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1 Lic. en Psicología. Magíster en Psicoanálisis. Prof. Asociada Departamento de Psicología Universidad Kennedy
Marcela Bianchi
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LA ARTICULACIÓN ENTRE PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y FUNCIÓN PATERNA
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1. De la clínica o enseñanza práctica de la medici-
na. 2. m. y f. Persona consagrada al ejercicio prácti-
co de la medicina. 3. f. Parte de la medicina que
tiene por objeto la aplicación de los conocimien-
tos médicos al enfermo. 4. Departamento de los
hospitales destinados a dar esta enseñanza. 5.
Establecimiento privado o público destinado al
cuidado de enfermos. (parraf.1)
Se evidencia en las definiciones el fuerte nexo
entre medicina y enfermedad, donde el médico
ocupa el lugar activo y el enfermo el lugar pasivo;
el cuerpo-objeto donde cursa la enfermedad, sin
presencia ni de su palabra ni de su subjetividad, lo
que conforma la dinámica propia de la clínica
médica hasta nuestros días. Clavreul (1983) en El
orden médico la describe como sigue:
[...] En nombre del principio según el cual el saber
está en el médico y la ignorancia en el enfermo,queda justificado que decida como dueño absolu-
to, y nadie pone en duda que él sepa mejor que
cualquier otro dónde está el bien de su enfermo, ni
que él no pueda desear sino su bien. (p. 214)
La cura viene de la mano del médico y el paciente
la recibe en su cuerpo. No hay saber del enfermo
que justifique su inclusión en este saber doctoral,
al punto que el clínico puede llegar a desautorizar
sus afirmaciones con un simple: “Ud. no tiene
nada”; declaración que lejos de reconocer que en
tal caso la medicina no tiene respuesta para aquello
que le ocurre al paciente, opta por invalidar al
sujeto.
El deslizamiento desde la clínica médica a la clínica
psicoanalítica requirió de una reelaboración de las
ideas que sustentaban tanto al término “clínica”
como al término “sujeto”; siendo paradigmático en
este sentido el sitio que se le asignó a su palabra.
Estábamos ahora ante alguien que era escuchado;pero que al hablar decía más de lo que quería
decir; sujeto del deseo inconsciente nacido como
efecto de su inmersión en el lenguaje; que distaba
del yo freudiano, del individuo biológico o del
sujeto de la comprensión. (Chemama & Vander-
mersch, 2010, p. 651).
En este escenario, el lugar del analista no dependía
ya del saber sobre ese sujeto sino de su atenta
escucha: escuchar ese más que traía el sujeto, ese
plus que se producía al margen de su voluntad.
Esta ya no era una clínica de lo universal, sino una
clínica de lo particular que pensaba al síntoma
como un “Fenómeno subjetivo que [...] constituye
no el signo de una enfermedad sino la expresión
de un conflicto inconciente”. (Chemama & Vander-
mersch, p. 637); y que por ende cuestionaba los
conceptos de salud-enfermedad y las ideas en
torno a la curación.
Ahora bien: esta clínica hallaba en el fundamentodel sujeto una dormidera esencial. Cuando Freud
[1984 (1920)] en Más allá del principio del placer,
afirma: “[...] El principio de placer parece estar
directamente al servicio de las pulsiones de
muerte [...]” (p. 61), no hace más que denunciar el
fin último del principio que rige al aparato psíqui-
co, ese statu quo que puede dejar a un sujeto de
por vida instalado en la repetición del mismo
sufrimiento; lo que es decir: todo lo que un sujeto
puede hacer al solo efecto de seguir durmiendo sin
jamás despertar. Y es de esa dormidera que elpsicoanalista debe extraer al sujeto.
De allí el planteo de Imbriano (2001) en cuanto a la
labor del psicoanalista: La tarea será intervenir en
el sentido de desbaratar ese aparato, para que la
repetición que es estructural se trate de invención,
para que el aparato psíquico soporte el trabajo de
la invención. No es necesario repetir siempre por
identidad. [...] nos vamos a aprovechar de la trans-
ferencia, para que el sujeto pueda, sostenido por la
transferencia, hacer el esfuerzo de la invención:
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Entre las distintas modalidades de ejercicio de la
paternidad ubicamos una donde la autoridad no
hace una transmisión de poder, prefiriendopromover otro tipo de creencias en el sujeto. Allí
Freud [1986 (1890); 1987 (1905); 1986 (1910)] nos
habla de sugestionabilidad o credulidad, de un
sujeto necesitado de autoridad y paternidad toda
su vida. Hubo entonces que diferenciar entre este
modo vincular patológico y masificantes del
individuo con la autoridad de la llamada creencia
en la autoridad.
La función paterna, sabemos, no tendría ni la
menor consecuencia si el sujeto no creyera en ella,
cuestión que en parte conforma el drama de nues-
tro tiempo: el llamado debilitamiento de esta
función y sus efectos, tanto sobre los sujetos
individuales (los llamados síntomas actuales), como
sobre las condiciones sociales; ambos en el marco
de la producción de subjetividad. Pero también
esta cuestión nos hizo notar que el particularísimo
mundo actual, mientras descree fuertemente del
lugar de autoridad, se deja sugestionar por el
avance tecnológico, pasando a ser ese avance unode los nombres del amo moderno. La tecnología
que repita de otra manera. Si ahora dirigimos nues-
tra atención al campo de la Psicología Comunitaria,
vemos que sin duda cualquier intervención que se
realice tendrá que inscribirse en esta clínica del
despertar del sujeto: despertar de lo que ella tenga
de repetición, despertar de su statu quo, despertar
a su invención. Con esto, desde ya, no estamos
aseverando que el sujeto tenga “culpa” sobre su
situación en aquello que depende, claramente, de
condicionantes social, político y/o económico. Si,
en cambio, afirmamos que será por responsabili-
zarse de su realidad y de su posición subjetiva
como podrá dejar de pensar en su contexto como
un destino inquebrantable. Pero, tal como dice
nuestra última cita, el orientador en el campo de la
clínica psicoanalítica es la transferencia. ¿Cuál sería
ese orientador en el campo de la Psicología Comu-
nitaria? ¿Cuál el rol del Psicólogo comunitario?
b) La función del padre: nuestra hipótesis nos llevóa despejar esta función para el psicoanálisis,
separándola de cualquier idea de paternalismo o
autoritarismo.
Decir que el padre cumple una función involucra el
ejercicio de una facultad, lo que conlleva necesaria-
mente una aptitud y un poder, un derecho para
hacer algo y, sobre todo, una obligación de hacer
algo. En torno al sujeto niño, esa obligación del
padre consiste en separarlo de la madre para llevar-
lo al universo social, acto conocido como el pasajede la endogamia a la exogamia.
Es el padre, su función, quien hace del niño un ser
social. Y ese acontecimiento no llegaría a buen
puerto si ese padre, que al modo de un embrague
habilitó un cambio de marcha (de estar adentro a
estar afuera), no estuviese sancionando allí un
pasaje del poder mismo: desde él (el padre) al niño;
facultándolo no solo para que un día pueda ser
padre, sino para que pueda sostener una indepen-
dencia de criterio, un pensamiento propio, un
LA ARTICULACIÓN ENTRE PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y FUNCIÓN PATERNA
juicio de realidad propio, lo que significa para este
niño un poder ir más allá del padre, lograr arribar a
la adultez.
Esto nos condujo entonces a investigar:
De la mano de Freud, distintas modalidades en el
ejercicio de la paternidad, para luego particularizar
aquel modo que causa el devenir del sujeto como
sujeto deseante, como adulto que juega su partida
De la mano de Lacan [2001 (1956-57)], la función
del padre tanto en la conflictiva edípica, como en
relación al don y al padre-donador; interrogando
desde allí la articulación freudiana del don con la
ley paterna.
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manda, generando a su manera un autoritarismo
sobre los sujetos quienes, convencidos de esta
dependencia, se someten a sus reglas.
Ahora, al indagar el caso en que la función paterna
consigue su realización, hallamos que la resultante
es causar al sujeto. Esta función fue demostrando
ser la encargada de su despertar, ser orientadora
por su propia causación. No le habla al sujeto de
placeres homeostáticos y hedonistas. Por elcontrario: le muestra a qué puede arribar al salir del
statu quo onanista y limitante para adentrarse en el
mundo.
De allí que también sea necesario ir perfilando en
nuestra exploración el valor de la función del padre
como ocasionamiento o causación en la vida del
sujeto.
c) El empoderamiento: articulador entre Psicología
Comunitaria y función paterna: uno de los pilaresen el ejercicio de una confiable y eficaz Psicología
Comunitaria radica en el empoderamiento de todo
sujeto. La RAE (2005) define empoderar como
“Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo
social desfavorecido” (2005); definición que no está
lejos de lo que acabamos de situar como la función
de un padre con un hijo. Empoderar a un sujeto
implica que haya alguien que atribuya, que conce-
da ese poder. Y aunque eso lo realice una
institución, un organismo o una comunidad, el
lugar que ocupe esa terceridad para con ese ser
humano será homologable a la función de un
padre.
Según informan Restrepo y Málaga (2001), la defin-
ición más aceptada de empoderamiento en el
marco de la promoción de salud es la de Waller-
stein (1992): “Proceso de acción social que
promueve la participación de las personas, organi-
zaciones y comunidades hacia metas de incremen-
to del control individual y comunitario, eficaciapolítica, mejora de la calidad de la vida en comuni-
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dad, y justicia social”. (p. 39) Señalemos: “promover
la participación” es llevar a alguien a que se incluya
socialmente. “Incrementar el control individual o
comunitario” es causar el trabajo psíquico de un
sujeto en pos de sus propias necesidades, de su
propia vida. Entonces: ¿qué es ineludible hacer
para que un sujeto individual (base de cualquier
constructo social), consiga ser poderoso ante su
propia dificultad personal, familiar o comunitaria?;
¿qué debe conmover en un sujeto aquel lugarhomologable a la función de un padre para
alcanzar este empoderamiento?.
