pilar de castro entrevista con saer
TRANSCRIPT
-
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
1/8
Juan Jos Saer: el perfil propio de un proyecto estticoAuthor(s): Pilar de CastroSource: baco, 2 Epoca, No. 2, ECODESARROLLO (Verano 1993), pp. 93-99Published by: Centro de Iniciativas Culturales y Estudios Economicos y Sociales (CICEES)Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20796154.
Accessed: 27/02/2014 13:55
Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at.http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
.JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of
content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms
of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].
.
http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ciceeshttp://www.jstor.org/stable/20796154?origin=JSTOR-pdfhttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/stable/20796154?origin=JSTOR-pdfhttp://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=cicees -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
2/8
Juan
Jos
Saer:
el
perfil propio
de
un
proyecto
est
tico
Pilar
de
Castro
"Miro al interior e
un
mundo in dito
y
en
bosquejo,
el
cual reclama
que
se
lo
ordene
y
orme;
veo un
remolino de
figuras
humanas
que
me
hacen
se as
para
que
las liberte
y redima;
son
figuras ridiculas, algunas, y
tr
gicas,
las
otras;
y
no
pocas
son
al
mismo
tiempo
tr
gicas
y
c
mi
cas.
..Ya
estas
ltimas las estimo
por
encima de todo.
"
(Cicatrices)
Corr
a
el
a o
1968 cuando el
joven
escritor
argen
tino
Juan Jos
Saer
(Serodino,
Santa
Fe,
1937)
llegaba
a
Par
s.
Hac
a
pocos
meses
acaba
de concluir la
prima
vera
revolucionaria
y
sus
consecuencias
a
n
perdura
ban.
En
aquellos
d
as no
proyectaba
una
estancia
tan
duradera como la que el tiempo vino despu s a corro
borar.
Hoy
d
a,
sigue
residiendo
en
Par
s,
casado
con
una
encantadora
francesa
y
su
dedicaci
n
a
la escritura
con
la
ense anza
de la literatura
en
la Universidad
de
Haute
Bretagne
(Rennes).
Por
aquel
entonces
ya
ten
a
en su
haber
una
amplia
y
poderosa producci
n
litera
ria
que,
con
el
correr
de los
a
os,
ha ido
enriqueci
n
dose
para
goce y
disfrute intelectual
de
un
p
blico
minoritario,
circunscrito
pr
cticamente al mbito uni
versitario.
"Parto del
principio
-dijo
Barco-
de
que
lo
que
gusta
a
muchos
posee
elementos intr
nsecamente
malos."
("Algo
se
aproxima",
En la
zona,
1960).
As
se
manifestaba
uno
de
sus
personajes
hace
treinta
a os
refiri ndose
a
la
recepci
n
de las obras
literarias
por
parte
del
p
blico,
y
esta
declaraci
n,
hoy
d
a,
sigue
teniendo
vigencia
para
este
escritor,
que
con
tin
a
alejado
de las
"modas" literarias
y
del
mercantilis
mo
del
fen
meno
editorial.
Los
personajes
creados
por
Saer
-muchos de ellos
tambi
n
escritores-
son
los
que
mejor
definen las l
ne
as
recurrentes
de
su
narrativa,
sus
preocupaciones,
sus
obsesiones de escritor. Una
de las
constantes
que
domina
casi
toda
su
obra
literaria
es
precisamente
esa:
hacer literatura dentro de lamisma literatura, escribir
sobre
la
escritura,
narrar
al
mismo
tiempo
que
se
est
creando la narraci
n.
"Hay
tres
grandes
cosas
que
tienen
realidad
en
la
literatura: la
conciencia,
el
lenguaje
y
la forma.
La
literatura
da
forma,
a
trav
s
del
lenguaje,
a
momentos
particulares
de la
conciencia.
Y
eso es
todo. La nica
forma
posible
es
la narraci
n,
por
que
la
sustancia de la
conciencia
es
el tiempo."
(Cicatrices,
1969)
En
sus
obras
se
manifiesta
un
constante
desvelo
por
la
problem
tica
de la
escritura,
c mo
contar
y qu
contar.
De
ah
esa
permanente
preocupaci
n
que
gira
en
torno
a
la relaci
n
espacio-temporal
que
se
estable
ce a
la hora de
aprehender
la
realidad,
cuando
los ins
trumentos
con
los
que
contamos
para
hacerlo -la
memoria
y
la
conciencia- resultan
tan
poco
fiables.
"Porque
as como
cuando lloramos hacemos de
nuestro
dolor,
que
no
es
f
sico,
algo
f
sico,
y
lo
convertimos
en
pasado
cuando
dejamos
de
llorar,
del mismo modo
nuestras
cicatrices
nos
tienen
continuamente al
tanto
de lo
que
hemos sufrido.
Pero
no
como
recuerdo,
sino
m s
bien
como
signo."
("Sombras
sobre
vidrio
esmerilado",
Uni
dad de
lugar,
1967)
Con motivo de los Encuentros Hispanoame
ricanos
II:
Realidad
y
Ficci
n
,
celebrados
en
Oviedo
en
abril de
1991,
estuvo
con
nosotros
Juan Jos
Saer.
