adolf hitler impossible reich ( - viera, javier ramirez.pdf

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  • ADOLF HITLER, IMPOSSIBLE REICH

    BERLN

    Realizado por makano para erchano yelcadista,

    Tomadescargamk.si quieres mas aportes pidenoslo y te

    ayudaremos a la mayor brevedad

  • Y

  • Captulo primero Hauptmann (capitn) Eberhard

    Haeussler.

    Cmo diablos se conquistaRusia?

    Fue un suspiro largo del jefe decarro, para luego reparar en que casi nosoportaba ni un minuto ms all afuera, ala intemperie de los mil demonios,porque el aire fro le iba a acuchillar lospulmones; mientras, aquella manta yaquella bufanda apestaban a su propiocuerpo, ya sobremanera sobado por elencierro, y al sudor de su tripulacin, a

  • combustible, a humo de hoguera...Apenas fue un momento, para calar algode vida fuera de aquella olla a presiny desde su segundo puesto de mando, enla escotilla de la torreta.

    All no haba nadie, casi como si laguerra hubiese terminado, como si todoel mundo se hubiera ido a casa. Laextensa tundra rusa se antojaba el marinfinito, en un blanco salpicado dematojos estriles. La misma mierda, conun cielo plomizo que no cambiabanunca.

    Paradjicamente ya ahora perdido entoda la vanguardia, El Tiger II quegobernaba el comandante del blindado,pintado a mano y a prisas con un blancosucio, sola ir a la cola en las columnas

  • de carretera; la fiabilidad delKnigstiger (o Royal Tiger para losbritnicos y King Tiger para losamericanos) empezaba a ser unproblema ms que preocupante y nadiequera que un pelotn de blindadosquedase varado en mitad de la nadaporque el carro de cabeza, precisamenteel ms moderno aparato que pisoteara elmundo y orgullo del Reich (la respuestaal enemigo), est empezando a arder pors solo y como si fuera vctima de unembrujo que se pasara por alto en lasmesas de diseo. La bestia en elsentido que el ltimo gran logro de laindustria alemana pasaba a ser el tanquems pesado jams construido, el mismoque tena prohibido atravesar puentes

  • porque sus casi setenta toneladas lossolan echar abajo. se que, por fortuna,los enemigos teman y rehuan casi atoda costa, por enorme, blindado y conpotente mordedura, y a pesar de que,al igual que el primer Tiger enproduccin, se conduca como unVolkswagen, con apenas dos dedos.

    Eso s, bebiendo de cinco a casi diezlitros por kilmetro no se podaconducir mucho pero, como volva amaldecir Haeussler, de alguna manera sehaban extraviado siguiendo la consignade abarcar el mayor territorio posible,del ataque sorpresa, fugaz,imprevisible, antes de que las lneasenemigas se dieran cuenta. Claro queall no haba ninguna lnea enemiga.

  • Los rusos se haban esfumado, o nuncaestuvieron all; normal, en un frente de4.300km de longitud.

    Al menos, por la maana, dos horassobre el amanecer, hubo otraestampida. El Fhrer haba vuelto aposar su dedo sobre algn puntoconcreto del mapa ruso y, a su orden, lostteres del alto mando espoleaban a susPanzers para alentarlos a caminartorpedeando, aunque no hubiereestrictamente algn punto estratgicoque conquistar. Movimientos de pinzaque no atrapaban a nadie sino a unospobres desgraciados en desorden queigual podan haberse aplastado con los0,78kg por centmetro cuadrado delPanzer. As pasaron aquel buque por

  • encima de algunos puestosatrincherados, se arm una buena con elfuego de artillera (el propio y el delenemigo) y, a la par que el pelotn dePanzers aniquilaba a algunos tanquesrusos de talla media y otros carromatos,se disparataban las cosas con algunasaveras imprevistas; en el fragor de labatalla, pocos conductores se acordabande no sobrepasar las 2.500rpm con losnuevos Tiger II, las que oficialmenteestaban prohibidas en los Panzers conmotores Maybach HP 230 P 30 de 12cilindros y 700CV porque se hablara deun incendio seguro.

    Hubo mucho humo, quiz porque losrusos empezaron a incendiar susprovisiones en la huda de su

  • provisional acuartelamiento, all enaquella cabaa donde an se refugiabancampesinos. De hecho, algunos de ellosabrieron fuego con sus armas de caza(nunca los alemanes trataron bien a lapoblacin rural, an cuando, alprincipio de la Operacin Barbarroja,sta los recibiera como libertadores).Fue entonces que el HauptmannHaeussler orden, pues y sin que letemblara la mano, atravesar aquellastinieblas, y hasta las casuchas, y seguirabriendo fuego, pisotear bestias yhumanos, simplemente caminar yhasta que el mundo se volvi del revsy, tras la nube negra, que se mova de unlado a otro como la cortina de unaventana abierta, empezaron a emerger de

  • la nada los tanques rusos. Fue porentonces que el carro lder quedperdido, lejos de su formacin debatalla; una emboscada, o unacasualidad, haba favorecido a lastropas nativas, permitindoles aniquilarla ingeniera alemana cuando no stase echaba por tierra por s misma.

    S, fue un da movido. El comandante,viendo a su equipo arrumbado pordoquier, orden la mxima velocidad,aprovechar las mnimas irregularidadesdel terreno para navegar aquellasestepas y suponer un confuso tiro alpato, y luego irrumpir en aquel bosquede rboles resecos, tan grotescos comolas manos de la muerte elevndose

  • desde una tierra oscura. Quizquemada S, era eso Los rusosincendiaban todo cuanto iban dejandoatrs y quiz a alguno se le habaocurrido que los alemanes que llegaranhasta all, en una inapropiada peroarrogante nueva Blitzkrieg, no podrancalentar sus pucheros o secarse lasropas empapadas del roco casi rticode la Rusia invernal si no encontrabanalgo de lea. Por eso los rboles sedesintegraban, literalmente, al paso delPanzer; la mayora estabancarbonizados.

    Media hora despus, la radio ya nopoda hablar con nadie. Nuevekilmetros de campo a travs y el

  • Hauptmann y su tripulacin ya estabanen tierra de nadie, sin poder saber de lossuyos y viceversa porque el alcance delequipo de comunicaciones haba llegadoa su lmite. Lo que sigui fue detenerse,situarse en el mapa, maldecir que elprogreso de la tcnica supusiese un pasoatrs, otear la ya silenciosa distancia yabrigarse de nuevo, despus de que latensin del momento hubiera volado y elcuerpo volviera a su estado natural; lacalefaccin del carro nunca funcion deltodo bien, por lo que llevaban unarudimentaria estufa que acampaban enmitad de la baera y la evacuaban atravs de una tubera asimismoimprovisada, el horno donde

  • asimismo calentaban algo que comer,que si acaso era del exterior, sin contarlas propias provisiones, mejor (tambinles hubiera gustado poder robarcombustible, pero ste a menudo lohallaban ardiendo o era, simplemente,diesel).

    Rusos!, grit el conductor, y, casi asu voz, como si aqullos le oyeran a lantes que al rugido de aquel motor, losvigas salan corriendo de aquelacampamiento en mitad del bosque,dejando atrs su fogata, sus mantas,algn mortero

    Ya empezamos a conocernos el mende esta gente, seor, aleg el artillero,despus de salir del tanque, a toda prisa,

  • curiosear un poco el campamento (ycomo era protocolo buscar algunasrdenes escritas) y aprovechar elpuchero que aquella gentuza cocinabapara volcarlo en su casco, forma deregresarse a lugar seguro con algo nuevoque llevarse a la boca. Borscht, unasopa casera de verduras y beterragas, degran arraigo en los difciles tiempos deguerra en la Rusia rural por la simplezade sus ingredientes y la rapidez de supreparacin. All quedaron las patatas yel pur de trigo sarraceno porquecargarlo todo podra suponerentretenerse demasiado y esperar arecibir un tiro de aquellos formidablescazadores campestres, an cuando elaventurado soldado tuvo la genialidad

  • de cogerse una de las dos botellas devodka; la otra, como casi coger su fusil,se la haban llevado los untermensch(subhombres).

    Les vi correr con la otra, comentel conductor, echando un trago deaquella porquera porque, a pesar delos guantes, senta tener las manosheladas. Luego brome de que aquelladiarreica bebida tuviera del todo losefectos del superhombre, habida cuentade que los rusos trataban las raciones de100 milmetros de vodka como el elixirde la guerra; segn Stalin, los 100gramos combativos.

    No lo entiendo Con dos botellas

  • nos podran haber hecho frente, y sefueron pasando la botella, porque yahaban empezado a entender que aquelardor en el estmago les iba siendo casims necesario que respirar.

    Buscando alguna comunicacin, ysobretodo que quienes les haban vistono delataran apropiadamente suposicin, el Panzer dio tumbos porningn sitio. Luego, an del ruido,dispararon con su MG a una inocentemanada de lobos, no fueran esosdichosos perros suicidas que los rusosentrenaban para comer siempre debajode los blindados; solan acoplarle unabomba al lomo con un detonador decontacto, artimaa que propiciaba un

  • perro de menos en el mundo, peroasimismo una panza de carro alemnreventada.

    Esperaremos aqu dijo elcomandante, volviendo a bajar a susubmarino. No podemos gastar mscombustible asever.

    Dentro de tres cuartos de hora sehar de noche suspir el conductor.Hay que traer lea

    Saldremos a buscarla cuandoosbcurezca; no quiero perder a nadiems refunfu el Hauptmann,sabiendo que combatir en aquel desiertoera la mayor estupidez que podra haber

  • pasado por la cabeza de nadie, si acasoincluso empezar la guerra; haca tiempoque haba empezado a desilusionarsecon las promesas de medallas y elLebensraum (espacio vital) alemn.Ahora slo quera volver a casa, ponerunas flores en la tumba de su mujer yacostarse con su novia. Quizemborracharse en una cervecera, y sinque estuviera atestada de oficiales,mientras la otra mitad se antojacualquier agente de las escuadrassecretas de La Gestapo, la misma que sehaba llevado a algunos viejos amigos;cosas del Reich. No pienso vagar porah tentando la suerte de que nosacribillen los rusos dijo luego, en una

  • voz baja que se perdi en la intensidaddel blindaje de la mquina. Se acurruca pensar, abrigndose con ansia. Alpoco mand la primera guardia, que sehaca de a dos y fuera y otro dentro,con mantas extra (no poda dormirsenadie acariciado por la intemperiesilenciosa). Durmamos orden,extendiendo sus rdenes a que a nadie sele ocurriese avisar de viva voz sillegaba a ver siluetas en lo oscuro, queni por asomo nadie encendiese el faroBosh y que cada un cuarto de hora sehiciera una ronda de cien metrosalrededor del carro, y mientras sucompaero lo haca a su par a la mitadde distancia. Y sin pestaear, para queno hubiera que anotar un 31.a (herida de

  • bala) en el Soldbch de nadie (eldocumento identificativo del Soldado dela Wehrmacht).

    Lo siguiente fue extender debidamenteque aquello no estaba previsto, que laestupidez y la mala suerte los haballevado a una situacin de emergencia;un Panzer solitario mala cosa para losrusos en un uno contra cinco pero, siel enemigo era ms numeroso, ya podandarse por perdidos. Por eso era vitalsaber dnde estaban los rutilantes rusos,pero sobretodo saber dnde estn lostuyos. Se hara una segunda guardia,para que un tercer hombre se mantuviesepegado a la radio intentandocomunicarse constantemente con alguna

  • patrulla area.

