revista el hogar educador invierno 2011

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Hogar Educador Una educación para hoy, mañana y siempre Ideas para Estudiar Geografía El Próxima Conferencia Pachuca 2011 Cómo Retener un Pensamiento Invierno 2011 / Vol. 18 / No. 1

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Revista El Hogar Educador Invierno 2011

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Hogar Educador

Una educación para hoy, mañana y siempre

Ideas para EstudiarGeografía

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Próxima

Conferencia

Pachuca 2011

Cómo Retenerun Pensamiento

Invierno 2011 / Vol. 18 / No. 1

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Page 3: Revista El Hogar Educador Invierno 2011

Nuestra MisiónTodos nuestros esfuerzos tie-nen una cosa en común: la familia. Nuestro deseo es ver que las familias lleguen a co-nocer a nuestro Señor, como también que crezcan en El.El propósito primordial de esta publicación es ayudar a los padres a alcanzar a sus hijos para Cristo. Fue por esta razón que empezamos a pu-blicar El Hogar Educador en 1996. Es una revista trimes-tral diseñada para contribuir a la enseñanza y aliento de los padres que están educando a sus hijos en el hogar.

Creemos......en la Biblia — Creemos que cada una de las palabras de los escritos originales de las Sagradas Escrituras es la Palabra de Dios inspirada y que no tiene error. La Biblia es la autoridad final por la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con los que nos rodean. Es el fundamento de nuestra fe,

creencia y conducta. Dicho escuetamente, en El Hogar Educador creemos en la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis. ...en la Trinidad — Dios exis-te en tres personas eternas — Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Estos tres son uno....en la Salvación — Creemos que la salvación se recibe úni-camente por la fe en Cristo. (Gálatas 2:16 Sabiendo que el hom-bre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.) Su muerte y resurrección son la expia-ción de nuestro pecado. El arrepentimiento del pecado, la fe en la obra que Cristo hizo a través de la cruz (su muerte, sepultura, resurrección y as-censión), y la confesión son el único camino a la salvación. La salvación es un regalo de Dios disponible para todos los que creen.

Aunque pretendemos ser bíblicos en nuestro enfoque, la sola publicación de algún material en El Hogar Educador no constituye un respaldo absoluto de todos los detalles de su contenido. I Tesalonicenses. 5:21.Nuestro agradecimiento especial para los muchos autores y editores que bondadosamente otorgan permiso de traducir y reproducir sus materiales. Todos los artículos reproducidos se publican por autorización del dueño de la propiedad literaria.También queremos expresar nuestra gratitud por todos los que oran por nosotros y por esta obra. Reconocemos que sin la ayuda del Señor toda nuestra labor sería en vano.Publicado y distribuido trimestralmente sin costo a todos los que lo soliciten.Se autoriza la reproducción y distribución de esta revista parcial o totalmente. Sólo pedimos que se incluyan nuestro nombre y dirección, así como un aviso con respecto a la disponibilidad gratuita de El Hogar Educador para los que lo soliciten.

Responsables de la Publicación Josué y Bevy CuevasAlex y Elsa GuzmánErnesto y Ana Iñigo

Esteban IñigoMike y Pam Richardson

Dave y Karin Tucker

El Hogar Educador (USPS number 021-435)

Apartado Postal 48725000 Saltillo, Coahuila, México

Correo electrónico: [email protected]

1001 South 10th Street, Suite G-529McAllen, Texas 78501 USAE-mail: [email protected]

El Hogar Educador (ISSN: 1539-4735) is published Quarterly, 1001 S. 10th St., Ste. G-529, McAllen, TX 78501. Periodicals postage rates paid at McAllen, TX. Postmaster, please send address corrections to El Hogar Educador, 1001 S. 10th St., Ste. G-529, McAllen, TX 78501.

Todo el material publicado en la revista El Hogar Educador tiene Copyright 2011 por El Hogar Educador. Impreso en México

DiseñoAna María Iñigo

El Hogar Educador ContenidoCuando Esperar es Mejor por Terri Miller 4

Dos Bendiciones para el Hogar 1° Partepor Nancy Campbell 6

Preservando a Pesar del Dolor por Frances C. Hansen 8

Entre Mamáspor Pam Richardson 11

Listo para el Kinder por Debbie Feely 12

Iniciando la Jornada de Educar en el Hogar por Denise Kanter 14

Cambiando Radicalmente a los Rebeldes por Karin Tucker 16

Cómo Retener un Pensamiento por Elaine Depew 24

Ideas para Estudiar Geografíapor Fabiola López 20

Conferencias 2010 - 2011 26

La Última Palabrapor Mike Richardson 28

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4 El Hogar Educador Invierno 2011

Cuando Esperar es Mejorpor Terri Miller

Yo ingresé al mundo de la educación en el hogar de manera semejante a como alguien cae en una alberca

cuando es empujado.

Mi hija se estaba acercando rápidamente a la edad esco-lar, y cada vez que pensaba en que esta niña tan tímida y talentosa fuera a la escuela, sentía una opresión en el pecho y se me secaba la boca. Me podía imaginar a esa pobre y desprevenida corderita siendo devorada viva por esos lobos.

Hice un par de preguntas y luego la pelota comenzó a rodar.