Aprovechamos
la
oportunidad
para
conversar
con
l,
pues,
m
s
que
una
entrevista,
es un
di
logo
entre
una
lectora
enamorada de
su
hacer literario
y
el creador de
un
serio
y
riguroso
proyecto
narrativo
"en
marcha".
93
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
3/8
PILAR DE CASTRO
EL PERFIL PROPIO...
-Si
te
parece, para empezar
podr
amos
situarnos
en
el
a
o
1957,
fecha
en
que
se
publica
el
cuento
"Un
caso
de
ignorancia"
en
el "Litoral" de Santa
Fe.
-Exactamente.
-Por
esta
poca
surgen
tus
primeros
contactos
con
los intelectuales de
la ciudad.
C
mo se
inician
esos
primeros
contactos?
-S
,
s
,
n
par
de
a
os
antes
tal
vez.
Bueno,
en una
ciudad peque a, de provincias, ese tipo de contactos se
realiza de
manera
natural,
a
partir
de afinidades.
Algu
nos
de
esos
contactos
siguen
siendo
amigos
ahora,
no?
Ellos
pertenec
an a una
generaci
n
anterior
a
la
m
a,
con
algunos
exist
a una
diferencia
de
edad
de
unos
diez
a os.
-Cuando hablas de
ellos,
te
refieres
a
Hugo
Gola,
Jos
Luis
Vittori...?
-S ,
pero
Vittori
y yo ya
no somos
amigos.
Hace
muchos
a
os
que
nuestros caminos
tomaron,
digamos,
direcciones
diferentes;
pero
con
Gola,
por
ejemplo,
s .
Cuando
uno
vive
en
una
ciudad
como
Santa
Fe,
es
natural
que
esas
afinidades
que
son
propias
de
los inte
lectuales tiendan
a
agruparlos.
-Gola,
Vittori,
Hugo
Mand
n...,
formaban
parte
de
un
grupo
que
se
llamaba "Adverbio".
Qu
relaci
n
te
un a
al
grupo?
-Efectivamente,
ellos hab
an
formado
parte
de
un
grupo que
se
llamaba
"Adverbio",
que yo
creo
que, para
esa
poca, 1956-57, ya
se
hab
a
dispersado.
Pero
en
1958 hubo
un
movimiento
interesante
en
la
ciudad,
lleg
el
frondizismo
y
con
l
vino
como
director de cul
tura
alguien
que
era
de
Santa
Fe,
pero
que
ya
no
esta
ba all
,
Paco
Urondo.
Entonces,
inmediatamente llam
a
la
gente
que
ten
a
posiciones
m
s
o
menos
progre
sistas
no s
lo
desde el
punto
de
vista
pol
tico,
sino
tam
bi
n
desde
un
punto
de vista
art
stico,
cultural. Se
rea
lizaron
algunas
exposiciones importantes,
encuentros
de
arte
contempor
neo,
etc.
-Todo esto supondr a un impulso importante para
la
ciudad,
pero por
esta
poca,
c mo era
la actividad
cultural de Santa Fe?
-Santa
Fe,
a
finales de los
a
os
50,
era una
ciudad
que
ten
a
cuatro
grandes
librer
as,
cuatro
cineclubs,
como
diez
o
doce
teatros
independientes,
un
sal
n
de
Bellas
Artes, bueno,
hoy
lo
sigue
teniendo
pero
con
qu
fines ,
y
ten
a,
adem
s,
una
escuela de
cine de
pro
yecci
n
continental
a
la
que
acud
a
gente
de Per
,de
Chile,
de
Brasil,
a
estudiar.
De
manera
que
s
,
hab
a
efectivamente
una
actividad
cultural
importante.
-A
trav
s
de
Hugo
Gola
conoces
al
poeta
Juan
L.
Ortiz.
Qu signific
para
vosotros
su
presencia?
-Bueno,
Juan
L.
Ortiz fue
para
nosotros
un
agluti
nante,
un
gran
amigo,
un
maestro
en
lamedida
en
que
era
un
modelo,
m s
que
un
maestro,
claro,
porque
Juan L. no era un maestro, no le daba lecciones a
nadie,
al
contrario,
era
de
una
tolerancia
y
de
una
comprensi
n
infinita, no?,
pero
era
un
modelo. Un
modelo
era
alguien
que
hab
a
aceptado
la
soledad,
la
pobreza,
consagrarse por
entero
a
su
obra literaria
con
una
independencia
de criterios
y
con una
formaci
n
permanente,
con una
especie
de
universalismo,
estaba
muy
interesado
en
las culturas
orientales,
en
la
van
guardia,
etc.
Nos
encontr
bamos
con
Juan
L.
cuando
bamos
a
Paran ,
a veces ven a
l
a
Santa
Fe,
en
otras
ocasiones
viaj
bamos
juntos
a Rosario o a Buenos
Aires.
A
pesar
de la
diferencia,
tan
gran
diferencia
de
edad,
ramos
sobre
todo
amigos. Juan
Luis Ortiz deb
a
pesar
44
o
45
kilos,
era
muy peque
o,
ten
a
un
hermo
so rostro
que parec
a
hecho
como
de
ra ces.
