plan de gobierno 2016 2018

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137 LISTA Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires Candidato a Director: Dr. Pablo de Marinis (Lic. en Sociología, UBA, 1991; Dr. en Sociología, Universität Hamburg, 1997; Profesor regular asociado a cargo de la ma- teria “Sociología Sistemática”, desde 2012; investigador inde- pendiente del CONICET, con sede en el Instituto de Investiga- ciones Gino Germani, FSOC, UBA). Candidata a Secretaria Académica: Dra. Ana Grondona (Lic. en Sociología, UBA, 2004; Dra. en Ciencias Sociales, FSOC, UBA, 2011; Ayudante de “Historia del Conocimiento Sociológico I” desde 2002 y Profesora Adjunta del Seminario “Saberes expertos, discursos y la construcción de ‘problemas sociales”; investigadora asistente del CONICET, con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, FSOC, UBA; Investigadora del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini desde 2002). ELECCIONES 2015: ESTUDIANTES: 7 AL 11 DE SEPTIEMBRE GRADUADOS: 8 AL 11 DE SEPTIEMBRE PROFESORES: 8 AL 10 DE SEPTIEMBRE Plan de Gobierno Para la Carrera de Sociología (2016-2018)

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Page 1: Plan de gobierno 2016 2018

137LISTA

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

Candidato a Director:

Dr. Pablo de Marinis (Lic. en Sociología, UBA, 1991; Dr. en Sociología, Universität Hamburg, 1997; Profesor regular asociado a cargo de la ma-teria “Sociología Sistemática”, desde 2012; investigador inde-pendiente del CONICET, con sede en el Instituto de Investiga-ciones Gino Germani, FSOC, UBA).

Candidata a Secretaria Académica:

Dra. Ana Grondona(Lic. en Sociología, UBA, 2004; Dra. en Ciencias Sociales, FSOC, UBA, 2011; Ayudante de “Historia del Conocimiento Sociológico I” desde 2002 y Profesora Adjunta del Seminario “Saberes expertos, discursos y la construcción de ‘problemas sociales�”; investigadora asistente del CONICET, con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, FSOC, UBA; Investigadora del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini desde 2002).

ELECCIONES 2015:ESTUDIANTES: 7 AL 11 DE SEPTIEMBREGRADUADOS: 8 AL 11 DE SEPTIEMBREPROFESORES: 8 AL 10 DE SEPTIEMBRE

Plan de GobiernoPara la Carrera de Sociología (2016-2018)

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IMAGINACIÓNSOCIOLÓGICA

La Carrera de Sociología se enfrenta, hoy por hoy, a una encrucijada inédita. Las generaciones sociológicas que la impulsaron o se formaron en ella en su periodo inicial desde finales de los años ’50 hasta los años ’60, y que en buena medida participaron de su refundación luego de la dictadura cívico-militar, se están retirando de nuestras aulas. Quienes estamos tomando el relevo de tan intensa como rica historia, que nunca ha sido ajena a los vaivenes político-institu-cionales del país y la región, sentimos la obligación moral y sociológica de asumir un conjunto de nuevas responsabili-dades.

En este marco, y tal como ha ocurrido ya en otras carreras de nuestra facultad, Sociología deberá enfrentar en los próximos tiempos un proceso de revisión de su Plan de Estudios. Se trata, por cierto, de un reclamo generalizado de diversos sectores de todos los claustros y que hacemos fuertemente propio. El que actualmente nos rige, es el llamado “Plan 1988”, cuyo diseño comenzó en 1985 y que tuvo algunas pequeñas modificaciones tres años después, un momen-to clave de re-fundación de nuestra Carrera. Aquel Plan de Estudios y su modo de estructuración curricular intentó en su momento tramitar las múltiples tradiciones y perspectivas (epistemológicas, teóricas y políticas) que habían surgido y polemizado entre 1958 y 1976, y en los diversos espacios de exilio externo y de refugio interno durante los años de la dictadura donde habían habitado las/los sociólogas/os. Debemos decir que aquella no fue una distribución igualitaria de espacios, y creemos que aún quedan deudas pendientes que una futura reforma debería saldar, por ejemplo, asignando en nuestro Plan de Estudios un lugar más explícito y destacado a las sociologías del Sur global, latinoamericanas y argentinas.

El presente nos convoca a revisitar, interrogar, repensar y rediscutir ambas (re)fundaciones (la de 1958 y la de los años de la transición democrática). Frente a tamaño desafío no debemos ni queremos parapetarnos en la defensa de “la” sociología, como si alguna vez ella hubiera sido una sola, monolítica y monocromática. Necesitamos osadía, creatividad e imaginación y constituirnos en dignas/os pero a la vez heréticas/os herederas/os de las tradiciones hetero-géneas que han tejido y siguen tejiendo nuestra Carrera. Y entonces, sí, a condición de reinventarnos en nuestras tradiciones, podremos convocar a nuevas generaciones de estudiantes a interesarse por (e involucrarse en) nuestras discusiones y recorridos.

A continuación presentamos las principales cuestiones que creemos deben ser afrontadas cuando asumamos la responsabilidad de dirigir la Carrera de Sociología. Si bien todas estas cuestiones se encuentran estrechamente relacio-nadas, admiten una consideración particularizada.

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Ninguno de nuestros problemas podrá resolverse exclusivamente desde la oficina de la Dirección, o desde la Junta de la Carrera, aunque puedan y deban ser ambas quienes generen los cambios y las iniciativas. El desafío principal del próximo Director será visitar las aulas, recorrer los pasillos, dialogar y discutir con todas las cátedras, con los otros espacios de la Facultad (Carreras, Secretarías, Decanato, etc.), con los múltiples institutos de investigación por los que transitamos, con otras facultades y centros de investigación del país, de la región y del mundo, con las diversas organizaciones políticas estudiantiles y el CECSo, con las organizaciones gremiales docentes, con diversas reparticio-nes de la Administración Pública en las que trabajan nuestras/os graduadas/os y con las asociaciones y colegios en los que se agrupan, con los movimientos/organizaciones sociales con los que hemos articulado diversas experiencias de investigación y militancia, y una larga lista de etcéteras. El compromiso fundamental que asumimos es el de garanti-zar espacios permanentes de encuentro y discusión. Será a partir de los acuerdos que allí se produzcan que avanzaremos en los desafíos que nos propone la hora.

EL PROCESO DE REFORMA DEL PLAN DE ESTUDIOS DE LA CARRERA

LA POLÍTICA DE CONCURSOS DE PROFESORES/AS Y AUXILIARES

EL INGRESO A LA DOCENCIA, LA ESTRUCTURA DE CÁTEDRA Y LA CARRERA DOCENTE

LA RELACIÓN ENTRE LA CARRERA Y LOS DIVERSOS ÁMBITOS DE INVESTIGACIÓN E INSERCIÓN DE LOS/AS SOCIÓLOGOS/AS

EL PAPEL DE LA SOCIOLOGÍA EN EL DEBATE PÚBLICO

LAS ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN, VISIBILIZACIÓN E INTEGRA-CIÓN INSTITUCIONAL DE LA CARRERA

LA CULTURA POLÍTICA EN/DE LA CARRERA

LAS PREOCUPACIONES E INTERESES ESTUDIANTILES

LA CARRERA EN EL CONTEXTO DE LA FSOC Y DE LA UBA

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Ha llegado el momento de profundizar un debate que ponga claramente sobre la mesa el Plan de estudios vigente de cara a su reforma. Ese debate, que en parte ya se ha iniciado en la Carrera promovido por las gestiones anteriores y la actual, pero también impulsado por otros diversos actores de la misma, tiene que llevarse a cabo de manera inten-sa y amplia (como desde siempre han sido todos nuestros debates), pero no por ello menos responsable. Porque en esto hay en juego muchas variables a la vez: personas que imparten esos contenidos y que tienen derechos laborales adquiridos (y que deben ser contemplados y respetados a rajatabla); urgencias y desafíos epocales; la necesidad de diversificar claramente los perfiles de egresadas/os que ofrecemos a nuestras/os estudiantes; la necesidad de organizar la tan amplia, como rica y variada oferta de materias optativas en el contexto de un esquema claro de orientaciones, etc.

Estamos convencidos/as de que la reforma en ningún caso debe atentar contra el histórico carácter y sentido que tiene nuestra Carrera, de gran contenido académico, de valiosa tradición político-intelectual y de fuerte espíritu crítico; a cualquier pretensión de convertirla en una mera “tecnicatura en asuntos sociales” o en una carrera de grado devaluada, opondremos fuerte resistencia.

No queremos un nuevo Plan de Estudios aprobado entre gallos y medianoche por una minoría cerrada a la discusión pública. Tampoco estamos dispuestos a las refundaciones ex-nihilo. De hecho, la desatención que la “refunda-ción del 85” hizo respecto de la “(re)fundación de 1958” (¿qué pasó con la Sociología Argentina obligatoria que contemplaba el Plan de 1958?) y la que esta última hizo, a su vez, respecto de las experiencias previas (como la cátedra de Sociología de Ernesto Quesada) son gestos a evitar y no a repetir.

Nuestro punto de partida es, pues, producir un Plan en el que entren todas las sociologías, que refleje la pluralidad de perspectivas y tradiciones que albergamos y las diversas prácticas que se conjugan en ellas.

Para ello, organizaremos un camino hacia la reforma en el que se puedan articular diferentes instancias de partici-pación, de producción y socialización de la información.

En ese sentido, en primer lugar, retomaremos los resultados de múltiples iniciativas de las gestiones previas y de la gestión actual de la carrera que pueden aportar insumos para este proceso, tales como las I Jornadas de reflexión de la Carrera de Sociología en 2006, las Jornadas de reflexión e intercambio para el fortalecimiento de una política académica hacia la formación en investigación realizadas en 2010 y en 2012, o las Jornadas de intercambio y reflexión acerca de la formación teórico-metodológica, realizadas en 2014 y 2015. Todas estas instancias han impli-cado el trabajo de muchas personas, y han producido documentos que ahora deben ser recuperados.

Luego, deberán organizarse sucesivas reuniones de trabajo, algunas específicas (diferenciadas por temáticas afines o por tramo de la carrera, por ejemplo), y otras plenarias. La convocatoria buscará conjugar espacios en los que todos los actores involucrados en la reforma puedan dialogar y debatir: estudiantes de grado y posgrado, docentes, “no-do-centes”, investigadoras/es, graduadas/os, organizaciones/asociaciones profesionales, organizaciones sociales, etc.

Cada una de estas instancias deberá producir ciertos acuerdos y sistematizarlos por escrito de modo de ir avanzando en pasos concretos. Imaginamos como instancia final de este camino una “Gran Jornada Pública” en la que presen-tar y discutir el borrador de Plan de Carrera que haya emergido de los mencionados encuentros. Para garantizar que el trabajo operativo refleje la máxima pluralidad del debate, conformaremos una Comisión Permanente para la Reforma del Plan de Estudios (retomando la memoria de aquella “Comisión Curricular Permanente” que impulsó el Plan ‘88 y en la cual muchas/os de nosotras/os participamos en su momento), con representación de los distintos espacios políticos de la Carrera y con la participación de todos los claustros.

El debate que proponemos es un debate informado, responsable, donde se pueda reflexionar e imaginar a partir de problemas y condiciones concretas y no de generalizaciones y simplificaciones. Para ello, asumiremos la tarea de producir, sistematizar y difundir la información pertinente para la discusión sobre la Reforma del Plan de Estu-dios:

Debemos tener bien en claro el estado actual y global de la Carrera, evitando partir de visiones unilaterales y perspectivas sesgadas por la experiencia individual: las problemá-ticas que se abordan (y las que no), la bibliografía utilizada (y la que no), las diversas trayecto-rias/orientaciones/caminos que propone o sugiere el Plan de Estudios actual (y las que no), etc.

También es menester continuar con la revisión de otros planes de estudio, de otras carreras del país que se han creado más recientemente que la nuestra (¡y que a menudo replican con bastante fidelidad el Plan de Estudios que ahora nosotras/os aspiramos a cambiar!), de la región y del mundo. Asimismo, deberemos analizar críticamente otras recientes transforma-ciones curriculares de peso, de mayor amplitud que en una sola disciplina y en una sola carrera (el llamado “proceso de Bologna” en las universidades europeas, y el esquema de licenciatu-ra-maestría-doctorado que se deriva de él), y las consecuencias que ellas tuvieron. Esta tarea se ha iniciado ya en 2015 (con los programas de la UNMdP, UNVM, UNLP, UNSAM entre otras) y deberá profundizarse.

Tal como adelantamos, otro de los elementos fundamentales para el diagnóstico y la propuesta de reforma será el trabajo sobre las múltiples memorias de nuestra carrera. Ellas nos permitirán comprender mejor la historia que conjuga el actual Plan y sus ausencias. En el contexto del proceso de recambio generacional del que hablábamos más arriba, debemos definir explícitamente nuestro compromiso de que los modos de lectura que han sido nodales en nuestra carrera subsistan, aún bajo nuevas formas. Las cátedras no se heredan, las tradicio-nes intelectuales sí, aunque para ello deban revitalizarse y renovarse.

Si estamos poniendo tanto énfasis en el cómo de la reforma del Plan, planteando una modalidad plural y abierta, participativa y dinámica, es porque ya nos estamos imaginando conduciendo responsablemente ese proceso. Asimis-mo, también podemos adelantar algunos de los ejes del debate que propondremos, y nuestra posición respecto de ellos:

La cuestión de las materias optativas deberá, sin dudas, entrar en la discusión de nuestro Plan. Se trata, nuevamen-te, de un tema espinoso, imposible de resolver a partir de consignismos vacíos sobre la “normalización”, el “reordena-

miento” o apelaciones irresponsables del estilo “materia presentada, materia aprobada”. Es una cuestión con muchas dimensiones (involucra derechos laborales, contenidos del Plan, criterios de aceptación de materias, incorporación de nuevas camadas de docentes, recursos presupuestarios, etc.) y, precisamente por eso, es un grave error pensar en una solución única y definitiva.

Partimos de la necesidad de reconocer y respetar los derechos adquiridos por nuestras/os docentes, al tiempo que deben producirse nuevos espacios para una actualización de contenidos, dando oportunidad a otras/os docentes para proponer y dictar materias.

Retomaremos la propuesta de orientaciones para la licenciatura, que ha circulado en diversos proyectos y que en la actualidad no es percibida de manera clara y definida por los/las estudiantes. Esta reorganización podrá articular de un modo más comprensible la multiplicidad de materias optativas (que reivindicamos). Nos interesa debatir distintas estructuraciones de “itinerarios” posibles y hacerlo de un modo creativo e informado, que no presu-ponga la naturalidad de ciertas divisiones, sino que también imagine otros recorridos (según problemáticas, según perspectivas teórico- epistemológicas, etc.). Mientras las orientaciones temáticas o por áreas pueden resultar más claras a priori, entendemos - retomando la perspectiva del denominado Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) - que es fundamental poder estructurar el trabajo científico, y en este caso el sociológico, a partir de ciertas problemáticas/problemas (por ejemplo: la cuestión del desarrollo, la cuestión de género, la cuestión social, la cuestión nacional, etc.). Ello resulta clave, además, para propiciar abordajes interdisci-plinarios.

Asimismo, deberemos revisar las recientes experiencias de Tutorías (de estudiantes avanzadas/os con ingresantes recientes) que ha promovido la Facultad, y analizar su aplicabilidad en función de las características peculiares de nuestras/os estudiantes y del recorrido formativo que propone nuestro Plan de Estudios.

Será a partir de esta estructuración en itinerarios que podrán definirse claramente áreas de vacancia en virtud de las cuales convocar a la presentación de nuevos seminarios o materias optativas. Asimismo, pueden ensayarse modalidades probadas en otras facultades y habilitar el dictado de un número determinado de espacios curriculares por un solo cuatrimestre.

En cualquier caso, será a partir de una revisión integral del Plan que podremos dar un debate serio. Proponemos que el resultado de esta discusión, que se iniciará en el marco del debate del Plan pero que tendrá su curso propio después de ella, sea la elaboración de un Reglamento de Presentación y Funcionamiento de Materias Optativas, claro y transparente.

La revisión del Plan deberá incluir, también, una reflexión respecto de las herramientas que brindamos a nues-tras/os estudiantes para estar en condiciones de recorrer con éxito la Carrera. A diferencia de otras carreras (sobre todo las de Filosofía y Letras y Psicología), el CBC para Sociología no incluye talleres de escritura/lectura acadé-mica. Ello deviene un escollo en las materias del primer año y reproduce desigualdades respecto de la formación de la escuela secundaria.

Asimismo, el nuevo Plan debería contemplar un papel más relevante para la enseñanza de idiomas (portugués, inglés, francés), pues sabemos que ello resulta fundamental tanto para la investigación social como para la inserción más general en el mercado de trabajo. Finalmente, sigue siendo una cuenta pendiente la integración más articulada del profesorado y la licenciatura. Deberemos revisar las experiencias que ya ha habido en ese sentido, e imaginar

otras nuevas.

Para estas dos cuestiones (idiomas y profesorado) proponemos organizar reuniones específicas con los equipos docentes actuales de esas áreas, para que puedan sistematizar sus experiencias previas y a la vez formular propuestas para el nuevo lugar que podrían tener en el nuevo entramado.

Debemos subrayar que no pensamos el proceso de reforma del Plan como un hecho puntual y limitado, sino como un proceso de discusión y revisión permanente que a la vez nos permita mejorar la comunicación, articulación e integración de nuestra Carrera.

Para ello, deberemos institucionalizar desde la Dirección de la Carrera espacios de trabajo colectivo y colaborativo entre cátedras con temáticas o problemáticas afines, o reuniones por áreas, que si bien hoy ya tienen lugar (por ejem-plo, en ocasión de las Jornadas de Sociología, sobre las que luego también nos pronunciaremos), no tienen un carácter formal y estable. Desde luego, sabemos que las dedicaciones simples de la mayoría de nuestros docentes (que gene-ralmente vienen a la Facultad apenas dos veces por semana, en el mejor de los casos, a dictar sus clases) conspiran contra este tipo de actividades, pero de todos modos creemos necesario e importante intentarlo.

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Ha llegado el momento de profundizar un debate que ponga claramente sobre la mesa el Plan de estudios vigente de cara a su reforma. Ese debate, que en parte ya se ha iniciado en la Carrera promovido por las gestiones anteriores y la actual, pero también impulsado por otros diversos actores de la misma, tiene que llevarse a cabo de manera inten-sa y amplia (como desde siempre han sido todos nuestros debates), pero no por ello menos responsable. Porque en esto hay en juego muchas variables a la vez: personas que imparten esos contenidos y que tienen derechos laborales adquiridos (y que deben ser contemplados y respetados a rajatabla); urgencias y desafíos epocales; la necesidad de diversificar claramente los perfiles de egresadas/os que ofrecemos a nuestras/os estudiantes; la necesidad de organizar la tan amplia, como rica y variada oferta de materias optativas en el contexto de un esquema claro de orientaciones, etc.

Estamos convencidos/as de que la reforma en ningún caso debe atentar contra el histórico carácter y sentido que tiene nuestra Carrera, de gran contenido académico, de valiosa tradición político-intelectual y de fuerte espíritu crítico; a cualquier pretensión de convertirla en una mera “tecnicatura en asuntos sociales” o en una carrera de grado devaluada, opondremos fuerte resistencia.

No queremos un nuevo Plan de Estudios aprobado entre gallos y medianoche por una minoría cerrada a la discusión pública. Tampoco estamos dispuestos a las refundaciones ex-nihilo. De hecho, la desatención que la “refunda-ción del 85” hizo respecto de la “(re)fundación de 1958” (¿qué pasó con la Sociología Argentina obligatoria que contemplaba el Plan de 1958?) y la que esta última hizo, a su vez, respecto de las experiencias previas (como la cátedra de Sociología de Ernesto Quesada) son gestos a evitar y no a repetir.

