reseña el lado oscuro de la sala

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Estudio de públicos

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Page 1: Reseña El Lado Oscuro de La Sala

Alteridades

ISSN: 0188-7017

[email protected]

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad

Iztapalapa

México

Nivón Bolán, Eduardo

Reseña de "Teatro y públicos. El lado oscuro de la sala" de Lucina Jiménez

Alteridades, vol. 10, núm. 20, julio-diciembre, 2000, pp. 165-166

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702015

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Page 2: Reseña El Lado Oscuro de La Sala

Teatro y públicos. El lado oscurode la sala*

EDUARDO NIVÓN BOLÁN**

Al preparar este comentario sobreEl Lado Oscuro de la Sala: Teatro yPúblicos, de la antropóloga LucinaJiménez, tengo la sensación de estarparado en una cuerda floja. No soyespecialista en teatro ni participo enalguna de las ricas y variadas fasesde su producción, ni tampoco soycrítico o tengo alguna responsabi-lidad en la conducción de la políti-ca teatral en nuestro país. No formoparte de lo que la autora describeen la segunda llamada de su libroel campo teatral, compuesto por lasuma de quienes participan de lossaberes específicos de la creacióndramática y que les permite hablar,ser escuchados, influir en la acepta-ción de una determinada línea detrabajo o rechazar otra. Sin em-bargo, me intereso en el trabajo deLucina Jiménez porque representauna manifestación del cambio queestá ocurriendo en el análisis cul-tural en los años recientes.

Cultura —y no es necesario re-petirlo ante este público vitalmentecomprometido con la creación y elarte—, es en nuestro tiempo una ac-tividad compleja que obliga al acuer-do de muy diversos agentes sociales.Creadores, promotores artísticos,responsables de agencias públicas

y privadas, comunicadores, perio-distas y críticos forman un universolleno de intereses compartidos, perotambién de objetivos particularesque hacen de la actividad artísticaun terreno siempre necesitado dedisposición al diálogo y de toleran-cia, para dar por resultado un pro-ducto digno de la sociedad pluralen la que vivimos. No obstante, enla compleja cadena de relacionesque supone la actividad cultural,los públicos han sido rara vez con-vocados para determinar el rum-bo de las políticas culturales y delquehacer artístico.

Los estudios de público en nues-tro país tienen pocos años de estarserealizando. De los primeros traba-jos coordinados por Néstor GarcíaCanclini a mediados de los ochenta,que tuvieron como objetivo conocera los visitantes de las exposicionesy museos más importantes de laciudad, hasta los estudios ya ins-titucionalizados del periódico Re-forma que, año con año, nos ofrecenuna investigación original sobre lasdiversas fracciones de la sociedadque atienden a la oferta culturalde la ciudad, han pasado escasosquince años. Y el cambio apenasempieza a ser perceptible en algu-nos ámbitos de la cultura.

No es por casualidad que sea elteatro, junto con el cine, uno de losespacios que más interés ha pues-to para conocer a los públicos. Y esque, como Jiménez escribe de ma-nera precisa,

...el teatro es un hecho en esencia

colectivo, que requiere de la concu-

rrencia física de actores y especta-

dores, en un cierto lugar escénico,

para hacer posible el cuestiona-

miento de una propuesta teatral. El

teatro requiere de la presencia para

poder formar parte de esa comuni-

dad momentánea denominada pú-

blico. Es la presencia directa, orgá-

nica y corpórea, la que permite ser

protagonista, testigo o cómplice de

otros mundos posibles. Sólo forman-

do parte de esa comunidad llamada

público, presente frente al actor, es

posible sentir la imagen de sí misma

como anónima o transformarse para

vivir la vida de otros” (pp. 35-36).

Sí, es cierto, sin público no hayteatro y la comunidad que formanlos espectadores es algo más queuna comunidad imaginada...

Pero la preocupación de la autorapor lo que sucede en el lado oscu-ro de la sala, es porque la partici-pación del público en la actividadteatral se ha vuelto más que unproblema estético. Lo que la muevea abordar el tema de los públicos deteatro no es su indiscutible papelen el acto de creación sino sencilla-mente su alejamiento de las salas.“Por qué no va más la gente al tea-tro”. Se pregunta, “por qué —casicon dolor se interroga— el teatrocapitalino no logra incrustarse enlas entrañas de la sociedad que leda vida”; “por qué se mantienecomo una experiencia indispensa-ble sólo para unos cuantos” (p. 11).Y estas preguntas la conducen amover su reflexión del campo de la

1 Lucina Jiménez, El lado obscuro de la sala. Teatro y públicos, Col. Escenología 37, México, 2000.* Profesor investigador del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

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estética o de la teoría de la cultu-ra al de la gestión cultural.

El primer dato que Jiménezconstata es el de la preocupacióncolectiva. Directores y empresa-rios no dejan de interrogarse sobrela crisis del público y a veces pare-cen diseñar estrategias para tiem-po de vacas flacas, renunciando alpúblico o trabajando para unospocos espectadores. Y las respues-tas que angustiosamente se danal problema transitan de la cons-tatación de la caída del ingreso a lamodificación del gusto; de la críticaa la mala calidad de los espectácu-los a la constatación de la compe-tencia insuperable del cine y la te-levisión. Pero lo cierto, sugiere, esque el público es el gran descono-cido o más bien el gran imaginado,pues se le piensa como un “espec-tador construido desde la propiabiografía y ficción del creador” (p.158) ricamente ataviado con la ex-periencia artística y vital de cadaparticipante del hecho escénico,pero fatalmente distinto del públi-co real, del de carne y hueso queacude “a presenciar la obra y con elcual puede tener poco o ningúnparecido” (p. 158).

La ruta que señala es la de re-flexionar sobre una diferente mane-ra de construir la idea de público.En primer lugar se enfrenta al retode pensarlo de manera plural yhasta cierto punto emergente. Lospúblicos son cambiantes y se dis-ponen casi situacionalmente frentea la creación dramática. Esto su-pone pensar en la puesta escénicacomo una actividad que está liga-da a la propia experiencia de lamodernidad. No en balde el aleja-miento de los públicos teatrales es

un problema mundial, aunque enMéxico ciertamente éste se expre-sa de manera específica. Por ello,Jiménez no apuesta al marketing oa la publicidad para enfrentar elproblema, pues el vender entradassólo atiende a una parte de las difi-cultades. La respuesta real es en-contrar en nuestra sociedad sobre-tecnologizada de fin de siglo, imbui-da en un remolino de velocidad,sonido y color, las pautas para pro-ducir una sensibilidad que disfrutede un actor que se arranca casi ma-terialmente la piel para provocaruna emoción.

Recientemente quedé sorpren-dido al leer en la novela de MarcelaSerrano, Nuestra Señora de la Sole-dad, la manera con que una escri-tora chilena que vivió en México escapaz de mirar nuestra cultura.Sólo en un país con raíces tan hon-das le es posible encontrar a la pro-tagonista de su relato una esperan-za para rehacer su vida. Pero estariqueza es también en sí mismanuestra fatalidad. Si como apues-ta Lucina Jiménez el alejamientode los públicos es resultado de undesencuentro entre la creación y laexperiencia cotidiana, la búsque-da de nuevos lenguajes no puedehacerse desde cero; debe integrar,a través de la mirada del creador,tradición y modernidad, individua-lismo y colectividad, afecto y rencor,localismo y trascendencia univer-sal... Es necesario, en fin, revisar elcampo teatral no porque su cali-dad sea mala, sino porque el públi-co moderno, como la cultura de laque participa, es infiel a sí mismo.

¿Qué compete hacer a la gestióncultural? La autora ofrece en esteterreno tal vez las principales pis-

tas de su reflexión: incorporar lavisión de los públicos desde el mo-mento mismo de la creación, rees-tructurar el campo teatral, enfren-tar el totalitarismo de las estéticasdominantes, reconocer el impactode la vida urbana moderna, colocaral público y a la sociedad ante elespejo de su propio hedonismo, creary recrear la experiencia cotidiana...

Lucina Jiménez comienza sulibro señalando la gran cercanía delteatro con la antropología y tienerazón. Tal vez no haya otro lengua-je artístico que haya influido másnotablemente en el desarrollo deesta disciplina que el lenguaje delteatro. La vida social es drama, losrituales son, ante todo, procesosde construcción de comunidades,los eventos son escenas y los su-jetos actores sociales. ¡Cuánto haaportado el teatro a las ciencias so-ciales! ¿Pero podrán éstas pagar ladeuda algún día? No lo sé. Lo quesí es cierto es que la sociedad sinteatro sólo puede concebirse comouna pesadilla, como un castigo. Elteatro es uno de los más grandesrituales sociales. A través de ellosmarcamos el paso de una etapa aotra de nuestra vida, ir al teatro yapreciarlo es conocernos partícipesde una comunidad, de un lenguajecomún. Por eso una sociedad sinteatro sería equivalente a la tragediade un tirano Creonte sostenido enla tecnología televisiva y la veloci-dad de las imágenes, prohibiéndolea la sociedad —Antígona— cele-brar su ritual. Pero los rituales nose pueden eludir, aun, como en elcaso de la hermosa tebana, a riesgode perder lo más valioso, en nuestrocaso, la mirada feliz de nosotrosmismos a través del teatro.

Teatro y públicos. El lado oscuro de la salas