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    El desafío de seguir siendo humano en un mundo sin certezas

    ANTONIO ELIZALDE HEVIA

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    © Antonio Elizalde Hevia© Corporación Universitaria Minuto de Dios

    Título del Libro: Navegar en la IncertidumbreSubtítulo: El desafío de seguir siendo humano en un mundo sincertezas

    Autor: Antonio Elizalde Hevia

    Editado por:Corporación Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTOFacultad de Ciencias Humanas y Sociales – FCHSCentro de Estudios e Investigaciones Humanas y Sociales – CEIHSBogotá, D.C., ColombiaDirección: Calle 81B # 72B-70Teléfonos: (57 1) 2916523 – 2916524

    Primera Edición. Bogotá, Colombia, 2010

    Coordinador Editorial: Jaime EspejoISBN:

    Impresión:

    La reproducción parcial o total de esta obra, en cualquier medio,incluido electrónico, solamente puede realizarse con permisoexpreso del editor y cuando las copias no sean usadas para nescomerciales. El autor se reserva los derechos de reproducciónpara futuras ediciones o reimpresiones del libro. La CorporaciónUniversitaria Minuto de Dios tiene reservados los derechos de

    reproducción de la primera edición en Colombia. El texto esresponsabilidad del autor y no comprometen necesariamente laopinión de UNIMINUTO.

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    Navegadores antigos tinham uma frase gloriosa:“Navegar é preciso; viver não é preciso”.Quero para mim o espírito [d]esta frase,

    transformada a forma para a casar como eu sou:Viver não é necessário; o que é necessário é criar.

    Não conto gozar a minha vida; nem em gozá-la penso. Só quero torná-la grande,

    ainda que para isso tenha de ser o meu corpo e a (minha alma) a lenha

    desse fogo. Só quero torná-la de toda a humanidade;ainda que para isso tenha de a perder como minha.

    Cada vez mais assim penso.Cada vez mais ponho da essência anímica do meu sangueo propósito impessoal de engrandecer a pátria e contribuir

    para a evolução da humanidade. É a forma que em mim tomou o misticismo da nossa Raça.

    Fernando Pessoa (Navegar é Preciso)

    Los antiguos navegantes tenían una frase gloriosa:“Navegar es preciso; vivir no es preciso”.

    Quiero para mí el espíritu de esta frase,transformada la forma para casarla con lo que soy:Vivir no es necesario; crear es lo necesario.

    No espero disfrutar de mi vida; ni gozarla pienso.Quiero sólo algo grande hacer de ella,

    Aunque para esto tenga que ser mi cuerpo (y mi alma) la leña de este fuego.

    Solo quiero hacerla de toda la humanidad; Aunque para esto tenga que perderla como mía.

    Cada vez más así pienso.Cada vez más puse de la esencia anímica de mi sangre

    el impersonal propósito de engrandecer la patria y contribuir a la evoluciónde la humanidad.

    Es la forma que en mí tomó el misticismo de nuestra Raza.

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    CONTENIDO

    PREFACIO

    PARTE 1:APROXIMACIONES EPISTEMOLÓGICAS - SOBRE EL PAPELA C T U A L D E L S A B E R Y D E L C O N O C I M I E N TO :REVOLUCIONES, RELACIONES E INCERTIDUMBRES.

    PARTE 2APROXIMACIONES ÉTICAS Y ESPIRITUALES - NUEVASFORMAS DE DESPLIEGUE DE LO HUMANO.

    La paz: un compromiso universal para la convivenciasolidaria de los pueblos.

    Aproximaciones éticas y espirituales para lasustentabilidad en el próximo milenio.

    Individualismo posesivo y antropología de lasnecesidades.

    Educación, diversidad y cambio de valores.

    PRÓLOGO

    Paradigmas y metáforas: Pasos hacia una epistemologíaintegradora y participativa.

    Ecología, ética, epistemología y economía: relacionesdifíciles pero necesarias.

    Paradojas y puntos de fuga para una sostenibilidad

    posible.

    Vida, cotidianeidad y mundo cuántico.

    Políticas sociales e intervención.

    La sistematización y los nuevos paradigmas delconocimiento y del saber

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    PRÓLOGOPermítame el lector, antes que nada, unas breves palabras sobre el au-tor de este libro inquietante: Antonio Elizalde es un teórico del desarrollo

    humano sustentable que ha propuesto una nueva cosmovisión que nos per-mita re-imaginar el abordaje de los grandes retos de la humanidad contem-poránea, rompiendo la simpli cación que los remite únicamente a los pro-blemas técnico- económicos, o de la macro- política, para reconstituirlossobre la base de la cultura y de un profundo compromiso ético.

    Sociólogo chileno de largas luchas y una fértil producción intelectual,ha estado durante décadas vinculado al mundo académico y al activismosocial por una América Latina más justa y libre, por lo que él llama elrediseño del proyecto civilizatorio de las sociedades (hoy abandonadas alfrío escrutinio del capital) y por la búsqueda de salidas colectivas a la crisisintegral que amenaza la vida en todas sus dimensiones.

    Sin duda el autor es un pensador de nuestro tiempo, que reivindicala utopía encarnada en la posibilidad de construcción cotidiana, o comoél mismo dice: “La cotidianización de la utopía”, como un camino nece-sario para superar la paradoja de “la rutinización del carisma” (Elizalde,2003(b), p.44). Pero Antonio es, primero, un Maestro (con mayúscula),cuya sabiduría se plasma en múltiples escritos sazonados con erudición eimpregnados de metáforas y re exiones didácticas, que le permiten recogery aproximarse al sentir de la gente corriente. En cada ciudadano o ciuda-dana él ve un agente de cambio y, por tanto, se dirige a auditorios activos,con el anhelo de contribuir al surgimiento de audiencias movilizadas. Sumagisterio se expresa también en la participación en innumerables foros yconferencias a través de Iberoamérica y en el acompañamiento a todas lascausas que se proponen avanzar hacia el buen vivir, la defensa del planeta,el fomento de la convivencia pací ca y la hermandad de los pueblos.

    El desprendimiento con que comparte conocimientos y saberes, así

    como su generosidad para promover diálogos fecundos entre los intelec-tuales Iberoamericanos y crecientes sectores de la ciudadanía, han sidoincorporados como parte de los principios de un método en el que la discu-sión, el disenso y la crítica fundamentada, soportan la búsqueda de acuer-dos para aportar, no solo al trazado de soluciones (siempre provisionalese inacabadas), sino ante todo para elevar la calidad de las preguntas, paracontribuir a problematizar con pertinencia y profundidad la complejidadde los acontecimientos que con guran el devenir de ésta NUESTRAMERI-CA mestiza.

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    Luego de su experiencia como alto funcionario de la reforma agrariadel Gobierno de la Unidad Popular del Presidente Allende y de haber co-laborado con varios organismos internacionales, Antonio fundó, junto aotros chilenos de similar talante, la Universidad Bolivariana de Chile. Deella fue su Rector durante varios años, para luego ocupar el cargo de Di-rector de Investigaciones y ser reconocido como Rector Emérito, cargoséstos que ostenta hasta hoy. Una de sus hijas más mimadas, en esta másreciente etapa de su periplo, ha sido la revista POLIS, ejemplo de publica-ción seriada académica, cuyas páginas, en sus sobrias y amplias ediciones,han acogido los escritos de decenas de investigadores e intelectuales de laAmérica hispánica.

    El encuentro de Elizalde con Colombia es ya de larga data. En los cír-

    culos que trabajan por la defensa del Medio Ambiente es ampliamente re-conocido y constantemente invitado a participar en proyectos y a disertarsobre los avances del pensamiento ecológico y de su ética para la susten-tabilidad. En el medio universitario ha sido siempre recibido como unaautoridad en la crítica radical al modelo de desarrollo imperante en paísescomo el nuestro. Su trabajo, de cerca de 25 años en este campo, desdecuando publicara con Max-Neef y Hopenhayn el texto clásico “Desarrolloa Escala Humana. Una opción para el futuro” (1986) lo colocó como inter-locutor de los investigadores colombianos del área, consolidando esta rela-ción con frecuentes visitas al país, lo que lo ha hecho también conocedor denuestras realidades. Sus obras posteriores como “Sociedad civil y culturademocrática”, “El resigni cado del desarrollo”, “Las nuevas utopías de ladiversidad”, escritas muchas de ellas en colaboración con otros autores, asícomo el análisis del caso chileno en el libro “Pobreza y medio ambiente enAmérica Latina” fueron mostrando el camino de la emergencia de un idea-rio de gran vigencia en nuestro continente, cuya consolidación se plasmaen el libro “Desarrollo Humano y ética para la sustentabilidad” (2003),con prefacio de su compatriota, el conocido lósofo y cientí co HumbertoMaturana.

    Ahora Antonio nos entrega este libro, su carta de navegación para unmundo sin certezas, entretejido de preguntas epistémicas y de renovadosinterrogantes al humanismo moderno. Acaso ¿podemos ser mejores sereshumanos? se pregunta el autor, justamente cuando la incertidumbre seconvierte en el signo de los tiempos, cuando todo amenaza con naufragary lo primero que se ha hundido es la arrogante pretensión de las grandese inapelables verdades con la que habíamos edi cado el mundo de la mo-dernidad.

    La aproximación primera que hace Elizalde consiste en un franquea-miento desde la paz y la convivencia y, en particular, desde el punto de

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    vista de la noviolencia. El autor se descubre como un hablante y un senti-pensante en lógica de noviolencia, con todo y lo complejo, y lo problemá-tico, del concepto. Sus amigos colombianos ya nos habíamos hermanadocon él, como un hombre del paci smo radical, y habíamos interpretado yaprendido sus profundas claves de ruptura con los sistemas productores dela guerra, con los mega- proyectos de dominación que se imponen graciasal ejercicio de la fuerza letal, pero también- y esto parece ser lo decisivo- envirtud de que medran sobre las redes de los pequeños poderes en donde sereproduce la cultura.

