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NacidaenlasmontañasdeIdaho,TaraWestoverhacrecidoenarmoníaconunanaturalezagrandiosaperodoblegadaalasleyesqueimponesupadre,unmormón fundamentalista convencido de la llegada inminente del fin delmundo.Aligualquesushermanos,Taranovaalaescuelaniacudealmédicocuandoenferma; todos trabajanconelpadremientras lamadreasiste comocuranderayparteraalosvecinosdelazona.

Taratieneuntalento:elcanto,yunaobsesión:saber,yapesardeempezardecero reúne las fuerzas necesarias para preparar el examen de ingreso en launiversidad. Cuando, a los diecisiete años, pisa por primera vez un aula,ignoradesdelafechaexactadesunacimientohastaquehahabidodosguerrasmundiales,perointuyequelaeducacióneslaúnicavíaparahuirdesuhogar.Gracias a ella cruzará el océano y logrará graduarse enCambridge, aunquepara ello deba romper los lazos con su familia. Westover ha escrito unahistoriaextraordinarialasuyapropia,unaformidableepopeya,desgarradoraeinspiradora,sobrelaposibilidaddecambiarydeverlavidaatravésdeotrosojosquesehaconvertidoenunrotundoéxitoeditorial.

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TaraWestover

Unaeducación

ePubr1.0Leddy10.11.2018

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Títulooriginal:Educated.AMemoirTaraWestover,2018Traducción:AntoniaMartínDiseñodecubierta:PatrikSvenssonEditordigital:LeddyePubbaser2.0

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Índicedecontenido

Notadelaautora

Prólogo

Primeraparte

1.Escogerlobueno

2.Lacomadrona

3.Zapatoscolorcrema

4.Lasapaches

5.Suciedadhonrada

6.Escudoyrodela

7.Diosproveerá

8.Pequeñasrameras

9.PerfectoenSusgeneraciones

10.Escudodeplumas

11.Instinto

12.OjosdePez

13.Callenenlascongregaciones

14.Yanotocolatierraconlospies

15.Yanosoyunaniña

16.Hombredesleal,cielorebelde

Segundaparte

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17.Parasantificarlo

18.Sangreyplumas

19.Enelprincipio

20.Relatosdelospadres

21.Escutelaria

22.Loquesusurramosyloquedijimosagritos

23.SoydeIdaho

24.Uncaballero,errante

25.Elproductodelazufre

26.Queesperabanelmovimientodelagua

27.Siyofueramujer

28.Pigmalión

29.Graduación

Terceraparte

30.LamanodelTodopoderoso

31.Primerotragedia,despuésfarsa

32.Mujerrencillosaencasaespaciosa

33.Lamagiadelafísica

34.Lasustanciadelascosas

35.Aloestedelsol

36.Cuatrobrazoslargosquegiran

37.Arriesgarparasalvarse

38.Familia

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39.Contemplaralbúfalo

40.Unaeducación

Agradecimientos

Sobrelaautora

Notas

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ParaTyler

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Elpasadoeshermosoporquenuncacomprendemosunaemociónenelmomento.Seexpandemástarde,yporesonotenemosemocionescompletassobreelpresente,tansolosobreelpasado.

VIRGINIAWOOLF

Creo, finalmente, que la educación debe serconcebida comouna continua reconstrucción de laexperiencia; que el proceso y la meta de laeducaciónsonunaylamismacosa.

JOHNDEWEY

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Notadelaautora

Esta historia no trata sobre el mormonismo ni sobre ninguna otra creenciareligiosa.Enellahaytiposdepersonas,unascreyentes,otrasno;unasbuenas,otrasno.Laautoradudaqueexistaalgunarelación,positivaonegativa,entreambascircunstancias.

Los siguientes nombres, citados en orden alfabético, son seudónimos:Aaron, Audrey, Benjamin, Emily, Erin, Faye, Gene, Judy, Peter, Robert,Robin,Sadie,Shannon,Shawn,SusanyVanessa.

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Prólogo

Estoy encima del vagón rojo abandonado, al lado del establo. Cuando elviento arrecia, el pelome azota la cara y el frío seme cuela por el cuelloabiertodelacamisa.Losvendavalessonfuertescercadelamontaña,comosilacumbremismaexhalara.Elvalleestá tranquilo, sinquenada loperturbe.Entretanto,nuestragranjabaila:lasrotundasconíferassebalanceandespaciomientrastiemblanlaartemisayloscardos,queseinclinanantelasráfagasylascorrientes.Detrásdemí,unacolinasuaveasciendeparaunirsealabasedelamontaña.Simirohaciaarriba,veolaformaoscuradelaPrincesaIndia.

Lacolinaestárevestidadetrigoalmidonero.Silasconíferasylaartemisason solistas, el trigal es un cuerpode baile en el que cada tallo sigue a losdemásenarranquesdemovimientoyunmillóndebailarinassecomban,unatras otra, cuando el ventarrón les abolla la dorada cabeza. La forma de laabolladurasemantienesolouninstante,yeslomáscercaqueestamosdeverelviento.

Alvolvermehacianuestracasa,situadaenlaladera,percibomovimientosdeungénerodistinto,sombrasalargadasqueseabrenpasoconrigidezentrelas corrientes.Mis hermanos varones se han levantado ymiran qué tiempohace. Imagino a mi madre frente a los fogones, donde prepara tortitas deharina y salvado.Visualizo ami padre encorvado junto a la puerta trasera,atándose los cordones de las botas de seguridad para luego enfundarse losguantesdesoldadorenlasmanosencallecidas.Elautobúsescolarpasaporlacarreterasindetenerse.

Aunque solo tengo siete años, sé que ese hecho, más que ningún otro,diferenciaamifamilia:nosotrosnovamosalaescuela.

ApapálepreocupaqueelGobiernonosobligueair,peseaquenopuedeobligarnos porque no sabe de nuestra existencia. De los siete hijos demispadres,cuatronotenemospartidadenacimiento.Notenemoshistoriaclínicaporque nacimos en casa y nunca hemos ido a una consulta médica o deenfermería.[1]Notenemosexpedienteescolarporquejamáshemospisadoun

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aula. Cuando cumpla nueve años, inscribirán mi nacimiento en el registrocivil,peroahora,segúnelestadodeIdahoyelgobiernofederal,noexisto.

Sí existía, desde luego. Había crecido preparándome para los Días deAbominación, esperando a que el sol se oscureciera y la luna rezumarasangre. En verano elaboraba conservas de melocotón y en inviernoreordenaba las provisiones según su caducidad. Cuando el Mundo de losHumanossevinieraabajo,mifamiliaseguiríaadelante,incólume.

Mehabíaneducadoenlosritmosdelamontaña,enlosqueelcambionoeraesencial,sinotansolocíclico.Todaslasmañanasaparecíaelmismosol,quedespuésderecorrerelvalledescendíadetrásdelpico.Lanievecaídaeninviernosederretíaenprimavera.Nuestravidaeraunciclo—elciclodeldía,el ciclo de las estaciones—, un círculo de cambio perpetuo que, una vezcompletado, significaba que nada había cambiado. Creía que mi familiaformabapartedeesemodeloinmortal,queenciertosentidoéramoseternos.Perolaeternidadpertenecíasoloalamontaña.

Mipadrecontabaunahistoriaacercadelpico,antiguoygrandiosocomouna catedral. Si bien en la cordillera había otros más altos e imponentes,Buck’s Peak era el de facturamás bella. Con una base que se extendía unkilómetroymedio,sumasaoscurasurgíadelatierrayseelevabaparaformarun chapitel perfecto. Desde cierta distancia se distinguía la huella de uncuerpofemeninoenlacaradelamontaña:lasenormesquebradasconstituíanlaspiernas; elpeloeraunconjuntodepinosdispuestosenabanico sobre lacrestaseptentrional.Suactituderaimperiosa,conunapiernaadelantadaenunmovimientovigoroso,másunazancadaqueunpaso.

Mi padre la llamaba la Princesa India. Todos los años, cuando la nieveempezabaa fundirse, emergíadecaraal surparaobservarel regresode losbúfalos al valle. Mi padre decía que los indios nómadas esperaban suaparicióncomoun indiciode laprimavera,una señaldeque lamontaña sedeshelaba,dequeelinviernohabíaterminadoydequehabíallegadolahoradevolveracasa.

Todoslosrelatosdemipadregirabanentornoanuestramontaña,nuestrovalle,nuestroabruptopedacitodeIdaho.Nuncameadvirtiódeloquedebíahacer si me marchaba de la montaña, si cruzaba océanos y continentes yacababa en un territorio desconocido, donde ya no podría buscar en elhorizontealaPrincesa.Nuncamecontócómosabríacuándohabíallegadolahoradevolveracasa.

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PRIMERAPARTE

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1Escogerlobueno

Mi recuerdomásvivonoesun recuerdo.Es algoque imaginéyque luegolleguéaevocarcomosihubierasucedido.Seformócuandoteníacincoaños,poco antes de que cumpliera los seis, a partir de una historia quemi padrecontócontantodetallequecadaunodemishermanosyyofraguamosnuestrapropiaversióncinematográfica,contirosygritos.Enlamíahabíagrillos.Eslo que oigo cuando mi familia se acurruca en la cocina, con las lucesapagadas, para esconderse de los federales que rodean la casa. Una mujeralcanzaunvasodeaguaysusiluetaquedailuminadaporlaluna.Resuenaundisparocomountrallazoylamujersedesploma.Enmirecuerdoesmimadrequiencae,yllevaunbebéenbrazos.

Lodelbebénocuadra—soylamenordelossietehijosdemimadre—,pero,comohedicho,nadadeesoocurrió.

Una noche, un año después de que mi padre nos contara esa historia, nosreunimos para escucharle leer a Isaías, la profecía sobreEmmanuel.Estabasentadoennuestrosofácolormostaza,conunaBibliaenormeabiertasobreelregazoymimadre al lado.Losdemásnoshabíamosdesperdigado sobre lamullidamoquetamarrón.

—«Comerá mantequilla y miel —salmodiaba papá con voz débil ymonótona, agotado tras una larga jornada acarreando chatarra—, hasta quesepadesecharlomaloyescogerlobueno.»

Siguióunapausadensa.Permanecimosensilencio.Pese a no ser alto,mi padre era capaz de imponerse en una habitación.

Poseíaprestancia,lasolemnidaddeunoráculo.Susmanos,reciasycurtidas—las manos de un hombre que había trabajado mucho toda su vida—,agarrabanconfirmezalaBiblia.

Leyóelfragmentoenvozaltaunasegundavez;luego,unatercerayunacuarta.Concadarepeticiónsutonosevolvíamásagudo.Susojos,hinchadosdecansanciopocoantes,estabanmuyabiertosyalertas.Lafraseconteníaunadoctrinadivina,afirmó.ConsultaríaalSeñor.

Alamañanasiguientesacódelfrigoríficolaleche,elyoguryelqueso,yalatardecerregresóacasacondoscientoslitrosdemielenelcamión.

—Isaíasnodicequéeslomalo,silamantequillaolamiel—comentóconuna sonrisa de oreja a oreja mientras mis hermanos arrastraban las cubasblancashastaelsótano—.Perosilepreguntáis,elSeñorsíoslodirá.

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Leyóelversículoasumadre,queselerioenlacara.—Tengounospeniquesenelmonedero—ledijoella—.Másvalequete

losquedes.Contuseseranoconseguirásnadamás.Laabuelateníalacaradelgadayangulosayunsurtidoilimitadodefalsas

joyas indias, todasdeplatay turquesa,que lecolgabanen racimos largosyfinosdelosdedosyelcuello.Comovivíamásabajoquenosotros,cercadelacarretera,lallamábamos«abueladecolinaabajo».Asíladistinguíamosdelaabuela materna, a la que llamábamos «abuela de la ciudad» porque vivíaveinticinco kilómetros al sur, en la única ciudad del condado, que tenía unsolosemáforoyunsupermercado.

Papáysumadresellevabancomodosgatosconlascolasatadasentresí.Podíanpasarseunasemanaenterahablandosinponersedeacuerdoennada,pero les unía su veneración por lamontaña.Mi familia paterna llevaba unsigloviviendoenlafaldadeBuck’sPeak.Mientrasquelashermanasdepapásemarcharonalcasarse,élsequedó,construyóunacasuchaamarilla,quenollegó a terminar, más arriba de la vivienda de su madre y plantificó undesguace—uno de varios— en la base de lamontaña, al lado del cuidadocéspeddelaabuela.

Discutían a diario. Porfiaban sobre la suciedad del desguace y más amenudosobrenosotros,loscríos.Laabuelaopinabaquedebíamosestarenlaescuela en lugar de «vagar por lamontaña comounos salvajes», según suspropiaspalabras.MipadreafirmabaquelaescuelapúblicaeraunaartimañadelGobiernoparaalejardeDiosalosniños.«Paraelcasodaríaigualentregaramishijosalmismísimodiablo—decía—queenviarlosalaescuela.»

Diosordenóamipadrequecompartieralarevelaciónconquienesvivíany trabajaban en la sombra de Buck’s Peak. Casi todos se reunían losdomingos en la iglesia, una capilla de color nogal situada al lado de lacarretera, con el campanario, pequeño y sobrio, típico de los templosmormones. Papá abordó a los padres cuando se levantaban de los bancos.Empezó por su primo Jim, quien le escuchó con aire afablemientras papáagitabalaBibliayleinformabadequelalecheerapecaminosa.Jimsonriódeoreja aoreja, lediounaspalmadasen la espaldayafirmóqueningúnDiosjustoprivaríaalhombredeunheladodefresacaseroenlascalurosastardesde verano. Su mujer le tiró del brazo. Cuando Jim pasó por nuestro ladopercibíunolorcilloaestiércol.Entonceslorecordé:laenormegranjalecherasituadaamenosdedoskilómetrosalnortedeBuck’sPeakerasuya.

Después de que ami padre le diera por predicar contra la leche, la abuelallenódeellalanevera.Sibienelabueloyellasololatomabandesnatada,no

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tardóentenertambiénsemidesnatada,enteraeinclusoconchocolate.Porlovistoconsideróimportantemantenersefirmeeneseaspecto.

Eldesayunoseconvirtióenunapruebadelealtad.Todaslasmañanasnossentábamosalrededordeunagranmesa,demaderaderoblerojoreciclada,atomar un tazónde siete cereales conmiel ymelaza, o bien tortitas de sietecerealestambiénconmielymelaza.Comoéramosnueve,lastortitassiemprequedabancrudaspordentro.Nomeimportabacomermeloscerealessipodíaremojarlosenlecheparaquelanataapelotonaraelgranomolidoypenetraraen los grumos, pero desde la revelación nos los tomábamos con agua. Eracomozamparseuntazónllenodebarro.

Notardéenpensarentodalalechequeseestropeabaenlaneveradelaabuela.Entoncesadquirílacostumbredesaltarmeeldesayunotodoslosdíaspara ir derecha al establo. Echaba de comer a los cerdos, llenaba elabrevaderodelasvacasyloscaballos,cruzabadeunbrincolavalladelcorralyrodeabaelestabloparaentrarencasadelaabuelaporlapuertalateral.

Unadeesasmañanas,mientrasestabasentadaalmostradorde lacocinaobservandocómolaabuelallenabadecoposdemaízuntazón,mepreguntó:

—¿Quétepareceríairalaescuela?—Nomegustaría.—¿Ycómolosabes,sinuncahasido?—meespetó.Tras añadir la leche y tenderme el tazón se encaramó a un taburete del

mostrador, enfrente de mí, y observó cómo me zampaba los cereales acucharadas.

—MañananosvamosaArizona—meinformó,aunqueyoyalosabía.Todos losaños losabuelossemarchabanaArizonaencuantoel tiempo

empezaba a cambiar. El abuelo decía que era demasiado viejo para losinviernosdeIdaho;conelfríoledolíanloshuesos.

—Levántate temprano—añadiólaabuela—,alrededorde lascinco,y tellevaremosconnosotros.Tematricularemosenunaescuela.

Meremovíenel taburete.Tratédeimaginarmelaescuelaperonopude.Mevinoalamentelaescueladominical,alaqueasistíatodaslassemanasyquedetestaba.Unniño llamadoAaronhabía contadoa lasniñasqueyonosabíaleerporquenoibaalcolegio,ydesdeentoncesningunamehablaba.

—¿Hadichomipadrequepuedoir?—lepregunté.—No.Perocuandosepercatede tuausenciayaestaremosmuylejos—

respondiólaabuela,quedejómitazónenelfregaderoymiróporlaventana.Laabuelaeraunafuerzadelanaturaleza:impaciente,enérgica,dueñade

símisma.Paramirarlahabíaqueretrocederunpaso.Seteñíaelpelodenegro,

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loquerealzabalaseveridaddesusrasgos,enespeciallascejas,quetodaslasmañanassepintarrajeabaparaformargruesosarcosazabache.Selasdibujabatangrandesqueparecíanestirarlelacara.Ademásselastrazabamuyaltas,demodo que envolvían el resto de las facciones en una expresión deaburrimiento,casidesarcasmo.

—Deberíasiralaescuela—dijo.—¿Ynoteobligarámipadreatraermeacasa?—lepregunté.—Tu padre no puede obligarme a hacer nada de nada.—La abuela se

irguió—. Si te quiere aquí, tendrá que ir a buscarte. —Dudó y por unmomento pareció avergonzada—. Ayer hablé con él. No podrá ir a por tidurante una buena temporada. Lleva muy retrasado ese cobertizo que estáconstruyendo en la ciudad. No puede liar el petate y largarse a Arizonamientras el tiempo aguante y los chicos y él tengan por delante largasjornadasdetrabajo.

La abuela lo tenía bien planeado. Mi padre trabajaba de sol a sol lassemanasanterioresalaprimeranevadaafindequeeltransportedechatarraylaconstruccióndeestablos leproporcionarandinerosuficienteparapasarelinvierno, cuando escaseaban los empleos. Aunque su madre se fugaraconmigo, la pequeña de la familia, no podría dejar de trabajar hasta que elhielorecubrieralacarretillaelevadora.

—Antesdemarcharmetendréquedardecomeralosanimales—dije—.Silasvacasrompenlavallaparairenbuscadeagua,papásedarácuentadequenoestoy.

Nodormíaquellanoche.Mequedé sentadaenel suelode la cocinaviendopasarlashoras.Launadelamadrugada.Lasdos.Lastres.

A las cuatrome levantéydejé lasbotas junto a lapuerta trasera.Sabíaque la abuela no me permitiría subir con ellas al coche porque estabancubiertasdeestiércolseco.Lasvisualicéensuporche,abandonadasmientrasyomeibadescalzaaArizona.

Imaginé qué ocurriría cuando mi familia reparara en mi ausencia. MihermanoRichardyyosolíamospasardíasenterosenlamontaña,porloquecontodaprobabilidadnadiesedaríacuentahastalapuestadelsol,alverqueRichardvolvíaacasaparacenaryyono.Imaginéamishermanossaliendoentrombaenmibusca.Primeromiraríaneneldesguace,donde levantarían lasplanchas de hierro por si alguna se hubiera deslizado yme hubiese dejadoinmovilizada.Despuéspeinaríanlagranja,treparíanalosárbolesyrastrearíanelaltillodelestablo.Porúltimosedirigiríanalamontaña.

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Para entonces ya habría caído la tarde. Sería ese momento previo a lallegada de la noche en el que el paisaje se reduce a un contraste declaroscuros,y enelqueelmundoquenos rodea,másqueverse, se intuye.Imaginé a mis hermanos dispersándose por la montaña y buscando en lanegrura de los bosques. No hablarían; todos tendrían los mismospensamientos.Enlamontañatodopodíatorcersedeformaterrible.Aparecíanbarrancosde improviso.Loscaballoscimarronesdemiabuelocorríanasusanchas por terrenos cubiertos de cicuta y abundaban las serpientes decascabel.Yahabíamos realizadoenalgunaocasiónunabatidacuandoenelestablo faltaba un ternero. En el valle lo encontrábamos herido; en lamontaña,muerto.

Imaginé amimadre escrutando la oscura cima junto a la puerta traseracuando mi padre llegara a casa para informarle de que no me habíanencontrado.Mihermana,Audrey,aconsejaríaquealguienfueraapreguntarala abuela, ymimadre diría que la abuela se habíamarchado aArizona demadrugada. Esas palabras flotarían un instante en el aire, hasta que todoscayeranenlacuentadeadóndemehabíaido.Imaginélacarademipadre—lososcurosojosachicados,labocacomprimidaenunamuecadedisgusto—cuandosevolvierahaciamimadre.«¿Creesquehadecididoirse?»

Su voz resonaría grave y apesadumbrada. Luego se impondrían lossonidosdeunrecuerdoevocado:grillos,disparosy,porúltimo,silencio.

Según descubriríamás tarde, fue un suceso famoso—como lamasacre deindiosenWoundedKneeyelasaltodeWaco—,perolaprimeravezquemipadre nos lo contó tuve la impresión de que éramos los únicos que losabíamosenelmundo.

Empezó hacia el final de la estación de las conservas, que otros niñosseguramente conocerán como «verano». Mi familia dedicaba los mesescálidos a envasar fruta, que segúnmi padre necesitaríamos en los Días deAbominación. Una noche llegó inquieto del desguace. Durante la cena sepaseóporlacocinasinapenasprobarbocado.Teníamosqueponerlotodoenorden,dijo.Quedabapocotiempo.

Pasamos el día siguiente pelando e hirviendo melocotones en la olla apresión. Al ponerse el sol ya habíamos llenado decenas de tarros de tapahermética, que estaban dispuestos en filas perfectas, todavía calientes. Mipadresupervisóeltrabajo.Trascontarlosrecipientesmurmurandoparasí,sevolvióhaciamimadreydijo:«Essuficiente».

Aquellanocheconvocóunaasamblea familiarynos reunimosalrededordelamesadelacocinaporqueeraanchaylargaynospermitíasentarnosa

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todos.Teníamosderechoasaberaquénosenfrentábamos,dijoenlacabeceradelamesa.Encaramadosalosbancos, losdemásobservábamoslosgruesostablonesderoblerojo.

—Nolejosdeaquíviveunafamiliaqueluchaporlalibertad—añadió—.No quieren que el Gobierno lave el cerebro a sus hijos en las escuelaspúblicas, y por eso los federales han ido a por ellos.—Mi padre soltó unaexhalación larga y lenta—.Los federales han rodeado la cabaña, los tienenacorraladosdesdehacesemanas,ycuandounniñohambriento,unchiquillo,salióaescondidasparairacazar,lomataronatiros.

Miréamishermanos.PorprimeravezpercibímiedoenelrostrodeLuke.—Siguen en la cabaña—continuó papá—.Tienen las luces apagadas y

andan a gatas, sin acercarse a las puertas ni a las ventanas. No sé cuántacomida les queda. Es posible que se mueran de hambre antes de que losfederalesdesistan.

Nadie dijo nada. Al final, Luke, que tenía doce años, preguntó sipodíamosecharlesunamano.

—No—respondiópapá—.Nadiepuedeayudarlos.Estánatrapadosensupropiacasa.Detodosmodos,tienenarmas;seguroqueporesonohanentradolosfederales.

Seinterrumpióparasentarseysereplegósobreelbancodeasientobajoconmovimientoslentosyrígidos.Lovienvejecido,agotado.

—Nopodemos echarles unamano, pero podemos ayudarnos a nosotrosmismos.CuandolosfederalesvenganaBuck’sPeak,estaremospreparados.

Esanochesubiódelsótanounmontóndemacutosviejosdelejército.Dijoque eran nuestras mochilas «de huida a las montañas». Pasamos la nochellenándolas de provisiones: medicamentos herbales, purificadores de agua,eslabónypedernal.Mipadrehabíacompradounagrancantidadderacionesdecomidapreparadadel ejército,yembutimos tantascomopudimosen losmacutosimaginandoelmomentoenque,despuésdeescapardecasa,noslaszamparíamosescondidosentrelosciruelossilvestresquecrecíancercadelrío.Algunos demis hermanosmetieron un arma en lamochila; yo, en cambio,solo teníauncuchillopequeño,pese a lo cualmimochila acabó siendo tangrandecomoyo.PedíaLukequemelasubieraaunestantedelarmario,peropapámeordenótenerlaamano,demodoquedormíconellaenlacama.

Me la colgaba a la espalda y corría para practicar, pues no queríaquedarme rezagada. Imaginaba la huida, una fuga a medianoche hacia laprotección de la Princesa. Deduje que la montaña era nuestra aliada. Semostraba bondadosa con aquellos a quienes conocía, y traicionera con los

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intrusos,locualnosconcedíaunaventaja.Porotraparte,noentendíaporquépreparábamosconservasdemelocotónsiíbamosarefugiarnosenlamontañacuandollegaranlosfederales.Nosresultaríaimposibleacarrearhastaelpicounmillardetarros,conloquepesaban.¿Oacasonecesitábamoslafrutaparaatrincherarnosencasa,comolosWeaver,yresolverelasuntoatiros?

Lo de los tiros parecía probable, sobre todo cuando unos días despuéspapállegóacasaconmásdeunadocenadefusilesycarabinasexcedentesdelejército, en su mayoría SKS, con la fina bayoneta plateada plegadapulcramentebajo el cañón.Las armas llegarondentrode cajas estrechasdeestaño y estaban cubiertas de Cosmoline, una sustancia pardusca con laconsistencia del seboque evitaba la oxidaciónyquehabía que retirar.Unavezlimpias,mihermanoTylereligióunfusilylodepositósobreunplásticonegro,loenvolvióconélylosellóconunmontóndecintaamericanagris.Selo colocó al hombro, bajó por la colina, lo soltó al lado del vagón rojo yempezóacavar.Cuandoelhoyofue lobastanteanchoyhondo,depositóelarma en él, y yo observé cómo lo cubría de tierra y cómo apretaba lasmandíbulasyselehinchabanlosmúsculosporelesfuerzo.

Pocodespuéspapácompróunamáquinaparafabricarbalasconcartuchosusados. Así aguantaríamos más tiempo en un enfrentamiento, aseguró. Alpensarenmimochila«dehuidaalasmontañas»,queaguardabaenlacama,yenelfusilescondidocercadelvagónempecéapreocuparmeporlamáquinadefabricarbalas.Eravoluminosayestabaatornilladaaunescritoriometálicoque había en el sótano. Supuse que si nos pillaban desprevenidos notendríamostiempodeirarecogerla.Mepreguntésinodeberíamosenterrarlaconelfusil.

Seguimospreparandoconservasdemelocotón.Norecuerdocuántosdíashabíanpasadonicuántostarroshabíamosañadidoanuestrasreservascuandopapánoscontóalgomás.

—HandisparadoaRandyWeaver—dijoconvozapagadayvacilante—.Salióde la cabañapara ir a recoger el cadáverde suhijoy los federales ledispararon.

Nunca había visto llorar a mi padre, pero ese día las lágrimas leresbalaban por la nariz en un torrente continuo.No se las enjugó, sino quedejóquelecayeranenlacamisa.

—Su mujer oyó el disparo y corrió hacia la ventana con su hijita enbrazos.Entoncesseprodujounsegundodisparo.

Mimadre estaba sentada con los brazos cruzados y unamano sobre elpecho;conlaotraseapretabalaboca.Nolevantélavistadellinóleomoteado

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mientras papá nos contaba que habían retirado al bebé de los brazos de lamujeryqueteníaelrostromanchadodelasangredesumadre.

Hastaesemomentounapartedemíhabíadeseadoquesepresentaranlosfederales, había anhelado la aventura. De pronto sentí verdadero miedo.Imaginé a mis hermanos agachados en la oscuridad, deslizando las manossudorosasporlosfusiles.Imaginéquemimadre,agotadaymuertadesed,seapartabade laventana.Me imaginé tumbadaenel suelooyendo, inmóvilysilenciosa,elagudochirridodelosgrillosenelcampo.Laveíalevantándosey alargando la mano hacia el grifo de la cocina. Un fogonazo blanco, elestruendodeundisparo,ysedesplomaba.Yosaltabaparacogeralbebé.

Mipadrenonoscontóel final.Comonoteníamostelevisorni radio, talvez no había llegado a enterarse de cómo acabó la historia. Lo último querecuerdoquedijoalrespectofue:«Lapróximavezquizáseamosnosotros».

Esaspalabrasmeacompañarían.Oiríasuecoenelchirridodelosgrillos,enelruidohúmedodelosmelocotonesalcaerdentrodeltarrodecristal,enelclicmetálicodeunaSKScuandolalimpiaban.Lasoiríatodaslasmañanasalpasar por delante del vagón y detenerme ante las pamplinas y los cardosborriquerosquecrecíandondeTylerhabíaenterradoelfusil.MuchodespuésdequepapáolvidaralarevelacióndeIsaíasymimadrevolvieraatenerenlanevera leche semidesnatada de la marca Western Family, seguiríaacordándomedelosWeaver.

Erancasilascincodelamadrugada.Volví al dormitorio con la cabeza llena de grillos y disparos. Audrey

roncaba en la litera de abajo, un murmullo apagado y satisfecho que meinvitabaaimitarla.Sinembargo,nolohice.Subíamicama,crucélaspiernasy miré por la ventana. Dieron las cinco. Las seis. A las siete apareció laabuelay lavipasearporsupatioyvolversecadapocosminutosparamirarcolina arriba, hacia nuestra casa. Luego subió al coche con el abuelo yenfilaronhacialacarretera.

Cuando el vehículo se alejó, bajé de la litera y me comí un tazón desalvadoconagua.Kamikaze,lacabradeLuke,mesaludóapenassalídecasa,ymemordisqueó lacamisamientrasmedirigíaalestablo.PasépordelantedelkartqueRichardestabaconstruyendoconuncortacéspedviejo.Echédecomeraloscerdos,llenéelabrevaderoyllevéloscaballosdelabueloaotrospastos.

Al acabar las tareas me encaramé al vagón y contemplé el valle. Nocostabaimaginarqueavanzabaysealejabaveloz,queencualquiermomentoel valle desaparecería a mi espalda. Había pasado horas proyectando esa

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fantasía, pero ese día la cinta no quiso girar. Me volví hacia el este, deespaldasaloscampos,ymiréelpico.

LaPrincesasiempreresplandecíamásenprimavera,apenasemergíandelanievelasconíferas,cuyasagujasmostrabanunverdetan intensoquecasiparecíannegrascontra losmarrones leonadosde la tierrayde lacortezadelostroncos.Estábamosenotoño.LaPrincesaaúnseveía,aunquecomenzabaa desdibujarse: los rojos y amarillos de un veranomoribundo opacaban suformaoscura.Prontonevaría.Mientrasqueesasprimerasnievessederretiríanen el valle, en la montaña persistirían y sepultarían a la Princesa hasta laprimavera,cuandoreaparecería,vigilante.

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2Lacomadrona

—¿Tiene caléndula? —preguntó la comadrona—. También necesitaríalobeliayhamamelis.

Sentada almostrador de la cocina, lamujer observaba cómomimadrerebuscabaen lasalacenasdecontrachapado.Entreambashabíaunabalanzaelectrónica, en la que de vez en cuando mi madre pesaba hojas secas.Estábamosenprimaveraylamañanaerafrescapeseaquebrillabaelsol.

—Precisamentelasemanapasadapreparéunlotedetinturadecaléndula—dijomimadre—.Tara,correabuscarla.

Selallevéylametióenunabolsadeplásticodelsupermercadojuntoconlashierbassecas.

—¿Algomás?—Mimadreseechóareír.Eraunarisaaguda,nerviosa.Lacomadrona la intimidaba y, siempre que se sentía intimidada, mi madreadquiríaunairedeingravidez,demodoquevolabadeunladoaotrocadavezque la mujer realizaba un movimiento con su lentitud y firmezacaracterísticas.

Laparterarepasólalista.—Conestobastará.Eraunamujerbajitayrechonchadecasicincuentaaños;teníaoncehijos

yunaverrugarojizaenlabarbilla.Yonuncahabíavistounamelenatanlargacomolasuya,unacascadadelcolorde losratonesdecampoque le llegabahasta las rodillas cuando se soltaba el moño prieto que solía llevar. Susfacciones eran toscas y su voz rezumaba autoridad. No tenía diplomas nipermiso alguno. Ejercía de partera por la fuerza de su autoridad, lo quebastabaysobraba.

Mi madre iba a ser su ayudante. Recuerdo que aquel primer día medediqué a observarlas y a compararlas.Mimadre tenía la piel de pétalo derosayelcabellorizadoenondassuavesquelebrincabansobreloshombros.Los párpados le brillaban. Se maquillaba todas las mañanas, y si no teníatiempodehacerlo,sedisculpabaeldíaentero,comosihubieramolestadoatodospornoacicalarse.

Lacomadronadabalaimpresióndenohaberpensadoensuaspectodesdehacíaunadécadayconsucomportamientolograbaqueunasesintieraidiotaporfijarseenél.

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Sedespidióconungestodelacabeza,losbrazoscargadosconlasplantasmedicinalesdemimadre.

LavezsiguienteacudióconsuhijaMaria,que,conunbebéapretadoasunervudocuerpecillodenueveaños,semantuvoalladodelamujereimitósusmovimientos.Lamiré ilusionada.Nohabía conocido amuchasniñas comoyo, que no fueran a la escuela.Me acerqué a ella poco a poco intentandoatraer su atención sin conseguirlo, pues escuchaba absorta a sumadre, queexplicaba cómo había que administrar la agripalma para tratar lascontraccionesposterioresalalumbramiento.Mariaasentíacon lacabezasinapartarlavistadelrostrodelacomadrona.

Meencaminécondesganaamihabitación,sola,yalvolvermeparacerrarlapuertaapareciódelanteconelbebésobrelacadera.Elniñoeraunrollizofardo de carne, y para compensar su peso el torso deMaria se doblada demaneraabruptaporlacintura.

—¿Vasair?—dijo.Noentendílapregunta.—Yosiemprevoy—añadió—.¿Hasvistonacerunniño?—No.—Yosí,unmontóndeveces.¿Sabesloquepasacuandounniñovienede

nalgas?—No.—Lodijecomosifueraunadisculpa.

La primera vez que mi madre ayudó en un parto se ausentó dos días. Alregresar cruzó la puerta trasera como si flotara, tan pálida que parecíatraslúcida,yfuealsofá,dondesesentótemblando.

—Ha sido espantoso —susurró—. Hasta Judy ha dicho que estabaasustada.—Cerrólosojos—.Laverdadesquenoloparecía.

Antesdecontarnosloocurridodescansóunosminutos,hastaquerecuperóun poco el color. El alumbramiento había sido largo, laborioso, y laparturienta había sufrido un desgarromuy grave cuando la criatura por finsalió.Habíasangreportodaspartesylahemorragianosedetenía.Mimadresediocuentadequeelbebéteníaelcordónumbilicalenrolladoalcuello.Alver que estaba morado pensó que había muerto. Palideció al relatar estosdetalles, y luego se quedó callada, blanca como un huevo y rodeándose eltorsoconlosbrazos.

La llevamosa lacamadespuésdequeAudreyleprepararauna infusióndemanzanilla.Cuandopapállegóporlanoche,mimadrevolvióacontarlosucedido.

—Nopuedohacerlo—aseguró—.Judysíquepuede,peroyono.

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Papálepasóunbrazoporloshombros.—Es una llamada del Señor —dijo—, y a veces el Señor pide cosas

difíciles.Mi madre no quería ser comadrona. Había sido idea de papá, formaba

parte de su plan para ser autosuficientes. Nada le desagradaba tanto comodependerdelGobierno.Afirmabaquealgúndíaviviríamoscompletamentealmargen del sistema. En cuanto reuniera el dinero necesario tenía pensadoconstruir una tubería para llevar a casa el agua de la montaña, y despuésinstalaríaplacassolaresportodalagranja.DeesamaneradispondríamosdeaguayelectricidadenelFinde losTiempos,cuandolosdemásbeberíandeloscharcosyviviríanenlaoscuridad.Mimadreeraherbolaria,demodoquecuidaría de nuestra salud, y si aprendía el oficio de partera podría traer almundoalosnietoscuandollegaraelmomento.

Lacomadronalavisitóunosdíasdespuésdelprimerparto.LlevóconsigoaMaria,quedenuevomesiguióalahabitación.

—Qué lástima que a tu madre le tocara uno malo la primera vez —comentóconunasonrisa—.Elsiguienteserámásfácil.

Al cabo de unas semanas se puso a prueba esa predicción. Eramedianoche.Comonoteníamosteléfono,lacomadronallamóalaabueladecolinaabajo,quesubiócansadaymalhumoradayespetóquehabíallegadoelmomento de quemimadre fuera a «jugar a losmédicos».Aunque solo sequedóunosminutos,despertóatodalacasa.

—¡No acabo de entender por qué no podéis ir al hospital como todo elmundo!—gritóantesdesalirdandounportazo.

Mimadre recogió la bolsa de viaje y la caja de aparejos de pesca quehabía llenado de frascos turbios de tintura, se encaminó despacio hacia lapuertaysalió.Mesentíainquietaynodormíbien.Sinembargo,alamañanasiguiente, cuando regresó con el pelo revuelto y oscuras ojeras, sus labiosdibujabanunasonrisaamplia.«Hasidounaniña»,anunció.Actoseguidosefuealacamaydurmiótodoeldía.

Así transcurrieron los meses. Se marchaba a cualquier hora del día yvolvía temblorosa y profundamente aliviada de que el asunto hubieraconcluido.Cuandolashojasdelosárbolesempezaronacaer,habíaayudadoenunadocenadealumbramientos;afinalesdel invierno,envariasdocenas.Enprimavera ledijoamipadrequeerasuficiente,quepodíaatenderaunaparturientasihacíafalta,si llegabaelFindelMundo,yquedemomento lodejaba.

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Mipadrepusocaralargaaloírlo.LerecordóqueeralavoluntaddeDios,queseríaunabendiciónparanuestrafamilia.

—Tienesquesercomadrona.Tienesqueatenderlospartostúsola.Mimadrenegóconlacabeza.—No puedo —dijo—. Además, ¿quién me contratará a mí pudiendo

contrataraJudy?Así llamóa lamalasuerte,arrojóelguanteaDios.PocodespuésMaria

me contó que su padre había encontrado trabajo enWyoming. «Mi madredicequelatuyadeberíarelevarla»,dijo.Enmiimaginacióntomóformaunaimagenemocionante,unaimagendemipersonaenelpapeldeMaria,lahijade la comadrona, segura de sí misma, entendida. Pero cuando me volví amiraramimadre,queestabaamilado,laimagenseevaporó.

En Idaho las parteras trabajaban al margen de la ley, sin formación nipermiso oficial. Por lo tanto, si un parto iba mal podían enfrentarse a laacusación de ejercer la medicina sin autorización; si iba muy mal, podíanenfrentarse a la imputación de homicidio imprudente, incluso a penas decárcel. Como pocas mujeres estaban dispuestas a asumir ese riesgo, lascomadronasescaseaban:eldíaqueJudysemarchóaWyoming,mimadreseconvirtióenlaúnicaencientocincuentakilómetrosalaredonda.

Empezaronaacudiracasamujerespreñadasparapedirlequelasatendieraenelalumbramiento.Mimadreseveníaabajosolodepensarlo.Undíaunaembarazadasesentóenelbordedenuestrodescoloridosofáamarilloy, sinlevantarlavista,contóquesumaridotrabajabafueraynoteníandineroparaelhospital.Mimadreguardósilencio,conlamiradafija,loslabiosapretadosy la expresión firme. Luego esa expresión se desvaneció y dijo con suvocecilla:«Nosoycomadrona,soloayudante».

Laembarazadavolvióvariasveces.Sesentabaenelsofáydescribíasuspartos, todos sin complicaciones. Al ver el coche de la mujer desde eldesguace,mipadresolíaentrarencasaporlapuertatraserasinhacerruido,conel pretextodequequería agua; sequedaba en la cocinadando sorbitossilenciosos,coneloídodirigidohacialasaladeestar.Apenaspodíacontenersuentusiasmocuandolamujersemarchaba,demodoquealfinalmimadresucumbióa ladesesperacióndeesta, a la euforiademipadreoa ambas,ycedió.

El alumbramiento fue como la seda. La mujer tenía una amigaembarazada, a laquemimadre tambiénayudóadar a luz.Esamujer teníaunaamiga.Mimadrebuscóunaayudante.Alcabodepocotiempoatendíaatantas parturientas queAudrey y yo nos pasábamos los días recorriendo el

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valleencocheconellayobservandocómorealizabaexámenesprenatalesyrecetabahierbas.Seconvirtióennuestramaestracomonolohabíasidohastaentonces, ya que rara vez nos daba clase en casa. Nos explicaba todos losremedios y calmantes. Si Fulanita tenía la presión alta, había queadministrarleespinoblancoparaestabilizarelcolágenoydilatar lasarteriascoronarias. Si la señora Menganita presentaba contracciones prematuras,necesitabaunbañodejengibreparaaumentarelaportedeoxígenoalútero.

Ejercerdecomadronacambióamimadre.Peseaserunamujeradultaconsietehijos,porprimeravezensuvidaera,sinobjecionesnisalvedades,quienestabaalmando.Enlosdíasposterioresaunparto,enocasionespercibíaenellapartedelafuertepresenciadeJudy,yafueraenelbríoconquevolvíalacabezaoenelarcoimperiosodeunaceja.Dejódellevarmaquillaje,ymástardedejódedisculparsepornollevarlo.

Lepagabanunosquinientosdólaresporparto,yesefueotromotivoporelcual ejercer de comadrona la cambió: de repente tenía dinero. Mi padreopinabaquelasmujeresnodebíantrabajar,perosupongoqueconsideróqueestaba bien que mi madre cobrara, ya que su labor socavaba al Gobierno.Además, necesitábamos esos ingresos. Aunque papá trabajaba tanto comocualquier otro hombre que yo conociera, el desguace y la construcción deestablosycobertizosparaelhenonodabangrandesbeneficios,demodoqueeraunaayudaquemimadrecompraracomestiblesconlossobresdebilletespequeñosqueguardabaenelmonedero.Enocasiones,cuandopasábamoseldíaenterorecorriendoelvalleatodaprisaparaentregarplantasmedicinalesorealizarexámenesprenatales,mimadresegastabaesedineroinvitándonosaAudreyyamíacomer fuera.Laabuelade laciudadmehabía regaladoundiariorosaconunosodepeluchecolorcarameloenlatapa,yenélanotélaprimeravezquemimadrenosllevóaunrestaurante,quedescribícomo«unverdaderoensueño,concartay todo».Según laanotación,micomidacostótresdólarescontreinta.

Mimadretambiénempleóeldineroenmejorarcomocomadrona.Compróunabombonadeoxígenoporsiunreciénnacidonopodíarespiraryasistióaunaclasesobrelarealizacióndesuturasparaestarencondicionesdecoseralasmujeresquesufríandesgarros.Judysiemprelashabíaenviadoalhospitalpara que les dieran los puntos, pero mi madre estaba decidida a aprender.«Autosuficiencia»,supongoquepensaba.

Conelrestodeldineroinstalóunteléfonoencasa.[2]Undíaaparecióunafurgonetablanca, y una cuadrilla dehombres conmonososcuros empezó a

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treparporlospostesquebordeabanlacarretera.Papáentróentrombaporlapuertadeatrásyexigiósaberquédiablospasaba.

—Creía que querías un teléfono—le dijo mi madre, con unos ojos desorpresa perfectos. Siguió hablando a borbotones—. Dijiste que sería unproblemaqueunamujersepusieradepartoylaabuelanoestuvieraencasaparaatenderlallamada.Pensé:«Tienerazón,¡necesitamosunteléfono!¡Quétonta!¿Noteentendíbien?».

Papá se quedó varios segundos con la boca abierta. Claro que unacomadronanecesitaunteléfono,afirmó.Acontinuaciónregresóaldesguaceyno se volvió a hablar del asunto. Yo no recordaba que hubiéramos tenidonunca teléfono, y al día siguiente ahí estaba, sobre una base verde lima deacabado brillante que desentonaba junto a los tarros oscuros de cimífuga yescutelaria.

A los quince años, Luke preguntó a nuestra madre si podía conseguir unapartidadenacimiento.QueríamatricularseenunaautoescuelaporqueTony,elhermanomayor,cobrababastantecomoconductordetráileres,paralocualsenecesitabapermisodeconducir.ShawnyTyler,mayoresqueLuke,teníanpartidadenacimiento;éramosloscuatromenores—Luke,Audrey,Richardyyo—losquenolateníamos.

Mimadreempezóapresentarladocumentación.Ignorosihablóantesconpapá.Siasífue,nomeexplicoquélollevóacambiardeopinión,porquéderepenteacabósinpeleaslapolíticadenoinscribiranadieenelregistrocivil—una política que se había aplicado durante diez años—, aunque creo quequizá fuera el teléfono. Era casi como si hubiera llegado a aceptar quedebíamos asumir algunos riesgos si de verdad queríamos luchar contra elGobierno.Quemimadrefueracomadronasocavaríalasbasesdelamedicinaoficial,peropara serlonecesitabaun teléfono.Talvez seaplicara lamismalógicaalcasodeLuke:necesitaríaunsueldoconquemanteneralafamilia,comprar provisiones y prepararse para el Fin de los Tiempos, por lo quenecesitaba lapartidadenacimiento.Laotraposibilidadesquemimadrenoconsultaraapapá.Quizáconcluyeraporsucuentaqueaceptaríaladecisión.Esposiblequeporuntiempolafuerzademimadrelodesplazarainclusoaél,untorbellinodehombreconungrancarisma.

Unavez iniciadoel papeleoparaLuke,mimadredecidió inscribirnos alosdemásenelregistrocivil.Resultómásdifícildeloqueesperaba.Pusolacasa patas arriba buscando documentos que demostraran que éramos sushijos.Noencontróninguno.Enmicaso,nadieestabasegurodecuándohabíanacido.Ellarecordabaunafecha,papáotra,ylaabueladecolinaabajo,que

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fue a la ciudad para hacer una declaración jurada de que yo era su nieta,aportóunatercerafecha.

Mi madre telefoneó a Salt Lake City, a la sede de la Iglesia. Unadministrativo encontró un certificado de inscripción demi nombre siendoreciénnacidayotrodemibautismo,que, como todos losniñosmormones,recibí a losochoaños.Mimadre solicitócopias,que llegaronporcorreoalcabodeunosdías.«¡PorelamordeDios!»,exclamóalabrirelsobre.Encadadocumentoconstabauna fechadenacimientodistinta, yningunade lasdoscoincidíaconlaquehabíapuestolaabuelaenladeclaraciónjurada.

Aquellasemanamimadresepasóvariashorasdiariasalteléfono.Conelreceptorapoyadoenelhombroyelcableextendidoa lo largode lacocina,guisaba, limpiaba y filtraba tinturas de hidrastis y de cardo santo mientrasmanteníalamismaconversaciónunayotravez.

—Claroquedeberíahaberlainscritocuandonació,peronolohice.Deesosetrata.

