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PEDRO OLMEDO Un obispo como la gente

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PEDRO OLMEDO

Un obispo como la gente

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© Misioneros ClaretianosPrelatura de HumahuacaBuenos Aires 3834630 Humahuaca - JujuyRepública ArgentinaDiseño de tapa y edición: BajoelasfaltoImpreso en Artes Gráficas Crivelli. Salta - Argentina

Olmedo Rivero, Jesús Un obispo como la gente . – 1a .ed. – Jujuy : Prelatura deHuamahuaca, 2004. 260 p. ; 20x14 cm.

ISBN 987-21790-1-8

1. Olmedo, Pedro, Monseñor-Biografía. I. TítuloCDD 922.2

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Dedicado a todo el Pueblo Collade la Prelatura de Humahuaca

que tanto quiere a Pedro y especialmenteal P. Domingo Condado que

nos ha dejado y nos acompañadesdel el cielo

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Publicado en "Página 12" el 6 de abril de 1998

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Pedro, compañero en la construcción del Reino

NO VIVO, MEJOR DICHO no habito dentro de los límites te-rritoriales de la Iglesia particular de Humahuaca, tierra que sinembargo está inscripta intensamente en mi memoria. Porque enella mis ancestros han celebrado la vida; porque allí he aprendidoa valorar la cultura coya, lugar de resistencia donde perviven anti-guas tradiciones de pueblos originarios. Porque en ella he accedi-do a la verdadera dimensión que tiene el dolor de la pobreza y lafalta de oportunidades. Y porque en ella he sentido la necesidad

Prólogo

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urgente del trabajo por la justicia, dándole sentido así al aporteseglar que intento desde la comunicación. Y Pedro es, en granparte, responsable de todo esto.

Es en esa tierra donde, no por casualidad, he encontrado alPadre Pedro, en momentos de turbulencias internas, de dudas yde sensaciones de extrañamiento y marginación. En ese contexto,Pedro abrió puertas que me llevaron a abrevar, de nuevo, en lasfuentes de la fe, a encontrar el camino hacia una Iglesia inclusiva,cercana, fraterna, profundamente humana, metida en el barro yjunto a los más necesitados.

Por eso me he sentido siempre participando de la vida deesta Iglesia Particular de Humahuaca, de su dinámica, de sus do-lores y sus alegrías. Es allí -en ese espacio impreciso que configu-ra esta pertenencia sin habitación- donde me siento partícipe dela construcción del Reino.

El Padre Pedro, amigo, compañero cercano, fue para mí unpuente de regreso, de recuperación de la sacralidad como instan-cia de encuentro con el misterio de la fe, de celebración de la viday de la existencia divina. Y también, de recuperación del sentidode comunidad, como ámbito de enriquecimiento, con relacionesmás igualitarias, equitativas, con mayores niveles de participación,de encuentro en las diferencias, de tolerancia, y de sentido perte-nencia a un proyecto de vida. Lamentablemente la Iglesia -en sularga historia- ha transitado caminos que la han alejado de esesentido de comunidad y en cambio ha optado por la construccióndel modelo hegemónico clerical, que subestima a la comunidad ydonde la figura del sacerdote y del Obispo adquieren grancentralidad, con estructuras jerárquicas rígidas y grandes distan-cias entre el clero y los seglares. Una Iglesia con una cultura de

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Prólogo

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autoritarismo, con relaciones asimétricas de poder que han tras-cendido en el tiempo y han grabado formas de relación que aúnhoy perviven y que dificultan procesos participativos, dialógicos ydemocráticos. En ese contexto, Pedro representa la heterodoxia,una ruptura profética que ha logrado iniciar un camino de retor-no a la Iglesia comunidad de hermanos.

Sus prácticas, su forma de vinculación, su capacidad de diá-logo, su sabiduría para entender las dimensiones históricas, políti-cas, económicas de su época; su comprensión de la socioculturaactual, le han permitido abrir una grieta para recuperar esa Iglesia,como la de los primeros cristianos, con ese perfil comunitario y,además, con un fuerte contenido social que cuestiona la inequidaden la distribución de los bienes, y sin vergüenza para reconocerque los sucesos de esta tierra condicionan la vida que tutela laIglesia como valor primordial. El Padre Pedro tiene una asom-brosa ductilidad para establecer formas de relación con los secto-res más diversos y para estimular, particularmente, la cercanía conlos más pequeños. Me ha conmovido siempre su relación con lascomunidades rurales, con los más pobres, con los afligidos y ne-cesitados. Su capacidad de afecto, su preocupación por el bienes-tar de estos, su pasión en la lucha por transformaciones que hicie-ran más digna la vida de estos pueblos. Me conmueve también suactitud de profunda valorización de la cultura coya, a la que esti-muló incorporando ritos y simbología tradicionales, a las prácti-cas litúrgicas, inculturando el Evangelio de Cristo en tierras don-de la injusticia clama al cielo. Pedro es un Pastor cercano, es nues-tro, sin haber nacido aquí, comprende mejor que nadie los labe-rintos que construye la historia y la cultura y que han dejado hue-lla en estas comunidades, cada vez menos pasivas y silenciosas,menos resignadas y sufridas.

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Profético, este Obispo ha acompañado el despertar de unlargo letargo de las comunidades de la Quebrada y la Puna y, sinmiedos, ha enfrentado a los poderosos, en tiempos difíciles como-por ejemplo- la década infame del menemato. Presidentes, go-bernadores, ministros, funcionarios, empresarios, conocen su pa-labra dura y crítica que se alza en denuncia cuando se afecta ladignidad humana.

Han sido paradigmáticas sus intervenciones en debates, suparticipación junto a las comunidades en medidas de acción di-recta, en marchas, en protestas, y sus discursos que interpelaron aese poder que -todavía hoy- deconstruye la comunidad, quedesdibuja la noción de los derechos humanos y que, en cambio,instala la cultura de la muerte.

Las palabras son insuficientes para describir el aporte y lasignificación que tiene para la Iglesia de Humahuaca, el adveni-miento del Ministerio episcopal de Pedro. Este libro, que Jesúsgenerosamente ha escrito y que recorre diversas etapas de la vidade Pedro, recuperando testimonios de gente que conoció su laborpastoral y su vida, permite aproximarse a ese Pedro -profunda-mente humano, imperfecto, pero al mismo tiempo santo- y queha sido, y es luz, alegría, vida, esperanza, compañía, ánimo y conquien me reconozco compartiendo la construcción del Reino juntoa una comunidad que lucha.

Este libro, tiene múltiples valores, el de la historia, el deltestimonio de un modo diferente de ser Iglesia, pero por sobretodo tiene el valor del legado para las futuras generaciones.

Dios quiera, que los hombres y mujeres que habiten en elfuturo esta tierra puedan continuar esta construcción del Reino,

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Prólogo

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nutriéndose de esa heterodoxia que, digo, representa Pedro, elPadre Pedro, el Obispo, el amigo entrañable y puedan así seguirintentando cambiar la historia, construyendo una sociedad másjusta, iluminados por este Dios que es vida, que es vida eterna, yque es vida digna, también aquí y ahora.

María Inés ZigaránPeriodista, Referente de Derechos Humanos Jujuy

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PEDRO OLMEDO, Obispo de la Prelatura de Humahuaca,no es ningún santo; él diría, con ese humor socarrón que le carac-teriza, que ni es ni lo quiere ser. Sus pretensiones han sido siem-pre, más humildes y sencillas.

La santidad, aunque es un derecho y un deber de todos losbautizados, en la practica es asunto de un grupo de privilegiados,elegidos y bendecidos por Dios, para dar testimonio del Evange-lio y ser propuestos por la Iglesia, como modelos de vida cristiana

Introducción

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y seguidores radicales de Jesús de Nazaret.

Y este ideal es difícil para la mayoría de los cristianos.

Desde los presupuestos anteriores, la biografía que tienes entus manos, no pretende hacer un panegírico de la santidad dePedro, y muchos menos, de idolatrarlo y presentarlo como unmodelo de vida santa. Las pretensiones son otras y desde unaperspectiva distinta.

Determinadas personas, no dudo de su sinceridad y buenavoluntad, me han insinuado la conveniencia de esperar el final dela existencia terrena de Pedro, para escribir su vida. Y, justamentees eso lo que yo nunca haría; pues mis intenciones son otras, yaque el libro no pretende, ni mucho menos, mostrar o demostrar lasantidad de Pedro.

Los tiros van por otro lado.

En los, últimos años, en la Argentina y en muchas partes delmundo, han arreciado las criticas contra la Iglesia y sus represen-tantes, por los fallos y, en ocasiones, los escándalos de algunos desus miembros, más obligados a predicar con la rectitud y el ejem-plo de vida. Y todos hemos sufrido las consecuencias.

Los medios de comunicación se han dedicado a cargar lastintas, exagerando o aumentando las denuncias, desprestigiando ala Iglesia de Cristo, que tanto queremos y por la cual, muchossiguen trabajando y dispuestos a entregar la vida, por los mas hu-mildes y preferidos del Señor.

Nadie duda de los fallos y errores de los miembros de laIglesia, santa y pecadora al mismo tiempo, pero siempre abierta alperdón y a la misericordia divina. El que este sin pecado, que

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Introducción

arroje la primera piedra. Todos somos pecadores y necesitamos lareconciliación con Dios y con los demás. Pero no todo es pecadoy escándalo en la Iglesia. Existe mucha entrega y generosidad enmiles de cristianos, incluidos obispos, sacerdotes y religiosas, que,silenciosamente, trabajan por la construcción del Reino de Diosen el mundo, manteniendo la esperanza de los condenados de la tie-rra y ofreciéndoles un mensaje de Liberación y salvación integral.La humilde Iglesia de la Prelatura de Humahuaca parece un ejem-plo paradigmático de todo lo anterior.

En los últimos libros, aparecidos en la Argentina, sobre te-mas o personajes eclesiásticos, los medios de comunicación haninstalado en la opinión publica, algunos escándalos sexuales, ohan aireado sin tapujos, historias de curas, que en circunstanciasmuy especiales, echaron un canita al aire en temas de sexualidad yamores ocultos. Nada de esto hallareis en este libro.

Quien pretenda encontrar escándalos sexuales o canitas al aireen la biografía de Pedro, perdería el tiempo y le aconsejaría quedejase de leer estas páginas.

Lo que sí encontrareis en algún capítulo serán escándalossociales. Y muchos. Y en dichos escándalos, Pedro no ha partici-pado como protagonista o cómplice, sino como valiente denun-ciador de los mismos. Por los motivos que explicaremos a su de-bido tiempo, el Obispo de Humahuaca tuvo que acusar de geno-cidio la política económica de Menem, declarar como inmoral laaceptación de las ayudas, provenientes de la corrupción, o denun-ciar como racismo el desprecio y la marginación de los pueblosoriginarios.

Pedro, sin ser un santo, puede ser un ejemplo de obispo com-

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prometido con el Evangelio de Cristo y el servicio pastoral delpueblo colla, que Dios le ha encomendado. Y en medio de algu-nas sombras, que sin duda existen en la institución eclesial, quere-mos presentar la figura de Pedro, como testimonio de fidelidad ala Iglesia y a la propia vocación misionera. Y es bueno que estapequeña luz de su trabajo Pastoral, no se oculte, sino que se di-funda a través de estas páginas.

El libro esta escrito con mucha ternura y un cierto grado dehumor. La personalidad de Pedro así lo exige. Narraremos la pe-queña historia de una vocación, sacerdotal y misionera, vivida conmucha ilusión y entrega. También esta escrito con mucha sinceri-dad, para evitas herir a nadie. Nuestra intención, más allá de nues-tro cariño de hermano, es presentar la figura y la personalidad delObispo Pedro, como un referente identitario, para muchas personasde iglesia y de la misma sociedad, algunas de las cuales podríanreencontrarse con Dios y su propia fe, a través de la lectura deestas sencillas paginas. No pretendemos nada más, pero tampoconada menos. Los seis primeros capítulos del libro, pensados espe-cialmente para su familia y amigos más cercanos, están llenos dedetalles y anécdotas de su infancia y juventud. Es la simpáticahistoria de un niño alegre y divertido, que jugaba a ser curita, conla ilusión de llegar un día al sacerdocio y la vida misionera. Losúltimos seis capítulos, más serios y comprometidos, van a descu-brir la figura y la entrega de un hombre, débil y frágil como todos,que quiso ser fiel a su vocación misionera, entregando su vida alservicio de los mas pobres y humildes de la Argentina.

Y en medio de esta sencilla historia, intuiremos la llamadaprovidencial de Dios, eligiéndolo como Obispo y pastor de supueblo. Captaremos, con toda claridad, los designios inescrutables

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Introducción

de Dios. Pedro nunca fue el candidato ideal para la jerarquía ecle-siástica; sin embargo, por esta vez, y ojalá sirva de precedente, fueelegido según el corazón de Dios y el sentir de su pueblo.

Así fue como se constituyó y consagró un Obispo como la gentey un Obispo como Dios manda: cercano, alegre, evangélico y comprometido.

No dudo que en la Iglesia habrá muchos obispos y sacerdo-tes como Pedro, quizás mejores y más entregados que él. Seriabueno que el testimonio de tantos Pastores, entregados a su mi-sión apostólica, sea conocido por la opinión pública, especialmente,en estos momentos de crisis y cuestionamiento eclesiales. El librosobre Pedro es solo un granito de arena.

Nuestro Obispo, como cualquier hijo de vecino, tambiéntuvo y tiene sus fallos y errores; pero, sinceramente, nos pareceun hombre honrado y un pastor humilde, que ha entregado suvida, en total dedicación al servicio de su pueblo y de su gente.

Los testimonios que aparecen en el ultimo capitulo del libro,lo avalan y consagran como un verdadero pastor, para un pueblo depastores. En definitiva, un Obispo como la gente según el corazón delBuen Pastor y el deseo de llegar a ser un Obispo como Dios manda.

Mi gratitud a todas las personas, que han hecho posible estelibro; pero, muy especialmente a Laurita Quipildoro, la mejor, se-cretaria del mundo, que consiguió transcribir la peor letra delmundo, que es la mía.

P. Jesús Olmedo Rivero CmfSusques, 24 de octubre de 2004, Fiesta de San Antonio María Claret

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Capítulo ILa alegría de una familia numerosa y cristiana.

PARA ENTENDER EL DESARROLLO vocacional de una per-sona casi siempre hay que remontarse a las raíces familiares y losprocesos educativos mamados y vividos en el hogar.

La llamada de Pedro al sacerdocio estuvo marcada y condi-cionada por el entorno y el ambiente familiar.

Los Olmedo, aunque oriundos de Castilla -La Mancha-, seafincaron en Sevilla, donde fundaron bodegas y negocios de acei-tes y aceitunas. En Tomelloso tenían las fincas, donde cultivabanla vid y el olivo. La casa solariega estaba ubicada en la calle CarlosCañal, antes Alvareda, de la maravillosa ciudad de Sevilla.

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Muy cerquita de la ciudad de La Giralda, apenas cruzando elGuadalquivir, fundaron sus bodegas en el año 1870. La Ataraza-na era su nombre y el pueblito, de reminiscencias árabes, se llama-ba San Juan de Aznalfarache. También muy cerca de la capitalandaluza, en la localidad de Dos Hermanas, la familia Olmedotenía almacenes de aceitunas y negocios de aceites. Económica-mente la familia Olmedo gozaba de buena posición. Los abuelospaternos de Pedro, José María y Luisa, tuvieron seis hijos, cuatromujeres y dos varones. Luis y José María se educaron en losSalesianos de Utrera y las chicas en el Colegio del Valle de Sevilla,regenteado por las religiosas del Sagrado Corazón de la MadreBarat. Antonina y Natividad siguieron sus huellas y se consagra-ron a Dios para siempre en el Instituto de Santa Magdalena Sofía.Luis se licenció en ciencias químicas y José María, después deestudios de ingeniería, terminó la carrera de profesorado mercan-til. Isabel y Concepción, con una educación exquisita, vivieronuna situación social acomodada en la zona céntrica de la ciudadde Sevilla. Los Olmedo formaban una familia muy religiosa.

Los Rivero eran originarios de Jerez de la Frontera, pobla-ción gaditana famosa por sus vinos y caballos, cantada por losversos de José María Pemán.

"Feria de Jerez,rumbo y elegancia de una raza viejaque gasta tres duros en vinos y almejasvendiendo una cosa que no vale tres"

Pueblo de señoritos, ganaderos y rejoneadores, de toreros,cantaores y gitanos; ciudad de elegancia y de razas ancestrales.

Los Rivero estaban fuertemente enraizados en la ciudad, eran

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La alegría de una familia numerosa y cristiana

jerezanos de pura cepa: divertidos, alegres y profundamente reli-giosos. Tenían bodegas y gozaban de una posición económicaacomodada. Manuel Rivero González, emparentado con la fami-lia Domecq, se casó con María Angulo, natural de Sanlúcar deBarrameda, pueblo marítimo y pesquero, cercano a Jerez.

El matrimonio Rivero-Angulo fue bendecido por Dios condoce hijos, a los que criaron cristianamente. Los chicos se educa-ron en los Jesuitas de Sevilla y las chicas, Carmela, Emilia y Maruja,en el Colegio del Valle, que las religiosas del Sagrado Corazónregenteaban en Sevilla.

La familia Rivero se trasladó a Sevilla, donde el abuelo Ma-nolo se hizo cargo de la representación de Domecq, instalándoseen pleno centro sevillano de la calle Albareda, muy cerquita de losFranciscanos de San Buenaventura. Los abuelos maternos de Pe-dro se destacaban por su religiosidad, sentido de Dios y profundavida cristiana.

De los hijos de la familia Rivero, cuatro varones siguieron lacarrera militar, Pepe fue marino y Enrique abogado. Junto a losRivero vivían los dueños de casa: los Olmedo.

La providencia quiso que ambas familias se encontraran yuniesen sus destinos; ambos hogares fueron siempre un remansode paz, formando verdaderas iglesias domésticas donde aprendierona vivir la fe, la esperanza y el amor. En su propio hogar dialoga-ban con el Señor en un oratorio concedido por Pío XII, mediantebula del 22 de octubre de 1940. Allí se oraba y alababa al Señordiariamente, participando de la Eucaristía en ocasiones y fiestasmás señaladas. Todavía conserva Pedro en Humahuaca el cáliz deaquella época, regalo de su madre para su consagración episcopal.

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Capítulo II

Las familias Olmedo y Rivero fueron entablando amistad,quedando sellada para siempre con los lazos de sangre y la uniónmatrimonial de algunos de sus miembros: Concepción y Tomás,por una parte, y José María y María, por otra. Estos últimos fue-ron los padres de Pedro.

José María Olmedo, una vez terminado los estudios de pro-fesorado mercantil, se enamoró de María Rivero, que acababa sueducación básica, según el estilo de la época para las chicas, en elColegio del Valle.

José María, situado ya en la vida y trabajando en los nego-cios vinícolas familiares, decidió plantearle a María la cuestiónmatrimonial.

Las dos familias se pusieron de acuerdo y aceptaron la pro-puesta. La boda se fijó para los primeros días de enero de 1931; yatenían piso en Sevilla y encargados todos los muebles.

Ante circunstancias adversas por la muerte del hermanomayor de Maruja, la boda se postergó durante unos meses. El 6de junio de 1931 fue el día señalado; un día caluroso en Sevilla.

La Basílica de la Trinidad, de los padres Salesianos, ya estabapreparada para la celebración sacramental del matrimonio. MaríaAuxiliadora, que presidía el altar mayor, estaba adornada con azu-cenas blancas y claveles rojos. Ante sus plantas se celebraría laboda de dos hijos amantes de su corazón de madre: José María yMaría.

La ceremonia fue íntima, sencilla y emocionante. FranciscoJavier Montero, salesiano del Colegio de Utrera, donde se educóJosé María, celebró la Eucaristía y les exhortó durante la homilíasobre las virtudes y excelencias del matrimonio cristiano.

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Al terminar la ceremonia religiosa todos cantaron a MaríaAuxiliadora e imploraron su bendición:

"Rendidos a tus plantas, reina y señoralos cristianos te aclaman, su Auxiliadora"

Al salir de la Trinidad los nuevos esposos de dirigieron alColegio del Valle; todos cantaron la Salve sevillana"y María le ofre-ció a la Virgen su ramo de flores blancas.

Después del viaje de novios y la luna de miel los recién casa-dos volvieron a Sevilla para comenzar su vida de hogar. La casasolariega de San Juan de Aznalfarache ya estaba preparada y ador-nada con gusto exquisito. Allí se instalaron los nuevos esposos yallí nacieron sus 15 hijos; una hermosa familia numerosa. El ho-gar cristiano que con tanta ilusión deseaban formar fue una her-mosa realidad.

Los primeros meses del matrimonio Olmedo-Rivero trans-currieron felices y con la alegría del primer embarazo. Con gozodesbordante recibieron a su primer hijo: una hermosa niña, quebautizarían con el nombre de María del Dulce Nombre. La casase llenó de felicidad:

"Al nacer un niño, Dios vuelve a sonreír sobre la tierra"

El primer eslabón de una familia cristiana había venido almundo. Después de la alegría del primer hijo la familia siguió au-mentando al ritmo de un hijo por año. La alegría y la esperanzahabían llegado en toda su plenitud al hogar de la familia Olmedo-Rivero. Los hijos en torno de la mesa y los padres, confiando enDios, procurando su educación integral y siempre con el empeño

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y la ilusión de abrirles camino en la vida.

Los primeros recuerdos del hogar eran inmejorables: reina-ba la unión, la paz y la felicidad. La estabilidad económica de losprimeros años facilitó una vida digna y con cierta holgura.

La educación cristiana de la familia fue ejemplar. La forma-ción religiosa la recibieron los hijos por contagio y ósmosis; vidaespiritual seria y profunda. Sus padres predicaban con el ejemploy también con la palabra: inculcaron a sus hijos el amor a Dios y ladevoción a la Santísima Virgen. Los domingos iban juntos, la fa-milia en pleno, a participar de la Santa Misa. El Rosario por lasnoches nunca faltaba, así como las últimas oraciones antes dedormir.

Los momentos de las comidas eran inolvidables: llenos defelicidad, alegría y conversaciones amenas. Al terminar siemprese rezaba una plegaria de acción de gracias:

"Bendito sea el Señor que nos ha dadode comer y beber sin merecerlo, amén"

Un hito importante en la vida de la familia Olmedo-Riveroera el tiempo de Navidad. Los primeros días de diciembre, en lafiesta de la Inmaculada, se preparaba el Nacimiento y se ensayabanlas viejas y nostálgicas canciones navideñas

"Vamos, pastores, que el tiempo avanza,vamos a casa de nuestro Dios, y

todos juntos le cantaremosy le daremos adoración.

Pastores venid, pastores llegad,que en Belén ha nacido un niño:Dios-Hombre ¡Venid a adorar!"

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En Nochebuena todos participaban de la Misa del Gallo. Porlas calles se sentían panderetas y canciones navideñas; en la leja-nía se escuchaba un coro de campanilleros:

"La Nochebuena se viene,la Nochebuena se va,y nosotros nos iremosy no volveremos más"

En la capilla de las Teresianas se celebraba la Eucaristía. DonCarlos González, un cura alegre y simpático, comenzaba la misaayudado por los monaguillos Tomás y Pedro, entonando el Kiriede la Misa de Ángelis. Durante la comunión todos cantaban el AdesteFidelis, finalizando con la adoración del Niño Dios, mientras seentonaban las notas emocionadas de todos los años.

"Noche de paz, noche de amorclaro el sol brilla ya

y los ángeles cantando están,gloria a Dios, gloria al Rey Eternal.

Duerme el Niño Jesús,duerme el Niño Jesús"

La familia vivía el Día de Reyes con enorme ilusión. La nochemágica del cinco de enero, después de ver la cabalgata, los niñospasaban en vela esperando con ilusión la llegada de los ReyesMagos, que siempre fueron justos, generosos y solidarios.

La Semana Santa se vivía con toda intensidad. Durante elTriduo Sacro, toda la familia participaba en los oficios litúrgicos,antes de asistir a las procesiones y cofradías famosas de Sevilla. ElJueves Santo se visitaban los Monumentos y la Noche de Pascua,

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todos unidos, celebraban la Gran Vigilia de Resurrección.

Especial significado tenía el mes de mayo para la familiaOlmedo-Rivero; ante un sencillo altar, adornado con flores y ve-las, todos cantaban el Venid y vamos todos, rezaban la jaculatoriaComo azucena entre espinas, Virgen del Divino Amor, y se despedían deMaría con el cántico Madre del Dulce Recuerdo y la hermosa oracióndel Bendita sea Tu Pureza.

La educación cristiana y la formación integral de sus hijosfue una constante fundamental en el matrimonio Olmedo-Rivero.Todos pudieron estudiar y abrirse camino en la vida, en las distin-tas profesiones.

El sentido profundo de Dios y la confianza en la DivinaProvidencia marcaron la vida de la familia a través de los años.Los buenos ejemplos y las oportunas palabras de los padres deja-ron una huella imborrable en la vida de sus hijos.

Muy especialmente a su madre tiene que agradecerle Pedroel don de la vocación. Ella siempre albergaba en su corazón eldeseo de tener algún hijo sacerdote o alguna hija religiosa; sussueños e ilusiones se cumplieron con creces. La semilla del amorque sembró en los corazones de sus hijos fructificó en vocacio-nes al servicio del mundo y de la Iglesia.

Uno de ellos, Pedro, desde muy pequeñito, jugaba a ser curita:decía misas, predicaba, organizaba y dirigía conventos de frailes contemplativos.Pedía a los Reyes Magos sotanas y ropas litúrgicas, que empleaba ensus ritos y ceremonias. El juego de niño terminó en una hermosarealidad.

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PEDRO NACIÓ EL 21 DE OCTUBRE DE 1944, fue el duodéci-mo hijo de la familia Olmedo-Rivero. El hogar familiar del clanOlmedo se llenó de alegría y todos los hermanos fueron a visitaral bebé que acababa de nacer. Eran exactamente las 11 de la ma-ñana de un espléndido día de otoño; el médico de cabecera y lamatrona habían atendido el parto en la misma casa, tal como eracostumbre en aquellos años.

El acta de nacimiento fue registrada por don José Sotil, juezmunicipal, en el registro civil de San Juan de Aznalfarache. Libro8, folio 179.

Capítulo IIUn niño alegre y divertido que jugaba a ser curita

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Según la tradición familiar y el profundo sentido religioso desus padres, Pedro sería bautizado cinco días más tarde. Exacta-mente el 26 de octubre de 1944. Recibió las aguas bautismales enla parroquia San Juan Bautista, de manos de don Manuel GarcíaVillata, cura párroco de la localidad de San Juan de Aznalfarache.El nombre completo, según consta en la partida bautismal, es elsiguiente: Pedro José Manuel Hilarión Pantaleón de los SagradosCorazones de Jesús y María y de la Santísima Trinidad. Sus padri-nos fueron Pedro Rivero Angulo y Madonna Estruch Milá, acom-pañados de los testigos Antonio Marcos y Fernando Castellano.

Al terminar la ceremonia litúrgica, toda la familia se trasladóa la bodega La Atarazana para celebrar una comida de fraterni-dad, seguida de una alegre fiesta, donde no faltó el buen vino deLa Mancha, la música y los bailes por sevillanas. La familia OlmedoRivero seguía aumentando.

En el año 1945 el Gobierno de España le concedió el Pre-mio Nacional de Natalidad. El eslabón de la cadena familiar secompletaría con tres nuevos nacimientos. Estos son los nombresde los catorce hermanos restantes: Maruja, Luisa, Antonina, JoséMaría, Isabel, Manolo, Juan Pedro, Emilia, Tomás, Natividad, Je-sús, Enrique, Fernando y Antonio, una hermosa y unida familiacristiana. En ella se destacaba Pedro, por su simpatía, sentido re-ligioso y contagiosa alegría.

Desde muy pequeño fue alegre y divertido, y también travie-so. La Tata Araceli no podía con él. Siempre estaba jugando, pe-leándose con los hermanos más pequeños. Desde su infanciamanifestó una gran capacidad de liderazgo. Era el preferido de supadre, él le llamaba el Capitán, por la ascendencia y poder de man-do que tenía sobre sus hermanos. Tenía mucha inventiva y era

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buen organizador. La etapa escolar, las primeras letras, la hizo encasa, con una maestra particular que le tenía mucho cariño; eraEsperanza Aponte Ferrer, de grata memoria y gran educadora.

Su fuerte no eran los libros, más bien tenía una inteligenciapráctica que supo aprovechar al máximo. Le gustaban los trabajosmanuales y todo lo que tuviera relación con la vida concreta decada día. El aspecto teórico del estudio le costaba un poco, perosiempre ponía empeño en aprender y formarse íntegramente. Porser un andaluz de pura cepa, la lengua y la ortografía le costabanespecialmente. No fue un gran deportista, pero siempre mantuvofirme en su vida el principio latino de mens sana in corpore sano.Tenía muy buena salud, aunque un poco endeble de niño, lo quele hacía difícil el esfuerzo físico y la constancia en los deportes.¿Te acuerdas Pedro, cuando tenía que llevarte a cabrito?

En casa era la alegría de todos: simpático, ocurrente y diver-tido. Tenía muy buen carácter y una gran capacidad para la amis-tad y las relaciones sociales.

Con relación a la educación religiosa y cristiana, supo asimi-lar muy bien la formación que recibía en el hogar. Siendo muypequeño, según la costumbre pastoral de la época, fue confirma-do por el cardenal Segura en la parroquia San Juan Bautista. A lossiete años recibió la Primera Comunión en el Colegio del SagradoCorazón del Valle, en pleno centro de Sevilla. La madre Paz Isasifue la encargada de preparar a Pedro para recibir a Cristo, me-diante una catequesis profunda, seria y actualizada. Pero la grancatequista de Pedro fue su propia madre, que supo inculcarle losprincipios cristianos del Evangelio, junto a una formación huma-na y los valores fundamentales de la honradez, la sinceridad y lasolidaridad. El ejemplo de vida familiar fue determinante para su

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vocación sacerdotal y religiosa; en el hogar aprendió a rezar, aconocer a Cristo y a vivir según los principios del Evangelio.

A la edad de ocho años se incorporó al Colegio San PedroCrisólogo, que los Salesianos dirigían en el cerro de los SagradosCorazones.

Allí, con el ejemplo de santidad de Fermín Molpeceres, apren-dió acercarse más a Dios y a sentir la presencia de la Virgen, bajola advocación de María Auxiliadora. Con los Salesianos del Monu-mento experimentó la presencia de Cristo en la Eucaristía, a travésde la catequesis litúrgica y la celebración de la misa, donde parti-cipaba intensamente según su capacidad y su oficio de monagui-llo. Eran los primeros guiños de la llamada del Señor.

Los caminos de Dios son inescrutables, a cada ser humanole tiene asignada una misión en la vida. Lo difícil es descubrirla yseguirla con ilusión y entrega.

A Pedro, desde su más tierna infancia, Dios le fue manifes-tando su vocación y el futuro de su vida y su lugar en el mundo.Al principio, como un juego de niños; más tarde como una her-mosa realidad a través de los sueños cumplidos y realizados en lamadurez.

Pedrito, como le llamaban con cariño, desde muy pequeñosintió la inclinación a la vida sacerdotal y comenzó a jugar a sercurita. A los Reyes Magos, además de un camión y una pelota defútbol, les pedía la ropita para celebrar la misa y todos los objetoslitúrgicos: un pequeño cáliz con su patena, el atril para el misal,candelabros y velas, manteles para el altar y un crucifijo para pre-sidir la celebración.

El carpintero de la bodega se encargaría de construir un her-

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Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita

moso altar de madera, con su sagrario incorporado, una auténticaobra de arte.

En uno de los grandes salones de la casa, Pedrito, con mu-cho gusto artístico, fue preparando su parroquia, adornada concuadros religiosos y una imagen de la Virgen que había robado delcuarto de sus padres. Su amigo Enrique Guerrero, quien tambiénse ordenaría sacerdote en Sevilla, le acompañaba en sus travesu-ras religiosas y le ayudaba como vicario cooperador.

Los domingos y las fiestas litúrgicas más importantes, Pedrito,haciéndole la competencia a don Miguel Parrales, párroco de SanJuan Bautista, celebraba la misa en su parroquia e invitaba a todoslos trabajadores de la bodega y a algunos vecinos del pueblo. Ha-bía conseguido una hermosa campana para convocar a los feli-greses. Las once de la mañana era la hora señalada para la celebra-ción, el repique comenzaba a las diez y treinta. Su parroquia yaestaba limpia y adornada convenientemente, con muchas flores yalgunas velas. Iban llegando los primeros vecinos y se colocabanen los primeros asientos para apreciar bien la ceremonia y escu-char el sermón de Pedrito.

Los hombres y trabajadores de la bodega, especialmente FélixEl Viejo y Manolillo Aguirrezábal, nunca se perdían la misa en laparroquia Olmedo.

Quizá no iban a la parroquia del pueblo, pero nunca falta-ban a la cita de cada domingo en la pequeña y simpática iglesia deldivertido curita. A las once en punto los monaguillos daban elúltimo toque, mientras Pedrito se vestía en la sacristía con losornamentos litúrgicos que con tanto cariño le había hecho su madre.El bonete negro que ponía en su cabeza le daba un aire de mayor

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

seriedad y respeto. La familia entera asistía también a la misa delcurita Pedro. Enrique Guerrero, su ayudante, entonaba el cánticode entrada: Vayamos jubilosos al altar de Dios.

De espaldas al pueblo y con un simpático latín, tal comomandaban los cánones de aquel tiempo, comenzaba la misa: Introiboad altere Dei; los feligreses contestan con toda seriedad: Ad Deumqui Laetificat juventutem mean.

Los trabajadores de la bodega escuchaban con todo respeto,mientras Pedrito entonaba el Kirieleison. Las lecturas de la palabrade Dios, adelantándose al Concilio Vaticano II, se proclamabandesde el atril, en un simpático castellano andaluzado. Y luego co-menzaba el sermón: Pedrito se volvía al público y le dirigía unassencillas y sentidas palabras, explicando, a su modo y edad, elEvangelio proclamado. Todos lloraban de emoción. Después derezar o cantar el Credo en gregoriano, los monaguillos hacían lacolecta y conseguían algunas monedas para los gastos de la parro-quia, que terminaban en sus bolsillos para comprar caramelos ychucherías. Una vez más se cumplía el refrán: Si quieres un hijo pillo,mételo a monaguillo.

En el ofertorio, los monaguillos le acercan al celebrante unacajita con galletas y una jarrita con vino. Preparaba las ofrendas einvitaba a orar a los feligreses: Orate fratres, todo según las normasdel ritual de entonces. Después del prefacio, Pedrito entonaba elSantus de la Misa de Angelis. Y llegaba el momento solemne de laconsagración, el silencio era impresionante, todos escuchaban conrespeto y emoción las palabras de un niño de siete años que juga-ba a ser curita con una ternura y seriedad impresionantes: Hoc estenim corpus meum. Mientras Pedrito elevaba el pan y el vino, sushermanitos monaguillos tocaban insistentemente la campañilla,

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Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita

donada por su madre del oratorio familiar en la calle Albareda.Los mayores, ante circunstancias tan sencillas y solemnes, sentíanla tentación de orar y adorar al Señor. En el momento de la comu-nión Pedrito repartía las galletas a los pequeños y mayores. Nadiese reía ni defraudaba la ilusión de un niño que quería ser sacerdo-te de Cristo.

Después de un momento de Acción de Gracias, el curita re-zaba las últimas oraciones y despedía a sus feligreses con todocariño y gratitud: Ite, missa est.

En las fiestas de la Virgen se entonaba la Salve sevillana, quetodos cantaban con alegría y entusiasmo:

"Salve, Madre, en la tierra de mis amoreste saluden los cantos que alza el amor.

Reina de nuestras almas,Flor de las flores.

Muestra aquí, de tu gloria, los resplandores.Que en el cielo tan sólo te aman mejor

Virgen Santa, Virgen Pura,vida, esperanza y dulzura.De alma que en ti confía,

Madre de Dios, Madre mía.Mientras mi vida alentare

todo mi amor para vos,mas si mi amor te olvidare¡Madre mía! ¡Madre mía!Tu no te olvides de mí."

La emoción del momento era impresionante. Todos llora-ban, mientras Pedrito se dirigía a la sacristía para dejar sus ornamen-

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

tos litúrgicos y volver, con sus hermanos y amigos, a sus juegosinfantiles, partidos de fútbol y simpáticas travesuras. De nuevo setransformaba, en el niño alegre y divertido de todos los días.

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EL NIÑO ALEGRE Y FELIZ seguía su vida normal. Colegio,deportes y juegos divertidos con sus hermanos. Él era el capo, elque inventaba todas las travesuras. Los domingos volvía a las an-dadas: jugaba a ser curita celebrando la misa en casa, después deoficiar de monaguillo en el colegio de los Salesianos del Monu-mento, donde toda la familia participaba de la eucaristía. DonFermín, superior y director, se había ilusionado y fijado en Pedropara seguir las huellas de San Juan Bosco. La tradición de la fami-lia Olmedo hundía sus raíces educativas en la congregación

Capítulo IIILos primeros guiños de su vocación sacerdotal

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

salesiana: colegios de Utrera y Nuestra Señora del Aguila, de Alcaláde Guadaira. El padre y todos los hermanos de Pedro se educa-ron en dichos centros.

Nuestro curita, todavía muy pequeño, seguía en el Colegiodel Monumento. Circunstancias adversas y problemas con los res-ponsables del Cerro de los Sagrados Corazones hicieron cambiarel rumbo del colegio. Se marcharon los Salesianos y llegaron unosbuenos profesores, bajo la dirección de don Luis Bolaños y lapreocupación pastoral de dos curitas jóvenes y apostólicos: donPublio Escudero y don Carlos González García-Mier. El ColegioSan Pedro Crisólogo iniciaba así una nueva etapa fundamentalpara el camino vocacional de Pedrito. Su encuentro con don Car-los, el curita loco, fue providencial. Enseguida conectaron y simpa-tizaron mutuamente. Los dos eran alegres y divertidos. Ambos,profundamente humanos y, sin embargo, con un gran sentidoevangélico y amor grande hacia Cristo y a la Iglesia. Tal para cual.

El encuentro con don Carlos fue el primer guiño que le hizoel Señor a Pedro para que le siguiera. Una amistad profunda sur-gió entre ambos desde el día que se conocieron. Una amistad quese hizo extensiva para toda la familia, dado que los GonzálezGarcía-Mier eran oriundos de Jerez de la Frontera, viejos conoci-dos de la familia Rivero. El camino vocacional de Pedro se estabainiciando.

Don Carlos era capellán de la Casa de Ejercicios, ubicada enel Cerro de los Sagrados Corazones y le pidió a Perico, como él lellamaba, que fuese su monaguillo. Todas las mañanas, todavíanoche oscura, Pedro y Tomás subían las escalinatas del Monu-mento para llegar a tiempo, a las siete en punto, para ayudar en lamisa del curita loco. Allí comenzó Perico a familiarizarse con la

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Los primeros guiños de su vocación sacerdotal

cosas de Dios.

Las monjitas azules les invitaban a desayunar y enseguidamarchaban al colegio para iniciar las clases de cada día.

Los jueves a la tarde, libres de estudio, Pedro acompañaba adon Carlos al barrio Manchón donde daban catequesis a los niñosy ayudaban a las familias más necesitadas. En tiempos de inunda-ciones iban a socorrer a los arriados por las aguas del Guadalqui-vir, que se desbordaba hasta los barrios más pobres y humildes delas afueras de Sevilla.

Pedrito siempre estaba dispuesto ayudar, a pesar de sus es-casos ocho años. Desde niño fue muy solidario y ayudaba a todoel mundo. Jesucristo seguía haciéndole guiños para el camino de suvocación sacerdotal.

Simpáticas y agradables eran las excursiones que organizabadon Carlos para los chicos del colegio; Pedro no faltaba nunca.Un carrito con su burrito los acompañaba para montar a los máspequeños. Cuando el burrito se cansaba y se negaba a caminardon Carlos le obligaba con la simpática artimaña de la esclavina.Son anécdotas que Pedro nunca olvidará y que le fueron marcan-do para su futura vida apostólica.

Una de las excursiones más inolvidables fue al pueblo deEspartinas y la visita al Santuario de Loreto y Convento de losFranciscanos.

Tras las oraciones ante la Virgen, Patrona de la Aviación, losfrailes fueron enseñando el convento a los chicos, mostrándolessus trabajos y la forma de vida que llevaban durante todo el año.Pedrito quedó impresionado por todo lo visto y oído, a tal puntoque a los pocos días fundó y organizó un convento de frailes en las

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

bodegas de su casa, donde, naturalmente, el era el prior solícitoque se preocupaba de visitar las celdas de sus súbditos y llamar atodos los frailes a la oración y los rezos comunitarios. La recrea-ción y la comida de fraternidad nunca faltaban. Los guiños del Se-ñor continuaban y Pedro los iba captando y guardando en su co-razón noble. La respuesta llegaría más tarde.

Por aquellos años llegaban al Monumento unas santas religio-sas de la institución benéfica Sagrado Corazón. Se instalaron en unchalet de una familia sevillana y fundaron un hogar para enfer-mos desahuciados que pusieron el hermoso nombre de ReginaMundi. Allí iba don Carlos como capellán y llevaba siempre a suamigo Perico para conocer el dolor de cerca y vivir la experienciadel sufrimiento ajeno. Aquel niño que jugaba a ser curita fue ma-durando y robusteciendo su corazón para los pruebas y las luchasde la vida. Los guiños de su gran amigo Jesús continuaban sin inte-rrupción.

En los tiempos litúrgicos más importantes, don Carlos lefue enseñando a Perico las verdades fundamentales del Evangelioy la vida de Cristo. En Cuaresma, acompañado de otros chicosdel colegio, rezaban el Vía Crucis todos los viernes, lo hacían porlas estaciones del Monumento, mientras aprendían y cantaban ple-garias penitenciales:

"Stabat, Mater dolorosajuxta Crucem lacrimosa"

En las fiestas más significativas de la Virgen, Perico siempreacompañaba el Rosario de la Aurora, que organizaba don Carlospor las calles de la barriada, cantando a pleno pulmón aquellasimpática copla popular:

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Los primeros guiños de su vocación sacerdotal

"El demonio a la oreja, te está diciendono vayas al rosario, sigue durmiendo

viva María, viva el rosario,viva Santo Domingo que lo ha fundado"

Las solemnidades más grandes del Señor las vivía Pedro enla Capilla del Perdón, del Convento de las Salesas, donde teníaque esmerarse como monaguillo por la exigencias de don Anto-nio Martín Pozas y la seriedad de la retransmisión de la misa, endirecto, a través de Radio Nacional. Las respuestas en latín noeran muy ortodoxas, pero todos perdonaban los errores de aquelsimpático niño que quería ser sacerdote y jugaba a ser curita.

Donde más disfrutaba Pedro era preparando obritas de tea-tro y participando en el coro polifónico que había organizado donCarlos. En Navidad se recordaban los villancicos y canciones decampanilleros, visitando los nacimientos y los conventos de clausu-ra de Sevilla, para alegrar a todos con las voces infantiles del her-moso coro del cerro de los Sagrados Corazones.

Al atravesar el puente sobre el Guadalquivir, Perico cantabacon todas sus fuerzas:

"Por los campos de mi Andalucíalos campanilleros por la "madrugá"me despiertan con sus campanillas

y con sus guitarras, me hacen llorar"

En una de las Navidades el coro de don Carlos fue a cantaral mismísimo palacio arzobispal, donde todavía vivía el CardenalSegura. Después de alegrarles la tarde con sencillos villancicos,Perico, en su hermosa ingenuidad, le pidió a don Pedro los agui-

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naldos para todos los niños. Después del rico chocolate con pestiñosque sirvieron a los pequeños cantores, el cardenal Segura obse-quió a Pedrito algunas panderetas y zambombas para el coro dedon Carlos. Todos aplaudieron y se despidieron agradecidos delpurpurado, con nostálgicos villancicos eternos:

"La Nochebuena se viene, la Nochebuena se vay nosotros nos iremos y no volveremos más"

Al besar el anillo del Cardenal, Perico le pidió una bendiciónespecial, mientras don Carlos le susurraba al oído: "Este niño tienemadera de sacerdote". Fue un simpático guiño del Señor y un detallede su predilección por Pedrito.

La vocación misionera de Perico también se remonta a losaños de su infancia. En una Cuaresma apareció por San Juan ungrupo de sacerdotes para organizar una misión popular. Uno delos misioneros se hospedó en casa de la familia Olmedo. Rápida-mente conectó con Pedrito y se hicieron amigos. Todas las maña-nas, muy temprano, recorrían las calles del pueblo invitando a lagente a participar de la misión. El simpático Perico inventaba lascanciones para atraer a todos a los actos y charlas misionales:

"Los que van a la Iglesia no tienen frío,los que están en la cama están arrecidos,

despierta dormilón, vamos todos a la misión"

Después de algunas dificultades y experiencias negativas, añosmás tarde Pedro se convirtió en un gran misionero.

El proceso vocacional se estaba forjando y fraguando. Elingreso para comenzar el bachillerato lo hizo Pedro en el Colegio

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Salesiano Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaira. Ape-nas tenía nueve años y fue la primera separación familiar. Muchasy simpáticas anécdotas se podrían contar. ¿Te acuerdas, Pedro, deaquel uniforme azul marino que nos cambiamos por confusión?

