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  • 7/30/2019 La Filosofia en Una Epoca de Terror AUTOINMUNIDAD

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    AUTOINMUNIDAD: SUICIDIOS

    SIMBLICOS Y REALES

    Jacques DerridaEntrevista de Giovanna Borradori con Jacques Derrida el 22 de octubre de 2001 enNew York.[i]

    Traducido del francs por: J Botero en La filosofa en una poca de terror. Dilogos con JrgenHabermas y Jacques Derrida Taurus, Buenos Aires, 2004

    El 11 de septiembre (le 11 septembre) nos dio la impresin de haber sido un major event, uno de los

    acontecimientos histricos ms importantes a que asistiremos en nuestra vida, en particular para quienes no

    vivimos la (Segunda) Guerra Mundial. Est usted de acuerdo?

    DERRIDA: El 11 de septiembre, dice usted -o, ya que nos hemos puesto de acuerdo para hablar dos lenguas,

    September eleventh. Ms adelante deberemos regresar a este asunto de la lengua, as como a este acto de nombrar:una fecha y nada ms. Cuando usted dice el 11 de septiembre, se trata ya de una cita, no? Para invitarme ahablar, usted recuerda, como entre comillas, una fecha, una datacin, que invade nuestro espacio pblico y nuestravida privada desde hace cinco semanas. Hay algo quefait date, dira yo en francs, hace poca, y ste es suimpacto, el impacto mismo de aquello que es, por lo menos, sentido, de manera aparentemente inmediata, como unacontecimiento que marca, un acontecimiento singular o, como se dice en ingls, unprecedentedY digo de maneraaparentemente inmediata, pues este sentimiento es menos espontneo de lo que parece: en gran medida estcondicionado, constituido, si no efectivamente construido, en todo caso mediatizado, por una formidable maquinariatecnosociopoltica. Hacer poca, en todo caso supone que alguna cosa ocurre por primera y ltima vez, algunacosa que todava no podemos identificar, determinar, reconocer, analizar, pero que en adelante debera permanecercomo inolvidable: un acontecimiento imborrable en el archivo comn de un calendario universal -o supuestamenteuniversal, pues no tenemos, y quiero insistir en ello desde el comienzo, ms que supuestos y presupuestos,

    primarios, dogmticos, o bien pensados, organizados, calculados, estratgicos, o bien todo eso a la vez-. Pues el

    ndice que seala esta fecha, el simple acto, el dectico mnimo, el apuntar minimalista de este fechado marcatambin otra cosa. Qu? Pues bien, que quiz no disponemos de ningn concepto, de ningn significado paranombrar de otra manera esta cosa que acaba de ocurrir, este supuesto acontecimiento. Acto del terrorismointernacional, por ejemplo (volveremos sobre ello), es cualquier cosa menos un concepto riguroso y satisfactorio

    para captar la singularidad de aquello de lo que vamos a tratar de hablar. Alguna cosa tuvo lugar, se tiene elsentimiento de no haber podido verla venir, y es innegable que la cosa tiene sus consecuencias. Pero el lugar y elsentido mismos de este acontecimiento permanecen inefables, como una intuicin sin concepto, como una unidadsin generalidad en el horizonte, sin horizonte incluso, fuera de alcance para un lenguaje que confiesa su impotenciay en el fondo se limita a pronunciar mecnicamente una fecha, a repetirla, a la vez como una especie deencantamiento ritual, conjuro potico, letana periodstica, ritornelo retrico que confiesa no saber de qu habla. Nose sabe bien qu es lo que se llama o nombra de este modo: el 11 de septiembre,September eleventh, le 11septembreLa brevedad de la denominacin (September eleventh, 9/11) surge no solamente de una necesidadeconmica o retrica. El telegrama de esta metonimia (un nombre, una cifra) muestra lo incalificable al reconocer

    que no se reconoce: ni siquiera se conoce, an no se puede calificar, no se sabe de qu se habla.ste es el primer efecto, indudable, de lo que se produjo (que haya sido calculado, bien calculado o no),

    precisamente, el 11 de septiembre, a algunos pasos de aqu: se lo repite, y hay querepetirlo, tanto ms cuanto que nose sabe muy bien qu es lo que denominamos de ese modo, como para exorcizar porpartida doble: por una parte,

    http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_3/borradori.htmhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_3/borradori.htm
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    para conjurar mgicamente la cosa misma, el miedo o el terror que inspira (la repeticin tiene siempre el efectoprotector de neutralizar, de amortiguar, de alejar un traumatismo, lo cual vale para la repeticin de las imgenestelevisivas de que hablaremos ms adelante); y, de otra parte, para negar, en este mismo acto de habla y deenunciacin, la impotencia para nombrar de manera apropiada, para caracterizar, para pensar la cosa de que se trata,

    para ir ms all del simple dectico de la fecha: algo terrible tuvo lugar el 11 de septiembre, y en el fondo no se sabequ. Pues, por ms que nos indignemos ante la violencia, por ms que deploremos sinceramente, como lo hago yo

    con todo el mundo, el nmero de muertos, no haremos creer a nadie que en el fondo es de eso de lo que se trata.Sobre esto volver de nuevo. Por el momento slo nos preparamos para decir algo.Hace ya tres semanas que estoy en Nueva York. No solamente es imposible no hablar de este tema, sino que unosiente, o se le hace sentir, que le estprohibido(no se le da el derecho de) empezar a hablar de cualquier cosa, sobretodo en pblico, sin cumplir con esta obligacin y sin hacer una referencia, en el fondo siempre ciega, a esta fecha(pero lo mismo ocurra ya en China, en donde me encontraba el 11 de septiembre, y despus en Francfort el 22 deseptiembre)[ii].Admito que me he sometido regularmente a esta conminacin; y de algn modo lo hago de nuevo altomar parte con usted en esta amigable entrevista, pero siempre tratando de acudir, por encima de la conmocin y lamas sincera compasin, a preguntas y a un pensar (entre otras cosas, un verdadero pensamiento poltico) lo que,tal parece, acaba de ocurrir el 11 de septiembre all, a dos pasos de aqu, en Manhattan y, no muy lejos, enWashington.Siempre creo en la necesidad de poner atencin en primer trmino a ese fenmeno del lenguaje, la denominacin, ladotacin; a esa compulsin de repeticin (a la vez retrica, mgica, potica). A lo que esta compulsin significa,

    traduce o revela. No para encerrarse en el lenguaje, como quisieran creerlo personas apuradas, sino, al contrario,para tratar de comprender lo que pasa precisamente ms alldel lenguaje que lleva a repetir sin fin y sin saber dequ se habla, precisamente all en donde el lenguaje y el concepto encuentran sus lmites: 11 de septiembre, 11septembre,September eleventh, 9/11.

    Hay que tratar, pues, de saber ms, de tomarse el tiempo y mantener la libertad para empezar a pensar este primerefecto del as llamado acontecimiento: de dnde nos viene, cmo se nos impone esta amenazante conminacin?Quin o qu nos da esta orden conminatoria (algunos diran este imperativo aterrorizante, incluso terrorista):nombre, repita, re-nombre, el 11 de septiembre, 11 septembre, September 11 th , aun cuando en el fondousted no sepa lo que dice ni haya an pensado en lo que llama de este modo. Estoy de acuerdo con usted: sin duda,esta cosa, el 11 de septiembre, nos dio la impresin de haber sido un major event. Pero qu es una impresinen este caso? Y un acontecimiento? Y sobre todo, a major event? Tomndola al pie de la letra, voy a sealar msde una precaucin. Voy a hacerlo en un estilo aparentemente empirista, pero apuntando ms all del empirismo.Indudablemente, dira un empirista del siglo XVIII, ha habido una impresin, la impresin de lo que usted llama,

    y no por nada, en ingls, a majar event. Insisto en lo del ingls porque es la lengua que hablamos aqu, en NuevaYork, aunque no sea ni la suya ni la ma; pero tambin porque la conminacin viene ante todo de un lugar en dondedomina el ingls. No lo digo solamente porque se haya apuntado, atentado, violado a los Estados Unidos en su

    propio suelo por primera vez en este siglo, y desde hace cerca de dos siglos, desde 1812, sino porque el ordenmundial que sinti que se le apuntaba a travs de toda esta violencia est ampliamente dominado por el idiomaangloamericano, un idioma indisolublemente ligado al discurso poltico que domina la escena mundial, el DerechoInternacional, las instituciones diplomticas, los medios de comunicacin, la mayor potencia tecnocientfica,capitalista y militar. Y aqu se trata mucho de la esencia, an enigmtica pero tambin crtica, de esta hegemona.Porcrticaentiendo a la vez decisiva, potencialmente decisoria,y en crisishoy en da ms vulnerable y amenazadaque nunca.Que esta impresin est justificada o no, ella es en s misma un acontecimiento, no hay que olvidarlo jams, sobretodo cuando, aunque de manera diferenciada, es un efecto propiamente mundial. No se puede disociar laimpresin de todos los afectos, interpretaciones, retricas que la han reflexionado, comunicado, globalizado,

    pero tambin, y ante todo, que la han formado, producido, hecho posible. La impresin se parece as a la cosamisma que la produjo. Incluso si esa cosa no se reduce a ella. Si, por consiguiente, el acontecimientono sereduce a ella. El acontecimiento est hecho de la cosa misma (lo que sucede) y de la impresin (a la vezespontnea y controlada) que tal cosa nos da, nos deja o nos hace. Digamos que la impresin est informada,en el doble sentido de la palabra: un sistema predominante le dio forma, y esta forma pasa por una maquinaria deinformacin organizada (lenguaje, comunicacin, retrica, imagen, medios, etc.). Este dispositivo de informacin esde una vez poltico, tcnico, econmico. Pero se puede, y yo creo que se debe (se trata de un deber a la vez filosficoy poltico), distinguir entre el hecho supuestamente bruto, la impresin y la interpretacin. Reconozco que es, porsupuesto, casi imposible disociar el hecho bruto del sistema que produce la informacin acerca de l. Pero elanlisis debe llegar tan lejos como sea posible. Por desgracia no basta, y esto es cierto desde hace tiempo, con mataren algunos instantes cerca de 4.000 personas, sobre todo civiles, utilizando una tecnologa reconocida comoavanzada, para producir un majorevent. Se podran dar muchos ejemplos durante la guerra mundial (y usted precismuy bien que este acontecimiento parece an ms importante para quienes no han vivido una guerra mundial),

    pero tambin despus de ella, de semejantes asesinatos masivos y casi instantneos que no fueron registrados,interpretados, sentidos, presentados como major events. Esos asesinatos no dieron la impresin, en todo caso no atodo el mundo, de constituir catstrofes inolvidables.

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    Hay que preguntarse entonces por qu, y distinguir entre estas dos impresiones:por una parte, la compasinhacia las vctimas y la indignacin ante la matanza; esta tristeza y esta condena no deberan tener lmites, deberanser incondicionales y de principio; responden a un acontecimiento innegable, situado ms all de todo simulacro yde toda virtualizacin posibles; responden al evento con lo que podramos llamar el corazn, y van al corazn delacontecimiento;por otra parte, la impresin interpretada, interpretativa, informada, la evaluacin condicional quenos hace creer que se trata de un major event.La creencia, el fenmeno del crditoy de la acreditacin, es una

    dimensin esencial de la evaluacin, de la datacin, incluso de la inflacin compulsiva de la que hablbamos. Aldistinguir la impresin y la creencia hago como si privilegiase este lenguaje del empirismo ingls, el cual sera unerror desdear aqu. Las preguntas filosficas siguen estando, entonces, abiertas, a menos que se nos abran de nuevode manera tal vez indita: qu es una creencia?, qu es una impresin? Pero, sobretodo, qu es unacontecimiento digno de este nombre? Y un acontecimiento mayor, es decir, uno que es ms acontecimiento,que tiene ms acontecer que cualquier otro? Un acontecimiento que dara testimonio, de manera ejemplar ohiperblica, de la esencia misma de un acontecimiento, incluso de un acontecimiento ms all de la esencia? Pues unacontecimiento que se conformara aun a una esencia, a una ley y una verdad, incluso a un concepto delacontecimiento, sera un acontecimiento mayor? Un acontecimiento mayor debera ser tan imprevisible e irruptivocomo para perturbar hasta el horizonte del concepto o de la esencia desde donde se cree reconocer a unacontecimiento en cuanto tal. De ah que las preguntas filosficas sigan estando abiertas, y quiz ms all de lafilosofa, en cuanto se trata de pensar el acontecimiento.El acontecimiento en el sentido de Heidegger?

    DERRIDA:Sin duda. Pero, curiosamente, en la medida al menos en que el pensamiento de laEreignisenHeidegger no estara tornado solamente hacia la apropiacinde lo propio (eigen) sino tambin hacia una ciertaexpropiacin que el mismo Heidegger nombra (Enteignis). La prueba a que nos somete el acontecimiento, aquelloque en la prueba a la vez se abre y resiste a la experiencia, es, me parece, cierta inapropiabilidadde lo que sucede.El acontecimiento es lo que sucede y al suceder llega a sorprenderme, a sorprender y a suspender la comprensin: elacontecimiento es ante todo lo queyono comprendo. O mejor: el acontecimiento es ante todo queyono comprenda.Consiste en aquello queyono comprendo: lo queyono comprendo, y ante todo queyono comprenda, el hecho deque yo no comprenda: mi incomprensin. ste es el lmite, a la vez externo e interno, sobre el que quisiera insistiraqu: aunque la experiencia de un acontecimiento, el modo bajo el cual nos afecta, precisa de un movimiento deapropiacin (comprensin, reconocimiento, identificacin, descripcin, determinacin, interpretacin a partir de unhorizonte de anticipacin, saber, denominacin, etc.), aunque este movimiento de apropiacin sea irreductible einevitable, slo hay acontecimiento digno de este nombre en donde esta apropiacinfracasaen una de las fronteras.Pero en una frontera sin frente ni confrontacin, una frontera contra la cual la incomprensin no choca de frente,

    pues ella no tiene la forma de un frente slido: ella se escapa, permanece evasiva, abierta, indecisa, indeterminable.De ah la inapropiabilidad, la imprevisibilidad, la sorpresa absoluta, la incomprensin, el riesgo de engaarse, lanovedad inanticipable, la singularidad pura, la ausencia de horizonte. Si aceptamos esta definicin mnima, aunquedoble y paradjica, de acontecimiento, podramos afirmar que el 11 de septiembre constituy unacontecimiento sin precedentes? Un acontecimiento imprevisible? Un acontecimiento totalmente singular?

    No es seguro. No era imposible prever el ataque, en suelo norteamericano, por parte de los llamados terroristas(habr que volver sobre esta palabra, cuya carga poltica es tan fuerte y tan equvoca), de un edificio o de unainstitucin sensibles, espectaculares, altamente simblicos. Para no hablar de Oklahoma City (se dir que el atacantevena de los Estados Unidos, pero lo mismo pas el 11 de septiembre), ya haba ocurrido un atentado con bombacontra las Torres Gemelas hace unos aos, y las secuelas siguen siendo de actualidad, puesto que los presuntosautores de este acto de terrorismo siguen presos y enjuiciados[iii]. Para no hablar de tantos otros atentados delmismo tipo, fuera del territorio nacional de los Estados Unidos pero contra sus intereses. Y de los fracasos que sehan denunciado de la CIA y del FBI: esas antenas del organismo norteamericano estaban ah para ver venir los

    atentados, para evitar la sorpresa (digamos de pasada, ya que acabo de decir territorio nacional de los EstadosUnidos o intereses norteamericanos, que lo que el 11 de septiembre recuerda, ms que revela, es al menos que,

    por miles de razones, sera difcil definir los lmites rigurosos de estas cosas: el territorio nacional y losintereses de Estados Unidos. Dnde se detienen hoy en da? Quin est autorizado para responder a esta

    pregunta? Solamente los ciudadanos de Estados Unidos? Solamente sus aliados? Es aqu donde se encuentraquizs el fondo del problema, y una de las razones para que sea tan difcil saber si hay, strictosensu, dnde ycundo, un acontecimiento).Sin embargo, aceptemos, como hiptesis, hablar a este propsito de un acontecimiento y procedamos lentamente,con paciencia. Despus de todo, cada vez que algo sucede, hasta en la experiencia cotidiana ms trivial, hay una

    parte de acontecimiento y de imprevisibilidad singular: cada instante marca un acontecimiento, y todo lo que esotro tambin, y cada nacimiento, y cada muerte, por ms tranquila y natural que sea. Se dir por eso que (yaqu la cito a usted) el 11 de septiembre fue un acontecimiento mayor(major event)? Aunque la palabramayor haga alusin a la altura, la evaluacin no podra ser en este caso puramente cuantitativa, trtese de ladimensin de las torres, del territorio atacado o del nmero de vctimas. Usted sabe muy bien que no se cuenta de lamisma forma a los muertos en todas partes. Es nuestro deber recordarlo, sin atenuar con ello nuestra tristeza por lasvctimas de las Torres Gemelas, nuestro espanto o nuestra rabia frente a este crimen. Tenemos el deber de recordar

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    que la resonancia que tienen estos asesinatos jams es puramente natural y espontnea. Depende de una maquinariacompleja (histrica, poltica, meditica, etc.). Trtese aqu de respuesta o de reaccin psicolgica, poltica, policial omilitar, hay que reconocer lo que es obvio, a la vez cualitativa y cuantitativamente: matanzas cuantitativamentecomparables, e incluso superiores en nmero, inmediatas o indirectas, jams producen, en Europa, en los EstadosUnidos, sus medios de comunicacin, su opinin pblica, una conmocin comparable cuando ocurren fuera delespacio europeo o norteamericano (Camboya, Ruanda, Palestina, Irak, etc.). Lo queparece nuevo y majortampoco

    es el arma empleada: aviones que destruyen inmuebles repletos de civiles. No es preciso remontarse, por desgracia,a todos los bombardeos de la segunda guerra mundial, a Hiroshima y Nagasaki para encontrar muchos ejemplos. Lomenos que se puede decir de estas agresiones es que sus dimensiones, cuantitativas o de otra ndole, no fueroninferiores a las del 11 de septiembre. Y los Estados Unidos, digmoslo en forma de ltote, no siempre estuvierondel lado de las vctimas.Hay que buscar entonces otras explicaciones que sean significantes y cualitativas. Primero que todo, nadie, bien seao no aliado de los Estados Unidos, que apruebe o no lo que permanece ms o menos constante y continuo en sus

    polticas de una administracin a la siguiente, discutir, me parece a m, un hecho de bulto que determina elhorizonte del mundo desde lo que se conoce como elfin de la Guerra-Fra(tendremos que reinterpretar sin cesaresta cosa, el llamadofin de la Guerra Fra, desde diversos puntos de vista, y eso es lo que voy a hacer dentro de unmomento; pero por ahora permtame recordar solamente que el 11 de septiembre es tambin, en muchos aspectos,un efecto lejano de la Guerra Fra, antes de su fin, de la poca en que los Estados Unidos sostenan a los enemigosde la URSS que ahora se han convertido en los suyos, armndolos y formndolos, por ejemplo, en Afganistn, pero

    no solamente all). Cul es este hecho de bulto? Desde el fin de la Guerra Fra, lo que podemos llamar el ordenmundial, con su relativa y precaria estabilidad, depende ampliamente de la solidez y confiabilidad, es decir, delcrditodel podero norteamericano. Y ello en todos los planos: econmico, tcnico, militar, meditico, incluso en elde la lgica discursiva, de la axiomtica que sostiene mundialmente a la retrica jurdica o diplomtica, y porconsiguiente al Derecho Internacional, por ms que los Estados unidos lo violen sin dejar de presentarse como susmximos defensores. De ah que desestabilizar a esta superpotencia que cumple al menos con el papel de guardindel orden mundial es arriesgarse a desestabilizar al mundo entero, incluyendo a los enemigos declarados de losEstados Unidos. Y qu es lo que se amenaza, entonces? No solamente un gran nmero de fuerzas, de poderes, decosas que dependen, incluso entre los adversarios ms determinados de los Estados Unidos, del orden ms omenos asegurado por esta superpotencia; tambin,y de manera an ms radical(quisiera subrayar este punto), elsistema de interpretacin, la axiomtica, la lgica, la retrica, los conceptos y las evaluaciones que, se supone, deben

    permitirnos comprendery explicar, precisamente, una cosa como el 11 de septiembre. Hablo aqu de todo eldiscursoque se encuentra acreditado, de manera predominante, masiva, hegemnica, en el espacio pblico mundial.

    Lo que se encuentra legitimado de este modo por l sistema predominante (conjunto constituido por la opininpblica, los medios, la retrica de los polticos y la presunta autoridad de todos aquellos que, mediante diversosmecanismos, tienen o se toman la palabra en el espacio pblico) son las normas inscritas en todas las frasesaparentemente con sentido que se pueden hacer con el lxico de la violencia, de la agresin, del crimen, de la guerray el terrorismo, con las supuestas diferencias entre guerra y terrorismo, entre terrorismo nacional e internacional,terrorismo anti-Estado y terrorismo de Estado, con el respeto de la soberana, del territorio nacional, etc. Lo que seha tocado, herido, traumatizado con este doble crashes slo esto o aquello, un qu o un quin, unos edificios,unas estructuras urbanas y estratgicas, unos smbolos del podero poltico, militar y capitalstico, un nmeroconsiderable de personas de todos los orgenes que viven sobre un territorio nacional intocado desde hacemuchsimos aos? No, no es solamenteeso; quizs es, sobre todo, y a travs de ellos, el aparato conceptual,semntico, hermenutico, si usted quiere, que habra podido permitir ver venir, comprender, interpretar, describir,hablar, nombrar el 11 de septiembre, y, al hacerlo, neutralizar el traumatismo, amortiguarlo en un trabajo deduelo. Lo que sugiero aqu puede parecer abstracto y demasiado dependiente de lo que parece ser una simple

    actividad conceptual o discursiva, de una cuestin de saber; en efecto, es como si me contentara con decir: lo que esterrible en el 11 de septiembre, lo que sigue siendo infinito en esta herida, es que no sabemoslo que es y, as,no sabemos describirlo, ni identificarlo, ni nombrarlo. Y esto es, efectivamente, lo que estoy diciendo. Pero paramostrar que este horizonte de no saber, este no horizonte de saber (la impotencia para comprender, para conocer,

    para reconocer, para identificar, para nombrar, para describir, para ver venir) puede ser todo menos abstracto eidealista, tengo que decir algo ms. Y decirlo, precisamente, de manera ms concreta.Lo voy a hacer en tres momentos. Y dos vecescon referencia a lo que se ha llamado la Guerra Fra, el fin de laGuerra Fra o el equilibrio del terror. Estos tres tiempos, estas tres series de argumentos recurren todos a unamisma lgica. Cul? Pues bien, la que en otro lugar[iv]he propuesto reconocer, extendindola ilimitadamente, bajola forma de una ley implacable: la ley que rige todoproceso autoinmune. Un proceso autoinmune, como se sabe, esese extrao comportamiento del ser vivo que, de manera casi suicida, se aplica a destruir l mismo sus propias

    protecciones, a inmunizarse contra supropia inmunidad.1. Primer momento, primera autoinmunidad. Reflejoy reflexin. La Guerra Fra en la cabeza. Mucho ms all delos mismos Estados Unidos, el mundo entero se siente oscuramente afectado por una transgresin que no solamentese presenta, en cuanto transgresin, como sin precedente en la historia (la primera violacin del territorio nacional delos Estados Unidos desde hace casi dos siglos, prcticamente, en todo caso en la fantasmagora que ha prevalecido

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    siempre), sino como una transgresin de un nuevo tipo. Cul? Antes de responder a esta pregunta recordemos unavez ms la evidencia: esta transgresin viola el territorio de un pas que, aun a los ojos de sus enemigos, y sobre tododesde el llamado fin de la Guerra Fra, desempea un rol virtualmente soberano entre los Estados soberanos.Desempea, por consiguiente, el rol de garante o de tutor de todo orden mundial, el cual, en principio y en ltimainstancia, se supone que garantiza el crdito en general, el crdito en el sentido de transaccin financiera tanto comoel crdito acordado a los lenguajes, a las leyes, a las transacciones polticas o diplomticas. Los Estados Unidos

    disponen de este crdito (cuya necesidad es sentida por todo el mundo, aun por quienes tratan de arruinarlo) y lohacen manifiesto, no solamente en razn de su riqueza y de su podero tecnocientfico y militar, sino tambin, almismo tiempo, por el ejercicio de su arbitraje en todos los conflictos, a travs de su presencia dominante en elConsejo de Seguridad y en muchas otras instituciones internacionales. Incluso cuando, con total impunidad, norespetan ni el espritu ni la letra de sus resoluciones. Los Estados Unidos, con todo, tienen el poder de acreditarfrente al mundo una autopresentacin: representan la ltima presunta unidad de la fuerza y del derecho, de la mayorfuerza y del discurso del derecho.Ahora bien, aqu aparece el primer sntoma de autoinmunidad suicida: no solamente el suelo, esto es, la figura literaldel fundamento o de la fundacin de esta fuerza de la ley, se ve expuestoa la agresin, sino que la agresin deque es objeto (el objetoexpuesto,precisamente, a la violencia pero tambin, en un bucle,[v] a sus propiascmaras, en su propio inters) viene, como desde el interior, de fuerzas que aparentemente no tienen fuerza propia

    pero que encuentran la manera, mediante la astucia y el despliegue de un saberhigh-tech, de apoderarse de un armanorteamericana, en una ciudad norteamericana, en el suelo de un aeropuerto norteamericano. Inmigrantes formados,

    preparados para su accin en los Estados Unidos por los Estados Unidos, estos hijackers incorporan, si puededecirse, dos suicidios en uno: el suyo (y lo que ms aterroriza es que siempre estaremos desarmados ante unaagresin suicida, autoinmune), pero tambin el suicidio de quienes los recibieron, los armaron, los entrenaron. Nohay que olvidar que anteriormente los Estados Unidos haban preparado el terreno y consolidado las fuerzas deladversario al formar gente como Ben Laden, quien aqu representa un ejemplar eminente, pero ante todo alcrear situaciones poltico-militares favorables a su surgimiento y a su cambio de bando (por ejemplo, la alianza conArabia Saudita y otros pases rabes musulmanes en su guerra contra la URSS o Rusia en Afganistn; pero se

    podran multiplicar al infinito los ejemplos de estas paradojas suicidas).Doblemente suicida, esta fuerza se ajustarcon una extraordinaria economa(el mximo de seguridad, depreparacin, de competencia tcnica, de eficacia destructiva con una inversin mnima de medios). Apuntar yalcanzar el corazn o, mejor, la cabeza simblica del orden mundial. A la altura de la cabeza (head, cap, caput,capital, capital, Capitolio), el doble suicidio tocar dos lugares simblica y efectivamente esenciales del cuerponorteamericano: el lugar econmico o la cabeza capital del capital mundial (el World Trade Center, el arquetipo

    del gnero, pues ahora hay, con este nombre, WTC en muchos lugares del mundo, por ejemplo en China) y el lugarestratgico, militar y administrativo de la capital, la cabeza de la representacin poltica norteamericana, elPentgono, no lejos del Capitolio, sede del Congreso.Al nombrar al Capitolio, paso ya a un segundo aspecto del mismo acontecimiento, de lo que podra hacer de l unmajor event. Se va a tratar nuevamente de un terror autoinmune, y de nuevo de la Guerra Fra, de lo que se llamaun poco a la ligera su fin y de lo que, visto desde el Capitolio, podra ser peor que la Guerra Fra.2. Segundo momento, segunda autoinmunidad. Reflejo y reflexin. Peor que la Guerra Fra . Qu es unacontecimiento traumtico? En primer lugar, todo acontecimiento digno de este nombre, incluso si es feliz, tienedentro de s algo traumatizante, siempre inflige una herida al tiempo corriente de la historia, a la repeticin tantocomo a la anticipacin ordinaria de toda experiencia. Un acontecimiento traumtico no est solamente marcado,como acontecimiento, por el recuerdo, incluso inconsciente, de lo que ha ocurrido. Al decir esto parece que voy encontra de una evidencia, la que vincula el acontecimiento con la presencia o con el pasado, con el ocurrir de lo queocurri, de una buena vez, innegablemente, de modo que la compulsin de repeticin que pueda seguirse no hara

    ms que reproducir lo que ya se ha producido. Pero yo creo que tenemos que complicar este esquema (incluso si noes totalmente falso), tenemos que sospechar de su crono-logaa saber: del pensamiento y el orden de latemporalizacin que parece implicar. Tenemos que pensar de manera distinta la temporalizacin de un traumatismosi queremos comprender en qu el 11 de septiembre se parecea un major event. Pues la herida permanece abierta

    por el terror ante elporvenir, no solamente ante el pasado (por lo dems, usted misma defini el acontecimiento enfuturo, en su pregunta: usted se anticip y dijo al que asistiremos en nuestra vida). La prueba que nos hace sufrirel acontecimiento tiene como correlato trgico, no lo que pasa actualmente o lo que pas en el pasado, sino el signo

    precursor de lo que amenaza con pasar. El porvenir es quien determina lo inapropiado del acontecimiento, no elpresente ni el pasado. O, por lo menos, si son el presente o el pasado, ser solamente en tanto lleven sobre su cuerpoel signo terrible de lo que podra o podr suceder, y que serpeor de lo que haya sucedido jams.Permtame precisar esto. Se trata de un trauma y, por consiguiente, de un acontecimiento cuya temporalidad no

    procede ni del ahora presente ni del presente pasado, sino de un impresentable que est por venir. Un arma hiere ydeja abierta por siempre una cicatriz inconsciente; pero esta arma es aterradora porque viene del porvenir, de un

    porvenir tan radicalmente por venir que se resiste incluso a la gramtica del futuro anterior. Imagine que se hubieradicho a los norteamericanos, y a travs de ellos al mundo entero: lo que acaba de pasar (la destruccin espectacularde las torres, la muerte teatral pero invisible de miles de personas en unos pocos segundos, etc.) es algo grave, un

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    crimen terrible, un dolor sin fondo; pero, bueno, ya se acab, no volver a comenzar, jams habr algo tanto o msgrave que esto. Presumo que el duelo habra sido posible en un tiempo bastante corto. Uno podra quejarse oalegrarse por ello, pero en todo caso muy rpidamente las cosas habran vuelto a tomar su curso normal. Hay quetrabajar el duelo, se habra dicho, y se habra vuelto la hoja como se hace con tanta frecuencia y con tanta facilidad

    para lo que ocurre en otras partes, lejos de Europa y de Norteamrica. Pero eso no fue lo que ocurri, en absoluto.Hay traumatismo sin trabajo de duelo posible cuando el mal viene de la posibilidad de que lo peor est por venir, de

    la repeticin por venir, pero mucho peor. El traumatismo es producido por el porvenir, por la amenaza de lo peor porvenir ms que por una agresin pasada y terminada[vi]. Lo que pas, aunque no haya sido dicho, y con razn, contoda la claridad necesaria, es esto: para el futuro, y para siempre, la amenaza que se seal mediante estos signos

    puede ser peor que todas, peor an, como lo vamos a precisar, que la que organiz la llamada Guerra Fra.Amenaza de agresin qumica, sin duda, amenaza de agresin bacteriolgica (se crey recibir ese mensaje aqu, en

    Nueva York, recuerde, ayer mismo, en las semanas siguientes al 11 de septiembre), pero sobre todo amenazanuclear. Aunque se haya dicho ms bien poco sobre eso, los responsables de la administracin y del Congresotomaron rpidamente las medidas necesarias para que el Estado de derecho sobreviva a un ataque nuclear contraWashington, el jefe de Estado y el Congreso (Pentgono, Casa Blanca y Capitolio). Ciertos representantes delCongreso lo han hecho saber, por ejemplo, en el transcurso de un debate pblico televisado que pude observar aqu:en adelante, todas las cabezas del Estado (presidente, vicepresidente, ministros y congreso) no se reunirn jams enun mismo sitio en el mismo momento, como ocurre hoy en el caso del Discurso sobre el Estado de la Unin, porejemplo Esto significa que ,el acontecimiento mayor no habr consistido el 11 de septiembre en una agresin

    pasada, presente y efectiva. X habr sido traumatizado (X? Quin? Qu? Nada menos que el mundo, bastantems all de los Estados Unidos, en todo caso la posibilidad del mundo), pero traumatizado no en presente, o desdeel recuerdo de lo que habr sido un presente pasado. No; ha sido traumatizado desde el porvenir impresentable,desde la amenaza abierta de una agresin capaz de golpear un da, ms tarde, quin sabe, a la cabeza del Estado-nacin soberanoparexcellence.Por qu esta amenaza tiene la firma del fin de la Guerra Fra? Por qu es peor que la misma Guerra Fra?Como la constitucin de redes terroristas rabe-musulmanas equipadas y entrenadas durante la Guerra Fra, ellarepresenta la consecuencia residual tanto de la Guerra Fra como del rebasamiento de la Guerra Fra.De un lado, enrazn de la diseminacin, incontrolable a partir de entonces, del poder nuclear, es difcil medir los grados y lasformas de este poder, as como es difcil delimitar las responsabilidades de esta diseminacin; pero dejemos este

    punto en suspenso.De otro lado(y aqu tocamos lo que es peor que la Guerra Fra), en adelante ya no puede haberequilibrio del terror. Ya no hay un duelo entre dos Estados poderosos (EU/URSS) empeados en una teora de

    juegos y capaces ambos de neutralizar el podero nuclear del adversario en una estimacin recproca y organizada de

    los riesgos respectivos. En lo sucesivo, la amenaza nuclear, la amenaza total, no proviene de un Estado sino defuerzas annimas, absolutamente imprevisibles e incalculables. Y como esta amenaza absoluta habr sido secretada

    por el fin de la Guerra Fra y la victoria del campo de los EU, como ella amenaza aquello que supuestamentesostiene el orden del mundo -a saber: la posibilidad misma de un mundo y de una mundializacin (DerechoInternacional, mercado global, lenguaje universal, etc.)-, lo que se encuentra de este modo puesto en riesgo por estaaterradora lgica autoinmune es nada menos que la existencia del mundo, de lo mundial mismo. No hay lmites aesta amenaza que busca sus antecedentes o sus recursos en toda la historia de la Guerra Fra, pero que a la vez

    parece infinitamente ms peligrosa, horrorosa y aterradora que sta. De ah que veamos, en efecto, incontablessignos de que esta amenaza acelera y confirma el fin de la Guerra Fra, precipitando la reconciliacin al menosaparente de dos enemigos igualmente atemorizados. Cuando Bush y los suyos acusan a the axis of evil, sin dudahay que sonrer y al mismo tiempo denunciar las connotaciones religiosas, las estratagemas infantiles, lasmistificaciones oscurantistas de esta prosopopeya. Y, sin embargo, hay efectivamente un mal absoluto que portodas partes extiende la sombra de su amenaza. Mal absoluto, amenaza absoluta, pues compromete nada menos que

    la mundializacin del mundo, la vida sobre la Tierra y en otras partes, sin ningn recato.Pero hay otra paradoja: aun si ste es el origen del terror con el que juegan los terrorismos, aun si este terror esel peor de todos, aun si toca al inconsciente geopoltico de todos los seres vivos y deja en ellos huellas indelebles,aun si eso es a lo que se alude cuando se habla, como acaba de hacerlo usted, y como se hace con tanta frecuencia,del 11 de septiembre como de un major eventporquees el primer signo (consciente-inconsciente) de este terrorabsoluto, pues bien, al mismo tiempo, a causa de la invisibilidad annima del enemigo, a causa del origenindeterminado del terror, a causa de su ausencia de rostro (individual o estatal), a causa del hecho de no saber lo quees un acontecimiento delinconsciente yparaeste inconsciente (que sin embargo hay que tener en cuenta aqu), pues

    bien, s, lo peor puede parecer simultneamente inconsistente, pasajero, ligero, negado, reprimido, hasta olvidado,relegado a ser un acontecimiento entre otros, uno delos acontecimientos mayores, si lo prefiere, de una grancadena de acontecimientos pasados y por venir. Sin embarga, todos estos esfuerzos por atenuar o neutralizar elefecto del traumatismo (para negarlo, reprimirlo, olvidarlo, para hacer su duelo, etc.), son, a su vez, tentativasdesesperadas. Y movimientos autoinmunes que producen, inventan y alimentan la monstruosidad que pretendenabatir.

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    Lo que jams se dejar olvidar es entonces el efecto perverso de la autoinmunidad misma. Hoy sabemos que larepresin, en el sentido psicoanaltico y en el sentido poltico-policivo, poltico-militar, poltico-econmico,

    produce, reproduce, regenera precisamente aquello que trata de desactivar.3. Tercer momento, tercera autoinmunidad. Reflejo y reflexin. El crculo vicioso de la represin .No se puededecir que la humanidad est indefensa ante la amenaza de este mal. Pero hay que saber que las defensas, y todas lasformas de eso que llaman, con dos palabras tan problemticas la una como la otra, war on terrorism, trabajan para

    regenerar, a corto o a largo plazo, las causas del mal que pretenden exterminar. En Irak, en Afganistn e incluso enPalestina, las bombas no sern jams lo suficientemente inteligentes para evitar que las vctimas (militares ociviles, otra distincin cada vez menos confiable) respondan, en persona o por delegacin, con lo que les ser fcil

    presentar como represalias legtimas, o contraterrorismo. Y as hasta el infinito...Por comodidad y porque as lo exiga el anlisis, he distinguido tres terrores autoinmunes. Pero en la realidad estostres recursos del terror no se distinguen: se acumulan y se sobredeterminan. Son en el fondo el mismo, en larealidad perceptible y sobre todo en el inconsciente, el cual no es la menos real de las realidades.Sea o no el 11 de septiembre un acontecimiento de importancia mayor, qu papel le ve usted a la filosofa?

    Puede la filosofa ayudarnos a comprender lo que pas?

    DERRIDA:Sin duda, un acontecimiento semejante requiere una respuesta filosfica. Mejor an, una respuestaque replantee, con la mayor radicalidad, los presupuestos conceptuales mejor anclados en el discurso filosfico. Losconceptos con los que ms a menudo se ha descrito, nombrado, categorizado este acontecimiento pertenecen a unsueo dogmtico del que slo nos puede despertar una nueva reflexin filosfica, una reflexin sobre la filosofa,

    especialmente sobre la filosofa poltica y sobre su legado. El discurso corriente, el de los medios y el de la retricaoficial, confa fcilmente en conceptos como el de guerra o el de terrorismo (nacional o internacional).Una lectura crtica de Schmitt, por ejemplo, sera muy til. Por una parte, para seguirlo tan lejos como sea posible aldistinguir entre la guerra clsica (confrontacin directa y declarada entre dos Estados enemigos, en la gran tradicindel derecho europeo), la guerra civil y la guerra de partisanos (en sus formas modernas, aunque ella aparece,como lo reconoce Schmitt, desde el comienzo del siglo XIX). Pero, por otra parte, tenemos que reconocer, contraSchmitt, que la violencia que se desencadena en la actualidad no se desprende de la guerra (la expresin guerracontra el terrorismo es muy confusa, por lo que hay que analizar la confusin y los intereses a los que pretendeservir este abuso retrico). Bush habla de guerra pero es incapaz de determinar el enemigo al que declara haberdeclarado la guerra. Afganistn, su poblacin civil y sus ejrcitos no son enemigos de los norteamericanos, cosa que

    jams se ha dejado de repetir. Suponiendo que Ben Laden sea aqu quien toma las decisiones soberanamente, todomundo sabe que este hombre no es afgano, que es rechazado por su pas (por todos los pases y por todos losEstados casi sin excepcin), que su formacin debe mucho a los Estados Unidos y sobre todo que no est solo. Los

    Estados que le ayudan indirectamente no lo hacen como Estados. Ningn Estado como tal lo respalda pblicamente.En cuanto a los Estados que albergan (harbour) las redes terroristas, es difcil identificarlos como tales. LosEstados Unidos y Europa, Londres y Berln, son tambin santuarios, lugares de formacin y de informacin paratodos los terroristas del mundo. Desde hace tiempos, entonces, ninguna geografa, ninguna asignacinterritorial es pertinente para localizar la sede de estas nuevas tecnologas de transmisin o de agresin.(Digmoslo muy apresuradamente y de pasada, para prolongar y precisar lo que deca atrs acerca de una amenazaabsoluta de origen annimo y no estatal: las agresiones de tipo terrorista no tendran ya necesidad de aviones, de

    bombas, de kamikazes, pues basta con introducirse en un sistema informtico con valor estratgico, con instalar enl un virus o alguna perturbacin grave, para paralizar los recursos econmicos, militares y polticos de un pas o deun continente. Eso se puede intentar desde cualquier lugar sobre la tierra, a un bajo costo y con medios muyreducidos. La relacin entre la tierra, el territorio y el terror ha cambiado; y hay que saber que ello se debe alconocimiento, es decir, a la tecnociencia. Es ella quien enturbia la distincin entre guerra y terrorismo. A este

    propsito, comparado con las posibilidades de destruccin y de desorden catico que se encuentran en reserva, para

    el futuro, en las redes informatizadas del mundo, el 11 de septiembre pertenece an al teatro arcaico de laviolencia destinada a impactar la imaginacin. Se podr hacer un dao mucho peor maana, de manera invisible, ensilencio, mucho ms rpido, sin sangre, al atacar las networks informticas de las que depende toda la vida[social, econmica, militar, etc.] de un gran pas, de la mayor potencia del mundo. Un da se dir: el 11 deseptiembre fueron los [buenos] viejos tiempos de la ltima guerra. Las cosas an eran del orden de lo gigantesco:visible y enorme! Qu tamao, qu altura! Desde entonces ha habido cosas peores. Las nanotecnologas de todotipo son mucho ms poderosas e invisibles; inasibles, se insinan por todas partes. Son rivales micrologicos de losmicrobios y las bacterias. Pero nuestro inconsciente ya es sensible a eso, ya lo sabe, y eso es lo que da miedo.)Si bien esta violencia no es una guerra entre Estados, tampoco es una guerra civil o una guerra de partisanos,en el sentido definido por Schmitt, en la medida en que no consiste, como la mayora de las guerras de partisanos,en una insurreccin nacional ni en un movimiento de liberacin destinado a tomar el poder en el suelo de un Estado-nacin (incluso si uno de los objetivos, lateral o central, de las redes de Ben Laden es desestabilizar a ArabiaSaudita, aliada ambigua de los Estados Unidos, e instalar un nuevo poder estatal en ella). Si despus de todo se

    persiste en hablar aqu de terrorismo, esta denominacin cubre un nuevo concepto y nuevas distinciones.Usted cree que se pueden hacer estas distinciones?

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    DERRIDA: Hoy es ms difcil que nunca. Si no se quiere confiar ciegamente en el lenguaje corriente, el cual casisiempre se presta con docilidad para las retricas de los medios de comunicacin o las gesticulaciones verbales del

    poder poltico dominante, hay que ser muy prudente al usar la palabra terrorismo y, sobre todo, terrorismointernacional. Ante todo, qu es el terror? Qu lo distingue del miedo, de la angustia, del pnico? Hace unmomento, al sugerir que el acontecimiento del 11 de septiembre slo era majoren la medida en que el traumatismoque infligi a las conciencias y a los inconscientes no consista en lo que haba ocurrido sino en la amenaza

    indeterminada de un futuro ms peligroso que la Guerra Fra, hablaba yo de terror, de miedo, de pnico o deangustia? En qu se diferencia el terror organizado, provocado, instrumentalizado, de ese miedoque toda unatradicin, de Hobbes a Schmitt, e incluso a Benjamin, considera como la condicin de la autoridad de la ley y delejercicio soberano del poder, como la condicin de la poltica misma y del Estado? En elLeviathan, Hobbes nohabla solamente defearsino de terrour(11, X27).Benjamin dice, a propsito del Estado, que ste tiende aapropiarse, mediante la amenaza, precisamente, del monopolio de la violencia (Crtica de la violencia). Se dir,naturalmente, que no toda experiencia de terror, incluso si es muy especfica, es necesariamente efecto de unterrorismo. Sin duda; pero la historia poltica de la palabra terrorismo se deriva ampliamente de la referencia alterror revolucionario francs que se ejerci a nombre del Estado y que supona precisamente el monopolio legal dela violencia. Si nos remitimos a las definiciones corrientes o explcitamente legales del terrorismo, quencontramos? All la referencia a un crimen contra la vida humana cometido en violacin de las leyes (nacionales ointernacionales) siempre implica a la vez la distincin entre civil y militar (se supone que las vctimas del terrorismoson civiles) y una finalidad poltica (influenciar o cambiar la poltica de un pas aterrorizando a su poblacin civil).

    Estas definiciones, por consiguiente, no excluyen el terrorismo de Estado. Todos los terroristas del mundopretenden responder en defensa propia a un terrorismo de Estado previo que no dice su nombre y se cubre con todaclase de justificaciones ms o menos crebles. Usted conoce las acusaciones que se han lanzado, por ejemplo, ysobre todo, contra los Estados Unidos por la sospecha de practicar o alentar el terrorismo de Estado[vii]. De otra

    parte, los desbordamientos terroristas eran frecuentes incluso durante las guerras declaradas de Estado a Estado,dentro de las formas del derecho europeo tradicional. Mucho antes de los bombardeos mas o menos masivos de lasdos ltimas guerras mundiales, la intimidacin de las poblaciones civiles constitua un recurso clsico. Desde hacesiglos.Hay que decir algo tambin acerca de la expresin terrorismo internacional que alimenta los discursos polticosoficiales en todo el mundo. Esta expresin se encuentra tambin en numerosas condenas oficiales de parte de las

    Naciones Unidas. Despus del 11 de septiembre, una mayora aplastante de los Estados representados en la ONU(quizs incluso la unanimidad, no lo recuerdo, habra que verificarlo) conden, como lo haba hecho en ms de unaocasin en el transcurso de los ltimos decenios, lo que llama el terrorismo internacional. Ahora bien: durante una

    sesin televisada de las Naciones Unidas el secretario general Kofi Annan tuvo que recordar de pasada numerososdebates anteriores. En el momento mismo en que se alistaban para condenarlo, algunos Estados manifestaron susreservas sobre la claridad de ese concepto de terrorismo internacional y sobre los criterios para identificarlo. Comoocurre con muchas nociones jurdicas que tienen una importancia crucial, el que haya cosas oscuras, dogmticas o

    precrticas en esos conceptos no impide que los poderes establecidos y llamados legtimos hagan uso de ellos cuandoles parece oportuno hacerlo. Por el contrario, entre ms confuso es un concepto, con mayor docilidad se presta parasu apropiacin oportunista. Por lo dems, fue como consecuencia de esas decisiones precipitadas, sin debatefilosfico, a propsito del terrorismo internacional y de su condena, que la ONU autoriz a los Estados Unidos autilizar todos los medios que la administracin de ese pas juzgara oportunos y apropiados para protegerse contra elllamado terrorismo internacional.Sin necesidad de ir demasiado atrs, incluso sin recordar, como se hace tan a menudo, y con razn, por estos das,que unos terroristas pueden ser admirados como combatientes de la libertad en un contexto (por ejemplo, en la luchacontra el ocupante sovitico en Afganistn) y denunciados como terroristas en otro (hoy en da, a menudo los

    mismos combatientes con las mismas armas), no olvidemos la dificultad que tendramos para decidir entre lonacional y lo internacional en el caso de terrorismos que han marcado la historia de Argelia, de Irlanda del

    Norte, de Crcega, de Israel o de Palestina. Nadie puede negar que hubo terrorismo de Estado en la represinfrancesa en Argelia, entre 1954 y 1962. El terrorismo que practicaron los rebeldes argelinos fue considerado durantemucho tiempo como un fenmeno domstico, mientras se considero que Argelia haca parte integrante del territorionacional francs; igualmente, el terrorismo francs de ese entonces (ejercido por el Estado) se presentaba como unaoperacin de polica y de seguridad interior. El Parlamento francs solamente confiri el estatus de guerra (y, porconsiguiente, de confrontacin internacional) a ese conflicto retrospectivamente, varios decenios despus, en losaos noventa, y eso con el fin de poder asegurar unas pensiones a los veteranos que las reclamaban. Qu revelentonces esta ley? Que se deba, y se poda, cambiar todos los nombres utilizados hasta entonces para calificar loque antes se haba denominado con pudor, en Argelia, precisamente los acontecimientos (a falta, una vez ms,

    para la opinin pblica popular, de poder nombrar la cosa de manera adecuada). La represin armada, comooperacin de polica interior y terrorismo de Estado, se convirti de pronto en una guerra. En el otro bando, losterroristas eran y en adelante fueron considerados en una gran parte del mundo como combatientes de la libertad yhroes de la independencia nacional. En cuanto al terrorismo de los grupos armados que impusieron la fundacin yel reconocimiento del Estado de Israel, se trataba de un terrorismo nacional o internacional? Y el de los diversos

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    grupos de terroristas palestinos de hoy? Y los irlandeses? Y los afganos que lucharon contra la Unin Sovitica?Y los chechenios? A partir de qu momento un terrorismo deja de ser denunciado como tal para ser saludadocomo el nico recurso de un combate legtimo? O a la inversa? Por dnde trazar el lmite entre lo nacional y lointernacional, la polica y el ejrcito, la intervencin para mantener la paz y la guerra, el terrorismo y la guerra, locivil y lo militar, en un territorio y dentro de unas estructuras que aseguren el potencial defensivo u ofensivo de unasociedad? Digo vagamente sociedad Porque hay casos en los que una determinada entidad poltica ms o

    menos orgnica y organizada no es ni un Estado ni una entidad totalmente no estatal, sino un estado virtual: vase loque se llama hoy en da Palestina o Autoridad Palestina.Inestabilidad semntica, confusin irreductible de la frontera entre los conceptos, indecisin en cuanto al conceptomismo de frontera: no basta con que todo ello sea analizado como un desorden especulativo, un caos conceptual ouna zona de turbulencia aleatoria en el lenguaje pblico o poltico; por el contrario, es preciso reconocer all unasestrategias y unas relaciones de fuerza. El poder dominante es quien logra imponer, y por consiguiente legitimar,incluso legalizar (pues siempre se trata del derecho), en un escenario nacional o mundial, la denominacin y,consecuentemente, la interpretacin que le conviene en una determinada situacin. Es as como, en el transcurso deuna larga y complicada historia, los Estados Unidos han conseguido suscitar un consenso intergubernamental enAmrica del Sur para llamar oficialmente terrorismo a toda resistencia poltica organizada al poder establecido,verdaderamente establecido, ypor ah derecho convocar a una coalicin armada contra el susodicho terrorismo.De ese modo, los Estados Unidos pueden delegar tranquilamente la responsabilidad en los gobiernos de Amrica delSur y evitar las acusaciones justificadas de intervencionismo violento.

    Pero en lugar de continuar en esta direccin multiplicando ejemplos, me voy a contentar con subrayar una vez msla novedad que hace urgentes tanto una refundacin, si es que an se puede decir as, de lo jurdico-poltico, comouna mutacin conceptual, es decir, a la vez semntica, lxica y retrica. Consideremos nuevamente la mayor partede los fenmenos que se pretende identificar e interpretar como acciones terroristas (nacionales o internacionales),actos de guerra o intervencin depeacekeeping. Estos fenmenos ya no tienen como objetivo la conquista o laliberacin de un territorio y la fundacin de un Estado-nacin. Ni de parte de los Estados Unidos o de Estados(ricos) llamados del Norte, los cuales no ejercen ya hegemona en la forma colonial o imperial de una ocupacin delterritorio, ni de parte de los pases que en otra poca estuvieron sometidos a este colonialismo o a este imperialismo.La alternativa terrorista/combatiente de la libertad tambin corresponde a categoras del pasado. Incluso all endonde hay terrorismo de Estado, ya no se trata de ocupar un territorio sino de asegurar un poder tecnoeconmicoo un control poltico que slo requiere un mnimo de territorio. Si bien el recurso petrolero, por ejemplo, siguesiendo uno de los raros territorios, uno de los ltimos lugares terrestres no virtualizables, ser suficiente con asegurarel derecho de paso para un oleoducto. Pero es cierto que por el momento toda la estructura tecnoindustrial de los

    pases hegemnicos depende de l y que, por ms compleja y sobredeterminada que sea, la posibilidad de aquello delo que acabamos de hablar sigue anclada, si se me permite decirlo, en esos lugares no reemplazables, en esosterritorios no desterritorializables. Los cuales siguen perteneciendo, en derecho y dentro de la tradicin an slidadel Derecho Internacional, a Estados-naciones soberanos.Lo que usted dice exige un cambio muy profundo en el mbito de las instituciones internacionales y del

    Derecho Internacional.

    DERRIDA:Una mutacin semejante deberproducirse. Pero es imposible prever a qu ritmo ocurrir. En todas lastransformaciones de que hablamos sigue siendo incalculable ante todo el ritmo, el tiempo de aceleracin y laaceleracin del tiempo. Y ello por razones que son esenciales y que se refieren a la velocidad misma de los cambiosde velocidad tecnocientficos, as como a los cambios de dimensiones que las nanotecnologas introducen ennuestras evaluaciones y en nuestras mediciones. Estos trastornos del Derecho Internacional son necesarios, pero

    pueden producir en una o en veinte generaciones: quin puede decirlo? Sin considerarme capacitado para saberquin merece hoy en da el nombre de filsofo (no confiara para ello en criterios profesionales o corporativos),

    estara tentado a llamar en el futuro filsofo a todo aquel que reflexione de manera responsable sobre estos asuntos ypida cuentas a quienes tienen a su cargo la palabra pblica, el lenguaje y las instituciones del Derecho Internacional.Es filsofo (yo preferira decir filsofo-deconstructor) quien intente analizar, con el fin de extraerconsecuencias prcticas y efectivas, el vnculo entre las herencias filosficas y la estructura del sistema jurdico-

    poltico an dominante y visiblemente en mutacin. Es filsofo quien busque una nueva criteriologa paradistinguir entre comprender y justificar. Se puede describir, comprender, explicar determinadas sucesiones deeventos que conducen a la guerra o a los terrorismos sin justificarlos en lo ms mnimo, incluso condenndolosy tratando de inventar nuevas cadenas de eventos. Se puede condenarincondicionalmentelosactos de terrorismo(sean o no de Estado) sin desconocer la situacin que pudo generarlos, si no legitimarlos. Para dar ejemplostendramos que empearnos en anlisis largos, en principio hasta interminables. Se puede condenarincondicionalmente, como lo hago yo aqu, el atentado del 11 de septiembre sin prohibirse tener en cuenta unascondiciones, reales o alegadas, que lo hicieron posible. Todos aquellos que, en todo el mundo, organizaron ointentaron justificar este atentado vieron en l una respuesta a los terrorismos de Estado de los Estados Unidos y desus aliados. Tal fue el cas, por ejemplo, solamente por ejemplo, en el Medio Oriente, aunque Yasser Arafat hayacondenado tambin el 11 de septiembre y rehusado con razn a Ben Laden el derecho a hablar en nombre del

    pueblo palestino.

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    Si la distincin entre guerra y terrorismo es problemtica y se acepta la nocin de terrorismo de Estado, an

    queda la pregunta: quin es ms terrorista?

    DERRIDA: El ms terrorista? Esta pregunta es necesaria, pero al mismo tiempo est destinada a quedar sinrespuesta. Necesaria porque tiene en cuenta un hecho esencial: todo terrorismo sepresentacomo una rplica en unasituacin de puja y forcejeo. Equivale a decir: Recurro al terrorismo como ltimo recurso porque el otro es msterrorista que yo; me defiendo, contraataco; el verdadero terrorista, el peor, es quien me priv de cualquier otro

    medio diferente a ste antes de presentarse l mismo, el primer agresor, como vctima. Es as como los EstadosUnidos, Israel, las potencias coloniales, los pases ricos, los poderes de forma imperialista son acusados de practicarel terrorismo de Estado y de ser ms terroristas que los terroristas de los que se dicen vctimas, etc. Como el

    patrn es bien conocido, no insisto. Pero es difcil descalificarlo pura y simplemente, incluso aunque a veces se loutiliza de forma simplista y abusiva. Inversamente, la pregunta que usted hace, la de un mas o menos en elterrorismo, no se debera referir a una lgica pura y objetivamente cuantitativa,pues no debera dar lugar a ningunaestimacin formalizable. La accin terrorista busca producir efectos psquicos (conscientes e inconscientes!) yreacciones simblicas o sintomticas que pueden tomar numerosos rodeos (incalculables, en realidad). La calidadola intensidadde las emociones que provoca (conscientes o inconscientes) no siempre guarda proporcin con elnmero de vctimas o con la cantidad de daos causados. En una situacin y una cultura determinadas, siempre ycuando la repercusin meditica no espectacularice el acontecimiento, la muerte de miles de personas en un tiempomuy breve puede provocar menos efectos psquicos y polticos que el asesinato de un solo individuo en otro pas,otra cultura, otro Estado-nacin sobre equipado desde el punto de vista meditico. Pero, adems, el terrorismo pasa

    solamente por la muerte? No se puede aterrorizar sin matar? Y matar es necesariamente hacer morir? No estambin dejar morir? Acaso dejar morir, no querer saber que se deja morir (a cientos de millones de sereshumanos de hambre, del sida, de falta de atencin mdica, etc.) no puede hacer parte de una estrategia terroristams o menos consciente y deliberada? Quizs es un error suponer con ligereza que todo terrorismo es voluntario,consciente, organizado, deliberado, intencionalmente calculado: hay situaciones histricas o polticas en las que elterror opera, por decirlo as, como por s mismo, como simple efecto de un dispositivo, en razn de las relaciones defuerza instaladas, sin que nadie, ningn sujeto consciente, ninguna persona, ningn yo se sienta consciente o se hagaresponsable de l. Todas las situaciones de opresin, social o nacional estructural, producen un terror que no esnunca natural (que es, por lo tanto, organizado, institucional) y del cual dependen, sin que jams quienes se

    benefician de l tengan que organizar actos terroristas y sean tratados como terroristas. El sentido estrecho,demasiado estrecho, que se le da comnmente a la palabra terrorismo hoy en da se hace circular en todas susformas en el discurso que domina el espacio pblico, ante todo gracias al podero tecnoeconmico de los medios decomunicacin. Qu habra sido el 11 de septiembre sin la televisin? Esta pregunta ya se plante y se explor, y

    no voy a insistir ms en ella. Pero hay que recordar que la mediatizacin mxima era un inters comnde losorganizadores del 11 de septiembre, de los terroristas y de quienes, en nombre de las vctimas, ansiabandeclarar la guerra contra el terrorismo. Entre estas dos partes, este cubrimiento meditico era, como el buensentido al decir de Descartes, la cosa mejor repartida del mundo. Ms que en la destruccin de las Torres Gemelas oel ataque al Pentgono, ms que en el asesinato de miles de personas, el verdadero terror consisti (y comenzefectivamente) en exponer, en explotar, en haber expuesta y explotado su imagen por parte del propio objetivo delterror Este objetivo (digamos que son los Estados Unidos y todo lo que se una o se ale a ellos en el mundo, lo cual

    prcticamente no tiene lmites) estaba l mismo interesado(tena el mismointers, el cual, por consiguiente,comparte con su enemigo mortal) en exponer su vulnerabilidad, en darle toda la resonancia posible a la agresincontra la que quiere protegerse. Se trata otra vez de la misma perversin autoinmune. Habra que decir ms bienpervertibilidad, para designar as una posibilidad, un riesgo o una amenaza cuya virtualidad no tiene la forma deuna intencin maligna, de un espritu del mal, de una voluntad de hacer dao. Pero esta virtualidad sola basta paraasustar, digamos que para aterrorizar. Es la raz no erradicable del terror y en consecuencia de un terrorismo que se

    anuncia incluso antes de organizarse como terrorismo. Implacablemente. Sin fin.Aado aqu un llamado: no hay nada puramente moderno en esta mediatizacin del terror, en un terrorismo queopera mediante la propagacin, a travs del espacio pblico, de imgenes o rumores que aterrorizan a la llamada

    poblacin civil. Es cierto que, a travs de la radio y la televisin, lo que se llama propaganda organizada (cosa enefecto relativamente moderna) tom en el siglo XX, y ya desde la Primera Guerra Mundial, parte esencial en laguerra declarada. Acompa, de manera indisociable, bombardeos (convencionales o atmicos) que no podandistinguir entre lo civil y lo militar, como por su parte tampoco podan hacerlo las resistencias y lasrepresiones de los movimientos de resistencia. Ya entonces, en las dos guerras mundiales, era imposible distinguirrigurosamente entre guerra y terrorismo. Vea, por ejemplo, a los hroes de la Resistencia francesa, que continuaronla guerra despus del armisticio y a menudo en nombre de la Francia libre de De Gaulle. Estos resistentes erantratados regularmente de terroristas por los nazis y por los colaboradores de Vichy. Esta acusacin ces con laLiberacin de Francia, pues era un instrumento de propaganda nazi. Pero quin puede alegar que no tena nada deverdad?Dnde estaba usted el 11 de septiembre?

    DERRIDA:Estaba en Shanghai, al final de un largo viaje a China. All era por la noche, y el dueo del caf endonde me encontraba con unos amigos nos anuncia que un avin se haba estrellado contra las Torres Gemelas.

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    Yo regreso precipitadamente al hotel y desde las primeras imgenes televisadas (las de CNN, preciso) era fcilprever que aquello se iba a convertir, a los ojos del mundo, en lo que usted ha llamado un acontecimiento mayor,Aun si lo que debera seguir era, en cierto modo, invisible e imprevisible. Pero para darse cuenta de la gravedad delacontecimiento y de sus dimensiones mundiales bastaba con movilizar dentro de s algunas hiptesis polticas

    probadas con anterioridad. Hasta donde me pude dar cuenta, China trat durante los primeros das de circunscribir elalcance del acontecimiento como si se tratara de un episodio local. Pero ya esta interpretacin organizada, que

    responda al estado de las relaciones entre China y los Estados Unidos (tensiones diplomticas e incidentes deorgenes diversos), tuvo que ceder ante otras necesidades: CNN y otros medios internacionales penetran el espaciochino, y China tambin tiene su propio problema musulmn. Le toc unirse, de una u otra forma, a la coalicinantiterrorista. En la misma lgica habra que analizar las motivaciones y los intereses detrs de los diversosdesplazamientos geopolticos o estratgico-diplomticos que, por decirlo as, revistieron al 11 de septiembre(acercamiento entre Bush y Putin, a quien se dejan las manos libres en Chechenia, asimilacin bastante til pero

    bastante apresurada del terrorismo palestino al terrorismo internacional, lo cual implica un llamado a una respuestauniversal, etc. En estos dos casos hay quienes estn interesados no solamente en presentar a sus adversarios comoterroristas -que lo son, en efecto, en cierta medida-, sino solamentecomo terroristas, y sobre todo terroristasinternacionalesque hacen parte de la misma lgica, incluso de la misma red, y a quienes se pretende oponer, no uncontraterrorismo, sino una guerra, en el subentendido de que se trata de una guerra limpia. Los hechosmuestran bien que estas distinciones son impracticables, carentes de rigor y manipulables de la manera msoportunista).

    Si se deconstruye radicalmente la distincin entre guerra y terrorismo, y entre tipos diferentes de terrorismo(nacional o internacional), se hace muy difcil concebir la poltica de manera estratgica. Quines son los

    actores en el escenario mundial? Cuntos hay? No ve usted el riesgo de una anarqua total?

    DERRIDA: La palabra anarqua amenaza con llevarnos a renunciar demasiado rpido al anlisis y lainterpretacin de lo que, en efecto, se parecea un puro caos. Hay que tratar, tanto como sea posible, de dar cuentade esta apariencia. Hay que hacer todo para que este nuevo desorden sea lo ms inteligible posible. El anlisis queacabamos de esbozar hace un momento iba en este sentido: un fin de la Guerra Fra que deja un solo campo, enrealidad una coalicin de Estados que aspiran a la soberana, frente a potencias annimas y no estatales,organizaciones armadas, virtualmente con poder nuclear, pero que tambin pueden, sin utilizar armas, sin provocarexplosiones, sin realizar ataques personales, utilizar tcnicas informticas temiblemente destructoras, o en todo casocapaces de llevar a cabo operaciones para las cuales no se tiene un nombre (ni guerra ni terrorismo), que no serealizan ya en nombre de un Estado-nacin y cuya causa, en todos los sentidos de la palabra, es difcil deformalizar (causa teolgica, tnica, socioeconmica, etc.). De ningn lado se cuestiona jams una lgica de la

    soberana (poltica, relativa al Estado-nacin, de origen ella misma ontoteolgico aunque ms o menos secularizadoen una parte, o puramente teolgico y no secularizado en la otra). Ni del lado de los Estados-naciones y de lasgrandes potencias que tienen sede en el Consejo de Seguridad, ni del otro, ni de losotros lados, pues precisamentehay un nmero indeterminado de ellos. No hay duda de que todo el mundo sealar la existencia del DerechoInternacional (cuyos fundamentos, en mi opinin, pueden ser perfeccionados, revisados, y exigen una completareestructuracin, tanto conceptual como institucional). Pero este Derecho Internacional no se respeta en ningnlugar. En cuanto una parte no lo respeta, las otras dejan de considerarlo respetable y lo traicionan su vez. LosEstados Unidos e Israel no son los nicos pases que desde hace tiempos se dan todas las libertades que considerannecesarias con respecto a las resoluciones de la ONU.Para responder de manera ms precisa a su pregunta, dira que los Estados Unidos no son tal vez el nico blanco, nisiquiera el blanco central o final de la operacin a la que se ha asociado el nombre de Ben Laden, al menos pormetonimia. Quiz se trata de provocar una situacin militar y diplomtica que desestabilice a algunos de los pasesrabes que se encuentran desgarrados entre una poderosa opinin pblica (antinorteamericana, incluso antioccidental

    por mil razones que tienen que ver con una historia compleja, vieja de varios siglos, pero tambin, comoconsecuencia de la era colonial o imperial, con la miseria, la opresin y un adoctrinamiento ideolgico y religioso),de una parte, y de otra, la necesidad de asentar su autoridad no democrtica en una alianza diplomtica, econmica ymilitar con los Estados Unidos. La lista la encabeza Arabia Saudita, pas que sigue siendo el enemigo privilegiadode todo aquello que puede representar un Ben Laden (me sigo valiendo de este nombre como de una sincdoque)o un Saddam Hussein. Ahora bien: Arabia Saudita (gran familia y gran potencia petrolera) alimenta todos los focosdel fanatismo y hasta del terrorismo rabe-islmico en el mundo, al mismo tiempo que mantiene su alianza con elprotector, el cliente y el patrn norteamericano. sta es una de las situaciones paradjicas, una vez msautoinmune, de lo que usted llamaba la anarqua total: el juego y el desplazamiento de las alianzas estratgicas

    petroleras entre los Estados Unidos (campeones declarados del ideal democrtico, de los derechos humanos, etc.) yregmenes de quienes lo menos que se puede decir es que no responden a este modelo. Pero estos regmenes (puse elejemplo de Arabia Saudita, pero habra que hablar tambin del caso, por lo menos igualmente grave, de Pakistn)son tambin el enemigo o el blanco de quienes organizan el llamado terrorismo internacional contra los EstadosUnidos y, virtualmente al menos, contra sus aliados. Eso forma ms de un tringulo. Y en el torneo y el contorneo(le tournoi et le tournoiement) de los tringulos, es difcil discernir la motivacin real de la alegacin, el petrleo dela religin, lo poltico de lo econmico o de la estrategia militar. Ciertamente, la diatriba de tipo Ben Laden contra

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    el diablo norteamericano asocia en sus temas la perversin de la fe y la increencia, la violacin de los lugaressagrados del Islam, la presencia militar cerca de La meca, el respaldo a Israel, la opresin de las masas rabe-musulmanas. Pero, aunque esta diatriba encuentre un eco innegable entre la poblacin, e incluso entre los medios decomunicacin del mundo rabe y musulmn, los gobiernos de esos Estados (a la mayora de los cuales los derechoshumanos y la democracia los preocupan tan poco como a Ben Laden) son prcticamente todos hostiles, en principio,en tanto gobiernos, a la red Ben Laden y a su discurso. Se debe concluir entonces que Ben Laden emplea

    tambin su fuerza para desestabilizarlos...Lo cual sera un objetivo clsico de los terroristas: desestabilizar y no obtener, desestabilizar la situacin talcomo se encuentra en el estado actual.

    DERRIDA:La estrategia ms comn consiste siempre en desestabilizar no solamente al enemigo principal ydeclarado, sino, simultneamente, en una especie de confrontacin cuasi domstica, a los ms cercanos. A vecesincluso a sus aliados. ste es otro efecto necesario del mismo proceso autoinmune. En todas las guerras, en todas lasguerras civiles, en las guerras de partisanos o las guerras de liberacin, la inevitable escalada conduce a atacar a loscompaeros rivales no menos que al supuesto adversario principal. En la Guerra de Argelia, entre 1954 y 1962, lasviolencias de corte fratricida entre las diferentes fuerzas insurreccinales eran a veces tan graves como las que sedaban entre ellas y las fuerzas coloniales francesas.Razn de ms para no considerar a todo lo que pertenece al Islam, o al mundo rabe-musulmn, como unmundo, en todo caso como un conjunto homogneo. Y el tomar en cuenta todas estas divisiones, diferencias ydiferendos no constituye forzosamente un acto de guerra, como tampoco el procurar, de manera consecuente, que en

    este mundo rabe-musulmn (que no es un mundoni un mundo uno) no predominen las corrientes que empujanhacia el fanatismo, hacia el oscurantismo armado hasta los dientes de tecnociencias modernas, hacia la violacin detodo principio jurdico-poltico, hacia el desprecio cruel por los derechos humanos y por la democracia y hacia elirrespeto total por la vida. Hay que ayudar a lo que se llama Islam y a lo que se llama rabe a liberarse de estosdogmatismos violentos. Hay que ayudar a quienes luchan heroicamente desde dentroen este sentido. Y esto puedeser un asunto de poltica en el sentido estrecho tanto como de interpretacin del Corn. Cuando digo que hay quehacerlo por lo que se llama Islam y lo que se llama rabe, doy a entender tambin que no hay que hacer menos enEuropa, Amrica, frica y Asia!Usted subray anteriormente el papel esencial que tienen las organizaciones internacionales y la necesidad de

    reforzar el respeto a las leyes internacionales. Piensa usted que este terrorismo ligado a la organizacin Al-

    Qaeda y a Ben Laden cultiva un sueo poltico internacional?

    DERRIDA:Lo que me parece inaceptable en la estrategia (prctica, armada, ideolgica, retrica, discursiva, etc.)del efecto Ben Laden no es solamente la crueldad, el desprecio por la vida, el desprecio por el derecho, el

    desprecio por las mujeres, etc., la utilizacin de lo peor de la modernidad tecnocapitalista al servicio del fanatismoreligioso. No: es sobre todo que esta accin y este discurso no abren ningn futuro y en mi opinin no tienenninguno. Siqueremos y podemos poner un poco de fe en la perfectibilidad del espacio pblico y del campo

    jurdico-poltico mundial, del mundo mismo, entonces no podemos esperarnada buenopor ese lado, segn meparece. Lo que se propone, al menos implcitamente, es poner todas las fuerzas capitalsticas y tecnocientficasmodernas al servicio de una interpretacin dogmtica de la revelacin islmica del Uno. Me parece que en eldiscurso Ben Laden no tiene algn lugar nada de lo que se ha secularizado laboriosamente bajo las formas de lopoltico, de la democracia, del Derecho Internacional y hasta bajo la forma no teolgica de la soberana(suponiendo que se pueda secularizar totalmente o desteologizar el valor de soberana, cosa de la cual no estoyseguro). Por eso, si en esta violencia desenfrenada y sin nombre tuviera que tomar partido en una situacin binaria,yo lo tomara. A pesar de mis reservas radicales con respecto a la poltica norteamericana, incluso europea, eincluso, con mayor amplitud, con respecto a la coalicin antiterrorista internacional, a pesar de todo, a pesar detodas las traiciones de hecho, a pesar de todas las infracciones contra la democracia, el Derecho Internacional, las

    instituciones internacionales que los Estados de esta coalicin han fundado y respaldado hasta cierto punto, yotomara partido por el campo que deja, en principio, en derecho, una perspectiva abierta a la perfectibilidad, ennombre de lo poltico, de la democracia, del Derecho Internacional, de las instituciones internacionales, etc.Incluso si este en nombre de no es todava ms que una alegacin y un compromiso puramente verbal. Estaalegacin misma, aun en su modo ms cnico, permite todava que resuene en ella una Promesa invencible. Yo no laescucho del lado Ben Laden, al menos no para este mundo.Me parece que usted pone todas sus esperanzas en la autoridad del Derecho Internacional.

    DERRIDA:S. En primer lugar, por imperfectas que sean, estas instituciones internacionales deberan serrespetadas, en sus deliberaciones y en sus resoluciones, por los Estados soberanos que hacen parte de ellas comomiembros y que por consiguiente han suscrito sus cartas. Hace un momento record las infracciones graves deciertos Estados occidentales contra estos compromisos. Estas infracciones provienen al menos de dos series decausas.

    De una parte, sin duda, tales fallas tienen que ver con la estructura de los axiomas y de los principios de estosderechos y por consiguiente de las cartas y convenciones que los institucionalizan. Una reflexin (yo dira de tipodeconstructor) debera, en mi opinin, sin menoscabarlos ni destruirlos, cuestionar y refundar esos axiomas y

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    principios, refinarlos y universalizarlos sin fin, sin dejarse desanimar por las aporas con las que semejante trabajo sedeber encontrar necesariamente.

    De otra parte, tales infracciones no se exponen, en el caso de Estados tan poderosos como los Estados Unidos oIsrael (respaldado por los primeros), a ninguna sancin disuasiva. La ONU no tiene ni la fuerza ni los medios paratales sanciones. Hay que hacer entonces todo lo que sea posible (tarea inmensa, temible y de largo aliento) para que,en la situacin en que se encuentran estas instituciones, las infracciones actuales se sancionen efectivamente y para

    que una nueva organizacin verdaderamente las desincentive de antemano. Esto su pone que una institucin como laONU (una vez modificada en su estructura y en su Carta: pienso sobre todo en el Consejo de Seguridad) disponga deuna fuerza de intervencin suficiente y no dependa ms, para poner en ejecucin sus decisiones, de Estados nacionesricos y poderosos, real o virtualmente hegemnicos, que pliegan el derecho a su fuerza o a sus intereses. A vecescnicamente.

    No me engao acerca del carcter aparentemente utpico del horizonte que trazo de este modo, el de una institucininternacional del derecho o una corte internacional de justicia, etc., que dispongan de su propia fuerza autnoma.Aunque no considere al derecho como la ltima palabra de la tica, de la poltica o de lo que sea, aunque esta unidadde la fuerza y del derecho (exigida por el concepto mismo del derecho, como lo explic bien Kant) sea no solamenteutpicasino tambin aportica(ella implica que ms all de una soberana de Estado nacional, incluso democrtica-cuyos fundamentos ontoteolgicos se deben deconstruir-, se reconstituya una nueva figura, no necesariamenteestatal, de soberana universal, de derecho absoluto que disponga de toda la fuerza autnoma que necesite[viii]),insisto en pensar que lo que debe regir todas nuestras decisiones es esta fe en la posibilidad de esta cosa imposible y

    verdaderamente indecidible desde el punto de vista del saber, de la ciencia y de la conciencia.Se podra decir que este ataque terrorista, de un lado, fue un ataque contra el principio de soberana que los

    Estados Unidos tienen sobre su suelo y, de otro lado, constituy un ataque contra el papel soberano que los

    Estados Unidos cumplen frente al mundo occidental, poltica, econmica, culturalmente.Han desestabilizado

    estos dos ataques el concepto de soberana, tal como sta ha sido desarrollada por la tradicin histrica de la

    modernidad occidental?

    DERRIDA:Lo que llaman los terroristas, en este contexto, no son los otros, los otros absolutos, aquellos aquienes nosotros, occidentales, no podramos comprender. No olvidemos que a menudo han sido formados,entrenados, hasta armados, desde hace tiempo, al estilo occidental, y de diversas formas, por un Occidente que fuequien invent la palabra, la tcnica y la poltica del terrorismo en el curso de su historia antigua y reciente. Luegohay que dividir, o en todo caso diferenciar, todos los conjuntos a los que quisiramos atribuir la responsabilidadde este terrorismo. No son los rabes en general, ni el Islam, ni el Oriente Medio rabe-islmico. Cada uno deestos conjuntos es a la vez heterogneo y est trabajado por tensiones, conflictos, contradicciones esenciales y,

    nuevamente, por procesos autodestructores, cuasi suicidas; en una palabra, autoinmunes. Lo mismo ocurre paraOccidente. Lo que, a mi juicio, cuenta mucho para el futuro (volver sobre esto) es tambin una diferencia,incluso, hasta cierto punto y dentro de ciertos lmites, una oposicin entre los Estados Unidos (digamos ms bien, deforma ms honesta, para no ser demasiado injustos con la sociedad norteamericana, aquello que domina y gobiernaen los Estados Unidos) y cierta Europa. Precisamente a propsito de los problemas de que hablamos. Pues lacoalicin que se acaba de formar alrededor de los Estados Unidos sigue siendo frgil y heterclita. Ella no essolamente occidental, y el frente sin frente de esta guerra sin guerra no opone a Occidente y a Oriente, ni alextremo Oriente (China acab por unirse, a su manera, a la coalicin), ni al Medio Oriente, en donde todos los

    pases condenaron, con mayor o menor sinceridad, el terrorismo y se comprometieron a combatirlo. Algunos lohacen de manera solamente retrica; otros, aportando un respaldo militar y logstico. En cuanto a los pases europeosy la OTAN, su compromiso con la mencionada coalicin es tambin muy complejo; es desigual de un pas al otro,y las opiniones pblicas estn lejos de haber sido conquistadas para las iniciativas norteamericanas. La evolucin delas alianzas, el acercamiento entre la Rusia de Putin y los Estados Unidos de Bush, la solidaridad al menos parcial de

    China en el mismo combate: todo eso cambia la situacin geopoltica, ayuda pero tambin complica el juegonorteamericano, que tiene necesidad de todos esos acuerdos para actuar. Lo que ms esperanza me dara en mediode todos estos trastornos es una diferencia potencial entre una nuevacara de Europa y los Estados Unidos. Lo digosin eurocentrismo. Es por eso que hablo de una nueva cara de Europa. Sin renegar de su memoria, extrayendo deella, al contrario, un recurso esencial[ix], Europa aportara una contribucin esencial al futuro del DerechoInternacional de que hablaba hace un momento. Espero que en Europa haya filsofos capaces de medrsele aesta tarea (pongo comillas, pues esos filsofos de tradicin europea no sern forzosamente filsofos profesionales,sino tambin juristas, polticos, ciudadanos, incluso no ciudadanos europeos; y porque podrn ser europeos, estaren Europa sin vivir en ningn territorio de un Estado-nacin de Europa sino encontrndose muy lejos de all, yaque la distancia y el territorio no cuentan hoy como contaban en pocas anteriores). Pero persisto en nombrar aEuropa, aunque sea entre comillas, porque, en la vasta y paciente deconstruccin necesaria para la transformacinque est por venir, la experiencia que Europa inaugur, en la poca de lasLumires, de laAufklrung, del

    Illuminismo, de laIlustracin, en cuanto a las relaciones entre lo poltico y lo teolgico, o ms bien lo religioso,sigue siendo sin duda desigual, inacabada, relativa, compleja, etc., pero habr dejado en el espacio poltico europeo,en cuanto a la dogmtica religiosa (no digo la religin o la fe[x], sino en cuanto a la autoridad de la dogmticareligiosa sobre lo poltico), marcas absolutamente originales que no se encuentran ni en el mundo rabe, ni en el

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    mundo musulmn, ni en el Lejano Oriente, ni siquiera (y ste es el punto ms delicado) en la democracianorteamericana, en aquello que, de hecho, domina, no los principios, sino la realidad dominante de la cultura

    poltica norteamericana. Este ltimo punto es complejo y delicado. No se trata de que esta deconstruccinfilosfica opere contra alguna cosa que se llamaran los Estados Unidos, sino contra lo que constituye hoy en dauna cierta hegemona norteamericana, lo cual en realidad domina y marginaliza algo de la propia historia de losEstados Unidos, algo que est tambin relacionado con esta extraa Europa de la Ilustracin ms o menos

    inacabada de que estoy hablando.Qu papel le ve usted a la religin en ese contexto?DERRIDA:Hablamos de una extraa guerra sin guerra. A menudo tiene la forma, al menos aparente, de unaconfrontacin entre dos grupos con una determinacin religiosa muy fuerte. De un lado, la nica gran potenciademocrtica de tipo europeo en el mundo que mantiene, por una parte, la pena de muerte en su sistema penal y,

    por otra, a pesar de la separacin de principio entre el Estado y las religiones, una referencia bblica (ante todocristiana) fundamental en el discurso oficial de su poltica y de sus lderes polticos; el God bless America, lareferencia a los evildoers o al axis of evil, yla primera consigna (retirada despus) de justicia infinita,evocan, entre tantos otros, algunos signos de ello. Al frente, del otro lado, un enemigo que se identifica comoislmico, como islamismo integrista o fundamentalista, aunque no represente necesariamente al Islam autntico ytodos los musulmanes estn lejos de reconocerse en l. As como todos los cristianos del mundo no se reconoceranen las profesiones de fe fundamentalmente cristianas de los Estados Unidos.Estoy simplificando mucho pero esta simplificacin, creo, nos proporciona los rasgos generales de una innegable

    situacin general. Habra, entonces, una confrontacin entre dos teologas polticas, por lo dems surgidas delmismo tronco, o del suelo comn de una revelacin que yo llamara abrahmica. Es muy significativo que elepicentro, al menos metonmico, de todas estas guerras sea el enfrentamiento entre el Estado de Israel (otrademocracia que no ha cortado el cordn umbilical con la autoridad religiosa, incluso tnico-religiosa, y que estrespaldada de manera masiva, aunque muy compleja, por los Estados Unidos: pero no podemos reabrir aqu estedifcil debate) y un Estado palestino virtual que no ha renunciado a inscribir el Islam como religin de Estado en la

    preparacin de su Constitucin y que se encuentra respaldado de manera masiva, aunque muy compleja, y a menudoperversa, por los Estados rabe-musulmanes.Quisiera esperar que en Europa, o en una cierta tradicin moderna de Europa, habr, al precio de unadeconstruccin que an se busca, la posibilidad de un discurso y de una poltica diferentes, de una forma de salir deeste doble programa teolgico-poltico. El 11 de septiembre (cualquier cosa que se ponga bajo este ttulo) habrsido en ese caso a la vez una seal y un precio a pagar, precio ciertamente muy alto, sin redencin ni salvacin

    posibles para las vctimas, pero tambin una etapa importante de este proceso.

    Usted le ve entonces un papel muy importante a Europa.DERRIDA:Yo lo deseo, pero no lo veo. No veo nada en los hechos que pueda dar lugar a una certeza o a un saber.Simplemente algunos signos para interpretar. Si hay responsabilidades por asumir y decisiones por tomar,responsabilidades y decisiones que merezcan estos nombres, ellas pertenecen al tiempo de un riesgo y de un acto defe. Ms all del saber. Si yo decido porqueyos, en los lmites de lo queyo sy s que se debe hacer, entoncesdesarrollo un programa previsible y no hay ni decisin, ni responsabilidad, ni acontecimiento. En cuanto a lo queacabo de arriesgar a propsito de Europa, digamos que estoy planteando algunas preguntas, en medio de unadeterminada noche y a partir de un determinado nmero de signos. Yo descifro, apuesto, espero. Si les pongo tantascomillas prudentes a todos esos nombres propios, comenzando por Europa, es porque no estoy seguro de nada.Sobre todo no de Europa o de la comunidad europea tal como ellaexiste o se presenta de facto. Tiene que ver con

    pensar ese tal vez del que tanto habl enPolitiques de lamiti, a propsito de la democracia por venir.Quedmonos por un momento con Europa tal como es ahora. Cmo ve su funcin poltica y sus

    posibilidades de influencia reales?

    DERRIDA:En este momento los gobiernos francs y alemn tratan, tmidamente, de frenar un poco elapresuramiento o la precipitacin de los Estados Unidos, al menos frente a ciertas formas que podra tomar su waragainst terrorism. Pero aqu se escucha muy poco a Europa. Las grandes cadenas de televisin no hablan sino de laalianza incondicional y afanosa de la Inglaterra de Tony Blair al lado de los Estados Unidos. Francia debera hacerms y actuar mejor, me parece, por hacer or una voz original. Pero se trata de un pas pequeo, aunque disponga deuna fuerza nuclear y de un voto en el Consejo de Seguridad. Mientras Europa no disponga de una fuerza militarunificada y suficiente para realizar intervenciones autnomas, motivadas, calculadas, discutidas, deliberadas enEuropa, las premisas fundamentales de la situacin actual no van a cambiar, y no nos vamos a acercar a latransformacin a la cual aluda hace un momento (un nuevo Derecho Internacional, una nueva fuerza internacional

    puesta al servicio de nuevas instituciones internacionales, etc., un nuevo concepto, una nueva figura concreta de lasoberana, otros nombres, sin duda, para todas esas cosas que habrn de llegar).

    No quisiera privilegiar demasiado la esfera jurdica, el Derecho Internacional y sus instituciones, aunque s creo msque nunca en la importancia que tienen. Entre las instituciones internacionales que ms cuentan hoy en da no estsolamente la ONU, sino tambin el Fondo Monetario Internacional, el G8, etc. Pensemos en lo que ocurrirecientemente en Gnova (durante la cumbre del G8), por ejemplo. Hubo quienes dijeron, de forma a la vez abusivay verosmil, que entre las fuerzas que se movilizan hoy en da contra la globalizacin, de una parte, y el terrorismo

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    internacional (en pocas palabras, el 11 de septiembre), de otra, haba alianza objetiva, causa comn y colusin dehecho, si no conspiracin intencional. Se requieren esfuerzos inmensos para introducir aqu las distincionesnecesarias (distinciones conceptuales y prcticas!), pero estos esfuerzos debern todos tener en cuenta lascontradicciones, es decir, las sobredeterminaciones autoinmunes sobre las que tanto insisto. A pesar de su aparenteorigen en la biologa, la gentica o la zoologa, estas contradicciones, as entendidas, tienen que ver ms all de lo

    pura y simplemente vivo. Aunque slo sea porque llevan la muerte en la vida.

    A m me parece que el asunto de la soberana internacional es muy complicado porque si se lleva al extremoel papel de las organizaciones internacionales y del Derecho Internacional, vamos a regresar a un modelo de

    Estado: un Metaestado, una metaley.

    DERRIDA:Se trata, en efecto, de