    * * *

    No tiene sueo? Dormir es unaorden pregunt Haeussler, despusde que el tcnico de comunicaciones leexplicara algunos pormenores de suequipo y para que se hiciera cargo delas insistentes llamadas al vaco. ElHauptmann ya haba dormido,intentando aclararse las ideasprecisamente despejndolas de sucabeza. Era la segunda hora desde quese iniciaran las guardias, ya habanrotado pero aquel jovenzuelo de las

  • SS Hitler Jugend (JuventudesHitlerianas) reconvertido en la voz deun Panzer no poda conciliar el sueo.

    Dormir, seor dijo, dandoalguna vuelta casi ilusoria, porque elcomandante del carro crey verlo unmomento despus exactamente en lamisma pose, con la mirada perdida yaquellos ojos azules congelados.

    Procura no despistarte y dormirtecon la cara pegada al metal; con estefro ya he visto cmo se pega la piel alacero le objet Haeussler.

    S, seor. Por supuesto.

    Y, poco despus, el comandantevolvi a mirarlo. No era ms, an, que

  • un delgaducho Flakhelfer, un ayudantede artillera antiarea al que habanreadaptado a la guerra. Casi ni habatenido tiempo de aprenderle siquiera elnombre. Igual, pensndolo bien, habraque ponerlo en el lugar del artillero,habida cuenta de que el arma principaly el mecanismo de disparo del Panzereran derivados del can antiareo 88.

    Pero aquellas manosdelgaduchas Ciertamente, la guerrajuntaba a toda clase de subespecies.

    Seor puedo leer? Me ayudar adormir pregunt el chico, al fin.

    S, tena razn. Agotar la mente ayudaa eso, despus de que la tensin de la

  • guerra mantuviese los corazones a lasmismas revoluciones que el motor delPanzer. No estar an aclimatado a ellasupona muchas horas de trasnoche. Silo sabra el Hauptmann, que lasmadrugadas en vela las tuvo en losacampamientos militares decidiendotcticas con sus semejantes, pero que,luego de luchar, reorganizar, debatir yvolver a planificar y luchar, llegara asaber que el sueo era una necesidad tanbsica como combatir. Alguna vez, enlos primeros compases de aquellaguerra, estuvo tan a la defensiva en lamismsima Blitzkrieg que le lleg elmomento de luchar contra el peor de losenemigos, el desfallecimiento y para

  • sorprenderse de ser incapaz de mantenerlos ojos abiertos, an con cualquierclase de estmulo, como abofetearse lacara, echarse agua, quemarse las manoscon un mechero Lleg a pedirfervientemente a alguno de sussubordinados que no le permitieradormir, pero ni los caonazos de unenfrentamiento pudieron evitar que sucuerpo se desconectase del mundo.

    Lee le dijo.

    Ya haba visto aquella iniciativaantes, aquella ilusin. El cuerpo semueve aprisa, con nervio, y se atiende auna ansiedad que te corroe. En aquelcaso, el joven Flakhelfer sac de algunaparte de su alforja el Tigerfibel, el

  • manual de entretenimiento del primerode los Tiger. Lo habra sonsacado delcampo de batalla, de algn carro en lacuneta. Quiz lo haba cambiado porunas botas nuevas en ese mercado negrode todas las milicias. Lo cierto era quelo devoraba con los ojos antes siquierade abrirlo, y se le vea la ensoacincon sus primeras pginas, donde serelataba breve pero elocuentementecmo el Panzerkampfwagen VI Tiger, elprimero que vea la luz y en teoramenos capaz que el que lo acoga ahora(el II), en un solo da y en solitariodejaba fuera de combate a 38 tanques T-34 rusos, luchando durante seisangustiosas horas y recibiendo 227impactos de rifle, 4 impactos de 54mm y

  • 11 de 76,2mm, pisando tres minas yandando an 60km con las orugas casidestrozadas sin que ningn impacto niincidencia penetrase la baera.Seguramente, as querra volver aquelchico al acuartelamiento, sino conmayores evidencias de la lucha,conduciendo apenas el chasis de suPanzer.

    Luego, asimismo se le iluminaba lacara con la guasa del manual,aceptado por el alto mando para quetratase en realidad de una especie decmic simptico (el del Phanter ya lofue hasta con rimas) buscando que lastripulaciones se familiarizaran con elprotocolo de uso y abuso de sus

  • mquinas, simplificando la farragosateora. De hecho, entre soldaduchosdicharacheros con talante de Popeye,amenizndola con caricaturas debellezas rubias en la baera, en laducha, posando incluso para con losparmetros de tiro con relacin a laspartes sugerentes de toda mujer.Desnuda, o con atrevida lencera, y aluso, el manual, de una jerga familiar concomentarios ingeniosos y con doblesentido con relacin a las vietas.

    Claro, venia de las JuventudesHitlerianas. Los sueos se habanarraigado en aquella cabeza como acasosu natural red de neuronas. Casi sinpadre ni madre, sino con el Fhrer

  • como el todo, como quien espera aPap Noel o quien ama a Cristo.Seguramente viva esperanzado deenvejecer en una Alemania total,como si acaso las bonitas colinas verdesdel centro de Europa se fueran aensanchar hasta los pretendidos confinesdel Reich, ms all de la India por unlado y de Gibraltar por el otro.Comprara un elegante coche y unabonita casa, con servidumbre de unaraza inferior quiz suministrada deforma gratuita y legtima por el mismoEstado Alemn. Tendra una mujerrubia, y unos hijos rubios Quiz ancrea que la sobrenatural ingenieraalemana iba a poder deshacer toda

  • aquella nieve rusa y replantarla defresones. Quiz poner en rbita unsegundo sol, capaz de iluminar aquellatriste tierra.

    No te has parado a pensar qudiablos haces aqu, muchacho? lepregunt su comandante. Tendra queestar luchando con el silencio de laradio, pero, por alguna rebelde nuevainterpretacin de sus parmetrosexistenciales, el Hauptmann tena laansiedad de explotar sus puntos de vista.

    Perdone, seor?

    Qu edad tienes, hijo? le indagsu jefe, ahora andndose un poco por lasramas.

  • Diecisiete, seor.

    Deberas estar estudiando, no enla guerra.

    Todos tenemos nuestro papel en lasociedad, seor y la respuesta deloperador de radio fue casi matemtica.Era una frase hecha, por supuesto; muyde las Juventudes Hitlerianas.

    Estamos dando tumbos, chico suspir el comandante. Esto queestamos pisando no es Alemania. Nuncaser Alemania concret, creyendo verla estepa desolada ms all de lasparedes del tanque. Quin va aquerer vivir en esta tierra muerta? Notenamos que haber venido hasta aqu,

  • tan lejos.

    Eran palabras nuevas. No iba ahaber respuesta por parte del jovencito.No estaba en su haber discutir sobre lospormenores de si era legtimo o nocualesquiera cruzada del Reich. Lanueva hornada de hombres no estaba allpara pensar, sino para avanzar. Caminarhacia un futuro mejor. Un futuroprometido, como si la raza aria hubierasido tocada por Dios. Seguramente,aquel chico fue destetado con lachchara revolucionaria e ilusoria de lavoz de la Volksempfnger (La Radio delPueblo), un aparato subvencionado porel Reich porque la propaganda nazinecesitaba que la voz de Hitler llegase a

  • todos los hogares, haciendo deAlemania el pas con la red de radioms intensa del mundo.

    No entiendo, seor dijo el chico,fingiendo no entender. En su haber yaiba entreviendo que estaba hablando conun traidor. Ya haba recibido charlas alrespecto, sobre lo de sealar a todociudadano que estuviese hablando msde la cuenta sobre ideales ajenos alReich. Lo que nunca pudo imaginarseera que aqul llegase a ser sucomandante.

    Lo primero es que este mundo no esel nuestro. Aqu no hay nada paranosotros pero, aunque as fuese,

  • habernos metido en este infierno ha sidouna insensatez; nadie planific que lasvas frreas no coinciden con nuestrostrenes, que no hay prcticamentecarreteras apenas he visto la que vade Minsk a Mosc Que Rusia hasobrevivido otras muchas veces porqueno lucha sola, sino con el invierno comoaliado. Hitler ve solamente lo quequiere ver, lo que quiere que ocurrano lo que ocurre realmente. Bsicamentenos han ordenado acabar con los rusos,pero, cmo diablos se hace eso?Dnde estn todos y cada uno? Dnde,en un lugar tan enorme? Parece mentiraque nadie tuviese en cuenta algo tansimple como la extensin misma de este

  • dichoso pas. Entre ms avanzamos, msgrande e inabarcable se hace el frente.No hay un plan completo, cerradoHace un par de aos que estoy viendoque esto es un suicidio, desde que elGeneralfeldmarschall (Mariscal deCampo) Fedor von Bock nos llev a unverdadero Gran Prix para ser losprimeros en tomar Mosc desde que lohiciera Napolen. Una idiotez Lotuvimos en la punta de los dedos, perolo dejamos escapar.

    El chico, evidentemente, callaba.

    Hubiera querido estar con usted,seor dijo al fin.

    Imagino que s suspir el

  • comandante. Era, despus de todo,precisamente lo que quera or, aunqueno poda evitar que su muy debilitada felo llevase a pensar que estaba hablandocon un cartel propagandstico, ms quecon una persona. Veo la frustracin encada nuevo paso que da nuestradesesperada gente, chico Sabas quehan puesto uno de nuestros caones a unbombardero? crey delirar, casitentado a acariciar las entraas de lapieza de artillera que dominaba latorreta del Panzer; despus de todo,aunque inconforme, aquel arma formabaya parte de su vida. El aparato casi sedesintegra al primer disparoQueramos destruir buques, como aququeremos matar a esta gente como

  • matando avispas de jardn con el chorrode un jeringa. Es como querer metertodo el aire del mundo en una bolsa.Hace unos aos fabricbamosarmamento para los Chinos, envindolesPanzers y submarinos. Ahora, rompemosel tratado de no beligerancia con losrusos y ayudamos a los japoneses amasacrar a sus vecinos. Qu ser losiguiente? Nos pondrn a montar untanque de ladrillos? se quej, asabiendas que el Tiger II al que lehaban destinado era una tumbraanticipada.

    Y, ahora s, el muchacho callaraindefinidamente.

  • El Hauptmann lo intuy, vindole enel rostro la misma mueca que tentabamarcar una neutralidad, pero que no erasino una inconformidad en lo profundode sus ojos que no podran sino traerproblemas a su comandante.

    Durmase, Gefreiter (cabo). Es unaorden.

  • Captulo segundo

    Haba que levantarse temprano. Losrusos ya haban aprendido que a losPanzer se les helaba el barro en lasorugas y les costaba desperezarse.Solan atacar con las primeras luces delalba, y para entonces el carro debaestar en condiciones de plantar cara o,simplemente, estaba muerto.

    No podan permanecer mucho mstiempo en el mismo lugar. Peinaran lazona buscndolos, por lo que haba quedevolverse lgicamente por dondemismo haban venido o quiz dando un

  • pequeo rodeo, regresando a unhipottico frente que podra habersemovido de nuevo hacia oriente, comoacaso haberse encaminado ya haciaBerln. En ello, el Hauptmann soportcomo pudo el duro bloque helado de laintemperie desde la escotilla de mandode la torreta, atento a los alrededores dela marcha. All estaban los restos de lostanques rusos destruidos, y otros tantosde los Panzers II, alguno que otro enaparente perfecto orden de marcha, a noser porque el holln de un incendioconsuma la cubierta del motor. Otroapareca tan abollado y atiborrado demetralla, y agujereado, que se senta conqu rabia se haban ensaado con l.

  • Otra pareja de Panzers se consuma alhielo de aquella primera nevada matinalporque el primero haba roto el motor,en la epidemia de las revoluciones, y unsegundo haba intentado remolcarlo; unsuicidio, puntualizado en las rdenes delalto mando como un delito de atencinal material de guerra.

