enzo traverso - sobre antifascismo e intelectuales

23
 Acta Poetica 24-2 OTONO 2003 Enzo Traverso Trad. Esther Cohen y Melina Balcazar Los inteleetuales y el antifascismo Por una historizacion critica Asistimos hoy a un fenomeno paradojico e inquietante: el au- mento de movimientos politicos de inspiracion fascista en Eu- ropa (desde Erancia hasta Italia, desde Belgica hasta Austria) que se acompafia, en el seno de los medios inteleetuales, de una vasta campana de denigracion de toda la tradicion antifas- cista. En Italia, los medios presentan al antifascismo como el responsable de la dedva catastrofica de la pdmera Repiiblica, y el principal biografo de Mussolini, Renzo de Eelice, encabe- z6 una batalla para superar el "paradigma antifascista" que se- ria, a sus ojos, la tara mayor de la historiografia de la posgue- rra.' En Alemania, despues de la reunificacion, el apelativo "antifascista" se emplea como un insulto, olvidando mas o me- nos conscientemente todo lo que el antifascismo represento pa- ra el exilio aleman y para la lucha contra e regimen hitleda- no ,  antes de transformarse en idcologfa de Estado de la ^ ' Cf. R. De Felice,  Rosso e nero,  Turin, Baldini & Castoldi, 1995. ^ En su editorial del 22 de jiilio de 1991, la  Frankfurter AUgemeine Zeitung  es - cribi'a que "no hay aniifascismo que no sea culpable" y anunciaba los anos noven- ta como una nueva era de "antifascismo" (cf. Wolfgang Schneider, "Deutschland erwacht",  Konkret,  num. 10, 1991, 30-34). Cf. tambien Anionia Grunbeig,  Anti- faschismus. Ein deutsches Mythos,  Hamburgo, Rowolhit, 1993.

Upload: ndrf16

Post on 04-Oct-2015

42 views

Category:

Documents


4 download

DESCRIPTION

Historia Contemporánea

TRANSCRIPT

  • Acta Poetica 24-2OTONO

    2003

    Enzo TraversoTrad. Esther Cohen y Melina Balcazar

    Los inteleetuales y el antifascismo.Por una historizacion critica

    Asistimos hoy a un fenomeno paradojico e inquietante: el au-mento de movimientos politicos de inspiracion fascista en Eu-ropa (desde Erancia hasta Italia, desde Belgica hasta Austria)que se acompafia, en el seno de los medios inteleetuales, deuna vasta campana de denigracion de toda la tradicion antifas-cista. En Italia, los medios presentan al antifascismo como elresponsable de la dedva catastrofica de la pdmera Repiiblica,y el principal biografo de Mussolini, Renzo de Eelice, encabe-z6 una batalla para superar el "paradigma antifascista" que se-ria, a sus ojos, la tara mayor de la historiografia de la posgue-rra.' En Alemania, despues de la reunificacion, el apelativo"antifascista" se emplea como un insulto, olvidando mas o me-nos conscientemente todo lo que el antifascismo represento pa-ra el exilio aleman y para la lucha contra e! regimen hitleda-no, antes de transformarse en idcologfa de Estado de la ^

    ' Cf. R. De Felice, Rosso e nero, Turin, Baldini & Castoldi, 1995.^ En su editorial del 22 de jiilio de 1991, la Frankfurter AUgemeine Zeitung es-

    cribi'a que "no hay aniifascismo que no sea culpable" y anunciaba los anos noven-ta como una nueva era de "antifascismo" (cf. Wolfgang Schneider, "Deutschlanderwacht", Konkret, num. 10, 1991, 30-34). Cf. tambien Anionia Grunbeig, Anti-faschismus. Ein deutsches Mythos, Hamburgo, Rowolhit, 1993.

    51

  • En Francia, la campana contra el antifascismo se lanzo, hacealgunos anos, a partir de un artieulo de Annie Kriegel en Com-mentaire? Conoeio su momento mas bajo en el momento de laapadcion de un innoble panfleto que pretendia presentar aJean Moulin como un agente sovietico,'* y su coronacion, enun nivel cultural mas elevado, con Le passe d'une illusion deFran9ois Furet, un libro donde el antifascismo se reduce a unagigantesca empresa de mistificacion que habria permitido altotalitarismo sovietico extender su influencia sobre la culturaoccidental.^

    Lo que esta en juego es capital: ^que queda del compromisoantifascista de los intelectuales? ^Podemos, hoy, llamamos anti-fascistas? Aquellos que estan convencidos, como lo estoy yo,del valor historico y de la actualidad politica del antifascismoy, por lo tanto, de la necesidad de combatir una mala forma derevisionismo, no pueden permitirse responder a estas pregun-tas amparandose detras de una idealizacion apologetica del pa-sado. Estariamos tentados a responder que, al librarnos del an-tifascismo, se corre el riesgo de borrar el unico rostro decenteque Italia supo dar de si misma entre 1922 y 1945; Alemania,entre 1933 y 1945; Francia, entre 1940 y 1944; Espana y Por-tugal, durante cerca de cuarenta anos. Pero, aunque necesaria,esta respuesta no es suficiente. Para defender al antifascismocomo memoria "ejemplar", en el sentido mas noble del termi-no y como leccion aiin viva del pasado, hay que proceder a suhistorizacion critica, entender sus debilidades y sus limites,que, a menudo, van acompaiiados de su grandeza. Y, para com-prender la relaeion de los intelectuales con el antifascismo, hayque partir de lejos, de los origenes de su compromiso.

    ^ A. Kriegel, "Sobre el antisfascismo", Commentaire, num. 50, 1990.* Thiery Wolton, Le grand recrutement, Paris, Grasset, 1993, obra que tiene el

    merito de haber provocado la respuesta de Pierre Vidal-Naquet, Le trait empoi-sonn6. Reflexions sur I'ajfaire Jean Moulin, Paris, La D6couverte, 1993.

    ^ F. Furet, Le passe d'une illusion. Essais surl'idee communiste au xxe siecle,Paris, Laffont / Calmann-L^vy, 1995.

