la teología agnóstica y apofática de thomas hobbes de malmesbury

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Juan Diego Moya B. La teología agnóstica y apofática de Thomas Hobbes de Malmesbury Abstract. This paper considers the Hobbesian theory 01 God's attributes (NEGATIVE, SUPERLATlVE and INDEFlNITE). Wewill try to elucidate the agnostic framework 01 the Hobbesian theory, and its discursive entailments. We will also clarify the essentially performative character 01the Hobbesian attribute, conceived qua term. In order to reconstruct the Hobbesian thesis, we are going to make use 01the [ollowing loci: De Cive, Chapter Xv. Leviathan, Chapter XII, and De Corpore 's (the bearer 01 Hobbesian ontology) first book. In connection witli Leviathan, or the Matter, Form & Power of a Cornmonwealth, Ecclesiastical & Civil, we are going to consider the a posteriori argument 01 Hobbes' philosophical theology, and to examine the Hobbesian reconstruction 01 religion 's genealogy. Resumen. El texto abordará el estudio de la teoría hobbesiana de los atributos del ente divi- no (NEGATIVOS, SUPERLATIVOS E INDEFI- NIDOS). Su propósito es el esclarecimiento del transfondo agnóstico (en sentido metafísico) de la correspondiente teorizacián hobbesiana, y sus implicaciones discursivas. Asimismo, aspira a elucidar el carácter esencialmente realizativo del atributo hobbesiano, concebido -éste- como un término. Para reconstruir las tesis del emi- nente pensador de Malmesbury, el autor recurri- rá a De Cive, Xv. a Leviatán, XII, y al libro 1° de De Corpore, texto vehicular de la ontología hob- besiana. En conexión con el capítulo Xll" del magistral Leviatán o la Materia, Forma y Poder de una República eclesiástica y civil, el autor considerará la prueba a posteriori de la teología filosófica hobbesiana. Finalmente, examinará la reconstrucción hobbesiana de la genealogía de la religión. Epistemología constructivista y semiótica nominalista Philosophia ut crescat libera esse debet nec metu nec pudore coercenda (Lux mathematica). (en Tonnies, 1932, 7) En el marco de la epistemología de Thomas Hobbes de Malmesbury (1588-1679), de la pu- blicación de cuya magna obra Leviatán (Or the Matter, Form and Power 01 a Commonwealth, Ecclesiastical and Civil (Londres, 1651») conme- moramos el aniversario número 350, la filosofía se concibe como la ciencia de las consecuencias, respecto de las cuales cabe un desplazamiento derivativo e inferencial de carácter tanto analíti- co como sintético. El desplazamiento analítico permite determinar, a partir de la constatación de un efecto, la índole de su o de sus causas; el sin- tético posibilita marchar a contrapelo. La ciencia es el saber de las consecuencias, y la causa actúa como el signo del efecto, el cual puede, asimis- mo, fungir como un signo respecto de su causa o respecto de sus múltiples causas. La ciencia na- tural es siempre conjetural (cf. Leviatán, VI/), y no cabe el discurso inferencial apodíctico más que en la medida en que el objeto de cognición es Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLI (103),127-136, Enero-Junio 2003

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Page 1: La Teología Agnóstica y Apofática de Thomas Hobbes de Malmesbury

Juan Diego Moya B.

La teología agnóstica y apofáticade Thomas Hobbes de Malmesbury

Abstract. This paper considers theHobbesian theory 01 God's attributes(NEGATIVE, SUPERLATlVE and INDEFlNITE).Wewill try to elucidate the agnostic framework 01the Hobbesian theory, and its discursiveentailments. We will also clarify the essentiallyperformative character 01the Hobbesian attribute,conceived qua term. In order to reconstruct theHobbesian thesis, we are going to make use 01the[ollowing loci: De Cive, Chapter Xv. Leviathan,Chapter XII, and De Corpore 's (the bearer 01Hobbesian ontology) first book. In connectionwitli Leviathan, or the Matter, Form & Power of aCornmonwealth, Ecclesiastical & Civil, we aregoing to consider the a posteriori argument 01Hobbes' philosophical theology, and to examinethe Hobbesian reconstruction 01 religion 'sgenealogy.

Resumen. El texto abordará el estudio de lateoría hobbesiana de los atributos del ente divi-no (NEGATIVOS, SUPERLATIVOS E INDEFI-NIDOS). Su propósito es el esclarecimiento deltransfondo agnóstico (en sentido metafísico) dela correspondiente teorizacián hobbesiana, y susimplicaciones discursivas. Asimismo, aspira aelucidar el carácter esencialmente realizativodel atributo hobbesiano, concebido -éste- comoun término. Para reconstruir las tesis del emi-nente pensador de Malmesbury, el autor recurri-rá a De Cive, Xv. a Leviatán, XII, y al libro 1° deDe Corpore, texto vehicular de la ontología hob-besiana. En conexión con el capítulo Xll" delmagistral Leviatán o la Materia, Forma y Poderde una República eclesiástica y civil, el autor

considerará la prueba a posteriori de la teologíafilosófica hobbesiana. Finalmente, examinará lareconstrucción hobbesiana de la genealogía dela religión.