Todos lo querían en el Colegio y fue un excelente alumno ycompañero. Don Carlos nunca le perdió la pista. Le visitaba confrecuencia y seguía de cerca su proceso vocacional. En aquellosaños era normal entrar en el seminario a corta edad.

La familia de Pedro estaba al tanto de todo. Confiaban en labondad de don Carlos y su gran espíritu evangélico y sacerdotal.Con el ingreso terminado, y antes de iniciar el bachillerato, Perico,con el apoyo de don Carlos y la autorización de sus padres, deci-dió entrar en el Seminario Menor de la Diócesis de Sevilla, y mar-chó a Sanlúcar de Barrameda. Nuevamente la separación familiary una experiencia totalmente distinta a la de Alcalá.

El juego de niño y su ilusión de siempre comenzaban a serrealidad. Estudios de latín y mucha disciplina. La liturgia y la ora-ción eran lo que más le llenaban. A pesar de la estrecha y estrictaformación de aquellos años, Perico nunca dejó de ser un niñoalegre, simpático y divertido. Seguía haciendo travesuras y practi-caba deportes; todos lo querían, formadores y compañeros.

Se sentía feliz e ilusionado con su vocación, sus padres levisitaban y le veían contento. De aquel tiempo son las primerasfotos vestido de curita de verdad. Ya no era un juego de niños,sino el principio de una hermosa realidad.

En vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano siemprevolvía a su hogar familiar. Y todos disfrutaban de él: de su bon-dad, de su cariño y de su simpatía. Siempre tenía amigos y sabía

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divertirse como el que más.

Jamás fue un niño ñoño ni retraído. Era abierto, comunicati-vo y ocurrente, era la alegría de toda la familia.

Durante dos años se sintió feliz en el seminario, pero prontosurgió una crisis, comenzó a sentirse solo y triste. El ambiente delseminario no le satisfacía, los problemas que tuvo los guardó Pe-rico en su corazón. Fue muy prudente y nunca criticó a los supe-riores ni a los profesores. Sencillamente parecía que el seminariono era el camino que Dios le marcaba para su vocación. Los de-signios del Señor son inescrutables.

Don Carlos hablo con él y lo supo comprender todo. Siguie-ron tan amigos y con los mismos sentimientos de fraternidad yamor a Dios y al prójimo. Sus padres y hermanos lo recibieron encasa con mucho cariño y compresión. Su madre, que siempre de-seó un hijo sacerdote, fue la más cariñosa y comprensiva con él,era una autentica santa.

Comenzó una nueva etapa en la vida de Pedro. El chaletfamiliar, Premio Nacional de Natalidad, se encontraba muy cerca delpopuloso barrio de Heliópolis. Desde hacía algunos años losclaretianos dirigían y regenteaban un hermoso colegio. Este seríael nuevo hogar escolar de Pedro. Después de algunos reajustespor los planes de estudio del seminario, Perico pudo cursar elcuarto año del bachillerato y su correspondiente reválida.

Esto ocurrió en plena adolescencia y siguió siendo alegre,festivo y ocurrente, como siempre. Practicó más deportes y sedestacó, especialmente, en el baloncesto. Creció bastante y laschicas se lo disputaban, por su porte y por su simpatía.

¿En qué quedaron los juegos y sueños de su infancia?

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EL CARÁCTER ABIERTO Y ALEGRE de Pedro le facilitó suintegración en la nueva realidad y en el nuevo ambiente. Rápida-mente se hizo de amigos en el Colegio Claret. Todos los compa-ñeros del curso lo aceptaron con cariño y comprensión. La sim-patía arrolladora de Pedro hizo el resto. Y, sin ningún trauma porlos años del seminario, se fue acomodando a su nueva vida. Seentregó de lleno al estudio y al deporte, y en sus ratos libres salíaa divertirse con sus amigos. Fue seleccionado para el equipo debásquet del colegio y organizó el club de fútbol Los Pelones con los

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

chicos del barrio y algunos hermanos. Los fines de semana, consu pandilla, salían de excursión, iban al cine o bailaban largas horasen guateques. Se había adaptado plenamente a la vida moderna deaquellos años de rock and roll y música de Los Beatles. Pedrotenía mucho éxito con las chicas por su buen carácter y su simpa-tía, y tuvo muchas pretendientes para formalizar relaciones denoviazgo. Un chico auténticamente normal y moderno.

Fue superando poco a poco la crisis religiosa de la últimaépoca del seminario, volviendo a la práctica sacramental que ha-bía aprendido y vivido en su familia. El apoyo de sus padres y sushermanos fue fundamental. En el Colegio Claret se integró a laJuventud Cordimariana y conectó pronto con el P. FedericoFernández, gran conocedor y amigo de los jóvenes. Participó enlas reuniones de formación y se ofreció para trabajarapostólicamente en algún barrio marginal. Los años de seminariono fueron perdidos. Su inquietud vocacional seguía latente, aun-que ya no se la planteaba directamente. Habría que esperar algúntiempo más.

Después de terminar el cuarto año de bachiller y su corres-pondiente reválida, con buenas notas, decidió ingresar a la Escue-la de Magisterio. El tema educativo siempre le había atraído espe-cialmente y así parece orientar su vocación profesional. Tenía en-tonces 17 años y unos deseos enormes de vivir en plenitud.

En esta época había intimado especialmente con una chicaportuguesa; sería su amor platónico. En la Feria de Abril de Sevi-lla se divertía muchísimo y todas los chicas querían bailar sevillanascon él. Efectivamente, lo hacía muy bien y con mucho salero.

No perdió nunca el contacto con el Colegio Claret y mantu-

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Encuentro con los claretianos en Sevilla

vo su presencia en los grupos juveniles, participando de las re-uniones y colaborando en los trabajos apostólicos. Eligió comodirector al P. Federico Fernández, con quien mantuvo una estre-cha relación de amistad. De vez en cuando también visitaba a donCarlos, su amigo del alma, que ya se encontraba en Sevilla comodirector de Cáritas y fundador de los Scouts Católicos en la dióce-sis. En las inundaciones de 1961 participó activamente, con gru-pos de scouts, rescatando a muchas familias en el barrio de LaCorza. Bajo la dirección del curita loco, Pedro y otro grupo de chi-cos colaboraba y ayudaba a los inundados que habían perdido suvivienda y sus enseres. También estuvo metido en la famosa Ope-ración Clavel de Boby Deglané, de grato recuerdo para todos lossevillanos, por la solidaridad, pero también triste por el accidentede la avioneta que cubría periodísticamente la llegada de los ca-miones y que provocó la muerte de varias personas. Perico, siem-pre tan dispuesto y solidario, participó en todas las campañas deayuda y socorro. Su vocación de entrega y servicio siempre estabapresente.

Las vacaciones de verano las aprovechaba para trabajar delistero en una empresa de construcción, propiedad de su amigoLuis Gayán. Pedro era su hombre de confianza. Todos los obre-ros quedaban encantados con Perico, por su seriedad en el traba-jo y su compañerismo y buen humor a la hora del descanso, o enlos momentos duros y conflictivos. Su experiencia en el mundolaboral le marcó fuertemente para su vida apostólica y misioneraposterior. Los fines de semana seguía practicando deporte y divir-tiéndose con sus amigos y amigas. Su vida espiritual se había afian-zado y el proceso vocacional seguía madurando, según los planesa Dios. La nueva llamada del Señor, ahora definitiva, no tardaríaen llegar.

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

Comenzó un nuevo curso y volvió a la Escuela de Magiste-rio. Aparentemente los sueños y las inquietudes de ser curita ha-bían desaparecido. En su familia y entre sus amigos ya nadie pen-saba en la vocación sacerdotal de Pedro. Lo veían demasiado inte-grado en la vida moderna, con el deseo de vivirla en toda pleni-tud. Otras chicas le acosaban y experimentó nuevosenamoramientos. En algún momento pareció que la cosa iba enserio. Tenía 18 años y toda una vida por delante. Pero el Señorseguía pensando en él para ofrecerle la llamada a su seguimiento.

El deporte en el Claret y las reuniones de grupos en la Juven-tud Cordimariana le mantenían unido a los misioneros claretianos,sobre todo a través de la influencia y la dirección espiritual del P.Federico Fernández. Su figura atrayente y su gran capacidad detrabajo apostólico y misionero habían impresionado fuertementeel ímpetu juvenil de Pedro.

Con mucha prudencia, el P. Federico le planteó a su dirigidoel tema vocacional y le invitó a trabajar apostólicamente en elbarrio Huerta de San Gonzalo. Pedro aceptó de buen grado y sepuso a disposición del misionero. Fue una etapa fundamental parasu proceso vocacional.

Cerca de Heliópolis, en los límites de la parroquia Claret, seencontraba en aquellos años un pequeño barrio marginal, quetodos llamaban Huerta de San Gonzalo. Las humildes casas esta-ban ubicadas a la orilla de un pequeño arroyo, muy peligroso entiempos torrenciales. El P. Federico Fernández y un grupo de chi-cas y chicos de la Juventud Cordimariana comenzaron a visitar alas familias del barrio, detectando sus necesidades y ofreciéndoleal mismo tiempo ayuda solidaria. Pedro se integró de mil amoresal grupo apostólico que trabajaba en la periferia de la ciudad. Los

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fines de semana sacrificaba el deporte y la diversión, y comenzó acompartir el dolor y el sufrimiento de los más pobres. Los domin-gos y días festivos ayudaba en la liturgia y daba catequesis a losniños y adolescentes.

Su espíritu misionero volvió a florecer. Las chicas de la pan-dilla, admiradoras de Pedro, integraban también el grupo misio-nero de San Gonzalo. El líder indiscutible era Pedro, por su entre-ga, simpatía y responsabilidad. El padre Federico confiaba plena-mente en él.

Las brasas de la vocación se removieron en el corazón deljoven que de niño jugaba a ser curita, con la ilusión de llegar un díaal sacerdocio.

El P. Federico, con mucha delicadeza, le planteó de nuevo lavocación, ofreciéndole la alternativa de la vida consagrada en unacongregación misionera: los Hijos del Corazón de María o Misio-neros Claretianos.

Eran los padres de su querido Colegio Claret. Los malos re-cuerdos del seminario y su fracaso lo hicieron dudar y no se deci-dió a dar el paso. Una visita a don Carlos, su amigo de la infancia,lo serenó y tranquilizó. El curita loco le animó a escuchar la voz deDios y a seguirle con generosidad.

Y llegó la cuaresma del año 1963, Pedro participaba en unatanda de ejercicios espirituales dirigida por el padre Federico. Eltema vocacional era obligado, después una larga conversación consu director espiritual, Pedro se planteó nuevamente la llamada delSeñor. Recordó su infancia y renovó sus deseos de seguir a Cristo.El P. Federico le ofreció la autobiografía de San Antonio MaríaClaret y comenzó a hablarle de la congregación, fundada por él.

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

Lo que más entusiasmó a Pedro fue el espíritu misionero de losclaretianos. El 11 de octubre de 1962 había conocido el Novicia-do de Jerez de los Caballeros, con motivo de la toma de hábito desu hermano Jesús. Fue el día de la inauguración del Concilio Vati-cano II. En Semana Santa de 1963 la decisión ya estaba tomada:pediría el ingreso en la Congregación Claretiana. El P. Federico lollevó todo con mucha prudencia y le pidió a Pedro que lo sigapensando y madurando hasta la finalización del curso escolar. Enel mes de junio decidió hablar con sus padres y plantearles nueva-mente la vocación. Su madre no cabía en sí de gozo. Era la ilusiónde toda su vida. Las relaciones con sus amigos y las chicas seguíancon normalidad. Unos días de vacaciones en Chipiona, que apro-vechó al máximo, disfrutando de la playa y las diversiones juveni-les.

Y llegó el momento de comunicarle la decisión a su pandilla.Enorme sorpresa para todos. Algunos pensaban que era una bro-ma y otros, sobre todo las chicas, quedaron desconcertados y de-fraudados, y le echaron la culpa al P. Federico que le había echado elgancho. La suerte estaba echada: Pedro pidió, oficialmente, la ad-misión en la Congregación de Misioneros Claretianos. El P. HeladioRiol, superior provincial en aquella época, le concedió el permiso,para ingresar al Noviciado de Jerez de los Caballeros, haciendoantes unos meses de postulantado.

Los amigos y amigas de su pandilla le hicieron la despedida desoltero. Se divirtieron de lo lindo hasta altas horas de la noche. Laschicas lloraban a lágrima viva y una de ellas con el corazón des-trozado. Una última conversación con Pedro la tranquilizó y ledio la paz, al comprender que su amigo íntimo sólo renunciaba alamor humano de una mujer, por un amor más grande a Dios y a

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Encuentro con los claretianos en Sevilla

todas las personas, que encontrase en su vida misionera. Un besogrande de ternura puso fin a hermosas y limpias relaciones duran-te la adolescencia y la edad prohibida de la juventud.

Y llegó la hora del adiós. En casa de Pedro, sus padres yhermanos le hicieron una entrañable despedida y le desearon lomejor para su nueva experiencia vocacional. Era el 15 de julio de1963.

El P. Federico, amigo de la familia, se ofreció para llevarlo alnoviciado y acompañarle en los primeros y difíciles momentos dela nueva vida que iba a emprender.

El día 16, festividad de la Virgen del Carmen, Patrona de laCongregación Claretiana, ya estaba en Jerez de los Caballeros parainiciar el noviciado. La casa de formación estaba de gran fiesta,un nuevo aniversario de la fundación de la congregación y la pro-fesión religiosa de 30 novicios. Entre la alegría y la emoción de laefemérides, Pedro se sintió como en su propia casa, ante la acogi-da y el cariño que le ofrecieron los superiores y sus nuevos com-pañeros.

En la liturgia de la profesión fue testigo de la generosidad deun grupo de jóvenes que se entregaban a Dios, para mayor gloriade su nombre y el compromiso de ofrecer sus vidas al servicio dela Iglesia y de toda la humanidad.

Al terminar la eucaristía, los neo profesos se abrazaban a susfamiliares, mientras el coro cantaba:

"Gracias os damos, Madrepor la vocación recibida

danos la gracia de ser fieles a ellatoda la vida".

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

Después de una comida de fraternidad y una alegre sobre-mesa, familiares y amigos fueron abandonando la casa del novi-ciado. El P. Federico se despidió de Pedro y le prometió su apoyoincondicional y el compromiso de rezar por él en esta nueva etapade su vida.

Así comenzó Pedro su definitiva experiencia vocacional. Losprimeros días fue acompañado por su hermano Jesús, que estabaterminando el noviciado y profesaría en la Congregación Claretianael 12 de octubre de 1963.

El 17 de julio, Pedro comenzó el Postulantado, etapa previaa la toma del hábito religioso, y el inicio del noviciado canónico.El camino para el sacerdocio, desde su vocación misionera, sehabía iniciado. Eran los duros y reconfortantes años de forma-ción.

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EL POSTULANTADO DE PEDRO fue duro y difícil. El cam-bio fue bastante radical; de una vida, alegre y festiva en la Sevillade sus amores, al encuentro ascético y exigente de una casa reli-giosa marcada por la disciplina, el sacrificio y la enseñanza para elseguimiento de Cristo.

Los primeros días fueron especialmente difíciles: tuvo querenunciar al cigarrillo, al deporte y a las alegres diversiones de lajuventud en el barrio de Heliópolis. Nuevas caras y nuevos com-pañeros, la mayoría más pequeños que él, de distinta formación y

Capítulo VFormación en libertad, marcado por el Vaticano II

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

educados al estilo antiguo. Un grupo reducido de aspirantes alnoviciado, los de vocación tardía, conectaban más fácilmente conPedro y comenzaban a darle un aire más moderno a la casa delNoviciado de Jerez de los Caballeros. Música moderna, guitarrasen la liturgia, mucho deporte en las horas libres y acercamientos alos problemas más acuciantes del mundo. El Concilio Vaticano IIhabía entrado también en el noviciado yeyé de los misionerosclaretianos. Uno de los principales líderes y promotores del cam-bio formativo, sin duda alguna, fue Pedro, dado su carácter abier-to, alegre y comunicativo.

El P. José María Márquez, futuro Obispo de Humahuaca,formador de Pedro en aquellos años, supo entender magnífica-mente a su discípulo, dejándole que tomara iniciativas y volcandosu capacidad de liderazgo en las distintas actividades y proyectoseducativos que se realizaban en la casa de formación de Jerez.

Poco a poco Pedro se fue aclimatando a la nueva realidad,sintiéndose ya como en su propia casa, integrado con los otroschicos y muy ilusionado en su propia vocación misionera. Apenashabían pasado dos meses del postulantado y ya los superiores lehabían aceptado para tomar el hábito religioso e iniciar el novicia-do canónico en la Congregación Claretiana. Era el 28 de septiem-bre de 1963.

Desde el primer día Pedro se tomó bien en serio la forma-ción del noviciado, siempre con sentido del equilibrio, sin renun-ciar a su personalidad ni abusar de una ascesis exagerada, y mu-cho menos de caer en posturas ñoñas y anticuadas, peligro real enla formación religiosa de aquellos años. Fue un novicio instruidoy al mismo tiempo moderno, alegre y divertido. Se preocupó muyespecialmente por conseguir una adecuada formación humana,

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lo mismo que espiritual, litúrgica y evangélica. No fue un noviciomodelo según los criterios y normas de la época, pero sí un refe-rente para sus compañeros de curso, que veían en él a un chiconormal buen compañero y mejor amigo.

En las fiestas de noviciado era el centro y la alegría de todos.Le gustaba el teatro, sabía contar chistes y bailaba sevillanas conalguna chica que asistía a la profesión de los jóvenes claretianos.El padre maestro confiaba siempre en él a la hora de amenizar lasfiestas y veladas navideñas. Casi siempre era elegido para la comi-sión de festejos, por su buen gusto para adornar la casa y su capa-cidad e iniciativa para organizar las actividades en los distintoseventos culturales o religiosos.

En los paseos por ternas o las excursiones de días de campo,todos querían coincidir con Pedro, por su amena conversación, aveces adobada con alguna palabrota, y su gran sentido del humor ycapacidad para descubrir el lado bueno y lúdico de la vida.

Desde el inicio del año de prueba Pedro se entusiasmó conel carisma misionero de Claret y lo fue asimilando a través de lalectura de la autobiografía y otros libros de espiritualidad claretiana.Ya desde entonces su vocación misionera estaba definida.

Una de las grandes preocupaciones de Pedro durante el no-viciado fue la vivencia de espíritu conciliar del Vaticano II, que seestaba desarrollando en Roma y que llenaba plenamente su jovencorazón, abierto siempre a los cambios y las novedades del mun-do moderno. La reforma litúrgica le entusiasmaba especialmentey comenzó a practicarla y a vivirla desde su puesto de encargadode liturgia en el noviciado. A pesar de no tener cualidades para lamúsica, participaba siempre en el coro del noviciado y en los her-

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mosos orfeones que se organizaban para las fiestas religiosas yeventos culturales. En la liturgia de Semana Santa disfrutaba mu-cho con la música de Tomás Luis de Vitoria, los Improperios deViernes Santos o el Exultet solemne del Pregón Pascual. El Do-mingo de Resurrección se le escuchaba, tarareando por los pasi-llos, entonar el hermoso prefacio pascual, emocionándose espe-cialmente al proclamar con toda su voz:

"Cum Pascha nostra, inmolatus est Christus"

Con mucha paz y serenidad fue pasando el año del novicia-do. Con desbordante alegría recibió la noticia de que había sidoaprobado para la profesión religiosa. Llegó el momento para el sídefinitivo y su consagración al Señor. Con mucho interés partici-pó en los ejercicios espirituales de preparación. Fueron días in-tensos de oración y reflexión. Y por fin llegó el día tan esperadode su consagración religiosa en la Congregación Claretiana. Fueexactamente el 29 de septiembre de 1964. Con toda solemnidad yen manos del maestro de novicios y futuro Obispo de HumahuacaJosé María Márquez Bernal, prometió e hizo voto a Dios de guar-dar perpetuamente castidad, pobreza y obediencia, consagrándose alSeñor y al Corazón de María en la Congregación Claretiana, pro-curando siempre la mayor gloria de Dios y la salvación de toda lahumanidad. Al terminar la ceremonia, entre los abrazos y felicita-ciones de sus familiares, amigos y compañeros, el coro del novi-ciado fue cantando con todo entusiasmo y fervor:

"Lo prometí, soy hijo de María,hermano soy del mismo Salvador

fiel permaneceré".

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Después de unos días de descanso, Pedro inició sus estudioseclesiásticos. En la misma casa del noviciado, en la sección delllamado laterano, cursó un año de latín, griego y literatura, comopreparación inmediata a los años de filosofía. Fue un año espe-cialmente denso, por la monotonía de las lenguas clásicas y por ladificultad para aprenderlas. Pedro supo salir airoso de aquel año,alternando el estudio con una vida litúrgica y espiritual seria yprofunda. Su carácter alegre y su sentido de la responsabilidadfacilitaron mucho su integración en el proceso formativo y voca-cional.

En junio de 1965 se incorporaba Pedro al FilosofadoClaretiano, ubicado en Jerez de los Caballeros. Una nueva expe-riencia y una nueva etapa de su proceso vocacional.

Aunque Pedro no tenía un talento teórico, la carrera de filo-sofía se le dio bastante bien, sobre todo el estudio de los pensado-res modernos, que le acercaban al mundo de hoy y a la realidadexistencial de las personas. La sociología fue su asignatura prefe-rida en los años de formación filosófica. En agosto de 1966 setrasladó el Filosofado a la localidad de Laja, en la provincia deGranada.

Allí terminaría el ciclo filosófico y allí encontraría las prime-ras dificultades serias para su estabilidad vocacional. En plena ju-ventud y con el carácter abierto, rebelde y libre, chocó con losplanteamientos formativos de algún formador con poca expe-riencia y criterios demasiados estrechos para los tiempos moder-nos; su espíritu de fe y su convencimiento de la llamada de Diosle hicieron superar las dificultades y los informes no del todo po-sitivos de algún responsable de su formación. En un diálogo fran-co y sincero con los superiores, Pedro supo plantear honrada-

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mente sus inquietudes juveniles y las motivaciones más profun-das de su proceso vocacional.

Con toda justicia y garantía fue aceptado para pasar a la eta-pa definitiva de su vocación misionera y sacerdotal: el ciclo de losestudios teológicos.

En octubre de 1968 Pedro se trasladó junto con sus compa-ñeros de curso a la hermosa Ciudad de Salamanca, donde losClaretianos tenían un gran centro teológico, pensado para las pro-vincias de España y América Latina.

El ambiente del estudio era muy serio y abierto a los airesdel Vaticano II. La renovación conciliar había penetrado fuerte-mente en los profesores y alumnos del Teologado de Salamanca.La formación de los futuros misioneros era abierta e integradora,los conflictos que iban surgiendo por determinados abusos seresolvían en el diálogo y la orientación psicológica y pedagógicade buenos profesionales. Los movimientos estudiantiles del Mayofrancés habían penetrado también en el ambiente de los jóvenesseminaristas, que no querían perder el ritmo y el tren de la histo-ria. El filosofo Marcuse y teólogo H. Cox, con su obra la Ciudadsecular, ejercieron mucha influencia en el pensamiento teológicode aquellos años. Los buenos profesores supieron canalizar y orien-tar las inquietudes intelectuales de los alumnos, siempre en con-sonancia con los criterios evangélicos y la sana doctrina de la Igle-sia. La problemática social de América Latina, con el MovimientoTercermundista, dejaron una huella imborrable en muchos jóvenesclaretianos.

El Capítulo de Renovación Claretiana, celebrado en 1968,trajo también optimismo y esperanza a los jóvenes misioneros. La

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presencia en el Teologado de Pedro Casaldaliga y José MaríaMárquez, destinados a sendas misiones en Brasil y Argentina, lle-naron de espíritu misionero a los alumnos del teologado, dejandoen el corazón de algunos una huella imborrable para su futuroreligioso. Entre ellos se encontraba Pedro, que ya tenía plenamen-te decidida su vocación misionera. En aquellos años, por iniciati-va de un grupo de alumnos inquietos, surgió la idea de fundar unarevista misionera, abierta a los aires renovadores del Vaticano II ycomprometida en la problemática social de los más pobres y lospueblos del Tercer Mundo. Así nació Misión Abierta, alimentandola inquietud de muchos jóvenes claretianos y otros sectores reli-giosos y eclesiales. Pedro fue siempre un lector apasionado y unfiel seguidor de los planteamientos renovadores y misioneros dela revista.

Durante las vacaciones de Semana Santa y verano, losformadores del Teologado facilitaban las inquietudes apostólicasde los jóvenes misioneros, apoyando distintas experiencias, muyenriquecedoras por la maduración vocacional y misionera de losfuturos sacerdotes. Pedro presentaba siempre sus propias iniciati-vas, orientadas a su formación y al deseo de ayudar, con su pre-sencia y su trabajo, en determinados ambientes populares y mar-ginados.

En Semana Santa, con un grupo de compañeros, organiza-ba un proyecto pastoral para atender alguna zona rural con pocapresencia y atención sacerdotal. En Collado de la Vera, en la Pro-vincia de Cáceres, volcó sus inquietudes misioneras y apostólicas,participando plenamente en los oficios litúrgicos, dirigiendo lasceremonias y ayudando activamente al párroco en el TriduoPascual. En su tiempo libre organizaba charlas formativas para

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jóvenes y adultos, siempre con un gran sentido eclesial y misione-ro. El contacto directo con las familias y la presencia en los ámbi-tos laborales y lúdicos los cuidaba especialmente, procurando siem-pre insertarse en la realidad social del pueblo.

En vacaciones de verano presentaba proyectos de experien-cias laborales o trabajos apostólicos en los barrios marginados delas ciudades y pueblos.

Había que relatar, en este sentido, su compromiso con elmundo obrero, integrándose como trabajador en una empresa deconstrucción sevillana que había conocido en sus años de adoles-cencia.

También es bueno recordar su gran trabajo en el barrio obrerode Las Palmeras, en Córdoba, donde con un grupo de compañerosde curso organizaba y dirigía campamentos de verano, siempredesde una perspectiva cristiana y misionera. El P. Facundo Pérez,gran misionero de Humahuaca, puede hablar largamente de lagran labor de Pedro durante aquellos años duros de Las Palmeras.Las circunstancias adversas y los conflictos internos del Teologadode Salamanca aconsejaron a los superiores de la Provincia Béticael traslado de sus estudiantes a otros centros formativos. El gru-po más numeroso fue a Granada y el último curso de teología,justo el de Pedro, se integraría en una comunidad claretiana deColmenar Viejo.

Allí culminó su formación teológica y misionera y decidió,con la aprobación de los superiores, ordenarse sacerdote. La granilusión de toda su vida se convirtió en una hermosa realidad.

En junio de 1972, en la plenitud de su juventud, después demuchas vicisitudes y varios años de formación, Pedro quiso en-

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tregar su vida a Dios, en la vocación sacerdotal que desde niñohabía sentido a través de la llamada constante del Señor. Sonmuchos los recuerdos y muchas las experiencias, y muchas laspersonas que hicieron posible el florecimiento de la vocación dePedro y la culminación en su ordenación sacerdotal. Desde suspadres, prosiguiendo por don Carlos González y el P. FedericoFernández, hasta los formadores y compañeros claretianos, todoscontribuyeron a la gran ilusión de su vida: entregarse totalmente aDios, en el ministerio sacerdotal a través de su vocación misione-ra claretiana.

El gran día de la ordenación y la primera misa había llegado.

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DESPUÉS DE HACER LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES corres-pondientes, Pedro viajó a Sevilla para el gran evento de su orde-nación sacerdotal.

Su familia y numerosos amigos lo esperaban con enormeilusión. El día elegido fue bien significativo: la Fiesta del SagradoCorazón. Era exactamente el 9 de junio de 1972. La parroquiaSan Antonio María Claret, del populoso barrio de Heliópolis, fueel lugar escogido para la gran celebración.

Estaban presentes sus padres y todos sus hermanos, con

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excepción de Jesús, misionero en la Argentina. El Cardenal Bue-no Monreal, viejo conocido y amigo de sus tiempos de niño, seríael obispo consagrante; don Carlos González, entre muchos sacer-dotes claretianos y diocesanos, sería el testigo de excepción. ElTemplo Parroquial del colegio Claret, al mejor estilo sevillano,estaba resplandeciente de luz color y adornado con hermosos cla-veles blancos y rojos. El verano se adelantó unos días y los recibiócon fuerte calor.

En la casa familiar de Siroco el nerviosismo era patente. Pe-dro se había despertado muy temprano, con las alegres notas delAleluya de Haendel y el beso cariñoso de su madre, ansiosa de verconsagrado sacerdote de Cristo a su querido hijo. Juntos rezaronal Señor y cantaron plegarias a la Virgen. Por expreso deseo de sumadre y por tantos favores recibidos durante años, hicieron laOración de la Confianza al Sagrado Corazón, pidiendo la graciade la perseverancia y la entrega total en su vida misionera. Baja-ron al comedor para desayunar unas ricas migas, preparadas por supadre, con todo su cariño y esmero.

La hora de la ceremonia litúrgica se había señalado para las11 de la mañana. Pedro quiso llegar con una hora de antelaciónpara supervisar los últimos detalles y prepararse con un momentode oración. A los 11 en punto comenzó la celebración, el TemploParroquial estaba abarrotado y el coro cantaba con todas sus fuer-zas:

"Al altar del Señor vamos con amor"

El Cardenal Bueno Monreal saludó con cariño a su amigoPedro e inició con mucha alegría el rito litúrgico de la Eucaristía,

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donde consagrará un nuevo sacerdote de Cristo. Todos cantabany alababan a Dios con el Himno del Gloria, mientras las campa-nas del Claret repicaban llamando a la fiesta grande. Los padresde Pedro lloraban de emoción en los primeros bancos, mientrasNati y Luisa, las hermanas misioneras de Pedrito, proclamabanlas lecturas bíblicas. El evangelio sería proclamado solemnemen-te por el neo presbítero, con fuerte voz y honda emoción:

"Vayan por el mundo entero y prediquen la buena noticia a toda lacreación"

Después de una hermosa Homilía, el obispo consagrante ytodos los sacerdotes presentes impusieron las manos sobre la ca-beza de Pedro, símbolo y realidad de la venida del Espíritu Santosobre el nuevo ministro del Señor. Después de la Unción, con elSanto Crisma en sus manos sacerdotales, Pedro prometió fideli-dad a sus compromisos y obediencia a sus legítimos pastores,mientras el coro cantaba con todo entusiasmo:

"Tu es sacerdos, in aeternum"

En el momento del ofertorio, el nuevo presbítero recibió, demanos de sus padres y hermanos las Ofrendas de Pan y Vino,preparados para celebrar junto al obispo consagrante y numero-sos sacerdotes la primera eucaristía, que tanto había soñado des-de su más tierna infancia; el juego de niño se había convertido enuna hermosa realidad. Sus labios temblorosos pronunciaban, porprimera vez, las profundas y misteriosas palabras de la consagra-ción:

"Tomad y comed, este es mi cuerpo"

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"Tomad y bebed, esta es mi sangre"

Durante el Rito de la Paz Pedro fue abrazado por toda sufamilia y amigos, recibiendo, al mismo tiempo, parabienes y de-seos de felicidad y fidelidad en su nueva vida de sacerdote deCristo.

En el momento solemne de la Comunión Perico fue entre-gando el Cuerpo de Cristo a sus familiares y amigos, al tiempoque recordaba con emoción, aquellas comuniones con galletitas en lasmisas infantiles de su niñez.

Mientras distribuía la Sagrada Comunión a todos los queparticipaban en el Banquete Eucarístico, el coro del Claret, acom-pañado de la familia Olmedo-Rivero, cantaba con onda y profun-da emoción:

"Más cerca, oh Dios de ti, más cerca sícuando la cruz, Señor, me lleve a ti.

Limpia mi corazón, llena mi pobre sed,hazme tu rostro ver, en la aflicción.

Himnos de gratitud por siempre cantaréy fiel a ti, Señor, siempre seré"

Al terminar la eucaristía, según la costumbre de tantos añosy tantas ordenaciones sacerdotales, el pueblo cristiano se fue acer-cando al nuevo presbítero para besar sus manos consagradas; ycomo no podía ser menos, durante todo el rito del besamanos, losparticipantes cantaban la Salve sevillana, entonada, por supuesto,por su hermano Tomás:

"Salve Madre, en la tierra de tus amores"

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Al finalizar la celebración litúrgica todos pasaron al patio ysalones del Colegio Claret para compartir, con sencillez, una co-mida de fraternidad. La fiesta se prolongó hasta bien entrada latarde, donde todos pudieron disfrutar de la alegría desbordante ylos bailes por sevillanas que tan magníficamente sabía interpretarPedro, recordando su adolescencia y juventud.

Al día siguiente de su ordenación Pedro celebró su primeraMisa en la Parroquia del Corpus Christi, donde era muy querido yvalorado desde su adolescencia y juventud; no podía faltar, natu-ralmente, una visita al Cerro de los Sagrados Corazones, acompa-ñado de su amigo Carlos González, con quien concelebró en lasdistintas capillas de la localidad: Casa de Ejercicios, Capilla delPerdón, Teresianas, Regina Mundi.

El 29 de junio de 1972, Fiesta de San Pedro, celebró suonomástico en el hogar familiar de Siroco, celebrando la Eucaris-tía y compartiendo una cena de fraternidad con sus padres y her-manos. Esa misma noche comunicó, oficialmente, su destino alas Misiones Claretianas de Argentina.

La decisión de aceptar su marcha a la Misión de Humahuacafue dialogaba y consensuada con sus formadores y superiores enlos últimos años de formación. El P. Federico Fernández, quetanto tuvo que ver en su proceso vocacional, era el Provincial deBética en aquellos años. Ante un simple deseo de Pedro de mar-char a las misiones, el P. Federico no lo dudó, y después de con-sultar con el Consejo Provincial fue destinado a la Misión Claretianade Humahuaca, Provincia de Jujuy, una de las zonas más pobres ymarginadas de la Argentina. Otros de los grandes sueños de Pe-dro se había hecho realidad: concretar su vocación misionera.

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El verano de 1972 lo aprovechó Pedro para descansar, capa-citarse en enfermería y arreglar todos los trámites para su radica-ción en la Argentina. Fueron unos meses de vida familiar, com-partiendo con los amigos y preparando el ánimo para su primerdestino misionero. Una temporada en la playa de Chipiona paradisfrutar del mar y de nuevo a Sevilla, para los últimos preparati-vos del viaje.

Y llegó la hora triste de la despedida. Un nuevo miembro dela familia Olmedo-Rivero marchaba a las misiones. Dos religio-sas, Luisa y Nati, y dos religiosos, Pedro y Jesús, se habían entre-gado a Dios, al mundo y a la Iglesia. Todos estaban en países deAmérica Latina: Colombia, Chile y Argentina; La viña joven quetanto amaba San Antonio María Claret. Los padres y hermanosde Pedro estaban orgullosos de él, aunque un poco tristes por supartida hacia un país lejano.

Los primeros días de septiembre de 1972, Perico comenzó adespedirse de todos sus amigos: eucaristías familiares, merecidoshomenajes y muchos regalos y recuerdos.

El día 12 de septiembre fue la despedida de Pedro en suhogar familiar. Después de la Eucaristía, amenizada por las can-ciones que tanto le gustaban a su madre, el misionero, divertido ysimpático, pronunció unas sencillas y sentidas palabras de despe-dida. Las lágrimas asomaban de todos los rostros, mientras To-más entonaba las sevillanas del adiós, bailadas con mucho arte portodos los presentes.

"Algo se muere en el almacuando un hermano se va,y va dejando una huella

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que no se puede borrar.No te vayas todavía,no te vayas por favor,

Que hasta la guitarra mía,llora cuando dice adiós"

El día de la partida todos van a despedirle a la estación deCórdoba, camino de Madrid, para empalmar en un vuelo de Iberia,que le llevaría directamente a Buenos Aires. Los compañerosclaretianos le cantaban el Adiós del misionero y le desearon una vidamisionera llena de entrega y generosidad con los pobres y humil-des. Una nueva etapa, la definitiva, había comenzado en la vida dePedro.

Después de unos días en Buenos Aires, Pedro se dirigió alnorte del país en un tren que lo llevaría hasta la Ciudad deTucumán, donde lo esperaban su hermano Jesús y algunos misio-neros de Humahuaca. Abrazos de bienvenida y los mejores de-seos para su vida misionera. En Jujuy, capital de la provincia, pa-saron algunas horas de descanso y aclimatación. Pedro ya estabaansioso para viajar hacia la misión de Humahuaca, donde lo espe-raban con los brazos abiertos sus hermanos claretianos; era el 22de septiembre de 1972.

Y después de tantos sueños e ilusiones, Pedro llegó a laPrelatura de Humahuaca, ubicada en al región de la Quebrada deHumahuaca y Puna. Allí en un rinconcito de Amerindia, en elnoroeste de la actual Argentina, casi en el corazón de América, seencuentra enclavada la tierra de los collas, la entrañable Pachamamade sus amores.

La quebrada y la Puna configuran una zona inmensa, árida y

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fría.

Está atravesada por sierras multicolores, semidesnudas, degrandioso aspecto. Hacia el Oeste se yergue, imponente y majes-tuosa, la Cordillera de los Andes, de picos enhiestos y nevados.

Intercalada entre los cerros, encontramos una extensa llanu-ra, arenosa y solitaria, salpicada de salitres y soportando el castigodel viento, que sacude y hace gemir las tolas y chiyaguas. Sende-ros, múltiples senderos se entrecruzan entre los cerros, casi todosbordeados por alguna apacheta" símbolo de la Pachamama, queindican el camino y orientan el rumbo de los campesinos. Másabajo, pequeños cenagales, algunas lagunas, campos de hierba,ovejas y llamas. En medio de este desierto, duro y desolador, apa-recen, casi por milagro, pequeños valles y quebradas fértiles. Esuna zona de fauna rudimentaria, pero única: cóndores en la cor-dillera, vizcachas en las laderas de los montes y llamas y vicuñas,casi exterminadas, en las altiplanicies. En las llanuras, suris y per-dices aleteando por los cerros; patos, gaviotas y otras aves acuáti-cas en las lagunas y cenegales. Tojos y quirquinchos en los arena-les y miles de pajarillos piando en el límpido cielo. Por toda laextensión de la quebrada y la Puna nos encontramos con antigales,signo de la antigüedad de esta tierra y presencia mística, casi pal-pable, de la Pachamama. Esta es la Puna, inmensa, solitaria, indi-ferente, antigua y grandiosa por su silencio. Cantada por poetas ycantores, al son de erkes, quenas y charangos, que no olvida suorigen y dicen de ella:

"¡Tierra mía! ¿Quién te hizo tan triste, tan grande, tan desierta ydesolada? Ese viento que te sopla día a día, que hace perder tu horizonte.

Soy yo que vengo de donde estoy, con brazos abiertos para abrazarte"

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La situación social del pueblo colla, la veremos a través deestas páginas, ha sido y sigue siendo de profunda pobreza ymarginación. No obstante, la situación geopolítica de la tierra delos collas siempre ha sido vital para el país, por ser zona fronterizacon Bolivia y Chile; aunque nunca fue correspondida ni recom-pensada por las ayudas y preocupaciones sociopolíticas de los dis-tintos gobiernos. A pesar de todo, los collas aman profundamen-te su tierra y le dedican sus más entrañables canciones, coplas ypoesías:

"Tierra amada, Puna triste, cuna donde nací,tierra de los airampales y las blancas puyas puyas,

de los tupidos tolares y los milenarios cardos.Yo te canto, tierra mía, con profundo frenesí.

Tierra de los cerros agrestes y de pampas desoladas,la de arroyos cristalinos y de las quietas aguadas,

las ovejas, las llamitas y las cabras,donde una pastora sueña mientras cuida su majada.Tierra del hombre sufrido que nace y vive en el suelo,

donde levantó su rancho con trabajo y con desvelo,tierras de imillas y changos que van trazando caminos.

Tierra del cóndor altivo que domina las alturas,los avestruces y vicuñas, señores de las llanuras.

Tierra de la Pachamama, donde se adora el mojón,donde el colla de rodillas reza al cielo su oración.Tierra del torno y telar, donde se teje esperanzay en el largo caminar se ovillan las añoranzas.¡Oh días de misachico, de señal y de chayada,

cantando a la Pachamama, dejar la pena olvidada.Tierra de erkes y cajas, de charangos y de quenas,

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música sentimental, remedios de tantas penas.Tierra de los carnavales, que a todos hace alegrar,con sus millares de coplas para cantar y olvidar.Tierra amada, Puna triste, cuna donde nací,yo te canto, tierra mía, con profundo frenesí".

Lucía Rueda, poetisa de Santa Catalina.

A esta bendita tierra de la Quebrada y la Puna llegó Pedrocomo misionero y evangelizador. Pronto supo identificarse con lacultura de su gente e integrarse en la vida dura del pueblo colla. Yprecisamente su primer destino, su bautismo de fuego, fue una delas zonas más pobres y marginales de la Prelatura: Mina Pirquitas.

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DESPUÉS DE UNOS DÍAS DE ACLIMATACIÓN socio-culturalen la Quiaca, junto a su hermano Jesús, recorriendo la Puna yconociendo la grandeza del Pueblo Colla, Pedro, con su permisode conducir en el bolsillo, marcha ya a su primer destino misione-ro: la lejana y dura Mina Pirquitas, en el departamento de Rinco-nada, Junto a la Precordillera de los Andes, muy cerca del cerroGranada /5000 m) y a 130 Km. de la localidad de Abra Pampa,capital de la Puna Jujeña, en la siberia argentina.

Capítulo VIIEncarnado en Pirquitas: minero y misionero

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Recordemos un poco la historia de la Mina Pirquitas y lasituación social de los obreros en los tiempos de la presencia mi-sionera de los claretianos.

Los yacimientos de Pirquitas eran conocidos solamente porlos collas. Durante mucho tiempo sacaron rústicamente el mine-ral. La fama de las ricas vetas de estaño, llega hasta los grandesmonopolios. La National Lead decide iniciar maniobras para apo-derarse de la mina.

Es una de las muchas historias negras de la minería argenti-na. Rafael Tauler era un minero español, que se dedicaba a explo-raciones y cateos. Durante algún tiempo trabajó como asalariadoen Mina El Aguilar. En 1931 descubre un valioso yacimiento deestaño e intenta explotarlo. Era Mina Pirquitas. El plan había queimpedirlo a toda costa, pues el apreciado mineral estaba destina-do para los monopolios. Se forma una trenza para robarle el yaci-miento a Tauler y a los propios collas: la National Lead inscribe enHacienda una empresa autodenominada Compañía Minera Pirquitas,Pichetty Cía." La integraban un oligarca de origen italiano, AlbertoPichetty; los ingleses Leach y el propio gobernador de Jujuy, ArturoPérez Alisedo.

Tauler inicia un pleito contra el gobernador e intenta viajar aJujuy para defender sus derechos. La Compañía lo hace encarcelary soborna a la policía para que lo asesine. Un verdadero trabajo dela mafia.

Los mineros se indignan ante la noticia del crimen, pero notienen armas para vengarlo. Contestan con lo único que les que-da: su propia voz. Rápidamente se propaga por todo el norte ar-gentino, una canción anónima, en la que el pueblo denuncia el

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Encarnado en Pirquitas: minero y misionero

crimen de los monopolios. Vamos a transcribir los versos mássignificativos.

"Ay lo mataron a Taulerde noche y en el desiertoy de cómo lo mataron seespantan hasta los cerros

Sacáronle de la cárcelmaniatado y en silencioy le indicaron la sendacon la punta del talero.

La escena duro un instantedura mas un Padrenuestro

después de las bofetadescinco balazos le dieron

Y sobre el tiro de graciaque levantara los sesos,

continuaron los bandidosa grandes sorbos bebiendoAy lo mataron a Taulerde noche y en el desierto

de cómo le mataronse espantan hasta los cerros.Los cerros que tienen minas

de plata y oro en su senoy que pronto saldrán de la patria,

camino del extranjero.Ay lo mataron a Tauler

que Dios lo tenga en su Reino,ya que en la tierra los hombres

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que aprecian más el dinero,seguirán siempre negandojusticia al pobre mineroPero la justicia se hace

cuando la reclama un puebloa través de las guitarras,por boca de los troveros."

Después de consumado el crimen y la usurpación, el GrupoPirquitas se expandió rápidamente y fundó en San Pedro de Jujuy,la compañía minera Coyahuaima, para explorar los yacimientos dela zona. El grupo llegó a controlar ochenta pequeñas minas deestaño y plata. Los grandes monopolios decidieron mantener áreasde reservas, para posibles coyunturas apremiantes. Al iniciarse laSegunda Guerra Mundial, EEUU necesitaba mucho estaño y elTrust decide poner a pleno rendimiento la Mina Pirquitas y aso-ciar el grupo a sus intereses económicos. En 1948 se le cierra elmercado a Pichetty y no le quede otra alternativa que vender susacciones a la National Lead.