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Referencias
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Chemama, R. & Vandermersch, B. (2010). Diccionario de
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Freud, S. [1986 (1890)] Tratamiento psíquico (tratamiento
del alma). Obras Completas. Volumen I (2ª ed.) Bs. As.:
Amorrortu.
-----------------[1986 (1950 {1895})] Proyecto de psicología.
Volumen I (2ª ed.) Bs. As.: Amorrortu.
----------------- [1987 (1905)] Tres ensayos de teoría sexual.Obras Completas. Volumen VII (2ª ed.) Bs. As.: Amorrortu.
----------------- [1986 (1910)] Un recuerdo infantil de
Leonardo da Vinci. Obras
Completas. Volumen XI (2ª ed.) Bs. As.: Amorrortu.
----------------- [1984 (1920)] “Más allá del principio del
placer”. Obras Completas. Volumen XVIII (2ª ed.) Bs. As.:
Amorrortu.
Imbriano, A. (2001) “Jacques Lacan y la Clínica Psicoanalíti-
ca”. Clase teórica inaugural del curso de Psicología
Profunda II. Departamento de Psicoanálisis. Universidad
Kennedy.
Lacan, J. [2001 (1956-57)] El Seminario Libro 4 La relación
de objeto. Bs. As: Paidós.
Real Academia Española. (2005). Diccionario de la lengua
española (23ª Edición). Recuperado de http://lema.rae.es-
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Restrepo, H. y Málaga, H. (2001) Promoción de la salud:
cómo construir vida saludable Bogotá: Ed. Médica
Internacional.
Salvat Multimedia. (1999). Enciclopedia multimedia
Salvat. (CD-ROM). Madrid, ES, Salvat Editores TecnologíaSoftware. 3 CD-ROM
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idioma español. Recuperado de http://www.elcastella-
no.org/consultas.php.
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Resumen: La propuesta del presente trabajo es
analizar, a partir del fenómeno social que repre-
sentamos en la “selfie”, como en la posmodernidadhay una transformación de los valores y metas
culturales que no redundan necesariamente en
una mayor libertad sino en todo lo contrario. Para
este análisis destacaremos, releyendo el texto
freudiano de “Malestar en la cultura”, como en este
pasaje podemos ubicar un detrimento de lo social-
cultural en beneficio de una regresión yoica que
supone la inmadurez del sujeto. Con ello, éste
queda librado a su propia pulsionalidad sin posibi-
lidad de metaforización.
En una segunda articulación, nos proponemos
leer a este fenómeno social que se traduce en la
“selfie”, a la luz del texto de Estadio del Espejo de
Lacan, de manera de poder formular las coordena-
das que nos permitan pensar en qué medida y con
qué características, podemos pensarlo como una
reedición de éste.
Con esto nos proponemos finalmente analizar
cómo, a la manera de un síntoma social, este tipode fenómenos guarda relación con la subjetividad
de la época y como desde la clínica podemos en su
lectura, encontrar pautas para poder trabajar en el
dispositivo analítico.
Abstract: The aim of this paper is to analyze, from
the social phenomenon that we represent in the
"selfie", how in postmodernism there is a transfor-
mation of cultural values and goals that do not,
necessarily, result in greater freedom but on the
contrary. For this analysis we propose, in a reread-
2 Lic. en Psicología UK, Maestrando de la Maestría en Psicoanálisis de UK. email: [email protected]
TODO EN UNA SELFIE
ing of the freudian text of "Uneasiness in culture",
how in this linkage we can locate a detrimental of
social and cultural goals that benefits an egoregression, which suppose the immaturity of the
subject. With this, the subject is left to its own
drive activity without the possibility of metaphori-
zation.
In a second linkage, we suggest reading this social
phenomenon that result in the "selfie", taking
consideration the text of Lacan's mirror phase, so
as to formulate the coordinates that allow us to
think how much and with what characteristics, we
can think this phenomenon as a remake of it.
Finally, we propose to analyze how, as a social
symptom, this phenomenon is related to the
subjectivity of the time, that allows us , from the
clinic reading of it, to find patterns to work in the
analytical practice.
Key words: postmodernism; technology, mirror
phase
Sergio Ariel Zaiacometti
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Introducción: A la luz de los movimientos que lo
social impone, las nuevas formas de relación o
no-relación, podemos dar cuenta lo necesario de
repasar hoy el texto freudiano de “Malestar en la
cultura”. Ya en 1930, Freud señalaba al poder, al
éxito y a la riqueza como falsos valores que no
permitían apreciar los verdaderos valores de la
vida. Hoy en día, podemos decir que la cuestión se
ha profundizado, ya que la tendencia social tiende
a potenciar estos valores, haciendo de ellos suestandarte.
En esto, la propuesta es la vuelta a un Yo de puro
placer, como el definido por Freud en 1930, que se
manifiesta en cada sujeto en la tendencia del Yo a
separar todo aquello que le genera displacer,
considerando todo lo que se contraponga a ello
como amenazador de ese estado. Esto se agrava
ya que ese Yo, por su inmadurez, no puede diferen-
ciar cuando el displacer proviene de cuestiones
internas, lo que hace imposible la separación. Seráa través del mecanismo de la proyección, como
mecanismo primario, que el yo se creará la ilusión
de estar combatiéndolo, sin que los resultados
sean efectivos. Como mecanismo, esta proyección
atenta contra el “Principio de realidad” siendo este
principio necesario para que este sentimiento
yoico primario (yo de puro placer) pueda derivarse
en un “Yo maduro”, caracterizado por ser más
estrecho y de limite más definido. Este alejamiento
del “principio de realidad” implica, tal como señala
Freud en 1930, anteponer el goce a la precaución
pero advierte que tras un breve ejercicio recibe su
castigo. Esto encuentra su correlación en la
imposibilidad de dominar la vida pulsional a través
de funciones psíquicas superiores que contem-
plen el “principio de realidad”.
La convivencia humana, según Freud (1930), se
vuelve posible cuando se aglutina una mayoría
más fuerte que los individuos aislados. La pregun-
ta que nos surge frente a esto es: qué pasa cuandono se trata de apuntar a una convivencia, sino que
los vínculos se basan solamente en individuali-
dades que buscan en esos vínculos (precarios)
simplemente una forma poco consistente de
identificarse. Si en la necesidad de identificarse,
toman fragmentado sólo aquello que destacan o
pueden reconocer, en su precario entendimiento,
como valioso, descartando todo aquello que le da
consistencia e integración. Nos preguntamos si la
energía psíquica que destinan a estas formas de
vinculación, pueden entenderse como manifesta-ciones culturales en el mejor de los casos, por las
imágenes y las palabras que acompañan a estas,
cuando adquieren un poco mas de entidad.
Creemos que esta energía psíquica que dedican a
estas formas, provoca una desatención de los
vínculos familiares que funcionaron como base de
la cultura, produciendo un hueco, ya que impide o
dificulta su retroalimentación.Para Freud (1930), el
ser humano se volvía neurótico porque no podía
soportar la medida de frustración impuesta por la
cultura. Se pensaba por tanto, que unadisminución o supresión de esas exigencias
restituiría la felicidad. El desenvolvimiento de la
sociedad actual nos ha demostrado que no es así.
Esto se relaciona con lo manifestado por Hornstein
(2004) en esta sensación de estar “a la intemperie”,
que diferencia de lo que ocurría en el siglo XIX
cuando la sociedad “encorsetaba” al individuo
dificultando el ejercicio de su subjetividad.
Hay también, dice Freud (1931), un desengaño; los
avances científicos y tecnológicos han permitido
un gobierno cada vez mayor de la naturaleza y de
la fragilidad del cuerpo. Pero esto, tampoco ha
hecho a los individuos más felices. Es que siempre
se necesita algo de displacer para se concientes de
aquel placer del que gozamos. Con cada avance,
cada nueva conquista surgen desafíos, nuevos
conflictos, nuevos interrogantes que ponen en
jaque aquellos que creíamos conquistado.
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En este avance que ofrece la tecnología actual el
hombre se ha acercado a un dios, pero un
“dios-prótesis”, según Freud; ya que necesita incor-
porar en sí mismo una serie de artefactos que le
provean tal condición. Nos parece relevante en
este punto, presentar el concepto de “homo
videns” de Sartori (1999), quien enuncia que, como
consecuencia de los medios de comunicación se
está produciendo una metamorfosis en la socie-
dad.
Esta metamorfosis donde hay preponderancia de
la imagen se ve favorecida por el uso de Internet y
la televisión como medios. Como la imagen de por
si no da casi ninguna inteligibilidad, según
sostiene este autor, favorece la sustracción y por lo
tanto no permite la integración de la información
recibida.
Esto atrofia la capacidad de entender. Sobre este
punto en particular destacamos como el fenóme-no de la selfie, busca traducir en imágenes cuestio-
nes que lejos de ser integradas, son pura
fragmentación de momentos, de objetos, de
personas que en la limitación que impone lo
efímero de cada publicación, no permiten más
que congelar, no permitiendo la integración y la
consiguiente circulación de los significantes a los
que se asocian. Estos artefactos que provee hoy la
tecnología, y que funcionan a la manera de próte-
sis, pueden ejemplificarse a la luz del tema que
analizamos en: Internet, los smartphones y las
redes sociales. Así, en esta vinculación, llegamos a
las selfie como fenómeno.