    52

  • Uno de los ultimos ensayos de George Orwell, Writers andLeviathan, esta dedicado a la relacion que se establece en Eu-ropa, durante los anos treinta, entre los inteleetuales y la poli-tica. A partir de una reflexion ampliamente autobiografica, se-nala el caracter casi inevitable de la irrupcion de la politica enla cultura. Los escritores no podian encerrarse mas en un uni-verso de valores esteticos, protegidos de los conflictos que des-garraban al viejo mundo: "En la actualidad escdbia nadiepodria dedicarse a la literatura de manera absoluta, como lo ha-cian Joyce o Henry James".^ El mismo balance ya habia sidosacado, con una decena de aiios de antedoddad, poco antes dela guerra, por Walter Benjamin, quien afirmaba la necesidadde oponer la politizacion del arte y de la cultura o sea, elcompromiso de los artistas y de los inteleetuales a la esteti-zacion de la politica puesta en obra por el fascismo: Fiat ars,pereat mundus, tal es la consigna del fascismo que, Madnetti loreconocia, espera de la guerra la satisfaccion artistica de unapercepcion sensible modificada por la tecnica. Evidentemente,se encuentra aqui la perfecta realizacion del arte por el arte.En tiempos de Homero, la humanidad se ofrecia como espec-taculo a los dioses del Olimpo; ahora, se ha hecho su propio es-pectaculo. Se volvio extranjera para si misma, al extremo delograr vivir su propia destruccion como un goce estetico de pri-mer orden. He aqui la estetizacion de la politica que practica elfascismo. La respuesta del comunismo es "politizar el arte".^Dicho de otro modo, el intelectual debia "empaparse", frotarsecon las asperidades del presente, volverse a su modo "militan-te", si no queria enmohecerse como un fosil, como una figuraanacronica e iniitil, de letrado que vive fuera de su tiempo.

    La nocion de "intelectual", que entra defmitivamente al vo-cabulado occidental en el momento del caso Dreyfus, designa

    * G. Orwell, Collected essays, vol. 4, London, Penguin Books, 1986, p. 409.(La traducci6n es nuestra.)

    ^ W. Benjamin, "L'ouvre d'art h l'^poque de sa reproductibilit6 technique",Essais 1935-1940, Paris, Denoel-Gonthier, 1983, p. 126.

    53

  • precisamente esta interferencia entre literatura y politica quemarcar^ profundamente toda la historia del siglo xx. Eviden-temente, a esta figura no le faltan ilustres precedentes, desdelos filosofos de las Luces hasta las revoluciones de 1848, enlas cuales participan numerosos hombres de letras; pero, apartir del cambio de siglo, ese fenomeno adquiere dimensio-nes nuevas hasta volverse, durante el periodo de entreguerras,una cuestion de mayor importancia dentro de la cultura euro-pea y occidental. En La trahison des clercs, Julien Benda tratode capturar esta imagen de literato comprometido medianteuna definicion ideal tipica: "los hombres cuya funcion es la dedefender los valores etemos y desinteresados, como la justiciay la razon".^ Ahora bien, si se observa con atencion la entradaen la politica de los intelectuales, esta no siempre se fundo so-bre dichos valores. Ya el caso Dreyfus fue una querella deintelectuales: Maurice Barres contra Emile Zola, Edouard Dru-mont contra Bemard-Lazare. Dicho de otro modo, el nacionalis-mo contra el universalismo, el antisemitismo contra la igualdad,el militarismo contra la repiiblica. Durante los aiios veinte ytreinta, estos conflictos se acentiian: al lado de los intelectua-les que se movilizan para defender la democracia, hay otrosque laboran para abatirla. Una amplia parte de la cultura euro-pea se adhiere a valores que se inscriben contra la tradicion de1789: el nacionalismo, el antisemitismo, la "revolucion con-servadora", el elitismo antidemocratico y el fascismo ejercenuna atraccion considerable en gran numero de intelectuales enItalia, en Francia, en Alemania e, inclusive, en un foco tradi-cional del liberalismo como Inglaterra.^ Con frecuencia, ten-demos a olvidarlos por una especie de choque de frente retros-pectivo que oculta el hecho de que Gramsci se volvio una figuracentral de la cultura italiana solamente despues de la guerra

    ^ J. Benda, La trahison des clercs, Paris, Grasset, 1975. (La traducci6n es nuestra.)'^ Cf. Alistair Hamilton, L'illusion fasciste. Les intellectuels et le fascisme

    1919-1945, Paris, Gallimard, 1973.

    54

  • y la caida del fascismo; de que Maurras y Ddeu la Rochelleeran tan influyentes, en la Erancia de los anos treinta, comoMalraux y Gide, y de que, bajo la repiiblica de Weimar, ErnestJtinger era tan famoso como Eric Mada Remarque, y OswaldSpengler mucho mas lefdo que Walter Benjamin o Ernst Bloch.

    Una prefiguracion literada de esta dicotomia de un ladoel intelectual democratico, racionalista y antifascista; del otro,el nihilista romantico y apocaliptico, sublevado contra la mo-dernidad fue esbozada por Thomas Mann, a principios delos anos veinte, en La montana mdgica. A los dos heroesde esta novela, Settembdni y Naphta, se Ios ha interpretadocomo las dos almas del autor, quien habia publicado, a finalesde la Pdmera Guerra Mundial, un manifiesto de la "revolu-cion conservadora", las Consideraciones de un apolitico, yquien encarnara luego la conciencia democratica de su paiscuando, exiliado en los Estados Unidos, lance sus "Llamadosa los alemanes" para denunciar los crimenes del nacionalso-cialismo. Otros vieron ahi la transfiguracion literada del dia-logo que Thomas Mann habia entablado con su hermanoHeindch, cuya filosofia recuerda de cerca el positivismo hu-manista de Settembrini. Mas recientemente, este conflicto no-velesco, situado por el autor en el corazon de los Alpes suizosen la vispera de la Primera Guerra Mundial, se ha evocadocomo la prefiguracion de otra celebre disputa filosofica, estavez completamente real, que tendra lugar en Davos, en 1929,entre el ultimo representante de la Aufkldrung alemana, elneokantiano Ernest Cassirer, y Martin Heidegger, el jovenautor de El ser y el tiempo, fundador de una nueva forma deontologia politica que debia conducirlo, algunos anos mas tar-de, a adherirse al regimen nazi.'*^

    La parabola de la inteligencia europea de entreguerras se de-sarroUa entre estos dos polos filosoficos y politicos, ciertamen-te opuestos, pero no siempre sin interferencias. Ciertos criticos

    '" Cf. Rudiger Safranski, Martin Heidegger, Paris, Grasset, 1996, pp. 197-202.