De este modo, el monopolio se convierte en dueño de losyacimientos. Más adelante, a principios de la década de los seten-ta, la familia Leach vende sus acciones a un siniestro personajeJavier de la Cuesta, yerno de Pérez Alisedo. Desde sus orígenes ya través de los años, la situación social y laboral de Mina Pirquitasno ha cambiado mucho, Desde los años de la usurpación y eldespojo, la explotación más inhumana fue instalada en la zonaminera. De aquí surgen todos los problemas y todas las injusti-cias. Años de humillación y sufrimiento que la memoria colectivadel pueblo no ha podido olvidar.

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Encarnado en Pirquitas: minero y misionero

De una forma rápida vamos a describir la situación social dePirquitas. El hábitat donde se encuentra ubicada la mina, no pue-de ser más hostil y desolador. Frío y viento perpetuo a 4.000 me-tros de altura, en condiciones vitales y laborales absolutamenteadversas.

Las viviendas son infrahumanas: una sola pieza para toda lafamilia, sin agua corriente y sin sanitarios. Existen letrinas públi-cas, ubicadas cerca del núcleo habitacional y en muy deficientescondiciones higiénicas. El agua, con un índice muy bajo depotabilidad, posee elementos tóxicos y morbosos. Él hábitat fa-miliar es generador de muchos problemas, con multitud de caren-cias para un ambiente hogareño, sano y feliz.

Las condiciones laborales son aun peores que las vitales. Enel interior de la mina, la ventilación se consigue por el obsoletométodo de chimeneas, que no permite la purificación del medioambiente, enrarecido por el polvillo y los gases tóxicos. Las más-caras protectoras y los anteojos suelen estar en malas condicio-nes. Las botas y los trajes son muy deficientes para penetrar en lasgalerías, inundadas de agua y ácido sulfúrico. Las condiciones la-borales generan un alarmante cuadro patológico: silicosis, enfer-medades pulmonares, bronquitis crónica, etc. La mayoría de losmineros tiene que dejar el socavón antes de los 40 años.

Algunos consiguen otro puesto y bastante son despedidosarbitrariamente.

La asistencia sanitaria de la población minera siempre ha sidomuy deficiente. El pequeño hospital tiene muchas carencias y sue-len escasear los medicamentos básicos y los medios técnicos másurgentes.

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Las derivaciones a otros hospitales son difíciles ymortificantes a causa de los malos caminos y vehículos. La sani-dad en Mina Pirquitas, sin ninguna duda, siempre ha sido absolu-tamente deficitaria y del tercer mundo. La mortalidad infantil hamantenido índices muy altos.

Aparte de los problemas habitacionales, laborales y sanita-rios, existen en Pirquitas una serie de carencias sociales muy signi-ficativas: pésimas comunicaciones, dificultades para el aprovisio-namiento de víveres, abuso y explotación comercial en artículosde primera necesidad, insuficientes locales recreativos y asociativos,etc.

Unificando toda la problemática social explicada, la situa-ción ha llegado, en numerosas ocasiones, a cotas de extrema ne-cesidad. Los mineros han caído en actitudes pasivas y fatalistas:conformismo, alcoholismo, religiosidad alienante. Tampoco nosextraña que algunos políticos que visitaron la zona, manifestasenpúblicamente que la situación social de Pirquitas era un constantey urgente llamado a la subversión. ¿Hasta cuando el aguante y lapaciencia de la familia minera?

A través de los años los empresarios han hecho variadas pro-mesas y suscrito numerosos compromisos, que nunca han cum-plido. Los convenios con los sindicatos, casi siempre quedan enletra muerta o papel mojado y congelado. De todo esto sabe mu-cho el coronel de la Cuesta y los distintos gobiernos y políticos deturno, que sistemáticamente, hicieron oídos sordos a las justasreivindicaciones sociales de la población minera.

A partir de 1973, instaurada la democracia, un brote de es-peranza renace en Pirquitas. Fue un puro espejismo. Los proble-

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mas sociales y laborales continuaron y con la llegada, de nuevo,de los militares, la explotación de la empresa aumenta considera-blemente. Las voces mineras fueron silenciadas y el sindicato, in-tervenido. En semejantes circunstancias, las fuerzas sociales pocopudieron hacer. Solo la Iglesia pudo levantar la voz, a través dedenuncias y diálogos estériles con el gobierno y empresarios. Lacomisión internacional de Derechos Humanos tomó concienciade la situación. Todo inútilmente. La familia minera seguía su-friendo y los obreros sometidos a una explotación inhumana. Laguerra de las Malvinas fue un duro golpe para la economía de laempresa.

Al romperse las relaciones con Inglaterra, el mineral encon-tró dificultades de exportación a las Islas Británicas, tradicional-mente receptoras del estaño y la plata pirquitense.

Después de recordar el contexto sociolaboral de MinaPirquitas, es el momento de plasmar, en las paginas de este senci-llo libro, la vida y el trabajo misionero de Pedro.

A finales de octubre de 1972, llegaban los primeros misio-neros claretianos para instalarse, como grupo comunitario, en lalocalidad de Mina Pirquitas. Los años anteriores, la atención pas-toral se ejercía esporádicamente, desplazándose desde Abra Pam-pa, en las temporadas fuertes, los padrecitos que atendían toda lazona de Cochinoca y Rinconada. El aumento de la población y lasituación social desesperada, requería la presencia fija y constantede los misioneros. El P. Pepe Murillo y el P. Pedro Olmedo fueronlos primeros destinados como grupo comunitario permanente.Dos jóvenes con mucho entusiasmo y grandes preocupacionessociales. Los primeros meses fueron duros y difíciles. Ante la ca-rencia de casa parroquial, los misioneros tuvieron que instalarse

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en una habitación, que la compañía minera había cedido para lospadrecitos. Era el espacio destinado, para los obreros sin carga defamilia o jóvenes solteros. Los baños y las duchas, eran comunes,sin agua caliente, en condiciones infrahumanas, como la mayoríade las casas de los mineros. En un pequeño calefactor, ubicado ensu misma pieza preparaban el café para el desayuno y una frugalcena por las noches.

El almuerzo lo hacían en el comedor público de la compa-ñía. El clima, durante casi todo el año, era frío y ventoso, nevandoen ocasiones, en los cerros de la veta y localidades más alejadasdel Departamento de Rinconada, visitadas y atendidaspastoralmente por los misioneros. La zona minera estaba divididaen dos grandes secciones: La Veta-Mina y el Campamento y po-blado del Molino. La población total alcanzaba, en los primerostiempos, las 3.000 personas.

Pepe Murillo atendía el Campamento del Molino y Pedro seencargaba de la zona más dura y desprotegida: la Veta-Mina. Entiempos de salir a la campaña, ambos compartían las visitas a lascomunidades y se suplían en el trabajo pastoral de la zona minera.Los primeros años solo contaban con una pequeña capilla en lasección del Molino. En la Veta, donde vivían los mineros del inte-rior mina, Pedro se las arregla para celebrar la Santa Misa y admi-nistrar los Sacramentos, en las humildes casas de los mineros oalgún saloncito comunitario. Así fue visitando y conociendo a todaslas familias, compartiendo los momentos alegres de las fiestas ylos momentos duros y difíciles de la vida minera. Pronto se hizoamigo de todos y supo encarnarse en la dura realidad, donde letocó vivir y trabajar apostólicamente.

La juventud de Pedro, su sentido misionero y su gran espíri-

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tu de fe, le hicieron fáciles los primeros meses de su presencia yvida encarnada en Mina Pirquitas.

Su carácter abierto y alegre, facilitaba él dialogo y la amistadcon todos entrando en los hogares y ganándose los corazones delos mineros. Todos los apreciaban y todos los buscaban para com-partir una comida, jugar un partido de fútbol o celebrar una fiestade familia. Tenía muchos ahijados y supo ganarse el cariño y lasimpatía de obreros, profesionales o jefes de las distintas seccio-nes. Visitaba las escuelas y organizaba charlas con los niños ymaestros.

Y llegan las primeras Navidades de Pedro en Mina Pirquitas.Con mucho cariño, comienza a organizare un pesebre vivientecon las familias de la Veta y todas participan con entusiasmo.

Los pastorcitos vienen con sus ovejitas y llamas hasta elPortalico, donde se encuentra el Changuito Dios, representado porun hermoso bebé, hijo de un minero, que acababa de nacer. To-dos cantan y adoran, mientras Pedro va repartiendo golosinas atodos los changuitos de la Veta. A media noche celebra la Misadel Gallo, en una gruta cercana al socavón, donde, cada día, losmineros arrancan el mineral a la Madre Tierra.

El día de los Reyes Magos, organizaban una hermosa cabal-gata, con burritos cargados de juguetes para los niños de la fami-lia minera.

La vida en la mina es muy dura y Pedro tiene momentos dedesaliento y tentación de abandonar su trabajo misionero enPirquitas, planteando la posibilidad de ubicarse en una zona másasequible y llevadera. Después de algunas dudas y consultas, apo-yado en su fe y fortaleza, decide seguir en su puesto y entregarse

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de lleno a su misión y a su trabajo social en la mina.

Después de unos días colaborando con la Parroquia de LaQuiaca, en un campamento de 100 scauts en Jujuy, vuelve aPirquitas con nueva ilusión y renovadas fuerzas. Ya no tiene du-das: su trabajo misionero lo realizara en la Mina y poblacionesaledañas. Comienza a recorrer toda la zona y a conocer la durarealidad de las distintas localidades y comunidades: Cussi - Cussi,Lagunillas, Paicone, Orosmayo, Casa Colorada, Lomas Blancas,Carahuasi, Susques, Coranzuli, Huancar, Cienaga Grande, El Toro,etc. Se hace amigo de todos y comparte la vida dura de los pobla-dores y campesinos.

Todos lo recuerdan como un gran misionero y mejor com-pañero, en las luchas por sobrevivir y conseguir las reivindicacio-nes para una vida más digna y humana. Su gran humanidad y subuen carácter le facilitan el acercamiento a la gente y el compro-miso de evangelizar y, al mismo tiempo, ser evangelizado por ellos.Acoge a todos y comparte los momentos difíciles y alegres de lasdistintas comunidades.

Su vida misionera le llena totalmente y se siente feliz en mediode los más pobres y sufridos de Argentina. Se identifica, poco apoco, con la cultura de las collas y comienza a conocer su cos-tumbre e interpretar sus ritos.

En febrero de 1973, Pedro participa en el Carnaval del pue-blo colla. En Mina Pirquitas las fiestas carnestolendas, son especial-mente ancestrales, rememorándose las costumbres de las antiagüelosy los ritos mineros a la Pachamama. En el socavón, el lugar másprofundo de la pachamama, domina y es dueño El Tío, nombrefamiliar que dan los mineros al mandinga identificado en el Carna-

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val con el dios momo. En el interior mina, en lo más profundo, delsocavón, no pueden entrar ni la mujer, ni el padrecito. Es dominioexclusivo de El Tío y de los hombres mineros. Sólo ellos puedentributarle culto y challar a la Pachamama. La mujer y el curita ja-más podrán ingresar en el socavón y participar en los ritosancestrales del carnaval minero. Es una superstición muy antigua,arraigada en la población minera. Si no se cumple con ella losobreros del socavón tendrán mala suerte y accidentes.

En semejante contexto de superstición ancestral, Pedro pi-dió a los mineros permiso para bajar al socavón. Y no se lo pudie-ron negar. El curita de la Veta era un Padrecito muy especial, encar-nado totalmente en la realidad minera y comprometido en lasluchas y reivindicaciones obreras. El Martes de Carnaval, día em-blemático para los mineros, Pedro los acompaño en la challa y lasofrendas al Tío en lo más profundo de la mina, rezando, al mismotiempo, oraciones al Dios de la Vida, al Cristo Trabajador, por elbienestar de los mineros y su seguridad laboral. Años más tarde,ante las dificultades laborales y productivas de la compañía mine-ra, Rosendo Flores, gran amigo de Pedro recordaría, con muchohumor que la bajada del Curita, a interior-mina fue la causa detodos los males de Pirquitas y el motivo del enojo del Tío, por elrompimiento de una tradición ancestral, que prohibía la bajada alsocavón de las mujeres y los sacerdotes. Pedro el gran amigo delos mineros, tenía que hacer algo para reconciliar al Tío con losobreros del socavón.

En la Semana Santa del 73, los padrecitos de Pirquitas, ad-quirieron un hermoso Cristo crucificado y lo bautizan con el nom-bre, Cristo de los Mineros. El Viernes Santo lo sacan en procesión,haciendo un hermoso y sentido Vía Crucis, desde la capilla del

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campamento hasta la Veta–Mina. Los mineros con la Cruz deCristo, todo un símbolo del dolor y la vida dura y crucificada delos obreros del socavón.

Pepe Murrillo y Pedro no descansan y siguen su tarea misio-nera y su obra social.

Con la ayuda de iglesias hermanas, se embarcan en el pro-yecto de la construcción, de una casa parroquial y remodelacióndel templo y salones de catequesis. En un tiempo record se finali-zan las obras, que son bendecidas e inauguradas por el ObispoJosé María Márquez. El Cristo de los Mineros ocupa el centro delpresbiterio, acompañado de la Virgen del Rosario, Madre y Patro-na de Pirquitas. Pedro organiza una novena e invita a todos losobreros a compartir las celebraciones religiosas en Honor al Cris-to de los Mineros. Fue una experiencia inolvidable y llena de sen-timientos religiosos, mezclado con muchos elementos de humory humanidad. ¿Te acuerdas Pedro, del borrachito, que hiciste par-ticipar en la novena?

Meses mas tarde, Pedro comienza la construcción de unacapilla en la Veta y algunos salones parroquiales, para las reunio-nes de catequesis y las fiestas de la familia minera. Con gustoexquisito y enorme cariño se terminan las obras, gracias a los apor-tes solidarios y el trabajo desinteresado de los mineros en las ho-ras libres.

Después de muchos sacrificios, los obreros de Veta-Mina yatenían su propia parroquia, donde celebraban con orgullo los Bau-tismos y las Primeras Comuniones y Confirmaciones de sus hijos.De vez en cuando, se realizan hasta algunos Matrimonios y con-tados entierros.

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En tan poco tiempo, la labor de Pepe y Pedro, en medio detantas dificultades, fue impresionante y llena de enorme espíritumisionero.

En las salidas a la campaña y a través del contacto diario conla gente sufrida de toda la zona de Pirquitas y el Departamento deRinconada, Pedro fue concientizándose de la dura realidad socialy los grandes problemas en la salud y la desnutrición infantil. Antelos problemas sanitarios y alimentarios, Pedro no tuvo otra alter-nativa, que el compromiso total con los más pobres, ejerciendo,en muchas ocasiones la denuncia social y el apoyo solidario a lasfamilias más carenciadas, con sus hijos en riesgo de desnutricióny falta de salud. La llegada a Mina Pirquitas de las HermanasMercedarias de la Caridad, fue un gran alivio y una gran ayudapara los misioneros y para la población minera. Sor Eulogia, ejem-plar religiosa y gran enfermera, ejerció una gran labor sanitaria enel hospital de Pirquitas y en las visitas domiciliarias a las familiasmineras. Quizás por el ejemplo de las hermanas y la urgencia delos problemas sanitarios, Pedro decidió hacer los cursos de enfer-mería, consiguiendo el título de Agente Sanitario. Una nueva yhermosa experiencia en el trabajo misionero de Pedro

Y esta fue la segunda etapa de Pedro en Mina Pirquitas. Des-pués de hacer los cursos de Supervisor de Agentes Sanitarios enla ciudad de Salta y trabajar durante 9 años en Iruya, vuelve, conrenovada ilusión, a sus querida Veta. Recorre todo el Departa-mento de Rinconada y parte de Susques, visitando los puestos desalud supervisando los enfermeros y reorganizando las prerrondasen toda la zona. El trabajo de la salud, le dio posibilidad paradetectar los grandes problemas sanitarios y alimentaros de mu-chas comunidades, comprometiéndose con los médicos y herma-

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nas mercedarias de la caridad en la lucha contra la desnutrición yla erradicación de las enfermedades infantiles. Consigue medica-mentos e insumos para el hospital y organiza cursos de preven-ción y atención primaria para la salud conectado con las escuelasy los responsables de las distintas comunidades. Fue un trabajoduro y agotador, que supo alternar e integrarlo con su labor pas-toral y misionera.

Mientras tanto, la situación en la mina sigue siendo difícil yconflictiva. Sus injusticias continúan, permaneciendo los sueldoscongelados y cobrando los mineros sus haberes con varias quince-nas de retraso. Sus familiares no tienen medios para sobrevivir ylos obreros siguen trabajando en condiciones laboralesinfrahumanas, penetrando en interior mina, mal alimentados,manteniéndose las ocho horas de duro trabajo, a base de coca yalgún trago de alcohol para amortiguar él frió y cansancio agota-dor. Sus incentivos laborales y sociales eran mínimos, aumentan-do cada día el control y las exigencias de los jefes y dueños de lamina. Comenzaron a reducir el personal y aumentar las horas ex-tras sin recibir plus en el sueldo mísero de cada mes. Los minerosvivían y trabajaban desconcertados y temiendo la expulsión de sutrabajo, sin indemnizaciones, ni promesa de jubilación anticipada.Muchos obreros cayeron en la depresión y el alcoholismo.

Durante el proceso militar, iniciado en marzo 1976, la situa-ción social de Pirquitas se hizo cada vez más difícil e insostenible.Los problemas laborales aumentaban cada día y la defensa de losobreros es asumida por los misioneros y algún sindicalista gene-roso y valiente. Pedro tuvo que salir en defensa de Rosendo Flo-res, catequista y sindicalista minero, encarcelado injustamente porel poder represor de los militares. Intercede ante el Obispo

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Márquez y consigue su liberación, después de nueve meses enuna prisión en San Salvador de Jujuy.

Al mismo tiempo que en Mina Pirquitas, la situación laboraly social sé hacia insostenible en Mina El Aguilar, donde tambiénlos misioneros se comprometen y defienden a los obreros contralas injusticias cometidas por los jefes y dueños de la compañíaminera. Fueron los momentos difíciles y conflictivos del Aguilarazoy la desaparición y asesinato de Avelino Bazán. Recordemos es-pecialmente al P. Casimiro Triguero, que junto con Pedro y otroscompañeros claretianos, denunciaron los atropellos y la represióncontra los obreros de la mina. El Obispo Márquez, aconsejadopor todos los misioneros, intervino valientemente en el conflictoy consiguió la pacificación de la mina, apoyando abiertamente lasreivindicaciones sociales de los obreros.

Después de unos meses de descanso en España. Pedro vuel-ve a la mina, con nuevos bríos para seguir denunciando las injus-ticias y apoyando las luchas mineras y concientizando a la pobla-ción sobre los derechos y las exigencias de una vida digna paratodos. En Junio de 1978 por concienciar en un cursillo sobre lasituación en las minas de los obreros collas, Pedro tuvo seriosconflictos con la Policía Federal de Jujuy, que allanaron la casareligiosa, donde se celebraba el encuentro juvenil, llevándose de-tenido a su hermano Jesús, defendido siempre por él ante el obis-po y las autoridades militares.

La situación en la Mina Pirquitas se vuelve desesperada einsostenible. Pedro denuncia el atraso en el pago de los míserossalarios y las pésimas condiciones laborales y sociales de los mine-ros. Los jefes y los dueños de la mina hacen oídos sordos a losjustos reclamos y amenazan con cerrar la empresa alegando falta

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de interés en el trabajo y escasa producción. Los sindicalistas nopueden evitar los despidos masivos y las injusticias cometidascontra sus compañeros, amendrentados por las presiones y ame-nazas de la empresa, amparada y defendida, por el poder militar.

No les queda otra alternativa que resistir y trabajar a destajopara aumentar la producción y evitar el cierre de la mina.

En este contexto y ante las exigencias de los jefes, a los mi-neros no les quedó otra alternativa que hacer horas extras sin com-pensación económica, bajando al socavón durante doce horas dia-rias, en dos turnos ininterrumpidos. Fue en esta etapa, ante lascircunstancias duras y conflictivas de los obreros, cuando Pedro,siempre solidario con los mineros, se ofreció a trabajar con ellos ybajar diariamente al socavón. Fue una hermosa experiencia y unagran oportunidad para demostrar a los obreros su gran corazón ysu profundo sentido de justicia social; al mismo tiempo, gestosimbólico de denuncia ante la opinión publica, por la explotacióna la que era sometida la población minera, de parte de los jefes ylos dueños de la mina,

Cada mañana, todavía noche oscura, Pedro subía hasta laveta para reunirse con sus compañeros, bajar al socavón y extraerel mineral a la Pachamama. Fueron meses muy duros y allí, en lomás profundo de interior mina, Pedro recordaba y cantaba conlos obreros aquella hermosa y dura canción de AtahualpaYupanqui:

"Un día pregunte en casa: abuelo, y dónde esta Diosmi abuelo se puso triste y así me respondió:

tu padre murió en la mina, sin doctor ni confesióny lo enterraron los indios, a golpe de pala y tambor.

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Hay una cosa en el mundo, más importante que Dios:y es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor.Yo canto la voz del pueblo, que canta mejor que yo:

roja sangre de minero lleva el oro del patrón"

Allí mismo, en el socavón de Pirquitas, Pedro alababa y reza-ba al Dios de los pobres, en una plegaria, que era un puro clamorde la tierra y de los hombres mineros, que pedían por la liberaciónde sus vidas y derechos y seguridad de los Crucificados de Pirquitas yde todos los condenados de la tierra.

Aquellos días de socavón, fueron especialmente duros paraPedro, al mismo tiempo que, paradójicamente, gratificantes y re-confortantes. Se sentía orgulloso de ser minero y misionero y re-cordaba los días de carnaval, cuando con la debida autorización,bajada al interior mina para challar la Pachamama, rendir homena-je al Tío, y rezar una plegaria a la Virgen del socavón. Sus tradicio-nes y supersticiones ancestrales, por primera vez y sin que hayaprecedente, habían sido rotas y violadas. Una única excepción paraun misionero y sacerdote excepcional. Sus mineros se sintieronorgullosos de que el padre Pedro, su gran compañero y amigo desiempre, bajara con ellos al socavón para arrancar y extraer elmineral de la tierra, aumentar la producción y evitar, así, el cierrede la mina.

Al terminar de la agotadora jornada de trabajo, Pedro volvíaa casa, cansado, pero lleno de alegría. Celebraba la Eucaristía conlas esposas e hijos de los mineros, pidiendo al Señor fuerza y va-lentía, para seguir luchando, por los derechos y la vida digna detoda la familia minera.

En 1978, después de tantos años en Pirquitas, Pedro es des-

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tinado a la comunidad de Iruya. Una nueva etapa en su vida mi-sionera, entra en escena.

No obstante el distanciamiento físico de Pirquitas, Pedro si-gue preocupándose de los problemas sociales de los mineros de-nunciando los atropellos y las injusticias de los jefes y dueños, yanimando a sus compañeros claretianos que siguieran en la luchapor la defensa de los derechos de los trabajadores pirquitences. Yeso hicieron todos, especialmente Casimiro y Santi, los dosclaretianos que estaban en Pirquitas a principios de la década delochenta.

En 1983, una vez instalado el gobierno democrático, losmineros reinician el diálogo y sus luchas sociales. Los dueños ypatrones permanecen insensibles a los justos reclamos obreros.La política económica de Alfonsín aceleró el hundimiento dePirquitas.

Se inician medidas de presión y se organiza una marcha a patay pulmón, hasta la capital de la provincia. Los acontecimientos noeran nada halagüeños. La empresa minera se declara en quiebra ypresenta al gobierno una declaración de suspensión de sueldos. Laangustia y la desolación penetran en la familia minera y el asuntose puso en manos de los jueces.

Las ricas minas de estaño fueron cerradas y a los trabajado-res, junto con sus familias, no les quedó otra alternativa que aban-donar Pirquitas y ubicarse, como emigrantes y desocupados, enotros lugares de la Quebrada y Puna.

Hasta aquí la breve historia de los últimos años de MinaPirquitas, donde Pedro paso los primeros años de su vida misio-nera, entregado totalmente a los más pobres y denunciando, va-

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lientemente los atropellos y los abusos cometidos contra los su-fridos trabajadores y toda la familia minera.

Años más tarde, ya Obispo de la Prelatura, Pedro siguió visi-tando la mina y preocupándose de todos los problemas pendien-tes y urgentes de la familia pirquitense: indemnizaciones, jubila-ciones, reubicación de los pobladores, apoyo solidario y compro-miso pastoral en su nueva situación.

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DESPUÉS DE UNA PRESENCIA MISIONERA durante cincoaños en Pirquitas, Pedro vuelve a España para un curso de reno-vación y visitar a la familia.

De regreso a la Prelatura, es destinado durante un año alSeminario Menor de Humahuaca. Allí conoce al matrimonio To-rres, laicos comprometidos con su fe y con su Iglesia. Tomás,trabaja como médico en el hospital y Alicia, Psicóloga y Sociólo-ga, colabora en la pastoral parroquial y diocesana. Ya tenían algu-nos hijos, formando una familia unida y cristiana. Estamos ha-

Capítulo VIIIMisión compartida en una comunidad mixta

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blando del año 1977 y los difíciles momentos del Proceso Militar.

El trabajo pastoral de formador, no satisface plenamente aPedro y plantea sus dudas al Obispo y al Delegado de losClaretianos, P. Ricardo Aparicio. Al mismo tiempo, inicia un dia-logo y una amistad profunda con el matrimonio Torres, orientan-do sus inquietudes a un posible trabajo pastoral conjunto, en unaComunidad Mixta y con una Misión compartida.

Después de recibir el visto bueno de los superiores, comien-zan un proceso de búsqueda y discernimiento pastoral y comuni-tario. Visitan algunos lugares de la Prelatura, entre otros SantaVictoria y Nazareno; finalmente, deciden ubicarse en Iruya, her-mosa comunidad de los Valles Salteños, atendida pastoralmentepor la Prelatura de Humahuaca.

La presencia misionera en Iruya, durante algunos años, fuecircunstancial y esporádica. Los padrecitos, que residían en la Pa-rroquia de Humahuaca, atendían pastoralmente la zona y visita-ban las comunidades, en los tiempos litúrgicos fuertes y las fiestasreligiosas más importantes.

El Obispo Márquez, de acuerdo con su Presbiterio, habíadecidido formar un nuevo puesto misionero y los claretianos, unanueva comunidad religiosa. Ante el ofrecimiento de Pedro y elmatrimonio Torres, todos aceptan su propuesta y son destinadosa Iruya, para formar una Comunidad Mixta y atender pastoral ymisioneramente toda la zona de los valles iruyenses. Estamos afinales de 1978.

Después de todos los preparativos de rigor, Pedro y la fami-lia Torres, se instalan en la casa parroquial de Iruya, para iniciaruna hermosa experiencia misionera y comunitaria. Era exacta-

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mente el mes de enero de 1979.

Al poco tiempo, se incorporan a la Comunidad dos nuevosmiembros: Rosendo Flores, laico comprometido, y Héctor Cas-tro. maestro de la escuela primaria. Con la ilusión de la juventud yla profunda fe de todos, inician una andadura riesgosa y compro-metida, bajo el prisma de la esperanza y perspectiva de la opciónpor los más pobres, a través de un trabajo conjunto y el desarrollode una verdadera misión compartida.

Una hermosa experiencia, adelantándose a los tiempo ac-tuales, se puso en marcha en Iruya, con el protagonismo de Pedrocomo referente sacerdotal, y un grupo de laicos, con un compro-miso social y eclesial muy fuerte y evangélico.

La ubicación en la Casa Parroquial no fue fácil, el espacio noera grande y el número de hijos del matrimonio Torres fue au-mentando paulatinamente: Candelaria, María, Inés, Francisco,Pablo, Martín y Rosario. Todos los chicos ocuparon la pieza ma-yor, mientras Pedro, Rosendo y Héctor, compartían un espacio,que hacia al mismo tiempo, de sacristía y despacho parroquial.Alicia y Tomás se ubicaron en una pequeña habitación. El hall deentrada a la casa, se utilizaba de comedor cocina y recibidor paralas visitas y grupos parroquiales. La casa era pequeña, pero el co-razón de la comunidad era muy grande. Acogían a todo el mundoque llegaba y sabían compartir sus bienes, la fe, la plegaria y eltrabajo apostólico. La Eucaristía de cada día era el centro y lafortaleza de la comunidad.

La vida comunitaria, con sus momentos difíciles y conflicti-vos, fue muy familiar y enriquecedora. Todos participaban de lostrabajos domésticos y todos compartían las cargas de cada día. La

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alegría y el buen humor, reinaban en aquel hogar tan especial,donde se juntaba el carácter andaluz de Pedro con la retrancacordobesa de Tomás, el encargado de hacer las bromas y conse-guir una convivencia lo más llevadera posible. Rosendo Florescolaboraba con su sencillez y simpatía., mientras Héctor era elque llamaba a la seriedad y el equilibrio comunitario. Alicia, laintelectual del grupo organizaba las reuniones y hacia reflexionara todos sobre los problemas sociales, a través de un sencillo pro-ceso de análisis de la realidad.

Los niños eran la felicidad y el gozo de todos. En los mo-mentos más duros, las sonrisas y los juegos infantiles suavizabanlas tensiones y pacificaba la Comunidad.

La educación en libertad de los chicos, fue algo espontáneo,que surgía, no solo del respeto y cariño de los padres; sino de lapreocupación de todos los miembros de la comunidad. Forma-ban una autentica familia, donde todos se respetaban, valoraban yse querían entrañablemente. Dialogaban constantemente y la co-municación entre ellos era franca, abierta y sincera.

Después de varios meses viviendo juntos, Héctor Castro,optó por dejar la comunidad, aunque siempre mantuvieron bue-nas relaciones y siguieron trabajando, en la pastoral educativa y lamisión apostólica parroquial. EI trabajo de Héctor, preparaciónde sus clases y corrección de libretas, se le hacía difícil en unacomunidad donde casi no había momentos de sosiego y tranqui-lidad. Años más tardes, ya con Héctor ubicado en su nuevo ho-gar, la integración en el trabajo pastoral fue más estrecha y la mi-sión compartida más amplia e integradora. La Comunidad Mixtase fue enriqueciendo y abriéndose, cada vez más a otros sectoresde Iruya y comunidades campesinas.

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Para entender mejor su trabajo misionero, seria convenientesituarnos en la zona y ubicar geofísica y socialmente el Departa-mento de Iruya.

Al noroeste de la Provincia de Salta, en medio de una impre-sionante y bellísima cadena montañosa, nos encontramos con losvalles precordilleranos de Santa Victoria, Nazareno e Iruya. Elpaisaje es hermosísimo, con una geografía de difícil, acceso. Laentrada obligatoria para penetrar en Santa Victoria e Iruya, tieneque ser a través de la Provincia de Jujuy y una subida montañosade hasta 4.000 metros de altitud.

La ruta alternativa para llegar al Departamento de Iruya, esla Quebrada de Humahuaca y el desvío en la Localidad de lturbe,comenzando una subida impresionante, de 4.000 metros, limiteJujuy - Salta, e iniciar la bajada hasta el bellísimo pueblito de Iruya,ubicado en la ladera de un monte,- cerca del río del mismo nom-bre y una altitud de 2.000 metros sobre el nivel del mar.

Después de recorrer los 70 km que separan Humahuaca eIruya, disfrutando de vistas y paisajes bellísima, se llega a unpueblito, perdido en medio de los cerros y la noche de los tiem-pos. Estamos en Iruya y su maravillosa iglesia, con una culturamilenaria y ancestral.

Desde Iruya, centro del departamento, se abren los distintoscaminos y rutas vecinales, para llegar a pie, caballo o en vehículo,a las distintas comunidades iruyenses: San Isidro, Las Higueras,Campo Carreras, Colanzulí, Pie de la Cuesta, Rodio, Rodeo Colo-rado, Vizcarra, Volcán Higueras, El Porongal, La Mesada, Abradel Sauce, Campo Lujan, Sala Esculla, Abra de Araguyoc, CasaGrande, Pueblo Viejo, Las Capillas, San Juan, Chiyayoc,

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Matancillas, etc.

Todos estos cerros han sido testigos mudos de las andanzasmisioneras de Pedro y sus hermanos de Comunidad.

La mayoría de estas comunidades son muy lejanas, de difícilacceso. Con recorridos a caballo de hasta 16 horas, por caminos,cornisas y precipicios muy peligrosos. Los riesgos para los misio-neros han sido muchos y constantes.

La situación social de Iruya y todo el departamento, es muydura para una vida digna y humana. Sobreviven como pueden, enun medio hostil, con grande dificultades en la salud, educación,comunicaciones y medios de subsistencia.

Siempre existieron problemas de desocupación, tenencia yposesión de las tierras, cultivos precarios, dificultades alimentariasy gran dependencia de los patrones y políticos de turno.

Durante varios meses al año, un buen numero de familias,tienen que emigrar a los Ingenios Azucareros, como mano deobra barata, en la explotación zafrera de San Martín del Tabacal,Ledesma y Tucumán.

Dentro de un paisaje de increíble belleza, nos encontramoscon un paisanaje, que hunde sus raíces en razas y pueblos origina-rios de nuestra Amerindia. Mantienen las creencias y costumbresde sus ancestros y desarrollan una cultura muy rica en matice.

Simplificando un poco, diríamos que los habitantes de Iruyase identifican como descendientes de la raza colla, que habitaronla zona desde tiempo inmemorables y que aún hoy día, permane-cen fieles a sus raíces y al sentido profundo de la trascendencia yel amor telúrico a la Pachamama.

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Por ser un pueblo muy religioso, han asimilado muy bien elEvangelio, recibiendo con mucho cariño la presencia y enseñanzade los misioneros, que se acercan y encarnan en su realidad socialy cultura popular.

Los padrecitos que han atendido la zona de Iruya, siemprehan sido recibidos por sus habitantes, compartiendo con ellos suvida, sus costumbres y su religiosidad. Con todo respeto, se unenal rito ancestral de la Pachamama y mantienen desde hace mu-chos años la hermosa ceremonia de la Adoración de los Cachis, en laFiesta de la Virgen del Rosario, patrona y madre de Iruya.

Desde este contexto sociocultural y siempre desde la pers-pectiva de la opción por los más pobres, vamos a recordar el tra-bajo misionero de Pedro, acompañado en todo momento, por suComunidad, en misión compartida.

Desde el inicio del proyecto pastoral, todos fueron concientesde la necesidad de un trabajo integral e integrador, que tuviesemuy en cuenta la realidad social de la zona y el mensaje liberadorde Jesús de Nazaret.

Partiendo del trabajo profesional de Tomás Torres y su acti-vidad en el Hospital Público, todos aceptaron la propuesta de unamisión conjunta y comunitaria en el área de la salud. Esa fue larazón de los cursos intensivos que tuvieron que hacer Pedro yRosendo, en la Ciudad de Salta, para prepararse y capacitarse comoSupervisores de Atención Primaria de la Salud.

Por otra parte, contando con la preparación psico-social deAlicia y la actividad educativa de Héctor Castro, todos aceptaron,igualmente, el tema de la educación, área fundamental de la pas-toral de conjunto que querían implantar en toda la zona de Iruya.

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Y como eje transversal, que recorrería toda su misión pasto-ral, Pedro propuso una evangelización integral, inculturada yliberadora, partiendo de la realidad de los pobres, de su propiavida y religiosidad; pero siempre abierta a la esperanza y al senti-do de Reino, germinalmente en esta tierra y planificado en el Rei-no eterno del amor.

Partiendo de los presupuestos anteriores, veremos el trabajointerno de la comunidad, su capacidad de acogida y apertura, suvivencia radical de la pobreza y, su sentido de encarnación e inser-ción en la realidad social del pueblo que querían evangelizar y serevangelizados, al mismo tiempo, por ellos.

La vida de la Comunidad Mixta de Iruya, fue una autenticabendición de Dios para Pedro. Se encontraba muy cómodo en lafamilia que habían constituido y ejercía la acción pastoral con todaespontaneidad y compromiso comunitario.

Todos los miembros desarrollaban sus propias actividades ycolaboraban en los trabajos comunes. Tomás, desde su profesiónmedica, se integró totalmente en el hospital, trabajando con todadedicación y entrega al servicio de la salud integral de la pobla-ción iruyense. En sus salidas a la campaña, procuraba conectar ycoincidir con Pedro, misionero y supervisor sanitario, para orga-nizar un hermoso trabajo en equipo y poder dar respuesta a todaslas necesidades de la gente. El sacrificio era grande y las camina-tas a caballo, en largas y agotadoras jornadas, llenaban el espírituaventurero de los tres mosqueteros; pero, fundamentalmente se sen-tían felices y contentos de entregar sus vidas al servicio de los máshumildes, llevando a plenitud su vocación misionera.

Los riesgos que corrían, cabalgando o caminando por altísi-

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mos cerros, eran muchos y de variada índole. Recordemos, comobotón de muestra, el accidente que tuvo Pedro en una fría nochede invierno, al perderse en la niebla después de ser despedido yarrojado por el caballo en medio de impresionantes cerros. Lue-go de dos días deambulando por altas montañas, pudo llegar yrefugiarse en una casita solitaria y solidaria de la Comunidad deOquesitas, donde le sirvieron el mate más rico de su vida. Unavez pasado el susto, recuperado del hambre y del frío, pudo vol-ver, sano y salvo, a su querida comunidad de Iruya. La providen-cia de Dios nunca lo abandonaba y siempre confiaba en la solida-ridad y cariño de la gente.

Durante el tiempo de permanencia en la Parroquia de Iruya,Pedro atendía la Pastoral Catequística, Sacramental y Social, siem-pre en coordinación con el equipo parroquial y la ComunidadMixta. Eran días de descanso físico, pero la actividad era más ampliae integradora, desde una perspectiva evangelizadora y atención alos más pobres.

La vida diaria de la comunidad se nutría del espíritu de fami-lia, la escucha de la Palabra de Dios y la participación en la Euca-ristía. La opción por los pobres llevo a la comunidad a vivir unaautentica pobreza evangélica, abiertos a todos los que la visita-ban, con un gran sentido de la acogida y del compartir los bienesmateriales y las vivencias y experiencias pastorales.

Los hijos de la Familia Torres, supieron integrarse en la Co-munidad de Iruya, asistiendo a la misma escuela pública y partici-pando de los mismos juegos e inquietudes de los niños del pue-blo.

La Comunidad Parroquial, se fue acostumbrando, poco a

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poco, al trabado pastoral de Pedro y su integración en las activida-des sanitarias y sociales de la población.

En unión con lo miembros de la comunidad, Pedro tuvoque denunciar muchas injusticias y atropellos que sufrían los sen-cillos y desprotegidos habitantes de la zona, corriendo muchosriesgos y siendo perseguidos por algunos funcionarios y punterospolíticos.

A nivel interno, es bueno también recordarlo, Pedro y laComunidad Mixta sufrieron algunas incomprensiones, que pocoa poco se fueron superando, sobre todo, después de recibir eltotal apoyo de su Obispo, José María Márquez Bernal.

Con gran tristeza para toda la población de Iruya, Pedroanuncia su marcha para España en el año 1983. Todos pensabanque no volvería más a la zona iruyense y le despiden con todocariño y gratitud; sin embargo, y ante la sorpresa y el gozo de susqueridos feligreses, Pedro vuelve al año siguiente, con renovadasfuerzas y nuevas ilusiones misioneras. Aún le quedaban algunosaños más de trabajo pastoral en unión de su querida ComunidadMixta, continuando, con nuevo vigor, la misión compartida entodo el departamento.

En el año 1987, la Familia Torres, por razones muy especia-les marcha a la Ciudad de Salta, para iniciar una nueva etapa de suvida. Rosendo Flores, también por motivos familiares, inicia unanueva andadura en Humahuaca, pero apoyando siempre a Pedroy su proyecto misionero.

La Comunidad Parroquial de Iruya se mantiene con la mis-ma ilusión de siempre, gracias a la presencia de otros MisionerosClaretianos, que se incorporan al proyecto apostólico, tan queri-

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do por Pedro y el Obispo Márquez.

Es el momento de recordar, con admiración y cariño, a to-dos los compañeros que se incorporaron, en años sucesivos, a laComunidad de Iruya y trabajar con total entrega, al servicio de losmás pobres y humildes de los Valles Salteños. La lista es amplia ybien selecta: Tobías Martín, José Marrero, Juan SaloméDomínguez, Domingo Condado, Ricardo Aparicio, MiguelGarcía, Carlos Halcón, Vidal Zerpa, José Ángel Ayala, AlonsoSánchez, Juan José Gea. Todos ellos trabajaron con gran espíritumisionero, dedicando todo su esfuerzo al servicio pastoral de laComunidad Iruyense.

Después de doce años de trabajo agotador, donde Pedro fuedejando sus ilusiones y su salud, su presencia misionera en Iruyava a finalizar de una manera imprevista. Tal nombramiento provi-dencial para el cargo de Administrador Apostólico, torcerá defi-nitivamente el rumbo de su presencia permanente en Iruya. Loscaminos de Dios le llevaban por otros derroteros. Perdíamos ungran misionero y párroco, pero ganábamos un buen Obispo yPastor.

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PARA LOS QUE TENEMOS FE, los designios de Dios soninescrutables y, en determinadas ocasiones, sus caminos no sonnuestros caminos.

Descubrir la Voluntad Divina, en circunstancias muy espe-ciales, es uno de los cometidos mas desconcertantes en la vida deun creyente.

La llamada de Pedro al Episcopado hay que enmarcarla den-tro de un contexto de profunda fe y sentido real de la Providen-

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cia. Hagamos un poco de historia.

Desde la llegada de los Misioneros Claretianos a la zona dela Quebrada y Puna y durante unos 20 años, el pastor responsablede la Iglesia allí instalada, fue el P. José María Márquez Bernal: suprimer Administrador Apostólico y el primer Obispo Prelado dela Prelatura de Humahuaca.

Estamos hablando de las décadas del setenta y ochenta. Laerección de la Prelatura fue el 8 de septiembre de 1969 y su Con-sagración como Obispo, el 17 de noviembre de 1973. Fueronaños difíciles y conflictivos, pero vividos con entusiasmo y espe-ranza por todos los misioneros. El Obispo Márquez se entrega,con todas sus fuerzas, al servicio pastoral de la Prelatura. Fue unverdadero pastor, cercano a su pueblo y a los sacerdotes del pres-biterio. Su gran preocupación fue trabajar por los más pobres yhumildes, forjando al mismo tiempo, una Iglesia autóctona, ofre-ciendo un espacio eclesial a todas las comunidades originarias dela zona. Así surgieron los Animadores, Catequistas y Promotoressociales, a lo largo y a lo ancho de toda la Prelatura, habitada porunas 80.000 personas de la etnia colla. El obispo Márquez amabaa su pueblo con pasión, cumpliendo, con toda generosidad y en-trega, el lema de su escudo episcopal: Caritas Christi, urget nos.Después de vario años de responsabilidad pastoral, la salud delObispo Márquez se va resintiendo paulatinamente, no teniendootra alternativa que presentar la renuncia al Santo Padre e iniciargestiones y consultas ante el Nuncio, para buscar un sucesor loantes posible. Estamos a principios del año 1990.

Las preferencias, tanto del Obispo Márquez como de loscompañeros de la Prelatura, se decantan por el P. Ricardo Aparicio,un gran misionero claretiano, que trabajaba en la zona desde el

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año 1969. Su trayectoria era ejemplar: como sacerdote compro-metido con su pueblo y una gran preparación pastoral y muchaincidencia en los problemas sociales de la gente. Muy cercano ysencillo, sereno y equilibrado, pero abierto a los signos de los tiem-pos y a los cambios propuestos por el Concilio Vaticano II. Unhombre eclesial, mas que eclesiástico, que amaba profundamentea la Iglesia y que quería verla renovada tanto en su estructurajerárquica como en los fieles creyentes del pueblo de Dios. Erasincero, honrado y con una espiritualidad seria y profunda, encar-nada en la vida y con gran sentido de la fe y de la providencia.Sobre todas las cosas, el P. Ricardo era un hombre profundamen-te humilde y sencillo. Poseía unos valores humanos impresionan-tes y jamás alardeó de ellos. Era conciente de que todo lo habíarecibido de Dios y siempre evitaba las posturas orgullosas y alta-neras, tenia un gran sentido de la dignidad humana, tanto propiacomo ajena, y supo defender siempre y en todas las circunstan-cias, sobre todo los momentos mas críticos y difíciles, la vida delpueblo colla. Era valiente para ejercer el profetismo, de una ma-nera libre y equilibrada.

A la hora de elegir el sucesor del Obispo Márquez, el P. Ri-cardo, a juicio de sus compañeros, era el candidato ideal.

Después de las consultas de rigor, el Nuncio Apostólico pre-senta la terna en Roma, insistiendo en la candidatura del P. Aparicioy proponiéndolo como Obispo Prelado de Humahuaca.

A finales de junio de 1990, el P. Ricardo escribe el NuncioCalabresi, una hermosa carta, donde responde a una anterior delmismo, comunicándole sus reservas para aceptar la designación yofreciéndole los motivos y las motivaciones de su postura, siem-pre con mucho respeto, humildad y sinceridad.

