revista alfolí nº 14
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Maqueta Enero-Marzo 2012TRANSCRIPT
1
Alfolí Publicación trimestral. Enero-Marzo 2012 Nº 14
CRONICAS,
RELATOS...
...Y MUCHOS
TEMAS MÁS.
2
P ara fortuna de esta revista, un
lejano día, el grupo de redac-
ción de la misma tomo la deci-
sión de aprender técnicamente el ma-
nejo del programa Publisher. Hoy, des-
pués de haberlo llevado a cabo, hace
que nos sintamos muy satisfechos de
haberlo realizado. En el presente, con
una laboriosa dedicación por parte de
los componentes del equipo, podemos
decir, que esta práctica, comienza a
dar esperanzadores resultados.
La causa que motivó esta deter-
minación, fue la incertidumbre exis-
tente en el pasado, sobre la continui-
dad en la dirección de la revista.
Gracias a esta previsión no sufri-
mos tiempo después, el trauma corres-
pondiente que acompañaba al anuncio
de la dimisión en la dirección de la
misma.
Francesca Cordido, como perio-
dista profesional muy preparada para
esta labor, era quien hasta aquellos
momentos impecablemente la conduc-
ía. Hasta que desafortunadamente
aconteció lo que todos habíamos temi-
do.
Tal impedimento se debía a su
complicado calendario laboral para
continuar dirigiéndola. No obstante,
nos ofreció su colaboración y ayuda,
siempre dentro de sus posibilidades,
para nuestro próximo futuro.
Desde aquí agradecemos a Fran-
cesca su desinteresada colaboración, y
esperamos continuar disfrutando de su
aporte.
A partir de aquí, como al princi-
pio anunciamos, solo nos cabe aplicar
la técnica aprendida y no declinar en
nuestro empeño y entusiasmo para
conseguir salir airosos del reto que no
es ni puede ser otro, que el sosteni-
miento futuro de nuestra revista.
Editorial
Editorial
Alfolí
alfolí[email protected]
…..
Equipo de Redacción
Margarita Bermejo
Carlos Bernardino Arias, José Luis García, Mª Carmen
Gómez Hontoria, y Miguel Soto.
Colaboradores
Juan Díaz, Marisa Ramírez, Luis Felipe Soto,
y Félix Bernardino Arias.
Apoyo editorial y maquetación
Carlos Bernardino y Miguel Soto
Fotografía de portada y contraportada
Carlos Bernardino
Impresión
Copy May
Fotografía de portada
Niebla sobre El Monasterio
Contra portada
Campanario del Santuario de La Virgen de Gracia
3
Indice
Y en este número…
Editorial ______________________________ 2
Información Centro _____________________ 4
Glosa a Madrid. F. Bernardino ____________ 5
Dulces recuerdos. Mª Carmen Gómez ______ 6
Historia de una amistad. Miguel Soto _____ 9
Citas divertidas. Groucho Marx ___________ 11
Fundación de San Lorenzo. C. Bernardino __ 12
La verdadera Historia… Marisa Ramírez ____ 15
Madrid moderno. F. Bernardino ___________ 17
“Dices tu de mili”… C. Bernardino ________ 20
Réquiem. Mª Carmen Gómez _____________ 22
Abuelos y nietos. Juan Díaz ______________ 23
La tierra y la abuela. A. Marcos __________ 24
Ya no hay palomas… M. Gonzalo. _________ 25
Sambuco Nigra. M. Bermejo ______________ 26
Los Clásicos y yo. Mcge ________________ 28
Biografía. José Luis García. ______________ 29
¡Gracias! Luis Felipe Soto ________________ 32
Sorbete de limón. Eva Arguiñano _______ 34
Repostería. Margarita Bermejo ____________ 35
Neblina sobre el Monasterio.
Kiosco en Florida Blanca.
Hada de un cuento.
4
Informativo de actividades del Centro de Mayores de
El Escorial para el curso Enero-Marzo 2012
LUNES = Mañana: Escritura de cuentos, de 10,30 a
11,30 h.
“ Maquillaje, de 12,00 a 13,00 h.
_________________
MARTES = Mañana: Uso del teléfono móvil, 11,00 a
13,00 h.
Tarde: Sevillanas, de 18,00 a 19,00 h.
_________________
MIERCOLES = Tarde: Refuerzo de Informática de
17,30 a
18,30 h.
_________________
JUEVES = Mañana: CHI-CUNG, de 11,00 a 12,00 h.
Tarde: YOGA, de 18,00 a 19,00 h.
__________________
VIERNES = Mañana: Memoria, de 10,30 a 11,30 h.
Atención al Beneficiario, de 11,30 a 13,30 h.
Tarde: Bailes de Salón, de 18,00 a 19,00 h.
__________________
5
Historia de Madrid
Glosa al Madrid del Siglo XX Madrid y sus tranvías
Texto: Félix Bernardino Dibujo: del mismo. Fotos: Internet
L a creación del tranvía quedo contem-
plada en el pasado siglo, como una
aplicación más del hierro, creada por
la ingeniería, para el desplazamiento de per-
sonas en las grandes urbes. Esta y otras in-
venciones técnicas como: la línea metropoli-
tana, construcción de puentes, estaciones,
mercados y un largo etc…fueron propiciadas
por el desarrollo de una moderna capital co-
mo en aquellos tiempos comenzaba a ser Ma-
drid.
Concretamente la primera línea de
tranvías entre mercados y estaciones se debe
a Don Arturo Soria.
Los primeros tranvías fueron de trac-
ción animal durante sus primeros años. Des-
pués estos, fueron reemplazados por otros ya
eléctricos, que siendo alimentados por tendi-
dos de corriente, crearon en Madrid un exten-
so tejido callejero.
Así Madrid en aquel entonces, se con-
virtió en la ciudad Europea con el mejor ser-
vicio de comunicación de superficie de este
género de transporte. Su presencia en esta
Capital discurrió en más de un siglo: comen-
zaron a circular en 1871, y los últimos cesa-
ron en el mes de Junio de 1972.
Su imagen nos dejo una estela de re-
cuerdos por haber estado íntimamente inte-
grada en el paisaje urbano matritense. Llega-
ron a hacerse sentir para los madrileños co-
mo algo muy familiar; su imagen, fácil acce-
so unido a su confort, ha sido recordada y
añorada durante muchos años.
Me fue posible tomar apuntes y pintar
numerosos y típicos lugares subido en estos
vehículos, por el amplio recorrido que reali-
zaban: calle de La Montera, Alcalá, Goya,
Toledo, Puerta del Sol, etc…
Curiosamente, al margen de los moder-
nos tiempos que nos asisten, en afamadas
capitales europeas salvo Paris y Londres,
continúan funcionando estos simpáticos
tranvías, los cuales muy lejos de desaparecer,
han visto incrementadas los números de líne-
as. Tanto en Valencia capital como en Ma-
drid, ha vuelto a hacer aparición este intere-
sante transporte que, por razones obvias no
es menester comentar.
Lisboa fue un ejemplo de adhesión a
ellos, cuando se pretendió la eliminación de
algunos de sus itinerarios. Pues aquellos que
se eliminaron, fueron de nuevo incorporados.
La popular calle de Toledo
6
Relato
Dulces recuerdos empapelados Texto: Mª Carmen Hontoria Dibujos: F. Bernardino
L os puestos de golosinas han llamado
siempre mi atención. El primero que
acude a mi memoria, allá por el año
1946, es una cesta de mimbre ocupada con
bollos, chocolatinas y caramelos, que vendía
una mujer vestida con varios jerséis y faldas,
zapatones, medias de lana descoloridas y
guantes rojos con los dedos cortados. Instala-
ba su puesto junto a las verjas de la puerta
principal del hospital infantil del Niño Jesús,
de Madrid, las tardes soleadas de invierno a
la hora de visita. De aquella cesta de mis tres
o cuatro años, de su contenido, no tengo más
conciencia que un ligero deseo insatisfecho;
ya que la dulce mercancía, según mis tíos,
sólo la vendían a los padres de los niños hos-
pitalizados, a los que cuidaba sor Catalina,
porque a los que cuidaba sor Victoria, los del
asilo de huérfanos de la guerra civil, los de
cabeza rapada y ojos hambrientos, los relega-
dos de todo amor y rodeados de santa hipo-
cresía, esos, para disfrutar dulces, tenían que
esperar la visita de los Reyes Magos. Aunque
las monjas llevaban en su cabeza griñones
almidonados, que se me figuraban
cuernos de la abundancia de los
que esperaba ver salir serpentinas,
frutas, flores, pájaros y un torrente
de golosinas
La segunda de las cestas que
recuerdo, la vi a cierta distancia
años después, un día que iba de la
mano de mi padre y escoltada por
mi tío Gabriel. La cesta estaba
repleta de cacahuetes, colgaba del
brazo izquierdo, remangado, de un
hombre bajo, moreno, con bigote
largo, retorcido. ‘’De carabinero’’,
dijo mi tío. Y, exasperándome, co-
menzó a explicar a mi padre no sé
qué parecido del vendedor, con un
militar que tocaba el bombo en la
banda de música del Regimiento
de Carabineros, con acuartelamien-
to en San Lorenzo del Escorial. Yo
quería hablar del contenido de la cesta que
paseaba el hombre por las aceras de la Caste-
llana, poco concurridas esa mañana de do-
mingo, de verano, en que el sol derramaba su
fuego. Yo quería hablar de como crujían las
cáscaras de los cacahuetes al ser presionadas
por los dedos de la mano, y del sabor agrada-
ble de sus pipas tostadas; pero, por más que
pedía la venia tirando del pantalón a mi pa-
dre, no me hacían caso. Ya era bastante que
me llevaran , una vez más, al museo de Cien-
cias Naturales a ver el dinosaurio, que ellos
desestimaban por la colección de mariposas,
insectos y minerales , para que encima les
diera la lata.
Mientras esto, el hombre se acercaba a
ofrecer su mercancía ciñéndose a los muros
de los edificios, aprovechando, como noso-
tros, sus sombras alargadas y achatadas que
servían de visera. A mí se me iban los ojos
detrás de los cacahuetes embadurnados con
polvo color ladrillo. Mi padre se resistía a
comprarlos porque, con el sudor, se ponían
las manos perdidas. No obstante, vencí su
resistencia y los compró. Los comimos antes
Kiosco en Florida Blanca
7
Relato
al museo, sentados en un banco, bajo unos
árboles corpulentos.