Unasvocesmurmurabanalotroextremodelalínea.—Yaselohedicho,ytambiénasusubordinadoyalsubordinadodesu

subordinado y a otras cincuenta personas esta misma semana: no tieneexpedienteescolarniinformesmédicos.¡Nolostiene!Noloshemosperdido.Nopuedosolicitarcopias.¡Noexisten!

»¿Fechadenacimiento?Digamosqueel27.»No,noestoysegura.»No,notengoningúndocumento.»Sí,esperaré.Lasvocespedíanamimadrequeesperaseencuantoadmitíaqueignoraba

mifechadenacimiento.Lapasabanalossuperiores,comosielhechodequedesconociéramos en qué día había nacido yo deslegitimara por completo laidea de que tenía una identidad. Era como si dijeran: «Sin fecha denacimientonopuedeserunapersona».Yonoentendíaporquéno.Hastaquemimadre decidió inscribirme en el registro civil, nuncame había parecidoextrañoignorarmifechadenacimiento.Sabíaquehabíavenidoalmundoafinalesdeseptiembreycadaañoelegíaundía,unoquenocayeraendomingoporque no es divertido pasar el cumpleaños en una iglesia. A veces habríadeseadoquemimadremedejara el teléfonopara explicarlo. «Sí que tengounafechadenacimiento,igualqueusted—habríaqueridodecirlesalasvoces—, pero la mía cambia. ¿Acaso no le gustaría poder cambiar el día de sucumpleaños?»

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Con el tiempomimadre convenció a la abuela de colina abajo de quehiciera otra declaración jurada afirmandoquehabía nacido el 27, si bien laabuelaseguíacreyendoqueerael29,yelestadodeIdahomeinscribióenelregistroyexpidióunapartidadenacimientofueradeplazo.Meacuerdodeldía en que llegó por correo. Experimenté una curiosa sensación dedesposeimiento al recibir aquella primera prueba legal de mi condición depersona:hastaentoncesnosemehabíaocurridopensarqueesapruebafueranecesaria.

AlfinalobtuvemipartidadenacimientomuchoantesqueLukelasuya.Cuandomimadrecontabaalasvocesdelteléfonoqueleparecíaqueyohabíanacidolaúltimasemanadeseptiembre,enmudecían.Encambio,cuandolesdecíaquenoestabamuyseguradesiLukehabíanacidoenmayooenjunio,sealborotaban.

Elotoñoenquecumplínueveañosacompañéamimadreaunparto.Llevabamesespidiéndoselo,recordándolequeamiedadMariayahabíapresenciadounadocenadealumbramientos.«Yonotengounbebéalquedarelpecho—decía ella—. No tengo motivos para llevarte conmigo. Además, no tegustaría.»

Al cabo de un tiempo la contrató una mujer que tenía varios hijospequeños.Acordaronqueyocuidaradeellosduranteelparto.

Recibimos la llamada en plena noche. El timbre mecánico taladró elpasilloycontuvelarespiraciónconlaesperanzadequenofueraalguienquesehubieseequivocadodenúmero.Alcabodeuninstantemimadreseacercóamicama.

—Hallegadoelmomento—dijo,ycorrimosjuntashaciaelcoche.Alolargodequincekilómetrosrepasamosloqueyodebíadecirsiocurría

lopeorysepresentabanlosfederales.Bajoningúnconceptodebíarevelarlesquemimadreeracomadrona.Simepreguntabanquéhacíamosenlacasa,nodiríanada.Era«elartedecerrarelpico»,enpalabrasdemimadre.

—Limítateadecirlesqueestabasdormidayquenohasvistonada,quenosabesnadani te acuerdasdepor quéhemos ido.No les desmás sogaparacolgarmedelaqueyatienen.

Guardósilencio.Mientrasconducíalaobservé.Laslucesdelsalpicaderolealumbrabanelrostro,queseveíablancocomoeldeunfantasmacontralanegruradelascarreterasrurales.Llevabaelmiedograbadoenlasfacciones,enlasarrugasdelafrenteyenloslabiosapretados.Asolasconmigodejabaaunladolaimagenquemostrabaalosdemás.Volvíaasercomoantes,frágil,devozvelada.

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Oísusurrosapagadosymepercatédequelosemitíaella.Salmodiabaparasí una lista de «y si». ¿Y si algo salíamal? ¿Y si había algún antecedentemédicodelquenolahubieraninformado,algunacomplicación?¿Ysipasabaalgocorriente,unproblemahabitual,yelpánicolaparalizabaynoconseguíadetenerlahemorragia?Alcabodeunosminutosllegaríamosanuestrodestinoytendríadosvidasensusmanitastemblorosas.Hastaesemomentoyonomehabíadadocuentadelriesgoqueasumía.

—Lagentemuereenloshospitales—murmuró,conlosdedosaferradosconfuerzaalvolante,comounaaparecida—.AvecesDioslosllamaynadiepuedehacernada.Perosilepasaaunacomadrona…—Sevolvióhaciamí—.Unsolofallo,eirásavisitarmealacárcel.

Mimadresetransformóencuantollegamos.Impartióunaordentrasotra,alpadre,alaparturientayamí.Casisemeolvidóhacerloquememandaba,puesnopodíaapartarlavistadeella.Ahoracomprendoqueaquellanochelaviporprimeravez,percibísusecretafortaleza.

Dioórdenesavozengritoynosmovimosensilencioparaobedecerlas.La criatura nació sin complicaciones.Aunque ser una testigo íntima de esegirodelciclodelavidatuvoalgodeirrealyromántico,mimadreestabaenlocierto:nomegustó.Fuelargoyagotadoryolíaasudordeingles.

No le pedí que me llevara al siguiente parto. Mi madre volvió a casapálidayestremecida.Convoztrémulanoscontóamihermanayamíloquehabía ocurrido: la frecuencia cardíaca del feto había descendido de formapreocupantehastaunsimpletemblor;mimadrehabíapedidounaambulanciay luego, trasconcluirquenopodíanesperar,había llevadoensucochea laparturienta. Condujo a tal velocidad que llegó al hospital con una escoltapolicial. En el servicio de urgencias procuró facilitar a los médicos lainformación necesaria sin parecer demasiado entendida, para que nosospecharanqueeraunacomadronasinautorización.

Sepracticóunacesáreadeurgencia.Lamujeryelreciénnacidopasaronvariosdíasingresados,ycuandolesdieronelaltamimadreyahabíadejadode temblar.Dehecho, semostrabaeufóricayhabíaempezadoacontarotraversiónde loshechos, en laque saboreabaelmomentoenqueelpolicía lamandabadetenerseenelarcénysequedabadeunapiezaalencontrarenelasientotraseroaunamujer,atodaslucesdeparto,quegemíadedolor.«Hiceelnumeritode lamujer atolondrada—noscontóaAudreyyamí, convozcada vez más alta—. A los hombres les gusta creer que salvan a lasdescerebradasquesemetenen líosellassolitas. ¡Solo tuvequeapartarmeaunladoydejarlehacerseelhéroe!»

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Elmomentodemayorpeligroparamimadrellegóunosminutosdespués,enelhospital,unavezquesellevaronalaparturientaenunasilladeruedas.Unmédico la paró para preguntarle por qué estaba presente al iniciarse elparto.Mimadresonreíaalrecordarlo.«Lehicelaspreguntasmástontasquesemeocurrieron.—Poníaunavozaguda,coqueta,muydistintadelasuya—.¡Anda!¿Esoeralacabezadelbebé?¿Esquenosalenprimerolospies?»Elmédicoseconvenciódequeeraimposiblequefueraunacomadrona.

Puesto que enWyoming no había herbolarias tan buenas comomi madre,unosmesesdespuésdelepisodiodelhospital JudyvinoaBuck’sPeakparaaprovisionarse. Las dos charlaron en la cocina, Judy encaramada en untaburete, mi madre inclinada sobre el mostrador, con la cabeza apoyadaperezosamente en unamano. Fui al almacén con la lista de hierbas.Maria,cargadaconotrobebé,mesiguió.Mientrassacabadelosestanteshojassecasy líquidos turbios hablé entusiasmada de las hazañas de mi madre, queconcluíconelenfrentamientodelhospital.Mariateníasuspropiasanécdotassobrefederalesburlados,yencuantoempezóacontarunalainterrumpí.

—Judyesunabuenacomadrona—dijesacandopecho—,peroa lahoradetratarconpolisymédicos,nadiesehacelatontatanbiencomomimadre.

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3Zapatoscolorcrema

Mimadre, Faye, era hija de un cartero. Se crio en la ciudad, en una casaamarilla con una valla blanca bordeada de lirios azules. Su madre eracosturera, la mejor del valle a decir de algunos, por lo que de joven Fayellevaba ropa bonita, de hechura perfecta, desde chaquetas de terciopelo ypantalonesdepoliésterhastatrajespantalóndelanayvestidosdegabardina.Ibaa la iglesiayparticipabaen lasactividadesescolaresycomunitarias.Suvida poseía un aire de intenso orden, de normalidad y de respetabilidadincuestionable.

Fuesumadrequientejióconsumocuidadoeseairederespetabilidad.Miabuela, LaRue, alcanzó la mayoría de edad en los años cincuenta, en ladécada de la fiebre idealista desatada tras la Segunda GuerraMundial. Supadre era alcohólico en una época en que aún no se había inventado ellenguaje de la empatía y la adicción, cuando a los alcohólicos no se lesllamabaalcohólicossinoborrachos.LaRuepertenecíaauna«malafamilia»yseencontrabainmersaenunapiadosacomunidadmormonaque,comootrasmuchas, castigaba en los hijos las faltas de los padres. Los hombresrespetablesdelaciudadnolaconsiderabanadecuadacomoesposa.Cuandosecasóconmiabuelo—unjovenbondadosoreciénlicenciadodelaarmada—,LaRuesededicóaconstruirlafamiliaperfecta,ocuandomenoslaaparienciadelafamiliaperfecta.Creíaqueasíprotegeríaasushijasdeldespreciosocialquetantodolorlehabíacausadoaella.

Un resultado de esa determinación fue la valla blanca y el armario conropaconfeccionadaamano.Otrofueelmatrimoniodelahijamayorconunjovenseverodecabelloazabacheyansiainconformista.

Esdecir,mimadrereaccionódeformadeliberadaalarespetabilidadquehabíarecibidoenabundancia.Laabuelaqueríaregalarleeldonqueellanuncahabíatenido,eldenacerenunabuenafamilia.PeroFayenoloquiso.Aunquenoeraunarevolucionaria—inclusoenelapogeodesurebeldíamantuvolafemormona,consuveneraciónporelmatrimonioylamaternidad—,alparecerlosdisturbiossocialesde ladécadade1970 tuvieronalmenosunefectoenella:noquisolavallablancanilosvestidosdegabardina.

Mimadremecontódecenasdehistoriassobresuniñez,sobrelainquietudde la abuela por la posición social de su primogénita, por si su vestido depiqué teníaelcorteadecuadoysuspantalonesde terciopeloel tonodeazul

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correcto.Casitodasconcluíanconlairrupcióndemipadre,quecambiabalospantalones de terciopelo por unos vaqueros. Recuerdo una anécdota enparticular.Tengosieteuochoañosyestoyvistiéndomeenmihabitaciónparair a la iglesia.Mehe pasadoun trapohúmedopor la cara, lasmanos y lospies; me froto tan solo la piel que quedará a la vista. Mi madre me miramientrasmepongounvestidodealgodónqueheelegidoporqueesdemangalargayasínotendréquelavarmelosbrazos,ylaenvidialeiluminalosojos.

—Si fueras hija de la abuela —dice—, nos habríamos levantado aldespuntar el día para arreglarte el pelo. Habríamos pasado el resto de lamañanadándolevueltasaquézapatoscausaríanmejorimpresión,losblancosoloscrema.

Lacarademimadre se tuerceenuna sonrisadesagradable.Seesfuerzaporadoptaruntonodebuenhumor,peroelrecuerdoesnegativo.

—Al final elegiríamos los crema y de todos modos llegaríamos tardeporqueenelúltimomomentoalaabuelaleentraríaelpánicoeiríaacasadelaprimaDonnaparaquenosprestarasuszapatoscolorcrema,queteníaneltacónmásbajo.

Mimadresequedamirandoporlaventana.Sehareplegadoensímisma.—¿Blancosocrema?¿Nosonelmismocolor?—pregunto.Yosoloteníaunparparairalaiglesia.Erannegros,oalmenoslohabían

sidocuandopertenecíanamihermana.Conelvestidopuesto,mevuelvohaciaelespejoy,mientrasmerestriego

el escote para eliminar la roña, pienso en la suerte que tuvo mi madre alescapar de un mundo en el que existía una diferencia importante entre elblanco y el crema, y donde por asuntos como ese podía desperdiciarse unamañana espléndida, una mañana que podría haberse dedicado a saquear eldesguacedemipadreencompañíadelacabradeLuke.

Mi padre, Gene, era uno de esos jóvenes que consiguen parecer al mismotiemposeriosytraviesos.Teníaunfísicoimpresionante:cabellonegrocomoelébano,rostroangulosoysevero,narizcomounaflechaapuntandofieraalfrente,ojoshundidos.Amenudoapretabaloslabiosenunasonrisaguasona,comosiposeyeraelmundoenteroparareírsedeél.

Aunque viví mi infancia en la misma montaña en que mi padre habíapasadolasuyayechésobrasaloscerdosenelmismocomederodehierroqueél,sémuypocoacercadesuniñez.Jamáshablabadeella,demodoquesolopuedobasarmeenloscomentariosdemimadre,quemecontóqueelabuelodecolinaabajohabíasidoviolento,degeniopronto.Meextrañabaqueusaralas palabras «había sido». Todos sabíamos que no debíamos contrariar al

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abuelo. Teníamalas pulgas, no cabía duda, y cualquier vecino del valle lohabríadicho.Laintemperielehabíacurtidopordentroyporfuera,erarecioynervudocomoloscaballosquecorríanasusanchasporlamontaña.

Lamadredepapátrabajabaenlaciudad,dondevendíapólizasdeseguros.De adulto mi padre expresaría opiniones encendidas respecto a que lasmujeres tuvieran un empleo, radicales incluso en nuestra comunidad ruralmormona. «El lugar de lamujer es su casa», decía siempre que veía a unamujer casada trabajandoen la ciudad.Ahoraque soymayormepregunto aveces si su enardecimiento tenía que ver con su madre más que con ladoctrina.Mepreguntosihabríadeseadoquelaabuelasehubieraquedadoencasa,conloqueélnohabríapasadolargashorassoportandoelmalgeniodelabuelo.

Las labores de la granja ocuparon la infancia de papá. Dudo que seplanteara ir a la universidad; ni siquiera estoy segura de que terminara laenseñanza secundaria. En cualquier caso, según lo cuenta mi madre, papárebosaba de energía, júbilo y garbo. Conducía un Volkswagen Escarabajoazul celeste, vestía trajes extravagantes de telas coloridas y lucía un gruesobigotealamoda.

Seconocieronenlaciudad.Unviernesporlanoche,mipadreyungrupodeprimossuyosfueronalabolera,dondeFayetrabajabadecamarera.Eralaprimeravezquemimadreloveía,porloquedeinmediatodedujoquenoerade la ciudadyquedebíadehaber llegadode lasmontañasque rodeabanelvalle.LavidaenlagranjahabíaconvertidoaGeneenunjovendistintodelosdemás: era serio para su edad, poseía un físico soberbio y un carácterindependiente.

La vida en una montaña proporciona una sensación de autonomía, unaideade privacidady aislamiento, inclusode dominio.Es posible surcar esevastoespacioasolasdurantehoras,vagarentrelospinos,arbustosyrocas.Laquietud nace de la pura inmensidad; apacigua con su propiamagnitud, quevuelve intrascendente lo meramente humano. Esa hipnosis alpina, eseenmudecimientodeldramahumano,conformóaGene.

Enelvalle,Fayetratabadedesoír losincesantescotilleosdeunaciudadpequeña,cuyasopinionespenetrabanporlasventanasysecolabanpordebajode las puertas.Mimadre solía describirse como una persona complaciente:decíaquenopodíadejardepensarencómoqueríanlosdemásquefuerayderetorcersedemaneracompulsiva,asupesar,paraadaptarseaesosdeseos.Ensurespetablehogardelcentrodelaciudad,encajadoentreotrascuatrocasas,

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tancercalasunasdelasotrasqueeraposibleespiarporlasventanasyemitirunjuicioentresusurros,Fayesesentíaatrapada.

He imaginadomuchasveceselmomentoenqueGene llevóaFayea loalto de Buck’s Peak y, por primera vez, ella no pudo ver las caras de susvecinosdelaciudadnioírsusvoces.Estabanmuylejos.Empequeñecidosporlamontaña,enmudecidosporelviento.

Seprometieronpocodespués.

Mi madre contaba una anécdota ocurrida antes de que se casaran. Comoestaba muy unida a su hermano Lynn, lo llevó a conocer al hombre queesperaba que se convirtiera en sumarido.Era verano, de anochecida, y losprimos demi padre armaban jaleo, como siempre después de una cosecha.Lynnllegóy,alverunasalallenadegamberrospatiestevadosquesegritabanlosunosa losotrosygolpeabanelairecon lospuñosapretados,pensóquepresenciabaunapeleasalidadeunapelículadeJohnWayne.Quisollamaralapolicía.

«Leordenéqueescuchara—decíamimadreconlágrimasenlosojosdetanto reír. Siempre relataba del mismomodo esta historia, que era nuestrapreferida, hasta el punto de que, si se apartaba del guion habitual, lacontábamos nosotros—. Le mandé prestar atención a las palabras queintercambiabanagritos.Dabalaimpresióndequeestabanfueradesí,peroenrealidad tenían una conversación encantadora. Había que escuchar lo quedecían,nocómolodecían.Ledije:“¡EsquelosWestoverhablanasí!”»

Cuando terminaba la historia solíamos estar tirados en el suelo. Nosreíamosacarcajadashastaquenosdolíanlascostillasalimaginarelmomentoenquenuestroremilgadotíocatedráticoveíaalarebeldecuadrilladepapá.ALynnlerepugnótantolaescenaquenovolvió,por loquenuncalovienlamontaña. Le estuvo bien empleado—pensábamos—, por entrometerse, portratardearrastraranuestramadrealmundodelosvestidosdegabardinayloszapatoscolorcrema.Nosdábamoscuentadequeladisolucióndelafamiliade nuestra madre representaba la inauguración de la nuestra. No podíancoexistir.SolounapodíateneraFaye.

Sabíamosquesu familiasehabíaopuestoalnoviazgopeseaquenuncanoslodijo.Quedabanvestigiosquelasdécadasnohabíanlogradoborrar.Mipadreraravezponíalospiesencasadelaabueladelaciudad,ycuandoibasemostrabahoscoynoapartabalosojosdelapuerta.Deniñaapenasviamistíosyprimosmaternos.Casinuncalosvisitábamos—nisiquierasabíadóndevivían la mayoría—, y ellos venían a la montaña menos veces aún. La

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excepción erami tíaAngie, la hermanamenor, quevivía en la ciudady seempeñabaenveramimadre.

Loquesésobreelnoviazgomehallegadodemanerafragmentaria,ensumayorparteatravésdelasanécdotasquecontabamimadre.Séqueteníaelanillo antes de que papá se fuera de misionero —como debían hacer losvarones mormones devotos— y pasara dos años haciendo proselitismo enFlorida.Lynnaprovechóestaausenciaparapresentarlea todos loshombrescasaderos que encontró a este lado de lasRocosas, pero ninguno consiguióquemimadreolvidaraaladustogranjeroquegobernabasupropiamontaña.

GeneregresódeFloridaysecasaron.LaRuecosióelvestidodenovia.

Hevistounaúnicafotografíadelaboda.Esdemispadres,queposandelantede una cortina vaporosa de color marfil pálido. Ella lleva el tradicionalvestidodesedaconabaloriosyencajeveneciano,yunescoteporencimadelaclavícula.Unvelobordadolecubrelacabeza.Élvisteuntrajecolorcremacon anchas solapas negras. Están ebrios de felicidad. Mi madre luce unasonrisarelajadaypapáunatananchaqueasomapordebajodelaspuntasdelbigote.

Mecuestacreerqueesejovenapacibledelafotografíaseamipadre.Semepresentaconmayorclaridadcomounhombrecansadodemedianaedad,temerosoyangustiado,quealmacenacomidaymuniciones.

Ignoroenquémomentoelhombredel retratoseconvirtióenelhombrequeconozcocomomipadre.Quizánohubieraunúnicomomento.Papá secasó a los veintiún años y tuvo su primer hijo, mi hermano Tony, a losveintidós.A losveinticuatropidiópermisoamimadreparacontrataraunaherbolaria que ayudara a traer almundo amihermanoShawn.Ella aceptó.¿Fue el primer indicio o sencillamenteGene se comportó comoGene, que,excéntricoyoriginal,quisoescandalizarasufamiliapolítica,que lomirabaconmalosojos?Alfinyalcabo,veintemesesmás tardeTylernacióenunhospital. Mi padre tenía veintisiete cuando nació Luke, en casa, con laasistenciadeunacomadrona.Decidióno inscribirloenel registrocivil,y lamismadecisióntomóconAudrey,conRichardyconmigo.Alcabodeunosaños,másomenosalcumplirlostreinta,sacóamishermanosdelaescuela.Aunquenolorecuerdoporqueocurrióantesdequeyonaciera,mepreguntosiquizáfueeseelpuntodeinflexión.Enloscuatroañossiguientessedeshizodelteléfonoyoptópornorenovarelpermisodeconducir.Dejódematricularyasegurarelcoche.Luegoempezóaalmacenarcomida.

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Enestaúltimapartees fácil reconoceramipadre,peronoalpadrequerecuerdan mis hermanos mayores. Papá acababa de cumplir los cuarentacuandolosfederalessitiaronalosWeaver,unsucesoqueconfirmósuspeorestemores.Despuésdeesehechodeclaró laguerra, sibienesaguerra solo sedesarrolló en su cabeza.Quizá por eso almirar la fotografía Tony ve a supadre,mientrasqueyoveoaundesconocido.

Catorce años después del incidente de losWeaver, sentada en un aulauniversitaria, oiría a un profesor de psicología describir algo llamado«trastorno bipolar». Hasta ese momento no había oído hablar de lasenfermedadesmentales.Sabíaquealgunaspersonasenloquecían—llevabangatosmuertossobrelacabezaoseenamorabandeunnabo—,perojamásseme había ocurrido pensar que alguien pudiera ser funcional, lúcido ypersuasivo,yaunasítenerunproblema.

El catedrático enumeró los datos con voz mortecina y prosaica: laenfermedadapareceportérminomedioalosveinticincoaños;esposiblequeantesnoseaprecieningúnsíntoma.

La paradoja es que si mi padre era bipolar —o estaba aquejado decualquieradeladocenadetrastornosquepodíanexplicarsucomportamiento—,lamismaparanoiaqueerasíntomadelaenfermedadimpediríaqueselediagnosticaraytratara.Nadielosabríanunca.

Laabueladelaciudadfallecióhacetresaños,alosochentayseis.Nolaconocíbien.Entodosaquellosañosqueentréysalídesucocina, jamásmecontó lo

quehabíasupuestovercómosuhijaseencerrabaacalycanto,emparedadaporfantasmasyparanoias.

Cuandolarecuerdoahoraevocounaúnicaimagen,comosimimemoriafueraunproyectordediapositivasyelcarrosehubieraatascado.Estásentadaen un banco acolchado. El cabello le brota en rizos apretados, y estira loslabios en una sonrisa educada, que está soldada en el sitio. Su mirada esagradableperoociosa,comosicontemplaralarepresentacióndeundrama.

Esa sonrisa me obsesiona. Era constante —la única cosa eterna—,inescrutable,distante,desapasionada.Ahoraquesoyadultaymehe tomadola molestia de conocerla, sobre todo a través de mis tías y tíos, sé que laabuelanoeranadadeeso.

Asistí al acto conmemorativo. El ataúd estaba abierto y me sorprendíescudriñando su cara. Los embalsamadores no le habían puesto bien loslabios: le habían arrancado la sonrisa cortés que había llevado como unamáscaradehierro.Porprimeravezlaveíasinellayentoncescaíenlacuenta:

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laabuelaeralaúnicapersonaquehabríaentendidoloquemepasaba.Quelaparanoia y el fundamentalismo troceaban mi vida, que me apartaban deaquellosaquienesqueríaydejabanensulugardiplomasylicenciaturas(unaire de respetabilidad). Lo que ocurría ya había sucedido antes. Era lasegunda ruptura entremadre e hija. La cinta reproducía en bucle lamismapelícula.

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4Lasapaches

Nadievioqueelvehículosesalíadelacarretera.MihermanoTyler,queteníadiecisiete años, se durmió al volante. Eran las seis de la mañana y habíaconducidoensilencionuestrarancheradurantelamayorpartedelanocheatravésdeArizona,NevadayUtah.NosencontrábamosapocomásdetreintakilómetrosalsurdeBuck’sPeak,enCornish,unapoblaciónagrícola,cuandoel coche se apartó de la línea central, cruzó el otro carril y se salió de lacarretera.Salvólacuneta,seestampócontradospostesdedurocedroysolosedetuvoalchocarcontrauntractor.

Elviajehabíasidoideademimadre.Unosmesesantes,cuandolacaídadelasquebradizashojasdelosárboles

había indicado el final del verano, papá había estado muy animado. En eldesayunorepiqueteabaconlospiesmelodíasdemusicalesydurantelacenasolíaseñalar lamontaña,con losojosbrillantes,ydescribirdónde instalaríalos tubos que traerían agua a casa. Prometió que cuando cayera la primeranevadaharíalaboladenievemásgrandedetodoelestadodeIdaho.Pensabair a la base de lamontaña haciendo autoestop y amasar una bola pequeña,insignificante, echarla a rodar por la ladera de la colina y verla triplicar sutamaño cada vez que se deslizara por un montículo o descendiera por unbarranco.Cuandollegaraa lacasa,queestabaenloaltode laúltimacolinaantesdelvalle,seríatangrandecomoelestablodelabuelo,yquienespasaranpor la carretera se quedaríanmirándola asombrados. Solo necesitábamos lanieve adecuada: espesa, de coposviscosos.Tras cadanevada le llevábamospuñadosy leveíamosrestregar loscoposentre losdedos.Aquellanieveerademasiadofina.Estaestabademasiadohúmeda.PasadalaNavidad,dijo.Esentoncescuandollegalanievedeverdad.

Sin embargo, después de Navidad pareció deprimirse, venirse abajo,retraerse.Dejódehablardelaboladenieveyluegodejódehablardeltodo.Ensusojosseformóunaoscuridadqueacabóporinvadirlos.Caminabaconlosbrazoscaídos,loshombroshundidos,comosialgolohubieraprendidoytiraradeélhacialatierra.

En enero no podía levantarse de la cama. Se quedaba tumbado deespaldas,mirandoconexpresiónausenteeltechodeestuco,consucomplejatrama de protuberancias y nervaduras. Ni siquiera parpadeaba cuando lellevabalacenaporlanoche.Noestoyseguradequerepararaenmipresencia.

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EntoncesmimadreanuncióquenosíbamosaArizona.Dijoquepapáeracomoungirasol—semoriríaenlanieve—yquealllegarfebrerohabíaquesacarloyplantarloalsol.Asípues,nosapretujamosenlarancheraydurantedocehorasviajamosporcañonesserpenteantesyvelocesautopistasoscuras,hastaquellegamosalacasarodantedeláridodesiertodeArizonadondemisabuelospasabanelinvierno.

Hacíaunashorasquehabíasalidoelsol.Mipadrelogrócaminarhastaelporchede la abuela, donde sequedó el restodel día conun cojíndepuntobajo la cabeza y unamano encallecida sobre el estómago. Permaneció dosdías en esa postura, con los ojos abiertos, sin pronunciar palabra, inmóvilcomounarbustoenaquelcalorsecoysinviento.

Altercerdíaparecióvolverensí,percatarsedelostejemanejesqueteníanlugarasualrededor,escucharlaconversacióndurantelacomidaenlugardemirarconindiferencialaalfombra.Despuésdelacenalaabuelaescuchólosmensajes telefónicos, en su mayoría de vecinos y amigos que queríansaludarla. Del aparato salió una voz femenina que le recordó que al díasiguienteteníacitaconelmédico.Elrecadotuvounefectoespectacularenmipadre.

Al principio formuló preguntas a la abuela: para qué era la visita, conquiénlatenía,porquéibaalmédicosimimadrepodíadarletinturas.

Papá siempre había creído con fervor en las plantasmedicinales demimadre, pero lo de aquella noche fue distinto, como si algo empezara acambiar en su interior, como si arraigara un credo nuevo. La herbología,afirmó, era una doctrina espiritual que separaba el trigo de la cizaña, a losfielesdelosinfieles.Acontinuaciónempleóunapalabraqueyonuncahabíaoído: Illuminati. Fuera lo que fuese, resultaba exótica, potente.Dijo que laabuelaerasinsaberlounaagentedelosIlluminati.

Dios no toleraba la infidelidad, aseguró. Por eso los pecadores másaborrecibles eran aquellos que no se decidían, que tomaban tanto hierbascomomedicamentos,queelmiércolesacudíanamimadreyelviernesibanalmédico,o,enpalabrasdemipadre,«quienesundíarezabananteelaltardeDiosyalsiguienteofrecíanunsacrificioaSatanás».Esaspersonaserancomolosisraelitasdelaantigüedadporqueseleshabíadadounareligiónverdaderayaunasíanhelabanlosfalsosídolos.

—Médicosypastillas—añadiócasiagritos—.Eseessudios,yporélseprostituyen.

Mimadreno levantaba lavistadelplato.Aloírelverbo«prostituir» sepusoenpie,lanzóunamiradacoléricaapapá,sefueasudormitorioycerró

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de un portazo. No siempre estaba de acuerdo con él. Cuando papá no sehallabapresenteyolehabíaoídoexpresaropinionesqueél—oalmenosesanuevaencarnacióndeél—habríacalificadodesacrílegas, frasescomo:«Lahierbassoncomplementarias.Paraalgogravehayqueiralmédico».

Papáhizocasoomisodelasillavacíademimadre.—Esos médicos no tratan de salvarte—le dijo a la abuela—. Intentan

matarte.Cuando pienso en aquella noche, la escena se reproduce con claridad.

Estoysentadaalamesa.Mipadrehablaconvozperentoria.Enfrentedemí,laabuelamasticalosespárragosunayotravezconsusmandíbulastorcidas,comoloharíaunacabra,ybebesorbosdeaguaheladasindarseñalesdeoírunasolapalabrademipadre, salvoalgunaqueotramirada irritadaal reloj,queleindicaquetodavíaesdemasiadotempranoparaacostarse.

—ParticipasasabiendasenlosplanesdeSatanás—dicemipadre.Durante la visita a los abuelos esta escena se representó a diario, en

ocasionesvariasvecesaldía.Seguíasiempreunguionsimilar.Encendidosufervor, papá salmodiaba durante una hora o más, repitiendo sin parar lasmismas frases, enardecido por una pasión interior que continuaba ardiendomuchodespués de que el rapapolvonos hubiera sumido a los demás en unestuporfrío.

Erainolvidablelarisaquesoltabalaabuelaalfinaldeesossermones.Eraunaespeciede suspiro, comosi se le escaparaunaespiración lentay larga,tras lacualalzaba lavistaalcieloenun remedo indolentedeexasperación,como si quisiera llevarse las manos a la cabeza pero estuviera demasiadocansadaparacompletarelgesto.Acontinuaciónsonreía…Noeraunasonrisatranquilizadora dirigida a alguien, sino una sonrisa para sí misma queexpresaba regocijo y desconcierto, y que enmi opinión parecía decir: «Nohaynadamásdivertidoquelavidareal,oslodigoyo».

LatardeenquelaabuelanosllevóaRichardyamíadarunavueltaencocheporeldesiertoeratórrida,tanabrasadoraquenosepodíaandardescalzoporel asfalto.Despuésdequenospusiera a la fuerza el cinturónde seguridad,queusábamospor primera vez, avanzamospor la carretera, que comenzó aascender, y seguimos adelante incluso cuando la calzada dio paso al polvobajo los neumáticos. La abuela subía y subía por las colinas descoloridasdoblandounacurvatrasotra,ysolosedetuvoalacabarlacarreteradetierraycomenzarunsenderodemontaña.Entoncescaminamos.Laabuelasequedósinalientoalcabodeunosminutos,demodoquesesentóenunarocaplanadecolorrojo.Señalóalolejosunaformacióndepiedraareniscaconstituida

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porchapitelesdesmoronados,cadaunodeloscualeseraunapequeñaruina,ynos animó a caminar hasta ella. Cuando llegamos nos pusimos a buscarpedazosderocanegra.

—Sellamanlágrimasdeapache—nosdijo.Deslizólamanoenelbolsilloy sacó una piedrecita negra, sucia e irregular, cubierta de venas grises yblancas como un cristal resquebrajado—.Y así son después de pulirlas unpoco. —Del otro bolsillo sacó una segunda piedra, negra como la tinta ysuavedelolisaqueestaba.

Richardlasreconoció:eranobsidiana.—Esas son piedras volcánicas —nos informó con su mejor voz

enciclopédica—, pero esta no lo es. —Dio una patada a un guijarrodescolorido y señaló con la mano hacia la formación rocosa—. Eso essedimento.

Richard tenía talentopara las curiosidades científicas.Pese a queyonosolíaescucharsusdisertaciones,ladeesedíameinteresó,aligualqueaquelextraño terreno sediento.Caminamos alrededor de la formación rocosa y alcabodeunahoravolvimosconlaspecherasllenasdepiedrasadondeestabala abuela. Se alegró; podría venderlas. Las guardó en el maletero, y en eltrayecto de regreso a la caravana nos contó la leyenda de las lágrimas deapache.

Segúnlaabuela,unatribuapachehabíaluchadohacíacienañoscontralacaballeríaestadounidenseenesospeñascosdesvaídos.Superadosennúmeroporlossoldados,dabanlabatallaporperdida,laguerraporterminada.Nolescabíamás que esperar lamuerte. Poco después del inicio de la batalla, losguerreros quedaron atrapados en una cornisa. Como no querían que lacaballería les infligieraunaderrotahumillantematándolosdeunoenunosiintentabanatravesarsuslíneas,montaronensuscaballosyseprecipitaronporla cara de la montaña. Cuando las apaches encontraron en las rocas loscuerposdestrozados,derramaronenormes lágrimasdedesesperación,quealtocarlatierraseconvirtieronenpiedras.

Laabuelanonos contóqué fuede lasmujeres.Los apaches estabanenguerra pero no tenían guerreros, de modo que tal vez el final le pareciódemasiado tétricopara relatarloenvozalta.Mevinoa la cabeza lapalabra«matanza», porque es la adecuada, la aplicable a una batalla en la que unapartenosedefiende.Eslaqueusábamosenlagranja.Matábamosalasavesdecorral,noluchábamosconellas.Elresultadomásprobabledelavalentíade losguerreros eraunamatanza.Ellosmurieroncomohéroes; sus esposascomoesclavas.

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Mientrasnosdirigíamoshacialacaravana,conlacarreteraatravesadaporlosúltimosrayosdelsolponiente,reflexionésobrelasapaches.Aligualquela forma del altar de arenisca sobre el que habían muerto, la de sus vidashabíaquedadodeterminadahacíaaños…,antesdequeloscaballosiniciaransu galopada, de que sus cuerpos alazanes se arquearan para la colisióndefinitiva. Cómo vivirían y cómo morirían las mujeres se decidió muchoantesdelsaltodelosguerreros.Lodecidieronestosylasmismasmujeres.Unsinfín de decisiones, incontables como los granos de arena, se habíandepositado en capasy sehabían comprimidohasta fundirse en sedimentoyluegoenpiedra,hastaquetodofueinamoviblecomounaroca.

Era laprimeravezqueabandonaba lamontaña,y suspirabapor ella,por lavista de la Princesa dibujada por los pinos a lo largo del macizo. MesorprendíamirandoelcielodiáfanodeArizonaconlaesperanzadevercómosuformanegraemergíadelatierraparareivindicarsumitaddelfirmamento.Perono estaba allí.Másque su imagen, añoraba sus caricias: el vientoquelanzaba a través de los cañones y barrancos para revolverme el pelo. EnArizonanohabíaviento.Tansolounahoradecalorachicharrantetrasotra.

Duranteeldíaibadeunextremoaotrodelacaravana,salíaporlapuertatrasera,cruzabaelpatio,saltabaporencimadelahamaca,rodeabaelporchedelantero, donde pasaba por encima de la forma semiinconsciente de mipadre, y volvía a entrar. Fue un enorme consuelo que el sexto día seestropearaelquaddelabueloyqueTyleryLukelodesmontaranparaverquéfallaba. Sentada en un enorme bidón de plástico azul, los observépreguntándomecuándoregresaríamosacasa.CuándodejaríapapádehablardelosIlluminati.Cuándodejaríamimadredesalirdelahabitaciónencuantoentrabaél.

Aqueldía,despuésdelacena,mipadreanuncióquehabíallegadolahoradeirse.

—Recogedlosbártulos.Nosponemosencaminodentrodemediahora.Laabueladijoqueeradescabelladoiniciarunviajededocehorascuando

acababa de anochecer. Mi madre aconsejó que esperásemos hasta elamanecer, pero papá quería llegar a casa para ponerse a desguazar con loschicosalamañanasiguiente.

—Nopuedopermitirmeellujodeperdermásdíasdetrabajo—afirmó.Lapreocupaciónoscureciólosojosdemimadre,quesinembargonodijo

nada.

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Me desperté cuando el automóvil chocó con el primer poste. Me habíadormidoenelsueloalospiesdemihermana,conunamantasobrelacabeza.Intenté incorporarme pero el vehículo se sacudía y se precipitaba haciadelante —daba la impresión de que iba a desmontarse—, y Audrey cayóencima de mí. Notaba y oía lo que sucedía aunque no lo veía. Otro pumestruendoso,unbandazo,mimadregritando«¡Tyler!»enelasientodelantero,y un último trompazo violento antes de que todo cesara y se hiciera elsilencio.

Pasaronvariossegundossinqueocurrieranada.AlcabooílavozdeAudrey,quenosllamabaatodosdeunoenuno.—¡EstamostodosmenosTara!—dijo.Intentéchillarperoteníalacaraencajadabajoelasiento,lamejillapegada

alsuelo.MedebatíbajoelpesodeAudreycuandogritóminombre.Alfinalarqueélaespalda,melaquitédeencimaysaquélacabezadelamanta.

—Estoyaquí—exclamé.Miréalrededor.Tylerhabíagiradoeltorsodemodoqueestabacasienel

asientotrasero,yconlosojosfueradelasórbitasobservabacadacorte,cadamoretón, cada par de ojos abiertos como platos. Le vi la cara aunque noparecía sucara.De laboca le salíanborbotonesde sangreque lecaíaen lacamisa. Cerré los párpados intentando olvidar sus dientes torcidos yensangrentados.Luegolosabríparavercómoestabanlosdemás.Richardsesujetabalacabeza;teníaunamanosobrecadaoreja,comosinoquisieraoírunruido.AAudreyselehabíavueltoganchudalanariz,delaquemanabanchorrosdesangrequelebajabanporelbrazo.Luketemblabaperonoviquesangraraporningunaparte.Yoteníauncorteprofundoenelantebrazo,quemehabíapilladoconelarmazóndelasiento.

—¿Estáistodosbien?—Eralavozdemipadre.Seoyóunmurmullogeneral.—Haycablesdealtatensiónsobreelcoche—añadió—.Quenadiesalga

hastaquelosdesconecte.Abriólaportezuelayporunmomentopenséquesehabíaelectrocutado;

luegoviquesehabíalanzadoconimpulsodemodoquesucuerponotocaraelvehículoyelsueloalmismotiempo.Recuerdoqueporlaventanillahechaañicoslovirodearelcocheconlagorrarojaechadahaciaatrás,porloquelaviseraquedabalevantadaylamíaelairecomounalengua.Teníauncuriosoaspectoinfantil.

Rodeóelcocheysedetuvo,seagachóybajólacabezahastalaalturadelasientodelcopiloto.

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—¿Estás bien?—preguntó.Volvió a preguntarlo. La tercera vez que lodijoletemblabalavoz.

Me incliné sobre el asiento para ver a quién hablaba y entonces mepercaté de la gravedad del accidente. La mitad delantera del coche estabaaplastadayelmotorsehabíacombadohastaformarunarco,comounpliegueenunarocamaciza.

Elsoldelamañanarefulgíaenelparabrisas,dondeviretículasdegrietasyfisuras.Eraunaimagenconocida.Eneldesguacehabíavistocentenaresdeparabrisas resquebrajados, todosúnicos, cadauno con suparticular telarañaenabanicoquepartíadelpuntode impacto,unacrónicade la colisión.Lasrajas del nuestro contaban su propia historia. El epicentro era un redondelpequeñodelquesalíanfisurasyqueseencontrabajustoenfrentedelasientodelcopiloto.

—¿Estás bien? —preguntó papá con tono implorante—. Cariño, ¿meoyes?

Enelasientoestabamimadre.Dabalaespaldaalaventanillay,aunqueyonoleveíalacara,lamaneraenqueestabahundidaenelasientoproducíaescalofríos.

—¿Meoyes?—Papá repitió lapreguntavariasveces.Al finalvique lacoleta de mi madre descendía en un movimiento sutil, casi imperceptible,cuandoasintióconlacabeza.

Papáseincorporóymiróloscablesdealtatensión,miróalsueloymiróamimadre.Seleveíainerme.

—¿Creesque…deberíapedirunaambulancia?Meparecequeselooídecir.Silopreguntó,queeslomásprobable,mi

madredebióderesponderenunsusurro,otalveznoestuvieraencondicionesdesusurrarnada,nolosé.Siempreheimaginadoquelepidióquelallevaraacasa.

Más tarde me contaron que el granjero contra cuyo tractor habíamoschocado salió corriendo de su casa.Había llamado a la policía, lo que nostraeríaproblemasporqueelcochenoestabaaseguradoyningunodenosotrosllevabapuestoelcinturóndeseguridad.DespuésdequeelgranjeroinformaraalacompañíaeléctricadeUtah,tardaronunosveinteminutoseninterrumpirlaletalcorrientequelatíaenloscables.Entoncespapásacóamimadredelarancherayvielrostrodeella:teníalosojosocultosporunoscírculososcurosdel tamaño de ciruelas y las facciones desfiguradas por la hinchazón, unasaplastadas,otrasestiradas.

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Nosécómonicuándollegamosacasa,aunquesírecuerdoquelacaradelamontañateníaunbrillonaranjaconlaluzdelamanecer.AlentrarencasaobservécómoTylerechabaporlabocachorrosrojosenlapiladelcuartodebaño.Sehabíaestampadolosincisivoscontraelvolanteylebailaban.

Mimadresetumbóenelsofá.Murmuróquela luzlehacíadañoenlosojos.Cerramoslaspersianas.Quisoiralsótano,dondenohabíaventanas,ypapá la bajó por la escalera. No la vi durante varias horas, hasta que alanochecer le llevé la cena con una linterna de luz tenue. Al verla no lareconocí.Teníalosojosmorados,deuntonotanoscuroqueparecíannegros,ytanhinchadosquenosedistinguíasiestabanabiertosocerrados.MellamóAudrey,inclusodespuésdequelecorrigieradosveces.

—Gracias,Audrey,pero soloquierooscuridady silencio.Así estábien.Oscuridad.Silencio.Gracias.Audrey,vuelvedentrodeunratitoavercómoestoy.

No salió del sótano durante una semana. Día a día la hinchazónempeorabayelnegrodeloshematomassevolvíamásnegro.Aunquetodaslasnochesyopensabaqueeraimposiblequeunacaraestuvieramásmarcadaydeformequelasuya,aldíasiguientelaveíaaúnmásoscura,mástumefacta.Al cabo de una semana apagamos las luces al ponerse el sol y mi madresubió. Parecía que llevara atados a la frente dos objetos del tamaño demanzanasynegroscomoolivas.

Nosehablómásdeiralhospital.Yahabíapasadoelmomentodetomaresa decisión, y volver a ella significaría regresar a la rabia y elmiedo delaccidente.Papádijoquedetodosmodoslosmédicosnopodíanhacernada,quemimadreestabaenmanosdeDios.

Durante los meses siguientes mi madre se dirigió a mí por muchosnombres.NomepreocupabaquemellamaraAudrey,peromeinquietabanlasconversacionesenlasquesereferíaamícomoLukeoTony,ytodalafamiliahacoincididosiempre,inclusomimadre,enquetraselaccidentenovolvióaser lamisma. Los hermanos la llamábamosOjos deMapache.Nos parecióuna ocurrencia muy divertida cuando ya llevaba varias semanas con loscírculosnegros,tiemposuficienteparaquenosacostumbráramosaellosylosconvirtiéramos en objeto de chistes. No teníamos ni idea de que era unaexpresiónmédica.Ojosdemapache.Unsignodeunalesióncerebralgrave.

A Tyler le corroyó la culpa. Se culpó del accidente ymás tarde siguióculpándosedetodaslasdecisionestomadasconposterioridad,delosefectosylasrepercusionesquetuvoalolargodelosaños.Reivindicóaquelmomentoytodassusconsecuencias,comosieltiempomismohubieracomenzadoenel

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instante en que la ranchera se salió de la carretera y no hubiera habidohistoria, contexto ni capacidad de actuar hasta que él le dio inicio, a losdiecisieteaños,alquedarsedormidoalvolante.Inclusoahora,cuandonuestramadre olvida algún dato, por banal que sea, en los ojos de Tyler apareceaquellaexpresión:laquemostróenlosminutosposterioresalchoque,cuandosangraba a mares por la boca y asimilaba la escena escudriñando lo quesuponíaqueeraobradesusmanosysolodesusmanos.

Por loqueamírespecta,noculpéanadiedelaccidente,ymenosaúnaTyler.Penséqueerancosasquepasaban.Alcabodeunadécadacambiaríamiforma de verlo, como parte de mi salto a la edad adulta, y más tarde elaccidente me recordaría siempre a las apaches y las decisiones quecontribuyenaforjarunavida:lasdecisionesquelaspersonastoman,juntasopor su cuenta, y que se conjugan para producir un único hecho.Granos dearena,incontables,queseaplastanparaformarsedimentoyluegoroca.

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5Suciedadhonrada

LamontañasedeshelóyensucaraapareciólaPrincesa,cuyacabezarozabael cielo. Era domingo, había pasado unmes del accidente y nos habíamosreunido en la sala de estar.Mi padre explicaba un pasaje de las escriturascuandoTylercarraspeóyanuncióquesemarchaba.

