proceso de solucion dentro de el duelo

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1 ÍNDICE Introducción. ……………………………………………………………………… 2 Consideraciones sobre el duelo…………………………………………………. 3 El duelo como respuesta a la pérdida……………………………………………5 Reacciones habituales después de la muerte de un ser querido……………. 6 Recomendaciones para sobrevivir al dolor y la pérdida………………………. 7 Las fases del duelo………………………………………………………………. 10 El duelo como trabajo……………………………………………………………. 10 Factores que influyen en el duelo………………………………………………..11 Reacciones atípicas del duelo…………………………………………………... 13 Objetivos del duelo……………………………………………………………….. 14 Fases del duelo según la terapia gestalt, por “Carmen Vázquez Bandín”…….15 Fases del proceso de duelo según Bob Wright………………………………….17 Frases sobre el dolor y la pérdida………………………………………………. 19 Bibliografía…………………………………………………………………………. 22

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ÍNDICE

Introducción. ……………………………………………………………………… 2

Consideraciones sobre el duelo…………………………………………………. 3

El duelo como respuesta a la pérdida……………………………………………5

Reacciones habituales después de la muerte de un ser querido……………. 6

Recomendaciones para sobrevivir al dolor y la pérdida………………………. 7

Las fases del duelo………………………………………………………………. 10

El duelo como trabajo……………………………………………………………. 10

Factores que influyen en el duelo………………………………………………..11

Reacciones atípicas del duelo…………………………………………………... 13

Objetivos del duelo……………………………………………………………….. 14

Fases del duelo según la terapia gestalt, por “Carmen Vázquez Bandín”…….15 Fases del proceso de duelo según Bob Wright………………………………….17 Frases sobre el dolor y la pérdida………………………………………………. 19 Bibliografía…………………………………………………………………………. 22

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INTRODUCCIÓN

La vida es real, incontrolable, inabarcable y compleja. A menudo resulta ininteligible: Aparecen y desaparecen las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos, las risas y las lágrimas, las “gracias” y las desgracias. Y como parte de la vida, en su etapa final aparece la muerte. Puede ocurrir a cualquier edad, de forma súbita o después de una larga enfermedad.

A pesar de saber “intelectualmente” que somos mortales, el fallecimiento de un ser querido resulta un acontecimiento terrible, muy difícil de aceptar. La ruptura del vínculo, tan fuerte e importante, produce mucho sufrimiento y pone en cuestión los fundamentos del ser y existir humanos, afectando de manera importante a las relaciones familiares y sociales más básicas.

El miedo a la muerte, es un miedo universal, compartido por las diferentes culturas y religiones, que han elaborado ritos y grados de negación diferentes.

La muerte es especialmente difícil de entender en nuestra sociedad urbana y consumista, que fomenta la Ilusión de que vamos a vivir muchos años y cuanto más joven sea nuestra apariencia mejor, y lleva a “la necesidad” de negar su realidad.

Las generaciones anteriores vivían en un mundo rural, donde estaban “enraizados”. La muerte de las personas y de los animales, en este contexto, se vivía como algo natural. Se moría “en casa”, y desde niño se aprendían patrones de conducta, al observar cómo se comportaban los otros en estas situaciones. Las convicciones religiosas profundas, los rituales y las ceremonias ayudaban a dar un sentido a la muerte. Los familiares, amigos y vecinos, prestaban el necesario consuelo y apoyo al “doliente”.

Hoy, sin embargo, la mayoría de los fallecimientos se producen en los Hospitales y son los profesionales sanitarios, que han estado en contacto con el paciente y su familia, los primeros que informan y pueden ayudar; puesto que la muerte, desencadena en los familiares directos respuestas de tipo, emocional, físico, psíquico, etc.; que en muchos casos son muy fuertes.

Pero el profesional sanitario en general y el médico en concreto, no ha sido formado en la Facultad para compartir y convivir con la muerte sino sólo para combatirla.

Es significativo que todavía hoy se considere al psiquiatra, en el mundo sanitario, como el “técnico de la muerte”, al que hay que avisar en casos problemáticos. Pues el médico, vive este hecho como un fracaso que, además, le remite a su propia muerte, le produce angustia y le mueve a “pasar” de la situación, no pudiendo y no sabiendo implicarse más.

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CONSIDERACIONES SOBRE EL DUELO

� El duelo (del latín dolus, dolor), es la respuesta a una pérdida o separación.

� El duelo es una respuesta normal y natural después de la muerte de un ser querido; quizá no sería natural la ausencia de respuesta.

� Es una respuesta a cualquier tipo de pérdida, no sólo a la muerte de una persona.

� El duelo es algo personal y único y cada persona lo experimenta a su modo y manera. Sin embargo produce reacciones humanas comunes.

� El duelo es una experiencia global, que afecta a la persona en su totalidad: en sus aspectos psicológicos, emotivos, mentales, sociales, físicos y espirituales.

� El duelo es un proceso, más o menos largo, durante el cual se atraviesan diferentes etapas hasta llegar a la adaptación a una nueva situación. La forma de iniciar el proceso de duelo es de la máxima importancia. (Bob Wright)

� El duelo es “un trabajo”, que debe realizar el “doliente”. � El duelo elaborado de manera natural, necesita ayuda para soportar el

sufrimiento. � El duelo es, asimismo, una experiencia ambivalente: se presenta como

“posibilidad” y “riesgo”.

• Posibilidad de maduración, que hace que el ser humano emerja del proceso como persona diferente: consigue, de manera consciente o no consciente, deshacer los lazos que le unían al ser querido, adaptarse a la pérdida y volver a vivir de manera “sana” en un mundo en el que ese ser querido nunca más estará. Sale fortalecido psíquica y espiritualmente.

