texto de presentación documentos el antifascismo argentino

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El antifascismo argentino Condiciones de posibilidad, nacimiento, desarrollo, esplendor y ocaso de una apelación política nacional (1922-1946) Introducción: en busca del objeto de estudio. Uno de los tantos imaginarios acerca de la Argentina, que se hallan extendidos a nivel mundial, es el de haber sido el nuestro un país especialmente afín a la recepción y desarrollo de las ideologías nazi y fascista, a la connivencia con sus maquinarias de espionaje y propaganda y al reclutamiento militante y protección de sus criminales de guerra. La definición de la Argentina como lugar preferido por los nazis derrotados en Alemania, para refugiarse y desde allí cumplir la construcción de un futuro IVº Reich, ha sido una de las más notables fantasías que la literatura política contemporánea ha sabido cursar en ese sentido 1 . En ese supuesto plan no se descartaba siquiera la presencia del mismísimo Hitler en nuestro país, aprovechando la extensión del territorio para ocultarse 2 . 1 Newton, Ronald C., El cuarto lado del triángulo. La amenaza nazi en la Argentina (1931- 1947), Buenos Aires, Sudamericana, 1995, Capítulo 18: “El mito del Cuarto Reich, 1943-1945”, pp. 409-430. 2 Como señalaba Eugenia Silveyra de Oyuela, sin dejar de tomar algo en serio el rumor: “¿cómo descubrir a Hitler en la inmensidad de nuestras pampas o en el torbellino de nuestra urbe?”. Documento Nº 61 de la 1

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Page 1: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

El antifascismo argentino

Condiciones de posibilidad, nacimiento, desarrollo, esplendor y ocaso de una apelación política nacional (1922-1946)

Introducción: en busca del objeto de estudio.

Uno de los tantos imaginarios acerca de la Argentina, que se

hallan extendidos a nivel mundial, es el de haber sido el nuestro un país

especialmente afín a la recepción y desarrollo de las ideologías nazi y

fascista, a la connivencia con sus maquinarias de espionaje y

propaganda y al reclutamiento militante y protección de sus criminales

de guerra.

La definición de la Argentina como lugar preferido por los nazis

derrotados en Alemania, para refugiarse y desde allí cumplir la

construcción de un futuro IVº Reich, ha sido una de las más notables

fantasías que la literatura política contemporánea ha sabido cursar en

ese sentido1. En ese supuesto plan no se descartaba siquiera la

presencia del mismísimo Hitler en nuestro país, aprovechando la

extensión del territorio para ocultarse2.

Aún hoy, esta visión de una Argentina mayoritariamente

nazificada forma parte de un imaginario común en los Estados Unidos,

donde dicha caracterización fue tempranamente desarrollada y

reproducida con vehemente constancia en las discusiones y decisiones

1 Newton, Ronald C., El cuarto lado del triángulo. La amenaza nazi en la Argentina (1931-1947), Buenos Aires, Sudamericana, 1995, Capítulo 18: “El mito del Cuarto Reich, 1943-1945”, pp. 409-430.2 Como señalaba Eugenia Silveyra de Oyuela, sin dejar de tomar algo en serio el rumor: “¿cómo descubrir a Hitler en la inmensidad de nuestras pampas o en el torbellino de nuestra urbe?”. Documento Nº 61 de la presente recopilación (de ahora en más, nos referiremos a los documentos incluidos en esta colección, a través de la cita: “Documento Nº...” junto con el número que le ha correspondido en esta selección).

1

Page 2: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

relativas a la política y la diplomacia internacional, por parte de la

prensa y de ciertos círculos del gobierno norteamericano3.

Este imaginario supo esparcirse posteriormente en el resto del

mundo y contar incluso en la Argentina con amplios cultores,

especialmente en el periodismo y el cine histórico de difusión, ámbitos

desde los que se ha realizado, en líneas generales y como lo señala el

historiador Cristian Buchrucker, “una desafortunada producción”4, en

la que se ha llegado a confundir, entre otras cosas, parte de la

propaganda fabricada por publicistas de los años cincuenta con

documentos reales del período bélico5.

Afortunadamente, una historiografía académica bastante reciente

–que en su tardía aparición marca la incontrovertible persistencia

inicial del imaginario ya presentado- comenzó a describir el carácter

mítico de ciertas representaciones cursadas en ese sentido y a calibrar

sistemáticamente los alcances concretos de la presencia nazi y fascista

en el país, desechando las hipótesis cuyas bases carecían de

fundamento o documentación y desmintiendo, a través de la

comparación con lo sucedido en otros países, la pregonada perversa

particularidad argentina en torno de la intromisión totalitaria6.

3 Para un análisis del papel que cumplió la imagen de la Argentina nazificada como catalizadora y legitimadora de los conflictos diplomáticos preexistentes entre nuestro país y los Estados Unidos, ver entre otros: Bendaña, Alberto, “Churchill, Roosevelt y la neutralidad argentina”, Todo es historia, Nº 113, Octubre de 1976, pp. 7-33 y Rapoport, Mario, “La política de los Estados Unidos en la Argentina a comienzos de los ´40” (1979). Reproducido en El laberinto argentino, Buenos Aires, EUDEBA, 1997, pp. 239-264.4 Buchrucker, Cristian, “Reseña al libro de Uki Goñi, ‘Perón y los alemanes. La verdad sobre el espionaje y los fugitivos del Reich’”, Ciclos en la historia, la economía y la sociedad (de ahora en más, Ciclos), año 10, Vol. X, Nº 19, 2000, p. 287. Si bien en esta reseña el autor valora inicialmente al libro en cuestión como un aporte más serio que el resto de la producción periodística realizada sobre este tema, luego se encarga puntillosamente de destacar algunas aserciones no probadas en el libro de Goñi, que aparecen más deudoras del mito de la amenaza nazi que de un esfuerzo serio de comprobación histórica.5 Como lo ha demostrado Ignacio Klich en su ponencia Documentos, desinformación y la llegada de nazis al Río de la Plata, presentada en la Conferencia Internacional de Investigación de la Latin American Jewish Association en la ciudad de México, en noviembre de 1995.6 Entre esta bibliografía, centrada específicamente en la tarea de desmitificación, pueden citarse las siguientes obras: Klich, Ignacio, “Los nazis en la Argentina:

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Page 3: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Sin embargo, y a pesar de la gran utilidad desmitificatoria de esta

renovación historiográfica, el grueso de dicha obra no ha tendido a

centrarse en la pregunta acerca de los orígenes profundos que dieron

curso a la representación histórica –tan exitosa como perdurable en el

campo político e ideológico- que se ponía en cuestión.

Creemos en la necesidad de realizar esa tarea, ya que los

componentes de este imaginario sociocultural, allende su variable dosis

de fantasía, no parecen haber derivado de la mera imaginación

maravillosa, sino haberse originado, nutrido y justificado a través de la

existencia de disputas y entrecruzamientos de posicionamientos

políticos reales ocurridos en la Argentina de entreguerras, Segunda

Guerra Mundial e inmediata postguerra, que alimentaron la salud de las

visiones arriba referidas.

Es que, en la construcción de la imagen de la complicidad

nacional con el fascismo, se advierte que no sólo la estrategia de

política internacional de Estados Unidos y otros países aliados fue

decisiva, sino que -acompañándola (y en algunos casos, nutriéndola)-

fue la acción de un movimiento antifascista específicamente argentino,

anudado fuertemente al entramado político local, la que en su

desarrollo político supo labrar lenta pero consecuentemente dos de las

imágenes más populares acerca de la Argentina generadas en relación

con el conflicto ideológico mundial: la del fascista criollo y la de la

amenaza nazifascista.

A través de ellas y de la ferviente oposición que en Argentina

numerosos grupos demostraban a los regímenes de Mussolini, Hitler y

a los gobiernos satélites y amigos del totalitarismo, fueron

desarrolladas una serie de caracterizaciones antifascistas que supieron

revisando algunos mitos”, Ciclos, año 5, Vol. V, Nº 9, 2º semestre de 1995, pp. 193-220; Newton, El cuarto lado del triángulo. La amenaza nazi en la Argentina (1931-1947) y Rapoport, Mario, “Argentina y la segunda guerra mundial: mitos y realidades”, EIAL, Vol. VI, Nº 1, enero-junio de 1995, pp. 5-21.

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Page 4: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

funcionar como verdaderos mitos movilizadores políticos y sociales en

nuestro país7.

Más allá de ser puntualmente verdaderas o no, las denuncias

sobre la influencia del nazifascismo en Argentina apuntaban a una

creencia instalada en la sociedad que podía ser traducida en

movilización política concreta y que suponía, en gruesas líneas, que la

debilidad y alteración de las instituciones democráticas se correspondía

con una mayor vulnerabilidad de la Nación frente a ciertas asechanzas

extrañas8.

La verosimilitud de cada denuncia o expresión antifascista se

reactivaba a través de ciertos sucesos relacionados con la guerra que

afectaban al país en forma directa (como el episodio del Graf Spee en la

batalla del Río de la Plata)9, o con la detección de la actividad de

organizaciones fascistas y nazis en las comunidades étnicas locales10,

pero su conversión en una creencia o mito movilizador se originaba en

la capacidad que tenía para producir hechos políticos que repercutieran

en las luchas internas que se desarrollaban en el país.

La posibilidad de esta operación se fundaba en la facilidad que

iría adquiriendo la mayoría de los actores políticos y sociales (y no sólo

7 Hemos tomado la idea de mitos movilizadores, del revelador trabajo de Leonardo Senkman: “El nacionalismo y el campo liberal argentinos ante el neutralismo: 1939-1943”, EIAL, Vol. VI, Nº 1, junio-diciembre de 1995, pp. 23-49.8 En ese esquema, el fraude y la violencia eran las alteraciones institucionales básicas para los grupos antifascistas y democráticos. Así lo señalaba el diputado radical Alberto H. Reales: “Cuando desaparezca el fraude, cuando la violencia haya sido desplazada para siempre de nuestras prácticas políticas, el país podrá sentirse fuerte para afrontar los problemas que esta hora tremenda que vive el mundo, plantea a la nación; quienes se opongan en forma directa o indirecta a aquello que es un reclamo de la ciudadanía argentina, habrán traicionado a la patria y comprometido la soberanía nacional”. Citado en AAVV, El presidente Ortiz y el Senado de la Nación, Buenos Aires, Comisión de Homenaje, 1941, p. 338.9 Ver Newton, El cuarto lado del triángulo. La amenaza nazi en la Argentina (1931-1947), Capítulo 15: “Hermosísimos pedazos de jóvenes. La internación de la tripulación del Graf Spee, 1939-1946”, pp. 318-341. 10 Ver Gaudig, Olaf y Peter Veit, “El Partido Nacionalsocialista en Argentina, Brasil, y Chile frente a las comunidades alemanas”, EIAL, Vol. VI, N° 2, julio-diciembre 1995, pp. 71-87 y Newton, Ronald C., “¿Patria? ¿Cuál Patria?, Ítalo-argentinos y Germano-argentinos en la era de renovación nacional-fascista, 1922-1945”, Estudios Migratorios Latinoamericanos (De ahora en más EML), año 7, Nº 22, abril 1986, pp. 401-423.

4

Page 5: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

los antifascistas), para anudar los sucesos locales con los hechos

producidos en la situación internacional.

Expresada en caracterizaciones de tipo político-ideológico, la

imagen que se tenía de las posibles repercusiones del fenómeno

fascista en la Argentina tendía principalmente a funcionar como

instrumento de movilización de los sectores democráticos opuestos a la

dinámica fraudulenta (y luego dictatorial), más que de meditación o

análisis –en términos de políticas de Estado o de calibración de

posturas internacionales- del lugar que ocupaba la Argentina frente a

ese fenómeno.

Incluso un tema como el de la defensa nacional, ampliamente

promovido por la dirigencia antifascista argentina, podía llegar a

involucrar discusiones de interés partidario que podían aparecer,

inicialmente, como ajenas a tan delicada cuestión.

En tal medida los aspectos partidarios llegaban a afectar un

acuerdo sobre Defensa, que el senador socialista Mario Bravo, luego de

señalar que “un plan integral de defensa nacional debe empezar por el

levantamiento del censo general de la Nación”, censuraría a los

conservadores que se oponían a ello argumentando que eso los

perjudicaría ya que cambiaría la cuota de diputados nacionales a favor

de las provincias litoraleñas donde más fuerte era la oposición. Al

denunciar la mezquindad de los conservadores, Bravo descubría

también la importancia que, en términos electorales, suponía su

proyecto11.

Estas derivaciones de la lucha antifascista y democrática no

deberían ser vistas, a nuestro entender, como el mero resultado de la

imposición preferencial de móviles sectarios o mezquinos. Deberíamos

considerar, más prudentemente, que en la práctica cotidiana de los

dirigentes, las proposiciones patrióticas, los resultados políticos y los

11 Bravo, Mario, “Proposiciones sobre defensa nacional”, Argentina Libre, año 1, Nº 15, 13 de junio de 1940, p. 2.

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Page 6: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

beneficios partidarios –e incluso, las posibilidades de promoción

individual- eran comprendidos como parte de una misma estrategia

destinada a “salvar al país del fascismo” y en la que la eficaz

consecución de este fin primordial no podía traer más que –

conjuntamente- beneficios absolutos al movimiento democrático y

utilidades relativas a los dirigentes y a los partidos que mejor lo

supieran promover.

En todo caso, incluso los análisis de cuño antifascista, dedicados a

intentar analizar objetivamente las características fundamentales del

fascismo, no podían sustraerse a la idea que esa tarea intelectual era

solamente admisible como forma de combate. Así lo concebía el

militante izquierdista Ernesto Giúdici: “es más fácil ‘repudiar’ al

fascismo que estudiarlo. Y sin estudiarlo no se lo combatirá jamás. Por

no ser estudiado, pasó desapercibido, precisamente, el progreso del

nazismo en América”12.

Estas palabras eran dichas por uno de los intelectuales más

tempranamente interesados en determinar, desde una visión marxista,

la naturaleza estructural del fascismo en Argentina, al que interpretaría

bajo la lupa de la lucha de clases en su etapa estudiantil13, para

considerarlo dos años después, una modalidad política del

imperialismo14.

A contrapelo de los análisis de intención dialéctica, el Comité

Ejecutivo Nacional del Partido Socialista, agrupación en la que Giúdici

comenzó militando, evitaba expresar una definición cerrada acerca de

la naturaleza del fascismo. Al favorecer la multiplicidad interpretativa

con que lo abonaban los diferentes miembros, la dirigencia del partido

12 Giúdici, Ernesto, Hitler conquista América, Buenos Aires, Acento, 1938, p. s/n.13 “Personalmente, sé que, en definitiva, no hay más que un medio para aplastar al fascismo -la lucha de clases”, Documento Nº 87.14 Giúdici, Ernesto, “El pensamiento fascista en la cultura”, Claridad, año 14, Nº 290, Junio de 1935, p. s/n.

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Page 7: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

lograba una mayor flexibilidad para utilizar la consigna antifascista

como herramienta política y de movilización social15.

Esta visión que privilegiaba los resultados de la movilización

antifascista extendida, por sobre la necesidad de dar una definición

terminológica más precisa sobre el fascismo, había sido inicialmente

respetada por Giúdici16. Sin embargo, tras su posterior disenso con el

Partido Socialista, Giúdici criticaría esa postura, resaltando las

derivaciones fascistizantes a las que –a su juicio- la falta de rigurosidad

dialéctica podía conducir.

De esta forma, el autor del libro Hitler conquista América

condenaría –por lo que consideraba una falta de rigurosidad analítica-

tanto al socialismo de inspiración justista, como a los trabajos del

anarquista italiano Luce Fabri, autor del libro Camisas Negras, por

sostener, “sin quererlo, una posición francamente liberal, y

culturalmente, el pensamiento fascista”17.

Sin embargo, el caso de Giúdici, quien solía recalcar a menudo su

propia persistencia, precocidad y coherencia analítica frente al peligro

fascista en Argentina, sirve paradójicamente de ejemplo para demostrar

lo atados que podían quedar ciertos aportes a la lucha antifascista -por

más rigurosos que buscaran ser- con otras cuestiones políticas e

ideológicas, de imprevisible surgimiento en el despliegue de la

contienda internacional.

En 1940, ya adscrito al comunismo, luego de su antigua

participación en el socialismo obrero, Giúdici publicaría una frase

reveladora: “hay que ver y apreciar que, muchas veces, detrás de esa

15 Ver Bisso, Andrés, “Los socialistas argentinos y la apelación antifascista (1938-1943)” en Camarero, Hernán y Carlos Miguel Herrera (comp.), El Partido Socialista en la Argentina, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp. 321-341.16 Como cuando en 1933 decía: “No discutamos mucho, para distanciarnos luego cada vez más. Pongámonos de acuerdo en la acción inmediata (...) ¿Coincidimos en abatir al fascismo para que no tome cuerpo y se arraigue firme y sólidamente? Bien. Estrechemos filas, entonces, aunque sólo sea para marchar del brazo juntos y juntos castigar al insolente fascismo que surge”. Documento Nº 87.17 Giúdici, “El pensamiento fascista en la cultura”, p. s/n.

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Page 8: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

ideología fascista late un anhelo de masas, que por ser de masas poco

importa que sea fascista o no”18.

Esta definición parece cambiar -por completo- la forma en que el

autor había encarado la cuestión previamente, cuando advertía que la

tarea principal era “ilustrar, (...) enseñar a todos, especialmente a las

clases humildes, sobre el peligro fascista”19. En solamente 7 años, la

misma concepción del fascismo como forma política del capitalismo era

capaz de sugerir estrategias de actuación política extremadamente

diferentes en relación con los sectores populares.

La nueva posición frente al fascismo, que en 1984 era evocada

retrospectivamente por el autor como un aporte pionero para la teoría

de la liberación nacional 20, sólo era pasible de ser explicada -en 1940,

el año de primera edición del libro- en el marco del reposicionamiento

que el Partido Comunista argentino había estado obligado a efectuar

ante la firma del Pacto de no agresión germano-soviético del 23 de

agosto de 1939.

La pretendida precisión terminológica del análisis de Giúdici, al

transformar –en tan poco tiempo- sus dictámenes acerca de cómo

pensar y tratar al fascismo, no hacía entonces más que resaltar la

aparente imposibilidad de transitar caminos separados de la gran

convulsión ideológica internacional en que solían verse atrapados los

actores políticos locales y que los llevaba, a menudo, hacia

posicionamientos que suponían, en palabras de Borges, “la extinción o

la abolición de todos los procesos intelectuales”21.

La misma sensación de esquematismo sería advertida por Oliverio

Girondo en un notable artículo, escrito como el de Borges en época de

18 Giúdici, Ernesto, Imperialismo inglés y liberación nacional, Buenos Aires, Problemas, 1940, p. 10.19 Documento Nº 87.20 En el prólogo a la edición de 1984, Giúdici diría que desde 1935, había descubierto “un país real en una ‘nación formal’ y pens(aba) entonces en cómo debía construirse una nación verdadera”. Imperialismo inglés y liberación nacional, Buenos Aires, CEAL, 1984, p. 8. 21 Documento Nº 149.

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Page 9: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

guerra mundial, en el que señalaba que “hoy, más que nunca, el lector

se halla dispuesto a comprender, únicamente, lo que pueda agradarle o

le convenga”. El tono de recriminación ortodoxamente aliadófilo con el

que Adolfo Mitre censuraría esas palabras, parecen ratificar la

sensación inicial del poeta22.

Tanto en las variaciones interpretativas de Giúdici, como en los

debates entre Girondo y Mitre, se daba una tensión subyacente en la

prédica antifascista que se producía por los intentos de presentar

unificada bajo una posición granítica y una coherencia atemporal, a una

multiplicidad de grupos y personas que diferían, no sólo en importantes

aspectos políticos e ideológicos, sino también en la forma de definir e

identificar a ese enemigo en común –el fascismo- contra el que se

buscaba luchar.

Sin embargo, y a pesar de las dificultades en su construcción, los

aportes constantes por constituir una apelación antifascista argentina

conformarían una tradición cultural capaz de mutar con el transcurso

del tiempo y esparcirse, flexible y potentemente, tanto para definir el

ropaje del enemigo al que se buscaba atacar como para conferir a los

grupos unidos heterogéneamente bajo esa apelación, cierto enfoque en

común con el que comulgar.

De esta manera, y aunque definido inicialmente a través de su

mismo nombre, con el prefijo negativo de “Anti-”, el antifascismo

argentino fue conformando también cierta identidad positiva, que pese

a su imprecisión, sería utilizada a menudo como fundamento de un

discurso unificador.

Esto no significa que el debate acerca del acuerdo mínimo sobre

el que podía congregarse el antifascismo estuviera cancelado. Todo lo

contrario, y aunque a menudo se expresaran de manera poco explícita,

las diferencias sobre este punto eran constantes entre los diferentes

22 El debate íntegro entre Girondo y Mitre figura en el documento Nº 142..

9

Page 10: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

grupos que pretendían participar, de una manera u otra, en el

movimiento antifascista, en su prensa y en sus organizaciones.

Algunos sectores enrolados en el catolicismo llegaban a censurar

–incluso- el acento en el carácter meramente antagónico de la lucha

que se emprendía bajo la prédica antifascista y subrayaban lo que

consideraban las características positivas de un nucleamiento de tal

magnitud.

Esto puede observarse en relación con la editorial fundacional del

semanario Antinazi, que al poner el acento en la condición antagónica

de la empresa que llevaba a cabo23, obligaba a la escritora católica

Eugenia Silveyra de Oyuela a realizar una serie de consideraciones por

las cuales se entendiese su aceptación a participar en la revista,

haciendo señalar que:

“A pesar de las reiteradas declaraciones de la señora de Oyuela sobre

que el católico no debe adoptar la posición negativa de ‘ANTI’, por ser el

catolicismo una posición constructiva, la escritora ha aceptado colaborar en

ANTINAZI, en mérito de presentarse este periódico con un programa de

acción positiva cristiana, ‘por una Argentina libre y democrática’”24.

A pesar de la notable pirueta discursiva –afín a otras cabriolas

ideológicas ya realizadas por la autora25, Silveyra de Oyuela no se

equivocaba tanto al resaltar esas tres facetas del antifascismo local que

recuperaba y que ella pretendía, como no podía ser de otra manera,

23 La editorial señalaba: “Quien desee compartir estas semanales fiestas del espíritu, habrá de mostrar un título inequívoco de antinazi, y no, de meramente no nazi. El que, sospechoso de nazismo, se limite a contestar: ‘yo no soy nazi, sino tal o cual cosa’, y elude el uso del definidor prefijo (es decir, “Anti”. A. B.), merece la sospecha”. Documento Nº 27. 24 Antinazi, año 1, Nº 1, 22 de febrero de 1945, p. 5.25 Eugenia Silveyra de Oyuela, activa participante en movimientos aliadófilos argentinos (algunos que enviaban sus mayores contribuciones de guerra a Rusia, como la Junta de la Victoria), había sido, sin embargo, en los años de la Guerra Civil Española, una igualmente ferviente postuladora de la necesidad de la victoria del General Franco y aclamadora de los discursos de su considerado émulo local, el gobernador Manuel Fresco. Ver, para la mención de un artículo en este último sentido: Zanatta, Loris, Del estado liberal a la nación católica, Buenos Aires, UNQ, 1997, pp. 200.

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Page 11: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

esencialmente cristianas: la argentinista, la liberal (forma en que

Antinazi expresaba la libertad) y la democrática.

Somos conscientes que nosotros también hacemos aquí una

relectura particular de este discurso –sobre todo en el aspecto liberal,

con el que incluso los católicos argentinos más democráticos habían

demostrado no cuadrar del todo-, pero la posibilidad de entender de esa

manera, por parte de un lector de la época, la tríada mencionada por

Silveyra de Oyuela, era no sólo bastante elevada, sino la más factible de

todas.

Y es que, a pesar de no lograr nunca la pretendida homogeneidad,

el antifascismo será reconocido principalmente –y en especial desde el

estallido de la Segunda Guerra Mundial- como un pilar más dentro del

movimiento general de defensa de la tradición histórica argentina y las

instituciones democráticas que llevaban a cabo los opositores al fraude

y la dictadura. En ese esquema, y sin exagerar mucho sus alcances, la

tríada concebida por Silveyra, era lo que a menudo definía más

expresivamente al antifascismo local y la que más adeptos congregaba.

Estos apuntes iniciales han buscado identificar –provisoriamente-

el complejo marco ideológico, político, social y cultural del que se

hicieron eco la prensa y las organizaciones antifascistas, cuyos

documentos hemos seleccionado.

En la advertencia de dicha complejidad y multiplicidad, esta

selección ha pretendido rescatar un número extenso de documentos

producidos por ese difuso –aunque reconocible- movimiento de opinión.

Hemos privilegiado la presentación de un panorama general -lo más

representativo posible- de las respuestas que dio este movimiento

político-social a la notable convulsión ideológica operada en los años

que lo acompañaron.

No obstante, cabe advertir la presencia de otros documentos –

algo más anómalos- que han sido incorporados por su capacidad de

aportar matices al cuadro interpretativo general que ha venido

11

Page 12: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

desarrollándose acerca de esta época. La suma de fuentes

bibliográficas concluye así, un muestrario surtido de las formas que

tomó la lucha antifascista y de la multiplicidad de causas que supo

reclamar como propias.