La palabra selfie alcanzó estatuto de significante
formalmente reconocido en Noviembre de 2013,
cuando el diccionario de Oxford la dio a conocer
como la palabra del año. Selfie se llama a las
autofotos, imágenes tomadas generalmente con
un celular o cámara digital, frente a un espejo o
utilizando cámaras que permitan ver reflejado enla pantalla a los propios protagonistas de la
imagen. Este término es uno de los tantos que
surgieron como consecuencia de las conjunciones
inesperadas que se fueron dando entre Internet y
los smartphones con cámaras de fotos y las redes
sociales, convirtiendo en una de las manifesta-
ciones más populares en Internet en la actualidad.
Frente a esto que se manifiesta como un fenóme-
no surgieron algunas posturas críticas. Hace
algunos días surgió un video de Kirsten Dunst
llamado “aspirational”, donde se plantea unacrítica de este fenómeno.
En el video la actriz se encuentra con dos jóvenes,
que se bajan de su auto cuando la reconocen y le
piden sacarse una selfie con cada una de ellas. Sin
prácticamente mediar palabras, más que
monosílabos que afianzan la acción y ocupadas
más en la pose y el “tag” (etiqueta), se sacan la foto
y vuelven al auto a continuar analizando las conse-
cuencias de esa publicación. Incluso en el momen-
to de tomar la foto, la actriz le ofrece a una de ellasque la amiga pueda hacerlo para simplificar la
acción a lo que responde “No confío en ella.”
Otras manifestaciones como por ejemplo la
canción selfie de los Chainsmokers, tienden a
afianzar el fenómeno. En la canción la selfie
aparece como la respuesta frente a las dificultades
en los vínculos. Se convierte por tanto en una
modalidad de identificación en la aprobación o
desaprobación definida en la mirada de los otros,
otros que pueden dar consenso o desaprobar solo
en función de una imagen.
En una propuesta de articulación y habiendo tomado a
Freud para analizar las cuestiones inherentes a la
modernidad y las sefie como propuesta en cuanto
a lo que la tecnología nos ofrece; seguiremos con
el texto de “Estadio del Espejo” de Lacan para
poder encontrar coordenadas que nos permitan
pensar en qué medida y con que características
podemos vincular este fenómeno con elpsicoanálisis.
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Respecto al estadio del espejo, señala Lacan, que
es un acto que lejos de agotarse, como en el
mono, una vez alcanzado el reconocimiento de la
propia imagen, genera en el niño una serie de
movimientos que experimenta lúdicamente. Estos
movimientos se sustentan en una relación del
“complejo virtual” que supone la propia imagen
con su medio ambiente, con la realidad dada por
el propio cuerpo así como las personas y objetos
que se encuentran junto a él. Destacaremos estecarácter lúdico que se experimenta a través por
intermediación de un complejo virtual con la
realidad.
Siguiendo el texto de Lacan (1924) propone desig-
nar a esta imagen especular como una matriz
simbólica en la que el yo (je) se precipita en una
forma primordial. Esta forma primordial que
podría designarse como Yo ideal, constituye el
tronco de las identificaciones secundarias y
supone una ficción irreductible para siempre alindividuo solo. Es además previa a la dialéctica de
la identificación con el otro y anterior a que el
lenguaje pueda restituirle su condición de sujeto.
Si bien es cierto, en este caso queda más que claro,
que se presenta en un momento donde hay una
prematurización orgánica del sujeto, Lacan
establece este periodo entre los seis y los diecio-
cho meses, resulta de importancia destacar el
hecho de que no se cierra absolutamente.
Lacan señala que depende del mayor o menor
éxito de las síntesis dialécticas por medio de las
cuales el individuo tiene que resolver en cuanto a
su yo (je) su discordancia respecto a su propia
realidad.
Es decir, que siempre que no se haya logrado una
síntesis adecuada, volverá sobre esa imagen con el
objetivo de poder lograr algún sostén.
Esa forma total del cuerpo le es dada al sujetocomo una Guestalt y adelanta en un espejismo
una maduración que no posee, en una exteriori-
dad que es mas constituyente que constituida.
Esta guestalt, en principio, lo liga a la especie y
simboliza, por una lado, la permanencia mental
del yo (je) al mismo tiempo que prefigura su desti-
nación alienante. Es decir que por un lado, le da
permanencia pero por otro lado lo aliena. La
función del estadio del espejo, dice Lacan, revela
una función particular de la imago, que es
establecer una relación entre el organismo con surealidad.
Lacan señala que hay una “discordancia primordial”
en esta relación entre el organismo y su realidad,
esto produce que este desarrollo sea vivido en una
dialéctica temporal en donde se proyecte la
formación del individuo. Desde este punto,
podemos seguir sosteniendo que si bien se trata
de un momento de constitución, sus avatares,
deficiencias y consecuencias conservan vigencia
posteriormente.
Lo que en este periodo permite pasar de una
imagen fragmentada del cuerpo a una “forma
ortopédica de su totalidad” podemos correlacio-
narlo con esta prótesis que mencionábamos en el
texto freudiano.
Es en el momento en que termina el estadio del
espejo, donde se produce siguiendo a Lacan, la
identificación con la imagen del semejante y el
drama de los celos primordiales en una dialéctica
que entonces liga al yo (je) con situaciones social-
mente elaboradas. En este punto es relevante que
el sujeto tiene que abandonar esa imagen totaliza-
dora, perder el juego lúdico que le genera verse
ortopédicamente totalizado, para descubrir en
algún otro, algo que le interese con el objetivo de
poder establecer vínculos.
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Es un paso decisivo, puesto que es en esta posibili-
dad, que puede abandonar algo de su pulsionali-
dad narcisista para poder acceder a cuestiones
sociales que supongan metas más elevadas. Esto
no será sin consecuencias, puesto que por su
misma constitución, siempre estará en juego esa
libido narcisista que posibilitó su constitución. Es
en esta relación con la función alienante del yo ( je)
que se desprenderá la agresividad que se genera
en toda relación con el otro.
Conclusión: Podemos decir entonces a manera
de conclusión, que la posmodernidad se caracteri-
za por el ensalzamiento de falsos valores, como los
mencionados por Freud, como el poder, el éxito y
la riqueza; que producen una sensación de vacia-
miento de los valores reales por anteponer lo
individual a lo social. Los medios de comunicación
y la tecnología, en su uso desmedido e irrestricto,
potencian esta concepción a la manera de lo que
Freud mencionaba en relación a prótesis que elhombre utiliza para sentirse como “un dios.” En la
referencia que cada uno tiene en relación a eso,
podría pensarse en este Yo ideal del estadio del
espejo, en esa imagen ficcional e inalcanzable.
Podría pensarse también, en este Yo de puro
placer; esta regresión a estadios primarios del Yo
que produce individuos aislados, que depositan
en el afuera todo lo que les resulta displacentero,
abandonando para ello el “principio de realidad”.
Esto atrofia la capacidad de entendimiento, que da
lugar a funciones psíquicas superiores y que
permiten dar sustento a la cultura.
Si en la época de Freud se pensaba que la
frustración impuesta por la cultura ocasionaba el
padecimiento subjetivo, entendemos que el
hecho de que esta frustración no se produzca no
redunda en mayor felicidad. Los avances
tecnológicos y el dominio de la naturaleza tampo-
co lo han hecho. Nos encontramos hoy frente a
desafíos nuevos que suponen regresionesconstantes, por no haberse logrado síntesis adec-
uadas en momentos constitutivos de suma
relevancia, como el señalado en relación al estadio
del espejo, con el objetivo de poder lograr algún
sostén. Siendo que esa imagen ya no es una
imagen construida por el propio sujeto sino que se
encuentra distorsionada por la propuesta que
desde lo social se genera como falso valor.
Así, si bien la prematurización deja de ser orgánica,
como sucede en el momento del estadio delespejo; encontramos una prematurización más de
carácter psíquico que se adhiere a esta imagen
distorsionada y que la aliena en ese endeble
sostén, pero que también produce como conse-
cuencia agresividad en el vínculo con otros.
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Referencias
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Obras Completas Tomo XXI, Buenos Aires: Amorrortu
Editores.________ (1931/1979) Sobre la sexualidad femenina,
en Obras Completas Tomo XXI, Buenos Aires: Amorror-
tu Editores.
Hornstein, L. (2004) Subjetividad y lo histórico social en
L. Hornstein (comp.) Proyecto Terapéutico, Buenos
Aires: Paidós.
Lacan, J. (1949/2014) El estadio del espejo como
formador de la función del yo (je) tal como se nos
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edición especial, Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Sartori, G. (1999) Homo videns. La sociedad Teledirigi-
da. Revista Banda aparte, Nº 13, Valencia.
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Resumen: Partiendo de la convención que postu-
la que los pilares de la labor clínica son el análisis
personal; la formación teórica y la supervisión; el
presente trabajo intentará recorrer una serie defenómenos que hacen vigente esta convención
Considerar que la labor clínica es lo suficiente-
mente compleja al punto de necesitar de tres
sólidos pilares para su sostenimiento requiere
reflexionar desde la teoría, la técnica y la clínica
misma cuales son las causas que hacen necesarios
los pilares mencionados. Así, se intentará recorrer
distintos conceptos que nos permitirán adentrar-
nos en la mirada íntima del analista.
Palabras Claves: Labor Clínica. Dolor del analista
Abstract: From the convention which postulates
that the pillars of clinical work are personal analy-
sis, the theoretical and supervision; This paper will
attempt through a series of events that make
existing convention.
