polisemia 15 julio 26

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edición 26 de la revista polisemia de uniminuto

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  • Revista del Centro de Pensamiento Humano y Social - UNIMINUTO

  • ISSN: 1900-4648

    Publicacin semestral de la Direccin de Investigaciones de la Sede Principal y del Centro de Pensamiento Humano y Social de UNIMINUTO. Publica artculos inditos resultados de investigacin (en los tipos de investigacin cientfica y tecnolgica, reflexin o revisin), reflexin temtica y reseas de libros en las reas de ciencias humanas y sociales.

    Grupo de Investigacin Ciudadania, Paz y Desarrollo, categoria 1A en Colciencias

    Edicin 15, ao 10, Enero - Junio 2013

    Rector UNIMINUTOLeonidas Lpez Herrn

    Rector Sede PrincipalP. Harold Castilla c.j.m.

    Vicerrector Acadmico Sede PrincipalLuz Alba Beltrn

    Director de Investigaciones de la Sede PrincipalP. Carlos Germn Juliao

    Director RevistaOscar Useche Aldana

    Coordinacin EditorialNathalia Martnez Mora

    Comit EditorialCarlos Germn Juliao - Direccin de Investigaciones Sede PrincipalOscar Useche Aldana - Centro de PensamientoCarlos Eduardo Martnez - Centro de Pensamiento Nathalia Martnez Mora - Centro de PensamientoGina Paola Barn Gonzlez - Facultad de Ciencias Humanas y SocialesCatalina Campuzano - Facultad de Ciencias de la Comunicacin Juan Carlos Gmez - Facultad de Ciencias EmpresarialesJulio Rivera - Facultad de IngenieraSergio Briceo - Facultad de EducacinCentro de Educacin para el Desarrollo

    Comit CientficoMario Lpez MartnezUniversidad de Granada, Espaa

    Antonio Elizalde Hevia Universidad Bolivariana de Chile

    Jorge Vergara EstvezUniversidad de Chile

    Javier Rodrguez AlczarUniversidad de Granada, Espaa

    Comit de RedaccinNathalia Martnez MoraSonia Ruiz Galindo Anglica Nieto GarcaClaudia Benito Milln Luisa Fernanda GonzlezEdward Pinzn

    Corrector de EstiloDiego Fernando Silva Prada

    Asesor en traduccin y estilo para Lengua ExtrajeraNestor Fajardo Mora

    FotografasEn la portada y entradas de seccin Beatriz Nez ArceCesin de derechos a la Revista Polisemia-UNIMINUTO

    Realizacin grficaMara Cristina Rueda TraslaviaWilson Martnez [email protected]

    ImpresinNaranjo Comunicacin Grfica S.A.S. Impreso en Colombia - Printed in ColombiaCorporacin Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTO.Diagonal 81B # 72B-70. Telfonos: 2916520 / 50 Ext. 6175Correo electrnico: [email protected] Pgina web: Open Journal System http://biblioteca.uniminuto.edu/ojs/index.php/POLIApartado Areo: 077181

    Los conceptos expresados en los artculos competen a sus autores. Se permite la reproduccin de textos citando la fuente. Los artculos de esta edicin pueden consultarse en la pgina web de la Revista Polisemia: http://biblioteca.uniminuto.edu/ojs/index.php/POLI

    Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Todos los artculos publicados en la Revista POLISEMIA son seleccionados por el Consejo Editorial de acuerdo a criterios establecidos. Est protegido por el Registro de Propiedad Intelectual. Se autoriza su reproduccin total o parcial en cualquier medio, incluido electrnico, con la condicin de ser citada claramente y completamente la fuente, siempre y cuando las copias no sean usadas para fines comerciales. Los textos son responsabilidad de los autores y no comprometen la opinin de UNIMINUTO.

    EDITORIAL

    Nos estamos encontrando estamos transformandoWe are not finding we are transformingNathalia Martnez Mora & Oscar Useche Aldana

    NMEROS ANTERIORES

    ARTcuLOs DE InvEsT IgAcIn

    Dificultades de la escritura de informes de investigacin formativa en la educacin superior en facultades de IngenieraDifficulties writing reports in higher education reading and writing in university educationJulio Cortes Trujillo

    Aportes del feminismo negro y los feminismos crticos al estudio de los hombres y las masculinidadesContributions by black feminism and critical schools of feminism to the study of men and masculinitiesAndrea Neira Cruz

    Algunos debates epistemolgicos en la investigacin social contemporneaSome epistemological debates in contemporary social researchAdrian Serna Dimas

    Identidad en individuos y comunidades: una perspectiva desde la tica de la hospitalidad de Innerarity y la inmunologaIdentity in individuals and communities: a perspective on the ethics of hospitality of Innerarity and ImmunologyMara Clara Garavito & Germn Bula Caraballo

    Una ciencia para la construccin de un mundo mejor. Aproximaciones a la Investigacin para la PazA science for the construction of a better world. Approaches to research towards peaceDiego Checa Hidalgo

    ARTcuLOs DE REfLExIn

    Masacres y desplazamientos. Elementos de anlisis desde el conflicto armado en ColombiaMassacres and displacements, elements of analysis based on the armed conflict in ColombiaPablo Nieto Ortiz

    Nuevos aprendizajes. Ejemplos de lectura praxeolgica de la BibliaNew learning examples of praxeological reading of the bibleJorge Yecid Triana Rodriguez

    REsEAs

    Cmo va la formacin ciudadana?How is the formation to citizenship going?Yuly Pauln Moya Garzn

    Asociaciones campesinas en resistencia civil. Construccin de paz y desarrollo en el Magdalena MedioPeasants Associations in civil resistance, construction of peace and development in the middle MagdalenaFlor Edilma Osorio

    EDITORIAL

    El principio del cambio o la continuacin histrica de los erroresThe principle of change or the historic continuation of errorsDiego Fernando Silva Prada y Oscar Useche Aldana

    ARTcuLOs DE InvEsT IgAcIn

    Arte y desobediencia civilArt and civil disobedienceGilma Liliana Ballesteros Peluffo

    Intervencin al duelo por ruptura de pareja desde la terapia cognitivo conductual a partir del anlisis de cuatro casosIntervention in grief at the rupture of a couple relationship using conductive cognitive therapy, based on four case analysesCristina Isabel Carmona Portocarrero

    Un proyecto de Dios que defiende los intereses del imperio. Lectura crtica del libro de Nehemas desde los artfices opositoresGods Project to defend the interests of the empire. Critical reading of the book of Nehemiah from the viewpoint of the opposing artificesEsteban Arias Ardila

    El debate entre la educacin republicana y la neoliberal en ChileThe debate between republican and neoliberal educationJorge Vergara Estvez

    ARTcuLOs DE REfLExIn

    El emotivismo y su influencia en las teoras contemporneas del desarrollo moralEmotivism and its influence on contemporary theories of moral developmentJuan Carlos Marulanda Hernndez

    Normal y anormal: discursos y prcticas de la segregacinNormal and abnormal: discourses and practices of segregationCsar Augusto Pinzn Torres

    Formacin, subjetividad y escuela: aproximacin fenomenolgica al tiempo escolarFormation, subjectivity and school: a phenomenological approach to school time Vctor Eligio Espinosa Galn

    EnTREvIsTAs

    Camila Vallejo: Esta lucha no es slo de los chilenos, si no de todos los jvenes del mundo Entrevista a Camila Vallejo lidereza de los estudiantes en ChileCamila Vallejo: This struggle is not only the struggle of Chileans, but of all young people in the world interview with Camila Vallejo, Chilean student leader

    REsEAs

    Los ecos de la Marsellesa. Dos siglos recuerdan la Revolucin FrancesaThe echoes of the Marseillaise. Two centuries remember the French RevolutioneMiguel ngel Ariza Daz, Jhon Diego Domnguez Acevedo y Kevin Daniel Rozo Rondn

    Revista del Centro de Pensamiento Humano y Social - UNIMINUTO

  • CONTENIDO

    EDITORIAL

    Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles . . . . . .10Winds of Peaceful Revolutions Anchored in the Hope of Possible Futures

    Nathalia Martnez Mora y Oscar Useche Aldana

    ARTcuLOs DE InvEsT IgAcIn

    Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16Ekkehart Krippendorf: A Critical and Bright Consciousness

    Francesco Pistolato

    Juventudes locales: entre la crisis y la accin colectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27Local Youth: Between the Crisis and the Collective Action

    Cesar Gonzlez Vlez

    El sentido de lo imaginario en Castoriadis y el psicoanlisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36The Sense of Imaginary in Castoriadis and Psychoanalysis

    Ada Sotelo Cspedes

    Ms all de la disciplinariedad. Elementos para pensar la Pedagoga como construccin transdisciplinar . . . . . . . . . . . . . . .43Beyond the Discipline. Elements to Think the Pedagogy as a Transdisciplinary Construction

    Kevin Daniel Rozo Rondn

    ARTcuLOs DE REfLExIn

    La identidad del nuevo cine crtico estadounidense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .53The Identity of the new U.S. Critical Films

    Jorge Vergara Estvez

    sABEREs PRAxEOLgIcOs Y sABEREs En EDucAcIn

    La necesidad de una prctica profesional: Confrontacin de los ideales pedaggicos con la prctica pedaggica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .66The Need of a Professional Practicum: Confrontation of Pedagogic Ideal with the Pedagogic Practicum

    Hans Leonardo Florin

    La investigacin social: tejiendo saberes desde voces plurales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .74Social Research: Weaving Knowledge from Multiple Voices

    Carolina Vargas Garavito

    REsEAs

    Bolvar Echeverra, Modelos elementales de la oposicin campo-ciudad. Anotaciones a partir de una lectura de Braudel y Marx . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .84Elemental Models of the contrast Country-City. Notes from a Reading of Braudel and Marx

    Vctor Hugo Pacheco

  • Sergio Briceo CastaedaCandidato a Doctor en Educacin del Doctorado Interinstitucional en Educacin UPN,

    UD, Univalle. Especialista en Diseo de Ambientes de Aprendizaje, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Especialista en Multimedia Educativa, Universidad Antonio Nario. Licenciado en Electricidad y Electrnica, Universidad Pedaggica Nacional. Docente, Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas y docente de la Facultad de Educacin, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Correo electrnico: [email protected]