Yo era una maestra certificada, así que pensé que me sería muy fácil. De inmediato comencé a escoger el currículo y a arreglar la casa para que fuera una pequeña escuela.

Funcionó de maravilla para Alyssa. No se podía aguantar las ganas de trabajar en su cuaderno de trabajo, y ella no sentía que había aprendido algo a menos que hubiera dejado un altero de papeles sobre mi escritorio al final del día. En tan sólo unas pocas semanas ya estaba leyendo y haciendo problemas de aritmética. La nuestra era verdaderamente una experiencia de educación en el hogar exitosa.

Luego llegó Jordan.

Alyssa escribió su propio nombre a los 2 1/2 años de edad. Para los 3, Alyssa conocía los colores y las figuras, y podía contar. Jordan no podía ni completar una oración hablada para los tres años de edad. Pensé que el niño tal vez tenía problemas serios.

Me di cuenta que Jordan sonaba como si estuviera hablando en otro idioma. Él había inventado sus propios sonidos para representar palabras. Parecía molestarle que se esperara de él que usara el inglés. Él quería que nosotros aprendiéramos su lengua.

Finalmente se dio cuenta de que si quería comunicarse con nosotros, iba a tener que aprender el inglés. Muy poco tiempo después estaba hablando hasta “por los codos.”

Soy una mujer razonablemente inteligente, de manera que ahora me sorprendo de mí misma, pero cuando Jordan llegó a la “edad escolar” saqué el currículo, o sea, los mate-riales escolares que había utilizado con Alyssa.

Eso no funcionó.

Fui a la biblioteca y saqué prestado un programa de foné-tica llamado “Hooked on Phonics.” Para el final de la tarde estábamos los dos llorando.

Él no tenía el menor interés en la lectura, ni en aprender a leer.

A los 4 años de edad no conocía los colores ni las figuras, y a los 5 años no conocía el alfabeto ni los sonidos de las letras; aunque en ese momento no me daba cuenta, estaba viendo abrirse delante de nosotros un nuevo y maravilloso mundo para nuestra familia.

En ese tiempo pensaba que a futuro tendríamos que reali-zar trabajo terapéutico de remediación y consultar a exper-tos en lento aprendizaje.

Al estar en el medio de la educación en el hogar, comencé a leer libros escritos por Charlotte Mason y Raymond Moore. Estos libros abrieron mis ojos a una nueva manera de ver la educación de mis hijos.

Recordé el desarrollo del lenguaje de Jordan y me dije a mí misma: “Si él puede desarrollar su propio lenguaje a lo mejor debería dejar que lo haga, y luego veremos qué pasa.”

Eso me daba temor.

Nuestros familiares estaban preocupados porque estába-mos educando en el hogar, pero cuando vieron el progreso de Alyssa se tranquilizaron.

¿Cómo les podía explicar a ellos mi incipiente filosofía? No lo intenté. Solamente quería ver si iba a funcionar.

Realmente, no tuve que esperar mucho tiempo.

Me di por vencida con las hojas de fonética, cuadernos de trabajo y libros de lectura. Nada más me dediqué a leerle y a orar que estuviera haciendo lo correcto.

Un día como al final de su “primer año de primaria,” me trajo un libro de lectura y me dijo: “Mamá, ¿me podrías enseñar a leer hoy?”

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Le dije: “Por supuesto.”

Por dentro, me preguntaba si realmente sabía lo que estaba haciendo.

Comencé a repasar los sonidos de las letras y para mi ale-gría, en menos de una semana, el pequeño estaba leyendo a su nivel escolar. No pasó mucho tiempo antes de que su nivel de lectura fuera semejante al de su hermana.

La hermosura de la educación en casa es que podemos diseñar nuestras propias vidas y estilos para satisfacer las necesidades de los niños.

Si hubiera sido inflexible en mi estilo de enseñanza, pienso que hubiera seguido batallando con Jordan hasta el día de hoy.

Cuando los niños están listos para aprender a leer, se lleva muy poco tiempo y esfuerzo enseñarles.

De cualquier manera, le enseñé fonética y las reglas a Jordan pero no necesitó más que unas cuantas lecciones,

puesto que ya estábamos leyendo libros de verdad. ¡Todo esto ha sido tan divertido!

Este mismo niño, que estaba más interesado en bichos y lombrices a los 5 años de edad, ¡ahora está leyendo acerca de esos bichos y lombrices en libros bastante avanzados!

Nuestra meta como educadores en el hogar debe ser el satisfacer las necesidades de cada uno de nuestros hijos.

Cuando nos tomamos el tiempo para llegar a conocer a nuestros hijos, y pasamos tiempo proveyendo para sus necesidades, tendremos éxito. Y más importante, nuestros hijos tendrán éxito.

Terri Miller ofrece ideas y pensamientos refrescantes cada mes en su columna mensual en la revista NICHE. Terri y su esposo Terry viven cerca de Winterset, donde educan en el hogar a sus cuatro hijos. Terri es una escritora independiente y conferencista que puede ser contactada en [email protected].

Publicado con permiso de la revista The NICHE Newsletter febrero 2006.