Nuestro punto de partida es, pues, producir un Plan en el que entren todas las sociologías, que refleje la pluralidad de perspectivas y tradiciones que albergamos y las diversas prácticas que se conjugan en ellas.

Para ello, organizaremos un camino hacia la reforma en el que se puedan articular diferentes instancias de partici-pación, de producción y socialización de la información.

En ese sentido, en primer lugar, retomaremos los resultados de múltiples iniciativas de las gestiones previas y de la gestión actual de la carrera que pueden aportar insumos para este proceso, tales como las I Jornadas de reflexión de la Carrera de Sociología en 2006, las Jornadas de reflexión e intercambio para el fortalecimiento de una política académica hacia la formación en investigación realizadas en 2010 y en 2012, o las Jornadas de intercambio y reflexión acerca de la formación teórico-metodológica, realizadas en 2014 y 2015. Todas estas instancias han impli-cado el trabajo de muchas personas, y han producido documentos que ahora deben ser recuperados.

Luego, deberán organizarse sucesivas reuniones de trabajo, algunas específicas (diferenciadas por temáticas afines o por tramo de la carrera, por ejemplo), y otras plenarias. La convocatoria buscará conjugar espacios en los que todos los actores involucrados en la reforma puedan dialogar y debatir: estudiantes de grado y posgrado, docentes, “no-do-centes”, investigadoras/es, graduadas/os, organizaciones/asociaciones profesionales, organizaciones sociales, etc.

Cada una de estas instancias deberá producir ciertos acuerdos y sistematizarlos por escrito de modo de ir avanzando en pasos concretos. Imaginamos como instancia final de este camino una “Gran Jornada Pública” en la que presen-tar y discutir el borrador de Plan de Carrera que haya emergido de los mencionados encuentros. Para garantizar que el trabajo operativo refleje la máxima pluralidad del debate, conformaremos una Comisión Permanente para la Reforma del Plan de Estudios (retomando la memoria de aquella “Comisión Curricular Permanente” que impulsó el Plan ‘88 y en la cual muchas/os de nosotras/os participamos en su momento), con representación de los distintos espacios políticos de la Carrera y con la participación de todos los claustros.

El debate que proponemos es un debate informado, responsable, donde se pueda reflexionar e imaginar a partir de problemas y condiciones concretas y no de generalizaciones y simplificaciones. Para ello, asumiremos la tarea de producir, sistematizar y difundir la información pertinente para la discusión sobre la Reforma del Plan de Estu-dios:

Debemos tener bien en claro el estado actual y global de la Carrera, evitando partir de visiones unilaterales y perspectivas sesgadas por la experiencia individual: las problemá-ticas que se abordan (y las que no), la bibliografía utilizada (y la que no), las diversas trayecto-rias/orientaciones/caminos que propone o sugiere el Plan de Estudios actual (y las que no), etc.

También es menester continuar con la revisión de otros planes de estudio, de otras carreras del país que se han creado más recientemente que la nuestra (¡y que a menudo replican con bastante fidelidad el Plan de Estudios que ahora nosotras/os aspiramos a cambiar!), de la región y del mundo. Asimismo, deberemos analizar críticamente otras recientes transforma-ciones curriculares de peso, de mayor amplitud que en una sola disciplina y en una sola carrera (el llamado “proceso de Bologna” en las universidades europeas, y el esquema de licenciatu-ra-maestría-doctorado que se deriva de él), y las consecuencias que ellas tuvieron. Esta tarea se ha iniciado ya en 2015 (con los programas de la UNMdP, UNVM, UNLP, UNSAM entre otras) y deberá profundizarse.

Tal como adelantamos, otro de los elementos fundamentales para el diagnóstico y la propuesta de reforma será el trabajo sobre las múltiples memorias de nuestra carrera. Ellas nos permitirán comprender mejor la historia que conjuga el actual Plan y sus ausencias. En el contexto del proceso de recambio generacional del que hablábamos más arriba, debemos definir explícitamente nuestro compromiso de que los modos de lectura que han sido nodales en nuestra carrera subsistan, aún bajo nuevas formas. Las cátedras no se heredan, las tradicio-nes intelectuales sí, aunque para ello deban revitalizarse y renovarse.

Si estamos poniendo tanto énfasis en el cómo de la reforma del Plan, planteando una modalidad plural y abierta, participativa y dinámica, es porque ya nos estamos imaginando conduciendo responsablemente ese proceso. Asimis-mo, también podemos adelantar algunos de los ejes del debate que propondremos, y nuestra posición respecto de ellos:

La cuestión de las materias optativas deberá, sin dudas, entrar en la discusión de nuestro Plan. Se trata, nuevamen-te, de un tema espinoso, imposible de resolver a partir de consignismos vacíos sobre la “normalización”, el “reordena-

miento” o apelaciones irresponsables del estilo “materia presentada, materia aprobada”. Es una cuestión con muchas dimensiones (involucra derechos laborales, contenidos del Plan, criterios de aceptación de materias, incorporación de nuevas camadas de docentes, recursos presupuestarios, etc.) y, precisamente por eso, es un grave error pensar en una solución única y definitiva.

Partimos de la necesidad de reconocer y respetar los derechos adquiridos por nuestras/os docentes, al tiempo que deben producirse nuevos espacios para una actualización de contenidos, dando oportunidad a otras/os docentes para proponer y dictar materias.

Retomaremos la propuesta de orientaciones para la licenciatura, que ha circulado en diversos proyectos y que en la actualidad no es percibida de manera clara y definida por los/las estudiantes. Esta reorganización podrá articular de un modo más comprensible la multiplicidad de materias optativas (que reivindicamos). Nos interesa debatir distintas estructuraciones de “itinerarios” posibles y hacerlo de un modo creativo e informado, que no presu-ponga la naturalidad de ciertas divisiones, sino que también imagine otros recorridos (según problemáticas, según perspectivas teórico- epistemológicas, etc.). Mientras las orientaciones temáticas o por áreas pueden resultar más claras a priori, entendemos - retomando la perspectiva del denominado Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) - que es fundamental poder estructurar el trabajo científico, y en este caso el sociológico, a partir de ciertas problemáticas/problemas (por ejemplo: la cuestión del desarrollo, la cuestión de género, la cuestión social, la cuestión nacional, etc.). Ello resulta clave, además, para propiciar abordajes interdisci-plinarios.

Asimismo, deberemos revisar las recientes experiencias de Tutorías (de estudiantes avanzadas/os con ingresantes recientes) que ha promovido la Facultad, y analizar su aplicabilidad en función de las características peculiares de nuestras/os estudiantes y del recorrido formativo que propone nuestro Plan de Estudios.

Será a partir de esta estructuración en itinerarios que podrán definirse claramente áreas de vacancia en virtud de las cuales convocar a la presentación de nuevos seminarios o materias optativas. Asimismo, pueden ensayarse modalidades probadas en otras facultades y habilitar el dictado de un número determinado de espacios curriculares por un solo cuatrimestre.

En cualquier caso, será a partir de una revisión integral del Plan que podremos dar un debate serio. Proponemos que el resultado de esta discusión, que se iniciará en el marco del debate del Plan pero que tendrá su curso propio después de ella, sea la elaboración de un Reglamento de Presentación y Funcionamiento de Materias Optativas, claro y transparente.

La revisión del Plan deberá incluir, también, una reflexión respecto de las herramientas que brindamos a nues-tras/os estudiantes para estar en condiciones de recorrer con éxito la Carrera. A diferencia de otras carreras (sobre todo las de Filosofía y Letras y Psicología), el CBC para Sociología no incluye talleres de escritura/lectura acadé-mica. Ello deviene un escollo en las materias del primer año y reproduce desigualdades respecto de la formación de la escuela secundaria.

Asimismo, el nuevo Plan debería contemplar un papel más relevante para la enseñanza de idiomas (portugués, inglés, francés), pues sabemos que ello resulta fundamental tanto para la investigación social como para la inserción más general en el mercado de trabajo. Finalmente, sigue siendo una cuenta pendiente la integración más articulada del profesorado y la licenciatura. Deberemos revisar las experiencias que ya ha habido en ese sentido, e imaginar

otras nuevas.

Para estas dos cuestiones (idiomas y profesorado) proponemos organizar reuniones específicas con los equipos docentes actuales de esas áreas, para que puedan sistematizar sus experiencias previas y a la vez formular propuestas para el nuevo lugar que podrían tener en el nuevo entramado.

Debemos subrayar que no pensamos el proceso de reforma del Plan como un hecho puntual y limitado, sino como un proceso de discusión y revisión permanente que a la vez nos permita mejorar la comunicación, articulación e integración de nuestra Carrera.

Para ello, deberemos institucionalizar desde la Dirección de la Carrera espacios de trabajo colectivo y colaborativo entre cátedras con temáticas o problemáticas afines, o reuniones por áreas, que si bien hoy ya tienen lugar (por ejem-plo, en ocasión de las Jornadas de Sociología, sobre las que luego también nos pronunciaremos), no tienen un carácter formal y estable. Desde luego, sabemos que las dedicaciones simples de la mayoría de nuestros docentes (que gene-ralmente vienen a la Facultad apenas dos veces por semana, en el mejor de los casos, a dictar sus clases) conspiran contra este tipo de actividades, pero de todos modos creemos necesario e importante intentarlo.

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Ha llegado el momento de profundizar un debate que ponga claramente sobre la mesa el Plan de estudios vigente de cara a su reforma. Ese debate, que en parte ya se ha iniciado en la Carrera promovido por las gestiones anteriores y la actual, pero también impulsado por otros diversos actores de la misma, tiene que llevarse a cabo de manera inten-sa y amplia (como desde siempre han sido todos nuestros debates), pero no por ello menos responsable. Porque en esto hay en juego muchas variables a la vez: personas que imparten esos contenidos y que tienen derechos laborales adquiridos (y que deben ser contemplados y respetados a rajatabla); urgencias y desafíos epocales; la necesidad de diversificar claramente los perfiles de egresadas/os que ofrecemos a nuestras/os estudiantes; la necesidad de organizar la tan amplia, como rica y variada oferta de materias optativas en el contexto de un esquema claro de orientaciones, etc.

Estamos convencidos/as de que la reforma en ningún caso debe atentar contra el histórico carácter y sentido que tiene nuestra Carrera, de gran contenido académico, de valiosa tradición político-intelectual y de fuerte espíritu crítico; a cualquier pretensión de convertirla en una mera “tecnicatura en asuntos sociales” o en una carrera de grado devaluada, opondremos fuerte resistencia.

No queremos un nuevo Plan de Estudios aprobado entre gallos y medianoche por una minoría cerrada a la discusión pública. Tampoco estamos dispuestos a las refundaciones ex-nihilo. De hecho, la desatención que la “refunda-ción del 85” hizo respecto de la “(re)fundación de 1958” (¿qué pasó con la Sociología Argentina obligatoria que contemplaba el Plan de 1958?) y la que esta última hizo, a su vez, respecto de las experiencias previas (como la cátedra de Sociología de Ernesto Quesada) son gestos a evitar y no a repetir.

Nuestro punto de partida es, pues, producir un Plan en el que entren todas las sociologías, que refleje la pluralidad de perspectivas y tradiciones que albergamos y las diversas prácticas que se conjugan en ellas.

Para ello, organizaremos un camino hacia la reforma en el que se puedan articular diferentes instancias de partici-pación, de producción y socialización de la información.

En ese sentido, en primer lugar, retomaremos los resultados de múltiples iniciativas de las gestiones previas y de la gestión actual de la carrera que pueden aportar insumos para este proceso, tales como las I Jornadas de reflexión de la Carrera de Sociología en 2006, las Jornadas de reflexión e intercambio para el fortalecimiento de una política académica hacia la formación en investigación realizadas en 2010 y en 2012, o las Jornadas de intercambio y reflexión acerca de la formación teórico-metodológica, realizadas en 2014 y 2015. Todas estas instancias han impli-cado el trabajo de muchas personas, y han producido documentos que ahora deben ser recuperados.

Luego, deberán organizarse sucesivas reuniones de trabajo, algunas específicas (diferenciadas por temáticas afines o por tramo de la carrera, por ejemplo), y otras plenarias. La convocatoria buscará conjugar espacios en los que todos los actores involucrados en la reforma puedan dialogar y debatir: estudiantes de grado y posgrado, docentes, “no-do-centes”, investigadoras/es, graduadas/os, organizaciones/asociaciones profesionales, organizaciones sociales, etc.

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Cada una de estas instancias deberá producir ciertos acuerdos y sistematizarlos por escrito de modo de ir avanzando en pasos concretos. Imaginamos como instancia final de este camino una “Gran Jornada Pública” en la que presen-tar y discutir el borrador de Plan de Carrera que haya emergido de los mencionados encuentros. Para garantizar que el trabajo operativo refleje la máxima pluralidad del debate, conformaremos una Comisión Permanente para la Reforma del Plan de Estudios (retomando la memoria de aquella “Comisión Curricular Permanente” que impulsó el Plan ‘88 y en la cual muchas/os de nosotras/os participamos en su momento), con representación de los distintos espacios políticos de la Carrera y con la participación de todos los claustros.

El debate que proponemos es un debate informado, responsable, donde se pueda reflexionar e imaginar a partir de problemas y condiciones concretas y no de generalizaciones y simplificaciones. Para ello, asumiremos la tarea de producir, sistematizar y difundir la información pertinente para la discusión sobre la Reforma del Plan de Estu-dios:

Debemos tener bien en claro el estado actual y global de la Carrera, evitando partir de visiones unilaterales y perspectivas sesgadas por la experiencia individual: las problemá-ticas que se abordan (y las que no), la bibliografía utilizada (y la que no), las diversas trayecto-rias/orientaciones/caminos que propone o sugiere el Plan de Estudios actual (y las que no), etc.

También es menester continuar con la revisión de otros planes de estudio, de otras carreras del país que se han creado más recientemente que la nuestra (¡y que a menudo replican con bastante fidelidad el Plan de Estudios que ahora nosotras/os aspiramos a cambiar!), de la región y del mundo. Asimismo, deberemos analizar críticamente otras recientes transforma-ciones curriculares de peso, de mayor amplitud que en una sola disciplina y en una sola carrera (el llamado “proceso de Bologna” en las universidades europeas, y el esquema de licenciatu-ra-maestría-doctorado que se deriva de él), y las consecuencias que ellas tuvieron. Esta tarea se ha iniciado ya en 2015 (con los programas de la UNMdP, UNVM, UNLP, UNSAM entre otras) y deberá profundizarse.

Tal como adelantamos, otro de los elementos fundamentales para el diagnóstico y la propuesta de reforma será el trabajo sobre las múltiples memorias de nuestra carrera. Ellas nos permitirán comprender mejor la historia que conjuga el actual Plan y sus ausencias. En el contexto del proceso de recambio generacional del que hablábamos más arriba, debemos definir explícitamente nuestro compromiso de que los modos de lectura que han sido nodales en nuestra carrera subsistan, aún bajo nuevas formas. Las cátedras no se heredan, las tradicio-nes intelectuales sí, aunque para ello deban revitalizarse y renovarse.

Si estamos poniendo tanto énfasis en el cómo de la reforma del Plan, planteando una modalidad plural y abierta, participativa y dinámica, es porque ya nos estamos imaginando conduciendo responsablemente ese proceso. Asimis-mo, también podemos adelantar algunos de los ejes del debate que propondremos, y nuestra posición respecto de ellos:

La cuestión de las materias optativas deberá, sin dudas, entrar en la discusión de nuestro Plan. Se trata, nuevamen-te, de un tema espinoso, imposible de resolver a partir de consignismos vacíos sobre la “normalización”, el “reordena-

miento” o apelaciones irresponsables del estilo “materia presentada, materia aprobada”. Es una cuestión con muchas dimensiones (involucra derechos laborales, contenidos del Plan, criterios de aceptación de materias, incorporación de nuevas camadas de docentes, recursos presupuestarios, etc.) y, precisamente por eso, es un grave error pensar en una solución única y definitiva.

Partimos de la necesidad de reconocer y respetar los derechos adquiridos por nuestras/os docentes, al tiempo que deben producirse nuevos espacios para una actualización de contenidos, dando oportunidad a otras/os docentes para proponer y dictar materias.

Retomaremos la propuesta de orientaciones para la licenciatura, que ha circulado en diversos proyectos y que en la actualidad no es percibida de manera clara y definida por los/las estudiantes. Esta reorganización podrá articular de un modo más comprensible la multiplicidad de materias optativas (que reivindicamos). Nos interesa debatir distintas estructuraciones de “itinerarios” posibles y hacerlo de un modo creativo e informado, que no presu-ponga la naturalidad de ciertas divisiones, sino que también imagine otros recorridos (según problemáticas, según perspectivas teórico- epistemológicas, etc.). Mientras las orientaciones temáticas o por áreas pueden resultar más claras a priori, entendemos - retomando la perspectiva del denominado Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) - que es fundamental poder estructurar el trabajo científico, y en este caso el sociológico, a partir de ciertas problemáticas/problemas (por ejemplo: la cuestión del desarrollo, la cuestión de género, la cuestión social, la cuestión nacional, etc.). Ello resulta clave, además, para propiciar abordajes interdisci-plinarios.

Asimismo, deberemos revisar las recientes experiencias de Tutorías (de estudiantes avanzadas/os con ingresantes recientes) que ha promovido la Facultad, y analizar su aplicabilidad en función de las características peculiares de nuestras/os estudiantes y del recorrido formativo que propone nuestro Plan de Estudios.

Será a partir de esta estructuración en itinerarios que podrán definirse claramente áreas de vacancia en virtud de las cuales convocar a la presentación de nuevos seminarios o materias optativas. Asimismo, pueden ensayarse modalidades probadas en otras facultades y habilitar el dictado de un número determinado de espacios curriculares por un solo cuatrimestre.

En cualquier caso, será a partir de una revisión integral del Plan que podremos dar un debate serio. Proponemos que el resultado de esta discusión, que se iniciará en el marco del debate del Plan pero que tendrá su curso propio después de ella, sea la elaboración de un Reglamento de Presentación y Funcionamiento de Materias Optativas, claro y transparente.

La revisión del Plan deberá incluir, también, una reflexión respecto de las herramientas que brindamos a nues-tras/os estudiantes para estar en condiciones de recorrer con éxito la Carrera. A diferencia de otras carreras (sobre todo las de Filosofía y Letras y Psicología), el CBC para Sociología no incluye talleres de escritura/lectura acadé-mica. Ello deviene un escollo en las materias del primer año y reproduce desigualdades respecto de la formación de la escuela secundaria.

Asimismo, el nuevo Plan debería contemplar un papel más relevante para la enseñanza de idiomas (portugués, inglés, francés), pues sabemos que ello resulta fundamental tanto para la investigación social como para la inserción más general en el mercado de trabajo. Finalmente, sigue siendo una cuenta pendiente la integración más articulada del profesorado y la licenciatura. Deberemos revisar las experiencias que ya ha habido en ese sentido, e imaginar

otras nuevas.

Para estas dos cuestiones (idiomas y profesorado) proponemos organizar reuniones específicas con los equipos docentes actuales de esas áreas, para que puedan sistematizar sus experiencias previas y a la vez formular propuestas para el nuevo lugar que podrían tener en el nuevo entramado.

Debemos subrayar que no pensamos el proceso de reforma del Plan como un hecho puntual y limitado, sino como un proceso de discusión y revisión permanente que a la vez nos permita mejorar la comunicación, articulación e integración de nuestra Carrera.

Para ello, deberemos institucionalizar desde la Dirección de la Carrera espacios de trabajo colectivo y colaborativo entre cátedras con temáticas o problemáticas afines, o reuniones por áreas, que si bien hoy ya tienen lugar (por ejem-plo, en ocasión de las Jornadas de Sociología, sobre las que luego también nos pronunciaremos), no tienen un carácter formal y estable. Desde luego, sabemos que las dedicaciones simples de la mayoría de nuestros docentes (que gene-ralmente vienen a la Facultad apenas dos veces por semana, en el mejor de los casos, a dictar sus clases) conspiran contra este tipo de actividades, pero de todos modos creemos necesario e importante intentarlo.