• Riesgo de cronificación, al hacer un duelo incompleto o mal elaborado, que requerirá tratamiento psiquiátrico o psicológico al cabo de 3-4 años.

� Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración, y asimilar todo lo que esto comporta.

� La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: tipo de muerte (esperada o repentina, apacible o violenta), de la intensidad de la unión con el fallecido, de las características de la relación con la persona perdida (dependencia, conflictos, ambivalencia...), de la edad …

� El duelo tiene lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. No es un sentimiento único, sino más bien una completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto tiempo para ser superados, no siendo posible el acortar este período de tiempo.

� Aunque todos somos diferentes, el orden en que experimentamos estos sentimientos es muy similar para la mayoría de nosotros. El duelo es más frecuente tras el fallecimiento de alguien al que conocíamos desde hace algún tiempo. No obstante, parece claro que aquellas personas que han tenido un aborto o que han experimentado la pérdida de niños

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muy pequeños sufren una experiencia muy similar al duelo y precisan de la misma clase de cuidados y consideración.

� La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede durar entre 1 y 3 años.

� Duelo resuelto. Podemos decir que hemos completado un duelo cuando somos capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin él o ella, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en la vida y en los vivos…, en el aquí y en el ahora.

� El duelo en Terapia Gestalt. En T. G. todo tiene un principio y un final, un abrir y un cerrar, un contacto y una retirada. Y cuando no queda ningún apetito en la consciencia del cuerpo, el cierre, la retirada del campo organismo-entorno, se da de una forma natural, organísmica, necesaria. Se da una pérdida total de interés, y solamente cuando hay una confluencia insana, se mantiene la relación con el objeto. En el proceso de duelo no hay esa ausencia de apetito en el cuerpo, no hay una retirada natural, organísmica sino que, por el contrario, el entorno desaparece produciéndose una situación de frustración, de tensión intolerable en la frontera de contacto, pues las necesidades propioceptivas no pueden equilibrarse desde el entorno. El proceso por el que se atraviesa para resolver esta tensión intolerable debida a la frustración es el duelo. La pena, la confusión, el sufrimiento,… se mantienen durante tiempo, ya que hay mucho por destruir y aniquilar, y mucho que asimilar.

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EL DUELO COMO RESPUESTA A LA PÉRDIDA

Una pérdida es una depravación de algún tipo y origina dolor.

La experiencia de pérdida es parte de la experiencia humana; a lo largo de la vida sufrimos a menudo pérdidas.

El sentido y la extensión de la pérdida es percibida de modo diferente por cada persona. La mayoría aparecen como negativas para el que las experimenta: la muerte de un ser querido, la pérdida de bienes materiales,…. Sin embargo otras se reconocen más difícilmente. No derivan en principio de hechos desagradables: las pérdidas originadas por el crecimiento, los cambios de situación; el nacimiento de un hijo como pérdida de independencia y libertad, el traslado de casa, de ciudad, etc...

Todo cambio, positivo o negativo, implica una pérdida y la necesidad de hacer un duelo.

Además, toda pérdida principal viene acompañada de pérdidas secundarias y toda pérdida física de otras simbólicas:

� La muerte del ser querido es una pérdida principal. Puede generar en el doliente, dependiendo del rol que haya jugado en su vida, pérdida de status, de lugar de residencia, de amistades, de relación con otros miembros de la familia, de entorno social. Estas pérdidas secundarias, no siempre se identifican como tales y pueden causar problemas al originar reacciones que no se entienden y que hacen sufrir.

� Una pérdida física, pérdida tangible que puede tocarse y verse, la pérdida del marido, el robo del coche, el incendio de la casa; conlleva pérdidas simbólicas abstractas de naturaleza psicosocial. Una enfermedad grave, origina, además de la pérdida de la salud, pérdida de la autonomía, de las funciones corporales, de la identidad, la intimidad, los contactos sociales, la autoestima y la movilidad. Y también la pérdida de esperanzas, sueños y expectativas.

La muerte de un ser querido es una pérdida que se diferencia de otras por dos características:

� La intensidad de los sentimientos. � La irreversibilidad y “el para siempre” de la muerte.

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REACCIONES HABITUALES DESPUÉS DE LA MUERTE DE UN SE R QUERIDO

Estas son algunas de las reacciones más comunes que suelen aparecer después de una pérdida. No todas las sensaciones, sentimientos y experiencias aquí descritas tienen porqué darse, pues cada duelo, como cada persona, es único.

Negación / incredulidad ¡No puede ser verdad! ¡No es más que una horrible pesadilla! Piensas y actúas como si tu ser querido continuara vivo. Suena el teléfono y, por un instante, piensas que es él. No has perdido la esperanza de que vuelva. Necesitas tiempo.

Insensibilidad Es como si le estuviese pasando a otro. Nada parece real, te sientes embotada, como un autómata, incapaz de reaccionar… Este aturdimiento te ayuda a ir asimilando la dura realidad.

Enojo /rabia /resentimiento ¿Por qué has permitido esto Dios mío? ¡Esos malditos médicos la dejaron morir! ¿Cómo me dejas ahora con todo lo que te necesito? ¡Todos siguen viviendo como si nada hubiera pasado! Estás rabioso contra todos y contra todo. El resentimiento forma parte de tu dolor y es algo normal. No luches contra él. A medida que tu dolor se vaya calmando ira disminuyendo.