    No estaban los ingenieros ni de unoni de otro bando, canibalizando piezas.Incluso los fuegos estaban extinguidos,merced de la crudeza de la noche. Dehecho, el comandante concret que,desde la pelea, por all no haba pasadonadie, pues no crea entrever pisadasdistintas de las lgicas en el encuentro.Un pequeo vistazo al arsenal resultante

  • y all seguan los cadveres, mientras sele apoderaban las identificaciones,chupaban algo de combustible de loscarros y se decida si montar guardia ycustodia all, o acaso era una estupidezpensar en la sepultura de los suyos,habida cuenta de que los enemigospodra estar en cualquier parte deaquella zona caliente y convertirlosen difuntos a ellos.

    Nuevamente se insisti en lacomunicacin por radio, a la vez que sedirigan a un punto de encuentro deemergencia, el que las tropas propiasdeban combatir con fiereza para nodesamparar a los que se extraviaran.Lamentablemente, al hallarlo, pese a que

  • el conductor no vacil en airearlo conentusiasmo dentro del tanque al ver lassiluetas de campaa, el comandantedecidi no detener la marcha; allestaban los compatriotas, peroconvertidos en figuras de museo de ceraporque una repentina bajada de lastemperaturas les haba robado el nima.Seguramente, el viga se haba dormidoy no haba echado ms lea a la estufa,un mal definitivo si se dabacoincidiendo con una brisa mortuoriaque, curiosamente, pareca no acechar alos rusos.

    Al menos ya haban repostado. Esoles vali para avanzar treinta kilmetrosa la retaguardia, los que nunca el

  • Hauptmann supuso podran empezar aperder los alemanes en un solo da.Quiz ya haba hecho acto de presenciala ltima hornada de blindados rusos, delos cuales ya corran rumores de noestar fabricados precisamente con latasde cerveza recicladas. Asimismoescupan por sus bocas media Siberia.Eso decan

    Empero, lo que s encontraron altravs de una informe carretera (casims un camino de ganado que otra cosa)fue un Opel Blitz. Por fin, un Opel Blitz,no en vano el camin ms extendido entoda Alemania, con un cupo del 35% ycapaz de andarse sin quejas todaEuropa, ya que era duro como una roca.

  • De esa demanda ya se haban esmeradolos nazis (en concreto el Ministerio deTransporte del Reich y la Wehrmacht)de que as fuera, ya que, pensando en suuso militar, haban promovido su ventacivil (con aras de confiscarlo llegada laguerra) con unas ventajas fiscalesconsiderables extensibles a todosaquellos vehculos que precisamentepresentaran las especificaciones tipo delejrcito. Verlo era como volver a casa,sobretodo despus de una pelea o deestar perdido en mitad de la nada. Dealgn modo, el camin de todos (porentresijos de antes de la guerra llevabaun motor de Detroit para alemanes,americanos, canadienses y britnicos)

  • era tan familiar y entraable como unrecuerdo de niez, habida cuenta de quesiempre significaba algn suministro queagradecer. ste, en cuestin, tambin dealguna forma agradeci encontrar alPanzer de Haeussler, tal y como si lohubiera estado buscando por toda Rusia.

    Heil Hitler, Hauptmann! dijo elconductor, un soldado de algn cuerpode suministros. Los vehculos sedetuvieron en paralelo, enfrentados en elorden de la marcha, al tiempo que elacompaante del conductor repeta elsaludo (el Hitlergru), obligatorio entodas las fuerzas armadas desde queHitler sufriera el fallido atentado contrasu vida el 20 de julio de 1944.

  • Sieg Heil respondi elcomandante, no con el mismoentusiasmo ni las mismas palabras. Somos lo que queda de un pelotn delregimiento 31 de la 8 Brigada Panzer,de la 5 Panzer-Division.

    Lo siento, mi Hauptmann; no sdecirle dnde se encuentran los suyos.De hecho creo que es un milagrohaberles encontrado. Los rusos estnapretando fuerte y llevamos todo el daperdidos topndonos con gruposdispersos que nos piden suministros,pero tenemos una lista creo que meentender..... De todos modos tenemosalgo para usted y, sorpresivamente, el

  • tipo baj del camin, a la par que sucompaero, en realidad un auxiliar(Hilfswillige, o minora tnicasovitica) se afanaba servilmente en lamisma tarea. De atrs, y en lugar desacar las caractersticas cajas desuministros, tiraban, a priori, de unacuerda. Y, tras la cuerda, un jodidocarnero.

    Eso que es, soldado? lo increpHaeussler.

    Es lgico que se sorprenda, seordijo el soldado, atando a la bestia auno de los asideros del Tiger, perotenemos mucha prisa. Entindalo;estamos completamente indefensos ytenemos que volver a retaguardia. Se

  • supona que bamos a toparnos con todosu pelotn completo, por eso nos dijeronque les dejsemos el carnero entero.

    Un carnero, soldado?

    El tipo se encogi de hombros:

    Lo siento, mi Hauptmann. Esperoque sepa cocinarlo.

    Y porqu me envan un carnero?

    No hay ms, seor dijo an elsoldado, ya en su asiento de conductor ymanipulando los mandos. El frentenecesita 500 toneladas de suministrospara operar, pero en un da bueno nollegamos ni a la mitad. Me lo cont unpiloto de Ju52, de los que, por cierto, ya

  • casi ni se atreven a volar.

    Bonito tanque, dijo an, porque erala primera vez que vea un Tiger II.

    * * *

    Cierto Desencadenar el caos en lascadenas de mando rusas nunca sirvieroncomo tctica, pues a un oficial ruso otrole suceda prcticamente de inmediato.De hecho, las tropas soviticas estabanconstituidas por tantos mandos que eraimposible desorganizar al ejrcito conesa estrategia. Asimismo, el nmero desoldados de a pie era imposible de

  • refrenar. Ya lo haba demostrado lavoluntad rusa, trabajando comohormigas. Algn avin dereconocimiento alemn habafotografiado una fbrica de armas rusasa tiro de piedra de los escuadrones debombardeo pero, a la semanasiguiente, y si el alto mando alemntardase en tomar la decisin debombardear esa industria, los rusos yala haban desmantelado y transportadoms all de los Urales, ponindola denuevo en funcionamiento en un abrir ycerrar de ojos.

    Era lo que quedaba de la ingeniosaOperacin Barbarroja de Hitler, quedebera haber durado dos meses, no dos

  • aos. Las estampidas en desorden, laconfusin, era lo que restaba de aquellostres millones y medio de soldadosalemanes, asistidos por seiscientos milsoldados aliados al Eje. 225 divisionescon 600.000 vehculos, miles decaballos (al menos haba algo paracomer), 4.300 blindados, 7.184 caonesy 4.000 aviones de la Lutfwafe, al uso,en todo, de 19.000 trenes aunque sedieran verdaderos quebraderos decabeza en las lneas frreas parahacerlos funcionar correctamente (nadams y nada menos, que la mayoroperacin militar de la historia).

    Son entonces el cielo y El

  • Hauptmann Haeussler alz la cabezadesde su carro y vio cmo lessobrevolaba un bombarderofusionado con otro! Dos en uno Alacon ala, pero unidos Qu diablos eraaquello? Luego, tras el cabrestante delque tiraba, un planeador

    Eran algunos de los planes paraenviar suministros al frente,reconvirtiendo bombarderos encargueros, o haciendo que stos,unindolos y aadiendo un quinto motor,pudieran tirar de pesadas cargas en unplaneador proyectado en principio paraalojar soldados y, en realidad, caersobre el enemigo con el silencio de una

  • pluma que cae del cielo; ahora, eraalimento o municin lo que llevaba ensus entraas, pues ningn hombrepareca poder escapar de la trampa rusa.

    El mundo del revs. No era deextraar, llevando atado y sobre lacubierta del motor un carnero vivo,maniatado y latente, fresco, hasta lahora de comer. Eso s, casi ardiendo porel calor del motor aunque,seguramente, agradecido porque lastemperaturas haban vuelto a bajar.

    * * *

  • La guerra llega sin avisar. A veces, elconocimiento de las fuerzas rivales estan amplio, se sabe tan bien su posicin,que al entrar en combate con l se puedetener la sensacin de haber quedado demutuo acuerdo como con un amigo,aunque no sea precisamente para tomarun caf. Tal vez, como quedan enrealidad un par de boxeadores paradisputar algn ttulo.

    En La Primera Guerra Mundial, en elprimer ao, llegadas Las Navidades, lainocencia militar y social, algn tipode sentimiento de la camaraderahumana para con esos pocos lazos quepueden unir a unos enemigos, llev aque los hombres detuvieran la guerra el

  • veinticinco de diciembre. Una treguapara disfrutar, al menos, de esas pocashoras celebrando la Noche Buena, ascomo para enterrar a los muertos.

    Ya habra tiempo de que la guerratomara su verdadero cariz, el deprcticamente ganar la guerra acualquier precio. Por entonces, losalemanes empezaron a batallar congases txicos, que trata de un tipo dearma sucia que sacaba en masa a loshombres de las trincheras. Empero, elverdadero tono de la picaresca tom suverdadero sentido cuando queddemostrado que los franceses deentonces, con sus coloridos uniformes yal estilo tradicional, eran una clara

  • diana en el campo de batalla. Naceran,pues, los uniformes confusos con elentorno y otras tretas del fraude. Porejemplo, el lujoso RMS Lusitania, rivaldirecto del RMS Titanic, sera usado enlos comienzos de la guerra para eltransporte de pasajeros, armas ysoldados, siendo hundido por unsubmarino de la Kaiserliche Marine (LaMarina Imperial de Alemania).Diseado, de todos modos, para poderreconvertirse en buque militar llegadoun conflicto blico (pese a que para suspasajeros ofreca un 50% de espacioque la competencia, algo traducible enalto lujo) el Lusitania supuso una claraintencin de burlar las apariencias yrealizar contrabando blico. Los

  • alemanes de Hitler, con ambicin deganar aquella nueva guerra, seranherederos de estas tcticas utilizandomercantes como corsarios, camuflandosus armas. El alto mando alemnordenara asimismo el estudio intensivodel uniforme de campaa paradesvanecer a las tropas en el entornosalvaje y los rusos, nadie sabra decirsi de casualidad o con toda intencin,haban fabricado un tanque medio, el T-34-85, y una bestial total, el IS-2 (JosefStalin III para los alemanes),decididamente calcados.

    Otro al infierno, mi Hauptmann! grit el artillero. Era el tercero que caa.

  • Somos ms rpidos! lesgratific el comandante, entendimientoque su tripulacin podra ser buenamanejndose con las municiones, pero elcan del Tiger II era decididamentesencillo de armar (una cadencia de diezdisparos por minuto, mientras que lostanques rusos apenas llegaban a 4). Deesa forma, al uso de la potente miratelescpica de ltima hornada TFZ-9D,capaz de aumentar la imagen tres o seisveces, el comandante iba despachandolas posiciones y los blancos con unaintuicin casi esotrica. Supuestamente,los rusos haban resuelto ya el problemade las tediosas burbujas en sus miras detiro pero, an as, el potente can de

  • 88mm del Tiger iba dando cuenta deaquellas siluetas de cara con la ventajade que aqullas apenas petardeabanuna vez por cada tres del carro alemn.De hecho, el maravilloso ingenio eracapaz de acertar una y otra vez a 1.200metros sobre un blanco de 40x40cm yotro tanto con aquellos T-34-85 querecordaban a bueyes desbocados.

