portantiero, juan carlos - realismo y realidad en la narrativa argentina

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Juan Carlos Portantiero Realismo y Realidad en la l{arrativa Argentina Ediclonet ProcYón

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Page 1: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

Juan Carlos Portantiero

Realismo y Realidad en

la l{arrativa Argentina

Ediclonet ProcYón

Page 2: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

,i .,

RL{TIS]{O Y REALIDAD ENL{. \.{RRATIVA ARGENTINA

J uan Carlos Portanti'ero

T:rbaios tle Tuan Carlos Portantiero::::ecid'os en rávistas y publicaciones Jo

,¿ialaron clescle un cornienzo como a unr:- ¿r'ista inteligente. Encaraba él la fun--:::: de la crí"tica con un alcance más¡:ito oue la simple gacetilla limitada ale-ogio b al rualhümoi de la censura. La;¿ñprendia como gcnero literario, cont=pi.idad de anílisil y de interpretación.. liribuia str irnportancia, a la disciplinalel método y a-la sistematización orde-nada de las ideas.

Realismo l' realitlad en Ia narraliuaargentina, sú primer libro, viene ahoraa "confirmarlo en esos méritos de ensa-iista v crítico. La obra rerlne una doblet.', "i.rtm

aitlsta(lo su dcsarrollo aIerceleute rnétoilo cl:isico: partir de logeneral, tornan,clo lo teórico, para ir,a, loirarticular', [o concteto, tle ttna realicladiireraria argentina.

El realisrio enfocado en este libro enia propia raiz clel conocintiento, es parala -creáción attística y literar-ia un puntoclave. Y atento a debates y estudiosrealiza<los en eI extranjcro y en nuestrorneclio e incursionando' a Iá vez. en laactual bibliografía europea, Portantierohace tttt e*um"en cuidadoso hasta clarificarcl oroblema.

Dentro cle ese plan expositivo,-los.con-centos teóricos aportan un análisis dialéc'Lirlo. .\sí t" e*a'tttinan las relaciones delintelectual con los movimientos sociales'Y cl realistno cotno método propio de lacreación artística y como tendencia enla literatura conténporánea. Con ese

enfoot¡c gcne¡al se- iluminan varios

"ro..i.,t ib la realidad argentina: la

re'oercusiótr del peronismo en las élitesintelectuales; el piensamiento de los intui'cionistas y nues'tra cultura: el examenliterario cíe algunos exponentes de nues-rra ioven novelística; Iós movimientos deBoeáo v Florida v Ia tradición de nuestraliteratu'ra de izqúierda.

Tuan Carlos Portantiero es un estu'dióso. Su libro, a través r.le conceptos yountos de vista, aporta elementos parairrra valolación scriá de la labor literariay sn crítica.

D i.st rib ui' d'or e x clusiao :

EDITORIAI, LAUTAROSÁ¡;csnz Dc Busl'AMANrs 68 - Bs. Artss

Page 3: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

t'i:.'

Narrativa A¡gentina

trDICIONEI} PROCTON

3¡c¡oo A¡¡.t

Page 4: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

..:

,4o¿

oW+r

@ Úauor¿ol Lotlwo, L¡gent¿no, !9ó1.

elabo _el deDórtto de ley. ll.72t[mprero cn la Art€EttlE"

EXPLICACION

. -I¡s

temera¡ias páginas que Para ustcd, lector, se

de aürora en adelante, están sostenidas sobrt

oonvicción fundanental: pr€srrlno que el arte

i u"a forna peculiar db reflejo y apropiación de .

f tal; rma üu¡nera, la mfu sintétic¿ y. total poei-,

lq del trabijo del hombrr, de la proyección de

smdbilidad y de zu razón sobre la naturaleza y la

óiedad. La literatura gncuentra asl su justificación

i.:ill:,1;

¡'m sentid<r dentro del conjunto dc la actividad 'del

üombre, "del horrbre real qtie vive de cierto y d+'

tLroinado modo".

' Eo po, ello que cl a¡tlsta +épalo o no-- se ubi-'ra en-la dinámica histórica rregida por la lucha de

ctases y a ella deja ügada su obra. Es cla¡o que esta

á¡firnación justa, ' nanejada sin "cuidados,

puede

- lhvar a la cr{tica literaria a equivocaciones funestas'

'' El crltico no tendrla que olvidar nunca qrne exisrc'una autonula relativa de las suPercstmctur¿¡s, gor

lo cual, intcntar la explicacióm social de cada he'

cho artlstico individual sería peda^ntesco e inrttil. El

métods ma¡xistd encierra las positúlidades m{s inso,e¡

pechadas para comprender las acciones de los ho¡n'

br,tc, en la condición que se lo acepte, precisamentc,

c¡mo nétodo y no oomo una hihra de dogmas e*edásticoe, inmutables e imPávido*

Page 5: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

: - : * . .1.:'..,, Fetú no-es fácil zu e$os riebgsr piqué

a su ofieio, la asimilación 'mecánica de uni f4lso¡

"; -.:.:,. : .::1...'..':'...+ -::':1t::--;i:::'::-i:1:r1;'liri:r:a.::;::taa.:;:i:.?,.:¡;i;-,'.n::¡.*:

,-,. - -.- : : -r -:, l:i ;-": :-:1 , -., ,..- ,a : .. -. -:.:; t;:-rtÍ

ñ ..trit, *otg:;',pro*A .ái-. ::"

¡lta. nsta intención me obligé a tr¿Er al debat¡ ec'

:rÉti"r general los hailzzgos últimos, partieulam€nt?-

os, de las discusiones sobre una estética mar'-

tas abúimadoras citas tienen la i¡iera inten'

?-..'S5¡:.I;,-::'f =

ción de abrir el panorama para una investigación

mrás minuciosa y ptofunda; alrededor de te-

casi totalmente inffito¡-entre noaotros'

Juen C. PonreNrmno.

. Buenos Aires, marzo de 1961.

r'¡. in&lectual,que participa --a través dü:qábÉ6.dF=i e"¡-qd" qpe'soÉa impo*rte'¿pqqtined¿ a hi¡

cultura que presionan y optimen-" de 'la arr,bigüedad:

con que e*os tieurpoe de cambios erenciales boetigq¡t"

actuales de nuestra narrativa sin ubicar zus

dentro del proceso mundial de la cul.

-"oitm.i economista le pernrite una pe,Iipma coiúo'

didad. Ambicionando la- suFefaqión de esa ambigiie:

dad,. desea un apsyo idmlfgico qrrg se le Prq¡entt

'como total, compacto, redondo, sin fisuras; aspira, tn,el fondo, a respuestas simples y tranquilizadoras.FáÉ,preguñtas acuciantes y dolorosas. A respuestas en-

.cont,radas srn toe azareq de La búfoueda, dadas'de

uoa !¡ez para siempre y desde et e¡tetior-{q.b gq, blemas¡ no desde su entra$a contradictoriá: '

He intentado suPerar estas tentaciones, al iniciar

mi trabajo. Ahora que lo releo, afin sabiendo gue

intenté más una cr{tica de lo's contenidos de'la li't€f,atura que un análisis de la mrretpondencia -esté'

'tica de las formas, advierto flue no, lc,he.logradototalmente, iai rnupho rn€no€. Una oscilación entre

el sociologiisrno y' el'subjetivisrno preside, pendular: .:

menüe, rnuchas parrcs del fiab¿ts. No estoy cepagL

tado aún para cnmendarlo: de la conciencia del er¡pr'

a la posibilidad de coregirlo, se o¡tiende un larg¡¡í-

simo camino qug sin embargo, no he de*istido tran-

sit¿r.

La clara Auiti¿n det tibro en' doe p"trci S#una explicación: sus dos piimeroe capítu'los Pry.i1den ser una caracterización de los temás'en debdte

dentro de su plano universal, como prcductos. de hcultura contemporánea.' 1,6 ües rlltimixrrr¡etbmi¡g'el

, A partir: de airora e'l libro no thne otra justifica'

ción que su inevitable presencia. Me gustarla decir,

in eábu.go, que é1, para m! plantea muchos üás'problemas q¡¡e los que resurelvg gue es arln punto

de partida, trozo de una discusién inacabable''

-t-':

Page 6: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

A mfu c@pañe¡os st Nucsa ExPrcsi&t,

cste libro tan convenado, que ya no me

Pertenece.

Page 7: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

"...Ia crítica no es una pasión cerebral;

es el cerebro de la pasión".

Carlas Marx

Page 8: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

I ':

LITERATURA V SOCIEDAD

E¿ xs¡o rNTELEqruAr,Ers-g@tEDAt)('

^Si- de alguna manera puede carrcterizarse esque-

üicarner¡te el sentido actual de nuestra literanrra,por 6u intemión apasionada de asumii Ia ¡sali-gue nos rodea, des¡ruda y esencial. Aunque a me.

esa pdiqpcición ande sin apelatirros, no cabenque Ia ppoooupació,rn por el realisno

-tácita o

fiesta- está presidiendo las hisquedas de ma,implacable. No se ürata solamente de un pioble-

estético, sino de una pctura integral que ae*alvet,rr- tatnbüz en liüeratura, perlo q"u, ir* robrc

significa una adecuación con eL fonáo de lo11a brisquoda de ajustes entre el intelectuat yeblo-nación, un anhelo de ruptura con Ia sole-Esta preocupacién marca el tono de Ia mejoc

mundial a partir del rnmento crr gua-laprotagénica de lo colectir¡o determinó -el¡ irrcmediable de una acütud literariá in-intrispectiva, analítica.

- Arda, ¡4rer, err el iÉntro de toda esta novelfutica,

.5. No es ¡a¡o gue ele p,roblcma, que ca,ráeteriá at

ndola como una p'esencia insoslalable, "I

p*esencial de Ia cultu¡a contemDoránea: lrde-i'Egna es€ncral de Ia cultt¡¡a conte'mpo,ránea: Ia de-

bici¿n de las- relacionq entre cl inteicciual y la r€a-'&d, d nexo"cmn¡nita¡io entre eI írtista y ia soctc-

:) l-

75

Page 9: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

i R:n'A L r'D.r:A* E A L, l $ M o a ,,

Ia más crucial en Ia historia de la especie. Fero pien; :

¡ :crclo burgués del peasamiento humano, se hay-a q?'.:"ago

c¡íticamrentqen loo días que corren. El bomb¡e:

¡ieqge suele croer gry Ia época que te- taa vivi,r es"

por utx nue\¡o arte signi{iearfa hchar por$uevq¡ artfutas individuales, lo que €s absurdo,

no se pueden cr,ear artificialmente loe artis.Se debe hablar de lucha por ürna nuevá cultura,€¡, por una nueva vida moral que -debe est¿r li.a una nuep intuición de la üda hasta que ella

orme e{r un Íu€vo modo dc sentir y de verrealidad y por consiguiente en un múndo conn?-

con lo¡ artistas posibles y las obras de arte

pn¡epso de fornación de Ia. nueva cultura (y pot.del núevo arte), comienza en el seno de la .

¡oci¿dad. Sobre este hecho se so¡dene la con-idad de la a¡ltura hr¡nana. "La cultura proleta-

-anota L€nin- dqbe aparecer como el desa-

natural de la suma de conocimientos elabora-por'larhumanidad bajo el yugo de la sociedad

feudal y burocráücal'. Cada clg¡e socialcreando, en el curso de la lucha por la hegemonlala ¡ocidad política, los intelectuales que le ase-

eI oontol de la-sociedad civil. Este procesoha repetido siemp:e en la evolución histórica, por-e es sobre esta base de comunicación entre las éli-y las masas, que se g$tan loe cambios estructura.de la sociedad. EI man<furnq como concepción

y original, propia de Ia sociedad proletaria,integración de teorla y praxis e4paz de presiitir

, so que no será incurrir en ese €rror congénito calificart:,

" *tou'añoer,a este tiem¡n, cotno trascend€ntal pararl

nuestro destino. Dos acontecimientos fundarnentales

;ic"t; *t"'conrtocién: los'adelantos de la ciencia-y ¡

dI h técnica, que colocan al hon¡bre en situación sluprecedentes de dominio de Ia naturalepa y, por sobrc

iJ;;;lh;ho del socialismo triunfante como posi6i'

I¡drá hu*on¿ de convivencia entre los hos¡bres. Na-

twaleza y sociedad colocad?s al alcance de la apropiación áel hombre; este dato define el paso de la

in"tti"t"tlu a la verdad.era historia, qtle con {o\a*.*'lhsrfu vivimos los cqntemporráneos. La magnitud de'esú acontecimientos deterrrina la prwisionaliaad de

- muchos planttos, la inestabilidad de concepciones.y'actitudes, el carácter inefablemente. pedantes4o de'quierrrs püeterden legislar sobre un füturo eüyas ba':ss de deearrallo poderros conocer, Fero no suE po8l"

bilidades insospechadas

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' La testarudez de los'hechos sociehs'iodica que es-" ta¡rnos en los umbrales de i:na nuwa civilizacló:r, de'

rura nue$a cultura la cr.la,l, salúd€se o úorelüecbo, ¡i' ies¿rolla hegemónicamenrc en casi la rnitad'del nir¡n'

¿* I,t hchi por la renor¡¿cién ¿rtística "" p"*-ilesénterlderiae de ete dato decisivo. Por el contrari'o,'elinuwo drte supone, previamentg la nr¡eva ctrltuta¡no Ia postul'ación de ol¡ras o artistas indiviüualcs' Dice

Gramsei: 'Que se debe habhr ' Fnta ser ct actos; Ae

lucha por una nu€:t/a cultura y no Por un úl¡¿r¡o artO

(en sentido inmediato), Pa,[email protected]. Quizás no' ü pueda siguicra deeir, para serexactos, qfiF w h¡cha

p* ro rnrevo qrtenido-del artr, po'lgle &te n-o**d" se" peasdo abaract¡¡ms¡te,¡epqr*& de la fotsa'

fundamentoe de larnueva cultura frente a otra eny, decadencia, no escapa a esta neceidad.

no sólo no escapa, sino que vive el proceso con rna-dificultades porque los intelectuales que deben

en su terfitno no $urgen de la clasc en sl mb-sino de lx capas intennedias, debiendo acometer

r. A¡lto¡v¡o Greuser, L¿tt'c¡atura c oitaSbaudi, 1954, p. 9.

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REALISMO Y BEAL¡DA

un largo .proceso de silenciosa autocrítica, hast¿grar deq?ojarse de los hábitos de pensamiento ycristalizaciones

-ideológicas condicionadas por lairrientes culturales en las que se formaron. Loslectuaies viven la ambigüedad ,o.id árl* capardias de-las-que-provienen o a las que se .**É¡ur,su modo de üda. Además, el individualismo, rvado del propio ejercicio de su oficiq y la tendera abstractizar, es decir, a, ver en cada iáeologla elsultadb de otra ideología y no deTuerzas irisertasel proceso contradictorio de Ia realidad, determique la .relación con la sociedad se esta,blezca a travésde innumerables mediaciones. Esta sitr¡ación del intelectual es un dato típico del ciclo bursués.

Las sociedades esclavistas y feudalei basadasuna. estricta división entre el trabajo maáual y el tra.bajo intelectu4l, ignoraron rel.tirraientJ"iproUt"-",

IRATURA Y SOCIEDAD

de Ias capaCidades hum'anas liberadas de Ia¿ t€btógico-feudal. La. transformación en abnp-de esa independencia relativa, a través de un pro.dc falsa conciencia, origina la creencia en la "au.

de los intelectuales" y Ia "libertad de la cul-

entre los intelectuales y la socied-ad se de-como un equilibrio irrestable que fluctúa de

con las embestidas de las clases revolucibna.

t", con.licionada, a su vez, por los flujos y reflujosle presión de la realidad. La relación, en el ciclo

en cuanto la actividad intelectual era monópolio ab-soluto de la clase dominante. EI feudalismo, en t"ts€ntido, distribuyó en los nobles y señores

"l áomirildel. aparato-político y en Ia Iglesia Cat¿lica eI con.trol cte Ia vida cultural. A partir de la consolidaciónd.r

lu.h.SSTonía burguesu ,obr" et "or,¡,rni-ae

Ia so-

::1i1p"fi,lca -hegemonía que significó el desplügue

l9 tn" serie de capacidades humanas que se resol;ueron en nuevas técnicas y en una división crecientedel trabaio intelectual-, se fue for¡aiO"-ef dramacuyos últimos actos estamos viviendo. Con Ia defun.cjón del feudalismo se apagó h i*g*-áel *clero,,,del intelectual estrechaminó ,rincuháL con el poder.

de los grupos de intelectuales nacionales.

i-Nrrc¡r¿rs¡¡ro DE r.A vANcuARDTA

bloque social constituido por los intelectuales ybum¡esía sufre su primera gran quiebra histórica!¡ Francia del 48. Los hechos sociales de entonces

¡ncblo-nación en las etapas de auge del mbvimien-Popular. Por otra parte, cada una de las comu-

fortaleciéndose el aislamiento en las etapas degue y la tendencia a buscar una integración con

tcuerdo con una serie de factores imponderables: hacen a la historia de cada cultura nacional, a

ln la presencia protagónica del profetariado in-ial, en búsqueda de una liberaciór¡ que no Ie

rinante y adhiera -espontáneamente-

a los gru-sociales que cuestionan Ia hegemonía. El fracaso

nacionales vive este pr.oceso particularmente,

a,

llegado en el 89. La gran conmoción que ellodetermina que el intelectual menos ligado a

corrientes culturales dominantes en su tiempo, ao¡ltura "oficial", sienta rotos sus lazos con el grupoLa lucha de- Ia burguesiá en tal ,."i¡¿o lrruotu"r¿ ,roproceso total en el seno del cual nació el-intelectual

mod-erno, de carácter laico, poseeJor-el ,rna ¡oae.pendencia relativa frente a ias cl¿ses domirantes, de-rivada de la mayor complejidad de las relaciones deProduccrón, pero también de.la propib riqueza y am-a'

csta experiencia revólucionaria deterrninará un re-de ese intelectual. ¿Hacia dónde? ¿Acaso ha-

la aceptación conformista, en el terreno intelectualffial, 9e la vieja hegemonía? Algunos lo hicieron

78 19

Page 11: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

R''18 I Ij I S !l''0:. Y .t l, A L]I,,D A I'TÉ*AtURA. Y SOCIADAD

Dicho estado de tensión en nuchos casosi-cipador (aún en medio de nebulosa!), que des-

a la vanguardia en relación con el deCadentis-

,::i ]

ad, pero otfl¡s contribuy€ron al nacimie8to del rc-vimiento cultural qüe mfu ha {nfluido desderentonce¡ ..en la,cultura "occidental": el llamado vanguardis-go. Sin Iugar a dudas, la vanguardia, a pirtir deBaldelaire, surgg corno proceso de negación, por par- l

te de los artistas, de la dirección cultural burtr¡ósa.Pero además, ea las condiciones del fracaso reáucio-'naris del 48

-y posteriorrrente del 70-, la van-guardia significa la negativa tácita del intelectual aer¡rolarse en las filas del pueblo. Cuestionando la di-rección cultural de -un grupo ideolégico de la bur..

_ guesfar'la vanguardia se mantuvo sieapre en las po.siciones del punto de vista burgués, dentro de los ll:mites de la'conciencia posiblJ de la burgrresla. Elvanguardismo fue posibté, como fenómeno- cultural,por el vaclo creado entre la desintegración de las co,rrientes culturales idefitificadas con los grupos do.minantes de la estructura burguesa y lq ausencialibuna podemsa corriente de -as.as quq encarase losrumbos de una renovación'total de esa .estructura,transformándose en un estímulo seguro para la'inte-Iectualidad. Esta precariedad expliiaría, el terreno decondicionamiento social en que se gestó la vanguar.dia,'pero, por supuesto, desóarta la valoración esté-

. tica de sus logros, logros formales que, co,¡no todos loslde.su carácter, lo son también del conscimiento. Este

aspegto estétieo de la vanguardia queda al margeü ,

del funto que ahora interesa destacar: ,., too á*las relaciones entre.los grupos intelectuales y el pue-blo-nación. Por otrá parte, seria simplista identificar aun .movimiento de contornos poéticos y cognoscitivor "

precisos, corno la vanguardia, con Ia órro.á"ión.for.mal y expresiva del arte; significaría ello asimilarla alproceso mismo del lenguaje artístico, en cuanto éstees sigm¡1e de rrno¡mción de sr¡s elementos, sin,.que ldcontinuidad de este proceso pueda detenenc jaqá$.

B¡ cuanto a su a!¡pecto de nrptura con Ia direcci6nltural burguesa (aún conservando el punto de vista

3ués cooo guía de ese desajuste), cabe decir quea partir de ahí donde la vanguardia logró sus rné-

ftayores. Ese, desajuste le alcanzó para manifes-como reauelta contra el orden constituidq orien-

do al intelectual a la ádhesión espontánea haciafuerzas que proponían la modificación total de las

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m, fue oscilando de acuerdo con los fratasos y losúxitos del pueblo. Ante cada acontecimientb dj as.ccnso social, el intelectual de vanguardia intentó lan¡ptura de la ambigiiedad y la vinculación con el ele:mcllto dináraico de la historia. Estos conflictos his,t6ricos que permitieron aperturas hacia una Bayorcorciencia de Io real, tuviéron cnorrne inlluencia en

afre contemporáneo: ponsemoc ,en la Revolucióno en Ia guerra civil española.

La vanguardia; en su última reducción a lo social,pifica la vocación de ruptua eon una rciedad in-

enemiga de toda forma de arte. Pe¡o

producido un mundo aparcntéünente unitario

cultura, zurgieron a partir de ur miüo hecfio his,: la ptrida de la aparcene ',aÍcorfit n¡tura¡

i la crlticA a ese sistema, aun{ue poderosa, se rcalizó

:¿:q. el interior del propio ritte*i e, decí, sin rom¡pimiento con lo esencial del rnismo. El capitalismo ha-bía recibido,ya, desde los románücos, criticas ser¡eras.

embargo, ellas, en general, servían a la restaura-de las-viej,a^s tormas de dominacién social,.que

1l compacto. De esta concepción romántico-resteura-dora se nutrirá luego'el decádentismo contemporáneo,ao Ia vanguardia. Pe¡o arnbbs, vanguardia y áecaden-Écmo, dent¡p de la riltima etapa dá ciclo úu¡gués en

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REALISMO Y REALID.AD

de la sociedad. También sobre la base de ese aconte-cimiento socio-cultural (y a Bavés de su causa última,

' la agudización de la lucha de clases), se gestaríall loselernentos ideológicoa de la nueva cultura sociaüsta.La quiebra del optimismo burgués alcanzí todas las

manifestaciones del conocimiento; era la rupttrra de

una imagien clásica que había acompañado a la hu'' manidad desde la .muerte de la constelación socio-

cultural del feuddlismo. En el campo ideológico ec

deseaba la desvinculación con lo qug puede llanrarieesquemáticamente el iluminismq que había engendra-do la ilusión del progreso continuo, mecánico y es-

pontáneo. Pero la conci-e¡cia de esa quiebra era am-bigua', ambivalente. Podía serüir (y a partir de ella,Lenin profundbí la síntesis magistral de Materiaüsmoy empiríouiticisrno) para entender dicha crisis comoun tnomento'del proceso dialéctico que hallaúa zu

superación en Ia cultura socialista. Pero podia servirtambién para estimular una restauración del espíritu

- del romanticismo reaccionario, al que ya se ha hecho/' referenciar.Ese camino

"s el qrre elilió e't decadentismo

contemporáneo, tan ligado en su origen al despreciopol el pueblo y al temor por la ideología grie !o-enca1-na en eita etapa del deserrvolvimiento histórico. AP3rtir de ahí surgirá el irracionalismo filosófico, lamitología social que buqcó en entidades metafísicas'(.la taza, Ia tierra, el "ser nacional"), la "armonlanaturalt' q.t" se 'vio como. perdida. No es necesariodestacar a iuáles extremos llevó la trasposición polí-tica de esfos caprichos.

, Frente a esta misma situación, la vanguardia, in-cvitablemente ambigua, no pudo librarse de asimilarelementos, en muchos casos poderosos, de la ideologladel decadentismo. Definida como reuuelta, no alcanzapor sí mlsma a-la verdadera revolución, pero simul-táneamente se resiste a confundir fntegranente'con

ERA?URA Y S.OCtEDAD

Por ello, frente a cada hecho socialEarca el euipuje überador de las fuerzas popula.

desasirse de los elementos decadentistas qtrey desarrollar, én cambio, los elementos án-que están en su seno y que le permiten

*erca¡niento con el pueblo-nación. Ausentes esos

ilon históricos", la presión del decadentismo se

hla, porque éste presenta un univerro culturalrólo poético) compacto; estrechamente ligado acosmoi'isión, la del irracionalismo, y por lo tanto

de una cohesión de la que la vaúguardia ca-dada su ambigüedad.agudización de la crisis capitalista apresuró, en

casos, Ias definiciones. Los mejores portavocesvanguardia, quienes verdaderamente la habían

como forma de "revolución" contra estructu-no compartían, quienes *áos se dejaron ten-

¡rr los elementos decadentistas, finalizaban surigncia en ella y pasaban a otro plano: el de la

del marxismo, e! de la praxis que supe-d punto de vista de la alienación. Esta búsqueda

lsrrinar con la aventura de las ideologías (en elde falsa conciencia) e integrarse en una. con-del mundo que satisfaciera su necesidad de

objetivas entre la conciencia y la realidad,el intelectual y el pueblo-nación, ha abierto el

más brillante de la literatura contemporá-El ca,¡r¡ino de un ¡ealismo surgido no como pro-ii.ó1 dq la vanguardia, pero sí como su sup€ra-dialéctica, a partir de los elerirento¡ valiosos

Éados por ella en el teneno del lenguaje y delPor otro lado, siempre dentm de un

io inesta,ble, se exacerbaron los aspectos indi-subjetivos, introspectivos, propios del de-pero también de la orgullosa. soledad con

yznguardia h¿bía rehusado comprometerse @n

82 3t

Page 13: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

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La t'literatura comprometida", el 'tomproniso,f ;de la tutela de una cosr¡rovisión para subnistiral embate de los hechos que conmóvían creciente a la sociedad.

.razones sociales están flanqueando Ia presenci¿esta'nueva respuesta al confücto entre los intelec-

Estas lineas generales tendidas a través de uncho que no es mecánico, no pueden tener la , tampoco, que uqa vez puesto a punto, ella se¡ién de agotar todas sus proyecciones y todos ous dispenado a través de toda la literatura occi-

, hzya sido la palabra de orden para una inte-tenidss. Seda demasiado ufano peruar que'uncontradictorio en el que tanta importancia tienen inconformista pero. aúd ambigu-a.motivaciones-personales y al cual concluyenfuerzas que accionan y.rtaccionan entre sí, puedaaprisionado con la exactitud de una fórmulamática. Por otra parte, este proceso cultural dequeda de contactos permanentes entre el iy el pueblo-nación ha sufrido diversas variacionesacuerdo con cada país, con la formación de sus ica, daba la tó.nica eqpiritual de Ia vida colecolectuales con el predominio de detersrin¿da Poco nr4s tarde; la guer.ra grundial, la Revolu-

Rusa, el fascismq la quiebra de las frltimas ilu-ideolfuica dominante dentro de similarburguesa, etc. Y si he pensado más que,nada en, ines iluministas, engendraúanla literatura'de la ne-

; el surrealismo- insurgente, pero finalmente

pura de la burguesla bajo una forma clásicating"r, otro país de Europa" y en donde, por lo

de la misma concepciórt del mundo que pre-combatir a través de una "revolución üdlra.

proceso de disgÉgación de la vanguardia, elsin salidas de la reuueha espontánea, que

caso franc& para ejernplificar, ha. sido porquqseñalaba Engelsr'fue donde "se instauró la domlr

los procesos de ese ciclo de cultura han podidonin*e co4 mayor fidelidad. Fue allí donde mayor

t. A A L I S M O Y I E A L I'D.rl

el orded existente. Ambos límites rnaícaban el

TTE' I,:ATt'RA Y SOCIEDAD

Smurrc¡ó¡g oE Ll 'fuTERATURA coMpnoMEflDJt'

y la realidad? No por azaü esta .concepción scltiza coherentemente en Francia y no es po.r

i El propio Sartre ha analizado con particular agu-leza descriptiva la situación del escritor en Francia

pa1i1 de la preguerra de 1914; es decir,.a parrirI último momento de estabilidad y complacencia11 capas medias, cuando su moralidad laiea, pro-yista á la r"anera del siglo XIX, individualista Y

. Ese surrealismo que serla como la síntesis de to-las ürtudes y de todas las faltas de la vanguardia,resrezclado de decadentismo y de pasión überado-inconformista per,o inoperante, negador de un or-ügente, aunqlue incapaz de coñstruir algo quei-ese srrstancialmente fuera de eie orden, al que

a aludir por medio de cualguier evasión, pa-así su cuota histórica con el viejo rom¿ntiiis.

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. ,:l-.

alcanzó la vanguardia; es decir, dor-rde la ftegacicsmo actitud cultural ale.anz6 signos mayorcs. Yen Francia tanbién, donde se sistematizé hastaúltimas consecuencias, en medio de tensionesgicas arin no su¡reradas, el prograna de tareas de"literatura comprometida'', momento ideológiccdavía alienado, todavía bu¡gués, de la.búsquedacont¿ctos ent¡e los grupos intelectuales y ,elnación.