    55

  • han formulado tambien la hipotesis de que Thomas Mann sehabria inspirado para el retrato del nihilista Naphta en el jovenGeorg Lukacs, el autor de El alma y las formas, atraido, desdeel final de la guerra, por el comunismo, hasta volverse, en1919, comisario del pueblo por la Educacion en la efimera Re-piiblica Sovietica Hungara dirigida por Bela Kun.^ ^ Como ro-mantico, Naphta es una especie de Jano con dos cabezas, unaconservadora e incluso reaccionaria; la otra, revolucionaria.Esta figura metaforica sirve aquf para recordamos que muchosintelectuales a menudo judios y antifascistas, destinados adesempefiar un papel nada despreciable en la renovacion de lafilosofia politica de la posguerra, fueron los discipulos de Hei-degger. Pensemos solamente en Hannah Arendt y en HansJonas o, mas aun, en los marxistas Herbert Marcuse y GuntherAnders. El hecho es que, durante los anos treinta, Naphta teniaque escoger: su rechazo de la Zivilisation podria albergarseunas veces en las mitologias teutonicas cultivadas por el nacio-nalsocialismo, hasta aceptar la mistica de la sangre y del suelo;otras veces, en una critica radical del rostro de la modernidadencarnada por el fascismo. ^ ^

    Si el intelectual "comprometido", el humanista rebelde pin-tado por Benda "en situacion", de acuerdo con la defini-cion que dara de el Sartre algunos anos mas tarde, se en-cuentra asf lejos de imponer su presencia en el transcurso dela primera mitad del siglo, conocera, no obstante, un augeconsiderable durante los anos treinta. El momento crucial quemarca el compromiso polftico de los intelectuales no es 1917,la Revolucion de octubre, sino 1933, la Uegada de Hitler alpoder en Alemania. Es verdad que este compromiso coincide

    ' ' Esta hipotesis esta en el centra de toda la segunda parte de la obra de JudithMarcus, Georg Lukdcs and Thomas Mann. A Study in the Sociology of Literature,Amherst, The University of Massachussetts Press, 1987. Sobre las multiples carasdel romanticismo, cf. Michael Lowy y Robert Sayre, Revolte et melancolie. Le ro-mantisme a contre-courant de la modemite, Paris. Payot, 1992.

    '^ Cf. Jeffrey Herf, Reactionary Modernism. Technology, Culture and Politicsin Weimar and the Third Reich, New York, Cambridge University Press, 1984.

    56

  • a menudo con su entrada en el campo magnetico del comunis-mo que, sin embargo, no constituye el punto de partida, sinosolamente el resultado de su radicalizaci6n. En 1917, JohnReed, para quien los Soviets rusos iban a "sacudir el mundo",se mantiene como una excepci6n. En cambio, en 1934, Hein-rich Mann se encuentra lejos de estar aislado cuando publicaEl odio. Al final de la Primera Guerra Mundial, Louis Aragon,el futuro chantre de Stalin y poeta oficial del comunismofrances, habfa reducido la Revolucion de octubre a una sim-ple "crisis ministerial". Nadie podfa reaccionar con la mismaligereza frente al nazismo. A partir de 1933, el compromisoantifascista de los intelectuales sera masivo, y hara que mu-chos de los que se habfan mantenido indiferentes o que no ha-bfan ocultado su escepticismo frente a los obreros insurrectosde Turfn, Berlfn y Budapest en 1919-1920, se acerquen a laUnion Sovietica, a la cual perciben como una defensa contrala expansion de la peste parda en Europa.

    Esta movilizacion antifascista estara marcada, entre 1935 y1937, por la celebracion de dos congresos internacionales endefensa de la cultura: el primero en Parfs, el segundo en Va-lencia, en la Espana Republicana, y en ellos participan variasde las personalidades mas significativas de la cultura de laepoca.'^ Encontrara su apogeo durante la Guerra Civil espa-iiola, en la cual la defensa de la Repiiblica parece identificarsecon la de la cultura europea. Numerosos son los escritores quese enrolan en las brigadas internacionales o van a Espana parasostener la Republica, desde George Orwell hasta Ernest He-mingway, de Andre Malraux a Arthur Koestler, de W. H. Audena Stephen Spender, de Benjamfn Peret a Octavio Paz. La alian-za entre la inteligencia antifascista y el comunismo, sacudida

    '^ Sobre el congreso parisino de 1935, cf. Michel Winock, Le siecle desintellectuels, Paris, Seuil, 1997, cap. 27; y Herbert Lottman, La rive gauche.Du Front populaire a la guerre froide, II, cap. 6, Paris, Seuil, 1981. Sobre elcongreso de Valencia, cf. Andres Trapiello, Las annas y las letras. Literatura yguerra civil (1936-1939), Barcelona, Planeta, 1994, cap. 10.

    57

  • por el Pacto ruso-germdnico de 1939, despues reanudada en1941 y sellada por la Resistencia, se mantendra durante mu-cho tiempo. En 1945, la cultura europea esta, en gran medida,situada bajo el horizonte del antifascismo.

