pengue prologo

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  • 8/2/2019 Pengue Prologo

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    El siglo XXI ha encontrado a lospases en vas de desarrollo, y en es-pecial a la Argentina, frente al rema,nido y no resuelto escenario de dis-

    cusin cmo preservar yministrar correctamente sus recur-

    1&

    y Agrzcuttura maustrlal ytransnacionalizacin en Amrica

    aborda-el de

    y la tierra,

    Walter A. PengueCompilador

    ,fA,i\PR()PIACIN YELSAQUEO'DELANATURALEZAr----..

    Con prlogo deJoan Martnez Alier

    Conflictos eco lgicosdistributivos en la

    Argentina del Bicentenario

    r- m ~ - mI.

    I

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    ..

    Prlogo

    Conflictos ecolgicos y lenguajes de valoracin

    Dan Martnez Alier

    La economa ambiental de origen neoclsico explica las externalida-

    des (es decir, aquellos efectos negativos o a veces positivos no recogidosen los precios del mercado) como "fallasdel mercado",As,si el cultivo desojay la aplicacin masiva de glifosato,afectan a la salud de poblacioneshumanas, o agotan algunos nutrientes, eso es una falla del mercado que

    no daprecio a esos daos. Similarmente, si el crecimiento econmico ba-sado en la quema de combustibles fsiles causa un aumento de la con-centracin de dixido de carbono en la atmsfera y por tanto un cambioc1imtico,eso se debe a que "los precios estn mal puestos", Fallas delmercado, sa es la curiosa expresin, que para algunos economistas po-

    dran ser corregidas con la aplicacin de cierto tipo de impuestos,Otros autores, muy reacios a la intervencin estatal fiscal, prefieren

    ver las externalidades como "fallosde gobierno", fracasos de los gobir-nos que no se ponen de acuerdo en establecer normas ambientales in-ternacionales o que no aciertan a imponer una estructura de derechosde propiedad sobre el ambiente,

    Hay otra lnea de pensamiento en estas cuestiones. De dnde nacen

    las externalidades? Desde la Economa Ecolgica, ponemos atencin alcrecimiento de los flujos de energa y de materiales en la economa, y ala salida de residuos. Es la perspectiva del Metabolismo de la Sociedad,que Marxmencion en El Capital (acudiendo, entre otros, a los estudiosdel padre de la qumica agrcola moderna, Justus von Liebig sobre elguano del Per y los nutrientes agrcolas) pero que ni Marx ni los mar-xistas desarrollaron, de manera que no existe una tradicin de historiaambiental-econmica -social marxista,

    El metabolismo social es la perspectiva que en la segunda mitad delsigloXXhan desarrollado Nicholas Georgescu-Roegen, Robert U. Ayres,

    * Presidente de la Sociedad Internacional de Economa Ecolgica, www.ecoeco.org

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    Herman Daly,Ren Passet, Manfred Max-Neef, JosManuel Naredo y sudiscpulo ascar Carpintero, Marina Fischer-Kowalskiy su grupo en Vie-na, John McNeil,Mario Giampietro, Jess Ramos Martn, Fander Falco-n, Mara Cristina Vallejo,MarioAlejandro Prez Rincn, WalterAlbertoPengue y algunos otros en los campos de la economa ecolgica, la eco-

    loga industrial, la agroecologa o la historia ambiental.Al poner atencin en el metabolismo de la sociedad, las externalida-

    des no son ya espordicas fallasdel mercado o fallasde la accin guber-namental sino que adquieren carcter sistmico, un carcter inevitable.La economa humana es un subsistema de un sistema fsicoms amplio.La economa recibe recursos (ya menudo los explota ms all de su ca-pacidad de regeneracin) y produce residuos. No existe una economacircular cerrada. La economa est abierta tanto por el lado de la extrac-cin de recursos en la fronteras (la bauxita en arissa en la India, el petr-leo en el Parque Nacional delYasunien Ecuador) como de la produccinde residuos. Los perjudicados no slo son otras especies no-humanas ylas prximas generaciones de humanos (que no pueden protestar) sino

    que a menudo son tambin gente pobre, y que s protesta.De ah, lapenetrante frase de Enrique Leff hace ya veinte aos en unacpite de su libro, Ecologay Capital: "Delanlisis margina lista de lasexternalidades a la accinde losgrupos ambientalistas marginados': Es-t costando mucho en la Amrica Latina que polticamente triunfe esaperspectiva del ecologismo popular. No se quiere ver que los daos eco-lgicos producidos por el crecimiento econmico, negados tanto por li-berales como por la mayora de los marxistas, se harn sentir cada vezms, y ser difcil entretener a los pueblos con las promesas del creci-miento econmico para todos.

