porque solo Buenos Aires y el Brasil

eran el objeto de su odio!

Hasta 1880 permanecio Alberdi en Europa habiendo esplicado seis anos antes a sus amigos del Plata los motivos que le retenian desterrado, lejos del ctrculo de sus correligionarios, en un follelo publicado en Paris. LLego a Buenos Aires elegido senador por Tucuman en mementos queaquella se preparabaa resistir las irnposicio-nes del gobierno nacional, defendiendo segun lo entendia, los derechos federates de los Estados que componen la republica, y visito al gobernador Tejedor en su despacho para felicitarle por su actitud io que hizo suponer por un momento que habia modificado sus ideasf suavizado sus odios a Buenos Aires (1), Declarada la guerra, quedo Alberdi dentro del recinto de la ciudad sitiada con la fraccron de diputados al congreso que negaron. su apoyo al presidente de la republica, Pero vencida Buenos Aires encontro facil acomodamiento con el adversario redac-tando y publicando, costeada por el erario nacional, su obra «La republica Argentina consolidada en 1880 con

la ciudad de Buenos Aires por capital*, que consideraba su autor como segunda mitad complementaria de las «Basest pubheadas en 1852.

Fue candidate del gobierno nacional en 1881 para de-sempenar la legacion argentina en Francia pero atacado energicamente en «La Nacion» y otros importantes pe-riodicos, sintio el vacio a su alrededor y se ernbarco

(1) La Defensa de Buenos Aires por Carlos Tejedor—pag, 9.4, 130 y 131—1SS1.

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para Europa donde fallecio el 19 de Junio de 1884 (1). Dos anos despu^s el congreso de la nacioii autorizo al P. E. para invertir hasta la suma de diez mil pesos en la impresion de las obras ineditas y publicadas del doc­tor Alberdi cuyo encargo fue cometido a los senores Bilbao y O'Connor.

Sus restos fueron reimpatriados en Junio de 1889 con extraordinarios honores decretados por el presidente de la repoblica, doctor Juarez Celman, pero, justo es decirlo, recibidos friamente por parte del pueblo, «Ante la tumba de Alberdi», decia el director de El Diario cuya imparcia-lidad al respecto no puede ponerse en tela de juicio, cla gra-titud nacional ha hablado por los labios de oradores entusias-tas. Ei enconiio ha ofuscado en muchos la razon serena. La crftica ha callado* Se han hecho panegiricos funebres pero no se han pronunciado las grandes oraciones que son conlo el juieio de la posteridad sobre la obra del hombre que ha vinculado su accion a la accion colectiva del pais y de sus hombres representatives.» «Ha faltado a la cita la voz autorizada de nuestros grandes oradores, y Iafigurade Alberdi se destacara mejor en las paginas del libro que estudie sin entusiasmos excesivos y sin rencores importunes su gran papel en el genesis institucional ar-gentino*.

Alberdi fue miembro corresponsal del instituto his-

( l ) El Dr. Alberdi habia aeeptado el empleo de comisario general de inmigracion en Europa, pero a principles de 1S84 lo renunci6 por el ma! estado de su salud, en razon de lo cual el presidente de la reptiblica, general Roca, solicito del congresp nacional una pensi6n vitalicia en su beneficio de cuatrocientos pesos moneda nacional men-suales, en atencion a los valiosos servicios que prestara al pais.

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torico, de lasociedad geograftca y de la zoologica y de

aclimatacion de Francia; de la de economistas de Paris,

de la academia de la historia de Madrid; de la socisdad

geografica de Berlin y de la real academia espafiola.

A mas de las obras a que hemos hecho referencia en el curso de estos rapidos apuntes, es autor de las si-guientes: Coleccion de articulos Hterarios y de costum-bres pubiicados en diversos periodicos de Montevideo ; «La revolution de Mayo»» cronica dramitica en cuatro actos, que al decir del general Mitre, tiene en el fondo mas verdad historica de la que su forma caprichosa haria suponer; Proceso de don Fabio J. Mainez; Alegato de defensa de Jose Leon; Certamen poetico; El gigante Amapolas; Sobre la nueva situaci6n de los asuntos del Plata; El Eden; Veinte dias en Genova; El general San Martin en 1843 ; Biografia del general Manuel J. Bulnes; Defensa de «E1 Mercurio» de Valparaiso; De ­fensa de Jose Pastor Pefia; Los ameiicanos ligados al extrangero ; Si y n6, acerca de la controversia ultramon-tana 6 trasandina; Action de la Europa en America; Legislation de 3a prensa en Chile d sea manual del es-critor, del impresor y del jurado; De la magistratura y sus atribuclones en Chile; La republicaargentina 37 afios despues de la revolucion de Mayo ; Manual de ejecu-ciones y quiebras; Carta sobre los estudios conveniens tes para formar abogados con arreglo a las necesidades de la sociedad actual en sud-America; Estudios potiticos; Examen de las ideas del sefior Frias; Cartas sobre la prensa y la politica militante de la republica Argentina; Terroristas de la prensa; EL delito en la polemica; Rec-