    Varios elementos estan en el origen de este cambio politicode los intelectuales. ^ "^ En principio, la Uegada de Hitler al po-der en Alemania, seguida un ano mas tarde por el golpe deestado cledgo-fascista de Dolfuss en Austria, luego por el pro-nunciamiento de Eranco en Espana, se vivio como un ver-dadero traumatismo. Si el fascismo italiano permanecia comoun fenomeno nacional, aislado, mal conocido y mal compren-dido, al que habia podido unirse un sector importante de lacultura italiana, de D'Annunzio a Gentile, e incluso de su van-guardia (los futuristas), el advenimiento del nacionalsocialis-mo en Alemania daba repentinamente al fascismo una dimen-sion europea, haciendolo parecer como una terrible amenazano solo para el movimiento obrero, sino, mas en general, parala democracia y la cultura a nivel continental. Esta amenaza nose limitaba a la esfera politica, ya que parecia poner nueva-mente en cuestion la civilizacion misma. Bastaba con escucharlas declaraciones de los jefes nazis para comprender que laherencia de las Luces estaba en peligro: Goebbels ya habiaanunciado que "el ano 1789 sera borrado de la historia".^^El antifascismo se identificaba tambien con la lucha por la pazen un continente donde las heridas de la Primera Guerra Mun-dial estaban aun abiertas y donde los equilibrios politicos pare-cian cada vez mas precarios. La agresion italiana contra Etio-pia, la remilitarizacion de Renania, la guerra de Espana, laguerra chino-japonesa, despues Munich y, finalmente, unanueva guerra: esta escalada suscitaba en Europa una inquietudcreciente de la que el arte y la cultura fueron el eco. Last but

    ''' Cf. Eric J. Hobsbawm, "Gli intellettuali e I'antifascismo", Storia del mar-xismo, vol. 3, t. II, Torino, Einaudi, 1981, pp. 441-490.

    '^ Citado en Karl D. Bracher, La dictature allemande. Naissance, structure etconsequences du nationalsocaillisme, Toulouse, Privat, 1986, p. 31.

    58

  • not least, el fascismo habia hecho de los intelectuales uno desus blancos privilegiados, como lo testimonian los miles de es-critores, periodistas, cientificos, universitarios y artistas cons-treiiidos a emigrar. La cultura antifascista fue tambien, en granmedida, una cultura del exilic Su unidad estaba cimentada poruna multitud de parias que erraban de un pais a otro, de uncontinente a otro, como los embaj adores de una Europa huma-nista amenazada por la aniquilacioh. El antifascismo se expre-saba tambien gracias a una pleyade de revistas de lengua ale-mana publicada en Pan's, Londres, Praga, Zurich, Amsterdam,Moscu y Nueva York, por los exiliados de Europa central, ju-dios en la mayor parte de los casos. Todos estos intelectuales,escribio Peter Gay, contribuyeron a dar al espiritu de Weimar"su verdadero hogar: el exilio".^^

    Muchos criticos han senalado los-limites de este compromi-so antifascista, a menudo tan generoso como ciego: no erantinicamente los intelectuales "organicos" y los companeros decamino de los partidos comunistas quienes se negaban a ver losaspectos tiranicos del estalinismo. Retour de I'URSS, de AndreGide; Hommage a la Catalogne, de George Orwell; S'il estminuit dans le siecle, de Victor Serge y Darkness at Noon (Zeroet I'infini), de Arthur Koestler, publicados todos entre 1936 y1940, son excepciones que pasaron inadvertidas en el momentode su publicacion o que fueron pronto olvidadas como el librode Gide despues de una resonancia efimera. Con respecto alregimen sovietico, la tonalidad general del antifascismo eramas bien la de cierta complacencia, si no es que de una ad-miracion acritica. Ya en el congreso parisino de 1935, Mag-deline Paz y Henri Poulaille tuvieron muchas dificultades paraleer un llamado a favor del escdtor libertario Victor Serge, de-portado a Siberia. ^ ^ Con respecto a la URSS, la actitud domi-

    '^ p. Gay, Le suicide d'une republique. Weimar 1918-1933, Paris, 1993,Calmann-Levy, p. 180.

    '^ H. Lottman, op. cit., p. 193.

    59

  • nante no es la de Gide o la de Orwell, sino la de los socialistasfabianos Sydney y Beatriz Webb, dos intelectuales profunda-mente ajenos al comunismo por tradicion, cultura y tempera-mento que, sin embargo, publican una obra titulada SovietCommunism: a New Civilization (1935), o aun la del escritoraieman Lion Feuchtwanger, que asiste a los procesos de Mos-cu y los aprueba con entusiasmo, en Moscow 1937. Sin embar-go, despues de 1933, no hay que convertirse forzosamente alculto de Stalin para defender a la URSS. El antifascismono se reduce a una simple variante del comunismo sovietico.En Le passe d'une illusion, Fran9ois Furet estigmatiza "la ideacompletamente negativa del antifascismo" como el productodel "gran hito kominterniano de 1935", con el cual, gracias auna habil mistificacion, el totalitarismo ruso se habria disfraza-do de heraldo de la democracia. ^ ^

    Esta tesis simplifica la realidad historica al menos por dosrazones: borra todas las tendencias no estalinistas e inclusolas antiestalinistas que actuaban en el seno de la cultura anti-fascista y, sobre todo, parece ignorar el hecho de que en Euro-pa occidental no se podia combatir el fascismo privandoseo estando en contra de la aportacion de los comunistas y dela Union Sovietica. Ignorar estos hechos no puede sino lle-var hacia una deriva peligrosa, como lo ha senalado reciente-mente una figura limpida del antifascismo liberal, NorbertoBobbio:

    A lo largo de estos ultimos anos de revisionismo historico, hellegado a constatar con amargura que el rechazo del antifas-cismo en nombre del anticomunismo ha conducido a menudo aotra forma de equidistancia que me parece abominable: aquellaentre erfascismo y el antifascismo.'^

    '^ F. Furet, op. cit., p. 193.'^ N. Bobbio, De Senectute, Torino, Einaudi, 1996, pp. 8-9. (La traduccion es

    nuestra.)

    60

  • El hito del Kominteni, en 1935, aunque no lo determina, seadapta a un momento crucial que se inicio, tanto en el mo-vimiento obrero como en el mundo intelectual, desde 1933.En Francia, la primera llamada para la unidad de accion encontra del fascismo se da algunos dias despues de los motinesdel 6 de febrero de 1934. Esta firmada por surrealistas (AndreBreton, Rene Crevel y Paul Eluard) y por escritores atraidospor el comunismo, como Jean-Richard Bloch o Andre Mal-raux. Algunos dias mas tarde, un llamado analogo, lanzado porel filosofo Alain y los etnologos Paul Rivet y Paul Langevin,obtendra en algunos meses varios miles de firmas. Se confor-mara asi un Comite de Vigilancia de los Intelectuales Anti-fascistas (CVIA).-^ *^ En resumen, lejos de constituir un sub-producto, el antifascismo de los intelectuales precede a lapolitica de frente popular que adoptaron el Partido Comunistay la SEIO.