—M-m-mevoya lau-universidad—dijo, conel rostro rígido.Mientraspronunciabaconesfuerzo laspalabras,unavenase lemarcabaenelcuello:una magnífica serpiente en lucha que aparecía y desaparecía cada pocossegundos.

Todos miramos a papá. Tenía los brazos cruzados y una expresiónimpasible.Elsilencioerapeorquelosgritos.

Tyler sería el tercer hermano que se iba de casa. El mayor, Tony,conducíacamionesenlosquetransportabagravaochatarrayseesforzabaporreunireldinerosuficienteparacasarseconlachicaquevivíacarreteraabajo.Shawn, el segundo, se había peleado conmi padre hacía unos meses y sehabíalargado.Yonoloveíadesdeentonces,aunquecadapocassemanasmimadre recibía una apresurada llamada suya en la que le informaba de queestaba bien y de que trabajaba de soldador o camionero. Si también se ibaTyler,papásequedaríasincuadrilla,ysinunacuadrillanopodríaconstruirestablosniheniles.Tendríaquededicarsedenuevoalachatarra.

—¿Quéesunauniversidad?—pregunté.—La universidad son más años de escuela para los tontos que no

aprendenlaprimeravez—respondiópapá.Tyler tenía la vista clavada en el suelo, el rostro tenso.De pronto dejó

caer los hombros, se le relajó la cara y levantó la cabeza; me pareció quehabía salido de sí mismo. Su mirada era dulce, amable. Era como si noestuvieraenlasala.

Escuchóapapá,quehabíainiciadounsermón.—Haydostiposdeprofesoresuniversitarios.Losquesabenquemienten

ylosquecreendecirlaverdad.—Mipadresonrió—.Ahoraquelopienso,noséquéespeor, siunverdaderoagentede los Illuminati,quealmenos sabequetrabajaparaeldemonio,ounvenerablecatedráticoquecreeposeerunasabiduría mayor que la de Dios. —Seguía sonriendo. La situación no eragrave;soloteníaquehacerentrarenrazónasuhijo.

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Mimadreseñalóquepapáperdíaeltiempo,quenadielograríadisuadiraTylerunavezquetomabaunadecisión.

—Lomismodaríaquecogierasunaescobaytepusierasabarrerelpolvode la montaña—añadió. Acto seguido se levantó, tardó unos segundos enrecuperarelequilibrioybajóporlaescaleraconmuchadificultad.

Teníamigraña.Casisiempreteníamigraña.Seguíapasandolosdíasenelsótanoysolosubíaalponerseelsol,aunqueraravezsequedabamásdeunahora porque el ruido y el esfuerzo le provocaban un dolor pulsátil en lacabeza.Observécómobajabalospeldaños:despacio,conmuchocuidado,laespaldaencorvada,agarradaconlasdosmanosalabarandilla,comosifueraciegayavanzaraatientas.Hastaqueteníalosdospiesapoyadosconfirmezaenunescalónnodescendíaalsiguiente.Lahinchazóndelacarayacasihabíadesaparecidopor completo y prácticamente volvía a ser la de antes, si bientodavíalequedabanloscírculosdelosojos,quedemanerapaulatinahabíanpasadodelnegroalmoradooscuroyenesemomentoeranunamezcladelilayberenjena.

Una hora después mi padre ya no sonreía. Tyler no había repetido sudeseodeiralauniversidad,perotampocohabíaprometidoquedarse.Sentadoenlasaladeestar,aguantabaelchaparróncongestoinexpresivo.

—Un hombre no puede ganarse la vida con libros y papeles—dijomipadre—.Algúndíaserásuncabezadefamilia.¿Cómosepuedemantenerconlibrosalamujeryloshijos?

Tyler inclinó la cabeza para indicar que le escuchaba y no despegó loslabios.

—UnhijomíoseponeenfilaparaquelosespíasdelossocialistasylosIlluminatilelavenelcerebro…

—La u-u-universidad la lleva la I-I-Iglesia —lo interrumpió Tyler—.¿Cómov-vaaserm-mala?

Mipadreabriólabocayexpelióunaráfagadeaire.—¿TecreesquelosIlluminatinosehaninfiltradoenlaIglesia?—Suvoz

tronaba. Cada palabra resonaba con vigorosa energía—. ¿Te crees que noirían en primer lugar a esa universidad, donde pueden formar a toda unageneracióndemormonessocialistas?¡Teheenseñadoasermáslisto!

Siempre recordaré a mi padre en ese momento, su fuerza y ladesesperación.Seinclinahaciadelante,conlasmandíbulasapretadas,losojosentrecerrados, y busca en el rostro de su hijo una señal de conformidad,algunaarrugadeconviccióncompartida.Ynolaencuentra.

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LahistoriadecómoTylerdecidiómarcharsedelamontañaescuriosayestáplagadadelagunasygiros.EmpiezaconelpropioTyler,conlosingulardesupersona.Sucedeenalgunasfamilias:hayunhijoquenoencaja,quenosigueelcompás,quetieneelmetrónomopuestoparaotramelodía.EnlanuestraeraTyler.Élbailabaunvalsmientras losdemássaltábamosenunagiga;élerasordo a lamúsica estridente de nuestra vida y nosotros éramos sordos a laserenapolifoníadelasuya.

ATylerlegustabanloslibros,legustabaelsilencio.Legustabaorganizar,ordenar y etiquetar.Una vezmimadre encontró en el armario deTyler unestantellenodecajasdecerillasapiladasporaños.Segúnél,conteníanvirutasde lápizdelúltimo lustro, queguardabapara llevarlas ennuestrasmochilas«dehuidaalasmontañas»comomaterialcombustible.Elrestodelacasaeraundesbarajuste:enelsuelodelashabitacionessedesperdigabanmontonesderopa sin lavar, negra ymanchada de la grasa del desguace; en lasmesas yalacenas de la cocina se alineaban turbios tarros de tinturas, que solo seretirabanafindedejarespacioparaactividadesmássucias,comodespellejarunciervooquitarelCosmolinedeunfusil.YenelsenodeesecaosTylerguardabalasvirutasdelápizdeunlustro,catalogadasporaños.

Mishermanos eran comounamanadade lobos.Seponían a prueba losunosalosotrossincesar,yestallabantrifulcascadavezqueuncachorrodabaunestirónysoñabaconascender.Cuandoyoerapequeña,esaspeleassolíanacabar con los gritos que soltabamimadre al ver una lámpara o un jarrónroto,peroamedidaquecrecíaquedabanmenoscosasporromper.Mimadredecía que cuando yo era un bebé teníamos un televisor, hasta que ShawnestampólacabezadeTylercontralapantalla.

Mientrassushermanosluchaban,Tylerescuchabamúsica.Teníaelúnicoestéreoqueyohabíavistoy,al lado,unapilaaltadeCDconpalabrasrarascomo«Mozart»y«Chopin».Unatarde—éltendríaunosdieciséisaños—mepilló mirándolos. Quise salir corriendo porque pensé que me daría ungolpetazoporhaberentradoensuhabitación,peromecogiódelamanoymellevóhastalacolumnadediscos.

—¿C-cuáltegustam-más?—mepreguntó.Había uno negro con un centenar de hombres y mujeres vestidos de

blancoenlacarátula.Loseñalé.Tylermemiróconaireescéptico.—E-e-esm-m-músicacoral—dijo.Introdujo el disco en el estéreo y se sentó al escritorio a leer. Yo me

agachéasuspiesymedediquéahacerdibujosconlasuñasenlamoqueta.Empezó lamúsica: unmurmullo de instrumentos de cuerda, seguido de un

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susurro de voces entonadas, un sonido suave como la seda y, aun así,penetrante.Reconocíelhimnoreligioso—lohabíamoscantadoenlaiglesia:uncorodevocesdisparesqueseelevabanconfervor—,aunqueloqueoíaeradistinto.Era fervoroso pero poseía algomás, algo que tenía que ver con elestudio,ladisciplinaylacolaboración;algoquenologrécaptar.

Lacanciónterminóyescuchéparalizadalasiguiente,ylasiguiente,hastaqueelCDllegóasufin.Sinlamúsica,lahabitaciónpareciócarentedevida.PedíaTylerquelaescucháramosotravez,yunahoradespués,cuandocesó,le supliqué que volviera a ponerla. Era muy tarde y en la casa reinaba elsilencio.Tylerselevantódelescritorioypulsóelbotóndeplaydiciendoqueeralaúltimavez.

—P-p-podemosv-v-volveraescucharlamañana.Lamúsicaseconvirtióennuestrolenguaje.EltrastornodelhabladeTyler

le trababa la lengua, lo volvía callado.Por esonuncahabíamos conversadomucho; hasta entonces no conocía ami hermano.Apartir de esemomentocada atardecer, cuando llegaba del desguace, me encontraba esperándolo.Tras ducharse y restregarse la piel para arrancar lamugre de la jornada, sesentabaalescritorioypreguntaba:«¿Q-q-quévamosae-e-escucharestan-n-noche?».YoelegíaunCDy,sentadaenelsueloa lospiesdemihermano,escuchabalamúsicaconlavistaclavadaensuscalcetinesmientrasélleía.

Aunque era tan escandalosa como cualquiera de mis otros hermanos,estando con Tyler me transformaba. Tal vez se debiera a la música, a sudelicadeza,oquizáa ladelicadezadeTyler.Nosécómoconseguíaquemevieraamímismaatravésdesusojos.Intentabarecordarquenodebíagritar.Intentaba evitar las peleas con Richard, en especial aquellas en las queacabábamos rodando por el suelo y él me tiraba del pelo mientras yo learañabalatiernacarnedelacara.

Tendría que haber adivinado que algún día Tyler se marcharía. Ya sehabían idoTony y Shawn, que encajaban en lamontañamás que él. Tylersiempre había adorado lo que papá llamaba «aprender con los libros», algoque al resto de nosotros, con excepción de Richard, nunca nos habíainteresado.

Durante una época, en la infancia deTyler,mimadre había tenido unavisiónidealistadelaeducación.Asegurabaquenonosllevabanalaescuelaporqueasírecibíamosunainstrucciónmejorqueladelosotrosniños.Eralaúnica que lo decía, pues papá opinaba que debíamos aprender cosas másprácticas. Cuando yo era muy pequeña, libraron una batalla: ella intentaba

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impartirclasestodaslasmañanasy,encuantosedabalavuelta,élllevabaamishermanosaldesguace.

Alfinalmimadreperdiólabatalla.LaderrotaempezóconLuke,elcuartodesuscincohijosvarones.Lukeeralistoentodoloreferentealamontaña—trabajaba con los animales de talmanera que daba la impresión de que leshablaba—,peroteníagravesdificultadesdeaprendizajeylecostóaprenderaleer.Durantecincoañosmimadresesentóconélalamesadelacocinatodaslasmañanasyleenseñólosmismossonidosunayotravez,pesealocualalos doce Luke solo conseguía leer entre carraspeos una frase de la Bibliaduranteelestudioenfamiliadelasescrituras.Mimadrenoloentendía.Habíaenseñado a leer a Tony y a Shawn sin ningún problema, y los demáshabíamosaprendido igualmente.AmímeenseñóTonycuando teníacuatroaños,creoqueparaganarunaapuestaconShawn.

En cuanto Luke logró garrapatear su nombre y leer frases breves ysencillas,mimadrepasóa lasmatemáticas.Lasúnicasmatemáticasquemeenseñaronlasaprendífregandolosplatosdeldesayunoyoyéndolaexplicar,una y otra vez, lo que es una fracción y cómo operar con los númerosnegativos.Lukenoavanzóyalcabodeunañomimadretirólatoalla.Dejóde decir que recibíamos una instrucción mejor que la de los otros niños.Empezóarepetirlaspalabrasdepapá.«Loimportante—medijounamañana—esqueaprendáisa leer.Lasotraszarandajas sonun lavadodecerebro.»Papá acudía cada vez más temprano para llevarse a los chicos, hasta que,cuando yo tenía ocho años y Tyler dieciséis, adquirimos la costumbre desaltarnosdeltodolasclases.

No obstante, la conversión de mi madre a la filosofía de papá no fuecompletaydevezencuandolaembargabaelentusiasmodeantaño.Enesasocasiones,cuandolafamiliasereuníaalamesaadesayunar,anunciabaqueesedíaíbamosa«hacerclase».Enelsótanoteníaunestantecontratadosdeherbología y unos cuantos libros viejos en rústica. Había unos pocosmanuales de matemáticas, que compartíamos, uno de historia de EstadosUnidos, que nunca vi leer a nadie salvo a Richard, y uno de ciencias, quedebía de ser para niños pequeños porque contenía muchas ilustraciones enpapelsatinado.

Porlogeneralyotardabamediahoraenencontrartodosloslibros,noslosrepartíamosycadaunoseibaaunahabitacióna«hacerclase».Notengoniidea de lo que hacíanmis hermanos ymi hermana cuando hacíamos clase,pero en mi caso yo abría el libro de matemáticas y durante diez minutospasaba las páginas deslizando un dedo por el pliegue central. Si el dedo

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tocaba cincuenta páginas, informaba a mi madre de que había hechocincuentapáginasdemates.

«¡Increíble!—decíaella—.¿Loves?En laescuelapúblicaes imposiblellevareseritmo.Solosepuedeavanzarasíencasa,dondeunaseconcentradeverdad,sindistracciones.»

Mi madre no explicaba la teoría ni ponía exámenes. No nos mandabaescribir redacciones.EnelordenadordelsótanohabíaunprogramallamadoMavisBeacon,conclasesdemecanografía.

Cuandomimadre teníaqueentregarhierbasmedicinalesyyahabíamosacabado nuestras tareas, a veces nos llevaba a la biblioteca Carnegie delcentrode laciudad.Enel sótanohabíaunasala llenade libros infantiles,ynoslosleíamos.Richardcogíainclusolosdearriba,queeranparaadultosyteníantítulosseriossobrehistoriayciencias.

En nuestra familia el aprendizaje era autodirigido: estudiábamos lo quepodíamos aprender solos tras terminar el trabajo. Algunos tenían másdisciplinaqueotros.Yomecontabaenelgrupodelosmenosdisciplinados,demodoquealosdiezañoslaúnicamateriaquehabíaestudiadodemanerasistemática era el código Morse, pues mi padre insistió en que me loaprendiera.«Sicortanloscablesdeteléfonoseremoslosúnicosdelvallequepodrán comunicarse», decía, aunque yo no entendía con quién íbamos acomunicarnossiéramoslosúnicosqueconocíamoselcódigo.

Losmayores—Tony,ShawnyTyler—habíancrecidoenotradécadayeracasicomosihubierantenidootrosprogenitores.SupadrenosabíanadadelosWeaver;nohablabade los Illuminati.Matriculóen laescuelaa sus treshijosmayores, y si bien los sacó al cabo de unos años con la promesa dedarlesclaseencasa, cuandoTonyquisovolveral colegiono se lo impidió.Tonyllegóhastalaenseñanzasecundaria,aunquenopudograduarseporquefaltómuchosdíasparatrabajareneldesguace.

ComoTyler era el tercer hijo, apenas se acordabade la escuela yno leimportó estudiar en casa. Hasta que cumplió los trece. Entonces, tal vezporque mi madre dedicaba todo su tiempo a enseñar a Luke a leer, pidiópermisoapapáparamatricularseenoctavo.

Asistióalaescuelatodoesecurso,desdeelotoñode1991hastaelfinalde la primavera de 1992.Aprendió álgebra, unamateria que a sumente leresultótannaturalcomoelaireasuspulmones.AquelmesdeagostositiaronalosWeaver.IgnorosiTylerhabríaregresadoalaescuela;encualquiercaso,tras enterarse de lo que les había ocurrido a losWeaver, papá no volvió apermitirquesushijospusieranlospiesenunauladeuncentropúblico.No

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obstante,elinterésdeTyleryasehabíadespertado.Coneldineroqueteníasecompróunmanualdetrigonometríadesegundamanoysiguióestudiandoporsucuenta.Luegoquisoaprendercálculo;comonoteníadineroparaotrolibro,fuealaescuelaylepidióunoalprofesordematemáticas.Elhombreselerioenlacara.

—Nopuedesaprendercálculotúsolo—ledijo—.Esimposible.Tylerinsistió.—Demeunlibro.Creoquesípuedo.Salióconellibrobajoelbrazo.El verdadero reto fue encontrar tiempopara estudiar.Todos los díasmi

padrereuníaasushijosvaronesalassietedelamañana,losdividíaengruposylosmandabaaemprenderlastareasdelajornada.SolíatardarunahoraenadvertirqueTylernoestabaconsushermanos.Entoncesentrabaen trombaporlapuertadeatrásyatravesabalacasaendoszancadashastalahabitacióndeTyler,queestabaestudiando.

—¿Quédemonioshaces?—decíaagritostrasdejarunrastrodepedazosdetierraenlamoquetaimpolutadeTyler—.TengoaLukecargandovigasdedobleTélsolito,haciendoeltrabajodedoshombres,yvengoyteencuentroconelculopegadoalasilla.

Yohabríasalidocorriendosipapámehubierapilladoconunlibrocuandodebíaestartrabajando,peroTylernosealteraba.

—Papá—decía—,t-t-trabajarédespuésdela-a-almuerzo.N-n-necesitolamañanaparae-e-estudiar.

La mayor parte de las veces discutían unos minutos, hasta que Tylerdejabaellápiz,encorvabaloshombrosyseponíalasbotasylosguantesdesoldador. En cambio otras veces, que siempre me sorprendían, papá salíaresoplandoporlapuertadeatrás,solo.

CreíqueTylernoseiríaalauniversidad,quenoabandonaríalamontañaparaunirse a los Illuminati.Penséquemipadredisponíade todoelveranoparahacerleentrarenrazón,loqueintentócasiadiariocuandolacuadrillaacudíaaalmorzar.Mientrasloschicossepaseabanporlacocinayseservíandosyhastatresveces,papá,estiradocuanlargoerasobreeldurolinóleo—porqueestabacansadoyqueríatumbarse,peroestabademasiadosucioparaecharseenelsofádemimadre—,disertabasobrelosIlluminati.

Unalmuerzoenparticularsemequedógrabadoenlamemoria.Tylersepreparaunostacosconlosingredientesquehadispuestomimadre:colocaenel plato tres tortillas abarquilladas, perfectamente alineadas, les añade concuidado la carne, la lechuga y el tomate midiendo bien las cantidades y

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reparteconesmerolacremaagria.Papánoparadesalmodiar.Enelmomentoenquellegaalfinaldesusermónytomaalientoparavolveraempezar,Tylerecha los tres tacos perfectos en la licuadora de mi madre, la que usa paraelaborarlastinturas,ylaponeenmarcha.Unrugidoatruenaentodalacocinaeimponeunaespeciedesilencio.Elrugidocesa;papácontinúa.Tylervierteellíquidonaranjaenunvasoyempiezaabeber,concuidado,condelicadeza,porque los incisivos todavía le bailan y amenazan con desprenderse de laencía.Muchosrecuerdospodríansimbolizareseperíododenuestravida,peroeseeselquemehaacompañado:eldelavozdepapáqueseelevadelsuelomientrasTylersebebelostacos.

Cuandolaprimaveradiopasoalverano,ladeterminacióndemipadrediopasoalmecanismodenegación:actuabacomosiladisputahubieraterminadoy él hubiese ganado. Dejó de hablar de la marcha de Tyler y no quisocontrataranadieparasustituirlo.

Unatardecalurosa,Tylermellevóavera losabuelosde laciudad,quevivíanenlamismacasadondehabíancriadoanuestramadre,unacasaquenopodía ser más distinta de la nuestra. La decoración no era cara pero todoestaba bien cuidado: moqueta color crema, papel con estampado floral detonos suaves en las paredes, gruesas cortinas con pliegues. Casi nuncacambiaban nada. La moqueta, el papel pintado, la mesa de la cocina, lasencimeras…, todo estaba igual que en las diapositivas de la infancia demimadrequeyohabíavisto.

Apapánolegustabaquefuéramos.Elabuelohabíasidocarteroantesdejubilarse y, según mi padre, nadie que hubiera trabajado para el Gobiernomerecía nuestro respeto. La abuela era aún peor, decía. Era frívola. Yoignorabaqué significaba lapalabra,pero se laoíapronunciar tanamenudoquelleguéaasociarlaaella…,alamoquetacolorcremayalpapelpintadodepétalosentonossuaves.

ATylerleencantabaestarenesacasa.Leencantabanlacalma,elordenyque mis abuelos hablaran en voz baja. El lugar irradiaba un halo que mellevabaacomprenderdemanera instintiva,sinquemelomandaran,quenodebíagritar,pegaranadieniirrumpirenlacocinaatodavelocidad.Síteníanque ordenarme, una y otra vez, que dejara junto a la puerta los zapatosembarrados.

—¡Alauniversidad!—dijo laabuelaencuantonossentamosenelsofáconestampadodeflores.Sevolvióhaciamí—.¡Tienesqueestarorgullosadetuhermano!

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Losojosseleachicaronparadejarespacioalasonrisa.Levicadaunodelosdientes.«Soloa la abuela se leocurriría creerquehayquealegrarsedequeaalguienlelavenelcerebro»,pensé.

—Tengoqueiralbaño—dije.Caminédespacioporelpasillo,sola,deteniéndomeacadapasoparaque

lapuntadelospiessemehundieraenlamoqueta.Sonreíalrecordarquemipadre había comentado que la abuela la tenía tan blanca porque el abuelonunca había trabajado de verdad. «Yo tendré lasmanos sucias—me habíadichoconunguiñoaltiempoquemeenseñabalasuñasennegrecidas—,peroessuciedadhonrada.»

Pasaron las semanas y ya estábamos en pleno verano. Un domingo papáconvocóalafamilia.

—Tenemosunabuenaprovisióndecomida—dijo—.Tenemosgasolinayagua.Loquenotenemosesdinero.—Sacódelacarteraunbilletedeveinteyloestrujó—.Nomerefieroaestedinerofalso.EnlosDíasdeAbominaciónno valdrá nada. La gente cambiará billetes de cien dólares por un rollo depapelhigiénico.

Imaginé unmundo en el que la carretera aparecía sembrada de billetesverdes como si fueran latas de refresco vacías.Miré alrededor.Me parecióque los demás imaginaban lo mismo, sobre todo Tyler. Tenía la miradareconcentrada,resuelta.

—Tengo algo de dinero ahorrado—prosiguió papá—.Y vuestramadretambién ha guardado un poco. Vamos a cambiarlo por plata. Es lo que lagenteprontoquerrátener:platayoro.

Pocodespuéssepresentóencasaconlaplataeinclusoconoro.Elmetalllegó en forma de monedas empaquetadas en cajitas pesadas que llevó acuestasporlacasaparaapilarlasenelsótano.Nomedejóabrirlas.«Nosonunjuguete»,medijo.

AlcabodeunosdíasTylercogióvariosmilesdedólares—casitodoslosahorrosquelequedabandespuésdepagareltractoralgranjeroylarancheraapapá—paracomprarunmontóndeplata,quedepositóenelsótano,al ladodelarmariodondeguardábamoslasarmas.Despuésdehacerlo,pasóunbuenrato delante de las cajas,mirándolas pensativo, como suspendido entre dosmundos.

Tyler era un objetivo más fácil: cuando le supliqué, me regaló unamoneda de plata tan grande como la palma de mi mano. La moneda metranquilizó. Que Tyler la hubiera compradome pareció una declaración delealtad,unapromesaanuestra familiadeque,pesea la locuraquesehabía

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apoderadodeél,quelohabíallevadoadeseariralauniversidad,alfinalnoselegiría a nosotros.Que lucharía en nuestro bando cuando llegaraEl Final.Antesdequelashojasdelosárbolesempezaranacambiardecolorypasarande losverdesenebrodelveranoa losgranatesy losdoradosbroncíneosdelotoño,lamonedabrillabahastaconlaluzmástenue,pulidaporunmillardecariciasdelosdedos.Meconsolabasumeracorporeidad,convencidadeque,silamonedaerareal,lamarchadeTylernopodíaserlo.

AldespertarmeunamañanadeagostomeencontréconqueTylerguardabaencajassuropa,suslibrosysusCD.Casihabíaterminadocuandonossentamosadesayunar.Comídeprisa,fuiasuhabitaciónymirélosestantes,enlosquesoloquedabaunCD,elnegroconlaimagendelgrupovestidodeblanco,queentoncesyasabíaqueeraelCorodelTabernáculoMormón.Tyleraparecióenla puerta. «Lo d-d-dejo p-p-para ti», dijo. A continuación salió y lavó sucocheconlamangueraparaeliminarelpolvodeIdaho,hastaqueparecióquenuncahubierapisadouncaminodetierra.

Papá acabó de desayunar y semarchó sin pronunciar palabra. Entiendoporqué.VeraTylerguardarlascajasenelcochemeexasperó.Enlugardegritar,queeraloquedeseaba,salíporlapuertatraseraycorríporlascolinasendirección al pico.Corrí hastaque el latidode la sangre en losoídos fuemás estruendoso que mis pensamientos; entonces di media vuelta ydesanduveelcaminoa lacarrera.Al llegara lospastos torcíhaciaelvagónrojoymesubíaltechoatiempodeverqueTylercerrabaelmaleteroygirabaenredondo,comosiquisieradespedirseperonohubieranadieaquiendeciradiós.Imaginéquemellamabayqueponíacaralargaalnoobtenerrespuesta.

Cuando bajé del vagón ya estaba sentado al volante, y el cochetraqueteaba por el camino de tierra cuando salí de detrás de una cisternametálica.Tylerfrenóyseapeóparaabrazarme…,sinagacharsecomohacenlos adultos al estrechar a los niños; fue otro tipo de abrazo, con los doserguidos.Me atrajo hacia sí y acercó su cara a la mía. Tras decir quemeecharíademenosmesoltó,subióalvehículoybajóa todavelocidadpor lacolinaendirecciónalacarretera.Viasentarseelpolvo.

Tylervolvióa casa encontadasocasiones.Estaba forjándoseunanuevaexistencia al otro ladode las líneas enemigas.Realizópocas incursiones ennuestro bando. Apenas guardo recuerdos de él hasta cinco años después,cuandoyotengoquinceyélirrumpeenmividaenunmomentocrítico.Paraentoncessomosdesconocidos.

Ocurriríamuchosañosantesdequeyocomprendieraloquesumarchalehabíacostadoylopocoqueélsabíadeadóndesedirigía.TonyyShawnse

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habían ido de la montaña para hacer lo que mi padre les había enseñado:conducircamiones,soldar,desguazar.Tylerselanzóalvacío.Ignoroporquélo hizo y él tampoco lo sabe. No acierta a explicar de dónde salió esaconvicciónycómoardiólosuficienteparaquesubrilloseabrierapasoenlanegraincertidumbre.Yosiemprehesupuestoquefuelamúsicaqueteníaenla cabeza, una canción esperanzada que los demás no oíamos; la mismamelodía secreta que tarareaba cuando compró el libro de trigonometría ycuandoguardabalasvirutasdelápiz.

Elveranodeclinaba,parecíaevaporarseconsupropiocalor.Losdíasseguíansiendocálidos,peroalanochecerrefrescabaytraslapuestadelsollashorasgélidasreclamabanunaporciónmayordecadajornada.Tylerllevabaunmesfuera.

Recuerdounatardequepaséconlaabueladelaciudad.Mehabíabañadopor la mañana pese a no ser domingo y me había vestido con mi ropaespecial,sinrotosnimanchas,parasentarmeenlacocinadelaabuelayverlahacer galletas de calabaza. El sol de otoño se colaba a raudales por lascortinas de gasa e iluminaba los azulejos amarillo caléndula, demodo quetodosehallabaenvueltoenunresplandorambarino.

Cuandolaabuelaintrodujoenelhornolaprimeratandadegalletasfuialcuartodebaño.Recorríelpasillo,consusuavemoquetablanca,ysentíunapunzadaderabiaalrecordarquelahabíavistoporúltimavezcuandohabíaidoconTyler.Elcuartodebañomeparecióexótico.Mefijéenellavamanosnacarado,eneltonorosadodelamoquetayenlaalfombracolormelocotón.El inodoro apareció bajo una tapa amarillo claro. Observé mi reflejo,enmarcado en azulejos color crema. No parecía yo. Por un instante mepreguntésieraesoloqueTylerquería:unacasabonitaconunbañopreciosoyunahermanaguapaquefueraavisitarlo.Quizáporesosehabíamarchado.Leodié.

Junto al grifo, sobre una concha de tono marfil, había una docena depastillas de jabón rosadas y blancas con forma de cisnes y rosas. Cogí uncisne y noté cómo su suave contorno cedía a la presión demis dedos. Erabonitoyquisequedármelo.Lovisualicéenelbañodenuestrosótano,consusdelicadasalassobreeltoscocemento.Loimaginéenellavamanostiradoenmedio de un charco de agua turbia, rodeado de tiras de papel pintadoamarillentoqueseabarquillaban.Lodevolvíalaconcha.

Alsalirmetopéconlaabuela,quemeesperabaenelpasillo.—¿Tehaslavadolasmanos?—mepreguntócontonodulce,empalagoso.—No.

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Mirespuestaagriólamieldesuvoz.—¿Porquéno?—Porquenolastengosucias.—Hayquelavarselasmanosdespuésdeiralbaño.—No será tan importante —dije—. En el lavabo de casa ni siquiera

tenemosjabón.—Noescierto.Yoeduquébienatumadre.Me enderecé, dispuesta a discutir, a repetirle que en casa no usábamos

jabón,perolamujerqueviallevantarlamiradanoeralaqueesperabaver.Nome pareció frívola, no me pareció de las que se pasaban el día enteropreocupadas por su moqueta blanca. En ese instante se transformó. Quizáfuera la forma de sus ojos, el modo en que los entrecerró al mirarme conincredulidad,otalvezfueralalíneaseveraqueformabasuboca,cerradaconfuerza, condeterminación.Oquizá no fuera nada, quizá la anciana era ellamisma y decía lo de siempre. Tal vez su transformación fuera tan solo uncambio temporal de mi perspectiva: es posible que en ese momento laperspectivafueraladelhermanoalqueyoodiabayquería.

Laabuelamellevóalcuartodebañoymeobservómientrasmelavabalasmanos;luegomeordenóquemelassecaraconlatoallacolorrosa.Meardíanlasorejas,notabalagargantaalrojovivo.

Mipadrepasóarecogermecuandovolvíaacasatrasrealizaruntrabajo.Aparcóelcamiónytocóelclaxonparaindicarmequesaliera,yobedecí,conlacabezagacha.Laabuelamesiguió.Meapresuréasentarmeenelasientodelcopilototrasapartarunacajadeherramientasyunosguantesdesoldador,y la abuela le contó que no me había lavado las manos. Papá la escuchócontrayendolasmejillasmientrasconlamanoderechatoqueteabalapalancadecambios.Ensuinteriorborboteabaunacarcajada.

Al volver con mi padre sentí la fuerza de su persona. Unas lentesfamiliaresmecubrieronlosojosylaabuelaperdióelinsólitopoderquehabíatenidosobremíunahoraantes.

—¿Es que no enseñas a tus hijos a lavarse las manos después de ir albaño?—dijolaabuela.

Papápusoenmarchaelcamión,queempezóaavanzar,ydespidiéndoseconungestorespondió:

—Lesenseñoanomearseenlasmanos.

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6Escudoyrodela

Audrey cumplió quince años el primer invierno tras la marcha de Tyler.Recogióelpermisodeconducireneljuzgadodelcondadoydecaminoacasaconsiguió un empleo en la cocina de una hamburguesería. Luego encontróuna segunda colocación que consistía en ordeñar vacas a las cuatro de lamadrugada todos los días. Había pasado un año peleándose con papá,rebelándose contra las limitaciones que le imponía.De pronto tenía dinero;teníacoche;yoapenas laveía.Lafamiliamenguaba, laantigua jerarquíasecomprimía.

Mipadrenoteníatrabajadoressuficientesparaconstruirheniles,demodoquevolvióalachatarra.ConlamarchadeTyler,losdemásascendimos:alosdieciséis años Luke se convirtió en el hijo mayor, la mano derecha de mipadre,yRichardyyolosustituimoscomomachacas.

Recuerdolaprimeramañanaqueentréeneldesguacecomomiembrodela cuadrilla de mi padre. La tierra estaba helada, hasta el aire parecíaagarrotado.Nosencontrábamosenelterrenosituadoporencimadelospastosde abajo, atestado de centenares de coches y camiones. Algunos se habíanestropeadoporqueeranviejos,perolamayoríahabíasufridounaccidente,ysenotaba:combados,arqueados,retorcidos,parecíanpapelarrugadomásqueacero. En el centro había un lago de desechos ancho y hondo: baterías decoche que perdían líquido, marañas de cables de cobre, transmisionesabandonadas,planchasoxidadasdezincondulado,grifosantiguos,radiadoresdestrozados, pedazos serrados de tubos de bronce reluciente, etcétera. Unamasainformeinfinita.

Papámecondujohastaelborde.—¿Sabesdistinguirelaluminiodelaceroinoxidable?—mepreguntó.—Creoquesí.—Ven aquí. —Su tono era impaciente. Estaba acostumbrado a dar

órdenes a hombres hechos y derechos.Que tuviera que explicar el oficio aunaniñadediezañosnoshizosentirpequeñosalosdos.

Deuntirónsacóunpedazodemetallustroso.—Estoesaluminio.¿Vescómobrilla?¿Notasloligeroquees?Me lo puso en lamano. Tenía razón: no pesaba tanto como parecía.A

continuaciónmetendióuntuboabollado.—Estoesacero.

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Empezamosaclasificarlachatarraenmontones—aluminio,hierro,aceroy cobre— para venderla. Cogí un pedazo de hierro cubierto de una capacompacta de herrumbre color bronce, y sus esquinas melladas memordisquearon la palma de las manos. Tenía unos guantes de cuero, peropapámedijoqueconellospuestostrabajaríamásdespacio.

—Tesaldráncallosantesdequetedescuenta—prometiócuandoselosentregué.

Eneltallerhabíaencontradouncasco,quepapátambiénmequitó.—Temoverásmásdespaciointentandomanteneresacosaensusitio.Mipadrevivíaatemorizadoporeltiempo.Sentíaqueloacechaba.Yolo

notabaen lasmiradasmedrosasque lanzabaal sol amedidaque surcabaelcielo,enlapreocupaciónconqueevaluabacadafragmentodetuboopedazodeacero.Encadapiezaveía eldineropor elquepodíavenderse,menoseltiempo necesario para clasificarla, cortarla y entregarla. Cada bloque dehierro,cadaarandeladecobreeraunamonedadedólar,dediezcentavos,decinco—menos,sisetardabamásdedossegundosensacarloyclasificarlo—,y contraponía sin cesar esos exiguos beneficios al gasto por hora querepresentaba la casa. Calculaba que para tener las luces encendidas y elinteriorcaldeadodebíatrabajaraunavelocidaddevértigo.Nuncalevillevarnada a los contenedores; se limitaba a arrojar los objetos, con todas susfuerzas,dondequieraqueestuviese.

Laprimeravezquelovihacerlopenséqueeraunaccidente,unpercancequenoserepetiría.Aúnnoconocíalasnormasdeesenuevomundo.Estabaagachada y me disponía a alcanzar un tubo de cobre enrollado cuando unobjetovoluminosocortóelaireamilado.Apenasmevolvíparaverdedóndehabíavenido,uncilindrodeaceromediodellenoenelestómago.

Elimpactomederribó.—¡Huy!—gritópapá.Rodé sin aliento sobre el hielo. En cuanto logré ponerme en pie, papá

lanzó otro objeto.Me agaché para esquivarlo, perdí el equilibrio y volví acaerme.Estavezmequedéenelsuelo.Temblaba,peronodefrío.Lapielmehormigueabaycosquilleabaantelacertezadelpeligro;sinembargo,cuandobusquéelorigendeesepeligro, solovi aunhombrecansadoque tirabadeunalámpararota.

Recordétodaslasvecesquehabíavistoaunodemishermanosentrarentrombaporlapuertatraseraberreandoyapretándosealgunapartedelcuerporajada, aplastada, rota o quemada. Me acordé de que dos años antes unhombre llamado Robert que trabajaba para papá había perdido un dedo.

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Recordéeltonosobrenaturaldesusgritoscuandocorrióacasa.Recordéqueme había quedado mirando el muñón ensangrentado y luego el dedorebanado,queLukehabíarecogidoydepositadosobreelmostrador.Parecíaunaccesoriodeuntrucodemagia.MimadrelopusoenhieloyseapresuróallevaraRobert a la ciudadparaque losmédicos se locosieran.EldedodeRobertno fueelúnicoqueeldesguace secobró.UnañoantesqueRobert,Emma, la novia de Shawn, había entrado chillando por la puerta de atrás.Perdió lamitaddel índicemientrasayudabaaShawn.Aunquemimadre seapresuróallevarlaalaciudad,nohubonadaquehacerporqueEmmateníalacarnemachacada.

Mirémisdedossonrosadosyenesemomentoeldesguacesetransformó.Deniños,Richardyyohabíamospasadoincontableshorasentrelachatarra,saltando de un coche destrozado a otro, saqueando algunos, dejando otros.Había sido el telón de fondo de un millar de batallas imaginarias: entredemoniosybrujos,hadasygeniecillos,trolesygigantes.Deprontocambió.Dejódeserelpatiodejuegosdemiinfanciaparaadquirirsupropiarealidad,cuyasleyesfísicaseranmisteriosasyhostiles.

Mientras recordaba el curioso dibujo que había trazado la sangre deEmmaaldeslizarseporlamuñecayescurrirseporelantebrazo,melevantéy,todavía temblando, traté de desprender el tubo de cobre. Casi lo habíaconseguido cuando papá lanzó un catalizador.Me aparté de un salto ymecortélamanoconelbordedentadodeundepósitoagujereado.Melimpiélasangreenlosvaqueros.

—¡Nolostiresaquí!—ledijeagritos—.¡Estoyyo!Papálevantósorprendidolacabeza.Sehabíaolvidadodequeestabacon

él.Alverlasangreseacercóymepusounamanoenelhombro.—No te preocupes, cariño.Dios está aquí, trabajando con nosotros.No

permitiráquetehagasdaño.Ysitelohacesesporqueasílohadispuesto.

Noeralaúnicacuyospiesbuscabanunterrenoseguro.Mimadremejoródeformapaulatinaenlosseismesesposterioresalaccidentedecoche,demodoquecreímosqueserepondríadel todo.Noledolía lacabeza tanamenudo,porloqueseencerrabaenelsótanosolodosotresdíasalasemana.Luegolarecuperación fuemás lenta.A los nuevemeses lasmigrañas persistían y lamemoria demimadre era caprichosa.Almenos dos veces por semanameordenaba preparar el desayuno mucho después de que todos lo hubierantomadoydequehubiéramos recogido losplatos.Memandabapesarmediokilo de milenrama para un cliente y yo le recordaba que ya la habíamosentregado el día anterior. Empezaba a elaborar una tintura y al cabo de un

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minuto ya no se acordaba de qué ingredientes había añadido, por lo quedebíamostirartodoellote.Enocasionesmepedíaquemequedaraasulado,vigilándola,paradecirle:«Yahasechadolalobelia.Ahoravienelaverbena».

Empezóadudardequevolvieraaejercerdecomadrona,algoqueaellalaentristecíayamipadrelodestrozaba.Apapáseledescomponíalacaracadavez que mi madre rechazaba una clienta. «¿Y si tengo migraña cuando sepongadeparto?—ledecíaella—.¿Ysinomeacuerdodequéhierbaslehedadoodecuáleslafrecuenciacardíacadelreciénnacido?»

Al final no fue él quien la convenció de que volviera a ejercer decomadrona.Seconvenciósola,quizáporqueeraunaparceladesímismaalaquenopodíarenunciarsinbatallar.Aquelinviernoatendiódospartosqueyorecuerde.Traselprimerollegóacasapálidayenferma,comositraeresavidaalmundo lehubieraquitadopartede lasuya.Estabaencerradaenelsótanocuandorecibiólasegundallamada.Subióalcocheycondujoconlasgafasdesolpuestas,esforzándoseporveratravésdelasondasqueledistorsionabanlavista.Cuandollegóalacasaeldolorerapulsátil,atroz,ydisolvíacualquierpensamiento.Seencerróenunahabitacióndelfondoysuayudanteseocupódel parto. Después de eso no volvió a ser la Comadrona. Para el siguientealumbramiento gastó casi todos sus honorarios en contratar a una segundaparteraquelasupervisara.Alparecertodoelmundolasupervisaba.Ella,quehabíasidounaexperta,unaautoridadindiscutible,teníaquepedirleasuhijade diez años que le dijera si había almorzado. Aquel invierno fue largo ysombrío,yenocasionesmepreguntabasimimadre sequedabaen lacamainclusocuandonoteníamigraña.

En Navidad le regalaron un frasquito con una mezcla de aceitesesenciales.Lealivióeldolordecabeza,peronopodíamospermitirnosellujodepagar cincuentadólarespordiezgramos.Decidióprepararla ellamisma.Compró los aceites sueltos, sin mezclar —de eucalipto y siempreviva, desándaloyravensara—,ylacasa,dominadaduranteañosporeloloratierradelacortezadeárbolyelperfumeacredelashojas,derepenteolíaalavandaymanzanilla. Se pasaba los días enteros mezclando aceites, modificando lascantidadesparaconseguirfraganciasypropiedadesespecíficas.Trabajabaconuncuadernoyunbolígrafoparaanotarcadapasoquedaba.Losaceiteseranmuchomáscarosquelastinturas;eraunacatástrofetenerquetirartodaunamezcla cuando mi madre no recordaba si había añadido el de abeto.Confeccionaba un aceite contra las migrañas y otro contra los doloresmenstruales,unocontralasmialgiasyotrocontralaspalpitaciones.Durantelosañossiguienteselaboraríamuchosmás.

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Para crear las fórmulas recurría a algo denominado «pruebamuscular»,que segúnme explicó consistía en «preguntarle al cuerpo lo que necesita ydejarle responder».Mi madre decía en voz alta: «Tengomigraña. ¿Qué laaliviará?».Acontinuacióncogíaunfrascodeaceite,seloacercabaalpechoycon losojoscerradospreguntaba:«¿Necesitoesto?».Si sucuerposemovíahacia delante, significaba que sí, que el aceite la ayudaría. Si el cuerpo semovíahaciaatrás,significabaqueno,demodoqueprobabaotro.

Cuandosevolviómásexpertapasódeutilizartodoelcuerpoausarsololos dedos. Cruzaba el índice y el corazón y los flexionaba un poco paradescruzarlos al tiempo que se formulaba una pregunta. Si seguíanentrelazados, significaba que sí; si se separaban, la respuesta era no. Estemétodoproducíaunruidito tenuepero inconfundible:cadavezque layemadeldedocorazóncruzabalauñadelíndice,seoíauncarnosoclic.

Mi madre aprovechó la prueba muscular para experimentar con otrosmétodos de curación. Por toda la casa aparecieron diagramas de chakras ypuntosdepresión,yempezóacobraralaclientelaporalgollamado«trabajoenergético».NosupequéerahastaqueunatardenosllamóaRichardyamípara que fuéramos a la habitación del fondo, donde se encontraba una talSusan.Mimadre,conlosojoscerrados,lamanoizquierdasobreladeSusanylosdedosdeladerechacruzados,susurrópreguntasparasí.Trasunascuantassevolvióhacialamujer.

—Su relación con su padre le está afectando a los riñones—le dijo—.Pienseenélmientrasalineamoselchakra.

Mimadre explicóque el trabajo energético resultamás efectivo cuandohayvariaspersonas.

—Asíextraemoslaenergíadetodas—afirmó.Meseñalólafrenteymeindicóquemedieragolpecitosconeldedoenel

centro, entre las cejas, y que con la otra mano agarrara el brazo a Susan.Richarddebíadarsegolpecitosenunpuntodepresiónsituadoenelpechoyalargar la otramanohaciamí,mientrasmimadre le tocaba con el pie y seapretabaunpuntodelapalma.

—Esoes—dijocuandoagarréelbrazodeRichard.Permanecimosdiezminutosensilencioformandounacadenahumana.Cuandopiensoenaquellatarde,loprimeroquemevienealamemoriaes

lasensacióndeincomodidad:mimadredijoquesentíalaenergíacalientequeatravesaba nuestros cuerpos, pero yo no noté nada. Ella y Richard sequedaroninmóviles,conlosojoscerrados,larespiraciónsuperficial.Sentíanla energía, y la energía los transportaba. Yo me removía. Intenté

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concentrarme,luegomepreocupópensarqueestabadesbaratándolotodo,querompíalacadena,queelpodersanadordemimadreydeRichardnollegaríaa Susan porque yo no conseguía transmitirlo. Al finalizar los diezminutosSusanentregóveintedólaresamimadreyentróelsiguientecliente.

Simemostrabaescéptica,noeradeltodoculpamía.Miescepticismosedebíaaquemecostabadecidiracuáldemismadresdebíacreer.Unañoantesdel accidente, cuando mi madre había oído hablar por primera vez de laprueba muscular y del trabajo energético, los había tachado de merasfantasías,algoenloquelagentedeseabacreer.«Quierenmilagros—medijo—.Setragaráncualquiercosaquelesdéesperanzas,queleslleveacreerquemejoran. Pero la magia no existe. La nutrición, el ejercicio y el estudiocuidadosodelaspropiedadesdelasplantasesloúnicoquefunciona,aunquenadieloaceptacuandosufre.»

Ahoraafirmabaquelacuracióneraespiritualeilimitada.Mecontóquelapruebamuscularyeltrabajoenergéticoeranunaespeciedeoración,unruegodivino.Un acto de fe en el queDios hablaba a través de sus dedos.Habíamomentosenlosqueyocreíaaesamujersabiaconrespuestasparatodo;aunasí,nolograbaolvidarlaspalabrasdeaquellaotramujer,laotramadre,quetambiénerasabia.«Lamagianoexiste.»

Un día anunció que había adquirido otra destreza. «Ya no necesitoformularlaspreguntasenvozalta.Essuficienteconquelaspiense.»

Entonces empecé a observar cómodabavueltas por la casa y posaba lamanoendiversosobjetosal tiempoquemurmurabaparasíyflexionaba losdedosaunritmoconstante.Sihacíapanynoestabaseguradecuántaharinahabía echado: clic clic clic. Si mezclaba aceites y no recordaba si habíaañadidoelde incienso:clicclicclic.Sesentabaa leer lasescriturasdurantemedia hora, se olvidaba de cuándo había empezado y recurría a la pruebamuscularparasaberlo:clicclicclic.

Comenzóausarlademaneracompulsiva,sindarsecuenta,siemprequeseaburríadeunaconversación,siemprequelasincertidumbresdesumemoria,oincluso las de la vida corriente, la dejaban descontenta. Se le relajaban lasfacciones, su rostro se volvía inexpresivo y los dedos chasqueaban comogrillosalanochecer.