;Bntretanto, distintas perspectivas sacudla¡ I¿ lite-&¡a occidental, cuando Europa parecfa incapaz deE otrot frutot que ao fuenn loc de la lenta ¡goda

nrbjetivista.

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:- - '.:, .:.

REALTSM,O Y REALIDA.D

refinada y decadente, de la introspección, el subjettvismo, la primacla de la letn sobre la sangre. Algodesvitalizado al que le faltaba materia, realidad.dela aiaido, asunción sintética de la contradictoriedadhumana y social. Y para esa Europa fatigada de abs'tracción, urgida de historicidad, el impulso vino-deAméricá, de sus noveüstas, de Faulkner, de Heming-wan de Dos P¿ssos. La manera en que esta influenciageneral repercutió en cada país en particular, ilustrasobre algo que nunca eslá de más repetir: jamás sonpasivas las influencias en el proceso cultural. Según

Io que ¡ss rrgrupos influidos" entiendan como "su

necesidad cultural, según el carácter de las cuentasgue tengan que ajustar eon sus antecesores, elegiránlo que les favorezca dentro de la cultura que asimilan.

Lor sectores disconformistas, distanciados de la "cul'tura oficial", de Italia y de Francia, sufrieron casi

simultáneamente la influencia de la novelística norté-americana, pero en ambos casos ella tuvo derivacio'nes nacionales distintas. Bajo la Italia del fascismo,

- la función liberadora de dicha novelística consistió,esencialmente, en ayudar a barrer con una literaturade mistificaciones y falsificaciones, embebida en laretórica de la "prosa de arte" de filiación dannun-.ziana que, a pesar de los esfuerzos de un Pirandelloo un Svevq seguía predominando al arrparo de la'fantochada imperial del fascismo. Allí, los escritoresnorteamericanos ayudaron a desbrozar el terreno don'de más tarde se asentaría el neorrealismo. Es claroque otros muchos factores, solo mediatamente vincu-lados a la creación literaria, concurrirían en formaparalela. Serla, el "nudo histórico" de la Resistenciaentendida (o mejor, sentida) por los intelectuales in'conformistas como lucha democrática total y no comomera expulsión de un invasor político. Y serla, sobre

todq cl afortr¡nado hecho de la p'resencia teórica de

!RAT{'RA Y SOCIEDA,D

dando elemeatos elaborados para uni inser-marxismo en la problemática concreta de la

italiana; ajustando las cuentas con el fascis-también con el prefascismo.

Francia las cosas se plantearon de distinta ma-Símilar necesidad de incorporar las nuevas rea-

a la literatura; similáres impactos de aconte-poderosos en escala mundiál; la mismahistórica que produce la Resistencia, tdo

sin embaqgo, una nueva forma deideológica que entorpeció las relacio-

el artista y la sociedad.la posguerra italiana fue del neorrealismo, la

francesa lo fue del existencialisno, de lacomprometida". Al igual que el neorrea-

¡r punto de partida es un reconocimiento.subs-: nada puede sostergr ya al llamado "arte por. Los sucesos que vive el mundo en esta etapiición entre la burguesía declinante y el pro-en ascenso, testimonian la imposibilidad de

que eluda reflejar esa conmociónr en cuantoartista, aún cuando no quiera, está inserto en

Ee menester entonces Teencontrar uncon la história, hacer pasar de la espontanei-

lia conciencia dicho compromiso tácito y tomarEsa intención de compromiso con el pueblotodo con su parte más dinámica, la clase

), obliga a que, tarde o temprano, se planteede las relaciones entre el manrismo y la

contemporánea. No ha escapado a est¿ peren-I la "literatura comprometida". Sus teóricos,lr partida, no desestimarpn la t¡tilización de

conquistas cognoscitivas del materialismo dia-obligados por la presión de Io real, pero esta

ión se hallaba siempre dentro de los Jími-que Gramsci describió alguaa vq- Cier.

t: ::g8 gr

Page 15: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

R E A t'rl S M:O, Y R E 'A L I ¡::¡r.

t6 Fns¿dorés -i*deñala:-- "cqno leadcn de losi ' intelectuales de sus paí¡es, no podían dejar de

de algunos elementos de la filosofía de la praxirrobuslecer sur concepciona y maderar elmbnto filosólico especulatiuo cqt el realismo histori.cista de ld nueaa teorfd'z.

Quedó andtado más arriba que no es extra5oel coueepto de engagement tomata coherencia

."- uT*it en planos de ncgdividad pura, sin

ión hacia una praxis transfomradora" Ios he-¿ los que. combáte. Ese ,,negativismo

antibur-que rutrió a la vanguardia-no ha dejado .de

¡ece-r n'gnca cn el pensamiento francés 1sóbre to-en las épocas de crisis), como secuela de una ac-I rmántica no superada, como prueba]de la ca-n de una conciencia .histórica que resuelva eDmarco! de Ia praxis revolucionaria aquello que€ como rebeldía en el plano de lo msral.

La utiliznción por los teóricos del engagement delunos elementos del maudsrno, urSialmente ,.,

T:,U n, Á Y. s o c 1.8 D.Á D,

como enfrentamiento de la sofocante tra-o especulativa del pensamiento francés, no signi_en sí nismo un paso decisivo .r, c.rarrto a la

gración de los inblectuales y el pueblo-nación.todo caso se limita a ayudar a destn¡ir definitiva-;e la coacepción del ,,arte pó,r el arte', desde las

impregnación mánposiciones del punto de vista burgués. kroegnación mántiens al nensamienrn-fmn¡é< oal pensamiento francés, a

de todo, dentro de ms limitaciones üadicio,¡ra,la abstrabción (porque la historia; si no se la si-permaneDtemente como proceso de la lucha de

y la ineficacia tti los tnedios conlrctos.ProPloio Sartrc se ha hecho cargo de esta acusación

y_ha intentado responderla: .tSe afirma-ocasiones ---dice- g.r" tr,tot"os libroe reflejan las

de la pequeña burguesía que no se-decidbel proletariado ri por el-capitaúmo, F* iako:

Francia. Dentro de su característica general quehaee expresar la ambigüedad propia del procesotensiones que en esta etapa de trár¡sición vivmcapas medias y los intelectuales (lo que explica

no cabrla en este trabajo* (al que interesan más

aspectos generales del condicionaniento social

entusiasmo suscitado dentro de las élites de caulos países), eL engageme¿ú.se inserta,ba perfectainenen las caracte¡ísticas culturáles de la inteligenciacesa. una descripción minuciosa de esas

quejar algunos de sus rasgos. El bngagement, a gese

de sus esfuerzos, no supera el carácter abstraeto de l:relaciones del intelectual francés con la rcalidail' U

nutrr al "compromiso"), pero siempre será útil

carácter ab,stracto que no significadesapego hacia los hechqs pglíticos y sociales (

cida es la vocación de mensaie que ha definidopre al intelectual francés), sino preminencia d¿

loraciones de tipo moral, que en lugar. de atenersemovimieqto contradictorio de lo ¡eal, se sujetaresquem¿$ generales despojados de concreción yvenciraüdad. Esta tendencia moralizante delrniento francés, estática y abstracta, aunquehechoe de interés social y político, se vincula condéficit historicista de e¡e pensamiento y con la

3 Axroxr,g Gnruscl, El mote¡ialimo hktórito y lalosofb h Bcn¿datto Crocc, Lauttro, Buelor Ai¡€tr Ip, 87. (Bl mbryado mc pcrtcrrece.)

es también,un concepto abstracto), el mora*el psicologismo y la negatividad.

'La unida.d

plaxis t teorla en el man<ismo es imposible dcrelaf. Decir man<ismo es deeir organizáción con_rte del movimiento obrero, e ignorar esta relación

cntrar en la ambigüedad, en cuanto ella se derivab contradicción que se plantea entre los fines i.dea-

2t ,0

Page 16: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

;'

RG'ALISMO Y RIALIDAD

nocotros hemos tomado Pa$ido. A csto nc replicanque nuestra elección es ineficaz y abstracta, que es

un juego de intelectuales si no va acompañada. por'

la adt¡esi¿n a un partido revolucionario. No lo niego,l

pero no es culpa nuestra si el PC no es r¡n partidorevolucionariot' 8.

Más adelante, bn el mismo textq detallará las rajzones políticas de ese juicio. Sus palabras son de.1947,

pero Iá argumentación reaparecerá muchas veces du:rante el complicado capítulo de las relaciones de

' Sartre y el Partido Comunista francés. Bstán en 1á

base, ciertamente, de ese costado panfletario del pen'samiento "comprometidott razones filosóficas, eontr¿l'

dicciones entre su ideología y la marxista que no han

si{o superadas. Pero aún sin desconocerlas, cabe se'' ñalar este hecho objetivo: el acercamiento con la

organización política del movimiento obrero se ha re'forzado en los momentos de asce¡rso de la lucha po'pular y se ha debilitado en los momentos de repüe'gt;,J," presión d" lo .eul es, po, fuera de lu iir"apotémica ideológica, un elemento catalizador impiantísimo segrin cual sea la dirección en que elladlerza, porque el "compromiso" no alcarlza, por sí

rólo, puiu orientar al intelectual entre las'contradíi'cionei que plantea la dialéctica de la lucha de

El Partido Comunista, según Sartre, no es yapartido revolucionario. Bien; pero sin emEargo,

iririt qrr. precipitó el advenimiento del gaullismopoder no ló encontró desprevenido, en tanto, la ma'yoría de la intelectualidad francesa nacida al ¿mparodel 1'compromiso" vivió llena de perplejidadesmomento

-difícil, por no saber apoyar su actituil

una orgánica y conciente elección de clase.

fue, a pesar de todo, quien mejor se_orientó

s Jrnw-Peur. S*t*t, ¿Qué cs la lit ratura?,Bue¡o¡, Aires, l95Q p, 227.

80

LT'.TI¡'A T'UN.A Y 5 OC r ID A D

a los hechos. No habría aquí lugar, entonds, para elreproche y efectivamente él no Cabe para el principal¿eórico del engagemezú, asistido en s,rj juicios sobre elgaullisr-no por una concepción desmitifióadora, realista

- y política. Pero no se trata de juzgar hombrei sino deapreciar corrientes ideológicas cuyas pruebas de va-

'üdez están tanto en la ioheretrcia particular entresus fines y suq medios, cuanto en Ia c-oherencia gene-ral entre ellas y el desenvolvimiento de lo reaÍ. Lacrisis de Ia intelectualidad francesa actual és crisis deuna-.colcepción ineficaz, la del .,compromiso,'r pirlamedir las- ¡elaciones entre los intelectuales y ui iru"-blo-nación, entre la conciencia y la realidad. Corr..pción tanto más dañina por su ambigüedad, porq,r"

"lpresentarse como identificada con los fineJ dei mo_vimiento-obrero, interpone entre éste y el intelechraldeseoso de integrarse a é1, una muralia de interme-

. diaciones ideológicas, surgidas de Ia falsa conciencia.El cngagement ba alentádo Ia ambigüedad de lascapas medias tocadas por la crisis geneial del sistema,que se resisten a adhérir a é1, pe"ro que simultánea.Eente no quieren abdicar de la pretendida .,autono-mía de los intelectuales" frente á l3s formas orguni-?tivas concretas de la pr4xis ¡evolucionaria. Vincu-lada por una misma situación general pequeño bur-iguesa, welven en la teoría del ..comprómiso'

las@nstantes de Ia vanguardia.

Ponque, ¿ar qué compromete el ,.compromiso"?Ante quienes censuraban s,, ,rag,redad, Sartre res_¡nrrdía: "Yo diría-que r¡n escriór está comprorne_fd9 cuando se eduer¿a por abarcar la corrciencia

s lúcida y completa, es decir, cuando t*to p"r"como para los'demás, hace pasar el compromisoIa espontaneidad inmediata'a lo

".n¿*iüááo"..pesar de todo, mucho no se ha avaazado en cuan-r Jrex-Peur, Senrlr, ibülcm, p. g6,

E7

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R,I A L I S M O Y. N E.A L I D A D

tó a la delinición concfitta. del a'courprmiso{ por-que Io que señala su carácter abstracto no es el me-canisu¡o de zu funcionamiento (de la espontaneidada la conciencia), sino el punto, de partida moplizan-te con que regla la relación del intelectual con Iasociedad. El "comproraiso", en síntesis, no alcanzapara orientar una relación justa entre los intelec-tuales y el pueblo-nación, porque lo corroe la mo-ralidad abstracta. El contacto entre los intelectualesy la realidad gs *¿ri¡'en su negación- político; loes en lia medida €ri gue la política ¡esume Ia accidncoqcreta de los grupos sociales sobre el conjunto dela comunidad. La polltica es la úa para tomar his-tóricas las corrientes ideologicas que aparecen comoindependientes del entorno, como absoluta¡nente au-tónomas, como mero producto de otras ideologías.La moralidad abntracta supone, en cambio, la crea-ción de categorías ahistóricas y ajenas, en última re-ducción, a Ia praxis del hombre. La moralidad abs-tracta engen'dra el conservadorismo, el conforg¡ismon en las crisis históricas, la reaccién d.

Ú Señala Granoci acerca dc la¡ relaciones eot¡e moraly pollüca: "... e¡ un conflicto todo j,uicio de moraüdader absurdo, por$ie solo podrla ser fundado ¡obre los datosde üecho cxiitentes que, precisamcnte, el conflicto tiende amodificar,.. el ú¡ico juicio posible er el polítiéo; c de-cir, cl de la correspondencia del medio al fin. . . Un con-flicto es "inmoral" en cuanto aleja del fin o no crea €on-dicioires que aproximén al fin (es decir nor crea mldio¡ efi-caces par¿ la obtención del fin) pers ao es ',inmoral" des-de otro¡ puntos de vista "moriili¡tas". De tal modo ¡o sepuede juzgar al ,hombre político por el hecho que talcorá úea.o nc honesta, sino por cl becho quc mantenga ono rur comprobisor (y cn este mantenimie¡to de rul com-ptomiror puede estar compread.ido el "ser honcsto'r, es de-cir, ler honesto puede ser u¡ factor polltico neeeoatio yen general lo es), pero el juicio es político y no noral."(Notc stl Machiaaclli, sulla'politíca i sullo *-ao modtao,Einaudi, Toriao, 1955, pp, 142 v 143.1 '

I.T.EN,AT U N,A Y S O C IED AD

Sartrc advirtió en 1952, con notable lucidez, el

Iroceso de su amigo Camus: "...su nbral se cam-bió cn úoralisuto, hoy sélo es literatura, quizás ma-ñana eea inmoralidad". En Sart¡e, la tendencia alEoralismo y Ia tendencia a ubicane de manera cla-lista en cl conflicto de la sociedad francesa, ha prcyocado . tensiones que aún no han concluido .y que '

quizas no concluirán nunca. Pero el Sartre más lú-cidq más total y más veraz, ,no es el fundador delRDP ni el übelist¿ arrebatado de noviembre de 1956,dno quien presentó al lector franc& a Henri Alleg,o quien adviriti{ en horas dlficiles para Francia,la entraña real del gaullismo.

Muy bien, se dirá, el compromiso de los "compro-Eetido6'' es .eminenternente moral, ¿y qué? ¿Acasovalorar negativamente esa actitud no es colocarsetmbién en el plano de Ia moralidad abstracta? Sólo'una dialéctica de fines y medios puede ubicar co-mectamente la respuesta. La crítica al mgagmnentúnica.s¡ente puede tener vigencia midiendo su.ambi-gngd"d íntima, su ineficacia final. Que el "compro- .

miso" juzgue en última inst¿ncia lo real de acuerdo@n las pautas de una moralidad abstrzcta, no ten-dría ma.yor importancia si sus adherertes no se trro-pusieran de manera concier¡te un desenlace socialistapara la crisis actual. Si el pensamiento "comprome-tido" se autocalifica como de izquierda -y segura-mente lo es, de manera sentimental- será necesarioju¿garlo en el marco de su efic4cia para conseguirar objetivo. Sera necesario averiguar si sur medios¡e ajustan a sus. fines, ver si en los primeros se su-pera un pensamiento alienado. Y entonces un exa-men imparcial, objetivq lereno, demostrará (conmucha mayor claridad en los momento¡ de c,risis)quc no hay, en matgria filosófica o política, un '!t€r-Gr camino" ni una integracién posible -aque in-

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LITERATURA Y SOCIEDAD

brrrguesas y-!a nq¡ela existencialista". El peso para-sita¡io de lá trad^rción retórica del pensarpientofrancés, fue; finalmente, más poderoso que las albri*'cias ütales que se incorporabin desde América.

Salvando ja noveHstica soviética, afiebrada por \

la lrlsqueda de una expresión coherénte con Ia rlle-va sociedad y sostenida por elementos más épicosque nartativos, tal comc lo ha señalado agudamen-te Mariátegui, la novela norteamericana de los años20 al 40 representó el punto más alto de las pori-bilidads narrativas y el modelo más codiciado porlas élites de casi todos lo$ países capitalistas. El crí-tico americano Ha"ty Leün ha explicado bien lasrazones de ese prestigio de los narradores yanquis.Señála que cpn su influencia sobrc Europa, se repi.tió un fenómeno común para las postrimerías. decada ciclo históricó: la interpretación de una cul-tura tradicional mediante una joven energía bórbara.

Esa energía bárbara se manifestaba mediante di-,r"rrar

"*periencias. Frente a siglos de tradición in-

telectualista (claramente advertibles, especialmenteen el'caso francés), la novelística a¡nericana reivin-dicaba la sensación frente al pensamientq el mundode lo vivido frente al mundo de lo meditado. Era elt€encuentro con la materia, aprehendida directanren"te par los órganos de los:sentidos. La realida-d tieneforthas, huele, es jugosa, s,ólida o blanda; se lia ver.se la pálpa, se la oye. En Ia realidad transcurrenhorh,bres que ürren, hombres gt¡e no se dofinen a si{nismos, sino que se hacm.a si mismos, hombres décame y hueso, situados, que debei tomar partido,qug deben elegir en cada acto. Por ello, la literaturaes un acto de fe, no una profesión de seminaristas,Todo esto -tan estrechamente vinculado con la. on-tologla existencial* traía en su seiro la literaturánorteamericana. Es claro que traía otras co6as, que

eviiablemente será y¡¡xtaposiciór- entre el marxismo y los lezagos del puntb ae vista burgués. errc túnica posibilidad de trascender este último ."t¿ *la ins€rción conciente del intelech¡al en el morri-miento obrero, rnediante una clara y definiila elec:cién de. clase.

4. Los cAMrNos DE Lo REAL

r ¿Qómo se manifestó, en el orden de la creaciónIiteraria, la ambigüedad del ,tomprorniso',? En elt - prnto de partida cxti la reacción contra ,rrru iitu-ratura analltica, enamorada de las forinas, poderesamente retórica. Ese agotamiento de una iultura

, '' 'que no resistíá la confrontación con las tensiones

fnternpOráneas -literatura de situaciones mediaÉ,Ia ha llamado Sartre- explica el interés suscitadoen'Europa por la novellstica nofreamericana. ya haquedado mencionadq a propósito del caso italianqla cai'aeterística que ¿sume esa influencia. El ¿aun-'do desptegado a través de la novelística norteameri-cana sra completamente distinto a Ia sofocació,nI!.tera1ía (en sentido opuesto a poética)_, propia dela situación cultural europe& Asl, Hemingway yDos-Passos,'que entendían la literatura como una{orm1 de acción y no de contemplación, y Faulkner,que buseaba el fondo instintivo de lo vital, signifi,carqn una liberacién, un estímulo para el en}.reo.tamiento con la ¡ealidad.

Cierto es gue, a pesar de todo, Ia literatura .,com-.prometida" (y especialmente la ontología que deella se dedrrce), no traía una ruptura suñtancial cclnel pasado literario francés y en muchos aspectos l|continuaba. El malogrado Henri Mougin ló señaló:"No. por escribir a la manera de Faulkner se cam-biará algo; hay continuidad entre nuestras novelas

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Page 19: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

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NEALISMO Y R E A,L I D A D

fueron las advertidas por los novglistas .italianos,pero; como ya se ha dichq de las influenciar sorí ¡er-ponsables los influenciadoe y no los influyentes. Lateorfa del "compromiso" necesitaba estos asp€ctos yellos son loe que tomó. La norrellstica norteameri-cana daba a la üeja cultura en decadencla la posi-bilidad de liquidar una tradición perniciosa: la quedeterminaba que el mito literario no concordase conla realidad histórica- He procurado definii Ias limi-taciones por las cuales tampoco puede el "compro,oiso'' aprehender la esencia, de Ia realidad histó¡i-ca. La captación de la sensualidad de la materia;aunque superc Ia frigidez de un intelectualis¡no dis-plicente, no alcanza a emparentarce íntimamente conlo que Lukacs ha llamado la esencia objetiva tde larealidad.

. Conocidas son, a través de la historia de la litera-tura, Ias diferencias entre las tendencias naturalistasy realistas corno for¡na de asunsión de lo real; EricAuerbach, entr€ otros, ha seguido en Mimaii, conapasionada eruáición, la suerte histórica de la trasjposición de la realidad en el arte literario. Pero esplaro que cualguier ensayo de definici6n de ambasco¡rientes es válido sólo en cuanto las líneas getwa-les de desarollo del reafismo y del naturalismo nohan variadq aunque en cada momento histórico se'hayan teñido con las conquistas de la cultura con-temporánea. Cualesquiera que hayan sido esas dfie.rencias contingentes, algo queda como definitivo, al-go que puede esquematizane en dos palabras: nien-lras el naturalismo ha sido o<presión de lo rial inmediato, el realismo ha intentado apropiarse de lo rcaltal caal cs, no tal cual.aparento ser. El culto a la

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I-ITEl'ATÜRA Y SOCIl,DAD

"materia", la exaltación de lo "vivido'', la destnró-ción del .análisis y la incorporación de técnicas quefaciliten su expresión, derivadas de la influencia delcine, de la novela policial y del periodismo, en lasque el hecho triunfa por encima de cualquier inter-prctacién verbosa del artista, no ba¡tan para asumir '

grofundanente la realidad'"tal cual es". Fs que enel fondo la reacción antianalítica se congelaba en laaprehensión de la materia de la reaüdad y no de suesencia, tentátiva mediante la cual la lite¡atura "com-p¡metida" sg gmparentaba con el viejo riatumlis-mo.'un naturalismo distinto al del siglo XIX, gorcierto, en cuanto los'datos cultu¡ales dentro de losque se gestaba eran otros. Distinto, porlue no podladesconocer que surgía como reacción contrá una üte-ratqra ¿bstracta y analltica que, de algún modé es-

taba presente en la negación. Distinto, finalryrcnte,poq¡ue se nutría de elementos técnicos nuevos queanpüaron el horizonte formal de la novela.

ioo r fuerza de pretender librarse de una expli-cación minuciosamente causalista de los actos humalnos, la literatura caíia ,en r¡na tra¡npa peligrosa: ladel irrac¡onalismo. lln este sentido, la novedad del''compromiso" no s5 tan gra"ncie y a qsa continuid¿den el seno de la cultu¡a burguesa posterior al ilu-minisno se refiere el citado rlenri Mougin. La co-ronac¡on de esre p¡oceso es, precrsa^pente, la touasarlreana de l,a literatura. Exalta¡ f'lo vivido", con-

tiaponer .la accién a la definición, mircntras en La

base se halla una concepción uo materialista de lalibertad, ciguÍfica da¡se de bruces con el irracion¿- '

lismo. No creo qug la üteratura deba prescinür dc

la apnelrensión del. cleürerito irracionEl en Ia cop-

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Page 20: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

REALISMO Y

, ducta humana, pero si pienso que ese mpmento debe'

ser s-ituadq integrado dentro de la conciencia del

' hombre. La realidad queda, de otro-modo, trans-' formada 'en un recinto gratuito en el que los hom-

. bres actúan sin otros frenos gue sus propias reaccio-

nes. El subjetivismo, entonces, no desaparece; se

. integra con el esplritu del viejo naturalismo que

transcurre por la superficie de lo real, creando unr¿oturalivno subjetioista que entre el psicoanálisis. yla ontología existencial construye sus bases teóricas

y con for.mas narrativas sintéticas, directas, gue P€r-miten separar, en apariencia, al creador de lo crea-

dq su pra:<is,literaria. Esto añaüdo' a la intención: de moialidad abstracta que busca "combati¡ todas

tas injusticias, veogan de donde vengan" y al anhe-

. b {:r.ya. rnetafísica qu" 1!T1}" ."¡ror dentro la

condibión humana en su totalidad", da la clave -se-

ñalada por Sartre en $us escritos de 1947- de laliteratura "corn¡rrometida". De una üteratura que,

corno también ha anotado Sartre, se 'gropone obras, en las que .se "re.co¡cilie lo atsoluto metafísico y la

relatividad del hecho histórico". Con lo cual, a pe-

sar del' culto a 'la "materia", de la rehabilitaciónde lo Ívividoo', de la destrucción de lo abstracto porlo concreto y de lir analltico por lo sintéticq vuelvea renacet por vía de esa reconciliación ilusoria en-

. tre el abnoluto metafísico y la relatividad histórica,el testimoniq la literatura de tesis, la voluntad deprobar. Bs que sólo coincidiendo con la esenci[:dglo real, es'decir, solo mediante ejl realismo. podráevitarse que en la aproximación al nundo hrfmanor€nazcan las trarnpas del viejo naturalismo.

98

RE,ALTDI

TT. ERA T.U R A Y S O C I E D A D

Que en la forsra de la narración se .elimine Iapersona; gue se desanolle el relato en pri-

aera persona, el monólogo interior o la "puran' ob-jetividad del hechq no hace 4l fondo del problema,¡r¡nque como tdo dato de la técnica literaria, apor-h adem¡is de progreros formales conquistas ceflno6-citivas. Estos son elementos accesorios que por sí nodiminan la visión alienada de la reaüdad. Y ésta es

la verdader¿ tarea de la literatura coritemporánea:desmitificar, acabar con el idealismo, intürane ala luchd humana por' la libertad, introducitn'do end'contacto de la conciencia con la realidad unaconcepción del mundo que redescubra su esenciaobjetiva.

89

Page 21: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

II

IMAGEN PROVISIONAL DEL REALISMO

1. L¡ rsqNcrA DE LA REALTDAD , .-

Encarar una defensa del realismo puede supone\a primera vista, una tarea riesgosa, tan atiarataHoestá el concepto. Entre nosotros, desde que don Car-melo Bonet asumió el principado de la crltica conun €sforzado trabajo sobre el realismo literario, las

cosas han ernpeorado al respectó, a pesar {o tal vea,a míz) de que'su autor se manifiesta partidario deé1. Pero, ¿qué significa el realismo para estos dóuri-nes coru€wadores que se han apoderado del términóy lo han'intoxicado de falsos contenidos? El realk-mo equivaldria a una decisión restauradora de co.rriéntes literarias "normales" frente al desordgn , "pa-tol@ico" de la literatura contemporánea; en unapalabra a la defensa de una retórica academicistavinculada con la cultura del siglo .XIX, previa alnacimiento de la experiencia de la vanguardia.

Este congelamiento reaccionario (con el que coin-ci'den algunos que pr€tenden orientarse en el mai-,xismo), ha causado nucho daño a la crítica litera-ria.' Para comenzar a destruirlo será menester, sin '

que este trabajo agote la .ta¡ea, reubicar íntegra-mente, desde sus. bases, al cb4cepto. Definir, entonces,al ¡ealismo no como una nueva (o resurecta) pre-ceptiva, sino como un intento de "aprehensión cons-

41

Page 22: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

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:....R E.¡ L I.S M O Y R E A L T D- .{..8..:.. '

ciente de tendencias reales en la profundidad de Ia: esencia de Ia realidad" y plantearse, antes que una

:: interrogación estética, uni interrogación gnoseológica

gue exprese cuál es esa realidad de la que el arte

debe ser imagen veraz.Hay una iealidad que se revela inmediat¿mer¡te

: al contacto de los sentidos: la realidad de lo inme-diato, de lo momentáneq de 1o fenoménico. ¿La

,, apropiación de esa reol,iddd será el objetivo del arte?prebaio de qlla laten, sin einbargo, otras caPas que

la completati, le dan significado y valor; La reali-dad no ie agota en su manifestaeión exterior, la que

, le otorga sólo zu a¡:ariencia, que en muchos casos

es contradictoria con su esenci¡a y que siernpre es su:.' i¡nagen incompleta, en la medida en que 6e la con-

ternpla en forma estática,,sin relación con la' luchade iont¡arios que se desarrolla en su seno. El arte,'

- como parte tofaüzadom del proceso'general uru-tario,: de ap-mpiacién humana de la realidad, debe aspirar: a eliminar las parcelaciones, a aprehender ese coln-

, ttos y grupos, sociedad y,naturaleza actúan recípfo-cafltente, como una totalidad omnicomprensiva.