    La alianza entre una parte de la cultura europea y el comu-nismo es producto del fascismo. La incapacidad, o falta de vo-luntad, para ver el verdadero rostro del estalinismo se acentuatanto mas cuando la amenaza del fascismo es grande, inme-diata, terrible. En Europa, son pocos los antifascistas dispues-tos a denunciar los crimenes de Stalin, a comprender que, sibien los comunistas son un aliado indispensable en la luchacontra el fascismo, su politica no debe ser avalada, y que elcombate antifascista mismo corre el riesgo de ser descalifica-do si se pasa en silencio el despotismo sovietico, los procesos,las ejecuciones sumarias, las deportaciones, los campos (sinmencionar la colectivizacion forzada, ignorada en la epoca in-cluso por la literatura anticomunista mas encamizada). Tal esla orientacion seguida por los surrealistas que, en 1936, de-

    ^ Cf. Pascal Ory, Jean Francois Sirinelli, Les intellectuels en France, deI Affaire Dreyfus a nos jours, Paris, Armand Coli, 1986, pp. 98-99; Herbert R.Lottman, La Rive gauche. Du Front populaire a la guerre froide, Paris, Seuil,1981, especialmente el cap. 5 de la segunda parte, pp. 148-158.

    61

  • nuncian los procesos de Moscu como una "abyecta puesta enescena policiaca". Tambien sigue esta orientacion el medio in-telectual reagmpado en Nueva York alrededor de la PartisanReview, sobre el cual Trotsky ejerce una influencia muy amplia,que sostiene una comision de investigacion, presidida por JohnDewey, cuyo proposito es desenmascarar estos procesos-far-sa.^' Podriamos agregar los nombres de los intelectuales comu-nistas que rompen con el estalinismo, desde Paul Nizan hastaManes Sperber, desde Arthur Koestler hasta Willy Mlinzenberg.Durante su intervencion en el Congreso por la libertad de lacultura en 1935, el antifascista italiano Gaetano Salvemini, enesa epoca exiliado en Estados Unidos, expresa de manera muyexplicita sus reservas frente al estalinismo, ocasionando asi,como lo habia hecho ya Breton antes que el, la reprobacion deuna amplia parte del piiblico:

    No tendria derecho de protestar contra la Gestapo y la Ovrafascista, si tratara de olvidar que existe una policia politicasovietica. En Alemania hay campos de concentraci6n; en Ita-lia hay islas transformadas en lugares de detencion, y en laRusia sovietica esta Siberia.^ ^

    Ademas, la teoria del totalitarismo (que enfrenta, sin darventaja a ninguna de las dos, a la Rusia de Stalin y a la Ale-mania hitleriana como dos formas de un nuevo absolutismo),cuyas primeras formulaciones son elaboradas por algunos en-sayistas ex comunistas (Franz Borkenau) o liberales conser-vadores (Eric Vbegelin y Waldemar Gurian, luego FriedrichHayek y otros), se percibe mucho mas como el signo de unaretirada de los intelectuales hacia una actitud de pasividad es-

    2' Cf. Alan Wald, The New York Intellectuals. The Rise and Decline of theAnti-Stalinist Left from the 1930s to the 1980s, The University of North CarolinaPress, Chapel! Hill & London, 1987, especialmente el cap. 5, pp. 128-162.

    ^^ Citado en Marcello Flores, L'immagine del'URSS. L'Occident e la Russiadi Stalin (1927-1956), Milano, II Saggiatore, 1990, p. 214.

    62

  • ceptica y de pesimismo impotente que como un ejemplo decompromiso mas eficaz y liicido. Los teoricos del totalitaris-mo ciertamente captaron la naturaleza despotica del regimende Stalin, pero la conclusion logica implicita en su tesis laimposibilidad de una alianza con la URSS se volvia, a par-tir de 1941, completamente irreal. Ellos mismos, comenzandopor Raymond Aron, se rehusaron a sacar tal conclusion. Estadialectica infernal entre fascismo y estalinismo explica engran medida, sin justificarlo, el silencio de los intelectualescon respecto a los crimenes del estalinismo.

    En principio, la amenaza del fascismo, luego del inmensoprestigio y de la legitimidad historica adquirida por la URSSdurante la Segunda Guerra Mundial, lleva a una parte consi-derable de la cultura occidental a ignorar, a subestimar, a dis-culpar, e incluso a legitimar el regimen sovietico. Los ejem-plos citados mas arriba de los surrealistas, de los New Yorkintellectuals y de otros socialistas independientes prueban quese podia ser a la vez antifascista y antiestaliniano, y que lafascinacion ejercida en la epoca por el estalinismo sobre la in-teligencia antifascista no era irresistible. En cambio, Furetopone las virtudes beneficas de un liberalismo historicamenteinocente y politicamente clarividente, verdadera antitesis delos totalitarismos, al antifascismo de los intelectuales. Cuantomas unilateral es su vision del antifascismo, tanto mas ahisto-rica es su apologfa del liberalismo. Una de las condiciones paraesto, que se encuentra en la base de la radicalizacion politica yde la adhesion de los intelectuales al comunismo, dentro de uncontexto de depresion economica y de aumento del fascismo,reside precisamente en la crisis profunda de las institucionesliberales, sofocadas y sacudidas por la Primera Guerra Mun-dial, socavadas por los embates nacionalistas y, lo que es mas,profundamente incapaces de oponerse al fascismo. Si el fas-cismo habia nacido del desmoronamiento del antiguo orden li-beral, ^como identificarse con este ultimo para combatir su

    63

  • monstruosa progenitura? Si el fascismo enterro la democracialiberal, lo hizo atacando en principio la izquierda, el movi-miento obrero, luego a los judios y a otros "elementos antina-cionales" y no poniendo nuevamente en cuestion a las elites tra-dicionales, que habian establecido su poder en el marco delas instituciones liberales. ^Podemos olvidar la adhesion alfascismo de todos los pilares del liberalismo italiano: la mo-narquia, la burguesia e incluso una parte no despreciable dela cultura (Vilfredo Pareto y Giovanni Gentile, sin olvidar,hasta en 1925, a Benedetto Croce)? ^Podemos olvidar el elo-gio de Mussolini por Winston Churchill? ^Podemos olvidar elencarnizamiento con el que, entre 1930 y 1933, las elites pru-sianas se deshicieron de su liberalismo de fachada y desman-telaron la democracia de Weimar preparando el advenimientode Hitler?