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tificaciones; Enmienda honorable; Extracto de cartas de Sarmiento a Alberdi; Sisteraa economico y rentistico de la confederation Argentina segun la constitution de 1853; Elenientos de derecho publico provincial; De la anarqufa y sus dos causas p r i n c i p a l del gobierno y sus dosele-mentos necesarios, con motivo de su reorganization por Buenos Aires; La diplomacfa de Buenos Aires y los in-teieses americanos y europeos en el Plata; El imperio del Brasil ante Ja democracia de America; Las disensio-nes de las republican del Plata y las maquinationes del Brasii; Los intereses argentirros en la guerra del Para­guay con el Brasil; Crisis permanente de las republican del Plata; Intereses, peligros y gatantfas de los estados del Pacifico en las regiones orientales de la America del sud; La apertura del Amazonasy !a clausura de sus afluen-tes; las dos guerras del Plata y su filiation en 1867; Dos politicas en candidatura para el gobierno de la re-publica Argentina; Proyecto de codigo civil para la repii-blica Argentina; Viaje y aventuras de la Verdad en el nuevo mundo; La vida de William Weelwright; La om-nipotencia del Estado es la negation de la libertad in­dividual; y los escritos postumos de que van publicados cinco volumenes: Estudios economicos; El crimen de la guerra; Polftica exterior de la republica Argentina; Del gobierno en sud-America segun las miras de su revolution fundamental; y Belgrano y sus historiadores—Facundo y su biografo, faltau-do ocho volumenes mas en vias de ser editados.

En las sesiones de Agosto de 1894 en la camara de

diputados de la nation, el representante de Corrientes

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doctor Manuel F, Mantilla, se opuso a que el gobierno subvencionara la publicacion de cstas ultimas, a t r ibi jy e n ' dose entonces a parcialidad politica su actitud. Las ^bras fueron editadas, y et ultimo volumen «ha escandali^do a nuestro reducido mundo literal io» segun la expr^ion de imo de sus ad intra dores, el conocido doctor Enfc£sto

Quesada, que ei 4 die Agosto del corriente ano en u n

precioso trabajo publicado en «E1 Tiempo* pedfa pi^dad para la memoria del autor, oividando que no tiena de-recho a esperarla quien no la tuvo para sus mas <^~ tinguidos conciudadanos ni para su patria conflagrad^en

una doble contienda civil y estrangera.

Otro escritor de nota, don Paul Groussac, admir#£l°r tambien de Alberdi, ha dicho ultimamente en un juMo de sus obras postumas: «Llevado de su apasionado F r e ' juicio contra Sarmieoto y el general Mitre, Alberdi ^ s -rnenuza sus obras, oponiendo una negacidn a cada #fir~ inacion, sin reparar en los absurdos a que puede condu£*r'e

tal sistema, Desconoee el caracter de la revolucion, Jas

circunstancias que esplican la actitud monarquista de 6 l i s

proceres, los moviles de la conducta de los hombre§ y la logica de los acoiifeecimientos; instituye paralelo e0tre Francia y Moreno, justificando al primero y abibuyei?^0

al segundo propositos netamente federates, que ni ^ e

sus obras, ni mucho naenos de sus actos se desprend^", etc. etc. Sin negar en absoluto que algunas verdades salten de tantas paradbjas cntrechocadas, como las cfc's-pas de las piedras arrojadas en una lapidacion; lo que abunda, lo que puluiai en esas paginas rencorosas, es el desmentido gratuito, el error voluntario, la dialectic

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ckicanera, la insinuation oialevola, la esteiil denigration. jTriste nmsa inspiradora es esta Nemesis de Alberdi, para que le haya arrebatado de golpe su agudeza y lu-cidez de esplritu! Qbcecado por el odio, pierde todo discernimiento y hasta toda memoria, pues ciertas obje-ciones suyas a la esencia del Facundo, no solo frisan en inepcia, sino que destruyen sus propios y mas cele-brados aforismos.