    Los paci stas colombianos hemos reiterado- y el encuentro con Elizaldeen este punto ha sido por demás signi cativo- que el gran triunfo de lasfuerzas del centro hegemónico es conseguir, mediante pequeños ejercicios

    cotidianos (que se desenvuelven en el ámbito de los símbolos, de las repre-sentaciones y de los imaginarios sociales), que se naturalicen la razón delmás fuerte, la validación de cualquier camino para prevalecer, el imperiobinario que divide el mundo entre los amigos y los enemigos, la des-sacra-lización de la vida para convertir en mandamiento el consumir y el poseer,a costa de los demás y de la vida misma del planeta.

    Se requiere entender de otra manera el poder, vaciar de sentido laimpostura de la violencia; sublevarse contra la dialéctica de los poderesapabullantes- que fundan su predominancia en la homogenización, en eltemor a lo diferente y en la polarización-; y para ello hay que propiciar uncambio completo de enfoque, un giro epistemológico, como el que planteaElizalde. La nueva capacidad explicativa del pensamiento social de hoy,en este terreno, pasa por descubrir nuevas lógicas y lenguajes que haganposible captar la física de los micropoderes que se reproducen en el tejidosocial, en la trama de las singularidades que surgen de la fuerza ética de losvencidos de siempre. Y se hace imprescindible recabar en la profundidadde la recuperación de los saberes ancestrales, en su potencia espiritual, enla belleza de su creación estética, en la inventiva de sus nuevas formas deproducir y distribuir el producto social, elementos todos ellos que actúancomo resistencias creativas.

    Ya en otros textos, Elizalde había advertido respecto a la forma comoopera la paradoja del pensamiento dominante en occidente que propugnapor la estandarización, minimizando la potencia de lo singular para podersofocarlo:

    “Se construye un proceso interpretativo de la realidad, que al focalizar su aten-ción sólo sobre los puntos donde se concentra la mayor frecuencia en cualquierdistribución, y considerar solo relevante lo que allí sucede, tiende inevitable-mente a desarrollar dinámicas de concentración y de centralización de la infor-mación, de las ideas y del pensamiento, que terminan bloqueando los ujos y el

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    cambio, al hacerse incapaz de incorporar la energía de orden, esto es el aportede novedad que todo sistema vivo requiere. Al operar de este modo se producenbloqueos y cierres prematuros, que al tornar al sistema insensible a los pequeños

    cambios provenientes desde sus márgenes, terminan atentando contra su propiasupervivencia” (Elizalde, 2003, p.108)

    Ahí encontramos delineado el sendero explicativo que soporta, en susorígenes, el pensamiento de la resistencia paci sta: es necesario entenderque la dinámica hacia la construcción de los poderes de centro, no es sola-mente el aplastamiento de las fuerzas minoritarias, es la construcción de unsistema de eliminación o de re-encauzamiento de los poderes que emergende la periferia, esos que surgen desde las fronteras en donde se produce elacontecimiento creativo.

    Al tomarse esta opción, como tendencia prevaleciente en el mundo he-gemónico, se emprende un rumbo de auto-destrucción, pues solo la reno-vación de la potencia creativa -que se constituye liminalmente-, es garantíade la a rmación de la vida. Para ilustrar esta percepción, menciono solo al-gunos ejemplos, en sintonía con las preocupaciones de Elizalde: cuando seempobrece hasta lo insoportable al productor directo, se captura su saber yse le arrebata la capacidad innovadora, convirtiéndolo en un engranaje delcapital (tanto en su dimensión productiva, como en el plano reproductivo-reducido ahora al mero consumo), toda su energía se vuelve funcional ala centralización de la riqueza; así se aviva el sinsentido de una tecnología

    capaz de garantizar ganancias sin fondo para los detentadores del capital yque a la vez se a na como el más efectivo artefacto productor de pobreza.O, cuando al campesino, cultor de la tierra, productor del alimento, sele priva de su territorio, mediante tecnologías de gobierno basadas en laguerra, y se le arroja al frío de la muerte física o al de la condición de re-fugiado paria, se sustrae a todo el sistema de saberes y capacidades quizásirreemplazables. La tierra, como mercancía, seguirá centralizándose comoefecto de poder, para bene cio del puñado de terratenientes insaciables,pero todo el sistema de seguridad alimentario y la capacidad de la sociedadpara transformar incesantemente su relación con la tierra, de adaptarse yenfrentar los nuevos desafíos demográ cos, ecológicos y económicos seagotará y terminará “bloqueando los ujos y el cambio”.

    Por eso es tan valioso el aporte de Elizalde, quien además de proveerabundantes argumentos para penetrar en las lógicas de los poderes domi-nantes y sus sinuosos pensamientos sobre el progreso, capaces de llevara la humanidad hacia el precipicio, también contribuye a desentrañar lapotencia de esa molecularidad activa, de esa dinámica creativa perpetuade las distintas formas en que se mani esta la vida y en las que se enraízanlas resistencias. La tozudez con que el pensamiento moderno se ha negado

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    a reconocer estas potencias de donde emana la existencia misma, le haconducido a encumbrar al nivel de “pensamiento único” la dialéctica delos opuestos, el pensamiento dual, que no se aviene con la diversidad, paraquien solo es plausible la dicotomía y que no puede reconocer la plurali-dad, la multiplicidad de tonos y matices. Con razón concluye Elizalde que:

    “La paradoja, sin embargo, es que el operar con esta lógica binaria es posible-mente la gran fortaleza que occidente ha desarrollado en su relación con otrasculturas, es la fuerza de una lógica constitutivamente bélica, patriarcal, domina-toria e incluso predadora” (Elizalde, 2003 (a), p. 109)

    El autor nos convoca a romper con esta perspectiva para colocarnos enposibilidad de buscar nuevos paradigmas, o nuevos nudos problemáticospara re-encarar la crisis de sociedad y de sentido que nos corroe. Antonioreconoce (“como el personaje de Moliere que no sabía que hablaba enprosa”) que él no había sido plenamente consciente de que su teoría y supraxis, eran todas noviolentas. Con discreción, Elizalde nos recuerda ellargo camino que numerosos intelectuales hemos tenido que recorrer, ob-servando las prácticas sociales de las comunidades y participando con ellas,para llegar a la conclusión de que esa resistencia cotidiana que les permitea rmarse como seres singulares, que ese incesante crear y recrear la vida,que ese reinventarse en sus formas relacionales, que ese arraigarse en lassabidurías milenarias, que ese generar los escenarios- en medio de las con-diciones más difíciles- para dar curso a la creatividad, eso, por ejemplo,constituye una mirada y unas prácticas del resistir noviolento.

    Es decir que, al igual que él, quienes persistimos en buscar otros modosde vida, en huir a la diagramación del pensamiento homogéneo, en procu-rar la proliferación de la diferencia, en indagar por la ética y la estética deesas otras formas de vivir la diversidad, de encontrarle otros lugares a laciencia y a la tecnología, de hallar la riqueza del buen vivir en coordenadasdistintas al consumismo, están descubriendo los lugares para la vida, esdecir los lugares de la noviolencia, así no prime la preocupación de nom-brarlos de esa manera.

    Se trataría aquí, tanto de manifestaciones de lo que Scott llama “eldiscurso oculto de los subordinados” (Scott, 2000, p.21), como de los com-plejos procesos de constitución de las subjetividades emergentes, que noaparecen de golpe, que se van modulando en medio de las estrategias deresistencia y tardan en irrumpir como pensamientos de resistencia elabo-rados.

    En palabras de Antonio Elizalde:“Es a partir de nuestra propia experiencia adquirida en las prácticas de la vida,en la materialización de nuestro existir y en la asunción de nuestra condiciónhumana y sus predeterminaciones, que comienzan a conformarse nuestros valo-

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    res, nuestras ideas, nuestros deseos y aspiraciones. Es desde allí que construimosnuestras representaciones o visiones del mundo. Obviamente nuestra materiali-dad (nuestras necesidades) y nuestra historicidad son los ejes articuladores de

    nuestros pensamientos y deseos. Esta tensión que surge de la distancia entrenuestras esperanzas y nuestra realidad, nos obliga a vivir hipotetizando, especu-lando o previendo las formas de desplazar nuestra realidad hacia la esperanza;o de adaptar, restringir, limitar o sublimar nuestros deseos para acercarlos a larealidad” (Elizalde, 2003 (b), p. 39)

    Así fue que se produjo el encuentro con Antonio, a quien invitamoscomo ponente al Primer Seminario Internacional de Noviolencia, realizadoen la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, allá por el año 2002.Aunque no era todavía un personaje emblemático del paci smo latinoame-ricano, llevaba décadas descubriendo que las prácticas y los discursos de la

    paz son inherentes al pensamiento de la sustentabilidad, que sin una críticade la visión del desarrollo, fundado en el individualismo posesivo, no podráconcebirse una sociedad pací ca. Que ambas -sustentabilidad y paz- nopueden escindirse de la producción de subjetividades y de la existencia deagentes colectivos que enuncien las nuevas formas de convivencia entrelos seres humanos y de éstos con la naturaleza. Y que nada de ello pros-perará sin una revolución cotidiana de las relaciones de género, sin unarevalorización del encuentro intergeneracional, sin una intensi cación dela vivencia intercultural. Es decir, sin que surjan los nuevos campos polí-ticos, éticos y estéticos de una democracia de la diversidad y sin imaginarla refundación de ciudadanías resigni cadas, del tipo de las que se estáncociendo en el barro de los vínculos sociales y que cada vez se hacen másrepelentes a la “ciudadanía instrumental” que había sido de nida única-mente por su vínculo con el Estado (Lechner, 2000, p. 29).

    De esa madurez es el tamaño de los aportes de Antonio al movimientode la resistencia noviolenta en Colombia; por eso ha sido inevitable que sehaya convertido en la gura intelectual más visible en los tres SeminariosInternacionales de Noviolencia que hemos convocado en Bogotá, el segun-do (2006) en la Universidad Javeriana y el más reciente (2009) en UNIMI-NUTO, y a los cuales ha acudido con la seriedad de siempre, con la lucidezde siempre, con las contribuciones magistrales de costumbre.

    “Navegar en la incertidumbre” es el corolario de esa producción y deesa colaboración solidaria. El libro es una compilación de 11 artículos es-critos en distintos momentos y, algunos, publicados de manera dispersa enrevistas y libros colectivos en varios países de América Latina.