    En tal contexto, en Europa occidental, la URSS parecia mu-cho mas apta para servir de barrera contra el fascismo que lasfuerzas tradicionales de un liberalismo delicuescente.^^ Pode-mos reprochar a los intelectuales, que mantuvieron el mito dela URSS, el haberse enganado y contribuido a enganar al mo-vimiento antifascista, del que hubieran podido volverse laconciencia critica, en vez de hacerse los propagandistas de unregimen despotico, pero podemos estar seguros de que ningu-na movilizacion en masa en contra de la amenaza nazi hubierapodido ver el dia bajo la direccion de los viejos politicos libe-rales. La lucha contra el fascismo necesitaba una esperanza,un mensaje emancipador y universal, que parecia ofrecer elpais de la revolucion de 1917. Si una dictadura totalitaria,como la de Stalin, pudo encarnar estos valores a los ojos demillones de hombres y de mujeres y esa es justamente la

    ^^ Los liberales que se batieron en contra del fascismo, como el movimientoitaliano de Justicia y Libertad, escogieron colaborar con los comunistas. En rela-ci6n con esto, ver el testimonio y la reflexion de Norberto Bobbio, que fue uno delos animadores (Dal fascismo alia democrazia, Torino, Baldini & Castoldi, 1997).

    64

  • tragedia del comunismo en el siglo xx es precisamente por-que sus origenes y su naturaleza eran profundamente diferen-tes de los del fascismo. He aqui lo que el antitotalitarismo li-beral parece en el fondo incapaz de comprender.

    En cambio, mas complejo de descifrar es el silencio de losintelectuales antifascistas frente a otra desgarradura del siglo.XX, la de Auschwitz. Ahora bien, el genocidio de los judios deEuropa una exterminacion que se querfa total, sin excepcio-nes no era previsible. La mayoria de los historiadores se in-clinan mas bien a pensar que Hitler no actuaba segiin un plancuidadosamente establecido y que su antisemitismo radical nopudo transformarse en proyecto genocida mas que en las con-diciones terribles de la guerra del Este, que fue una guerra deconquista y de aniquilamiento. Queda el hecho de que, desde1933, una fuerte amenaza pesaba sobre los judios, incluso sino se podia aun captar el desenlace catastrofico. La emigra-cion de cerca de 400 000 judios de Europa central, entre la lle-gada de Hitler al poder y el estallido de la guerra, revelaba demanera incontestable la gravedad de esta amenaza. Ahorabien, a lo largo de los aiios treinta, el antisemitismo jamas fuepercibido por la cultura antifascista como el principal elemen-to constitutivo del sistema nazi, sino mas bien como el simplecorolario propagandista de un regimen que habia encontrado asus enemigos en la democracia, el liberalismo, el marxismo yel movimiento obrero, cuyo aplastamiento habia sido, por otraparte, una de las primeras medidas, si no es que su condicionmisma de existencia. Pocos intelectuales poseian la clarivi-dencia de Gershom Scholem que, tres meses despues de la lle-gada de Hitler al poder, escribia desde Palestina a su amigoWalter Benjamin, exiliado en Francia, una carta en donde de-finia el advenimiento del nazismo como "una catastrofe de al-cance historico mundial: las proporciones de la derrota de losmovimientos sociaUsta y comunista se imponen a nuestros ojosde una manera siniestra e inquietante escribia pero la de-

    65

  • rrota del judaismo aleman puede verdaderamente comparar-sele."24 En otra carta a Benjamin, en febrero de 1940, Scholemplanteaba la pregunta crucial: "^que sera de Europa despues dela eliminacion de los judios?"^^

    Inmediatamente despues de la guerra, la "Solucion Final"aparece como una mas de sus muchas paginas tragicas, y noocupa mas que un lugar marginal en la cultura y en el debateintelectual. La actitud dominante es la del silencio. Auschwitzno es ni el caso Dreyfus ni la Guerra Civil espafiola, y ni si-quiera la de Vietnam, acontecimientos frente a los cuales losinteiectuales se sintieron interpelados y reaccionaron asumien-do sus "responsabilidades". Las Reflexiones sobre la cuestionjudia, publicadas por Sartre en 1946, son un ejemplo reveladorde este "enceguecimiento de los letrados" frente a Auschwitz.Sartre designa a los judios como las victimas olvidadas de laguerra, pero no coloca jamas su genocidio en el centro de sureflexion. Despues de los campos de exterminio nazis, la"cuestion judia" sigue siendo a sus ojos el antisemitismo delcaso Dreyfus y el de la Tercera Repiiblica. Este ensayo celebre,en el cual las camaras de gas son apenas mencionadas, de ma-nera totalmente marginal, bien podria ser interpretado como eltestimonio mas significativo del enceguecimiento de la culturaeuropea frente a una de las mas grandes tragedias del siglo.Pero el caso de Sartre esta lejos de ser el linico.^^

    Este enceguecimiento tenia ciertamente causas profundasque se derivan tanto del contexto general de la guerra a pe-sar de su especificidad, el sufdmiento judio participo de unamatanza gigantesca que no habia perdonado a casi ningunanacion y su visibilidad se aminoraba dentro de un continente

    2'' Carta con fecha del 13 de abril de 1933, en G. Scholem, W. Benjamin,Briefwechsel, Frankfurt, Suhrkamp, 1980.

    5^ Idem, p. 319. Ver tambien G. Scholem, Walter Benjamin. Histoire d'uneamitie, Paris, Calmann-L6vy, 1981, p. 247.

    2* Ver, a este respecto, E. Traverso, L'Histoire dechiree. Essai sur Auschwitzet les intellectuels, cap. 1, Paris, Editions du Cerf, 1997.