"Un problerna gnoseológico se p.lantea corno funda'' rnentaf para el diálogo que la estétic¿ legisla entre' el artista y la realidad: eI de las relaciones entre el

fenómeno y la esencia. Aquí, alrededor de este tema

, de lo esencial y lo aparencial, se han resurnido per-' manentemente los éiitos y los fracasos de la estéti-

ca; en cuanto la praxis artfutica --eliminado el ca"

' non exterior de la preceptiva- sólo puede ser en-

- frentada pata una valoración final, con la esencia

vidald verdadera.La apropiación cle esa objetividad no puede pter'

cindir del planteo exacto de las relaci¡rres enJre

42

!rcncia y fenómeno, porque ellas no son simples, ca-

,-tegorías abatractas del perwámiento humanq írno

lucha contra la-alienación y culmina en la destruc-ción áe las fomras opresivas desatadas por la divF

momentos de la realidad. De una realidald que po-!ee, como una infinita geografía, üve¡sós grados

,:.-no estáticos sino dialécticos- que se van relativi-za¡rdo sucesivamante. Así, cada esencia es, a la vez,

¿pariencia de una esencia nueva, hasta el infinito6.El a¡té ha intentado siempre revelar en su máxi-

rira profundidad el conflicto humano. Es decir, elconflicto del hombre, como ser sociáI, que busca'su¡eal hurnanizacün. Ese proceso es total; define a la

üÁ6tlN :PR&vldtoN.AL I)'E'L,'n.EA! ts Mo

kín clasista de la sociedad.En tal sentido, sin caer en inocentes optimismos,

nuevo paso teórico"práctico del hgmbre signi-fica una tentativa dolorosa poi no contradecir esa

realidad, por entcnderla;'en última instancia, porponerla a su servicio.,Ia gran conquista del m¿rxis:ulo es ésa, ¡rrecisanente: sobre la base de todos los

parciales que forman el co,njunto de la cul-

el realismo se separa neta[rente del mecanicismo y delalisnio. "L¿ teorla y praxb naturalista -teñala

l.lu-

iT.go?¡iga apariencia y erencia de_ un modo rnecánicq

6 En este pnoblema fúnda¡nental de esencia y fenóme-

dialéctico, y en erta tu¡bi;a mezcla es necesa¡iamen-la esenci¿ la,que ¡e¡ulta ensombrecida o aún hecba

del todo en la mayorla de loo casos" (Il mar-¿ la critica lcttoaiia, Einaudi Torino, 1957, p. 4l).

más adelante: "En cuanto a la literatur-a y a lade la¡ foocas dc decadencia, ellas suelc¡

a las.antgriores esta. falsa tendcncia: eir el lugar dc lardera investigación de la esc¡rcia se ub.ica un juego

una cu€rte de mistificada "concepcióa del mun.

andogfar su¡:crficialer que prescinden de fa" realidad.. ), éstas vacías con¡trucciones se rellenan derpués de de-:

aaturalistal, ipp¡e¡ioni¡t¿s ¡ e&t ! las partcs inorgá-!$tc conectsdas se agrupau eri una seudo u¡id¡d

4s,

Page 23: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

R E A L I S M O Y R E A L I D A-D'

tura, pernite, mediánte el instn¡¡nento de su dialéc-tic¿ materialistá, "percibir la naturaleza tal cual es"(Engels) q dicho de otro mdq poner al serviciodel hombre, de su libertad, el coirocimiento de lasleyes que prtslden el desarrollo de la naturaleza yde la sociedad.

Así, la historia del arte se enlaza con la historiadel uabajo social del-hombre. Con la historia de lalucha humana por la libertad, por el fln de 'la alie'nación, por la riqueza humana en el sentido triun-fal que le ototgaba Marx: "El hornbré rico es aquelquc tiene necesidad de una totalidad de manifesta-ciones hum,anas de la vida, el hombre en el cual su

propia realización existe como una necesidad interiof''A partir'de ahí, del mismo modo como saldrer¡oa de

la preshistoria social para entrar en la historia' tam?bién para el arte tendrá lugar el momento de la ex'pansión total, como salida para esa "necesidad inte'rior" que sentirá el nuevo "hombre rico", anticipadopor el joven Marx en sus Manuscriúos de 1844.'

Despojada la consideración de la'pra:<is artística dccualquier "excepcionalidad", mediante la ligazón--que

debe establecerü entre ella y el proceso general delconocfuhiento humano, y aceptando que el sentidofinal de ese conocimiento es la utilización de las fuer-;;il;;; ;i h;t;", al servicio del hombri, hnoción de realismo adquiere nuevos perfiles rcvelado-res. Ella se identifica tráciiamente con el propio pro'ceso del arte. Dél mismo modo que todo pensamientotióne su'origen en la realidad, ,aunque a rnenudo.lacontradiga, el arte no se explica sin la presencia de

ella. El reaüsrno, entonces, entendido como forsra dei'aprehensión'consciente de tendencias reales en laprófundidad de la esencia de la realidad', co@d:Con los funda¡nentos de la praxis artlstica. Pero al

ttci dc'Roma

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,4,¿ |

*!,:' 4:: -';:.;':f' ;;;

AGE'N PROVISIONAL DX,L n EALISI'tO

. nargen de esta caracterización general del realismo,ld margen de considerarlo como método propio delerte, qued'a otra aspecto a precisar; el que más

=in-- Eresa a loe efectos de esté trabajo: el realismo corpotendencia afiístico-cultural, enfrentado a otras ten-dencias, nutrido sucesivamente con los aportes to-tales de cada etapa del conociniento humano.

El ¡ealisrno como tendencia, se va configurando al-rededor de uno de los elementos que caracterizan al¡ealismo como método propio del arte: la historici-dad. Se nutre con elementos hi'stóricos dados por lacrrltura de su tiempo y s6lo puede ser juzgado deacuerdo con eSa historicidad. La moderna crltica maí-rista.italiana ha precisado'con bastante er<actitud loslltnites que sepa¡an ambos conceptos del realismo ?.

Y er ese sentido ha criticado acertadámente ala r¡n-cepción -gue intenta fijar, en una época histórica de.tarrrinada, un ejenplo inmdvit de.reaüsmo ideal, alque se ubica como modelo del cual descenderlan todaslas otras etapas históricas del realismo. Pertenece aLukacs esa úobrestimación del realismo del siglo XIX-llamado

crítico o burgués- que bastante perjuieioha ocasionado a la crltica üteraria marxista. El valorde un Tolstoi o de un Balzas o de un Stendhal esincuestionablg pero resulta ilusorio creer que elloó

? Véase: de Mrero Dr Mror'ar-r-r, La auanguatdia ar!ís-tho dcl 900, Schwátz, Milano, 1960; de Ce*¡,o S¡u¡-x*4 Miti c cosei¿nza dcl dccadentismo italiano, Eeltti-relli, Milano, 196Q cspccialmente 8u Introducción; dcGer,v¡No D¡l.¿¡, Vor.pn, Crltica dcl Gtsto, Fcltriaclli,-lfilano, 1960; y en gcneral la colección de la revi¡ta r!Coatcploránao, sobre todo el númcro ll de 1959, en elque Ee ¡esume el debatc que sobre ,,Los problemas d¡:l rea-li.tao cn ltalia"

. tuviera lugar en el Instituto Gramsci,. y

d nlrnero 18/19 del mirmo año, c4 el que puede halárúd -t€stimo¡io ¡otre las discusioné¡ icercá ¿J .,Vanguardia'y decadentismo", mantenidas también en el Instituto br"-r-

Page 24: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

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*:¡:..n ..:

;:. ;:.ri.': ";;'.,*¡;=ffi14i'' . t .. :.-il-,

han fijado un cariol etemo o que el nuwo realisnodeba ¡er una sirnple prolongación {e aquéI. Esa ,4C',

titud algo mecanicista ha perjudicado una'v¿lgracién'eficaz dól lhma'do naturalismo ioliano y, sobre todqde Ia vanguardia,- a menudo' identificada equivocada-

mente con el: decadentis¡no

R.E: A.L T.$ M O Y.. .R E A L I,D A".D

Qomo tendencia artísticecultural, el realismo se va

rutriendo de todas las conquistas humanas. Defenderesta coritrapo$ición entre el'mátodo realista y la ten'

2, Er. REALISMo corv¡o l¡Étooo

érización - l' *de eSa p.raxis debe partir de un examen del hombre .'._;;:

en sociedad, Todo ho¡nbre posee una determinaila con- ' , i-acipcien del mundo; es dür, tiene una ¿"tñjr"JA" ,,'::,,:serie de valores que fijan su relación ¡on Ia reaiidad, '

que ordenan su co¡rtacto con otros homb,les, que le dansentido a su actividad. Siempre hay un nú'cleo inte_lechral, determinado por r.rna culturá, que prteide las ' ' ,1

¿l¿ncío realista, significa refirmar que la creación ar-':

tística no está imEresta a paftir de cualquier modelo

estético, sino que surge del seno de'la realidad de su

tiempo. Hay, pues, un a,rrplio capítulo- para las re.laciones entre el nuevo realismo y la cultura contem-ooránea. que deberá ser exarninado más detallada-in""i". uri capítulo que no- puede desconocene sin

el riesgo de anquilosar la imagen del realismo-,,d-e

transfo;marla .n ,rtt canon conservadoi inmóvil, li''gado a una etapa pasada de la cultura. Es decir, sin'

él riesgo de asesinar la esencia diná'mica del realismor.

en nombre de su defenta.

acciones de Ios hombres frente a ta reaiidail. y el ar- i..asta &ba-ttebajar con toda Ia realid&, una realidad .,,cuyo sentimiento y

",.,yu "orrci.rrcia se revelarán .n él

como forrra, como organización de determinados con_tenidos en los que estárá presente su visión dehnr-undo. i,-..j,

En este sentidq es útil la.definición de parrese: rla :,,12

¿De qué manera actúa el reaüsmo iomo método?

La-pregúnta podría suplantarse Por_esta_ oJra: ¿Cuiles lá esencia de la praxis artística? Si "el arte (es) laforrna más alta, la más pro ndamente elaborada, lamás condensada de la apropiación por el hornbre de

su naturalsza" t, s proceso omnicomprensivo e,lu,,experiencia hurñana no podrá resumirse linealgrentq'La definición, tantas vecés imprecisa, de forma, con-,

tenido, técnica, tema, etc.' hace que la apreciación delproceso del arte se tiansform. uo ttttu e*presa dificil¡

..r ulw *¡¡r¡uv, Es uLrl ra.qerlntclon Oe I'¿vesg: -Ia . ,:.I:.ipogfa es Ia im4gen clara de aquello que erl la gx_ ,,Éperiencia nos pareció oscuro, mirteríoio, Orobl¿má_ ,t.tico". Frente a üna realidad aparencialmente caótica. '-eJ.qtista reatiza el proceso al-" "pr"rr"rriil;;;l .,del lenguaje de una cosmovisión que descifre, gue :. *¡inombre, que dé sentido a 1a3 cosas rnediante.rn i,ect¿ '. l.;.i,:.

tabla de valores. Es el camino general del'conocimien- Í;,.,,to, con la difereneia que al a.tista no le interesa un ..,.-.jila"P,Ttg parcial de la actividad humana, sino la to , , r=*talidad de esa ex¡reriencia e. .Como seiala Lúka;, , ,i.¡;

-,^,1_,1l"gy ha dcjldg anot-ad-os loe puntos de parrida fi- '',

:lologlcof .que caracterizan al hombre-artista, a quien de_ '

11le:,.P¡€9uame.ntg: pol- era capacidad totalizado;a de la: :_,.i1"experrencra rea.l. "La vida rnue¡tra con toda evide¡cia _-di_ : 1,;r".,-¡ce Pavlov- que cxisten dos cla¡es ¿e p.rrorr"si los artis- .....

tas y los pencado,res. lJnos, los artistas áe todo s¿";*, ;r- ,. 1'

:ft"".1, múricoc, pintores,-e-tc., abarcan la ,ái¡,f,.J-i.i.sr; : ,tal .cual., .l Ploq"_., la realidad viva, sin fiácciona¡¡ieito ,':,¡d,y's¡r¡ drsociación. Los otros, los meditadores, la di¡ecan y ,. ,]la matan, qpn pí decir, hacerr de ella p.*irorü-*t. r.- , :.e3quekto y la juntan de-núev.o, pedazo por pedazo, edor_ 1.-'

?á"qof _p-o,r reanir.aila, lo quó no

"o".igrr¿ri e¡tcramente

l?To: Y lueS'o de relacionar la actividad del artirta con ..:'Ia forma de apropiación de la re¿lidad.que üenen los nifios, :_li¡:

, 4.7 ,r.¡'€

s HpN¡r L¡rr¡vr¡, Conüb¿ción a la estéti.ca, ?rocyon'Suenos Aires, 1956, p. 79.

t*6

Page 25: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

n.EALISMO R. E A L I.D A D

"caÁa parte'de vida representada en el arte no 90-rrespoide a alguna parte determinada de vida, sino

r un" totaüdad particular de la vida" 10' Pgrque l9s-

contenidos no 6o,n otra cosa que la rtalidad tomadasintéticarnente en deternrina'da circunstancia ; realidadque tenderá a la conciencia en la medida en que vaya

to,mando forma.La forma es el modo en que el sentimiento y Ia conJ-

ciencia de la realidad aparecen en el artista. No es

otra cosa que la síntesis.oqgánica de todos los conte-

nidos que iijan la relación del po.eta con la realidad'

EI poeia trata'de hacer comprensible para sí,mierno late"tiapa que lo -rodea. "El acto de la ppesía

-dice'Paves)- (. . .) .t una voluntad absoluta de ver claro,de reducir la ratón, de saber". Este Proceso se le re-

velará a él como forma de conciencia y nunca podrá'determinar dónde acaban los conteni'dos y dónde co-

mienza la forma. Una'colrcepción escolástica ha pre'

tendido separar, acadénicamente, a lon contenidos de

la fonr¡a alrtística. La operación es imposible y en la

me¿ida en que se trata de hacerla, se paga el grave

error de habei confundido a la lorma con lftécñicay a las contenidos con la argumentación ideológica 11'

concluve: "Tal rcproducción integral de la realidad es inac'cesible'al pcnsadoi. Por ello la humanidad ofrece tan ra-

ramente ei espectáoulo de un gran pensador y-de un gran

;ttttt -;

rrná misma pcrsond;. Obias Escogiildr' Quetzal,Bucnos Aires, 1960, p. 500.

ro P¡ol¿Bomcni L un'¿stética marxísta, Editori Riuniti,Roma, 1957, p. 235.

11 Creo que nada mejor que esta cit¿ de Greuacr para

fiia¡ con cla¡idad la relación dialéctica que une al co¡tc-;d" con la forma: "¿Se puede habla¡ de una prioridad del

;;;;d. sobre la fonmai Se puede habla¡ eo este lcntido:quc la obra de a¡te es .rn pioccso Y- qrrc los camlioc-.-dc

il"t""i¿ít"" tu-Ui¿" cambi,os de foáa; Pcro e! már "fÁ;

"if" i"bil de conrcaido quc'h¿bla¡ de forna, porque el

al 4e

IMAGE,N PROVISIONAL DE,L REALTSMO!

Existe una unidad'esencial entre los contenidos y laforma, en la que la primacía está dada por los con-tenidos.en tanto son ellos los que fijan la rélación delpoeta con el sentido de la actividad humana total; pe-

ro una vez transformados en producto artistico, esa

totalidad no puede descomponerse en elementos sim-ples, porque los contenido"s serán ya forma; es decir,que determinado momento de la vida en la apreciaciónintelectual y sentimental de un artista, se habrá con-vertido en forma de conciencia y en qxpresión de ella.

Esa expresión se logrará por medio de las técnicas.Es claro que no se trata de un proceso escalonado sinosimultáneo y que la séparación de todos estos elemen-tos que actúan corno unidad, sólo puede hacerse Pro-visionalmente a efectos de entender la dinámica de lapraxis artística, de explicarla de acuerdo con las pre-misas del pensamiento lógico. El papel de la técnicaes importantísimo a efectos de permitir que loB con.tenidos se organicen en forma. La unidad entre pen-samiento y lenguaje explica esa importancia; todolenguaje es realidad'inmediata, del pensamiento, apun-ta Marx. I-a condición del artista es saber dar el norn-bre adecüado a las cosaS; el poeta es finalmente unnontbrador,y como Ia palabra ás el vehículo de la con-ciencla, el triunfo del poeta está dado por su capaci-dad de descubrir relaciones, perfiles, matices secretos

en las cosas, que antes de él no éramos capaces depercibir. Pavese; a quien seguiré_ a menudo en estas

contenido puede ser resumido lógicamente. Cuando se d'i-ca que el iontenid.o precele a la forma se quiere ilecir, sím-plimente, qu¿ en ta elabor¿ción las tentatiaas suc¿síaas t¿

Plaserrtr.;n con el nombre de contenido J, ,to, otro. El primetcontenido qae no satisfacla era también form'a y, ¿t ¡eali-ilad, cu,anilo sa aJcanza Ia "forma'" satisfactoria, tombién elcdnt¿n\do es otro". Letteratuta e uita nazionale, ed. cít',p, 61. (El subrayado me p€rtenece),

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N,EALISMO Y RE,ALI

notas pgrque pocos escritores contemporáneos se ac€i-ca¡on con mayor lucidez que la Euya a la descripcidir'¡igurosa de la praxis artística, precisó esta luminoiidaddelr oficio de poeta: "Todó poeta,se ha angustiadqmaravillado y ha gozado. La admiiación por un granpasaje de poesía no se dirige nunca a la pasmosa ha-bilidad del poeta, sino a la'novedad del deicubrimientogue contiene Inclusive cuando sentimos un latido dealegría al encontrar un adjetivo acoplado con felici-dad a un sustantivo (sin que.uno y otro se hayan üsüo

-r'uAe3N PBOVTSTONAL D EL Rt.üLilr¡(ODAD-

antes juntos) r. no nos asombramos por la eleganciade Ia combinación, por la presteza del ingenio, por Iahabilidad técnica del poeta que eso logra, siio.nosma¡aailllamos por k nucoa realidad que ha sido ila-minadd'12.

, La historicidad del atte se manifiesta con particu-lar claridad en el desarrollo de la técnica expresiva.Ella desempeña un papel decisivo dentro de las me-diaciones a que el artista recurre para organizar loscontenidos, para in-formarlos. Pero en la medida enque el proceso de elaboración se'convierte en pro-ducto de afte, las técnicas, como todas las otras me- . ldiaciones, se funden en la inmediatez natural con queel objeto artístico se presenta a la sensibilidad. Én lamedida en que las técnicas actúen independientemen-te, en que adquieran autonomía, la obra artística fra-casa. Lo mismo¡ucede con las ideologías del poeta, porejemplo, y en general con aquello q,r" .tt arte novuelve a resumirse en ese todo que es la forma, la es-tructura de determinados contenidos. Si la hipertrofiade las mediaciones ideológicas determina la llamadaliteratura de tesis, la auónomla de la técnica ¿conr$pecto a los contenidos a e4ptesar es el origen del

u2 EI otieio dc viaír, Raiga¡, Bueno¡ Airer, 195?, p. ll..

manicrísmo. La técnica, no integada coino forua, de-viene manera 18.

La manera re impone desde afuera al artista craa- '.dor, como una categoüa estereotipada usada para re-solver otros contenidos, independiente de la materipa er(presar. Es el aspecto parasitario de la experienciaarústica, el lirno gue una cultura va dépositando ensu transcurso. Por eso, afirsra tukacs, en la base de laauténtica.praxis artlstica ge halla csta prcoiisa: "IJnartista debe rtaacer como artist¿ creador frente acada nuevo contenido'' r'.

Esta hipertrofia de la técnica no puede traer @n-sigo el desprecio hacia ellar-en cuanto se F¿ta de unade las mediaciones más importantes para permitirque,los co4tenidos se conviertan en forrna de concien-cia y en "claridad para todos". Ese será el triunfo delpoeta; un extrañq poco co'mún, triunfo. "Sqn rarc¡*anota Pavese- 'los

creadores que sabn hacercoincidir lá profunda exigencia formal, implícitaqn lahuella de su más rernoto contacto con el ,mundo y lormedios expresivos provistos por la cultura a toda unageneración'l.

El producto artlstico se irnpone como actb, coñofrasmcíd, como totalidad. La relación, del artista

-hornbre social que pertenece a uria clase, que dene

una biografia y gue está marcado por una concepcióndel mundo- con el ambiente humano y natural, seirá sintetizando y tipificando por medio de sucesivag

rr E*o neda tiene que \rcr con cl estilo barroco, pro-pio de una época cultural. Efectivamente, el baroquirmoc¡ un ,rtiro,' c¡ decir, la erpresión individual de dcermi'¡ida concepción del mundo. En d, como.producto artfiti.cq er legftimo, cn cuanto e¡ funcioad. Otro problema'e¡d de cu validez cultural, en confrontabión con la rcalidad,

t1 Ptolegomcni..., ed. cit., p. 166.

50 51

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REALISMO

mediaciones, hasta. adquirir esá unidad esencial deconteniJos-f'orma-expreiió?4 que se manifiesta comoobjeto, como totalidad omnicomprensiva de un de-terminado momento en la re:lidad. Durante el pro-cesó nue concluye en Ia obra de arte, ha participadola inte-ridad vital del creadcr, entendida también co-mo relación entre ella y una cultura determinada. Sinembargo las. mediaciones deben desaparecer y todo lo -mediato fundirse en la inmediatez primitiva, natural.'La forma (es deeir. el producto artístico t:l como ac-túa sobre nuestra sensibilidad) es así 'rretorno a loinmediato, al contenido, a lo que éste tenía de inicialy ftn.larrentil" 15.

Se trata, entonces. de una inmediatez reencontradaa través de la elaboración racional y sensible. Por esoel arte. aunoue como producto intente redescubrir larea!:dad desnuda (la realidad "tal cual es") no puedeIimitarse a la copia inmediata de esa realidad. En prl-mer término, porclr¡e la aoariencia de la realidad nocoineidr "eon su e-encib 16. en segundo, porque es sólosobre la base de esas metliaciones cue van organizandoIrs contenidos. o_ue la dialéctica de fenómeno v esen-cia se va cumoliendo hasta poder alcanzat las tenden-i:;as más. nrofi¡ndas de la realidad. EI reencuentro conlo inmediato que el arte.propone, supcne el enrique-cimi¡nto de la captación de 1o real por medio de laelaboración del primer contacto sensible, natural. Pe-rc' al finalizar esta elaboración, el producto debe ser,iambién sensible y natural, porque debe actuar comopresencia emocional directa, para que tl arte,. como

15 L¡,re¡v.R!, Cont¡ibucihn z ld estétíca,ed. cit. p. 115.

16 Manx resume en una frase notable de sus Manuscritos de 1844, esa contradicción: "Si las cosas fueran talescomo parecen, la ciencia serí¿ inútil",

REALIDAD IMAGEN PKOVISIONAL DEL REALISMO

forma de la conciencia social, no se confunda conotros aspectos del conocimiento humano 1?.

, La, actitud creadora en el arte es, pues, la aprepjación de lo real. Se trata, entonces ie una formade conocimiento humanq aunque no se confunda conotras ni se subordine a ellas. Pero, como parte delproceso unitario del conocimiento teórico-práctico delhombre, no existe poesía (y uso el términó en su sen-tido griego, como poiesis, comg creación) sin un nú-cleo intelectual que seleccione, desbrocer'tipifique. Elnúcleo intelectual de la obra de arte se manifiesta

' especialmente a través de la categoiía de lo típico.

cional es_la que le otorga su extraordinario'p6¿", ¿" "*municación. La obra de arte no se concibe sin el especta-

.dor -que cargue de fentidosr a su vez, la iluminación quede determinados contenidos de la reaiidad ha realizado'eiartista. Hay'pues, un nivel creadort en el qne escucha o

. contempla una obra de arte, nivel colocadé a la alturade su sensibilidad, de su cultüra, de su .,biografía,', en su-ryq. Esta capacidad recreadora eé la que eiplica la rela-tividad d'el iuicio estético, su carácter

-personal. Suele ser

imposible "demostrar" a otro, racionalriente, por qué ra-zones "debe" gustarle tal o cual producto aitístico. E6-ta relatividad no significa la mue¡te de toda valoración ob-jetiva, pero obliga . a planrear el problema de las condi-ciones de la comunicación en un terreno eminentemefitecultural. El distanciamiento que sxiste entre eI artista y elqpectador .eventual derir¡a de la situagión prcpia de la' so-.ciedad dividida en clases, en cuanto ella

-peiturba el in-

disp_e_nsable punto de partida para la "om,rt

idad que debeestablecerse entre ambos protagonistas del fenómenó del ar-te. Ehrenburg ha escarbado en .la icndición del lector so-viético,

_ a_ rnenudo superior a la obra artística que se le

ofrece (véase Et trabájo det eolrece (véase El trabajo del escritor, ediciones de Cuader-lnos de Cultr-rra, Bs. As., 1954). Recitntemente, desde otrcdesde otropunto-de vista, el crítico español José María-Castellet seh¿ referido al diálogo entre lector y autor,.sus conclusio-aes son particularmente inüeresantes

-g6!¡s todo vinien- ,

do del sofocante recinto español- en ouanto reconocencl condicionamiento social del problema, pero s9 diluyeofinalmente por una concepción rctítica ¿é

-ta UAettza, í.ta

52 58

Page 28: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

:¡::,. :rr.:.ii,;¡;'l::.:¿*

::1:':

r D.A I}

Desde cl momento en que la actividad arústica Pre-tende ep¡ehender el contenido tótal de la vida to-rnado en la slntesis de sus fases, la fo¡na o cl pro-ducto artistico debe ser la culminación {e un largo-camino de selección, de universalizaciín Y ad comoel concepto o la,ley resumen lo universal en el planode lo científicq ila imagen típica hace lo propio en

el p.lano de lo estético. La categorla de lo tlpico ear-

prem lo-tendencia fundasrental que se puede encon-trar en cada simple fragmentorde la reaüdáil. "Cadauno es un tipo, pero al mismo tiempo un individuodistinto; "éste", como se expresaba el viejo.Hegel, yasf debe set'', anota Engels 18.

Pero lo típico en cuanto expr*a tendencia¡ profutdas de la realidad, no puede emparentarse con el pro-medio (de ta manera que lo entendió la estética na-turalista), ni tampoco con el personaje áhtracto, por,

IM,AGEN PR.O\ITS¡ONAL DSL R¡r r.rS.Úii

que Castellet parecü no c¡tender como lucha por elimlanrla¡ causas reales de la ¿lienación humana, como e¡a bat*lla human¿ por consEuir.al "l¡ombre ricot', ávido de 'l¡u¿totalidad der manifestaciones humanas de la vida'' que hcrtcbrdado más arriba. (Véase JosÉ M¡nfr Cesr¡L¿¡tLi horu del lector, Seix Barral, Barcelona, 1957.) E¡tasconsideracione¡ '.¡culturales'l de la comunicaciéa y el juiclocrtético, debea completa¡se con otras razone¡: las' po.dc¡o¡a¡ y profundar rz:zones de la subjetividad de cada'leslrectador". tog sratices,.del juicio estético re relativiian,de tal modo, 'haeta integrarse con l¿¡ "¡ece¡idades" vita-lc¡ dc cado ¡er humano. Pero el a¡áli¡i¡ de e¡to lleva¡l¿ aun, tErreno que no podría acouleterse ahofa: el dc una prl.cobgf¡ del juicio estético. Esa psicologla es, rin cmbaigo,ls única posibiüdád dada para entender al a¡té como c¡.tfmulo para las últimas "razoneC' de loc hombrcg.-

1s Me¡x y 8norr.s, Sa¡ la litcnatuc ct l'a¡t, EditiouSocialer, Parir, 1954, p,314.

t¿\^oz de las ideas del autor o de zu.grupore. 'El tipo_ se caracteriza porque en él convergen y se entrelaz;ü' en viva y contradictoria unidad todos los tra¿os sa,

Iientes de esa unidad dinámica con la cual la verdade-ra üteratura refleja la vida", dice Lukacs. y agrega:Íen la representación del tipo, en el arte tipico, sefunden Io concreto y la norrra, el elemento úrrmano 'eterrio y el históricamente determinado, la individua-lidad y la universalidad social" 20.

Fenémeno y esencia reciben¡ por medio de la ideade lo típicq'una solución dialéctica; quiere decir elloque el devenir de lo real sélo puede ser fijado porel arte a través de'la-síntesis de todos sr¡s momenios.f,,1 ¡¡¡¿¡s¡i¿lisño dialécticq en cuanto coincide con laobjetividad, puede resolver definitivamente el proble-ma de las relaciones entre el arte y el conocimientó;así co¡ro el de la expresión del conflicto entle fen&meno y estncia, entre lo real y lo apar€ncial. De ahí

.. le L¿ jmageg tlpica en el reaüsmo eupone la.exegera.ción co¡sciente. Dicho de otra manera, no Lay arte sin:,daformación" de partes de la reslidad,'que es.meneste! exa.gerar a-fin de captar la esencia del'todo. La ,.media esta,dfutica", que está en la base de la estética naturalista, ro.lo permite ver la'apariencia dc la rcalidad, tro 8u3 capatprofundar quc son las que al arte interesa- iluminar. i.orperfodos intensos de la historia del a¡te coinciden ¡iem-pre cou momentos "expresionista¡"; iror eso cl. cxpresio-nismo no puede ser definido como unÁ escuela o una po&tica prescripüva. De todos los movim-ientor surgidor a par-tir de la crisis de fines del siglo pa-sado, el expresioniemoha rido, seguramente, el más rico y complejo, cn cuantomás que una rebelión "for¡¡¡al" fue una rébelión ..conteni.dista'-l. Es que el expresionismo e3 una constante dcl a¡tequb se fusiona con diversa¡ corícepcioner del mundo y cu.ya presencia marca" casi riempre, a los perlodos cn loi qurla experiencia artística está más ,unida a una necesidadcuhural, a los monentos eo que el artc mejor re intcgradcntro {cl prooe¡o general del co¡ocis¡ie¡to bumano.

