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Page 1: La Muerte en La Epopeya Homerica

Universidad Metropolitana de Ciencias de la EducaciónFacultad de Historia, Geografía y LetrasDepartamento de Castellano

La muerte en la Epopeya Homérica

Nombre: Camila José Magaña BetancourtFecha: 12 de julio de 2010

Curso: AProfesor: Orlando Vidal Leiva

Asignatura: Literatura General I.

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Índice

1. Introducción.............................................................................................3

2. La vida de Homero y su obra...................................................................52.1. Breve biografía de Homero………….........................................52.2. Resumen y breve análisis de La Ilíada y La Odisea...................6

3. La muerte para la cultura griega.............................................................103.1. La mitología griega……….………….......................................103.2. Los ritos mortuorios……...………............................................113.3. Los simbolismos de muerte……………………………………123.4. Los sacrificios y ofrendas…………...........................................14

4. Conclusión...............................................................................................15

5. Bibliografía..............................................................................................16

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1. Introducción

Al comenzar la lectura de los poemas homéricos La Iliada y la Odisea, llama la

atención la presencia continúa de los dioses y los rasgos tan humanos que éstos tenían, así

como las decisiones que tomaban en relación al grupo beligerante que decidían ayudar. La

parcialidad que los dioses evidentemente mostraban frente a los bandos en pugna en la

guerra de Troya, muestra su ferviente necesidad de siempre que fuera posible, frustrar la

paz que pudiese alcanzarse con las acciones humanas, juego divino que en vez para griegos

y troyanos significaba la victoria o la muerte.

Continuo a ello, de la presencia regular de los dioses se puede ver también la gran

cantidad de detalles de la vida cotidiana que la narración va develando, así como los

simbolismos que pudiesen existir detrás de las interacciones de esta cotidianeidad con los

dioses o las virtudes que ellos tuvieran acorde a cada episodio y cuál podía ser la

información entre líneas de eso. También se va notando como es el trato ritual que los

hombres tienen con sus deidades y si es verdad que ellos como grupo social creen en sus

dioses tal como la narración lo muestra, porque Homero no era historiador, era un aedo y

como tal creaba obras de arte, literatura, todo puede igualmente ser para nosotros una mera

invención para dar forma a la expresión de la obra o el registro de una cultura que ya es

para nosotros muy remota, pero fundante.

Ya que la literatura griega se caracteriza por omitir todo lo que no es esencial y

tener poco refinamiento por ser espontánea, vemos que la distribución de las partes es

absoluta, sobretodo si se toman ambos poemas como un todo cohesionado. También, se

tiene presente que cada palabra cumple una función específica dentro de la obra y que es

imposible no otorgar simbolismos a todo lo leído, pues sabemos que los griegos a través de

su expresión pública enseñan, siendo su valor intrínseco generar un modelo de perfección

para ser copiado por todos y educarse. Porque el griego todo lo cree perfectible y es el

conocimiento el camino. Homero entonces crea dos obras de mucho detalle y extensión

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porque alguna razón importante existe detrás de cada acontecimiento descrito. Su intención

claramente es describir su mundo, y el mundo de la vida es extenso y está lleno de sucesos

concatenados que necesitan de un vasto bosquejo para darse a entender en palabras simples

y concisas. No puede ser más sucinto que lo ya expresado por medio de las escenas de la

vida unidas a los sucesos naturales del hombre cada uno completamente hecho personaje a

través de la mitología, una fácil forma de comprender la propia vida, el entorno y también

la muerte, tema donde el griego no tiene ideas completamente definidas.

En La Iliada estarán las primeras referencias. Se habla del inframundo o lugar de los

muertos como una zona bajo tierra o hacia el extremo occidental. En ambos poemas están

presentes todas las formas de muerte posibles, las razones por las cuales morir y se hace

notar la importancia de los ritos fúnebres. Así entonces como la vida de ellos se nos hace

presente , lo hará también la muerte y es esto muy importante, teniendo presente que la

sociedad griega sienta las bases de toda nuestra cultura como se evidencia en nuestra

lengua, política, pensamiento, educación, ciencia y arte.