Papá no cabía en sí. «Los médicos esos no saben lo que le pasa a unpacienteconsolo tocarlo—decíaentusiasmado—.¡Vuestramadresíque losabe!»

ElrecuerdodeTylermepersiguióaquelinvierno.Meacordabadeldíaenquesemarchó,deloraroquehabíasidoversucochecargadodecajasbajarporla

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colina dando botes. No acertaba a imaginar el lugar donde estaba, y enocasionesmepreguntabasiquizásuescuelaseríamenosmaladeloquecreíami padre, ya que a Tyler, la persona menos mala que yo conocía, legustaba…;porlovisto,hastaelpuntodequelapreferíaanosotros.

Sehabíaplantadolasemilladelacuriosidad,quesolonecesitabatiempoyaburrimiento para crecer. Mientras arrancaba el cobre de un radiador oarrojaba al contenedor el quingentésimo pedazo de acero, a veces mesorprendíaimaginandolasaulasenlasqueTylerpasabalosdías.Miinterésseagudizabaconcadahoratediosaeneldesguace,hastaqueundíatuveunaideaperegrina:debíamatricularmeenlaescuelapública.

Mi madre siempre había afirmado que podíamos ir a la escuela siqueríamos. Tan solo teníamos que pedir permiso a papá, decía. Luegopodríamosir.

Sinembargo,nopedípermiso.Enlaseveridaddelrostrodemipadre,enel suspiro quedo de súplica que exhalaba todas las mañanas antes decomenzarlaplegariadelafamilia,habíaalgoquemeinducíaacreerquemicuriosidaderaunaobscenidad,unaofensaacuantoélhabíasacrificadoparacriarme.

Meesforcépor retomar los estudios en el tiempo librequemequedabacuandonoestabaeneldesguaceniayudandoamimadreaelaborartinturasymezclaraceites.Mimadreyanonosdabaclase,perocontinuabateniendounordenador y había libros en el sótano. Encontré el de ciencias, con susilustracionescoloridas,yeldematemáticasquerecordabadehacíaunosaños.Hasta localicé un libro verde desvaído de historia.No obstante, cuandomesentaba a estudiar casi siempre me quedaba dormida. Las páginas eransatinadasyfinas,ysevolvíanaúnmásfinasconlashorasquehabíapasadotrajinandoconlachatarra.

Mipadreintentabaapartarmedeloslibrosencuantomeveíaconunoenla mano. Quizá se acordara de Tyler. Quizá creyera que el peligrodesapareceríasilograbadistraermeduranteunosaños.Asípues,mebuscabatareas,fueranononecesarias.Unatardequemepillómirandoelmanualdematemáticas, pasamos una hora llevando cubos de agua por el campo pararegar losárbolesfrutales, locualnohabría tenidonadadeextraordinariodenohabersidoporquellovíaamares.

Sinembargo,siqueríaimpedirquesushijosseinteresaranexcesivamenteporlaescuelayloslibros—quelosIlluminatilossedujerancomoaTyler—,habría hecho mejor en dirigir la atención hacia Richard. Por las tardes mihermanoteníaqueelaborartinturasparanuestramadre,aunquecasinuncalo

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hacía.Seesfumaba.IgnorosiellaestabaenteradadeadóndeibaRichard,peroyosí losabía.Mihermanopasabacasi todas las tardeseneloscurosótano,encajonado en el cuarto de instalaciones entre el sofá y la pared, con unaenciclopediaabiertadelante.Sipapáaparecíadeimproviso,leapagabalaluzrefunfuñandosobreelgastoinnecesariodeelectricidad.Entoncesyobuscabaalgún pretexto para bajar a encenderla. Si papá volvía a entrar, un gruñidoresonabaportodalacasaymimadreteníaqueaguantarunamonsergasobreeso de dejar encendida la luz de una habitación vacía. Ella nunca meregañaba,porloquemepreguntosisabíadóndeseencontrabaRichard.Siyonopodíabajaraencenderlaluz,Richardseacercabaellibroalanarizyleíaa oscuras; tantas ganas tenía de leer. Tantas ganas tenía de leer laenciclopedia.

Tyler no estaba. No quedaban indicios de que hubiera vivido en la casa,excepto uno: todas las noches, después de cenar, cerraba la puerta de midormitorioysacabasuradiocasetededebajodelacama.Yahabíaarrastradosuescritoriohastalahabitación,ymientraselcorocantaba,estudiabasentadaen la silladeTyler,como lehabíavistohaceraélunmillardenoches.Noestudiabahistorianimatemáticas,sinoreligión.

MeleídosveceselLibrodeMormón.MeleíelNuevoTestamento,unavez deprisa y la segunda despacio, con pausas para tomar notas, introducirremisioneseinclusoescribirredaccionesbrevessobredoctrinascomoladelafeyelsacrificio.Nadieleíalasredacciones;lasescribíaparamímisma,igualquesuponíaqueTylerhabíaestudiadoparasímismoysoloparasímismo.AcontinuaciónmeleíelAntiguoTestamentoyluegoloslibrosdepapá,ensumayoríarecopilacionesdediscursos,cartasydiariosdelosprimerosprofetasmormones.Sulenguajeeradecimonónico—rígidoytortuosoperopreciso—yalprincipionoentendínada.Conel tiemposemeadaptaron lavistayeloído,demodoqueempecéasentirmemássueltaconesosfragmentosde lahistoria de mi pueblo: relatos de pioneros, mis antepasados, que habíanatravesadocondeterminaciónlas tierrasvírgenesdeNorteamérica.Mientrasquelasnarracioneserangráficas,losdiscursoserantratadosabstractossobreoscurostemasfilosóficos,yaesasabstraccionesdediquélamayorpartedelashorasdeestudio.

Visto en perspectiva, me doy cuenta de que esa fue mi educación, laimportante:lashorasquepasésentadaaunescritorioprestadoesforzándomepordescomponery analizar las rígidas corrientesde ladoctrinamormonaaimitación del hermano que me había abandonado. Estaba adquiriendo unaaptitudfundamental:lapacienciaparaleerloqueaúnnoentendía.

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Cuandolanievedelamontañaempezóaderretirseyateníalasmanosllenasde callos.Una estación en el desguacemehabía afinado los reflejos: habíaaprendidoacaptarelgruñidoquedoqueescapabadelos labiosdemipadrecadavezquearrojabaunobjetopesado,yencuantolooíametirabaalsuelo.Pasabatantotiempotendidaenelbarroqueapenasrecogíanada.Papádecíaenbromaqueeralentacomounatortugasubiendounacuesta.

ElrecuerdodeTylersehabíadesvanecido,yconél,sumúsica,sofocadapor el estruendo del metal al chocar con metal. Esos eran los ruidos quesonaban en mi cabeza por la noche: el tintineo del zinc ondulado, elchasquidodelalambredecobre,elestrépitodelhierro.

Habíaentradoenunanuevarealidad.Veíaelmundoatravésdelosojosde mi padre. Veía a los ángeles —o al menos imaginaba que los veía—observar cómo desguazábamos y adelantarse para atrapar las baterías decocheolospedazosdentadosdetubodeaceroquemipadretirabaalaotrapuntadelterreno.Cuandoloslanzaba,yoyanolegritaba,sinoquerezaba.

Como trabajabamás deprisa separando elmaterial yo sola, unamañanaque papá se encontraba en el extremo norte del desguace, cerca de lamontaña,medirigí a la parte sur, próxima a los pastos.Llené de piezas dehierrouncontenedorconcapacidadparanovecientoskilosy,conlosbrazosdoloridos, corrí a buscar amipadre, pueshabíaquevaciarloyyono sabíamanejarlacargadora:unaenormecarretillaelevadoraconbrazotelescópicoyanchasruedasnegrasmásaltasqueyo.Lamáquinalevantaríaelcontenedorunosochometrosy,conelbrazoextendido,inclinaríalashorquillasparaquesedeslizaralachatarra,quecomounchaparróncaeríaenelremolqueconunestrépito tremendo. El remolque era una plataforma de camión de quincemetrosaparejadaparaalbergarlachatarra;básicamente,unrecipienteenormeconparedesconstruidascongruesaschapasdehierrodedosmetrosymediodealtura.Teníacapacidadparaveintecontenedores,esdecir,unasdieciochotoneladasdehierro.

Encontréapapáenelcampo,dondeencendíaunafogataparaquemarlaenvoltura de unos cables de cobre enmarañados. Le informé de que elcontenedoryaestabalisto,meacompañóysesubióalacarretillaelevadora.Señalóelremolque.

—Cabrámássicolocasbienelhierrocuandolodejecaer.Sube.Noleentendí.¿Queríavaciarelcontenedorconmigodentro?—Subirécuandohayastiradolacarga—ledije.—No. Es más rápido como yo digo. Pararé la máquina cuando el

contenedor esté a la altura de la pared del remolque, para que bajes de un

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salto.Entoncescorresporloaltodelapared,tesubesaltechodelacabinaytequedasahíhastaquelovacíe.

Mesentésobreunpedazodehierro.Papádeslizólashorquillasdebajodelcontenedor,noslevantóalachatarrayamíyavanzóatodavelocidadhaciael principio del remolque. Me costaba sujetarme. En la última curva elcontenedoroscilócontantafuerzaqueunapuntadehierrovolóhaciamí.Semeclavóen lacara internade lapierna,unpocomásabajode la rodilla,yatravesó el tejido como un cuchillo corta la mantequilla caliente. Traté dearrancarlaperolapiezahabíaquedadosepultadaenpartealmoverselacarga.Oíelsuavegemidodelasbombashidráulicascuandoelbrazoseextendió.Elgemidocesóencuantoelcontenedorestuvoalniveldelremolque.Mipadremedabatiempoparaquebajaraalapared,peroyoestabaencallada.

—¡Nopuedomoverme!—grité.El rugido delmotor de la carretilla elevadora era demasiado fuerte.Me

preguntésiantesdevaciarelcontenedormipadreesperaríaavermeasalvosobre la cabina del camión, aunque sabía bien que no lo haría. El tiempoacechaba.

Las bombas hidráulicas gimieron y el contenedor ascendió otros dosmetrosymedio.Posicióndevaciado.Volvíagritar,másalto,luegomásbajo.Tratabadeencontrarun tonoque lograrapenetrarelzumbidodelmotor.Elcontenedor empezó a inclinarse, despacio al principio, deprisa después.Estaba encallada cerca de la parte trasera. Coloqué lasmanos en el borde,conscientedequemeproporcionaríaunasiderocuandoelcontenedorquedaravertical.Siguióinclinándoseylachatarradelapartedelanterasedeslizópocoa poco como un enorme glaciar de hierro que se rompiera. La puntacontinuabaincrustadaenlapiernaymearrastrabahaciaabajo.Lasmanosmehabíanresbaladoyempezabaaescurrirmecuandolapiezaporfinsaliódelacarne desgarrada y se estampó en el remolque con un estruendo brutal.Yaestabalibreperocayendo.Notéqueconlapalmatocabalaparedlateraldelcontenedor,yacasivertical.Meimpulséhaciaella,medescolguéporelbordey seguí descendiendo. Comome encontraba en un lateral y no en la partedelantera,esperaba—rogaba—aterrizarenelsueloynoenelremolque,queenesosmomentoseraunfurordemetalrechinante.Soloveíaelazuldelcielomientrascaíaconlaexpectativadesentirlacuchilladadelhierroafiladooelgolpetazodelatierrafirme.

Laespaldachocóconmetal:lapareddelremolque.Lospiessemovieronporencimadelacabezayproseguímidesmañadodescensohaciaelsuelo.La

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primeracaídafuededosodosmetrosymedio;lasegunda,deunostres.Mealivióestrellarmecontralatierra.

Permanecíunosquincesegundostendidabocaarribaantesdequecesaraelrugidodelmotoryseoyeranlasfuertespisadasdemipadre.

—¿Quéhapasado?—mepreguntótrasarrodillarseamilado.—He caído fuera —respondí resollando. Se me había parado la

respiraciónconel impactoynotabaundolorpulsátilen laespalda,comosimelahubierapartidoendos.

—¿Cómo lo has hecho? —Su tono, aunque compasivo, reflejabadecepción.

Mesentítonta.«Tendríaquehaberlohechobien—pensé—.Erafácil.»Papáexaminóelcortedelapierna,quesehabíadesgarradoyabiertomás

aldesprenderse lapunta.Parecíaunsocavón; lacarnesehabíahundido.Mipadresequitólacamisadefranelaymeapretólapiernaconella.

—Veacasa.Tumadredetendrálahemorragia.Crucé los pastos cojeandohasta que papá desapareció de la vista, yme

derrumbéentre lasaltasgramíneas.Meagitabay tragababocanadasdeairequenomellegabaalospulmones.Noentendíaporquélloraba.Estabaviva.Mepondríabien.Losángeleshabíancumplidoconsucometido.Asíque¿porquénodejabadetemblar?

Crucéelúltimocampoendirecciónacasay,peseaestarmareada,entréen tromba por la puerta de atrás, como había visto hacer a mis hermanos,comohabíanhechoRobertyEmma,yllaméavocesamimadre.Alverlashuellas rojas que surcaban el linóleo fue a buscar el medicamentohomeopático que utilizaba para tratar las hemorragias y conmociones,llamado«remedio de rescate», yme echó bajo la lengua doce gotas de eselíquido claro e insípido. Posó lamano izquierda sobre el corte y cruzó losdedosdeladerecha.Cerrólosojos.Clicclicclic.

—No hay tétanos—dijo—. La herida se cerrará. Con el tiempo. Perodejaráunafeacicatriz.

Me puso boca abajo y examinó el hematoma —una mancha moradooscurodeltamañodeunacabezahumana—quemehabíasalidounpocomásarribadelacadera.Denuevocruzólosdedosycerrólosojos.Clicclicclic.

—Tehas lastimadoel riñón.Debemosprepararunamezcladeenebroyfloresdegordoloboparahacerinfusiones.

En el corte de debajo de la rodilla se había formadouna costra—oscura ylustrosa, un río negro que cruzaba la carne sonrosada— cuando tomé unadecisión.

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Elegí una nochede domingo.Papá descansaba en el sofá, con laBibliaabierta en el regazo. Me quedé plantada delante de él durante lo que meparecieronhorasy,alverquenomemiraba,soltéaborbotonesloqueteníaquedecir:

—Quieroiralaescuela.Nodiomuestrasdeoírme.—Herezadoyquieroir—añadí.Mipadrelevantóporfinlavistaylaclavóalfrente,enalgosituadoami

espalda.Sehizounsilenciodenso.—EnestafamiliaobedecemoslosmandamientosdelSeñor.CogiólaBiblia.Lospárpadosletemblabanmientrassusojospasabande

una línea a la siguiente.Me di la vuelta para salir, y no había llegado a lapuertacuandopapávolvióahablar.

—¿TeacuerdasdeJacobyEsaú?—Sí.Retomó la lecturaysalíensilencio.Nonecesitabaningunaexplicación;

conocíaelsignificadodelahistoria.Queríadecirquenoeralahijaalaqueélhabíacriado,lahijadelafe.Habíaqueridovendermeporunplatodelentejas.

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7Diosproveerá

Era un verano seco.El sol ardía en el cielo todas las tardes y con su caloráridoagostabalamontaña.Alatravesarelcampoporlasmañanascaminodelestablonotabaquelostallosdetrigoalmidonerocrujíanysequebrabanbajomispies.

Unamañanaambarinamedediquéaconfeccionarelremedioderescate,elmedicamentohomeopático,paramimadre.Cogíaquincegotasdelatinturamadre—ellalaguardabaenelarmariodelacostura,paraquenadielausarayno se contaminara— y las echaba en un frasquito con agua destilada. Acontinuación formaba un círculo con el índice y el pulgar y pasaba elfrasquitoporél.Segúnmimadre, lapotenciadelosremedioshomeopáticosdependíadecuántasveceslabotellitapasaraentrelosdedos,decuántasvecesabsorbieramienergía.Porlogeneralyoparabaalllegaracincuenta.

Papá y Luke se encontraban en lamontaña, en el desguace situado porencimadelospastosdearriba,acuatrocientosmetrosdecasa.Preparabanloscochespara la trituradora,quemipadrehabíaalquiladocon la intencióndeutilizarla esa misma semana. Luke tenía diecisiete años. Era delgado ymusculoso, y de sonrisa espontánea cuando estaba al aire libre. Papá y élextraíanelcombustibledelosdepósitos.Nohayquemetervehículosconeldepósitoenlatrituradora,porelriesgodequeseproduzcaunaexplosión,demodoquehabíaquevaciarloyarrancarlo.Eraunatarealenta:loagujerabanconunmartilloyunaestacayesperabanaquesaliera toda lagasolinapararetirarlosinpeligroconunsopletecortador.Papáhabía ideadométodomásrápido: un pincho de hierro de dosmetros ymedio de largo. Levantaba elvehículo con la carretilla elevadora y Luke lo guiaba hasta que el depósitoquedabajustoencimadelpincho.Entoncesmipadrebajabalashorquillas.Sitodoibabien,elcochequedabaempaladoyelcarburantesalíadeldepósitoyseescurríaporelpinchohastauncontenedordefondoplanoquepapáhabíasoldadopararecogerlo.

Amediodía ya habían vaciado entre treinta y cuarenta depósitos. Lukehabíatrasvasadoelcombustibleacubosconcapacidadparaveintelitros,queempezóallevaralcamióndepapá.Cuandocargabaunotropezóylecayeroncasi cuatro litros de gasolina en los vaqueros. El sol estival secó la tela encuestióndeminutos.Mihermanoterminódeacarrearloscubosyfueacasaacomer.

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Recuerdoaquelalmuerzoconunaclaridad inquietante.Recuerdoelolorpegajosodelestofadodecarneypatatas,yeltintineodeloscubitosdehieloal cabriolar en los vasos, que con el calor sudaban gotas de condensación.Recuerdoquemimadremedijo queme tocaba fregar porque ella se iría aUtahdespuésdecomerparaconsultaraotracomadronasobreunembarazocomplicado.Añadióquetalveznollegaríaatiempoparalacenayquehabíahamburguesasenelcongelador.

Recuerdoquenoparédereírentodalahora.Tumbadoenelsuelodelacocina, papá bromeaba sobre una ordenanza recién aprobada en nuestropequeñopuebloagrícola.Unperrocallejerohabíamordidoaunniñoytodoelmundoestabaindignado.Elalcaldehabíadecididolimitaradoselnúmerode perros por familia, aunque el que había atacado al chiquillo no era denadie.

—Esosgeniossocialistas—dijopapá—.Seahogaríanmirandolalluviasinolesconstruyéramosuntechosobrelacabeza.

Mereítantoquemedolióelestómago.Luke se había olvidado por completo de la gasolina cuando volvió con

papáalamontañayprepararonelsopletecortador.Seloapoyóenlacadera,el pedernal golpeó el eslabón y las diminutas chispas se convirtieron enllamasqueleenvolvieronlapierna.

La parte que nosotros recordaríamos, que contaríamos tantas veces queacabaríaporincorporarsealfolclorefamiliar,eraqueLukenopudoquitarselos vaqueros empapados de gasolina. Aquella mañana, como todas, se loshabíaceñidoconuntrozodecordelparaatarpacas,queeslisoyescurridizoy necesita un nudo de seguridad para no soltarse. Por otro lado, el calzadotampoco ayudaba: voluminosas botas de seguridad tan destrozadas quedurantesemanas lashabía remendadopor lasmañanasconcintaamericana,que por las noches arrancaba con la navaja. Luke podría haber cortado elcordel y haber rajado las botas en cuestión de segundos, pero, enloquecidopor el pánico, salió corriendo como un ciervo que huye de la muerte ypropagóelfuegopor laartemisayelagropiro,resecosyquebradizosporelveranoabrasador.

Habíaapiladolosplatossuciosy llenabadeaguael fregaderocuandolooí:unagudochillidoahogadoqueempezabaenunaclavey terminabaenotra.Nocabíadudadequeerahumano.Nuncahabíaoídoaunanimalberreardeesamanera,contalesfluctuacionesdetonoytimbre.

Salí corriendo y vi a Luke cojear por la hierba. Tras llamar a voces anuestra madre se desplomó. Entonces me fijé en que la pernera de sus

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vaqueros había desaparecido, se había fundido. Tenía algunas partes de lapierna amoratadas, rojas y ensangrentadas; otras se veían descoloridas ymuertas. Hilos de piel finos como el papel le rodeaban con delicadeza elmusloydescendíanporlapantorrilla,comoceraquegotearadeunavelademalacalidad.

Teníalosojosenblanco.Volvíatodaprisaacasa.Yahabíaempaquetadolosfrascosdelremedio

derescate,perolatinturamadrecontinuabasobreelmostrador.Lacogí,salícomounaflechayvertímediabotellitaentreloslabiostrémulosdeLuke.Nose produjo ningún cambio. Mi hermano tenía los ojos blancos como elmármol.

Poco a poco apareció un iris castaño, luego el otro. Luke farfulló yempezóagritar.

—¡Se quema! ¡Se quema! —exclamó. Le recorrió un escalofrío y lecastañetearonlosdientes.Temblaba.

Yosoloteníadiezañosyenaquelmomentomesentímuypequeña.Lukeeramihermanoymayorqueyo;penséqueélsabríaquéhabíaquehacer,demodoqueloagarréporloshombrosylozarandeéconfuerza.

—¿Deboponertefríoocalor?—lepreguntéagritos.Merespondióconunresuello.La lesión era la quemadura, razoné.Era lógico tratarla en primer lugar.

Fuialcongeladorhorizontaldelpatioysaquéunabolsadehielo.Lukegritóen cuanto le tocó la pierna: un alarido con la espalda arqueada y los ojosdesorbitadosqueconsiguióqueelcerebrosemepegaraalcráneo.Teníaqueencontrarotraformaderefrescarlelapierna.MeplanteévaciarelcongeladorymeterdentroaLuke,peroelarcónsolofuncionabaconlatapacerrada,demodoquemihermanoseasfixiaría.

Registré mentalmente la casa. Teníamos un cubo de la basura enorme,grande como una ballena azul. Estaba salpicado de pedacitos de comidapodridayapestabade talmaneraque lo teníamosencerradoenunarmario.CorríacasayalvaciarlosobreellinóleovielratónmuertoqueRichardhabíatiradolavíspera.Salíconelcuboylolavéconlamanguera.Sabíaquedebíalimpiarlomásafondo,quizáconlavavajillas,peroalveraLukeretorcerseenla hierba decidí que no disponía de tiempo.Tras apuntar el chorro hacia elúltimorestodecomidaparaeliminarlo,enderecéelcuboylollenédeagua.

Luke se arrastraba hacia mí para introducir la pierna en él cuando oíresonarlavozdemimadre.Informabaaalguiendequeconlasquemaduraslamayorpreocupaciónnoeslacarnedañada,sinolainfección.

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—¡Luke!—exclamé—.¡No!¡Nometaslapierna!Continuógateandohaciaelcubosinhacermecaso.Laexpresión fríade

susojosindicabaquenoleimportabanadasalvoelfuegoquelequemabalapiernadetalmodoqueleardíaelcerebro.Actuéconrapidez.Empujéelcuboyunaenormemasadeaguaondeósobrelahierbacomounaola.Lukeemitióunruidogorgoteante,comosiseahogara.

Corríalacocinaabuscarlasbolsasdelabasuraqueponíamosenelcubo,abríunayordenéaLukequeintrodujeraenellalapierna.Nosemovió,peromepermitiócubrirlelacarnedesollada.Enderecéelcuboymetílamangueraenél.Mientrassellenabaayudéamihermanoamantenerelequilibriosobreun pie y a deslizar la pierna quemada, envuelta en plástico negro, en elinterior del cubo de la basura. El aire de la tarde era sofocante; el agua secalentaríaenseguida;echédentrolabolsadehielo.

Al cabo de un ratito —veinte minutos, quince quizá—, Luke pareciórecuperarlacorduraylacalmayestarencondicionesdemantenerseerguidosinayuda.Elcubodelabasuraseencontrabaenelcentromismodelcésped,a tresmetrosde la sombra, y el sol de la tarde se dejaba sentir con fuerza.Llenodeaguapesabademasiado,porloqueyonopodíamoverlo,yLukesenegabaasacar lapiernani siquieraunminuto.Fuiabuscarel sombrerodepaja que la abuela nos había regalado en Arizona. Como a Luke seguíancastañeteándole los dientes, le llevé también una manta de lana. Y así sequedó,conunsombreroenlacabeza,unamantadelanasobreloshombrosylapiernametidaenuncubodelabasura.Suaspectoestabaamediocaminoentreeldeunindigenteyeldeunveraneante.

ElsolcalentóelaguayLukeempezóamoverseincómodo.Fuiotravezalcongelador horizontal, pero ya no quedaba hielo, tan solo una docena debolsas de verdura, que arrojé al cubo.El resultado fue una sopa turbia conguisantesypedacitosdezanahoria.

Al rato —no sé cuánto tiempo transcurrió— se presentó mi padre,demacradoycongestodedesaliento.Luke,tranquiloporfin,descansaba,enlamedida enquepodíadescansar depie.Papá lo trasladó con el cubo a lasombraporque,apesardelsombrero,elsollehabíaquemadolasmanosylosbrazos, que habían enrojecido. Papá dijo que lo mejor era dejar la piernadondeestabahastaqueregresaranuestramadre.

Elcochedemimadreaparecióenlacarreteraentornoalasseis.Cuandosubíaporlacolinasalíasuencuentroparacontarlelosucedido.Seapresuróair donde estaba Luke y le pidió que le enseñara la pierna, por lo que mihermanolasacógoteando.Elplásticosehabíaadheridoalaquemadura.Mi

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madre dijo que no quería desgarrar el frágil tejido de la herida, por lo quecortó la bolsa despacio, con sumo cuidado, hasta dejar la pierna a la vista.Habíapocasangreyaúnmenosampollas,puestoqueambasnecesitanpielyaLukelequedabamuypoca.Elrostrodemimadreadquirióuntonoamarillogrisáceo, pero no perdió la calma. Cerró los ojos y cruzó los dedos parapreguntarenvozaltasilaheridasehabíainfectado.Clicclicclic.

—Estavezhastenidosuerte,Tara—medijo—.¿Cómoseteocurremeterunaquemaduraenuncubodelabasura?

PapállevóaLukeacasaymimadrefueabuscarelescalpelo.Pasaronlasúltimashorasde la tardearrancando lacarnemuerta.Mihermano intentabanogritar,peroexhalabagrandesbocanadasdeaireylerodabanlágrimasporlas mejillas cuando le levantaban y estiraban fragmentos de piel para verdóndeterminabalacarnemuertayempezabalaviva.

Mimadre leaplicóen lapiernaunungüentodegordoloboyconsuelda,recetasuya.Aunqueseledabanbienlasquemaduras—eransuespecialidad—,yo la notabapreocupada.Dijoquenuncahabíavistoninguna tangravecomoladeLuke.Quenosabíaquésucedería.

MimadreyyopasamoslaprimeranochealacabeceradeLuke,quedelirabaporlafiebreyeldoloryapenasdurmió.Parabajarlafiebreleponíamoshieloen la cara y el pecho; para aliviar el dolor le dábamos lobelia, verbena yescutelaria.Eraotra recetademimadre.Despuésdecaermedelcontenedordechatarrahabíatomadoesapreparaciónparaaplacareldolorpulsátildelapierna mientras esperaba a que se cerrara el corte, pero, por lo que a mírespectaba,noteníaelmenorefecto.

AunqueconsiderabaquelosfármacosconvencionaleseranabominacionesaDios,siaquellanochehubieratenidomorfinaselahabríadadoaLuke.Eldolornoledejabarespirar.Incorporadoenlacama,demodoquelasgotasdesudordelafrentelecaíanenelpecho,conteníaelalientohastaqueseponíarojoyluegomorado,comosiprivardeoxígenoalcerebrofueraloúnicoquele permitiría aguantar los siguientes minutos. Cuando el dolor de lospulmones superaba al de la quemadura, expelía el aire en un enorme gritojadeante:unalaridodealivioporlospulmones,desufrimientoporlapierna.

Lasegundanochelocuidésolaparaquemimadredescansaraydormíamedias.Me despertaba con los primeros ruidos de agitación, con elmenormovimiento, para ir a buscar el hielo y las tinturas antes de que Lukerecobrara por completo el conocimiento y el dolor se apoderase de él. Latercera noche lo atendiómimadre y yome quedé junto a la puerta, desdedondeoía los jadeosdemihermanoyobservabacómolovelabamimadre,

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que tenía el rostro demacrado y los ojos hinchados de preocupación yagotamiento.

Cuandomedormí,soñé.Soñéconelfuegoquenohabíavisto.Soñéqueerayoquienyacíaenaquellacamaconelcuerpoenvueltoenvendasflojas,momificado. Mi madre, arrodillada en el suelo, me apretaba la manoembadurnadaigualqueselaapretabaaLuke,metocabalafrente,rezaba.

Lukeno fuea la iglesia aqueldomingo,ni al siguiente,ni alotro.Papánosordenódecirqueestabaenfermo.Nosadvirtiódequehabríaproblemassiel Gobierno se enteraba del accidente, que los federales se nos llevarían anosotros, los críos. Que ingresarían a Luke en un hospital, donde se leinfectaríalapiernaymoriría.

Alastressemanasdelfuego,mimadreanuncióquelapieldelbordedelaquemadura empezaba a regenerarse y que abrigaba esperanzas inclusorespecto a las partes en peor estado. Luke ya se sentaba, y al cabo de unasemana, con la llegadade losprimeros fríos,podíapermanecerun ratitodepie con la ayuda de muletas. Poco después caminaba ruidosamente por lacasa,flacocomounespárrago,yzampabagrandescantidadesdecomidapararecuperarelpesoperdido.Porentonceselcordelsehabíaconvertidoenunaleyendadelafamilia.

—Un hombre debe tener un buen cinturón —afirmó papá mientrasdesayunábamoseldíaenqueLukeya seencontraba lobastante recuperadoparavolveraldesguace.Letendióuncintodecueroconhebilladeacero.

—Luke no —intervino Richard—. Él prefiere un cordel. Ya sabes lomodernoquees.

Lukesonrió.—Labellezaloestodo—dijo.

Durante dieciocho años no reflexioné ni una sola vez sobre aquel día, nisiquiera demanera indagatoria. Las escasas ocasiones en que los recuerdosmeretrotraíanaaquellatardetórrida,loprimeroqueevocabaeraelcinturón.«Luke,amigoloco—pensaba—,mepreguntositodavíallevarásuncordel.»

Ahora, con veintinueve años, me siento a escribir, a reconstruir elincidente a partir de los ecos y gritos de una memoria fatigada. Lo anotodeprisa.Al llegar al finalvacilo.Hayuna incongruencia,un fantasmaenelrelato.

Loleo.Vuelvoaleerlo.Yalotengo.¿Quiénapagóelfuego?Unavozaletargadadesdehacetiemporesponde:«Papá».

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Sinembargo,Lukeseencontrabasolocuandolovi.Simipadrehubieraestado con él en la montaña, lo habría llevado a casa, le habría curado laquemadura.HabíaidoarealizaralgúntrabajoyporesoLuketuvoquebajarsolo.Poresolecuróunaniñadediezaños.Poresoacabóconlapiernaenuncubodelabasura.

DecidopreguntaraRichard.Esmayorqueyo,ysumemoria,mejorquelamía.Además,segúnlasúltimasnoticias,Lukeyanotieneteléfono.

Lellamo.LoprimeroquerecuerdaRichardeselcordel,alque,fielasucarácter, denomina «aparejo de atar pacas». A continuación recuerda lagasolinaderramada.LepreguntocómologróLukeapagarelfuegoybajardela montaña, puesto que estaba conmocionado cuando lo vi. Papá seencontrabaconél,afirmaRichardsinvacilar.

Bien.Entonces¿porquénofuepapáacasa?Richardresponde:porqueLukehabíacorridoentre lamaleza,quehabía

empezadoaarder.Acuérdatedeaquelverano.Seco,abrasador.Nopuedesirprovocando incendios forestales en una región agrícola durante un veranoseco.Por esopapá subió aLuke al camióny lomandó a casa, connuestramadre.Soloqueellanoestaba.

Bien.Ledivueltasduranteunosdíasantesdeponermeaescribirotravez.Papá

está al principio…, con sus chistes divertidos sobre socialistas, perros ytejados que impiden que los progresistas se ahoguen. Luego se va a lamontaña con Luke, mi madre se marcha y yo abro el grifo para llenar elfregadero.Denuevo.Parececomosilohicieraporterceravez.

En lamontaña ocurre algo.Aunque solo puedo imaginarlo, lo visualizoconclaridad,conmayornitidezquesisetrataradeunrecuerdo.Loscochesesperan apilados, con el depósito de gasolina reventado y vacío.Mi padreseñala una torre de vehículos y dice: «Luke, quítales el depósito a esos,¿vale?». Y mi hermano responde: «Claro, papá». Apoya el soplete en lacaderaygolpeaelpedernal.Surgenllamasyprendenenél.Grita,manipulaelcordel,vuelveagritarysalecorriendoentrelahierba.

Papá va tras él y le ordena que se detenga. Luke no le obedece,probablemente por primera vez en su vida.Mi hermano es rápido peromipadreeslisto.Atajaporunapirámidedecoches,loagarraylotiraalsuelo.

Nologrovisualizarquésucedeacontinuación,puesnadiemehacontadocómoapagópapáelfuegodelapiernadeLuke.Deprontoafloraunrecuerdo—deaquellanocheenlacocina:papáseencogededolormientrasmimadre

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leaplicaelungüentoenlasmanos,rojasycubiertasdeampollas—yentoncesdeduzcoloquedebiódehacer.

Lukeyanoestáenllamas.Intentoimaginarelmomentodeladecisión.Mipadremiralamaleza,que

ardedeprisa,sedientadellamasenaquelcalortrémulo.Miraasuhijo.Piensaquesiconsiguesofocarlasmientrasaúnseanpequeñastalvezlogreimpedirunincendioarrasador,quizálogresalvarlacasa.

Lukeparecelúcido.Sucerebroaúnnohaasimiladolosucedido;eldolortodavía no ha empezado. «Dios proveerá—supongo que piensa papá—.ElSeñorlohadejadoconsciente.»

Loimaginorezandoenvozaltaconlosojoshaciaelcielomientrasllevaasuhijoalcamiónyloacomodaenelasientodelconductor.Ponelaprimerayelvehículoempiezaaavanzar.AlcanzaunabuenavelocidadyLuketienelasmanos en el volante. Papá salta del vehículo enmarcha, rueda por la tierraduray correhacia lamaleza envuelta en llamas, que sehan extendidoy sehan vueltomás altas. «Dios proveerá», salmodia, y se quita la camisa parasofocarelfuego.[3]

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8Pequeñasrameras

Quería escapar del desguace y solo había una formade conseguirlo, la quehabía utilizadoAudrey: encontrar un empleo para no estar en casa cuandopapáreunieraasucuadrilla.Elproblemaeraqueteníaonceaños.

Recorrí en bicicleta el kilómetro y medio que nos separaba del centropolvoriento de nuestro pueblo. No había mucho que ver: una iglesia, unaoficinadecorreosyunagasolinerallamadaPapaJay’s.Entréenlaoficinadecorreos.AtendíaelmostradorunaseñoramayorqueyosabíaquesellamabaMyrnaMoyle,porqueMyrnaysumarido,Jay(PapaJay),eranlosdueñosdelagasolinera.Habíanestadodetrásdelaordenanzamunicipalquelimitabaadoselnúmerodeperrosporfamilia.Habíanpropuestootrasordenanzas,ylosdomingos,alvolverdelaiglesia,mipadredespotricabacontraMyrnayJayMoyleydecíaagritosqueerandeMonterey,deSeattleodedondefuerayquecreíanquepodíanimponerelsocialismodelaCostaOestea lasbuenasgentesdeIdaho.

PedípermisoaMyrnaparacolgaruna tarjetaenel tablón.Mepreguntóparaquéera.Lerespondíquebuscabatrabajocomocanguro.

—¿Aquéhorasestásdisponible?—Acualquierhora,atodashoras.—¿Quieresdeciralsalirdelcolegio?—Quierodeciratodashoras.Myrnamemiróyladeólacabeza.—MihijaMarynecesitaaalguienquelecuidealapequeña.Hablarécon

ella.Maryimpartíaclasesdeenfermería,loquesegúnmipadrerepresentabael

máximogradodelavadodecerebroposible:trabajaralmismotiempoparalamedicinaoficialyparaelGobierno.Penséquequizámeprohibiera trabajarparaella,peromeequivocaba,yempecéacuidaralahijadeMaryloslunes,miércolesyviernespor lamañana.Mary teníaunaamiga llamadaEve,quenecesitabaunaniñeraparasustreshijoslosmartesylosjueves.

AunkilómetroymediodenosotrosuntalRandyllevabadesdecasaunaempresadeventadeanacardos,almendrasynuecesdemacadamia.Unatardepasó por la oficina de correos y charlando conMyrna le contó que estabahartodeprepararlascajas,quelegustaríacontrataraalgunoscríos,peroquetodosestabanocupadosconelfútbolylabandademúsica.

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—Enestepueblohayalmenosunacríaquenoloestá—comentóMyrna—.Ycreoqueestaríamásqueinteresada.

Señaló mi tarjeta y poco después yo trabajaba de niñera de lunes aviernes, de ocho a doce, y luego iba a casa deRandy a envasar anacardoshasta la hora de la cena. Aunque no me pagaban mucho, me parecía unmontónporquenuncahabíacobradonada.

EnlaiglesiadecíanqueMarytocabaelpianodemaravilla.Utilizabanlapalabra«profesional».Nosupe loque significabahastaundomingoenqueinterpretóun solopara los feligreses.Lamúsicamedejó sin aliento.Habíaoído ese instrumento innumerables veces como acompañamiento de loshimnos religiosos,perocuandoMary lo tocó,el sonidonoguardóelmenorparecidoconaquel aporreo informe.Era líquido, eraetéreo.Erapiedray, acontinuación,viento.

Aldíasiguiente,cuandoMaryregresódelafacultad,lepedíquemedieraclasesenlugardedinero.Sesentóeneltaburetedelpianoymeenseñóunosejercicios de digitación.Despuésme preguntó quémás estudiaba aparte depiano.Papámehabíaindicadoloquedebíarespondersialguienseinteresabapormiescolarización.

—Hagoclasetodoslosdías.—¿Vesaotrosniños?¿Tienesamigos?—Claro.Maryreanudólalección.Cuandoacabamosymedisponíaamarcharme,

medijo:—Mi hermana Caroline enseña danza los miércoles en la trastienda de

PapaJay’s.Vanmuchasniñasdetuedad.Podríasapuntarte.EsemiércolessalítempranodecasadeRandyymedirigíenbicicletaala

gasolinera. Llevaba pantalones vaqueros, una camiseta gris muy ancha ybotasdeseguridad;lasotrasniñasllevabanmallasnegras,faldasvaporosasdetela brillante,medias blancas yminúsculas zapatillas de ballet color chicle.CarolineeramásjovenqueMary.Lucíaunmaquillajeimpecableyunosarosdeoroquedestellabanentrelosrizoscastaños.

Nos mandó ponernos en fila y nos enseñó un ejercicio breve. En unradiocasetecolocadoenunrincónsonóunacanción.Yonuncalahabíaoídoperolasotrasniñaslaconocían.Mirénuestroreflejoenelespejo,amisdocecompañeras, impecablesy relucientes, que ejecutabanpiruetasnebulosas ennegro,blancoyrosa.Ymemiréamí,anchaygris.

AlterminarlaclaseCarolinemeaconsejóquemecompraraunasmallasyzapatillasdeballet.

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—Nopuedo—ledije.—Ah. —Se quedó cortada—. A lo mejor alguna compañera puede

prestarteunas.Nomehabíaentendido.Habíainterpretadoquenoteníadinero.—Nosondecorosas—aclaré.Abrióloslabiosenungestodesorpresa.«EstosMoylecalifornianos…»,

pensé.—Nopuedesbailarconbotas.Hablarécontumadre.Alcabodeunosdíasmimadrecondujosesentaycincokilómetrospara

llevarmeaunatiendapequeñaconlosestantesrepletosdezapatillasexóticasy trajes acrílicos extravagantes. Ni uno solo era decoroso. Fue derecha almostrador y pidió a la dependienta unas mallas negras, medias blancas yzapatillasdebaile.

—Guárdalasentuhabitación—medijocuandosalimosdelatienda.Nohizofaltaqueañadieranadamás.Entendíbienquenodebíaenseñarle

lasmallasapapá.Aquelmiércolesme puse lasmedias, lasmallas y, encima, la camiseta

gris,quemellegabacasialasrodillas.Aunasí,medabavergüenzaquesemeviera tanta pierna.Mi padre afirmaba que unamujer honesta nunca enseñamásarribadeltobillo.

Aunquelasotrasniñasapenashablabanconmigo,meencantabaestarconellas.Meencantaba la sensacióndeconformidad.Aprenderballeteracomoaprenderaformarpartedeungrupo.Memorizabalosmovimientosydeesemodo entraba en sus mentes: ejecutaba un arabesco al mismo tiempo queellas; estiraba los brazos hacia arriba cuando ellas lo hacían. En ocasionesmirabaalespejoyveíagirarlamarañadenuestroscuerpossindistinguirmedeinmediatoentrelasdemás.Noimportabaquellevaraunacamisetagris,serunpatoentrecisnes;nosmovíamosjuntas,enunasolabandada.

EmpezamoslosensayosdelafuncióndeNavidadyCarolinellamóamimadreparahablardelaropa.

—¿Cómo de larga será la falda? —preguntó mi madre—. ¿Ytransparente?No,esonoesposible.

OíaCarolinedeciralgosobrelasprendasquelasotrasniñasdelaclasequeríanllevar.

—Taranopuedeponerseeso—replicómimadre—.Si lasotrasquierenvestirseasí,sequedaráencasa.

ElmiércolessiguientealallamadadeCarolinelleguéaPapaJay’sunosminutosantesdelahora.Laclasedelaspequeñasacababadeterminary la

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tiendaestabaatestadadeniñasdeseisañosquesemeneabandelantedesusmadres con sombreros de terciopelo y faldas recamadas de destellanteslentejuelascolorescarlata.Lasvicontonearseybrincarpor lospasillosconlaspiernascubiertassoloconmediastransparentes.Meparecieronpequeñasrameras.

Llegóel restodemi clase.Alver los atuendos entraroncorriendoenelestudioparasaberqué leshabíapreparadoCaroline.Laencontraron juntoaunacajadecartónllenadeanchassudaderasgrises.Empezóarepartirlas.

—¡Aquíestávuestrovestuario!Lasniñaslevantaronlassudaderasyarquearonlascejasconincredulidad.

Esperabangasaycintas,noropadeportivadeFruitoftheLoom.CarolineleshabíacosidoenlapecheraunosenormesPapásNoelbordeadosdepurpurinaconlaintencióndequeresultaranmásatractivas,perosolohabíaconseguidoqueeltristealgodónparecieraaúnmástriste.

Mimadrenoinformódelafunciónapapá,yyotampoco.Noleinvitéaasistir. En mí actuaba un instinto, una intuición adquirida. El día delespectáculo mi madre le comentó que yo tenía «algo» esa noche. Papá leplanteómuchaspreguntas,loquepillóporsorpresaamimadre,quealcabodeunosminutosadmitióquesetratabadeunaactuacióndedanza.CuandolecontóqueCarolineMoylemehabíadadoclases,papáhizounamuecay,envez de hablar una vezmás del socialismo deCalifornia comoyo esperaba,cogióelabrigoynosencaminamosalcochelostres.

Lafunciónteníalugarenlaiglesia,adondehabíaacudidotodoelmundoconvoluminosascámarasde fotografíayvídeoquedisparabanel flash.Mecambié de ropa en la misma sala donde recibía las clases de la escueladominical.Lasotrasniñascharlabananimadas.Mepuselasudaderaeintentédardesílatelaunpocomás.Todavíatironeabadelbajocuandonospusimosenfilaenelescenario.

Sonómúsicadeunestéreocolocadosobreelpianoyempezamosabailar.Dimosporordenunospasosdeclaquéyacontinuaciónteníamosquesaltar,estirarlosbrazoshaciaarribaygirar.Mequedéconlospiespegadosalsuelo.Nolevantélosbrazosporencimadelacabeza,sinosolohastaloshombros.Cuando las otras niñas se agacharon para dar una palmada en el suelo,meinclinéhaciadelante;actoseguidoteníamosquehacerunaruedalateralyyome limité a balancearme, puesme negaba a que la gravedad actuara ymebajaralasudaderademodoquesemevieramáspierna.

Lamúsica cesó.Mis compañerasme fulminaron con lamirada cuandosalimos del escenario—había arruinado la actuación—, pero yo apenas las

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veía. En aquella sala solo había una persona queme parecía real, y eramipadre.Escudriñéalpúblicoynomecostólocalizarlo.Estabaalfondo,depie,coneldestellode las lucesdelescenarioensusgafascuadradas.Teníaunaexpresiónacartonada,impasible,enlaquesinembargopercibíira.

Solo nos separaba un kilómetro y medio de casa; me parecieron cien.Sentadaenelasientotrasero,oígritarapapá.¿Cómomehabíapermitidomimadrepecartanalasclaras?¿Poresonolehabíahabladodelafunción?Mimadreleescuchómordiéndoseloslabiosyalcabodeunosinstanteslevantólosbrazosydijoquenoteníaniideadequeelvestuarioseríatanindecoroso.«¡EstoyfuriosaconCarolineMoyle!»,afirmó.

Meinclinéparaverlelacaraydeseéquememiraraycaptaralapreguntaque le formulabamentalmente,puestoquenoentendíanadadenada.Sabíaque no estaba furiosa conCaroline, puesmimadre había visto la sudaderahacíaunosdías.Inclusolahabíatelefoneadoparadarlelasgraciasporelegiruntrajequepudieraponerme.Mimadrevolviólacabezahacialaventanilla.

Clavélavistaenlascanasdepapá.Mipadreescuchabaensilencioamimadre, que pasó a insultar a Caroline y afirmó que el vestuario eraescandaloso, obsceno. Él asentía mientras subíamos dando botes por elcamino helado, y semostrabamenos enfadado con cada palabra que la oíapronunciar.

El sermóndemipadreocupóel restode lanoche.Dijoque la clasedeCarolineeraunodelosengañosdeSatanás,comolaescuelapública,porqueparecíaunacosayenrealidaderaotra.Parecíaqueenseñabaabailar,cuandoen verdad enseñaba la impudicia y la promiscuidad. Satanás era astuto,aseguró.Llamándolo«danza»habíaconvencidoamormonesbuenosdequeaceptaranverasushijassaltarcomoramerasenlacasadelSeñor.Esofueloquemásleofendió:queaquelespectáculolascivosehubieracelebradoenunaiglesia.

