educación popular, alternativas y prospectivas...

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Educación Popular, Alternativas y Prospectivas Pedagógicas en América Latina en el siglo XXI Jornadas en Buenos Aires, 7, 8 y 9 de agosto 2013 Programa APPEAL (Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa en América Latina), Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, UBA Reunión Científica. RC-2012-0143. FONCYT.

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Educación Popular, Alternativas y Prospectivas

Pedagógicas en América Latina en el siglo XXI

Jornadas en Buenos Aires, 7, 8 y 9 de agosto 2013

Programa APPEAL (Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa en América

Latina), Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía

y Letras, UBA

Reunión Científica. RC-2012-0143. FONCYT.

In memorian. Jorge Huergo.

Lidia, Rodríguez Educación popular en la historia reciente en Argentina y América Latina. - 1a ed. - Buenos Aires : APPEAL, 2013. 264 p. ; 22x15 cm. ISBN 978-987-29691-0-3 1. Educación Popular. 2. Historia de la Educación Latinoamericana. I. Título CDD 370.80 Fecha de catalogación: 05/07/2013

Índice

INTRODUCCIÓN

Lidia Mercedes Rodríguez

EDUCACIÓN POPULAR: CUESTIONES EPISTÉMICAS Y METODOLÓGICAS

RELATIVAS A LA SITUACIÓN ACTUAL DE AMÉRICA LATINA

Marcela Gómez Sollano

EDUCACIÓN POPULAR Y SUJETO PEDAGÓGICO

La descolonización como enunciación interpelante

Inés Fernández Mouján

Otros itinerarios de la educación popular. Lo educativo en la comunicación

popular

Jorge Huergo

Comentarios

Pablo Pineau, Jorge Huergo, Inés Fernández Mouján

Diálogos

Coordinación: Denisse Garrido

Participantes: Carlos Marín, Antonio Nicolau, Ariel Zysman, Jorge Huergo, Inés

Fernández Mouján, Marcela Gómez Sollano, Juliana Enrico, Cintia Rogovsky,

Fátima Cabrera

EDUCACIÓN POPULAR Y NUEVAS PROBLEMÁTICAS: DESAFÍOS A LA AGENDA DE DISCUSIÓN

PÚBLICA

Los múltiples sentidos de la educación popular. Reflexiones desde la problemática

de la interculturalidad

Sofía Thisted

Experiencia de formación en Pedagogía y Educación Social en el Instituto de

Formación Técnica Superior Nº 28

Carlos Ruiz

Diálogos posibles entre la educación ambiental y educación popular. Hacia un

reconocimiento de una educación ambiental latinoamericana

María Laura Canciani y Aldana Telias

Diálogos

Coordinación: Isabel Nazar

Participantes: Aldana Telias, Isabel del Castillo, Carlos Ruiz, Fátima Cabrera, Laura

Canciani, Sofía Thisted, Juliana Enrico, Marcela Gómez Sollano, Belén Mercado

MAPA DE LA EDUCACIÓN POPULAR EN COORDINACIÓN CON EL MAPA EDUCATIVO DEL

MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN

Daniel Sticotti y Cristina Aldini

Diálogos

Coordinación: Ariadna Abritta

Participantes: Ariadna Abritta, Daniel Sticotti, Cristina Aldini, Lidia Mercedes

Rodríguez

EDUCACIÓN POPULAR Y UNIVERSIDAD: LA RELACIÓN ENTRE SOCIEDAD, EXTENSIÓN Y

TERRITORIO

La extensión universitaria y las poblaciones

Mirtha Lischetti

Educación popular, extensión universitaria e investigación acción participativa.

Experiencias y reflexiones

Sandra Llosa

Notas sobre el proceso implicado en el pasaje de la extensión a la integración

socioeducativa: la experiencia del CIDAC

Ivanna Petz

Lo universal y lo particular

Flora Hillert

Diálogos

Coordinación: Natalia Peluso

Participantes: Mónica Fernández Pais, Marianela Ríos, Victoria Compagnoni,

Mirtha Lischetti, Ivanna Petz, Flora Hillert, Sandra Llosa, Marcela Gómez Sollano

EDUCACIÓN POPULAR, ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL

Movimientos sociales, educación y estado

Norma Michi

Educación popular y de adultos. El papel del estado

Roberto Marengo

Diálogos

Coordinación: Alejandro Yaverovsky

Participantes: Belén Mercado, Ariadna Abritta, Cristina Tucci, Norma Michi,

Roberto Marengo, Juliana Enrico, Mónica Fernández Pais, Sofía Thisted, Marcela

Gómez Sollano

LA POLITIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN EN EL CONTINENTE

Adriana Puiggrós

Presentación institucional: Ariel Zysman y Lidia Mercedes Rodríguez

Comentarios: Roberto Marengo y Adriana Puiggrós

A treinta años de La educación popular en América Latina

Marcela Gómez Sollano

Diálogos

Participantes: Lidia Mercedes Rodríguez, Adriana Puiggrós, Anahí Gelman, Sofía

Thisted, Antonio Nicolau, Roberto Marengo

Palabras de cierre

Lidia Mercedes Rodríguez

Introducción

La discusión sobre la educación del pueblo y la educación popular atraviesa la historia

latinoamericana sobre todo a partir de los procesos independentistas del siglo XIX. Se

inicia entonces una tensión por sus distintos significados posibles, en cuyos extremos

podemos ubicar el sueño bolivariano de Simón Rodríguez y el de Sarmiento que se

articula –quizás a pesar suyo– a un proyecto dependiente agroexportador. Educación

popular fue entonces un significante disponible en los inicios de la constitución de los

estados latinoamericanos, que terminó siendo subsumido por el concepto de instrucción

pública, al organizarse los sistemas escolares fundados en lógicas positivistas.

Esa escena se desarma, desde nuestro punto de vista, con la aparición de la Pedagogía

del oprimido, en 1970, que pone a nuestro modo de ver las cosas en su justo lugar.

Especialmente porque nombra al sujeto de la educación latinoamericano, continente que

encajó en el proceso moderno de occidente como en su condición periférica y desde allí

constituyó las marcas de su identidad.

Dicho de otro modo, en el avanzado siglo pasado el significante “educación popular”

tuvo efectos dislocatorios de la matriz educativa fundacional.

¿Cuál es hoy el aporte de esta perspectiva a los debates educativos actuales en

Argentina y América Latina?

Para conversar sobre estas cuestiones, nos reunimos en la Facultad de Filosofía y Letras

de la Universidad de Buenos Aires los días 7, 8 y 9 de agosto de 2013. Durante esos tres

días estudiantes, militantes, educadores, investigadores, nos dimos un tiempo para salir

de la vorágine cotidiana y pensar algunos de los ejes que constituyen desafíos de ese

campo problemático. Recuperando ese espíritu constitutivo de la educación popular, que

concibe el conocimiento en constante proceso de producción colectiva. Y que resulta

difícil a veces de congeniar con las lógicas academicistas aún vigentes.

La apertura fue realizada por la decana de la Facultad, la doctora Graciela Morgade; el

director del Departamento de Ciencias de la Educación, el doctor Daniel Suarez; y el

director del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, el doctor Tono

Castorina, donde tiene su sede el Programa Alternativas Pedagógicas y Prospectiva

Educativa para América Latina.

El encuentro cerró con la conferencia de cierre de la doctora Adriana Puiggrós y contó

con la presencia de la doctora Marcela Gómez Sollano, directora del Programa

APPEAL México. Además, contó con el apoyo del FONCYT.

Ofrecemos la desgrabación editada de lo que allí se discutió. Nos parecía que, a pesar de

no tener la estructura de una escritura sino que se trata de transcripciones de

presentaciones orales, era más útil ponerla a disponibilidad que guardarla en los discos

duros de las computadoras.

Lidia Mercedes Rodríguez

Educación popular: cuestiones epistémicas y metodológicas relativas a

la situación actual de América Latina Marcela Gómez Sollano

Apertura y delimitación

Me siento honrada por la oportunidad de compartir este momento con queridos y

queridas colegas, de quienes mucho he aprendido y a los que me une el afecto y el

reconocimiento al trabajo sostenido para conformar espacios en los que la crítica y la

construcción de horizontes nutran la apasionada tarea del saber, con el compromiso

histórico de lo que representa hoy producir conocimientos y generar propuestas

alternativas que respondan a las necesidad de formación, que las nuevas generaciones

requieren y reclaman.

Las instituciones públicas tienen un profundo compromiso en esta tarea y sin duda

cuentan con la base social y el reconocimiento para llevarlo a cabo. El evento que nos

convoca es una muestra de este potencial y del llamado a reflexionar sobre lo que

significa desarrollar un pensamiento crítico e histórico, capaz de colocar la creación

teórica en todas sus posibilidad y limitaciones, frente a las graves problemáticas

socioambientales que a nivel mundial y regional enfrentan en condiciones desiguales e

injustas diversos sectores de la población.

A continuación me permitiré presentar a ustedes algunas líneas de reflexión que han

surgido al calor de ciertas preguntas y problemas que quienes participamos en el

Programa Alternativas Pedagógica y Prospectiva Educativa en América Latina

(APPEAL, México-Argentina), nos hemos planteado para pensar la cuestión de las

alternativas en su relación con la historia, la política y el conocimiento, de cara a los

tiempos de la época que el exilio, el encuentro y el retorno reconfiguraron en el mundo

intangible de las experiencias, los saberes, los afectos y las utopías.

Deseo dejar constancia de las valiosas aportaciones que Adriana Puiggrós, fundadora

del programa APPEAL, Lidia Rodríguez, responsable del mismo en Argentina, así

como de sus investigadores han hecho al respecto y de la lucha que han librado y siguen

librando para encarar, desde la gestión y la política, los nuevos rostros del

neoliberalismo. En varias de sus obras ha quedado constancia de las reformas y

propuestas impulsadas por la doctora Puiggrós en los últimos años, acompañadas de las

marcas que las políticas educativas latinoamericanas de corte nacionalista, popular y

democrático han significado en este proceso.

Para el abordaje de la temática propuesta en esta presentación, recupero parte de los

referentes epistémico-conceptuales y metodológicos desarrollados en el último período

por el equipo de investigación del programa APPEAL de México para pensar, a partir

de las categorías intermedias construidas, la compleja relación entre la producción de

experiencias pedagógicas alternativas en la historia reciente de los países de la región,

su sistematización e implicaciones en la reconfiguración del campo de la educación

popular en el momento actual.1

En este sentido, poner atención en los modos generalmente ignorados, lugares

intersticiales y de los actores no reconocidos en la elaboración de saberes, resulta una

cuestión fundamental para comprender las tramas densas y complejas en las que se

1 Esta ponencia se estructura a partir de las elaboraciones realizadas en el marco del proyecto “Saberes,

sujetos y experiencias pedagógicas alternativas. Fragmentos de la realidad mexicana” (APPEAL,

México/Facultad de Filosofía y Letras/Dirección General de Asuntos del Personal Académico –DGAPA-

PAPIIT: IN400610–, de la UNAM), Marcela Gómez Sollano y Martha Corenstein (coords.), 2013.

están produciendo las narrativas de los sujetos en su diálogo con los aires de la época.

El objetivo es entender mejor las mediaciones, antiguas o nuevas, que participan en la

producción de conocimientos en los países de la región. Dado que el horizonte social no

ha dejado de ampliarse y complejizarse, preguntarse por la forma en que hoy los saberes

se han recompuesto y se recomponen, así como el papel que cumplen y el sentido que

adquieren en la producción de alternativas pedagógicas constituye un punto importante

de la reflexión. El uso y funciones de los saberes permiten reflexionar sobre la

producción y transformación de las identidades sociales, políticas, geográficas, étnicas,

generacionales o de género, y volver a la cuestión antigua pero central de las relaciones

entre saberes y poderes explorando en diferentes niveles y modalidades del hacer social

y educativo.

Dar cuenta de esta experiencia histórica permite anudar un registro más por donde es

posible pensar la producción de alternativas, el lugar del saber, la cultura política, los

procesos de integración de la diversidad y la construcción de las identidades sociales,

como dimensiones importantes para situar el horizonte en el que se están produciendo

diversas experiencias vinculadas con los sectores populares. La intención es profundizar

en la particularidad que adquieren estos procesos en el momento actual, con el objeto de

aportar elementos y sumar esfuerzos para avanzar en la construcción de espacios

comunes que contribuyan a restituir en lo social la pluralidad y su posibilidad. Estos es,

reconfigurando lo social como pluralidad, ¿puede un trabajo que apunta a un ejercicio

de construcción conceptual inscribirse en esa esfera de los asuntos humanos que deben

ser deliberados para ser decididos?

Particularmente interesa recuperar lo alternativo como una operación social, política y

pedagógica específica, en la que se condensa el saber histórico de las luchas (saberes

soterrados, saberes sometidos) y la experiencia que deviene proyecto cuando se inscribe

en un horizonte que dota de sentido a las prácticas de los agentes y convoca en torno

suyo a la lengua, la historia y el cuerpo como habría de insistir Walter Benjamín en el

siglo XX. Se trata, como bien lo precisa Michel Foucault (2000) de la insurrección de

los saberes. Esto es, de poner en juego unos saberes locales, discontinuos,

descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretende

filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre de un conocimiento verdadero de los

derechos de una ciencia que algunos poseerían y ante todo, contra los efectos de poder

centralizadores que están ligados a la institución y al funcionamiento de un discurso

científico organizado dentro de una sociedad como la nuestra.

En este contexto, es importante tener en cuenta que realizar una investigación sobre la

sistematización de experiencias pedagógicas alternativas exige analizar las dimensiones

teórico-conceptuales que están implícitas en la misma, así como las estrategias

metodológicas específicas, en las que las nociones de sistematización y experiencia

tienen un papel central. En cuanto a la concepción de sistematización de experiencias

pedagógicas relacionadas con el campo de la educación popular, destaca su ubicación

fundamentalmente como una propuesta de modalidad investigativa que registra y

documenta las condiciones de producción de prácticas alternativas, generando

conocimiento. Se muestra el potencial que contiene sistematizar experiencias en

proceso, no documentadas, así como estudiar las ya recuperadas en virtud de que

reflejan, de alguna manera, las problemáticas, dimensiones y tendencias alternativas de

una región particular e indican los posibles retos y límites de la acción y transformación

pedagógica en su vinculación con proyectos particulares. El análisis de las prácticas

discursivas de las experiencias pedagógicas alternativas puede ser el vehículo para

aprehender y descubrir la dinámica con la que se tejen parte de las tramas histórico-

sociales, en particular en un contexto de crisis, cambios, precariedad, incertidumbre y

violencia como el que se vive actualmente.

En este sentido, las producciones conceptuales y metodológicas abren la posibilidad de

observar y dar cuenta de los nuevos fenómenos sociales, educativos y políticos en el

marco latinoamericano. La intención no es llegar a definiciones acabadas, sino más bien

a comprender las potencialidades y problemas que conllevan a utilizar dichas

producciones cuando lo que está en juego es ubicar las particularidades que adquieren

en procesos, situaciones y experiencias específicas y construir así un horizonte que

aporte al estudio de situaciones concretas en las que se producen los procesos

educativos, particularmente en el campo de la educación popular.

Educación popular: sentido y reconfiguración

Educación popular es un concepto que adquiere diversos significados en momentos

particulares de la historia de la educación, específicamente en los países de América

Latina. A lo largo del tiempo se ha posicionado como un tema relevante en la agenda de

los especialistas de diferentes campos del conocimiento humanístico y social, así como

de otros agentes (organizaciones, organismos, movimientos) que despliegan, como parte

de sus proyectos de intervención, propuestas que tienen como actor central a los

sectores populares.

Si bien hay varias concepciones y posiciones en el campo de la educación popular, los

estudiosos coinciden en señalar que en su proceso de configuración histórica y

epistemológica, se articulan de manera particular varias dimensiones de lo social que es

importante tener en cuenta para atender su conformación como un ámbito particular de

saber y práctica de lo educativo. En términos generales destaca como, en diferentes

momentos y distintas corrientes, “educación popular” se ha definido en referencia a los

sujetos a los que se dirige (sectores analfabetos, trabajadores, grupos étnicos), a los

conocimientos a impartir (saberes vinculados al mundo del trabajo y/o a la difusión

política, actividades expresivas y participativas, contenidos nacionales), a sus

finalidades (cambios políticos, justicia social, concientización, participación,

comunicación, discusión) y a las entidades educativas que la imparten (escuelas,

sindicatos, comunidades de base, asociaciones de inmigrantes, clubes de barrio), con las

implicaciones éticas, políticas, sociales, culturales y pedagógicas que esto tiene para la

formación de las personas, la conformación de sus espacios de acción y la producción

de conocimientos.

Por otra parte, se reconoce que uno de los propósitos que se pone en el centro del debate

sobre la educación popular es la cuestión de la transformación de la sociedad. Esto

implica que la acción educativa está dirigida y cobra sentido en el actuar cotidiano de

los sectores populares, y que no comprende solo procesos educativos instrumentales,

sino que va articulando aquellos elementos educativos que requiere el proceso de

avance de las organizaciones populares. Por eso, una de las características más

importantes de la educación popular la constituye su intencionalidad política, que se

expresa como voluntad de transformación de lo real a partir de condiciones dadas,

diseñando estrategias y tácticas que adquieren su sentido y legibilidad cuando son

incorporadas a la lucha del pueblo.

En este sentido, la educación popular involucra siempre una posición política y político-

pedagógica, un compromiso con el pueblo frente al conjunto de su educación y no se

reduce a una acción centrada en una modalidad educativa, tal como la educación no

formal, o a un recorte de los sectores populares, tal como los marginados, o a un grupo

generacional, como los adultos, o a una estrategia determinada, como la alfabetización

rural. Debe atravesar todos los niveles del sistema de educación formal y los espacios de

educación no formal, como posición de defensa de los intereses populares, como

productora de modelos, saberes, estrategias, contenidos, metodologías democráticas de

educación, como instrumento de lucha en un campo tan plagado de diferencias y

articulaciones como es el educacional. En la base de todos estos procesos está presente

la intencionalidad e implicaciones educativas y de comprensión de lo real.

Si se define educación popular como el ámbito en el cual los sectores populares

reconstruyen y representan su propia realidad, entonces comprende tres dimensiones

que se separan solo en términos de análisis:

o Una dimensión de acción, que constituye el momento en el que toman forma

las prácticas tendientes a construir una sociedad nueva de acuerdo a los

intereses del pueblo.

o Una dimensión de apropiación de lo real, que comprende la producción de

conceptos científicos y tecnológicos indispensables, junto con otros elementos

como aquellos saberes que se articulan a la experiencia, para el desarrollo de la

sociedad en construcción.

o Una dimensión ideológica, que sería el espacio donde los sectores populares

realizan la reflexión sobre sus prácticas, de la cual emerge el significado de su

actuar en el que se expresan sus intereses relacionados con su condición

socioeconómica y que les permite reorientar su quehacer a partir de la

comprensión e incorporación del sentido político de sus acciones.

Desde el punto de vista educativo se trata de un proceso que se exige la generación de

prácticas y saberes que permitan el análisis crítico de la realidad social, la acción

colectiva y el desarrollo de valores sociales democráticos. Conciencia, conocimiento y

reflexión; transformación de las actitudes y de lo real; avance sistemático en la

comprensión del mundo, desde los intereses y necesidades concretas de la población,

forman parte del ideario del que se han nutrido los conceptos de educación popular a lo

largo de su historia.

“Educación popular” es un concepto que condensa en la polisemia del término, el

sentido histórico y prospectivo de las diversas definiciones que lo han acompañado,

algunas de la cuales marcan muchos de sus significados y argumentos polémicos

actuales, así como las posiciones que los agentes involucrados ocupan en este campo

particular de conocimiento y práctica educativa en los que se articulan no solo las

diferentes definiciones que se han hecho del mismo, sino, además, las luchas por su

apropiación, así como la relación y diferencia que guarda con otros (educación común,

instrucción pública, educación del pueblo, educación de adultos, educación liberadora,

educación intercultural, entre otras). En este sentido, el significante educación popular

se constituye como un campo complejo de articulaciones múltiples cuyas prácticas

entrecruzan demandas provenientes de diversos grupos, sectores y sujetos sociales

resultando configuraciones socio-históricas y culturales particulares, lo que muestra el

carácter abierto e históricamente construido del mismo.

En los últimos años –tal como lo apunto Rodríguez (2013)– el campo de la educación

popular se ha abierto a nuevas conceptualizaciones que la recolocan en su relación con

las prácticas políticas en general, las nuevas demandas sociales, el surgimiento y

configuración de sujetos sociales distintos y la relación con el Estado, en el marco de las

transformaciones de principios del siglo XXI, lo que tiene implicaciones en el campo de

la educación popular. Por un lado, quebrando antiguas lógicas de producción y

transmisión de saberes y desarticulando el entramado social y, por el otro,

intensificando la aparición y reorganización de distintas iniciativas sociales

provenientes en su mayoría de la comunidad y adquiriendo diferentes tipos de

presencia.

En este contexto, las acciones que hoy se enuncian desde el campo de la educación

popular sostienen un discurso en el que se advierten fuertes componentes y

reminiscencias propias de la diversidad de experiencias de educación popular que se

desarrollaron sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX. El sistema escolar

latinoamericano estuvo siempre acompañado por experiencias educativas y

planteamientos pedagógicos cuestionadores y alternativos que muchas veces estuvieron

vinculados orgánicamente con propuestas políticas y en otros se desarrollaron en el

marco de proceso políticos generales, pero siempre constituyeron discursos o gérmenes

de discursos político-pedagógicos, tendientes a la educación de acuerdo con su

necesaria contribución a los procesos de transformación social.

No obstante, las mismas se articulan con nuevas demandas frente a una configuración

de un sistema educativo diferente que requiere ser analizada con el objetivo de

visibilizar nuevos procesos y aportar a la construcción de conceptos con los cuales

repensar el campo de la educación popular en la actualidad y proponer

prospectivamente formas más democráticas de integración de los sujetos sociales. En

este marco, a los sectores que tradicionalmente han llevado a cabo prácticas vinculadas

con los principios de la educación popular, se integran otros sujetos sociales

incorporando nuevas demandas y alternativas dentro del campo en cuestión.

Además, las experiencias en materia de educación popular actuales, si bien enuncian

componentes provenientes del opuesto binario opresión-liberación, reproducción-

transformación, incluyen prácticas que se orientan en dirección a la construcción de

nuevos enlaces entre el sistema de educación formal y el campo educativo. Expresión de

esto puede encontrarse en el continente latinoamericano donde surgen o cobran

visibilidad nuevas expresiones del campo popular que se articulan con demandas que

hasta ahora podrían considerarse marginales. Los discursos indigenistas, de género,

ambientales, ligados a movimientos sociales, barriales, generacionales, comunitarios y

autogestivos, entre otros tantos, interpelan el conjunto de lo social acrecentado por los

gobiernos que intentan acercar un discurso de unidad con fuerte referencias a lo popular.

A su vez, la educación popular no es ajena a la serie de transformaciones en torno a la

relación y a la definición sobre cultura; diversidad, diferencia, imaginarios socio-

pedagógicos globales y locales, etcétera (Rodríguez, 2012).

Asimismo, las formas en que se emplea el significante educación popular permite

establecer un debate sobre el papel de la escuela y la tarea de alfabetizar, básicamente

para situar los nuevos o diferentes significados que adquiere el término a la luz de

discusiones relacionadas, entre otras, a las formas educativas no formales dirigidas a los

sectores desposeídos y aquellas que provienen del Estado o que son formalizadas y

dirigidas desde sectores privados.

La educación popular es todavía un concepto en búsqueda de definición, es la

sistematización y teorización de las experiencias la que nos permitirá asumir una

concepción global que deberá ir encontrando su definición concreta y práctica ante cada

realidad particular, en cada momento histórico específico y en el marco de las profundas

fracturas que se están produciendo entre el ideario pedagógico de la modernidad y las

nuevas configuraciones socioculturales y educativas actuales. De ahí la importancia de

su sistematización y análisis, explorando en diferentes niveles y modalidades del hacer

social y educativo para situar el horizonte en el que se están produciendo diversas

experiencias vinculadas con los sectores populares. En este sentido un ejercicio

importante es la sistematización de experiencias, que ha convocado desde hace varias

décadas a diversos investigadores y grupos de trabajo en esta importante tarea del

quehacer político-pedagógico.2 La labor concreta de las organizaciones no

gubernamentales del área de la educación y de otros sectores hacen parte de este

quehacer, mismo que no ha sido ajeno a ese complejo e importante proceso.

El campo problemático de la sistematización: una mirada a partir del programa

APPEAL

Una aproximación inicial al campo de la sistematización de experiencias educativas, nos

permite afirmar que esta temática constituye un referente ordenador significativo en

muchos de los debates y propuestas educativas generadas por distintos grupos,

colectivos, organizaciones y especialistas del campo educativo y sociocultural a partir

del abordaje de situaciones concretas, así como de su imbricación con la generación de

propuestas de acuerdo a la posición que ocupen en una trama y ámbito particular de la

realidad histórico-social e institucional. Esta diversidad refleja, entre otras cuestiones, el

interés de los especialistas de trabajar al respecto, sobre todo a partir del movimiento de

educación popular que diferentes sectores han desplegado en diversos momentos de la

historia de los países de América Latina.

Destaca, por ejemplo, el énfasis que algunos hacen para situar como eje ordenador de

sus propuestas, la cuestión de la práctica como una dimensión ordenadora central para

llevar a cabo el proceso de sistematización, en tanto que permite situar la experiencia en

el contexto concreto en que se lleva a cabo y dar voz a los actores que participan de los

procesos de su conformación y potenciar así su condición de sujeto, tal como algunas

propuestas que al respecto se han hecho, por ejemplo, desde el campo de la educación

popular en la región. Si bien cada grupo hace su propia propuesta de sistematización,

uno de sus rasgos es que trabajan en red y generan estrategias que fortalecen su

quehacer pedagógico, político y teórico, con las implicaciones que esto tiene para los

procesos de formación y generación de propuestas tendientes a favorecer los espacios de

participación e intercambio entre los agentes involucrados y otros sectores de la

población a nivel regional.

Partimos de caracterizar a las alternativas en cuanto a la problemática a la que

responden, en cuanto a las finalidades, fundamentos teóricos o metodológicos con los

que operan, a los sujetos que la producen y a los que estas forman, al contexto,

condiciones y tramas sociales en que se inscriben, a los componentes pedagógicos y

curriculares que se establecen, a los saberes, prácticas y discursos que generan, en

cuanto a la circulación y apropiación de los proyectos o imágenes de futuro que

construyen, y también, en cuanto a los significados o sentidos atribuidos a lo

“alternativo”.

Lo alternativo no puede concebirse fuera de lo hegemónico (Laclau y Mouffe, 1987),

tiene como referente lo institucionalizado y puede surgir en el marco de las propias

2 Entre ellas cabe citar, además del trabajo que al respecto ha realizado el programa APPEAL desde su

constitución en 1981, al Programa Latinoamericano de Apoyo a la Sistematización el cual forma parte del

Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL), a la red Alforja, al Centro de Estudios

para la Educación Popular (CEPE), a la Red de Prácticas Sistematizadas (REPRASIG), al Taller

Permanente de Sistematización (TSP) en Perú; el Grupo de Investigación Sujetos y Acciones Colectivas

inscripto en la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Universidad del Valle de Cali,

Colombia, entre otros. La experiencia desplegada en Venezuela al respecto de este tipo de

sistematización, si bien presenta bases teóricas comunes con la Red Alforja, una de sus características

fundamentales es que forma parte de las políticas públicas en materia de educación y que diversos grupos

en diferentes áreas lo ponen en práctica, tal el caso de la Fundación Infocentro y núcleos vinculados con

la Universidad Bolivariana. Véase Marcela Gómez Sollano et al., 2013.

organizaciones o al margen de las mismas; se expresa a través de las expectativas y

experiencias de los sujetos que reelaboran los saberes, producen, circulan y transmiten

nuevas ideas que impactan de una manera u otra la realidad. De ahí que los sujetos

generen procesos alternativos que se articulan en la sociedad con prácticas y saberes

orientando transformaciones que de alguna forma marcan límites a lo instituido y

reconfiguran el horizonte material y simbólico en el que se estructura una determinada

lógica hegemónica. “Como todo discurso en el cual se reinsertan los fragmentos

separados, o cuyos enunciados se interpretan a partir de sus lapsus, negaciones,

alteraciones, etcétera, aparecen nuevos sentidos y se descubre una estructura discursiva

que permanecía desconocida” (Puiggrós y Gómez Sollano, 2003: 101).

Así, lo hegemónico adquiere sentido en contextos coyunturales y relacionales precisos,

en los que siempre estarán limitados por otras lógicas, muchas veces contradictorias. De

ahí que una formación hegemónica pueda ser entendida como una totalidad articulada

de diferencias, un conjunto de momentos discursivos donde los espacios sociales y

políticos están en constante redefinición, desplazando las fronteras que constituyen la

diversificación social.

La pregunta que se abre entonces es ¿qué categorías intermedias son adecuadas para

mostrar la tensión/diferencia entre lo hegemónico y lo alternativo al analizar las

experiencias pedagógicas en las que participan los sujetos y se transmiten los saberes?,

cuestión central en el campo de la educación popular. Sostenemos que al estudiar las

experiencias pedagógicas alternativas con estas herramientas conceptuales y

contrastarlas con el modelo hegemónico, se visibilizan sus grados de alternatividad.

Cuando lo hegemónico se contrasta con lo alternativo, la diferencia puede o no ser

radical (antagónica, autónoma, subversiva, equivalencial, diferencial o de resistencia)

aunque existe, de una u otra manera, algún tipo de articulación que los vincula. Dicha

distinción no es total ya que lo hegemónico como lo alternativo está incluido en la

articulación de las distintas dimensiones de la realidad social. Donde existe hegemonía,

siempre existirá la posibilidad de alternativas.

Con el fin de organizar la información que permitió llevar a cabo este trabajo de

recuperación y sistematización de las experiencias pedagógicas alterativas (EPAS)

producidas en la historia reciente de los países de América Latina, los investigadores del

programa APPEAL construimos como base de la metodología propuesta un formato

diseñado específicamente para este fin, “Campos para la sistematización de experiencias

pedagógicas alternativas 1980-2010” (Gómez Sollano y Corenstein [coords.], 2012: 25-

50 y 466-469), que incluye:

o ubicación de la experiencia

o visión y sentido de lo educativo

o características generales de la experiencia

o características pedagógicas de la experiencia

o trascendencia de la experiencia

así como las categorías intermedias que, como caja de herramientas, nos permitieron

pensar la relación/diferencia entre hegemonía y alternativas, considerar las tensiones y

articulaciones entre ellas, deliberar sobre los “grados” y “niveles” de lo alternativo (más

cercano o antagónico a lo hegemónico) y agrupar las alternativas de acuerdo a las

características que le son comunes, sin desconocer las particularidades que hay en ellas.3

3 Cabe señalar que dichas elaboraciones fueron el resultado del intercambio sostenido por los

investigadores participantes y que quedaron plasmadas en el “Documento de integración de

Las categorías intermedias son construcciones teóricas (Saur, 2008: 63-71) ubicadas en

un sistema de relaciones conceptuales que sirve como guía para el análisis de la realidad

y están organizadas en tres dimensiones, cada una incluyendo las categorías intermedias

que se especifican a continuación:

o El ethos, entendido como el conjunto de creencias, valores, normas y modelos

que orientan el pensamiento y el comportamiento, esto es, el núcleo cultural

que caracteriza a una sociedad, un grupo o una institución. Las cuatro

categorías intermedias identificadas son la problemática a la que responde, el

proyecto ético político, la articulación sujeto-estructura y la trascendencia de la

experiencia.

o Lo procedimental, entendido como aquello que se realiza para que lo

alternativo tome forma y tenga efecto tanto en los procesos formativos como

en la situación que altera. En este plano están las condiciones económicas,

legales, culturales, institucionales y políticas, entre otras, que intervienen en el

tipo de experiencia. Las cinco categorías intermedias en este bloque son

estrategias, saberes, sujetos, grados y relaciones de institucionalización, y la

base material de las experiencias educativas.

o Lo pedagógico se relaciona específicamente con lo relativo al currículum, a la

didáctica, a la evaluación, y a la relación educando-educador, así como con los

saberes involucrados en el proceso educativo; es decir, indaga acerca de los

rasgos particulares de cada experiencia educativa con el fin de caracterizarla.

De ahí que la última categoría intermedia se denomine modelo educativo.

A continuación se presenta un primer acercamiento a la información con 123

experiencias pedagógicas alternativas sistematizadas que diversos sectores generaron el

México de 1980 a 2010, vinculando los referentes teóricos, conceptuales,

metodológicos y las categorías intermedias,4 elaboradas por APPEAL, con el fin de

hacer visibles las expresiones de diversos sectores de la sociedad frente a la

problemática educativa, así como los retos y límites de la acción y transformación

pedagógica y que plantean nuevas exigencias al campo de la educación popular.

El ethos. Problemática a la que responde

Las EPAS surgen como propuestas para transformar la realidad por medio de la

educación. La carencia de escuelas o espacios de formación es uno de los problemas

más identificados, seguido de la falta de atención a grupos etarios, migrantes, y

personas en situación de marginación. En el caso de las comunidades rurales e indígenas

se plantean problemas relacionados con la pérdida de identidad, la falta de

sustentabilidad y la necesidad de que los niños y niñas de estas comunidades puedan

tener acceso a permanecer en la escuela sin perder ni ocultar la lengua y tradiciones.

Proyecto ético-político

elaboraciones, propuestas y acuerdos”, Sesión número 10 del XI Etapa del Seminario de Investigación y

Formación, 7 y 8 de junio, Malinalco, Estado de México. 4 Las categorías intermedias son las agrupaciones de las diferentes variables que conforman el formato

para la sistematización de experiencias. Por razones de espacio, no se definen en esta ponencia. (Marcela

Gómez Sollano, Liz Hamui y Martha Corenstein, 2012: 25-50; Corenstein et al., 2012: 299-328).

Se ve reflejado en algunas EPAS mediante la reapropiación y reinterpretación de autores

como Paulo Freire, Celestin Freinet y María Montessori; de filosofías como la orientada

hacia los derechos humanos o teorías como el constructivismo, la teología de la

liberación; o de modelos como el basado en competencias.

La organización comunitaria, la defensa de los derechos humanos, la autogestión y

autonomía, la sustentabilidad, así como la inclusión y equidad en educación, son

algunas acciones identificadas que buscan transformar o crear prácticas con el fin de

incidir algún tipo de cambio en la legislación, en los acuerdos internacionales, en las

políticas modernizadoras, en la oferta cultural y educativa del país, o en las prácticas

mismas. Ciertas experiencias otorgan sentido alternativo a prácticas que hacen frente a

la deserción, a la falta de cobertura, al currículum monolingüe o a la marginación.

Articulación sujeto-estructura

Existe una diversidad de sujetos partícipes de distintas EPAS como indígenas, jóvenes,

maestros, educadores populares, mujeres, niños, poblaciones rurales, migrantes,

jornaleros, que de alguna manera hacen referencia y se articulan a las comunidades

educativas heterogéneas orientadas a la integración y reconocimiento de las diferencias.

Trascendencia

Se logra no solo cuando se alcanzan los objetivos, se certifica al sujeto o cuando el

programa perdura en el tiempo, también cuando el sujeto trasciende, al incorporar,

transmitir y apropiar en su vida diaria los saberes que circulan en la experiencia ya sean

los específicos del programa, los adquiridos por otros participantes o los generados por

el contexto.

Lo procedimental. Estrategias

Se encuentran en el conjunto de acciones que posibilitan la permanencia de las EPAS

frente a los retos que las interpelan y las problemáticas a las que buscan responder.

Algunas se articulan a estrategias que desean erradicar la violencia mediante talleres

especializados, o a la formación en la promoción de los derechos humanos.

Saberes

En las experiencias analizadas, se identifican diversos saberes, como los saberes de

pertenencia, donde los sujetos buscan recuperar la lengua y la cultura local; o los

saberes estratégicos, que trabajan, por ejemplo, para prevenir la violencia con

actividades extraescolares y culturales como el hip hop. Existen saberes pedagógicos

reflejados en el desarrollo de nuevas formas de circulación del conocimiento como en la

radio indígena que genera y transmite programas con contenidos educativos en

diferentes lenguas. Hay también saberes de integración, que habilitan la recuperación

histórica de los grupos, la defensa de sus derechos, la participación comunitaria y

ciudadana, la equidad de género y la creación de políticas públicas. Finalmente,

encontramos también los saberes socialmente productivos, que habilitan para el

desarrollo de actividades productivas, como la crianza de animales, la costura, el arte, el

reciclaje, el trabajo en el campo, entre otros.

Sujetos

Existe una enorme diversidad en las experiencias. Por ejemplo, las que buscan el

empoderamiento de los sujetos mediante la promoción de sus derechos, generalmente

población vulnerable: migrantes, indígenas, adultos mayores, jóvenes, mujeres,

personas con discapacidad, niños y analfabetas. Otras experiencias pretenden crear

sujetos creativos; o tienen un especial interés en la formación de sujetos autónomos, o

se orientan a promover el liderazgo y la capacidad de resolver problemas en sus

educandos para que tomen conciencia y se hagan cargo de contribuir en la construcción

de su comunidad a partir del análisis problemático.

Grados y relaciones de institucionalización

La mayoría de las EPAS se relacionan, inscriben, financian y certifican con instituciones

gubernamentales; también existe la participación de instituciones de la sociedad civil y

alternativas generadas y gestionadas por las propias comunidades. Asimismo, algunos

organismos internacionales poseen algún tipo de vinculación ya sea para financiar,

aprobar o darles un marco legal.

Con relación a la forma de organización, se observa que la verticalidad está presente en

todas ellas a partir de la jerarquización en mandos y funciones, aunque algunas

experiencias comunitarias rescatan la participación de la familia y las comunidades.

Base material

Las EPAS se sustentan mediante fuentes de financiamiento públicas y privadas

provenientes de diversas instituciones; otras con apoyo gubernamental mediante

programas federales, estatales o locales.

Asimismo, las universidades por medio de programas de investigación, otorgan sustento

económico y organismos internacionales como el BM, OCDE y Unicef financian

programas y proyectos. Algunas fundaciones y empresas aportan donaciones o crean

vínculos con la sociedad civil.

Lo pedagógico

Que tiene que ver con todo lo que incluye el modelo educativo, como es el nivel, el tipo

de educación (formal o no formal), las modalidades, el espacio en el que se realiza, la

concepción de la educación, el enfoque de aprendizaje, los educadores, los educandos y

el vínculo entre ellos, los métodos y evaluación, entre otros factores.

Modelo educativo

Las experiencias sistematizadas ofrecen cobertura en todos los niveles educativos pero

destacan las de nivel preescolar y básico. Las modalidades registradas son presencial, a

distancia, abierta, continua y permanente, así como comunitaria, indígena, artística,

migrante, rural, ambiental, urbano popular e itinerante.

Se registraron experiencias de tipo formal y no formal, con las siguientes variantes:

o EPAS que surgen desde el ámbito no formal pero que habilitan la integración de

los educandos al sector escolarizado.

o EPAS que desde el terreno no formal buscan ser reconocidas por el Sistema

Educativo Nacional.

o EPAS que estando en el terreno de la educación formal buscan en la educación

no formal un complemento para la formación de sujetos.

Las experiencias se desarrollan en diversos espacios; comúnmente en aulas escolares,

centros educativos, salones improvisados, entre otros y en menor medida en cárceles,

hospitales, aulas virtuales y en espacios públicos como bibliotecas, museos, mercados o

parques.

Existen experiencias que conciben a la educación como:

o Comunitaria, donde la organización del proyecto educativo propone influir en

el entorno.

o Acto político, donde se promueve la crítica, la acción política y se busca

concientizar al educando sobre su realidad.

o Correctiva en los reclusorios.

o Derecho para la igualdad e inclusión.

o Un medio que permite transmitir y proteger el legado cultural y ambiental.

También destacan la educación bilingüe e intercultural como base para fomentar el

respeto, la conservación y difusión de las lenguas.

El enfoque de aprendizaje da cuenta de los saberes que adquiere el sujeto pedagógico al

vincularse con una experiencia. En las EPAS, dichos aprendizajes tienen sus

fundamentos en los derechos humanos, la interculturalidad, la formación de identidad,

el aprendizaje comunitario, la conservación y sustentabilidad del medio ambiente.

Ciertas EPAS consideran el perfil del educando como requisito de ingreso y criterios de

inclusión, como el pertenecer a una comunidad, a un grupo vulnerable, a un nivel

educativo, o a ser beneficiario de un programa social.

Al hacer referencia a quiénes son los educadores, se ubica la participación de

profesionistas o expertos en los temas, jóvenes de las comunidades o prestadores de

servicio social, así como personas pertenecientes a grupos específicos: hablantes de

alguna lengua indígena, obreros, artesanos o madres de familia. El educador es

nombrado como promotor, asesor, instructor, maestro, tutor, coordinador, facilitador,

tallerista o guía, quien debe contar con los saberes que requiere la experiencia o

adquirirlos durante el desarrollo de la misma por medio de cursos, talleres, capacitación

en línea o centros de estudio.

Existe una diversidad de modalidades para organizar los contenidos educativos. Se

identifican como frecuentes los talleres, seminarios, cursos, asesorías, clases, círculos de

estudio, programas de radio y campamentos, mostrando la existencia de un diseño

curricular detallado o bien, planeaciones didácticas espontáneas.

Los métodos y técnicas a los que recurren las experiencias para orientar el aprendizaje

son principalmente juegos, conferencias, debates, prácticas, exposiciones o

dramatizaciones apoyados por recursos didácticos como pizarrones, guías,

computadoras, libros, manuales, enciclomedia, blogs, pantallas, instrumentos musicales,

folletos, recursos naturales, dibujos o materiales teatrales.

En cuanto a la evaluación del aprendizaje de los educandos, existen evaluaciones

cuantitativas y cualitativas que se llevan a cabo mediante exámenes diagnósticos, de

seguimiento y finales; proyectos, tutorías y portafolio de evidencias. En tanto que para

evaluar la experiencia se toman en cuenta los procesos de desarrollo.

Así, estos otros discursos a los que llamamos experiencias pedagógicas alternativas,

traducido eventualmente en nuevas prácticas pedagógicas, denotan expresiones

educativas distantes, diferentes o ajenas, al menos en ciertos rasgos, a la propuesta

oficial hegemónica. Ante el panorama presentado, damos cuenta que lo pedagógico

juega un papel importante en el proceso de construcción social y lo que las EPAS

muestran es que este no es lineal; colocadas desde la alteridad, seguirán surgiendo,

situando y reconfigurando en su cometido de formar sujetos distintos y de rescatar

diversos saberes, intentando dar respuesta a los complejos desafíos que enfrentan los

países de la región.

A continuación abro un espacio para ubicar, como último apartado de la presente

ponencia, los alcances que lo antes dicho tiene a partir de la experiencia desplegada por

dos movimientos sociales en la historia reciente de América Latina para pensar lo

alternativo en su articulación con el campo de la educación popular.

La dimensión alternativa: una mirada a partir de la experiencia de dos movimientos

sociales en la historia reciente de América Latina

Como lo he situado a lo largo de este trabajo, las alternativas a lo hegemónico pueden

tener distintas características. En algunos casos solo modifican levemente la fijación de

sentido hegemónico. En otras situaciones, tienen la capacidad de desarticular y articular

un nuevo sentido social y/o nuevas condiciones materiales. Esta última opción

construye una voluntad colectiva diferente a través del proceso de desarticulación y

rearticulación de lo social, que desedimenta lo constituido y abre paso a la

conformación de un nuevo bloque histórico y, por tanto, a la posibilidad de

reconfiguración de lo alternativo.

Parte de este entramado para pensar la compleja relación entre hegemonía y la

producción de alternativas, particularmente en el terreno de la educación popular, se

puede ejemplificar con dos experiencias desarrolladas por dos movimientos sociales de

gran expresividad política en América Latina: el Movimiento de los Sin Tierra, en

Brasil y el Movimiento Zapatista, en México.5

Con base en los elementos de carácter educativo-pedagógico y político presentes en

ambas EPAS se pone a discusión cómo la concepción de un proyecto educativo-

pedagógico representada, respectivamente, por la Educación del Campo (una de las

matrices centrales del proyecto educativo-político del MST) y la Pedagogía del Sentir-

Pensar y del Sentir-Saber (matriz del Sistema Educativo Rebelde Autónomo Zapatista-

SERAZ) articulada por estos sujetos interpela al proyecto educativo-político

hegemónico vigente en Brasil y México.

Más que detenerme en las especificidades pedagógicas de cada EPA, me interesa

destacar la dimensión epistémica6 derivada de los conceptos de Educación del

5 En el marco del proyecto de investigación en el cual se ubican parte de los puntos que se desarrollan en

el presente trabajo, uno de los ejes de indagación, elaboración y análisis se centró en el estudio de la

relación entre movimientos sociales y la producción de experiencias pedagógicas alternativas. En este

apartado se sitúan algunas de las reflexiones que derivaron al respecto, particularmente para situar, a

partir de las categorías intermedias construidas, algunos de los rasgos que adquiere este proceso a partir

de las propuestas que los movimientos han realizado al respecto en la historia reciente de Brasil y

México. Cabe señalar que Lia Pinheiro Barbosa, investigadora invitada del programa APPEAL México

tuvo a su cargo esta línea de estudio. Aquí se recuperan algunas de las reflexiones. Para un análisis

detallado véase Pinheiro, 2013: 191-232; Pinheiro y Gómez Sollano, 2013). 6 “El pensar epistémico consiste en el uso de instrumentos conceptuales que no tienen un contenido

preciso, sino que son herramientas que permiten reconocer diversas posibilidades de contenido. Esto

forma parte de los que podríamos definir como un momento preteórico, mismo que tiene un gran peso en

las posibles teorizaciones posteriores. Decir preteórico significa decir construcción de relación con la

realidad” (Zemelman, 2004: 27). En palabras de Pinheiro, “los movimientos sociales logran concatenar el

pensamiento y la acción con el propio movimiento de la historia, generando saberes, categorías,

Campo/Pedagogía del Movimiento, en el caso del MST, y de Educación

Autónoma/Pedagogía del Sentir-Pensar y Sentir-Saber, desde el zapatismo.

Dichos conceptos alcanzan una operación epistemológica que define, como eje

articulador de lo simbólico y de lo ideológico, un referencial teórico-conceptual que, por

nacer de la experiencia, les permite fundamentar el conjunto de los argumentos y

horizontes de sentido que sustentan su proyecto político y el tipo de sujetos que se

constituye en este proceso. Asimismo, redimensiona ambos movimientos, situándolos

como sujetos educativos y constructores de conocimiento, reforzando sus identidades

socioculturales y políticas.

La experiencia emerge como lugar de construcción de otra episteme, fundamental en la

conformación de un proyecto político alternativo: en el caso del MST, articulado a la

lucha por la tierra y por la realización de la reforma agraria, acompañada de un

importante debate acerca de la centralidad de la educación en el proceso de formación

de una conciencia política y un desarrollo cultural de los trabajadores y trabajadoras del

campo brasileño y que se condensa en la creación de las Directrices Operacionales para

la Educación Básica en las Escuelas del Campo y de un Programa para la Educación del

Campo (PRONERA) como resultado directo de una cultura política nacida desde la

labor de los movimientos sociales y sindicales del campo. En el caso del movimiento

autonómico zapatista, articulado a la matriz filosófico-epistémica propia de la

cosmovisión, cultura y lengua mayas, responsables de conformar horizontes de sentido

y de subjetividades en el ámbito interno y externo del zapatismo. Por eso, el SERAZ

lucha por la recuperación, enseñanza y fortalecimiento de las lenguas mayas, así como

por organizar los contenidos y didáctica del aprendizaje desde la cultura y cosmovisión

mayas. Por tal razón, la lengua y la cultura son ejes centrales del proceso educativo y

desde ellas emana una matriz filosófica en su estructura lingüística, así como su papel

estratégico en el proceso de lucha y de construcción de la autonomía.

Categorías intermedias que confieren sentido alternativo a dichas experiencias

Estas dos experiencias pedagógicas alternativas se inscriben en el horizonte analítico

señalado. En el ámbito de los proyectos educativo-políticos del MST y del EZLN,

identificamos un conjunto de categorías intermedias responsables de conferir un sentido

alternativo a estas dos EPAS frente al proyecto educativo hegemónico. Entre ellas, se

destacan:

o Proyecto ético-político: la dimensión de proyecto es el gran diferencial en el

proyecto educativo-político del MST. El horizonte ético abrevado de los

conceptos de Educación del Campo y de la Pedagogía del Movimiento y de la

Educación Autónoma Zapatista en la perspectiva de una Pedagogía del Sentir-

Pensar y del Sentir-Saber, contempla la vuelta a una cosmovisión y a un ethos

identitario con el territorio, recuperando una humanidad en la interrelación

colectiva y con la naturaleza. En términos políticos, representa trasladar estos

valores a la esfera de lo público, en la defensa de los derechos, tanto en el

plano institucional –la constitucionalidad del derecho y acceso a la educación–

como en el no-institucional, articulado en la lucha por la autodeterminación de

los pueblos para la construcción de su autonomía.

o Estrategias: una categoría intermedia de gran centralidad política,

especialmente porque la estructura y las formas de organización de la práctica

interpretaciones de la realidad que inciden en los procesos históricos y socioculturales, generando otra

episteme” (Pinheiro, 2012: 228).

educativo-política de ambas EPAS influyen directamente en la naturaleza del

sujeto pedagógico e histórico-político que se desea formar, así como en el

avance de los objetivos anhelados por sus proyectos educativo-políticos.

o Saberes: los conceptos derivados de las EPAS para pensar la educación, la

pedagogía y la escuela nacen de las experiencias, de los saberes y de la praxis

propia de la trayectoria política de ambos movimientos sociales. Articulan una

dimensión epistémica fundamental en el marco de sus proyectos educativo-

políticos que confiere horizontes de sentido a la lucha política.

o Transcendencia: esa categoría registra la prospectiva de cada EPA. Refleja

resonancias internas, junto a la militancia de base y a las bases de apoyo, como

también externas, sea en diálogo o en disputa con otros sujetos e interlocutores

políticos. Una dimensión central de la trascendencia del proyecto educativo-

político del MST y del Movimiento Zapatista se articula con la conformación

del horizonte dialógico de su praxis educativo-política. Convocan la atención

de la sociedad civil nacional e internacional frente a la problemática de la

tierra en el marco del proyecto económico capitalista neoliberal, demostrando

sus implicaciones en términos socioculturales, político-económicos y

ambientales. Desde esta perspectiva, ambos movimientos establecieron una

amplia red de diálogo con otros movimientos sociales, redes de activistas,

académicos, estudiantes, entre otros grupos y sujetos para la profundización

del debate acerca de la importancia de llevar a cabo un proyecto popular

alternativo.

El proyecto educativo-político del MST refuerza la alternatividad de esa EPA. Una de

las contribuciones centrales consiste en la emergencia del propio concepto de Educación

del Campo, un marco en la creación de una perspectiva epistemológica distinta,

articulada con las experiencias y los saberes producidos por ese sujeto político. El

proyecto de la Educación Autónoma Zapatista, en tanto Experiencia Pedagógica

Alternativa (EPA), se basa en una Pedagogía del Sentir-Pensar y Sentir-Saber propia del

mundo indígena maya, de donde se abreva una polisemia conceptual que conlleva a una

racionalidad social y cultural orientada hacia la autonomía. Una tradición cultural

pautada en una perspectiva cosmogónica que se repliega en el zapatismo, expresando un

fortalecimiento geográfico (del territorio rebelde autónomo), histórico y político,

fundamental en la lucha por la autodeterminación de los pueblos indígenas; el lenguaje

posee una importante función sociopolítica por demarcar la naturaleza de las relaciones

sociales, culturales y política en el interior de las comunidades y en su interacción con

otros sujetos.