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2. La vida de Homero y su obra

Se conserva una escultura del busto de Homero en el museo

Munich en Baviera y data ésta de la época romana. Se inspira

probablemente en algún modelo del siglo V a.C. época del auge

cultural de Grecia. En ella se ve un hombre de cabellos y barbas

frondosas, frente amplia y el detalle de los ojos ciegos.

2.1. Breve biografía de Homero

Aunque existen numerosas biografías sobre Homero, todas parecen ser meramente

leyendas. Se tiene por consenso que Homero habría vivido a fines del siglo IX o principios

del VIII a.C. De su patria se puede decir que aunque son siete las ciudades griegas que se

disputan ser su lugar de origen él habría vivido en la Isla de Quíos, donde hasta hoy se

conserva la ‘Piedra de Homero’ que es un peñasco con una silla tallada donde el poeta se

sentaba a recitarle sus versos a los niños. En esta isla además vivían los homéridas que eran

un grupo de rapsodas que decían ser descendientes de Homero y cantaban sus poemas en

los lugares públicos y crearon los ‘Himnos Homéricos’ que son una forma poética

relacionada con la épica, hechos para ser recitados como preludios en fiestas y ceremonias

públicas donde el tema era un punto sobresaliente del dios que presidiera el evento. Se

conservan de éstos unas treinta piezas y los últimos datan de la época clásica. En ellos

puede verse que conservan el tradicionalismo de las palabras de Homero así como la

métrica de éste.

Se creía que Homero era profeta semidivino quien inspirado por los dioses creaba, a

través de su relación privilegiada con las Musas, sus creaciones poéticas. Era además ciego,

aunque sobre esto se cree más sea una característica añadida con posterioridad debido a la

concepción mágica que se tiene de él y porque además para los griegos la ceguera favorece

la memoria, cualidad muy necesaria para el poeta quien en amos poemas suma 26 mil

versos. Para ambas obras Homero invoca a las Musas para iniciar el relato. (Homero, La

Iliada, Canto I y Homero, La Odisea, Canto I)

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“Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles”

”Díme, oh Musa, del héroe ingenioso [Ulises]”

2.2. Descripción y breve resumen de sus poemas La Iliada y La Odisea

Las epopeyas homéricas son los poemas más antiguos que poseemos en lengua

griega. Aunque se sabe que existirían creaciones previas debido a la complejidad que

presentan las obras de Homero, para nosotros, el mundo contemporáneo, la literatura griega

comienza con La Iliada y La Odisea. Para los griegos los orígenes proceden de Orfeo,

Museo y Lino con sus primeros cantos.

Estos dos poemas fueron compuestos hacia fines del siglo IX o inicios del VIII por

Homero, al menos con toda seguridad el primero: La Iliada. De la Odisea se sabe es varios

decenios posterior y se cree que este último poema habría sido escrito por varios poetas que

queriendo continuar la obra de Homero, relatan el regreso de Ulises desde Troya en La

Odisea a través de muchas dificultades. Esta segunda obra parece tener más

sentimentalismos y se revela más claramente el sentir del poeta respecto a algunos temas,

actitud que en La Iliada era completamente distante, como todo poema épico. Sobre la

autoría de un mismo Homero para ambos poemas las opiniones son muy divididas y ambas

cuando se respaldan lo hacen en juicios de valor sobre los rasgos de la composición o

algunos detalles sociales que diferenciarían en muchos años ambas obras, lo cual es una

cosa muy distinta a que sean distintos poetas. Bowra otorga un buen camino para sostener

que sea un solo autor al afirmar que el giro creador es igual en ambos poemas y por tanto,

un mismo poeta. Además, siendo una apreciación personal, es bastante importante el hecho

de que estén íntimamente relacionados ambos poemas sobre una misma idea global

logrando crear esta composición monumental que sabe que decir y como desde el principio

hasta el final y dejar con ello un contenido maravilloso, que motiva a poder profundizar en

ellas aún más.