Cuandoquedóagotadoysefuea lacama,medeslicébajo lasmantasyfijélavistaenlaoscuridad.Alguienllamóconlosnudillosalapuerta.Eramimadre.

—Tendríaquehaberlo sospechado—dijo—.Tendríaquehabermedadocuentadeloqueenrealidaderanesasclases.

Despuésde la funciónmimadredebióde sentirse culpable, porquedurantelas semanas siguientes trató de encontrarme alguna actividad que pudierarealizar,quepapánoprohibiera.SehabíafijadoenlashorasquepasabaenmihabitaciónescuchandoelCorodelTabernáculoMormónenelradiocasetedeTyler, por lo que empezó a buscar una profesora de canto. Tardó varias

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semanasenencontraruna,yvariasmásenconvencerladequemeaceptara.Las clases, mucho más caras que las de danza, las pagó mi madre con eldineroqueganabavendiendoaceites.

Laprofesora,altaydelgada, tenía lasuñas tan largasque repiqueteabancuando sus dedos recorrían el teclado.Me enderezaba la postura tirándomedelpelodelanucahastaqueyolevantabalabarbilla.Memandabatumbarmeenelsueloymepisabaelestómagoparafortalecereldiafragma.Obsesionadacon el equilibrio, a menudo me golpeaba las rodillas para recordarme quedebíaerguirme,ocuparmipropioespacio.

Trasunascuantasclasesmeconsiderópreparadaparacantarenlaiglesia.Ya lo había concertado, anunció.Aquel domingoyo interpretaría unhimnoantelosfeligreses.

Losdíasvolaron,comoocurrecuandotememosalgo.Eldomingoporlamañanasubíalpúlpitoymiréel rostrode losfieles.EstabanMyrnayPapaJay,ydetrásdeellosMaryyCaroline.Parecíancompadecersedemí,comosicreyeranqueibaahacerelridículo.

Mimadretocólaintroducción.Lamúsicaseinterrumpió;habíallegadoelmomento de cantar. En aquel instante podrían haberme asaltado variospensamientos. Podría haber pensado en mi profesora y en sus técnicas:posturaerguida,espaldarecta,mandíbularelajada.Encambio,meacordédeTyler,decuandomequedabatumbabaenlamoquetaalladodesuescritorio,con lavista fijaensuscalcetinesde lana,mientraselCorodelTabernáculoMormóncantabayhacíagorgoritos.Graciasamihermanoteníasusvocesenlacabeza,yparamínohabíanadamásbelloqueesesonido,apartedeBuck’sPeak.

Mi madre tenía los dedos suspendidos sobre el teclado. La pausaempezabaaresultarviolenta;losfeligresessemovíanincómodos.Meacordéde las voces, de sus insólitas contradicciones: conseguían que el sonidoflotaraenelaireyquefuerasuavecomounvientocálidoy,almismotiempo,tanpenetrantequetraspasaba.Tratédellegaraesasvoces,lasbusquéenmimente…,ydiconellas.Nadamehabíaparecidonuncatannatural;fuecomosi«pensara»elsonidoy,alpensarlo,locreara.Porprimeravezlarealidadsesometíaamipensamiento.

Lacanciónterminóyvolvíanuestrobanco.Rezamosalfinaldeloficioytodoscorrieronhaciamí.Mujeresconestampadosfloralesmesonrieronymeapretaron la mano; hombres con trajes negros anticuados me dieronpalmaditasenelhombro.Ladirectoradelcorome invitóa incorporarmealgrupo, el hermano Davis me pidió que cantara para el Rotary Club, y el

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obispo—elequivalentemormóndelpastorprotestante—dijoquelegustaríaqueinterpretaraelhimnoenunfuneral.Respondísíalostres.

Papásonrióatodoelmundo.Peseaqueenlaiglesiahabíapocaspersonasalasquenohubieratildadodeinfieles—poriralmédicooporllevaraloshijosaunaescuelapública—,aqueldíaparecióolvidarsedel socialismodeCaliforniaydelosIlluminati.Permanecióamilado,conunamanosobremihombro, para aceptar con afabilidad los elogios. «Somosmuy dichosos—decía—.Muy dichosos.» Papa Jay cruzó la capilla y se detuvo delante denuestro banco. Afirmó que yo cantaba como un ángel deDios. Papá se loquedómirando.Derepentelebrillaronlosojosyleestrechólamanocomosifueranviejosamigos.

Nuncahabíavistoeseaspectodemipadre,peroenelfuturoloveríaeninnumerablesocasiones:cadavezquecantara.Pormuchashorasquehubieratrabajadoeneldesguace,jamásestabatancansadoquenoquisieraconducirhasta la otra punta del valle para oírme. Por muy grande que fuera suanimadversión hacia socialistas como Papa Jay, nunca era tan grande paraque,aloírlosalabarmivoz,leimpidieradejaraunladosuformidablebatallacontralosIlluminatiduranteeltiemponecesarioparadecir:«Sí,Diosnoshabendecido,somosmuydichosos».Eracomosialoírmecantarseolvidaraporunmomentodequeelmundoeraunlugaraterrador,quepodíacorromperme;dequehabíaquetenermeabuenrecaudo,protegida,encasa.Queríaquemivozseoyera.

El teatrode la ciudadmontabaunaobra,Annie, ymiprofesora aseguróque el directorme daría el papel principal si me oía cantar.Mimadremeadvirtió de que nome hiciera demasiadas ilusiones.Dijo que no podíamospermitirnos el lujo de recorrer veinte kilómetros cuatro noches a la semanaparaparticiparenlosensayosyque,aunquepudiéramospermitírnoslo,papánomedejaríaestarsolaenlaciudad,conquiénsabíaquéclasedegente.

Practiqué los temas de todos modos porque me gustaban. Una tarde,cantaba «El sol brillará mañana» enmi habitación cuando papá llegó paracenar.Masticóensilencioelpasteldecarneymeescuchó.

—Conseguiréeldinero—ledijoamimadrecuandoseacostaronpor lanoche—.Llévalaalaaudición.

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9PerfectoenSusgeneraciones

El verano en que interpreté a la protagonista deAnnie fue el de 1999.Mipadresepreparabaenserio.DesdequeyoteníacincoañosyhabíansitiadoalosWeaver, no había estado tan seguro de que se avecinaban los Días deAbominación.

Él lo llamaba elY2K.Según decía, el 1 de enero fallarían los sistemasinformáticos de todo el planeta. No habría electricidad ni teléfonos. Nossumiríamosenelcaos,antesaladelSegundoAdvenimientodeCristo.

—¿Cómosabesqueseráesedía?—lepregunté.Papáme contó que el Gobierno había programado los ordenadores con

fechasdeseisdígitos,esdecir,quealañolecorrespondíandos.—Cuandoel nueve-nueve se convierta en cero-cero, losordenadoresno

sabránquéañoes.Seapagarán.—¿Nopuedenarreglarlo?—No,imposible.Elhombreconfióensufuerza,ysufuerzaeradébil.En la iglesia advirtió a todos del Y2K. Aconsejó a Papa Jay que

consiguiera candados recios para la gasolinera y quizá también armasdefensivas. «La tienda será lo primero que saqueen con la hambruna»,aseguró.AlhermanoMumfordledijoquetodosloshombresbuenosdebíantener una provisión de comida, gasolina, armas y oro para diez años comomínimo.ElhermanoMumfordselimitóalanzarunsilbido.«Nopodemossertodos tan buenos como tú, Gene —le respondió—. ¡Algunos somospecadores!»Nadiehizocaso.Siguieronconsuvidabajoelsolestival.

Entretanto mi familia hervía y pelaba melocotones, deshuesabaalbaricoquesy triturabamanzanashasta convertirlas enpuré.Todo se cocíaen la olla a presión, se envasaba en tarros herméticos, se etiquetaba y sealmacenaba en una despensa que papá había cavado en el campo, con laentrada oculta por unmontículo; nos avisó de que no reveláramos a nadiedóndeestaba.

Unatardesesubióalaexcavadorayabrióunhoyocercadelestabloviejo.Conlacarretillaelevadoraintrodujoenélundepósitoconcapacidadparatresmil ochocientos litros, después tapó el agujero con la pala y sobre la tierraremovida plantó con sumo cuidado ortigas y cerrajas para que al crecerocultaraneldepósito.Mientrastrabajabaconlapalasilbaba«IFeelPretty»de

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WestSideStory.Llevabaelsombreroechadohaciaatrásylucíaunasonrisaradiante.

—CuandollegueElFinalsolonosotrostendremosgasolina—aseguró—.Iremosencochemientraslosdemásvancorriendo.InclusoharemosunviajeaUtahparairabuscaraTyler.

CasitodaslasnochesensayabaenelWormCreekOperaHouse,unteatroenmuymalestadosituadojuntoalúnicosemáforodelaciudad.Laobraeraotromundo.NadiehablabadelY2K.

Las interacciones personales en elWormCreek no tenían nada que verconlasqueyoveíaenmifamilia.Mehabíarelacionadoconotraspersonas,naturalmente,peroeran igualesquenosotros:mujeresquecontratabanamimadre para que las atendiera en el parto o que acudían a ella en busca dehierbasmedicinales porque no eran partidarias de lamedicina oficial. Solotenía una amiga, Jessica. Hacía unos años papá había convencido a suspadres, Rob y Diane, de que las escuelas públicas eran poco más queprogramas gubernamentales de propaganda, y desde entonces la tenían encasa.Antes de que sus padres la sacaran de la escuela, Jessica era una «deellos»yno ledirigí lapalabraniuna solavez;después seconvirtióenuna«delosnuestros».Losniñoscorrienteslaexcluyerondesusjuegosysololequedéyo.

Nohabíaaprendidoahablarconquienesnoerancomonosotros,esdecir,conquienes ibana la escuelay almédico.Conquienesno sepreparabanadiarioparaelFindelMundo.EnelWormCreekhabíamuchagentedeesetipo,ysuspalabrasparecíanextraídasdeotrarealidad.Esasensacióntuvelaprimeravezqueeldirectordelaobrasedirigióamí: ladequemehablabadesdeotradimensión.

—VeaporF.D.R.—selimitóadecir.Nomemoví.Volvióaprobar.—ElpresidenteRoosevelt.F.D.R.—¿Es como una máquina de JCB? —le pregunté—. ¿Necesita una

carretillaelevadora?Todosseecharonareír.Enlosensayosmesentabasolayfingíaestudiarmicarpetanegraaunque

yamesabíadememoriatodasmisfrases.Cuandometocabasaliralescenariorecitabalosparlamentosenvozaltaysintitubeos.Esomeproporcionabaunaespecie de seguridad en mí misma. Si bien yo no tenía nada que decir, almenosAnniesíhablaba.

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Una semana antes del estreno mi madre me tiñó el pelo, que pasó decastañoarojocereza.Eldirectordijoquehabíaquedadoperfectoyquesolomefaltabareunirmivestuarioantesdelensayogeneraldelsábado.

Enelsótanoencontréunjerseydepuntoenorme,manchadoyagujereado,yunvestidoazulmuyfeoquemimadrepusoenlejíahastaquesevolviódeunmarróndesvaído.Elvestidoeraidealparaunahuérfana,ymealivióverlofácil que había sido encontrar mi vestuario, hasta que recordé que en elsegundoactoAnniellevavestidospreciosos,regalodelseñorWarbucks.Yonoteníaninguno.

Mimadrepusocaralargacuandoselodije.Recorrimoscientocincuentakilómetrosdeteniéndonosencadatiendadesegundamanoqueveíamosynoencontramos nada. En el aparcamiento de la última mi madre frunció loslabiosantesdedecir:

—Hayotrositiodondepodemosprobarsuerte.NosdirigimosacasademitíaAngieyestacionamosdelantedelavalla

que compartía con la abuela.Mimadre llamó a la puerta con los nudillos,retrocedióunpardepasosysealisóelpelo.Angiesesorprendióalvernos—mimadrecasinuncavisitabaa suhermana—,peronos sonrióconafectoynosinvitóaentrar.Lasaladeestarmerecordólosvestíbulosdehotellujososquehabíavistoenlaspelículas,conmuchoencajeyseda.Mimadreyyonossentamosenunsofádecapitonécolorrosapálidoyellaexplicóelmotivodenuestrapresencia.Angiedijoquesuhija teníaunosvestidosquetalvezmesirvieran.

Mi madre aguardó en el sofá rosa mientras Angie subía conmigo a lahabitación de su hija y me enseñaba un montón de vestidos, todos tanelegantes,conencajestanelaboradosylazosanudadoscontantadelicadeza,quealprincipiomediomiedotocarlos.Angiemeayudóaprobármelos:atóloscintos,abrochólosbotones,ahuecóloslazos.

—Deberíasllevarteeste—meaconsejótendiéndomeunoazulmarinoconcordones blancos trenzados que cruzaban el canesú—. La abuela le cosióestosdetalles.

Melollevé,juntoconotrodeterciopelorojoycuellodeencajeblanco,yregreséacasaconmimadre.

Alcabodeunasemanaseestrenólaobra.Mipadresesentóenlaprimerafila.Alfinalizarlafunciónfuederechoalataquillaycompróentradasparalanoche siguiente.Aquel domingo no habló de nadamás en la iglesia.Ni demédicos,nideIlluminati,nideY2K.Solodelmusicalqueserepresentabaenlaciudadyqueprotagonizabasuhijapequeña.

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Nomeprohibióquemepresentaraaunaaudiciónparalasiguienteobra,nipara laqueseprogramódespués,peseaque lepreocupabaqueestuvieratanto tiempo fueradecasa.«Asaberquéclasededevaneos tienen lugareneseteatro—decía—.Seguroqueesunantrodeadúlterosyfornicadores.»

Sus sospechas se confirmaroncuandoeldirectorde la siguienteobra sedivorció.Dijoquesinomehabíamatriculadoenlaescuelapúblicaentodosesos años no iba a consentir ahora que me corrompieran los escenarios.Despuésmellevóalensayo.Casitodaslasnochesasegurabaquepondríafinaeso,quealgúndíasepresentaríaenelWormCreekymellevaríaarastrasacasa.Sinembargo,cadavezqueseestrenabaunaobra,ahíestaba,enprimerafila.

En ocasiones desempeñaba el papel de agente o mánager. Corregía mitécnicayproponíacancionesparamirepertorio,einclusomedabaconsejossobre salud. Aquel invierno encadené una serie de amigdalitis que meimpidieron cantar, y una nochemi padremeordenó queme acercara ymeescudriñólabocaabiertaparaverlasamígdalas.

—Lastieneshinchadas,síseñor.Deltamañodealbaricoques.Alverquemimadrenoconseguíabajar la inflamaciónconequináceay

caléndula,papápropusosupropioremedio.—Lagentenolosabe,peroelsoleselmedicamentomáspotente.Poreso

nadietieneanginasenverano.—Asintiócomosiaprobarasupropialógica—.Si tuvieraunasanginascomo las tuyas, saldríadecasa todas lasmañanasymequedaríaalsolconlabocaabierta…paraquelosrayosmeimpregnarandurante media hora, más o menos. La hinchazón desaparecería en unperiquete.

Éllollamótratamiento.Loseguíduranteunmes.Eraincómodoestarconlabocaabiertaylacabezaechadahaciaatráspara

que el sol me diera en la garganta. No aguantaba ni media hora. Lasmandíbulasme dolían a los diezminutos yme quedabamedio helada, allíparada,enplenoinviernodeIdaho.Tuvemásamigdalitisy,siemprequemipadre me notaba un poco ronca, decía: «¿Qué esperabas? ¡No te he vistoseguireltratamientoentodalasemana!».

LoviporprimeravezenelWormCreekOperaHouse:unchicoquesereíacon un grupo de chavales de la escuela pública. Llevaba unos zapatonesblancos, pantalones cortos de color caqui y una sonrisa amplia. No teníaningúnpapelenlaobrapero,comonohabíamuchoquehacerenlaciudad,esasemanalovivariasvecescuandofueacharlarconsusamigos.Unanoche

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vagabasolaentrebastidoresy,aldoblarunaesquina,meloencontrésentadosobreuncajóndemaderaqueerami lugar favorito.Elcajónestabaenunazonasolitaria…,poresomegustaba.

Sedesplazóhacialaderechaparadejarmesitio.Mesentédespacio,tensa,comosielasientofueradeagujas.

—MellamoCharles.—Hubounapausamientrasesperabaaquedijeraminombre,peronodespeguéloslabios—.Tevienlaúltimaobra—añadió—.Queríadecirtealgo.—Mepreparé,nosabíabienparaqué—.Queríadecirtequenuncaheoídoanadiecantarmejorquetú.

Una tarde acabé de envasar nueces de macadamia y al regresar a casaencontré a papá y a Richardmirando una cajametálica grande que habíanpuestosobrelamesadelacocina.Montaronlaspiezasqueconteníamientrasmimadreyyopreparábamosunpasteldecarne.Tardaronmásdeunahora,yalterminarseapartaronparamostrarloqueparecíauntelescopioenormedecolorverdemilitar,conel largo tuboasentadocon firmezaen loaltodeuntrípodeanchoybajo.Richardestabatanentusiasmadoquesaltabadeunpieaotroaltiempoqueenumerabalascaracterísticasdelaparato.

—¡Tiene un alcance de casi dos kilómetros! ¡Es capaz de derribar unhelicóptero!

Papápermaneciócallado,conlosojosbrillantes.—¿Quées?—pregunté.—Esunfusildecalibrecincuenta—respondió—.¿Quieresprobarlo?Atisbépor lamira telescópica,escudriñé la laderade lamontañaysitué

enlaretículaunostallosdetrigoquesedivisabanalolejos.Nosolvidamosdelpasteldecarne.Salimosentromba.Yasehabíapuesto

elsol;elhorizonteestabaoscuro.Papáseagachóenelsuelohelado,acercóelojo a la mira y, después de lo que pareció una hora, apretó el gatillo. Elestruendofueensordecedor.Yometapabalosoídosconlasmanos,perolasbajé tras el primer estampido y oí el eco del tiro en los barrancos. Papádisparóunayotravez,porloquelosoídosmezumbabancuandoentramosencasa.Apenassicaptéloquerespondióamipreguntadeparaquéeraelarma.

—Seguridad.LanochesiguientemetocabaensayoenelWormCreek.Encaramadaen

mi cajón, escuchaba el monólogo que se recitaba en el escenario cuandoCharlesaparecióysesentóamilado.

—Túnovasalaescuela.—Noeraunapregunta—.Tendríasqueveniracantarenelcoro.Tegustaría.

—Alomejor—dije,yélsonrió.

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Unosamigossuyosaparecieronentrebastidoresylollamaron.Selevantóy se despidió de mí, y observé cómo se acercaba a ellos. Me fijé en eldesenfadoconquebromeabaneimaginéunarealidadalternativaenlaqueyoformabapartedelgrupo.ImaginéqueCharlesmeinvitabaasucasa,ajugaroaverunapelícula,ymeinundóunasensacióndealegría.Encambio,cuandoimaginé a Charles visitando Buck’s Peak experimenté algo parecido alpánico.¿Ysiencontrabaladespensasubterránea?¿Ysidescubríaeldepósitodegasolina?Depronto entendí, por fin, paraqué era el fusil.Esa arma tanpotente,consualcanceespecial,quellegabadelamontañaalvalle,permitiríaestablecer un perímetro de seguridad en torno a la casa, a nuestrasprovisiones,puespapádecíaquenosotrosiríamosencochecuandolosdemásfuerancorriendo.Quedispondríamosdecomidacuandolosdemásestuvieranfamélicosysededicaranalpillaje.VolvíaimaginaraCharlessubiendoporlacolinaendirecciónanuestracasa,yenmiimaginaciónyomeencontrabaenlacima,observandosuavanceenlaretículadelamiratelescópica.

LaNavidadfueparcaaquelaño.Noéramospobres—amimadreleibabienelnegocioypapáseguíaconeldesguace—,perolohabíamosdestinadotodoalasprovisiones.

AntesdelaNavidadcontinuamosconlospreparativoscomosicadaunodenuestros actos, cadaminúscula adiciónanuestros almacenes, fuera a serdeterminante para que sobreviviéramos o no; después de la Navidadesperamos. «Cuando llegan los momentos de necesidad —dijo papá—, lahoradeprepararseyahapasado.»

Losdíastranscurrierondespacio,yllegóel31dediciembre.Aunquepapásemostróserenoeneldesayuno,bajosutranquilidadpercibíagitaciónyalgoparecido al anhelo. Llevaba muchos años esperando, enterrando armas,almacenandocomidayadvirtiendoa losdemásdeque lo imitaran.Cuantosacudíana la iglesiahabían leído lasprofecías; sabíanqueseavecinaban losDíasdeAbominación.Aunasí,sehabíanburladoyreídodeél.Esanochesedesquitaría.

Tras la cena estudió a Isaías durante unas horas. Alrededor de las diezcerrólaBibliayencendióel televisor.Eranuevo.ElmaridodelatíaAngietrabajabaparaunaempresadetelevisiónporsatéliteyhabíaofrecidoapapáuna suscripciónabuenprecio.Noscostó creerquemipadre aceptarapero,vistoenperspectiva,erapropiodeélpasar,encuestióndedías,denoquerertelevisiónniradioacomprarunaporcable.Algunavezmepreguntésihabíacedido aquel año en concretoporque sabía que todo se volatilizaría el 1 de

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enero.Quizáquisoofrecernosunapequeñamuestradelmundoantesdequedesapareciera.

SuprogramafavoritoeralaserieLosreciéncasados,yaquellanocheseemitió un especial en el que pasaron un episodio tras otro. Los vimosesperandoElFinal.Miréelrelojcadapocosminutosdesdelasdiezhastalasonce, y cada pocos segundos hasta lamedianoche. Incluso papá, al que noperturbabanadafueradesímismo,loconsultóamenudo.

Las23.59.Contuve la respiración. Dentro de un minuto todo se habrá esfumado,

pensé.Las 00.00. La televisión siguió sonando. Sus luces bailaban sobre la

moqueta.Mepreguntésiel relojadelantaba.Fuia lacocinayabríelgrifo.Teníamos agua. Papá estaba inmóvil, sin despegar los ojos de la pantalla.Volvíalsofá.

Las00.05.¿Cuántotardaríaencortarselaluz?¿Habíaunareservadeelectricidadque

permitíaquecontinuarafuncionandoesosminutosadicionales?LosespectrosenblancoynegrodeRalphyAliceKramdendiscutíanpor

unpasteldecarne.Las00.10.Aguardéaquelapantallaparpadearayseapagara.Intentabaabsorberese

últimomomentosuntuoso,laluzdecoloramarillointenso,elairecálidoquesalía del calefactor. Añoraba la vida que había tenido y que perdería encualquiermomento,cuandoelmundocambiarayempezaraadevorarseasímismo.

Cuanto más tiempo permanecía inmóvil, respirando hondo, tratando deaspirar el último aroma del mundo pecaminoso, más me contrariaba supersistentesolidez.Lafatigasustituyóalaañoranza.

Pasadalaunaymediamefuialacama.Alsalirmiréunmomentoapapá,surostropetrificado,laluzdeltelevisorquebrincabaensusgafascuadradas.Era como si posara, sin agitación, sin incomodidad, como si hubiera unarazóndelomásprosaicaparaexplicarqueestuvierasolo,cercadelasdosdelamadrugada,viendocómoRalphyAliceKramdensepreparabanparaunafiestadeNavidad.

Me pareció más pequeño de lo que lo había visto aquella mañana. LadecepciónquereflejabansusrasgoserataninfantilqueporunmomentomepreguntéporquéDioslehabíanegadoeso.Aél,unsiervofiel,quesufríade

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buen grado, del mismo modo que Noé había sufrido de buen grado paraconstruirelarca.

PeroDiosretuvolalluvia.

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10Escudodeplumas

Queel1deeneroamanecieracomocualquierotrodíadesmoralizóapapá.Novolvió amencionar elY2K y se sumió en el desaliento. Por las noches searrastrabadeldesguaceacasasilenciosoydecaído.Pasabahorassentadoanteeltelevisor,ensombrecidoporunnegronubarrón.

Mi madre anunció que había llegado la hora de realizar otro viaje aArizona.ComoLuke se había ido demisionero de la iglesia, esta vez soloRichard,AudreyyyonosapretujamosenlaviejafurgonetaChevyAstroquepapá había reparado.Mi padre retiró los asientos, salvo los dos delanteros,paracolocaruncolchóndematrimonio;luegosesubióaélynosemovióentodoeltrayecto.

Como había ocurrido años antes, el sol de Arizona lo reanimó. Seempapabadeél tumbadoeneldurocementodelporchemientras losdemásleíamos o veíamos la televisión.A los pocos días empezó amejorar y nospreparamos para las discusiones en que se enzarzaría con la abuela por lasnoches.Enaquelentoncesellaacudíaamuchosmédicosporqueteníacáncerdemédulaósea.

—Esos médicos solo conseguirán que te mueras más deprisa—le dijopapáunatardecuandolaabuelaregresódelconsultorio.

Ella senegóadejar laquimioterapia,peropreguntóamimadrepor losremedios de hierbas. Mi madre había llevado algunos consigo, con laesperanzadequelaabuelaseinteresaraporellos,yestalosprobó:bañosdepiesconarcilla roja, tazasde infusióndeperejil,queesamarga, tinturasdecoladecaballoydehortensia.

—Esashierbasno teharánnadadenada—asegurópapá—.Las tisanasactúanporlafe.NopuedesconfiarenunmédicoyluegopediralSeñorquetecure.

Laabuelanopronunciónimediapalabraysebebiólainfusióndeperejil.Recuerdoqueyolaobservababuscandoseñalesdedeterioroensucuerpo.

Noapreciéninguna.Seguíasiendounamujerdecarnesprietas,invicta.El restode la estancia enArizona sedesdibuja enmimemoria, queme

dejatansoloalgunasinstantáneas:mimadreaplicandoremediosdelapruebamuscular a la abuela; la abuela escuchando en silencio a papá; papádespatarradofuera,conaquelcalorseco.

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Luego estoy en el porche de atrás, meciéndome con indolencia en lahamacabajolaluzanaranjadadelocasoeneldesierto,yAudreyapareceparaanunciarmequenosvamos,quepapáquiereque recojamos losbártulos.Laabuelanodacrédito.

—¿Despuésdeloquepasólaúltimavez?—exclama—.¿Vaisavolveraconducirtodalanoche?¿Ylatormenta?

Papá dice que nos adelantaremos a la tormenta. Mientras cargamos lafurgoneta, laabuelacaminadearribaabajoprofiriendopalabrotas.Dicequemipadrenohaaprendidonadadenada.

Richardconduce lasseisprimerashoras.Yovoy tumbadaenelcolchóndeatrásconmipadreyAudrey.

Son las tresde lamadrugaday,amedidaque recorremosUtahdesuranorte,el tiempopasadelfríomoderadoysecodeldesiertoalosvendavalesgélidos del invierno alpino. El hielo se apodera de la carretera. Copos denieveseestrellancontraelparabrisascomoinsectosminúsculos,alprincipiosolo unos pocos, después tantos que la carretera desaparece. Seguimosadelantehaciaelcorazóndelatormenta.Lafurgonetapatinaydabandazos.Sopla un viento tan feroz que la vista al otro lado de la ventanilla es todablanca.Richardestacionaenelarcén.Dicequenopuedecontinuar.

Mipadreseponealvolante,RichardsedesplazaalasientodealladoymimadresetiendeenelcolchónconAudreyyconmigo.Papáseincorporaalacarretera y acelera enseguida, como para recalcar algo, hasta que dobla lavelocidaddeRichard.

—¿Notendríamosqueirunpocomásdespacio?—preguntamimadre.Papásonríe.—Noconduzcomásrápidodeloquevuelannuestrosángeles.Lafurgonetasigueacelerando.Ochentakilómetrosporhora.Cien.Richard,tenso,seagarraalapoyabrazosylosnudillosseleponenblancos

cadavezquelosneumáticospatinan.Mimadre,tumbadadelado,conlacarajunto a la mía, toma sorbitos de aire cada vez que la furgoneta derrapa, ycontieneelalientocuandopapárectificayelvehículovuelveaduraspenasalcarril. Está tan rígida que pienso que podría hacerse añicos. Mi cuerpo setensaconelsuyo;nospreparamoscienvecesparaelimpacto.

Esunalivioquealfinallafurgonetasesalgadelacarretera.

Medespertéenlaoscuridad.Porlaespaldamebajabaalgofríocomoelhielo.«¡Estamos en un lago!», pensé. Tenía encima algo que pesaba.El colchón.Intentéapartarlodeunapataday,alnoconseguirlo,gateépordebajodeélynoté quemismanos y rodillas tocaban el techo de la furgoneta, que había

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volcado. Llegué a una ventanilla rota. Estaba cubierta de nieve. Entoncesdedujequenosencontrábamosenuncampo,noenunlago.Medeslicéentreloscristalesdestrozadosymepuseenpie,vacilante.Mecostabamantenerelequilibrio. Miré alrededor y no vi a nadie. La furgoneta estaba vacía. Mifamiliahabíadesaparecido.

Rodeé dos veces el vehículo siniestrado antes de vislumbrar la siluetaencorvadadepapáalolejos,enunaloma.Lollaméyélllamóalosdemás,que se habían desperdigado por el campo. Caminó hacia mí entre losventisquerosy,cuandoentróenelhazdeluzdelosfaroshechosañicos,vieltajo de quince centímetros que tenía en el antebrazo y la sangre queagujereabalanieve.

Más tarde me contaron que había permanecido varios minutosinconsciente,ocultabajoelcolchón.Mehabíanllamadoagritos.Alverqueno respondía creyeron que había salido despedida por la ventanilla rota, demodoquefueronenmibusca.

Todos volvieron a la furgoneta accidentada y la rodearon sin saber quéhacer, temblando de frío o del susto. No miramos a papá; no queríamosacusarlo.

Llególapolicía,ymástardeunaambulancia.Ignoroquiénlosavisó.Noles conté que había perdido el conocimiento, pues temí queme llevaran alhospital. Me quedé sentada en el coche de la policía al lado de Richard,envuelta en unamanta isotérmica como la que guardaba en lamochila «dehuidaalasmontañas».Escuchamoslaradiomientraslosagentespreguntabana papá por qué la furgoneta no estabamatriculada ni asegurada, y por quéhabíaretiradolosasientosyloscinturonesdeseguridad.

ComonoshallábamoslejosdeBuck’sPeak,lospolicíasnosllevaronalacomisaría más cercana. Papá telefoneó a Tony, pero Tony trabajaba decamionerode largadistancia.A continuaciónprobó conShawn.Noobtuvorespuesta. Más tarde nos enteraríamos de que Shawn se encontraba en lacárcelaquellanocheporhaberparticipadoenunapelea.

Incapazdelocalizarasushijos,papállamóaRobyDianeHardy,puesmimadre la había atendido en cinco de sus ocho partos.Rob llegó al cabo deunashoras,riéndoseacarcajadas.

—Eh,amigos,¿noestuvisteisenuntrisdemataroslaúltimavez?

Unosdíasdespuésdelaccidentesemeagarrotóelcuello.Medespertéporlamañanasinpodermoverlo.Nomedolía,almenosal

principio, pero, pormuchoqueme concentrara envolver la cabeza, solo lamovía poco más de dos centímetros. La parálisis fue extendiéndose hacia

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abajo, hasta que tuve la sensación de que una barra me recorría toda laespalda y se me clavaba en el cráneo. Cuando me resultó imposibleinclinarme hacia delante y volver la cabeza, empezó el dolor, una jaquecaatrozeincesante.Nomeaguantabadepieamenosquemesujetaraaalgo.

Mi madre llamó a Rosie, especialista en trabajo energético. Yo estabatumbada en la cama, donde llevaba dos semanas, cuando apareció en elumbral, ondulada y distorsionada, como si la viera a través del agua de unestanque.Tenía la voz aguday alegre.Me indicóqueme imaginara sana eindemne, protegida por una burbuja blanca, dentro de la cual debía colocartodoslosobjetosqueapreciabayloscoloresquemeinfundíantranquilidad.Visualicé la burbuja;me imaginé en su centro, sin problemas para estar depie, para correr. A mi espalda se alzaba un templo mormón y estabaKamikaze, la cabra de Luke, muerta hacía tiempo. Un resplandor verde loiluminabatodo.

—Imagina laburbujaduranteunashorascadadía—meaconsejó—ytecurarás.

Mediounaspalmaditasenelbrazoyoíquelapuertasecerrabatrasella.Imaginé laburbuja todas lasmañanas, tardesynoches,pesea locualel

cuellocontinuóagarrotado.Duranteelmessiguientemeacostumbrépocoapocoa las jaquecas.Aprendícómodebíaponermeenpieyquédebíahacerpara caminar. Los ojosme ayudaban amantenerme derecha; si los cerrabasiquiera un instante, el mundo se movía y yo me desplomaba. Volví atrabajar: encasadeRandyyalgunaqueotravezeneldesguace.Ypor lasnochesmedormíaimaginandolaburbujaverde.

Duranteelmesqueguardécamaoíotravoz.Larecordabaaunqueyanomeresultaba familiar.Hacíaseisañosqueaquella risapícarano resonabaenelpasillo.

Era lademihermanoShawn,quea losdiecisieteañossehabíapeleadoconmipadreysehabíaidodecasaparavivirdetrabajosocasionales,ensumayoríadecamioneroysoldador.Habíaregresadoporquemipadrelehabíapedidoayuda.DesdelacamaoíaShawndecirquesolosequedaríahastaquepapá consiguiera reunir una cuadrilla. Era un favor, afirmó, hasta que papálevantaracabeza.

Me resultaba extraño tener en casa a ese hermano que era casi undesconocido. En la ciudad parecían conocerlo mejor que yo. En el WormCreekhabíaoídorumoressobreél.Decíanqueeraproblemático,unmatón,un mal bicho; que siempre andaba a la caza de gamberros de Utah y delugaresaúnmáslejanosyqueestoslobuscabanaél.Decíanquellevabaun

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arma,obienescondidaenel cuerpo,obien sujetaa suenormemotocicletanegra. En una ocasión alguien afirmó que en realidad no era malo, queacababa metido en trifulcas porque tenía fama de invencible —de sabercuantohabíaquesaberdeartesmarciales;depelearcomounhombrequenoconoceeldolor—yporesotodoslosaspirantesdelvallequeibancolocadoscreían que podían hacerse un nombre derrotándolo. Él no tenía la culpa.Mientras oía esos rumores, Shawn cobraba vida en mi mente como unaleyendamásquecomounserdecarneyhueso.

Mis recuerdos de él empiezan en la cocina unos dosmeses después delsegundoaccidente.

Estoypreparando sopademaíz.Lapuertachirría,giroel torsoparaverquiénhaentradoymevuelvodenuevoparapicarunacebolla.

—¿Esquepiensasserunpoloandanteparasiempre?—diceShawn.—No.—Necesitasunquiropráctico.—Mamáloarreglará.—Necesitasunquiropráctico—repite.La familia se dispersa al acabar de comer. Empiezo a fregar los platos.

Tengolasmanoshundidasenelaguajabonosaycalientecuandooigounpasoa mi espalda y noto que unas manos gruesas y encallecidas me rodean elcráneo.Sindarmetiempoareaccionar,elhombremetiradelacabezaconunmovimientorápidoysalvaje.¡CRAC!Elruidoestanfuertequeestoyseguradequesemehadesprendido lacabezaydequeelhombremelasujeta.Elcuerposemedobla;medesplomo.Todoesnegroyaunasígira.Cuandoabrolos ojos al cabo de unosminutos, el hombreme agarra por las axilas paraponermederecha.

—A lomejor tardasun ratoenpoder tenerte enpie—dice—.Entoncestendréquehacerteelotrolado.

Estabatanmareadayteníatantasnáuseasqueelefectonofueinmediato.Sinembargo,durantelatardeadvertípequeñoscambios.Podíamiraraltecho.PodíaladearlacabezaparaburlarmedeRichard.Enelsofápodíavolvermeparasonreíralapersonasentadaamilado.

EsapersonaeraShawn,yyolomirabaperonoloveía.Ignoroquéveía—quésercreéapartirdeaquelactoviolentoycompasivo—,aunquemeparecequeveíaamipadre,oquizáamipadrecomohabríadeseadoque fuera: eldefensorqueyoanhelaba,unpaladínidealquenomemeteríadellenoenunatormentayquemecuraríasiresultabaherida.

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11Instinto

Cuando el abuelo de colina abajo era joven, a lo largo de la montaña sediseminabanrebañosdeganado,delosquecuidabanacaballo.Loscaballosdelabueloeranlegendarios.Curtidoscualcueroviejo,movíancondelicadezasucuerpofornido,comoguiadosporelpensamientodeljinete.

Almenoseso fue loquemecontaron.Yono lleguéaverlos.Amedidaque sehacíamayor, el abuelo sededicabamenosa laganaderíaymása laagricultura, hastaqueundíadejó también las tareas agrícolas.Comoyanonecesitaba los caballos, vendió los más valiosos y soltó al resto. Estos semultiplicarony,cuandoyonací,habíatodaunamanadadecaballossalvajesenlamontaña.

Richardlosllamaba«caballosdecomidaparaperros».Unavezalañoél,Luke y yo ayudábamos al abuelo a reunir una docena para llevarlos a lasubastadelaciudad,dondesevendíanalmatadero.Algunosañoselabuelo,almirarlapequeñamanadaaterradaqueiríaapararalapicadoradecarne,sefijaba en los sementales que avanzaban al paso asimilando su primercautiverio,yentoncesaparecíaunanheloensusojos.Señalabaaunoydecía:«Nosubáisaese.Aeselodomaremos».

Sin embargo, los caballos cimarrones no se sometían con facilidad, nisiquiera ante un hombre como el abuelo.Mis hermanos y yo dedicábamosdíasenteros,inclusosemanas,aganarnoslaconfianzadelanimalparapodertocarlo. Una vez conseguido, le acariciábamos la larga cara, y durante lassemanassiguientes lepasábamos lasmanosporelanchocuelloyelcuerpomusculosoparaqueseacostumbrara.Alcabodeunmessacábamoslasillademontar, y el caballomovía la cabeza con tal brusquedadyviolenciaque elcabestro o el ronzal se partían al instante. Una vez un semental cobrizodestrozólavalladelcorral,laatravesócomosinoexistieraysalió,magulladoyensangrentado,porelotrolado.

Procurábamos no poner nombre a esas bestias a las que esperábamosdomar, pero teníamos que llamarlas de algún modo. Elegíamos nombresdescriptivos,ynosentimentales:RojoGrande,YeguaNegra,GiganteBlanco.Docenas de esos caballos me derribaron al corcovear, ponerse de manos,revolcarseosaltar.Caíalsueloenuncentenardeposturasdesgarbadas,yencadaocasiónmelevantabaalinstanteymeapresurabaabuscarrefugioenunárbol,untractorounavalla,porsielanimalqueríavengarse.

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Nunca salíamos victoriosos; nuestra fuerza de voluntad flaqueaba antesquelasuya.Logramosquealgunosnocorcovearanalverlasilla,yqueunospocos tolerarandarpaseosporelcorralconunserhumanoencima,peronisiquieraelabueloseatrevíaacabalgarenellosporlamontaña.Lanaturalezade losanimalesnohabíacambiado.Eranvigorososavataresdespiadadosdeotromundo.Montarlosequivalíaasacrificarelusodelospies,ainternarseensusdominios.Aarriesgarseaquetearrastraran.

El primer caballo domesticado que vi fue un zaino castrado.Mordisqueaba los terronesdeazúcarque ledabaShawnjuntoalcorral.Eraprimavera y yo tenía catorce años. Hacía mucho tiempo que no tocaba uncaballo.

El animal era mío, regalo de un tío abuelo al que apenas conocía.Meacerquéconcautela,convencidadequecorcovearía, sepondríademanosoembestiría al ver que me aproximaba. En cambio, me olisqueó la camisa,dondedejóunamanchadehumedadalargada.Shawnmetendióunterrón.Elcaballo lo olisqueó yme hizo cosquillas en los dedos con las cerdas de labarbillahastaqueabrílamano.

—¿Quieresdomarlo?—mepreguntóShawn.No, no quería. Me aterraban los caballos, o lo que creía que eran los

caballos,esdecir,demoniosdecasiquinientoskilosdepesoqueaspirabanareventarsesoscontra laspiedras.LedijeaShawnque lodomaraél,queyomiraríadesdelavalla.

Meneguéaponerlenombre,demodoque lo llamamosPotranco.Comoestabaacostumbradoalcabestroyelronzal,Shawnsacólasillademontaryaelprimerdía.Potrancopiafónadamásverla;mihermanoseacercódespacioydejóqueolisquearalosestribosymordisquearaconcuriosidadelpomo.Acontinuación restregó el cuero suave sobre el ancho pecho del animal, sinpausaysinprisa.

—Aloscaballosnolesgustatenercosasdondenopuedanverlas—dijo—.Esmejorqueseacostumbrealasillaponiéndoseladelante.Cuandoyasesientaagustoconella,consuolorysucontacto,lapasaremosatrás.

Alcabodeunahora lohabíaensillado.Shawndijoquehabía llegadoelmomento demontar, yme encaramé al tejado del establo convencida de laviolenciaquesedesataríaenelcorral.Sinembargo,cuandomihermanosesubió a la silla, Potranco se limitó a echar a correr. Levantó los cascosdelanteros unos centímetros del suelo, como si se hubiera planteado laposibilidad de ponerse de manos y la descartara; a continuación bajó lacabezaydejóquietaslaspatas.Encuestióndeunosminutoshabíaaceptado

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nuestrapretensióndemontarlo, deque sedejaramontar.Había aceptado elmundotalcomoera:unmundodondeéleraunobjetoposeído.Nuncahabíasido salvaje, por lo que no podía oír la llamada exasperante de aquel otromundo,eldelamontaña,enelquenoerapropiedaddenadieydondenadielomontaba.

Le puse el nombre deBud.Durante una semana observé a diario cómoShawn y Bud galopaban por el corral envueltos en la neblina grisácea delanochecer.YunatardedeveranotomélasriendasmientrasShawnsujetabaelcabestroymesubíalasilla.

Shawn dijo que quería abandonar su antigua vida y que el primer pasoconsistíaenalejarsedesusamigos.Deprontopasabaencasatodaslastardesybuscabaalgoquehacer.EmpezóallevarmealosensayosdelWormCreek.Mientrasíbamoslosdossolosporlacarreterasemostrabatranquiloyalegre.Hacíabromasychistesyavecesmedabaconsejos,sobretodo:«Nohagasloquehiceyo».Sinembargo,encuantollegábamosalteatrosetransformaba.

Al principio observó a los chicos con cautela y concentración; luegoempezóaacosarlos.Noeranagresionesclaras,sinopequeñasprovocaciones.Deuncapirotazoquitaba lagorraaunchavalo le tiraba la latade refrescoque tenía en la mano y se reía al ver la mancha que se extendía por losvaqueros del muchacho. Si le plantaban cara, lo que rara vez ocurría,interpretabaelpapeldegamberroyunaexpresióndurade«¿Yquépiensashacer?» le desfiguraba el rostro. Después, cuando estábamos a solas, lamáscaracaía, labravuconeríasedesprendíacomounacorazayvolvíaasermihermano.

Loquemásmegustabaerasusonrisa.Nolehabíansalidoloscolmillosdearriba,ylasucesióndedentistasholísticosalosquemispadreslollevarondeniñonosepercataronhastaquefuedemasiadotarde.Alosveintitrésaños,cuandoacudióauncirujanomaxilofacial,selehabíangiradodeladodentrode la encíayperforabanel tejidodedebajode lanariz.El cirujanoque losextrajo le aconsejó que conservara los de leche durante todo el tiempo quepudiera,yquecuandoselecayeranleimplantaríanpernos.Sinembargonosele cayeron. Siguieron en su sitio, vestigios pertinaces de una infanciaextraviada, para recordar a los testigos de su agresividad irresponsable, sinsentidoysinfin,queesehombrehabíasidoniño.

Eraunatardeneblinosadeverano,unmesantesdequecumplieralosquince.Aunque el sol ya había descendidopor detrás deBuck’sPeak, el cielo aúnretendríalaluzduranteunashoras.Shawnyyoestábamosenelcorral.Tras

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domaraBudaquellaprimaveramihermanosehabíainteresadoenserioporloscaballos.Duranteelveranosehabíadedicadoacomprarpurasangresydelarazapasofino,lamayoríasindomarporquesalíanmásbaratos.SeguíamostrabajandoconBud.Lohabíamosllevadounadocenadevecesacabalgarporelprado,peroerainexperto,asustadizoeimpredecible.

Aquella tarde Shawn ensilló por primera vez una montura nueva, unayegua de capa cobriza. Estaba preparada para un paseo breve, aseguró mihermano,ymontamos,élenlayeguayyoenBud.Subimosmediokilómetropor la montaña, despacio para no asustar a los animales, bordeando lostrigales.Deprontocometíunaestupidez.Meacerquédemasiadoalayegua.No le gustó tener al potranco detrás. Sin previo aviso saltó hacia delanteapoyandotodosupesoenlaspatasdelanterasyconlastraserasgolpeóaBudenplenopecho.

Budenloqueció.Yoacababadeanudarlasriendasparaagarrarlasconmayorfirmezayno

las tenía bien sujetas. Bud dio un respingo brutal antes de empezar acorcovear describiendo círculos pequeños. Las riendas salieron despedidasporencimadesucabeza.Meaferréalpomodelasilla,apreté losmuslosycurvé las piernas sobre el vientre redondeado. No había tenido tiempo deorientarme cuando Bud ya corría con todas sus fuerzas hacia un barranco,corcoveandoalgunaqueotravezaunquesindetenerse.Elpiesemecolóenelestribohastaeltobillo.

Tantosveranosenlosquehabíamosdomadocaballosconelabueloysolorecordabaunconsejosuyo:«Hagasloquehagas,procuraqueelpienoseteengancheenelestribo».Nohizo faltaqueme loexplicara.Yosabíaquesicaíalimpiamenteeraprobablequenomeocurrieranada.Almenosacabaríaenel suelo.Encambio, simeenganchabaunpie, lamonturamearrastraríahastaquemerompieralacabezaconunapiedra.

Shawn no podía ayudarme estando a lomos de la yegua indómita. Lahisteriadeuncaballosecontagiaalosotros,sobretodoalosjóvenesfogosos.DelosqueteníaShawn,solouno—unbayodesieteañosllamadoApollo—habría sido lo bastante maduro y tranquilo para conseguirlo: arrancar algalope a una velocidad endemoniada, con los ollares vibrantes, y luegoavanzarconsangrefríamientraseljinetedespegaelcuerpo,sacaunpiedelestriboyalargalamanohaciaelsueloparaasirlasriendasdeuncaballoquehaenloquecidodemiedo.PeroApolloestabaenelcorral,amediokilómetromontañaabajo.