Epistemología constructivista ysemiótica nominalista

Philosophia ut crescat libera essedebet nec metu nec pudore coercenda

(Lux mathematica).(en Tonnies, 1932, 7)

En el marco de la epistemología de ThomasHobbes de Malmesbury (1588-1679), de la pu-blicación de cuya magna obra Leviatán (Or theMatter, Form and Power 01 a Commonwealth,Ecclesiastical and Civil (Londres, 1651») conme-moramos el aniversario número 350, la filosofíase concibe como la ciencia de las consecuencias,respecto de las cuales cabe un desplazamientoderivativo e inferencial de carácter tanto analíti-co como sintético. El desplazamiento analíticopermite determinar, a partir de la constatación deun efecto, la índole de su o de sus causas; el sin-tético posibilita marchar a contrapelo. La cienciaes el saber de las consecuencias, y la causa actúacomo el signo del efecto, el cual puede, asimis-mo, fungir como un signo respecto de su causa orespecto de sus múltiples causas. La ciencia na-tural es siempre conjetural (cf. Leviatán, VI/), yno cabe el discurso inferencial apodíctico másque en la medida en que el objeto de cognición es

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLI (103),127-136, Enero-Junio 2003

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de factura humana: ora los de la geometría, ora elcuerpo civil.

El saber científico es siempre teorético, yconsiste en la cognición de las consecuencias (cf.Leviatán, /X). Con todo, la finalidad de la cienciaes el poder. La ciencias son, o bien de los cuer-pos naturales, o bien de los cuerpos artificiales.El dominio de la filosofía civil o política es el delos cuerpos debidos al artificio humano, cuyoFiat eliciente es el pacto o el contrato entre par-ticulares, como lo reza el prefacio del Leviatán.La filosofía civil versa sobre los deberes del ciu-dadano, y sobre los concomitantes de la sobera-nía en el Estado por institución, la cual es la men-te misma del cuerpo cívico, su alma o principiovivificante. Los deberes del ciudadano participande la gramática de la obediencia, en ausencia dela cual no cabe seguridad jurídica alguna. La teo-ría de la obediencia es la de las condiciones de laposibilidad real misma de la seguridad. La filoso-fía civil es el estudio de las condiciones de inte-ligibilidad (y de racionalidad práctica) en cuantoal ejercicio del poder político; el de los postula-dos de una reconstrucción racional de la sociedadpolítica (cf. Sabine, 1963,344).

Existen, en efecto, unas ciertas condicionesde inteligibilidad en cuanto al ejercicio efectivodel poder político. El nuevo Estado, por constituirinstitutivamente (auténtico artificio, producción'de carácter artificial), debe concebirse como laico,civil; como reino de la luz y de la ciencia (antíte-sis del reino de las tinieblas, el cual no es otro queel de la superstición (cf. Tonnies, 1932,63-64)).

La filosofía posee ordenación teleológica alpoder. El mismo conocimiento teórico antono-másico, la geometría, se supedita a la resoluciónde problemas, al arte de la construcción de las fi-guras (cf. De Corpore, l, VI). El contenido de lafilosofía, su objeto material terminativo, es todolo que admite generación, y todo aquello respec-to de lo cual cabe concebir un proceso generacio-nal. En efecto, es escible todo lo que admite gé-nesis representacionalmente constructiva. Asi-mismo, es escible cuanto es composible o solu-ble. Escible es todo cuerpo en la medida en quepuede generarse y tener alguna propiedad (cf. DeCorpore, t. VIII).

La ciencia natural versa, o bien sobre lasconsecuencias de los accidentes comunísimos a

los cuerpos en su totalidad, como por ejemplo lamagnitud y el movimiento, o bien sobre las con-secuencias de accidentes de menor generalidad.En este último caso, la ciencia es, o bien el cono-cimiento de las consecuencias de los cuerpos per-manentes, o bien el de las consecuencias de loscuerpos terráqueos.

Los nombres son los signos con base en loscuales acaece la suputación intelectual. Estosson, o bien afirmativos, o bien negativos; o biencomunes, o bien propios; o bien de primera, obien de segunda intención; o bien de sentido pre-ciso y determinado, o bien de sentido indetermi-nado; o bien de uso unívoco, o bien de uso equí-voco; o bien absolutos, o bien relativos, y, o biensimples, o bien compuestos (cf. De Corpore, 11,VII-X/V).

Los términos de la categoría de la cantidadse distribuyen en la siguiente forma: la cantidades, ora continua, ora discreta. La continua es, obien por sí, o bien accidental. La cantidad conti-nua por sí es, o bien la línea, o bien la superficie,o bien lo sólido.

Accidentalmente continua es la cantidad cu-ya continuidad depende de la de la línea (de lacontinuidad de la línea), o aquélla cuya continui-dad es condicionada por la de la línea y el tiem-po, o aquélla cuya continuidad es determinadapor el movimiento y lo sólido. Accidentalmentecontinuas son, respective, las siguientes cantida-des: la del tiempo, la del movimiento y la de lafuerza (De Co rpo re, 11,XV). Los términos de lacategoría de la relación admiten la siguiente dis-tribución: términos relativos de magnitud, decualidad y de orden. Los de orden reciben la si-guiente especificación: los de simultaneidad ylos de sucesión. Los de simultaneidad son tales,relativamente al espacio (o localidad) y al tiem-po. Los de sucesión, clasifícanse relativamente alespacio y al tiempo. Los de sucesión en cuanto alespacio denotan, o bien la anterioridad, o bien laposterioridad. Los de sucesión en cuanto al tiem-po designan, asimismo, ora la anterioridad (=pre-lación), ora la posterioridad (= el ser ulterior aotro) (cf. De Corpore, 11,XV).

La cualidad es, o bien la sensación, o bien losensible. La sensación es, ora primaria, ora secun-daria. La primaria es, ora visual, ora auditiva, oraolfativa, ora gustativa, ora táctil, ora imaginativa.

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LA TEOLOGÍA AG ÓSTICA y APOFÁTICA DE HOBBES

La secundaria es una afección, ora grata, ora in-grata. Lo sensible es, o bien visible, o bien audi-ble, o bien olfateable, o bien degustable, o bientangible. Visible es, ora la luz, ora el color; audi-ble, el sonido; olfateable, el olor; degustable, elsabor; tangible, lo resistente, lo blando, lo cálido,lo frío, etc.

Desde la perspectiva extensional adoptadapor el somatista Hobbes, la verdad del enunciadovendría a explicarse por la inclusión de lo signi-ficado por el término sujeto, en la clase designa-da por el. término predicado. En esta medida. elque un enunciado como "Todo hombre es un ani-mal" (o un cuerpo animado) sea verdadero se ex-plica porque todo hombre (todo miembro de laclase correspondiente) inclúyese en cuerpo ani-mado (pertenece a la clase de los cuerpos anima-dos). Así, pues, si todo hombre es cuerpo, bastael que un ente no sea un cuerpo para que no pue-da ser un hombre. En este sentido, todo no cuer-po está contenido en la clase de los no hombres.La clase complemento de los no cuerpos, menoren extensión lógica que la de los no hombres, esuna subclase de ésta. Todo miembro de la clasede los no cuerpos es un elemento perteneciente ala de los no hombres.

Según el acápite tercero del capítulo IXO deDe Corpore, la causa suficiente es un conjunto deaccidentes, comunes a un agente y a un paciente.En la medida en que estos accidentes reciben sa-tisfacción, y en que la totalidad de las condicionesnecesarias del paciente gozan de actualidad, en-tonces despréndese necesariamente el efecto. Enla medida en que, en cambio, una sola de las con-diciones necesarias carece de facticidad, el efectono se sigue. El efecto es un estado o afección delpaciente. Los requisitos son disposiciones o acci-dentes comunes al agente y al paciente. No esta-mos en presencia sino de un concepto dinámicode la causalidad, en que todo efecto es un movi-miento en particular, extrínsecamente inducido.

En acuerdo con el capítulo IYo del Leviatán,el intelecto humano puede generalizar a partir deuna cierta correlación entre formas geométricas ypropiedades. El teorema se supedita a la cons-trucción de figuras y a la resolución de proble-mas geométricos. La generalización lícita reposasobre una construcción geornétrica, como lo su-giere el capítulo l° (acápite 1Il0) de De Corpore.

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El auténtico conocimiento implica una construc-ción del objeto de cognición.

Si las definiciones son adecuadas, es enton-ces imposible que, si el curso raciocinante (=su-putativo) es lícito e ilativamente válido, el saberno sea adecuado. La adecuación del saber apo-díctico reposa sobre la rectitud de los silogismosconstituyentes del conocimiento, y sobre la ob-servancia de las definiciones originariamente es-tatuidas.

La razón es un poder epistémico de caráctersuputativo, cuyos insumos son los nombres otérminos. Los términos designan imágenes, lascuales son el resultado o el efecto del influjo di-námico de cierto agente extrínseco, sobre el psi-quismo de un paciente epistémico. La sensaciónproporciona el contenido del saber, y es el ele-mento último de referencia del criterio empiristade significación cognoscitiva, adoptado por el fi-lósofo de Malmesbury. En conformidad con laepistemología y con la semántica hobbesianas, elcontenido representacional de la cognición jamáses universal. Lo universal es solamente tal encuanto al significar, jamás en cuanto al represen-tar o en cuanto al Ser. Los universales son térmi-nos designantes de los contenidos puntuales delas sensaciones singulares 1. La sensación es, me-cánicamente considerada, un esfuerzo, una opo-sición de resistencia a una cierta presión extrín-secamente inducida (ab extrinseco ejercida). Lasensación es una especie de la resistencia o de lapresión contrapuesta, conato del corazón por li-brarse de la presión sobre él ejercida (cf. Levia-tán, 1). Este esfuerzo, en la medida en que es ejer-cido hacia fuera, suscita la impresión de (geniti-vo objetivo) la materia extrínseca. Semejantefantasía o aparecer es, precisamente, aquello quelo común de las gentes suele denominar sentido(Loc. cit.). Así, pues, el sentido en cuanto apa-riencia o fenómeno estriba, basamentalmente,sobre un extrorsus Conatus, sobre un esfuerzohacia fuera dirigido (cf. Gueroult, 1974,206)2.

La deliberación acontece cuando en la men-te humana, los apetitos y las aversiones, las espe-ranzas y los temores en relación con uno y elmismo objeto, sobrevienen en forma alternativa:

(...); and divers good and evil consequences of the doing,or omitting the thing propounded, come successively

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into our thoughts; so that sometimes we have an appe-tite to ir; sometimes an aversion from it; sometimes ho-pe to be able to do ir; sometimes despair; or fear to al-tempt it: the whole sum of desires, aversions, hopesand fears continued till the thing be either done, orthought impossible; is that we call deliberation (Le-viathan, VI).

La voluntad es, por su parte, el apetito últi-mo en el proceso deliberativo. De ahí su defini-ción y su ultimidad. En términos lingüístico-mo-dales, la deliberación es subjuntiva; el deseo, im-perativo; la vanagloria, erotética.

En el marco de la presente semiología, rai-galmente nominalista, inscribiose la reflexiónhobbesiana sobre lo Divino, acerca de lo cual haprofesado Hobbes no un agnosticismo de la exis-tencia, sino uno de la esencia.

Las leyes de la Naturaleza

De acuerdo con el mitigado jusnaturalismohobbesiano, inviscerado en una matriz de índolematerialista, las leyes de la Naturaleza no son au-ténticas leyes o principios nómicos, sino, antesbien, teoremas concernientes a la conservacióndel hombre en sociedad, y a la preservación de laintegridad numérica y corpórea del cuerpo civil opolítico (cf. el capítulo XVo del Leviatán).

Las leyes de la Naturaleza son inmutables yeternas, puesto que los vicios a ellas contrariosson eternamente ilegitimables. La índole de estoses tal, y es tal condición de la preservación de lasvidas individuales, que su antítesis entraña el ca-rácter de lo eterno e inconmutable. Jamás, enefecto, será posible el que el antagonismo y laguerra garanticen la conservación de la vida delos agentes individuales (cf. Leviatán, XV). Laciencia moral concierne a la conservación de loscuerpos civiles, en la medida en que no se ocupasino de aquello que conduce a la conservación dela sociedad humana (cf. Leviatán, XV). La filoso-fía moral es la ciencia de la virtud y el vicio. Laauténtica filosofía moral es la doctrina de las le-yes de la Naturaleza (Loc. cit.).

Sea de esto lo que fuere, cabe afirmar concabal certidumbre el que Dios no está supeditadoa las leyes de la Naturaleza, las cuales no son au-

ténticas leyes -como ya se ha confirmado-, sinoteoremas. Relativamente a lo Divino, aquéllas noson, en absoluto, principios nómicos vinculantesy constrictivos. Dios, en efecto, no es un existen-te inmerso en la esfera regida por las leyes de laNaturaleza (esfera de imperativos hipotéticosír.

La teología filosóficade carácter apofático

Un prenotando preliminar por esclarecer yprecisar es la noción misma del agnosticismo, elcual puede asumirse en sentido estricto o en sen-tido lato. En sentido estricto, el agnosticismo esla tesis que problematiza la existencia de Dios.Desde su punto de vista, la existencia de Dios esun hecho problemático, el valor veritativo de cu-ya prolación proposicional es indeterminable, ra-cional o empíricamente indecidible. Desde laperspectiva de un sentido lato del agnosticismo,éste no es más que la negación de la escibilidado de la cognoscibilidad de la existencia divina. Elagnosticismo en sentido lato es compatible conuna teología racional de carácter apofático y, porconsecuencia, con la admisión, implícita o explí-cita, de la existencia de una realidad divina.

En el contexto de la reflexión teológico ra-cional de De Cive, el insigne pensador de Mal-mesbury expuso sumariamente su teoría de lasatribuciones de lo Divino, el cual es un existente.En perspectiva hobbesiana, el nombre propio,como lo haya, de Dios, no es otro que el partici-pio activo Exsistens. La recta razón solo dicta unnombre propiamente aplicable a la esencia divi-na: Existent (That God is) (De Cive, Xv, XIV(Hobbes, 1966, I1, 216». El término Deus, por suparte, no significa más que la concreta modalidadde la interrelación divina con sus creaturas (cf.De Cive, XV, XIV):

From the word God we understand the world's cause.But in saying that the world is God, they say that u hasno cause, that is as much as there is no God. In likemanner; they who maintain the world not to be created,but eternal, because there can be no cause of an eter-nal thing, in denying the world to have a cause, theydeny also that there is a God (De Cive, XV, XIV (Hob-bes, 1966,11,213,214)).

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Dios es, en efecto, una causa primera e in-causada. Asimilarlo al universo físico es un mo-do, harto pintoresco y rebuscado, de negar suexistencia extramental.

El origen de la creencia en la existencia deDios presupone una vivencia de vulnerabilidad yde febledad. Idénticamente, ha intervenido el fe-nómeno psíquico de la admiración. En esta medi-da, el hombre procede a suponer existente a uninvisible opífice de lo visible:

Mankind.from consciousness 01 its own weakness andadmiration 01 natural events, hatñ this; that most menbelieve God to be the invisible maker 01 all visiblethings; whom they also fear; conceiving that they havenot a sufficient protection in Ihemselves (De Cive, XV,XVI, I (Hobbes, 1966, 11,227».

Así, pues, la genealogía del ateísmo estriba úl-timamente en el conocimiento natural desprovistode correlativo. La superstición, en cambio, procededel temor no acompañado de cognición natural. Elreconocimiento del poder y del dominio naturalesde Dios (sobre los entes humanos) pertenece a larecta razón natural (cornputacional)".

Cuatro son las simientes naturales de la reli-gión: la creencia en la existencia de espíritus aso-máticos o descorporeizados (secuencia insignifi-cante de caracteres); la ignorancia respecto de lasetiologías naturales; la devoción respecto deaquello que amedrenta al vulgo, al común de lasgentes, y, finalmente, la propensión a interpretaruna o múltiples coincidencias acontecimentalescomo ominosos presagios de hechos por venir(cf. Leviatán, XII).

En efecto, el ente humano es un agente es-pontáneamente inquisitivo a propósito de losagentes inductores de lo por él cotidianamenteconstatado. Asimismo, el hombre suele pregun-tarse por las etiologías de los eventos naturales.De ahí el que efectúe regresiones explicativas o elque se pregunte por las razones suficientes de loshechos. Finalmente, el hombre es capaz de cues-tionarse sobre lo porvenir, y de conjeturar acercade lo venidero. Lo primero y lo segundo se tradu-cen, ineluctablemente, en ansiedad, puesto queésta necesariamente acompaña a y es concomi-tante de la previsión de la muerte, de la catástro-fe, de la depauperación, etc. Según el pensador de

Malmesbury, este temor ha de concretarse en al-gún objeto. Cuando ningún objeto visible esidentificable como la causa beneficente o malefi-cente, entonces se recurre insensiblemente a unobjeto pretendidamente invisible. El temor, comolo habría declarado Tito Lucrecio Caro, es el ge-nitor de los dioses. Este aserto, según Hobbes, esperfecta y exactamente aplicable a los númenesde los gentiles, etnias politeístas. Empero, no esaplicable con verdad a la Deidadjudeo-cristiana.En acuerdo con Hobbes, lo que prepondera en lacreencia en el Dios hebreo y cristiano, no es el te-mor, sino, antes bien, la inquietud epistémica, lacual motiva una regresión en el orden de las cau-sas efectuantes concatenadas, subyacentes bajocualesquiera fenómenos naturales. Esta regresiónconduce, necesariamente, a la afirmación de laexistencia de una causa primera e incondiciona-da, el motor inmoble invocado por algunos de losfilósofos paganos (Leviatán, XI), respecto delcual no se posee, empero, imagen o idea algunas(cf. Leviatán, XI). Con arreglo al pensador britá-nico, toda pesquisa rigurosa respecto de las cau-sas naturales conduce a la afirmación de la exis-tencia de un Dios eterno (Loc. cit.).

Hobbes, como es palmario, recurrió al argu-mento teológico racional de las causas eficientes,conducente a la declaración de la existencia deuna causa primera e incausada. El argumentohobbesiano operó sobre la base de dos presuposi-ciones ontológicas y etiológicas:

Todo efecto o estado de cosas remiten, nece-sariamente, a una causa eficiente.

Asimismo, no cabe una regresión ilimitadaen la concatenación de las causas eficientes.Así, pues, es menester que, si existe un he-cho cualquiera, o bien estado cualquiera decosas, haya una causa primera e incausada".

El Dios de la incipiente teología racionalhobbesiana es un existente, cuyo nombre pro-pio es el correspondiente participio activo:Existent (Exsistens). A Dios debe atribuirse laexistencia. De lo contrario, no sería posible elexternar adoración alguna hacia lo Divino (cf.Leviatán, XXXI). En efecto, ningún hombre po-dría tener voluntad alguna de adorar a lo que

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desde su perspectiva carece de existencia. Laexistencia es presupuesto de la adoración.

Al transformar a Dios en el alma delmundo, los panteístas formalistas (o morfo-teístas (panteístas cosmoplásticos)) han incu-rrido en contumelia. Idénticamente blasfemoshan sido los negadores de la providencia divi-na. En efecto, el negador del gobierno provi-dencial del universo y, por ende, el negadorde que la causa primera e incausada sea unente divino (=providente), arrumban los moti-vos del amor y del temor, raíz misma del ho-nor (Leviatán, XXXI).

El negar que Dios sea infinito en grandeza ypotencia se traduce, indefectiblemente, en laomisión del honor debido a lo Divino. El predi-car de Dios menos que lo que puede atribuirse aÉl, entraña la omisión del honor debido. Así,pues, el hacer de Dios, el representárselo comoente figurable o figurado, implica una pretermi-sión de honor (debido). Stricto sensu, no tenemosuna idea de lo Divino, puesto que todo lo pensa-ble por el hombre es finito, y en cuanto tal inapli-cable a Dios (Loc. cit.).

Con Dios son incompatibles, asimismo,la atribución de partes o de la condición de to-talidad; la condición tópica o bien la ubiedad(Iimitativa, por decirlo con Leibniz); el parti-cipar del movimiento o de la quiescencia; lapluralidad numérica, la angustia, el temor, laincertidumbre, etc. A Dios son solamente atri-buibles las pasiones, no en cuanto a lo signi-ficado por las expresiones correspondientes(= una imagen), sino en cuanto a los efectos, i.e., en cuanto a los estados de cosas sólitamen-te asociados a aquéllas. Estos términos sonsusceptibles, en su relación con Dios, de unempleo equívoco de carácter metafórico. Así,pues, se atribuye la cólera a Dios, no con elpropósito de significar que a Dios convenga lodesignado por el vocablo, sino con la finalidadde expresar similitud en cuanto a los efectosde los estados correspondientes. La especifici-dad pragmática del' empleo es la metafórica.Dios, en realidad, no es pasional. A Dios sóloconvienen los atributos negativos, los indefi-nidos y los superlativos, en cuanto significati-vos de perfección inconmensurable e incom-parable (Leviatán, XI/)6

***La reflexión tea lógica hobbesiana entraña

un momento de paladino cariz político 7. Se ins-cribe, en efecto, en el marco de la teorizaciónsobre el Honor, el cual es un estado anímico opsíquico existente, antes bien, en quien honra. ElHonor no existe, stricto sensu, al margen delhonrante. El Honor hobbesiano es, esencialmen-te, honramiento -excúsese el barbarismo-, elcual puede decirse por modo extrínseco y meto-nímico respecto de los vehículos del ejercicio delhonramiento (cuyo destinatario es el honrado).En este respecto, por vía metonímica, los instru-mentos lingüísticos del honramiento pueden cua-lificarse como honores. Ahora bien, el hombre,agente finito y vulnerable, usa de esta terminolo-gía encomiástica, laudatoria y amorosa -y even-tualmente aplacadora. Con arreglo al filósofo deMalmesbury, tres son los sentimientos con que seejerce el acto de honramiento: el amor, la espe-ranza y el temor. En efecto, en cuanto un agentese revela hontanar de beneficios, compele alamor (su conducta impele al amor); en cuanto serevela potencial benefactor, es objeto de esperan-za; en cuanto potencial e irresistible agente puni-tivo (inescapable punidor), es objeto de temor.En estos tres respectos, Dios es objeto (correlati-vo) de los referidos sentimientos.

Así, pues, dado que el estado psíquico dequien honra es expresado por el lenguaje utiliza-do, quien se propone encomiar ha de recurrir, ne-cesariamente, al lenguaje y al léxico laudatorios,encomiásticos (propios del panegírico y del pa-negirista). El hombre dispone de recursos léxicosy de epítetos clasificables según tres especies: lanegativa, la superlativa y la indefinida. De clasenegativa son los epítetos consistentes en negacio-nes de adjetivos cualificativos connotantes deimperfecciones. De esta índole son las atribucio-nes acuñadas con base (parcial) en un prefijo decarácter negativo: ex. g., infinito, indivisible, in-conmensurable, inmenso, ucrónico, ilimitado,irresistible, inalterable, inmodificable, infalible,inmejorable, inmarcesible, incorruptible, ingéni-to, incausado, incondicionado, etc. Las atribucio-nes de carácter superlativo son aquéllas que vie-nen a ser expresadas por los adjetivos del gradocorrespondiente: v. gr., perfectísimo, eficacísimo,

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LA TEOLOGÍA AG ÓSTICA y APOFÁTICA DE HOBBES

sapientísimo, beneficentísirno", benevolentísimo,potentísimo, óptimo, idóneo, omnisciente, omni-ficente, omnipotente, omnipresente, simplicísi-mo, etc. Finalmente, a Dios son aplicables todoslos vocablos indefinidos en principio compagina-bles con el realce y con la estimación -y enalte-cimiento expresivo- de su perfección: ex. g.,juez, monarca, emperador, próvido, etc. Lo quede ninguna manera es lícito, en la medida en queconnota y delata contumelia, es el predicar de loDivino caracteres o rasgos ejemplificativos deincertidumbre, de febledad, de vulnerabilidad, deimperfección (cf. De Cive, XV, XIV)9. La fuerzailocutiva de la cualificación atributiva jamás esde índole apofántica.

El analogismo parece, empero, estar presenteen esta teorización teológica, en la medida en quese postula o se exige una similitud inconcebible:

Whell we therefore auribute a will to God, il is 110110

be conceived like tlIIIOours, which is called a rationaldesire; (for if God desires, he wants, whicñ for anyman to say is a contumely); bUI we must suppose someresemblance whicñ we cannot conceive (De Cive, Ill,XV (Hobbes, 1966, 11,215».

Sea de lo anterior lo que fuere, es ilícito eldisputar sobre la divina naturaleza esencial, yaque la razón, la cual no es intuitiva, no puedefundar conocimiento admisible alguno de la Dei-dad sobre la base de sus propios principios, scil.:los de la ciencia natural:

Wemust not dispute of the divine nature; for it is suppo-sed that all things in the natural kingdom ofGod are in-quired into by reason only, that is 10 say, out of the prin-ciples of natural science. BUI we are so [ar off by theseto attain to the knowledge of the nature of God, that wecannot so mucñ as reach to the full understanding of allthe qualities of our own bodies, or of any other creatu-res (De Cive, Xv. XIV (Hobbes, 1966, 11,217».

Si ni tan siquiera somos capaces de aprehen-der, con certidumbre cabal y con intelección ple-na, las cualidades propias de nuestros cuerpos(cualidades inducidas por movimientos), cuantomás remota ha de ser la probabilidad de alcanzarun adecuado entendimiento del agente primero eincausado. Henos en presencia de un argumentoa fortiori.

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En conformidad con Hobbes, el panteísmo esuna tesis impugnable, en la medida en que entra-ña auténtico criptoateísmo'". En efecto, si Dios esla causa del universo, y se asume que el universoes indiscernible de Dios, se adquiere un compro-miso de orden teórico con la negación de que eluniverso sea causado. Dios, causa del universo,posee la existencia por atributo. La tesis panteís-ta equivale al ateísmo (cf. Hobbes, 1966, II, 213,214). Los partidarios de la eternidad del universoson también ateístas. El panteísta niega implícita-mente la existencia de Dios. La crítica hobbesia-na fustiga por igual al panteísta realista (o cos-mista) y al formalista, creyente en la existencia deun Anima Mundi. Así, pues, Hobbes denostó a lospartidarios del -así denominado por Ralph Cud-worth (1617-1688)- ateísmo cosmoplástico .Idénticamente, niega (por modo implícito) laexistencia de Dios el afirmador de la eternidaddel universo. Si el universo existe en todo tiempo,entonces carece de causa. Si tal fuere el caso, se-ría incausado y la invocación de la existencia delo Divino sería explicativamente ociosa. Desde laperspectiva de Hobbes, en efecto, la eternidad esindiscernible de la existencia en todo tiempo.

Conclusiones

En conformidad con el capítulo duodécimodel Leviatán, cuantos mediante la sola medita-ción arriban al reconocimiento de que existe unDios infinito, omnipotente y eterno, confiesanque es incomprensible y superior a su intelec-ción. En esta medida, rehúsan utilizar el galima-tías espíritu incorpóreo (o substancia incorpá-rea). En cuanto se otorga a Dios esta cualifica-ción, se hace por vía pía, no por vía dogmática nipretendida mente comunicati va,

(. ..) to honour Him with attributes, or significations, asremote as they canfrom the grossness ofbodies visible.

De lo contrario, se incurriría en una auténti-ca Contradictio in adiecto, a fuer de que la in-corporeidad equivale a la nihilidad. La causaprimera del cosmos es, necesariamente, material(cf. Hobbes, 1966, IV, 312, 313)". Hobbes con-cebía a Dios como espíritu corpóreo, simple e

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invisible!": el más simple y puro espíritu existen-te (cf. Hobbes, 1966, IV, 306).

La simiente natural de la religión estriba encuatro factores: la creencia en el ser de los fantas-mas; la ignorancia de las causas segundas, la de-voción hacia cuanto los hombres suelen temer, yla confusión de lo fortuito con un auténtico pro-nóstico.

Por su parte, Dios deviene, mediante el po-der político, el monarca mismo de la Tierra; porconducto de un pacto, el de su pueblo elegido,multitud sacerdotal destinada a rendir testimoniode Yahvé.

En acuerdo con el capítulo duodécimo delLeviatán, nada puede, en la auténtica revelación,entrar en contradicción con la razón. La suprarra-cionalidad no se traduce, en modo alguno, enirracionalidad (o contrarracionalidad). Así, pues,toda apostasía derívase de una idéntica causa: lainiquidad de los sacerdotes.

En acuerdo con la teoría de los atributos, loscuales son denominaciones o nombres, cuyasadiciones variopintas son el objeto de una razóncalculadora o suputativa, no intuitiva, no es posi-ble el conocer a Dios, puesto que toda idea huma-na es una imagen, y toda imagen es finita (cf. Le-viatán, IV). Ninguna idea o concepto puede apre-hender a Dios, Su naturaleza esencial. Cuandodeclaramos la infinitud de Dios, aseveramos, im-plícitamente, el que somos incapaces de lidiarcon semejante orden real (Loc. cit.). Los térmi-nos se aplican a Dios con una finalidad de índo-le encomiástica o gratulatoria, no informativa odescriptiva. En esta medida, implica contumelia-no falsedad- el predicar de Dios cualquier de-terminación cualitativa que connote imperfec-ción, límite o variación. En función de una teoríao de unos presupuestos de esta naturaleza, no pa-rece haber justificación epistémica alguna paranegar la legi timidad de ciertas cualificacionesatributivas del divino existente.

La teología filosófica o teorética hobbesianaes apofática o negativa en la medida en que, sibien es cierto que no declara el efectivo ser deDios, proporciona adecuado conocimiento a pro-pósito de lo que en modo alguno conviene a loDivino, y respecto de lo inconsistente con unadeferente adoración de lo Divino. El enunciadode acuerdo con el cual Dios no es una bestia, ni

una planta (=Dios no es una planta), revélase co-mo verdadero en tanto en cuanto se repara en lassignificaciones de los vocablos intervinientes enlas secuencias referidas de caracteres. Es verda-dero, en efecto, por virtud del estatuto conven-cional mismo de la verdad. Respecto de Dios, ca-be una cognición de carácter representacional do-xástico (lingüísticamente efable) de orden apofá-tico, jamás catafático. En relación con el sujetológico Dios, no caben los enunciados apofánticosde índole afirmativa. Los atributos de naturalezanegativa no explican el qué sea Dios; antes bien,expresan implícitamente un encomio, fundadosobre la consciente constatación de que Dios esajeno a la imperfección de las creaturas (aneja alas creaturas).

En la medida en que Hobbes ha concedido lalegitimidad de un empleo analógico de los voca-blos, relativamente a Dios y a Sus creaturas, haentrado en contradicción con su teoría pragmáti-ca de los atributos, en acuerdo con la cual el sen-tido de estos, relativamente a Dios, es reductiblea su empleo laudatorio.

En conexión con la esencia de lo Divino,Hobbes ha sustentado un auténtico escepticismo.El suyo ha sido un agnosticisimo de la esencia,no de la existencia divina.

Notas

l. Hobbes, pensador inscrito en la tradición analíti-ca oxoniense (cf. Zarka, 1985, 179), ha sustenta-do, en forma congruente y beligerante, un nomi-nalismo raigal, inconsistente con el conceptualis-mo mismo. A diferencia de Pierre Gassendi (cfZarka, 1985, 180), pensador también materialista,ha negado los presupuestos de una semánticaconceptualista, abrazada por intelectuales tan va-riopintos como John Locke e J. Kant. En acuerdocon el autor del Behemot, el espíritu humano noestá en capacidad de formarse, por vía abstracti-va, representaciones universales (universales deacuerdo con el sentido conceptualista del voca-blo) (cf. Zarka, 1985, 179).Hobbes ha sustentado una variedad sintáctica ypronunciada (raigal) del nominalismo, no la espe-cie semántica y mitigada de William de Ockham,de acuerdo con el cual cuanto sea extramental,espor sí singular. Sin adición alguna de formalidad

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LA TEOLOGíA AGNÓSTICA Y APOFÁTICA DE HOBBES

ninguna, es aquello que inmediatamente se deno-mina por virtud de la intención singular. En acuer-do con el filósofo medioeval inglés, lo singular esaprehensible, en cuanto tal, por conducto de unaintención singular (cf. W. de Ockham: I Sent., Dist.11,Q. VI (cit. en Bernhardt, 1985.241». Esta tesisrepercutiría afirmativamente sobre el jesuita Fran-cisco Suárez. De acuerdo con el fundado testimo-nio de A. Flew, Hobbes no ha negado la realidadóntica de cualidades o accidentes similares (dadosen existentes individuales por sí convergentes). So-bre esta similitud reposa la posibilidad lingüísticade la utilización de lo universal, a saber: de losnombres, únicos titulares (legítimos) de este modode la significación (cf. Flew, 1971, 446, 447).La expulsión, del dominio filosófico natural, delas formas substanciales; la adopción de una sín-tesis lógico-empírica -a la cual lo ha conducidosu descubrimiento de la geometría euclídea (cf.Bernhardt, 1985, 246)-, confiere al pensador deMalmesbury la impresión o el sentimiento de lacabal diafanidad de la racionalidad mecanomórfi-ca (Loc. cit.).

2. En conformidad con la prodigiosamente perspicazy sugerente lectura spinozista de Gueroult, ambosautores, Hobbes y Spinoza, han afirmado la exis-tencia de un movimiento de los espíritus animales,según el cual se propagan desde dentro hacia fue-ra (Conatus extrorsus), reacción del cerebro querepercute sobre los espíritus. El conato extrorso secontrapone al introrso (Conatus introrsus}, corres-pondiente a los espíritus en curso hacia -y en co-lisión contra-las superficies de las partes internasdel cerebro (cf. Gueroult, 1974,206).

3. Lajusticia divina es reductible a la irresistibilidaddel poder divino. En Dios, no cabe la sujeción delactuar a las normas, del Leviatán emanadas, con-cernientes a la apropiación y al ejercicio -y frui-ción- de la propiedad.

4. En esta medida, falso es el aseverar que Abrahamhaya satisfecho su pacto con Yahvé por conductodel solo reconocimiento de un dominio divino decarácter natural, el cual se inscribe, exclusiva-mente, en el ámbito racional (cf. Hobbes, 1966,11,229).

5. De lo cual no se deriva, en absoluto, el que los ar-gumentos con que los filósofos y los teólogos ra-cionales han pretendido demostrar la finitud deluniverso en cuanto a la duración, sean válidos ydemostrativos (cf. De Corpore, XXVI, /).Por otra parte, si bien es cierto que la razón puede,con corrección, inferir la existencia de un primermotor eterno, no puede estatuir, apodícticamente,

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el que Éste sea inmutable. Todo lo contrario. Siasumimos como axioma la imposibilidad de queun motor se mueva a sí mismo, axioma que con-duce al establecimiento de la existencia de un pri-mer motor, ha de adaptarse como axiomático, asi-mismo, el hecho racional de que nada puede mo-verse si no es movido por un moviente en movi-miento. Así. pues, si existe un primer movienteeterno, es también verdad el que eternamente semueve (cf. De Corpore, XXVI, /).De acuerdo con el Hobbes filósofo político, lascuestiones metafísicas, concernientes a la dura-ción y magnitud del universo. han de ser dirimidaspor el titular de la autoridad política (Loc. cit.).

6. La trinidad en cuanto a las personas divinas po-see, por su parte, una precisa significación teoló-gica, ajena al especulativo y febricitante trinita-rismo convencional: Dios es trino en personas enla medida en que ha sido representado, histórica-mente, por Moisés, por Su Hijo y por los apósto-les. Dios es Padre en cuanto históricamente repre-sentado por el afamado profeta hebreo; Hijo, encuanto representado por Su Hijo; Espíritu santo,en cuanto representado por los apóstoles del Cris-to (cf. Leviatán, XLII).

7. Con arreglo a Hobbes, es el titular de la autoridadpolítica quien, sobre la base de su potencia coac-tiva, confiere legalidad a las Escrituras.El canon de las Escrituras no ha sido constituidohasta el letrado Esdras, quien confirió a las Escri-turas la forma que conocemos hogaño. Esto sedesprende de lo aseverado en Esdras, 11,XlV, vs.s21, 22, etc. (cf. Leviatán, XXXII/).

8. La bondad es, en realidad, uno de los poderes di-vinos. En cuanto tal, la bondad es una denomina-ción extrínseca, la cual no cumple a lo Divino co-mo constituyente formal intrínseco alguno. EnDios, la bondad es la sola capacidad de suscita-miento de esperanza (en nuevos favores, en favo-res potenciales, etc.) (cf. Hobbes, 1966, Y,21O).

9. Los atributos son solamente nombres, por lo cualentraña una aporía el declarar su identidad entita-tiva con la divina esencia, la cual no es nominal(cf. Hobbes, 1966, Y, 343). La función de las atri-buciones es solo encomiástica, y su finalidad es lade honrar al titular de la universal soberanía(=deidad): Dios.

10. En este respecto, el filósofo de Malmesbury no hasido cabalmente congruente, puesto que en otrocontexto, precisamente en su controversia escritacon el obispo de Londonderry, ha asumido tesispancosmistas: ya que el universo físico es la tota-lidad de lo existente, y Dios es un existente, Éste

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es, ora la totalidad de los entes, ora una parte delmundo. Así, pues, parece darse, en el pensamien-to hobbesiano, una reconciliación. ora con el in-manentismo panteístico, ora con una asunciónunívoca del inmanentismo pancosmista, tesis on-tológica de acuerdo con la cual el universo es loúnico existente (cf. Tonnies, 1932, 176, 177).

11. En conexión con este tópico, Pierre Vitoux ha he-cho observar que el mérito de la reflexión y de ladisertación hobbesianas estriba en que, permitien-do al hombre reconocer o columbrar la existenciade lo Divino, hacen recaer la atención, en formapreponderante, sobre las posibilidades y los límitesde la humana cognición (cf. Vitoux, 1969,48-49).

12. El que Dios sea corporal significa que es magni-tudinal, que entraña magnitud (cf. Hobbes, 1966,IV, 313).

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Juan Diego MoyaEscuela de Filosofía

Universidad de Costa Rica