nacido en tíbet

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Nací en un pequeño poblado situado en una elevada meseta del noroestetibetano. Por encima del poblado se levanta perpendicularmente la céle-bre montaña Pagö-püsum a más de 5.400 metros, conocida también

como “el pilar del cielo”. Parece un alto chapitel. Las cimas de sus enormestorres bajo nieves perpetuas centellean con los rayos del sol.

Muchos siglos antes de que el budismo fuera introducido en el Tíbet, losseguidores de la religión Bön creían que Pagö-pünsum era el hogar del rey delos espíritus y los picos menores que la rodeaban eran las moradas de sus minis-tros. Los mitos persisten entre los aldeanos, y estas montañas han continuadosiendo consideradas en la comarca con temor y veneración.

El nombre del lugar es Geje, situado en un paisaje llano, sin árboles y nisiquiera matorrales, pero cubierto de hierba. Durante los meses del verano elsuelo brillaba con pequeñas flores y hierbas de dulces aromas y a cuya fragan-cia en el aire puro se le atribuyen poderes curativos; sin embargo, en la mayorparte del año, todo el paisaje está cubierto de nieve y es tan frío que para con-seguir agua hay que romper el hielo. Hay dos clases de animales característicosde esta región: el kyang o asno salvaje y un tipo de bisonte llamado drong.Ambos se encuentran en manadas formadas por unas quinientas cabezas. Lagente vive en tiendas, hechas con pelo de yac. Los más ricos las tienen muygrandes con varias divisiones, situadas en el centro del campamento; mientrasque los campesinos más pobres viven en los márgenes del campamento. Cadaaldea se considera como una gran familia. Los miembros de las familias indivi-duales, desde los más viejos a los más jóvenes, viven juntos y poseen sus mana-das de yacs y ovejas en común.

El fuego, empleado para todos los propósitos domésticos, está siempre enmedio de la tienda y la capilla está situada en la esquina más alejada de la dere-cha, con una lámpara de mantequilla encendida continuamente delante de unaimagen religiosa o una colección de escrituras.

Esta zona septentrional del este tibetano es conocida como Ñishu-tza-nga, ytiene veinticinco demarcaciones; su nombre, de hecho, sólo quiere decir veinti-cinco. En cierto período estuvo bajo el mandato de un rey que concedió al dis-

Capítulo Primero

Descubierto y entronizado�

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trito de Geje el especial privilegio de haber escogido entre sus montañeros a suguardia personal, debido a su coraje.

Geje era una pequeña comunidad de sólo alrededor de quinientas personas.Mi padre, Yeshe-dargye, era propietario de un pedazo de tierra y encontró a sufutura esposa, Tungtso-drölma, mientras ella trabajaba para su familia, vigilan-do los yacs y ordeñando a las hembras que se conocen con el nombre de dris.Tuvieron una hija, pero cuando un segundo hijo estaba ya en su seno, él la aban-donó y ella se casó de nuevo, esta vez con un hombre mucho más pobre, y cuan-do el niño nació, él lo aceptó como hijo propio.

En la noche de mi concepción, mi madre tuvo un sueño muy significativo,pues soñó que un ser entraba en su cuerpo con un rayo de luz. Ese año, para sor-presa de todos, las flores aparecieron en los alrededores cuando aún era invierno.

Durante el festival del Año Nuevo, en el día de luna llena, en el año de la Lie-bre de Tierra según el calendario tibetano (febrero de 1939), nací en un establo.El parto fue fácil. En ese día se vio un arco iris en la aldea; un balde que supues-tamente debía contener agua se encontró inexplicablemente lleno de leche,mientras que varios familiares de mi madre soñaron que un lama visitaba sustiendas. Muy poco después de esto, un lama del Monasterio del Lhaphung llegóa Geje. Mientras estaba dando bendiciones a la gente, me vio; yo por entoncesya tenía unos meses; él puso su mano sobre mi cabeza para darme una bendi-ción especial, diciendo que me quería para su monasterio y que debía ser man-tenido muy limpio y siempre bien protegido. Mis padres estuvieron de acuerdoy decidieron que cuando fuera un poco mayor me enviarían al monasterio dondeel tío de mi madre era monje.

Después de la muerte del décimo Trungpa Tulku, abad supremo de Surmang,en 1938, los monjes enviaron inmediatamente un representante a Su SantidadGyalwa Karmapa, el cabeza de la escuela karma kagyu, cuyo monasterio estabacerca de Lhasa.

El enviado debía informarle de la muerte del último abad y preguntarle sitenía alguna indicación acerca de dónde se encontraría su reencarnación, supli-cándole que les avisara en el momento en que obtuviera una visión.

Algunos meses después, Gyalwa Karmapa estaba visitando el Monasterio dePepung en la provincia de Derge, en Kham región oriental del Tíbet. JamgönKongtrül Rimpoché, que había sido un devoto discípulo del décimo TrungpaTulku y vivía en Pepung, también le pidió que no pospusiera el dar cualquierindicación posible, puesto que los monjes de Surmang se sentían perdidos sin suabad y estaban ansiosos por encontrar su reencarnación lo antes posible.

De hecho, Gyalwa Karmapa ya había tenido una visión, por lo cual dictó unacarta a su secretario particular asegurando que la reencarnación del décimoTrungpa Tulku había nacido en una aldea a cinco días de viaje de Surmang endirección norte. El nombre de la aldea contenía dos palabras: Ge y De; había unafamilia en ese lugar con dos hijos; el niño era la reencarnación. Todo parecíamuy indefinido; sin embargo, el secretario y los monjes del Monasterio de Düdt-

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si-til en Surmang estaban preparándose para salir en busca del nuevo abad cuan-do una segunda carta lacrada llegó al monasterio. Rölpa-dorje, abad regente deDüdtsi-til, convocó una reunión, abrió la carta y la leyó a la congregación demonjes reunidos. La carta decía que Gyalwa Karmapa había tenido una segun-da y más clara visión: “La puerta de la casa de la familia está dirigida al sur, tie-nen una gran perro pelirrojo. El nombre del padre es Yeshe-dargye y el de lamadre Chung y tzo; el hijo, que tiene casi un año, es Trungpa Tulku”. Un monjemayor y dos más fueron enviados de inmediato en mi búsqueda.

Después de cinco días de viaje llegaron a Geje y visitaron a todas las fami-lias más importantes; confeccionaron una lista de los padres que tenían hijos deun año de edad y volvieron a Düdtsi-til. La lista fue enviada a Gyalwa Karma-pa que aún permanecía en Pepung. Él vio que los monjes se habían limitadosolamente a recoger los nombres de familias importantes y que, por lo tantodebían volver a investigar más. Al recibir su mensaje se envió un segundo grupode monjes al poblado, que mientras tanto había cambiado su emplazamientobuscando tierras más elevadas, habiendo además cambiado su nombre por el deDekyil. Esta vez visitaron a todas las familias y realizaron una investigación afondo. En un tienda encontraron a un niño que tenía una hermana y, como esta-ba escrito en la carta de Gyalwa Karmapa, la puerta estaba dirigida al sur y habíaun perro pelirrojo. Además, el nombre de la madre era Bo-chung, a pesar de quesu familia la llamaba Tungtso-drölma; así su nombre confirmaba la visión deGyalwa Karmapa; sin embargo, el nombre del padre era distinto al de la carta,originándose con ello una gran confusión; no obstante, los monjes observaron alniño detenidamente, ya que tan pronto como los vio, estando ellos aún lejos,movió su pequeña manita y sonrió mientras se acercaban. Así pues, los monjescreyeron que éste debía ser el niño y le dieron los regalos que había enviadoGyalwa Karmapa, el cordón de protección (sungdü) y el tradicional fular blan-co (khata); el niño cogió este último y lo colocó alrededor del cuello del monjede la forma correcta, como si ya se le hubiera enseñado la manera de hacerlo.Deleitados, los monjes me cogieron en brazos, pues el niño en cuestión era yo,y enseguida traté de hablar.

Al día siguiente, los monjes hicieron una nueva investigación al otro lado delpoblado para volver más tarde a despedirse. Mientras me hacían postraciones,coloqué mis manos en sus cabezas como sabiendo que les debía dar mis bendi-ciones; con esto los monjes estuvieron seguros de que yo era la reencarnacióndel décimo Trungpa. Hablaron con mi madre, pidiéndole que de forma confi-dencial les dijera quién había sido mi padre. Ella les contó que era hijo de su pri-mer marido, Yeshe-dargye, aunque siempre había sido considerado como hijo demi padrastro. Esto sirvió para esclarecer todos los detalles a los monjes, que deinmediato regresaron a Düdtsi-til. Las noticias fueron llevadas a Gyalwa Kar-mapa que estaba seguro de que yo, el hijo de Tungtso-drölma, era el undécimoTrungpa Tulku.

Glosario 23

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Gyalwa Karmapa estaba haciendo preparativos para salir del Monasterio dePepung y realizar una gira que incluiría Surmang, y los monjes comprendieronque si él iba a realizar la ceremonia de entronización era necesario llevarme allíenseguida. Kargyen, el secretario mayor de Düdtsi-til, con un grupo de monjes,vino a mi pueblo, Dekyil, para recogerme. Tuvo que proclamar su misión portoda la zona y consultar a todos los líderes de la aldea y representantes del pue-blo, puesto que lo normal era que pidieran dinero o tierras. No obstante, todo elmundo colaboró de forma modesta y nadie pidió ninguna ganancia para símismo. A continuación, debían preguntar a mis padres si querían vivir cerca deSurmang o preferían tener alguna propiedad cerca de su propia aldea. Mispadres decidieron que les gustaría poseer las tierras en las que vivían; no obs-tante, dijeron al secretario que en el futuro les gustaría tener el permiso paravisitarme en Surmang.

Cuando estas formalidades estuvieron resueltas, emprendimos el viaje; mispadres vinieron con el grupo, pues estaban deseosos de conocer Surmang. Mimadre permaneció en su casa, cerca de Düdtsi-til, para poder cuidarme hasta quetuviese cinco años, pero mi padrastro regresó a su aldea.

Un mensajero se adelantó al grupo para informar a Düdtsi-til cuándo llega-ríamos y así prepararnos una gran bienvenida. Todos los monjes de Surmang ymuchos de otros monasterios de los alrededores se reunieron a unos ocho kiló-metro de Düdtsi-til para formar una procesión que me sirviera de escolta. Aqueldía, el valle estaba con neblina y un arco iris apareció en el cielo formando unabóveda por encima de la comitiva, pero al irnos acercando al monasterio la nie-bla de los alrededores desapareció y las nubes rasantes se extendieron como unpalio escondiéndonos de observadores lejanos.

En el monasterio todo era una fiesta: todos los monjes estaban contentos.Hubo ceremonias especiales y se preparó un gran festival. Más tarde me dijeronque en aquella ocasión, y a pesar de tener sólo unos trece meses, enseguida reco-nocí a aquellos monjes en quienes el décimo Trungpa Tulku había puesto suconfianza y que yo había actuado con la mayor corrección durante todo el día yni siquiera lloré una sola vez.

Unos días más tarde tuve que pasar unas pruebas; pares idénticos de objetosdiversos fueron colocados frente a mí y en todos los casos cogí el que había per-tenecido al décimo Trungpa Tulku; entre estos objetos había dos bastones y dosrosarios; también se habían escrito nombres en pedazos de papel y cuando fuipreguntado sobre qué papel tenía su nombre escrito, cogí el correcto. Ahora losmonjes estaban convencidos de que era su encarnación; así pues, se envió unacarta a Gyalwa Karmapa contándole los resultados del examen e invitándole aencabezar mi ceremonia de entronización.

Cada mañana, mi madre me llevaba al monasterio y me recogía para volvera casa por la tarde. Mis primeros recuerdos son estar en una habitación convarios monjes que me hablaban y a quienes yo contestaba. Me dijeron más tarde

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que mis primeras palabras fueron Om Mani Peme Hum; seguramente no lo diríamuy correctamente. Cuando venían lamas a visitarme, me enteré de que tenía lacostumbre de agarrarme a sus rosarios y trataba de imitarles. Durante cada díade aquel mes concedí una audiencia y recibí visitas de los amigos y discípulosde mi pasada reencarnación, quienes mostraban mucho interés por mí y pareceser que siempre estuve encantado de encontrarme con gente.

Al final de este mes tuvo lugar la ceremonia de entronización y por ello fuitrasladado al monasterio de Mangyal-tse, mucho más grande.

En esta ocasión, en vez de la alegre informalidad con la que fui recibido enDüdtsi-til, llegó una gran procesión para servirme como escolta y todo fue rea-lizado con gran pompa y ceremonial.

Gyalwa Karmapa llegó desde Pepung con algunos de los lamas de más edad;mucha otra gente vino de todos los lugares del Tíbet oriental. Al final se reu-nieron casi mil monjes de Surmang con otros monjes y laicos. Mis monjes esta-ban contentísimos, puesto que esta entronización sería una de los mayores pararecordar. Ya había varios lamas reencarnados en Surmang incluyendo a Gar-wang Tulku, el abad regente de Namgyal-tse. Rölpa-dorje, el abad regente deDüdtsi-til, fue nombrado para actuar como mi padrino y para dar mis respuestasen la entronización. Ambos eran abades regentes de sus respectivos monasterios,en el interregno después de la muerte del décimo Trungpa y durante mi infancia;cuando yo me ausentaba de Surmang, siguieron ocupando estos puestos.

Rölpa-dorje Rimpoché era la quinta reencarnación del gran Rölpa-dorje, uncontemporáneo del quinto Trungpa Tulku, que fue maestro del Tai Situ Chökyi-jungne, en los primeros años del siglo XVIII. Este último era el segundo lamamás importante de la escuela karma kagyu: Tai Situ es un título chino. Escribiómuchos tratados y revivió el arte pictórico de la “escuela Gabri”. Sus enseñan-zas se han extendido ampliamente en Tíbet, China e India.

Mi entronización tuvo lugar en el gran salón de asambleas. El trono del león(sengtri), en el cual se entroniza tradicionalmente a todos los tulkus, permane-cía en el extremo más alejado del salón sobre una plataforma. Estaba hecho demadera dorada, de forma cuadrada, con leones blancos esculpidos en los costa-dos que parecía que lo estaban soportando. En el trono había tres cojines decolor rojo, amarillo y azul, cubiertos con dos tiras de brocado. Una mesa, conlos sellos de mi cargo, se colocó delante del trono. Fui llevado hasta el salón porel secretario mayor de Düdtsi-til, escoltado por una procesión de altos dignata-rios. Rölpa-dorje Rimpoché permanecía de pie al lado del trono, y mi secretariome llevó hasta él; entonces se subió a la plataforma del trono sentándose en milugar conmigo en su regazo. Él respondió a todas las preguntas que deberíanhaber sido contestadas por mí.

Siguiendo la tradición, el servicio empezó con el rito de la ordenación pri-maria del upasaka, la puerta de entrada a la congregación budista. Gyalwa Kar-mapa cortó mi cabello para simbolizar el hecho de cortar con lo material y entraren la vida espiritual. A continuación, el abad regente habló en mi nombre:

Glosario 25

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Desde hoy me refugio en el Buda.Desde hoy me refugio en el darma (la norma, personificada en la doctrina).Desde hoy me refugio en la sanga (la asamblea o iglesia tanto terrenal como

celestial).

En el momento en que puso las tijeras en mis cabellos hubo un estampido detrueno, lluvia repentina y la aparición de un arco iris. Estos signos fueron toma-dos como auspiciosos. Después de esto me fue dado mi nombre personalKarma-tendzin-trinle-künkyap-pal-zangpo. Todos los monjes de la escuelakarma kagyu reciben el primer nombre de Karma en recuerdo de su fundador;los restantes nombres, traducidos muy por encima significan: “la acción univer-sal del sostenedor de la doctrina, el gloriosamente bueno”. Más tarde, en estemismo día, se me dieron todos los sellos y documentos oficiales del décimoTrungpa Tulku. Todos vinieron a recibir mis bendiciones y me ofrecieron laskhatas ceremoniales. Los lamas reencarnados y los abades de los monasteriosencabezaban la línea seguidos de los monjes y seglares; me ofrecieron hábitosy muchos otros regalos.

Al cabo de unas semanas Gyalwa Karmapa partió hacia su monasterio cercade Lhasa, y los tulkus de más edad de Pepung le acompañaron la mitad del cami-no, regresando después a su monasterio.

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El Vaso del Elixir de la Inmortalidad

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högyam Trungpa, maestro de medi-tación, erudito y artista, fue reconocido ala temprana edad de trece meses como unimportante tulku: la reencarnación de unmaestro iluminado. Como el onceavo enun linaje de enseñanzas, conocido comolos tulkus Trungpa, llevó a cabo un pe-riodo de adiestramiento intensivo de me-ditación, filosofía y bellas artes,recibiendo la ordenación completa comomonje budista en 1958 a la edad de die-ciocho años. Al año siguiente, los comu-nistas chinos invadieron Tíbet, y el jovenTrungpa pasó muchos meses en un an-gustioso viaje a pie atravesando los Hi-malayas, escapando providencialmentede ser capturado.

El relato de Trungpa de sus experien-cias como un joven monje, sus obligacio-nes como abad y cabeza espiritual de un

gran monasterio, y sus conmovedoras re-laciones con sus maestros nos ofrecen unatisbo singular e íntimo de la vida de unlama tibetano. Las memorias concluyencon su intrépida escapada del Tíbet a laIndia. En el epílogo, describe su emigra-ción a Occidente, donde encontró a mu-chas personas deseosas de aprender sobrela antigua sabiduría del budismo tibetano.

Chögyam Trungpa Rimpoché fundó elNaropa Institute en Boulder, Colorado; elAdiestramiento Shambhala y Vajradhatu,una asociación internacional de centros demeditación. Entre sus muchos libros des-tacan Shambhala: el camino secreto delguerrero, Más allá del materialismo espi-ritual y Meditación en acción.

Trungpa Rimpoché murió en 1987 a laedad de cuarenta y siete años.

9 788486 615857

ISBN: 84-86615-85-2