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Ha llegado el momento de profundizar un debate que ponga claramente sobre la mesa el Plan de estudios vigente de cara a su reforma. Ese debate, que en parte ya se ha iniciado en la Carrera promovido por las gestiones anteriores y la actual, pero también impulsado por otros diversos actores de la misma, tiene que llevarse a cabo de manera inten-sa y amplia (como desde siempre han sido todos nuestros debates), pero no por ello menos responsable. Porque en esto hay en juego muchas variables a la vez: personas que imparten esos contenidos y que tienen derechos laborales adquiridos (y que deben ser contemplados y respetados a rajatabla); urgencias y desafíos epocales; la necesidad de diversificar claramente los perfiles de egresadas/os que ofrecemos a nuestras/os estudiantes; la necesidad de organizar la tan amplia, como rica y variada oferta de materias optativas en el contexto de un esquema claro de orientaciones, etc.

Estamos convencidos/as de que la reforma en ningún caso debe atentar contra el histórico carácter y sentido que tiene nuestra Carrera, de gran contenido académico, de valiosa tradición político-intelectual y de fuerte espíritu crítico; a cualquier pretensión de convertirla en una mera “tecnicatura en asuntos sociales” o en una carrera de grado devaluada, opondremos fuerte resistencia.

No queremos un nuevo Plan de Estudios aprobado entre gallos y medianoche por una minoría cerrada a la discusión pública. Tampoco estamos dispuestos a las refundaciones ex-nihilo. De hecho, la desatención que la “refunda-ción del 85” hizo respecto de la “(re)fundación de 1958” (¿qué pasó con la Sociología Argentina obligatoria que contemplaba el Plan de 1958?) y la que esta última hizo, a su vez, respecto de las experiencias previas (como la cátedra de Sociología de Ernesto Quesada) son gestos a evitar y no a repetir.

Nuestro punto de partida es, pues, producir un Plan en el que entren todas las sociologías, que refleje la pluralidad de perspectivas y tradiciones que albergamos y las diversas prácticas que se conjugan en ellas.

Para ello, organizaremos un camino hacia la reforma en el que se puedan articular diferentes instancias de partici-pación, de producción y socialización de la información.

En ese sentido, en primer lugar, retomaremos los resultados de múltiples iniciativas de las gestiones previas y de la gestión actual de la carrera que pueden aportar insumos para este proceso, tales como las I Jornadas de reflexión de la Carrera de Sociología en 2006, las Jornadas de reflexión e intercambio para el fortalecimiento de una política académica hacia la formación en investigación realizadas en 2010 y en 2012, o las Jornadas de intercambio y reflexión acerca de la formación teórico-metodológica, realizadas en 2014 y 2015. Todas estas instancias han impli-cado el trabajo de muchas personas, y han producido documentos que ahora deben ser recuperados.

Luego, deberán organizarse sucesivas reuniones de trabajo, algunas específicas (diferenciadas por temáticas afines o por tramo de la carrera, por ejemplo), y otras plenarias. La convocatoria buscará conjugar espacios en los que todos los actores involucrados en la reforma puedan dialogar y debatir: estudiantes de grado y posgrado, docentes, “no-do-centes”, investigadoras/es, graduadas/os, organizaciones/asociaciones profesionales, organizaciones sociales, etc.

Cada una de estas instancias deberá producir ciertos acuerdos y sistematizarlos por escrito de modo de ir avanzando en pasos concretos. Imaginamos como instancia final de este camino una “Gran Jornada Pública” en la que presen-tar y discutir el borrador de Plan de Carrera que haya emergido de los mencionados encuentros. Para garantizar que el trabajo operativo refleje la máxima pluralidad del debate, conformaremos una Comisión Permanente para la Reforma del Plan de Estudios (retomando la memoria de aquella “Comisión Curricular Permanente” que impulsó el Plan ‘88 y en la cual muchas/os de nosotras/os participamos en su momento), con representación de los distintos espacios políticos de la Carrera y con la participación de todos los claustros.

El debate que proponemos es un debate informado, responsable, donde se pueda reflexionar e imaginar a partir de problemas y condiciones concretas y no de generalizaciones y simplificaciones. Para ello, asumiremos la tarea de producir, sistematizar y difundir la información pertinente para la discusión sobre la Reforma del Plan de Estu-dios:

Debemos tener bien en claro el estado actual y global de la Carrera, evitando partir de visiones unilaterales y perspectivas sesgadas por la experiencia individual: las problemá-ticas que se abordan (y las que no), la bibliografía utilizada (y la que no), las diversas trayecto-rias/orientaciones/caminos que propone o sugiere el Plan de Estudios actual (y las que no), etc.

También es menester continuar con la revisión de otros planes de estudio, de otras carreras del país que se han creado más recientemente que la nuestra (¡y que a menudo replican con bastante fidelidad el Plan de Estudios que ahora nosotras/os aspiramos a cambiar!), de la región y del mundo. Asimismo, deberemos analizar críticamente otras recientes transforma-ciones curriculares de peso, de mayor amplitud que en una sola disciplina y en una sola carrera (el llamado “proceso de Bologna” en las universidades europeas, y el esquema de licenciatu-ra-maestría-doctorado que se deriva de él), y las consecuencias que ellas tuvieron. Esta tarea se ha iniciado ya en 2015 (con los programas de la UNMdP, UNVM, UNLP, UNSAM entre otras) y deberá profundizarse.

Tal como adelantamos, otro de los elementos fundamentales para el diagnóstico y la propuesta de reforma será el trabajo sobre las múltiples memorias de nuestra carrera. Ellas nos permitirán comprender mejor la historia que conjuga el actual Plan y sus ausencias. En el contexto del proceso de recambio generacional del que hablábamos más arriba, debemos definir explícitamente nuestro compromiso de que los modos de lectura que han sido nodales en nuestra carrera subsistan, aún bajo nuevas formas. Las cátedras no se heredan, las tradicio-nes intelectuales sí, aunque para ello deban revitalizarse y renovarse.

Si estamos poniendo tanto énfasis en el cómo de la reforma del Plan, planteando una modalidad plural y abierta, participativa y dinámica, es porque ya nos estamos imaginando conduciendo responsablemente ese proceso. Asimis-mo, también podemos adelantar algunos de los ejes del debate que propondremos, y nuestra posición respecto de ellos:

La cuestión de las materias optativas deberá, sin dudas, entrar en la discusión de nuestro Plan. Se trata, nuevamen-te, de un tema espinoso, imposible de resolver a partir de consignismos vacíos sobre la “normalización”, el “reordena-

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miento” o apelaciones irresponsables del estilo “materia presentada, materia aprobada”. Es una cuestión con muchas dimensiones (involucra derechos laborales, contenidos del Plan, criterios de aceptación de materias, incorporación de nuevas camadas de docentes, recursos presupuestarios, etc.) y, precisamente por eso, es un grave error pensar en una solución única y definitiva.

Partimos de la necesidad de reconocer y respetar los derechos adquiridos por nuestras/os docentes, al tiempo que deben producirse nuevos espacios para una actualización de contenidos, dando oportunidad a otras/os docentes para proponer y dictar materias.

Retomaremos la propuesta de orientaciones para la licenciatura, que ha circulado en diversos proyectos y que en la actualidad no es percibida de manera clara y definida por los/las estudiantes. Esta reorganización podrá articular de un modo más comprensible la multiplicidad de materias optativas (que reivindicamos). Nos interesa debatir distintas estructuraciones de “itinerarios” posibles y hacerlo de un modo creativo e informado, que no presu-ponga la naturalidad de ciertas divisiones, sino que también imagine otros recorridos (según problemáticas, según perspectivas teórico- epistemológicas, etc.). Mientras las orientaciones temáticas o por áreas pueden resultar más claras a priori, entendemos - retomando la perspectiva del denominado Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) - que es fundamental poder estructurar el trabajo científico, y en este caso el sociológico, a partir de ciertas problemáticas/problemas (por ejemplo: la cuestión del desarrollo, la cuestión de género, la cuestión social, la cuestión nacional, etc.). Ello resulta clave, además, para propiciar abordajes interdisci-plinarios.

Asimismo, deberemos revisar las recientes experiencias de Tutorías (de estudiantes avanzadas/os con ingresantes recientes) que ha promovido la Facultad, y analizar su aplicabilidad en función de las características peculiares de nuestras/os estudiantes y del recorrido formativo que propone nuestro Plan de Estudios.

Será a partir de esta estructuración en itinerarios que podrán definirse claramente áreas de vacancia en virtud de las cuales convocar a la presentación de nuevos seminarios o materias optativas. Asimismo, pueden ensayarse modalidades probadas en otras facultades y habilitar el dictado de un número determinado de espacios curriculares por un solo cuatrimestre.

En cualquier caso, será a partir de una revisión integral del Plan que podremos dar un debate serio. Proponemos que el resultado de esta discusión, que se iniciará en el marco del debate del Plan pero que tendrá su curso propio después de ella, sea la elaboración de un Reglamento de Presentación y Funcionamiento de Materias Optativas, claro y transparente.

La revisión del Plan deberá incluir, también, una reflexión respecto de las herramientas que brindamos a nues-tras/os estudiantes para estar en condiciones de recorrer con éxito la Carrera. A diferencia de otras carreras (sobre todo las de Filosofía y Letras y Psicología), el CBC para Sociología no incluye talleres de escritura/lectura acadé-mica. Ello deviene un escollo en las materias del primer año y reproduce desigualdades respecto de la formación de la escuela secundaria.

Asimismo, el nuevo Plan debería contemplar un papel más relevante para la enseñanza de idiomas (portugués, inglés, francés), pues sabemos que ello resulta fundamental tanto para la investigación social como para la inserción más general en el mercado de trabajo. Finalmente, sigue siendo una cuenta pendiente la integración más articulada del profesorado y la licenciatura. Deberemos revisar las experiencias que ya ha habido en ese sentido, e imaginar

otras nuevas.

Para estas dos cuestiones (idiomas y profesorado) proponemos organizar reuniones específicas con los equipos docentes actuales de esas áreas, para que puedan sistematizar sus experiencias previas y a la vez formular propuestas para el nuevo lugar que podrían tener en el nuevo entramado.

Debemos subrayar que no pensamos el proceso de reforma del Plan como un hecho puntual y limitado, sino como un proceso de discusión y revisión permanente que a la vez nos permita mejorar la comunicación, articulación e integración de nuestra Carrera.

Para ello, deberemos institucionalizar desde la Dirección de la Carrera espacios de trabajo colectivo y colaborativo entre cátedras con temáticas o problemáticas afines, o reuniones por áreas, que si bien hoy ya tienen lugar (por ejem-plo, en ocasión de las Jornadas de Sociología, sobre las que luego también nos pronunciaremos), no tienen un carácter formal y estable. Desde luego, sabemos que las dedicaciones simples de la mayoría de nuestros docentes (que gene-ralmente vienen a la Facultad apenas dos veces por semana, en el mejor de los casos, a dictar sus clases) conspiran contra este tipo de actividades, pero de todos modos creemos necesario e importante intentarlo.

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Ha llegado el momento de profundizar un debate que ponga claramente sobre la mesa el Plan de estudios vigente de cara a su reforma. Ese debate, que en parte ya se ha iniciado en la Carrera promovido por las gestiones anteriores y la actual, pero también impulsado por otros diversos actores de la misma, tiene que llevarse a cabo de manera inten-sa y amplia (como desde siempre han sido todos nuestros debates), pero no por ello menos responsable. Porque en esto hay en juego muchas variables a la vez: personas que imparten esos contenidos y que tienen derechos laborales adquiridos (y que deben ser contemplados y respetados a rajatabla); urgencias y desafíos epocales; la necesidad de diversificar claramente los perfiles de egresadas/os que ofrecemos a nuestras/os estudiantes; la necesidad de organizar la tan amplia, como rica y variada oferta de materias optativas en el contexto de un esquema claro de orientaciones, etc.

Estamos convencidos/as de que la reforma en ningún caso debe atentar contra el histórico carácter y sentido que tiene nuestra Carrera, de gran contenido académico, de valiosa tradición político-intelectual y de fuerte espíritu crítico; a cualquier pretensión de convertirla en una mera “tecnicatura en asuntos sociales” o en una carrera de grado devaluada, opondremos fuerte resistencia.

No queremos un nuevo Plan de Estudios aprobado entre gallos y medianoche por una minoría cerrada a la discusión pública. Tampoco estamos dispuestos a las refundaciones ex-nihilo. De hecho, la desatención que la “refunda-ción del 85” hizo respecto de la “(re)fundación de 1958” (¿qué pasó con la Sociología Argentina obligatoria que contemplaba el Plan de 1958?) y la que esta última hizo, a su vez, respecto de las experiencias previas (como la cátedra de Sociología de Ernesto Quesada) son gestos a evitar y no a repetir.

Nuestro punto de partida es, pues, producir un Plan en el que entren todas las sociologías, que refleje la pluralidad de perspectivas y tradiciones que albergamos y las diversas prácticas que se conjugan en ellas.

Para ello, organizaremos un camino hacia la reforma en el que se puedan articular diferentes instancias de partici-pación, de producción y socialización de la información.

En ese sentido, en primer lugar, retomaremos los resultados de múltiples iniciativas de las gestiones previas y de la gestión actual de la carrera que pueden aportar insumos para este proceso, tales como las I Jornadas de reflexión de la Carrera de Sociología en 2006, las Jornadas de reflexión e intercambio para el fortalecimiento de una política académica hacia la formación en investigación realizadas en 2010 y en 2012, o las Jornadas de intercambio y reflexión acerca de la formación teórico-metodológica, realizadas en 2014 y 2015. Todas estas instancias han impli-cado el trabajo de muchas personas, y han producido documentos que ahora deben ser recuperados.

Luego, deberán organizarse sucesivas reuniones de trabajo, algunas específicas (diferenciadas por temáticas afines o por tramo de la carrera, por ejemplo), y otras plenarias. La convocatoria buscará conjugar espacios en los que todos los actores involucrados en la reforma puedan dialogar y debatir: estudiantes de grado y posgrado, docentes, “no-do-centes”, investigadoras/es, graduadas/os, organizaciones/asociaciones profesionales, organizaciones sociales, etc.

Cada una de estas instancias deberá producir ciertos acuerdos y sistematizarlos por escrito de modo de ir avanzando en pasos concretos. Imaginamos como instancia final de este camino una “Gran Jornada Pública” en la que presen-tar y discutir el borrador de Plan de Carrera que haya emergido de los mencionados encuentros. Para garantizar que el trabajo operativo refleje la máxima pluralidad del debate, conformaremos una Comisión Permanente para la Reforma del Plan de Estudios (retomando la memoria de aquella “Comisión Curricular Permanente” que impulsó el Plan ‘88 y en la cual muchas/os de nosotras/os participamos en su momento), con representación de los distintos espacios políticos de la Carrera y con la participación de todos los claustros.

El debate que proponemos es un debate informado, responsable, donde se pueda reflexionar e imaginar a partir de problemas y condiciones concretas y no de generalizaciones y simplificaciones. Para ello, asumiremos la tarea de producir, sistematizar y difundir la información pertinente para la discusión sobre la Reforma del Plan de Estu-dios:

Debemos tener bien en claro el estado actual y global de la Carrera, evitando partir de visiones unilaterales y perspectivas sesgadas por la experiencia individual: las problemá-ticas que se abordan (y las que no), la bibliografía utilizada (y la que no), las diversas trayecto-rias/orientaciones/caminos que propone o sugiere el Plan de Estudios actual (y las que no), etc.

También es menester continuar con la revisión de otros planes de estudio, de otras carreras del país que se han creado más recientemente que la nuestra (¡y que a menudo replican con bastante fidelidad el Plan de Estudios que ahora nosotras/os aspiramos a cambiar!), de la región y del mundo. Asimismo, deberemos analizar críticamente otras recientes transforma-ciones curriculares de peso, de mayor amplitud que en una sola disciplina y en una sola carrera (el llamado “proceso de Bologna” en las universidades europeas, y el esquema de licenciatu-ra-maestría-doctorado que se deriva de él), y las consecuencias que ellas tuvieron. Esta tarea se ha iniciado ya en 2015 (con los programas de la UNMdP, UNVM, UNLP, UNSAM entre otras) y deberá profundizarse.

Tal como adelantamos, otro de los elementos fundamentales para el diagnóstico y la propuesta de reforma será el trabajo sobre las múltiples memorias de nuestra carrera. Ellas nos permitirán comprender mejor la historia que conjuga el actual Plan y sus ausencias. En el contexto del proceso de recambio generacional del que hablábamos más arriba, debemos definir explícitamente nuestro compromiso de que los modos de lectura que han sido nodales en nuestra carrera subsistan, aún bajo nuevas formas. Las cátedras no se heredan, las tradicio-nes intelectuales sí, aunque para ello deban revitalizarse y renovarse.

Si estamos poniendo tanto énfasis en el cómo de la reforma del Plan, planteando una modalidad plural y abierta, participativa y dinámica, es porque ya nos estamos imaginando conduciendo responsablemente ese proceso. Asimis-mo, también podemos adelantar algunos de los ejes del debate que propondremos, y nuestra posición respecto de ellos:

La cuestión de las materias optativas deberá, sin dudas, entrar en la discusión de nuestro Plan. Se trata, nuevamen-te, de un tema espinoso, imposible de resolver a partir de consignismos vacíos sobre la “normalización”, el “reordena-

miento” o apelaciones irresponsables del estilo “materia presentada, materia aprobada”. Es una cuestión con muchas dimensiones (involucra derechos laborales, contenidos del Plan, criterios de aceptación de materias, incorporación de nuevas camadas de docentes, recursos presupuestarios, etc.) y, precisamente por eso, es un grave error pensar en una solución única y definitiva.

Partimos de la necesidad de reconocer y respetar los derechos adquiridos por nuestras/os docentes, al tiempo que deben producirse nuevos espacios para una actualización de contenidos, dando oportunidad a otras/os docentes para proponer y dictar materias.

Retomaremos la propuesta de orientaciones para la licenciatura, que ha circulado en diversos proyectos y que en la actualidad no es percibida de manera clara y definida por los/las estudiantes. Esta reorganización podrá articular de un modo más comprensible la multiplicidad de materias optativas (que reivindicamos). Nos interesa debatir distintas estructuraciones de “itinerarios” posibles y hacerlo de un modo creativo e informado, que no presu-ponga la naturalidad de ciertas divisiones, sino que también imagine otros recorridos (según problemáticas, según perspectivas teórico- epistemológicas, etc.). Mientras las orientaciones temáticas o por áreas pueden resultar más claras a priori, entendemos - retomando la perspectiva del denominado Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) - que es fundamental poder estructurar el trabajo científico, y en este caso el sociológico, a partir de ciertas problemáticas/problemas (por ejemplo: la cuestión del desarrollo, la cuestión de género, la cuestión social, la cuestión nacional, etc.). Ello resulta clave, además, para propiciar abordajes interdisci-plinarios.

Asimismo, deberemos revisar las recientes experiencias de Tutorías (de estudiantes avanzadas/os con ingresantes recientes) que ha promovido la Facultad, y analizar su aplicabilidad en función de las características peculiares de nuestras/os estudiantes y del recorrido formativo que propone nuestro Plan de Estudios.

Será a partir de esta estructuración en itinerarios que podrán definirse claramente áreas de vacancia en virtud de las cuales convocar a la presentación de nuevos seminarios o materias optativas. Asimismo, pueden ensayarse modalidades probadas en otras facultades y habilitar el dictado de un número determinado de espacios curriculares por un solo cuatrimestre.

En cualquier caso, será a partir de una revisión integral del Plan que podremos dar un debate serio. Proponemos que el resultado de esta discusión, que se iniciará en el marco del debate del Plan pero que tendrá su curso propio después de ella, sea la elaboración de un Reglamento de Presentación y Funcionamiento de Materias Optativas, claro y transparente.