Era
un
hombre
muy
delicado, fino, sutil,
generoso y muy
pobre.
Parec
a
muy
fr
gil,
pero
esa
fragilidad
era
apa
rente,
pues
cuando
nos
junt
bamos
por
la noche
a
comer,
por
ejemplo,
a veces
nos
qued
bamos hasta las
seis de la
ma ana
y
nos
dorm
amos
nosotros antes
que
l,
pero
era un
hombre
mesurado
en
todo. Con
una
gran
fuerza
interior. Ten
a
condiciones
especiales.
-Cuando
en
1959
te
haces
cargo
junto
con
Gola
y
Vittori de
la
P
gina
Literaria
de
"El
Litoral"
se
moder
niza la
publicaci
n
y
la
convert
s en un
peque
o
centro
de actividad
intelectual,
interesado
en
la
colaboraci
n
de
artistas
y
escritores
tanto
del
pa
s
como
del
extranje
ro.
C
mo
fue
vuestra
participaci
n en
el diario?
-Dur
muy
poco.
Yo
entr
en
"El
Litoral"
en
noviem
bre del 56 yme march enmarzo de 1959. Ah estuvimos
todos
con
Vittori,
Gola...
La
P
gina
Literaria
era
una
de
las
cosas
que
hac
amos,
era
un
suplemento
literario.
Tambi
n
realiz bamos
otro
tipo
de
actividades
en
el
dia
rio,
no?
Algunos
s
lo
interven
an en
la
P
gina
Literaria,
como
Gola,
por
ejemplo,
que
no
trabajaba
en
el
diario.
-
Y
a
qu
se
debi
esa
ruptura?
porque
vuestra
presencia
supuso
una
renovaci
n
del diario.
94
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
4/8
EL PERFIL
PROPIO...
PILAR DE CASTRO
-S
,
s
,
por
supuesto...
Bueno,
la
ruptura
se
debi
a
que
un
d
a
el
director
nos
llam
y
nos
dijo:
"Miren,
muchachos,
Santa
Fe
es
una
ciudad
mediocre,
nuestro
diario
es un
diario
mediocre,
por
lo
tanto,
la
P
gina
Literaria tiene
que
ser
mediocre".
Y
ese
fue el
argu
mento
(risas).
Que
nos
pareci
de
una
l
gica...
( sas).
-Alguien
ha
dicho
que
fue
debido
a
la
publicaci
n
en
este
suplemento
de
un
cuento
tuyo
que
calificaron
de "escandaloso".
-S ,
bueno,
por
eso
me
fui
yo
del diario.
El
cuento
se
public
en
el diario
y
se arm
un
gran
esc
ndalo,
je
ra un
cuento
de
una
banalidad...
Yo
ni
siquiera
pens
que
era
escandaloso,
adem
s,
en ese
momento
yo ya
no
participaba
en
la
P
gina
Literaria.
El
que
la
dirig
a
era
Jos
Luis
Vittori,
uno
de los due
os
del
diario,
y
l
acept
.
o
acept
y
se
public
,
ntonces
se arm
un
l
o
terrible,
un
esc
ndalo
nacional
(
sas).
Y,
bueno,
en
aquella poca, en ese momento y en su momento...
Ahora,
ah
,
debo confesar
que
los directores
del
diario
me
dijeron
que
no
quer
an
que yo
me
fuese,
el
sin
dicato
me
apoyaba,
pero
la
gente
del diario
tampoco
quer
a
que yo
me
fuese.
-
Se ha
vuelto
a
publicar?
-S
,
este cuento
lo inclu
en
En la
zona,
pero
des
pu
s
no
lo
retom en
las
Narraciones
(1983),
porque
de
En
la
zona
(1960)
s
lo
saqu
tres
o
cuatro
cuentos,
los
dem
s
no,
pero por
ah debe
haber salido
en
alguna
antolog a. Hace poco alguien me llam porque quer a
hacer
una
adaptaci
n
teatral de
l.
-
C
mo
se
titulaba?
-Se
llamaba
Solas.
Son
dos
prostitutas
que
est
n
hablando
en
la habitaci
n
del hotel
donde
trabajan
y,
de
pronto,
una
de
ellas
hace
un
intento
de
lesbianismo,
pero
m s
por
angustia
que
por
otra
cosa,
ni
siquiera
la
acaricia
un
poco,
y
la
otra
lo
toma
a
mal.
Eso
era
todo.
Con
las
cosas
que
escriben ahora...
Yo
no
ten
a
la
menor
intenci
n
de
escribir
un
cuento
escandaloso,
ni
siquiera
un cuento er tico. Era un
cuento,
en mi inten
ci
n,
de
po
existencial.
Lo escrib
con
toda
inocencia,
pero,
bueno,
fue
una
cosa
espantosa,
hubo
declaracio
nes,
cartas
de las
instituciones,
del
arzobispado,
de
qu
s
yo...
El
diario
se
agot
,
hubo
una
serie
de
cosas
que
me
molestaron.
Yo
ya
estaba
un
poco
harto
del
diario,
ten
a
ganas
de irme.
Pero lo
que
me
molest de verdad
fue
que
el
diario
pretendi
hacer
pasar
eso.