    Dos preocupaciones atraviesan este texto: la urgencia de una nuevaforma de pensar y concebir la realidad latinoamericana, lo que se consti-tuye en un problema epistemológico de primer orden, como ya lo señala-

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    mos atrás, y, la pregunta por el desarrollo sostenible, pero entendido ésteno meramente como sostenibilidad en la dimensión ambiental, sino comola capacidad para construir una sostenibilidad social, es decir como unaaproximación ética y espiritual a una sustentabilidad legítima, pací ca ytransformadora. Dicho en sus términos:

    “(…) un desarrollo donde todos tengan un lugar es fundamental, donde todos sebene cien, donde todos queden incluidos, de lo contrario no es posible obtenerlegitimidad, el requisito imprescindible para la estabilidad de cualquier sistemahumano”.“Mientras sigan siendo las mayorías empobrecidas y no bene ciadas quienespaguen gran parte de los costos, y aquellos que han recibido los bene cios, entérminos de mejoramiento sustantivo de su calidad de vida, continúen pagandouna parte insigni cante del costo total que para la humanidad en su conjunto ypara el medio ambiente ha signi cado este proceso, será inevitable considerar

    cualquier discurso sobre el desarrollo, una simple y vulgar falacia: un engañopersistente e, incluso, sistemático a la mayoría de la población” (Elizalde, 2008,p.7)

    En la primera parte de “Navegar en la incertidumbre”, Antonio abogapor una reconstrucción epistemológica que cuestione la visión dominanteque se ha impuesto en el imaginario colectivo y que tiene su mayor acerboen el paradigma positivista, en sus diferentes versiones, que promulga unconocimiento universal, unas verdades totales y la posibilidad de codi-car y hacer mesurables las variables de una pretendida “realidad objeti-va”, exterior a los sujetos. Esta mirada reduccionista, que tanto ha bebidodel mecanicismo que acompañó a la racionalidad industrial, subvaloró ysubordinó la singularidad humana y construyó una serie de oposicionesirreductibles entre la razón y el sentimiento; la materialidad y la espiritua-lidad; el saber ancestral y el conocimiento cientí co, para nombrar soloalgunas de las dicotomías propias de este pensamiento binario. Elizaldedesarma la lógica de esto que llama “la metáfora dominante en la historiade la ciencia moderna” que no es otra que la de observar el mundo, a lamanera cartesiana, como si se tratara de una máquina.

    Su propuesta es avanzar en la formulación de metáforas nuevas, que se

    correspondan tanto con la urgencia de relevar el paradigma positivo, comocon la búsqueda de concordancia con la tendencia del humano, como sermetaforizante, a ampliar permanentemente el territorio de la cultura, de lacreación de signi cados y la asignación de sentidos. La discusión epistémi-ca, discurre entonces ligada al ámbito del lenguaje, de la semiótica, de laenunciación y, por tanto, no es solo un asunto de la losofía de la ciencia ydel conocimiento, sino un asunto de nuestra construcción cultural.

    Tres son las metáforas con las que Antonio propone comenzar el relevodel paradigma positivo:

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    La primera está vinculada a la dimensión individual de la construcciónde las subjetividades y de la emergencia de los sujetos de la sustentabili-dad. Es la que denomina “la escalera de la conciencia”, apelando a la teoríadel “campo uni cado de la conciencia”, Elizalde nos coloca ante los pro-blemas de las nuevas dimensiones existenciales en que se constituye la vidahumana y ante la responsabilidad que cada sujeto tiene en la superación delos dualismos dominantes: (dualismo entre la máscara y la sombra- lo queno aceptamos de nosotros mismos; dualismo entre el ego y el cuerpo- quenos plantea la necesidad de romper con el extrañamiento de nuestro propiocuerpo; dualidad entre el organismo y el medio: que nos urge un auténti-co reconocimiento de la existencia del medio; dualismo entre el uno y eluniverso: por lo que se hace indispensable la integración con el conjuntode la creación). Esta primera metáfora puede ser leída desde muy diferen-

    tes perspectivas como la del post- estructuralismo de Foucault, para solomencionar una. Recuérdese que este pensador centró la última parte de susinvestigaciones en volver sobre los procesos de subjetivación que permiten,de un lado, develar las prácticas de sujeción que se ejercen sobre mentes ycuerpos para hacer de los seres humanos modernos sujetos disciplinados,desgarrados y portadores de obediencia; pero que, de otro lado, propuso,a partir de una re- lectura de los griegos, la posibilidad de resistir desdeprácticas de libertad que con guran el cuerpo y la mente humanas comoterritorios de emancipación.

    La segunda metáfora es la del “sistema inmunológico como el segundocerebro del cuerpo”. Según ésta y, reivindicando las teorías del biólogo chi-leno Francisco Varela, “nuestro organismo tiene dos maneras de conocer;una está asociada con el cerebro, la otra con el sistema inmunológico”. Lametáfora tiene mucha potencia porque ubica al cerebro como imagen del“poder” central, al que se ha atribuido el monopolio de la capacidad decognición. Mientras se ha desconocido un sistema como el inmunológicodistribuido por el cuerpo entero, a través de un sinnúmero de redes, órga-nos, uidos y nódulos linfáticos, cuya característica principal es la comple- jidad, la diversidad y la capacidad de comunicación que se mani esta enformas de auto-organización. A pesar de las limitaciones que puede teneruna metáfora biológica, aquí se apunta a profundizar las hipótesis de lamolecularidad fascinante de la vida, a rmada en su diversidad y en sufacultad para producir autonomías. El cerebro y el sistema nervioso centralpor sí mismos no están en condiciones de acceder a todo el conocimientonecesario para sostener la vida; se requiere también de un sistema perifé-rico en red, con estructuraciones de diverso nivel, versátil, autónomo; sinéste, el cuerpo humano no tendría el conocimiento su ciente de su relacióncon el medio, no sería capaz de mantenerse vivo. Pese a que trasponeresta metáfora a otras dimensiones de la vida, como la sociedad, no puedehacerse de manera lineal, si se le puede hallar vecindad con elementos

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    de la teoría del caos o del paradigma de la complejidad, que tanto hanaportado a la construcción de un enfoque solidario con el pensamientode la resistencia pací ca noviolenta. Romper los determinismos, ir másallá de las pretendidas virtudes de los centros todopoderosos, que todo loconocen y todo lo controlan, a la manera de cerebros, como únicas fuentesde cognición y de gobierno, para, en vez de ello, adentrarse en el mundode las micro- sociedades, de las redes sociales que interactúan, que se pro-veen saberes y conocimientos útiles para contribuir a su auto-legislación,al gobierno de sus comunidades y contribuir al gobierno social; de formaanáloga al desarrollo de las redes inmunológicas, esa es una clave de bús-queda de gran importancia.

    La tercera metáfora para “navegar en la incertidumbre” es la de la hi-

    pótesis Gaia: “un gigantesco organismo llamado biosfera”. Esto es, concebira la tierra como un organismo complejo, vivo, que solo se puede mante-ner como tal, gracias a su funcionamiento auto-regulado, homeostático,que requiere, a su vez, que los diferentes organismos que lo componen seincorporen activamente al mantenimiento del equilibrio global transito-rio, produciendo su propia auto- regulación, en un inmenso escenario decooperación. Llegar a esta comprensión requiere de una epistemología nomecanicista, sino de un pensamiento participativo, interactivo, sensitivoy global, “una sabiduría nacida de la armonía del cuerpo con aquello queestudia y con la tierra”, como bien cita Elizalde en su libro. El humano yano aparece aquí como el dueño de la razón y el amo del universo, desti-nado a domesticar las fuerzas de la naturaleza. Se despoja a esta nuevaracionalidad de la confrontación “humano vs. Naturaleza” para propenderpor un nuevo diálogo, por un nuevo “contrato natural”, como nos proponeMichel Serres:

    “Hemos actuado bastante sobre las cosas, hemos intentado examinar sus objetos,es tiempo de conocer el mundo; yo pre ero hablar más bien de naturaleza, no enlos sentidos ordinarios, sino en el puro sentido etimológico, puesto que ella estáen vías de nacer, completamente nueva para nosotros, nuestros conocimientos ynuestros actos globalizados. Ella misma regresa como condición de conocimien-to, de acción e incluso de sobrevivencia, tras los nuevos sujetos, hundidos enella, desde que actúan sobre ella”. (Serres, 2007, p.7)

    Las metáforas de Elizalde nos permiten avanzar en una discusión quecomenzamos a nales del año 2006 en el Grupo de Investigación “Paz, De-sarrollo y Ciudadanía” del Centro de estudios e Investigaciones Humanas ySociales (CEIHS) de Uniminuto. ¿Cómo producir un pensamiento paci stapotente, convalidado y reconocido en América Latina? Habíamos logradofrutos en introducir una re exión a la vez radical e innovadora sobre algu-nos de los problemas de la paz, en un país en guerra, como Colombia. Nosproducía mucha curiosidad que después de 50 años de con icto armadoincesante y de cerca de tres décadas de esfuerzos para intentar resolverlo,

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    por la vía de de la negociación política entre los actores armados, no soloel país se veía estancado y, de cierta forma, atrapado en la confrontación,sino que la teoría, la producción académica y la investigación se habían es-pecializado en la descripción y la profundización de las causas de la guerra.La academia colombiana se decidió por la “violentología”, por la cienciade la guerra, dejando muy poco espacio para la producción intelectualsobre los problemas y las nuevas perspectivas de la paz. Los académicoscolombianos han ganado una cierta reputación continental en el conoci-miento de los llamados factores de la violencia y del con icto bélico. Hayestadísticas, mapas comparativos de la extensión o la contracción de lasdiferentes formas de perturbación armada de la vida nacional. Se han ana-lizado los “factores objetivos” y los “subjetivos” del con icto; se ha hechoseguimiento a las estrategias de los “actores” y algunos han llegado a un

    grado de so sticación en el análisis del componente militar, que casi loscali ca para fungir de mariscales de campo. Pero qué exiguo es el análisisde los movimientos sociales de paz, de las formas particulares que asumenlas resistencias comunitarias, de los innovadores mecanismos que crean losgrupos sociales para escapar de la polaridad de la guerra.