Consider that clinical work is sufficiently complex
enough to need three solid pillars for sustainabili-
ty requires thinking from theory, technique and
the clinic itself what causes that make necessary
the pillars mentioned. So, we will try to explore
different concepts allow us to delve into the
intimate look Analyst.
Key words: Clinical work Psychoanalyst pain
3 Psicólogo. Profesor Universitario. Presidente del Capítulo de Psicoprofilaxis Clínica y Quirúrgica de la AASM. Integrante del Equipo dePsicoprofilaxis Quirúrgica del Hospital. de Agudos Dr. Teodoro Álvarez. Docente Titular de la Cátedra “Urgencias e Interconsultas” y
Adjunto de “Clínica de los Pacientes Graves” de la Facultad de Psicología y Ciencias Sociales de la Universidad de Flores. Integrante de lasJuntas de Evaluación Interdisciplinaria del Centro Integral de Evaluación y Orientación de la Discapacidad del Gobierno de la Ciudad deBuenos Aires.
EL DOLOR DEL ANALISTA
Natalia llegó a su primera entrevista una mañana
soleada; habitaba un sinnúmero de preguntas,vestía angustia y temores, maquilló sus dolores,
adornó sus mecanismos defensivos y colocó todo
tipo de accesorios en los tantísimos etcéteras que
la invadían en su primera consulta. Cuando oí
telefónicamente el pedido de asistencia de Natalia
la imaginé delgada, indefensa y vulnerable;
diametralmente opuesta a la imagen física con la
que me encontré; quizás ya telefónicamente nos
conectamos desde su realidad interna...
Esa mañana llegué al consultorio minutos antes dela entrevista pautada, pero Natalia ya se encontra-
ba en la puerta esperando. A pesar de que su
imagen no se correspondía con la voz que había
escuchado en el teléfono, le pregunté si era ella.
Asintió. Así, el comienzo de un vínculo se va
configurando.
Cada nuevo paciente es siempre un nuevo desafío
para el análisis y para el analista. Y en este inicio,
nuevos interrogantes para uno y para el otro. Una
nueva situación vincular que representará una
pregunta acerca de cuál será el lugar para alojar la
nueva problemática que hemos recibido.
EL DOLOR DEL ANALISTA
Gustavo Nahmod
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En función del ámbito en que nos encontremos,
hablaremos de admisión; de entrevistas que resul-
tarán preliminares o no para un posible análisis.
Pero en todos los casos una serie de pasos que
resultarán necesarios para la construcción de un
encuadre posible que sostendrá un vínculo.
Nunca podemos predecir los avatares de una
relación; menos aun la que la transferencia habili-
ta. Ese primer encuentro en la puerta del consulto-rio será la primera piedra del edificio vincular que
construimos con Natalia.
En ese espacio y con el establecimiento de un
encuadre se abrieron paso sus dolores, sus angus-
tias, sus defensas, hasta llegar a aquella primera
imagen de indefensión, vulnerabilidad y
desvalimiento psíquico que recién tiempo
después se hizo manifiesta. Años más tarde,
Natalia logra seguir su recorrido vital abriéndose
paso. Resigna su análisis entendiendo que elmismo cumplió con sus objetivos. El analista, aun
pretendiendo más del proceso analítico, la resigna
también.
El recorrido del analista se construye con Natalia,
con Adrián, con Ricardo, y tantos otros nombres
que dejan huellas en nosotros día a día. Sabemos
que no son solo nombres; son historias movidas
por un padecimiento.
Allí nosotros, depositarios de esto, en el intento de
subjetivar el padecer con las herramientas que
hemos podido adquirir. Sin duda, en el análisis
camina el paciente con sus pasos y lo transita
también el analista con su escucha e interven-
ciones; vínculo que dejará huellas en ambos.
Este tránsito compartido por el análisis es para los
pacientes recorrer las oscuridades de los aspectos
más íntimos del psiquismo. Se abrirán así su histo-
ria, sus síntomas, sus asociaciones, sus vivenciastraumáticas resignificadas por un contexto, una
desencadenante realidad que hace actual cualquier
historia merced a la transferencia.
Sin duda, la oscuridad del análisis se sostendrá con
la oscuridad del analista. Ahí se encuentra entonces
el analista, alojando, acompañando y posibilitando la
emergencia y el despliegue de los síntomas en la
actualidad que el vínculo transferencial propone.
Despojarse de lo propio, abstinente y neutral
cuando se hace posible; intentando que la subje-tividad se esconda tras un rol que permita al
paciente ser en su propia historia.
Entre tanto, como analistas nos dejamos llevar por
el camino de la transferencia sin saber exacta-
mente cuál será el lugar al que hemos sido convo-
cados, en qué serie vincular quedaremos ubica-
dos, en tanto, depositarios de lo que el paciente
trae para elaborar, aquella modalidad vincular
cargada por los sentimientos que éste deposite
sobre aquel.
Así, la hostilidad, la ternura, el erotismo, por
señalar algunos, se abre como posibilidad. Así, se
irá fundando esta “historia transferencial”. En esta
historia compartida, el analista tomará formas,
cubrirá espacios, desempeñará roles.
El analista estará allí, asumiendo y asumiéndose;
ofreciéndose como figura que en la que el
paciente volcará aquellos clisés históricos para así
resolverlos en la situación vincular que el análisis
plantea.
EL DOLOR DEL ANALISTA
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Horstein (1993) sostiene que la iniciación de un
análisis resulta de un encuentro único, irrepetible,
de un paciente con su historia y un analista con su
historia. Ese encuentro será el punto de partida de
una historia transferencial que permitirá al
paciente resignificar su historia y al analista afian-
zar o cuestionar su práctica, sus teorías y su vida.
La neutralidad no elimina todo intercambio afecti-
vo del trabajo analítico. Este comienzo de análisis
supone tender un señuelo (Freud, 1914) donde losclisés del paciente queden depositados en el
espacio transferencial; reimprimir allí modalidades
vinculares que el analista deberá percibir, analizar,
interpretar y por qué no; tolerar.
El rol del analista supone primordialmente una
escucha, pilar de una intervención posible. En
tanto, analistas, somos responsables de lo que
escuchamos. El circuito que comprende el recorri-
do entre la escucha y la intervención supondrá
huellas, un camino en el que el analista es atrave-sado.
Sabemos que los conceptos de Abstinencia y
Neutralidad son aquellos que regulan nuestra
labor y situación vincular. Pensar en la Abstinencia
como aquel principio según el cual la cura analíti-
ca debe ser dirigida de tal forma que el paciente
encuentre el mínimo posible de satisfacciones
sustitutivas de sus síntomas, implicará la norma de
no satisfacer las demandas del paciente ni desem-
peñar los papeles que éste tiende a imponerle.
El analista debe abstenerse de quedar en el lugar
donde es situado por el paciente. Esto posibilitará
la construcción y proyección del paciente sobre él,
de aquello que pulse por ser expresado en un
objeto externo. El paciente debe ser frustrado,
privado de lo que apetece. Privación y frustración
que habilitarán la emergencia de otro sentir, la
reconducción de esos afectos volcados en el análi-
sis a otros objetos significativos.
La neutralidad por su parte; hace referencia a que
el analista debe ser neutral en cuanto a valores
religiosos, morales y sociales, es decir, no dirigir la
cura en función de un ideal cualquiera.
Definitivamente abstinencia y neutralidad no
necesariamente implican anestesia. En este senti-
do ¿Es el analista inmune ante el dolor del
paciente? Entiendo que No. Si aceptamos la
convención que postula la necesidad de trespilares fundamentales para sostener la labor
analítica, a saber: análisis personal, Formación
Teórica y Supervisión; es evidente que estos tres
dispositivos son los que permiten amortiguar
aquello de lo que el analista es parte; ingresar
expuesto al terreno del padecer para así decodifi-
car y desenmarañar lo que allí habita. Ingresar en
la oscuridad se hace posible solo habiendo atrave-
sado las propias sombras.
El analista no es inmune, ni está protegido, sinosumamente expuesto a la recepción del dolor del
paciente; esta exposición es la que garantiza una
escucha adecuada. El dolor irradia y envuelve a
quien lo escucha. El analista es entonces receptor
de las irradiaciones del dolor. En este sentido, el
análisis permite que confluyan en un encuentro
vincular, una historia transferencial a dos seres;
uno que sufre, padece y otro que (además) acoge
ese sufrimiento. El analista es entonces al alojar el
dolor del paciente el intento de una transfor-
mación posible; simbolizar el dolor inasimilable.
EL DOLOR DEL ANALIS TA
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Esa mañana llegué al Hospital; quizás un día más,
mi rutina consistía en asistir a pacientes interna-
dos en las Salas; algunos a modo de seguimiento y
en el sentido de una continuidad a una labor ya
comenzada; y otros nuevos a modo de una prime-
ra evaluación. Al encontrarme con la psiquiatra del
Equipo me dice preocupada: “durante el fin de
semana tuvo una complicación Ricardo, nuestro
paciente. Ahora está en Terapia Intensiva”.
Tal como ella lo afirma se trataba de “nuestro
paciente”; no se trata de una propiedad ni de un
bien ni tampoco una pertenencia; sino en primer
lugar es compartir un vínculo y en él, nuestra labor
y esfuerzo profesional en pos de su bienestar; y en
esa labor, las estrategias técnicas, teóricas y profe-
sionales y humanas son muchas.