En El Escorial, en el Castillo, que fue
Monasterio de Prestado, Hospital de Labo-
rantes, Casa del padre campero, colegio pro-
testante al que asistió mi madre, compraba
con la perra gorda que me daba mi abuela
María figuritas de azúcar, que nada más en-
trar en mí boca se deshacían. Pasado el
tiempo, sabría que por la misma puerta que
penetraba yo al Castillo, en el siglo XVI, en-
traba el rey Felipe II cuando iba a oír misa a
la capilla que instalaron los jerónimos en ese
edificio de ladrillo y piedra, mientras estaba
disponible la definitiva en el Monasterio de
San Lorenzo. Y mi imaginación, algo destar-
talada, mezclaba imágenes del presente y el
pasado . Creía ver a su majestad pisar el em-
pedrado del portal y, una vez retirada la cesta
de golosinas de la silla de espadaña, sentarse
a descansar, antes de subir la escalera que
conducía al piso principal.
En San Lorenzo, las cestas de la Saleri
hacían el número cuatro de aquellos puestos
ambulantes que frecuentaba cuando era niña,
buscando barras de chicle, bolas de anís,
martillos y pirulís de caramelo, pinchados en
el entramado de mimbres. Felisa plantaba sus
dos cestas en una de las entradas a la Lonja,
frente al portal del Colegio de Alfonso XII.
Ya más avanzada su vida, sobre un poyo de
piedra en la entrada al Bosquecillo, paraje
soleado en el invierno y sombreado en el ve-
rano. Era una mujer de carácter agreste, im-
paciente, quisquilloso. Eso de que metiera la
mano en la cesta para seleccionar golosinas,
la ponía nerviosa. Me apremiaba: ‘’Vamos,
vamos ‘’. No guardo buen recuerdo de ella.
Con su brusquedad me amargaba la compra,
frenaba la alegría que recibía con los reales
que me daba mi padre, cuando mi hermana y
yo, con la tía Paca, íbamos los domingos a
esperarle a la salida del fútbol.
Pero en la soga de mis recuerdos los
nudos no todo son cestas. La señora Petra y
Juanito el cojo, abrían a la misma hora cada
mañana su quiosco sito en la calle del Rey,
delante de las puertas del mercado munici-
pal. La Petra despachaba a la menuda
clientela con gesto congelado y con voz per-
suasiva de madrastra de “Blanca nieves”,
ofrecía, recomendaba, metía por los ojos las
golosinas. Aún conservo en mi memoria ins-
tantáneas de su fisonomía, pero, sobre todo,
creo ver sus manos de prestidigitadora, orde-
nar las cajas y tarros donde guardaba regaliz,
cigarrillos de chocolate, caramelos. En ese
orden encontraba yo, además de golosinas,
envolturas de colomines para aumentar mi
colección.
En el kiosco de Juanito, gastaba parte
de mi paga semanal en comprar dulces y
cambiar tebeos. Entonces tendría yo once
años, las series del Guerrero del Antifaz, el
Jabato, Roberto Alcázar y Pedrín me atraían.
Y por el afán de no perder una aventura, de
entre la existencias que el Cojo guardaba en
su carpeta, cogía a veces ejemplares sobados,
viejísimos, en cuyas viñetas había que adivi-
nar las palabras y recomponerlas torpemente
en la cabeza. Pues bien, cuando una vez leí-
das iba a cambiarlas de nuevo, Juanito las
ojeaba con repugnancia, decía que eran por-
quería y las rechazaba. Me quedaba perpleja.
Me sentía estafada. Prometía no volver.
El apetitoso churro.
8
Relato
Volvía porque estaba contaminada por
la delicia de leer.
En el invierno, los jueves y los domin-
gos iba al Cine Variedades. Antes de entrar
o en el descanso, cuando ponían programa
doble, salía a la calle de las Pozas a comprar
golosinas a un piso bajo que olía a pimentón
y ajos fritos. Entraba desde el portal directa-
mente a la salita, donde entre dos sillas, es-
taba acoplaba la cesta de las golosinas que
pertenecía a la señora Marta, también llama-
da la castañera, porque el día de Todos los
Santos instalaba su hornillo en el camino del
cementerio. Vendía castañas asadas a los
transeúntes que subían a poner sobre las tum-
bas de sus difuntos flores, velas o lampari-
llas. Era una anciana gordezuela, blanca,
blanda, encogida; yo diría aterida, a pesar de
tener el medio cuerpo de arriba arropado con
un chal y el resto con las faldas de la cami-
lla. Claro que, de poco la servía, porque al
abrir y cerrar tantas veces la puerta la cliente-
la, se colaba de sobaquillo una corriente cor-
tante que la dejaba fría e impasible igual que
a un pájaro cuando le llueve encima. En esa
actitud consentía que nos despacháramos las
golosinas, pero, como no se fiaba, sus ojos
de cornea amarilla, revoloteaban sobre nues-
tras manos, mientras contaba en voz alta las
lágrimas de caramelo. Si embargo, en ocasio-
nes, toda precaución le resultaba inútil, por-
que había pícaros, que sabiendo su falta de
agilidad, no le pagaban y salían corriendo.
Al continuar el recorrido por los dulces re-
cuerdos empapelados, como una ráfaga, se
presentan en mi cabeza los Jardincillos con la
cascada, los caminos arenosos, los macizos
sembrados de flores, los bancos de madera y
dos quioscos pintados de verde: el de prensa,
que atendía Manola, y La Barquillera en el
que se ganaba la vida la señora Crescencia.
Su especialidad eran las pipas de girasol con
y sin sal. Llenaba cucuruchos hechos de pa-
pel de periódico atrasado. O sea, que yo com-
praba pipas envueltas con noticias, viñetas
humorísticas, greguerías y hasta esquelas fu-
nerarias.
Pasados los años, la piedra reinó en esos jar-
dines, se les puso nombre de Plaza de Jacinto
Benavente. Crispín ocupo su actual pedestal
y el kiosco de la Barquillera lo trasladaron a
uno de los arcos ni cheros de la calle de Flo-
ridablanca.
Recuerdo también al piñonero, el hela-
dero y un vendedor ambulante que pregona-
ba caramelos: “ de fresa, naranja, limón y
menta”.
Dejo así constancia de momentos dis-
frutados en mi niñez y juventud y, de los que
en la actualidad disfruto, entrando en los mo-
dernos supermercados de la golosina: am-
plios, bien surtidos, decorados con habilidad
y fantasía, donde una joven dependienta
atiende a la clientela con media sonrisa en
sus labios de fresa o melocotón. Suspiro al
recordar en los ojos de aquellos vendedores
un punto triste, y en la boca un gesto hosco,
malhumorado, sombrío. Estimo como causa
la precariedad de su negocio; no debía ser
fácil ganarse la vida perra a perra gorda en la
calle, tanto si hacía calor o frío.
Monumento en Terreros al cuerpo de Carabineros.
9
Relato
C uando me encontré de nuevo en las
manos de D. Matías, me sentí otra
vez en mi mundo, recordé como fue
mi vida, y mi salida de aquel escaparate que
formo parte de mi historia.
Fue un día del mes de Marzo, cuando D. Ser-
vando todo trajeado y con su muestrario se
dirigía con paso firme a la Papelería Lava
pies situada en la plaza del mismo nombre,
en el castizo barrio madrileño..
Era una tienda con sabor añejo, todas sus pa-
redes estaban recubiertas de de libros, de ma-
pas, y un sin fin de cosas, algunas tan anti-
guas que no servían para nada.
El mostrador tenía un olor especial, olía a
recuerdos. El propietario de tan mágico lugar
era D. Matías, persona de edad indefinida,
cubierto con su bata azul, donde el polvo de
las tizas y pizarrines tenían ya una presencia
eterna.
-. Buenos días D. Matías, la voz de el repre-
sentante sonó con firmeza, pasaba por aquí y
me pregunte sino le molestaría echar un vis-
tazo a los artículos de la nueva temporada.
D. Matías, sonriente acaricio el mostrador,
indicando su consentimiento para que le
mostrase los artículos. Lapiceros, cuaderni-
llos, gomas de borrar, tinteros, y muchas mas
cosas invadieron la encimera.
-. Todo de primera calidad, ya nos conoce
usted, y sabe de nuestra seriedad.
El bueno del librero contemplaba con curio-
sidad los objetos.
-.Angelita hija, ve a ver lo que D. Servando
nos ha traído.
Una mujer de edad indefinida, apareció apar-
tando la cortina de colores, saludo con una
inclinación de cabeza, donde lucia un lazo
granate.
El vendedor saludo a la joven.
-. Que guapa estas Angelita, el otro día te vi.
por Atocha con unas amigas.
-. Íbamos al Retiro, me habían regalado unas
invitaciones para el zoo. me han dicho que
esta muy bien, dijo el vendedor.
“Han traído tigres nuevos. Son precio-
sos, contesto la muchacha.
Angelita vamos a ver lo que D. Ser-
Historia de una amistad Capitulo 1º “ No se vende ”
Texto Miguel Soto Imágenes: Internet
10
Relato
-vando nos trae, que se acerca la hora de la
salida del colegio y ya sabes que se nos llena
la tienda de gente.
Cuando terminaron de negociar, el ven-
dedor saco del fondo del muestrario un estu-
che de color azul, y dirigiéndose al librero le
dijo muy bajito.
-.Esto es algo especial, el precio es muy bue-
no, y le dará prestigio a la tienda.
D. Matías abrió la caja, una estilográfica, roja
como el carmín, con adornos dorados. Una
preciosidad. ¡Era yo!
Los ojos de D. Matías se iluminaron y
acariciándome me daba la bienvenida.
“Papa esa pluma aquí no se vende, dijo
Angelita.”
“Llevas razón hija, pero me gustaría
probar ya veras como tenemos suerte.”
Cerraron el trato y cuando D. Servando
se fue, Matías me acariciaba de nuevo.