ú II msri¿mo e k títioa lattanrh, cd. ci,- p, 45,

st 66

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S M Ó Y R E A L,T D

la'importancia que el realismo como tendencia buscadarle a la idea:de tipicidad: "realismo significa, a rnientender,' (. ..) la reproducción fiel de cuacteres' tí'picos en circunstancias típicas", señala Engels 21.

Pero en la 'medida en que al afie'siempre busca

transformar en sensible la esencia, la preocupación

-consciente ó inconsciente- por lo típicq participa

de toda praxis artística.. No podla ser de otra manera,poftlue el proceso de lo típico se fusiona con el de laforma artistica, con el que lleva a la organización de

los contenidos. Dice Carlo Salinari: "...las palabras,los colores o los sonidos que comPonen una obra son

sólo el punto de arribo de un largo camino duranteel cual la ideologla, la experiencia histórica y huma¡na, la cultura, el análisis crltico, han permitido alautor escoger en la realidad algunos trazos típicos, con-cretarlos en la selección de un aigumento, luego en

la articulación de ese argumento en situaciones y fi-guras, hasta llegar, a los elementos más minúsculos yconcr€tos de la página, del períodq de la palabra.Todo el proceso es, evidentemente, un proceso de ela-

boración formal" 22.

. Este camino de selección no es azaroso ni exclusi-vamente intelectual. Si bien no resulta convincente lasepáración, antiguamente trazada por Lukacs, entÍeel arte como intuición sensible en contrapo:icidn. conla ciencia que operaría conceptualmente 23, no puededesconocerse el pap.el que la intuición juega en el

arte como en todo proceso del conocimiento. La in-tuición como método subjetivo de trabajo se integracomo rnom.ento del conocimiento en la medida en que

se trata de "la brusca entrada en la conciencia dé

21 Mrp:r y Ewcrr,s, op. cit., p. 317.22 It Conternporáneoo febrero-marzo' de 1959, N0 11,

o' f;; ,, marxismo c la...,p*. 43 y ss.

56 57

IMAGEN PROVISIONAL DEL REALISMO

un p.roceso de reflexión hasta entonces subcoirsciente"(tukacs). Esto tiene gran importancia en la praxisartísfica, porque el proceso de in-formación de los con-tenidos es siempre actualización de todas las vivenciasdel creador, incluidas aquellas alojadas en el sub'consciente. Pero no tiene nada que ver con una con-cepción irracionalista del proceso del arte; no Puedeconfundirse un método subjetivo de trabajo que ha-brá de integrarse en la racionalidad general del co-nocimiento, con una metodología objetiva que des'carta el papel de \a taz6n en beneficio de. la pura ymág¡ca intuición.

Hay un núcleo intelectual derivado de la concepción del mundo del autor; hay pues una insoslayabletomá de partido. El arte tiene, entonces, un conte-nido ideologico; expresa determinada cosmovisión. Elréalismo moderno lo único que hace'es ampliar el

.horizonte'consciente de esre hecho inevitable. Pero almismo tiempo que afirma esta intelectualidad de lapraxis artístrca, descarra toda exteriot uoluntad deprobar en el camino de ese proceso. Es decir, rec)tazalo que se ha dado efr llarnar literatura de tesis, encuanto ella contraviene la calidad de lo típico comoespecificidad artística, para reemplazatla pot la sim-bología abstracta o la media empírica. El arte, comoforma de la conciencia social, tiene un sentido tanprofundo como el conocimiento y ttata de buscar re-laciones directás con la rea'lidad, transformando, co-mo quedó dicho, todas las mediaciones en inmediati-cidad reencontrada. Es decir, €l arte debe partir delos contenidos, para volver a ellos en el resultado desu proceso que es el producto artíttico. Si en cambiotráta de transformane en portaaoz smsi.ble de otrossectores de la conciencia social, está partiendo de.

formas ya adquiridas; está negando la esencia mismadel arte como elemento particular del trabajo unita-

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R E A L I8 MrO Y

rio del hombre por ¿p¡opiarse de la realidad. Esta cs-pecificidad del arte, negatoria de la abstracta volua-tcd de p,robdr, está ya definida por los propio! clásieosdel man<ismo. Conoeida es la opinión que mérecieraa Man< y a Engels, Franz aon Sicking¿v, una tra-gedia hktórica de Lasalle. Simr¡ltáneamente ambos lecomunican su parecer, en cartas diferentes, y amboscoincider¡ en una apreciación. Le escribía Engels;" . ..los principales personajes ¡epresentan, efectiva-mente, clases y corrientes deterrrinadas y, pcr coüse-cuencia, ideas detemrinadas de su época y los móvilerde sus actos no son pequeñas pasionei individualesr'sino la corriente histórica que los lleva. El progresqsin embargq consistiría.en ilevar esos móviles al pri-mer plano de una maner¿ más úiva, activa; por asfdccirlq natural en el curro de la acción misma y gue,por el contrario, los discunos de argumentación (enloB cuales he reconocido con placer tu antiguo talentode abogado y tribuno), se vuelvan cada vez másinútiles" %.

Por su parte, Mam le expresaba siritéticamente:. "Tú habrfas de-bido entonces, muy naturalmelt€ sña-

kespearízar un poco, más, pues considero como unagran falta ú sehílleúzqción, la transforrración de losindividuoe en simples portavoces del esplritu del si"glo" 26. El reproche vale thmbién contemporáneamentepara muchos autores que, adhiriendo al marxismo,. no

., - alcanzan a comprender las difertncias que separan al,- arte de otras formas del conocimiento; que no advjer-tén que si la política surgc de la realidad, de ella

- también surge el arte, por lo cual éste no puede con-cebirse como una ilustracióo técnica de las farmas yaelaboradas por la ideologfa, sino como una ¡ecreaciértsensible de lu cantcnidas de la vid¿. El {riunfa, del.

% MA¡¡ y Exolr,:, op. cit, p. 309.t¡ fd. p. 306.

'....J".

R E A t I D A].D

I artp está dado en la r¡cdida en que su p'roducto ne!contradiga la esencia dc lo real y, en cambio, iluminehonduras todavla confu¡as del hombre, pero que larilumiúe como acto enocional, como presencia tota-lizadora y unitaria, en la gue nuerioa contenidos:afectivos, biolégico, ideológicos y prácticos sean des-cubiertos y comunicados hasta transforma¡¡sé-en."ver'dad para tod$".

3. B¡. REAr.rsMo coMo TENDENoA

Lo que hasta aquí ha quedado ligeramente ebo-zado es el concepto del rcalismo como método propiodel arte, como condición de la praxis artística. Peroestas precisiones no alcanzan para valorar el otro as-p€cto del realismo'el que más interesa en estas notas:

t el realismo como tendencia artístico-cultural, opuestaa otras tendencias artlstico-culturales; es decir, insertoen la problemática de lia cultura y el arte conteln-poráneo 26.--El

L."ho de. que siempre el proceso arttstico se

proponga aprehender lds tendencias reales en la esen-cia de la realidad, no significa, de iringún modo, que

90 Al referirme al realisrno como tcndenc¡¿ cn ls, lite"ratu¡a ootrtemporánea, me refiero, obviamente, i lo quo¡e ha llor¡tado "realiamo ¡ocialista". Prefiero- sin embar¡o.re ba lla¡sado r'¡sali¡rno ¡ocialista". Prefiero, rin embárgo,go uq¡ cra calificaeién, porque me llarece provisio4al 1vli¡niativa. Segr.namene, en ru origqn yacc el deseo de inde-pendizq al ¡uevo ¡ealismo de la imagcl tradicional quelinitati . Segr.tameüt€, en ru origqn yacc el deseo de inde-pendizq al ¡uevo ¡ealismo de la imagcl tradicional quedel realismo dio el riglo XlX. Pero cr probablq que, esaiatcació¡,dc de¡li¡de haya tenido algo que-ver go¡ el cog.iatcació¡ dc de¡li¡de haya tenido algo que ver co¡ el coa.cepto jerárquico que ubica estáticame¡te al reali¡mo en lobue ¡olo fue uno de su¡'momcntór: al bu¡cuÉs v no cnru .totalidad, sino en rtra et4pa. La tende¡cia rcali¡ta hrexistido riempre y ha. ertado ügada, cada v@, co4 la co¡¡.telació¡ rocio-cultural eD quc ttwo origen. Habrla, pucr, quecnco_ltra¡ una calificación- para cada tomei¡to lLi¿rici ¿el

- rcdirmo,'ya que este cr un p"occro general del lrte vincu.lado con el grado de decarrollo del conocimiento huma¡o.

fue uno de sus'monento¡: d burgué¡ y ¡o cD

Segfa cual rea é$g ol rüa¡i¡oo arume profundid¡dc¡ di¡ra.

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R E A L I S-M O

toda manifestación artÍstica sea unitariamente realis-ta. Apreciar las cosas así, sería ignorar el papel po-deroso que las ideologías (entendidas como procesode ilusión, de mistificación, de falsa conciencia) juelgan no sólo en el arte, sjno en todas las formas delconocimiento humano. Eltas ideologías, que separanla conciencia de Ia realidad, la práctica del pensa-miento y que caracterizan, en general, al idealismo y'ala abenación filosófica, tienen.su origen en la es-tructura de la sociedad. La alienación humana no es

un fenómeno espiritual o eterno; tiene raíces socialesy por tanto, soluciones sociales, no éticas o filosóficas.Las relaciones del hombre con el producto de su tra-bajo y con el trab*"jo mismo, en Ia sociedad divididaen clhses, son el basa'mento social del que surgirántodas las formas de la alienación: como iituación delhombre y como ilusiones derivadas de esa situación.Las ilusiones separan al hombre de la realidad pro..funda, impiden una identificación de la conciencia

. con el desarrollo dialéctico inmanente de la natura-leza y la sociedad. Esta es la nota distintiva del idea-lisr¡ro, el que, sin embargo, a través de la historia,no puede ser simplemente definido como una colec-ción absoluta de mistificaciones.

"El ideaüsmo filosófico ---señala Lenin en sus C¿ra-f,¿yn65- és un creiimiento unilateral, una excrecen-cia, una redundancia de uno de los rasgos o una delas facetas del conocimiento que termina exagerada-ment¿ en lo'absoluto, despegado de la materia. . ." Enla historia del conocimientq el error y Ia verdad no6e separan abstractamente; sometida la conciencia alvasallaje del punto de vista de la'alienación, rnitíntraspor un lado se apropiaba de uñ "trozo" de lo rea!,simultáneamente disimulaba otros aspectos de esa rea-lidad, desbaratando el conjunto. El error, la mistifica-ción, consiste en esa transformación de una verdad

R E A L I, D, A.D IMAGE,N PRovlSIoNAL bEL REALIsMo

parcial en verdad absoluta. EI rnáterialismo dialécti-co, al restablecer la visión de la realidad ';tal cual es",le da al ho,mbre los instrurnentos teóricos para unapraxis social que terinina con la causa histórica de laalienación. Es el punto de transformación de ,un largóprocesq humano en el que la conciencia se divorció.parcialmente, de la esencia de la realidad.. En la historia del arte no están ausentes esas con-tradicciones. Pero en cuanto todo artista auténtico,sea cual fuese el universo de ideologías que lo séparende l¿ verdad de la vida, se pppone aprehender ele-ülentos profundos de Ia realidadi las grandes obrassiem.pre lroseen mommtós realistas: Son ellos los quelas hacen perdurables; no los prbjuicios o las ilusio-nes del creador. Forzando un poco las comparaciones,p-odría decirse gue del mismo modo que los grandescientíficos han sido dialécticos sin sabeilo, los grandesartistas han hecho siernpre realismo a pesar dé ellos;a pesar de que en sr., *-oro.nto histórico no se identi-ficaran conscientemente con la tendencia realista dela que erán contemporánéos. Toda ideología tiene unelemento de mistificación y otro de conocímiejnto: enel gran arfista es siempre este último el que pesa más.

Bl nuevo realismo, identificado con la cosmovisión. dialéctico rnaterialista, no se propone una poéticaprescriptiva determinada ; es, simptemenie, el árte deuna

-concepci,ón del mundo, que coíncide, con Ia obje_tiaidad de lo real. Busca, a partir de una tendmciaclavada en la realidad contemporánea, restablecer ín_tegr?mente el diálogo total del arte con el mundo delhomtbre; restablecer-al realismo como método propiodel arte.

El realismo como rcndencid es una corriente cul-fural que expresa, en general, una actitud filosóficafrente- a la realidad! pero que puede dar, en particu_

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T t A L I S IT O Y N, E, A L I D'AD

lar, resultadc de dispar valor artlstico, seg{rn sea [acapacidad de quien lo ejerza. Pucde sn ¡nús aaliosr,

una ncgdeün qúe una afirmación:-un grdn asctítor,en ,f¿ltima instoncia i.dealista, que un m¿diocre wc*tot qud adhi,ere.al realismo. En el primero, la bús-gueda de la verdad asume estremecimientos patéticosgue iluminan mqnentos de lo real con ve¡dader_a Pro-.fundidad emocional; el segundo, aunque parta de unaverdad filosófiga, si no logra recrearla en presencia

eurocional, en naturaüdad reencontrada, en forma at'dstica concreta, fncasatár poryue no se habrán inte-

Sradq log elementos mediatos en €sa síntesis Eryresivaque es el objeto artístico a. I¡a común contraposiciónde ciertas "virtudes" del contenido a los 'tefectos"

¡? Dicc Gneusc¡: "Dos re¡critorct puedet reprcrentar éImirü¡o mof¡ento bi¡tórico-¡ccial, eiendo el uno artista y clotro ng. Agotar la cue¡tión limitándose a describir lo queambos reprerentan o cxpr€saa socialmente, o'rea, relumie,oodo de una u otra fomra, lac caracterfstica¡

'de un detcr'minado mornento histórióo sociat, rignifiá no rozar,ri'guiera cl problana artl¡tioo. Todo e¡o puede ser útil y a3'ósario y éiertamente lo es, pcro cn otro campo, en el de

La funcién 'lritil" del arte no puede ser juzgada desdelas posiciones del "utilitarismo", pueq la utilidad de

producto artístico no es algo que orista fuera de¡u belleza estética.

La definicién del realismo como tendencia contem-

IIAC'3N PBoV¡$IONAL I'EL REALIEl¡O

;de Ia forma, equivale a una violación de los principidei'dcl proccso'del arte g por lo tanto, del juició estéúco.

'' ¡roránea vinculada a una cosmovisión, descarta toda:preceptiva, ya sea ella técnica o temática. Asl, el cri-brio de la "comprensibilidad" no puede ostablecene,por sl solo, para la determinación del, carácter realis,ta de una obra de arte. Estc problema de la comuni,cación es demasiado ccrrplejo, con causas profunda-mcnte adheridas a la estructura de la sociedad, como¡n¡a que pueda ser ¡esuelto por simples medios decrpresión técnica. El real disianciamiento entre la*lt"1a popular y la cultura de élite,'sólo podrá sertsuelto por la pra:ris social: por la tra¡rsformación

Ias estructuras opresivas qué han determinado esa:tura. Eso en general; en- el plano concreto de.la

cperienqia estética, tampoco la comunicación derirr¿dc Ia simplicidad de las técnicas, sino de Ia capacidad

ica del poeta de uer claro, él en primei lugar,gue esa claridad pueda luego ser de todos. Bl

) es, en tal séntido, una de las negaciones-delun¿i forma de demagogia artística o de in-

oacÍdad real del crtador. El populismo se basa eneternización de modos culturales que a nh del há-

y .$._lu perezosa tradición, parecieran ser .!o-'gs'-'. Esta actitud niega, por un lado, la aventura

de la expresión, que .s e*"ttchamienüo deriqueza humana.'Y por oEo ladq parte de la ilu-n de. supgner que las formas caduc¿s de e¡presiéngd, a las que el ,.pueblo', puede haberü habi-do, son por- ello. popllales, siendo que su origenéIite es el mismo qua el de las nuevas orperieorf"",

l¿ cr{tica política, do la crltica de costumbres, en la lücbauor dc¡tn¡-ir v súoe¡ar cierta¡ conie¡ter de sentimieatos ypor y ¡úper"r ciertas corrientes de ser¡timigntol y

'1i'1,

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i¡ecacias, ciei'tar 'postuta¡

resPecto de la vida y el mua-do; no c¡ crltica o historia del arte y no ppedg ser prteren'

tado como tal, ro pena de confusio¡ismq retroccao o e8'

ta¡camiento dc lo¡ -concepto¡

cientlficos, o sea, precisamea- '

,te. l¿ no obtención de Io¡ fines inhereqtes a la lucha cq¡'tuÁ". (Lettcrdrrrd t uita ¡azionale, ed. cit., p. 6)' En unadc su¡ Cartds d,csdc la cárccl, define más sintética,mentc€ste concepto que tar¡b importancia adquiere p:rra la funda¡rentaciéa dé una crltic¿ litcta¡ia realista. Scñala allí,rcfirié¡do¡c a un übro y a uD autor-al'gue cD otra cart¡babl¡ eniuiciado: "Acago yo haya separado el placer cst6ü¿; def juicio poritivo dc'bellezá a¡tistics o seá, cl cstatloii-¿llii-ill"i^ii io, la ob¡a do a¡tc cotno ial, delt ci-tuúa¡mo morul o di la coparüclpación en cl rwnilo üeo1lósüo d¿l arrisra, ¿íl¿¡a¡¿iació¡t lsta qvo mc poacc orl'tiiamc¡tc jasta l-nccásaiiau. (Cartas tl¿sde la cárccl, l.qtl'taro, Es. As. 1950, p. 271): El subrayado mc pc¡tcacce.

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B,.E A L I S M O REALIDAD IM*Gf,N FROVISIONAL' DEL REALIsMO

La lucha por el realismo como tendeneia es, pucs,una gran lucha política, social e idcológica que tratade crear las concliciones culturales para la expansióndel arte c:o[ro aspecto del proceso general del cone'cimiento humano; es decir, las condiciones para un¿nueva congiencia g'ocial e indiüdual. Se trat4 de unahicha por una Íueva cultura y no por nue\¡os cánonespoétiios o por modos de expresión predeterminadoo.Deútro del realismo caben infinidad de escuelas y nin-guna experiencia está vedada a priori. Además, lalucha por el realismo debe ser planteada en cada cul-tura y en cada perlodo histórico. Hay aportes par-ciales que aunque conscientemente -no se integren conlas blrsquedac de la tendencia realista, son imprescin-dibles para el desarrollo de determinada literatura yfinahente se incorporarán, como momento, a la ba-talla general.

Si biet la literatura, con¡o todas las otras forma¡de la conciencia social, está estr€charnente vinculadacon Ia estructura social, tiene también un vasto mar-gen de relativa legalidad-lropia, derivada de sus ne-

con la desventaja que aquéllas ya están perimidas o

superadas como excrecencias retóricas.

Otro tanto puede decirse de las imposiciones temá'

ticas. Desde el momento en que cada hecho particulardebe ser en el arte la sintesis orgánica del rnoümientode lo real, cualquier tema está abierto a la posibilidadde la tendencia realista. Todo depende de la conceP-

ción con que el artista,'como hombre, se ace4lue a

ese aspectó de la realidad, Su concepción del mundo

estará reflejada en todas sus obras, porque el proceso

seeírn el cual los contenidos se estructuran'en forma

esl in'evitablemente, un proceso de selección intelec'-tual, un proceso de tipificaciónl Es claro que esto no

se dará nunca plácidamente, sino en medio de tensio'

' nes y de contradicciones, sobre todo e¡r la actual etapa

de transición dentro del mundo capitalista' Pero esas

tensiones.no pueden ser desechadas por el creador,

sino asumidatJ potqn" el arte es una forma de acción

y de lucha. A menudo el ocultarniento de estas con:

iradicciones por Parte del artista que adhiere contem'poráneamente a la tendencia realista, e6 el mejor pa'tapott" para ingresar en la literatura de tesis, en lapoesía dé exhortación exterior. Ya que, enmascaratldo

Lsa entraña dinámica, dolorosa y áspera que pieside

la estructuración de la forma corno enriquecimiento de

Ios contenidos primitivos, surge la tentación peligro'sa

de no partirlde contenídos a elabotar, si.no de sqraitse

de forrnas ya elaboradas por otros sectares de Ia con'ciencia social28.

' 28 En ese sentido, es admirable el ejempla que surgtde la obrá de Paul Eluard. Su poesía, honda'menüe vincu-lada a una nueva concepción del mundo,.es elpermanente de una.lucha, de un juego d-e contradiccionesel del Eluard formado poi una üija ideología y el delvo Eluard pujando poi derrotarla. Pero su poesla no

conoce e6te conflicto; sino que lo asume, porque como

bre está tratando siempre qú. s.., n.re.,a concepción del

do ¡e traa¡forrreicn vivencia. Eluard gabla -lo

dcjó es-crito- que "la circunstanci,a exüerior debe coincidir co¡ lacircunstanci¿ interior como si el poeta mismo labubierapro-ducido". Otros poetas, en canbio, cua¡rdo adhieren a lafihofla del proletariado, pretenden inst¿ntánea¡n€rte ha-cc¡ tabla r:ura con lo que fue el nrlcleo cmocio¡al de n¡ vid¿ha¡t¿.cse;lrortrG[to. Qomo dlo es imposible, lo que re lo-gr¿ c! un ocultamierto de esa realidad lntima" a la .quese yuxtapone ut'a capa ideológica. CaÉD eDtoncer en lo qare

Paw¡c llama "poesl* exhortativa"; er decir, una poesía cx-terior qr¡e celebra (o repudi.a) desde afuera el hecho qucse ca¡t¿, p€¡o que:ro se ,virrc. Esa poesla coloca al tf,arcen:de¡tal momento hum¿no dc la lucha po el rocialirmo ata mi¡nla altura que.ua acont€cimiento político-vulgar. quertquitre et sen¡icio de juglares que lo celebren y que ry-caude¡ proaélitor ¡rara é1. Es gna mininizacidn, una ca¡i-c¿tura grotcsca dJ e¡¿ revolución de las co¡ciencias dc laque -lorrrot, afprtunadame¡tq contcmporáneor.

64 85

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. l-,lll A L I S M O y 'R I A I/ ,I D A D

't ' cesidades,expresivas. Trayendo un simple ejemplo deÍuestras letras, no caben dudas que, cdalesquierahayan sido las intenciones sociales de sus autoris, el- "martinfieirismo", en 1925, significó en nr¡estra poesía

r una apertura hacia la rtalidad en relación qon ei sofo-cante clima artificial de la retórica del n¡odernismo.Y lo-mismo puede decirse de la preocupación que al-rededor de 1945 vivió Ia joven poesía argenti;a porencontrar un lenguaje decantado y esencial, frenté alos estragos verbales del neo románticismo de la lla-mada Generación del 40. Estas búsquedas no agotanel problema, en cuanto son parciales y,no se enirela-zan con la lucha cultural general por una nueva vi-sión del mundo, pero son éxperieniias, adquisiciones,que deben ser reasurnidas e integradas.

La tendencia realista no prrede condenar o apro-bar en función de preceptiva, sino en relación .on luconcepción del mundo que postula y con la eficaciaestética con qüe ella se manifiesta en particular. Estoamplía enormemente el horizonte def realismo, a lavez que Ie da más importancia, por que'lo libera delas disputas de _capilla o de escueL. Aií ¿ebe ser, por-que su aparición en la cultura contemporánea nó sevincula a razones accidentales, sino a la más extra-ordinaria posibilidad de transiormación humana: Iadel socjalismo, como punto de partida de la übertadesencial del hombre.

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.II

LA BUSQUEDA DE LA RE.ALIDAD

1. Le Ancp¡¡TrNA y EL MUNDo

Todos estos elementos que he recorrido esqne-¿-ticamente hasta ahora, son también personajes prin-cipales del estado actual áe la literatura argentina.N-o podría ¡er de otro modo, en cuanto nuesira cul-.tura se plantea, aunque en las condiciones pecúliar-esde un pals periférióo, las rnismas preguntas esencialesque otras sobre sus relaciones con el complejo de lavida contemporánea, en esta época de transición.Hay un fenómeno universal de ágotamiento de lasviejas forrras de la dirección cultural burguesa y, convariantes, se repite en todo el mundo capitalista elciclo permanente de rebeldías contra esa direccióncultural por parte de artistas y escritores. Nuevosmodos de la vanguardia (definida como hecho cultu-ral y no como modelo estético), son los que zuelenpresidir estas insu¡gencias, arrastrando tras de ellasla totaüdad de las limitaciones y de las virtudes deese acontecimiento socio-cultural advenido a partirde Ia ruptura de la unidad ochocentesca; a partir delmg¡nento en que la tarca de la renovación de lasestructuras burguesas se colocó a la cabeza de lasnecesidades sociales. Por un lado, el reforzamiento dela ilusión de ld übertad, en cuanto la ruptura no es

con el punto de vista burgrés, sino sólo con el de un

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,;.;,, gn¡po tlomirante dentm de la superatructura idco,-:,.,, lóg:ca de.e¡a sociedad; por el otrc, el útil descu-

b¡imiento parcial de riquezas técnicas y cognoscitiüasgue to'da vanguardia expprimental incorpora a lacultura.

F"sta rebelién cícüca, que expresa en general lasituación de las capas medias en la etapa de transición,ce manifiesta err particular-de acuerdo con las nece-sidades que rigen el desarrollo de cada cultura nacio'nal. Hay diferencias entre la literdtura de los "bea-tniks' norteamericanos, de los "angry young mén"ingleses, de los "oibjetiüstas'.r franceses, de loc nuevosrealistas españoles. !,a ptesión que la realidad nacio.nal ejerce ¡obre cada uno de estos grüpo6 es diferenteI, por tanto, es diferente la aclitud que ante ellamantienen en su¡ olras y en sU vida. Por otra parte,los elernentos de decadentismo, de vanguardismo yde liberación realista se combinan en cada uno-detnanera no equivalente, determinando un distintogrado, de conciencia de la realidad. Pero todos, enconj!¡ntq cuestionan una situación cultural dada, seproponen nuevas rq¡puestas a la vinculación entre inte-lectuales y socledad y nuevos modos de asumir Io realpara Ia literatura. Vanguardia y "cuniromiso", enlo que tienen de com{¡n como cima mayor dentro delos límites de la conciencia posible de la burguesfa, se

vuelven a €ncontrar en el debate literario contempo-ráneo y adquieren, también en la desamparada rea-lidad argentina, preseneia protagónica: aqui tambiénhay insurgencias, rebeliones, deseos de reajuite con largalidad.

2. Pnno¡¡tsuo y cApAs MEDtas

Esos deseos de reajuste con la realidad no podránrc¡olverse, en la medida en que sean consecuentÉs,

TXALISMO Y REALIDAD LA BUSQUEDA DT LA REALTDAT}

¡ino en el realismo. Es decir, en la pooibilidad deencontrar lenguajes que no distancien del murndoreal, que lo comprendan, que lo aprisionen erl su eseD.cialidad. El problerna, así, íuelve a plantearse en9l ter¡s¡e de las concepciones del mundo y no de lapoé1ica prescriptiva. Né se trata de luchar por obiasy artistas individuales sino lor una nueva cultura*he señalado ya en este trabajo, siguiendo a Gransci,y lo reiteraré más de ürtl v€z-¡ dado que la posür-lación por el realismo forma parte de h Latalla ge¡€-ral por una'nueva vida moral que debe estar ligadaa una nueva i¡ituición de la vida", que rcscate alhombre'para sí miss¡o.

Esta exigencia habla de un rigor total que rurgÉc¡rmo mucho más difícil que la adhesión a una re.tórica determinada Son problemas de sangre y node letra, di¡ía. Y si no se acepta la dudosi imagen,querría aclarar: son problemai que hacen a la posi-bilidad misma de la cultura, no a la expansión deuna técnica literaria.

La necesida$ de realisurq las aproximaciones a élguc sobrycoqeü hoy, a lia novela argentina y que so+

fo qT le dan inter€s frente a un pasado Uterarioinmediato derivaq obviamente, de algunos condicio-nantes sociales. Dichos condicionantes obligaron, a$u.turno r€spuestas políücas de una clase social de laque surge la mayoría de los novelistas actuales. Sise aceptan las traslaciones políticas a la calificaciónartística, podría decirse que del mismo moilo queexiste una "política de izquierda" de las

"upas *"dia,

argentinas en este momento (y a partir, óbre todor,de lo¡ últimos años del peronismo) ¡ griste también una"novelistica de izquierda"r eue se prolnne, a menudo.con mayores cuiüdos periodísticos que artísticos, pro-..yectar ese clin¿ de denuncia sociai a la elabon¡cióncgtética. Eato plantca et ca,mino ¿u¡ ¡¡atirqg; utrt

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R E 4.L I S M O Y R E A L t O n,o

bnlsqueda de la realidad en el conjunto de los novelil-tds, que alavez, incluye diversos grados de verdaderaconciencia de esa realidad.