    Catalina Campuzano RodrguezMagster en Docencia y Licenciada en Lengua Castellana, ingls y francs, Universidad de La

    Salle. Profesora invitada en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) y la Universidad de Valencia (Espaa). Directora del Centro de investigacin y transferencia en Comunicacin para el Cambio Social, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Correo electrnico: [email protected]

    Gina Paola Baron GonzlezEstudiante de Maestra en Filosofa Contempornea y Especialista en Filosofa

    contempornea, Universidad de San Buenaventura. Licenciada en Filosofa, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Coordinadora de Investigaciones Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Correo electrnico: [email protected]

    Juan Carlos Gmez CruzMagster en historia, Universidad de los Andes. Especialista en tica, Corporacin

    Universitaria Minuto de Dios. Especialista en Educacin-Filosofa Colombiana y Licenciado en Filosofa y Letras, Universidad Santo Toms. Coordinador de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Empresariales, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Director de la Revista Desarrollo & Gestin. Correo electrnico: [email protected]

    Julio Csar Rivera RodrguezMagster en Docencia de la Qumica, Universidad Pedaggica Nacional. Licenciado en

    Qumica, Universidad Pedaggica Nacional. Docente del Programa de Tecnologa en Higiene y Seguridad Industrial, Escuela Superior de Ciencias Empresariales. Coordinador de Investigaciones de la Facultad de Ingeniera, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Correo electrnico: [email protected]

    Centro de Educacin para el Desarrollo

    COMIT EDITORIAL 2013

    Julio Corts TrujilloMagster en Ciencias Sociales, Polticas y Econmicas, Universidad Catlica de Paris - Institut

    dtudes sociales (Francia). Estudios de Maestra en Direccin Universitaria, Universidad de los Andes. Licenciado en Teologa, Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofa del Seminario Mayor Padres Eudistas, Universidad San Buenaventura. Director de Investigaciones de la Sede Principal, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Miembro de los Grupos de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo e Innovaciones educativas y cambio social (Uniminuto). Correo electrnico: [email protected]

    Oscar Useche AldanaDoctor en Paz Conflictos y Democracia, Universidad de Granada (Espaa), Magster

    en Investigacin Social Interdisciplinaria, Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas. Economista, Universidad Autnoma de Colombia. Docente investigador y director de la Revista Polisemia, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Lder del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrnico: [email protected]

    Carlos Eduardo Martnez Doctor en Paz Conflictos y Democracia, Universidad de Granada (Espaa). Magster en

    Desarrollo Educativo y Social, Universidad Pedaggica Nacional y Centro Internacional de Educacin y Desarrollo Humano. Politlogo, Universidad de los Andes. Docente invitado, Universidad de Granada (Espaa). Docente investigador, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Miembro del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrnico: [email protected]

    Nathalia Martnez MoraDoctoranda en Educacin del Doctorado Interinstitucional en Educacin UPN, UD,

    Univalle. Magster en Estudios Sociales, Universidad Pedaggica Nacional. Licenciada en Educacin Bsica con nfasis en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas. Coordinadora de Publicaciones y Editora Revista Polisemia, Centro de Pensamiento Humano y Social, Corporacin Universitaria Minuto de Dios. Correo electrnico: [email protected]

  • EdITORIAl

    Serie Habitar - Beatriz Nez Arce

    COMIT CIENTFICO

    Mario Lpez Martnez (Espaa)Doctor en Historia y Licenciado en Geografa e Historia con Especialidad en Historia

    Contempornea y del Mundo Actual, Universidad de Granada (Espaa). Profesor Titular de la Facultad de Filosofa y Letras, Departamento de Historia Contempornea, Universidad de Granada (Espaa). Miembro del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrnico: [email protected]

    Antonio Elizalde Hevia (Chile) Doctor en Desarrollo Humano y Participacin Social, Universidad de Valencia (Espaa).

    Magster en Sociologa, Pontificia Universidad Catlica de Chile. Socilogo, Pontificia Universidad Catlica de Chile. Docente invitado de la Universidad Complutense de Madrid (Espaa). Docente y Director de la Revista Polis, Universidad Bolivariana de Chile. Miembro del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrnico: [email protected]

    Jorge Vergara Estvez (Chile)Doctor en Filosofa con la mxima distincin: trs honorable avec flicitation, y magster

    en Filosofa, Universidad de Pars VIII Vincennes-Saint-Denis (Francia). Licenciado en Filosofa, Universidad de Chile. Docente del Departamento de Educacin de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Coordinador de la Red Internacional de Pensamiento Crtico. Miembro del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrnico: [email protected]

    Javier Rodrguez Alczar (Espaa) Doctor en Filosofa y Ciencias de la Educacin y Licenciado en Filosofa y Letras,

    Universidad de Granada (Espaa). Profesor titular de la Facultad Filosofa y Letras, Universidad de Granada (Espaa). Sus principales lneas de investigacin son en Ciencia, tecnologa y sociedad; filosofa de la ciencia y la tecnologa. Miembro del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo (Uniminuto).Correo electrnico: [email protected]

  • Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles.

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    Polisemia No. 15, 10 - 14. Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

    10

    Polisemia No. 15, 10 - 14. Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

    11

    Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de

    futuros posibles

    1 Editora de la Revista Polisemia y coordinadora de publicaciones del Centro de Pensamiento Minuto de Dios.

    2 Director de la Revista Polisemia.

    Na tha l i a Ma r t n e z Mo ra 1

    O s ca r U se che A l dana 2

    Winds of Peaceful Revolutions Anchored in the Hope of Possible Futures

    El mundo sigue en ebullicin. A las primaveras del norte de frica y a la resistencia de los Indignados en Espaa y el Sur de Europa en el ao 2011 han seguido las movilizaciones de Turqua, el levantamiento de los jvenes brasileos y la segunda revolucin de Egipto, que lamenta-blemente concluy en un golpe de Estado. La indignacin contra el costo social de la crisis del capitalismo en los pases centrales no cesa, pero ahora sus mtodos noviolentos se hacen predominantes y saltan de pas en pas, atrave-sando el Atlntico para instalarse en el gigante brasilero. Todo esto se da en el momento en que se apaga la vida de Nelson Mndela, el gran resistente pacfico surafricano, ejemplo de lu-cha consistente, valiente y fundadora de un pas reconciliado.

    El malestar es general y la gente quiere cam-bios; hay vientos de revolucin, pero de revolu-cin pacfica y profunda, asentada en la cultura. Colombia no es ajena a estos movimientos. La persistencia de las lites polticas y econmicas de gobernar con base en los intereses del libre

    comercio y de una expansin de la actividad extractiva que trae penurias a muchos sectores y agrava el problema ambiental, ha conduci-do a innumerables movilizaciones de sectores agrarios que claman por la ruina a la que los ha arrojado la apertura econmica indiscriminada. Campesinos cafeteros, arroceros, paneleros, ca-caoteros han planteado una lucha de largo plazo que obliga a repensar el modelo de desarrollo. La explosin social de la zona del Catatumbo en el nororiente colombiano da una muestra de los grados de agudizacin a los que se puede llegar en todo el pas y promueve, al mismo tiempo, un debate al interior de los movimientos socia-les por cmo conseguir el predominio de la re-sistencia social noviolenta, del tipo de la tantas veces experimentada por los indgenas en el su-roccidente y otros sectores de la nacin.

    Por otra parte, Colombia sigue ensayando un proceso de negociacin entre los actores arma-dos que pretende poner fin al estado de guerra que ha sacudido al pas por ms de cinco dca-das. La sociedad colombiana ha dado muestras de agotamiento ante un conflicto larvado, ali-

    mentado por factores estructurales productores de pobreza e injusticia, entre los que se cuenta el narcotrfico y el modelo de desarrollo pro-rico. Estn pasados los tiempos para poner fin a la vergenza nacional del persistir en un enfren-tamiento fratricida que slo agrava la miseria y el sufrimiento de la gente sencilla. Por eso sa-ludamos las conversaciones de paz en la ciudad de La Habana, sugerimos abrirlas a una fase de participacin activa de los sectores sociales, nos sumamos a los esfuerzos de la academia por aportar al diseo de un proceso de reconcilia-cin y esperamos que haya un pronto acuerdo que permita a los colombianos y colombianas centrarse en el diseo de una sociedad en la que podamos discutir nuestras diferencias e intentar un proyecto de bienestar, donde sea posible vi-vir en medio de la diversidad sin necesidad de matar ni violentar al otro(a). Esto crear mejo-res condiciones para que la gente pueda afirmar sus procesos vitales y dar rienda a su creatividad y empoderamiento.

    En Polisemia No. 15

    Polisemia presenta en esta ocasin ocho artculos y una resea, agrupados en cuatro secciones. La primera seccin, Artculos de investigacin, inicia con el artculo del ita-liano Francesco Pistolato, titulado Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta, el cual propone una reflexin, resultado de su investi-gacin de tesis doctoral, acerca del pensamien-to de Ekkehart Krippendorff, un pensador contemporneo que ha realizado importantes contribuciones al campo de la Investigacin para la paz, mediante un enfoque de trabajo multidisciplinar.

    El aporte de este artculo consiste, justa-mente, en poner en discusin las propuestas tericas, analticas y metodolgicas alrededor de la guerra y las justificaciones que sobre sta se han dado; del Estado y las funciones que cumple en las sociedades actuales; del Ejrcito como institucin encargada de ejercer el mo-nopolio del uso de la fuerza; de las relaciones

    internacionales frente a la organizacin geopo-ltica del mundo; de la Universidad como pro-yecto social, y de la poltica, como una pro-puesta crtica centrada en la cultura y la tica.

    A partir de estas categoras, Krippendorff explicita una nueva orientacin pacifista de la posguerra, que se viene desarrollando y com-plejizando desde hace ms de cuarenta dca-das. Por esta razn, para la revista se conside-ra una contribucin valiosa este artculo, que produce intercambios intelectuales en con-textos diferentes al nuestro, en donde se ana-lizan desde pticas innovadoras las condicio-nes y posibilidades de la paz en las sociedades contemporneas.