La revisión del Plan deberá incluir, también, una reflexión respecto de las herramientas que brindamos a nues-tras/os estudiantes para estar en condiciones de recorrer con éxito la Carrera. A diferencia de otras carreras (sobre todo las de Filosofía y Letras y Psicología), el CBC para Sociología no incluye talleres de escritura/lectura acadé-mica. Ello deviene un escollo en las materias del primer año y reproduce desigualdades respecto de la formación de la escuela secundaria.

Asimismo, el nuevo Plan debería contemplar un papel más relevante para la enseñanza de idiomas (portugués, inglés, francés), pues sabemos que ello resulta fundamental tanto para la investigación social como para la inserción más general en el mercado de trabajo. Finalmente, sigue siendo una cuenta pendiente la integración más articulada del profesorado y la licenciatura. Deberemos revisar las experiencias que ya ha habido en ese sentido, e imaginar

otras nuevas.

Para estas dos cuestiones (idiomas y profesorado) proponemos organizar reuniones específicas con los equipos docentes actuales de esas áreas, para que puedan sistematizar sus experiencias previas y a la vez formular propuestas para el nuevo lugar que podrían tener en el nuevo entramado.

Debemos subrayar que no pensamos el proceso de reforma del Plan como un hecho puntual y limitado, sino como un proceso de discusión y revisión permanente que a la vez nos permita mejorar la comunicación, articulación e integración de nuestra Carrera.

Para ello, deberemos institucionalizar desde la Dirección de la Carrera espacios de trabajo colectivo y colaborativo entre cátedras con temáticas o problemáticas afines, o reuniones por áreas, que si bien hoy ya tienen lugar (por ejem-plo, en ocasión de las Jornadas de Sociología, sobre las que luego también nos pronunciaremos), no tienen un carácter formal y estable. Desde luego, sabemos que las dedicaciones simples de la mayoría de nuestros docentes (que gene-ralmente vienen a la Facultad apenas dos veces por semana, en el mejor de los casos, a dictar sus clases) conspiran contra este tipo de actividades, pero de todos modos creemos necesario e importante intentarlo.

Reivindicamos el sistema de concursos como el mejor modo disponible para proveer cargos docentes, tanto en “profesoras/es” como en “auxiliares”. Por un lado, los concursos públicos y abiertos siempre son preferibles que la “trenza” o el “dedo”, que lamentablemente operan en muchos otros contextos, incluso muy cercanos al nuestro. Por otro lado, son ellos quienes pueden garantizar una ciudadanía más amplia en la Carrera y la Facultad y, sobre todo, la remuneración mediante salario genuino, acabando así con la lamentable y degradante condición del ad honorem.

La Carrera de Sociología ha impulsado en los últimos diez años alrededor de 70 concursos de Profesores y 240 concursos de Auxiliares, que han posibilitado una importante ampliación de ciudadanía y una renovación generacio-nal (de hecho, muchas de las personas que integran las diferentes listas de profesoras/es que ahora competimos han accedido a sus cargos mediante concursos en los últimos años).

También creemos que los métodos para evaluar las capacidades de un/a docente no son obvios, y merecen siempre amplia discusión, sobre todo a la hora de la definición de criterios normativos que los orienten.

Es fundamental que, también en torno a concursos, este debate sea responsable e informado. Más allá de las altisonantes proclamas de campaña, es importante tener en cuenta los procesos concretos mediante los que se sustan-cian los concursos. Por ejemplo, suele pasarse por alto el hecho de que la aprobación de cualquier jurado pasa por múltiples instancias de decisión, desde la dirección de la Carrera hasta el Consejo Superior de la UBA, pasando por la Junta de la Carrera (con representación de todos los espacios políticos que hoy disputamos por la dirección), y las comisiones del Consejo Directivo de FSOC. Asimismo, cabe recordar que los múltiples jurados que se han conforma-do en los últimos años (incluidos aquellos concursos en los que ha habido impugnaciones y polémicas) han estado organizados con criterios de pluralidad teórica y política.

Quien dirija los destinos de la carrera tiene que estar dispuesto a afrontar con seriedad y responsabilidad la complejidad real de este problema. Por décadas la Universidad nos incorporó y mantuvo en funciones bajo la lamentable categoría del “interinato”. La apertura de nuevas oportunidades de concursos en los últimos años nos enfrentó también con nuevos dilemas a los que no debemos rehuir: 1) los cargos concursados habían sido ocupados con trabajo y esfuerzo durante largos años por docentes que, de un momento a otro, debieron enfrentar una competen-cia (más o menos abierta, según el caso) con otras/os aspirantes, profundizando una sensación de inestabilidad labo-ral; 2) para otras/os graduadas/os, la apertura de concursos significó la posibilidad de ingresar efectivamente a la docencia en la Carrera, o de lograr un cargo regular (en algunos casos, un ascenso) y abandonar la condición de interi-nato. Creemos que no deben perderse de vista los legítimos intereses de ambas posiciones. A ellas se suma una tercera, la de los jurados, que deben decidir, además, quiénes son las/los mejores candidatas/os para el dictado de la materia en cuestión. No es una situación sencilla. Quien quiera presentarla de un modo que aplane esta compleji-dad, o la reduzca a sólo una de las dimensiones en juego, se engaña, engaña a las/los demás, o sólo está interesada/o

en agitar la campaña electoral, sin tener en cuenta los desafíos reales que deberá inexorablemente enfrentar una vez en funciones.

La producción de las normas que necesitamos para profundizar y generalizar los concursos requiere, en consecuen-cia, de amplios debates y consensos. Si bien la Dirección de la Carrera no podrá modificar los reglamentos generales de concursos de profesores (porque dependen de la Universidad), sí puede generar amplias discusiones en torno a criterios a partir de los cuales han de ponderarse y valorarse las trayectorias de quienes legítimamente aspiran a ocupar un cargo mediante concurso. Así, se impone balancear una diversidad de trayectorias, experiencias, reco-rridos, de manera de garantizar que nuestras/os estudiantes puedan tener al frente de sus cursos a quienes reúnan las mejores condiciones para hacerlo.

Resulta imperioso encarar la discusión acerca de los concursos más allá de las dicotomías (a menudo falsas) que, en torno a ellos, han llevado a ciertos conflictos en los últimos tiempos: las/los “enseñantes” de larga experiencia pedagógica vs. las/los “doctoras/es e investigadoras/es” de abultada acreditación “cientificista”; las/los “jóvenes recién llegadas/os” vs. “quienes ya ocupan/ocupaban los lugares”, etc. En suma, una política de concursos efectiva y proactiva no sólo supone llamar a concursar todos los cargos que puedan concursarse (dependiendo de cuestiones presupuestarias y reglamentarias que la Dirección de la Carrera no puede manejar autónomamente, aunque sí pueda y deba reclamar por ellas ante quien corresponda, sea FSOC o UBA) sino también desplegar amplios espacios de discusión acerca de los criterios que en esos concursos deberían regir.

En paralelo a esta discusión, también deberemos profundizar mecanismos para velar por la estricta transpa-rencia de los concursos en todas sus etapas. Para ello hay que sumar al sistema de veedores ya puesto en marcha, otras herramientas (por ejemplo, publicidad en la web de los dictámenes, publicación ex post de las oposiciones, etc.). Por otra parte, resultaría sumamente útil acordar y difundir ciertos estándares/normas para la redacción de dictá-menes que sirvan como modelo formal a los jurados. Así, por supuesto que sin incidir de ninguna manera en sus contenidos, creemos necesario contar con una instancia de revisión técnica de los dictámenes, importante tarea que debería asumir la Secretaría de Concursos de la Facultad y que permitiría evitar un número importante de impugna-ciones que, más allá de sus resultados, demoran considerablemente las nuevas designaciones.

En suma, es imprescindible seguir, profundizar y mejorar la política de concursos, pues creemos que ello impli-ca el mejor método para designación de cargos de profesores y auxiliares que se ha inventado hasta ahora, y además por lo que supone la regularización en términos de una ciudadanía plena en la Carrera, la Facultad y la Universidad. Más allá de las responsabilidades indudables que siempre le caben a la propia Carrera en ciertos tramos del procedi-miento, deberemos insistir, ante las autoridades de la Facultad y de la Universidad que correspondan, para que se sustancien los concursos convocados por la carrera en plazos razonables.

IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA. LISTA 137

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Ha llegado el momento de profundizar un debate que ponga claramente sobre la mesa el Plan de estudios vigente de cara a su reforma. Ese debate, que en parte ya se ha iniciado en la Carrera promovido por las gestiones anteriores y la actual, pero también impulsado por otros diversos actores de la misma, tiene que llevarse a cabo de manera inten-sa y amplia (como desde siempre han sido todos nuestros debates), pero no por ello menos responsable. Porque en esto hay en juego muchas variables a la vez: personas que imparten esos contenidos y que tienen derechos laborales adquiridos (y que deben ser contemplados y respetados a rajatabla); urgencias y desafíos epocales; la necesidad de diversificar claramente los perfiles de egresadas/os que ofrecemos a nuestras/os estudiantes; la necesidad de organizar la tan amplia, como rica y variada oferta de materias optativas en el contexto de un esquema claro de orientaciones, etc.

Estamos convencidos/as de que la reforma en ningún caso debe atentar contra el histórico carácter y sentido que tiene nuestra Carrera, de gran contenido académico, de valiosa tradición político-intelectual y de fuerte espíritu crítico; a cualquier pretensión de convertirla en una mera “tecnicatura en asuntos sociales” o en una carrera de grado devaluada, opondremos fuerte resistencia.

No queremos un nuevo Plan de Estudios aprobado entre gallos y medianoche por una minoría cerrada a la discusión pública. Tampoco estamos dispuestos a las refundaciones ex-nihilo. De hecho, la desatención que la “refunda-ción del 85” hizo respecto de la “(re)fundación de 1958” (¿qué pasó con la Sociología Argentina obligatoria que contemplaba el Plan de 1958?) y la que esta última hizo, a su vez, respecto de las experiencias previas (como la cátedra de Sociología de Ernesto Quesada) son gestos a evitar y no a repetir.

Nuestro punto de partida es, pues, producir un Plan en el que entren todas las sociologías, que refleje la pluralidad de perspectivas y tradiciones que albergamos y las diversas prácticas que se conjugan en ellas.

Para ello, organizaremos un camino hacia la reforma en el que se puedan articular diferentes instancias de partici-pación, de producción y socialización de la información.

En ese sentido, en primer lugar, retomaremos los resultados de múltiples iniciativas de las gestiones previas y de la gestión actual de la carrera que pueden aportar insumos para este proceso, tales como las I Jornadas de reflexión de la Carrera de Sociología en 2006, las Jornadas de reflexión e intercambio para el fortalecimiento de una política académica hacia la formación en investigación realizadas en 2010 y en 2012, o las Jornadas de intercambio y reflexión acerca de la formación teórico-metodológica, realizadas en 2014 y 2015. Todas estas instancias han impli-cado el trabajo de muchas personas, y han producido documentos que ahora deben ser recuperados.

Luego, deberán organizarse sucesivas reuniones de trabajo, algunas específicas (diferenciadas por temáticas afines o por tramo de la carrera, por ejemplo), y otras plenarias. La convocatoria buscará conjugar espacios en los que todos los actores involucrados en la reforma puedan dialogar y debatir: estudiantes de grado y posgrado, docentes, “no-do-centes”, investigadoras/es, graduadas/os, organizaciones/asociaciones profesionales, organizaciones sociales, etc.

LA POLÍTICA DE CONCURSOS2

Cada una de estas instancias deberá producir ciertos acuerdos y sistematizarlos por escrito de modo de ir avanzando en pasos concretos. Imaginamos como instancia final de este camino una “Gran Jornada Pública” en la que presen-tar y discutir el borrador de Plan de Carrera que haya emergido de los mencionados encuentros. Para garantizar que el trabajo operativo refleje la máxima pluralidad del debate, conformaremos una Comisión Permanente para la Reforma del Plan de Estudios (retomando la memoria de aquella “Comisión Curricular Permanente” que impulsó el Plan ‘88 y en la cual muchas/os de nosotras/os participamos en su momento), con representación de los distintos espacios políticos de la Carrera y con la participación de todos los claustros.

El debate que proponemos es un debate informado, responsable, donde se pueda reflexionar e imaginar a partir de problemas y condiciones concretas y no de generalizaciones y simplificaciones. Para ello, asumiremos la tarea de producir, sistematizar y difundir la información pertinente para la discusión sobre la Reforma del Plan de Estu-dios:

Debemos tener bien en claro el estado actual y global de la Carrera, evitando partir de visiones unilaterales y perspectivas sesgadas por la experiencia individual: las problemá-ticas que se abordan (y las que no), la bibliografía utilizada (y la que no), las diversas trayecto-rias/orientaciones/caminos que propone o sugiere el Plan de Estudios actual (y las que no), etc.

También es menester continuar con la revisión de otros planes de estudio, de otras carreras del país que se han creado más recientemente que la nuestra (¡y que a menudo replican con bastante fidelidad el Plan de Estudios que ahora nosotras/os aspiramos a cambiar!), de la región y del mundo. Asimismo, deberemos analizar críticamente otras recientes transforma-ciones curriculares de peso, de mayor amplitud que en una sola disciplina y en una sola carrera (el llamado “proceso de Bologna” en las universidades europeas, y el esquema de licenciatu-ra-maestría-doctorado que se deriva de él), y las consecuencias que ellas tuvieron. Esta tarea se ha iniciado ya en 2015 (con los programas de la UNMdP, UNVM, UNLP, UNSAM entre otras) y deberá profundizarse.

Tal como adelantamos, otro de los elementos fundamentales para el diagnóstico y la propuesta de reforma será el trabajo sobre las múltiples memorias de nuestra carrera. Ellas nos permitirán comprender mejor la historia que conjuga el actual Plan y sus ausencias. En el contexto del proceso de recambio generacional del que hablábamos más arriba, debemos definir explícitamente nuestro compromiso de que los modos de lectura que han sido nodales en nuestra carrera subsistan, aún bajo nuevas formas. Las cátedras no se heredan, las tradicio-nes intelectuales sí, aunque para ello deban revitalizarse y renovarse.

Si estamos poniendo tanto énfasis en el cómo de la reforma del Plan, planteando una modalidad plural y abierta, participativa y dinámica, es porque ya nos estamos imaginando conduciendo responsablemente ese proceso. Asimis-mo, también podemos adelantar algunos de los ejes del debate que propondremos, y nuestra posición respecto de ellos:

La cuestión de las materias optativas deberá, sin dudas, entrar en la discusión de nuestro Plan. Se trata, nuevamen-te, de un tema espinoso, imposible de resolver a partir de consignismos vacíos sobre la “normalización”, el “reordena-

miento” o apelaciones irresponsables del estilo “materia presentada, materia aprobada”. Es una cuestión con muchas dimensiones (involucra derechos laborales, contenidos del Plan, criterios de aceptación de materias, incorporación de nuevas camadas de docentes, recursos presupuestarios, etc.) y, precisamente por eso, es un grave error pensar en una solución única y definitiva.

Partimos de la necesidad de reconocer y respetar los derechos adquiridos por nuestras/os docentes, al tiempo que deben producirse nuevos espacios para una actualización de contenidos, dando oportunidad a otras/os docentes para proponer y dictar materias.

Retomaremos la propuesta de orientaciones para la licenciatura, que ha circulado en diversos proyectos y que en la actualidad no es percibida de manera clara y definida por los/las estudiantes. Esta reorganización podrá articular de un modo más comprensible la multiplicidad de materias optativas (que reivindicamos). Nos interesa debatir distintas estructuraciones de “itinerarios” posibles y hacerlo de un modo creativo e informado, que no presu-ponga la naturalidad de ciertas divisiones, sino que también imagine otros recorridos (según problemáticas, según perspectivas teórico- epistemológicas, etc.). Mientras las orientaciones temáticas o por áreas pueden resultar más claras a priori, entendemos - retomando la perspectiva del denominado Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) - que es fundamental poder estructurar el trabajo científico, y en este caso el sociológico, a partir de ciertas problemáticas/problemas (por ejemplo: la cuestión del desarrollo, la cuestión de género, la cuestión social, la cuestión nacional, etc.). Ello resulta clave, además, para propiciar abordajes interdisci-plinarios.

Asimismo, deberemos revisar las recientes experiencias de Tutorías (de estudiantes avanzadas/os con ingresantes recientes) que ha promovido la Facultad, y analizar su aplicabilidad en función de las características peculiares de nuestras/os estudiantes y del recorrido formativo que propone nuestro Plan de Estudios.

Será a partir de esta estructuración en itinerarios que podrán definirse claramente áreas de vacancia en virtud de las cuales convocar a la presentación de nuevos seminarios o materias optativas. Asimismo, pueden ensayarse modalidades probadas en otras facultades y habilitar el dictado de un número determinado de espacios curriculares por un solo cuatrimestre.

En cualquier caso, será a partir de una revisión integral del Plan que podremos dar un debate serio. Proponemos que el resultado de esta discusión, que se iniciará en el marco del debate del Plan pero que tendrá su curso propio después de ella, sea la elaboración de un Reglamento de Presentación y Funcionamiento de Materias Optativas, claro y transparente.

La revisión del Plan deberá incluir, también, una reflexión respecto de las herramientas que brindamos a nues-tras/os estudiantes para estar en condiciones de recorrer con éxito la Carrera. A diferencia de otras carreras (sobre todo las de Filosofía y Letras y Psicología), el CBC para Sociología no incluye talleres de escritura/lectura acadé-mica. Ello deviene un escollo en las materias del primer año y reproduce desigualdades respecto de la formación de la escuela secundaria.

Asimismo, el nuevo Plan debería contemplar un papel más relevante para la enseñanza de idiomas (portugués, inglés, francés), pues sabemos que ello resulta fundamental tanto para la investigación social como para la inserción más general en el mercado de trabajo. Finalmente, sigue siendo una cuenta pendiente la integración más articulada del profesorado y la licenciatura. Deberemos revisar las experiencias que ya ha habido en ese sentido, e imaginar

otras nuevas.

Para estas dos cuestiones (idiomas y profesorado) proponemos organizar reuniones específicas con los equipos docentes actuales de esas áreas, para que puedan sistematizar sus experiencias previas y a la vez formular propuestas para el nuevo lugar que podrían tener en el nuevo entramado.

Debemos subrayar que no pensamos el proceso de reforma del Plan como un hecho puntual y limitado, sino como un proceso de discusión y revisión permanente que a la vez nos permita mejorar la comunicación, articulación e integración de nuestra Carrera.

Para ello, deberemos institucionalizar desde la Dirección de la Carrera espacios de trabajo colectivo y colaborativo entre cátedras con temáticas o problemáticas afines, o reuniones por áreas, que si bien hoy ya tienen lugar (por ejem-plo, en ocasión de las Jornadas de Sociología, sobre las que luego también nos pronunciaremos), no tienen un carácter formal y estable. Desde luego, sabemos que las dedicaciones simples de la mayoría de nuestros docentes (que gene-ralmente vienen a la Facultad apenas dos veces por semana, en el mejor de los casos, a dictar sus clases) conspiran contra este tipo de actividades, pero de todos modos creemos necesario e importante intentarlo.

Reivindicamos el sistema de concursos como el mejor modo disponible para proveer cargos docentes, tanto en “profesoras/es” como en “auxiliares”. Por un lado, los concursos públicos y abiertos siempre son preferibles que la “trenza” o el “dedo”, que lamentablemente operan en muchos otros contextos, incluso muy cercanos al nuestro. Por otro lado, son ellos quienes pueden garantizar una ciudadanía más amplia en la Carrera y la Facultad y, sobre todo, la remuneración mediante salario genuino, acabando así con la lamentable y degradante condición del ad honorem.

La Carrera de Sociología ha impulsado en los últimos diez años alrededor de 70 concursos de Profesores y 240 concursos de Auxiliares, que han posibilitado una importante ampliación de ciudadanía y una renovación generacio-nal (de hecho, muchas de las personas que integran las diferentes listas de profesoras/es que ahora competimos han accedido a sus cargos mediante concursos en los últimos años).