    Fuera de combate, mi Hauptmann!lo alentaba el conductor, girando ya elcarro hacia un nuevo objetivo. Era unoptimismo desorbitado, que elcomandante intentaba que no le llenaratanto como a su tripulacin porque lascosas nunca pintan tan bien durante tantotiempo. Por ahora, los petardos

  • enemigos slo eran ruido, porqueninguno haba dado en el Tiger. Apenasabra que pasarle un pao, y restarle elpolvo de encima, para que volviera alucir nuevecito, ya que los proyectilesrusos por ahora slo salpicaban detierra.

    Las maniobras eran de sobraconocidas. El Tiger da la cara una y otravez, sabiendo que es su lado msfotognico. Es decir, donde posee elmayor blindaje (y son planchas slidas,no remachadas). De esa forma, el primerimpacto que recibi el tanque deHaeussler no supuso sino que sustripulantes se mordieran la lengua. Laresonancia resultante los hubiera dejado

  • sordos, de no ser por los cascos. Elmotor V12 estuvo a punto de calarse,pero slo fue que el conductor perdide vista el pedal del aceleradorEnseguida se devolva el fuego y otrotanque era abatido, con la horrendarealidad de que el arrojo de los rusos nodaba sentido a que se disearan en el T-34-85 tantas puertezuelas de emergenciacomo era de esperar. Ello debilitara lacoraza y all se cocan los enemigos,en su propio sacrificio y ladeterminacin de una guerra total porparte de sus ingenieros.

    Cinco minutos de combate en mitadde la nada rodeados de un sinfn defantasmas, que iban apareciendo de

  • entre la bruma de guerra; de algunamanera, se haban colado en una batallaajena, adonde caa con esmero laartillera alemana para decorarconvenientemente el infierno de supolvo maldito. Y as caa otro tanqueruso, y de nuevo los alientosentretanto el comandante se tentaba derezar a un dios que no conoca porque elTiger estaba rodando demasiado; dealguna manera, le llegaron a la mente lasfatales estadsticas de su motor, las queviviera en persona cuando, del trayectode la estacin de tren al frente, 37 de los45 Tiger II se estropearon sin remedio(cosa del sobrepeso, del que, por ahora,aquel ejemplar bendecido parecahaberse olvidado). Luego la guerra

  • misma le ense, de nuevo a uncomandante experimentado, que lasuerte a veces dura apenas un suspirocomo cuando, al girar, casi chocanfrontalmente contra un blindandoenemigo el mismo que no duda, pelea,se han detenido frente a frente, y aquldispara a bocajarro en la cara misma delTiger. El golpe es duro, brutal Lostornillos parecen dar media rosca elmotor se para pero es slo unaimpresin. Por fortuna, slo se trata deun T-34 normal, con can de76,2mm. Con esa pistola de juguete, elcarro ruso no puede sino desmaquillar alreforzado tanque alemn, el que denuevo enciende su motor y abre fuego,

  • reventando todo hierro que encuentradelante (ya lo haban prometido losingenieros, que el Tiger II sera capaz dedestruir inmisericorde a la mayora desus oponentes, entre rusos, Shermans M4americanos y Churchills IV britnicos).

    No no he llegado hasta aqu paraque me hagan morder el polvo, semaldijo el comandante. Puede que mehayan dado el mando de esta hojalata demierda, el peor tanque que puede habersalido de la mesa de diseo pero nosobreviv a los ingeniosos britnicos enel retorcido Paso de las Termpilaspara caer aqu, en mitad de esteestercolero blanco (por entonces, la 5Panzer-Division captur a 7.000

  • soldados ingleses en las playas griegas).

    La tripulacin se envalentona. Tomaaire, y resuello se vuelve locaQuiere matar o morir, le da igual. Laconfusa batalla a veces conlleva esesentimiento. As pues, all espera otroT-34-85 Est a tiro Se le da lacara, como siempre Es una presafcil, porque se aviene confiado Casi,con arrogancia, se le dejar que dispareprimero, porque el Tiger II siemprepuede poner la otra mejilla

    Pero esta vez no No es un T-34-85.Se le parece pero slo eso. Ladistincin tiene todo el peso del mundo,habida cuenta de que el can cambia.El puetazo es distinto Ya haban

  • notado las tripulaciones de los tanquesrusos que, incomprensiblemente, subalstica haba mejorado bastante susprestaciones de penetracin, en tantoslo estaba ocurriendo que la debilitadaindustria alemana haba tenido quesustituir el manganeso de las aleacionesde sus Panzers con nquel, un materialde propiedades inferiores (Guderian,Inspector General del Cuerpo Panzer,hablara de este problema en susmemorias). As pues, el Tiger IIheredaba ese apao en toda sumagnitud y, aquel nuevo rival, desdeluego, no renda un can de 85mmsino de 122; es un Josef Stalin III, lomejor que han construido los rusos en suvida, un diesel aparentemente perfecto.

  • El guantazo fue definitivo, penetrandola coraza del Tiger y desintegrando alconductor. La sangre, los hierrajos, lashojas sueltas del Tigerfibel Una nuevadimensin cop la baera del tanque,elevando la temperatura interior,comindose el oxgeno De hecho, elcomandante crey que una pasta gruesade cobre le solidificaba los pulmones,mientras, slo un segundo despus, labrisa helada de la Rusia ms cruel loincitaba a un sueo profundo.

    Afuera, el carnero escapaba de suapreso. Correteaba el campo de batalla,mientras los Panthers alemanes (losverdaderos protagonistas de todas laspeleas) iban entrando por fin en accin.

  • An algunos T-34-85 con las cadenasreventadas, y an el motor inutilizado,se permitan el lujo de seguir abriendofuego, seguramente porque sus valerosastripulaciones, algunos supervivientes ensu interior, rotaban las torretasmanualmente. Y segua sonando a unsacrificio de sangre demasiado precario,desesperado Las figuritas humanasiban tomando forma detrs de susblindados, en la forma de sovieticuchosde pueblo armados con aparentescarabinas.

    Era slo un espejismo Ganar alos rusos era slo eso, un sueo Loscarros de Stalin brotaron de la brumacon sus nuevos blindajes (con una

  • calidad slo superada por losamericanos), sus nuevos calibres, susequipos de radio capaces de entendersea ms de 40km Slvese quien pueda,deba ser la consigna; Alemania pierdela guerra, y slo un milagro puede evitarsu debacle.

  • Captulo tercero

    An llevaba algn vendaje. Y anrecordaba, adems, cmo los oficiantesde la propaganda nazi lo crean ver enaquella cama hospitalaria condemasiadas magulladuras, sin la estticadeseada de un hombre de acero. Por esolo dejaron estar y hasta la semanasiguiente, cuando un equipo deproduccin fotogrfica llevaba a aquellahabitacin luces y maquilladores, yremova el mobiliario y lo esperanzabacon una nueva mano de pintura a lasparedes, para retratar al Hauptmann

  • Eberhard Haeussler como al as de loscombates de la Wermacht que era.

    No puso buena cara. La mejor quetena entonces, en una media sonrisa quela prensa interpret como la mirada dehierro alemana. Ya saba que sushombres se haban volatilizado. Dehecho, le sacaron del cuerpo astillas dehueso del conductor y de aquel jovencitoFlakhelfer reconvertido en operador deradio. El artillero intent orientar elcan, por su propia iniciativa eintentando devolver aquel disparodespus de que el tanque diese vueltasen crculos, sin control, pero el cargadorestaba intentando salir del Tiger por unaescotilla de la baera y fue decapitado

  • por el movimiento de la torreta. Lasllamas hicieron el resto y aquelvaleroso artillero rescat el cuerpoagonizante de su comandante, para queluego lo acribillasen a l y a ste lodieran por muerto.

    La guerra se puede saber hacer,pero eso slo da cierta ventaja hastacierto punto. Otro tanto, en lasescaramuzas codo a codo, es tener lasuerte de cara. Haeussler despert enaquel hospital sin haberse enteradocmo haba nacido de nuevo, quines lehaban llevado al mejor lugar delmundo: aquella cama. Sbanas limpias,y no mantas apestosas. Comida caliente,y no despojos Hasta el hierro del

  • entramado del cabezal de la cama seantojaba como ardiendo, comparadocon el fro hielo de las paredes delPanzer.

    * * *

    En algn lugar cerca deMagdeburgo, a 130km de Berln.

    Ven el jueves, querido Eberhard.Vente el jueves. Aqullas haban sidolas palabras de su to Adelfried, paraque pasara unos das en su villa. Un

  • casern muy antiguo, que, a travs de losveranos, el Hauptmann recordabarodeado de flores rojas, las mismas queahora crea entrever en los campossangrientos de la guerra.

    sta pareca no haber llegado hastaall. Cierto que los controles militareseran el verdadero tedio de cualquiercarretera y escenificaban el sentimientoblico adonde quiera que se fuera detodo el pas, pero, a pesar de que enaquel esplndido cielo tronaban amenudo los motores de los bombarderosenemigos de Alemania, aquel pueblecitoolvidado y el casern parecan vivirotro tiempo.

  • Un engao Slo era apariencia. Loscarteles nazis se apoderaban de todoaquello que pudiera funcionar comoposte, entre rboles (hasta los buzonesde correo) y tendidos elctricos. Dehecho, de esos mismos tendidos habaalgunos nuevos y para pisotear cualquierbonito paisaje hasta hoy indemne, yalgunas torres de radio se esgriman alas nubes como si se hubieran levantadocampos petrolferos.

    Adelfried Haeussler estaba ya muymayor. De hecho, envejecidoprematuramente, asistido por un bastnque ya era una extensin imprescindiblede su cuerpo. Haba recibido la purgadel nazismo y para que le dejasen en

  • paz, manera de que gran parte de susahorros de toda la vida, su serreraincluso, los haba entregado a la causade la guerra desinteresadamente. Erauna forma de sobrevivir.

    Aquel jueves por la maana, toAdelfried le estrech las manos a susobrino y tomaron el desayuno juntos,hablando de los viejos tiempos. Dehecho amenizaron el momento con todoaquello que no les recordase a la guerra,a pesar de que en el pecho delcomandante de carro se luca una nuevamedalla (el deseo de transmitir lavoluntad de ganar la guerra llevaba aque se fabricaran con esmero y seentregaran con el mismo mpetu). Fue un

  • fugaz comentario, de Eberhard, para quesu to entendiese que no se allegabaarrogante en su pinta, sino que habaviajado de uniforme para facilitar sutrnsito (condecoracin incluida).

    Hblame de Dietlinde, hijo.Cmo est tu chica? La habrs ido aver

    Dietlinde, su novia Era la segundamujer que perda. La primera antes de laguerra, de muerte natural. Dietlinde, sunuevo suspiro en la vida, asimismo noera en aquellos momentos una opcin:

    Nadie sabe nada de ella Laltima noticia que tengo de su paraderohabla de algn hospital cerca del frente

  • del oeste, pero no he conseguidoinformacin al respecto. Slo esperoque est bien.

    Adelfried titube, sintiendo unaprofunda tristeza que, no obstante, suedad obviaba a los entresijos de la vidamisma. No dijo ms sobre ello,sabiendo que en el campo de batalla sesienten muchas cosas, pero que en loshospitales se allega toda la miseria y nohay triunfo ni optimismo entre retaleshumanos agonizando.