Los proyectos educativo-políticos del MST y del zapatismo consolidan a ambos

movimientos en tanto fuerza histórico-política que protagoniza un campo de disputa

política con el Estado y sus instituciones, demarcando ritmos, desde el movimiento

social, responsable de generar una nueva cultura política que fractura parte de la lógica

hegemónica en la que se basa el intento de regulación de lo social actual. Obviamente,

esto implica retos para que se avance en la materialización de un proyecto político de

carácter emancipatorio, por lo que uno de los principales desafíos se relaciona

directamente con la categoría intermedia de trascendencia; es decir, pensar los alcances

y límites que tiene una determinada propuesta pedagógica en la conformación y

potenciación de un proyecto político-social democrático y popular. De ahí la

importancia de trabajar en la generación de elementos de carácter teórico, conceptual y

metodológico que aporten al reconocimiento de las potencialidades que se contienen en

esas prácticas, utopías y proyectos que impulsan los diferentes sujetos sociales que

coexisten en la sociedad, así como a la posibilidad de viabilizar opciones para dar una

nueva direccionalidad a la historia. “En esta perspectiva, de la cual los sujetos son parte

esencial, el conocimiento no se plantea ya como reconstrucción de lo devenido, sino

como la apropiación del futuro” (Zemelman, 1989: 14).7

Conclusiones

La delimitación y articulación conceptual propuesta y los referentes de carácter

metodológico construidos, constituyen una base para abrir líneas de problematización

que sirvan, junto con otras, para pensar la producción de alternativas pedagógicas, con

el objeto de identificar los entramados culturales de significación sobre los cuales se

configuran las experiencias y los proyectos en el ámbito educativo. Preguntarse sobre lo

alternativo es hoy una condición, si no suficiente, por lo menos necesaria, para restituir

a la educación el lugar central que tiene en la organización de las relaciones sociales y

en la producción de tramas sociales democráticas y justas, que abran la posibilidad de

pensar no solo la sociedad que tenemos, sino la que resulta urgente, necesaria y posible

construir.

El campo pedagógico latinoamericano está cruzado por nuevas experiencias inéditas e

imprevistas por el lugar, los sujetos y los enunciados que se comienzan a generar. Nacen

no solo del amplio espacio de lo educativo (escolar y no escolar). Pero debe advertirse

que estos cambios solo son susceptibles de ser reconocidos para quienes posean la

capacidad de introducirse entre las extensas alas de la historia. Podrán así llegar al lugar

de los imaginarios, de ese intersticio de nuestra cultura desde el cual los sujetos son

convocados para apreciar las tenues transformaciones de lo social.

Las experiencias pedagógicas que diversos sectores de la población han generado en la

historia reciente de nuestros países, constituye una muestra de ese potencial, así como

de las posibilidades que se abren para vincular el presente con opciones de futuro

viables, a partir del legado que lo mejor de la pedagogía popular latinoamericana

construyó. Esperamos que el trabajo realizado hasta el momento en este proyecto

contribuya a tan desafiante y urgente tarea.

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7 “Lo anterior implica –de acuerdo a Zemelman– reemplazar la relación presente-pasado (fundamento del

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aquello no devenido, lo virtual de la realidad” (Zemelman, 1992: 12).

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Educación popular y sujeto pedagógico

La descolonización como enunciación interpelante

Inés Fernández Mouján

Desde la constitución misma del sistema educativo se exhiben fuertes demarcaciones

entre el saber académico, científico, filosófico y el saber cotidiano. Sumado a esto, en el

contexto del mundo globalizado, se renueva la apuesta y se separa a la educación de la

ética y de la política contribuyendo así a una pedagogía divorciada de la cultura. En este

sentido, una lectura comprometida y crítica de la educación desde la pedagogía

freireana en clave fanoniana resulta un interesante aporte para revisar ideas y

cosmovisiones, rescatando del aislamiento la tarea ética y política de la educación. Para

eso, voy a focalizar esta conceptualización en la descolonización, como enunciación

interpelante, porque entiendo que permite analizar el problema de la educación popular.

La tensión existente en el siglo XIX, entre colonialismo y emancipación, dominación y

libertad, se resuelve con los procesos de independencia; sin embargo, estas formas serán

meramente jurídicas y políticas, y no significarán efectivamente un proceso seguro de

liberación. La sospecha –desde América Latina− hacia el modelo ilustrado y positivista

alcanza su máxima expresión cultural y política en las décadas de 1960 y 1970. La

resistencia al poder hegemónico comienza a ser expresada en otros términos; ya no

alcanza con ser independientes. La tensión se presenta en el par liberación/dependencia

y la experiencia de la descolonización da lugar al pensamiento de la liberación.

Aimé Cesaire, Frantz Fanon, Paulo Freire, John William Cooke, José Hernández

Arregui, Enrique Dussel, Leopoldo Zea, Orlando Fals Borda, Agustín Tosco, Raimundo

Ongaro, Jorge Di Pascuale, los hermanos Villaflor, Rodolfo Walsh, y tanto otros se

asumen como voces resistentes y expresan el malestar reinante, enfatizan

axiológicamente la visión de los vencidos desde variantes antropológicas, políticas e

historiográficas, voces y prácticas que expresan la preocupación por la alteridad y

denuncian la razón colonial. Se materializa un fuerte tono anticolonial. Este se apropia

de las categorías culturales que rápidamente se transforman en exigencias políticas de

descolonización que ocuparán un lugar central en los debates y luchas de aquellos años

y que hoy siguen siendo categorías que exigen ser discutidas, visibilizadas y re-

pensadas.

La lucha anticolonial entiende que ante el maniqueísmo implícito de los dualismos

excluyentes, se torna necesario someter la crítica al pensamiento eurocentrado. Se trata

de un proceso de racionalidad política de marcado sentido anticolonial (cultural,

político y social) que pone en discusión y bajo fuerte sospecha el colonialismo y lo

entiende como un fenómeno complejo. Esta operación descolonizadora es sinónimo de

revolución, pues lo que proponen es la posibilidad real y material de otra racionalidad.

De modo que, la Razón, colonial y única se vuelve ineficaz. Si se le arrebata al

colonialismo su eficacia de un único modelo/razón/historia/identidad posible se muestra

que es factible otra razón: la descolonización, la del sujeto-negro-pobre-condenado,

hacedor de su propia historia, en consecuencia productor de identidad. Pero esto no es

sin más, es necesaria una revisión profunda del pasado y una resistencia a la

asimilación. El pasado, dice Fanon en Los condenados de la tierra8, ya no es una

constelación de valores que vienen a identificarse con la verdad. Hay que volver la

mirada sobre la historia colonial que se pretende productora de un único modo de ser en

el mundo. Hay que restituir el sentido del cuerpo y declarar abolida la escisión

8 Frantz Fanon, (1961) Los condenados de la tierra, Buenos Aires, FCE, 1974.

colonialista entre lo racional y lo sensible. La descolonización tiene que dejar atrás la

sustancialización, lo arquetípico, la esencia, lo dado. Pero este movimiento

transformador de la racionalidad, que conlleva una importante complejidad, peligra si

se convierte en respuesta abstracta. Porque como dice Fanon, el racismo está presente

tanto en la subjetividad del colono como del colonizado.9

El inicio de esta experiencia de resistencia material al proyecto liberal, en el conjunto de

América Latina, se lo puede situar, por un lado, en el fenómeno histórico-político de la

Revolución Cubana (1959) y, por otro, la lucha por la liberación argelina, y en la

propuesta de descolonización que Fanon plantea en su libro. No debemos olvidar la

lucha de los negros en Haití a principios del siglo XX, pues es allí donde se inicia el

fenómeno de negritud y al vasto proceso descolonizador. El análisis de Fanon parte de

un juicio al colonialismo francés en Martinica, y en los territorios argelinos, sus críticas

se universalizan e impactan en los círculos de militancia de los intelectuales que resisten

la imposición de un modelo económico y político injusto, que se expande por todos los

países del Tercer Mundo. Eduardo Luis Duhalde en el texto que escribe junto a Eduardo

Pérez10, refiere lo siguiente:

Hay por tanto un gran debate teórico metodológico y dos fuertes influencias

proporcionadas por la situación mundial, las de Cuba y de Argelia, más de una vez

contrapuestas en la lectura local. Debate cruzado entre las posiciones insurreccionalistas y

de guerra popular prolongada. Marcan este debate: Héctor Villalón y Cooke en los

espacios organizativos; el Che y Ben Bella, en las referencias exteriores […] Cooke con

su impronta guevarista y Hernández Arregui marcado por el Frantz Fanon de Los

Condenados de la Tierra.

Se puede sostener entonces, que en este contexto discursivo se litigó y se confrontaron

las representaciones del mundo nacional, del pasado, de sus instituciones, de la cultura

toda, en relación con lo legítimo/ilegítimo, legal/ilegal, democrático/no democrático, la

hipótesis de conflicto adquirió una dimensión histórica. Los distintos gobiernos

populistas de América Latina acompañaron este debate y sostuvieron la idea de que era

posible la concreción de una revolución política y cultural. Al respecto, dice Héctor

Cámpora, el 25 de mayo de 1973 cuando asume la presidencia de nuestro país: “la

colonización comienza siempre por la cultura, la descolonización es nuestra reconquista

y ha de iniciarse, también, a partir de la cultura”. En consonancia con este discurso,

Freire recuerda varios años después, en Pedagogía de la esperanza (1996), cómo se

vivía este momento de revolución política:

En el mes de agosto de 1973 recibí una llamada de Buenos Aires. Era el jefe de gabinete

del doctor Taiana, ministro de Educación. Me dijo que el propio ministro quería hablarme […] Una revolución cultural que estaba siendo hecha por un gobierno sin poder para

tanto. Un trabajo en el campo de la educación sistemática, desde la escuela primaria hasta

la universidad, y en el campo de la educación popular, de enorme riqueza y creatividad

[…] Realmente me sorprendió el ímpetu innovador con que las universidades se estaban

entregando al esfuerzo de reinventarse […]. Recuerdo que discutíamos bastante sobre la

cuestión política, así como sobre la cuestión epistemológica involucrada (Freire, 1996:

182-183).

Freire toma la palabra en este escenario político. Escribe y realiza su propuesta de

9 Carlos Fernández Pardo, Frantz Fanon, Buenos Aires, Galerna, 1971. 10 Eduardo M. Pérez y Eduardo L. Duhalde, De Taco Ralo a la alternativa Independiente, La Plata, De la

Campana, 2001, pág. 29.

educación popular por fuera de la educación formal, ya que entiende que el paradigma

educativo ilustrado/colonial mostraba signos de buena salud y que no había lugar para

una crítica efectiva.

Ahora bien, me detendré otra vez en Fanon, como les decía martinico, médico

psicoanalista, intelectual y militante político, actor principal en el movimiento de

liberación latinoamericana, de África y de las Panteras Negras en Estados Unidos, mi

interés es destacar la influencia sustancial en la pedagogía de la liberación de Freire que

se plasmará en Pedagogía del Oprimido.11 Principalmente, en los conceptos de

descolonización y liberación, nociones deudoras de la teoría fanoniana.

Fanon representa una fuerte interpelación al colonialismo, una voz dura, poderosa,

encarnada en la urgencia política y moral del momento. Su propuesta es la

descolonización, la reivindicación mínima del colonizado, punto de partida deseado,

reclamado, exigido (Fanon, 1974). La necesidad de este cambio existe, dice Fanon, en

estado bruto, impetuoso y apremiante, en la conciencia y en la vida de los hombres y

mujeres colonizados, condenados. Pero esto es vivido de forma aterradora por otra

especie de hombres y mujeres: los colonos (Fanon, 1974).

Fanon interpela, siguiendo la huella de Aimé Césaire, al mundo colonial y sus despojos;

su voz potente despierta a los intelectuales latinoamericanos de su sueño dogmático de

la europeidad ilustrada. Su tono discursivo es la denuncia de un sistema que considera

injusto con la intención de mostrar que un modelo no es una entidad dada o de origen

divino, sino una realidad construida, manufacturada e incluso, en algunos casos,

inventada con una historia de luchas y conquistas.12 Entiende que se hace necesario

desafiar las formas impuestas y colonizadoras que generan dependencia y transitar el

camino de la liberación y su consecuente descolonización. En la enunciación

liberación/descolonización se inscribe y se expresa, en aquel momento la necesidad

política de tomar la realidad, cuestionarla, interrogarla y buscarle sentido, proponer una

racionalidad que asuma en su discursividad y en sus prácticas la subjetividad negada.

Asumir ese compromiso significa mostrar la realidad, los riesgos de su mantenimiento o

transformación.

Educación popular y sujeto pedagógico

Desde este marco político y cultural, Freire propone una pedagogía del oprimido que

asuma lo que la dominación provoca en los hombres. Nos dice: “lo que caracteriza a los

oprimidos es ser objeto del otro” (colonizador, dominador, opresor). Esta situación al

oprimido, dice Freire, le provoca un estado paradojal de fascinación y desvalorización;

se siente atraído frente al opresor queda en silencio; cual tábula rasa enmudece. Pero

para Freire, esto no es un camino sin salida. Una vía posible para la desalienación será

una pedagogía elaborada con el oprimido en la recuperación de la humanidad perdida.

Su objeto de reflexión, en esta pedagogía del oprimido, debe ser la opresión, su causa-

objetivo la descolonización/liberación, educarse con otros, entendiendo que es necesario

asumir críticamente su lugar en el mundo y que esa operación es posibilidad de

humanización. Pero, ¿cómo se podrá elaborar esta pedagogía para la liberación cuando

se aloja al opresor? La respuesta de Freire es que solo es posible si se reconoce la

situación deshumanizadora y se participa de la construcción de una pedagogía

liberadora (Freire, 2002: 34).

Su producción discursiva tiene su especificidad en la lucha anticolonial. Es desde este

análisis de la realidad política que Freire instituye la pedagogía del oprimido y se

11 Paulo Freire, (1970), Pedagogía del Oprimido, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002. 12 Edward Said, Representaciones del intelectual, Buenos Aires, Paidós, 1996, pág. 48.

constituye en el máximo referente de la pedagogía de la liberación y de la educación

popular crítica, corriente pedagógica que se afirma en una fuerte desconfianza a la

educación moderna, aunque no en desmedro de la educación toda; para él, la educación

es una herramienta central en el proceso de transformación social. Con su pedagogía

descolonizadora resignifica los términos de la educación popular pues entiende que se

trata de denunciar la existencia de la educación bancaria/colonial, luchar para que cese

como tal y elaborar una pedagogía radical con la participación activa de todos los

sujetos excluidos del sistema, los oprimidos en pos de recuperar su humanidad perdida.

Esta operación descolonizadora está involucrada en un proceso mayor que es la

liberación nacional, es decir tal como lo plantea Fanon, liberarse de las fuerzas

productivas impuestas por el sistema de explotación colonialista para constituir una

nación. Pero una nación que incluya a todos. En este sentido, la educación liberadora es

una apuesta, un camino posible para lograr este objetivo, pues la idea es partir del

diálogo con el otro como vía para la toma de conciencia, el reconocimiento de la

deshumanización como humanización y su consecuente descolonización. Señala Freire

que el problema de la humanización asume el carácter de preocupación ineludible

porque reconocerse humano no es solo un problema de viabilidad ontológica sino de

realidad histórica (Freire, 2002: 31-32).

Pero es necesario, también, reconocer en este proceso que la opresión no pasa

inadvertida, señala Fanon, porque esta afecta al ser del oprimido, lo modifica, lo

transforma en espectador pasivo. Por eso, como advierte, no basta con reconocer que la

descolonización es creación de hombres nuevos, porque no es posible esta, si la cosa

colonizada no se convierte en hombre en el mismo proceso de liberación: “[e]n la

descolonización hay una exigencia de un replanteamiento integral de la situación

colonial” (Fanon, 1974: 31). Freire afirma, “[n]o basta con no ser esclavo si las

condiciones sociales fomentan la existencia de autómatas” (2002: 65). Porque la

descolonización se encarna, se expone en el cuerpo del oprimido, grita por sus poros,

los últimos serán los primeros afirma Fanon y Freire sostiene el que aprende enseña y

el que enseña aprende, pero para eso es necesario confrontar, enfrentar, denunciar,

tomar la palabra y mostrar que el mundo colonizado es un mundo cortado en dos.

Reconocer que el orden de lo político-social-cultural donde existe la línea divisoria, la

frontera está indicada por los cuarteles y las delegaciones de policía, único interlocutor

válido e institucional del colonizado (Fanon, 1974: 32).

En la educación, las formas estéticas, la moral del orden establecido, crean una

atmósfera de sumisión e inhibición, de silencio, de miedo a la libertad, de obstáculo

para la toma de la palabra. Los educadores se reconocen como tales en la ignorancia de

sus educandos quienes “reconocen en su ignorancia la razón de la existencia del

educador” (Freire, 2002: 73). Como afirma Homi Bhabha, “la mirada del ojo maligno

aliena tanto al Yo narrador del esclavo como al ojo vigilante del amo. Descompone

todas las polaridades o binarismos simplistas en la identificación del ejercicio del

poder”.13 Esta identificación, esta imposibilidad de ser, se encuentra estrechamente

ligada y perjudicada por la inmersión en la realidad opresora, dado que reconocerse en

el antagonismo al opresor no significa aún luchar por la superación de la contradicción,

porque la alienación, la identificación en su contrario, no permite la liberación.

Descolonizar, siguiendo la huella de Fanon, tiene el carácter de una acción destinada a

subvertir las prácticas educativas impuestas, porque la descolonización es una

racionalidad que pone en jaque lo dado, que cuestiona la alienación en la que educandos

y educadores están inmersos. El reconocimiento de ser en el mundo por vía de la

13 Homi K. Bhabha, El lugar de la cultura, Buenos Aires, Manantial, 2007, pág. 75.

palabra, revaloriza el pasado del que aprende y del que enseña. Este movimiento crítico

de lectura del mundo y de la palabra desarrolla una conciencia que se da en relación al

otro, objeto, mundo o naturaleza, en tanto que ese saber de otro es saber de sí (Freire,

2002).

La propuesta política de la descolonización instituye la voz del analfabeto, del pobre,

del excluido, como estatuto de humanidad. Voz, acción y palabra que lucha por ser

considerada; una pedagogía del oprimido que pulsa por ser escuchada en el seno mismo

del sistema educativo. Una pedagogía del oprimido que como propuesta liberadora pone

en jaque al criterio individualista de la enseñanza y entiende que la única posibilidad de

humanización y liberación es la vía de la toma de la palabra, de la dialoguicidad como

praxis descolonizadora. (Freire, 2002:99). Denuncia la educación bancaria, disertadora

y narradora, y avanza sobre el maestro repetidor de palabras huecas y alienantes que

reproduce la situación colonial y rechaza toda aquella palabra que viene del educando y

de sus saberes cotidianos. Su crítica se enfoca hacia la práctica docente domesticadora

que archiva, dejando al educando al margen de la búsqueda y de la praxis (Freire,

2002:72).

Así se define como compromiso político e histórico que sugiere que la liberación es

práctica política que se materializa en una educación problematizadora y

descolonizadora, la cual debe ser un acto cognoscente y creador. El desafío puesto en

juego es entender la libertad como una conquista y no como una donación, como una

exigencia de una búsqueda permanente por ser más, de una racionalidad que no

traicione la experiencia y la historia de resistencia al modelo colonial/imperial de los

pueblos periféricos. Una dimensión individual al mismo tiempo que colectiva,

posibilidad para transformar racionalidades racistas impuestas en la que se suponen

agentes sociales histórica y culturalmente activos, que se incluyan y se encuentren

concreta y efectivamente en un tiempo en el que haya lugar para la voz de todos, como

expresión de vida genuina.

En esta clave de lectura, la educación popular es un proceso creativo y educativo que

implica tomar la palabra, asumir la alineación, asumir la propia libertad y disponerse al

diálogo con los otros con la intención de intervenir la realidad para transformarla.

Creo que nuestro aporte hoy es recuperar lo potente de estos pensamientos re(intepretar)

y re(crear) sus planteos, desde enfoques culturales y políticos latinoamericanos actuales,

es decir incluir en el debate sobre educación popular lo contingente, la

liberación/descolonización, lo intercultural, el pensamiento otro. Proponer una

geopolítica del conocimiento que critica modelos impuestos e interpela la linealidad de

la historia, la identidad, la razón, la verdad proponiendo como camino posible sujetos

susceptibles de decirse.

En esta dirección, la descolonización como categoría interpelante es un aporte para

seguir debatiendo sobre la educación popular. Es asumir la emergencia de lo cotidiano

porque el compromiso es con la lucha y con los sujetos que están por fuera de los

discursos oficiales. Es pensar en la eficacia política de la contingencia para desafiar

discursos y prácticas que se pretenden únicas y hegemónicas. Es encontrar una narrativa

de las tramas de subjetividad de otro modo que el colonialismo y aceptar que sus efectos

concretos siguen vigentes.14

Otros itinerarios de la educación popular. Lo educativo en la comunicación

popular

14 Alejandro de De Oto (comp.), Tiempos de homenajes tiempos descoloniales. Frantz Fanon. América

Latina, Buenos Aires, Del Signo, 2012.

Jorge Huergo

Quisiera hacer un breve recorrido en torno a momentos centrales de la comunicación

popular en América Latina. Tenemos que acelerar la planificación popular, algo que

excede lo que voy exponer. Haré referencia, tal vez, a cuestiones que tienen más que ver

con los medios de comunicación, los medios masivos, los medios de comunicación

popular, y en torno a esto, cuáles son los procesos que se conciben educativos, y cómo

se pueden describir las perspectivas acerca de la formación de sujetos.

Me parece importante, en primer lugar, situar un momento que nombro: “etapa

fundacional”, que serían los años anteriores a la década de 1950 hasta la de 1970. Sobre

todo por una perspectiva fuerte de aquel momento acerca de quiénes son los sujetos de

la transformación popular que, de algún modo, es una perspectiva que aplana la

diversidad de sujetos, fundamentalmente, en el nombre de los campesinos. En las

interpelaciones y en propuestas del desarrollismo. Tempranamente se comienza a

relegar a los campesinos para hablar, por ejemplo, de los indígenas. Es interesante ver,

sobre todo en los medios de comunicación popular, que cuando se habla de los sectores

oprimidos se relega a los campesinos. Y también es conveniente señalar que se habla de

los sectores predominantemente rurales. Se los concibe como los “sin voz”, los

oprimidos son los “sin voz”; y entonces este papel se atribuye a los medios de

comunicación, que tiene que ver con la posibilidad de dotar, de dar voz a los que no

tienen voz.

Digo esto porque esta tendencia de pensar la comunicación popular, vinculada con la

educación popular, es algo que sigue permeando en muchas de las prácticas, en muchas

de las concepciones que aparecen en determinados enfoques, estrategias, programas,

etc., que tiene que ver no solo con la alfabetización sino también con radios populares,

con estrategias de producción cultural, con sectores populares, etc. Esta idea de que los

sectores oprimidos no tienen voz es una idea que está marcada por cierto nihilismo de

izquierda; que está muy presente en esta época. Entonces, aparece muy fuerte esta

imagen del esclarecimiento, la idea de una conciencia crítica fuertemente ligada a la

racionalidad también. Me parece que es muy poderoso el papel de la Iglesia Católica y

lo que ella promueve con estas primeras experiencias pioneras en comunicación popular

en América Latina, que es primero combatir el analfabetismo, tanto que es una de las

primeras radios populares de América Latina. La primera es la Red Rioplatense del

Señor José en Bogotá.

Entonces, es muy fuerte este papel de la radio, vinculado con el combate al

analfabetismo y los procesos de alfabetización. Contribuir a la modernización de las

formas de producción agraria, habida cuenta de que, precisamente, una de las

dicotomías o polaridades que presenta el proyecto difusionista en ese momento es que

las posibilidades de desarrollo de la sociedades combinadas tiene que ver con la

modernización, fundamentalmente, del sector agrario, porque es el que más está ligado

a la cultura tradicional, a esa cultura alienada, dominada, etc.

Y por último, esta idea de abrir la inteligencia a la luz, que es algo muy fuerte en este

primer momento, señalar que a partir de entonces uno puede ver a la comunicación

popular como algo aún inestable.

Describo allí dos tipos de procesos, el de la radio escuela y las radios mineras en

Bolivia, antes de la revolución de 1952. Es muy interesante, por ejemplo, la radio San

Gabriel, un poco después de la revolución, la famosa radio Pío XII. Son iniciativas que

tienen que ver con la Iglesia Católica, y en el caso de radio Sucre, tiene que ver con los

propietarios mineros pero luego son apropiadas y resignificadas por los propios

trabajadores. No sé si ustedes han visto cuál era el diario de monseñor Salcedo, por

ejemplo. Muchas de las iniciativas que en gran medida tuvieron que ver con la matriz

desarrollista, con el impulso de este tipo de estrategias de modernización, etc., terminan

siendo apropiadas por las radios culturales. Y entonces se convierten en portavoces de

sus demandas. Por eso es muy interesante ver cómo en este primer momento, y sobre

todo en Bolivia, muchas de estas radios fueron propagadoras. Es decir, cómo se

articularon rápidamente, no solo con el incremento del espacio público, sino también

con la escucha en espacios públicos; en las plazas de los campamentos mineros.

Los medios, en este caso, están pensados al servicio de la liberación. Me parece que allí

sí tenemos que ligar la comunicación popular con lo que podríamos decir, la dimensión

comunicacional del trabajo político. Es decir, en principio, uno podría identificar de

manera simplista, a la comunicación popular como algo que tiene específicamente que

ver con la lucha por la liberación. Pero después, en los mismos estudios acerca de la

comunicación popular, ya a partir de la década de 1980, va a tener mucha fuerza la idea

de pensar lo popular no solo ligado a lo político, sino también a las culturas. Todo un

cambio respecto de eso, relacionado con esta etapa del desarrollo, en la cual la

comunicación popular está fuertemente vinculada a la narrativa de los derechos

humanos.

En cuanto a educación popular, está muy bien expresado por Adriana Puiggrós en un

artículo del libro Educación popular, donde desarrolla qué características tuvo ese

momento particularmente relacionado con la perspectiva de derechos humanos, pero

que tiene mucho que ver con los derechos desde el punto de vista jurídico, y la

construcción o la constitución de redes de organizaciones que de algún modo van a

empezar a presentar identidades múltiples, y a poner en el espacio público la cuestión de

las diferencias.

Hoy es importante ver, por ejemplo, en las radios indígenas cómo están luchando por

ese derecho a ser considerados “Pueblos”, y por la autodeterminación. Hasta ese

período, se los consideraba minorías y, en realidad, es en este momento cuando empieza

a hacerse más evidente su lucha; lo que se llama “emergencia del problema indígena”,

incluso vinculado con narrativas ecologistas, por ejemplo, todo lo que ha tenido que ver,

también ligado a los sectores campesinos, con la lucha contra los sectores

transnacionales que depredan el medio ambiente y los recursos naturales. Los medios,

entonces, son considerados espacios para esta lucha de las organizaciones y de estos

pueblos.

En el período anterior se constituyeron las primeras redes, que en el caso de las radios

populares, tuvieron que ver con la educación. La primera red es la de Ecuador; luego la

de Guatemala, y después, a principios de la década de 1960, la Opción Latinoamericana

de Educación Radiofónica, han sido con énfasis un carácter educativo intencional. En

este momento es interesante porque también es posible empezar a mirar en estas nuevas

redes de la década de 1980 y particularmente la siguiente, un nuevo modo de pensar lo

educativo, que no está solo ligado a los programas intencionales de capacitación a través

de la radio, sino el potencial educativo ligado a la presencia pública de la radio.

Finalmente, a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, Rosa María Torres

hace una interesante caracterización de las experiencias de comunicación y educación

popular, y presenta algunos vacíos, que no los mencionaré por cuestiones de tiempo,

que es bueno tener en cuenta ya que muchos han sido superados en estos primeros años

del siglo XXI. Son vacíos de las experiencias de comunicación y educación popular,

habida cuenta de que este campo de la comunicación popular ha tenido una expansión

indiscutible y una explosión en las últimas décadas, algo que a veces parece

desconocido por la academia. En el momento siguiente, creo que lo que particularmente

surge, desde la década de 1990 y en el siglo XXI, son dos tipos de procesos formativos.

En realidad, nosotros trabajamos con una noción de formación que no es pedagógica. Es

una noción de formación de Edward P. Thompson en su obra La formación de la clase

obrera en Inglaterra, que hemos tomado porque permite visualizar la complejidad de

los procesos formativos en la actualidad, y desligarnos de aquellas instituciones que

tradicionalmente estaban indiscutiblemente ligadas a la formación. Entonces Thompson,

hablando de la formación de la clase obrera, dice que es un proceso activo, a lo que

nosotros le agregamos que es un producto inacabado. Característica propia de este tipo

de procesos formativos ligados a la comunicación popular, la ausencia de formas

predeterminadas, de metas en términos formativos. Esto se entremezcla, sobre todo en

el siglo XXI. Un proceso inacabado que se debe tanto a las acciones como a los

condicionamientos.

Es muy interesante ver cómo, a partir de la década de 1990, hay dos tipos de

condicionamientos que producen acciones bien diversas en comunicación popular y que

son en cierto sentido ocultas. Por un lado, los condicionamientos de la década

mencionada y, por otro, los condicionamientos que se producen a partir del siglo XXI,

con este período de restitución del Estado, de los proyectos populares latinoamericanos,

con la restitución de lo público y de los derechos humanos. Me interesa remarcar que

los procesos articulados en esa década tienen mucho que ver con el discurso del

consenso, de la racionalidad dialógica, también mencionado y discutido por Chantal

Mouffe, y que ha tenido mucho que ver en el crecimiento de lo que se llama la

“comunicación comunitaria”. Allí hay un término objeto de discusión, el sentido de la

comunidad. Es interesante mirarlo en proyectos concretos como el de Álvaro Uribe en

Colombia, que durante su gobierno implementó el famoso Comunitarismo, que ha

tenido que ver con una manera de entender la educación popular. Uno de los pilares del

Comunitarismo ha sido la educación popular; pero que casualmente a lo que llevó fue a

la supresión de su dimensión política. Fundamentalmente el dinamismo del

Comunitarismo estuvo relacionado con la comunicación directa entre la demanda

popular directa, en audiencias que él como presidente establecía, y la posibilidad de

generar gestión a partir de esas demandas, sin ningún tipo de mediación de la

organización popular.

Una especie de neointegracionismo intercultural. A todo esto lo llamo “la gran

conversación”, por esa gran conversación a la que alude Peter McLaren cuando habla

precisamente del neoliberalismo. Esta cuestión que tiene que ver con la emergencia de

una concepción acerca de la diversidad, del multiculturalismo de algún modo

despolitizado; y un predominio, según algunos autores que analizan la comunicación

popular como María Cristina Matta, de lo social por sobre lo político. Es decir, una

concepción que pone el énfasis en un concepto de ciudadanía y de sociedad civil ligado

específicamente a lo social, pensados como agregados ocasionales y no como pueblos.

Esto también tiene que ver con los condicionamientos producidos por los organismos de

financiamiento de las experiencias de comunicación y educación popular, pero sobre

todo, se ve en la comunicación popular, por una especie de transferencia de la agencia

de comunicación popular al tercer sector. Entonces, este sector también está prescripto o

condicionado por todas aquellas formas, lenguajes, que han definido los órganos de

financiamiento para la cooperación internacional.

Y luego algunas concepciones difusionistas de los medios. Resulta interesante mirar un

trabajo de Isabel Hernández en el cual se pone énfasis en la potencialidad que los

medios y las tecnologías tendrían en las nuevas formas de desarrollo. Como si detrás de

los medios no hubiese sujetos. Disculpen que lo diga de un modo tan sintético, pero es

muy fuerte en algunas narrativas, incluso a mi juicio, desconocer el dinamismo de los

medios en las sociedades actuales; se termina poniendo un fuerte énfasis en el papel de

los medios tanto como herramientas, como una concepción protésica, es decir una

prótesis, o como una extensión del hombre.

Finalmente, hay una cuestión, una novedad, que hace a una nueva dimensión, un nuevo

enriquecimiento en la comunicación popular, en relación a los procesos que se van

produciendo en el siglo XXI. Sintetizando: la institución del Estado, de lo público y del

sujeto político, que tiene que ver directamente con las políticas populares de

redistribución y reconocimiento, según la denominación que hace Fraser. Hemos

realizado una investigación con respecto al impacto de la Asignación Universal por Hijo

(AUH), por eso menciono las políticas de redistribución. Es muy significativo el

movimiento formativo en términos de incremento y enriquecimiento de la lectura y la

estructura del mundo que provocan programas como la AUH. En particular a nosotros,

nos tocó investigar en las provincias de Formosa y Chaco. En esta última, en tres

comunidades rurales. En realidad, lo hicimos con nuestro equipo de investigación y a mí

me tocó Formosa capital. Lo interesante es redescubrir también el papel que juega el

consumo en la formación del sujeto político. Algo que nosotros tanto habíamos

cuestionado a Néstor García Canclini, cuando hablaba de consumidores y ciudadanos, y

del consumo que sirve para pensar. Es muy interesante ver los recorridos. Imaginen el

cambio que produce, no solo en la vida cotidiana, sino también en la percepción del

mundo, para una familia, para los niños, etc. La organización que se da en los sectores

beneficiarios de la AUH en términos del consumo, de la compra de alimentos, compras

comunitarias, en el modo de negociar con los comerciantes, etc. Esto es muy notable en

ciudades como Formosa.

Entonces, lo que observamos como una característica que tiene que ver con la iniciativa

vertical del Estado, es una apertura del campo de posibilidades en la formación

subjetiva y en la formación del sujeto político. En este sentido, es interesante mirar en

este período, cómo la educación y la comunicación popular son imposibles de percibir

por fuera de las iniciativas del Estado. Estamos en un período en el cual ya no podemos

aludir a la comunicación popular como ese tipo de experiencias que tienen que ver solo

con lo horizontal, o con la participación descentralizada, por poner algunos ejemplos de

las dimensiones con las que se asoció la comunicación popular, sino que ahora

decididamente tienen que ver con esta articulación entre los movimientos, que se van

produciendo en los sectores populares, las comunidades, los grupos, etc. En este

sentido, es fuerte comprobar cómo las luchas por el reconocimiento se articulan con el

reconocimiento de sí, tomado de la idea de Paul Ricoeur, con todo lo que abarca, lo que

llama “la fenomenología del hombre capaz”, es decir el reconocimiento en términos de

poder hacer, poder decir, poder contar y poder contarse. Lo que tiene que ver con la

emergencia del espacio público, las posibilidades de narrar la identidad, narrar la propia

historia, esta apuesta incluso a cuestionar las historias desde las cuales las identidades

han sido narradas. Es la medida en que se incrementan las luchas por el reconocimiento,

se van produciendo nuevas escenas de reconocimiento de sí; es decir, se van

fortaleciendo también estas presencias identitarias; pero no ya como presencia de tipo

marginal, sino con la expectativa de disputar el poder público, el poder del Estado.

Uno de los ejemplos claros de estas políticas es la Ley de Servicios de Comunicación

Audiovisual (LSCA), y la articulación que esto tuvo con luchas que eran mucho más

viejas. En 2000 me tocó abrir el Congreso de Comunicación y Educación Popular que

se organizó para comunicadores y educadores que trabajan con campesinos e indígenas

en el nordeste; en ese Congreso hubo varios talleres, y en uno de ellos había un loco,

Néstor Busso, director de radio Encuentro y de Derechos Humanos de Río Negro, que

planteaba desde hacía un tiempo junto con un grupo grande de gente la necesidad de

modificar la ley de comunicación existente. Esto dio lugar a la Concertación por una

Radiodifusión Democrática, y cómo esto se articuló con la iniciativa estatal con

participación de muchos sectores en este recorrido. Es interesante observar cómo estas

posibilidades se van plasmando en términos de políticas de Estado: lo que tiene que ver

con diferentes identidades, políticas que tienen que ver con el reconocimiento de otras

identidades, habida cuenta de diferentes polos de identidades y diferentes antagonismos,

etc.; como la Ley de Matrimonio Igualitario. Iniciativas que tienen que ver con la

redistribución del Estado, que han promovido la posibilidad de nuevos escenarios de la

comunicación y la educación popular, y dieron lugar a un nuevo posicionamiento de

estos sujetos en el campo de lo público y en el campo popular.

Una de las claves que tuvo que ver con la LSCA ha sido la transformación radical en las

concepciones y situaciones dominantes de comunicación. Considero tres cuestiones: la

desmonopolización de la palabra, que todos sabemos cuanto tiene que ver con la

posibilidad de pelear con las concentraciones mediáticas; segundo, la democratización

de la palabra, y todo lo que incide en las posibilidades porcentuales dentro del espacio

de la comunicación en Argentina, con la posibilidad de democratizar imágenes, voces,

narrativas de identidad, etc. Además, lo que en gran medida se toma con fuerza el papel

de la información en la constitución de lo público, es decir, la posibilidad de un tipo de

información que no sea hegemónica, que no se distribuya con una expectativa ligada al

mercado, los grandes medios y la concentración mediática; finalmente, el quiebre de la

prolongada despolitización de la esfera pública, porque en este sentido, los medios de

comunicación, a causa de la Ley, pasarían a tener un rol diferente en torno a la

construcción de lo público como un espacio político.

En lo educativo, considero que hay dos cuestiones muy importantes, teniendo en cuenta

este momento de la comunicación popular. La primera, en la que quisiera hacer énfasis,

es esta cuestión de que los medios deben ser considerados polos de identificación de

información, pero no debido solo a aquello que intencionalmente proponen como

formativo, es decir, no solo a los programas de capacitación, a los contenidos de los

medios, a las cuestiones específicamente o intencionalmente educativas que se

producen. Recuerdo varios talleres, pero en particular uno, en el cual trabajamos con

gente del área de capacitación de radio La Tribu, sobre la cuestión de la dimensión

educativa de la radio y me llamó la atención la dificultad que había en comprender esa

dimensión; no tenía tanto que ver con los programas de capacitación, que son excelentes

en el caso de esa radio, sino con lo que producían en los públicos y en los espacios

públicos. Ustedes saben que hay programas de La Tribu que son los más escuchados en

zonas de la selva del Amazonas. En estudios de la región de Leticia, en Colombia, uno

de los programas más escuchados es un programa de La Tribu; todo esto gracias a los

medios que se han dado en las redes de comunicación popular en América Latina. Me

parece que allí es muy importante empezar a mirar el otro lado de lo que McLaren llamó

“pedagogía estratégica”, es decir, el papel pedagógico que tienen estos medios en

términos de formación del sujeto político, de formación de lecturas y escrituras del

mundo y de la vida. En este sentido, me parece que hay un enorme incremento de las

posibilidades del campo de la comunicación popular en términos educativos.

Estas experiencias tienen una fuerte consecuencia en términos de incremento del sentido

de pertenencia social. Hay algo que sí destruyó fuertemente el período de la dictadura y

su prolongación en el neoliberalismo, y fue esta sensación o este sentimiento de muchos

sectores de no pertenecer a esta sociedad. Los medios populares han contribuido en gran

medida a restablecer esta sensación de pertenencia social. Todavía queda mucho por

hacer y muchísimas iniciativas por lograr desde el punto de vista del Estado, y desde la

comunicación y la educación popular.

Comentarios

Pablo Pineau

Hablando de educación popular y sujeto pedagógico empezaré con un comentario

acerca de las dos cosas juntas. Me parece que lo rico, lo interesante, es este afán de

síntesis. Cuando uno habla de temas como la educación popular, comunicación popular

y demás, pensarlo muy vinculado a la práctica y cierto desprecio por lo vinculado a la

reflexión y la teoría es habitual. Creo que las ponencias van en contra de esto. La idea es

poder sumar complejidad, la necesidad de darle una densidad teórica a las producciones.

No desde una reflexión pura, aburrida y académica, la realidad y las prácticas por otro

lado, sino que en las dos ponencias veo en común un rescate: es necesario sumar los

aportes. Algo que no solo es posible sino necesario, dar una dimensión reflexiva a las

experiencias para que sean más firmes.

Ya entrando un poco más en las ponencias, hay cosas que quedaron por ahí para

profundizar en el sentido de exacerbar los planteos. Pensaba, Jorge, cuando te referías a

esta pasión exagerada de la década de 1990, del consenso. Uno diría, tal vez con ciertas

raíces marxistas, que hay cosas que no se resuelven por consenso, considero que hay

cosas que se resuelven por conflicto. En esta misma línea, tal vez forzando un poco,

¿cuáles son las posibilidades y los aportes que pueden ofrecernos hoy, revisar la

experiencia, la obra de Fanon, ubicada en el continente americano, y la primera obra de

Freire? Me sale la matriz historicista, la cuestión de la historia: la categoría colonia,

utilizada por Fanon, para hablar del caso argelino, del caso africano, pero ¿nos sirve

para explicar el caso latinoamericano?, ¿cómo?, ¿es lo mismo? Creo que no, que hay

una cuestión donde no es casual que sea Freire el primero que lee a Fanon; porque en

cierta forma, el pasado brasileño, y más aún del nordeste, acercaba un poco más la

experiencia. El pasado esclavista, el pasado imperial, la presencia del problema racial,

iban a permitir que fuera ese lugar de América Latina el que pudiera leer más

rápidamente. Me pregunto si en otros espacios, me parece que hay que pensarlo más.

No es lo mismo la categoría “colonia” para hablar del caso argentino o el mexicano, que

para hablar el argelino.

En América Latina, Inés, hablabas del poder ilustrado colonial. Me parece que habría

también que revisar las categorías, porque este poder colonial no parece que alcance con

verlo como una única cosa; me parece que tiene una tradición para América Latina. Si

bien en ciertos espacios del mundo lo ilustrado y lo colonial pueden ser como

sinónimos, para América Latina no son lo mismo. Sobre todo porque hay una diferencia

central: la formación de las elites.

En el caso colonial africano no hay elites nativas. Pero en el pasado latinoamericano,

estamos todos de acuerdo en qué tenemos que dejar de ser colonia.

Este es el debate central del siglo XIX, que después hay que pensar bien. Estamos todos

de acuerdo en que tenemos que ser independientes; ahora, cuál es la identidad, cuál es el

sujeto independentista. Creo que hay que revisar ese concepto, hay que mirar en

América Latina cómo se forman y cuál es el lugar de las elites criollas.

Otro tema es el problema de la humanización. En una dimensión ontológica, pero más

que ontológica, histórica, en tanto que lo traduzco con qué ser humano hoy; digamos,

cómo se redimensiona hoy la dimensión de humanidad. Esto hay que revisarlo.

Rehumanizar la condición humana por aquello que fue quitado no es algo ahistórico.

Qué quiere decir hoy dar esta idea, ver cómo se cruza con otras lógicas, historizar la

categoría “humano”. Sobre todo porque uno puede ver el efecto que tuvo esa década.

Por eso debe ser revisado, tenemos que revisarlo. Sobre todo los efectos que tuvieron

algunos discursos, la pérdida de la categoría “humanidad” en el debate.

Como todos sabemos, cuando la modernidad habló de “humanidad”, estaba pensando en

un discurso que proclamaba una práctica instituyente, con muchísimas condiciones para

cumplir con la condición humana: debe ser blanco, normal, europeo, hombre,

heterosexual, urbano, alfabetizado; en realidad, no éramos todos. Lo que uno puede ver

es que en algún lado el efecto que muchas veces tuvo es que el lugar del discurso

educativo moderno tuvo todos estos límites. Tenía la categoría “humanidad” atravesada

por el término “comunidad”. Entonces, ya dejamos de pensar en cómo educar para la

humanidad, y si recupero una vez más a Marx, pensar en qué forma soy responsable del

destino de una persona que nunca conoceré, desaparece y aparece que solo hay que

ocuparse de la educación de la comunidad. Y siendo educador, de la palabra

“comunidad” a la palabra “vecino” hay un paso, y me da muchísimo miedo, y digo

miedo para ser educado. Me parece que es necesario que revisemos la categoría

“humanidad”, en qué forma hay que pensar la educación para la humanidad, qué es ser

humano hoy, cómo se redefine esta cuestión; no solo en términos ontológicos sino

históricos en el sentido de situado: qué es ser hoy un ser humano; qué es hoy la

educación popular; qué es hoy el sujeto popular; qué es esto de volver a ser sujeto

humano, recuperar la condición humana. Ya no solo recuperar en el sentido de dar algo

que se quitó, sino de actualizar.

En la misma línea, la categoría de “alfabetización” también hay que repensarla. Hoy la

condición de analfabeto no es aquella de las campañas de la década de 1960; hoy ser

analfabeto es otra cosa. Hay que ver qué. Pero, sin dudas, hay que poder ver y trabajar

con aquellas maravillosas y divinas categorías, pero que hoy la dimensión técnica, la

digital y demás, nos obligan a pensar y revisar qué es el analfabetismo hoy. Estas son

puntas para pensar a futuro.

Con respecto a lo de Jorge, tengo menos comentarios. Me gustó mucho; mi pasión

histórica hace que me encanten las cronologías. Me pareció muy interesante esta

cuestión de empezar a hacer hincapié en las radios, me parece bien rico.

Solo un par de cuestiones. La primera, tal vez en esta idea cronológica discutiría un

poco, sobre todo ampliando la mirada a América Latina, este pasaje de la década de

1990 al siglo XXI. Ahí me parece que no diría que esa pelea se terminó, que está

ganada. Diría que el modelo que ubicás como hegemónico en esa década, tal vez solo

ubicarlo en ese período puede llevar al error de pensar que ya pasó, que está superado.

Y me parece que si uno mira sobre el escenario, hoy tenés dos siglos XIX en América

Latina bastante diferenciados: no es lo mismo el siglo XIX colombiano que el

venezolano. Me parece que nos sirve un poquito más no verlo tanto en clave de tensión

sino en clave de proyectos políticos que todavía en Argentina no se termina de resolver:

el problema de la LSCA denota que, al parecer, aquel viejo esquema de la década de

1990 no está superado.

Me parece que esto es necesario para visibilizar el conflicto, la idea de que el consenso

no puede ser el único y más importante valor político. Creo que efectivamente el peso

puesto en el consenso como lo más importante, es una tremenda herencia de esta

década. Diluye lo político en lo social. El consenso presupone no debates políticos sino

gente que siempre que se mueve con buena voluntad lo va a lograr. Hay una dilución

del problema de lo político y en relación al poder. Esto de tener que consensuar temas

como la esclavitud, ¿cómo se consensuaba? Se podía consensuar quién era esclavo, el

voto femenino; hay temas con los cuales hay un momento en el que el consenso se

agota. Creo que tiene que ver con la dilución de lo político en lo social.

Lo mismo con la comunidad. Estas experiencias me parecen maravillosas, fascinantes.

El otro día hojeaba un libro y no podía creer; mirando un poco la producción, me animo

a plantear que en los últimos años la pedagogía argentina terminaba como tensando,

forzando, dos grandes líneas de producción pedagógica: una muy optimista, con títulos

en los que resalta un trabajo de exploración maravilloso, con experiencias lindas,

recuperar el trabajo. Una posición muy optimista de búsqueda, de ir al terreno a buscar

experiencias movilizadoras, participativas, liberadoras, etc. Y convive con otra línea

claramente pesimista, que habla todo el tiempo de tragedias, fraudes, pérdidas. Pareciera

que en el debate pedagógico hay dos grandes visiones: una optimista, que va a buscar

experiencias en la realidad; y otra que se aferra al fraude educativo, como dice Esteban

Bullrich. En ese escenario, por supuesto, me gusta mucho más la línea optimista; pero

parece que también tenemos que poder darnos cuenta de que no cuenta ni el optimismo

maníaco ni el pesimismo demoledor.

Es una buena idea. Pero creo que hay que avanzar en construir otras ideas. Revisar esto

como unidad. Vuelvo a lo de humanidad: cómo pensar formas de comunicación que no

sean simplemente radios que se limiten a una cierta identificación. Cómo poder

enseñarle a alguien lo que quiere aprender, es engañarlo, es solo satisfacer una demanda

previa. Es fácil. Cómo recuperar esta idea, cómo hacer que las necesidades múltiples no

ahoguen la existencia de una voz común. Una categoría que tenemos que volver a

pensar, “lo común”. Cómo se construye lo común.

En la idea moderna de los viejos sistemas educativos, la idea de lo común fue apropiada

por la idea de homogeneización. Estos procesos homogeneizadores han producido

efectos en América Latina. Ahora, lo que uno puede ver es que en algún lado, esta

lectura nos hizo pensar. El cuestionamiento a lo homogéneo se llevó el problema de lo

común. Hay que pensar qué es lo común, qué es lo que nos vuelve a todos humanos sin

importar de dónde venimos, qué es lo que nos vuelve común, cuál es la condición de

humanidad que está jugando en la educación.

Estos son mis comentarios. Me parece que son lecturas con cierto interés provocativo.

Es para tirar un par de piedras al estanque y mover las aguas.

Jorge Huergo

Quiero agradecerte, sobre todo el comentario primero, porque me parece que no lo

expliqué bien. Precisamente, lo que quise decir es que los condicionamientos que en la

década de 1990 aparecen como hegemónicos, producen una serie de acciones y se

articulan con una serie de acciones que continúan y están en pugna: todo lo que tiene

que ver con la narrativa de comunidad y en este caso el condicionamiento del siglo XXI,

como también están produciendo permanentemente ciertos pensamientos cruzados entre

sí. Te agradezco porque la idea es precisamente esa. Incluso cómo las anteriores formas

de entender la comunicación popular siempre terminan atravesando nuestra práctica

como narrativas residuales.

Inés Fernández Mouján

También quiero agradecerte. Tal vez cuando preparo la ponencia, al igual que con la

tesis, extremo posiciones porque me parece que lo amerita. En este sentido, cuando

refiero al modelo ilustrado colonial, acuerdo con vos en que son distintas experiencias y

no meto todo en la misma bolsa, pero sí creo que siguiendo la bibliografía con la que

estoy trabajando, hay una marca que el proceso colonizador dejó en Argentina que no se

pueden soslayar. Y que si bien las experiencias argentinas son distintas a las de Brasil,

hay cuestiones que tienen que ver con la marca y la imposición de la conquista y la

colonización que, aun habiendo, en el caso nuestro, elites ilustradas, estuvieron

marcadas por eso; y que la educación misma como sistema está marcado por esto.

Muchas de las prácticas que perduran en la relación que se establece, tienen que ver con

esto; y que la cuestión del dualismo, impuesto primordialmente por la marca más

colonial, aunque tal vez hoy podría no decirse colonial, yo lo trabajo así, la gente del

pensamiento decolonial lo marca como colonialidad, colonialidad del poder, como

formas impuestas que han dejado marcas y que perduran en la formas identitarias y de

relación que nosotros establecimos.

En ese sentido, creo que la escuela tiene signos de buena salud en tanto institución, en

tanto estructura; lo que pasa es que hay otros sujetos, entonces eso es lo que le pasa a la

escuela. Pero como fundamento, como estructura del proyecto moderno, considero que

todavía tiene buena salud, y por eso estas discusiones también son extremas. En

realidad, lo que quiero proponer es que nosotros, como generación ante los jóvenes,

tenemos que traer debates, porque si no los traemos a la discusión nadie los va a hacer.

En estos días recordaba una anécdota: atrás de la cancha de Huracán se rindió un

homenaje a algunos compañeros desaparecidos, a los que tienen prácticamente toda su

familia desaparecida; convocaba a la gente de nuestra generación a contar también a los

más jóvenes, que están tomando la posta, lo vivido por nosotros; fue un recorrido de los

exiliados, de los que estuvieron presos y luego, una voz acallada de muchos de los que

logramos sobrevivir. Hay historias que no se están contando. Entonces, además, esa es

la intención: provocar en el sentido de discutir, historias vividas y cuestiones leídas en

ese contexto, que me parece que hay que volver a traer a la discusión. Fanon es un

pensador absolutamente potente en lo que fueron las experiencias de las décadas de

1960 y 1970, que creo que hay que recuperar la discusión.

Jorge Huergo

Quería hacer dos comentarios sobre algunos de los conceptos que sobresalieron. El

primero es el tema del consenso y el conflicto de Karl Marx. Creo que hay una rica

tradición que no es específicamente a lo que te referías, pero me parece que es una rica

tradición vinculada con el pensamiento pedagógico argentino, que para mí tiene mucho

que decir, y es Saúl Taborda.