Lai oscilaciones en cuarito a la presencia o ausen-cia de la búsqueda realista en la experiencia literariade una cultura, marcan inequlvocamente un fen6meno: su resurgi¡rliento coincide siemprt con la ten-tativa de los intelectuales por rtencontrar los vlnculoscon el pueblo-nación. En el caso argentino actual ellocs muy patente, y su diagrama. esencial queda anü-dado a Ia preocupación total de las capas medias (oal menos de sectores muy ponderados de ellas) porubicarse de manera justa en el ccinfücto social queconmueve al país. El nudo histórico del peronismotiene mucho gue ver con ello.

Mil novecieitoc cuarenta y cinco es un año decisivo.

A partir de él se abre un proceso que envolverá ala pequeña burgueúa conmoviéndola hondarnente.Para nuestra cultura ello ter¡drá importancia fun-damental, dado el peso que este sector social adquiereen nuestros ciclos culturales a partir, al menoo, delaño 18, cr¡anilo asciende al poder con el radicalisnoy cuando libra la batalla de la Reforma Universitaria.Desde ese momento el pensamiento pequeño burguésintentaría desasirse de la tutela oligárquica mani-festada especialmente por la vigencia de un libera-lismo antinacional y antipopular, al que se le adosa-ria pronto un nacionalismo vacuno y minoritario.Estos intentos de Iiberación fracasafun y engendra-rlan, ¡ror un lado, el conformismo y la pasividad' ypor el otro, la actitud intuicionista, de rebeldía irracio-nal que tanto daño nos viene causando desde el 30hasta hoy.

La inserción del mamismo en la problernáticaintelectual argentina es tardía. La sofocó desde unprincipio Ia vigencia tirana de la tradición liberal,

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LA BUSQUE,'bA DE LA REALIDAD

que envolvió a socialistas y anarquistas, hasta trans-forrrarlos en prisioneros, en tantos casos voluntarios,de la cultura dominante. Faltci de una orientaciónelaborad4 el "progresismo" de nuestras capas mediasintelectuales no pudo estructurarce sino a saltosr.enmedio de confusiones y vacilaciones. Asl, no pudoser desplazado el predominio überal e incluso

-afir-

maciones culturales que surgieron con contenidos quelo superaban üasta insertarse en la tradición demo-crática argentina

-que el liberalismo troncha en."] 80-, se fueron mellando poco a poco, para engen-drar finalmente una nueva r€tórica-. Tal- el casJ delas proyecciones teórico-políticas de la Refoima Uni-venitaria.

Al advenir el peronismo al poder, la dirección cul-tural argentina, sellada por el signo liberal, comenzaba

f'plrder vigencia. Si la aparición del peronismo quiso-decir que én el país habían madurado las condiciónespara cambios de estructura (y, el peronismo significa,en sintesis, una estafa de los contenidos realés quepresionaban para esos cambios), la situaoión debíamdnifestarse también en el terreno cultural. Había uncrecimiento objetivo de nuevas fuerzas en -el país,para el cual el liberalismo no podía ser ya dato ni res-puesta. Bl liberalismo se habla acomodado a una ima-gen agropecüaria, a la que le daría aires cosmopoli-tas. Su tiempo histórico había concluído con la 1.d&cada infame".

Sobre la base de e6te fracaso habfia de e¡guine lapostulación del nacionalismo falangista, lspecial-m€nte en las capas más jóvenes de la .oligarquía yaún a través de procesos penonales en grandes fi-

_guronq¡ del liberalismo, como pod¡ía testimoniarloCarlos lbarguren. El nacionalismo querla expresar.un

estado de crítica y Ce polémica látente, aprove-chándolo panlz restauración que proponía. péro de

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11.

"BEALISMO\v

REALIDAb

todos modos, esta situación revulsivá le otorg"aba efi-saeia y brillantez verbal: basta rtcordar el tono delos periódicos nacionalistas de entonces, del cual es

buen ejemplo la serie de artículos, recopilados porMarcelo Sánchez Sorondo en un libro con tttulg su'gendor: 'La reoolucién que anunciamos.

3. Dl cAMrNo DE LA INTUIcTóN

Este estado de crisis liberal no tendría, aPar\ente-mente, otra solución que el "nacionalfomo", en lclímites del pensamiento btrrgués. Pem no fue así. Enprimer lugar, porque frenté a lo que el peronismdsiguificaba, el grueso de la intelectr¡alidad cerrarlafilas nuevarnente en torno a sus viejas banderas. Delos apasionados soplos nacionali¡tas (pero no falan-grstas) que ábrasan al Malle¿ de llistotk de una pa-si.6n argefltinc, al Mallea del antipemnisrro liberal,hay bastante trecho. La actividad del pemnismo plan-tearia a los intelectuales activos (a su mayoría) unaproblernática de e¡rterioridadee morales, aunque enel fondo fuera cminentemente política: el caso de

la defensa del "espiriru-'' de la vieja U,nivereidad'eses un buen ejemplo. De una Univenidad deterioradaque no eya ya la d¿ la Reforma. Se trataba de unalucha de "civilizaciónrr co¡ltfi "barbárie" eh el planonacional, a Ia gue se sumaÉan sus proyecciones en elplano interndcional, conmovido por 9l fascismo. Claroeetá que en esta lucha en que se embarcaron los sec-tores liberáles, la razÁn estaba de su parte, frente a

la regresión falangista. Pero.tan de tranco corto era'fsu" razón, tan teñida de sumisión a Inglaterra, Fran-cia y Sstados Unids cstaba, que faltó muy poco tiern-Fp para que 6e pudiera advertir que la "barbarie"que ellos cornbatia¡r era, sobre todq la del "desbordede la chusma", que cl peronismo toleró hasta que leoonvino.

LA BUSEUEDA DE LA REA,I:1 DAL

Frente a esta siu¡acién se manisfestarla4, al lado delos iñtelectuales !'adultos". de su clase, los intelectuales"j6venes" que formarían'lo que, con coquqteria o,rte-guista, algunos llamarán Generación del 45. No habíadiscrepancias aparentes entre-éstos y los grupos cul-turales activos del liberaüsmq aunque en el fo,ndolatían elementos de rebelién que, muy poco tiemp{)después, madurarían.

De una rnanera populista y reaccionaria (porquelas masas ser{an jugadas para una po.lítica qus noera la de ellas), el peronisno significó una imrpcióncaótica y desordenada del pueblo en la vida socialdel país. EI hecho rornpia antiguos esquemas: nopodía ser explicado con los consuelos del überalismo.Además, en el mundo entero y especialmente en Fra:r-cia, que tradicionalmente nutrió a nuestras élites,suryla un pensarniento intermedio de )las capas inte-leetuales que deseaban romlÉr con la abstracciónliberal, insertándose en la historia mediante él "coñ--promiso".

Ese.pensamiento no podía tardar en entron:carse con la joven élite argetrtina que veía cohexlctitud deslumbrante, revelada por el fenémenoperonista, que el (mito literario no concordaba ya

'con la realidad histórica?'.Se irataba, ee ciertq de una rebelión "pneracio-

nal", como tantas otras dentro de los ciclog culh¡ralesdet país. Pero había algo que la sostenía con másímpetu que a sus predecegoras en €ste siglo; su coia-cidencía cü¡¿ sn rnornanto de crisis real em el pensamiento dornínante de las'étites. No se trataba sola-mente de uná polémica de "jóvenest' contft¡ "adultos"dentro de similares marcos ideólogicos; no se trataliade peleas por el verso libre o por el ver:lo rimado,sino de un enfrentarniento en el plano general &l'as ideologíaq aunque ¿mbos extr€mos se ubicaSenen los mafi:!É de la conciencia pocible bn¡rguesa.

n rE

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R.EALISMO

Si la novela y la poesla languidecian y €ra neceraria,por tanto, una ¡enovación expresiva, también (ysobre todo) languidecla una respuesta ideológicageneral al problema contemporáneo de la comunidad,desnudado por el peronismo. Y eso no se podía satis-facer con meras pujas de capilla literaria.

Tal vez a partir de ahí pueda ocpücarse el hechoúnico (sólo emparentable con la Generación del 37)de la profusión de ensayos teóricos que caracterizaa esta promoción, hostigada por intermgantes queexigen respuestas ideólogicas. Nuestro país no hazuperado aún, evidentemente, la etapa' rornánticaefl su 'evolución cultural. Esto no es de ningún modoilégico (aunque sea anairónico), pues se vincula conun estado real de precariedad nacional que buscatransformarse en autoconcie¡lcia. Es un,problemapropio de los países dependientes que no se integra-ron como entidad nacional en la etapa ascendentedel capitalismoi pero tiene, además de esos rasgosgenerales, particularidades derivadas del desarrollohistó'rico argentino: especialmente, las que se ori-ginan en el gran peso inmigatorio que srodificó lasbases demográficas y culturales de nuestra comuni-dad a fines del siglo pasado.

Como los románticos europeos de hace un siglo,los argentinos se preguntan hoy por la "argentini-dad". ¿Qué es Ia Argentina?, en lugar del clásicointerrogante heineano sobte {Qué es Alemania? Y enla propia base de la pregunta está clavada la arort-

. bigüedad metafísica. Porque la Argentina que quie-re descubrine no es la de su verdadera realidad,sino la clue deriva de presuntas "invariantes histG

'ricast', la que se o(presa en un mistificado "ser na-cional". Y de esa manera, ese pensamiento teleo-Iógico sobre el país opera con la mii¡ma instrumen-tación irracionalista que en el siglo pasado ofreció,

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REALIDAD LA BUSQUEDA DE.LA REALIDAD

somo respu€sta antüluminista, el romanticismo seac-cionario: f,specialmente el ,alemán, crryo oolkgeistpreside cómo una adherencia obcecada todo el edi-ficio conceptual de nuestros intuicionistas. Esta simi-.litud,

este enlace, se estableció en nuestra culturacutemporánea a través de intermediaciones: no fue.Herder, por supuesto, el maestro de los MartínezEstnada, sino Nietzche y Spengler, Heidegger y elconde Ke¡nerling, her6deroc, a. su turno, del ro,r¡an-ticismo espiritualista

Esta caracterización de las influencias,no preten-de convertirse en una torpe acusación de p$uaintelectual -para los discípulos. El intuicionismo, quesurge con ímpetu en nuestra.cultura despu& del 30,era una respuesta a los t'vacíos', que creaba el fra-caso del pensnrniento liberal. Frente a la crisis. delpafu que restalló a partir del 6 de setiembre de 1930,b falencia de los instrumentoo liberales produjo un"vacío". Las capas medias, que habían tocado Aes-de 1918 las ilusiones de la hegemonía de la vidanácional, advertían con el fracaso del yrigoyenismo(suspend-ido'sobre el fondo del crac ecónhmióo),que la ilusión conclula, que todo debía empezar áenuevo.

¿De dónde provenía el fracaso? euedó anotadoqrre el "progresismo" de las capas medias deambulóriempre en busca de un caudifáje de real izquierdaque le diese sentido y estructura. No lo errcontril.La política oligárquica tenía a su servicio al viejofiberllislo y al flarnante nacionalismo regresivo. IÁpenpectivas de cohesionar un pensamien-to nacionaldemocníüco desde el seno mismo de la pequeñalurguesía hablan fracasado junto con et fraóasó delpartido político^que ilebió ser el elernerrto "o*i*-G de ese ascenso de las capas nedias y que, por,riéios de origén, no lo fue +un€. SA{, d"áaUa,

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*.f,ALtSMO R,EALI.NA.D l

:-LA BülQU'EDa DE LA RTALTDADéntonceE el *vacío!'. Ese "vacíot' angusti.olo qutma¡ca con sus signos de som.bra toda la liter¿turaprecrftica, toda la literatura de'la soled¿d, n¡cidaalrededor de 1925. Vacío hacia atrás, hacia un Pa-sado inexistente o inasible que determinaba --comolo anoté alguna vez Borges- la precariedad de al-go "que no era ya la pintoresca barbarie y gue aúnno e¡a la cultura". Y !'vaclo" también hacia lo Po¡.venir, hacia un futuro que se _temía, porque el pre'{¡ente oo podla definirlo. De ahi su{gió la reryuestaintuicionista, ontológica, cuando la crhis debió afir-mar la r€spuesta racional y transformadora. Tododebía ser ea<pücado dc alguna manera, todo debíaser cargado de sentido. Esta ambición de totalidail¡construida sobre bases irracionales,-debía derivar in'evitablemente en [a angustia, porque, otra vea, el"vaclot' no podría der cubierto.

El, pensamiento de los intuicionigtas -MartínezEstrada, Mallea, Scalabrini Ortiz- era una deses-

perada tentativa de rie¡¡contrar vínculos , entrc. los

intelectuales y el pueblo-nación. Es claro que esrl

intención se abaratabd en el mundo de mistificacionesgue envglvía los puntgs de partida del razona^mien-

to, pero de todas forrnas signíficaba la aceptacióinfundamental de que una crisis muy honda connovíaal país. Esto los diferenciaba del optimismo pan-glossiano, üadicional en nuestras élites, que tantossstragoc hiciera alrededor del Centenario. Ese opti-mismo liberal recluiría en el olüdo a la preocupa.ción fatídica de nuestros intuicionistas. D¡trante to-da la época conocida como la "década infame", elliberalisrno aristocratieante marcarla el tono de nues.tra actividad cultural: sería el punto de fusión ideo-légico entre las oligarquías y las capas medias inte-letuales. Y simultánears€nte cdr esta hegemonía yon la corrtrapoeición de ella, manifatada @ la'

:: cü€Dtro entre intelectuales y pueblo-nación sostenidasobre bases racionales.

concieneia dramática ,¡rcro sin salidas con que loointuicionistas conternplaban la crisis, se iba forjaailo,espedalmentc en Ia novela, una tendencia de ¡een-

Es la épo-ca de Max Dickmann, de Verbitzky; deRoger Plá, de Ruiz Daudet; Brolongaciones del boc-dismo, que traían a nuestra literatura toda la im,portancia, en cuanto a intenciones, dó ese rnovi-m.iento, y tdas las caducidades costumbristas, regio-nalistas y populistaa que dewiaban esas búsquedas,insensiblemeatg del camino del realismo. Estai timi-taciones tenlan -,r"hó que ver con el rctraso en laelabor¿ción man<iqta conireta de la problenrática cul-lural así cdmo con Ia inmadurez de desarrollo,delas b-ases sociales de una nueva cultura, que fuesetransfiriendo la hegemonía, del .,progtesisdo', .'agode

- la-s capas medias al izquierdismo re.¿l del prole-

tariado.

La expansión de una literatura embebida en r¡nanueva cultura, requiere soportes sociales poderoso.Es decir, requiere la presencia de un nudo históricoque catalice las definiciones. Htrbo uno *no nacio.nal-* etre sirvié mucho entre nosotrrs: la gueraciül español^, tan influyente en la actitud dernues.tra intelectualidad de izquierda que buscaba los ca-mino¡ del pueblo.

Los signos-de -la-guera civil epañola'están prt-

sentes en casi toda la novellstica de ese tiempo, asícomo lo estará luego la lucha contra el fascismá. egta última actividad. se plegaría el liberaliimo tra-

, dicional, y si el hecho tuvó una importancia qurno cabe meaoscabar en el terreno poüúco, en el cil-tural, lamentablernente, deterrrinó que el .?bog¡e_sismo" de las capas medias intelectuales se anexaln

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I,.E A L I S M O Y R. E.A L I II.A.D

a Ia tradicional hegcmonla liberalr perdiendo la po-sibiüdad de potenciar sus elementos independienter.Asl, 1945 marcaba o¡ra vez, en el terreno de la cul-turá, Ia zuperioridad del überalismo de derecha, elgue dio el .tono, ppr'su ca¡ácter desbordantementemayoritario, a la ubicación de nuestrzu élites. Deese tono --quedó dicho- participaron también los

"jóvenestt de ese grupo socio-cultural, sin que en unprincipio, cuando todo parecía estar comprendidoen la ,antinomia 'tivilización" contra "barbarie", se

manifestase la más leve actitud de distanciamiento.Aparentemente no había, siquiera, margen para una"quertlla de generaciones". Pocó después, sin embar-go, el distanciamiento adoptaría formas tan hondasque, aunque mantenido en los límites de una mis-ma concepción del mundq superaría la mera polé-mica intergeneracional por razones banales, Paratransfors¡ane en un capítulo principal de la luch4de las ideologías.

4. R¡zo¡¡ns DEL "couPRoMrso"

¿Qué habla sucedido? ¿Qué fue sucediendo ¿partir de 1946 en el pals y en el mundo Para pro-vocai ese alejamiento entre Ios "adultos" de una cla-se y los 'Jóvenes" de esa rrisma clase?

El signo de la oposición intelectual al peronismoesñrvo dado por el liberalismo, un liberalismo abs-tracto y enmohecidq instrumento final de la políticaoligárquica; gue no entendió nunca el fenórneno demasas del peronismo, que creyó que eran lo rris¡nolas muchedumbres anhelosas de cambios estructuralesque los dirigentes que traicionaban esos anhelos. Pa-ra ese liberalismo, el peronismo no.€ra la culmina-ción de una gran crisis'nacional; por ellq con tran-quilidad de esplritu, sus partidarios sólo propugna-

tan la rnrelta a las condicio¡rec de 1942 cómo solu_ción a loe dramáticos problemas argentinoe.

Fero los "jóvenes', ¿eÍ +S leían a Sártre, adverúanque en eI mundo caducaba una forma de cultura.y de vida social, comprobaban que aquí los elemen-los humanos para ese cambio posible

-estaban en su

fVoria.en las plazas en que se vitoreaba al líd;;demagógtco y que ellos, los intelectuales que se sen_dan de izquierda, estaban siendo jugados por élitesgue_ 19 querían el cambio, que pensablan qrr" l" ,,b"r-barie" no estaba dada por-el carácter fáhngista del¡r intelectualidad ligada al rfuimen (que le ñabíarlado sostén ideológico), sino sobre todo por la! ma-

T ryp"|"*.* que apoyaban ese régimen y t,r" ur"r,,cn_srnresls, Ia mayoría de la clase obrera atgentina.

Entonc.es se planteó el problema: efectivamente ellrron¡smo era una estafa, era Ia utilización del pro_btariado como masa de maniobras de un sector d,e

,":':r.!:-'

LA BUSQTJEDA DE LA N,EALTDAD

mo, Ig soluiión propuesta por los tradicionales ..maes-r¡os de la juventud,, eraj simplemente, la soluciórrdel.grupo oligárquico desalojaáo. nn át país, pues,r daba-una falsa polarización: oposición sistemáticay oficialismo nada querían decir en sí mismos. Todala lurha, a partir de ese momento, se irá delineandory l*-angustias, los triunfoe y los fracasos en el ca_nino de eliminar esa polarización fraudulenta.

.ItIo es- exlrañor entonces, que renaciera el pensa-miento intuicionista. Martlnez Estrada serla Ia ver_

las-clases altas, del ejército, del clero, de-la intelec-tualidad

-reaccionatia. pero-la solución áel liberalis-

dad ,primicial: en sus üsiones proféticas latia ladj.d"{ de un país conrradictorio!,r" oo habla sidoIic-ado-, que contradecfa Ia imagin que dell -ha-t hecho las corporaciones y loJ proiesores. Adol-Prieto lo_expresó alguna viz, sintéticamente refi_rdose a Martínez Estrada: ,,. . .al obligarme a

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r EAL I s M o Y r'r í'Lr:DA'D

', >'i -

LA BUSqUEDA DE LA BEALIDAD

ilusión de trar¡sformar a las masas peronistas en masa

dc maniobras del "progresismo" de las capas medias'

Falsamente parecíJ concluirse así con la polarizaciónqrínea del país. Nuestra historia contemporánea ha

dcmoctrado lo ilusorio de estos planteos del "progre-sismo" de las capas medias, de estos consueloe de su

anbigüedad'

enca¡ar un¿ reatidaitl desagradable me dio'-de aigura

ilá; bautismo dJ honestidad intelectual""- il"'iaUad desogradabk" ' Era la ruptura vio'

lenta de la imagen itlílica y mistificadora que a PTn'.;cipios del sigtá acuñé el liberalimo Y*lill: iirtalidad era, en cambio, dura y senstral' llen¿ de '*ia,*ot extraí¡oe, sofocantes y agreaivos, Por .eso'

;-i;á; á" los inúcionistas que habían descubierto

ee"- m.otitn se alineaban los- narradores olvidados'

ü ;Ñ"dores dolorosos de un tiempo difícil:

ü;;;;, gui*g., Arlt' Una tónica o¡istencial

;i;i; hs ñúrq,tId*, el "compromiso" toma\a

i*";-¿"- "irrJaáaníu "n Ia literatura; argentina';

ñ;A hecha ahora ia mera anotación: ya habr6

& d"t"rrt"*" en ello más cuidadmente'--t;;; lodo, *odo., cabe Preguntarse: ¿Por qu-e

"r iilmo--iuo"? Ert.'quedó-deflnido como Ylu dl

ix .ilt';. ",i.imas dentro de la ilusün de Ebntad

pernitida por el punto de vista de la alienación' es

á";tt, p* iu. "orr"i.rr"i"

posible de la burguesía' Y lare¡elie" de los 'Jóvénes'í del 45, aunque'se'levantara

simultáneanente coñtra la cultura oficial y contra la

r*-faO" liberal, no sigqificaba la ruptura con la cla-

"i: sociul de oágen. áe modo que la üscusión se

mantenia sobre una base común de concie¡cia pe-

' queño-tuiguesa de la realidad. hnto, un sectol

üp""t-ú; de estas capas medias acompañarla poll-

tial-""t" a este fendeno intelecüral, integrándolo

eR su senor al levantar las pretensiottes de uqa "ter-

cera fuerza" entrt el liberalismo cornerador y el

peronismo.' Esa sería la condición primera de lo qrie dio en

lla,¡r¡arse froulizisma entre los años 56 y 58: una ac:

;;"J;o" permitiúa en el plano sintético de lo po-n'

ii*l tÉ" .i qo" cabe¡ todoi lu motnanttx parciales

de la conciencia de una clase social), sustentar Ia

8081

Page 42: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

IV

A LA REALIDAD POR EL COMPROMISO

1. L,r pnru.rcíe or, LA NEGATTVTDAD

El punto de partida del comp:omiso es la neEati.vidad. Surge como una negación frente a una situa.ción cultural dada; como primera toma de concien-cia-de una crisis. Apresado aún en los marcos de la

' alienación, el pensamiento "comprometido" es, siriertbargo, una tentativa de libertad que a menudoda frutoi críticos de gran vigor. Significa, en sínte-sis, una oportunidad, surgida de algún hecho histórico-social de trascendencia, para el reencuentro en-tré los intelectu¿les y la realidad, mediante la rup-tura, aún cuando en el interior del pensamiento bur-gués, de vlejas correspondencias que ya no funcio-nan;' mediante la quiebra de cristalizaciones ideolé.gicas perimidas, que se hallan en discordancia conel desenvolvimiento de la realidad. Cada uno de los"nudos histéricos" que precipitan ese reajuste de las.relaciones entre los intelectuales y el pueblo-nación,marcan con su sello toda la actividad de las élites.Eno sucedió entre nosotros Jon el peronismo: crisisnacional que sosirwo la expansión del pensamiento

, "comprometido" en la literatura.' La dirección ideológica central de la vida argenti-na está impregnada pgr el liberalismo. Incluso á t.o-

¡ vés de sus negaciones (la nacionalista, especie de

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.I

REALTSMo Y nEALIE'AIt

contrar¡tforsra liberal), todo el proceso de formaciónde nuestros intelectuales nacionales giró alrededor delas premisas del liberalismo. Sin tener una figuradescollante que a través de su personalidad sistema-tizara qa dirección conservadora (como sucedió enItalia con Croce o en España con Ortega), el libe-ralismo formó loe equipos universitarios, los de la

,

gran prensa, los controles de la opinión pública. EIadvenimiento del peronismq como destrucción po-pulista de una Aqgentina que tdavía vivía de las

cuotas de zuforia anticipadas por el Centenario, apesar de los duros encontronazos de la "década in-fame", obligó a repensár el lenguaje de enfrenta-miento entre loe grupos intelectuales y la realidailnacional-popular.

¿ Cómo reaccionó la. inteligencia argentina frentea Ia nueva problemática que el pe*onismo le plan-teaba? Una actitud generalizada puede sintetizar esarespuesta, salvando los matices que ella trafa en ca-da intelectual: incomprensión, orgulloso aislamientqreprobación "inoral" de una situación definidamentepolítica, reforzamiento del !'esprit de corps" de losintelectuales como grupo agredido por la "barbarie".Los "fueros del intelectual" estuüeron, como nunca,a la orden del día; la lucha contra el peronismo era,pues, una lucha por la cultura, maltratada por. eldesborde populachero.

Pero ese liberalismo ineficaz y conformista, ligadoa la Argentina pastoril, ya tenia sus réprobos. Ellos---sobre todo Martínez 'Estrada, v Roberto Arlt-fueron los puentes que'el pensamiénto' "comprometi-do" encontró para procurarse un pasado. Hacia ese

pasado se volvió el elemento "joven" que se fuedesprendiendo de la tutela de los "viejos"-de su cla-se, cuando la coyuntura peronista les obligó ai plan-teane si loe instrumentos críticos heredados pasiva- ;

A LA REALIDAD POR EL COMP'NOMT'SO

mente servl¿n para r€sgonder a los nuevos interro.gantes.

A pesar de los'melindres retóricos, la posición- delos "viejos" de su clase de origen en relación con el

--- peronismo, era optigrista. Optimista en el sentido enque desconocía la exasperación qu€ ese fenómeno demasas había descubierto en la üda argentina; opti-mista, en la medida en que era noatalgiosa de unpasado, cuya sola rehabilitación significaría e! reme-dio de todos los males presentes; optimista, final-mente, en cuanto creía, con candor finisecular, enla equivalencia entre ttculturatt y "moral". Todoeste aparato dé mistificación acerca del papel de losintelectuales en la sociedad no podía abrir ya rutaÉútiles a la actividad creadora. La desvinculacióngeneracional, pues, se planteó sobre este trasfondode crisis ideológica. Para'ella llegaron los auxilios delpensamiento existencial europeo, pero reconocía mo-tivaciones internas. Y en esa continuidad con anticí-pos'criollos de la crisis, con interpretaciones Do con-formistas, no idílicas del país, ¿cómo no iba a apa-recer la desesperacidn crítica de los intuicionistas, deMartínez Estrada en primer lugar?

Esa desesperación . significaba una primera tomade conciencia ccin la desagradable realidad, una notade discordancia con el coro del optimisr¡o liberal.Es claro que tenía sus vicios' (y éstos no tardaríanen advertirse nítidarnente), pero era un punto departida: nuestro prrnto de partida para el "compro-miso", contra la 'torre de marfil. De los vicios delintuicionismo remozado a partir de 1945, basta elejemplo de un hombre y una actitud: el de Mure-na, réprobo gue vuelve mansarriente al corral, conlos óleos, del telurismo y la teología.

Toda esta realidad-desagradable tendrla que ma-nifesta¡sc en la ficción üteraria. El fenómeno del

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HIB .Kir*:4'E,A L I S M O Y R E A L I D A D

Effi o"ronismo (sobre todo en lo que tenía de prcsencia

fl.i.;l'' , de masas sobre la gan ciudad en crecimiento) se

El':,,:, descubría ante todo en su perspecüva estética. Al-:1 .- guien (creo que David Vfñas) lo ha dicho: Perón,

;i ' ese Buenos Airts desencajado por el peronismo, era

;: ' : un tema de novela., ' ' A través de la experiencia del peronismo, de Io

.; mente la realidad que el peronismo, como fin de un

:. ciclo cultur¿I, descubría. Como en todos los fenéme-l:: nos de crisis, la problemática que de él se derivaba ]

: , era de ambición totalizadora. Qulminaba en la en-

'-,: '' tera realidad argentina, que había sido robada, para

sostehido ,pgr el liberalismo. Y ese proceso de asun-

.,, cién de lo real por medio del o'comprorniso",.es el,'t', que selló toda É etapa última de nuesra novelístl¡': r ca, otorgándole parejos vicios y virtudes, derivados, '

. a'partir de una similar llnea de conciencia de la'1., realidad, por los diversos grados de eü conciencia

r' Y, Por supue$to por los distintos niveles. de calidadárr

-"o"rrtó a la aprehensión específicaménte estética

.- de los problemas. Apoyándose en una línea que puede

-, I realidad, la nowela argentina de los riJtimos años en-contró un tono común del que sacó sus "mejoresarrnas polémicas, las que le dieron vivacidad frente

,. dl pasaáo, aungue ya hoy .se muestren como'insu-.r ficientes al cabo de un rico proceso de fracasos cla-

sistas, que plantea agudamenie el problema del cam-- bio radical de hegemonla en la exi:etiencia sociol

, s? una literatura de agitación", ha escrito David

:l- .t:- - . :.- ',,.. :: .