    He visto la derrota de nuestropas, to Adelfried dijo Eberhard, conunas palabras que hubiera podidoexpresar a sus superiores, pero que tena

  • que haberlas callado hasta aquel precisomomento porque el desaliento en lastropas podra malinterpretarse. Novamos a poder superar este momento.Son demasiados enemigosdemasiados frentes Rusia no esPolonia. Nuestra 5 Panzer-Divisioncombati aquellos jinetes desamparadosen la ocupacin de Polonia (lakawaleria polaca), y quiz Hitler piensaque los bolcheviques son algo parecido(igual que Polonia, que slo habadispuesto 760 millones de dlares enarmamento contra los 24.000 deAlemania). Tambin estuve enDunkerke, cuando le dimos la granpatada a los aliados y los enviamos al

  • otro lado del Canal. Tomamos inclusoYugoslavia Aquello era un juego denios comparado con esto. Ahora nosasfixiamos con el fro rtico de Siberia,como si los rusos empujasen ese vientofatal hacia el frente. No hay comida, nohay aviacin La retirada de Moscslo fue un aviso; cundo Hitler va aaceptar lo inevitable y rendirse anuestros enemigos? Terminar habiendouna masacre

    Adelfried suspir, viendo que elproblema de Alemania era tan grandeque una agradable conversin familiaren una bonita maana tena quesalpicarse, inevitablemente, de lasuciedad de la guerra.

  • Hace una semana cay una bombaen el jardn dijo, casi como unabroma. Me gustara que la vieras

    Una bomba, to Adelfried?S, una bomba Ven a verla

    Y, en efecto, en la parte de atrs de lacasa, aquel enorme petardo americanoestaba clavado de cabeza en la tierra,entre florecillas que formaban alegresdibujos. Los artificieros alemanes yahaban ido a verla, delimitndola conalgunas vallas improvisadas y poniendoalgn cartel rutinario de advertencia. Sibien, las preocupaciones de la guerralos haba llevado a desestimar intentarextraerla o desactivarla, por lo que la

  • recomendacin a to Adelfried era queabandonase la casa si quera. Ah ibaa quedar el armatoste, el queseguramente haba cado por errorporque aquella casa no esconda ningnentresijo tctico o s?

    Evidentemente, los americanos nosaban qu poda estar cocinndose enaquellas paredes. Ni britnicos ni rusoslo podan saber.

    Tampoco aquello era una bombaamericana soltada por error, o perdidapor un fallo tcnico. De hecho, nisiquiera era una bomba, como hizoentrever Adelfried golpendola con subastn.

  • Una de stas la vimos en la herrerahasta que se la llevaron los nazis paraestudiarla Basndose en mis bocetos,sta la ha fabricado un herrero amigomo, alguien que va a mantener la bocacerrada.

    La boca cerrada, to? Para quhas puesto una bomba falsa en tu jardn?

    Para evitar que me molesten. Laintimidad que he conseguido con ella nohubiera podido comprarla ni con todo eloro del mundo; nadie quiere hacerregistros con una bomba cerca.

    Intimidad, to? Tanto te hanmolestado? Puedo presentar una queja

    Eso te perjudicara. No soy del

  • todo un tipo fiable en los archivos delReich. Ya sabes lo que opino de laguerra y lo que opinaba tu propio padre.Te imaginars que han estadofastidindome ltimamente, que siemprehe estado bajo sospecha. Pero ahora,gracias a mi bomba, los he perdido devista y me gusta entrever que piensasalgo parecido a lo que yo pienso. Al fin,hijo cuando pensaba que estabas tanesperanzado de las conquistas militaresde Hitler que iba a perderte parasiempre y, con su andar cansino, toAdelfried se cogi del brazo de susobrino para entrar en la casa. Mihogar es ahora un lugar seguro, sinintromisiones Era justo lo que estaba

  • buscando, querido Eberhard. Tengoinvitados esta noche y quiero que losconozcas.

    * * *

    To Adelfried an suspiraba, mientrasse pona un bonito traje de cuadros paracon aquella noche. Volva a hacerloponindose su pajarita, sabiendo que sudesaliento no era por l, sino por susobrino. Una familia escueta, mermadapor dos guerras Las leyes Sippenhaft,introducidas a razn del atentado contraHitler el 20 de julio de 1944, suponanque los familiares de todo conspirador

  • contra el Reich eran asimismo culpablesdel delito de alta traicin. En algunoscasos, asimismo supona la condena amuerte para quienes no tenan msvinculacin con los autores materialesdel delito que la sangre misma. HeinrichHimmler, jefe mximo de las SS, habajustificado esta ley ante el alto mandodel Reich invocando como antecedenteuna presunta costumbre de las tribus delos teutones, donde el clan del acusadoera condenado a muerte. Una medida enparte disuasoria, del todo en prcticapuesto que el hermano de Claus vonStuffenberg (autor del atentado contraHitler que promoviera/resucitara laley), Alexander von Stuffenberg, an

  • sin conocimiento alguno de los planescontra Hitler, y a pesar de estarsirviendo como oficial de la Wehrmachten Grecia, fue acusado y condenado dealta traicin. As pues, Adelfried sabaque todo aquello que dispusiera encontra del Reich iba a afectar a susobrino. El desquicio de los nazis en laspostrimeras de la guerra as lopresagiaba. Incluso un valiente ycondecorado comandante de un Panzerpodra caer en aquella absurda escaladade intrigas.

    Eberhard no se puso su uniforme.Cierto que aquel par de trajes civilesque llevaba en su maleta se habancrecido o era l quien haba perdido

  • mucho peso. No tena, del todo, buenapinta. La guerra, desgastando el alma y,por ende, el cuerpo.

    El casern, enorme, no dejabapresagiar la llegada de los invitadosdesde la planta de arriba. Habanllegado algunos coches, pero elcomandante no haba odo las voces denadie. Al bajar al saln, donde toAdelfried dispona de su casa unmullido de alfombras, sus piezas decaza, la chimenea encendida laetiqueta no tena sentido en un informalcctel de apenas cinco invitados. No eraprotocolo, sino una formalidad, mientrasel servicio de to Adelfried se retiraba yera el mismo anciano quien serva un

  • par de copas. An as, el traje de nochede la seora Riefenstahl la situaba msall de aquella campia, como sianduviese los teatros ms elegantes dela Berln en su apogeo artstico. Era untraje oscuro, con leves destellos perouna mujer fatal que ya contaba loscuarenta aos y pocas ganas del glamourde pasarela, del prototipo de loscaricaturistas americanos en sus tirascmicas en burla hacia el rgimen nazi ysus mujeres. Fue una impresin falsa enEberhard, porque aquella mujer ya nocontaba aquella aura ertica de laspelculas de su juventud, sino un porteracional respetablemente vestido denoche.

  • Eberhard estaba confuso de aquellapresencia. Riefenstahl era la manoartstica de parte del entramadopropagandstico del Reich. Ella, yacomo directora, haba filmado paraHitler La Triloga de Nremberg, esdecir, las concentraciones polticas delPartido Nazi en el Campo Zeppelin, enlos ya sangrientos captulos Victoriade fe, El triunfo de la voluntad y Dade libertad: nuestras Fuerzas Armadas,1935. En ellos, el deseo blico ya es unarealidad, as como el ideal de unaAlemania total, de una nueva y definitivapotencia mundial, entremedios de unosdiscursos totalitarios de los jerarcasnazis y de, cmo no, un enrgico Hitler,

  • productor del filme (con un presupuestoconsiderado como ilimitado). Dehecho, el tercer documental, del tercercongreso y tercer ao, trat casi enexclusiva del devenir blico, con lasformaciones militares reproduciendouna guerra a pequea escala, con elvuelo de los aviones de la Luftwaffevolando en formacin cerrada paradibujar una esvstica las bocascantando el Deutschlandlied (El HimnoAlemn) en los multitudinarios desfilesdel Reich. Olympia sera el segundofilme propagandstico de Riefenstahl,filmando lo que nunca antes habafilmado, un evento deportivo de talmagnitud, para con los Juegos

  • Olmpicos de Berln de 1936, losllamados juegos de Hitler, con uncariz poltico que la prensainternacional no dud en criticar.

    Qu haca ella all? To Adelfried noera del agrado de los nazis. El mundose haba vuelto loco?

    Se hicieron fugaces presentacionesdel resto de los invitados, las mismasque Eberhard no rehuy pero que se levolatilizaron de la cabezainstantneamente ante la presencia deaquella mujer, que lo abarcaba todo.Acaso, un jovencito de 17 aos le llamla atencin. S, otro chico de lasJuventudes Hitlerianas. Un jovendesmejorado, con los ojos hundidos y

  • las orejas extraviadas. Un muchachosilencioso, que no dijo nada en ningnmomento.

  • Captulo cuarto

    Alemania tiene muchos jerarcassegua comentando uno de loscomensales, que terminaba siendo unaespecie de cineasta reprimido, en lasombra. Haba algo de comida, pero eraevidente que aquello no era una cena. Lamesa no era casi tocada, aunque setentara aparentar una reunin de amantesdel arte en una amena mesa de amigos.Porque primero hablaron de aquellostiempos en que se filmaban otro tipo depelculas, de las limitaciones tcnicashoy superadas (elogiando a la seora

  • Riefenstahl en sus innovaciones), dealgunos artistas expulsados por elReich La gran quema de libros, quehorroriz al mundo. Mann, Freud, Marx,Kstner Aquellas primeras hoguerasdelante de La Universidad Friedrich-Wilhelm de Berln, que apadrinara nims ni menos que el mismsimo JosephGoebbels, Ministro de IlustracinPopular y Propaganda del Reich, hoyarchienemigo de la seora Riefenstahl,en una guerra en el silencio en que seprocesaban odio mutuo pero asimismotentaban superarlo ignorndose. Alemania parece un enorme patio denios caprichosos, prosegua aquel

  • tipo. Hitler ostenta el poder absoluto,pero el resto de todo el poder colindantea su persona va y viene en los tira yafloja de sus altos mandos, de susministros Ya lo vimos en el atentadocontra el Fhrer. Los generales disputanun poder incierto que puede llevarlos atomar la cancillera, pero asimismopueden ser destituidos por Hitler apenassin justificacin, lo que creadescontento, y voluntades de ascenso.Ganarse o perder la confianza de Hitlersupone un todo La popularidad delFhrer se hizo incontestable con la tomade Polonia, de Francia, de Noruega, delos Pases Bajos Si alguien pensantes de eso en quitarlo de en medio,call hasta terminada La Batalla de

  • Inglaterra. A partir de entonces, depreveer que Alemania no era invencibley que Hitler no era un dios, fue posiblereclutar conspiradores incluso dentro delas filas de las SS. Un conspirador, queexiste en todo mando inferior a Hitler; lmismo lo dio a entender ocupando lacancillera al uso de ese poder tanextenso como al lmite de lo que existeo lo no que existe. En una nacin dondel mismo hace trampas, estaescenografa sin ley esperanza acualquiera a que es posible robarle lacancillera.

    Es un punto a favor a los traidoresal Reich dijo otro comensal,

  • deteniendo su comentario con un dejeque la mesa imit y para no observar laintrusin de un extrao como EberhardHaeussler, condecorado recientementepor sus acciones en el frente ruso, peros tenerlo en cuenta para detener laconversacin en ese punto.

    Es mi sobrino, quiero reiterar dijo to Adelfried. No estara aqu sino es de toda mi confianza. De hecho, dijo an, Eberhard, quisiramosescuchar tu opinin con respecto alfrente, al devenir de la guerra.

    Lo cogi por sorpresa. Laconversacin ya llevaba unos veinteminutos envuelta en la temtica artstica,

  • y hasta que, como en todo, la guerraterminaba tomando protagonismo.

    La guerra? Estoy escuchandocomentarios que podran tildarse comotraicin, caballeros objet Haeussler,respondiendo como el oficial de laWehrmacht que era.

    Y la mesa se puso tensa. Nadieintercambi una mirada que fuera denotar, pero s que de alguna manera seelev un sentimiento de aprieto.

    Cuntales a mis invitados lo que mehas dicho esta maana le pidi toAdelfried. Fue austero, aunque con esacondescendencia de la gente con lamisma sangre.