Al ingresar a la Terapia Intensiva; lo veo a Ricardo
en una cama en un costado; conectado a cables,
entubado, pero también consumido físicamente.Antes de acercarme a él me dirijo al Equipo
Médico, y les informo a quien vengo a ver; la
respuesta inmediata de ellos fue: “acaba de
fallecer”. La perplejidad me invadió; la muerte
siempre sorprende. Los familiares de Ricardo ya se
habían retirado; por lo cual tampoco fue posible
acompañarlos a ellos.
Trabajar con pacientes graves o con patologías
orgánicas nos confronta con la muerte muy directa-
mente y no a modo de fantasía sino de realidad
inminente y posible; no era la primera vez que
fallecía un paciente en tratamiento; y si algo me
motiva a escribir es mi resistencia a acostum-
brarme a la muerte de los pacientes y sus efectos;
a cosificar estos conceptos que a nuestros pacien-
tes los atraviesan y también a nosotros como
analistas.
Al salir del pabellón de Terapia Intensiva; casi
perdido, veo en mis manos una serie de intercon-sultas. La primera reacción quizás hubiera sido
seguir con la rutina diaria; pero no fue eso lo que
me pasó. No quise naturalizar la muerte al punto
tal que una rutina fuera más fuerte que ella; no se
hace posible trabajar desde la pulsión de vida en
otros pacientes cuando la muerte se hace
presente en la propia clínica. Me senté en el jardín
del Hospital, reflexioné y racionalicé la situación
de Ricardo como intento de elaboración; su
vulnerabilidad física, la gravedad de su cuadro
médico, el modo en que su cuerpo se fue consumien-do; aunque esto fuera en contraste con su deseo
vital y proyectos a mediano plazo. La racionalización
solitaria cumplió una función limitada. Luego, en
la reunión de Equipo hubo palabras y escucha por
parte de los colegas.
Al decir de Nasio. (1998) el dolor es el afecto que
expresa en la conciencia la percepción por parte
del yo del estado de shock, del estado de conmoción
pulsional provocado por la ruptura súbita del lazo
que nos vincula con el otro. El dolor es la últimafortaleza defensiva contra la locura. En el análisis;
el analista también elabora duelos y el duelo es
con dolor. Si en el duelo se conjugan dolor y
angustia, habrá que separar ambos para así
pesquisar la subjetividad en juego. Es decir, elabo-
rar los duelos significándolos en tanto pérdidas
afrontando el dolor y transitar la propia angustia
que excede la situación clínica con el paciente.
En estas reflexiones podemos pensar una vez más
en el sentido de aquello que es una convención
para el Psicoanálisis: considerar al Análisis Person-
al, la Formación Teórica y la Supervisión como
aquellos pilares básicos en los que se aloja nuestra
práctica. Las palabras son huellas, las palabras nos
marcan y los analistas vivimos escuchando
palabras; y no en cualquier contexto. Son palabras
atravesadas por historias, por dolores, por duelos,
imposibilidades, impotencias.
EL DOLOR DEL ANALISTA
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Es evidente que amortiguar estas palabras conlle-
va un trabajo; para el que el psicoanálisis pensó en
estos tres dispositivos.
Es tal la magnitud de aquello de lo que somos
testigos solitarios que nos requiere de tres disposi-
tivos que logren encausar nuestras palabras para
que ellas no interfieran negativamente en el
tratamiento de los pacientes y en nosotros.
La formación teórica será entonces el pilar que nos
permita conocer y comprender la dinámica psíqui-
ca del paciente y su modalidad vincular conforme
a la constitución de su psiquismo. Formación que
necesitaremos reforzar y profundizar día a día.
La supervisión nos permitirá reconocer los
obstáculos teóricos, técnicos, transferenciales que
requieren una revisión constante con miras a
pensar cada tratamiento en su subjetividad;
Integrar lo teórico y lo clínico; Revisión y Análisisde la Transferencia; Mecanismos de Intervención
del Terapeuta. Será la incorporación de una mirada
más experimentada y externa: evaluar obstáculos
del tratamiento y Determinar las causas del obstá-
culo: resistencia del paciente; resistencia del
analista; puntos ciegos del analista.
El diálogo con colegas, el compartir con el Equipo
del que formamos parte, los ateneos, y otros
dispositivos, son los que permitirán la circulación
de los avatares que la individualidad de esta
práctica nos genera. Las palabras oídas requieren
de palabras propias para que logren escucha y
diferenciación; amortiguando así a modo de red el
impacto de lo simbólico.
A modo de conclusión: El dolor del analista
requiere de una elaboración; que incluso puede
ser con el paciente, aunque quedando éste por
fuera del mismo. El dispositivo analítico nos
permite muchas veces a los analistas poner enpalabras intervenciones que pueden ser además
dirigidas a nuestra subjetividad, solo que el
paciente no debiera enterarse.
La angustia del analista habla de él y tiene un solo
espacio posible; el propio análisis. Sin atravesar la
propia oscuridad, ninguna luz se hará posible.
EL DOLOR DEL ANALIS TA
Referencias
Freud, S. (1914/1988) Puntualizaciones Sobre el Amor
de Transferencia”. En Obras Completas Vol. XII. Buenos
Aires. Amorrortu Editores.
Horstein, L. (1993) Práctica Psicoanalítica e Historia.
Buenos Aires Ed. Paidós
Nasio, J. D (1998) El Libro del Dolor y del Amor.
Barcelona Ed. Gedisa.
Bibliografía consultada
Freud, S. (1912/1988). Sobre la Dinámica de la Transfer-
encia”. En Obras Completas Vol. XII. Buenos Aires.Amorrortu Editores
-------------- (1926[1925]/1988) Inhibición, Síntoma y
Angustia. En Obras Completas Vol. XX. Buenos Aires.
Amorrortu Editores
Horstein, L. (2003) .Intersubjetividad y Clínica. Buenos
Aires Ed. Paidós.
Nasio, J. D. (1996)“Cómo Trabaja un Psicoanalista”. Ed.
Paidós. Buenos Aires.
Weissmann, Juan C. (2004). “La Transferencia y la
Contratransferencia en la Supervisión Psicoanalítica”.
Revista de Psicoanálisis Ed. APA. Tomo LXI Nº3. Ética y
Psicoanálisis. Buenos Aires. Julio – Septiembre
Winnicott, D. (1991) El Odio en la Contratransferencia.
En “Escritos de Pediatría y Psicoanálisis”. Ed. Paidós.
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Resumen: El presente trabajo abordará lacuestión del cuerpo en las llamadas conductas de
riesgo que se presentan en la inmediatez de la
urgencia, desde una perspectiva clínica
psicoanalítica, en articulación al marco jurídico de
la ley nacional de salud mental y derechos
humanos 26657, que resitúa la función del
psicólogo en los equipos de salud mental y
establece abordajes y diagnósticos interdisciplinarios.
Palabras claves: Cuerpo- psicosis - internación-
abordaje interdisciplinario.
Introducción: Algunas consideraciones sobre la
ley 26.657. La ley nacional de salud mental y
adicciones 26.657, sancionada en el año 2010 con
amplio consenso por el parlamento nacional y
reglamentada en el 2013, así como su antecedente
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la ley de
salud mental 448 sancionada en julio del 2000 y
reglamentada en el 2004, establece que el
tratamiento de las personas con severo sufrimien-
to psíquico, requiere de un abordaje diagnóstico y
clínico por parte de un equipo interdisciplinario,
sostenido en el respeto por la autonomía del
paciente y en la consideración de la internación
como último recurso terapéutico, estableciendo
que la salud mental implica un “proceso determi-
nado por componentes históricos, socio económi-
Ambas leyes al instalar una concepción de salud
mental desde la perspectiva del sujeto social de
derecho, producen una ruptura con el modelo
biológico que sostiene la idea de un cuerpo organis-
mo cuyas conductas responden a bases neuronales
a modificar farmacológicamente, como con el
enfoque social asilar, ligado a una concepción de
peligrosidad y aislamiento de la locura, judiciaIiza-
da y psiquiatrizada policialmente, que requiere de
la vigilancia y disciplinamiento de los cuerpos, en
función de un orden custodial que preserve a la
sociedad. Orden que remite a jerarquías y prescrip-
ciones, en una disposición táctica que posibilita el
ejercicio de un poder sobre los cuerpos indóciles,
proveniente de una genealogía de prácticas violen-
tas, aún con el tratamiento moral de Pinel(Foucault, 2008).
Desde la familia, los vecinos, la sociedad, los
medios, se recurre a la autoridad, imponiéndose
una operación desde lo social: la internación y la
reclusión de quienes no pueden inscribirse como
uno entre otros en la comunidad.
4 Versión corregida para su publicación, del trabajo presentado en el XV Congreso de Psicología de la Federación de Psicólogos de laRepública Argentina (FEPRA): “Los atravesamientos en la salud mental. Intervenciones de la psicología en los contextos actuales”,
realizado en El Calafate en marzo del 2014. 5 Lic. Psicología UBA. Magister en Psicoanálisis UK. Jefa de servicio Htal Borda. Profesoratitular del Departamento de Psicología y de la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Kennedy. Docente Facultad Psicología UBA.Vicepresidenta de APBA. Miembro Comisión de Salud Mental de FEPRA. Consejera suplente por la FEPRA del Consejo ConsultivoHonorario de Salud Mental y Adicciones. CONISMA.
CUERPO Y RIESGO DE DAÑO EN EL MARCO
DE LA LEY DE SALUD MENTAL
cos, culturales, biológicos y psicológicos, cuyapreservación y mejoramiento implica una dinámi-
ca de construcción social vinculada a los derechos
humanos y sociales de toda persona”.
