voluntad de conocer hugo zemelman

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1 Hugo Zemelman Voluntad de conocer El sujeto y su pensamiento en el paradigma crítico AUTORES, TEXTOS Y TEMAS CIENCIAS SOCIALES Dirigida por JOSETXO BERIAIN (Universidad Pública de Navarra) Conocer e investigar la realidad social hoy requiere un bagaje teórico y metodológico adecuado al grado de complejidad, desarrollo y posibilidad que tal realidad contiene. Vertebrar la reflexión en torno al estudio y análisis de los presupuestos, elementos y proceso que hacen posible históricamente la configuración mental y material de la producción social del individuo y la misma realidad social en su ineludible interrelación, es el propósito de esta colección. Su eje central es el estudio de esa realidad social, donde los individuos son los actores históricos que vehiculan tal construcción social. Las áreas temáticas de las que se nutre la colección son: la sociología, las ciencias políticas, la economía, el derecho, la historia, la antropología, etc. La colección se inscribe en el marco de la investigación específica de las ciencias sociales, pero al mismo tiempo constituye el despliegue de una línea de investigación desde y sobre la vinculación realidad-social e individuo-agente social, que desborda los límites y tratamientos formales de tales disciplinas y áreas temáticas. Así, la colección se despliega como una «caja de herramientas" que sirve para comprender interpretativamente las producciones socioculturales: la sociedad como mundo instituido e instituyente de significados; los portadores de acción colectiva: partidos, clases, grupos, movimientos sociales, etc., las lógicas de reproducción social, a través del dinero, del poder, de los mass media, etc. En este sentido, ofrece una serie de gramáticas o prismas sociológicos, políticos, históricos o antropológicos, que tematizan policontextualmente la realidad del vínculo social egoalter que es el fundamento de la interacción social. La colección aporta: textos teóricos y trabajos prácticos en ciencias sociales sobre cuestiones relevantes que abran el camino a nuevas hipótesis teóricas de investigación; textos clásicos que permitan entroncar con la tradición de análisis social; y obras generales de consulta y de metodología en las ciencias sociales.

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Estudio sobre epistemología del conocimiento

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    Hugo Zemelman

    Voluntad de conocer El sujeto y su pensamiento

    en el paradigma crtico AUTORES, TEXTOS Y TEMAS

    CIENCIAS SOCIALES Dirigida por JOSETXO BERIAIN (Universidad Pblica de Navarra) Conocer e investigar la realidad social hoy requiere un bagaje terico y metodolgico adecuado al grado de complejidad, desarrollo y posibilidad que tal realidad contiene. Vertebrar la reflexin en torno al estudio y anlisis de los presupuestos, elementos y proceso que hacen posible histricamente la configuracin mental y material de la produccin social del individuo y la misma realidad social en su ineludible interrelacin, es el propsito de esta coleccin. Su eje central es el estudio de esa realidad social, donde los individuos son los actores histricos que vehiculan tal construccin social. Las reas temticas de las que se nutre la coleccin son: la sociologa, las ciencias polticas, la economa, el derecho, la historia, la antropologa, etc. La coleccin se inscribe en el marco de la investigacin especfica de las ciencias sociales, pero al mismo tiempo constituye el despliegue de una lnea de investigacin desde y sobre la vinculacin realidad-social e individuo-agente social, que desborda los lmites y tratamientos formales de tales disciplinas y reas temticas. As, la coleccin se despliega como una caja de herramientas" que sirve para comprender interpretativamente las producciones socioculturales: la sociedad como mundo instituido e instituyente de significados; los portadores de accin colectiva: partidos, clases, grupos, movimientos sociales, etc., las lgicas de reproduccin social, a travs del dinero, del poder, de los mass media, etc. En este sentido, ofrece una serie de gramticas o prismas sociolgicos, polticos, histricos o antropolgicos, que tematizan policontextualmente la realidad del vnculo social egoalter que es el fundamento de la interaccin social. La coleccin aporta: textos tericos y trabajos prcticos en ciencias sociales sobre cuestiones relevantes que abran el camino a nuevas hiptesis tericas de investigacin; textos clsicos que permitan entroncar con la tradicin de anlisis social; y obras generales de consulta y de metodologa en las ciencias sociales.

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    Hugo Zemelman VOLUNTAD DE CONOCER El sujeto y su pensamiento

    en el paradigma crtico

    Voluntad de conocer: El sujeto y su pensamiento en el paradigma crtico I Hugo Zemelman; presentacin de Dnoan. - Rub (Barcelona):

    Anthropos Editorial; Mxico: Centro de Investigaciones Humansticas. Univ. Autnoma de Chiapas, 2005

    159 p.; 20 cm. - (Autores, Textos y Temas. Ciencias Sociales; 47) Bibliografa p. J57-158

    ISBN 84-76587422 l. Sujeto (Filosofa) 2. Pensamiento crtico 3. Ciencias Sociales - Filosofa

    4. Conocimiento, Teora del I. Dnoan (seud.), pr. II. Centro de Investigaciones Humansticas. Univ. Autnoma de Chiapas (Mxico) lll. Ttulo IV. Coleccin

    165.42 Primera edicin: 2005 Hugo Zemelman M., 2005 Anthropos Editorial, 2005 Edita: Anthropos Editorial. Rub (Barcelona) www.anthropos-editorial.com En coedicin con el Centro de Investigaciones Humansticas de la Universidad Autnoma de Chiapas, Mxico ISBN: 84-7658-742-2 Depsito legal: B. 25.046-2005 Diseo, realizacin y coordinacin: Plural, Servicios Editoriales (Nario, S.L.), Rub. Tel. y fax: 93 697 22 96 Impresin: Novagrafik. Vivaldi, 5. Montcada i Reixac Impreso en Espaa - Printed in Spain Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

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    PRESENTACIN HUGO ZEMELMAN: UN PERMANENTE COMPROMISO

    TICO Y POLTICO, PLENO DE LUCIDEZ Y SOLIDARIDAD CON LA CAUSA DE AMRICA LATINA,

    SUS GENTES, TEMAS Y CONFLICTOS Conocemos al doctor Hugo Zemelman desde hace cerca de quince aos, quien ha contribuido eficazmente con su labor e investigacin a consolidar el proyecto cultural y editorial de Anthropos. Siempre hemos admirado su constante compromiso con las gentes y temas de Latinoamrica; especialmente su empeo en mostrar cmo se puede pensar la sociedad y la sociologa desde este continente, esto es, ofrecer una mirada diferente e innovadora a la realidad del mundo actual. Su empeo crtico y creativo le ha llevado a formar numerosos grupos de trabajo o crculos de reflexin, una red interactiva en toda Amrica Latina, con resultados muy positivos. Sabemos por experiencia que en ciertos medios ligados a los poderes hegemnicos molestan las personas innovadoras y la eficaz crtica intelectual. Por lo cual no podemos admitir que alguien ponga en duda la integridad humana, intelectual, cientfica y poltica del doctor Hugo Zemelman. Ciertamente que ha tenido que pasar por mil avatares, y con alguna frecuencia ha debido superar situaciones difciles. Pero sus opciones siempre han sido claras y a favor de un compromiso tico y solidario con quienes defienden la justicia social y la libertad de pensamiento y accin. Admiramos y compartimos su trabajo intelectual, su innovacin epistemolgica y su compromiso social con un proyecto crtico, innovador y latinoamericano. Nos solidarizamos absolutamente con su causa y tarea intelectual en el sentido que muestra su amplia obra, y especialmente su libro Los horizontes de la razn. Compartimos su lnea de investigacin y compromiso solidario con Amrica Latina, un continente que de su mano ofrece su creatividad y sensibilidad esttica al mundo. Le mostramos nuestro reconocimiento agradecido. El tiempo siempre favorece a los audaces intelectuales.

    DNOAN Anthropos, 2005

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    PRLOGO EL SUJETO Y SU PENSAMIENTO EN EL PARADIGMA CRTICO

    El texto que presentamos busca mostrar algunas implicaciones epistmico-metodolgicas cuando

    se piensa desde la exigencia de la historicidad; sta plantea dos cuestiones principales: la dimensin del movimiento y el papel del sujeto (individual o colectivo) en el devenir social.

    De partida surge la tarea de abordar nuevas formas de pensamiento que puedan transgredir aquellas otras restringidas a las formas tericas del pensar, desafo que supone comprometer al sujeto con el conjunto de sus facultades en la medida que la exigencia de la historicidad obliga a ste a colocarse en un momento histrico que es ms complejo que la simple relacin del conocimiento propio de un objeto.

    La historicidad determina tener que concebir el fenmeno, ms all de su nivel morfolgico, en una concrecin que resulta de su incorporacin en un campo formado por mltiples determinaciones, que son las propias de su articulacin histrico concreta. Y el colocarse en el momento no pasa por un simple acto de inferencia, pues requiere que el sujeto construya su conocimiento desde las interrogantes que sepa formular desde el momento histrico en que est inserto

    1.

    De lo anterior se desprende que no es casual que tengamos que comprender que la construccin del conocimiento tiene que desarrollarse desde premisas que no se circunscriben a la simple exigencia de verdad. Por esta razn surge como importante abordar la funcin gnoseolgica de la conciencia histrica, en tanto expresin de la capacidad del hombre para colocarse ante el momento histrico; esfuerzo que trasciende las exigencias propias del manejo de los crpora tericos

    2.

    La colocacin ante el momento histrico se corresponde con la comprensin de ste como no cerrado, sino ms bien como la expresin de un proceso, esto es, del propio movimiento de la historia que resulta de las relaciones entre mltiples sujetos y de sus prcticas respectivas. De ah que el movimiento se tenga que contextualizar como potenciacin de lo potenciable; en otras palabras, como construccin en la que se est recuperando la historicidad de lo dado3.

    Por lo anterior, tiene presencia en el discurso del conocimiento una ampliacin de la subjetividad, en forma de conjugar la capacidad de construccin terica con el desarrollo de la voluntad para construir realidades: transformar posibilidades en realidades tangibles.

    Esta apertura del sujeto, a partir de su ubicacin en el momento histrico, implica la necesidad de distinguir entre el pensamiento circunscrito al manejo de universos semnticamente cerrados de lo que es el esfuerzo del sujeto por ubicarse histricamente, que, pudiendo romper con estos lmites, permita abordar realidades que no estn necesariamente contenidas en las teoras; lo que supone la necesidad de abrir el pensamiento a las resignificaciones de los conceptos con los que estamos construyendo el conocimiento

    4.

    Pero adems de lo anterior; el desafo que se plantea al sujeto obliga a entender mejor, de manera ms explcita, la compleja relacin entre el sujeto y su propio discurso, porque tienen lugar mltiples conexiones que no se agotan en el plano de la capacidad analtica; de ah la importancia de incorporar las mltiples dimensiones del sujeto y el papel que en la construccin del conocimiento tiene la problemtica del sentido

    5.