  • Eberhard los mir uno a uno. Tard endecidirse, pero al fin acert a decir todoaquello que, seguramente, ya no seracapaz de callar ni a los altos mandos:

    Negarse a la evidencia es traicionara la patria dijo. La lucha sin unpequeo indicio de ganar la guerra notiene sentido. No va a fortalecer aAlemania. La va a dejar en manosextraas, en mitad de un futuro incierto.Hitler debera haber sabido plantarsecon aquello que era razonable para lasposibilidades de nuestro pas, conseguirlo mximo que Alemania hubiera podidoatesorar.

    Se refiere a no haber empezado laguerra? pregunt al seora

  • Riefenstahl.

    Exacto. No haber invadido Polonia.Es fcil verlo desde esa perspectivaahora, cuando todo va de cabeza alinfierno. Por entonces, la 5 Panzer-Division a la que pertenezco parecacapaz de comerse el mundo. Hitlerconsigui unas victorias aplastantes, lasque quiz confundieron un poco lascosas. A partir de ah, que el mundoentero le declarase la guerra a Alemaniaslo poda suponer que ya no ramosdueos de nuestro destino.

    Eso s que suena a un discursotraidor dijo alguien.

    Suena a algo realista. No se puede

  • alcanzar lo inalcanzable. An menos conesa panda de arrogantes militares de laque ya se ha hablado en esta mesa.Alemania posea un poder formidable,un ejrcito moderno y bien entrenado,con increbles hombres en sus filasTenamos a los mejores ases del aire y alos mejores estrategas en tierra firme,pero la maldita competencia entre losaltos mandos y la genial intuicin deHitler los ha ido mermando. Hemosperdido a muy buenos hombres, losmejores Hitler nos ha hecho caminarde un lado para otro, trazando el mapacon el dedo sin saber que apenasmoverlo unos centmetros supone unesfuerzo tremendo a nuestras unidades.Nos ha agotado. Nos ha llenado de

  • objetivos sin sentido. Nuestra Panzer-Division ha rotado por toda Europavarias veces, en lugar de asignarse yarraigarse a un teatro de guerra nico.Hemos tenido que adaptarnos a nuevascondiciones de guerra, a nuevos terrenosy climas, a otro tipo de lugareosHitler ha credo elegir para susoperaciones a las divisiones que mejorrendan, a saber que nuestra divisin hasido de las mejores y de las peoresdependiendo de lo que nos ha deparadoese confuso destino que nadie puedeinterpretar por adelantado.

    Entonces, la guerra est perdidapara usted? pregunt la seoraRiefenstahl.

  • Por supuesto. No hay otro camino.Es imposible recuperarse de estedeclive. No hay hombres, nicombustible, ni materias primas paramantener un nivel combativo.

    Imposible hacer funcionar lasfbricas, con formaciones de hasta 1.000bombarderos americanos dejando caertoda su mierda dijo alguien. ste porfin se present de nuevo, aunque conotro nombre. De hecho, despus dehaberse anunciado como Alger Baum,ahora cambiaba de parecer y desvelabasu verdadera identidad: Soy LeonardHolzman, y disculpe que haya sidoreticente a darme a conocer. Soyfotgrafo ocasional del Das Reich (El

  • Imperio), el peridico de Goebbels.

    Fotgrafo de Goebbels, el jodidoMinistro de Propaganda? Se le puedellamar as, no?

    S, claro dijo la seoraRiefenstahl. No se extrae de queande cerca de uno de los hombres de miodiado Goebbels. El seor Holzmanest tan enamorado de ese animal comoyo.

    De hecho tampoco nos soportamosdijo Holzman. Sin embargo, ancuenta con mi material, habida cuenta deque soy especialista en montajes.

    En montajes, seor Holzman?

  • dud Eberhard.

    El seor Holzman tiene el tristehonor de haber hecho mucho msrealistas las mentiras del Reich dijoto Adelfried, ponindole la mano en elhombro a aqul, con orgullo, asabiendas de haberse rodeado deverdaderos artistas, cada cual en surama.

    Bueno, no estoy del todo orgullosode mi trabajo, pero debo reconocer queGoebbels me valora mucho, aunque nome aguante. Ma es parte de lacredibilidad que an puede tener elReich en algunos sectoresinternacionales. Los Uruguayos nosadoran, por ejemplo. Es una buena

  • relacin para tener contactos desegunda en caso de que todo esto setuerza demasiado.

    Uruguayos? De qu estamoshablando?

    Uruguayos, argentinos, chilenosTenemos amplias relaciones con ElVaticano, por ejemplo alegHolzman. He fotografiado aGoebbels, a Hitler, a Rommel a EvaBraun, la supuesta amante del FhrerTengo en mi poder fotografas suciasque Goebbels no quisiera que el mundoconociera, pero que l desconoce y yoadmito no son suficientes como paradesacreditar al Reich.

  • Eso ya lo har la guerra misma dijo to Adelfried.

    Y? dud Eberhard.

    No lo entiende? Que estemos enesta mesa supone un frente comn, unoque no est ah fuera, sino en este tipode mesas.

    Es decir, que estamos conspirando.Nadie dijo nada. Pasar de aquel punto

    era ya destaparse demasiado. Fue toAdelfried quien tuvo que hacerlo:

    Ya sabes de sobra que hanintentado matar a Hitler. Sus hombres,los altos mandos del Reich, hanconspirado contra l y han puesto una

  • bomba a sus pies, en la Wolfsschanze(Guarida del Lobo). El descontento hapropiciado distintas posturas dentro delejrcito, donde hay leales a Hitler,traidores y otros muchos que sonneutrales, que ni siquiera intervienen otraicionan a sus semejantes cuando seles contacta para un Push (golpe deestado). El Oberst im Generalstab(Coronel del Estado Mayor) Claus vonStauffenberg fue quien llevpersonalmente esa bomba. Y lo hizo nocontra Alemania, sino contra un relativotraidor, como podra considerarse aHitler si acaso llevase a Alemania a laaniquilacin. Stauffenberg tuvo el valorde adentrarse en el complejo, en

  • Rastenburg, un magnfico emplazamientocon hasta 50 bnkeres (de 80 edificioscamuflados y central elctrica propia),rodeado de campos minados y alambresde pas, infinidad de hombres de las SSy en mitad de un tupido bosque ahora,to Adelfried coga la mano de susobrino, confindole esa estima entrefamiliares. Me recuerdas a eseautntico patriota, Eberhard.Stauffenberg dej de creer en los nazishace tiempo, cuando fue testigo de lasatrocidades de las SS, de la ineptitud delos planes de Hitler Contact con l,de alguna manera Los conspiradoressiempre hemos tenido noticias unos deotros, aunque sea de forma ambigua.Siempre hay un comentario, una

  • insinuacin

    No sabamos cmo iban a hacerlo,pero s que iban a intentarlo explicla seora Riefenstahl.

    Hemos tenido que sobornar a algnque otro pez gordo de La Gestapo paramover toda esta informacin. aadiHolzman.

    Sobornar? dud Eberhard. Con dinero?

    No, con delatarle por su pasadojudo.

    Era obvio. La nebulosa con relacinal estado jurdico del Reich, y su propiaparodia en el sentimiento como nazis,

  • comprometa todo ese tipo de absurdos;miembros de La Gestapo de ascendenciajuda persiguiendo judos, acallados desu pasado para no ser discriminados.

    Y debo entender que en estacasa se est planificando una especiede plan B? dud Eberhard.

    La mesa intercambi algunas miradas.Nuevamente, fue Adelfried quien tuvo abien explicarse:

    El seor Hozlman, como ya haexplicado, es un fotgrafo ocasional delDas Reich. El peridico est diseadoespecialmente para su distribucin en elextranjero y actualmente imprime cercade un milln y medio de ejemplares. El

  • enfoque es claramente manipulador,viniendo del Ministro de Propagandadel Reich. En todo caso, lo que empezcomo un arma disuasoria, enseando dealguna manera el poder de los nazis atravs del mensaje de Gobbels, hoy seusa como arma arrojadiza en todo elmundo ensalzando los valores alemanes,intentando hacer creer a britnicos yamericanos, sobretodo, que el Reichest en plena forma. En ese punto entrala seora Riefenstahl, que en muchasocasiones ha sido caprichosamentellamada por la voluntad de un Hitlerfascinado de su enfoque detrs de lacmara, como la cineasta ejemplar quees. El Fhrer ha cado a sus pies entodos los aspectos posibles. Inclusive la

  • ha llegado a seducir

    Mejor saltmonos esa parte dijola aludida.

    Por supuesto dijo Adelfried. Sin embargo, es interesante comentarloporque es evidente que todos stos sonpuntos a nuestro favor. Contamos,relativamente, con el beneplcito deHitler. Su entusiasmo, incluso.

    Eso creemos dijo Holzman. Nadie se ha entrevistado con l desde elatentado. Las medidas de seguridad entorno a l se han vuelto ms queintensivas, y no sabemos cmo se sientedespus de ser traicionado por sushombres a tal escala. Sin embargo,

  • debemos intentar acercarnos a l paraterminar el trabajo que Stauffenberg nopudo terminar.

    Estis locos dijo Eberhard. Decididamente

    Ms locos que Hitler? lereplic la seora Riefenstahl. Eberhardcall.

    Alemania se hunde, seorHaeussler le quiso recordar el seorHolzman.

    Y unos civiles van a poderhacer lo que no pudieron unos militaresexpertos?

    Contamos con usted insisti en su

  • postura la seora Riefenstahl. Elentramado de la operacin para eliminara Hitler contaba con multitud de altosmandos cmplices, ms o menoscomprometidos, para, llegado elmomento clave de la muerte de Hitler,activar la Operacin Valkiria, poniendoen accin a la reserva de la Wehrmachten Berln y otras ciudades. Una especiede motn a gran escala.

    Nuestra esperanza quiso aadirel seor Holzman, trata de que lasimplicidad de nuestro plan surta efectodonde una planificacin militar a escalamultidisciplinar no tuvo xito. Escucheal menos nuestro plan, seor Haeussler.Al menos dnos esa oportunidad.

  • Captulo quinto

    No tenemos un relevo concertadopara Hitler, pero suponemos queiniciaremos una guerra internar queenfrentar, como mnimo, a las SScontra la Werhmacht. A nazis contramilitares Los cabecillas seenfrentaran unos a otros y la falta de unliderazgo comn derrumbar la cadenade mando

    Sonaba a un caos total. Quiz podraconcretarse un armisticio, aunqueChurchill (el Primer Ministro Britnico)haba pedido a las naciones aliadas que

  • no pactaran con los nazis bajo ningunacircunstancia. As pues, la derrota totale incondicional de Alemania deba serun hecho, y habida cuenta de que seestaba aviniendo desde el plano militar,que la nacin perdiese la guerra sin quese derramase ms sangre sonaba muyprometedor.

    La voluntad alemana se deshace deca el seor Holzman. Los mejoreshan cado y nos queda su reemplazo, unajuventud educada bajo el yugo nazi, bajosus ideales. Parece mucho, pero esevidente que la propaganda del Reichnecesita a sus hroes ms que nunca.Hroes que den ejemplo, y hroes queya no tiene. El dolor, el terreno perdido

  • que se ha cosechado con sangrealemana, el hambre, las dudas Losaliados bombardean con sus bombas,pero tambin con papeluchospropagandsticos. Es una segundaguerra la guerra de la voluntad. Hitlercree que slo con voluntad total, elpueblo alemn ganar esta guerra.

    Hitler es, pues, la primera vctimade la infame propaganda de Gobbels aadi la seora Riefenstahl. Cree enla victoria. Sin embargo, ahora mismono cree en su gente.

    Desconfa de extraos Lo hanintentado matar dijo Holzman. Acercarse a l siempre fue difcil, pero

  • ahora parece un imposible. Conjurascomplejas quedan en la nada, bajo loscontroles de seguridad.