También creemos que los métodos para evaluar las capacidades de un/a docente no son obvios, y merecen siempre amplia discusión, sobre todo a la hora de la definición de criterios normativos que los orienten.

Es fundamental que, también en torno a concursos, este debate sea responsable e informado. Más allá de las altisonantes proclamas de campaña, es importante tener en cuenta los procesos concretos mediante los que se sustan-cian los concursos. Por ejemplo, suele pasarse por alto el hecho de que la aprobación de cualquier jurado pasa por múltiples instancias de decisión, desde la dirección de la Carrera hasta el Consejo Superior de la UBA, pasando por la Junta de la Carrera (con representación de todos los espacios políticos que hoy disputamos por la dirección), y las comisiones del Consejo Directivo de FSOC. Asimismo, cabe recordar que los múltiples jurados que se han conforma-do en los últimos años (incluidos aquellos concursos en los que ha habido impugnaciones y polémicas) han estado organizados con criterios de pluralidad teórica y política.

Quien dirija los destinos de la carrera tiene que estar dispuesto a afrontar con seriedad y responsabilidad la complejidad real de este problema. Por décadas la Universidad nos incorporó y mantuvo en funciones bajo la lamentable categoría del “interinato”. La apertura de nuevas oportunidades de concursos en los últimos años nos enfrentó también con nuevos dilemas a los que no debemos rehuir: 1) los cargos concursados habían sido ocupados con trabajo y esfuerzo durante largos años por docentes que, de un momento a otro, debieron enfrentar una competen-cia (más o menos abierta, según el caso) con otras/os aspirantes, profundizando una sensación de inestabilidad labo-ral; 2) para otras/os graduadas/os, la apertura de concursos significó la posibilidad de ingresar efectivamente a la docencia en la Carrera, o de lograr un cargo regular (en algunos casos, un ascenso) y abandonar la condición de interi-nato. Creemos que no deben perderse de vista los legítimos intereses de ambas posiciones. A ellas se suma una tercera, la de los jurados, que deben decidir, además, quiénes son las/los mejores candidatas/os para el dictado de la materia en cuestión. No es una situación sencilla. Quien quiera presentarla de un modo que aplane esta compleji-dad, o la reduzca a sólo una de las dimensiones en juego, se engaña, engaña a las/los demás, o sólo está interesada/o

en agitar la campaña electoral, sin tener en cuenta los desafíos reales que deberá inexorablemente enfrentar una vez en funciones.

La producción de las normas que necesitamos para profundizar y generalizar los concursos requiere, en consecuen-cia, de amplios debates y consensos. Si bien la Dirección de la Carrera no podrá modificar los reglamentos generales de concursos de profesores (porque dependen de la Universidad), sí puede generar amplias discusiones en torno a criterios a partir de los cuales han de ponderarse y valorarse las trayectorias de quienes legítimamente aspiran a ocupar un cargo mediante concurso. Así, se impone balancear una diversidad de trayectorias, experiencias, reco-rridos, de manera de garantizar que nuestras/os estudiantes puedan tener al frente de sus cursos a quienes reúnan las mejores condiciones para hacerlo.

Resulta imperioso encarar la discusión acerca de los concursos más allá de las dicotomías (a menudo falsas) que, en torno a ellos, han llevado a ciertos conflictos en los últimos tiempos: las/los “enseñantes” de larga experiencia pedagógica vs. las/los “doctoras/es e investigadoras/es” de abultada acreditación “cientificista”; las/los “jóvenes recién llegadas/os” vs. “quienes ya ocupan/ocupaban los lugares”, etc. En suma, una política de concursos efectiva y proactiva no sólo supone llamar a concursar todos los cargos que puedan concursarse (dependiendo de cuestiones presupuestarias y reglamentarias que la Dirección de la Carrera no puede manejar autónomamente, aunque sí pueda y deba reclamar por ellas ante quien corresponda, sea FSOC o UBA) sino también desplegar amplios espacios de discusión acerca de los criterios que en esos concursos deberían regir.

En paralelo a esta discusión, también deberemos profundizar mecanismos para velar por la estricta transpa-rencia de los concursos en todas sus etapas. Para ello hay que sumar al sistema de veedores ya puesto en marcha, otras herramientas (por ejemplo, publicidad en la web de los dictámenes, publicación ex post de las oposiciones, etc.). Por otra parte, resultaría sumamente útil acordar y difundir ciertos estándares/normas para la redacción de dictá-menes que sirvan como modelo formal a los jurados. Así, por supuesto que sin incidir de ninguna manera en sus contenidos, creemos necesario contar con una instancia de revisión técnica de los dictámenes, importante tarea que debería asumir la Secretaría de Concursos de la Facultad y que permitiría evitar un número importante de impugna-ciones que, más allá de sus resultados, demoran considerablemente las nuevas designaciones.

En suma, es imprescindible seguir, profundizar y mejorar la política de concursos, pues creemos que ello impli-ca el mejor método para designación de cargos de profesores y auxiliares que se ha inventado hasta ahora, y además por lo que supone la regularización en términos de una ciudadanía plena en la Carrera, la Facultad y la Universidad. Más allá de las responsabilidades indudables que siempre le caben a la propia Carrera en ciertos tramos del procedi-miento, deberemos insistir, ante las autoridades de la Facultad y de la Universidad que correspondan, para que se sustancien los concursos convocados por la carrera en plazos razonables.

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Reivindicamos el sistema de concursos como el mejor modo disponible para proveer cargos docentes, tanto en “profesoras/es” como en “auxiliares”. Por un lado, los concursos públicos y abiertos siempre son preferibles que la “trenza” o el “dedo”, que lamentablemente operan en muchos otros contextos, incluso muy cercanos al nuestro. Por otro lado, son ellos quienes pueden garantizar una ciudadanía más amplia en la Carrera y la Facultad y, sobre todo, la remuneración mediante salario genuino, acabando así con la lamentable y degradante condición del ad honorem.

La Carrera de Sociología ha impulsado en los últimos diez años alrededor de 70 concursos de Profesores y 240 concursos de Auxiliares, que han posibilitado una importante ampliación de ciudadanía y una renovación generacio-nal (de hecho, muchas de las personas que integran las diferentes listas de profesoras/es que ahora competimos han accedido a sus cargos mediante concursos en los últimos años).

También creemos que los métodos para evaluar las capacidades de un/a docente no son obvios, y merecen siempre amplia discusión, sobre todo a la hora de la definición de criterios normativos que los orienten.

Es fundamental que, también en torno a concursos, este debate sea responsable e informado. Más allá de las altisonantes proclamas de campaña, es importante tener en cuenta los procesos concretos mediante los que se sustan-cian los concursos. Por ejemplo, suele pasarse por alto el hecho de que la aprobación de cualquier jurado pasa por múltiples instancias de decisión, desde la dirección de la Carrera hasta el Consejo Superior de la UBA, pasando por la Junta de la Carrera (con representación de todos los espacios políticos que hoy disputamos por la dirección), y las comisiones del Consejo Directivo de FSOC. Asimismo, cabe recordar que los múltiples jurados que se han conforma-do en los últimos años (incluidos aquellos concursos en los que ha habido impugnaciones y polémicas) han estado organizados con criterios de pluralidad teórica y política.

Quien dirija los destinos de la carrera tiene que estar dispuesto a afrontar con seriedad y responsabilidad la complejidad real de este problema. Por décadas la Universidad nos incorporó y mantuvo en funciones bajo la lamentable categoría del “interinato”. La apertura de nuevas oportunidades de concursos en los últimos años nos enfrentó también con nuevos dilemas a los que no debemos rehuir: 1) los cargos concursados habían sido ocupados con trabajo y esfuerzo durante largos años por docentes que, de un momento a otro, debieron enfrentar una competen-cia (más o menos abierta, según el caso) con otras/os aspirantes, profundizando una sensación de inestabilidad labo-ral; 2) para otras/os graduadas/os, la apertura de concursos significó la posibilidad de ingresar efectivamente a la docencia en la Carrera, o de lograr un cargo regular (en algunos casos, un ascenso) y abandonar la condición de interi-nato. Creemos que no deben perderse de vista los legítimos intereses de ambas posiciones. A ellas se suma una tercera, la de los jurados, que deben decidir, además, quiénes son las/los mejores candidatas/os para el dictado de la materia en cuestión. No es una situación sencilla. Quien quiera presentarla de un modo que aplane esta compleji-dad, o la reduzca a sólo una de las dimensiones en juego, se engaña, engaña a las/los demás, o sólo está interesada/o

en agitar la campaña electoral, sin tener en cuenta los desafíos reales que deberá inexorablemente enfrentar una vez en funciones.

La producción de las normas que necesitamos para profundizar y generalizar los concursos requiere, en consecuen-cia, de amplios debates y consensos. Si bien la Dirección de la Carrera no podrá modificar los reglamentos generales de concursos de profesores (porque dependen de la Universidad), sí puede generar amplias discusiones en torno a criterios a partir de los cuales han de ponderarse y valorarse las trayectorias de quienes legítimamente aspiran a ocupar un cargo mediante concurso. Así, se impone balancear una diversidad de trayectorias, experiencias, reco-rridos, de manera de garantizar que nuestras/os estudiantes puedan tener al frente de sus cursos a quienes reúnan las mejores condiciones para hacerlo.

Resulta imperioso encarar la discusión acerca de los concursos más allá de las dicotomías (a menudo falsas) que, en torno a ellos, han llevado a ciertos conflictos en los últimos tiempos: las/los “enseñantes” de larga experiencia pedagógica vs. las/los “doctoras/es e investigadoras/es” de abultada acreditación “cientificista”; las/los “jóvenes recién llegadas/os” vs. “quienes ya ocupan/ocupaban los lugares”, etc. En suma, una política de concursos efectiva y proactiva no sólo supone llamar a concursar todos los cargos que puedan concursarse (dependiendo de cuestiones presupuestarias y reglamentarias que la Dirección de la Carrera no puede manejar autónomamente, aunque sí pueda y deba reclamar por ellas ante quien corresponda, sea FSOC o UBA) sino también desplegar amplios espacios de discusión acerca de los criterios que en esos concursos deberían regir.

En paralelo a esta discusión, también deberemos profundizar mecanismos para velar por la estricta transpa-rencia de los concursos en todas sus etapas. Para ello hay que sumar al sistema de veedores ya puesto en marcha, otras herramientas (por ejemplo, publicidad en la web de los dictámenes, publicación ex post de las oposiciones, etc.). Por otra parte, resultaría sumamente útil acordar y difundir ciertos estándares/normas para la redacción de dictá-menes que sirvan como modelo formal a los jurados. Así, por supuesto que sin incidir de ninguna manera en sus contenidos, creemos necesario contar con una instancia de revisión técnica de los dictámenes, importante tarea que debería asumir la Secretaría de Concursos de la Facultad y que permitiría evitar un número importante de impugna-ciones que, más allá de sus resultados, demoran considerablemente las nuevas designaciones.

En suma, es imprescindible seguir, profundizar y mejorar la política de concursos, pues creemos que ello impli-ca el mejor método para designación de cargos de profesores y auxiliares que se ha inventado hasta ahora, y además por lo que supone la regularización en términos de una ciudadanía plena en la Carrera, la Facultad y la Universidad. Más allá de las responsabilidades indudables que siempre le caben a la propia Carrera en ciertos tramos del procedi-miento, deberemos insistir, ante las autoridades de la Facultad y de la Universidad que correspondan, para que se sustancien los concursos convocados por la carrera en plazos razonables.

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Reivindicamos el sistema de concursos como el mejor modo disponible para proveer cargos docentes, tanto en “profesoras/es” como en “auxiliares”. Por un lado, los concursos públicos y abiertos siempre son preferibles que la “trenza” o el “dedo”, que lamentablemente operan en muchos otros contextos, incluso muy cercanos al nuestro. Por otro lado, son ellos quienes pueden garantizar una ciudadanía más amplia en la Carrera y la Facultad y, sobre todo, la remuneración mediante salario genuino, acabando así con la lamentable y degradante condición del ad honorem.

La Carrera de Sociología ha impulsado en los últimos diez años alrededor de 70 concursos de Profesores y 240 concursos de Auxiliares, que han posibilitado una importante ampliación de ciudadanía y una renovación generacio-nal (de hecho, muchas de las personas que integran las diferentes listas de profesoras/es que ahora competimos han accedido a sus cargos mediante concursos en los últimos años).

También creemos que los métodos para evaluar las capacidades de un/a docente no son obvios, y merecen siempre amplia discusión, sobre todo a la hora de la definición de criterios normativos que los orienten.

Es fundamental que, también en torno a concursos, este debate sea responsable e informado. Más allá de las altisonantes proclamas de campaña, es importante tener en cuenta los procesos concretos mediante los que se sustan-cian los concursos. Por ejemplo, suele pasarse por alto el hecho de que la aprobación de cualquier jurado pasa por múltiples instancias de decisión, desde la dirección de la Carrera hasta el Consejo Superior de la UBA, pasando por la Junta de la Carrera (con representación de todos los espacios políticos que hoy disputamos por la dirección), y las comisiones del Consejo Directivo de FSOC. Asimismo, cabe recordar que los múltiples jurados que se han conforma-do en los últimos años (incluidos aquellos concursos en los que ha habido impugnaciones y polémicas) han estado organizados con criterios de pluralidad teórica y política.

Quien dirija los destinos de la carrera tiene que estar dispuesto a afrontar con seriedad y responsabilidad la complejidad real de este problema. Por décadas la Universidad nos incorporó y mantuvo en funciones bajo la lamentable categoría del “interinato”. La apertura de nuevas oportunidades de concursos en los últimos años nos enfrentó también con nuevos dilemas a los que no debemos rehuir: 1) los cargos concursados habían sido ocupados con trabajo y esfuerzo durante largos años por docentes que, de un momento a otro, debieron enfrentar una competen-cia (más o menos abierta, según el caso) con otras/os aspirantes, profundizando una sensación de inestabilidad labo-ral; 2) para otras/os graduadas/os, la apertura de concursos significó la posibilidad de ingresar efectivamente a la docencia en la Carrera, o de lograr un cargo regular (en algunos casos, un ascenso) y abandonar la condición de interi-nato. Creemos que no deben perderse de vista los legítimos intereses de ambas posiciones. A ellas se suma una tercera, la de los jurados, que deben decidir, además, quiénes son las/los mejores candidatas/os para el dictado de la materia en cuestión. No es una situación sencilla. Quien quiera presentarla de un modo que aplane esta compleji-dad, o la reduzca a sólo una de las dimensiones en juego, se engaña, engaña a las/los demás, o sólo está interesada/o

en agitar la campaña electoral, sin tener en cuenta los desafíos reales que deberá inexorablemente enfrentar una vez en funciones.

La producción de las normas que necesitamos para profundizar y generalizar los concursos requiere, en consecuen-cia, de amplios debates y consensos. Si bien la Dirección de la Carrera no podrá modificar los reglamentos generales de concursos de profesores (porque dependen de la Universidad), sí puede generar amplias discusiones en torno a criterios a partir de los cuales han de ponderarse y valorarse las trayectorias de quienes legítimamente aspiran a ocupar un cargo mediante concurso. Así, se impone balancear una diversidad de trayectorias, experiencias, reco-rridos, de manera de garantizar que nuestras/os estudiantes puedan tener al frente de sus cursos a quienes reúnan las mejores condiciones para hacerlo.

Resulta imperioso encarar la discusión acerca de los concursos más allá de las dicotomías (a menudo falsas) que, en torno a ellos, han llevado a ciertos conflictos en los últimos tiempos: las/los “enseñantes” de larga experiencia pedagógica vs. las/los “doctoras/es e investigadoras/es” de abultada acreditación “cientificista”; las/los “jóvenes recién llegadas/os” vs. “quienes ya ocupan/ocupaban los lugares”, etc. En suma, una política de concursos efectiva y proactiva no sólo supone llamar a concursar todos los cargos que puedan concursarse (dependiendo de cuestiones presupuestarias y reglamentarias que la Dirección de la Carrera no puede manejar autónomamente, aunque sí pueda y deba reclamar por ellas ante quien corresponda, sea FSOC o UBA) sino también desplegar amplios espacios de discusión acerca de los criterios que en esos concursos deberían regir.

En paralelo a esta discusión, también deberemos profundizar mecanismos para velar por la estricta transpa-rencia de los concursos en todas sus etapas. Para ello hay que sumar al sistema de veedores ya puesto en marcha, otras herramientas (por ejemplo, publicidad en la web de los dictámenes, publicación ex post de las oposiciones, etc.). Por otra parte, resultaría sumamente útil acordar y difundir ciertos estándares/normas para la redacción de dictá-menes que sirvan como modelo formal a los jurados. Así, por supuesto que sin incidir de ninguna manera en sus contenidos, creemos necesario contar con una instancia de revisión técnica de los dictámenes, importante tarea que debería asumir la Secretaría de Concursos de la Facultad y que permitiría evitar un número importante de impugna-ciones que, más allá de sus resultados, demoran considerablemente las nuevas designaciones.

En suma, es imprescindible seguir, profundizar y mejorar la política de concursos, pues creemos que ello impli-ca el mejor método para designación de cargos de profesores y auxiliares que se ha inventado hasta ahora, y además por lo que supone la regularización en términos de una ciudadanía plena en la Carrera, la Facultad y la Universidad. Más allá de las responsabilidades indudables que siempre le caben a la propia Carrera en ciertos tramos del procedi-miento, deberemos insistir, ante las autoridades de la Facultad y de la Universidad que correspondan, para que se sustancien los concursos convocados por la carrera en plazos razonables.

Debemos definir nuevos modos, no-arbitrarios, de ingreso en (y promoción a) la docencia. Actualmente y desde siempre, el ingreso a un equipo docente no sólo depende de una decisión personal de los/las jefes/as de cátedra, sino del “emprendedorismo” y del capital social que hayan logrado acumular quienes se animan a acercarse a ellas/os. Necesitamos imaginar, a partir de procedimientos nuevos entre nosotras/os, y que ya se encuentran en vigencia en otras unidades académicas de la UBA (sistema de adscripciones, selecciones internas en las cátedras, procedimientos formales de inscripción, etc.), cuál es la que mejor conviene a las necesidades actuales de la Carrera. Ello sin volver a caer en formas de trabajo precario o no remunerado, como las que por otra parte queremos combatir hasta su com-pleta eliminación.

La estructura de cátedra jerárquica y piramidal, que hemos heredado del pasado, es vetusta y produce múltiples cortocircuitos y tensiones. Resulta ridículo que una persona mantenga un mismo cargo e iguales responsabilidades por largos años a pesar de haberse formado y de haber acumulado experiencia más que suficiente para enfrentar nuevos desafíos. Sabemos que puede haber restricciones presupuestarias, pero de todos modos debemos discutir y analizar la viabilidad de un proceso de descentralización de cátedras (en especial en las materias obligatorias, que cuentan con varias comisiones). Así, podrían abrirse nuevas oportunidades para quienes sienten frustraciones y “bloqueos” de sus carreras docentes, y ante lo cual, en muchas ocasiones, buscan inserciones en otras universidades, y a menudo las encuentran (una vista rápida al plantel de docentes e investigadoras/es de muchas otras universidades nacionales alcanza para encontrar cantidades de graduadas/os nuestras/os, incluso en lugares de gran responsabilidad institucional).

Continuaremos resistiendo la política anticonstitucional de cesantías del Rectorado. En el caso de los/las docentes en edad de jubilación, tenemos que imaginar nuevos espacios en los que, si así lo desean, puedan apor-tar su experiencia y trayectoria a los nuevos desafíos que enfrentamos, más allá de las figuras formales del “emérito” o del “consulto”. En cualquier caso, al retirarse de sus funciones, todas/os nuestras/os docentes deben recibir el reco-nocimiento que se merecen (ceremonias de entrega de diplomas de reconocimiento, publicación de libros-homenaje, organización de eventos con la presencia de colegas y discípulos/as junto a las/los propias/os homenajeadas/os, etc.).