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Dos Bendiciones para el Hogar 1° Partepor Nancy Campbell

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Perseverando a Pesar del Dolorpor Frances C. Hansen

Años antes de ese día, mi esposo y yo habíamos decidido educar en el hogar a nuestros tres hijos. Queríamos ser la influencia en sus vidas que forjara su carácter, con los prin-cipios piadosos en que nosotros creíamos. Yo trabajaba un día a la semana como enfermera en una clínica pública y mi esposo, Phil, trabajaba cuatro días de 10 horas cada uno para que pudiera tener libre los miércoles para enseñar a nuestros hijos. Era un gran cambio a media semana y nos parecía excelente a todos. Sin embargo, poco sabíamos esa mañana de abril que el cambio más grande estaba por venir y que nuestras vidas estaban por enfrentar una tremenda sacudida. ¿Prevalecería la educación en el hogar?

Para cuando llegó la tarde, estábamos ocupados con los quehaceres de la casa y posteriormente con la clase de educación física en unas canchas de tenis, para la cual mi esposo había hecho los arreglos. Sonó el teléfono. Sabía que era mi esposo, Phil, pues acostumbraba llamarme dia-riamente a esa hora. Siempre esperaba con entusiasmo oír su voz, sabiendo que estaría en casa en un par de horas más. Me hablaba en voz baja y se oía diferente, no alcanzaba a entender porqué. “Estoy en urgencias… no tengo nada roto… solamente contusiones.” Fueron las siguientes pala-bras las que hicieron que se me subiera la presión. “Estaba descargando el camión y me cayeron encima 200 kilos que me tumbaron al piso. Estaré en casa en un rato más.” No sabía en ese momento que ese sentimiento nauseabundo en la boca de mi estomago estaba presagiando el futuro que nos esperaba. Algo no estaba bien. Phil era el gerente de servicios de alimentos en el albergue cristiano local. Había estado teniendo achaques de mareos, me parecía que era más olvidadizo y se veía más cansado días antes. Sin embargo, debido a la falta de personal y a la gran demanda, había estado trabajando más duro. No había quien pudiera reem-plazarlo, y recuerdo haberle dicho que estaba preocupada y que no quería que se convirtiera en el “mártir del albergue

cristiano.” Todo lo que hacia, lo hacia con todo el cora-zón, inclusive el educar en el hogar. Era muy creativo y a los niños les encantaban sus ideas para el aprendizaje prác-tico tipo “manos en la masa.” Construyó un caballete para cuando contrato a un pintor local para que les diera clases de pintura a los niños. El maestro podía imitar muchas voces de gente famosa de manera que las tardes de clases eran muy joviales escuchando las voces desde Elvis Presley hasta Ronald Reagan dando instrucciones acerca de cómo pintar. Cuando nuestra hija estaba teniendo problemas con las matemáticas, Phil le hizo un ábaco. Cuando enseñó acerca del diluvio mundial, de alguna manera incluyó ense-ñanza sobre El Niño y los muchachos quedaron cautivados con el tema.

Poco tiempo después, como lo había prometido, mi esposo entró cojeando a la casa. Las lecciones de tenis se cancelaron esa noche. Después de una noche de descanso, al siguiente día regresó al trabajo. Pero conforme pasaban los días se hicieron evidentes más cambios. La memoria de Phil parecía más trastornada de lo que había estado anterior-mente y estaba perdiendo el equilibrio. Los paseos que nos encantaba dar por las noches ahora eran acompañados de un bastón. En un tiempo, sufrió adormecimiento de la cintura hasta los dedos de los pies. Durante el mes siguiente Phil vio a diecisiete médicos y fue hospitalizado para que le hicieran diversas pruebas. Había días en que lo acompañábamos a la clínica, cargando libros en nuestras mochilas para estu-diar mientras esperábamos que lo recibiera el médico. En este punto él ya no podía manejar pues tenía adormecido el pie derecho y casi había tenido un accidente por esa causa. Las personas se quedaban mirando con curiosidad a nues-tros hijos con sus libros. Me llegaron a hacer innumerables preguntas de porqué estaban “fuera de la escuela” y me fue difícil soportarlas. Ninguno de nosotros sabía qué era lo que le estaba pasando a nuestro padre y esposo, sin embargo, la seriedad del asunto nos acechaba continuamente; mientras como familia intentábamos poner un pie delante del otro para dar el siguiente paso. Después del tiempo en el hos-pital, el diagnóstico seguía sin tener claridad. Como enfer-mera que era tenía que luchar contra tantas ideas de posi-bles enfermedades que venían a mi mente. Mi mente luchó contra ideas de tumores cerebrales y enfermedades neuro-lógicas raras. Phil había estado expuesto al Agente Naranja en Vietnam y el temor a que hubiera sido envenenado por ese producto era un temor secreto en mi corazón que nunca había expresado. ¿Podría realmente estar ocurriendo?