Porque
hubo
una
editorial de
radio,
todav
a no
hab
a
la televi
si
n,
donde
dec
an
que
el
cuento
lo
hab
an
pasado
de
contrabando
en
el diario.
Lo
cual
era
falso.
Entonces
el
diario
no
lo
dijo,
pero
pretendi
aceptar
esa
tesis. Esto
fue lo
que
me
molest
.
Yo
le
dije
al director
que quer
a
poner
una
nota
aclaratoria,
y
la
puse.
Y
entonces
me
dijo
que
aceptaba
mi
nota
aclaratoria si
me
quedaba
en
el
diario. Le
dije
que
lo
pensar
a
pero
que
de
todas formas
quer
a
que
la nota saliera
publicada,
sin
condiciones,
porque
yo
ten
a
derecho
a
dar
una
respuesta.
En
la
nota
aclaratoria dec
a
que
yo
no
hab
a
pasado
el
cuento
de
contrabando,
sino
que
lo hab
a
entregado
en
la
redac
ci
n
y
ellos lo hab
an
aceptado.
-Y
despu
s...
-Me march del diario
y
me
fui
a
Rosario,
estuve
estudiando
un
poco
de filosof
a,
aunque
tampoco
dur
mucho.
Luego
me
fui
a
Santa
Fe,
empec
a
trabajar
como viajante de comercio, vend a libros tambi n,
hac
a
de
todo
un
poco.
En
1961
entr
en
el Instituto
de Cine
como
profesor,
all
estuve
seis
a os
hasta
que
me
vine
a
Francia.
-
C
mo
transcurrieron
esos
primeros
momentos
a
tu
llega
a
Par s?
-Bueno,
en
Francia el
primer
a o
ped
una
beca
y
al
a o
siguiente
me
propusieron
un
puesto
de lector
en
Rennes,
siempre
de
casualidad,
como me
llegan
siempre
las
cosas.
Todo
surge
de casualidad.
Todas las
cosas que me he propuesto en mi vida no las he logra
do,
pero
las
cosas
que
nunca
me
propuse...
-
Ni
siquiera
en
la
narrativa?
-Bueno,
eso
no s
si las he
logrado
o
no,
no
soy yo
quien
debe
decirlo,
probablemente,
tampoco.
Segura
mente
ten
a una
idea diferente
de
lo
que
pensaba
hacer,
y
sali
as
.
^Sin
embargo,
en
tu
primer
libro
de
cuentos
(En
la
zana,
1960)
el relato
que
cierra
el
libro,
titulado
"Algo
se
aproxima",
anunciaba
ya
un
proyecto
est
tico
al
que
se ir an
incorporando
tus textos
posteriores.
En este
relato
ya
alud
as
a
la
problem
tica
expl
cita de
la escri
tura
que
recorre
el discurso
de
la
mayor
parte
de
tus
obras
(revisi
n
de
modelos
literarios,
condiciones
y
males
del
escritor,
uso
del
idioma,
oposici
n
cali
dad/popularidad,
procedimientos
constructivos,
relato
dentro del
relato,
la
digresi
n...).
Ese
proyecto
est
-
95
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
5/8
PILAR DE CASTRO
EL PERFIL PROPIO...
tico form
una
unidad desde el
momento
en
que
empezaba
a
gestarse?
-Efectivamente,
por
eso
inclu el
cuento
en
Narra
ciones,
del
mismo
modo
que
inclu
otro cuento
breve
que
se
titula
"El
asesino",
y
puse
"Un
caso
de
ignoran
cia"
porque
fue el
primer
cuento.
Conceb
el libro
desde el
cuento
m s
reciente
hasta el
m s
antiguo,
en
orden cronol
gico
inverso. Debo decir
que
en
"Algo
se
aproxima" ya empiezo a trazar las lneas del arte. Ade
m
s,
es
el
primer
relato donde
yo
puedo
hablar
verda
deramente de
trabajo
literario.
Es
un
relato
que
me
llev
tiempo
escribir,
que
lo escrib
con
tiempo,
que
escrib
con
mayor...,
c mo
podr
a
decir,
con
mayor
control de la escritura. Es el
primer
relato donde
yo
ya
empiezo
a
escribir
como
escribir
a
despu
s,
en
cuanto
a
la
pr
ctica,
digo.
De
largo
aliento,
con
cierta dura
ci
n...,
no?
-En
este
relato
ya
aparecen
tanto
los
temas
como
los personajes como la propia
preocupaci
n que tienes
t
por
la
escritura.
-Pienso
que
s
,
efectivamente.
-
Eras
consciente de
que
fundabas
un
espacio,
un
universo literario
personal?
-Pero
yo
no
s
,
ahora
que
estamos
hablando
de
eso
se
me
ocurre,
pero
antes
no
se
me
hab
a
ocurrido,
el
cuento
sali
as
,
y
sali
as
.
Ese cuento lo
escrib
en
el
59,
ten
a
22
a
os.
Pero
no
me
estaba
planteando
para
nada
qu quer
a
hacer. No
era
consciente.
Quer
a
contar
algo,
una
experiencia
m s o menos
personal,
no?