Parece que hubiese habido algún tipo de lectura del mismo Ernesto Laclau con respecto

a esto; porque el modo de tratar la cuestión del antagonismo vinculado con el conjunto

de la sociedad, me parece que es muy fuerte; que, en realidad y en la práctica, se

encuentra todo el tiempo.

Es interesante ver cómo esto distorsiona las nociones acerca de la comunicación.

Cuando con alumnos de comunicación, que no quiere decir nada, pero son alumnos que

han estudiado cuatro años de comunicación, en cualquier universidad que uno vaya a

dar clases, entran a un aula y se les dice que vamos a hacer práctica de terreno, que

vamos a una escuela. Entonces entran a un aula y les pregunta a los pibes qué

registraron, qué pasa con la comunicación. Y responden que no hay comunicación, que

los pibes le tiran tizas a la maestra, se tiran las sillas entre ellos, se putean, la maestra

habla y nadie la escucha. Entonces, el énfasis cambia, surge que a veces no es el

conflicto, sino que también es cómo se producen los sentidos en los ámbitos de

interacción social. Me parece que es algo clave para comprender y para no aplanar.

También nosotros como comunicadores y educadores, y esto creo que tiene relación con

las narrativas de comunidad como la de Uribe, y también la de vecinalidad; porque, en

realidad, lo que hace esta expresión de las demandas y la respuesta directa a las

demandas, no solo anula la mediación política, podríamos decir, sino que pierde la

importancia de algo que para mí es clave, precisamente, en las primeras obras de Freire,

el reconocimiento del mundo cultural de los otros. Es decir, una cosa es que yo trabaje

necesariamente a partir del reconocimiento del mundo cultural de los otros, y otra a

partir de la demanda. Porque el primero me permite construir con ellos interpelaciones

que provoquen incremento en los campos de posibilidad. Me parece que es muy

importante tener en cuenta no solo la noción respecto de lo educativo y esta articulación

entre interpelaciones, identificaciones, reconocimientos, etc., sino que me parece que en

este punto se juega hoy el carácter educativo, no solo de múltiples espacios sociales sino

de la escuela. Me parece que esto no tiene demasiado que ver con la respuesta directa a

las demandas, que en realidad está prácticamente capturada por la lógica del mercado.

Segundo y por último, me parece interesante discutir la cuestión de la comunidad desde

perspectivas como la de Roberto Espósito. Porque es cierto que hay algo de liviandad, o

de aparente liviandad en proponer la comunicación comunitaria, políticas comunitarias,

de los vecinos, etc.; pero esto tiene como contracara algo que marca Espósito como

alerta relacionado con los nuevos fundamentalismos que se producen. Uno podría ir

haciendo un hilo, llevarlo a esto en que alerta Mouffe, el paso del registro político al

registro moral en el análisis de las cuestiones; y entonces terminar presentando

dicotomías que son de orden moral, como nosotros somos los buenos y ellos los malos,

nosotros somos lo sagrado y ellos son el demonio, nosotros estamos autorizados a

eliminarlos; que en definitiva ha sido un elemento muy fuerte en la comunidad

internacional a partir de George Bush; es evidente a partir de Bush en los últimos

tiempos, pero que tiene su historia.

Diálogos

Coordinación: Denisse Garrido

Carlos Marín

Quiero dar gracias a los organizadores del encuentro por invitar tanto a mis colegas

como a mí. Básicamente quiero hacer algunas preguntas, algo que sea habitual y

quienes venimos en todo caso de lo que llamaríamos del país del interior, sabemos las

dificultades que tenemos para encontrarnos en estos espacios. Esperemos que los

interrogantes y las cuestiones que se van planteando a medida que escuchamos a Jorge y

a Inés nos puedan servir a todos para pensar algunas cuestiones.

Voy a ser ordenado, primero voy a plantear algunas preguntas para Inés y después

algunas para Jorge.

En relación a lo que Inés compartió, quizá me peleé con algunas citas que había aquí. Y

puntualmente hay una, que me gustaría por eso analizar: “Colonizar”. En primer lugar,

uno plantearía que está en línea con una de las primeras preguntas que le surgió a Pablo:

¿por qué elegir Fanon y cuál es la potencialidad de su pensamiento hoy? Al inicio

mismo de la ponencia dice que va a presentar y leer todo en clave fanoniana. ¿Cuáles

serían esos elementos de lectura que nos permitirían leer todo esto en clave fanoniana?,

¿vale la pena pensar la descolonización en los términos en que se pensó en ese

momento?, ¿cuál sería hoy el significado que tendría la “descolonización” para

nosotros? “Descolonizar, siguiendo las huellas de Fanon, tiene el carácter de una acción

destinada a subvertir cada rincón de las prácticas educativas”, cita de De Oto. Me

pregunto, ¿cada rincón?, ¿será necesario subvertir cada rincón de las prácticas? Ayer

hablábamos con Marcela Gómez Sollano sobre la complejidad y también esta idea de

continuidad, de articulaciones. Esto me hace ruido; es una pregunta simplemente para

abrir el debate.

No voy a ahondar en preguntas, podríamos hacer muchas pero solo voy a hacer otra que

tiene que ver con la parte final. Habla de los sujetos. “El compromiso es por la lucha de

los sujetos que están por fuera de los discursos oficiales”, como una propuesta. La

pregunta es: ¿cuáles serían esos sujetos? o, si al menos, se podría avanzar en la

formulación.

Y una última cuestión, que esto Marcela lo planteó muy bien, esta idea de las lógicas y

de cómo las matrices culturales configuran también maneras de ser y de estar, de pensar

y de leer, en relación al lenguaje y la cultura: cómo se podría articular aquí, y pienso en

esto que también planteó Pablo Pineau en relación al vínculo, que es lo que planteaba

Jorge recién: los estudiantes ven las aulas y dicen que no hay comunicación. Cómo

articular un lenguaje que permita vincular lo común, que vincule dos matrices culturales

distintas; estoy pensando en el educador y el educando desde esta clave fanoniana.

Ahora las preguntas a Jorge. Si bien está aclarado al principio que el trabajo hace

alusión a la radio especialmente: porqué no pensar también, y sobre todo a partir de las

posibilidades que da la LSCA, ver qué pasa en relación a los otros medios tradicionales

como la televisión; ver qué pasa en relación a la posibilidad que hay de amplios

sectores, de nuevos sujetos, en el sentido de poder jugar en ese campo.

Hay algo más que me inquieta. Quizá las preguntas son más para Jorge sobre lo que me

movilizó y él definió muy bien; además, creo que es fértil en el sentido de lo que

planteaba Pablo y se planteaba ayer Marcela, definir la comunicación popular como

algo inestable. Eso me pareció interesante porque no nos fija, sino que tiene que ver con

ese pensamiento situado, gravitado, del que hablaba Pablo. En este sentido, los medios,

o en este caso la radio, fueron planteados en algún momento como portadores de la

demanda de algunos sujetos y de algunos sectores. En ese lugar en el que entra la lógica

del mercado, la lógica de la demanda y otras lógicas que están allí jugando, cómo

pensar en la construcción de conocimiento desde ese lugar. Quizá se planteó la cuestión

de la radio, pero uno podría ampliarlo a los medios en general. Cómo pensar en la

construcción de conocimiento más allá de la respuesta a esta demanda. Qué pasa cuando

en todo caso esas propuestas, esas posibilidades, no enriquecen ese espectro de

posibilidades, sino que empobrecen. Y me refiero a dejar de ser ingenuos. Porque a

veces, cuando esos sujetos que planteabas al inicio de tu exposición, que han estado

relegados de la posibilidad de acceder a estos espacios, acceden y no hacen sino en todo

caso adueñarse de una lógica que ya está presente.

La última tiene que ver con eso, con cómo congeniar esa racionalidad, distintas

racionalidades, las que tienen que ver con el mercado y las demandas o las que tienen

que ver con culturas, con otras culturas en diálogo.

Antonio Nicolau

Ante todo agradecer la convocatoria a esta experiencia tan rica que es debatir y pensar

lo educativo y lo popular. En realidad, a lo largo de todo el desarrollo de los exponentes,

me surge una sola pregunta fuerte y dos más dirigidas. Hay como un esfuerzo por tratar

de juntar lo popular con lo educativo, lo comunicacional. Me pregunto cómo hemos

llegado a tener que intentar juntar ambas cosas. Lo popular ha estado siempre en los

márgenes tanto de la educación como sistema, como de lo comunicacional. Cómo

hemos llegado a esa separación tan tajante que durante estos años, siglos tal vez,

tenemos necesidad de hacer un denodado esfuerzo para volverlo a juntar, a unir, como si

lo popular no fuera algo que está en los márgenes, algo fuera tanto del sistema educativo

como de la comunicación. Por ahí recuperaba una pregunta que había oído alguna vez

en un artículo de Pablo Pineau, “qué es lo popular de la educación popular”. Y me

seguía preguntando eso porque todavía no está resuelto, por lo menos en mí cabeza.

Con respecto a lo que planteaba Inés, no conocía su trabajo de tesis doctoral; me parecía

muy interesante el aporte que hace desde la lectura de Freire y Fanon. Pero me pregunto

por la categoría “descolonización”; me pregunto si es una categoría que puede permitir

pensar una alternativa pedagógica popular, en el sentido de que “descolonización”, lo

entiendo como una categoría en un sentido negativo. Y al tratar de desarmarla, me hace

pensar que si uno lograse la descolonización, en términos utópicos, qué pasaría después,

qué sujeto se construiría o se constituye una vez descolonizado el pensamiento. No

puedo estar en desacuerdo lógicamente con la categoría de “descolonización”, pero sí al

escucharlos, me preguntaba si era suficiente como para pensar en términos de una

categoría alternativa a la educación popular. Por el sentido negativo lo digo. Parecería

que se debiera construir una categoría en un sentido más constructivo o productivo. Sí

hay algo en común que es la batalla cultural respecto del tema de imperio o la colonia

que criticaba Pablo. Me recordaron a las consignas de la década de 1970 y recuperadas

en este último tiempo, como “Patria sí, colonia no”; de alguna manera cuando Pablo

cuestionó lo de colonia pensé que tal vez nos quedamos medio colgados con eso.

La pregunta para cualquiera de los dos es: a mí me pasa que al pensar lo popular y lo

alternativo en lo educativo, ya sea en lo educativo sistémico en el sentido de sistema

formal y no formal, o en la comunicación, me pregunto cómo lograr esa articulación,

cómo se pueden generar disrupciones que no solo provoquen intelectualmente sino que

transformen. Es una pregunta tal vez demasiado ambiciosa, tal vez uno tendría que

llevársela directamente al ministro de Educación para que lo solucione. Pero más allá de

cómo solucionarlo, me pregunto cómo pensar esa articulación profunda. Porque la

comunicación popular, y ahí está la pregunta de qué es lo popular de la comunicación

popular, uno cuando escucha al pueblo en la verdulería, en el almacén, en la calle; y sin

embargo por ejemplo cuando veo canal Encuentro y veo las representaciones de la

diversidad cultural, de la diversidad política, de la diversidad de género, eso también me

parece popular y no tiene sin embargo popularidad; quién ve esos programas; la verdad

es que somos pocos. Entonces, cómo pensar esa articulación. Cómo pensar una escuela

o un sistema educativo como lo planteaba Inés, que piensa como antagónico al modelo

civilizatorio de la matriz del siglo XIX. Cómo pensar esa articulación, porque me parece

que eso es la matriz dura, y que lo popular en esa matriz no entra. Son interrogantes que

me surgen como para poner en tensión.

Ariel Zysman

En primer lugar, algo sobre el tema de comunicación popular. Me parece Jorge, que en

la forma en que lo mencionás, que también lo encontré escrito en el texto que nos llegó,

esta idea de comunicación/educación popular, qué significa esa barra. Una barra que

habla de una semejanza. A mí me disparaba pensar unas cuantas cosas, como si fuera en

términos de cantidad. ¿Son posiblemente intercambiables? Y si lo son, ¿por qué? Y ahí

vuelvo sobre una vieja categoría de APPEAL traída por Adriana Puiggrós: el problema

del sujeto pedagógico. Categoría que todavía tiene la potencialidad y a mí y a muchos

nos sigue sirviendo para pensar; esa virtud que tuvo esa categoría y que fue

fundamentalmente desencializar los sujetos, historizarlos y, en ese sentido, poner la

producción subjetiva como producto de una contingencia histórica. Para volver a esta

idea de esos pares y su intercambiabilidad, entre comunicación y educación, es porque

creo que en ese sentido la comunicación es un esfuerzo de interpelación, y la categoría

“interpelación” viene sonando mucho. Me parece que tiene que ver con eso: con volver

a recuperar que las identidades puestas en juego son producto de un efecto educativo o

comunicativo, efecto de una intencionalidad históricamente constituida. Me parece que

volver a pensar lo popular o pensar la educación/comunicación popular tiene algún

sentido.

Creo que tenemos un problema que me quedó dando vueltas desde que empezamos la

reunión con Marcela y este tema que viene siendo, desde por lo menos de mediados de

siglo en adelante, un espacio de ocupación si se quiere de radios comunitarias y que, sin

embargo, en el último tiempo parece que el problema de los medios o el de la

comunicación por la batalla coyuntural que nos toca vivir, redujo la comunicación a un

problema con los medios, y redujo los medios a un problema con los medios masivos, y

redujo el problema de los medios masivos al problema de los grupos concentrados.

Quiero decir que aun en esta fuerte batalla que estamos teniendo acerca del problema de

la comunicación y la recuperación de las voces hay una parte que se nos está diluyendo.

La discusión actual no inicia ahora; tiene su correlato por lo menos medio siglo detrás.

Y esa producción también, y vuelvo a lo que decía al principio, tiene que ver con la

construcción de un sujeto pedagógico, de un sujeto en sí, a secas, el problema de la

comunicación. No sé si es una pregunta; en realidad, más bien es una reflexión.

Sobre el tema de la descolonización como categoría, a mí automáticamente me lleva a

pensar en una analogía con la idea de deconstrucción. Y también una analogía con la

categoría de dislocamiento que trabaja Laclau. Porque básicamente me parece, y en esto

coincido con Antonio, creo que en ese sentido el pensamiento decolonial o pensar la

descolonización supone un primer momento de negación de la colonialidad hoy. Me

parece que, al igual que el problema de la dislocación y en ese sentido sí volvemos a

hablar de los sujetos, hacer el esfuerzo de descolonizar la identidad es en otro sentido

hacer un esfuerzo por dislocar esa identidad colonizada. Ahora, el problema de la

apertura es de las múltiples posibles apropiaciones después; y cómo construimos un

proyecto, y acá traigo la idea de ethos que traía Marcela ayer, en el sentido de cuál es el

proyecto con el que podemos interpelar para construir nuevas identidades una vez que

hicimos el primer movimiento. En ese sentido, creo que tanto la dislocación como la

descolonización es un primer movimiento de algo que podría pasar después.

Ahí también me vuelve a aparecer algo que discutimos desde el inicio, el tema de las

racionalidades. Tanto en los textos como en lo que venimos diciendo, tenemos un

problema de una racionalidad binaria, de construcción en pares. Y cuánto de esa

racionalidad nos está mostrando límites para poder articular una cosa distinta. Esto en

realidad es una pregunta para todos. Si es posible pensar en una racionalidad distinta.

Jorge Huergo

Respecto de otros medios, esa inestabilidad que señalaba Carlos y de la cuestión de las

lógicas del mercado, planteo como fundamental lo de las radios porque es la historia

más evidente de la comunicación popular, en cuanto a que es la más evidente en

términos de la articulación con proyectos políticos populares. Pero uno podría, por

ejemplo, al hacer la historia del anarquismo en Argentina, considerar una serie de

cuestiones que tienen que ver con la comunicación popular que son los medios gráficos

y el teatro, que ha sido tan fuertemente articulada con un proyecto político. Hay algo

que forma parte de la apropiación o de la producción. Recuerdo que en un libro que creo

que ya era de APPEAL, de Adriana, toma la noción de Stuart Hall, creo que la aplica

con respecto a los saberes. Decía que hay una cuestión que es importante tener en

cuenta, los momentos que si bien son articulados o identificables por separado,

componen la producción, la distribución, la circulación y el consumo o recepción. Él

dice que si bien el momento de recepción es el más importante, no quiere decir que en el

momento de recepción haya una capacidad de autonomía o una autonomía absoluta

respecto del sentido que se produce en el proceso, sino que hay generalmente lecturas

preferentes. No es muy claro ese concepto de Hall, pero lo interesante es ver que cuando

hablamos de la comunicación comunitaria, deberíamos referirnos a todas esas

posibilidades y no solo al momento de producción. Lo que creo sí es que

fundamentalmente en los medios audiovisuales, a mi juicio, hay un gran campo respecto

de las posibilidades de contar y de contarse. Y hay algo que se ha ido logrando en esto.

Primero, no asocio comunicación popular a comunicación primitiva, ni a medios

marginales. En esto creo, y si quieren lo digo teóricamente, en ese prólogo de “Segundo

objeto de la ideología”, de un lado están Michel Foucault y Jürgen Habermas, y del

otro, Louis Althusser y Jacques Lacan; y me parece que no hay lenguaje por fuera del

lenguaje, si no es posible pensar eso. Entonces, creo que de este modo también tenemos

que pensar la comunicación, los medios de comunicación, etc. Me parece que hay todo

un incremento de posibilidades de lecturas y escrituras del mundo que tienen que ver

incluso con medios audiovisuales como los canales Encuentro, PakaPaka, Ronda, etc.

¿Por qué significan algo en la comunicación popular? Porque de algún modo se

articulan con otras formas de ver el mundo, que no son la que ha instalado la hegemonía

del mercado. Ese es el lugar que también hay disputar. No es que cada grupo tenga su

televisor o su canal de televisión, sino estudiar qué tipo de producciones y qué tipo de

apropiaciones podemos hacer de lo que circula en los medios.

En cuanto a las apropiaciones, y también tiene relación con la segunda pregunta, qué

pasa cuando las producciones no abren el espectro de posibilidades. Todo un tema, un

largo tema, acerca de que el receptor puede hacer una lectura crítica de los medios. Esto

también tiene que ver con la impronta del consensualismo habermasiano en este tipo de

estudios; esto de que parece que puedo leer lo que quiero. Como dice John Fintel, de la

escuela de estudios culturales estadounidense, “el texto es un mero pretexto; yo puedo

interpretar lo que quiero”. Estrictamente esto nunca ocurre; siempre hay primero algún

nivel de distorsión. Es como la imagen refractaria: cuando uno pone el palo en el agua,

el palo se ve quebrado, pero el palo no está quebrado. Es decir, en el momento de

recepción, esta nunca es transparente ni armoniosa, ni es uno a uno con el texto o la

producción. Pero tampoco es independiente; porque en todo caso, lo que pasó es que leí

mal.

Me parece que esto es clave para tener en cuenta: nunca el poder es total en términos de

distorsión, ni de concientización. Uno lo puede llamar negociación, pero son ámbitos de

lucha. Cómo provocamos espacios de comunicación y de educación con relación a esa

lucha. Creo que esta es la clave. Es como lo que decía Cornelius Castoriadis respecto

del sujeto: hay tres actividades humanas que postulan la autonomía del sujeto pero

saben que nunca la van a lograr: la política, el psicoanálisis y la educación.

Nosotros postulamos la autonomía, pero sabiendo que es un intento fracasado de

antemano; nunca vamos a ser autónomos. El problema es cómo incrementar la

autonomía. Me parece que en eso sí se juegan fuertemente las estrategias que nosotros

podamos crear. Igual ocurre con la lógica del mercado.

No tengo una respuesta. Pensemos, ¿qué es lo popular? A mí me parece que es clave

que discutamos esto. En algunas disciplinas, hay una marca muy fuerte en relación a lo

popular que tiene que ver con los remanentes del naturalismo, del iluminismo, etc. Los

estudios de comunicación son, tal vez, un poquito más indisciplinados. Es interesante

repensar lo popular, pero con coordenadas, con las que lo popular adquiere un

protagonismo en lo político, como sucede en los últimos tiempos.

Inés Fernández Mouján

Sé que estas discusiones que, como le decía a Pablo, traigo radicalizadas en el sentido

de que, al parecer, habría un pensamiento binario. Voy a tratar de responder todo.

En realidad lo hago para provocar, porque son pensamientos que hay que recuperar, en

las claves en las que podemos leer las cosas que nos pasan en la escuela y en la

educación popular. Hay cuestiones que plantearon ustedes de las que no tengo

respuestas. Pero, por qué traer a Fanon y este concepto de descolonización. Para mí es

un hito, no por blanco o negro, sino en la provocación a la racionalidad moderna, o la

del sistema. Es un sujeto que comparte a partir de sus prácticas, porque lo de Fanon es

en relación a su propia experiencia, como negro. Hay una anécdota que se llama “piel

negra, máscara blanca”, donde él dice que se encontraba caminando por una calle de

Francia, era estudiante y egresó de la academia francesa, y escucha que una niña le dice

a su madre “madre, mira, un negro”, y ahí le viene la interpelación casi psicoanalítica de

su “ser negro”, y empieza como a deconstruir y a darse cuenta que si una nena dice eso,

él es negro. Y la vida cotidiana más la relación que él empieza a tener o tiene en su

práctica como médico psiquiatra en el hospital de Martinica y luego en Argelia, es lo

que lo conmueve para ver qué está pasando y toma de alguna manera la posta. Por eso

también esta pequeña anécdota en la que dos compañeros de las Fuerzas Armadas

Peronistas relatan la historia de la agrupación y traen, desde el inicio, cuál era la

discusión del momento, y quiénes eran los interlocutores de la discusión. Nosotros

hemos atravesado la primavera radical, la década de 1990, que se llevó puestas un

montón de experiencias, de discusiones, de pensamientos, entre ellos a Fanon; y fue un

pensador que fue recuperado por el proyecto poscolonial primordialmente, y luego por

los decoloniales. Pero es Edward Said, un intelectual palestino, quien lo trae de vuelta a

la discusión. Y en ese sentido, lo que Fanon hizo fue romper con la racionalidad

dicotómica moderna negro-blanco, ser-no ser. Al contrario, uno de los temas que pone

en discusión es el cuerpo en escena; un cuerpo que no es nombrado y que él lo trae a la

escena, y rompe la lógica divisoria cuerpo-alma; y muestra que hay sujetos que tienen

un cuerpo, que son los relegados. En este caso, él está pensando la negritud

primordialmente porque viene de ahí y retoma lo que su maestro le plantea más la

experiencia negra en la revolución haitiana como primera república negra que Estados

Unidos, iniciado el siglo XX, destruye.

Me parece que lo interesante de este pensamiento y de por qué volver a traer a Fanon,

más allá de que hoy nosotros vivamos una situación interesante como país, donde es

posible extremar y radicalizar la propuesta, por fuera de los discursos oficiales. Pero,

cuando digo “por fuera de los discursos oficiales”, es porque si bien estamos transitando

una experiencia muy interesante y muchos de nosotros pensamos que nunca en nuestra

vida la íbamos a volver a vivir, al fin la revolución no se hizo. No sé si es posible, pero

hay cuestiones que están siendo debatidas, muchos actores sociales estamos tomando la

palabra o la están tomando otros. Pero es necesario seguir pensando en esos términos

para sospechar permanentemente de lo dado. Porque lo dado puede ser hoy presente y si

no tenemos una actitud de sospecha permanente y de pregunta hacia eso que hoy puede

ser un discurso oficial, con el cual podemos estar de acuerdo o no, pero, en mi caso que

estoy de acuerdo, también si lo he de tomar como dado, estoy en el mismo problema

que antes.

Lo que me interpela de estas discusiones, y de estos pensadores en particular, es la

radicalidad en la sospecha ante un modelo impuesto que hoy permanece en la academia,

en las escuelas; un pensamiento que, en un punto y que Fanon lo pensó en esos

términos, deconstruye. Porque lo que hace es, no desechando todo el bagaje de las

categorías intelectuales, que le provee por ejemplo el marxismo, las toma para

resignificarlas en el contexto de Tercer Mundo, de Argelia, de los países africanos; y

que, después, nuestros pensadores, militantes del campo político, del campo intelectual,

van a retomar para pensar. Creo que no están siendo suficientemente discutidos como

para comprobar la riqueza que eso tiene, y no creernos que porque transitamos un

momento más benévolo dentro del sistema está dado todo. En especial porque

escuchando a la compañera mexicana y la situación que ellos viven, parece totalmente

diferente a la que nosotros vivimos, pero nos puede suceder igual. Hay actores políticos

hoy, en el mundo, como el narcotráfico, que se las trae y disputa territorios, disputan lo

popular. Entonces me parece que estos pensadores ayudan a darnos cuenta que por más

que tengamos una situación de mayor tranquilidad en Argentina, hoy en una ciudad

como Rosario tenemos el narcotráfico instalado disputando territorio político. Y quienes

participan activamente son los sectores populares y las distintas jerarquías políticas y

judiciales. Entonces, esa complejidad nos ayuda a sospechar del sistema capitalista en el

que vivimos.

Y por supuesto no son recetas. Justamente una de las intenciones mías con mostrar esta

incidencia fanoniana, en el discurso freiriano, tiene que ver con mostrar que Freire no es

una receta; es un pensamiento tomando la discusión política y lo cultural, que es otro

elemento muy interesante como aporte. Trajeron lo cultural para discutirlo

políticamente. Tal vez en algún momento Fanon y luego Freire, siguiendo alguna huella

de Fanon, encontró los límites en la alienación de su propia vida y de su propia

experiencia. No creo y no estoy de acuerdo tampoco en pensarlo como otra totalidad; o

sea, reemplazamos la totalidad europea, el universalismo europeo por otra totalidad u

otras esencias, otros horizontes. En Freire se ve, va y viene, deconstruye, dice una cosa

pero después la discute; no se quedaba. Lo que pasa es que lo que quedó del legado

freiriano al parecer, son eslóganes que cierran y le restan potencia como pensador

dentro del campo educativo.

Jorge Huergo

Solo dos cosas con respecto a esto de qué es lo popular, que había preguntado Antonio.

Me parece que la comunicación aporta algunas cuestiones que tienen que ver con la

discusión acerca de lo masivo y la cultura mediática. Es decir, cómo estos elementos

son configuradores de nuevas formas de lo popular, pero atendiendo a la diferencia y a

la posible articulación que existe entre el pueblo en la política y el pueblo en la cultura.

Considerado en el último capítulo de una de las obras de Jesús Martín Barbero que se

llama “Procesos de comunicación y matrices de cultura”, precisamente de fines de la

década de 1980, pone énfasis en esta articulación necesaria, y también está presente en

Antonio Gramsci, en observaciones sobre el folklore; creo que esto es un elemento

importante a tener en cuenta porque si no, aparentemente, lo popular sería una situación

más bien pura, basista o iluminista, o siempre con una cierta pureza. En realidad,

tendríamos que preguntarnos quién de nosotros escapa de las condiciones de lo popular

en la cultura masiva o en la mediática, y en definitiva qué tipo de característica o de

propósito político define mayormente a lo popular en la cultura.

Me preguntan sobre la barra. En realidad, lo propuse porque me parece que no por

borrar… No es intercambiable, sino que tiene que ver con una relación tensa pero cada

vez más necesaria en la complejidad relacionada. Un autor, que es analista del discurso,

dice que donde hay formación de sujetos hay producción de sentido; y al revés, donde

hay producción de sentido, hay formación de sujetos. De modo tal que uno puede

distinguir uno y otro proceso, pero no lo puede escindir. Lo que quiere decir que cuando

lo puedo distinguir no son intercambiables, pero tampoco son inescindibles. Para formar

sujetos necesito producir sentidos; para producir sentidos necesariamente formo sujetos.

Ariel Zysman

Pensaba en términos intercambiables no porque sean exactamente lo mismo, sino

justamente por esta idea de formación del sujeto, y de ahí el problema del sujeto

pedagógico.

Jorge Huergo

Nosotros tratamos de hacer el esfuerzo por distinguir y poner la atención pedagógica o

educativa fuertemente en esta cuestión que tiene que ver con la formación de sujetos y

subjetividades; en esta cosa también de la contingencia.

Ariel Zysman

Me queda la duda, ahí cuando hablás de los procesos formativos. Justamente por esto

mismo de que tanto la educación como la comunicación tiene sentido de formación del

sujeto pedagógico. Digamos, ese es el sentido profundo.

Marcela Gómez Sollano

Solo quería plantear una cuestión, no es tanto una pregunta, es más una inquietud, que

voy a tratar de formular de una manera muy precisa y concreta. Que tanto lo que han

presentado, que es parte de algo que sea abierto y situado, estaría ubicado pensando más

los temas, los tópicos, las cuestiones que han planteado desde los campos que

conforman a la educación popular y a la lógica de la descolonización como campo de

conocimiento, de práctica, de intervención. Si es así, hay referentes analíticos,

epistemológicos, teórico-políticos, específicos, debatiéndose con autores, situando

experiencias, apuestas, que no son solo experiencias políticas sino también sociales y

culturales. Entonces, hasta ahí me parece que había algún aspecto, y que lo que se pone

en la mesa moviliza. Son aspectos que van configurando un conjunto de aspectos que

deciden reglas acerca de qué entra en un campo y qué no, y quiénes son los sujetos.

Entonces se desdibuja la subjetividad y la constitución de los sujetos.

Si no es así, si trastocan esos campos, en la lógica de su constitución histórica,

institucional y cultural, hasta dónde sería posible no dejar de hablar de comunicación

popular y de otras tantas, sino lo popular en la educación, en la comunicación, lo

popular en la cultura. Si cambia esto, y si es así, qué se juega y por qué. Creo que acá,

ustedes trazan fronteras que trastocan los campos, que van más allá de ellos y colocan lo

popular en otro lado, como significante. Quizá desde ahí podemos construir otros

referentes. Ese es un aspecto.

El otro es que los espacios se ocupan, y es mejor que lo hagan desde lo popular. Es una

apuesta y hay que sostenerla. Por eso, como decía Pablo, es interesante cuando uno

describe una experiencia de una radio comunitaria. Creo que, en ese sentido, son

importantes los testimonios, no para decir que es buena o mala experiencia, sino porque

ha sido una apuesta a ocupar un lugar. Esas apuestas son importantes en los estudios de

estos países; no son menores, no son buenas o malas. Han costado mucho trabajo. Pero

le han costado mucho trabajo a la gente. Si desde ahí lo trabajamos, ya sea para bien o

para mal. Detrás de todo esto hay un sujeto que no es el sujeto popular, son complejos.

Y que están apostando a algo. Y eso es un terreno muy complejo.

Juliana Enrico

Me interesaba hacer un par de preguntas acerca de cómo pensar lo popular, desde otros

lugares tanto en el terreno comunicacional como en el educativo; lo popular pensado

como distinto de la masa, pensando en la matriz educativa moderna. En ese sentido, el

sujeto pedagógico está impregnado de discusiones de diferentes campos de

conocimiento transdisciplinariamente: lo educativo, lo comunicacional, lo cultural, el

propio campo político.

En ese sentido, tengo algunas preguntas vinculadas con una cierta lectura de la

producción de identidades políticas. El espacio de lo político, pensando en Laclau, o

retomo la definición: lo político y la política, la dimensión filosófica del conflicto entre

identidades; este conflicto que es parte de la propia construcción social. Y, por otro

lado, cómo se traduce o los vínculos que se producen a partir de ese conflicto y en el

que aparece lo político en cierto espacio común. A partir de estas articulaciones, ¿qué de

esos vínculos se traduce en la práctica en el espacio pedagógico?

Tengo algunas cuestiones que trae Laclau: lo antagónico y lo constitutivo de la

identidad se vive como una cuestión concreta, empírica. Hay otro enfrentado a uno. Me

parece que eso tiene que ver mucho también con la matriz que sin duda toma sus modos

relacionales de la educación europea. Pero ahí mi pregunta es cómo podemos formular

analíticamente un análisis más teórico del antagonismo, de la dislocación, de lo que

irrumpe como algo distinto en el orden de los símbolos, cuando intentamos analizar al

otro. Siempre el otro es uno mismo. El sujeto de análisis. Y cuando estamos haciendo

un pasaje probablemente incompleto, en términos metodológicos, al leer la otredad

como una cosa literaria, política, distinta, se reduce la voz de enunciación, la palabra del

otro, sus prácticas, sus diferencias, a la propia mirada del analista. Me parece que

últimamente hay una lectura del antagonismo que convoca a pensar que esto otro que

interrumpe de manera total, puede ser nombrado desde otro lenguaje. Hay como un

supuesto teórico fundamental que es que no hay forma de nombrar al otro con sus

propias palabras. Eso implica una imposibilidad, en exceso, de ver al otro como

nombre.

Ahí entra lo popular: que no sea pensado solo desde el espacio mediático o público.

Hoy, por ejemplo, pensando en este proceso del kirchnerismo en cuanto a su

transformación del espacio cultural, los debates en el espacio legislativo tienen

posiciones muy progresistas como las leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual,

de Salud Reproductiva; una cantidad de medidas que implican a la educación. Por un

lado tenemos eso y, por otro, en el orden del espacio público, una lectura muy

particular, una intención de ocupar la práctica del otro desde ese relato. Por una parte, el

relato que incluye en el espacio público a sujetos que no estaban visibilizados, que no

tenían un lugar como sujetos de una determinada cultura; y, por otro, hay una ocupación

de ese espacio para nombrar la práctica de cierto modo que no es desde la lengua de la

propia comunidad.

Preocupa un poco una ocupación tanto teórica como política más concreta y literal de

los espacios del otro “en nombre de”. Alguien los puso en el terreno de lo público, antes

no estaban; ese es un problema teórico-político grave porque antes no estaban; entonces

les di la palabra, tengo autoridad. Quiero ubicar al otro, se supone que constituía una

alternativa pedagógica, cultural, una diferencialidad. El que le da la palabra se arroga

esa enunciación de nombrar un colectivo distinto. Entonces eso reduce fuertemente la

propia propiedad política de otras identidades en juego, que no necesariamente están en

disputa sino que están produciendo su cultura, su espacio.

Cintia Rogovsky

Cuando hablaste del consumo, de lo que había ocurrido con la AUH, pensaba también

en Conectar-Igualdad. ¿Qué pasa para ustedes con lo popular en los géneros y lenguajes

artísticos? El caso de la telenovela, la televisión. A mí me interesa mucho lo que pasa

con la música, por ejemplo, y el impacto que tiene en la configuración de las

identidades de los jóvenes o con el género. ¿Ustedes tienen alguna idea de eso?

Participante

Me voy a apartar un poco de los ejes temáticos sobre los que hemos dialogado aquí. No

voy a hacer una pregunta así que no voy a sacarles mucho tiempo, pero sí quiero hacer

un comentario en relación con la alusión que el compañero hizo de Álvaro Uribe. Soy

colombiano y entiendo la alusión que hiciste sobre los llamados Consejos Comunitarios;

eso hubo en Colombia desde 2010. Es la verificación de hasta dónde puede llegar la

interpretación muy distinta de algunas terminologías en relación con lo que pudiéramos

entender, debatir y dialogar nosotros con respecto a tales tecnologías. Y como punta de

contraste, como para diferenciar y comparar otras formas en que se pueden desplegar lo

que podamos llamar comunicación popular, comunitaria, etc.

En relación con ese punto y con el asunto de los Consejos Comunitarios de Uribe, como

para interpelar la realidad, por decirlo así. Hubo una vez un Consejo Comunitario. Están

los videos. El gobernador provincial y sus funcionarios públicos hicieron una denuncia

al que en ese tiempo era presidente de la República de Colombia por sus vinculaciones

con el paramilitarismo. Semanas después, el alcalde de esa provincia fue asesinado. El

entonces presidente Uribe hizo caso omiso a las denuncias realizadas por dicho alcalde,

e hizo caso omiso a la petición de que le protegieran. No solo eso, sino que tiempo

después, al que fue gobernador de esa provincia lo nombraron embajador sin

investigaciones de ningún tipo.

Ustedes habrán escuchado todo lo que se ha dicho de la relación del gobierno con el

paramilitarismo. Y traigo a cuento ese acontecimiento muy de la realidad, porque se ha

hecho alusión a los Consejos Comunitarios de Uribe como punto de contraste; no sé

hasta qué punto a eso se lo pueda llamar espacio comunitario, por ese acontecimiento

entre tantos otros. Y hago el comentario distanciándome un poco del debate y del

diálogo conceptual, porque a la figura del colombiano Uribe soy un tanto alérgico.

Jorge Huergo

Son súper interesantes las preguntas, como para discutir un rato largo más que dar una

breve respuesta. La cuestión que planteó Marcela me parece que está muy interesante

también pensarlo al revés. A veces me planteo hasta qué punto no se puede hablar de

dimensiones de lo popular. ¿Te acordás aquello que decía Freire de la educación

popular y el origen de la comunicación popular como dimensión educativa del trabajo

político? Como los alumnos no han leído eso, se los digo así. El autor también corrompe

el texto que traduce. Me parece que es bueno y desafiante pensar desde qué lugares

accedemos a esto de lo popular. Podemos hablar de la complejidad de la situación que

vive la humanidad, de la situación que vive América Latina, etc. Pero cuando llegamos

a tener que definir cuáles son los rasgos que caracterizan lo popular, ahí no estamos de

acuerdo.

Me acuerdo que Carlos Torres una vez decía que las matrices tienen que ver también

con las economías. Por ejemplo, en Estados Unidos lo popular tiene que ver con la

popularidad; en cambio en el anarquismo español tiene que ver con la política, o con la

apropiación social. Entonces, después, cómo se encuentra eso en las formas de hablar

sobre lo popular, es muy difícil definir. Es un punto a discutir. Creo que no es para

hacerlo ahora, aunque me parece súper rico. Porque nos obligaría a poner en relación la

teoría con la práctica por un lado, y con la práctica política. Es decir, obligaría a que

cuestionemos muchos otros muros que tenemos y que separan una cosa de otra.

Sobre la pregunta, me parece muy compleja. No sé por dónde empezar, porque son

muchas cosas en una. Solo me detuve en una frase, esto de reducir al otro a la mirada

del analista. Creo que hay algunas provocaciones que son interesantes con respecto a

esto que viene de la antropología posmoderna. Steven Tyler por ejemplo, que tiene un

artículo que se llama “La descripción de la escritura como un hablar por…”, dice que el

etnógrafo cuando hace su descripción termina hablando por el otro; entonces siempre

tiene algo de colonial, colonizar la voz del otro. Y eso puesto en tensión con el avance

que hace Peter McLaren sobre esta posibilidad de partir del aquí y ahora del otro, etc.,

dice que cuando hay que definirlo, la preeminencia la tiene que tener el otro. Entonces,

qué tipo de propuesta hacemos nosotros para que el otro diga quién es y dónde está. Es

decir, que pueda narrar sus coordenadas históricas y geopolíticas. A mí me parece que

esto es clave. No sé si da respuesta a lo que se plantea porque en realidad la pregunta es

más teórica; pero me parece que es clave por lo menos en la comunicación y en la

educación popular como una especie de política habitual. Y la preeminencia de la voz.

Se acuerdan que McLaren dice que la voz es ese conjunto de significados multifacéticos

que todavía no son la palabra; que tiene mucho más que ver, incluso, a veces con el

sentido común. Pero es desde la cual los sujetos interpretan su experiencia cotidiana.

Cuando los pibes se juntan a fumar un porro en la esquina o a tomar una cerveza, esa

voz tiene un cierto significado público; pero no es la voz pública de la plaza tampoco, si

es que la hubiera, la voz pública, la palabra pública, etc. Sin embargo, muchas veces

tiene el valor de mediar entre la interpretación que hago de mi propia experiencia. Y en

ese caso, nunca esa voz, como tampoco el lenguaje, puede estar completamente

descolonizada. Es decir, siempre carga con significantes que son de otros. Porque

además, así se da el proceso identificatorio. Si admitimos a Jacques Lacan, por ejemplo,

se acuerdan el ensayo sobre el estadio del espejo, nosotros no podemos ya pensar de

manera pura las identificaciones, no es posible pensar, como decía Inés hace un rato,

reemplazar una metafísica por otra. No puedo armar una totalidad del otro. El otro, en

todo caso, controla las salvedades. Tiene que ver con esto que decía Emanuel Levinás:

el otro es el rostro que me provoca; pero no está afuera, no es algo sagrado; sagrado en

este sentido ontológico; sagrado en el sentido de separado, segregado.

Inés Fernández Mouján

Continuando en la lógica que estaba planteando Jorge, estaba pensando justamente eso.

Primero, definir lo popular es una cuestión imposible en el sentido de que me parece

que hay múltiples demos. Podemos decir muchas cosas acerca de lo que es, o definir lo

popular. En general, las definiciones o las explicaciones acerca de lo que esto quiere

decir no me gustan, no me interesan. Me parece que quizá pensar lo popular en términos

de alteridad, de interpelación, de lo que disrumpe o interpela lo instituido. Y en

términos de hibridez y mímesis, no como una cuestión cerrada, “el otro”, lo que decía

de la totalidad; sino, y poniendo ejemplos también nuestros, argentinos y de nuestra

historia, pensaba lo siguiente: para mí, el tema de los desaparecidos es un tema de lo

popular; es un tema que irrumpe en un espacio donde no le fue asignado. Aquellas

madres cuando fueron ese primer día a la plaza a dar su ronda, nadie les permitió que

estuvieran ahí, y ellas decidieron estar. Ellas dicen en sus discursos que en realidad eran

amas de casa, en su mayoría, no todas, y tomaban el legado de sus hijos. O sea, esto que

decía hoy de pensar a Fanon, la militancia, la disputa al poder hegemónico de aquellos

años… Ellas no fueron convocadas a estar en ese lugar; nadie les dijo que fueran a

tomar la palabra en ese lugar.

Me parece que en un punto lo popular podría ser pensado desde ese lugar, como algo

que irrumpe en una escena y la desarma. Porque en lo que es el pensamiento

hegemónico, hay un lugar para cada uno de nosotros que nos fue asignado y que se nos

dijo “si sos maestro, tal lugar; si sos profesor, tal lugar. Para decir esto o lo otro tenés

que contar esta historia y no la otra”. De alguna manera pienso que las Madres, en

Argentina son un ejemplo de eso. Porque son amas de casa que les llevaron a sus hijos,

los desaparecieron, porque no eran sujetos como dijo Videla, y que dijeron “vamos a

tomar la palabra más allá de todo”. Irrumpieron en un espacio y generaron un

acontecimiento político que sigue hoy dando que hablar y produciendo sentidos,

pensamientos, trascendiendo las fronteras respecto a lo que eso significó. Y ellas

sostienen que recuperan el relato y las prácticas de sus hijos.

Jorge Huergo

Además es un sujeto que está cargado de significado: la mujer, débil, que pone la

fuerza.

Inés Fernández Mouján

Totalmente. Inclusive en la militancia de aquellos años, aunque había muchísimas

compañeras mujeres, la voz era la de los hombres. Y ahora te cedo la palabra para la

última pregunta.

Jorge Huergo

Esto que decía Inés con respecto a la alteridad, me parece que es precisamente eso que

tiene que ver con no sustancializar la alteridad, no esencializarla. Es decir, cuanto más

sea posible percibir lo inestable, incluso lo transitorio, lo contingente; me parece que es

más rico. Con respecto a la otra intervención, qué pasa con la telenovela. En qué sentido

uno puede decir que es un género popular, que además tiene su historia larga. Digo, no

dejar de lado todo aquello que en cada momento histórico representa o hace posible la

conexión del arte con el deseo y el placer. Hay algo del orden del deseo y del placer. Por

ejemplo, la irrupción de las madres no lo tiene; sí del deseo, pero no del placer.

Entonces, me parece que Martín Jesús Barbero es el mejor explicando esto. Y tal vez, en

Argentina, la mujer de Aníbal Ford. La cuestión de qué cuestiones de lo popular se

articulan en este tipo de producciones artísticas que representan por ahí la cultura

masiva; que no son específicamente lo que uno llama normalmente la cultura popular.

Y ahí creo que esto de Gramsci sirve, las observaciones sobre el folclore, cuando él se

pregunta qué es lo popular, hablando de la literatura popular. ¿Es lo producido para el

pueblo?, ¿es lo escrito por el pueblo? Él toma distancia de esas dos y dice que en

realidad lo popular es de aquello que se apropia el pueblo; porque ahí el pueblo le da un

sentido a este tipo de producciones que a lo mejor no eran para ellos.

Y, después bueno, la producción de sentidos, como todos sabemos, no es una cuestión

de nadie. No es que decida argumentalmente qué sentido le voy a dar a tal cosa. Por eso

es importante ver cómo se media allí el deseo, el placer, etc., y cómo esto no es tan

ordenado. Es bastante más inestable de lo que uno podría conceptualizar.

Inés Fernández Mouján

Quería agregar a esto que estás diciendo en relación con lo que Marcela trajo ayer,

respecto a las experiencias de los zapatistas, estos lemas sentir-saber y saber-sentir. Tal

vez uno podría, y ellos ya están trabajando, esta cuestión de las percepciones, de los

sentimientos. Y volviendo a aquellos años, a mí me parece que hubo mucha pasión, que

esas madres pusieron deseo y pasión. Por eso vivieron y sostuvieron esas cuestiones. Y

en un punto, recuperan. Y hoy me parece que la cumbia es una representación y una

identificación híbrida del tema de la música europea, nuestra, latinoamericana; como

síntesis a veces, como pasa con el barroco latinoamericano, que lo impuso la

colonización pero le dio sus colores, su forma, sus rasgos, más allá de lo que le

permitían. Y eso me parece que está todo el tiempo en movimiento.

Jorge Huergo

Ahora, también eso carga con muchas representaciones que son discriminatorias.

También está bueno pensar cómo lo popular en la educación también tiene que ver con

cómo hacemos posible una lectura de las negaciones. Eso que decía Freire pensando en

la pedagogía de la pregunta, trabajar cómo se van produciendo las negaciones, ponerlas

como objeto de discusión de la educación popular. Porque también carga con una serie

de cuestiones que juegan a favor de la dominación. No solo la cumbia, sino todas las

producciones y está bueno ver esto. En definitiva, la dominación como un proceso de

comunicación.

Fátima Cabrera

En ese sentido, me parece que es interesante tomar la experiencia reciente y actual de

toda la lucha por los derechos humanos. Estuve trabajando en un proyecto, donde las

Madres, en 2011, empiezan a pensar qué proyectos querían para el espacio de

promoción de los derechos humanos. Ellas querían una casa. Y esto no es tan casual; se

les ocurrió pensar un lugar de formación para jóvenes y que iba a ser una tecnicatura de

la Universidad Popular. La verdad es que a mí me atraviesa por mucho. Soy convocada

no solo como militante de derechos humanos sino por mi experiencia en educación. Y

también porque de alguna manera se me vincula con la educación popular. Me parece

que fragmentar la educación popular en una cosa no es lo conveniente. Creo que hoy se

atraviesa por la complejidad en un montón de cuestiones que vivimos y que

constantemente están mirando y cambiando, que nos haría perder también toda esa otra

dimensión, que también la estamos construyendo. Trabajo con docentes, con

estudiantes; y los jóvenes ponen en juego un montón de expresiones que son corporales

y no son tanto de la palabra. Y justamente está el tema de la educación.

Hace unas semanas se hicieron unos encuentros de la tecnicatura con las familias de los

trabajadores de cooperativas. Ellos tenían unos días que se les dieron en coincidencia

con las vacaciones de los chicos para que compartieran, y se les posibilitó el micro para

que pudieran ir. Son casi todos del Gran Buenos Aires. Lo que atraviesa toda la

formación son los derechos humanos, que es la parte que a mí me toca presentar en esa

coordinación. Hay otra persona que hace toda la parte de la música. Y la verdad es que

fue muy interesante cómo, a veces, esto de que los profesores den una materia

preocupados por esa actitud. Me parece que hay que ver mucho más desde lo

actitudinal. Para mí, la formación pasa por lo que nosotros representamos en ese lugar;

una presencia permanente y coherente con ciertas cuestiones. Los chicos rápidamente

salieron a decir que eran días en que tenían receso; incluso estaban estudiando para

exámenes y decían que venían a estudiar.

El primer día fueron unos cuantos. El segundo fueron más, porque ellos mismos se

convocaron. Y el tercero, hasta algunos que llegaron y que habían estado afuera u

ocupados o trabajando, hicieron tiempo para estar presentes. Hicieron un taller de

percusión, tocaron; hicieron unas rondas donde bailaban folclore y sacaban a bailar a

todos. Porque la idea era también que los compañeros de las cooperativas que venían

con un bagaje cultural enorme, lo pusieran en juego. Ellos no se identificaban tanto con

que eran de la tecnicatura, sino que eran uno más que iba a poner en juego todo su arte.

Y la verdad que quedé muy contenta porque era lo que queríamos; esta cuestión de que

ellos pudieran atravesar el tema de los derechos humanos desde su arte.

En ese sentido, tenemos que ir pensando. A mí el arte me interpela cada vez más y no

tiene que ser algo tan al margen, sino como algo integrado a todo. Así es como va a salir

toda la identidad cultural, toda la riqueza que existe. Me parece que es una interpelación

permanente. Y esta dinámica hace lo que hay que hacer: no deja de construir

permanentemente. Porque hoy nosotros podemos poner el libro y decir que estamos

mejor; pero nunca dejar de construir en todos los niveles. Porque esa será la única

manera que nos permita continuar aportando más, y también que las cosas se vayan

integrando. Creo que para eso las Madres han sido muy sanas: pensar que lo que ellas

quieren transmitir a los jóvenes de alguna manera es una visión; ellas tienen trato

permanente con ellos. Empiezan a transmitir lo que sus hijos vivían, además de toda su

militancia: las peñas, cómo se juntaban en las casas. Me parece que eso destapa una

tradición de vida muy grande.

Jorge Huergo

Sobre lo que dijeron de Colombia, me parece que el ejemplo que él pone habla del peso

que tienen esas cuestiones. Por supuesto que conozco el tema de oídas, sobre todo

porque me tocó trabajar con una pasante que es caleña, Rocío Gómez, que hizo la

Maestría en Educación Popular y después el Doctorado en la Universidad Pedagógica

Nacional. Ella trabajó ese tema: la educación popular en el proyecto comunitario.

Entonces, me parece que es bastante significativo. Pero cómo está anudado también a

cuestiones que tienen que ver con otras cosas: con el poder, con esas articulaciones que

se dan que terminan tocando el pellejo; que no es solo una cuestión de palabras y de

demandas en el aire.

Bibliografía

Bhabha, Homi K., El lugar de la cultura, Buenos Aires, Manantial, 2007.

De Oto, Alejandro, (comp.), Tiempos de homenajes tiempos descoloniales. Frantz

Fanon, América Latina, Buenos Aires, Del Signo, 2012.

Fanon, Frantz, (1961) Los condenados de la Tierra, Buenos Aires, FCE, 1974.

Fernández Pardo, Carlos, Frantz Fanon, Buenos Aires, Galerna, 1971.

Freire, Paulo, (1970) Pedagogía del Oprimido, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.

__________, (1992) Pedagogía de la esperanza, México, Siglo XXI, 1996.

Said, Edward, Representaciones del intelectual, Buenos Aires, Paidós, 1996.

Educación popular y nuevas problemáticas: Desafíos a la agenda de

discusión pública

Los múltiples sentidos de la educación popular. Reflexiones desde la problemática

de la interculturalidad

Sofía Thisted

Elegí tres “registros” muy diferentes, de distinto alcance, para abordar algunos de los

debates que hoy giran en torno a los sentidos que se construyen sobre la educación

popular en América Latina.

Tal vez, una de las cuestiones que más inquietud genera es la persistencia de prácticas

discriminatorias, estigmatizantes, en escenas de educación dentro y fuera de la escuela.

La pregunta es por qué, si hemos allanado el camino con leyes de reconocimiento,

culturales, de la preexistencia de los fueros, indígenas, de los derechos del niño, todas

las que ustedes conocen, por qué persiste hoy en la experiencia escolar y extraescolar de

los niños múltiples situaciones en donde la discriminación, el maltrato, la

estigmatización, la marcación de diferencias estandarizadas, son una práctica cotidiana.

Este es un primer registro.

El segundo me parece que la protagonista está acá. Hace dos años, con delantal, en

clase, me dijo: “tengo que hacer un trabajo para la materia en la facultad, y no sé, no

conozco ninguna experiencia de educación popular”. Entonces le dije “sacate el delantal

y me lo decís”. Más allá de la broma, era esta idea de que la educación popular estaba

muy lejos, en otros lugares, y que adentro de la escuela nada de esto acontecía. Ustedes

dirán que no tiene nada que ver, que estoy hablando de registros muy disímiles.

La tercera cuestión tiene que ver con mi trabajo en el año que fui directora de Educación

Intercultural en la provincia de Buenos Aires. Ahí, trabajando sobre la Ley de

Educación provincial, habíamos armado una mesa en la que estaban presentes todos los

pueblos indígenas del país con sus representantes (la provincia de Buenos Aires es la

única jurisdicción que reúne todas las comunidades indígenas de Argentina). En esa

mesa de trabajo habíamos trabajado muy bien, y la Ley había quedado casi como la

habíamos escrito con ellos. En realidad, habíamos armado también una cláusula

transitoria como la que hay para Malvinas o como en el tema de Derechos Humanos,

que no existió. Pero había una cantidad de preocupaciones que teníamos en torno a la

educación intercultural, que quedaron plasmadas. Estábamos todos muy contentos.

Había sido un trabajo arduo. Entonces, cuando se estaban yendo, una mujer me cuenta

que el hijo de una dirigente indígena, con el clima de reconocimiento hacia las culturas

indígenas que había en la escuela, se había animado a decirle a su maestra que su

nombre en castellano era Rubén (a modo de ejemplo), pero que en realidad tenía otro

nombre, que llevaba un proceso de construcción, y que ponerle ese nombre a un niño

suponía conocerlo, verlo cómo era, etc. Luego de comentar esto, la maestra le dice que

sobre esos temas, si hay indígenas en clase no se puede hablar. Así es que todo el

trabajo interesante que venía haciendo con los niños indígenas sobre sus culturas se fue

por la borda ante la constatación de que había un niño indígena. No era porque le

quisiera faltar el respeto sino porque era hablar de algo delante del otro. Esto está detrás

de la intención de poner, de pensar, por qué este problema que aparece nombrado en las

décadas de 1950 y 1960, en realidad es un problema del sistema educativo y de la

educación popular en general desde hace mucho tiempo. No sé si se entiende la

introducción, pero me parece importante situarlo, porque si no parece que estamos

volviendo hacia atrás porque sí. En realidad la pregunta es por la persistencia de ciertas

prácticas que ubican al otro en determinados lugares, y a nosotros en otros, que vaya a

saber cuáles son los límites para construir este “otros” y este “nosotros.

En este sentido, lo que hice fue mirar un poco cómo se va tematizando… No fui la

única. En realidad, es una discusión que sostenemos en el equipo de APPEAL, qué

distintos significantes están detrás de la categoría, del concepto, de educación popular.

Sin ánimos de hacer una historización pormenorizada, me gustaría marcar un primer

momento a fines del siglo XIX, en donde hay una tensión, y Lidia Mercedes Rodríguez

en el libro lo trabaja con mucho más detalle, donde uno encuentra que hay una

diferenciación entre Simón Rodríguez, que está hablando de procesos de humanización,

y Domingo F. Sarmiento, que está hablando de instrucción pública. Y ambas cuestiones

se vienen asociando a la cuestión de la educación popular. En todo caso, me interesaba

mirar cómo en ese momento de construcción, aun cuando triunfó el discurso de la

educación pública entendida en términos de instrucción pública; me interesa marcar

como no todas las diferencias van a ser construidas igual, incluso en ese momento

histórico, como en ese momento uno encuentra discursos que ponen en cuestión lo que

se está haciendo con los indígenas fuera del sistema educativo. Por lo menos el

protagonista de la escena política más interesante que encontré fue Aristóbulo del Valle,

que dice que es horrible lo que estamos haciendo con los indios, que no es humano, no

estamos reconociendo sus derechos, etc. Finaliza diciendo que algo había que hacer.

Roca dice “¿Qué hacemos, los matamos, los domesticamos?” Todo esto mientras se

discuten los presupuestos necesarios para sostener la guerra. Me parece que es

importante plantear el tema.

En ese mismo momento histórico, Nicolás Larran, un viajero que va al sur en una

expedición, terminó como inspector de escuelas. Él hace una interesante descripción de

los indígenas, en la que muestra muchos matices: son sucios, las mujeres andan casi

desnudas, pero son muy generosos y comparten la escasa comida que tienen. Larran

viene con el cacique Orten cuando lo traen a Buenos Aires. Y se pregunta si está bien lo

que están haciendo. Concluye que está bien, que no hay otra salida, que hay que

asimilarlos de alguna manera. Cuando se leen las discusiones de la época, no siempre es

la escuela el lugar para los indígenas. Hay quienes van a decir que el lugar de educación

para los indígenas es el ejército, la reducción, el trabajo doméstico. Es decir, esta

práctica de entregar a los niños cuyos padres habían muerto en las matanzas o los que

son separados. Y hay una discusión, que me parece que en términos pedagógicos y de lo

que se discutía hoy a la mañana en términos de qué es lo pedagógico o lo político-

pedagógico, importante acerca de a qué edad hay que separar a los niños de sus padres

para que no transmitan ciertas pautas culturales. Si es a los 8, a los 10, a los 12, a los 6,

a los 5, a los 4; si hay que dejar a las madres con los niños, si no hay que hacerlo. Hay

una cantidad de discusiones que muestran que para la infancia indígena había un arco de

posibilidades y que la escuela no era exactamente la más elegida. Sin embargo, también

existieron inspectores como Raúl De Díaz que va a elegir a Namuncurá como

responsable para construir el edificio de una escuela en reemplazo de la que habían

construido los criollos porque no se habían hecho cargo bien de la situación, y

Namuncurá estaba deseoso de recibir a estos niños indígenas.

Ustedes se preguntarán por qué relato esto. En ese mismo momento histórico, hay otros

Otros, que son los inmigrantes, que también son sujetos de miradas heterogéneas. Y me

parecía interesante ponerlo a jugar, porque me parece que es una manera de entender

cuestiones del presente: hoy hay muchos Otros, y no todos los Otros valen lo mismo.

No son todos y todas en el mismo lugar, sino que, en todo caso, en determinados

momentos históricos o en cada momento histórico se construyen jerarquías acerca de lo

bueno, lo deseable, lo no deseable, y soluciones ante estas situaciones. En este mismo

momento histórico, con los inmigrantes aparece una mirada desencantada. Yo titulaba

en este trabajo un acápite que se llama “Inculcar en el corazón de los extranjeros el

sentimiento de nuestra patria”, porque en realidad de lo que se están quejando

amargamente es de la indiferencia, de que estos extranjeros no abrazan a la causa

nacional, no se sienten identificados, que pasa el ejército y no se emocionan. Y todas

estas cosas generan mucho malestar. Santiago Ceballos dice “nosotros vamos perdiendo

el sentimiento de la nacionalidad con la asimilación del elemento extranjero; no solo

vienen sino que encima deterioran nuestra argentinidad”.

Hay mucho más para decir, pero lo que me parece interesante es que en este mismo

momento, aparece la idea de que lo extranjero se asocia a la amenaza cosmopolita. Y lo

indígena, diezmado, asimilado. Habría que hacer un trabajo mucho más minucioso,

explicar qué pasó en el sur, en el norte; estoy hablando en general, pero no son los

mismos procesos los de la inclusión de indígenas chaqueños al trabajo en la zafra que el

proceso de la Campaña del Desierto en el sur; estoy simplificando pero me sabrán

entender. En todo caso, lo que aparece es que estos indígenas empiezan a ser atacados, y

esto lo trabaja de una manera muy interesante Diana Lenton, como una manera de

defenderse de la amenaza cosmopolita que significaban estos inmigrantes.

Y la escuela es campo de resonancia de todas estas cuestiones. Cuando uno mira los

debates pedagógicos de la época, lo que encuentra es que muchas de estas idas y vueltas

en torno a los inmigrantes y a los indígenas aparecen nombradas. La otra cuestión bien

interesante es que hay un matiz entre inmigrantes europeos y sus orígenes nacionales

distintos: hay algunas tipificaciones que ubican por ejemplo a los inmigrantes rusos, en

el mismo lugar que los gitanos, en el mismo lugar que los leprosos. Es una pirámide que

construyen. Sin embargo, los inmigrantes europeos de Alemania y otros ocupan un

lugar superior. Lo que quiero decir es que todos estos son sujetos interpelados de

distinta manera por el discurso de educación popular de fines del siglo XIX y principios

del XX.

Me interesa ver cómo a fines del siglo XX y principios del XXI, volvemos a encontrar

distintas concepciones de educación popular coexistiendo y distintas concepciones

acerca del lugar de los Otros y de qué hacer con los Otros. Titulaba en el artículo del

libro “tolerar, celebrar la diversidad o reconocer la diferencia”, tratando de simplificar

tres posiciones que para mí coexisten en el campo de la educación popular, pensándola

tanto adentro como afuera de la escuela; es decir, sin imaginar que este es un problema

prototípico de los movimientos sociales y no lo es de los sistemas educativos; sino

pensando en que la educación popular acontece en distintos órdenes de lo social. Y

desde ese lugar, a mí me interesaba pensar que estas distintas perspectivas abrevan en

distintas posiciones políticas y teóricas. Y dije políticas y teóricas no porque me

confundí sino porque creo que hay algo de cómo estás construyendo ese Otro que habla

de una perspectiva política y también de una teórica, generan y dan lugar a distintas

prácticas. Ayer en la conferencia de Marcela Gómez Sollano había una pregunta sobre

lo procedimental pero también sobre lo metodológico, y recordé otra escena cuando un

grupo de estudiantes de un espacio político entró y promocionó una actividad, diciendo

que iban a enseñar las verdaderas técnicas de la educación popular; eso fue en 2012, no

hace doscientos años. Entonces, pensar que hay técnicas que garantizan el sentido

político de una práctica es una posición; pensar que lo que impregna qué se hace en

territorio es el sentido político. Me parece que hay cuestiones que hay que poder

discutir.

La otra materia que me parece importante es que todas estas concepciones de educación

popular van a reconocer distintos territorios para el trabajo, distintos espacios. El

concepto de territorio me interesa pero todavía me da un poco de susto así que lo vamos

a llamar espacios, en términos de si es adentro o afuera de la escuela, dónde es que

acontecen estos procesos. Distintas posiciones van a construir distintas respuestas y, en

todo caso, me parece que hay algunas cuestiones para señalar. La otra cuestión es qué

construyen distintas consideraciones sobre los sujetos que participan de ellas.

Y otra de mis preocupaciones, históricas a esta altura, que estuvieron seguro en danza

cuando se discutió el plan de estudios de la carrera, es qué sucede en términos

conceptuales en cómo estamos pensando a los sujetos de la educación popular. ¿Son los

pobres?, ¿son los de las villas?, ¿son sujetos carentes de algo? Hay una categoría que ha

circulado extensamente y es la de la pobreza cultural, esta cuestión de la pobreza de las

participaciones. Creo que hay que discutirlo cabalmente. En ese sentido, me parece que

si uno considera al sujeto con el que desarrolla una práctica de educación popular

carente de algo, esto no solo supone una posición teórica sino también política.

Por otro lado, pensaba que también existe la posibilidad de que la educación popular sea

un proceso en el que es interesante que participemos todos. Mi trabajo en los últimos

años tuvo mucho que ver con la cuestión de la educación intercultural. Uno ahí

encuentra los mismos temas o asuntos que cuando piensa esto que venía planteando

para la educación popular. Es decir, uno puede pensar que la interculturalidad es para

los Otros, o podemos pensar que es para todos. En ese sentido, me parece que cuando

miramos o leemos experiencias de educación popular llevadas a cabo por otros o por

nosotros mismos, hay algunas cosas que se tendrían que poner sobre la mesa. La

primera es si cierran sobre sí mismos a los sujetos; es decir, ¿hay educación popular

para pobres?, ¿es para pobres, es para indígenas, es para migrantes, es para todos? Los

pueblos indígenas, en general, dicen que están cansados de ser interculturales, que hace

quinientos años vienen siendo interculturales y que podría llegar la hora de que

fuéramos interculturales todos. Creo que eso es interesante y lindo de decir pero

complicado de hacer, porque supone poner en cuestión el propio repertorio cultural.

Pensado en términos de sistemas educativos o en términos de experiencias de educación

popular en los barrios es muy complicado porque el etnocentrismo se ha hecho parte de

nosotros. No es que es un problema de otros malvados, sino que, en todo caso, eso nos

constituye y poner en discusión estas cuestiones es poner en discusión nuestra propia

historia. Me parece un desafío interesante poder mirar en qué medida estamos

dispuestos a construir recorridos que pongan en pie de igualdad los repertorios

culturales propios con los Otros. Ese año de la Dirección de Intercultural, recuerdo que

les pedía por favor y hoy hablábamos si se podía cambiar todo de un día para el otro. No

creo eso; sí creo que podemos empezar lo que en su momento, y robándole a un

historiador, decía “indicios de interculturalidad”, no “interculturalidad” crítica de un

saque, porque no va a salir. Pero algunos podrían ser interesantes. Y para mí, esos

indicios son empezar a reconocer más la voz. Empezar a reconocer perspectivas que no

cierren; empezar a encontrar voces o relatos que no tengan solo a los hombres como

protagonistas; empezar a pensar qué hacemos con las culturas juveniles en la escuela,

porque en todo caso lo intercultural no es exclusivamente en términos de indígenas o

migrantes y “nosotros”, si existiera ese nosotros, sino que la interculturalidad pensada

en términos amplios es una cuestión que vincula a grupos etarios, a géneros, a

identidades sexuales y a todas las cuestiones que se nos vayan ocurriendo, religiones, y

podríamos seguir agregando ad infinitum.

Para cerrar, es que no cercene la perspectiva a algún aspecto que la simplifique y la

invalide. Cuando comentaba que lo que en algunas experiencias de educación popular

es bien interesante, que es la centralidad de la lengua, en otras experiencias es la manera

de limitar el valor de la experiencia. Cuando en Argentina, en distintas provincias,

aparece la idea de que la educación intercultural es igual a intercultural bilingüe; que

intercultural bilingüe es exclusivamente enseñar la lengua indígena, desprovista de

cosmovisiones y demás, de alguna manera estamos haciendo una operación que está

restringiendo el alcance, al punto de poner la “interculturalidad” al servicio de la

traducción de lo propio en la lengua del otro.

Experiencia de formación en Pedagogía y Educación Social en el Instituto de

Formación Técnica Superior Nº 28

Carlos Ruiz

Esta carrera es el resultado de mesas de trabajo de compañeros y compañeras militantes

sociales, sindicalistas y de los organismos de Derechos Humanos (DDHH), tras años de

experiencia en instancias de formación participativa que encuadran dentro de lo que

entendemos como educación popular, educación social, formación sindical. Y así

también del trabajo pedagógico de los organismos de DDHH, sobre la violación de los

derechos sociales y humanos llevados adelante por la última dictadura militar y su

continuidad en democracias restringidas al modelo de acumulación capitalista

neoconservador.

Es el sindicato de los docentes de la Ciudad de Buenos Aires, la Unión de Trabajadores

de la Educación (UTE-CTERA), quien convoca y potencia la construcción de esta

carrera y conforma esas mesas de trabajo junto a todos los organismos de DDHH y

organizaciones e instituciones especializadas en alfabetización en sectores populares. Es

esta razón de la orientación de nuestra pedagogía, que es en derechos humanos,

básicamente la pregunta que orientó la conformación de esta pedagogía fue y sigue

siendo ¿Qué debería saber un educador popular para desarrollar militancia pedagógica

en los sectores más postergados de nuestra sociedad? De este interrogante surgieron dos

temas: el currículum y ¿a qué denominamos nuestra sociedad?

La elaboración del currículum de Pedagogía y Educación Social con orientación en

DDHH debió sortear un empedrado de obstáculos para ser aprobado, porque nuestro

interés era que sea una carrera reconocida por el Ministerio de Educación de la Ciudad

de Buenos Aires y con validez Nacional.

Debimos atravesar obstáculos desde la presentación de la propuesta, de índole

burocrática, básicamente porque la presentación no fue realizada por un Instituto de

Nivel Superior, ni público, ni privado, sino por un sindicato de trabajadores y con el

aval de los organismos de DDHH. Se nos rechazaba por no contar con un lugar físico

donde funcionar. Y nuestros argumentos se centraron en que en esta instancia se discute

el contenido y una vez aprobado las organizaciones se iban a ocupar del continente o

sea el edificio, veníamos a discutir pedagogía desde un lugar no instituido, desde

nuestras experiencias formativas que son dinámicas y adquieren múltiples formatos de

acuerdo a los espacios disponibles en la comunidad en la que trabajemos. Y con la

certeza de que una vez aprobado el contenido, nuestra organización se encargaría de

encontrar el espacio necesario para desarrollarlo.

Sorteado el obstáculo de ingreso, sobrevino una puja y fuerte discusión entre, por un

lado los técnicos de currículum del Estado de la ciudad de Buenos Aires y, por el otro,

los militantes de los derechos humanos, educadores populares y sindicalistas del gremio

docente. Justamente, porque el núcleo central de nuestra carrera se basa en dar cuenta de

la falta de respuesta estatal y de los fracasos en la inclusión de los sectores populares, en

las propuestas de formato educativo propios de la pedagogía de la modernidad, aun con

las variantes reformistas incorporadas en las últimas décadas.

Se nos pedía que evitemos el uso de términos propios de la pedagogía crítica, en la

formulación de la propuesta, que bajemos el tono político de los contenidos de derechos

humanos, que no fundamentemos ni las ausencias ni los fracasos de la política educativa

de la ciudad, que redujéramos la cantidad de materias que hacían referencia a los

Derechos Humanos, como Pedagogía de la Memoria, Sistemas de Protección y Política

de Derechos Humanos y Promoción de los Derechos humanos, que desarmáramos esos

espacios y los ubiquemos como subtemas, que la educación popular se centrara en la

formación solo de Adultos y reducida a técnicas de alfabetización. Que la formación de

contenido político estaba sobredeterminada en múltiples materias y que debíamos

centrarnos solo en políticas educativas, entre otras maneras de querer disciplinar nuestra

pedagogía. Por otro lado, la estrategia de la comisión de currículum fue la rotación de

agentes: cuando avanzábamos con un especialista, lo cambiaban y la discusión volvía a

foja cero. Pensemos que muchos de los contenidos que hoy son más aceptados, pero en

ese momento resultaban muy disruptivos, formaban parte de la batalla cultural que se

empezaba a dar en un conjunto de organismos del Estado. Que aún no teníamos

políticas de Estado centradas en la recuperación de la Memoria, la Verdad y la Justicia,

y que en el ámbito educativo, las políticas socioeducativas estaban centradas en el

asistencialismo, conformadas por programas que generaban una dispersión de sujetos y

carecían de coherencia y respeto de la reinserción de los niños, jóvenes y adultos en

instancias de formación y no se focalizaba la restitución de derechos.

Otra de las batallas que debió dar nuestra pedagogía fue la de su contexto de producción

entre 2003 y 2007. En la presidencia de Néstor Kirchner comienza una etapa del país

centrada en la recuperación de la dignidad del trabajador a partir de la reapertura de

paritarias, una presencia del Estado en las decisiones encaminadas a la recuperación de

los derechos perdidos en la dictadura y en los ciclos de gobiernos neoliberales. La

política de derechos humanos se vuelve un eje del gobierno nacional y popular, y

América Latina se nutre de referentes antiimperialistas como Hugo Chávez en

Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Inácio Lula Da Silva en

Brasil, se crea la Unasur, se fortalece o adquiere contenido político el Mercosur, se

rechaza la política económica para la región de Estados Unidos centrada en la

inscripción en el Alca.

Nuestra América adquiere dimensión y un peso político que necesariamente va a

impactar en la formulación de los contenidos y el pensamiento de nuestra carrera. De la

recuperación de esta experiencia en la Tecnicatura, en su currículum, adquiere una

concepción de sociedad latinoamericana, se vuelven sustantivos espacios curriculares

como Pensamiento Social Latinoamericano, Nuevos y viejos movimientos sociales,

Economía Social, Seminarios de Arte, Cultura y política o de cartografías políticas,

Problemáticas de la participación y la toma de decisiones, y la materia Pedagogía Social

se centra en la recuperación de los fundamentos históricos de la pedagogía del

continente y el análisis de las experiencias pedagógicas que los distintos países están

llevando adelante.

Pero para poder explicar nuestra experiencia y el enfoque al que adherimos, la manera

en la que pensamos nuestra intervención en los territorios partimos de tres puntos

fuertes:

o El lugar desde donde la pensamos.

o La ruptura con los dogmas de las ciencias sociales y de la pedagogía.

o La propuesta de Formación de Pedagogos Sociales.

El lugar desde donde la pensamos

Si bien es posible pensar en abstracto una propuesta pedagógica, nosotros decidimos

pensarla desde lo concreto, desde el análisis de lo realizado, de lo transcurrido en

nuestras organizaciones. Nosotros consideramos que en Pedagogía Social, el

pensamiento no precede a la acción y que esta separación entre pensamiento y acción no

resulta del todo factible.

Los aportes del filósofo argentino Rodolfo Kusch ubican al pensamiento en el “estar”

con otros en un territorio, con unas condiciones materiales y unos recursos, con una

cultura popular, historia barrial, y son estos componentes, el análisis del mismo, lo que

permite la acción y el pensamiento en el lugar donde vamos a desarrollar Educación.

En nuestro enfoque no se sostienen fuertes divisiones y enmarcamientos del trabajo, en

términos técnicos que piensan, planifican y los que luego ejecutan. Tampoco son muy

fuertes los límites o divisiones entre los que enseñan y los que aprenden. No hay una

distancia muy marcada entre quienes conducen las acciones educativas y quienes son

destinatarios de las mismas, el saber no está colocado en un lado u otro de estos

espacios, sino que fluctúa de acuerdo a lo que queremos conocer.

El estar siendo es uno de los conceptos que nos aporta Kusch, y es fundamental para

nosotros, que sostenemos que la acción educativa solo se puede generar estando en el

territorio, el pensamiento, afirma Kush, se da gravitando en un suelo geográfico y

conforma el soporte de una cultura, y es esto lo que nosotros consideramos que hace

posible que el pensamiento pedagógico se trasforme en acción educativa y

posteriormente en reflexión sobre dicha acción. Que es lo que nos permite profundizar

nuestro conocimiento, tal como nos enseñara Paulo Freire.

Hoy podemos hablar de forma fundamentada, justamente por estar haciendo pedagogía

social en los territorios, en las organizaciones sociales, del Estado y mixtas. En la

elección de nuestros profesores tiene un fuerte peso la experiencia real y comprobable

de trabajo en alguna organización. Al mismo tiempo, se evalúan las posibilidades de

que estas se constituyan en el espacio de las prácticas profesionales de nuestros

estudiantes. De esta manera, la formación de nuestros estudiantes es compartida con las

organizaciones sociales que cuentan con propuestas educativas para niños, jóvenes y

adultos. Desde el inicio de su formación, conforman un equipo y tienen un lugar

asignado en el que realizan diversos trabajos que van aumentando en responsabilidad a

medida que avanzan en la carrera.

¿Desde dónde?

Consideramos que a diferencia de la educación formal, en donde primero está el

documento, la fundamentación, el ordenamiento teórico, la cita precisa, y luego el

trabajo de ver cómo hacemos para que la realidad se comporte y se acomode tan prolija

y pulcramente al documento que le da fundamento a la acción, nuestro trabajo va

exactamente a la inversa de este modelo.

Si algo tienen la educación popular y la pedagogía social como rasgo de identidad es el

estar realizando acciones educativas para los sujetos que transitan la educación formal

durante un tiempo. Además de los que no pueden acceder a ella por distintas

condiciones y barreras, y para aquellos que fueron expulsados de las instituciones

formales.

A estos casos, se suman aquellos que pudiendo ingresar al sistema formal, y hoy eligen

un ámbito donde su presencia es contemplada como algo importante, donde se respeta

su cultura y sus vivencias son tan importantes para el contenido educativo. Nuestras

instituciones hacen pie en el sujeto y de ahí pensamos cómo estos contenidos, cómo

estos saberes, interrogan a ese sujeto desde sus condiciones materiales de existencia,

desde sus intereses y desde su lugar en el mundo.

Nosotros trabajamos con sujetos y no con abstracciones del sujeto o una idea de un

sujeto ideal, o se sujeto a futuro.

¿En donde trabajamos?

Trabajamos en lugares obtenidos por la lucha de las organizaciones, espacios que tienen

un valor simbólico y nombrados desde lo que son o fueron, como un merendero, un

comedor, una fábrica recuperada o una cooperativa, y que hoy son además un centro

cultural, un centro de apoyo a la escolaridad de los niños y jóvenes del barrio, un centro

de primera infancia, lugares donde funcionan radios barriales, revistas, bibliotecas, etc.

No son lugares exclusivos para la enseñanza, son espacios culturales que contienen

actividad pedagógica. Allí se sostienen múltiples actividades y pueden convivir “muy

bien” la fábrica y la educación, el comedor y la educación, la radio y la educación, el

campito deportivo y la educación, la fiesta de la Pachamama y la educación, el trabajo

con la memoria, la verdad y la justicia y la educación, los problemas del barrio y la

educación. El espacio, el lugar geográfico, cultural y simbólico, más que una

restricción, se convierten en una oportunidad para volver a juntar la educación con la

vida cotidiana y la cultura de las comunidades y sus organizaciones.

Necesitamos de la presencia del sujeto

Los educadores populares y pedagogos sociales nos juntamos a pensar qué acciones

pueden resultar interesantes para los adolescentes de un barrio, pero con los

adolescentes y ya con ellos ahí presentes, aun así, es difícil lograr saber qué es lo que les

va a interesar, entendemos que el contenido no tiene valor en sí mismo sino logramos

establecer vinculación con un sujeto en particular.

Esto lo hacemos aun si trabajamos con contenidos previamente definidos, como en las

diplomaturas de las Cooperativas Argentina Trabaja o en las sedes de Paebyt, en las

escuelas de Reingreso; esto es fundamental para lograr cierta significatividad del saber,

una real conexión entre el sujeto y el contenido, descubrir algún sentido que puede

llegar a tener este contenido para este grupo en particular de niños, jóvenes o adultos.

Y de la misma manera con los chicos de la calle, que van a la escuela Isauro Aranciabia,

los contenidos tienen la misma relevancia que la conexión que podemos provocar desde

la contención, el vinculo afectivo, la creación de un grupo y la lucha por sus derechos y

los de sus familias. O el trabajo los talleres del Hospital Borda que buscan una conexión

de los pacientes con el afuera de la institución con el objetivo de realizar salidas

culturales con los internos y de esta manera romper con el aislamiento.

Nos preguntamos de qué manera estos contenidos interrogan a estos sujetos y en qué

medida estos sujetos están contenidos en ese saber. Esta es nuestra tarea y por eso

afirmamos que nuestra pedagogía se fundamenta en el estar y el estar con los otros y en

la presencia del sujeto.

Acá sabemos que nos jugamos una batalla importante en la distribución del saber; si

este saber va terminar siendo algo externo al sujeto, qué se tiene que aprender por

obligación y qué sin sentido o de memoria. En este caso solo vamos a operar en el

disciplinamiento, ya sea porque va a ser útil en un futuro nunca cierto. Por el contrario,

si este contenido tiene que ver con su vida y la de su comunidad, con su cultura, el

tiempo educativo se vuelve productivo para el sujeto en la medida en que adquiere un

significado para él.

Nos preguntamos qué podemos aportar a los chicos que están afectados por el paco,

pero estando con las madres del paco, en su casa y en su barrio.

Nos ponemos a pensar si podemos hacer en este lugar un bachillerato popular, estando

con las organizaciones del barrio y la de los Bachilleratos Populares. No se piensa en

ausencia del sujeto, sino en su presencia y todo lo que esto implica.

Por último, el territorio donde gravita el pensamiento es un lugar donde podemos

reconstruir históricamente los diversos momentos por los que atravesó la educación de

los excluidos, por ejemplo, si tomamos el barrio de La Boca vamos a encontrar que

entre el Comedor Los Pibes y la escuela Isauro Arancibia encontramos el Salón Berdi

creado por los socialistas y anarquistas para el fomento de la cultura. Otro ejemplo es

entre el bachillerato popular de ATE Germán Abdala y la Sociedad Luz (biblioteca

socialista de principios de siglo), se encuentra la Escuela de Reingreso (de nivel

secundario), que funciona en la fábrica recuperada Gráfica Patricios, lo que nos está

poniendo a las claras que los trabajadores excluidos de los espacios de formación

siempre conformaron instituciones educativas en sus organizaciones. Que los

trabajadores, sus sindicatos, las organizaciones de desocupados siempre manifestaron su

interés respecto de una formación y una formación para el trabajo que incluya la

soberanía plena de los derechos sociales, siempre hemos construido nuestras propias

organizaciones de educación y los vamos a seguir haciendo. Y que desde estas

interrogamos al modelo de educación hegemónico.

La educación popular y la pedagogía social como parte del proceso de lucha de los

pueblos

Entonces, las preguntas que orientan nuestra reflexión son cómo “estamos siendo” en

nuestra educación popular, hoy en nuestro país y en nuestro continente, cómo está

siendo esta otra forma de hacer educación, de qué se compone el trabajo real y concreto

de nuestros pedagogos, cómo es la continuidad de un camino ya consolidado por las

anteriores generaciones.

El tema del lugar desde donde nos pensamos es otro de los aportes interesantes. La

educación popular, que es heredera de las luchas por la liberación de nuestra América,

nuestros pensadores provocaron fuertes rupturas con el pensamiento hegemónico

europeo sea liberal o marxista. Nuestra educación social y popular, tiene el desafío de ir

en busca de esos puentes históricos de pensamiento pedagógico. Los planteos de José

Carlos Mariategui acerca de la revolución indoamericana, de Simón Rodríguez, como

así también los planteos más recientes de Enrique Dusell, Aníbal Quijano, Estela

Quintar, Hugo Zemelman acerca de la descolonización del continente y de las ideas de

justicia social asociadas a la emancipación del pensamiento, todo va en ese sentido.

Nuestra educación social y popular tiene hoy más que nunca como cosmovisión propia

a América Latina, nos pensamos desde aquí y la historia reciente nos está dando la

razón.

Hoy nos abrimos a pensar en comunidad, a generar una comunidad de pensamiento más

amplia que la local y latinoamericana, escuchando al otro, apropiándonos de las

múltiples experiencias de los pueblos, sean estas educativas, organizativas y/o políticas.

El estar nos da la posibilidad de encontrar los sentidos en lo pluricultural de nuestro país

y de nuestro continente.

No estamos aquí pensando cómo sería la educación popular en el futuro, estamos

analizando el presente educativo de los sectores populares. Y esto demuestra nuestro

avance, el pasaje de la resistencia a la ofensiva, el pasaje de la demanda de recursos a la

obtención de los mismos, la conducción efectiva de esos presupuestos y la

consolidación de nuestras organizaciones. Estamos conduciendo escuelas que son una

parte del Estado. Hoy estamos avanzando sin prisa, pero avanzando.

La educación popular no es inocua, es una clara definición de política, no es casual que

en estos momentos donde los jóvenes recuperaron el espacio político, tengamos tantos

compañeros y compañeras jóvenes queriendo hacer educación en los barrios, jóvenes

llevando adelante proyectos de gestión cultural, de rescate de la memoria y en la

defensa de los derechos humanos.

Entienden que la educación social y popular necesita una formación específica, que va a

tono con lo que venimos planteando; saludamos con alegría que los Bachilleratos

Populares ya tengan sus instituciones en el nivel terciario como es el profesorado, que

las Madres de Plaza de Mayo tengan una Universidad y una tecnicatura superior en

Música Popular, y nosotros la carrera de Pedagogía y Educación Social también somos

una institución de nivel terciario, surgida de un sindicato de educadores de la Capital

Federal, el que nuestras organizaciones estén pensando en instituciones de formación de

formadores en educación popular está marcando nuestro nivel de avance.

La pregunta que tuvimos que responder más de una vez, ¿por qué un sindicato de

profesores y de maestros tiene una carrera de Pedagogía y Educación social? Nuestro

sindicato pertenece a la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República

Argentina (CTERA), se forjó en la resistencia a la dictadura y a los posteriores gobiernos

neoliberales cuyas políticas económicas fueron generando ya llegando al 2000, el hecho

paradójico de que hubiera más trabajadores en los barrios que en los puestos de trabajo,

producto de la generalizada desocupación, lo cual obligó a la Confederación de

Trabajadores de la Argentina a levantar la consigna “la nueva fábrica al barrio” o “el

barrio es la fabrica”.

Si bien la puede ver como una consigna más entre otras, contiene en sí un elemento

fundamental, un elemento de ruptura con las concepciones dogmáticas del sujeto

revolucionario (el obrero industrial). El cambio de concepción abrió un conjunto de

posibilidades interesantísimas, tal vez la más conocida sea la organización Tupac

Amaru. Si sus dirigentes se hubiesen quedado atendiendo el sindicato de ATE, tal vez

no hubiera ni el Movimiento Tupac Amaru ni tampoco el Bachillerato Popular Germán

Abdala (ATE) en el barrio de La Boca o el Comedor Los Pibes. Movimientos más

densos como los Movimientos de Trabajadores Desocupados, el Mocase, se le dio una

importancia a un lugar no indicado por los dogmas de organización sindical tradicional.

Sin esta consigna tampoco la UTE hubiese imaginado que todo lo educativo llevado

adelante en los barrios, en las organizaciones, en los espacios recreativos, en los de

salud, en los espacios de reingreso al sistema educativo, en los espacios socioeducativos

eran parte de su responsabilidad y tampoco tendríamos una carrera de Pedagogía y

Educación Social. Y tampoco sería posible la conexión con las experiencias que se

venían dando en el continente de vinculación de los sindicatos con los movimientos

sociales, principalmente de Bolivia y la organización sindical cocalera, o las

experiencias del Zapatismo, pues ambas incorporan también las cuestiones de los

pueblos originarios, los movimientos de los Sin Tierra de Brasil, e innumerables

experiencias de organización popular ligadas a la lucha por la memoria, la verdad y la

justicia.

Tal como planteaba Paulo Freire, los seres humanos no estamos determinados y

previamente definidos solo por la estructura o superestructura económica; somos seres

inacabados en sociedades, en comunidades también inacabadas y por tanto susceptibles

de sorprendernos. Esto es importante en el sentido de que si nosotros nos ponemos los

anteojos del determinismo económico solo vamos a ver eso; pero si tenemos puesta

nuestra percepción enfocada a encontrar lo inédito, lo complejo, lo contradictorio

estaremos más abiertos a ser seres no solo pensantes sino sintientes-pensantes-actuantes.

Nosotros detestamos la pedagogía de la espera, justamente porque nos mueve la acción

de producir conocimientos y de la misma manera nos apartamos de los enfoques que

describen etapas económicas, sin incidencia de los pueblos y por eso prescindiendo de

acciones que no excedan la descripción de la etapa del capitalismo que nos toco vivir.

Se trata de devolverle el dinamismo a la realidad. Nosotros podemos matar a los

movimientos sociales con el solo hecho de clausurarlos en una definición, encerrarlos

en un concepto; también podemos entenderlos al revés como sociedades en

movimiento, como sociedades vivas y, por lo tanto, inacabadas; están siendo de una

manera particular, cada una de estas organizaciones y eso es lo que las hace interesantes

de ir a ellas a aprender lo que están haciendo.

De esta manera vinculamos con claridad, la pedagogía social con la búsqueda de la

justicia social, trabajar con la realidad no para logar adaptaciones dóciles en los sujetos,

sino para superar sus condiciones de existencia. No se trata de analizar la realidad de

manera objetiva y racional, sino de colocarla en el plano subjetivo que nos permita el

diálogo para la transformación social de los sujetos y de la sociedad que los contiene.

Diálogos posibles entre la educación ambiental y educación popular. Hacia un

reconocimiento de una educación ambiental latinoamericana

María Laura Canciani y Aldana Telias

La educación ambiental (EA) es un campo emergente de la pedagogía, incipiente en

nuestro país y en construcción. Se caracteriza por su interdisciplinaridad,

transversalidad y complejidad. La especificidad de su debate remite a la confluencia de

distintas áreas de conocimiento en un momento histórico en el que la irrupción de la

naturaleza como asunto socialmente problematizado emerge en la sociedad y en los

debates políticos a nivel mundial. Para empezar a comprender estos debates, es

importante no solo hacer mención a la historia específica de la EA sino también revisar

conceptualmente las nociones de ambiente, crisis ambiental, sustentabilidad y desarrollo

ya que estas tienen implicancias político-pedagógicas al momento de pensar y llevar a la

práctica una propuesta de educación ambiental.

También es importante decir que desde hace algunos años ha crecido el interés general

por el “cuidado” del ambiente y existe cierta sensibilización social sobre estos temas.

Sin embargo, cuando decimos educación ambiental no necesariamente estamos

hablando todos de lo mismo. En este campo abundan diversidad y heterogeneidad

actores sociales, intereses y enfoques pedagógicos que adoptan diferentes discursos en

torno a la acción educativa y el ambiente; y ameritan, como educadores, poder

distinguirlos y analizarlos a fin de complejizar nuestro posicionamiento político

pedagógico, acorde a las luchas y disputas de nuestro tiempo. Suele primar un

reduccionismo de la educación ambiental a lo biológico, a la naturaleza, a lo “verde” y a

la simple “acción por la acción” sin una reflexión profunda sobre su sentido social y

político en el marco de las estructuras de poder y desigualdad. Lo cierto es que la

cuestión ambiental, desde una mirada social y política, es más compleja. Nos invita a

repensar y tensionar, a través de sus planteos fundantes, las formas en que

históricamente hemos conocido y aprehendido el mundo, la vida y los procesos sociales

en relación con la naturaleza y, en este sentido, interpela de manera directa y

significativa a la pedagogía y sus saberes. Nos convoca al desafío de reinventar, muchas

de las veces en contextos de desigualdad, conflictos e incertidumbre; otros proyectos de

desarrollo en los que la dignifica y el bienestar social dialogue con criterios de

sustentabilidad, justicia y el ejercicio de derechos fundamentales para el desarrollo de

una vida digna. Estamos hablando, por ejemplo, de derechos básicos tales como el

acceso al agua potable, a una alimentación sana o a una vivienda digna.

Podemos situar la emergencia de la EA, enunciada como tal, a partir de mediados del

siglo XX cuando a través de distintos informes e investigaciones científicas se empezó a

hablar de una crisis ambiental en creciente despliegue y desarrollo con impactos en los

distintos órdenes de la vida. La EA es hija de esta crisis y de la actual degradación y

deterioro ambiental y social, consecuencia de las transformaciones en el modelo de

acumulación capitalista. Lo que David Harvey caracteriza como “nuevo imperialismo”,

que consiste fundamentalmente en una nueva forma de expansión del capital que

entraña un proceso de acumulación por desposesión e implica el control y la explotación

de los recursos naturales (o bienes comunes, como preferimos llamarlos) como forma de

dominación geopolítica. América Latina, en este contexto, ocupa un lugar estratégico:

una gran extensión territorial con suficiente agua pura, aire limpio, suelos fértiles,

bosques ricos en biodiversidad, minerales preciosos y codiciados, grandes cantidades de

petróleo y una licencia social (o gubernamental) que habilita la explotación y el

consumo.

Desde América Latina, la crisis ambiental se caracteriza no solo como una crisis

ecológica sino, más bien, como una crisis de civilización. Así, el “Manifiesto por la

Vida” (un documento consensuado por varios pensadores de la región en 2002) la

define como “la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha

depredado la naturaleza y negado las culturas alternas. El modelo civilizatorio

dominante degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al

indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur) mientras privilegia un modo de

producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el

proceso de globalización”.

En este sentido, la crisis ambiental pone en cuestión los fundamentos de una

determinada racionalidad, la económica moderna, instrumental y capitalista,

principalmente centrada en la idea de progreso como crecimiento económico y en las

formas dicotómicas de organización y comprensión del mundo. Estos modos de

conocer, aprehender y comprender establecieron distintas relaciones y vínculos sociales,

fuertemente arraigadas en el sentido común y en nuestra vida y prácticas cotidianas, que

implicaron, por ejemplo, un pasaje lineal, ascendente y progresivo de la naturaleza a la

cultura, de la barbarie a la civilización, del negro/indio al blanco, del campo a la ciudad,

de América a Europa. Y, a la vez, fueron centrales para organizar el conocimiento

científico y disciplinar en la escuela.

Al momento de hablar de la EA no es posible soslayar este escenario fundacional de

nuestra historia latinoamericana y decir que estos son los debates profundos que la EA

nos demanda repensar. En este sentido, creemos que es necesario asumir ciertos

acuerdos básicos:

o por un lado, asumir que la crisis ambiental es una realidad social que nos

atraviesa y con la que convivimos diariamente, que tiene implicancias políticas

y pedagógicas.

o por otro, asumir que es necesario como educadores revisar los fundamentos

sobre las cuales hemos construido, conocido y enseñado el mundo, la

sociedad, la naturaleza y sus relaciones.

o finalmente, pensar de qué modos y a partir de qué ideas (que no están

establecidas a priori, se van construyendo en el día a día) quisiéramos

avanzar/caminar en la construcción social, a fin de reinventar otros mundos

posibles, nuevos horizontes, utopías.

Siempre es bueno recurrir a la historia para definir un poco de lo que uno habla. Uno de

los ejercicios que nosotros hicimos en la investigación es indagar la conformación del

campo de la EA y desde dónde se construyen las propuestas y enfoques. Edgar

González Gaudiano habla de una historia oficial y no oficial de la EA (esta última más

ligada a la lucha de los pueblos latinoamericanos).

La historia oficial se vincula a la línea promovida por los organismos internacionales,

hoy conceptualizada como Educación para el Desarrollo Sustentable que, básicamente,

no llega a poner en tensión la idea de progreso y desarrollo. Promueve discursos,

iniciativas y políticas de carácter universal y homogéneo que no recuperan las demandas

territoriales locales de los pueblos. En esta misma sintonía, podemos ubicar también al

conjunto de conferencias intergubernamentales internacionales y regionales que

comienzan en 1972 con la llama Cumbre de la Tierra de Estocolmo convocada por la

ONU.

La “otra” historia más asociada a una EA latinoamericana recupera otras narrativas,

otros relatos en los por sus debates y reivindicaciones, dialoga y recupera a la lucha y

saberes de los pueblos y la educación popular. Esta es una EA que propone releer y

recontextualizar el pensamiento (pedagógico) latinoamericano. En este sentido, el

pensamiento de Paulo Freire, por ejemplo, aparece como precursor de la Pedagogía de

la Tierra y de la Ecopedagogía que hoy son impulsados desde Brasil por Leonardo Boff

y Moacir Gadotti. Podemos reconocer allí aportes sustanciales y una raíz de

pensamiento de contenido ambiental con un profundo sentido político y social que,

como decíamos, sirven de fundamentos pedagógicos para construir una EA en y desde

América Latina. Una EA situada, regional y emancipadora acorde a nuestras luchas

sociales históricas en lugar de ser instrumento de políticas “verdes” que responden a

otros intereses y demandas.

Algunos autores hablan de una educación popular ambiental. La pregunta que

podríamos hacernos es cuáles son los aportes de la educación popular a la EA. Sin duda:

sus fundamentos político pedagógicos, su afán de construcción de pensamiento crítico

desde la problematización del mundo social, desplegando procesos educativos

transformadores más allá de los mandatos de los organismos internacionales y el

formato escolar. Sin duda, la educación popular nos aporta un profundo sentido político

a la acción educativa, resignificando y politizando la educación ambiental.

Así, la concepción de una EA inicialmente enfocada a la enseñanza de los principios

ecológicos y a la conservación de los recursos naturales, ligada a las ciencias naturales,

comienza a cuestionarse y va ganando terreno una conceptualización más amplia y

compleja de la cuestión ambiental: desde distintos discursos se empieza a plantear que

la EA debe orientar al cambio social, indagar y preguntarse por las injusticias y

desigualdades sociales, debe promover otros valores tendientes a la construcción

colectiva y comunitaria, subrayando la crítica al modelo económico vigente en el marco

del avance de la globalización y la depredación de los recursos naturales, profundizando

la reflexión sobre sus causas y consecuencias, para un accionar emancipatorio y

autónomo.

Ahora bien, la otra pregunta que podríamos hacernos es cuáles son los aportes de la EA

al campo de la educación popular, con qué reivindicaciones propias del ambientalismo

lo interpelan.

Con estas inquietudes, desde el equipo de investigación, nos propusimos indagar

experiencias provenientes del campo popular ambiental, analizando desde una mirada

de la historia como conflicto, cuáles son las luchas y reivindicaciones ambientales en

los distintos territorios de nuestro país, los sujetos sociales que las llevan adelante,

cuáles son los procesos educativos que intervienen y se gestan al calor de esas luchas y

el papel que juegan los saberes locales en dichas experiencias.

Desde ya, está claro que partimos de una concepción amplia de educación que no se

reduce a escolarización sino que considera una diversidad y multiplicad de ámbitos y

espacios sociales, formales y no formales. Por ejemplo, los procesos educativos que se

gestan en el marco de la lucha contra la megaminería a cielo abierto, uno de los

conflictos ambientales más importantes nuestro país. Hemos observado en nuestro

trabajo de campo que estos procesos educativos claramente instituyentes pocas veces

son conceptualizados por los sujetos que los llevan adelante como procesos de

educación ambiental. Más bien se asocian o referencian al campo de la educación

popular tanto por su contenido político como por la concepción pedagógica que sustenta

la acción.

No obstante, si bien vimos que hay una clara referencialidad al campo de la educación

popular, advertimos que este se resignifica y adquiere especificidad propia en el actual

contexto de crisis ambiental. Los sujetos lo redefinen, en el marco de las relaciones

sociohistóricas y políticas de nuestro tiempo, “ambientalizando” sus fundamentos, sus

lemas, sus horizontes y utopías. ¿Podríamos estar hablando de un inédito viable

ambientalista? Una interesante provocación (para el público), en un intento por

reinscribir a la educación popular en el actual contexto de crisis ambiental, poniéndola

en diálogo con la EA latinoamericana.

Así, este tipo de inquietudes nos fueron llevando a establecer relaciones entre

educación, crisis ambiental y conflicto social desde una mirada crítica, estudiando las

manifestaciones locales que a nivel territorial se están desarrollando en nuestro país, a

partir de distintos casos de estudio. Esto nos demanda profundizar en otras lecturas

provenientes de distintas áreas de conocimiento como la ecología política, la geografía

crítica y la sociología ambiental, además de lecturas propias del campo de la educación

ambiental fundamentalmente producciones mexicanas y brasileñas.

Las preguntas de investigación refieren a la especificidad que adquiere lo educativo en

este escenario de crisis ambiental y conflictividad social. Por ejemplo, algunas

preguntas que se relacionan con el debate que planteamos: ¿qué procesos educativos,

escolares y no escolares, se producen en un contexto de conflicto ambiental?, ¿qué

características asumen, quiénes los impulsan y para qué?, ¿a través de qué estrategias y

cómo?, ¿quiénes participan y en qué ámbitos se desarrollan estas experiencias?

En este momento, nos encontramos haciendo trabajo de campo en distintos encuentros y

asambleas ambientalistas, relevando y dando cuenta de la naturaleza de los procesos

educativos en relación al ambiente y sus luchas. Hasta el momento podemos identificar,

a grandes rasgos, procesos educativos y saberes puestos en juego que refieren a:

o La organización social de una comunidad para defender el recurso natural en

disputa. Esta mirada pondría énfasis en el carácter político de los procesos

educativo-ambientales en tanto procesos que promueven la acción colectiva, la

construcción de determinada racionalidad socioambiental y la participación de

la comunidad en un escenario de conflicto ambiental. Estos procesos resultan

interesantes al momento de pensar la educación ambiental y el sentido político

pedagógico que asume en determinados contextos sociales.

o Otros procesos refieren a las estrategias y acciones educativas formalizadas

que los sujetos ponen en juego para la difusión, divulgación, problematización

o neutralización del conflicto.

Una pregunta que nos inquieta y moviliza es cómo aparece la escuela en este contexto,

en esta situación de conflictividad y crisis ambiental, cuáles son sus apuestas y desafíos

y qué rol asume el docente y la comunidad escolar.

En el marco de la investigación, estamos construyendo lo que decidimos llamar

“Pedagogía del Conflicto Ambiental” y que responde fundamentalmente a la necesidad

de construir un abordaje político pedagógico en EA. Un enfoque crítico que promueva

la comprensión social y política de los conflictos ambientales contemporáneos, posible

de ser puesto en práctica desde la escuela y más allá de ella.

Si bien por el tiempo disponible no vamos a profundizar en los lineamientos de esta

pedagogía, nos interesa decir que este enfoque se apoya en los fundamentos de la

pedagogía crítica en tanto promueve el pensamiento crítico y la trasformación de la

realidad social incorporando lo ambiental como cuestión ineludible de nuestro tiempo.

Su objetivo primordial es aportar elementos para la problematización ambiental y la

concientización social potenciando, como señala Henry Giroux, que lo pedagógico sea

más político y lo político más pedagógico; lo que implica inscribir a la educación en el

marco de las relaciones de poder y desigualdad social. Como ya hicimos mención, este

enfoque intenta resignificar el pensamiento de Freire a luz de nuestro presente,

potenciando la dimensión política de la educación ambiental en tanto praxis, como

práctica liberadora y autónoma con un profundo componente ético, político y social. Un

ejercicio dialógico que incorpora la complejidad e incertidumbre del fenómeno social al

análisis de la realidad ambiental como desafío pedagógico.

Por otro lado, recupera algunos elementos de la sociología ambiental y la geografía

crítica. Desde la sociología ambiental, este enfoque retoma la noción de conflicto

ambiental como conflicto social. Como señala Joan Martínez Alier, un conflicto

ambiental es un conflicto ecológico distributivo en tanto supone una disputa desigual

por la extracción, el acceso, la distribución, el uso y la valoración de los recursos

naturales. Implica comprender a los recursos naturales como bienes en disputa y a los

conflictos ambientales inscriptos en procesos sociales más amplios que no puede

reducirse a la esfera natural, ecológica o biofísica. En la actualidad, los conflictos

ambientales adquieren una lógica extractivista en el marco de la globalización

complejizando sus causas, desarrollo y consecuencias ecológicas y sociales. En este

sentido, los conflictos están atravesados por una multiplicidad de dimensiones e

involucra a distintos actores sociales quienes motivados por diferentes intereses,

ideologías y valoraciones disputan los recursos naturales y el territorio.

Recuperando a la geografía crítica, este enfoque invita a distinguir y trabajar desde las

distintas escalas en las cuales se desarrolla un conflicto identificando los actores

sociales que participan y sus relaciones. Valoriza la escala local como dimensión clave

de estudio haciendo visibles las dinámicas territoriales que se producen en un

determinado espacio social y momento histórico. De esta manera, recupera la noción de

territorio como construcción social e histórica, que produce y es producido por los

sujetos sociales que lo habitan, lo significan y lo disputan.

La recuperación del conflicto como dimensión ineludible y constitutiva de la pedagogía

tiene varias implicancias: por un lado, reconocer que el conflicto es inherente a la

sociedad, no tiene una connotación negativa sino que más bien refiere a una condición

propia de lo social. Por otro, permite abordar al conflicto de una manera empírica y

ubicarlo en el marco de ciertas condiciones históricosociales y territoriales concretas. A

partir de un conflicto ambiental, este enfoque invita a construir conocimiento

desmontando y deconstruyendo el entramado social que lo generó y las lógicas que lo

sustentan.

Los conflictos ambientales forman parte de nuestra vida cotidiana y afectan nuestras

condiciones de vida presentes y futuras. La crisis ambiental, como dijimos, es una crisis

de civilización pero, desde nuestra perspectiva, también constituye una oportunidad

pedagógica, una necesidad y una urgencia que debemos asumir como educadores para

la construcción de otros mundos posibles, más justos, democráticos y sustentables. Por

último, nos parece importante destacar que la EA latinoamericana es una educación para

el ejercicio de una ciudadanía crítica, la reivindicación de los derechos humanos y la

dignidad de la vida. Allí la EA encuentra en la educación popular su aliada, su

compañera de lucha y su humilde pero significativa potencia.

Diálogos

Coordinación: Isabel Nazar

Aldana Telias

Para comenzar, no sé si tengo preguntas tan cerradas, sí alguna que otra reflexión para

compartir. En principio, pensaba en la última reflexión que me surgió cuando escuchaba

a Sofía, la idea de tres campos a los que podemos adjetivar como “educación

intercultural”, “educación ambiental” y “educación popular”, que de alguna manera

pelean o lidian con los propios reduccionismos que la gente. Nos sucede

constantemente: la educación ambiental se relaciona más con lo conservacionista, lo

verde, lo ecologizado, que tiene que ver con esa cuestión más limitada, que no está mal

pero es mucho más que eso. Como siempre decimos, es mucho más que reciclar. Es

importante entenderlo. Me da la sensación, por lo que escucho, que la educación

intercultural tiene que ver también con eso, con lidiar con esa reducción más que

respetarnos mutuamente o respetar la diversidad de culturas. Y la educación popular

también, con esto de que se entienda que no solo son técnicas sino métodos, que viene a

tensionar la educación desde cuestiones mucho más profundas. Por ahí en estos ámbitos

no se dan esos reduccionismos, pero los encontramos cuando salimos a escuelas. Me da

la sensación de que si hay algo en común tiene que ver con eso. Además, son campos

que dialogan, porque las reivindicaciones que ponen estos campos en tensión son las

que nuestra sociedad demanda hoy. En ese sentido, me parece que la educación popular

y la educación intercultural también tensionan con esa racionalidad, y con esa escuela

moderna que nació para homogeneizar, para adoctrinar. Me parece que también

dialogan los tres campos. Y pensando la educación ambiental, de alguna manera, la

escuela moderna negó otro tipo de racionalidad; también la cosmovisión indígena, la

campesina y la relación que esas culturas hacen del vínculo sociedad-naturaleza.

Me interesa la propuesta de Carlos Ruiz. Tengo algunas dudas vinculadas al trabajo

territorial, si la cuestión ambiental emerge, cómo, por qué. Creo que quedó sin

profundizar la cuestión curricular de la carrera que me parece interesante; si hay tiempo,

dar dos o tres detalles porque queda la duda si trabajan en el territorio, si el diseño

curricular está pensado para eso o si trabajan en territorio como organización. ¿Quiénes

son los destinatarios de la carrera?, ¿por qué cursan la carrera? Una cuestión más

estructural, más formal, del diseño. Y además, ¿qué diagnostican como los problemas

más importantes que están afectando a los chicos de los barrios? Los problemas más

fuertes, que además afectan a sus trayectorias escolares.

Isabel del Castillo

En primer lugar, agradezco la invitación. Pienso que lo interesante de los aportes de

Sofía, Laura y Carlos es el esfuerzo de pensar lo educativo desde los sujetos que están

en una situación de sufrimiento y desde las experiencias. De alguna manera, hay algún

sufrimiento que nos sensibiliza y nos llega, y duele también a los otros educadores. Para

ordenar algunas cuestiones, formulo comentarios y preguntas abiertas, no para

responderlas sino para seguir pensando.

Con respecto a lo que compartía Carlos, este esfuerzo de construir un currículum desde

el diálogo con los sectores populares. Esto de pensar esas rupturas sobre que primero

pensamos, después vamos al lugar y después evaluamos si se ajusta o no a lo que hemos

pensado.

Con respecto a si esa construcción curricular que van haciendo desde este diálogo es

solo con las organizaciones, porque aludías a que iban a estas organizaciones con este

lema de que la fábrica está en el barrio y siempre decís que son ex comedores pero que

ahora son tal y cual organización, la pregunta es si van a lugares donde ya está de

alguna manera la gente organizada o también la misión o el alcance de la tecnicatura

son aquellos sujetos que están en situación de determinado tipo de sufrimiento o

experiencias y entonces aunque estén desorganizados, no están afiliados, no están en

ningún grupo, también se acercan.

Y la segunda pregunta, porque imagino que en este diálogo se van suscitando múltiples

temáticas, preocupaciones, necesidades. ¿Sistematizan esto?, luego, ¿cómo quieren

responder? Porque decían que la intención es poder responder desde lo que son; porque

pienso que en cualquier propuesta siempre hay un mínimo de estructura: perfiles

docentes, trayectorias, de la cuestión más densa que son cargos y títulos o idoneidad.

Cómo van haciendo esta difícil conjugación entre responder a las necesidades reales que

van levantando, compartiendo, construyendo con; y luego desde lo que una cierta

estructura mínima que tiene que tener una tecnicatura.

También decían que les parece importante que quienes están transitando estas

experiencias en las organizaciones, vayan teniendo otros registros, otras maneras de

entenderse y valorarse; y la intención es que vayan afectando a las otras instituciones

que no tienen esta mirada. La pregunta es si tienen algún tipo de narrativas o registros

de cómo va afectando esta experiencia a otros lugares más estructurados como la

escuela primaria; si es que van caminando en eso o es solo desde las organizaciones lo

que tienen de cómo generan esta otra mirada.

Por último, dijeron que ustedes se ubican fuera de la lógica de lo formal; pero entiendo

que quieren abordar lo formal también.

Me pareció interesante todo lo que compartieron. Alguna idea muy pálida tenía de la

experiencia.

Carlos Ruiz

Yo fui nombrando un conjunto de organizaciones. Algunas son consolidadas desde lo

estatal y otras están sostenidas desde la organización sindical, como el Bachillerato

Germán Abdala; o sea, intervenimos en amplias instituciones, no discriminamos. Si

participamos es porque hay algo que observamos en esas instituciones estatales o no,

que tienen que ver con otra forma de hacer pedagogía que les viene mucho mejor a los

chicos o a los adultos, a los que participan.

Isabel del Castillo

Concretamente decías, o te preguntabas, con respecto a qué aportes de la educación

popular hace a la educación ambiental, y que tenían esta cuestión de que lo que

recepcionan es lo que hacen ciertas organizaciones, porque mencionabas quiénes están

en estas luchas porque hay quienes están en el tema de educación ambiental, quienes

están en algún tipo de participación y lucha, van haciendo algún aporte. Vuelvo a

formular: ¿qué aportes hace la educación popular a la educación ambiental, y de la

ambiental a la popular? Mi pregunta va puntualmente a que te referías a que pueden

tener dos canales de recepción: quienes están en educación ambiental no entran en un

tipo de mirada y cosmovisión capitalista, de explotación y otras. Y en ese “otras”,

encontraba que faltaba justamente, en Argentina, la otra gran mirada, la de quienes

padecen la explotación ambiental, la destrucción, y están en esa lucha por el agua, por la

tierra, por todo lo que es su medio ambiente, que son los pueblos originarios, que tienen

una manera muy diversa de mirar el ambiente y lo natural, los recursos, y tienen algunas

organizaciones o sectores que ven el problema y están trabajando. Desde este recorrido

que se está haciendo, ¿está la inquietud de prestar oído a estas voces que nos pueden

decir mucho pero desde otra lógica muy diferente, que puede ser tan diferente como la

de los mapuche o los mocovíes? O sea, decir “pueblos originarios” no es decir lo mismo

porque tienen miradas diferentes. Pero hay otros saberes, otra sabiduría, que nos puede

hacer modificar las lógicas que tenemos de cuidado ambiental o de cómo organizarnos

para luchar por un medio ambiente. Por ahí va la cuestión. Creo que es lo que falta un

poco.

Con respecto a Sofía, me pareció interesante el recorrido ya no desde la colonia sino

cómo el Estado fue conformando estas identidades. Concuerdo en que se trataba de

igualar, pero el aborigen era distinto. O sea, como dicen muchos autores del campo de la

antropología y la educación intercultural, todos tenían que igualarse; pero el indígena

era otro asunto. Creo entender pero me gustaría expresarlo un poco más. Decías que si

hacemos una mirada un poco más histórica y nos plantamos desde hoy, planteabas la

mirada que hubo hacia el migrante y el indígena, y me pregunto si no se los sentía como

una amenaza. Mi pregunta para poder profundizar esto es que la amenaza seguramente

es muy distinta; cómo se sienten las amenazas del inmigrante a la que proviene del

indígena. Y que las herramientas para poder verbalizar, de alguna manera visibilizar que

están siendo sometidos a ese tipo de mirada es también muy diferente, sobre todo en el

período que mencionás.

En lo que se refiere a la educación intercultural bilingüe y la educación popular, quiero

pensar en algo que enunciaste: cuando hablamos de educación popular, qué sujeto

estamos pensando; y si estamos pensando siempre en nosotros, que trabajamos en

sectores populares y vamos a lo popular, algo así como el registro de que no hay

experiencias de educación popular. Y lo mismo aplicado a los aborígenes; estamos

diciendo siempre “ellos” y “nosotros”; esa mirada que se está haciendo sobre lo

intercultural, más allá inclusive de la lengua y del idioma, nos sigue diferenciando; y

acá traigo una palabra que decías, el tema de la pregunta de con quiénes y con qué

hacemos la educación intercultural. Y la formulo también desde otro lugar: si cuando

estamos pensando en educación intercultural bilingüe, lo hacemos pensando con ellos.

Esto lo digo, tal vez, por lo que me dicen los mocovíes en la provincia de Santa Fe.

Están los marcos legales, está la modalidad intercultural bilingüe, está el Instituto

Provincial de Aborígenes Santafesinos (IPA) y demás. Sin embargo, cuando nos

ponemos a pensar mínimamente cómo desarrollar la modalidad EIB, ellos no están en la

mesa. O sea, se sigue pensando para ellos. Y ellos dicen que por ahí apenas son dos o

tres en algunos grupos que tienen secundario o que hicieron la primaria también. Pero,

¿qué les pueden decir en esta construcción cómo trabajar lo intercultural? Se sigue

nuevamente sin el “con ellos”. Creo que no está lejano también a lo de educación

popular en otros ámbitos; seguimos pensando “para”; y tal vez las técnicas a veces

decimos “para trabajar en sectores populares”. Esta cuestión de la asimetría que aparece

en los sectores académicos, no solo en los de poder o en quienes tienen una

incumbencia directa en las políticas educativas, sino también en los sectores

académicos; seguimos pensando “para ellos”, aunque a veces modifiquemos el discurso,

nuestra lógica es “yo visualizo que”. Bueno, va por ahí.

Carlos Ruiz

Tenemos la posibilidad de establecer una selección de compañeros que trabajan en

nuestra institución porque no es solo estatal; es un convenio entre el Estado y un

sindicato. De ahí que gran parte de los compañeros que en ese momento fueron

despedidos por el macrismo y que conducían áreas importantes, los incorporamos como

profesores a discutir. Uno arma una propuesta curricular, luego viene el profesor y arma

el programa; hay que ver si la respeta o habilita otros espacios. A veces es mejor que no

la respete. Hay compañeros que han mejorado en mucho las propuestas. La mayoría de

ellos fueron ocupando los espacios de acuerdo a lo que mejor le podían aportar al

proyecto. Los que venían del área de derechos humanos tomaron las materias de

Derechos Humanos. Ahí participan la organización HIJOS y alternativamente

compañeros de las organizaciones de derechos humanos. En la parte de las prácticas

está Fátima, que aporta toda su experiencia del PAEVIT y el resto de cosas que hace,

porque uno la conoce solo por esto pero hay otro conjunto de acciones que realiza con el

conocimiento del territorio y con el cual nos aporta. Muchos de los compañeros

vinieron con las propuestas de los espacios socioeducativos, como Puentes Escolares,

trabajando con dinámicas que no tienen que ver directamente con lo escolar; donde,

además, los chicos no vienen a esas escuelas sino que ellos van a buscarlos para

ofrecerles algo que les interese en función de lo que ellos pueden también ofrecer. El

Isauro Arancibia se estaba trasladando de lugar. Es una escuela primaria hecha para los

hijos de los cartoneros. Nos quedamos también con la directora de esa escuela. Ninguno

dejó su puesto de trabajo sino que aportó a la construcción de algo común. Las

reuniones de trabajo son en la institución y también en los espacios de militancia.

Cuando Macri reprimió a los trabajadores del Borda, me encontré con Fátima, con

estudiantes nuestros, porque ahí también realizamos nuestras prácticas. Entonces, nos

encontramos en los espacios formales de una institución, pero también en los espacios

de la militancia social. Y eso nos hace variar algunos aspectos de nuestras materias.

Tenemos un conjunto de materias que a propósito le pusimos Seminarios de

Profundización, pero ninguno tiene un contenido; sino que lo definen las prácticas

educativas y las necesidades de las organizaciones que se nos acercan.

Volviendo a tu pregunta, si todas las organizaciones que son fuertes en los territorios

van solo a esos lugares donde la organización ya está desarrollada, ya hay un edificio,

ya está todo consolidado. La respuesta es que vamos a lugares donde no tenemos ni la

menor idea de lo que vamos a terminar haciendo, como nos sucedió con las Madres del

Paco la primera vez, que ni siquiera tenían un local. Pero sí tenían mucho saber respecto

de cómo vincular a los chicos afectados, o a los que tenían afectados a sus padres. Eso

no es un conocimiento que pudiéramos tener antes; solo estando en ese lugar. De la

misma manera que hasta que no surgió la necesidad de poder desarrollar un taller de

alfabetización en el Borda, no teníamos idea de qué ir a hacer con esos pacientes. Y lo

que hicimos fue encontrar alguna necesidad y cierta concepción educativa adentro de

algunos compañeros del hospital que habilitaron nuestro ingreso. A veces vamos y

contradecimos lo que las organizaciones nos plantean, o lo llevamos más al límite. El

Borda nos pidió un servicio: que realicemos alfabetización y planteamos que no vamos

a hacer alfabetización si ellos no tenían oportunidad de ir afuera a leer cosas o ir a una

biblioteca. Si nada de lo que hacíamos adentro los conectaba con el afuera, no teníamos

mucho que hacer. Lo mismo nos ocurre cuando vamos a otros lugares que están regidos

por instituciones religiosas. Vamos igual a trabajar con los sujetos ahí adentro. Y eso

genera mucha polémica previa en nuestros estudiantes: “cómo nos van a llevar con la

Iglesia, el Papa”. Nos recitan El Capital. Entonces les decimos que no vamos por la

Iglesia sino porque están los pobres. O sea, vamos a ver qué podemos hacer educativo

en una jornada de ocho horas. Y cuando nos quieren encuadrar en una lógica

asistencialista, decimos que si acá no hay nada educativo que hacer, nos vamos porque

somos educadores sociales y no asistentes sociales. También discutimos los campos con

los otros compañeros. Esa es una de las respuestas respecto del currículum.

Sobre lo que piensan los estudiantes, tenemos unos videos grabados en el marco de “10

escuelas, 10 derechos”; obviamente, las escuelas públicas que elegimos son las de

reingreso, a las que van los chicos que echaron todas las demás secundarias y que

dijeron que “estos pibes no sirven para nada, no los queremos ver más acá”. O que

algún juez dijo “no lo voy a mandar a una escuela de prestigio, lo mando a la de

reingreso”. Sin embargo, en estas escuelas se hacen cosas muy interesantes. A veces se

habla o se recuerdan más los momentos de resistencia. Hoy no estamos en una situación

de resistencia, estamos en una situación de avanzada. Hoy, gran parte de nuestros

estudiantes vienen con el título secundario obtenido en un bachillerato popular y estos

ya están armando su profesorado para la modalidad “Bachillerato Popular”. O sea, ya

estamos pensando instituciones de formador de formadores para los pedagogos sociales.

Fátima tiene la Tecnicatura de Música Popular en el marco de la Universidad de las

Madres de Plaza de Mayo. Años atrás no teníamos la comida para sostener el comedor,

y ahora tenemos más de una institución terciaria para formar a los compañeros que van

a trabajar en los territorios. Esto es un pasar de la resistencia a posiciones más de

disputa. Antes, a los bachilleratos populares iban los chicos pobres; ahora van los que

pudiendo ir a otra escuela secundaria, eligen el bachillerato porque es más piola, porque

ahí todo el mundo sabe como se llama; porque si tenés un problema, la gente se

preocupa, no te dice “me tengo que ir al otro colegio”; ahí se generan dinámicas que

tienen que ver con su barrio, con múltiples culturas. Hoy, el EIB no necesita de

promotores. Los mismos chicos se paran y se sienten sujetos de derecho de decir “a mí

me vas a respetar mi cosmovisión y vos tal vez me hables de la colonización, pero yo te

vengo a hablar de otras colonizaciones que surgieron antes, y que no están aún dentro de

tu discurso”. Cuando nosotros tenemos alguna duda sobre cómo abordar problemas que

no están dentro de nuestra lógica, a veces acudimos a nuestros estudiantes. O sea,

nuestros estudiantes de los pueblos originarios son militantes de su cultura y ofrecen sus

saberes al resto de sus compañeros. Cuando no sabemos qué hacer con la educación en

cárceles, no vamos a buscar expertos; sí vamos a buscar a nuestros militantes que están

adentro de la cárcel todos los días, o armando cuestiones culturales con las mujeres de la

cárcel. Hace poco tiempo tomó dimensión un trabajo que vienen haciendo dos

estudiantes de nuestra tecnicatura, que es el trabajo “Yo no fui”, porque se convirtió en

un relato que puede ser visto por más de nosotros. Ellos ya nos vienen asesorando,

siendo estudiantes, respecto de cómo ingresar a trabajar en un contexto de encierro.

Cuando nosotros decimos que la voz del otro es importante, no decimos la voz del otro

que está afuera; la voz de nuestros propios estudiantes, muchos de ellos sin militancia

desde hace mucho tiempo, tienen muchos saberes, y tienen la generosidad de

ofrecérselo al resto de los estudiantes.

Fátima Cabrera

Cuando se hacen las prácticas, hay un diagnóstico antes, hay que contextualizar esa

práctica. Ese es el primer trabajo que hacen, ya en un segundo año. Después, los

estudiantes de tercero, que es el último año, van incorporando a los de segundo. Pero es

muy importante el diagnóstico porque no puede suceder que un estudiante vaya a un

lugar y no tenga noción del contexto. Me parece que se trata de eso, de concientizar y

problematizar. Porque también tenemos muchas crisis en determinados momentos del

año y una interpelación constante. Muchas veces nos pasó que ir a una institución y los

estudiantes se defendieron parándose desde el Estado ante un discurso que era de la

Iglesia más conservadora. Entonces, me parece que eso hace que también tengamos que

construir con ellos una mirada y tomar decisiones. Porque ahí nos quedamos pensando y

todavía no tenemos resuelto qué puede pasar con nuestra intervención.

Aldana Telias

Preguntaba si emergían cuestiones ambientales en las discusiones con los chicos, en el

territorio.

Carlos Ruiz

Luego de haber escuchado a la compañera, creo que lo tenemos que incorporar más

fuertemente. Tenemos algunas materias relacionadas con la economía social, donde el

tema del cuidado del medio ambiente está presente, pero muy de costado, no

centralmente. Pero sí nos resulta muy interesante.

Laura Canciani

Cuando intentabas armar la pregunta sobre qué relación o qué aportes podríamos llegar

a intuir que la educación popular hace a la educación ambiental, sentí que no fui muy

clara. En realidad, el campo de la educación ambiental está hegemonizado por discursos

que vienen de los organismos internacionales, que impregna el significado, la idea de

sustentabilidad, la idea de desarrollo sustentable. Y eso en educación ambiental es lo

hegemónico, y es lo que es nombrado como tal en términos de educación para el

desarrollo sustentable. Ahora bien, podemos distinguir en el campo de la educación

ambiental corrientes emergentes y no hegemónicas que tienen que ver con una identidad

latinoamericana. Entonces la pregunta sería: ¿cuál es la identidad de la educación

ambiental latinoamericana? Entonces te podría responder que esa identidad tiene que

ver con una educación ambiental fuertemente política y social. Una dimensión que

recupera una dimensión política y social. Y ese aporte justamente lo toma, lo reconoce y

lo recupera de la tradición latinoamericana de la educación popular.

Aldana Telias

Quería agregar algunas cuestiones teóricas, porque hay mucha producción en México,

como dijo Marcela, que son territorios donde la población indígena todavía es una

región que hay que desarrollar.

Laura Canciani

Al momento de concebir la historia del campo de la educación ambiental

latinoamericano, se reconoce en las comunidades de los pueblos originarios, en los

movimientos y en su cultura, antecedentes propios de la región como para poder pensar

el presente de la educación ambiental. Respecto al indígena, sinceramente no soy

especialista en ese tema. Tampoco quiero caer en esta mirada ingenua, por decirlo así,

del buen salvaje y del indígena que vive en armonía con la naturaleza, porque creo que

es mucho más complejo. No quiero dar una mirada romántica de la relación entre los

pueblos originarios y la cuestión ambiental. Pero sí obviamente uno reconoce en la idea

de naturaleza por parte de los pueblos originarios un organizador cultural distinto. O

sea, la naturaleza como un organizador cultural que habilita y tiene implicancias y nos

interpela a nosotros, en tanto Otros, y nos invita a repensar nuestros propios

organizadores culturales. Como decía Sofía, ¿en qué medida estamos dispuestos a poner

en cuestión nuestros repertorios culturales?, ¿qué pasa si empezamos a incluir en el

conjunto que conforma a los Otros, también a la naturaleza como otro a pensar? Por ahí,

el pueblo boliviano tiene interesantes cuestiones en ese sentido porque han avanzado,

porque han podido pensar a la naturaleza como sujeto de derecho, y se plasma en

legislaciones y en políticas destinadas a poder vincular lo indígena y lo ambiental de

manera muy interesante.

Isabel del Castillo

Quizás uno piensa en cómo vincular. Por ejemplo, cuento lo que es el pueblo mocoví en

la costa del Paraná, desde la división de algunas parcelas o espacios de tierra. Les

pedían que demuestren cómo iban a utilizar la tierra, qué tipo de explotación, qué tipo

de cultivos extensivos, etc. O sea, que esa era la condición para restituirles la tierra. Y

eso está presente en estos momentos y le afectan la vida a grupos de familias.

Sofía Thisted

Pensaba en los reduccionismos. Primero, creo que la educación ambiental y la

educación intercultural padecen algunos problemas comunes. Recuerdo el año en la

Dirección General de Escuelas y éramos poco invitados. Después de eso desapareció, y

eso también hay que poder decirlo. Creo que ese es un punto de articulación entre los

dos campos.

El otro punto es lo que decías de los migrantes y los indígenas. Hay algunos trabajos

que abordan esta cuestión en distintos países de América Latina. Marcaría que hoy no se

pueden pensar diferencias sin pensar desigualdades. Durante los procesos históricos por

los cuales los indígenas han quedado afuera de sus territorios se han desarticulado redes

productivas y los tienen subsumidos en condiciones de extrema pobreza en muchos

casos. Entonces, pensar la cuestión de la diferencia sin pensar la cuestión de la

desigualdad, es cuanto menos un problema. La siguiente cuestión es que, sin embargo,

por procesos que exceden el contexto argentino, sino que tienen que ver con procesos de

lucha a nivel latinoamericano y mundial, constitucionalmente, los indígenas tienen

mucho más garantizado ciertos derechos como, por ejemplo, el acceso a la tierra, que

los negros o que los migrantes de países limítrofes. Entonces, en ese lugar, por lo

menos, me gustaría hacer una composición compleja. Es interesante, en esa discusión de

la Ley de Educación, habíamos juntado comunidades indígenas con migrantes. Siempre

aparecía esta cosa de que “nosotros somos los originarios”. Se les decía que había que

reconocer la diversidad. Entonces, el aymara que venía de Bolivia era menos originario

que el que venía de Jujuy y estaba en Buenos Aires. Se daban discusiones bien

interesantes que me parece que no están dadas, al menos en la esfera pública: se trata de

reconocer y que hay una discusión: hasta dónde la cuestión del reconocimiento de la

diversidad o de la diferencia es un eslogan o algo que ha venido a suplantar el mandato

de homogeneidad. Lo digo para la educación popular particularmente, porque esta idea

de conmiserarse con el otro, con el pobre desprovisto, de alguna manera lo ubica en un

lugar subalterno, en donde a mí me responsabiliza si expongo ciertas cuestiones que

vienen a decir lo que podría ser armado con su propio discurso. Me gustaría dejar

abierta la pregunta. Me parece que hay que pensar la educación popular como un campo

de disputa por la hegemonía. Es en ese territorio donde me parece que se dan estas

cuestiones. Hay que poder leerlo de ese modo, en donde todos los que participamos

tenemos perspectivas del mundo, perspectivas sobre distintas cuestiones y estamos

disputando. Creo que ahí se juegan distintos temas que pueden ser los repertorios

culturales, las prácticas vinculadas a la tenencia de la tierra, y donde los distintos sujetos

participan de distintas maneras. Muchas veces he conversado con pueblos indígenas. Mi

pregunta era por qué todos tienen el mismo ritual si vienen de distintos lugares. Primero

se lo preguntaba a la antropóloga que trabajaba conmigo. Entender qué son los procesos

de reconstrucción identitaria, y también el proceso de construcción de identidad

construida para la disputa política, que son cuestiones que, por lo menos, hay que poder

contextualizar. Eso que sucede, o que uno puede ver porque le resulta más extraño de

los pueblos indígenas, me parece que es algo del orden de las cuestiones que pasan por

los movimientos sociales o por distintos espacios. Me parece que hay que poner esa

clave de lectura de los procesos.

Juliana Enrico

Sé que quizá pensás que la cuestión de lo ecológico está mopolizado por el discurso.

Creo que en el propio espacio educativo hay un discurso que de algún modo atraviesan

las prácticas educativas y está muy diferenciado de la década de 1990. Aparece de muy

diferentes modos en los propios textos legislativos por ejemplo. Por otro lado, de muy

diferentes modos también, se ve que lo que aparece normado, luego en la práctica, en el

territorio, se traduce de mil maneras. Entonces, preguntaba desde otros lugares

disciplinares que me parece que no es tan así. En el espacio académico hegemonizan

esas miradas, o quizá no, según si uno se ubica en una lectura más global que local,

desde qué país estamos pensando esto; donde habita el pensamiento y el saber

específico, o una mirada más latinoamericanista; es muy distinto cómo impacta eso en

el discurso, que si lo pensás en otro plano de análisis como la apropiación de las

prácticas.

Marcela Gómez Sollano

Trabajé mucho en el registro sobre qué es la complejidad del sujeto de la educación. Ahí

había un tema que toca la educación popular, que pone en crisis la pedagogía moderna,

organizadora.

Belén Mercado

Quería preguntar sobre lo que estuvo contando Sofía, si están pensando, si reflexionan

acerca de la experiencia de la literatura que hay sobre los bachilleratos populares. Cómo

reflexionan, cómo lo vienen pensando desde la disputa por la hegemonía. Obviamente,

están dentro del sistema educativo. Ahora, lo que es la educación popular o la escuela

secundaria, fuera de la órbita hegemónica tradicional. Entonces, me preguntaba si

estamos avanzando en lo tradicional o en otra cosa y, en todo caso, podemos tener un

espacio.

Participante

Pensando en el siglo XIX, lo que fue la campaña antirrobo y la campaña de Chaco, la

alternativa era mantener el trato pacífico con el indio. La discusión era genocidio o no

genocidio. Hasta ahí está todo claro. Después, la otra pregunta es por qué prácticamente

en términos constitucionales no se modifica la Constitución de 1994. En 1949 se

modifica porque se le niega de alguna manera la identidad. Existe la ciudadanía. ¿En

qué momento aparece la problemática de la EIB en el escenario argentino? Y si es

pertinente e interesante hacer historia de esto, habida cuenta del retraso de esta

problemática argentina.

Sofía Thisted

No es un problema del mundo, es un problema de los que tienen campo de soja; es un

problema de pocos, no un problema de todos.

Aldana Telias

No sé si entendí bien. En realidad, ahí hay toda una discusión. Nosotros en la

investigación estamos tratando de ver cómo se conforma el campo de la educación

ambiental argentina. Y lo que vemos es que hay una diversidad de actores y de

enfoques. En general, trabajamos en función de cómo se conciben el concepto o la idea

de crisis y la idea de ambiente, y de qué manera repercute en las prácticas. Incluso, en

las trayectorias profesionales o disciplinares que encarnan los actores de la educación

ambiental. Entonces, el campo es muy heterogéneo y vemos muchas prácticas. Además

de investigación, trabajamos en la región y en la formación docente; vemos que

predomina mucho el tema discursivo, muchos avances respecto del campo, un avance

de los conceptos, una cuestión más crítica; pero en las prácticas, cuando vemos qué se

hace en los procesos de educación ambiental, se tienden a reducir algunas cuestiones.

No lo llegamos a exponer, pero la investigación derivó en poder pensar un enfoque que

creemos que en Argentina, no así en otros países, la vacancia está en construir un

enfoque de educación ambiental que tenga los conflictos, con toda su complejidad, en el

centro de la perspectiva. A partir de ahí las prácticas se van a profundizar. Lo que les

planteamos a los profesores en formación docente es deconstruir los conflictos

ambientales para ver las problemáticas, para entender qué sucede para luego pensar en

procesos de educación ambiental, cómo transmitir conocimiento sobre estas cuestiones.

Laura Canciani

Los debates que se arman con los biólogos son interesantes porque tienen otra forma de

concebir lo ambiental, el ambiente y la sociedad. Es difícil y muy rico para uno que

viene de una formación social, encontrar puentes para construir una visión común.

Porque, por ejemplo, a modo de ejemplo muy simplista, es común que el campo de la

biología hable de la conservación, pero no de la desigualdad en el acceso a ese recurso.

Entonces, ahí hay miradas que se nutren necesariamente. Por la disputa por ese recurso

que sí hay que conservar, pero que tienen otra lectura de la realidad, también por la

propia formación; nos tenemos que encontrar para poder construir algo complejo. Esa es

mi experiencia desde mi trabajo, desde la profesión, no tanto desde la investigación.

Carlos Ruiz

Si las preguntas son si la educación popular va a disputar a la educación hegemónica, la

respuesta es que la disputa, la discute; las universidades también, creo. Nombré parte de

los luchadores que tenemos dentro de nuestra educación. Dentro de nuestra carrera están

Ariel Zysman, Pablo Pineau, Pablo Imen; estuvieron Nicolás Arata y Luz Ayso,

compañeros que son de esta universidad y que están batallando en la educación popular.

Adentro de las escuelas públicas, por ejemplo, hoy discutimos la escuela secundaria;

obviamente el Sindicato discute en la NES que no quede ningún profesor de historia, de

filosofía, de materias que generalmente se usan para pensar. También tenemos que decir

que queden adentro del currículum, pero teniendo una concepción de saber y de sujeto

de aprendizaje de otra manera. Defendemos la escuela pública e intentamos

transformarla. De hecho, la existencia de este conjunto bastante amplio de instituciones

que se involucran. Por ejemplo, en el barrio de La Boca hay cinco escuelas secundarias

y un bachillerato popular. Si logramos tomar otro, vamos a tener más alumnos en el

bachillerato popular que en las escuelas que expulsan a los chicos. En la de reingreso

estatal hay una lógica de lo que tiene que ver con la educación popular. Esa escuela era

para una situación remedial; iban a tener solo cincuenta alumnos. Ahora tiene dos turnos

de 210, y no tiene más porque no tiene más lugar, no es que no hay demanda. Creemos

que ese es un fuerte cuestionamiento a las escuelas que se plantan en una lógica

hegemónica. También es una respuesta al gobierno. Creo que hay mucho en tensión, y

si no estuviera este gobierno podríamos desarrollarnos mucho más. Lo que hoy está

mostrando la educación popular, como decía Sofía, en escuelas públicas o mixtas,

porque transitan la educación popular, y tiene que ver con una lógica, entre otras, de

cuestionamiento político. Y ese cuestionamiento no está solo afuera de la escuela;

también está adentro y en las distintas organizaciones. Solo la educación popular no va

a poder poner en cuestión nada. El conjunto de los actores de las distintas

organizaciones somos los que tenemos que poner en cuestión, haciendo este tipo de

actividades, donde podamos decir la otra forma de hacer educación. No hay una única.

Consideramos que hay un fuerte cuestionamiento al gobierno, a las acciones, a las

restricciones que se dan en las escuelas públicas, nos falta ahora un debate de orden

curricular o de orden más hacia adentro de las escuelas, sobre qué queremos que las

escuelas terminen siendo. Y el debate no solo ocurre en Argentina. Porque las

soluciones más importantes que estamos logrando los latinoamericanos son cuando nos

juntamos para ver los problemas que tenemos en común. El problema de la educación es

un común para el conjunto de los estados latinoamericanos. Nuestro sindicato está en

una Internacional de Educación que está promoviendo múltiples congresos pedagógicos

de los que participan trabajadores de lo que llamamos educación formal y de las otras.

Ahí también generamos posibilidades de cambios político e ideológico hacia adentro de

las instituciones. Creo que con la educación popular no alcanza, también tenemos que

generar una acción en el conjunto de los trabajadores de la educación. Nosotros éramos

la Unión de Maestros Primarios. Después pasamos a ser la Unión de los Trabajadores de

la Educación, justamente para poder integrar en el mismo sindicato a los trabajadores

que trabajan en la educación popular en las escuelas primaria y media y la universidad.

O sea, el problema de la educación es del conjunto y, por suerte, porque tenemos

diversas acciones políticas para realizar. Algunas las podemos hacer desde la

universidad, otras desde los sindicatos, y otras se pueden generar desde los territorios.

Cuando tengamos más madura la articulación de estas acciones estaremos ganando esta

batalla.

Sofía Thisted

Me quedé pensando en la pregunta y hay distintos planos. Lo que uno ve en el plano de

las Constituciones es que desde 1907 o 1910 empieza a haber una discusión, porque

aparece la idea de “indio exterminado”. Entonces, si el indio está exterminado, en el

plano constitucional lo tenemos que sacar de la Constitución; no porque esté mal decir

que los vamos a convertir al catolicismo, sino porque ya no hay; y si no hay, para qué

tienen que estar en esos términos en la Constitución. De alguna manera, esto es

interesante, porque en realidad hay una serie de especificaciones dedicadas al trabajo

rural durante el peronismo que están interpelando a la población indígena pero en su

carácter de trabajadores de la tierra y no en su carácter étnico específicamente. En

materia de legislación escolar, el primer reglamento sobre escuelas indígenas que

encuentro es de 1908, en Chaco, vinculado a la Comunidad de Las Palmas. Pero no

llega a instrumentarse. Debates sobre qué hacer con los niños indígenas hay desde 1880

y se siguen encontrando, con fotos, que no se puede creer que todo eso esté en el

Monitor y en otros materiales. Hay unas cosas impresionantes que hablan de que están

ahí, que los están viendo, que los registran, que les regalan escuelas, edificios; están ahí

y están interactuando con el sistema educativo real, por decirlo de alguna manera.

Incluso Raúl Verías decía que el radio de 5 kilómetros para los indígenas no es un

problema porque manejan muy bien el caballo, el problema es para los criollos. Hay

como unas apreciaciones bastante complejas, donde no solo es el estigma; también hay

valoraciones interesantes. ¿Cuándo aparece esto formalmente? En la década de 1950 y

1960; por eso me fui para atrás. En realidad, estoy tratando de ver no solo cuando se

plasma normativamente, sino cómo es que esto llega a plasmarse. En esa última década

hay un plano donde se estaba avanzando internacionalmente. La primera legislación que

habla de derechos indígenas a nivel internacional es la legislación de la OIT y estaban

trabajando en la inclusión de los indígenas en clave de trabajadores. O sea, es un

problema de incluirlos como fuerza de trabajo y no un problema de otro tipo. Pero, sin

embargo, hay un antecedente importante que después va a tributar en otro tipo de

normativas. En ese mismo momento, uno tiene en Formosa y en Chaco especialmente,

tal vez desconozco otras experiencias, iniciativas importantes de educación bilingüe.

¿Por qué? Porque aparece la idea de la asimilación pero los otros no entienden el

castellano; entonces aparece la idea de la traducción. Y esta es una cuestión que va a

estar en debate permanente desde ese momento hasta ahora. Como práctica sistemática,

es con el retorno a la democracia y la Ley de Asuntos Indígenas de 1985, que es la que

genera el INADI y una cantidad de organizaciones que, de alguna manera, lo que van a

hacer es regular la cuestión. Y esto es retomado en la Constitución de 1994. No es una

paradoja menor que justo en pleno neoliberalismo aparezca el reconocimiento de la

preexistencia étnica, y algunas políticas más claras. Ahí otra vez se empieza a jugar con

qué sucede con la cuestión de las desigualdades y las diferencias; y cuántas de las

desigualdades van a ser explicadas por la vía del “son así, viven así, son indios”, y

cuánto de esto también se convierte en estrategia para el accionar del acceso a la tierra;

hay que pensar en esa doble línea. Si uno mira, hay una desigualdad territorial

importante: por ejemplo, en Chaco, van treinta años de formación de docentes

indígenas, cosa que no se encuentra en otros lugares, para poner un ejemplo de lo

asimétrico. Y en Misiones, hasta hace cinco años más o menos, la cuestión intercultural

dependía de privados porque se entendía que era un asunto de la Iglesia. Digo, para

poner algunos datos de color que muestran cómo este tema fue trabajado de maneras

muy heterogéneas.

Bibliografía

Freire, Paulo, Pedagogía del oprimido, 1ª ed., 1ª reimpr, Buenos Aires, Siglo XXI,

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Giroux, Henry, Los profesores como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del

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González Gaudiano, Edgar, Educación ambiental: trayectorias, rasgos y escenarios,

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Primer Congreso de Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable de la

República Argentina, 2002.

Martínez Alier, Juan, “Conflictos ecológicos y lenguajes de valoración”, en El

ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Barcelona,

Icaria/FLACSO, 2004.

Mapa de la Educación Popular en coordinación con el Mapa Educativo

del Ministerio de Educación de la Nación

Coordinación: Ariadna Abritta

Ariadna Abritta

Vamos a presentar el Mapa Educativo, del cual APPEAL, como programa de

investigación, participó de la sistematización de ciertas experiencias de Educación

Popular. Trabamos durante 2010 y 2011 en la sistematización de diferentes bachilleratos

populares ubicados en el conurbano bonaerense. En 2013 comenzamos con la

sistematización de las sedes del Plan de Finalización de Estudios FINES, también en el

conurbano bonaerense. Agradecemos la presencia de Daniel Sticotti y Cristina Aldini.

Daniel, ¿qué es el Mapa Educativo?

Daniel Sticotti

Todo lo que vamos a comentar se puede consultar directamente desde el sitio

www.mapaeducativo.edu.ar. Trataré de hacer una síntesis apretada del trabajo realizado,

que lleva más de tres años. Lo que hemos logrado es una serie de hitos que se fueron

generando con muchísima gente.

El mapa educativo comenzó en 2004 y la tarea principal fue armar una red de 24

equipos, uno en cada provincia, para relevar la totalidad de los establecimientos

educativos del país. En ese momento eran 60 mil, ahora son casi 70 mil. Son todo tipo

de establecimientos que van de lo formal a lo no formal, públicos y privados. El grado

de precisión que tenemos en la ubicación de esos establecimientos varía pues en la zona

rural hay un grado de precisión muy alto ya que un censista con GPS tomó fotografías,

dando un margen de error muy pequeño; en otros lugares depende si la cartografía que

tenemos de base nos permite ubicar a la mayoría de los establecimientos, con

coordenadas bastante aproximadas. Cuando empezamos a hacer esto no había

cartografía. Se fue construyendo a partir de una serie de experiencias de las que

formamos parte. Cualquiera que le interese el tema puede verlos. La cartografía oficial

argentina está disponible y se puede bajar de la Web.

Esta tarea consistió en ubicar establecimientos. Pero para semejante cantidad se tuvo

que hacer una cartografía que va en un abanico, en una especie de mosaico de distintos

pueblos de la Puna hasta el sur, etc. Y de cada uno construyendo los asentamientos

urbanos que se fueron generando alrededor de las grandes ciudades, pues muchos de los

organismos oficiales no disponían de esta información. Fuimos generando la cartografía

de base para ubicarlas. Hoy se puede buscar cualquier escuela del país e inmediatamente

ver datos referenciales y el contexto en el que está ubicada.

Para cada una incorporamos una serie de valores o variables, información. En las

escuelas rurales se sumaron alrededor de 20 o 30 cartografías; y para las urbanas, y

también para las rurales, hay información de los últimos 10-15 años, desde 1997 hasta

la fecha, de evolución de la matrícula, cargos, egresados, principales indicadores

educativos. También información general sobre el sistema educativo, pero a partir de

cada escuela en particular, para poder evaluarlo en el contexto en el que está. Esto lo

hicimos con el equipo que está armando el mapa educativo provincial.

Al mismo tiempo, o mejor dicho para desarrollar esto, capacitamos a un equipo de

personas para que lo pudiera hacer. Y elegimos el camino del software libre.

Empezamos una serie de cursos de capacitación, acción y participación. Los del ámbito

estatal, tanto nacional, provincial como municipal, están haciendo este curso, y se

apropian de esta tecnología para poder usarlo en sus propios trabajos. Esto nos permitió

generar una suerte de trama interrelacionada, donde hoy en día Desarrollo Social,

Trabajo, Salud, Educación, Medio Ambiente, etc., pueden compartir la misma

información y usarla sobre el territorio. Esto enriquece y genera otro tipo de lecturas

posibles sobre transformaciones en la República Argentina.

Ese es el mapa que ustedes pueden encontrar en el sitio Web, fácilmente navegable. Lo

que se ve es lo que llamamos un “árbol jirafas”, algo así como una estructura por medio

de la cual se pueden identificar las escuelas de todo el país; y están marcados los

jardines de infantes, las primarias, las secundarias, los institutos superiores. No hay

educación especial, ni adultos. Como el mapa permite interacción para trabajar a nivel

de zoom, uno puede acercarse y ver en una localidad o un barrio particular, y la

distribución de los establecimientos educativos. Ahora, ¿qué pasa si en vez de ver un

punto o un establecimiento educativo vemos el mapa de la pobreza en el país, y después

el mapa del abandono o el de la seguridad?; si a ese mapa le superponemos el de las

necesidades básicas insatisfechas que se hizo en 2001 es obvio, pero verlo y constatarlo

es una forma de acercarse a este tipo de problemas.

Es decir que empieza a generar otras posibilidades. Por ejemplo, el Consejo

Coordinador de Políticas Sociales puso todos los planes sociales en un mismo sistema

de información e hizo un análisis y seguimiento de seis organismos o ministerios. Es

decir, empezar a cruzar información factible para hacer un análisis en detalle de una

determinada problemática. Hoy en día tener mapeada Ahuache y compararla con

cualquier otro indicador es una cosa factible, y está en manos de técnicos que se fueron

capacitando en cada uno de los ministerios, en cada uno de los organismos. La idea de

estos mapas no fue hacerlos desde nosotros sino hacer que los distintos organismos los

pudieran desarrollar y llevar adelante.

Hay un montón de experiencias para contar. Nosotros elegimos dos en esta

presentación, que son completamente distintas. Empezamos a trabajar en lo que es un

atlas de los pueblos indígenas, cruzando información histórica con la actual. El 12 de

octubre 2013 se presentó en Casa de Gobierno, en el marco de la inauguración del Salón

de Pueblos Originarios por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es

decir, del trabajo que se vino haciendo, junto con el INADI y otra serie de organismos,

avanzó en este campo, que es un cruce entre información histórica, una serie de mapas

históricos, con información de la ubicación de las comunidades actuales. Hay mapas de

la ubicación de los pueblos, las comunidades y también de las lenguas. Entonces es

posible realizar cruces con grupos de antropología y otras personas que se fueron

incorporando para poder hacer un análisis, donde lo geográfico comienza a generar

otras variables posibles, otras lecturas posibles.

Las dos experiencias que vamos a contar son de dos campos distintos. Uno es el cruce

entre salud y educación, porque se hizo una investigación sobre la formación de

técnicos en salud y las necesidades. El caso de profesionales técnicos en salud en

Argentina, y cómo los institutos terciarios los iban formando dónde hacía falta, por

ejemplo, formación de asistentes en cirugía o en odontología donde había un exceso de

demanda, donde había huecos. Esto se hizo a partir de los institutos terciarios de todo el

país, pero cruzado entre dos ministerios: los lugares donde se hacen pasantías desde los

hospitales o desde el sistema de salud, cruzado con la oferta del sistema terciario técnico

en educación. Ese es uno de los ejemplos. Acá cuenta cómo se realizó y la distribución

entre pregrado y grado que se hizo a partir de una encuesta. Y el segundo ejemplo que

les queríamos contar es que trabajamos en varios mapas y una serie de trabajos con la

Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. En este mapa están ubicados los 558

Centros Clandestinos de Detención (CCD) que existieron en Argentina.

Cristina Aldini

Este es un mapa que da cuenta de las dimensiones que tuvo el dispositivo represivo

durante la dictadura cívico-militar. No solo por sus dimensiones y su distribución, sino

porque muestra también lo que ha sido el plan sistemático de desaparición de personas.

Este mapa lo hicimos en un trabajo conjunto con el Archivo Nacional de la Memoria,

que es quien tiene bajo su custodia lo que ha sido la base histórica de Conadep. En base

a esos datos se hizo una primera localización. Luego, en el marco de la Red Federal de

Sitios de Memoria, se diseñó una encuesta online para que esos nodos de la Red, que

están en todas las provincias, pudieran cargar información, revisar los datos

correspondientes a los CCD que funcionaron en cada una de esas jurisdicciones, y que a

la vez pudieran cargar información, corroborar y completar la información. A partir de

ese trabajo conjunto, de la necesidad que iban demandando los procesos en curso, los

juicios por delitos de lesa humanidad en todo el país, surge también la necesidad de

desarrollar un sistema de datos sobre el Terrorismo de Estado. Entonces también se

desarrolló este sistema, que es geoespacial, planteado a partir de una base de datos

espaciales, para poder trabajar y cruzar datos que tienen que ver con las víctimas, con

los responsables del Terrorismo de Estado, con los CCD y también información sobre

los juicios. Es una herramienta especialmente pensada para la investigación.

En el marco de todo este trabajo, inclusive fuimos y vinimos con otras aplicaciones que

permiten aplicar a este tema pero también a otros como, por ejemplo, el tema del trabajo

sobre el territorio, la visualización de datos territoriales, en una secuencia temporal.

Hemos trabajado algunos datos sobre desapariciones, secuestros de personas, con una

determinada selección que permitía generar hipótesis de trabajo para la investigación

sobre el destino corrido por personas que formaran parte de ese perfil; y con otras

variables, como la temporal. Ese fue otro de los costados que trabajamos en el marco de

este proyecto. Y después otros mapas, que los menciono nada más: el de los juicios, que

también cruzamos lo que ha sido la localización territorial de todos los juicios

desarrollados desde el Juicio a las Juntas hasta acá, con una línea de tiempo que da

cuenta de los procesos que hicieron posible estos hechos históricos.

Daniel Sticotti

También se hizo un mapa sobre Malvinas y sus marcas en nuestro país. Hay mapas

históricos sobre San Martín en Los Andes; o de los viajes de Darwin por Argentina.

Cruzar información histórica con información de las escuelas. En este momento estamos

con Osvaldo Bayer haciendo “La Patagonia Rebelde” en mapas. Estamos digitalizando

su archivo junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, y llevándolo a un

sistema de información geográfica para ver lo que fueron los fusilamientos de los

peones en la Patagonia.

Es decir, es una herramienta que permite sumar flexibilidad y muchas lecturas posibles,

análisis históricos y el cruce de distinto tipo de variables. Plantea escenarios alternativos

o construir hipótesis de trabajo y después verificarlas. Es una herramienta que está

puesta a disposición de un sin número de actores. También tenemos un taller con el

grupo Movimiento Nacional de Cartoneros y Recicladotes (MOCAR), donde chicos de

Berazategui y La Plata hacen recorridas para juntar cartón, aceite en desuso y demás

para reciclar; están haciendo cursos con nosotros para tener su propio mapa; es decir,

van a utilizar esta herramienta para planificar una tarea por barrios de cada una de las

cooperativas de cómo organizar sus tareas de reciclaje. Como ven, hay distintas

vertientes posibles.

En el marco de todo esto está la posibilidad de utilizarlo para experiencias de educación

popular.

Este sistema se puede acceder por la Web. La idea es un sistema de información sobre

experiencias de educación popular que además tiene asociado un sistema de

información geográfica para poder analizar esas experiencias en el contexto del

territorio.

Ahí hay un menú de inicio, donde se pueden visualizar las experiencias, ir al mapa o

reunir la información de documentación que se plantea. De estas experiencias, por

ejemplo, “Acción educativa por la educación popular”, que está en un barrio en Santa

Fe capital; y otra de Morón que dice “Terminar las secundarias en articulación con

programas de educación de jóvenes y adultos”, en la zona oeste, en el marco del Partido

Político Libres del Sur, Movimiento Barrios de Pie, área de educación popular. Dos

experiencias, cada una de las cuales tiene una serie de datos sobre descripción,

ubicación, definición del sentido de lo educativo, características generales,

características pedagógicas, trascendencia, fuentes e información adicional, y su

ubicación en el sistema de información geográfica.

Lidia Mercedes Rodríguez

Esa base, esos campos, son los que en realidad tomamos del trabajo que hacen en

México. Recién Marcela Gómez Sollano hablaba de una serie de campos que recogió la

experiencia, y el mapa recogió los datos.

Daniel Sticotti

Cuando uno quiere utilizar estas experiencias, por ejemplo en el marco de la educación

popular, hay distintas formas de acercarse. Una es la sala o el lugar donde se reúnen

para trabajar y generar una experiencia pedagógica. El área de influencia a donde

llegan, es decir de donde viene la gente, de que barrio, o con quien interactúa, si con

otras instituciones u otros organismos. Hay algunas experiencias en otros programas,

con mayor cantidad de datos cargados como, por ejemplo, “Feria de Ciencias”. En esta,

las escuelas van cargando experiencias en ciencias, y como son tantas, se puede buscar

qué escuela trabajó sobre esa problemática o tiene datos.

Por la forma de abordaje o un criterio metodológico. Esto mismo se podría practicar

aquí. Es decir, una vez que se vayan cargando las experiencias, se podría empezar a

cruzar, en función de distintos criterios metodológicos, pedagógicos, históricos, etc., de

abordaje, si es solo alfabetización, si está vinculada con la problemática del trabajo, si

está asociada con alguna fábrica recuperada o con alguna otra experiencia política. Y

esto permitiría ir generando, y ya lo hace, una primera instancia de este mapa de la

educación popular con el que soñábamos hace mucho. Me decían que va a haber una

segunda CREAR. La primera no la pudimos digitalizar, quizás esta segunda sí.

Lidia Mercedes Rodríguez

Cayetano Heredia fue uno de los representantes más importantes de la campaña de

alfabetización de la CREAR.

Participante

La otra también tenía. Recuerdo que cuando Cayetano Heredia estaba coordinando ese

impresionante movimiento, yo era alfabetizadora en un barrio, tenía veinte años. Para

relevarlo usamos la hoja milimetrada, hicimos las manzanitas una por una, y así íbamos

caminando y registrando las organizaciones. Claro que hoy tenemos otros recursos, hoy

fotocopiamos las cifras.

Daniel Sticotti

Como imaginarán, hay más de trescientas o quinientas capas posibles para cruzar

información y para producir mapas. Así se empieza a generar una suerte de trabajo

interactivo, en el que es posible llegar a dimensiones de análisis muy interesantes, cada

vez más complejas. En algunos casos, hay todo un mapa sobre el sistema de la cultura

de la Nación que está muy bien organizado y que permite información sobre la

problemática cultural. Prácticamente no hay área que escape a la posibilidad de hacer un

análisis de este tipo.

Hoy tenemos la mayoría de los asentamientos precarios o villas de emergencia del país

georreferenciadas; en algunos casos, sus propios actores la están transformando de

manera interesante; es decir, con la participación de la gente que vive en esos lugares.

Tuvimos una experiencia hace unos años con una campaña contra la violencia de género

en La Matanza. Fue impresionante porque había un mapa oficial, que era el que

teníamos, y estábamos mostrando las distintas experiencias y los lugares donde las

mujeres se organizaban. Se iban marcando las posibilidades que daban las comisarías de

la mujer o determinados juzgados; incluso, se marcaban los juzgados problemáticos

para no concurrir, es decir, con otro tipo de lógica. Recuerdo que en el mapa había una

zona al lado del área que habíamos elegido para trabajar que aparecía en blanco,

figuraba como si esa zona fuera toda verde, vacía y que para la cartografía oficial

aparecía como baldío. Entonces, una de las delegadas que estaba ahí dijo “disculpe, pero

yo vivo ahí, en el campo vivimos trescientas familias; y tenemos un mapa, ¿no quiere

ponerlo ahí?”. Habían hecho su propio mapa, pero como estaba en disputa en una

instancia judicial, Catastro de la Provincia no lo podía admitir como real. Pero había

escuelas, hospitales, y la gente del barrio había hecho sus propias calles y había

generado su propia cartografía, incluso con un sentido crítico sobre determinadas cosas,

que en un mapa oficial no están.

Hay instancias interesantes para trabajar. Hay una experiencia muy linda que se llama

“Los Iconoclasistas” que genera íconos para trabajar problemáticas de contaminación,

por ejemplo con el glifosato; la gente va trabajando estos aspectos, los incorpora y

genera nuevos íconos, nuevas imágenes para trabajar temas sociales. También

participamos en una experiencia en la Universidad de Rosario con una cátedra de

Diseño, donde la problemática de todo el circuito era “El Ángel de la Bicicleta”. Pensar

Rosario desde un mapa de los conflictos dónde hay trata, prostitución, chicos en

situación de calle, etc.; cada uno abordaba y los alumnos de diseño aportaron unos

carteles muy lindos y después lo llevaron al territorio.

Una situación similar se planteó con una radio en un pueblo pequeño que invitó a los

jóvenes que están en desarrollo. Es algo muy elemental pero la idea es linda. ¿Qué pasa

si una ciudad, una localidad, es pensada por los jóvenes, desde la óptica de los jóvenes?,

¿la verían de la misma manera que los intendentes? Entonces, había dos preguntas: ¿qué

ven ustedes de su localidad y cómo ven este pueblo dentro de diez años?, ¿cómo sería?,

¿cómo debería ser? Obviamente salieron temas que al Municipio mucho no lo

entusiasmaron. Pero a los jóvenes sí, y a la radio comunitaria también. Y se generó un

clima interesante de trabajo. Me imagino que esta herramienta, cruzada específicamente

con la educación popular y con los medios de comunicación, tendría una potencialidad

muy grande.

Cristina Aldini

Si estuviésemos navengando podríamos ver las acciones de Vicente López y San Isidro,

por ejemplo. Tenemos una categorización por la cual tenemos experiencias que tienen

que ver con desarrollo local y comunitario, los bachilleratos populares, FINES,

alfabetización.

Por otro lado, con las herramientas que permite utilizar el sistema, podríamos ver la

ficha de identificación de cada experiencia y visualizar otras; podemos anexar a cada

punto fotos, texto, audio, video, lo que tengamos a disposición o lo que nos parezca que

puede ser interesante. También el cruce con otros datos. Por ejemplo, tenemos

establecimientos de adultos y podemos agregar a la imagen los puntos correspondientes,

ya sea todo lo que son servicios de primaria de adultos o secundaria o lo que nos

interese. También hay otros datos como, por ejemplo, las bibliotecas populares en los

barrios. Así como eso, infinidad de otros datos relevados y que den la posibilidad de

análisis cada vez más rico de ese territorio y de la interacción entre las instituciones.

Daniel Sticotti

El mapa tiene relevamiento a nivel nacional e incluso de otros lugares. Las experiencias

que empezamos incluían toda América Latina. Porque el mapa es de México hasta

Argentina. La intención es sumar experiencias de educación popular de, por lo menos,

México y Argentina, y agregar todas las que se puedan.

Participante

Con respecto a la recolección y registro de las experiencias de educación popular, me

imagino que incluyen a los organismos del Estado. ¿Cómo sería recolectar y recoger

información de las experiencias populares más informales no vinculadas directamente

con lo estatal o ONGS, sino más desde lo barrial.

Ariadna Abritta

Trabajé en las experiencias de educación popular de San Isidro y de Vicente López.

Había algunas de las que hay datos oficiales, por ejemplo, la ubicación de los Centros

de Alfabetización. Eso se resuelve a nivel central preguntando por los datos; lo que

hicimos fue preguntar a los Inspectores de Adultos dónde se localizaban las primarias y

los secundarios de adultos, los FINES o los Centros de Alfabetización; o sea, todo lo que

es educación popular pero en el marco de una política pública. Para el caso de los

bachilleratos populares, sistematizamos de tres formas: la primera fue contactarnos con

los actores clave e ir a hacer observaciones y entrevistas. Como ellos no la tenían

sistematizada, nos encargamos de hacerlo utilizando esa base de datos que comentó

Lidia Mercedes Rodríguez, con el formato que produjo el equipo de investigación de

APPEAL México. La segunda forma fue encontrarnos con ciertas coordinadoras que, en

general, por más grado de informalidad que tengan, suelen generar alguna estrategia de

red; principalmente, suelen estar vinculadas con distintos tipos de instituciones, con

características similares, en términos de lo que es la gestión de los recursos, de

conseguir más para sostener la experiencia, y también en términos de intercambio, de

aprendizajes en el desarrollo de las experiencias; realizamos la entrevista y ellos nos

facilitaron datos. En un tercer caso, hicimos rastrillaje de la información vía Internet

porque, en general, muchas de estas experiencias suelen difundir aquello que realizan a

través de diferentes tipos de blogs. Recogimos la información y la sistematizamos en

campos de discusión; cuál es el objetivo, los destinatarios, cuántos años hace que

trabaja, los lugares de incumbencia. Luego, el equipo del Ministerio se ocupa de que

esos datos se transformen en un mapa para poder visualizarlo. Esto nos resultó muy útil

en el territorio para poder, por un lado, direccionar matrícula, especialmente en los que

el adulto se acerca diciendo que quiere terminar el primario, no sabe dónde hacerlo y

está en su barrio. Se sabe que no van a desplazarse a grandes distancias y entonces

contar con una herramienta así permite rápidamente visualizar dónde está la oferta

educativa que se adecue a la necesidad de las personas.

A mí me resulta, dentro de lo que es el campo de la investigación, muy útil para ver

dónde el Estado no está; el mapa sirve muchísimo para ver, por ejemplo, que en toda la

zona de Martínez no hay nada, todo lo que está cerca del Hipódromo de San Isidro no

hay una biblioteca ni un centro cultural.

Por otro lado, trabajamos principalmente con experiencias de educación popular en la

recuperación democrática, para tratar de hacer un estudio. Hay mucha producción sobre

educación popular en la década de 1970; sabemos que hubo una interrupción violenta a

partir de la instauración del terrorismo de Estado y queríamos tratar de rastrear lo que

había pasado con esa tradición de la educación popular violentamente interrumpida a

partir de la recuperación democrática, haciendo especial énfasis en los últimos años que

consideramos que hay un reposicionamiento de significantes en el marco de la discusión

pública.

Lidia Mercedes Rodríguez

Agregaría que estamos aprendiendo a trabajar el mapa. Es decir, hacer un mapa implica

la recolección de datos; además, te permite ver cierta expansión a lo largo del tiempo,

por ejemplo, de los bachilleratos populares, y eso no se ve si se trabaja con las

herramientas tradicionales de investigación. El mapa permite visualizar aspectos que

con las herramientas tradicionales no se ven tan claramente. Esta herramienta que

permite usar la territorialización para la investigación es un aporte sustantivo para las

organizaciones.

Daniel Sticotti

Creo que es un cruce. El territorio tiene múltiples lecturas posibles. Además, de acuerdo

con lo que decía, según quien lo lea, va a leer algo distinto. Entonces, hay cruces

posibles. Nos contactamos y sabemos que tanto México, Bolivia, Paraguay como Brasil

están ubicados. La idea es que todos se puedan apropiar de esto.

Educación popular, estado y sociedad civil

Movimientos sociales, educación y estado

Norma Michi

Quiero agradecer la invitación de Lidia Mercedes Rodríguez, con quien venimos

conversando desde hace muchos años sobre este tema. A los compañeros de APPEAL,

con los que en general hemos compartido, a veces no en el mismo tiempo y espacio,

acuerdos y desacuerdos, que está bueno ponerlos sobre la mesa para seguir discutiendo

y que nos ayuden a crecer.

Lidia me pidió que hable sobre movimientos sociales, educación y Estado. Voy a decir

algunas cosas que son bastante conocidas: sobre educación popular hay muchas ideas,

muchas concepciones, muchas prácticas; esto no siempre lleva a grandes discusiones

que tengan que ver con que nos estamos referenciando en distintas tradiciones de la

educación popular. Tenemos relación con experiencias concretas también diferentes;

esto hace que entre nosotros, coincidiendo básicamente en los objetivos políticos y en

muchas cuestiones pedagógicas, a veces disputemos innecesariamente porque, en

realidad, nos estamos refiriendo a cosas diferentes.

Por esta cuestión, y por el crecimiento que tiene en este momento la categoría

“educación popular”, quiero aclarar desde dónde la estoy mirando, dónde me posiciono,

dónde nos posicionamos con el equipo que pertenece a la Universidad de Luján desde

hace unos cuantos años; y como tal trabajamos en extensión, en investigación y en

docencia, tratando de ser lo más coherentes posible; y nuestro trabajo es con las

organizaciones populares.

Desde la década de 1980 asumimos la idea de educación popular inscripta en esta

tradición de América Latina que se inicia dos décadas antes y que se transforma

fundamentalmente en prácticas que se van conceptualizando. Es una tradición que no

reconoce autores iniciales, si bien casi todos consideran que los mayores fundamentos

están en los trabajos de Paulo Freire, aunque no son los únicos. Esta tradición se

consolida fundamentalmente alrededor de la Revolución Sandinista en Nicaragua, en

una gran experiencia de trabajo, de reflexión y de encuentro de muchos de nuestros

compañeros que estaban exiliados a partir de las dictaduras más sangrientas que vivió

todo el Cono Sur. Se encontraron en esa Revolución que fue tan esperanzadora, que

parecía que podía superar algunas de las dificultades del socialismo real.

Esta tradición llega a Argentina de manos fundamentalmente de los organismos de

derechos humanos que empezaron a hacer experiencias en distintos barrios, y de las

organizaciones, sobre todo en los últimos años de la dictadura y en democracia. Entra en

crisis, como todo el pensamiento popular y el pensamiento de izquierda en la década de

1990. En ese momento tiene un período bastante complejo, extenso para conversar y

analizar porque los que hasta ese momento habían sido los mayores motorizadores de la

educación popular, centros de educación popular conformados por el formato de ONG

con esas crisis de paradigmas y del financiamiento, deja a esta categoría de “educación

popular” un poco desconcertada, perdiendo los fundamentos que tenía. El avance del

neoliberalismo y la resistencia de los movimientos populares le dio nueva fuerza a la

idea de educación popular, siempre siguiendo esta tradición, que es la de la educación

popular inmersa en los proyectos y en los procesos de transformación social y de

liberación de los pueblos, dentro de las organizaciones populares.

Fueron los movimientos populares quienes volvieron a tomar esta categoría, a poner

sobre la mesa y a dar nuevo impulso. También le dieron otras características porque se

trataba de educadores menos profesionalizados; no eran los universitarios que se

acercaban al pueblo sino que era el pueblo mismo, asumiendo con universitarios

incluidos un “nosotros” organizativo.

Esto es para ubicar desde donde estamos mirando la idea de educación popular. Una

aclaración, que quizá tiene que ver con nuestras grandes discusiones históricas. Como

todos saben, y más estando en el terreno de APPEAL, para la que la categoría de

“educación popular” tiene sobre todo en Argentina la otra gran connotación que es la de

Sarmiento; y esta perspectiva sería en nuestra opinión antagónica, en el sentido de la

contradicción “civilización y barbarie”; justamente, esta perspectiva de la educación

popular está del lado de las organizaciones de los bárbaros y de la construcción de una

sociedad diferente. Bárbaros entre comillas, por supuesto; es decir, los olvidados, los

oprimidos, los negados.

Otra aclaración respecto de la perspectiva. Esto no quiere decir que seamos ni más

piolas ni mejores que todos los que piensan la relación con lo popular desde otro lugar.

Simplemente es plantear desde dónde lo estamos pensando y desde dónde vienen estas

reflexiones. No es negar otras perspectivas; sí podemos pelear a muerte la de la

civilización y barbarie: hay quienes buscan la civilización, nosotros no tenemos nada

que ver. Pero con muchos otros compañeros tenemos diferencias que no son

antagónicas.

Quiero recordar algunas afirmaciones, preguntas, desafíos que estamos viendo para los

movimientos populares y la educación popular. Una de las primeras afirmaciones es que

la educación popular que concebimos está indisolublemente ligada a los movimientos

populares. Tanto por su origen, con esta idea de práctica que está muy claramente en

Paulo Freire, de la indisoluble relación entre práctica y teoría, en que no había proceso

ni de concientización ni liberación ni reflexión que no estuviera metido en una práctica

transformadora. Si bien en los primeros textos de Freire esta práctica no está expresada,

sin duda la praxis transformadora es fundamentalmente a partir de las organizaciones.

Esta ligazón con los movimientos está dada porque, en nuestra opinión, esta perspectiva

de la educación popular quien mejor la puede sostener en este momento son los mismos

movimientos sociales que han tomado la posta de ser los educadores.

Decir “movimientos sociales” también requiere de algunas precisiones para que

entiendan desde dónde estamos hablando. Esta categoría es polisémica, inclusive

recurrente y, como dice Rubén Cucuzza, con frecuencia vuelve y es utilizada de

distintas formas. En principio, una primera distinción es que se puede hablar de

movimientos sociales en sentido amplio y como convergencia de distintas luchas y de

distintos actores, en pos de alguna temática en particular. A la vez, se puede hablar de

movimientos sociales en sentido restringido, que es una denominación para una

agrupación de personas. Esto tiene importancia en relación a la noción de movimientos

sociales que estamos sosteniendo, que la tomamos fundamentalmente del sociólogo

boliviano Luis Tapia, pero que no es el único, en el que se plantea que el movimiento

empieza a configurarse cuando la acción colectiva empieza a desbordar los lugares

estables de la política, tanto en el seno de la sociedad civil como en el del Estado. Y se

mueve a través de la sociedad buscando solidaridades y aliados en torno a un

cuestionamiento sobre los criterios y formas de distribución de la riqueza social, o de los

propios principios de la organización de la sociedad, del Estado y del gobierno.

Esto viene a cuento de que estamos pensando la categoría “movimiento social” en este

sentido de desborde de lo institucional, como estas cuestiones que van más allá de lo

instituido, todo eso que va más allá de los lugares estables de la política. Esto quiere

decir que hay algunos movimientos en sentido restringido, esto que decíamos acotados a

una determinada agrupación de personas que, por lo menos en el espacio de sus

reivindicaciones y de su forma de organización interna, están haciendo un proceso

instituyente; no están dentro de lo que ya está planteado en lo institucional, por lo

menos en alguna de sus dimensiones. Sin embargo, en el movimiento en sentido amplio

pueden participar organizaciones que no están cuestionando la base institucional.

Dentro de esto, que es una distinción que para nosotros es importante, distinguimos

particularmente a los movimientos populares. Porque dentro de los movimientos

sociales pueden estar todas aquellas movilizaciones como, por ejemplo, la Mesa de

Enlace o el Movimiento de la Medialuna en Bolivia; esos son, en estas definiciones,

movimientos sociales. Dentro de esto, no nos vamos a ocupar de esas cuestiones, nos

interesa pero no nos ocupamos y no pensamos en ellos específicamente como

educadores; pero sí de los movimientos populares, en el sentido que reúnen a quienes

están luchando contra la desposesión, contra la opresión y la explotación. Con esto

estamos queriendo integrar algunas viejas discusiones sobre la cuestión de clase, etnia,

género, que también es muy extenso para plantearlo en este ámbito.

Mirar a los movimientos en este sentido nos lleva a mirar los procesos pedagógicos que

se dan dentro de ellos, entendiendo algunas cuestiones. Una es que estos procesos se

dan en todo el proceso de organización y que estos mismos movimientos son quienes no

solo procesan conocimientos generados en otros espacios sino que gestan

conocimientos; esta misma práctica organizativa, esta praxis cotidiana, esta praxis de

lucha, esta disputa de los distintos espacios sociales, es generadora de conocimientos

que son en gran parte los que se procesan en los espacios de formación de los

movimientos. Y muchas veces el mismo proceso de gestación de conocimientos es el de

construcción de sujetos. Es decir, no hay una escisión entre el momento de generar

conocimientos y el de transmitirlos. Una de las cuestiones más interesantes que tienen

estos procesos es que en la fase de consolidación de los movimientos se van también

consolidando y acumulando conocimientos que se transmiten. Pero también en el

mismo proceso de lucha, de organización, se producen conocimientos y sujetos. No hay

una escisión entre estas dos esferas.

Esto es importante, sobre todo cuando estamos pensando en la relación entre los

movimientos sociales populares y el Estado, y el lugar que ocupa la educación dentro de

estas organizaciones. Ya podemos ir pensando algunas conclusiones: en la medida en

que gestan conocimientos y producen sujetos, están haciendo procesos educativos en los

que el Estado no tiene injerencia ni tendría que tenerla. No estamos hablando del

sistema público de enseñanza, no estamos hablando de la escuela ni de ningún nivel,

sino que son procesos educativos que se dan en forma autónoma dentro de la vida

propia de las organizaciones.

En este sentido, plantear algunas cuestiones de debate y de discusión en la que muchas

veces manejamos la idea de conocimiento en términos duales, como conocimiento

científico/conocimiento popular, conocimiento acumulado/conocimiento cotidiano.

Pensamos que, tratándose de este conocimiento generado, transmitido y resignificado en

la práctica cotidiana, es muy difícil decir cuál es su origen y ponerlo en niveles

jerárquicos. Es un conocimiento que está metido y validado en la praxis, y que se escapa

totalmente de la idea de un conocimiento acumulado versus un conocimiento popular.

Es algo mucho más dinámico, más verbo que sustantivo. Es un conocimiento que se

está haciendo y se va enriqueciendo permanentemente.

Otra afirmación que podemos sostener es que estos movimientos tuvieron un papel

fundamental en la lucha contra el neoliberalismo. Quizá muchos siguen sosteniendo que

los movimientos populares en Argentina hicieron su aparición en 2001. En realidad no

fue así. Ya desde principios de la década de 1990 la resistencia al neoliberalismo estuvo

protagonizada por algunas organizaciones sindicales. Después, cuando la organización

sindical fue disciplinándose y aminoró el protagonismo, pasaron a tomar relevancia las

puebladas, los movimientos en sentido amplio, y luego otras organizaciones como las

de desocupados, que tuvieron un papel relevante. En el resto de América Latina, en

Argentina inclusive, tomaron un papel protagónico importante, no tanto como nuevos

movimientos sociales sino como una reconfiguración como los Movimientos

Campesinos y los Movimientos Indígenas.

El papel fundamental estuvo en las luchas, en las formas de autogobierno y en las

articulaciones que lograron tener. Hubo grandes iniciativas de articulaciones, como la

de los zapatistas, el Foro Social Mundial y otras que tienen mayor grado de

permanencia en este momento, como la Vía Campesina, sus regionales, etc.

Pero, fundamentalmente, una de las cuestiones más interesantes que también tiene

grandes implicancias en la educación es la idea de “prefiguración”, lo que Tapia llama

“factualización de alternativas”. Es decir, cómo fueron gestándose experiencias que

buscaron hacer posible lo que se consideraba imposible en lo cotidiano, o que fueron

anticipaciones de la sociedad que se proponían, que es la idea de prefiguración. Y la

otra es la idea de factualización de alternativas. Los límites que puso el neoliberalismo

como expresión extrema del capitalismo, que llevaron a muchas de estas organizaciones

a tener que resolver por sí varias de las cuestiones que en otros momentos podía

resolver, o no, el Estado. En estos espacios de autogestión, de autogobierno, lograron

llevar adelante experiencias vinculadas con la producción, con la salud y, en especial,

con la educación, que fueron básicamente formas de hacer lo que el Estado ausente no

hacía, o lo que se reivindicaba que debía hacer el Estado. En el tema de factualización

de alternativas posiblemente esté el germen de algo muy interesante: si bien los

movimientos reivindicaron viejos derechos, también se metieron en cómo querían que

esos derechos fueran garantizados. Es decir, no solo pedir vivienda o acceso a la misma,

sino qué era la vivienda digna para nosotros; no solo salud, sino qué salud necesitamos;

y, especialmente, porque como ustedes saben el reclamo por la educación y por el

derecho de la educación es muy antiguo, en toda América Latina y en un país como

Argentina más… Si miramos brevemente en el Conurbano Bonaerense y en el campo

cómo se gestaron las escuelas, hurgando hay alguna organización aunque sea pequeña

de padres que convocaron para formar una escuela. Una escuela que llegó y dejó a esos

padres reducidos a la cooperadora, a seguir colaborando como cooperadora. Los

movimientos dijeron “nosotros queremos escuelas, queremos derecho a la educación;

pero esta es la escuela que queremos”. Porque habían vivido ya muchísimos casos la

experiencia de su propia autoeducación, y desde ahí podían decir cuál es la educación

que querían.

En este sentido, la vinculación con el Estado, cuando en los últimos quince años en

América Latina se están dando otro tipo de gobiernos, las relaciones han sido de lo más

diversas. Hay movimientos que adhieren a estos procesos; otros que han contribuido a

gestarlos, ya sea en el caso boliviano que es el más claro, o en el brasileño, cómo los

distintos movimientos populares contribuyeron al triunfo del Partido de los

Trabajadores; o la forma particular que tuvo la República Bolivariana de Venezuela de

constitución de un movimiento popular en relación con un liderazgo. Muchos de estos

movimientos contribuyeron al momento concreto que tenemos en América Latina.

Frente a estos gobiernos, las posiciones son de lo más diversas. Hay movimientos que

históricamente se han mantenido por fuera de los gobiernos; otros que tienen

acercamientos; otros que tienen posiciones críticas; otros que son opositores. De todos

modos, lo que sí parece ser un rasgo común es cierta dificultad que están teniendo estos

gobiernos populares de poder constituir formas de gobierno que integren la diversidad

de perspectivas y de intereses de los movimientos sin interpretarlos como oposiciones.

Esto es un tema como para profundizar y debatir; pero el predominio de esta necesidad

que sin dudas existió en América Latina luego del neoliberalismo, de satisfacer los

derechos que habían sido negados durante tanto tiempo, llevó a muchos de ellos a la

construcción de políticas excesivamente homogeneizadoras, y con dificultades para

comprender la diversidad. Un caso que hay que profundizar muy especialmente es el de

Bolivia, que crea un Estado plurinacional, es decir que le da entidad de Nación, respeta

esa entidad histórica de Nación de los pueblos originarios, pero que tiene serias

dificultades para resolver conflictos. Es un tema bastante complejo, asociado con el

predominio de un modelo neodesarrollista en varios de estos gobiernos.

Quiero señalar algunos desafíos. Uno es que todos podamos comprender conceptual y

políticamente que autonomía no es aislamiento; y que afinidad con los gobiernos no es

necesariamente cooptación, porque esta es otra de las grandes críticas que se hace a los

movimientos que adhieren a determinados procesos políticos. Pero también comprender

que ser autónomo no necesariamente es estar aislado o en una secta.

Esto que planteaba antes, de las dificultades que todavía trae reconstruir formas de

gobierno, formas de Estado, que puedan contemplar la diversidad de perspectivas y de

intereses, y las viejas reivindicaciones, sin interpretarlas como oposición cuando se

están sosteniendo las históricas reivindicaciones; cuando los Sin Tierra siguen

reivindicando la tierra, cuando los indígenas siguen reivindicando el territorio; no son

cosas hechas en contra de los gobiernos sino seguir sosteniendo las mismas

reivindicaciones históricas.

Otro de los grandes desafíos es la participación que están teniendo los movimientos en

la disputa por el conocimiento. Creo que están un paso más allá de la reivindicación del

derecho a la educación. Hoy se está disputando qué conocimiento es el válido y cuál el

que necesitan. Esta es una cuestión muy importante; sobre todo porque ahí tenemos que

posicionarnos. Esta es una de las cuestiones que más nos desafía, saber de qué lado

estamos y cómo vamos a participar en esta construcción.

Junto con el conocimiento, el otro gran tema que está en discusión, y que es el partido

de fondo, es qué modelo civilizatorio estamos planteando, qué modelo de desarrollo. En

esta discusión es inevitable, como parte del pueblo, tomar posición. Porque desde ahí

me ubico como académica. No me da una entidad diferente. También estoy en esta

pelea, de un lado.

Y el otro gran tema, relacionado con este, con la disputa por el conocimiento, el modelo

de desarrollo y el modelo civilizatorio, es la formación de los propios intelectuales de

los movimientos, que en este momento está avanzando con varias iniciativas de

universidades y de espacios de investigación. Esto es el gran desafío que se les presenta

a los movimientos. No todos lo pueden hacer. Es posible que en este caso sea el

movimiento en sentido amplio y no cada uno de los movimientos. Es una empresa de

gran envergadura pensar, sobre todo en las universidades; pero creo que es el gran tema

que hoy tienen los movimientos por delante.

Educación popular y de adultos. El papel del estado

Roberto Marengo

Agradezco y celebro que Norma me haya antecedido, porque muchas de las ideas se van

a completar con lo que voy a decir. Y la verdad es que me ubica en un lugar bastante

diferente debido a que voy a trabajar más desde el punto de vista del Estado y lo que se

ve desde el Estado. Desde mi punto de vista, nos encontramos frente a un campo

problemático, donde los elementos que lo componen están en proceso de evolución que,

además, tiene una historia. Norma la pudo sistematizar y darle periodicidad; voy

coincidiendo en términos de cuáles pueden ser los distintos momentos, asociados

también a los políticos, que es lo que en este punto también voy a tratar de fijar. Es

decir, estos procesos por los que atraviesa la educación popular, y me voy a detener un

poco en la educación de adultos, tienen que ver también con procesos políticos, donde

hemos pasado de la salida de la dictadura cívico-militar al período de vuelta a la

democracia, a mi entender formal en un principio; luego, el período de neoliberalismo;

y, finalmente, un período que reivindica bastante los distintos reclamos populares que

habían quedado interrumpidos y fueron avasallados por el período de la dictadura y del

neoliberalismo. Ahí es donde asumo y comprendo la periodización, también vinculada a

procesos políticos donde se dieron distintos tipos de gobierno, distintas políticas de

gobierno, y por supuesto distinta dirección al Estado.

Desde el punto de vista del análisis que hago, el Estado no es el malo de esta película.

Hay gobiernos que toman la conducción, la dirección del Estado, y presentan ciertos

sectores sociales dominantes, sobre todo en períodos históricos, con lo cual ahí hay un

campo de disputa en el Estado.

En principio voy a partir de una cuestión que ocurrió poco tiempo atrás, donde tuve la

oportunidad de participar en dos encuentros organizados por dos gobiernos. Aclaro que

voy a hablar de Argentina y de las cosas que suceden aquí, con algunas vinculaciones,

en todo caso como referencia a procesos latinoamericanos. Pero la verdad es que me

centré bastante en caracterizar el Estado o los gobiernos en Argentina. Esto puede

diferenciarse en algunos momentos y converger también con procesos latinoamericanos.

En 2010 participé de dos encuentros de educación de adultos con motivo del

Bicentenario que organizaron los gobiernos de Entre Ríos y Mendoza. Llamaba la

atención que estos organizaran estos encuentros dentro del sistema de educación de

adultos por el tema de la identidad en la educación de jóvenes y adultos, realizado desde

dos perspectivas diferentes.

El de la provincia de Entre Ríos lo hacía reivindicando toda la historia de las escuelas de

adultos y los centros educativos de adultos. Uno podía asistir a ese encuentro y

encontrarse con el director que lo fundó, la asociación de adultos que la había

organizado y que había generado un centro y que luego el gobierno lo había

convalidado. Todo esto estaba enmarcado en lo que era la historia de la educación de

adultos, buscando esta marca de identidad en la historia. Entonces, había como un

catálogo de los distintos directores, los maestros, los alumnos, de la educación de

adultos a lo largo de esa historia.

Para el otro encuentro, la provincia de Mendoza convocó a todos los servicios de

educación de adultos, prácticamente no hay privados, pero sí todo lo que habían hecho

hasta ese momento de vinculación con movimientos y organizaciones sociales, creando

multiplicidad de centros de educación de adultos de nivel secundario, primario y de

formación profesional. Entonces, ahí uno se encontraba con una gran diversidad que

tenía que ver con esas vinculaciones. Es decir, de qué manera este Estado mendocino se

había dado durante un período bastante largo, incluso durante lo que podemos

denominar como neoliberalismo, una relación mucho más compleja con la sociedad

mendocina, en donde fue tomando y convalidando múltiples experiencia que se habían

dado a lo largo de la provincia. Con lo cual, uno se encontraba con una gran diversidad,

con distintas situaciones; y cada una buscaba a partir de esta vinculación Estado-

Organizaciones Sociales, su marca de identidad. Y a partir de eso, ver si había una

identidad común de la educación de adultos, por supuesto con ánimo de que sea en

general.

Entonces, me di cuenta de que no había ido a pensar esto en estos dos lugares sino a

pensar libremente, y más desde el marco de trabajo que tenemos en APPEAL, a ver qué

significaba esta búsqueda de la identidad, y me encontraba frente a estas dos

situaciones, ver de qué manera podía entenderlas y explicarlas pensando en términos de

lo que es la educación de adultos, la vinculación con la educación popular, por ahí más

en Mendoza, y la presencia del Estado convocando a esta reivindicación y a esta

búsqueda de la identidad; cuando el Estado supuestamente es el que puede dar esa

identidad. Sin embargo, estaba preguntándose junto con los propios educadores, con los

propios maestros, cuál es la identidad de lo que estamos haciendo.

A partir de esto empecé a pensar a qué se debía esta pregunta por la identidad. Lo

primero que se me ocurrió fue en todo el efecto de la Ley Federal de Educación que

borró la identidad de la educación de adultos, donde se reunía a la educación de adultos

con la educación artística, con la educación física y con la educación especial. Si los

expertos en educación presentes pueden decir qué denominador común hay ahí, solo es

“regímenes especiales”. Es lo único que se puede encontrar para borrar la identidad de

estos cuatro sectores relevantes de la educación, en particular el que nos interesa, la

educación de adultos. Pero la verdad es que poner educación de adultos con artística,

especial y física dentro de este marco de regímenes especiales daba inmediatamente

como consecuencia política el borramiento de este sector, además de lo que había

sucedido, y me parece que hay que poder decir fuertemente, los efectos de la Ley de

Transferencia Educativa, que fue la disolución de la Dirección Nacional de Educación

de Adultos (DINEA), que tenía una política muy activa en Argentina. Esta disolución

no solo es efecto de la Ley de Transferencia Educativa sino un lugar simbólico para la

educación de adultos por el lugar de interpelación que puede tener el Estado respecto a

las organizaciones sociales que la realizaban. Los CENS fueron impulsados por la

existencia de la DINEA, que pudo establecer vinculaciones e interpelaciones con

organizaciones sociales, básicamente en este caso con los sindicatos, para crear centros

de nivel secundario en los sindicatos. Es decir, que el Estado, al borrar este lugar de la

educación de adultos, estaba también borrando esa historia y estaba negando la

posibilidad del desarrollo de la educación de adultos. Que luego es retomado por los

movimientos sociales y las distintas organizaciones sociales para proseguir con ese

marco de la educación, esa práctica educativa.

La primera cuestión importante para destacar de esta breve historia y con respecto al

tema de la identidad, es la incidencia que ha tenido esta Ley Federal y lo que significa la

sanción de la nueva Ley de Educación Nacional junto con la Ley de Financiamiento

Educativo. Uno de los objetivos que tiene esta última es el apoyo al desarrollo de la

educación de adultos. La Ley de Educación Nacional que, además de poner en lugar de

modalidad de educación de adultos con todas las letras, educación de jóvenes y adultos,

destaca algo que viene como a cuento de lo que voy a decir a continuación, que es el

tema del contenido de la identidad; y que tiene que ver con un problema que está en un

proceso, muy lejos de la solución. Que es el tema de lo que se denomina gestión social.

Ustedes saben que la Ley de Educación Nacional, siguiendo algunos de los aportes del

Congreso Pedagógico de 1984-1988, toma, como tomó la Ley Federal, la división de lo

público en dos gestiones: la privada y la estatal; ahora, la Ley de Educación Nacional

prosigue con esa tradición del Congreso Pedagógico. Lo recuerdo porque a veces parece

que el tema de las dos gestiones fue un invento de la Ley Federal, pero en realidad fue

consagrado en ese Congreso. Luego aparece en la Ley Federal ya consagrado como tal,

las gestiones privada y estatal; y ahora, en la Ley de Educación Nacional, cuatro

gestiones: la estatal, la privada, la cooperativa y la social. Y ahí aparece el tema de la

gestión social como un reconocimiento en esta Ley de Educación Nacional, a toda esta

tarea de reconstrucción a partir de lo que dejó vacante el Estado. Se puede pensar que es

un problema de las leyes; la verdad es que a veces las prácticas no se atienen a las leyes.

El problema de las leyes es que generan estructuras de Estado además de políticas. Y lo

que sucedió con la Ley Federal fue que borró la posibilidad de que haya política en la

estructura del Estado para la educación de adultos. Entonces, en este caso, aparecían las

cuatro gestiones. Y la verdad, las que tienen una estructura dentro del Estado son las

gestiones estatal y privada. No hay Dirección de Gestión Cooperativa o Dirección de

Gestión Social dentro del Estado. Esto es lo que aparecía como problemático y el

proceso es todavía ver de qué manera se resuelve este problema debido a que las

distintas jurisdicciones, por Ley de Transferencia Educativa, están tratando de

resolverlo al interior de sus propias jurisdicciones.

La otra cuestión para señalar de esta cuestión de la identidad, o mejor dicho de las leyes,

es lo que marca la Ley de la Provincia de Buenos Aires, que consagra dentro de la ley lo

que son las Políticas Socioeducativas, como una estructura propia del Estado. Es decir,

lo resuelve una jurisdicción de esta manera. Y a partir de la tarea que se da como

estructura del Estado y del gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la gestión

de Adriana Puiggrós se empieza a incorporar, dentro de la política del Estado, todo lo

que es el amplio marco de lo que fue la gestión social, que no solo era la educación de

adultos sino también empieza a reconocerse dentro de la gestión social la política

socioeducativa, todo lo que es el nivel inicial. Así nos encontramos con un marco

mucho más amplio para poder redefinir la gestión social, si ahí colocamos a la

educación popular, que es solo la educación de adultos sino que la educación popular

puede atravesar la amplia gama de todos los niveles educativos, desde inicial hasta la

modalidad de adultos, para decirlo en términos de la legalidad actual. Con lo cual, ahí

convergen varias políticas: por un lado, la cuestión de la educación popular está ubicada

predominantemente en el imaginario para la educación de adultos. En un momento

aparece la educación popular asociada a los servicios educativos estatales; es decir, la

educación popular no es lo que ocurre por fuera del Estado; también ocurre dentro de

los servicios educativos estatales, con lo cual acá desaparece o se empieza a borrar la

idea del Estado malo o la escuela mala, frente a nosotros los buenos que hacemos

educación popular.

Y este tercer momento atraviesa también todos los niveles. Con lo cual, ahí me aparece

la reivindicación del tema del conocimiento y de la forma del conocimiento. La verdad

es que vale la pena atravesar todo lo que es la educación popular desde los distintos

niveles porque se vuelve problemático pensar la educación popular en vinculación con

la escuela primaria, cuando esta tiene prácticamente una cobertura universal, porque es

mucho más fácil pensarlo en disputa de contenidos con la educación secundaria, que

tiene una amplia gama de división selectiva y segregativa. Pero en la educación

primaria, la educación popular está dentro de lo que es la escuela estatal, por la propia

cobertura que tiene la educación estatal, sin dividir las dos gestiones, la privada y la

pública.

Por último, el problema de la gestión social es un asunto que encontramos en el plano

del derecho. Existen los derechos público y privado; no hay uno social. Estos sujetos de

derecho, en términos de la cobertura jurídica que tienen que tener para el

funcionamiento de servicios sociales y educativos estatales, tienen que ubicarse dentro

de alguna de estas dos prácticas. Si son estatales, todas las coberturas y las garantías que

ofrece el Estado para brindar la prestación de sus servicios. O puede estar dentro del

campo de lo privado; y ahí es donde viene un problema aún mayor dentro del campo

pedagógico: qué significa que sean públicas, sociales, privadas. Nosotros tenemos

experiencias cercanas de lo que significa el Estado subvencionando iniciativas privadas

dentro del espacio de lo público; Chile es muy buen ejemplo de lo que son las escuelas

subsidiadas. Entonces, convalidar por este lado toda una tradición de luchas y dar una

justa solución o un justo reconocimiento del Estado, abre la puerta para lo otro en

términos de lo que es política de Estado. Si nos ponemos a pensar quiénes son los

sujetos de la gestión social, vamos a tener a movimientos sociales múltiples, sin

necesidad de hacer la discriminación que hacía Norma. Es una ampliación al sector

privado avanzando sobre el campo de lo social. Lo dejo planteado como un problema

del propio ordenamiento estatal, y que hay que leerlo complementariamente a lo que

acaba de decir Norma.

Diálogos

Coordinación: Alejandro Yaverovsky

Belén Mercado

Tenía un par de preguntas para Norma y después otra para los dos. Creo que en la

exposición de Norma hay una parte en la que se ubica a los movimientos populares en

“el pueblo educando al pueblo”, en un proceso en el que los movimientos sociales

empezaron a tomar la propia posta de llevar adelante esos procesos pedagógicos;

entonces me pregunto qué posta tomaron, con qué formatos. Empezaron a darse todo el

lugar de generar y llevar adelante un proceso pedagógico, o fueron formados por otros

que les dejaron una posta para llevar adelante. A ver si se puede profundizar un poco

más en qué consiste.

La otra cuestión es sobre el desborde de lo institucional, que va más allá de lo instituido.

La verdad es que es fuerte la expresión y formando parte de APPEAL, de las

alternativas y de mucho más, por supuesto que la pregunta sale directamente a la

relación con la hegemonía, cómo hablamos de esto en relación a pensar procesos de

disputa de hegemonía, o contrahegemonía, en ese sentido.

Norma decía que las organizaciones están haciendo procesos educativos en los que el

Estado no tiene ni debería tener injerencia, que son propios de la organización. Y

Roberto decía en un punto, refiriendo a la Ley de Educación Nacional y a todo el

proceso que viene incorporando la gestión social, en planos que son puramente del

Estado. Por otro lado, me parece interesante lo que proponía Norma de pensar que

autonomía no es aislamiento, y que afinidad con los gobiernos no es cooptación. Me

parece que estaría bueno que pudieran profundizar los dos, porque la cuestión está en la

relación entre los movimientos sociales, el Estado y el gobierno; Estado no es gobierno

y gobierno no es Estado.

Ariadna Abritta

Yo también me quedé con que la autonomía de los movimientos sociales no es

aislamiento y que adhesión no es cooptación. Pregunto cómo se da el vínculo entre los

movimientos sociales y el Estado, pero no en términos de ejecutivos nacionales o

provinciales o locales, sino con el Sistema de Instrucción Pública, con la escuela pública

en tanto aparato estatal. Es decir, cómo la propuesta educativa de los movimientos

sociales interpela más directamente o indirectamente a la escuela pública en general.

Además, en relación a cómo es que los movimientos sociales actuales, en el marco de

este cambio de etapa o cambio de coyuntura que uno puede significar o interpretar de

diferentes maneras, cómo estos movimientos sociales están pudiendo, si es que pueden,

incidir en la política pública de estos nuevos estados. Norma, me interesara si podés

tomar el caso venezolano y el argentino, porque los conozco más, sino, el boliviano o

cualquiera. Pero para plantear esto: la incidencia de los movimientos sociales en los

nuevos estados o los nuevos gobiernos latinoamericanos.

En relación a la exposición de Roberto, me quedé sobre todo con la última parte en la

que habla de la dificultad de regular figuras como la gestión social en el marco del

derecho argentino que tiene dos modalidades, y que incluirlos en el marco del derecho

público trae complejidades dentro de lo que es el ámbito educativo estatal, y el avance

de lo privado sobre lo social. Me gustaría que puedas ahondar en relación a cómo eso

impacta en los trabajadores de la educación, sobre todo en función de los trabajadores

del sistema público. Hay toda una discusión relativa a la selección por concurso público,

la publicidad y lo democrático de los mecanismos; justamente la selección por parte de

los docentes de ciertas experiencias de la gestión social genera un ruido en relación a

eso.

Cristina Tucci

Me quedé con la frase de Norma en relación a que el Estado no tiene influencia ni tiene

que tenerla, para desarrollar un poco más. Porque me genera algunas dudas. Pienso en el

caso argentino, desconozco el caso de Brasil o de otros países. ¿Cuál es el vínculo que

de algún modo establecen las organizaciones con el Estado en cuanto al reconocimiento

o al requerimiento de que este certifique los estudios de las personas de las

organizaciones sociales? En este sentido, también pienso para el caso no solo del nivel

secundario o primario, pero qué pasa en Argentina. En relación a los nuestros jardines

comunitarios, también, tanto los papás como los docentes quieren certificación y

reconocimiento del Estado, y un currículum similar al de la escuela pública. Ahí se

generan tensiones que me llevan a pensar cuánto hay dentro de lo que decía Roberto

sobre la gestión social de educación popular. ¿Es popular porque es gestión social? O

también, a veces ¿cualquier sector que se organiza para dar respuesta a la necesidad

educativa termina también dentro de la educación popular?

Norma Michi

La verdad es que quise ser humilde haciendo el recorte, pero la verdad es que hablar en

nombre de todos los movimientos es bastante complicado porque es muy amplia la

variedad. Sí puedo decir algunas cosas que podrían marcar alguna posible tendencia o

distintas tendencias.

Una de las preguntas era qué posta estaban tomando los movimientos. Porque decía que

en el último período, fines de la década de 1990 sobre todo, son los movimientos

quienes levantan la bandera de la educación popular. La verdad es que sería muy

interesante saber cómo se construyen estas cosas porque es muy difícil, y a la vez

apasionante, qué pasa con la memoria popular y cómo se transmite la cuestión. Sí uno

puede reconocer algunas pistas del tipo de “seguro es Freire una referencia”; sí llega la

educación popular como idea de manos de quienes tuvieron alguna experiencia

vinculada con la universidad o con algún grupo que hizo actividades vinculadas a la

educación popular en tiempos anteriores; muchas de ellas vinculadas a la Iglesia. No

toda la Iglesia es mala y tampoco todos los militantes cristianos son malos. Muchas de

estas organizaciones, en América Latina sobre todo. El MST está plagado de militantes

cristianos, de las organizaciones cristianas de base, que entran al movimiento y lo

gestan. Después dejan de considerarse creyentes, y miran a la institución como una

institución, y al cristianismo como una práctica cultural.

Dicho todo esto, creo que hay una cuestión bastante poco precisa, muy interesante

también, porque si uno mira el discurso de la educación popular de la década de 1980 en

Argentina, por ahí para los más viejos, si leyeron el libro de Isabel Hernández por

ejemplo, que era una banda de cosas sesudas, con Gramsci, el materialismo dialéctico.

Y el discurso de la educación popular es mucho más simple, más freireano si quieren

llamarlo, en un sentido simple. No es que levantan las banderas de todos esos

sociólogos y antropólogos que escriben cosas raras. También se perdieron algunas

discusiones en ese transcurrir; han ganado muchas discusiones los académicos, y

quienes hacen educación popular en lo cotidiano. Hoy uno va a muchos movimientos y

los compañeros están en el cotidiano cocinando, haciendo el trabajo de base, dicen que

hacen educación popular y no necesitan hablar de Gramsci ni de nada por el estilo.

Entonces, hay una cosa muy compleja en saber cómo llega. Sí llega posiblemente la

categoría de manos de quienes venían de afuera, de los extranjeros del campo

específico, los que vienen de la universidad, o de las experiencias. No necesariamente

grandes teóricos. Después ya es de todos y es más difícil distinguir bien de dónde sale.

El tema del desborde institucional y el tema de la hegemonía, sin duda son cosas que me

parece que hay, por un lado estrategias políticas y, por otro, experiencias históricas que

se ven con el paso del tiempo, si realmente intervinieron. Creo que no hay ninguna duda

de que muchas cuestiones que hoy están incorporadas de alguna u otra forma a las

nuevas hegemonías que se van constituyendo, fueron producto de las luchas de los

movimientos: la cuestión de género, la cuestión ecológica; sin duda son producto de

movimientos que actuaron en muy diversas esferas como la pública, o haciendo

públicas estas manifestaciones y reivindicaciones, y una pelea en ese campo.

Fundamentalmente creando alianzas y articulaciones de distinto tipo. Por ejemplo, y con

todas las discusiones que puede haber, el movimiento ambientalista actual, las

asambleas ciudadanas, están en una disputa por la hegemonía; ahora, qué resultados va

a tener, no lo sé. Por supuesto que hay intenciones; si bien desborda lo institucional, hay

intenciones para con lo institucional. Y lo institucional los busca institucionalizar, sin

ninguna duda, como parte del proceso. Puede ser que su carácter movimientista finalice

en el momento en que se institucionaliza, lo que no quiere decir que no haya dentro de

ese campo otros aspectos que sigan desbordando. Por eso digo que no es una totalidad

desbordante.

Roberto Marengo

Con respecto a este punto pensaba de qué manera traía el tema del armado de una

hegemonía dentro de una lógica de equivalencias. Y ver de qué manera los distintos

movimientos sociales o las actividades de educación popular pueden establecer en esta

lógica de equivalencias y finalmente puedan incorporar a lo que es la cultura

hegemónica estatal ciertas prácticas, contenidos, el tema del conocimiento, que es el

central por lo menos en el nivel secundario, sin meterme en otros niveles y valdría la

pena seguir esa discusión. Porque además está armado así.

Me parece que ahí hay un tema que es lo que nos lleva a nosotros a pensar que son

prefigurativos para formar. Algo de estas formas organizativas de las experiencias de

educación popular terminan siendo semejantes a lo que es la educación formal. Hay

otras maneras, otras formas organizativas, en otras tradiciones pedagógicas; aunque creo

que hay un campo de vacancia académico importante para poder pensar esto, que es el

de la pedagogía. Lamentablemente, en nuestro país, por alguna razón que no puedo

explicar, la pedagogía se convirtió en un campo de vacancia en términos de lo que es la

producción académica y teórica, debido a que ha tenido una larga tradición en algún

momento; y hoy no hay pedagogos, no hay pedagogía, pensado por ejemplo para lo que

son las acciones educativas al campo popular. Creo que también es una vacancia en el

campo académico. Se puede explicar en términos de lo que fue el neoliberalismo con

ese ataque a todo lo que es la producción académica en el campo educativo. Creo que

algo de responsabilidad tiene la aparición de las ciencias de la educación. Pero ese es

otro tema. Esto por el lado del Estado.

Quiero detenerme en el tema de los educadores que me pareció interesante para pensar

desde el Estado. Hay algunos datos, no en términos de resolución, pero son llamativos.

Existió un Estatuto del Docente Nacional y un Estatuto del Docente Privado. Este es

nacional. El Estatuto del Docente Nacional terminó descentralizándose y hay estatutos

por cada una de las jurisdicciones. La legislación laboral es nacional. Entonces, ¿qué

pasó con el campo de la docencia estatal, que de pronto tiene un estatuto por provincia,

y existe un Estatuto del Docente Privado para toda la Nación, y la legislación laboral es

nacional? Es llamativo.

La otra cuestión es si hace falta un Estatuto del Educador, por ejemplo, que incorpore

estas figuras del campo de la gestión social como educadores dentro de un estatuto de

nuevas docencias. Eso sería terminar con la desinstitucionalización de la que habla

Norma aunque le veo mucho riesgo. Pero hay actores concretos que están pensando esta

cuestión y ver qué medidas se pueden tomar. Por ejemplo, los educadores populares

pueden llegar a sindicalizarse; ahí habría un germen de posibilidad de generar un

estatuto laboral. Pero también empieza a gestarse, a generarse, una necesidad de un

colectivo de trabajadores, que están de alguna manera pidiendo ser reconocidos dentro

de lo que son los estatutos laborales vigentes.

Y agrego: muy notorio, para mí, por lo menos, y quizá tenga un costado de ignorancia,

el tema del trabajo como un tema que desaparece de la educación popular. Me parece

que el tema del trabajo lo reivindicaría nuevamente en términos de lo que fue en su

momento la vinculación de la acción estatal, el trabajo, lo sindical, como un tema hacia

el interior de lo popular; y no ahora que lo social lo dejó diluido como una de las

cuestiones centrales de por lo menos lo que son las acciones del sujeto popular. Lo

aporto como un tema para que pensemos; y me lo adjudico como parte de mi

ignorancia.

Norma Michi

La frase de que el Estado no tiene que tener injerencia sobre algunas cuestiones es como

una provocación. Nosotros, los educadores, tenemos una gran tendencia a pensar que la

educación se produce en la escuela. Y somos casi los últimos en levantar la banderita

para decir que hay tres formas de educación (por lo menos): una es la escuela; la

segunda es la que se suele llamar no-formal, la que tiene forma escolar pero no se hace

dentro del sistema público de enseñanza; y la última, que es enorme dentro de los

movimientos, que en aquel esquema se llamaba informal, tiene que ver con lo que se

aprende en lo cotidiano. Sobre estas dos cuestiones, sobre lo que se aprende en lo

cotidiano y lo que tiene forma escolar pero no está dentro del sistema público. Esto se

hace desde siempre; en el sindicato docente no tiene por qué venir el Estado a decir qué

tiene que enseñar sobre capacitación sindical, eso es algo propio de la organización.

Toda organización tiene su espacio propio en el que genera conocimiento y transmite

conocimiento, y decide cómo lo va a hacer. Ese es el punto.

Ahora, hay un gran campo creciente en el que los movimientos se han metido con la

escuela, con espacios vinculados con el sistema graduado. Han empezado

históricamente por el nivel inicial. Es interesante ver por qué el nivel que no se aborda,

por lo menos no tengo experiencia, pero recién ahora en adultos posiblemente, tiene que

ver con primaria. Se empezó con educación inicial y después educación secundaria de

adultos. En educación inicial claramente por la vacancia, por la desesperación, había

que darles de comer a los pibes, había que tenerlos en algún lado cuando el hambre fue

creciendo. Venía de antes, pero el hambre hizo imperiosa la necesidad, y mientras

estaban ahí también era un espacio de educación. Y un espacio curioso también estas

organizaciones, de dignificación, porque en esos términos lo plantean, como promoción

de las mujeres del barrio; era un espacio de educación para las mujeres también, como

educadoras. En este sentido, todas estas experiencias de alguna forma interpelan,

denunciando la inexistencia de la oferta estatal, interpelan dando otras experiencias; y

por lo menos preguntan, interrogan, sobre los sistemas de designación de los docentes.

Me parece que hay que distinguir entre movimientos sociales en general, movimientos

populares en general, también habría que distinguir entre experiencias de educación

popular. No creo que todas las experiencias sean prefigurativas ni factualizadoras.

Algunas son copias, y malas, en mi opinión. Creo que por un montón de razones, por el

predominio de una modalidad, en muchos casos no han podido superar la oferta estatal

en este sentido. De todos modos, creo que las últimas experiencias, sobre todo en la

última década, han buscado ser un experienciario, como le dicen algunos; y me parece

que eso es lo que vale la pena. Si son más de lo mismo, la verdad es que eso lo tiene que

hacer el Estado. Pero si son algo diferente, si realmente es una prefiguración, una

creación de algo nuevo, me parece que tiene mucho sentido.

Coincido con Roberto en la dificultad que tiene separar la paja del trigo; es muy difícil

decir a qué sí y a qué no. No sé si se resuelve por el lado de la institucionalización

gremial. Me parece que hay que concebir otro Estado también. En ese sentido, creo que

la mejor experiencia, insisto, es la boliviana, de tratar de concebir un Estado donde

entren muchos mundos. Pero esto no es tan sencillo.

Y el tema de la certificación. Así como hay una serie de cuestiones que son propias de

las organizaciones y no requieren certificación, el espacio de recreación de los pibes no

tiene porqué estar certificado: talleres de distinto tipo, espacios de formación dentro de

la organización, no tienen porqué tener certificación. Todo ese mundo no requiere de la

vinculación con el Estado. Sí la hay tal vez por la vía de la política social. Es curioso

que a la par que se crea la gestión social por un lado, la política social tiene cada vez

más injerencia en lo educativo, institucionalizando. Entonces ya no se puede hacer un

programa que les da la leche a los chicos, hay que educar a los pobres. Las políticas

socioeducativas son un tema complicado para analizar. Pero no pasa exactamente por el

problema de la certificación sino por una acción del gobierno, de los Estados y las

políticas internacionales que están metidas dentro de las políticas sociales, que tienen

una tendencia educacionista importante, una especie de pedagogización extrema de la

política social.

Participante

Ustedes señalaron que la escuela primaria está universalizada, que no se ven tantas

experiencias de educación popular en el nivel primario. Sin embargo, he escuchado

muchas experiencias de apoyos escolares que se denominan educación popular, que

cuestionan la educación de la escuela primaria, que son los fracasados de ese nivel, los

que quedaron afuera; y retoman experiencias en el conurbano, que forman parte de los

movimientos populares. Algo fácil de resolver en lo inmediato cuando no está ahí la

intervención educativa.

Juliana Enrico

Me surgen muchas preguntas. Por un lado, me parece muy interesante escuchar

rigurosidad en el análisis y, por otro, ver prudencia en cuanto a marcar esta división del

espacio social, territorial, pedagógico, de acuerdo con lecturas muy dicotomizadas. Creo

que también es como parte de lo que se hace en el espacio público estatal, o de alguna

cierta militancia en nombre del Estado, que si estos movimientos sociales asociados a la

política pública, sería como lo legítimo desplegado en territorio, todas otras prácticas

político-pedagógicas, culturales, de educación popular, que no pueden inscribirse en

esas lógicas más institucionales, no tendrían la misma legitimidad en términos

culturales e históricos que los que se producen dentro de estos espacios. Me resultó muy

interesante que se haga una lectura muy prudente de esta revisión.

Tenía también una pregunta más concreta. En relación con la reciente reforma

educativa, ante la reforma de la Ley de Educación Nacional, hay muchísimas cuestiones

progresistas que retoman la demanda social reciente de la Carpa Blanca, que se han ido

como plasmando en diferentes situaciones que crea y amplía el espacio público. Muchas

demandas que estaban presentes en el ambiente y que hoy han sido recuperadas desde el

Estado. Mi pregunta es más profunda, más sociológica, más estructural, es pensar por

qué no se llega, siendo que hay reformas muy interesantes en relación a la apertura del

espacio público en relación a los niveles, las modalidades, con todos los problemas que

eso supone, pero que aparezca nombrado un espacio en cierto relato, porque es parte del

espacio público. Pero esto de que se siga manteniendo lo que fue la transferencia, la

descentralización, considerando las condiciones económicas estructurales de las

provincias, son muy desiguales. Me preocupa una cierta retorsión de la desigualdad

estructural del sistema, que cada provincia haga lo que pueda, no obstante todo lo que se

viene haciendo a nivel propositivo en cuanto a la pretensión de unificación, desde el

Estado nacional, con la misma lógica desde las provincias. La situación de las

provincias es que más o menos hacen lo que pueden. No es lo mismo lo que se puede

hacer en Buenos Aires y Córdoba que en Misiones o Chaco.

Mónica Fernández Pais

Voy a tratar de hacer un comentario, y preguntar qué certezas piensan o pensaron

ustedes, en clave de lo que es la preocupación por la educación inicial. Me parece que

tenemos que advertir dos sujetos en la educación inicial, y las preocupaciones que

rondan el tema. Una tiene que ver con los sujetos educadoras, y sus condiciones

laborales, todo lo que las vincula a nivel de lo simbólico a esta tarea; el trabajo de

Gentilli y todo ese grupo de ideas y trabajo dan cuenta de una preocupación por estas

mujeres. El último Foro de Género y Pobreza también está trabajando en esa dirección.

Por otro lado, cuando escucho o leo algunos de sus trabajos, observo cierta dificultad en

que en esa preocupación por las mujeres a cargo de la educación popular en los niños,

aparece el sujeto niño como sujeto de derecho desde el paradigma actual, que me parece

que ha cobrado más visibilidad con las reglas de la OEI que son insuficientes, con 30%

de cobertura al 2020. Entonces, si ustedes en este trabajo al que aludía Roberto han

advertido esas tensiones entre, por un lado, la educación popular vinculada a niños

como objeto de derecho y, por otro, estas educadoras que muestran un espacio de

resignificación del espacio social que ocupan, de las propias opciones en relación a sus

conocimientos, que las llevan a tener que ir a la lógica escolar y a las prácticas más

tradicionales. Ver si tenían esa preocupación.

Participante

Decían que en los movimientos sociales se están formando los militantes, una

formación intelectual. La pregunta es: ¿podría realizar Universidad de las

Organizaciones Sociales? El Foro Social Mundial, después de varios intentos, concretó

la Universidad de los Movimientos Sociales en Brasil.

Sofía Thisted

Planteaste dos tensiones que me parecieron muy interesantes para pensar. Hablaban de

desafíos y pensaba en las discusiones de los grupos indígenas sobre sí educación

autónoma, si disputar, qué disputar… Los propios indígenas tienen un arco de

posiciones bastante heterogéneo. Si uno en lugar de pensar desde los movimientos

populares piensa en las intervenciones estatales… ¿Cuál sería la tensión equivalente en

términos de las iniciativas estatales? Pregunto si es posible pensar intervenciones

estatales no homogéneas. Quisiera escuchar de ustedes, porque me pareció muy

interesante todo lo que se dijo en torno a cómo están pensando la cuestión de “lo

común”. Porque creo que la preocupación, por lo menos a mí me obsesiona, es que

cuando uno trabaja apoyando iniciativas de reconocimiento, haya algo del orden de lo

común que permita organizar, que funcione como horizonte político.

Marcela Gómez Sollano

¿Cómo situarían la relación movimiento-organización de base? En el caso de “Estado”,

la relación Estado-gobierno-representación. Qué discusiones hay al respecto. Quién vive

solo del movimiento, ¿lo hace su razón de vida? Me parece que habría que pensar.

Participante

Una cuestión muy breve que me parece que ya apareció. Lo hago en forma más

pragmática. Frente a una propuesta tan fuerte, tan crítica como esta, el tema de los

concursos, de los listados de antecedentes, de oposición, en el cual están embarcados los

docentes que tendrían presuntamente que estar incorporándose acá, ¿cómo se evade,

cómo se quiebra, cómo se trabaja, de qué forma? Me parece que un poco lo habías

enunciado.

Participante

Por un lado, el tema de la gestión social: vengo trabajando sobre los bachilleratos

populares y en un momento era muy fuerte el tema de la gestión social. Pero es

interesante que en el caso de la ciudad de Buenos Aires, la única escuela que hay dentro

del área de gestión social corresponde al área privada.

Por otro, respecto de lo que decía Norma sobre la injerencia o no del Estado, en nuestro

caso, si bien hay un montón de iniciativas ligadas a los bachilleratos o distintas

experiencias que no necesitan al Estado, al crear una escuela ahí sí, en ese caso, es

obvio o parece necesaria la articulación con el Estado; no solo a partir de resoluciones y

cuestiones que fueron logrando para obtener una certificación, sino también que uno

puede registrar la presencia cotidiana de lo estatal en esos espacios que a veces se

presentan como autónomos pero que están persiguiendo el tema de títulos, becas, un

montón de cuestiones en las que lo estatal se hace presente en lo cotidiano.

Roberto Marengo

Voy a tratar de ordenar algunas cuestiones. Voy a empezar por Marcela. Yo lo pienso

en términos de lo que es la organización de la democracia liberal, bajo el régimen

político en el que estamos, el vigente. Muchos de sus aspectos muy deseables. Y ahí

aparece el tema de la representación. La verdad es que, al menos nosotros, hablo de

Argentina, tengo la impresión de que todavía estamos reconstruyendo un modelo de

representación en el marco de la democracia, salido de la crisis de 2001, donde estalla

prácticamente el sistema de organización de esa representación a partir de los partidos

políticos. Entonces, uno puede decir que siempre los movimientos populares rebasaron

los partidos políticos; pero en este momento, salidos de esa crisis, no lo digo en

términos de aprendizaje, pero podría ser quizá, se está como reorganizando lo que es la

representación política a partir de los partidos políticos. Y ahí me parece que hay un

proceso dentro de la organización de esta democracia en donde, por ejemplo, la vigencia

de la Ley Electoral y la organización de la representación política, de alguna manera

van ordenando la representación que había quedado en el campo de los movimientos

sociales y de los liderazgos personalistas. Muy imperfectamente, porque dentro del

imaginario social creo que no está construido, y no va a estarlo porque estamos frente a

lo nuevo, a los partidos políticos al estilo tradicional sino que, efectivamente, en

coincidencia con la construcción de un imaginario social con respecto a la política, creo

que estamos frente a una reorganización muy diferente de los que van a ser los espacios

de representación y cómo se construye el vínculo líder-pueblo. Creo que estamos en ese

proceso. Si bien hay intentos de ordenamiento por parte de políticas de estado, no va a

terminar en los partidos políticos tradicionales. Este es un tema que va a impactar

directamente sobre el campo educativo y el campo de la educación.

Con respecto al tema de las desigualdades, en nuestro país es muy evidente en términos

de cómo se resuelven, sobre todo en la distribución de fondo. Dije rápidamente la Ley

de Financiamiento Educativo. En ella está la parte de redistribución de fondos por

desigualdades. Y hay un polinomio imperfecto, porque a pesar de la vigencia de la Ley,

y más allá de que las provincias ponen el 60% y el Estado nacional pone el 40% (ese

porcentaje incluye las universidades que es 1,5% más o menos), la cuestión de cómo se

distribuye ese fondo es a partir de ese polinomio en el que es muy difícil incorporar

componentes objetivos, medibles, como exige la Ley, como para que sea efectivamente

una redistribución en términos de desigualdad. Es ahí donde en parte pongo el término

de la redistribución de recursos, cómo son las dificultades que tiene el Estado para

desde el Estado resolver el tema de las desigualdades y la distribución de

financiamiento, habida cuenta que de ese 60% que ponen los propios estados

provinciales, casi el 93% son salarios. La provincia de Buenos Aires, después de hacer

un esfuerzo durante la gestión de Adriana Puiggrós, llegó a bajarla al 89%;

inmediatamente se produjo una nueva paritaria provincial y ese porcentaje subió

nuevamente al 93 por ciento. El de salarios es un gasto fijo. Ahí hay un problema en ver

de qué manera se produce el financiamiento. Estoy hablando del 43% del presupuesto

provincial. O sea que no podemos aumentar sobre el presupuesto. Estos son los números

duros del financiamiento, y sobre esos ver de qué manera se resuelve el tema de la

desigualdad.

Norma Michi

Lo primero era el tema de la primaria, la educación popular en primaria y las iniciativas

de organizaciones y movimientos. Es cierto que el apoyo escolar es una de las más

viejas prácticas de la militancia barrial, quién no hizo apoyo escolar en algún momento.

Sigue existiendo, está presente. Lo que no hay en Argentina, o si la hay es en forma

aislada, son iniciativas de escuela primaria, eso sin duda. Posiblemente haya dos

grandes razones: una, la gran cobertura de la escuela primaria, y el carácter de menos

exclusividad que la secundaria; el otro tema es que hay menos cuestionamiento al

conocimiento que se procesa en la escuela primaria, o menos expectativas sobre el

conocimiento de la escuela primaria que en otros niveles. Me parece que esa es una de

las razones. De todos modos, entre la gente que hace apoyo escolar también hay de

todo; hay una gran variedad de experiencias. Muchas de ellas se referencian en la

educación popular; muchas veces, saliéndose de los contenidos procesados por la

escuela, o de las formas. Pero es un tema complicado.

Me parece que sucede lo mismo con el tema de la educación inicial. La verdad es que

no me considero gran conocedora de estos dos temas; por andar con las organizaciones

por los barrios y andar por distintos lugares, nos vamos encontrando. Hace muchos años

que trabajamos con organizaciones que tienen tanto apoyos escolares como jardines.

Coincido con esta tensión entre el derecho de las mujeres a su promoción y el derecho

de los chicos. Pero hay unas cuantas paradojas ahí. Porque también después hay una

adscripción muy dura, muy crítica, a todas las declaraciones de derechos de los niños y

se basan en eso, al punto de negar los derechos de los adultos. Hay muchas paradojas.

Con respecto a la universidad, tenemos universidades. Hay dos universidades de los

trabajadores. Una es la que está funcionando en el SUTERH. La otra está en el IMPA,

que está dando formación. Esto es importante pensando en el tema de los niveles.

Fíjense que los zapatistas empiezan pensando en la formación de los docentes de la

primaria. Porque también es otro problema para abordar la primaria: falta la formación

docente y una cobertura muy grande para primaria. MOCASE también empezó

pensando el tema de formación de docentes. En este momento está esta iniciativa para

formación de docentes para secundaria.

Y volvemos al mismo problema que planteaba Sofía, que es lo común; que tampoco

entre los movimientos es tan sencillo encontrar lo común. Hay varias universidades en

América Latina, populares o de movimientos sociales, que por lo menos sí tienen

carreras que ellos consideran necesarias. Y el Movimiento Campesino está haciendo la

Universidad Campesina. De todos modos, en América Latina hay muchas iniciativas de

universidades interculturales, indígenas, campesinas.

Y el tema de Sofía es complicado, creo que es bastante complejo. Pero pensar lo común

incorporando la diferencia en general, no solo la de la escuela. En toda la política ver

cómo se hace. Por eso insisto en el desafío de Bolivia, que me parece que es el más

avanzado en este punto. La verdad es que quizá no sea tan difícil pensar qué cosas hay

de lo común. Quizá sea más difícil aceptar las diferencias, no sé. No me parece que en

este momento haya iniciativas muy claras como para avanzar en esta línea de pensar lo

común y lo diverso.

Roberto Marengo

Quiero decir algo con respecto a eso, para problematizar un poco, no para encontrar una

salida. En general, vemos la acción del Estado y la estructura del Estado como una

estructura homogeneizante y que propicia la homogeneidad; creo que no es tu visión

pero lo aclaro por las dudas. Nosotros para afrontar eso, la idea es no propiciar la

fragmentación, la convalidación de todas estas experiencias desmembradas. Eso sí me

parece que fue parte de la política que heredamos del neoliberalismo, más allá de sus

intenciones, que probablemente hayan sido esas, aunque me parece que fueron peores.

En alguna medida uno se queda con que fue eso: la fragmentación, la disgregación, la

precarización, que eso sí fue una política deliberada. Y haciendo el trabajo en la

provincia, de recorridos de formas institucionales, nos encontramos con que el Estado,

dentro del Estado bonaerense, había más de cuarenta formas institucionales distintas

dentro del sistema educativo. Cuando además las cruzamos con los contextos, habíamos

llegado a noventa en los distintos niveles. Entonces, cuando uno se encuentra con que

finalmente termina reconociendo que dentro del Estado, gestión estatal-gestión privada,

hay formas diferentes de hacer escuela, de hacer educación, instituciones. Y la verdad,

es que ahí uno se encuentra con la hipótesis de qué es lo homogéneo dentro del Estado.

Es cierto que todo esto produjo la fragmentación. Pero me parece que la homogeneidad

dentro del Estado la pongo en cuestión a partir de esto que pudimos observar. Fue como

una revelación.

Norma Michi

Tenía una respuesta relacionada con el movimiento de organización líder. La respuesta

es que no sé. Pero creo que en Argentina los movimientos sociales más grandes de fines

de las décadas de 1990 y 2000 han promovido formas organizativas que pretendieron

ser lo más horizontales. Entonces, el liderazgo no era considerado un valor. No es lo

mismo que la experiencia de Brasil, donde siempre el liderazgo fue considerado valioso

y siempre se siguió trabajando en la formación de líderes. Pero el paso del tiempo

también hizo que esta idea de horizontalidad fuera criticada, sobre todo porque ocultaba

otras formas de jerarquizaciones fácticas. De todos modos, esto no hizo, que conozca,

que sea reconocida tanto la necesidad de liderazgo. Ahora, la participación en el sistema

institucional vía elecciones, también es una novedad para los movimientos que entraron

en la cuestión electoral y lo están disputando. Así que la problemática de la

representación de la democracia representativa entra en los movimientos. Y me parece

que, sumado a la existencia de presidentes fuertes, sobre todo Evo Morales o Hugo

Chávez, ha dado un peso muy grande sobre otra mirada sobre el liderazgo. Pero la

verdad, no puedo dar cuenta de experiencias donde esté planteado en estos términos, del

movimiento a la organización y a la representación.

La politización de la educación en el continente Adriana Puiggrós

Presentación institucional: Ariel Zysman y Lidia Mercedes Rodríguez

Ariel Zysman

Estas Jornadas tratan sobre Educación Popular, Alternativas y Prospectivas Educativas

en el siglo XXI. Esta es una especie de nueva apertura, más institucional, en nombre de

la Facultad. Como secretario académico del Departamento de Educación, les agradezco

a todos la presencia. Es raro porque además soy miembro del equipo APPEAL, así que

es un autoagradecimiento también, por lo que hemos trabajado. Por la presencia de

todos, por las discusiones que se han armado, y hacer este cierre y contar con la

presencia de la doctora Adriana Puiggrós, profesora consulta de la Universidad de

Buenos Aires, ex titular de la Cátedra de Historia de la Educación Argentina y

Latinoamericana durante muchos años, investigadora del Conicet, ex diputada por el

Frente para la Victoria y ex presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de

Diputados. Y una maestra para muchos de nosotros, para muchos de los que estamos

acá. Le cedo la palabra a Lidia Rodríguez para esta presentación.

Lidia Mercedes Rodríguez

La doctora Puiggrós se desempeña en la actualidad como presidenta del Frente Grande,

partido político nacional que integra el Frente para la Victoria. Fue diputada de la

Nación por la Provincia de Buenos Aires para el período 2011-2015. Desempeñó el

cargo de presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados de la

Nación (2007-2011 y 2011-2014).

En el plano académico, es profesora consulta de esta Facultad, y fue profesora titular de

la materia de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana desde 1987. Es

investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,

(CONICET) desde 1987. Es directora del Programa APPEAL México y Argentina. Fue

profesora titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1974 hasta el

1987. Y en 1974 fue decana de esta Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de

Buenos Aires. Así que le agradecemos mucho su presencia para el cierre de estas

Jornadas, y le damos la palabra para su conferencia.

Adriana Puiggrós

Muchísimas gracias. Es un honor estar en la Facultad, en este salón. Siempre emociona

un poco estar en la sala del Consejo Directivo de la Facultad. Muchas gracias al

Programa APPEAL, muchas gracias Lidia, muchas gracias Ariel, muchas gracias a

todos los compañeros de APPEAL. Muchas gracias Marcela por haber venido.

Realmente esta constancia en realizar los seminarios… anteayer se mencionaba el

seminario de 2009 en Argentina; pero en el medio hubo un seminario en México, de

manera que se cumple cada dos años el seminario internacional desde hace muchísimo.

Este será el número veintipico. Así que muchas gracias a todos.

Estuve pensando mucho en las discusiones que han surgido y que han sido muy

interesantes. La conferencia de Marcela, el libro, los aportes de muchísimos compañeros

que están acá. Estuve pensando mucho realmente qué es lo que tenía que decirles.

Ayer, revisando algunas cosas, encontré que en Americanismo y fordismo, Antonio

Gramsci se extraña de que no se haya aplicado al americanismo la tesis de Gentile. Dice

Gramsci que la filosofía no se enuncia en fórmulas, pero sí en la acción. Porque si la

fórmula tiene algún valor, es justamente el americanismo quien puede reivindicarlo.

Gramsci rechaza la oposición entre el mecanicismo, la brutalidad, la pura acción, que se

atribuyen al americanismo y la tradición. Y pregunta por qué esa tradición no es tomada

también como base filosófica, como la filosofía enunciada en fórmulas por aquellos

movimientos para los cuales la filosofía se afirma en acción. Gramsci hace una reflexión

más: distingue entre la acción real, que modifica tanto al hombre como a la realidad

externa, cual es el americanismo, y el gladiadorismo necio, que es externo y no alcanza

al hombre interior.

La anterior reflexión encierra buena parte de las preocupaciones que motivan este

seminario, y que han sido un reto para los investigadores de APPEAL desde 1981.

Frecuentemente me pregunto ¿qué es lo que hay mantenido tensa esta red?, ¿qué es lo

que ha impedido que se hiciera polvo este sujeto académico-político?, ¿qué hizo posible

que no revirtiera en una implosión del proyecto, el natural desgaje durante tantos años

de quienes desistieron de la tarea, y prefirieron seguir creciendo en otros terrenos,

tomaron caminos autónomos, fundaron otros grupos, muchos de ellos fértiles, creativos;

o transfirieron sus saberes a otros campos?, ¿qué es lo que ha impedido que este grupo,

pese a los que deshicieron la tarea, los que prefirieron seguir creciendo en otros

terrenos, los que tomaron caminos autónomos o transfirieron saberes a otros campos?,

¿qué fuerzas ocultas o necedades nos mantienen obsesionados tras las alternativas y la

educación popular? Una vez un alumno de Baja California, creo que era, nos preguntó

hace años a Marcela y a mí: “Maestras, ¿encontraron las alternativas?”. Posiblemente

sabía que no las encontraríamos. Lo digo en el sentido del encuentro final. Aquí están,

estas son, el principio y el final, la esencia de las alternativas, la educación popular pura,

los educadores populares ángeles y hasta vírgenes. No. La historia corre más rápido que

la investigación académica, de modo que no vamos a poder.

Logramos sí atrapar experiencias y construirlas como objetos de investigación. La tarea

tiene sentido. Aunque estando todavía bajo nuestra lupa muchas alternativas, se

escabullan de la política para ubicarse en la trama de la historia. Lo digo en recuerdo y

en doloroso homenaje al recientemente derogado artículo tercero de la Constitución

Mexicana. El gran ejemplo latinoamericano de educación popular, una alternativa sin

duda revolucionaria a la educación dominante, un reto a la hegemonía del imperio, del

clericalismo, de la oligarquía.

Lo digo también en preocupado homenaje a la reforma educativa sandinista de la

década de 1970, de cuya campaña de alfabetización guardo maravillosas fotos y

documentos. En 2009, Nicaragua fue declarada territorio libre de analfabetismo. Sin

embargo, según el gobierno nicaragüense, el analfabetismo está en 3,6% y según la

CEPAL, está en 30,3 por ciento. ¿Cómo interpretamos esas informaciones? Y hoy,

además, el lugar más duro en América Latina en relación al analfabetismo es

Centroamérica.

En cuanto al artículo tercero, estaba entramado en el Ethos del pueblo mexicano, que le

sirvió de guarida durante un siglo, en tanto desde mediados del siglo XX, los pueblos de

México debieron oponer resistencia a ese otro Ethos, ese habitus, que Gramsci llamó

americanismo; y que atraviesa constantemente los 3 mil quinientos kilómetros de esa

frontera que protegió a América Latina desde que el general Lázaro Cárdenas

nacionalizó el petróleo. Ese lugar donde ahora se está construyendo un muro cuya trama

pretende ser invulnerable para los pobres que buscan trabajo, pero que se abre para los

narcotraficantes y toda clase de delincuentes económicos del capitalismo salvaje.

Cómo decidir si es popular una política educativa promovida ahora por el gobierno del

PRI, como parte de un acuerdo con todos los partidos políticos mexicanos, el PRD

incluido. O bien, cómo decidirse para clasificar a la experiencia zapatista. O cuánto

tiene de popular una experiencia focalizada de alfabetización en la situación donde se ha

derogado el artículo tercero constitucional, y en Nicaragua, ¿a quién creerle? En

Argentina, ¿es popular el Programa Conectar-Igualdad? Un programa, una experiencia,

¿es solo popular si proviene de un gobierno revolucionario, y es origen y otorga

credenciales de santidad eterna?, ¿solo es popular si son sus protagonistas educadores y

educandos pobres y revolucionarios, como querría cierta izquierda, y si se opone a todo

reformismo?

La doctora Marcela Gómez Sollano nos propuso en su ponencia renunciar a la búsqueda

de las esencias, y leer las alternativas insertas en el devenir histórico. E hizo hincapié en

la lógica, en los procedimientos, en preguntas sobre la épica. Nos preguntamos: ¿cuál

es, tomando la frase de Gramsci, la filosofía que se afirma en la acción en los programas

político-educativos y en las experiencias? Tratamos de entender la lógica de los

procesos educativos. Distinguir cuáles modifican la cultura, el sistema educativo

moderno, la escena normalista, la educación bancaria, la pedagogía opresora o la que no

pretende ser pero es ineficaz y perdió la batalla frente a su competidor tecnológico y

cultural. Nos interesa separar la paja del trigo para no encandilarnos con el

gladiadorismo, pero también que no pierdan las alternativas engendradas entre ideas

emancipadoras. Cierto es que estas últimas son difícilmente asibles porque o derivan de

manera directa de los núcleos duros de la historia popular, sino que nacen donde esos

núcleos se encuentran con la contingencia.

Simón Rodríguez revivió dos siglos después, en un gobierno encabezado por un militar

antiimperialista que tenía detrás fuerzas armadas regulares decididas a transformar

Venezuela. La educación popular nicaragüense nació de la más genuina revolución

popular contra las fuerzas armadas de la oligarquía y la mano yanqui, y contó con ayuda

cubana, como hoy Venezuela. Los desafíos mayores respecto de la conclusión universal

de la educación primaria se concentran en algunos países de Centroamérica. ¿Qué

ocurrió? Marcela recordó que en APPEAL no somos coleccionistas de experiencias, nos

interesa deconstruirlas, analizarlas, para llegar a entender de qué se tratan, cómo se

comportan, qué sujetos tienden a conformar, no solo cuál es la génesis de esas

experiencias sino son sus perspectivas, su prospectiva, qué caminos dejan abiertos.

Cuando diseñamos hace algunos años, la Universidad Pedagógica de la Provincia de

Buenos Aires (Unipe) hubo una discusión: Marcela venía a participar y también varios

compañeros que están acá y algunos colegas españoles y mexicanos. Algunas personas

con trajes de gladiadores decían entonces que debíamos crear una institución que luego

no pudiéramos controlar, que con su autonomía y formando docentes podría llegar a

disentir con las políticas de la Dirección General de Cultura y Educación, y apostaban a

que nunca se llegara a concretar o bien la consideraban misión imposible. Sin embargo,

preferimos correr el riesgo, y ahora hemos corrido otro riesgo que fue presentar el

proyecto de ley que le daría carácter nacional a la Unipe, proyecto elaborado por el

Consejo Superior de esa Universidad ya normalizada. ¿Es un proyecto de educación

popular la Universidad Pedagógica?

Sumo otras experiencias. Durante los últimos tres años del gobierno de Cristina

Fernandez de Kirchner, el Congreso de la Nación fundó nueve universidades en

localidades del conurbano bonaerense profundo y en lugares del interior del país.

Inmediatamente se llenaron de decenas de miles de jóvenes que son primera generación

de universitarios y una alta proporción proviene de hogares donde nadie cursó el

secundario. ¿Cuál es el Ethos que se está tejiendo en el interior de la Unipe y de las

nuevas universidades, cuál es su estabilidad? Desde el lugar de investigador tenemos

que analizar las narrativas que circulan ¿qué es lo que se articula en materia de

costumbres, lenguajes, saberes, posiciones políticas y qué es lo que se desecha en esos y

en otros sentidos? Interesa observar cómo se reconfigura el imaginario fundador en el

corto y mediano plazo así como entender qué trayectoria ha seguido el imaginario de la

Universidad Mexicana para que actualmente como nos comentaba Marcela, encabezada

por su rector, el doctor José Narro, sea la voz más fuerte en defensa de la educación

pública popular y una de las más importantes de la universidad pública latinoamericana.

La voz del doctor Narro se levanta desde el mismo momento en que se está derogando

el artículo tercero constitucional. Sin embargo, hace años, cuando todavía el artículo se

mantenía, la Universidad de México estuvo casi clausurada, de hecho el auditorio de la

Facultad de Filosofía y Letras aún está ocupado por grupos que consideraron que era

todo o nada.

Ejerciendo la acción política y político-educativa, hay que cuidar el modelo de los

zapatos, pisar profundo, dar sustento legal e institucional a las acciones, establecer

reglas, prever los antagonismos y entender su naturaleza. Pero a la hora de la política

también se tiene un deber de memoria, como decía Marcela, para entender qué estamos

haciendo. La semana que viene conmemoraremos en un acto los cuarenta años de la

CREAR; no la matemos limitándonos a poner una placa, reconozcamos su herencia que

está en los programas de educación popular, en la alfabetización del Programa

Encuentro del Ministerio de Educación de Nación, en los programas conjuntos del

Ministerio de Educación, en los FINES, especialmente en los programas en la

Diplomatura en Operadores Socio-educativos del Ministerio de Desarrollo Social que es

un objeto de investigación muy impactante para nosotros porque remite a la Dirección

de Programas Socioeducativos de la DGCE, donde en nuestra gestión junto a la

dirigente sindical y educadora Mary Sanchez acordamos con las organizaciones sociales

programas educativos territoriales. Acá está presente Daniel Laudari que fue inspector

general durante nuestra gestión en la provincia de Buenos Aires y que vivió de cerca el

conjunto de antagonismos que se producen cuando se generan políticas que disienten

con el formato y el protocolo en el cual estamos formados. Esa política produjo

antagonismos entre las prácticas de educación popular y la práctica normalista

semejantes a los antagonismos que existen en la actualidad entre los centros de

educación de jóvenes y adultos formales en cada provincia y grupos, por ejemplo, del

Programa FINES. Creo que la discusión todavía no ha encontrado cauces aceptables,

pese a algunos de los problemas cruciales de los sistemas de educación en la actualidad.

Se producen deslices en estas discusiones hacia posturas valorativas que se afianzan en

redes de poder y en intereses particulares, pero se alcanzan a identificar las

articulaciones y/o los antagonismos que se están produciendo en un campo de la

educación dónde no solo uno puede distinguir la existencia de instituciones escolares y

la televisión como era en la década de 1960, sino que hay ofertas comunitarias de

educación formal que no alcanzan a tener plena legalidad, escenarios digitalizados con

infinitas posibilidades para nombrar solo algunos de los hechos.

El 77,11% es la tasa de promoción efectiva de la educación secundaria formal en

Argentina. Nos vamos a detener un poco como ejemplo en el tema de la educación

secundaria para ver este problema que quiero plantear que es, llamémoslo así, el estado

del sistema de educación, no del sistema escolar, en nuestra época. Entonces, el 77,11%

es la tasa efectiva de promoción pero del 33% restante más el resabio generacional,

llega una fuerte demanda que no se resuelve en la escuela graduada y tampoco en la

escena bancaria, con la mejor de las voluntades. Afortunadamente, desde uno u otro

lugar institucional, el gobierno se hace cargo. Pero urge tanto reconocer los límites de la

educación tradicional, como penetrar la lógica de las nuevas experiencias y proyectar

las consecuencias de unas y otras. El problema no es solo argentino sino

latinoamericano y quisiera dejar planteadas algunas preocupaciones.

Primero, la educación media tradicional está alcanzando su techo. La educación

primaria tardó un siglo en universalizarse desde que se ordenaron legalmente los

sistemas escolares. En América Latina solo el 3,4% de la población en edad de cursar

educación primaria está excluida aunque la distribución entre los países sigue siendo

desigual. La tasa neta de matrícula secundaria en 2011 fue del 80% en Argentina, del

73% en México y del 69% en Bolivia. Y en Estados Unidos, alcanza al 88% nada más,

no creamos que está solucionado. España y Grecia mantenían el 96% y el 91%

respectivamente, en tanto 4,5 millones de latinoamericanos no finalizaron el nivel

medio en 2012. Analizando la expansión educativa de los últimos veinte años, sin

embargo, se encuentra una tendencia a formar una meseta y políticas educativas en su

mayoría destinadas a sostenerla antes que a incorporar a la población excluida o a

realizar cambios en las instituciones educativas o a cuidar el descenso que se ve allí en

el horizonte, en particular el descenso que ya se empieza a ver precisamente en los

países europeos que están atravesando la crisis.

Segundo, el sistema escolar rebasa de diferentes maneras. En nuestro país hay

experiencias de educación en todos los niveles y modalidades que se gestan de manera

informal, generalmente comunitaria que rechazan al Estado, sea cual fuere, por motivos

diversos y sostienen que su carácter es popular y social. Es necesario analizarlas. Solo

en la provincia de Buenos Aires hemos registrado más de dos mil hace unos años. Si no

se avanza en articulaciones, normativas, vínculos, nos seguiremos encontrando con

náufragos de la educación, porque algunos ya hay. ¿Cómo surgen estas experiencias?,

¿porque el Estado no llega?, ¿porque el mercado no llega?, ¿por necesidades políticas?,

¿por convicciones?, ¿por interés en probar nuevas pedagogías?, ¿son consecuencias de

rigideces del sistema escolar? Quedan como preguntas.

Tercero, en la mayoría de los países hay programas focalizados de baja cobertura, con

fondos internacionales y que no superan la micro-experiencia ni tienen capacidad de ser

implementados a nivel amplio. En Argentina, los gobiernos kirchneristas abordaron ese

problema, la Asignación Universal por Hijo (AUH) impactó elevando en cifras

oficiales, cerca del 30% la matriculación en la secundaria. Solo como idea previa debo

completar mi información, entiendo que una parte de quiénes regresaron, no lo hicieron

a la escuela sino al Programa FINES en su versión “terminalidad” y ahora en su versión

“secundario acelerado”. Hasta junio de este año [2013] 1.617.222 jóvenes y adultos

pasaron por el FINES y 430.054 alumnos se han recibido en el FINES1.

Cuarto, fue adecuado haber abierto programas para recibir a los receptores de la AUH y

a los excluidos por diversas causas del sistema formal. La apertura de esos programas

muestra un reconocimiento de los elementos excluyentes de la propia escuela, pero, ¿no

habría que transformar la escuela?, ¿no deberíamos poner un profundo esfuerzo en la

formación político-cultural de los docentes y mediante una política universal focalizar

una fuerte formación disciplinaria?, ¿no habría que analizar las razones profundas de la

atracción que produce el programa FINES?

Quinto, ¿no habrá dos caminos que se bifurcan? Si le sumamos la educación privada,

cerca de un 30% de la educación argentina, podríamos concluir en que estamos

marcando la huella de tres sistemas. El público, el privado, y el de los pobres.

Sexto, un tema que está en discusión es si hay que ofrecer lo que se ha llamado “la

segunda oportunidad”. Hay un trabajo muy interesante de Flavia Terigi sobre esto. Está

en discusión la segunda oportunidad porque, además, no hay que olvidarse que hay

quienes no están de acuerdo con que haya una segunda oportunidad y sostienen que

basta y hasta sobra el gasto que implicó al contribuyente una primera oportunidad para

los pobres. Otra discusión, más nuestra, son las características de la segunda

oportunidad que entra en el estudio de las alternativas pedagógicas. ¿Se trata solo de

cambiar la condición económico-social para lograr el reingreso y realizar una incierta

apuesta a la promoción tras lograr subir peldaño tras peldaño?, ¿seguiremos sosteniendo

oportunidades que se restringen a adaptarse a un Ethos cada vez más ajeno a las culturas

juveniles, los saberes populares, las concepciones temporo-espaciales del mundo

hiperurbanizado y digitalizado?

Séptimo, se ha afirmado, y coincido, que la receta de la segunda oportunidad se diluye

si hay una buena primera. No postularé una novedad, superar la rigidez, diseñar ciclos,

circuitos de aprendizaje, módulos, itinerarios, trayectorias, puertas y ventanas de salida

y entrada sin guardias vigilando. Reconocimiento de saberes obtenidos fuera de la

educación formal o de manera irregular en las instituciones educativas. Integrar

profundamente la educación para el trabajo. Pero no es este el tiempo de estacionarnos

en las micro-experiencias, es necesario fomentarlas para producir saberes pedagógicos

transferibles a políticas públicas de mayor alcance, sostener las reformas puntuales que

se están llevando a cabo y trabajar en los puentes entre la escuela secundaria y los

programas desescolarizados con fuerte participación comunitaria.

Octavo, necesitamos analizar estas situaciones, necesitamos ver qué se está haciendo,

necesitamos tomar conciencia de hacia dónde se está caminando. Para analizar esta

situación, antagonismos y articulaciones son categorías privilegiadas, necesarias tanto

como para seguir produciendo políticas. ¿Cómo se vinculan o distancian los sujetos

educadores en la Argentina kirchnerista?, ¿quiénes son?, ¿cuáles son sus diferencias?,

¿son irreductibles esas diferencias, son esenciales, son circunstanciales?, ¿son

diferencias, son antagonismos, son distinciones?, ¿provienen de intereses corporativos,

de distancias teóricas, de lecturas distintas de la potencialidad política de la educación?

Finalmente no puedo dejar de mencionar a la Universidad. ¿Dónde está la Universidad

de mis ilusiones?, parece decir el diario La Nación expresando la más profunda

convicción elitista de su fundador. No toquen la autonomía y la autarquía no por sacras

sino por permisivas que expresan otras voces representativas de tramas que se gestaron

cuando el presupuesto universitario no alcanzaba para que los docentes pagáramos

nuestros viáticos y los edificios se derrumbaban. Pero luego esa necesidad se transformó

en negocio y la autonomía devino en autonomía de mercado. Durante los últimos años,

sin embargo, el presupuesto votado para las universidades nacionales ha llegado a

niveles más que aceptables y debe sumarse la inédita inversión en edificios, basta con

recorrer los edificios y nuevos campus de las nuevas universidades. Los salarios y la

jubilación alcanzaron un piso de dignidad. Podríamos quedarnos ahí y decir que fue una

de las inversiones más grandes de la historia de la educación en general (6,5%) y en

particular en ciencia y tecnología, en universidades, en aulas, en chicos, en laboratorios.

Sin embargo, hay otros cambios en el escenario de la educación superior. Se

multiplicaron instituciones de diverso tipo, en especial las subsedes de universidades,

lugares en donde es bastante dudosa la gratuidad que se sostiene como bandera en las

sedes centrales. Ubicadas libremente en cualquier lugar del país, coexisten colegios

universitarios, institutos docentes y tecnológicos de educación superior, sedes, subsedes

universitarias, centros de capacitación laborales, incluso institutos universitarios de

grupos determinados, como los grupos aborígenes: ahora nosotros estamos un poco

acosados en la Cámara de Diputados porque hay muchas universidades nacionales de

los grupos aborígenes que están surgiendo como propuestas. También en educación

superior hay propuestas de origen social que cuando evolucionan requieren del

reconocimiento y los fondos del Estado o de capitales privados para poder seguir

adelante.

Quiero dejar planteado que el campo de la educación superior no atraviesa una simple

crisis sino que ha cambiado profundamente. Que se trata de un nuevo ciclo impactado

por la extensión de la escuela media y la posibilidad de que su universalización se haga

por el camino que fuere. Ya hay graduados del programa FINES que se han inscripto en

universidades. Cuidemos que no se forme un circuito entre los FINES y las nuevas

universidades. Los puentes tienen que atravesar los hiatos hasta hacerlos desaparecer. El

Estado debe reafirmar su papel principal también en la educación superior. Debe

reafirmar la gratuidad de los estudios de grado y debe planificar los estudios de

posgrado garantizando la gratuidad de aquellos que son de interés nacional. Debe

garantizar que el Mercado salga del campus: que nos pague el salario el Banco de la

Nación Argentina no el Banco Santander. Y sobre todo debe avanzarse hacia un sistema

que acredite, un sistema que en lugar de fabricar desertores, en lugar de desacreditar a

quien cursó unos años y no pudo seguir, a quien sabe más y nunca llegó a la

universidad, al que sabe más porque estudió hizo unas materias en una carrera y otras en

otra: en lugar de transformarlo en un desertor y desacreditarlo, que acredite, que sume,

que valorice, que buena falta nos hace a veces a los argentinos valorizarnos un poco

más. Entonces, que este sistema de desacreditación se torne en un sistema de

acreditación es una de las finalidades principales. Nosotros hemos presentado además

del proyecto de Ley de Educación Superior, que tiene estado parlamentario, porque lo

había perdido y lo volvimos a presentar incorporando el conjunto de consultas y

propuestas que se habían hecho, como se tarda mucho en tratarse la Ley en su conjunto,

entendemos que la Ley es una alternativa profunda a la ley del menemismo, creímos

que era importante por lo menos tocar algunos lugares centrales –si no se puede cambiar

todavía toda ley– por lo menos impactar en los lugares que nos parecen centrales.

Por eso presentamos un proyecto de ley modificatoria de la Ley de Educación Superior

que incluye básicamente cuatro puntos. El primero es el reafirmar el papel central del

Estado, su responsabilidad en la educación superior. El segundo es la gratuidad de la

educación de grado, para el cual no había discusión alguna. El tercero es encomendar a

la Auditoria General de la Nación, que es quien debe velar por la aplicación como se

debe del presupuesto universitario, a que constituya un departamento especializado en

las universidades, de manera que pueda tener un control directo y no como, bueno,

siempre cuento la misma anécdota, es que de algunas anécdotas una nunca se olvida:

una vez citamos a Oscar Schuberoff a la Cámara de Diputados y todos los bloques

parlamentarios estaban listos para matarlo. Él vino con veinte contadores y trajo hasta el

boleto del colectivo. Fue la única vez en la que se le pidió que rindiera cuentas en los

dieciséis años que estuvo como rector y salió feliz a brindar porque nadie le pudo

demostrar nada. Entonces en el proyecto de ley, nosotros establecemos que en la

Auditoria General de la Nación se fiscalice y supervise cómo se aplica el presupuesto

universitario. Un punto más que es la reforma del artículo 50 de la ley vigente de la

educación superior, que es un artículo muy importante, por el cual cuando una Facultad

tiene más de 50 mil alumnos tiene la posibilidad de establecer su propia forma de

ingreso. Esto es lo que hace la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La

Plata y el rector está muy contento con la modificatoria, así como hay otros rectores que

están muy enojados. La Facultad de Medicina es propiedad de una corporación médica,

por eso ustedes leen en los diarios cada año lo que es la restricción al ingreso en esa

unidad académica. Nosotros lo que hicimos fue suprimir esa posibilidad de manera que

de acuerdo a este proyecto es la universidad la que establece condiciones pero siempre

aclarando que el ingreso es irrestricto. O sea, que si hace falta que aprendan más

matemática cuando ingresan, o lo que fuere, esto lo decide la universidad y no cada

facultad por su cuenta. Este proyecto fue aprobado casi por unanimidad por la Comisión

de Educación, solo el voto del diputado Amadeo estuvo en contra. Y nos dio muchísimo

gusto que su voto fuera en contra y fue muy explícito. Pasó por la Comisión de

Presupuesto donde fue por unanimidad y de ahí, al recinto. Allí hubo dos oradores

anotados, se los cuento por si alguna vez es ley, va a ser histórico. Había solo dos que

eran los diputados Federico Pinedo y Eduardo Amadeo. Ningún diputado del bloque

habló, hablaron ellos dos, lean los discursos porque son maravillosos, son obras

maestras del neoliberalismo, la palabra más adecuada es capitalismo salvaje.

Inmediatamente se pasó a votar: fue aprobado, o sea que tiene media sanción. Fue

aprobado con el voto en contra del PRO y del diputado Amadeo. Horas antes se había

discutido y aprobado casi por unanimidad varios proyectos que los compañeros

trabajaron mucho para transformarlos en uno, como la obligatoriedad de constituir

centros de estudiantes. Ese proyecto se había discutido, el radicalismo había estado a

favor, había hablado del Manifiesto Liminar, y horas después la verdad es que no

podían votar en contra de la gratuidad de la educación superior. Así que tiene media

sanción, está en modificatoria, en el Senado. Los senadores Daniel Filmus y Aníbal

Fernández están a favor, la presidenta de la comisión de Educación del Senado también,

solo resta saber qué pasa con este proyecto. Hemos presentado también otra

modificatoria, por la que están muy enojados los rectores con nosotros, que equipara los

derechos de los profesores interinos de las universidades nacionales que tiene dos años

de ejercicio de su función a los de los profesores concursados, los derechos laborales.

Esto es muy dificíl, pero ahí está.

Roberto Marengo

Y acabamos de presentar la prohibición del ejercicio de la docencia para aquellos

docentes que estén condenados por delitos de lesa humanidad y delitos contra la

integridad sexual.

Adriana Puiggrós

Le pido que lo diga Tito porque los diputados nos llevamos los laureles pero quienes

hacen los proyectos son los asesores, entonces son ellos los que trabajan.

Bueno, finalmente, así podemos conversar un poco, creo que los pedagogos tenemos

una deuda. No puedo menos que decir, la de contribuir desde la educación a construir

procedimientos pertinentes para enfrentar a los enemigos de la educación popular que

son las fuerzas disolutorias de la sociedad, de la Nación, del latinoamericanismo. Esto

exige a estar dispuestos a abandonar trincheras pedagógicas caducas y a producir

alternativas que, a la vez, sostengan lo mejor de las instituciones educativas. Quiero

subrayar esto, que garanticen el derecho universal de acceder a ellas y a la vez faciliten

nuevas modalidades de educación secundaria haciéndose cargo de la rica experiencia

que se está adquiriendo en el territorio. La investigación sobre las alternativas

pedagógicas se debe adentrar en la cocina de la política educativa en su trama profunda,

y debe distinguir entre las experiencias y programas que tienen capacidad

transformadora y aquellos que reforman lo posible que no está mal y los que se

enmascaran con signos de educación popular para consolidar el refugio de lo antiguo o

de salvajes intereses. La dimensión ético-política que se tramita en los distintos espacios

cobra centralidad en el análisis. Muchísimas gracias.

A treinta años de La educación popular en América Latina

Marcela Gómez Sollano

¿Qué es lo que define una fecha en el almanaque de la vida? Es una pregunta que se

abre en mi mente y en mi corazón cuando, en los pasajes de la obra político-pedagógica

de Adriana Puiggrós, la letra toma forma porque permite tejer las palabras con la

realidad y, esta con la vida misma de las personas, los pueblos y las comunidades; con

las ideas e ideales que la historia hecha presente nos devuelve para alargar la mirada al

por venir.

De qué si no se nutre la educación, sino es de la vida misma, con sus claroscuros que

nos sorprenden a la vuelta de la esquina, dejando a su paso las huellas que el inexorable

correr del tiempo deja inscriptas en los cuerpos, en las narrativas, en las arquitecturas

que resguardan los bienes culturales que la humanidad ha creado para dejar constancia

de su legado lleno de creación, invención y vitalidad, como también de los paisajes que

nublan la memoria cuando los fantasmas de la guerra, la pobreza, el exterminio, la

violencia y el racismo obligan a las generaciones a recoger los restos de un pasado que,

a pesar del dolor, por fortuna, no pudo borrarse de la historia.

Porque educar es aprender a vivir todos los días, en todas las circunstancias, las que

están ahí como herencia y las que nos acechan en su contingencia y precariedad. Es un

verbo, una acción que demanda al sujeto poner en jugo y a disposición del otro, todo lo

que esté a su alcance, todo su potencial para arraigarlo con la vida y mostrarle que vale

la pena vivir. Es un acto en el que responsabilidad, disposición y afectividad nutren al

conocimiento para hacer del quehacer educativo un terreno en el que el sujeto de la

palabra encuentre un lugar propio para habitar el mundo, reconociendo la

responsabilidad que tiene para con los demás y con su hábitat. Es lo que hace de la

educación un proceso complejo, inasible a cualquier discurso que en nombre de la

homogeneización, el mercado y el lucro desconozca las diferencias y se aísle de los

contextos. Es lo que muestra en su complejidad el carácter político del acto de educar.

Enunciado complejo que obliga a pensar, porque siendo tan importante, corre el riesgo

de quedar en el eslogan o en los dogmas que las lógicas esencialistas y ahistóricas

suelen imprimir a la realidad en función de un ideario que se construye como horizonte

de totalización que niega o invisibiliza las diferencias en nombre de una visión, un

proyecto, o un tipo de práctica social. De esto han dado cuenta en la diversidad de sus

obras diferentes pensadores, clásicos y contemporáneos, cuyo mérito está, no solo en el

tipo de saberes que han construido para colocar la cuestión política como centro de la

reflexión y mirar más allá de las determinaciones del momento, sino para generar

discursos que, con un alto nivel de elaboración teórica y epistemológica, se resisten a

quedar atrapados de su propia lógica.

El impacto que esto tiene en el quehacer pedagógico y educativo es central, ya que

muestra los límites de cualquier intento de totalización y cierre de lo social y del papel

que los procesos educativos tienen en la transformación de la sociedad, la formación de

los sujetos y la generación de alternativas. Idea central que ha acompañado la obra de

Puiggrós, con la riqueza argumentativa de un saber que no se resiste a la teoría, pero

ubica muy bien que su razón de ser crítico, es dotar al sujeto de herramientas que le

permitan comprender la complejidad y especificidad de los procesos que estudia, el

momento histórico que vive y en los cuales busca o puede incidir para su

transformación.

La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y perspectivas15

constituyó en la década de 1980 un referente central en la formación y quehacer de los

educadores. Constituyó un referente teórico-político fundamental para romper “con el

espacio teórico de la pedagogía positivista y con el formulado por las tendencias

reduccionistas de la pedagogía marxista. Se trata –apunta Puiggrós en la Introducción de

lo que inicialmente fue su tesis de doctorado y que la editorial Nueva Imagen público

como libro–16 de discutir los marcos teóricos que no dan cuenta de la presencia activa y

específica de los procesos educativos en el conjunto de las contradicciones que expresan

las sociedades latinoamericanas; dar cabida a la presencia real de gérmenes de

pedagogías diversas, antagónicas alternativas en el interior de los Estados

latinoamericanos capitalistas dependientes; dar cuenta del papel que representa la

educación en las transformaciones que se producen en las relaciones entre las fuerzas

sociales y de la insuficiencia de considerar la educación como un proceso que se

desarrolla dentro de los marcos institucionales permanentes, sin rebasarlos, sin

contradecirlos. Se trata de combatir la concepción sociologizante y despolitizada de la

pedagogía”.17

Para ese México que en la época comenzaba a coquetear con el neoliberalismo y que se

debatía por ocupar un lugar en la escena mundial que le permitiera no sucumbir a la

crisis sin desconocer su herencia precolombina y su inscripción en la geopolítica del

continente, las aportaciones del pensamiento social y pedagógico latinoamericano

constituyeron un referente central para ampliar los horizontes del conocimiento,

fortalecer el papel de las universidades y reconfigurar el espectro del saber desde un

posicionamiento crítico por las invaluables aportaciones y compromiso social que el

exilio legó al país y a las generaciones que abrevamos de esta rica y vital experiencia.

En el mapa de esta genealogía, la obra de Puiggrós y su incansable compromiso

pedagógico en la formación de las jóvenes generaciones, ha dejado huella profunda;

muestra de ello es la presencia en este espacio de diversas generaciones que nos hemos

formado al calor de las enseñanzas de nuestra querida maestra y en la tesitura de un

programa que como el de Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa en América

Latina (APPEAL) ha trascendido en el tiempo porque ha sabido sostener con el trabajo

cotidiano de quienes participamos en él, un campo de problemas y un posicionamiento

ético-político que se construye en diálogo con las transformaciones de la época para

pensar la compleja articulación entre la educación y otros procesos sociales sin

desconocer su especificidad como una práctica plagada de tensiones y posibilidades,

como una práctica político-pedagógica.

De ahí que la tesis central y los presupuestos teórico-metodológicos en los que se

sustenta el riguroso estudio que Adriana llevó a cabo sobre La educación popular en

América Latina, vayan más allá de la obra. Se han conformado como referentes cuya

actualidad se sostiene porque muestra el potencial político y heurístico de las categorías

y el horizonte epistemológico construido para pensar a la educación como una “práctica

productora de sentidos múltiples y diversos [lo que] obliga a dar cuenta de sus

15 Adriana Puiggrós, La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y tendencias,

México, Nueva Imagen, 1984. 16 Como Puiggrós lo precisa, la versión original de este trabajo, presentada como tesis de Doctorado en

Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México, llevó como título “Proyecto político y

educación en América Latina. Polémicas y tendencias en el origen de la educación popular”, (Ibídem,

pág. 9). 17 Ibídem., pp. 15-16.

vinculaciones con otras prácticas sociales, analizar lo pedagógico en relación con sus

condiciones de producción y a reconocer el carácter múltiple de esas condiciones”.18

Las nociones de discurso, hegemonía, sobredeterminación de raigambre laclauniano,

juegan como base de la articulación teórico-conceptual construida para pensar a la

educación como una práctica político-pedagógica que participa en la creación,

recreación y transformación de los sujetos sociales, y en las luchas por la constitución

de la hegemonía; por eso, además de las interpelaciones dominantes, debemos analizar

aquellas no legalizadas y combatidas.19 Colocadas en el debate pedagógico de la época,

constituyeron una verdadera revolución que abrió la posibilidad de mirar y situar el

discurso pedagógico más allá de la racionalidad científica que el positivismo le asignó

como ámbito de saber limitado a la escuela y las tareas que la racionalidad técnico

instrumental le adjudicó. Situadas en el contexto actual del pensamiento político

pedagógico de nuestra época, muestran su profundo raigambre latinoamericano y las

bases construidas para mirar de frente al imperio, restituir su sentido social y político a

la educación, como ese bien público y derecho humano que el neoliberalismo ha

mermado a lo largo de ya más de tres décadas de desarticulación de los sistemas

educativos nacionales.

Por eso, cuando Adriana regresa a México, siempre con un nuevo libro de su autoría

bajo el brazo y cruza los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad

Nacional Autónoma, nos queda la sensación de que nunca se fue, porque su legado

siempre acompaña nuestra tarea, porque los jóvenes estudiantes siguen con pasión su

obra y trayectoria, porque el personal de esta noble y vital institución la recuerda con

cariño como parte de su personal académico, porque a veces no se da abasto para

encontrarse con amigos entrañables que trascienden al tiempo y a las fronteras.

Por eso, en esta mesa que me honro en compartir con Adriana Puiggrós y Lidia

Mercedes Rodríguez me permito abrir una cuestión que me parece no debemos dejar

pasar por alto: cómo cruza a la educación popular las demandas de los movimientos

sociales que colocan en escena viejos y nuevos sujetos, así como formas de

organización que trastocan las fronteras de las organizaciones políticas tradicionales y el

sentido que adjudican a la educación como ámbito privilegiado para la formación de sus

miembros y la educación de los hijos de las familias que los integran.20 O aquellas

impulsadas por gobiernos de corte popular democrático que reconocen en la educación

del pueblo y con el pueblo, no solo la necesidad de saldar una deuda, sino de restituir la

acción pedagógica al conjunto de las iniciativas que se ponen en juego cuando son parte

de un proyecto de emancipación social. En él, la unidad de nuestra América va ganando

terreno por los caminos propios e inusitados que cada pueblo construye, inventa,

imagina.

Estos lugares intersticiales e institucionales muestran que la educación y los sujetos

pedagógicos, tienen por definición un profundo compromiso político. Ese compromiso

cobra distintos signos, más allá de su asunción manifiesta y consciente o su adscripción

disimulada. Asumirlo es una cuestión urgente para habilitar a la toma de la palabra.

Este registro de lo social, lo cultural y lo pedagógico no es ajeno a la trama de procesos

que marcan la historia moderna de nuestras instituciones, en particular de aquellas que,

como las educativas, están profundamente vinculadas con el hacer de la vida pública21 y

18 Ibídem., pág. 12. 19 Ibídem., pág. 18. 20 Raúl Zibechi, “Ecos del subsuelo: resistencia y política desde el sótano”, en Ana Esther Ceceña

(coord.), De los saberes de la emancipación y de la dominación, Buenos Aires, FLACSO, 2008, pág. 31. 21 “Lo público debe ser entendido no como un espacio sino a la manera si se quiere kantiana como un

uso, esto es, como el libre uso de la argumentación […] El libre uso solo podrá ser un uso en resistencia”,

las decisiones que en su nombre se toman para definir políticas, entendidas como “las

acciones colectivas que producen transformaciones y en los modos de subjetivación”.22

Implica, en este sentido, un deber de memoria; esto es, otra manera de interrogar

también los testimonios, una forma distinta de ubicar a los actores y sus fuerzas y, por

lo tanto, a las instituciones mismas.

Cabe aquí convocar, o tal vez continuar, con un ejercicio de conversación en el que la

traducción y la crítica jueguen como operación retórica y política, como un punto de

inflexión o dislocación que abra la posibilidad para que irrumpan otros lenguajes, otras

narrativas, otras escrituras, otras formas de imaginar la historia al punto que los mapas

culturales y cognoscitivos puedan ser reescritos y aporten para alterar la cartografía de

los saberes e imaginar nuevos pactos para que el encuentro entre las generaciones sea

posible. La educación no puede, ni debe ser ajena a esta discusión.

La política y la pedagogía amplían sus horizontes cuando voltean la mirada a las

prácticas culturales que subvierten de manera constante ese orden discursivo que busca

regular y controlar nuestra comprensión de lo real: “desregulan lo que parecía una

relación fija entre lo real y sus simulacros; reconstituyen campos de identidad y

diferencia; ponen a prueba las llamadas representaciones auténticas de la ‘verdad’ frente

a las reconstrucciones creativas”. En este sentido, pueden jugar como tensiones o

“líneas de fuga”, –en el sentido en que Benjamin las enunció, esto es, como las líneas

que separan el presente del pasado– que definen caminos para reconsiderar las formas

sociales. De entre ellas, la educación que, por el importante lugar que ocupa, requiere

nutrir sus saberes, haberes y haceres de todo el instrumental que le posibilite dotar a los

sujetos de las herramientas que les permita construir y afianzar su lazo con la vida; por

eso, su tarea se inscribe siempre en un horizonte, porque vivir es inventar, inventar lo

que no estando hace posible el por-venir.

Invitación a un ejercicio de conversación

Ahora bien, este ejercicio requiere hacer uso de ciertas formas de traducción –entre

lenguas disciplinarias que es una de las tantas figuras de la alteridad–, así como de otras

figuras de la democracia con el fin de “estabilizar” los conflictos que la diversidad

puede acarrear. “La diversidad implica entonces la aparición contingente de conflictos y

la necesidad de políticas que, sin cancelar el desacuerdo permitan tomar decisiones […]

Esto es así porque las diferencias de las que hablamos no nacen fuera de las

contradicciones políticas sino que son la realización o una función de las mismas

relaciones de poder”.23

La diversidad de lenguajes que es un hecho, es a la vez un problema generado por la

especialización que nos particulariza en pequeños espacios de saber virtualmente

incomunicables.24 De ahí la importancia de trabajar en la edificación de los puentes

Ana María Martínez de la Escalera, “Políticas de la diversidad. Contribución al debate”, en Marcela

Gómez Sollano et al. (coords.), Educación e integración de la diversidad. La experiencia de las

comunidades judías de México y Argentina, México, FFYL/DGAPA-UNAM, 2009, pág. 64; Immanuel

Kant, Filosofía de la historia, México, FCE, 1978, pp. 25-37. 22 “La política es la actividad entre colectivos y entre individuos cuyo poder creativo se nutre no de la

sociedad como hecho del pasado, sino de la organización de lo social y lo colectivo como apertura del

provenir no privilegiado de la humanidad”, Ana María Martínez de la Escalera y Erika Liding, Alteridad

y exclusiones. Vocabulario para el debate social y político, México, UNAM-FFYL/Juan Pablos, 2013,

pág. 248. 23 Ana María Martínez de la Escalera, ob. cit., pp. 61-65. 24 Wilhelm von Humboldt, Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia

sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Barcelona, Anthropos, 1990; Esther Cohen y Ana María

comunicantes, o lo que es lo mismo, inventar políticas y prácticas para integrar lo

desintegrado, para hacer el trabajo de traducción que la diversidad de lenguas, sujetos,

experiencias y saberes demanda. “Lo que es puesto de manifiesto a través de estas

experiencias, en primera instancia, es que la crítica no tiene como finalidad una analítica

del concepto sino la emergencia de nuevas acciones de desapropiación”.25

Reconfigurar lo educativo con los lenguajes de la transición constituye no solo un

imperativo ético, sino además político y pedagógico, porque en la toma de la palabra

está la posibilidad de articular el conflicto con la decisión. Historia, política y cultura

pueden ser los ángulos que sostengan la experiencia de vivir entre tiempos.

Para eso habrá que arriesgarse a poner en cuestión la pertinencia de las espacialidades

disciplinarias, las fronteras y las lenguas que habitan esos interiores pero, a la vez,

hacen la historia y la genealogía de sus luchas, de sus maneras de apropiación y

expropiación de objetos y métodos. La dimensión simbólica e imaginaria de las

narrativas culturales son una puerta para nutrir este universo complejo entre saberes,

subjetividad y experiencia; entre vivir y aprender a trazar las coordenadas de ese mapa

secreto por el que transita el territorio de la creación, porque como Mirta Rosenberg lo

desplegó en su poesía “no se memoriza una araña, se la sueña o se la ve en la hebra. Yo

trabajo con sobras y sueños”.26 De ahí la importancia de pensar la centralidad del

lenguaje y su fuerza preformativa y discursiva, esto es, política.

En este sentido, la educación tiene por delante el desafío de lograr construir vínculos de

interpelación respecto a los sujetos a los cuales se dirige,27 para descubrir allí y en los

trazos de lo pedagógico, como lo señala Graciela Frigerio, “los rasgos del sujetos de la

palabra [...] La preocupación por el sujeto conlleva para nosotros una preocupación por

el carácter político que lo define, por el espacio público en el que debe tener parte y por

las instituciones que, al ofrecerle su hábitat, formándolo, se dejan dar forma por él”.28

Que educar es un acto político es, en todo caso, la única certeza que hemos asumido,

junto con la tarea de desentrañar qué y cuánto esto significa actualmente. Esta tarea se

nos impone con urgencia. Porque cada vez son más los sin parte, porque no podemos

seguir sordos a las peguntas por el sentido que los chicos y chicas nos formulan –a

veces de maneras dramáticas– a los adultos, porque la despolitización de las políticas

educativas (en ocasiones presas de supuestos técnicos y en ocasiones presas de la lógica

mediática) no hace sino erosionar la eficacia simbólica de una educación que debería

asegurar la igualdad, justicia y libertad para todos.

En este contexto se tiene que asumir la tarea de construir un conocimiento que sea útil

para apoyar las alternativas populares de desarrollo, rompiendo con las convenciones

del rigorismo epistemológico y teórico de las siempre renovadas novedades en las

ciencias sociales, en forma de avanzar con una inteligencia creativa en el plano teórico

que no subestime a la no siempre bien perfilada voluntad de hacer. La politización de la

educación implica no desconocer tan importante empresa.

Martínez de la Escalera (coords.), Lecciones de extranjería. Una mirada a la diferencia. México, Instituto

de Investigaciones Filológicas-UNAM/Siglo XXI, 2002. 25 Ana María Martinez de la Escalera, “Políticas de la teoría”, en Rosa Nidia Buenfil et al., Giros

Teóricos II. Diálogos y debates en las ciencias sociales y humanidades, México, FFYL/UNAM, 2012,

pág. 282. 26 Mirta Rosenberg, Teoría sentimental. Buenos Aires, Tierra Firme, 1988, pág. 15. 27 Lidia Mercedes Rodríguez et al., “El nuevo milenio, la educación popular y las alternativas

pedagógicas”, en Lidia Mercedes Rodríguez (coord.), Educación popular hoy. Tendencias y debates.

Buenos Aires, APPEAL, 2013. 28 Graciela Frigerio, “La cinta de Moebius”, en Graciela Frigerio y Gabriela Dikers (comps.), Educar: ese

acto político, Buenos Aires, Del Estante, 2005, pág. 16.

Adriana Puiggrós sigue siendo una militante incansable y una intelectual comprometida

no solo con el quehacer teórico-pedagógico de formación e investigación, sino con la

formulación de propuestas y de políticas que muestran el potencial de la pedagogía

cuando se articula con la dimensión política en la multiplicidad de sus espacios en la

que esta opera y se recrea. Seguir este legado constituye un imperativo ético,

pedagógico y social. Sostenerlo es y ha sido parte de la trayectoria de quienes

participamos o han participado en la construcción de APPEAL como parte de esa

delgada línea por la que la pedagogía de corte democrático, popular y latinoamericano

han transitado de Simón Rodríguez a Paulo Freire, cruzada por la experiencia de lucha

de los pueblos por su emancipación.

El nombre de Adriana Puiggrós está indisolublemente ligado a esta historia, como una

de sus protagonistas centrales, no solo por la amplitud y riqueza de su obra teórico-

política que ha marcado y sigue marcando a varias generaciones de educadores y

pedagogos, sino por el hacer político que, caracterizado por su gran calidad humana, la

coloca a la altura de las circunstancias de nuestra dolida humanidad.

Hoy aquí, dejo constancia de mi más profundo agradecimiento a Adriana y al equipo

que, coordinado por Lidia Mercedes Rodríguez, ha acompañado esta historia de las

alternativas y la prospectiva cruzadas por el debate acerca de la educación popular de

corte democrático y latinoamericano.

Adriana, te esperamos en México para cruzar nuevamente los pasillos de la Facultad

con un nuevo libro bajo el brazo y con la riqueza de un discurso que se nutre del devenir

político argentino y latinoamericano que inauguró el naciente siglo XXI y que exige

plantear nuevas interrogantes al campo de la educación popular en América Latina. El

equipo de APPEAL Argentina ha trabajado arduamente en esta tarea, con la pasión,

compromiso e inteligencia que caracteriza el vínculo entre las generaciones y de estas

con su legado y la transformación en diálogo con los aires de la época.

Lidia Mercedes Rodríguez

Porque me parece que de alguna manera lo que dice Belén, lo que plantea Adriana, lo

que decía Marcela, es que hay una posibilidad ahí… Yo repito una cosa que dije hace

un ratito, pero que me viene todo el tiempo a la cabeza: si hay un proceso por el cual en

la segunda mitad del siglo XIX hay una ocupación del campo de la educación popular,

que es una discusión del siglo XIX, por el modelo de instrucción pública, y en el marco

del Estado, de la construcción de los sistemas, me parece que la lista que hiciste y otras

que se me ocurren de tu gestión en la provincia de Buenos Aires y también de la gestión

de Paulo Freire en Brasil y de otras experiencias, es como una respuesta por la acción. O

sea, reposicionar, retomar aquellas viejas… recuperar ese campo que fue tomado por la

instrucción pública, por otros modelos. Por otro modelo en el que lo popular se vincula

con lo democrático de manera muy específica con “las demandas sentidas” por los

destinatarios. Entre lo que se puede imaginar como un modelo utópico desde ciertos

lugares de enunciación, lo que sería una escuela popular, democrática, participativa y

revolucionaria; y lo que es sentido como una demanda sentida por los sujetos a los

cuales esa construcción se está dirigiendo. Me parece que hay medidas políticas que

tienden a articular esas dos cosas. Yo creo que esa es la búsqueda, por lo menos de

algunas de las cosas que leo.

Entonces, ¿dónde te parece, Adriana, que queda eso?, ¿dónde quedan los movimientos

sociales, las escuelas de gestión social?

Adriana Puiggrós

Acá hay un tema central. Lo que no podemos hacer es discutir a favor o en contra de la

escuela. Esa discusión no funciona. Y por lo que recién comentaba Daniel Laudari. Una

cosa es lo que decimos acá adentro, y otra es la familia que manda al chico a la escuela.

Además de que la escuela es obligatoria. Hay una ley que hace la educación obligatoria

y todos estamos de acuerdo con que lo sea. Lo único que no podemos dejar de ver es

que hay un 33% que no va a la secundaria. Esto es una realidad. Entonces qué hacemos.

Creo que en lo inmediato… no puedo decir las cosas a medias… Creo que realmente

hay un déficit fuerte en la política educativa. Me parece que en la primera gestión del

kirchnerismo se avanzó mucho; no es para hacerle publicidad a Filmus, sino que creo

que hizo una buena gestión; creo que avanzó todo lo que podía, que cambió las leyes. Y

ahí claro que tuvimos que ver nosotros desde la provincia de Buenos Aires, por

supuesto; en una discusión, no con Daniel, sino con otras personas que ahí estaban. Y

por supuesto que construimos el papel central del Estado. Pero porque eso es fuerte en

Argentina. Porque eso es fuerte entre los sectores populares, entre los docentes.

Pero creo que después no se pudo, por equis cantidad de razones y que no tienen que ver

con las personas, no estoy hablando de los ministros, sino que estoy hablando del

corazón duro del sistema educativo argentino, que no es lo mismo que los ministros.

Creo que ahí se debió haber dado algún paso más que hasta ahora no se pudo dar, y

entonces sí hay una demanda, que es la de ese 33%, que es atendida por otro lado.

Carlos Tomada me dijo que hay tres millones y medio de personas que han hecho

capacitaciones en el Ministerio de Trabajo, pero no están certificados por el Ministerio

de Educación; pueden colgar el título en la casa pero no están certificados. Entonces,

eso existe. Entonces, qué hacemos. Lo digo más concreto todavía: cuando iban a poner

a Alicia Kirchner en la lista del Frente para la Victoria como candidata a gobernadora

de la provincia de Buenos Aires, yo temblaba, porque decía que entonces quiere decir

que ahora va a venir otro ministro, de un día para el otro va a cerrar todos los programas

que hay, y qué va a pasar con la gente que ha cursado un año o dos años que está

terminando, que tiene su ilusión puesta ahí, y que no van a terminar nunca.

De eso hay que hacerse cargo de alguna manera. Y esa manera no puede ser creando un

sistema educativo, o profundizando, el sistema educativo paralelo. Ni tampoco cerrando

de un día para el otro los FINES. En todo caso, hay que exigir algunas cosas más a los

FINES. Sobre todo al FINES II. Al mismo tiempo, no puede ser que haya una duda como

la que hay sobre la certificación. Cómo puede ser que haya una discusión que siempre

escucho en diferentes lugares del territorio, acerca de si van a llegar o no los diplomas,

los certificados, los analíticos. Esa discusión no puede existir. Y los FINES tienen que

tener fines; no puede haber programa de alfabetización eterno. Por eso traía el ejemplo

de Nicaragua; es un fracaso terrible que haya todavía programas de alfabetización en

Nicaragua, que son naturalmente mucho peores de los que hubo en la década de 1970.

Creo que la respuesta es sencilla, el procedimiento es complicado. Cómo hacemos para

que los chicos puedan ir a la escuela; cómo hacemos para que la escuela les guste, para

que el docente no tenga sesenta alumnos. Son algunas cosas que las venimos repitiendo

hace tiempo. Y voy a dar el mismo ejemplo de siempre también ahí, que es el de que

por ejemplo un docente en lugar de tener cinco escuelas, no tiene una; si al Estado, a los

gobiernos, les va a costar lo mismo; entonces que tenga una. Si tenés en una escuela, en

vez de cinco, dos.

No puede ser que un docente tenga que viajar así. No solo en la provincia de Buenos

Aires, en todas las provincias; ¿saben lo que viajan los docentes en la Patagonia? Cinco

escuelas; un día en una, dos días en la otra. En cambio, si están en una, puede haber

equipo de escuela, pueden ir a la biblioteca de la escuela; cosas elementales de la

reorganización del trabajo docente para retener a los chicos. Esa es una cosa, pero hay

cientos de cuestiones, y hay que hacerse cargo.

No se trata de abandonar la escuela. Se trata de cambiarla, de transformarla. Pero

tampoco de abandonar a los que están. Garanticemos que los que están en otros planos

puedan…

Anahí Guelman

Y también me parece que estamos denominando “sistema paralelo”. Esto de tomar las

alternativas. Algo nos está diciendo lo que pasa y lo que no pasa en la escuela, y a lo

mejor tendría que pasar.

Sofía Thisted

Tampoco hay “la escuela”. Hay escuelas de las que los pibes no se quieren ir jamás, y

otras a las que los pibes no quieren entrar jamás. O sea, también hay que mirar

adentro… Me parece que lo más complicado es que, pese a que nosotros construimos un

“la escuela”, cuando uno va por esas escuelas, con lo que se encuentra es con realidades

muy heterogéneas, incluso en las experiencias entre un turno y otro. Lo que quiero decir

es que creo que en los últimos años uno vio proliferar en el marco de las escuelas

públicas experiencias muy interesantes, y que en clave de los pibes que van a ir mañana

estaría bueno tenerlas claras como para no tirar el bebé con el agua. Y al mismo tiempo,

poder conceptualizar esas experiencias. Me parece que algunas de las cosas que traía

Marcela el primer día, con mucho detenimiento, que tenían que ver con qué

construcción de sistematización está trabajando APPEAL México, es estratégica.

Porque tampoco sirve que se reediten las experiencias como máquina de hacer chorizos,

porque no funciona. Entonces, creo que hay una vuelta de tuerca de pensar qué sentidos

políticos hay detrás de estas experiencias, que sí funcionan en algunas escuelas públicas,

y logran revertir lo que otras no; y qué funciona de estas experiencias en los

movimientos sociales o donde sea. O en los pueblos indígenas, que interpelan en algún

lugar y que en otras cosas no. Me parece que ahí seguro que nos vamos a topar con las

rigideces del sistema, con las culturas y con ciertas concepciones acerca de los jóvenes;

pero creo que es distinto si tenemos más o menos claras algunas cuestiones que hoy

están funcionando para trabajar con adolescentes.

Adriana Puiggrós

Me gustaría puntualizar que una cosa es la educación primaria y otra es la educación

secundaria. Los problemas son distintos. Y el problema lo tenemos en la secundaria.

Todos los chicos van a la primaria, no hay mayor problema.

Sofía Thisted

El otro día, una dirigente sindical me comentaba que están teniendo situaciones muy

paradógicas en las escuelas. Están las escuelas que trabajan muy bien en el campo de los

derechos, y esos mismos pibes que tal vez pueden construir unos videos con

experiencias espectaculares, vienen con problemas de alfabetización importantes.

Entonces, me parece que hay canales, o una mirada de ojo más fino, o más como de

poner una lente más de cerca, para mirar integralmente las experiencias. Ella me decía

que fueron de todos lados a mirar lo que pasa en esta escuela en términos de derechos

humanos, porque es muy interesante; sin embargo, para producir sus propios textos,

tienen unos problemas impresionantes. Entonces me parece que aún con esas

experiencias interesantes en los movimientos sociales y fuera de ellos, me parece que

hay algo de las claves para habilitar para otros recorridos posteriores que también hay

que mirar.

Antonio Nicolau

Quiero hacer un comentario sobre un tema que ya hablado. Me parece que hay algo en

el formato escolar de la escuela secundaria que no funciona. Pensaba en lo que decía

Belén y me ponía en la lógica de la perspectiva en la que estamos nosotros, y hace falta

un cambio, es necesario y es urgente, que sí y solo sí se puede hacer con este proceso

político. Porque lo que está de cara a la vereda de enfrente, la verdad es que no me

aventura; esta línea de pensamiento se clausura o por lo menos se cierran a esto. Y esa

preocupación que uno tiene políticamente, de hacer que esta transformación que se

necesita en el sistema escolar como bien planteabas, específicamente en los niveles

secundario y superior, amerita que, no sé todavía bien de qué manera, porque uno lo ha

hablado con infinidad de políticos que son senadores, diputados o militantes, en ámbitos

de discusión, de qué manera poder ponerle un acelerador a esto. Porque llevamos diez

años, donde se han hecho grandes transformaciones en la legislación, pero que no

hemos podido conmover esa matriz que podríamos llamar civilizatoria, que está en el

seno de esa mirada de la escuela.

Soy director de una escuela secundaria en donde los alumnos míos se van al programa

FINEs2; y cuando voy a visitarlos, les llama la atención que los vaya a ver ahí. Los voy

a ver porque hay una afinidad…

Adriana Puiggrós

¿Cómo es eso de que vos los vas a ver?

Antonio Nicolau

Sí, los voy a ver, los voy a visitar. A veces tomamos mate en los recreos porque cursan

de noche, entonces alternadamente no tengo lugar en la escuela. La vez pasada me

encontré con una alumna y estuvimos tomando unos mates en el recreo, y charlando con

sus compañeros, lo llamativo que le parecía. Ahora, adentro de las instituciones

educativas el debate permanente es que baja la matrícula, que se van; el problema del

trabajo de los docentes, qué vamos a hacer nosotros. Porque nos sacan trabajo, nos van

a cerrar el curso. También hay una normativa que va acompañando ese proceso. Si

tengo menos de quince alumnos, se cierra el curso.

Me parece que hay como dos lógicas: una, que en la escuela secundaria, lo veo

particularmente, una lógica de la diferencia; es decir, mantener ese espíritu aunque sea

tardío, porque no es el espíritu puro del siglo XIX, la formación de la secundaria de

principios del siglo XX para una elite para la gobernación del país o para la

administración de país. Pero sigue habiendo una diferencia, hasta acá llega mi límite

como para aceptar que esta juventud me desafíe en el área de conocimiento. Y la verdad

es una lógica de subordinación: poner al chico en la lógica de “te enseño, pero estas son

las condiciones”; la subordinación hacia el conocimiento y la centralidad del saber por

parte del educador, que hace que se fragmente esa relación pedagógica de la que habla

siempre Freire, y que no se produzca un acontecimiento pedagógico democrático,

participativo pleno; y hace que el chico termine dejando porque no se banca eso.

Entonces vienen a estudiar lo que les da la profesora a la Dirección. Y ellos se quedan

haciendo mientras yo realizo otras tareas administrativas.

Me parece que ahí hay un problema. No sé cómo lo pensás, si tenés una hipótesis sobre

esto, un enfoque de pensamiento acerca de cómo desarticular esa lógica que opera cinco

horas por día, cinco días a la semana. Los pibes van para aburrirse, se van del aula;

algunos no quieren entrar. Y la verdad es que cuando uno le va a decir a la profesora

que acá tiene su alumno, miró el aula y le digo que se venga conmigo a tomar mate a la

dirección. A veces el conflicto es tan fuerte adentro del aula, de griterío, de debate, de

pelea, de puja de poder callarlos y sentarlos.

Adriana Puiggrós

Me parece que la primera cuestión es asumir el problema. Pero la verdad es que no soy

quién para decir qué tiene que hacer cada Ministerio de Educación. Al de Macri sí se le

podría decir. Pero lo que dice es muy importante. En la primera parte está la

advertencia: tengan cuidado porque nos puede ocurrir, estamos frente al peligro de tener

que decir que esta es la escuela, vengan chicos, vengan de donde sea, nos encerramos

acá porque quieren cerrar la escuela, privatizarla. Ese peligro está ahí; y por eso

podemos hablar de esto acá adentro. Pero el problema es que no podemos dejar esta

discusión encerrada en los seminarios en la facultad, ni mucho menos en APPEAL.

Entonces, por qué está encerrada; porque se da acá, donde uno puede decir todo, afuera

voy a decir otra cosa. Es cierto que el discurso político es un discurso de la semejanza.

La discusión que quedó ahí, que me hubiera gustado desarrollar, si al hablar de América

Latina es pertinente decir o hablar de “los” nacionalismos populares como una

corriente. Creo que el discurso político, sí; o sea, de acá para afuera salgo y hasta a

Nicaragua incluyo; me olvido de Daniel Ortega y hablo del Daniel Ortega de otra época,

lo traigo a la actualidad y digo que tenemos siete países en América Latina en donde

vamos para adelante con el nacionalismo popular. Pero en este lugar, no; en este lugar

creo que hay diferencias muy grandes. La pregunta es por qué hay que decirlo en este

lugar, por qué los problemas no los podemos tratar en otros lugares; cuáles serían los

lugares. Por ejemplo, ¿qué pasa con los sindicatos? Y como mis compañeros y muy

queridos compañeros de los sindicatos, de la CTERA.

Necesitamos, además que de las paritarias, que se hable de muchas otras cosas. Yo sé

que a la paritaria nadie va solo por el tema salarios; solo el diario La Nación o Clarín se

creen que los sindicatos van solo con el tema salarial; van con un montón de temas.

Pero igual algo pasa; porque la discusión no se da. Porque el reclamo del docente

diciendo que quiere estar en un aula para darse el gusto; porque los docentes se dan un

gusto cuando pueden enseñar bien; no es que van todos obligados. No es cierto que los

docentes solo quieren estar en el supermercado o el shopping los días de paro. No es así.

Los docentes somos todos los que estamos acá, que en realidad lo que queremos es

trabajar bien y tranquilos, con algo que la sociedad nos responda diciendo qué bien; no

que somos lo último de lo último como llegamos a ser en algún momento en la imagen

pública.

Entonces, creo que los sindicatos tienen que discutir esto. Me parece que hace falta un

movimiento pedagógico y no termina de cuajar. Todos los que estamos acá y muchos

otros, que no terminamos de constituir ese sujeto que es el que debería discutirlo.

Tampoco soy quién para decirles a los ministros de Educación de las provincias, porque

estamos hablando de 24 sistemas, qué es lo que tienen que hacer. Sí no me caben dudas

de algunas cosas: no es solo el ministro Bullrich, también es la ministra de Educación

de la provincia de Buenos Aires; si ponés una contadora para que use el rubro con

mayores fondos del presupuesto de la provincia de Buenos Aires, y probablemente el

rubro más grande de cualquier presupuesto del país, de cualquier Ministerio que

quieras; si ponen una contadora para que lo dirija, estamos muy mal. Y eso pasa en

muchas provincias. Entonces, después, el Ministerio de Educación de la Nación tiene

algunas cuestiones que son históricas, que no son de ahora, que vienen de mucho

tiempo, de gente muy rígida y es muy difícil coordinar eso. Es muy difícil construir un

sistema educativo nacional imaginario todavía. A veces parece imposible. Y se han

hecho unas cuantas cosas. Me parece que cuando uno habla en macropolítica, de que no

puede ser que tengamos Conectar-Igualdad que es buenísimo y que creo que es

educación popular aunque se puede discutir; pero si uno tiene el Programa Conectar-

Igualdad, los FINES, los programas del Ministerio de Trabajo, acá el sistema escolar,

pero en realidad en 24 provincias… Es todavía el sistema educativo desestructurado por

el menemismo, es todavía ese sistema, que por suerte y afortunadamente no llegó a

municipalizarse.

El otro día, en una actividad que organizó CLACSO, muy interesante, un compañero

chileno contaba sobre Chile, y ya uno lo escuchó mil veces pero es aterrador, de ahí no

se vuelve. Y nosotros resistimos. ¿Qué fue lo que sostuvo la unidad, aún con lo que

estoy diciendo, del sistema educativo argentino?, ¿cuál fue el factor que posibilitó que

no se desestructurara totalmente? El sindicato, no fue otra cosa. Lo único que hubo en la

Argentina del sistema educativo nacional durante varios años fue la CTERA.

Roberto Marengo

En derecho laboral también. Porque cayeron todos los estatutos menos el del docente.

Adriana Puiggrós

Claro, entonces, ahí hay una responsabilidad enorme de que se siga el camino de la

reestructuración. No digo desde la mirada unitaria sino desde la reestructuración. Y

tenemos que trabajar. Hay una base federal, pero no un sistema educativo nacional. Me

parece que hay muchas cosas para decir al respecto.

Una última cosa es el tema de la formación de los docentes. No estoy de acuerdo con

que siga habiendo políticas focalizadas. Creo que tiene que haber una convocatoria,

siempre espero una convocatoria de la presidenta a los docentes. No creo que los

docentes, que todos los docentes, estén en otra y no vayan a responder a una

convocatoria. Pero como hasta ahora no estuvo, tampoco puedo responder. Y me parece

que tiene que haber una política universal de formación político-pedagógica de los

docentes. Después veremos lo que haga falta, específicamente, en materia disciplinar o

lo que sea. Pero me parece que eso es necesario. Ahora bien, son muchas cosas a la vez.

Me parece que esto no está separado de otro problema que voy a poner nada más que el

título en este momento, que es un problema político, de los sujetos. Luego podemos

decir “partido”, podemos decir “movimiento”, podemos decir lo que quieran; pero cuál

es el sujeto capaz de conducir los próximos años; ¿cuál va a ser? … Esto es un

seminario. Acá solo hay que preguntarse. El domingo votamos.

Palabras de cierre

Lidia Mercedes Rodríguez

Muchísimas gracias a todos. Fue un encuentro sumamente agradable, cargado de

encuentros y afectos, altamente productivo en términos de las posibilidades de abrir

nuevos horizontes de pensamiento compartido en torno a la cuestión de las alternativas

populares y su vigencia.

Nos sorprendió la cantidad de participantes, no esperábamos tanto interés, y nos llenó

de alegría porque creemos que la educación popular es una discusión vigente,

profundamente convocante y es evidente que no somos tan pocos los que así pensamos.

Imposible intentar sintetizar la riqueza y heterogeneidad.

Solo aportar seis puntos que nos parecen fueron transversales a las discusiones.

Seguramente hay infinidad de otras lecturas posibles.

El primero, un tema que puede formularse como el de tensión entre la estructura y la

coyuntura para pensar una educación de carácter emancipatorio. Por ejemplo, el

capitalismo globalizado tiene características específicas en cada momento y región, que

demandan respuestas político-pedagógicas también distintas. A veces nos ponemos de

acuerdo en enunciados de tipo macro, pero en el plano local y del presente es más

difícil. Es un desafío para la educación popular, desde nuestra perspectiva por lo menos,

ir tomando posición en cada uno de esos planos para pensar propuestas acordes. Que no

quiere decir imponerla a los estudiantes, sino ponerla en juego.

Otro campo de problemas se plantea respecto del concepto de inclusión y su tensión con

el de emancipación. ¿Qué implicancias tiene la llamada “inclusión” de sectores que en

la lógica de la estructura capitalista van a ser subordinados, en el terreno de la

economía, de la cultura, en todos los planos de lo social? En términos pedagógicos, es

Freire quien lo enuncia con la categoría de “oprimido”, en términos de que se trata de

un sujeto que tiene de alguna manera incorporado al opresor.

Complejizando más la reflexión, cómo se vincula con la categoría de “participación”,

cuando la demanda de los grupos más vulnerables es la de acceso a los derechos que les

están siendo negados: a la vivienda, a la educación, a la salud. El sueño emancipatorio

parece a veces más del lado del educador, de la direccionalidad de largo plazo. Por eso

parece tan importante la frase de Freire cuando dice que el educador tiene un sueño y no

tiene derecho a renunciar a él. Se trata de rescatar la direccionalidad de sentido como

constitutiva del proceso pedagógico.

Otro punto siempre presente en la agenda de discusión de la educación popular es, sin

duda, su vinculación con lo político. En ese sentido, me parece que importante

distinguir los dos registros, que siempre están profundamente imbricados. Porque una

cosa es participar, incluso conducir un proceso político y otra, encarar un vínculo

pedagógico, donde también entran en juego múltiples relaciones de poder.

También se habló, y es algo extremadamente importante, de lo procedimental, lo

metodológico. Una de las principales dificultades de la educación popular es que se le

oponen todos los dispositivos técnicos, curriculares, arquitectónicos. Empezamos este

seminario organizando las mesas y las sillas en círculo y terminamos como en un aula;

porque la arquitectura y la costumbre te va llevando. Entonces, hay dispositivos

normativos, culturales, que ordenan el campo de la pedagogía y están muy

consolidados.

Por último, todo esto se puede, pero implica no solo lucha sino muchísimo trabajo y

creatividad. Hay que ponerse a trabajar. Hay que hacer nuevos currículum, nuevas

arquitecturas, nuevos procedimientos de evaluación y acreditación.

En fin, parecería que los escenarios democráticos son bastante propicios, nos toca

aguzar la imaginación y consolidar trabajos para seguir avanzando.

Bibliografía

Puiggrós, Adriana, La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y

tendencias, México, Nueva Imagen, 1984.

Gómez Sollano, Marcela, “Proyecto político y educación en América Latina. Polémicas

y tendencias en el origen de la educación popular”, tesis doctoral en Pedagogía.

Zibechi, Raúl, “Ecos del subsuelo: resistencia y política desde el sótano”, en Ana Esther

Ceceña (coord.), De los saberes de la emancipación y de la dominación, Buenos Aires,

FLACSO, 2008.

Martínez de la Escalera, Ana María, “Políticas de la diversidad. Contribución al

debate”, en Marcela Gómez Sollano et al. (coords.), Educación e integración de la

diversidad. La experiencia de las comunidades judías de México y Argentina, México,

FFYL/DGAPA-UNAM, 2009.

Kant, Immanuel, Filosofía de la historia, México, FCE, 1978.

Martínez de la Escalera, Ana María y Erika Liding, Alteridad y exclusiones.

Vocabulario para el debate social y político, México, UNAM-FFYL/Juan Pablos, 2013.

von Humboldt, Wilhelm, Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su

influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Barcelona, Anthropos, 1990.

Cohen, Esther y Ana María Martínez de la Escalera (coords.), Lecciones de extranjería.

Una mirada a la diferencia. México, Instituto de Investigaciones Filológicas-

UNAM/Siglo XXI, 2002.

Martínez de la Escalera, Ana María, “Políticas de la teoría”, en Rosa Nidia Buenfil et

al., Giros Teóricos II. Diálogos y debates en las ciencias sociales y humanidades,

México, FFYL/UNAM, 2012.

Rosenberg, Mirta, Teoría sentimental. Buenos Aires, Tierra Firme, 1988.

Rodríguez, Lidia Mercedes et al., “El nuevo milenio, la educación popular y las

alternativas pedagógicas”, en Lidia Mercedes Rodríguez (coord.), Educación popular

hoy. Tendencias y debates. Buenos Aires, APPEAL, 2013.

Frigerio, Graciela, “La cinta de Moebius”, en Graciela Frigerio y Gabriela Dikers

(comps.), Educar: ese acto político, Buenos Aires, Del Estante, 2005.

Los ponentes

ABBRITA, ARIADNA

Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires y

doctoranda en Ciencia Política por la Universidad de San Martín. Docente e

investigadora para las universidades de Buenos Aires, San Martín, Avellaneda y

Moreno. Becaria de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Se ha

focalizado en políticas públicas, participación social y movimientos sociales.

ALDINI, CRISTINA

Co-coordinadora del Programa Nacional Mapa Educativo (2004-2014), miembro de la

Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Zona Norte (desde 1997), docente

y alfabetizadora de la CREAR (1974-1975), integrante del equipo técnico del Programa

Federal de Educación de Adultos (1991-1992) y coordinadora del Centro Municipal de

Información Educativa de la CABA (1995-1996).

CANCIANI, MARÍA LAURA

Licenciada en Educación Investigadora del IICE Becaria CONICET/FFYL-UBA (tema

experiencias formativas en la agricultura familiar y campesina). Trabaja en el área de

educación ambiental, tanto en docencia como en investigación.

COMPAGNONI, VICTORIA

Referente del Movimiento Evita, responsable de educación de la Comuna 4 y también

participante del UBANEX sobre Educación Popular.

DEL CASTILLO, ISABEL

Profesora en Ciencias Religiosas, Filosofía y Teología. Profesora y licenciada en

Ciencias de la Educación, especialista en Pedagogía de la Formación de jóvenes y

adultos. Postítulos en: Práctica Profesional Docente y Gestión de las Instituciones de

Educación Superior. Doctoranda en Humanidades y Artes con mención en Ciencias de

la Educación en la Universidad Nacional de Rosario.

FERNÁNDEZ MOUJÁN, INÉS

Doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires. Docente

investigadora de la Universidad Nacional de Río Negro. Indaga en particular en torno a

la teoría de Paulo Freire y la influencia de Frantz Fanon en la obra del pedagogo y los

aportes descoloniales al debate.

FERNÁNDEZ PAIS, MÓNICA

Licenciada en Educación, doctoranda en Educación por la Universidad de Entre Ríos,

docente de la Universidad de La Plata, integrante del equipo APPEAL, y especialista en

temas de infancia.

GARRIDO, DENISSE

Estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, con orientación en

Educación e Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos

Aires. Además, estudiante-investigadora perteneciente al Proyecto PICT “Educación

popular latinoamericana en el siglo XXI”, dirigido por Lidia Mercedes Rodríguez.

GÓMEZ SOLLANO, MARCELA

Pedagoga, profesora de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la

Universidad Nacional de México. Responsable en México de los programas APPEAL y

“Políticas y reformas educativas en la historia reciente de México en el contexto

latinoamericano: tensiones, formas de articulación y alternativas pedagógicas” (UNAM.

DGAPA-PAPIIT: IN400714).

HILLERT, FLORA

Doctora en Educación, directora de la Maestría de Pedagogías Críticas y Problemáticas

Socioeducativas de la Facultad de Filosofía y Letras, profesora titular regular de la

cátedra de Educación I, investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias de la

Educación, miembro de la Junta Departamental de Ciencias de la Educación de la

Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Banco Nacional de Evaluadores de

Institutos de Formación Docente.

HUERGO, JORGE

Se destacó por sus aportes a la constitución del campo de la comunicación/educación,

del cual es una referencia insustituible. Profesor en Filosofía y Pedagogía y magíster en

Planificación de la Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata. Profesor

titular de Comunicación y Educación de la Facultad de Periodismo y Comunicación

Social de la misma Universidad. Desde 1993, profesor en las universidades nacionales

de Catamarca, Cuyo, del Comahue (CURZA), Entre Ríos, CEA Córdoba, La Pampa,

Río Cuarto, San Juan Bosco, Comahue Bariloche, Buenos Aires, Arturo Jauretche

(Florencio Varela), Jujuy. Profesor en las universidades de Colombia, Nicaragua,

Ecuador, Chile, Uruguay. Investigador categoría I del Programa de Incentivos a la

Investigación. Director del Centro de Comunicación y Educación. Desde 1995, director

de Educación Superior de la Provincia de Buenos Aires (2006-2007) y coordinador del

Programa de Transformaciones Curriculares de Nivel Superior (2008-2011). Pedagogo

en el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires desde 1988. Autor de varios

libros propios y en coautoría sobre la temática comunicación/educación. Director de la

revista virtual Nodos de Comunicación/Educación (www.perio.unlp.edu.ar/nodos) de la

Universidad Nacional de La Plata.

LISCHETTI, MIRTHA

Profesora consulta titular de la Universidad de Buenos Aires, coordinadora académica

del Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria de la Facultad de

Filosofía y Letras, directora de diferentes proyectos de investigación y autora de una

gran cantidad de libros sobre conflictos sociales.

LLOSA, SANDRA

Doctora en Educación, profesora adjunta de la cátedra de Educación no Formal:

Modelos y Teorías; miembro de la Junta Consultiva del Instituto de Investigación en

Ciencias de la Educación, realizó y realiza diversas actividades de extensión

universitaria y transferencia referidas a la educación de jóvenes y adultos y educación

popular.

MARENGO, ROBERTO

Licenciado y profesor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires.

Profesor de seminarios de especialización en la Universidad Nacional de La Plata y

profesor asociado en Metodología de la Investigación en la Facultad de Periodismo y

Comunicación Social de la misma Universidad. Ejerce como profesor de Pedagogía y

Política Educacional y Legislación Escolar en el Instituto Superior Joaquín V. González

y en el Mariano Acosta, de la Ciudad de Buenos Aires.

MARÍN, CARLOS

Llicenciado en Comunicación Social por la Facultad de Ciencias de la Educación de la

Universidad de Entre Ríos. Docente e investigador por la misma universidad y la

Facultad de Ciencias de la Gestión de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Es autor

de artículos editados en publicaciones universitarias y en revistas especializadas.

MERCADO, BELÉN

Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires. Docente

en Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana de la Facultad de Filosofía y

Letras de la misma Universidad, investigadora en APPEAL-IICE-FFYL-UBA.

Responsable de Contenidos del Módulo Pensamiento Pedagógico Latinoamericano en

las Especializaciones Docentes en Ciencias Sociales; Políticas Socioeducativas,

Derechos Humanos, Escritura y Literatura y Matemática, del Instituto Nacional de

Formación Docente.

MICHI, NORMA

Trabaja en docencia, investigación y extensión en la Universidad Nacional de Luján. Es

doctora de la Universidad de Buenos Aires y tiene una Maestría en Ciencias Sociales en

FLACSO. Ha compartido con movimientos populares varios de sus proyectos de

educación.

NAZAR HERNÁNDEZ, ISABEL

Licenciada en Ciencias de la Educación, con formación focalizada en el área de

Educación e Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos

Aires. Adscripta a la cátedra de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana

de la misma facultad desde 2011.

NICOLAU, ANTONIO

Profesor en Filosofía y Ciencias de la Educación, diplomado superior en Ciencias

Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, posgrado de

Especialización en Nuevas Infancias y Juventudes y magistrando en Educación de la

Universidad Nacional de La Plata. Director titular de escuela secundaria, profesor de

Historia de la Educación Argentina, Pedagogía y Filosofía en el nivel superior.

Trabajador social con comunidades de pueblos originarios mapuches, educador popular

en el Hogar para chicos de la calle de la obra del padre Carlos Cajade (fundador del

Movimiento “Chicos del Pueblo”).

PELUSO, NATALIA

Licenciada en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la

Universidad de Buenos Aires. Integrante del proyecto PICT “Educación popular

latinoamericana en el siglo XXI: la construcción y transmisión de saberes en la

producción de alternativas pedagógicas en la historia argentina reciente (1984-2008)”.

PETZ, IVANNA

Doctora en Antropología, coordinadora general del Centro de Innovación y Desarrollo

para la Acción Comunitaria de Filosofía y Letras (CIDAC) de la Universidad de Buenos

Aires y profesora de esta casa de estudios.

PINEAU, PABLO

Doctor en Ciencias de la Educación y profesor titular regular de la cátedra de Historia

de la Educación Argentina y Latinoamericana de la Universidad de Buenos Aires y de

Institutos de Formación y Capacitación docente. Dirige diversos proyectos de

investigación y ha publicado trabajos en revistas nacionales e internacionales en

temáticas de Historia, Teoría y Política de la Educación. Ocupó la presidencia de la

Sociedad Argentina de Historia de la Educación y ha dirigido su revista científica, el

Anuario Argentino de Historia de la Educación.

PUIGGRÓS, ADRIANA

Doctora en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México; master en

Ciencias en la especialidad de Educación del Centro de Investigaciones y Estudios

Avanzados (CINVESTAV) del IPN, México, y licenciada en Ciencias de la Educación

(FFYL-UBA). Entre numerosas distinciones y premios recibió la beca de la John Simon

Guggenheim Memorial Foundation, la Mención Especial a personas destacadas de la

Fundación Konex, y el Primer Premio Ensayo del Convenio Andrés Bello (2005). Ha

publicado dieciocho libros de su autoría y cuarenta en colaboración, además de

numerosos artículos en publicaciones científicas y de divulgación, traducidos a varios

idiomas. Fue electa diputada nacional, en representación de la provincia de Buenos

Aires (2007-2011 y 2012-2015), y presidenta de la Comisión de Educación de la

Cámara de Diputados del Congreso de la Nación Argentina desde 2008. Fue directora

general de Cultura y Educación (ministra) del gobierno de la provincia de Buenos Aires

(2005-2007); secretaria de Estado para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación

Productiva del Ministerio de Educación de la Nación Argentina (2001), diputada

nacional (1997-2001), y se desempeñó como presidenta de la Comisión de Ciencia y

Tecnología de la Cámara de Diputados de la Nación. Fue diputada Convencional en la

Convención Constituyente en 1994. En la actualidad es presidenta del Partido Frente

Grande que integra el Frente para la Victoria.

En el plano académico, es profesora consulta de la Facultad de Filosofía y Letras de la

Universidad de Buenos Aires, y fue profesora titular de Historia de la Educación

Argentina y Latinoamericana (1987-2007); es investigadora principal del CONICET.

Desde 1987 dirige el Programa “Alternativas Pedagógicas y Prospectiva educativa en

América Latina” (APPEAL) en México y Argentina. Fue profesora titular de la Facultad

de Filosofía y Letras de la UNAM (1974-1987).

RÍOS, MARIANELA

Estudiante de Antropología, forma parte del equipo de la Modalidad de Educación

Intercultural del Ministerio de Educación de la Nación. Integrante del proyecto

UBANEX de “Educación Popular en el siglo XXI, sistematización de experiencias y

capacitación de formadores en contextos de vulnerabilidad”.

RODRÍGUEZ, LIDIA MERCEDES

Doctora en Filosofía por la Universidad de París VIII. Magíster en Ciencias Sociales

por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Docente de la Universidad de

Buenos Aires y directora de proyectos del Programa APPEAL con sede en el Instituto

de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de

la Universidad de Buenos Aires. Se ha especializado en Historia de la Educación

Latinoamericana, educación de jóvenes y adultos, y educación popular.

RUIZ, CARLOS ALBERTO

Profesor de Enseñanza Primaria, licenciado en Ciencias de la Educación, especialista en

Educación, con Diplomatura Superior en Gestión Educativa y en Currículo y Prácticas

Escolares. Docente en los niveles universitario, superior, medio y primario. Reconocido

por sus trabajos en capacitación a directores, supervisores, y docentes, desempeñándose

desde 2007 como coordinador del Área de Capacitación del Ministerio de Educación de

la Nación. Rector del Instituto de Formación Técnica Superior N° 28 de la Unión de

Trabajadores de la Educación, y secretario académico de la carrera de Pedagogía y

Educación Social con Orientación a Derechos Humanos desde 2007.

STICOTTI, DANIEL

Licenciado en Ciencias de la Educación Permanente por la Universidad Nacional de

Luján. Cursó la Maestría Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)

desde 1994. Desde 2003 es coordinador del Programa Nacional del Mapa Educativo del

Ministerio de Educación de la Nación.

TELIAS, ALDANA

Licenciada en Ciencias de la Educación. Doctoranda de la Universidad de Buenos

Aires. Dedicada a la Educación Ambiental en áreas de investigación, gestión y

formación docente. Investigadora del proyecto UBACYT Título “Experiencias

educativas en la conformación del campo de la educación ambiental (EA): conflictos

ambientales y territorialidad”, IICE-APPEAL - UBA.

THISTED, SOFÍA IRENE

Licenciada en Ciencias de la Educación y aspirante al título de Doctora por la

Universidad de Buenos Aires. Es docente universitaria de grado y posgrado, e

investigadora de la carrera de Ciencias de la Educación de la misma Universidad y la

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La

Plata. Especialista en temas de educación intercultural y ex directora de la Dirección de

Modalidad de Educación Intercultural de la Provincia de Buenos Aires (2007).

TUCCI, MARÍA CRISTINA

Profesora de Enseñanza Media y Superior en Filosofía de la Facultad de Filosofía y

Letras de la Universidad de Buenos Aires, docente de Trabajo Social Comunitario II en

la Universidad Nacional de Avellaneda y de Filosofía de la Dirección General de

Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires. También es investigadora en

formación en APPEAL-IICE-FFYL-UBA.

YAVEROVSKI, ALEJANDRO MARTÍN

Profesor de Historia, graduado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de

Buenos Aires. He realizado numerosos trabajos en el área de la Historia de la Educación

referidos a la participación política estudiantil en la escuela media, la educación popular

y las universidades populares.

ZYSMAN, ARIEL

Licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires, docente de

Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y

Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Investigador del Programa

APPEAL. Cursó estudios de Maestría en Ciencias Sociales y Educación en la Facultad

Latinoamericana de Ciencias Sociales y es doctorando en Educación por la Facultad de

Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó en diversos cargos

en la función pública. Actualmente es subsecretario de Asuntos Académicos de la

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires.