baldacci david - una fracción de segundo
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David Baldacci
UNA FRACCIN DE SEGUNDO Sean King & Michelle Maxwell, 1Sean King & Michelle Maxwell, 1Sean King & Michelle Maxwell, 1Sean King & Michelle Maxwell, 1
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A mi padre,
la mayor inspiracin para un hijo.
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Prlogo
Septiembre, 1996
Todo ocurri en un abrir y cerrar de ojos.
Sin embargo, al agente del Servicio Secreto Sean King le pareci el segundo ms largo de la historia.
Estaban siguiendo la campaa en el saln de un hotel anodino, en un lugar perdido de la mano de Dios.
Sentado detrs de su protegido, King escrutaba a los asistentes, mientras por el auricular reciba de vez en
cuando informacin irrelevante. En la gran sala, llena de un pblico emocionado que agitaba banderolas con el
lema Vota a Clyde Ritter, haca un calor bochornoso. Haba unos cuantos nios que intentaban acercarse al
sonriente candidato. King odiaba estas situaciones, porque cualquier nio poda servir de escudo para un arma
de fuego hasta que ya era demasiado tarde. No obstante, seguan llegando y Clyde los besaba a todos,
mientras King tena la sensacin de que se le iban formando lceras en el estmago mientras observaba este
espectculo potencialmente peligroso.
La multitud se fue acercando, hasta llegar a los soportes del cordn de terciopelo que haban colocado para
ordenar la cola. King reaccion acercndose a Ritter. Haba apoyado la mano en la espalda del candidato, que
pese a ir en mangas de camisa sudaba profusamente, para apartarlo con rapidez si pasaba algo. No poda
situarse delante de l, puesto que aquel hombre era el candidato del pueblo. La rutina de Ritter nunca
cambiaba: dar la mano, saludar, sonrer, encontrar un momento para introducir una declaracin en las noticias
de las seis y luego hacer carantoas y dar un beso a algn beb gordinfln. Y mientras tanto King observaba a
la multitud en silencio, con la mano apoyada sobre la camisa sudada de Ritter y atento a cualquier amenaza
posible.
Alguien dijo algo desde el fondo de la sala. Ritter respondi con su habitual sentido del humor y la multitud ri
afablemente, o por lo menos la mayora. Haba gente que odiaba a Ritter y todo lo que l representaba. Las
caras no mentan, al menos para quien supiera leerlas, y King saba interpretar una expresin, tanto como
disparar un arma. Eso es lo que haba hecho toda la vida: leer el corazn y el alma de hombres y mujeres a
travs de sus ojos, de sus tics fsicos.
Se fij en dos hombres en particular, a tres metros de distancia a la derecha. Tenan aspecto de ser un peligro
potencial, aunque ambos llevaban camisas de manga corta y pantalones ceidos que no permitan esconder un
arma, lo que reduca su nivel de peligrosidad muchos enteros. Los asesinos suelen llevar ropa holgada y pistolas
pequeas. Aun as, mascull unas palabras al micrfono, comunicando su sospecha. Luego pas a fijarse en el
reloj de la pared trasera. Eran las 10.32 de la maana. En cinco minutos habran llegado a la siguiente
poblacin, donde se repetiran los mismos saludos, las mismas declaraciones para el informativo, los mismos
besos a los bebs y la misma lectura de caras.
Un nuevo sonido y una nueva visin llamaron la atencin de King. Era algo totalmente inesperado. Como
estaba frente a la multitud y tras el atareado Ritter, fue el nico de la sala que lo vio. Se qued mirando
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durante un segundo, dos, tres, demasiado tiempo. Pero quin le iba a culpar por no ser capaz de apartar la
mirada de aquello? Todo el mundo, segn se comprob, incluido l mismo.
King oy el disparo, que son como un libro al caer. Sinti la humedad en la mano que tena apoyada en la
espalda de Ritter. Y ahora la humedad no era slo de sudor. Sinti un escozor en la mano, en el punto en que la
bala sali del cuerpo llevndose un trozo del dedo corazn antes de alcanzar la pared que tena detrs.
Mientras Ritter caa, King se sinti como un cometa que avanzara a una velocidad de mil demonios y, no
obstante, tarda mil millones de aos en llegar a su destino.
Entre la multitud se alzaron gritos que parecan fundirse en un nico lamento impersonal. Las caras se
convertan en imgenes de las que slo se vean en las casetas de feria. Acto seguido, el desconcierto le golpe
con la fuerza de una granada al explotar; los pies se movan, los cuerpos se agitaban y los gritos llegaban de
todas direcciones. La gente empujaba, se abra paso y hua como poda. Recordaba que en ese momento
pens: no hay peor caos que el que se produce cuando una muerte violenta llama de pronto a la puerta de una
multitud desprevenida.
Y entonces descubri que el candidato presidencial Clyde Ritter yaca a sus pies sobre el entarimado con un
disparo que le haba atravesado el corazn. King apart la vista del cadver y dirigi la mirada hacia el asesino,
un hombre alto y elegante con una chaqueta de tweed y gafas. La Smith & Wesson del 44 del asesino an
apuntaba al lugar que haba ocupado Ritter, como si esperara que su vctima se levantara para volver a
dispararle. La multitud, presa del pnico, impeda el acceso de los guardas que luchaban por abrirse paso, de
modo que King y el asesino eran los nicos que quedaban en la fiesta.
King apunt con su pistola al pecho del asesino. No le avis, ni le ley ninguno de los derechos constitucionales
que otorgaba al criminal la jurisprudencia estadounidense. No le caba la menor duda sobre cul era su
obligacin: dispar una vez y luego otra, aunque con la primera habra bastado. El hombre cay all mismo. El
asesino no lleg a pronunciar ni una palabra, como si esperara morir por lo que haba hecho y aceptara
estoicamente las consecuencias, como si de un buen mrtir se tratara. Y todos los mrtires dejaban personas
atrs a las que se culpaba por permitir que hubiese sucedido. Aquel da haban muerto tres hombres, y l haba
sido uno de ellos.
Sean Ignatius King, nacido el 1 de agosto de 1960 y muerto el 21 de septiembre de 1996 en un lugar del que
nunca haba odo hablar hasta el ltimo da de su vida. Sin embargo, l lo tena mucho peor que las otras
personas abatidas. Ellos acabaron en lujosos atades y fueron objeto del duelo de sus seres amados, o de
quienes por lo menos amaban lo que ellos representaban. El que rpidamente pasara a convertirse en ex
agente del Servicio Secreto King no corri la misma suerte. Tras su muerte, su original castigo consisti en
seguir viviendo.
Captulo 1
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Ocho aos ms tarde
La caravana entr en el aparcamiento, a la sombra de los rboles, y empez a bajar mucha gente con cara de
acaloramiento, cansancio y de autntica infelicidad. El ejrcito en miniatura desfil hacia el feo edificio blanco
de ladrillo. La estructura haba sido muchas cosas en su da y ahora albergaba una funeraria bastante decrpita
que segua funcionando nicamente porque no haba otro establecimiento parecido en cincuenta kilmetros a
la redonda y porque era evidente que los muertos haban de ir a algn sitio. Unos caballeros vestidos de negro,
como deba ser, esperaban junto a los coches fnebres, del mismo color. Los componentes del cortejo iban
saliendo por la puerta, sollozando en silencio con el pauelo en la cara. En un banco junto a la entrada estaba
sentado un anciano con un traje andrajoso y demasiado grande y con un sucio sombrero vaquero, tallando un
palo con una navaja. Era uno de esos pueblos del interior donde se celebran carreras de coches que chocan
unos contra otros y se oye msica country.
El viejo miraba con curiosidad el paso del cortejo: un hombre alto y de aspecto distinguido avanzaba con toda
ceremonia en el centro. El anciano slo sacudi la cabeza e hizo una mueca ante el espectculo, dejando a la
vista los pocos dientes manchados de nicotina que le quedaban. Luego se refresc la garganta con un trago de
una petaca y volvi a su talla artesanal.
La mujer, de poco ms de treinta aos y vestida con un traje pantaln negro, iba un paso por detrs del
hombre alto. Tiempo atrs, la pesada pistola de la cartuchera le rozaba el lateral del pantaln, lo que adems
de resultarle incmodo le haba dejado una marca. Como solucin se haba cosido una nueva capa de tela en
las blusas en esa zona y se haba acostumbrado a vivir con una irritacin persistente. Haca caso omiso de las
bromas de algunos de sus hombres con respecto a que todas las mujeres del cuerpo deberan llevar doble
pistolera porque eso les resaltaba ms los pechos sin necesidad de ciruga. Bueno, la testosterona segua
imponiendo su dominio en el mundo.
La agente del Servicio Secreto Michelle Maxwell prosperaba a pasos agigantados. An no haba llegado al
destacamento de la Casa Blanca encargado de la proteccin del presidente, pero estaba cerca. Apenas nueve
aos en el Servicio y ya era jefa de una unidad de proteccin. La mayora de los agentes se pasan una dcada
en la calle haciendo labores de investigacin antes de ascender siquiera a simples agentes de proteccin, pero
Michelle Maxwell estaba acostumbrada a llegar siempre a todas partes antes que los dems.
sta era la gran prueba antes de un destino seguro en la Casa Blanca, y estaba preocupada. Era una parada no
programada, y ello significaba que no haba habido ningn equipo de inspeccin previa y que la capacidad de
obtener refuerzos era limitada. Sin embargo, al ser un cambio de ltima hora en el plan, tena la ventaja de que
nadie poda saber que iban a estar all.
Al llegar a la entrada, Michelle puso una mano autoritaria sobre el brazo del hombre alto y le indic que
esperara mientras analizaban la situacin.
El lugar estaba tranquilo, aquellas salas en las que la tristeza se concentraba alrededor de los atades que
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haba en cada uno de los velatorios olan a muerte y desesperanza. Apost a agentes en varios puntos clave del
recorrido del hombre, dando apoyo, tal como se deca en la jerga del Servicio. Si se haca bien, el simple
hecho de tener a un profesional comunicado y con un arma en el umbral de una puerta poda obrar maravillas.
Habl por el walkie-talkie e hicieron entrar al hombre alto, John Bruno, que la sigui por el vestbulo mientras
las miradas se posaban en ellos desde las otras salas. Un poltico y su squito en plena campaa eran como una
manada de elefantes; no podan ir a ningn sitio sin hacer ruido. Pateaban el suelo hasta la saciedad con todo
el peso de los guardaespaldas, los jefes de organizacin, los portavoces, los guionistas, los de publicidad, los
mensajeros y personal de toda ndole. Era un espectculo que, de no resultar irrisorio, por lo menos s
suscitaba cierta preocupacin por el futuro del pas.
John Bruno se presentaba a la presidencia de Estados Unidos y no tena la menor posibilidad de ganar. Era un
candidato independiente de cincuenta y seis aos que pareca mucho ms joven y que haba aprovechado el
apoyo de un pequeo pero ruidoso porcentaje del electorado harto de prcticamente todo lo de siempre para
ganarse el derecho a presentarse a las elecciones nacionales, por lo que se le haba concedido la proteccin del
Servicio Secreto, aunque no la cantidad de agentes que se asignaban a los verdaderos contendientes. El trabajo
de Michelle Maxwell consista en mantenerlo con vida hasta las elecciones. Y contaba los das que faltaban.
Bruno haba sido un fiscal con muchas agallas y se haba granjeado una gran cantidad de enemigos, algunos de
los cuales estaban entre rejas, aunque desde luego no todos. Los puntales de su programa eran bastante
sencillos: deca que slo quera gobernar con el apoyo de la gente y mediante el gobierno de la libre empresa.
En cuanto a los pobres y a los dbiles, o los que no estuvieran en disposicin de competir, bueno, en otras
especies los dbiles mueren y los fuertes prosperan, as que por qu iba a ser diferente para los seres
humanos? Era sobre todo esta postura la que haca que ese candidato no tuviera ninguna posibilidad de ganar.
Aunque el pas adoraba a los hombres duros, no iba a votar a un lder que no mostrara compasin alguna por
los abatidos y los desgraciados, porque cualquier da podan llegar a ser mayora.
Los problemas empezaron cuando Bruno entr en la sala seguido por su jefe de organizacin, dos ayudantes,
Michelle y tres de sus hombres. La viuda que estaba sentada ante el atad de su marido los mir fijamente.
Aunque llevaba un velo y Michelle no le vea la cara, supuso que se habra sorprendido al ver a un batalln de
intrusos invadiendo un terreno sagrado. La anciana se levant y se retir a una esquina, temblando
ostensiblemente.
El candidato se volvi hacia Michelle.
Era un buen amigo mo espet Bruno y no pienso ir desfilando por aqu con un ejrcito. Salgan aadi
en tono amable.
Me quedar yo replic ella. Slo yo.
l neg con la cabeza. Haban tenido muchos enfrentamientos como se. Saba que su candidatura era un
arduo camino sin esperanza y eso le haca poner an mayor empeo. Haban llevado un ritmo brutal y la
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logstica de seguridad haba sido una pesadilla.
No, esto es privado gru. Bruno levant la vista hacia la temblorosa mujer de la esquina. Dios santo, le
estn dando un susto de muerte. Esto es repugnante.
Michelle no se dej convencer. Volvi a negarse, mientras los sacaba a todos de la sala. Qu le poda pasar a
aquel hombre en una funeraria? Que le saltara al cuello la viuda octogenaria? Que el muerto resucitara? A
Michelle le pareci que el candidato estaba molestndose por el valioso tiempo de campaa que le estaba
costando su tozudez. Pero no haba sido idea suya ir all. No obstante, Bruno no estaba de humor para or eso.
No tena la menor posibilidad de ganar, y el hombre actuaba como si fuera el rey del mambo. Por supuesto, el
da de las elecciones los votantes, Michelle incluida, le echaran a la calle de una patada en el culo.
Michelle accedi con la condicin de que le diera dos minutos para registrar la sala. Lo consigui y sus hombres
actuaron con celeridad mientras ella echaba chispas en silencio y se deca que deba guardar la municin para
las batallas realmente importantes.
Sus hombres salieron al cabo de ciento veinte segundos y le informaron de que todo estaba en orden. Slo
haba una puerta de entrada y de salida. Ninguna ventana. La anciana y el muerto eran los nicos ocupantes.
Estupendo. No era perfecto, pero bastaba. Michelle le hizo un gesto de aprobacin al candidato. Bruno
dispondra de sus momentos de intimidad, y ellos saldran.
En el interior del velatorio, Bruno cerr la puerta tras de s y se dirigi hacia el atad. Haba otro atad contra la
pared ms alejada, pero estaba vaco. El atad del difunto estaba apoyado sobre una plataforma elevada con
unos faldones blancos rodeados de bonitas flores a la altura de la cintura. Bruno present sus respetos al
cuerpo yaciente murmurando Hasta la vista, Bill mientras se volva hacia la viuda, que haba vuelto a su silla.
Se arrodill ante ella y le tom una mano con suavidad.
Lo siento mucho, Mildred. Muchsimo. Era un buen hombre.
La viuda lo observ desde detrs del velo, le sonri y volvi a bajar la mirada. La expresin de Bruno cambi;
ech una mirada alrededor, pero el nico ocupante de la sala no estaba en condiciones de espiar la
conversacin.
Mencionaste alguna otra cosa de la que me queras hablar. En privado.
S dijo la viuda en voz muy baja.
Me temo que no dispongo de mucho tiempo, Mildred. De qu se trata?
Ella le respondi colocndole una mano sobre la mejilla y luego le toc el cuello con los dedos. Bruno hizo una
mueca de dolor cuando sinti un fuerte pellizco en la piel, y luego cay al suelo inconsciente.
Captulo 2
Michelle recorra el pasillo arriba y abajo, mirando el reloj y escuchando la lgubre msica del hilo musical.
Lleg a la conclusin de que, si uno no estaba ya triste, deprimido o quizs al borde del suicidio antes de llegar,
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aquella msica anestesiante consegua que lo estuviera en cuestin de cinco minutos. Estaba furiosa porque
Bruno hubiera cerrado la puerta, pero lo haba permitido. Se supona que no deba perder de vista a su
protegido, pero las circunstancias de la vida a veces se imponen a las normas. Aun as, volvi a mirar a uno de
sus hombres y pregunt por quinta vez:
Estis absolutamente seguros de que est todo en orden?
El hombre asinti.
Tras aguardar unos momentos, se acerc a la puerta y llam con los nudillos.
Seor Bruno? Tenemos que marcharnos, seor.
No hubo respuesta y Michelle exhal un suspiro inaudible. Conoca al resto de los agentes perfectamente,
todos ellos tenan ms aos de servicio que ella, y estaban pendientes de su actuacin. Haba
aproximadamente 2.400 agentes de campo y slo el siete por ciento de ellos eran mujeres, muy pocas en
cargos de autoridad. No, no era fcil.
Volvi a llamar.
Seor?
Transcurrieron varios segundos ms y Michelle sinti un nudo en el estmago. Prob a abrir con el pomo y alz
la vista con una mueca de incredulidad.
Est cerrada.
Otro agente se la qued mirando, igualmente perplejo.
Bueno, entonces tiene que haberla cerrado l.
Seor Bruno, est bien? pregunt, e hizo una pausa. Seor, respndame o vamos a entrar.
Un momento! Era la voz de Bruno; no haba duda.
Muy bien, seor, pero hemos de irnos.
Pasaron dos minutos ms. Michelle neg con la cabeza y llam de nuevo a la puerta. No hubo respuesta.
Seor, llegamos tarde insisti. Y dirigi una mirada al jefe de personal de Bruno, Fred Dickers. Fred, te
importara probar?
Dickers y ella ya haca tiempo que haban llegado a un punto de comprensin mutua. Como vivan
prcticamente juntos veinte horas al da, la jefa del equipo de seguridad y el jefe de personal tenan que
llevarse bien, por lo menos en los asuntos del trabajo. An no lo haban logrado del todo, ni lo haran nunca,
pero en este caso evidentemente estaban de acuerdo.
Dickers asinti y llam al candidato:
John, soy Fred; tenemos que ponernos en marcha. Vamos retrasados en el horario dijo; y llam a la
puerta. John, me oyes?
Una vez ms Michelle sinti una tensin en los msculos del estmago. Algo iba mal. Apart a Dickers de la
puerta y volvi a llamar.
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Seor Bruno, por qu ha cerrado la puerta?
No hubo respuesta. En la frente de Michelle apareci una gota de sudor. Dud por un momento, pens rpido
y de pronto grit hacia la puerta:
Seor, su esposa est al telfono; uno de sus hijos ha sufrido un accidente grave.
La respuesta fue escalofriante:
Un momento!
Michelle grit a los agentes que le acompaaban:
Echadla abajo! Echadla abajo!
Arremetieron contra la puerta una y otra vez hasta que por fin cedi y entraron todos en la sala.
All no haba nadie, a excepcin de un cadver.
Captulo 3
Un cortejo fnebre se haba puesto en marcha. No haba ms que una docena de coches en la columna, que
recorra un paseo arbolado. Antes de que el ltimo vehculo desapareciera al final de la calle, Michelle y su
equipo ya haban salido corriendo por la puerta principal de la funeraria y se haban desplegado en todas
direcciones.
Bloquead toda la zona grit a los agentes que esperaban en coches junto a la caravana de Bruno, que
corrieron a cumplir las rdenes. Michelle habl por el walkie-talkie.
Necesito refuerzos. No me importa de dnde vengan, consegudmelos ya! Y ponme con el FBI.
Tena la mirada puesta en la parte trasera del ltimo coche del cortejo. Rodaran cabezas por esto. La suya.
Pero en aquel preciso momento lo nico que quera era recuperar a John Bruno, a poder ser vivo.
Vio que llegaban periodistas y fotgrafos en camionetas de prensa. A pesar de lo bien que quedara una rueda
de prensa y de lo que haba insistido Fred Dickers para que se celebrara, John Bruno se haba mostrado
inflexible y se haba negado a que la prensa entrara en la funeraria. Los periodistas no se lo haban tomado
bien. Y ahora estaban inquietos, como si se olieran una historia de mucha ms magnitud que la visita de un
candidato al funeral de un viejo amigo.
No obstante, antes de que llegaran a ella, Michelle agarr por el brazo a un hombre uniformado que haba
llegado corriendo, aparentemente a la espera de recibir instrucciones.
Michelle seal la carretera.
Es usted de seguridad? pregunt. l asinti con los ojos bien abiertos y la cara plida; tena pinta de estar
a punto de desvanecerse o mearse en los pantalones. De quin es ese funeral? procedi Michelle.
De Harvey Killebrew. Lo llevan a los Memorial Gardens.
Quiero que lo detenga.
El hombre la mir desconcertado.
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Detenerlo?
Han secuestrado a una persona. Y se indic, sealando el cortejo fnebre sera un modo estupendo de
sacarlo de aqu, no le parece?
S respondi lentamente, claro.
As que quiero que registre cada vehculo, en particular el coche fnebre. Entendido?
El coche fnebre? Pero seora, Harvey est ah dentro!
Michelle observ el uniforme. Era un guarda contratado, pero no poda permitirse el lujo de exigir demasiado.
Le mir la placa de identificacin y dijo con voz muy tranquila:
Agente Simmons? Agente Simmons, cunto tiempo lleva, esto... en seguridad?
Un mes, ms o menos, seora. Pero tengo licencia de armas. Practico la caza desde los ocho aos. Arrancara
las alas a un mosquito de un disparo.
Estupendo respondi. Un mes; en realidad pareca estar an ms verde. Muy bien, Simmons, escuche
atentamente. Creo que esa persona debe de estar inconsciente. Y un coche fnebre sera un medio ideal para
transportar a una persona inconsciente, no le parece?
l asinti. Pareca que por fin entenda su hiptesis. Michelle frunci el ceo y atac con voz decidida:
Pues ahora mueva el culo, detenga el cortejo y registre esos vehculos.
Simmons sali corriendo. Michelle orden a varios de sus hombres que lo siguieran para supervisar el registro y
ayudarle. Luego encarg a otros agentes que empezaran a registrar la funeraria a fondo. Caba la posibilidad de
que Bruno estuviera escondido en algn punto del interior. Se abri camino entre los periodistas y fotgrafos y
encontr un lugar donde instalar el centro de mando en el interior de la funeraria. All volvi a ponerse al
telfono, consult los planos de la poblacin y coordin nuevas iniciativas, estableciendo un permetro de
kilmetro y medio alrededor de la funeraria. Luego hizo la llamada que deba hacer por ms que le costara.
Telefone a sus superiores y pronunci las palabras que se quedaran para siempre asociadas a su nombre y
acabaran con su carrera en el Servicio Secreto.
Aqu la agente Michelle Maxwell, jefa del equipo de seguridad de John Bruno. Llamo para informar de que
hemos... de que he perdido a mi protegido. Parece ser que John Bruno ha sido secuestrado. La bsqueda est
en marcha, y hemos pedido refuerzos a la polica local y al FBI.
Senta cmo la guillotina iba cayendo sobre su cuello.
No tena mucho ms que hacer, as que se uni al equipo que estaba volviendo la funeraria del revs buscando
a Bruno. Hacerlo sin modificar la escena del delito era cuando menos problemtico. Aunque no podan
interferir en la investigacin posterior, por otra parte tenan que buscar al candidato desaparecido.
En el interior del velatorio donde haba desaparecido Bruno, Michelle observ a uno de los agentes que lo
haban registrado antes de la entrada del candidato.
Cmo demonios puede haber ocurrido? pregunt.
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Era un agente veterano, un buen agente. Neg con la cabeza con expresin de incredulidad.
Esto estaba limpio, Mick. Limpio.
A Michelle a menudo la llamaban Mick en el trabajo. Le haca parecer uno ms de los chicos y, por ms que le
pesara, tena que aceptar que eso no era tan malo.
Registrasteis a la viuda? La interrogasteis?
l la mir con escepticismo.
Cmo? Aplicar el tercer grado a una anciana con el cadver de su marido en un atad a un paso de ella? Le
miramos el bolso, pero no cre que fuera apropiado un cacheo aadi. Tenamos dos minutos para hacerlo.
Dime de alguien capaz de hacer un trabajo completo en dos minutos.
Michelle se qued rgida cuando fue analizando las palabras del agente. Todo el mundo procurara cubrirse las
espaldas y proteger su jubilacin. Ahora le pareca una tontera haberles dado slo dos minutos. Comprob el
pomo. Estaba trucado para que se bloqueara al cerrar la puerta.
Un atad a un paso? Mir la caja de color cobrizo. Hizo llamar al director de la funeraria, que apareci ms
plido an de lo que suele estar quien ocupa tal cargo. Michelle le pregunt si estaba seguro que el cadver
fuera el de Bill Martin. El hombre asinti.
Y est seguro de que la mujer que estaba aqu era la viuda de Martin?
A qu mujer se refiere?pregunt l.
Haba aqu una mujer vestida de negro, con un velo, sentada en esta sala.
No s si era la seora Martin. No la vi entrar.
Necesito el telfono de la casa de la seora Martin. Y que ninguno de sus empleados salga de aqu, por lo
menos hasta que llegue el FBI y concluya su investigacin. Comprendido?
El hombre palideci an ms, si eso era posible.
El FBI?
Michelle no le hizo caso. Se fij en el atad. Se agach y recogi del suelo los ptalos de rosa que haban cado.
En esa posicin tena el faldn del atad a la altura de los ojos. Recogi las flores y con cuidado apart la tela,
dejando a la vista el panel de madera. Michelle golpe suavemente la madera. Estaba hueca. Se enfund los
guantes y, con otro agente, levant una de las planchas de madera, con lo que dej al descubierto un espacio
en el que se podra esconder fcilmente un adulto. Michelle no pudo por menos de sacudir la cabeza. Haba
pasado todo esto por alto.
Uno de sus hombres encontr un aparato en una bolsita de plstico.
Una especie de grabadora digital inform.
As es cmo reprodujeron la voz de Bruno? pregunt ella.
Debieron de grabar unas palabras de alguna parte y las usaron para entretenernos mientras escapaban.
Deben de haber pensado que la frase Un momento servira para responder a la mayora de nuestras
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preguntas. Lo pillaste con tu comentario sobre los hijos de Bruno. Por aqu tambin debe de haber un
micrfono oculto inalmbrico.
Michelle le ley el pensamiento.
Porque tenan que poder ornos para que la grabacin respondiera cuando le llambamos.
Exacto. Seal la pared ms alejada, donde se haba retirado una parte de la tapicera. Ah hay una
puerta. Tras el muro hay un pasaje.
As que salieron por all. Michelle le pas la bolsita. Ponla exactamente donde la has encontrado. Slo
me faltara que el FBI me diera una leccin sobre cmo mantener intacta la escena del delito.
Tiene que haberse producido un forcejeo. Me sorprende que no oyramos nada dijo el agente.
Cmo bamos a orlo, con esa msica infernal aturdindonos por todas partes? replic ella.
Michelle y el agente entraron por el pasaje. El atad vaco haba quedado en la entrada opuesta, que daba a la
parte trasera del edificio. Esta salida desembocaba en un punto que quedaba separado del resto de las puertas
de la parte trasera por un muro de ladrillo de dos metros de altura. Volvieron al velatorio, llamaron de nuevo al
director de la funeraria y le ensearon el pasaje. Se qued perplejo.
Ni siquiera saba que exista.
Qu? respondi Michelle incrdula.
Slo llevamos en el negocio un par de aos. Desde cuando cerr la nica funeraria de la zona. No podamos
usar el otro edificio porque haba sido expropiado. Este lugar haba servido para muchos fines antes de ser una
funeraria. Los propietarios actuales hicieron reformas mnimas. De hecho, estos velatorios apenas se
reformaron. No tena ni idea de que hubiera una puerta o un pasaje ah.
Bueno, pues alguien s lo saba replic bruscamente Michelle. Al final de ese pasaje hay una puerta que
da a la parte trasera del edificio. Me est diciendo que tampoco saba eso?
Esa parte del edificio se usa como almacn y se accede a ella desde el interior respondi.
Ha visto algn vehculo aparcado ah fuera antes?
No, pero es que tampoco voy por ah.
Nadie vio nada?
Tendr que comprobarlo.
No. Yo lo comprobar.
Le puedo asegurar que esta empresa es muy respetable.
Tiene pasadizos secretos y puertas de salida de los que no sabe nada. No le preocupa la cuestin de la
seguridad?
La mir sin comprender y luego sacudi la cabeza.
Esto no es una gran ciudad. Nunca se producen delitos graves.
Bueno, pues esa tradicin se acaba de romper. Tiene el nmero de telfono de la seora Martin?
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Se lo dio y Michelle la llam. No hubo respuesta.
Se encontraba sola en medio de la estancia. Tantos aos de trabajo, tanto tiempo demostrando lo que vala,
todo tirado por la borda. Ni siquiera le quedaba el consuelo de haber podido ponerse en la trayectoria de la
bala de un asesino en potencia. Michelle Maxwell ya formaba parte de la historia. Y tambin saba que su
trabajo en el Servicio Secreto perteneca al pasado. Estaba acabada.
Captulo 4
El cortejo funerario se detuvo y registraron todos los vehculos, incluso el coche fnebre. Efectivamente, era
Harvey Killebrew, padre, abuelo y marido ejemplar, el que yaca en el interior del atad. Casi todos los
acompaantes del cortejo eran ancianos y estaban visiblemente asustados ante el despliegue de hombres
armados; no pareca que pudiera haber un secuestrador entre ellos, pero aun as los agentes hicieron volver
todos los vehculos a la funeraria.
El novato Simmons se acerc al agente del Servicio Secreto que estaba subindose a su sedn para dirigir la
caravana de nuevo a la funeraria:
Qu ms, seor?
Bien, necesito que vigiles esta carretera. Cualquiera que salga, lo detienes. Cualquiera que entre, lo detienes
y le pides la identificacin. Te relevaremos en cuanto podamos. Hasta entonces, ste es tu puesto, de
acuerdo?
Simmons pareca muy nervioso.
Esto es muy grave, no?
Hijo, esto es lo ms grave que te va a pasar en toda la vida. Ojal salga bien, aunque lo dudo mucho.
Otro agente, Neal Richards, apareci enseguida y propuso:
Ya me quedo yo, Charlie. No me parece muy buena idea que est aqu solo.
Charlie ech un vistazo a su colega y respondi:
Ests seguro de que no quieres volver y unirte a la fiesta, Neal?
Richards esboz una sonrisa amarga y replic:
Ahora mismo no quiero estar a menos de un kilmetro de Michelle Maxwell. Me quedar con el chico.
Richards se subi al vehculo junto a Simmons, que enseguida bloque la carretera con la camioneta.
Observaron cmo iba perdindose a lo lejos la caravana de agentes y acompaantes del cortejo, y otearon el
campo en todas direcciones. No haba ni rastro de nadie. Simmons mantena la mano firme en la culata de la
pistola; el guante de piel negra formaba arrugas al poner el dedo en el gatillo. Se inclin y subi el volumen de
la radio de la polica. Luego mir nervioso al veterano y pregunt en voz alta:
S que probablemente no me lo puedas contar, pero qu demonios ha pasado?
Richards no se molest en mirarle.
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Tienes razn, no te lo puedo contar.
Crec aqu, conozco el terreno como la palma de mi mano. Si tuviera que sacar a alguien de aqu, hay un
camino sin asfaltar a menos de un kilmetro. Si cortas por ah y sales al otro lado, te plantas a diez kilmetros
en un momento.
Richards se lo qued mirando.
Es eso cierto? le dijo lentamente.
Se inclin hacia Simmons y busc en el interior del bolsillo de su abrigo. Al cabo de un momento el agente del
Servicio Secreto Neal Richards estaba tumbado boca abajo en el asiento con un pequeo orificio rojo en el
centro de la espalda y con el chicle que haba sacado del bolsillo an en la mano. Simmons mir hacia la parte
trasera del vehculo, donde la mujer estaba quitando el silenciador a su pistola de pequeo calibre. Se haba
quedado escondida en un pequeo espacio bajo el falso suelo de la camioneta. Las voces de la emisora policial
haban ocultado el ligero ruido que haba hecho al salir.
Una bala dum-dum de bajo calibre. Quera que se quedara en el cuerpo. Menos los.
Tal como dijo el tipo ese, esto es grave afirm Simmons, sonriendo.
Le quit el micrfono inalmbrico y las pilas al agente muerto y los tir al interior del bosque. Puso el vehculo
en marcha y se dirigieron hacia la funeraria. A cuatrocientos metros tom un camino de tierra cubierto de
hierbas y echaron el cadver del agente Richards por un desnivel. Simmons le haba dicho la verdad al agente:
ese camino era la va de escape perfecta. Cien metros y un par de curvas ms all haba un cobertizo
abandonado con el techo medio desmoronado y las puertas abiertas. Introdujo el vehculo en el cobertizo
directamente, sali y cerr las puertas. En el interior haba un camin blanco abierto.
La mujer sali de la parte trasera de la camioneta. Ya no pareca en absoluto una anciana viuda. Era joven,
rubia, delgada pero fuerte y gil, e iba vestida con vaqueros y una camiseta blanca sin mangas. Haba usado
muchos nombres a lo largo de su relativamente corta vida y en ese momento se haca llamar Tasha. Si Simmons
era peligroso, Tasha resultaba an ms letal. Tena el ingrediente esencial de un asesino consumado: una
absoluta falta de conciencia.
Simmons se quit el uniforme; debajo llevaba unos vaqueros y una camiseta. Acto seguido, extrajo un equipo
de maquillaje de la parte trasera de la camioneta y se quit la peluca, las cicatrices, las cejas y otros elementos
de su disfraz. En realidad era un hombre mayor de pelo oscuro.
Extrajeron de la camioneta una gran caja en cuyo interior estaba Bruno.
Segn las etiquetas, la caja contena material de comunicaciones, por si a alguien se le ocurra mirar. Apoyada
contra el parabrisas trasero del camin haba una gran caja de herramientas. Agarraron a Bruno, lo colocaron
en el interior de la caja de herramientas y la cerraron con llave. Tena rejillas de ventilacin a los lados y en la
parte superior, y haban acolchado el interior.
Acto seguido, cargaron en el camin unas balas de heno que estaban apiladas en una esquina del cobertizo
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para que cubrieran casi por completo la caja de herramientas. Trabajaron rpido y terminaron en menos de
veinte minutos. Saltaron a la cabina del camin, se colocaron sendas gorras y salieron del cobertizo, tomando
otro camino de tierra infestado de hierbajos para volver a la va principal unos tres kilmetros ms abajo.
Paradjicamente, pasaron frente a una procesin de coches de polica, sedanes negros y vehculos especiales
que sin duda se dirigan hacia la escena del crimen. Un joven polica incluso sonri a la atractiva mujer que iba
en el asiento del acompaante del camin. Tasha le lanz una mirada coqueta y le salud con la mano. La
pareja se alej con el candidato presidencial secuestrado sumido en una tranquila inconsciencia en la parte
trasera del vehculo.
Tres kilmetros ms adelante se encontraba el anciano que estaba sentado en la entrada de la funeraria
cuando pas John Bruno y su squito. Ya haba acabado su talla y haba escapado a la orden de inmovilizacin
de Maxwell por minutos. Se fue solo en su antiguo y ruidoso Buick Impala. Acababa de recibir noticias de sus
colegas. Bruno estaba a buen recaudo y la nica baja era un agente del Servicio Secreto que haba tenido la
mala fortuna de medirse con un hombre que sin duda haba considerado inofensivo.
Despus de tanto tiempo y tanto trabajo, por fin haba empezado. No poda por menos que sonrer.
Captulo 5
La camioneta se detuvo en las proximidades de una construccin de troncos de cedro rodeada de espeso
bosque. La estructura estaba construida con gran cuidado y tena unas dimensiones ms parecidas a las de un
hotel que a las de una cabaa familiar, aunque en ella slo residiera una persona. El hombre sali y se
desperez. An era pronto y el sol no haba hecho ms que iniciar su ascenso.
Sean King subi los anchos escalones de madera tallados a mano y abri la puerta de su casa. Se detuvo en la
amplia cocina para preparar caf y, mientras suba, ech un vistazo al interior de la casa, analizando hasta el
ltimo rincn, la posicin de cada tronco, la proporcin de espacio que ocupaban las ventanas en las paredes.
Prcticamente se haba construido la casa l mismo a lo largo de un perodo de cuatro aos en el que haba
vivido en el permetro de una finca de seis hectreas situada en las montaas de Blue Ridge, a unos cincuenta y
cinco kilmetros al oeste de Charlottesville.
El interior estaba amueblado con butacas de cuero y pesados sofs, mesas de madera, alfombras orientales,
apliques de cobre, sencillas estanteras cargadas de una eclctica variedad de ttulos, leos y pasteles en su
mayora obra de artistas locales y otros artculos de los que se coleccionan o se heredan en el transcurso de
una vida. A sus cuarenta y cuatro aos, King haba vivido por lo menos dos vidas. Y no tena ningn deseo de
reinventarse de nuevo.
Subi, pas por la pasarela que divida la casa longitudinalmente y entr en su dormitorio. Al igual que el resto
de la casa, estaba muy bien organizado, con los objetos dispuestos a la perfeccin y sin un centmetro de
espacio perdido.
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Se despoj de su uniforme de subjefe de polica voluntario y se introdujo en la ducha para limpiarse el sudor de
una noche de trabajo. Se afeit, se lav el pelo y dej que el agua caliente le ablandara la cicatriz que tena en
el dedo corazn, producto de una intervencin quirrgica. Haca ya tiempo que haba aprendido a vivir con
aquel pequeo recuerdo de sus das como agente del Servicio Secreto.
Si estuviera en el Servicio, en vez de vivir en una bonita casa de madera en medio del campo en Virginia
probablemente estara encerrado en alguna casa de la ciudad en alguna comunidad rancia y sofocante del
extrarradio de Washington y seguira casado con su ex mujer. Tampoco estara preparndose para dirigirse a su
prspero bufete de abogados. Por supuesto, no hara de voluntario de la polica local una noche a la semana
para colaborar con la comunidad. Estara a punto de subirse a otro avin para observar a algn poltico que
sonreira, repartira besos a los nios y mentira, mientras aguardaba el momento en que alguien intentara
matarlo. Menudo trabajo para ganar unos cien mil dlares al ao y todos los kilmetros de vuelos gratis que
quisiera!
Se puso traje y corbata, se pein, se tom el caf en la terraza de la cocina mientras lea el peridico. La
primera pgina estaba dedicada en su prctica totalidad a la noticia sobre el secuestro de John Bruno y la
posterior investigacin del FBI. King ley el artculo principal y los recuadros complementarios con
detenimiento, memorizando todos los detalles relevantes. Conect el televisor, seleccion el canal de noticias
y se qued viendo al locutor que hablaba de la muerte de Neal Richards, agente veterano del Servicio Secreto.
Haba dejado esposa y cuatro hijos.
Innegablemente era una tragedia y todo eso, pero por lo menos el Servicio se haca cargo de los familiares, que
recibiran todo el apoyo. Eso no compensara la prdida, pero era mejor que nada.
El locutor luego dijo que el FBI no haba hecho declaraciones al respecto. Por supuesto que no, se dijo King;
nunca comentaban nada, y sin embargo casualmente alguno se ira de la lengua con alguien que correra a
contrselo a un amigo del Post o del Times, y entonces todo el mundo se enterara. Aunque lo que sala a la luz
siempre era falso! No obstante, los medios de comunicacin tenan un apetito insaciable y ninguna
organizacin poda permitirse el lujo de dejarles pasar hambre, ni siquiera el FBI.
Se incorpor y se qued mirando la imagen de la mujer de la tele que estaba cerca de un grupo de tipos en una
tarima. sta era la parte de la historia que afectaba al Servicio Secreto; King se dio cuenta enseguida. Conoca
bien a esa gente. La mujer pareca profesional, serena, despierta pero tranquila, lo cual le resultaba muy
familiar. Y haba algo ms en su expresin que no consegua descifrar. Haba una tensin controlada que todos
ellos tenan en cierta medida. Pero tambin haba algo ms: quizs una ligera desconfianza?
El Servicio estaba colaborando con el FBI en todo, segn inform uno de los hombres, y tambin estaba
llevando a cabo su propia investigacin, por supuesto. El departamento de Inspeccin del Servicio llevara la
investigacin, King lo saba bien, porque los haba tenido pegados al trasero constantemente tras el asesinato
de Ritter. Leyendo entre las lneas del lenguaje burocrtico, King comprendi que eso significaba que ya haban
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decidido quin era el culpable y que lo haran pblico en cuanto las partes implicadas hubieran dimitido
convenientemente. La conferencia de prensa se acab y la mujer sali y se introdujo en un sedn negro. No
habl con los periodistas siguiendo instrucciones del Servicio, segn deca la voz en off. El narrador tambin la
identific como Michelle Maxwell, jefa del equipo de seguridad que haba perdido a John Bruno.
King se preguntaba por qu la paseaban ante los medios de comunicacin. Para qu agitar un trozo de carne
fresca ante una bestia enjaulada? Casi inmediatamente se respondi su propia pregunta: para que la culpable
tuviera un rostro. El Servicio saba proteger muy bien a los suyos, y no era el primer agente que la cagaba, se le
conceda una excedencia y luego un cambio de destino. No obstante, era posible que en ese caso hubiera un
trasfondo poltico que exiga la cabeza de alguien. Aqu tenis, amigos podran decir. Toda vuestra; an
tenemos que efectuar nuestra investigacin oficial, pero no dejis que eso os detenga. Y entonces King
comprendi la sutil mirada de desconfianza en el rostro de la mujer. Ella saba exactamente lo que estaba
pasando. Estaba esperando su propia ejecucin y no le gustaba lo ms mnimo.
King dio un sorbo al caf, mordi una tostada y dijo, dirigindose a ella y a la tele:
Bueno, cabrate todo lo que quieras, pero ya puedes ir despidindote, Michelle.
A continuacin apareci una imagen de Michelle Maxwell en la pantalla mientras se daba algo ms de
informacin sobre la mujer. Haba sido jugadora de baloncesto y atleta de talla internacional en su poca
universitaria, adems de estudiante destacada que se licenci en Georgetown en tres aos, con la
especializacin de Derecho Penal. Por si sus logros acadmicos fueran poco, despus haba dirigido su gran
talento deportivo a otra disciplina y haba ganado una medalla olmpica de plata en remo. Una atleta
intelectual, qu sugerente. Tras un ao como agente de polica en su Tennessee natal, haba entrado en el
Servicio, haba ascendido en un tiempo rcord y actualmente disfrutaba del magnfico cargo de cabeza de
turco.
Y King pens que para ser cabeza de turco era bastante apuesta. Se traicion a s mismo. Apuesta, una mujer?
Pero es que tena ciertos rasgos masculinos, unos andares vigorosos, casi arrogantes, la impresionante
amplitud de sus hombros sin duda debido a la prctica del remo, la mandbula que pareca prometer una
obstinacin extrema y frecuente. Sin embargo, no haba duda de que su lado femenino estaba ah. Meda ms
de 1,75 y, a pesar de sus anchos hombros, era esbelta y tena unas curvas sutiles. Luca una media melena
negra y lisa, lo suficientemente discreta para el Servicio pero aun as con estilo. Tena los pmulos marcados y
firmes, los ojos verdes, luminosos e inteligentes, que sin duda se perdan muy pocas cosas. En el Servicio
Secreto, esa vista era una necesidad.
No se la poda considerar una belleza en el sentido clsico de la palabra, pero Michelle probablemente fuera la
joven que siempre ganaba en rapidez y agudeza a todos los hombres. En el instituto probablemente todos los
chicos querran que fuera su mejor amiga. En cambio, vindola a ella, King dudaba de que alguno consiguiera
algo ms de lo que ella estaba dispuesta a ofrecer.
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Bueno pens en silencio ante la pantalla hay vida despus del Servicio. Se puede volver a empezar y
reinventarse. Se puede ser razonablemente feliz contra todo pronstico. Aunque nunca olvidas. Lo siento,
Michelle Maxwell, te hablo desde la experiencia, tambin en eso.
Consult su reloj. Era hora de ir a su trabajo de verdad, redactando testamentos y contratos de arrendamiento
y cobrando por horas. No era en absoluto tan emocionante como su antiguo empleo, pero a estas alturas de su
vida Sean King llevaba muy bien el aburrimiento y la rutina. Ya haba tenido emociones suficientes para varias
vidas.
Captulo 6
King sac su Lexus descapotable del garaje haciendo marcha atrs y se fue a trabajar por segunda vez en ocho
horas. Sigui una ruta por carreteras sinuosas con fabulosas vistas, apariciones ocasionales de animales y no
mucho trfico, por lo menos hasta que lleg a la va de acceso a la ciudad, donde el trfico aument
ligeramente. Su despacho estaba situado en Main Street, que efectivamente era la calle principal, puesto que
era la nica va importante del centro de Wrightsburg, poblacin pequea y relativamente nueva a medio
camino entre los municipios de Charlottesville y Lynchburg, Virginia.
Dej el coche en el aparcamiento subterrneo del edificio de ladrillo blanco de dos plantas donde se
encontraba King & Baxter, Abogados y Asesores Legales, tal como proclamaba orgullosamente la placa del
exterior. Durante dos aos haba ido a la Facultad de Derecho que haba a media hora de distancia, en la
Universidad de Virginia, pero dej los estudios para presentarse al Servicio Secreto. En aquella poca buscaba
ms emociones de las que poda encontrar en un montn de libros de derecho y el mtodo socrtico. Y ya
haba tenido su racin de emociones.
Cuando las aguas volvieron a su cauce tras el asesinato de Clyde Ritter, dej el Servicio Secreto, termin sus
estudios y abri un despacho propio en Wrightsburg, que luego se ampliara convirtindose en un bufete de
dos abogados, con el que por fin alcanz el xito en la vida. Era un abogado respetado y amigo de muchas de
las principales personalidades de la regin. Contribua a la comunidad, tanto como ayudante del jefe de polica
como de otras maneras. Era uno de los solteros ms cotizados del lugar y quedaba con quien quera cuando
quera, y no lo haca si no quera. Tena una amplia agenda de amigos, aunque pocos que fueran ntimos. Le
gustaba su trabajo, disfrutaba de su tiempo libre y no dejaba que le preocuparan muchas cosas. Su vida
marchaba sola de un modo ordenado y en absoluto espectacular. Se encontraba perfectamente bien as.
Al salir, vio a la mujer y se plante la posibilidad de introducirse de nuevo en el coche, pero ella ya lo haba
visto y corri hacia l.
Hola, Susan dijo mientras sacaba el maletn del asiento del acompaante.
Pareces cansado observ ella. No s cmo lo haces.
El qu?
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Atareado abogado de da y agente de polica de noche.
Ayudante voluntario del jefe de polica, Susan, y slo una noche por semana. De hecho lo ms emocionante
que me ha pasado esta noche ha sido tener que virar de golpe con la camioneta para evitar atropellar a una
comadreja.
Seguro que cuando estabas en el Servicio Secreto te pasabas das sin dormir. Qu emocionante, aunque
cansado.
No exactamente respondi, y empez a caminar hacia su despacho. Ella le sigui.
Susan Whitehead tena poco ms de cuarenta aos, era atractiva, rica y estaba divorciada; al parecer se haba
obstinado en convertirlo en su cuarto marido. King le haba gestionado su ltimo divorcio, conoca de primera
mano la cantidad de rarezas imposibles de soportar que tena la mujer, lo vengativa que poda llegar a ser, y
senta una gran simpata por el pobre marido nmero tres. Era un hombre tmido y casero, tan sometido al
puo de hierro de su esposa que acab por irse cuatro das a Las Vegas a disfrutar del alcohol, el juego y el
sexo, una decisin que haba marcado el principio del fin. Ahora era un alma ms pobre pero sin duda ms feliz
que antes. King no tena ningn inters en ocupar su puesto.
Voy a celebrar una pequea fiesta con cena el sbado y tena la esperanza de que vinieras.
King repas mentalmente su agenda, record que tena la noche del sbado libre y, sin perder un instante, dijo:
Lo siento, pero ya tengo planes. De todos modos, muchas gracias. Quizs en otra ocasin.
Tienes muchos planes, Sean replic ella con coquetera. Espero encajar en ellos algn da.
Susan, no es bueno que un abogado y su clienta mantengan una relacin personal.
Pero yo ya no soy tu clienta.
Aun as es mala idea. Creme asegur. Lleg a la entrada principal y la abri. Que os lo pasis muy bien.
Entr con la esperanza de que no le siguiera. Esper unos segundos en el vestbulo del edificio, suspir aliviado
al ver que Susan no entraba a la carga y subi la escalera en direccin a su despacho. Casi siempre era el
primero en llegar. Su socio, Phil Baxter, era el brazo litigante de la empresa bipersonal, mientras que King se
ocupaba del resto de cuestiones: testamentos, fideicomisos, propiedades inmobiliarias, negocios diversos, los
tpicos asuntos que daban dinero. Haba mucha riqueza escondida en los rincones de la plcida Wrightsburg.
Muchas estrellas de cine, grandes empresarios, escritores y otros personajes ricos vivan por la zona. Les
encantaba por su belleza, su aislamiento, su intimidad y la oferta local en restaurantes de calidad, tiendas, una
actividad cultural en expansin y una universidad de categora reconocida a nivel mundial camino de
Charlottesville.
Phil no era muy madrugador los juzgados no abran hasta las diez pero trabajaba hasta muy tarde, lo
contrario que King. Hacia las cinco de la tarde King sola estar ya en casa, entretenindose en su taller,
pescando o remando por el lago de detrs de su casa, mientras Baxter segua trabajando. De modo que los dos
formaban un buen equipo.
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Abri la puerta y entr. La recepcionista y secretaria no habra llegado todava. An no eran las ocho de la
maana. Susan Whitehead seguramente haba hecho guardia frente a la oficina de King, esperando su llegada.
Primero se fij en la silla volcada y despus en los objetos que deberan haber estado en la mesa de la
recepcionista pero que se encontraban diseminados por el suelo. Se llev la mano de forma instintiva a la
pistolera, slo que no llevaba ni pistolera ni arma. Lo nico que tena era un aburrido codicilo de un testamento
que haba esbozado y que no intimidara ms que a los futuros herederos. Cogi un pesado pisapapeles del
suelo y ech un vistazo alrededor. Lo que vio a continuacin le dej helado.
Haba sangre en el suelo junto a la puerta del despacho de Baxter. Avanz con el pisapapeles preparado; con la
otra mano sac el telfono mvil, marc el nmero de emergencias y habl con voz serena y clara a la
operadora. Alarg la mano hasta tocar el pomo, se lo pens mejor y sac un pauelo del bolsillo para no dejar
huellas. Lentamente abri la puerta, con los msculos en tensin, listo para un ataque, pero por instinto supo
que el lugar estaba vaco. Escudri la penumbra de la sala y encendi la luz con el codo.
El cuerpo se hallaba tendido de costado justo frente a King; presentaba una sola herida de bala en el centro del
pecho, con salida por la espalda. No era Phil Baxter. Era otro hombre, alguien a quien conoca muy bien. Y la
muerte violenta de esta persona iba a alterar completamente la plcida existencia de Sean King.
Solt el aire que haba estado conteniendo y la escena le impact durante un instante, casi cegndolo.
Ya estamos otra vez murmur.
Captulo 7
El hombre estaba sentado en el Buick y observaba cmo iban detenindose los coches de polica frente al
bufete de King y cmo iban entrando los agentes a toda prisa. Haba cambiado mucho de aspecto desde el da
en que interpret el papel de un viejo que tallaba madera frente a la funeraria mientras se llevaban a John
Bruno. El traje que llev aquel da era dos tallas ms grande, para hacerle parecer pequeo y ajado; los dientes
manchados, el bigote, la petaca de licor, la navaja y el chicle de la boca estaban pensados cuidadosamente para
llamar la atencin. As el observador poda sacar la impresin indeleble de quin y qu era. Y esa conclusin
sera absolutamente incorrecta, que es de lo que se trataba exactamente.
Ahora era ms joven, quizs haba rejuvenecido ms de treinta aos. Al igual que King, l tambin se haba
reinventado. Mordisqueaba un rosco con mantequilla, daba sorbos a su caf solo y analizaba en silencio la
reaccin de King tras el descubrimiento del cadver en su oficina. Al principio impresionado, y luego quiz
furioso, pero no sorprendido, no; bien mirado, no estaba sorprendido.
Mientras pensaba en ello puso la radio, en la que siempre tena sintonizado el canal de noticias, y oy el
informativo de las ocho, que empezaba con la abduccin de John Bruno, historia de cabecera prcticamente en
todos los noticiarios del mundo. En la mente de muchos estadounidenses, haba superado en protagonismo al
conflicto en Oriente Prximo y a la liga de ftbol americano, al menos temporalmente.
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El hombre se chup la mantequilla y el ssamo de los dedos mientras escuchaba. La noticia haca referencia a
Michelle Maxwell, la jefa del equipo de seguridad del Servicio Secreto. Aunque oficialmente se le haba
concedido la excedencia, l saba que eso significaba que su carrera profesional estaba a un paso de la tumba.
De modo que la mujer haba quedado fuera de juego, por lo menos oficialmente. Pero y la versin no oficial?
sa era la razn por la que haba memorizado cada rasgo de Maxwell cuando pas a su lado aquel da. No era
descabellado pensar que se la volvera a encontrar en algn momento. Ya saba todo su historial, pero cuanta
ms informacin y ms secreta, mejor. Era una mujer que poda acabar amargada en casa, pero tambin era
capaz de entrar a la carga y correr riesgos. Por lo poco que haba visto de ella, pens que la segunda opcin era
bastante ms probable.
Volvi a centrarse en la escena que se desarrollaba en aquel momento ante l. Algunos lugareos que iban a
trabajar o que abran sus tiendas se acercaban al despacho del abogado mientras apareca otro coche de
polica ms y luego una camioneta de investigacin policial en el reducido aparcamiento. Para la pequea y
respetable metrpoli de Wrightsburg sin duda era un grave suceso. Pareca que los hombres de uniforme
apenas saban qu hacer. Todo le resultaba muy alentador, y sigui mordisqueando su rosco. Haba aguardado
mucho tiempo este momento; quera disfrutarlo. Y faltaba mucho por venir.
Volvi a ver a la mujer que estaba junto a la oficina. Haba visto a Susan Whitehead cuando sta abord a King
frente al despacho. Una novia? Por lo que haba visto, quizs sera ms acertado decir una aspirante a amante.
Sac la cmara y le hizo un par de fotografas. Esper que King saliera a tomar aire, pero quizs eso no llegara a
pasar. King haba corrido mucho en sus rondas como ayudante del jefe de polica; muchas carreteras
secundarias y solitarias. En la espesura del bosque se poda encontrar cualquier cosa. Pero, en los tiempos que
corren hay alguien que est seguro?
En el interior de una bolsa con cremallera que tena en el maletero haba algo muy especial que deba ir a un
lugar muy especial. De hecho, era el momento perfecto para hacerlo.
Tras echar los restos de su desayuno en una papelera de la acera, puso el oxidado Buick en marcha y sali
traqueteando. Sigui la calle, echando una mirada en direccin a la oficina de King, y levant los pulgares en un
gesto aptico. Cuando pas junto a Susan Whitehead, que estaba mirando hacia el despacho de King, pens:
Quiz nos veamos. Ms temprano que tarde.
El Buick desapareci por la carretera, dejando atrs un Wrightsburg que se despertaba convulso.
Oficialmente el primer asalto ya haba acabado. Estaba impaciente por ver el inicio del segundo.
Captulo 8
Walter Bishop pas frente a Michelle Maxwell, que estaba sentada ante una mesita y observaba. Se
encontraban en una pequea sala de conferencias en el interior de un edificio gubernamental de Washington
lleno de gente ansiosa de obtener noticias sobre los ltimos acontecimientos.
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Deberas sentirte satisfecha de que slo te den la excedencia administrativa, Maxwell le dijo l por encima
del hombro.
S, claro, estoy encantada de que te hayas quedado con mi pistola y mi placa. No soy tonta, Walter. El juicio
ya se ha celebrado. Me han dejado fuera.
La investigacin an prosigue; de hecho, no ha hecho ms que empezar.
S. Todos esos aos de mi vida tirados por la borda.
l dio media vuelta y espet:
Han secuestrado a un candidato a la presidencia delante de tus narices; es la primera vez que ocurre en la
historia de la agencia. Felicidades. Tienes suerte de no encontrarte ante un pelotn de fusilamiento. En otros
pases lo estaras.
Walter, crees que yo no lo s? Eso me est matando.
Interesante eleccin de palabras. Neal Richards era un buen agente.
Eso tambin lo s replic. Imaginas que saba que ese falso polica estaba implicado? No hay nadie en el
Servicio que se sienta peor que yo por lo de Neal.
No deberas haber dejado a Bruno solo en aquella sala. Si hubieras seguido el procedimiento habitual, nada
de eso habra ocurrido. Como mnimo la puerta deba estar abierta lo suficiente como para ver a tu hombre.
Nunca jams debes perder de vista a tu protegido, como bien sabes. Eso es la proteccin personalizada.
Michelle neg con la cabeza.
A veces, en el trabajo, con todo lo que hay que aguantar, llegas a acuerdos para que todo el mundo se quede
contento.
Nuestro trabajo no consiste en que todo el mundo se quede contento! Consiste en tener a todo el mundo a
salvo!
Me ests diciendo que es la primera vez que un protegido pide que se le permita quedarse solo en una
habitacin sin un agente?
No. Te estoy diciendo que es la primera vez que se ha pedido y que ha pasado algo as. Es un compromiso
estricto, Michelle. No valen excusas. El partido poltico de Bruno est en pie de guerra. Algunos locos incluso
dicen que el Servicio ha recibido dinero para sacar a Bruno de la carrera presidencial.
Eso es absurdo.
Eso lo sabemos t y yo, pero si consiguen que lo repita suficiente gente, al final el pblico empezar a
crerselo.
Michelle haba estado sentada en el borde de la silla durante la discusin. Volvi a sentarse bien y mir con
expresin serena a aquel hombre.
Entonces est claro: acepto toda la responsabilidad de lo que ha ocurrido y ninguno de mis hombres debe
salir perjudicado. Estaban siguiendo rdenes. Era mi responsabilidad y fui yo quien se equivoc.
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Est bien que digas eso. Ver qu puedo hacer dijo l, e hizo una pausa. Supongo que no querrs
plantearte la posibilidad de dimitir.
No, Walter. La verdad es que no querra. Y para que lo sepas, pienso contratar a un abogado.
Por supuesto. En este pas cualquier desgraciado puede contratar a un abogado y sacar dinero de su propia
incompetencia. Debes de sentirte orgullosa.
Michelle de pronto tuvo que parpadear para contener las lgrimas ante esta cruel reprimenda, pero una parte
de ella consideraba que se la mereca.
Slo me estoy protegiendo, Walter. En mi situacin, t haras lo mismo.
Claro. Por supuesto.
El hombre se introdujo las manos en los bolsillos y ech la vista hacia la puerta en un ademn de rechazo.
Puedo pedirte un favor? dijo Michelle de pronto.
Por supuesto. Aunque no entiendo cmo tienes valor para hacerlo.
No eres la primera persona que lo comenta respondi framente. l se qued esperando, sin responder.
Quiero saber cmo avanza la investigacin.
El FBI se ocupa de eso.
Lo s, pero tienen que mantener al Servicio informado.
Lo hacen, pero esa informacin es slo para el personal del Servicio.
Eso significa que yo ya no lo soy.
Ya lo sabes, Michelle; yo tena mis dudas cuando el Servicio empez a reclutar mujeres de forma activa.
Inviertes dinero en entrenar a una agente y luego, plaf: se casa, tiene nios y se retira. Todo el entrenamiento y
el tiempo, a la basura.
Michelle no poda creer que estuviera oyendo eso, pero permaneci en silencio.
Pero cuando llegaste t, pens: Esta chica tiene lo que hay que tener. Eras un modelo de mujer para el
Servicio. La mejor y la ms brillante.
Y as se crearon grandes expectativas.
Se crean grandes expectativas sobre todos los agentes; no se espera de ellos nada menos que la perfeccin.
Hizo una pausa. S que tu hoja de servicio estaba inmaculada antes de esto. S que estabas ascendiendo
con rapidez. S que eres una buena agente, pero la has cagado, hemos perdido a un protegido y un agente ha
perdido la vida. No tiene por qu ser justo, pero as son las cosas. Tampoco ha sido justo para ellos. Hizo una
pausa y se qued con la mirada perdida. Puedes permanecer en el Servicio de algn modo. Pero nunca jams
olvidars lo sucedido. Te acompaar cada minuto de tu vida durante el resto de tus das. Y eso te doler ms
que cualquier cosa que te pueda hacer el Servicio. Creme.
Pareces bastante seguro de lo que dices.
Yo estaba con Bobby Kennedy en el Hotel Ambassador. Era un novato en la polica de Los ngeles y se me
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haban asignado labores de refuerzo para el Servicio Secreto cuando apareci RFK. Yo estaba ah y vi a un
hombre que deba haber llegado a presidente desangrndose en el suelo. Desde entonces, todos los das me he
preguntado qu poda haber hecho para evitar que ocurriera aquello. Fue una de las principales razones por las
que ingres en el Servicio aos ms tarde. Supongo que quera compensar aquello de algn modo. Sus
miradas se cruzaron. Nunca lo pude compensar. Y no, nunca se olvida.
Captulo 9
Mientras la prensa acechaba en el exterior de su casa de una pequea poblacin de Virginia, Michelle se
registr en un hotel de Washington D.C. Aprovech ese respiro para citarse para almorzar con una amiga que
era agente del FBI. El Servicio Secreto y el FBI no solan relacionarse directamente. En realidad, en el mundo de
las fuerzas del orden, el FBI era la gran bestia negra para todas las dems agencias. No obstante, a Michelle le
gustaba recordar a sus colegas del FBI que su agencia se form con siete ex agentes del Servicio Secreto.
Ambas mujeres eran tambin miembros del WIFLE, la asociacin de mujeres de los cuerpos de seguridad. Era
una asociacin de apoyo que celebraba convenciones y reuniones anuales y, aunque a sus colegas varones les
encantaba tomarle el pelo al respecto, el WIFLE le haba resultado muy til a Michelle para recoger opiniones
sobre el trabajo en aspectos de discriminacin sexual. Era evidente que su amiga estaba nerviosa por el
encuentro con Michelle, pero no slo era miembro del WIFLE, sino que adems Michelle le haba ayudado a
ganar una medalla olmpica de plata. se era un vnculo que casi nada poda romper.
Entre ensaladas Csar y t helado, Michelle oy los resultados provisionales de la investigacin. Simmons haba
sido miembro del servicio de seguridad que vigilaba la funeraria, aunque se supona que no deba estar de
servicio aquel da. De hecho, la funeraria slo se vigilaba de noche. Simmons aunque por supuesto se no era
su verdadero nombre haba desaparecido. El registro de la empresa no haba servido de nada. Ni la
informacin sobre Simmons concordaba: nmero de la Seguridad Social robado, carn de conducir falso,
referencias inventadas, pero todo muy bien hecho. Haca menos de un mes que trabajaba all. Hasta el
momento, Simmons era una gran va muerta en la investigacin.
Cuando vino corriendo pens que no era ms que un polica contratado novato; reinaba el caos. Le di
rdenes y le puse en marcha. Ni siquiera registramos la furgoneta. Evidentemente, Bruno estaba escondido en
algn lugar de la parte trasera. Le segu el juego y le di una oportunidad perfecta para que matara a uno de mis
hombres.
Michelle se senta tan abatida que se cubri la cara con las manos. Hizo un esfuerzo por recobrar la serenidad,
se introdujo como pudo una hoja de lechuga en la boca y la mastic con tanta fuerza que le dolieron los
dientes.
Antes de que me apartaran del servicio descubr que haban extrado la bala de Neal Richards. Era una dum-
dum. Probablemente nunca se podr hacer un anlisis de balstica, aunque nos cayera en las manos el arma
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sospechosa.
Su amiga asinti y le dijo a Michelle que la furgoneta haba aparecido en un cobertizo abandonado. Estaban
buscando huellas y otros rastros microscpicos, pero hasta el momento no haban encontrado nada,
A Mildred Martin, la viuda del difunto, la encontraron en su casa, viva y trabajando tranquilamente en el jardn.
Pensaba ir a ver a su marido ms tarde ese mismo da con unos amigos y familiares. No haba llamado a John
Bruno para pedirle que fuera a la funeraria. Su marido haba sido el supervisor legal de Bruno y haban sido
amigos. Si el candidato quera ir a ver a su difunto esposo, poda hacerlo; era tan sencillo como eso, tal como
dijo a los investigadores.
Pero por qu alter Bruno el calendario y fue a ver a Martin a la funeraria en el ltimo momento? inquiri
Michelle. Nos lo dijo as, de pronto.
Segn su equipo, aquella maana recibi una llamada repentina de Mildred Martin pidindole que fuera a
ver a su marido a la funeraria. Segn Fred Dickers, el jefe de personal de Bruno, el candidato pareca inquieto
tras la llamada.
Bueno, se le haba muerto un buen amigo.
Segn Dickers, Bruno ya saba que Martin estaba muerto.
As que piensas que hay algo ms?
Bueno, escogi un momento en el que no haba mucha gente en la funeraria. Y algunas cosas que dijo Bruno
despus de la llamada hicieron pensar a Dickers que el encuentro era para algo ms que para presentarle sus
respetos.
As que por eso insisti tanto en que los dejara solos ah dentro?
Su amiga asinti.
Bueno, dependiendo de lo que tuviera que decirle la viuda, supongo que Bruno querra que fuera privado.
Pero Mildred Martin asegur que no haba llamado.
Alguien se hizo pasar por ella, Michelle.
Y si Bruno no se hubiera presentado? dijo, y se respondi ella misma. Simplemente se habran
marchado. Y si yo hubiera entrado con ellos, no lo habran intentado y Neal Richards... se le quebr la voz.
Qu ms tienes?
Creemos que esto estaba planeado desde haca tiempo. Quiero decir que tenan que coordinar muchos
aspectos y que lo ejecutaron a la perfeccin.
Deben de haber conseguido fuentes internas en el operativo de campaa de Bruno. Cmo si no iban a saber
su horario?
Un buen medio es la pgina web oficial de la campaa. El acto al que iba cuando se desvi para pasar por la
funeraria estaba previsto desde haca bastante tiempo.
Maldita sea, les advert que no publicaran el calendario en la red. Sabes que una camarera de uno de los
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hoteles en los que nos alojamos saba ms del itinerario de Bruno que nosotros mismos porque le haba odo a
l y a sus colaboradores hablando del tema? Y a nosotros no se molestan en contrnoslo hasta el ltimo
momento.
La verdad, con todo eso no entiendo cmo puedes hacer tu trabajo.
Michelle la mir fijamente.
Y si hubieran provocado la muerte del mentor de Bruno? Es decir, que eso desencaden el resto de los
acontecimientos...
La mujer ya estaba asintiendo.
Bill Martin estaba ya mayor, tena cncer terminal en una fase avanzada y muri en la cama por la noche. En
esas circunstancias no se hizo ningn informe mdico ni se llev a cabo la autopsia. El mdico de guardia firm
el certificado de defuncin. No obstante, despus de lo que pas, se recuper el cadver y le hicieron pruebas
toxicolgicas con muestras posmortem.
Y qu encontraron?
Grandes cantidades de Roxanol, morfina lquida de la que tomaba para el dolor, y ms de un litro de fluido
de embalsamamiento, entre otras cosas. No haba materia gstrica porque se haba drenado al embalsamarlo.
Nada revelador, en realidad.
Michelle mir de cerca a su amiga.
Pero aun as no pareces convencida.
La amiga por fin se encogi de hombros.
El lquido de embalsamamiento se filtra por todos los grandes vasos, cavidades y rganos slidos, de modo
que resulta difcil precisar. Pero dadas las circunstancias, la forense tom una muestra del cerebro medio,
donde el fluido no suele penetrar, y encontr un cristal de metanol.
Metanol! Pero eso es un compuesto del fluido de embalsamamiento, no? Qu significa que el fluido haya
llegado hasta all?
Da que pensar. Y por si no lo sabas, existen distintos fluidos de embalsamamiento. Los lquidos caros tienen
menos metanol pero ms formaldehido. Los baratos, como el de Martin, tienen niveles ms altos de metanol
puro. A eso hay que aadirle que el metanol se encuentra en un montn de sustancias, como el vino y otras
bebidas alcohlicas. Se sabe que Martin beba mucho. Eso podra explicar lo del cristal; la forense no puede
asegurarlo. Lo que est claro, no obstante, es que un enfermo terminal como Bill Martin no necesitara una
gran dosis de metanol para morir.
Sac una carpeta y hoje el contenido.
En la autopsia tambin se observaron daos en los rganos, membranas mucosas encogidas, la membrana
gstrica lacerada y todos los indicios de una intoxicacin por metanol. Sin embargo, el cncer se le haba
extendido por todo el cuerpo y se haba sometido a radiacin y quimioterapia. Con todo eso, la forense se
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encontr con un buen lo entre las manos. La causa probable de la muerte fue un fallo circulatorio, pero un
hombre anciano aquejado de una enfermedad terminal puede haber muerto de fallo circulatorio de muchas
maneras.
En cualquier caso, matar a alguien con metanol sabiendo que probablemente lo embalsamarn sin autopsia
es un procedimiento bastante ingenioso observ Michelle.
En realidad es algo truculento.
Pero tuvo que morir asesinado afirm Michelle. No podan quedarse esperando a que Martin se muriera
por s solo y trasladaran el cadver a la funeraria justo cuando Bruno pasaba por all prosigui. Hizo una
pausa. Lista de sospechosos?
En realidad no puedo decirlo. Es una investigacin abierta y ya te he contado ms de lo que deba. Podran
someterme al polgrafo por esto, ya sabes.
Cuando lleg la oportunidad, Michelle la aprovech enseguida. Mientras salan, su amiga le dijo:
Bueno, qu vas a hacer? Ocupar una posicin discreta? Buscar otro puesto?
Lo de la discrecin s; lo de buscar otro puesto, an no.
Entonces?
No pienso abandonar mi carrera en el Servicio sin pelear.
Su amiga la mir con recelo.
Conozco esa mirada. Qu ests tramando?
Eres del FBI y creo que es mejor que no lo sepas. Tal como has dicho, podran someterte al polgrafo.
Captulo 10
El peor da de la vida de Sean King haba sido el 26 de septiembre de 1996, el da en que Clyde Ritter haba
muerto mientras el por entonces agente del Servicio Secreto King estaba mirando a otro lado.
Desgraciadamente, el segundo peor da de su vida era el que estaba viviendo en ese momento. Su despacho se
haba llenado de policas, agentes federales y equipos tcnicos que formulaban un montn de preguntas sin
conseguir a cambio un montn de respuestas. Entre toda esta actividad forense haban recogido huellas
dactilares de King, de Phil Baxter y de su secretaria; segn dijeron, para descartar huellas. Eso poda ser un
arma de doble filo que King conoca bien.
La prensa local tambin haba llegado. Por suerte, conoca a los periodistas personalmente y dio respuestas
vagas que ellos aceptaron sin apenas protestar. La prensa nacional llegara muy pronto, porque el hombre
asesinado suscitaba cierto inters periodstico. King lo haba sospechado, y aquellas sospechas se confirmaron
cuando apareci en su puerta un contingente de hombres del servicio de investigacin de los U.S. Marshals.
El muerto, Howard Jennings, trabajaba en el bufete de King como investigador judicial, corrector, supervisor de
la contabilidad de la empresa y como chico para todo. Su despacho estaba en la planta inferior del edificio. Era
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tranquilo, trabajador e introvertido. No haba nada en absoluto llamativo en su trabajo. No obstante, era muy
especial en un aspecto.
Jennings tambin era miembro del WITSEC, el programa ms conocido como Proteccin de Testigos. Jennings
(por supuesto aqul no era su autntico nombre), de cuarenta y ocho aos y con estudios de contabilidad,
haba tenido un lucrativo empleo como contable para una organizacin criminal que operaba en el Medio
Oeste. Aquellos tipos estaban especializados en el crimen organizado, extorsiones y blanqueo de dinero, y
usaban incendios, palizas, desfiguramientos y homicidios ocasionales para conseguir sus propsitos. El asunto
haba llamado mucho la atencin en todo el pas tanto por lo letal de los mtodos de la organizacin como por
la complejidad del caso.
Jennings enseguida haba visto la luz y gracias a su colaboracin, unos cuantos tipos peligrosos haban acabado
en la crcel. Sin embargo, algunos de los ms mortferos haban escapado del cerco del FBI; de ah que pasara a
pertenecer al WITSEC.
Ahora era un cadver y los quebraderos de cabeza de King no haban hecho ms que empezar. Como ex agente
federal con privilegios de alto nivel, King haba tratado con el WITSEC en algunas iniciativas conjuntas entre el
Servicio Secreto y el cuerpo de los U.S. Marshals. Cuando Jennings acudi a entrevistarse con l, viendo su
currculo y tras otras indagaciones, King sospech que Jennings estaba en el programa. No lo saba a ciencia
cierta, por supuesto; los U.S. Marshals no le iban a confiar la identidad de uno de los suyos, pero albergaba sus
sospechas, sospechas que nunca haba compartido con nadie. Lo supona dada la escasez de referencias de
Jennings y de su historial laboral, algo inevitable cuando alguien borraba por completo su vida anterior.
King no era sospechoso, segn le dijeron, lo que por supuesto significaba que probablemente ocupara uno de
los primeros puestos de la lista. Si informaba a los investigadores de que sospechaba que Jennings era del
WITSEC, era muy posible que acabara ante el gran jurado. Decidi hacerse el tonto de momento.
Se pas el resto del da tranquilizando a su socio. Baxter era un antiguo jugador de la liga universitaria de ftbol
americano y haba pasado un par de aos en la liga profesional calentando banquillo hasta convertirse en un
abogado agresivo y muy competente. No obstante, el ex gorila no estaba acostumbrado a ver cadveres en su
despacho. Era una forma de muerte sbita con la que no se senta muy cmodo.
King se haba pasado aos en el Servicio Secreto trabajando contra bandas muy peligrosas de falsificadores y
estafadores. Por supuesto, tambin haba matado a gente, de modo que estaba mejor preparado que su socio
para enfrentarse a un asesinato.
Haba dado el da libre a su recepcionista, Mona Hall. Era una persona frgil y nerviosa, y el hecho de ver la
sangre y el cadver no le habran sentado nada bien. No obstante, tambin era una cotilla redomada, y King no
dudaba de que las lneas de telfono municipales estaran colapsadas con las especulaciones sobre la actividad
homicida en las oficinas de King & Baxter. En una comunidad tranquila como Wrightsburg, aquello poda dar
conversacin para meses o aos.
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Los federales ya haban precintado el edificio y, por motivos de seguridad, King y Baxter tuvieron que trasladar
su actividad laboral de forma temporal a sus respectivas casas. Aquella noche los dos abogados cargaron cajas,
archivadores y otras cosas en sus coches. Mientras el fornido Phil Baxter se pona en marcha con su igualmente
grande todoterreno, King se qued apoyado en la capota de su coche mirando el bufete. Todas las luces
estaban encendidas y los investigadores an trabajaban intensamente analizando cada rincn del lugar en
busca de cualquier pista que les dijera quin haba metido una bala en el pecho de Howard Jennings. Tras el
edificio, King observ el paisaje montaoso. All arriba estaba su casa, el lugar que haba construido a partir de
los escombros de una vida. Le haba servido de terapia. Y ahora qu?
Condujo hasta casa preguntndose qu le deparara la maana. Se comi un cuenco de sopa en la cocina
mientras vea las noticias locales. En la pantalla ofrecieron imgenes suyas, referencias a su carrera en el
Servicio Secreto, incluyendo su desgraciada salida, su carrera como abogado en Wrightsburg y especulaciones
varias sobre la muerte de Howard Jennings. Apag el televisor e intent centrarse en el trabajo que se haba
llevado a casa. Sin embargo, no poda concentrarse y acab quedndose sentado en su guarida, rodeado por su
mundo de libros de leyes y aburridos documentos, contemplando el cielo. Un sobresalto le sac de sus
cavilaciones.
Se cambi y se enfund unos pantalones cortos y un suter, tom una botella de vino tinto y una copa, y baj
al muelle cubierto que haba tras la casa. Se subi a la lancha de seis metros y medio que tena all junto a un
barco de vela de cinco metros de eslora y una moto acutica Sea Doo, un kayak y una canoa. El lago, con unos
ochocientos metros de anchura mxima y quiz trece kilmetros de largo, tena muchas calas y ensenadas, y
era muy popular entre los aficionados a la navegacin y a la pesca; en sus aguas claras y profundas proliferaban
las lubinas rayadas, peces sol y bagres. Pero el verano ya haba acabado y los puestos de alquiler y los
veraneantes ya haban desaparecido.
Tena los barcos sujetos mediante un sistema elctrico y baj la lancha hasta el agua, la arranc y encendi las
luces de marcha. Le dio al gas y recorri unos tres kilmetros, respirando el aire fresco y dejando que le
limpiara por dentro. Entr en una cala desierta, apag el motor, tir el ancla, se sirvi una copa de vino y
contempl su funesto futuro.
Cuando corriera la voz de que una persona del WITSEC haba muerto asesinada en su bufete, King se
encontrara de nuevo en el centro de la atencin nacional, algo que tema. La ltima vez, un peridico
sensacionalista se haba excedido, pues public que King haba recibido un soborno por parte de un grupo
radical poltico violento para que hiciera la vista gorda mientras disparaban a Clyde Ritter. Las leyes
antidifamacin todava estaban en vigor en Estados Unidos, as que les haba denunciado y haba ganado una
gran indemnizacin. Con este dinero cado del cielo, se construy la casa y empez una nueva existencia. Pero
el dinero no consigui borrar en absoluto lo que haba sucedido. Cmo iba a hacerlo?
Se sent en la borda del barco, se sac los zapatos y la ropa y se sumergi en el agua oscura; permaneci un
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poco bajo la superficie y luego emergi para respirar. El agua era ms clida que el aire del exterior.
Su carrera como agente del Servicio Secreto se haba desmoronado cuando se descubri que una cmara de
seguridad del hotel estaba orientada hacia l durante aquellos aciagos momentos. Le mostraba claramente
apartando la vista de Ritter mucho ms tiempo del debido. Mostraba al asesino sacando la pistola, apuntando,
disparando, matando a Ritter, y durante todo aquel tiempo King haba tenido la mirada perdida, como si
estuviera en trance. El vdeo mostraba incluso a nios de entre el pblico que reaccionaban ante la visin de la
pistola antes incluso de que King advirtiera lo que estaba sucediendo.
Los medios de comunicacin haban optado por despellejar a King, sin duda impulsados por las
manifestaciones de indignacin de la gente de Ritter y porque no queran que se les acusara de estar en contra
de un candidato poco popular.
Poda recordar la mayora dejos titulares: El agente aparta la mirada mientras el candidato muere, El
fracaso de un agente veterano, Dormido de guardia, o el que deca Por eso llevan gafas de sol!, que en
otras circunstancias quiz le habra provocado la risa. Lo peor de todo fue que la mayora de sus colegas le
hicieron el vaco.
Su matrimonio se haba roto debido a la tensin. Aunque en realidad ya haba empezado a romperse mucho
antes de eso. King haba pasado ms tiempo fuera que en casa, y en ocasiones la orden de salir le haba llegado
con slo una hora de antelacin y sin fecha de vuelta programada. En esas circunstancias tan agobiantes, haba
perdonado el primer lo de su mujer, e incluso el segundo. Pero la tercera vez se separaron. Y cuando ella
acept el divorcio en cuanto l present la demanda, la verdad es que no poda decirse que eso le hubiera
hecho llorar demasiado.
Y despus de todo haba sobrevivido y haba reconstruido su vida. Ahora qu?
Volvi a subir lentamente a la lancha, se envolvi en una toalla que guardaba en la embarcacin y emprendi el
regreso. No obstante, no se dirigi a su embarcadero, sino que apag el motor y las luces de posicin y se
introdujo en una pequea cala a unos cientos de metros de su casa. King dej caer la pequea ancla en el agua
para evitar que la corriente arrastrara la lancha hacia la orilla cenagosa. Cerca de la parte trasera de su casa un
haz de luz se mova adelante y atrs. Tena visitas. Quiz los periodistas estuvieran merodeando. O quiz,
pens, se tratara del asesino de Howard Jennings en busca de otra vctima.
Captulo 11
King avanz por el agua en silencio hasta llegar a la orilla, se volvi a vestir y se agach tras unos arbustos en la
oscuridad. La luz segua desplazndose adelante y atrs, siguiendo el movimiento de la persona alrededor del
permetro de su propiedad. King se abri paso hasta la parte delantera de su casa protegido por un cercado de
rboles. En la entrada haba un BMW descapotable azul que no reconoci. Estaba a punto de acercarse a
inspeccionar cuando decidi que lo ms conveniente sera conseguir un objeto contundente. Con una buena
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pistola en la mano se sentira mucho ms seguro.
Entr en la casa a oscuras, tom la pistola y regres hasta la puerta lateral. El arco de luz haba desaparecido y
eso le preocupaba. Se agach y aguz el odo. Oy el chasquido de una rama gruesa al caer. Proceda de su
derecha, apenas a tres metros de distancia; luego se oyeron pasos. Se coloc en posicin, con la pistola lista y
con el seguro quitado.
Se lanz y golpe desde abajo y con dureza, cay encima de aquel tipo y le apunt en la cara con la pistola.
Pero no era un tipo, era una tipa. Y ella tambin haba sacado su pistola. Estaba apuntndole; los caones casi
se tocaban.
Qu demonios ests haciendo aqu? pregunt l enfadado cuando descubri quin era.
Si te quitas de encima, a lo mejor recupero el aliento y te lo puedo decir replic ella.
Tard un poco en levantarse y, cuando le tendi una mano para ayudarla, ella no la acept.
Llevaba falda, blusa y una chaqueta corta. La falda se le haba subido casi hasta las caderas con el
encontronazo. Mientras se pona de pie con cierto esfuerzo, volvi a bajrsela.
Tienes la costumbre de saltar encima de las visitas? pregunt ella irritada mientras volva a enfundar la
pistola y se alisaba la ropa.
En general, las personas que me visitan no se dedican a ir husmeando por mi propiedad.
He llamado a la puerta delantera, pero no me han contestado.
Entonces te vas y vuelves en otro momento. O no te ense eso tu madre?
Ella cruz los brazos sobre el pecho.
Ha pasado mucho tiempo, Sean.
S? No me haba dado cuenta. He estado bastante ocupado con mi nueva vida.
Ella mir alrededor.
Ya lo veo. Bonito lugar.
Qu ests haciendo aqu, Joan?
He venido a ver a un viejo amigo con problemas.
De verdad? De quin se trata?
Ella sonri con recato.
Un asesinato en tu despacho. Eso son problemas, no?
Desde luego que s. Me refera a lo del viejo amigo.
Ella hizo un gesto con la cabeza en direccin a la casa.
Llevo mucho rato conduciendo. Me han hablado de la hospitalidad del Sur, te importara demostrrmela un
poco?
En vez de eso, l se plante la posibilidad de dispararle todo el tambor a la cabeza. Sin embarg, el nico modo
de saber qu pretenda Joan Dillinger era seguirle el juego.
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Qu tipo de hospitalidad?
Bueno, son casi las nueve y todava no he cenado. Empecemos por eso y luego ya veremos respondi ella.
Te presentas sin avisar despus de todos estos aos y esperas que te prepare la cena? Desde luego, qu
cara ms dura.
Eso ya no debera sorprenderte, no?
Mientras l cocinaba, Joan inspeccion la planta baja de la casa llevando en la mano el gin tonic que l le haba
dado. Se apoy en la encimera de la cocina mientras l trabajaba.
Cmo va el dedo? le pregunt.
Slo me duele cuando estoy muy enfadado. Es como llevar un anillo de las emociones. Y para que lo sepas,
ahora mismo me est doliendo como un demonio.
Ella no hizo caso de la pulla.
Este lugar es espectacular. He odo que te lo construiste t solo.
As me entretena.
No saba que fueras carpintero.
Me pas los aos de estudiante haciendo cosas para gente con dinero. Un da se me ocurri trabajar para m.
Comieron en la mesa junto a la cocina, desde donde se disfrutaba de una vista espectacular del lago. Con la
comida tomaron una botella de merlot que King haba sacado de su bodega.