«Niega la profunda verdad de la obra maestra, con-densada en mi titulo tan feliz que, como otra vez diji-mos? equivale a una definition: no es cierto para Alberdi que la campafla argentina, es decir el desierto, fuera la barbarie, ni tampoco que la ciudad (civitas^ civilitas) fuera la civilization: \y esto sostiene quien apoyo su mejor obra sob-re este principio: gobemar (6 sea civilizar) es podia?!

«Aunque fueran exactas todas las rectificaciones for-muladas contra la Historia de Belgrano y el Facundqi

no representarian en conjunto sino la critica negativa de dichas obras. Esa critica de los defectos es util y ne-cesaria, pero queda el juicio mulilado e injusto si no se completft con la critica de los meritos. De esta no hay vestigio en la presente «ejecucion» y por eso pasara de-sapercibida, como el desahogo personal de rencores que comienza a olvidarse.

«E1 lector vulgar sacaria de esa lectura tediosa la con­

viction de que la Historia de Belgrano es un cumulo de

errores propios del autor y de ideas sugeridas por La­

mas* y que el Factmdo es la grosera rapsodia de alguti

«Chacho» de la literatura; la impresion de un lector

mas culto podria ser que Alberdi no conocia Ja historia

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patria, ni tenia gusto ni sabia escribin No necesitamos demostrar que ambos juicios serian igualmente absur-dos: Mitre y Sarmiento permanecen en su puesto, despues de la satira sin alcance; Alberdi queda como autor de las Bases, a despecho de sus obras postumas,

«Pero sera su expiacion ante las gentes—acaso inmere-cidasi no destino estas paginas a la publicidad—el que su rudo ataque deponga contra el mucho mas que contra los atacados, y que nosotros, sus admiradores sinceros, tengamos que lavar su frente luminosa de la mancha de barro con que el mismo se salpico. (1) »

Pero no nos hemos detenido a considerar estas obras porque en ellas haya trazado paginas procaces contra determinadas personalidades-nacionales contemporaneas, Mitre y Sarmiento, por ejemplo: lo hacemos porque ha herido hondamente nuestros sentimientos civicos, nues-tras afecciones mas sagradas, pretendiendo ensuciar los colores de nuestra bandera, enlodar la memoria de nues­tros proceres mas gloriosos y puros y desmentir la accion eficiente del heroico esfuerzo argentino no solo en pro de la libertad de gran parte de la America del sud sino de la repiiblica Argentina mismal

Si de sus paginas fueramos a entresacar la prueba de lo qua decimos tendn'amos que transcribir el libro todo : copiaremos una pequeiia parte de la que dedica a San Martin, ya que no salen rriejor librados Rivadavia, Bel-granoy otros,pues este escritor argentino solo tiene aplau-sos para Francia y Lopez del Paraguay, para Bolivar de Colombia, para Carrera de Chile, etc.

( l ) «La BiTMigteca,* ano II, N*. 12.

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«San Martin no era genio sino entre mediocridades. «En veinie afios de servkio militar en Espafia, en una epoca celebre, apenas alcanz6 al grado de teniente co~

ronel: tres aiios de cadete, siete de teniente, tres de capitan, llenaron casi toda gu carrera militar en Ebpana. En Buenos Aires una logia de que el era miembro tnflu-yente, segun Mitre, lo hizo general*

«Para calificarlo de superior a Belgrano> era preciso que hubiera hecho lo mismo que esfee no pu-do hacer.

«Empleo cinco afios, sin embargo, y tuvo a su servicio los medios de Chile y del Peru} y ni asf consiguio arre-batar a los espaftotes las cuatro provinctas argentinas del Alto Peril, que Belgrano no pudo libertar. ^Donde esta entonces el genio de San Martin? En que paso canones a traves de los Andes? Por eso seria otro Ambal? Com-paraciones pueriles. Desde la conquista los e^panoles tenian dominados a los Andes cotno a carneros. Hacia cerca de tres siglos que Pedro de Valdivia atraveso esas cordilleras para conquistar a Chile, y que Hurtado de Mendoza, las repaso en sentido contrario para fundar a Cuyo. Baste decir que por dos siglos fue Cuyo pro-vmcia de Chile, siendo los Andes su lfmite domestico y municipal. (*)

( 0 No podemos sustraernos al deseo de recordar a nuestros leciores despues de este juicio de Alberdi respecto del paso de los Andes, el que ha merecido, antes y despues del suyo, aquella gigante operacion estrategica a los siguientes autores extrangeros; Gervinus, «His»oire du XIX siedesj Viliamartiii, «Nociones de arte militar*; Torrente, «Histo-ria de la revolucidn hispano-americana>; Garcfa Camba, #Memoria para la historia de las armas espaiiolas en el Peru*; Carlyle, «E1 Dr. Francia*; Barros Arana, Mackena, Miller, Bulnes, Lamas, Baronesa de Wilson, Paz Soldan, Cortes, Amun&egui, Bauza, etc.; es decir: franceses, espa-

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«Insiste Mitre en que San Martin fue el hombre de

i?riciativa y propaganda*

«D6nde esta la iniciativa de San Martin ? Vino a Ame­

rica y tomo el servicio de su causa el ano 12, dos anos

despues de inxiadala revolucion en 1810, poiBelgrano (1).