Para la tarea emprendida, hemos intentado mostrar, a través de

la combinación de ejes temáticos y cronológicos, las principales

transformaciones y permanencias existentes en el movimiento

antifascista. El arco histórico recorrido cubre, desde las iniciales

repercusiones negativas –producidas en la comunidad italiana

argentina- por el ascenso de Mussolini al poder, hasta el ocaso

definitivo del antifascismo como apelación política de uso nacional,

detectable a partir de la derrota de la Unión Democrática.

Confiamos en que, a través de las lecturas aquí recogidas, el

juicioso lector pueda descifrar la respuesta acerca de los móviles que

llevaron a la prolífica difusión y particular confección de ese armazón

polimorfo de ideas y prácticas que se llamó el antifascismo argentino y

a comprender la razón de la exitosa permanencia –en el imaginario

ideológico y político- de algunos de sus principales y más usados

estandartes discursivos.

Por nuestra parte desarrollaremos, a continuación, la lectura del

fenómeno antifascista argentino que nos ha guiado en la elección de los

textos.

Para mejor progreso de esta presentación, la hemos estructurado

de forma afín a los apartados en los que hemos dividido los documentos

presentados. Ello no será obstáculo para introducir, en comentarios

sobre determinada sección, la mención a documentos situados en otra.

La estricta taxonomía es imposible en la constante interrelación

temática y cronológica que se advierte en los textos escogidos y

creemos que ello es para el análisis una muestra de riqueza, más que

de mendicidad.

12

Page 13: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

1) En el inicio, el Manifiesto.

Los manifiestos, declaraciones, cartas de presentación y

editoriales fundacionales, junto con otras formas de exposición inicial

de intenciones y objetivos que figuran en la primera sección de este

libro documental, conforman un buen punto de vista para mirar el

deber ser que las diferentes agrupaciones y medios de prensa

antifascistas se fueron imponiendo a lo largo de su historia, desde los

primeros años de la década del veinte, al arrullo del antifascismo de

origen italiano, hasta los últimos alegatos pro-aliados de los sectores

democráticos argentinos, que habían sabido hacer ya, del antifascismo,

un eficiente lugar de apelación, un eficaz motor de movilización y un

efectivo punto de ubicación político-ideológica interna.

Estos verdaderos documentos de identidad del antifascismo

argentino no son sólo útiles en tanto partidas de nacimiento de las más

importantes agrupaciones antifascistas (o de cumpleaños –en los casos

en los que falta la inicial partida26), sino también como materia prima

que alimentaría las posteriores versiones laudatorias, presentes en las

memorias de los participantes del movimiento y en los de cierta

historiografía posterior, que analizaron al movimiento, casi

exclusivamente, desde el mirador que la lectura literal de sus actas

fundacionales otorgaba27.

Dichos acercamientos históricos iniciales, al acompañar el

carácter prescriptivo e idealista de la producción originaria antifascista,

26 Es el caso de la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (A. I .A. P. E), que pareciera carecer de una declaración fundacional unívoca, y cuyo antecedente inicial es el “Mensaje a los intelectuales de Latinoamérica” de Aníbal Ponce, cuya versión íntegra se juzga perdida por el encargado de sus Obras Completas y antiguo secretario de la comisión directiva de la organización (Héctor Agosti), aunque extractos de ella pueden consultarse en el Documento Nº 7 de la presente selección. 27 En un trabajo que mixtura las memorias personales del autor con un trabajo de referencia historiográfica, se retrata a las agrupaciones antifascistas, por sus fines declarados de “denunciar y combatir el fascismo infiltrado en el país y sus instituciones”. Rocca, Carlos José, Juan B. Justo y su entorno, Buenos Aires, Editorial Universitaria de La Plata, 1998, p. 159.

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Page 14: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

no tendían a captar ni la historia concreta de las prácticas ni la tensión

entre los múltiples discursos circulantes del antifascismo argentino,

sino que partían, para analizarlo, de los mismos presupuestos que ese

movimiento consideró indiscutibles, es decir, la unidad granítica

originaria frente al fascismo –también él, monolítico- y la preeminencia

de la intención heroica y sacrificada de combatirlo, por sobre cualquier

divergencia accidental de intereses e identidades.

El aspecto heroico del antifascismo argentino, prestado de la

práctica europea y reproducido en la Argentina inicialmente por la

colectividad italiana en su denuncia del asesinato de Giacomo Matteoti,

fue indudablemente el pilar inicial en donde se fundamentó esa visión

romántica. Tomando en referencia ese “pensamiento puro y rebelde a la

memoria luminosa de quien supo morir heroicamente reafirmando

hasta el último aliento, su fe ardiente en el triunfo total de la libertad y

de la justicia”28, resulta comprensible que el antifascismo se

identificara, inicialmente, con una fe militante e intransigente.

La creciente radicalización ideológica, mundial y nacional,

llevaría a que ciertos sectores expresaran en términos más violentos los

alcances de su adscripción a la causa antifascista. Es así, que en los

Estatutos del Frente Único Popular Argentino Antiguerrero y

Antifascista, se explicite que “sus miembros sabrán defenderse

individual y colectivamente con toda la violencia que sea menester,

contra cualquier ataque directo y violento del fascismo” y denunciar

como fascista ante el Comité Barrial, a toda persona sospechosa de tal,

incluyendo –si fuera el caso- al vecino de enfrente29.

Con estas propuestas, y otras más moderadas, los antifascistas

estaban convencidos, al fundar las nuevas organizaciones que los

congregaban, de “haber respondido a las exigencias de un momento

histórico”30 que se juzgaba determinante para el futuro de la

28 Documento Nº 1.29 Documento Nº 3.30 Documento Nº 9.

14

Page 15: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

humanidad y, por consiguiente, del país. Como podrá advertirse, los

manifiestos recogidos abundan en la certeza de la necesidad de la

movilización activa.

La referencia a la urgencia de la hora era el alegato principal

para justificar la necesidad de constitución de las diferentes

organizaciones antifascistas, como lo expresaba uno de los manifiestos

aquí recogidos: “en el fascismo está, dentro y fuera de Italia, el peligro

más inmediato que hay que combatir con redoblada energía, dado el

retroceso social que implica y la inminente ruptura de la paz”31.

La urgencia por atender las sucesivas tareas que deparaba la

tormenta del mundo, era repetida, también, para justificar el tono

político que adquiría cualquier expresión de pretensiones intelectuales,

aunque fuese proferida –incluso- desde una revista principalmente

dedicada a la literatura y el arte. Como puede leerse en la editorial de

la revista cultural De Mar a Mar, integrada mayormente por argentinos

y republicanos españoles32, la lucha ideológica debía ser privilegiada,

aunque ella pudiera interferir en la tarea artística individual:

“hoy tienen las horas una categoría tal de fecha decisiva que requieren

del literato o del investigador o del artista una contribución moral tan

apremiante que no siempre puede conciliarse con el ritmo de su obra

específica”33.

Nada parecía, por otra parte, más comprensible que esa actitud,

para aquellos refugiados republicanos que habían sido obligados a

dejar sus tierras y ante quienes, en un mismo tono de urgencia, en ese

“instante crucial en el que se juegan los destinos de la humanidad

31 Documento Nº 4. 32 Lorenzo Varela y Arturo Serrano Plaja eran sus secretarios de redacción y entre sus colaboradores figuraban los españoles Rafael Alberti, Alejandro Casona y los hermanos Eduardo y Rafael Dieste; los argentinos Eduardo Mallea, José Luis Romero, Renata Donghi Halperin y Horacio Butler; el brasileño Newton Freitas; el mexicano Octavio Paz y el italiano Atilio Rossi. 33 Documento Nº 24.

15

Page 16: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

entera”, apelaba el llamamiento de la revista Timón, dirigida por Diego

Abad de Santillán y Carlos de Baráibar34.

Con la creciente interacción entre las comunidades étnicas y los

sectores democráticos locales, la idea de la unidad de la lucha a

encarar se haría cada vez más patente. En las concepciones más

generalizadas, se instaba a señalar la necesidad de comprender que

ambos grupos –extranjeros y nativos- tendían por igual a la defensa de

la libertad35; mientras que en otras menos recorridas –como la del

italiano Nicolás Cilla- se pronosticaba la utilidad de la lucha antifascista

como medio de absorción de las comunidades en el crisol argentino36.

A los manifiestos y estatutos se le sucedían una serie de prácticas

políticas concretas que intentaban conservar la fidelidad al texto

fundacional, a pesar de las transformaciones sufridas en el transcurso

del tiempo en el cambiante clima político-ideológico. Y si bien no

siempre era posible mantener el tono heroico y olímpico de los

manifiestos, las diversas actividades y discursos llevados a cabo no

resultaban, para quienes los realizaban, del todo incompatibles con los

ideales generales enunciados.

En su carácter de iniciadores de la movilización o de

amplificadores de la propuesta ya comenzada, la vastedad de las

proclamas y demás documentos que aquí figuran, sirven para desmentir

una popularizada imagen de pasividad social en una Argentina

virtualmente nazificada.

Por el contrario –y en tanto la imagen de la nazificación era no

sólo la inspiradora de la creación de varios proyectos antifascistas, sino

34 Documento Nº 12.35 Como expresaba el Comité De Gaulle al señalar la necesidad de “agrupar en torno de nosotros a todos los amigos de la libertad que son también los de Francia, los de nuestra Francia, de la Inmortal... Y por de pronto, a nuestros amigos argentinos”. Documento Nº 15. 36 En el caso de la comunidad italiana, Cilla decía: “El fascismo, cuna de un nuevo y peligroso imperialismo, desearía explotar a los italianos residentes en la República, conseguir sus contribuciones en dinero para fines fascistas, atrasar y evitar su absorción en la gran familia argentina, e inculcar en sus hijos ideas fascistas y lealtad al fascismo”. Documento Nº 17.

16

Page 17: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

también una resultante de la repercusión exitosa que tenía la alerta que

ellos expresaban- el amplio eco y respuesta que tenía cada una de las

iniciativas resalta la extensión de la desafección de numerosos

ciudadanos frente a los fascistas (“quien quiera que ellos sean”, como

rezaba uno de los manifiestos37).

La adhesión de amplios grupos y de gran parte de la dirigencia

política e intelectual –cuyos nombres pueden rastrearse a través de las

firmas presentadas en varios de los documentos seleccionados- muestra

la influencia y repercusión que el discurso antifascista argentino tenía

en la sociedad y en la política locales.

En ese sentido, la capacidad de convocatoria del manifiesto “En

defensa de nuestra soberanía”38, aparecido en Argentina Libre y

firmado por unos pocos notables, que logrará presentarse una semana

después en La Nación y La Vanguardia bajo la aprobación de más de

3000 suscriptores, desatando la rápida popularización de la agrupación

Acción Argentina y una interminable marea de actos y afiliaciones de

escala nacional, muestra no sólo la capacidad de representatividad

social de los impulsores de la convocatoria, sino también la no hostil

recepción de las ideas antifascistas39.

A medida que el movimiento antifascista se acercaba a los años

cuarenta, veía redoblada su imagen de prestigio y convocatoria, con la

misma rapidez con que perdía sus aristas más radicalizadas. Esta

moderación en los propósitos, justificada con la necesidad de mantener

una consistencia policlasista, no suponía sin embargo una igual

moderación en el tono de acusaciones y denuncias contra los gobiernos,

sectores e individuos a los que se consideraba facilitadores de la obra

de fascistización.

37 Documento Nº 3.38 Documento Nº 14.39 Bisso, Andrés, Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial, Buenos Aires, Prometeo, 2005.

17

Page 18: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Una muestra de este curioso clima de convivencia de moderación

ideológica con altisonancia discursiva que generaban los mítines

antifascistas fue expresada a través de la participación del ex

embajador en Londres, Tomás Le Bretón, en un mitin de Acción

Argentina, acusando a “una justicia dormida para los grandes

delincuentes y demasiado avisada y dispuesta para los que se

preocupan de devolver al país a su cauce normal”40.

Esta altisonancia en una persona respetable como Le Bretón sólo

podía ser justificada bajo una prédica de denuncia patriótica y cívica,

que en su capacidad de renovar y hacer tentadora la movilización

social, principalmente luego del golpe uriburista de septiembre de

1930, sirviese de contrapartida a la sucesión de dictaduras y gobiernos

fraudulentos que marcarían toda la década del treinta y la mitad de la

del cuarenta.

Este generalizado tono acusatorio se complementaba, en varias

proclamas, con la necesidad de despojarse de cualquier interés político

o sectorial, en aras de la consecuente adscripción al ideal antifascista.

El manifiesto de Acción Argentina resulta uno de los más notables, al

señalar que la situación de Segunda Guerra Mundial y de amenaza que

ella significaba, imponía

“el momento de elevarse por sobre las divergencias que esas

definiciones implican, dejar de lado momentáneamente los compromisos de

partido y unirse para sostener ciertos principios elementales, cuya vigencia

ha constituido hasta ahora nuestra razón de ser como nación”41.

Frente a la Guerra Mundial, la misión antifascista predicaría una

cruzada cívica y patriótica con la que nadie parecía poder discrepar,

salvo que estuviera abiertamente a favor de la invasión nazifascista del

país o quisiera beneficiarse sectariamente. A partir de esa visión se iría

40 Citado en Fitte y Sánchez Zinny, Génesis de un sentimiento democrático, p. 388.41 Documento Nº 14. Cursivas mías.

18

Page 19: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

labrando un discurso que gustaba caracterizar a los sucesivos

gobiernos (exceptuando el breve interregno orticista) como proyectos

de poder desligados de la voluntad popular.

A diferencia de las noticias provenientes del exterior sobre la

nazificación en Argentina, los grupos antifascistas locales deseaban

demostrar constantemente (tanto en el país como en el exterior) que el

pueblo argentino era en su mayoría antifascista y que sólo por la

curiosa instalación en el gobierno de unos pocos traidores a ese

sentimiento, se llevaban a cabo políticas neutralistas y cómplices con

los fascismos42.

Sin embargo, en ocasiones la referida altisonancia del tono de

denuncia y alerta dramática que a menudo se empleaba, asimilaba a los

dirigentes antifascistas a incomprendidos predicadores en el desierto,

cuya insularidad parecía confirmar una generalizada fascistización del

país y hacía decir al socialista Mario Bravo:

“nosotros somos una Alemania hitlerista en pequeño (...) aquí hay un

pequeño campo de concentración, más chico, es natural, que los de Alemania.

Son los calabozos de la Sección Especial contra el Comunismo”43.

Esto mostraba la dificultad discursiva que a menudo tenían estos

grupos que basaban la movilización en la denuncia de las actividades

antiargentinas de cuño totalitario, pero que de ninguna manera podían

señalar que este sentimiento estaba extendido en las masas que

pretendían movilizar. Esa ambivalencia, solía expresarse en una

discursividad levemente paranoica, que sería acrecentada por el

estallido de la guerra y que indudablemente no afectaba únicamente a

42 Como señalaba Nicolás Repetto a periodistas estadounidenses: “nuestro pueblo no tiene nada contra el pueblo americano y que si pudiera votar libremente otra habría sido la actitud del gobierno argentino en política exterior”. Repetto, Nicolás, Impresiones de los Estados Unidos, Buenos Aires, La Vanguardia, 1943, p. 58.43 Bravo, Mario, “La lucha contra el racismo es el aspecto de una lucha político-social universal”, en AAVV, El pueblo contra la invasión nazi, Buenos Aires, CCRA, 1938, pp. 51-52.

19

Page 20: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

los grupos antifascistas, sino, en mayor o menor medida, a toda la

sociedad.

Los llamamientos efectuados combinaban un espíritu de

movilización parabélica –exteriorizado en la creación de brigadas

juveniles o femeninas- con el fomento de cotidianas actividades cívicas,

más atentas a mostrar la existencia de una comunidad particular de

intereses que no exigiera los sacrificios de la guerra verdadera. Quizás

sólo de esa manera son explicables las tareas asignadas a la mujeres

que deseaban participar en la Defensa Civil femenina que incluían,

además de los populares cursos de primeros auxilios, la asistencia a

clases de historia argentina44.

Pero la realización de estas actividades menos peligrosas que las

que parecían llevar a cabo la mayoría de los militantes antifascistas

europeos, sobre todo durante la movilización bélica, no evitaba que la

radicalización discursiva operase en los términos similares a los dados

en ultramar.

En ese sentido, desde la internacionalización del fascismo con el

ascenso de Hitler al poder, los diversos grupos antifascistas

subrayarían la imposibilidad de medias tintas. La polarización

ideológica se había consumado y aparecía como natural la división ya

invocada en el manifiesto de los estudiantes antifascistas de 1930 en el

que se aseguraba: “No hay términos medios: se está con el fascismo o

contra él. Toda posición ambigua sólo es en definitiva, un refuerzo de la

dictadura”45.

Más allá de esa polarización, la presentación cronológica de los

manifiestos puede mostrar asimismo la variabilidad de los argumentos

sobre la necesidad de estructurar un frente antifascista. Estas

mutaciones discursivas servían para canalizar otro tipo de inquietudes,

que a primera vista podían aparecer diferentes a las del combate del

44 Documento Nº 23.45 Documento Nº 2.

20

Page 21: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

fascismo, pero que se justificaban siempre y cuando pudiera canalizarse

retóricamente bajo ese motivo.

Así, el antifascismo lograba, al identificar al fascismo en diversos

formatos, labrarse una perdurabilidad casi infinita. Si como decía el

escritor Aníbal Ponce, el fascismo era “la guerra, el terror y la miseria

(…) la cultura estrangulada, la universidad convertida en un cuartel, la

inteligencia envilecida y muda”46, entonces las posibilidades de

combatirlo y representarlo se ampliaban espacial y geográficamente, de

una manera geométrica.

Porque si bien el antifascismo surgió nominalmente como una

oposición al fascismo, su construcción como movimiento político no

podía construirse constantemente desde la oposición exacta de la

deriva política del que se presentaba como su enemigo eterno.

Lo que se construía teóricamente como un opuesto constante al

fascismo era un discurso que no se correspondía textualmente con la

realidad de las prácticas cotidianas a la que el antifascismo argentino

se enfrentaba en sus luchas locales. Esto sucedía porque el movimiento

antifascista recorría caminos propios que no tenían que ver

necesariamente con los del fascismo, aunque discursivamente se

tuvieran que justificar en oposición a él.

Mientras tanto, simultáneamente con la movilización local, cada

uno de los sucesos internacionales confirmaba a los antifascistas la

urgencia de su combate. Así, la invasión a Etiopía, la explosión de la

Guerra española, el Anschluss, la invasión a los Sudetes, los Pactos de

Munich y germano-soviético y la invasión a Polonia, habían sido sólo los

principales hechos dentro del proceso general de renovación de la

carrera belicista.

En cada uno de esos difíciles momentos, se analizaba no sólo la

situación de las naciones afectadas, sino la suerte de los fundamentos

46 Ponce, Aníbal, “Condiciones para la Universidad libre”, en AAVV, 1998-1918 La reforma Universitaria, Buenos Aires, La página, 1998, p. 49.

21

Page 22: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

básicos del mundo en que se vivía, lo que, por otra parte, no podía dejar

de afectar a nuestro país. Bajo esa sensación, los grupos de apoyo a la

República española aseguraban que “en los actuales momentos el

pueblo español lucha por su libertad. El resultado de esta lucha

orientará la marcha del mundo por vías decisivas”47.

La interrelación de sucesos era aún más evidente para los

miembros del Comité Contra el Racismo y el Antisemitismo, que

señalaban que lo que afectaba a Europa, repercutía en América, ya que

“nuestra civilización americana se ha desenvuelto siguiendo el ritmo de

la civilización europea”48, y que el recrudecimiento del antisemitismo

en Argentina, no podía deberse sino al éxito que las teorías totalitarias

tenían en algunos países europeos y que repercutía en el nuestro.

La fortaleza y dramatismo de la prédica de los manifiestos y

demás proclamas antifascistas se renovaban con cada nuevo suceso

internacional o nacional que conmoviera la conciencia de los grupos

democráticos crecientemente movilizados frente a los procesos de

deformación o cancelación del proceso electoral. La necesidad de

fundación de nuevas iniciativas amparadas bajo el objetivo antifascista

se reactivaba constantemente, manteniéndose incluso en los mismos

estertores de la guerra mundial, como lo demuestran las editoriales

fundacionales de los periódicos Antinazi y El Patriota, órganos de

prensa antifascistas fundados pocos meses antes de la definitiva

rendición alemana49.

Junto con los manifiestos inaugurales pueden recogerse otros

ecos más cotidianos, relacionados con los inicios de las agrupaciones y

periódicos antifascistas, a través de las presentaciones menos atentas a

la apelación militante y más abiertas a la dinámica heterogénea de la

movilización concreta.

47 Documento Nº 8. 48 Documento Nº 9.49 Documentos Nº 27 y 28.

22

Page 23: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

En estas producciones puede el lector deleitarse, por ejemplo, con

la precisión de las instrucciones de Nicolás Cilla acerca de cómo se

podía colaborar financieramente con su diario y en las que no se

olvidaba resaltar que hasta el más mínimo aporte de cinco centavos

resultaba provechoso50. O con los reportajes particularmente

minimalistas de presentación de agrupaciones –hechos casualmente por

tres mujeres, Núñez, Ratto de Sadovsky y Piquet51- en los que resalta de

forma particular la tensión entre la pregonada popularidad de las

organizaciones y la preeminencia del carácter marcadamente notable

de su dirigencia.

En estos relatos podemos ver cómo Adriana Piquet cuenta, entre

divertida, sorprendida y orgullosa, la anécdota en la que un joven más

bien morocho, adherente al Comité De Gaulle, se dirigió a ella -

confundiéndola con una extranjera- hablándole en un francés que

Piquet juzgaría de “pronunciación deplorable”52. En un tono, más

solemne, la dirigente de la Junta de la Victoria, Cora Ratto de Sadovski,

no dudará en resaltar el hecho que en la convención de su agrupación

hubiera, entre tantas damas notables y de origen profesional, hasta

“una analfabeta”53.

Más allá del uso de este tono coloquial para presentar a las

agrupaciones o de las diferencial intensidad dramática con que se

expresaba la tarea a llevar a cabo, a todos los textos los reúne una

misma pasión, que aunque en ocasiones centraba su eficacia en la

remisión a la continuidad histórica54, en todos se muestra transida -de

50 Documento Nº 17.51 Documentos Nº 16, 22 y 26.52 Documento Nº 16. 53 Documento Nº 22. La Junta de la Victoria surgió el 13 de septiembre de 1941 y constituyó la más reconocida expresión del antifascismo femenino organizado. Su presidenta era Ana Rosa Schlieper de Martínez Guerrero y sus dirigentes más destacadas eran, entre otras, Cora Ratto de Sadovsky, Matilde Porta Echagüe de Molinas, María Teresa Obarrio de Pinedo, Margot Portela Cantilo de Parker, María Rosa Oliver, Silvina Ocampo de Bioy Casares, Norah Borges de De Torre y María Carmen de Aráoz Alfaro. 54 Ver Documento Nº 13.

23

Page 24: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

manera ubicua- por la necesidad de expresar una voluntad fundacional,

un “clarinetazo anunciador de la necesidad de una fe, un entusiasmo,

algo nuevo”55.

Con esa voluntad innovadora en el campo de la política nacional,

el antifascismo resultaba tentador como fuente de identificación,

movilización y apelación de vastos sectores nacionales, aunque

sostuviera en parte –o precisamente por eso- valores de circulación

social ya reconocidos y aceptados.

2) Las múltiples caras del antifascismo

Más allá de la heterogeneidad interpretativa que provocó el

fenómeno antifascista y de la pluralidad de intereses temáticos que su

prensa fue absorbiendo, es menester remitirse primero a las dos

principales y más efectivas formas por las que se produjo la efectiva

movilización antifascista argentina: la lucha contra el fascismo criollo y

contra la amenaza nazifascista.

El poder de convocatoria y movilización de estas ideas, centrado

inicialmente en la conexión internacional y en el atractivo que suponía

la existencia de complots misteriosos y velados de dominación

extranjera, se fortaleció a partir del aura heroica que proporcionaba su

militancia, frente al empantanamiento de las prácticas políticas que

generaba el fraude y el estado de sitio.

Finalmente, su conversión en puntales contra la dictadura militar,

las convirtió en armas de resistencias, capaces de unificar de forma

relativamente eficaz a la oposición democrática hasta la aparición del

último ejemplo de fascista criollo identificado por ellas: el coronel

Perón.

El antifascismo frente al variable fascismo criollo

55 Expresión de Delio Cantimori en Los historia y los historiadores, Barcelona, Península, 1985, p. 184.

24

Page 25: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Como hemos señalado, la construcción de la imagen del fascismo

criollo fue uno de los referentes de unificación de la prédica

antifascista. Su mención sirvió para condenar constantemente a los

nacionalistas, quienes como grupo político, resultaban ser los más

enconados enemigos del movimiento.

Sin embargo, en el proceso de construcción de la imagen del

cómplice nativo de los regímenes totalitarios, los individuos concretos –

incluyendo presidentes y gobernadores- acusados como promotores del

fascismo local, mutarían a través del tiempo.

Inicialmente, concentrada la disputa en la colectividad italiana, la

referencia a un fascismo criollo fue muy esporádica y expresamente

metafórica. Aunque en los primeros años de la década del veinte podían

encontrarse en los diarios antifascistas de lengua italiana, algunas

referencias al fascismo comparativas con la historia argentina, éstas

eran utilizadas para desacreditar a Mussolini y no para intentar hacer

alguna posible mención a la existencia concreta de un fascismo criollo

dispuesto a tomar el poder.

A través de las investigaciones de la historiadora María Victoria

Grillo, hemos podemos rastrear, en un suplemento de L´Italia del

Popolo, una comparación sistemática entre el ex gobernador

bonaerense, Juan Manuel de Rosas, y el jefe de Estado italiano, Benito

Mussolini, realizada por el militante antifascista Enrico Pierini, en la

que incluso se señalaba que había que esperar al “Urquiza italiano” que

terminara con la dictadura fascista en Italia56.

Sin embargo, en este caso, puede verse, como señala Grillo, que

el uso de estas comparaciones tendía a ocupar fines principalmente

didácticos. Los redactores del diario se servían de la comparación entre

Rosas y Mussolini para establecer un lenguaje que los hijos argentinos

de italianos pudieran comprender. Es así como funcionaba, al

56 Documento Nº 36.

25

Page 26: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

compararlo con Rosas, tirano oficial de la Argentina, el

desmerecimiento para con Mussolini57.

Por otro lado, según hemos podido indagar nosotros mismos, a

través de la lectura de otras páginas de L´Italia del Popolo, dicha

comparación entre rosismo y fascismo sería cuestionada inicialmente

en los sectores argentinos, sobre todo en uno que –como Crítica- se

convertiría a posteriori en uno de los más vehementes explotadores de

la prédica antifascista. Frente a la comparación hecha por Pierini,

Crítica la deploraba de esta manera: “El simple parentesco espiritual

que pudieran tener uno y otro, considerados como tiranos, no basta

para autorizar este extraño acoplamiento”58.

De esa forma, la mención conjunta del fascismo y la política

nacional permaneció en ese estado larvado y alegórico durante la casi

totalidad de la década del veinte. Sin embargo, y aunque lentamente, la

imagen del fascismo como tema de discusión se iría volviendo parte del

repertorio común de las referencias políticas de los argentinos.

La construcción de la imagen del fascismo criollo sería, en ese

marco, uno de los más notables aportes del movimiento antifascista

argentino a las estrategias de movilización política y social en la

Argentina de los años de fraude y dictadura militar.

A partir de los años treinta la prédica antifascista comenzaría a

ser vista, crecientemente, como un discurso asimilable a la realidad

argentina y útil para denostar a los grupos locales enemigos. Se

produciría el afianzamiento de la imagen del fascista criollo, cómplice

del fascismo de allende los mares, reproducida constantemente en

innumerables artículos de prensa y discursos.

57 Grillo, María Victoria, El antifascismo en la prensa italiana en Argentina: el caso del periódico L’Italia del Popolo (1922-1925), pp. 13-14. Trabajo presentado el 6 de octubre de 2000 en el seminario “Fin de siglo y entreguerras”, coordinado por Lilia Ana Bertoni y Luis Alberto Romero.58 L´Italia del Popolo, 22 de septiembre de 1922, p. 2.

26

Page 27: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

En esta construcción, el Partido Comunista tendrá un papel

seminal, a través de su iniciativa política, de expresar una cercanía,

casi identificatoria, entre el fascismo y el yrigoyenismo.

El mote de fascista criollo sobre Yrigoyen se producirá en los

últimos años de su segundo gobierno, y comenzará sosteniendo la

multiplicidad de puntos de contacto entre el fascismo e yrigoyenismo59

para condenar finalmente la orientación del yrigoyenismo “hacia la

dictadura nacional-fascista”60, justamente una semana antes del golpe

uriburista.

A pesar de contar inicialmente con el respaldo de los partidos

políticos enemistados con el yrigoyenismo, el prestigio del uriburismo

entre los sectores democráticos se desvanecerá de forma fulminante. Ya

en diciembre de 1930, los grupos estudiantiles más radicalizados no

dudaron, frente a un conflicto que les atañía, en recurrir al concepto de

fascista criollo para acusar al gobierno de ser una dictadura clerical-

fascista61. La maleabilidad de la apelación empezaba a permitir ese tipo

de construcciones semánticas que parecían hacer la definición más

precisa y certera.

Paralelamente, algunos defensores del yrigoyenismo señalaban,

como podemos ver en el texto de Ugarte62, que las fuerzas armadas que

habían derrocado al gobierno radical se inspiraban en una “ideología

fascista”, tanto menos loable por ser, además, producto de la

inspiración elitista.

Esa única mención de Ugarte en un texto de diatriba contra el

uriburismo, resulta más relevante que las prolíficas menciones previas

de los comunistas, ya que anuncia la entrada de la imagen del fascista

criollo en otros y más amplios sectores de la política nacional, que

59 Documento Nº 29. 60 Citado en Vargas, Otto, El marxismo y la revolución argentina, Buenos Aires, Ágora, 1999, tomo II, p. 543.61 Documento Nº 2.62 Documento Nº 30.

27

Page 28: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

incluso podrían rehuir –en principio- a estas categorizaciones de

exportación.

Más allá de que Uriburu no creyese del todo conveniente

fomentar el prestigio de la prédica fascista en Argentina, por lo que él

juzgaba su falta de carácter nacional, la fractura de la política mundial

en dos campos de disputa paralelos, expresados en las polarizaciones

fascismo-antifascismo y comunismo-anticomunismo, parecía

desarrollarse con fuerza en el país y alcanzar las coordenadas políticas

locales.

Adicionalmente, y ante esta situación dual, Uriburu no colaboraba

demasiado para evitar que se lo identificara con uno de los dos campos,

cuando gustaba advertir que “si tuviéramos que decidir forzosamente

entre el fascismo italiano y el comunismo ruso y vergonzante de los

partidos de izquierda, la elección no sería dudosa”63.

El episodio dictatorial llegaría relativamente rápidamente a su fin,

no sin antes preparar el camino del fraude electoral siguiente. Las

consecuencias que la dictadura había tenido no dejaban de ser

resaltadas por Roberto Mariani, quien señalaba: “Si en vez de Uriburu

tomaba el poder un Mussolini, estábamos fritos todos los habitantes del

país; y se hubieran liquidado tantas ideas liberales, avanzadas,

izquierdistas”64.

Esa sospecha que Mariani explicitaba, en vez de mostrar

inoportuna la imagen de fascista criollo, no hacía más que descubrir los

temores crecientes que surgían en los sectores izquierdistas acerca de

la posibilidad de la fascistización. No era acerca de la torpeza de

Uriburu de lo que pretendía hablar centralmente Mariani, sino más

bien de la debilidad que el sistema político argentino mostraba frente a

experimentos dictatoriales que, en su heterodoxia, podrían desembocar

finalmente en una imitación del fascismo.

63 Citado en Rock, David, La Argentina Autoritaria, Buenos Aires, Ariel, 1993, p. 108.64 Mariani, Roberto, “Las enseñanzas de la dictadura”, año 10, Nº 243, 30 de abril de 1932, página sin numerar.

28

Page 29: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Este temor se iba a volver perceptible, a partir de la herencia que

el uriburismo dejaría en las innumerables agrupaciones nacionalistas

congregadas bajo la memoria del general, muchas atentas al desarrollo

del experimento italiano65. Cada agrupación tenía un líder y eso

facilitaría que, posteriormente, Giúdici pudiera identificar directamente

con nombres personales a las diferentes facciones del fascismo criollo

que permitían, a su vez, la penetración nazi en el país66.

Luego de culminado el proyecto uriburista, se presentaría de

manera más constante, a todo un grupo que se diría su heredero, aquél

identificado con el movimiento nacionalista, como el más enconado

enemigo de los antifascistas y, por consiguiente, como matriz de los

sucesivos fascismos criollos.

Frente a los nacionalistas, y para que el antifascismo no fuese

entendido como un mero producto de la exportación de ideas europeas

al país, era necesario demostrar precisamente lo contrario: que el

antifascismo era el antídoto nacional contra un fascismo foráneo que

pretendía infiltrarse en el país67.

Más concretamente, se remarcaba la conexión de ese

nacionalismo con el nazismo, estableciendo la complicidad y

financiamiento de la embajada alemana en el desarrollo y difusión de

dichas ideas en el país. Bajo esas premisas resultaba, para los

antifascistas argentinos, “en vano que los nazionalistas se indignen si

optamos por abreviar el apelativo llamándolos simplemente ‘nazis’”68.

Es que a los nacionalistas no sólo se los acusaba de remitir su

ideología a totalitarismos ajenos al sentir autóctono, sino también de

reivindicar junto con esas formas exóticas, lo que se consideraba lo

peor del pasado argentino y que era identificado con el rosismo y el

caudillismo. Era otra forma, utilizada por demócratas y antifascistas

65 Ver: Finchelstein, Federico, Fascismo, liturgia e imaginario. El mito del general Uriburu y la Argentina nacionalista, Buenos Aires, FCE, 2002.66 Ver Documento Nº 53. 67 Ver Documento Nº 34. 68 Documento Nº 35.

29

Page 30: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

argentinos, de separar a los nacionalistas de la tradición histórica

patria, al concebir como lo hacía Adolfo Mitre que: “la República

Argentina está contra Rosas, y quienes están con él están contra la

República Argentina”69.

Las interpretaciones, valorando el rol de Rosas, principalmente en

la defensa nacional, eran vistas como intentos de conectar la historia

argentina con la realidad de las nuevas dictaduras totalitarias. Es por

esa razón que Américo Ghioldi señalaba: “hay entre nosotros personas

conspiradoras (...) son restauradores disfrazados de fascistas y otras

veces fascistas disfrazados de restauradores”70.

Como habíamos visto, la inicial entrada de la figura de Rosas en la

prédica antifascista se había dado de forma marginal a la política local,

con la identificación hecha por los redactores de L´Italia del Popolo. Sin

embargo, las posteriores comparaciones realizadas entre esa figura y el

fascismo, tenderían a incluir sobre todo a los grupos revisionistas

históricos como pro-fascistas, realizando una inversión del objeto

incriminado.

En esta reversión del objeto calificador (en la que ahora,

Mussolini al ser comparado con los revisionistas, calificará

negativamente a éstos) comenzaron a jugar los antifascistas argentinos,

quienes no sólo actualizaron la comparación, sino que además

agregaron paulatinamente a ese entramado discursivo otros nombres,

haciéndolos participar de una misma comunión fascista-rosista.

La comunión negativa de las principales figuras aborrecidas por

el antifascismo argentino era ratificada por Antonio Gallo, quien

señalaba que el culto a Rosas era una “política para introducir de

contrabando el totalitarismo germano” y que no podía ser sino él, la

única figura del pasado argentino que podían reclamar nacionalistas y

69 Mitre, Adolfo, “Juan Manuel de Rosas o la literatura de guerra”, Argentina Libre, año 2, nº 67, 19 de junio de 1941, p. 9.70 La Vanguardia, 24 de mayo de 1941, p. 1. Cursivas en el original.

30

Page 31: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

fascistas71. De esta manera, todo el movimiento revisionista argentino

era, en la mirada de Salazar Altamira, el obediente respaldo a “la orden

que están cumpliendo ahora los agentes del propaganda nazi en

nuestro país (...) de profanar la memoria de los próceres argentinos”72.

La extendida repulsión a rever la conceptualización sobre figuras

ya anatemizadas por el canon liberal histórico argentino, no dejaría de

plantear ciertos debates al interior del movimiento antifascista, con

respecto a figuras del caudillismo, a las que algunos buscaban separar

de la imagen negativa que significaba el rosismo.

Así, frente a los intentos de Saúl Taborda por reivindicar la figura

de Facundo Quiroga como caudillo democrático73, le seguirá la

respuesta de Diego Novillo Quiroga, quien advertía sobre el uso que esa

figura significaba en la retórica nacionalista y fascista y se preguntaba:

“¿no se ha ‘enterado’ (Taborda) de que hay entre nosotros una

quinta columna socavando los pilares de la argentinidad y que echa

mano de cualquier artimaña, así sea la de utilizar el nombre de

Facundo?”74.

Mientras tanto y afín al juego de coincidencias históricas ya

creado, la figura política que resultaría más estrechamente ligada a la

contaminación y a la influencia del fascismo en el sistema político

argentino, sería otro gobernador bonaerense: Manuel Fresco. Primero,

en su calidad de representante del fraude patriótico conservador, y

luego como líder nacionalista.

A partir de allí, el estigma del fresquismo podía ser trasladado a

toda la dirigencia conservadora en el poder, la que al realizar

especiales recepciones a los embajadores y funcionarios italianos o

71 Documento Nº 38.72 Documento Nº 37.73 Documento Nº 39a. 74 Documento Nº 39b.

31

Page 32: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

contestando desde una disyuntiva entre fraude patriótico o comunismo,

dividía aguas tan tajantemente como se hacía desde el otro sector.

Tras la creciente polarización ideológica, definitivamente activada

a mediados de los treinta, el presidente Agustín P. Justo –quien había

intentado diferenciarse de los sectores nacionalistas y que no

simpatizaba con la Italia de Mussolini- también sufrirá la definición de

fascista, en una estrategia más claramente electoral y política que

ideológica, por parte de los diferentes sectores antifascistas y

democráticos. La acusación de fascista a un presidente, acuñada por los

comunistas, dejaba de parecer trasnochada y cada vez más sectores se

plegaban a dicha práctica.

Esta definición del general Justo como fascista criollo sería

ampliada por dos sucesos: la neutralidad argentina en la Guerra Civil

española y la continuidad de la represión emprendida contra diversos

sectores políticos y sociales de izquierda.

En el primer caso, la imagen del Justo fascista como cómplice de

la rebelión franquista estaba anudada a la estrategia de una oposición

que bregaba por la restauración democrática frente a un régimen

fraudulento. En ese sentido, los socialistas condenaban la neutralidad

que el gobierno conservador de Justo demostraba en torno al conflicto

español, al considerarla una demostración velada de “fobia

antirrepublicana en los asuntos españoles”75 y, por ende, una muestra

más del carácter antidemocrático del gobierno.

En el segundo caso, eran los anarquistas y comunistas los más

dedicados a remarcar que “el pueblo tiene la certidumbre de que el

gobierno de Justo lo entrega al fascismo”76, resaltando los aspectos

represivos del gobierno, al que equiparaban, por el uso de la violencia y

por sus prácticas antipopulares, con las dictaduras nazifascistas.

75 La Vanguardia, 8 de octubre de 1936, p. 1. 76 Documento Nº 31.

32

Page 33: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

El sucesor de Justo en la presidencia, elegido también por la vía

del fraude, fue Roberto M. Ortiz. A diferencia de su predecesor y de

varios de los miembros de la Concordancia, Ortiz no sería acusado de

encarnar el fascismo criollo. Su fuerte aliadofilia y su intento de

retomar el camino de la normalidad democrática lo hacían un político

difícil para ser enmarcado en esa definición77.

Por otro lado, fue este presidente quien llevó a cabo la

intervención de la provincia de Buenos Aires, despojando a Fresco de

su cargo de gobernador y evitando el fraude preparado para asegurar

la continuidad del fresquismo en la provincia.

Este hecho que fue aplaudido por los sectores democráticos, dejó

-sin embargo- a la confluencia antifascista sin un enemigo encumbrado

y con la sensación de que al ser combatido el fraude podría pensarse

que las posibilidades de fascistización del país, contra las cuales

luchaban estos grupos, habían sido eliminadas y se podía desvanecer la

justificación misma de la lucha antifascista. A tal punto estaban

conectados los dos sucesos, fraude y fascistización, que la ausencia de

uno parecía estar relacionado con la imposibilidad del otro.

En ese panorama, la misión de Ortiz que parecía preparar el fin

del fraude, hacía correr peligro de desmoronar la capacidad de

movilización de la apelación antifascista en la que confiaban los

partidos opositores que no estaban plegados del todo al proyecto

encarado por el presidente antipersonalista. En efecto, Ortiz confiaba

en restablecer la democracia formal, pero pensaba hacerlo bajo una

confluencia que no seguía del todo las perspectivas de la unidad

antifascista que había venido fraguándose desde la recepción de la

política de Frentes Populares78.

77 Documento Nº 32.78 La falta de definición política clara de Ortiz, que algunos demócratas percibían similar al juego político de Agustín Justo, se muestra en los versos de tapa de Caras y Caretas que decían del entonces presidente: “Por no disgustar a nadie, hoy se encuentra en este estado. Quiso ser de todo un poco y no es carne ni pescado”. Caras y caretas, año 42, Nº 2123, 17 de junio de 1939.

33

Page 34: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

De allí que el cauto apoyo dado por los partidos democráticos a la

gestión de Ortiz, se complementaba, en esos mismos grupos, con un

recrudecimiento de la idea de penetración nazi basada en agentes

enemigos y ya no en la imagen de un gobierno cómplice. En el marco de

esta campaña de denuncia se creía ante todo en la buena voluntad del

presidente Ortiz, pero se resaltaba constantemente que debían

recrudecerse las investigaciones. La presión directa que ejercían los

antifascistas sobre el Ejecutivo en tiempos de Justo, había sido

transformada –en tiempos de su sucesor- por llamados de atención que

involucraban al gobierno con tiros por elevación.

La enfermedad de Ortiz, que canceló el proceso de normalización

democrática, proveyó a la campaña antifascista de un nuevo enemigo

de primer nivel, con el encumbramiento del vicepresidente y

conservador catamarqueño, Ramón S. Castillo, a las tareas de la

primera magistratura, inicialmente en forma interina y luego, de forma

definitiva con la renuncia y muerte de Ortiz79.

La figura de Castillo encarnó la unión de fascistas de adentro y de

afuera en la imaginación de los antifascistas, ya que sumando fraude y

neutralidad cómplice, Castillo era representado como el tipo de

enemigo con el que no había contactos posibles y frente al que nada se

podía negociar. Esta imagen sería muy útil para activar populosas

movilizaciones contra el fraude, muchas de las cuales serían prohibidas,

reactivando la combatividad que los grupos antifascistas y

democráticos habían perdido durante el interregno orticista.

Oponiéndose al fraude reactivado por Castillo, el antifascismo

funcionaba como fortalecedor de las instituciones y neutralizador de las

conspiraciones del Eje durante la guerra. El diputado nacional

Alejandro Maino señalaba que “con el fraude electoral, y la violencia

79 En su enfermedad, Ortiz se había vuelto la imagen del prohombre del antinazismo y el antifraude, para convertirse, luego de su muerte, en una figura mártir de la democracia y la libertad, situada a la altura de la de Roque Saenz Peña. Ver: Palacios, Alfredo, El pueblo argentino ha perdido un hombre pero ha conquistado una bandera, Buenos Aires, Ateneo Esteban Echeverría, 1942.

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Page 35: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

sobre el pueblo soberano, sólo la cobardía del pueblo se produce; y ya

vemos cómo en Europa proceden los pueblos esclavos”80.

Así, bajo la denuncia de la patria amenazada se procuraba

mostrar al antifascismo ligado a la defensa de las instituciones más

tradicionales de la Argentina. Si el fraude permanecía, se corría el

riesgo de debilitar la patria, tal como lo habían sufrido Francia y otros

países europeos.

En ese esquema, Castillo era el principal acusado por permitir, no

sólo el desarrollo del fraude, sino por imponer, además, el Estado de

sitio, valiéndose –con intenciones contrapuestas a las de los

antifascistas- de la idea de amenaza que la Segunda Guerra Mundial

significaba para el continente, a partir del ingreso de los Estados

Unidos en la misma, para desmovilizar las concentraciones opositoras.

Entretanto, Castillo será acusado de fomentar la acción de los

grupos nacionalistas (entre ellos, los liderados por Fresco, bautizado

ahora “el Duce de Haedo”) y de dejar prosperar la prédica de la

propaganda totalitaria, con el sólo objetivo de cumplir sus afanes

reeleccionistas81. La dificultad de Castillo para encontrar socios dentro

de su propio partido que, más allá del nacionalismo, pudieran

sostenerlo eficazmente, produciría su caída.

En ese marco de cada vez más duros ataques a Castillo, el golpe

del 4 de junio de 1943, liderado por el general Pedro Pablo Ramírez,

será recibido como un bálsamo por la mayoría antifascista –

exceptuando a los comunistas.

A poco de instaurado el gobierno, la filial sanjuanina de Acción

Argentina señalaba al presidente Ramírez, la necesidad “de restituir a

la Nación, al imperio de la constitución, al goce de sus instituciones

republicanas y a la decencia administrativa “82. Eso se traducía, en

términos más directos, en un pedido de rápido retorno la vuelta a

80 AA. VV., El presidente Ortiz y el Senado de la Nación, p. 51.81 Ver el Documento Nº 33.82 Documento Nº 40 a.

35

Page 36: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

elecciones libres y en un acercamiento al esfuerzo de guerra

panamericano, a través de la ruptura de relaciones con el Eje. Este

pedido, en expresiones un poco menos confiadas, lo reproducía también

la AIAPE83.

Sin embargo, la ilusión que había despertado el golpe del 4 de

junio se disolverá para los antifascistas de forma dolorosa y tajante. A

aquellos que creían en la posibilidad de la ruptura de relaciones con el

Eje, los militares los sorprenderían de manera nada grata, al clausurar,

el 11 de julio de ese año, las entidades de ayuda a los aliados.

Las agrupaciones responderían indignadas ante lo que

consideraban una arbitrariedad, sobre todo en casos como el de “la

acción de la Junta de la Victoria que se ha realizado al margen y por

encima de toda actividad política”84. Aunque era comprensible que sus

participantes no creyeran que estuvieran haciendo política, la

significación interna de toda acción relacionada con la guerra no podía

más que perturbar al reciente gobierno militar.

En octubre de ese año, el gobierno respondía duramente un

manifiesto de intelectuales y políticos argentinos que volvía a reclamar

la ruptura de relaciones, ahora en términos menos corteses que los que

habían despertado las iniciales esperanzas85.

La respuesta del gobierno será declarar cesantes a los profesores

de la Universidad que lo habían firmado. A esas medidas, se agregarían

la disolución de todos los partidos políticos, producida el 31 de

diciembre de 1943. Mientras tanto, la ruptura de relaciones prometida

por el ministro de Relaciones Exteriores, Segundo Storni, no se

efectivizaba, impacientando tanto a los sectores antifascistas locales

como a los miembros del Departamento de Estado norteamericano.

Frente a esta situación de creciente represión y continuado

neutralismo, los demócratas incorporaron las nuevas apelaciones

83 Documento Nº 40 b.84 Documento Nº 41. 85 Documento Nº 42.

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Page 37: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

movilizadoras circulantes en la madurez de la Guerra Mundial e

identificaron sus esfuerzos con el rótulo de Resistencia Civil argentina,

emulando la combatividad y clandestinidad de los partisanos

franceses86 y rememorando la heroicidad de las generaciones

patricias87.

Esta inflexible oposición civil popularizaría, junto con la acusación

de fascista criollo para militares o nacionalistas, la de colaboracionista

o Quisling para aquellos que participaran de una u otra forma en

conversaciones con los militares o admitieran cargos en el gobierno.

Ángel Borlenghi, el antiguo militante socialista y signatario del

mencionado manifiesto de Octubre del ‘43, fue una de las tantas

víctimas de esa acusación88.

Todo el año de 1944 resultó ser muy difícil para la llamada

Resistencia argentina, a pesar de las constantes victorias aliadas. Al

finalizar el año, el antiguo secretario de Acción Argentina, Alejandro

Ceballos, diría “no han desaparecido totalmente los negros nubarrones

del cielo argentino, a pesar de estar ya disipándose en otros cielos por

el soplo de la civilización democrática”89.

Sin embargo, estas dificultades parecían templar el ánimo del

conglomerado antifascista y democrático. A mediados de 1944, quedó

organizada la llamada Junta de Exiliados con sede en Montevideo90. El

86 Como señala Halperín Donghi: “La resistencia argentina quiso incluirse en la vasta saga antifascista que abarcaba todo el mundo; de ella tomó los mitos, desde Juana de Arco hasta los soldados de Valmy y los defensores de Madrid, y tomó también la táctica: una presión continua y despiadada contra un enemigo con el cual no era posible imaginar acuerdos”. Halperín Donghi, Tulio, “Del fascismo al peronismo”, Argentina en el callejón, Buenos Aires, Ariel, 1995, p. 37.87 Ver nuestro artículo: “La recepción de la tradición liberal por parte del antifascismo argentino”. EIAL, Vol. XII, Nº 2, julio-diciembre de 2001, pp. 85-113.88 Documento Nº 43.89 Ceballos, Alejandro, “Enseñanzas de la guerra”, Argentina Libre, año 5, Nº 158, 7 de diciembre de 1944, p. 3.90 La Junta de Exiliados congregaba a dos sectores políticos de la Resistencia. Por un lado, el de Asociación de Mayo, integrado por Alfredo Palacios, José Gabriel, David Tieffenberg, Nicolás Repetto, Luciano Molinas, Guillermo Korn, Santiago Nudelman, Esteban Rondanina y Gumersindo Sayago. Por el otro, el de Patria Libre, compuesto por Rodolfo Aráoz Alfaro, Julio González Iramain, Julio Noble, Rodolfo Ghioldi, Enrique Cantón, Gregorio Topolewski, Rodolfo Moreno, José Aguirre Cámara y Agustín

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Page 38: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

clima de endurecimiento frente al gobierno y la condena a una ruptura

de relaciones que se creía fingida, dominaban el ambiente de esos años

entre los demócratas.

Pasado el turbulento año de 1944 que había significado un gran

descenso del nivel de poder de maniobra de la oposición, 1945 fue el

año del despertar. El socialista Juan Antonio Solari definía, de esta

forma, los nuevos tiempos:

“1945 señala una jornada honrosa y por momentos gloriosa, para la

democracia argentina (…) La inmensa mayoría del pueblo mantúvose en su

acción de resistencia civil y exteriorizó, en todas las ocasiones, su repudio al

régimen posesionado del gobierno”91.

En efecto, luego de grandes presiones ejercidas sobre el régimen

militar y ante la perspectiva de democratización abierta en el

continente a partir del fin de la guerra, el gobierno militar cumplía dos

de los grandes sueños de la llamada Resistencia argentina: la

declaración de guerra al Eje, cumplimentada el 27 de marzo de ese año,

y el comienzo de las tratativas para la apertura electoral.

Estas iniciativas militares en vez de calmar los ánimos de una

oposición endurecida, sólo sirvieron para asegurar en la mente de los

demócratas y antifascistas la necesidad de una táctica de a todo o nada,

en la cual no se permitía ninguna relación ni negociación con el

gobierno y en la cual se predecían grandes castigos para los

gobernantes militares92.

La vuelta de las agrupaciones antifascistas volvía a incomodar al

gobierno, a través de un discurso que, en su amplitud antinazi, era

leído, en el clima de la Resistencia, como una declaración política más

Rodríguez Araya.91 Documento Nº 47.92 Hablando específicamente de Perón se decía que había que lograr “que la justicia lo deposite permanentemente en el establecimiento de seguridad que le corresponde de acuerdo a sus antecedentes personales”. García, Eduardo Augusto, “Confrontando acontecimientos”, Antinazi, año 1, Nº 39, 22 de noviembre de 1945, p. 2.

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Page 39: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

contra las autoridades. Así, la Junta de la Victoria decía volver para

combatir al “nazismo en todas sus formas, (y a) todo lo que el nazismo,

ya sea declarado o embozado, tiene de obscuro, de retrógrado, de

malsano, de vil y de antihumano”93. Una de esas formas de nazismo no

dichas en el documento, pero ya identificadas por el movimiento

democrático, era el gobierno militar.

En esta estrategia el escritor Ezequiel Martínez Estrada llegó a

definir a la Argentina, como un país ocupado, señalando que

“mientras que el fascismo y el nacionalsocialismo no serán más que un

recuerdo en Alemania, en Europa central e incluso en Italia, ellos continuarán

infectando la vida institucional y cultural de los países hispánicos en la forma

derivada de innumerables especies de raquitismo y anemia moral”94.

A pesar de la declaración de guerra al Eje, los demócratas

seguían mostrando al gobierno como cómplice de Alemania y resultaba

francamente contradictoria la situación de ser un país en guerra que no

podía festejar el triunfo aliado95. La rendición de Japón fue

comprendida en los mismos términos por los antifascistas, pero esta

pudo ser festejada más ampliamente al haberse levantado el Estado de

Sitio.

Para los demócratas, la victoria estadounidense en el mundo

concordaba con las acciones benéficas de sus delegados en nuestro

país. En una comparación, que en ese momento de seguro no era

considerada tan infeliz como podría serlo actualmente, Eugenia

Silveyra de Oyuela asimilaba el resultado político que causaban las

declaraciones de Spruille Braden en Argentina, con el efecto militar

producido por la primera bomba atómica sobre Hiroshima96.93 Documento Nº 44.94 Martínez Estrada, Ezequiel, “L´Argentine, pays ‘occupé’”, La Revue argentine, año 7, nº 33, Octubre de 1945, pp. 46-47. 95 Documento Nº 122. 96 Documento Nº 45. La dureza de las declaraciones de Braden refiriéndose al gobierno militar, puede citarse: “Hay en el continente un gobierno que en rigor de verdad nadie podría llamar otra cosa que fascista y típicamente fascista”. La Prensa,

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Page 40: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

En un clima de festejo internacional y resistencia nacional,

comenzó con mayor fuerza a identificarse al coronel Perón,

vicepresidente de facto, como el verdadero conductor del experimento

militar detrás de Farell. La mención a su figura iría reproduciéndose de

manera cada vez más asidua en la prensa y, luego de los sucesos de

octubre –que significaron su inicial confinamiento y posterior

liberación- se convertirá en el foco principal de identificación con el

fascismo criollo.

Mientras tanto, las conversaciones por enmarcar a la Resistencia

en una propuesta electoral, tomarían la forma de Unión Democrática.

La Universidad parecía llevarse la palma de la combatividad frente al

gobierno militar y representar el sector más representativo de la

confluencia antifascista. Por otro lado, en 1941, ya un eminente

profesor y futuro Premio Nobel decía que “la universidad de(bía) actuar

contra el peligro nazi”97, el que parecía ahora –en 1945- definitivamente

instalado.

Puesta en marcha la campaña electoral, irían apareciendo

cristalizadas en Perón, todas las pústulas y manchas que el antifascismo

argentino había sabido reunir discursivamente, a través de los años,

sobre el caudillismo y el fascismo criollo. Parecía como si ese enemigo

inmemorial al que había que combatir, y al que se venía combatiendo

desde 1810, hubiera encontrado en Perón una corporización casi

perfecta.

Incluso, la movilización del 17 de octubre sería vista por el diario

comunista Orientación, bajo el mismo aspecto, definiendo a los

participantes en la misma, como el

22 de enero de 1946, p. 2. 97 Documento Nº 97.

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Page 41: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

“malevaje peronista que repitiendo escenas dignas de la época de Rosas

y remedando lo ocurrido en los orígenes del fascismo en Alemania e Italia,

demostró lo que era arrojándose contra la población indefensa”98.

Y aunque desgraciadamente para los demócratas, Perón resulto

mucho menos previsible en la realidad política y en los apoyos que supo

suscitar, que lo que permitía pensar ese gran molde naziperonista y

rosista que se le había construido, esa triple identificación gozaría de

una larga vida en el imaginario político nacional.

La definición de Giúdici, que entendía al peronismo como un

“engendro tardío de una larga gestación nazi incubada en la

Argentina”99 y la declaración de los Abogados Democráticos que

enunciaban “una paridad total entre Adolfo Hitler y el candidato

imposible (Perón): identidad en el espíritu, identidad en los métodos,

identidad en los fines e identidad en las reacciones más

espontáneas”100, no son sino dos ejemplos, bastante representativos por

cierto, de una andanada general de identificación y de una literatura de

campaña inagotable que machacaría, de manera incesante durante tres

meses, en el concepto de naziperonismo.

A los dirigentes obreros pasados a las filas peronistas, José Peter

los acusará señalando que “no son ya ni siquiera obreros, son nazis y

como tales enemigos irreconciliables del proletariado mismo. Se han

entregado al naziperonismo y por ello no tienen nada que ver con la

clase obrera”101.

Las culpas del naziperonismo también serán anotadas en el plano

económico, sobre el que Rodolfo Ghioldi diría:

“El ‘naziperonismo’ ha desarmado la defensa económica de la

república, dejándonos desprotegidos en la posguerra. Gracias a las aventuras

98 Citado por Luna, Félix, El 45, Madrid, Hyspamérica, 1984, p. 342.99 Documento Nº 59. 100 Documento Nº 48.101 La Prensa, 9 de diciembre de 1945, p. 9.

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Page 42: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

irresponsables en materia de orientación económica y financiera, y a los

gastos astronómicos en burocracia, armamentismo y electoralismo, la

República afronta condiciones sumamente difíciles”102.

Sin embargo, aunque se sentían seguros de obtener una mayoría

abrumadora103, a través de su estrategia de enmarcar a la Unión

Democrática en la disyuntiva electoral en el eje fascismo-antifascismo,

los demócratas sufrirían la decepción de una derrota.

Luego de la victoria electoral peronista, la comparación entre ese

movimiento y el nazismo no sería cancelada. Pocos días después de

conocido el resultado final, un desconcertado Dardo Cúneo diría:

“Hitler también gana elecciones. Y no por eso deja de ser nazi”104.

En el nuevo clima político iniciado por el peronismo, se daría un

proceso de lenta declinación de la apelación antifascista argentina, ante

la aparición de nuevos ejes de definición política que el ascenso del

peronismo había planteado. La herencia que el antifascismo argentino

había dejado, sólo sería respetada con una fidelidad que rozaba la

obsesión, por parte de los socialistas, quienes la mantendrían intacta

más allá del periodo justicialista105.

Y aunque incluso el intransigentismo radical no evitará la

oportunidad de acusar al peronismo como promotor de la entrada de

nazis al país, ese tipo de notas no pretendían configurarse como eje

central de la estrategia apelativa del sector, sino como un elemento

más de propaganda contra el gobierno106.

Posteriormente, el concepto de fascista ocuparía un lugar más

que marginal en la política nacional y recorrería un camino cada vez 102 La Prensa, 16 de diciembre de 1945, p. 9.103 Como puede verse en el documento Nº 138 en el que Dickmann auguraba un 90% a favor de la candidatura unionista. 104 Documento Nº 50.105 Esto puede verse en el Documento Nº 52, escrito por Américo Ghioldi en 1952 y publicado luego de la caía de Perón. Este mantenimiento de la apelación antifascista, le permitiría reintegrar ese eje bajo el proceso iniciado por la llamada Revolución Libertadora. Sin embargo, la apelación se revelará inútil para re-estructurar la vieja unidad democrática pre-peronista.106 Documento Nº 51.

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Page 43: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

menos claro y más polisémico, usándose más como imprecación

desdibujada que como concepto político de análisis y movilización.

El antifascismo y la defensa de la nación amenazada frente

a los países del Eje

La otra apelación unificadora de la movilización del antifascismo

argentino fue la de la nación amenazada por la potencias fascistas. Esta

apelación sostenía la existencia de una constante amenaza de

dominación externa del país, fomentada por agentes totalitarios que se

encargaban de fomentar la acción de espionaje y sabotaje, a través de

las embajadas y minorías existentes en el país y provenientes de los

países fascistas.

La idea de una subvención externa a la tarea de desprestigio de la

democracia justificaba –en la prédica antifascista- la existencia de

fascistas criollos y grupos internos de subversión. De otra forma

hubiese sido impensable, en un país de tradición democrática cómo

solía recordarse era el nuestro, que esos grupos minoritarios tuvieran

la mínima posibilidad numérica o moral de amenazar a la patria107.

Ya en 1936 y bajo una perspectiva de análisis imperialista, Giúdici

planteaba las posibilidades que surgiera –en Argentina- un gobierno

amparado por la colusión de la oligarquía local y las potencias

fascistas108.

Las posibilidades del dominio fascista en la Argentina se

presentaban en forma variada para los núcleos antifascistas. La

invasión, la penetración, la influencia y otras formas de amenaza y

dominación extranjera eran pregonadas.

107 Sobre todo si creía como Alvear que: “la Argentina no está amenazada ni por el comunismo ni por el fascismo, que son políticamente y socialmente minorías sin significación”. La Vanguardia, 23 de agosto de 1936, p. 1. 108 Documento Nº 53.

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Page 44: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Es indudable que el grueso de las denuncias acerca de la

existencia de esta penetración comenzó entre 1937 y 1938, a partir del

creciente poderío nazi, la participación de fuerzas ítalo-germanas en las

Guerra Civil Española y los procesos de Anschluss y ocupación de los

Sudetes checos por parte de las tropas alemanas.

En los momentos iniciales, las colaboraciones de Ernesto Giúdici

al diario Crítica109 y el artículo de Juan Jorge Menéndez en Claridad110

planteaban que el fascismo italiano constituía una posibilidad de

infiltración tan importante como la del nazismo alemán.

Esta identificación entre penetración imperial nazifascista y

existencia de colonias étnicas italianas y alemanas en el país labraría

uno de los más repetidos puntos de justificación de la existencia de una

amenaza nazifascista, que sería francamente fastidioso para no pocos

miembros de aquellas etnias.

Existía una generalizada prevención de defensa nacional frente a

la minorías étnicas que llegaba –incluso- a envolver en la acusación a

miembros de las más diversas colectividades. En una serie de rumores y

situaciones confusas que se retroalimentaban para causar más temor y

prevención frente al extranjero en general, los territorios nacionales

comenzarían a ser conceptualizados como los focos de mayor

indefensión frente a una posible penetración.

Es el caso de una denuncia, reproducida por el periódico Noticias

Gráficas, contra el ciudadano de origen polaco Estanislao Kolachesky,

poblador de Apóstoles (Misiones), al que se acusaba de haber “izado

una bandera de Polonia en un mástil que hay en la plaza de dicha

localidad” y producir con ello “la alarmante particularidad de coincidir

con la tendencia de otros que están acaparando el comentario

público”111.

109 Muchas de ellas incorporadas en el ya citado libro Hitler conquista América.110 Documento Nº 54. 111 Noticias Gráficas, 6 de abril de 1938, p. 7.

44

Page 45: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

La andanada de denuncias contra actos antiargentinos servía para

fomentar la idea que algunas minorías étnicas estaban formadas, según

lo consideraba el senador nacional Alfredo Palacios, por:

“grupos de extranjeros enquistados, que deliberadamente no quieren

arraigar en esta tierra generosa (y que) conspiran contra nuestra soberanía,

pretendiendo imponer el jus sanguinis para que sus hijos argentinos sigan

siendo extranjeros”112.

Incluso, y aunque no se olvidaban de señalar a los argentinos la

necesidad de hacer una “severa distinción entre los alemanes que

abusan de la hospitalidad argentina y los que acatan respetuosamente

los conceptos y las leyes del país”, la organización de alemanes

antinazis, en su necesidad de participar de la propaganda local,

confirmaban dicha imagen:

“los alemanes son agrupados en organizaciones nacional socialistas,

organizaciones en las que han de convertirse en dóciles instrumentos para los

designios de Hitler. El delirio racista y las pretensiones de dominación

mundial de la Alemania nazi constituyen el punto álgido de esta influencia.

Hasta se ha llegado a comprobar que en un país vecino, el Brasil, las

juventudes y los miembros aptos para la guerra de las organizaciones

nacional socialistas reciben instrucción militar, para en caso de guerra, poder

apoyar activamente los planes de conquista de Hitler contra el país que los

acogió en forma hospitalaria”113.

Fue, precisamente a partir del año 1938, con la ofensiva pre-

bélica alemana en Europa, que la idea de amenaza se centró en la

denuncia de las organizaciones de origen germano. El primer intento de

estructurar de manera sistemática la idea de amenaza nazi con fines de

resonancia parlamentaria, estuvo a cargo de Enrique Dickmann, quien

112 Citado en AA. VV., El presidente Ortiz y el Senado de la Nación, p. 218.113 Documento Nº 11.

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Page 46: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

propondría la realización de una comisión dedicada a combatir la

influencia totalitaria114.

En el análisis de Dickmann, el peligro principal estaba dado por la

infiltración nazi, y no por la del fascismo italiano, ya que

“el italiano inmigrado al país argentino es, en general, individualista y

liberal; es difícil operar con él, es indisciplinado como todo latino; y, además,

los hijos de italianos que nacen en la Argentina, son argentinos sin vuelta de

hoja”115.

Este tipo de esquematizaciones sobre las diferentes

colectividades era común en las opiniones de los legisladores y

funcionaba a menudo en forma de preconceptos legitimadores de cierta

posición política, ideológica o teórica116.

La inicial denuncia de la amenaza nazi difícilmente hubiese

fructificado de la forma en que lo hizo, sino se hubiera desencadenado

la Segunda Guerra Mundial, verdadera popularizadora de la idea. Con

la explosión de una contienda de tipo internacional, que como vimos

podía llegar incluso a las costas rioplatenses, la verosimilitud de la

invasión por parte de una de las potencias beligerantes iría captando la

atención de un público más general que el de la militancia antifascista.

A partir de mayo de 1940, los países neutrales europeos

comenzaban a caer bajo el dominio militar alemán y finalmente la

misma Francia era ocupada, ante la consternación y la sorpresa de los

antifascistas liberales y socialistas, que no podían comprenderlo sino

114 Para ver las exposiciones parlamentarias de Dickmann referentes a ese tema, consultar La infiltración nazifascista en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones Sociales Argentinas, 1939.115 Ídem., pp. 11-12.116 Ver: Bisso, Andrés “Los legisladores argentinos: cuestión étnica y cuestión nacional en torno a la segunda guerra mundial (1939-1943)” en Bermúdez E., Isabel Cristina (Comp.), Poder regional y discurso étnico, Cali, Universidad del Valle (Colombia)- Universidad Pablo de Olavide (España), 2003, pp. 217-244

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Page 47: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

como el triunfo de lo Inverosímil, que había “entrado a formar parte de

la crónica de los sucesos diarios”117.

La rapidez de la Blitzkrieg parecía incluso dar curso a los más

fuertes temores de invasión alemana, que en un principio se

enarbolaban de manera genérica bajo el símbolo de la influencia o la

penetración. En los momentos de mayor dominio del nazismo en

Europa, el diputado Adolfo Lanús, en un libro dedicado a Acción

Argentina, intentaba mostrar los alcances de la disputa mundial en

nuestro país, señalando que “si triunfa Alemania (…) todos los niños del

mundo dejarán de ser niños” y que ante la acción del nazismo “la

República Argentina, por causas extrañas a la voluntad de su pueblo,

presenta en estos momento las características de un campo minado”118.

El tono buscaba producir una conmoción en la conciencia de la

opinión pública que la hiciera partícipe del esfuerzo por derrotar al

nazismo y que procurara hacer creíble la idea que cada esfuerzo por la

defensa institucional y la normalización democrática en Argentina

tendría efectos en el desarrollo de la guerra mundial.

A partir de la expansión nazi, la verosimilitud de la amenaza tuvo

incluso a su servicio la pluma de un natural escéptico como Borges,

quien expondría lo mejor de su talento literario para justificar, a través

de una narración paradojal acerca de la realidad bélica y la ficción

literaria, la validez de los temores suscitados119.

La fortaleza del mito de la amenaza nazi en la Argentina,

indudablemente no surgía de la nada. El derrotero del expansionismo

alemán que retrataba Borges desde las páginas de Sur no dejaba de

sorprender y de mostrar que lo que en principio resultaba inverosímil

para una mente refinada -como parecía ser la idea de la existencia de

un complot alemán para dominar el mundo- resultaba estar cada vez

más ligado a la realidad que a la producción de mala literatura

117 Documento Nº 107. 118 Lanús, Adolfo, Campo Minado, Buenos Aires, Esmeraldo, 1942, p. 7.119 Documento Nº 60.

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Page 48: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

fantástica a la que parecía pertenecer. A quienes dudaban de la lejanía

de nuestro país del centro de operaciones bélicas, un Borges irónico les

señalaba: “siempre las colonias distan de la metrópoli; el Congo Belga

no es lindero de Bélgica”120.

Claramente desligados de esa escritura sutil, los políticos y

publicistas antifascistas recurrían a la reproducción de la idea de

amenaza nazi en trazos más gruesos y con un objetivo diferente que el

que animaba a Borges para superar el estupor inicial y desarrollar, a la

vez, su técnica ensayística. De lo que se trataba, para ellos, era de

dramatizar el llamado de alerta con fines de movilización política y

presión sobre los gobiernos encargados de desterrar el fraude.

Tanto en la versión de “El hitlerismo conspira en todas partes”

como en “Radiografía de la Quintacolumna”121, Guillermo Salazar

Altamira se muestra como el más incansable publicista de la amenaza

nazi desde las páginas de Argentina Libre. Su estilo llano, grueso, de

tintes alarmistas, pero no necesariamente carente de interés, lo volvía

el periodista perfecto para llevar a cabo una campaña de tal tipo.

La idea central que animaba sus innumerables aportes a la causa

antifascista era desmentir cualquier duda que pudiese surgir en torno a

la realidad de los principales alegatos del movimiento. “Vivimos en el

limbo de una conciencia insensata” decía Salazar en uno de los

artículos señalados. Quizás, la necesidad de repetir ese tipo de frases

muestre ciertos límites de recepción para el discurso más alarmista del

antifascismo, que a menudo chocaba con cierto escepticismo

generalizado. Sobre todo, porque en ocasiones, ese discurso de alarma

tendía a ser excesivamente abarcador, como cuando Salazar

identificaba a la Quinta Columna con una serie de elementos tan

variados como “los espectadores de lo malo”, “los inválidos de la

120 Ídem.121 Documento Nº 56 y 59.

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Page 49: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

política”, “la burocracia criolla” o “la deficiente cultura de nuestro

pueblo”.

En el caso de los dirigentes de los partidos identificados con la

causa antifascista, la idea de la amenaza buscaba ser formalizada desde

un organismo oficial que se encargase de investigar y difundir las

denuncias sobre la penetración totalitaria (que no descartaban, en un

inicio, la infiltración comunista122).

Con ese fin, el 20 de junio de 1941, la Cámara de Diputados con

mayoría radical y socialista (gracias a la normalización orticista)

retomaría una idea inicial de Dickmann y aprobaría la creación de una

Comisión parlamentaria de Investigación de Actividades

Antiargentinas123.

La idea de crear una comisión bajo el rótulo de investigadora de

“actividades antiargentinas” mostraba claramente la estrategia de los

diputados demócratas. Su misión, relacionada con la misma defensa

nacional, era demostrar que los nazis estaban complotando en la

Argentina, favorecidos por el clima de indefensión institucional y

constitucional existente que fomentaba el Poder Ejecutivo dirigido por

Castillo.

Los diputados Damonte Taborda y Solari, en su sucesivo carácter

de presidentes de la comisión, fueron los más reconocidos participantes

de esta ofensiva parlamentaria. A través de las diferentes

intervenciones que estos diputados llevaban a cabo, la amenaza

nazifascista se presentaba como “una vasta conspiración para

122 Aunque en sus comienzos, y debido a la división producida en la comunidad antifascista por el pacto Hitler-Stalin, el presidente de la Comisión señalaba que “los comunistas serán interrogados y se tratará de precisar en forma terminante, de una vez, si tienen o no concomitancia con los otros totalitarios”, la casi simultánea invasión de Hitler a Rusia, hizo que la comisión se dedicase exclusivamente a la penetración nazi-fascista. Ver Documento Nº 58.123 La referida Comisión fue integrada inicialmente por: Raúl Damonte Taborda (presidente), Juan Antonio Solari (secretario) y Silvano Santander, Adolfo Lanús, Fernando Prat Gay, José Aguirre Cámara y Guillermo O’ Reilly (vocales). Otros miembros posteriores fueron: Jorge Albarracín Godoy, Luis Carlos Caggiano, Miguel Osorio y Julio A. Vanasco.

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Page 50: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

adueñarse del poder público e imponerle a la nación un sistema

totalitario que los nazis verdaderos aprovecharán para su objetivo de

dominio mundial”124.

En el caso de Solari, el interés primordial se centró en la

penetración nazi del territorio de Misiones, haciéndose eco de una ya

vasta serie de denuncias sobre el accionar de las escuelas alemanas en

el territorio, acerca de las cuales advertía que funcionaban como

“medio de penetración y catequización de la mentalidad nacional y el

espíritu de la infancia argentina”125.

A medida que Solari se interesaba por la situación de Misiones,

iba descubriendo y denunciando la marginación a la que estaban

sometidos los territorios nacionales con respecto a las provincias. A

partir de allí, el diputado realizó varios proyectos que unificaban el celo

antinazi con el mejoramiento de la calidad de vida de los misioneros126.

Ese sería, otro de los inesperados resultados de la prédica antifascista.

La idea de nación amenazada, amplificada por la explosión de la

guerra mundial, supo dar muchos argumentos a la oposición política

para combatir al fraude y la política gubernamental. Sin embargo, su

utilización indiscriminada podía transformarse en un arma de doble filo,

al favorecer a los grupos conservadores en el poder que la

aprovechaban como forma de mantener una estricta vigilancia sobre la

oposición y la movilización políticas.

Con el transcurso del tiempo, esta imagen, nunca del todo

desactivada de sus condiciones de uso político, ingresaría al imaginario

popular sobre la Argentina, siendo hasta nuestros días recurrentemente

retomada, muy a menudo con ánimo polémico o sensacionalista.

Otras formas e interpretaciones del antifascismo argentino.

124 Documento Nº 58. 125 Documento Nº 57.126 Los proyectos fueron publicados en: Solari, Juan Antonio, Problemas de Misiones, Buenos Aires, Acción Argentina, 1940.

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Page 51: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

El antifascismo argentino, además de las principales formas ya

mencionadas de apelación, parece haber trashumado diferentes

tiempos, espacios y medios de movilización. Esta sección pretende

rescatarlos.

¿Cuál es el tiempo del antifascismo? La apelación bifronte

frente al fascismo retardatario.

Hemos hablado previamente de la multiplicidad de enfoques e

interpretaciones que podían anidar en ese amplio espectro ideológico

ocupado por el antifascismo argentino.

La selección de documentos realizada en esta sección trata de

expresar la profundidad de esa multiplicidad y de la lucha larvada por

hegemonizar, en el nivel interpretativo, la visión antifascista. Junto con

ello, esta sección busca recordar los principales puntos de interés

transitados por la prensa antifascista.