    Cesar Gonzlez Vlez, en su texto Juventudes locales: entre la crisis y la accin colectiva, propone una reflexin sobre la crisis de sentido propia de las sociedades actuales. Este artculo es pro-ducto del estudio Organizaciones populares y subje-tividades juveniles: el caso de la localidad de Kennedy, retomando la discusin terica planteada por intelectuales de las Ciencias Sociales como Charles Taylor, Carlos Mario Perea, Zygmunt Bauman y Gilles Lipovetsky, entre otros, para poner en cuestin la idea de crisis frente a la accin colectiva, ms an en el contexto co-lombiano y latinoamericano.

    En este sentido, Gonzlez se pregunta so-bre el papel de las acciones colectivas junto con las organizaciones sociales en el contexto de esta crisis y la relacin de ello con el mbito de los jvenes. Pone en cuestin las imgenes publicitarias, la msica de mayor referencia en los ltimos aos y la compulsin frente al con-sumo al que se ven abocados los jvenes, en contraposicin con la movilizacin social y la agencia cultural que emprenden estos grupos etareos, ofreciendo un anlisis desde algunos planteamientos de Martn Barbero, Marc Auge y Michel Mafessoli para aproximarse a las con-diciones estructurales que enmarcan las subje-tividades juveniles.

    Desde este modelo de anlisis, el autor hace referencia al acercamiento que tuvo con

  • Nathalia Martnez Mora y Oscar Useche Aldana

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    Polisemia No. 15, 10 - 14. Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

    Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles.

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    Polisemia No. 15, 10 - 14. Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

    organizaciones juveniles de la localidad de Kennedy en la investigacin, la cual muestra que la accin colectiva aparece vinculada a la reivindicacin de derechos; asimismo, que a partir de estos procesos colectivos, los jvenes van construyendo significados y componien-do tejidos sociales. Lo anterior se configura en una alternativa para enfrentar la crisis de sen-tido que atraviesan las sociedades contempo-rneas, mediadas por el modelo capitalista, no sin llamar la atencin acerca de la mirada crti-ca a la que deben someterse estos procesos.

    En un tercer artculo de esta seccin, Ada Sotelo Cspedes, investigadora del Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo, ofrece en El sentido de lo imaginario en Castoriadis y el psicoanlisis una reflexin que se sustenta en la investigacin tica del sujeto e ideologa en el deporte contemporneo. Estudio de casos bajo la perspectiva psicoanaltica, donde lleva a cabo una revisin de la propuesta de Castoriadis sobre el concepto de lo imaginario desde una perspec-tiva psicoanaltica. De igual forma, pone en consideracin dos ensayos de ngel Carretero y Nicols Poirier, quienes hacen una lectura de los postulados de Castoriadis desde la va asumida por la autora de este artculo.

    El propsito de la reflexin consiste en po-ner en discusin tres aspectos: la referencia de Castoriadis a la autonoma y la significacin que ste le otorga a lo largo de su obra. La crtica de Freud a la idea moderna de autono-ma y la relacin entre sta y el sentido de lo imaginario en su propuesta. A partir de estos cuestionamientos, la autora afirma que en el planteamiento de Castoriadis se observa una distancia con el psicoanlisis, que podra co-rresponder a una visin esperanzadora frente al acontecer de las sociedades occidentales.

    Como cierre de la seccin se encuentra el artculo de Kevin Rozo Rendn Ms all de la disciplinariedad. Elementos para pensar la Pedagoga como construccin transdisciplinar, una reflexin sobre los desarrollos tericos en el campo de la educacin y la Pedagoga en el marco de la crisis de los paradigmas imperantes, surgida de

    una investigacin realizada en el marco de su formacin como licenciado en la Universidad Pedaggica Nacional.

    Partiendo de este anlisis, Rozo propo-ne algunas claves para pensar la Pedagoga como un constructo transdiciplinar, poniendo en cuestin la visin disciplinar que ha sido mayormente difundida. Inicia con un peque-o recorrido por los debates epistemolgicos que han atravesado a la ciencia moderna, po-niendo nfasis en la aparicin de postulados crticos en el campo de las ciencias, incluidas las sociales, frente al positivismo como mo-delo hegemnico de conocimiento. Esto se acompaa de un contexto histrico y social que hizo parte de las condiciones de pensa-miento que posibilitaron tales postulados. En esta misma lnea, se muestra la aparicin de planteamientos acerca de la interdisciplina-riedad, en el marco del periodo de posguerra que gener una reestructuracin de la poltica mundial, desde la cual se concibe que los pro-blemas propios de la realidad social deberan determinar las perspectivas disciplinares nece-sarias para abordarlos y no al contrario como se ha supuesto, haciendo necesario un dilogo entre ellas.

    An ms, presenta la transdiciplinariedad como una construccin epistemolgica que, desde la lgica de la Pedagoga, permitira am-pliar los lmites impuestos por la perspectiva disciplinar, debido a la complejidad expresada en los marcos de referencia para estudiar el problema educativo y de la realidad misma, que los ha superado. En esto radica su propuesta de pensar la Pedagoga desde la complejidad, a partir del reconocimiento de diversidad de mi-radas fragmentadas, las que requeriran de una compresin de la totalidad de la realidad.

    La segunda seccin, Artculos de reflexin, contiene el texto de nuestro amigo y colabo-rador Jorge Vergara La identidad del nuevo cine crtico estadounidense, que se constituye en una estrategia de intercambio acadmico continuo, consolidando as las relaciones y redes estable-cidas con nuestros pares extranjeros, ms an

    con la participacin de ste en el Grupo de Investigacin Ciudadana, Paz y Desarrollo.

    En el texto se pone de relieve la cuestin sobre la identidad cultural del cine contempo-rneo, la que se halla mediada por la emergen-cia de un cine estadounidense alternativo de tipo crtico frente al modelo de desarrollo, a la compulsin hacia el consumismo y a los conse-cuentes estilos de vida ms compartidos que se expresan en esta sociedad.

    De esta manera, Vergara muestra el inters por el estudio y conceptualizacin de la identi-dad cultural en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas como un principio cultural de gran importancia, relacionado con el mbito cinema-togrfico, especialmente en Europa. Asimismo, llama la atencin sobre el auge del cine esta-dounidense que, luego de la Segunda Guerra Mundial, termin siendo la industria cinemato-grfica ms importante del mundo.

    A lo largo del artculo se dedica a exponer, desde una matriz de anlisis conformada por 20 pelculas de gran difusin, realizadas entre 1998 y el 2008, su reflexin sobre los criterios estticos, argumentativos y narrativos que son definidos por esta industria, los cuales demues-tran una visin de mundo particularmente moderna, poniendo de relieve sus valores em-blemticos y generando la reproduccin simb-lica de sus sociedades. En contraste, el nuevo cine crtico estadounidense, difundido desde finales de la dcada de 1990, se caracteriza por la ruptura con la institucionalidad y los paradig-mas hegemnicos estadounidenses ligados a la industria comercial. Este tipo de cine, afirma el autor, permite a las sociedades comprenderse y repensarse a s mismas de manera contina.

    La tercera seccin, dedicada a Saberes praxeolgicos y saberes en Educacin, inclui-da por primera vez en esta edicin, recoge dos artculos de reflexin acerca del campo de la educacin y la Pedagoga y de las prcticas pro-fesionales de estudiantes en formacin.

    Carolina Vargas Garavito, en el artculo La investigacin social: tejiendo saberes desde voces plurales,

    desarrolla una reflexin sobre la investigacin social, partiendo de su experiencia en las prc-ticas profesionales de los programas acadmi-cos de Estudios y de Licenciatura en Filosofa de Uniminuto. El escrito inicia con una breve caracterizacin de las prcticas realizadas du-rante un ao, siguiendo con la presentacin de algunas de las discusiones epistemolgicas que atravesaron el surgimiento y la configuracin de las Ciencias Sociales que recaen, por tanto, en el sentido que fue adquiriendo la Filosofa en el siglo XX.

    Partiendo de este panorama, se pone en con-sideracin el lugar que ha ocupado la Filosofa en la investigacin social, sealando la impor-tancia de la interdisciplinariedad, al permitir una mirada amplia y compleja sobre los fen-menos socioculturales, junto con la construc-cin de conocimiento contextual o situado, que se acompae de una lectura histrica y una apuesta tica-poltica en el quehacer investiga-tivo. Asimismo, se plantean algunos desafos para los programas acadmicos en Filosofa y los lineamientos que orientan las prcticas profesionales.

    Por su parte, Hans Florin Snchez, en el artculo La necesidad de una prctica profesional: Confrontacin de los ideales pedaggicos con la prc-tica pedaggica, reflexiona sobre las prcticas profesionales en enseanza de la Filosofa de Uniminuto, pretendiendo ofrecer algunos ele-mentos para su comprensin y posible refor-mulacin. El propsito de esta reflexin consis-te en poner en cuestin el sentido que orienta tales prcticas en el mbito personal y en el ins-titucional, con el fin de superar la idea de stas como parte del cumplimiento de un requisito en el proceso de formacin profesional, para llegar a la significacin del quehacer docente.

    En este sentido, el autor finaliza el escrito con la referencia al propsito de la Filosofa en la escuela, procurando posicionar la Pedagoga como aspecto central en los programas de Licenciatura, que se acompaen de una funda-mentacin disciplinar o interdisciplinar conso-

  • Nathalia Martnez Mora y Oscar Useche Aldana

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    Polisemia No. 15, 10 - 14. Vientos de revoluciones pacficas ancladas en la esperanza de futuros posibles. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

    lidada en el campo de formacin.

    La ltima seccin est dedicada a la re-sea realizada por Vctor Hugo Pacheco, Modelos elementales de la oposicin campo-ciudad. Anotaciones a partir de una lectura de Braudel y Marx, una publicacin del pensador Bolvar Echeverra (2013).