Me sentía bien con aquel hombre. Me cogió
en sus manos y se dirigió al escaparate, quito
del lugar principal el libro de D. Quijote y
abriendo el estuche me deposito encima del
terciopelo rojo.
Mire a mi alrededor, había muchos li-
bros, una esfera del mundo, y varias cajas
que contenían compases, sacapuntas, Plumi-
nes y que se yo.
De repente una voz sonó en el hueco de la
izquierda.
-. Hola pluma, soy la tiza de colores. ¡Que
bonita eres!
-. Donde estas que no te veo.
-.Aquí, aquí. Antes estaba junto al terciopelo,
pero con el tiempo han ido arrinconándome.
Me acostumbre pronto al lugar, era como un
gran teatro, los actores eran la gente del ba-
rrio que con monotonía pasaban contando sus
secretos.
Solo una cosa me preocupaba, Angelita que
de manera machacona no dejaba ni un día de
decir.
-. No la vamos a vender.
Un día de Noviembre, vi. que Antonino el
mancebo de la Farmacia se dirigía al escapa-
rate, fijo su mirada en mi y recontó el dinero
que llevaba en su monedero de cuero.
Entro a la tienda y dirigiéndose a don Matías
le dijo.
-.Ya sabe usted, que D. Ramón el farmacéuti-
co se jubila dentro de unos días y nos gustar-
ía a los compañeros hacerle un buen regalo,
el es hombre de cultura y a Rosa la depen-
dienta se le ha ocurrido que la pluma del es-
caparate seria un magnifico recuerdo.
Angelita que estaba como de costumbre fis-
goneando en todo, salio apartando la cortina,
y le dijo a su padre.
-. Papa dale un buen precio, D. Ramón se lo
merece, además es amigo tuyo.
Descorrió el pestillo del escaparate y cocién-
dome sin el menor respeto me puso en el
mostrador.
¡Que mal me sentó!, ni un momento para
despedirme de mis amigos.
D. Matías, me toco con dulzura, era la mane-
ra de decirme adiós.
Cerraron el trato, me envolvieron en papel de
regalo, rematando el paquete con una flor
color violeta.
Pasaron no se cuantos días, las felicitaciones
y agasajos al jubilado, acabaron y mi estuche
fue a parar al cajón de la mesita de noche de
mi nuevo dueño.
Ramón, la que llamaba era D.ª María la mu-
jer del jubilado, ¿ Has comprado los cuentos
y las chuches para los nietos ?
11
Relato Citas muy celebradas
D. Ramón que estaba sentado en la ca-
ma, miro el estuche lo cogió se lo metió en el
bolsillo de su chaqueta y le contesto a su mu-
jer. “Voy a la librería.”
Cuando llego se dirigió a su amigo:
“Matías, puedo hablar un momento contigo?
“Dime Ramón” “Mira, he pensado que yo
tengo muchas plumas y me he acostumbrado
a ellas, ¿podrías cambiarme la que me regala-
ron por libros y algunos cuentos para mis
nietos?
Puso el estuche azul encima del mostrador,
su aroma familiar me lleno de esperanza. _.
“No hay ningún problema”
La voz de Angelita sonó en la trastienda.
¡Papa, que no la vamos a vender!
D. Matías me saco de mi estuche, desenroscó
el capuchón y cogiendo un catoncillo escri-
bió unas palabras, abrió el escaparate y me
dejo encima del terciopelo rojo, puso el
cartón a mi lado.
Cuando cerró el picaporte entre entre risas de
alegría y gritos de bienvenidas, pregunte a mi
amiga la tiza.
“¿Qué pone en el cartón?” Ella con sus ojos
brillantes leyó “No se vende”, estaba en casa.
"El matrimonio es una gran institución. Por
supuesto, si te gusta vivir en una institución."
"El secreto del éxito se encuentra en la since-
ridad y la honestidad. Si eres capaz de simu-
lar eso, lo tienes hecho."
"Hay muchas cosas en la vida más importan-
tes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!"
"He disfrutado mucho con esta obra de tea-
tro, especialmente en el descanso."
"He pasado la mejor noche de mi vida, pero
no ha sido esta".
"La política es el arte de buscar proble-
mas, encontrarlos, hacer un diagnóstico
falso y aplicar después los remedios equi-
vocados."
"La próxima vez que lo vea, recuérdeme
no saludarlo."
"La televisión ha hecho maravillas por mi
cultura. En cuanto alguien enciende la
televisión, voy a la biblioteca y leo un
buen libro.
"No piense mal de mí, señorita. Mi in-
terés por usted es puramente sexual."
"No puedo decir
que no estoy en
desacuerdo conti-
go"
"No reírse de na-
da es de tontos,
reírse de todo es
de estúpidos."
Hoy… Groucho Marx
Texto e imagen: Internet
Aspecto interior de una librería.
12
Relato
Fundación de San Lorenzo de El Escorial Texto: Carlos Bernardino Fotos: del mismo
E n el Siglo XVIII, tras los falle-
cimientos de Luis I y de su hermanastro Fer-
nando VI, ambos sin descendencia, el trono
de España pasó a Carlos III,- tercer hijo de
Felipe V y primero de su matrimonio con
Isabel de Farnesio, ya con gran experiencia
de gobierno al haber sido rey de Nápoles. En
tiempos de su reinado, fue fundado el pueblo
de San Lorenzo de El Escorial y constituido
en municipio en el siglo XIX, cuando tuvo su
primer alcalde.
A su llegada a la capital de España,
Carlos III madrileño de nacimiento, en él
despierta un gran interés por mejorar la des-
heredada ciudad que encuentra en aquellos
días. Un Madrid carente de los servicios más
elementales. Un trazado urbano indecoroso
y lamentable, con muy pobres edificaciones
y sin proyección de mejoras.
La única excepción la encuentra en el
Madrid de Los Austria, donde despunta la
bella y armoniosa Arquitectura de los siglos
XVI y XVII.
Una vez asentado en Madrid, da co-
mienzo el monarca a un ciclo de visitas a los
Reales Sitios de nuestra comarca. El Pardo,
al no escapar a su afición por la caza, queda
designado como principal Cazadero Real. Le
cautiva la belleza de El Palacio de La Granja
y sus magníficos jardines, así como los de
Aranjuez y el Palacio, el cual utilizara poste-
riormente como residencia. En su visita al
Monasterio de El Escorial queda tan impre-
sionado por su arquitectura, por su organiza-
da distribución interior y la belleza de su es-
plendido paraje, que decide adecuarlo, para
ser usado como nueva residencia de verano.
Para ello designa a Juan de Villa-
nueva, la proyección y ejecución en el inter-
ior del Monasterio, del nuevo palacio. Desta-
ca en ella, la construcción de una nueva y
espléndida escalera próxima a la fachada nor-
te, que resultara la más próxima a lo que des-
pués seria la población del pueblo de San Lo-
renzo de El Escorial.
El Monasterio en otoño desde Los Canapés
13
Relato
Influenciado por la arquitectura clásica
y monumental de Italia, este nuevo rey em-
prende obras generalizadas por toda España.
Madrid y su provincia no escapan a estas eje-
cuciones. Dando lugar destacado a este desa-
rrollo urbanístico de Madrid, cuenta para sus
proyectos con la participación de Juan de
Villanueva, para la edificación del Museo del
Prado, Jardín Botánico y el Observatorio
Astronómico. Igualmente a él se debe el tra-
zado del Paseo de las Delicias y La Glorieta
de Las Pirámides.
Para llevar la realización de estos pro-
yectos, hace llamar a los arquitectos más ex-
cepcionales arquitectos de aquel siglo: los
Italianos Juan Bautista Saccheti, y Francisco
Sabatini. Igualmente son incorporados, los
madrileños formados en Italia, Juan de Villa-
nueva y Ventura Rodríguez. Escultores y
pintores afamados de la época, colaboraran
igualmente en la elaboración de estos planes.
Durante las temporadas de permanen-
cia del rey en El Escorial, la Corte, se en-
cuentra obligada a acudir a este palacio. Y
por la razón de dar un digno y obligatorio
alojamiento a tan distinguidas autoridades,
decide fundar la nueva población, la cual,
quedaría separada por las casas de oficios.
Para evitar cruzar La Lonja, manda
construir un paso subterráneo por debajo de
ella, que da acceso a la 2ª casa de oficios.
De esta, se cruza por el paso elevado a
la 1ª, hoy conocida como Escuela de Músi-
ca.
La decisión de Carlos III encuentra
rápidamente una muy notable resistencia por
parte de la Comunidad Jerónima del Monas-
terio. Esta, al igual que Felipe II, se negaba a
admitir algún tipo de vecindad en el entorno
del mismo y mucho menos la creación de un
pueblo.
La decisión del rey es irrevocable. Para
resolverlo este litigio, y posiblemente en evi-
tación de serios enfrentamientos con la co-
munidad, prudentemente, Carlos III nombra
representante de La Corona para solucionar
el problema, al Marques de Grimaldi.
Después de haber llevado a cabo unos
muy espinosos encuentros con el Prior, este
ilustre señor, haciendo gala de una gran habi-
lidad diplomática, logra convencer a los
monjes.
Casa de D. Felipe Díaz Bamonte
Arco de comunicación en la calle de Grimaldi
14
Relato
Al dar inicio las obras de construcción
del nuevo pueblo, le fue concedida a la co-
munidad Jerónima por la administración Re-
al, la autorización para participar en la edifi-
cación de las nuevas casas que la orden pu-
diera necesitar. Así, como la realización, de
cuantas nuevas obras desearan realizar, de-
ntro del Monasterio.
Para la realización de estas obras, fue
designado como maestro mayor, el Arquitec-
to Juan Esteban, quien a su vez simultaneaba
estos compromisos con otras obras en los
Reales Sitios, tales; como los que se realiza-
ban en La Granja de San Ildefonso, Aranjuez
y El Pardo.
Por el mantenimiento de estas obliga-
ciones, sus frecuentes ausencias, venían a
impedir su presencia en las obras con la asi-
duidad que el mismo le requería.
Al margen del poder otorgado a Juan
Esteban, Carlos III, encarga a Juan de Villa-
nueva la ejecución de cuantas obras y pro-
yectos se realicen en el nuevo palacio y su-
madas a estas, las que el Prior le encarga.