-
Todos
tus
libros han
surgido
de
esa
experiencia
personal?
-Yo
creo
que
todos.
Ah
me
di
cuenta
de las
posi
bilidades
que
hab
a en
el
hecho de
trabajar
con
unidad
de
tiempo,
unidad de
lugar,
porque
no
hay
historias,
las
historias
no
terminan ni
empiezan,
entonces
se
pue
den
insertar
unas
en
otras.
Yo,
por
ejemplo,
ahora
podr
a
escribir
una
novela
de quinientas p ginas que
transcurre
durante la tarde de
"Algo
se
aproxima",
como
he
hecho
con
Glosa
(1986),
que
transcurre
unos
meses
despu
s
de
La
vuelta
completa
(1966),
que
es
mi
primera
novela.
-S
,
desde
luego,
esa
intertextualidad
de
tus
obras
llama
la
atenci
n,
como
tambi
n
nos
sorprende
que
el
principio
suela
ser
de
gran
efecto.
Parece
como
si
pre
tendieras
suscitar,
desde
el
primer
momento,
la duda
en
el
lector,
duda
que,
al mismo
tiempo,
parece
sentir
el
narrador,
y
que
coincide
con
el
final
abierto
que
tie
nen
tus textos.
M
s
que
un
final,
parece que
terminen
con un
"continuar
".
Es
una
obligaci
n
del narrador
alterar al lector de
esta
forma?
-S ,
claro;
adem
s,
esto
es una
especie
de
como
didad
para
m
porque yo
puedo
escribir
en
este
mo
mento una novela que transcurra, digamos, en la Am
-
rica
precolombina
y
la
voy
a
poner
siempre
en
relaci
n
con
las
otras
novelas. Del
mismo
modo
que,
en
Glosa,
W.
Noriega
tiene
una
edici
n
facsimilar
del libro
del
Padre
Quesada
y
est
escribiendo
una
tesis
sobre los
indios
colastin
,
que
nunca
existieron,
no se
sabe
nada
de
ellos,
y
tiene
en
sus manos
la relaci
n
de
abandona
do.
O La ocasi
n
(1988),
que ya
est
prevista,
como
des
cubri
Ricardo
Piglia,
cuando iba
a
dar
una
serie de
textos
m
os en
la
universidad americana el
a o
pasado,
entonces, me llam por tel fono yme
dijo
que
hab a
descubierto,
en
la selecci
n
de
textos
que
hab
a
hecho,
que
la
trama
de La ocasi
n
ya
est
contada
de
pasada
en
un
relato
de
1971.
Efectivamente,
as es.
Esta
es una
novela,
adem
s,
que yo
ten
a
prevista
desde
1960. Los
personajes
de los
Garay
de La ocasi
n
son
los
descen
dientes de
Juan
Garay
el
fundador,
y
ellos,
a su
vez,
son
los
ascendentes
de Pich
n
Garay,
y
adem
s
est
n
los
nombres,
porque
en
Cicatrices
el
m
dico
se
llama
Garay,
L
pez
Garay,
Garay
L
pez.
Siempre hay
un
per
sonaje
que
empieza
con doble
V,
todos tienen una
sonoridad
muy
semejante,
en
asonancia
en
a
y
o,
Blan
co,
Bianco,
Barco,
Barrios. El
nombre del
personaje
de
una
novela
que
estoy
escribiendo
ahora
se
llama
Mario
Brando,
otro
se
llama Walter
Bueno,
en
fin...,
no son
ni
caprichos
ni
curiosidades,
sino
que
son
maneras
de
identificar la
narraci
n,
darles
un
perfil
propio
a
los
relatos,
no?
Eso
es
todo.
-Y de
hecho
alcanzan
ese
objetivo.
Ese
que
t
te
propones
o
pareces proponerte y que los lectores por
lo
menos
interpretan
como
tal.
-Bueno...,
la
nica
recompensa
es
el
trabajo
bien
hecho,
como
dir
a
Sherlock
Holmes
(risas).
-Ya
que
citas
a
Sherlock
Holmes,
qu
me
podr
as
decir
de la
intertextualidad
que
se
aprecia
en
todos
tus
libros
y que
en
Cicatrices,
por
ejemplo,
est
llevada
hasta el
extremo?
96
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
6/8
EL PERFIL PROPIO...
PILAR DE CASTRO
-Bueno...
en
El
limonero
real
(1974)
tambi
n,
pero
es
verdad
que
en
Cicatr
ces se
ha destacado
y
fue
casi
donde
menos
me
lo
propuse.
-Y en
Nadie
nada
nunca
(1980).
-S
,
bueno,
es
cierto,
es
cierto,
porque
me
parece
que
esa
intertextualidad
es,
c mo
podr
amos
decir,
es
la
situaci
n
propia
de
todo
texto
literario
moderno,
confesada
o
no.
-Pero
no
en
todos
los
autores
se
aprecia
ese
baga
je cultural y libresco.
-S
,
s
,
s
,
es
cierto.
Yo
pienso
que
eso
de
encontrar
ecos
de
otras
literaturas,
lo
tenemos
en
Borges,
est
en
Joyce
de
alg
n
modo.
Est
en
Cervantes...