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El instinto me dijo que soltara el pomo de la silla, lo único que memantenía sobre el potranco. Si lo soltabame caería, pero dispondría de unminutopreciosoparaalcanzarlasriendasondeantesoparatratardesacareltobillodelestribo.«Inténtalo»,megritabamiinstinto.

Eseinstintoeramiguardián.Mehabíasalvadoenotrasocasionesguiandomis movimientos sobre una docena de caballos corcoveantes, indicándomecuándodebíaaferrarmealasillaycuándoteníaqueapartarmedeunoscascosenmovimiento.Hacíaañosmehabíaincitadoadescolgarmedelcontenedorde chatarra que vaciaba mi padre, porque ese instinto había adivinado, adiferencia de mí, que era mejor caer desde una gran altura que esperar laintervención de mi padre. Durante toda mi vida ese instinto me habíaenseñadosuúnicadoctrina:quelasposibilidadessonmejoressiconfíassoloentimisma.

Budseempinóyalzótantolacabezaquepenséquesecaeríahaciaatrás.Bajólaspatasconfuerzaycorcoveó.Meagarrémejoralpomotrastomarunadecisiónbasadaenotrotipodeinstinto:ladenosoltarme.

Shawnmealcanzaría, inclusoa lomosde layegua indómita.Lograríaelmilagro. Cuando gritara «¡Arre!», ella ni siquiera entendería la orden, y alsentirporprimeravezenlapanzaelgolpedeunasbotassepondríademanosyse retorcería frenética.Él lebajaría lacabezadeun tiróny,encuanto loscascos tocaran el suelo, la picaría una segunda vez, con mayor fuerza,consciente dequevolvería a empinarse.Repetiría la operaciónhasta que layegua saltara y arrancara a correr; entonces la conduciría hacia delante,agradecido de su violenta aceleración, y conseguiría guiarla aunque ella nohubieraaprendidoaúnlaextrañadanzaqueconeltiemposeconvierteenunaespecie de lenguaje entre montura y jinete. Todo esto ocurriría en unossegundos: un año de adiestramiento condensado en un minuto dedesesperación.

Sabíaqueeraimposible.Losabíainclusomientrasloimaginaba.Aunasí,seguíaferradaalpomodelasilla.

Budsehabíapuestofrenéticoysaltabaenfurecido.Arqueabael lomoalelevarseyagitabalacabezacuandoloscascosgolpeabanelsuelo.Amisojosles costaba descifrar lo que veían. En todas las direcciones ondeaba trigodorado,mientraselcieloazulylamontañadabanbandazossinsentido.

Estaba tandesorientadaque,másquever,percibíque lavigorosayeguadel color de los centavos se acercaba amí. Shawn levantó el cuerpo de lasilla, se inclinó hacia el suelo y, asiendo firmemente sus riendas con unamano, con la otra levantó de la maleza las de Bud. Las tiras de cuero se

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tensaron;elfrenoobligóaBudaalzarlacabezayaadelantarla.Deesemodoleresultabaimposiblecorcovearyadoptóungalopeplácidoyrítmico.Shawntiró con fuerza de las riendas de la yegua para que acercara la cabeza a surodillayasíobligarlaaavanzarencírculo.Encadavueltaleforzabamáselcuelloenrollándoselacorreaenelantebrazoparareducirelcírculo,hastaqueestefueminúsculoylosretumbantescascossedetuvieron.Medeslicédelasilla,metumbésobreeltrigoylostallosmepicaronalatravesarmelacamisa.Porencimademicabezaloscaballosresollabanysusvientressehinchabanysehundíanmientrasloscascosgolpeabanelsuelo.

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12OjosdePez

MihermanoTonyhabíaconseguidounpréstamoparacomprarseuncamión—cabeza tractora y semirremolque—, y a fin de pagar los plazos debíatenerlosiempreenlacarretera,demodoqueahívivía,enlacarretera.Hastaquesuesposaenfermóyelmédico(ellasíacudióalmédico)leaconsejóqueguardarareposoencama.EntoncesTonyllamóaShawnparapreguntarlesipodíaconducirelcamiónduranteunpardesemanas.

AunqueaShawnnolegustabaeltransportedelargadistancia,respondióque aceptaría si yo lo acompañaba. Como papá no me necesitaba en eldesguaceyRandypodíaprescindirdemíunosdías,partimosendirecciónaLasVegas.Luegofuimoshaciaeleste,hastaAlbuquerque,seguimoshaciaeloeste camino de Los Ángeles y a continuación nos dirigimos al norte, alestado de Washington. Había creído que vería las grandes ciudades, perosobre todo vi áreas de servicio y carreteras interestatales. El parabrisas eraenorme y estaba tan alto como el de la cabina de un avión, por lo que loscochesparecíande juguete.Lapartedonde se encontraban las literasolía acerrado,eraoscuracomounacuevayestabasembradadebolsasdeDoritosydecócteldefrutossecos.

Shawn condujo varios días sin apenas descansar y manejó el tráiler dequince metros de longitud como si fuera su propio brazo. Siempre queteníamosquecruzaruncontrol,falsificabalosdocumentosparaqueparecieraqueestabadurmiendomáshorasdelasqueenrealidaddormía.Cadadosdíasparábamosparaducharnosycomeralgoquenofueranfrutossecosybarritasdecereales.

El almacén de Walmart cercano a Albuquerque estaba colapsado ydurantedosdíasnopudimosdescargar.Nosencontrábamosenlasafuerasdelaciudad—nohabíamásqueunáreadeservicioyarenarojaqueseextendíaentodaslasdirecciones—,demodoquecomimosCheetosyjugamosaMarioKartenlazonadelasliteras.Antesdequeelsolsepusieraelsegundodíanosdolía todo el cuerpo de estar tanto tiempo sentados y Shawn dijo que meenseñaría artes marciales. Dimos la primera clase en el aparcamiento alanochecer.

—Si sabes lo que haces—me dijo—, con un esfuerzo mínimo puedesincapacitar a un hombre. Puedes controlar el cuerpo entero de una persona

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consolodosdedos.Setratadesaberdóndeestánlospuntosdébilesycómoaprovecharlos.

Meagarrólamuñecaymeladoblódemodoquelosdedosseflexionaronde forma molesta hasta tocar la cara interna del antebrazo. Añadió máspresiónhastaquemeretorcíycoloquéelbrazoamiespaldaparamitigareldolor.

—¿Lo ves? Este es un punto débil. Si te la doblo más, quedarásinmovilizada. —Me dedicó su sonrisa de ángel—. No lo haré porque tedoleríaunmontón.

Mesoltó.—Ahorapruebatú.Ledoblélamuñecaylaapretéconfuerzaparaconseguirquesucuerpose

derrumbaracomoelmío.Nosemovió.—Alomejortúnecesitasotraestrategia—comentó.Me agarró la muñeca como lo haría un agresor, dijo. Me enseñó a

soltarmeymeindicóelpuntodondelosdedoseranmásdébilesymishuesosmásfuertes,porloquealcabodeunosminutoslogrédesprendersusgruesosdedos.Meenseñóaarrojar todomipesoenunpuñetazoyadóndedirigirloparaaplastarlatráquea.

Lamañanadeldíasiguientedescargaronelremolque.Subimosalcamión,recogimosotracargaypasamosdosdíasenlacarreteraobservandocómolaslíneasblancasdesaparecíanhipnóticamentebajoel capócolorhueso.Comoteníamos pocos entretenimientos, convertimos la conversación en un juego.Solo había dos reglas. Según la primera, todos los enunciados debían tenerporlomenosdospalabrasconlaprimeraletraintercambiada.

—No eres mi hermana pequeña —dijo Shawn—. Eres mi permanahequeña. —Pronunció las palabras con indolencia, atenuando la pe hastaconvertirlaenunabe,conloquesonócomo«bermanahequeña».

Lasegundareglaeraquetodaslaspalabrascuyosonidorecordaraaldeunnúmero o contuvieran el nombre de uno debían cambiar de modo que elnúmerofueraelinmediatamentesuperior.Porejemplo,«uno»seconvertíaen«dos».«BermanaHequeña—decíaShawn—,debemosponer los seis senti-tres.Hayuncontrolmásadelanteynoquieroes-cuatro-arme.Abróchate elcinturóndeseguridad,¡re-once!»

Cuandonoscansábamosdeljuego,poníamoslaradiodebandaciudadanay oíamos las bromas de los camioneros solitarios que circulaban por lainterestatal.

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—Ojo con un móvil verde —dijo una voz bronca cuando nosencontrábamosentreSacramentoyPortland—.Hacemediahoraquelollevoapalancadoenelángulociego.

«Unmóvil»,segúnmecontóShawn,escomoloscamionerosllamanaloscoches.

De la radio salió una voz grave para quejarse de un Ferrari rojo quezigzagueabaentreeltráficoacasidoscientoskilómetrosporhora.

—El hijo de puta por poco le da a un Chevy azul —bramó entreinterferencias—. Había críos en el Chevy, joder. ¿Alguien de ahí delantequierecalmarunpocoaesechiflado?—Lavozinformódesuposición.

Shawnmiróunaseñalqueindicabaenquékilómetronosencontrábamos.Íbamospordelantedelotrocamión.

—SoyunPeteblancoconunanevera—dijo.Siguióunsilenciomientrastodosmirabanlosretrovisoresenbuscadeun

camión Peterbilt con un contenedor refrigerado. Intervino una tercera voz,másásperaquelaprimera.

—SoyelKWazulconunacargaseca.—Te veo —dijo Shawn, y me señaló un Kenworth azul marino que

circulabaunoscochespordelante.Cuando apareció el Ferrari, multiplicado en nuestros numerosos

retrovisores, Shawn puso una marcha larga, las revoluciones del motoraumentaronyavanzamoshastaelKenworth,demodoquelosdostráileresdequincemetroscircularonenparaleloybloquearonlosdoscarriles.ElFerraritocóelclaxon,zigzagueó,frenó,volvióatocarlabocina.

—¿Cuántoratovamosatenerloahídetrás?—preguntólavozroncaconunacarcajada.

—Hastaquesecalme—contestóShawn.Ochokilómetrosmásadelanteledejaronpasar.Trasunasemanadeviajemásomenos,pedimosaTonyquenosbuscara

unacargacondestinoaIdaho.—Bien,BermanaHequeña—dijoShawncuandoentramosconelcamión

eneldesguace—,devueltaaltrabajo,quédian-cuatro.

ElWormCreekOperaHouseanuncióotraobra:Carousel.Shawnmellevóala audición y luego me sorprendió presentándose él mismo a la prueba.Charles había acudido también y hablaba con una tal Sadie, de diecisieteaños.Lachicaasentíaacuantoéldecía,aunqueconlosojosclavadosenmihermano.

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AsistióalprimerensayoysesentóalladodeShawn.Leponíalamanoenelbrazo,sereía,seechabaelpelohaciaatrás.Peseaqueeramuyguapa,consuaves labios carnosos y unos ojazos oscuros, Shawn respondió que nocuandolepreguntésilegustaba.

—Tieneojosdepez—afirmó.—¿Ojosdepez?—Síseñor,ojosdepez.Lospecessondelomástontos.Sonbonitos,pero

tienenlacabezavacíacomounneumático.Sadieempezóapasarporeldesguacealacabarlajornadadetrabajo,por

logeneralconunbatidoparaShawn,ocongalletasoconunpastel.Élapenasle hablaba. Cogía lo que le hubiera llevado y seguía caminando hacia elcorral.Ellaibadetráseintentabaconversarmientrasélseocupabaconsumaatención de los caballos, hasta que una tarde le pidió que le enseñara amontar.Peseaque tratédeexplicarlequenoestabandomadosdel todo, semostró tan decidida que Shawn la subió a Apollo y nos dirigimos los treshacialamontaña.ShawnnoleshizoelmenorcasoniaellaniaApollo.Noleofreciólaayudaquemehabíabrindadoamícuandomeenseñóaponermedepiesobre losestribosalbajarporbarrancosabruptosyaapretar lamonturacon losmuslos si había que saltar por encima de una rama.Aunque Sadietembló durante todo el paseo, fingió pasárselo en grande y recompuso susonrisadelabiospintadoscadavezquemihermanomiróensudirección.

EnelsiguienteensayoCharlespreguntóaSadiealgosobreunaescenayShawnlosvioconversar.CuandoSadieseacercóanosotrosalcabodeunosminutos,mihermanonoledirigiólapalabra.Lediolaespaldayellasefuellorando.

—¿Quépasa?—lepreguntéaShawn.—Nada—respondió.Unos díasmás tarde, en el siguiente ensayo,mi hermano parecía haber

olvidado lo ocurrido. Sadie se le acercó con cautela, él le sonrió y unosminutosdespuéscharlabanyreían.ShawnlepidióquefueraalotroladodelacalleacomprarleunSnickersenlatiendadetodoadiezcentavos.Ellacorrióhacialapuerta,contentadequeselopidiera,regresóalospocosminutosyleentrególabarritadechocolate.

—¿Quéesestamierda?—leespetóél—.TehepedidounMilkyWay.—No—replicóella—.HasdichounSnickers.—PuesquierounMilkyWay.Sadie salió a comprar el Milky Way y se lo tendió con una sonrisa

nerviosa.

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—¿DóndeestámiSnickers?¿Cómo?Nolohabrásolvidadootravez…—¡Nolohasquerido!—ledijoSadie,cuyosojosbrillabancomoelcristal

—.¡SelohedadoaCharles!—Veabuscarlo.—Tecompraréotro.—No—dijo Shawn con unamirada fría. Esta vez los dientes de leche,

que solían darle un aire pícaro y juguetón, lograron que parecieraimprevisible,voluble—.Quieroese.Tráemeloonovuelvas.

Por la mejilla de Sadie se deslizó una lágrima que le corrió el rímel.Aguardó un momento para enjugársela y enderezar la sonrisa antes deacercarse a Charles, y riéndose como si nada le pidió que le devolviera elSnickers. Él se lo sacó del bolsillo y la observó mientras ella volvía conShawn.Sadiedepositó lachocolatinaen lapalmademihermanocomounaofrendadepazyesperósinlevantarlavistadelamoqueta.Éllasentóensuregazoysecomiólabarritaentresbocados.

—Tienesunosojospreciosos—dijo—.Comolosdeunpez.

LospadresdeSadieseencontrabanenprocesodedivorcioylaciudadbullíade rumores sobre su padre. Cuando mi madre los oyó, dijo que por finentendíaporquéShawnsehabíainteresadoporella.«Siempreprotegealosángelesconlasalasrotas»,afirmó.

Shawn se enteró del horario de clases de Sadie y se lo aprendió dememoria. Se empeñó en ir al instituto varias veces al día, sobre todo a lashorasenquesabíaqueellasedesplazabadeunedificioaotro.Estacionabaenelarcéndelacarreteraylaobservabadesdelejos,ademasiadadistanciaparaqueelladecidieraacercarseperonotantacomoparaquenoloviera.Lohacíacasi siempre que íbamos juntos a la ciudad, y en ocasiones cuando noteníamos por qué ir a la ciudad. Hasta que un día Sadie apareció en losescalonesdelinstitutoconCharles.Sereían;ellanohabíavistolacamionetadeShawn.

Observéquelacarademihermanosetensabaydespuésserelajaba.Mesonrió.

—Conozcoelcastigoperfecto—dijo—.Noverla.Solotengoquedejardeverla,yasísufrirá.

Tenía razón.Sadie se desesperó cuandomi hermanodejó de devolverlelasllamadas.Pidióaloschicosdelinstitutoquenocaminaranasulado,pormiedoaqueShawn losviera, ydejóde relacionarse con los amigosque éldecíaquenolegustaban.

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Sadieveníaacasatodoslosdíasalsalirdeclase,yviqueelincidentedelSnickersserepetíaunayotravezdediferentesformas,conobjetosdistintos.Shawn lepedíaunvasodeagua.CuandoSadie se lo llevaba, loqueríaconhielo.Ellaibaabuscarloyentoncesélpedíaleche,luegoaguaotravez,conhielo, sinhielo,despuészumo.Estodurabaunos treintaminutos,hastaque,enunapruebadefinitiva,pedíaalgoquenoteníamos.Sadieibaacomprarloala ciudad —un helado de vainilla, patatas fritas, un burrito—, paraencontrarsealavueltaconqueélleexigíaotracosa.Yoagradecíalasnochesquesalían.

UnanocheShawnregresóacasatardeymuyraro.Todosdormíanmenosyo,queleíaenelsofáuncapítulodelasescriturasantesdeacostarme.Sedejócaeramiladoconunplaf.

—Tráemeunvasodeagua.—¿Esquetienesunapiernarota?—ledije.—Tráelo,onotellevomañanaalaciudad.Fuiabuscarlo.Alentregárselolevilasonrisaysinpensarloletirétodael

aguaporlacabeza.Avancéporelpasilloycuandoestabaapuntodellegaramidormitoriomeatrapó.

—Discúlpate.—Elagualegoteabadelanarizylecaíaenlacamiseta.—No.Meagarróunpuñadodepelo,unmanojogrande,conlamanocercadelas

raíces para tenermayor control, yme arrastró al cuarto de baño. Tanteé lapuertaymesujetéalmarco,peromelevantódelsuelo,meestirólosbrazosalolargodelcuerpoymemetiólacabezaenelváter.

—Discúlpate—repitió.No dije nada. Me bajó más la cabeza, hasta que con la nariz rocé la

porcelana manchada. Cerré los ojos, aunque el olor me habría impedidoolvidardóndeestaba.

Intenté imaginar algo para pensar en otra cosa, pero la imagen quemevinoa lamente fue ladeSadiesometida, sumisa.Me llenódebilis.Shawnmemantuvo con la nariz junto a la taza del váter durante quizá unminutoantes de permitir que me levantara. Tenía húmedas las puntas del pelo ydoloridoelcuerocabelludo.

Creí que había terminado. Empezaba a alejarme cuando me agarró lamuñeca,meladoblóymeretorciólosdedosylapalmaenespiral.Continuódoblándolahastaquemicuerpoempezóaovillarse;entoncesapretóaúnmás,ysinpensarlo,sindarmecuenta,meretorcíhastaformarunarcobrutal,conlaespaldacurvada,lacabezacasitocandoelsuelo,elbrazoenlaespalda.

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En el aparcamiento, cuandome había enseñado esa llave, yome habíamovidounpocoenrespuestaasudescripciónmásqueaunanecesidadfísica.Sibienenaquelmomentonomehabíaparecidodemasiadoeficaz,deprontocomprendí el objeto de la maniobra: el control. Apenas podía moverme,apenaspodíarespirar,sinrompermelamuñeca.Shawnmesujetabaconunasola mano; tenía la otra en un costado para demostrarme lo fácil que leresultaba.

«AúnmásduroquesiyofueraSadie»,pensé.Comosimehubieraleídoelpensamiento,meretorciómáslamuñeca.Mi

cuerpo formó un ovillo apretado; rocé el suelo con la cara. Había hechocuantopodíaparaaliviarlapresióndelamuñeca.Siseguíaretorciéndomela,melarompería.

—Discúlpate.Duranteunoslargosinstantesmeardieronelbrazoyelcerebro.—Perdón—dije.Mesoltólamuñecaycaíalsuelo.Oísuspasosalolargodelpasillo.Me

puseenpie,echéelcerrojodelcuartodebañosinhacerruidoyobservéenelespejo a la chica que se agarraba lamuñeca. Tenía los ojos vidriosos y lecaíangotaspor lasmejillas.Laodiépor sudebilidad,por tenerun corazónquedestrozar.Queélpudierahacerledaño,quealguienpudierahacerledañodeesamanera,eraimperdonable.

«Lloro de dolor—me dije—. Por el dolor de la muñeca. No lloro porningúnotromotivo.»

Ese momento determinaría mi recuerdo de aquella noche, y de otrasmuchas como esa, durante una década. En él me veía inquebrantable einsensiblecomounapiedra.Alprincipiomelimitéacreerlo,hastaqueundíallegóasercierto.Entoncesfuicapazdedecirmeamímismasinmentirqueaquellonomeafectaba,queélnomeafectaba,porquenadapodíaafectarme.Nomedabacuentadelarazónqueteníaydeloenfermizoqueesoera.Dequemehabíavaciadopordentro.Contodamiobsesiónporlasconsecuenciasdeaquellanoche,nosupeentenderunaverdadesencial:queelefectoeraquenomeafectara.

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13Callenenlascongregaciones

En septiembre cayeron las Torres Gemelas. No había oído hablar de ellashasta que desaparecieron.Vi que los aviones se hundían en los edificios y,estupefacta, no aparté la mirada del televisor mientras esas estructurasinconcebiblementealtasoscilabanysedesmoronaban.Papáestabaamilado.Había venido del desguace para verlo. No dijo nada. Por la noche leyó laBiblia en voz alta, fragmentos conocidos de Isaías, Lucas y el Apocalipsissobreguerrasyrumoresdeguerras.

Tresdíasdespués,a losdiecinueveaños,AudreysecasóconBenjamin,ungranjerorubioalquehabíaconocidotrabajandodecamareraenlaciudad.Fue una boda solemne. Papá había rezado y había recibido una revelación.«Habráunconflicto,unaúltimabatallaporlaTierraSanta—anunció—.Mishijosseránenviadosalaguerra.Algunosnovolverán.»

Yo evitaba a Shawn desde el incidente del cuarto de baño. Se habíadisculpado.Había entrado enmi habitación una hora después, con los ojosvidriososylavozronca,parapedirmequeleperdonara.Ledijequesí,queyalehabíaperdonado,peronoeracierto.

En la boda de Audrey, viendo a mis hermanos con traje, con aquellosuniformes negros, mi rabia se transformó en miedo, miedo a una pérdidapredeterminada, y perdoné a Shawn. Resultaba fácil perdonar: después detodo,eraelFindelMundo.

Duranteunmesvivícomosicontuviera larespiración.Alfinalnohuboreclutamientoforzosonimásataques.Loscielosnosepusieronnegrosnilalunasetiñódesangre.Alolejosseoíanfragoresdeguerraperolavidaenlamontañaseguíaigual.Mipadredijoquedebíamosmantenernosalertas,peroantesdelinviernoyovolvíaacentrarlaatenciónenlosdramasinsignificantesdemipropiavida.

Tenía quince años y lo notaba, notaba la carrera que progresaba con eltiempo. El cuerpo empezaba a cambiarme: se ensanchaba, se abultaba, seestiraba, crecía. Yo deseaba que parara de una vez, pero por lo visto micuerpo ya no era mío. Él era su propio dueño, y no le importaba lo másmínimocómomesentíayoconesoscambiosextrañosnisiqueríadejardeserunaniñayconvertirmeenotracosa.

Esaotracosamehacía ilusiónymeasustaba.Siemprehabíasabidoquecrecería de forma diferente quemis hermanos varones, si bien nunca había

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pensadoenloqueesosignificaba.Deprontonopensabaennadamás.Busquépistas para entender esa diferencia y, en cuanto empecé a observar, lasencontréportodaspartes.

Undomingopor la tarde ayudaba amimadre a preparar el asadode lacena.Papásequitóloszapatosdesendospuntapiésaltiempoqueseaflojabalacorbata.Desdequehabíamossalidodelaiglesianoparabadehablar.

—ALorielbajolequedabaochocentímetrosporencimadelarodilla—dijo—.¿Enquépiensaunamujercuandoseponeunvestidocomoese?

Mi madre asintió distraída mientras picaba una zanahoria. Estabaacostumbradaaesesermón.

—Y Jeanette Barney…—continuó papá—. Si una mujer se pone unablusatanescotadanodeberíainclinarse.

Mimadreestuvodeacuerdo.RecordélablusaturquesaqueJeanettehabíallevado ese día. El escote quedaba casi tres centímetros por debajo de laclavículaperoerasuelto,ysupusequesi se inclinabase levería todo.Estepensamiento me inquietó, pues, si bien con una blusa más ceñida lainclinacióndeJeanettehabríaresultadomásdecorosa,unaprendamásceñidahabríasidomenosrecatada.Lasmujeresbuenasnovistenropaajustada.Lasotrassí.

Traté de deducir hasta qué punto podía ser ceñida un prenda sin serindecorosa.

—Jeanetteesperóaqueyomiraraparainclinarseacogerelhimnario—añadiómipadre—.Queríaquelaviera.

Mi madre chasqueó la lengua en señal de desaprobación y cortó unapatataencuatrotrozos.

Estediscursomequedógrabadocomoningunodelcentenarquelohabíaprecedido. En los años siguientes recordaríamuchas veces esas palabras y,cuantomásreflexionarasobreellas,másmepreocuparíaconvertirmeenunamujer de las malas. En ocasiones me costaba avanzar por una sala, tanpendientecomoestabadenocaminar, inclinarmeni agacharmecomoellas.Sinembargonadiemehabíaenseñadolamaneradecorosadeinclinarse,porloquesuponíaqueprobablementelohacíacomonodebía.

Shawn y yo nos presentamos a una prueba para un melodrama que serepresentaríaenelWormCreek.EnelprimerensayoviaCharlesypasélamitad del rato armándome de valor para hablar con él. Cuando por finmeatreví,meconfesóqueestabaenamoradodeSadie.Nomeparecióestupendoperonosdiountemadeconversación.

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VolvíacasaconShawn.Élibaalvolanteymirabalacarreteracomosilehubierahechoalgomalo.

—TehevistohablarconCharles.Noquerrásquelagentepiensequeeresdeesas.

—¿Deesasquehablan?—Túyameentiendes—dijo.Lanochesiguienteentródeimprovisoenmihabitaciónymesorprendió

embadurnándomelaspestañasconelrímeldeAudrey.—¿Ahoratemaquillas?—Supongo.Sevolvióparasalirysedetuvoenlapuerta.—Creíaqueerasmejor,peroerescomolasdemás.DejódellamarmeBermanaHequeña.«¡Vamos,OjosdePez!»,megritó

una noche desde el otro extremo del teatro. Intrigado, Charles se volvió amirar. Shawn empezó a explicar el apodo y yome eché a reír, lo bastantefuerte—esperaba—paraquenoseleoyera.Mereícomosimeencantaraelmote.

Laprimeravezquemepusebrillodelabios,Shawnmellamóramera.Yoestabaenmihabitación,delantedelespejo,viendocómomequedaba,cuandoaparecióenlapuerta.Aunquelodijocomosifueraunabroma,melimpiéloslabios.Esamismanoche,enelteatro,alverqueCharlesmirabaaSadievolvíapintármelosyobservéqueShawntorcíaelgesto.Elviajederegresoacasafue tenso.La temperaturahabíadescendidobajo cero.Dije que tenía frío yShawnhizoademándeencender lacalefacción.Sedetuvo, seechóa reírybajó todas las ventanillas. Sentí el viento de enero como si me arrojaranencima el contenidodeuna cubitera.Quise subirmi ventanilla peroShawnhabía puesto el seguro. Le pedí que la cerrara. «Tengo frío —le decía—.Tengo mucho mucho frío.» Él se reía. Así siguió los treinta kilómetros,carcajeándosecomosisetrataradeunjuego,comosilosdosparticipáramosenél,comosinomecastañetearanlosdientes.

CuandodejóaSadiecreíqueporfina lasituaciónmejoraría…SupongoqueestabaconvencidadequeellateníalaculpadeloquehacíaShawnydequesinellacambiaría.Retomólarelaciónconunaexnovia,Erin.Eramayorque Sadie, estaba menos dispuesta a participar en los jueguecitos de mihermano y al principio pareció que yo tenía razón, que Shawn se portabamejor.

MástardeCharlesinvitóaSadieacenar,ellaaceptóyShawnseenteró.Aquella noche yo me había quedado a trabajar en casa de Randy y mi

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hermano se presentó echando espumarajos por la boca. Me fui con élcreyendo que conseguiría calmarlo pero no lo logré. Durante dos horasrecorriólaciudadenbuscadeltodoterrenodeCharles,sindejardemaldeciryjurarqueencuantoencontraraalhijodeputaiba«ahacerleunacaranueva».Sentadaasuladoenlacamioneta,oíaaumentarlasrevolucionesdelmotoramedidaquetragabadiésel,yveíalaslíneasamarillasdesaparecerdebajodelcapó. Pensaba en mi hermano como era antes, como lo recordaba, comoqueríarecordarlo.PensabaenAlbuquerqueyLosÁngelesyenloskilómetrosdeinterestatalesperdidosentreambasciudades.

Unapistoladescansabaenelasientoentre losdos.Cuandonocambiabademarcha, Shawn la cogía para acariciarla y a veces la hacía girar con elíndice como un pistolero antes de dejarla en su sitio, donde la luz de loscochesquepasabanarrancabadestellosalacerodelcañón.

Medespertéconagujasenelcerebro.Millaresdeagujasquemepinchabanylo borraban todo. De pronto desaparecieron durante unos instantesvertiginososymesitué.

Erademañana.Laluzambarinadelsolentrabaaraudalesporlaventanade mi habitación. Estaba de pie, aunque no por mis propias fuerzas. Dosmanosmeatenazabanelcuello;habíanestadozarandeándome.Lasagujas:elcerebro al estrellarse contra el cráneo. Solo dispuse de unos segundos parapreguntarmeelporquéantesdequelasagujasvolvieranehicierantrizasmispensamientos.Tenía losojosabiertosperosoloveía fogonazosblancos.Mellegaronunospocossonidos.

—¡GOLFA!¡RAMERA!Otrosonido.Mimadre.Lloraba.—¡Basta!¡Vasamatarla!¡Basta!Debiódeagarrarmeporquenotéqueelcuerpodelhombreseretorcía.Caí

alsuelo.Cuandoabrílosojos,mimadreyShawnestabanfrenteafrente,ellaconsolounalbornozraído.

Shawn me levantó de un tirón.Me cogió un puñado de pelo—con elmismométodoquelaotravez:asióunmanojocercadelcuerocabelludoparacontrolar mejor mis movimientos— y me sacó al pasillo. Me apretaba lacabeza contra su pecho. Yo solo veía pedazos de moqueta que pasabanvelocesbajomispies.Pese aqueme latía la cabezaymecostaba respirar,empecéaentenderloqueocurría.Notéquesemesaltabanlaslágrimas.

«Dedolor»,pensé.—Ahoralazorrallora—dijoShawn—.¿Porqué?¿Porquealguienseda

cuentadequeeresunagolfa?

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Intenté mirarlo, buscar a mi hermano en su cara, pero me empujó lacabezahaciaelsueloymecaí.Mealejéagatasymelevanté.Lacocinadabavueltas;delantedemisojosflotabanextrañasmotasrosasyamarillas.

Mimadresollozabaysemesabaelcabello.—Veo lo que eres—continuóShawn.Tenía ojos de loco—.Finges ser

pía y beata, pero yo te he calado. Te veo contonearte con Charles por ahícomounaprostituta.

Sevolvióhaciamimadreparaobservarquéefectoteníansuspalabrasenella.Mimadresehabíaderrumbadoenlamesadelacocina.

—Noescierto—murmuró.Shawn siguió vuelto hacia ella. Le dijo que no tenía ni idea de mis

embustes, que la engañaba, que en casame las dabadeniña buenay en laciudaderaunarameramentirosa.Avancépocoapocohacialapuertadeatrás.

Mimadremedijo que subiera a su cocheyme fuera. Shawn se volvióhaciamí.

—Las necesitarás —dijo alzando las llaves de mi madre—. No irá aningunapartehastaquereconozcaqueesunaramera.

Me agarró la muñeca y mi cuerpo adoptó en el acto la postura yaconocida: la cabeza adelantada, el brazo retorcido en la parte inferior de laespalda,lamuñecadobladadeunaformailógica.Comoenunpasodebaile,mismúsculosrecordaronyseapresuraronaanticiparsealamúsica.Mesaliótodoel airede lospulmones cuando intenté encorvarmemásparadar a loshuesosdelamuñecatodosloscentímetrosposiblesdealivio.

—Dilo—meordenó.Peroyoestabaenotraparte.Estabaenel futuro.Alcabodeunashoras

Shawnsearrodillaríajuntoamicamaysemostraríamuyarrepentido.Yolosabíamientrasseguíaencorvada.

—¿Quépasa?—Delaescaleradelvestíbulollegóunavozmasculina.Volví la cabeza y vi una cara suspendida entre las dos barandillas de

madera.EraTyler.Se tratabadeunaalucinación.Tylernoveníanuncaacasa.Alpensarlo

meechéareír:unacarcajadachillona.¿Quéclasededementeregresaríatrashaber escapado? Las manchas rosas y amarillas que veía se habíanmultiplicadode talmodoquemeparecíaestardentrodeunaboladecristalconcoposdenieve.Erapositivo.Significabaqueestabaapuntodeperderelconocimiento.Deseabaqueocurriera.

Shawnmesoltólamuñecaycaíalsuelo.Alcélavistayobservéquemihermanoteníalosojosfijosenlaescalera.Soloentoncessemeocurriópensar

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queTylererareal.Shawnretrocedióunpaso.HabíaesperadoaquepapáyLukesalierana

haceruntrabajo,puesasísufuerzafísicaquedaríasinrespuesta.Nocontabaconenfrentarseasuhermanomenor,menoscruelperovigorosoasumanera.

—¿Qué pasa?—repitióTyler.Miraba a Shawnmientras avanzabamuydespacio,comosiseacercaraaunaserpientedecascabel.

Mimadredejódellorar.Estabaavergonzada.Tylersehabíaconvertidoenun extraño. Llevaba tanto tiempo fuera de casa que había pasado a lacategoríadepersonasalasqueocultábamoscosas.Alasqueocultábamosesoenparticular.

Tyler subió los escalones y caminó hacia su hermano. Tenía el rostrotenso y su respiración era superficial, pero nomostraba elmenor atisbo desorpresa. Me pareció que sabía perfectamente lo que hacía, que lo habíahechootrasveces,cuandolosdoseranmásjóvenesydefuerzasdesiguales.Tyler se detuvo y no pestañeó. Fulminó a Shawn con la mirada, como sidijera:«Seacabóloquequieraqueestépasando».

Shawn empezó a murmurar algo sobre mi ropa y lo que hacía en laciudad.Tylerloatajóconungestodelamano.

—Noquierosaberlo—dijo.Sevolvióhaciamí—.Vamos,vete.—Ellanovaaningunaparte—replicóShawnenseñandoelllavero.Tylermelanzósusllaves.—Vete—repitió.Corríasucoche,queestabaencajonadoentrelacamionetadeShawnyel

gallinero. Quise sacarlo marcha atrás, pero pisé demasiado fuerte elaceleradory lasruedaspatinaronehicieronsaltar lagravilla.Enelsegundointento lo conseguí. El vehículo salió disparado hacia atrás y giró. Avancéhacia el camino, yme disponía a descender a toda velocidad cuandoTyleraparecióenelporche.Bajélaventanilla.

—Novayasaltrabajo—medijo—,porqueiráallí.

CuandoregreséporlanocheShawnnoestaba.Mimadremezclabaaceitesenlacocina.Nocomentónadadeloocurridoporlamañanaycomprendíqueerapreferible que no lo mencionase. Me acosté. Unas horas después seguíadespiertayoíelrugidodeunacamionetaquesubíaporlacolina.Alcabodeunos minutos la puerta de mi habitación se abrió con un chirrido. Oí elchasquidodelalámpara,vicómolaluzbailabaenlasparedesysentícaerenlacamaelpesodeShawn.Medi lavueltaparamirarlo.Habíadejadoamiladounacajadeterciopelonegro.Alverqueyonolatocaba,laabrióysacóuncollardeperlaslechosas.

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Dijo que veía el camino que yo llevaba y que no era bueno.Que iba aperderme,avolvermecomolasotraschicas,frívolaymanipuladora,ausarmiaspectoparaconseguirloquemepropusiera.

Penséenmicuerpo,enloscambiosquehabíaexperimentado.Apenassisabía lo que sentía: en ocasiones deseaba que se fijaran en él, que loadmiraran, pero después me acordaba de Jeanette Barney y me sentíaasqueada.

—Eresespecial,Tara.¿Loera?Quería creerlo.HacíaunosañosTylermehabíadichoqueera

especial.MehabíaleídounfragmentodelLibrodeMormónsobre«unniñosensato,yprestoparaobservar».«Merecuerdaati»,habíadichoTyler.

El fragmentodescribía al granprofetaMormón, loquemedesconcertó.Una mujer no podía ser profeta, pese a lo cual Tyler afirmaba que yo lerecordabaaunodelosmásimportantes.Sigosinsaberquéquisodecir,peroen aquelmomento entendí que podía confiar enmímisma: que tenía algo,algo como lo que poseían los profetas, y que no era una característicamasculina ni femenina, ni de mayores ni de jóvenes; una especie de valíainherenteeinmutable.

Sinembargo,mientrascontemplaba lasombraqueShawnarrojabaen lapared,conscientedemicuerpoendesarrollo,desusvilezasydemideseodehacerelmalconél,elsentidodeaquelrecuerdocambió.Deprontoesavalíamepareciócondicional,algoquepodíaaceptarseodesaprovecharse.Noerainherente, sino otorgada. Lo que tenía valor no era yo, sino el barniz decoercionesyobservanciaquemeoscurecía.

Miré a mi hermano. En aquel momento me pareció mayor, sabio. Élconocía elmundo.Conocía a lasmujeresmundanas, y por eso le pedí queimpidieraquellegaraaserlo.

—Deacuerdo,OjosdePez—dijo—.Loharé.

Aldíasiguientemedespertéconelcuelloamoratadoylamuñecahinchada.Me dolía la cabeza; no era que notara un dolor en el cerebro, sino quemedolía todo él, como si el órgano en sí fuera hipersensible. Fui a trabajar yregreséacasatemprano,metumbéenunrincónoscurodelsótanoyesperéaquesemepasara.Estaba tendidaen lamoqueta,sintiendocómomelatíaelcerebro,cuandoTylermeencontróyseovillóenelsofá juntoamicabeza.Nomealegróverlo.QuehubierapresenciadocómoShawnmearrastrabaporla casa tirándomedelpelo erapeorque la agresión.Simehubierandadoaelegir entre dejar que el ataque terminara por sí solo o que Tyler lointerrumpiera,habríaescogidoloprimero.Sindudalohabríaescogido.Afin

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decuentas,habíaestadoapuntodedesmayarmey luegohabríaolvidadoelincidente.Al cabo de un par de días ni siquiera habría sido real; se habríaconvertidoenunapesadilla,yalcabodeunmes,enelecodeunapesadilla.Encambio,Tylerlohabíavueltorealalpresenciarlo.

—¿Nohaspensadoenmarcharte?—mepreguntó.—¿Parairadónde?—Alaescuela.Meanimé.—Enseptiembreiréalinstituto.Apapánolegustará,peropiensoir.CreíqueTylersealegraría;encambio,hizounamuecadedesagrado.—Yalohasdichootrasveces.—Voyair.—Quizá.Mientrasvivasencasadepapáesdifícilquevayasalinstitutosi

élteloprohíbe.Lomásseguroesqueloaplacesunaño,yotro,hastaqueyanoquedenaños.Siempiezascomoalumnadesegundo,¿podrásgraduarte?

Losdossabíamosquenopodría.—Hallegadolahoradeirse,Tara.Cuantomástiempotequedes,menos

probabilidadestendrásdemarcharte.—¿Creesquetengoqueirme?Tylernopestañeó,nodudó.—Creoqueeste es elpeor lugarposiblepara ti.—Lodijo envozbaja,

peromeparecióquepronunciabaavoceslaspalabras.—¿Adóndepuedoir?—Adondefuiyo.Alauniversidad.Soltéunresoplido.—LaUniversidadBrighamYoungaceptaajóvenesquehanestudiadoen

casa—dijo.—¿Nosotroshemosestudiadoencasa?—Tratéderecordarlaúltimavez

quehabíaleídounlibrodetexto.—El comité de admisiones solo sabrá lo que nosotros le digamos. Si

decimosquehasestudiadoencasa,locreerán.—Noentraré.—Claroquesí.Solotienesqueaprobarelexamendeacceso.Tylerselevantóparairse.—Hayunmundoahífuera,Tara.Yloverásdeunmodomuydiferenteen

cuantopapádejedesusurrartealoídosupuntodevistasobreél.

Aldíasiguientefuia laferreteríadelaciudadacomprarunpestilloparalapuerta de mi dormitorio. Lo dejé en la cama, cogí un taladro del taller y

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empecéacolocarlostornillos.CreíaqueShawnnoestabaencasa—nohabíavistosucamionetaenlaentrada—,peroaldarmelavueltaconeltaladroenlamanomeloencontréplantadoenelumbral.

—¿Quéhaces?—mepreguntó.—Elpomoseharoto—mentí—.Lapuertaseabresola.Estepestilloes

barato,peroservirá.Shawntoqueteóelgruesopasadordeacero.Estabaseguradequeélsabía

quenoeranimuchomenosbarato.Aguardéensilencio,paralizadanosoloporelpánicosinotambiénporlacompasión.Enesemomentoleodiéyquisedecírseloagritosenlacara.Imaginécómosevendríaabajo,aplastadoporelpeso de mis palabras y del desprecio que sentía por sí mismo. Inclusoentonceseraconscientedelaverdad:queShawnseodiabaasímismomásdeloqueyopodríaodiarlojamás.

—Tienes que usar otros tornillos —dijo—. Necesitas unos más largosparalaparedyunosdesujeciónenlapuerta.Sino,saltaráenseguida.

Nos encaminamos al taller. Shawn trasteó unosminutos y salió con unpuñadodetornillosdeacero.Regresamosacasaeinstalóelpestillosindejardetararearysonreírenseñandosusdestellantesdientesdeleche.

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14Yanotocolatierraconlospies

En octubre papá consiguió un contrato para construir silos industriales enMaladCity, lapolvorientapoblaciónagrícolasituadaalotroladodeBuck’sPeak. Representaba mucho trabajo para una cuadrilla pequeña —tan solopapá,Shawn,LukeyBenjamin,elmaridodeAudrey—,peroShawneraunbuencapataz,yconélalmandomipadresehabíaganadolafamaderealizardeprisaybienlosencargos.

Shawnno lepermitíaacortarelprocesoparaacabarantes.Lamitaddeltiempoquepasabaeneltallerlesoíagritarseelunoalotro.PapáacusabaaShawndeperdereltiempoymihermanodecíaavocesquepapáhabíaestadoapuntoderebanarlelacabezaaalguien.

Shawndedicaba largas jornadas a limpiar, cortary soldar losmaterialesparalossilosy,unavezqueempezabalaconstrucción,solíaestarenMalad,enlaobra.Regresabaacasaconpapáhorasdespuésdequesepusieraelsol,y casi siempre llegaban profiriendo palabrotas. Mi hermano queríaprofesionalizarelnegocio,invertirenmaquinarialosbeneficiosdeltrabajodeMalad;mipadrequeríaquetodosiguieracomosiempre.Shawnafirmabaquepapánoentendíaque la construccióneramáscompetitivaque la chatarrayque,siqueríancontratosbuenos,teníanquegastarunabuenasumadedineroenmaquinaria buena; en concreto, un soldador nuevo y una elevadora concesta.

«Nopodemosseguirusandounacarretillaelevadorayunpaléviejoparaqueso—decía—.Escutre,ademásdepeligroso.»Papásereíaacarcajadasaloír la propuesta de la elevadora con cesta. Llevaba veinte años usando lacarretillaelevadorayelpalé.

Yo trabajaba hasta tarde la mayor parte de las noches. Randy proyectabaemprenderunlargoviajeporcarreteraenbuscadenuevosclientesymepidióque me ocupara del negocio durante su ausencia. Me enseñó a usar elordenador para llevar las cuentas, tramitar pedidos y mantener al día elinventario.Fuelaprimerapersonaalaqueoíhablardeinternet.Meenseñóaconectarme,aentrarenlaspáginaswebyaescribircorreoselectrónicos.Eldía que se marchó, me entregó un teléfono móvil para poder contactarconmigoacualquierhora.

UnanocheacababaderegresardeltrabajocuandoTylermellamóacasa.Mepreguntósiestudiabaparaelexamendeingresoenlauniversidad.

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—Nopuedopresentarme—ledije—.Nosénadademates.—Tienesdinero.Cómprateloslibrosyaprende.No dije nada. La universidad me era indiferente. Sabía cómo se

desarrollaríamivida:alosdieciochoodiecinueveañosmecasaría.Papámeregalaríaunaparcelade lagranjaparaquemimaridoconstruyeraunacasa.Mimadremeenseñaríaausarlashierbasmedicinalesyeloficiodepartera,quehabíaretomadocuandoempezóatenermenosmigrañas.Meatenderíaenlos partos y un día —suponía— yo sería la Comadrona. No veía dóndeencajabalauniversidad.

Tylerparecióleermeelpensamiento.—MiralahermanaSears—medijo.LahermanaSearsdirigíaelcorode

laiglesia—.¿Cómocreesqueaprendióadirigiruncoro?Siempre había admirado a la hermana Sears y envidiaba sus

conocimientos musicales. Nunca me había preguntado cómo los habíaadquirido.

—Estudió—continuóTyler—.¿Sabesquepuedeslicenciarteenmúsica?Ese título te permitiría dar clases y dirigir el coro de una iglesia. Papá nisiquierasemeteríacontigo,oalmenosnomucho.

Mimadre acababade comprarunaversióndepruebadeun servidordeinternet.Solomehabía conectado a la red en casadeRandy, para trabajar,pero encendí el ordenador en cuantoTyler colgó y esperé a que elmódemmarcara. Mi hermano había mencionado la página web de la BYU, laUniversidad Brigham Young. La localicé en unos minutos. La pantalla sellenódeimágenes:impecablesedificiosdeladrillorojizorodeadosdeárbolesverdeesmeralda,personasatractivasquecaminabanyreíanconlibrosbajoelbrazoymochilascolgadasdeloshombros.Parecíansacadasdeunapelícula.Unapelículaalegre.

Al día siguiente recorrí sesenta y cinco kilómetros hasta la libreríamáscercana,dondemecompréunarelucienteguíadeestudioparaelexamendeacceso a la universidad. Sentada en la cama, busqué el examen dematemáticas. Eché un vistazo a la primera página. No era que no supieraresolver las ecuaciones: ni siquiera conocía los símbolos. Lo mismo meocurrióenlasegundapáginayenlatercera.

Lellevéelexamenamimadre.—¿Quéesesto?—lepregunté.—Matemáticas.—¿Ydóndeestánlosnúmeros?—Esálgebra.Lasletrasrepresentannúmeros.

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—¿Cómotengoquehacerlo?Mi madre se entretuvo varios minutos con un lápiz y un papel sin

conseguirresolverniunasoladelascincoprimerasecuaciones.Al día siguiente recorrí otra vez los sesenta y cinco kilómetros, ciento

treintaconelviajedevuelta,yregreséacasaconungruesolibrodeálgebra.