    La ola econmica neoliberal ha coincidido, desde 1975 o 1980 (triun-fo de Pinochet, Videla,Thatcher, Reagan) con el auge cada vez mayor dela crtica ecolgica a laeconoma. El clculo del PIBoculta ms de lo que

    ensea. Hoyse ensalza al mercado como mecanismo racional de asigna-cin de recursos, e incluso se pretende' que los problemas ecolgicossurgen de la ausencia de racionalidad mercantil privada, como en el ca-so de la mal llamada "tragedia de los bienes comunales". Por el contra-rio, el punto de vista ecologista pos lleva a dudar de los beneficios delmercado. Sin duda, el mercado impone una bsqueda de ganancias, loque ayuda a un uso ms eficiente de los recursos tal como se vio tras elcrecimiento de los precios del petrleo en 1973y tambin ahora con labsqueda de una mayor eco-eficiencia (lo que puede desencadenar laParadoja de Jevons:ms eficiencia en el uso de recursos, costos relativosms baratos, por ende mayor uso de recursos).

    111"""'"

    La apropiacin y el saqueo de la naturaleza 15

    El mercado no garantiza que la economa encaje en la ecologa, yaque el mercado infravalora las necesidades futuras y no cuenta los per-

    juicios externos a las transacciones mercantiles, como ya seal attoNeurath contra VonMises y Hayek en los inicios del famoso debate so-bre el clculo econmico en una economa socialista en la Viena de

    1920.Ahora bien, si el mercado perjudica la ecologa, qu ocurri en laseconomas planificadas? No slo han supuesto una explotacin de lostrabajadores en beneficio de una capa burocrtica sino que, adems,han tenido una ideologa de crecimiento econmico a toda costa, unagran ineficiencia en el uso de recursos (debido en parte a la ausencia deincentivos que el mercado proporciona) y"adems, les ha faltado la po-sibilidad, por ausencia de libertades, de tener grupos ecologistas quecontribuyeran con sus acciones a incrementar los costos que empresaso servicios estatales deben pagar cuando destrozan el ambiente. Aspues, la desaparicin de esos regmenes debe abrir buenas perspectivaspara el eco-socialismo del siglo XXI (donde socialismo quiere decirigualdad, visin mundialista, control comunal -no estatal- de los me-

    dios de produccin) y especialmente para el ecologismo de los pobres ypara el eco-feminismo. Los marxistas de la Vieja Izquierda han de reci-clarse, si viven todava, pero los liberales no han ganado.

    Existe desde hace tiempo un ecologismo popular aunque a primeravista parece que el ecologismo es un movimiento de la clase media de al-gunos pases ricos que creci afinales de los 60y principios de los 70.Di-gamos, a partir del excelente libro de Rachel Carson, La Primavera Silen-ciosa, de 1962.As, parece haber ms preocupacin por la destruccindel bosque tropical en Washington nc. que en el Trpico.

    Sin embargo, existe un ecologismo de los pobres, fcil de descubriren los fuertes movimientos de la India (Medha Patkar, en la defensa delro Narmada), en Brasil (desde Chico Mendes) y tambin identificableen la historia europea y de otros continentes.

    Hoy ya en la Argentina hallamos ejemplos de este ecologismo popu-lar, a veces protagonizado por grupos indgenas supervivientes (comolos reclamos mapuches contra la Repsol o Benetton). Ha habido protes-tas contra la minera de oro en Esquel, protestas populares aunque noindgenas en este caso, al igual que el creciente y permanente reclamode Gualeguaych contra la pastera finlandesa. Vemos como se reaccionaen provincias como Misiones contra el monocultivo de rboles, queprcticamente ocupan el 10%del territorio o se denuncia el grave etno-cidio contra la poblacin indgena en elnoreste del pas como en el Cha-co y Formosa, por el mero inters de apropiarse de sus tierras, para laproduccin de saja o agrocombustibles.

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    Tambin hay protestas contra la minera de oro en Pascua Lama (Chi-

    le), en Tambo Grande (norte de Per), y en Sipakapa en Guatemala, don-

    de tuvo lugar en el 2005 una exitosa consulta popular en los trminosprevistos por la Convencin 169 de la OIT.

    Existen movimientos sociales de los pobres relacionados con sus lu-

    chas por la supervivencia, y son por tanto ecologistas -cualquiera que sea

    el idioma en que se expresan- en cuanto que sus objetivos son definidos

    en trminos de las necesidades ecolgicas para la vida: energa (incluyen-

    do las caloras de la comida), agua, espacio para albergarse. Tambin son

    movimientos ecologistas porque tratan de sacar los recursos naturales de

    la esfera econmica, del sistema de mercado generalizado, de la raciona-

    lidad mercantil, de la valoracin crematstica, para mantenedos o devol-

    vedos a la oikonomia (en el sentido con que Aristteles us la palabra,

    parecido a ecologa humana, opuesto a crematstica).

    Para algunos, el ecologismo sera nicamente un nuevo movimiento

    social monotemtico propio de sociedades prsperas, tpico de unapoca post-materialista segn la tesis de Inglehart. Hay que rechazar to-

    talmente esa interpretacin. En primer lugar, el ecologismo -con otros

    nombres- no es nuevo. En segundo lugar, las sociedades prsperas, y laArgentina relativamente lo es, lejos de ser post-materialistas, consumen

    cantidades enormes y crecientes de materiales y de energa y,por tanto,

    producen cantidades crecientes de desechos ya sea a causa del consumopropio o, como en Argentina, en parte como causa de la exportacin de

    sus materias primas.

    Ahora bien, la tesis de que el ecologismo tiene races sociales que sur-

    gen de la prosperidad, se podra plantear, no en trminos de una corre-

    lacin entre riqueza e inters "post-materialista" por la calidad de vida,

    sino precisamente en trminos de una correlacin entreTiqueza y pro-

    duccin de desechos y agotamiento de recursos. El movimiento antinu-

    clear slo poda nacer all donde el gran consumo de energa llev a la

    construccin de centrales nucleares, debido tambin a un inters mili-tar. Hay o ha habido movimiento antinuclear en la Argentina, no lo hay

    en Bolivia, claro est. El movimiento por la recogida selectiva de basuras

    urbanas slo poda nacer all donde las basuras estn llenas de plsticos

    y papel, y donde hay razones para inquietarse por la produccin de dio-xinas al incinerar tales basuras. Sera absurdo negar ese ecologismo de la

    abundancia. Pero tambin existe un ecologismo de la supervivencia, un

    ecologismo de los pobres, que pocos han advertido hasta el asesinato deChico Mendes en diciembre de 1988. Da rabia (si puedo usar esta expre-

    sin poco acadmica) ver cmo el presidente Lula en Brasil renuncia ala herencia de Chico Mendes, da rabia la impotencia de Marina Silva,

    ...,...-

    ....

    La apropiacin y el saqueo de la naturaleza17

    ministra de Medio Ambiente, quien procede polticamente de la lucha

    de los seringeiros en el Acre. La necesidad de supervivencia hace a los

    pobres conscientes de la necesidad de conservar los recursos. Esta cons-ciencia a menudo es difcil de descubrir porque no utiliza el lenguaje de

    la ecologa cientfica sino que utiliza lenguajes locales, como los dere-chos territoriales indgenas o lenguajes religiosos.

    Puede parecer que la incidencia del ecologismo de los pobres es slo

    local, pero tambin comprende aspectos internacionales. iHay una nue-

    va percepcin ecolgica de los conflictos internacionales desde los pa-

    ses en los que los ciudadanos no pueden emigrar fcilmente a otros pa-ses mientras sus recursos son exportados a precios que dan muy poco

    valor a las necesidades futuras y que no compensan los daos ambien-

    tales locales? iQuin reclama los pasivos socio-ambientales de las em-

    presas petroleras, mineras, qumicas, o de quienes sobreexplotan la

    pampa argentina sin resguardo alguno?Por ejemplo, la agricultura campesina mexicana es desde el punto de

    vista de la eficacia energtica y de la conservacin de la biodiversidad

    del maz superior a la de los Estados Unidos. Sin embargo, Mxico ex-

    porta petrleo y gas barato a los Estados Unidos, que vuelven a Mxico,una parte convertidos en maz de importacin de un gran costo energ-tico. Pero este maz, tal vez transgnico, puede arruinar econmica y

    biolgicamente la agricultura de la milpa campesina de Mxico. Una

    reaccin nacionalista pro-campesina, adoptara un horizonte temporal

    ms largo, no importana ese maz y adems se negara a exportar gas p

    petrleo salvo a precios que de alguna manera compensen los daos en

    Tabasco y Campeche y que incluyan las necesidades de las generaciones

    mexicanas futuras. Hoy en da la exportacin de la saja argentina con

    sobreexplotacin de los nutrientes, el agua y la severa degradacin de labiodiversidad de ricas provincias florsticas como no son slo la Pampa,

    sino el Chaco, LasYungas o la Mesopotamia repiten, an con ms inten-

    sidad la misma historia de degradacin y nuevos y crecientes pasivosambientales. /

    Esta es la historia de la exportacin de petrleo y de gas, y de otros

    minerales y metal, pero tambin la del guano y la harina de pescado de

    Per y del quebracho colorado de Santa Fe y el Chaco, o los agrocombus-

    tibles, como el biodisel y el etanol hoy en da. Se exporta barato, sincontar los daos ambientales y la sustentabilidad a largo plazo, y sacri-

    fica la seguridad alimentaria ya sea por las exportaciones a costa de la

    produccin local, o por la importacin que arruina la agricultura cam-

    pesina y familiar. Estas son muchas de las ideas que trasuntan perma-nentemente en los distintos pasajes de esta nueva obra y que abordan

    "

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    muchos de los conflictos ecolgicos distributivo s que se plantean en es-

    ta Argentina que est llegando a su bicentenario y que en lugar de pare-

    cer resolverse, aparentan en algunos casos ampliarse con preocupantesconsecuencias.

    As como la ideologa patriarcal ha influido en la desatencin que la

    ciencia econmica muestra hacia el trabajo domstico no remunerado,

    de la misma forma la ideologa del progreso y el olvido de la naturaleza

    han influido en la desatencin que la ciencia econmica muestra hacia

    el marco ecolgico de la economa. Desde nuestra perspectiva, por el

    contrario, los movimientos radicales -explcitamente ecologistas o no-

    son los que contribuyen a la internalizacin de algunasexternalidades,

    al hacer crecer los costos de las empresas privadas o pblicas. Est en

    una perspectiva que une la Economa Ecolgica con la Ecologa Poltica,

    como se muestra en este libro editado por Walter Pengue y la participa-cin de un importante abanico de actores sociales desde cientficos, las

    organizaciones campesinas y de pequeos agricultores como la Federa-

    cin Agraria Argentina hasta representantes diversos y convocados conamplio esfuerzo de la sociedad civil argentina.

    La percepcin ecolgica se expresa a veces en el lenguaje cientficode flujos de energa y materiales, de recursos agotables y contamina-

    cin. Se perfilan en el agotamiento de los recursos bsicos (nutrientes,

    agua virtual y biodiversidad) de la produccin agrcola argentina y queponen en riesgo no solo la estabilidad productiva sino su seguridad am-

    biental. Muchas veces, las cuestiones ecolgicas presentan caractersti-

    cas que les hacen poco tratables con los mtodos cientfico-tecnolgicosreduccionistas. Por esto, la desconfianza ecologista hacia los cientficos

    est justificada sin necesidad de apelar a filosofas irracionalistas de la

    ciencia. En efecto, los problemas ecolgicos son complejos, interdisci-

    plinarios. Adems, muchas veces son nuevos, al haber sido creados porlas nuevas industrias.

    En esos terrenos, los cientficos, cuyos mtodos son reduccionistas,se mueven mal. Por eso, ante la gran incertidumbre de muchas cuestio-

    nes ecolgicas, observamos un fenmeno poco frecuente en otros cam-

    pos. En esas discusiones, como sealan Funtowicz y Ravetz con su no-

    cin de la "ciencia post-normal", participan o deberan participar en pie

    de igualdad los activistas ecologistas con los "expertos" de las universi-

    dades o de las empresas. Por ejemplo, en los ltimos aos, se ha critica-

    do la agricultura moderna y, en general, la economa actual, porque im-plica un gasto de combustibles fsiles, una contaminacin del ambiente

    y una prdida de biodiversidad mayor que la agricultura "tradicional"y que la economa pre-industrial. Esa. corriente enlaza con la nueva

    ......-

    .....

    La apropiacin y el saqueo de la naturaleza19

    economa ecolgica y enlaza tambin con el ecologismo espontneo de

    los pobres. En pases con importante presencia campesina, la crticaecolgica de la agricultura moderna desemboca actualmente en el mo-vimiento de la Va Campesina. Pero no cabe negar que, desde el punto

    de vista econmico, la agricultura moderna y supermoderna, como la

    que se practica en la Argentina, es ms rentable, al menos para algunosya corto plazo. Quin tiene razn?

    Por qu ocurre esa abertura del debate en bastantes discusiones ecol-

    gicas? Se trata de cuestiones muy inciertas, muy complejas, de conse-cuencias a largo plazo pero necesitadas de decisiones urgentes. Eso da la

    oportunidad, no para un enfrentamiento entre ecologistas y cientficos,sino al contrario para un trabajo en comn entre ecologistas que respe-

    ten los logros reales de las ciencias en terrenos bien acotados -donde ca-

    be contrastar hiptesis- y cientficos que, ms que "ciencia para el pue-

    blo" hagan "ciencia con el pueblo", dispuestos a confesar su ignorancia

    -o, mejor dicho, los lmites de su saber- sobre los grandes e inciertos

    problemas futuros que el ecologismo plantea. Quin puede hoy, hones-

    tamente, atacar la agroecologa en nombre del avance cientfico-tcnicode las biotecnologas? Quin puede pronunciarse contra los ecologistas

    en nombre de la energa de fusin o de la inminente tecnologa de "se-

    cuestro de carbono"? No seran tales certidumbres ms extravagantes

    que la mayor extravagancia de un curandero?