Yo
escribo,
creo,
eh?,
para
todos
los
lectores,
no
tengo
ning
n
lector
modelo,
pero
me
parece
que
mis
libros
pueden
ser
mejor
apreciados
por
lectores
cultos
que
por
lectores
incultos.
-Entonces,
no
todos
los lectores
podr
an
leer
tus
libros?
-No,
por supuesto,
pero yo
no
corro
detr
s
de
un
n mero infinito de
lectores,
no me interesan. No me
interesan
porque
lo
importante
es
lograr
hacer lo
que
uno
quiere
hacer;
despu
s,
que
lo lean
o
no
es
otro
problema,
pero
tampoco
pienso
que
los
que
son
le
dos
por
mucha
gente
son
necesariamente
malos,
es
otra
cosa.
Ahora,
el
riesgo
de
eso
es
la
pedanter
a,
no?,
pero
yo
creo
no
haberlo
hecho
con
pedanter
a,
ade
m
s,
mi
formaci
n
es
muy
deficiente,
yo
no
tengo
nin
guna
formaci
n
acad
mica.
Son
mis
lecturas,
para
m
el mundo de mis lecturas
es
tan
importante
como
el
mundo
de
mis
experiencias
sensoriales,
o son
casi
experiencias
sensoriales.
Yo vivo
m
s en
compa
a
de
ciertos
libros
que
en
compa
a
de
ciertas
personas,
no?,
pero
no se
trata de
que por
ser
culto...,
no,
sim
plemente
porque
son
experiencias
personales
intensas
y,
adem
s,
yo
creo
que
en
la
intertextualidad
hay
una
especie
de
pragmatismo
tambi
n.
El
hecho
de
decir:
si
esta
situaci
n
ya
ha
sido
tan
bien
descrita
o
hecha
por
otros,
basta
con
el
eco,
basta
con
decir
don
Juan
para
que todo el mundo sepa que se est hablando del don
juanismo,
ah
es una
tendencia,
no? Tal
vez
la
inter
textualidad
sea
una
tendencia
a
la
abstracci
n.
-Pero
tiene
dentro de
la
propia
obra
una
funcio
nalidad.
-S
,
s
,
por supuesto.
Tiene
esa,
la funci
n
de
des
pertar
ecos
r
pidamente
en
el lector.
Esas
lecturas
son
experiencias
comunes
con
el
lector
y
entonces
eso
fa
cilita
la
lectura,
o
la
ilusi
n,
no?
-T has declarado
que,
como
todo
autodidacta,
has
sido
siempre
un
lector
desordenado,
pero que
de
ese
desorden
surgieron
ciertas
constantes,
ciertos
cen
tros
de
inter
s
que
han
persistido,
decant
ndose,
y
que
son
para
ti
como
claros
en
la
selva
del
saber.
Qu
lec
turas te
han servido
de
est
mulo,
de
certidumbre?
-Bueno..., muchas,
Faulkner,
Joyce,
Borges,
Juan
L. Ortiz, Macedonio Fern ndez, Vallejo, Neruda,
Musil,
Proust,
Flaubert,
Homero,
los
tr
gicos griegos,
Shakespeare,
los
escritores
italianos
Dante,
Pavese,
Svevo.
Bueno,
y
muchos
otros,
no?,
pero
hay
algunos
que
los
he le do
en
un
momento
determinado,
Elliot,
Pound,
Dos
Passos,
Dosto
evski, Conrad,
y
han
produ
cido
en
m
mucho
impacto.
-
Lees ahora
novela?
-Bueno,
leo
menos
novela,
en
general
releo
nove
las
o
leo
textos
de
autores
que
no
hab
a
le
do
antes;
ahora estuve
leyendo
a
Henry James,
pero yo
leo
muchos
ensayos,
leo de
todo
un
poco.
-En
una
entrevista
que
te
hicieron
con
motivo de
la
entrega
del
Premio
Nadal
por
tu
novela
La
ocasi
n
dec
as
que
no
sol
as
leer
obras
literarias.
-Novela.
-
Ensayo
literario
s
?
-Ah,
s
,
ensayo
literario
s
,
pero
no
de
cr
tica litera
ria. Me
gustan
los
ensayos
escritos
por
escritores,
no?
Me
interesan
los
libros
de
antropolog
a,
algunos
libros
de
historia,
los
cl
sicos,
me
gusta
leer
a
Suetonio
o a
Diogenes
Laercio,
Plat
n.
Siempre
viene
alguna
idea
de
eso.
Me
parece
que
es
mejor
ir
a
buscar
las ideas
fuera de
la
literatura
porque
si
uno
las busca
en
la
lite
ratura
se va
a
parecer
al
autor,
en
cambio
si
va
a
buscar
lo
en
otra
disciplina,
eso
puede
permitirle
a
uno
encontrar
algo
m
s
personal,
no?
-En
tus
obras
despiertan
gran
inter
s
los
persona
jes
femeninos.
El
lector
tiene
la sensaci
n
de
que
el
narrador no puede penetrar en su psicolog a, qu ocu
rre
con
esas
figuras
femeninas
que
parecen
entes
escu
rridizos
y,
al
mismo
tiempo,
manifiestan
una
presencia
tan
firme
en
las narraciones?