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Por respetar la voluntad de P. Ricardo, me resisto a transcri-bir su carta, pero quiero dejar claro que toda ella respiraba honra-dez y profunda verdad, junto con un amor grande a la Iglesia y alMinisterio Episcopal. En su mensaje final, el P. Aparicio, despuésde plantear sinceramente sus convicciones, no niega la posibili-dad de aceptar la designación, si esa fuese la voluntad de Dios y eldeseo expreso del Santo Padre. A los pocos días, el NuncioCalabresi contesta al P. Ricardo, comunicándole que el Papa habíadejado sin efecto y retirado su nombramiento como Obispo Pre-lado de Humahuaca. Creo que sobran todos los comentarios.Únicamente, quisiera reconocer en este libro, la integridad del P.Ricardo y, su profunda fe y humildad. Hombres como él se nece-sitan en nuestra Iglesia y en el Ministerio Episcopal. La sinceridaddel P. Ricardo, va a incidir en las circunstancias, que rodearon elnombramiento de Pedro.

La situación de la Prelatura seguía siendo difícil y problemá-tica. La renuncia del Obispo Márquez aguardaba un compás deespera y su salud se iba deteriorando cada vez más. Con la honra-dez y la responsabilidad que lo caracterizaba, José María Márquez,vuelve a insistir ante el Nuncio sobre su delicado estado de saludy su petición de ser exonerado del gobierno pastoral de la Prelatura.La carta fue fechada a finales de diciembre de 1990. En enero del91, el P. Carlos Halcón, delegado de los claretianos, de paso porBuenos Aires, visita al Nuncio Calabresi para plantearle la urgen-cia del cambio de obispo y el posible candidato. La respuesta delNuncio Apostólico fue positiva: ya estaba todo orientado y deci-dido. Solamente pide que reúna a los claretianos y diocesanos,para hacer un sondeo. El 4 de febrero se reúnen todos en AbraPampa. Después de un cambio de impresiones, en votación se-creta, Pedro sale elegido entre sus compañeros, por mayoría ab-

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soluta, como candidato para ser Administrador Apostólico de laPrelatura. Así consta en el acta del Presbiterio, celebrado en AbraPampa el 4 de febrero de 1991. Dios iba abriendo nuevos cami-nos en la vida de Pedro, escribiendo recto, sobre las líneas torcidas, detodo lo ocurrido, meses atrás, a través de la candidatura frustradadel P. Ricardo Aparicio. La voluntad divina se iba manifestandoclaramente y sus designios amorosos, se iban a concretizar en elmomento oportuno.

Después de una llamada telefónica a la Nunciatura, se con-creta una reunión urgente para el 5 de febrero, en la ciudad de S.Salvador de Jujuy, capital de la provincia. A las 10 de la mañana seencuentran los protagonistas en el Hogar de la Joven, que dirigenlas religiosas del Buen Pastor.

Estaban presentes el Nuncio, el Obispo Márquez, el delega-do de los claretianos y el candidato Pedro. Los demás compañe-ros aguardaban expectantes. El Nuncio Calabresi, con una cartaen la mano, le comunica al Obispo, que el Papa aceptaba su re-nuncia y proponía al P. Pedro Olmedo, con su debido consenti-miento, como Administrador Apostólico.

El Padre Pedro, a viva voz, contesta al Nuncio sobre su acep-tación y consentimiento, dado lo expresado por todos sus com-pañeros, incluido el Obispo Márquez, garantía suficiente para in-tuir y descubrir, en la pura fe, la voluntad de Dios. Enseguida secomunica la buena noticia a todos los hermanos sacerdotes y seseñalan las fechas oportunas: el 20 de febrero se haría la comuni-cación oficial y el 24 seria la toma de posesión. La alegría en elBuen Pastor es desbordante. Comparten una comida de fraterni-dad y todos prometen a Pedro su apoyo incondicional.

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A los pocos días de la reunión en el Buen Pastor, Pedro reci-be la comunicación oficial de su nombramiento. La transcribimosa continuación

"Reverendo Padre,

Tengo el agrado de Transmitirle el Decreto de la Congregación para losObispos, en fecha 20 de febrero de 1991, con el cual se le comunica que elsanto Padre Juan Pablo II lo ha nombrado administrador apostólico "adnutum Sanctae Sedis" de la Prelatura de Humahuaca.

Al felicitarle por tal designación, formulo mis más fervientes votos parael feliz éxito de sus actividades y le acompaño con mis pobres oraciones.Con cordiales saludos y con la seguridad de mi fraterna estima, me es gratoconfirmarme."

Por las mismas fechas, el Nuncio, comunica el nombramien-to de Pedro a la Conferencia Episcopal Argentina, adjuntando unanexo sobre su "curriculun vitae". Por su importancia para el mo-mento oportuno, lo transcribimos también:

"Rvdo. Padre PEDRO OLMEDO RIVERO, C.M.F.

Misionero ClaretianoNacido el 21 de octubre de 1944 en San Juan de Aznalfarache, Sevilla

(España)Estudios primarios en el lugar de nacimiento.Estudios Secundarios en el Colegio Claret (Heliopolis), SevillaIngreso a la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón

de María (Claretianos), profesando en la misma el 29 de septiembre de1964.Curso los estudios de Filosofía en los Seminarios Mayores de la Congre-

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gación de la provincia de Betica (España) y la Teología en el SeminarioMayor interprovincial de la Congregación de Salamanca.Hizo cursos de actualización Pastoral en el Instituto León XIII de

Madrid.Ordenado Sacerdote el 6 de junio de 1972 en la Parroquia P. Claret de

Heliopolis (Sevilla)Llega a la Prelatura de Humahuaca (Jujuy, Argentina) en septiembre

de 1972.Cargos y servicios prestados en la Prelatura de Humahuaca:Párroco de mina Pirquitas, Humahuaca e Iruya.Delegado de Liturgia y Coordinador de Pastoral.Encargado del Seminario Menor de Humahuaca.Apostolado con jóvenes y catequistas.

Trabajo de promoción humana, integrando el equipo de O.CLA.DE.(Obra Claretiano para el Desarrollo).

Coordinador y supervisor del programa de Atención Primaria de la Sa-lud en Iruya y Mina Pirquitas ."

Tal como habían conversado y consensuado con el Nuncio,el día 24 de febrero de 1991 se hizo entrega simbólica de laPrelatura de Humahuaca al nuevo Administrador Apostólico. Porla importancia de tal evento, queremos recoger en las páginas deeste libro, el acta de dicho acto, celebrado en la sede Prelaticia deHumahuaca:

"El domingo, día 24 de Febrero de 1991, a hs 19,30, previa invitacióna toda la Prelatura de Humahuaca a través de los medio de comunicación,sancionada por la visita especial del Nuncio Apostólico de Argentina,verificada los días 4 y 5 de febrero en San Salvador de Jujuy, nos reunimosen la Catedral de Humahuaca nuestro Obispo, Monseñor José María

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Márquez, que precedió la Eucaristía, con los 16 misioneros Claretianos ylos 3 sacerdotes diocesanos, todos concelebrantes, un grupo de seminaristasprelaticios, varias religiosas, algunos delegados de nuestras parroquias ynumeroso público de nuestra ciudad, que participaron de la Santa Misa yfueron testigos de la ENTREGA DE LA PRELATURA ALNUEVO ADMINISTRADOR APOSTOLICO, que realizó nues-tro Obispo al R. P. PEDRO OLMEDO RIVERO, en el momentoemotivo antes del Ofertorio, en el que se dió lectura al documento de laSanta Sede, por el cual informó que quedó aceptada la renuncia DENUESTRO OBISPO Y APROBADO Y ACEPTADO ELNUEVO ADMINISTRADOR APOSTOLICO.

Toda la Asamblea litúrgica reconoció la validez del acto ypara dejar constancia de su veracidad, firman a continuación susespeciales representantes.

Humahuaca, 24 de febrero de 1991

P. Pedro Olmedo, Cmf Mons. José María Márquez Administrador Apostólico Obispo Prelado de Humahuaca

Durante la Celebración Eucarística, el Obispo Márquez, des-pués de una emotiva Homilía, impuso el pectoral al P. Pedro, queagradeció de todo corazón, dirigiendo unas cariñosas palabras atoda la Asamblea y haciendo, públicamente, su juramento y pro-fesión de fe. Al terminar la Eucaristía, todos los concelebrantes yel numeroso público asistente, saludan efusivamente al nuevoAdministrador Apostólico.

La fiesta continúa con un brindis de fraternidad y hermososbailes folclóricos. A la hora del carnavalito todas las chicas quierenbailar con el nuevo Prelado. La alegría es desbordante, acompa-

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ñada por el buen humor de Pedro y todos los presentes. Los me-dios de comunicación cubrieron la noticia y fueron testigos delvigor de una Iglesia joven, humilde y abierta a la esperanza.

La juventud y el entusiasmo del nuevo Administrador Apos-tólico, serían garantía de continuidad y nuevos logros para el fu-turo.

Una vez instalado en la Sede Prelaticia, Pedro comenzó atrabajar con toda ilusión y entrega.

Durante algún rato libre, quiso escribir a los hermanos de laProvincia Claretiana de Bética, volcando los sentimientos que loalbergaban en aquellos momentos. Recordemos algunas ideas in-teresantes:

"Con toda seguridad, mi nombramiento les habrá causado risas y sor-presas a algunos; a otros, sin embargo, alegría y esperanza, de poder ejercerel ministerio jerárquico con otro estilo, dado mi modo de ser y mi carácterabierto y desenfadado. Después de la no aceptación de Ricardo, no podíaoponerme la voluntad de Dios, manifestado a través del deseo consensuadode los compañeros de la Prelatura. Eso me dio tranquilidad pues los hesentido muy cercanos y con la sensación de estar "apiñados", para asumirla responsabilidad todos unidos en dialogo permanente". Termina la car-ta, saludando a toda la familia claretiana, pidiendo oraciones y el deseo deque tomen su Ministerio Pastoral como un compromiso de todos."

Por esas mismas fechas, Pedro envía otra carta al NuncioCalabresi agradeciéndole su apoyo e informándole que se encuen-tra bien en su nuevo cargo de Administrador Apostólico, pues"desde ya estoy sintiendo la ayuda y la colaboración de todos, no tan sólo delos hermanos sacerdotes, si no de muchos laicos comprometidos de nuestra

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iglesia particular y mucha gente de buena voluntad. Espero, con la ayuda deDios y mis hermanos, no defraudarles a ellos y a la Prelatura". Pedrotermina la carta, informando al Nuncio sobre la celebración de laBodas de Oro Sacerdotales del Obispo Emérito de Humahuaca,José María Márquez; anunciándole una bien merecida fiesta deHomenaje y despedida, con la participación de todas los Obispos delNOA, en la Ciudad de Humahuaca, el 21 de abril, donde estaríanpresentes representantes de todas la Comunidades de la Prelatura.

Aquel día fue especialmente emotivo para Pedro. Despedíaa su Obispo, su maestro de Noviciado en Jerez y su gran amigo desiempre.

José Maria Márquez expresaba especial predilección y sim-patía por Pedro. Quizás por ello, había hecho todo lo posible,ejerciendo su influencia ante el Nuncio, para que fuese su suce-sor, en la querida y humilde Prelatura de Humahuaca. Años antes,y fue un secreto sigilosamente guardado por todos, Pedro, en unade sus muchas travesuras, se vistió con las ropas episcopales del P.Márquez, haciéndonos reír a todos.¿Fue una premonición de sufuturo nombramiento? De niño jugaba a ser curita y llegó alsacerdocio. De grande jugo a ser Obispo, y Dios, desde siempre,lo tenía predestinado para el episcopado.

Una nueva etapa se iniciaba en la vida de Pedro: ser un buenPastor, como Administrador Apostólico, para un pueblo de pas-tores, profundamente creyente y religioso. Rosendo Flores, ami-go entrañable desde los tiempo de Pirquitas e Iruya, comentabaen las comunidades lejanas, visitadas por Pedro como Misionero:"hemos perdido un curita, pero hemos ganado un buen pastor para laPrelatura".

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Desde su toma de posesión como Administrador Apostóli-co, y durante casi tres años, Pedro comenzó a visitar toda laPrelatura, conociendo las comunidades más de cerca, escuchan-do a la gente y compartiendo sus problemas y sufrimientos. Enplena madurez y lleno de juventud, las correrías Apostólicas dePedro colmaban plenamente su espíritu misionero. Su SedePrelaticia, casi siempre vacía en Humahuaca, estaba en la silla deun caballo, sentado al volante de la Ford o recorriendo los cerrosde Iruya, S. Victoria o Nazareno.

Así iban pasando los meses y los años. Todos se pregunta-ban: cuando lo nombrarán Obispo

El tiempo de prueba, normal en las circunstancias de sunombramiento como Administrador Apostólico, lo iba superan-do satisfactoriamente.

Los compañeros estaban contentos de su labor; así mismo,las comunidades y distintas parroquias de la Prelatura manifesta-ban su satisfacción por el trabajo pastoral y el deseo de su nom-bramiento como Obispo Prelado. La actividad era intensa yagotadora. Además del trabajo misionero y apostólico, Pedro es-tuvo, desde el primer momento, muy pendiente y preocupadopor todos los problemas sociales de las distintas comunidades.Vivió muy de cerca el cierre de Mina Pirquitas, la ubicación de lagente en las zonas urbanas y la lucha por conseguir las justasindemnizaciones para los sufridos mineros. Las comunidades ori-ginarios, a través de ENDEPA, encontraron siempre en Pedro unapoyo incondicional, especialmente, en el problema de la luchapor las tierras y gestionar la Personería Jurídica. En la fechaemblemática de los 500 años de Evangelización, la Prelatura bajoel impulso y entusiasmo de Pedro, celebró un hermoso Acto en

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Abra Pampa el 12 de octubre de 1992. La convocatoria fue im-presionante. Más de 3.000 personas, de las distintas comunidades,se concentraron en la Plaza Tello, de la Capital Puneña, para cele-brar la Eucaristía, junto a su Pastor, dando gracias a Dios por la feCristiana y el compromiso misionero de la humilde Iglesia de laPrelatura de Humahuaca.

En casi tres años de Administrador Apostólico, Pedro nohablaba nunca de su nombramiento como Obispo. Fue humildey prudente. En las reuniones de Presbiterio no se trataba el tema,aunque todos intuían que el proceso estaba en marcha y las con-sultas de la Nunciatura ya se habían iniciado Pedro seguía traba-jando con ilusión y serenidad, dejando a la voluntad de Dios sufuturo como Obispo.

El P. José María Márquez, desde España, movía los hilosante el Nuncio y presionaba para que pronto se nombrase al nue-vo prelado definitivo. Su preferencias, nadie lo dudaba, se inclina-ban, definitivamente, por su querido discípulo y amigo Pedro. Eltiempo pasaba y la respuesta de Roma no acababa de llegar. Enjunio de 1993, con el buen humor de siempre, algún compañeroorganizaba una simpática broma y daba a conocer,extraoficialmente, al nuevo obispo. Todos caen en la trampa, peroquedan defraudados porque el candidato no era Pedro. La bromadura poco y todos se tranquilizan. El nombramiento verdaderono tardaría en llegar. Recordemos un poco los hechos y los últi-mos acontecimientos sobre el proceso de consulta, promovidopor la Nunciatura apostólica.

A primeros de abril de 1992, el Nuncio Calabresi remite lasprimeras cartas, para iniciar el proceso de consulta, a diversas per-sonalidades eclesiásticas y superiores y compañeros claretianos

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de Pedro. La intención era clara y determinante: solucionar el pro-blema de la provisionalidad del Administrador Apostólico y con-ceder un gobierno definitivo a la Prelatura de Humahuaca. Laconsulta estaba basada en someter a consideración la siguientealternativa:

Presentar a la Santa Sede una terna de candidatos, dos de loscuales, según la encuesta conducida por la Nunciatura,"eran mássuperiores al P. Pedro Olmedo como preparación intelectual y aggiornamentofilosófico, teológico, pastoral y litúrgico"

Proponer a P. Pedro Olmedo como primero de la terna, "pa-sando por encima de sus limitaciones, pero teniendo en cuenta la naturalezade la Prelatura de Humahuaca y su escasa población de 50.000 almas, porun lado; y por el otro, la actuación del P. Olmedo, su edad relativamentejoven, su comprobado espíritu misionero, su experiencia de 22 años de traba-jo, su dinamismo y su amor a la población local".

A favor de la segunda opción, continua la carta del Nuncio,"está el hecho de que los problemas que presenta la Prelatura, salvo en loeconómico y en la social, no son particularmente complejos: y que los doscandidatos propuestos como alternativa, ocupaban cargos tan importantes ensu Congregación, que quitarlos seria pedir un gran sacrificio al Instituto, nocomparable con el beneficio que recibiría la Prelatura con su presencia".

Termina la diplomática carta del Nuncio, ofreciendo un co-rrectivo para la segunda opción. "esperar un tiempo mas para tener unjuicio más fundado sobre la actuación del Padre Olmedo y luego, de resultaresta conforme a las expectativas, nombrarlo como Obispo Prelado"

La respuesta de algunos compañeros a semejante carta-con-sulta, dada con mucho respeto y sabiduría, fue decantarse por lasegunda opción, que proponía a Pedro como primer candidato,

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pero teniendo en cuenta, que se decidían por él, "por su conocimientode la zona y de la gente, por su adaptación al medio, por su entrega a favor delos mas pobres y su profundo aprecio de la raza colla". Al mismo tiempo,se animan a recomendar al Nuncio, que sea cual sea la opciónescogida, "no se tenga en cuanta para nada, en ninguno de los casos, lapreparación intelectual ni las titulaciones eclesiásticas de los candidatos, sinomás bien la calidad humana y espiritual, la apertura y la sencillez, el com-promiso evangélico y misionero y la opción, clara y determinante, por los maspobres y marginados de la Prelatura".

La carta del Nuncio merecería un profundo comentario. Noes el momento, ni la oportunidad. Solamente quisiéramos recor-dar, que los caminos de Dios son inescrutables y que Él llama yelige a quien quiere y cuando quiere. Y lo hace según su corazón.

Después de las consultas reseñadas, aún hubo que esperaralgún tiempo más. Las dudas sobre los títulos y losaggiornamientos, según la práctica jurídica y eclesiástica de Roma,fueron superadas por los rezos y plegarias de más de 50.000 per-sonas de la Prelatura, que querían un obispo, cercano y pastor, yen definitiva, un Obispo como Dios manda. Su nombramiento fuefechado en Roma, junto a San Pedro, el 7 de julio de 1993 por elPapa Juan Pablo II. Pedro no fue el tonto útil de la Congregaciónde Obispos, sino el elegido por Dios para el bien del pueblo.

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DESPUÉS DE CASI TRES AÑOS como Administrador Apos-tólico, tres largos años de prueba y rodaje, Pedro fue elegidoObispo por Jesucristo y nombrado por Juan Pablo II el 7 de juliode 1993. He aquí el texto Pontificio:

"Juan Pablo Obispo, Siervo de los Siervos de DiosAl dilecto hijo, Pedro Olmedo Rivero, miembro de la Congregación de

los Misioneros Hijos del Corazon Inmaculado de la Bienaventura VirgenMaría, hasta ahora Administrador Apostolico de la Prelatura de

Capitulo XUn obispo como Dios manda

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

Humahuaca, electo Obispo Prelado de la misma Iglesia, salud y Bendi-ción Apostólica.Incumbe al Romano Pontífice, sucesor del bienaventurado Pedro, velar

con suma diligencia por cada iglesia particular, y si quedara vacante algu-na de ella, procurar atenderla eligiendo un apto pastor, habiendo queridoproveer la Prelatura Territorial de Humahuaca, vacante por la renunciadel venerable hermano Jose Maria Marquez Bernal , nos ha parecidoobrar acertadamente si te la confiamos, para que la gobiernes, a ti amadohijo, sacerdote de preclaras dotes, que hasta ahora la serviste hábil y esfor-zadamente, como Admistrador Apostolico.Por consiguiente, oído el parecer de la Congregación para los Obispos, en

virtud de nuestra potestad apostólica, te nombramos Obispo Prelado deHumahuaca, con todos los derechos y las obligaciones correspondientes.Te autorizamos por cierto a que recibas la Ordenación Episcopal fuera

de la Ciudad de Roma, de cualquier Obispo Católico, observando lasnormas litúrgicas. Antes, empero, deberás formular la Profesión de la FeCatólica y emitir el Juramento de Fidelidad a nos y a nuestros sucesores,siendo testigo cualquier Obispo de recta fe; y mandarás cuanto antes a lacongregación para los obispos las formulas empleadas, firmadas y selladascomo es habitual.Disponemos además que des a conocer estas letras a tu clero y a tu pue-

blo: a todos ellos, amados hijos, los exhortamos de estar siempre unidos ati.Finalmente, implorando a la Virgen María, pedimos para ti, amado

hijo, los mas encendidos dones con los cuales puedas cumplir la pesadatarea episcopal, con la palabra, con las obras y principalmente con lapersuasiva elocuencia del ejemplo, recordando aquel dicho: "las palabrasenseñan, los ejemplos atraen".La paz y la luz de cristo estén siempre contigo y con toda nuestra querida

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Un obispo como Dios manda

Comunidad Católica de Humahuaca.Dado en Roma, junto a San Pedro, el día siete del mes de julio del año

del señor mil novecientos noventa y tres, decimoquinto de nuestro pontifica-do.

Juan Pablo II"

La reacción en la Prelatura fue de alegría y gratitud. Todosestaban contentos y agradecidos a Dios, por haberse fijado enPedro como Obispo para la humilde Iglesia de Humahuaca. Lanoticia fue llegando a todos los rincones de la Prelatura y a mu-chos lugares de Argentina y España. Multitud de mensajes y feli-citaciones fueron recibiéndose en la sede Prelaticia. Pedro, conserenidad y buen humor, fue recibiendo los parabienes y las pro-mesas de apoyo y oraciones para el futuro. Las iba a necesitar ymucho. Confiaba en sus compañeros y en todas las fuerzas vivasde la Prelatura.

Desde el mismo día que recibió el nombramiento, Pedro secomprometió y así lo prometió al Señor, de ser un Obispo comoDios manda.

Humilde y sencillo, compasivo y misericordioso, encarnadoen su pueblo y entregando la vida por todos. Su porte externo novarió para nada: los mismos pantalones vaqueros y las mismasbotas camperas.

Las ropas episcopales no le iban y, aún menos, los títulosrimbombantes y trasnochados. Siguió montando a caballo y reco-rriendo los cerros de Iruya y Santa Victoria. De vez en cuando, sele escapaba una mala palabra y algunos tacos de reminiscenciasespañola. Evidentemente, Pedro seguía siendo el mismo y nuncase le subirían los humos episcopales a la cabeza. El vicio de fumar

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

lo seguía practicando ordenadamente: un cigarrillo tras otro, y loshumos no a la cabeza, sino a los pulmones propios y ajenos.

Las primeras cartas con el titulo de Monseñor, les resultabanextrañas, casi ofensivas, pues el quería ser un Obispo servidor delpueblo y no señor de nadie.

Desde esta perspectiva, a los pocos días de su nombramien-to, fue escribiendo algunas cartas, donde manifestaba su visiónsobre la forma de vivir y ejercer el ministerio episcopal. No resis-to a la tentación de transcribir algunas, por el profundo mensajeque transmiten y la transparencia que reflejan a través de sus lí-neas.

La primera de ella, fechada el 16 de julio, fue dirigida a susfamiliares, y amigos de España. No tiene desperdicio. Leámosla:

"A mis familiares y amigosQueridos todos: Ya sabéis la noticia. Juan Pablo II me ha designado, se

ve que no me conoce, Obispo Prelado de la pequeña y humilde Iglesia deHumahuaca.No es ningún titulo, ni mucho menos un poder humano para subir en el

escalafón de la vida social.Es sencillamente, una llamada para servir al pueblo de Dios que sufre

en este rincón del norte Argentino.Un día jugaba a ser sacerdote y jugando se hizo realidad; en otras opor-

tunidades jugaba en cierta forma riéndome de algunas cosas de los obisposy hoy el Señor me llama a ello; será una oportunidad para reírme de mimismo. La verdad es que el Señor esta encaprichado conmigo.Ser obispo es sencillamente una llamada para servir al pueblo de Dios y

asegurar la sucesión Apostólica.

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Un obispo como Dios manda

El obispo no es más que un pastor con una única misión: ayudar a loscristianos a encontrar el camino de Dios y orientar sus vocaciones en bene-ficio de la Iglesia y de la construcción del Reino de Dios.El obispo no puede ser monseñor, es decir, señor de nadie tiene que ser

hermano y amigo y sacerdote para los demás. Nada más y nada menos.No me deis ningún titulo, llamadme, Pedro, como siempre pues solo hay

un Señor y Padre y todos somos hermanos.La misión del obispo es: tener capacidad de dar la vida por todos espe-

cialmente por los pobres y los que sufren. Quizás por esto, mi gran preocu-pación en Humahuaca, será defender y apoyar siempre a los pobres yacompañarlos en sus deseos de vida, de crecimiento y por llegar a esa justi-cia tan largamente esperada, entre nosotros.Finalmente, les diré con palabras sencillas que: como obispo, mi gran

misión será anunciar a Cristo y a su Misterio de Salvación en la Iglesiaque se me ha confiado. María, Estrella de la Evangelización, será mi guíay protectora.Y por hoy nada más. Ya sabéis que sigo siendo el mismo y solo ha

cambiado mi responsabilidad: entregar mi vida al servicio del pueblo deDios que camina; entre luchas y esperanzas, por las tierras queridas deAmérica Latina, en la Argentina y en Humahuaca.Esperando que algunos vengan a mi Consagración y por supuesto con-

tando siempre con vuestro apoyo y oraciones ante el Señor; pues todostienen algo que ver en el desarrollo de mi vocación; sobre todo mi madreque con toda seguridad desde el cielo estará ayudándome a llevar esta tareaque Dios me ha confiado."

El mismo día de la festividad de la Virgen del Carmen, Pe-dro envió una hermosa carta a todos sus amigos y hermanos de laPrelatura. He aquí el texto completo

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

"Queridos Amigos:Ya todos sabéis la buena noticia: de nuevo la Prelatura tiene su obispo,

sucesor del Ministerio de los Apóstoles. Hay que dar gracias a Dios.Después de casi tres años como Administrador Apostólico, Juan Pablo

II sucesor de Pedro como cabeza del Colegio Episcopal, me ha designadocomo Obispo para apacentar nuestra querida, humilde y joven Iglesia Par-ticular de Humahuaca.¿Sabéis bien qué y quien es un Obispo?No es por supuesto ningún titulo honorífico, ni de privilegio al estilo del

mundo. Tampoco es, aunque a veces parezca así, un poder social ni políti-co. Un Obispo, sencillamente es un cristiano, llamado por Dios para servira su pueblo. Un amigo de todos para todo aquello que tiene relación conDios. Un sacerdote entregado totalmente a lo demás para pastorear alPueblo de Dios en este mundo. Un hombre, elegido de entre los hombrespor Dios y designado por la Iglesia para suceder o heredar el Ministerio delos Apóstoles, de apacentar, guiar, orientar, gobernar el rebaño de Cristoen la Tierra.Ya todos me conocéis, hace 21 años que vengo realizando esa encarnación

o inculturación entre vosotros. Hoy, con todo orgullo puedo decir que nosolo soy argentino y criollo de hecho, sino también de derecho. Para queincluso externamente o formalmente no haya duda que soy uno de Uds.He conseguido mi ciudadanía Argentina.Trataré de seguir siendo el mismo, sencillo, humano. Cercano; incluso

porque no, alegre y chacotero, como me conocen, pero sobre todo quieroseguir siendo un amigo, un hermano y sobre todo sacerdote, totalmenteentregado al pueblo a mi confiado, de la Prelatura de Humahuaca.Sepan que no me pertenezco, que toda mi vida, mi ser y mi tempo es de

ustedes y para ustedes.

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Un obispo como Dios manda

Sé que muchos, he notado, se sienten incómodos, porque no saben comollamarme. Pues bien, prefiero que no me llaméis Monseñor, que significami señor y la verdad que no me siento señor de nadie, seguiré siendo Pedro.El nombre es lindo y significa piedra, fortaleza, roca.Pedirle al Señor, como ustedes saben hacerlo, esa fuerza que necesito para

seguir entregando mi vida por el pueblo y saber caminar siempre a la parde Uds., en esa marcha lenta pero segura hacia la liberación.Mi única misión es evangelizar y juntos iremos construyendo el reino de

Dios en la Prelatura.Como el P. Claret, mi fundador, quiero dejar el cayado o báculo a Cris-

to, único Pastor y único bastón donde apoyarnos y la mirada siemprepuesta en la Virgen de la Candelaria, nuestra Patrona, Estrella de laPrimera y de la Nueva Evangelización.Los espero a todos en mi Consagración, para vivir juntos esta experien-

cia de la Iglesia de los Apóstoles."

También nos parece muy importante y significativa, la cartaenviada a sus Hermanos Claretianos, de la Provincia Bética. Justoel Día del Carmen aniversario de la Fundación de la Congrega-ción y trigésimo aniversario de su entrada en el Noviciado, bajo ellema, del P. Claret Tu vara y tu cayado me sostienen, Pedro explaya lossentimientos que le embargan, en unas líneas escritas con el cora-zón y desde el corazón. Merece la pena que la recordemos:

"Tu Vara Y Tu Cayado Me Sostienen"Salmo; 22:4"Queridos amigos Claretianos:Justo en este día de tanta significación para nosotros, me ha parecido

bien, con motivo de mi nombramiento como Obispo de Humahuaca,

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

escribiros unas sencillas letras.Quizás a algunos, sobre todo a los que más me conocen, se hayan extra-

ñado por la designación que Juan Pablo II ha hecho en mi persona para lamisión de pastorear al pueblo de Dios, sencillo y humilde que camina pornuestras tierras de la Prelatura de Humahuaca. Ya sabemos que los ca-minos de Dios son inescrutables y que sus caminos no son nuestros cami-nos.Aunque les parezca mentira yo también lo veo así, sé que esta designa-

ción es cosa de Dios; por eso la razón de aceptarlo con naturalidad. Larealidad concreta de cómo se han dado las cosas, vistas desde la fe, así melo aconsejan. No tengo más remedio que convencerme que mi nombramien-to no es cosa de los hombres, aunque sin duda se han dado mediacioneshumanas, sino que veo claro que es cosa de Dios. El sabrá el porqué y elpara qué. Y cuando es Dios el que llama, ¿quien puede negarse? Aunqueles confieso que he sentido de verdad mucha rebeldía.Ya sabéis que el Obispo es sencillamente un servidor del pueblo. Nada de

títulos ni honores, ni poderes. Simplemente un amigo, un hermano, unsacerdote misionero al servicio total de la Iglesia encomendada.Por favor no me llaméis Monseñor. Me cae grande, me ruboriza, me

acompleja, ni lo soy ni lo quiero ser, ni lo puedo ser, solo hay un Señor quees el dueño de la vida y de la Historia.Quiero seguir siendo Pedro, el misionero claretiano, humilde, sencillo y

alegre, con un gran deseo de seguir entregando mi vida al servicio de lospobres de esta Iglesia de Humahuaca.Mi único deseo como Obispo es seguir siendo misionero al estilo de Claret,

al servicio de la Evangelización y abierto como hasta ahora a dejarmeevangelizar, al mismo tiempo, por la gente humilde y sencilla de estastierras. Quiero seguir siendo fermento y semilla de la liberación, en elmedio de un pueblo marginado y olvidado.

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Un obispo como Dios manda

Mi único ideal es seguir a Cristo Liberador y mi única antorcha, María,lucero del alba, estrella de la primera y nueva evangelización en la Iglesiaque nos ha tocado pastorear.No deseo nada más ni tampoco nada menos.Esperando vuestras oraciones y vuestro recuerdo ante el Señor y la Vir-

gen, reciban un fuerte abrazo"

En la gran humildad y sencillez de Pedro, nos llama la aten-ción que no quiso tener escudo episcopal y el lema que le gustabay usaba en determinadas circunstancias, lo tomo de su Santo Fun-dador, inspirado en el salmo 22 y garantía para su función episcopalde Buen Pastor: Tu vara y tu cayado me sostienen

El cayado del Pastor, regalo de la comunidad de Susques yhecho con madera de queñua, lo mostraba con todo orgullo y lousaba en determinadas ceremonias litúrgicas.

Días después de su nombramiento, escribió una carta al nun-cio Apostólico, Ubaldo Calabresi, agradeciéndole sus desvelos ypreocupación por dotar de Obispo a la Prelatura y manifestarle,que su elección significaba "un reconocimiento a la tarea, de todos, juntoa Mons. Márquez; y un convencimiento de que la elección no podía recaersobre un extraño o un intruso, por sabio o santo que fuera sino sobre unmisionero claretiano, humilde y sencillo, lleno de Fe, y comprometido conCristo y con su pueblo". Terminaba su carta, manifestando su grati-tud por el afecto demostrado a la humilde Iglesia de Humahuaca,y anunciándole la posible fecha el 25 de septiembre para su Con-sagración Episcopal.

Un detalle muy eclesial tuvo Pedro con el Papa Juan PabloII, al enviarle un mensaje de gratitud y fidelidad a Cristo, a laIglesia y al Obispo de Roma, sucesor de Pedro y Primado de la

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

Iglesia universal extendida por todo el mundo. He aquí el textocompleto de la carta, fechado en agosto de 1993.

"Querido Hermano en Cristo:Los designios amorosos de Dios, a través del deseo de su Santidad, se

han manifestados en forma clara en mi vida: con Gozo y Esperanza herecibido el nombramiento de Obispo- Prelado de Humahuaca.Ha sido, al menos así lo hemos interpretado nosotros, el reconocimiento

de Su Santidad a la labor pastoral, humilde y sacrificada y a vecesincomprendida, de los Misioneros Claretianos, que trabajaron duramenteveinticinco años en esta pequeña parcela de la Iglesia del Señor: La JovenViña de la Prelatura Humahuaqueña.Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Desde esta perspectiva y

con profundo espíritu de fe, no podría ser de otra manera, he aceptado laresponsabilidad del Ministerio Episcopal, para pastorear la Grey de Cristoque camino, marginada y pobre en medio de la Puna, Quebrada y Vallesdel Noroeste Argentino.Agradezco de todo corazón a su Santidad, la confianza que he deposita-

do en mi persona, para incluirme en el Colegio Episcopal y darme lagozosa responsabilidad de seguir y perpetuar la misión de los Apóstoles enesta pequeña u humilde Iglesia Universal, extendida por el mundo entero.Reiterando mi gratitud por la confianza recibida, me atrevería a pedirle

una Bendición Especial, al mismo tiempo que una Oración ante el Señory la Virgen de la Candelaria y Patrona de la Prelatura, como garantíainfalible de fidelidad y éxito pastoral en mi nuevo ministerio."

Y llega por fin, el gran día de su Consagración Episcopal.Todos esperaban ansiosos el 25 de septiembre de 1993. La Ciu-dad de Humahuaca, de nuevo, se viste de gran fiesta. Su inten-

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Un obispo como Dios manda

dente Municipal, Antonio Cazón, mediante el Decreto N° 521,declara de Interés Municipal la Consagración Episcopal del Se-gundo Nuevo Obispo de la Prelatura de Humahuaca.

A las siete de la mañana, el pueblo se despertó con las pri-meras bombas y el repicar de campanas del templo y cabildo.Amaneció un día espléndido.

A las diez de la mañana, van llegando las primeras delega-ciones de las distintas parroquias y comunidades campesinas. Losjóvenes humahuaqueños los reciben a la entrada de la ciudad, ylos van ubicando en los distintos barrios. Fue conmovedor obser-var la alegría de nuestros hermanos de la Puna, que con muchosacrificio, venían hasta la Capital de la Quebrada para compartirla gran fiesta de la Consagración de su nuevo Obispo, vocero delos débiles y defensor de los pobres y oprimidos.

Mediodía en la Plaza del Cabildo. A las doce en punto, entremúsica sacra y toque de campanas, la gente recibe la Bendicióntradicional de S. Francisco Solano.

Después del almuerzo comunitario, preparado con muchocariño en los distintos barrios, la gente comienza a concentrarseen la explanada del Monumento a la Independencia. Eran las tresde la tarde y el sol apretaba fuerte. Las escalinatas se llenan depancartas identificatorias y mensajes de cariño para el nuevo Obis-po.

La espera se hace corta, gracias al ensayo de cánticos y a lalectura reposaba de la biografía de Pedro, preparada por su amigoRoberto Cruz. Con todo cariño, en una humilde y sencilla sem-blanza, la vamos a transcribir.

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

"Después de casi 3 años de venir desempeñándome como AdministradorApostólico, ahora el Papa Juan Pablo II designa al P. Pedro como Obispode nuestra querida, humilde y joven Iglesia de Humahuaca.El Padre Pedro nació el 21 de octubre de 1944 en la Provincia de

Sevilla, de la lejana España. Sus padres fueron José Maria Olmedo yMaría Rivero, ambos ya fallecidos.Es de una familia numerosa, ya que en total suman 15 hermanos, Pedro

era el duodécimo de sus hermanos. De esta familia, 4 hermanos son reli-giosos, 2 religiosas y 2 sacerdotes claretianos.De estos sacerdotes esta el P. Pedro y el P. Jesús, que están entre nosotros

en esta Prelatura.Nos comentaba el Padre Pedro que ya de niño sentía esa vocación y el

llamado de Dios para ser su servidor y en esos momentos de su infancia,jugaba junto a sus hermanos a ser sacerdote. Y así fue jugando y despuésde haber terminado su bachillerato, en el año 1963 ingreso en la vidareligiosa, a la casa de Formación del Claretiano en Jerez de los Caballeros,en Badajoz España.El P. Pedro hizo su primera profesión religiosa, en el mes de septiembre

del año 1964.Hecha su consagración religiosa, pasa a los estudios filosóficos, que reali-

za en el Seminario Claretiano de la Provincia religiosa denominada Betica.Terminando los estudios filosóficos, pasa a cursar Teología en el Teologado

Claretiano de Salamanca. Concluido el ciclo teológico, pasa a Madridpara estudiar Teología Pastoral en el Instituto León XIII.Después de esta larga etapa de estudio y formación religiosa, llego el día

de su ordenación sacerdotal; tuvo lugar en Sevilla, su ciudad natal, el 09de junio de 1972. Ordenación que recibe del Cardenal Bueno Monreal, enese entonces Arzobispo de Sevilla.

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Un obispo como Dios manda

Jesús dijo a sus discípulos: "la cosecha es grande y pocos los obreros. Poreso rueguen al dueño de la siembra que mande mas obreros para hacer lacosecha"Así fue como el P. Pedro a los 3 meses y 13 días de su ordenación

sacerdotal, fue destinado por sus superiores a esta Prelatura de Humahuaca,donde llego el 22 de septiembre de 1972. Desde ese entonces lo tenemosaquí a nuestros querido Pedro.El P. Pedro desempeño su tarea Pastoral en Mina Pirquitas, en esta

ciudad de Humahuaca y en la Parroquia de Iruya. Una de sus primerasactividades fueron la de apoyar y dictar cursillos para Animadores que serealizaron y se realizaron actualmente en la localidad en Yavi.Su tarea fue la de conocer e insertarse con nuestra gente de la Quebrada

y Puna; conocer sus necesidades, sus sufrimientos. Fue en un largo peregri-nar con los collas y así nació poco a poco fue afianzamiento su vocaciónreligiosa y de servicio por sus hermanos mas necesitados.Cuando estuvo en Mina Pirquitas, vio la agonía de este pueblo y de las

dificultades de sus fuentes de trabajo. Su acompañamiento no se limitoúnicamente a ser un observador, sino que con afán de levantar el ánimo alos obreros, decide en el año 1988 ingresar a esta empresa minera paratrabajar en interior mina, como un minero más. Así es como conoció elduro trabajo de minero, vivió el sufrimiento de nuestra gente, se convirtióasí en la voz de nuestros hermanos. Trabajo codo a codo con ellos y tam-bién lo hizo en las luchas gremiales para reivindicar al obrero ante lainjusticia de la patronal y el silencio de los gobernantes.El trabajo que desempeño en los Valles de Iruya, fue la de trabajar de

supervisor de agentes sanitarios y obviamente como Párroco. Naturalmen-te y como cualquier empleado más, realizó un curso necesario para poderdesempeñarse como supervisor.Como todos sabemos, en aquellos valles salteños amó a sus hermanos

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

habitantes collas; de pronto decide irse a su tierra natal España, realmen-te fue una sorpresa y angustia de aquella gente de los valles, quienes expre-saban con cariño y acogimiento a este sacerdote y a su vez reflejaban susentimiento de dolor por su alejamiento. En la noche de su despedida todoscontaban con el unísono "hay pueblito de Iruya no me dejes, nunca te he deolvidar"Ver en el rostro de un sacerdote el dolor por los hermanos collas que

dejaba, fue una experiencia muy grande porque sin lugar a dudas todosreconocieron lo que significa trabajar a conciencia y entrega por lo demás.Demos gracias a Dios que su alejamiento fue únicamente por un año,

después nuevamente regreso el P. Pedro y se quedo definitivamente con supueblo que tanto lo necesita.Como es sabido, esta Prelatura estuvo bajo la administración de nuestro

querido y recordado Monseñor José Maria Márquez Bernal, que despuésde casi de 25 años de labor evangélica, se tuvo que ausentar definitivamen-te por razones de salud y en la actualidad se encuentra residiendo en supatria natal España.Naturalmente y como en todo orden de la vida la Prelatura quedo sin su

pastor, entonces la Santa Sede decide designar al P. Pedro como Adminis-trador Apostólico, cuya posesión se llevo a cabo el 24 de febrero del año1991. Desde ese entonces la prelatura de Humahuaca, esta bajo su coor-dinación pastoral.Así es como nos llega la noticia del Papa Juan Pablo II, que decide

nombrar Obispo de la Prelatura de Humahuaca al P. Pedro OlmedoRivero, cuya ceremonia oficial estamos llevando a cabo en ese día históricopara todos nosotros; es por eso que hoy participamos y vivimos fervorososeste acontecimiento muy especial para nuestra Quebrada y Puna jujeña."

A las tres y treinta de la tarde, la explanada y escalinatas del

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Un obispo como Dios manda

Monumento a la Independencia, están llenas a rebozar. Se calcu-lan unas tres mil personas.

Es una auténtica celebración internacional. Hay gente demuchos lugares: puneños y quebradeños, de los valles salteños,de toda la provincia de Jujuy, de distintos lugares de la Argentinay hasta de la madre España. Familiares de Pedro, venidos de suquerida Sevilla, estaban allí presentes para vivir, la emoción, laConsagración Episcopal de su hermano. Y tampoco pudo faltarel P. Federico Fernández.

Con la gran puntualidad, desde la Iglesia Prelaticia se iniciala procesión de Sacerdotes y Obispos hacia el altar consagratorio.Le preceden la banda de sikuris y la danza de los suris. El silencioy la expectativa son enormes. Con la monición y el canto de en-trada, comienza la celebración litúrgica. Con fe y devoción se pro-claman las lecturas bíblicas y los salmos del canto responsorial.

Se están viviendo momentos históricos inolvidables.

Después de la Homilía del Obispo Raúl Casado, se inicia, elrito de la Consagración de Pedro. Es el momento de examinarle,ante su pueblo, sobre la fe y su actitud frente de MinisterioEpiscopal, que va recibir. Se escuchan las Letanías de los Santos,mientras el candidato, en profunda oración, permanece postradoante el altar. La imposición de manos y la unción con el SantoCrisma, llena de emoción a todos los presentes.

Después de las palabras consagratorias, el nuevo Obispo re-cibe los símbolos de su Ministerio Episcopal. Es el momento so-lemne de contemplar a Pedro con la mitra y el báculo, presidien-do la eucaristía. Alguien grita con fuerza Ya tenemos Obispo, mien-tras suenan campanas del Templo y del Cabildo, al mismo tiempo

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

que se escucha un fuerte aplauso en todo el Monumento a la In-dependencia. Lágrimas de alegría en todos los rostros, mientraslos familiares de Pedro suben al prebisterio para abrazarlo y felici-tarle.

El momento del ofertorio es especialmente emotivo. Lasdistintas parroquias y comunidades aborígenes, presentan sus sig-nificativas y humildes ofrendas.

Los obreros de Mina Pirquitas le entregaron el casco usadopor Pedro, cuando trabajaba con ellos en interior-mina, al tiempoque pronunciaban estas sentidas palabras: "para que sigas siendo com-pañero en las luchas como lo fuiste en aquellas circunstancias, que bajaste connosotros al socavón". La comunidad de Abra Pampa le ofrece uncordero, que Pedro se lo cuelga sobre los hombros, representan-do, bellamente, la imagen del Buen pastor. Los hermanos de Iruyapresentan sus artesanías y los frutos de su hermosa tierra. La leja-na comunidad del Toro, en el departamento de Susques, se hacepresente con los tejidos artesanales y el baile de los cuartos.

Los feligreses de Humahuaca, en su ofrecimiento, recuer-dan que sus vidas se parecen al cardón, crecen entre piedras, fríosvientos, alegrías y tristezas. Permanecen en pie, porque el Señorlos sostiene.

La comunidad de Santa Victoria ofrece un poco de tierra deMecoyita y recuerdan las luchas por recuperarla, gracias al apoyode los misioneros y sus pastores.

Los quiaqueños ofrecen sus instrumentos musicales, engen-drados por la Pachamama, mientras van sonando los humildesacordes del charango, la quena y el erque.

El momento de la Comunión es interminable y todos quie-

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Un obispo como Dios manda

ren recibirla de las manos del nuevo Obispo. El coro, incansable,sigue animando la gran fiesta de la Eucaristía:

"Hoy comemos su cuerpo, trigo de redenciónbebemos de su sangre, vino de cruz y amor;toma mi mano hermano, ¡alabemos a Dios!

¡Ven hermano ventoma mi mano y ven!

Ven a la mesa de nuestro Redentor,unidos en la Iglesia por la Fe y el Amor"

La ceremonia de la Consagración episcopal de Pedro estallegando a su fin. Han sido tres largas horas y nadie ha sentido elcansancio. Nuestro flamante Obispo da la bendición a su puebloy dirige el primer mensaje como Pastor. Sus palabras, claras y sen-cillas, salpicadas con destellos de humor, hace reír y llorar al mis-mo tiempo. Todos entienden sus mensajes: quiere ser un Obispoal estilo del Buen Pastor, en definitiva un Obispo cercano y com-prometido, un Obispo como Dios manda.

Al termino de la celebración Litúrgica, se entona el HimnoNacional Argentino, en homenaje a la Patria y coreado con todoentusiasmo, por el pueblo allí congregado.

Nadie abandona el recinto. Todos quieren saludar y abrasara su Obispo. Pedro los recibirá con cariño y saludara hasta el últi-mo de los fieles.

Hace bastante frió, pero los distintos grupos folclóricos ani-man y calientan el ambiente. Allí están las Voces de la Quebrada,Ricardo Vilca y sus amigos, Fortunato Ramos y su Erque, lasHermanas Cari y su lindascoplas; todos quieren tocar, cantar y

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Pedro Olmedo un obispo como la gente

bailar.

Alguien se anima a iniciar el hermoso carnavalitohumahuaqueño, mientras se van formando las parejas y las distin-tas ruedas.

"Llegando esta el carnaval, quebradeño mi cholita,fiesta de la quebrada, humahuaqueña para cantar,erque, charango y bombo carnavalito para bailar"

Después de un refrigerio y pequeño brindis, las distintas co-munidades emprenden el viaje de vuelta a casa.

Luego de vivir el gran acontecimiento de la Consagraciónde su nuevo Obispo, con fe y amor, todos regresan felices y en elcorazón lleno de esperanza.

La casa Prelaticia esta llena de regalos, telegramas de felicita-ción y algunas cartas de familiares y amigos con hermanos men-sajeros. Nos resistimos la tentación de transcribir la hermosa car-ta de D° Carlos González García-Mier, su gran amigo del alma,que tanto tuvo que ver con el proceso vocacional de Pedro. Heaquí el texto completo:

"Jerez 11 de septiembre 1993A. Mons. Pedro Olmedo ObispoMi querido Pedrito: Que alegría cuando antes de ayer me llamo Nati por

teléfono para comunicarme que te iban a consagrar Obispo:Tanto ella como mi hermana Mercedes insistieron que yo fuera a la

ceremonia, pero me es imposible, y por estas líneas te lleven algo de lo quepodría ser mi presencia ahí, ya que he participado contigo en tantas cosas

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Un obispo como Dios manda

estupendas, como tu Primera Comunión, San Juan de Aznalfarache; tusprimeros servicios acolitales "ayudándome en misa" (se decía así); tusmisas domesticas, en tu casa; tus primeros pasos en el sagrario, en laRIE, Reparación Infantil Eucarística; tus inicios cantores(¡Muy buenos!)en el coro del Monumento; y teatrales; y excursiones en el carrito con elburro, y desalojo de la casa que yo ocupaba, en una noche, y después: en tuprofesión o consagración Religiosa en Jerez de los Caballeros(¿Te acuerdasde aquellos tules horribles que adornaban cursilmente el altar?) y tuprimera misa en el Claret....Todos son recuerdos muy antiguos que han pasado a terceros planos en tu

larga experiencia de sacerdocio pastor con esa sencilla gente de esas latitu-des, llevando sobre ti la cruz y miles de dificultades, como debe ser elseguimiento de Cristo, ¿verdad?Y ente momento no tengo mas remedio que acordarme de una persona a

lo que yo queria entrañablemente ¡tu madre! Ella fue la "Mujer fuerte" dela Escritura que sacó adelante a tantos hijos, llena de fe y criterios cristia-nos: ¡a mi me ayudó también!Ni que decir tengo que hago oración por ti, por tu prebisterio (¿son mu-

chos?) y por todos.Te envió un fuerte, fuerte abrazo."

El 26 de septiembre, la vida en la Ciudad de Humahuacavuelve a la normalidad. Los visitantes y peregrinos se han idomarchando y el nuevo Obispo comienza su vida de pastor, reciénestrenada.

Con el corazón agradecido, remite una nota al IntendenteMunicipal para ofrecerse a su autoridad, legítimamente estableci-da, como un vecino mas del pueblo, para trabajarmancomunadamente al servicio de la comunidad. Al mismo tiem-

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po, agradece a todos los obreros del Municipio, su trabajo y dedi-cación durante las fiestas y celebración de su ConsagraciónEpiscopal.

Después de unos días en Humahuaca para algunos asuntosurgentes, el Obispo Pedro comienza a recorrer, en su primeravisita pastoral, las distintas parroquias y comunidades campesi-nas.

A finales de septiembre viaja a la Quiaca; a la entrada de laciudad fronteriza, le esperaban sus queridos feligreses y cientosde niños de las distintas escuelas. Como Jesús de Nazaret, le te-nían preparado un burrito para entrar, triunfante y humilde, en elhermoso pueblo quiaqueño.

Todos aplaudían a su paso, hasta llegar al templo Parroquial,donde se entono un Te Deun de acción de gracias y Pedro lesdedico un sencillo mensaje.

En horas de la tarde, Misa concelebrada en la Parroquia,donde Pedro, totalmente afónico, no pudo hacer la homilía. Suhermano Jesús, la voz de los que no tienen voz y nunca mejordicho, pronuncio unas sentidas palabras de bienvenida y gratitud,por su compromiso pastoral con los más pobres y marginados dela Prelatura. Al término de la Celebración, la Profesora BalbinaTejerina, le dedico una hermosa poesía:

El sueño de mi madre

Mi madre tenía un sueño,un sueño para soñaren el día, en la noche,al dormir al despertar;

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que era costumbre, obsesiónpero que hacia pensar.

Muchos hijos le dió Dios,capullo de su rosal,

muchos hijos que llenabany alegraban el Hogar

pero mi madre no estaba feliz,no lo podía estar ,

hasta que sus sueños seanvisiones de realidad.

Mi madre quería un hijodistinto de los demás,

un hijo para la Iglesia,un hijo para el Altar; ysiguiendo con sus sueñosque nada cuesta soñar...que su hijo fuese obispo,Arzobispo y Cardenal.

Loco sueño el de mi madreque no se va a realizar,

pero yo cumplí lo principal,fui el elegido, el dichoso,el que la hizo despertarel día en que sus sueñosse volvieron realidad.

Cuando llego mi día,

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mi día sacerdotal,yo celebre aquella misa,con aquel rico misal,mi madre miraba,

miraba sin pestañear.

Pude darle ese aquel díaa nuestro Dios Escondido

en un trocito de pan.mi madre de gozo

apenas podía hablar,con cuanta solemnidad

decía a sus vecinas:soy Madre del Ministro

del Altar.

¡Pregonero del gran Reysembrador del bien y Paz,

otro Cristo en carne Humana,mas que un Ángel mucho mas

Mi madre ya esta en el cielo,yo no la puedo llorar,

Porque le debo esta graciay dicha in par,

de poder dar a mi madrey al mundo, tesoros

de eternidad, que el mundonunca tuviera

Y solo Dios puede dar"

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En las fiestas patronales de Santa Catalina Pedro no faltó ala invitación y presidio las celebraciones en honor de la SantaPatrona. Una humilde mujercita del pueblo, en nombre de toda lacomunidad, le ofreció un sentido homenaje, plasmado en estossencillos versos:

Al Obispo Pedro Olmedo de la Prelatura de Humahuaca

Obispo Pedro Olmedo,yo bendigo que has venido

a conocer esta tierray a saber como yo vivo.

Obispo Pedro Olmedoruegue por los que vivimos

en la Puna desoladapor lo que tanto sufrimos.

Obispo Pedro Olmedome alegro de su llegada

al confín de la Argentinaa esta Puna tan Amada.

Obispo, Pedro Olmedoyo te pido su oración

para que Dios nos protejay nos tenga compasión.

Obispo Pedro Olmedogracias por tanta bondad,

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trajiste para mi almael mensaje de piedad."

Después de varios días en visita pastoral por las comunida-des de Santa Victoria y Nazareno, nuestro Obispo vuelve a laSede Prelaticia, donde encuentra muchas cartas y mensajes de susqueridos feligreses.

Los niños de las escuelas fueron los más escritores. Ante laimposibilidad de contestarles a todos Pedro escribió una hermosacarta para todos los niños, los preferidos del Señor y de los Pasto-res del Pueblo de Dios. He aquí:

"Queridos Amigos:Son muchas las cartitas que estos días he recibido de ustedes. Muchos me

piden que les conteste, otros que no me conocen y quieren conocerme, otrosque los visite en la escuela. Como de momento me es imposible ir a visitar-los, pues tengo que salir al campo permanentemente y viajar a BuenosAires la próxima semana para la reunión de todos los obispos del país,espero que para los días antes de las confirmaciones, 11 y 12 de noviembreande por acá y pueda pasarme un ratito por las escuelas a conversar conUds.Algunos chicos han manifestado en sus cartas que tienen algunos

problemitas y que les gustaría contarme, con mucho gusto. Pregunten cuan-do pasen por la parroquia, cuando estaré, aunque como les he dicho, porahora, hasta esos días de noviembre no estaré acá.Por otro lado, me alegra mucho que recen por mí para que sepa responder

a esta misión que Dios me ha confiado. Me da mucha alegría todo elcariño que muestran en sus cartas, no solo por mi, si no a los otros padrecitosy vuestros maestros y catequistas.

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Algunos me cuentan que lindo que estuvo la celebración y que les gustomucho, otros no pudieron asistir, para ellos seria lindo que les cuenten suscompañeros y algún día cuando se pueda, vamos a hablar con sus catequis-tas, para que le pasen un video que están haciendo de la consagración.Otros me cuentan, que este año se confirman y que les hace mucha ilusión

que los confirme, así será y lo haremos el día 13 y 14 de noviembre.Muchos manifiestan que quieren saludarme y darme un beso, no tengo

reparo de hacerlo cuando nos encontremos por las calles o nos veamos en laescuela o en la Iglesia."

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DESPUÉS DE HABER RECORDADO las circunstancias provi-denciales en la elección de Pedro como Obispo, y la forma con-creta de interpretar y desarrollar su misión episcopal, seria buenoprofundizar en el tema e insistir en la variante profética del caris-ma episcopal.

Estamos acostumbrados a asignar al obispo una funciónprioritaria de gobierno, dentro de la estructura jerárquica de laIglesia, en menoscabo del carisma del profetismo y en el contextodel esquema teológico - bautismal de todo cristiano: la triple di-

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mensión profética, sacerdotal y regia de su misión apostólica. Y lapregunta surge espontánea: ¿Por qué la dimensión profética, in-herente a toda vocación cristiana, ha quedado opacada y muy ensegundo plano, en la misión apostólica de muchos obispos?, ¿Porqué la insistencia en la dimensión sacerdotal y de gobierno, enmenoscaba del profetismo?¿Por qué hay pocos y verdaderos obis-pos - profetas?. No es momento para profundizar en el tema,pero sí para reconocer en Pedro el carisma del Profetismo y elejercicio de su misión profética, dentro de su ministerio apostóli-co y episcopal. Y lo ha ido ejerciendo sin el menor orgullo, siendoconsciente que es una gracia de Dios y una gran responsabilidadcomo obispo, en una Iglesia humilde y pobre. El texto de Lucas,donde Jesús recibe a través del Espíritu, el espaldarazo de su mi-sión profética, puede aplicarse también al Obispo Pedro:

"El Espíritu del Señor está sobre miporque me ha ungido

para anunciar la buena noticia a los pobres;me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos

y dar vista a los ciegos;la libertad a los oprimidos

y proclamar un año de gracia del Señor "

Desde el inicio de su misión episcopal, Pedro tuvo claro quedebía continuar la función profética de su apostolado, tal como lohabía ejercido desde su llegada a la Prelatura, como simple misio-nero, encarnado en la realidad social de un pueblo marginado yoprimido. Y con gran sencillez y humildad, comenzó a anunciarel Evangelio liberador de Cristo, denunciando al mismo tiempo,las injusticias y constituyéndose, en numerosas ocasiones, en la

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voz de los que no tenían voz.

Y como suele ocurrir, casi siempre, también se cumplió enPedro el texto evangélico de Mateo, donde se nos recuerda quenadie es profeta en su tierra: "¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No sellama su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿Noestán todos sus hermanos entre nosotros? ¿De donde pues, le viene todo esto?Y los tenía desconcertados. Pero Jesús les dijo: Un Profeta solo es despreciadoen su pueblo y en su casa".

Y efectivamente, Pedro ha desconcertado, con su actuaciónprofética, a muchas personas e instituciones que lo minusvalorarony despreciaron, por su forma de ser, su formación y su carenciade titulación académica. ¿Cómo es posible que Perico, con escasapreparación intelectual, mal hablado, y demasiado espontáneo ysencillo pueda ejercer la función episcopal y profética?, ¿Acasono es el mismo que conocimos durante su carrera, que no desta-caba por la ciencia, ni por la santidad?, ¿Y de donde le viene lasabiduría y la valentía para hablar en nombre de Dios y denunciarlas injusticias y atropellos, cometidos contra su Pueblo? Y todavíauna pregunta más: ¿Cómo ha podido llegar a obispo, y obispoprofeta, el niño alegre y divertido que jugaba a ser curita y soñabacon ser misionero en una país lejano?

La respuesta no es otra que el texto de Mateo: "Un profetasolo es despreciado en su pueblo y en su casa". Y dejemos que el lectorinterprete, quien es el pueblo y la casa de Pedro, en las circunstan-cias y en el contexto actual de su misión profética y episcopal.

Quizás por ello, Pedro fue mucho más valorado y aceptadoen el pueblo sencillo donde evangelizaba proféticamente, que enlas altas instancias de la jerarquía e instituciones eclesiásticas. Fue

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un auténtico y verdadero profeta, en una tierra extraña, pero pro-fundamente amada y querida por él. Y en esa tierra de la Quebra-da y Puna, en medio de un bendito pueblo marginado y oprimido,Pedro ejerció su función profética, con valentía, generosidad yentrega.

La fuerza y la gracia le venían de Dios, que elige a quienquiere para llevar su mensaje de liberación a lo más pobres y hu-mildes de este mundo.

Es el momento de recordar algunos de los hechos y las de-nuncias proféticas de nuestro Obispo Pedro, durante el tiempode su misión apostólica y pastoral, iniciada cuando asumió comoAdministrador Apostólico de la Prelatura en el año 1991.

1- REIVINDICACIÓN ABORIGEN EN LA PROBLEMÁTICA DE LOS 500AÑOS

Durante todo el año 92, y en toda la zona de la Prelatura deHumahuaca, hubo manifestaciones de protesta y multitud de de-claraciones y denuncias contra las celebraciones de los 500 años.No es el momento de recordar los acontecimientos de aquellasfechas. Solo señalaremos que las movilizaciones de protesta fue-ron apoyadas por el obispo y sus misioneros, que reconocieronlos errores y los abusos de los conquistadores contra los aboríge-nes de la Quebrada y Puna.

Desde el inicio de la década del noventa, la Prelatura deHumahuaca, con el impulso de su Administrador Apostólico, fuereuniendo y organizando a casi todas las comunidades campesi-nas, para plantear la problemática aborigen y reflexionar sobre losquinientos años del inicio de la Evangelización.

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Una de las propuestas más interesantes, hacía referencia auna gran Marcha Aborigen, desde todos los rincones de laPrelatura, terminando en una magna concentración en Abra Pam-pa, el 12 de octubre de 1992.

Durante los meses anteriores, se fueron celebrando asam-bleas por todas las comunidades y concretizándose algunas lu-chas reivindicativas por el problema de las tierras.

Unas 100 comunidades, descendientes de los pueblos origi-narios de la zona, participaron de la gran marcha colla y concen-tración posterior en la capital de la Puna. Más de 3.000 personasse dieron cita el 12 de octubre, en la Plaza Téllez de Abra Pampa.Pedro concelebró la Eucaristía con todos los sacerdotes. En unadeclaración conjunta leída al final de la celebración, el Adminis-trador Apostólico proclamo ante el Dios de la vida, comprometién-dose a hacerlo realidad, el siguiente texto:

"Exigimos la recuperación de nuestras tierras y el respeto por los dere-chos de las comunidades aborígenes. Queremos y pedimos trabajo paraalimentar a los hijos, que se encuentran desnutridos y algunos mueren muypequeños; pedimos y exigimos respeto a nuestra cultura y a nuestra raza."

La fiesta termina con ollas populares, música de carnavalitoy alegre cacharpaya:

"Cacharpaya de los collasquena, tambor y charango;

música de la quebrada,mitad fiesta, mitad llanto"

La fiesta se prolonga y la noche se echa encima. Es necesa-

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rio emprender la vuelta al pago. Con el corazón alegre y lleno deesperanza, el pueblo colla reinicia, acompañado de su Pastor, lamarcha hacia las distintas comunidades:

"Cacharpaya de Sikuris,mitad pena, mitad canto;por sendas de luna llena,se van los collas bailando"

2- CONQUISTAS SOCIALES PARA NIÑOS

A principios de la década de los noventa, con el gobiernocorrupto de Menem, Pedro comenzó a denunciar la situación delos pobres de la Prelatura, que sufrían el ajuste económico im-puesto por el FMI, provocando la desocupación, la desnutricióny la mortalidad infantil en niveles altísimos.

A través de OCLADE (Obra Claretiana para el Desarrollo),la Prelatura puso en marcha el Proyecto Promoción de la Mujer en laPuna. Fue el punto de partida del Programa Yachay: Desarrollo yEducación Infantil en Comunidades Collas. El acercamiento a larealidad de la mujer postergada, hizo abrir los ojos a los agentesde pastoral y a su Pastor, hasta comprender que debían fijar sumirada y preocupación, en los más débiles: los niños.

El Programa Yachay, bajo la atenta mirada de Pedro, vienesarrollándose desde 1992, según estos postulados y objetivos:

a) Contribuir al mejoramiento del desarrollo infantil.

b) Establecer una red de apoyo a la infancia.

c) Buscar las prioridades más urgentes y orientarlas a los ni-

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ños más necesitados.

El tercer objetivo fue detectado rápidamente. Ante la posi-bilidad de un proyecto educativo, presentado en una comunidad,una de las madres allí presente, zanja el asunto rápidamente: "Que-remos educación, pero también necesitamos comer."

El gran problema detectado fue la alimentación. Con todaurgencia, Pedro gestiona ante la Secretaria de Desarrollo de laNación, los fondos necesarios para la puesta en marcha de loscomedores. Después de una gran presión y distintas movilizacionesde OCLADE, la Prelatura consigue el primer objetivo de las con-quistas sociales para los niños: Los Comedores Infantiles Comunitarios,que proporcionaría apoyo alimentario a los niños desnutridos. Seiniciaron 50 comedores en 1993, llegando a 70 en 1996 y siendoen la actualidad 98, en toda la zona de influencia de la Prelaturade Humahuaca: Quebrada, Puna y Valles de Santa Victoria, Na-zareno e Iruya.

A partir del Programa Yachay, se iniciaron nuevos proyectosy nuevas conquistas en beneficio de la niñez. Podemos destacarlas siguientes:

a) Centros Lúdicos Comunitarios de Educación Inicial. (sa-litas materno-infantiles) y sus correspondientes MamásCuidadoras;

b) Organizaciones comunitarias para administrar y gestio-nar los comedores;

c) Atención sanitaria y revisiones periódicas a los niños.

Desde que se inició el programa Yachay en 1992, el resumende beneficiarios seria: 4000 niños, 1800 familias, 160 educadoras

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infantiles, 92 organizaciones comunitarias y 98 comedores infan-tiles.

Después de doce años acompañando a la niñez, a través delPrograma Yachay, el diagnóstico de la realidad sigue siendo muyduro y nada halagüeño: la desnutrición no baja del 30% y el índicede mortalidad se mantiene muy alto.

Ante semejante situación, las preocupaciones del Obispo ylos Misioneros junto con las fuerzas vivas laicales, siguen orienta-das en la misma dirección: continúan luchando por la vida dignapara nuestros niños, a través de nuevas conquistas sociales.

En distintas ocasiones, y ante la falta de respuesta del Go-bierno Nacional o el retraso en la entrega de las cuotas alimentarias,el Obispo Pedro se puso al frente de distintas movilizaciones,denunciando la situación social de la infancia, apoyando al mismotiempo, las luchas piqueteras en La Quiaca, por las reivindicacio-nes alimentarías de los niños de la Prelatura.

3- APOYO A LOS SECTORES SOCIOPOLÍTICOS COMPROMETIDOS CON

LOS POBRES

Uno de los gestos más comprometidos del Obispo Pedro,fue el apoyo y el dialogo posterior con los sectores sociales deizquierda, durante gran parte de la década de los 90, enfrentandoel poder corrupto el Presidente Menem y gran parte de la clasepolítica.

En 1993, la situación social se hacia insostenible para lasprovincias más pobres del país. En el norte de Jujuy, Pedro fueuno de los abanderados de la denuncia social y el trabajo con losmás pobres y marginados. Su fama se iba expandiendo por todo

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el país.

La voz profética del Obispo Pedro, se hacía sentir fuerteantes los difíciles problemas sociales de la Provincia de Jujuy. Lossectores sociales y políticos más combativos, se acercaban a Pe-dro pidiendo apoyo y consejo para la lucha contra la injusticia y lacorrupción. En las elecciones legislativas de 1993, se fragua enJujuy un frente electoral de centro-izquierda, para intentar termi-nar con el clientelismo político y el caudillismo de un grupo delíderes, que pretendían perpetuarse en el poder. Humanistas, In-transigentes y los sindicalistas de ATE y del SEOM, piden aseso-ramiento y diálogo con Pedro y los laicos de la Pastoral Social yOCLADE. El punto de referencia sería un escrito muy critico,redactado por OCLADE y asumido por la Prelatura, sobre la durarealidad del país, muy especialmente, del norte jujeño.

Después de una reunión abierta y sincera, los partidos decentro-izquierda y los sindicatos más combativos, con la orienta-ción de laicos cristianos, se deciden a formar un frente electoralpara las legislativas de octubre. Así surgió el MOJUSO (Movi-miento por la Justicia Social).El Perro Santillán sería el primer can-didato a diputado provincial.

Ante algunas críticas oficiales y de la prensa, el Obispo Pe-dro aclaró que ni OCLADE, ni la Prelatura se engancharon en elfrente electoral; solo participaban en los diálogos, asesorando enalgunos aspectos más conflictivos, y ofreciéndose algunos laicos,a título personal, para ingresar en las listas electorales.

Dentro del mismo contexto anterior, y con motivo de la pri-mera Marcha Federal Argentina, el Obispo Pedro escribió unasencilla carta en las Medios de Comunicación Social, apoyando la

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marcha y solidarizándose con los reclamos y reivindicaciones so-ciales. He aquí el texto del comunicado, fechado el 4 de Julio de1994.

"La Iglesia de la Prelatura de Humahuaca, su Obispo, Sacerdotes yReligiosos, manifiestan su apoyo a los reclamos que motivan la MarchaFederal, en relación a la practica económica y social del Gobierno de Menem,que ha llevado a una mayor postergación de los trabajadores y pobladoresde nuestra zona. Dicha política ha aumentado los índices de desocupación,por cierre de las fuentes de trabajo y despidos en empresas privadas y delsector público; al mismo tiempo, se han aumentado vertiginosamente losíndices de población, con necesidades básicas insatisfechas. Una vez más,reiteramos nuestro compromiso con las demandas de igualdad de oportuni-dades, justicia social y preocupación solidaria por los mas necesitados."

Un año y medio más tarde, en noviembre de 1995, de nuevoel Obispo Pedro apoyó la Segunda Marcha Federal y justificó lapresencia del Padre Jesús Olmedo y un grupo de desocupados deLa Quiaca, en las jornadas de protesta. Estas fueron sus palabras:

"La iglesia siempre tiene que estar apoyando estas reivindicaciones y enocasiones, se necesitan gestos y signos externos que manifiesten el compro-miso concreto y la cercanía con los más pobres."

En el contexto de la Marcha Federal, fustigó la política deMenem ante el Fondo Monetario, manifestando que:

"No se puede pagar la deuda externa con el hambre y la salud delpueblo."

Nuestro obispo estuvo siempre al lado de los más pobres y

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marginados, denunciando las injusticias y defendiendo a todosaquellos que luchaban por los derechos humanos y las conquistassociales.

4- COMPROMISO CON LOS EX - MINEROS DE PIRQUITAS

Nuestro Obispo Pedro tenía una especial predilección porla Comunidad de Mina Pirquitas. No en vano fue el primer desti-no como misionero, una vez que llegó de España, con el corazónlleno de ilusiones.

Allí pasó gran parte de su vida y allí se encarnó en la durarealidad de los mineros. En la gran crisis minera pirquitense de1986, Pedro bajó hasta interior mina para trabajar como obrero,testimoniando el compromiso social y cristiano en los momentosmás difíciles de la empresa. Los trabajadores se sintieron orgullo-sos de que su curita obrero, bajara cada jornada al socavón.

Como ya hemos indicado en páginas anteriores, la situaciónde Pirquitas fue empeorando progresivamente, llegando a cerrar-se la empresa a finales de los ochenta.

La desolación fue total. Cientos de obreros sin trabajo, tu-vieron que abandonar Pirquitas en busca de otras fuentes labora-les, mientras que sus familias quedaban desamparadas y abando-nadas a su suerte.

Los dueños de la compañía minera presentan suspensión desueldos y se declara en quiebra. Los acreedores hacen juicio y to-dos los bienes de la empresa se someten a subasta. Los jefes y losacreedores consiguen recuperar las deudas, mientras los obrerossolo reciben promesas. Es el momento de hacerse presente, denuevo nuestro obispo en la comunidad de Pirquitas. Denuncia

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públicamente la situación y acusa al gobierno de complicidad ydespreocupación en las defensa de los trabajadores. Se reúne conlos mineros y les promete su ayuda incondicional, para exigir elcobro de los sueldos atrasados y las míseras indemnizaciones. Envarias ocasiones hace de intermediario entre los obreros, la em-presa y el gobierno provincial.

El sindicato minero interviene y solicita la ayuda del obispo.Los trámites son largos e interminables. Pedro viaja a Buenos Airesy presiona a los abogados, martilleros y al Ministerio de Trabajo.

Después de varios años de luchas y gestiones del obispo, losmineros comienzan a cobrar los atrasos y algunos, los más afortu-nados, reciben pequeñas indemnizaciones.

Mientras tanto, la mayoría de las familias abandonan Pirquitasy se van ubicando en algunos centros urbanos de la Puna, ocu-pando y alquilando algunas casas en precarias condiciones; mien-tras tanto la Veta-Mina es totalmente desmantelada y las pocasfamilias que se animan a continuar en Pirquitas, ocupan las vi-viendas del Campamento Minero. La comunidad y el pueblo dePirquitas se va muriendo poco a poco, y la desolación es total.

La familia minera fue emigrando hacia las poblaciones deHumahuaca, Tilcara, Abra Pampa y La Quiaca. La vida se les haceespecialmente dura y sin perspectivas de futuro. Su Obispo Pe-dro, de acuerdo con los pobladores y sus líderes sindicales y polí-ticos, inicia negociaciones para conseguir terrenos fiscales y sub-sidios habitacionales, para ubicar las familias de los mineros.

Después de varios años de tramites y reuniones organizativas,el 9 de Diciembre de 1993, se firmó un convenio entre el Institu-to de Vivienda y Urbanismo de Jujuy y la Prelatura de Humahuaca,

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a través de OCLADE, para conseguir un subsidio, orientado a laconstrucción de 83 viviendas, cuyos beneficiarios serían los ex -trabajadores de Pirquitas y sus familiares, que pretendían ubicarseen distintos lugares de la Quebrada y de la Puna jujeña. Gracias ala lucha de los obreros y las gestiones del obispo, se pudo firmarel convenio el 10 de diciembre de 1993, con la presencia del Go-bernador Ficoseco y el Presidente de OCLADE, MarianoCastellón, en representación de la Prelatura. Las familias minerastendrían sus casitas. El Ministro de Obras y Servicios Públicosagradeció al obispo, por la hermosa tarea que cumplía en el Puna,en sentido de justicia y solidaridad social.

Como solía ocurrir normalmente en los despachos del go-bierno, las autoridades no tienen apuro y demoran la entrega efec-tiva del subsidio para las viviendas. Nuevamente tuvo que inter-venir el obispo y la presión de los ex–mineros, que acompañadosdel Padre Jesús Olmedo, se fueron a la capital jujeña a movilizar ymanifestarse pacíficamente, llamando la atención de la poblacióny forzando la entrega de la plata, para iniciar la construcción delas casitas. El día 2 de marzo de 1994, después de tres meses defirmado el convenio, el Instituto de Vivienda y Urbanismo deJujuy efectuó el libramiento de $ 172.000 a nombre del Obispo yadministrador de OCALDE, que se encargarían de hacer llegar acada familia minera, beneficiada por el subsidio para construirsus casitas.

El proyecto de la construcción de viviendas se ejecutaría porel sistema de ayuda mutua y esfuerzo propio. Después de varios mesesde trabajo y gracias a la preocupación del Obispo Pedro, los ex-mineros de Pirquitas pudieron inaugurar y habilitar, con gran ale-gría, sus humildes casitas en los distintas poblaciones de la que-

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brada y puna.

5- CERCANÍA CON LOS ABORÍGENES EN LA PROBLEMÁTICA DE LAS

TIERRAS

En una zona, donde el 90 % de la población es de la etniacolla, el Obispo Pedro optó decididamente por su cultura y ladefensa de sus derechos.

Desde el año 1987, la Prelatura de Humahuaca comenzó aintegrarse y a participar en ENDEPA (Equipo Nacional de Pas-toral Aborigen), nombrando referentes prelaticios, e insistiendoen la inculturación de los misioneros, de la liturgia y de la cateque-sis.

Después de varios años trabajando en la pastoral aborigen,se vio la necesidad de crear en la Prelatura, un equipo con poderde decisión y capacidad organizativa. A finales de 1995, el ObispoPedro decretó la formación de EPREPA (Equipo Prelaticio dePastoral Aborigen), coordinado por un sacerdote aborigen, juntoa una religiosa y una laica, ambas de la etnia colla. Desde enton-ces, EPREPA ha intentado impregnar los valores culturales abo-rígenes en todos los ámbitos de la pastoral, comprometiéndose almismo tiempo, en acompañar todos los reclamos de los collas,especialmente en lo referente a la lucha por la recuperación de sustierras.

Hagamos un poco de historia. Ya en 1994, un aborigen de laPrelatura, por gestiones del obispo, pudo participar en la Consti-tuyente de Santa Fe, donde, reformada la Constitución, los dere-chos aborígenes quedaron plasmados en el Art. 75 de la CartaMagna.

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En el año 1996 se trabajó, con el impulso y apoyo de Pedro,en el Proyecto de la Participación de los Pueblos Indígenas (PPI), quefue un hito importante por la pastoral aborigen.

Una vez formado el PPI, se comienza a bajar informaciónsobre los derechos indígenas a unas 223 comunidades de la Puna,Quebrada y Valles Salteños. Al mismo tiempo, consensuado portodos, se elaboro un documento, de voz indígena con fuertes de-nuncias, por los atropellos a la cultura y la apropiación indebidade sus tierras. El documento fue avalado con la firma del Obispo.

Una de las grandes preocupaciones del Obispo, en relacióna la problemática aborigen, fue acompañar a las comunidades enla lucha por la tierra. Desde los años setenta, sobre todo en eldepartamento de Santa Victoria, ya apoyaban los misionerosclaretianos la lucha de los collas por recuperar sus tierras. Emble-mático es el caso de Mecoyita. Después de muchos años de sufri-miento y esclavitud, los pobladores pudieron conseguir la expro-piación de la finca, usurpada injustamente por el Patrón Ovandoy la Familia Campero, y volver a sentirse los únicos y verdaderosdueños de la tierra que trabajaban y que vivieron desde siempresus abuelos y antepasados. La Comunidad Claretiana de SantaVictoria, apoyada siempre por su Obispo, tuvo mucho que ver enla liberación telúrica de Mecoyita.

En la zona del departamento de Iruya, donde Pedro pasólos mejores años de su vida misionera, el problema de las tierrasfue una de las grandes preocupaciones del Obispo. En unión contodos los pobladores y líderes de las distintas comunidades, luchódurante varios años, y apoyó las reivindicaciones para recuperar laFinca Santiago, acaparada por patrones salteños, y devolverla asus pobladores, únicos y verdaderos dueños de aquellas tierras.

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En la actualidad, los vecinos de Colanzulí, Campo Carrera, RíoGrande, Pueblo Viejo y otras comunidades, tienen la alegría y elorgullo de vivir y trabajar en sus propias tierras, bajo el titulo legalde Posesión Mancomunada y Comunitaria. Todos recuerdan y agrade-cen a su Obispo, la preocupación y el apoyo prestado a sus luchasy las gestiones burocráticas posteriores.

El caso de la Finca Rachaite, Departamento de Cochinoca, esmodélico y ejemplar. La Prelatura recibió en donación de los su-puestos dueños legales, una gran extensión de tierras, donde vivíandesde siempre, un numeroso grupo de familias collas. Despuésde los trámites pertinentes, el Obispo las cedió y devolvió a lospobladores, sus verdaderos dueños que siempre la trabajaron y lavivieron desde tiempos inmemoriales. Por ser una finca privada,la Prelatura ha gestionado todos los títulos de propiedad, paraentregarlos a los distintos propietarios, que viven y trabajan enRachaite, disfrutando ya de su posesión legítima y legal.

En los últimos años, el Obispo Pedro sigue preocupándosey apoyando las luchas aborígenes por recuperar sus tierras. El 31de Agosto del 2004, el obispo fue testigo de la entrega de tierras atres Comunidades de Susques: Huancar, Pastos Chicos y PuestoSey. En la actualidad, las distintas organizaciones aborígenes, siem-pre con el apoyo de Pedro, siguen luchando por recuperar lastierras en toda la zona de Quebrada y Puna.

Un hito importante en la misión Pastoral Aborigen, fue elnombramiento de Pedro como Presidente de ENDEPA, a pri-meros de noviembre del 96, durante la celebración de la Asam-blea Plenaria de la CEA (Conferencia Episcopal Argentina). Antela extrañeza de los periodistas por su nombramiento, dado su ori-gen español, Pedro manifestó a la prensa que a él también le lla-

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maba la atención y agradeció a sus compañeros que se fijasen ensu persona para trabajar como responsable de ENDEPA, com-prometiéndose al mismo tiempo, en defender siempre los pueblosoriginarios de la Argentina.

Después de tantos años de trabajo pastoral en la Prelaturade Humahuaca, enclavada en una zona mayoritariamente abori-gen, el Obispo Pedro sigue con la ilusión de siempre, comprome-tido con su pueblo y apoyando todas las luchas para recuperar lastierras y conseguir el título de propiedad.

Una de las alegrías más grandes del Obispo Pedro en rela-ción al tema aborigen, fue el haber acompañado los festejos y lascelebraciones del Pueblo Humahuaqueño, al recibir de laUNESCO, el 2 de Junio del 2003 la declaración de la Quebradade Humahuaca, como Patrimonio de la Humanidad, dentro de lacategoría Paisaje Cultural. Ernestina Cari lo recuerda en una desus coplas:

"Vamos a soltar las coplasy cantar con dignidad

La Quebrada es Patrimoniode toda la Humanidad."

A mi pueblo colla digoque no es debilidad

defender el patrimoniocon altura y dignidad"

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6- APOYO A LAS LUCHAS DE LOS DESOCUPADOS Y PIQUETEROS

Uno de los grandes problemas sociales que tuvo que enfren-tar el Obispo Pedro, en su misión Pastoral, fue la desocupación yla subocupación; entre la población potencialmente activa de laPrelatura de Humahuaca, se alcanzaron cotas del 53%, una de lasmás altas del país.

Ante semejante situación, Pedro tomó una postura clara ycomprometida. Durante la década de los noventa y hasta los añosactuales, siempre estuvo apoyando las luchas más constantes yfuertes de los desocupados, junto a otros sectores sociales. Todoello ha quedado reflejado en el libro Los Desocupados de La Quiaca- 12 años de Luchas junto a otros Sectores Sociales: 1992-2003. A el nosremitimos para los que quieran profundizar en el tema. En estaspáginas solo recordaremos algunos aspectos más significativos dela presencia y actividad de Pedro, junto a los desocupados.

Después del fracaso de la Ley de Área de Frontera, el SenadorGuillermo Snopek, presentó un anteproyecto intitulado TerritorioAduanero Especial (TAE), forma técnica de tratar el tema de laZona Franca, que traería muchos beneficios y puestos de trabajopara gran parte de la Puna y Quebrada de Humahuaca. En el año92, el proyecto de Ley del TAE fue sancionado por ambas Cáma-ras de la Nación y presentado al Ejecutivo Nacional, para su apro-bación definitiva.

En última instancia, el proyecto de ley fue vetado por el pre-sidente Menem. El pueblo colla fue de nuevo defraudado.

No hubo otra alternativa que movilizar a toda la Puna, enuna lucha solidaria contra el veto presidencial a la Zona Franca.

La multisectorial formada en La Quiaca, por mayoría abso-

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luta, decidió las movilizaciones y medidas de fuerza: cortes deruta e interrupción del puente internacional, frontera con Bolivia.

Era el 21 de junio de 1994. Allí estuvo el Obispo y allí mis-mo leyó un documento de apoyo a la lucha:

"El veto del TAE condena al hambre y a la miseria a gran parte de lapoblación y es un signo más de la despreocupación y el olvido total delgobierno nacional sobre nuestra puna y nuestra gente."

El año 1995 fue especialmente difícil para la Puna Jujeña. Lasituación social estaba cada vez peor y la desocupación aumenta-ba cada día. Los índices de desnutrición eran del 45% y la morta-lidad infantil rozaba el 65 por mil, pero, según las palabras delobispo:

"Más allá de los datos estadísticos, cuando uno recorre las zonas afecta-das, ve que la gente esta realmente mal y en muchos casos, no tienen nisiquiera para comer. También veo que hay desesperación, porque paramuchos no hay posibilidades de conseguir trabajo."

Es en los meses de invierno la situación se hizo insostenible.El día 3 de noviembre se movilizan los trabajadores estatales ymunicipales reclamando atrasos saláriales y protestan por laimplementación de los Bonos Provinciales. El Obispo Pedro, contodo su Prebisterio, saca un comunicado muy fuerte, denuncian-do la corrupción y la situación social de gran parte de la pobla-ción, ya que:

"Muchos están condenados al hambre y la miseria, porque la plata quemanejan son papeles sin valor, ya que la convertibilidad no se esta llevandoa efecto."

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A finales de noviembre, en un hermoso trabajo de los jóve-nes quiaqueños se organiza en los salones parroquiales laMultisectorial, con el objeto de concienciar a la población en eltema de los TIPROFI (Títulos Provinciales de Financiación) yanimar a la lucha por la convertibilidad o la desaparición de losmismos. El vocero de la Multisectorial, informa de las medidasconsensuadas al Obispo Pedro y le pide su apoyo, que no tarda enllegar. La iniciativa de la ciudad fronteriza fue secundada por AbraPampa, donde se suman a las medidas con la participación delObispo y grupos parroquiales, al tiempo que Pedro gestiona unaentrevista con el Jefe de Gabinete Nacional, para plantearle elproblema de los bonos y la gran crisis social de todo el norte.

El pueblo autoconvocado se plegó a las medidas de fuerzasy apoyó los cortes de ruta y la interrupción del paso fronterizocon Bolivia. Más de 3.000 personas estaban en la lucha. Despuésde cuatro días manteniendo las medidas de fuerza, el Obispo Pe-dro desde Bs.As., donde había negociado con el Gobierno Na-cional la reivindicaciones de los puneños, comunica a través deRadio Nacional que el ejecutivo se había comprometido con unaayuda económica de 10.000.000 de pesos, para destrabar el pro-blema de la convertibilidad de los bonos en toda la Provincia deJujuy.

A mediados de diciembre de 1995 llegaba parte del dineropara el canje de los bonos. Y, como en tantas ocasiones, el pueblofue defraudado: el banco fue canjeando los bonos, únicamente alas empresas y grandes comercios. Los pobres y humildes y lamayoría silenciosa de la población, seguían con los problemas dela convertibilidad y de nuevo se organizaban para los reclamos.

Las nuevas medidas iban a ser originales y conflictivas. Du-

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rante dos días un grupo de 500 personas tomaron pacíficamenteel Banco de la Provincia, sucursal de La Quiaca. El vocero delos manifestantes, P. Jesús Olmedo, se puso en contacto con elObispo para pedir su apoyo e intermediación. Las gestiones dePedro surtieron efecto inmediato. Durante una jornada comple-ta, los funcionarios del banco fueron cambiando los bonos porventanilla, a todos los pobladores con problema deconvertibilidad.

A partir de 1996, se desarrollaron en La Quiaca las luchaspiqueteras más fuertes y comprometidas. El Obispo Pedro apoyósiempre a los desocupados, participando directamente en algunasde las medidas de fuerza programadas y dando siempre su votode confianza al P. Jesús Olmedo, vocero y líder de las luchaspiqueteras quiaqueñas. Aunque en algunas de las acciones con-cretas, no estaba de acuerdo con su hermano Jesús, Pedro suporespetar su carisma y le animaba a ejercer con valentía la denunciay el compromiso profético. En el IX Seminario de FormaciónTeológica, celebrado en La Rioja del 5 al 9 de febrero de 1996,Pedro denunció públicamente el ajuste económico estructuralimpuesto por el FMI al gobierno argentino. Estas fueron sus pa-labras:

"A causa del capitalismo salvaje que aplica la administración del PresidenteMenem, se realiza un genocidio, que tiene como blanco a los niños de laszonas más desprotegidas."

En este contexto social se realiza por los desocupados de LaQuiaca, La Marcha de la Dignidad, a la que se adhieren desocupadosde toda la Quebrada y Puna y el Frente de Estatales Jujeño, liderado

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por el Perro Santillán. La salida de La Quiaca tuvo lugar el 21 dejunio de 1996.El Obispo Pedro y los representantes de la Asamblea Prelaticiade Pastoral, celebrada en junio en Humahuaca, dieron su totalapoyo y prometieron su participación, un buen número desacerdotes y laicos de las distintas parroquias y comunidades.Al iniciar la marcha en la ciudad fronteriza, Pedro bendijo a todoslos luchadores con estas hermosas palabras:

"Esta Marcha de la Dignidad es una expresión clara y manifiesta, que estánperdiendo la timidez y el miedo y queréis ser protagonistas de una luchatranquila y pacífica, exigiendo vuestros derechos para poder vivir con dignidad."

Después de un gran acto en la Plaza Belgrano, los delegados detodas las comunidades que participaron de la marcha, fueronrecibidos por el gobernador, con su gabinete en pleno, en el SalónBlanco. El Obispo Pedro fue muy claro en sus planteamientos:

"La gente de este gobierno esta haciendo sus planes y su política, sobre loshuesos de la gente y no le ponen carne ni corazón. Sería bueno que se acercarana la dura realidad de los pobres, para que los corazones de piedra se ablanden."

Después de los incumplimientos del gobierno en julio de 1996,ante las exigencias de la Marcha de la Dignidad, toda la provinciasufría una situación social desesperada y distintos sectores, entreellos los Obispos de Jujuy y Humahuaca, alertaban sobre la gravecrisis y el peligro de una explosión social. En mayo de 1997 elObispo Pedro declaraba a la prensa nacional:

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"Que la Iglesia seguirá anunciando el Evangelio y denunciando todo lo queatentase contra el Reino de Dios y su Justicia, y reafirmando que nuncaaceptaría la connivencia con situaciones de injusticia o violación de los derechoshumanos fundamentales."

El contexto socio-político de toda la provincia se iba complicandocada día más. Todo incitaba a la protesta y a la lucha social. ElJujeñazo estaba en marcha.El martes 20 de Mayo de 1997, fue el día señalado para iniciar lalucha piquetera en toda la Provincia de Jujuy. La situación socialera desesperada.

El Obispo Pedro de viaje en España, se hace solidario con elpueblo jujeño y pide a su Vicario, el Padre Ricardo Aparicio, sehaga presente en Jujuy y acompañe al Obispo Palentini, en lasnegociaciones de intermediación entre el gobierno y los piqueteros.

A partir de junio del 97, la Pastoral Social de Jujuy yHumahuaca, se instalan en las oficinas del Obispado y bajo ladirección del Hermano Fran Bauzá, van gestionando la mayoríade los Planes Trabajar y los Proyectos concedidos a las distintascomisiones de los desocupados, que participaron en los conflic-tos sociales del Jujeñazo.

El Obispo Pedro, ya incorporado a su misión, apoyó total-mente las reivindicaciones sociales y los resultados obtenidos.

Durante los años 1999 y 2000, los desocupados de La Quiaca,organizaban, preparaban y participaban en una serie de luchassociales orientadas a llamar la atención y promover la anulaciónde la injusta Deuda Externa Argentina: Marcha de la Esperanza,Carpa Verde y Monumento a la Corrupción.

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En unión con el Obispo de Jujuy, Pedro dio su total apoyoa la Marcha de la Esperanza, que tuvo lugar en septiembre de 1999,e invitaba a todos los ciudadanos a:

"Adherirse solidariamente a este gesto de los más pobres, que unidos alos de tantos grupos y organismos latinoamericanos, siguen clamando paraque los representantes del FMI, solucionen el problema de la deuda, quetantas situaciones de muerte esta creando y cansando."

Después de caminar 300 Km a pie hasta Jujuy y participaren Buenos Aires en un Congreso sobre Deuda Externa, los pro-tagonistas, en unión de los Obispos Pedro Olmedo y MarceloPalentini, remitieron al Papa Juan Pablo II una hermosa carta,que queremos recoger en las paginas de este libro:

"Buenos aires, 21 de Septiembre de 1999A su Santidad el Papa Juan Pablo II, RomaQuerido Hermano:Con todo respeto y confianza le escribimos esta carta para contarle algo

que le gustará. Orientados por la «Tercio Milenio Adveniente», en elcontexto del Jubileo 2000, unas mil personas, entre hombres, mujeres yniños, hemos peregrinado 300 kilómetros a pie desde La Quiaca a Jujuy.Ha sido la Marcha de la Esperanza.Apoyados por nuestros obispos de Jujuy y Humahuaca y para concien-

ciar a la opinión pública Argentina sobre el problema de la Deuda Exter-na, nos decidimos a caminar desde La Quiaca para vivir el EspírituJubilar en una dimensión espiritual y social, dado el profundo sentidoreligioso del pueblo colla y la dura situación social en que vive.En nuestra querida Prelatura de Humahuaca somos conscientes de que

la deuda externa, injusta e inmoral, provoca hambre, desnutrición, morta-

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lidad infantil y desocupación en la mayoría de sus pobladores.Vea su Santidad algunos datos estadísticos:- La mortalidad infantil esta rozando el 55‰.- La desnutrición infantil se acerca al 53%.- La desocupación tiene una cuota del 52%.Orientados por su enseñanza e inquietudes sociales, las Iglesias de Jujuy

y Humahuaca se unieron para la Marcha de la Esperanza. Después denueve días de caminata, la población jujeña recibió a los peregrinos al gritode: ¡Vida si. Deuda no!.Junto al Palacio de Gobierno, presentamos nuestras inquietudes y dimos

a conocer el petitorio a las Autoridades:1. Anulación o condonación de la Deuda Externa;2. Debate en el Parlamento Provincial sobre el tema y sus consecuencias

en los mas pobres;3. Devolución de las tierras a lo Aborígenes de nuestra zona y entrega de

los Títulos de Propiedad;4. Mejores condiciones de vida, en la salud, en la educación y en las

infraestructuras sociales;5. Fuentes de trabajos para los desocupados.En estos momentos, un grupo de los que caminamos en la Marcha de la

Esperanza, participamos en un encuentro Latinoamericano y Caribeñosobre el tema: «Deuda Externa, Derechos Humanos y Democracia». Lareflexión central es «Por un milenio sin deudas».Con todo respeto, querido hermano Juan Pablo, los participantes en la

Marcha de la Esperanza, junto a sus pastores, nos animamos a pedirleuna Bendición Especial para que renueve y conforte nuestro espíritu delucha al acercarse el nuevo milenio.

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Cristo, nuestra única esperanza y salvación, y la mirada maternal deMaria, la Madre de los Pobres, caminaron junto a nosotros y en Ellosencontramos el camino de la liberación.

Con todo cariño y respeto:Marcelo Palentini, Obispo de Jujuy

Pedro Olmedo, Obispo de HumahuacaIntegrantes de la Marcha de la Esperanza»

El 21de Mayo de 2001, los Desocupados de La Quiaca anun-cian una nueva Marcha de los Pobres y Excluidos.

Con el total apoyo y participación del Obispo Pedro, la mar-cha, después de recorrer los 300 Km a pie, con más de 1500 per-sonas, llega a San Salvador de Jujuy. Pascualita Jerónimo, al llegara la Plaza Belgrano, nos cantó esta hermosa copla:

"Desde la Quiaca he venidoandando por los caminoscomo todos somos pobres,queremos buena justicia

Con estos pueblos que son unidoshan hecho la que han querido,

pero nos van a escucharunite a la marcha para luchar

Juntos vamos a caminarcruzando cerros y vallesjuntos vamos a luchar.

Todos por la Provincia"

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Un grupo de caminantes, unas 300 personas, siguen hastaBuenos Aires, donde los recibe el presidente De la Rúa. Los acom-paña el Obispo, que denuncia a los medios de comunicación:

"Los gobernantes no responden a las urgencias de la gente, se hablaba deque el ajuste no iba a tocar las políticas sociales; pero los esta tocando y conbastante fuerza. No se dan cuenta de la gravedad social del momento."

El vocero de la marcha, el Padre Jesús Olmedo, declaraba ala prensa después de la entrevista con el presidente:

"Hemos dicho a De la Rúa, que tenga ternura y mire a los rostros de losniños de la Quebrada y Puna, marcados por el hambre y la miseria."

El obispo animó a los desocupados, que presentaron suspetitorios en los distintos ministerios, regresando a la Puna paraesperar la respuesta de los funcionarios. Las reivindicaciones eranmuchas y urgentes, pera las soluciones que ofrecía el gobiernoeran mínimas y frustrantes. El país estaba en una crisis total ypronto iba a estallar una gran explosión social.

Las condiciones sociales estaban perfectamentesincronizadas, para un estallido popular en todo el país.

El 19 y 20 de diciembre del 2001 tuvo lugar el Argentinazo,especialmente en la Capital Federal. El pueblo se lanzó a la calle,en una multitudinaria protesta social.

Los marginados de La Quiaca, en la frontera con Bolivia,también quisieron dejar oír su voz y los gritos de protesta. En unaasamblea de los desocupados, se decidieron las medidas de fuer-zas: Crucifixión masiva y simulacro de entierro colectivo. Las imá-genes dieron la vuelta al mundo. El P. Jesús Olmedo, vocero de

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los quiaqueños, conecta con el obispo, ausente de la prelatura,recibiendo su total, apoyo y autorizando el rito de las crucifixio-nes.

Ante las preguntas de muchos periodistas del extranjero, queentrevistaban al Obispo Pedro, ésta fue su respuesta:

"Las crucifixiones fueron un mensaje, inspirado en el Evangelio y lateología de la cruz y retomada por la teología de la liberación, que hablamucho de los crucificados de la historia y que nosotros lo hicimos realidaden la representación simbólico-real de la crucifixión colectiva del pueblocolla, concretizada, en esta ocasión, en los desocupados de La Quiaca."

En el mes de octubre del 2003, durante una movilización decampesinos y desocupados de La Quiaca e interrupción del PuenteInternacional, se desencadenó una fuerte represión y violenciacontra 2.000 manifestantes, que protestaban por la muerte delganado (ovejas y llamas), causada por la administración de vacu-nas contra la aftosa, en mal estado, a través de un plan guberna-mental ejecutado por el SENASA, y a cuyo organismo se exigíauna indemnización por los daños.La denuncia del obispo fue rá-pida y tajante.

Días más tarde, el conflicto se complicó, dada las circuns-tancias del procesamiento judicial del P. Jesús Olmedo, iniciadopor el gobierno, junto a cuatro luchadores sociales.

Cientos de mensajes de protestas y apoyo, se recibieron en lasede de la Prelatura, solidarizándose con el obispo, los misionerosmaltratados y todos los manifestantes reprimidos y procesados.Como botón de muestra, recordaremos esta nota del ObispoCasaldáliga:

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"Personalmente y en nombre de toda nuestra Iglesia de Sao Felix doAraguaia, quiero expresar la más plena solidaridad con el Padre JesúsOlmedo y sus compañeros y toda la comunidad, por su testimonio proféti-co, y repudiamos al mismo tiempo, la arbitrariedad y la violencia, con queustedes son tratados por autoridades que deberían dar testimonio de justi-cia y de respeto. Los abraza de corazón, y compromiso. Pedro, Obispo."

El obispo Pedro Olmedo, se hizo presente en La Quiaca ydespués de interiorizarse de la situación, mandó una nota de pro-testa al Secretario de Seguridad Interior, aclarando las circunstan-cias de los hechos y exigiendo medidas disciplinarias para losrepresores y violentos, y pidiendo explicaciones sobre el procesa-miento al P. Jesús Olmedo y sus compañeros de lucha.

A finales de mayo del 2004, un buen numero de desocupa-dos de la Quiaca, en unión con los misioneros claretianos quetrabajaban en la parroquia: Padre Pepe Carbajo y Jaime Pérez Al-fonso, se volvieron a crucificar, para llamar la atención del gobier-no y exigir mejoras sociales para toda la población.

El Obispo Pedro los acompañó, en el gesto profético deprotesta, dejándose crucificar en una de las cruces más grandesde los improvisados calvarios. Desde el patíbulo, donde quisohacerse solidario con todos los crucificados de la Prelatura, elObispo manifestaba a los periodistas que:

"Se sentía orgulloso de sufrir un poco en la cruz, y que apoyaba total-mente el encadenamiento de las familias, las huelgas de hambre, las cruci-fixiones y todo lo que el pueblo imagine y realice para reclamar sus dere-chos."

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7- CONQUISTAS SOCIALES PARA LOS MÁS POBRES

Después de haber recordado, en las paginas anteriores, laspropias luchas de los desocupados, apoyados por el Obispo Pe-dro, nos podríamos preguntar: ¿Cuales fueron los resultados ybeneficios concretos?

Gracias al aval y a las gestiones de Pedro ante el Gobierno yotros Organismos de España, y siempre con la presión y la fuerzade las luchas sociales de los desocupados y otros sectores, se po-drían contabilizar las siguientes conquistas:

a) Personas: unos 4.500 empleos de los Planes Trabajar yservicios comunitarios.

b) Proyectos gestionados y realizados por los desocupados,con el aval del Obispo y Fondos de PROCLADE y otros Orga-nismos:

· Construcción y entrega gratuita de 90 Viviendas para losdesocupados.

· Construcción de Núcleos Habitacionales, con subsidios es-tatales.

· Construcción de 10 Salones Multiusos, con fondos de ayu-das solidarias.

· Construcción y funcionamiento de 3 Comedores para ado-lescentes y jóvenes, con un promedio de 1.000 beneficiarios ycon fondos propios y de ayudas solidarias.

· Construcción y funcionamiento de un Hogar Infantil, conayudas solidarias y un promedio de 80 beneficiarios entre 1 y5 años.

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· Construcción y funcionamiento de un Centro de Produc-ción y Empleo para los desocupados.

· Financiación y funcionamiento de 10 Hornos Comunitariosy un promedio de beneficiarios de 250 familias y 1.000 ado-lescentes y jóvenes.

· Cooperativa de Adobes y Bloques para la construcción.

· Grupos Comunitarios de Producción: Reciclaje de Ropa,Elaboración de Papas Fritas, etc.

· Servicios Comunitarios en Comedores Infantiles y distintasinstituciones.

· Atención de Ancianos a domicilio y Niños en riesgo.

· Talleres de Capacitación: Planificación Familiar, Alfabetiza-ción, Turismo, etc.

Gracias a las luchas de los desocupados y el apoyo y aval delObispo Pedro, con financiación de PROCLADE se pudieronconseguir muchos proyectos concretos, que satisfacían mediana-mente las necesidades y justas reivindicaciones de los hermanosmás pobres de la Prelatura.

8- DENUNCIAS PROFÉTICAS A TRAVÉS DE LOS MENSAJES PASTORALES

Pedro nunca fue aficionado escribir, y además le costababastante; sin embargo, en las fiestas litúrgicas más importantes,nunca faltaba un mensaje de felicitación a los feligreses, dondeaprovechaba para plantear la situación social de la zona, intentan-do dar respuesta desde el evangelio y el misterio de Cristo, procu-rando siempre ofrecer un mensaje de esperanza.

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Nunca escribió Cartas Pastorales; pero sus mensajes de Na-vidad y Pascua de Resurrección, estaban colmados de profundosentido evangélico, profético y eclesial.

En septiembre de 1994, con motivo de la Campaña "Mas porMenos", en un mensaje televisivo, el obispo Pedro advertía: "Quela pobreza y marginación seguían aumentando cada vez más y la gente sesiente agobiada, porque no encuentra trabajo y ni siquiera tiene posibilidadesde vender sus productos". Y refiriéndose a la Prelatura de Humahuaca,Pedro afirmaba que: "Mas allá de los datos estadísticos, cuando unorecorre las zonas más afectadas, ve que la gente está realmente mal y enmuchas casas, no tienen para comer."

Aprovechaba la campaña Mas por Menos, para denunciar queen la zona de la Prelatura, la desnutrición infantil era del 30% y lamortalidad del 65 x 1.000.

En el mensaje pascual de 1995, el Obispo Pedro afirmabaque:

"En los momentos y en las circunstancias actuales de nuestra patria,nuestra provincia y nuestras comunidades, donde hay tantos signos de muerte,de dolor y de sufrimiento, no puedo, como sucesor de los apóstoles, dejar dellamar a la reflexión en tiempos de Pascua, especialmente a los responsa-bles de las políticas que ocasionaban estas situaciones de muerte, para quehaya verdadera Resurrección hoy, en Jujuy y en la Puna." Y continuadiciendo Pedro que: "Hoy se sigue condenando la persona de Jesús, ensus preferidos, pues la mayoría de las políticas vigentes, condenan a lamarginación y exclusión a los pobres, trabajadores, a las mujeres y a losniños."

En 1998, en el mensaje Pascual, compartido con el ObispoPalentini, Pedro denunció duramente el sistema económico vi-

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gente que:

"Imposibilita la vida digna de miles de familias; se obstaculiza el accesoa la propiedad de la tierra, y se achica la posibilidad de conseguir trabajodigno para miles de obreros. Un sistema así, no es un sistema de vida paraningún pueblo; es más bien una sepultura para los muertos, que el mismosistema engendra". Mas adelante, sigue denunciando: "Al sistema políticoy de gobierno en el que, la inseguridad ciudadana, la impunidad y lacorrupción, tienen carta de ciudadanía, sin posibilidades de vida dignapara el Pueblo."

Finalmente, los Obispos de Jujuy y Humahuaca, hicieronvotos para que:

"La fuerza del Espíritu que resucitó a Jesús, nos dé a todos la paz, laalegría y la fortaleza necesaria, para seguir implantando los valores delReino."

En abril de 1999, la ultima Pascua del siglo XX, el ObispoPedro, después de recordar la dura realidad social del país y de laProvincia de Jujuy, aboga, en comunión con Juan Pablo II, poruna Pascua sincera y verdadera, una Pascua que sea: "Un paso auna vida de solidaridad, amor y generosidad. Un paso sincero hacia unamejor distribución de los bienes y una definitiva devolución y adjudicación delas tierras a nuestros hermanos aborígenes; un paso, en definitiva, valiente ycomprometido, hacia la liberación de todos los pobres y condenados de nuestraquerida tierra jujeña."

En el año jubilar del 2000, los Obispos de Jujuy y Humahuaca,convocaban a todos los cristianos de sus Iglesias, a celebrar eljubileo como un tiempo de justicia para los pobres y la alegría porla liberación para toda la humanidad. Muchos se preguntarán,

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decían los obispos en su mensaje pascual:

"Cómo vivir el Jubileo, teniendo que llevar cruces tan pesadas: lafalta de diálogo en las familias, las guerras y divisiones, el hambre y lainjusticia, la falta de trabajo y de vida digna"; los obispos, seguíandiciendo en su mensaje: "Nos sentimos solidarios y prometemos, noabandonaros en vuestra dura realidad social. Estos momentos de dolory sufrimiento de nuestros pueblos, los viviremos desde la fe y la esperan-za, para que todos, sintiéndonos uno en Cristo, podamos renacer a lavida plena en el Resucitado."

Después de los tristes acontecimientos ocurridos en BuenosAires, durante el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre del 2001,los Obispo de Jujuy y Humahuaca, difundieron un profundo men-saje, con motivo de las Fiestas de Navidad y Año Nuevo. En elreferido mensaje, los obispos pedían que:

"Ante los hechos recientemente acaecidos en el país, la celebración deNacimiento de Jesús en Belén, que viene a hacerse solidario con nuestrasangustias y nuestras preocupaciones, despierte sentimientos de solidaridad,fraternidad y compromiso, pues en estos momentos difíciles, todos lo queformamos la Iglesia, no tenemos excusas que justifiquen nuestra ausenciay falta de compromiso en las grandes causas de la humanidad, siempre alado de los que más sufren y necesitan de nuestra ayuda, para recuperar ladignidad y la esperanza en el Dios-con-nosotros, que vino a salvarnos enNavidad."

En la primera pascua del siglo XXI, después de las celebra-ciones jubilares, los Obispos Marcelo Palentini y Pedro Olmedo,exhortan a todos sus feligreses, en el mensaje pascual:

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"A recuperar la esperanza, para reconstruir el tejido social, severamentelesionado, por causas soci -económicas, políticas y culturales."

Después de denunciar, duramente, "la trama del liberalismo eco-nómico y la globalización insolidaria que genera millones de excluidos", losobispos terminan su mensaje invitando a todos sus feligreses a:

"Compartir de corazón, la alegría de Cristo Resucitado y el gozo pascual,que nos anuncia la liberación y salvación definitiva de toda la humani-dad."

Al término del primer año del tercer milenio, el Obispo Pe-dro preparó un hermoso mensaje de Navidad, lleno de resonan-cias y denuncias proféticas, recordando, con Juan Pablo II que:

"Había que remar mar a dentro, procurando una evangelización audaz,creativa y comprometida con los graves problemas del momento actual:Crecimiento enorme de la pobreza, que se ha convertido en indigencia y

miseria, que clama al cielo y acentúa la exclusión.Conflictos violentos, ante la agresividad y violencia institucionalizada.Corrupción económica y política y despilfarro de bienes públicos.Políticas sociales y programas alimentarios con orientación partidista y

clientelista.Mentira y robo en las campañas electorales de los mismos políticos de

siempre, que no acababan de entender el grito del pueblo: ¡Que se vayantodos!"

Y el mensaje de Pedro termina así:

"En un mundo que excluye, que no le interesan los pobres, que no los

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considera personas, ni les da espacios de participación, nosotros hoy másque nunca, tenemos que estar juntos a ellos y con ellos, gritar y reclamarpor su seguridad y su grandeza como personas y como pueblos."

El mensaje Pascual del 2004, después de recordar la durarealidad social de la Prelatura de Humahuaca, nos recuerda que:

"Jesús, Señor de la historia, el inocente, fue traicionado, abandonado ycondenado a muerte en la cruz. Hoy sigue condenado de nuevo. Su agoníase prolonga en las victimas de nuestro tiempo. ¿Cómo podríamos bajarlosde la cruz?; ¿Cómo comunicar esperanza a aquellos que viven desespera-dos?Después de denunciar y luchar contra la cultura de la muerte, de nuevo

tenemos que anunciar y proclamar el gozo Pascual del Domingo de Resu-rrección. Jesús esta vivo. Dios se ha puesto de parte del justo y de la victima,y lo ha resucitado.El Señor ha resucitado y vive para siempre. Él es la razón de nuestra

vida y la garantía de nuestra esperanza, para construir un nuevo mundo yuna Patria Justa y solidaria para todos los argentinos. Caminemos juntos,a la luz del resucitado y el gozo Pascual de María, al encuentro de Cristo,vivo y presente en medio del Pueblo."

9-DENUNCIAS CONTRA LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Y LA CORRUPCIÓN POLÍTICA.

Los misioneros de la Prelatura de Humahuaca, sobre todoen los duros años del Proceso, denunciaron en numerosas ocasio-nes las violaciones contra los Derechos Humanos.

Las denuncias se fueron haciendo in situ, y más tarde, recogi-das en un informe y publicado en algunas revistas especializadas

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sobre el tema.

Las principales denuncias incidían o tenían relación con lossiguientes aspectos: Derecho a la Vida, Derecho a la Libertad yLibre Expresión, Derecho de Asociación y de Manifestación.

Durante la Dictadura Militar se denunció valientemente larepresión, el encarcelamiento arbitrario de obreros y sindicalistas,las desapariciones de personas y las torturas en las cárceles.

El Obispo Pedro, ya de simple misionero, fue un gran de-fensor de los Derechos Humanos, denunciando en muchas oca-siones, la violación de los mismos.

Donde se ha destacado, especialmente, el Obispo Pedro hasido en la denuncia de los Derechos Sociales y todos los que tu-viesen relación con la dignidad de las personas y de los pueblos.

En los momentos más duros de la crisis socio-económicadel Norte Argentino, Pedro denuncia fuertemente el ajuste eco-nómico del Gobierno de Menem y el pecado social de la exclu-sión, contrario al plan de Dios. En unas declaraciones a la agenciaDYN, el Obispo de Humahuaca le pedía a Menem:

"Que se acordase de los pobres y que pagase la deuda interna, que man-tiene su gobierno con los millones de pobres del país: salud, educación,trabajo y una vida digna."

En el contexto de IX Seminario de Formación Teológica,celebrado en la Rioja en Febrero de 1996, el Obispo Pedro decla-raba a la Agencia DYN que:

"Gracias al capitalismo salvaje, que aplica la administración de Menem,se realiza un nuevo genocidio, que tiene como blanco a los niños, los ancia-

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nos y las personas que viven en las zonas más desprotegidas. El capitalis-mo salvaje y excluyente, perverso e inhumano, esta generando situacionesde injusticias y genocidios, disimulados y lentos, sobre todo en las zonasmarginadas del Norte Argentino."

Las declaraciones anteriores provocaron protestas del go-bierno y del Obispo Ogñenovich, que salió al cruce, en defensadel Presidente Menem. A los pocos días, Pedro vuelve sobre elmismo tema, se afirmaba en lo dicho anteriormente e insiste quelos:

"Cristianos no podemos esperar para cuestionar esta política neoliberal,salvaje y diabólica."

Ante la crisis social de la Provincia de Jujuy, el Obispo Pedrodenuncia duramente a los políticos corruptos y defendía a lossindicalistas del Frente de Gremios de Estatales que "desde haceaños vienen reivindicando las conquistas sociales para los trabajadores, losdesocupados y todo el pueblo jujeño".

Con motivo de unas supuestas donaciones a la Iglesia cor-dobesa, del Empresario Yabrán, el Obispo Pedro criticó dura-mente, advirtiendo que no es ético aceptar limosnas, nacidas de lacorrupción; y en relación al tema de Yabrán, sostuvo que: "No sepueden aceptar limosnas de quien, a todas voces se comenta, se ha enriquecidode manera corrupta."

Durante gran parte del Gobierno Menem, el Obispo Pedrofue muy crítico, sobre todo en el tema de la corrupción política yde la represión de las protestas sociales.

En el mensaje pascual de 1997, advertía sobre la violenciainstitucionalizada, afirmando que:

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"El saludo de Cristo resucitado, nos interpela hoy, muy especialmente, enel clima de violencia, injusticias, corrupción, falta de entendimiento en te-mas fundamentales de bien común, y el uso de la fuerza pública, pararesolver los problemas, que debieron prevenirse con vocación de verdaderapaz."

En el año del Cincuentenario de la Declaración Universal delos Derechos Humanos, diciembre de 1998, el Obispo Pedro de-claraba a los medios de prensa, que:

"Los Estados deben garantizar el cumplimiento de los tratados y acuer-dos internacionales sobre los Derechos Humanos, incorporados a la Cons-titución Nacional."

Después de la gran crisis del Argentinazo, diciembre del 2001,el Obispo Pedro fue especialmente duro con los políticos, que nosólo desoyeron el grito ¡Que se vayan todos!, sino que no dieron niun pálpito de señales para renunciar a sus privilegios, y corrupcio-nes económicas.

Finalmente, el Obispo Pedro insto a los gobernantes:

"A crear condiciones de justicia, para sus pueblos y a privilegiar eseinterés por sobre todas las otras presiones existentes, especialmente las delFondo Monetario Internacional y las políticas económicas salvajes, inhu-manas y anticristianas."

En este sentido, recordó el obispo expresiones del Salmo82, donde dirigiéndose a los jueces y gobernantes, les dice:

"¿Hasta cuando harán ustedes juicios falsosy se pondrán de parte de los opresores?

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Hagan justicia al débil y al huérfano,hagan justicia al pobre y al necesitado,liberen a los débiles y a los explotados

y defiéndanlos de los opresores."

10. PERSEGUIDO POR DEFENDER EL DERECHO Y LA JUSTICIA

Durante el Proceso Militar, iniciado con el golpe de Estadode 1976, y todos los años de la dictadura, los misioneros de laPrelatura de Humahuaca, tuvieron que sufrir muchasincomprensiones, acusaciones e incluso persecuciones, por haberdenunciado los abusos de autoridad, las represiones violentas ylas desapariciones y encarcelamientos arbitrarios.

En aquellos años, Pedro, misionero en Pirquitas, tuvo quedenunciar la detención injusta y el encarcelamiento de un sindica-lista, Rosendo Flores, al que defendió y consiguió su liberación,con el apoyo del mismo Obispo de Humahuaca, José MaríaMárquez.

Pedro y la Comunidad Cristiana de Iruya, sufrieron la perse-cución de grupos minoritarios, apoyados por el gobierno, conintereses económicos y políticos en la región. He aquí el testimo-nio de la Comunidad de Pedro:

"Mucho hemos sufrido y llorado. Incomprensión, persecuciones y contrashemos tenido. Muchas veces hemos querido irnos, creyendo que era inútiltanto esfuerzo."

Al cabo de tantos años de trabajo y lucha por la justicia, laspresiones y persecuciones continuaron contra la Comunidad deIruya. Fueron acusados de subversivos, comunistas y tercermun-

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distas.

En el año 1978, en plena Dictadura Militar, Pedro, en unióncon su hermano Jesús, sufrieron el allanamiento de una casa reli-giosa en Tilcara, donde estaban impartiendo un cursillo de For-mación Social y Cristiana, con un grupo de chicas de Jujuy. Unapatrulla de la Policía Federal, irrumpió violentamente en el esta-blecimiento, registraron toda la casa y se llevaron detenidos a losdos misioneros. Días más tarde el P. Jesús tuvo que salir del país,presionado y expulsado por los militares. La noticia fue recogidapor el diario El País de Madrid:

"Los misioneros hemos sido perseguidos también por la Dictadura Mili-tar que asolo el País entre marzo de 1976 y diciembre de 1983. Lapolicía nos identificaban como elementos subversivos. Fuimos presionados,perseguidos, y uno de ellos, amenazado de muerte y emplazado a marchasedel País."

En su época de Obispo, Pedro también ha recibido amena-zas, difamaciones injustas y abiertas persecuciones. Los teléfonosde la Prelatura y de algunas casas parroquiales han estado y siguenestando en la actualidad, permanentemente controlados y pincha-dos.

Los funcionarios de Gobierno Nacional y Provincial, antelas criticas y denuncias proféticas del Obispo Pedro, reacciona-ban, en ocasiones, con dureza y acusaban a la Prelatura y a suPastor de inmiscuirse en los asuntos temporales, que solo compe-ten a los gobernantes. Como botón de muestra, podemos recor-dar las infamias y calumnias vertidas por el Gobierno Provincialde Jujuy, acusando a Pedro de subversivo y responsable del cierrede Mina Pirquitas. Fue a finales de octubre de 1995.

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En aquella ocasión, las instituciones laicas de la Diócesis deJujuy y de la Prelatura de Humahuaca, salieron en defensa delObispo Pedro Olmedo. En parte de prensa, intitulado Frente a laInfamia, los seglares comprometidos con su iglesia y con la ver-dad, se expresaron de esta forma:

"Con gran sorpresa y dolor, leímos en el diario Pregón, la forma artera,infame y descarada, en que el Gobernador de la Provincia, arremete con-tra el Obispo de la Prelatura de Humahuaca, Monseñor Pedro Olmedo,haciendo graves injurias e imputaciones, responsabilizándolo del cierre deMina Pirquitas.Nuestro pueblo, profundamente cristiano, sufrió también este agravio

gratuito, de parte de primer mandatario, en la figura de su Pastor y Obis-po. Hoy, un hombre que reviste el mayor poder de la provincia, tiene el tupéy la irresponsabilidad de ofender a la dignidad de nuestro Obispo, y nopodemos callar. Frente a la Infamia, nuestra más enérgica protesta y soli-daridad con el Obispo Pedro Olmedo."

En otras ocasiones, distintos funcionarios del gobierno, se-guían acusando al Obispo Pedro de subversivo e incitador a laviolencia, porque apoyaba las marchas y las movilizaciones de losdesocupados y sindicalistas. En uno de los momentos más con-flictivos vividos con el poder político, Pedro responde así el pri-mer mandatario de la provincia:

"Nunca aceptaré la connivencia con situaciones de injusticia o violaciónde los derechos humanos fundamentales. Por más que nos agravien, vamosa seguir al lado de la gente, porque es nuestra misión; pero estando siempreabiertos al dialogo, que queremos sea siempre sincero, ya que en la jergapolítica, la infamia, la traición y la calumnia, son medidas corrientes de

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cambio y la Iglesia no puede caer en la trampa y seguirles el juego."

Y ya para terminar este capítulo, nos ha parecido convenien-te transcribir un importante documento emitido por el ObispoPedro, en respuesta a las acusaciones del Gobierno a su persona ya los misioneros claretianos y sacerdotes, que trabajan en laPrelatura. He aquí el texto completo:

"Recién llegado de mí recorrida por el Dpto. de Rinconada, donde estuvela semana pasada, a pesar que algunos medios me hacían al frente delmovimiento en Jujuy, tomo conocimiento de los hechos acaecidos en SanSalvador de Jujuy y de las declaraciones de las autoridades provinciales,que se refieren a mi misión como Obispo de Humahuaca y la acciónevangelizadora de los Claretianos en esta postergada región de la provin-cia. Sobre ello quiero señalar:1- La Doctrina Social de la Iglesia indica claramente, que la tarea de

asegurar el bien común y la paz social, es responsabilidad primordial delos gobiernos.2- Sin embargo, a la critica situación de hambre, miseria y angustia de

la mayoría de las familias jujeñas desde hace tiempo, hoy se suman comodetonante particular, por un lado, la mala administración y malversaciónde fondos públicos que, derrochados en meses preelectorales, hoy no existenpara asumir compromisos elementales como los salarios y funcionamientode los servicios básicos. Y por otro, la retención y disposición indebida defondos privados, que esta indicando la situación del Banco de la Provincia.3- La Iglesia de Humahuaca, ha señalado en reiteradas oportunidades

esta realidad de pecado social, cumpliendo su misión de denuncia proféticade aquello que es contrario al Plan de Dios, sin encontrar respuesta nipredisposición al diálogo de los gobernantes.4- Además de la denuncia, la Prelatura de Humahuaca trabaja en el

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Anuncio de la Civilización del Amor. A través del esfuerzo permanente yvoluntario de miles de personas, sacerdotes, religiosas y laicos, genera pro-gramas de promoción humana y social y asume el trabajo cotidiano deasistir a las victimas de estructuras políticas y decisiones que están origi-nando la pobreza.5- También a través de Oclade, fundación creada por nuestro Obispo

anterior, hemos estado permanentemente abiertos a colaborar con la ges-tión de políticas sociales de los Gobiernos Nacional y Provincial, no siendoesta nuestra tarea primordial, ni encontrado siempre eco e interés de susresponsables.6- El gobierno provincial, tampoco es la primera vez que, en lugar de

asumir las consecuencias de sus decisiones, busca transferir sus culpas agre-diendo aun más, con arteras mentiras, deformando la información, desca-lificando con rótulos incompatibles con épocas democráticas, a los trabaja-dores, a sus legítimos representantes y a quienes cumpliendo con su misiónde Pastores, los acompañan.7- Y al señalar al gobierno provincial no me refiero solamente al Poder

Ejecutivo; las irregularidades e ilegalidades antes señaladas, sin que losotros poderes del Estado cumplan con su deber, dejan al pueblo sin otraalternativa que el camino de la desesperación para solucionar sus justosreclamos.Convencido de que la paz verdadera es fruto únicamente de la justicia

"tan largamente esperada" en nuestra Provincia, rogamos al Dios de laVida, para el cambio de actitud y decisiones, que hagan más humano estemodelo de exclusión y marginación que hoy se impone en la Argentina."

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TRADICIONALMENTE LA FIGURA DEL OBISPO se ha iden-tificado con la imagen bíblica del Buen Pastor. Y su trabajo en laiglesia, sería pastorear al pueblo de Dios, que le ha sido confiado.

Organizar la pastoral en la Iglesia particular, ubicada en cadadiócesis, es la primera obligación y el primer derecho del Obispo,elegido por Dios, para ejercer el ministerio episcopal.

En el capitulo décimo del Evangelio de San Juan, encontra-mos la imagen y la comparación de Jesús, como el Buen Pastor.

Capítulo XIIUn verdadero pastor para un pueblo de pastores

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La figura de Dios, como el Pastor de Israel, es un tema de laliteratura religiosa judía, que se aplica, sobre todo al Mesías.

Jesús reivindica para sí, el titulo Mesiánico de Pastor por ex-celencia, anunciado y prometido por Dios a su pueblo, en contra-posición a los falsos pastores de Israel, más preocupados por simismos, que del bienestar y salvación de su rebaño.

Cuando Jesús nos habla, en el Evangelio de Juan, que Él esla puerta de las ovejas, nos esta queriendo decir que solo hay unaforma de ser pastor en la Iglesia: entrando en ella a través del mismoJesús.

A los verdaderos pastores, los que entran por la puerta quees Cristo, se los reconoce por la voz: lo que dicen y cómo lo dicen.Ellos nos tienen que hablar como nos hablaba Jesús, a través delmensaje Evangélicos y los hechos de vida que aparecen en él.Jesús es el camino, la verdad y la vida, que nos lleva a la salvación.Y él nos salvó a través de su vida, muerte y resurrección. Entrególa vida por sus ovejas.

Los pastores elegidos por Jesús, deben dar también la vidapor sus ovejas. A imitación de Cristo, tienen que entregarse total-mente, para que sus ovejas vivan y tengan vida en plenitud y parasiempre.

La doctrina bíblica del mesianismo, expresada en la metáfo-ra pastoril, difícilmente será entendida por la civilización tecnó-crata e industrial; sin embargo, para los pueblos y las culturas queviven y trabajan como pastores, la imagen Bíblica y Teológica delBuen Pastor, es perfectamente comprendida, asumida y aceptada,en sus vivencias religiosas existenciales.

En la región donde esta enclavada la Prelatura de Humahuaca,

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la zona de la Puna, Quebrada y Valles Salteños, el pueblo campe-sino, entiende perfectamente la imagen religiosa del pastor, pues,desde tiempos inmemoriales, ha vivido cerca de su hacienda y delos rebaños de ovejas.

El pueblo colla es un pueblo de pastores, que ama profun-damente la tierra y las ovejitas que pastorean por los cerros y que,más tarde, será el alimento y el sostén de la familia.

Los niños, desde muy pequeños, aprenden el oficio depastorcitos y saben muy bien cuidar y defender sus ovejitas de lospeligros del cerro y de los animales dañinos.

En la catequesis, los changuitos collas comprenden mejor aDios, a través de la imagen del Buen Pastor, que de la figura deYahvé como Padre.

En este contexto pastoril y de zona agropecuaria, el ObispoPedro supo encarnarse en medio de su pueblo y ejercer su misiónapostólica a través de la imagen y la realidad de Buen Pastor, queentrega su vida día a día, en el cuidado y pastoreo de su comuni-dad eclesial, extendida por toda la Prelatura de Humahuaca.

Pedro Olmedo, como obispo encarnado en medio de supueblo, ha sido un verdadero Pastor para un pueblo de Pastores.Y quien mejor que ellos, sus queridos feligreses, podrían hablar ydar testimonio de su Obispo Pedro como verdadero Pastor. Eneste sentido, podríamos multiplicar las páginas de este libro,transcribiendo los mensajes, escritos o de palabra, que hemos re-cibido de tantas personas de la Prelatura, que quieren y admiran asu Obispo.

No hemos tenido otra alternativa que reducir y seleccionarlos testimonios y mensajes, manteniendo, no obstante, el texto

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original y, en algún caso, el anonimato, según el deseo de losautores.

También nos ha parecido interesante, recoger en las páginasde este último capitulo, la opinión de algunos periodistas sobre lafigura de Pedro, plasmada en notas y entrevistas, aparecidas en losmedios de comunicación social.

Norma Cazón, trabaja desde hace años, en Cáritas Prelaticiade Humahuaca. Es una mujer humilde y sencillas, pero preparaday muy trabajadora; conoce al Obispo Pedro desde hace tiempo ysiente hacia él mucho respeto y admiración. Este es su testimo-nio.

"No se cuanto tiempo me llevó aceptar mi condición de originaria deestas tierras, pero fue un largo proceso. Al principio sentí vergüenza, luegocuando comencé a aceptar con naturalidad el color de mi piel y los rasgos demi rostro tan andinos, sentí la necesidad de imaginarme el pasado, asípude conocer en Bolivia y Perú los lugares que muestran la crudeza de laconquista, las catacumbas, el palacio de la inquisición, las grandes obrasque se levantaron con el sudor de los llamados "indios", la minas quefueron vaciándose para incrementar la riqueza del extranjero, y me imagi-ne el sufrimiento de los antiguos dueños de estas tierras que, como " Barto-lina Sisa, Micaela Bastidas y Tupac Amaru", entre muchos otros, sesacrificaron y lucharan hasta perder sus vidas por defender la identidad,las tierras, el patrimonio y la vida andina. Confieso que sentí una sensa-ción parecida al odio, y como muchos indigenistas, creí que la Iglesia fueuna de las grandes responsables de tantos siglos de dolor y me alejé. Pero, alpoco tiempo descubrí a través de los escritos de los historiadores de nuestraraza que no siempre la cruz estuvo al servicio de la espada, ni menos laespada al servicio de la cruz, pues, esos escritos nos muestran a sacerdotes

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que dedican su vida a la enseñanza y a la defensa de nuestros antepasados.Después de esta etapa y en un momento muy complejo en la vida política

- institucional de la Argentina, conocí a Monseñor Pedro Olmedo y a lossacerdotes de la Prelatura de Humahuaca; eran los años en que la mayo-ría no practicábamos el ejercicio pleno de nuestros derechos y en silencio ycon resignación veíamos como se enriquecían los poderosos, la clase políticay el entorno de los que nos gobernaron durante la llamada década infame.Conocí muy de cerca el trabajo que venia realizando la Iglesia Católicapara lograr el desarrollo integral de todos, especialmente de los que mássufren. Y sin pensar demasiado, decidí estar al lado de ellos. Reconozcoque la persona de Monseñor Olmedo fue clave en esta decisión. Podríaescribir varios capítulos referidos a él, pero como no es el caso, trataré desintetizar lo que más conmueve de su figura.* Su cercanía: Jamás se pide audiencia para hablar con él. Muchas veces

lo encontramos en la calle y nos saluda y nos pregunta por nuestra familia,que seguramente ya la conoce. Está presente en cada encuentro pastoral,compartiendo hasta los más mínimos detalles. Me siento privilegiada cuandolos laicos de las diócesis hermanas se sorprenden al ver en mi Obispo tantahumildad y tanto afecto.* Su capacidad de trabajo: No solo para lo que significa la representa-

ción de la Prelatura ante diversos e importantes organismos, sino su insis-tencia para viajar y cumplir con sus compromisos pastorales. Puede llegarde Salta, salir en la camioneta para estar en la Fiesta Patronal de Susques;a los dos días llegar a Santa Victoria para participar de un encuentro;luego vuelve a Humahuaca, suele pasar muchas horas en su despacho, conla cordialidad que lo caracteriza, atiende a varias personas que le solicitanayuda o su intercesión ante grandes problemas. Nos escucha y nos anima atomar decisiones a los dirigentes de las distintas pastorales, atiende perso-nalmente el teléfono que le suena cada 4 minutos.

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Y cuando le queda un instante libre, lee la nutrida correspondencia queestá en su escritorio y personalmente responde a cada una de ellas. Al díasiguiente parte a Buenos Aires a reunirse con el Episcopado Argentino.Ninguno de los que tenemos la gracia de estar cerca suyo, podemos seguirleel ritmo; no nos da la fuerzas, tan solo somos humanos.* Su memoria: Me sorprende su lucidez, recuerda hasta los más míni-

mos detalles de las reuniones, los nombres de las personas, los montos y lalocalización de los proyectos que se ejecutan en cada parroquia. Es muydifícil engañarle.* Su sabiduría: Siempre se anticipa a los hechos, tal vez porque tiene

tanta experiencia de gestión ante los organismos del Estado y sabe cuandonos están mintiendo. Con igual capacidad puede escuchar, entender e inter-pretar a un gran académico, como a un referente de un grupo comunitariode la Puna. Con igual altura puede disertar en las grandes universidadeso tratar algún tema en un taller de los Valles. Su lenguaje es sencillo ytodos lo podemos entender.* Su pobreza: Lo hemos visto pagar con monedas, el café que nos invitó

a cinco personas luego de un encuentro en Tucumán, antes de tomar elcolectivo que lo llevaría a un curso con seminaristas en Formosa. No tienecustodia personal, aunque muchos pensamos que debería tenerla cuandosale fuera de la provincia, no solo porque es un Obispo, sino porque es unObispo diferente, con una clara opción a favor de los pobres. Casi nuncalleva una prenda nueva, seguramente no se la compra, pero con seguridadle deben regalar, pero al igual que el padre Tobías o el Padre Dominguitose la dará a alguien que le pidió ayuda.* Su decisión de jugarse por los que más sufren: Me conmueve saber que

fue Minero en Pirquitas y Agente Sanitario en Iruya y que contra losdeseos de los dueños del Tabacal, se las arreglo para atender la salud de losque trabajan en el rigor del Ingenio. La Iglesia que el conduce, destina

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muchos esfuerzos y recursos económicos para promover y fortalecer organi-zaciones de los más pobres.* Es un gran Pastor: Porque delega responsabilidades, porque en la

Iglesia que el conduce, los laicos ocupamos lugares importantes, contandocon su confianza y su incondicional apoyo. Porque escucha nuestras opinio-nes y nos hace sentir valiosos. Porque es incapaz de escribir una coma, quepueda perjudicar a quienes le hicieron daño a la Prelatura, con los comen-tarios maliciosos. El mal no tiene espacio en su vida.* Porque ama y defiende nuestra cultura: Muchos años bailó al son de

las cajas y el erke en cada una de nuestras fiestas ancestrales. La Pacha, elInti y la Quilla saben del respeto que les profesa. La Whipala mostróorgullosa su colorido y su historia junto a la Bandera Argentina y Papal.La Virgen María se vistió con la ropa que usan nuestras mujeres delcampo y él, juntamente con sus sacerdotes, nos dicen que Jesús se parece anosotros, que tiene nuestro color de piel y que si estuviera vivo caminaría allado nuestro.Me parece de sabios que haya tenido la humildad de pedir perdón por los

excesos de la Iglesia de ayer y, aunque ni él ni sus sacerdotes son responsa-bles de ese pasado, hoy trabajan para los más postergados de la sociedad.Son los únicos que por las convicciones evangélicas, nos consuelan, noscuran las heridas y nos dan la mano para levantarnos de la postración desiglos y para conducirnos hacia nuestra verdadera liberación. Aunque mivocación sea muy pequeña al lado de la obra gigante de Monseñor Olmedo,quiero agradecer a Dios porque le envió a estas tierras para ser : el obispoque mi pueblo quiere."

En la parroquia de Iruya, Pedro pasó los mejores años de suvida y los más sacrificados. Allí compartió una hermosa experien-cia pastoral, en una comunidad mixta, que ya hemos relatado.Héctor Castro, director durante años de la Escuela Padre Claret

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de Iruya y miembro de la comunidad mixta, aunque por pocosmeses, recuerda así su experiencia junto a Pedro:

"Después de superar algunos problemas y dificultades de adaptación,siempre con la ayuda de Pedro, la experiencia comunitaria me pareciópositiva. El buen humor y las bromas de Pedro y Tomás, secundados porRosendo, reinaban siempre en la comunidad. Justamente, la alegría, selloparticular de los Claretianos, desbordaba en Pedro y la transmitía a quienestuviera a su alrededor.Me impresionó, muy especialmente, el carácter inquieto y alegre de Pedro.

La inteligencia clara y el agudo ingenio impactaban; y no menos la senci-llez, la humildad y generosidad. Y por sobre todo, la permanente disponi-bilidad, puesta al servicio de los pobres, desarrollando una intensa activi-dad a favor de ellos. Era un autentico líder: ideaba, organizaba y ejecuta-ba.Se sentía plenamente misionero ¡Que feliz se le veía, cuando regresaba de

su campaña misionera por los rodeos de Iruya! A todos contagiaba sufelicidad. Aún hoy tengo fijada en la retina, la figura del cura cercano,amigo y hermano de todos. Siempre de vaquero, poncho y sombrero y suinseparable caballo ya montado o tirando del cabestro. De Pedro tengoinnumerables recuerdos, de tantos años compartiendo momentos felices yllenos de amistad y compañerismo. En Iruya ha sido un referente de Pastorcercano y entregado a su Pueblo."

Una humilde señora de Abra Pampa, que prefiere quedar enel anonimato, nos transmite así su admiración y cariño por elObispo Pedro:

"El Padre Obispo es una persona amable, con gran virtud de convivenciacon los seres semejantes que le rodean.

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Un verdadero pastor para un pueblo de pastores

Nos hace sentir grandes e importantes y lo manifiesta externamente,dándonos su corazón, donde lleva a Dios y a toda su gente que le rodea. Esfuerte, con gran deseo de lucha, ante cada problema que se levanta comopared, e impide el camino de su pueblo. El Padre Pedro, con esa fuerzainterior que le da el Señor, encuentra siempre la luz para enfrentar todoslos problemas y ayudar a quien lo necesite. Yo le doy gracias por "ser comoes" y por toda la fuerza que me brinda para seguir adelante en la vida, conla fuerza y esperanza que me da Dios a través de sus consejos y palabras.Muchas gracias, Padre Pedro y siga luchando como lo hace y lo harásiempre."

La Familia Aguirre, originarios de Minas Pirquitas, conocie-ron a Pedro desde su primera época misionera en la localidadpirquitense. Tato, uno de sus hijos, ha recordado así la presenciade Pedro entre los mineros y el testimonio de su mamá DoñaAmelia:

"Allá por los años 70 llegaba a Minas Pirquitas un nuevo sacerdote, consus pocos años supo adaptarse a la cultura donde llego, un curita dadohacia la gente, con un estilo diferente a los sacerdotes anteriores. Nosotroslo veíamos como uno más del pueblo y fue un despertar con las enseñanzasdel padre. Era un pueblo tranquilo, que mucho de sus derechos no sabía,los problemas con la empresa eran grande, no nos pagaban, las viviendaseran precarias donde teníamos que ir al baño en letrinas muchas familias,Él nos hacia notar los derechos que teníamos y que nosotros no sabíamos,pero así fue el despertar de Mina Pirquitas con el Padre Pedro.Lo que más recuerdo del padre, su alegría y su forma de compartir; no

me olvido aquella vez en que yo dormía, llego el padrecito a decirme: "va-mos a sacar la comparsa, músicos no había, recuerdo que saco dos tapas deolla que tenia y como platillo animaba la única guitarra que sonaba. Enaquel tiempo formamos el grupo de comunidades, que se diferenciaba por el

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campamento que vivíamos, nosotros del campamento centro, nos denominola Comisión de festejos, porque siempre estábamos dispuestos a organizaralguna fiesta para compartir."

La mamá Amelia nos dice:

"El padre fue mi refugio, me sentía contenida al contarle mis problemas,era como si él se quedara con mis hijos, me fortalecía como persona, sobretodo en las crisis que tuve con mi pareja. Fue mi fuerza cuando me quedésin trabajo, con 5 hijos que tenia que sacar adelante, fue mi guía espiri-tual, que me enseño a ser fuerte en los momentos difíciles, aprendí a acre-centar mi fe y a estar al servicio de las comunidades.Cuando la situación se puso más difícil por los malos manejos que había

en la empresa, el padre también luchaba para que las personas no pierdanel trabajo. En ese tiempo yo trabajaba en la salita de primeros auxilios dela Veta. El padre salía del socavón, porque era minero para demostrar ala empresa que había producción, para que la gente siga con fuente detrabajo. En el colectivo nos encontrábamos y con esa alegría de siempre, mecolocaba su casco de minero, donde me dejaba el guardapolvo blanco, todonegro por el polvo del mineral.Justamente el recuerdo más grande que tenemos los pirquiteños, cuando se

consagro como obispo y en su primera llegada al pueblo, todos esperamos enel monolito que estaba a la entrada, en su alegría de siempre nos hizo elademán de irse por el campo, mientras la gente corría tras el padre. Luegolo vestimos de minero con su casco y sus botas, siempre tenia su ponchorojo, montado en un burrito entraba al pueblo, queríamos demostrarlenuestro cariño.Así pasaban los años y como ven Pirquitas ya no existe, solo queda el

pueblo nuevo, pero en mi quedo las enseñanzas del padre Pedro. A nuestroObispo le decimos fuerza y siempre con Dios."

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Un verdadero pastor para un pueblo de pastores

Una de las grandes preocupaciones del Obispo Pedro, hasido la Pastoral Aborigen, acompañamiento y apoyo a las comu-nidades en sus luchas y reivindicaciones. Nos parece importanterecoger en este libro, el testimonio de la hermana Silveria, Misio-nera Claretiana, Coordinadora de EPREPA (Equipo Prelaticio dePastoral Aborigen), quien está plenamente identificada, comoautentica aborigen de la zona, con la cultura de los pueblos collay Omahuaca, estando siempre presente en los procesosorganizativos de la Personería Jurídica y en la lucha por las tierras.He aquí el hermoso escrito preparado por la Hermana SilveriaSalas:

"En forma personal y poniéndome en el lugar de las familias y líderes delas diversas Comunidades Aborígenes de la Prelatura, más de 230 de lazona Puna, Quebrada (Prov. De Jujuy) y Valles de Iruya, Nazareno ySanta Victoria Oeste (Prov. De Salta), lo vemos como un sacerdote entre-gado totalmente a la misión encomendada por el Señor. Su envestidura desacerdote y Pastor no le hizo estar allá arriba como a veces nos encontra-mos con otros de su mismo rango en diferentes lugares fuera de la Prelatura.Lo sentimos un Pastor cercano, hermano y amigo, más allá que tenga suspropios errores.Pero él como Obispo se supo bajar, ubicar y promover líneas y objetivos

en la Pastoral de la Prelatura con el respeto y valoración de nuestra culturaandina.Es un hombre sencillo, abierto e invita al diálogo y confianza. Para

conocer y entrar en nuestra cultura tuvo que dejar muchos esquemas, en loscuales estaba formado. Se conoce la Cultura de un Pueblo cuando se obser-va, se escucha y se comparte mucho la vida de ese Pueblo. Desde sus expe-riencias compartidas con el minero en los socavones y familias más alejadasde los poblados de la Prelatura, como lo son los Valles Salteños de Iruya,

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Nazareno y Santa Victoria Oeste, que para llegar a ellas se debía cami-nar mucho y no le importó el cansancio ni los riesgos de esos altísimoscerros.Como Pastor se recorrió toda la zona rural que engloba los límites de la

Prelatura, es un andariego infatigable, al estilo de su fundador. Desde eseconocimiento de la situación de pobreza, injusticia y marginación en la queviven tantas familias de esas comunidades, él supo comprender el sufri-miento callado y resistente de mis hermanos de raza.Frente a esta realidad social, él no se quedó de brazos cruzados, se solida-

rizó con el excluido, fue y es un activo trabajador por la justicia social. Nose calló frente al gobierno de turno para denunciar lo que debía denunciar.No se queda sólo en la denuncia, sino que lleva propuestas de soluciónpara paliar la pobreza.Desde las Comunidades Aborígenes no estuvimos solos en los reclamos,

él siempre estuvo y está de nuestro lado. Para que haya más participaciónde miembros de base, uno de los objetivos propuestos desde la Pastoral fueel de capacitar a los hermanos para que sean ellos mismos los protagonis-tas de esos reclamos, no sólo en el tema social sino en aquello que es lo mássentido por nuestro pueblo, la recuperación de las tierras en forma legal.En esta lucha por la tierra y en el fortalecimiento de la identidad cultural

por parte de las Comunidades Indígenas, el Obispo nos fue animando acapacitarnos en lo legal, en leyes indígenas y eso parte desde la proclama-ción de Art. 75, Inc. 17, del año 1994 y en año 1996 con la informaciónde este derecho bajado a las base por miembros del EPREPA y promoto-res de OCLADE.A nivel Prelatura en forma conjunta con los miembros del EPREPA,

promovió que se realice el Jubileo de la Tierra, en donde participaronmuchísimos hermanos y hermanas indígenas de base y logramos sacar undocumento el cual nos sirvió para entrar en diálogo con el Gobierno de la

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Provincia para hacer caer la Ley 5030, Traba No 1 de la Paralizacióndel Programa de entrega de Tierras a las Comunidades Aborígenes deJujuy.Fue un trabajo callado y silencioso desde las bases y lo seguimos haciendo

con el apoyo de nuestro Obispo; por eso, como indígena y mujer, quieroagradecerle por esos espacios no sólo de capacitación sino de participaciónactiva que nos brinda para asumir cargos en la Pastoral. Agradezco pormis hermanas y hermanos animadores, por la confianza que pone en noso-tros, por su valoración y estima y, sobre todo por su cercanía y amistad."

La comunidad Parroquial de Abra Pampa, profundamentehumana y religiosa, siempre se sintió apoyada y acompañada porsu obispo. Un grupo de feligreses, en nombre de toda la comuni-dad, ha preparado también su testimonio, que vamos a recoger yresumir en estas páginas. Sinforosa Lamas, voluntaria de Cáritas,recuerda así a su Obispo:

"Ha sido una persona muy entregada a la gente. En un viaje a Oran,por motivo de la Pastoral Social, todos sentimos su solidaridad, a la horade conseguir el almuerzo y cualquier necesidad del grupo.En Abra pampa, en el trabajo de Cáritas, nos sentimos apoyados por la

confianza, seguridad y alegría, que siempre nos daba. Vemos que dentrode él hay algo de ese "Jesús vivo"En alguna situación difícil, por motivos económicos, no me negó su valio-

sa ayuda. A nadie negaba su colaboración fraternal.Tenía siempre muy buen humor y gustaba de gastar bromas. Última-

mente, por motivos de salud, usaba un bastón; y siempre, con mucho hu-mor arremetía a bastonazos, a los que tenia cerca que se mataban de risa.Siempre lo hemos sentido cercano, como un buen pastor, representante de

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Jesús. En las buenas y las malas, cuida el rebaño, que el Padre Dios le haencomendado."

Ernesto Ramos, de Abra Pampa, nos dice que al Obispo, lorecuerda como:

"Una persona muy preocupada por la situación de la humanidad y por elaccionar de los gobiernos del País. Los problemas actuales lo tienen unpoco cansado, pero a pesar de todo lo que ocurre, él no pierde la esperanza,ni el buen humor."

Mario Mendoza, del sector minero de Abra Pampa, nos ofre-ce el siguiente testimonio:

"Nuestro Obispo Pedro siempre fue bueno, porque se preocupó de losproblemas de la gente. Antes de su operación de corazón se le veía muybien y participaba de todas las actividades de su pueblo. Ahora, no es lomismo; se ve afectado por su salud y nos gustaría volver a verlo como antes.El sector minero le esta muy agradecido por lo que hizo por nosotros.Nos gustaría que se mantenga firme en su misión. Quiero verlo como

siempre: compartiendo, saltando, bailando, coqueando y siempre de buenhumor.Muchas veces recuerdo sus palabras: nunca tenéis que callar, hay que

hablar y defender con ahínco la justicia y la verdad."

René Mendoza, ex minero de Pirquitas, recuerda así la expe-riencia de aquellos tiempos, vividos junto al Obispo Pedro:

"En 1972 conocimos a Pedro, que pasó a ser para nosotros un amigoincomparable. Desde entonces, comenzamos a vivir ricas vivencias y mo-mentos muy alegres y felices: construcción de la casa parroquial y capilla de

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Veta, grupo juvenil, mucho deporte y charlas de formación religiosa y so-cial.En 1980 vuelve por segunda vez. Y como buen conocedor de la dura vida

minera y la situación laboral, se lanzó en nuestra ayuda, brindándonostotal apoyo y despertando nuestras mentes para, buscar nuevos horizontes.En aquellos años se armaron grupos de cursillistas y de promoción de la

mujer, para buscar soluciones a los grandes problemas de las familiasmineras. En todo momento nos acompañó para seguir adelante, tanto enla Veta como en el Molino.El Padre Pedro trabajó mucho en la problemática social, compartiendo

nuestras luchas y enseñándonos a hablar sin miedo y defender nuestrosderechos. Era un hombre desinteresado, buen compañero y amigo de todos.Participaba en las fiestas y se divertía y bailaba en el carnaval, porquetenía un espíritu alegre. También nos corregía nuestras faltas, pero conmucho cariño y delicadeza.Siempre se mostró interesado frente al hermano necesitado y explotado; y

así fuimos cambiando en nuestra forma de pensar y actuar, superando elmiedo y adquiriendo coraje para organizarnos y luchar contra la injusti-cia. En los momentos más difíciles, siempre estuvo a nuestro lado y no sedescuidaba en los asuntos graves de la salud y el hospital. Procuraba quelos mas débiles fueran bien atendidos y no les faltara los remedios. Sulucha fue sin violencia y solía corregirnos con cuidado, sobre todo, en eltema del alcohol y el respeto a la mujer. Era muy bromista y simpático.En la crisis más fuerte de Pirquitas, lo vimos vestido de minero, con su

casco, su lámpara y todo el equipo de obrero del socavón, trabajando a lapar nuestra, como un minero más; así nos animaba, nos mantenía laesperanza para no decaer, laboral y cristianamente, porque era el ultimoesfuerzo que hacíamos, ya que la empresa se venía en quiebra.Aprendimos con él a compartir; comenzamos las compras comunitarias

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y las ollas populares, donde todos nos beneficiábamos, especialmente losmás carenciados. Fueron los momentos más difíciles de los pobladorespirquiteños.El Padre Pedro fue destinado a Iruya, pero los misioneros claretianos,

Triqui, Santi y el Hno. Fran , nos siguieron apoyando y acompañando.En 1991, la empresa se declaró en quiebra y la población de Pirquitas se

desintegró, ubicándose las familias en las zonas urbanas de la Puna yQuebrada.El Padre Pedro, ya como Administrador Apostólico, nos siguió apoyan-

do en la lucha, para conseguir trabajo y terrenos para nuestras viviendas.Igualmente, gracias a sus contactos con el gobierno pudimos organizar unacooperativa para la construcción de nuestras casas y un comedor para nues-tros niños.Estamos muy agradecidos al Padre Pedro, porque siempre fue para noso-

tros, un verdadero Pastor que Dios nos dio, para entregarse a su pueblo ya su gente. Lo vimos sufrir a la par nuestra y nos quería como verdaderoshijos. Fue padre, amigo, compañero y abogado.Tenía mucha paciencia y se mantenía siempre con mucho ánimo. Nunca

nos cerró las puertas. A pesar de trabajar como minero, supo mantenerseen su lugar y en su misión de sacerdote. Su gran solidaridad le hizo com-partir el pequeño sueldo que cobrara en la mina, con los más necesitados ylas familias mas criticas.En los momentos actuales, sigue siendo el mismo, aunque ya le flaquean

las fuerzas físicas, por su salud resquebrajada. A pesar de todo, nos siguealentando y apoyando, Vemos que Dios sigue presente en su persona yseguimos confiando en él, como el confía en nosotros.En una palabra, nuestro obispo se jugo la vida por nosotros y siempre le

estaremos muy agradecidos ¡Gracias Pedro! Y que Dios y la Virgencita lobendigan."

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Para terminar los testimonios de Abra Pampa, vamos a re-coger las palabras de la Hermana Irene, responsable de las Comu-nidades Neocatecumenales:

"El Padre Obispo, es un elegido y consagrado por Dios, para nuestragente y para todo el pueblo cristiano. Es una persona muy sencilla, que seda con todos e inspira confianza y transmite ganas de trabajar por laIglesia de Cristo. Siempre supo respetar los carismas, que el Señor hacesurgir en su Iglesia.Hoy en día, le toca compartir los sufrimientos con Cristo, cargando con

su enfermedad y con las cruces de sus hermanos y la incomprensión dealgunos que no comparten sus ideas; no obstante, sigue siendo una bendi-ción de Dios para nuestro pueblo.Al frente de la Prelatura, es un ejemplo de hermandad, de trabajo misio-

nero, en comunión con los diocesanos y hermanos dlaretianos; apoyandosiempre en la oración, que tanto necesita el mundo y la Iglesia de nuestrotiempo. Nuestro obispo permite desarrollar los carismas de las distintasinstituciones, en beneficio y renovación de la Iglesia de nuestra queridaPrelatura."

Un grupo de feligreses de la Parroquia de Humahuaca, enuna reunión de pastoral, acordaron hacer un escrito sobre la valo-ración que los merece su obispo. He aquí el pequeño, pero cari-ñoso y agradecido informe:

"El Padrecito Pedro como cariñosamente lo llama la gente de la Prelaturade Humahuaca particularmente la de la zona rural, es fruto de la humil-dad que caracteriza a nuestro obispo. El darse a cada uno sin hacer distin-ciones es lo que nos anima a acercarnos a él para pedirle un consejo, unabendición, dinero, alimentos, una recomendación, una opinión y nadie sale

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con las manos vacías y lo más importante no hay que solicitar audiencia.Bonachón, pícaro, cuentero, siempre tiene a flor de labios la ocurrencia

que pone la nota divertida en cualquier reunión, por más seria que sea. Esasí como ha conquistado el calor y el fervor de toda su Iglesia.Entregado totalmente a la Promoción Humana, no ha escatimado es-

fuerzos para lograr su objetivo, el bienestar de la gente más necesitada.Su vocación de servicio está siempre dispuesta para trabajar por la justi-

cia. Por convicción trabaja y ha logrado que se reduzca la pavorosa morta-lidad infantil; vela por los ancianos sin hogar y lucha sin desmayo paraque cada humilde tenga trabajo legítimamente remunerado que cubra, lasnecesidades de su familia.Monseñor Pedro Olmedo, que el Señor siga colmándole de sus dones y le

de fuerza necesaria para seguir pastoreando, con sabiduría y amor la Igle-sia de la Prelatura de Humahuaca."

Rosario Quispe, líder indiscutible de las Warmis y declaradaMujer de Año en 1995, nos mando una hermosa nota, quetranscribimos a continuación:

"Desde los 15 años conozco al Obispo Pedro Olmedo, y creo que desdeentonces, es un ejemplo único de trabajo, perseverancia constante, grancatequista y encarnado en su pueblo como minero, enfermero, siempre dis-puesto a ofrecer su palabra y su cercanía, como un verdadero padre ypastor.Después de trabajar tantos años en OCLADE y participar en los Cur-

sos de Animadores, con el apoyo de los sacerdotes y el obispo, pude conocermás la realidad y trabajar por el cambio de nuestras comunidades collas einiciar un nuevo camino de esperanza, para los puneños, especialmente enla lucha por recuperar nuestras tierras.

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No podríamos hacer todo lo que estamos haciendo, sin el apoyo de nuestroobispo. Creo que no existe otro ser que haya dado tanto de sí, por sacar laPuna adelante, junto a nosotros. Mil gracias, monseñor, por lo que hacepor la Puna, por todos nosotros y el futuro de las próximas generaciones."

Otra gran luchadora de la Puna, Francisca Brajeda, "la Pancha"para los amigos, nos envió este hermoso testimonio:

"Un día 24 de julio, me invitó el Padrecito Pedro Olmedo a acompañar-le a Poscaya, en campaña misionera. Al bajar la cuesta de San Franciscode Tuctuca, en la orilla del río, con su poncho como mantel, nos sentamosa descansar. Me bendijo con agua, me challó con un poco de vino y mecanto el "cumpleaños feliz", al tiempo que compartíamos un frugal ali-mento, entre ambos y con la Pachamama.Aquel día entendí, que solo el Padre Pedro podía llegar hasta los senti-

mientos más profundos de nosotros los collas.En la muerte de mi segunda hermana, ante el inmenso dolor de la fami-

lia en el momento menos esperado, llegó el Padrecito Pedro, acompañado deSanti y Miguelito, y nos abrazo a todos y lloré mucho entre sus brazos,agradeciendo siempre su cercanía en los momentos más difíciles de mi vida.En aquel día de inmenso dolor, escuché de los labios del Padre Pedro, el

responso más lindo que oí jamás. Fue el regalo más grande para mi mamá,que sufrió mucho por la muerte de su hija y la orfandad de sus nietos.En el primer aniversario de la muerte del Padre Manolo Santiago, nues-

tro obispo nos acompaño al cementerio y luego se vino hasta nuestro barrio,ayudándonos a cocinar, para compartir el almuerzo de fraternidad.Nuestro obispo estaba siempre al servicio de los demás y siempre predica-

ba con el ejemplo. El padre se agrandaba en la lucha contra la injusticia;era humilde con los humildes y se hacia pequeño cuando estaba con lasguaguitas.

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Que tata Dios, la virgen María y la Pachamama, te bendigan en todomomento.Querido padrecito obispo: ¡Sos nuestro! ¡Y nunca nos dejes! El pueblo

colla te quiere."

Gustavo Cruz gran amigo y admirador de Pedro, nos envióun hermoso y poético trabajo, que es todo un testimonio sobre suvida y quehacer pastoral en la Prelatura. Como no tiene desperdi-cio, lo vamos a transcribir íntegramente:

"... La Justicia, a pesar de la Ley y la Costumbre, a pesar del Dinero y laLimosna ....

La libertad para ser hombre. Y la pobreza para ser libre.Y, en todo caso, hermano, yo me atengo a lo dicho: ¡La Esperanza!"

(Fragmentos de "Epílogo Abierto", Pedro Casaldáliga)

Estas palabras intentan mostrar qué significa Pedro Olmedo para mímismo, pero con la intención de mostrar qué puede significar ese hombrepara muchos de nosotros en la Prelatura de Humahuaca. No voy a men-cionar explícitamente a mis queridos padres y hermano, pero sin ellos nohabría conocido a Pedro, por eso creo que mi familia de carne se identifica-rá con las palabras que siguen, quizá ellos me las dictaron desde niño. Sibien ya no vivo en mi pueblo soy partícipe del proyecto del Reino que allíaprendí a vivir. Además la Quebrada, la Puna, los Valles son mi únicapatria.No precisamos héroes, sino comunidades, no precisamos ángeles sino hom-

bres humanizados por un Dios Comunitario. Por eso quiero advertir quesi bien voy a hablar de Pedro, a quién admiro y amo tanto, él también fueposible por una comunidad. Su comunidad familiar, la comunidadClaretiana, la comunidad de la Prelatura, la comunidad Cristiana, la

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comunidad Humana. Somos comunitarios, así que todo lo que diga sobrePedro es lo que las diversas comunidades me han permitido encontrar enél. Y valgan estas palabras para llamar la atención de que cada comuni-dad humana no es el paraíso, muchas veces es una "bolsa de gatos" queprecisa permanentemente humanizarse.Por eso celebro este libro para el que Jesús Olmedo nos ha convocado, pues

hace justicia, memoria y desafío un proyecto de Iglesia desde los pobres y enconsecuencia hace justicia a Pedro Olmedo, que nos sigue dando, donando,lo mejor de sí, hasta su cuerpo. Nuestra comunidad necesita nutrirse de suHistoria, de sus hombres comunitarios y de la Biblia, para seguir en elservicio del Reino.

Pedro y las opcionesEn lruya, enero de 1990, Pedro me regaló una Biblia (La Biblia de

Jerusalén editada en Bilbao 1966). Allí dice "Para Gustavo con cariñoque le sirva para identificarse ... a lo largo de su carrera. Pero que no seolvide de leerla con los pies en la tierra". Y más abajo recuerda que con esaBiblia "Pepe" Murillo hizo su carrera.Han pasado 14 años desde que leí esa dedicatoria, yo tenía 19 años y

partía de mi tierra bella y empobrecida para "el sur" a iniciar una caminoarduo de fe y conciencia, de sensibilidad y búsqueda. Esa Biblia estuvoconmigo desde entonces. Pedro, "Perico", también estuvo conmigo hastahoy.Las personas somos acequias donde desembocan otras acequias, algunas

abundantes en agua y barro, otras más delgaditas y tímidas que riegan consencillez. Somos acequias que a veces seguimos regando en una chacra odamos agua a otras que siguen el rumbo de quebradas, valles y puna.Otras se secan demasiado pronto y a otras las secan los acumuladores deagua. Pedro es una de esas acequias sonoras y contundentes que rieganhasta lugares insospechados, los lugares "lejanos" y profundos.

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Recuerdo con un ardor fundante algunas experiencias con Pedro. Yo eraun chango quinceañero, en los ’80, con el corazón puesto en alguna mucha-cha y algún poema, con la pasión puesta en el deporte de amigos, y Pedrome invitó a que lo acompañe por los cerros de Iruya, creo que íbamos aCampo Carrera. Los dos, luego de hacer el camino en camioneta, camina-mos por la playa y comenzamos a subir los cerros. Yo iba extasiado por labelleza y la aventura de ir a ese mundo tan cercano pero desconocido, quizácon la ilusión de encontrar algún tesoro o un amor. Pero me iba cansando,la cuesta resistía mi ansiedad hasta que la rabia me empezó a invadir.Pedro caminaba adelante, una broma a veces y un cigarrillo cada rato. Yome preguntaba por qué no se cansaba si fumaba tanto, si era "viejo" parami incipiente juventud. Entonces hice un ensayo de adultez y le dije que yollevaría la mochila que él cargaba. Me la dio y el peso se resumía a esto:algunas frutas para comer, la Biblia, el copón y las hostias. Entonces mepregunté ¿por qué este hombre venía de tan lejos, su Sevilla querida, acaminar y sudar en los cerros "perdidos" de Salta y Jujuy? ¿Por qué lleva-ba nada más que algo de comida, Biblia y símbolos? Claro, yo sabía queera cura y misionero, que su tarea era simplemente hacer eso: llevar Bibliay misa a todos lados. Pero mi pregunta quiso más, quiso llegar al corazóndel sentido de ese hombre que yo empezaba a admirar. ¿Qué hacía que unhombre que pudiendo estar en su país "gozando de la vida europea" vengaa sufrir entre los cerros salteños y jujeños? Él sufre, pero sobre todo luchay ríe, ¡y cómo!.Llegamos a Campo Carrera, estaba toda la comunidad, sencilla y digna,

pobre y creyente. Se celebró la misa y yo escuché que Pedro leía la Bibliacon los pies en la tierra. Así aprendí a encontrar algunas respuestas de porqué Pedro estaba aquí, con nosotros. Luego de la misa recuerdo que fuimosal salón comunitario, había una reunión para tratar problemas de agua ydel puesto sanitario. Pedro hizo política: habló, entre otros, de cómo orga-nizar la comunidad, cómo exigir los derechos, cómo trabajar y relacionarse

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con los políticos. En ese momento no pensé que eso fuera política, hoy sí.Un hombre alegre con su Biblia, símbolos y con los pies en la tierra empe-zaba a dejar la huella más profunda que aun inquieta mi vida.Años antes mis padres nos llevaron a mi hermano y a mí a pasar Navi-

dad y Año Nuevo con Pedro y otros claretianos (Salomé y también antescon Pepe Murillo) en Minas Pirquitas. Si por los cerros de Iruya inicié mipregunta por el sentido de la fe, por Minas Pirquitas inicié mi preguntapor la injusticia socio-cultural, y otra vez con Pedro. Él había trabajadocomo un minero más. Recuerdo las conversaciones que entendía poco, peroiban abriendo cuestiones fundamentales: cómo evangelizar desde los po-bres, cómo asumir el dolor de los mineros, cómo luchar por la justicia.Pedro fue la acequia que trajo estas aguas a mi vida. Conocer la mina fueconocer la injusticia explícita, desnuda, atroz, de mi pueblo. Hoy puedodecirlo de otro modo: la injusticia del capitalismo sobre los pueblos deAmérica Latina y el Tercer Mundo. En Pirquitas, también en Mina ElAguilar, aprendí que había multinacionales y lo que hacían; aprendí que"peronismo" era el nombre de la política de los mineros y el norte argenti-no, aprendí que fe y vida están unidas o nos engañamos. Recuerdo al"Pedro minero" animando luchas que yo veía "desde afuera". Años des-pués, en su ordenación de Obispo, vinieron los ex-mineros y le regalaronun casco minero, él se lo puso y yo lloré. Creo que un casco obrero es laauténtica mitra que él querría como nuestro obispo. Ahora veo "desdeadentro" que la lucha por ¡ajusticia es el modo de leer la Biblia con los piesen la tierra, al menos en éstas.Otra vez Iruya. "Adiós pueblito de Iruya rincón de los manantiales,

jazmín hermoso florido, para el año he de volver si no me llevan los males,jazmín hermoso florido pajarito sin tu nido solo te queda el volido ...". Esehuaino llegó a mi sensibilidad con la pena. Pedro lo cantaba mientras nosalejábamos de Iruya, él volvía a España para "no regresar", eso se decía.Yo estuve en la misa de despedida en el "jazmín hermoso florido". Recuer-

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do que la despedida era tan sentida, tan sencilla y tan triste que salí solohacia el patio de atrás del templo, ya era noche, y allí hice una promesamirando las estrellas. Ya no puedo volver atrás de lo que dije allí, y lo dijeporque Pedro se iba. Quiero decir, Pedro fue fecundando lo mayor y mejor:las opciones creyentes y utópicas, la pasión por el Pobre de Nazaret. Iruyaes Belén. Se iba él, ya no sus opciones y pasiones.En el canino un Doña Lorenza y su mamá esperaban a Pedro. No sé si

venía de Campo Carrera, pero venía a despedirse del "padrecito". Traíaen unas bolsas y pañuelos el avio, pues esa España estaría lejos y él tendríaque comer algo en el camino. Ese avio era el extremo del sentido. Yo penséallí "qué absurdo, ella no sabe que él viaja en avión y no necesita llevarcomida". Hoy digo: sin avio no hay como repechar las distancias. Ella losabía y Pedro creo que también. El avio no es la comida sin más, es latierra producto que hecha amor nos viene a sostener en las penurias y lasluchas. Ella llorando daba su avio. Pedro respetuoso y bromista, creo yo,repechaba su pena y se fue cantando un huaino. Ese "gallego" sabía can-tar lo que canta mi pueblo. Los campesinos pobres venían a dar por amor,no por expropiación ¿Por qué lo quieren así? Me preguntaba. ¿Por quepueden querer a un hombre, cura y español, los mineros y los campesinos?Al fin Pedro volvió para quedarse.Pedro nos regaló (a mi familia) algunos libros de los cuales conservo tres:

El credo que ha dado sentido a mi vida de Pedro Casaldáliga, Desarrolloy justicia de Helder Cámara. Yo sabía que su hermano Jesús Olmedo era"el escritor", también misionero claretiano, y había tenido que salir delpaís por la dictadura pero que volvería, yo quería conocerlo porque Pedronos regaló La cultura del silencio. Inicié lecturas que se enquistarían mo-lestas y agudas en mi conciencia sensible, en esos libros inicié lo que laescuela me negó, a excepción de algunas profesoras que bien recuerdo: con-ciencia crítica. Teología y sociología, cultura y dependencia, poesía y fepopular, todos estos nombres que designan modos de institucionalizar el

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pensamiento surgieron ante el silencio de las culturas y el grito de las clases.Pero hay que leer con los pies en la tierra, dice Pedro, para no subir acaballos que atropellan lo que somos, obreros de una Reino que ya es, peroaún será.Pedro ha sabido enseñarme dos verdades con respecto a los libros y las

academias: tienden a abandonar los pies en la tierra, que para Pedro es lospies entre los pobres. La otra verdad es que los libros leídos con los piesentre los pobres, y cuando la academia se atreve a poner los pies allí, sedesatan vientos de libertad y justicia que pueden mover molinos de lucha yconstrucción. Pedro es de los hombres que han hecho del pensamiento críti-co un paciente modo de ayudarnos a ser libres. Sin ser "intelectual", algu-no ironizará que justamente por eso, ha comprendido tranco a tranco nues-tro mundo. Con él aprendí cómo se vive esas verdades revolucionarias delevangelio: solo la verdad nos hará libres y que Dios revela sus cosas a lospequeños.Pedro nunca quiso ser discursero ni erudito, más bien se reía de los ilus-

trados de las academias. Una vez dijo contundente que "para ser misione-ro hay que saber dos cosas: Biblia y mecánica", mientras hurgaba en elmotor de una F- 100. Pedro abría una brecha de conciencia que tampocoha muerto. Hoy la puedo expresar como nos ha enseñado ya toda unatradición latinoamericana con los pies en la tierra: liberación. Ahora pue-do conceptual izarlo así, pero lo aprendí conviviendo con él y otros cristia-nos: animadores como Santos de S. Isidro, claretianos como Tobías, Triqui,Ricardo, Santi, Jesús, luchadores como Tomás y Alicia Torres y como mispadres, Y sobre todo en las luchas como "El Aguilarazo", "La marchade la dignidad", la lucha por la tierra de las comunidades aborígenes, etc.La ambigüedad histórica ha hecho que liberación se diga de muchas mane-ras, yo aprendí a nombrarla con Pedro Olmedo. Por eso la poesía deCasaldáliga expresa al caminante Pedro Olmedo. Por eso Helder Camaraes la cifra de su obispado.

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Puedo nombrar algunas experiencias más que muestran la humanidadde alguien que "tiene un sueño lejano y bello", el Reino en las Chacras deDios, por ejemplo su sencillez en los juegos de familia, cocinando unatortilla para el camino, o riendo de las desgracias para repecharlas mejor,y cómo no, bailando la sevillana o cantando villancicos. El cigarrillo, sucruel acompañante; el cariño con el que vi que cuidaba a nuestro primerobispo Márquez Bernal. También es terco, cuando tiene un tema en mentelo repite y repite con vueltas largas como el camino a Santa Victoria y suespíritu de lucha a veces es temerario. El Pedro cotidiano tiene alguna deesas pinceladas que muestran algo más al Pedro servidor de la Vida paratodos.

Pedro de la IglesiaPedro dice en las capillas de la puna, los valles y la quebrada de la

Prelatura que la Iglesia es como una chacra, la Chacra de Dios. Haymuchas chacras, algunas abundantes y tecnificadas como la de éstas pam-pas, más estancias que chacras; y otras bellas y pobres como las nuestras.Aprendí a servir las Chacras de los pobres, porque Pedro me inició. Pedroes de los hombres que como pocos me han mostrado la encarnación deDios: cuantos menos hombres somos, menos cristianos, dijo alguna vez.De ahí su humanidad sin rudimentos institucionales ni jerarquías pompo-sas. "La carne es el quicio de la salvación" sentenció Tertuliano en losprimeros siglos de cristianismo, Pedro nos enseñó eso, que se puede traducircomo la carne es la pobreza que nos hace libres. Por eso, quizá por eso, sucuerpo está así: ofrendado.También me situó en el límite del temor y el temblor. Santa Meretriz dijo

de la Iglesia parafraseando a un creyente de la antigüedad. Pedro, comopocos, ha sabido aplicar la daga crítica a nuestra Iglesia, y lo hace con unapasión de enamorado, hasta asumirla y gastar su vida por los pobres y ella.Su sueño de una "Iglesia de los pobres" es algo más que un santuario de

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lamentos y consuelos, es un inundo sin templos injustos donde campea lajusticia y la paz. Un mundo de hombres concretos donde españoles, coyas,quebradeños, vallistos y puneños, estemos unidos por la justicia y no laexplotación. Un mundo ancho para todos y ya no ajeno. Un mundo paratodos y todas.La memoria nos enseña que la cruz y la espada han llegado por igual en

nuestras tierras. Que luego la cruz y las botas han domesticado pueblos.¡No hay que olvidarlo! Pero la cruz tiene un plus de sentido. Pedro nos loenseñó y se llama liberación, de ahí que su condición de misionero claretiano,de sacerdote y obispo de la Iglesia, sea incómoda para quienes buscan aDios con los pies en otro lado, en el poder.Quizá estas palabras parezcan exageraciones, pero a la hora de pensar

sintiendo la lógica sede a la pasión. Ahora creo que puedo seguir leyendo lapalabra de Dios, en la historia y en la Biblia, con los pies en la tierra; y mepermito decir que el servicio misionero de Pedro a asumido una tradicióndigna y evangélica de la Iglesia. Si la Iglesia se casó y se casa con el poderen tantos lugares, aquí vernos una Iglesia que se comprometió con Jesús deNazaret al estilo de muchos creyentes anónimos, pueblos luchadores y per-sonas de las que podemos recordar sus nombres. Así hallamos algunosobispos en el servicio liberador, por ejemplo a Bartolomé de las Casas, enlos siglos pasados; y en el siglo XX a Helder Cámara (en Brasil), Enri-que Angelelli (en Argentina), Oscar Romero (en El Salvador), todos ellosya mártires. Y aún en lucha Samuel Ruiz (en México), Pedro Casaldáliga(en Brasil)... entre otros. Hoy nuestra dolida y rica historia latinoamerica-na tiene un hombre más para alentarnos en el caminar, Perico, PedroOlmedo, nuestro amigo, misionero y obispo de Puna, Valles y Quebrada.

Para seguir andandoHasta aquí llego con mis recuerdos que no son pasado, sino memoria,

fuente de sentido para seguir caminando y repechando las cuestas. Creo

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que muchos en la Prelatura encontramos en Pedro el mojón donde orien-tarnos y seguir el camino. Todo lo dicho intenta revivir acontecimientosvividos básicamente en mi adolescencia, la década del ’80. Recurrí allíporque en esa edad, creo, es cuando se fundan las grandes opciones y uto-pías. Para otra vez realizaré un aporte reflexivo y crítico sobre la vida dePedro en relación a la vida de la Iglesia de la Prelatura y las Culturas delnorte argentino.Decía que es un texto de memoria por tanto está en juego nuestro futuro,

pues Pedro vive con nosotros y su vida sigue siendo ofrendada por nuestraIglesia. Cuando lo veo ahora luchando con sus pasiones de siempre, elReino, pero en la cruz de su cuerpo, creo entender lo que significan laradicalidad de las opciones. Y como somos comunitarios, su cuerpo es loque también hicimos sus comunidades de él, a no olvidarlo. Somos cuerpo,o mejor, somos carne, allí se¡ juega el quicio de la liberación.Pedro vive y permítanme pasar a primera persona: querido Pedro tu vida

ofrendada en el servicio cotidiano es presente abierto a un futuro, que no sepuede planificar ni manipular pues el futuro es libertad y donación deDios. Libertad del Evangelio y política del Reino en la Chacra de Dios,bella y pobre. Me has enseñado que la vida vale la pena gastarla por unEvangelio histórico, con los pies en la tierra. Me has regalado lo mejor: lasopciones por las cuales uno sospecha para qué existe. Pedro, deseo que veasen mí a un hijo y un amigo. Tu futuro es el mío y el nuestro, queridoPedro."

También envió su valioso aporte para, Juanita Cruz, la mamáde Gustavo, Delegada Prelaticia de Catequesis. Los muchos añosde trabajo pastoral, codo a codo con Pedro, le hacen una buenaconocedora del obispo; y sus sentidas palabras testimoniales, sonde total garantía y confianza. La nota esta escrita con mucha sin-ceridad y enorme cariño. Este es el testimonio de Juanita:

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"Pues, quién quiera asegurar su vida la perderá; y quién sacrifique suvida por mí y por el Evangelio, se salvará. (Mc. 8, 35)Conocí al Padre Obispo Pedro Olmedo en el año 1972. Yo volvía de

San Salvador de Jujuy con mi esposo y mi hijo Gustavo, que apenas teníaunos meses de vida, fuimos a una reunión de Cursillos de Cristiandad.Nos llamó la atención el "nuevo curita", su alegría y su forma tan sencillade tratarnos, pues nunca un curita, como los llamamos, nos había tratadocon tanta familiaridad.Los humahuaqueños estábamos acostumbrados a un trato muy ceremo-

nioso y lejano con los sacerdotes.Hacía pocos años que los claretianos habían llegado a esta región. Pedro

recién llegado de España; apenas ordenado de sacerdote había pedido venircomo misionero a esta tierra. A partir de entonces comenzamos a tratarloy nació un gran afecto por este joven curita. Al poco tiempo lo perdimos devista, fue destinado a Mina Pirquitas como párroco, sólo le veíamos oca-sionalmente.Nuestro acercamiento a la Iglesia iba en aumento, nuestra Fe iba toman-

do fuerza gracias a la presencia de los claretianos. ¡Ya éramos amigos deellos!.Pasaron unos años y Pedro volvió de Pirquitas, venía a hacerse cargo del

Centro Vocacional en Humahuaca. Allí fue que nació nuestra amistad.Recuerdo que un día me dijo: "¿no me invitan a comer con ustedes?". Fuetoda una sorpresa, con alegría lo recibimos; después se hizo habitual quenos visitara con frecuencia, como lo hacía con otras familias. Fuimos des-cubriendo en él un gran misionero, un hombre valiente, decidido y con unaclara opción de ser misionero con los pobres, para los pobres, un granluchador por la verdad y la justicia.Mis hijos crecieron casi junto a Pedro, admirándole, respetándole, que-

riéndole. Gustavo el mayor, ahora ya hombre, lo tiene como el "ideal de

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misionero". Vivió la experiencia de sentirlo hermano, amigo, ahora Pas-tor, padre espiritual de la familia.Junto a mi esposo y mis hijos tuve la oportunidad de hacer muchos viajes

con Pedro, acompañándole, lo cual nos significó aprender, disfrutar de suamistad y ver su entrega por la gente humilde. Hermano y amigo de cadahabitante de las comunidades, de católicos, no católicos, de los devotos opiadosos, del pastor evangelista y de los no creyentes. ¡Qué admirable con-templar su apertura y sentir cómo brotaban sus sentimientos puros y since-ros! Con él aprendimos a vivir el Evangelio, aprendimos a darnos y jugar-nos por la causa de Jesús.Recuerdo algunas anécdotas de los viajes a la zona rural: mi marido y

mis niños decidimos viajar a Iruya a pasar la Navidad junto a Pedro paraayudarle y acompañarlo en sus tareas apostólicas; junto a él nos sentíamosmás cerca de Dios. Ese verano llovía muchísimo, el río creció tanto queluego no podíamos salir con la camioneta, él esperó un poco pero la lluviano cesaba y los días transcurrían; al final tomó la decisión y el andaluzdesafió al río y nos sacó de Iruya. El apuro de Pedro era retirar unas cajascon pollos que habían llegado para un proyecto de "gallinero familiar".Llegamos a Humahuaca, retiró los pollos e inmediatamente en el mismovehículo regresó a Iruya en compañía de mi hijo Gustavo, nuevamentedesafiar al río para poder pasar. Gustavo nos comenta que cuando estabancruzando el caudal del río, con fuerza arrancó una caja con pollos y se lallevaba. Pedro al ver esto, sin medir consecuencias, se abalanzó sobre lasaguas y con la ayuda de Gustavo recuperaron estos animalitos, arriesgó suvida, su salud y muy contento pudo entregar ese "cargamento" a la gentehumilde, que talvez alivió el dolor y la pobreza con el gallinero familiar.Pasó algunos años en Iruya, la casa de la parroquia era la casa del

pueblo, por allí pasaban, como una promesa, los que bajaban del cerro, losque vivían en el pueblo, los maestros, los médicos, los jóvenes, niños y

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ancianos, hasta los turistas y las autoridades, todos querían tomar un cafécon el "tata" Pedro.Recuerdo con tanta emoción el cariño que por él expresaban. Un buen

día le llegó el momento de irse a España de vacaciones, pero él decidiótomarse un año sabático o talvez quedarse en su tierra a estudiar. La genteal enterarse se acercaba a saludarle y pedirle que no se fuera, lloraban, lecontaban sus penas y le decían: "Si te vas padrecito, ¿quién nos va querer,quién nos va ayudar?" El día de la despedida le hicieron una fiesta, todosquerían expresar su agradecimiento, su cariño y llorando le entregabanalgún regalito. Entre bromas y promesas de regreso les hacía reír, pero erainnegable su tristeza porque sinceramente ama a nuestra gente. El día desu partida, muy tempranito llegó doña Herminia, una viejecita tejedora, yle entregó de regalo unas medias de lana de oveja y muy triste se puso allorar. Cuando salimos de Iruya rumbo a Humahuaca, la gente salía en eltrayecto para saludarlo por última vez; grande fue la sorpresa cuando en"Pié de la Cuesta" salió nuevamente doña Herminia, mujer muy pobre, yle entregó un paquetito diciendo: "Llévate padrecito para tu tierra, para tumamita allá en España." Cuando Pedro abre el paquetito se le caían laslágrimas, era un poquito de "charqui" y unas papitas. Esa mujer, le dio lopoco que tenia.Pedro había dejado parte de su vida, no descansaba un momento, visita-

ba las casas, buscaba a los que no iban por la parroquia para saber quéles pasaba y si necesitaban algo. Montado en su caballo recorría las comu-nidades más alejadas; Jugaba con los niños y con los grandes, siempre conuna broma a flor de labios. Nada impedía que hiciera sus visitas por lascomunidades del cerro.Pasó el año y regresó de España, nunca olvidaré la alegría y regocijo que

sentimos al volver a verlo, esta vez ya se quedaría. De nuevo lo mandarona Pirquitas, fuimos a verlo y nos sorprendió con su trabajo de minero, mis

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hijos y mi marido preguntaban ¿por qué? ¡Se va a enfermar! Pedro habíaencontrado una forma de acompañar a los sufridos mineros, les ayudabaen este riesgoso trabajo y el sueldo que cobraba lo donaba para los másnecesitados.Misionero incansable que visitaba las comunidades del cerro y de los

valles, de los lugares aún más alejados. Ensillaba su caballo, sus bolsitascon lo necesario para celebrar la misa; en la alforja, un sombrero, suponcho, una bolsita con pan y queso, y a veces una latita de sardinas, eransu avío. Calmaba su sed tomando agua de los arroyos levantándola en elhueco de la mano, como hacían los paisanos. Los caminos eran feos, algu-nos apenas una huella para el caminante o para el caballo. Los cerros muyaltos, a veces muy fríos, mucha niebla o lluvia, así fue que transitando poresos caminos o senderos de Dios en su corazón grabado el ideal de misione-ro: "Quisiera ser como tú, recorrer los caminos con un fuego interior, arras-trar a los hombres tras un gran ideal y decirles a todos el paso de Dios..."Lema grabado en su formación de claretiano.Un día sufrió un accidente, iba a caballo a un pueblito de los valles

salteños, la niebla le quitó la posibilidad de orientarse, se perdió. De pron-to se dio cuenta que estaba al borde de un precipicio, el caballo perdióestabilidad y cayó llevando consigo la alforja con todo para celebrar lamisa, su avío y el poncho. El padrecito contemplo su caballo muerto en elfondo del precipicio. ¡Milagro! El se salvó. Increíble, a tientas continúocaminando en medio de la niebla cuando ya oscurecía, con mucho frío,cansancio y hambre no le quedaba ni siquiera el poncho para abrigarse.Así deambulando alcanzó a ver una lucecita, ya de noche llegó a un ranchito.Una viejecita lo recibe, después Pedro comentaba "allí tomé el mate cocidomás rico de mi vida".En una ocasión en cuando se iba a otro pueblecito, la gente lo veía irse a

caballo por dos o más días, y le decían "cuídate Padrecito", y siempre

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respondía "para qué, si la vida solo tiene sentido cuando uno vive paraservir a los demás."Un día lo contemplaba y admiraba sus luchas en defensa de los pobres, el

amor, la entrega sin cansancio y su obsesión de cumplir con su misión, ledije "padre, no te cuidas pero te salvas de todas, estoy segura de que Dioste tiene reservado para algo muy importante", se lo repetía en diferentesocasiones. Yo lo presentía, estaba casi segura de que sería nuestro Obispo.Cuando se dio la ocasión y debía dar su respuesta para luego ser consagra-do como nuestro Pastor, se lo recordé y le dije "viste Padre, esto es lo queDios quería para ti", él me contestó riendo "eres una bruja".Es así cómo tenemos un Pastor como Dios manda, humilde, sencillo,

cercano a todos. Su opción por la pobreza no es verso, la vive. Es Pastor,amigo y hermano de todos, come con la gente más humilde o cocina lopoquito que tiene en su despensa vacía.Gracias Jesús mío porque tuviste compasión de este pueblo tan sufrido y

nos regalaste un Obispo en el que te descubrimos todos los días."

Una de las personas que más conocen a Pedro es sin duda, elP. Carlos Halcón. Después de treinta años trabajando juntos en laPrelatura, el Padre Carlitos, gran amigo y compañero de tantasluchas, recuerda así la semblanza de nuestro Obispo:

"La vida del Padre Pedro está llena de riquezas por la diversidad demomentos vividos y experiencias compartidas que irán apareciendo en estelibro recogidas por los testimonios de tantas personas que convivieron con ély le han conocido en La Prelatura de Humahuaca.Haciendo un poco de síntesis de la vida de Pedro en la Prelatura, me

parece importante señalar uno de los tantos dones con que Dios le habendecido y que ha jugado un papel tan significativo en la historia de laDelegación de los Claretianos y de la Prelatura.

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Recuerdo que a los pocos años de integrarse en la Prelatura, se fue ganan-do el aprecio de casi todos nosotros y del Obispo Márquez, por su capaci-dad de presentar las cosas con claridad y realismo desde una visión deconjunto. Allá por los años 78, cuando comienzan los planteos de vida enComún o Vida Mixta, preludios de la "Misión Compartida" de hoy, mellamó la atención cómo Pedro nos iba exponiendo todos los razonamientosde la nueva experiencia que querían emprender con la Familia Torres yotros laicos, aclarando los detalles de la experiencia y de las objeciones quele planteábamos y así se iba ganando nuestra aceptación. Me hacia acor-dar los años de Teología en el Seminario de Salamanca ante las nuevasexperiencias que le tocó vivir y cómo las defendía con sinceridad y realismoante sus formadores.Siempre fue una persona con una visión clara de las cosas, que captaba la

confianza. Además era emprendedor y luchador por la causa de renova-ción y acercamiento al "Pueblo de Dios" que le caracteriza, con la nuevavisión de Iglesia que recibió en su formación surgida del Vaticano II.Cuando el Obispo Márquez tiene que irse ausentando de la Prelatura,

las miradas se van fijando en él, por esa capacidad de plantear las cosascon claridad y realismo, con una visión de conjunto que convencía cada vezmás, apoyada con el testimonio de su vida sencilla, sin darse importanciade nada y bien consecuente con su espíritu amplio para renovar e innovar loque fuera necesario.Era y es bien sociable, entrador para ubicarse y plantear las cosas. Sen-

cillo, espontáneo, seguro y preocupado por todos y por todo. ¡Cuántas vecesnos ha reclamado de los dichosos paquetes que eran olvidados por los tran-seúntes!. Estaba en todo y no pierde sus "mañas" retándonos con la dicho-sa "pastoral del paquetito". Además no se le escapa nada, ni los detallesque para muchos pasan desapercibidos. Las cosas olvidadas en Oclade ocualquier casa parroquial las tiene en cuenta para darle utilidad sin mal-

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gastar los recursos.También esto está acompañado de una profundidad de Fe y amistad con

Dios en su vida, que muchas veces, en momentos de convivencia y tranqui-lidad, nos invitó a celebrar la Eucaristía en ese ambiente sencillo y comu-nitario.Ciertamente es un hombre de Dios, entusiasta por el Reino, que va lle-

vando adelante la Prelatura con un gran sentido de Iglesia participativa,sin miedo a lo novedoso, arriesgando formalidades, para ser consecuentescon el objetivo de la Prelatura, Comunidad de Comunidades, liberando detantas esclavitudes que sufrimos hoy en día."

Cuando ya pensábamos finalizar este último capitulo, nossiguen llegando testimonios de los feligreses de la Prelatura, quequieren colaborar con su granito de arena en el Libro sobre suObispo.

Desde Susques, nos escribe Don Fausto Cruz este cariñosomensaje:

"Por los años 1972-73, por primera vez los habitantes de Susques tevimos caminar por nuestras tierras, junto a los primeros sacerdotesClaretianos, que formaban la Prelatura de Humahuaca.La feligresía susqueña recibió de tu vida sacerdotal el más íntimo cariño,

respeto a nuestras costumbres y tradiciones originarias, en lo material yespiritual. Con usted aprendimos y conocimos la realidad de la vida. Nosacompañaste a caminar, con nuestros aciertos y nuestros errores; en losbuenos y en los males andares, en las alegrías y las tristezas.Te reconocemos tu vida evangelizadora al estilo de Cristo, hasta en la

Semana Santa, donde tuviste que ayunar obligatoriamente ¿lo recuerdas?.Supiste superar el frió, el calor, el cansancio, siempre en silencio. Arrimas-

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te el hombro a todos los que tambaleaban, defendiendo al necesitado ydenunciando la mentira.Las familias susqueñas te agradecen, una y mil veces, tu entrega generosa

y piden al Señor y María Santísima, seas protegido y amparado en tu vidaespiritual y material; y sigas siendo el elegido y amado de Cristo Jesús."

La gente de Santa Victoria, que tanto quieren a su obispo,también se acordaron de mandar su aporte. Veamos este hermo-so testimonio de la familia Portal:

"Gracias al Padre Pedro, mi hijito Pablo recuperó la salud. Ya hacía unaño que estaba enfermo. Me cansé de ir al hospital, me retaban y medecían que no se curaba porque no lo cuidaba. Los médicos no sabían queenfermedad tenía. Mi bebé vivía con el estomago hinchado y lloraba deses-peradamente por los calmantes. Después de acudir al hospital de Salta, alvolver a Santa Victoria, mi hijito seguía flaquito y no tenía valor paranada. Yo le pedía al Creador que lo curase o lo recogiera en su seno, puesno quería verlo sufrir.Se acercaba la fiesta de Santiago, Patrono del Pueblo, y acostumbrába-

mos a hacer la novena en los barrios. Un día fue el obispo y salí corriendoa pedirle la bendición para Pablito.

Ya hacía dos días que no tomaba nada de leche, y se lo dije llorando alPadre Pedro. Me consoló y visitó al bebé. Lo bendijo, lo acarició y luegorezamos todos. Me recomendó mucha fe en Dios, que nunca me desampa-raría.Después de irse el obispo, mi niñito, se fue calmando de su agitación; dejó

de llorar, le ofrecí el pecho y tomo tranquilo. Le seguí dando algunos reme-dios y nunca me olvidaba de rezar a Dios.A medida que pasaba el tiempo, se fue mejorando y pedí al Padre Pedro

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fuese intermediario ante Diosito, para que recuperase totalmente la salud.Cuando me di cuenta, mi hijito ya estaba totalmente sano.Ya cumplió 2 años y esta muy lindo. Es "moreno y regordito" y ya nunca

más se ha enfermado. Por eso vivo agradecida al Padre Pedro, pues graciasa su bendición y nuestras oraciones, Diosito curó a mi hijito Pablo."

Otra familia de Santa Victoria nos mandó la narración deuna simpática anécdota, ocurrida en el valle del silencio, durantela inauguración de la Capillita del P. Tobías Martín:

"Ante la presencia del Intendente Municipal, un vecino le pidió quepagase las deudas que tenia con la gente del pueblo. El Padre Obispohabló también muy lindo e insistió en el deber de justicia, de pagar lossueldos, antes de donar la piedra para el altar de la capillita. El Intenden-te quedó avergonzado y dijo que no tenía plata para pagar, pero que síhabía traído la piedra para el altar.

La gente quedó triste, pero pidió al Santo Padre Tobías por sus proble-mas y el cobro de sus pequeños subsidios."

No podía faltar el testimonio de algún sacerdote diocesanode la Prelatura, que tanto quieren y aprecian a su obispo. Esta sonlas palabras del Padre Pedro Martínez, joven sacerdote de la Pa-rroquia Rural de Rinconada y Cochinoca:

"Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano. (San Agustín)

Con esta frase quiero expresar mi gran aprecio a la persona de nuestroobispo. Lo considero un gran amigo, un gran compañero y un gran padre.Por todo ello agradezco a Dios por su gran testimonio de vida, por tantasenseñanzas y ejemplo que iluminan mi caminar. Agradezco también a

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nuestro obispo por todo lo brindado en estos años de trabajo pastoral ennuestra Prelatura. Que Dios y nuestra madre la Virgen de la Candela-ria, siga bendiciendo su tarea pastoral y fortalezca su salud."

Nos es muy grato transcribir unas líneas que nos mandó elfamoso sindicalista de Jujuy, Carlos "Perro" Santillán, buen ami-go de Pedro y admirador de su labor social y apoyo en las luchassindicales:

"Recuerdo el mes de mayo de 1991 en Plaza Belgrano. El frente degremios estatales, con sus justos reclamos, llevaban acampados quince díasseguidos. Amenazados de represión y sin ningún tipo de respuesta delgobierno y en medio de la desesperación, nos llega una carta, la tuya PadrePedro, dándonos aliento y reconociendo como justos nuestros reclamos sala-riales y reivindicativos.Desde aquel día caminamos juntos en la lucha, con contradicciones y

discusiones, pero siempre luchando por los más postergados de nuestrasociedad."

Desde Buenos Aires, queria sumarse con su testimonio, Jor-ge Alonso, Superior y Párroco de los Claretianos en Constitu-ción:

"Cuando Pedro Olmedo llega a nuestra comunidad claretiana de BuenosAires, en sus frecuentes visitas motivadas por su responsabilidad pastoral,un aire fresco recorre toda nuestra casa. ¿A qué se debe este fenómeno? Aque toda su persona irradia contagiosa alegría, optimismo y sentido delhumor; son los criterios tan claros y directos que tiene para apreciar laspersonas y los acontecimientos; son sus juicios tan evangélicos y cargados desentido común y de la sabiduría llana de los pobres y humildes del norte delpaís, con quienes él se ha identificado y a quienes ha entregado su juventudy su salud, acompañándolos tanto en la altura de los cerros como en loprofundo de las minas.

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La vida de Pedro, se percibe enseguida, está impregnada de la culturaandina de los collas del norte argentino; la inculturación del evangelio no esen él una teoría o una materia pendiente; es un capitulo sobre el que ya harendido un examen vivencial de mucho tiempo atrás, con una nota excelen-te.La llaneza en su persona es tan evidente, que acorta las distancias y aleja

cualquier atisbo de empaque jerárquico; es un hermano más que se integraa nuestro ritmo de vida diaria; no tiene inconveniente en servirnos la mesa,para prepararnos una comida, para hacer por sí mismo lo que podríanhacerle los demás. Se interesa por cada uno de nosotros y hasta recuerdanuestras pequeñas anécdotas personales.Cuando tratamos los problemas del momento, tanto de la Iglesia como de

la sociedad, sabe distinguir con precisión lo esencial de lo superfluo, lo quees perdurable de lo pasajero, con un realismo y serenidad que no da lugara equívocos. Esto es lo que hace grata la convivencia y el trato con DonPedro. Ha sido favorecido con el carisma de una sencillez tan evangélica,que ni siquiera la humildad y la mansedumbre sobresalen en él. Dios nosconceda muchas personas como él, tan parecidas a Claret, tan llenas deevangelio."

El Superior Provincial de los Claretianos en Argentina, JuanJosé Chaparro dice de Pedro:

"Conozco a Pedro quizás desde otra faceta que la mayoría de la gente;soy de su misma congregación, y lo trato principalmente en sus viajes aBuenos Aires, en esta casa donde reside y es como su punto de concentra-ción para sus trabajos, reuniones de obispos y comisiones, actividades enbúsqueda de recursos para la diócesis, así como también de otros encuen-tros, a los cuales es invitado precisamente por ser un obispo comprometidocon la liberación de su pueblo.

Pedro es un obispo «distinto», dice alguna gente, y con esto quiere decir,

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alguien que se presenta sin posturas premeditadas, con franqueza y senci-llez de pueblo (porque Pedro habla, más allá de su origen, como nuestragente, y por eso se hace entender: al pan pan…claro como el agua clara).También tuve oportunidad de conocerlo y acompañarlo en su propio am-biente, alguna vez que los visité y en otros encuentros y celebraciones, comolas ordenaciones sacerdotales de claretianos que el preside con tanto gusto.Pedro es una persona muy sencilla, el que se toma el colectivo urbano

para ir desde la Capital a San Miguel con dos horas de recorrido para unareunión de obispos, salvo que su salud, algo deteriorada en estos últimostiempos (el clima duro del norte se hace sentir, como también las rodadasde mula, y los accidentes con los coches…), le reclame aceptar compartirun viaje en auto. Pedro es claro, sin pretensiones de erudición, pero conoce-dor como pocos de la vida de su pueblo, más allá de los datos y estadísticasque maneja, porque se preocupa de estar al tanto, no solo de su lote, sino delo que pasa en el mundo, y sobre todo en nuestra América Latina. Pedroes apasionado por la vida de la gente, y por eso la vocación de pastor le llenade sentido la vida, y como Pastor preocupado, busca de mil maneras, consus curas, con los laicos, con las consagradas, tejer redes que, coloridas deEvangelio, aporten caminos de cambio y nueva vida para todos.Pedro pertenece a esa legión de evangelizadores a quienes les debemos

tanto en nuestra América Latina: los que se adentraron en el corazón denuestros pueblos, su cultura, su alma, a veces con más fuerza y dedicaciónque los mismos evangelizadotes autóctonos. Tiene prioridades en su cora-zón y son los más pobres y humildes: con facilidad le sale el dolor por lossufrimientos de la gente, y por eso también su palabra clara y sin vueltaspara expresar lo que otros adornan demasiado. Recuerdo una fiesta patro-nal en Susque, camino a Chile, cuando todas las autoridades políticasaprovecharon para reunirse y en la fiesta hacer conocer sus proyectos, yPedro le decía al pueblo, delante de las mismas autoridades: «escuchamos anuestras autoridades que parecen los reyes magos con tantas promesas».

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Pedro vive su pastoreo desde el pueblo y ese es su lugar, como sucedía esamisma noche cuando compartía el baile y un vaso de chicha con su gente,en vísperas de la fiesta patronal.Cuando llega Pedro a este lugar, los medios de la capital, que marcan

en gran parte la opinión pública nacional, lo buscan insistentemente:Porque es accesible, porque no pone trabas, porque responde con clari-dad, porque no teme las tergiversaciones, que siempre existieron y exis-ten. Lo que sucede es que Pedro es un referente de una manera deencarnar y anunciar el Evangelio de Jesús, y por lo tanto, de manifestarla misión de la Iglesia: cercana al pueblo, solidaria, fraterna, amiga. Yen una Iglesia donde muchas veces la capacidad para responder anteslos medios es una excepción, Pedro da siempre la cara, de la mismamanera que recibe y atiende una llamada, aún sin conocer quién losolicita…porque Pedro sigue siendo el «cura» sencillo de pueblo sinhorarios ni burocracia.Pedro escucha a los demás, discierne, busca los caminos de Dios sin

pretensiones de omnisciencia y omnipotencia; por eso, y porque está cerca desu pueblo, acepta invitaciones, hace largos trayectos, y comparte de corazónalgunos encuentros, como el de teología de laicos, o de comunidades, o depastores de América Latina, y encuentra en ellos nuevas luces para sumisión.En nuestra familia Claretiana Pedro es querido y admirado y lo senti-

mos verdaderamente hermano. Aquél con quien también compartimos laoración, las preocupaciones por la misión, la comida, las conversaciones, eincluso las dormidas frente al televisor por el cansancio acumulado… Elque recoge los platos o prepara una comida, «descansando» de sus agendasapretadas y de las reuniones interminables. El que llega por sus propiosmedios para no molestar, y el que se despide de cada uno y de todos. Poresto y por mucho más, él nos recuerda mucho el estilo misionero que Claret

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imprimió a su servicio como Obispo en Cuba, y así, sólo con su vida, bastay sobra para estimularnos a realizar nuestra propia misión."

Su compañero y amigo, el Obispo de Jujuy, Marcelo Palentiniescribía:

"Me hice todo para todos, para llevarlos a todos a Cristo"

"Este propósito de Pablo puede muy bien referirse al proyecto de vida dep. Pedro Olmedo, hermano y amigo en el servicio episcopal, el hombre deDios que quiere vivir en la Puna como en el llano su misión de llevar atodos a Cristo.Lo conocí en plena tarea evangelizadora, cuando recién supe de mi nom-

bramiento como obispo y quise conocer Jujuy, sus bellezas naturales perosobre todo su riqueza humana y religiosa.Lo visité antes de ser ordenado obispo, para conocer en primera persona

la realidad a la cual el Señor me había llamado. Y me encontré enseguidacon un gran amigo, con un hombre lleno de fe, de fervor apostólico y deentrega generosa a su pueblo. Aquí vino de su patria natal, España, paraofrecer lo mejor de su vida al Señor, sin soñar grandezas ni ambicionarcargos, sino para servir humildemente a quienes lo necesitaran. Aquí vinopara decirle sí al Señor todos los días, en el lugar que sea, en el serviciosacerdotal entre los mineros, los enfermos o asistentes sanitarios, en losparajes aislados de la Puna que se pueden alcanzar solamente a pie o acaballo y en las ciudades o en los medios de comunicación. Lo importantefue y sigue siendo siempre hablar de Dios y dar testimonio de su amormisericordioso.Su lenguaje directo y su coraje en el presentar los problemas conflictivos lo

distinguen entre los obispos argentinos. No va con vueltas: encara el pro-blema y busca en primera persona las soluciones o las sugiere a quienestienen la posibilidad de dar respuestas. Por eso lo fui encontrando y a veces

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acompañando en las manifestaciones de los «peregrinos de la paz» quevenían bajando de La Quiaca para pedir respuestas a los reclamos deayuda presentadas a los gobiernos provincial y nacional o en la mesadel diálogo o en los foros aborígenes, etc.Puedo decir que su amor son los pobres y los postergados en esta socie-

dad donde no basta hablar de Jesús y de su hermoso mensaje evangélico,sino que hace falta manifestarlo con alma y vida, jugándose por vivir enprimera persona las bienaventuranzas."Ay de mi si no evangelizara" era otra expresión de Pablo. La inquie-

tud de llevar el mensaje a lo largo de la vida y a quienes encontraba movióa Pablo a recorrer el mundo entonces conocido. Es lo que sigue moviendoahora a p. Pedro a recorrer su extensa Prelatura para que nadie quede sinla experiencia de Dios, sin el gozo del amor compartido y de la manotendida para ayudar. Por eso la predicación fervorosa y la caridad de unavida abnegada provocan creatividad, iniciativas y empuje en lo que vaemprendiendo cada día para el bien de ese Cristo que camina por nuestrascalles o por las soledades de nuestras montañas. Lo reconoce en el niño y enel adulto o anciano, en el pobre y en el rico deseoso de hacer el bien. Lollama por nombre y lo invita a seguir luchando por una vida cada día másdigna.Gracias Pedro por tu amistad, por tu testimonio, por tu fe contagiada a

tantos corazones. Gracias por tu si a Dios en la ordenación sacerdotal yepiscopal.Gracias porque tu pueblo y tus amigos nos sentimos enriquecidos por

tu vida que se hace ofrenda al Padre en cada Misa."

Entre las muchas notas y entrevistas periodísticas que lehicieron, durante sus años de trabajo pastoral en la Prelatura deHumahuaca, queremos rescatar algunas de ellas, donde se refleja

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el pensamiento de Pedro y el porqué de su compromiso con losmás pobres.

En "Página 12" del 6 de abril de 1998 Pasquini Durán sepregunta ¿Por qué Olmedo?:

"La vida en hípotesis

En los códigos que se usan hoy en día para jerarquizar las noticias, a estepersonaje no hay motivos para entrevistarlo. No tiene ninguna informa-ción escandalosa para comunicar, porque el mayor escándalo que hay en suvida es la miseria que lo rodea en la Puna argentina, donde vive desde haceun cuarto de siglo, lo conoce todo el mundo, pero es difícil que fuera de ahílos televidentes habituales puedan reconocerlo. Algún buen fisonomista,con una foto delante, quizá lo recuerde en las misiones de diálogo entre lospiqueteros y el gobierno ele Jujuy.

Tampoco es fácil que se destaque por el atuendo. Ni hablar de aquellaimagen estereotipada del obispo gordo, que fajaba su enorme barriga conuna tela ancha de color episcopal y destellaba en su anular una enormepiedra granate que los fieles debían besar en signo de respeto. Durante losdías compartidos en Humahuaca y Yavi, en la frontera con Bolivia, usójeans, una camisa de trabajo de mangas largas que arrolla sobre brazosmusculosos y, para el frío de la noche, un chaleco azul sin mangas, de esosacolchados, y una gorra a cuadritos y visera que oculta el pelo cortado alrape. Se presenta como el Padre Pedro y ninguno de los curas o laicos de suzona lo llama monseñor. Unos le dicen padre o padrecito y otros, viejosamigos, le dicen simplemente Pedro. Un eterno cigarrillo entre los labios ysu gestualidad, exuberante, denuncia el nervioso temple sevillano, porqueallí, en la Puna, todo es más parsimonioso. Hasta los rebaños de vicuñasy llamas que se cruzan en el camino caminan con majestuosa languidez.La meseta puneña es como alguna vez debió ser el suelo del Distrito Fede-

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ral de México, allí donde el aire era el aire más transparente del mundo.

El obispo es un tipo común, pero no vulgar. ¿Le importan a alguien lasideas de un tipo así’? A lo mejor, el periodismo brilloso es el que sólo hablacon el quinteo aliancista. o Menem, o los Duhalde, o el general MartínBalza, comando de Malvinas, o cualquiera de esos personajes que pronun-cian frases para las primeras planas y que son motivo de comentarios en losdías subsiguientes. Aun entre los que hace dos décadas eran sencillos ycomprometidos con la vida, igual que el obispo Olmedo, se encuentran losque hoy prefieren otras estridencias. Que la gente común vaya a los tatlk-show o que ocupe un minuto y medio en la segunda mitad de los noticierosde la tele. Encima, hablar de ideas y no de casos ni de prontuarios, asínadie echa fama ni se hace rico.

Sin embargo, el obispo Pedro Olmedo, y sus ideas, pertenecen a unaestirpe singular, nada común, mucho menos opaca o intrascendente. Lassociedades distraídas, que pretenden ignorarlos, de pronto se encuentrancon gente así que se vuelve leyenda. El obispo Romero, de El Salvador,asesinado a tiros frente al altar por sicarios de la ultraderecha, era unreligioso dedicado a la profesión de su fe, hasta que lis circunstancias de esepaís desgarrado por la injusticia y la violencia fueron "tallando", su com-promiso con la realidad. En el mundo, hasta la insurrección zapatista,¿quién sabía de don Samuel Ruiz, obispo de Chiapas desde los añossesenta? Cuenta el mexicano

Enrique Krauze, colaborador de Octavio Paz, que el obispo Ruiz"impactado por la realidad social que encontró" decidió encabezar unaIglesia "menos sacra, más social". "Ciertamente nosotros tenemos quever con la rebelión" declararía Ruiz, "porque a raíz de la reflexión cristia-na instarnos a los indios a recuperar la dignidad".

Si se le pregunta al obispo Olmedo cuáles son sus mejoras sueños, respon-de: "Tener una iglesia muy fortalecida acá, con mucha corresponsabilidad"

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-social, diría Ruiz- y luego de que nuestra gente fortalezca mucho su iden-tidad cultural" -recuperar la dignidad, diría Ruiz-. Es cierto, cada unode ellos por separado son una fracción de un drama universal, y muchasveces están perdidos en algún confín del mundo. El pueblo mexicano SanBartolomé de las Casas tiene más de una semejanza con Humahuaca.Pero no son una corriente insignificante en las aguas del mundo. En todocaso, podría decirse que son vidas en hipótesis permanente. Para los quesólo creen en los hechos, y si son ganadores mejor, habría que recordarlesque los avances del mundo dependieron de la calidad y la fuerzan de sushipótesis. El descubrimiento de América, anotó Carlos Fuentes en Elespejo encerrado "fue un triunfo de la hipótesis sobre los hechos: la eviden-cia indicaba que la Tierra era plana; la hipótesis, que era redonda. Colónapostó a la hipótesis".

En este diálogo, con seguridad, hay una hipótesis de futuro. Además, hayuna vida presente de servicio, un ejemplo de nobleza. En medio de tantainmundicia estridente, vale la pena escuchar una voz diferente.

Washington Uranga escribió en el mismo diario:

"Los pies en la tierra

Pedro Olmedo es, ante todo, un hombre que vive lo trascendente con lospies en la tierra. Por su propia experiencia de vida y porque su cotidianeidadse construye entre los pobres, define de la manera que lo hace la misión dela Iglesia: debe "Jugarse y tiene que estar peleando por los mas débiles y losmás pequeños". Hace algunos años este mismo discurso habría ubicado alobispo casi al borde de la marginalidad eclesiástica. Hoy, aun admitiendolas diferencias que existen entre los obispos. Olmedo puede decir con tran-quilidad que comparte esa misma visión con un número significativo de suscolegas.

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Ser "motivo de esperanza", como lo quiere Olmedo, es abrirse a unfuturo mejor desde el realismo del presente. El pragmatismo que desem-barcó en la sociedad global después de la "caída del muro de Berlín" quisoinstalar el convencimiento de que el triunfo del neoliberalismo es definitivo.El "fin de las utopías" es un argumento generado por los ganadores ocasio-nales para convencer a los perdedores -.también ocasionales- que debenresignarse a su suerte, dejar de soñar en mundos diferentes y, sobre todo,mejores. "Lo mejor" es lo que existe. Y ‘’los mejores" son los que hoyejercen el poder, El discurso del poder expresa pragmática y cínicamenteque "la exclusión" de muchos es un "costo a pagar", una "consecuencia nodeseada" pero "inevitable’’. La formalidad democrática del neoliberalismoes una versión autoritaria de la vida, en la que unos tienen derechos (a lacalidad de vida y a tantas cosas más) y otros son "excluidos".

Para salir de este atolladero, que es "muerte en vida", muchos "exclui-dos" (de los materiales, los pobres, y de los otros, los de los sentimientos y delas ideas) encaminan hoy sus búsquedas hacia algo más significativo yperdurable que bien se podría denominar como sentido de la vida: algo queordene, que dé continuidad y, sobre todo, que sustente los sueños de unmundo diferente, de una fraternidad humana distinta. Crecen los movi-mientos espiritualistas, la búsqueda de lo trascendente y de lo religioso. LaIglesia "no puede ser un partido", pero quiere ser un lugar de sentido, deética, y garantía de que las necesidades de los "más débiles y los máspequeños" no queden sepultadas bajo la soberbia verborrágica que todo lojustifica a partir del bienestar del diez por ciento de la población. Por todoesto la Iglesia tiene una presencia "política" al operar en la sociedad y conla gente. Y, como lo admite Olmedo, las diferentes maneras de entenderesta acción generan contradicciones internas. De la capacidad de resolver-las dependerá también la posibilidad de la Iglesia de responder a las expec-tativas que en ella deposita parte de la sociedad."

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Por último, entrevista realizada por Hernán Brienza el 14 deDiciembre del 2000, en la revista "Tres Puntos", N° 181:

"El Obispo de las nubes

Pedro Olmedo, el obispo de Humahuaca, está muy cerca del cielo. No deese Cielo mitológico y regulado que buscan los cristianos como una utopía,sino de ese desprolijo firmamento azul de la Puna. De ese cielo al que elpoeta español Lupercio de Argensola reprende porque «no es cielo ni esazul» y se lamenta porque es una «lástima grande que no sea verdad tantabelleza». Lo cierto es que Olmedo, un sevillano hincha del Betis y de SanLorenzo, metido a sacerdote porque de chiquito le gustaba «jugar a loscuritas» vive a 3.000 metros menos de las estrellas que, por ejemplo, losobispos porteños. No es un dato menor para él, ya que según sus propiaspalabras, «la realidad de este lugar me transformó la vida. Me ha alejadodel centralismo de la Iglesia. Por eso, siempre le agradezco a Dios porhaberme traído acá». Claro que Olmedo no agradece por cuestiones cósmicaso astronómicas sino por «ese impresionante choque cultural» que sintiócuando llegó en 1972 a su primer destino: la Mina Pirquitas. Allí tomócontacto con una miseria que no conocía, con una obediencia y sumisión delos lugareños marcada a fuego por siglos de conquista y sucesivasservidumbres. Y todo eso lo convirtió, según dice él, al cristianismo másprofundo y existencial: «el que nace del contacto con la gente». Desde hacenueve años vive en Humahuaca pero los fines de semana recorre 73kilómetros de camino de ripio y de cornisa para llegar a Iruya, un pequeñopueblo salteño de 5.000 habitantes encajonado en montañas imposibles deabarcar con una sola mirada.

El camino es peligroso y en su punto máximo alcanza los 4.000 metros.Llegar es casi una aventura pero vale la pena: desde allí el paisaje esindescriptible. Tal vez, la única palabra en español que pueda definirlo esel término andaluz «acojonante», una mezcla de intimidación, admiración

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y asombro que sólo se produce cuando algo sacude a uno allí abajo, en loscojones. Y eso ocurre cuando se llega a Iruya, un pueblo que cae como unalud desde la montaña.

En la parroquia está el padre Alonso, un cura treintañero de luto porqueel romerillo, una hierba venenosa, acaba de matar a su yegua en apenas 24horas. «Y ahora estoy de a pie», dice, mientras se toma la cabeza con lasdos manos. «Pedro todavía no ha llegado, está en el campo», anuncia,mientras se prepara para confesar y dar misa.

Olmedo tiene 56 años y proviene de una familia sevillana de clase mediaalta compuesta por 15 hermanos, tres de los cuales también se ordenaron,dos hermanas misionan en Venezuela y Chile, y Jesús, «mi Jesús», como lollama el obispo, es párroco de La Quiaca. Estudiante del colegio Claret deSevilla, donde compartió partidos de básquet y de fútbol con el ex primerministro español Felipe González, vivió su niñez y su adolescencia en esaEspaña de las «dos Españas» en la que convivían el clericalismo franquistay el Concilio Vaticano II.

Cura obrero

Cae la noche en Iruya, la montaña comienza a encender sus luces y lagente se prepara para el pesebre que ha preparado la parroquia en lo altodel pueblo. Olmedo llega en su camioneta, se baja, saluda y pregunta a loscronistas si han llegado bien. «Sí, aunque tardamos dos horas y media»,responde uno de ellos y Olmedo saca a relucir su más pura fanfarroneríaandaluza: «Pues, yo le he puesto apenas una hora cuarenta», dice y se ríe.Luego se sienta y comienza con su historia. «De pequeñito jugaba a loscuritas, a decí misa, pone el altar -recuerda y su tonada pasa de un jujeñoimportado al más puro calé andaluz- y jugando, jugando, mirá dóndehemos venido a pará. Era durante la España franquista, cuando loscuras, los alcaldes y la Guardia Civil eran los enemigos del pueblo y yo

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jugaba a la misa. Lo curioso es que venían a verme los chicos de los colegiosy los obreros y yo les decía misa, era un mocoso de apenas ocho años.»

Después vinieron sus tiempos de monaguillo, de colegio secundario, delseminario y de la ordenación con los hermanos claretianos, de quienes leatraía «su estilo misionero e itinerante, ágil, algo que después se fueprofundizando», explica. En el 72, llegó finalmente a Jujuy, a la MinaPirquitas. «Allí estuve 6 años. Y esa experiencia me transformó. Yo traíalos apuntes de estudio de Salamanca con todo anotado y no me sirvieronpara nada. Es más, todavía no los he abierto porque la realidad fue tanpotente que me conmovió. Fue un choque cultural muy grande. Teníanotras pautas, otras costumbres. Acá vivían la religión como una listita depecados y yo traía todo el bagaje nuevo del Concilio. Tenían una visión delcura demasiado sagrada, arisca, nos tocaban, se arrodillaban, te servían.Eran cosas muy frías. No había un acercamiento con la gente. Por suerteeso cambió y terminé jugando al fútbol y trabajando a la par de ellos en lamina», recuerda mientras pide fuego para encender un cigarrillo.

En 1978 lo trasladaron a Iruya, donde trabajó hasta el 90, cuandovolvió a Mina Pirquitas a encabezar las protestas y las asambleas losmineros. Por acompañar esas luchas se hizo famoso en todo el país, porqueiba a contramano de las jerarquías eclesiásticas. Mientras AntonioQuarracino se abrazaba entonces presidente Carlos Menem, Olmedodesafiaba al gobierno desde una mina ubicada en la Puna. Un año después,como premio o como castigo, fue ascendido –en todo sentido- a obispo deHumahuaca.

Después de tantas idas y vueltas, ¿cuál es hoy su experienciade Dios?

Tiene mucho que ver en el contacto con la gente. Mi primera experienciareligiosa la he mamado en la familia, después vino la vida en elseminario, una fe muy fácil y muy conventual y, finalmente, el salto al

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vacío, cuando llegué a Jujuy y tuve que rehacer todo: mi estilo como cura, mivisión Dios, mis oraciones. Estar con la gente de esta zona me ha ayudadomucho a tener una experiencia muy existencial y muy realista de Dios. Nosoy un hombre que pase sentando largas horas en oración, eso lo he hechoantes, ahora me importa mucho más estar embarrado por la realidad. Esmucho más difícil, claro, porque el camino se hace cuando lo espiritual tecambia la vida, y la vida te transforma el espíritu.

Usted es uno de los pocos obispos que hoy siguendefendiendo la Teología de la Liberación. ¿Por qué?

A mí me da mucha bronca que me vengan con la estupidez del letrerito,del tercermundista, del revolucionario, de la Teología de la Liberación. Yopersonalmente me identifico mucho con la Teología. Vengo de una familiarica y cuando hablo con mis hermanos en España me critican mucho, peroes muy fácil criticarla desde Europa. La Teología de la Liberación es unaTeología de la vida. Tuvo sus faltas y sus exageraciones pero los grandespoderes de este mundo que joroban a todos la quisieron quebrar, le hicieronuna propaganda terrible, con una clara intencionalidad política. Y a mime da bronca, mucha bronca.

¿Qué siente cuando lo tachan de obispo de izquierda o «rojo»?

Me importa muy poco. Al principio me dolía el ego, me tocaba el amorpropio, pero ahora no me hace mella. No estoy acá para escalar ningúnpuesto sino para ayudar a la gente. Es una gran estupidez.

Usted ha participado en huelgas y manifestaciones detrabajadores y desocupados. ¿No se siente un poco solo enuna iglesia que recién ahora parece comprometerse con losocial?

La Iglesia es lo que es la Argentina. Muchos hablan hoy de la dictadura-yo tuve que estar acá haciendo lo que podía- pero no só­lo la Iglesia se

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llamó a silencio; el periodismo también. Entonces, no se puede culpar sóloa los obispos. La Iglesia es un producto de la sociedad. El episcopado estáformado por 80 y pico de obispos que representan a más de 60 diócesis conrealidades distintas y, bueno, es verdad que a veces la Iglesia se desanima,se repliega, se retrasa un poco, pero otras veces avanza. Nosotros los delNoroeste compartimos muchas experiencias yeso torramos de trasladarlo ala Conferencia Episcopal. Pero, ¿cómo hacemos para transmitir esaexperiencia a gente que nunca salió de las ciudades?

En Jujuy se produce uno de los choques de culturas másfuertes de la Argentina entre la religión colla y la católica.¿Cómo se resuelve eso desde la Iglesia?

La Iglesia sufre un gran centralismo, pero hemos avanzado mucho. Yointegro el equipo de Pastoral aborigen, y el tema no está instalado en laIglesia. Somos profundamente racistas y muchos obispos defienden la visiónde la colonia y no quieren aceptar el punto de vista de los aborígenes. Peroa principios de este año hemos sacado un documento jubilar en defensa dela entrega de tierras a los indígenas y se aprobó por mayoría absoluta. Yeso que los puntos son bravísimos. Ese fue un avance muy grande pero nosignifica que se respete la cultura y el espíritu de los indígenas.

¿Se lleva mejor con Estanislao Karlic, el actual presidenteepiscopal, que con el fallecido Antonio Quarracino?

Oye, que con Quarracino no tenía ningún problema. Pero creo que huboun gran avance con Karlic, porque hay una gran autonomía respecto delEstado. No debe haber distanciamiento o enfrentamiento con el Estadosino cordialidad y colaboración pero con total autonomía. Yo pongo lasmanos en el fuego porque a Karlic le interesa que la Iglesia sea más fiel asu misión que defender a los peronistas y a los radicales. Y esta autonomíate condiciona menos y te permite denunciar las injusticias.

¿No cree que la Iglesia envía a los lugares más pobres a los

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obispos progresistas sólo para no perder su propio poder?

Creo que no. A nosotros nos hace así, progresistas, como dice usted, ellugar que nos ha tocado. Es que si no te chupa un lugar como éste, si no teentra esta realidad, es por dos razones: o es que eres necio o sos muy duro.Es la realidad la que te cambia, no puedo predicar el Evangelio en el aire.

Usted siempre ha participado de las luchas gremiales, perodesde hace un tiempo se distanció del Perro Santillán. ¿Porqué?

He participado porque la realidad aquí Es muy fuerte. Es un movimientosocial que se personifica en el Perro y que, gracias a Dios y a Santillán, sepudo conocer. Pero es mucho más de lo que el Perro significa. En algunosmomentos hemos estado muy juntos pero tenemos muchas diferenciasideológicas. No hay que tener miedo de hablar y de estar con él. Es unhombre honesto y creo que a pesar de que la congruencia total en el hombrees muy difícil, me quito el sombrero ante una persona que tiene esacongruencia que muchas veces los cristianos no tenemos.

¿Su hermano, Jesús Olmedo, es más pro Santillán que usted?

Está más cerca del Perro, es más amigo de él. Es que el obispo es comolas mariposas, hoy estoy acá, mañana allá. Jesús está en lo concreto de LaQuiaca todos los días, pero tengo una buena relación. El alejamiento conel Perro no es por miedo sino por una cuestión de funciones. Jesús es un tipomuy carismático, que tiene una gran pasión por la gente. Por ahí mete lapata en las cosas que hace, pero lo hace con una pasión tremenda ydesinteresado. Ojalá hubiera 80 Jesús más como el mío. Al fin y al cabo,todos metemos la pata.

¿Cuál es su mayor pecado?

A pesar de que uno parece estar muy comprometido con la gente, creo quemi mayor pecado es de conciencia: todavía he hecho poco por los demás.

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Como Iglesia. A mi me gustaría que pudiéramos incidir más en la realidad.Mi otro pecado es también cansarme de luchar por la unidad de la Iglesia.Eso cansa mucho.

¿Cómo se imagina a Jesús?

¿A cuál, a mi hermano o al otro?

Al otro.

Ay, mi Dios, a Jesús, el Cristo. Pues me lo imagino viviendo todo lo quetratamos de hacer nosotros pero con mucha más fuerza. Un Jesús queestaría en contra con mucha más fuerza de este sistema y que estaríamucho más cerca y más jugado con todo lo que son los marginados.

¿Cree que cuando muera irá al Cielo?

Pues, sí hombre, espero que sí. Aunque no es algo que me preocupemucho. Me preocupa más la Tierra. Yo estoy por la utopía y la esperanzade que el Reino sea en la Tierra. Y me imagino al Cielo como el lugardonde se completará todo lo que no se pudo terminar aquí.

¿Y se imagina al Cielo con San Pedro abriéndole la puerta...?

Olmedo se inquieta; no sabe si reírse o ponerse serio. Mirafijo para tantear las intenciones de quien lo entrevista, parasaber si lo están cargando o no. Y detrás de los anteojos seenciende nuevamente la chispa andaluza en los ojos:

No, qué va hombre, si eso es pura ciencia ficción

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AL TERMINAR DE ESCRIBIR EL LIBRO sobre Pedro, aún per-manece en mí una pequeña duda sobre la conveniencia de su pu-blicación. ¿Ha sido prudente?, ¿Habré molestado a alguna perso-na o Institución?, ¿Será cierto, como alguien me insinuó, que co-rría el peligro de idolatrar a Pedro?, ¿Lo habré hecho sufrir porhaber escrito su biografía?.

De todas formas, ya no hay posibilidad de volverse atrás.Sabiendo los riesgos que corría, el libro fue escrito y leído, segura-mente, por muchas personas. Acepto las criticas y los

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cuestionamientos que quieran hacerme; pero solo les pido unacosa: respeto y comprensión para Pedro, ya que él no ha tenidonada que ver con la idea, ni con el proyecto de la publicación delmismo.

Y ya para terminar, yo también quiero dejar mi testimoniosobre el Obispo Pedro. Siempre mantuvo un gran respeto haciatodas las personas de la Prelatura, incluso las que tenían distintoscriterios y opiniones a la suya. Igualmente, siempre mantuvo unrespeto sagrado a los carismas personales de los miembros de suIglesia.

Igualmente dejo constancia de la acogida y comprensiónque siempre he encontrado en Pedro, a la hora de valorar y acep-tar los planteamientos pastorales y las actuaciones que tuve en laPrelatura, alguna de las cuales eran criticables, y sin embargo, lasrespetaba y aceptaba.

No sé si habrá estado de acuerdo con la publicación dellibro. También en este punto, ha respetado mis deseos y mi deci-sión de publicarlo. Alguna persona me comunicaba la molestia dePedro por su biografía. No sé si es exacto. Se positivamente que aciertas personas tampoco les habrá gustado. De todas formas, aunos y otros les pido disculpa. Y a Pedro, muy especialmente, porsi he herido su humildad y le he ofendido en lo más hermoso quetiene: su sencillez y su gran espíritu de equipo y trabajo comunita-rio.

Mi intención al publicar la vida de Pedro, fue, simplemente,ofrecer un sencillo mensaje de compromiso evangélico, a travésde su actuación pastoral y la de sus compañeros y hermanos de laPrelatura de Humahuaca. ¿Lo habré conseguido?. Ustedes tienenla palabra.

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Indice

Prólogo 5Introducción 11Capítulo I 17La alegría de una familia numerosa y cristianaCapítulo II 25Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curitaCapítulo III 33Los primeros guiños de su vocación sacerdotalCapítulo IV 41Encuentro con los claretianos en SevillaCapítulo V 49Formación en libertad, marcado por el Vaticano IICapítulo VI 59Ordenación sacerdotal y misionero en ArgentinaCapítulo VII 69Encarnado en Pirquitas: minero y misioneroCapítulo VIII 89Misión compartida en una comunidad mixtaCapítulo IX 101Los caminos de Dios y su llamado al EpiscopadoCapítulo X 115Un obispo como Dios mandaCapítulo XI 141Profeta en tierra extrañaCapítulo XII 185Un verdadero pastor para un pueblo de pastoresEpílogo 239

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