boletín comunidad ecuménica horeb-carlos de foucauld · 2013-06-08 · de las jornadas...
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Boletín
Comunidad Ecuménica Horeb-Carlos de
Foucauld
Nº 34 – JUNIO 2013
http://horeb-foucauld.webs.com
Cristianos y budistas: unir fuerzas para construir
un mundo de paz
Declaración final del IV coloquio budista-cristiano
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Bajo el tema "La
paz interior. La paz entre los pueblos” se celebró el cuarto coloquio entre
cristianos y budistas en la Universidad Pontificia Urbaniana en Roma,
promovido por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, en
colaboración con la Oficina para el Diálogo Ecuménico e Interreligioso de la
Conferencia Episcopal Italiana.
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Los participantes, procedentes de Italia, Japón, Taiwan, Vietnam, Corea del
Sur, Tailandia, Myanmar, Sri Lanka y la India, han manifestado que el trabajo
realizado ha contribuido a profundizar en el entendimiento mutuo de las
tradiciones de cada uno, para conocer mejor la convergencia y divergencia y a
ser consciente de la responsabilidad mutua para mantener o restaurar la paz.
En un comunicado publicado hoy, afirman que para los cristianos "la
restauración de la paz requiere necesariamente la liberación del pecado y
su rechazo", como Jesucristo restauró rota comunión divina y humana "la paz
es el estado de aquellos que viven en armonía con Dios, consigo mismo, con
los demás y con la creación entera".
Por su parte, los budistas señalan que tal y como enseñó Buda "la raíz de
todos los males es la ignorancia y los falsos puntos de vista basados en la
codicia o el odio y mostró las Cuatro Nobles Verdades como camino de
liberación del sufrimiento al Nirvana". La compasión budista "brota de la
conciencia de la identidad sustancial y la unidad de todos los seres, una
sabiduría que está profundamente arraigada en la práctica contemplativa".
Por tanto, en ambas creencias, "la libertad interior, la purificación del corazón,
la compasión y el don de sí mismo son las condiciones esenciales tanto para la
paz interior de la persona, como para la paz social".
A pesar de las diferencias, continúa el comunicado, "tanto la ética budista como
la cristiana enseñan que el respeto de la vida es la búsqueda del bien común
en base a la bondad amorosa y la compasión".
Los participantes expresaron que el diálogo entre budistas y cristianos se
fortalezca para hacer frente a "nuevos retos, como la amenaza a la vida
humana, la pobreza, el hambre, las enfermedades endémicas, la violencia, la
guerra, etc., que menosprecian la santidad de la vida humana y destruyen la
paz en la sociedad humana".
Otra de las conclusiones de este coloquio es que es el "deseo de cooperación
para el bienestar de la humanidad debe surgir de la profundidad de las
experiencias espirituales", que "sólo la paz interior puede transformar el
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corazón humano" y que para construir un mundo de paz "es muy importante
que unamos nuestras fuerzas para educar a la gente, especialmente los
jóvenes, a buscar la paz, a vivir en paz y arriesgarse para trabajar por la paz".
El coloquio concluyó con la afirmación de que "es el amor que trae o
devuelve la paz a los corazones humanos y la establece en medio de
nosotros". Los participantes también observaron que "el camino de la paz es
difícil, exige coraje, paciencia, perseverancia, determinación y sacrificio.
Consideran que el diálogo es una prioridad y un signo de esperanza".
Las Reducciones Jesuitas fueron un verdadero
triunfo de la humanidad
Palabras del cardenal Ouellet en la inaguración de la Semana Paraguaya en
Roma
ROMA, 29 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos las Palabras de apertura
de las Jornadas organizadas por la Embajada del Paraguay ante la Santa
Sede, a cargo del cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión
para América Latina y Prefecto de la Congregación para los Obispos,
pronunciadas este lunes 27 de mayo, en la Real Academia de España.
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Me siento muy honrado de poder presidir este acto de apertura de las tres
jornadas en las que se desarrollará este importante evento promovido por la
Embajada de la República del Paraguay ante la Santa Sede, con el alto
auspicio de la Comisión Pontificia para América Latina, la Real Academia de
España en Roma y el Meeting para la Amistad entre los Pueblos. Su objetivo
es el de conmemorar el Bicentenario de la Proclamación de la República del
Paraguay, el 25º aniversario de la Canonización de San Roque González de
Santa Cruz y el 25º aniversario de la visita de Su Santidad Beato Juan Pablo II,
con una serie de actos de importante envergadura cultural y espiritual.
Aprovecho, además, la amable ocasión para saludar muy cordialmente al
Director de esta ilustre Academia que nos hospeda, a los Señores
Embajadores que nos acompañan y los sacerdotes, religiosos, religiosas y
laicos que han querido participar en el evento.
Y como no podía ser de otro modo, este acto de apertura del evento se realiza
conjuntamente con la inauguración de la exposición sobre “Las Reducciones
jesuitas del Paraguay: una aventura fascinante que perdura en el tiempo”.
Partir de las Reducciones y del testimonio de santos y mártires como Roque
González de Santa Cruz es ir a las raíces de la patria paraguaya pero no
aisladamente sino en el más vasto territorio de los pueblos hermanos de la
Cuenca del Plata.
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De las Reducciones Jesuitas del Paraguay se ha escrito: “parecían un triunfo
de la humanidad”. ¿Quién las calificaba sintéticamente de tal modo? ¿Acaso un
católico en euforia apologética? ¡No! Fueron palabras, nada menos, que de
Voltaire, por lo general tan virulentamente agresivo contra la Iglesia católica.
¡Sí!, fueron un verdadero triunfo de humanidad, porque un puñado de jesuitas
fueron capaces de poner a las tribus guaraníes en condiciones materiales,
culturales y religiosas para afirmar y valorizar la propia humanidad. En el
extraordinario laboratorio y fascinante experiencia de las Reducciones,
evangelización y promoción humana se conjugaron indisociables, sin
necesidad de muchas teorizaciones, sólo movidas por el amor a la vida y al
destino de los pueblos indígenas. No hubo en todo el tiempo colonial
experiencia semejante de educación e instrucción de los indígenas, de
edificación de comunidades de personas y familias y de comunión de bienes,
de formación técnica y cultivo de las artes, de crecimiento artesanal e industrial,
de productividad en el trabajo agrícola, de participación de los indígenas en la
organización de la vida colectiva y civil.
Si los jesuitas llegaron y comenzaron su obra en la vasta Cuenca del Plata a
comienzos del 1.600, 25 años más tarde existían ya en el Guairá – entre las
actuales provincias de San Pablo u Paraná – 13 reducciones con más de
100.000 indígenas. En su fase de estabilización y apogeo, hacia el 1.700, los
pueblos misioneros del Alta Paraná y del Alto Uruguay eran ya 30 con unos
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5.000 indígenas cada uno. Pero las Misiones del Paraguay no fueron sólo el
“foco de desarrollo” más portentoso de la Cuenca del Plata. Sirvieron de centro
de experimentación y guía a la fundación de una cadena de misiones en
América del Sur: en los Llanos orientales de Colombia, en el Marañón, en los
Llanos del Alta y Medio Amazonas, en los Llanos de Chiquitos al sureste de la
Bolivia actual y en los Llanos de los Mjosos del noreste boliviano
¡Qué extraordinaria fuerza constructiva de la fe vivida, comunicada, compartida!
No bastaba ni la protesta ni la denuncia contra la opresión sufrida por los
indígenas; servía una compañía, una amistad, capaz de abrazar toda su vida -
¡todas las dimensiones de su vida! – y generar así una obra de alta calidad
humana, las experiencias sorprendentes de una nueva civilización en ciernes.
Yo creo que se puede afirmar con muchas razones que la brutal expulsión de
todos los jesuitas de los territorios sometidos a las coronas española y
portuguesa y la consiguiente dispersión de los pueblos misioneros
constituyó la destrucción de la más importante experiencia social de
verdadero progreso en tierras del “Nuevo Mundo” y una de las causas
más graves de su posterior atraso. Sin embargo, el pueblo paraguayo y los
pueblos de la Cuenca del Plata, continúan en el tiempo ha quedar marcados
por esta profunda experiencia. “Una aventura fascinante que perdura en el
tiempo”, como bien dice el título de la exposición que podremos admirar aquí
gracias a la amable disposición de los amigos del Meeting de Rímini y que
quedará mejor ilustrada por la experiencia y reflexiones del Reverendo Padre
Aldo Trento, quien, según me cuentan, intenta, ¡nada menos!, reactualizar la
obra de las Reducciones en su misma parroquia, siendo, a la vez, un gran
estudioso de las reducciones jesuita-guaraníticas.
