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Alfolí Julio-Septiembre Nº 38

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Editorial

Los abuelos del 2017

Me gustan los abuelos. Son esas personas

que a base de esperar y luchar muchos años

se encuentran con hijos de hijos o hijas que

les llena de nuevo la vida de sonrisas.

Pero mi recuerdo a ellos no se limita a la ley

natural de sucesión sino más bien al papel

fundamental que están aportando a la familia

y a la sociedad de este siglo.

En tiempos pasados las visitas a estos entra-

ñables personajes era como un regalo lleno

de sorpresas, Se nos ponían las galas de los

domingos, nos peinaban con raya recta o tira-

buzones y a las niñas se le ponían lazos de

colores. A veces incluso se estrenaban zapa-

tos.

-Que los abuelos os vean guapos. Etc.etc…

Ellos nos recibían con solemnidad, besos de

protocolos, y la espera de algún obsequio.

La conversación era entre adultos con el de-

nominador común de notas escolares, com-

portamiento, y travesuras.

Despedidas rápidas, frases repetida, (Ser bue-

nos) y una caricia.

Todo es distinto. La nueva sociedad con sus

nuevas reglas han cambiado el comporta-

miento y las necesidades. El nuevo status de

las parejas (los dos trabajan) las nuevas nece-

sidades económicas hacen que la presencia

en la vida de los hijos, de los abuelos, no solo

sea cada vez más frecuente sino que en mu-

chos casos, necesaria al cien por cien.

Todo tiene su explicación. La paternidad o

maternidad programada hace que los futuros

padres ya estén muy acoplados en el mundo

laboral. Ese bienestar crea una serie de obli-

gaciones que no se pueden borrar de un plu-

mazo. El nivel de vida adquirido no se puede

bajar y eso conlleva a no poder en muchos

casos afrontar nuevo gastos.

El cuidado en casa de los pequeños, muchas

veces obligado por las falta de medios para

llevar a los niños a las guarderías (precios

desorbitados) ,hacen que la figura de este co-

lectivo cumpla con ,cada vez ,más frecuencia

el papel de “nanas”.

Conocemos casos que la situación ha llegado

a límites insostenibles. Ruina de progenitores

o consecuencias físicas en muchos casos irre-

parables.

El camino al título de “abuelos” en la genera-

lidad de los casos, no ha sido un sendero de

rosas. A lo largo de los años de recorrido,

muchas espinas han marcado la ruta. Pero

siempre con un denominador común: El

amor por los hijos.

El tiempo del reposo ha llegado y hay que

respetarlo. Se agradece toda la ayuda posible;

pero se rechaza “ abusos” de ninguna clase .

La predisposición estará siempre dispuesta:

también debería existir el respeto a una vida

trabajada ,en una parte importante , para su

descendencia.

Convivamos sin apreturas y disfrutemos de la

vida. Cuando miremos a nuestros hijos, siga-

mos sonriendo y al acariciar a nuestros nietos

sintamos que tocamos el futuro.

Equipo de redacción:

Marisa Ramírez, José Ruiz Guirado, Miguel Soto,

Luis Felipe Soto, Félix Bernardino, Carlos Bernar-

dino, José Ruiz, S.Olhai, Felipe Cabildos,

C.Aramburo, M.Ontalba, Matilde Ramírez, Rafael

Tenllado, Ariadna Soto , Juana Gómez.

Apoyo y maquetación: Carlos Bernardino

y Miguel Soto.

Fotos portada y contraportada: Inter-

net

Imprenta: Copimay

Correo: www alfolí revista. com

Alfolí

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Índice

Índice

Editorial———————————————————————— 2

Anuncio por palabras——————————————————— 4

La ultima camisa————————————————————— 5

El barquero——————————————————————— 6

Soledad————————————————————————— 7

El lobo feroz——————————————————————— 8

La entrevista———————————————————————- 10

La partida————————————————————————-- 12

Poesía—————————————————————————— 14

El tiempo sin horas————————————————————— 16

Puedo——————————————————————————-- 17

Mínimo esfuerzo—————————————————————— 18

Fragmentos—————————————————————————19

Micro-relatos———————————————————————— 20

La grieta—————————————————————————— 22

Rafael Téllez———————————————————————— 27

El chocolate y la perla Peregrina———————————————— 28

El tonto de la red———————————————————————30

La comida————————————————————————— 31

Los grandes mitos—————————————————————— 32

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Anuncios por palabras

S e alquila fantasma en buen estado.

Interesados: C/Castillo de Drácula, 25 (según se sale a la derecha).

Se cambia “persona de tercera edad’’ por juego de vajilla completo.

Razón: residencia “La Alegre”.

Feto: busca madre experimentada.

Se valorará “Currículum”. Interesados: clínica “La Primeriza”.

Urge cambio “cuñado” por ordenador.

(No es necesario que esté en buen estado, ni siquiera que se encienda).

Se cambia bebé por mango de paraguas.

Razón: A ver si puedo dormir esta noche.

Hormiga vende espacio hormiguero, por chalet ,300 metros.

(Abstenerse bromistas).

Se ofrece “cotilla’’experto, para puesto consejero matrimonial.

Interesados: Avenida de la lengua larga, veintiséis.

Pirómano, se ofrece, puesto bombero.

(Dedicación absoluta, veinticuatro horas).

Político, amplia experiencia en corrupción, se ofrece puesto directivo de banca.

Autor: Germán Medina

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LA ÚLTIMA CAMISA NO NECESI-

TA BOLSILLOS

Autor: José Ruiz Guirado

ESTAMOS viviendo un tiempo de cinismo aplaudido. No creo que el es-pañol medio esté anestesiado o carezca de ambiciones. Sucede, que está inmerso en un despropósito dictado desde quienes imponen, desde su autoridad y comodidad, las reglas de juego, cuando no los destinos. Se puede robar, saquear, despedir o delinquir desde su estatus correspon-diente. Cuando se le caza en una, la respuesta es que ha asumido su res-ponsabilidad. Si el cazado pertenece a los desheredados, que comete un hurto, incluso para comer, es un miserable y despreciable delincuente. Quienes dan lecciones públicas de decencia, de compromiso, de patrio-tismo, o de ética; resulta que en ese lapsus han llenado la saca, se han cu-bierto el riñón, y corresponde, por tanto, alinearse a los encausados honorables, que defienden su conducta. No es que el español medio esté callado; es que está amenazado, en el sentido de que puede perder inclu-so lo poco que tiene. Pero si es cierto que, llegado el momento de ejercer su elección con el voto, no lo hace, o es que hay más votos de quien están más seguros al calor de su dinero. El problema, es que lo mediocre pre-domina. Recuerda una época reciente en la historia de España, en la que los menos preparados, los afectos, ocupaban, con sus manifiestas caren-cias los puestos de los que poseían una titulación. Y, claro, eso resultaba peligroso. Hay que unirse y desprestigiar a quienes están capacitados, para mantenerse ahí arriba. No importan los métodos, ni las prácticas, ni las adehalas para mantener el tipo. Consiste en vocear sus éxitos, ex-hibirlos para que entre ellos se reconozcan y acrediten. Eso sí, de manera consuetudinaria, para que les vaya tocando a todos el reparto. Y con algo que han aprendido bien: las mentiras, las injurias, cuanto más grandes, más tremendas, más creíbles. Eso sí, hay algo que se les escapa, y que el común sí conoce: contra más larga y ancha sea la excusa, más se nota que se miente. Claro que nos queda el recurso del pataleo. Los america-nos lo expresan en una frase, de una manera viral, que se dice ahora: “La última camisa no necesita bolsillos”. ¿Será que esto de resignarse es asunto acreditadamente ibérico?

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Vasudeva-el barquero– de Siddhartha Autor: S. Olhai Imágenes: Internet

L a noche imponía su llegada.

En la orilla del rio, estaba la piedra; fría y solitaria.

El anciano tomó asiento y observó las estrellas.

Dejó a la imaginación volar en libertad; aquella que en esencia no te hacía más feliz;

pero sí más persona.

Contempló sus manos. Habían envejecido. Les agradeció su ayuda.

Recordó a sus amigos. Fueron niños; aunque algunos no lo recordaban.

Sentía el idioma del agua.

Una etapa había finalizado: empezaba otra.

Acarició las hojas del arbusto, donde los frutos maduraban sus delicias.

-¿Qué es la vida?- preguntó al río.

-Escoger en libertad.

Metió los pies en el agua– interrogando…

¿Algún consejo?

El rio contestó: deja las cosas que no te importan. De lo desconocido no hables. Es-

cucha y aprendes: no vivas para los recuerdos.

Con esfuerzo se levantó. Fue hacia la barca. Miró de nuevo a las estrellas...

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Soledad

Autora: Marisa Ramírez Imágenes: Internet

CEGUERA

Ojos que no alcanzan a ver dónde anidas

ciega estoy en tu refugio,

ignoro dónde te escondes

(reptil abyecto de mi vida).

No sé, si quiero que mueras, o que vivas.

No sé, si podría vivir sin ti, después de tantas lunas.

HUECO

Este triste y profundo hueco en que se encuentra mi alma.

¿Nací así o te encontré en el camino?

¿Nunca vas a abandonarme?

SOLEDAD

¿De qué forma escaparé a esta soledad?

Es tan profunda… No me alcanza el recuerdo. ¿Desde cuándo me acompaña?

¿De ayer? ¿De hoy? ¿De siempre? ¿Desde cuándo me atenazas? ¿Cuánto me anulas; me aho-

gas, en lágrimas amargas?

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EL lobo feroz

Autora: Ariadna Soto. Imágenes: Internet

F ui a recoger las evaluaciones del primer ciclo .He aprobado por

los pelos. Pero el objetivo lo he conseguido.

Ha sido un año duro, las sombras del fracaso han estado in-

quietándome de manera machacona.

La relación “edad-estudio” no es fácil . Si además hay temas persona-

les :se complica mucho.

Admito que la presencia del “lobo feroz” (circunstancias) han tenido

algunas veces una influencia poco controlable. La distracción ,si se

desmadra ,te lleva a perdidas de tiempo que cuesta recuperar.

La frase :“mañana lo hago”, ha tenido mucho más protagonismo que

el deseado.

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En mi familia paterna, hay personas que por su actitud ante la vida, te

enseñan a reflexionar sobre los errores. Me parece un ejercicio que te

fortalece y te hace madurar.

Muchos “lobos feroces” mal resueltos ,pudieron truncar el objetivo es-

tablecido.

Hoy ,hace buen tiempo. Voy a ir a la playa del Saler a nadar. Escojo

este lugar por su tranquilidad. En ella hay rincones donde el mar me

permite charlar de confidencias y proyectos.

En mi próximo ciclo ,tengo que escoger el camino deseado. Creo que

lo tengo claro: quiero ser “Reportera Gráfica”. Desde pequeña me ha

atraído sus dos facetas: aventura y profesionalidad.

Hace un año estaba en casa de mi abuela Alicia . Fuimos a una confe-

rencia que daba el escritor Pérez Reverte sobre su obra :“El Capitán

Alatriste”.

Mi abuelo ,que nos acompañaba y conoce a mucha gente, consiguió

que pudiéramos hablar con el autor. Éste me preguntó :“¿Qué te gus-

taría ser de mayor?”; le contesté que reportera gráfica. Abrió el cajón

de la mesa ,donde estaba firmando sus libros y sacó otra de sus

obras :“Territorio comanche ’’y me dijo:

-Léelo con atención y siente las situaciones que cuento en él. Me lo

dedicó y me dio un beso.

Me encantó y potenció mí convencimiento hacia dónde quería dirigir

mis pasos.

Después de nadar un buen rato ,me tumbé en la toalla y hablé con mi

amigo: “El mar”.

-Por poco la fastidiamos-le comenté

Él ,me escuchó como siempre y rizando su superficie me contestó:

-“Casi…”.

Al volver a casa, mí padre me felicitó por lo conseguido. Lo sabía- me

dijo.

-Yo no.- le contesté.

Subí a mi ático, y fui repasando los útiles que tenía para mi nueva

aventura: Máquina de fotos, trípodes, objetivos, filtros, etc.…

Soy una persona afortunada. Sé que todo esto ha supuesto esfuerzo y

renuncias.

-¡No más Lobos feroces!... no más…no más… Me quedé dormida.

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La entrevista

Autor: Gabriel Lujan Imágenes: Internet

D oña Adelaida, la vecina del sexto, se iba de vacaciones. Antes de partir, había prepa-

rado una serie de pruebas para seleccionar al ladrón más idóneo para asaltar su pi-

so; pues por aquella zona se había producido una serie de atracos que habían dejado

los domicilios, totalmente desmantelados.

-A los que vengan, pídale referencias. Si le convence, me los envía- aclaró Doña Adelaida.

Aparecieron numerosos candidatos, casi todos aficionados (chorizos de poca monta) Sólo

uno, reunía las condiciones exigidas. Mientras se hallaba realizando las pruebas, que aquella

había elaborado, se presentó un segundo:

-Perdone, ¿Es aquí donde se celebra la entrevista?-preguntó señalando la hoja de un periódi-

co, donde sobresalía, un anuncio con grandes letras. El portero miró indolente al hombre que

sujetaba aquella hoja. Enfrente le estaba observando un hombre maduro, vestido con un tra-

je azul, con un maletín negro en la mano.

-Aquí es-dijo el portero. ¿Trae las herramientas?

El hombre abrió su maletín y extrajo un pasamontañas; varios pares de guantes; un juego

completo de palancas (para reventar cerraduras); un juego completo de llaves clonadas; va-

rias linternas y algunas sogas El portero examinó con detenimiento aquellos utensilios. Cuan-

do terminó, le pidió sus datos. El hombre sacó de su maletín un folio, acompañado de algunos

recortes de diferentes periódicos y varios documentos:

-Así que usted…-leía el portero. Comenzó su carrera con pequeños hurtos en el supermercado

de su barrio. Siguió adquiriendo experiencia como carterista en el metro y en los autobuses

Autor: Gabriel Luján Imágenes: Internet

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y se doctoró, atracando una joyería, donde sacó matrícula de honor descifrando los códigos de su

caja fuerte. Adjunta varios escritos, entre los que se cuentan varios documentos , por parte de las

diferentes empresas a las que ha atracado, que acreditan la elevada preparación de su reco-

mendado.

-He traído artículos, de diferentes periódicos, donde se puede estimar la calidad de mis trabajos –

manifestó el hombre.

El portero cogió los recortes de prensa. En ellos se apreciaban las fotografías de varios bancos con

las cajas de seguridad, despanzurradas por el suelo.

-Por lo que estoy viendo-dijo el portero. También maneja la lanza térmica.

Así es-dijo el hombre. En este oficio hay que saber de todo.

-Cierto. Sobre todo en estos tiempos-asintió el portero.

-¿Y han pasado muchos candidatos? preguntó el hombre.

-Con usted es el segundo-contestó el portero. Han llegado bastantes más, pero ninguno reunía los

requisitos requeridos…

-Le entiendo-dijo el hombre. Nuestro oficio se está echando a perder. Hay mucho novato y mucho

intruso. No tiene más que observar las chapuzas que se cometen. ¡Qué falta de profesionali-

dad!

-Si es que, para todo, hace falta un tiempo para formarse-asintió el portero.

El hombre, cuando terminó de introducir los documentos en su maletín, aprovechó para mirar su

reloj. -Oiga –dijo el hombre. ¿No sabrá cuales son los requisitos que exige su vecina? No.

-Algo sé-dijo el portero. Por lo que me ha dicho uno, que tenía buenas referencias, y que fue recha-

zado; hay que superar varias pruebas, entre ellas abrir una caja fuerte, teniendo buen cuidado de no

dejar huellas, en ningún mueble. Doña Adelaida es muy exigente para la limpieza y muy precavi-

da. La semana pasada, me hizo comprar tres pares de guantes de goma. (Por si acaso algunos de

los que se presentan, se les hubiera olvidado). Por las escaleras bajaba un hombre maduro, vestido

con un traje azul, que portaba un maletín negro.

-¿Qué, ha habido suerte?-le preguntó el portero.

-¡Qué va!-contestó el hombre, dejando el maletín en el suelo. He abierto una caja fuerte con los

guantes de goma, que me ha dado la señora ; pero como hace tanto calor, cuando me los he quita-

do, han caído gotas de sudor en el parqué .¡Cómo se ha puesto! Me ha llamado de todo. Total que

me he “azarao ’’ y no he dado “pie con bola”, en las pruebas siguientes.

-¿Y cómo son esas pruebas que usted dice? -preguntó el primer hombre.

-Es que ha venido a la misma entrevista que usted –aclaró el portero.

-Tal como ella quiere: diría que nadie sería capaz de superarlas -dijo el segundo hombre. Antes de

entrar a su piso, me exigió que me descalzara y que envolviera los pies en unos trapos, cubiertos

de cera. Cuando estaba dentro, no hacía más que fijarse en la manera como me movía. Cada vez

que topaba con un mueble, me llamaba la atención. Me colocó un cepillo en las manos y me hizo

barrer todas las habitaciones, cuando terminé me dijo que había dejado demasiado polvo en la tari-

ma. Pasamos por su biblioteca. Me hizo registrar tomo por tomo; regañándome cuando variaba de

sitio cualquier libro. Siempre que llegaba a alguna habitación nueva, me exigía abrir las ventanas

para airearla, y si en algunas de aquellas, me encontraba con alguna planta; me exigía regarla para

evitar que se secara.

Llegamos a la cocina. Su fregadero, se encontraba cubierto por una vajilla completa, para seis per-

sonas. Me puso unos guantes de goma ,jabón, estropajo y un trapo Cuando terminé ,me hizo coci-

nar un plato de huevos fritos con chorizo (por si me entraba hambre mientras robaba) me había

puesto tan nervioso que se me cayó una cáscara al suelo: ¡creí que iba a asesinarme! Después me

hizo abrir una caja fuerte, cuya combinación había olvidado; con los resultados descritos. Me ha

dicho que dejara mis señas y que ya me llamará. Mientras el portero se despedía del segundo hom-

bre, el primero se fue a hurtadillas, con la fregona. Al menos, algo había sacado, de la entrevista.

. .

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La partida

Autor: Adrián Fuentes Imágenes: Internet

C omo todos los años el Mosén preparó la mesa. Tapete verde, sillas fraile-

ras. En el fondo de la sala la chimenea con troncos de olivo. En la enci-

mera jarra de vino de barrica y vasos de cuerno. Al calor del fuego esta-

ba el café de recuelo.

Era época de siembras en Calamara. Pueblo serrano perdido en los montes de

Los Gorgojos. En sus calles oscuridad y silencio.

El Mosén se dirigió al sótano. Bajó las escaleras iluminando la estancia. En la

pared del fondo una cortina blanca tapaba algo.

Se acercó y quitando la tela dejó un hueco al descubierto. Con una venia ex-

clamó: es la hora de la partida.

De manera pausada fueron entrando los invitados.

El primero llevaba un traje talar blanco, melenas largas, en su mano un báculo.

-Hola Jeremías- saludó el Mosén.

El siguiente invitado se movía con dificultad. Corpachón de guerrero, cubierto

de coraza y yelmo, colocaba la celada para evitar tropiezos.

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-Buenas noches Rodrigo.

Con cara aniñada y pajarita de lunares ,el tercer invitado, saludaba con una son-

risa.

-Hola Federico.

El Mosén indicó el camino. Al llegar a la sala. Jeremías dejó el báculo en el

rincón. La espada de Rodrigo encima del baúl. Federico dejó el libro en la enci-

mera.

-Ya conocéis vuestro sitio.

Tomaron asiento.

-Vino- ofreció el mosén. Aceptaron.

En el centro de la mesa la caja de ébano. Sacaron de ella la bolsa de terciopelo

vertiendo los marrecos de cristal. La baraja de color marfil llevaba el sello de su

origen “Fournier”

Pasó de mano en mano, todos la acariciaron. El Mosén la barajó.

Reparto y partida. Una y otra vez. Los lances del juego llenaron la noche. El vi-

no no faltaba en los cuencos.

Palabras las justas: “Envido”, “ Más”, “Órdago”.

El final llegó de madrugada. Recogieron marrecos y cartas. Cerraron la caja ne-

gra.

Tomaron: báculo, espada, y libro.

-Hasta el año que viene- dijeron al unísono.

Bajaron las escaleras. Entraron en el hueco. El Mosén puso la cortina.

Por la calle de Calamara tres figuras se despedían con un gesto. En el muro un

cartel “Carnavales 2017”

El Mosén quitó el tapete de la mesa. Mientras lo guardaba en el arcón pensaba:

Todos tenemos algo que ocultar. El misterio de la vida se reproduce a diario en

cualquier ser humano. Estamos en Cuaresma.

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Autor: Rafael Tenllado Imágenes: Internet

Álamos

Sigue, frente a mi puerta,

aguarda firme

Alerta: la tristeza.

Sube... Juntos oiremos

el lamento del viento

Sobre los álamos...

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Regreso

Fatiga tanta claridad

Curva su peso,

Dura luz, luz altiva

Que afila el hueso:

¿cuando regresaras otoño?

Fragilidad

Se quebró la luz

Saltando a la comba

Con el viento…

Oblea

Cada muesca en el bastón:

Bocado en la oblea

Del alba...

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El tiempo sin horas

Autor:Francisco Domingo Aguilera Imágenes: Internet

C erremos los ojos, inventemos el tiempo sin horas para refugiarnos en él. Bálsamo don-

de confluyen todas las historias, todas las vidas.

Ignoremos la luz, las sombras, el cansancio, el tedio, las arrugas, el dolor.

Empecemos a abominar de los infinitos hilos de cárcel con que nos envuelve el tiempo trocea-

do.

Arropemos nuestros sueños, con caricias nostálgicas de alegría. Recuperemos por fin los be-

sos cálidos que nunca dimos.

Alimentemos de amor nuestras pasiones, vivencias supremas sin edad que no debemos enre-

dar nunca en las agujas locas de los relojes.

Hagamos del tiempo sin horas un confidente íntimo y silencioso de aciertos y errores de nues-

tra vida, que nació muchas veces después de haber nacido.

Naveguemos en él, haciéndole fluido compañero de emociones, río turbulento que nos llevará

más allá de los “ojos abiertos”, a una eternidad que él tampoco conoce.

Déjanos que nos mate lentamente, con la resistencia lógica, del animal con miedo. Porque es

seguro que nos está preparando para entrar en bellos universos desconocidos.

El tiempo sin hora se ha revelado, dentro de nosotros, como un inexplicable dios sin dios; que

nos acompañará en un sueño sin final.

Estad preparados para cuando la vida nos enseñe su rictus de sufrimiento y responderla con

una sonrisa de ojos cerrados.

Porque ,para salvarnos de la rutina rota y dolorosa, siempre nos quedará el tiempo sin hora.

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Puedo Autor: M. Ontalba Imágenes: Internet

P uedo enamorarme de ti, aunque sólo sea un momento.

En un futuro cercano, sé que no valdrá. Que mi alma seguirá

vacía y yerma, como hasta ahora: su destino.

Este instante de amor que siento, es tan dulce y gratificante, que lo

voy a gozar como si fuera amor verdadero. Aquel, que se me negó,

siempre.

Ahora, en este instante, voy a llenarme de él .Dejaré que recorra mis

venas, como savia regeneradora, de mi existencia. Floreceré como si,

la primavera, viniera a visitarme. La aceptaré y por un instante: seré

feliz.

Dentro de un minuto, tal vez, se acabe todo .Pero ahora, lo siento, lo

respiro...

Espero que mi mente sea generosa con esta plácida sensación y me de-

je gozar un poco más.

Abro los ojos y desaparece .Por un instante me he sentido plena de

amor por ti.

Ahora, ya no eres, ni un recuerdo. . .

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Mínimo esfuerzo

E l sonido monótono e insistente del teléfono, terminó arruinándome la siesta. Coloqué

la cabeza debajo de la almohada, esperando a que colgaran; pero siguió sonando como

si tuviera vida propia. Terminé levantándome.

-¡Sí! , ¿Quién es?

- Soy yo. Santiago.

Era mi hermano pequeño.

-¿Qué pasa? ¡A qué viene tanta urgencia!

-Tienes que ayudarme-Me apremió.

-¿Qué ocurre?

-Es mi ordenador-Contestó afligido.

-¿Qué le sucede?, ¿Se ha resfriado?

¡Peor!-exclamó abrumado. ¡No funciona!

Mi hermano, desde que descubrió los ordenadores, es incapaz de realizar nada, sin ellos.

-Han llamado de la editorial. Me exigen un adelanto del relato que estoy escribiendo.

-¿Y no lo tienes?

-Tenía escrito la mitad, cuando se me ha estropeado el ordenador -contestó desesperado.

-¿Y si lo intentaras a la manera tradicional? Ya sabes…bolígrafos, cuartillas, un par de diccio-

narios…

-¡Estás loco! –rugió. Hace mucho tiempo que salimos de las cuevas, y tú pretendes que

regrese a ellas. ¡Escribir a mano!-dijo bufando…

Tal vez ahí radique el problema .Nadie quiere esforzarse ¿Para qué hacerlo? Vivimos en la

“sociedad del mínimo esfuerzo ’’; rodeados de múltiples máquinas y artilugios que nos man-

tienen aislados, en el territorio de “ninguna parte”. Nos movemos en una “pecera”, donde si-

multáneamente, somos observados y espectadores. Cogí el portátil. Comprobé, si funcio-

naba.

-De acuerdo-dije. En media hora me tienes delante de tu puerta.

Autor: Santiago Cabal Imágenes: Internet

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Fragmentos Compilador: Humberto Leal

Siempre la claridad viene del cielo;

es un don: no se halla entre las cosas

sino muy por encima ,y las ocupa

haciendo de ello vida y labor propias.

(Claudio Rodríguez).

Tu pupila es azul, y cuando ríes,

su claridad suave me recuerda

el trémulo fulgor de la mañana ,

que en el mar se refleja.

(Gustavo Adolfo Bécquer).

Tu cuerpo de claridad

hecha pan.

(Jorge Lemoine y Bosshardt).

Yo soy un hombre de luz, con tanta rosa,

con tanta claridad destinada

que llegaré a morirme de fulgor.

(Pablo Neruda).

La claridad me empuja al barrizal de los espejos.

(Eduardo Moga).

Cádiz, salada claridad; Granada,

agua oculta que llora.

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Micro - relatos

Autor: Carlos Almarza Imágenes: Internet

La cabeza llena de grillos

Tumbado en el césped, no podía dormir, el canto

estridente de aquel ser de manera insolente, me

desafiaba.

-¡Puedes parar!- grité

Las hojas secas del montón recogido se movie-

ron. Unos ojos saltones me retaban.

¿No te gusta?

Miré asombrado. ¡Horrible !- contesté.

-No sabes escuchar-dijo.

¿Sera cierto?…

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El tiempo pasa volando Toda la vida de Dª Elvira fue una carrera detrás

de su peluca.

El valor del tiempo

La anciana, con cáncer, miró el cielo estrellado.

“Las estrellas existen porque las creo al mirar-

las…”.

El tiempo no existe: envejeceré cuando decida

hacerlo.

No se hizo la miel para la boca del asno

Miró la cuadra vacía.

-¿Dónde estará el asno?- se preguntó.

Detrás de las colmenas, el viejo animal, se recos-

taba en el césped húmedo. Las fuerzas le habían

abandonado. Las jornadas de su vida tocaban a

su fin.

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La grieta

A ndrew Goldman Bailey, había nacido en Lewiston (ciudad de 2600 habitantes, ubi-

cado en el estado de Montana). Era propietario de una tienda de licores que había

heredado de sus padres, (emigrantes lituanos que habían adoptado los apellidos

por los que era conocido). Tal vez, aquel legado, indujo a Goldman a que nunca sintiera la

necesidad de abandonar su pueblo; para él, su limitado espacio, y una rutinaria existencia, col-

maban todas sus aspiraciones.

Su amigo Randy Cooper, trabajaba en la gasolinera del viejo Bobby. Había llegado de un

pueblecito de Arkansas que contaba de sólo ciento noventa y tres habitantes: Lead Hill; acaso

fuera por aquella circunstancia que Randy, nunca perduraba durante mucho tiempo en ningún

lugar; condición que compensaba con un carácter abierto e imaginativo, donde eran rechaza-

dos cualquier tipo de intolerancia o de autoritarismo. . Randy sabía escuchar a la gente. Po-

seía aquellas cualidades que le permitía transmitir el asombro que le producía los descubri-

mientos, que la naturaleza, le revelaba.

Autor: Axel Luca Imágenes: Internet

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. Aquella tarde le encontré más reservado que de costumbre; fuera lo que fuera aquello que

anduviera tramando, no tardaría en salir a la superficie:

-Se produce una grieta –musitó Randy.

-¿Qué?-dijo Goldman.

-Una grieta en la pared-afirmó Randy.

-¿Una grieta? ¿De qué grieta me estás hablando?

Randy había salido de la abstracción en que se encontraba, ahora miraba con fijeza a Gold-

man:

-Hace tiempo que se están produciendo una serie de desapariciones en todo el planeta.

-¿Eh? ¿Qué están desapareciendo gente?-preguntó Goldman.

-Se desconoce qué o quienes las están provocando; pero aquellas se producen después de la

aparición de una grieta en la pared de una de las habitaciones de los desaparecidos- dijo Ran-

dy.

-Siempre ha habido gente descontenta con su vida que ha huido voluntariamente-comentó

Goldman-.Puede ser una casualidad.

-He pensado lo mismo, al principio-dijo Randy; pero de las declaraciones de los familiares y

amigos, se deducen que las víctimas no tenían intenciones de desaparecer…Todos los testigos

coinciden que del interior de aquellas grietas, fluían fuerzas desconocidas que a medida que

iban extendiéndose por las paredes, los caracteres de los afectados , sufrían intensas

transformaciones que terminaban sumiéndoles en una profunda apatía, de la que eran inca-

paces de liberarse.

-¿Cómo, estás tan seguro?-Profirió Goldman. ¿De dónde has sacado esta información?

-Son noticias que aparecen regularmente en los medios de comunicación-afirmó Randy-. Han

pasado desapercibidas, debido a que los desaparecidos suelen pertenecer a estamentos de es-

casa relevancia social; se han convertido en parte de una estadística que a nadie interesa.

Pasaron la tarde hablando sobre aquel tema. Cuando se separaron, Goldman tenía la sensaci-

ción que “algo “extraño estaba ocurriendo, que nadie podía detener. La semana siguiente no

vio a Randy, le correspondía el turno de noche .Goldman se dedicó a recopilar información

sobre el asunto que les había mantenido ocupado aquella tarde; en los libros que pudo encon-

trar en la biblioteca de Lewiston .El número de desvanecidos era muy superior a los que Ran-

dy suponía…

El teléfono no cesaba de sonar. El reloj del ayuntamiento señalaba la media noche.

-¿Quién es?-ladró Goldman, irritado ante aquella llamada que le había obligado a dejar su

programa favorito.

-Soy yo-dijo Randy angustiado. ¡Tienes que venir!

-¿Ir… a dónde?-protestó Goldman, que detestaba salir de noche.

-¡Tienes que ver esto!-dijo Randy, cada vez más agobiado. ¡Ha ocurrido!

-¿Qué quieres decir? ¿Qué ha pasado?-preguntó Goldman.

-¡Una grieta!-chilló Randy-¡Ha salido una grieta en la pared de mi dormitorio!

Cuando llegó Goldman al apartamento de Randy ,éste le estaba esperando ;le abrió la puerta

antes que pulsara el timbre. Nunca le había visto tan nervioso. Me hizo una seña para que le

siguiera. Nos precipitamos hacia su dormitorio. Una grieta ocupaba el centro de su pared. Al

día siguiente, el albañil, aplicó diferentes capas de yeso y pintura sobre la grieta, que apareció

de nuevo, dos semanas después :

-Me han localizado-afirmó Randy.

-¿Cómo? ¡Qué dices!-exclamó Goldman.

-Me conocen. Quienes han abierto esta grieta me están analizando-Dijo Randy-.Saben que he

estado investigando sobre las desapariciones.

-¿Cómo estás tan seguro? -preguntó Goldman.

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Durante aquella semana, mi tienda sufrió cuantiosos desperfectos, a causa de una riada que

inundó su suelo .Tuve que emprender un serie de obras que me tuvo ocupado demasiado

tiempo. Cuando terminaron las obras, le llamé para ir a su apartamento; después de aducir

una serie de pretextos, logré que aceptara recibirme dos días más tarde, por la noche. Al

abrirme la puerta, noté que su actitud había cambiado, se comportaba de manera recelosa;

como si desconfiara de mi presencia. Después de varios preámbulos conseguí desviar la con-

versación hacia el estado actual de la grieta; su ademán adoptó una actitud distante:

-Qué quieres saber sobre ella –Preguntó fríamente, Randy.

-Me gustaría verla. La última vez que pude ojearla, apenas era una incipiente abertura…-dijo

Goldman.

-Ha crecido-contestó cortante Randy-. Ahora ocupa casi toda la pared.

Goldman intentó dirigirse al pasillo que conducía al dormitorio de Randy; pero éste se colocó-

delante, impidiéndole el paso.

-¿A dónde vas?-bramó Randy-.No te acerques a ella.

-¿Pero…?-Balbuceó Goldman.

-No consentiré compartirla con nadie-Rugió Randy. Ellos me hablan. Sólo confían en mí.

-¿Ellos?-preguntó Goldman. En los ojos de Randy se había instalado una dureza que antes no

existía.

En la tienda no cesaban los problemas. Cuando no era una tubería que se atascaba, era un pro-

veedor que tenía que reemplazar por haber manipulado algunas partidas de vodka y de gine-

bra; o de aquel “viajante” a quien había sorprendido con varios botellines bajo el abrigo. Entre

una “cosa” y otra había transcurrido medio semestre, desde que estuvo con Randy. Las últi-

mas noticias que había recibido sobre él, se las proporcionaron unos clientes que oyeron que

había sido despedido de la gasolinera, donde trabajaba; por pelearse con varios usuarios que

nunca habían promovido ningún incidente. El comentario generalizado entre su clientela, fue

que Randy no era la misma persona que conocían. Había entrado en un círculo, de donde fue-

ra de sus límites, nada parecía importarle. Alguno mencionó que le habían visto vagando cer-

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Otros aseguraron que su apartamento se encontraba deshabitado. Un empleado del ayunta-

miento le confirmó que le habían cortado la luz. A pesar del lamentable comportamiento con

que Randy se había conducido, la última vez que estuvieron juntos; Goldman decidió que

debía presentarse en su apartamento y dejar a un lado pasados resentimientos.

Terminaban las últimas horas de la tarde. Frente a la puerta del apartamento de Randy, Gold-

man pensaba si no había sido un error haberse desplazado hasta allí. Si sus clientes tenían

razón, aquel piso podría hallarse desierto y tampoco conocía la reacción de Randy cuando

le viera…; suponiendo que siguiera viviendo en aquel lugar. Estaba a punto de irse, cuando le

pareció haber oído un ruido dentro del piso. Al golpear la puerta, se dio cuenta que no tenía

el cerrojo puesto. La empujó suavemente, formando un hueco por dónde Goldman pudo

pasar. Las sombras de la tarde moribunda, comenzaban a invadir los escasos espacios de luz,

que aún quedaban. De nuevo escuchó un sonido grave que le resultaba vagamente conocido

que provenía del cuarto de baño; encontró a Randy que roncaba dentro de la bañera. Com-

prendió que prefería dormir allí, que en su dormitorio, donde más tarde descubrió que se

había formado una abertura que atravesaba su pared de parte a parte. Goldman propinó a

Randy varias bofetadas hasta que consiguió despertarle. Sus ojos vacíos no reflejaban nada.

Cuando Goldman intentaba incorporar a Randy, éste comenzó a balbucir:

-Ellos…me acechan-musitó-.Están ahí: les pertenezco.

-¿Qué te han hecho? –preguntó Goldman. No puedes permanecer aquí, por más tiempo.

-Ellos…no dejarán que los abandone-susurró Randy-.Pronto me llevaran con ellos.

Intenté persuadirle que debía marcharse de aquella casa, cuanto antes; pero se negaba a aban-

donarla. Intuía que un desastre, de mayores consecuencias que su “presentida desaparición”,

iba a afectarle; si se alejaba de aquella grieta. No sé cómo logré convencerle para que viniera

a vivir una temporada a mi piso.

Había pasado tanto tiempo durmiendo en la bañera de su apartamento, que su cuerpo no se

acostumbraba a la suavidad de una cama cómoda y aseada. Cada mañana le encontraba ron-

cando en el interior de mi bañera; tenía que tomar una decisión, así qué, le propuse que se

trasladara al sótano de mi vivienda ,donde guardaba una bañera antigua de hierro fundido

que sus abuelos habían trasladado, desde Lituania (su ciudad natal). Randy quiso verla ense-

guida. Aquella era una de las escasas ocasiones que demostraba cierta curiosidad, fuera del

círculo donde se encontraba. Bajaron al sótano. La bañera era bastante más amplia que la

que tenía Randy en su apartamento. Se metió en ella y se arrebujó con una manta que le había

entregado; cerró los ojos…A partir de aquella mañana, Randy no salía de aquella vetusta

bañera; su espacio era cuanto necesitaba.

Todo se estaba desarrollando de acuerdo con los objetivos que había establecido. Cuando le

conocí tuve la intuición que tras aquella fachada de confianza en sí mismo y aquella firmeza,

se ocultaba un ser imaginativo e inseguro que necesitaba un “motivo’’ al que asentarse. Le

proporcioné la historia de la grieta, también hice que creyera que había sido él, quien había

descubierto las desapariciones que se estaban produciendo. Conseguí que se fuera obsesio-

nando con aquella ficción y que, de forma paulatina, fueran sintiendo los mismos síntomas

que habían sufrido las víctimas que habían desaparecido y que él era uno de ellos. Para conse-

guirlo Goldman se introdujo en el dormitorio de Randy, abriendo una grieta en su pared; aber-

tura que he ido agrandando a medida que su paranoia iba creciendo…

Ha sido divertido manipular su mente; desconectarla de todo estímulo exterior. Durante el tri-

mestre que siguió al desplazamiento de Randy a mi sótano; me dediqué a cebarlo a con-

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un martillo grande; una sierra con dientes nuevos; un escoplo quirúrgico para separar la car-

ne del hueso; ropa adecuada para la sangre; envases de plástico para guardar la carne, una vez

separada del hueso.

Cuando tuvo todos los instrumentos preparados, se puso la ropa que había dispuesto, tomó el

martillo y se dirigió a la bañera…Cuando Randy lo vio, Goldman creyó haber captado un ges-

to de alivio en su cara; de alguna manera había intuido que iba a acabar con él. El primer gol-

pe abrió una profunda brecha en el cráneo de Randy; el segundo, hizo saltar fragmentos de

su cerebro que se desperdigaron por toda la superficie de la bañera. Uno de sus pedazos se

alojó en la a la boca de Goldman, que se relamió de gusto, al sentir su contacto. Desnudó

el cadáver de Randy y desmembró sus miembros con la sierra con dientes nuevos. Una

vez acabado, cogió el escoplo quirúrgico y procedió a desprender la carne de los huesos del

cuerpo troceado de Randy.

Cuando lo hubo conseguido, guardó la carne en los envases de plástico que había prepara-

do…El esqueleto de Randy lo enterró en el suelo del sótano, junto a los de media docena de

ingenuos, que como Randy, se habían dejado embaucar con patrañas parecidas y habían co-

rrido la misma suerte. Goldman, sacó una libreta y un lápiz del cajón de una mesita que se

hallaba debajo de las escaleras del sótano. Abrió la libreta y anotó el nombre ,la fecha del día;

el mes y el año que había asesinado y desmembrado a su última víctima.

Un chico desconocido se presentó en la tienda de Goldman; preguntando si conocía algún co-

mercio donde hiciera falta un dependiente (aunque sólo fuera por horas). Cuando se fue de su

tienda, Goldman se quedó convencido que no pasaría mucho tiempo en conseguir otra cena

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Rafael Téllez (mi amigo) Autor: Miguel Soto Imágenes: Internet

E ste año las fiestas de tu pueblo (Bargas) no serán lo mismo. Tú, mi querido

amigo, no estarás. Serás un privilegiado ya que las convivirás con el que

tanto querías:” El Cristo de la Sala”.

Sé que donde estés, verás los fuegos, sentirás las tracas; disfrutarás de las lumi-

narias. Sonreirás con la ofrenda de tus nietos.

Escucharé la Misa de la Coronación, en el banco de siempre. Disfrutaré de las

bellas voces de la coral; entre las cuales ,está la mujer que más te quiso.

Cuando estalle el Aleluya ,miraré al cielo: buscaré tu sonrisa socarrona.

Beberé la limonada que me salpicaba al llevártela.

Por las mañanas, degustaré la “rosca del Cristo”, que tanto te gustaba.

Seguiré poniendo mal el hule y miraré a tu esquina ,sintiendo tu risa pícara que

me decía: “nunca aprenderás”.

Dormiré la siesta televisiva, en la que los dos mirábamos, sin ver.

Te referiré los “peligros” del encierro.

Iré a la puerta de siempre y le contaré al Cristo ,mi pena, por no tenerte y cuando

vuelva a tu casa ,echaré de menos aquellas anécdotas de la mili que me conta-

bas.

Echaré de menos tus enseñanzas taurinas y tu sonrisa abierta ,cuando por cir-

cunstancias personales, corría por los peldaños de la plaza.

Te echo de menos, amigo mío. El tiempo pasará: los cocidos, el arroz con liebre;

pero ... perdurará siempre nuestro cariño ,que en algún momento de la eterni-

dad, actuará de encuentro infinito.

Ahora que disfrutas del que tanto amaste. Dile que nos eche una mano a los que

te queremos.

Un beso.

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El chocolate y la perla peregrina Autor: José Ruiz Guirado Imágenes: Internet

E STOS días de frío que se cuela por todas partes, por muy abrigado que se vaya, apetece ese chocolate con picatostes que se sirve en algunos de los establecimientos hosteleros escurialenses. No va-

mos a traer el mapa de la hostelería escurialense, que sin duda, por su calidad y por su tradición, merece que una mañana de estas hagamos un paseo pormenorizado, por cada uno de ellos. Queríamos decir del choco-late, no de aquella guerra que se declararía en la España decimonónica, entre éste y el café: los tomadores del chocolate lo serían los eclesiásticos, los canónigos y los frailes. Quienes tomarían el café serían los laicos y los liberales. No, aquí, en esta maña fría queríamos recordar la figura de Felipe III, que ya de niño sus preceptores avisarían al Rey, su padre –Felipe II-, que su hijo sería inmoderado hasta la gula en la mesa; apreciando con más celo el chocolate –manjar blanco-, que la perla peregrina. Aquella, que por su color, brillo y forma de lágrima, la convertirían en una de las más apreciadas en todo el orbe; que sería regalada al Rey Felipe II, en 1580, por el Alguacil Mayor de Panamá. Sería lucida, desde entonces por las re-inas que ocuparon el trono español, permanecería en España hasta la Guerra de la Independencia, hasta que José Bonaparte saquearía las jo-yas de los Borbones españoles.

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Años después Alfonso XIII intentara comprarla para su esposa, pero lo impi-dió el elevado precio; acabando por fin en manos de la actriz Elizabeth Tay-lor, regalo de su esposo Richard Burton. Según parece, hubo otra segunda perla, que le regalaría el rey Alfonso XIII a doña Victoria Eugenia. Pero esto es ya otra historia, que le dejamos al papel cauché. A nosotros nos interesaba el chocolate por el que se perdía el futuro Felipe III. Que ya de paso, pues no nos vendría a desmano evocar la Fábrica de Chocolates Matías López, de la que el erudito y profesor Gregorio Sánchez Meco, “Cuando el Escorial olía a chocolate” (Ayuntamiento del Escorial. El Escorial, julio, 1996). No nos cabe duda, que la glotonería de Felipe III le vendría de su padre y de abuelo. No sabemos a ciencia cierta si Martínez Montiño, el cocinero de los Austrias, por error transcribiera dos banquetes en uno, en esta prodigalidad culinaria, tomada ¿de una sola sentada?: Perni-les cocidos Capones o pavos asados calientes Pastelones de ternera y pollos y cañas calientes Empanadas calientes Pichones y torreznos asados Perdices asadas Bollos maimones o de vacía Empanadas de gazapos en masa dulce Lenguas de salchichones y cecinas Gigotes de capones sobre sopas de natas Tortas de manjar blanco Hojaldres rellenos Salchichones de lechones enteros Capones rellenos fríos sobre alfitete frío Empanadas de pavos Tortillas de huevos y torreznos Empanadas de benaçon Cazuelas de pies de puerco con piñones Salpicones de vaca y tocino magro Empanadas de truchas Costradas de limoncillos y huevos mejidos Conejos en huerta Empanadas de liebres Fruta de pestiños Truchas cocidas Zoclos de masa dulce Panecillos rellenos de masa de levadura Platos de frutas verdes Gileas blancas y tintas Fruta re-llena Empanadas de perdices en masa de bollos Buñuelos de manjar blanco y frutilla de lo mismo Empanadillas de cuajada o ginebradas Truchas en esca-beche Plato de papín tostado con cañas Solomos de vaca rellenos Cuajada de platos Almojabanas ¿buñuelos? Exagerado o no, más bien creemos que lo go-toso y diabético no les vendría por seguir régimen alguno.

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El tonto de la

red

Autor: Félix Ávalos Imá-

R ecuerdo aquellos veranos en los pueblos de la sierra Madrileña. En algunos de ellos

habitaba un personaje entrañable e inofensivo: “el tonto del pueblo ’’, que nos des-

cubría que, veces, La Naturaleza cometía errores de los que nadie, se encontraba a

salvo. Parecido, con la figura anteriormente descrita, pero bastante más peligroso; ha apare-

cido por las redes de Internet , un sujeto a medio camino entre psicópata integral y un

perfecto descerebrado .Forma una especie aparte que “acaparan” toda la atención, colgando ,

imágenes en la red, cada vez , más ofensivos, vejatorios, y lacerantes, tales como: colocar

pasta de dientes entre dos galletas, dándoselas a probar a un mendigo; asestar una patada, a

una mujer por la espalda; una pareja que obliga a su hijo de siete años, a pasar por situacio-

nes de extrema ansiedad; filmar en directo, el asesinato de su cónyuge…Todas estas barbari-

dades se han cometido con el único objeto de salir durante medio minuto en las noticias de la

CNN. Se ha relegado a la inteligencia y al sentido común, al sótano de la más degradante

estupidez.

Antes, para destacar en cualquier materia, era requisito indispensable, poseer el talento nece-

sario que le distinguía de los demás. Ahora cualquier “patán” que tenga la suficiente energía

como para colgar en la red, el “disparate” de turno; consigue legiones de borregos (pido dis-

culpas a los integrantes de tan digno colectivo de bóvidos) que comparten sus mismas au-

sencias de neuronas.

Sospecho que Jack “el destripador” tenía las mismas aspiraciones. Después de cometer sus

crímenes, enviaba cartas a la policía, donde les animaba a descubrirle y anticipaba futuros

asesinatos .La diferencia entre Jack y los adocenados adeptos de la red, estriba en que el pri-

mero, a su manera, fue un precursor; inauguró una nueva época: la de los asesinos en serie

que, aunque él no fue el primero; su notoriedad obligó a la policía de su tiempo, a emprender

nuevos caminos en las investigaciones policiales. También lo fue Sigmund Freud, que cuan-

do publicó: “La interpretación de los sueños” fue acusado, por muchos de sus coetáneos, co-

mo un verdadero homicida; sus teorías anulaban la posibilidad que los sueños fueran la

“abertura”, por donde se vaticinaba el futuro. Han existido numerosos pioneros de los que la

mayoría del “Vulgo’’ desconoce su identidad; pero todos tenían un sello que les caracteriza-

ban: su constancia para sacar adelante sus proyectos. Hoy se tiene demasiada prisa para todo.

Sólo se valora lo inmediato, aquello que pueda sorprender. Sólo se persigue los resultados

inmediatos: “colocar “una imagen, (la más absurda, e extravagante que se pueda) con la única

intención de convertirlo en “Viral” o como mínimo ,crear una tendencia que no se sabe a

dónde conduce.

Para que quede por escrito mi modesta contribución a esta sociedad del “Camelo y

Mercachifle ’’,propongo la siguiente idea :cada vez que se acuda al cuarto de baño, Se irá

acompañado por un paracaídas, modelo estándar( II guerra mundial) que se deberá abrir ,

cuando se sienta que “aquello”, se encuentra descendiendo …;con el objeto de conseguir, la

máxima suavidad en su deslizamiento.

. .

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L a trampa estaba preparada, durante la comida con él.

En la espera ella revisó su bolso. Dentro del monedero estaba la corona.

-¿Tienes hambre?- preguntó el hombre.

Ella malhumorada movió su cabeza: la cita se le hacía eterna.

El pájaro está en la jaula-pensó.

Miró por la ventana y observó al “mozo de puerta” que aparcaba su coche.

Un ruido le hizo levantar la vista. El gato merodeaba por el tejado.

Volvió a la mesa, y de forma intencionada, se colocó el collar.

-¿Me estás culpando?-dijo él.

La mirada de Jésica era tensa.

- ¿Vas a denunciarme?- preguntó. Metió la mano en el bolsillo. Sacó un dado. -

Que la suerte lo decida.

-He ganado; un “As”

Jésica se levantó, tocó la moneda y dijo: Buen provecho.

Dejó la servilleta y se marchó.

La comida Autor: Ángel Hidalgo Imágenes: Internet

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Los grandes mitos Autora: Juana Mª Gómez Imágenes: Internet

Se debe tomar la fruta fuera de las comidas

Las calorías y vitaminas aportadas por la fruta SIEMPRE son las

mismas, independientemente de si se toman solas o acompaña-

das de otros alimentos. Siempre es un buen momento para tomar

una ración de fruta.

La ventaja que obtenemos al tomarlas entre las comidas, es que

no comemos otro tipo de alimentos con mayor contenido calórico,

como dulces, snacks,… y además llegamos a la siguiente comida

con menor sensación de hambre.

Aportamos además vitaminas y minerales, tan necesarios para

nuestra salud.

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Es mejor beber agua fuera de las comidas, que en las comidas

Es aconsejable beber de 1,5 a 2 l de agua a lo largo del día, pu-

diendo tomarla durante las comidas o fuera de ellas, de manera in-

diferente.

La sed que aparece durante las comidas debe ser saciada, tanto

para nuestra correcta hidratación, como para ayudarnos a percibir

mejor los sabores de los alimentos que ingerimos.

El agua NO TIENE NINGUNA CALORÍA, es decir, no engorda, aun-

que sí se considera saciante debido a que proporciona sensación

de plenitud.

El huevo es malo para el colesterol

No debemos de clasificar los alimentos como buenos o malos, sino

conocer las características de cada uno.

El huevo ha sido tratado injustamente, ya que es un alimento muy

completo y saludable. Es cierto que su yema es rica en colesterol,

pero no hay que olvidar que el huevo posee también proteínas, vita-

minas y minerales. Su consumo es adecuado en todas las edades.

Por eso, es muy importante llevar una dieta variada y aumentar la

actividad física.

Se debe tomar suplementos dietéticos y vitamí-nicos para mejorar la salud

No es necesario, salvo en casos muy concretos (p.e. embarazo o

determinadas patologías y siempre con prescripción por un faculta-

tivo), tomar ningún tipo de suplemento si se toma una alimentación

sana, variada y equilibrada. Tampoco, en épocas en las que nos

sentimos con menos energía, en la que tenemos una actividad más

intensa o cuando nos resfriamos con frecuencia.

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El consumo de suplementos nunca debe sustituir una dieta equili-

brada y variada. Una de las muchas consecuencias positivas que

aporta una dieta variada es que los distintos nutrientes interaccio-

nan entre sí, produciendo unos beneficios cuando se consumen

juntos que no se dan con el consumo de los suplementos.

Si realizo actividad física/ejercicio, puedo co-mer y beber lo que quiera

La actividad física es imprescindible para la salud. Son muchos,

muchísimos, los motivos para llevar una vida activa.

Sin embargo, una alimentación no saludable, tendrá consecuencias

sobre nuestra salud difícilmente compensables con la práctica de

ejercicio físico. Por ejemplo, las ventajas que obtienes entre comer

una pieza de fruta o comer bollería industrial, no es sólo la gran di-

ferencia calórica entre uno y otro, sino que además, la fruta nos

aporta vitaminas, fibra…frente al alto contenido en grasas no salu-

dables y azúcares refinados de la bollerías.

Los alimentos que llevan grasas vegetales son siempre más saludables que los que contienen grasas animales

De manera general podemos decir que las grasas vegetales tienen

mayor proporción de ácidos grasos insaturados, beneficiosos para

nuestra salud cardiovascular y las grasas animales tienen mayor

proporción de ácidos grasos saturados, que hay que consumir en

menor proporción. Sin embargo hay excepciones, puesto que exis-

ten grasas saturadas como las de coco, palma y palmiste, que tie-

nen un origen vegetal. Además hay que decir que las grasas ani-

males suelen ir acompañadas de vitaminas liposolubles, importan-

tes para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. En cuan-

to al contenido calórico, es el mismo 9 kcal/g, independientemente

de que su origen sea animal o vegetal.

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El pan es un alimento no saludable

Todos los alimentos nos aportan en mayor o menor medida energía

en forma de calorías. El pan se encuentra entre los alimentos con

un contenido calórico medio (261 kcal/100 g). Está formado princi-

palmente por hidratos de carbono complejos y es pobre en grasas.

Puedes comparar su contenido calórico con el de otros alimentos

(link a una tabla de calorías) y bebidas.

El pan se encuentra en la base de nuestra alimentación mediterrá-

nea y se aconseja como acompañamiento en comidas y cenas y

como integrante saludable de nuestros desayunos y meriendas. Vi-

gila el tamaño de las raciones (1 ración = 2 rebanadas = 40 g = 104

kcal) y con qué alimentos lo acompañas (salsas grasas, embutido,

…).

Los alimentos congelados son menos nutri-

tivos que los frescos

El proceso de congelación no altera las cualidades de los alimen-

tos, por lo que un pescado o una carne congelada tienen las mis-

mas propiedades que si los comemos frescos. Respecto a las ver-

duras congeladas, la proporción de vitaminas que éstas tienen des-

pués del cocinado, es similar a la que puedan tener las verduras

frescas tras ser cocinadas.

Por tanto, no existe ninguna razón para no comprar alimentos con-

gelados, ya que esta puede ser una buena forma de tener alimen-

tos saludables siempre a mano.

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