crónica terapia intensiva

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EN ALTO RELIEVE |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| 2 | CUADERNO 1 | EL COMERCIO | Sábado 3 de noviembre del 2012 ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||| El pulso del día La crónica del sábado El tratamiento en una Unidad de Terapia Intensiva involu- cra a especialistas en Medicina Crítica, residentes y perso- nal médico de apoyo, 24 horas al día y siete días por semana La vida cuelga de cables, pero la palabra muerte (casi) no se dice... María Carvajal A. @marycarvajal ‘A lo mejor alguna de us- tedes piensa que si su familiar ingresa en Te- rapia Intensiva seguro va a salir dentro de un ataúd, pero no es así...”. Son casi las 10:00 del lunes pasado y la voz de Mónica Landívar, trabajadora social de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM) de Quito, suena suave y pausada, pero cuando termina esta frase se escucha un ahogado sollozo en la sala. Se trata de la madre de Juan T., quien tuvo que venir “del Orien- te” porque le avisaron que su hijo había ingresado a ese pabellón a causa de una infección cuyas cau- sas no se habían podido determi- nar hasta ese momento, pero había empezado a comprometer su cora- zón. Hay muchas cosas que esta mujer, que viste pantalón rojo y sandalias negras, no comprende, al igual que las familiares de otros cuatro pacientes que por haber ingresado ese día o durante el fin de semana anterior se consideran “nuevos”en la Unidad, según con- tinúa explicando Landívar. La charla informativa se extien- de por más de 30 minutos y las siete mujeres que asistieron tie- nen que volver a la sala de espera. Tal como les fue explicado, solo podrán ver a su padre, hijos o es- poso a las 13:30, luego de haber recibido el informe actualizado de los especialistas sobre la evolu- ción de cada caso. Pero mientras para todas el tiempo “parece corrermás lento”, según murmura una de ellas an- tes de salir, en cada una de las 20 camas ocupadas -de un total de 36 distribuidas en las alas norte y sur- todo minuto se vuelve muy importante en el trabajo de cui- dar la vida y la salud de quienes ahí están acostados, la mayoría de ellos conectados a tubos, man- gueras y monitores... En equipo, cada detalle... Como en cada turno de la ma- ñana, que empieza a las 07:00 de lunes a viernes, el intensivista Jor- ge Guerrero pasa revista a los cin- co pacientes que tiene a su cargo. A diferencia de otras áreas en los hospitales, donde un médico tra- tante puede llegar a tener que atender hasta 40 pacientes o más por jornada, en Terapia Intensiva se requieren múltiples ausculta- ciones, revisiones de fichas médi- cas y evaluaciones de la eficacia de cada tratamiento. Esto se debe a que “acá están los enfermos más delicados del hospital”, explica Antes de escribir en la historia clínica de Vanessa D.,de 15 años, el doctor Guerrero ingresa a un cubículo de aislamiento donde descansa una jovencita que sufre retardo mental profundo, y ad- quirió una neumonía cuando el vómito producido durante una convulsión se le fue a los pulmo- nes. Permanece en una pieza completamente cerrada, y para entrar se necesitan batas esterili- zadas y guantes, no porque su do- lencia sea contagiosa, sino por- que vino de otro hospital y buscan prevenir que cualquier microorganis- mo desconocido sea di- seminado a otras áreas. Luego de cinco días de ingresada, las secrecio- nes extraídas del aparato respiratorio deVanessa a través de una manguera lucen más claras. De to- dos modos permanece entubada -procedimiento que consiste en deslizar un tubo a través de la gar- ganta y permite conectarla a una máquina de respiración asistida-, y bajo los efectos de sedantes. Ma- carena Dávalos, residente de Ci- rugía que hace su rotación en Te- rapia Intensiva, la llama por su nombre para ver si abre los ojos “En este momento ya la tene- mos estabilizada, pero hace unos días casi se nos muere”, cuenta Guerrero antes de sentarse a re- gistrar los progresos del caso. Jun- to con el grupo de posgradistas que están a cargo de las camas cercanas lee las observaciones del neurólogo y realiza un recuen- to de fármacos, procedimientos y otras especificaciones que luego deben ser seguidas al pie de la le- tra por la enfermera, la auxiliar y el terapista respiratorio. Hacia las 10:00, los 10 casos del ala sur son discutidos por espe- cialistas, residentes y estudiantes en una sala, y en la de al lado pasa lo mismo con los 10 casos que es- tán en el ala norte. Una vez por se- mana se realiza una sesión am- pliada, en la que también partici- pa el jefe de la Unidad, Guillermo Falconí, un especialista con 40 años de trabajo en el IESS. Los médicos dan dos razones para esta práctica. Primero está el carácter docente del HCAM y se- gundo, no menos importante, el que la diversidad de criterios puede dar nuevas ideas que pue- den ayudar al enfermo a mejorar. ¿Cerca de la muerte? Un estudio realizado por el doc- tor Falconí determinó que el índi- ce de mortalidad en esta Unidad fue del 25% en el 2011. La media en algunas regiones del mundo puede llegar al 45 ó 50%, se espe- cificó en una Conferencia de Cui- dado Crítico realizada a inicios de año en Emiratos Árabes Unidos. Pero aunque según la estadísti- ca de que tres de cada cuatro pa- cientes sobrevivan, los tratantes en este pabellón saben que el fin de la vida está máscerca de su tra- bajo que en otras especialidades. Antes de entregar su turno a las 14:00, Anabella Cifuentes, inten- sivista y con 18 años de experien- cia, refiere la satisfacción de con- seguir sacar del peligro a un pa- ciente. Como anécdota relata una ocasión en que un abogado decla- rado clínicamente muerto tras un paro cardiorrespiratorio regresó tras una labor de reanimación. “Y él después me dijo que me veía desde afuera cómo le daba golpes en el pecho, y no podía decirme nada al respecto”, comenta. Pero Jorge Guerrero dice que, en cambio, les toca enfrentar to- dos los días el estrés de ver la an- gustia en el rostro de personas co- mo el papá de Leonardo V., quien tiene un daño cerebral irreversi- ble y aunque salga de ahí no po- drá curarse. O cuando debe deci- dir con un grupo familiar que lo único que queda por hacer por su ser querido es evitar que sienta dolor, procurar que reciba oxíge- no y esté cómodo, y esperar que la naturaleza decida el momento del fin. “Nunca se desconecta a nadie de las máquinas”, afirma. El turno de María José Franco, estudiante que culminará su ca- rrera de Medicina en el 2013, ter- minaba un día después de su ini- cio. Dice que le atrae la Pediatría como especialidad, pero niega con la cabeza y sonríe con tristeza al preguntársele si optaría por la Medicina Crítica: “Es feo llegar un día y enterarte que un pacien- te que atendiste por dos o tres se- manas seguidas y con el que hasta conversaste, ya no está...”. Fotos: Eduardo Terán / EL COMERCIO Enfermeras y auxiliares están pendientes de los pacientes las 24 horas. La evolución de cada enfermo se vigila con monitores conectados a la Estación de Enfermería. Tratamiento y docencia. El médico Fausto Guerrero (al centro) estudia un caso con residentes (de azul) y una estudiante. Largas jornadas en la atención. Mariuxi Guerrero, postgradista en Medicina Crítica, escribe sobre la evolución de un paciente. Familiares La sala de espera, sede para apoyo Mientras los familia- res de los pacientes críticos aguardan por novedades, tienen la opción de recibir apo- yo más allá del aspec- to médico. Un sacer- dote tiene una oficina junto a la sala de espe- ra; en la puerta públi- ca está su horario de atención y un número telefónico para locali- zarlo en casos de emergencia. Volunta- rias como Inés Maldo- nado (foto) ayudan a confortar en los mo- mentos más duros. Pacientes Cada vez llegan más traumas Si bien las causas más comunes para el in- greso en una Unidad para enfermos críti- cos son las infecciones no controladas -co- mo las neumonías- y el cuidado postope- ratorio luego de ciru- gías complejas como de cerebro o corazón y trasplantes, cada vez hay más traumas, que son lesiones cau- sadas por un fuerte golpe. Los feriados son fechas de alta in- cidencia, por los acci- dentes de tránsito. Personal Un grupo maneja todos los detalles Además de los espe- cialistas de planta, La Terapia Intensiva del HCAM cuenta con su propio personal de la- boratorio clínico, una trabajadora social, personal de limpieza y desinfección y los ad- ministradores de su farmacia satélite. Restricciones Visitas, solo para los más cercanos Una de las primeras recomendaciones a los familiares de los enfermos es que las visitas sean solo de las personas más queri- das. Se permite el in- greso de cuatro per- sonas, dos a la vez. La frase con eco No se debe ol- vidar la im- portancia que tiene el traba- jo de las en- fermeras y auxiliares... GUILLERMO FALCONÍ Jefe Unidad de Terapia Intensiva HCAM La cifra 100 pacientes en promedio fueron atendidos por mes durante el 2011 en la Unidad de Terapia In- tensiva del HCAM. El proceso de remode- lación y ampliación del área comenzó en el 2007. Constante interacción con los familiares. El intensivista Diego Ortiz explica el tratamiento que recibe uno de los enfermos. 1 200 PACIENTES en condición crítica fueron atendidos en la Terapia Inten- siva del HCAM durante el 2011.

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EN ALTO RELIEVE| | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | |

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El pulsodel día

La crónica del sábado El tratamiento en una Unidad de Terapia Intensiva involu-cra a especialistas en Medicina Crítica, residentes y perso-nal médico de apoyo, 24 horas al día y siete días por semana

La vida cuelga de cables, pero lapalabra muerte (casi) no se dice...María Carvajal A.@ m a r yc a r va j a l

‘Alo mejor alguna de us-tedes piensa que si sufamiliar ingresa en Te-rapia Intensiva seguro

va a salir dentro de un ataúd, perono es así...”. Son casi las 10:00 dellunes pasado y la voz de MónicaLandívar, trabajadora social de laUnidad de Terapia Intensiva delHospital Carlos Andrade Marín(HCAM) de Quito, suena suave ypausada, pero cuando terminaesta frase se escucha un ahogadosollozo en la sala.

Se trata de la madre de Juan T.,quien tuvo que venir “del Orien-te ” porque le avisaron que su hijohabía ingresado a ese pabellón acausa de una infección cuyas cau-sas no se habían podido determi-nar hasta ese momento,pero había empezado acomprometer su cora-zón. Hay muchas cosasque esta mujer, que vistepantalón rojo y sandaliasnegras, no comprende,al igual que las familiaresde otros cuatro pacientesque por haber ingresadoese día o durante el fin desemana anterior se consideran“n u evo s ”en la Unidad, según con-tinúa explicando Landívar.

La charla informativa se extien-de por más de 30 minutos y lassiete mujeres que asistieron tie-nen que volver a la sala de espera.Tal como les fue explicado, solopodrán ver a su padre, hijos o es-poso a las 13:30, luego de haberrecibido el informe actualizadode los especialistas sobre la evolu-ción de cada caso.

Pero mientras para todas eltiempo “parece correr más lento”,según murmura una de ellas an-tes de salir, en cada una de las 20camas ocupadas -de un total de36 distribuidas en las alas norte ysur- todo minuto se vuelve muyimportante en el trabajo de cui-dar la vida y la salud de quienesahí están acostados, la mayoría deellos conectados a tubos, man-gueras y monitores...

En equipo, cada detalle...Como en cada turno de la ma-

ñana, que empieza a las 07:00 delunes a viernes, el intensivista Jor-ge Guerrero pasa revista a los cin-co pacientes que tiene a su cargo.A diferencia de otras áreas en loshospitales, donde un médico tra-

tante puede llegar a tener queatender hasta 40 pacientes o máspor jornada, en Terapia Intensivase requieren múltiples ausculta-ciones, revisiones de fichas médi-cas y evaluaciones de la eficaciade cada tratamiento. Esto se debea que “acá están los enfermos másdelicados del hospital”, explica

Antes de escribir en la historiaclínica de Vanessa D., de 15 años,el doctor Guerrero ingresa a uncubículo de aislamiento dondedescansa una jovencita que sufreretardo mental profundo, y ad-quirió una neumonía cuando elvómito producido durante unaconvulsión se le fue a los pulmo-nes. Permanece en una piezacompletamente cerrada, y paraentrar se necesitan batas esterili-zadas y guantes, no porque su do-lencia sea contagiosa, sino por-

que vino de otro hospitaly buscan prevenir quecualquier microorganis-mo desconocido sea di-seminado a otras áreas.

Luego de cinco días deingresada, las secrecio-nes extraídas del aparatorespiratorio de Vanessa através de una mangueralucen más claras. De to-

dos modos permanece entubada-procedimiento que consiste endeslizar un tubo a través de la gar-ganta y permite conectarla a unamáquina de respiración asistida-,y bajo los efectos de sedantes. Ma-carena Dávalos, residente de Ci-rugía que hace su rotación en Te-rapia Intensiva, la llama por sunombre para ver si abre los ojos

“En este momento ya la tene-mos estabilizada, pero hace unosdías casi se nos muere”, cuentaGuerrero antes de sentarse a re-gistrar los progresos del caso. Jun-to con el grupo de posgradistasque están a cargo de las camascercanas lee las observacionesdel neurólogo y realiza un recuen-to de fármacos, procedimientos yotras especificaciones que luegodeben ser seguidas al pie de la le-tra por la enfermera, la auxiliar yel terapista respiratorio.

Hacia las 10:00, los 10 casos delala sur son discutidos por espe-cialistas, residentes y estudiantesen una sala, y en la de al lado pasalo mismo con los 10 casos que es-tán en el ala norte. Una vez por se-mana se realiza una sesión am-pliada, en la que también partici-pa el jefe de la Unidad, GuillermoFalconí, un especialista con 40

años de trabajo en el IESS.Los médicos dan dos razones

para esta práctica. Primero está elcarácter docente del HCAM y se-gundo, no menos importante, elque la diversidad de criteriospuede dar nuevas ideas que pue-den ayudar al enfermo a mejorar.

¿Cerca de la muerte?Un estudio realizado por el doc-

tor Falconí determinó que el índi-ce de mortalidad en esta Unidadfue del 25% en el 2011. La mediaen algunas regiones del mundopuede llegar al 45 ó 50%, se espe-cificó en una Conferencia de Cui-dado Crítico realizada a inicios deaño en Emiratos Árabes Unidos.

Pero aunque según la estadísti-ca de que tres de cada cuatro pa-cientes sobrevivan, los tratantesen este pabellón saben que el finde la vida está más cerca de su tra-bajo que en otras especialidades.Antes de entregar su turno a las14:00, Anabella Cifuentes, inten-sivista y con 18 años de experien-cia, refiere la satisfacción de con-seguir sacar del peligro a un pa-ciente. Como anécdota relata unaocasión en que un abogado decla-rado clínicamente muerto tras unparo cardiorrespiratorio regresótras una labor de reanimación. “Yél después me dijo que me veíadesde afuera cómo le daba golpesen el pecho, y no podía decirmenada al respecto”, comenta.

Pero Jorge Guerrero dice que,en cambio, les toca enfrentar to-dos los días el estrés de ver la an-gustia en el rostro de personas co-mo el papá de Leonardo V., quientiene un daño cerebral irreversi-ble y aunque salga de ahí no po-drá curarse. O cuando debe deci-dir con un grupo familiar que loúnico que queda por hacer por suser querido es evitar que sientadolor, procurar que reciba oxíge-no y esté cómodo, y esperar que lanaturaleza decida el momentodel fin. “Nunca se desconecta anadie de las máquinas”, afirma.

El turno de María José Franco,estudiante que culminará su ca-rrera de Medicina en el 2013, ter-minaba un día después de su ini-cio. Dice que le atrae la Pediatríacomo especialidad, pero niegacon la cabeza y sonríe con tristezaal preguntársele si optaría por laMedicina Crítica: “Es feo llegarun día y enterarte que un pacien-te que atendiste por dos o tres se-manas seguidas y con el que hastaconversaste, ya no está...”.

Fotos: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Enfermeras y auxiliares están pendientes de los pacientes las 24 horas. La evolución de cada enfermo se vigila con monitores conectados a la Estación de Enfermería.

Tratamiento y docencia.El médico Fausto Guerrero (al centro)estudia un caso con residentes (de azul) y una estudiante.

Largas jornadas en la atención.Mariuxi Guerrero, postgradistaen Medicina Crítica, escribe sobre la evolución de un paciente.

Fa m i l i a r e sLa sala de espera,sede para apoyo

Mientras los familia-res de los pacientescríticos aguardan pornovedades, tienen laopción de recibir apo-yo más allá del aspec-to médico. Un sacer-dote tiene una oficinajunto a la sala de espe-ra; en la puerta públi-ca está su horario deatención y un númerotelefónico para locali-zarlo en casos deemergencia. Volunta-rias como Inés Maldo-nado (foto) ayudan aconfortar en los mo-mentos más duros.

Pa c i e n t e sCada vez lleganmás traumas

Si bien las causas máscomunes para el in-greso en una Unidadpara enfermos críti-cos son las infeccionesno controladas -co-mo las neumonías- yel cuidado postope-ratorio luego de ciru-gías complejas comode cerebro o corazóny trasplantes, cadavez hay más traumas,que son lesiones cau-sadas por un fuertegolpe. Los feriadosson fechas de alta in-cidencia, por los acci-dentes de tránsito.

Pe r s o n a lUn grupo manejatodos los detalles

Además de los espe-cialistas de planta, LaTerapia Intensiva delHCAM cuenta con supropio personal de la-boratorio clínico, unatrabajadora social,personal de limpieza ydesinfección y los ad-ministradores de sufarmacia satélite.

Re s t r i c c i o n e sVisitas, solo paralos más cercanos

Una de las primerasrecomendaciones alos familiares de losenfermos es que lasvisitas sean solo de laspersonas más queri-das. Se permite el in-greso de cuatro per-sonas, dos a la vez.

La frasecon eco

No se debe ol-vidar la im-portancia quetiene el traba-jo de las en-fermeras ya u x i l i a re s . . .GUILLERMOFA L C O N ÍJefe Unidad de TerapiaIntensiva HCAM

La cifra100 pacientesen promedio fueronatendidos por mesdurante el 2011 en laUnidad de Terapia In-tensiva del HCAM. Elproceso de remode-lación y ampliacióndel área comenzó enel 2007.

Constante interacción con los familiares. El intensivista DiegoOrtiz explica el tratamiento que recibe uno de los enfermos.

1 200PAC I E N T E S

en condicióncrítica fueron

atendidos en laTerapia Inten-siva del HCAM

durante el 2011.