-S
,
claro.
Bueno,
es
verdad
que
hay
una
incomu
nicaci
n
entre
los
personajes
masculinos
y
femeninos.
Como
en
todos
los
hombres,
con
todos los
seres
huma
97
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
7/8
PILAR CASTRO
EL
PERFIL
PROPIO...
nos.
Pero
m s
que
nada
para
un
hombre
con
una
mujer
porque
aunque
somos
casi
iguales,
en
la
especificidad
femenina
hay
una
diferencia
con
el
hombre,
es
evidente.
En
los
planos
racionales,
por
supuesto,
no
hay
ning
n
problema,
incluso si
hay
un
problema
en
el
plano
racio
nal
nos
podemos
comunicar
con
perfectos
desconocidos
tambi
n,
en ese
sentido
no
hay problema,
pero
es
cuando
estamos
en
los
pliegues
menos
conscientes
y
m s
emocio
nales,
incluso sensoriales.
En el
acto
sexual,
por ejemplo,
las sensaciones
femeninas
y
masculinas
son necesa
riamente
diferentes.
Mis
personajes
femeninos
no
cho
can,
no
hay choque,
pero
hay
como
una
especie
de
leja
n
a.
Si
tomamos
como
ejemplo
ciertas
parejas
que
tienen
excelentes
relaciones
en
mis
novelas,
vemos
que
esa
buena comunicaci
n
proviene
del hecho
de
que
se
entienden
bien racionalmente
en
algunos
campos
en
los
cuales
podemos
entendernos
todos,
y
debemos
entender
nos,
pero
al
mismo
tiempo
queda
una
especie
de
misterio
ah para el hombre, del mismo modo que para lamujer.
Si la
mujer
viese
al hombre
como
otra
cosa
que
no
fuese
un
macho
dominador,
tal
vez
eso ser
a una manera
de
querer
ignorar
el misterio
masculino,
de la
sexualidad
masculina,
por
ejemplo,
de la cual el
hombre
es
tan
escla
vo
como
la
mujer pretende
ser
esclava
del hombre.
-
Crees
en una
relaci
n
de
dominio
como
preten
d
a
sostener
Bianco,
el
protagonista
de
La
ocasi
n?
-No,
para
nada,
para
m
,
la dominaci
n
del hom
bre sobre
la
mujer
ha existido
y
existe,
sin la
menor
duda. Eso existe y el machismo existe, es una forma de
alienaci
n
social
como
cualquier
otra,
como
el antise
mitismo,
o como
el
racismo,
o como
la
explotaci
n
cla
sista de la
sociedad,
o
la
explotaci
n econ
mica,
y
lo
combato
y
lo condeno
firmemente,
pero,
resuelto
ese
problema, quedan
otros
que
son
un
poco
insolubles
en
cuanto
a
eso,
en
el
sentido
de
que
existe
una
verdadera
diferencia
entre,
si
queremos
hilar
un
poco
m s
fino,
entre
el
hombre
y
la
mujer,
es
evidente.
La
diferencia,
c mo
podr
amos
decir,
biol
gica
existe,
y
eso
transfor
ma todo en un misterio. Eso es todo lo
que yo
quise
decir
en
la
novela.
-Un
misterio
que
puede
llevar
a
alguien
a
la
locu
ra,
como
le
ocurre a
Bianco.
-Que
lo
lleva
a
la locura
porque,
en
realidad,
Bianco
es
incapaz
de
amar.
Y
eso
es
lo
que yo
quise
decir
en
el libro.
-Este
personaje
tambi
n
es
incapaz
de
aceptarse
a
s
mismo.
-Claro,
porque
ser
capaz
de
amar
supone
un
ries
go,
entregarse
a
alguien,
amarlo,
ser
amado
y
todo
eso,
pero
l
tiene
una
especie
de
megaloman
a
de
querer
controlar
todo.
-Y
puede
controlar
todo
lo
que
se
mueve a su
alre
dedor
menos su
propio
mundo
interior.
-Efectivamente,
claro;
la
gente dijo que
hab
a
una
concepci
n
ah
de la
mujer
que
era un
poco
machista,
y
es
exactamente
todo
lo
contrario,
es
una s
tira
del
machismo
en
cierto
sentido,
porque,
para
m
,
Bianco
es un
personaje
siniestro,
la
gente
cree
que
yo
me
iden
tifico
con
Bianco,
y
para
nada
me
identifico
con
l.
Bianco
es un
personaje
siniestro,
es
un
canalla.
Lo
que
pasa,
que yo
lo
pinto
de
manera
neutra,
es
un
tipo
que
se
entrampa
en su
propia
megaloman
a,
no?
-Tambi
n es un
personaje
que
est
buscando
su
propia identidad. Hay indicios muy claros en el texto de
esta
b
squeda
ya
desde la
primera
p
gina,
como
la varia
ci
n
de
su
nombre,
su
escritura
cuidadosa,
prolija,
su
pasado
brumoso,
la forma de
ordenar
su
escritorio...
-S
,
s
,
s
.