Uno de las principales puntos de torsión en el discurso

antifascista estaba dado por la disyuntiva entre tradición y revolución

que intentaba ser coordinada. Como lo definiría Mario Bravo, la

convivencia de apelaciones tradicionalistas y revolucionarias en el

antifascismo, era producto de la necesidad de seguir una causa “que

resulta paradógica (sic) en boca de los miembros de partidos

revolucionarios: debemos salvaguardar las tradiciones y las conquistas

de nuestra cultura y de nuestra historia”127.

Este intento de concordar ideas, a primera vista incompatibles,

surgía de las diferentes orientaciones ideológicas del espectro

antifascista, pero también de la necesidad de responder a las críticas

que desde el nacionalismo y el conservadurismo apuntaban a confundir

127 Bravo, Mario, “La lucha contra el racismo es el aspecto de una lucha político social-universal” en AAVV, El pueblo contra la invasión nazi, p. 54.

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Page 52: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

al movimiento antifascista como un mero caballo troyano de los

comunistas.

Así, frente a contribuciones que parecían corroborar la identidad

final de la lucha del comunismo con la del antifascismo, y que valoraban

los aspectos internacionalistas, revolucionarios, anti-imperialistas y

anticapitalistas de ese proceso128, había otras, que sin renunciar a

expresarse en forma dura contra el fascismo, reclamaban la necesidad

de unir esa lucha a una tarea principalmente preservadora de la

nacionalidad y de defensa de la civilización, la modernidad y las

instituciones democráticas y liberales129. En ese último sentido, el

conservador Reynaldo Pastor señalaba que la cuestión era mantenerse

bajo la tradición actual, y que la mejor manera de luchar contra el

fascismo no era otra que la “de retorno a las costumbres”130.

La convivencia de ambas estrategias discursivas producía lo que

podemos definir como la apelación bifronte del antifascismo argentino.

Esta bifrontalidad, como la del dios Jano, era simultánea, ya que las dos

grandes estructuras apelativas que conjugaba el antifascismo, una

utópica y otra tradicionalista, se encontraban a menudo

entremezcladas, no siendo ninguna de ellas del todo monopolizada por

ningún sector político.

Puede advertirse, entonces, un intento de conjugar la

consideración del fascismo como “forma última que asume la dictadura

en la clase capitalista”, con la apelación institucional y liberal del

antifascismo argentino. En palabras de Rodolfo Aráoz Alfaro:

“nosotros como representantes de la clase trabajadora, constructora de

todo el edificio nacional y que pobló los campos y ciudades, seguimos hoy

estando con Alberdi y con Sarmiento. Y contra Hitler”131.

128 Ver los documento Nº 63, 71 y 72.129 Ver los documentos del Nº 65 al 68 y del Nº 73 al 76. 130 Documento Nº 68.131 Aráoz, Alfaro, Rodolfo, “Decisión y capacidad de organización es necesario para librar la lucha contra el racismo”, en AA. VV., El pueblo contra la invasión nazi, pp. 19-20.

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Page 53: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Fuese como forma de honrar el pasado, reafirmar el presente o

bosquejar un futuro mejor, de lo que se trataba era de desmentir la idea

que el fascismo representara una novedad. Para la gran mayoría de

quienes pretendían combatirlo, el fascismo no era sino una forma

recrudecida del peor pasado que había vivido la humanidad, que

algunos como Moltedo identificaban con la tradición espartana –

otorgando claro está, al antifascismo, la ateniense132- y que otros podían

comparar con la brutalidad asiria133.

En todos los casos, la imagen del fascismo se modelaba en

relación de oposición con lo que los actores antifascistas pensaban que

eran los valores fundamentales de la civilización134. En un esquema de

larguísima duración, algunos consideraban al fascismo como una

continuación del “ideal teocrático de los imperios del Antiguo Oriente,

Egipto, Asiria, Fenicia, Babilonia, Israel, China…con diferencias nimias

de hombres y formas”135 y otros lo comparaban con la Edad Media. De

allí, que el triunfo del fascismo sólo pudiese suponer “quemar la

imprenta, volver al candil y a la mugre”136.

Esta defensa de la modernidad era expresada en forma

militantemente liberal por los socialistas que no olvidaban resaltar que

la imposición de la educación religiosa era un eslabón en la marcha del

“totalitarismo, hacia el que se está arrastrando al pueblo argentino”137 y

significaba la destrucción “de las columnas de aquellas bases para la

estructuración de la Argentina moderna”138.

132 Documento Nº 75.133 Puede verse el artículo de Sebastián F. Pernales, “La antigua Asiria, digna antecesora del Tercer Reich”, Argentina Libre, año 2, Nº 81, 25 de septiembre de 1941, p. 7. 134 Documento Nº 74. 135 Villaroel, Raúl, “Las dos sendas humanas antitéticas”, La Vanguardia, 1º de Mayo de 1943, p.10. 136 Documento Nº 73.137 Documento Nº 69.138 Ídem.

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Page 54: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Dentro de la defensa de esa modernidad, cabía también la

publicación, aunque bastante excepcional, de solicitadas de los

masones en la prensa antifascista, ratificando su apego a la lucha de los

Aliados139, para cierto beneplácito de los nacionalistas integralistas que

confirmaban así los alcances del complot al que se creía sujeta la

Cristiandad a partir del antifascismo, quien por otra parte, no dejaba de

enemistarse crecientemente con la Iglesia, al advertirle la cercanía de

varios sacerdotes, incluso obispos, con “individuos que proclaman en

todos los tonos su militancia nazista”140.

Estos aspectos de la lucha antifascista podían llegar a

comprometer en cierta medida las relaciones internas en el

movimiento, siendo a menudo causa de un debate –dado

preferentemente entre socialistas y católicos- en el que se notaba, a

pesar de la buena voluntad expuesta, cierta incomprensión fundamental

entre ambos sectores, tal lo demuestra el debate entre Arturo Orgaz y

Eugenia Silveyra de Oyuela, en el que el socialista cordobés no podía

entender las actitudes de los fieles católicos ante un episcopado que en

sus actos oficiales nunca demostraba la necesaria “devoción por la

tradición democrática del país”141.

Frente a esos debates, un menos puntilloso Víctor Codovilla,

instaba a que la tarea del antifascista comunista frente a los cristianos

debía ser la de “respetar sus creencias y obrar en forma que ese

sentimiento cristiano se transforme en un factor activo de la lucha

común contra Hitler y los demás agresores del Eje”142.

En todo caso, y más allá de las diferencias, el consenso

antifascista entendía su causa, plegada a diferentes lecturas y capas de

139 Documento Nº 70.140 Documento Nº 83. 141 Documento Nº 81 c. Esto no significa que faltaran en el socialismo intentos de convivencia entre socialistas y cristianos, como lo demuestra el texto de Guillermo Korn: Católicos y socialistas en la Unión Nacional, Buenos Aires, Mirador Argentino, 1945. 142 Documento Nº 82.

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Page 55: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

la historia humana, como una fase más –quizás la última- de una

constante lucha contra las fuerzas de la reacción.

¿Cuál es el lugar del antifascismo? Patriotismo,

nacionalismo, americanismo, internacionalismo y humanitarismo

bajo un mismo referente.

Hemos señalado la constante afirmación del carácter autóctono

de la prédica antifascista argentina, por parte de quienes la

expresaban. Esa posición se justificaba en la intención de desmentir a

los nacionalistas que hostigaban al movimiento, a través de recordarle

su origen europeo, e incluso soviético.

Frente a los ataques, los antifascistas señalaban:

“Tenemos, pues, personalidad nacional y somos dueños de una noble

tradición de democracia y libertad. Nos corresponde afrontar la difícil tarea

de nuestro tiempo con la misma creadora voluntad y la fe en el pueblo de

nuestros mayores”143.

Esta imagen expresada a menudo por los sector liberales, era

ratificada por los socialistas, quienes no sólo permitían ese proceso de

nacionalización creciente del antifascismo argentino, sino que incluso lo

fomentaban, desde hacía algunos años atrás, buscando instalarse

definitivamente fuera de la no deseada imagen internacionalista. Es que

desde el antifascismo, entre otros móviles, el Partido Socialista se

fundía en esa ya adquirida personalidad nacional que Dickmann

certificaba en su artículo acerca de la necesidad de seguir la senda de

los próceres144.

A diferencia de esta postura, otros intelectuales discursivamente

más radicalizados, como Isidro J. Odena, reclamarían la necesidad de

143 Solari, Juan Antonio, “Tenemos personalidad nacional”, Argentina Libre, año 1, nº 23, 8 de agosto de 1940, p. 2.144 Documento Nº 66.

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Page 56: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

“organizar el ejército antifascista mundial para actuar no en una batalla

futura y remota, sino en una contienda actual”145.

Esta propuesta que pretendía transformar los belicosos discursos

antifascistas en una realidad, no era de las más populares entre los

sectores más moderados, pero estaba seguramente bien vista en

aquellos que buscaban hacer convivir dicha prédica con un cariz de

transformación revolucionaria e internacionalista.

Frente a estas ubicaciones entre el país y el mundo, se colocaba

una posición que tendría amplia vigencia en el discurso antifascista y

que subrayaba el aspecto continental de la lucha emprendida: el

americanismo.

Según señalaba Mario Bravo, había sonado definitivamente “la

hora del despertar de América”, y era preciso, sin dejar de dar “gracias

a nuestra vieja nodriza, cuya casa está en llamas (Europa)”,

concentrarse en las posibilidades que la juventud del continente daba

para la realización de un proyecto nuevo de convivencia y armonía146.

Por otro lado, y fuera de puntuales cuestiones de cruda política

internacional, en el discurso espacial del antifascismo, no faltaban

menciones a la humanidad en general. De esa manera, se llegaba a un

antifascismo de tono humanitarista, identificado con el pro-aliadismo

pero menos atado a las posibles derivaciones políticas concretas que

pudiera significar la construcción de una prédica antifascista argentina

algo más coherente.

En estos aportes se buscaba, acusando a Hitler de “monstruo”,

puntualizar aquellas características del nazifascismo que se

consideraban evidentemente negativas y que a su vez se encontraban

desligadas de una posible interpretación a escala interna. De allí,

surgían artículos periodísticos como los de la revista Gedeón,

publicación de interés general -aunque anudada indirectamente al

145 Documento Nº 63.146 Documento Nº 64.

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Page 57: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

proyecto político de Agustín P. Justo- que situaba sus críticas a los

países del Eje en consonancia con el derrotero de las censuras papales

y cristianas contra el neopaganismo147.

La comprensión que ciertos grupos justistas (y el mismo Justo)

hacían del antifascismo difícilmente podía suponer otro tipo de

artículos, ya que su posicionamiento –aunque abiertamente aliadófilo-

debía ser necesariamente difuso en relación con la imposibilidad

ideológica y política que tenía el viejo general del fraude, de compartir

la prédica más radicalizada que portaba la mainstream del movimiento,

sobre todo en lo referente a sus connotaciones antifraudulentas y

anticonservadoras.

¿Cuáles son los medios de propagación del antifascismo?

De la cultura de masas a los círculos cerrados.

El antifascismo supo a través de diferentes medios, movilizar a

vastos sectores de la población y difundirse, aunque de manera no

proporcional, en casi todo el país.

Uno de los medios que más amplificó la propaganda antifascista y

antinazi, fue el cine. A través del rodaje de películas que producían los

estudios norteamericanos en contra del espionaje nazi fue realizada en

Argentina una profunda labor de movilización y difusión.

Las películas que acababan de ser estrenadas en los Estados

Unidos eran proyectadas en salones especialmente alquilados por las

agrupaciones antifascistas argentinas, suscitando el interés general, no

sólo de quienes querían ver documentada la labor de penetración nazi,

sino de un público más extenso que lograba –de esa manera- ver

películas nuevas en forma gratuita.

Tras el rodaje seleccionado, las agrupaciones antifascistas

desarrollaban a menudo una conferencia que ilustraba los aspectos de

147 Documento Nº 62.

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Page 58: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

la penetración nazi en nuestro país y que era encomendada a algún

destacado dirigente democrático. A menudo, luego de la conferencia, se

procedía al debate entre los espectadores.

Sin embargo, el caso más particular e interesante de movilización

a través del cine bélico, lo dio el hecho de la prohibición por parte del

gobierno nacional, del film El gran dictador de Charles Chaplin.

Esta decisión, que también había sido tomada con respecto a

Confesiones de un espía nazi, sería considerada por los antifascistas

argentinos como especialmente “irritante”148. La prohibición del film

produjo masivos traslados en ferry al Uruguay para ver la película,

siendo algunos de estos viajes organizados –incluso- por agrupaciones

antifascistas como Acción Argentina.

Sin embargo, en la concepción de los integrantes del movimiento

antifascista, no siempre era considerada positiva la acción del cine

comercial como difusor de ideología. Un caso lo muestra la repulsa por

la amplia repercusión que tuvo la película “Lo que el viento se llevó”,

considerado un film disolvente para la democracia, que atacaba la

memoria de Lincoln y que significaba “la apología del rancio orgullo de

los aristócratas del Sur (estadounidense)”149.

Esta visión sería corroborada posteriormente en Argentina Libre

por el crítico de cine Alfredo de la Guardia, quien luego de enterarse –

como no podría ser de otro modo para él- que este film era uno de los

favoritos de Hitler, se jactaba de haber advertido ya en 1940 acerca de

su carácter nocivo150.

Junto con la estrategia del cine, la difusión antifascista podía

extenderse también a través de la inserción de notas de divulgación

científica en revistas de interés general. Tal es el caso de la

participación de Gregorio Bermann en la revista De aquí, de allá, en la

148 Documento Nº 78.149 Documento Nº 77. 150 De la Guardia, Alfredo, “Hitler y ‘Lo que el viento se llevó”, Argentina Libre, año 4, Nº 153, 17 de junio de 1943, p. 7.

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Page 59: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

cual el reconocido psicólogo no dudaba en explicar la superioridad rusa

sobre la alemana a través de patrones de teoría de la neurosis.

Así, Bermann diría: “del lado ruso hay una estructura moral y

mental monolítica. Su ejército, no está expuesto como el germano a

frecuentes desequilibrios nerviosos”151. Esta subyacente aliadofilia

basada en explicaciones científicas solía darse sobre todo en revistas de

contenido general, en las cuales buscaban presentarse temas de interés

general, sin hablar de “política” directamente.

Otras formas de ampliar la difusión, aunque en grupos más

selectos, era la aparición de dirigentes antifascistas en revistas de

sociedad. Esto puede rastrearse en el animado artículo aparecido en

Matices sobre la presidenta de la filial platense de la Junta de la

Victoria. Esa misma revista, que solía centrar sus páginas en la revisión

de las reuniones del Jockey Club, no encontraría ningún problema,

luego del golpe de 1943, en dar un pormenorizado y caluroso

seguimiento de la actividad social de las autoridades militares

bonaerenses, las mismas que promoverían la clausura de la agrupación

antifascista mencionada152.

Queda claro, entonces, que todas las formas eran respetadas en la

búsqueda del objetivo central que era el de movilizar y difundir la

prédica antifascista.

3) La evolución temporal de la apelación antifascista

argentina.

151 Documento Nº 79. 152 Documento Nº 80. Es que, por otra parte, la Junta de la Victoria explotaba un ideal de prestigio social que podía verse, no sólo a través de sus propias revistas, que no tenían nada que envidiarle a las revistas de moda de la época, sino también en publicaciones de interés general como la que aquí se señala. En el caso de las revistas propias de la agrupación, podemos ver el anuario de 1942, en el que puede detectarse la ubicación social de sus principales representantes, al ver las fotos de las integrantes de la Junta de la Victoria realizando sus tareas predilectas, entre las que se cuentan la práctica del golf, la ejecución del laúd, la pintura y la lectura del libro La dance aujourd’ hui de André Levinson (Junta de la Victoria, Mujeres en la Ayuda, 1942, pp. 12-13).

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Page 60: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Una historia del antifascismo en la Argentina, más allá de su

previsible relación (concreta e imaginaria) con el fascismo, debe

entenderse a partir de su enmarcamiento en una propuesta política

concreta capaz de crear una identidad que resultara eficaz en conectar,

de una manera tentadora y creíble para sus usuarios, los sucesos

internacionales con la disputa política interna, estableciendo los

términos de posibles alianzas y caracterizando los potenciales

enemigos.

En esta sección intentamos desprendernos de una visión que

resalta las características ahistóricas del antifascismo y que lo expresan

como un mero antídoto de un fascismo ubicuo o como una idea

platónica de estatismo invariable. Consideramos que es necesario

historiar el desarrollo de la prensa y los movimientos antifascistas que

pretendieron encarnar, de diferencial manera, ese ideal.

Indudablemente, el momento inicial de construcción de la prédica

del antifascismo argentino como apelación política de uso interno no

puede señalarse a través de una fecha exacta. Se trata de un lento

proceso a través del cual iría conectándose a la realidad argentina, un

discurso originado transatlánticamente, que luego de cierto tiempo fue

volviéndose pasible de ser utilizado dentro de ella como coordenada de

posicionamiento político.

Para dar cuenta de esta realidad, hemos creído necesario realizar

una distinción analítica inicial, que separa las expresiones de

antifascismo en Argentina, ya conocidas desde el ascenso mussoliniano

al poder en 1922, del desarrollo de una apelación política antifascista

específicamente argentina. Porque si bien desde el mismo momento de

aparición del fascismo en Italia, hay antifascistas italianos en la

Argentina y argentinos que están en contra del fascismo italiano, esto

no significa de por sí que una apelación antifascista argentina estuviera

a disposición para ser operada por grupos políticos nacionales de peso

en la situación local.

60

Page 61: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Una apelación de uso interno va construyéndose lentamente,

hasta volverse parte del sentido común de movilización de ciertos

grupos, y surge como tal a partir de la aceptación de formas conocidas

y avaladas por la experiencia, que luego serían repetidas por aquellos

sectores políticos que buscan reproducir el ciclo de la movilización.

Es por ello que debemos rastrear los orígenes de posibilidad de

una apelación antifascista argentina, para confirmar el proceso diferido

que se da entre el origen de posibilidad de ese discurso y la efectiva

instrumentalización del mismo.

La irrupción del fascismo como un fenómeno particular

dentro de la escena política mundial (1922-1933).

El 28 de octubre de 1922, el fascismo, encabezado por Benito

Mussolini, tomaba el poder en Italia al formar un gobierno de mayoría

propia por encargo del rey Víctor Manuel III, después de la llamada

Marcha sobre Roma. Hacia 1925, luego de salir relativamente airoso

del asesinato del diputado socialista Giacomo Matteoti producido en

junio de 1924, el Duce suprimía los partidos opositores. En diciembre

de 1926 eran redactadas las leyes fascistísimas que abolían las

libertades de reunión y de expresión.

Paralelamente, el movimiento de oposición al régimen dictatorial

instaurado en Italia se conocería con el nombre de “antifascismo”. Los

emigrados italianos comenzarán a llevar la prédica antifascista por los

diferentes países del mundo, preferentemente a Francia, donde cerca

de un millón de disidentes se establecieron, concentrando la mayor

actividad política del movimiento153.

Sin embargo, la inicial exclusividad italiana del fenómeno fascista

hacía que la lucha antifascista no estuviese acompañada de manera

153 Ver Droz, Histoire de l’antifascisme en Europe, 1923-1939, capítulo II: L’antifascisme italien, pp. 25-72.

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Page 62: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

abierta por los sectores democráticos de otros países, quienes la veían

como una causa más amiga que realmente propia.

Ante esta situación, los italianos en Argentina intentarían

demostrar lo contrario y fomentar un apoyo mayor por parte de la

comunidad argentina a su causa. El tono utilizado mostraba la

necesidad de romper la indiferencia local frente al fascismo, quizás

incluso entre los mismos italianos que habían adoptado ya a nuestro

país como el referente principal de interés y para quienes lo sucedido

en Italia podía resultar algo ajeno154.

Parece claro que en la década del veinte, “el fascismo ya

resultaba un anatema para los demócratas de la Argentina”155. Sin

embargo, las causas de la repulsa se fundamentaban sobre todo en

hechos puntuales de conflicto entre la Argentina e Italia, como la

política emigratoria altamente restrictiva que desde 1927 existía en la

Península, o en concepciones generales de disgusto por las

características represivas del gobierno mussoliniano.

Esta parcial indiferencia se sustentaba en el hecho que Italia no

era la única nación dominada por la violencia en esos tumultuosos años

de primera posguerra, en los que la instalación de gobiernos fuertes se

veían como una consecuencia de la amenaza de anarquía social.

A pesar de la retórica inflamada de Mussolini y sus seguidores, el

fascismo todavía no parecía poder ser diferenciado de un modelo

dictatorial y reaccionario típico, definido primordialmente por su

carácter conservador y burgués, como lo señalaba todavía en 1930

Deodoro Roca156, quien lo reputaba incluso como aún menos peligroso

que la autocrática monarquía hispánica.

Asimismo, y sea cual fuere la particularidad de la violencia

italiana, no eran pocos los que auguraban que el fascismo estaba

154 Documento Nº 84.155 Newton, Ronald C., “El fascismo y la colectividad ítalo-argentina, 1922-1945”, Ciclos, año 5, Vol. V, Nº 9, 2º semestre de 1995, p. 16.156 Documento Nº 86.

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Page 63: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

condenado a perecer en forma rápida. El socialista Enrique Dickmann,

a sólo cuatro años del inicio del experimento fascista no dudaba en

pronosticar que:

“el fascismo no cabe más en Italia ni en Europa. El mundo retorna a la

sensatez, al juicio sereno y a los procedimientos normales y constitucionales.

Vuelven a imperar en los países más cultos la democracia y el sufragio

universal”157.

Aunque Italia ya se estaba convirtiendo en una novedad que

según algunos debía ser combatida y según otros debía ser aplaudida

como la anticipadora de un nuevo futuro promisorio, en todos los casos

parecía dudosa la posibilidad de su importación como régimen.

Al permanecer en su insularidad nacional, no parecía existir

todavía la posibilidad de movilizar políticamente, a través del ideal

antifascista, a grandes grupos de demócratas no italianos. El interés del

fenómeno fascista en la Argentina seguía basándose en la curiosidad

que despertaba su líder y en el seguimiento de sucesos originados en el

país donde gran parte de los habitantes locales conservaban sus

raíces158.

La palabra fascista como descalificación, todavía no lograba

prender en una comunidad política argentina que seguía pensando en

el régimen mussoliniano como un intento parcialmente exitoso de

superar la crisis de postguerra.

En ese sentido, muchos políticos llegaban a desacreditar a

aquellos grupos tradicionalistas nativos que se querían valer del

prestigio del fascismo. El discurso del ex presidente del Concejo

Deliberante porteño, Eduardo F. Maglione, sería aplaudido por el

157 Documento Nº 85. 158 En 1927 vivían en la Argentina aproximadamente 1.800.000 italianos, casi el 18% de la población total. Newton, “El fascismo y la colectividad ítalo-argentina, 1922-1945”, Ciclos, pp. 3-4.

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Page 64: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

director del diario fascista en Argentina, Il Mattino d’Italia, porque

fustigaba

“con razones a esos conservadores reaccionarios que deforman el

espíritu del fascismo para servirse de él como un medio para lograr objetivos

políticos y sociales que son la antítesis del pensamiento fascista”159.

Por otro lado, las constantes discrepancias entre grupos de

inmigrantes daban fronteras afuera de la comunidad italiana, cierto aire

de mezquindad o sectarismo a la disputa, sobre todo cuando dentro del

mismo antifascismo emigrado “las primeras manifestaciones de

reacción al movimiento fascista en el poder [tenían] un carácter

episódico y [no existía] entre los exiliados ni unidad de ideas ni de

acción”160.

La dispersión no fortalecía, indudablemente, el uso del

antifascismo como una prédica de interés general en el país. Sin

embargo, inauguraría una tendencia que se volvería común: la de

acusar de fascista a los grupos antifascistas con los cuales no se

concordaba, tal puede verse en las declaraciones de la Alianza

Antifascista Italiana en la Argentina, que aseguraba que el diario

antifascista “L´Italia del Popolo que hasta hoy se había preocupado de

salvar al menos las apariencias, pasa decididamente al campo del

seudo-fascismo burgués”161.

La relativa insularidad de los círculos emigrados antifascistas no

impedía, sin embargo, el comienzo de intentos por unificar una acción

159 Prólogo de Mario Appelius al libro de Maglione, Eduardo F., Fascismo, hitlerismo y comunismo frente a la Democracia Argentina, Buenos Aires, Rosso, 1932, p. 5. El discurso de Maglione tiene, además, la peculiaridad de hablar sobre el nazismo antes de su acceso al poder, y en los mismo términos positivos: “Hitler viene conquistando el sufragio, nuestros graciosos hitleristas quieren suprimirlo” (p. 14). En una estrategia que no volverá a ser utilizada ante el desarrollo de los hechos, Maglione se valía del carácter democrático del hitlerismo y el fascismo para contrarrestar a aquellos que querían suprimir la ley Sáenz Peña. 160 Fanesi, Pietro Rinaldo, “El antifascismo italiano en Argentina (1922-1945)”, EML, año 4, Nº 12, agosto 1989, p. 324.161 La Internacional, 28 de diciembre de 1939, p. 2.

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Page 65: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

antifascista entre emigrados italianos y sectores locales. De ello da

cuenta el convenio entre antifascistas y masones argentinos y

uruguayos, en el cual se mencionaba, incluso, un posible apoyo del

presidente Yrigoyen162.

Estas apariciones algo marginales del fenómeno fascista en el

país se volverían cada vez más copiosas a partir de la radicalización e

internacionalización del fascismo como fenómeno universal, momento

en que el campo ideológico internacional se polarizó perceptiblemente

y en el que las distancias acerca de la consideración del experimento

totalitario se hicieron cada vez más irreductibles.

Los procesos de internacionalización del fascismo y del

antifascismo desencadenaron en el país, un cúmulo de estrategias

políticas que fueron aprovechadas diferencialmente por cada uno de los

actores políticos que presentaron al enemigo local bajo los términos

tentadores de la contienda internacional. Pero para que el fascismo

fuese considerado una posible y peligrosa ideología de importación,

sería necesario un hecho que le diese a su evolución un salto

definitorio.

Y si todavía –en 1932- la C. G. T. para explicar los asesinatos

políticos en Italia se seguía refiriendo al fascismo como un fenómeno

meramente delincuencial y se preguntaba “¿quién es el temerario que

intenta traer un retoño de ese árbol de ignominia a tierras de

América?... ¿Quién se atreverá a vestir aquí la trágica camisa negra,

manchada con la sangre de los apóstoles de la libertad italiana?”163, la

creación –en ese mismo año- del Partido Fascista Argentino parecía

darle la respuesta.

El triunfo del nazismo, ante la sorpresa de los sectores

democráticos y de izquierda, significó el comienzo de un período en el

cual esa pregunta, tan común inicialmente, iría quedando fuera de

162 Fanesi, “El antifascismo italiano en Argentina (1922-1945)”, EML, p. 331.163 Boletín de la Confederación General del Trabajo, año 1, Nº 6, 25 de junio de 1932, p. 3.

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Page 66: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

lugar, ante la multiplicación de admiradores de los sistemas totalitarios

de gobierno y ante la efectividad creciente de la apelación antifascista

que los buscaba desmentir.

Ante la toma de poder del nazismo y en la época de los

Frentes Populares (1933-1936)

En 1933, el ascenso del nazismo al poder hará finalmente del

fascismo un problema de envergadura mundial. Los grupos que

tomaban, aunque más no fuera en forma parcial o en aspectos

puntuales el ejemplo de los países nazi-fascistas, parecían corroborar

con su ímpetu y más allá de las diferencias entre ellos existentes, el

comienzo indeclinable del aparentemente paradójico arraigo

internacional de una ideología ultra nacionalista.

Entre estos sectores, el concejal socialista Julio González Iramain

señalaría que los grupos como la Fuerza Social-Nacionalista y la Legión

Cívica, pretendían “imitar a Mussolini y a Hitler, olvidando que este es

un país muy distinto de aquellos y que nosotros hemos vivido hasta hoy

en plena democracia, mala o buena, pero democracia al fin”164 e

impulsaría, junto a toda la bancada de su partido, un proyecto de

disolución de dichas entidades.

La C. G. T. misma, de dirección sindicalista y ya profusamente

acusada por los comunistas de no querer abordar el problema del

fascismo, debería explicar a través de su secretario general y frente al

renovado interés que tomaba el tema en cuestión por la victoria

nacional-socialista en Alemania que, aunque más cauta por el rol

responsable que cumplía como institución y a pesar de mantener la

calma frente a otros sectores que utilizaban el tema como mero

material de conmoción ideológica, la central obrera en cuestión

desplegaba una consecuente acción antifascista en el país.

164 Versiones Taquigráficas del Concejo Deliberante, 19 de mayo de 1933, p. 720.

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Page 67: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

A poco más de un año de la pregunta de 1932, en donde se

desestimaba completamente la posibilidad de existencia de fascismo en

el país, el secretario general de la central obrera, aunque marcando la

enunciación hipotética, reafirmaba la necesidad de la lucha antifascista

y declaraba:

“si el caso llega, (la C.G.T.) sin vanos alardes, pero con firmeza sabrá

ocupar el lugar que le corresponde oponiendo a la reacción y a las hordas

fascistas del capitalismo intransigente, todo el peso de su fuerza organizada

en defensa de los derechos obreros”165.

Por su parte, en la política comunista, y teniendo en cuenta la

situación francesa, particularmente temerosa de una expansión nazi,

también comenzará a producirse el viraje desde la línea de acusación a

los sectores denominados social-fascistas hacia un entendimiento

mayor con las grandes democracias con vistas a frenar el avance

fascista. El 2 de mayo de 1935 se celebrará un pacto franco-soviético,

entre Pierre Laval y Stalin, que sellará en el papel esta política.

Frente a la llamada internacionalización parda que se avecinaba,

el antifascismo comenzaba a mostrarse como una medicina preventiva

ubicua frente al posible ascenso de las dictaduras totalitarias.

En este marco se produjo un hecho fundacional que dotó al

antifascismo de una fecha simbólica de cristalización. Fueron las

palabras del comunista búlgaro Georgy Dimitrov en su informe al VII

Congreso Mundial de la Internacional Comunista, a través de las que se

rubricó la necesidad de construcción de un antifascismo internacional,

promovido por los Frentes Únicos y Populares.

165 Documento Nº 88.

67

Page 68: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Dimitrov166 será el decisivo internacionalizador del antifascismo,

al proclamar y popularizar la idea de Frentes Únicos y Populares en

todo el mundo para luchar contra Hitler, Mussolini o cualquier posible

nuevo representante de la “dictadura terrorista descarada de los

elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del

capital financiero”167.

Como hemos visto previamente, el fascismo volvía a ser entendido

como dictadura, y desde esa convicción parecía poder reproducirse en

todos lados. Ante esa nueva ubicuidad, su utilización como imagen del

enemigo comenzaba a ser, ya desde la proclama de Dimitrov, no sólo

multivalente sino incluso hasta algo paradójica. Así lo muestra la

siguiente opinión de Dimitrov sobre el fascismo norteamericano:

“El incipiente fascismo norteamericano, consiste en que, en la fase

actual, actúa predominantemente en forma de oposición al fascismo,

considerándolo como una corriente ‘no americana’ (…) A diferencia del

fascismo alemán, (…) el fascismo norteamericano intenta presentarse como

paladín de la Constitución y la ‘democracia americana’”168.

Se cumpliría, con esa definición de un fascismo en forma de

oposición al fascismo, un papel muy importante en la configuración de

la apelación antifascista, ya que sentaba, con su teoría del aspecto

mutable, engañoso y multifacético del fascismo, una estrategia política

para descubrirlo por doquier y fundar con ese descubrimiento, la

inmediata necesidad de formar un antifascismo donde fuera que el

166 Parecía que no podía ser otro que Dimitrov, el que fundara la prédica del antifascismo internacional. Su participación en el juicio en el que se acusaba a los comunistas de incendiar el Reichstag, a través de la cual consigue invertir los roles de acusado a denunciante del régimen nazi, lo hacían el más preparado para fundar la prédica antifascista a nivel internacional. Por un relato del juicio, “Dimitrov” en Vergés, Jacques M., Estrategia judicial en los procesos políticos, Barcelona, Anagrama, 1970, pp. 60-66. 167 Dimitrov, Jorge, Fascismo y frente único, Buenos Aires, Nativa, 1974, p. 9. 168 Ídem, p. 58. Cursivas mías.

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Page 69: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

fascismo de diverso tipo fuera detectado. Así, de no existir el fascismo,

habría que inventarlo, o el antifascismo devendría imposible.

De la explosión de fascismos autoproclamados por todo el mundo,

parecía surgir -luego- con la internacionalización del antifascismo, la

construcción de unos fascismos vergonzantes que no eran conscientes

de, o que aviesamente ocultaban, su carácter totalitario. Esa tarea -casi

nigromántica- de desenmascararlos debía pertenecer, según Dimitrov,

al antifascismo.

Con esa teoría comenzaba a darse una transformación muy

sintomática de ver las cosas. Si como decíamos, el fascismo

mussoliniano había sido visto al principio como una ejemplar más del

género dictadura, ahora, ante la nueva descripción del fascismo como

forma más desembozada de la dictadura, todas las dictaduras

comenzaban a ser pensadas a través de él. Así se invertían las

categorías y el concepto genérico de dictadura terminaba siendo

absorbido por el fenómeno particular de fascismo.

En ese esquema, todas las dictaduras parecían ser fascistas o

bien, en análisis de mayor refinamiento, tener características del

fascismo, estar fascistizadas o ir en camino al fascismo169. Frente a esta

situación, los antifascistas funcionaban, en cada país, como clarines de

alerta frente al posible avance fascista y al desencadenamiento de la

guerra.

En ese clima de alerta promovido entre los sectores democráticos,

la propuesta dimitroviana de Frentes Únicos y Populares, rápidamente

refrendada por los comunistas argentinos -el 20 de octubre de 1935- en

la 3ª Conferencia Nacional del Partido Comunista en Avellaneda, no

pasará inadvertida en los partidos opuestos al fraude. La ductilidad del

frentismo como apelación se sustentó en la capacidad que tenía para

169 Y no sólo los gobiernos, también los sectores sociales correrían este peligro. Esto se advierte en las palabras de Giúdici, quien diría que “en América del sur, todas las oligarquías están fascistizadas”, Hitler conquista América, p. 59.

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Page 70: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

mostrarse como una unidad de varios grupos que no dejaban de

conservar su singularidad.

Esta característica hacía posible una confluencia entre sectores,

que si bien diferían en sus propuestas, comenzaban a considerar que la

tarea contra la reacción y el fascismo no sólo era superior a los

particulares intereses partidarios, sino que también y que quizás era lo

más importante, no interfería con ellos e incluso podía motorizarlos.

A través del Frente Popular, Aníbal Ponce notaba, siguiendo el

ejemplo español, que “las tendencias políticas en que antes se dividían

[los diferentes sectores] se habían atenuado dentro de un firme bloque

antifascista”170 y esto, le resultaba comprensible, porque los sectores en

que se dividía la opinión mundial eran –para él- dos y estaban

separados de manera tan intransigente como homogéneos eran en su

interior. De un lado, estaba “la reacción sangrienta y guerrerista,

enemiga de la cultura”; del otro, “el proletariado revolucionario a la

cabeza de todos los explotados: desde el intelectual ofendido y vejado

hasta el campesino triturado por la crisis”171.

De esta manera, y aunque pronto se plantearían las diferencias

que en términos electorales y partidarios podían tener las formas que

adoptaría ese posible Frente Popular, tal como veremos en el análisis

de una sección posterior, la fuerza que tenía esa idea como motor de la

movilización popular, democrática y antifascista, quedaría refrendada

el 1º de mayo de 1936, en el que participaría la casi totalidad del

espectro identificado con la lucha contra el fascismo.

En tiempos de la Guerra Civil Española, el Anschluss y el

Pacto de Munich

(1936-1939)

170 Ponce, Aníbal, “Examen de la España actual” en El viento en el mundo, Buenos Aires, Futuro, 1963, p. 161.171 Documento Nº 89.

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Page 71: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

El 18 de junio de 1936 se producía la sublevación que daría lugar

a la Guerra Civil Española. Esta guerra resultaría muy cercana a los

argentinos, ya que no solamente interesaba en la disputa fascismo-

antifascismo a la otra comunidad mayoritaria de la Argentina, como lo

era la española172, sino que además lograba presentarse como una clave

para comprender las coordenadas en las que se debatía el futuro

político argentino.

De allí que la causa antifascista española hiciera carne entre la

población local que sentía la situación española unida a la historia

latinoamericana, y que como Enrique Anderson Imbert, pensaba que:

“nos golpea en el pecho el sentimiento de que en España también se

juegan nuestros destinos, que es en nuestra misma patria, en el ámbito de

nuestra cultura, donde se ha renovado la milenaria lucha entre las fuerzas

caducas -pero aguerridas de la sociedad, y las fuerzas más nuevas –más

desguarnecidas”173.

El carácter de la disputa estaba tan claro para los socialistas

argentinos, que no dudaban en sostener que “nadie puede haberse

equivocado sobre el sentido de la lucha que se desarrolla en España. Es

un combate a muerte entre la democracia y el fascismo. Las dos fuerzas

sintetizan todas las corrientes de ideas de la península”174.

Esta idea, que suponía la condena a la neutralidad del presidente

Justo ante la guerra civil, tenía también otras importantes

consecuencias en relación con las llamadas grandes democracias

172 Pocos días antes del desencadenamiento de la Guerra Civil española, la máxima autoridad de la socialdemocracia internacional, Karl Kautsky, veía en el socialismo argentino debido a la “numerosa inmigración italiana” existente en la Argentina, al encargado de lograr “no solamente que los trabajadores de su país se eleven intelectualmente y mejoren su organización para llenar su misión histórica y tomar en sus manos su propio destino, sino también que los trabajadores italianos no se dejen sumergir en la degradación moral de que (sic) los amenaza la dictadura”. Carta de Kautsky enviada a La Vanguardia, publicada el 28 de junio de 1936, p. 17. Cabe imaginar lo duplicada que estaría esta misión para los socialistas, al estar ahora, no una, sino las dos comunidades más importantes del país, tocadas por ese mal.173 Documento Nº 99. 174 La Vanguardia, 3 de agosto de 1936, p. 8.

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Page 72: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

europeas, Francia e Inglaterra, que parecían poco dispuestas a actuar

frente la cada vez más evidente participación de tropas italianas y

alemanas a favor del franquismo.

Entre la infinidad de cartas que deben haber recibido el gobierno

del Frente Popular liderado por Blum en Francia y el partido Laborista

en Inglaterra, se encontraban las que unas mujeres mendocinas se

habían encargado de redactar, instando al primero a tomar “las

medidas pertinentes que tiendan a evitar en España la intromisión de

ejércitos extranjeros que convierten la lucha civil española en una

verdadera invasión fascista” y censurando al segundo por “la pasividad

del partido democrático por excelencia de Gran Bretaña ante el avance

fascista en el continente”175.

Opuestos a la pasividad anglo-francesa, los comunistas argentinos

disfrutarán de la ola de prestigio propagada por el protagonismo de sus

camaradas españoles. La participación de la Unión Soviética como

única potencia en apoyo de la República española los mostraba como

los verdaderos representantes de la causa antifascista, ligando los

destinos de esos dos países de manera indisoluble. El poeta Raúl

González Tuñón dirá: “atacar a la Unión Soviética es atacar a España y

servir al fascismo internacional”176.

La Guerra Civil española marcó, de manera definitiva, el ingreso

de la apelación política antifascista como una utopía política del nivel

de las que se destilaban en Europa y permitió superar la profunda crisis

de monotonía y decepción política que los conservadores habían

logrado hábilmente crear a través de esa república tan poco idealista de

la democracia fraudulenta. Aquel idealismo permitió continuar sin

desesperanzas en la actividad política local, como lo muestra la

propaganda del socialismo porteño, quien repitiendo la consabida

identificación entre fresquistas, franquistas y fascistas, promoverá sus

175 Documento Nº 91.176 Citado en Schneider, Luis Maria, II Congreso de Escritores Antifascistas, Barcelona, Laia, 1978, p. 287.

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Page 73: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

candidaturas bajo el lema –popularizado por el Madrid republicano- de

“No pasarán” (en este caso, el Riachuelo)177.

La pasión republicana provocó un gran desarrollo de la actividad

conjunta de intelectuales y políticos argentinos democráticos, en una

unión civil que tenía larga data en la historia nacional178.

Pero mientras la mayoría de los sectores interpretaban el apoyo a

la causa republicana, como una acción principalmente centrada en la

defensa del derecho, el triunfo de la libertad, y el fracaso de las fuerzas

reaccionarias, otros grupos, como los anarquistas de Acción Libertaria

la plegaban a una más extensa acción anticapitalista179, repitiendo en el

país, las distancias que, también en España, separaban a demócratas,

comunistas y anarquistas en el desarrollo de la resistencia republicana.

La necesidad de evitar reproducir ciertas divisiones en la ayuda

argentina en España fue marcada acentuadamente por Gervasio Guillot

Muñoz al reivindicar la labor unitaria de algunas de las entidades

republicanas180.

El énfasis que Guillot Muñoz puso en la necesidad de la unión,

demuestra la dificultad que existía para aquellos que querían evitar que

la causa republicana se convirtiese en instrumento político, puente de

propaganda electoralista, monopolio de alguna agrupación o pantalla

para disimular el juego de las fracciones políticas181.

La caída de Madrid producida de forma irreversible con la

entrada de Franco en la ciudad -el 28 de marzo de 1939- y la posterior

revelación de las disputas entre los republicanos producirían una gran

desilusión entre los demócratas argentinos. Era la primera muestra

clara de la posibilidad de partición del antifascismo argentino: la

177 Documento Nº 95.178 Documento Nº 90.179 Documento Nº 92.180 En este caso de la Federación de Organizaciones de Ayuda a la República Española, cuyo estatuto figura en el Documento Nº 10. 181 Documento Nº 97.

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Page 74: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

España republicana a la cual tantos honores se habían tributado, ya no

existía más.

A poco de caída la heroica capital, los rumores que decían que las

causas del derrumbe habían estado, principalmente, en la desunión

interna en el bando republicano, eran recibidos con estupefacción y

abatimiento moral en los sectores democráticos de nuestro país.

La publicación de la correspondencia entre los líderes

republicanos Juan Negrín e Indalecio Prieto182, quienes se achacaban

mutuamente las responsabilidades de tan grande defección, mostró los

entretelones de la compleja disputa interna existente entre las

diferentes facciones republicanas.

Mientras tanto, la incorporación de Austria al Tercer Reich y los

avances de los ejércitos alemanes sobre Checoslovaquia repercutieron

en Argentina, no sólo a través del repudio que los sectores antifascistas

mostraban con respecto a dichas acciones183, sino a través de la

realización –en Buenos Aires- del célebre plebiscito a favor del

Anschluss, que reforzaría la idea de amenaza nazi sobre el país y que

contaría con la oposición y movilización de la FUA, a través de un acto

patriótico en honor a San Martín, entendido como “sencilla ceremonia

de desagravio a la patria ofendida en su soberanía por la realización,

dentro del territorio argentino, del plebiscito organizado por los

nazis”184.

En todos los aspectos, la guerra mundial se presentía cada vez

más cercana. En ese contexto, un acto sucedido una semana antes de

182 Ya en agosto de 1939 salía una edición de ese debate: Epistolario Prieto y Negrin. Puntos de vista sobre el desarrollo y consecuencias de la guerra civil española, París, Imprimiere Nouvelle, 1939. En la Argentina, La Vanguardia comenzó publicar las primeras cartas de esta correspondencia a partir del 15 de agosto. Esta y otro tipo de querellas relacionadas con la suerte de los líderes del POUM, las peleas finales internas antes del desastre de Madrid y las denuncias anarquistas contra el accionar comunista en Cataluña habían preparado el terreno para la ruptura posterior de la unidad antifascista producida por el Pacto nazi-soviético.183 Documentos Nº 94 y 98. 184 Documento Nº 96.

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Page 75: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

que se produzca la invasión alemana a Polonia, desencadenaría la

división de los antifascistas argentinos.

Durante el Pacto Hitler-Stalin: el antifascismo dividido

(1939-1941).

El 23 de agosto de 1939, los antifascistas argentinos se

conmocionaban con una noticia que daba vueltas por el mundo. En

Moscú, el presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética,

Molotov, y el ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich alemán,

Ribbentrop, habían firmado un Pacto de No Agresión entre los dos

países. Las interpretaciones sobre este Pacto germano-soviético entre

los grupos que antes habían estado unidos en la defensa de la

República Española comenzaron a fluir como un manantial inagotable.

Desde diversas posiciones se discutió acerca de la conveniencia o

no de la decisión soviética y una abierta discusión surgió entre los

sectores argentinos en la semana posterior al pacto. En ese lapso, los

grupos antifascistas todavía hablaban desde la idea de pertenencia a

una comunidad antifascista íntegra y en la cual se discutían ideas

dentro de un mismo espíritu, permitiéndose las visiones encontradas

sobre la utilidad o no de dicho pacto para frenar la guerra que Hitler

buscaba desencadenar185.

El clima de discusión podía ir desde el tono jocoso y condenatorio

de la carencia de coherencia fascista186 hasta el más abiertamente

reprobatorio que desde el trotskismo enunciaba Liborio Justo sobre

185 Desde la noticia del Pacto, La Vanguardia llamó a un “debate libre” sobre el Pacto, en el cual participaron tanto detractores como favorecedores del mismo. Participaron en ese debate: Rómulo Bogliolo, Liborio Justo, Alfredo López, Dardo Cúneo, Pedro Chiaranti, José Campos, Brasil Gerson y Narciso Márquez. El 31 de agosto La Vanguardia convocó también a un plebiscito popular sobre dicho tema, pero fue suspendido al día siguiente, ante el estallido de la guerra, argumentando que “una vez más los hechos han vencido a las palabras”. 186 Documento Nº 102.

75

Page 76: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Stalin187. Sin embargo, el panorama general de contribuciones estaría

todavía signado, en general, por la creencia que este debate seguía

siendo un intercambio de opiniones encontradas dentro de un mismo

campo antifascista188.

Desde un primer momento, lo que se puso en cuestión fue la

utilidad o no del pacto. En ese sentido, incluso podía hallarse a

socialistas argentinos que, como Rómulo Bogliolo, se congratularan del

pacto, al entender que “el tratado en debate no puede tener sino

alcances convenientes, vale decir, la detención de la carrera victoriosa

del nazismo alemán”189. El reconocimiento de un campo antifascista

unificado pero con diferentes visiones sobre el pacto entre Stalin-Hitler

duró tan sólo una semana.

La discusión quedaría cancelada el 1º de septiembre de 1939, día

del comienzo de la invasión de las tropas de Hitler a Polonia. La

Segunda Guerra Mundial comenzaba, con las posteriores declaraciones

de guerra de Gran Bretaña y Francia al Tercer Reich. Frente a la

antigua desconfianza hacia las democracias por su acción en la Guerra

Civil, el socialista Anderson Imbert ahora estaba seguro que Francia e

Inglaterra habían decidido atrapar a Hitler porque “no era posible

187 Liborio Justo diría “cabe recordar aquí que no es la primera vez que Stalin ayuda directamente al fascismo. Ya en oportunidad de la guerra en Etiopía, surtió de petróleo a la flota italiana durante toda la campaña de avasallamiento de este indefenso pueblo colonial”. Documento Nº 101. La dureza con que respondían los comunistas era algo mayor y mostraba lo profundo del encono entre los dos grupos, al definir a los trotskistas como “caracterizados agentes del nazismo, (que) van y vienen en estos momentos procurando sembrar la confusión” que es el lugar donde “el bacilo trostkista se encuentra en el medio propicio a su peligrosidad” Orientación, 31 de agosto de 1939, p. 5. 188 Esto puede verse al comentar los comunistas ciertas declaraciones de Dickmann y Palacios, comparando a Hitler con Stalin. En vez de la demonización que impartían a los trostkistas, en este caso los comunistas sólo se dedicaron a advertir la ingenuidad de esos socialistas, pero sin alejarlos el campo antifascista y definiéndolos como: “demócratas y antifascistas que en vez de alegrarse de un paso (…) destinado a salvaguardar la paz (…) demuestran inconsecuencia y carencia de principios serios”. Orientación, 24 de agosto de 1939, p. 2.189 Bogliolo, Rómulo, “Las consecuencias del tratado”, La Vanguardia, 24 de agosto de 1939, p. 8.

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Page 77: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

dejarlo suelto. Ya lo están persiguiendo. Si no cae de un balazo se

rendirá de extenuación”190.

En ese nuevo contexto, el tiempo de la unión entre los grupos

antifascistas que creían poseer los mismos intereses había pasado y

surgían dos posiciones, la pro-soviética y la liberal-socialista, que se

presentaban ahora con un aspecto irreconciliablemente antagónico191.

A partir de ese momento, el antiguo aliado pasaba a ser un

engranaje más en la maquinaria fascista, porque por ignorancia o

complicidad le hacía el juego a Hitler. Así, el demócrata progresista

Julio Argentino Noble diría:

“la gran estafa del antifascismo comunista quedó al descubierto (…) El

mundo, inclinado a concederle al comunismo un sentido moral elevado,

comprendió el engaño en que había caído (…) Ese día el comunismo perdió la

batalla fuera de Rusia (…) Ese día se derrumbó el imperio espiritual del

camarada Stalin”192.

A partir de la división que se produjo en la comunidad

antifascista, los dirigentes intentaron disciplinar ese sentimiento de

decepción en forma de defensa unilateral de los partidos que

representaban, recordando las viejas disputas que habían parecido

quedar atrás, frente a la amenaza común del fascismo. Por un lado, la

Revista Socialista señalaba:

“durante veinte años el comunismo ha colaborado eficazmente en la

destrucción del movimiento obrero, del brazo casi siempre con la reacción, en

estos momentos acaba de asestar un golpe de muerte a las últimas ilusiones

de sus simpatizantes leales”193.

190 Documento Nº 104. 191 Los radicales también condenarían el pacto, que representaba para ellos, la unión de dos potencias que sentían “con igual intensidad un odio y un rencor indisimulado por las ideas democráticas y (…) un mismo desprecio por la personalidad humana”. Hechos e ideas, año 5, tomo IX, Nº 34, octubre de 1939, p. 68.192 Documento Nº 106. 193 Revista Socialista, año 10, Nº 112, agosto de 1939, p. 136.

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Page 78: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Por el otro, en Orientación, órgano del comunismo, todos los

artículos confluían inicialmente en una misma estrategia: continuar la

lucha antifascista en el país, a través de formas que habían

popularizado la presencia comunista, demostrar que el pacto germano-

soviético no era una transacción entre fascismo y socialismo y expresar

una toma de posición distanciada, en la que sin olvidar que el peligro

mayor era el nazismo, se definía al conflicto como de carácter más

inter-imperialista que antifascista194.

De manera creciente los comunistas, en franca minoría, se

dedicarían a tomar más radicalizadamente el tono antiimperialista, para

labrar duras acusaciones contra Roosevelt195 y contra el Cabildo Abierto

de Acción Argentina por su carácter contrarrevolucionario196.

El distanciamiento de los comunistas con respecto de los grupos

liberales se expresaría recíprocamente. Alberto Gerchunoff, enrolado

de manera decidida en la causa aliada, mostraría un fuerte rechazo y

sorpresa ante la reactivación en las “juventudes generosas (...) y las

multitudes obreras” pro-soviéticas, del discurso antiimperialista y

antibritánico al que entendía –en esos momentos- como una forma más

de germanofilia y a partir del cual detectaba un curioso acercamiento

entre los comunistas y la derecha aristocrática197.

A pesar de la seguridad con que los dirigentes socialistas y

comunistas certificaban sus nuevos derroteros de acción, la situación

que presentaba la división del arco antifascista era sentida

descorazonadoramente por otros sectores militantes, democráticos y de

independientes liberales, que experimentaban una sensación de 194 Documento Nº 103. 195 Ver Ghioldi, Rodolfo, “El ‘Lebensraum’ de Roosevelt”, Orientación, 5 de junio de 1941, p. 5. 196 Giúdici, Ernesto, “Mister Mangan en el ‘Cabildo Abierto’”, Orientación, 29 de mayo de 1941, p. 5.197 Eran “germanófilos (…) los que han descubierto que Gran Bretaña constituye un imperio rebalsante”. La de Gerchunoff intentaba, sin embargo, no ser una posición tan sencilla, ya que consideraba también germanófilos a aquellos que eran “enemigos de la difusión de los métodos soviéticos en economía”. Documento Nº 105.

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Page 79: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

creciente repudio de la política. Entre ellos, algunos intelectuales

concluían que “en política internacional, como en política interna, no

hay sentimientos, ni ideales sino intereses materiales y relaciones de

fuerza”198. Era la desazón total de aquellos grupos no muy adaptados a

los vaivenes de la alianzas partidarias.

Ese sentimiento era recogido por Josefina Marpons, una socialista

particularmente crítica de las grandes democracias199, quien daba

cuenta de la desorientación existente en todo el espectro antifascista y

sin dejar de reconocer que “ya no se trata de elegir entre lo bueno y lo

malo. El deber indica colocarse junto a los que hoy son mejores”, hacía

un desesperado llamado a quienes podían poner fin a tanta

desorientación –pensando seguramente en los máximos dirigentes de su

partido-, para que lo hicieran de manera clara y convincente200.

Lo cierto es que el antifascismo que siempre había intentado

representarse a sí mismo como una indestructible roca, ahora

comenzaba a mostrarse como una aleación inestable, conformada

básicamente por dos discursos que si bien en ciertos climas podían

fusionarse a través de no pocos renunciamientos y malentendidos, en

otros momentos no podían sino resquebrajarse ante la incontestable

realidad que frente al enemigo único, unos habían optado por

apaciguarlo y otros por pactar con él.

En estos momentos, unos veían al fascismo peligrosamente

cercano al comunismo, por sus modos políticos y otros lo asociaban a

las democracias occidentales por el origen económico capitalista en

común.

198 Barrenechea, Mariano Antonio, “¿Qué ocurre en el mundo?”, Nosotros, año 4, Nº 54-63, septiembre 1940-Junio de 1941, p. 186. 199 Marpons diría “necesitamos contagiar nuestra confianza a las masas descreídas, que sonríen al oír la palabra democracia luego de conocer la conducta mantenida implacablemente por las dos grandes democracias europeas: porque sea cual fuere su actitud futura, la seguida hasta ahora en lo internacional por Francia e Inglaterra hizo tanto daño al concepto de libertad, igualdad y fraternidad de los pueblos, como Italia fascista y Alemania nazi”. La Vanguardia, 1º de mayo de 1939, p. 9. 200 Documento Nº 108.

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Page 80: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

En ese dilema, sólo unos pocos –como Girondo- optaron por un

tercer camino, en el que sin dejar de condenar a aquellas tiranías que

“ensoberbecidas por una mística que se basa en una absurda

superioridad racial, o en el advenimiento de un utópico paraíso

proletario (…) privan al ser humano de toda libertad”201, lamentaban

que –asimismo- la mayoría de los intelectuales olvidasen criticar al

capitalismo extranjero, únicamente por “el solo hecho de que la

propaganda alemana afirme esa verdad y la utilice con propósitos

inconfesables”202.

De cualquier manera, en lo que se refiere a los espíritus y no

tanto al intelecto, la Blitzkrieg nazi producía un clima de temor y

angustia creciente en todos los grupos que alguna vez habían abrazado

la causa antifascista y que habían experimentado la forma en que las

tropas alemanas había invadido, fácil y rápidamente, varios de los

países neutrales para luego ocupar la bien amada Francia, produciendo

un asombro y una desesperación comunes, expresables en las palabras

de Roberto Giusti:

“Lo inverosímil ha entrado a formar parte de la crónica de los sucesos

diarios. Se rinden ejércitos de centenares de miles, de millones de soldados.

La línea Maginot, que parecía desafiar el empuje de las más violentas fuerzas

bélicas, ha prestado tantos servicios en las horas de la gran prueba como el

foso que un niño pudiera haber cavado en Bretaña o en Gascuña”203.

Ciertamente, en el plano estrictamente bélico, las cosas no podían

ir peor para los simpatizantes aliados. El año 1940 significó la invasión

por parte de Alemania de Dinamarca y Noruega (9 de abril) y de los

Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia (10 de mayo). Esta última

firmaba su rendición y se dividía en una parte ocupada por Alemania y

otra conocida como República de Vichy.

201 Documento Nº 142 a.202 Ídem.203 Documento Nº 107.

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Page 81: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Desde ese momento, Francia había dejado de existir para los

demócratas argentinos, ya que veían a la Francia de Vichy como mero

satélite alemán en el que “la conmemoración del aniversario de la

Bastilla no tendría sentido. Pondría más al desnudo la contradicción

entre el pasado y los días que corren”204.

Sólo la detención de la marcha alemana en Gran Bretaña alivió a

los antifascistas argentinos. A pesar de pesimismo general, Alberto

Gerchunoff pronosticaba, de manera acertada, que ese retraso sería

una de las claves del futuro descalabro de Alemania: “sus pausas largas

son grietas que llevarán fatalmente al invasor codicioso al fondo de un

abismo que cava con sus propias herramientas”205. Mientras tanto,

Repetto confiaba –junto con el poco perceptible apoyo de “la fuerza

indestructible e invencible de ciertos principios morales”- en el otro

refuerzo que un poco más tardíamente, pero finalmente llegaría con la

incorporación de Estados Unidos a la guerra206.

Ese nuevo país, que a causa del Japón se sumaría a fines de 1941

a la guerra, completaría la nómina definitiva de las potencias aliadas,

ante la previa incorporación –casi un semestre antes- de la Unión

Soviética que había debido responder a la invasión hitleriana.

En el caso de Argentina, esas dos incorporaciones servirían para

reunificar, hasta el final de la guerra, el campo antifascista local. Los

comunistas se reintegraban, no sin tensiones, al amplio movimiento

pro-Aliados.

De la incorporación de la Unión Soviética y de Estados

Unidos a la guerra, al desenlace bélico (1941-1945)

El año 1941 revitalizó la apelación antifascista, justo cuando

parecía que el triunfo nazi era inminente. Luego del aislamiento bienal

204 La Vanguardia, 14 de julio de 1940, p. 8.205 Documento Nº 109. 206 Documento Nº 110.

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Page 82: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

sufrido, la invasión de Hitler a Rusia devolvió a los comunistas la

seguridad de pertenecer a ese gran núcleo del que -algo

dolorosamente- se habían desprendido y en el cual podían presentarse

como el ala radicalizada de un movimiento democrático más amplio.

Ante la incorporación, el secretario general Arnedo Álvarez

convocaba a movilizar a “todos los amigos de la libertad y la

democracia al lado del gran pueblo soviético”, permitiendo la

confluencia de la renovación de la idea de unidad antifascista con el

ambicioso proyecto de convertir al comunismo argentino en un gran

partido de masas, a través de una consigna sencilla: “reclutar, reclutar

y reclutar”207.

Del otro lado del campo antifascista, aquel ataque que Noble

había hecho a los soviéticos en momentos del pacto, quedaba disuelto

en las palabras de Gerchunoff, quien reafirmaba la vieja concepción de

unidad moral construida en la época de la Guerra Civil española, al

decir que ahora “se develaban entre los que gobiernan a Rusia y los que

regentean al Reich disparidades de naturaleza distinta, de raíz vital”208.

Hitler volvía a ser así, “el enemigo de todos”, y desde esa mirada se

certificaba su futura derrota: “El señor Hitler es una expresión de

satanismo. Es Satán. Y Satán no triunfa”209.

El mismo Noble, aunque en términos menos idealistas, certificaba

la transformación operada y señalaba que el llamado antiguamente

Herr Stalin, volvía a ser el camarada Stalin210. El imperio moral

soviético parecía volver a resplandecer sobre Argentina, a pesar de la

persistencia de aquellos grupos minoritarios que seguían resaltando la

permanencia de su imperio concreto y mal habido en Polonia211.

207 Documento Nº 113.208 Documento Nº 112. 209 Ídem.210 Documento Nº 114. 211 Como puede verse en el Documento Nº 111 en el cual el circulo Polonia Libre expresaría: “Que el haber sido agredida ahora no puede significar en ningún modo justificación ni menos solidaridad para con Rusia, dada su política tradicional. En consecuencia, se entiende que Polonia sigue en guerra tanto contra Alemania como

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Page 83: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Al comienzo de la invasión, algunos antifascistas liberales

seguirán expresando que “el stalinismo sigue siendo quinta columna y

debemos combatirlo, (…) hoy más que ayer”212, pero rápidamente

abandonaron esa seguridad ante lo contundente de la voluntad de

olvidar las viejas disputas. Si bien permanecían las críticas al

comunismo, estas volvieron a ser presentadas, en su mayoría, en

términos de estrategia dentro del campo antifascista, y no como antaño,

como maniobras de un cómplice de Hitler213.

Por su uso multivariable, por su carácter idealista, por las

tradiciones que encarnaba, los partidos políticos democráticos

empezarían a considerar cada vez más tentadora la apelación

antifascista que nuevamente volvía a reunir a los antiguos compañeros

de ruta.

La idea de una lucha contra el nazifascismo volvía a darse con la

idea de una lucha de todos contra el enemigo único. Ricardo Setaro

supo plantear en términos de irrebatible lógica la necesidad de esa

unidad:

“Si el nazifascismo es enemigo de todos y cada uno de nosotros,

independientemente de quienes y qué seamos todos y cada uno de nosotros,

es evidente que cada uno y todos tenemos un solo enemigo, que ese enemigo

lo es de todos y cada uno”214.

En ese clima era necesaria, más que nunca, la extensión más

amplia de la movilización antifascista y aún más, la creación de nuevos

organismos unificados de ayuda a los países aliados. Como señalaba

contra Rusia, guerra a la cual la obligaron ambas naciones, hoy enemigas”.212 Argentina Libre, año 2, Nº 68, 26 de junio de 1941, p. 3. 213 Algunos republicanos españoles seguirán mostrándose fuertemente anticomunistas. Indalecio Prieto dirá: “sé también desoír los cantos de sirena que en pro de la unión lanza el comunismo (y) repudio el sistema de ‘borrón y cuenta nueva’”. Prieto, Indalecio, “Sobre el caso de España”, España Republicana, 17 de enero de 1942, p. 4. 214 Setaro, Ricardo M., ¿Contra qué lucha el nazismo?, Buenos Aires, Anteo, s. a., p. 58.

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Page 84: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Paulino González Alberdi, era necesario comprender que, incluso,

“gente que es adversaria del régimen del régimen político-social

predominante en la URSS comprende sin embargo que asegurar el

triunfo del ejército rojo representa hoy el único camino para librar al

mundo de la dominación nazi-fascista”215. Precisamente de ese espíritu,

surgiría la Junta de la Victoria.

Esa misma unidad podía volverse sin embargo, algo más delicada

de tratar en relación con la perspectiva de clase. A pesar de ello, José

Peter no dudaría en dirigirse de forma cortés a los empresarios

frigoríficos ingleses, instándolos a que comprendiesen “que los obreros

que militan en el movimiento sindical (...) son precisamente los más

demócratas y los más sinceros partidarios de las fuerzas aliadas”216.

Retomando el ataque a Castillo, las agrupaciones antifascistas

comenzarían a conocer sus mejores momentos de capacidad de

movilización, anudando la política interna con la suerte de los aliados

en el campo de batalla mundial. Una de las agrupaciones más

capacitadas y experimentadas en esa tarea fue la liberal-socialista

Acción Argentina que publicaría en varios diarios capitalinos y del

interior, el llamado al pueblo, a expresar un repudio conjunto al fraude,

a la política de aislamiento, al ministro de relaciones exteriores, a la

pasividad frente a la quinta columna y al asesinato en masa de civiles y

a mantener una política de adhesión a los aliados, a Estados Unidos y a

los pueblos oprimidos217.

A poco de producida esa adhesión a los Estados Unidos, los

antifascistas argentinos se levantarán con la noticia que la base

estadounidense de Pearl Harbor era atacada por aviones japoneses. La

percepción de varios argentinos conocerá un vuelco decisivo, sintiendo

215 Documento Nº 115.216 Documento Nº 116.217 Documento Nº 117.

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Page 85: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

ya total y definitivamente como propia, tal señalaba María Rosa Oliver,

la guerra mundial: “¡América, mi América está en peligro!”218.

Con las nuevas incorporaciones bélicas, la suerte de las armas

aliadas fue mejorando de manera notable y la ciudad de Stalingrado, en

donde las tropas nazis habían quedado estancadas en su marcha

oriental, se volvían un símbolo de la lucha antifascista219. Del otro lado

de Europa, la suerte de Alemania también parecía sentenciada y los

italianos antifascistas en Argentina celebraban la declaración de guerra

contra el nazismo sentenciada por Badoglio, la que los reintegraba

nuevamente, de alguna manera, a su patria220.

Cada triunfo aliado y cada país liberado se presentaba, en el

clima de euforia, como la contraparte de los sufrimientos pasados,

cuando parecía invencible la máquina de guerra alemana. De todos esos

exitosos hechos de guerra aliados no hubo, indudablemente, ninguno

más celebrado en nuestro país que la liberación de París, ocurrida el 24

de agosto de 1944.

La Libération fue un hecho de enorme repercusión en la

Argentina, tanto que la ciudadana francesa Suzanne Labin, diría:

“estaba tan emocionada por la reacción de los argentinos, como por la

liberación misma de mi país”221 y Borges enunciaría, sorprendido, el

descubrimiento, tanto de su felicidad física, como el “de que una

emoción colectiva puede no ser innoble”222.

Finalmente, en la escalada que llevaban de la mano los triunfos

aliados y la configuración del movimiento de resistencia argentina

contra la dictadura militar, se produjo, casi un año después de la

liberación parisina, la recepción de la noticia de la rendición de

218 Documento Nº 118. 219 Documento Nº 160.220 Documento Nº 119.221 Labin, Suzanne, “Le 25 Août á 12.000 kilomètres de Paris…”, La Revue argentine, año 7, Nº 33, Octubre de 1945, p. 36. Traducción mía. 222 Documento Nº 120.

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Page 86: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Alemania, que fue expresada ya no bajo un efecto de festejo liberador

sino de incontenible revanchismo223.

Berlín, a ojos de los antifascistas argentinos, representaba el

centro del mal combatido durante tantos años y merecía, por lo tanto,

ser destruida como lo había sido la ciudad de Nínive en la

antigüedad224. Lo que lamentaban era sentir esa victoria algo ajena, al

deber soportar un régimen que ellos asimilaban a los ya vencidos en la

guerra y que tenía el descaro de haber declarado la guerra al Eje sin

permitir luego –bajo el imperio del estado de sitio- celebrar comme il

faut la victoria aliada.

El antifascismo de inmediata postguerra (1945-46)

Aunque en los últimos años del conflicto bélico ya se había

comenzado a pensar en la posguerra, con la convicción que tarde o

temprano los aliados victoriosos deberían encarar la construcción de un

mundo nuevo225, la cima de la literatura de posguerra en nuestro país se

daría entre 1945 y 1946.

Como no podía ser de otra manera en las predicciones del campo

antifascista local, se fueron mezclando las esperanzas de un mundo

mejor con una lectura política que tendía a prever el momento de la

definitiva caída de la dictadura local226.

223 Sería precisamente Manuel Ordóñez quien presentaría ambos hechos, de esa manera contrapuesta, en su artículo “Liberación y caída”, Antinazi, año 1, Nº 10, 26 de abril de 1945, p. 2.224 Documento Nº 121.225 Uno de los ensayistas extranjeros preferidos en Argentina que disertaban sobre este tema era el británico Harold J. Laski. Sus vaticinios tenían una amplia acogida no sólo en el campo antifascista, sino en otros sectores, como el intransigentismo radical, según recuerda Félix Luna. Ya en julio de 1941, se reproducía su artículo “La paz que habrá de implantarse” en Argentina Libre, año 2, Nº 69, 3 de julio de 1941, p. 5. Sería el primero de 32 artículos de Laski que publicaría en ese semanario. 226 Ver en ese sentido mi trabajo “La campaña electoral de la ‘Unión Democrática’ frente a un nuevo orden mundial en gestación. Visiones de desarrollo e industrialización en un supuesto ‘mundo antifascista’”. Ciclos, año 11, Vol. XI, Nº 22, 2º semestre de 2001, pp. 181-201.

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Page 87: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Mientras Enrique Dickmann expresaba, en el clima de euforia de

mayo de 1945, la previsión de un “mundo de mañana” en términos

absolutamente idealizados, en el que no habría “minorías selectas, ni

gobiernos surgidos del fraude y la violencia” sino un “gobierno del

Derecho y de la Justicia”227, dos meses después, ya era dable pensar,

con Ernesto Sábato, en las condiciones concretas que podían hacer de

la paz conseguida, una duradera y sobre todo admisible228.

Y si en esos relatos el enemigo principal había sido liquidado

entre abril y mayo de 1945, restaba concluir con la amenaza que

significaba el Japón. En ese sentido, el revanchismo que se había

expresado en relación con Alemania, se redobló con el odio adicional

que una aguda incomprensión cultural fomentaba con el Japón, cuyos

súbditos ya venían siendo retratados -por Clément Moreau desde las

páginas de Argentina Libre- con innegables rasgos simiescos.

Este odio antijaponés podía llegar a coordinarse con ciertas

explicaciones que adeudaban su inspiración al positivismo y a la

ilustración intelectualista que el triunfo del progreso dejaba

nuevamente florecer a raudales. En ese clima optimista, Enrique

Amorim no dejaba de congratularse de la invención (y lo que parece ser

más grave, de la puesta en práctica) de la bomba atómica,

simbolizándola como “la paloma de la Paz” que acabaría

definitivamente con la Guerra229.

Amorim se congratulaba de las bombas que destruyeron

Hiroshima y Nagasaki, costando la vida de más de 150 mil personas,

porque realizaban -en su visión, segura de la astucia de la historia-, la

tarea de vincular la raza amarilla a los destinos de la Humanidad, de la

que parecía estar desvinculada al no sostener los principios

occidentales. La “Paloma Atómica” era un acto esencialmente

227 Documento Nº 123. 228 Documento Nº 124. 229 Documento Nº 125.

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Page 88: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

antibárbaro en la explicación de Amorim, y las perspectivas de la

posguerra parecían abrigar la victoria definitiva del Ingenio230.

Sin embargo, en las confiadas expectativas de un mundo

antifascista, comenzaban a depositarse los nubarrones de la larvada

Guerra Fría que podía empezar a intuirse en los llamados de atención

que, ya a fines de 1945, el comunista Rodolfo Ghioldi advertía contra

“los focos reaccionarios de Occidente –que son los que antes se reunían

en Clieveden House o en el cuartel aislacionista norteamericano-, (que)

inclinan el inmenso poder de sus monopolios contra la amistad leal entre las

tres grandes naciones organizadas de la victoria, y cuyos representantes

firmaron en Crimea el compromiso de luchar por desarraigar las fuentes

sociales del fascismo”231.

En la incipiente posguerra comenzaban a despuntar ya las

innumerables dificultades que tendría para realizarse el ideal mundo

antifascista soñado por Dickmann.

4) El antifascismo entre la unidad partidaria y las propias

divisiones.

En el presente apartado realizaremos el análisis del antifascismo

desde una doble perspectiva. Analizaremos la participación de ese

discurso en los intentos de unidad entre los sectores democráticos (y

los obstáculos existente para su consecución) paralelamente a las

fuertes disputas, debates y divisiones operadas fronteras adentro de las

organizaciones antifascistas que impulsaban esa unión.

Hemos visto la forma en que la idea de Frentes Populares cuajó

en la estrategia unionista democrática, la que si bien había concretado

experimentos anteriores como la Alianza Civil entre el

230 Ídem.231 Documento Nº 126.

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Page 89: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

demoprogresismo y el socialismo, nunca había incluido de manera

abierta la integración del principal partido opositor: el radicalismo.

Con el fin del abstencionismo radical en 1935, los demás partidos

opuestos al gobierno conservador habían entendido que sobre el

partido de Alvear iba a recaer la única posibilidad concreta de derribar

el fraude. Ante este cambio de la situación política, el antifascismo se

mostró útil como prédica para aquellos que alentaban una lucha

anticonservadora conjunta bajo el liderazgo radical.

Los partidos que se habían beneficiado con la abstención radical

durante los primeros años del justismo, principalmente el socialismo y

el demoprogresismo, reconociendo la conclusión de una situación

política que había permitido sobreestimar sus fuerzas reales en la lucha

electoral, comenzaron a pensar resueltamente en perfilarse como

aliados del radicalismo y beneficiarse de su compañía, tal como antaño

se habían beneficiado de su ausencia.

En el ya mencionado proceso de adopción de la propuesta de

Frentes Populares y de unidad, el 1º de mayo de 1936 marcó una

importante fecha en el comienzo de la apelación antifascista argentina.

A pesar de todos los resquemores partidarios, el acto mostrará el

gran poder de movilización que poseía la confluencia de las apelaciones

democrática, frentista y antifascista. En las palabras de la comisión

organizadora del evento, se procuraba unificar una “poderosa

conjunción democrática y popular para poner un dique contra el

fascismo, contra la dictadura y la oligarquía”232.

Al entender la formación del Frente Popular como una alineación

encargada de restituir las libertades políticas que el fraude

obstaculizaba y el fascismo amenazaba suprimir, aquellos aspectos de

reforma social, que su creación podía en teoría aparejar, eran reducidos

u obviados. La mayoría de los interesados en la construcción frentista

232 Citado por Iscaro, Rubens, Historia del movimiento sindical, Buenos Aires, Ciencias del hombre, 1974, tomo IV: “El movimiento sindical argentino”, pp. 48-49.

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Page 90: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

parecían acordar en que el programa a adoptar debía consistir en la

búsqueda de la democracia mediante una prédica radicalizada, pero

basada en objetivos limitados a la normalización constitucional.

Pocos eran los que dentro de los partidos democráticos defendían,

como lo hacía Benito Marianetti, la idea que “el proceso del Frente

Popular nos lleva a la instauración del socialismo y por eso no debe

alarmarse nadie de que (en su programa) se incluya la cláusula de

expropiación”233. La idea de ampliación de los alcances de un Frente

Popular convertiría a Marianetti en un expulsado del Partido Socialista

y mostraba los límites que incluso el más proletario de los partidos

democráticos ponía a las pretensiones de transformación social.

El Frente Popular, más allá de sus prédicas idealistas, estaba

demasiado ligado a procedimientos electorales, cortoplacistas o

sectarios que llevaban a la imposibilidad de mantener constantemente

una oposición unificada, como lamentaba Rogelio Frigerio, al advertir la

imposibilidad del festejo unitario del 1º de mayo en 1937234.

Por su parte, el Partido Socialista ya había dejado en claro que no

admitiría una posible unidad electoral con el comunismo, al que

consideraba, según palabras de Adolfo Dickmann, como un partido que

“acepta la democracia y la libertad como tragos amargos que no le es

dable evitar”235.

De esta forma, aunque sin desconocer el origen comunista de la

propuesta236, muchos socialistas intentarían excluir a sus primos

enemigos de la Unidad, a través de la realización de un Frente Popular

Democrático, en el cual los comunistas no podrían participar.

233 La Vanguardia, 30 de junio de 1936, p. 1.234 Documento Nº 128.235 Documento Nº 127. 236 El concejal socialista Adolfo Rubinstein reconocerá, en su particular visión, que el Frente Popular surge “como consigna después del último congreso internacional comunista donde Dimitroff sostuvo que el comunismo debía abandonar la propaganda de paparruchas como la ‘dictadura del proletariado’ y embarcarse en una acción conjunta con agrupaciones afines y burguesas”. La Vanguardia, 30 de junio de 1936, p. 1.