La trascendencia de los proyectos de
este genial Arquitecto, pronto se ven refleja-
dos, en las edificaciones realizadas en este
pueblo de San Lorenzo de El Escorial.
Las primeras que realizó fueron: La
Casa del Cónsul de Francia. Casa de Francis-
co M. Sobral. Casa de las Tiendas y Casa de
Los Mercaderes.
Lamentablemente hoy, presentan lógi-
cas transformaciones acusando así, el paso
del tiempo. A pesar de ello, persiste en su
contemplación el sutil encanto de su diseño.
Tanto en los referidos, como en los citados a
continuación: Las Casas de Los Soportales,
El Parador, La Casa de Villanueva, sita en la
calle del Calvario, la Presa del Romeral, y un
largo etc.… que si no proyectó, no deja
lugar a dudas, que pertenecen a su escuela.
Sirva como ejemplo; La Ballestería, hoy des-
aparecida. El Real Coliseo Carlos III realiza-
do por el arquitecto francés Eduardo Mar-
quet, el Cuartel de Guardias de Corps, Hospi-
tal de La Alcaldesa…etc.
Los Cuarteles de Guardias Españolas y
Walonas, existentes hoy en el pueblo, fueron
construidos por orden de Felipe V, muy ante-
rior por tanto, a la fundación del mismo.
La trascendencia importante de este
Arquitecto, se encuentra igualmente reflejada
en su intervención en la construcción del Pa-
lacio del Duque de Alba, edificio este, que
conservando la altura inicial, luce una inmen-
sa cornisa de piedra de granito, que enlaza
con los dinteles de los huecos superiores.
El Palacio del Duque de Medinaceli, ya
edificio reformado, eleva su altura, conser-
vando la portada de ingreso. Otro palacio
desaparecido hace muchos años, fue el Pala-
cio de Godoy. En el lugar que ocupo su asen-
tamiento, en la actualidad se ubica la Esta-
ción de Autobuses.
Juan de Villanueva, al tiempo que pla-
nifica el tejido urbano, nos deja una muestra
del sensible respeto que siente por la majes-
tuosidad del Monasterio. Por entenderlo así,
se preocupo mucho de extender el trazado
del pueblo hacia la calle de Juan Bautista de
Toledo, e inmediaciones.
Neblina sobre el monasterio.
15
Cuento
La Verdadera Historia de la Cenicienta Texto: Marisa Ramírez Imágenes: Internet
S iento deciros queridos amigos que este
cuento no es como todo el mundo se lo
sabe, o como vuestros oídos están
acostumbrados a escuchar.
Yo os voy a relatar la verdad de lo ocu-
rrido en este periodo.
Podéis pensar ¿Por qué tengo yo que
creer que este episodio de la historia es el
cierto?........! Pues muy sencillo!, yo soy el
abuelo de Cenicienta y conozco todo lo que
ocurrió, porque lo viví de verdad y no es
cuento, lo que sabéis vosotros si que lo es, y
por supuesto mentira de las gordas.
Comenzare presentándome, me llamo
Anselmo De la Moraleda y nací en un siglo
que ni me acuerdo ni os importa. Lo que si os
digo es que tuve una hija maravillosa que
falleció al traer al mundo a mi única nieta
Cenicienta, una niña fea y delgaducha con
piel de color ceniza.
Su pobre padre a parte de soportar el
duro golpe del óbito de su esposa, y lo llantos
incontrolados del bebe, perdió los nervios, y
se pasaba los días enteros corriendo de pue-
blo en pueblo para ver si encontraba alguna
mujer que le criara a la criatura.
Su hada madrina Remigia, ( en aquel
tiempo todas las niñas tenían una ) y yo no
conseguíamos nada de aquella fierecilla que
aparte de ser insoportable era poco aseada y
amiga de traer toda clase de animalitos a casa
( perros pulgosos, gatos tiñosos, ratas pelu-
das, etc, etc ) con lo cual mi hogar despedía
un olor bastante desagradable.
Me quede sin amigos, nadie venia a visitar-
me, solo el hada madrina que tenia problemi-
llas con su colegio oficial.
La buena de Remigia se asustaba cuan-
do corría detrás de la niña tocándole con su
barita para ver si podía entrar en razón a la
pequeña.
Por fin apareció el padre de la criatura
diciendo que había encontrado mujer, viuda
ella y con dos hijas que accedía a desposarse
con él, a condición de que todos sus bienes
fueran para ellas.
Así ocurrió, se casaron y marcharon de
casa con el consiguiente alivio de la madrina
16
Cuento
y el mio. Al cabo de poco tiempo falleció mi
yerno a causa de unas fiebres muy frecuentes
en aquella época y al no querer perder el con-
tacto con mi nieta empecé a cartearme con la
viuda.
La santa mujer no podía hacer carrera
de Cenicienta, que seguía siendo muy moles-
ta, chillona y poco aseada.
Las pobres hermanastras ( ya en edad casade-
ra ) lloraban desconsoladas pues nadie se
atrevía a cortejarlas, se veían solteronas de
por vida.
Como el asunto iba de mal en peor
quedamos una tarde en mi casa toda la fami-
lia.
Yo, hacia tiempo que no veía a mi niñita y
tengo que decir en honor de la verdad ( por
muy abuelo que sea ) me quede sin habla al
contemplar aquel esperpento de jovencita en
lo que se había convertido mi pequeña. ¡No
voy a describirlo! Ya que como pariente cer-
cano me resulta doloroso hacerlo.
Clementina( la madrastra) espero a que Re-
migia y yo nos recuperásemos de la impre-
sión recibida, y junto a sus bellas hijas( Ro-
berta y Flor) nos sentamos a platicar sobre el
delicado tema, mientras Cenicienta salía al
jardín cual cabra loca a buscar algún animali-
llo para entretenerse.
Por fin mi buena amiga Remi (Así la
llamo yo cariñosamente, ya que vive conmi-
go después de que la cesaran en su profesión)
tuvo una genial idea.
El Príncipe heredero buscaba esposa y
el hada que aun conservaba sus poderes nos
comunico que casaría a Mariana con él, aun-
que fuera lo ultimo que hiciera en esta vi-
da,ya quedo muy dolida después de su expul-
sión de la hermandad y tenia clavada la espi-
na de no haber logrado hacerse con aquella
criatura.
La idea nos pareció descabellada e im-
posible de llevar a cabo pero ella insistió y
nos pidió hincado sus rodillas en el suelo que
tuviéramos confianza en ella.
Para no aburrir al lector con todos los
detalles mi amiga cumplió su promesa y
hechizó a todos los habitantes del reino
haciéndoles creer, a golpe de barita mágica,
que Cenicienta era hermosa, limpia, culta,
alegre y educada.
Se casaron, y dicen los vientos que viven fe-
lices.La verdad es que no tengo muchas noti-
cias de ellos.
Las hermanastras y la madrastra tam-
bién contrajeron nupcias con gente de bien.
Yo viví feliz y mi amiga el Hada madrina
también, luego el cuento acaba como todos
tienen que acabar, ¡ felices y contentos!
Esto es todo amigos míos, espero que hayáis
disfrutado de la verdadera historia de la Ce-
nicienta……..
Atentamente
Anselmo De la Moraleda
P.D.!Se me olvidaba! Lo del zapato tampoco
fue real pues la niña llevaba alpargatas, pero
podéis pensar lo que queráis, a fin de cuenta
esto es un cuento.
Reciente foto del hada Remigia.
17
Relato
Madrid moderno
Panorámica de Madrid con el destacado Palacio de Oriente
E l llamado movimiento Moderno surge
a finales de 1900.Unos años antes
sobre el último tercio del siglo pasa-
do, Madrid se extiende a través de los arraba-
les. Con la nueva planificación diseñada por
Castro, y denominada El Ensanche que se
amplía hasta Las Rondas y, que a su vez, fue-
ron creadas como limite a este plan.
Fue entonces cuando el Marqués de
Salamanca presentó el gran proyecto para
urbanizar y edificar el extenso barrio que lle-
va su nombre. Empresa que llevo a delante y
vio cumplida, quizá siendo esta el mayor sue-
ño de su vida y, que por circunstancias ad-
versas, le condujo a la ruina y peor aún; al fin
de su vida.
Años después otro gran creador, Don
Arturo Soria, urbanista, matemático físico,
etc… emprendió otra original empresa que
causo un gran interés entre arquitectos, urba-
nistas e ingenieros de fuera de España.
El proyecto en sí, fue el propósito de la
construcción de La Ciudad Lineal. Esta cons-
trucción lamentablemente para su intención,
no llego a realizarse en la extensión proyec-
tada para ella. Pues este ambicioso proyecto
urbano-arquitectónico incluía un nuevo cuyo
y desconocido medio de comunicación. Este
no era otro que el tranvía, hasta entonces des-
conocido en nuestra capital.
Arturo Soria con el Marqués de Sala-
manca fueron los dos primeros urbanistas en
rendir culto a este medio de transporte,
mostrándose por ello muy interesados en in-
troducirlo como medio de comunicación para
los madrileños. Así pocos años después, y
mediante un enorme entramado de vías, el
centro de la capital quedo unido con el extra-
rradio madrileño.
A estos importantes ordenamientos si-
guieron otros también igualmente vitales pa-
ra la ciudad en este siglo anterior. El primero,
cuyo proyecto inicial se gesto en el siglo
XIX: se refiere a la Gran Vía, y vio la luz el
día 4 de Abril de 1910 cuando el rey Don
Alfonso XIII simbólicamente a golpe de pi-
queta inauguraba las obras.
Su trazado se inicia en la calle de Alcalá
en su confluencia con la de Caba-
llero de Gracia, y se interna hasta casi el co-
Texto: Félix Bernardino Imágenes: Internet
18
Relato
en su confluencia con la de Caballero de Gra-
cia, y se interna hasta casi el corazón de los
Austrias ( muy próximo a él se encuentra el
Monasterio de Las Descalzas Reales ) Esta
vía una vez construida, elimino de su entorno
unas manzanas y callejero de muy insana sa-
lubridad.