    Finalmente, la revista en esta edicin est acompaada de una serie fotogrfica de nues-tra colaboradora Beatriz Nez Arce, titulada Habitar, con la que se pretende mostrar cmo las distintas formas de habitar nos configuran como sujetos. En palabras de la artista, esta se-rie descubre que:

    La casa que habitamos, construimos y com-ponemos es la extensin de nuestras vidas, de nuestros cuerpos. En nuestra memoria est siempre presente la casa de la infancia, rodeada de juegos, de lugares llenos de inocencia. Pero nuestro cuerpo acostumbrado al habitar tendr la inevitable inquisicin sobre aquel lugar aje-

    no. Las casas que no habitamos son como cajas de Pandora que ejercen en nosotros un imn de curiosidad, donde nuestra imaginacin crea fantasmas de aquellos que habitan o habitaron ese lugar. Los hombres siguen ah, cada piedra construida tiene una historia, una huella. No se puede mirar una casa sin preguntarnos quin la habita, quin la habit, qu secretos guarda. La sinergia de entrar y descubrir todo y, al mismo tiempo, de apartarnos como extraos no invita-dos hace que la relacin entre ver y crear slo sea la utopa de nuestra mente.

    Compartimos con los y las lectoras esta edicin compuesta de variedad de artculos en temas como la paz, la investigacin social, la cuestin de la interdisciplinariedad o el pro-blema de la identidad cultural que requieren de abordajes y redefiniciones constantes, acompa-ados de una propuesta fotogrfica sugerente. Esperamos suscitar discusiones y posteriores posibilidades de trabajo conjunto, para seguir pensando los sentidos de sociedad que imagi-namos y deseamos.

    Serie Habitar - Beatriz Nez Arce

    ARTCULOs DE INVEsTIgACIN

  • Polisemia No. 15, 16 - 26. Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    Polisemia No. 15, 16 - 26. Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    Resumen AbstractEkkehart Krippendorff es un politlogo alemn comprometido con la Investigacin para la paz, a la que se dedica desde los aos sesenta. Su trabajo se basa en un enfoque extremadamente multidisci-plinar: Literatura, Filosofa, Msica, Historia, So-ciologa y dems ciencias humanas que enriquecen su discurso crtico y constructivo. Con respecto a la dimensin crtica, sta se dirige particularmen-te hacia el Estado y el ejrcito, a las que considera instituciones basadas en la violencia y desinteresa-das del bienestar de los ciudadanos. Su propuesta constructiva se centra en la cultura y en la tica, que nunca pueden estar separadas de la poltica, como ensean los filsofos clsicos, desde Scrates hasta Kant. Por lo tanto, este artculo pretende realizar un aporte al conocimiento social y al campo de re-flexiones e investigaciones sobre la paz, teniendo en cuenta que Krippendorff podra considerarse un sobresaliente inspirador para todos quienes quie-ren entender de qu forma la cultura puede tener un rol importante en la poltica. Su trabajo resulta, entonces, de enorme pertinencia para comprender y generar acciones en el contexto contemporneo.

    Palabras clave: Estado, ejrcito, poltica tica, relaciones internacionales, universidad.

    Ekkehart Krippendorff (1934- ) is a German political scientist committed with research for peace since 70s. His work is based on a strong multidisciplinary approach: Literature, Philosophy, Music, History, Sociology, and other human science that enrich his critical and constructive discourse. The critical dimension is particularly directed to the State and the Army which he considers institutions founded on violence and no interested in citizens welfare.

    The constructive proposal of Krippendorff focuses on culture and ethics which can never be separated from politics as taught classical philosophers from Socrates to Kant. Hence, this article attempts to shed lights to social knowledge and the research field of peace taking into account that Krippendorff could be considered an outstanding mentor for all those who pretend to understand how the culture can play a key role in politics. Thus, his work is of remarkable connotation to comprehend and to create actions in the contemporary context.

    Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta2

    Fran ce s co P i s t o l a t o 1

    Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta

    1 Doctorando en el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (Espaa). Licenciado en Derecho y en Idiomas Extranjeros en la Universidad de Roma. Profesor de escuela de Alemn. Traductor. Miembro de la redaccin de Quaderni Satyagraha de Pisa (Italia).

    2 Articulo de reflexin de la investigacin: Ekkehart Krippendorff, La paz como cultura, tica y libertad. Tesis doctoral por defender en el verano de 2014 en la Universidad de Granada (Espaa).

    Recibido el...

    Quin es el miembro ms digno del Estado?

    Un ciudadano despierto

    bajo cualquier forma

    es el material ms noble

    Goethe

    El 8 de mayo de 1945 Alemania se des-pert. Ahora que la guerra se haba acabado, lo que haba sido un enamo-ramiento de toda una nacin por la figura del Fhrer las pocas excepciones son s importantsimas, pero son excepciones se con-virti en el deseo de olvidar, de recomenzar y de vivir en paz. Los estadounidenses se preocupa-ron, de forma un poco didasclica, que sin em-bargo se revelara eficiente, de reeducar al pueblo alemn con un programa apropiado y a largo plazo. Todava hoy, ms de 60 aos despus del fin de la guerra, la televisin pblica transmite un programa a la semana con finalidades peda-ggicas y de prevencin dedicado al nazismo. A mitad de agosto de hace un par de aos recuerdo haber visto un grupo de estudiantes de colegio visitando el Haus am Wannsee, el lugar, cerca de Berln, donde se decidi la solucin final: el exter-minio sistemtico de los judos. Muy atentos a la explicacin de su enseante, parecan sincera-mente interesados y suficientemente conscientes como para darse cuenta de la importancia de tener una memoria histrica3. De Alemania se sabe que un buen conjunto de su poblacin goza de un bienestar superior a los otros pases de la llamada eurozona, mas la construccin de una cultura poltica avanzada no es menos admirable que los xitos econmicos. Elemento importante de esta cultura es el pacifismo de fondo de bue-na parte de la poblacin, en un pas en el que el hitlerismo haba triunfado despus de tres siglos de militarismo prusiano. Tras el desastre, la gene-racin de intelectuales activos en los aos de la

    posguerra se encarg de ayudar al pas a no re-caer en tentaciones autoritarias, colaborando as con el programa de re-education, pero libremen-te y con conviccin. Fue un proceso que dur cerca de 25 a 30 aos. Luego, poco a poco el aliento disminuy, el compromiso pedaggico e ilustrado empez a perder vigor, pero mucho ya se haba alcanzado y los efectos positivos siguen estando vivos.

    El presente artculo est dedicado a uno de los intelectuales protagonistas de la nueva orien-tacin pacifista de la posguerra en Alemania: Ekkehart Krippendorff, nacido en 1934, que todava hoy sigue siendo ntegro en sus convic-ciones y visionario en sus propuestas, para una poltica tica y de libertad. Las Ciencias Polticas son su campo de especializacin, pero integradas por un abanico impresionante de inspiraciones de otras disciplinas, sobre todo la Literatura y la Msica; se form con Arnold Bergstraesser, docente de Ciencia Poltica en Friburgo, del que aprendi que la Literatura se puede leer desde el punto de vista poltico y a travs de ella aprender a veces ms que de los tratados especficos. Este enfoque le ayud muchsimo a desarrollar un anlisis original, evitando la torpeza que parece ser la nmesis de tantos docentes universitarios, Fachidioten en alemn, o sea, gente que por querer comprenderlo todo en su disciplina, acaba por no comprender nada de la complejidad y riqueza de las cosas. Despus de sus estudios en Alemania, recibi una beca Fulbright para EE.UU que le per-miti conocer la Political Science estadounidense, a la que dedicara un libro (Krippendorff, 1966). Sin embargo, a pesar de lo mucho que aprendi en EE.UU, Krippendorff no se dej cegar por el mito norteamericano y relativamente pronto empez a expresar su pensamiento crtico acerca de la poltica exterior estadounidense. Die ame-rikanische Strategie (La estrategia norteamericana) (Krippendorff, 1970) es el resultado de una larga investigacin llevada a cabo en EE.UU, todava interesante en su anlisis de los fundamentos de

    3 De hecho, los grupos neonazis son todava afortunadamente bastante marginales. Ellos estn ms presentes en el Este del pas, en la parte econmicamente menos desarrollada, incorporada en 1990 a la RFA despus de la cada del muro de Berln.

    Keywords: State, Army, Political Ethics, International Affairs, University.

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    Francesco Pistolato Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta

    Polisemia No. 15, 16 - 26. Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    la poltica exterior norteamericana. A partir de ah se desarroll un camino intelectual y una carrera universitaria siempre al margen del mainstream, lo que sin embargo representa lo verdaderamente interesante de su figura y de su obra.

    La guerra, por qu?

    Despus de conocer en 1963 a Joan Galtung, el gran experto noruego de Peace Research, Krippendorff decidi comprometerse en este mbito con sus competencias de politlogo, particularmente de experto en relaciones inter-nacionales. Con mucho pragmatismo, lo primero que public fue una antologa de los textos ms interesantes aparecidos hasta la fecha. El resul-tado fue Friedensforschung (Investigacin para la paz) (Krippendorff, 1968), un libro que educ a toda una generacin de jvenes interesados en el tema4.

    El gran tema, evidentemente, es compren-der lo que la cultura y los estudios pueden hacer para contrarrestar la guerra, algo sencillamen-te vergonzoso e incluso absurdo, indigno del ser humano. Justamente esta es la postura de Krippendorff: una rebelin moral contra la bar-barie, que por cierto tiene sus causas. Hay estu-diosos y escritores que la consideran una locura, una manifestacin patolgica. A este propsito, Krippendorff cita, entre otras, pginas bellsi-mas de Erasmo (1516/2007), Jonathan Swift (1726/2007) y Tolstoi (1894/2010).

    Ms all de las referencias de Krippendorff, hay un debate muy abierto sobre las causas y las terapias de la guerra. Un psicoanalista italiano, Franco Fornari, public en los aos sesenta un texto (1966/1972) sobre el tema, justamente des-de el punto de vista de la patologa. Otro emi-nente estudioso afirma que considerar la guerra como una patologa no sirve para nada, ya que cada comportamiento humano cumple una fun-

    cin filogentica, es decir, transmitida a lo largo de la evolucin. Segn Eibl-Eibesfeldt, lo que se debe hacer es trabajar para que la cultura ayude a encontrar un desahogo de una energa vital, que en el caso contrario desemboca en la violencia (Eibl-Eibesfeldt, 1975/1987). Por el otro lado, encontramos la posicin fatalista y la cnica no son lo mismo, pero en la prctica son equivalen-tes segn las cuales no se puede hacer nada. Siempre ha habido y habr guerras.

    Una idea del Estado

    Krippendorff no ignora el hecho de que cada fenmeno tiene una complejidad enorme y se genera a travs de una coincidencia de elemen-tos diversos, cuyo efecto no se puede calcular. Sin embargo, a travs de una investigacin muy larga y una reflexin muy articulada, l afirma que el Estado, junto al Ejrcito, son la causa es-tructural de las guerras. Nacido de la violencia5, el Estado se ala con el Ejrcito. Ambos tienen su inters: el Estado quiere tener a alguien que lo defienda; el Ejrcito necesita garantizarse re-cursos seguros y regulares. Krippendorff expo-ne esta tesis varias veces, de forma ms profun-dizada en Staat und Krieg (El Estado y la guerra) (1985). Se trata de un texto fundamental de los Estudios para la Paz, de estilo elegante y con referencias innumerables a varias disciplinas. Sorprende, o no sorprende dependiendo de si adoptamos el punto de vista de los ingenuos, o el de los conocedores de la realidad acadmi-ca y editorial que en 28 aos desde su publi-cacin slo haya salido una traduccin, al italia-no, y por parte de un editor tan serio como de recursos limitados (Krippendorff, 2008). Ms all de estas consideraciones amargas, Staat und Krieg sigue publicndose en Alemania, siendo un clsico de la Peace Research del que se pue-de aprender muchsimo y con mucho gusto. A la espera de un editor ilustrado que permita a

    4 En espaol todava falta una obra similar, no estara mal publicar una seleccin de lo mejor que se ha publicado en el mbito internacional para orientar concretamente a los estudiantes en temas de gran aliento e importancia.

    5 Una idea muy compartida, ver por ejemplo Weber (1919/2009).

    los hispanohablantes formarse una conciencia de poltica internacional sin aburrirse con tra-tados conformistas, sino al revs, gozando de la agudeza mental y de la riqueza cultural de Krippendorff, algunas palabras sobre el con-tenido pueden quiz transmitir el olor de esta soberbia obra.

    Krippendorff empieza con una cita de Freud, el cual se pregunta por qu a los estados les est permitido todo lo que se les prohbe a los particulares por ser inmoral: los estados pueden engaar y mentir a otros estados y a sus propios ciudadanos, y stos tienen que obede-cer, incluso inmolarse por patriotismo. Lo que se exige a las personas, es decir la moralidad, se le exime al Estado en nombre de la llama-da razn de Estado inventada por Maquiavelo, que proporcion la justificacin intelectual de una praxis antigua. Ennoblecida por el italiano con razonamientos sutiles, fue posible aplicar la razn de Estado con an ms descaro. En la historia de la cultura hay varias aportaciones tericas a esta praxis poltica. Una de las ms importantes fue la idea de Hegel del Estado tico, cuyo deber supremo es mantenerse a s mismo. Esto equivale a decir que la superviven-cia del Estado es ms importante que la tica. Ya Hobbes haba escrito que: la condicin de los hombres fuera del Estado es el estado de guerra (1642/1999). Siguiendo por esta lnea, se llega a la conclusin de que estamos conde-nados a vivir bajo un orden estatal y que para preservarlo debemos estar dispuestos a morir. Para justificar esta paradoja, el gran historiador alemn Friedrich Meinecke (1924/1997) define al Estado como una entelequia supraperso-nal, que: conduce a la consecucin de valo-res cada vez ms elevados. Aade que sirve a: una causa superior que sobrepasa con mucho la vida individual, en una elevacin del espri-tu: hasta que, al final, el Estado aparece como un organismo tico para el fomento de los ms altos bienes vitales. Finalmente concluye que, por desgracia, en el mundo de la naturaleza: el Estado tiene [] que pecar (pp. 12-14). El pe-cado sera la razn de Estado, las mentiras, las guerras ms o menos sucias.

    Krippendorff no puede aceptar considerar al Estado una entelequia suprapersonal, que persigue: valores cada vez ms elevados. El anlisis histrico le muestra una realidad dife-rente, o sea, que la razn de Estado se identifica con el inters de quien tiene el poder, la vida de la gente comn. Los ejemplos no le faltan: l toma algunos de la historia, empezando por la alemana. Bismarck, el Canciller de Hierro, a pesar de su carcter poco abierto a las razones de los dems, no era un belicista, se limit, por as decir, a tres guerras entre 1866 y 1870, con-tra Dinamarca, Bohemia (como parte del im-perio de Habsburgo) y Francia. A continuacin gobern hasta 1890 sin buscar otros conflictos internacionales cruentos, dimitiendo frente a las intenciones belicosas del emperador Guillermo II, que acabaron en la I Guerra Mundial. Sin embargo, las tres guerras del Canciller de Hierro provocaron ms de 200.000 muertos. Su heren-cia, adems, fue un Estado cuyos sbditos esta-ban totalmente acostumbrados a obedecer, con las consecuencias que se vieron en el siglo XX. Krippendorff pregunta qu diferencia haba para un campesino entre vivir bajo el empera-dor de Habsburgo o bajo el emperador alemn. Y para quin haban sido tiles las campaas napolenicas, los xitos increbles de un gene-ral tan atrevido, con sus ms de tres millones de muertos en batalla? En los grandes planes militares de los poderosos hay un desprecio es-pantoso a las personas: Chicos, queris vivir para siempre? dijo Federico II de Prusia antes de una de sus batallas, de las que ms tarde re-conocera la futilidad:

    Cuando mi padre muri, toda Europa estaba en paz []. La menor edad del zar me haca espe-rar que Rusia se preocupara ms de sus asuntos internos []. Adems posea tropas listas para atacar, las cajas del Estado llenas y un tempera-mento vivo: esas fueron las razones que me im-pulsaron a la guerra []. El orgullo, las ventajas que tena, el deseo de hacerme un nombre [] (Ritter citado por Krippendorff, 1985, p. 290).

    Evidentemente, no faltan los ejemplos contem-porneos: Vietnam, 1.600.000 muertos, 360.000 minusvlidos, 10 millones de desplazados, por una

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    Francesco Pistolato Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta

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    guerra que EE.UU juzg necesaria para su seguri-dad (Pentagon Papers6) que luego no fue de ninguna manera afectada, una vez perdida la guerra.

    Sin embargo, limitarse a decir que la razn de Estado representa el inters de quien est en el poder, con consecuencias catastrficas para los dems, no explica todas las implicaciones del sistema. Hay ms: el poder entontece, como ha demostrado la historiadora estadounidense Barbara Tuchman en su The March of Folly (1984), un libro que por una coincidencia sorprendente sali pocos meses antes de Staat und Krieg. Los ejemplos de estupidez de los dos autores pueden intercambiarse y Krippendorff se refiere incluso a otra obra de Tuchman (1962/2012) para docu-mentar la locura de los gobernantes con ocasin del estallido de la I Guerra Mundial. Fue sta una catstrofe planetaria que adems llev al fin del poder a muchos responsables de ella: los empe-radores de Austria y Alemania, como tambin al zar de Rusia. Lo que diferencia a Krippendorff de Tuchman es que nuestro autor ve en la locura de los poderosos una lgica, justamente la razn de Estado.

    Otro elemento de la actitud de los practicantes de la razn de Estado es el juego: la guerra como pasatiempo de los gobernantes. Krippendorff empieza sus reflexiones con el famoso ensayo de Huizinga Homo ludens (1938/2000), en el que se dice que el amor a la gloria es una de las causas ms frecuentes de las guerras. Eso lo confirma el lenguaje de los Grandes (Disraeli por ejemplo hablaba de Grand Game) y de varios comentado-res de la poltica internacional, como Raymond Aron: La guerra es un juego (1962/1985, p. 51). Krippendorff cita el juego del gallina, cuyo ejemplo tpico son dos jvenes que apuestan que el otro frenar primero (y ser un gallina) cuan-do se dirigen con sus coches hacia un precipicio7. El ejemplo histrico ms evidente del juego de la gallina fue la crisis de los misiles de Cuba de 1962,

    que habra podido llevar a la III Guerra Mundial y que se evit porque Jrushchov decidi acabar con la instalacin. Y si no lo hubiera hecho? Se puede jugar con bombas atmicas? El comenta-rio de Robert Kennedy, Fiscal General de EE.UU y hermano del Presidente, fue: Estuvimos cara a cara mirndonos a los ojos y el otro pestae primero, lo que confirma que, por detrs de la tragedia que se haba rozado, haba una actitud (inconsciente?) de juego.

    Para Krippendorff la guerra est nsita en la naturaleza del Estado, ya que los estados nacieron de la violencia y en ella se basan: un hecho sobre el que prcticamente no hay duda, como admite sin ningn problema Max Weber (1919/2009). Krippendorff lo demuestra a lo largo de Staat und Krieg con un recorrido histrico desde la Antigedad hasta hoy en da. El Estado nace para poder controlar y utilizar las tropas mercenarias. stas eran muy poco fiables y continuaban con la violencia en tiempos de paz para mantenerse, e incluso como pasatiempo. La culpa original del Estado no se redime con las medidas de seguri-dad social, ni con los dems servicios que el ciu-dadano hoy en da recibe. Todo esto, por un lado, es garanta de prevencin de agitaciones sociales peligrosas para el poder y, por el otro, es algo revocable, si el Estado lo decide, basndose en su razn de Estado (Krippendorff, 1987).

    As que la concepcin del Estado de Krippendorff se acerca mucho al anarquismo. Krippendorff lo admite, pero sita su concep-cin del anarquismo (Comunicacin personal, 20 de abril de 2012) en las ideas de David Graeber (2004): la posibilidad de construir una sociedad no basada en la violencia, sino en relaciones soli-darias. Para vislumbrar esta sociedad cabe salir de la ptica en la que slo aparece el Estado como modelo posible de convivencia, que en realidad es una construccin histrica destinada a acabarse. Hay otras formas de organizacin social, asocia-

    6 Los Pentagon Papers son un estudio, obviamente reservado, sobre las relaciones entre EE.UU y Vietnam de 1945 a 1967, comisionado por el Secretario del Departamento de Defensa McNamara.

    7 Ver la pelcula de culto Rebelde sin causa de 1955, con James Dean.

    ciones, iniciativas, redes y proyectos, que pueden ser el ncleo de una forma todava por establecer, menos rgida y menos constrictiva, sobre todo noviolenta. La imaginacin al poder, como se de-ca en 1968, y otro mundo es posible, como se dice hoy.