    De las consideraciones anteriores se desprende, entre otras consecuencias posibles, la influencia que un cambio de categoras puede tener sobre el lenguaje, como puede ser el caso de la categora de potenciacin, en la medida que el desafo que implica consiste en poder avanzar ms all de los lmites de las determinaciones, de modo de obligamos a revisar los alcances que tienen los lenguajes nomolgicos-denotativos como forma privilegiada de conexin con la realidad

    6.

    1 Confrontar: Hacia un cambio de paradigma? (Cautelas en la construccin del conocimiento social)". 2 Confrontar: Repensar las ciencias sociales.

    3 Confrontar: "Pensar la sociedad y a los sujetos sociales. (Ideas para un programa de investigacin sobre la herencia olvidada de la rebelda). 4 Confrontar: "Pensar terico y pensar epistmico. Los desafos de la historicidad en el conocimiento social. 5 Confrontar: Sujeto y sentido: consideraciones sobre la vinculacin del sujeto con el conocimiento que construye. 6 Confrontar: "Realidad y potencialidad: desafos para el lenguaje.

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    Esta complejizacin del lenguaje sugiere una distinta relacin con el sujeto, pues la potenciacin, a diferencia de la simple explicacin terica que est ceida a la lgica de determinaciones, compromete otras facultades del sujeto que las puramente cognitivas. Se traduce en la necesidad de construir una relacin de conocimiento ms inclusiva que las restringidas a estas funciones

    7.

    De la incorporacin del sujeto se derivan cambios en el concepto de realidad, pues deja de ser necesariamente una simple constelacin de objetos para transformarse en un conjunto de mbitos de sentido en los que los sujetos puedan reconocer sus espacios para desarrollarse y transformarse

    8. Lo que se

    traduce en una idea diferente de conocimiento y, por consiguiente, de verdad toda vez que hace parte del propio despliegue del sujeto.

    Los sujetos inevitablemente devienen en ngulos desde los que se tienen que leer la construccin del pensamiento y del conocimiento. Entre las muchas implicaciones que tiene lo dicho est la de incorporar aquellas dimensiones que envuelven a las construcciones tericas, pero que, por lo general, no se consideran en la discusin sobre el conocimiento. El conocimiento de las determinaciones, que constituyen los contenidos, aparece desde esta perspectiva estrechamente vinculado con la dimensin volitiva de los sujetos en la medida en que hacen parte del sentido que tiene la realidad para los sujetos. De ah la necesidad y voluntad de conocer.

    La centralidad del sujeto no puede disociarse de la naturaleza de los dinamismos, porque la relacin de stos con la realidad, en tanto externalidad, plantea tener que revisar el concepto de dinmica. Esta no es solamente una secuencia de situaciones, sino que asume la naturaleza de espacios constitutivos desde los que se construye por las prcticas de los mltiples sujetos coexistentes, que no estn ceidos a los mismos parmetros de tiempo y espacio.

    HUGO ZEMELMAN

    7 Confrontar: "Pensar terico y pensar epistmico; y "Sujeto y sentido.

    8 Confrontar: "El marxismo crece con la historia: su herencia presente. (Una lectura no exegtica de la "Introduccin de 1857: para discutir y desarrollar).

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    HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMAS? (Cautelas en la construccin del conocimiento social)

    Se trata de resolver el problema de incorporar la historia en el pensamiento. Preguntmonos:

    estamos abordando los desafos del actual contexto?, hay disposicin para reconocerlos ms all de representar simples concreciones de los planteamientos ideolgicos de las corporaciones transnacionales?; en esa medida, hay conciencia de que pueden ser reformulados desde otras exigencias de construccin de la historia?, nos atrapa la teora?, los mtodos nos estn limitando?

    Vivimos en el lmite de un mundo que se transforma, por lo tanto, nos ubicamos en el trnsito de un modo de conocer a otro. Todava seguimos apoyndonos en la acumulacin de lo escrito, aunque debemos revisar esa relacin que, con frecuencia, nos ciega ante las nuevas emergencias sociales. Nos quedamos encerrados en esa acumulacin, de manera que al no poder incorporar lo nuevo lo excluimos desde los diques de contencin en que nos protegemos. Es por ello importante asumir que estamos en un lmite en las formas de conocimiento que obliga a transgredir lo sabido y el cmo se ha construido el rigor de la teora.

    Estamos desafiados a construir nuevas categoras de conocimiento, igualmente a incorporar algunas como el sufrimiento para dar cuenta de la actitud de grupos en situaciones extremas, o la de la poblacin sobrante. O la del envejecimiento prematuro como resultado de los contextos tecnolgicos que rigen el proceso del trabajo. O la del capitalismo sin capitalistas. O las que nos permitan entender la cultura sin referencia a identidades con territorio alguno.

    Estamos obligados a comprender que no es suficiente con explicar los fenmenos, sino que tenemos que transformarlos en espacios de posibilidades para reconocer opciones de otras prcticas sociales vinculadas a sujetos todava no reconocidos. Quiz la complejidad del actual contexto resida en la naturaleza de lo inesperado en relacin con el pasado, incluso con el pasado ms inmediato, ya que puede ser de discontinuidad profunda; de ah que estemos en una situacin de carencia de nombres apropiados. Y reconocer que estamos enfrentados a situaciones no solamente desconocidas sino inciertas, exige un esfuerzo sin precedentes de voluntad de conocer, propio de los momentos caracterizados por los grandes cambios revolucionarios.

    Los anuncios de transformaciones formulados a finales del siglo XIX, as como la misma Revolucin de Octubre, no fueron ms que sntomas premonitorios, pero no maduros, de cambios que recin cien aos ms tarde comienzan a desplegarse. Podramos, pues, estar enfrentando un quiebre que obliga a estar abiertos como nunca, en vez de optar, como ocurre, por una supeditacin a los parmetros del poder, o bien del proyecto hegemnico. Ello puede tomar la forma de generalizaciones globales o, en el extremo opuesto, la modalidad del escepticismo.

    Los problemas que estamos abordando tenemos que concebirlos como sntomas de procesos que no siempre afloran con nitidez, de manera de preguntamos por su significacin como puertas de entrada hacia profundidades mayores que las que pueden apreciarse en la superficie de lo observable. Reflexionar sobre lo que estn significando los conflictos, la violencia, la marginacin, la pobreza, ms all de sus contenidos manifiestos; leerlos como expresiones de nuevas relaciones sociales, tanto colectivas como interpersonales, con sus tiempos y espacios, que desafan a tener que esclarecer la pertinencia de los instrumentos disponibles para la construccin de su conocimiento.

    En esta direccin, tenemos que controlar la proclividad a las esquematizaciones de lo real, apoyada y estimulada por las deformaciones tecnocrticas que dominan los modos de comprender la relacin con la realidad externa al sujeto, lo que se traduce en la prefiguracin de objetos siempre posibles de un tratamiento racional, segn la lgica de las determinaciones.

    De ah que debernos procurar alejamos de las estructuras pre-construidas, evitando encerramos en concepciones y en explicaciones precipitadas que pueden no responder a ninguna necesidad real. El refugio precipitado en objetos tericos no es el camino porque nos lleva a desconocer los flujos que son el fondo mismo de las cristalizaciones sociales.

    Consideramos que hay que detenerse a mirar en un esfuerzo de conjunto, pero sin que esta mirada constituya un apriorismo terico; por el contrario, que ms bien cumpla la funcin de incorporar horizontes de problemas, algunos posibles de ser nombrados, pero otros no, de manera de proporcionamos una idea

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    de la vastedad de los desafos conceptuales que plantea el actual momento histrico a la construccin del conocimiento. Es lo que entendemos como la ubicacin en el momento antes que transformarlo en el contenido de una teorizacin.

    En este sentido, tenemos que comenzar por definir los ngulos desde los que estamos pensando la realidad que nos circunda. Son vlidas las actuales estructuras conceptuales del pensamiento social? Cabe pensar la realidad circunscrita a una constelacin de objetos susceptibles de ser teorizados? Es posible organizar el pensamiento desde otros ngulos diferentes al propio de la aproximacin a verdades, aunque stas sean parciales? Quiz sea importante epistmicamente incorporar la exigencia de lo necesario, tanto en su acepcin de lo posible objetivamente (Bloch)

    9, como en la de lo utpicamente deseable, de forma de

    no perder la perspectiva de que el eje de la problemtica descansa en que la construccin de la realidad social resulta de la correcta resolucin de la viabilidad histrica de la utopa, o de los deseos en el plano individual y social (Gurmndez)

    10.

    Es imperativo pensar desde los sujetos por conformar stos la compleja y polifnica fuerza motriz de la sociedad; por lo tanto, que representan distintas opciones para ocupar los espacios fijados por el orden poltico, ya que hacen parte de ste. Puede haber sujetos marginados del poder, o con un poder disminuido, pero nunca ajenos a la historia.

    Pero si transformamos a los sujetos en ngulos desde los cuales pensar los fenmenos sociales, rebasamos su condicin de simples temas que convertimos en contenidos de crpora tericos. Pues, como ngulos de razonamiento, los sujetos impulsan a reconocer, en cada objeto, un espacio de posibilidades, en tanto obligan a organizar el anlisis desde sus dinamismos constituyentes. As, la dominacin deja de ser concebida como un sistema para enfocarla desde la articulacin entre sujetos con sus respectivos proyectos, partiendo de la premisa de que la realidad es una condensacin de relaciones mltiples entre una variedad de sujetos sociales y sus proyectos.

    Lo dicho requiere pensar en trminos de potencialidades de horizontes posibles, ms que de relaciones de causa-efecto, los que pueden estar fuera de los lmites de las determinaciones. Potencialidad como la forma para recuperar la historicidad de lo dado, con todas las posibilidades que contenga, segn sea la constelacin de sujetos concurrentes en la situacin social.

    Es lo que legtima, como ptica de construccin del conocimiento, a los recortes coyunturales, en la medida que stos permiten reconstruir un conjunto de prcticas y de proyectos, con todas sus connotaciones respecto de memoria, visiones y expectativas. Desde estos recortes, el anlisis se aproxima al conocimiento de los dinamismos constituyentes; ya que trasciende los encuadres que pretenden agotarlo en el estudio de los antecedentes histrico-genticos de la situacin que interesa conocer.

    El planteamiento, como es lgico, tiene consecuencias en el anlisis del conflicto. Si estudiamos a ste desde la perspectiva de los sujetos, nos estar reflejando la capacidad de produccin de conflictos y de sus alcances, segn la naturaleza de los sujetos; pero tambin estaremos abordando la cuestin de cmo el conflicto cumple una funcin en la reproduccin de stos, o, por el contrario, contribuye a debilitarlos, incluso a desmovilizarlos. Damos cuenta del conflicto como expresin de los dinamismos constitutivos, que es diferente a analizarlos desde las estructuras del orden poltico, o de las econmicas, en cuyo caso ste no se vincula con los dinamismos constitutivos sino con los equilibrios o con la reproduccin del sistema econmico. De lo que resulta que la naturaleza del conflicto ser diferente, y, en consecuencia, su significacin histrica concreta.

    De lo expuesto se desprende la cuestin de los mrgenes de conflictividad permitida por el orden. El modelo del capitalismo actual es muy claro, lo que tendr que leerse desde una doble perspectiva:

    a) Por una parte, desde los mrgenes de estabilidad del orden econmico y poltico. Por ejemplo, puede ser aceptable una alta conflictividad siempre que no constituya presin social efectiva sobre los centros neurlgicos del sistema: habra que analizar; por dar un ejemplo, la naturaleza de los nexos y de las desconexiones entre la generacin de la tasa de ganancia del capital y las condiciones tiempo-espaciales locales, las cuales incluyen, entre otras dimensiones, los patrones culturales y su influencia en las dinmicas sociales, econmicas y polticas, etctera.

    9 Ernest Bloch, EI principio esperanza, Aguilar, Madrid, 1977.

    10 Carlos Gurmndez, Crtica de la pasin pura, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1989.

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    b) De otra, tenemos la funcin del conflicto en cuanto a permitir la emergencia, pero tambin la reproduccin de sujetos, que, eventualmente, lleguen a cuestionar el orden. Por ejemplo, habra que analizar tanto las tcticas como las estrategias de respuesta a los movimientos globalifbicos, en la medida en que stos representan un riesgo en ciernes si dan lugar a la emergencia de nuevos actores sociales; observar, en este marco, la conformacin de nuevas formas de organizacin internacional de los sindicatos, as como la transformacin posible de stos en nuevos movimientos sociales.

    En la perspectiva de esta problematizacin, congruente con el reclamo de no quedarse subsumidos en los lmites de objetos construidos, surge la pregunta sobre la gnesis de los sujetos. Tema que no pretendemos resolver pero s asumir desde un particular ngulo de razonamiento: el de las necesidades. Nos colocamos ante dos amplios desafos que son ejes estructuradores del pensamiento cientfico social.

    En primer trmino, el problema de las necesidades se ubica en el mbito de encuentro de lo que, convencionalmente, se han definido como dos recortes, casi opuestos, de la realidad social: el plano de lo macro y de lo micro social. Pensando desde los sujetos esta distincin carece de sentido, porque los dinamismos constituyentes de los sujetos se encuentran y despliegan desde los niveles micro-sociales, pero con proyeccin a planos incluyentes. Por ejemplo, el espacio de la vida cotidiana, las dinmicas internas del lugar de trabajo, las relaciones entre estas dinmicas y las propias de los lugares en que se vive, los proyectos de vida y su relacin dialctica con los proyectos de sociedad, etctera, son la base de potencialidades que pueden llegar a convertirse en proyectos sociales compartidos.

    En segundo trmino, modificar nuestra relacin con la historia. De simple antecedente, o contorno de los fenmenos, debemos convertir a la historia en parte de nuestra experiencia del presente, que es donde se encuentran las posibilidades de desenvolvimiento hacia un futuro no devenido sino por construir.

    El problema metodolgico que se plantea es la articulacin de tiempos. Aunque parezca absurdo estamos pensando en la distincin entre los tres tipos de presentes que ya se haban distinguido en el siglo IV de nuestra Era (san Agustn): el presente del pasado, que es la memoria; el presente del presente, que es la visin, y el presente del futuro, que es la espera. Y que como dimensiones del pensamiento obligan a considerar que todo fenmeno, ms an si es un acontecimiento que entendemos como un hecho social que se trasciende a s mismo (Lenin), por lo tanto, que tenemos que ubicarlo en el cauce de los tiempos que lo constituyen en s mismo y en su relacin con el o los sujetos. Ello obliga a construir una relacin de conocimiento mucho ms compleja que la simple delimitacin de objetos abstrados del contexto.

    La importancia cognitiva de lo que decimos reside en que, desde la articulacin de tiempos, es posible reconocer la apertura del fenmeno a sus propias indeterminaciones, as como la del propio sujeto investigador hacia lo indito que le exige ser construido. Pero siempre que al sujeto lo mueva la fuerza de una utopa, pues en ella se plantea la necesidad de determinar su viabilidad, esto es, su historizacin.

    Lo expuesto supone reconocer las opciones de cada sujeto social, en consecuencia, las potencialidades de direcciones posibles que, desde situaciones concretas, se puedan desencadenar en una perspectiva trans-coyuntural. Son estas opciones el marco en el que se tendr que leer a la sociedad, superando el enfoque definido, e impuesto, por el poder en su necesidad de equilibrio.

    Los campos problemticos bosquejados desafan a construir instrumentos de razonamiento capaces de dar cuenta del contexto. Por ello decamos al inicio que los problemas sociales, an los ms apremiantes, debemos mirarlos como sntomas por donde penetrar hacia lo que no se muestra fcilmente, pero que constituye el hilo conductor que cruza diferentes coyunturas ubicadas en una perspectiva trans-histrica. La cuestin es reconocer la pertinencia de conceptos ya acuados, o, en su defecto, forjar otros que sean adecuados para dar cuenta de los obstculos y posibilidades que se contienen en las situaciones desde las que se toman decisiones.

    Est en juego nada menos que saber asumir nuestra responsabilidad como actores de futuro, lo que pasa por desarrollar una postura ante lo que han devenido las ciencias sociales como resultado de las prcticas de investigacin. Pero, principalmente, por hacerse cargo de un pensamiento que, en el mbito de estas ciencias, muchas veces no ha sido capaz de dar cuenta de la historicidad como propiedad de los fenmenos sociales. Creemos que un debate en esta direccin es ineludible. Habr que impulsarlo con la profundidad y el rigor que las circunstancias requieren.

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    REPENSAR LAS CIENCIAS SOCIALES I. La premisa de la conciencia histrica

    Vivimos un momento histrico caracterizado por un desarrollo capitalista carente de todo equilibrio, pues las posibilidades de sobrevivencia de la humanidad estn siendo cercenadas; proceso que tom un giro descontrolado al desaparecer, con el bloque sovitico, cualquier riesgo que cuestione su permanencia y reproduccin, ya que se desencadenaron las fuerzas que siempre han caracterizado al capitalismo: el afn de lucro y lo que acompaa a ste; la voracidad e irracionalidad en el uso de los recursos, pero sin contrapeso. Por eso, la etapa actual representa una forma de oscurantismo, pero, a diferencia del pasado, disfrazado ahora de progreso tecnolgico; oscurantismo que necesita debilitar, cuando no abiertamente mutilar, al pensamiento y a la voluntad para impulsar y sostener construcciones sociales diferentes.

    De lo anterior se desprende la necesidad de abrir un amplio debate que estimule avanzar para cruzar los umbrales desde los cuales madurar una visin enriquecida de la realidad, en particular de sus potencialidades. Recuperar la idea de que ms importante que el conocimiento es asumir una postura de conciencia que convierta la duda, el lmite o el bloqueo en nuevas posibilidades. Pero se requiere saber ubicarse entre estar determinado histricamente y ser protagonista de la historia, entre evolucin y construccin, entre hecho y esperanza, entre verdad y lucha.

    Tensin del futuro que asume la forma de espacio de opciones que confiera sentido tico y poltico a la construccin de otros tipos de sociedades. Como nunca, no podemos hoy aceptar quedarnos dentro de certezas protegidas por los lmites de lo establecido, sino ms bien embestirlos desde la bsqueda de utopas que respalden una ms plena realizacin del hombre y fortalezcan su conciencia protagnica. Avanzar enriqueciendo nuestra relacin con la realidad que es el horizonte que nos desafa como hombres. Pensar desde la esperanza para salimos de los lmites de lo establecido, anticipando el advenimiento de lo nuevo.

    El desafo es dar cuenta de la actual situacin histrica partiendo de una lectura de las potencialidades que se contienen en el presente, segn sea la naturaleza, desarrollo, transformacin y capacidad de influencia de los antiguos actores sociales y de los nuevos que estn emergiendo. Para ello, las opciones ideolgicas y valricas deben reconocer bases en una ciencia social capaz de ofrecer una lectura del momento histrico como el lugar abierto a muchos futuros, y as permitir una interpretacin en profundidad de la realidad social.

    Rebasar el actual momento caracterizado por procesos que han abierto el camino a una dominacin sin contrapesos, la cual impone retroceder a situaciones (econmicas, polticas y sociales) que se crean superadas; debemos recuperar la fuerza de las grandes luchas y esperanzas para volver a hacer del desarrollo histrico un camino de mayor justicia y libertad, trascendiendo la sensacin de promesas incumplidas. Hoy es ms necesario que nunca hacer lo que decimos, despus de constatar que al colapso de los regmenes militares han seguido sistemas democrticos que no han podido superar la herencia reaccionaria dejada por esos regmenes, ya que enfrentamos una coyuntura en la que el desarrollo histrico aparenta tomar una direccin que descarta cualquier alternativa.

    La alternativa refiere a las mltiples potencialidades que pueden reconocerse en la actual coyuntura, como lo estn demostrando las numerosas iniciativas, prcticas sociales, proyectos y movilizaciones de mltiples grupos sociales que comienzan a ocupar su propio espacio y tiempo histrico.

    Debemos recuperar con urgencia y conviccin la idea de opciones de futuro, aunque sin recurrir al fcil mecanismo del discurso ideolgico, el cual, si bien nos convoca a pensar en el futuro, no lo hace siempre con la profundidad que reclama la coyuntura concebida como momento de un largo proceso histrico que no se puede analizar desde un estrecho recorte temporal.

    No podemos ignorar la profunda experiencia histrica de los aos cuarenta a setenta, caracterizada por cambios econmicos y polticos que, a pesar de haber sido el producto del propio desarrollo capitalista, planteaban disputar el control poltico de la democracia que surga. Las experiencias populistas y desarrollistas de muchos de los pases latinoamericanos estaban llevando a experiencias superiores de

  • 10

    transformacin social, como resultado de sus propias dinmicas, pero influidas, en su direccin histrica, por la influencia de la Revolucin Cubana.

    La razn de ser de los golpes de Estado, protagonizados por las Fuerzas Armadas, descansaba en frenar el desarrollo de fuerzas sociales que emergan en el marco del propio desarrollo capitalista. Fueron los rasgos de la etapa del crecimiento hacia adentro que dio margen a un periodo de florecimiento de la democracia capitalista, pero que, no obstante, contena en su seno fuerzas sociales que disputaban su control. Con los golpes militares se busc refundar el capitalismo latinoamericano para impedir que su desenvolvimiento fuera condicin para el desarrollo y a la vez para la maduracin de nuevos actores polticos y sociales que representaran su cuestionamiento.

    Cabe pensar que el futuro del continente no puede esbozarse sino es en estrecha relacin con las fuerzas sociales y, por lo mismo, no se puede disociar la construccin del pensamiento de los sujetos que construyen historia y de los proyectos en los que cristalizan estos esfuerzos. De ah que debemos volver a repensar el papel del conocimiento y de sus protagonistas, las instituciones acadmicas de este continente y sus intelectuales. El ms significativo de estos desafos es no distorsionar la historia mediante el recurso de desarmar sus exigencias globales en un rompecabezas de piezas que, al aislarse unas de otras, impide recuperar una perspectiva histrica integrada. Pareciera que la nica perspectiva, aparentemente integrada y con pretensiones de largo tiempo, es la que se identifica con el discurso empresarial, que, en el plano de las ciencias sociales, se corresponde con una compartimentalizacin del conocimiento en reas especializadas, con base en el pretexto de responder a requerimientos metodolgicos que garanticen la construccin de un conocimiento slido y til. No obstante, en los hechos encontramos que este conocimiento tiende a desvincularse de cualquier prctica que no sea de las que define e impone el discurso dominante; a pesar de lo cual cabe sealar el conocimiento, aunque todava embrionario, que se est construyendo en el mbito de proyectos sociales vinculados a actores concretos, como son, entre otros ejemplos, el caso del conocimiento que puede estar construyndose desde las prcticas del Movimiento Zapatista en Mxico, el que se genera en los marcos del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil o por el movimiento indgena de Bolivia y Ecuador, para citar algunas experiencias promisorias.

    La particularidad del momento es que el capitalismo muestra hoy sus aspectos ms encubiertos y a la vez deleznables. A la injusta distribucin de la riqueza que resulta de la concentracin del ingreso en una minora, debemos agregar la asimtrica relacin de intercambio entre los pases del tercer y del primer mundo, lo que permite hablar de una nueva etapa de colonialismo econmico, con pretensiones de ser tambin cultural, lo que se expresa en la postura genuflexa, servil y sometida de las clases dominantes, contrastando con lo que fuera en el pasado inmediato su compromiso de lucha por proyectos nacionales. Se hace manifiesta la debilidad de los grupos dominantes por su incapacidad para enfrentar ninguna oposicin, menos todava ninguna pugna, con el gran capital. Los actuales grupos dominantes de los pases latinoamericanos estn despojados de capacidad y vocacin dirigente, confirmndose el antiguo diagnstico referido a que antes que empresarios son seores; pero, ms an, antes que seores son simple rentistas y especuladores.

    La clase poltica se ha colocado al servicio de estos sectores subalternizados y entreguistas, sin ambicin histrica y, por consiguiente, sin visin de futuro para el pas, limitndose a legitimar y defender a estos simples jugadores que buscan transformar sus inventarios en recursos lquidos para continuar acumulando ganancias sin importar fronteras, ni objetivos estratgicos colectivos.

    Fuerzas dominantes y clase poltica, invertebradas en su apertura econmica y comercial indiscriminada, que son cmplices de los intereses extranjeros, o bien confusas comparsas en la idea de construir una sociedad en alianza con fuerzas claramente depredatorias; a pesar de lo cual, buscan legitimarse para afianzarse como bloque de poder mediante una retrica que desorganice y descalifique cualquier proyecto social alternativo fundado en intereses colectivos contrapuestos al dominante. Para ello requieren de intelectuales que permanezcan ensimismados en sus campos de especialidad, sin inters ni sensibilidad para contribuir a forjar caminos por donde puedan transitar los hombres que buscan una sociedad ms justa. Desafo este ltimo que, por el contrario, requiere de intelectuales con disposicin y capacidad para ubicarse histricamente, en vez de solazarse en el manejo de informacin especializada pero fragmentada, o en la utilizacin de tcnicas que no siempre garantizan preservar una visin integrada de la realidad social.

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    El esfuerzo por mantener y desarrollar una visin histrica requiere reorganizar el sistema del conocimiento social partiendo de premisas muy diferentes a las actuales. A diferencia de lo acontecido en dcadas anteriores, cuando se pretenda estructurar el conocimiento en el marco de grandes teoras, hoy no parece posible por la variedad de situaciones y la dificultad de predecir el devenir de los fenmenos considerando las constantes emergencias sociales: en una palabra, por la complejidad que muestra la realidad social con base en la articulacin de mltiples dimensiones con sus respectivos tiempos y espacios. Lo que decimos no puede significar que se tenga que renunciar a una visin histrica que sirva de fundamento para construir el conocimiento; ms bien, que tendr que forjarse desde otras bases y cuyo esclarecimiento tendra que ser el propsito principal de la discusin epistmica en el continente.

    En primer lugar, se plantea la necesidad de definir nuevos ngulos desde los que pensar la sociedad, y que no puede ser otro que el momento histrico, ya que ste permite organizar una articulacin dinmica y concreta entre memoria y futuro, en razn de encarnar el momento histrico la conjugacin de ambas dimensiones: el pasado como recuerdo, vivencias, errores, aciertos, pero tambin de expectativas cumplidas, de biografas individuales y colectivas; y de otro, los sueos pendientes de realizar, los deseos y esperanzas tanto individuales como colectivas. Es en el momento histrico donde el pasado reclama un futuro; as como ste encuentra sus races en la vida de los pueblos y no en la simple normatividad de los discursos, muchas veces ajenos a los sujetos concretos, como los de la ideologa y la teora. En el momento histrico se pueden encontrar el o los sujetos reales y, en consecuencia, la voz que los exprese. Para ello, las ciencias sociales deben reformular sus fundamentos epistmicos y metodolgicos, de manera que el futuro no sea un invento o una simple extrapolacin sino, ms bien, el espacio de una potenciacin de lo dado que rompa con los lmites en los que son atrapadas y ocultadas, a la visin de los hombres, otras opciones de futuro. Un pensar histrico que no puede confundirse con una teora general de la historia.

    Desde esta perspectiva se requiere abordar la cuestin de la formacin de los intelectuales para romper con su limitacin a las exigencias de habilidad y destreza propias de la capacidad operativa o instrumental. Necesitamos un pensamiento que no est limitado a la capacidad de procesar informacin y a la utilizacin de tcnicas para asumir el desafo de que el pensamiento no se restrinja, por lo tanto tampoco el conocimiento, a ser un simple reflejo de las condiciones prevalecientes y menos todava de los parmetros que impone el discurso dominante como recorte de realidad. Se trata de reconocer los espacios que ocultan las mismas circunstancias del contexto histrico.

    Recuperar la esperanza en su funcin forjadora de la subjetividad. Y, en este sentido, romper con un estereotipo de intelectual limitado al manejo de la acumulacin universal de conocimientos; atrapado en los cnones de una cientificidad mutilada en su capacidad para dar cuenta del devenir de los fenmenos. Se requiere de un conocimiento que facilite a quien lo construye y a quien lo utilice el darse cuenta de lo que significa ser sujeto: en suma, que contribuya al desarrollo de su conciencia como protagonista de la historia, por lo tanto constructor de las circunstancias que conforman el espacio de su destino. En ltima instancia, que pueda dar cuenta de esos espacios indeterminados de la historia en los que descansa la posibilidad misma de su construccin por los hombres.

    En el trasfondo de esta argumentacin est presente la tarea de incorporar nuevas estrategias de investigacin (en alguna medida, embrionariamente iniciadas) para dar cuenta de los fenmenos sociales desde la exigencia de su constitucin como procesos, no limitndonos a describirlos como productos, a veces espectacularmente estructurados. Es la condicin para leer la realidad social no como una simple constelacin de objetos cristalizados, sino como campo de opciones segn las necesidades de los diferentes sujetos y de acuerdo con sus capacidades para construir proyectos, de manera de precisar los nudos problemticos desde los cuales se pueda activar la potencialidad, trascendiendo los parmetros de lectura que impone el orden hegemnico.

    Estrategia de investigacin que tiene que volcarse en programas capaces de reconocer su orientacin, a partir de ejes problemticos que incluyan reas de la realidad hasta hoy desconectadas entre s, de modo de ir construyendo un mapa integrado partiendo de diferentes dimensiones y fragmentos, pero que tambin refleje las dinmicas constituyentes que subyacen a la morfologa de los fenmenos. Y as dar cuenta de la direccin posible de desenvolvimiento de las situaciones ms estructuradas

    11.

    11 Para estos efectos pensamos en la necesidad de impulsar reuniones de especialistas de diferentes instituciones acadmicas, pero que tambin incluyan a cientficos sociales vinculados a movimientos sociales concretos, para trabajar la elaboracin de una estrategia

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    Lo dicho es fundamental si queremos producir conocimientos vinculados con la capacidad y voluntad de los hombres para construir sus realidades como mbitos de sentido en los que desplegarse. Y superar el divorcio sujeto-realidad como objetividad externa que, adems de ser falsa, favorece la imposicin de la idea de que la realidad, al ser precisamente ajena a los sujetos, no se puede transformar ocultando con ello la trampa fundamental de la hegemona, como es su exigencia de que sta, por lo menos en la direccin de desenvolvimiento que se privilegia, es inevitable; versin dolosa porque siempre toda realidad es una construccin de actores aunque stos aparezcan ocultos (v.gr. el caso de la globalizacin).

    Como conclusin se desprende la necesidad de impulsar una renovacin de las ciencias sociales latinoamericanas para colocarlas al servicio de los hombres que luchan por hacer concretas sus esperanzas de vida en una sociedad diferente. Para este cometido histrico se requiere de un conocimiento que est al servicio del hombre, enriqueciendo su conciencia y fortaleciendo su voluntad para hacer posible el suelo de esa sociedad. El pensamiento crtico en particular, aunque es un rasgo en general del pensar, es un acto de resistencia al orden. II. El pensamiento crtico como expresin de lo inacabado: cuestiones

    Rastrear el significado del pensamiento crtico, ms que de la teora crtica, lleva a Marx, que se neg terminantemente a considerar su teora acabada, cerrada, autorreferida. La idea de Gramsci de que el paradigma del pensamiento dialctico plantea construir una ciencia que sea capaz de crecer histricamente, implic en su momento tomar conciencia de la complejidad de esta teora. Desafo que est contenido en la naturaleza misma del pensar dialctico.

    De ah que la crtica no sea parte solamente de una forma de construccin terica, sino que adems representa una actitud del ser humano a lo largo de su historia. No es de extraarse que la encontremos en distintos momentos, de forma que, sin profundizar en ello, debemos entender que sta representa una postura racional en la que el concepto de postura tiene preminencia sobre el de explicacin. Es ms amplio y complejo, porque la crtica supone incluir, adems de las dimensiones cognitivas que se vinculan con las construcciones tericas, a las dimensiones relativas al ejercicio de la razn en su acepcin gnoseolgica ms amplia que hacen parte del esfuerzo por enfrentarse con lo desconocido.

    En efecto, la crtica involucra muchas otras dimensiones que no son, estrictamente hablando, cognitivas (en el sentido analtico de la palabra), ya que pueden ser dimensiones gnoseolgicas. Lo dicho significa que rompe no solamente con el conocimiento, sino con muchos patrones culturales, lo que se ha podido constatar a lo largo de la historia: por ejemplo, el pensamiento presocrtico resulta un pensamiento gigantesco desde esta perspectiva. Puede que ninguna de sus aseveraciones tengan vigencia; no obstante, sigue teniendo vigencia porque los autores presocrticos ensean algo que no est contenido en la filosofa construida y que se puede mantener como vlida hasta hoy. Enseamos a romper no con teoras sino con cosmogonas, pudiendo colocar al hombre ante el universo en una postura ms fecunda que ha permitido retroalimentar toda una lnea de pensamiento hasta nuestros das. He ah un ejemplo que tiene que ver con nuestra discusin.

    Otros ejemplos podramos encontrarlos en el propio medioevo, donde se desarroll, al interior de los marcos de referencia de la escolstica, una postura crtica que rompi con sta, con el mismo Aristteles, llegando a definirse frente a la naturaleza de una manera diferente a como lo estaban sosteniendo, en ese momento, las ideologas dominantes como eran las encarnadas en las sagradas escrituras. Son muchos los nombres que podran citarse de quienes no crearon teoras vlidas hasta hoy, pero que realizaron un ejercicio de razonamiento crtico enorme, como el de romper con las verdades del dogma, cuando ellos mismos eran parte del dogma escolstico, pero que fueron capaces de romper con la escolstica y asomarse a una ptica diferente (como el caso, por ejemplo, de Bacon).

    de investigacin que tenga, adems, traduccin en las polticas de formacin tanto en los niveles de graduacin como de postgrado. Creemos que es una responsabilidad que deberla asumir el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

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    La criticidad como postura racional

    Hegel, ms all de sus oscuridades y obsesiones propias de la poca, inaugura, aunque quiz no

    logre desarrollar -y se es parte del cometido de Marx-, una nueva postura racional. La criticidad como desafo ha estado presente a lo largo de la historia, pero no como teora sino como actitud frente a lo desconocido.

    Fue la capacidad de romper con lo establecido lo que permiti al hombre asomarse a lo no conocido, constituyendo una de las grandes enseanzas del marxismo del siglo XIX. Agostado por su deformacin, en el llamado discurso del socialismo real, sta tuvo enormes consecuencias, ms all de las deseadas, pues la capacidad crtica del marxismo fue eliminada cuando se transform en discurso de poder.

    Hay que decirlo, pues tenemos toda una tradicin intelectual y poltica que rescata el propio marxismo. No deben llamar a sorpresa los discursos de la postmodernidad, porque en la tradicin del propio marxismo, no ya europeo sino de Amrica Latina, estaba presente la advertencia de las deformaciones de la teora crtica, tan fecunda histricamente en el pensamiento de Marx. El marxismo como forma para organizar la crtica de una realidad concreta tuvo influencia en los pases latinoamericanos. Sin embargo, tambin en Amrica Latina se encuentra en crisis en estos momentos, por el hecho de que, junto con el Muro de Berln, se derrumb la criticidad del marxismo.

    Rescato la postura racional en Marx, y en sus seguidores, pero, en este marco histrico ms amplio, la criticidad no se inicia con Marx pues es una tradicin antigua y tiene muchas expresiones. Es parte de la sobrevivencia del ser humano, porque si el hombre no fuera capaz de pensar ms all de sus certidumbres, si no hubiese especulado y, en esa especulacin, acertar o equivocarse, probablemente no hubiera sobrevivido.

    Hoy tenemos nuevamente este desafo, el de especular, el de asumir una postura ms all de las verdades tericas. Pero lo que constatamos es un gran silencio, una suerte de estupefaccin, de parlisis intelectual. A nadie se le ocurre pensar de manera diferente en relacin al marxismo, en razn de que estamos atados al problema de si las predicciones de Marx con respecto al capitalismo eran o no correctas, cuando el mismo Marx sostena que sus predicciones estaban histricamente condicionadas. se es el significado del planteamiento de Gramsci de que la ciencia tiene que crecer histricamente, postura asumida, de alguna manera, en la Escuela de Frankfurt de una forma quiz especulativa y abstracta, que no ha tenido traduccin clara en el discurso pedaggico, como tampoco en el pensamiento metodolgico. Por ejemplo, la proposicin dialctica respecto del dficit de los conceptos es uno de los aportes de la dialctica; esto es, que cualquier proposicin que construyamos sobre la realidad siempre tendr un dficit conceptual, precisamente porque la realidad va a exceder al concepto. La gran conquista del pensamiento dialctico no est siendo asumida por el pensamiento intelectual, porque hemos asumido, ms que una postura racional, una teora que cumple una funcin crtica. Ah est quiz uno de los puntos fundamentales.

    La postura racional crtica no tiene espacios privilegiados. No es que este pensamiento se tenga que ejercer en la gran construccin terica, o que se tenga que pensar en la gran accin de transformacin histrica. Se expresa a nivel del sujeto concreto, de la cotidianeidad de ese sujeto concreto, de cmo ste es capaz de pensar sus propias circunstancias, aunque no sea terico, ni ideolgico, ni nunca sea un hombre que transforme nada.

    En este sentido, la postura crtica se transforma en tica o, para decirlo con otras palabras, en forma de conciencia, no de verdad. La conciencia es ms compleja que la verdad, porque no est condicionada a los paradigmas de lo verdadero o falso. Sus exigencias son diferentes. La conciencia del individuo concreto, desde sus propios espacios cotidianos, cumple la funcin de permitir comprender lo que estamos viviendo, de ah que se ejerce esta postura en forma de retomar el viejo desafo romntico del Fausto.

    Preguntmonos, tenemos conciencia de nuestros espacios, de nuestra propia cotidianeidad, desde los cuales podemos o no construir cosas mayores? La respuesta no es clara, muchos obviamente podrn tener claridad crtica respecto de lo que son como sujetos de experiencia cotidiana, pero muchos no; muchos creen que son sujetos porque han ledo un libro de teora crtica. Y eso se vea de manera muy clara en las experiencias del socialismo real. Para quienes hayan tenido la experiencia de conocer esos pases, antes de que cayera el Muro, era obvio que all no haba ninguna presencia de pensamiento crtico, ni siquiera en el mundo pensante, quiz con muy pocas excepciones. Menos en el del sujeto cotidiano, que no

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    era capaz de reconocer espacios donde poder recuperar, ya no pomposamente, las grandes categoras de la praxis social y de la transformacin revolucionaria, sino simplemente su propio accionar como sujeto capaz de reactuar frente a sus circunstancias.

    Esto nos lleva a un tema que en este momento es central porque es fundante de la postura crtica que nos sirve de referencia. Me refiero al problema de la historia, cmo est presente la historia en lo que pensamos, en lo que construimos como conocimiento. Creo que sa es una pregunta medular porque no hay criticidad posible si no incorporamos la historia.

    Retomando un planteamiento de Sacristn: se trata de colocar a la historia por sobre todo. Pero ello implica muchos desafos. La historia es un conjunto de incgnitas; apunta a todo aquello que todava no ha devenido, pero tambin a aquello que es en un momento dado y que nos est condicionando. Todo lo cual no se agota en ninguna teora. Desafortunadamente el paradigma marxiano no se desarroll y cay en manos de la burocracia del poder, lo que es un hecho histrico que alguien tendr que relevar en un esfuerzo de reconstruccin histrica. Exigencia de historicidad que fue perdindose, de forma que el discurso se ontologiz; vale decir que asimil a su estructura argumental todo aquello que era desconocido o indito. Se cay en una especie de neo-hegelianismo. De ah que es importante, en este momento, recuperar la exigencia de historicidad porque sta es lo que nos permite entender que una construccin conceptual crtica, por definicin, se niega a s misma. La crisis de las ciencias sociales

    Lo anterior lleva a la problemtica de replantear el problema del concepto. Qu es el concepto o,

    ms que el concepto, la relacin que ya de alguna manera est planteando, cuando se le asume desde una perspectiva histrica? Qu pasa con el concepto de verdad y falsedad cuando partimos del presupuesto de que una teora histricamente condicionada se niega a s misma? Dnde est la verdad y dnde la falsedad?.

    He aqu un problema que alude de manera concreta al quehacer acadmico, a diferencia del tpico anterior. Ya que la postura racional, no es un tpico estrictamente acadmico, sino que alude a todos los individuos, sean o no acadmicos, estn o no preocupados de construir conocimiento. Estamos aqu en un terreno diferente. La exigencia de la historia nos est dando problemas muy complejos en el plano epistmico y metodolgico. Hay algunos anticipos que se hallan desde fuera del marxismo, pero no desde dentro del marxismo. Los desafos que hoy en da nos plantea son enormes y variados.

    Mencionaremos uno de los menos angustiosos, la hoy llamada crisis de las ciencias sociales. Tomo el concepto de crisis en un sentido estricto, no como apertura de posibilidades, sino como la inadecuacin del conocimiento social respecto de su momento histrico. A qu hemos podido llegar, en qu hemos podido influir construyendo conocimiento social? Lo resumo en la pregunta cmo explicar las inadecuaciones en la construccin de las teoras sobre movimientos sociales, o en la construccin de las teoras sobre el Estado, o en las teoras de las representaciones y de las etnias, etctera?

    Lo que queremos rescatar es el desafo de lo que significa incorporar la exigencia de historicidad de los fenmenos. Desde esta perspectiva queremos formular dos enunciados.

    En primer lugar, saber qu pasa con el capitalismo en este momento, como sistema econmico y como sistema poltico. Pero no solamente como sistema, sino adems qu pasa con el capitalismo como campo problemtico. Cules fueron los errores analticos del marxismo al capitalismo? La contradiccin entre fuerzas productivas y relaciones de produccin es el eje en el desarrollo que hace Marx de la crtica al capitalismo. Pero no hay que confundir esos dos planos en que juega la afirmacin, ya que probablemente el mismo Marx no lo tuvo claro. Confusin que lleg a vincular de manera directa y mecnica la crisis del capitalismo con el surgimiento del socialismo. Es uno de los temas pendientes de discusin, el que vincula ese concepto que terminamos de transformar en consigna, como fue el concepto de transformacin, que daba por resultado poder anticipar la direccin de los procesos histricos. Nunca se cuestion cabalmente cul era la problemtica de sus propios dinamismos. La transicin hacia un futuro, a partir de la relacin entre fuerzas productivas / relaciones de produccin, apareca como una especie de partenognesis.

    La problemtica est absolutamente vigente, porque lo que en este momento podemos estar viviendo es precisamente una combinacin entre crisis y transiciones, donde se complica la direccin de los procesos. Los procesos son mucho ms complejos que lo que se pensaba quiz a fines del siglo XIX, lo que

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    llev a concebirlos de manera lineal. La discusin actual sobre el marxismo incorpora, o debera incorporar, que la historia no es lineal, por lo tanto no se somete tan simplemente a ciertos juegos de contradicciones. Es un campo problemtico bastante abierto a las indeterminaciones.

    Y este punto de las indeterminaciones de la historia, su resistencia, por decirlo as, a someterse a determinadas legalidades como eran las que pudieran haberse postulado a partir de la idea de la contradiccin, es (aunque esto pueda ser paradjico) una de las bases desde las cuales se tendran que recuperar las viejas ideas de Marx; por ejemplo, su planteamiento de la praxis. Las propuestas contenidas, pero no desarrolladas, en Las Tesis sobre Feuerbach tienen vigencia a partir del acierto de que la historia no es lineal y que no es claramente legaliforme. Es ms bien un campo abierto de incertidumbres donde la actividad de construccin del hombre tiene una importancia central.

    Cul es la relacin que, desde la postura crtica racional se plantea entre economa y conducta de los individuos? Es el viejo problema que haban planteado los clsicos. Hoy, desde algunas aportaciones de estos autores, podemos decir que se complejizan los espacios del sujeto desde donde ste construye, ya no slo macroespacios, sino los microespacios, as como las combinaciones entre lo micro y lo macro social.

    Una segunda pregunta: qu significa hablar de transicin?, qu entendemos por transicin en trminos de dinmica? qu nos mueve hacia algo?, haca donde nos mueve? Estamos llenos de objetivos, pero sabemos realmente hacia dnde se est moviendo esta realidad y cules son los desafos que plantea, en trminos no solamente de construcciones polticas, sino de construcciones analticas? Estamos en un proceso de transicin hacia algo que no sabemos, lo que podra llevarnos a plantear algo extremadamente importante y muy complejo, pero que surge de la idea del pensamiento crtico como postura y no como teora. Afirmmoslo como hiptesis: nos estamos acercando a un lmite importante que nos resistimos a reconocer, a un lmite de lo que es conocer, incluso a un lmite de lo que es pensar cientficamente y, por lo tanto, de lo que es construir teoras correctas sobre la realidad socio-histrica. En este sentido, hay muchos autores que teniendo distintos orgenes filosficos, incluso distintos fundamentos valrico-culturales, nos estn hablando de este lmite. Lnea de pensamiento que tiene, de alguna manera, una raz marxista, como es la llamada filosofa de los lmites que se ha desarrollado en Europa.

    El cuestionamiento de los lmites de las disciplinas cientficas es parte del problema. La proposicin de una teora del error, tan valiosa como una teora de verdad, es parte de la misma problemtica. Probablemente nos estamos acercando a un lmite en un plano mucho ms analtico, a un lmite del paradigma cartesiano, esto es, al paradigma de las determinaciones. Es all donde la postura crtica tiene mucho que decir. La pregunta es: nos estamos acercando a un lmite de racionalidad, a un lmite de lo que hemos considerado como lo cierto, como lo correcto, en el plano de la construccin del conocimiento? Creemos que lo que puede dar respuesta clara a lo que sealamos es precisamente lo que estamos rescatando como postura crtica, que ha tenido su gnesis en la dialctica de inspiracin hegeliana y en su desarrollo posterior en Marx, aunque no necesariamente en sus epgonos.

    Esto nos lleva, a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, a un momento relevante en el plano de cmo el hombre enfrenta a su mundo desconocido, como los equivalentes probablemente al pensamiento griego y al rompimiento con el pensamiento medieval y como tambin equivalente al gran surgimiento de la filosofa mecnica. Planteamientos como los de Ernest Bloch, algunas de las aportaciones de la Escuela de Frankfurt, algunas afirmaciones de autores como Feuerbach apuntan en esa direccin. Hay un lmite de la racionalidad que nos obligue a modificar el concepto mismo de razn? Y cul va a ser, de todos los paradigmas, el que nos habilite mejor a una respuesta a estos tpicos? Es desde all que tiene sentido rescatar a este paradigma crtico tan potente, pero a la vez tan mutilado, que es el pensamiento dialctico. Algunos problemas

    En el mbito ms acotado de las ciencias sociales, hay retos ms especficos. Si pensamos en trminos de lo que estamos llamando desajustes de las ciencias sociales, incluso de inspiracin marxista, quisiera mencionar algunos desafos ms precisos que se tendran que reflejar en la discusin no slo metodolgica sino terica desde esta perspectiva.

    Se plantean dos tipos de desafos en sentido estricto: tericos y metodolgicos. En el orden terico, qu pasa con el concepto de trasnacionalizacin y sociedad nacional? Estamos

    frente a una lgica que haba sido prevista por Marx y por otros autores del siglo XX como Hilferding, Rosa

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    Luxemburg o, ms adentrado el siglo, por autores como Andrs Gunder Frank o Immanuel Wallerstein. Qu es lo que nos desconcierta de la trasnacionalizacin?, es la transnacionalizacin? No! Lo que nos desconcierta es que los procesos actuales trascienden un simple problema de ideologa sobre el capitalismo, o bien la simple constatacin de una tendencia histrica, ya que estamos enfrentando el problema en el plano de la vivencia cotidiana. Se estn transformando en experiencias concretas de todos los das constataciones, como algunas de Wallerstein, de que lo nico que cuenta no son los pases, sino el mercado mundial.

    Qu pasa con la sociedad nacional? Desde dnde pensamos la trasnacionalizacin? Si la pensamos desde la sociedad nacional, qu sociedad nacional es sa que est globalizada econmicamente?, qu pasa con el resto de la sociedad nacional, que ya no es, estrictamente hablando, slo economa o estructura productiva? Se plantea un tema complejo sobre la mesa de discusin. Ya no podemos analizar el fenmeno de la sociedad nacional sin presencia de las dems dimensiones que conforman el fenmeno de sta, como son, por ejemplo, los fenmenos polticos, institucionales o culturales. En este momento, el concepto de sociedad nacional es muchos grupos, concepto puramente cultural; pero entonces cabra preguntarse qu persistencia puede tener una sociedad nacional cultural en un contexto de globalizacin econmica?, qu va a pasar con estas sociedades, con los distintos grupos que las conforman?

    Qu pasa con la marginalidad? La marginalidad que estamos enfrentando es la misma marginalidad teorizada hace treinta aos atrs? Qu pasa, por ejemplo, con los sectores sociales que surgen por una sobrepoblacin absoluta, creciente y que estn conformando en Amrica Latina, un lumpen, un contingente de miserables excluidos del sistema que no son dignos ni siquiera de explotacin? Qu pasa con esas dinmicas socioculturales? Qu va a pasar en el futuro? Dnde estn las primeras respuestas a eso? Fuera de los programas, que estn muy bien financiados, de asistencia a la pobreza extrema, tenemos que pensar en las dinmicas que eventualmente pueden emerger de los marginales o de este lumpenaje, para emplear un trmino ms ortodoxo.

    Qu es la democracia? Qu es la participacin? Qu es el orden? Est claro? Podemos seguir aplicando las teorizaciones sobre orden poltico, regulacin y participacin en la acepcin de Bobbio? Qu pasa con las dinmicas internas de la democracia, en trminos de participacin, de ejercicio del poder y de alternancias en el ejercicio del mismo?

    Qu pasa con el anlisis de los sujetos sociales?, los conocemos, sabemos cmo se comportan sus dinmicas reproductivas, sus dinmicas de extincin y nacimiento? Pero ms an, sabemos siquiera de la subjetividad social? Qu est detrs del fenmeno de los sujetos sociales? Sin embargo, todos los fenmenos de la sociedad sociohistrica estn de alguna manera permeados por la subjetividad. Nos estamos encontrando con problemas que resisten ser analizados en funcin del recorte disciplinario. Es desde esa perspectiva que planteamos los problemas. Pienso que una postura a partir de un pensamiento crtico de inspiracin dialctica debidamente desarrollada s podra hablar sobre estos tpicos con gran fecundidad. Pero cabra hacer la siguiente pregunta: dnde est formulada esa teorizacin?

    Por ltimo, cules son los desafos metodolgicos que suponen estos discursos tericos? Por ejemplo, el problema del individualismo metodolgico en oposicin a los otros enfoques metodolgicos. Qu grado de sensatez tiene la discusin?, es realmente tan opuesto un esquema del otro?, no hay presencia de ideologismos?, qu pasa, por ejemplo, con todas las teoras sobre la eleccin racional?, qu con las opciones de los marxismos analticos?, son realmente aportaciones metodolgicas?, o son simplemente consecuencias de una asimilacin de un paradigma no desarrollado? Hay libros y bibliotecas enteras sobre el tema, recursos y programas dedicados a esto. Es un viejo problema: el que pretende abordar el individualismo metodolgico como una gran escuela de pensamiento en oposicin al marxismo, al cual acusa de reduccionismo.

    Una idea que estaba presente en Marx, incluso en los clsicos no marxistas como Simmel, recuperada de manera genial por Gramsci con su formulacin de los movimientos moleculares, es la dimensin de lo micro y del individuo, las dinmicas de lo que Simmel llam lo microlgico y que est presente en el pensamiento de Marx pero que todava est hoy pendiente de desarrollo.

    En otro sentido, qu pasa con los giros lingsticos?, qu sentido tiene la discusin?, dan respuesta a aquello que no se pudo responder antes, a partir de las exigencias de una postura crtica? Es lo

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    que habra que preguntarse, o ms bien representan formas para soslayar problemas que s podran abordarse a la luz del paradigma crtico?

    En este sentido, la hermenutica acaso no estaba presente en el pensamiento crtico; el concepto mismo de historicidad, por ejemplo, no es un concepto de raz hermenutica? La cuestin de la significacin estaba ya ah, en la medida en que se exigan especificidades histricas y, por lo tanto, se planteaba el problema de que las proposiciones y conceptos eran parte de universos semnticos, pues no estaban flotando en el aire. Tenemos que tomar conciencia de que no ha habido un desarrollo metodolgico del paradigma de la postura crtica, lo que tenemos que asumir porque es la tarea que habr que impulsar.

    Finalmente, qu pasa con el sujeto?, qu pasa con sujetos altamente complejos, burocratizados y tecnologizados?, se elimin al sujeto?, cules son sus espacios de construccin?, cules sus espacios protagnicos?, qu pasa con la relacin sujeto y tecnologa?, entre sujeto y economa?, qu ocurre con la capacidad del sujeto para crear posibilidades a partir de mltiples espacios, no slo macroespacios, sino tambin desde los microespacios y otros variados determinismos histricos?

    stas son cuestiones que deben ser abordadas en el discurso de las ciencias sociales, pero que deben encontrar respuestas no slo axiolgicas sino epistmicas. Creemos que el paradigma crtico nos permite encontrar respuestas, pero que requiere de desarrollos metodolgicos.

    Otro reto en el plano metodolgico es el de poder relacionarnos con la acumulacin de conocimiento. Es un viejo problema. Tema importante hoy da, porque enfrentamos el riesgo de perder nuestra memoria, no slo histrica, sino de perder nuestra memoria terica y de entrar en un vrtigo de modas intelectuales, absolutamente banales, insustanciales, triviales e inconducentes.

    Estamos enfrentados a desafos que nos deben llenar de optimismo. Disponemos de una cantidad de instrumentos de razonamiento, de modos de construccin conceptual que, de alguna manera, estn contenidos dentro del paradigma que ha seguido el dramtico derrotero de discursos polticos, a diferencia quiz de otras posturas racionales que no se identificaron tanto con stos. Un hecho de la cultura contempornea es lo que pas con el marxismo cuando fue asimilado como discurso de poder. Ello constituye un objeto de anlisis en s mismo, para llegar a discernir lo que es el discurso de poder, que se expres en el socialismo real, y lo que es un discurso trascendental que, obviamente, no se agota en la construccin de un tipo de sociedad, porque alude ms a la capacidad del hombre para construir su historia que a un modelo de sociedad. Por ello, debemos insertar el pensamiento crtico, de inspiracin dialctica, en la historia ms general de la crtica como expresin del espritu humano. Solamente enfrentndose a lo desconocido, a lo por conocer, el hombre ha podido progresar. Esa es la gran aportacin del marxismo como expresin de la historia de la creatividad del hombre.

    El hombre ha podido progresar porque la razn se ha atrevido a pensar en contra de la razn, sostena Lakatos. O sea, porque el hombre ha sido capaz de enfrentar lo que conceba como verdadero y estable, abordando lo dudoso e incierto. Y eso es lo que permite el paradigma del pensamiento crtico.

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    PENSAR LA SOCIEDAD Y A LOS SUJETOS SOCIALES (Ideas para un programa de investigacin sobre la herencia olvidada de la rebelda)

    Uno de los problemas tericos sustantivos de las ciencias sociales es el tema de los sujetos sociales,

    cualquiera que sea su expresin histrica. Por ello, interesa analizar la problemtica del sujeto y, desde luego, tomar conciencia de la dificultad que, en gran medida, se desprende de dos exigencias que se plantean: la primera, que apunta al hecho de que tal problema es dinmico, y se agota slo en la medida en que el investigador es capaz de estudiarlo en su propio movimiento; de tal suerte que los estudios respectivos no siempre logran, necesariamente, dicho propsito; la segunda dificultad (que se deriva de la anterior) se explica por la heterogeneidad de dinamismos que contiene la problemtica del sujeto: se trata de una dinmica correspondiente no slo a un plano de la realidad sino a planos entrecruzados de sta.

    Para entrar a la cuestin, convendra partir de una antigua problemtica que se presentaba ya con los clsicos que no ha sido del todo resuelta a pesar de los esfuerzos que hoy en da se hacen para resolverla. Pensemos en los intentos de los llamados individualismos metodolgicos que tienen su origen, fundamentalmente, en el mundo sajn, como respuesta a lo que se han dado en llamar los enfoques colectivistas, o colectivo-estructurales. Enfoques del individualismo metodolgico que son una respuesta al anlisis de clase, en la medida en que se considera y se es el punto de discusin que ste ha resultado insuficiente. Se trata de saber hasta qu lmite la categora de clase es insuficiente, aunque ms all de lo metodolgico se trata de un cuestionamiento ideolgico de la categora.

    Las primeras cuestiones que hay que afrontar son las distintas acepciones que se puede conferir al concepto de sujeto. Si tomramos en cuenta los desarrollos tericos que al respecto se han venido dando desde comienzos del siglo pasado hasta el presente, observamos que han sido muchos los conceptos que se han utilizado para dar cuenta del problema. Al respecto conviene recordarlos: una primera gran conceptualizacin es el concepto de masa, que fue trabajado en dos direcciones, casi en forma simultnea, como masa espontnea y como masa unificada en organizaciones. Debate de gran importancia que se desarroll en los primeros diez o quince aos del siglo XX, especialmente a partir de lo que fueron los escenarios europeos en un momento en que se presentaba como expectativa el hecho de que, por ejemplo, en pases altamente desarrollados como Alemania se observaran revoluciones sociales. se fue un parmetro de la discusin por lo menos hasta 1920: la posibilidad de que ocurrieran grandes transformaciones en esas sociedades, lo que origin un debate que gir fuertemente en tomo al concepto de masa, como masa espontnea, en la acepcin de Rosa Luxemburg

    12, o de masa unificada en la

    organizacin, en el enfoque de Kautsky, Parvus, etc.13

    . Al continuar con esta explicacin, vamos a encontramos con el hecho de que el concepto de masa

    se comienza a complejizar en trminos de situaciones histricas, dando inicio a una serie de disquisiciones orientadas a rescatar la idea de sujeto; pero ya no solamente como el gran sujeto transformador; en la vieja acepcin del actor histrico que fue por ejemplo utilizada por Lenin o por Rosa Luxemburg, a pesar de sus discrepancias, precisamente, en relacin al concepto de masa; sino, por el contrario, se comenz a trabajar el concepto dentro de sus propias limitaciones estructurales, surgiendo ah una plyade de conceptos a los cuales habra que aludir ms adelante como es, por ejemplo, la reciente discusin de Maffesoli en tomo al concepto de socialidad.

    Ello nos induce a planteamos una lnea de razonamiento orientada a definir cmo estudiar al sujeto; y, por otro lado, se plantea como trasfondo la cuestin que ya vena emergiendo desde los clsicos respecto a la relacin entre individuo y sociedad. En qu consiste la relacin entre individuo y sociedad?, es una dicotoma polar?, o habra que entenderla como polos de un continuo?

    Si razonamos la relacin entre individuo y sociedad en trminos dinmicos, tendramos que alejarnos de una concepcin dicotmica, por lo que sera menester incorporar el planteamiento metodolgico que concibe la relacin entre individuo y sociedad como dos polos extremos de un continuo; pero si procedemos de este modo, entonces tendramos que preguntamos qu es ese continuo?

    12 Rosa Luxemburg, La crisis de la socialdemocracia, Martnez Roca, Coleccin Debates, Barcelona, 1976. 13 Parvus Kautsky. Debate sobre la huelga de masas, en Cuadernos Pasado y Prese11le, Siglo XXI. Mxico, 1976.

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    Surgen distintas interpretaciones, pero cualquiera que ellas sean giran siempre si se quiere resolver el problema y para no quedarse en la mera reduccin de un polo en otro en tomo a dar cuenta de la idea misma de continuo, negndose a optar por un discurso de reduccin de la sociedad a lo individual (como es el caso de los individualismos metodolgicos) o, inversamente, subordinar el individuo a la sociedad (como podran ser los enfoques estructuralistas ms estticos).

    En qu consiste ese continuo? Si al respecto se revisa la literatura, se constata la existencia de dos conceptos (uno ms trabajado que el otro) que, de alguna manera, pudieran estar dando cuenta del proceso de este continuo. Continuo que, desde cierto punto de vista, es un razonamiento dinmico, es un proceso; pero un proceso constitutivo que apunta a dos direcciones: por una parte hacia la dimensin del individuo, pudiendo llegar a expresarse en un concepto forjado por la psicologa y retomado por ciertas corrientes antropolgicas como Dumont

    14, entre otros, que es el concepto de individuacin; por otra parte, el

    proceso constitutivo, no solamente constitutivo de la individuacin, sino tambin de lo colectivo. En este sentido, habra que preguntarse: constitutivo de qu cosa social: de grupos, de clases, de etnias? Es precisamente aqu donde se puede pensar el inicio de la discusin para abrir el juego de las categoras y as dar cuenta de lo que entendemos por la constitucin de la dimensin social y no solamente de la individual.

    En este marco cabra recuperar la discusin que no podernos dar por superada de las grandes categoras forjadas durante los ltimos cien aos para dar cuenta del problema, como son las de clase y de etnia, esta ltima fecundamente recuperada en la actualidad en muchos anlisis antropolgicos; pero incorporando tambin, en un plano metodolgico, la categora de gnero.

    Desde ese horizonte pudiramos estar en presencia de un juego de categoras con el propsito de responder a la cuestin de lo constitutivo de lo social y, en consecuencia, enfrentados a estos dos polos unidos por un continuo. Continuo que es un proceso que puede expresarse en individuacin, y tambin en lo que se puede definir como la conformacin de las subjetividades sociales. El concepto de subjetividad social lo usamos entrecomillado porque para algunos es, o eventualmente contiene, una apora; sin embargo, sa es una parte de la discusin sobre la cual no podemos detenemos en esta oportunidad. Lo que interesa dejar claramente destacado es el juego de categoras que podra estar en marcha o disponible, incluso, para dar cuenta de esa segunda dimensin de lo constitutivo que es lo social.

    En otros trminos, lo anterior constituye un marco problemtico en una primera aproximacin. Pero para poderlo ver con mayor profundidad, tendramos que hacer un repaso detenido de cmo ha sido discutido el problema en los ltimos cien aos, lo que obviamente no se puede hacer en el marco del presente trabajo. No obstante, quisiramos fijar algunos hitos de referencia que son fundamentales (por lo menos desde el ao de 1900 hasta hoy), eligiendo para tal efecto a cinco o seis autores que nos parecen relevantes; ello en un esfuerzo muy complejo y siempre inacabado de revisar esta reflexin que es, como podr observarse, entre terica y metodolgica.

    Voy a agrupar a estos autores en dos grandes categoras: aquellos que se caracterizan por llevar a efecto una reflexin de carcter poltico y que fueron predominantes en los primeros treinta aos del siglo, con la excepcin de algunos aportes de la psicologa de masas; y un segundo grupo, ms afn a aquellos que organizaron los discursos acadmicos. En ambas vertientes, nos enfrentamos con discursos cuyas problemticas son distintas, y por tanto se responde a cuestiones diferentes.

    Por el lado del grupo al que pertenecen los autores acadmicos, a los cuales me referir ms adelante, se trat de encontrar una explicacin a este continuo, no solamente en un recorte de observacin, en un tiempo y en un momento histrico dado; ms all de esa visin, algunos de ellos, ambiciosamente, han procurado hacer recortes longitudinales, llegando con ello a establecer que la problemtica de la constitucin de lo social puede ser una clave para entender la evolucin misma del hombre presentndose, por tanto, como pensamiento a gran escala.

    Inversamente, aquellos autores que podran ser caracterizados como polticos se plantearon problemas no menos complejos, aunque en otra escala temporal. stos no buscaron hacer grandes interpretaciones acerca del papel de los sujetos en la historia o en la explicacin de los procesos histricos; lo que ms bien se propusieron fue responder a la siguiente pregunta: qu hacer con los sujetos y qu pueden hacer los sujetos? sta es, indudablemente, una discusin fundamental del siglo XX que, en nuestra opinin, ideolgicamente se ha pretendido sepultar calificndola de obsoleta, pero que, como podr

    14 Louis Dumont, Ensayos sobre el individualismo, Alianza, Madrid, 1987.

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    observarse, se mantiene vigente hasta nuestros das y probablemente lo siga estando en el prximo siglo, toda vez y ste es un presupuesto que sigamos pensando en el hecho de que el hombre an es responsable de s mismo y de que contina asumiendo, frente a s mismo, su funcin de constructor.

    Por tanto, estas reflexiones respecto al siglo XX siguen siendo vigentes por varias razones: la primera a pesar de todos los ajustes histricos que pueda tener la discusin de estos autores polticos es que ellos plantean el problema del actor o del sujeto dentro de lo que sera una teora del cambio social; teora cuyo tema es, indudablemente, un punto interesante a discutir y que, desde luego, no necesariamente est regulado y marcado por leyes, siendo ms bien, en una medida importante, una construccin de los actores. Esta es una idea que estuvo presente en el marxismo clsico e incluso en el propio pensamiento bolchevique, aunque en este ltimo con matices importantes. Para Bujarn, por ejemplo, el cambio del sistema econmico y poltico (llmese o no capitalismo) no iba a ser el resultado fatal de leyes internas sino que, ms bien, sera el resultado de una accin colectiva consciente. Esta idea tuvo diversas formulaciones que llevaron a plantearse los grandes temas tericos en relacin con el sujeto.

    Al respecto veamos algunos de estos planteamientos: el primero es el problema de la espontaneidad y, por tanto, el de la subjetividad como expresin de una espontaneidad colectiva, o para decirlo en trminos de la poca, el problema de la espontaneidad de la masa; una espontaneidad que se contena a s misma, esto es, que se autodiriga. Concepto de autodireccin que no hay que olvidar en tanto puede tener formulaciones actualizadas; su vigencia depender de la significacin que tenga el espacio con que se le opere.

    As, vale la pena diferenciar el pensar en masas espontneas autodirigidas en la lgica de Rosa Luxemburg

    15 (quien pretenda que esta masa fuera el gran actor de la transformacin de la sociedad

    nacional y tambin de la internacional) de lo que hoy en da podramos entender por espontaneidad tambin autodirigida, cuya inflexin supone coordenadas de tiempo y de espacio mucho ms restringidas, tal y como hoy podran ser ciertos tipos de movimientos locales. Aqu surge uno de los primeros problemas tericos cuya duracin alcanza a nuestro presente: qu relacin hay (y cmo se puede resolver) entre masa y organizacin? sta es una cuestin que hasta el presente ha sido abordada a travs de distintas formulaciones.

    Para usar una de las terminologas ms usuales: la relacin partido y movimiento que es una discusin de hoy, no obstante remontarse a su origen en el ao 1905, o quiz antes, tiene que ver con el continuo al que me he referido; esto es, entre la individuacin, por una parte, y los procesos de constitucin de la subjetividad social, por la otra, como es el concepto de voluntad social. En apariencia, el concepto de voluntad tiene una gnesis u origen psicolgico, pudiendo entonces estar mucho ms vinculado al individuo; sin embargo, aqu no se echa mano de la acepcin del individuo, sino que se dispone de una concepcin ms amplia, como sera el conferirle voluntad a un colectivo que puede surgir de una masa y que, junto con esa voluntad atribuida, se asocia al comportamiento de esta subjetividad de masas, sobre la base de la idea de telos, es decir, de finalidades; por lo tanto, se comienza a argumentar que la masa espontnea es algo ms que la mera espontaneidad, que pasa a una etapa de organizacin de la voluntad con el fin de construir proyectos.

    sta es la discusin sostenida entre Rosa Luxemburg, Kautsky y Lenin, siendo al respecto diferente la postura de Rosa Luxemburg frente a la de Kautsky y a la de Lenin; y aunque la posicin de Lenin y Kautsky difieren, no obstante, ambos defienden el elemento de la voluntad organizadora de la masa; las diferencias apuntaran a lo que podramos llamar; para usar tal vez un trmino ms nuestro y actual, el ritmo de esta espontaneidad organizada; y aunque estos son hechos bastantes conocidos y evidentes, no obstante se plantea ah un problema importante que tiene que ver con ciertos colapsos que hemos comenzado a vivir a partir de 1989 con el derrumbe del Muro de Berln.

    La idea bsica de dos destacados autores de esta discusin, Pannekoek y Rosa Luxemburg16

    (intelectuales activos y no de escritorio, quienes en su momento establecen una relacin interesante) es que el concepto de masa es o contiene una estructura racional, sin embargo, lo importante no est ah sino en

    15 Humberto Cerroni, et al., Teora marxista del partido poltico, en Cuadernos Pasado y Presente, Siglo XXI, Mxico. 1969. 16 Antn Pannekoek, Derrumbe del capitalismo o sujeto revolucionario, CII Cuadernos Pasado y Presente, Siglo XXI, Mxico, 1978.

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    cul es la funcin de esta estructura, siendo ste el espacio en el que se deposita la esperanza del cambio. sta es, desde luego, una idea que se puede trabajar en muchas direcciones. Precisemos dos: una en trminos estrictamente ideolgicos y que consistira en apostar a la capacidad de esta voluntad social que se encuentra en la masa; y la otra que puede ser quiz ms interesante y que estuvo presente en la crtica de Karl Korch a la anterior orientacin en 1922, que es la idea de la potencia, es decir, el problema de la esperanza en el cambio, que posteriormente va a ser objeto de distinto tipo de formulaciones, la ltima de las cuales fue formulada en la dcada de los setenta, en la versin de Ernest Bloch, con una enorme fuerza, mediante la invocacin, o como en esa dcada se deca, a travs de una convocacin, como es su libro El principio esperanza.

    Sin embargo, la idea de potencia no se trabaj como podra derivarse en cierta medida de la postura de Korch en los aos veinte. Si rastreramos la idea de potencia, es posible encontrarla en algunos de los pocos escritos que sobre el problema de la organizacin poltica redact George Lukcs

    17 cuando era

    dirigente activo en los primeros cinco aos de la poca de los veinte. Como quiera que sea, lo que interesa destacar es el problema de cmo se comienza a transformar esa masa en una estructura que contiene la esperanza de cambio, es decir, el concepto de masa con esperanza.

    Es muy interesante confrontar este planteamiento con el texto de Elas Canetti, Masa y poder, pues en la visin de Canetti aparece, de manera muy aguda y con muchas ejemplificaciones histricas, el concepto de masa. Este autor aplica el concepto de masa a determinados tipos de actores sociales o de movimientos sociales de inspiracin escatolgica o religiosa. Como quiera que sea, hay que mantener con reserva esta idea de masa con esperanza, pues ocurre que (y esto tiene que ver con uno de los grandes problemas que se han observado posteriormente) si esa masa ya no puede tener un comportamiento autodirigido de acuerdo a la crtica de Kautsky a Rosa Luxemburg, y que alcanza a casi todos los dirigentes posteriores con excepcin de los anarcosindicalistas, entonces el problema de la autodireccin se vincula con la siguiente cuestin que, curiosamente, va a retomar muchos decenios despus Jean-Paul Sartre en el contexto europeo de los aos cincuenta y sesenta: me refiero al hecho de que, esta organizacin, esta masa organizada, debilita la fuerza de la masa misma y, por lo tanto, esta debilidad de la fuerza de la masa se puede expresar en que deja de ser depositaria de toda esperanza de cambio.

    La idea de Sartre tiene afinidad aunque no es la misma lnea de pensamiento con los actuales planteamientos de Alberoni, en relacin al problema que hay entre masa, espontaneidad y organizacin; o, para decirlo en trminos weberianos, entre lo que podramos llamar una cierta fuerza carismtica que podra ser esta esperanza de cambio y la rutinizacin inevitable de la institucionalizacin, de la que indudablemente forma parte el partido poltico.

    Desde luego que sta es una lnea de razonamiento que, como se ha mencionado, no est agotada ni mucho menos. Pero ocurre que el problema por su misma complejidad siempre tiende a estar resuelto. Ello porque podemos manejar con mucha dificultad ante una situacin no resuelta lo que sucede en la relacin conceptual y prctica entre todos los problemas, tendiendo siempre a dar resoluciones a los dilemas de dichas relaciones a lo largo de todo el siglo XX, por lo menos hasta la gran produccin acadmica.

    Las soluciones han consistido en reducir: primero hay que subordinar el individuo al colectivo, una solucin que caracteriz fuertemente al pensamiento poltico marxista o, mejor dicho, a una suerte de pragmtica marxista en poltica. Al respecto, lo que importa discutir no es solamente la solucin que, en relacin a ello, todos conocemos, sino encontrar en qu consiste el razonamiento de dicha solucin, siendo ste el punto fundamental.

    Tal razonamiento que fundamenta la reduccin del individuo al colectivo propici la emergencia en Amrica Latina de un fenmeno an ms grave: la subordinacin de los movimientos sociales, mediante distintas formas de presin, a voluntades orgnicas que muchas veces se burocratizaban, casi sin excepcin. ste era, desde luego, un razonamiento histrico; pero en qu consista tal razonamiento histrico?: consista simplemente en considerar que el hombre en todo momento, inevitablemente y sin mediar ningn espacio, era un producto de las circunstancias sociales, antes que el resultado de un cierto mecanismo de lo que los italianos mucho despus, al estilo de Marramao, llamaron cartesianismo obrero.

    Lo dicho equivale a plantear que, por el hecho de estar sometidos a determinados condicionamientos econmicos, a cada quien le sea atribuida, necesariamente, una determinada conciencia.

    17 Humberto Cerroni, op. cit.

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    Representaba una premisa fundamental: dada determinada condicin de explotacin y de subalternidad, o, marginalidad, tena como efecto que quien era objeto de esa condicin tena que ser, necesariamente, crtico. Empero, la historia demuestra que las cosas no son as. Los factores econmicos pueden ser una regularidad explicativa de muchos otros fenmenos, por ejemplo, de carcter cultural, poltico o incluso psicolgico, pero slo en ciertos rangos de tiempo, en ciertas escalas de temporalidad; de tal suerte que la premisa podra ser (manejemos sta como hiptesis) verdadera en la gran escala del tiempo y, probablemente, no serlo en las pequeas escalas de tiempo.

    Comenzar a razonar en las pequeas e