Finalmente, pensamos que la carrera docente debe involucrar mucho más que dar clases. Es un proceso de formación que debe ser respaldado institucionalmente. A diferencia de otras carreras, y de otras facultades, nos hemos acostumbrado a dar clases todos los cuatrimestres. Ello, sumado a la predominancia de dedicaciones simples, conspi-ra contra la realización de seminarios internos, la producción de materiales específicos y traducciones necesarios para la enseñanza, pero también otras experiencias que podrían ser provechosas no sólo para la formación sino para la articulación entre diferentes espacios curriculares, por ejemplo, el realizar “estancias” o “pasantías” en otras cátedras. Analizaremos la viabilidad de intercalar actividades de docencia, producción y formación como las antes mencio-nadas.

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La Carrera y sus cátedras han tenido siempre un rol protagónico, tanto cuantitativa como cualitativamente, en la investigación que se produce en el seno de la Facultad. Nos preocupan enormemente las restricciones que la UBA ha realizado en su última convocatoria a presentaciones de proyectos UBACyT. Se trata de un importante recorte presupuestario que, además, naturaliza criterios cuestionables en la orientación de la política científica de la Universi-dad, dificulta o directamente impide el acceso a la dirección de proyectos por parte de grupos en formación o investi-gadores jóvenes, etc. La Carrera de Sociología sumará su voz a los reclamos ya en curso frente a las autoridades correspondientes.

Las becas y subsidios públicos (UBACyT, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, CONICET, etc.) han conformado, en los últimos años, una herramienta fundamental para la expansión de las investigaciones que se realizan en el marco de la Carrera y, más en general, en nuestra Facultad, en otras facultades y universida-des. Numerosas/os jóvenes graduadas/os han podido recorrer en los últimos años un camino de becas de posgrado y postdoctorales (valga como ejemplo, nuestra candidata a Secretaria Académica) que les han permitido formarse en nivel de posgrado de manera remunerada, algo que era imposible en los tiempos en que se graduó el candidato a Director, cuando la oferta de posgrados en el país era ciertamente magra, y el financiamiento para becas y proyectos prácticamente inexistente.

Pero también sabemos (y queremos contribuir a visibilizarlo) que hay múltiples modos de investigar y distintas instituciones/organizaciones en las que ello se puede hacer. Así, la Carrera de Sociología tiene que fortalecer aún más sus vínculos institucionales con las diversas carreras de Posgrado (especializaciones, maestrías, doctorado, postdoctorado) y los institutos (el IIGG y el IEALC) que propiamente pertenecen a la Facultad y con muchos otros en los que nuestras/os docentes y graduadas/os trabajan (en muchos casos, no se trata de meros “vínculos”, sino de dobles pertenencias entre esos lugares y nuestra Carrera). Otro tanto puede decirse respecto de las distintas organiza-ciones gubernamentales y no gubernamentales y movimientos sociales con los que ya se han ensayado numero-sas experiencias de investigación y co-producción. Por supuesto, tampoco en esto deberemos arrancar “de cero”: desde 2011 existe un claro reglamento para la acreditación de horas de investigación externas, y cerca de 100 estudiantes ya las realizan por fuera de la oferta formal de los seminarios y talleres de la Carrera. De todos modos, creemos necesario organizar charlas y otras actividades de difusión mediante las cuales las/los estudiantes conozcan y se aproximen a todas estas posibles enriquecedoras experiencias.

En el marco de estas ideas, también proponemos una Jornada de Discusión y Divulgación de Experiencias en Investigación-Acción-Participativa. Se trata de una modalidad que irrumpió en la escena de las ciencias sociales latinoamericanas en la década del ’60 y que, con altibajos obvios durante la época en la cual sangrientas dictaduras asolaron la región, nunca ha dejado de practicarse. Esta iniciativa permitiría visibilizar alternativas que exceden la

mera lógica de la acreditación y acercarían a estudiantes y graduadas/os jóvenes a nuevas experiencias de investiga-ción además de las obvias del circuito de becas de organismos públicos.

También será importante realizar un cuidadoso relevamiento de los proyectos UBANEX existentes, en los cuales se articulan la universidad y numerosos movimientos sociales, y darlos a conocer a nuestras/os estudiantes y docen-tes, a la par que generar otros nuevos.

Queremos también reimpulsar el proyecto del “Laboratorio de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales” aprobado por unanimidad en la Junta de la Carrera en 2013. Este proyecto propone ponernos al día en lo que hace a la enseñanza de técnicas de procesamiento y análisis de datos. Resulta fundamental que este proyecto avance en las instancias pertinentes de la Facultad, y reciba el apoyo que se merece.

Tal como se indicara más arriba, entendemos necesaria una diversificación de los perfiles de nuestras/os egresa-das/os (ante un mercado laboral de cambiantes y volátiles humores que convierten en caduca cualquier presunta actualización al momento mismo de formularla), haciendo resonar en nuestras aulas, a través de actividades espe-cialmente diseñadas, también las voces de nuestras/os graduadas/os que han ensayado en ese mercado las más variadas y exitosas inserciones.

Asimismo, la propuesta de poner a funcionar más efectivamente las orientaciones en el tramo de las materias opta-tivas, ya mencionada más arriba, tiene que ver con esta necesidad.

Por otra parte, es importante generalizar y divulgar los resultados de investigaciones que muestran las múltiples y diversas salidas laborales de nuestros/as graduados/as, y que desmienten ciertos mitos que, justificadamente, inquietan a nuestras/os estudiantes.

También nos interesará desarrollar una línea de investigación sobre nuestra Carrera. En virtud de las trágicas contingencias de nuestra historia nacional, las memorias de la Carrera, de nuestros institutos y de nuestros intelec-tuales permanecen, en buena medida, soterradas. A partir de la coordinación con materias que abordan estos temas, y con otros actores interesados, entendemos que la Carrera debe darse la tarea institucional de organizar su propio archivo y fomentar publicaciones específicas que iluminen su historia, tanto la de sus programas y produccio-nes intelectuales como la de las variadas militancias que han habitado esta casa. En particular, nos interesará producir un Archivo Oral, para lo que convocaremos a compañeras/os que han trabajado en otras experiencias afines y a las/los graduadas/os, docentes y estudiantes interesados en colaborar.

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La Carrera y sus cátedras han tenido siempre un rol protagónico, tanto cuantitativa como cualitativamente, en la investigación que se produce en el seno de la Facultad. Nos preocupan enormemente las restricciones que la UBA ha realizado en su última convocatoria a presentaciones de proyectos UBACyT. Se trata de un importante recorte presupuestario que, además, naturaliza criterios cuestionables en la orientación de la política científica de la Universi-dad, dificulta o directamente impide el acceso a la dirección de proyectos por parte de grupos en formación o investi-gadores jóvenes, etc. La Carrera de Sociología sumará su voz a los reclamos ya en curso frente a las autoridades correspondientes.

Las becas y subsidios públicos (UBACyT, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, CONICET, etc.) han conformado, en los últimos años, una herramienta fundamental para la expansión de las investigaciones que se realizan en el marco de la Carrera y, más en general, en nuestra Facultad, en otras facultades y universida-des. Numerosas/os jóvenes graduadas/os han podido recorrer en los últimos años un camino de becas de posgrado y postdoctorales (valga como ejemplo, nuestra candidata a Secretaria Académica) que les han permitido formarse en nivel de posgrado de manera remunerada, algo que era imposible en los tiempos en que se graduó el candidato a Director, cuando la oferta de posgrados en el país era ciertamente magra, y el financiamiento para becas y proyectos prácticamente inexistente.

Pero también sabemos (y queremos contribuir a visibilizarlo) que hay múltiples modos de investigar y distintas instituciones/organizaciones en las que ello se puede hacer. Así, la Carrera de Sociología tiene que fortalecer aún más sus vínculos institucionales con las diversas carreras de Posgrado (especializaciones, maestrías, doctorado, postdoctorado) y los institutos (el IIGG y el IEALC) que propiamente pertenecen a la Facultad y con muchos otros en los que nuestras/os docentes y graduadas/os trabajan (en muchos casos, no se trata de meros “vínculos”, sino de dobles pertenencias entre esos lugares y nuestra Carrera). Otro tanto puede decirse respecto de las distintas organiza-ciones gubernamentales y no gubernamentales y movimientos sociales con los que ya se han ensayado numero-sas experiencias de investigación y co-producción. Por supuesto, tampoco en esto deberemos arrancar “de cero”: desde 2011 existe un claro reglamento para la acreditación de horas de investigación externas, y cerca de 100 estudiantes ya las realizan por fuera de la oferta formal de los seminarios y talleres de la Carrera. De todos modos, creemos necesario organizar charlas y otras actividades de difusión mediante las cuales las/los estudiantes conozcan y se aproximen a todas estas posibles enriquecedoras experiencias.

En el marco de estas ideas, también proponemos una Jornada de Discusión y Divulgación de Experiencias en Investigación-Acción-Participativa. Se trata de una modalidad que irrumpió en la escena de las ciencias sociales latinoamericanas en la década del ’60 y que, con altibajos obvios durante la época en la cual sangrientas dictaduras asolaron la región, nunca ha dejado de practicarse. Esta iniciativa permitiría visibilizar alternativas que exceden la

mera lógica de la acreditación y acercarían a estudiantes y graduadas/os jóvenes a nuevas experiencias de investiga-ción además de las obvias del circuito de becas de organismos públicos.

También será importante realizar un cuidadoso relevamiento de los proyectos UBANEX existentes, en los cuales se articulan la universidad y numerosos movimientos sociales, y darlos a conocer a nuestras/os estudiantes y docen-tes, a la par que generar otros nuevos.

Queremos también reimpulsar el proyecto del “Laboratorio de Informática Aplicada a las Ciencias Sociales” aprobado por unanimidad en la Junta de la Carrera en 2013. Este proyecto propone ponernos al día en lo que hace a la enseñanza de técnicas de procesamiento y análisis de datos. Resulta fundamental que este proyecto avance en las instancias pertinentes de la Facultad, y reciba el apoyo que se merece.

Tal como se indicara más arriba, entendemos necesaria una diversificación de los perfiles de nuestras/os egresa-das/os (ante un mercado laboral de cambiantes y volátiles humores que convierten en caduca cualquier presunta actualización al momento mismo de formularla), haciendo resonar en nuestras aulas, a través de actividades espe-cialmente diseñadas, también las voces de nuestras/os graduadas/os que han ensayado en ese mercado las más variadas y exitosas inserciones.

Asimismo, la propuesta de poner a funcionar más efectivamente las orientaciones en el tramo de las materias opta-tivas, ya mencionada más arriba, tiene que ver con esta necesidad.

Por otra parte, es importante generalizar y divulgar los resultados de investigaciones que muestran las múltiples y diversas salidas laborales de nuestros/as graduados/as, y que desmienten ciertos mitos que, justificadamente, inquietan a nuestras/os estudiantes.

También nos interesará desarrollar una línea de investigación sobre nuestra Carrera. En virtud de las trágicas contingencias de nuestra historia nacional, las memorias de la Carrera, de nuestros institutos y de nuestros intelec-tuales permanecen, en buena medida, soterradas. A partir de la coordinación con materias que abordan estos temas, y con otros actores interesados, entendemos que la Carrera debe darse la tarea institucional de organizar su propio archivo y fomentar publicaciones específicas que iluminen su historia, tanto la de sus programas y produccio-nes intelectuales como la de las variadas militancias que han habitado esta casa. En particular, nos interesará producir un Archivo Oral, para lo que convocaremos a compañeras/os que han trabajado en otras experiencias afines y a las/los graduadas/os, docentes y estudiantes interesados en colaborar.

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Algunas voces resuenan en esta campaña que hablan de una presunta “ausencia” de “Sociología” en los “gran-des debates nacionales”. Más allá de que desde la Carrera podrían generarse muchas nuevas iniciativas explícitas en ese sentido, afirmaciones de este tipo desconocen (u olvidan) que nuestras/os docentes, graduadas/os y estudiantes, mucho más que las/los de otras carreras y facultades, tienen una activa inserción en los más diversos espacios, y que no funciona como una mera “vinculación” o “articulación” sino que en muchos casos asume características cierta-mente activas y militantes. ¿Cómo desconocer – y estamos pensando en nombres y apellidos bien concretos, que bien conocemos - el trabajo que siempre realizaron nuestras/os docentes, graduadas/os y estudiantes no sólo en las clases y los proyectos formalmente acreditados sino también en partidos políticos, sindicatos, movimientos de derechos humanos, de mujeres, colectivos LGTTBI, movimientos ambientales, campesinos, de ocupantes e inquili-nos, en grupos de activismo cultural, de activismo penal-penitenciario alternativo, en organizaciones que bregan por los derechos de niñas, niños y adolescentes, entre muchos otros?

Esto no es nuevo en la Carrera de Sociología de la UBA, que desde los tiempos de su fundación siempre ha tenido una rica experiencia de intervención directa en el debate público, político y cultural. No por casualidad los nom-bres de nuestra gente son tristemente numerosos en los listados de detenidos-desaparecidos durante la última dictadu-ra cívico-militar.

Podrá objetarse que todas estas activas inserciones en la vida política y cultural han sido “a título individual”. Es posible, en algunos casos, aunque también sabemos que los individuos “portan” las instituciones consigo. Además, la Carrera no ha sido ajena a la generación de numerosas actividades en ese sentido. Así, entre las iniciativas más recien-tes podemos destacar el ciclo de charlas “Cuestiones presentes” y la “Cátedra libre de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto”, o nuestra activa participación en la organización de la concentración de “Ni una menos”, o en la discusión en el Consejo Superior de la UBA del Protocolo contra la violencia de género. A los fines de la presente plataforma, sólo cabe concluir afirmando que nos proponemos profundizar este tipo de iniciativas y gene-rar muchas otras nuevas.

Asimismo, entendemos que hay una vacancia en lo que hace a la presencia de Sociología en los debates de otras carreras y facultades de la Universidad de Buenos Aires. Debemos imaginar ámbitos de diálogo y discusión que nos acerquen a nuevos debates que se están dando en otras disciplinas (bioética, leyes que contemplen a todas las formas de vida, cuestiones vinculadas a formas de conocimiento indígena y/o local, etc.). La sociología es, desde sus instancias fundacionales en el siglo XIX, un espacio de múltiples entrecruzamientos. La identidad disciplinaria no debería resentirse por el hecho de seguir cultivándolos; por el contrario, siempre ha sabido enriquecerse enormemente en estos intercambios.

Conformamos una Carrera muy numerosa, variada, heterogénea. En ello reside su riqueza y pluralidad, pero ello también conspira contra su integración interna. Las ya mencionadas dedicaciones simples de la mayoría de nues-tras/os docentes traen aparejado el hecho de que son escasas las posibilidades que tenemos de interactuar en copresen-cia. Quienes hemos transitado otras experiencias universitarias además de la de Sociales de la UBA sabemos que la “vida de campus”, la sociabilidad informal de los pasillos y comedores, es el caldo en el que se cultivan relaciones personales de confianza, se pergeñan proyectos compartidos, se diseñan experiencias docentes, se imaginan publica-ciones, actividades político-culturales, etc.

La Dirección de la Carrera bregará en las instancias que correspondan para aumentar significativamente las dedica-ciones de nuestras/os docentes. Pero, mientras tanto, es mucho lo que puede hacerse para mejorar la comunicación interna en nuestra comunidad, aumentar la visibilidad pública y el dinamismo de nuestras producciones, y fortale-cer la integración institucional.

Para todo ello, podremos explotar al máximo las nuevas posibilidades que nos ofrece el edificio de Santiago del Estero, al cual acabamos de llegar como Carrera, luego de tantos años de luchas (en especial del movimiento estudiantil), y aún cuando esta mudanza no se haya completado todavía.

En efecto, hasta que no puedan establecerse aquí los institutos de investigación de la FSOC, la biblioteca comple-ta, las oficinas de las/los funcionarios, hasta que no haya un comedor para estudiantes y docentes, unas zonas de trabajo silencioso, etc. no podríamos hablar propiamente de que tenemos el “edificio único” por el cual tantos años hemos luchado. La buena noticia es que hemos logrado dejar atrás el inhóspito, hostil y expulsivo espacio de Marcelo.T, que tan perjudicial ha sido para nosotras/os, como comunidad, durante casi 3 décadas. Lo que ahora se impone es aprovechar estas nuevas condiciones edilicias.

Así, la Carrera tiene que performar también como un ágora en la que podamos discutir y encontrarnos en copre-sencia: ciclos de charlas sobre temas específicos y de actualidad, ciclos de cine (como los que ya se han realizado), cátedras libres, etc.

En esta plataforma electoral no debería faltar una referencia a nuestras ya clásicas Jornadas de Sociología. Como se sabe, ellas se realizan cada dos años desde 1994, y queremos seguir sosteniendo su lugar, merecidamente ganado, como uno de los eventos de sociología (y, más en general, de las ciencias sociales) más importantes del país e, incluso, del Cono Sur. Sin embargo, creemos necesario encontrar nuevos modos de funcionamiento de las Jornadas que permitan una mejor conexión entre cátedras y equipos de trabajo. Así, en lugar de tener decenas de “shows” o “exhibiciones” individuales de cátedras y equipos de investigación, creemos que sería mucho más interesante promo-ver mecanismos que permitan que en las mesas se produzca una verdadera convergencia y un diálogo transversal de posiciones y perspectivas, tanto entre equipos y cátedras de la propia Carrera (lo cual fortalecería la integración

institucional) como entre “nuestra gente” y colegas de otras carreras, facultades y universidades (con los que podrían abrirse o profundizarse líneas de colaboración, al tiempo que aumentaría la visibilidad “hacia afuera” de nuestro trabajo).

Más allá de lo que pueda hacer la gestión de la FSOC al respecto, que hasta el momento ha sido lamentablemente bastante poco, resultaría deseable que la Carrera tenga una o varias líneas editoriales en las que se publiquen investi-gaciones propias, traducciones de libros fundamentales para la docencia, o trabajos de estudiantes selecciona-dos a través de un concurso de ensayos, etc. Entendemos que es económicamente oneroso y político-culturalmente inaceptable que editoriales privadas monten sus negocios, con nulo riesgo empresario, a partir de investigaciones y producciones financiadas mayormente con fondos públicos, como es el caso de las nuestras. Tal como ya lo ha hecho el IIGG, la Carrera de Sociología podría establecer convenios de coproducción de publicaciones con CLACSO.

Asimismo, nos proponemos continuar y jerarquizar aún más la revista de la carrera “Entramados y Perspecti-vas”, promoviendo su indexación y su inclusión en los más importantes directorios de revistas académicas (para esto último, vamos a recurrir al asesoramiento y apoyo del personal del Centro de Documentación e Información del Insti-tuto de Investigaciones Gino Germani, que tiene amplia experticia en el tema). La política de organizar dossiers bajo la responsabilidad de especialistas en temas específicos “puertas adentro”, pero a la vez relevantes para la agenda pública, ha resultado muy exitosa y vamos a insistir con ella.

Además, queremos retomar y mejorar los múltiples medios de comunicación que ha usado la Carrera en los últimos años (Boletín, perfil de Facebook, página web institucional, etc.) y sumar otros que puedan aportar nuevos modos de difusión de nuestro trabajo (por ejemplo, un programa de radio, en la radio de la UBA).

Hace algunos años la gestión de la Carrera llevó adelante la iniciativa de organizar Encuentros de las Carreras de Sociología de las Universidades Nacionales. Creemos que sería importante generar un nuevo evento de estas carac-terísticas, desde nuestra condición naturalmente convocante como la carrera de sociología más antigua (pese a su relativa juventud) y más grande del país, para intercambiar experiencias organizativas, formativas y curriculares, sobre todo de cara al proceso de reforma del Plan de Estudios que queremos encarar.

También queremos desarrollar espacios de formación extracurricular en “divulgación científica”. Creemos que la divulgación de nuestro trabajo es una tarea muy importante, y que no puede quedar en manos de periodistas no espe-cializadas/os. Además, en ella también se debe expresar de manera clara y contundente nuestro compromiso con lo público. Otras carreras de la UBA han incluso generado materias abocadas específicamente a esta cuestión. Debere-mos pensar, de un modo creativo, cómo adoptar y difundir algunas de estas herramientas.

Finalmente, queremos tener una activa participación en los debates regionales de nuestra disciplina. Más allá de la activa participación de muchas/os de nuestros/as docentes en las instancias de conducción o como simples ponentes

en los congresos de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), deberemos promover una fuerte participa-ción institucional de la Carrera en sus paneles y mesas. También nos interesará profundizar y abrir líneas de trabajo conjunto con otras organizaciones latinoamericanas como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLAC-SO). Nuestra voz tiene que escucharse también en esos foros.

Por otra parte, si bien existen múltiples líneas de financiamiento para realizar estancias y pasantías en el exterior, deberemos profundizar el trabajo en conjunto con el Área de Relaciones Internacionales de la Facultad, sistematizan-do la información que ellos manejan en las cuestiones de interés específico para estudiantes y docentes de la Carrera. Asimismo, dado que por el presupuesto que la Carrera maneja no podríamos invitar fácilmente a profesores extranje-ros, deberemos estar atentas/os para articular con las distintas organizaciones que suelen traer figuras de relevancia para nuestros debates.

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Conformamos una Carrera muy numerosa, variada, heterogénea. En ello reside su riqueza y pluralidad, pero ello también conspira contra su integración interna. Las ya mencionadas dedicaciones simples de la mayoría de nues-tras/os docentes traen aparejado el hecho de que son escasas las posibilidades que tenemos de interactuar en copresen-cia. Quienes hemos transitado otras experiencias universitarias además de la de Sociales de la UBA sabemos que la “vida de campus”, la sociabilidad informal de los pasillos y comedores, es el caldo en el que se cultivan relaciones personales de confianza, se pergeñan proyectos compartidos, se diseñan experiencias docentes, se imaginan publica-ciones, actividades político-culturales, etc.

La Dirección de la Carrera bregará en las instancias que correspondan para aumentar significativamente las dedica-ciones de nuestras/os docentes. Pero, mientras tanto, es mucho lo que puede hacerse para mejorar la comunicación interna en nuestra comunidad, aumentar la visibilidad pública y el dinamismo de nuestras producciones, y fortale-cer la integración institucional.

Para todo ello, podremos explotar al máximo las nuevas posibilidades que nos ofrece el edificio de Santiago del Estero, al cual acabamos de llegar como Carrera, luego de tantos años de luchas (en especial del movimiento estudiantil), y aún cuando esta mudanza no se haya completado todavía.

En efecto, hasta que no puedan establecerse aquí los institutos de investigación de la FSOC, la biblioteca comple-ta, las oficinas de las/los funcionarios, hasta que no haya un comedor para estudiantes y docentes, unas zonas de trabajo silencioso, etc. no podríamos hablar propiamente de que tenemos el “edificio único” por el cual tantos años hemos luchado. La buena noticia es que hemos logrado dejar atrás el inhóspito, hostil y expulsivo espacio de Marcelo.T, que tan perjudicial ha sido para nosotras/os, como comunidad, durante casi 3 décadas. Lo que ahora se impone es aprovechar estas nuevas condiciones edilicias.

Así, la Carrera tiene que performar también como un ágora en la que podamos discutir y encontrarnos en copre-sencia: ciclos de charlas sobre temas específicos y de actualidad, ciclos de cine (como los que ya se han realizado), cátedras libres, etc.

En esta plataforma electoral no debería faltar una referencia a nuestras ya clásicas Jornadas de Sociología. Como se sabe, ellas se realizan cada dos años desde 1994, y queremos seguir sosteniendo su lugar, merecidamente ganado, como uno de los eventos de sociología (y, más en general, de las ciencias sociales) más importantes del país e, incluso, del Cono Sur. Sin embargo, creemos necesario encontrar nuevos modos de funcionamiento de las Jornadas que permitan una mejor conexión entre cátedras y equipos de trabajo. Así, en lugar de tener decenas de “shows” o “exhibiciones” individuales de cátedras y equipos de investigación, creemos que sería mucho más interesante promo-ver mecanismos que permitan que en las mesas se produzca una verdadera convergencia y un diálogo transversal de posiciones y perspectivas, tanto entre equipos y cátedras de la propia Carrera (lo cual fortalecería la integración

institucional) como entre “nuestra gente” y colegas de otras carreras, facultades y universidades (con los que podrían abrirse o profundizarse líneas de colaboración, al tiempo que aumentaría la visibilidad “hacia afuera” de nuestro trabajo).

Más allá de lo que pueda hacer la gestión de la FSOC al respecto, que hasta el momento ha sido lamentablemente bastante poco, resultaría deseable que la Carrera tenga una o varias líneas editoriales en las que se publiquen investi-gaciones propias, traducciones de libros fundamentales para la docencia, o trabajos de estudiantes selecciona-dos a través de un concurso de ensayos, etc. Entendemos que es económicamente oneroso y político-culturalmente inaceptable que editoriales privadas monten sus negocios, con nulo riesgo empresario, a partir de investigaciones y producciones financiadas mayormente con fondos públicos, como es el caso de las nuestras. Tal como ya lo ha hecho el IIGG, la Carrera de Sociología podría establecer convenios de coproducción de publicaciones con CLACSO.

Asimismo, nos proponemos continuar y jerarquizar aún más la revista de la carrera “Entramados y Perspecti-vas”, promoviendo su indexación y su inclusión en los más importantes directorios de revistas académicas (para esto último, vamos a recurrir al asesoramiento y apoyo del personal del Centro de Documentación e Información del Insti-tuto de Investigaciones Gino Germani, que tiene amplia experticia en el tema). La política de organizar dossiers bajo la responsabilidad de especialistas en temas específicos “puertas adentro”, pero a la vez relevantes para la agenda pública, ha resultado muy exitosa y vamos a insistir con ella.

Además, queremos retomar y mejorar los múltiples medios de comunicación que ha usado la Carrera en los últimos años (Boletín, perfil de Facebook, página web institucional, etc.) y sumar otros que puedan aportar nuevos modos de difusión de nuestro trabajo (por ejemplo, un programa de radio, en la radio de la UBA).

Hace algunos años la gestión de la Carrera llevó adelante la iniciativa de organizar Encuentros de las Carreras de Sociología de las Universidades Nacionales. Creemos que sería importante generar un nuevo evento de estas carac-terísticas, desde nuestra condición naturalmente convocante como la carrera de sociología más antigua (pese a su relativa juventud) y más grande del país, para intercambiar experiencias organizativas, formativas y curriculares, sobre todo de cara al proceso de reforma del Plan de Estudios que queremos encarar.

También queremos desarrollar espacios de formación extracurricular en “divulgación científica”. Creemos que la divulgación de nuestro trabajo es una tarea muy importante, y que no puede quedar en manos de periodistas no espe-cializadas/os. Además, en ella también se debe expresar de manera clara y contundente nuestro compromiso con lo público. Otras carreras de la UBA han incluso generado materias abocadas específicamente a esta cuestión. Debere-mos pensar, de un modo creativo, cómo adoptar y difundir algunas de estas herramientas.

Finalmente, queremos tener una activa participación en los debates regionales de nuestra disciplina. Más allá de la activa participación de muchas/os de nuestros/as docentes en las instancias de conducción o como simples ponentes

en los congresos de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), deberemos promover una fuerte participa-ción institucional de la Carrera en sus paneles y mesas. También nos interesará profundizar y abrir líneas de trabajo conjunto con otras organizaciones latinoamericanas como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLAC-SO). Nuestra voz tiene que escucharse también en esos foros.

Por otra parte, si bien existen múltiples líneas de financiamiento para realizar estancias y pasantías en el exterior, deberemos profundizar el trabajo en conjunto con el Área de Relaciones Internacionales de la Facultad, sistematizan-do la información que ellos manejan en las cuestiones de interés específico para estudiantes y docentes de la Carrera. Asimismo, dado que por el presupuesto que la Carrera maneja no podríamos invitar fácilmente a profesores extranje-ros, deberemos estar atentas/os para articular con las distintas organizaciones que suelen traer figuras de relevancia para nuestros debates.

Page 15: Plan de gobierno 2016 2018

Conformamos una Carrera muy numerosa, variada, heterogénea. En ello reside su riqueza y pluralidad, pero ello también conspira contra su integración interna. Las ya mencionadas dedicaciones simples de la mayoría de nues-tras/os docentes traen aparejado el hecho de que son escasas las posibilidades que tenemos de interactuar en copresen-cia. Quienes hemos transitado otras experiencias universitarias además de la de Sociales de la UBA sabemos que la “vida de campus”, la sociabilidad informal de los pasillos y comedores, es el caldo en el que se cultivan relaciones personales de confianza, se pergeñan proyectos compartidos, se diseñan experiencias docentes, se imaginan publica-ciones, actividades político-culturales, etc.

La Dirección de la Carrera bregará en las instancias que correspondan para aumentar significativamente las dedica-ciones de nuestras/os docentes. Pero, mientras tanto, es mucho lo que puede hacerse para mejorar la comunicación interna en nuestra comunidad, aumentar la visibilidad pública y el dinamismo de nuestras producciones, y fortale-cer la integración institucional.

Para todo ello, podremos explotar al máximo las nuevas posibilidades que nos ofrece el edificio de Santiago del Estero, al cual acabamos de llegar como Carrera, luego de tantos años de luchas (en especial del movimiento estudiantil), y aún cuando esta mudanza no se haya completado todavía.

En efecto, hasta que no puedan establecerse aquí los institutos de investigación de la FSOC, la biblioteca comple-ta, las oficinas de las/los funcionarios, hasta que no haya un comedor para estudiantes y docentes, unas zonas de trabajo silencioso, etc. no podríamos hablar propiamente de que tenemos el “edificio único” por el cual tantos años hemos luchado. La buena noticia es que hemos logrado dejar atrás el inhóspito, hostil y expulsivo espacio de Marcelo.T, que tan perjudicial ha sido para nosotras/os, como comunidad, durante casi 3 décadas. Lo que ahora se impone es aprovechar estas nuevas condiciones edilicias.

Así, la Carrera tiene que performar también como un ágora en la que podamos discutir y encontrarnos en copre-sencia: ciclos de charlas sobre temas específicos y de actualidad, ciclos de cine (como los que ya se han realizado), cátedras libres, etc.

En esta plataforma electoral no debería faltar una referencia a nuestras ya clásicas Jornadas de Sociología. Como se sabe, ellas se realizan cada dos años desde 1994, y queremos seguir sosteniendo su lugar, merecidamente ganado, como uno de los eventos de sociología (y, más en general, de las ciencias sociales) más importantes del país e, incluso, del Cono Sur. Sin embargo, creemos necesario encontrar nuevos modos de funcionamiento de las Jornadas que permitan una mejor conexión entre cátedras y equipos de trabajo. Así, en lugar de tener decenas de “shows” o “exhibiciones” individuales de cátedras y equipos de investigación, creemos que sería mucho más interesante promo-ver mecanismos que permitan que en las mesas se produzca una verdadera convergencia y un diálogo transversal de posiciones y perspectivas, tanto entre equipos y cátedras de la propia Carrera (lo cual fortalecería la integración

institucional) como entre “nuestra gente” y colegas de otras carreras, facultades y universidades (con los que podrían abrirse o profundizarse líneas de colaboración, al tiempo que aumentaría la visibilidad “hacia afuera” de nuestro trabajo).

Más allá de lo que pueda hacer la gestión de la FSOC al respecto, que hasta el momento ha sido lamentablemente bastante poco, resultaría deseable que la Carrera tenga una o varias líneas editoriales en las que se publiquen investi-gaciones propias, traducciones de libros fundamentales para la docencia, o trabajos de estudiantes selecciona-dos a través de un concurso de ensayos, etc. Entendemos que es económicamente oneroso y político-culturalmente inaceptable que editoriales privadas monten sus negocios, con nulo riesgo empresario, a partir de investigaciones y producciones financiadas mayormente con fondos públicos, como es el caso de las nuestras. Tal como ya lo ha hecho el IIGG, la Carrera de Sociología podría establecer convenios de coproducción de publicaciones con CLACSO.

Asimismo, nos proponemos continuar y jerarquizar aún más la revista de la carrera “Entramados y Perspecti-vas”, promoviendo su indexación y su inclusión en los más importantes directorios de revistas académicas (para esto último, vamos a recurrir al asesoramiento y apoyo del personal del Centro de Documentación e Información del Insti-tuto de Investigaciones Gino Germani, que tiene amplia experticia en el tema). La política de organizar dossiers bajo la responsabilidad de especialistas en temas específicos “puertas adentro”, pero a la vez relevantes para la agenda pública, ha resultado muy exitosa y vamos a insistir con ella.

Además, queremos retomar y mejorar los múltiples medios de comunicación que ha usado la Carrera en los últimos años (Boletín, perfil de Facebook, página web institucional, etc.) y sumar otros que puedan aportar nuevos modos de difusión de nuestro trabajo (por ejemplo, un programa de radio, en la radio de la UBA).

Hace algunos años la gestión de la Carrera llevó adelante la iniciativa de organizar Encuentros de las Carreras de Sociología de las Universidades Nacionales. Creemos que sería importante generar un nuevo evento de estas carac-terísticas, desde nuestra condición naturalmente convocante como la carrera de sociología más antigua (pese a su relativa juventud) y más grande del país, para intercambiar experiencias organizativas, formativas y curriculares, sobre todo de cara al proceso de reforma del Plan de Estudios que queremos encarar.

También queremos desarrollar espacios de formación extracurricular en “divulgación científica”. Creemos que la divulgación de nuestro trabajo es una tarea muy importante, y que no puede quedar en manos de periodistas no espe-cializadas/os. Además, en ella también se debe expresar de manera clara y contundente nuestro compromiso con lo público. Otras carreras de la UBA han incluso generado materias abocadas específicamente a esta cuestión. Debere-mos pensar, de un modo creativo, cómo adoptar y difundir algunas de estas herramientas.

Finalmente, queremos tener una activa participación en los debates regionales de nuestra disciplina. Más allá de la activa participación de muchas/os de nuestros/as docentes en las instancias de conducción o como simples ponentes

en los congresos de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), deberemos promover una fuerte participa-ción institucional de la Carrera en sus paneles y mesas. También nos interesará profundizar y abrir líneas de trabajo conjunto con otras organizaciones latinoamericanas como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLAC-SO). Nuestra voz tiene que escucharse también en esos foros.

Por otra parte, si bien existen múltiples líneas de financiamiento para realizar estancias y pasantías en el exterior, deberemos profundizar el trabajo en conjunto con el Área de Relaciones Internacionales de la Facultad, sistematizan-do la información que ellos manejan en las cuestiones de interés específico para estudiantes y docentes de la Carrera. Asimismo, dado que por el presupuesto que la Carrera maneja no podríamos invitar fácilmente a profesores extranje-ros, deberemos estar atentas/os para articular con las distintas organizaciones que suelen traer figuras de relevancia para nuestros debates.

Page 16: Plan de gobierno 2016 2018

Conformamos una Carrera muy numerosa, variada, heterogénea. En ello reside su riqueza y pluralidad, pero ello también conspira contra su integración interna. Las ya mencionadas dedicaciones simples de la mayoría de nues-tras/os docentes traen aparejado el hecho de que son escasas las posibilidades que tenemos de interactuar en copresen-cia. Quienes hemos transitado otras experiencias universitarias además de la de Sociales de la UBA sabemos que la “vida de campus”, la sociabilidad informal de los pasillos y comedores, es el caldo en el que se cultivan relaciones personales de confianza, se pergeñan proyectos compartidos, se diseñan experiencias docentes, se imaginan publica-ciones, actividades político-culturales, etc.

La Dirección de la Carrera bregará en las instancias que correspondan para aumentar significativamente las dedica-ciones de nuestras/os docentes. Pero, mientras tanto, es mucho lo que puede hacerse para mejorar la comunicación interna en nuestra comunidad, aumentar la visibilidad pública y el dinamismo de nuestras producciones, y fortale-cer la integración institucional.

Para todo ello, podremos explotar al máximo las nuevas posibilidades que nos ofrece el edificio de Santiago del Estero, al cual acabamos de llegar como Carrera, luego de tantos años de luchas (en especial del movimiento estudiantil), y aún cuando esta mudanza no se haya completado todavía.

En efecto, hasta que no puedan establecerse aquí los institutos de investigación de la FSOC, la biblioteca comple-ta, las oficinas de las/los funcionarios, hasta que no haya un comedor para estudiantes y docentes, unas zonas de trabajo silencioso, etc. no podríamos hablar propiamente de que tenemos el “edificio único” por el cual tantos años hemos luchado. La buena noticia es que hemos logrado dejar atrás el inhóspito, hostil y expulsivo espacio de Marcelo.T, que tan perjudicial ha sido para nosotras/os, como comunidad, durante casi 3 décadas. Lo que ahora se impone es aprovechar estas nuevas condiciones edilicias.

Así, la Carrera tiene que performar también como un ágora en la que podamos discutir y encontrarnos en copre-sencia: ciclos de charlas sobre temas específicos y de actualidad, ciclos de cine (como los que ya se han realizado), cátedras libres, etc.

En esta plataforma electoral no debería faltar una referencia a nuestras ya clásicas Jornadas de Sociología. Como se sabe, ellas se realizan cada dos años desde 1994, y queremos seguir sosteniendo su lugar, merecidamente ganado, como uno de los eventos de sociología (y, más en general, de las ciencias sociales) más importantes del país e, incluso, del Cono Sur. Sin embargo, creemos necesario encontrar nuevos modos de funcionamiento de las Jornadas que permitan una mejor conexión entre cátedras y equipos de trabajo. Así, en lugar de tener decenas de “shows” o “exhibiciones” individuales de cátedras y equipos de investigación, creemos que sería mucho más interesante promo-ver mecanismos que permitan que en las mesas se produzca una verdadera convergencia y un diálogo transversal de posiciones y perspectivas, tanto entre equipos y cátedras de la propia Carrera (lo cual fortalecería la integración

institucional) como entre “nuestra gente” y colegas de otras carreras, facultades y universidades (con los que podrían abrirse o profundizarse líneas de colaboración, al tiempo que aumentaría la visibilidad “hacia afuera” de nuestro trabajo).

Más allá de lo que pueda hacer la gestión de la FSOC al respecto, que hasta el momento ha sido lamentablemente bastante poco, resultaría deseable que la Carrera tenga una o varias líneas editoriales en las que se publiquen investi-gaciones propias, traducciones de libros fundamentales para la docencia, o trabajos de estudiantes selecciona-dos a través de un concurso de ensayos, etc. Entendemos que es económicamente oneroso y político-culturalmente inaceptable que editoriales privadas monten sus negocios, con nulo riesgo empresario, a partir de investigaciones y producciones financiadas mayormente con fondos públicos, como es el caso de las nuestras. Tal como ya lo ha hecho el IIGG, la Carrera de Sociología podría establecer convenios de coproducción de publicaciones con CLACSO.

Asimismo, nos proponemos continuar y jerarquizar aún más la revista de la carrera “Entramados y Perspecti-vas”, promoviendo su indexación y su inclusión en los más importantes directorios de revistas académicas (para esto último, vamos a recurrir al asesoramiento y apoyo del personal del Centro de Documentación e Información del Insti-tuto de Investigaciones Gino Germani, que tiene amplia experticia en el tema). La política de organizar dossiers bajo la responsabilidad de especialistas en temas específicos “puertas adentro”, pero a la vez relevantes para la agenda pública, ha resultado muy exitosa y vamos a insistir con ella.

Además, queremos retomar y mejorar los múltiples medios de comunicación que ha usado la Carrera en los últimos años (Boletín, perfil de Facebook, página web institucional, etc.) y sumar otros que puedan aportar nuevos modos de difusión de nuestro trabajo (por ejemplo, un programa de radio, en la radio de la UBA).

Hace algunos años la gestión de la Carrera llevó adelante la iniciativa de organizar Encuentros de las Carreras de Sociología de las Universidades Nacionales. Creemos que sería importante generar un nuevo evento de estas carac-terísticas, desde nuestra condición naturalmente convocante como la carrera de sociología más antigua (pese a su relativa juventud) y más grande del país, para intercambiar experiencias organizativas, formativas y curriculares, sobre todo de cara al proceso de reforma del Plan de Estudios que queremos encarar.

También queremos desarrollar espacios de formación extracurricular en “divulgación científica”. Creemos que la divulgación de nuestro trabajo es una tarea muy importante, y que no puede quedar en manos de periodistas no espe-cializadas/os. Además, en ella también se debe expresar de manera clara y contundente nuestro compromiso con lo público. Otras carreras de la UBA han incluso generado materias abocadas específicamente a esta cuestión. Debere-mos pensar, de un modo creativo, cómo adoptar y difundir algunas de estas herramientas.

Finalmente, queremos tener una activa participación en los debates regionales de nuestra disciplina. Más allá de la activa participación de muchas/os de nuestros/as docentes en las instancias de conducción o como simples ponentes

en los congresos de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), deberemos promover una fuerte participa-ción institucional de la Carrera en sus paneles y mesas. También nos interesará profundizar y abrir líneas de trabajo conjunto con otras organizaciones latinoamericanas como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLAC-SO). Nuestra voz tiene que escucharse también en esos foros.

Por otra parte, si bien existen múltiples líneas de financiamiento para realizar estancias y pasantías en el exterior, deberemos profundizar el trabajo en conjunto con el Área de Relaciones Internacionales de la Facultad, sistematizan-do la información que ellos manejan en las cuestiones de interés específico para estudiantes y docentes de la Carrera. Asimismo, dado que por el presupuesto que la Carrera maneja no podríamos invitar fácilmente a profesores extranje-ros, deberemos estar atentas/os para articular con las distintas organizaciones que suelen traer figuras de relevancia para nuestros debates.

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Hace ya tiempo que la actividad política interna de la Carrera se encuentra reducida a un permanente “empate hege-mónico” entre sectores enfrentados, que ha tenido efectos paralizantes. No venimos de un exterior extrapolítico, sino que somos parte de eso. Nos conocemos desde hace años y sabemos que hay responsabilidades variadas en que esto sea así. Pero creemos que es momento de encarar con firmeza y sin exclusiones los importantes desafíos que estamos identificando, para poder así avanzar en la búsqueda de nuevos consensos.

El equipo de conducción (Dirección, Secretaría Académica, Coordinación Técnica) se propone mantener siempre abierta la oficina 137, para recibir reclamos, desde luego, pero también para escuchar aportes y viabi-lizar iniciativas de los múltiples actores que componen la Carrera. Gran parte de lo mencionado en los diversos puntos de esta plataforma será de imposible ejecución si sólo recae en la Dirección y en los sectores que conformen el “oficialismo” de la Carrera.

Se espera que la Junta asuma las funciones que delinea el reglamento. Queremos que sea un genuino espacio de representación democrático de los sectores políticos y de los claustros, que institucionalice el conflicto pero que a la vez pueda ir más allá de la habitual polémica por concursos y designaciones, o de la mera puja por sacar tal o cual declaración. Apuntamos a que funcione como una instancia de trabajo en común que nos permita mejorar nuestra Carrera.

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Muchas de las propuestas ya mencionadas en esta plataforma tienen como destino a nuestras/os estudiantes. Es para ellas y ellos, en definitiva, que proponemos avanzar en la reforma del Plan de Estudios de la Carrera, para que reciban una formación acorde a los tiempos que corren, a sus intereses, a las preocupaciones que las/los aquejan acerca de su futuro laboral o profesional. Lo mismo cuando pensamos en nuevas formas de incorporación a equipos docentes, o cuando insistimos en visibilizar formas alternativas de investigación, o cuando pensamos en organizar recorridos claros de orientaciones terminales en el tramo de las optativas. O cuando imaginamos a nuestra nueva sede como un espacio en el cual, también, florezcan múltiples iniciativas estudiantiles, que la Carrera debería apoyar.

Además de todas estas cuestiones es necesario puntualizar otras, que también podrían ser encaradas desde la Direc-ción de la Carrera.

Debemos continuar con las “Charlas para los ingresantes” y profundizar otros modos de orientación a los estudiantes del primer año. Las puertas de la oficina 137 estarán particularmente abiertas para ellas/os y sus inquietu-des.

Por otra parte, la Carrera debe realizar una cuidadosa evaluación de los horarios de cursada preferidos por las y los estudiantes en función de sus obligaciones extrauniversitarias (laborales, familiares, tiempos y distancias de viaje hasta la sede, etc). Sobre esa base, tiene que mantener una oferta acorde de cursos.

Sostendremos el rol protagónico que tiene el Programa UBA XXII en nuestra Carrera, y que ha sido particular-mente impulsado por el espacio de “Imaginación Sociológica”. Nos interesa, además, profundizar la experiencia (iniciada en el primer cuatrimestre de 2015 y que continúa en el actual) de cursada conjunta de estudiantes priva-das/os de su libertad con quienes realizan sus estudios en el edificio de Santiago del Estero.

Merece una reflexión profunda el hecho de que estamos enfrentando, en los últimos años (junto a las otras carreras de la FSOC), una pronunciada caída de nuevos ingresantes. Aunque confiamos en que un proceso de reforma y revitalización de la carrera generará, en el mediano plazo, renovado interés en estudiar en ella, resulta necesario pensar acciones concretas en este sentido. Por ejemplo, organizar charlas informativas en escuelas secundarias y para los ingrestantes del CBC. En ellas, además de graduadas/os y docentes, deberán participar nuestras/os estudiantes, para presentar la Carrera, las circunstancias de su cursada y desmitificar su presuntamente dificultosa “salida laboral”.

Asimismo, resulta fundamental producir y/o sistematizar información que nos ayude a explicar y comprender esta merma, de modo de intervenir más acertadamente sobre ella. La apertura de nuevas universidades en el conurba-

no bonaerense puede ser uno de los factores operantes, pero seguramente no es el único.

Además, más allá de impresiones subjetivas que podemos hacernos en conversaciones informales, es fundamental conocer acabadamente el perfil de nuestras/os estudiantes, de qué tipo de hogares y recorridos educativos proce-den, cómo transitan su experiencia de cursada, qué expectativas se forman respecto de su formación y de sus posibili-dades como graduadas/os.

Tanto quienes empezamos nuestra formación en los esperanzados y fundacionales años de la “transición democráti-ca”, como quienes lo hicimos en los tumultuosos años de la “crisis del 2001”, siempre sentimos un particular orgullo de estar estudiando sociología, tanto como ahora enseñándola. Sentíamos que ése era el lugar donde queríamos estar. Muchos de nuestras/os estudiantes también lo sienten hoy. Tendremos que estar a la altura de ellas/os, y ofrecer renovadas chances de entusiasmo. La totalidad de las propuestas que hemos presentado en esta plataforma van precisamente en esa dirección.

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Muchas de las propuestas ya mencionadas en esta plataforma tienen como destino a nuestras/os estudiantes. Es para ellas y ellos, en definitiva, que proponemos avanzar en la reforma del Plan de Estudios de la Carrera, para que reciban una formación acorde a los tiempos que corren, a sus intereses, a las preocupaciones que las/los aquejan acerca de su futuro laboral o profesional. Lo mismo cuando pensamos en nuevas formas de incorporación a equipos docentes, o cuando insistimos en visibilizar formas alternativas de investigación, o cuando pensamos en organizar recorridos claros de orientaciones terminales en el tramo de las optativas. O cuando imaginamos a nuestra nueva sede como un espacio en el cual, también, florezcan múltiples iniciativas estudiantiles, que la Carrera debería apoyar.

Además de todas estas cuestiones es necesario puntualizar otras, que también podrían ser encaradas desde la Direc-ción de la Carrera.

Debemos continuar con las “Charlas para los ingresantes” y profundizar otros modos de orientación a los estudiantes del primer año. Las puertas de la oficina 137 estarán particularmente abiertas para ellas/os y sus inquietu-des.

Por otra parte, la Carrera debe realizar una cuidadosa evaluación de los horarios de cursada preferidos por las y los estudiantes en función de sus obligaciones extrauniversitarias (laborales, familiares, tiempos y distancias de viaje hasta la sede, etc). Sobre esa base, tiene que mantener una oferta acorde de cursos.

Sostendremos el rol protagónico que tiene el Programa UBA XXII en nuestra Carrera, y que ha sido particular-mente impulsado por el espacio de “Imaginación Sociológica”. Nos interesa, además, profundizar la experiencia (iniciada en el primer cuatrimestre de 2015 y que continúa en el actual) de cursada conjunta de estudiantes priva-das/os de su libertad con quienes realizan sus estudios en el edificio de Santiago del Estero.

Merece una reflexión profunda el hecho de que estamos enfrentando, en los últimos años (junto a las otras carreras de la FSOC), una pronunciada caída de nuevos ingresantes. Aunque confiamos en que un proceso de reforma y revitalización de la carrera generará, en el mediano plazo, renovado interés en estudiar en ella, resulta necesario pensar acciones concretas en este sentido. Por ejemplo, organizar charlas informativas en escuelas secundarias y para los ingrestantes del CBC. En ellas, además de graduadas/os y docentes, deberán participar nuestras/os estudiantes, para presentar la Carrera, las circunstancias de su cursada y desmitificar su presuntamente dificultosa “salida laboral”.

Asimismo, resulta fundamental producir y/o sistematizar información que nos ayude a explicar y comprender esta merma, de modo de intervenir más acertadamente sobre ella. La apertura de nuevas universidades en el conurba-

no bonaerense puede ser uno de los factores operantes, pero seguramente no es el único.

Además, más allá de impresiones subjetivas que podemos hacernos en conversaciones informales, es fundamental conocer acabadamente el perfil de nuestras/os estudiantes, de qué tipo de hogares y recorridos educativos proce-den, cómo transitan su experiencia de cursada, qué expectativas se forman respecto de su formación y de sus posibili-dades como graduadas/os.

Tanto quienes empezamos nuestra formación en los esperanzados y fundacionales años de la “transición democráti-ca”, como quienes lo hicimos en los tumultuosos años de la “crisis del 2001”, siempre sentimos un particular orgullo de estar estudiando sociología, tanto como ahora enseñándola. Sentíamos que ése era el lugar donde queríamos estar. Muchos de nuestras/os estudiantes también lo sienten hoy. Tendremos que estar a la altura de ellas/os, y ofrecer renovadas chances de entusiasmo. La totalidad de las propuestas que hemos presentado en esta plataforma van precisamente en esa dirección.

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Por más que algunas de las cuestiones mencionadas en diferentes partes de esta plataforma puedan efectivamente discutirse, procesarse e incluso “resolverse” puertas adentro de la Carrera, sabemos que nos encontramos en un contexto institucional que nos excede, y respecto del cual también queremos posicionarnos, como siempre lo hemos hecho. Así, hace ya mucho tiempo que diversos actores dentro de la UBA impulsan una reforma política en su seno y que, también desde “Imaginación Sociológica”, juzgamos como imperiosamente necesaria.

La Carrera de Sociología, en el contexto de la FSOC, también tiene que ser una voz válida y audible en todos esos debates. La ampliación de ciudadanía en la Carrera a través de la profundización de la política de concursos para profesoras/es y auxiliares y la obtención del salario para quienes aún permanecen bajo la lamentable figura del ad honorem tienen que tener su correlato, a nivel universidad, en medidas progresivas como el Claustro Único Docente, que permitirían conferir mayor poder a quienes, con su trabajo cotidiano, sostienen la Carrera. A la vez, impediría que una pequeña camarilla de profesoras y profesores, a espalda del demos, arme y desarme a su antojo los asuntos de la Carrera y la Facultad, sin sentir siquiera la necesidad de someter un programa de gobierno ante la consideración de sus electoras/es. La modificación reglamentaria de las estructuras de las Juntas de Carrera sólo depende del Consejo Directivo de la Facultad, y no podrá esgrimirse como argumento dilatorio que ella no podría tener lugar hasta tanto no avance en paralelo la democratización de la Universidad. Cuando las reivindicaciones no son efectiva-mente impulsadas en los espacios que efectivamente se conducen, o en los que se tiene representación, se vacían de contenido y se convierten en meros “gestos de campaña”.

También sostendremos los reclamos de asignar mayor cantidad de dedicaciones exclusivas y semiexclusivas para los profesores titulares, asociados y adjuntos y garantizar transparencia y equidad en la asignación presupuestaria a cada Facultad y a cada Carrera.

En términos generales, nos preocupa la evidente degradación de la Universidad de Buenos Aires en manos de personajes oscuros y de abultado prontuario que han profundizado la crisis que se inició con la tristemente célebre “Noche de los Bastones Largos”. Confiamos y apostamos, sin embargo, a continuar peleando desde adentro por recu-perar y recrear, también a nivel de la Universidad, nuestras mejores tradiciones, la de los Risieri Frondizi, los Boris Spivacow, los Manuel Sadosky, los Gino Germani, los Rolando García y tantos otros, que desde posiciones ideológi-cas distintas y perspectivas teóricas-epistemológicas heterogéneas, apostaron por una Universidad Pública masiva y de excelencia. Tenemos que exigir a quienes representan nuestra Facultad en el Consejo Superior de la UBA que se pongan a la altura de la magnitud de la crisis que enfrentamos.

Para todo lo que nos proponemos, lo sabemos, hará falta mucha imaginación, y en especial mucha “Imaginación Sociológica”. Esta Plataforma se nutre de la experiencia de muchos años de gestión de la Carrera, la cual a su vez debe ser radicalizada y profundizada, tal como se desprende de las propuestas que ahora planteamos. Nos comprome-temos firmemente a ello, y será importante que, en su momento, el demos de Sociología nos exija que sepamos defen-der los compromisos contraídos.

Lo que estamos discutiendo en estos días y, también, luego de las elecciones, es precisamente qué Carrera quere-

mos. Ello involucra pensar sus múltiples inserciones e inscripciones (en la Facultad, en la UBA, en la sociedad en su conjunto, en Nuestra América, en el mundo) sin perder de vista ni por un momento los problemas concretos que debe-mos enfrentar y a los que hay que dar respuestas. Se trata, en definitiva, de reinventar (y reinventarnos en) nuestras tradiciones sociológicas para, sobre esa base, afrontar los desafíos del presente y de los tiempos venideros.

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Por más que algunas de las cuestiones mencionadas en diferentes partes de esta plataforma puedan efectivamente discutirse, procesarse e incluso “resolverse” puertas adentro de la Carrera, sabemos que nos encontramos en un contexto institucional que nos excede, y respecto del cual también queremos posicionarnos, como siempre lo hemos hecho. Así, hace ya mucho tiempo que diversos actores dentro de la UBA impulsan una reforma política en su seno y que, también desde “Imaginación Sociológica”, juzgamos como imperiosamente necesaria.

La Carrera de Sociología, en el contexto de la FSOC, también tiene que ser una voz válida y audible en todos esos debates. La ampliación de ciudadanía en la Carrera a través de la profundización de la política de concursos para profesoras/es y auxiliares y la obtención del salario para quienes aún permanecen bajo la lamentable figura del ad honorem tienen que tener su correlato, a nivel universidad, en medidas progresivas como el Claustro Único Docente, que permitirían conferir mayor poder a quienes, con su trabajo cotidiano, sostienen la Carrera. A la vez, impediría que una pequeña camarilla de profesoras y profesores, a espalda del demos, arme y desarme a su antojo los asuntos de la Carrera y la Facultad, sin sentir siquiera la necesidad de someter un programa de gobierno ante la consideración de sus electoras/es. La modificación reglamentaria de las estructuras de las Juntas de Carrera sólo depende del Consejo Directivo de la Facultad, y no podrá esgrimirse como argumento dilatorio que ella no podría tener lugar hasta tanto no avance en paralelo la democratización de la Universidad. Cuando las reivindicaciones no son efectiva-mente impulsadas en los espacios que efectivamente se conducen, o en los que se tiene representación, se vacían de contenido y se convierten en meros “gestos de campaña”.

También sostendremos los reclamos de asignar mayor cantidad de dedicaciones exclusivas y semiexclusivas para los profesores titulares, asociados y adjuntos y garantizar transparencia y equidad en la asignación presupuestaria a cada Facultad y a cada Carrera.

En términos generales, nos preocupa la evidente degradación de la Universidad de Buenos Aires en manos de personajes oscuros y de abultado prontuario que han profundizado la crisis que se inició con la tristemente célebre “Noche de los Bastones Largos”. Confiamos y apostamos, sin embargo, a continuar peleando desde adentro por recu-perar y recrear, también a nivel de la Universidad, nuestras mejores tradiciones, la de los Risieri Frondizi, los Boris Spivacow, los Manuel Sadosky, los Gino Germani, los Rolando García y tantos otros, que desde posiciones ideológi-cas distintas y perspectivas teóricas-epistemológicas heterogéneas, apostaron por una Universidad Pública masiva y de excelencia. Tenemos que exigir a quienes representan nuestra Facultad en el Consejo Superior de la UBA que se pongan a la altura de la magnitud de la crisis que enfrentamos.

Para todo lo que nos proponemos, lo sabemos, hará falta mucha imaginación, y en especial mucha “Imaginación Sociológica”. Esta Plataforma se nutre de la experiencia de muchos años de gestión de la Carrera, la cual a su vez debe ser radicalizada y profundizada, tal como se desprende de las propuestas que ahora planteamos. Nos comprome-temos firmemente a ello, y será importante que, en su momento, el demos de Sociología nos exija que sepamos defen-der los compromisos contraídos.

Lo que estamos discutiendo en estos días y, también, luego de las elecciones, es precisamente qué Carrera quere-

mos. Ello involucra pensar sus múltiples inserciones e inscripciones (en la Facultad, en la UBA, en la sociedad en su conjunto, en Nuestra América, en el mundo) sin perder de vista ni por un momento los problemas concretos que debe-mos enfrentar y a los que hay que dar respuestas. Se trata, en definitiva, de reinventar (y reinventarnos en) nuestras tradiciones sociológicas para, sobre esa base, afrontar los desafíos del presente y de los tiempos venideros.

Pablo DE MARINIS CANDIDATO A DIRECTOR

Ana Grondona CANDIDATA A SECRETARIA ACADÉMICA

CANDIDATOS/AS A CONSEJEROS/AS PARA LA JUNTA DE CARRERA POR EL CLAUSTRO DE GRADUADOS/AS Y AUXILIARES DOCENTES:

ANDRÉS SCHARAGER

CAMILA LUSARDI

ALICIA PALERMO

FERMÍN ÁLVAREZ RUIZ

CECILIA ZAPATA

PAULA AGUILAR

SANTIAGO NARDIN

IGNACIO RULLANSKY

ROMINA TAVERNELLI

BERNARDO MARESCA

CANDIDATOS/AS A CONSEJEROS/AS PARA LA JUNTA DE CARRERA POR EL CLAUSTRO DE ESTUDIANTES:

CANDIDATOS/AS A CONSEJEROS/AS PARA LA JUNTA DE CARRERA POR EL CLAUSTRO DE PROFESORES:

MIGUEL ÁNGEL FORTE

SERGIO TONKONOFF

ALEJANDRA OBERTI

CARLOS MOTTO

LUCAS RUBINICH

ANA GRONDONA

ERNESTO PHILIPP

ALCIRA DAROQUI

GABRIELA GÓMEZ ROJAS

PERLA ARONSON

SANTIAGO FEINMANN

MARÍA BELÉN GOITÍA

AGUSTINA CASTAÑOS

JOAQUÍN GATTI YAPUR

FACUNDO COLANGELO

MATÍAS BECCARIA

LUCIANO MÁSCOLO

FEDERICO SPINELLI

GERALDINE SLATMAN

NICOLÁS NÚÑEZ

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