LA RE,AI. IDAD POR EL

feneración. Ahora gue han pasado algo más de cin-to años desde que estos afanes cotnenzaron a ma-

,.lifestarse, y eue, además, el contenido de esos cinco'¿rios.ha sido intenso y casi definitivo para toda,éx-,'periencia futura;, puede valorarse piovisionalmente loadvénticio y 'lo necesario de los aportes específica-mente novelísticos traídos ¡ror esta generacién .'com-

prometida'l ¿Qué pasaba hasta entonces en la no-vela argentina? A pirtir de Payré,. en nuestro siglo,se ,!{! reabierto la'posibilidad de diálogo con lurealidad, mediante sótidos intentos 'de fusionar alintelectual con el pueblo.nación. Esos,intentos

-quese llarnaran, después, Arlt, Mariani, toda la izquieráaderivada del boedismq los escritores predominante-mente.costumbristas del interior- constituyeron elcuefpo vivo de la novela argentina, a pesar de susinconsecüencias teóricas y de sus limitaciones'estéti-eas.' A su ladq se mantuvo la corriente retó¡ica

-corriente'oficial, aplaudida y pr€miada- gue pue-den ejemplificar Larreta y Mallea, salvada la mo-'dernidad de este último con respecto al inverosímilautor de La Glorin de ldon Ramiro. Su literatura erael típico produrto de una élite en un país depen-diente: tliteratula de enquistamientq fina y púlcra,falsa desde el lenguaje, scgregación de una íntelti-gentsia'parasitaria.

Por razones en las que luego me detendré, la iz-quierda, que había combatido desde la novela almundo mistificado de la literatura oficial

-arrnqüeesfi¡viese inficionada, a vecesr. de restos liberales quela'emparentaban con el ciclo vigente y le castraban,al final, su cápacidad liberadora-,t no se transfor-mó en predecesora ,reconocida" de los nuevoc inten-toc aparecidos con ¡iosterioridad a 1945. Durante un ,período de varios años, en la novela argentina todoparecía limita¡sc a runa reproduccién vegetativa de

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LISMO

grandes üneas trazadas. Del 45 al 50 casi noapaÉce ningún nombre nuew. Son lm años de ElTúnel de Sibato, retórica intención de encuadra¡nosen'nna problemática contemporánea, y de BonioGrls, de Gómez Bas, resurrección afortunadamente ria-rr¿da del populismo, costumbrismo y pintoresquismoüterarios, con que en la Argentina suele confundirseal realismo. El panorama era,, pues, gris y tedioso,propio por otra parte de la dura experiencia que elperonismo planteó a nuestras élites. Ese panoraniadebla ser conmovido por una "literatura de agita-ción".

Los contenidos y las técnicas de la literatura exrs-tencial (la experiencia norteamericana q sobre to-do, francesa, pero después d,e la renovación introdu-cida por los norteamericanos), debían-ser'el elemen-to de la influencia que comenzaría a hacene sentirentrt nosotros. Las r¿Lzones pmfundas que lo deter-rilinaron, en cuanto a la actitud de los 'ljóvenes" quenecesitaban ubicarse en el drama planteado a suclase por el peronismq y a quienes no bastaban lasprecarias armas que les proporcionaban sus !'adul-

tos", procuré rnencionarlas antes. Pero además de es-

tas necesidades culturales, latían otras propiamenteliterarias, que se emparentaban con Ia obligatorie-dad de renovación de nuestras fatigadas ar¡has no--velística.3. Era necesario, de una vez por todas, intro-ducir a la Argenlina en el tiempo y en el espaciocontemporáneos, caracterízados por una doble crisis:la de la cultura "occidental" en la que se.incluíahuestra cultura y la de ésta, en particular, 'ilumi-nada por el peronismo. F{ahia, pue$, una doble ver-tiente de conmoción que era men'ester asumir: la delmundo "tradicional" y la nuestra, la de la periferiadependiente de ese mundo.

A partir de esta conciencia comienzan a valer, casi

A LA nEA,LIDAD POR EL COMPROMISO

puntualmente, todos lq presup¡¡pstos teéricc queSartne metodizara en sus trabajos literarios de 19,16

y t947.El proceso que siguió esta apertura "compromc-

,

tida", podría resumise en el siguiente esquema:'En primer lugar: La literatura a¡gentina, produc-

to de élites distanciadas del pueblo-nacifn, ha di-bujado una inugen eufemlstica; nominalista, de lárealidad. Esta imagen falsa debe ser quebrada, eli-minando todos los ocultamientos, destruyendo lacreencia de que la literatura es una cuestión de"buen gusto". Nuestra comunidád es dura y cruel, , q*

con una zona cernllesina en lá que laten conflictoscasi Mrbaros y con una gran ciudad monstruosa. ydespiadada; y como tal debe ser asumida. El con-formismo y el optimismo evangélico deben ser des-terrados de nuestra novela.

En segundo lugar: Esto supone la.utilización detécnicas y lenguajes que permitan definir la proble.mática contradictoria del hombre inserto .en dichasituación de crisis. Técnicas que posibiliten la ubi-cación del hombre eri acción, no en reflexión, ,g[e-brando la imagen tradicional de la novela argentiiia,catgada de retórica meditativa y de espíritu'de aná-üsis. Este problema de cultura (y de expresién)hace confluir h4cia zu "modelo" literario de este si-glo: la novelística nortearnericana. Ella sintetizó, di-versas experiencias tendientes a rescatar la imagenpeculiar del hombre definido por su ac¡ión y no po,rsu perrsamiento. Esas experiencias fúeron, fundamen-talmente, el cine, el periodismo y el psicoanálisis, Elcine, an cua¡rto satisface plenamente la necesidad deIa acción como clave de la definición humana; elperiodismo, mediante la ligazín inmediata del hechocon su narración y el psicoanáüsis, a través de suscntido dindmico del tícmpo que permite burca,r gn

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R E A L I D,A D

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Page 46: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

'tos, gl eneutntro sensorial cbn la rcalidad, especie deinveritario minucioso del mundo exterioi, di.raíces

-, impresionistasr' que .permite darle sentido dinámic,oal espacio.

Esta aproximaci6n a la realidad no significE co-mo ha quedado dicho, la presencia integral del rea-lismo, po.rque la concepcién del mundo Que la guíaimpide una concordancia con el sentido profundo deldesenvolvimiento de lo¡eal. Pero a pesar de ello, re-núeva en la cultura argentina há-bitos críticos degran importancia, en cuanto se. proyecJa hacia unaimagen inconformista de nuestra vida en comunida{La lucha contra la retórica sostenida en nuestra no-vela (aunque a la larga pueda engendrar una nu€varet6rica), determinó un proceso de apertura haciala vida, sostenido sobre la destrucción de tabús tra-dicionales. En álgunos, esta.pretensión derivó haciael "¡ealismo negro", es decir, hacia la utilizaciénde elernentos espectaculares y truculentos, que cor?o-boran la vigencia en nuestra cultura de cierto iectorgran" guiñolesco. del boedismo, especialmente €l re-Presentado por Castelnuovo. Por otra parte, la no-velística surgida de esta actitud crítica era típica-meart€ de tesis: con ella se quería demostrar algo,intentándose de rondón una nueva y mistificadora.ontología de "lo argentino". Ilusién típicamente ro-mántica, gue aleja del realismo y que explica lavigencia de los pensadores intuicionistas. A partir deahí es donde comienza a ctr€cer parasitariamente lanúeva retórica de que hablaba. Afártuaadamente, encierto sentido, el nipido sucederse de heihos tras-cendentales en nuestro país (caída de Perón, expe-riencia liberal bajo la "revolución 1¡6..¿¿¿s¡á?,, aflqgeo del fronüzismo y fiq de su ilusión), determinaronqup estos intelectuales, I'h capas medias de las gue

r s'M o REALID

as razoRes del'presente. Y además de é,¡-

A TA.REALIDAD.:-POR EL COMPROMISO

¡rrovieuen, reajustaran sucesivamente sus relacioneron la realidad, cumpliendo una experiencia de co-nocimiento'polltico-social a pasos de siete leguas. El

i "murenismo'', conlo exerecencia del pensamiento iri,tuicionista, símbolo claro de adónde lleva la ¡etóricaontclógica, ayuda a entender la necesidad de unaa[ocuada cotrcepción del mtrndo como trarnpolínpara una verdadera "asuncióri de la realidad".

2. Vrñ¡.s: r,A qurEsRA Dt' LA rLUsróN

David Viñas es el escritor agentino que mejor pue-de testimoniar aceÍca de esta situación cultural. Es,ademas, el escritor con obra mas importante apare-cido en los últimos años, y toda su parábola -iesdeLos años daspiadadas hasta Los dueños de la tiena-indica los vigores primarios de esta actitud ctíticafrente a la realidad, así como las definiciones a queva obligando la persistente presión de lo real. Viñases típicamente un testigo de la quiebra de.las ilusio-nes pequeño-burguesas, destrozadas por la irrupciónpopulista del peronismo. El peronismo significó, paraViñas, la finalización de un ciclo argentino ca-racterizado por la hegemonla de un sector social: la' clase media alta. Esta clase media alta en deca-dencia econémica era como el eco de ia retó¡ricacriolla; rep,rrsentaba blándos valores del "espíritu",'ancianas tradiciones sin valór ninguno, evasión de lavida que se daba en esos días. Especie de máscarasgrotescas y empolvadas gue deambulaban en un mu-seo ile cera y que habrían ds deshácerse, como óeni,tu, al primer contacto con el aire de la callp. Encambiq Pei6n y su r€gimen eran lo sólidq lo segu.ro, lo,macizo, lo concreto. También lo abnurdo, des-de Ia visión de esos. detritus de la clase media crio-lla, porque la desubicación social genera lo inexpli-

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R, l,ALIDAD L'A R.EALIDAD "OR.

EL COMPN.OMISO

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cable, lo incomprensible. Frente a un pafs perimido,hipócrita, herederp del "buen tono'', Perón (y sobotodo las masas ululantes en las plazas) fqpresenta-ban la imagen de un país despiadado que no dabacuartel. Por otro lado, como pura actitud psicoló-gica, era tqntadora esa imagen áel "Jefe", dominan-do, subordinando a la multitud. '

Viñas trae la conciencia existencial de la crisis ar-gentina. El lo ha e6crito: "No se podía ggrmaneceral margen alardeando de pureza impolutá --de ne-'cesidad de conservarla, dige- o'de una total y lúcidacorrrprensión de lo que ocurría. Era npcesario otracosa: Hundirsa, incrustarse' en lo que estaba ocu¡rien-do, oún a rbsgo, claro está, de no conseruar ni tantghtcidez ni tanta pulfiitu¿t' 4. Esa taxea de'"asumirnuestro contornot' significaba no.tenerle miedo a na-da; obviamentg no tener' miedo a la deeagradablerealidad. Había" por supuestq un subsuelo de pate-tismo literario en estas afinmaciones antiliterarias, apesar de toda la honestidad con que eran proferidas.Y a ese patetismo se enlazaba la necesidad de plan-tear tesis en las novelas, necesidad tan adherida ala letra de ellas. Viñas quiso probar que el país edi-ficado a partir de Roca era falsq qtre se deshacíaen podredumbre y que el'peronismo no había hechomiás gue desnudar esas miserias, Así construye Ccyósobrs sa rostra, inaugurando la disecbión remota deldesastre nacional; asi Los anida despiadados, uno desus libros más flojos; crónica agobiantemente lite-raria de Ios reflejos del peronismo eritre loe rrma-nentee moribundos del viejo país. Este conflictq enlo esencial, se rcpetirá en el guión de El lefe, dondeaparecen las mismas contraposiciones litera¡ias que en

D Tr¿s o cuatro ¿oJ¿s, Ef,l Revista de Derccho y Cien-eiar Sociales, Buenos Aires, Verano 1956-57. (El rubrayadome PcrtenGcc).

Ha guedado anotada la que es, a mi juiciq lenás importante (quizás la definitiva) virtud de Ví-'ñas: su capacidad narrativa. Ella se adhiere a ungusto casi mórbido por la palabra sensación; a undeleite por redescubrir a ciada instante y frente a

Ilx añss despiadailas, aunque aligeradas por incrus-taciones periodlsticas que'le otorgan vivacidad testi-monial. En medio'de estas dos novelas queda [/aDios co,tidi¿no, fatigosa disquisicion vecina a la éti-@ (o a la prctensión de la ética) , en la quo Ianejor de las calidades de Viñas, su capacidad dettaÍrat, queda oscurecida üas infinitas e irritantes{iscusiones entle sus personajes,

cada acto, la ¡naterialida¿ del contorno: una mate-rialidad que debe ser hostil y agresiva. Viñas, efec-üvamente, no ha inventado nada, pero su estilo -pri-micias del introductor- puede ya ddinirse comopersonal Én nuestra novela. Hay mucha lectura apro-vrchada por Faulkner y de Saftre; no tanta de He-mingwayo aunque el nombre de éste aparczca, a me-nudo en sur escritos. Viñas es un escritor barroco yconfuso, , por su pretensión de abarcar simultánea-mente distintos estratos del tiempo y del espacio y estainclinación ha derivado en él en núnera, sobre todocuando zus contenidos son ieiterativos. Cuando Viñasse amanera es cuando mejor deja advertir sus trucosliterarios; sólo cuando logra alcanzar estilq los tnr-coc desaparccen. Zos años despiadados e la mejormuestra del 'error .primero. Alú, sus elementos fún-damentales: densidad de su prosa, construccién delperíodo y peculiaridad de sus'diálogos, quedan casid:-pp desnudor. Los prárrafos largos, en los queabundan las interpolaciones retrospectivas, segura-mente introducidas para actualizar permanentesrenteel pasadg no logran a menudo su objetivo y consi-Bum¡ por el contrariq oscur€cer la expresió,n. Su -

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:

REALISMO Y R .E A'I" I':D I

praóa, así, resulta acumulativa . (la . abundancia dcfrases iniciadas con conjunción es abn¡madora), pemao sintética. Es evide¡rte la intención de crear una at-mósfera asfixiante de lenta y penistente decadencia, através de una ordenación de frases y palabras zucedi-

' das una detrás de otra, corno en un recuento infinitode objrtos en desuso. Pero de objetos aiaas, iluminadcspor una adjetivación referida a sus calidades materia-les (blandq sólido, macizo, fuerte, fofo), no a los atri-butos ideales que se Ie otorguen. Y por fin, comple-.tando este cosmos de relaciones formales, los diálogtx,cortantes, ásperos, agresivos. Reiteratíwos y cargosor,como llenos de humed¿d, con el ¡ecurso de agravar'6u monotonía colocando al fin de cada frase el apelli;do del destinatario, siempre brwe, hiriente como unchasquido.. En la medida en gue Viñas csnti¡uara jugando conestas estereotipadas m¿nifestaciones de su técnica. su

interés iba a diluirse. Podlan tener, si, funcionalidad,en cuanto tendían a repr$entar ese encuentro prime-ro con la superficie de la realidad, oscurecida por loseufemismos habituales de nüesffos novelistas. Se .ad-

herían a una necesidad expresiva; eso no está en dis-cusión. Sin embaqgo devendrían en fit&rrora porqu€esa necesidad expresiva se iba desgastando a sí mis-ma, como forma de un contenido de conciencia¡ has-ta transformarse en una nueva retórica. Y es intere-sante destacar que paradojalmente los elementos deretórica se acentúan en Viñas cuando narra su$ ei(pe.riencias conternporáneas (tanto en Los años despia-dadds, cuanto en sus relatos sobre el peronismo, quepensó agrupdr bajo el título de La década absurda),

, y se diluyen al enfientar temas del pasado. Pienso queel problema deriva de una condicionante psico[égica' y cultural de la que David Viñas da testimonio: la ac.titud .que mantuüerón en general ciertos sectores

: .t i':tA LA'f,,EALIDAD'POR EL COMPROMI$O

"progresistas" de las capas medias.frcnte al peronirr-mo. Al propon€rse, a través de la experiencia peronis.ta, rehacer la totalidad dp los lazos que deben-unir alintelectual con el pueblo-nación,

"uy"ron en la expia-

ción de,una culpa, lo que demuestra la última raíz cti-cista de todas sus formulacipnes. De tal manera, Iautilización de e>rperiencias autobiogúficas, en cuantoesa autobiografía fue la de un .lor¡eno' dó la clase-:di1 desencajada por el peronisná, al que no qu.ríaadherir y alejadq sirnultáneamente, de la vie¡a ,lig"r-qula,,supone uira serie de apriorisrnos prejuiciososiin-witablernente teñidos de arrrbigüed"¿-. l,u ambicióntotalizadora (el deseo de construir tesis sobre las anéc-dotas) queda limitada a transferir al conjunto. delpueblo los traumas propios de esos sectores, especial_r¡ente dentro de sus capas intelectuales, para cons.truir una suerte de "teoría del argentino;t.'Arí, .l f.-nórneno del peronismo, que tuvo caráctet vivenciaf,fué mucho más sentido prejuiciosamente, que des-entrañado de manera racional. por eso fue considera-do 'ab:urdo" y."r, este aspecto poco diferencia a !i-ñas del

-Borges que calificara a dicho período como(inverosímil y aún increíble?'. La relacü., entre am_

,::.::r'.1'

bos está contenida en el marco de la conciencia po-sible de la pequeña burguesía intelectual, qde no púe-de conte4plar al peronismo sino en los límites dL hperplejidad. El cornplejo de culpa frente a las masasperonistas no es un paso adelante hacia la concienciadel fenómeno; simplemente es el otro costado del or-gulloso aislamiento.

_ E tg problemas de conciencia ideológica de la rea_Iidad van a determinar et definitivo fraáso jel ,,com_

- promiso". El fracaso p-ugd,e arrastrar consigo al es-l.critor o prrede contrib¡ir a liberarlo m.diunt" .t "rr-cuentro de u¡a concepción dialéctica que lo acerqué

al realismo. En este sentido, Los dueña¡ de Ia tieira,

s4. 95

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N. E-A L I S M O YN. E-A L I S M O Y R. E A L I D A D

la úhima nóvela de Viñas, es el paso más serio dadopor un escritor arg€ntino "comprnmetido" hacia unaverdadera conciencia de lo real. Certificando que er¡la medida en que Viñas se despoja de su orperierrciapenbnal frcnte al peronismq gana €n racionaüdad,Los'dueños de la tierro significé una maduración enlas relaciones del escritor con la realidad y por lo tan-to un verdadero hito en su lucha contra la retóricaverbosa. Despojada casi de apriorismos (o al menosde la evidencia de esos apriorismos, poryue la adun-td de rcbar no está auscnte del todo), la últi"'a nevela de Viñas expüca, sin determinantes ontolégicossino históricos, el fracaso de una experiencia populis-ta burguesa, deshilachada por la ambigüedad. Sobreel trasfondo de hechos históricos, Yifias rccorta tipos,gue no son sus portavoces, sino que tienen verdaderalegaüdad novellstica y ütal. Por otra parte, su capa-cidad narrativa crece, como si se palpara esa alegrlade contar que da la cotidiana muerte de los pegotesretóricos. Aquí sí está el estilo de Viñas y no su r?¡r,-nera; una sensoriedad funcional y no su ca¡icatura.

A partir de ahí nace el rrKrmento de supriner queen su..obra futura se irán, cada vu, más, desbrtzandolos caminos hacia el realismo; c deci¡ hacia la rea-lidad "Los dueños de la tierra, es, con otro fondohistórico, una reguisitoria contra el propio Viñas, quecreyó que el peronismo era "absurdo". Es un testimo-nio sobre los fracasos de la ambigüedad; un teetimo-nio sobre Ia necesidad de cambiar.el eje hegemónicode la sociedad y la cultura argentina, á" uábr,

"or,el ciclo de los desconsuelos propios de las capas me-dias y ile sus derrota¡ históricas.

3. Gtnno: r,¡ cnírrcl MoRAL

En 1955, una novela, La casa del ángel, abría la ex-pectativa hacia una. autor? cuya órbita temática y

96

* LA'RTALII}AD POR EL COMPROMISO

a¡s intenciones cÉticas conjugaban un inténto inte'rrsante de rescate de la realidad argentina. 'Más tar-

&, el nombre de Beatriz Guido iría definiéndose, ¡rcrh repercusidn cinematográfica dp su obra, por la peq¡istencia de su trabajo y Por el éxito de sus edicionqs,

cofno uno de los más imprtantes, junto con el de

-David Viñas, dentro del panorama de los Düevo6 rra'

radores.'Incluso sus ca¡ninos parecieron ser parale-

los; del conflicto individual a la lenta'aceptación de

la presión de lo real, que obliga a ubicar socialmen'

te iipos y psicologías. Sin embargo, la vinculación es

más aparente quaverdadera, aún considerando la úl-tima novela de Beatriz Guido -Fin de fi'e*d*, que

parece ser la tentativa más neta de la novelista' en

zu camino particular de "asuncién de la realidad" y

con la cual -fodría

compararse los dueños db la tierra,por el escenário de anécdota político*ocial en el que

se mueven los personajes.

Dl mundo de Beatriz Guido es también -un mundoen desintegración. Ella es testigo de la decadencia de

un sector social que va quedando al margen del de"

venir histórico. De alguna manera; aunque la trama

de sus novelas nor se desar¡olle contemporáneament€al peroniimo, &te "nudo histérico" tiene nucho que

veicon lo esencial de su problemática literatura.'Sutesis sobre est€ fenómeno puede resultar parecida a lade David Viñas, en cuanto se halla Presente l1 inten-ción de reflejar el foso gue la experiencia postérioral 45 abrió en el curso social argentino y la irreme',díable decrepitud de ,lo que qúedaba en el pasado'

¿Pero es ésta la intención real de Beatriz Guido? Zaca^ta del ángel ( r otra partei y a mi juicio, su me-jor novela) anticipaba ya lo que iba a ser la obsesión

esencial de la novelista, cualesquiera fuesen las-anéc-dotas que le diesen sostén. Esa obsesión que era emi-nentemente pricologista (no peicológica), aunque se

97

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RAALISMO Y REALIDAD

relacionase con un estrato socíal determinadq se con-densaba en Ia preocupación por profundiza¡ en elpaso doloroso, dramáticq lleno de co_nflictos, de la in-fanúa a la adolescencia, en familias de Ia Argenti-na "tradicionalt', co,n una gran influencia de supen-tición religiosa y de convencionalismo católico. Loi ta-bús del sexo adqüeren en este ambi,ente importanciafundamental y se transfbrman en determlnantes de to-

'das laÉ conductas. Evidentemente estos problemas de-finen a ciertos sectores de la sociedad argentina, en losque pesan con gran ügor los prejuicios de un catoli-. cismo "español", tipo contrarreforma. Además, es-tos^ ingredientes culturales, desde el mqmento en quela ideologla de un grupo dominante tiende a transfor-\ marse en ideología dom.inante de la comunidad, influ-yen sobre otros sectores sociales, sob¡e todo aquellosque co¡struyen su üda sobre una mimesis de las cla-ses altas.

En La cgsa del dngel, *te conflicto tendría marcodentro de 'la alta sociedad porieña de hace treintaaños. En La cdda, en un estrato social muy particu-lar, parecido en cierto modo al ubicado por ios añosdespiadados, salvando todos los elementoi irreales queBeatriz Guido nnaneja a fin de cr€ar un clima pe-numbroso en el que se combina la f.antasia con-la

' realidad. En Fin de fiesta, al cabo, los mismor ele-mentos descriptivos de Ia transición doloros a a laadolescencia, se fijarrír, en el medio social en que cre-'ció nuestro caudillismo fraudulento. Salvo Li caída(aunque la obsesión moral y la sexología de represio-nes y frustraciones esté también present en ell4),La cdru de;|, (ngel y Fin de fi,astá parecen comple-mentarse en la ubicación histórica de un ciclo queacaba con la conmoción peronista. La muerte áelcaudillo en su última novela equivale a la muertede toda una é¡roca, en la'que también reinaron los

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98 99

LA REALIDAD PO'R EL COMPROMISO

de La casa del ángel. En esta última, sinIa funcionalidad novelística es mayor, en

la adecuación entre los individuos y su mar-social se da sin discordancia, sin intrusioncs pe.

Estas intrusiones de la crónica son las que ampa-la confusión existente ac"Íca de Fin de ficsta, como

riraie de lo psicologista a lo social en la obra de Bea-triz Guido. Nada hay, sin embargo, que diferencie,de manera esencial su última novela de las anterio-

-ro. En ese sentidq vale la pena dctacar su difgren-da con Los dueñas de la ünra, efectivo intento dempüar y ncionalizar el diálogo con la realidad. En

{m de'fiasta cdsten pa.ralelamente dos desarrollos:lnq el que naffa nouellsticamdt¿te el habitual con-f,icto adolescente. con todos los requisitos de presen-cia del pecado, frustración s€útimental, etc., aunqueequí el protagonista cambie de sexo; y otro el gue des-aíbe periodlsticamente una situaeión política, siempúeóservada con distante frialdad, que jamás establece¡na unidad orgánica con el conflicto central. En to-do caso existe la misma relación que se daba en Laéasa del ángel: un conflicto individual suscitado en el-¡eno

de Ia clase.alta argentina, sin que el trasfondo de

Iq desrnanes'políticos adquiera demasiada importan-cia funcional. Todo lo que queda dicho serla inritil si

cn la liase de los planteos de Beatriz Guiáo alrededor'de Fin de fiesta no estuviera esta afirmación, formu-Iada en un reportaje: "El objetivo propuesto... fueariteponef, la figtrra extraordinaria de Lisandro de laTorre a la del caudillo reacclonario de esa épo'ca".

'Apatte que sería caprichoso utilizar la técnica nove-para expresar apriorísticamente un conflicto

que debe resolver la sociologla o el ensayo histórico,es pvidente que en Fin óe fiesta, s6lo a través de la

Page 51: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

crónica y nunca de la narración, esú istención de Bütriz Guido logra manifestarse.. Las diferehcias con Los dueños de la ti¿rra son

ras. En Ia obra de Viñaq Ia crónic¡r.alimenta eldal de la narración novelística, se integra ;

rrcnte y no martha por caminos paralilos.flicto

-personal de su protagonista no puede . sertendido sin su desencadenante políticoi'en el casoLos dueños de Ia tierca¡ la alaianáa ae peongs en

N E A,T I S M O Y R E A L'I D A

Patagónia.Si la obra de David Viñas es testirnonio de la

:J- ryl librane de la abatracción hasta-llegar a- finos hilos de Ia comprensién histórica, Ia náreü

de Beatriz Guido se agota en una problómática dects éticas, permaneciendo como una crítica moralIa decadencia.de las clases altas, pe.ro desde el pude vista de otro scctor ideológióJh, lus-ilr*;;i;-y..d*: Fin de fiesta cod sus incrustaciones perio-dística-s intenta ser :-y creo gue sobre una,base dehonestidad- el primer paso h:acia la inserción en lahistori4 de Ia mórafidad inicial. No logra se;I" ;;que la.historia desfila como crónica dJsucesos, co¡r¡o!eco.r1do, y se mandene plenament, i"A.p."ai""t".Panicipando de toda Ia am'bigüedua p*pái"l ,,com.pro-miso", la novelísüca de Biatriz i"ia" acentúavicios abstractos, no puáiendo furi""ur-"J-nuncahecho^ histórico y el iecho indivi¡u; . "r, ,f"üqateria novelística. Cierto que queda como saldoplausible Ia vocacién du ,.¿or,ir,"i.=*ii"-;;; n;-d,fiesta e><presa, a diferencia de las v.oi""É, anterio-1es

d; s1 misma y limitada obsesión; puro tJa"aÁoe termrno{¡ de arte y,tratándose, simultiíneamente,de ryn arre. que -.{."¿e ,r, *rr, ¡ild";ir"*;.';aprehender Ia realidad, estos consuelos no importandemasiado. Hay una contradicción entre p,retensionesy tealización que sólo puede imputarse a'ün déficit:

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EÁ'N.EA'LTEAD POR SL COMPROMISO

dfficit en el con'ociÍniento de la realidad que se

a recreai y.gue, de resultas de esa insuficien-sélo puede ser evocado rnerced a la reconstruc-periodlstica.