    Una idea del EjrcitoComo ya se ha sealado, Krippendorff consi-

    dera al Ejrcito estrictamente vinculado al Estado. Es una institucin que encarna el monopolio del uso de la fuerza y que permite la manifestacin de la razn de Estado. El historiador McNeill, que Krippendorff cita (1985, pp. 206-207), equipara militares a epidemias: la patologa de ambos es el parasitismo. Los militares no producen nada, vi-ven de la organizacin de la violencia armada que provoca destruccin. En una antologa de artcu-los dedicados a lo militar (Krippendorff, 1993) encontramos argumentos quizs menos polmi-cos, pero igualmente cortantes: lo militar es un mtodo de la organizacin social que se expresa en orden y obediencia, jerarqua y disciplina; es tambin un mtodo para resolver los conflictos, reducindolos a la fuerza. La complejidad de la vida y de cada situacin conflictiva desaparece, el ms fuerte tiene razn, sin ms espacio para argumentos sofisticados. Los mtodos nunca son neutrales, representan una actitud y provo-can una reaccin coherente: quien a hierro mata a hierro muere. La paz de los militares siempre es una tregua. Lo militar no es una isla en medio de una sociedad, sino que da indicaciones sobre su cultura, su economa y su ciencia. Lo militar reduce al hombre a un destinatario de rdenes, a una cosa, a un medio: el ser humano en el con-texto militar ya no es un fin, sino un medio muy barato. Lo militar deriva de una cultura patriarcal, donde el poder se expresa con el uso, actual o amenazado, de la violencia. El hecho de que no se puedan hacer guerras sin ejrcitos solo apa-rentemente es una banalidad: quien quiere la paz,

    debe enfrentarse al tema de la institucin desti-nada a hacer la guerra, en la que la agresividad se genera con estmulos desde arriba para que los de abajo acten con violencia.

    En el Ejrcito el miedo natural a matar y ser matado se reprime con marchas, cantos y ritua-les. Nunca hubo una guerra en que las personas comunes obligaran a declarar a los gobernantes: el Ejrcito es la mquina a disposicin del poder para sus planes, incluso de represin de su propia poblacin, si cabe. Todas las respuestas que de vez en cuando hay contra el armamento no tocan el punto fundamental que es la propia lgica militar, o sea, la lgica de la violencia nsita en la poltica normalmente practicada. Hasta la organizacin de los partidos polticos se inspira en el Ejrcito: no es casualidad si se habla de disciplina de partido. Nuestra cultura poltica es una cultura del poder, del dominio de las personas sobre otras personas, de hecho una cultura militarista. Para reconocerla es menester mirar las ocasiones cargadas de sm-bolos: Por qu en las ceremonias del Estado los militares estn siempre en primera fila? De qu son vctimas los muertos en guerra que los monu-mentos celebran, sino de una mentalidad del poder que ve en el Ejrcito su recurso lgico y no nece-sariamente el ltimo? Y las asociaciones de vetera-nos, para qu sirven, sino para popularizar la gue-rra y dar un sentido a un sacrificio impuesto por el poder, evitando que uno se pregunte: Para qu hemos sufrido tanto, muertos, heridos, crueldades etc.? La violencia es una patologa, la expresin de una debilidad, de la incapacidad de argumentar y de la falta de paciencia. Lo militar encarna la vio-lencia y la incapacidad de gestionar los conflictos de forma noviolenta. Con la obediencia, el solda-do se desresponsabiliza en nombre de una dudosa responsabilidad superior, derivada de la razn de Estado. Patolgico es tambin el punto de vista de los militares, ya que deforma la realidad: cuando slo tienes un martillo, todo se parece a un clavo. En la Repblica Federal Alemana el Ejrcito fue reintroducido8 en los aos cincuenta del siglo XX

    8 Despus de la derrota en la II Guerra Mundial, Alemania haba perdido su independencia poltica y se hallaba controlada por los aliados: URSS, EE.UU, Francia e Inglaterra.

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    Francesco Pistolato Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta

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    contra la voluntad de la gran mayora de los ciu-dadanos, y con una serie de mentiras para volver a contar en el tablero internacional. Sin embargo, en Alemania se podra empezar a dar buen ejem-plo, desarrollando el modelo de defensa social9 y renunciando al Ejrcito. Adems, se podran de-sarrollar los cuerpos civiles de paz y emplearlos como mediadores en conflictos con equipos de psiclogos, socilogos, economistas y otros es-pecialistas, preparando el empleo de los Cascos Azules de la ONU. La RFA podra iniciar un proceso de poltica activa de paz, especializndo-se en modelos alternativos de establecimiento y mantenimiento de la paz, para empezar a salir del dilema de qu hacer? en situaciones de violencia evidente, sin recurrir a otra violencia.

    Una idea de las relaciones internacionales10

    En las relaciones internacionales de un mundo constituido en estados, cada uno con su Ejrcito, no es difcil averiguar lo que pasa: el triunfo de la razn de Estado, de las mentiras y de la violen-cia, material y cultural11. Krippendorff considera a Napolen como el sueo de todos los que tra-bajan en la poltica internacional, ya que l pudo hacer lo que a ellos les gusta ms: ordenar el mun-do a su voluntad. Hitler lo intent de nuevo, luego Churchill, Stalin y Roosevelt en Yalta. A Kissinger, el Metternich del siglo XX tambin le gustaba mu-cho jugar con la Gran Poltica. Krippendorff re-lata la entrevista de Kissinger con Mao el 21 de

    octubre de 1975, intentando convencerlo de la importancia de una alianza contra la URSS. Mao se ofendi porque saba que el inters de EE.UU para China no era prioritario, antes estaba la URSS, luego Europa, despus Japn y solo de quinta es-taba China. Un juego de susceptibilidad, esto es a menudo la poltica internacional. Como en el caso de J.F. Kennedy, irritado por el desprecio con el que Jrushchov lo haba tratado despus del fraca-so de la invasin de la Baha de Cochinos en Cuba. Para demostrar que no era un dbil como el lder sovitico supona, estaba dispuesto a desencade-nar una guerra atmica durante el enfrentamien-to sucesivo de la crisis de los misiles de Cuba de 1962. Tambin la escalada de la guerra en Vietnam se debe en buena medida a la susceptibilidad de Kennedy, deseoso de demostrar su capacidad de tomar decisiones de gran impacto. Sin embargo, la imagen que la mayora de las personas tiene de los hermanos Kennedy es otra, mucho ms positiva: la campaa de desinformacin montada por ellos es monstruosa y sus efectos siguen hoy en da12. Krippendorff pide expresamente que a la luz de todo lo que resulta ahora acerca de J. F. Kennedy, el homnimo instituto de relaciones internaciona-les en Berln en el que l mismo trabaj sea re-nombrado13. Sin embargo, seala Krippendorff que JFK en la crisis de Cuba no era el nico me-galmano arriesgado: la irresponsabilidad de Fidel Castro y del Che Guevara en el tema de las bom-bas atmicas no fue menor; Castro quera dispa-rar en 1962, el Che consideraba que una atmica lanzada por los norteamericanos en Sudamrica, con algunos millones de muertos, era un precio

    9 El terico de la defensa no militar es Theodor Ebert, que sigue trabajando en este modelo desde hace 40 aos. Sin embargo, por admisin del propio Ebert, todava se trata de un proyecto insuficientemente desarrollado (Ebert, 2009).

    10 Ver Krippendorff 2000, en particular las pginas 10 a la 21 y 85 a la 106. Todos los ejemplos histricos citados naturalmente proceden de fuentes autorizadas que Krippendorff indica.

    11 Violencia cultural en los Estudios de Paz es todo lo que justifica la violencia material (o directa) y la estructural (nsita en el sistema, como por ejemplo la falta de asistencia mdica gratuita). Tpicamente la violencia cultural se ejerce con los medios de comunicacin, los institutos de formacin y la propaganda de Estado.

    12 En parte, podemos suponer que el todava vivo mito de los Kennedy (John y Robert) se debe a su muerte violenta y al hecho de que eran sin duda ambos glamurosos, lo que siempre ayuda mucho en estos casos. Lo mismo vale para el Che Guevara. Justamente esta es la misin intelectual que Krippendorff piensa que debe cumplir: informar, despertar, desenmascarar y, sobre todo, indicar que existen y deben practicarse otros principios.

    13 Nadie hizo caso a esta peticin, obviamente.

    todava aceptable en el camino hacia el triunfo del socialismo14. La poltica exterior es el reino de las abstracciones ms peligrosas, cabe darse cuenta de eso para comprender que estamos en manos muy poco fiables.

    De todos modos, Krippendorff no sera Krippendorff si se limitara a proponer algunos ejemplos negativos, sin reflexionar sobre lo que una poltica internacional (e incluso interior) de-bera ser. Uno de sus ensayos ms significativos explica la importancia de una poltica exterior verdaderamente moral, empezando por los erro-res de base de la poltica normalmente practicada. Las mximas del comportamiento poltico co-mn son, como Kant explica en La paz perpetua (1795/2002): (1). Fac et excusa: Procura alcanzar de cualquier modo los resultados que te interesan, luego excsate si es necesario; (2). Si fecisti, nega: Niega siempre tu responsabilidad por los hechos que hayan daado a alguien y achaca la culpa a otros; 3. Divide et impera: Siembra divisin en las elites que te han llevado al poder e instiga al pue-blo contra ellas con la excusa de que quieres dar-le ms libertad de la que ellas le concederan; en poltica exterior apoya a los estados ms dbiles y siembra desconfianza entre los ms fuertes, para paulatinamente tomar poder sobre ellos.

    Lo que interesa a los gobernantes es el xito, el poder, cmo se logra es secundario. Incluso Hitler fue admirado y envidiado por sus colegas de otros pases, cuando todava triunfaba en la poltica interior y en la guerra. Adems, hay una relacin estrecha entre la moralidad y la publici-dad: cada accin verdaderamente moral no nece-sita ser ocultada. Si la poltica (interior y exterior) es una lucha por el poder, hay secretos por todas partes: ninguno de los competidores quiere po-ner las cartas boca arriba. Si, por el contrario, la poltica es la aplicacin de la moral a la conviven-cia en libertad, no hay nada que esconder. Kant ensea que no slo en poltica la preocupacin debe ser la justicia: con la justicia como objetivo, todo encuentra su sitio y el resultado es la paz. La

    ciencia de las Relaciones Internacionales se cen-tra en la elaboracin de estrategias para alcanzar, gestionar y mantener el poder: es una ciencia del dominio. Solo la moral puede ayudar a compren-der lo que es la poltica verdadera y recono-cer la poltica de poder como una degeneracin. No se trata de moral abstracta, sino de algo muy pragmtico: la poltica de potencia nos ha llevado a dos guerras mundiales y ha generado el siglo con ms asesinados de la historia.

    Una idea de la Universidad

    En una poca de recortes, Krippendorff piensa que cabe recordar cul es la idea de la Universidad, para defenderla tanto como puesto de trabajo, como proyecto social. Los recortes son iniciativa de una clase poltico-burocrtica ciega y enemiga de la intelectualidad. La Universidad es la nica institucin europea de la que Europa puede estar orgullosa de haber generado. De he-cho, fue la nica extraa a imposiciones violen-tas, lo que no se puede decir no solo del Estado con toda su estructura y del Ejrcito, sino de la propia Iglesia. Como antecedente, podra recor-darse a la marquesa Matilde de Canossa que a finales del siglo XI concedi la autonoma a la Universidad de Boloa.

    El espritu de la Universidad, entonces, consis-ti en conformar y mantener una independencia en el pensamiento y una libertad de investigacin. A lo largo de los siglos, los momentos de dificul-tad y de recuperacin de las universidades previ-siblemente han coincidido con las crisis histrico-sociales. 1968 fue una declaracin de amor a la Universidad, un redescubrimiento de ella como centro de intercambio de ideas, como taller para el desarrollo del pensamiento creativo. No obs-tante, este experimento fracas con la conversin de la Universidad en aparcamiento de estudiantes y con la degradacin de los profesores a grupo de mediocres del juste milieu, sin ninguna capacidad

    14 Ver Krippendorff, 2000, p. 98, nota 11. Se apoya aqu en Andre Gunder Frank y otros (1980), p. 137.

  • Polisemia No. 15, 16 - 26. Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    Francesco Pistolato Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta

    Polisemia No. 15, 16 - 26. Ekkehart Krippendorf: una conciencia crtica y despierta. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    de indignacin por las muchas situaciones que la justificaran. La verdadera debilidad de la institu-cin universitaria no son los recortes, sino el no estar segura de su propia funcin. Es esto lo que genera la incapacidad de responder a una poltica guiada por el espritu capitalista-tecnocrtico que pide eficiencia, competencia, libre camino para el que trepa sin escrpulos e indica en el mercado el parmetro exclusivo de calidad. Si la Universidad acepta estos criterios, pierde su identidad histri-ca, intelectual y tica. Su grandeza y dignidad si-gue estando en su autonoma, que le permite ser espejo crtico de la sociedad, y en su capacidad de facilitar a los jvenes la posibilidad de establecer conexiones donde aparentemente no las hay: as se ampla el conocimiento, que no puede ser re-ducido a la solucin de problemas prcticos. En la Universidad, la formacin para un trabajo es se-cundaria por respeto a su funcin cultural y cien-tfica. Es necesario rechazar la investigacin por encargo, con fines econmicos. La investigacin debe expresar la libertad del espritu de indagar a la vez con criterio y con independencia, dentro de un espacio de autonoma, sin presiones para producir rpidamente. Estudiar por el placer de hacerlo, por las ganas de aprender por aprender. Esta es la idea tan fructuosa de la Universidad que cabe defender.

    Una idea de la poltica15 Una Cultura de la Poltica (Krippendorff, 2009)

    es la propuesta de una poltica que nada tenga que ver con los juegos del poder. Cabe recuperar el sentido griego de la poltica como algo que sir-va a la felicidad de los hombres, a la prctica de la virtud como medio para alcanzar el bienestar de todos (Aristteles). La idea de los filsofos al poder (Platn) no era una estupidez, sino la indi-cacin de una premisa indispensable para hacer buena poltica: el mejor gobierno es el que nos ensea a gobernarnos solos (Goethe). La concep-

    cin de lo poltico como Realpolitik es restricti-va, una crcel mental. Se necesitan vas de salida basadas en otras visiones: la Orquesta del Divn de Oriente y Occidente de Barenboim y Said, con msicos israeles, rabes y palestinos es un ejemplo de un modelo distinto de superacin de conflictos, es poltica de altsimo nivel y muy efi-caz. Para imaginar una poltica diferente de la que conocemos puede ayudarnos el arte, porque nos abre a otras dimensiones, nos lleva fuera del mun-do sofocante y miserable de la poltica ordinaria. La Literatura nos acerca a los dems, nos permi-te conocer otros puntos de vista, otras vivencias, ver que hay exigencias y sentimientos humanos tambin en el pretendido enemigo. La verdadera poltica nace cuando se empiezan a solucionar los conflictos de forma pacfica. Para salvar el plane-ta cabe invertir en arte y cultura, con las armas en la mano nadie est seguro16. La filosofa nos ayuda a hacer poltica. Las preguntas de Scrates: Qu es la justicia? Qu es la virtud? Qu es la verdad?, son preguntas polticas que la poltica comn no admite, ya que no slo son peligrosas; tambin requieren tiempo para debatirlas, el tiem-po de la democracia, de la ponderacin dialgica entre los pros y los contras. Las visiones de paz, dilogo y tica de los poetas, de los filsofos y de las mitologas, tan ricas y sugerentes, se contrapo-nen a la reduccin unidimensional de la verdad propia de los polticos y burcratas, herederos de Maquiavelo. As, tambin somos todos nosotros, incluso si nunca hemos ledo al escritor florenti-no: es una herencia cultural que se ha transmitido a lo largo de los siglos y que cabe contrarrestar. La Unin Europea ofrece a los europeos una po-sibilidad para hacerlo. Hasta ahora sta ha sido una reproduccin de las pautas estatales y econ-micas dominantes. Sin embargo, Europa debe ser un gran proyecto cultural: una comunidad trans-nacional que comunica, basada en una cultura que ponga los parmetros ticos. Para el pianista hn-garo Andrs Schiff, arte y poltica son lo mismo: Me pregunto lo que dira Beethoven a George

    15 Ver sobre todo Krippendorff 1999 y 2009.

    16 Es una idea del director de teatro estadounidense Peter Sellars (citado en Krippendorff, 2009, p. 25).

    Bush (Krippendorff, 2009, p. 38). Y Mozart? Si la msica es en s eminentemente poltica, porque todo en ella es dilogo, cada instrumento, cada voz tiene un rol, la msica de Mozart es irreduc-tible a cualquiera forma de retrica poltica, es la expresin de la libertad que la buena poltica de-bera garantizar.

    Pero en este mundo de antinomias no hay nada que no se pueda negar con la lgica. A pesar de todas sus argumentaciones sobre el Estado y el Ejrcito, sobre la poltica internacional y la poltica en general, los dilemas permanecen. Krippendorff no sera un serio buscador de la verdad si no se diera cuenta de eso. As que no cesa de mirar al-rededor, de ir ms all de sus adorados Goethe, Shakespeare y Mozart, de no parar ante culturas lejanas, visiones tan diferentes. Y al final encuentra un texto tan esotrico, tan distante del joven Marx que en su juventud lo haba motivado a buscar la justicia en la poltica, y tan antiguo: el Bhagavad Gita. Aqu Krippendorff encuentra la confirma-cin de que lo mximo de lo poltico es la accin para el bien de la comunidad desprovista de egos-mo, la que Kant indicaba cuando escribi: Obra slo segn una mxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal (Kant, 1785/2003). La enseanza del Bhagavad Gita, retomada por Gandhi, es actuar por deber, sin inters personal. Esta es la verdadera novio-

    lencia que puede redimir hasta la guerra. Al gran guerrero Arjuna, que no quera combatir contra los usurpadores del reino por ser ellos todos de su familia, el Dios Krishna contesta que es su de-ber hacerlo no un deber derivado de la razn de Estado, sino de la justicia. Combatir es algo que Arjuna no quiere hacer, lo hara si fuera gente extraa, pero el justo no distingue entre familiares y extraos, l solo conoce y reconoce su deber, en un mundo que es un gran teatro de la apariencia. El verdadero Ser est escondido detrs del teln, nadie puede matarlo, y mira cmo actuamos, si por deber o por placer:

    El hombre a quien ni el placer ni el dolor con-turban y entre su balanceo permanece firme, es merecedor de la inmortalidad. Lo que no existe no tiene ser y lo que existe jams cesar de ser. [] Indestructible es Aquel que todo lo penetra. Nada ni nadie puede aniquilar a este imperecedero Ser. Finitos son estos cuerpos del encarnado Ser, eter-no, indestructible e inmenso. As, pues, pelea, oh Bharata! (Bhagavad Gita, Estancia II, vv. 15-18).

    En la tica sublime de la accin sin fines egos-tas se resuelve el gran dilema de la paz y de la guerra, de los estados y de los ejrcitos. Sublime puede ser incluso la poltica, si recupera su fun-cin verdadera, la de guiar a los seres humanos hacia la prctica de la virtud. Nunca, nunca debe la poltica alejarse del camino tico.

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    Francesco Pistolato

    Polisemia No. 15, 27 - 35. Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    Resumen AbstractEl presente ensayo de reflexin busca abordar la crisis de sentido y la crisis material que afrontan las sociedades contemporneas, a partir de las voces de diferentes autores de las Ciencias Sociales que han aportado algunos elementos de orden conceptual para pensar dichas crisis; terminando con una aproximacin sobre cmo la accin colectiva podra ser un terreno para hacerle contrapeso a sus determinantes. Esta reflexin se construye a partir del desarrollo de la investigacin Organizaciones populares y subjetividades juveniles: el caso de la localidad de Kennedy, llevada a cabo por el Observatorio de Procesos de Organizacin Comunitaria (OPOC) de la Corporacin Universitaria Minuto de Dios, la cual saldr publicada en el ao 2013.