Paso a Chile en 1817, siete anos despues de la revolu­

cion de 18 de Octubre de 1810 contra Espana. Vencio

en Chacabuco y Maipo cinco anos despues que Belgrano

vencio en Tucum&n y Salta.

aPaso al Perk en i82r, ocho anos despues de la re­

volucion del Cuzco y de Taaia contra los espafioles.

Llego su tropa hasta el Ecuador, anos despues de la

revolucion de Quito.

«Si no fue el que inlcio la revolucion tampoco le toco

acabarla, pues fueron Bolivar y Sucre los que, en 1825,

echaron a los espanoles de las provincias argentinas, y

del Callao en 1826, San Martin habia ocupado a Lima

abandonada por la Serna,

«No pretendo apocar el merito de San Martin, sino

dejarle su verdadera talla, y dar a las causas reales que

libertaron la America, la parte que la falsa historia les

arrebata para darla a hombres que no necesitan de esa

usurpacion para ser dignos de gratitud y de respeto por

sus buenos servicios.

noles, ale manes, ingleses, chflenos, peruanos, ecuatorianos, uruguayos, etc. Solo recordamos, por excepcion, en este concierto de opiniones honro-sas al gran capitan^ un argentino y un chileno: Alberdi y Santa Maria!

(1) Movimieuto que en la pagina 37^ Ie mereee e&te juicio: «En la revolucion del 25 de Mayo de J 8 I O , contra el Virrey, en que lot/16 par+ tt el Virrey mismot fto se quemo un grano de polvora, sino la de las salvass , . . ,

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«Fue fortuna para Chile que la revolucidn afgeritina tuviera que buscar en su territorio el camirto que debia llevarla a la libertad de las cuatro provincias argentinas del norte, Pero si San Martin hubiera faltado* Chile no habria careeido de libertadores, y en el Peru mismo hu-biese sido reemplazado corno lo fue, en efecto, por Bo­livar. Su ausencia no perjudico mas que a la repdblica Argentina, a quien le costo cuatro provincias; pero la re­volution de America facilmente le dio, no unosino muchos suplentes; tras de Bolivar, Sucre, tras de Sucre, Cordoba, que fue quien casi obtuvo toda la victoria de Ayacucho.

((Ningwn hombre es necesario en este mundo cuando la Providencia ha creado la neeesidad de un gran cambio. Si, como en Chile, se hubiese abstenido en ei Perri de mezclarse en ei gobierno local y hubiese conservado solo la alta direccion militar, ni el, ni Monteagudo, su mi-nistro, se hubieran hecho impopulares hasta tener que alejarse*

c<A Chile le habrfan sobrado igualmente los libertadores, y, sin San Martin, repito, no habria tardado en ser libre por los Carrera. Esos si que eran el ge'nio de la accion y de los recursos* Nada menos fueron que mar-tires de su impaciencia de accion liberal y patriotical

«Figuras llenas de originalidad, ornato poetico, pin-toresco y melancolico de la historia americana, los Car­rera recibiran el rango que les toca en los recuerdos simpaticos de la historia agradecida, el dia que la ver-dadera historia reemplace a los cuentos forjados por las pasiones palpitantes todavia en los descendientes de la generacion pasada.

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«Se les reprocha el crimen de haber sido idolos del pueblo; y son los republicanos, no los realistas, los que tal acusacion les hacen! Los castigaron por sediciosas i indisciplinados^ los que cifraban su gloria en haberse sublevado contra una autoridad de tres sigJosl El dfa que un poeta, es decir, un poeta como Byron, senor 6 mi lord, y nolacayo, visite esas regiones y recoja de sus cronicas y leyendas los tipos de la epopeya amerieana, no seran los Carrera los menos apreciados ( I ) K

Basta! Y despues de esto jque sean manos argentinas las

que descorran el lienzo que atin cubre el monumento levantado a su rnemoria en la necropolis de la capital argentinal

( l ) Escritos p6stnmos de J , B, Alberdi—Belgratio y sus historiado-res pag. 2t$ y siguientes—tomo V, 1897.