Cristina Gartland
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La ley nacional de salud mental 26.657, impacta
fundamentalmente al regular mecanismos
institucionales de poder en la internación involun-
taria, la cual es considerada en su artículo 14 como
“recurso terapéutico de carácter restrictivo, que
solo puede llevarse a cabo cuando aporte
mayores beneficios terapéuticos que el resto de
las intervenciones realizables en su entorno familiar,
comunitario o social”, ante la emergencia de una
situación de riesgo de daño, requiriéndose de unaevaluación interdisciplinaria y del consentimiento
informado de los tratamientos.
Dicho impacto se produce al establecer, entre
otros aspectos, y fundamentalmente en lo que
hace a nuestra profesión de psicólogos:
a) la posibilidad del ejercicio de la conducción de
un servicio de internación en salud mental:”los
profesionales con título de grado están en igual-
dad de condiciones para ocupar los cargos deconducción y gestión, debiendo valorarse su
idoneidad y su capacidad para integrar los
diferentes saberes que atraviesan el campo de la
salud mental”. (art. 13. Ley 26.657.2010).
b) el abordaje interdisciplinario en la evaluación
de una situación de riesgo de daño cierto e
inminente que requiera internación, debe tener
en cuenta la singularidad del sujeto en un tiempo
y contexto familiar y cultural determinado, lo cual
implica ir más allá del diagnóstico clasificatorio
psiquiátrico, considerando que la emergencia de
una situación particular de crisis, debe ser contex-
tualizada en un tiempo en el que confluyen diver-
sas variables.
c) el diagnóstico interdisciplinario de la situación
de riesgo de daño, ante la demanda del dispositi-
vo de internación en un servicio de Salud Mental,
va más allá del diagnóstico psiquiátrico
estandarizado a cargo del médico psiquiatra,debiendo constar, en tanto dictamen profesional
CUERPO Y RIESGO DE DAÑO EN EL MARCO DE LA LEY DE SALUD MENTAL
del equipo interdisciplinario del servicio asistencial
a cargo de la internación, con la firma de dos profe-
sionales de diferentes disciplinas, uno de los cuales
debe ser psicólogo o médico psiquiatra. Cuestio-
nes discutidas por sectores hegemónicos que aún
siguen cuestionando el ejercicio en cargos de
conducción por parte del psicólogo, en descono-
cimiento de las incumbencias y competencias de
nuestra profesión establecidas por la ley 23.277 del
Ejercicio Profesional de la Psicología promulgadaen noviembre de 1985 y por su posterior reglamenta-
ción, en la disposición 343/2009 del Ministerio de
Educación, que determina en su anexo 5 las incumben-
cias de los egresados de la carrera de Psicología, y
en la actual ley nacional de salud mental.
Resulta un mecanismo sorprendente que aún se
sostenga ilegítimamente la vigencia de algunos
artículos ya perimidos de la ley 17.152 del ejercicio
de la medicina sancionada en 1976 sin discusión
parlamentaria durante el gobierno militar de facto,que pretendía regular las incumbencias de los
psicólogos supeditándolas al orden médico en
carácter de auxiliares o colaboradores de la medici-
na, cuando la ley vigente 26657 de salud mental
establece como requisito para ejercer la jefatura de
un servicio, la idoneidad para la integración
interdisciplinaria de los diferentes saberes.
Se instala así, el debate sobre las incumbencias de
las diferentes disciplinas, sobre si hay una discipli-
na que sea considerada más apta que otras para
una evaluación diagnóstica considerada “científi-
ca”, y sobre qué lugar para el psicoanálisis en el
abordaje clínico de sujetos en situaciones consideradas
ya no de peligrosidad, sino de riesgo de daño, en
su relación con la urgencia subjetiva que afecta al
cuerpo, y encuentra su cauce en la dimensión de la
palabra. Cuestiones que nos conducen a interroga-
rnos sobre el estatuto del cuerpo vinculado a los
fundamentos teóricos que guían nuestra práctica,
así como respecto al problema del abordajeinterdisciplinario en la evaluación de las situa-
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CUERPO Y RIESGO DE DAÑO EN EL MARCO DE L A LEY DE SALUD MENTAL
ciones de riesgo por las que un sujeto requiere del
dispositivo de la internación, y las implicancias
éticas que se desprenden.
¿De qué cuerpo hablamos en salud mental?
Desde el discurso de la ciencia se habla de un
cuerpo neuronal: conjunto de órganos, células,
zonas del cerebro, cuerpo organismo sin falta,
mediante el cual, el hombre, como la máquina,escaparía a la muerte (Le Breton, 1990). Cuerpo a
ser tratado en función de reacciones químicas,
desde una lógica de la supresión del síntoma, que
se enlaza a un afán de dominio clasificatorio de las
conductas del hombre, catalogadas por manuales
médicos de entidades clínicas psiquiátricas, en
casi infinidad de diagnósticos considerados
trastornos, o desórdenes mentales y del compor-
tamiento, en la pretensión de ser ley, equivalente a
un juicio de existencia, conducente a launiformización hegemónica de los síntomas, con
sus protocolos de investigación psicofarmacológi-
ca funcionales a la industria farmacéutica. Lógica
que se plantea desde la categoría de lo universal,
desde la que no tiene cabida la singularidad del
padecimiento del sujeto que habita ese cuerpo
organismo viviente.
Para el psicoanálisis, que se ha nutrido permanen-
temente de diversos campos del conocimiento,
desde la física y las leyes de la termodinámica, lalógica y las matemáticas, a las ciencias conjetura-
les, la lingüística, la literatura, el arte, o la función
poética ligada al decir, el síntoma resulta un acon-
tecimiento del cuerpo. Constituye la dimensión
propiamente humana, que habla del desarreglo
estructural del ser hablante, y se expresa en un
cuerpo erógeno y pulsional, moldeado por la
cultura, marcado por el lenguaje articulado a los
sonidos de la lengua, la mirada y el gesto de amor.
Se manifiesta en la tensión displacentera que
afecta ese cuerpo habitado por lo simbólico del
lenguaje, al ponerse en juego la dimensión del
goce en su relación con el inconsciente, en las
diversas modalidades de la angustia, en el cansan-
cio doloroso e insoportable de la tristeza y del
duelo intramitable de la melancolía, en el movi-
miento irrefrenable de la manía y su elación
lenguajera en búsqueda de un sentido, o en el
estallido alucinatorio de las voces que se le
imponen al llamado esquizofrénico, y lo conducen
a actos erráticos de locura, como respuestas al malestructural que lo aqueja en su intimidad más
profunda.
Para el psicoanálisis, que se ha nutrido permanen-
temente de diversos campos del conocimiento,
desde la física y las leyes de la termodinámica, la
lógica y las matemáticas, a las ciencias conjetura-
les, la lingüística, la literatura, el arte, o la función
poética ligada al decir, el síntoma resulta un acon-
tecimiento del cuerpo. Constituye la dimensión
propiamente humana, que habla del desarreglo
estructural del ser hablante, y se expresa en un
cuerpo erógeno y pulsional, moldeado por la
cultura, marcado por el lenguaje articulado a los
sonidos de la lengua, la mirada y el gesto de amor.
Se manifiesta en la tensión displacentera que
afecta ese cuerpo habitado por lo simbólico del
lenguaje, al ponerse en juego la dimensión del
goce en su relación con el inconsciente, en las
diversas modalidades de la angustia, en el cansan-cio doloroso e insoportable de la tristeza y del
duelo intramitable de la melancolía, en el movi-
miento irrefrenable de la manía y su elación
lenguajera en búsqueda de un sentido, o en el
estallido alucinatorio de las voces que se le
imponen al llamado esquizofrénico, y lo conducen
a actos erráticos de locura, como respuestas al mal
estructural que lo aqueja en su intimidad más
profunda.
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Manifestaciones sintomáticas que dan cuenta de
atravesamientos intramitables de su cadena
filiatoria y del contexto en que se desarrolla su
historia singular. Y que constituyen intentos de
afirmación de un cuerpo propio que se abandona
a sí mismo en la disolución yoica, al no encontrar
alojamiento en ese Otro inexistente, que se experi-
menta como absoluto consistente, extranjero y
amenazante, y despierta la hostilidad más íntima.
El estatuto de cuerpo que sostenemos, se refiere aun cuerpo efecto de discurso, habitado y produci-
do por el lenguaje, que en la sociedad actual, de
ideales cada vez más utilitarios, de caída de las
creencias y de las cosas del amor (Lacan, 1975), de
segregación violenta, considerada sociedad del
occiso, de occidentados, en una condensación de
occidente y accidente (Lacan,1971), padece de los
efectos de empuje a lo aniquilante, en la ruptura
de los vínculos sociales, con complejidades y
nuevos paradigmas en el funcionamiento familiar,
con nuevas versiones de desocupación, alienaciónlaboral, racismo y desamparo, al no posibilitar la
hospitalidad el seno mismo de la comunidad.
En relación al contexto histórico social y sus
efectos en la constitución del cuerpo de la cultura
en nuestra sociedad, no podemos soslayar la
incidencia de las secuelas de un pasado trágico,
con desapariciones de cuerpos, exilios, silencios y
desubjetivación a través del miedo y el terror, en
un ejercicio perverso de poder ilegítimo, que logró
imponer un capitalismo neo liberal, con erradi-
cación de industrias y de fuentes de trabajo,
desocupación, desarraigo. Factores incidentes en
el potenciamiento del sentimiento de desamparo
radical, así como en el ejercicio de muchas prácti-
cas conducentes a la adaptación al sistema y la
supresión del síntoma, sin dar lugar a lo real de la
angustia.