Dos planes más de expansión sobre el
ensanche y más allá de las Rondas, se llevar-
ían a cabo en el siglo anterior, que con la
Gran Vía son tres considerables realizacio-
nes. La primera después de acabada la guerra
( 1936-1939 ) Sobre el curso convocado co-
mo eje Norte-Sur. Los ganadores fueron Don
Secundino Zuazo y H. Jansen. Se trataba de
la prolongación de La Castellana hasta con-
cluir en la Plaza de Castilla que nacía con
este proyecto. Esta era la Plaza circular ma-
yor de Madrid.
Continuando después este paseo hasta
Fuencarral – antiguo pueblo – no llego a rea-
lizarse el mismo, al tener que interrumpir las
obras por coincidir su intersección con el
nuevo trazado de la autopista de Colmenar
Viejo.
El segundo proyecto es el de la Aveni-
da de La Ilustración y concluida en el plazo
fijado. Su trazado urbano es de unos cuatro
kilómetros y de las mismas características
que el Paseo de La Castellana. A esta es-
plendida Avenida no responde la calidad de
edificación merecida.
Madrid Sur no ofrece impulsos ur-
banísticos como los emprendidos en la zona
norte. El trazado que presenta, fue iniciado
por el rey Fernando VI, que después con un
mayor alcance continuo su hermanastro el
gran rey Don Carlos III. A él se deben los
trazados de las amplias vías como el Paseo
de las Delicias, el de Santa María de la Cabe-
za, el de los Olivos, de los Olmos. Igualmen-
te trazo y construyo las Rondas de Toledo, de
Valencia y Atocha, etc… Estas vías sirvieron
de base para el Ensanche y que no rebasaron
mayor importancia que el ya realizado en el
siglo XVIII.
Sí fue dotado de medios de comunica-
ción con una de las primeras líneas de tranv-
ías que unían las estaciones de Atocha, Deli-
cias y Príncipe Pio y varios mercados. A su
promotor Don Arturo Soria, ilustre madrileño
se debieron estas interesantes aportaciones de
marcado interés urbano para Madrid.
Otra zona del Ensanche son las del
Oeste y Norte, lugar donde fueron creadas las
barriadas de Argüelles, Vallehermoso-
Quevedo y Chamberí.
Es en Chamberí entre los ejes formados
por las calles de Almagro, Zurbano, Paseo
del Cisne y General Martínez Campos donde
queda destacada una zona de edificaciones de
edificios y palacios de una extraordinaria ca-
lidad. Sorprendentemente, los madrileños
nunca demostraron algún interés por este
magnífico entorno.
Continua después en la barriada de Ar-
güelles, entre los ejes de la calle de Ferraz,
de la Princesa, del Marques de Urquijo y de
Palacio de Oriente
Palacio que fue de Telecomunicaciones.
19
Relato
Rodríguez, un conjunto de edificios y algu-
nos palacios que aunque de más tibia calidad
son comparables a los construidos en la zona
de la calle de Almagro.
Un conjunto de acuarelas y dibujos,
recogen imágenes de diversos lugares madri-
leños que de algunos, hoy, solo quedan en el
recuerdo (1945-1993) pues su aspecto y dise-
ño nos aparecen totalmente transformados.
Sírvanos como ejemplo la Plaza de Colón, La
Red de San Luis, la Glorieta de los Cuatro
Caminos, etc…
En la actualidad algunos de estos espa-
cios han recreado un nuevo ambiente y popu-
laridad. La Nueva Plaza del Descubrimiento
– antes de Colón - , Glorieta de Carlos V, o
la siempre típica y popular de La Puerta del
Sol, etc…
Unos y otros lugares al margen de sus
variadas transformaciones, continúan mos-
trando el muy variado encanto de esta gran
ciudad que lo es: Madrid. Plaza Mayor
La gran Vía. Fotografía del año 1949
Palacio de Linares
20
Crónica
“Dices tú de mili”… Pasajes de la vida cuartelaría. ( 4º capitulo )
Texto: Carlos Bernardino Fotos: del autor.
P or supuesto que, muy lejos de atender
esta orden, lo que hice fue comunicar
a mi teniente lo ocurrido. Este, una
vez escuchada mi versión, y entendiendo que
me asistía la razón, me dijo que a partir de
este día acudiría a la compra con mono y,
que él resolvería el asunto con el oficial de
este servicio.
Como bien merecido lo tenía, a
este reenganchado y deleznable sujeto, a par-
tir de entonces le bautizamos con el apodo de
“sargento trilita”, suave este para el que real-
mente merecía. Este calificativo, al llegar a
oídos de nuestro oficial, pudimos observar
que le hizo sonreír ampliamente. Este déspo-
ta mequetrefe, ignorando el desprecio que le
manifestábamos, acudía a la cantina a consu-
mir bocadillo y bebida. Jamás llegaría a saber
el pobre infeliz, la cantidad de moscas y
“otras lindezas”, que formando parte del bo-
cata pudo ingerir cuantas veces nos visito.
Finalmente sin saber a donde pudo ser desti-
nado, un buen día desapareció de nuestra vis-
ta. Espero que los bocadillos le causaran el
provecho deseado, y que donde se encuentre
le perduren aun los correspondientes dolores
de barriga.
Entre los proveedores que nos
surtían de productos enlatados, como de
fiambres, encontramos en uno de ellos unas
latas especiales de sardinillas y caballa, de
cinco kilos de contenido. Siendo este produc-
to de la misma calidad que las adquiridas en
latas de peso muy inferior, la diferencia habi-
da a nuestro favor por el costo de la de mayor
peso, nos llevó a la compra de ellas para la
mejora de nuestros intereses. Al mismo tiem-
po, conseguimos dos bidones vacíos de com-
bustible de Queroseno,-gasolina de aviación-
a los cuales, una vez convenientemente fre-
gados, les incorporamos sendas barras de
hielo, generosas gaseosas y, finalmente vino
económico que iba bien para la mezcla. Así,
y para alegría de la tropa, surgió “el bocata
americano con vino burbuja”. Por el módico
precio de una peseta con cincuenta céntimos,
el cliente de turno, ahorraba una peseta en la
consumación, y la bebida ahora, era delicio-
samente fría.
¡Y qué decir en lo concerniente a
nuestros intereses! Las dos barras de hielo
incorporadas en cada bidón, eran el equiva-
lente a dos arrobas de vino más, las
“generosas” gaseosas sumadas, hacían que el
ahorro de estos costes en vino, fueran a parar
directamente a nuestra “saca”. Con “este in-
vento”, la tropa se manifestó encantada, e
incluso el teniente nos felicito por ello.
También aceptamos la compra de
tabaco americano y café portugués de contra-
bando, que nos proporcionaba un brigada de
la oficina de vuelos. Este asunto al ser cono-
cido por el teniente, el brigada lo resolvió
obsequiando al teniente, dos cartones de ta-
baco y una botella de whisky.
Igualmente supimos que nuestro
teniente proveía a los oficiales de la base,
con productos canalizados a través de la can-
tina, con el consiguiente beneficio para él.
Una de mis escasas guardias en la base
21
Cronica
De igual manera y siguiendo su ejem-
plo y con la debida discreción, negociamos
comisiones de compra con nuestros provee-
dores. Estando así “las cosas”, una mañana
ocurrió que… Encontrándose mi compañero
en su casa disfrutando de un permiso, me di-
rigió una llamada telefónica reclamándome
un envió de dinero, pues ya había acabado
con el que se llevó. Y cuando me encontraba
en correos entregando en ventanilla el dinero
solicitado, sentí un golpecito en mi espalda.:
Era mi teniente que, sin comentario alguno
sobre mi actuación, me indico que diera or-
den de espera al camión de la compra, pues
subiría con nosotros a la base.
Llegados a ella, inmediatamente me
pregunto por lo que estaba haciendo en co-
rreos. Ante tal situación, creí que lo más sen-
sato fuese explicarle la verdad. Al conocer él
la procedencia del dinero que, según dije, era
producto de las comisiones habidas, monto
en cólera advirtiéndome que, estas comisio-
nes no podían ser contempladas en el ámbito
del ejército. Y que por tanto, estábamos co-
rriendo un gravísimo riesgo si éramos descu-
biertos. Dicho esto, y creo que consciente de
que todos, incluido él,- “cojeábamos del mis-
mo pie”- dio por acabado su alertada recrimi-
nación. Desde este momento, nos cuidamos
muy bien de no manejar públicamente nues-
tros dineros, aunque de ninguna manera re-
nunciamos a nuestras comisiones.
El brigada de la armería, que te-
nia de militar lo que nosotros de honrados,
por aquel entonces, disfrutaba de mis favores
de barra abierta, pues gracias a ellos, él me
nombraba titular de una comisión de servi-
cio. Estos eran, conducir hasta el polvorín de
Griñón, en la provincia de Madrid, un núme-
ro determinado de cajas de balas defectuosas.
Con esta misión, disfrutaba de
una semana de asueto con mi familia, a la
que agasajaba con generosas delicias proce-
dentes de la cantina, y trasportadas en el in-
terior de mi maleta. En síntesis, así, de mane-
ra tan “casera” y desordenada, funcionaba
nuestro Ejército del Aire por aquel entonces
en nuestra nación, afortunadamente para no-
sotros dos.
Por lo tanto, el caos imperaba en
la disciplina, los malos tratos que tuvimos
que padecer, fueron la consecuencia de este
desconcierto. La falta de respeto más ele-
mental observado por los mandos militares
para con la tropa, provenía de la política de
estado militarista, que imponían los déspotas
que gobernaban en aquellos días nuestro
país. Por estas consentidas y públicas veja-
ciones, pude llegar a entender que con este
trato, este tipo de gobierno pretendía afectar-
nos psicológicamente para que al término de
nuestro servicio en el ejército, continuásemos
sumisos en lo social.
Así de descabellada, debió ser la cica-
tera interpretación del carácter del pueblo
español por estos dictadores, ya que jamás la
inmensa mayoría de los aquí nacidos, en mo-
mento alguno renuncio a sus derechos y li-
bertades. Por lo tanto, esta resistencia a la
dictadura por parte de las fuerzas democráti-
cas españolas, permaneció intacta durante los
cuarenta años maléficos que hubo de pade-
cer nuestra patria.
( Continuara )
Elvirita, Emilio, el crono y yo.