Tristeza Siento una pena muy grande y todo me hace llorar. La tristeza es el sentimiento más común. Puede tener muchas expresiones: llanto, pena, melancolía, nostalgia… Date permiso para estar triste, para llorar. No te preocupes si lloras mucho o poco; el llanto no es la medida de tu amor, sino parte de tu propia expresividad.

Miedo / angustia Estoy asustado/a ¿qué va a ser de mí? Te sientes inquieto/a, confuso/a, desamparado/a, desesperado/a. Tienes miedo de volverte loco/a. Estos sentimientos tan intensos y tan desagradables son algo natural.

Culpa / autorreproches Si al menos hubiera sido más cariñoso/a llamado antes al médico tenido más paciencia le hubiera dicho más a menudo lo que le quiero La lista puede ser interminable. El pasado no puede cambiarse y ya tienes bastante sufrimiento como para castigarte de esta manera. No olvides de hacer también una lista con todo lo que hiciste por tu ser querido y de cómo juntos,

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con tus aportaciones también, hicisteis algo único y hermoso de vuestra relación.

Soledad Me siento tan sola ahora. Es como si el mundo se hubiera acabado. Son tantas cosas vividas y compartidas juntos que vas a necesitar tiempo para aprender y acostumbrarte a estar sin él o ella.

Alivio Gracias a Dios que todo ha terminado. El final de una larga y dolorosa enfermedad o relación se pueden vivir con una sensación de alivio y descanso.

Sensación de oír o ver al fallecido Sensación provocada por un sentimiento de nostalgia . Me parece que me sigue llamando por la noche. El otro día me pareció verlo entre la gente. Son sensaciones pasajeras absolutamente normales después del fallecimiento de una persona querida.

Ambivalencia / cambios de humor Hace un momento me sentía agradecido a mis amigos por su ayuda y ahora los mandaría a todos a la mierda. Puedes estar tranquilo/a en un momento dado y alborotado/a en el instante siguiente. Los sentimientos pueden ser cambiantes y contradictorios. Acéptate así, imprevisible.

RECOMENDACIONES PARA SOBREVIVIR AL DOLOR Y A LA PÉR DIDA

Date permiso para estar en duelo

Date permiso para estar mal, necesitado, vulnerable… Puedes pensar que es mejor no sentir el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones pero, al final, el dolor saldrá a la superficie tarde o temprano, y quizás en formas y tiempos alterados y no deseados. El momento de dolerte es ahora. Acepta el hecho de que estarás menos atento e interesado por tus ocupaciones habituales o por tus amistades durante un tiempo, que tu vida va a ser diferente, que tendrás que cambiar algunas costumbres...

Deja sentir dentro de ti el dolor

Permanece abierto al dolor de tu corazón. Siente y expresa las emociones que surjan, no las pares, no las reprimas. No te hagas el fuerte, no te guardes todo para ti, y con el tiempo, el dolor irá disminuyendo. Sentir y expresar el dolor, la tristeza, la rabia, el miedo... por la muerte de tu ser amado, es parte del camino que tienes que recorrer.

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Date tiempo para sanar

El duelo por la pérdida de una persona muy importante suele durar entre 1 y 3 años. No te hagas pues expectativas mágicas. Estate preparado para las RECAÍDAS. Hoy puedes estar bien y un suceso inesperado, una visita, el aniversario, las Navidades te hacen sentir que estás como al principio, que vas para atrás, y no es así. El momento más difícil puede presentarse alrededor de los 6 meses del fallecimiento, cuando los demás comienzan a pensar que ya tienes que haberte recuperado.

Se paciente con tigo mismo/a

Aunque las emociones que estas viviendo pueden ser muy intensas y necesitar mucha energía, son PASAJERAS. Procura vivir el momento presente, por duro que sea. Se amable contigo mismo/a. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es no quererse.

No temas volverte loco/a

Puedes vivir sentimientos intensos de tristeza, rabia, culpa, confusión o abatimiento, deseos de morir... Son reacciones habituales y normales después de la muerte de un ser querido.

Aplaza las decisiones importantes

Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo, marcharte a otro lugar…, es preferible dejarlas para más adelante. Seguramente, ahora no puedes pensar con suficiente claridad, y podrías más tarde lamentarlo. No suele ser tampoco conveniente iniciar una nueva relación afectiva (nueva pareja, otro embarazo…) mientras no hayas resuelto adecuadamente la pérdida.

No descuides tu salud

Pasados los primeros días puede resultarte muy útil que te hagas un horario (hora de levantarte, comidas, hora de acostarte…) y lo sigas. Aliméntate bien y cuida tu cuerpo. No abuses del tabaco, alcohol, tranquilizantes... Durante el proceso de duelo somos más susceptibles de sufrir enfermedades. Si padeces alguna enfermedad crónica no abandones los cuidados habituales ni los tratamientos con la excusa de que te da igual lo que te pase...

No te automediques

Si para ayudarte en estos momentos tienes que tomar algún medicamento, que sea siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares, amigos y vecinos bien intencionados. Recuerda que tomar medicamentos para "no sentir" puede contribuir a cronificar el duelo o a postergar su desenlace.

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Busca y acepta el apoyo de los otros

Sigue conectado con los otros. Necesitas su presencia, su apoyo, su preocupación, su atención... Dale la oportunidad a tus amigos y seres queridos de estar a tu lado. Piensa que pueden querer ayudarte, pero no saben la manera de hacerlo. Pueden temer ser entrometidos o hacerte daño si te recuerdan tu pérdida. No te quedes esperando su ayuda y pídeles lo que necesitas.