En la evitación de lo real de la angustia que implica
la confrontación con el vacío de la existencia,muchas veces el abuso de alcohol, drogas,
psicotrópicos, o las nuevas sustancias químicas,
cumplen una función supletoria en la supresión
tóxica del dolor.
Al quedar el sujeto más expuesto a situaciones de
real y subjetivo desamparo y vulnerabilidad, ante
las exigencias de goce y de inmediatez y la incerti-
dumbre para sostener y anudarse a un proyecto
de vida, contextos facilitadores de la emergencia
de las crisis, surge la amenaza de pérdida o despo- jamiento de la imagen corporal narcisista que da
consistencia. Situación en la que se pone en juego
en relación al semejante, la inminencia experi-
mentada con certeza de un peligro, que puede
promover una respuesta pasional violenta, con
riesgo de daño, como afirmación de su tener un
cuerpo.
Ante ello puede surgir la demanda de internación,
que como adelantamos, requiere de una evaluación
diagnóstica, tanto del sujeto padeciente, como delcontexto social facilitador en la emergencia de la
crisis.
Cabe aclarar que en dichos intentos de afirmación
de su tener un cuerpo, también se logran producir
otras soluciones, como el armado de cuerpos que
se afirman en su existir, por vía del decir, o desde
un hacer más ligado a lo sublimatorio, al encontrar
un saber hacer con el síntoma, a través de la imag-
inación creadora, o de la invención, como recursos
que le permitan un lugar en la comunidad.
El cuerpo en la psicosis: El estatuto sobre el
cuerpo que se desprende de dichas consideraciones,
no es el de la res extensa cartesiana. Consideramos
que hay un cuerpo imaginario que va más allá de
la imagen narcisista, un cuerpo simbólico marcado
por el lenguaje, y un cuerpo real de los afectos, de
las pasiones, de la angustia, del dolor. Tres dimen-
siones que se constituyen como un nudo, que
posibilita el sentimiento de tener un cuerpo.
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Ante el surgimiento del insoportable vacío de
significación que atormenta, la angustia despierta
al soma. Pudiendo surgir la inhibición, el síntoma,
o la pasión del ser sin mediación ante la amenaza
de disolución imaginaria.
Cuando lo simbólico falta a la cita, el sujeto
mantiene una mortífera relación agresiva especu-
lar narcisista con el semejante, ante la irrupción de
un real que conduce a intentos de reafirmación dela imagen, frente a un Otro amenazante que se le
presenta como un Dios oscuro, como sucede en la
psicosis.
Ante la imposibilidad de mediación simbólica y el
desfallecimiento de la consistencia narcisista
yoica, puede quedar suspendido en un fuera de
discurso, en ruptura del lazo social, en situación de
riesgo de cometer un acto considerado de locura,
ante el cataclismo imaginario y los intentos del
sujeto en sofrenar la tensión insoportable de ungoce que localiza en un Otro gozador.
Y aquí se plantea el debate sobre la peligrosidad y
el rechazo de la locura, y sobre su abordaje clínico
y la función de una internación, ante la emergen-
cia de una situación considerada como de riesgo
de daño cierto e inminente.
Es entonces que adquiere su importancia el
abordaje y diagnóstico interdisciplinario, el cual
no se reduce a un cuadro psicopatológico. Los
dispositivos y la interdisciplina en la experiencia
hospitalaria El dispositivo “reunión de equipo”.
En nuestro programa “Arte, cultura, psicoanálisis y
trama social”, al hablar de dispositivo, tomamos la
definición de Foucault, como un conjunto
heterogéneo de elementos: discursos, reglamen-
taciones tanto arquitectónicas, como las que
surgen de leyes y normas institucionales, enuncia-
dos científicos y filosóficos, lo dicho y lo no dicho,entre los que se establece una red, que se consti-
tuye esencia del dispositivo mismo, cuya función
principal y estratégica es la de responder a una
urgencia.
En el abordaje del dispositivo de internación, la
“Reunión de Equipo Interdisciplinaria”, constituye
en sí misma un dispositivo bizagra, posibilitador
de la constitución de una trama entre los
integrantes del equipo, en permanente movimien-
to pensante y discursivo, en el que participan losmismos junto a pasantes en formación, en función
de establecer comunidad de estrategias para el
abordaje clínico, a partir de un “entre” discursos,
generador de vaciamiento de sentidos y de
productor de nuevos sentidos, en el descompleta-
miento del discurso amo o del discurso universi-
tario que se presenta como saber absoluto. Así
también, interrogándonos sobre los límites de
cada disciplina, o vaciando de sentido lo “discipli-
nario” referido a las disciplinas intervinientes,
como manifestó un paciente en la asambleaclínica respecto al nombre de “Hospital Psicoasis-
tencial Interdisciplinario José T. Borda”, otorgán-
dole una connotación represiva en tanto sumisión
de los cuerpos.
La “reunión de equipo interdisciplinaria” resulta eje
fundamental del trabajo conjunto y diferenciado
en función de las incumbencias profesionales y los
entrecruzamientos discursivos, sobre el análisis de
la singularidad del caso por caso en la evaluación
diagnóstica de la situación de riesgo de daño que
presenta el paciente, considerando las manifesta-
ciones de la crisis en su relación con el contexto
familiar, social, laboral, educacional, en el que
emergen.
Como así también la incidencia en los tratamien-
tos de problemas institucionales que posibilitan u
obstaculizan una política de internación breve que
propicie la subjetivación de los cuerpos y las exter-
naciones, así como la ambulatorización de lostratamientos, y la asistencia de pacientes ambula-
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torios que ante situaciones de crisis requieren de un
abordaje particular en el dispositivo que hemos
creado de internación diurna, en función de prevenir
nuevas internaciones, versus la naturalizada vigilan-
cia y control de los cuerpos, versus la naturalizada
vigilancia y control de los cuerpos.
Frente a lo cual se requiere, desde nuestra perspectiva
clínica, una posición en el abordaje de los sujetos que
presentan manifestaciones consideradas psicóticas,no como un problema para la sociedad, sino vincula-
da a la relación en un discurso.
No se trata de la adecuación de la palabra a la cosa.
No se trata de informar o comunicar, sino de introdu-
cir la ética del deseo articulada a la lógica del signifi-
cante, en la suposición de un saber que se transmite
por un discurso y sus letras, y que hace lazo social,
lazo cuestionado en la psicosis, y lazos a producir en
el equipo, sosteniendo la transferencia de trabajo.
Las reuniones de equipo, como los espacios de super-
visión, son considerados desde esta modalidad de
abordaje, dispositivos en los que también se está
advertido de la angustia y de los mecanismos incon-
scientes que surgen ante la confrontación con las
manifestaciones de la locura y con los propios límites
y fracasos, en los que se entrelazan mecanismos
institucionales que responden a lógicas de exclusión.
La práctica profesional requiere de un entrenamientocomo ejercicio necesario en la formación del psicólo-
go, que posibilite dar lugar al pensamiento crítico y a
la invención, a partir del intercambio y la confront-
ación en la llamada interdisciplina, donde se ponen
en juego por parte de cada uno de los integrantes del
equipo, los efectos de la particular lectura del
sufrimiento psíquico del sujeto en crisis, en el respeto
por los derechos que la ley de salud mental enuncia.
Lo cual favorece la renuncia a posiciones dogmáticas
que se escudan en saberes absolutos, considerados
científicos, pero que finamente no tienen en
cuenta la posibilidad real de articulación de
distintos saberes y discursos, como ocurre en la
llamada “multi-disciplina”.
Nuestra experiencia nos plantea la importancia
de llevar a los espacios de formación, como la
supervisión y la reunión de equipo, los obstácu-
los, interrogantes e hipótesis acerca de la locura y
sus abordajes, en un ejercicio interdiscursivo einterdisciplinario que favorezca la producción de
una hiancia en el discurso cerrado que todo saber
que se presente como hegemónico promueve.
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La propuesta es promover la Invención en el
tratamiento de la singularidad del caso por caso,
solo posible desde la lógica abierta del no-todo, a
contrapartida del universo cerrado de discurso,
generando un estado de reflexión crítica e
interdiscursiva, para alcanzar consensos por parte
del equipo y con el consentimiento del paciente.
Esta formación implica la capacitación en la
disciplina del debate y del comentario en la
presentaciones clínicas de casos y de textos, asítambién en el intercambio con los agentes del
discurso jurídico, desde el mismo marco regulato-
rio que la ley estipula, poniendo entre paréntesis
los saberes constituidos como absolutos, y
considerando a la internación como un dispositi-
vo de externación sostenido en una neo inserción
social, advertidos que siempre hay algo que las
leyes no pueden regular. Algo que escapa al
discurso científico y al jurídico.
Nos referimos al goce del síntoma que afecta alcuerpo. El analista, desde su función de escucha y
soporte en la dirección de la cura, en una posición
de extraterritorialidad del marco interdisciplinar,
puede advertir y alojar el goce intrusivo, al dejar el
saber y la verdad del lado del paciente en su
función de enunciación, y propiciar, en la trans-
misión de un deseo no anónimo, una nueva
manera de inclusión del sujeto en el discurso y en
la comunidad.
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Referencias
Foucault, M. (2008). El poder psiquiátrico. México. Fondo de
Cultura Económico,.
Lacan, J. (2009). De un discurso que no fuera del semblante
El seminario Libro 18. Buenos Aires. Paidos.
--------------(1974-75). El seminario. Libro 22: R.S.I. Versión
inédita.
Le Breton, D. (1990). Antropología del cuerpo y la moderni-
dad. Buenos Aires. Nueva Visión.
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Anzieu (1961) expone el concepto de proyección,
de la siguiente manera: Freud se refirió a la proyec-
ción en dos etapas distintas de su obra y desde dos
perspectivas bastante diferentes, pero que
mantienen una continuidad entre ellas. La primera
se sitúa en 1896 [...] La paranoia se explica por un
deseo homosexual reprimido y proyectado. [...] La
proyección es aquí la expulsión de un deseo
intolerable y su rechazo fuera de la persona; hay
proyección de aquello que no se quiere ser.
En una segunda etapa Freud efectuó una amplia-
ción que contiene el germen de las técnicas
proyectivas. La proyección es, entonces, el simple
desconocimiento (y ya no la expulsión) por el
sujeto, de deseos y emociones que no acepta
como propios, de los que es parcialmente incon-
sciente y a los que considera como pertenecientes
a la realidad externa. (p.17)
Más adelante plantea:La proyección es un proceso psíquico primario de
índole similar a la realización alucinatoria del
deseo en el sueño o en la transferencia
psicoanalítica. Los procesos psíquicos primarios
obedecen al principio del placer; tienden a
establecer la identidad de percepción; así el apara-
to psíquico busca reencontrar el objeto al cual
asoció la satisfacción por primera vez (principio de
placer). Por el contrario, los procesos psíquicos
llamados secundarios tienden a lograr la identidad
de pensamiento y de palabras (principios de
identidad y de realidad) y fundamentan el
pensamiento y la conducta racionales: deben
hacer un gran esfuerzo para evitar las alteraciones
permanentes a causa de los procesos primarios. (p.
19)
En relación a la situación proyectiva del psicodiag-
nóstico en sí, Anziu señala que: Esta situación vacía
reaviva los conflictos psicológicos del sujeto
examinado, y desencadena angustia y regresión.
La angustia está asociada a representaciones
fantasmaticas inconscientes, que se transparen-
tan, pues, en el contenido de las respuestas del
sujeto, mientras que los mecanismos de defensa
del yo contra la angustia y los fantasmas se manifies-
ta preferentemente en las características formales
de las respuestas.[...] El psicoanálisis distingue tres
aspectos en la regresión psíquica: 1) Un aspecto
formal. Hay regresión del pensamiento racional y
conceptual al pensamiento por imágenes, a la
representación figurativa. 2) Un aspectocronológico. Hay regresión del estado adulto a la
primera infancia o, si el sujeto es un niño, regresión
a estadios anteriores del desarrollo pulsional. 3) Un
aspecto tópico. Hay regresión del yo al ello.
Cuando el yo tiene el control del aparato psíquico,
la pulsión encuentra su expresión en la descarga
motriz.
Si el yo está bloqueado, la descarga motriz se
encuentra inhibida; el “cuantum” de afecto refluye
del polo motor hacia el polo perceptivo y lapulsión encuentra su descarga de manera alucina-
toria (alucinación, sueño, ensueño, fantasía).[...] De
una manera general, tanto la situación proyectiva,
como la psicoanalítica provocan la regresión, en el
aparato psíquico, de los procesos secundarios
–fundados en la identidad de pensamiento y el
principio de realidad- a los procesos primarios
–fundados en la identidad de percepciones y el
principio de placer-displacer.[...]
En los test de este tipo, la regresión es profunda y
conduce al examinado a los problemas de diferen-
ciación de interior y el exterior, de la madre y el
niño, del objeto y el sujeto. Así las manchas de
tinta del Rorschach evocan en el examinado ya
objetos exteriores, ya el interior del cuerpo. (pp
22-25).
Consideramos que en el Psicodiagnóstico de
Rorschach la aparición del determinante movi-
miento menor (m) revela en el funcionamiento delaparato psíquico que algo no ha sido tramitado,
EL MOVIMIENTO MENOR Y SU RELACIÓN CON LO TRAUMÁTICO ¿UNA INVESTIGACIÓN QUE ABRE PUERTAS?
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Pensamos al movimiento menor puro (m) como
efecto de la sobreexcitación en la economía libidi-
nal. En este caso al no ser posible la operatoria de
enlace del proceso normal del pensar, asociada a
determinantes con la participación de la Forma,
que permiten la ligazón de la moción pulsional, se
torna insistente, generando una tensión en
aumento que evidencia el intento del aparato de
ligar lo imposible de tramitar, a semejanzas de las
neurosis traumáticas, donde se produce unamarca en el aparato psíquico que luego deviene
repetición.
En este sentido nos preguntamos: ¿Hay representa-
ciones ligadas al movimiento menor (m) que
logran vehiculizar la carga pulsional a condición
de su carácter sustitutivo?, ¿puede el movimiento
menor (m) facilitar la detección de aquello que ha
sido traumático para el aparato psíquico? Tenien-
do en cuenta que nuestra contemporaneidad
marca su particularidad en la construcción desujetos abandonados a los menesteres de sus
impulsos más inmediatos, a merced de instancias
psíquicas frágiles y vulnerables, ¿podría la
aparición del movimiento menor (m) ser un indica-
dor que evidencie la vulnerabilidad constitutiva
del sujeto ante las exigencias extremas de la
época? ¿La aparición del determinante movimien-
to menor en el Psicodiagnóstico de Rorschach es
efecto de los excesos que entraman nuestra
contemporaneidad?
Podríamos anticipar que hay representaciones
ligadas al movimiento menor (m) que logran
vehiculizar la carga pulsional a condición de su
carácter sustitutivo y así facilitar la detección de
aquello que ha sido traumático para el aparato
psíquico. La relación entre el análisis del contenido
y el movimiento menor puro, con la carga
económica que este determinante conlleva,
tienen un valor sustancial para la comprensión de
la dinámica psíquica.
Tal como plantea Mirotti (2010)
En todo contenido la afectividad juega un rol,
puede estimular o perturbar la estructuración
formal de la respuesta, lo que se da particular-
mente cuando la lámina suscita en el sujeto
sentimientos desagradable (...) Pero obviamente
son las respuestas originales con contenidos
relevantes o singularmente elaborados, donde es
más esperable una proyección personal impor-tante; también cuando una respuesta aún
frecuente es dada con una fuerte carga emocional,
o cuando una respuesta específica a un tema
general se repite, o se vuelve a encontrar en caso
de administrarse otra prueba de mancha. (pp.
320-321).
El contenido que queda vinculado al movimiento
menor representa aquello que bascula entre este
quantum de energía asociado con el aumento de
tensión y aquella representación posible de accedera la conciencia. Este aumento de tensión queda
íntimamente ligado al exceso que entrama,
cualquier situación de vulnerabilidad e indefen-
sión en que queda subsumido el sujeto desde su
constitución.
Por lo tanto, si existen representaciones que
dentro de la cadena simbólica facilitan la
expresión de lo inconsciente, pensamos que en el
Psicodiagnóstico de Rorschach estos contenidos
ligados al “movimientos menor” darían cuenta de la
pulsión y su insistencia en satisfacerse.
En este sentido el contenido de los movimientos
menores (m) sería una representación representa-
tiva desfigurada de aquello imposible de ligar. Por
la vía de la sustitución damos cuenta de la pulsión
y es por vía del lenguaje que el significante posibilita
vehiculizar aquello traumático y que requiere su
elaboración.
EL MOVIMIENTO MENOR Y SU RELACIÓN CON LO TRAUMÁTICO ¿UNA INVESTIGACIÓN QUE ABRE PUERTAS?
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En las representaciones ligadas al movimiento
menor puro, se anunciaría que algo se derrumba,
que perturba, que puede destruir, una fuerza
arrasadora, incontrolable e inmanejable, para el
aparato psíquico. En cambio en otras, que asumen
un valor amortiguador, señala algo de la dinámica
psíquica, que puede provocar aumento de
tensión, pero no necesariamente sentimiento de
desvalimiento y vulnerabilidad.
No es lo mismo un contenido discursivo donde
prima la destrucción o derrumbe asociada a algo
que perturba, que desconcierta, que destruye, que
otro contenido que asume un valor que amortigua
la emergencia pulsional. Tomaremos las respues-
tas de algunos protocolos administrados para
ejemplificar lo enunciado:
Una paciente de 40 años que a consecuencia de la
pérdida de su útero no pudo tener hijos expresa lo
siguiente:
Lamina II – Posición Invertida
Acá dijiste que ves como un dolor ¿dónde lo ves?
Yo lo asocio con esto (se toca el cuello)
¿Me podrías marcar donde lo ves?
Acá en estos salientes (marca el detalle usual
negro y el detalle usual rojo inferior). El color... la
mezcla de rojo y negro, es como si el rojo se dispa-
ra, trata de sacarse de encima algo, de expresarlo
para que alguien se dé cuenta (tarda mucho, la
observa).
¿A qué te referís con que el rojo se dispara?
Va a lograr decir eso que quiere decir, a pesar del
dolor, lo va a decir; el dolor sale así (gesticula con
las manos hacia arriba desde el pecho)
Un joven de 25 años, cuyas entrevistas evidenciaron
una gran dificultad para esclarecer situaciones
familiares, que desde el relato se expresan como
“secretos bien guardados” manifiesta lo siguiente:Lámina IX: Posición Normal.
“Lo que fue oscuro se está aclarando, algo se está
expandiendo, la sensación como que algo malo se
empezó a aclarar”. La emergencia del movimiento
menor puro en estas respuestas señalan como el
impacto que genera la lámina, evoca la intensidad
de la carga pulsional que produce una tensión que
evidencia, a través de la cadena significante, que
algo no ha podido ser tramitado por el aparato y
deviene repetición.
Discusión
Lo desarrollado hasta el momento nos permite
comenzar a esclarecer algunos de los interro