    66

  • en ruinas, como de una incomprension mas antigua de lanaturaleza del antisemitismo nazi. A este ultimo se le conside-raba como un residuo oscurantista y medieval, y no como unadoctrina moderna, racionalizada en Alemania con la ayuda dejuristas, etnologos, biologos y medicos. Era, segun un estereo-tipo que se remontaba a la cultura socialista del siglo xix, "elsocialismo de los imbeciles", es decir, una simple arma depropaganda. Un genocidio industrial y burocratico era una no-vedad absoluta cuya posibilidad no tenia cabida en las cate-gorias de la cultura antifascista.^^

    De los regimenes de Mussolini y de Hitler, este ultimo noretuvo mas que su caracter "regresivo" y puramente negativo:el antiliberalismo, el anticomunismo, el antiindividualismo, elantiparlamentarismo, el antirracionalismo. Asi, el fascismo sereduce exclusivamente a su aspecto reaccionario. Pocos sonaquellos que identificaron las raices de los movimientos fas-cistas en la sociedad industrial, en la movilizacion de las ma-sas y en la cultura de la tecnica, o sea, los que reconocieron elfascismo como una variante reaccionaria de la modemidad.Nada mas desconcertante, en el piano ideologico, que los mo-vimientos fascistas, una nebulosa en la cual cohabitan con-servadudsmo y eugenesia, futudsmo y neoclasicismo, pesi-mismo cultural y "revolucion conservadora", espidtualismo yantisemitismo, romanticismo regresivo y totalitarismo tecno-cratico; dicho de otra manera, un magma eclectico en dondeencontramos a Georges Valois y a Alfred Rosenberg; a FilippoT. Madnetti y a Arno Brecker; a Julius Evola y a AlbertSpeer; a Oswald Spengler y a Ernst Junger; a Giovanni Gen-tile y a Carl Schmitt. Este farrago de sensibilidades contradic-todas ocultaba la naturaleza de los fascismos como regimenes"revolucionados", cuyo rechazo de la modernidad liberal ydemocratica no se proponia el regreso a un pasado caduco,

    ^^ Cf. Dan Diner, "Antifaschistische Weltanschauung. Ein Nachruf, Kreis-laufe. Nationalsozialismus und Geddchtnis, Berlin, Berlin Verlag, 1995, p. 91.

    67

  • sino la instauracion de un orden nuevo, jerarquico, autodtado,desigual, nacionalista, ineluso racial, pero no.apegado al pasa-do: el misticismo fascista se biologiza, su culto a la tecnica seestetiza, su desprecio por la democracia se funda sobre la mo-vilizacion de las masas, su rechazo al individualismo se pro-clama en nombre de una "comunidad del pueblo" apinada porla guerra.

    Ahora bien, era imposible comprender la modernidad delos fascismos sobre la base de una filosofia de la historia quepostulara la evolucion de la humanidad hacia el tdunfo in-eluctable de la Razon. Una caracteristica importante del anti-fascismo, que contdbuye a explicar tanto su complacenciacon respecto al estalinismo como su enceguecimiento frente algenocidio judio, reside en su defensa encarnizada de la ideade "Progreso", una de las grandes categorias heredadas de lacultura europea del siglo xix. James D. Wilkinson escribio enThe Intellectual Resistance in Europe: "Los hombres y lasmujeres de la Resistencia se parecen a sus antepasados espid-tuales del siglo xviii, los filosofos."^^ La pleyade de revistasque surge o se renueva en 1945 Esprit, Les Temps modernes.Critique, en Francia; Der Ruf y Der Anfang en Alemania; //Ponte, Belgafor y Nuovo Politecnico en Italia reclama expli-citamente este racionalismo humanista encamado por Les-sing, Voltaire y Cattaneo. El regreso a la libertad y a la demo-cracia se vive como un nuevo tdunfo de las Luces, de laRazon y del Derecho que hace parecer al fascismo como unparentesis de la Histoda, una regresion efimera, una recaidaanacronica y absurda en una barbarie ancestral, una tentativafracasada de detener la marcha de la humanidad hacia la paz yel progreso. En este clima de confianza en el porvenir, en don-de la Histoda parece finalmente tomar su via natural, nadie sepreocupa de los sobrevivientes de los campos de exterminio

    2^ J. D. Wilkinson, The Intellectual Resistance in Europe, Cambridge, HarvardUniversity Press, 1981, p. 276. (La traducci6n es nuestra.)

    68

  • nazis. Nadie tiene ganas de escuchar su relato, y Primo Levise enfrentara a las mas grandes dificultades para publicar Sequesto e un uomo, rechazado en 1947 por la editorial Einaudi,la mas prestigiada editorial antifascista en Italia.

    La Union Sovietica aprovecha los beneficios del tributo quepago por veneer al Tercer Reich: la lucha por el progreso seidentifica con el combate por la defensa de la patria del socia-lismo. El espiritu de la epoca habia sido anticipado, en la vis-pera de la guerra, durante una conversacion con RogerCaillois, por el filosofo Alexandre Kojeve, que creyo haberpercibido en Stalin, como antano Hegel habia percibido enNapoleon en Jena, el Espiritu del mundo, el hombre del Finalde la Historia.^^ En cambio, para Theodor Adomo, el nacio-nalsocialismo era una refutacion de la filosofia de la historiade Hegel. En 1944, creia nuevamente haber encontrado a suvez el Espiritu del mundo (Weltgeist), no a caballo, ni bajo laforma de un carro sovietico, sino en los V2 hitlerianos, esasbombas robot que, a la manera del fascismo, "alian a la per-feccion la tecnica mas adelantada a una total ceguera".^

    La postura filosofica de Adorno es la de la Escuela deFrankfurt, que reagrupa una de las corrientes mas significa-tivas del exilio antifascista aleman. Quienes animan esta co-rriente, al ser judios extraterritoriales y "sin contactos", partici-pan en el movimiento antifascista manteniendose al margen,conscientes de que, a pesar de su derrota, el nazismo ha cam-biado ya el rostro del siglo y la imagen del Hombre. El sen-timiento de aniquilamiento definitivo del mundo judio deEuropa central atraviesa los escritos de la inteligencia judeo-alemana en el exilio. Auschwitz les parece como una cesura enla historia, como "una ruptura casi total en el flujo ininterrum-

    2' Cf. Denis Hollier (ed.), Le college de philosophie 1937-1939, Paris, Folio-Gallimard, 1995, pp. 67-68. Ver tambien Lutz Niethammer, Posthistoire. 1st dieGeschichte zu Ende?, Hamburg, Rowohit, 1989, p. 77.

    ^^ Th. W. Adorno, Minima moralia. Reflexions sur la vie mutilee, Paris, Payot,1991, p. 53.

    69

  • pido de la historia occidental tal como el hombre la habia co-nocido durante mas de dos milenios",^^ escribira HannahArendt en Los origenes del totalitarismo.

    Para los intelectuales de la Escuela de Frankfurt, el recono-cimiento de Auschwitz como ruptura de civilizacion es indi-sociable de una puesta en cuestion radical de la idea de Pro-greso. Si el nazismo trato de borrar la herencia humanista delas Luces, debe comprenderse tambien, dialecticamente, comoun producto de la civilizacion occidental misma, con su racio-nalidad tecnica e instrumental desde ese momento liberada detoda mira emancipadora y reducida a un proyecto de domina-cion. Desde esta perspectiva, Auschwitz no puede ser apre-hendido ni como "regresion" ni como parentesis, sino masbien como un producto autentico de Occidente, como la emer-gencia de su rostro destructor. En 1944, Horkheimer y Adornopercibian a Auschwitz como el simbolo de una "autodestruc-cion de la razon".^^ Exiliado en Estados Unidos, GuntherAnders sera uno de los primeros, junto con Albert Camus yGeorges Bataille en Francia, en considerar a Hiroshima comoel acontecimiento fundador de una era nueva en la cual la hu-manidad esta irrevocablemente en posibilidad de destruirseella misma.^ -^ Lejos de celebrar un nuevo triunfo de las Luces,estas figuras aisladas no permiten pensar la guerra como unaepopeya victoriosa del Progreso. Ante el espectaculo de una ci-vilizacion que ha transformado la tecnica moderna en un "fe-tiche de la decadencia" (Benjamin), el unico sentimiento posi-

    ^' H. Arendt, Les origines du totalitarism. L'imperialisme, Paris, Fayard,1982, p. 11.

    ^^ M. Horkheimer, Th. W. Adorno, Dialectique de la raison, Paris, Gallimard,1974, p. 15.

    ^^ G. Anders, "Uber die Bombe und die Wurzeln unserer Apokalyse-Blind-heit", en Die Antiquiertheit des Menschen. 1. Uber die Seele in Zeitalter derzweiten industriellen Revolution, Munchen, C. H. Beck, 1985. Ver tambien A.Camus, "8 aout \9A5", Actuelles, Ecrits politiques, Paris, Folio-Gallimard, 1997,pp. 67-69. Sobre las reflexiones de Bataille despues de Hiroshima, cf. MichelSurya, Georges Bataille, la mort a l'ouvre, Paris, Gallimard, 1992, pp. 437-442.

    70

  • ble es la verguenza, una "verguenza prometeica" (Anders) a lamedida de la extension del desastre.

    Si quisieramos extraer un balance critico del compromisoantifascista de los intelectuales durante los anos treinta y cua-renta, tal vez esta corriente, pesimista en el fondo, totalmentemarginal en la cultura europea, en la cual introduce una diso-nancia dialectica, melancolica y desesperada, pareceria ahorala mas interesante y liicida. Ahora bien, la profundidad de lamirada de estos intelectuales se debe tambien a su aislamien-to, cuyo precio fue el de una invisibilidad y de una impotenciapolftica casi completas, lo que no podia mas que acentuar sudesesperacion. Esta lucidez, favorecida por el exilio, suponiaun alejamiento, una distancia critica que no siempre se dio aaquellos que, en Europa, estaban comprometidos en la lucha.Aquf, donde el combate antifascista se identificaba con la es-peranza de un mundo nuevo, el estado de animo de los inte-lectuales era diferente. Ciertamente, en este combate no fue-ron ni los mas numerosos ni los mas generates. Los maquis^hace falta recordarlo nuevamente? estaban conformadospor proletarios, no por escritores. Entre estos ultimos, algunosescogieron la colaboracion; otros optaron por diferentes for-mas, mas o menos confortables, de "adaptacion",^'* pero suparticipacion en la Resistencia no fue despreciable. Fueronellos quienes dieron forma a la cultura de la Resistencia, quie-nes escribieron para su prensa, quienes le dieron su color y es-tilo. Por un momento, encarnaron verdaderamente, a los ojosdel mundo, los valores universales de la justicia y de la razonde los que Benda habia hablado quince aiios antes. Por eso, lamemoria de aquellos que escogieron batirse contra el fascis-mo, con sus plumas y a menudo con sus armas, debe preser-varse. Es tambien gracias a los miles de intelectuales, comu-

    3'* Ph. Burrin, La France a I'eure allemande 1940-1944, Paris, Seuil, 1995,que analiza las formas de la "adaptaci6n" de los intelectuales franceses a la ocu-pacion alemana (cap. XXI, pp. 321-345).

    71

  • nistas o no, anonimos o celebres, que fueron fusilados, quemurieron en combate, en la carcel o en un campo de concen-tracion, que el aire que respiramos hoy es mas libre que el dela Europa que los devoro. Si no consideramos la democraciacomo una simple norma de procedimiento segun la visionde Hans Kelsen, sino como una conquista historica, debe-mos concluir que, al final del siglo xx, es imposible ser demo-crata, sin ser al mismo tiempo antifascista. Una democracia"no antifascista" seria muy fragil, un lujo que Europa conti-nental, que tan bien conocio a Hitler, a Mussolini y a Franco,no puede permitirse.^^ He aqui una leccion que la historia dela Resistencia intelectual deberia, clara y definitivamente, ha-bemos ensenado.

    ^^ De acuerdo con Marco Revelli, "el paradigma antifascista es, de una ciertamanera, el paradigma democrdtico historizado, contextualizado, adaptado a la6poca de los totalitarismos y de las dictaduras de masa." (G. De Luna y M. Re-velli, Fascismo, antifascismo, Firenze, La Nuova Italia, 1995, p. 30.)

    72