Todos los días al atardecer, momento en que la cuadrilla partía deMalad,papátelefoneabaacasaparaquemimadretuvieralacenapreparadacuandoel camión subiera dando botes por la colina.Yo esperaba la llamada, y encuantoseproducía,subíaalcochedemimadreymeiba.Nosabíaporqué.IbaalWormCreek,mesentabaenelpalcoymirabalosensayosconlospiesenelantepechoyunlibrodematemáticasabiertodelante.Mehabíaquedadoen las divisiones con números de varias cifras y no conocía los conceptos.Peseaqueentendíalateoríadelasfracciones,mecostabaoperarconellas,yalverundecimalenunapáginasemeacelerabaelcorazón.Duranteunmesmesentétodaslasnochesenunasilladeterciopelorojodelteatroypractiquélasoperacionesbásicas—multiplicacióndefracciones,usodelosrecíprocos,suma, multiplicación y división con decimales— mientras los personajesrecitabansusfrasesenelescenario.

Empecé a estudiar trigonometría. Me tranquilizaron sus fórmulas yecuaciones, que hasta entonces desconocía. Me fascinó el teorema dePitágorasconsupromesadeunareglauniversal:lacapacidaddepredecirlaspropiedades de tres puntos cualesquiera que formaran un ángulo recto encualquierlugar,encualquiermomento.Misconocimientosdefísicaloshabíaadquiridoeneldesguace,dondeamenudoelmundofísicoparecíainestable,caprichoso.Ydeprontodescubríaunprincipioquepermitíadefinirycaptarlasdimensionesdelavida.Quizálarealidadnofueradeltodoimpredecible.Quizápudieraexplicarse,preverse.Quizáfueraposibleconseguirquetuvierasentido.

El suplicio comenzó cuando pasé del teorema de Pitágoras al seno, elcoseno y la tangente. No entendía esas abstracciones. Intuía su lógica, sucapacidadparaofrecerordenysimetría,peronolograbapenetrarenellas.Meocultabansussecretosyseconvirtieronenunaespeciedeportalóntraselcualyo creía que había todo un mundo de ley y razón. Un portalón que noconseguíatrasponer.

Mi madre me dijo que si quería aprender trigonometría eraresponsabilidadsuyaenseñarme.Reservóunatarde,ysentadasalamesadelacocina,garabateamosenhojasdepapelynostiramosdelpelo.Dedicamos

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treshorasaunúnicoproblemay todos losresultadosqueencontramoseranincorrectos.

—Latrigonometríanosemedabanadabienenelinstituto—sequejómimadretrascerrardegolpeellibro—.Yheolvidadolopocoquesabía.

Mipadreseencontrabaenlasaladeestar,liadoconlosplanosdelossilosymascullandopor lobajini.Lehabíavistodibujarlos, realizar los cálculos,modificaresteángulo,alargaraquellaviga.Sibienhabíarecibidomuypocaeducación formal enmatemáticas, era imposible dudar de sus aptitudes: yopresentíaqueresolveríacualquierecuaciónquelepusieradelante.

Ya le había anunciado mi intención de ir a la universidad y me habíadichoqueellugardelamujererasucasayquedebíaaprendersobrehierbasmedicinales—«la farmacia de Dios», había apostillado con una sonrisa—para sustituir a mi madre. Dijo mucho más, desde luego, como que meprostituía en pos de los conocimientos del hombre en lugar de buscar losdivinos, pero aun así decidí plantearle un problema de trigonometría. Setratabadeunpedacitodelosconocimientosdelhombrequeabuenseguroélposeía.

Anotéelproblemaenunahojalimpia.Papánolevantólacabezacuandomeacerquéycondelicadeza,despacio,deslicéelpapelsobrelosplanos.

—Papá,¿sabesresolveresto?Memiróconseveridad.Despuéssusojossedulcificaron.Girólahoja,la

observó con atención unos instantes y empezó a trazar números, círculos ygrandeslíneascurvasquevolvíansobresímismas.Susoluciónnoseparecíaa nada de lo quemostrabami libro de texto.No se parecía a nada que yohubiera visto. Le temblaba el bigote; murmuraba. Al fin dejó de escribir,levantólavistaydioelresultadocorrecto.

Lepreguntécómolohabíaresuelto.—Noséresolverlo—medijoentregándomelahoja—.Soloséqueesel

resultado.Volví a la cocina y comparé la ecuación pulcra y equilibrada con el

desbarajustedecálculos inacabadosy trazosvertiginosos.Meimpresionó loextrañasqueeranlasanotacionesdeaquellahoja:papádominabaesaciencia,sabía descifrar su lenguaje, descodificar su lógica, doblarla, retorcerla yexprimirlaparaextraerlelaverdad,peroalpasarporsusmanosseconvertíaencaos.

Estudiétrigonometríaduranteunmes.Avecessoñabaconelseno,elcosenoylatangente,conángulosmisteriososycálculosconfusos,peronoavanzaba.

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Nopodíaaprendertrigonometríayosola.Sinembargoconocíaaalguienquelohabíaconseguido.

TylermedijoquefueraaverloacasadelatíaDebbie,quevivíacercadelaBYU.Erantreshorasdeviaje.Mesentícohibidaalllamaralapuertademitía.Era lahermanademimadre,yTylerhabíavividoensucasaduranteelprimerañodeuniversidad;yonosabíanadamásdeella.

Mi hermano abrió la puerta. Nos sentamos en la sala de estarmientrasDebbie preparaba un estofado. Tyler resolvió las ecuaciones sin ningunadificultad y anotó explicaciones metódicas de cada uno de los pasos.Estudiabaingenieríamecánica,ibaalicenciarseentrelosmejoresdesuclasey poco después iniciaría un doctorado en la Universidad Purdue. Misecuaciones trigonométricas estaban muy por debajo de sus conocimientos,pero si se aburrió, no lo demostró; me explicó los principios con sumapaciencia,unayotravez.Elportalónseentreabrióyatisbéporlarendija.

Tyler ya se había ido y Debbie me ponía en las manos una fuente deestofadocuandosonóelteléfono.Eramimadre.

—HahabidounaccidenteenMalad—dijo.

Mi madre disponía de poca información. Shawn se había caído. Habíaaterrizadode cabeza.Habían llamadoaurgenciasy lohabían trasladadoenhelicópteroalhospitaldeIdahoFalls.Losmédicosnoestabansegurosdequefueraasobrevivir.Eraloúnicoquesabíamimadre.

Yo quería más, algún dato sobre las probabilidades, aunque solo fueraparadiscutirlas.Deseabaquedijera:«Creenquesepondrábien»,o incluso:«Suponen que lo perderemos».Cualquier cosamenos lo que decía: «No losaben».

Me aconsejó que fuera al hospital. Imaginé a Shawn en una camillablanca,dondelavidaseleescapabapocoapoco.Meinvadiótalsentimientodepérdidaquecasisemedoblaronlasrodillas,yactoseguidosentíotracosa:alivio.

Seaproximabauna tormenta,quesegúnlasprevisionesdejaríaunacapade nieve de casi un metro de esperar en Sardine Canyon, la garganta queprotegíalaentradadenuestrovalle.HabíaidoacasadeDebbieenelcochedemimadre,queteníalosneumáticosgastados.Ledijequeibaaresultarmeimposibleatravesarelcañón.

La historia de la caída de Shawn me llegaría en retazos, en narracionesendeblesdeLukeyBenjamin,queestuvieronpresentes.Eraunatardegélida,con un viento feroz que levantaba el polvo fino para formar nubes sutiles.

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Shawnseencontrabasobreunpalédemadera,aseismetrosdelsuelo.Tresmetrosymediopordebajode él se alzabaunmurodehormigónarmadoamedio terminar, con barras de acero que asomaban como pinchosdespuntados. No sé a ciencia cierta qué hacía en el palé; es probable queestuvierainstalandopilaresosoldando,puessolíarealizaresostrabajos.Papáoperabalacarretillaelevadora.

He oído relatos contradictorios de por qué se cayó Shawn.[4] Alguiencontóquepapáhabíamovidodeimprovisoelbrazodelacarretillayquemihermanohabíaresbaladodelpalé.Sinembargo,laversiónmayoritariaesqueShawn se hallaba cerca del borde cuando retrocedió sin ningún motivo yperdióelequilibrio.Seprecipitóalvacíotresmetrosymedio.Sucuerpogirólentamenteenelaire,demodoqueseestampódecabezacontraelmurodehormigón erizado de barras de acero antes de descender los últimos dosmetrosymediohastaelsuelo.

Aunque me describieron así la caída, mi mente la bosqueja de otraforma…, en una página blanca con renglones de espaciado regular. Shawnsube,caeenpendiente, segolpeacon lasbarrasdeaceroyvuelveal suelo.Percibountriángulo.Elincidentetienesentidocuandolopiensodeesemodo.Luegolalógicadelapáginasucumbeantemipadre.

Papá echó un vistazo a Shawn.Mi hermano estaba desorientado. Teníaunapupiladilatadaylaotrano,peroignorabanquésignificabaeso.Nosabíanquesignificabaquesufríaunahemorragiacerebral.

Mipadreleaconsejóquedescansara.LukeyBenjaminayudaronaShawnaapoyarsecontralacamionetayvolvieronaltrabajo.

Apartirdeaquíloshechosresultanaúnmásconfusos.Según me contaron, quince minutos después Shawn deambuló hasta la

obra.Papácreyóqueestabadispuestoatrabajarylemandóquesesubieraalpalé,ymihermano,quenosoportabaque ledijeran loque teníaquehacer,empezóaquejarseavocesdetodo:delamaquinaria,deldiseñodelossilos,desusueldo.Gritóhastaquedarseafónico;luego,cuandopapácreíaqueyasehabíacalmado, loagarrópor lacinturay lo lanzócomosi fueraunsacodegrano.Antesdequemipadre lograraponerseenpie,Shawnsealejóa todavelocidad,vociferandoyriendo,yLukeyBenjamin,convencidosyadequealgo lepasaba, fueron trasél.Luke loalcanzóprimeroynopudosujetarlo;BenjaminañadiósupesoyShawnaflojóunpocoelpaso.Sinembargo,nosequedóquietohastaquelostreshombresseleecharonencimayloarrojaronalsuelo,contraelque,comoseresistía,segolpeóconfuerzalacabeza.

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NadiemehadescritoquéocurrióesasegundavezqueShawnsegolpeólacabeza. No estoy segura de si sufrió una apoplejía, vomitó o perdió elconocimiento.Encualquiercaso,fuetanestremecedorquealguien—papátalvez,Benjaminprobablemente—llamóaurgencias,loqueningúnmiembrodemifamiliahabíahechojamás.

Lescomunicaronqueencuestióndeminutosllegaríaunhelicóptero.Mástarde los médicos conjeturarían que cuando papá, Luke y BenjaminforcejearonyderribaronaShawn,quehabíasufridounaconmocióncerebral,mihermanoyasehallabaenestadocrítico.Afirmaronqueeraunmilagroquenohubieramuertoalgolpearseconlacabezaenelsuelo.

Meesfuerzoporimaginarlaescenadelaesperadelhelicóptero.Papádijoque al llegar los sanitarios de urgencias Shawn sollozaba y llamaba a mimadre.Cuandoentró enelhospital su estadode ánimohabía cambiado.Seincorporó desnudo en la camilla, con los ojos desorbitados, inyectados ensangre, gritando que arrancaría los ojos al siguiente hijo de puta que se leacercara.Luegosedesplomósollozandoyperdióelconocimiento.

Shawnsuperólanoche.Por la mañana me dirigí a Buck’s Peak. No sabía explicar por qué no

corríaalacabecerademihermano.Ledijeamimadrequeteníaquetrabajar.—Preguntaporti—señaló.—Hasdichoquenoreconoceanadie.—Yasíes,perolaenfermeramehapreguntadosiShawnconocíaauna

talTara.Te ha llamado una y otra vez estamañana, tanto en sueños comodespierto.LeshedichoqueTaraessuhermana,ydicenqueseríabuenoquefueras. Es posible que te reconozca, y eso ya sería algo. Tu nombre es elúnicoquehapronunciadodesdequeingresóenelhospital.

Guardésilencio.—Tepagaré lagasolina—añadiómimadre.Suponíaqueno ibaaverlo

porlostreintadólaresquemecostaríaelcombustible.Medio vergüenza que pensara eso. Por otra parte, si la causa no era el

dinero,noteníamotivosparanoir.—Voyahoramismo—dije.Escuriosolopocoquerecuerdodelhospitalydelaspectodemihermano.

Recuerdo vagamente que tenía la cabeza vendada y que le pregunté a mimadreelmotivo.Mecontóque lehabíanoperado,que lehabíanpracticadouna incisión en el cráneo para aliviar la presión, detener la hemorragia orepararalgo…,nomeacuerdodeloquedijo.Shawnseagitabayserevolvía

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como un niño febril. Me quedé una hora a su lado. Abrió los ojos unascuantasvecesy,siestabaconsciente,nomereconoció.

Volví al día siguiente y lo encontré despierto. Cuando entré en lahabitaciónparpadeóymiróamimadrecomosiquisieraconfirmarqueellatambiénmeveía.

—Hasvenido—dijo—.Creíaquenovendrías.—Mecogiólamanoysedurmió.

Observésu rostro, lasvendasque lecubrían la frentey lasorejas,ymedesprendí de mi amargura. Entonces comprendí por qué no había acudidoantes. Había temido lo que sentiría; había temido llegar a alegrarme si semoría.

Estoy convencida de que los médicos querían que continuara en elhospital, perono teníamos seguroy la facturayaera tanaltaquediezañosdespués Shawn aún no habría terminado de pagarla. En cuanto estuvo lobastanteestableparaviajarnoslollevamosacasa.

Los dos meses siguientes hizo vida en el sofá de la sala de estar. Seencontrabafísicamentedébil:teníaquehaceracopiodetodassusfuerzasparairalcuartodebañoyvolver.Sehabíaquedadosordodeunoídoylecostabaoírporelotro;poresocuandolehablabansolíavolverlacabezaparadirigirlaorejabuena,enlugardelosojos,haciasuinterlocutor.Conexcepcióndeese movimiento extraño y de las vendas, se le veía del todo normal, sininflamaciónnihematomas.Según losmédicos, eso sedebía aque la lesióneramuygrave: la falta de afectación externa indicabaque todo el daño erainterno.

TardéunpocoenadvertirqueShawnnoeraelmismoaunquetuvieraelaspecto de siempre. Si bien parecía lúcido, al escuchar con atención lashistoriasquecontabamedabacuentadequenoteníannipiesnicabeza.Enrealidad,másquehistorias,eranunatangentetrasotra.

Sentíremordimientospornohaberidoaverloalhospitaldeinmediato,demodoquepara resarcirledejé el trabajocon la intencióndeatenderlodíaynoche.Lellevabaaguacuandolapedía; lepreparabaalgodecomercuandoteníahambre.

SadieempezóapasarporcasayShawnlarecibióconlosbrazosabiertos.Yo esperaba con impaciencia sus visitas porqueme proporcionaban tiempopara estudiar.Comomimadre consideraba importante queme quedara conShawn, nadieme interrumpía. Por primera vez enmi vida dispuse de ratoslargosparaestudiar…,sintenerquedesguazar,filtrartinturasoponeraldíaelinventariodeRandy.EscrutélasnotasdeTyler,leíyreleísusminuciosas

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explicaciones.Alcabodeunassemanas,yafueraporartedemagiaoporunmilagro, los conceptos arraigaron.Retomé el libro de exámenes.El álgebraavanzadaseguíasiendoindescifrable—pertenecíaaunmundoqueescapabaa mi capacidad de percepción—, pero la trigonometría se había vueltointeligible:mensajesescritosenuna lenguaqueyoentendía,procedentesdeunmundodelógicayordenquesoloexistíasobreelpapelblancoyentintanegra.

Entretantoelmundorealsesumióenelcaos.LosmédicoscomunicaronamimadrequeaShawndebíadehabérselealteradoelcarácteraconsecuenciadelalesión,queenelhospitalhabíamostradopropensiónalainestabilidad,inclusoalaviolencia,yqueelcambioquizáfuerapermanente.

Enefecto,mihermanosucumbíaa la ira, teníamomentosdefuriaciegaenlosquesolodeseabahacerdañoaalguien.Poseíaintuiciónparalamaldad,para espetar la palabra más demoledora, de modo que mi madre acababallorandolamayorpartedelasnoches.Losataquesempeorabanamedidaquesu fuerza física mejoraba, por lo que yo limpiaba el inodoro todas lasmañanas, consciente de que antes del almuerzo terminaría con la cabezadentro de él.Mimadre decía que yo era la única capaz de calmarlo, ymeconvencídequeestabaenlocierto.«¿Quiénmejorqueyo?—pensaba—.Nomeafectaloquemehaga.»

Al reflexionar sobre lo ocurrido no estoy segura de que la lesión locambiaratanto,peromeconvencídequeasíeraydequetodossusactosdecrueldaderannuevos.Leyendomisdiariosdeaquellaépocasigolaevoluciónde una adolescente que reescribe su historia. En la realidad que construyóparasímismanohabíahabidonadamalohastaquesuhermanosecayódelpalé. «Ojalá volviera mi mejor amigo—escribió—. Antes de la lesión yonuncahabíasufrido.»

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15Yanosoyunaniña

Hubounmomentoaquelinvierno.Arrodilladaenlamoqueta,oíaapapádartestimoniodelavocacióndemimadrecomocurandera,cuandosemequedóelaireretenidoenlospulmonesytuvelasensacióndequesalíademímisma.Dejédeveramispadresylasaladeestar.Viunamujeradulta,consupropiopensamiento,suspropiasoraciones,queyanosesentabacomounaniñaalospiesdelpadre.

Vi el vientre abultadode lamujery eramivientre.A su lado estaba lamadre,lacomadrona.Lamujerletomólamanoyledijoquedeseabadaraluzenunhospital,conunmédico.Tellevaréenelcoche,ledijolamadre.Lamujer se encaminó hacia la puerta, pero la puerta estaba bloqueada…, porlealtad, por obediencia. Por el padre. El hombre se alzaba inamovible. Noobstante, la mujer era su hija y había absorbido toda la convicción delhombre,todasusolemnidad.Loapartóaunladoycruzólapuerta.

Intenté imaginar qué futuro podría reclamar para sí la mujer. Traté derecrearotrasescenasen lasquediscreparadesupadre;en lasquedesoyerasus consejos y se reservara la opinión. Sin embargo, mi padre me habíaenseñado que es imposible que existan dos opiniones razonables sobre unmismoasunto:estálaVerdadyestánlasMentiras.Mientras,arrodilladaenlamoqueta, escuchaba a mi padre y observaba a esa desconocida, me sentísuspendida entre ellos, atraída por ambos, repelida por los dos. Comprendíqueningúnfuturopodíaalbergarlos;quenohabríadestinoquelostoleraraaélyaellajuntos.Seguiríasiendounaniñaparasiempre,aperpetuidad,obienmealejaríademipadre.

Estaba tumbada en la cama, observando las sombras que la luz tenue de lalámparaproyectabaeneltecho,cuandooílavozdemipadreenlapuerta.Demanerainstintivameincorporéenunaespeciedegestodesaludo,yunavezlevantada, no supe qué hacer.Aquello no tenía precedentes: era la primeravezquemipadreentrabaenmidormitorio.

Pasó a zancadas por delante de mí, se sentó en la cama y dio unaspalmaditasenelcolchónasulado.Toméasiento,nerviosa.Apenasrozabaelsuelo con la punta de los pies. Esperé a que hablara, pero los minutostranscurrieron en silencio. Papá tenía los ojos cerrados y las mandíbulasrelajadas,comosiescucharavocesseráficas.

—Heestadorezando—dijocontonosuave,tierno—.Herezadosobretu

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decisióndeiralauniversidad.Abrió los párpados. A la luz de la lámpara vi que tenía las pupilas

dilatadas.Habían invadido el color castaño del iris. Jamás había visto unosojosenlosqueelnegroabarcaratanto;parecíandeotromundo,signosdeunpoderespiritual.

—ElSeñormeha llamadoparaquedé testimonio.Estádisgustado.Hasdejadoaunladosusbendicionesparaprostituirteenposdelosconocimientosdelhombre.HasdesatadoSuira,quenotardaráenllegar.

Norecuerdoquemipadreselevantaraparairse,aunquedebiódehacerlo.En cualquier caso yo seguí sentada, presa del pánico. La ira deDios habíadevastadociudades,habíaanegadolatierraentera.Mesentídébil,totalmenteindefensa. Recordé quemi vida no eramía. En cualquiermomento podíanarrancármeladelcuerpoyarrastrarlahastaelcieloparaqueselasvieraconunPadrefurioso.

A la mañana siguiente encontré a mi madre mezclando aceites en lacocina.

—Hedecididonoiralauniversidad.Levantólavistaylaclavóenlaparedquesealzabadetrásdemí.—Nodigaseso—susurró—.Noquierooírtelodecir.No lo entendí. Había supuesto que se alegraría de que me sometiera a

Dios.Me miró. Hacía años que no sentía la fuerza de su mirada y me dejó

atónita.—Creíaquedetodosmishijostúseríaslaúnicaqueseiríadecasaenun

arrebato.LodeTylerfueunasorpresa;nomeloesperabadeél,sinodeti.Notequedes.Vete.Nopermitasquenadatedetenga.

Oílospasosdepapáenlaescalera.Mimadresuspiróyparpadeó,comosisalieradeuntrance.

Papá ocupó su silla a la mesa y mi madre empezó a prepararle eldesayuno. Él inició un sermón sobre los profesores universitarios deizquierdasyellafuesusurrandopalabrasdeasentimientomientrasremovíalamasadelastortitas.

SinShawncomocapataz,elnegociodealbañileríadepapádecayó.Yohabíadejado de trabajar para Randy a fin de cuidar de mi hermano. Comonecesitaba dinero, cuando papá volvió a la chatarra aquel invierno, yotambiénvolví.

Lamañanaqueregreséaldesguaceeragélida,muyparecidaalaprimeraenque trabajéenél.Habíacambiado.Seguíahabiendocolumnasdecoches

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destrozados,peroyanodominabanelpaisaje.Hacíaunosaños lacompañíaeléctricadeUtahhabíacontratadoamipadreparaquedesmontaracentenaresde torres de la luz.Lehabíandadopermisopara quedarse los angulares dehierro—ciento ochenta toneladas—, que se acumulaban por el terreno enformademontañasenmarañadas.

Todos los díasme levantaba a las seis para estudiar, puesme resultabamás fácil concentrarme por las mañanas, antes de que el trabajo en eldesguacemedejaraagotada.PeseaqueaúntemíalairadeDios,meconvencídequeeraimprobablequeaprobaraelexamendeingresoenlauniversidad,amenosquemediaralaintervencióndeDios.YsiDiosinterveníaqueríadecirquehabíadispuestoquefueraalauniversidad.

Elexamenconstabadecuatrosecciones:matemáticas,lengua,cienciasycomprensión lectora. Empezaba amejorar enmatemáticas pero no eranmifuerte.Sibiensabíaresponderalamayorpartedelaspreguntasdelexamendellibro,eralenta,tardabaeldobleoeltripledeltiempoasignado.Porotrolado, carecía incluso de conocimientos básicos de gramática, aunque ibaaprendiendo; había empezado por el sustantivo, para luego pasar a laspreposicionesy losverbos.Las ciencias eranunmisterio, tal vezporque elúnico manual que había leído tenía hojas separables para colorear. De lascuatrosecciones,solomesentíaseguraencomprensiónlectora.

La BYU era competitiva. Necesitaba una nota alta, al menos unveintisiete,loquesignificabasituarseentreelquinceporcientomejordelosaspirantes.Tenía dieciséis años, jamásme había presentado a un examen yhastahacíapoconohabíatenidonadaparecidoaunaeducaciónsistemática;aunasímeinscribípararealizarlaprueba.Eracomotirarlosdados,comosiellanzamientonodependierademí.Diosseanotaríaelresultado.

La noche anterior no pegué ojo. Mi cerebro recreó tantas escenascalamitosas que me ardía como si tuviera fiebre. Me levanté a las cinco,desayuné y recorrí los sesenta y cinco kilómetros que me separaban de laUniversidadEstataldeUtah.Mecondujeronaunaulablancajuntoconotrostreinta estudiantes, que tomaron asiento y dejaron los lápices en el pupitre.Unamujerdemedianaedadnosentrególosexámenesyunascuriosashojasrosasquenuncahabíavisto.

—Disculpe—ledijecuandomediolamía—.¿Paraquées?—Eslahojaderespuestas.Tienesquemarcarlasenella.—¿Cómofunciona?—Comocualquierhojaderespuestas.—Sealejóvisiblementeenfadada,

creyendoquepretendíagastarleunabroma.

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—Nuncaheutilizadoninguna.Meobservóconatenciónunmomento.—Marca el círculo de la respuesta correcta. Rellena toda la hoja.

¿Entendido?Lapruebaempezó.Porprimeravezpasécuatrohorassentadaaunpupitre

enunasalallenadegente.Elruidoeraincreíble,aunqueporlovistosololooíayo;soloyonoconseguíaevadirmedelrumordelashojasalvolverlasydelrasgueodeloslapicerossobreelpapel.

Al terminar sospeché que no había aprobado lasmatemáticas y tuve lacertezadequehabíasuspendidolasciencias,dondemisrespuestasnopodíanconsiderarsenimerassuposiciones.Eranaleatorias,simplesdibujosformadosporpuntosenesacuriosahojarosa.

Volvíacasa.Mesentíaidiota;másqueidiota,ridícula.Trashabervistoalosotrosestudiantes—trasverlosdesfilarhaciaelaulaenhilerasordenadas,sentarsedonde les correspondíay anotar concalma sus respuestas, como siejecutaranunejerciciobienpracticado—,meparecíaabsurdoquemehubieraplanteadosiquieraacabarentreelquinceporcientomejor.

Aquelmundoerasuyo.Mepuseelmonodetrabajoyregreséalmío.

Aquella primavera hubo un díamás caluroso de lo normal y Luke y yo lopasamosacarreandocorreasmetálicas,lasvigasquesecolocanenhorizontala lo largo de todo el tejado. Pesaban y el sol no daba tregua. En el hierropintado caían las gotas de sudor que se nos escurrían por la nariz.Luke sequitó la camisa, agarró las mangas y las arrancó para crear unos agujerosgrandes por los que se colara el aire. A mí no se me habría ocurrido unamedida tan radical.Despuésde lavigésimacorreametálica tenía la espaldapegajosa de sudor, así que agité la camiseta para abanicarme y me laremanguéhastadejaralavistamenosdetrescentímetrosdeloshombros.Alcabodeunosminutosmeviomipadre,queseacercóymebajólasmangasdeuntirón.«Estonoesunburdel»,meespetó.

Loobservémientrassealejabaymecánicamente,comosinosetrataradeunadecisión,volvíaenrollármelas.Regresóunahoradespuésyalvermesedetuvo a medio paso, estupefacto. Me había ordenado algo y no le habíaobedecido.Dudóunmomentoantesdeacercarseamí,agarró lasmangasyme lasbajódeun tirón.Nohabíadadonidiezpasos cuandome las recogíotravez.

Queríaobedecerle,perohacíademasiadocaloryagradecía sentir el aireenlosbrazos.Noerannitrescentímetros.Estabacubiertademugredesdelassienes hasta la punta de los pies. Por la noche tardaría media hora en

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arrancarmelasuciedadde lasfosasnasalesyde losoídos.Nomesentíaunobjetodedeseonidetentación.Mesentíacomounacarretillahumana.¿Quémásdabaquesevieranunoscentímetrosdepiel?

Guardaba el sueldo por si necesitaba el dinero para matricularme en launiversidad.Papáseenteróyempezóacobrarmeporcosaspequeñas.Traselsegundo accidente de coche mi madre había contratado un seguro, y papáafirmóqueyodebíapagarunaparte.Asílohice.Despuésquisomásdineroparalamatriculacióndelvehículo.

—LosimpuestosdelGobiernotedejaránenlaruina—dijocuandoseloentregué.

Sedioporsatisfechohastaquellegaronlosresultadosdelexamen.Undíaencontréunsobreblancoalvolverdeldesguace.Manchédegrasalahojaalabrirloypaséporaltolasnotasdecadasecciónparaverlapuntuaciónmedia.Veintidós. El corazón me palpitó con sonoros latidos alegres. No era unveintisiete,peromeabríapuertas.QuizálaUniversidadEstataldeIdaho.

Enseñélanotaamimadreyellaselocontóapapá,queseagitóydijoagritosqueyaerahoradequemefueradecasa.

—Sieslobastantemayorparacobrarunsueldo,eslobastantemayorparapagarunalquiler—vociferó—.Quesevayaapagarloaotraparte.

Alprincipiomimadrediscutióconél,peroalcabodeunosminutospapáyalahabíaconvencido.

Sopesabamisopcionesenlacocinaypensabaenloscuatrocientosdólaresquehabíaentregadoapapáhacíapoco—unterciodemisahorros—,cuandomimadresevolvióhaciamí.

—¿Creesquepodríasmudarteantesdelviernes?—mepreguntó.Algo se rompió enmí, undiqueounapresa.Me sentí arrastradadeun

lado a otro, incapaz de sujetarme en ningún sitio. Chillé pero los gritosquedaron sofocados; me ahogaba. No tenía adónde ir. No podía pagar elalquiler de un apartamento, y aunque hubiera podido, los apartamentos dealquiler estaban en la ciudad. Necesitaría un coche. Solo tenía ochocientosdólares. Solté todo esto a borbotones antes de correr a encerrarme en mihabitaciónydarunportazo.

Alcabodeunosminutosmimadrellamóconlosnudillos.—Yaséquepiensasquesomosinjustos,peroatuedadyoyavivíasolay

mepreparabaparacasarmecontupadre.—¿Tecasastealosdieciséis?—Nodigastonterías.Túnotienesdieciséisaños.Melaquedémirando.Semequedómirando.

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—Sílostengo.Tengodieciséis.Memiródearribaabajo.—Tienesveinteporlomenos.—Ladeólacabeza—.¿No?Guardamossilencio.Elcorazónmelatíamuydeprisa.—Cumplílosdieciséisenseptiembre.—Ah.—Semordióel labio,se levantóysonrió—.Bien,entoncesno te

preocupes. Puedes quedarte. No sé en qué pensaba tu padre, la verdad.Supongoquesenoshabíaolvidado.Cuestallevarlacuentadelaedaddeloshijos.

Shawnvolvióa trabajarpeseaquecojeaba.Usabaunsombreroaustralianomarrónchocolatedecueroengrasadoyalaancha.Antesdelaccidentesoloseloponíaparamontaracaballo;ahoranose loquitaba jamás,ni siquieraencasa, lo que papá consideraba una falta de respeto. Quizá quisiera faltar apapá,peroyosospechabaquetambiénlollevabaporqueeragrandeycómodoyletapabalascicatricesdelaintervenciónquirúrgica.

Alprincipio trabajó jornadasbreves.Papáhabíaconseguidouncontratopara construir una granja lechera en el condado de Oneida, a unos treintakilómetrosdeBuck’sPeak,porloqueShawnseocupabadetareasmenudaseneldesguace,corregíaesquemasymedíavigasdedobleT.

Luke,Benjaminyyodesguazábamos.Papádecidióquehabía llegado lahora de aprovechar los angulares de hierro amontonados por todas partes.Habíaquevenderlosenpiezasdemenosdeunmetroveinte.Shawnpropusoque loscortáramosconsopletes,peropapáopinóqueesoseríamuylentoyquesupondríauncosteexcesivoencombustible.

Unos días después se presentó con la máquina más aterradora que yohabíavisto.La llamó laCizalla.Aprimeravistaparecíaunas tijerasde trestoneladas,yresultóserexactamenteeso.Lashojas,dehierromacizo,teníantreinta centímetros de grosor y un metro y medio de ancho. No cortabanporque estuvieran afiladas, sino por obra de la fuerza y la masa. Susmandíbulassemovíanimpulsadasporunpistónvoluminososujetoaunagranruedadehierro,quegirabagraciasaunacorreayunmotor.Por lo tanto,sialgoquedabaatrapadoenlamáquina,setardaríaentretreintasegundosyunminutoendetenerlaruedaypararlashojas.Estasseabríanysecerrabanconungranestruendo,másatronadorasqueuntren,paramorderpiezasdehierrogruesas como el brazo de un hombre. Más que cortarlas, las partían. Enocasioneselmetalsesacudíaylanzabaaquienlosujetabahacialascuchillasromasenmovimiento.

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Alolargodelosañospapáhabíaideadoplanesmuypeligrosos,peroesefue el primero que de verdad me asustó. Quizá se debiera a la evidentecapacidadmortíferadelaCizalla,alacertezadequeunmalmovimientonoscostaría una extremidad, o quizá a que era del todo innecesaria. Era uncapricho.Comounjuguete,siunjuguetepudieracortartelacabeza.

Shawn calificó lamáquina de letal y afirmó que papá había perdido elpocojuicioquetenía.

—¿Esquepretendescargarteaalguien?Porqueenlacamionetatengounapistolaquecausarámuchomenosdestrozo.

Papánopudoreprimirlasonrisa.Nuncalohabíavistotanentusiasmado.Shawnvolvióaltallertambaleándoseymeneandolacabeza.MipadreempezóaponerpiezasdehierroenlaCizalla.Cadapedazolo

impelía hacia delante, y endos ocasiones estuvo a puntodeprecipitarse decabezacontralascuchillas.Cerrélosojosconfuerza,conscientedequesilamáquinalopillaba,lashojasnoiríanmásdespacio,sinoquelerebanaríanelcuellodeuntajoyseguiríanmordiendo.

ConvencidoyadequelaCizallafuncionaba,indicóconunaseñaaLukeque lo reemplazara, y mi hermano, siempre dispuesto a complacer, seadelantó.Aloscincominutoscorríaacasasangrandoachorrosporuncortehastaelhuesoquesehabíahechoenelbrazo.

Papáobservóasucuadrilla.HizounaseñaaBenjamin,quenegóconlacabeza y dijo que queríamantener los dedos en su sitio, gracias.Mi padremiróconimpacienciahacialacasa,ysupusequesepreguntabacuántotiempotardaríamimadreendetenerlahemorragia.Luegomemiróamí.

—Tara,ven.Nomemoví.—Acércate.Avancé despacio, sin pestañear, mirando la Cizalla como si fuera a

atacarme. La sangre de Luke seguía en la hoja. Papá cogió un pedazo deangulardehierroymetendióelextremo.

—Agárralobien—medijo—.Sivesquesesacude,losueltas.Lashojasrugíanalabrirseycerrarse:unaadvertencia—pensé—,comoel

gruñidodeunperro,paraquemelargarasinmás.Sinembargo,elentusiasmodepapáporlamáquinalohabíacolocadofueradelalcancedelarazón.

—Esfácil—añadió.Alponerlaprimerapiezaentrelashojasrecé,noparaevitarlaherida—

eso era imposible—, sino para que la herida fuera como la de Luke, unaporcióndecarne,porqueasípodríairacasayotambién.Elegílaspiezasde

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menor tamaño con la esperanza de controlar conmi peso las sacudidas.Alratoseacabaron.Seleccioné lamáspequeñade lasquequedaban.De todasformas,elmetaleragrueso.Laempujéhacialasmandíbulasyesperéaquesecerraran con estrépito. El ruido del hierro compacto al romperse eraatronador.Lapiezaseagitóymelanzóhaciadelante,demodoquemispiesse elevarondel suelo.La solté y caí en la tierra, y el angular que las hojasmordíanconviolencia,unavezlibre,saliódespedidoporelaireyaterrizóconestruendoamilado.

—¿QUÉDIABLOSPASA?Shawnaparecióenunextremodemicampovisual.Seacercóazancadas,

melevantódeuntirónysevolviódeinmediatohaciapapá.—¡HacecincominutosesemonstruoporpocoarrancaunbrazoaLuke!

¿YponesaTaraamanejarlo?—Esunachicafuerte—repusopapáconunguiñodirigidoamí.Shawnteníalosojosdesorbitados.Estabafueradesí,peseaquelehabían

aconsejadoquenosealterara.—¡Vaacortarlelacabeza!—dijoagritos.Sevolvióhaciamíyseñalóal

herrero que estaba en el taller—. Ve a hacer abrazaderas para las correasmetálicas.Noquieroqueteacerquesaesetrastonuncamás.

Papáavanzó.—Esta es mi cuadrilla. Tú trabajas para mí, igual que Tara. Le he

mandadomanejarlaCizallaylamanejará.Se gritaron el uno al otro durante quince minutos. Aquella pelea fue

distinta de las que habían tenido otras veces…, fue un enfrentamientoincontrolado,cargadodeodio.Jamáshabíavistoanadiechillaramipadredeesamanera,yelcambioqueexperimentaronsus rasgosmedejópasmadayluego me dio miedo. Se le transformó la cara, que se volvió rígida,desesperada. Shawn había despertado algo en el interior de papá, un deseoprimario.Mipadrenopodíaperderesadiscusiónyconservarladignidad.SiyonomanejabalaCizalla,papádejaríadeserpapá.

Shawn avanzó y le dio un fuerte empujón en el pecho. Mi padre setambaleó,tropezóycayó.Sequedóunosinstantesenelbarro,estupefacto,yluegoselevantóyembistióasuhijo.Shawnalzólosbrazosparaprotegersedelpuñetazo,ypapábajólasmanosalverlo,quizáporquerecordóquesuhijohabíarecuperadohacíapocolafacultaddeandar.

—Lehemandadohacerloy lohará—dijo furioso,envozbaja—.Onovivirábajomitecho.

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Shawnmemiró,yparecióqueseplanteabaayudarmea liar losbártulos—a fin de cuentas, él había huidodepapá ami edad—,peronegué con lacabeza.Noestabadispuestaairmedeesamanera.AntesmanejaríalaCizalla,y él lo sabía.Miró lamáquina y, a continuación, elmontón de hierro quehabíaallado,unasveintidóstoneladas.

—Lohará—dijo.Diolaimpresióndequepapácrecíaquincecentímetros.Shawnseinclinó

tambaleante,levantóunapiezadepesadohierroylaalzóhacialaCizalla.—Noseasidiota—ledijopapá.—Siellalohace,yotambién.El tono pendenciero había desaparecido de la voz de Shawn. Nunca lo

habíavistocederantepapá,niunasolavez,peroaqueldíadecidióperderlariña.Sedabacuentadequesindudayomesometeríaaunqueélnolohiciera.

—¡Eres mi capataz! —gritó papá—. ¡Te necesito en Oneida, y nojugueteandoconlachatarra!

—PuesnoutiliceslaCizalla.Papá se alejó soltando palabrotas, exasperado, si bien es probable que

pensaraqueShawnsecansaríayvolveríaasersucapatazantesdelacena.Mihermanoloobservóysevolvióhaciamí.

—Muybien,BermanaHequeña.Tú traes laspiezasyyo laspaso.Si elhierroesgrueso,dedoscentímetros,pongamos,tendrásqueagarrarmeporlaespaldaparaquenoacabeentrelascuchillas.¿Deacuerdo?

ManejamoslaCizalladuranteunmes.Papáerademasiadotestarudoparadejar de usarla, pese a que le costaba más tener a su capataz reciclandochatarra de lo que le habría costado cortar el hierro con sopletes.Acabé eltrabajo con algunos moretones pero sin ninguna herida. Shawn parecíadesprovistodevitalidad.Solohabíanpasadounosmesesdesde la caídadelpaléysucuerponoasumíaeldeterioro.Ennumerosasocasionessegolpeólacabezaporqueelpedazodehierrodiounasacudidaenunánguloinesperado.Cuandoestoocurría,sesentabaenlatierra,conlasmanossobrelosojos,yalcabodeunosminutosselevantabaacogerlasiguientepieza.Porlasnochesse tumbaba en el suelo de la cocina con la camisa sucia y los vaqueroscubiertosdepolvo,demasiadocansadoparaducharse.

Lellevabaaguaycomidasiemprequelaspedía.SadieacudíacasitodoslosdíasaúltimahoradelatardeylasdoscorríamosjuntascuandoShawnnosmandabairaporhielo,luegoquitarloscubitos,luegoecharlosdenuevo.LasdoséramosOjosdePez.

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AlamañanasiguientevolvíamosalaCizallayShawnmetíalosangularesdehierroentrelasmandíbulas,quelosmordíancontalfuerzaqueloalzabandelsuelosindificultad,alegremente,comosifueraunjuegoyél,unniño.

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16Hombredesleal,cielorebelde

EnOneidaempezaronlasobrasdelagranjalechera.Shawndiseñóysoldólaspiezasdelarmazón,lasenormesvigasqueformabanelesqueletodeledificio.Pesabandemasiadoparamanejarlasconlacarretillaelevadora;solounagrúapodíalevantarlas.Eraunaoperacióndelicada,enlaquelossoldadoresdebíanmantener el equilibrio en cada extremo de la viga mientras esta descendíahastaapoyarseenlospilares,yacontinuaciónasegurarla.Shawnsorprendióatodosalanunciarquequeríaqueyooperaralagrúa.

—Tara no sabemanejarla—replicó papá—.Tardaremosmediamañanaenenseñarlelosmandos,yaunasínosabráquédiabloshace.

—Perotendrácuidado—afirmóShawn—,yyonoquierocaermemás.Alcabodeunahorameencontrabaenlacestadelagrúa,yShawnyLuke

estaban en una viga suspendida a docemetros del suelo, cada uno en unapunta.Toquéconsuavidadlapalancayoíelsilbidoapagadodeloscilindroshidráulicosalextenderse.

—¡Para!—gritóShawncuandolavigaquedóensusitio,ysebajaronlacaretaparaempezarasoldar.

Ladisputasobresiyodebíamanejarlagrúafueunadelcentenarderiñasentre papá y Shawn quemi hermano ganó aquel verano.Lamayoría no sezanjó de forma tan pacífica. Discutían casi a diario: por un fallo en losesquemas o por una herramienta que nos hubiéramos dejado en casa. Mipadreparecíatenerganasdepelea,dedemostrarquiénmandaba.

UnatardeseacercóaShawn,sequedóasuladomirandocómosoldabay,sinningúnmotivo,sepusoavocear:quesiShawnhabíaalargadodemasiadolapausadelalmuerzo,quesiorganizabaalacuadrillademasiadotarde,quesino nos obligaba a dar el callo. Continuó chillando, y al cabo de variosminutosmihermanosequitólacaretaylomiróconcalma.

—¿Nopiensascerrarelpicoparadejarmetrabajar?Papásiguiógritando.Lellamóvago,ledijoquenoteníaniideadedirigir

una cuadrilla y que no entendía el valor del trabajo duro. Shawn paró desoldar y se encaminó hacia la caja de la camioneta. Papá fue tras él,vociferandoaún.Mihermanosequitólosguantes,despacio,condelicadeza,dedo por dedo, como si no tuviera a un hombre berreando a quincecentímetrosde lacara.Permanecióquietovariosminutos, sinhacercasode

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los insultos, luegosubióalvehículo,semarchóydejóapapáchillándolealpolvo.

Recuerdo el sentimiento de respeto que experimenté al ver cómo sealejabalacamionetaporlacarreteradetierra.Shawneralaúnicapersonaalaquehabíavistoplantarcaraapapá,laúnicacuyafuerzamental,cuyotonelajedeconvicción,podíaobligarloaceder.Habíavistocómomipadreperdíalosestribosconcadaunodemishermanosylesgritaba.YShawnfueelúnicoalquevidejarleconlapalabraenlaboca.

Era sábado por la noche. Estaba en casa de la abuela de la ciudad, con unlibrodematemáticasabiertoenlamesadelacocinayunplatocongalletasallado.Me preparaba para repetir la prueba de acceso a la universidad. Solíaestudiarencasadelaabuelaparaquepapánomesermoneara.

Sonóelteléfono.EraShawn.Mepreguntósiqueríaverunapelículaydijequesí.Unosminutosdespuésoíunruidomuyfuerteymiréporlaventana.Con su estruendosamoto negra y el sombrero australiano de ala ancha,mihermano desentonaba por completo junto a la valla blanca de la casa. Laabuela empezó a hacer pastelitos de chocolate con nueces y yo subí conShawnaelegirlapelícula.

Paramos la cinta cuando la abuela nos llevó los pastelitos. Nos loscomimos en silencio, entre el sonoro tintineo de las cucharillas sobre losplatosdeporcelana.

—Sacarás el veintisiete —dijo de pronto mi hermano cuando nos losacabamos.

—Daigual.Meparecequedetodasformasnoiré.¿Ysipapátienerazón?¿Ysimelavanelcerebro?

Shawnseencogiódehombros.—Erestanlistacomoél.Sitienerazón,tedaráscuentanadamásllegar.Lapelículaterminó.Deseamosbuenasnochesalaabuela.Eraunanoche

deveranotemplada,agradable,perfectapara lamoto,yShawnpropusoquefueraconélacasayquealdíasiguientepasáramosarecogerelcoche.Diogasmientrasesperabaaqueyosubiera.Cuandoavanzabahaciaélmeacordédequemehabíadejadoellibrodematemáticasenlamesadelacocina.

—Vetú—ledije—.Enseguidatealcanzo.Shawnsecalóbienelsombrero,diomediavueltaenlamotoysealejóa

todavelocidadporlacalledesierta.Conduje sumida en un letargo feliz. Era una noche negra, con esa

oscuridad densa que caracteriza a las zonas rurales con pocas casas y aúnmenosfarolas,sinnadaqueseopongaalaluzdelasestrellas.Avancéporla

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carretera sinuosa como había hecho innumerables veces: bajaba a todavelocidad por la Bear River Hill y seguía por el tramo plano que discurreparaleloaFivemileCreekmásadelantelacarreteraascendíayyodoblabaaladerecha. Sabía dónde estaba la curva sin necesidad de buscarla, y mesorprendieronlosfarosinmóvilesquevibrillarenlaoscuridad.

Empecéasubir.Habíaunpradoamiizquierdayunazanjaaladerecha.Cuandolapendientecomenzóaempinarse,vitrescochesestacionadoscercade la zanja. Tenían las portezuelas abiertas y la luz del interior encendida.Unassieteuochopersonasseapiñabanalrededordealgoquehabíasobrelagrava.Cambiédecarrilparabordearlasperomedetuvealverunobjetoenmediodelacalzada.

Eraunsombreroaustralianodealaancha.Aparquéenelarcénycorríhaciaelgrupodelacuneta.—¡Shawn!—grité.Se apartaron para dejarme paso. Mi hermano yacía de bruces sobre la

grava,enmediodeuncharcodesangrequealresplandordelosfarosparecíarosa.Nosemovía.

—Chocócontraunavacaaltomarlacurva—contóunhombre—.Esunanoche tanoscuraqueni siquiera lavio.Hemospedidounaambulancia.Nonosatrevemosamoverlo.

Shawn tenía el cuerpo contorsionado, la espalda torcida. Yo no sabíacuántotardaríaenllegarlaambulanciayhabíamuchasangre.Decidídetenerlahemorragia.Deslicélasmanosbajosusaxilaseintentélevantarloperonopude.Miréalaspersonasapiñadasyreconocíunacara:Dwain.[5]Eradelosnuestros.Mimadrehabíaasistidoa sumujer enelnacimientodecuatrodesusochohijos.