22
Réquiem
Y o tenía un jilguero en una jau-
la de barrotes plateados y comederos color
rojo. La colgaba en la ventana, en una escar-
pia, junto a la persiana. El pájaro se llamaba
Quiquiriquí, porque cuando alguien deletrea-
ba su nombre, Quiquiriquí se subía al palo
alto, ahuecaba las plumas como si fuera un
gallo de pelea y hacía lo imposible por picar
el dedo del incauto que lo acercaba a los me-
nudos barrotes.
Un día , sin pensar, levanté deprisa la
persiana y con ella se abrió la puerta de la
jaula. Cuando quise darme cuenta, mi pájaro
surcaba el cielo, gozaba de su inesperada li-
bertad para, más tarde, ir a descansar al alero
de la casa de enfrente, y confundirse con los
gorriones.
Ya no tenía pájaro. No iba a sentir su
cuerpo pequeño en mis manos cuando lim-
piara la jaula. Estaba desolada, no podía vo-
lar tras él para recuperarlo, no podía hacer
nada...
La misma sensación de impotencia he
sentido hoy al ver al castaño reclinar su me-
lena de hojas requemadas en los cascotes del
derribo. El castaño, como el jilguero, era un
trocito de mi vida, forma-
ba parte de lo que esta ahí
sin que nadie lo ponga,
pero agrada verlo , inclu-
so es útil. El árbol era mi
hombre del tiempo. Sólo
con abrir las contraventa-
nas por la mañana, sabía
como estaba el día. Igual
que Kikiriki, el castaño
ahuecaba las hojas ayuda-
do por la brisa y, si llov-
ía, las lágrimas le caían
creando en la tierra
hoyos, que más parecían
pequeños hormigueros.
La nieve lo envolvía en
encajes y entre ellos, veía
yo el triángulo que forma-
ban las edificaciones cercanas cuyo vértice
era y es el Monasterio. Por encima, lo que
rozaba el horizonte unas veces era verde;
otras, ocre o exageradamente gris, de forma
que cielo y tierra eran una misma cosa.
Hoy estoy triste. El castaño no estaba muerto
como en su día lo estuvo el olmo de los Ca-
napés, ni le ha segado la sierra; a éste le ha
sacado a cuajo una excavadora de oruga ,al
mismo tiempo que mancillaba la antigua ta-
pia de piedra.
Relato
Texto: Mª Carmen Gómez Imágenes: Internet
23
Cronica
Los abuelos y los nietos
D esde hace unos años, y a medida que
la mujer se ha ido incorporando a la
vida laboral, cuando en un matrimo-
nio con hijos pequeños trabajan los dos pa-
dres, a veces por necesidad, porque están pa-
gando la hipoteca de la vivienda, y con el
sueldo de uno no llega, en otros casos es por-
que estamos inmersos en el consumismo,
queremos todo lo que nos ofrece la publici-
dad, muchas cosas superfluas e innecesarias.
Por todas estas cosas son los abuelos los que
tienen que bregar con sus nietos, llevarlos y
recogerlos en el colegio, darles de comer, a
veces si es necesario llevarlos al médico etc.,
en fin, cuidarlos en todo lo que necesiten,
hasta que los padres regresan de sus trabajos.
Todo esto naturalmente lo hacen-hacemos
encantados, el problema surge cuando somos
muy mayores, cansados, con problemas de
salud y movilidad, en estos casos, con estas
obligaciones añadidas, nos sentimos agobia-
dos y con pocas fuerzas para hacer estas tare-
as.
De todas formas es una gozada, a mi perso-
nalmente me encargan estas faenas en conta-
das ocasiones, en tales casos lo hago con to-
do gusto.
Todo esto en ocasiones es un problema, prin-
cipalmente para los padres, y por añadidura
para los abuelos, yo no se qué solución puede
tener, creo que alguien tendría que pensar en
estas cosas y encontrar alguna solución.
De todas formas en algunos casos, creo que
los hijos cargan a sus padres con demasiado
trabajo, sin detenerse en pensar demasiado en
sus limitaciones, esta es mi opinión, no sé si
acertada o no.
Abuela feliz con sus dos nietos
Los niños se lo pasan bomba con sus abuelos.
Los abuelos son los que tienen
que bregar con sus nietos, ...
Texto: Juan Díaz Imágenes: Internet
24
Poesia
La tierra
Hueles a hembra fecunda
al ir marcando los surcos,
donde el arado ha surcado
por una yunta de burros.
Madre de toda semilla
esperas tener simiente,
donde todo está plantado
con paciencia y buena gente.
Femenina como el agua
te van regando los surcos,
para que emane su flor
que aguarda el fruto maduro.
Vas firme como una roca
con tu manto de paciencia,
como posees frío o calor
tu cobijo siempre espera.
La pradera color verde
por donde pastan las reses
que cabalgan a sus anchas
por la tierra sin paredes.
Es la época de la siega
tus espigas son moradas,
el labrador las recoge
al final de temporada.
Abuela
Hoy recuerdo con nostalgia
a la madre de mi padre,
siento el calor en sus brazos
cuando empieza a abrazarme.
En la noche dice un cuento
nunca puedo adivinarle,
cada vez es diferente
cuando camino a acostarme.
Con mis padres laborando
es colega y compañera,
en los días de colegio
en una tarde cualquiera.
Ella me porta la paga
si hago las cosas bien hechas,
no hacer caso de la gente
que no cumple su promesa.
Seguiré siendo una niña
aunque ¡hoy! me sienta madre,
les hablaré a mi familia
de la madre de mi padre.
Aldeana
Mora la mujer aldeana
entre valles y montañas,
cabalga por sus entrañas
esta dama tan serrana,
ella se siente cercana
con vecinos del lugar,
que vienen de laborar.
Ellos pasan por su puerta
con la mano siempre abierta
que les gusta saludar.
Texto: Antonio Marcos Ortégo
La tierra y La Abuela
25
Poema
Ya no hay palomas en El Escorial Texto: Margarita Gonzalo Imagen: Internet
Ese arrullo encantador falta canción de cuna eterna, bella
ya no está. Desapareció para siempre, sin razón, sin motivo
parece. Quizás sea el ruido que padece Ese antiguo pueblo de nobles,
de paz y tranquilidad. ¿Dónde estará el silencio de antaño?
La quietud que estallaba, que se grababa
en el alma de cuantos la conocieron que vivieron cuando había vida.
Se transforma en pasto de ruido mecánico sonido, metálico
que quita el sueño. Es ahora un barrio de ciudad,
Con esa misma maldad Que lo caracteriza.
Nos rodea la falta de humanidad, De ternura, bondad.
Nos tornamos en animales brutales, Y los libres nos abandonan para siempre.
Ya no hay palomas en El Escorial.
26
Botanica
SAMBUCO NIGRA Texto: Margarita Bermejo Imágenes: de la autora.
E ste magnífico árbol o arbusto crece en
la zona geográfica, eurosiberiana y
mediterránea.
El origen del nombre es latino, (Sabucus o
sambucus), pero como tantas plantas tan ri-
cas y buenas para los humanos, se le conoce
con muchos más: flauta, cañilero, samuque-
ro, saúgo, sabuquero o saúco.
Yo conocí este árbol aquí en El Escorial
cuando era muy pequeña, crecían en los bor-
des de los caminos o entre las tapias de sepa-
ración de fincas.
Desde muy pequeña las flores me gustaban
mucho y siempre iba cogiendo las que veía a
mi alcance. Me gustaban mucho las del saúco
por su color blanco que era un placer para la
vista, cuando el árbol está en flor, parece que
ha nevado. Es fácil saber donde crece el
árbol del sauco por el olor que las hojas des-
prenden, que no resulta agradable.
Siempre que las personas mayores me veían
con las flores en las manos me regañaban ¡y
me decían que me iba a envenenar!
Según las señoras eran venenosas y solamen-
te decían que las hojas eran buenas para
hacer baños de pies para bajar la hinchazón.
La verdad en parte tenía razón ya que si co-
ges los frutos verdes, te puedes envenenar.
Al cavo de muchos años y lejos de España
me encontré con el árbol, mágico o maldito
como más te guste, tiene tanta historia y es
tan bueno para la humanidad que resulta inte-
resante conocer todas sus virtudes, el hombre
lleva valiéndose de las propiedades desde la
edad de piedra.
Habiendo vivido en Inglaterra durante mu-
chos años y totalmente integrada con sus cos-
tumbres, todos los domingos solíamos a visi-
tar diferentes parques para que los niños dis-
frutaran y conociesen los lugares interesantes
que tiene Londres, y junto a unos amigos y
sus hijos lo pasábamos muy bien. Un domin-
go decidimos visitar una granja-huerta donde
nos dijeron que podíamos recoger y comprar
fresas; como también tenían animales nos
pareció un día completo para que los niños
disfrutasen tocando a los animales.
27
Botanica
A la llegada, la primera impresión de la
huerta fue una sorpresa, había grandes canti-
dades de coches y muchísimos niños que lo
estaban pasando muy bien. No podíamos cre-
er lo que estábamos viendo, toda clase de
fruta, cerezos, manzanos, perales y, el árbol
de saúco. Toda clase de frutos del bosque, y
mucho que yo no conocía, me quede sorpren-
dida al ver a la gente comerse los fresones
según los cogían, sólo te cobraban por los
que metías en las cestitas que te daban a la
entrada. ¡Bromeábamos que nos debían pesar
al entrar y de nuevo al salir y cobrar la dife-
rencia!
La huerta estaba dividida en diferentes
partes, las verduras tan tiernas, yo cogía las
más pequeñitas, aun recuerdo el sabor de las
judías verdes, los calabacines, los guisantes
que allí mismo te los podías comer, tan dul-
ces, los tomates con tanto sabor y de las pata-
tas qué puedo decir. Todo ello era un placer
para el paladar. Hablo así porque es lo que
más me gusta, las verduras y la fruta.
De esa manera conocí que el árbol del saúco,
era comestible, las flores no sólo son bonitas
pero se pueden comer, yo las probé fritas con
una masa de buñuelos y están muy ricas, el
sabor recuerda un poco el plátano. Con las
flores se hace vino espumoso, las flores secas
se echan cuando se hace compota de manza-
nas y le da un sabor a plátano. Cuando las
flores se acaban aparecen los frutos que son
bayas como un racimo de uva. Éstas pueden
ser negras o rojas y con ellas se hacen estu-
pendas y riquísimas mermeladas y jaleas, y
también alcohol por destilación.