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Ya estaba cansada de tanto viaje a los consultorios médicos para no obtener un diagnóstico preciso de su enfermedad. Caminábamos con muchas incertidumbres y el estrés por lo desconocido estaba llegando a ser inso-portable. Logré que lo viera un neurólogo reconocido del centro médico. Examinó el resultado de la exploración con resonancia magnética y nos comunicó su diagnóstico. Nos dijo que Phil tenía esclerosis múltiple. La sentencia había sido anunciada y una enfermedad incurable y de largo plazo había venido a vivir en nuestro hogar. Las nuevas medicinas en contra de la EM no habían llegado aún y nuestra única esperanza era un milagro de Dios. El hombre que tenía la mente creativa y la motiva-ción para educar en casa a nuestros hijos ahora se quedaba dormido a diferentes horas del día. Comencé a trabajar más horas, pues el mío era el único ingreso de la familia. Phil estaba perdiendo la pacien-cia con mayor frecuencia, seguido se le olvidaban las cosas y estaba teniendo visión doble. Mi trabajo de enfermera ahora chocaba con mi decisión de seguir enseñando a mis hijos. Trabajé mucho con pacientes de Medicare y la carga por la papelería que se tenía que llenar y mi trabajo en la escuela en el hogar crecían continuamente, poniendo más estrés sobre noso-tros. Los días rutinarios y típicos en nuestro hogar dejaron de exis-tir. Phil todavía enseñaba tanto como podía en los días en que yo trabajaba, pero había muchos días cuando hablaba a la casa en que los niños me decían que Phil se había quedado dormido en el colchón que habíamos subido al cuarto de clases. Yo no comprendía su fatiga hasta que un día me dijo: “Siento como si alguien hubiera metido una aspiradora dentro de mí y me hubiera aspirado todas las fuerzas.” Yo sabía lo exhausta que me sentía y no podía imaginar cómo se sentía él al haber perdido el control de todo lo que era y lo que había aspirado llegar a ser.

Me preocupaba que nuestros hijos pudieran de alguna manera ser defraudados en su aprendizaje. Pero en reali-dad desarrollaron una fuerza de carácter que solamente la

vida la puede enseñar. Llegamos a depender de la ayuda en alimentos de iglesias locales. Llegó el momento en que me tuve que tragar mi orgullo para ir al Ejército de Salvación y pedir ayuda para pagar la renta. Nuestro salón de clases dejó de ser el ático de la casa para convertirse en el mundo que nos rodeaba. Las excursiones a lugares como el zoo-lógico eran momentos para atesorar, sin las interrupciones de llamadas telefónicas de alguna clínica de neurología o

de algún laboratorio. Las activida-des escolares quedaron interrum-pidas cuando tuvimos que empa-car porque nuestro arrendador decidió que debíamos comprar su casa. No estábamos en posición de comprar la casa. La vida dio otro giro brusco cuando ya no nos era posible seguir ahí. Nuestro pastor llegó con todo el grupo de jóvenes de la iglesia y nos ayudó a cambiar la mayoría de nuestras pertenen-cias, incluyendo nuestro piano, a un establo que tenía su mamá. Llevamos nuestra pequeña familia y nos establecimos en un campa-mento cristiano a orillas del Lago Ontario, a cuarenta y cinco minu-tos de mi lugar de trabajo. Por una cuota muy económica, podíamos quedarnos en una cabaña de un solo cuarto puesto que no teníamos a donde más ir. La brisa fresca del lago le cayó bien a Phil en julio pues, la EM se agrava con las tem-peraturas altas. Los niños habían terminado el año escolar para estas fechas. Sucedió que en ese tiempo se estaba llevando a acabo un cam-pamento para niños con duración de dos semanas. Conocíamos a las personas encargadas y llegamos a un acuerdo para que nuestros hijos pudieran asistir. ¡Eso fue mara-villoso! Apartó sus mentes de lo serio de nuestra situación y per-mitió que Phil pudiera descansar. Yo seguí regresando a trabajar a la

ciudad varios días a la semana pero siempre me preocupaba por la familia que se quedaba en el lago.

Ese verano nos convertimos en nómadas. En el campa-mento solamente pudimos quedarnos dos semanas pues después de ese tiempo la cabaña estaba rentada a otra fami-lia. Fuimos de campamento en campamento y termina-mos por quedarnos en la casa de un amigo de la iglesia. El

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hombre que vivía ahí acababa de divorciarse de su esposa. Vivía solo en una casa muy grande y la abrió para nosotros, dejándonos el uso de la casa y él se fue a vivir a un pequeño apartamento que estaba encima de la cochera. Tres meses después encontramos una casa que podíamos rentar en un pueblo cercano. El estado de Phil empeoró y el médico en el hospital para veteranos me informó que mi esposo tenía múltiples lesiones en su cerebro y que probablemente iba a tener que estar en algún tipo de asilo u hospicio para enfermos para cuando tuviera unos cincuenta y cinco años de edad. Yo decidí seguir esperando un milagro. Conti-nué educando en el hogar a mis hijos que eran los únicos que en un principio me ayudaban a cuidar de su papá. Luego él siguió agravándose al grado de llegar a ser total-mente dependiente de otras personas. Busqué todas las oportunidades que podía para que mis hijos se involucraran en actividades y establecie-ran amistades con otros niños educados en el hogar. Final-mente, me fue posible conse-guir cierta ayuda de algunas instituciones que atienden a enfermos en los hogares. Nuestros hijos aprendie-ron a trabajar con muchas interrupciones. Al hacerlo aprendieron a perseverar. La adversidad trajo nuevas lec-ciones, más allá de las metas que tiempo atrás habíamos establecido meramente del currículo académico. Apren-dieron compasión, empatía, determinación, diligencia y paciencia. Vieron de primera mano cómo Dios proveía para nosotros en cada paso del camino, inclusive la manera en que Dios proveyó para que tuviéramos nuestro propio hogar, totalmente equipado para cuidar de una persona minusválida.