Gstas limitaciones son las que le quitan intgrés ¿lde Beatriz Guido,. estimable por otra parte ena búsqueda de un estilo, y a fineza literaria.

r, conto base au$piciosa, la conciencia de una cri-Pero esa condición es aún retórica, como retórica

zu visión de la realidad. Ella se pone de manüies-de manera muy especial, en uno de sus guiones ci

: El secuestrador. Pateciera que alll rcla definicién de un ambiente bnrtal, 'que se

radicalmente.del prejuicioso mundo "tradicio-. Pero Ia concepción es gran guiñolesca y escalo.

mte: el'rescate de esa vida requiere de acusrdo aque surge: del guión, fuertes dosis de truculenci¿

nada tienen que ver con el realismo y mucho connihilismo gfa¡dilocuente y grotesco que par€ce serhábito de nuestra cultura, cuando se quiere rom-con el clrculo falso de las ilusiones optimistas.

hL "coMpRoMrso" AL REALTSMo

Los nombres de David Viñas y Beatriz Guido son,

te, los más importantes dentro de la ac-novelística "óomprometida'', pero no son los rini-Queda al ma¡gen, por ejeurplq el de Alberto Ro-

uno de loa que ion mayor ímpetu aparecie.y cuyo estilo fija, a mi juicio, otrt elemento impor-

para la crítica: el de Ios peligms del pintores-ismo, a lo lcazar:iempre tenbdores para la litera-

tura de 'lagitación": Y quedan, junta a ésta, varios: Sole.ro, Vanasco, Bondoni; novelistas,que, de al-r manqra, han intentado dar .testimonio de nues.

tra realidad y hair adheridq con los llmites dados pqr

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Page 52: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

RSALISMO Y REALIDA

su propia coneiencia y sensibilidad, a las prcpineo de la "literatu'ra comp:ometidai'. Y éste es eljetivo que inter€sa a la crítica cultural, averiguarles son las causas gue han determinado que esa ne-cesidad de ubicar la novela dentro de un diálogo conla'realidad, haya fníctificado, como corriente-domi-nante entre nosotros, no en el realismo sino ent'compromiso". Aq,rí debe volverse a lo que seplanteado ya reiteradamente en el trabajo. Sobre lamisma base de quiebra de'la "torre de marfil", y (alrnsobre la miwa base de influencias literarias), mien-tras en la Italia de post-guerra se eqrande el neo-rea-lismo, en la Francia contem¡roránea surge la teoriza-ción del "compiomisol'. Las líneas de desarrol.lo delpróceso socio-cultural nacional y la historia de la for-mación de las élites nacionales, serán, según cada pa'¡s,las razones que condicionarián la lregemonía de una uotra corriente. Interesa determinarlo ahora en nues-tro proceso; al menos aproximar las líne¿spara calibrarlo. No por razones académicas, sinopara sintetizar el estado actual de nuestras élites lite-rarias, los grados de su conciencia de la crisis y larposibiüdades actuales para rtsolverla en su totalidad,rnediante una gran lucha cultural y social.

La nueva literatura surge como expresión de lacrisis del país revelada por el peronismo. La co4-ciencia de esa crisis, que determinará finalmente lareubicación de un sector importante de nuestras élitesfrente a la realidad, surge en los "jóvenes" a partirde una dramática comprobación personal: estabansiendo jugador por los "adultos" de su clase para unapolítica minoritaria que, con revestimientos de lucha"moral", escondía un sentido social restaurddor. Pre-tendían enrolarlos, en una palabra, p;ra la defensade toda la frustración, la podredt¡mb¡e y.el fracasoque en et plís había procreadq como reacción, al pe.

102 108

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-:j¡T LA REA-LIDAD POR EL COMPROMI90

- ronismo. La situación no era fácil. Su dramatismo (alque agravaba la crisis de todos los valores "occidenta-

. l€s" en escala mundial, en medio del pánico de la"gu€rra fría") debía producir, en defecto de una po.lítica obrera independiente gue los integrase en unmovimiento popular vastor un nuevo'\¡acío" cultural.Bse "vacío'' -que he definido un poco más atrás-fue llenado con el "compromiso". El "compromiso"era la manifestación tórica gue, Ircr un lado, fun-damentaba la ruptura de la torre de marfil, tígica dela ética de derecha, y por el otro contenía la necesi-

,dad de "denuncia" pequeño burguesa de la crisis,con armas nor¡elísticas que, a' la vez, vigorizaban laer<angüe producción literaria argentina, pero sin queel fenómeno se,extralimitase de la-conciencia posiblede la clase de origen. Este último fenómeno ha sido eldecisivo para sostener entre nuestra élit€ la dominan-te del 'tompromiso'': el des@ inionsciente de no¡omper radicalmente las vallas de la cosmovisión bur-guesa. No se üata de establecer juicios de valor poresta actitud, sino de describirla, simplemente. Por otraparte, ella puede explicarse sobre una hip&esis quepárrafos arriba r¡rencioné al pasar: la carencia, porparte de la mayoúa de-la clase obrera, de una políti-ca independiente.que la transformase e¡l el foco deatraccién social que necesitan l4s capas medias páraser anancadas de la tutela

-directa o indirecta- de

las clases dominantes.

Esta debilidad -representada

através de la utiliza-ción, por la aüenación peronista, dd la c-lase obrera,como masa de maniobra de la butguesía- fue la queimpidió que, corno corriente, la actitud cr{tica de lasélites "jóvenes" se transformara €n integración revolu-cionaria con el proletariado. La que impidió, trasv-a-sando un'poco mecánicamente dicha relación al te-rreno artlstico, gue el 'tonnpromiso" devinhra realis-

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¡:-' REALISM,O Y RElALIDAD

mo. Ef p€ronismo jugó en este sentido un papeltrastornador. Proletariado y peroni$mo se identifica-tron en un sdo concepto pari'ta élite "joven¡', dadoque partcía imposible diferenciar .la cornposición deun movimiento polltico de su contenido sociali Comopara ella no hahía otra apertura proletaria qge el pe-ronismq-y simultáneamente, era imposible acompa-ñar a las viejas élites en su lucha restauradora,.el ca-mino de la espera, de la "tercera posición", del "va-cío", quedaba abierto. Era el ca:nino de la ambigüe-dad, ciertamente, y aunque el "compromiso" suryieraaparentemente por razones éticas, tenía una real fun-damentación potítica y social. Integraba un vastoca@po de acción general de un sector de las capasmedias, que resistlan al mismo ti.trrpo al peÉnismoy al pre-peronismo y ere, alrededor del 5O cornefi.zaria a manifestarse de manera más o menos organi-zada. Tan reáles eran esos fundamentos socialer i p"-líticos del 'torrpromiso", que la aparición del fron;Cizismo tuvo el carácter esperanzado de una síntesis:era lo que se había estado esperandq la posibilidadde fusionar a 7a masa peronista ("el proletariado")con la dirección de las nuevas élites .("los intelectua-les de izquierdar)'. De un solo golpe {uedarían elimi-nados los dos factores que impedían una ordenacióndel p,roceso argentino: la burocracia dirigente del pe.ronismo y la burocracia oligárquica de Ia "vieja Ar-gentina".

Lo qúe vieno después de es'ta ilusión-es cr'ónica con-temporánea y nt vale la pena detallarlo. Sólo interesa,plantear que nunca corno ahora plarecen tan ambi-guos los esquemas del t'compromiso" y tan nece*ariala elección definida por el pensamiento de la clase,obrera, a efectos de no engañarse ni trampearse en la"asunción de la realidad". Bn una palabra: ahora haquedado bien a las cla.ras que el groblearra del de¡-

104

iva de sus 6lltes.

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.{-A REALIDAD POR EL COMPROMISO

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itrlo en profundidad de la literatura argentina es

p'roblema 9t .*,4" cultural fr3eemónico,;

que la" y la "agitación"..quedan ago'tados comode una toma de cónciencia más profunda,

encarc la coincidencia de la aprehensión de ladad con su verdadero desenvolvimiento.

Estas razones sociales del auge del "compromiso"salida a la quiebra de lb torre de marfil, pue-

completarse con algunos elementoñ históricos so.la formación de nuestrts intelectuales. Sobre to-

y principalmente, con el caúnter retóricq rostátr-e individualista del pensamiento argentino. Ensentido han jugado tradicionalmente dos facto'

: en primer ténnino el fracaso de una política na-I y popular gue hubiera permitido la integra-triunfante de las élites intelectuales con el deve-

histórico. El intelectual argpntino --despu& del- ha debido mantenerse al margen de la activi-

de un gmpo cerradq, corno integrante de unacracién cufa palabra está por encir¡a del común,

tlpicamente franceea, aunque no, trxlr supuestor'

política dirigente, salvo que entrara en la co¡fa-ión oligárquica. La política resultó asi una suma

frustraciones que acentuaron el individualimo y laia a las opiniones abetractas y retóricas. La'ición de nuestra condició'n nacional, por otraexplica el auge del intuicionismo rosrántico del

ya se habló y la necesidad de explicaciones ab,so-

e irracionales sobre el "ser argentino".También tiene algo que ver en todo esto el "modelo"

al cual nuestras élites atendieran: el francá.decir, la tradición intelectual europea más impreg-

de abstracción y moraüsmo, aunque se sientabcada en los momentos de crisis por preocugaciynercívicas.. La caracteñzación del intelectual como mrem-

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:.: R E A L I S M O Y .R E A L T D A

Todq este peso retórico de nuestfa cultura (festado en su ensayística, en su novelistica y enpoesía) se agravó por l.a-tardía inserción del m¡mo en ella. La tarea dermitificadora en nuestroes enorme: como cap¿s de una geografla,en nuestra cultura cristalizaciones de la contrama con el laicismo liberal; del irracionaligno telúricon el optimismo racional, todas ellas dentro delquema de la frustración de la revoluciénca y nacional. Sobre estas bases de abstracción ytórica, sobre este'tembladeral en el que f.alta el ¿

lisis p.reciso de la realidad argentina, no es exque el "compromiso", como manifestación denegación primera y aparentemente total, hayado a los disconformistas, anhelosos de romper conque pudiera parecerse a una resurrección del

106 107

l. Axfu,lsrs DEL "BoEDIsMo"

. Quedó dicho que la apertura hacia Ia realidad-pro-p,ueita por los escritores "jóvenes" después del 45, no

buscó É integración consciente con aquellos que q

partir de 1925 se habían planteado de un modo racio-

nal, como objetivo de la literatura, el reencuentroentre los grupos intelectuales y el pueblo-nación. ¿ Por

qué? ¿Cu,ilá son las causas de ese vacío que los hi-á considerar aislados y solitarios, que les hizo ras-

u€¿¡r, en busca de continuidad, en la obra de escri-

tores individuales y no a través de su integración en

una corriente cultüal? La resprresta para esta pre-gunta lleva, inmediatamente, a analizar el papel de

Boedo y del boedinno en nuestra cultura.Boedo fue el primer impacto en nuestra narrativa

de la rcvolución contemporánea; la primera qanifes-taci{n, relacionada con la propia evolución interna de

nuestra literatura, de la nueva etapa cultural abiertaen el mundo por la e¡rtensión de la teoría y la praxissocialista. Este primer dato es suficiente Para valo-rar la importancia del movimiento y Pal? desmentir'a quienes sólo se detienen en sus limitaciones desde

el punto de vista de Ia asepeia literaria. Culturalmen-te, Boedo tiene una importancia tan grande que todald literatura de izquierda en la Argenti4a (es decirtodo el aretpo aiuo de la narrativa argentina) está

v

LAS DIFICULTADES DEL RDATISMO

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-&E.AL1S M O,Y R'E ALID AD. rnarcada por su sello. Incluso sus limitaciones nacendel boedismo: de la cristalización de hábitos traídosp". _rl boeüsmo, explicables por las condiciones cul-:"4:t -el qle el movimientó'se gestó, pero no tanjustificables después. .

Las tesis del boedismo se vinculan (basta ver, ala distancia, su$ postulados), con la voluntad suqgi-

I "l Ia mayoría de los países europeos a principlos

del 20 por incorporar a ia literaturá la, or.rerruo ,"a_lidades introducidas por el auge del movimiento obre-ro y socialista, iluminado (y definido) por el triun_fio de la Revolución Rr'.a.'-Esta tentaiiá, que en elaspecto literario-cultural era contemporánéa de la ex.pansión-vanguardista cuyas caracterí;iicas ya han gue-dado delineadas; se integraba, sin embárgo dentrode una continuidad naturalista, cuyos lÍmiies cor¡ elrealisrno no quedabaó demasiado piecisos. Una posi_ción correcta de crítica a Ia desintegración decad^entellevaba, a menudo, al conformismJy al consen¡ado.ris.mo expresivo, por lo que la lucha ior la nueva cul_tura se-limita!1 a yuxtaponer sobre moldes viejos pre-ocupaciones ideológicas nuevas, sin plantears. lu l"-cha por el realismo; es decir, la lucl¡a integral pornuevos contenidos del arte que partiesen del seno'dela realidad cultural contempor,ánea, que. aprovecha-sen bdas las

-adquisiciones- aportaáu, p", ta van_guardia a partir de la crisis dé fines de iiglo.. Esta preocupación llegó desde Europa"a nuestras

tr.A*. con el pasaporbe de Ia F¡ancia de Barbusse,de Roland o de Anatole,France (con alg,ún Zola, dáGerminal, retrasado); de la Itaü;;T.*, de los

1"T?"1 de post guerra; de Andreiev o del primerGo:ki.- Íln general, de los escritores que llegatan alsocialisrno por vía del humanismo, 'del pg!"Ur-o,del contacto naturalista con la realidad. .ir"i.

"""1guardia osburtcía. Los nombres d. ú;oüky;B"eci;

108109

lS'DITICULTADES DEL REALISMO

.'üluard son poeteriores; integran una segunda eta-en la historia de la literatura influida por losos contenidas de la realidad, una etapa -má$en que la,nocién de realisino se va elaborandoma)ror precisión y justeza.

Í,sa líterau,r*paente de la primera post guerra, aque podía definine en forma provisional como un

enriqwcido ideológicamente, tuvo con elexpresión en nuestra cultura. ¿Sólo por ra-

aes de influencia exterior? Evidentemente que no.motivos insertoo en la radicién intelectual ar-

'gentina que permiteo su expansión en aquella Bue-¡os Aires ya cosmopolita del 22.

'2. Er- pnsmnArco TNTELEcTuAL

El mal de nueStra literatura fue siempre el des-arraigo. Este problerna de la soledad del intelectualen rtlación con la comunidad, ha presidido nuestra

tidad autónoma en el sistema capitalista mundial,'Por dicho defecto histórico, nuestra comunidad in-

pórios guropeos, perro llevanilo consigo la contradic-eión de no tener siquiera frentd al mundo imperialis-

rriendo el riesgo de hacer c:ier a nuestra cultura ert

-las posiciones de un nacionalismo defensivo,'podrlan'haber eontribuido a robustecer nuestra personalidad-'eolectiv4 diferenciándola netamente de la de los paí-:ses €uropeos. Fulmos así, una suerte p4rtieula¡ de*tatfüDeost' sometidos por otros eurqpeos.

,tradic,ión literaria. Ese desanaigo -i-aún no superado+-tendría sus raíces últimas en la falt¿ de asimilaciónhistórica de los intelectuales a Ia lucha nacional-pd.pular, por causa del fracaso de nuestra revolución de-

" mtrcrática, que debió integrar a la Argentina corno en-

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R-E,,4 L r S M O Y R E A l r-D A D

Este proceso tuvo cumplimiento hasta el fin en locnúcleos urbanos (especiaimente Buenos Aires), quie-nes le dieron tono al país. Porgue aparte de ellos se

'extendía la dilatada naturaleza en la que perdurabanformas tradicionales (españolas, herencia no destruidade Ia contrarreform,a), que iban perdiendo vigenciapoco a poco, en la medida en que la nación se trans-fonnaba parcialmente por la presencia de grandesmanchones de desanollo capitalista.

Imponibilitada la integración nacional-popular delintelectual (en la que soñaron, como imperiosa necesi-dad aqgentin4 los teóricoe del 1837), dadas las fallasesenciales de la estmctura social-nacional, la üteratu-ra dql 80 fue la resultante lógica de esa situación dedistanciamiento entre élites y pueblo. IJna üteraturaque aunque asumiese externas forrras nacionales (so-bre todo porteñas), se colocaba por encima de la ver-dadera realidad nacional-popular, transfonnándose enun producto minoritario de élites a espaldas del país,que construían $u "mundo de la cultura" como unaciudadela de nuer¡oe ricos. A, partir de ahí el procesode la literatura argentina Be va diferenciando del dela literatura latinoamericana en su conjunto. No siem-pre, es claro, esa diferenciacién fue perjudicial, co-rno lo prétenden los teó'ricos de un nacionalismo res-taurador. En última instancia ella surgió también denuestras necesidade como comunidad naciona\ dis-tintas a las de la "otra" Arnérica Latina y nos dio'la poeibilidad de incorporar lo europeo

'tttod"*o,

abriéndonos el camino hacia Ia asimilación de las nue-,vas realidades sociales y culturales qu€ conmueven aImundo.

Pero la problemática derivada del 80 (a pesar de'que sea imprescindible deslindane de la crftica que aese fenómeno cultural han hecho los "tradicionalislas") ,trajo profundos signos de desacuerdo entre los inte-

110 111

'.¡ nrrIcULTADEs Dür. N,EÁLISMO

y el pueblo'nación,'ensanchando la brgchasu separación histórica. Tan widente €s esto que

hoy la influencia del 80 (es decir, la influenciafrac¿so de la revolución nacional en nuestra cultu-por vía de un liberalismo socialmente reacciona.que nos intrducía en el mundo "modernol'), pro-

en la üteratura argentina como urur línea cul-indeleble: Borges'es su eq¡onente más talento,

Y no sólo €so: es también, quizás, el más típicode la actividad intelectual de nuestras

No es una excepción, "una flor de invemácu-, corrpo se dijo, sino el mejor producto que'podía

de una élite ubicada de manera incorrec-en la realidad cultural de un país dependiente.

L¡ r,rmn¡ruRA DE rzqurERDA

Con el 900 nace entre nosotros la literatura de iz-Ella coincide con la aparición, en la gran ciu-

en crecimiento, del proletariado industrial de orr-inmigratorio. Alrededor de este hecho se van po-

los intelectuales, qué encuentran en él unade integrarse con el pueblo-nación. Esa li-

de izquierda tenüá sello anárquico y su in-se prolongará, casi hasta formar una conti-

ad inintemrmpida, con el boed,istno.La literatura argentina, pues, se abre a lo "social"medio de las nubes retóricas del anarquismo, acom-

en lo especificamente literario, con el "mo-, también retóricq también abstracto. .

Así como los escritores del 80 (Mansilla, Cané,, Groussac) prep€raron el camino para una li-

de espaldas al país, a p€sar de que en ciertos

-madurez de su proea, po.r ejemplo- re-

un aporte estimable p,rala forrnación delenguaje lite¡a{o argentinq los escritores que po-

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drlamo¡ llarnar provisionaltdgnte del 90 (Cambacefét;Martel, Mestá, etc.) significaron el mejor antecq,dente *y el más inmediato- de nuestra primera lit

' teratura, de i4uierda. Si los del 80 hablan reflejla euforia artificial de las élites bajo el rcquismo,del 90 serían el iisrnógrafo de la gran crisisque comeruaúa a demoler la fachadadel país. agropecuario.i ,

La quiebra de las estmcturas tradicionales se

zaba a principios de siglo con el crecimiento objetiv<ide dos fuerzas sociales destinadas a transformanezu.superación histórica: la clase obrera y laña burgues'ta; ambas, en,lo esencial, de origen igratorio. El anarqui"mo, el socialismo reformista yradicalismo serían las fórmas ideolégicas en que (

til al arte y a la poesía. Pbr primera vez se prducía,con características totales, el divorcio de las élitesterarias con la clase que conducía el procesoEse es un hecho de gran irnportancia en nuestra,cul'turar.,que influirá hasta nuestros días. Antes del 90Q

la simbiosis escritor-hornbre político era casi

presión social se manifestaría.En el terreno ctiltural, rnucho más la primera que

Ias otras dos, seguramente porque la nece¡idad de rugtura que los intelectuales se planteaban. con Ia soc¡

dad en que vivían exigían {ormas de aparentetotal, y porquerel individualismo anárquico se

mejor a 6u actitud espontaneísta y filantrópica. Isociedad de principios de siglo era deflnidamente hq

A partir de ahí, sólo epi#ica: la separación entreescritor y la polltica; es decir, eitre su actividadpecífica y las tareas conjuntas de la cornunidSd,cada vez mayor. .Con la ayuda del ana¡quisrno, eI itelectual del 900 manifiesta su r¡oluntad de ien el proceso popular; rornpiendo así de ma¡rerajante (o creyendo romper, que paq el caso es lo

112778

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ls:'or!'rcrttLTADEs DEL EEALISIIO

j'' Lo ""rrotión social" era él soporter de esta litera-

,ará q* "" algunas formas 9..:ry.*t63: cono ef iel-i;;rñq;tttó rina importanci,a liminar' Hay que adml'-;;

"r, oo, años para advertir el punto de partida'

., ñ; los {rltimoo esiertores de la clase patricia' de su

i p"Lut ciclo histórico, Porque luego.había de rezur-

J iit a" hs aparentes i"*pát, a pattit dl lo: Xl-{1"

¡; ;; t*; ciclo (sin incluir il puente'transaccio-

-o¡ *ti" doa épocas, que fue Sáenz Peña) tüvo r&s:

g* oiot""t* Á I "i9i*".o-9: J*,."1i"' ry*::'' L-spondió Ia violencia, individuaüsta, espontá-nea'

, *átq"i"", de la incipiente clase obrera' E PT.tli':';;;t=;;;"b" " sá personaje de nuestra re{i$ad'

- f ct" é1, "el pueblo", Ln sentido lato, cuya Ytldi"?:

"i"" t" inicitba, porque se lo veía como sujeto de

- ;.d* las tei.cíones;'mucho más como mártir que

como héroe.

La visión anarquista es siempre una visión fatídica'

S. .rin""lu más a ia desesperación posible del- Proleta-, ri.¿o, que a la comp"esióti-hi.tórica de su poder como

;1"*, en la medidu'"o qr,. adquiera autoconciencia'

- * otga"i.e y luche. EstJ visi¿n se encontrarla "gq*, d**Jrrt"

"o., Iu que traían los intelectuales. dglloia'

J*. o"" no enconiraban otro lugar en la sociedad que

"i í"i"¡" de galeotes en el periodismo coaneir'ial o

"l cti-u de sot-idaridad corpoiativa de la "bohe'mlat'': loi* ellos y esa imagen anárquica de ps proleqfos

hi¡tórico de esa situación.

;;"b" la coinciden.L ¿" una misma desesperación;

.. aran los agredidos, los "parias sociales", como ge

! gustaba decir entonces.

) co¡r esa sociedad que lo relegaba a planos secun'

¡*. Sl ma), maafkiio, de Gálvez, es el mejor tes-

" El anarquisrno' como tendencia teórica, lnrnca pG'

di"á fundamentar una expansión del realismo en Iaüteratura. Sus modos legl-timos son los del natr¡ralis-

.: ::

.::

Page 58: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

REALISMO Y REALII,AIIlmo, como toma de conciencia descriptiva de Ia reali.

jad, al que pueden adosánele f"o*i ,"*á.rticar, áIa medida €n que se intenta darle sentido áL ,r":, " l"ttTffi

li'teratura der 9oo, """;r"';;mteratura de izquierda, fue literaiura de tesls. Grandi_m:lrr,:lrtn:t?, perturbada por la retórica. Su.concepcrón_del pueblo le'impedía reflejarlo a no ser denr1ro de los marcos de la'filantropi", aei *pietismo,,.E_ra necesario describir su dolor, 'tur'ttus",

de la er<_plotación. P-opulismo y ,,pietismá';;;;;; Ias basesqe nuestra literatura de izquierda, como Io están la

!?1"!:4 de _probar y ro "o"r."r ácia, Ia abstraceión

rceológtca. Hasta ahora nuestra actividad literaria nose- ha liberado del todo de .rta h"r."Jr,-qu.

" t "_vés det boedisma adquirirá """;;;;"ltlr,"iu.Resumidos, estos lastr€s de nuestra prlmltiva tite- .ratura deizguierda pueden darnos .f .igri"ii";;;;;_maz

-En Io fílaróficó, concepción pop,ifirt, a" Ia cla-l"^_:!t"-, filantropismo, mesia"ir*á pi"f.turio, t*-:encla maniquea a no profundizar ei las relaáionesn_u_manas.slno a presentar arquetipos: EI Obrero, in_

lyfTi,:-"astigado,. sujeto áe tódos los dramas po-

:11TI "r,Uurgués, "visto al través de una irnagen que,

?:::? de matdad, sería invencible,y a ta que jOIopodñan alcanzarle condenas morales. La woblemáti-ca, por más que se orientase a Io ,.social[. ," *arri_festaba crudamente ira;Já"álirt","""r* l ri.oico en elpensamiento anárquico.

,^3:^! ̂ !:yario, i11a. teorética abstracta degeneraríarogrcamente, en retórica. Una retórica q,,, .rr*ntru_ría campo abierto en el ,imboii*- J.li, _"a"*is-

lT: Lu retórica se manifestab" .;-.I*;;n"i" ur*¡lltT:j:"_"",^ por. ejlmpr"¡- " "n J-;,o"rT'g"tsrFdel

,teatro. Ai¡arte, Ia mala herencia=romáñtiü no.esraba superada y por el contrario, penistía tercamente

1Lt, 115

¡tS DIFICULTADES D¡L REALISMO

través del engolamiento en la expresión. Paralela-aparecía or,5'¿* actitu4 que en Carriego tuvo iT-

y mérito para siempre, porque de algrnaintroducía el mundo de lo cotidiano en una

ica de ab,stracciones, p€rQ gue en sus continua-se malbarató y, entrt cosas, fijó la retórica delMe refiero aI "humildismo", a la actitud pia-

frente a lor pobres, a quienes se {ebía proteg€rsu.6lebilidad frente a las agresiones sociales. LJna

ra plañidera, en fin, que niega, pese a su ho-probable, al realismo y lo reernplaza por el

una corriente. Vistas asi sus fallas de origen,

¿hafuá que considerar las fo¡mas de su aparición co-

mo un hecho perjudicial? IJna conclusión tal no Po-dría sostenerse: el movimiento anárquico-literario del900, como intento de acercar los intelectqales al pue'blo'nacién, tuvo una importancia cultur4l enorme.

Aparte que trajo nombres, como el citado Carriego ocomo Sánchez o como Payr6, qüe hablan del t¿lentoy de la rnadurcz de una literatura. La obra de Payróo de Sánchez, comparada históricamente con la deescritores posteriores, no ha siáo arln superada. Las li-mitacionc no era¡, en todo caso, de ellos, sino de lacqmovisión limitada a_ la que adherían o por la cúalestaban influídos. Una literah¡r¿ que aspire a inte-grar estéticamente las nuevas realidades creadas porla clase obrera, no podrá inspirarse en el credo deBakunin.

t¡rtimentalismo y, a veces, por la cunilería.. Estas son las líneas generales con que la izquierdar integra por primera vez en nuestra literafura, inau-

4. Le sor.Bo*p DB LA cENERAcór.¡ nsl 22

Boedo es el segundo capítulo de nuestra literaturade izquierda. Prolónga -a pesar del impulso que da a

Page 59: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

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REALISMO Y REALIDA

deslastrarnos de lo que fue mala herencia del anar.qulsmo literariq deriva de su precaria fundamenta_ción teórica. Este párrafo de Castelnuovo es ilustrati,

nuestra n'arrativa- Ios viciqs teéricos d¿l 900,'en otrasituación nacional y mundial: cuanü ya ná gobo:naba- aqr¡í, directamente, el patriciado'y cu¿n?o laRev9lu9,1ón Busa concretaba ia presencia de Ia vagarevolución proletaria con que sd soñara, en infiniia¡noches de desolada bohemiá, pocos años atrás. La im-po*ibilidad boedista ae superl vicios.u"t"¡*o, ¿.

v.o:. "L¡ ideología de Boedo fué una amalgama dedistintas tendencias procedentes todas de ü mir*ifuente: el socialismo. Ilabía anatquistas, socialistas,sindicalistas georgistas, al principió. posieriormente;trots_qui$tas, apristas y comunistadr. ._

El momento histérico en que surge el boedistno (yru contracara el ,grupo de .,Florida;) es de gran im:pofancia para el porterior desarrollo de nuestra cul-tur¿. Asi .como alrededor de 1916 sé abre un ciclbadvertible en Ia üila política nacional, también nues_tra cultura ¡econocerá alrededor de esos años rasgqlu-evos. Una y otra dimensión _el desplazamieñtodel eje del poder político, el nuevo tono dóminante deLa actividad cultural-, acreditan similar origpn: poresos días estallan los elementos de un

""roüio *li"f

3ue, si bien dejó intactas las viejas €structuras, se

too j""go de la presencia de nuevos agnrpamientosde clase, advenidos al amparo del desairoilo de lasfuerzas productivas en et país. - .-----

Enfocados con esa intención total, no será diflciladvertir los lazoa que, a partir de 191b, atan la victo-r¡a e-Iectoral del radicalismq Ia Reforma Universita_na, l7 _huelga de los chacareros de la pampa gringa,conocida co,mo

'.'El Grito de Alcorra"; ;,i; Ia .,$e.

mÍrna_ Trágica" de 1919. Bstos aconteciírientos lcaaauno de los cuales, por supuesto, tiene su p,ropia his-I

aa^t76

8 DTFICUET'ADES DEL' REALI9MO.

ioterna, su p¡o'pia dinámi¡a contraüctoria en

ln a sl misrno y en relacién al conjunto) sig'ron, en síntesis, la presencia activa de tr€s sec-

socialei en ascenso: la pequeña burguesía ur-

, el proletariado industrial y el camPesinado

idatario de tierras en la zqna cer€alsra. Estas

tuvjeron su origen, predorrinantemente, e¡ laión que r.pÁta ü á""" litoral de nuestry

ir de 187Ó. La trascendencia de este hechqrbis.a partrr d€ rü/u. rJa üascenqencra qe esre ¡lccr¡ut,fo" cónmocio¡ró capas profundas de la psicología

lplectiva de nuestro Pueblo, habní de v€nie con P¿¡r'ticular intensidad err el proceso de nuestra cultura.