Procura ser paciente con los demás

Ignora los intentos de algunas personas de decirte cómo debes sentirte y por cuanto tiempo. Sentirás que algunas personas no comprenden lo que estas viviendo. Intentarán hacer que te olvides de tu dolor, comprende que lo hacen para no verte triste. Piensa que quieren ayudarte, pero que no saben como hacerlo. Busca personas de confianza que te permitan "estar mal" y desahogarte sin miedo cuando lo necesites.

Date permiso para descansar, disfrutar y divertirte

Date permiso para sentirte bien, reír con los amigos, hacer bromas... Tienes perfecto derecho y además puede ser de gran ayuda que busques, sin forzar tu propio ritmo, momentos para disfrutar. Recuerda que tu ser querido querría solo lo mejor para ti y que los "malos momentos", vendrán por si solos.

Confía en tus propios recursos para salir adelante

Recuerda como pudiste resolver otras situaciones difíciles de tu vida. Repítete a menudo: "algún día encontraré mi serenidad".

Busca la ayuda de un profesional para elaborar el d uelo adecuadamente

Si ves que pasado un tiempo…, te sigues sintiendo atrapado en tu sufrimiento, el abatimiento se hace más profundo, dependes más de los medicamentos o el alcohol o el tabaco….., la sensación de que nada te importa se hace más intensa…..; busca un profesional que te ayude a elaborar el duelo adecuadamente. No es más fuerte el que no necesita ayuda, sino el que tiene el valor de pedirla cuando la necesita.

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LAS FASES DEL DUELO

Fases del duelo según diferentes autores:

Erich Lindemann ya en 1944 describe las siguientes fases en el duelo inmediato: problemas somáticos, preocupaciones relacionadas con la imagen del fallecido, culpa, reacciones hostiles y pérdida de patrones de conducta.

Kübler-Ross describe el duelo como el paso a través de 5 fases: de negación, de ira, de negociación, de depresión y de aceptación.

Para Parkes las fases son de : alarma, búsqueda, mitigación de la ira y sentimientos de culpa. Al final, el doliente gana una nueva identidad.

Bowlby, insiste en la idea de que «hay que atravesar etapas»antes de que el duelo sea finalmente resuelto.

Therese Rando, habla de tres fases dinámicas, plásticas y variables, con fluctuaciones y características individuales, al ser la respuesta siempre personal:

• La fase de rechazo: de shock, estupor y negación, tanto en lenguaje real como simbólico.

• La fase de confrontación: el dolor es muy intenso, con un estado emocional muy fuerte, en el que uno se va repitiendo que el ser querido ha muerto, manifestando ira y furor contra todo y contra todos. “ ¿Por qué a mí?”

• La fase de acomodación: declina gradualmente el dolor agudo y comienza una reinserción emocional y social en el mundo cotidiano, en el que poco a poco el doliente aprende a vivir sin el fallecido.

Para Grollman las fases son de shock, sufrimiento y recuperación.

Monbourquette habla de amar, perder, crecer: de la pérdida a la “ganancia”.

EL DUELO COMO TRABAJO

El duelo es un trabajo.

La mayoría de los estudiosos del duelo, coinciden en que el doliente necesita estar activo y “hacer” más que esperar que “algo ocurra”, de manera que el proceso probablemente consiste tanto en experimentar a través de unas fases como en cumplir ciertas tareas.

Freud en “Mourning and melancolía” habla del trabajo del duelo.

Erich Lindemann dice que un duelo requiere energía física y emocional, ya que hay que hacer activamente cosas para una resolución positiva del mismo. A la vez, existen reacciones emotivas de tremenda intensidad que necesitan ser

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expresadas y aceptadas para acomodarse a la ausencia del ser querido, construirse una nueva identidad y rehacer una nueva vida en la que nunca más estará esa persona.

Para Wordon “los trabajos del duelo”, difieren de las fases del duelo; requieren actividad por parte del doliente y son muy valiosos para el proceso.

Cook y Phillips, que hablan también de trabajo, acuñan la frase “resolución del duelo” como la etapa final del mismo.

Theres Rando dice que duelo y trabajo son sinónimos, pues el acomodarse a la ausencia del ser querido y construirse una nueva identidad y un nuevo mundo, requiere del doliente trabajar duro.

Bob Wright cree que se conjuga la pasividad con la actividad que requiere todo proceso de duelo, al dejar emerger los sentimientos, aceptarlos, poner de relieve su valía y a la vez, confrontarlos y explorarlos.

Kübler Ross insiste en el duelo como proceso y como trabajo que posibilitan al doliente el salir fortalecido y enriquecido de esta experiencia

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL DUELO

Como ya se ha dicho, aún cuando hayan elementos comunes, la pérdida de un ser querido es vivida de manera única e individual por cada uno de los dolientes .Cuatro grupos de factores afectan de manera importante al duelo: Los factores psicológicos, los recursos personales, las circunstancias específicas de la muerte, los apoyos externos.

1.-Los factores psicológicos.

La pérdida y el sentido de la pérdida es único. Una misma pérdida tiene un significado diferente para diferentes personas, porque cada uno la percibe de manera distinta, dependiendo del:

• Sentido, calidad e inversión emocional de esa relación para el doliente. • Dependencia o independencia que ha generado, • Cantidad y calidad de los “asuntos” sin resolver entre el doliente y el

fallecido, características del fallecido, (edad, sexo, personalidad), • Percepción del doliente sobre la «realización, satisfacción y

cumplimiento « que la vida ha deparado al fallecido. • Rol y funciones del fallecido para el doliente, su familia y el sistema

social en que se movía, que van a dar lugar a determinado número de pérdidas secundarias.