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En busca de silencio 15.05.13 | 09:35. Archivado en Oración
Hace unos
meses, los
franciscanos
de Washington
abrieron allí un
“Albergue
para
ermitaños de
la ciudad”,
una casa de
retiro sin tinte
confesional ni
religioso, para gente que simplemente busca silencio. No una mera ausencia
de ruidos, sino el silencio interior en el silencio exterior, la serenidad del espíritu
en la serenidad del espacio, la paz del corazón en la paz del lugar. El
inconveniente es que cuesta 70 $ al día (unos 50 €), una suma considerable
para los tiempos de crisis que corren también por allí. El caso es que la casa –
como otras muchas de este estilo en Estados Unidos– está permanentemente
solicitada.
Y en lo que a pagar se refiere, el caso es que también la falta de silencio la
pagamos, y bien caro, en forma de diversas dolencias físicas, psíquicas y
espirituales. De todos modos, 70 dólares por día para estar en silencio… es
para pensárselo dos veces. ¿No habrá manera de encontrar el anhelado
silencio algo más barato? Pues sí. Está al alcance de todos.
Y pienso que el silencio es un asunto de alcance social, como el aire que
respiramos o el agua que bebemos, y que en ello nos jugamos en parte nuestro
bienestar personal y colectivo. Yo desearía que nuestros pueblos y ciudades
dispusieran de albergues de silencio bien cuidados y atendidos, al igual que
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disponen de cines, centros culturales y polideportivos, o de escuelas y jardines.
¿Es un desatino?
¿Qué eran en otros tiempos todavía recientes nuestras iglesias sino espacios
de calma y de aliento? (O debían haberlo sido, pues la pobre gente salía con
frecuencia de las iglesias con más congoja y angustia que a la entrada). Ahora
que muchas iglesias se vacían y se cierran, no estaría mal que algunas de
ellas se transformaran en espacios laicos de silencio y de paz. He dicho
“laicos”, pero ¿qué hay de más sagrado?
El ruido nos asfixia. Y no hablo en primer lugar del agobiante fragor del tráfico
que nos envuelve, que también. Pero hay ruidos peores: libros, tertulias,
anuncios, mensajes, móviles, iPhones, iPads… acaban siendo más
atronadores que el tráfico más atronador. Y el peor de los ruidos, con mucho,
es el más callado, el que todos llevamos dentro. Este torbellino incesante de
nuestra mente. Esta extenuante baraúnda de nuestros pensamientos, que nos
tiene en permanente estado de dispersión y desazón, de pesar del pasado, de
miedo del futuro, de agotador empeño de ser lo que no somos y tener lo que no
tenemos.
No podemos vivir así. Necesitamos espacios de silencio externo, y mucho más
aun espacios y tiempos de silencio interior. El silencio y la paz exteriores son
muy beneficiosos, pero no garantizan nada por sí mismos, pues los ruidos más
perniciosos los llevamos dentro. “Hay personas que guardan silencio, pero su
corazón no cesa de condenar a los demás”, enseñó un monje cristiano de los
primeros siglos, y nos interpela a los que, aparentemente guardamos más
silencio. No guardamos silencio si no vivimos en paz.
Busca más adentro la paz y el silencio. Dedica a ello 20 minutos al día por lo
menos. Siéntate, siéntete, respira. Respira sin hinchar el pecho, llenando tus
pulmones de modo que empujen el abdomen hacia abajo, cuanto más abajo
posible. Estate así, inspirando, espirando, en silencio. En el silencio hay Paz,
todo está en paz. Estate en paz. Deja que tus miedos, rencores, deseos se
disuelvan y desvanezcan poco a poco, y que no te importe si persisten ahí.
Está en tu mano. Pon disciplina y empeño, pero en paz, como el agua, sin
“empeño”.
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En todo lugar podrás hallar un albergue de silencio: en una iglesia o junto al
mar, en el monte, en el salón de tu casa, en medio de una plaza, en el coche,
en el trabajo. Es tan beneficioso, y tan barato…
José Arregi
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Óscar Romero, bienaventurado y beatificado por
el pueblo Publicado el 12.03.2010
Treinta años después de su muerte, se siguen poniendo obstáculos a la
beatificación del arzobispo salvadoreño
MARTIN MAIER, SJ, redactor jefe de la revista Stimmen der Zeit y autor del
libro Óscar Romero. Mística y lucha por la justicia (Herder Editorial) | Las
beatificaciones pueden revelar indicios de la dirección que toma la política
eclesiástica. Hay que entender así la diligencia con que se procedió a la
beatificación (1992) y la canonización (2002) de Josemaría Escrivá (1902-
1975), fundador del Opus Dei.
Encarna un interesante contrapunto monseñor Óscar Arnulfo Romero,
asesinado a tiros durante una eucaristía el 24 de marzo de 1980 –hace treinta
años– por su resuelta dedicación en favor de la fe y la justicia en El Salvador.
Este compromiso acercó a monseñor Romero, originalmente conservador y
próximo al Opus Dei, a la Teología de la Liberación. Detrás de su muerte
estaba Roberto D’Aubuisson, que dirigía el servicio secreto militar y los
escuadrones de la muerte.
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Inmediatamente después de su asesinato, se produjo algo así como una
canonización espontánea por parte del pueblo de El Salvador. Cuando se
pregunta a las gentes sencillas por el significado que tuvo Romero para ellas, la
respuesta va siempre en la misma dirección: al igual que Jesús, dijo la
verdad y nos defendió; por eso lo mataron. El obispo brasileño [de origen
español] Pedro Casaldáliga lo expresó claramente en su famoso poema San
Romero de América con estas palabras: “Pastor y mártir nuestro: ¡nadie hará
callar tu última homilía!”.
A pesar de que el Gobierno siguió intentando callarle hasta fecha reciente, se
ha convertido en un símbolo de la identidad nacional. Su imagen está en
muchas chozas y casas. En una plaza principal de la capital de San Salvador,
se eleva su busto en un lugar destacado.
Todos los años, en el aniversario de su muerte, se celebra una procesión
conmemorativa en la que participan miles de personas y que culmina con una
gran misa solemne en la plaza de la Catedral, donde el Ejército perpetró un
baño de sangre durante su sepelio. Monseñor Romero sigue siendo
actualmente un gran ejemplo también para los jóvenes de El Salvador.
Obstáculos por parte de ‘enemigos’
En 1990 se inició el proceso oficial de beatificación de Romero, cuya etapa
diocesana se clausuró en 1996 y a continuación se elevó a Roma. Arturo
Rivera y Damas, por entonces arzobispo, confiaba en que su predecesor fuese
beatificado en el año 2000, con motivo del 20º aniversario de su muerte. Éste
habría sido también un deseo personal de Juan Pablo II.
Sin embargo, desde diferentes frentes se han puesto y se siguen poniendo
obstáculos a la beatificación de Romero. ¡Aún viven en El Salvador los
miembros de la clase alta que brindaron con champán al recibir la noticia
de su asesinato! También viven los instigadores pertenecientes al entorno
de D’Aubuisson, responsables del asesinato.
Como los enemigos de Romero no consiguieron impedir en absoluto el proceso
de beatificación, se empeñaron en falsificar su imagen. Con esta idea en
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mente, mezclaron su dedicación y las opiniones que vertió durante su etapa
como arzobispo, con las anteriores a su conversión. Se le declaró “obispo
piadoso y heroico protector”. Sin embargo, era evidente que la intención era
llamar la atención hacia su solicitud caritativa por los pobres, a la vez que se
ignoraba su profética condena de la injusticia.
Desde 1988 hasta junio de 2009, el partido ultraderechista ARENA, fundado
por D´Aubuisson, formó parte de todos los gobiernos. En agosto de 2009, el
obispo auxiliar Gregorio Rosa Chávez se manifestó con sorprendente claridad
acerca del papel que desempeñó este partido en el torpedeo de la
beatificación: había “bloqueado de forma discreta, por todos los medios, el
proceso de beatificación de monseñor Romero”.
No obstante, con el cambio de gobierno bajo el mandato del nuevo
presidente Mauricio Funes, del partido FMLN surgido de la anterior guerrilla, se
ha creado una nueva situación: “Esperamos que ahora cambien las cosas,
pues todo el mundo sabe quién fue monseñor Romero; el pueblo ya lo ha
canonizado y ahora sólo falta la palabra de la Iglesia”.
Opiniones divergentes también en la Iglesia
Las opiniones divergen también en la Iglesia y el Vaticano. Alfonso López
Trujillo, cardenal de la Curia fallecido en abril de 2008, se pronunció con
vehemencia hasta el final contra una canonización de Romero.
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Por el contrario, Juan Pablo II insistió expresamente en que se mencionase el
nombre de Romero durante un gran acto conmemorativo en honor de los
mártires cristianos celebrado en el Año Santo 2000. Es evidente que en Juan
Pablo II (que a comienzos de su pontificado había visto con censura y
escepticismo el compromiso de Romero) se había producido un cambio en la
manera de apreciar su persona.
¿Cuál es la posición de Benedicto XVI? Durante su viaje a Brasil en mayo de
2007, declaró a la prensa: “Ciertamente, monseñor Romero fue un gran testigo
de la fe, un hombre de gran virtud cristiana, que se comprometió en favor de la
paz y contra la dictadura, y que fue asesinado durante la celebración de la
Santa Misa. Por tanto, una muerte verdaderamente ‘creíble’, de testimonio de
la fe. Existía el problema de que una corriente política deseaba utilizarlo
injustificadamente como figura de estandarte. ¿Cómo poner adecuadamente de
manifiesto su persona, protegiéndola de esos intentos de instrumentalización?
Éste es el problema. Las investigaciones están en marcha y espero confiado lo
que diga al respecto la Congregación para las Causas de los Santos”.
Para Ricardo Urioste, quien fuera su vicario general, Óscar Romero sigue
siendo hasta la fecha el ser más amado y el más odiado en El Salvador: “Es
amado por los pobres, los humildes, los necesitados, por aquéllos que
saben que él les sirvió; es odiado por los poderosos, los que detentan el
poder económico, político y en un sentido más amplio. Por este motivo,
creo que todavía va a pasar mucho tiempo hasta que sea canonizado.
Quizás se le canonizaría más rápido si fuese a la inversa: si en vez de los
pobres, le amasen los poderosos”.
¿Es posible que realmente exista, en este sentido, una diferencia entre ser
bienaventurado y ser beatificado?
La Iglesia de El Salvador quiere que el proceso concluya pronto
VIDA NUEVA | En lo que fue su primera reunión de 2010, la Conferencia
Episcopal de El Salvador decidió escribir una carta al papa Benedicto XVI para
mostrarle su interés “por la pronta conclusión del proceso de canonización” de
monseñor Romero. No fue ajena a esta decisión el hecho de que este año,
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concretamete el 24 de marzo, se conmemore el 30º aniversario del asesinato
del arzobispo, que cayó fulminado cuando un francotirador le disparó mientras
celebraba la eucaristía en el hospital de enfermos de cáncer La Divina
Providencia. El mismo día en que se cumpla este aniversario, la Iglesia
salvadoreña iniciará una serie de actos para recordar la memoria de monseñor
Romero.
En este sentido, el actual arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, ha
recomenado a sus compatriotas que oren y promuevan el “culto privado” para
impulsar esta beatificación, sobre la que, aunque reconoció que “está
avanzada” la causa, aún no hay nada concreto. “Nosotros habríamos deseado
que, en una fecha como ésta, se diera la grata noticia para todos de que
monseñor Romero era declarado beato, pero no tenemos ninguna noticia”,
afirmó el arzobispo. En el nº 2.699 de Vida Nueva.
Conferencia ecuménica dedicada a la situación
de los cristianos en Medio Oriente
Se celebra en Beirut del 21 al 25 de mayo
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 24 de mayo de 2013 (Zenit.org) - El poder, la
injusticia social, la amenaza del extremismo y las relaciones cristiano-
musulmanas están entre los principales temas de la conferencia que se está
desarrollando en Beirut del 21 al 25 de mayo sobre la presencia y el testimonio
de los cristianos en Medio Oriente. Se ha contado con la participación del
patriarca Fouad Twal. Así lo comunica la página web del patriarcado latino en
Jerusalén.
La conferencia ha estado organizada por el Consejo Ecuménico de las Iglesias
y ha reunido a unos 150 participantes, procedentes no sólo de Medio Oriente y
representantes de las Iglesias y también de las organizaciones ecuménicas e
internacionales.
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El comité central del CEC, continúa el comunicado, se hace eco de la
preocupación expresada en el 2011 que decía que "el CEC siempre ha mirado
al Medio Oriente como a una región de particular interés en cuanto cuna del
judaísmo, del cristianismo y del Islam... Sin esta presencia cristiana, la
convivencia entre los pueblos de diferentes religiones, culturas, civilizaciones,
que es un signo del amor de Dios por toda la humanidad, estará en peligro".
"No hay ninguna duda de que el problema palestino está en el centro de todos
los conflictos en Medio Oriente".
Entre los participantes está presente el patriarca latino que intervino la mañana
del miércoles 22 de mayo recordando que "nosotros, cristianos de Medio
Oriente, en general, y los cristianos de Tierra Santa, en particular, no somos
peregrinos en esta tierra, sino que somos parte integrante de su identidad y de
su suelo".
Añade también el comunicado que mientras el periodo histórico de la
"primavera árabe" ha llevado al Medio Oriente a "un punto de inflexión
peligroso" y sanguinario, monseñor Fouad Twal ha expresado su solidaridad "a
cada familia de refugiados y a cada querido mártir, a cada propietario de una
casa demolida en la región, en particular en los actos despiadados de estos
días en nuestra amada Siria. Nosotros, hijos de Tierra Santa, comprendemos
muy bien el significado de las palabras desplazamiento, expulsión, homicidio,
injusticia, evacuación y exilio".
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A propósito de esto el patriarca asegura que "no hay ninguna duda de que el
problema palestino está en el centro de todos los conflictos en Medio Oriente
en los últimos cien años". Y considera "cada vez más triste" que "los medios de
comunicación y la comunidad internacional han parado de recordar nuestra
difícil situación y han dirigido toda si atención a la situación siria". Según él, la
comunidad internacional no debe "eludir esta verdad".
Añade más adelante: "hagamos un llamamiento a una acción seria por la
verdadera paz en Tierra Santa con la eliminación de la injusticia histórica que
ha afectado al pueblo palestino; sobre la base de la justicia, de la verdad, de
la amor y de la libertad, establecidas en conformidad a la legitimidad de las
resoluciones internacionales, que son cada día incumplidas, y a los derechos
humanos legítimos, comenzando por el derecho a la autodeterminación".
El Patriarca Tawadros II visita al
Papa Francisco
2013-05-11 Radio Vaticana
El Santo Padre Francisco comenzó sus actividades públicas esta mañana a las
11,00 recibiendo en audiencia a Su Santidad Tawadros II, Patriarca de la Sede
de San Marcos, cabeza de la Iglesia Ortodoxa Copta de Egipto, quien desde
ayer y hasta el próximo 13 de mayo se encuentra de visita en Roma.
El Papa Francisco dijo a Su Santidad Tawadros II junto a los queridos
hermanos en Cristo que es una gran alegría y un verdadero momento de gracia
poder recibirlos aquí, ante la tumba del Apóstol Pedro, en el recuerdo del
histórico encuentro que hace cuarenta años unió a sus Predecesores, el Papa
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Pablo VI y el Papa Shenouda III, fallecido recientemente, en un abrazo de paz
y de fraternidad, después de siglos de recíproca lejanía.
Y tras darle la bienvenida y agradecerle sus palabras el Papa extendió su
saludo cordial en el Señor a los Obispos, al clero, a los monjes y a la entera
Iglesia Copta Ortodoxa. La visita de hoy refuerza los lazos de amistad y de
hermandad que ya unen a la Sede de Pedro y a la Sede de Marcos, heredera
de un inestimable legado de mártires, teólogos, santos monjes y fieles
discípulos de Cristo, que durante generaciones y generaciones han
testimoniado el Evangelio, con frecuencia en situaciones de gran dificultad.
Al recordar que hace cuarenta años, la Declaración común de sus
Predecesores representó una piedra miliar en el camino ecuménico, y de ella
se desarrolló una Comisión de diálogo teológico entre ambas Iglesias, que ha
dado buenos resultados y ha preparado el terreno para el más amplio diálogo
entre la Iglesia católica y la entera familia de las Iglesias Ortodoxas Orientales,
que prosigue fructuosa hasta hoy, el Papa Francisco afirmó:
En aquella solemne Declaración, nuestras Iglesias reconocían que confiesan,
en línea con las tradiciones apostólicas, “una única fe en un solo Dios Uno y
Trino” y la “divinidad del Único Hijo Encarnado de Dios […] Dios perfecto con
respecto a Su Divinidad y perfecto hombre con respecto a Su humanidad”.
Reconocían que la vida divina nos es dada y alimentada a través de los siete
sacramentos, y se sentían asociadas en la veneración común de la Madre de
Dios.
Francisco también manifestó su dicha al poder confirmar hoy cuanto sus
ilustres Predecesores declararon solemnemente. “Estamos felices – dijo – de
reconocernos unidos por el único Bautismo, del que es expresión especial
nuestra oración común, que anhela el día en que, cumpliéndose el deseo del
Señor, podremos comulgar en el único cáliz”. Ciertamente, también somos
conscientes de que el camino que nos espera es quizá aún largo, pero no
queremos olvidar el largo camino ya recorrido, que se ha concretado en
luminosos momentos de comunión, entre los cuales me agrada recordar el
encuentro de febrero del año 2000 en el Cairo entre el Papa Shenouda III y el
Beato Juan Pablo II, durante el Gran Jubileo, peregrino en los lugares de origen
de nuestra fe. Estoy convencido de que, con la guía del Espíritu Santo, nuestra
perseverante oración, nuestro diálogo y la voluntad de construir día tras día la
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comunión en el amor recíproco nos permitirán dar nuevos e importantes pasos
hacia la plena unidad.
Después de manifestar que conoce los múltiples gestos de atención y de
fraterna caridad que el Patriarca Tawadros ha reservado, desde los primeros
días de su ministerio a la Iglesia Copta Católica, y de recordar la institución de
un “Consejo nacional de las Iglesias cristianas”, como signo importante de la
voluntad de todos los creyentes en Cristo de desarrollar en la vida cotidiana
relaciones cada vez más fraternas y de ponerse al servicio de la entera
sociedad egipcia, el Papa Francisco añadió:
“Sepa que su esfuerzo en favor de la comunión entre los creyentes en Cristo,
así como su atento interés por el destino de su país y por el papel de las
comunidades cristianas en la sociedad egipcia, encuentran un eco profundo en
el corazón del Sucesor de Pedro y de la entera comunidad católica”.
“Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es
honrado, todos los demás toman parte en su gozo” (1 Co 12, 26). Ésta es una
ley de la vida cristiana, y en este sentido podemos decir que existe también un
ecumenismo del sufrimiento: como la sangre de los mártires ha sido semilla de
fuerza y de fertilidad para la Iglesia, del mismo modo el compartir los
sufrimientos cotidianos puede llegar a ser instrumento eficaz de unidad. Y estos
es verdad, en cierto modo, también en el ámbito más amplio de la sociedad y
de las relaciones entre cristianos y no cristianos: en efecto, del sufrimiento
común, pueden germinar, con la ayuda de Dios, perdón y reconciliación.
Por último, el Papa Francisco aseguró a Su Santidad Tawadros su oración a fin
de que la entera grey que ha sido encomendada a sus atenciones pastorales
sea siempre fiel a la llamada del Señor, e invocó la común protección de los
Santos Pedro Apóstol y Marcos Evangelista para que ellos, dijo, “que
colaboraron eficazmente durante su vida en la difusión del Evangelio,
intercedan por nosotros y acompañen el camino de nuestras Iglesias”.