Claro,
es un
tipo
que
estaba al borde
de
una
especie
de
locura,
era un
tipo
que
viv
a
de
su
locu
ra;
en ese
sentido
era una
especie
de
artista.
Y
cuando
encuentra
a esa
muchacha,
a
Gina,
ah
se
encuentra
con
la horma
de
su
zapato;
ella
es
la
simplicidad
mis
ma,
que,
a
mi modo de
ver,
es
totalmente
fiel,
le im
porta un r bano el otro, al contrario, toma al m dico
como
un
loquito
tambi
n.
-En La ocasi
n
hay
otra
cosa
que
sorprende
bastan
te,
y
es
el
corte
que
se
efect
a en
la narraci
n
para
dar
paso
a
otro
relato,
el de
los
Reyes Magos.
-Ese
tipo
de
cosas
ya
las
hab
a
hecho
un
poco
en
Nadie
nada
nunca,
donde
hay
una
ruptura
en
la
que
se
empieza
a
contar
la
historia de
un
caballero
y
sus aven
turas
amorosas.
Todo el mundo
dijo
que yo
era un
escritor
er
tico,
y
es
una
s
tira
de
Sade,
es una
burla,
es
una broma sobre Sade.
-
Y el relato de los
Reyes Magos
tambi
n
es una
burla?
-Bueno,
el relato de
los
Reyes
Magos
es un
modo
indirecto
de decir
que,
en
realidad,
Garay
L
pez
tam
bi
n es
positivista,
Antonio
tambi
n
es
positivista,
tam
poco
cree en
nada.
Pero,
al
mismo
tiempo,
es una
98
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp -
7/21/2019 Pilar de Castro Entrevista con Saer
8/8
EL PERFIL
PROPIO
PILAR DE CASTRO
especie
de
met
fora del
escepticismo:
no
naci
nadie,
no
hay
ninguna
redenci
n.
-Esto
muestra
tu
propio
escepticismo
hacia toda
una
cultura,
la occidental.
-S
,
s
,
por
supuesto,
efectivamente.
-Si acudimos
al
texto
b
blico
en
que
se
narra
el
episodio
de
los
Reyes
Magos,
la
interpretaci
n
que
le
damos,
desde
el
punto
de
vista
de
la cultura
occidental,
es
que
los
magos
iban
buscando
la
verdad
y
esa
verdad
era
el nacimiento
de
Jes
s,
es
decir,
la
verdad era
Jes
s.
Sin
embargo,
en
el relato
que
aparece
en
tu
obra,
los
magos
no
encuentran al ni
o,
por
tanto,
no
encuentran la
verdad.
-S
,
claro,
por
supuesto,
nadie la
encuentra.
-Ni
Bianco,
ni
Garay
L
pez,
ni
ninguno
de
los
perso
najes
que
buscan
la
verdad la
encuentran. Y el
tapecito?
-Bueno,
el
tape
Waldo
es
una
especie
de
relaci
n
profesional
con
respecto
a
Bianco.
En
realidad,
Bianco
quiere
controlar todo
eso
y
es
imposible;
adem
s,
el
tape
Waldo
tiene
en
la novela
la
caracter
stica
de
que
es
el
que
pretende
tener
la
verdad
y
acuden
a
l
por
eso.
Aunque,
bueno,
el
tape
no
pretende
nada,
s
lo
le
gustan
los
caramelos,
pero
su
figura
representa
eso.
Todo
el
mundo,
la
gente
que
est
buscando
cierta
ver
dad
cree
que
el
tape
se
la
puede
suministrar
y
ni
siquie
ra
entienden
lo
que
dice.
-Y
esa
especie
de bienaventuranzas
con
que
se
cie
rra
la novela.
-Al
final,
s
,
claro,
es un env
o.
Esta
novela
est
concebida
como una
balada
con
cinco
estrofas
y
un
env
o,
y
en
el
env
o se
convocaba,
generalmente,
al
pr
ncipe
o
a
la
dama,
y
ac
es a
todos
esos
pobres
tipos
que
andan
dando
vueltas
por
ah ,
como
si la novela les
estuviese
un
poco
dedicada,
no?
-La
novela
recoge
momentos
importantes
de la
historia
argentina
del
siglo
XIX,
pero,
sobre
todo,
hay
un
hecho
que
destaca
por
encima
de
todos
ellos,
el de
la
emigraci
n
europea.
-S
, al
mismo
tiempo
la
novela
cierra
ese
per
odo
pre-inmigratorio,
porque
yo
no
escribo novelas
hist
ricas,
es
como una
met
fora,
como
una
f
bula.
La
frase
con
que
termina
la
novela,
"Aqu empieza
la
peste",
quiere
decir
"Aqu empieza
la
Argentina
tal
como
la
conocemos".
-Este
final
te
da
pie
para
iniciar
tal
vez
otra
novela
o
un
relato, ;no?
-S
,
tal
vez
escriba
un
relato,
por qu
no?
Va
a
tener
una
hija
a
lo
mejor,
bien
pelirroja
(risas),
porque
todo
el
mundo
me
va a
preguntar
si
ser
morena
o
pelirroja.
99
This content downloaded from 129.219.247.33 on Thu, 27 Feb 2014 13:55:51 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions
http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp