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    Reflexiones sobre la formación del Estado y la construcción de la sociedad argentina

    Author(s): Oscar OszlakSource: Desarrollo Económico, Vol. 21, No. 84 (Jan. - Mar., 1982), pp. 531-548Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3466613 .Accessed: 20/12/2014 10:36

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    Desarrollo Econ6mico, v. 21, N? 84 (enero-marzo 1982)

    REFLEXIONES SOBRE LA FORMACION DEL ESTADOY LA CONSTRUCCION DE LA SOCIEDAD ARGENTINA*

    OSCAR OSZLAK**

    El prop6sito del presente trabajo esbrindar una interpretaci6n global del pro-ceso de formaci6n del estado nacionalargentino. Por su extensi6n, no aspira aofrecer un analisis exhaustivo de ese pro-ceso y, por identica razon, no se cine auna cronologia rigurosa ni pretende in-formar sobre sucesos hist6ricos puntua-les. Constituye mas bien una reflexiongeneral sobre un tema y una experiencia

    hist6rica que he explorado recientementecon mayor detenimiento en otro trabajo(Oszlak, 1981).

    Aunque la historiografia argentina esdensa y se dispone de innumerables estu-dios que han examinado minuciosamentelos acontecimientos mis salientes -y losmenos salientes- de la vida nacional,asi como la trayectoria de sus protago-nistas, es escaso el numero de trabajosverdaderamente

    interpretativos.En este

    sentido, el estudio de la formaci6n delestado argentino no cuenta con una tra-dicion historiografica que permita sefialarsenderos potencialmente fructiferos parauna profundizacion analitica del tema.Por ello, la perspectiva aqui adoptada noes estrictamente hist6rica ; al menos, nolo es en el sentido convencional de expo-sici6n cronol6gica de eventos. El enfasissera colocado en el anilisis de algunas

    cuestiones centrales planteadas por el te-ma mismo. Correspondientemente, el in-teres girara en torno a actores y no apersonajes, en torno a procesos y no asucesos.

    Estatidad

    La formaci6n del estado es un aspectoconstitutivo del proceso de construcci6nsocial. De un proceso en el cual se vandefiniendo los diferentes pianos y compo-nentes que estructuran la vida social orga-nizada. En conjunto, estos pianos confor-man un cierto orden cuya especificidaddepende de circunstancias hist6ricas com-

    plejas. Elementos tan variados como eldesarrollo relativo de las fuerzas produc-tivas, los recursos naturales disponibles,el tipo de relaciones de produccion esta-blecidas, la estructura de clases resultanteo la inserci6n de la sociedad en la tramade relaciones econ6micas internacionales,contribuyen en diverso grado a su confor-maci6n.

    Sin embargo, este orden social no essimplemente el reflejo o resultado de layuxtaposici6n de elementos que conflu-yen hist6ricamente y se engarzan de ma-

    * Trabajo presentado al XIV Congreso Lati-noamericano de Sociologia, San Juan, PuertoRico, 5 al 9 de octubre de 1981. El documentoes producto de una investigaci6n que he diri-gido en el CEDES, y que conto con la colabo-raci6n de Andres Fontana y Leandro Gu-tierrez.

    ** Director e investigador titular del CEDES(Centro de Estudios de Estado y Sociedad), einvestigador del Consejo de InvestigacionesCientificas y Tecnicas (CONICET), ambos deBuenos Aires, Argentina.

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    LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO

    ticamente despoblado, cuyos dispersoshabitantes conformaban una poblacionsedentaria dedicada principalmente aactividades ganaderas y a una agriculturaprimitiva. A pesar de ello, los pueblos quehabitaban ese vasto territorio no sefracturaron de inmediato uego de la revo-luci6n. La estructura politica heredada dela colonia y su aparato burocritico conti-nuaron proporcionando durante un tiem-po un elemento aglutinante basico. Rom-per con las Provincias Unidas requeriatener opciones: ser viable politica y eco-n6micamente, tener ventajas comparati-

    vas en elegir la autonomia. Paraguaypronto hallo la conveniencia de hacerlo:las rentas originadas en su territorio se lopermitian y el aislamiento o justificaba.Su posici6n geografica no le habia creadosolidos vinculos con el resto del terri-torio virreinal. Aunque en el caso de laBanda Oriental la separaci6n se debi6 aun compromiso politico, tambien sus re-cursos y estrategica ubicaci6n geograficahacian posible la secesi6n. En cambio,fue fortuito que se autonomizara elAlto Peru (Bolivia), al quedar desmembra-do de hecho por la continuidad del domi-nio espaiol durante los criticos anos delas guerras de independencia.

    Buenos Aires aspiro desde el mismomomento de la Revoluci6n de Mayo aconstituir un estado unificado bajo suhegemonia. Si otros intentos separatistasno prosperaron e debio, especialmente, a

    la enorme diferencia de fuerzas entrela

    provincia porteina y cualquier otra coali-cion de provincias o proyectos de estadoalternativos. La Confederaci6n Argentina,constituida luego de la caida de Rosas sinla adhesi6n de Buenos Aires, no fue unaexcepci6n e ilustra el caso limite: la coali-ci6n de todas las provincias no consigui6imponerse a Buenos Aires.

    Estas circunstancias no deben ser inter-pretadas en el sentido de que ningun otrotipo de configuraci6n territorial o combi-naci6n politica hubiera sido posible. Loque si sefialan es una primera diferenciafundamental con otras experiencias deconstrucci6n del estado, sobre todo las

    europeas. En contraste con 6stas, a expe-riencia argentina -y en buena medida,la latinoamericana- no se caracterizapor la necesidad de una determinada uni-dad politica de absorber otras unidades(v.g. ciudades libres, principados, obispa-dos) que ya ejercian significativos privile-gios soberanos. Los constructores delestado argentino -fundamentalmente lossectores dominantes de Buenos Aires-no buscaron formar una unidad politicamayor o mas fuerte, sino evitar la disgre-gaci6n de la existente y producir unatransicion estable de un estado colonial aun estado nacional.

    Lejosde

    guiarse porprop6sitos de conquista, aspiraron a ex-tender un movimiento revolucionariolocal a la totalidad de las provincias delex virreinato y a heredar de la coloniael control territorial y politico ejercidopor Espafia.

    El que estos objetivos comenzaran amaterializarse recien medio siglo mastarde abre nuevos interrogantes. Si, comoplantearan Hegel, Hobbes, Weber y otros,la sociedad civil se constituye a partirde grupos cuya solidaridad depende dela convergencia de intereses materiales eideales, ^que intereses fundamentalesmantuvieron durante tanto tiempo la uni-dad formal de la sociedad argentina? Siel aislamiento y la guerra civil fomenta-ban la disgregaci6n y las guerras de inde-pendencia no consegufan despertar deltodo los sentimientos de pertenencia ysolidaridad

    quecimentan la existencia de

    unidades nacionales, &por que no opera-ron en toda su potencial consecuencialas tendencias centrifugas? ,Qu6 signifi-cado tuvo la provincia como instanciade articulacion de relaciones sociales ya que se debi6 que -aisladamente o atrav6s de pactos federativos- no pudie-ron llegar a constituir estados aut6-nomos?

    Aunque el tema mereceria un trata-miento sistematico en futuros trabajos,quisiera avanzar algunas respuestas preli-minares. Indudablemente, a unidad na-cional argentina durante las primerasdecadas de vida independiente se asent6

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    mas en elementos expresivos y simboli-cos que en vfnculos materiales plena-mente desarrollados. Echeverria (1846)aludia en su Dogma Socialista a la unidaddiplomatica externa, a la unidad de glo-rias, de bandera, de armas; a una unidadtacita e instintiva que se revelaba al refe-rirse sin mayor reflexi6n a RepuiblicaArgentina , o territorio argentino ,

    naci6n argentina , y no santiaguefia,cordobesa o portenia. Pero a cada uno deesos atributos era posible oponer otrosque contradecfan la unidad: prolonga-dos interregnos de aislamiento y abso-luta

    independencia provincial, pactosde

    union interrumpidos, viejas tradicionesmunicipales, formas caudillistas de ejer-cicio de la dominacion. Ademis, el terri-torio nacional distaba de ser una uni-dad inseparable. Bien sefiala Alvarez(1910) que la mesopotamia, la BandaOriental y el Paraguay, flanqueados porrios, eran inabordables por tierra desdeBuenos Aires; la altiplanicie oponia subarrera de piedra entre Jujuy y las provin-cias bolivianas; sobre la llanura desierta,los indios y las dificultades que plantea-ban las largas travesias incomunicaban alas pequefias ciudades esparcidas por elvasto territorio. Tambien los interesesecon6micos regionales eran contradicto-rios. El Interior, con sus vinias y tejidos,competia con productos extranjeros queimportaba el Litoral. Inclusive el vinculodel idioma no era tal en varias provincias,donde se preferian los lenguajes indige-nas. Tampoco existia una total homoge-neidad 6tnica, contrariamente a lo que secree habitualmente. Eran pocos los des-cendientes de padre y madre espafioles ymuchos los extranjeros y los habitantesde razas negra, india y sus diversas misce-genaciones.

    Ni siquiera perduro un andamiaje ins-titucional colonial suficientemente des-arrollado. En otras experiencias latino-americanas, como en el Brasil, el Perui yMexico, este aparato sirvio a la continui-dad institucional, compensando en partelos factores fisicos, 6tnicos o culturalesque dificultaban el proceso de integra-

    cion nacional. En el Rio de la Plata, encambio, el aparato administrativo colo-nial no lleg6 a desarrollar un eficaz meca-nismo centralizado de control territo-rial. Mas afin, subsistieron en las diversaslocalidades 6rganos politico-administrati-vos coloniales que tendieron a reforzar elmarco provincial como ambito naturalpara el desenvolvimiento de las activi-dades sociales y politicas. No alcanzaronde todos modos a conformar un verda-dero sistema institucional, en tanto suautoridad y representatividad fueron rei-teradamente desnaturalizadas por el cau-dillismo

    yla lucha facciosa. De este mo-

    do, asi como la provincia fue una crea-ci6n del proceso independentista -unsu:tituto del estado colonial desapare-cido-, el caudillismo fue un sustitutode la democracia asociada al movimientolibertario. Fue la modalidad que asumi6localmente la representaci6n del pueblo,en un pueblo que desconocia la pricticademocratica.

    Paradojicamente, el aislamiento y ellocalismo, en condiciones de precariedadinstitucional, magros recursos y poblaci6nescasa, impidieron el total fraccionamien-to de esas unidades provinciales en esta-dos nacionales soberanos. De nuevo, laformalizacion de un funcionamientoautonomo -que de hecho existia- noaparejaba mayores ventajas. En cambio, laposibilidad latente de negociar desde unaposici6n de al menos formal paridad, laconstitucion de un estado nacional sobrebases mas permanentes que las ofrecidaspor los diversos pactos federativos, resul-taba siempre mas atractiva y convenienteque el horizonte de miseria y atraso quela gran mayoria de las provincias podiaavizorar de persistir el arreglo institucio-nal vigente. Sobre todo, existiendo plenaconciencia de que la superaci6n de eseestado de cosas pasaba por establecer

    algunaforma de vinculacion estable al

    circuito econ6mico que tenia por eje alpuerto de Buenos Aires.

    Estas posibilidades se vieron reforzadasen la medida en que la intensificacion

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    LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO

    del comercio exterior produjo el debili-tamiento de algunas economias regiona-les, replanteando los terminos de su in-sercion en los primitivos mercados que seestaban conformando. Esto se vincula,por ejemplo, al surgimiento de nuevosintereses y sectores de actividad locales,integrados al circuito mercantil-financieroque se desarrollaba impulsos del comer-cio exterior. Por otra parte, el paulatinomejoramiento de las comunicaciones y laconsecuente creacion de un mercado in-terno para ciertas producciones del Inte-rior que antes se orientaban hacia los

    paises limitrofes, tambien contribuyeronal proceso de lenta homogeneizacion delos intereses econ6micos localizados enlas diversas provincias.

    Por ultimo, no parece desdeiiable co-mo factor coadyuvante a la integracionnacional, la experiencia comparada. Sibien estos pueblos que surgian a la vidaindependiente solo podian mirar a unpasado de sometimiento y vasallaje, con-

    taban en cambio con el ejemplo de otrospaises -como los Estados Unidos- tam-bi6n nacidos de un movimiento de eman-cipacion, o de las naciones europeas, queestaban completando -en el que se llama-ria siglo de las nacionalidades - unlento proceso de integracion, y a la vezde diferenciacion, territorial, social y po-litica. Estos ejemplos no pasaban desaper-cibidos para la elite intelectual que asu-mio el liderazgo del proceso de organi-zacion nacional argentino.

    Orden y progreso

    Aunque las observaciones precedentesno agotan siquiera a mencion de las muil-tiples vinculaciones entre el surgimientodel estado y la cuestion nacional, desta-can no obstante un aspecto que se meocurre central para nuestro anflisis: soloa partir de la aparicion de condicionesmateriales para la estructuracion de unaeconomia de mercado se consolidan lasperspectivas de organizacion nacional; ys6lo en presencia de un potencial merca-

    do nacional -y consecuentes posibilida-des de desarrollo de relaciones de produc-cion capitalistas- se allana el caminopara a formacion de un estado nacional.

    En la experiencia argentina, a expan-sion de la economia exportadora durantela primera mitad del siglo no se vio in-terrumpida por las guerras iviles. A partirde la caida de Rosas, su ritmo se vio fuer-temente incrementado como consecuen-cia de una demanda externa que crecia aimpulsos de lo que se llam6 la segundarevoluci6n industrial. Las nuevas posibi-lidades tecnologicas, sumadas a los cam-bios producidos en las condiciones poll-ticas internas, crearon oportunidades e in-tereses cuya promocion comenz6 a movi-lizar a los agentes economicos, produ-ciendo ajustes y desplazamientos en lasactividades productivas tradicionales. Sinembargo, pese a la intensa actividaddespertada por la apertura de la econo-mia, las posibilidades de articulaci6n delos factores productivos se vieron pronta-mente limitadas

    pordiversos obstaculos:

    la dispersi6n y el aislamiento de los mer-cados regionales, a escasez de poblacion,la precariedad de los medios de comuni-cacion y transporte, la anarquia en losmedios de pago y en la regulaci6n de lastransacciones, a inexistencia de un mer-cado financiero, las dificultades paraexpandir la frontera territorial incorpo-rando nuevas tierras a la actividad produc-tiva. Pero sobre todo, por la ausencia de

    garantias sobre la propiedad, la estabi-lidad de la actividad productiva y hastala propia vida -derivadas de la continui-dad de la guerra civil y las incursionesindigenas- que oponfan escollos prac-ticamente insalvables a la iniciativa pri-vada. La distancia entre el progresoindefinido , que los lucidos observadoresde la epoca anticipaban como meta de laevolucion social, y la realidad del atrasoy el caos, era la distancia'entre a consti-tuci6n formal de la nacion y la efectivaexistencia de un estado nacional. Re-correr esa distancia, salvar a brecha, im-plicaba regularizar l funcionamiento dela sociedad de acuerdo con parametros

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    con alcances nacionales, otra de las for-mas en que se materializa la existenciade un estado nacional. Bajo tales condi-ciones, tampoco podia esperarse que elestado confederado desarrollara a capa-cidad de generar simbolos reforzadoresde sentimientos de pertenencia y solida-ridad social, esencial mecanismo ideol6-gico de dominaci6n.

    Cada una de estas propiedades remite ala existencia de un orden en los dife-rentes pianos de la vida social organizada.Soberania externa indisputada, autoridadinstitucionalizada en todo el ambito terri-torial, respaldada por el control monopo-lico de la coerci6n; diferenciaci6n e inte-graci6n del aparato nstitucional y centra-lizaci6n juridico-legislativa; reaci6n sim-bolica de consenso como fundamentolegitimador de la supremacia del estadosobre toda otra instancia de poder alter-nativo; tales los senderos a recorrer, ascuestiones a resolver, en el simultaneoproceso de ordenar a sociedad y llenarde contenido a los atributos del estado.

    Dominium

    El triunfo de Pavon, que confirm6 lahegemonia de Buenos Aires sobre el restodel territorio argentino, allan6 -a partirde 1862- el camino para la definitivaorganizaci6n del estado nacional. Sobrela base de una inestable coalicion y a par-

    tir de los recursos y organismos de laprovincia portenia, el gobierno surgido dePav6n comenzo a desplegar un amplioabanico de actividades que poco a pocoafianzarian el dominio institucional delestado.

    Desde un punto de vista analitico, laexistencia y desarrollo de estas institucio-nes nacionales pueden ser observadoscomo resultado de un proceso de ex-

    propiacionsocial. Es

    decir,su creacion

    y expansi6n implican la conversion deintereses comunes de la sociedad civilen objeto de interes general y, por lo tan-to, en objeto de la acci6n de ese estadoen formaci6n. A medida que ello ocurre,

    la sociedad existente va perdiendo compe-tencias, ambitos de actuacion, en los quehasta entonces habia resuelto -a travesde diferentes instancias y mecanismos-las cuestiones que requieren decisionescolectivas de la comunidad. O sea, elestado subroga -transformandolos en

    piublicos y generales - intereses yfunciones propios de los particulares, delas instituciones intermedias (como laIglesia) o de los gobiernos locales. En esemismo proceso, la sociedad va alterandosus referentes institucionales y el marcohabitual para el desarrollo de la actividad

    social.Esta enajenacion de facultades por el

    estado en ciernes adopta diversas moda-lidades. En parte, consiste en adquirirel monopolio de ciertas formas de inter-vencion social reservadas a la jurisdiccionde los gobiernos locales. En parte, tam-bien, en una invasion por el estado na-cional de ambitos de accion propios delos particulares . En parte, finalmente,

    en la delimitacion de nuevos ambitosoperativos que ningin otro sector de lasociedad esta en condiciones de atender.sea por la naturaleza de la actividad o lamagnitud de los recursos involucrados.Esta ultima modalidad no implica estric-tamente una expropiacion funcional, sinomis bien la apertura de nuevos espaciosde actuacion que hace posible, por suformidable concentracion de poder y re-cursos materiales, a existencia del estadonacional. Esta existencia, entonces, (1)exige replantear los arreglos institucio-nales vigentes desplazando el marco dereferencia de la actividad social de un am-bito local-privado a un ambito nacional-puiblico; y (2) crea la posibilidad de re-solver, mediante novedosas formas de in-tervenci6n, algunos de los desafios queplantea el paralelo desarrollo de la so-ciedad.

    En la experiencia argentina, el estadonacional surgido de Pav6n no adquirioautomiticamente sus atributos como con-secuencia del triunfo militar, sino que de-bio luchar por constituir un dominio en

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    los diversos pianos en que se verificabasu existencia. Al disolverse la Confede-raci6n Argentina, se retorn6 de hecho al

    arregloinstitucional vigente antes de su

    creaci6n. Con excepci6n de las relacionesexteriores, confiadas al gobierno provisio-nal de Mitre, la resoluci6n de los asuntos

    publicos sigui6 en manos de los gobier-nos provinciales y de algunas institucio-nes civiles como la Iglesia o ciertas aso-ciaciones voluntarias. Aun cuando laconstituci6n nacional, vigente desde hacfauna d6cada, continuo proporcionando unesquema institucional y normativo im-

    prescindible para la organizacion delestado nacional, su desagregaci6n imple-mentaci6n estaban todavia pendientes.Ello suponia materializar en acci6n loque hasta entonces era poco mas que unaformal declaraci6n de intenciones.

    Sin duda, la transferencia forzada ono- de funciones ejercidas de hecho porlas provincias, concentr6 los mayoresesfuerzos del gobierno nacional, que fue-ron

    dirigidos especialmentea la forma-

    ci6n de un ejercito y un aparato recauda-dor verdaderamente nacionales. Grandesfueron tambien los obstaculos halladosen la creaci6n de otras instituciones des-tinadas a normativizar y/o ejercer controlsobre las demas areas que el gobiernonacional comenzaba a reivindicar comoobjeto de su exclusivo monopolio (v.g.emisi6n de moneda, administraci6n dejusticia de ultima instancia, nacionaliza-

    ci6n de la banca). Otras veces, en cambio,las provincias cederian prestamente a ini-ciativa, como en el caso de los esfuerzospor extender la frontera con el indio o laconstrucci6n de las grandes obras de in-fraestructura n todo el pais.

    Establecer su dominio tambien supo-nia para el gobierno nacional apropiarciertos instrumentos de regulacion socialhasta entonces impuestos por la tradici6n,

    legados por la coloniao

    asumidos porins-

    tituciones como la Iglesia. Su centraliza-cion en el estado permitia aumentar elgrado de previsibilidad en las transaccio-nes, uniformar ciertas practicas, acabarcon la improvisacion, crear nuevas pautas

    de interacci6n social. A diferencia de laapropiaci6n de areas funcionales bajocontrol provincial, no habia en estos ca-sos una clara logica de sustitucion. Lavariedad de ambitos operativos en losque el gobierno nacional comenz6 a recla-mar jurisdiccion senialan mas bien unalerta pragmatismo, muchas veces refiidocon la filosofia antiintervencionista delliberalismo que inspiraba su accion enotros terrenos. Este avance sobre la socie-dad civil tuvo probablemente su masimportante manifestacion en la tarea decodificacion de fondo.

    A veces, la apropiacion funcionalimplic6 la invasi6n de fueros ancestrales.Por ejemplo, cuando afnos mas tarde elestado tom6 a su cargo el registro de laspersonas, la celebracion del matrimoniocivil o la administracion de cementerios,funciones tradicionalmente asumidas porla Iglesia. Otras veces, supuso la incursionen ciertos campos combinando su acci6ncon la de los gobiernos provinciales y lade los particulares. El ejemplo que mejorilustra esta modalidad es la educaci6n,area en la que el gobierno nacional ten-dria una creciente participaci6n y se re-servaria prerrogativas e superintendenciay legislacion general. El caso de los ferro-carriles tambien representa un tipicocampo de incursi6n compartida con lasprovincias y el sector privado -inclusobajo la forma de lo que hoy llamariamosjoint ventures. Mencionemos, ademas, las

    areas de colonizaci6n, negocios bancariosy construccion de obras p6blicas comootros tantos ejemplos de esta modalidad.A menudo el gobierno nacional utiliz6 laf6rmula de concesi6n -con o sin garan-tia- para la ejecucion de las obras o laprestaci6n de los servicios, contribuyendoa la formaci6n de una clase social decontratistas y socios del estado fre-cuentemente implantada ademas en otrossectores de la producci6n y la interme-diaci6n.

    Finalmente, el mismo desarrollo de lasactividades productivas, la mayor com-plejidad de las relaciones sociales, el ra-pido adelanto tecnologico, entre otros

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    LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO

    factores, fueron creando nuevas necesi-dades regulatorias y nuevos servicios queel gobierno nacional comenzo a promo-ver y tomar a su cargo. En esta categoriase inscriben actividades an variadas omola organizacion del servicio de correos ytel6grafos, la promoci6n de la inmigra-ci6n, la delimitaci6n y destino de lastierras piblicas, la exploraci6n geol6gicay minera, el control sanitario, la forma-ci6n de docentes y el registro estadisti-co del comercio y la navegaci6n.

    En general, las actividades hasta ahoramencionadas fueron apropiadas por el

    estado sustituyendo en su ejecuci6n aotros agentes sociales. Esta sustituci6n,casi siempre imperativa, implicaba unatransferencia y concentraci6n de ambitosfuncionales cuyo control representaria, ala vez, una fuente de legitimaci6n y depoder. Asumiendo la responsabilidad deimponer un orden coherente con las nece-sidades de acumulaci6n, el estado comen-zaba a hallar espacio institucional y areforzar los atributos que lo definiancomo sistema de dominaci6n. Las otrasinstancias articuladoras de la actividadsocial cedian terreno y se subordinabannuevas modalidades de relaci6n que len-tamente se incorporaban a la concienciaordinaria de los individuos y a la rutinade las instituciones.

    Penetraci6n estatal

    Si bien la apropiaci6n y creacion deambitos operativos comenz6 a llenar decontenido la formal existencia del estado,tambi6n dio vida a una nueva instanciaque sacudia en sus raices formas tradicio-nales de organizaci6n ocial y ejercicio delpoder politico. Por eso, luego de la insta-lacion del gobierno de Mitre, las reaccio-nes del Interior no tardaron en producir-se. Fundamentalmente, se manifestaronen

    pronunciamientosde

    jefes polfticosdispuestos a cambiar situaciones provin-ciales adictas o contrarias al nuevo r6gi-men, asi como en la continuidad de prac-ticas autonomas lesivas para el podercentral.

    A pesar de que el movimiento niciadoen Buenos Aires contaba con aliados de

    causa en el Interior, fue la rapida movili-zaci6n de su ej6rcito el argumento mascontundente para ganar a adhesion delas provincias y eliminar os focos de con-testacion armada. La centralizaci6n delpoder y los recursos resultaban insufi-cientes. Para ser efectiva, debia ir acom-paiada por una descentralizacion del con-trol, es decir, por una presencia nstitu-cional permanente que fuera anticipandoy disolviendo rebeliones interiores y afir-mando la suprema autoridad del estado

    nacional.Sin embargo, esta presencia no podiaser s6lo coactiva. Los largos anos deguerra civil habian demostrado la invia-bilidad de varios experimentos de crea-cion del estado, fundados en la fuerzade las armas o en efimeros pactos quecambiantes circunstancias se encargabanrapidamente de desvirtuar. Si bien duran-te la guerra de independencia a organi-zaci6n del estado nacional habia tenidoun claro sentido politico, las luchas re-cientes habian puesto de relieve el inocul-table contenido econ6mico que habiaadquirido esa empresa. Por eso, la legiti-midad del estado asumia ahora un carac-ter diferente. Si la represi6n -su fazcoercitiva- aparecia como condici6n ne-cesaria para lograr el monopolio de laviolencia y el control territorial, a crea-ci6n de bases consensuales de domina-

    ci6n aparecia tambien como atributoesencial de la estatidad . Ello suponfano solamente a constitucion de una alian-za politica estable, sino ademas una pre-sencia articuladora material e ideologicaque soldara relaciones sociales y afianzaralos vinculos de la nacionalidad. De aqui elcaracter multifacetico que debia asumirla presencia estatal y la variedad de for-mas de penetracion que la harian posible.

    Apesar

    de seraspectos

    de unprocesounico, las diversas modalidades con que

    se manifest6 esta penetraci6n podrianser objeto de una categorizacion analitica.Una primera modalidad, que llamarerepresiva, supuso la organizaci6n de una

    539

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    OSCAR OSZLAK540

    fuerza militar unificada y distribuidaterritorialmente, con el objeto de preve-nir y sofocar todo intento de alteraciondel orden impuesto por el estado nacio-nal. Una segunda, que denominar6cooptativa, incluy6 la captaci6n de apo-yos entre los sectores dominantes y go-biernos del interior, a trav6s de la forma-ci6n de alianzas y coaliciones basadas encompromisos y prestaciones reciprocas.Una tercera, que designare como material,presupuso diversas formas de avance delestado nacional, a trav6s de la localiza-ci6n en territorio provincial de obras,

    servicios y regulaciones indispensablespara su progreso econ6mico. Una cuarta yultima, que llamare ideologica, consisti6en la creciente capaeidad de creacion ydifusi6n de valores, conocimientos y sim-bolos reforzadores de sentimientos de na-cionalidad que tendian a legitimar el sis-tema de dominaci6n establecido. Cabeadvertir, sin embargo, que tratandose decategorias analfticas excluyentes, su exa-men separado no debe hacer perder devista la simultaneidad y compleja imbri-cacion con que se manifestaron en laexperiencia hist6rica concreta.

    La penetraci6n represiva implica laaplicaci6n de violencia fisica o amenazade coerci6n, tendientes a lograr el acata-miento a la voluntad de quien la ejerce ya suprimir toda eventual resistencia a suautoridad. El mantenimiento del ordensocial se sustenta aqui en el control dela violencia, a diferencia de lo que ocurrecon las otras formas de penetracion, enque el orden se conforma y reproduce apartir de contraprestaciones benefi-cios que crean vinculos de solidaridadentre las partes que concurren a la rela-ci6n, consolidando intereses comunes ybases de posibles alianzas. Es decir, tantola penetraci6n material como la coopta-tiva o la ide6logica tienen un comun

    fundamento consensual,aun cuando

    ape-lan a distintos referentes: el interes ma-terial, el afan de poder o la convicci6nideol6gica, fuerzas que movilizan elconsenso facilitando una creciente presen-cia articuladora del estado.

    En los criticos afios de la organizaci6nnacional argentina, estas modalidades depenetraci6n se manifestaron a traves demuy diversos mecanismos. Pese al caric-ter fundamentalmente represivo que asu-mi6 la intervenci6n estatal durante lasdos primeras d6cadas que siguieron aPav6n, tambien se ensayaron con variado6xito mecanismos de penetraci6n masconsensuales, que fueron configurandolos atributos no coercitivos de la esta-tidad . La penetraci6n material consti-tuy6 una modalidad de control socialbasada en la capacidad de crear, atraer,

    transformar, promover y, en ultima ins-tancia, ensamblar, os diferentes factoresde la producci6n, regulando sus relacio-nes. Desde el punto de vista de la accionestatal, esto supuso la provision de me-dios financieros y t6cnicos para la ejecu-ci6n de obras de infraestructura el sumi-nistro de servicios; el dictado de regla-mentos que introdujeran regularidad yprevisibilidad n las relaciones de produc-cion e intercambio; a concesion de bene-ficios y privilegios para el desarrollo deactividades ucrativas por parte de empre-sarios privados; y el acuerdo de garantias-tanto a empresarios como a usuarios-sobre la rentabilidad de los negocios em-prendidos con el patrocinio estatal, laejecuci6n de las obras y la efectiva pres-taci6n de los servicios.

    Mediante la cooptaci6n, el estado na-cional intent6 ganar aliados entre fraccio-

    nes burguesas del Interior y gobiernosprovinciales, a traves de la promesa ciertao efectiva concesi6n de diversos tipos debeneficios conducentes a incorporar nue-vos grupos o sectores a la coalicion domi-nante. Por ejemplo, el selectivo empleo desubsidios, el nepotismo en la designaci6nde cargos publicos nacionales2, o la in-

    2 Hasta 1862, la presencia del estado na-

    cional en el interior se limitaba practicamentea las aduanas y receptorias existentes en diver-sos puntos fronterizos y a las oficinas de ren-tas que funcionaban inculadas al trafico adua-nero. Solo 15 afnos despu6s, una elevadisima

    (sigue al pie de pdgina 541)

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    LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO

    tervenci6n federal dirigida a instalar oreponer en el gobierno de las provinciasa aliados de causa de los sectores que ejer-cfan el control del gobierno nacional,fueron algunos de los mecanismos decooptaci6n empleados.

    Conviene sefialar no obstante un rasgoque vinculaba a los diferentes modos depenetraci6n. En tanto los beneficios ycontraprestaciones se dirigieron a cier-tos sectores de la sociedad, con exclusionde otros, implicaron a menudo privilegiosque por oposici6n relegaban a estos uilti-mos a una existencia econ6mica, cultural

    o polfticamente marginal. Por eso la re-presi6n y las formas mis consensuales depenetraci6n fueron procesos simultaneosy recfprocamente dependientes: ganaraliados dio lugar muchas veces a ganartambi6n enemigos, y el progreso en elque se enrolaron los unos exigi6 el

    orden que debi6 imponerse sobre losotros. De esta manera, mecanismos comola intervenci6n federal a las provincias

    puedenconsiderarse, a la vez, como una

    modalidad de penetracion represiva ycomo un medio de ganar la adhesi6n yafianzar las bases de poder de sectoresaliados dentro del propio territorio pro-vincial.

    Por filtimo, la penetraci6n ideol6gicarevisti6 la represi6n desnuda o los inte-reses individuales de un barniz legiti-mante, tendiente a convertir la domina-ci6n en hegemonia, el beneficio particu-lar' en interes general. La ideologia sir-vi6 como mecanismo de interpelacion yconstituci6n de sujetos sociales que, enmedio de una situacion de caos institu-cional y transformaci6n de la estructuraeconomica, debian reubicarse dentro dela nueva trama de relaciones que se estabaconformando. Desde esta perspectiva, laacci6n del estado se dirigi6 a instituirpautas educacionales congruentes con el

    nuevo esquemade

    organizaci6n social;establecer el imperio de la ley y sacra-lizar una concepci6n de la justicia quefijaba minuciosamente las posibilidades ylimites de la accion individual; secularizarpracticas sociales inveteradas que repre-

    sentaban serios obstaculos para la vigen-cia de instituciones liberales progresis-tas ; desarrollar un discurso politico quejustificara el funcionamiento de una de-mocracia restrictiva, contradictoria con elliberalismo impuesto en el plano de lasrelaciones de produccion; instituir, en fin,creencias, valores y normas de conductacoherentes con un nuevo patr6n de rela-ciones sociales y un nuevo esquema dedominaci6n.

    Al margen de su impacto especifico,estas diferentes modalidades de penetra-cion tenderian a producir diversas conse-

    cuencias. En el plano social, la crecienteapropiaci6n por el estado de nuevos am-bitos operativos y su activo involucra-miento en la resoluci6n de los distintosaspectos problematicos de las dos cuestio-nes centrales -orden y progreso- quedominaban la agenda de la sociedad ar-gentina. En lo que se refiere al propioestado, cada una de las formas de pene-traci6n se expresaria en cristalizaciones

    institucionales,es

    decir,en normas y

    organizaciones burocraticas que regula-rfan y ejecutarian las actividades contem-pladas en los distintos ambitos operati-vos. El estado nacional se convirti6 enel nicleo irradiador de medios de comuni-cacion, regulacion y articulacion social,cuya difusion tentacular facilitaria lastransacciones econ6micas, la movilidad einstalaci6n de la fuerza de trabajo, eldesplazamiento de las fuerzas represivas y

    la internalizaci6n de una conciencia na-

    proporcion del personal civil y militar del go-bierno nacional se hallaba radicada o se desem-pefaba en forma itinerante en el interior delpais. De acuerdo con un censo de funciona-rios que he construido para el aiio 1876, sobreuna dotacion total de 12.835 personas, alrede-dor de 10.956 se desempefiaban de uno a otromodo en el Interior. Si bien gran parte de estepersonal era militar, tambien la dotacion civil

    (yel

    clero,a

    cargodel

    gobierno central)era

    ampliamente imayoritario respecto al radicadoen Buenos Aires. Se trataba de una situacionverdaderamente excepcional, por cuanto la cen-tralizaci6n de la dotacion y recursos del estadoen jurisdiccion federal seria posteriormente laregla.

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    cional. Estos correlatos institucionales dela penetraci6n estatal serian, de este mo-do, momentos en el proceso de adquisi-ci6n de los atributos de la estatidad. Alproducir la descentralizaci6n del controlconstituirian, en esta etapa inicial, unacondici6n inseparable de la centralizaciondel poder.

    Resistencias

    Como la interpretacion un tanto exi-tista de los avances del estado sobre lasociedad puede sugerir un desarrollo li-neal poco fiel a los hechos, quisieradedicar algun espacio a las resistenciashalladas en este proceso formativo. Re-trotray6ndonos por un momento al movi-miento de emancipaci6n nacional, pode-mos observar que si bien la oposici6n delos espaiioles en el terreno militar fuedoblegada en un t6rmino relativamentebreve, los lideres revolucionarios porte-

    fios muy pronto debieron experimentar laresistencia de sectores sociales sometidosa levas, expropiaciones o contribucionesdiversas; de autoridades locales no resig-nadas a perder o compartir su poder; y deaspirantes rivales a monopolizar la sobera-nia del estado. En general, las provinciasinteriores se mostraron indiferentes -yhasta hostiles- a los intentos de BuenosAires por dar un alcance nacional al movi-miento revolucionario. Los sectores domi-

    nantes portenos no ofrecieron inicial-mente -quizas no estaban en condicio-nes de hacerlo- compensaciones o ven-tajas suficientes a las clases dominantesdel Interior como para que 6stas acepta-ran incondicionalmente el liderazgo y lasbases sobre las que aqu6llos pretendianorganizar el estado nacional. El largo pe-riodo anarquico cre6 la ilusi6n de unempate entre Buenos Aires y el Interior,

    queestaba lejos de describir la real rela-

    ci6n de fuerzas que se desarrollaba a lasombra del aislamiento federalista . Dehecho, Buenos Aires prosperaba muchomas aceleradamente que el resto delpais.

    A la caida de Rosas, el conflicto laten-te se hizo explicito. El Litoral, con elapoyo del Interior, intent6 asumir el lide-razgo del proceso de organizaci6n nacio-nal en circunstancias en que Buenos Airesno habia resignado sus pretensiones hege-m6nicas. El conflicto asumi6 la forma deun enfrentamiento entre unidades poli-ticas (v.g. la Confederaci6n Argentina yel Estado de Buenos Aires) territorial-mente delimitadas, cuando en realidadconstitufa el choque de dos concepcionesdiferentes sobre el modo de organizarpolfticamente una naci6n; pero especial-

    mente,sobre las consecuencias economi-

    cas y sociales derivadas de imponer f6r-mulas politicas alternativas.

    El triunfo de Buenos Aires abri6 otraslfneas de conflicto. A los que resistiandesde mucho antes (v.g. por una parte,los indios; por otra, los caudillos delInterior que vefan sus posiciones amena-zadas en el propio ambito local por losaliados provinciales de la causa portefa)

    empezaron a agregarse fracciones de lasclases dominantes de Buenos Aires, paralas cuales la existencia de un estado nacio-nal comenzaba a crear contradicciones yenfrentamientos en una instancia insti-tucional que no controlaban plenamente.Esto se vincula con el tema de la auto-nomia relativa del estado, e invita ahacer alguna reflexi6n sobre las posiblesrazones de estas contradicciones.

    En primer lugar, si bien es dificil esta-blecer distinciones claras entre los secto-res sociales que tenian acceso a -y endefinitiva controlaban- los gobiernosnacional y provincial de Buenos Aires, esevidente que sea a trav6s del Congreso odel propio Poder Ejecutivo, un impor-tante numero de legisladores y funciona-rios oriundos del Interior comenz6 a sos-tener, frente a cuestiones en debate, posi-ciones no siempre favorables a los intere-ses porteiios. Esta actitud, de la que aveces participaban genuinos representan-tes de Buenos Aires con responsabilida-des ejecutivas en el gobierno nacional, sevio reforzada por la necesidad de este

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    LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO

    iltimo de extender sus bases sociales deapoyo ganando la adhesi6n de sectoresdominantes del Interior. Sin su concurso,resultaba diffcil asegurar la sucesion delregimen, ya que ain no se habia logradoconsolidar un firme pacto de dominacionmanifestado a traves de una formulapolftica consensualmente aceptada, entanto que la representacion del Interioren el Senado le otorgaba mayoria sufi-ciente para desbaratar proyectos e inicia-tivas claramente opuestas a sus intereses.

    En segundo lugar, buena parte de lasposiciones de poder fueron ocupadas pormiembros de una casta politico-militar,un verdadero patriciado burocritico, quea pesar de sus lazos de parentesco y amis-tad con integrantes de los sectores terra-tenientes y mercantiles, no se manifes-taron dispuestos s satisfacer pasivamentetodas sus reivindicaciones y demandas.Es decir, aunque la polftica oficial nodej6 de estar sesgada hacia los interesesporteiios, ello no signific6 un compro-miso incondicional con los mismos. Esprobable que esta actitud estuviera vincu-lada con la logica de reproducci6n delpropio estado. No hay que olvidar que lasexigencias de financiamiento y expansionde las actividades estatales resultaban amenudo contradictorias con los interesesde la incipiente burguesia portefna, por loque muchas de las iniciativas del gobiernonacional (v.g. leyes de tierras, nacionali-zaci6n del Banco de la Provincia de Bue-

    nos Aires, federalizaci6n de la Capital,tributaci6n sobre el comercio exterior)lo enfrentaban a ese sector. Englobarestas complejas situaciones en la nocionde autonomfa relativa del estado , noparece aportar demasiado a la tarea deconceptualizacion sobre la relaci6n entreclases dominantes y estado.

    Quizas corresponda tambi6n decir algoacerca de las resistencias sociales que noexistieron en la

    experiencia argentina,a

    diferencia de otros procesos de formaci6nde estados nacionales en los que diversasformas de rebeliones tributarias, alza-mientos campesinos, protestas obreras oenfrentamientos etnicos y religiosos, se

    constituyeron en obstaculo. La gran con-centraci6n de la propiedad fundiaria, laausencia de un extendido sector campe-sino, el poder

    ejercido porlos

    grandespropietarios y la temprana y peculiar in-sercion del pais en el mercado mundial-que convirti6 a los impuestos sobre elcomercio exterior en la principal fuentede recursos del estado-, permitieronreducir la presi6n tributaria directa sobreel capital, trasladando el mayor peso de laimposicion sobre los sectores populares3.La dispersi6n, reducido tamanio y escasaorganizacion de los sectores obreros y

    campesinos impidieron -al menos hastafines de siglo- el surgimiento de movi-mientos contestatarios de importancia. Elpueblo, disgregado, analfabeto, ferrea-mente dominado como productor yguerrero, sistematicamente privado de de-rechos civicos, no se alz6. Sirvio mas biencomo instrumento -apasionado o indi-ferente- de jefes ocasionales4.

    Pero no fue solo la escasa educaciono el estado de

    guerracasi

    permanentelo

    que facilit6 el control de las clases subal-ternas y explica la falta de movilizacionpopular. Las caracterfsticas que asumi6 laexplotaci6n agricola-ganadera, los altosrendimientos, la feracidad y bajo preciode la tierra, la imposibilidad o dificultadde exportar cereales -debido a los altosfletes- o carne -por razones tecnol6gi-cas- permiti6 que las clases popularestuvieran acceso a una alimentaci6n ba-

    rata y abundante, aun en condiciones devida semibarbara. Durante bastante tiem-po, los bienes primarios exportables

    3 Para un tratamiento mas detenido de estetema, v6ase el capitulo IV ( El costo del pro-greso y la reproduccion del estado ) en el libroantes citado (Oszlak, 1981).

    4 Como sefiala Alvarez (1910), ni siquierael movimiento independentista tuvo el carac-

    ter de un levantamiento popular. Apenas undos por ciento de la poblacion fue destinado alservicio armado, incluyendo en esa cifra losque ya eran soldados al producirse el movi-miento y los negros esclavos que fueron incor-porados luego. Esta situacion persisti6 al menoshasta 1816.

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    caracterizaci6n en t6rminos convencio-nales6.

    Hacia 1862, momento crucial en el

    proceso constitutivo del estado argenti-no, la alianza politica que asumi6 el lide-razgo de la organizacion nacional fueuna compleja coalicion que cortaba a tra-ves de regiones, partidos , clases, acti-vidades y hasta familias. El centro de laescena polftica fue ocupado por diversasfracciones de una burguesia en forma-ci6n, implantada fundamentalmente enlas actividades mercantiles y agroexpor-tadoras que conformaban la todavia rfis-tica aunque pujante economfa bonaeren-se. A este nicleo se vinculaban (1) pororigen social, un nutrido y heterogeneogrupo de intelectuales y guerreros quepor su control del aparato institucional-burocratico y militar- de la provinciaportefna, constitufa una autentica clasepolftica, y (2) por lazos comerciales,diversas fracciones burguesas del litoralfluvial y el Interior, cuyos intereses re-sultaban crecientemente

    promovidosa

    travis de esta asociaci6n. Sin embargo,al integrar en sus filas sectores socialestan variados, distaba mucho de ser unacoalici6n fuerte o estable. Sus latentesdiferencias, que pronto comenzarian amanifestarse, determinaron que el lide-razgo inicial de Buenos Aires se diluyeraen un complejo proceso de recomposi-ci6n de la coalicion dominante, cuyosrasgos esenciales serian el descr6dito y

    posterior crisis de su nficleo liberal na-cionalista y el ensanchamiento de susbases sociales a traves de la gradual in-corporacion de las burguesfas regionales.Transcurrirfan todavia dieciocho anoshasta que se consolidara un pacto dedominacion relativamente estable. A lolargo de este perfodo, la existencia deun estado nacional no solo contribuirfaa transformar a composici6n de la clasedominante (v.g. a travis de las diversasmodalidades de penetraci6n ya analiza-das), sino tambien a transformar a pro-pia estructura ocial.

    Esto nos lleva al segundo aspecto quequeria destacar. Frente a una estructura

    social de las caracteristicas descriptasy a una clase dominante cuyas contra-dicciones abrian espacio a la progresivadiferenciaci6n y autonomia del aparatoinstitucional del estado, cabe pregun-tar de que modo se relacionaron losprocesos constitutivos de la estructurasocial y del estado. En otras palabras,estoy planteando el problema del roldel estado en la construcci6n de la socie-dad y el desarrollo del capitalismo argen-tinos.

    No es facil ponerse de acuerdo sobreel tipo de indicadores que permitirian

    medir -o evaluar- el peso de la in-tervenci6n estatal en estos procesos. Noes dificil, en cambio, perderse en ellaberinto de las multiples formas deintervenci6n a traves de las cuales elestado moldea a la sociedad. En ultimainstancia, quizas, la esencia de estas

    intervenciones consiste en la articu-laci6n y garantia de reproduccion derelaciones sociales capitalistas (Cfr.

    O'Donnell, 1977).En este

    sentido,la

    evaluaci6n del papel del estado en laformacion de sectores economicos y so-ciales exige considerar aspectos eminen-temente cualitativos: la apertura deoportunidades de explotacion econo-mica, la creacion de valor, la provisi6nde insumos criticos para el perfeccio-namiento de la relacion capitalista o lagarantia, material o juridica, de que estarelacion se reproducira. Ademas de su

    impacto especifico, estos mecanismoscontribuyeron sin duda a la configura-cion de la estructura ocial argentina.

    Por ejemplo, la construcci6n de ferro-carriles y otras obras de infraestructurafisica con el patrocinio y/o la garantiaestatal, permitieron dinamizar los cir-

    6 Sabato (1979), por ejemplo, sefiala a 6stecomo el rasgo distintivo de.la burguesia argen-

    tina, destacando su control del capital fmnan-ciero como su principal base de poder econo-mico y politico. Milciades Pefia la denomina

    suboligarquia gestora , mientras que Etche-pareborda 1978) pone de relieve su caracterde intermediarios , de factores en lugarde productores .

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    OSCAR OSZLAK

    cuitos de produccion y circulacion,abrieron nuevas oportunidades de acti-vidad econ6mica, generando a la vez unaintensa valorizaci6n de tierras y propie-dades. ^,Como medir este impacto sobrela creaci6n de una clase terrateniente ypropietaria? Tampoco resulta facil cuan-tificar el peso que tuvo en el desarrollode las relaciones de produccion la pro-vision de insumos criticos por partedel estado. Poner en producci6n lapampa humeda y establecer vinculosneocoloniales con el exterior exigiaconquistar extensos territorios en poderde los

    indigenas,distribuir la

    tierra,atraer y afincar a la fuerza de trabajoinmigrante, obtener y facilitar los capi-tales necesarios para la producci6n y lacirculacion. La relaci6n social capita-lista podia perfeccionarse en tanto estosinsumos se hallaran disponibles, suarticulaci6n fuera facilitada y la repro-ducci6n de la relaci6n fuera garantizada.

    Como hemos visto, estas diversas for-

    mas de intervenci6n del estado contribu-yeron a la configuraci6n estructural dela sociedad argentina. Subsidiando a lasprovincias, el estado promovio la forma-ci6n de un importante sector de profesio-nales y bur6cratas provinciales, a cargode actividades docentes, legales, adminis-trativas y religiosas. Mediante la contrata-cion directa y/o la garantia de las inver-siones, contribuyo a conformar un es-trato de contratistas del estado dedicados

    a la construccion de caminos, puentes,diques, o a la prestaci6n de servicios detransporte, postas, mensajerias, mensurade tierras, etc. A traves de la creacion yafianzamiento de un ejercito nacional,favorecio el proceso de institucionali-zaci6n de las fuerzas armadas, compo-nente esencial en cualquier pacto de do-minaci6n. Abriendo nuevas oportunida-des economicas a travis de la conquistade nuevas tierras, su delimitacion, men-sura y adjudicacion; la atraccion y garan-tia del capital extranjero; la promocionde la inmigracion y el establecimientode colonias crearon condiciones propiciaspara el desarrollo y homogeneizacion

    de una burguesia implantada en diversossectores de actividad, y hasta propicio-como en el caso de la Sociedad RuralArgentina- la formaci6n de sus organi-zaciones corporativas. Y mediante el dis-ciplinamiento y capacitacion de la fuerzade trabajo (v.g. institucionalizacion delaparato juridico para la regulacionde las relaciones civiles y comerciales,promocion de la educacion gratuita yobligatoria, emprendimiento de obras deinfraestructura), elevo las calificacionestecnico-profesionales de diversos estratosde la clase asalariada (v.g. obreros indus-triales

    yde la

    construcci6n, empleados,funcionarios publicos).

    Reflexiones finales

    La brevedad del presente texto no hapermitido mas que plantear algunas cues-tiones fundamentales vinculadas al temade la formacion historica del estado ar-gentino. Naturalmente, el tema admite

    otras perspectivas, otras categorias anali-ticas, otros datos, cifras y hechos anec-doticos. Pero mas alla de los enfoques,variables e informacion, quedan las pre-guntas. Aquellas que justifican el abor-daje de un tema y permiten evaluar si elconocimiento se ha enriquecido por unainterpretaci6n plausible que satisfacenuestras dudas e inquietudes intelectua-les. Estas preguntas no tienen fronterasdisciplinarias ni se interesan demasiadopor los eventos puntuales. Sirven masbien para estructurar un campo de inda-gacion, suministrando los pilares que deberespetar toda construccion te6rica o inter-pretativa sobre el tema explorado. Reu-nen ademas la condicion de ser univer-sales, en tanto los fen6menos a los quese refieren han sido registrados en la expe-riencia historica de otras sociedades.

    Planteada en los t6rminos mas genera-les posibles, la pregunta central en rela-cion a nuestro tema podria formularsede este modo: &fue la construccion delestado nacional argentino el resultado dela voluntad de hombres predestinados,

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    LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO 547

    de una logica ineluctable del devenirhistorico o de una azarosa combinaci6nde fen6menos? Es la misma pregunta quese planteara Sarmiento en los ultimosainos de su vida; la misma que despertariala atenci6n de Alvarez algunos anios mastarde7. Asf formulada, la pregunta notiene respuesta. Pero a partir de ella se abreun abanico de cuestiones mas puntualessobre las cuales este trabajo se propusosugerir algunas interpretaciones, efectuartentativamente ciertas comparaciones onotras experiencias y senalar aspectos quemerecerian futuras investigaciones. Amodo de

    resumen,cabe destacar

    algunosde los principales puntos desarrollados.

    De acuerdo con la interpretacion pre-sentada, la guerra de la independenciaargentina fue el primer capftulo de unlargo proceso, caracterizado por cruentosenfrentamientos y variadas formulas detransacci6n, mediante los cuales los sec-tores que pugnaban por prevalecer en laescena polftica intentaron sustituir elorden

    colonial por un nuevo sistema dedominaci6n social. El origen local del mo-vimiento emancipador y las resistenciashalladas por Buenos Aires para constituir-se en nicleo de la organizaci6n nacional,pronto dieron lugar a movimientos sepa-ratistas y guerras civiles que, durantecuatro decadas, impidieron la formacionde un estado nacional. El resurgimientode la provincia como ambito de lucha porla dominacion local y actor institucionalen el escenario politico mas amplio queintegraban as Provincias Unidas del Riode la Plata, tendio a otorgar a los enfren-tamientos un caracter territorial queocultaba sus mis determinantes moti-vaciones econ6micas. Las precarias coali-ciones de provincias, que a traves depactos y tratados intentaron erigirse enestados, fueron prontamente desbaratadaspor disidencias nternas y fracasos milita-res. De hecho, las provincias funcionaroncomo cuasi-estados dentro de una federa-ci6n cuyos vinculos de nacionalidad adi-caban esencialmente en la aun d6bil iden-tidad colectiva creada por las guerras dela independencia.

    Por inspiraci6n y accion de Rosas,Buenos Aires alent6 durante dos deca-das esta organizaci6n federal del sistemapolftico-institucional, postergando laconstitucion de un estado nacional que,en las condiciones de la epoca, poco hu-biera beneficiado a los intereses de lossectores terratenientes pampeanos quesostenian al r6gimen rosista. La coalicionde fuerzas del litoral, que con apoyoextranjero y de sectores disidentes deBuenos Aires derrot6 a Rosas en Caseros,se constituy6 -no casualmente- en cir-cunstancias en que las oportunidades de

    progreso economico abiertas por el soste-nido aumento de la demanda externa ylos nuevos avances tecnologicos disponi-bles al promediar el siglo, ponian cruda-mente de manifiesto las restricciones aque se hallaban sometidos la producci6ny el intercambio de las provincias lito-ralefias.

    Sobre las cenizas de Caseros se realiz6entonces el primer intento organico decreaci6n de un estado

    nacional, queal

    no contar con la adhesi6n legitimante nilos recursos de la autoexcluida provinciaportefia, sobrevivio tan solo una decada.Debilitada por los enfrentamientos conBuenos Aires, la Confederaci6n Argen-tina resign6 en Pavon su efimero lide-razgo del proceso de organizacion na-cional.

    Sobre las cenizas de Pav6n se hizo unnuevo intento a partir del apoyo de lasinstituciones y recursos de Buenos Airesy la subordinacion economica y politicade las provincias interiores. A partir deallii, el nuevo pacto de dominacibn sebas6 en cambiantes coaliciones intra-

    7 Tanto Sarmiento como Alvarez conclui-ran que la Gran Transformaci6n argentinafue mucho menos el resultado de la vision yenergia de una esclarecida elite que del impe-

    tuoso desarrollo de un orden capitalista a escalamundial (cfr. Halperin Donghi, 1980). Noobstante, la posteridad adjudicaria a la Gene-racion del Ochenta (como lo haria en otrasexperiencias con los Cientificos mexicanoso el Olimpo costarricense) la paternidadde este proceso de desarrollo hist6rico.

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    OSCAR OSZLAK

    burguesas, en las que se alternaban lasfracciones polfticas dominantes de Bue-nos Aires y a las que gradualmente seincorporaban sectores de las burguesiasdel interior. La falta de acuerdo sobreuna f6rmula polftica que asegurara el con-trol de la renovaci6n de autoridades semanifest6 entonces en la persistencia dela lucha entre facciones y el recurrentesurgimiento de fuerzas contestatarias.Aunque estas circunstancias pusieron amenudo a prueba su viabilidad, el estadonacional pudo consolidar su presenciainstitucional a traves de diversos meca-nismos de

    penetraci6nen la sociedad

    que,al tiempo que aumentaban su legitimidady poder, tendian a la institucion de unnuevo orden.

    No vale la pena reiterar las diversasmodalidades con que se manifestaron larepresi6n y control de las situaciones pro-vinciales, la cooptaci6n de aliados polfti-cos, la articulacion y garantia de las acti-vidades econ6micas o la difusion de me-canismos de control ideol6gico. Sbloimporta destacar que a trav6s de ellas, elestado fue apropiando nuevos iambitosoperativos, redefiniendo los lfmites de laacci6n individual e institucional, despla-zando a la provincia como marco de refe-rencia de la actividad social y la domi-naci6n polftica. Por medio de este pro-ceso de centralizaci6n del poder y descen-tralizaci6n del control, el estado fueafianzando su aparato institucional y en-

    sanchando sus bases sociales de apoyo,desprendi6ndose poco a poco de la tute-la de Buenos Aires. La consolidaci6n defi-nitiva sobrevino, precisamente, cuando elestado consigui6 desportefiizarse , puri-ficando en el fuego de las armas el estig-ma de una tutela ya inadmisible. Por esopuede decirse que sobre las cenizas dePuente Alsina y los Corrales8, el presiden-te Roca intentaria una tercera funda-ci6n del estado9.

    Hay un sino tragico en este procesoformativo. La guerra hizo al estado y elestado hizo la guerra . La union nacio-nal se construyo sobre la desunion yel enfrentamiento de pueblos y banderias

    polfticas. La unidad nacional fue siempreel precio de la derrota de unos y la con-sagraci6n de privilegios de otros. Y elestado nacional, simbolo institucional deesa unidad, represent6 el medio de ruti-nizar la dominaci6n impuesta por lasarmas.

    8 Zonas de la ciudad de Buenos Aires enlas que tuvieron lugar los combates mas san-grientos que en 1880 enfrentaron a fuerzas delgobierno nacional y la Provincia de BuenosAires.

    9 En su primer mensaje presidencial al Con-greso, Roca haria la obligada referencia que ensu momento efectuaran Urquiza y Mitre: Pa-rece que fueramos un pueblo nacido recien a lavida nacional, pues teneis que legislar sobretodo aquello que constituye los atributos, losmedios y el poder de la Nacion . Si las pala-bras eran otras, el espiritu era el mismo.

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