    Gente inofensiva como nosotroses la nica que podra acceder al Fhrerdijo la seora Riefenstahl.

    Y un peligroso comandante deblindado como yo ironiz Eberhard.

    En su debido momento, s dijoHolzman. Hitler debe dar la cara paraque Alemania lo vea. No puedeesconderse. Ahora, ms que nunca, debeacercarse al pueblo, ya que le pide losmayores sacrificios.

    De hecho, la propaganda de

  • Goebbels lo eleva al estatus desemidis, capaz de sobrevivir a laconspiracin dijo la seoraRiefenstahl. Hasta el Papa se hamanifestado a favor de que el cielo estdel lado del Fhrer. No es momento deque se esconda.

    Estamos trabajando para que as nosea dijo Holzman. Intentamosconvencer al Ministerio de Propagandapara que organice un encuentro entreHitler y los hroes de la nacin. Yohara parte del reportaje, junto a otrosfotgrafos concertados; del Der Angriff,del Der Strmer incluso del liberalDas Schwarze Korps, pero sobretododel Illustrierter Beobachter, especialista

  • en ensalzar las glorias del nazismo. Laseora Riefenstahl filmara el quepresentaramos ante el Fhrer como otromajestuoso documental, de la talla deaqullos primeros del nazismo. Lapromesa de sobredimensionar el espritude lucha de una Alemania renqueantedebera poner a Hitler a nuestro alcance.

    De un equipo de prensa y otro deproduccin? dud Eberhard.

    No de los hroes de la nacinsuspir to Adelfried, casi con ciertavergenza del compromiso en que ponaa su sobrino. Evidentemente, ste noestaba all slo para escuchar. Acaso,pareca haber algo ms grande enAlemania que l, y tal cosa era

  • Alemania misma. To Adelfried seexplic, con mucho pesar: Hijoeres soldado Hitler va a exigir elsacrificio de muchos de vosotros. Eresmi sangre, pero me veo en elcompromiso de ponerte en medio de estaencrucijada a vida o muerte para evitarese desastre. Es el ejrcito ruso Notendr compasin de nadie.

    Nuevamente, el silencio se apoderdel comedor.

    Y soy yo un hroe de la nacin?dud Eberhard. Hay comandantesde Panzer que han acabado con msenemigos que yo y el Fhrer ni los havolteado a ver.

    Hitler busca las mismas fascinantes

  • historias que debemos buscar nosotros,seor Haeussler dijo la seoraRiefenstahl. Conozco directores quehan filmado los documentales del Reichen materia de educacin y a Hitlersiempre les ha fascinado los que tratande las Juventudes Hitlerianas. Su ego loinduce a admirarse de que la nuevageneracin alemana se eduque en suhonor, en sus ideales, a su semejanza ypara su admiracin.

    Ya tenemos a dos dentro, laseorita Riefenstahl y yo dijo el seorHolzman. El siguiente infiltrado eseste joven protagonista y, conadmiracin y alguna duda, el fotgrafodio a entender a aquel jovencito, enefecto, de las Juventudes Hitlerianas,

  • quien haba estado todo aquel tiempo enel ms absoluto silencio. De hecho,permaneca apenas con la cabeza gachay acariciando un pequeo crucifijo ensus manos, como si habitara otro mundo.El seor Ratzinger lo presentHolzman, va a ser asimismo unaadmiracin para Hitler, como miembrode las Hitlerjugend, pero sobretodocomo un verdadero hroe de la nacin;es un soldado del Reichsarbeitsdienst(un servicio de estrategia nazi)especialmente entrenado para ladestruccin de tanques y, mientras sele describa, el muchacho permanecaigualmente impasible, como abstrado ensu propia nebulosa, una que seescenificaba en su sombra mirada.

  • Un as de la guerra urbana, con unaintuicin genial para la planificacin yejecucin de todo tipo de trampas.

    Este voraz guerrillero extendi laexplicacin to Adelfried, ha dejadofuera de combate a cinco carros decombate rusos colocando ingeniosastrampas. Suyas son otras voladurassorpresa para con pelotones dereconocimiento bolcheviques, creandouna sensacin de pnico entre loshombres de la vanguardia rusa quehayan podido escuchar algo de susmilagros.

    El tipo de hroe que buscamosaadi Holzman. Incluso hemosquerido asegurarle en nuestras filasaadiendo algunos nmeros a su terrible

  • estadstica; los tanques son siete, y loshombres cerca de cien.

    Y, an con todo, el chico permanecaen el silencio, como si la vida terrenalle diera igual. La guerra un merotrnsito, a pesar de que pareca moverseen ella como pez en el agua.

    Y cul es su papel en todo esto?dud Eberhard.

    Pues suspir Holzman,reclinndose en su asiento para intentarrelajarse a travs de lo que iba a decir.Para apartarlo del fuerte dispositivode seguridad, el seor Ratzinger elseor Ratzinger seducir a Hitler paraconducirlo adonde queramos.

    Y, ahora, s que hubo un momento

  • discorde en aquella mesa. S, elcomandante de carro haba odo bienseducir Haba encuentros de todotipo en las miradas, mientras Eberhardrecordaba las leyes que sancionaban atodo aqul que llegara a insinuar que elFhrer gustaba de los hombres. Hitlerhaba arremetido una y mil veces contralos homosexuales, e incluso habaconseguido el apoyo masivo del pueblopor combatir esa plaga, como paraque el mundo fuese an ms retorcido delo supuesto y el mismo Fhrer fuese unode ellos.

    Seducirlo? indag Eberhard,queriendo que le extendieran lainformacin. Si eso es posible, habl ahora al joven seor Ratzinger,

  • ests dispuesto a hacer algo semejante?Mi cuerpo es mo Me entrenaron

    para lo imposible, mi Hauptmann dijoel muchacho. Puede acaso unmuchacho de cuarenta kilos hacer saltaren pedazos un tanque de cuarentatoneladas?

    Era obvio Estaba all por algo.Y ests conforme con traicionar

    los ideales del nazismo? Despus detodo, has sido educado en las JuventudesHitlerianas.

    Mi Hauptmann dijo aquelmuchacho, al uso de una calma absoluta,slo tengo un Dios y desde luegono es Adolf Hitler.

  • * * *

    Bien tenemos la forma de llegarhasta l. Podramos acercarnos pero,qu pinto yo en todo esto?

    Eres, por supuesto, otro de loshroes de la patria. Sobretodo, y deverdad que me cuesta mucho aceptarlo,el ejecutor de este desesperado plan.

    Ests loco, to Adelfried? No hayforma humana de que yo acceda aHitler.

    Lo hay dijo con rotundidad elseor Holzman. Vamos a filmar eldocumental de los hroes de la nacin,y, en l, Hitler en persona recibir a loshroes ms destacados. Usted, seor

  • Haeussler, ser uno de ellosHaremos lo imposible para que

    estes all, en esa filmacin dijoAdelfried. Como sea

    Estoy al tanto de las iniciativas msdisparatadas de estos tiempos de guerraquiso extender el seor Holzman.Mi trabajo es fotografiar las mssorprendentes escenas de la guerra,sobretodo aqullas que el pueblo alemnva a identificar con el valor que ansubsiste en las tropas. All adonde hayun fenmeno, all estoy yo. Hitler sigueatentamente esos logros. Es lo nico quele levanta el nimo. Por eso hemospensado en incluirlo a usted, seorHaeussler, en un plan que fascina aHitler en el primero de los

  • Sonderkommando Elba (ComandosEspeciales Elba) formado enteramentepor pilotos suicidas.

    * * *

    Maravilloso. Simplemente,maravilloso. Un anciano desvencijado,una cineasta como la seora Riefenstahl,un fotgrafo sensacionalista como elseor Holzman y un chico de lasJuventudes Hitlerianas y, ahora, uncomandante de Panzers reconvertido enpiloto de aviacin.

  • No tienes que hacerte un as de elaire Solamente es dirigir el avinhacia un objetivo en pleno vuelo.

    Era mucho pedir, arriesgar la vidapara poder arriesgarla de nuevointentando acercarse a Hitler.

    No puedo seducirlo yo?pregunt el Hauptmann, con stira.

    No se iban a falsificar lascredenciales de Eberhard. De hecho, lonico que se hizo fue mover algunosotros hilos, manera de conseguir uninforme mdico nada ms y nada menosque de Ernts Ferdinand Sauerbruch (elms importante e influyente cirujano dela primera mitad del siglo XX) quienprecisamente operara, y de forma

  • maestra, al mismsimo Stauffenberg trasque ste cayera herido en la Campaa defrica. No fue difcil conseguir sucolaboracin (desde el hospital Charitde Berln), a sabiendas que nosimpatizaba realmente con los nazis. Del, se desprendi la lesin ocularficticia en el Hauptmann, la que leimpeda volver al campo de batalla almando de un carro de combate. En sulugar, su insistencia para entrar a filasde la Luftwaffe y precisamente en elSonderkommando Elba dio comoresultado otra absurda obviedad: que unpiloto con la visin defectuosa nodebera subir a un aparato que vuela.Por fortuna, el Sonderkommando Elbatrataba de una misin sencilla, sin

  • apenas punto de mira, ni casi opcin aregresar a la base apenas volar hacialos bultos enemigos en el aire yestrellarse contra ellos. La idea eracolisionar un Bf-109 (uncazabombardero monoplaza) contra losbombarderos americanos queconstantemente estaban masacrandoAlemania. Un entrenamiento previo dedos semanas, para aprender a volar, yluego otro de diez das, precisamente enMagdeburgo, para precisar los detallesde cmo embestir a los aparatosenemigos. Desde otro punto de vista, apesar de que se haban presentado casitrescientos pilotos voluntarios para lasmisiones suicidas, no era del tododescabellado que un oficial de la

  • Wehrmacht quisiese volar, sobretodo asabiendas de su arrojo en el campo debatalla; apenas con el mismo tiempo sehaban dispuesto tripulaciones en el airepara cubrir las enormes bajas de laLuftwaffe en todos los frentes, mientrasotros experimentados caballeros del airetenan que volar una misin tras otra sincasi tiempo de pisar el suelo. Por ello,los hombres sanos se enviaban al frente,aunque an no supieran volar y loslocos de remate, como un comandante decarro, se admitan en elSonderkommando.

  • Captulo sexto

    Qu garantas hay de que ese

    muchacho pueda seducir a Hitler? Erala pregunta clave, an cuando elHauptmann Haeussler no supiera delresto del plan.

    Fueron, en realidad, tres semanaspara hacerlo piloto, en cuya primera elcomandante de Panzers aprendi toda lateora y luego vol con un instructor enun Heinkel He-51, un biplano desfasadopara la guerra, pero que an haca undesesperado servicio como entrenadorde pilotos. Nacido como avin civilantes de la llegada de Hitler al poder,

  • como mucho del material de los nazis enrealidad haba escondido en su diseoun espritu militar, por lo que prontoconform la primera unidad de laLuftwaffe, el JadggeschwaderRichthofen. Con este aparato, elHauptmann Haeussler aprendi latcnica que popularizara este ahoraobsoleto avin en La Legin Cndor (enLa Guerra Civil Espaola), la maniobrade asalto conocida internacionalmentecomo Cadena, donde al avin queataca un objetivo terrestre le sucedenotros de la misma escuadra de ataque yhasta que el primer atacante vuelve arepetir el ciclo.

    Las otras dos semanas, el HauptmannHaeussler vol el Arado Ar-96, un

  • avin de ala baja descrito en laLuftwaffe como entrenador avanzado.Llegado ese punto, de vuelta aMagdeburgo entrar en elSonderkommando Elba y, paraentonces, sus dudas se habanincrementado:

    Cmo sabemos que Hitler picar elanzuelo? Quin garantiza que Hitler seacomo se presume que es?