    Palabras clave: juventud, Crisis, Sociologa, Trabajo Social, liderazgo, accin colectiva, organizaciones sociales.

    This reflective paper attempts to tackle the crisis of meaning and material crisis- that faced contemporary societies. As a starting point to understand these crises will be considered a variety of voices from dif ferent social studies researchers who have contributed with some conceptual framework. Finally, the paper outlines how the collective action would be a field to counteract the determinant of these crises. This reflection is based on a research study entitled Popular Organizations and Youth Subjectivities: the Case of Kennedy conducted by the Observator y of Processes of Communitarian Organization (OPOC- in Spanish) at Corporacin Universitaria Minuto de Dios that will be published in the year 2013.

    Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva2

    Cesa r Augus to Gonz l e z 1

    Local Youth, between the Crisis and the Collective Action

    1 Socilogo de la Universidad Nacional de Colombia. Magster en investigacin social interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas. Coordinador del Observatorio de Procesos de Organizacin Comunitaria (OPOC) de la Corporacin Universitaria Minuto de Dios.

    2 Artculo de reflexin derivado de la investigacin Organizaciones populares y subjetividades juveniles, el caso de la localidad de Kennedy del Observatorio de Procesos de Organizacin Comunitaria (OPOC), Uniminuto, 2012.

    Recibido el ...

    Keywords: Youth, Crisis, Sociology, Social Work, Leadership, Collective Action, Social Organizations.

  • Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva

    Polisemia No. 15, 27 - 35. Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    Polisemia No. 15, 27 - 35. Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

    El sentido significa

    la significacin y la finalidad;

    solo tiene sentido aquello que

    va a alguna parte;

    lo que no va alguna parte es insensato

    Mafesolli, 2008

    -Ey Martn contra qu

    teme la gente revelarse ahora?

    Ya nada tiene sentido de todos modos.

    -Son los tiempos, mira a tu alrededor,

    la persona ms buscada en Internet

    es la jodida Paris Hilton.

    Pelcula Die Welle. Dennis Gansel.

    E l presente articulo de reflexin est motivado por los siguientes interro-gantes generales, los cuales fueron tomando forma a lo largo de un pro-ceso de revisin documental, en torno a los te-mas relacionados con la categora de juventud. Los cuestionamientos son: Vivimos una crisis? Se trata de una crisis econmica o de orden cul-tural? Cmo se relaciona la crisis y la accin co-lectiva en un contexto como el nuestro?

    Cuando empezamos a leer sobre juventud, rpidamente aparecieron referencias a la crisis. Al paso salan expresiones como el fin de las finalidades (Auge, 2008), el desanclaje simb-lico (Perea, 2008), la saturacin como sntoma del cambio (Sorokin, 1960), los malestares de la Modernidad (Taylor, 1994), la personalizacin (Lipovetsky, 2003), el desordenamiento cultural (Martn Barbero, 2009), entre otros conceptos que proponen la inmanencia de una situacin crtica para las sociedades contemporneas, y en particular, para los jvenes, quienes parecen ser sus personajes principales. Desde diferentes apa-ratos tericos y disciplinares, aludiendo a distintas imgenes y metforas, los autores parecen coinci-dir en la existencia de un momento convulso.

    Adems, como el inters central de la inves-tigacin que desarrollbamos por ese entonces titulada Organizaciones populares y subjetividades juveniles: el caso de la localidad de Kennedy eran las acciones colectivas y las organizaciones socia-les, encontrarnos con la crisis nos puso a pensar acerca de si la contrava a este momento crti-co podra estar en las colectividades, grupos y procesos mancomunados, que en el mundo de lo juvenil tienen un lugar profuso, pero tambin desorganizado y efmero.

    El resultado de ese asombro se consigna en este ensayo. En l hablaremos de esa crisis, sen-tida por autores de distintas latitudes, y pensare-mos su relacin con los procesos identitarios y de consumo cultural, para terminar con una re-flexin sobre la accin colectiva como escenario de subjetivacin y de elaboracin de sentidos y proyectos colectivos.

    Apuntes sobre la crisis En el libro La tica de la autenticidad Charles

    Taylor denuncia algo que parece ser un sentir generalizado entre los sujetos contemporneos: La gente ya no tiene la sensacin de contar con un fin ms elevado, con algo por lo que vale la pena morir [] La gente perda esa visin ms amplia porque prefera centrase en su vida indi-vidual (1994, p. 39).

    El filsofo advierte que en las sociedades ac-tuales hay tres sntomas de una profunda crisis:

    El primer temor estriba en lo que podramos lla-mar perdida de sentido, la disolucin de los hori-zontes morales. La segunda concierne al eclipse de los fines, frente a una razn instrumental desen-frenada. Y la tercera refiere a la perdida de libertad (Taylor, 1994, p. 45).

    En sntesis, para Taylor, el sujeto contempor-neo experimenta una prdida de direccin y signi-ficado, aparejada de un sobre-dimensionamiento del clculo de intereses. Una constante accin ra-cional con arreglo a fines, pero sin una finalidad ulterior, por ponerlo en trminos de Max Weber, sera nuestra paradoja. Dirigimos el ms mnimo

    movimiento vital de nuestra cotidianidad hacia el logro de un inters, a veces propio, a veces ajeno, pero carecemos de finalidades ltimas.

    De la misma manera que la aparente libertad representa una encrucijada a la vez fcil y a la vez insoportable de cargar, la contradiccin sealada por Perea en su libro Qu nos une:

    Es la paradoja del smbolo que conmueve a la so-ciedad actual: la Multiplicidad sin lmites de los signos, coexiste con el ms profundo vaco de sen-tido. Nunca antes los smbolos tuvieron tal grado de disponibilidad, circulantes por miles en la ince-sante parafernalia de los medios de comunicacin; no obstante, nunca como ahora se vivi una ca-rencia tan pronunciada de proyeccin y horizonte compartido (2008, p.32).

    En un momento plagado de imgenes, en donde el ojo humano ha tenido que trabajar como nunca, no es muy clara la imagen de un futuro posible, la cual se dibuja y se desdibuja con las manecillas del reloj. La prdida de senti-do alude al debilitamiento de las finalidades. La vida se experimenta como desprovista de un des-tino ulterior. La deriva se vende como libertad. Que cada cual decida lo que mejor le convenga (Perea, 2008, p. 31). La escuela, la fbrica, la igle-sia, la familia, las relaciones comunales, la nacin, entre otras, parecen no tener ya un sentido sagra-do, si no uno muy lbil que debe ser entendido de manera siempre nueva en el contexto en que pretenda ser conocido.

    Se nos obliga a cambiar de trabajo frecuente-mente; cambiamos de amor, de religin e incluso de proyecto de vida con la facilidad del sujeto que aprendi a morir y renacer muchas veces en la misma piel. La velocidad de este mundo hostil (Bauman, 2003) produce nauseas a quienes va-mos de pasajeros en la inmensa esfera girante.

    Esta visin pragmtica debe matizarse con los sentidos que los sujetos construimos en el terre-no de lo prximo, en el mundo de la vida, para usar la expresin fenomenolgica. Sin embargo, a un nivel general, pareciera que los elementos que daban solidez a la vida de los individuos se han ido haciendo gaseosos y que esos sentidos mu-

    chas veces terminan siendo obsolescentes muy pronto u obedecen, sin saberlo, ms a prcticas de reproduccin cultural que a intentos contrahege-mnicos. Y dentro de ello, esas fuentes de sentido colectivo se secan y los sujetos tienen que volver a buscar nuevos yacimientos, quizs menos cauda-losos. Al respecto, Carlos Mario Perea plantea:

    Los antiguos abrevaderos de identidad se desha-cen: la cohesin en torno a la nacin es disputada por numerosas fuentes de lealtad, la clase social no designa una segmentacin transversal traducida en actores colectivos, la democracia y el partido po-ltico ven minada su capacidad de representacin. En medio del naufragio la nica certeza que se impone es el poder inconmovible del capital, ese que perdi la ligazn con el destino de la sociedad, enceguecido como anda con las consignas de la inversin y el crecimiento (2008, p. 24).

    En el mundo del desordenamiento cultural (Martn Barbero, 2009), en el mundo lquido (Bauman, 2003), en el mundo de la flexibilidad laboral, de la comunicacin desterritorializada, vemos a la crisis tomar mltiples formas, mien-tras buscamos el sentido en oasis de smbolos. Mientras tanto, los poderes, fuertemente refica-dos, se fortalecen, ya no desde la coaccin direc-ta sino desde la seduccin:

    [] el futuro del capitalismo parece ms seguro que nunca. El control social se convierte en una tarea ms fcil. Los costosos mtodos panpti-cos de control, cargados de disenso como estn, pueden desecharse o reemplazarse por un mto-do menos costoso y ms eficiente de seduccin (Bauman, 2006, p. 153).

    Tal parece que la crisis es tan visible que puede reconocerse desde distintos puertos. Adems, su consecuencia lgica, el fortalecimiento del capi-tal, la desazn, el ensanchamiento de las asime-tras, deben seguir siendo motivo de reflexin de las Ciencias Sociales, y en particular, del Trabajo Social, el cual ha asumido como misin la transfor-macin de la realidad. Esta crisis debe compren-derse en sus dimensiones simblicas y culturales (como crisis de sentido, como el debilitamiento de horizontes morales, como la experiencia de agotamiento de los sujetos) y en sus dimensiones

  • Cesar Augusto Gonzlez

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    Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva

    Polisemia No. 15, 27 - 35. Juventudes locales, entre la crisis y la accin colectiva. Bogot, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2013

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    materiales (como mantenimiento de los poderes econmicos tradicionales, como la flexibilizacin del trabajo, como sofisticacin del capitalismo y de sus asimetras). Al respecto, Perea seala:

    El enganche de tiempo completo asumido como carrera a lo largo de la vida la conquista de un si-glo de luchas laborales es sustituido por el traba-jador temporal, integrado por tiempos limitados segn lo dictamine la conveniencia del proyecto en marcha [] La movilidad se impone en la es-fera de la produccin erosionando el vinculo del trabajo y, por esa va, deshaciendo la pertenencia clasista (2008, p. 35).

    Un xito atroz del sistema capitali