    No nos parece que se trate simplemente de un problema de actitud, dedisposición de los investigadores de importantes centros académicos, cuyaformación, experiencia y afán por contribuir a las salidas que requiere Co-lombia, están fuera de discusión. En nuestro concepto se trata primeramen-te de problemas relacionados con el enfoque y el método. El pensamientopaci sta está en mora de construir su propia lógica de abordaje, abrirse anuevos lenguajes y metáforas, superar las textualidades inoperantes que semantienen en la clausura producida por la trampa de la binariedad, queas xia la diversidad e impide la novedad de lo creativo. En otro texto habíayo sintetizado esta interrogación al método de análisis del con icto:

    “(…) el con icto se convierte en un movimiento circular que se vuelve sobresi mismo, y en el cual solo se avizora la salida hacia los movimientos bipola-res. La clausura es el sentimiento preeminente del con icto, pues allí todos loselementos en juego son sometidos a una misma intensidad, reduciendo todala diversidad (que proviene de la experiencia concreta) a la oposición que lahomogeniza en inasequibles campos uniformes en perpetua confrontación. Sumisma formulación se construye sobre el arti cio de que la realidad solo existecomo designio que se impone fatalmente por el movimiento de fuerzas ajenas yque ante esa realidad no hay salida distinta a la de tomar partido en esa peculiarorganización de bandos que proviene de afuera”. (Useche, 2006, p.68)

    Por eso la afortunada coincidencia con la preocupación de Antonio pordar pasos en esa nueva mirada epistemológica. Por supuesto, éste no es untrayecto que pueda asignarse a un solo pensador, o a una exclusiva escuelade pensamiento. La lógica positiva, aun manteniendo su hegemonía, hasido erosionada por poderosas corrientes de pensamiento que proponen

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    otros métodos y otra visión del mundo. La conmoción se ha desatado desdelos con nes del pensamiento trasversal de Gandhi, sin cuya rebelión espiri-tual e intelectual no podría surgir el proyecto de la noviolencia; ha pasadopor la crítica ácida del post- estructuralismo y sus renovadas lecturas sobrela microfísica del poder en Foucault, o de las teorías del devenir y el acon-tecimiento elaboradas por Deluze y Guattari; ha encontrado momentos desíntesis en el nuevo empirismo de Serres; ha encarnado en otras orillasde la re exión en los enunciados de la propuesta del “giro decolonial” deteóricos latinoamericanos y africanos; y se ha cuali cado en las muy elabo-radas teorías de la complejidad de Edgar Morin o del caos, planteadas porPrigogine, Briggs o Peat. Está naciendo entonces una nueva perspectiva, unnuevo modo de análisis, una nueva aproximación epistemológica, como lanombra Elizalde.

    Y eso está conectado con la segunda parte del libro “Navegar en laincertidumbre” que se re ere a las “nuevas formas de despliegue de lohumano”. No es posible proponer una sustentabilidad, del tamaño de laque anuncia Elizalde, sin comprender la hondura de la dimensión ética y laresigni cación de la dimensión espiritual. Hay en estas líneas un esfuerzopor zambullirse en las profundidades del alma humana, en los riesgos delindividualismo posesivo que nos carcome, y que nos exige replantearnoslos problemas fundamentales relacionados con las necesidades y los satis-factores.

    Justamente, la paz es de nida en ese contexto por el autor, como una“necesidad humana fundamental” y, en esa lógica, sería una condición bá-sica para la vida humana. Comprender esto signi ca apartarse de la ideadominante que vincula la necesidad a la demanda de mercancías, que iden-ti ca necesidad y escasez. La teoría económica del capital ha hecho unaxioma de la a rmación de que “los recursos siempre son escasos”, quizápor eso la compulsión a centralizar el capital y la difusión de la idea deléxito como sinónimo del acaparar codicioso, del no compartir egoísta. Eli-zalde nos muestra otro tipo de relación entre necesidades y satisfactores,nos señala la cantera de abundantes potencias humanas, que no se puedentasar en juegos de suma cero, y que requieren de la solidaridad y la coope-ración para acrecentarse y desplegarse como poderes vitales: el amor, losafectos, la compasión y la diversidad serían algunos de ellos.

    La paz, como necesidad humana fundamental, está asentada sobre esasfuerzas que, para Antonio Elizalde, en este “Navegar en la incertidumbre”,le asignan una dimensión universal: “algo válido para todos los seres hu-manos, algo constitutivo de la naturaleza humana”. Visto así, el camino dela paz es la actualización de esa necesidad fundamental, mediante satis-factores que serían “productos histórico- culturales, que varían de cultura

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    en cultura a la largo de la historia humana”. Elizalde centra su apuestaen la activación de los factores sinérgicos que aluden a la transformacióninterna de nuestros enfoques, de nuestras emociones básicas, del lenguajey del sentido que le asignamos a nuestra existencia. En el trasfondo de esteentramado pací co se encuentra la fuerza de lo singular, que nos proyectahacia el reconocimiento del otro, hacia la valoración de lo diverso y hacialas nuevas formas de construcción de lo común, agenciadas por la frater-nidad y la cooperación social. Es, a no dudarlo, un proyecto ético de granenvergadura.

    En eso concordamos con Elizalde: una perspectiva ética de la paz nopuede ser sino una ética de la vida, como la que venimos reivindicandoen el trabajo cotidiano de los movimientos de resistencia noviolenta en

    Colombia. El resistir pací co es una a rmación de los más diversos pro-cesos productores de vida, es un despliegue de los territorios existencialesde comunidades y grupos sociales que, para ello, renuevan incesantementelas formas de convivencia y de encuentro humanos y rehacen el pacto vitalcon la naturaleza. Es una ética de la diversidad, de la pluralidad, del reco-nocimiento de la otredad. Es una ética de la autonomía y de la potencia delo singular; una ética del cuerpo y del pensamiento, ética de la memoriay del profundo goce estético del vivir con intensidad. Una ética alterna alindividualismo posesivo de las reglas del mercado y una nueva ética de lopúblico, que se deslinda de la polaridad de los poderes establecidos.

    Es muy grati cante presentar a los lectores colombianos y de AméricaLatina este libro pleno de sabiduría y pertinente como el que más. En élpodemos compartir las incertidumbres y apropiarnos de claves para asumirel desafío de persistir en navegar a contracorriente, ahora cuando la guerraparece erigirse en paradigma a perpetuidad y la paz se asoma apenas comouna utopía inaccesible. Sea esta una ocasión para degustar las construc-ciones epistemológicas en clave de paz, la profundidad de su pensamientosobre la sustentabilidad y los aportes a la re exión paci sta y noviolentade Antonio Elizalde. Pero también, sea este un homenaje a la amistad y a lacooperación intelectual que nos ha prodigado Antonio con larguez

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    REFERENCIAS

    ELIZALDE, Antonio (2003 a). Desarrollo humano y ética para la sus-tentabilidad. Universidad Bolivariana; PNUMA, O cina Regional paraAmérica Latina y el Caribe. Santiago.

    ELIZALDE, Antonio (Comp) (2003 b). Las nuevas utopías de la diver-sidad. Lo deseable vuelve a ser posible. Universidad Bolivariana. Santiago.

    ELIZALDE, Antonio (2008). Prólogo al libro “Los nuevos sentidos deldesarrollo Ciudadanías emergentes, paz y reconstitución de lo común”. Os-car Useche Aldana. Universidad Bolivariana. Santiago.

    LECHNER, Norbert (Enero de 2000). Nuevas ciudadanías. Revista deEstudios Sociales. No. 5. Universidad de los Andes. Bogotá.

    SCOTT, James (2000). Los dominados y el arte de la resistencia. Dis-cursos ocultos. Era, México.

    SERRES, Michel (Octubre de 2007). Regreso al contrato natural.Homo Habitus. Publicación electrónica. Edición No. 5. “Los hombres sonhierba”.

    USECHE, Oscar (2006). Laberintos del con icto. Introducción a unacrítica de la teoría dialéctica de los con ictos. Derechos Humanos y Con-icto. Cifuentes M. (Comp). Universidad Distrital francisco José de Caldas.Bogotá.

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    PREFACIOA pesar de ser alguien que escribe bastante, tengo pocos libros míospublicados (cuestión que espero superar en los pocos años que me deben

    quedar de vida). Incluso los pocos que he publicado han sido más bien pro-ducto de la entrañable amistad y de la insistencia de amigos muy queridosque me han incitado a organizar mis diversos escritos, dándoles la estruc-tura de un libro. La mayor parte de ellos han sido publicados en distintosmomentos en revistas académicas o como artículos en libros editados porotras personas. Estos amigos (duendes) se han dado además el trabajo deleerlos reiteradamente para dar cuenta de las repeticiones de argumentosy de exposición de las ideas y me han sugerido la forma más adecuada depresentación nal en un libro.

    En esta oportunidad este libro que tiene en sus manos ha sido productode una invitación que me ha hecho Óscar Useche y la Corporación Uni-versitaria Minuto de Dios, con quienes he podido desarrollar una relaciónintensa no sólo de tipo intelectual sino también una profunda amistad.Convocada inicialmente en torno a los temas de la paz y de la noviolencia–temas tan vigentes y urgentes en un país como Colombia– esta amistadha sido un punto de partida gracias al cual yo mismo he podido reconocernuevas dimensiones de mi propia humanidad. Pude así reconocerme enprimer lugar como un paci sta. Tal como aquel personaje de la obra deMolière, el burgués gentilhombre que no sabía que hablaba en prosa, a míme ha ocurrido que he descubierto que pienso, siento y hablo en noviolen-cia, y esto gracias a mis amigos de las organizaciones que trabajan por lapaz en Colombia. Algo de ello había intuido cuando por primera vez escri-bí algo sobre el tema, hace ya 17 años, cuando dicté una conferencia enIbagué durante un Encuentro Ideológico de Movimiento Cooperativo Co-lombiano. He rescatado ese texto y lo he incluido como parte de este libro.