Si las relaciones con el ser querido han sido conflictivas, el dolor no solo es por la pérdida; el doliente también se culpa de no haber tenido mejores relaciones con el fallecido; no le queda ni la esperanza de poder mejorarlas algún día. En este caso, la muerte del ser querido resucita viejos conflictos, no resueltos con anterioridad: miedos, ansiedades, sentimientos de abandono infantiles; y

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conflictos de ambivalencia, dependencia, seguridad en las relaciones padres-hijo. El doliente tiene que enfrentarse a la pérdida actual y a viejas pérdidas.

Existe más riesgo de encronización del duelo, cuando la relación previa entre el fallecido y el doliente (padres-hijo, relación de pareja) no era ya sana. Puede producir el “síndrome de duelo ambivalente”, en el que se mezcla la sensación de alivio con los sentimientos de culpa.

El impacto que una pérdida produce en una persona no se puede “normalizar”, de manera que se pueda asumir “a priori” qué pérdida va a afectarle más. Pero la pena es mayor cuando muere un hijo pequeño o adolescente, y el esposo/la esposa.

2.-Los recursos personales

La respuesta a la pérdida y la manera de afrontar el duelo es análoga a otras respuestas vitales de la persona.

Depende de:

• Sus comportamientos adaptativos, personalidad , carácter y salud mental.

• El grado de confianza en sí mismo, • El nivel de madurez e inteligencia, relacionados de manera positiva con

una buena resolución del duelo, al dar más posibilidades de entender el sentido e implicaciones de esa muerte.

• El haber o no sufrido otros duelos, que pueden afectarle de manera positiva - sabe que “sobrevive” a la pérdida - o negativa.

• La posibilidad de expresar el duelo. • La concurrencia de otras crisis personales, que complican el duelo.

Cada una de ellas demanda energía y atención, en momentos en que se está «vacío».

La comprensión, implicaciones, manera de afrontar y expresar la pérdida, están influidos siempre por el propio sentido de la existencia y la fundamentación religiosofilosófica, cultural y social del doliente.

3.- Circunstancias específicas de la muerte.

El modo y momento de morir influye en los supervivientes. No es lo mismo:

• La muerte de un anciano que la de un niño. Los padres experimentan ésta última como antinatural e injusta.

• La muerte por una enfermedad terminal, que la súbita e imprevista. • La muerte por suicidio o actos violentos.

La pérdida por muerte esperada da a los allegados la oportunidad de prepararse al desenlace. Un accidente de tráfico o laboral, un infarto, origina muertes muy difíciles de aceptar. Todavía más dramática resulta la muerte por suicidio, que deja sentimientos de culpa profundos o la que resulta de actos

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violentos (asesinatos, violaciones). Los dolientes pueden obsesionarse con el pensamiento de cómo habrá vivido su ser querido aquellos últimos momentos.

4.- Los apoyos externos.

Los dolientes viven su duelo en una determinada realidad social, que influye en el proceso de recuperación. La familia es el contexto fundamental y puede ayudar o entorpecer la elaboración de un duelo, permitiendo, por ej., exteriorizar la pena o por el contrario, premiando “la fortaleza” y “entereza” del que “se controla”. Toda “cultura familiar” implica comportamientos, tradiciones, valores sociales y expectativas. Los amigos, los profesionales, los “grupos de pertenencia”, la Iglesia, los “grupos de ayuda mutua” -formados por personas que han sufrido experiencias similares- pueden ser otras tantas posibilidades de apoyo y consuelo.

LAS REACCIONES ATÍPICAS DEL DUELO

La intensidad y duración de las reacciones en el tiempo es quizá lo que distingue un duelo normal de otro anormal. (Pancrazzi) En el duelo anormal el proceso queda bloqueado y el dolor no se elabora. Las actitudes de rechazo y no aceptación del hecho y los sentimientos de rabia, culpa y tristeza no resueltos, pueden originar este bloqueamiento. (Parkes). Los mecanismos de defensa que permiten a las personas gestionar la angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones emotivas, no tienen en estos casos una función saludable. Bloquean, retrasan o distorsionan un proceso de crecimiento y maduración. Son mecanismos de rechazo, fijación, represión, racionalización, aislamiento, regresión, somatización o identificación (con el difunto).

Tipos de duelo que requieren la ayuda profesional:

• Anticipatorio , en caso de muertes anunciadas • Retardado , en aquellas personas que «se controlan», «no tienen tiempo

de ocuparse de sí mismas» o escapan al dolor y a la realidad de la muerte del ser querido mediante una «hiperactividad». Durante meses o incluso años, cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no resuelto.

• Crónico , que arrastra el doliente durante años, absorbido por los recuerdos, incapaz de reincorporarse a la vida normal.

• Patológico , caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas hipocondríacos, identificación con el fallecido o dependencia de los fármacos o el alcohol.

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OBJETIVOS DEL DUELO

Wordon establece cuatro:

1. Aceptar la realidad de la pérdida, que es el paso más difícil. 2. Dar expresión a los sentimientos, identificarlos y comprenderlos, para

así aceptarlos y encontrar cauces apropiados de canalización e integración.

3. Adaptarse a la nueva existencia sin el ser querido. 4. Invertir la energía emotiva en nuevas relaciones.

La resolución del duelo:

En general, puede decirse que el duelo ha sido resuelto cuando el doliente ha cumplido los citados objetivos. La duración del duelo es siempre variable y dependiente de factores particulares que influyen en la respuesta individual a la pérdida. Los síntomas más intensos del duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 meses, pero se conocen procesos que necesitan 3 años y más. Hay aspectos de la pérdida que acompañan al doliente para siempre o del duelo mediato, que se prolongan durante años y a veces hasta su muerte. El tiempo es terapéutico porque da una perspectiva, ayuda a resituar los hechos, adaptarse al cambio y procesar sentimientos. Sin embargo, que “el tiempo todo lo cura”, “sólo se necesita tiempo”, “con el tiempo el dolor es menor”, sólo es cierto si se toma el duelo como un trabajo o, se afronta la pérdida sin negarla inhibirla o posponerla y se atraviesa el dolor, sin evitarlo o circunvalarlo.

Pangrazzi cita dos signos concretos de recuperación:

Que el doliente pueda hablar y recordar al ser querido con naturalidad y tranquilidad, sin llorar. Que haya establecido nuevas relaciones significativas y aceptado los retos de la vida.

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FASES DEL DUELO SEGÚN LA TERAPIA GESTALT, por “Carm en Vázquez Bandín” A continuación mostraré un breve resumen de las diferentes fases descritas por la autora. Se refiere a las fases del duelo en la pérdida, en la muerte, de un ser querido al que se está emocionalmente ligado. La muerte de un ser querido es un desequilibrio en la autorregulación organísmica en el campo organismo-entorno, y por lo tanto el proceso de duelo es la restauración de ese equilibrio. Y este proceso se puede desglosar en diversas fases:

• Primera fase. Negación y aislamiento. El vacío se siente después del entierro, cuando los parientes y amigos se han marchado y empieza la vida cotidiana. Ante la falta de respuesta suele aparecer la negación. Muchas personas están preocupadas por los recuerdos y absortas en sus ensueños; como si estuviesen en un estado de tristeza o de soledad profundo. La persona en duelo ve interrumpido su proceso de contacto de un modo radical. La reacción más habitual es primero una función temporal infranormal, la soledad, seguida de otra supranormal: el sueño, la imaginación, la pseudoalucinación. La primera como una forma de protección y la segunda como una descarga de energía de la tensión del exceso propioceptivo al no poder equilibrarse desde el entorno. En el caso de desaparición repentina se produce un aislamiento y egotismo, pues no es posible una buena fase de poscontacto en el proceso de contacto. Es necesario comprender la necesidad de encontrar a alguien con quien poder hablar del muerto. Para activar el proceso de “sacar fuera” facilitando el paso de los sentimientos a las emociones, se recomienda escribir una serie de cartas o diario ala persona que ha fallecido, y recopilar canciones significativas de esa relación.

• Segunda fase. Regateo y ritual. En esta fase se intenta, inútilmente, de

hacer acuerdos, de negociar, con Dios, con la vida, con la persona muerta, …; en una palabra, regatea. De esta manera se retarda la noticia y se camufla la carga emocional que conlleva; y al mismo tiempo propicia la fase siguiente sin sentimientos de culpa. El final de esta fase se caracteriza por dos elementos, el inicio de la siguiente fase, la rabia; y el ritual u ofrenda, renuncia que se le hace al muerto, generalmente de un modo no consciente, como un modo de perpetuar su memoria. Lo importante del ritual no es tanto recuperar la actividad a la que se renunció sino la consciencia de la renuncia.

• Tercera fase. Ira. Es la rabia, la ira, la primera emoción que empieza a

sacar en el campo. Es como si las lágrimas y la tristeza anteriores fueran sólo para ella/el mismo. Su rabia va desde la abstracción a seres más o menos cercanos, incluso la propia persona que ha muerto. Nos encontramos en una fase de destrucción, de desestructurar la situación intolerable y la pérdida del objeto amado, con el fin de asimilar posteriormente una nueva totalidad. Al final de esta fase surge el miedo y la angustia a olvidar a la persona amada, dando paso ala siguiente

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fase. Existe una lucha interna entre la destrucción, cuya finalidad es poder asimilar, y la aniquilación (reducir a la nada); siendo las dos compatibles en esta fase, siendo “la iniciativa” la que lleva a la acción.

• Cuarta fase. Tristeza. La persona es organísmicamente consciente de la

pérdida, siente la pérdida, vivencia la ausencia. Es la fase más delicada, pues siente la ausencia de la persona amada como un vacío, que llega a convertirse también en un vacío personal, de ideas, de proyectos, ilusiones, … Es la etapa en la que la persona se abandona más. Existe una retroflexión de la agresividad y un cambio neurótico de la destrucción en aniquilación, autoaniquilación. Es la etapa de los sentimientos de culpa, donde la desesperación y la tristeza emergen con fuerza. Es aquí donde tenemos que hacer frente al dolor y al sufrimiento emocional, evitando aislar el problema. Si anulamos y bloqueamos nuestros sentimientos de tristeza se acabará el sufrimiento, pero el duelo quedará sin resolver y pasará a ser un asunto inconcluso que más pronto o más tarde pasará su factura. La forma de abordar el problema ha de ser muy organísmico y holístico, de tal manera que las emociones se expresen sin ningún tipo de reparo y con toda la fuerza que se requiera, sin ningún tipo de ocultación o represión. Se rompe el contacto entre paciente y terapeuta, siendo el trabajo de este último el de apoyar la expresión de las emociones junto con las interrupciones que vayan apareciendo.

• Quinta fase. Aceptación. Es equivalente a la asimilación de la pérdida.

Aquí el paciente vuelve a tomar contacto con el terapeuta y se habla de la persona fallecida y de nuevos intereses que se van despertando. En esta etapa final se van entreviendo la posibilidad de hacer cambios.