Como fueran y cuantos fueran, para Homero la guerra de Troya ya era un hecho

remoto en su época y es por ello que él goza de tratar el tema con toda la libertad que le

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parezca a fin de interesar a su auditorio y lograr cautivarlos con una bella creación. Homero

escribe para los grupos de poder, hombres de guerra, que conocen los detalles que ésta tiene

y que ante cualquier motivación novedosa pueden volver a armarse y partir en busca de

algún nuevo territorio o fines particulares. Los poderosos son pequeños grupos de hombres

que poseen las tierras y la ganancia proveniente de ella. Toman decisiones importantes en

su conjunto y los análisis sostienen que para la época de creación ya existiría la ciudad

como referente social.

Literariamente, la métrica que siguen los poemas es el llamado hexámetro

dactílico. El término griego ‘hexa’ quiere decir seis y ‘metron’, medida. Dactílico alude a

la disposición de las sílabas siendo una larga más dos breves. La tonalidad del idioma

griego es elástica y musical como lo es el español, aunque se piensa que los poemas

originales habrían sido compuestos en un idioma que sería una mezcla entre el jónico y el

eolio, pero que guarda la misma tonalidad grave. Poéticamente sabe muy bien hacer uso de

comparaciones por medio de las cuales va describiendo llanamente los paisajes y conoce el

manejo de la posición de las palabras, alternándolas para crear efectos nuevos. El

vocabulario de la obra es vasto, serio y culto. Expresivamente ésta es creada para ser

recitada, no escrita, lo que en los poemas de Homero es muy posterior.

Ejemplo de hipérbaton:

“Le puso en la cabeza un yelmo

con las pieles fabricado de un jabalí (…)”

(Homero, La Iliada, Canto X)

La primera compilación oficial de los poemas homéricos es mandada a hacer por el

tirano Pisistrato de Atenas el año 560 a.C. Su primera alusión escrita es hallada en 1955 en

Nápoles en una excavación arqueológica donde se encuentra escrito en un cáliz que data del

720 a.C lo siguiente:

“Yo soy el cáliz, útil para beber, de Néstor

Quien beba será embargado inmediatamente

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Por el deseo de Afrodita, la de bella corona”

Los primeros manuscritos serían hechos en el siglo X d.C. en Constantinopla

momento en el cual es griego es el idioma culto del mediterráneo. Será en el año 1488 en

Florencia donde aparece la primera edición impresa de los poemas de Homero, la que es

llamada “Edición Príncipe”. La añadidura de números romanos a los cantos tampoco data

de la época de creación sino que es en la época Alejandrina en el siglo III a.C. que serán

enumerados de esta forma.

Ambos poemas constan de 26 mil versos en total. Doce mil para La Iliada y 14 mil

La Odisea. Estos textos eran presentados a los jóvenes en rollos para que aprendieran a leer

en el gimnasio (centro cultural griego donde aprenden todo lo que necesitarán saber para la

vida) Al rollo, que era difícil de leer, lo sucede en el siglo III a.C el códice, libro

encuadernado tal como lo conocemos hoy.

El argumento de cada obra es muy diferente, casi opuestamente distintos. En La

Iliada se narra la cólera de Aquiles tras verse obligado por el Atrida Agamenón a entregarle

su esclava Briseida a él para que acceda a devolver a Criseida a su padre, el sacerdote del

dios Apolo, y aplacar así la ira del dios quien está ensañado contra los griegos y les ha

enviado las ‘flechas de muerte’ por medio de la peste que está por terminar de matarlos a

todos. Aquiles siente que siempre todos deben darle a Agamenón la mejor parte de los

botines y la situación de su amada Briseida ya es para él un exceso, por lo cual, contenido

por Atenea de matar al Atrida cuando estaba furioso, decide entonces desenvolver su ira en

el abandono de sus amigos y las tropas pues esta guerra cree, ya no le pertenece. Todo este

actuar iracundo concatenará los hechos relatados en lo que es el último de los diez años de

sitio contra los troyanos. A raíz de ello morirán muchos aqueos quienes rogarán a Aquiles

retornar a la batalla, pero éste siempre se niega hasta que por estos actos, muere su amado

amigo Patroclo y Aquiles rompe su orgullo sólo con la intención de vengarlo pudiéndole

dar desastrosa muerte al asesino: Héctor de Troya, hijo del rey Príamo.

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La Odisea por su parte, relata el regreso del valeroso Odiseo (Ulises), quien pelearía

en Troya por el bando griego y que era conocido por su ‘metis’, palabra griega que es usada

para designar la inteligencia astuta, característica que nadie mejor que Odiseo puede

encarnar, por lo cual la diosa Atenea le tiene gran afecto y lo ayudará durante todo su difícil

viaje de regreso a su reino: Itaca. Allí lo espera su esposa y su hijo, quienes han debido

soportar el acoso de cientos de pretendientes, que quisieran a Penélope de esposa para tener

todas las posesiones (‘oikos’) de Ulises. Su hijo Telémaco, a quien Ulises dejó en brazos

aún cuando partió a Troya, es a estas alturas un hombre de barbas crecidas por lo cual

peligra también su vida a manos de los codiciosos pretendientes. Emprende entonces un

viaje en busca de su padre, y aunque no lo halla, el viaje lo protegerá del peligro hasta el

regreso de Odiseo a Itaca, quien entra a su tierra convertido en mendigo por Atenea y se va

revelando a sus seres queridos de a poco a fin de encontrar la manera de combatir a los

usurpadores. Todo el viaje de Odiseo está marcado por la dificultad y los encuentros con

seres maravillosos y monstruosos quienes serán parte de todas las reflexiones de Ulises

sobre la vida y el encuentro consigo mismo.

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3. La muerte para la cultura griega

Los griegos no tienen certeza de que pasará con las personas cuando mueren ni

seguridad de donde van, pero si se nota la gran importancia que le sugieren a esto. Negar

sepultura a un cadáver era condenar a vagar el alma del difunto y por consiguiente crear un

peligro a los vivos. Era esencial que un griego fuera enterrado o incinerado en su tierra

patria para hacer el viaje al inframundo del que hablan como un lugar frío, reinado por el

dios Hades, a quien le temen inmensamente.

3.1. La mitología griega frente a la muerte

Los antiguos griegos creían que el destino común de todas las almas era el

inframundo, el que estaba gobernado por el hermano mayor de Zeus, el dios Hades, al que

solían llamarcon el eufemismo de Plutón que significa “El rico”. La mitología no describe a

Hades como un dios tacaño y de carácter irascible.

El dios Hermes conducía las almas de los muertos al infierno por la entrada a los

reinos de ultratumba que estaba marcada por el río Aqueronte. El barquero Caronte debía

cruzar las almas al otro lado del río y se creía que cobraba un óbolo por ello o debían

quedarse en la rivera del Aqueronte hasta que el barquero decidiera llevarlos gratuitamente.

Caronte, el barquero era representado como un anciano flaco y gruñón de ropajes

oscuros y con antifaz quien escogía a su gusto a quienes cruzar de entre la muchedumbre

apostada en la rivera del río. Era muy raro que dejara pasar a un mortal aún vivo. Heracles

cuenta La Iliada bajó a los infiernos aún estando vivo. Sólo pudo pasar porque empleó toda

su fuerza para obligarle a cruzarlo, tanto a la ida como a la vuelta. Caronte además de su

hombro herido por la flecha de Heracles fue encarcelado un año por haberlo dejado a pasar

estando vivo y sin cobrarle el pago. El origen de Caronte se cree egipcio y Homero no lo

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nombra ni una sola vez. La primera mención de Caronte en la literatura griega parece ser un

poema Minio, citado por Pausanias

Aunque la llegada al Hades era independiente de los actos de vida una vez aquí el

alma sí era juzgada por tres reyes legendarios por su sentido de la justicia, Minos,

Radamantis y Éaco. Las posibilidades de estadía eran tres: los campos Asfódelos para los

que no fueron ni malvados ni bondadosos. Aquí progresivamente iban perdiendo el

recuerdo de su identidad, excepto los héroes. Aquellos que habían sido crueles eran

destinados al tártaro, un abismo sombrío lleno de tormentos, donde habitaban los Titanes,

que eran los dioses primogénitos contra los cuales Zeus se había rebelado para establecer

un orden en el mundo. Hades controlaba estas regiones tan profundas con un ejército de

gigantes con cien brazos para controlar que nadie escapara del abismo. Y finalmente los

justos iban a los Campos Elíseos, casi un reino independiente dentro del inframundo

gobernado por Cronos y cuya descripción coincide en líneas generales con el jardín del

Edén. Los habitantes de los Campos Elíseos tenían la oportunidad de optar cada vez que lo

quisieran a reencarnar y volver de esta forma a la vida. Quienes hubiesen merecido tres

veces los Campos Elíseos, pasaban a habitar la isla de los Bien Aventurados, lugar aún más

paradisíaco que éste.

3.2. Los ritos mortuorios

Era muy importante para los griegos dar propia sepultura a sus muertos para evitar

que vagaran por el mundo de los vivos. Son los hijos quienes tienen la obligación de asistir

a sus padres, especialmente en la muerte. Suerte que no pudo correr igualmente el rey

Príamo, quien contrario a ello, debe ser él quien entierre a su hijo más amado y además

rogarle su cuerpo a Aquiles quien cegado por la venganza y la ira ultraja el cuerpo de

Héctor tras haberlo asesinado frente a las murallas de Troya, habiéndole Héctor incluso

pedido que respetara las normas de honor entre los hombres (Homero, La Iliada, canto

XXII)

“No de convenios hables, Héctor, conmigo (…)

Entre hombres y leones no puede haber

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Contratos, ni concordia entre lobo y cordero.”

Para enterrar a un difunto primero las mujeres debían lavar el cuerpo y untarlo en

esencias perfumadas para vestirlo con ropas blancas antes de ser vendado y envuelto en un

sudario con el rostro descubierto para que sus amigos y familiares lo vieran por última vez

tendido sobre un lecho con una corona de flores y los pies en dirección a la puerta en la

entrada de la casa para ser velado uno o dos días. Tras esto antes del amanecer era realizado

el ‘ecforá’ que era el cortejo por las calles menos transitadas hasta la casa mortuaria,

ubicada más allá de las murallas de la ciudad. Sólo las mujeres cercanas al muerto podían

entrar a la casa mortuoria. Las expresiones de lamento eran inmensamente expresivas: se

cortaban los cabellos en señal de duelo y hasta rompían sus mejillas con rasguños

profundos mientras lloraban. Bajo la lengua del muerto era colocada una moneda, la cual

sería usada para pagar el traslado a Caronte al llegar al Hades. Para los griegos era muy

importante para la dignidad del entierro, el ser enterrado en su propia tierra. Cuando

Sarpedón, rey de los Licios muere, Patroclo lleva las armas de Aquiles y Glauco suplica a

Héctor y Eneas que lo ayuden para que no ultrajen su cuerpo. Zeus entonces, padre de

Sarpedón hace caer una densa nube oscura sobre el cuerpo de su hijo y lo traslada a Licia

para ser enterrado. (Homero, La Iliada, canto XVI).

La casa donde se velaba al difunto se consideraba contaminada, pues la muerte era

la mayor contaminación a la que se exponía en la vida el hombre. Delante de la pierta de

ponía una rama de ciprés y un vaso con agua lustral que era traída desde una casa sin

contaminación mortuoria. Así los visitantes del difunto podían rociarse de esta agua al salir

de la vivienda y era además una señal visual de que había allí un muerto.

Ya en el cementerio se incineraba en una hoguerra o era

inhumado con objetos de valor. Cuando eran cremados las cenizas y los

huesos eran recogidos con un lienzo blanco para ser puestos en una

urna blanca. De vuelta en la casa toda la familia y la csa era lavada con

agua de mar para sacar la impureza provocada por el contacto con la

muerte. Tras esto se hacía una comida en honor del difunto, después

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nuevamente se comía un banquete al tercer día, al noveno y al

trigésimo (1 mes) día después de los funerales. Para finalmente

celebrarse banquete cada aniversario.

3.3. Los simbolismos de muerte

En la épica griega la muerte aparece con dos caras contradictorias, la de rostro glorioso y el horroroso.

Es Aquiles, protagonista de la Iliada, ‘el mejor de los aqueos’ quien antes de partir a

la guerra de Troya puede decidir si llevar una larga existencia en la paz de su hogar y ser

recordado tan sólo en la memoria de sus descendientes o morir en la honra de la guerra,

tras una vida breve, que haga imperecedera su valentía y eterna su juventud. En Odisea,

Ulises es a través de la muerte de los pretendientes como logra recuperar su hogar y

posesiones (‘oikos’). Es el pago ineludible por la deslealtad de ellos hacia su rey. Es

además Ulises el único que con el favor de Atenea, logra todo lo contrario a Aquiles, evadir

la muerte en su dificultoso viaje de regreso a Itaca para tener el don de seguir viviendo

largamente junto a los suyos muriendo de viejo, tranquilo y feliz.

El joven héroe muerto en batalla se convierte en modelo a seguir pues a través de su

lucha representa valores como virilidad, coraje, vigor, fuerza, belleza, juventud, fortaleza, y

adquiere una singularidad que lo destaca del resto de los muertos sin nombre: es rescatado

del olvido y permanece en la memoria colectiva , gracias a la poesía épica que puede

rescatarlo de la muerte y devolverlo entre los vivos con más fuerza, convirtiéndolo en ideal

a seguir durante la vida eterna de los grupos sociales.

La epopeya también nos muestra la horrible cara de la muerta través del violento

actuar humano que se ensaña esparciendo cadáveres por el campo de batalla. Anónimos

cadáveres que dejan sus familias y posesiones para servir a una guerra que ojalà quede en la

memoria como victoria y no derrota. En ambos casos, tanto en su aspecto ideal como en su

terrible realidad, la muerte interesa sólo a los vivos y la epopeya va dirigida a ellos.

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Cuando Ulises llega a los umbrales del Hades y allí se encuentra con la sombra del

difunto Aquiles este le dice: “No intentes consolarme de la muerte, esclarecido Odiseo,

preferiría ser labrador y servir a otro, a un hombre indigente que tuviera poco caudal para

mantenerse, a reinar sobre todos los muertos”. (HOMERO, Trad. de Luís Segalá Estalella,

La Odisea, Canto XI)

Los muertos no sienten, no ven, no oyen , no tienen memoria, ya no están en el

tiempo ni en el espacio, por tanto la gloria alcanzada en vida será sólo recordada por los

vivos, ellos ya no pueden gozarla. Aquiles decide morir y hacerse eterno, pero ya no vive la

gloria en el Hades. Sólo los vivos oirán el canto épico en el que serán recordados y

buscarán repetir los modelos a través de los tiempos.

Odiseo, en ese rito de invocación a los muertos que hace en el capítulo XI, mediante

el cual permite por breves momentos conversar con algunos muertos ilustres, como su

madre o los héroes de Troya puede hacerlo gracias a la sangre derramada de las víctimas

sacrificadas. Al conversar con ellos los rescata del olvido, del mundo de las sombras , los

individualiza y nos vuelve a contar como ellos son ideales de vida.

3.4. Los sacrificios y ofrendas

El medio para comunicarse con los dioses son las libaciones y las hecatombes,

donde partes del ganado o las primicias agrícolas eran ofrecidas para agrado del dios, quien

está libre de aceptar o rechazar la ofrenda.

Son casi inexistentes en la cultura griega los sacrificios humanos pero Aquiles para

los juegos fúnebres en honor de Patroclo mata para sacrificio a 12 jóvenes troyanos.

(Homero, La Iliada, canto XVI)

Ulises se muestra más religioso, manteniendo constantes oraciones con los dioses, y

siempre pidiéndoles su guía. Se disculpa además de las faltas de sus hombres, como cuando

ellos abren el odre de

Eolo o comen las vacas del Sol. Ulises tiene el favor de Atenea a quien hace constantes

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sacrificios, pero el rechazo de Poseidón, entre otras cosas por haber dejado ciego a su hijo

el cíclope Polifemo.

4. Conclusión

En los poemas se ven las dos caras de la muerte, logrando la bella muerte quien

muere con gloria y queda en el orgulloso recuerdo tras los tiempos, quien es enterrado con

dignidad y ritos funerarios apropiados, quien cumple en vida lo justo y pasa al Hades como

modelo de actuar a seguir. Por otra parte estará la muerte indigna, que la pagan los

desleales y poco virtuosos, como los pretendientes a mano del arco de Ulises y la ayuda de

sus leales. Pagan también la deshonra las sirvientas de Ulises que se acuestan con los

pretendientes, las que son ahorcadas y las dejan tendidas ahí a vista del palacio.

Otra oposición que fue posible constatar son los finales. Siendo la Iliada el modelo

de la guerra perfecta, heroica, siendo detallista en las descripciones de batallas y

mostrándonos a través de la muerte el poder implacable de la guerra, concluye ésta con una

tregua en torno al entierro digno y honorable de Héctor y la bondad derramada por Aquiles

frente al anciano Príamo. Ulises cuando regresa a Itaca y se enfrenta a los pretendientes lo

hace en un combate que dista completamente del heroísmo ya que los mata a todos con su

arco, a la distancia, sin el enfrentamiento cuerpo a cuerpo e incluso Telémaco atacará a uno

de ellos por la espalda. Todos actos justificados al ser la batalla de pocos contra muchos,

pero lejos de ser el modelo de combate para recordar, ni un acto de bondad de parte de

Ulises, salvo lo que sería el entierro de las víctimas y la posterior reconciliación con los

familiares de éstos.

Ante todo esto la reflexión es evidente: La paz conduce a la vida plena sin renombre

y la muerte en guerra a la eternidad en la memoria colectiva de los pueblos quienes a través

de sus epopeyas recuerdan por siempre las hazañas de sus héroes. Es Aquiles quien

rechaza la vida para morir en la gloria de la guerra, contrario a Ulises quien rechaza la

muerte para vivir en la paz del hogar. Con estos dos polos se ve el concepto de vida y

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muerte representado en ambos protagonistas, a la vez que ambos poemas representan uno el

ideal de la guerra y el otro el ideal de la paz.

5. Bibliografía

HOMERO, 1973, La Iliada, Santiago de Chile, Editorial Zig-Zag.

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VIDAL-NAQUET, PIERRE, 2001, El mundo de Homero, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

WERNER, JAEGER, 2004, La Paidella, México, Fondo de Cultura Económica.

BOWRA, CECILE, 2005, Historia de la literatura griega, México, Fondo de Cultura Económica.

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Bibliografía Web

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