Su madera es estupenda para fabricar instru-
mentos musicales, hacen un tipo de arpa si-
rio, con los tallos se fabrica una especie de
flauta, de ahí viene uno de sus nombres, la
medula es blanda y lo trabajan muy bien.
Como veréis no tiene desperdicio.
Características
El tamaño máximo es de 10 metros, sus hojas
son alargadas y verde oscuro.
Florece en junio y julio y las flores de color
blanco, cuando están en su esplendor parecen
nieve.
Crece entre escombros de edificios rurales.
En suelos húmedos y ricos en nutrientes.
Las flores desprenden un olor especial que
atrae a las abejas y otros insectos que se ocu-
pan de la polinización.
Los frutos son negros, rojos, verdes y blan-
cos, en distintas fase de la maduración.
Se puede reproducir por esquejes en otoño o
primavera.
Se puede hacer una infusión de las hojas y
fumigar sobre las plantas para protegerlas de
pulgones y orugas.
Es muy importante no confundirse con su
pariente el sauquillo o yezgo (SAMBUCUS
EBUCUS) ya que sus frutos son muy vene-
nosos.
28
Literatura
Los clásicos y yo Homero
Texto: Mcge Imagen: Internet
¿ No es acaso Home-ro el poeta épico del siglo VIII antes de Cristo, empadro-nado en Grecia…?
N o se por qué, hasta hace unos días,
no me he fijado en el nombre
‘’Homero’’, grabado con tinta negra
en las piedras del edificio municipal que al-
berga la biblioteca de El Escorial. Una fuerza
desconocida, invisible, sujetó mi vista a esas
seis letras. Luego, por un proceso mental de
esos que todos conocemos, he buscado en
mi conciencia la forma de pensar en la ca-
sualidad, señuelo que conduce a preguntarme
¿No es acaso Homero el poeta épico del siglo
VIII a. de Cristo, empadronado en Grecia,
propuesto por el profesor, esta semana, para
hablar de la filosofía helénica? Homero, que
echando mano de una técnica refinada y pro-
fundidad de pensamiento narra episodios de
la época heroica de Micenas y la guerra de
Troya; además del fantástico viaje de regreso
a Ítaca de Ulises, irreducible luchador que se
impuso a la adversidad y llevó tras de sí
hazañas, gloria y un presente, a pesar de las
dificultades, de reconocida prudencia. Home-
ro, que no sacó de la nada lo que creo, pero si
lo dio sentido, hace colaborar a Ulises en una
empresa complicada, donde los dioses del
Universo intervienen en la vida de los hom-
bres. Con acciones despiadadas o recon-
fortándolos con algunos días u horas de rego-
cijo, los ata al espacio y al tiempo según ca-
pricho, voluntad o preferencia. Son dioses de
la tierra, de los mares, del viento, de la muer-
te…, seres superiores instalados en el trono
divino del Olimpo, que se distinguen de los
humanos por su inmortalidad; pero aun así
están sujetos a las pasiones, defectos, virtu-
des. Poseidón es enemigo de Ulises. Atenea
su valedora. Eolo guardián de los vientos le
hace su huésped, para, más tarde, escatimarle
su favor, desbaratar su esperanza cuando el
héroe desde su nave, por sotavento, entre el
mar negruzco y claridades nebulosas veía
aparecer y desaparecer en el horizonte su
amada tierra Ítaca. La pesadumbre merma
sus fuerzas, llega extenuado, titubeante, con
sus compañeros aqueos, a los dominios de
Circe, etc.,etc.
La personalidad del héroe resulta evi-
dente. Yo no me puedo sustraer al interés que
ejerce sobre mí este personaje nada pesimis-
ta, que en lo que vive su odisea pasa momen-
tos extraños, inquietantes, abrumadores, y
justifica sus penalidades por el mismo hecho
de vivir, incluso las da por buenas, ya que
consigue terminar su viaje después de veinte
años. He aquí la filosofía impuesta a Ulises
por Homero, el que da título a esta biblioteca.
Busto de Homero en el Museo Metropolitano de Nueva
York
29
Biografía
Benito Arias Montano: Humanista
Texto: José Luis García Imágenes: Internet
Campanario en La Peña de Arias Montano
H e tenido la fortuna de visitar Extre-
madura desde Zafra a Plasencia con
distintos motivos. He disfrutado de
sus grandes bosques, dehesas, Monfragüe,
etc., de sus bellas e históricas ciudades, de su
historia, de su gastronomía y sus vinos, de
sus maravillosas ruinas. Este relato se inició
siguiendo la ruta del jamón ibérico.
Mi andadura comenzó en el bonito
pueblo de Fregenal de la Sierra, donde tiene
su sede la conocida firma Argal. La gula me
había llevado hasta este vergel y el hallazgo
resultó mucho más trascendental. Este pue-
blo fue la cuna de dos grandes prohombres
de la historia, ambos estrechamente ligados a
la historia de la Comunidad de Madrid.
Uno de ellos, Juan Bravo Murillo, naci-
do en 1803, es muy conocido por los madri-
leños por su ambicioso proyecto de llevar el
agua a la capital. El Canal de Isabel II le dio
renombre, aunque importante fue también su
trayectoria como político. Ocupó varias car-
teras y fue Presidente del Gobierno en 1951-
52. Falleció en 1873. Benito Arias Montano
es otro de los hijos preclaros de Fregenal,
donde nació en 1527. Allí se erigió un mo-
nolito con su figura, en la Barriada que lleva
su nombre. También lo lleva la calle donde
nació, y en la casa existe una placa conme-
morativa. Se le conoce como uno de los
grandes humanistas extremeños, además de
hebraísta, biólogo, escritor, teólogo, poeta y
políglota.
Poco se conoce de sus primeros años,
excepto que recibió las primeras lecciones
del párroco del pueblo. Tras la muerte de su
padre, quedó bajo la protección del canónico
de Badajoz, Don Cristóbal Valtodano. Sus
primeros maestros fueron Don Alfonso Gar-
cia Matamoros y Don Pedro Mejías, este últi-
mo acreditado experto en latín, además de
matemáticas y cosmografía. Al parecer su
padre fue notario de la Inquisición, lo que no
le impidió estar en el punto de mira de este
Tribunal. La economía de la familia no era
muy boyante, lo cual retrasó su marcha a Se-
villa para iniciar sus estudios. Pero desde ni-
ño dejó constancia de su interés por el cono-
cimiento y a los 14 años escribió su primer
trabajo científico: “Discurso sobre el valor y
30
Biografía
la correspondencia de las monedas antiguas
con las nuevas”
La Peña de Arias Montano
Se ordenó sacerdote, a los 30 años e
ingresó en la Orden de Santiago. A continua-
ción se retiró a la Peña de Aralar, para con-
centrarse en el estudio de las Sagradas Escri-
turas. No hay referencias de cuanto tiempo
permaneció allí recluido. De hecho La Peña,
una pequeña hacienda en la serranía de Huel-
va, próxima a Aralar se convirtió con el tiem-
po en su refugio, donde acudió de forma re-
iterada, a meditar o a realizar estudios pro-
fundos sobre algún tema. El lugar se conoce
ahora como la Peña de Arias Montano.
En una de esas prolongadas visitas a la
Peña, en 1553, una vez conseguido el Patro-
nato de la Ermita allí existente, la recons-
truyó. Edificó una casa y estudio, plantó vi-
des y frutales, y acondicionó el antiguo ma-
nantial en lo que hoy es “La Fuente de La
Peña” El Centro de Interpretaciones ocupa un
lugar destacado entre las edificaciones allí
existentes. No olvidemos que Arias Montano
fue un gran políglota y que dedicó muchos
esfuerzos a la traducción e interpretación de
grandes obras.
Estudios en Sevilla y Alcalá de Hena-
res
En Sevilla, como en toda su vida fue
siempre austero, parco en la comida, de poco
dormir. Allí realizó sus primeros estudios
programados. Tuvo como mentores a Pedro
de Mejías y Juan Quirós, interesando por las
ciencias médicas, pero sobre todo por la filo-
sofía y la teología aparte de la lingüística y la
poesía.
En 1550 se matriculó en la Universidad
de Alcalá de Henares, donde pasó años deci-
sivos para su formación humanística y lin-
güística. Además de dominar el latín y el
griego, estudió semíticas (hebreo, arameo,
caldeo). Se inició en los secretos de la filo-
logía comparada.
En Alcalá coincidió con Fray
Luís de León, que acudió a la Universidad
atraído por el prestigio del Catedrático de
Biblia, Fray Cipriano de Huerga, quien tendr-
ía una gran influencia en el futuro devenir de
nuestro personaje. Aprendió a trabajar en
equipo con personas de distintas ideologías.
Es curioso contemplar que esta forma de
pensar con el tiempo le traería problemas con
el Santo Oficio, al igual que a Fray Luis de
León.
Dejó Alcalá en 1558.
Sin embargo estudios tan serios como
el de la Biblia no fueron óbice para que no
encontrara solaz en el estudio de la literatura
y la poesía, hasta el punto de que en las fies-
tas del Corpus de 1552 fue coronado poeta
laureado.
El Concilio de Trento y otros viajes por Eu-
ropa
Su reconocido prestigio como teólogo
hizo que en 1562 el obispo de Segovia, don
Martín Pérez de Ayala, lo llevase consigo
para participar en el. Don Benito con su sa-
piencia, demostró lo acertado de la decisión.
El Concilio concluyó en 1564 y
marcó un hito en la Iglesia Católica, dictando
las normas por las que habría de regirse en el
futuro.
En 1566 Felipe II le nombró su ca-
pellán y le otorgó una pensión anual. Al año
siguiente la encargó la dirección de la Biblia
Políglota que el editor Cristóbal Plantino le
había ofrecido publicar en Amberes. Su es-
tancia allí duró siete años, y aparte de publi-
car la Biblia Políglota, mantuvo estrecha re-
lación con los erasmistas y pensadores libera-
les, lo cual le ocasionó ciertas críticas de par-
te de los sectores radicales de la iglesia. En
los Países Bajos no sólo divulgó la cultura y
el pensamiento del humanismo españoles,
Retrato de Benito Arias Montano
31
Biografía
-bernador de España en Flandes, en un tiem-
po que este territorio bajo dominio español
pasaba por momentos de grandes turbulen-
cias.
También estuvo en Inglaterra a peti-
ción de Felipe II, quien en 1954 contrajo ma-
trimonio con María Tudor, hija de Enrique
VIII. Está fue la tercera de las cuatro espo-
sas. En aquel entonces los reyes se casaban
varias veces, buscando alianzas o políticas o
hijos varones que aseguraran masculina.
María Tudor murió cuatro años después, sin
hijos, con lo cual la posible alianza política
no se consumó, pero Benito Arias Montano
estuvo en los círculos reales prestándole ase-
soría y ayuda, y fortaleciendo la expansión
del catolicismo.
Durante los años en el extranjero el
humanista extremeño aumentó sus ya vastos
conocimientos lingüísticos, a los que añadió
el francés, inglés e italiano.
El Escorial ¡al fin!
Terminado su viaje por Europa, se ins-
taló en el Monasterio de San Lorenzo donde
le esperaba una ingente tarea. Una parte im-
portante de ella era un tanto rutinaria y
monótona, pero no menos importante. Re-
quería un trabajo paciente y riguroso, para
catalogar los miles de volúmenes de la Bi-
blioteca, lo cual hizo dividiéndolos por idio-
mas. Entre ellos se encontraban algunos im-
portantes incunables. Tardó 10 meses a pe-
sar de que el catálogo tuvo que ser escrito a
mano.
Como gestor se ocupó además de con-
seguir nuevos libros para aumentar los fon-
dos de la Biblioteca iniciados con gran canti-
dad de volúmenes aportados por Felipe II.
Ésta se había enriquecido también con parte
de la colección de Gonzalo Pérez, y 4.500
volúmenes procedentes de la de Diego Hurta-
do de Mendoza. También incluía valiosos
volúmenes trasladados de la Capilla Real de
Granada, de la reina Isabel de Castilla
Durante su estancia en Amberes y en
Inglaterra entró en contacto y realizó traba-
jos conjuntos con personas librepensadoras
que tuvieron alguna influencia sobre él, lo
cual le produjo ciertos problemas con la orto-
doxia de la Iglesia y la sociedad a su vuelta a
España. Precisamente de sus viajes trajo nu-
merosas obras adquiridas con los fondos faci-
litados por el Rey. Tuvo sumo cuidado en su
elección para no enfrentarse con las opinio-
nes dominantes en España, y supo con habili-
dad sortear las dificultadas para incluirlas en
el catálogo de la Biblioteca.
Además continuó gestionando la cesión
o adquisición de nuevas colecciones entre
ellas sus cuantiosos escritos, la mayoría de
los cuales se refieren a temas religiosos y
están en latín, por lo cual son poco conoci-
dos.
Recuerdo del gran humanista.
Sin duda el mejor recuerdo que tene-
mos de él, es la propia Biblioteca en la que se
encuentra los ocho volúmenes de la Biblia
Políglota, editada en tiempos de Felipe II en
España. En El Escorial junto a la Iglesia de
San Bernabé hay una calle dedicada en su
memoria, y en San Lorenzo, la Librería que
lleva su nombre en Joaquín Costa, 1.
Biblioteca del Monasterio de El Escorial.
Restos de construcción en La Peña.
32
Relato
¡¡ Gracias, muchísimas gracias !! Texto: Luis Felipe Soto Imagen: del autor
H oy 14 de febrero del 2012 es fecha
de mi cumpleaños, 71 años, no es
broma, 71.
En el Hospital de Nemba Rwanda- (África de
los grandes lagos)
Mi día ha comenzado con la rutina diaria: a
las 6h.00 de la mañana he celebrado la Misa
con las Hijas de la Caridad, comunidad de
Nemba, alguna de las cuales comparten tra-
bajo conmigo ha muchos años en el Hospi-
tal. Después desayuno, arreglar papeles, po-
nerlos en orden …, que el relevo ha llegado y
hay que traspasar a los más jóvenes los de-
beres bien hechos; este año dejo de trabajar
para Medicus Mundi Navarra, después de 15
años.
Sentado bajo el enorme bambú que adorna la
parcela y podéis ver en la foto, recuerdo los
últimos años vividos y el primer pensamien-
to que me viene a la cabeza es
“agradecimiento”, mucho “agradecimiento”,
me considero un privilegiado.
Bajo el bambú recuerdo los años 95/96 que
con Caritas Española trabajé en los campos
de refugiados rwandeses en la República De-
mocrática del Congo. Nuestro trabajo con-
sistía en organizar lo que llamaban “cocinas
comunitarias” para dar de comer a los refu-
giados; nos adentrábamos en la selva/selva
ecuatorial congoleña y de vuelta, con los re-
fugiados encontrados, eran cadáveres vivien-
tes, en un antiguo tren minero, atravesába-
mos extensiones enormes de bambúes que se
entrecruzaban encima de nuestras cabezas
formando auténticos arcos góticos de una
belleza extraordinaria e increíble.
Vivir en directo todas estas experiencias fue
para mí un privilegio en todos los sentidos y
me abrió los ojos a muchas realidades y vi-
vencias, hasta ese momento desconocidas o
deliberadamente ignoradas.
! Qué suerte he tenido por haber nacido don-
de nací ¡ Mi familia, los colegios a los que
asistí, mis formadores, la Congregación de
los Sagrados Corazones a la que pertenezco,
Sevilla, Cádiz, Jerez, donde trabajé,… y que
gran suerte tuve cuando en 1998 me enviaron
a África.
...el enorme Bambú que adorna la parcela...
El gorila en Rwanda atrae el turismo mundial.
33
La violencia vivida en aquellos años
difíciles, me han regalado PAZ; la miseria
descubierta, me hizo pensar cuan rico era y
descubrir y apreciar el privilegio de comer
todos los días, de la limpieza, el agua co-
rriente y caliente, la seguridad, una cama
con sábanas limpias donde dormir, la luz
eléctrica, poder cambiarme de ropa …. Puede
parecer que desvarío, pero invito a los que
me leen, a vivir esta experiencia; leía hace
poco que por lo que soy pertenezco al grupo
del 7% de la población mundial; y esto no
me causa ningún sentimiento de culpabilidad,
al revés, mi sentimiento es agradecimiento;
es mucho lo recibido, es mucho lo que pue-
do dar. Ser generoso en la vida, ese es el se-
creto descubierto; recibir es darse, es cercan-
ía, es reconocer al otro y respetarlo en su di-
ferencia, es sensibilidad, “saisit de pitié”, que
dicen los franceses.
Hoy día de mi 71 aniversario quiero compar-
tir este regalo con todos vosotros
“agradecimiento”. Muchas, muchísimas gra-
cias.
Luís Felipe Soto ss.cc.
N.B. Estas letras quiero dedicárselas de una
forma muy especial a Fidel Ibáñez,
“compañero del alma, compañero”, que
cantó el poeta y al que por muy pocas horas
no pude despedir; el mismo día y a la misma
hora que llegué a Madrid de vacaciones le
enterraban en El Escorial. ¡Hasta siempre,
Fidel!.
Relato
Único medio de traslado de los desatendidos.
Atardecer en Rwanda.
34
Sobete de limón
Sorbete de limón al cava Autora: Eva Arguiñano
El curacao es un licor de exquisito aroma,
elaborado con la piel de las naranjas que se
cultivan en la isla del mismo nombre. Si no
tienes curacao, puedes sustituirlo por otro de
licor de naranja.
Ingredientes
Para 6 personas:
1/2 botella de cava
1 L de helado de limón
8 cucharadas de nata
4 cucharadas de vodka
1 limón
Un poco de curacao azul
2 cucharadas de azúcar unas hojas de
menta
Elaboración
Limpia el limón, y con una puntilla saca un
trozo largo de la cascara. Córtalo en tiras fi-
nas y resérvalas.
Coloca el helado en el vaso de la batidora,
añade la nata, el vodka y el cava. Tritura con
la batidora eléctrica hasta que todos los in-
gredientes queden perfectamente integrados.
Pon el azúcar en un plato y vierte el curacao
en otro. A la hora de servir, moja los bordes
de las copas. Primero con el curacao y des-
pués pásalas por el plato con azúcar.
Vierte el sorbete en las copas y adórnalo con
unas hojas de mente y las tiras finas de
limón.
Consejo
A la hora de preparar este sorbete, lo mejor
es que lo hagas en el momento de consumirlo
porque pasado un tiempo, los ingredientes
tienden a separarse.
¡Os encantara!
35
Reposteria
Bizcocho de dos colores Texto: Margarita Bermejo Imágenes: de la autora
E n este bizcocho se utiliza chocolate
negro en una parte de la masa y en la otra se
deja normal, de esa manera una vez cocina-
do, al cortarlo se puede ver bonitos dibujos,
como si fuesen vetas de mármol. De hecho
en Inglaterra se le conoce como bizcocho de
mármol, es allí donde lo he conocido.
INGREDIENTES
225g De Mantequilla.
225g De Azúcar.
225g De Harina.
4 Huevos.
La ralladura de una naranja.
2 cucharadas de zumo de naranja.
75g De chocolate negro.
1 cucharadita de levadura royal.
1 Cucharada grande de cacao en polvo.
1 molde de 900ml alargado
Papel de hornear para forrar el molde
Modo de hacerlo:
En un recipiente, se pone el azúcar y la man-
tequilla, se bate bien hasta que se vea espon-
joso, a continuación se baten los huevos, uno
a uno hasta que estén todos bien batidos. Se
incorpora el harina y la levadura royal, con
una cuchara se incorpora hasta que esté todo
bien mezclado. La masa se divide en dos re-
cipientes. En una parte se incorpora el zumo
de naranja y la ralladura. En la otra el cacao
en polvo y el chocolate negro, que ya lo
tendréis fundido. (El chocolate se funde al
baño maría) Con una cuchara se va echando,
una de masa de chocolate y otra de la normal
hasta que esté todo en el molde. Se hornea a
180, por 1,1/4 horas.
36
Alfolí