90

Page 91: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Indudablemente, el intento de exclusión del comunismo no

parecería surgir tanto de la necesidad de establecer un Frente Popular

Democrático, como de la ventaja que su exclusión daría a los socialistas

al situarlos en el papel de únicos intérpretes de los trabajadores en una

coalición antifascista y democrática.

Lo cierto, es que más allá de los nombres y de los participantes

involucrados, el antifascismo se volvía una prédica útil como cemento

de la unidad contra el conservadurismo, unidad que parecía

indispensable para los demócratas. Los ataques dispersos que se venían

dando desde el golpe uriburista contra el orden conservador,

comenzaban a nuclearse –ahora- en torno de una idea tentadora y a

tono con el clima internacional.

El mandato de Ortiz, cubierto inicialmente de expectativas,

permitió pocos intentos de madurar una unión opositora formateada

bajo la reivindicación antifascista. En ese lapso, además, la división fue

el tono predominante en la experiencia de las organizaciones e

individuos antifascistas, generando segmentaciones, odios personales y

heridas que tardarían (algunas nunca lo harían) años en cicatrizar237.

La confusión existente en ese sentido era tal que, algunos

radicales como Carlos M. Noble, la explotarían para resaltar el carácter

nacional del radicalismo y reparar en el hecho que “la extrema derecha

representada por un diario fascistizante, aconseja a sus lectores votar

las candidaturas de la extrema izquierda”. Ello estaría mostrando “el

pacto de Hitler y Stalin consumado en la Argentina (y) la unión de dos

ideologías antagónicas y extranjerizantes” en la que incluso los

socialistas, contrarios al pacto, estarían involucrados, ya que

“los acusados por la Casa del Pueblo de mantener vinculación y de estar

a las órdenes de la Tercera Internacional, se plegaron de pronto a las

237 Las disputas llegaban al punto de acusar como nazi a una entidad de lucha contra el antisemitismo (Ver Documento Nº 143) y a inventar la definición de comunazi (Documento Nº 136).

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Page 92: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

candidaturas del socialismo, sin explicar de donde vinieron las órdenes de

firmar el vergonzante pacto”238.

Estas alusiones sólo podían desprestigiar la posibilidad del

antifascismo como cemento de la unidad democrática y algunos

radicales no dudarían en suponer un triple acuerdo entre comunistas,

socialistas y conservadores contra su partido. El dirigente radical Mario

Guido acusará al Partido Socialista como instrumento de imposición del

pacto “Berlín-Moscú” en la Argentina. A esto los socialistas

responderán: “sólo un analfabeto desconoce la línea existente entre el

socialismo democrático y el comunismo ¿Es tan bruto el señor

Guido?”239.

Hacia 1940, las diferentes agrupaciones pro-aliadas comenzaban

a buscar un apoyo multipartidario a su causa, centrándose inicialmente

en la adscripción individual. Esto que podía ser un comienzo favorable

de unión entre antifascistas particulares de diversos partidos, era

obstaculizado por los resquemores existentes por aquellos grupos

partidarios que se sentían perjudicados por la prédica de estas

agrupaciones, como lo muestra la negativa reacción de un grupo de

radicales cordobeses ante Acción Argentina240.

Por el otro lado, la persistencia de reticencias en diferentes

sectores partidarios sobre los reales motivos por los que se suponía

movilizadas a las agrupaciones antifascistas, provocaba un especial

recelo y una decepción marcada frente a las políticas de los partidos

tradicionales, a los que se consideraban movidos únicamente por fines

sectarios. Rodolfo Moltedo, desilusionado frente al conservadurismo y

al radicalismo, diría: “La Argentina es mejor que sus dos grandes

fuerzas políticas, pero corre el riesgo de colocarse a la altura de

estas”241.

238 Hechos e Ideas, año 5, tomo V, Nº 36, marzo-abril de 1940, p. 372.239 Revista Socialista, año 11, Nº 125, Octubre de 1940, p. 224. 240 Documento Nº 129.241 Documento Nº 131.

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Page 93: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

A las disputas existentes entre partidos y agrupaciones cívicas,

cabe agregar las diferencias existentes en el mismo seno antifascista

que planteaba abismos entre grupos separados ideológicamente, como

vemos en la respuesta negativa que Acción Argentina de Mendoza

elevaría a un grupo que decía poder completar los objetivos políticos de

aquella, con una acción de emancipación económica242.

Los debates entre Girondo y Mitre también muestran los alcances

de la identidad antifascista y revelan que la visión hacia Inglaterra, la

posición frente al desarrollo económico y otras cuestiones de interés

local e internacional podían distanciar a individuos ubicados en un

mismo desprecio a los regímenes nazi y fascista243.

Estos debates moderados podían trasladarse hasta la disputa

altisonante y el agravio personal cuando se trataba de las discusiones

en torno de los grupos antifascistas separados por la visión acerca de la

Unión Soviética y del comunismo durante el pacto.

Notables en ese sentido, son las alocuciones en las que se

mezclaba de manera incesante la ideología de sus autores con su

sensibilidad individual y que, en los casos de artistas e intelectuales,

conformaron toda una literatura en la que se podía descollar tanto

polémica como estilísticamente, como lo muestran los textos de José

Gabriel y Gregorio Bermann244.

Mientras tanto, las posibilidades de retorno a la democratización

de las prácticas electorales, a través de un acuerdo promovido por

Federico Pinedo, se verían descartadas no sólo por la intransigencia

castillista sino por el desapego de Alvear a llevar las conversaciones a

un grado más concreto. Ante el fracaso de estas gestiones, Acción

242 Documento Nº 141.243 Documento Nº 142 a, b, c y d.244 Documentos Nº 144 y 145. En uno de los casos, incluso, las respuestas polémicas se centraban sobre personas equivocadas, ya que, como recuerda Larra –para el caso del documento 221- José Gabriel atribuyó equivocadamente un artículo escrito por aquél, como realizado por Córdova Iturburu, por lo que éste último sufriría los ataques más iracundos en esa polémica, en vez de Larra. Ver Larra, Raúl, Etcétera, Buenos Aires, Ánfora, 1982, p. 15.

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Page 94: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

Argentina lamentaría el hecho, instando nuevamente a los dirigentes de

los partidos tradicionales (muchos de ellos, militantes de sus filas) a

que “dejando de lado los intereses subalternos sólo nos inspiremos en

la grandeza de la patria”245.

A pesar de las posibles interferencias, la prensa antifascista siguió

intentando demostrar que los miembros del radicalismo estaban

mayoritariamente concentrados en la lucha contra el Eje. Para ello

apelaban a la figura de Alvear, poniendo a contraluz las opiniones y

prácticas de otros grupos neutralistas o, simplemente, escépticos con

relación a la prédica antifascista246.

Por su parte, fueron los socialistas quienes estructuraron desde

su organización, más tempranamente, la necesidad de la conjunción de

las fuerzas antifascistas como pilar de la futura unidad partidaria y

electoral. Ya en diciembre de 1941, Adolfo Rubinstein señalaba: “sólo

por la unión sagrada de los argentinos libres, superaremos nuestras

dificultades, crearemos una opinión pública vigilante, despierta, activa

y salvaremos la democracia”247.

En esta lógica, la actividad de “reaccionarios y nazifascistas

criollos” era la que intentaba frenar la unidad y todo aquel que

evidenciara las divergencias existentes entre los partidos democráticos,

además de intransigente, era considerado cómplice de la infiltración

fascista248.

Más allá de los discursos previos, la posibilidad concreta de

estructurar una alianza anti-conservadora, con el nombre de Unión

Democrática Argentina, fue volviéndose admisible en 1942, a partir de

las conversaciones existentes entre los partidos políticos democráticos

y del clima generado por las movilizaciones multipartidarias de las

agrupaciones civilistas y antifascistas.

245 Documento Nº 130.246 Documento Nº 132.247 Documento Nº 133.248 Ídem.

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Page 95: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

En medio de luchas intestinas y ante la muerte de su líder

(Alvear), los sectores antipersonalistas del radicalismo incorporarían la

cuestión de la Unidad como una batalla más en la lucha por la primacía

interna. De esta forma, la idea de Unidad para el radicalismo pasó de

ser un útil recurso de negociación y presión frente al fraude, a

funcionar como instrumento de fractura y competencia interna.

Mediando entre los partidos minoritarios y el radicalismo se

encontraban las agrupaciones cívicas que promovían los ideales más

puros de unidad. Una mezcla de personajes prominentes y dirigentes

partidarios comenzaron a participar de asociaciones que intentaban

establecer la dirección del movimiento democrático.

En esa situación, el Partido Radical era quien más sufría los

ataques moralizadores de estas agrupaciones que lo instaban

constantemente a hacer “el sacrificio que espera la Patria” y de no

facilitar “la posibilidad de que (sic) se malogren tantos esfuerzos

generosos”249.

Los sectores independientes sabían que expuestos a la decisión

del partido Radical de cerrar filas internas, sobre todo ante la presión

de su sector intransigente, las agrupaciones de Unidad dejarían de

tener sentido y se perdería el protagonismo de sus participantes

cívicos, quienes no podrían recuperarlo a través de la militancia en las

cerradas filas partidarias.

Sin embargo, las negociaciones en torno a la conformación de la

Unión Democrática fueron finalmente truncadas con el golpe del 4 de

Junio de 1943. A partir de allí, muchos dirigentes de los partidos

tradicionales confiaron en un pronto retorno a elecciones libres. En

cierta medida, junto con la prensa y las agrupaciones civiles, como lo

señalaba Rodríguez Araya, ellos se sintieron también artífices de la

revolución250.

249 Solicitada de Acción Argentina en La Vanguardia, 8 de mayo de 1943, p. 3.250 Documento Nº 137.

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Page 96: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

A medida que los militares decepcionaban a quienes habían

creído en una pronta restitución del derecho electoral, se reflotaban los

ánimos opositores y renacía paralelamente la pretensión de unidad en

la llamada Resistencia Civil, ahora acompañada por un sector

importante del conservadurismo, al que la oposición frente a la

dictadura había parcialmente redimido de la anterior experiencia del

fraude y para el que algunos grupos cívico de notables pedirían un

lugar formal en las conversaciones de unidad.

Sólo el -cada vez más mermado- partido Concentración Obrera,

recordando que su inicial llamado a “la unión de las fuerzas populares

(…) contra el nazifascismo”251 resultaba imposible si se sostenía una

unión entre “los que son víctimas del fraude con sus victimarios”252, se

seguiría negando vehementemente a participar en una Unión

Democrática formada con grupos conservadores253.

Tomando prestados los discursos enfáticos que durante más de

una década había logrado hacer circular el antifascismo argentino y

enmarcándolos en una confluencia partidaria (reunida únicamente en

torno a la candidatura de la dupla presidencial formada por dos

radicales unionistas), los partidos políticos tradicionales y una multitud

de asociaciones civiles presentaban en la Unión Democrática, una

solución particularmente híbrida para oponerse a una conjunción

electoral que –aunque no menos heterogénea- tenía delante un nombre

ampliamente reconocible e identificable.

En lo concerniente a los discursos, la unidad alcanzada en 1945

era reivindicada por sus dirigentes como un logro fundamental, en

tanto significaba “antes que una circunstancial agitación electoral (…)

251 Frente Democrático, año 1, Nº 2, 1º de julio de 1942, p.1. 252 Ídem.253 Todavía en 1945 el partido penelonista confiaba su estrategia partidaria en resaltar “el derecho de intervenir como los demás partidos en el caso de que fuese un frente de los partidos del centro y de la izquierda, con exclusión de los conservadores”. Documento Nº 139.

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Page 97: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

la significación trascendente de una milicia civilizadora y aguerrida de

la civilidad nacional”254.

Dentro de esa concepción de trascendencia -a pesar de los

limitados alcances de la Unión Democrática en el plano electoral- una

de las formas más reiteradas de concebirla por parte sus dirigentes y

simpatizantes, fue la de verla como una reproducción a escala local de

la coalición que los países Aliados en el mundo habían instaurado luego

de vencer al nazismo255.

Esta primera recepción de la prédica antifascista y antinazi no

será la única realizada por esta agrupación, en tanto también varios

aspectos discursivos y constitutivos del antifascismo argentino

intentarán ser adoptados. Entre ellos el lema mismo, que no podía estar

más contundentemente anclado en esa tradición: “¡Por la libertad,

contra el nazismo!”

Los participantes de esta agrupación eran, en gran medida, los

mismos que habían celebrado la caída de Berlín, no sólo como la

victoria de las fuerzas progresistas del mundo frente a Hitler sino

también como el preludio de la desaparición del gobierno militar

surgido en la Argentina el 4 de junio de 1943 que constituía para ellos

un remedo de los sistemas nazifascistas derrotados en la guerra256.

Sin embargo, hacia 1946, en Argentina, la herramienta

antifascista había cumplido su edad útil, desgastada por el uso

constante e intenso al que había sido sometida durante más de una

década. Había generado en su último acto que los demócratas confiaran

254 Solari, Juan Antonio, “La jira triunfal es precursora de la victoria”, Antinazi, año 2, nº 49, 31 de enero de 1946, p.1.255 En un plano altamente optimista, el dirigente socialista Enrique Dickmann concebía a la Unión Democrática como “la marcha hacia la izquierda que, después de aplastar a la bestia apocalíptica nazifascista, deciden inaugurar los pueblos libres de la tierra. La Argentina no quedará rezagada en la gran marcha”. Documento Nº 138.256 Se trataba de resaltar constantemente la continuidad entre la Resistencia y la Unión Democrática. Fundando una genealogía de las mujeres unionistas, Alicia Moreau de Justo dirá: “Las mujeres son las mismas que festejaron en plaza Francia la liberación francesa, que festejaron la caída de Berlín, las que pidieron la libertad de sus hijos y que fueron a Villa Devoto”. La Prensa, 9 de diciembre de 1946, p.10.

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Page 98: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

demasiado en ella debido al esplendor con el que había llegado luego

de arduas disputas en ambientes difíciles de fraude, estado de sitio y

dictadura. Había demostrado su utilidad y parecía ser la vectora de los

tiempos futuros, justo en el momento de su desgaste definitivo. La

última actuación a la que asistió, con sus más preciados galones, sería

precisamente la que la marginaría como apelación tentadora en el

futuro. A ella seguiría un lento languidecer de su poder de atracción, en

las mente de los demócratas argentinos.

Por algunas razones, algunas casuales y otras estructurales, el

democratismo y el antifascismo que encarnaban la Unión Democrática

lucieron en la posguerra argentina, como una apelación más cercana al

pasado que al futuro. Había perdido el equilibrio de Jano.

El candidato a presidente por la Unión Democrática lo reconocía:

“este modesto ciudadano –decía Tamborini- será en la presidencia de la

Nación el hombre del pasado (…) porque creo que a esta altura de mi

vida no se adquieren nuevas virtudes”257.

5) Escritores e historiadores en la prensa antifascista

Ya hemos señalado la especial adscripción al antifascismo que

circulaba entre escritores, artistas e intelectuales, muchos de ellos

convencidos del predominante carácter de defensa de la cultura que

tenía la oposición a los regímenes fascistas.

Esta sección ha intentado rescatar los diferentes aportes hechos

en la prensa de carácter antifascista, por algunos de los escritores e

historiadores que contaban con mayor relevancia y prestigio en nuestro

medio (o que los obtendrían posteriormente, como Halperin Donghi258).257 La Prensa, 6 de febrero de 1946, p. 9.258 La inclusion del artículo “¡Libros noo...!”, escrito por el en ese entonces estudiante secundario Tulio Halperin Donghi, pretende tener la característica de hallazgo. En este artículo, el autor, inserto en el campo resistente juvenil –campo que luego analizaría tan perspicazmente en su libro Argentina en el callejón- criticaría la rebaja del nivel académico y evaluativo en los colegios y universidades llevado a cabo en 1945 por la Dictadura como medida electoralista en favor de Perón. Sin la estridencia

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Page 99: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

En el caso de los escritores, el recurso poético resultaba

particularmente útil para expresar las características ligadas a la

heroicidad que la apelación antifascista invocaba y promovía. Sea en la

forma de estremecedora apología del héroe colectivo popular (de

Madrid en el caso de Alberti259, de Stalingrado en el de Yunque260) o en

el martirologio individual de Rodolfo Ghioldi -expresado por Jorge

Amado261- la forma poética tendía a expresar las notas más altas del

dramatismo político en la prensa antifascista.

A través de la forma poética no sólo se intentaba reproducir la

sensibilidad de los lejanos hechos del conflicto bélico, sino también

dotar a los hechos domésticos de una trascendencia dramática que

podía –aunque la tuviera- no ser reconocida a simple vista por todos los

lectores.

En ese último sentido, Silvina Ocampo escribiría los sucesos de

septiembre de 1945, inspirada en una corriente que llegó a ser llamada

“la poesía de la Resistencia”262. En ella los aspectos idealista y juvenil

estaban particularmente marcados, como lo muestra el título y el tono

estridente del poema de Tonita Semelis de De Robertis: “Rebeldía

suprema”263.

En el caso de Victoria Ocampo, para explicar lo que los

antifascistas consideraban inexplicable, es decir la caída de París, se

recurriría a un dramatismo similar, en una forma epistolar que

corporizaba a toda Francia como si fuera una amiga caída en desgracia

a la que hacía falta consolar, para consolarse a si mismo264. Aunque

también a través de Sur, una forma diferente de hablar de Francia

del característico tono de polémica antifascista y esbozando algunos aspectos estilísticos e interpretativos que luego desarrollaría en su tarea profesional, Halperín retomaba, sin embargo, la recorrida identificación de Crocce, entre fascismo y falta de cultura, para atacar al gobierno de facto. Documento Nº 151. 259 Documento Nº 146.260 Documento Nº 160.261 Documento Nº 147.262 Documento Nº 158.263 Antinazi, año 2, Nº 46, 10 de enero de 1946, p. 6.264 Documento Nº 159.

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Page 100: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

tendría Martínez Estrada, no sólo porque se refería a su salvación,

cuatro años después, sino por que su análisis difería estilísticamente en

mucho, de la esquela sentimental de Ocampo.

Fuera de la relación con los hechos políticos, las revistas

antifascistas promovían constantes intercambios artísticos e

intelectuales, formando una red social que integraba no sólo a las

personalidades locales, sino también a los emigrados de los regímenes

a los que se combatía. En ese clima, se volvían entendibles las

referencias de un artista hacia el otro, como en el caso del romance de

Manuel Mujica Láinez sobre el ya mencionado Alfredo de la Guardia265.

A diferencia de los aportes recién mencionados, en el caso del

escrito “Fosco, o la economía política al revés” de Roberto Arlt266, las

intenciones son más bien polémicas y realizadas en un tono diferente al

que usualmente utilizaba Argentina Libre, la revista en que se publicó.

Al colaborar en una revista que difundía una visión del antifascismo

diferente a la que él cultivaba, Arlt mostraba las posibilidades de

apertura y movilidad que permitía el amplio espectro cultural

antifascista.

Otro aporte que se distingue, en este caso por su característica

divergente con el enfático tono comúnmente utilizado por la producción

antifascista, es el ensayo de Borges titulado precisamente “Ensayo de

imparcialidad”267, en el que se ponen en evidencia no sólo las

contradicciones del campo germanófilo, sino también ciertas

inconsistencias discursivas de la aliadofilia268.

En el caso del aporte de los historiadores en la prensa

antifascista, esa intención de revisar los fundamentos del discurso

antifascista era opacada por la necesidad de demostrar la coherencia

265 Documento Nº 154.266 Documento Nº 148.267 Documento Nº 149.268 Como aquella que señalaba: “El que ha jurado que la guerra es una especie de yihad liberal contra las dictaduras, acto continuo anhela que Mussolini milite contra Hitler: operación que aniquilaría su tesis.”. Ídem.

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Page 101: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

entre la lucha que se llevaba a cabo y la tradición histórica liberal

argentina.

De lo que se trataba, entonces, era de justificar la toma de

posición política del momento, a través de la alusión a la historia patria

y a sus próceres. En ese sentido, tanto Levene como Ravignani

resaltaban la importancia didáctica y política del uso de la historia.

Levene, al decir que “la historia es del pueblo y para el pueblo, y

si no, no es nada” y que es “vida vuelta a vivir”, justificaba la utilización

presentista que hacía el discurso antifascista de los próceres. En

“Meditación sobre el Libertador”, Levene resaltará una visión de San

Martín favorable a la visión cívica, desprendida y liberal de la historia

nacional que tenían los grupo democráticos269.

La legitimación profesional del discurso presentista, por parte del

más célebre y reconocido historiador argentino de ese momento,

permitía en el plano político otras operaciones más audaces como la de

Repetto, que mostraba a un San Martín opuesto a la neutralidad:

“El gran libertador pudo mostrarse en este último aspecto (es decir,

neutral. A.B.) frente a las luchas mezquinas de la política interna de su país,

pero no fue neutral cuando se trató de llevar la libertad a una mitad del

continente”270.

En un sentido similar, Ravignani refrendaría el carácter político

de la historia patria, al señalar que “las conmemoraciones de los fastos

fundamentales de una nación adquieren, sin duda alguna, la tonalidad

que les da el momento en que se celebran”271. Esa tonalidad permitía al

historiador y político radical correlacionar dos momentos de la patria,

que podían parecer tan distantes como 1816 y 1942.

269 Documento Nº 152.270 Repetto, Mi paso por la política. De Uriburu a Perón, p. 258.271 Documento Nº 156.

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Page 102: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

No otra cosa había hecho en 1941 el médico Repetto al justificar

la coherencia y legitimidad histórica del nombre Cabildo Abierto de

Acción Argentina, señalando:

“(por) el hecho de que (sic) todos estos cabildos se han realizado en

momentos críticos de nuestra historia podemos aceptar la denominación de

cabildo abierto (...) sin temor de incurrir en irreverencia alguna, ni histórica

ni patriótica”272.

La agrupación pro-Aliados Acción Argentina fue una de las más

atentas a captar la tradición histórica liberal argentina para hacerla

jugar a favor de la lucha contra el neutralismo gubernamental, de allí

que en uno de sus manifiestos exigía “denunciar a los que adulteran

nuestro pasado histórico, denigran a los hombres que lucharon por

nuestra libertad y en cambio elogian, los regímenes tiránicos”273.

En el campo comunista, tanto historiadores como escritores

reivindicarían –casi homogéneamente- la visión liberal del pasado

argentino, considerándose a ellos y a la clase proletaria como los

continuadores de la obra libertadora llevada a cabo por los próceres. En

su poesía cruda, perfeccionada en las antiguas etapas de la estrategia

“clase contra clase”, Raúl González Tuñón reivindicaba ahora una

combatividad alimentada con las imágenes de la historia patria, al

decir: “Nuevamente ahorcaremos a Álzaga y desenterraremos a Rosas y

lo fusilaremos para siempre”274.

Por su lado, Rodolfo Puiggrós -en su calidad de director de la

revista Argumentos- hacía saber desde una de las editoriales de esa

publicación que “el 25 de Mayo tiene para nosotros una significación

272 La Vanguardia, 23 de mayo de 1941, p. 1..273 “Nuestra opinión”. 5º Comunicado público de Acción Argentina. Citado en: de Mendoza, Juan C., La argentina y la swástica, Buenos Aires, Victoria, 1941, pp. 178-179. 274 Documento Nº 150.

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Page 103: Texto de Presentación Documentos El Antifascismo Argentino

actual y militante (...) es bandera de unidad, de democracia y de

patriotismo”275.

Frente a las seguridades de los paralelismos históricos repetidos

constantemente, puede advertirse, sin embargo, la queja del historiador

José Luis Romero, quien dudaba de la eficacia que tenían esos traslados

en las temporalidades y que, bajo esa premisa, señalaba que era “un

hecho no por repetido menos exacto que nunca se ha leído menos

historia que en nuestro tiempo”276. Como escritor e historiador, Romero

intentaría expresar la manera de compatibilizar el necesario apoyo a la

causa antifascista, con el distanciamiento que su actividad reflexiva

suponía. Una muestra de esa difícil tarea puede verse en sus

contribuciones en las revistas De Mar a Mar y Argentina Libre277.

Desde el ángulo de reflexión que fuera, la historia resultaba, poco

leída o no, un instrumento infaltable en el diseño de las apelaciones

políticas democráticas y en casi todos los casos, su formato de pasado

refería –aunque más no fuera elípticamente- a la lucha política

presente, que permanecía cruzada por dos ejes fundamentales: el apoyo

a la causa antifascista y el pedido por el retorno a la normalidad

democrática perdida en 1930.

275 Documento Nº 155. 276 Romero, José Luis, “De historia y política. Variaciones sobre un lugar común”, Argentina Libre, año 2, nº 68, 26 de junio de 1941, p. 9.277 Once veces colaborará Romero en Argentina Libre, una de ellas en forma de entrevista, reproducida aquí en el Documento Nº 157 en el cual reivindicará cierto distanciamiento crítico del historiador o escritor en relación con las posiciones adoptadas en las disputas políticas, no para evitar tomar un lugar en los campos antagónicos prefigurados, sino para revelar nuevas interpretaciones que a futuro pudieran superar las polémicas contemporáneas. Así dirá: “Este deber específico del escritor es lo que hace de él un hombre de minorías, en cuanto puede no coincidir con las opiniones consagradas contemporáneamente, precisamente porque prepara las opiniones que en el futuro serán unánimes”.

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