El terapeuta gestáltico cuando acompaña a una persona en duelo ha de tener claro algunos elementos básicos:

• Observación de lo que ocurre en el “aquí y ahora”. • No interpretar. • Apoyar las interrupciones del contacto. • La relación es diagonal, del “yo” al “tu”. • Confiar en la autorregulación organísmica. • Entender al ser humano como holístico. • Manejar bien el concepto de campo. • Basar la terapia en el proceso y sus interrupciones, estando el contenido

en un segundo plano. En mi opinión y en definitiva según la terapia Gestalt debemos tener en cuenta que:

• Lo 1º es el campo, y el campo es indiferenciado. • Lo 2º es la toma de contacto. • Lo 3º es el final de la toma de contacto. • Lo 4º es el principio del contacto final (nosotros). • Lo 5º es la aparición de tu – yo (diferenciación).

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FASES DEL PROCESO DE DUELO según Bob Wright Primera fase. Shock, insensibilidad, estupefacción. Nada parece real al doliente, está como en trance. La gente le habla y no responde: se siente espectador. No puede concentrarse ni tiene energía; está “aturdido”, paralizado y los sentimientos como dormidos, “anestesiados”. Su comportamiento podría interpretarse a veces como “de serenidad”, pero el doliente se desmorona en cuanto se da cuenta de la realidad. Esta situación responde a un mecanismo de protección ante la amenaza de un dolor psíquico y confusión intolerables. Es un escape natural y temporal, que amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la terrible realidad. Pues aún cuando haya una aceptación “intelectual” de la pérdida, el proceso emocional es muy lento y puede durar días o meses. Negación, incredulidad: “no es a mí”; “ha habido un error”; “estoy soñando”. El doliente habla en tiempo presente del fallecido. No renuncia a la esperanza de que va a volver. “No ha ocurrido nada”. Los profesionales deben evitar en esta fase los, eufemismos, evasiones y fantasías, como “se nos ha ido “, “ha partido”, “se ha ido por delante”. Pánico. El doliente sólo puede pensar en la pérdida y está “paralizado por el miedo”: miedo a perder los nervios y el control, a no poder concentrarse , a volverse loco, a lo desconocido, al futuro.¿Qué me va a ocurrir? El doliente está emocionalmente desorganizado; se siente solo, triste, vacío, confuso, desamparado y desesperado, postrado y lleno de desolación. La idea de suicidio no es infrecuente. Este pánico es normal y hay que decírselo. Sentimientos y emociones en esta etapa: El dolor, emoción humana básica absolutamente normal, aún siendo universal, es extremadamente personal. Nunca se hacen dos duelos iguales. Cada persona llora la muerte de su ser querido de un modo diferente. En estos primeros momentos, el dolor es aterrador e irregular y se expresa a través de una gama extensa de sentimientos, con reacciones muy variadas y a menudo contradictorias. Las emociones que se sienten, al ser expresadas, ayudan a emerger frustraciones. Hablar del muerto y llorar, alivia y hace que se compartan sentimientos con otros. El identificar las emociones y los sentimientos: “estoy triste”,”estoy furioso”, “estoy dolido “, desahoga y sirven de cauce para que las penas fluyan. Las formas de respuesta a la aflicción pueden manifestarse por diferentes sensaciones físicas: náuseas, vértigo, palpitaciones, opresión en la boca del estómago, en el pecho, vacío en el estómago, sequedad de boca, ahogo, hipersensibilidad al ruido, fatiga, dolores de cabeza, de espalda. Esta fase puede durar horas, días o semanas. Segunda fase. El sentido de culpa. El sentimiento de culpa relacionado con la pérdida aparece como fenómeno de autocastigo y autorrecriminación: cosas que no hizo, no dijo o actuaciones que hicieron daño a esa persona amada. Hay sentimientos de pérdida de “la vida no vivida”. Antes de la muerte siempre existe la esperanza de que las cosas pueden cambiar. La muerte hace examinar la vida: los propios fallos, errores, injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer. En el caso de un hijo o de un cónyuge este sentimiento puede revestir gran intensidad.

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El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden llevar al doliente a sentirse mal durante años o a manifestarlo a través de síntomas físicos. Puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo e integrarlo en la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integración. El doliente está furioso; lleno de ira, rabia, cólera y resentimiento. Incluso indignación con el propio ser querido. Depresión y abandono. Prima el sentimiento de desolación. “Nadie ha sufrido un duelo como el suyo”. La depresión aparece en esta etapa como un fenómeno normal y sano. Es una necesidad psicológica, un camino lento y tortuoso para llegar a aceptar la pérdida y forma parte del proceso de decir “adiós” al ser querido. Disminuye de manera importante la autoestima. Está mejorando puesto que puede expresar sentimientos muy fuertes de los que no se creía capaz. Estos sentimientos son normales en las personas y deben aceptarse, pero a menudo procuramos sublimarlos. Es una fase normal en el proceso del duelo e inicia la salida de la depresión. Comportamientos: alteraciones del apetito, insomnio, miedo a enfermar, aislamiento social, evitar lo que recuerda al difunto o por el contrario llevar objetos del fallecido o atesorar objetos que le pertenecían, visitar los lugares que se frecuentaron juntos. Se dan a menudo síntomas físicos de enfermedad originados por el dolor, la angustia y el stress, que a su vez provocan una depresión del sistema inmunológico; el doliente se vuelve físicamente más vulnerable. Los problemas de salud a lo largo del proceso, pueden indicar fijaciones por problemas emocionales mal resueltos. El entender la causa de todos estos «síntomas» puede ayudar a trabajar la pérdida. Esta fase puede durar desde semanas a meses. Tercera fase. Resistencia a volver a la vida habitual. El doliente se siente sin fuerzas, débil e incapaz de afrontar nuevas situaciones y decisiones. Piensa que los que le rodean no tienen ni idea de la magnitud de la pérdida, terrible y muy especial. No se duele delante de cualquiera, su duelo es un asunto privado. Le hablan de otras cosas ignorando su pena. Todos han olvidado lo ocurrido, pero “alguien tiene que recordarlo”.Quiere tomarse su tiempo para hacer el duelo, se resiste a darlo por acabado. En realidad se produce una “conspiración del silencio” y no se menciona al difunto para no provocar la aflicción del doliente. Algo importante que pueden realizar los familiares y amigos es el ayudar a conservar la memoria del difunto. El doliente debería abrirse a nuevas relaciones e iniciar algo diferente. Pero no le apetece y le cuesta, lo cual es muy normal. Cuarta fase. Afirmación de la realidad y recuperación. Gradualmente se va abriendo paso la esperanza. Las nubes se van despejando. Se alternan temporadas buenas con los baches, que casi siempre coinciden con fechas clave, aniversarios y fiestas significativas. Se recupera el sentido de sí mismo que pasa por aceptar la pérdida: “mi hijo ha muerto”. Se afronta la dura realidad. En muchos casos, el doliente prefiere trabajar por sí mismo su dolor; aunque siempre necesita la calidez, la ayuda y el afecto de los que le rodean, para