Muchas personas me decían periódicamente que “algo tenía que dejar de hacer.” Con ese “algo,” por supuesto, se referían a la educación en el hogar. Sin embargo, con cada año que pasaba, más me convencía de ello. Mantuve el curso. Mi esposo ya no podía andar ni hablar, tampoco podía alimentarse a sí mismo, no obstante, sé que él también hubiera querido que continuáramos. La lección acerca de la gracia de Dios ha sido profunda en nuestras vidas y no es algo que pudiéramos haber aprendido de algún libro. Seguimos adelante, a pesar de los desafíos.

Cuando mis hijos tenían 19, 17 y 14 años y Phil tenía 50, el Señor lo llamó a su presencia. Murió en la casa, en la presencia del personal del hospicio que cuidaban de él, pero más importante en la presencia de Dios y rodeado de sus seres queridos. Se le extraña grandemente.

Desde entonces han pasado casi cinco años. Nues-tra hija terminó la escuela a los 17 años y luego se graduó de cosmetóloga. También lleva dos años de universidad siguiendo su propósito de recibirse como maestra. Está casada y tiene una hija de cuatro meses. Nuestro hijo inter-medio se graduó de la escuela en el hogar a los 16 años, hizo dos años de universidad y apareció en la revista “Quien

es quien entre los estudiantes en universidades de dos años (Junior Colleges).” Ahora es un oficial en los Marines de los Estados Unidos. Está tra-bajando en la meta de llegar a ser piloto. Nuestro hijo más joven también terminó la escuela en el hogar a los 16 años y tomó materias en la universidad comunitaria mientras terminaba su edu-cación en el hogar. Es cabo primero en los Marines, en el campo de inteligencia, y espera pronto su segunda gira en Irak. Tiene como meta tra-bajar para la CIA. Yo eduqué en el hogar a mis hijos por 14 años. Esos años ya han pasado, sin embargo, apoyo siempre a los educadores en el hogar en cada oportunidad que tengo. Planté las semi-llas y regué las plantas con muchas lágrimas por muchos

años, y ciertamente Dios ha dado el crecimiento y produ-cido el fruto en las vidas de mis hijos. Todo viene a mi mente cuando escucho a personas exaltar el carácter de mis hijos. Doy gracias a Dios por la oportunidad y la gracia que nos dio para perseverar a pesar del dolor.

Frances Hansen es enfermera y trabaja en el hospital de Syracuse en Nueva York. Sus otros artículos pueden encontrarse en las revistas: Home Education Magazine y The Journal of Christian Nursing.

Tomado de la revista The Old Schoolhouse, verano 2004. Copyright, 2004. Usado con permiso.

www.TheHomeschoolMagazine.com

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Entre Mamáspor Pam Richardson

Hoy es un lunes frío por la mañana. Me imagino que para cuando les llegue la revista ya estaremos co-menzando a tener días cálidos.

Le he estado preguntando al Señor: “¿Qué es lo que las mamás necesitan oír?” Por mi mente cruzó la expresión: “esto también pasará.” Esa es la naturaleza de nuestra vida.

Cada nuevo hijo y cada nueva etapa en la vida del niño trae nuevos desafíos y nuevas alegrías. Parece que para cuando encontramos un sistema que empieza a funcionar, las cosas otra vez comienzan ser diferentes. Hay una nueva adición a la familia, los niños crecen y las cosas cambian. De manera que la expresión: “esto también pasa-rá”, realmente refleja lo que es la vida.

Disfruta a tu precioso recién nacido quien realmente se queda donde lo pones. Toma fotos, tómate bastante tiempo para sentarte y darle pecho a tu angelito. Habla con él y míralo a los ojos mientras lo amamantas. ¡Ah! porque demasiado pronto estará corriendo por ahí y ya no se sentará en tu regazo—esto también pasará.

No te preocupes demasiado por los platos que necesitan lavarse. Dedícale tiempo a ese precioso bebé. Des-afortunadamente, parece que siempre habrá platos sucios en el fregadero y aun habrá platos que lavar después de que ese bebé se case.

Cuando tus hijos se estén peleando y argumentando acerca de meterse a bañar en la regadera. No te preocu-pes demasiado—esto también pasará. Cuando vayan creciendo y se den cuenta que a las muchachas les gustan más cuando están limpios, se darán un baño sin pelear y, ¡hasta se peinarán el cabello!

La semana pasada asistimos a dos funerales aquí en el valle. Uno, de un hombre que tenía 24 años y el otro de un hombre de 86 años. Ambos reflejaban la realidad de —esto también pasará. Todos estamos en una jorna-da que puede terminar en cualquier momento.

He estado pensando más en las cosas que realmente son importantes. Mientras estudiaba un libro de ciencias con mis hijos, me sorprendí de cosas que había olvidado o que se enseñaban de manera diferente cuando yo era niña.

Necesitamos estar equipando a nuestras hijas e hijos para que sean mujeres y hombres adultos. Realmente no estamos criando niños, estamos preparando adultos. Pienso que en este día fresco me voy a preparar un chocolate caliente, voy a buscar una cobija y me voy a sentar a leerles en voz alta a los niños. Luego buscaremos algo de leña para hacer una fogata y coceremos unos malvaviscos sobre el fuego. (Esto será después de que hayan aca-bado su asignatura de matemáticas y corregido los problemas.) Hoy es un buen día para tener una fogata afuera.

En unos cuantos meses hará calor y los días muy fríos serán cosa del pasado—esto también pasará. Los días de invierno no son para siempre, las nubes se desvanecerán y el sol brillará fuerte y cálido. La primavera vendrá trayendo nueva vida, pero mientras todavía sea invierno, me regocijaré con el frío, disfrutaré de los caldos, del chocolate caliente y de acurrucarme bajo las cobijas con mi marido para mantenerme calientita hasta la mañana.

Así que, mamá, ¿realmente es este un día difícil? ¿Discutieron los niños todo el día? Bueno, pues eso tam-bién pasará. Un día todo estará quieto y nadie estará ahí discutiendo. Así que disfruta de esta jornada, siempre cambiante, que llamamos vida. Usa cada día para prepararte para la eternidad. Saborea las alegrías, pero recuer-da que el dolor es meramente temporal. ¡Disfruta la jornada!

Chocolate Caliente Ingredientes• 1 litro de leche• 1/3 taza de agua• 1 pizca de sal• 1/4 taza de chocolate en polvo Hersey• 1/2 taza de azúcar• 1 cucharadita de vainilla• malvaviscos

PreparaciónMezcla el azúcar, el chocolate en polvo y la sal en una

olla, y agrégale el agua poco a poco. Hazla hervir y menéala por 2 minutos. Agrega la leche, bátelo y caliéntalo. NO permitas que hierva con la leche. Puedes usar crema para enriquecerlo. Retíralo del calor y agrega la vainilla. Sírvelo caliente con algunos malvaviscos flotando en la olla. Sabe mejor en un día frío.

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Listo para el Kinderpor Debbie Feely

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Iniciando la Jornada de Educar en el HogarPor Denise Kanter

Es común que las familias que inician por primera vez a educar en el hogar sientan el “arrepenti-miento del comprador” después de transcurridas

unas pocas semanas o meses; y tal vez por buenas razones. Con cada cambio o nuevo principio habrá luchas, algunas grandes, otras pequeñas y unas gigantescas. Tal vez los sue-gros están furiosos por su decisión. Tal vez simplemente no encuentra el tiempo para terminar todo lo había planeado hacer en el día. Tal vez no encuentra la cooperación que quiere en los hijos y reconoce que ha habido mejores momen-tos en el pasado. A veces la vida da giros inesperados.

Nosotros comenzamos a educar en el hogar en los años preescolares, continuando con el kinder hasta poco antes de que nuestro primogénito cumpliera los cinco años de edad. También teníamos uno en edad preescolar, otro que apenas comenzaba a caminar y yo tenía dos meses de embarazo con nuestro cuarto hijo. Realmente me gustaba educar en el hogar. Para mí era solamente un pequeño paso adicional a lo que ya venía haciendo en los años preescolares (razón por la cual recomiendo entusiastamente que se haga trabajo preescolar en el hogar). Todo iba saliendo tan bien. Luego, siete meses después, con el nacimiento de nuestro cuarto bebé, nuestra rutina llegó a un alto inesperado. Nuestra hija recién nacida, Amy, fue diagnosticada con una muy grave y peligrosa infección en el cerebro. Solamente tenía 19 días de nacida. Después de pasar semanas en cuidados inten-sivos, nos dimos cuenta que tenía daño severo en sus teji-dos. Los avances de la medicina no podían incrementar las posibilidades de un desarrollo normal. Debo confesar que en ese tiempo permaneció largo tiempo en mi mente el pen-samiento de que ya no habría manera en la que yo pudiera seguir educando en el hogar al que estaba en edad de kinder y al de preescolar, y además entretener al que comenzaba a caminar mientras atendía las grandes necesidades y cuida-dos que mi hija pequeña iba a necesitar.

Oré mucho hasta que finalmente presenté mis temores a mi marido. Él con mucha ternura me animó y me dijo que Dios proveería lo que nosotros no podíamos proveer y que Él continuaría bendiciéndonos a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro hogar, si nosotros le consagrábamos a nuestros hijos. Mi esposo estaba en lo correcto. La Palabra de Dios está llena de promesas con respecto a las bendiciones que Él nos concederá cuando le servimos con toda nuestra mente, corazón y alma, y le damos a nuestros hijos la oportuni-dad de hacer lo mismo. Es verdad que nuestra vida tuvo un

giro inesperado, pero nosotros confiamos en sus promesas y decidimos continuar educando en el hogar a pesar de los desafíos, sabiendo que Dios siempre supliría.

¿Recuerda qué fue lo que le atrajo a la idea de educar en el hogar? Hay muchas razones que coaccionan a los padres a buscar esta excelente forma de educar, ¿pero son, sus metas al día hoy al usar la educación en el hogar, para traer gloria a Dios? ¿Está usando la educación en el hogar primero y antes que nada, para fortalecer la relación de sus hijos con Cristo en todas las maneras posibles? Educar en el hogar con las bases correctas es la mejor oportunidad que Dios nos da para cumplir nuestra responsabilidad de enca-minar a nuestros hijos en una relación correcta con Jesu-cristo por toda la vida.

“Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escritu-ras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

Ahora bien, ¿cómo puede uno de manera práctica fijar el rumbo durante esos primeros tres meses de nuestra ten-tativa por educar en el hogar, para que resultemos triunfa-dores espiritualmente, académicamente, emocionalmente y físicamente (y tal vez también mantener la casa limpia)?

Hoy hay cientos de miles de hogares que educan a sus hijos en casa en los Estados Unidos. Dentro de esas cifras hay padres y madres solteras, viudas y abuelos quienes han optado en contra de todas las probabilidades para educar a sus hijos o nietos en casa. Colectivamente, estas familias han soportado todos los desafíos que se les han presentado y los han superado con la ayuda de Dios. Y usted tam-bién puede. Enseguida presento unas ideas que pueden ayudarle a mantener el rumbo y a perseverar en la carrera, desde el mero principio:

1. Mamás, comiencen su día con un tiempo de oración y reflexión. En el tiempo que antes utilizaban para salir a la carrera para llevar a los niños a la escuela, ahora pueden refrescarse en el Señor en un devocional diario. Si es nece-sario, deje que los niños se levanten más tarde o que tam-bién tengan su devocional personal en sus cuartos hasta el tiempo en que usted esté lista para que ellos salgan.

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2. Nunca comience un día sin tener un corazón y una mente dispuesta a cambiar su horario casi sin previo aviso. Si inicia su escuela en el hogar con demasiada estructura y no deja lugar para esas eventualidades inesperadas que surgen todos los días, se sentirá frustrada e inevitablemente comenzará a pensar que está fracasando.

3. El niño promedio que va a las escuelas de gobierno no pasa más de 5 a 15 minutos interactuando en una relación de uno a uno con su maestro. ¿Usted puede mejorar eso? Aunque la gran cantidad de interacción que hay uno a uno es una de las grandes ventajas de la educación en el hogar, sus hijos no necesitan de 8 horas de atención personali-zada por su maestro. Si les da la oportunidad de aprender a enseñarse a sí mismos, desarrollarán habilidades que nunca aprenderían en una institución, tales como autosuficiencia, autodirección y una manera de pensar lógica.

4. En los primeros meses, enfóquese en descubrir cuál es el estilo de aprendizaje de su hijo y cuál es el estilo de enseñanza suyo, tenga en mente que ambos necesitarán de ciertos ajustes en una cosa u en otra con el paso de los años.

5. Si llega a sentirse intranquila o exasperada, ponga un poco de música cristiana, cante o haga otra cosa para alige-rar o alegrar su estado de ánimo. (Recomiendo que tenga a la mano un reproductor de CDs y una colección de música para su conveniencia.) Después de escuchar unas pocas canciones su actitud jovial regresará y estará lista para con-tinuar con la escuela.

6. ¿Qué lugar tiene la Biblia en su día escolar? Debe ser la porción principal de la educación de su hijo. Hay muy buenos libros devocionales para los 365 días del año que dividen la Biblia entera en una lectura matutina y otra ves-pertina. También es bueno que sus hijos escriban a mano todo el Nuevo Testamento en un año. Pueden hacer esto si escriben como unos 30 versículos por día. Asegúrese de tener un cuaderno especial para esta tarea o a una carpeta para conservar estos escritos. Será un logro que atesorará por toda la vida.

7. ¡Utilice currículos o planes de estudio cristianos! No puedo enfatizar suficientemente lo diametralmente opues-tos que están los libros de la Secretaría de Educación a la Biblia y a los materiales producidos por las casas editoras cristianas. Los libros del gobierno están diseñados para enseñar a su hijo que Dios no existe. Realmente no hay razón para que su escuela en el hogar esté diseñada para emplear libros seculares, ni siquiera libros seculares para educar en el hogar. Revise los anuncios en esta revista, vaya a convenciones para educadores en el hogar para ver los materiales de las distintas casas editoras cristianas que ahí se ofrecen o pregunte a otra mamá qué materiales está

usando y dónde los consigue. Descubrirá que ya hay una buena cantidad de materiales cristianos en español que hace innecesario tener que utilizar libros seculares.

8. El ser una “súper-mama” es una lucha emocional para cada mamá. El tener una casa limpia nos ayuda a sentir que tuvimos un día exitoso, porque tenemos algo visible y con-creto para mostrar que ese día logramos algo. Sin embargo, una casa resplandeciente por su limpieza no es lo que Dios está buscando de nosotras. Ciertamente a Dios le gusta el orden y una casa limpia es saludable y da gusto estar en ella, pero ese no debe ser el enfoque de nuestro día. Está bien que deje que su casa se vea como que ahí viven niños. El acomodar algunas cosas antes de que regrese su marido del trabajo le ayudará a usted a evitar que sufra una crisis nerviosa, depresión o fatiga por el exceso de trabajo.

9. El aspecto más importante para poder tener un año escolar placentero y pacífico es que usted y su esposo estén en la misma frecuencia. Tómese el tiempo para preguntar a su esposo qué es lo que él espera que usted logre en el día. Pienso que encontrará que lo que él espera es menos de lo que usted espera de usted misma. Comuníquele cuales son sus luchas y dificultades. Fije metas realistas con su esposo de manera que al final del día ninguno de los dos se sienta frustrado, fastidiado o cansado. Recuerde que sus hijos estarán con usted solamente unos cuantos años. Dis-frútelos, pase tiempo con ellos y con su marido, en vez de pasar el tiempo haciendo largas listas para cada miembro de la familia de las cosas por hacer. Cuide a sus hijos y no se olvide de cultivar y cuidar de su matrimonio.

Acuérdese de relajarse y de disfrutar de la jornada. Usted solamente tiene que complacer a Dios y eso es tan fácil de hacer. Si se aboca a incluir a Cristo en todo aspecto de la educación de sus hijos, todo lo demás se acomodará en su lugar. Dios ha prometido guiarnos a lo largo de la jornada hasta el día en que lo veamos cara a cara. ¿Acaso no será capaz de guiarnos en nuestra educación en el hogar? ¡Claro que es capaz! Además Él no nos falla. Permanezca plantado en sus promesas y continúe de rodillas buscando su dirección.

“Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siem-pre; El nos guiará aun más allá de la muerte.” (Salmo 48:14)

Denise Kanter es madre que educa en el hogar a sus cuatro hijos de edades 11, 9, 8 y 6. Vive en California con su esposo Gary, donde operan “Considering Homescholing Ministry,” un ministerio nacional con grupos de apoyo a lo ancho de los Estados Unidos (www. consideringhomes-chooling.org). Los Kanter también están involucrados en el ministerio de ciencia de la creación (www.worldsbiggestdinosaurs.com).

Copyright, 2009. Todos los derechos reservados por el autor. Usado con permiso. El contenido fue tomado de la revista The Old Schoolhouse ® Magazine, LLC.

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Cambiando Radicalmente a los Rebeldespor Karin Tucker

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Orquesta en Pachuca 2011¿Te gustaría participar?

• Si tocas un instrumento de orquesta• Tienes un nivel intermedio o avanzado• Eres educado en el hogar

Comunícate con Amós Cuevas en: [email protected] y participa en la orquesta dela Conferencia de EHE en Pachuca 2011.

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Cómo Retener un Pensamientopor Elaine Depew

Retenemos...

90%

10% de lo que escuchamos

50% de lo que vemos y escuchamos

de lo que vemos, escuchamos y hacemos

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Ideas para Estudiar Geografíapor Fabiola López

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Fotos por Josué Richardson

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Foto por Josué Richardson

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Otras COnferenCias eHe 2011

Lugar Fecha Dirección Tema Conferencistas Contacto

GuadalajaraJalisco

27 y 28 mayo 2011

Iglesia Bíblica de Guadalajara

Federalismo Norte 3780Col González Ortega

Guadalajara, Jal 45190

Crianza de Hijos Piadosos Pendiente...

Alberto [email protected]

Saltillo Coahuila

12 y 13 agosto

2011

Caja San NicolásCarretera antigua a

Arteaga #720La Aurora, Coahuila

Enseñando a tus Hijos a Hacer

Cosas Difíciles

Invitado EspecialGregg Harris

Conferencistas• Mike Richardson

• Dave Tucker

El Hogar [email protected]

FronterasSonora

28 y 29 octubre

2011

Auditorio MunicipalSamuel Ocaña Garcia

s/n Colonia CentroPendiente...

• Pam Richardson

• Mike Richardson

• Más por definir

Alice Valenzuela(633) 336.8516

El Hogar Educadorwww.elhogareducador.org I [email protected]

CONFERENCIA EHE PACHUCA 2011 - 11 y 12 de marzO

Auditorio Municipal de Mineral de la ReformaAv. Hidalgo #32Pachuquilla, Mineral de la Reforma, Hidalgo

“¿Qué sigue? ”Cómo terminamos y movemos a nuestros hijos de niños a adultos que aman a Dios

• Josué Cuevas• Fransisco Díaz• Nathan Díaz• Fransisco Díaz• José Luis Pérez• Pamela Richardson• Mike Richardson• Dave Tucker

José Luis Pé[email protected](771) 710.7579

Héctor [email protected]( 771) 710.5194

direCCión tema COnferenCistas COntaCtO

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Sólo HombreSCD por Michael Pearl

Michael PearlFundador y director de No Greater Joy Ministries, ha

escrito libros sobre entrenamiento para niños y temas de la familia por muchos años. Él y su esposa Debi fueron

pioneros del movimiento de educación en casa en EUA.

www.elhogareducador.org

Michael Pearl habla directa y francamente a los hombres acerca de sus responsabilidades como esposos.

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Apartado Postal 48725000Saltillo, Coahuila, México

Correo electónico: [email protected] Web: www.elhogareducador.org

1001 South 10th Street, Suite G-529McAllen, Texas 78501 USAE-mail: [email protected] Site: www.elhogareducador.org

El Hogar Educador

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p o r M i k e R i c h a r d s o n

MFoto por Josué Richardson