El inmigrante (en el perlodo que va desde 1880 a

:¡910" ar¡ibaron más de dos millones'de ello's quq se

lxettütot, especialmente, en Buenos Aires y en elde 300 lilómetros que rodea al puerto), cons:

'.:.. Lt Reforrra Universitaria del 18 es algo más que

rituyó la base demográfica de esos nuevos lagruPa:¡qientos que ahededor de 1920 pugnan por lograr el:"jlg¡C¡¡LW Yqu 4uLuLqv ¡,sE'¡Fg

:-contrql de la vida social argentina. También Por esos

i.¿ñoe los hijos de esos inmigrantes comienzan a corls-

tituir una parte apreciable de larclientela estudi¿ntil

¡del país. Estos primeros descendientes- nativos del

Srbg" comerciante o.artesano seráli-'¡nédicos, aboga'dos, profesionales. También escritores y poetas.

:un episodio de las aspiraciones estudiantiles: en el:te¡reno cultural general, el signo de la Reforma, deri-;va{o de la conciencia de la crisis total, que ya el 90

üabía preanunciado, y de la tentativa p€queño'bur'.guesa de ,hegemonía, impregnar,á la cultura A¡genti''na hasta nuestros días. Es claro que esa impregnaciénr¡o habrá de efectubrse plácidamente, sino en medio

i-de tensiones y compromisoa de las capas nedias inte'; lectuales con los representantes del "país tradiciónaltt..- Toda esta 'coqmoción sociecultrrral que he tra-tÉdo dc apret¿r, rtcgondfa a motivaciones de ¡r¡e¡tro

fir

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Page 60: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

I

desarrollo p:rp T vinculaba con un estado universal*! "o1"tl""ia, al que el ffiunfo de la Revol"ció"Kusa daba tono. En enero de l91g se fundaba enBuenos Aires el partido Socialista i"t"r"uiioo"f y

"fman<ismo revolucionario comenzabu ""--""Lt o p"i,su ciclo de^expresión.coherente. Un uio-J"rp,rer, ."

:::f d. 1919, grandes secrores del proleiariado su-puslero.n -que

para Buenos Aires habíá ileeado la ho_ra oe la "revolución maximalista,'. También Io creyóla oliqlqur3. despavorida, d;-;"-itá' Joi1*

""¡r",LT::,"^1lfen, metidos 1 "p-s-JrtÁ;, y provocóros sangrrentos sucrsos de la llamada semánairágica.

. La literatura del 2O darát cuenta, a trav* Ae Uimrpción de la nueva "tar. -e¿ia-G;;: de estasituación. Entre Boedo.y plrriá" j_nlritü ,g"opo_

ItI"11.'que adopaar:á" lou ¿ou ,ü,"*ü"qi" se divi-

9: :y .promoción -había "riA;;;;u1if.r*"ia,ideológicas y. aún social*. S. i""'*"ór"Af;;;en.la polém.icai por ejempto ,pil;."ü;mática tadetonante afinnación d. iurt"ir,¡.rorrá,

-llñ*or"o, ¿._

fendiamos a la clase.trabajadona. nlL, AJf"oaiur, "'la oligarquía". La ¿ir.o"Jiu

"r.r;#;; dada enque, efecrivamente, el boedi,smo;;;;"d; de ma_ii."i__"plt"ira .un- arte .,,social',, *i""rrir¿r¿ü lJ"-ra_^rradrcrón de Ia primera literatura de izquierdaargenüna, y los de Florida proponían _"o*"rrt.urra inserción de Ia poseía ,ré;ir;-; hs comien-tes^ contemporáneas europeas,

,,:;1"'?"t#?1i",r,.:.t..ff H:",".i:#'tr":: j:vadores de Ia ioesía .rr""*";.."; q;;;j:ilj ü;91t: ii ynljniu_perada promoción de narradores. EIaporte de Florida fu¿ decisivo y d;iló;ncia in_n:T?[._ para Ia ruprura de un *U.'nirio y .,,lgTq" de segunda urano, u,i" ."""á", como elpropio Egtg.t lo apuntar4 uiu uez,- G-"ü"" de .los

R{ A L I S M O Y REAIIDAD

118779

,...1'i

AS DIFICULTADES DTL REALfSMO

¡oetas de M¿iiín Fier¡o y Proa... está prefigrradao algrrnas pqinas de Lunario Sentimentaf,'. Otro

podría decine de Rubén Darío; del libre Ru-no estaqueado por las remembranzas versalles-

.a1. P"l Rubén, por ejempJo, de estas cuartetas des-rnfadadas gue le inspirara Frank Brown: .,Salta del

al cielo laso / Banville lo hubiera amado asi /Btown, como los Hanlon Lee / sabe lo trá-

de un ¡)aso". Los combates de Florida @ntra

de su überación explesiva y si ese movirniento, co-mo todos los movimientos experimentales, lleva, lilbrado a sí mismo, a un/ callejón sin salida, a una¡ueva retórica, acompaflado de una vivencial in-

f ti:j

hs estragos dei-post-modernismo son valiosísimos y co-mo la retórica no es sólo adulteración de palabras,¡ino y sobre todo deterioro de contenidos viiales, no¡mede hablane de esos poetas como de puros l€no-va{ore* gramaticales, aunque ellos mismos, en su

contra el boedisrno, lo hayan manifestadoNuéstra ¡oesía abrevé en Florida buena parte .

'tqgración -en losprobledalde la corirunidad puede

.groducir las reaiizaciones rii,ás afortunadas d-" ,rnnuwo realismo inserto en la cultura contemporánea.Tal el caso entre nosouos de la poesía de Raúl Gon-zález Tuñón, fonnada er¡ los moldes de proa y deMailín Fiero.

¿Qué era Boedq en ca.srbio? De acuerdo con sr¡s

propulsores, la révolución social en la literatura. Nocaben dudas que ese clima de efen'escencia prole-tari4 de conciencia sobre el cambio inevitable de lasestructuras burguesas, tuvo en Boedo y en el bocdisinounri vigencia 'enortne. Pero era una temperatura sen-timental, mucho más que una adquisición teórica.Y' Ias raíces de esta afinnacién mla hay que adver-tirlas en Ia obra conct€ta de los escritores boedistas,

Page 61: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

REALISMO

Muchos de loa elementos dél anarquiemo del 900;'cuyas incidencias en la. üteratura quedaron resurili-

no tanfo en sis portulaciiones polámic*, óomo en ge.neral se ha hecho hasta ahora.

Boedo dio impulso ideológico a narradoies de uí'vigor insuperado: Arlt, Mariani, Enrique GanzÉ¿Iezl

Juñón, Alvaro Yúnque, Badetta, iqúr¡orim. Sin em-bargo, quien más típica^urente ha quedado como r&,p¡esentante del gmpo es Elías Castelnuovq al queirrcluso se llamó el ."Gqrki eudarnericano". Esta pre- '

minencia de Castelnuovo se origina e4 que nadiecomo él explicita mejor las caácteísticas- dcl bse-dismo como corriente-cultural, su aspecto de conti-nuación más o meno6 lineal de la prirnera literatur¿de izquierda

das, se prolongan naturalmente en Castelnuovci: so'-bre todó el populismo, el naturalismq la üsión pia-dosa de la clase trabajadora. En él está praente e1

mismo fatidismo rqesiánico que €n los áa,r.quistas,la apreciación en últi'r',a instancia cristiana dg la

el Castelnuovo de esos años) carezca por entero de"

méritix literarim; por el contrario, hay en él autén-tica fuetza narrativa, pero sobre todo han deslucien-do estas caüdades, una visión retórica de Ia realidad

para asorrarse a un mundo espeluznante, gran guiño.lesco, en el gue los límites entre el proletario y eltwnPen nó quedan muy precisosr en el que el mundode los humildes es urt recinto infernal, sombrlq nro.

, ralmmte eondenable, al que no alumbra el más mí"nimo elemento de-conciencia histó,rica. Como eñ lapriurera lit€ratura de izquierd4 ese universo de losocial-abstracto mueve al horror o a la piedad, me-diante la minuciosa catgazín naturalista de desdichas,,

condició'n proletaria. Basta leer (-aruas o Tiücblas .

y tragedias. No guiero decir que Castelnuovo lque i

¡ocial. Y esa visión retónica fue la que,sD poctuló,:

120 t21

AS DTiTTC.UT,TADNS DEL REALlSMO.

lilit¿latu¡a proletaria", hasta llevar el cam Cas-

vo como ejemplo a escala americana'

li' ,Los lastres anárquicos del boddismo se resulnen en

n"-"t.lrroovo. Peto Castelnuovo no era el único es-

htor influido Por las ideas en boga: - he men=

iáorrado los nosrbres de Arlt, de Mariani, de'Bar'Ltta, de Enrique Go¡tzález Tuñón, entre otros' ' ¿La

+t['f"e ütcrátura prolet6r¡,4,.*T? *,Pt"l*+ÍiEuidutttt**tt no y a partir de ahí q donde, juz'

tg*¿t obras y no 'intenciones,

se advierte que las

láit "encia"

esenciales entre Boedo y Florida no er.an;,tan importantes. Los dos grupos en que }e subdividelh Ger¡eración del 22 se unen a través de una cons-

:-t*tt" socio-cultural: salvo e<cepciones penonales, la

üteratura de unbos grupos era una e*pcsión del

.lmeaso y de la sotedod xpirítual tde la¿s capa:s mc''dips

urbanos. Ambas corrientes, que a menudo llega'

: ron el violento antagonismo, encontrarán, sin em-

. ba€o, en el clirra de EI llonzhe que eqtá solo y¡, espZÁ de Scalabrlni Ortiz, la radiografla de su alma'

: .bt desarraigo de nuéstros intele€tuales eon respecto

.:{t-l'.,:ll::i

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:,'¡' -.."¡.-.i' ..:

; a la realidadlnacional deterrnina esta frustración es'

piritual. Ya ha gued-ado señalado este hecho, a P¡o:'oOrito de la pririera literatura de. izquierda. Boedo

y nUtia. significan ya la presencia de la Argentina

inmigratoria: sus integrantes son, en muchos casos,

hiios de gtiogot; .en otros no; pero el clrma espr-

ritual que-. tJ inmigración ha ido forjando en lavrda,colectiva deja su sello en todos-

Bte hecho iro elimina el desarraigo esenciat; más

bien, lo acentúa. La luoha de nuestra cultura es una

luchi perpqtua Por arraigarse a u1 yelo. fragmen;tario" pocá sólidq sin pasado; es decrr, sin natural

eontinuidad. Los hombnes de 1837 fueron quienes por,priurera vez anota¡on esta contraccién fundadenla'l:'

sin lación no ¡ruedc haber cultura;Y como'ogelaban

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Page 62: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

co¡ un instrumento racional, como la ¡iabiosi¡ es.critor-hombre-político no se úabía nór"d" no ca-1ogr, rtt_ la desesperación ni en Ia 'soledad.

La sole_oac de La Cautiua o de Martín Fielro, la soledad9|e,Pleocupa\a a Alberdi o a Sarmiento era unasorectad material lcósmica, si se quiere), pero una*t.9* que derivába del'desierto,-l"i-áirj*. n*,en, última instancia, una soledad á"i t

"*Urc frenté ,a ra naturaleza, no una soledad del hombre frentea otro$ hornbres.

nier,rs.lrb R E A , I,D A E

i,l

iritir.j

El tono de la soledad fue posterio¡mente muy dis_tinto. Ese tono sigr¡a. a. Bry{ó y Florida y adquirirárasgos patéticos en el intuicionismo posterior át gO.L,a ob3 áe Gá.lvez, cuyo carácter tesiimoniat es mu-c{ro II}¿s mportante que su calidad estética, puedefacilitarnos a través ae ¿os de sui li["*-.i diagramade esta-siruación: de Et nat;*;frü"; Hombresen .soledad se tiende el hilo doloroso dd ]nu"*o o_piritual, del aislamiento de los inteleciúales en unasociedad hostil.

Esta soledad tiene dos aspectos. Es por un ladouna soledad hacia atrás, la'soledad. dJl que nadatiene como relnal{g. Rojas, en el 12,Ilu; u Ia res-ranraclón nacronalista, Gálve invoca el solar de Iaya y Lar¡eta escribe un pastiche que de algun mo-do debía conmover a.e-sas gentes que buscatir" gr"-téritos .con desesperación. Él ZZ ,i" iri."t" el ca-mrno de Ia tradición preinmigratona para buscarseun arraigo. pero en

"u,"rbio bü; ;;;s¿ili*,rr, ,,r..,o

testamento de esa tradición: nace lí mitología deBuenos Aires, el compadritq l"-"""flia"l'or" * .r_

lllt_n:: era also ,éliao y'd. ;-;";;de dejarperderr- porque se caería en el desamp"*. V si Lu_gones habla ,descubieño,, al lu!,artl; i;";"-- .ñ;atrás, Borges escribe un libro ¡oUr" Srruri;o Carrie-go, o nejor, usa a Evari,sto Carriego p*"

""oa", ,

i(iit-i..

, 122 12E

.. en fin, a Florida y a Boedo.Pero deteng.rámonos en la soledad. del boedismo,

! qr. "r

la soledad de la literatura de izquierda. Enello tienen t¿¡rrbién. inportancia la falta de arraigohistórico del intelectual, el carácter mercantilista áeIas capas medias que desprecian la actividad artísti-ca, el rastacuerismo de'nuestras clases altas. Pero enlos boedistas, que recibieron el impacto ideológico dela revolución social" otras fuerzas acudían para com-pletar el cüma de desamparo. Sus años son en nuer.tro país de euforia econó,mica y de tranquilidad po-lítica; aparentemente no habrla c¿u6as para la an-

.J- Eiustia, cogg sí las haMa, objetivamente, después de

I la crisis del 30. Sin embargo, su literatura es- lite"r-

^s DrtIcuLT'ADES DE,L REALTSMO

Buenos Aires que se deshacía como ceniza. Eranra¡rera de aferrarse a las raíces, de encontrar

Aquella era la soledad tras las espaldas, pero hayotra, que más que soledad es abroquelamiento. Es lasoledad de quien está en contacto con miles, la so-ledad poblada, si se permite la expresión. El climalacerante ha quedado airotado. Ebtá én Arlt, está enMariani, en Rega Moüna o en Marechal, para nom-bral a dos goetas y a dos novelistas; para nombrar,

tur,a d9 la soledad; Roberto Arlt ha pintado en .Es-critor fracasado erita situacién. Mieniras Ia Argen-tina vivía un momento de eufori4 el mundo at¡áve-saba la etapa rnás cn¡da de una tra¡sición históricaentre dos éstructuras sociales; era el puen¡e entrcdoscivilizaciones el que se est¿ba transi-tando. Mientrasdesde- posiciones de izquierda y de derecha se cues-tionaba al liberalismo iradiciorial, en Ia Argentina elalveari3mo, la versión radical det libéÉlismó; condu-cía el p,roccso potltico. Volvlamos á entusiasno del

cl origen de cada cosa. El escritor neceiita la pose-¡ión entra¡iable de una realidad, gue es como

-decir

de una cultura. Si no la tiene a mano, la inventa.

':i

1l:'::-.

Page 63: Portantiero, Juan Carlos - Realismo y Realidad en La Narrativa Argentina

R:,.{ ¡ L r,s l,f o y R E A L T n *.,ucentenai'io; es decir, a la tranguiU¿ad meniircse dn,las elases altas satisfechas de la Argentina ;lul"n¡.,ma"r, "oásis de-pazi. Era un faho laraíso.del qqese saldría en el 30, cuando nuestro'país entra vio.Ientamente en la desgarradora historia conteuFporánea.'

La literatura de izquierda,' .l b*d;r*o, tomaríaconcienei¿ de esta situación precrítica y ú"bría de.s{ir a buscar instrumentos ,o"iuleu q". au-"ii.r."el confprmismo optimista. No los encontró; la claseobrera recién comenzaba lentamente a idéntificanecon el probeso activo de f". frirtrri.. Ei;"rxiJ;;revolucionario era aún un esbozo en fosnació": l"_clqo la situación de los escritores d.l g00 ;r" ;;_perior e¡r €se sentido a Ia de los boádistas, "iL*_qugqo en rñcenso era, de todas maneras, un soporte.

. social 1l que podía.reóurrin", uorq*-rr'fr;;";;

terior fuera preüsible, La crisis áel fiberalismo: no,nallaba respuesta social definida. y una literatura,de izquierda requiere un poderoso ,";;i*i.;-;;uqurerda que Ie dé- alas, que la concretg para no.caer en Ia ab,srracciór, _íd.ologic", ¿. r.- háe;ñü_.:t_:i,".,q Ia soledad. nr,* [.fu'tni" i;"";;,á-;lqlr1,lryi"g representante, en sr vida y en su obra,cel mov¡mienb del 22, que fue Robbrto Ma¡iani;pudT valer m¡ís quu- irrfiniaua.d" ,,*rf;-"F;extranjero en todas p** y bebí la *L;;;;*-l;i:"*. se ensangentaron iis p"ú ótp.r;dr;;;:tales que no se abrían y mi voz *

"oñpiO "r, .l fl-

timo.atarido. ya esty íegresmdi "'

lbI.-e;; ;prr;^.nancia aJ lib eralismo';.

5. DsspuÉs ^o¡¡, 30

. &te clima de -*1"¿¿ que le prestó a nuestra li-..- teratr¡ra tantos elemento¡ ¿e ex,ütcm¡¡¡¡mo *a¡r¡at,,

lrt125

A$ 9ItrIC'ULTADES DEL REALI$ñ¡O

econémica; el fr¿caso del yrigoyenismo, el finuna ilu¡ión. Ln Arge'útina entraba al mundo de

crisis . contemporánea.En ca¡itulos anteriorcs- m-e referí con alguna de-

a la salida intuicionhta para esa crisis. Ellauna de las expresionés, una de las respuestas d€

élite intelectual. Pero no la única; al. lado ae*ll¿' coexistió rla prolongación boedista- de ia liter¿-

Esa üteratura de izquiefiila nó pudo a¡adirse cor¡rocorriente cultural, de /as viejas timitaciones. Con-,tinuó en ella la abstracción ideológica, et costumbris-:mo, el populismo. Y se'agregó lr"U. todo en l¿t-novellstica ciudadana-. la vocacién discuniva y ana-lítica, tan presente en Max Dickmann, en Veóitzky,,en Roger Plá.

La novelística porteña de entonces era .,social", en'la medida

"n qy mostraba las derrotas enpiritualesde'las cap-as medias urbanas y les daba un tono que-joso, poseído por una elocuenciá liberal izquierdista,gtie juzgaba la crisis de la sociedad .,tradicional'aqgentina' desde las limitaciones del punto de vistageeuSñoburSués, que se coniuela cotr ,rn vago re-lormrsmo.- Había en esa novelística, por otro lado, una con-:tinuidad con la llneia liberai-poaitivista de,nuestra'euliura, que le hacía derivar, frente al desborde irra-ciónal de los intuicionistas, hácia un ingenuo raciona-,lismo deeprovisto de artistas. Estas

-capas medi4s

---eobre_toda la juventud,. que hacía irnrpción eir lasobiedad caduca de la ,,décida infamer'-- no encón-tarlan en la ciase obrera nacional el foco i"

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ción necesario para independizarse totalrnente de laelásicá tutela que el liberalismo ha ejércidó sobre el

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{'profresismot' de nuestros intelectual€s. Esto vale co-mo afirmación ueneral, solamente, ;*q";;;ñ_sible olvidar qt J fr.e precrsamente en la década del3O.cuando

"o*err-ron los primeros aportes coDCr€.toe hacia una integración dei -;ir*;;-iu ",rlt,rr"nacional. Pero de todos

-modos, "o*o -e¡emptO

deesa falta de atracción social ejerciá; *r; proleta-riado, cabe señalar que el .ri****i-p"ilr¡co másg:,.-"9. üvido p",

"J* sectores derivó de aconteci.,mrentos extra-nacionales: Ia guer"a civil española, Ialucha mur¡dial antifasclsta.Paralelarnente a ese urilverso un poco gris de Ia

.nov_elística urbana, se exp.andía la liierat,rra del in_

T:13, T"{ apegada aún al costumbrisqo'y a un ,,sen-cu¡$mo" de escaso vuelo creador. Toda'esta litera-tuy no había sufrid" .l i-pa;; d;-l* ,r.r"rr* .*,periencias narrativas: era una-prolongación de viejasexperiencias,

".ryo, i*to, variaban de acuerdo eunel talento indiviáual de cada ;ü;; rii

"lr"ttor"*, tuynobre¡ muy irr-rtrorrantes, como Jt ;; A;,ü; Kramer,por ejemplq lanzado a-la crcación p", .r* ,n*.

Paralelamente, a través de r.rrr" *á""1u-1" .l*urr_tos urbanos y rurales, tuvo auge lu "'pr.t.rrrión tes_timonial de Ia doloros" r.uliá"i- ;ffi;;;;;i;;;;

ll-.1,':l-"d:' det país,'a ta que.i-;;;ü" de Bue-nos Arres se acercaba :o-mg.a un rescoldo eo el

-que.podía re-fúgiar su necesidad p"r-ios i;;;"rrr, .rrro*ocott Ferfiles definidos y contlstad*. é;; ft.filrr, unfin,

-"americanos", qI: -qo veía en Ia ciridad. Estecamino dio tog'ros individuales *", i.ll".r, como .E/rro oscuro de Alfredo -Varela, una de Iá mejoresrcalizaciones de toda l" lit"rat*" J!u.?r,", p.roque. al cabo, tampoco iba a l.

"r*Jl='J"l ,r,r.rrorealismo, cuyo intér& no deriva de inco,rpo,rar comocrónica los elementoi fuertes le i".rüriiii¿ad, si-no de intqgrar njrrativa,mente lo humano-socirl, por.

REALISMO Y REALIDA

f26. nr

S DIFICULTADES DEL REALISMO'de peripecias indiüduales desarrolladas enier escenario. Eeas novelas eran cotno gran-scos periodísticos, muy atados a los modelosmericanos, que durante la década del 30 mar-Ios mmbos de la literatura social.

narrativo que periodístico. Vuelvo a insisthel problema del realismo es un,problema cultu-

ge-ner_al y_ no un problema de obras y artistasles. EI desarróllo estructural dé la. cultura

p (que es como decir de la vida social ar-ina en su conjunto), no podía dar las basesexpandir una literatura que encontrase los nue-

contenidos de lo social én b fibra íntima dequier conflicto y no sólo en la desespeáción deobqic o de los frigoríficos. Hay problemas de

egración cultural en nuestro país, que dificultancourprensión acabada de las ielaciones entre los

y el pueblo-nación. En ese señtido es-

iiempre rurales-

Pero sería absurdo discutir ahora eaa etapia derest4a novelística, descalificandola por su

"ár¿"t",

;tamoñ €n aparente desventaja con r€specto a los otrospaíses latinoamericanos, cuya realidad social es €x.teriormente más rica; donde b contradicción entreel otpueblcf' y sus enemigos es mucho rnris neta, por

sencia de una poderosa pequeña burguesla.

{-demás, desde el punto de üsta "críticq el nuevo¡ealismq aqul y en el mundq se hallaba

"r, ,rr, "*4!enzos. Lo que noeotros trni.mo, a nuestras esp?l-

das era, en primer lugaq la herencia abstracta de'la literatura de izquieráa y en segundo lugar, el vi-gor_de la literatura latinoámeric"iu

"r, "ri"iii"oto,aiada lógicamente a Ia descripción de conflictos casi

Por_ ello, y a pesar de todo, esas novelaj de l¿ j¿-quterda durante la .,década infamer', continuaron sien_do el cuerpo vivo de nuestra literatura. Mucho mejor :.1't

,j

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r. E A L I S lf.,o , Y h.,üII

orientadas que loo tr¿bajos de lon intuic¡o"isrli; ¿il*pagaron el duro precio de pretender el. cami¡isr..de,.:14iitcgraeión cor.r el pueblo, en momentos.de aio¡ía$aneral de la rycredad argentina-

6, Prnspr¡rn¡es DE Isu¡srRo *Etrrsxo

tane: ¿hasta qué punto el "cmproriniso,', cono

La litcratura "comprometida" ignoró todos estos-¿ntecedentes. tligié modelos individirales, po ou-"ilJ16, ccno eye,ntual _continuid¿d de una cofriente. ¿porIas fallas del boedismo y de zus prolongacionesi Eucierto smtido, sf, pero de todos modos Lte p"qg&.

gue4 acumula¡do naturalismo y pinto¡esqufu¡¡o sn:la descripción más o rnenos , áe los res;tos indígenas del país. Mucho más puede decirse enrelación con Arlt y con Mariani y- con lm cuentotde Yungue. La única superación:que tra€n los .,com-prometidos", en conjunto, se refiere a las técnicas deexpresión literaria. Y

-eso _gs poco; Forque b q"elay que tra¡cender del boeilismo y ae ioaa U pnmer¿literatura de izquierda es su visión retórica de hrealidad. De lo que se ü,ata, es.de ihtroducir trr¡€vaúfomulacionesr nuevas realidades, una nueva co¡mo.visión, sosteniendo la efusió,n séntimeutal de la í¿!quierda, como estado de ánimo, que al mismo tiempoevite la aoluntad dc ptobdr.

tura teérica y vital, supera los llmit€s del boedí¡mo.?EI 'terrorismol' de Castel¡uor¡o sigue siendo cog.*qactitud, más valioso que el de So]irq o qué el deViñas en Los años despiadados, o qué el áe Rodrí;

Esa es la tarea fundamental de los escritorea que'hoy se p-rgponen el nuevo realismo. Las pcit¡iliáaá¡:i;hoy T p.rrl"T.*l el nuevo realismo. Las poqibli¿a;i:ison ahora infinitamerlte mayores. Es neces¿rio,.ilpe11r- Ios lastre de nuestra literatura de i"quiéda 1ia.;dicional mediante una integraciO"

"o*clüia duiG,,

128 129

$ ,SI}ICU'LTAD ES D.[,L' N.'g AL¡S M O

cor¡ el d.ewnir histérico, para que sc borre

abeacsidn idd@iea. Y es nccc¡a¡.io compreodercl prcblema del rta.lhno está indisolublémcnte

a Ia culü¡ra de nu€stp tiempo, no a la delpasado; gue todas las^eonquistas expresivas de.

narativa actual, en fi¡" so¡ ttwnantos a integrardel realimo Saber que la

no ha sido gn p€rv€f,$o delirio de laia de una civiliáción, silo una forma de

parrcfal, inc,ompleta, si se quiere, Pero na-cida de las mismas entrañas del hecho cultural mo-derno. Y que aún el "comprortiso", en cuanto voca-ció'n dc reenplazar lo abstracto por lo concreto y dc

la cargazón discuniva del análisis, tiene as-

pectos rescatables.No han es clalo, rftetas poaibles, pofllu€ el rea-

limo no quiere fi¡ndar un¿ nueva preceptiva, sino'iluminar eÉas nuevas realidades que están naciendoya eh la psión.y en la intelipncia del hombre. Ycs en csta dificultad dpnde mejor se advierte su

impo*ancia, co[lo aeor¡tecimiento ]iterario.cultural.r$ólo a través del realismo, la izquivrda

-desde Bo€-

do hast¿ los 'lcomprometidos"- 6upetará el desga-

¡ra&funto de su separacién con el pueblo. Porgue elreali@o ohliga al inteiectual a una eleccién; lo libra'de la anbigüedad, lo inserta en la hisoria. Fuera deé1, en esta= Argentina en la que han caducado lassofuciones intennedias, 6lo queda el conformlsmo sla soledad.

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INDICE

-8)ÍPLICACION 7

I. LITERATUN,E Y SOCTTPAD ... 15

l.-El ne:ro i?. Nacimiento de la vangub¡dia ................. fg

E. Situadón de la "literatu¡a complooetida' .. . . 25

- 4, Los ca-inoc de lo ¡eal UII" .IMAGENATOV¡STONAL DEL REALII¡MO .... 4I

l. La e¡cocia de la rer'¿üdad 4l ;

2. El ¡eali¡mo como método .. ... ... ,..: 46

!. El ¡ealis¡no como tendencia .... .,.... 59

m. L,t BUSQUEDA DE LA REALIDAD ltl. La Argentina y el mundo 67

2. Peronimo y capas medias . 68

l. El cami¡o de la i¡tuición 72

4. Razones del "ompromiso'i .. . 78

,IV. A LA RE,ALIDAD POR EL COMPROMTSO .... 8'l. La'primacla db lanegatividad ........ 8t2. Viñas: la quiebra de la iludó¡r 9ft. Guido: la crltica moral ... ....; . 96

4. Del "oompromiso" al realismo

ú. urs DmcULTADEs DEL REALISMo .. .. .. ... lo7

l. Análfuis del "booilismo .. ..... .. fü/2. El d€raraigo intelectual

: t. u literatura de izquierda .....:............. llr.1. ¡¡ rolodad de la generació¡ del 22 ll55. Después del t0 .

6, Pcrspctivar de nue¡tro realismo .......:..... 128

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Se rerútnó de lmp¡lmlr ¡nlt¡ ?c'lli¡eg Gróflcos FEBO lrc¡[o IMS

Mq¡lln€z - P¡ov. de Bue¡og Alresel dto 27 de Junlo de t961.

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EDICIONES

CONTRIBU

PARA UNA PO

CUL

Héctor P.

EL MARXISESCATO

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MEDITACION

NACION Y

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EL MITO

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