    Homosexual? Es sa lapalabra?

    El seor Holzman tena la respuesta.Fue l quien sugiri aquella parte delplan para acabar con el Fhrer. Eraevidente que un encuentro del tipo quese propona necesitara de cierta

  • intimidad. Slo en esa intimidad podraacabarse con Hitler.

    Fui reportero, en La Noche delos Cuchillos Largos. Hitler y suscolaboradores del Partido Nazi llevabana cabo una purga sobre sus rivalesdirectos. De hecho, incluso contraaqullos que lo fueron en el pasado y lopodran ser en el futuro. Eso es lo quetrasciende a mi respecto, pero lo quenos hicieron pensar fue una heroicaaccin de Hitler donde salvaba aAlemania de sus enemigos internos. Ungolpe de estado ficticio, en una jugadaque el Partido Nazi aprovechaba paraquitar de en medio el poder de las SA, aviejas glorias del ejrcito y a otrosconservadores y, aparte, enterrar

  • otros asuntos ms delicadosEstamos hablando de pretender

    desvanecer la homosexualidad delentorno de Hitler?

    Holzman sonri, sabiendo que elHauptmann no era ajeno a los rumores.

    Hice muchas fotos del Partido Nazien el hotel Nrnberger Bratwurstglckl,en Munich Por entonces, yo trabajabaen esa ciudad. En ellas aparecen muchoslderes nazis en compaascomprometedoras, a pesar de que sloson instantneas de divertidas cenas oamenas partidas de cartas. Tambinalgunas fiestas Yo debera estarmuerto por ello suspir el seorHolzman, pero, de alguna manera, y

  • hasta hoy, parece que por entonces mepasaron por alto. He tenido muchasuerte

    De qu clase de compaahablamos, seor Holzman?

    Jvenes homosexuales de las SA,los que Ernst Rhm (Lder de las SA, oCamisas Pardas) promova para suscolegas. Entre estos colegas, aunque mstarde iran distancindose, estaba Hitler,entre mdicos, lderes de las SA, altosfuncionarios del Estado, abogados,diligentes nacionalsocialistas... En esehotel siempre haba una habitacindisponible para ellos. Y debo reiterarmeen que he tenido mucha suerte, porquehasta el director de ese hotel s que fueajusticiado la noche de la purga.

  • Por quitar de en medio a todoaqul que supiese de esos encuentros.

    No descartar nunca que en laoperacin tuvo mucho peso la idea deeliminar enemigos polticos perojams dejar de creer que asimismo fueuna cortina de humo para eliminar a todoaqul que pudiera dar a conocer lahomosexualidad de Hitler. Hoy por hoy,ya sabemos que, por ley, todo aqul quepromulgue que el Fhrer es homosexualser ejecutado. An as, algunosconfidentes me han insistido en queHitler es uno de los del artculo 175,es decir, y siguiendo el cdigo penal,delito por sodoma. Otros aseveran queEva Braun es slo una coartada para elFhrer y no es menos cierto que

  • siempre he recibido chivatazos sobrelos aparentes devaneos de Hitler cuandoson en compaa de una hermosa mujer;la intencin, que les saque unas fotosrobadas. Como fotgrafo ocasional deGoebbels me siento manipulado, y deforma tan descarada que nadie puedequitarme de la cabeza que todo es unvergonzoso montaje.

    * * * Si supieras cmo aireaba un joven

    Hitler su homosexualidad. Por entonces,ni l mismo se imaginaba que llegaratan lejos. Fueron, stas, las palabras

  • que se le quedaron grabadas alHauptmann Haeussler, y que leacompaaron en su primer vuelo en unMesserschmitt Bf109. Fue en el cielo, yen su tercera salida sin instructor, paraencajar las palabras de Holzman yentender que ste anunciaba estainformacin de odas, pues nunca quisoentrevistarse con aqullos queconocieron al Fhrer de antes de lapoltica, cuando an no era ms que unpintor fracasado, all en una Vienadepravada donde los clubeshomosexuales eran algo comn (loscerrara el nazismo). De hecho, quienessupieron de sus escarceos de entoncescallaban tales andanzas, temerosos deque el Canciller de Alemania les

  • recordase y aadiese a una misteriosalista negra.

    Empero, volar el Messerschmittborraba todo cuanto pudiera caber en elpensamiento. Hasta ahora se habafascinado con los vuelos en aviones deentrenamiento, pero el Bf109 suponahacerlo al doble de velocidad, como siel mundo se moviera el doble dedeprisa. Suba como un rayo, y bajabacomo un relmpago. Una bestia, capazde darle alas a la Luftwaffe en laBlitzkrieg, una tctica que no hubierapodido funcionar sin una obra maestradel aire que pudiera ganar los cielos. Dehecho, entonces fue el primer avinmoderno del mundo, con tren deaterrizaje plegable, una construccin

  • monocasco enteramente metlica ycarlinga cerrada. Hoy era, ni ms nimenos, que el avin con ms pedigr dela guerra, slo complementado, nosustituido (de hecho, pasara a lahistoria como el avin con mayornmero de victorias que haya existidojams; slo para con los ases alemanes,los derribos son 15.000).

    * * *

    Menuda historia un comandante dePanzer, con xito, volando un BF109y, an, usndolo para estrellarlo contra

  • un bombardero enemigo.

    La seora Riefenstahl haba vuelto aBerln, organizando algunos pormenoresdel reportaje sobre los hroes de lanacin. De hecho, haba propuesto alMinisterio de Propaganda, afuncionarios cercanos a Goebbels, quela pelcula se terminase en tiemporcord y que se dispusiesen miles deproyectores para con una divulgacinmasiva de la cinta, que motivara noslo a las tropas, sino a la poblacin; serepartiran las copias por todaAlemania.

    En el otro lado de la operacin, elseor Holzman consegua que el

  • jovencito Ratzinger pasase unos das encasa de to Adelfried, proponiendo quenecesitaba hacer de l un reportajemenor que asimismo sera distribuido alas tropas del frente y a los cuarteles deentrenamiento, manera de extender lashabilidades naturales del muchacho alresto de la milicia. Con esascondiciones, Holzman haba conseguidodilatar la asuencia del chico del frente.En esencia, Ratzinger debera estarpasando unos das con su familia, depermiso, pero haba preferido abstraersede sus sentimientos para, precisamente,que stos no le llevasen a quererabandonar su destino si bien, toAdelfried le haba confiado que lossentimientos a menudo son encontrados,

  • como asimismo motivadores; nadamejor que pensar en los tuyos para tenerla voluntad de hacer los grandessacrificios.

    Aquella tarde, Eberhard encontr a suto y al muchacho en el jardn de la casa,tomando un caf oscuro, Adelfried, y elchico una limonada. Con calma, y comosi el tiempo se hubiese detenido. Hacaslo un par de horas que el avispeo delos aviones del Sonderkommando Elbahaba dejado de escucharse, ya queentrenaban sus cazas en lasinmediaciones, curiosamente slo enascensos y picados, y algunas maniobrasbsicas de cambio de rumbo (empero,

  • Eberhard era el autntico novato en laStaffel, o escuadrn, puesto que paraaterrizar un Bf109 se necesitaba unpiloto experimentado porque su tren deaterrizaje era estrecho, de aperturainversa a como se popularizara a partirde entonces).

    Sintate, Eberhard le pidi suto. Qu tal ha ido el da?

    Fugaz El mundo va muy deprisaall arriba. Comparando mi Tiger, escomo si en toda la guerra me hubieradedicado a montar sobre una piedra yahora lo hago sobre un rayo. Es muydistinto El cuerpo duele, o seescapa de su sitio.

  • Jams subira a uno de esosaparatos dijo el chico. Era extraoverlo hablar por iniciativa propia, sinque le preguntaran. El cielo no esthecho para los hombres. Es como siestuviramos robando un espacio que nonos pertenece.

    Es posible sopes Adelfried. El mundo es grande, pero a menudo seantoja demasiado pequeo para todos.

    Dmelo a m, to Adelfried; estuveen Rusia, recuerdas? El mundo allparece interminable.

    El momento de hacer estallar unartefacto s que es interminable volvi a hablar Ratzinger. Tambin

  • estamos robando algo que no nospertenece cuando matamos a alguien.

    Entonces, por qu lo haces? pregunt Eberhard. Luego se sintiestpido al hacerlo; era obvio que unnio como aqul no debera estar enmedio de una guerra. Es decir, quealguien sin escrpulos los habainvolucrado a ellos. Perdona, es unapregunta tonta.

    No, creo que es una preguntacorrecta dijo el muchacho. Enrealidad siempre puedes elegir unaalternativa. En mi caso, haberme negadoa combatir sera considerado unatraicin. Ira a prisin, o algo por elestilo O me habran enviado al frente

  • en primera lnea, aunque me negase adisparar y slo sirviese para detener unabala enemiga con mi cuerpo. Siempre hepodido evitar hacer dao pero no hepuesto remedio a ello. Incluso podrahaber hecho mal las trampas y haberpermitido que aquella gente vivieraNadie va a pretender que un chaval ganela guerra; podra haber saboteado misartilugios para que fallaran, que,simplemente, me hubieran mandado aotro sitio. Sin embargo, hice mi trabajoa la perfeccin y eso me asusta.

    Todos tenemos muchas cosas enlas que pensar cuando matamos porprimera vez. El soldado es tambin unapersona; slo la rutina te lleva a la

  • madurez en el campo de batalla, casi ala indiferencia ante el horror dijoEberhard.

    Mi Hauptmann Creo que ya hesuperado ese punto.

    Y, ante la conviccin de aquel chico,no hubo ms que callar. No tena lamaldad en la cara, pero s que haba unaobscuridad extraa que evitaba verle laniez. El comandante de carro loexamin ahora con otros ojos, yentonces lo desvel como a una nuevavctima de la guerra.

    Har mi trabajo, lo prometo dijoRatzinger. Mi edad no es unproblema, si bien, en este caso,

  • seguramente ser una ventaja.

    La tuya tendrs que arrancrtela delalma, Eberhard dijo to Adelfried. Susobrino no le entendi, si bien elanciano tuvo a bien extenderse: Tmatars a Hitler.

    Lo imaginaba, por supuesto. l ibaa ser el ejecutor. A estas alturas, por elsuspense, no era ningn secreto.

    An no s los medios dijo elaludido.

    T mismo lo sers, hijo suspirAdelfried. Ni ms, ni menos Esduro, pero debe ser as.

    No entiendo

  • Es imposible introducir un armacerca de Hitler aclar Adelfried. Debers acabar con l de formanatural.

    Eberhard no poda creerlo.Instintivamente, de alguna manera miral chico, que tena ahora mismo unamirada diablica en la que lereprochaba si acaso un flamantecomandante de carro tena el valor queacaso puso en duda en un chico de lasJuventudes Hitlerianas.

    Pretendis que lo mate con lasmanos?

    El silencio fue la respuesta.

    Esto es una locura resopl

  • Eberhard, mientras se pona en pie, depuro nervio. Soy soldado, deacuerdo pero existe una tica.

    Es un asesinato dijo Adelfried,mostrando un cariz difcil se atribuir aun anciano afable como l. OjalHitler estuviera armado, manera de quefuese un momento ms noble pero es,ante todo, un sacrifico. Es decir; tuhonor de hombre, tu tica, tu dignidadcomo soldado, debe quedar al margende este asunto.

    Evidentemente, un atentado, o unabomba trampa, como las mas empeza decir Ratzinger, es un acto sucio, deengao No hay honor en losreconocimientos que quieren atribuirme,

  • porque los hombres que murieron bajomis artefactos lo hicieron cuandodescansaban de haber batallado,cam