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motivarle a buscar otras relaciones, trabajos o hobbies que den un nuevo sentido a la vida. Otras veces requiere ayuda más profesionalizada. Reconocer el dolor e intentar vivirlo, es expresión de salud mental. En el dolor no hay atajos, no se puede huir de él, hay que atravesarlo. Repasar los recuerdos agradables y desagradables, también alivia. Todos los estudiosos del duelo están de acuerdo en afirmar que un duelo se resuelve mejor si se cuenta con soporte emocional y social adecuados, ya que el doliente aprende que no tiene que afrontar el presente y el futuro solo: cuenta con familiares y amigos que le ayudan a temer menos al mundo real. La experiencia - durísima - de un duelo, da la oportunidad de ayudar a otros cuando sufren trances similares. FRASES SOBRE EL DOLOR Y LA PÉRDIDA La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente. FRANÇOIS MAURIAC

Que tus futuras alegrías no maten mi recuerdo........... pero que mi recuerdo no mate tampoco tus futuras alegrías. FORO DE VIVIR LA PÉRDIDA

El duelo no es un camino fácil pero... sino lo fuera... dejaría de tener sentido toda nuestra existencia.

Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo. Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor. JOHN BRANTNER

Amar al otro es renunciar a poseerlo, incluso muerto; renunciar a que vuelva, descubrir que sigue estando ahí, en un silencio que ya no nos causa pavor, en un desierto que se hace acogedor de lo más valioso que tenemos, lo esencial de lo que permanece cuando ya no se puede nada. JEAN-YVES LELOUP

En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele. J. MONTOYA CARRAQUILLA

Solo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente MARCEL PROUST

Recordar es el mejor modo de olvidar SIGMUND FREUD

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Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad. ROSA REGÁS

Amar a alguien, es decirle: no morirás. GABRIEL MARCEL

Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos. HELLEN KELLER

El amigo que está en silencio con nosotros, en un momento de angustia o incertidumbre, que puede compartir nuestro pesar y desconsuelo... y enfrentar con nosotros la realidad de nuestra impotencia, ése es el amigo que realmente nos quiere. HENRI NOUWEN

En medio de este atolladero de angustia encontré la fuerza para luchar y salir adelante. Quizás me di cuenta de que mi esposa no hubiese querido verme así. Algo me hizo arrancar y aferrarme a la vida y al amor. WILLIARD KOHN

Aun cuando todavía queden momentos difíciles, cuando llegas a aceptar el dolor encuentras fuerza en ti mismo y puedes mirar al futuro con esperanza.

El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo. HAROLD S. KUSHNER

Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades enigmáticas. Nadie nos puede descubrir el vacío que deja en el mismo centro de nuestro ser, un vacío que nada lo llena. RUTH COUGHLIN

Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente el miedo... La misma tensión en el estómago, el mismo desasosiego. C. S. LEWIS (Una pena en observación)

"Eres más consciente que antes de lo que es importante y lo que es trivial. Tu ser querido vivió, pero tú todavía estas vivo. ¡Vale la pena esperar al futuro! H. DAVID THOREAU

El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas. W. SHAKESPEARE.

La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos. MARIO ROJZMAN

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Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la vida te hace. EDGAR JACKSON

Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas. REINHOLD NIEBUHR

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro. MAMERTO MENAPACE

Vivir siempre angustiada es producto de grave vanidad. Es soberbia obstinada, ya que toda ansiedad termina donde empieza la humildad GUADALUPE AMOR

El que acepta sufrir, sufrirá la mitad de la vida; el que no acepta sufrir, sufrirá durante su vida entera. CONFUCIO

El dolor quema mucha superficialidad. OSWALD CHAMBERS

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BIBLIOGRAFIA

.-Diferentes páginas de Internet que han utilizado la siguiente bibliografía:

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Carlos Cobo Medina El valor de vivir Ediciones Libertarias. Madrid 1999

John Bowlby La pérdida afectiva Ediciones Paidós

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Editorial San Pablo. Madrid 2003 Robert A. Neimeyer Aprender de la pérdida. Una guía para afrontar el d uelo Ediciones Paidós. Barcelona 2002

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Pauline Boss La pérdida ambigua Ed/ Gedisa SA

Arnaldo Pangrazzi La pérdida de un ser querido. Un viaje dentro de la vida. Ed/Paulinas. Madrid 1993