    Muy in uido por mi propia experiencia, por mi compromiso en losprocesos de recuperación de la democracia en Chile y también en otros

    países de nuestra América Latina, señalo allí que existe continuidad entrela paz y la guerra (violencia) y que en muchos casos nuestras actitudes yacciones “pací cas” generan el caldo de cultivo para la ausencia de paz,para la violencia y la guerra. Sólo un compromiso mani esto con la paznos permite alcanzar los niveles de conciencia para distinguir esas tenues einocentes contribuciones que todos hacemos a la violencia. De allí la nece-saria radicalidad del discurso y de la acción que permitan evitar hacernoscómplices de la destrucción de naturaleza y convivialidad, así como dela sistemática deshumanización a la cual conducen nuestras “civilizadas”prácticas sociales.

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    Cuando no tenemos certezas, cuando el piso se nos está moviendo per-manentemente, cuando se navega en medio de la oscuridad y de la tor-menta, cuando se avecinan catástrofes cuya magnitud no podemos prever,parecería que todo vale, que nada importa salvo la propia supervivencia ylos intereses de cada cual. La historia nos enseña que cada vez que se haactuado así, ha sido como echar leña a la hoguera; los problemas se handifundido y empeorado. Como no tengo certezas, ni creo que las haya,pretendo proveer de acercamientos, de aproximaciones, de miradas cuyaprovisionalidad admito a priori. Incluso es posible que pueda haber con-tradicciones entre ellas. No obstante, todas ellas surgen de una convicciónmuy profunda, producto de la re exión y del compromiso vívido con mu-chas causas, todas ellas posiblemente surgidas de lo que considero es mi ta-lante compasivo, no es un mérito propio, ha sido la forma como la vida me

    hizo ser y estar en este mundo del cual soy parte y me siento responsable.Esas son el tipo de propuestas que este libro contiene. Por tal razón el libroque presento al lector está organizado en dos partes, en la primera partehe agrupado bajo el título de “Aproximaciones epistemológicas” aquellosartículos que buscan hacer posible una mirada distinta de aquella en lacual estamos situados. Critico en varios escritos, una forma profundamenteequivocada de pensar la realidad, que a mi entender nos está conduciendohacia una suerte de suicidio colectivo. Requerimos cambiar nuestras creen-cias y la forma de concebir la realidad que nos ha tocado vivir, pero a laque ineludiblemente transformamos con nuestra propia manera de ser y es-tar en el mundo. A rmo aquí algo que considero casi un axioma: El mundoque tendremos será aquel que decidamos tener. Hay una aptitud humana ala resiliencia, de la cual sólo recién comenzamos a darnos cuenta. Inclusoen las peores condiciones de adversidad, la historia humana nos muestraque es posible encontrar muestras sublimes y maravillosas –casi milagrosasme atrevería a decir– de humanidad. Esos valores que actualmente domi-nan gracias a la hegemonía que proveen los medios de comunicación ma-siva, tales como el egoísmo, el individualismo, el pasotismo1, el “a mi quéismo”, el desinterés, el “exitismo”, la trivialidad, entre tantos otros, no sonlos que construyen y construirán la historia, ni los que contribuyen y con-tribuirán a la evolución de nuestra especie. El mezquino interés pequeñoburgués que todos llevamos dentro, gracias al casi mágico artilugio de lamano invisible, que articula intereses egoístas y los transforma en bene ciocolectivo, no es lo que nos hará mejores.

    1. Concepto acuñado en España para dar cuenta de una corriente losó ca del siglo XXI, gestadadurante la década de los 90 del siglo anterior, basada en su totalidad en la “ley del mínimo esfuerzo”;aquellos que siguen este movimiento se autodenominan pasotas (no confundir con aumentativo de pa-

    sas). Ver http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Pasotismo. Actitud del que no siente más que desinterés eindiferencia y no se preocupa por hacer o solucionar cosa alguna. Cf. Diccionario de la lengua española(2005) Madrid: Espasa-Calpe.

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    Es más bien la potencia humanizante, creativa, singular y diversa, con-tenida en cada uno y en el conjunto de la especie (la familia humana) quese despliega en todo tipo de contextos, favorables y desfavorables, la quenos permitirá avanzar en este océano de incertidumbres en que navegamos,derivando sin saber con claridad hacia donde, pero orientados, pese a lastormentas, a las ráfagas de viento y a las gigantescas olas, hacia la EstrellaPolar, de la cual nos habló el maestro Fals Borda:

    “Necesitamos volver los ojos otra vez a la Estrella Polar del altruismo, y permitirle alaltruismo ejercer todo su potencial subversivo en el descompuesto mundo contemporáneo. En esta forma más o menos grandiosa, hacer que lo instrumental converja con loaxiológico –tener cabeza lúcida y corazón de león– es un esfuerzo útil para rede nir yreconectar nuestras disciplinas y artes, y para recobrar el sentido positivo de nuestras

    preocupaciones cientí cas y prácticas” (1).

    La segunda parte contiene un conjunto de artículos que he agrupadobajo el título de Aproximaciones éticas y espirituales. Reúne varios intentosde resolver un interrogante básico: ¿podemos ser mejores humanos? Creoprofundamente que es algo posible de lograr. Sin embargo, Pienso querequerimos, ser capaces de de arrollar una moralidad distinta a la que hoygobierna nuestras conductas. Debería ser una moralidad más sensible alsufrimiento y al dolor del otro, de ese otro que es parte de mí, ya que meenriquece con su mera existencia. De allí que sea necesario transitar haciauna sensibilidad distinta de la que hoy nos impregna. Una sensibilidad querecupere la sabiduría de los pueblos antiguos, que recupere la ternura, la

    hospitalidad, el recato, la moderación, el respeto por los débiles y menes-terosos, que haga posible e incluso dominantes las quijotadas, el sacri cio,el cumplimiento de la palabra empeñada. Valores estos que comienzan adifuminarse frente a los mitos dominantes del éxito, del triunfalismo, de lasobrevaloración del ego. Al parecer hemos olvidado que somos seres socia-les, por lo tanto referidos al otro, a quien requerimos.

    Lo más auténticamente humano es a la vez propio y ajeno: la cultura.Ella expresa la sumatoria, el conjunto destilado de aquellos aprendizajeshechos por los seres humanos a lo largo del período de duración de sus bre-ves existencias, que son transmitidos de una generación a otra, como algovalioso y digno de preservar. Ella es ese caldo de cultivo donde se mani es-ta la condición humana de cada integrante de la especie, donde cada cualaporta lo mejor y lo peor de sí, mientras el resto de humanos son libres deincorporarlo o no al acervo colectivo. En el pasado existieron limitacionesfísicas, temporales y espaciales, históricas y geográ cas, que reducían esosintercambios y contribuciones. La uni cación actual en un solo mundo delos diversos modos de vida, modernos y tradicionales, coetáneos y no co-etáneos, nos abre un enorme campo de posibilidades que nunca existieronantes, para optar por hacernos mejores o peores. La sabiduría colectiva de

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    los sentidos comunes de los pueblos deberá entonces en algún momentoexpresarse, como ya comienza a hacerlo, en su vocación vital y en su pro-fundo amor por la vida.

    El mundo que hemos construido presenta crecientes amenazas a nues-tra supervivencia individual y colectiva: el calentamiento global cada vezafecta más al planeta; la expansión incontrolada del consumismo jineteadapor la globalización de los mercados; la codicia desatada a niveles extre-mos; los diversos juegos de poder que incrementan los riesgos de con ictosbélicos internos y externos en diversos lugares del mundo. Sin embargo, noes tan evidente que la creciente inseguridad personal y colectiva se deba alincremento de la desigualdad entre los integrantes de una misma sociedad,alimentada por la dependencia a las drogas y al alcohol y principalmente al

    consumo y a la energía. Todo lo cual incrementa, aún más, las ya profundasdesigualdades en oportunidades que nuestras sociedades ofrecen a ricos ypobres: educación de buena calidad y trabajos bien remunerados para unosy hambre, exclusión y expectativas frustradas para los otros.

    ¿Cómo no nos escandalizamos frente a cifras de la ONU como las si-guientes? Los 225 habitantes más ricos del mundo tienen una riqueza com-binada superior a un billón de dólares, igual al ingreso anual del 47% máspobre de la población mundial (2.500 millones de habitantes). Eliminar elhambre y la desnutrición del mundo costaría US $19 mil millones anualesmientras que se gasta en alimento para animales domésticos en Europa ylos Estados Unidos una cifra similar: US $17 mil millones. Proveer de aguay saneamiento para todos los pobres del mundo costaría US $9 mil millonesanuales mientras que sólo en consumir helados los europeos gastaban US$11 mil millones anualmente.

    En nuestros propios países ¿cuál puede ser el nivel de consumo del 10%más rico de la población, cuando su nivel de ingresos es más de 36 vecesel del 10% más pobres? ¿Es aceptable éticamente que lo que cuesta diaria-mente la hotelería hospitalaria en algunas clínicas u hospitales sea variasveces superior al ingreso mensual que gana más de un 40 % de los trabaja-dores? ¿Es justo que así ocurra? ¿Es justo que alguien muera de hambre ose suicide por ver el hambre que pasan sus hijos? Y si eso ocurre: ¿Cuántosniños preferirían ser animales domésticos para no pasar hambre o inclusopara poder recibir una caricia de vez en cuando?

    Gandhi enseñó que: Es robo tomar algo de otra persona, aún cuando nos lo permita, si no tenemos realnecesidad de ello. No debiéramos recibir ni una sola cosa que no necesitemos. No

    siempre nos damos cuenta de nuestras necesidades reales, por lo cual la mayoríade nosotros multiplicamos impropiamente nuestras carencias, convirtiéndonos incons-cientemente en ladrones.

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    Es posible a rmar que el mundo que hemos construido es el mundode la desmesura, del exceso, de la exageración. Pero también un mundode insensibilidad. Todo lo contrario de lo que caracteriza la mayor partede las otras formas de ser o habitar lo humano, que se han experimentadoa lo largo de la historia de la especie. El problema de nuestra civilizacióntiene que ver con las escalas en las cuales transita y se vive la experienciahumana. Hemos ido construyendo dimensiones cada vez más gigantescas,más descomunales y consecuentemente cada vez más difíciles de manejar,administrar y controlar.

    Ese es nuestro problema fundamental como civilización, como especie,como humanidad: operar con escalas, magnitudes, en espacios y a veloci-dades que nos hacen imposible digerir, asimilar, incorporar, hacer propiaslas experiencias vividas. Es vivir una vida de presencia ausente. Estar fí-sicamente allí pero siendo incapaces de experimentar en profundidad, enalcance y proyecciones, las experiencias vividas. De allí la insensibilidadcolectiva mani esta en la incapacidad para vincular nuestras civilizadasconductas burguesas con los problemas del calentamiento global o delhambre en el mundo. Somos incapaces de ver cómo esos problemas tienensu origen en la agregación de pequeñas acciones individuales, en la suma-toria de conductas, cada una en sí mismas aparentemente insigni cantes,pero que multiplicadas por más de seis mil millones de seres humanos setrasforman en una tragedia.

    En el mundo de hoy no será posible un desarrollo sostenible en el largoplazo sin considerar además de lo sostenible ambiental también a lo sos-tenible social. A nivel macro, en el ámbito internacional e internamenteen los países; así como a nivel micro, la inseguridad ciudadana frente a ladelincuencia y al terrorismo tiene su origen en las enormes desigualdadeseconómicas y sociales existentes. Por consiguiente, un desarrollo dondetodos tengan un lugar es fundamental, donde todos se bene cien, donde to-dos queden incluidos, de lo contrario no es posible obtener legitimidad, elrequisito imprescindible para la estabilidad de cualquier sistema humano.

    La crisis ambiental de carácter global que estamos viviendo nos estáproporcionando la posibilidad de cambiar radicalmente nuestras formas depercibir la realidad, de desarrollar una nueva conciencia más ecológica ymás solidaria, de superar la ebriedad tecnológica y consumista que caracte-riza nuestras formas de vida y asumir otra que se caracterice por la sobrie-dad ecológica, por un cierto ascetismo voluntario, por una disposición adescender al nivel de los desfavorecidos y una recuperación del sentido delo trascendente. Sin embargo, estamos siendo muy estúpidos, nos quejamosteniendo la solución muy cerca de nosotros, valoramos mucho más lo queno tenemos, lo que hemos perdido y no valoramos lo que tenemos; incluso

    estamos fomentando sistemáticamente la devaluación de cuanto tenemos.

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    Mahatma Gandhi a rmaba que siempre habrá su ciente para las ne-cesidades de todos, pero nunca para la avaricia de unos pocos. Eso debeorientar el carácter y el sentido de las relaciones sociales en ese nuevoproyecto histórico. Relaciones cuyos rasgos fundamentales tengan relacióncon la siguiente idea fuerza: Todos los habitantes del planeta deberán po-der llegar a “tener lo su ciente” en orden a “ser más”. Para ello se requeriráde una amplia solidaridad universal que se traduzca en un vasto e intensoproceso redistributivo a escala planetaria. A su vez demandará una ampliaparticipación popular en las decisiones, que deberán adoptarse a partir delas escalas locales, desde abajo hacia arriba, desde lo micro a lo macro,desde cada individuo a lo institucional.

    Quien tenga la oportunidad de leer este libro podrá apreciar algunas

    ideas que en su momento pudieron haber sido extremadamente audaces ysugerentes, aunque ya hoy posiblemente no lo sean tanto. Vivimos actual-mente un clima cultural que ha ido evolucionando en los últimos años auna velocidad tal, que hace que quienes hemos hecho una opción intelec-tual por aventurarnos en derroteros no tan recorridos en el pensamientohumano, encontremos que ideas muy novedosas algunos años atrás, hoyya se han constituido en parte de los tópicos cotidianos en muchos espa-cios de re exión. Pese a lo anterior, en las ideas presentadas hay un valorintrínseco, que creo vale la pena rescatar; porque el avance en ellas no esalgo homogéneo ni simétrico en su difusión; y para alguien como yo, conla suerte de viajar mucho y compartir con audiencias en distintos países,algo que sorprende mucho es encontrar que ideas ya viejas para mí, termi-nan siendo acogidas por novedosas, en muchos de los lugares que recorro.La sempiterna novedad en todos los escritos que componen este libro esel reiterativo llamado a sentir la otredad –que surge desde lo más autén-tico y profundo de nuestra condición humana–, a proteger al más débil, acompadecer al que sufre, a tratar de salvar al que está en riesgo, a cuidara los más pequeños, a ponernos en el pellejo del otro, a sentir su dolor ennuestras tripas. Allí está a mi entender está el permanente desafío, allí estánuestra esperanza.

    Referencias(1) Fals, O. (1998) Participación popular. Retos del futuro, Bogotá: Icfes

    - Iepri - Colciencias, p. 254.

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    PARADIGMAS Y METÁFORAS:

    PASOS HACIA UNA EPISTEMOLOGÍAINTEGRADORA Y PARTICIPATIVA No hay en la Tierra una sola página, una sola palabra, que

    sea sencilla, ya que todas postulan el universo, cuyo másnotorio atributo es la complejidad.

    (Jorge Luis Borges)

    Los conceptos nos permiten pensar, pero también noslo impiden. Fijan los límites a los que dirigimos nuestra

    atención y al hacerlo, recortan de la multiplicidad un fragmento con sentido; al mismo tiempo dejan en sombrasuna riqueza múltiple, cierran nuestro pensamiento y

    tienden a convencernos de que el recorte es el mundo... Así nos movemos, atrapados por nuestras propias redes; ylo conceptualizable termina siendo muchas veces lo único pensable. Pero esta construcción no es sólo nuestra; nos

    incorporamos a un mundo conceptual y aunque lo hacemosnuestro y propio, este arrastra el sedimento de otras épocas y de esta, emociones lejanas y próximas, valores nuevos yantiguos. Armados con nuestros conceptos, aislamos de la

    realidad algunos planos y les llamamos hechos; este bautismoles presta fuerza, solidez. De allí en más, los tenemos delantede los ojos; y lo que verdaderamente tenemos delante de los

    ojos, nuestra experiencia íntima y personal va perdiendo todala fuerza que ganan aquellos. Los hechos reclaman métodos

    apropiados, métodos que no permitan que la investigación sedesvíe, métodos que cierren el paso a lo que, de acuerdo al

    recorte, no sea fáctico, atrapable, conceptualizable. Al cabo,el círculo se cierra: esos “hechos” sólo pueden ser abordados

    mediante los métodos legítimos.(María del Rosario Lores)

    El proceso de nitorio verdadero ha de circunscribir, jaro señalar fronteras; constituir, por tanto, universos. Su

    preocupación no son los individuos, sino los espacios teóricosen los que los individuos habrán de existir. Pero resulta queen todo tiempo la operación de nitoria se encuentra con unaconstelación dada, aquella sistematización que, por razones

    su cientes, se ha impuesto dentro de lo posible (Leibniz, conun profundo concepto, la denomina lo composible). De ahí

    que la de nición, al no poderse casar con ninguna situacióndada so pena de perder el resto, haya de trascender lo dado,rescatando así lo posible para el mundo de los vivos: para la

    realidad de la que es parte.(Augusto Serrano)

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    Mi opinión es que el mundo de la creatura, del procesoespiritual, es a la vez tautológico y ecológico. Quiero decirque es una tautología que lentamente se cura a sí misma.

    Librada a sus propios medios, toda gran porción de creaturatenderá a encaminarse hacia la tautología, vale decir haciala congruencia interna de las ideas y procesos. Pero de vez encuando la congruencia se quiebra, la tautología es hendidacomo la tersa super cie de un estanque cuando se le arrojauna piedra. Entonces lenta pero inmediatamente, comienzaa curarse y esa curación puede ser implacable, llevando al

    exterminio de especies enteras...Yo supongo que bajo la lente de un microscopio

    su cientemente grande, ninguna idea puede ser errónea,ninguna nalidad puede ser destructiva, ninguna disección

    puede estar descaminada... pienso que cierto desgarramientodel sistema ecológico tautológico es incluso, en cierto modo,bueno para él. Su capacidad de autocuración quizá necesite

    ser ejercitada.(Gregory Bateson)

    Introducción

    La epistemología es el conjunto de re exiones, análisis y estudios acerca de losproblemas suscitados por los conceptos, métodos, teorías y desarrollo de lasciencias. Puede surgir internamente del seno de la ciencia misma, exigida porcrisis que amenacen o pongan en duda los fundamentos o los marcos conceptua-les de ésta. O puede provenir del campo de la losofía, como parte de una críticao concepción más general acerca del conocimiento o la realidad. En cualquiercaso, es siempre una toma de conciencia acerca del proceso de crear o justi carconocimiento, sin la cual este puede transcurrir durante ciertos períodos. Susmétodos no comprenden la veri cación o puesta a prueba empírica; pero susconstrucciones deben contrastarse una y otra vez con las realizaciones efectivasde las comunidades cientí cas a lo largo de la historia. Así ocupa su lugar en laespiral continua en que la creación de conocimiento toma contacto con la reali-dad y se repliega sobre sí misma para evaluar sus resultados (1).

    El comunicado nal del coloquio La ciencia ante los con nes del cono-cimiento: prólogo de nuestro pasado cultural organizado por la Unesco conla colaboración de la Fundación Giorgo Cini y realizado en Venecia hacealgunos años atrás, señalaba entre otras ideas:Asistimos a una revolución importantísima en el ámbito de la ciencia, engen-

    drada por la ciencia fundamental (especialmente la física y la biología), porlas modi caciones radicales que introduce en la lógica, en la epistemología y,asimismo, en la vida cotidiana a través de las aplicaciones tecnológicas. Peroal mismo tiempo advertimos que existe un desfase importante entre la nuevavisión del mundo que dimana del estudio de los sistemas naturales y los valoresaún predominantes en la losofía, las ciencias humanas y la vida de la sociedadhumana, ya que dichos valores se basan en gran medida en el determinismomecanicista, el positivismo o el nihilismo..., al tiempo que reconocemos las di-

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    ferencias esenciales que existen entre la ciencia y la tradición, advertimos no suoposición, sino su complementariedad. El encuentro inesperado y enriquecedorentre la ciencia y las distintas tradiciones del mundo hace posible imaginar la

    aparición de una nueva visión de la humanidad y hasta de un nuevo racionalis-mo.... reconocemos también la urgencia de una investigación verdaderamentetransdisciplinar mediante el intercambio dinámico de las ciencias “exactas” ylas ciencias “humanas”, el arte y la tradición. En cierto modo, esa metodologíatransdisciplinar está inscrita en nuestro propio cerebro a merced de la interac-ción de sus dos hemisferios. Así pues, el estudio conjunto de la naturaleza y de loimaginario, del universo y del ser humano podría acercarnos mejor a la realidady hacer que podamos enfrentarnos con más propiedad a los desafíos que planteanuestra época. (2)

    El propósito de este primer apartado es sugerir caminos de re exiónpara avanzar en la perspectiva abierta por la declaración de Venecia. Portal razón trata de generar provocaciones y de inducir preguntas, la mayorparte de las cuales no sólo quedan abiertas sino que además pueden moles-tar y perturbar. Si logro eso, signi ca que ha tenido sentido escribir estaspáginas. Haciendo uso de los conceptos de paradigma y de metáforas heintentado realizar una crítica de la visión actualmente hegemónica en elmundo de la ciencia y a la vez he tratado de sugerir formas de salir de lastrampas del mecanicismo y del reduccionismo.

    Sobre el papel de las metáforas en la ciencia

    Etimológicamente, “metáfora” proviene del griego y signi ca trasla-ción. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, unametáfora es un tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las vocesa otro gurado, en función de una comparación tácita. Un tropo comportael empleo de las palabras en sentido distinto del que propiamente les co-rresponde, pero conservando con este alguna conexión, correspondencia osemejanza. La metáfora recurre particularmente al uso de la semejanza ode la analogía. Las metáforas han jugado y juegan un rol importantísimo enel desarrollo del pensamiento cientí co puesto que nos ayudan a desplegarnuestras formas de pensamiento analógico. Se constituyen en imágenes que

    nos pre guran, evocan y sugieren mecanismos y procesos sobre el modo enque opera la realidad y a veces es posible mediante ellas, acceder a verda-des más profundamente, que como lo hace la ciencia.

    La metáfora dominante en la historia de la ciencia moderna

    Descartes, Galileo, Bacon, Newton y otros desarrollaron la noción me-canicista del mundo en el siglo XVII. Descartes basó su noción de la natu-raleza en una división fundamental que separaba dos dominios: la mentey la materia.

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    El universo material era una máquina y nada más que una máquina. Lanaturaleza funcionaba de acuerdo con las leyes mecánicas y todo el mundomaterial podía explicarse según la disposición y movimiento de sus partes.

    Descartes hizo extensiva esta noción mecanicista de la materia a losorganismos vivientes. Las plantas y los animales fueron considerados sim-plemente máquinas; los seres humanos estaban habitados por un alma ra-cional, pero el cuerpo humano era indistinguible de una máquina animal.

    La esencia de la aproximación cartesiana al conocimiento era su méto-do analítico de razonamiento, mediante el desmenuzamiento de los con-ceptos y problemas en fragmentos que luego eran ordenados según la ló-gica. Con el tiempo, tal aproximación devino la característica primordial

    del moderno pensamiento cientí co y probó ser útil en el desarrollo de lasteorías cientí cas y en la concreción de proyectos tecnológicos.Por otro lado, la sobre-acentuación del método cartesiano ha conducido

    a la característica fragmentación tanto del pensamiento general como denuestras disciplinas académicas y a la tan extendida actitud reduccionistaen el campo de la ciencia: la creencia en que todos los aspectos de los fe-nómenos complejos pueden ser comprendidos mediante su reducción a laspartes que los constituyen.

    La historia de la ciencia clásica muestra que ella se constituyó a partir de lametáfora del mecanismo o de la máquina. Descartes escribió lo siguiente: Yo hedescrito la tierra y todo el mundo visible, como si fuera una máquina. En susvariados escritos Descartes desarrolló una noción ya sugerida por otros lósofos,en efecto él inauguró esta tradición de pensamiento que nosotros llamamos “me-canicismo”, o lo que fue conocido en aquel tiempo como losofía mecanicista. Yesta metáfora está aún presente entre nosotros.El primer supuesto de la losofía mecanicista sugiere que la materia misma esen última instancia inerte, sin ninguna vida o creatividad en sí misma. La granriqueza de la metáfora mecánica es que implica que el mundo material, al nde cuentas, es absolutamente predecible. De acuerdo a esta metáfora, el mundomaterial opera como cualquier máquina, de acuerdo a reglas invariantes y jas;leyes que han sido instaladas en la máquina desde la partida. No tiene espon-taneidad en sí mismo. Funciona con la completa regularidad de un reloj hastaque se detiene, así el mundo material no puede por sí mismo alterar las leyesque se han instalado en él. Las leyes del mundo mecánico están presentes y sonconstantes; si nosotros podemos descubrirlas seremos capaces de predecir conabsoluta certidumbre los sucesos del mundo.El segundo supuesto implícito en la metáfora mecánica está algo más ocultoque el anterior. Una máquina siempre implica la existencia de alguien que laconstruyó –un hacedor, un inventor. Una máquina no puede, a la manera de unembrión, generarse a sí misma. Los relojes, los automóviles y las máquinas devapor no toman forma de sí mismas– si lo hicieran, serían en verdad entidadesmágicas. muy salvajes y no podría adscribirse a ellas la uniformidad, estabilidady el carácter predecible que asociamos con cualquier objeto estrictamente me-

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    cánico. Si vemos la naturaleza como una máquina, entonces tácitamente vemosalgo que ha sido construido, algo hecho desde afuera. Esto es aún más evidenteen el lenguaje que hoy usamos en la ciencia, nosotros hablamos de conductas

    que han sido “programadas” en genes animales, de información que es “soporta-da por medio de conexiones” en el cerebro. Como mecanicistas olvidamos estasmetáforas de nuestra propia experiencia de cosas construidas –cosas construidaspor seres humanos– y entonces pretendemos que el inventor, o constructor (oel programador) no participa dentro de la metáfora. Pero, por supuesto, que lohace. Si el mundo material es como una máquina, entonces, este mundo debehaber sido construido por alguien (3).

    La ciencia clásica operaba en cierta medida con modelos reduccionis-tas, que podían comprenderse cabalmente y eran de alguna manera mo-delos simpli cados de la naturaleza, en cierto sentido caricaturas de ella.

    La ciencia clásica con su reduccionismo, convirtió en cierto modo a la na-turaleza en algo casi totalmente automático. La ciencia llegó incluso a serconsiderada como una especie de doctrina bien de nida que se ocupabade leyes deterministas y reversibles en el tiempo, las cuales tenían escasarelación con los seres humanos.

    El desconocimiento de algunos principios fundamentales

    Esta visión reduccionista del mundo producto del mecanicismo propiode la ciencia clásica nos ha llevado a desconocer la existencia de ciertasverdades o principios fundamentales, los cuales, sin embargo, han sido re-conocidos y han estado presentes en la mayoría de las cosmovisiones pro-vistas por las grandes tradiciones espirituales y losó cas de la humanidad.

    Algunos de esos principios son:

    1) El principio de impermanencia (no permanencia)

    La realidad es algo absolutamente inasible, variable, fundamentalmen-te relacional. Toda nuestra historia reciente muestra una profunda obse-sión por descubrir las fuentes para anclar y asentar nuestras certezas en

    el plano de las ideas y de los símbolos, y por descubrir la intimidad delo material. Hemos escudriñado en las profundidades de lo micro y de lomacro buscando encontrar la solidez de lo permanente, de lo inmutable, delo absolutamente previsible. Y nos hemos encontrado con un universo quees fundamentalmente vacío. La “teoría cuántica relativista de los campos”muestra que la realidad “fundamental” sobre la cual descansan la totalidadde los fenómenos materiales, no es de tipo granular ni de tipo corpuscular,sino que al contrario, es de tipo “inmaterial”. En resumen, la realidad esasimilable a un conjunto de campos, descriptible a través de interaccio-nes constantes. En esta perspectiva, el “fondo” sobre el cual descansa la

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    materia visible no sería más que la interpenetración, la superposición, elenmarañamiento de campos físicos de distinta naturaleza. Estos camposfísicos sólo tienen sustancia, si se puede decir así, vibratoria, no material.No son tampoco ondas sino más bien las estructuras que permiten a estasondas manifestarse y desplazarse. El campo no tiene propiedad espacial nitemporal: es como una matriz.

    El reduccionismo de la ciencia occidental mecanicista ha intentado envano congelar lo no permanente, apresando lo que sólo puede existir enmovimiento, libertad y relación. Olvidando lo que Niels Bohr expresó tanclaramente: “las partículas materiales aisladas son abstracciones; sus pro-piedades sólo se pueden de nir y observar a través de su interacción conotros sistemas”.

    El principal desafío para la ciencia hoy en día es reconocer esta nuevarealidad donde “todo lo sólido se desvanece en el aire” como lo dice elsugerente título del libro de Marshall Berman.

    2) El principio de no separación

    Morris Berman en su magní co libro El reencantamiento del mundopresenta (4) una interesantísima y provocativa analogía entre: la esquizo-frenia o el yo dividido, un ego que se disocia y no intenta conectarse conla realidad que lo rodea, buscando protegerse a sí mismo, y la “objetividadcientí ca”, que se de ne como el necesario distanciamiento que debe es-tablecerse entre el sujeto que conoce (investigador) y el objeto de estudio(la realidad observada).

    En el pensamiento budista se dice que la forma más sutil de conta-minación mental del proceso cognitivo es la que implícitamente atribuyerealidad separada a los objetos y al observador. Todas las característicasque pueden ser encontradas en objetos, nominadas, clasi cadas, etc., todasson el resultado de este tipo de simpli cación, la que admite que el objetopuede, por último, revelar características propias, y en ningún momentoconsidera que cualquier característica es solamente una especie de inter-

    pretación automática del fenómeno ocurrido en un proceso de relación.Esta forma de contaminación mental está presente siempre en nuestro

    raciocinio y en nuestras verbalizaciones. El propio lenguaje está estructura-do en función de las características de objetos separados y todo es descritoasí. Usando el lenguaje de la física, podríamos decir que el cuerpo físico deun ser humano está a una temperatura aproximada de 37 grados Celsius;en temperatura absoluta en la escala Kelvin, estos 37 grados Celsius corres-ponderían a aproximadamente 310 grados. En caso de que el ambiente noemitiese radiación térmica sobre los seres humanos, estos rápidamente secongelarían y perderían la vida. O sea, constantemente nos mantenemos

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    vivos justamente por recibir radiación térmica del ambiente, pero cuandocontemplamos el ambiente a nuestro alrededor o miramos nuestro cuerpo,no percibimos el grado de correlación íntima que existe entre este y el am-biente. No percibimos cómo la existencia de este cuerpo humano es cons-tantemente construida también por la energía térmica recibida del exterioren forma de radiación. Nuestra tendencia es ver nuestros cuerpos comoobjetos independientes y autosu cientes, interactuando con el ambiente,cuando mucho a través de los alimentos y del aire. De la misma forma noses difícil percibir cómo los objetos que vemos alrededor son construidos ensu apariencia por los estímulos sensoriales que nuestro cuerpo recibe a par-tir de la incidencia, sobre estos objetos, de luz visible, por ejemplo. Nuestramente los ve como objetos con características de nidas, independientes decualquier relación externa. La razón es que esta forma de relación se da por

    medio de un mecanismo físico oculto, tanto a la visión como al lenguaje,convencionales.

    En el área de la física, fue Niels Bohr quien consiguió introducir co-rrecciones a esta forma de pensar, de expresarse y consiguió no solamentedistanciarse de esta forma de “ideología automática” sino que llegó a for-mular un sistema losó co que escapaba de estos problemas sin quedarseen el inmovilismo. Su éxito fue tan grande que la Teoría Cuántica es hoyun tema central de estudio tanto para físicos como para lósofos, siendola base para una importante evolución cientí ca y tecnológica ocurrida amediados de este siglo.

    Su visión losó ca, la “complementariedad”, puede ser vista como unaforma avanzada de estructurar el conocimiento convencional, sin dejarselimitar por los presupuestos y paradojas que se desprenden de los equívo-cos de las interpretaciones condicionadas.

    En la forma de estructurar el conocimiento desarrollada por Bohr, lapalabra “objeto” incluye no sólo lo que convencionalmente es entendidocomo “objeto” experimental, sino también el equipamiento experimentaldel laboratorio usado en las medidas y las teorías que generan las pregun-tas (5).

    Humberto Maturana nos señala:Si queremos entender el fenómeno del conocimiento, si queremos entender elsistema nervioso, si queremos entender el lenguaje, si queremos entender lo quepasa en la convivencia, tenemos que hacernos cargo de este curioso fenómeno:los seres humanos, los seres vivos en general, no podemos distinguir en la expe-riencia entre lo que llamamos ilusión y percepción como a rmaciones cognitivassobre la realidad (6).

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    Se puede comprender el sentido que tiene decir que: desapareciendo lahumanidad el universo entero desaparece, o la a rmación aún más extraor-dinaria de que el universo surge y desaparece a cada instante, con cadapensamiento, o todavía más, cuando se dice que hasta el mismo pasado y elfuturo pasan por cambios incesantes (toda vez que es en el presente dondetoman forma, a través de la mente de los que piensan).

    3) El principio de no distinción

    La ciencia mecanicista ha renunciado a la “totalidad” unicista, desme-nuzando analíticamente todo, sin poder captar la conexión subyacente –”lapauta que conecta”, diría Gregory Bateson– entre todas y cada una de lascosas del universo. Ello condujo a concepciones e cientistas y monocau-

    sales de la realidad, en un universo interdependiente, conformado por unared de relaciones. Si bien la especialización fue necesaria en una época enla historia de la ciencia para evitar que las autoridades se inmiscuyeran enel pensamiento autónomo, ella condujo a una disciplinariedad y atomiza-ción que le impide hoy enfrentar aisladamente los verdaderos problemaspor resolver, casi todos ellos de carácter multidisciplinario o transdiscipli-nario.

    Por tanto, es necesaria la introducción de un criterio de integralidadque implica estar atento a la utilización de la aproximación holística (delgriego Holos: entero), tomando en cuenta que conforme a las nuevas vi-siones del universo, cada evento constituye a la vez una parte y un re ejodel todo, como la metáfora del holograma. En tal visión el todo y las partesse encuentran en interrelaciones sinérgicas, dinámicas, constantes y para-dojales.

    Ello implica cultivar como virtudes morales el discernimiento, la tole-rancia, el respeto, la alegría, la simplicidad y la claridad en los encuentrosentre representantes de las ciencias, losofías, artes y tradiciones culturalesy espirituales, necesarias para el abordaje transdisciplinar en equipo.

    Será necesario enfocar con su ciente apertura y examen crítico la com-plementariedad y la contradicción en la consideración de lo relativo y delo absoluto, de la vía cuantitativa y de la cualitativa, todo ello al serviciode la vida, del ser humano y de la evolución.

    4) El principio de no causalidad

    La ciencia occidental ha privilegiado la visión causal y ha desconocidoel pensamiento sincrónico, el cual sostiene que, más allá de una conexióncausa - efecto, hay una correspondencia entre los estados simultáneos de

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    distintos tipos de fenómenos. Existen algunas importantes diferencias entreambos; la primera tiene que ver con el conocimiento objetivo, utilizandola observación y el raciocinio para explicar como un evento surge “lógi-camente” de otro. La sincronicidad –según Carl Jung– es un principio deconexión acausal y de ne la ocurrencia simultánea de dos o más eventosque presentan una relación entre sus signi cados pero no en su causali-dad. Jung sostuvo que todo factor acausal implicado en un acontecimiento,debe ser considerado con el mismo nivel de trascendencia que la causali-dad, en cuanto principio explicativo.

    Hipótesis como la resonancia mór ca de Rupert Sheldrake en el planode la biología, o el enfoque bootstrap de Geo rey Chew, el experimentoEPR y el teorema de Bell recuerdan el concepto de sincronicidad acuñado

    por Jung y Pauli.El concepto y el rol de los paradigmas en la ciencia

    En la epistemología se llama paradigma a esa visión de la realidad in-ternalizada por nosotros y que se expresa en nuestros conceptos; son nues-tros supuestos más generales y al mismo tiempo más recónditos, a menudoinconcientes. Ellos determinan nuestros métodos, recortan nuestros pro-blemas, guían nuestras hipótesis, nos hablan de cómo es la realidad quenos rodea, quiénes somos los seres humanos, cuáles son nuestros móviles,nuestras posibilidades y nuestros límites; nos hablan poderosamente, perosin dejarse ver, no son explícitos, son la tierra que nutre nuestras teorías,no podemos dejar de tener una; pero podemos volver la vista hacia ellos,examinarlos, hacerlos explícitos y ver si aún responden a nuestras necesi-dades, a nuestras expectativas, a nuestras emociones.

    El concepto de paradigma y su relación esencial con el pensamientocientí co fue introducido en 1962 por Thomas Kuhn (7). Para este historia-dor de la ciencia, un paradigma es un logro intelectual capital que subyacea la ciencia y guía el transcurso de las investigaciones. Se supone que todoparadigma cientí co debe ser susceptible de modi caciones, refutacioneso convalidaciones, sin embargo, cuando una teoría funciona de manera e-ciente por un período de tiempo, se convierte en “norma”, que más allá deproporcionar un contexto operativo a un campo de fenómenos, lo restringey pre-programa. Convertida en un marco referencial implícito para la ma-yoría, se transforma en el modo “natural” de ver y obrar, en la forma “razo-nable” de pensar un fenómeno. De este modo, nadie piensa en cuestionar orebelarse contra algo que parece ser “el orden natural del universo”.

    Vivimos hoy en una época de con icto de paradigmas, en donde seproponen paradigmas renovadores frente a otros más antiguos y se abren

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    nuevas direcciones en las exploraciones. El paradigma necesario para laépoca que nos toca vivir deberá ser capaz de combinar diferentes enfoquesen un equilibrio dinámico, que implique un modelo dúctil de re exión ypensamiento holístico. En primera instancia, un nuevo paradigma conllevauna nueva visión de la realidad, pues incluye nuevas especies de informa-ción, que aportan formas de visión complementarias para toda la reali-dad. Un paradigma es un conjunto de teorías, valores, técnicas, modelosy construcciones compartidas por los miembros de una comunidad, cuyossupuestos no funcionan como hipótesis, sino como creencias estrati cadas.La creencia es la insistencia en que la verdad es lo que uno desearía quefuera. De esto se deduce que un creyente sólo abrirá su mente a la verdadbajo la condición de que esta encaje con sus ideas y deseos concebidosanteriormente. En realidad el paradigma de la nueva conciencia sustituye

    su estructura de creencias por un sistema de fe, pues la fe es una aperturasin reservas de la mente a la verdad, sea esta la que fuera, careciendo deconcepciones previas, la fe implica una “zambullida en lo desconocido”.Las creencias se aferran, pero la fe es un dejarse llevar. En este sentido de lapalabra, la fe es la virtud esencial de este naciente paradigma, que conjugaen su interior la sabiduría antigua y la ciencia moderna.

    El paradigma holístico proviene del griego holos, totalidad y se re ere auna forma de comprensión de la realidad en función de totalidades en pro-cesos integrados, cuyas propiedades no pueden ser reducidas a unidades dereferencia menores. La conciencia holística concibe al ser humano como unorganismo, una unidad de desarrollo, algo diferente y mucho mayor que lasuma de sus partes. Se trata también de una visión ecológica e implica unatransformación de nuestra visión del mundo, un cambio en nuestros pensa-mientos, percepciones y valores, que constituye lo que denominaremos unasustitución o mudanza de paradigmas.

    Una ética holística debería estar inspirada en valores tales como los depreservación de la vida, la alegría, la cooperación, el amor, el servicio, lacreatividad, la sabiduría, la trascendencia y traducirse en acciones efecti-vas agrupadas en categorías como la integridad, la inclusión y la plenitud.

    Los avances hacia un nuevo paradigma: las nuevas metáforas

    Primera metáfora. La escalera de la conciencia: la teoría del campo uni cadode la conciencia

    Ken Wilber –teórico líd