—¡Dwain!Ayúdemeadarlelavuelta.Dwain alzó a Shawn y lo tumbó boca arriba. Durante un segundo que

encerró dentro de sí toda una hora,miré ami hermano y observé cómo lasangre que le salía de la sien le corría por lamejilla derechay le cubría laorejaantesdecaeren lacamisetablanca.Tenía losojoscerradosy labocaabierta.La sangre brotaba de un agujero del tamaño de una pelota de golf.Parecíaqueelasfaltolehubieraarrancadolapieldelasienyluegoelhueso.Meinclinémásparaexaminarelinteriordelaherida.Vibrillaralgoblandoyesponjoso.Mequitélachaquetayselaapretécontralacabeza.

Cuandoletoquélaexcoriacióndelasienexhalóunlargosuspiroyabriólosojos.

—Berqueña—susurró.Actoseguidoperdióelconocimiento.

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Saquéelmóvildelbolsillo.Marqué.Contestópapá.Desesperada,debídehablaraborbotones.DijequeShawnhabíasufrido

unaccidenteconlamotoyqueteníaunagujeroenlacabeza.—Hablamásdespacio.¿Quéhapasado?Selorepetí.—¿Quéhago?—Tráeloacasa.Vuestramadreloatenderá.Abrílabocaperonosalióniunasolapalabra.—Noesunabroma—dijeporfin—.¡Leveoelcerebro!—Tráeloacasa—ordenópapá—.Vuestramadresabráquéhacer.A continuación, el zumbido monocorde del tono de marcar. Había

colgado.Dwainhabíaoídolaconversación.—Vivoaquímismo,alotroladodeestecampo.Tumadrepuedecurarle

enmicasa.—No.Mi padre quiere que lo lleve a la nuestra.Ayúdeme a subirlo al

coche.Shawnsequejócuandololevantamosynovolvióahablar.Alguiennos

aconsejó que esperásemos a la ambulancia. Otra persona, que lotrasladáramos nosotrosmismos al hospital.Me parece que nadie creyó quefuésemosallevarloacasaconaquelorificioporelqueselesalíaelcerebro.

Lo acomodamos en el asiento de atrás.Me puse al volante yDwain sesentó ami lado.Comprobéqueveía la carretera en el retrovisory luego lobajéparaquereflejaraelrostrodeShawn,inexpresivoyensangrentado.Dejéelpiesuspendidosobreelacelerador.

Transcurrierontressegundos,cuatroquizá.Nadamás.Dwaingritaba:«¡Vamos!»,peroyoapenas leoía.Mevenció elpánico.

Mispensamientosvagabandesenfrenados,febriles,atravésdeunaniebladeresentimiento. Era una especie de estado onírico, como si la histeria mehubiera liberado de una ficción en la que cinco minutos antes necesitabacreer.

Nuncahabía reflexionado sobre eldía enqueShawn sehabía caídodelpalé.Nohabíanadasobreloquereflexionar.SehabíacaídoporqueDiosasílohabíaquerido;el incidentenoencerrabaunsentidomásprofundo. Jamáshabía imaginado lo que habría sido presenciarlo. Ver que Shawn seprecipitaba moviendo las manos como si quisiera aferrarse al aire. Verloestrellarse contra el suelo, encogerse y quedarse inmóvil. No me habíapermitidoimaginarquéocurriódespués:ladecisióndepapádedejarlojuntoa

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lacamionetaylasmiradasdeinquietudquedebierondeintercambiarLukeyBenjamin.

Enelcoche,viendolasarrugasdelrostrodemihermanoconvertidasenreguerosdesangre,recordé.RecordéqueShawnhabíapermanecidouncuartodehorasentadojuntoalacamioneta,conunahemorragiacerebral.Despuéshabía tenido aquel arrebato y los chicos habían forcejeado con él hastaderribarlo,demodoquehabíacaídoalsueloysehabíacausadounasegundalesión,quesegún losmédicos tendríaquehaberleprovocado lamuerte.PoresoShawnnovolveríaaserShawn.

SiDiosdispusolaprimeracaída,¿quiéndispusolasegunda?

Nohabíaidonuncaalhospitaldelaciudadperonomecostóencontrarlo.Dwain me preguntó qué diablos hacía cuando de improviso di media

vuelta y aceleré en la pendiente. Oía la respiración superficial de Shawnmientrascruzabaelvalleatodavelocidad,porFivemileCreekylaempinadaBearRiverHill.AparquéenlazonadeurgenciasdelhospitalyDwainyyocruzamoslaspuertasdecristalconShawnacuestas.Pedíayudaagritos.Unaenfermeraseacercócorriendo,ydespuésotra.Enesosmomentosmihermanoestabaconsciente.Selollevaronyalguienmeacompañóalasaladeespera.

Noeraposibleeludirloquehabíaquehacer.Llaméamipadre.—¿Yaestáiscerca?—mepreguntó.—Estoyenelhospital.Silencio.—Ahoravamos.Llegaron quince minutos más tarde y esperamos los tres juntos,

incómodos: yo mordiéndome las uñas en un sofá azul pastel, mi madrepaseándoseychasqueandolosdedosypapásentadoinmóvilbajounruidosorelojdepared.

ElmédicohizounTACaShawnynosinformódeque,aunquelaheridaerafea,eldañohabíasidomínimo.Meacordédeloquemehabíandicholosquelohabíanatendidolaúltimavez—quelaslesionesenlacabezaconpeoraspectosuelenser lasmenosgraves—ymesentí tontaporhabermedejadodominarporelpánicoyporhaberlollevadoalhospital.Elorificiodelhuesoera pequeño, afirmó el médico. Se soldaría solo, o bien un cirujano podíacolocarunaplacametálica.Shawndijoquedeseabanotar cómose cerraba,porloqueelmédicocubrióelagujeroconlapielylacosió.

Alastresdelamadrugadalollevamosacasa.Papásesentóalvolante,mimadreasuladoyyomeacomodéenelasientodeatrásconShawn.Ningunode los cuatro habló. Papá no gritó ni pronunció ningún sermón; de hecho,

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jamásmencionóaquellanoche.Noobstante,viendocómofijabalavista,sinmirarme directamente en ningún momento, tuve la sensación de que lacarretera se había bifurcado y él había tomado una dirección y yo, la otra.Después de aquel episodio no se planteó la cuestión de si me iría o mequedaría.Eracomosiviviéramosenelfuturoyyamehubieramarchado.

Cuando pienso en aquella noche, no evoco la carretera oscura ni a mihermanotendidoenuncharcodesangre.Loquerecuerdoeslasaladeespera,con el sofá azul claro y las paredes de tono pálido.Huelo su aire aséptico.Oigoeltictacdelrelojdeplástico.

Mi padre está sentado frente amí y, observando su rostro fatigado,medoy cuenta de una verdad tan aplastante que no entiendo cómo se me haescapado hasta ahora. La verdad es esta: no soy una buena hija. Soy unatraidora, una loba entre ovejas; soy diferente y esa diferencia no es buena.Quiero gritar, quiero llorar en el regazo de mi padre y prometerle que novolveréahacerlo.Sinembargo,aunqueseaunaloba,yonuncamiento,yencualquiercasomipadreseoleríalamentira.Ambossabemosquesivolvieraaencontrarme a Shawn en la carretera, empapado en sangre, haría lomismoqueacabodehacer.

Noestoyarrepentida,sinoavergonzada.

El sobre llegó tres semanas más tarde, cuando Shawn empezaba arecuperarse.Loabríconunasensaciónde indiferencia,comosi fueraa leermi condena después de que me hubieran comunicado el veredicto deculpabilidad.Busquélapuntuaciónmedia.Veintiocho.Volvíamirarla.Miréminombre.Nohabíaningúnerror.Sinsabercómo—solounmilagropodíaexplicarlo—,lohabíaconseguido.

Miprimerpensamiento fueunadecisión: novolvería a trabajar paramipadre.FuiaStokes,elúnicosupermercadodelaciudad,ysolicitéunempleodeauxiliar,parameterenbolsaslascomprasdelosclientes.Nodijequeteníatansolodieciséisañosyelencargadomecontratóparatrabajarcuarentahorassemanales.Empezaríaaldíasiguientealascuatrodelamadrugada.

Alllegaracasaviquemipadreatravesabaeldesguaceconlacargadora.Meencaraméalaescalerillaymeagarréalabarra.Entreelrugidodelmotorleinformédequehabíaconseguidounempleoydequeseguiríamanejandolagrúa por las tardes hasta que contratara a un sustituto. Bajó el brazotelescópicoyclavólavistaalfrente.

—Yahas tomadounadecisión—dijo sinmirarme—.Nohaynecesidaddealargaresto.

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AlcabodeunasemanasolicitélaadmisiónenlaBYU.Nosabíaredactarlasolicitud,porloquelaescribióTyler.Dijoquemiformaciónhabíaseguidounprogramaestricto concebidopormimadre, quien sehabía aseguradodequereunieratodoslosrequisitosparagraduarme.

Mis sentimientos respectoal ingresoen launiversidadcambiabandeundíaparaotro,casideunminutoalsiguiente.EnocasionesmeconvencíadequeDiosdeseabaqueentrara,puestoquemehabíaotorgadounveintiocho.Otras veces tenía la certeza de que me rechazarían y de que Dios mecastigaríaporpedirquemeadmitieran,portratardeabandonaramifamilia.Noobstante,sabíaque,fueracualfueseelresultado,memarcharía.Meiríaacualquierparte, aunqueno fueraunauniversidad.Mihogarhabíacambiadoen el instante en que había llevado a Shawn al hospital y no a mi madre.Habíarechazadounaspectodemihogarquedeprontomerechazabaamí.

El comité de admisiones fue eficiente; no tuve que esperar mucho. Lacartallegóenunsobrenormal.Alverlosemecayóelalmaalospies.«Lossobres de las cartas de rechazo son pequeños», pensé. La abrí y leí:«Enhorabuena». Me aceptaban para el cuatrimestre que empezaba el 5 deenero.

Mimadremeabrazó.Papátratódemostrarsealegre.—Almenosdemuestraunacosa—dijo—.Lasclasesquedamosencasa

sontanbuenascomolasdecualquierescuelapública.

TresdíasantesdequecumplieralosdiecisietemimadremellevóaUtahparabuscarunapartamento.Labúsquedanosocupótodoeldíayregresamostardea casa, donde encontramos a papá cenando un plato que había sacado delcongelador.No lo había cocinadobien, demodoque le había quedadounapapilla.Loenvolvíaunairetenso,explosivo.Dabalaimpresióndequepodíaestallar en cualquier momento. Mi madre corrió a la cocina sin quitarsesiquiera loszapatosyempezóa trastearcon lascacerolasparaprepararunacena como es debido. Papá fue a la sala de estar y se puso a maldecir alreproductor de vídeo. Desde el pasillo vi que los cables estabandesconectados.Selodije.Explotó.Despotricóyagitólosbrazos,dijoagritosqueenlacasadeunhombreloscablesdebenestarsiempreenchufados,queunhombrenodeberíaentrarenunasalayencontrardesconectadosloscablesdelaparatodevídeo.Mepreguntóporquédiablosloshabíadesenchufado.

Mimadrellegócorriendodelacocina.—Loshedesconectadoyo—dijo.Papásevolviócontraella.

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—¡Siempreteponesdesuparte!—farfulló—.¡Unhombredeberíacontarconelapoyodesumujer!

Tratédeenchufarloscablesmientraspapámemirabasindejardechillar.Semeescurríande lasmanos.Elcerebrome latíadesbocadoporelpánico,que sofocaba todos los pensamientos, por lo que no recordaba que debíaconectarrojoconrojoyblancoconblanco.

Depronto semepasó.Miréamipadre, sucaramorada, lavenaque lepalpitaba en el cuello. No había conseguido enchufar los cables. Meincorporé,sinimportarmequesiguierandesconectados.Salídelasala.Papácontinuabavociferandocuando lleguéa lacocina.Unavezenelpasillomevolví a mirar. Mi madre había ocupado mi puesto: agachada delante delreproductordevídeo,buscabaloscables,conpapáplantadoallado.

Aquelaño,esperarlallegadadelaNavidadfuecomocaminarhaciaelbordedeunprecipicio.DesdeelY2Knomesentíatanseguradequeseavecinabaalgo terrible, algo que aniquilaría cuanto había conocido. ¿Y qué loreemplazaría? Intentaba imaginar el futuro, poblarlo de profesores, tareasacadémicas, aulas, pero mi mente no lograba evocarlos. No había ningúnfuturoenmiimaginación.NohabíanadamásalládelaNochevieja.

Era consciente de que debía prepararme, tratar de adquirir losconocimientos de la enseñanza secundaria que Tyler había asegurado queposeía. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo ni quería pedirle ayuda. Tylerhabía empezado una nueva vida en Purdue—incluso iba a casarse— y yodudabaquequisieraalgunaresponsabilidadenlamía.

CuandoacudióporNavidadviqueleíaunlibrotituladoLosmiserablesyconcluí que debía de ser la clase de obra que leían los universitarios. Mecompré un ejemplar con la esperanza de aprender algo de historia y deliteratura,peronofueasí.Eraimposible,porquenodistinguíalaficcióndeltelóndefondoverídico.NapoleónmepareciótanrealcomoJeanValjean.Nohabíaoídohablardeningunodelosdos.

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SEGUNDAPARTE

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17Parasantificarlo

EldíadeAñoNuevomimadremecondujoaminuevavida.Nollevémuchoconmigo: una docena de tarros de melocotón envasado en casa, sábanas,mantasyunabolsadelabasurallenaderopa.Mientrasavanzábamosporlainterestatalcontemplécómoelpaisajeseparcelabaysellenabadealambredeespino,ycómolasnegrascumbresredondeadasdelasierraBearRiverdabanpaso a las afiladas Rocosas. La universidad se hallaba en el centro de losmontesWasatch,cuyosmacizosblancossurgíanimponentesdelatierra.Eranhermosos,perosubellezameresultóagresiva,amenazadora.

Miapartamentoseencontrabamediokilómetroalsurdelcampus.Teníaunacocina,unasaladeestarytresdormitoriospequeños.Susotrasocupantes—sabíaqueeranmujeresporqueenlaBYUlasviviendassesegregabanporgénero—nohabíanregresadodelasvacacionesdeNavidad.Tardésolounosminutosentrasladarmiscosasdelcochealapartamento.Mimadreyyonosquedamos unos instantes en la cocina sin saber qué hacer, hasta que meabrazóysemarchó.

Durante tres días viví sola en el silencioso apartamento.Aunque no erasilencioso.Nohabía silencio enningunaparte.Nuncahabíapasadomásdeunas horas en una ciudad grande yme resultó imposible defenderme de lainvasiónconstantederuidosextraños.Elpitidodelossemáforos,elchillidode las sirenas, el silbido de los frenos neumáticos, hasta el rumor de lasconversaciones de quienes pasaban por la acera… Oía cada uno de esosruidos,quemaltratabanmisoídos,acostumbradosalsilenciodelamontaña.

Andaba falta de sueño cuando llegó mi primera compañera deapartamento. Se llamaba Shannon y estudiaba en la escuela de cosmética,situada enfrente. Llevaba unos pantalones de pijama de felpa rosa y unacamiseta blanca ceñida de tirantes finos.Mequedémirándole los hombros.Había visto a algunas mujeres vestidas de esa manera—papá las llamabainfieles—ysiemprehabíaevitadoacercarmeaellas,comosisuinmoralidadfueracontagiosa.Ydeprontoteníaunaencasa.

Shannonmeexaminóconmanifiestacontrariedad,fijándoseenelholgadochaquetóndefranelayenlosvaquerosdehombre,quemeveníangrandes.

—¿Cuántosañostienes?—mepreguntó.—Estudio primero —respondí. No quería reconocer que solo tenía

diecisieteañosyquedeberíaestarenelinstituto,acabandotercero.

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Se acercó al fregadero y vi que llevaba la palabra «Sexi» escrita en lasposaderas.Erademasiadoparamí.Retrocedídeespaldashastamidormitoriomurmurandoquemeibaalacama.

—Buena idea—dijo—. Vamos temprano a la iglesia. Yo casi siemprellegotarde.

—¿Túvasalaiglesia?—Claro—contestó—.¿Túno?—Claroquevoy.Ytú…¿deverasquevas?Memiródehitoenhitomordiéndoseellabio.—Vamosalaiglesiaalasocho.¡Buenasnoches!Lamentemedabavueltascuandocerrélapuertadeldormitorio.¿Cómo

podíasermormonaesa?Papá afirmaba que había infieles en todas partes, que lamayoría de los

mormonesloeransinsaberlo.PenséenlacamisetayenelpantalóndepijamadeShannony de pronto caí en la cuenta de que probablemente en laBYUerantodosinfieles.

Mi otra compañera de apartamento llegó al día siguiente. Se llamabaMaryycursaba tercerodeeducación infantil.Vestía comoyoesperabaquevistieraunamormonaendomingo,conunafaldafloreadaquellegabahastaelsuelo.Suropafueunaespeciededistintivoparamí;meindicóquenoeraunainfiel,yduranteunashorasmesentímenossola.

Hastaelatardecer.Maryselevantódelsofáderepente.—Mañanaempiezanlasclases.Hayqueaprovisionarsedecomida.Salióyunahoradespuésregresócondosbolsasdepapel.Peseaqueenel

día de reposo estaba prohibido comprar—yono comprabani un chicle losdomingos—, sacó tan campante loshuevos, la lechey la pasta, como si nosupieraquecadaproductoquedepositabaenelfrigoríficoquecompartíamosviolaba los mandamientos de Dios. Cuando sacó una Coca-Cola Light,tambiénprohibidaporlaIglesia,huídenuevoamihabitación.

Aldíasiguientemeequivoquédeautobús.Cuandorectifiquéelerror,laclaseyaestabaapuntodeterminar.Mequedédepiealfondodelaulasinsaberquéhacer,hastaque laprofesora,unamujerdelgadade faccionesdelicadas,meindicóconunaseñaelúnicoasientodesocupado,queseencontrabacercadelaprimerafila.Notéelpesodelamiradadetodoscuandomesenté.Eraunaasignatura sobre Shakespeare, y la había elegido porque me sonabaShakespeare, lo que me había parecido una buena señal. Sin embargo,enseguidamedicuentadequenosabíanadadeél.Elnombreeratansolounapalabraquehabíaoído.

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Cuandosonóeltimbre,laprofesoraseacercóamipupitre.—Nodeberíasestaraquí—medijo.Melaquedémirandoestupefacta.Porsupuestoquenodeberíaestarahí,

pero¿cómosehabíaenteradoella?Medisponíaaconfesarlotodo—quenohabíaidoal instituto,quenohabíareunidolosrequisitosparagraduarme—,cuandoañadió:

—Estaclaseesparalosmayores.—¿Hayclasesparalosmayores?Puso los ojos en blanco, como si creyera que pretendía hacerme la

graciosa.—Losalumnosdeúltimocurso.Estaes la trescientosochentaydos.Tú

deberíasiralacientodiez.Recorrímediocampusantesdecaeren lacuentade loque laprofesora

habíaqueridodecir.Mirémihorariodeclasesyporprimeravezreparéenlosnúmerosquefigurabanjuntoalasasignaturas.

Fui a la secretaría, donde me informaron de que todas las clases deprimero estaban completas. Me aconsejaron que me conectara cada pocashorasalawebparamatricularmeenalgunasiseproducíaunabaja.Alacabarlasemanahabíaconseguidoentrarencursosintroductoriosdelengua,historiade Estados Unidos, música y religión, pero seguía como alumna de unaasignaturadetercerosobrehistoriadelarteenlacivilizaciónoccidental.

Laprofesoradelenguateníacercadetreintaañosyerajovial.Noparódehablar de algodenominado«estructura del texto», que según ella habíamosaprendidoenlaenseñanzasecundaria.

Misiguienteclase,historiadeEstadosUnidos,seimpartíaenunauditorioque llevaba el nombre del profeta Joseph Smith. Había pensado que laasignaturameresultaríafácilporquepapánoshabíainstruidosobrelospadresfundadores, de modo que lo sabía todo acerca deWashington, Jefferson yMadison.Sinembargo,elprofesorapenas losmencionó,yencambiohablódelos«fundamentosfilosóficos»ydelostextosdeCicerónyHume,nombresqueyojamáshabíaoído.

Enlaprimeraclaseanuncióquelasiguientecomenzaríaconuntestsobrelas lecturas. Durante dos díasme esforcé por desentrañar el sentido de losdensos fragmentos del libro de texto, pero expresiones como «humanismocívico» y «la Ilustración escocesa» salpicaban las páginas como agujerosnegrosqueabsorbíanlasdemáspalabras.Hiceeltestynoacerténiunasolapregunta.

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Elsuspensomereconcomiópordentro.Elexamenhabíadeserelprimerindicio de si saldría airosa, de si la «cultura» que tenía en la cabeza erasuficiente.Unavezrealizado,larespuestaparecíaclara:noloera.Aldarmecuentapodríahabermeindignadoconlaeducaciónrecibida,peronolohice.La lealtad hacia mi padre había aumentado de manera proporcional a loskilómetrosquenosseparaban.Enlamontañapodíarebelarme.Encambio,enaquellugarruidosoyradiante,rodeadadeinfielesdisfrazadosdesantos,meaferrabaacadaverdadyacadadoctrinaquemehabíaenseñado.LosmédicoseranHijosdelaPerdición,ylaenseñanzaencasa,unmandamientodeDios.

Suspenderunexamennologrósocavarmirenovadadevociónauncredoantiguo,perounaclasedearteoccidentalsíloconsiguió.

Cuandolleguéalaula,elcálidosolde lamañanaentrabaaraudalesporlasventanasqueocupabantodaunaparedalta.Decidísentarmealladodeunachicaquellevabaunablusadecuellocerrado.SellamabaVanessa.

—Debemoscerrarfilas—medijo—.Creoquesomoslasúnicasalumnasdeprimeroentodalaclase.

La lección empezó cuando un anciano de ojos pequeños y nariz afiladabajólaspersianasdelasventanas.Ledioauninterruptor,yunproyectordediapositivasarrojóunaluzblancaenelaula.Laimagenreproducíauncuadro.Elprofesorcomentólacomposición,laspinceladasylahistoria.Pasóaotrapintura,luegoalasiguienteyalasiguiente.

El proyector mostró entonces una imagen extraña: un hombre con unsombrero y un abrigo descoloridos. Detrás de él se alzaba un muro dehormigón.Elhombresosteníaunpapelitocercadelacaraperonolomiraba.Nosmirabaanosotros.

Quise observarla con mayor detenimiento y abrí el libro ilustrado quehabía comprado para la asignatura.Vi que debajo de la imagen había algoescrito en cursiva.No entendí la frase, pues justo en el centro tenía unadeesaspalabrascomoagujerosnegrosquedevorabanalasdemás.Comohabíavistoqueotrosalumnosplanteabanpreguntas,levantélamano.

Elprofesormeseñalóyleílafraseenvozalta.Medetuveenelvocablo.—Noconozcoestetérmino—dije—.¿Quésignifica?Sehizoelsilencio.Noseoíaniunsuspiro,niunsoloruidoapagado,tan

solounsilencioabsoluto,casiviolento.Nirumordepapelesnielrasgueodelapiceros.

Elprofesorapretóloslabios.—Graciasporlaaportación—dijo,yvolvióasusnotas.

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Durante el resto de la clase apenas me moví. Permanecí con los ojosclavadosenmiszapatos,preguntándomequéhabíaocurridoyporquécuandolevantabalavistaencontrabaaalguienmirándomecomosiyofueraunbichoraro.Eraunbicho raro,por supuesto,y lo sabía,peronoentendía cómosehabíandadocuenta.

Cuando sonó el timbre, Vanessa metió el cuaderno en la mochila y sedetuvouninstante.

—Nodeberías reírtedeeso—medijo—.Noesunchiste.—Semarchósindarmetiempoaresponderle.

Mequedéenmiasientohastaquesalierontodos.Fingíquesemehabíaatascado la cremallera del chaquetón para no tener que mirarlos a la cara.Despuésfuiderechaalasaladeordenadoresaconsultarelsignificadodelapalabra«Holocausto».

Nosécuántotiempopaséleyendosobreeltema,perollegóunmomentoenquemepareciósuficiente.Mereclinéenlasillayfijélavistaeneltecho.Supongoquequedéconmocionada,aunquenoestoyseguradesiporhabermeenteradodealgohorribleoporhaberdescubiertomiignorancia.Sírecuerdoqueduranteunos instantesvisualicéno los camposde concentración,ni lasfosas, ni las cámaras de gas, sino la cara de mi madre. Me invadió unaemoción,un sentimiento intensoy tannovedosoqueno sabíabienquéera.Meincitabaagritaramipropiamadre,yesomeasustó.

Hurgué en mis recuerdos. La palabra «Holocausto» no era del tododesconocida.Quizámimadreme lohubieraexplicadomientras recogíamosescaramujoopreparábamostinturadeespinoblanco.Teníaciertanocióndeque habíanmatado a judíos en algún lugar hacíamucho tiempo, pero creíaquese tratabadeunincidentepequeño,comolamasacredeBoston—delaquepapáhablabamucho—,enlaqueunGobiernotiránicohabíamartirizadoa media docena de personas. Parecía imposible haber calibrado tan mal lamagnitud:seispersonasfrenteaseismillones.

BusquéaVanessaantesdequeempezaralaclasesiguienteymedisculpéporelchiste.Nomejustifiqué,puesnocabíajustificarse.Melimitéadecirleque lo lamentabayquenose repetiría.Paracumplir lapromesa,duranteelrestodelcuatrimestrenolevantélamanoenclase.

Elsábadomesentéalescritorioconunapiladetareasacadémicas.Teníaqueacabarlasantesdelamedianocheparanoquebrantareldíadereposo.

Dediquélamañanaylatardeadescifrarellibrodehistoria,sinexcesivoéxito.Al atardecer intenté escribir una redacción sobremí para la clase delengua,perono sabíahacerloporquenuncahabíaescritoninguna, salvo las

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queversabansobreelpecadoyel arrepentimiento,quenadie leía. Ignorabaquéqueríadecir laprofesoracon«estructuradel texto».Escribíunasfrases,las taché y volví a empezar. Repetí esta secuencia hasta pasada lamedianoche.

Sabíaquedebíaparar—eraeldíadelSeñor—,peronohabíaempezadosiquiera el ejercicio de teoríamusical, que tenía que entregar el lunes a lassietedelamañana.«Eldíadereposoempiezacuandomedespierto»,razoné,yseguítrabajando.

Medespertéconlacarasobreelescritorio.Entrabaluzenlahabitación.OíaShannonyaMaryenlacocina.Mepusemivestidodedomingoynosencaminamoslastresalaiglesia.Comolosfeligreseseranestudiantes,todossesentabanconsuscompañerosdeapartamento,demodoquemeacomodéenunbancoconlasmías.Shannonenseguidaempezóahablarconlachicadedetrás.Miréeltemploymesorprendióquehubieratantasmujeresconfaldasporencimadelarodilla.

LachicaconlaquecharlabaShannonnosinvitóairasucasaporlatardeaverunapelícula.MaryyShannonaceptaron,yyoneguéconlacabeza.Losdomingosnoveíapelículas.

Shannonpusolosojosenblanco.—Esmuymuypía—susurró.SiemprehabíasabidoquemipadrecreíaenunDiosdistinto.Deniñaya

eraconscientedeque,aunquemifamiliaibaalamismaiglesiaquetodoslosresidentesdenuestraciudad,noprofesábamoslamismareligión.Elloscreíaneneldecoro;nosotroslopracticábamos.ElloscreíanenelpodersanadordeDios;nosotrosdejábamosnuestrasheridasenSusmanos.Elloscreíanen lapreparación para el Segundo Advenimiento; nosotros nos preparábamos.Desdequeteníausoderazónsabíaquelosmiembrosdemifamiliaeranlosúnicosmormonesdeverdadquehabíaconocido,ysinembargo,hastaquefuiaesauniversidad,aesacapilla,nomepercatédelainmensidaddelabismo.Medicuentaentonces:oestabaconmifamiliaoestabaconlosinfieles,enunbandooenelotro,puesentreambosnohabíaningúnasidero.

Finalizadoeloficioreligioso,nosdirigimosenfilaalaescueladominical.ShannonyMarysesentaronenlapartedelantera.Meguardaronunasientoyvaciléalrecordarquehabíaquebrantadoeldíadereposo.LlevabamenosdeunasemanaenlauniversidadyyalehabíarobadounahoraalSeñor.Quizáporesemotivopapánohabíaqueridoque fuera:porquesabíaqueviviendoentrepersonasconmenosfecorríaelriesgodevolvermeigualqueellas.

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Shannonmehizo señas con lasmanos y se lemovió el escote de pico.Pasépordelantedeellaymesentéenunrincón,lomáslejosposibledemiscompañerasdeapartamento.Mealegróencontrarmeenunasituaciónalaqueestabaacostumbrada:arrinconada,alejadadelosdemás,unareproducciónfieldelasclasesdelaescueladominicaldemiinfancia.Eralaúnicasensacióndecotidianidadqueexperimentabadesdemillegadaylasaboreé.

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18Sangreyplumas

EnlosucesivoapenasdirigílapalabraaShannonyaMaryyellasapenasmeladirigieronamí,exceptopararecordarmequerealizaralastareasdomésticasque me correspondían. No las hacía. A mí me parecía que el apartamentoestaba bien. ¿Qué más daba que hubiera melocotones podridos en elfrigorífico y platos sucios en el fregadero? ¿Quémás daba que el olor nosllegara como un bofetón en cuanto abríamos la puerta? En mi opinión, elhedor era soportable y la casa estaba limpia, filosofía que extendí a mipersona.Nousabajabónsalvocuandomeduchaba,porlogeneralunaodosveces por semana, y en ocasiones ni siquiera entonces. Cuando salía delcuartodebañopor lasmañanasypasabapordelantedel lavabodelpasillo,dondeShannonyMaryselavabanlasmanossiempre—¡siempre!—,lasveíaarquearlascejasypensabaenlaabueladelaciudad.«Frívolas—medecía—.Yonomemeoenlasmanos.»

Elambienteenelapartamentoeratenso.Shannonmemirabacomosimeconsideraraunperrorabiosoyyonohacíanadaparatranquilizarla.

Elsaldodemicuentabancariadescendíasincesar.Mehabíapreocupadonoaprobar las asignaturas pero, transcurrido el primer mes del cuatrimestre,después de pagar la matrícula y el alquiler y de comprar comida y libros,empecéapensarque, aunque lasaprobara,novolveríaa launiversidadporunarazónevidente:nopodíapermitírmelo.Consultéenlaweblosrequisitospara solicitar una beca. Se precisaba casi un excelente de notamedia paraconseguirlaexencióndematrícula.

Peseaquesolohabíapasadounmesdelcuatrimestre,mediorisapensarenlaposibilidaddequemeconcedieranunabeca.HistoriadeEstadosUnidosempezaba a irmemejor, aunque solo en el sentido de que ya no sacaba uncero en los exámenes. Me iba bien en teoría musical, pero la lengua mecostaba.Laprofesoradecíaquesabíaescribir,sibienleextrañabaquetuvieraunestilotanformalyrebuscado.NolecontéquehabíaaprendidoaleerconlaBiblia, el Libro deMormón y los discursos de Joseph Smith yBrighamYoung.

El verdadero problema era civilización occidental. Las clases meresultabanincomprensibles,probablementeporquedurantelamayorpartedeenero creí queEuropa era un país, y no un continente, por lo que entendía

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muypocodelasexplicacionesdelprofesor.YtraselincidentedelHolocaustonoestabadispuestaapediraclaraciones.

Aunasí,eramiasignaturafavoritaporVanessa.Nossentábamosjuntasentodas lasclases.Mecaíabienporquemeparecíaqueéramosmormonasdelmismo tipo: llevaba cuellos cerrados y prendas anchas yme había contadoquenuncabebíaCoca-Colanihacíalastareasacadémicaslosdomingos.Eralaúnicapersonadelauniversidadquenoteníaaspectodeinfiel.

Enfebreroelprofesoranuncióqueharíamosunexamenparcialcadames,en lugar de solo uno a mitad del cuatrimestre, y que el primero sería lasemana siguiente. Yo no sabía cómo prepararlo. No había manual de laasignatura, solo el libro con ilustraciones de cuadros y unosCDdemúsicaclásica.Escuchélascomposicionesmientrasechabaunvistazoalaspinturas.Me esforcé un poco en aprenderme quién había pintado o compuesto qué,aunque sinmemorizar la grafía de los nombres.Nome había presentado amásexámenesquealapruebadeaccesoalauniversidad,queeradetipotest,porloquesuponíaquetodosseríaniguales.

Eldíadelexamenelprofesornosindicóquesacáramoselcuadernoazul.Apenas tuve tiempo de preguntarme qué era, cuando vi que todos miscompañeros sacaban uno de la mochila. Fue un movimiento fluido,sincronizado, como si lo hubieran practicado.Yo era la única bailarina delescenarioquealparecerhabíafaltadoalosensayos.LepreguntéaVanessasitenía uno de más, y lo tenía. Lo abrí convencida de que encontraría unexamendetipotest,perolashojasestabanenblanco.

Sebajaronlaspersianas.Elproyectorarrojóunaluzparpadeanteymostróuncuadro.Disponíamosdesesentasegundosparaescribireltítulodelaobrayelnombrecompletodelartista.Enmimentesoloseprodujounaagitaciónsorda. Así continuó en las preguntas siguientes; permanecí inmóvil, sinresponderaninguna.

En la pantalla titiló un Caravaggio: Judith y Holofernes. Contemplé laimagendeunajovenquetirabadeunaespadacuyahojaatravesabaelcuellodeunhombre,y lohacíaconserenidad,comoquiencortaunquesoconunhilo. Yo había degollado pollos con papá: agarraba un ejemplar por lasroñosas patas,mi padre levantaba el hacha y la dejaba caer con un sonoropum; entonces yo apretaba los puños para sujetar al animal con todas misfuerzascuandosufríalasconvulsionesdelamuerteentreplumasesparcidasychorrosdesangrequemesalpicabanlosvaqueros.Alacordarmedelospollosdudé que la escena de Caravaggio fuera posible: nadie mostraría esaexpresiónplácidaeindiferentealdecapitaraunservivo.

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Sabía que el cuadro era deCaravaggio. Sin embargo, solo recordaba elapellido,ynisiquierasabíaescribirlo.EstabaseguradequesetitulabaJudithyNosequién, pero nome habría salido el nombre deHolofernes ni aunquehubieratenidoesaespadaenelcuello.

Quedabantreintasegundos.Quizáarañaraalgúnpuntosiponíaalgoenelpapel —lo que fuera—, así que escribí el nombre tal como sonaba:«Caravayio».Nomeparecióqueestuvierabien.Recordéquehabíaunaletradoble,porloquelotachéyescribí«Carravagio».Incorrecto.Probédiferentesgrafías,cadaunapeorquelaanterior.Veintesegundos.

Amilado,Vanessanoparabadeescribir.Claro.Estabaensuambiente.Teníabuena letra y logré leer lo quehabía escrito:MichelangeloMerisi daCaravaggio.Y a continuación, en una caligrafía igual de perfecta, Judith yHolofernes. Diez segundos. Lo copié sin incluir el nombre completo deCaravaggioporque,enunademostracióndeintegridadselectiva,concluíqueseríahacertrampas.Elproyectordestellóalmostrarlasiguientediapositiva.

DuranteelexamenmirélahojadeVanessavariasvecesmás,aunquenosirvió de nada. No podía copiar sus textos y me faltaban los datos y eldominio estilístico necesarios para redactar los míos. Ante la ausencia deconocimientos y de habilidad, tuve que garabatear lo primero que se meocurrió.NorecuerdosisenospedíaqueanalizáramosJudithyHolofernes;siasífue,estoyseguradequedebídemanifestarmiopinión:quelaserenidaddel rostrode la jovenno concordaba conmi experiencia en el sacrificiodepollos. Adornada con el lenguaje adecuado, habría sido una respuestafantástica:elpoderosocontrapuntoentre lacalmade lamujeryel realismogeneraldelaobra.Noobstante,dudoquealprofesorleimpresionaramuchomiobservacióndeque«cuandolecortaslacabezaaunpollonodebessonreírporqueesposiblequelasangreylasplumasteentrenenlaboca».

El examen acabó. Subieron las persianas. Salí a la calle y me quedéinmóvil con el frío invernal mirando las cumbres de los montesWasatch.Quería quedarme. Pese a que las montañas seguían siendo tan ajenas yamenazadorascomosiempre,queríaquedarme.

Esperélosresultadosdelexamenduranteunasemana,enlaquesoñédosvecesconShawn:meloencontrabatendidosinvidaenelasfalto,ledabalavuelta y le veía la cara iluminada de rojo. Suspendida entre el miedo delpasadoy elmiedoal futuro, anoté el sueñoenmidiario.Acto seguido, sinninguna explicación, como si fuera evidente que ambos hechos estabanrelacionados,escribí:«Noentiendoporquédeniñanomepermitieronrecibirunabuenaeducación».

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Unosdíasdespuésmeentregaronlosresultados.Habíasuspendido.

Un invierno, cuando era pequeña, Luke encontró en el prado un búhovirginianoinconscienteymediohelado.Eradelcolordelhollíny,amisojosinfantiles,casitangrandecomoyo.Lukelollevóacasa,dondeadmiramoslasuavidad del plumaje y las despiadadas garras. Recuerdo que acaricié lasplumas rayadas, tersas como el agua,mientrasmi padre sostenía el cuerpodesmadejado. Sabía que el búho nome habría dejado acercarme si hubieraestadoconsciente.Lotocabaencontradelanaturaleza.

Teníalasplumasempapadasdesangre.Selehabíaclavadounaespinaenelala.«Nosoyveterinaria—dijomimadre—.Yoatiendoapersonas.»Aunasí,extrajolaespinaylimpiólaherida.Papáafirmóqueelalatardaríaunassemanasencurarseyqueelbúhorecuperaríalaconscienciamuchoantes.Yque al verse atrapado, rodeado de depredadores, se golpearía hasta moririntentando recuperar la libertad. Era silvestre, añadió, y en el bosque esaheridaeramortal.

Lodejamoscercadelapuertadeatrás,sobreellinóleo,ycuandovolvióensíordenamosamimadrequenopusieralospiesenlacocina.Mimadredijoquecederíalacocinaaunbúhocuandolasranascriaranpelo,traslocualentró con paso decidido y preparó el desayuno armando ruido con loscacharros.Dabapenaveralbúho,queibadeunladoaotro,arañabalapuertacon las garras y, presa del pánico, se golpeaba la cabeza. Gritamos y mimadresalió.Alcabodedoshoraspapácerrólamitaddelacocinacontablasdecontrachapado.Elavepasóvariassemanaseneseespacio,recuperándose.Cazábamosratonesparaalimentarlo,yavecesnoseloscomíaynopodíamosretirarloscadáveres.Eloloramuerteeraintensoyfétido,unpuñetazoenlastripas.

Elbúho semostrócadadíamás inquieto.Cuandoempezóa rechazar lacomida,abrimos lapuertaparaquesaliera.Noestabacuradodel todo,peropapáafirmóqueteníamásposibilidadesdesobrevivirenlamontañaqueconnosotros.Noerasusitio.Nopodíamosenseñarleaqueseadaptara.

Quise contarle a alguien que había suspendido el examen, pero algo meimpedíallamaraTyler.Quizáfueralavergüenza.OquizáfueraqueTyleribaaserpadre.HabíaconocidoaStefanieenPurdueypocodespuéssehabíancasado.Ellanosabíanadadenuestrafamilia.Yoteníalasensacióndequemihermanopreferíasunuevavida—sunuevafamilia—alaquehabíallevadoantes.

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Llamé a casa. Contestó papá. Mi madre había ido a atender un parto,comohacíacadavezmásamenudodesdequenoteníamigrañas.

—¿Cuándovolverá?—lepreguntéapapá.—No lo sé.Más valdría que le preguntaras al Señor, puesto que es Él

quiendecide.—Rioporlobajini—.¿Quétallauniversidad?Eralaprimeravezquehablábamosdesdequemehabíagritadoporculpa

de los cables del reproductor de vídeo. Aunque advertí que intentabamostrarsecomprensivo,nomeparecióquepudierareconocerelsuspensoanteél.Queríacontarlequemeibabien.«Pancomido»,imaginéqueledecía.

—Nomuybien—respondí—.Noteníaniideadequeseríatandifícil.Siguió un silencio e imaginé que el severo rostro de papá se endurecía.

Esperélapullaquesupusequeestabapreparando;encambiooíunavozquesusurraba:

—Todoirábien,cariño.—No.Nomedaránlabeca.Novoyaaprobar.—Metemblabalavoz.—Si no te dan la beca, no te la dan—dijo papá—.A lomejor puedo

ayudarteconeldinero.Yasenosocurriráalgo.Túséfeliz,¿deacuerdo?—Deacuerdo.—Venacasasiquieres.Colgué,dudandodeloqueacababadeoír.Sabíaqueesonoduraría,que

lasiguientevezquehabláramostodoseríadistinto:laternuradeesemomentosehabríaolvidadoylaluchaincesanteentrelosdosvolveríaalprimerplano.Encualquiercaso,aquellanochequisoayudarme.Yesoyaeraalgo.

En marzo hubo otro examen de civilización occidental. Esa vez preparéfichas.Paséhorasaprendiéndomedememorialagrafíadenombresraros,lamayoría franceses (entoncesya sabíaqueFranciaeraunapartedeEuropa).Jacques-Louis David y François Boucher: no sabía pronunciarlos pero síescribirlos.

Comomis apuntes de clase no teníanni pies ni cabeza, pedí aVanessaquemedejaraverlossuyos.Memiróconexpresiónescépticaymepreguntési sehabríadadocuentadequemehabíacopiadodeellaenel examen.Senegó a pasármelos, pero propuso que estudiáramos juntas, demodo que alacabarlasclasesfuimosasuhabitación,enlaresidenciadeestudiantes.Nossentamosenelsueloconlaspiernascruzadasyloscuadernosdelante.

Intenté leer mis apuntes, pero las frases estaban incompletas y erancaóticas.

—No te preocupes por los apuntes —me dijo Vanessa—. Es másimportanteellibrodetexto.

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—¿Quélibrodetexto?—Puesellibrodetexto—respondióella.Se echó a reír creyendo que quería hacerme la graciosa.Me puse tensa

porquehablabaenserio.—Notengolibrodetexto—dije.—¡Claro que sí!—Alzó el grueso libro ilustrado queme había servido

paramemorizartítulosyartistas.—Ah,ese.Yaleheechadounvistazo.—¿Unvistazo?¿Ynolohasleído?Melaquedémirando.Nolaentendía.Laasignaturaerademúsicayarte.

NoshabíandadovariosCDconmúsicaparaquelosescucháramosyunlibrocon ilustraciones de obras de arte para que lasmirásemos.No seme habíaocurrido leer el libro de arte, como tampoco semehabría ocurrido leer losCD.

—Creíaquesoloteníamosquemirarlasilustraciones.—Meparecióunanecedadencuantolodijeenvozalta.

—Entonces, cuando el programa de la asignatura indicaba de la páginacincuenta a la ochenta y cinco, ¿no te pasó por la cabeza que tenías queleerlas?

—Mirélasilustraciones—repetí.Sonópeorlasegundavez.Vanessaempezóahojearel libro,quedeprontohabíaadquiridotodoel

aspectodeunlibrodetexto.—Entonceseseeraelproblema.Tienesqueleerellibrodetexto.Lodijoconunretintínsarcástico,comosieseerrorgarrafal,despuésde

todolodemás—despuésdelchistesobreelHolocaustoydecopiarmedeellaenelexamen—,pasaradecastañooscuroynoquisierasabernadamásdemí.Me dijo que debía irme porque ella tenía que estudiar para otra asignatura.Recogímicuadernoysalí.

«Leer el libro de texto» demostró ser un consejo magnífico. En elsiguienteexamenobtuveunnotableyhaciaelfinaldelcuatrimestreyasacabaexcelentes.Eraunmilagroyasílointerpreté.Seguíestudiandoadiariohastalasdosolastresdelamadrugada,convencidadequedebíapagareseprecioparaconseguirelapoyodeDios.Meibabienenhistoria,mejoraúnenlenguaydefábulaen teoríamusical.Era improbablequemeconcedieranunabecadematrículacompleta,peroquizáconsiguieraunademediamatrícula.

En la última clase de civilización occidental el profesor anunció que elprimer examen lo habían suspendido tantos alumnos que había decidido notenerloencuenta.Y¡chas!Misuspensodesapareció.Quisealzarelpuñoal

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aire,chocarloscincoconVanessa.Ydeprontorecordéqueyanosesentabaconmigo.

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19Enelprincipio

Al terminar el cuatrimestre regresé a Buck’s Peak. La BYU colgaría lascalificaciones al cabodeunas semanas.Entonces sabría si podríavolver enotoño.

Habíallenadomisdiariosdepromesasdenovolverapisarnuncamáseldesguace.Comonecesitabadinero—papáhabríadichoqueestabamáspeladaquelaEvabíblica—,quiserecuperarmiempleoenStokes.Mepresentéporla tarde, en la hora de más trabajo, cuando sabía que andarían faltos depersonal,y,enefecto,encontréalencargadometiendoenbolsaslascomprasde losclientes.Lepreguntésiqueríaque lohicierayoymemiróunos tressegundos, se quitó el delantal y me lo entregó. La segunda encargada meguiñóunojo:eraquienmehabíaaconsejadoqueacudieraenelmomentodemayortrajín.NoséquéteníaStokes—consuspasillosrectosylimpiosylacalidezdesusempleados—quelograbaquemesintieratranquilaycontenta.Aunqueresulteextrañodeciralgoasídeunsupermercado,mesentíaagusto.

Papámeesperabacuandocrucélapuertadeatrás.Vioeldelantal.—Esteveranotrabajarásparamí—medijo.—TrabajoenStokes.—¿Tecreesdemasiadobuenaparaeldesguace?—Alzólavoz—.Estaes

tufamilia.Esteestusitio.Tenía el rostro demacrado y los ojos inyectados en sangre. El invierno

habíasidonefastoparaél.Enotoñohabíainvertidocasitodoslosahorrosenmaquinaria de construcción: una excavadora, una elevadora con cesta y unsoldador con remolque.Enprimaveraya lohabíaperdido todo.Lukehabíaquemado sin querer el soldador con remolque, que había ardido hasta lasruedas; la elevadora con cesta se había desprendido de la plataforma delcamión porque alguien —nunca pregunté quién— no la había aseguradodebidamente,ylaexcavadorasehabíaincorporadoalachatarradeldesguaceporqueShawn,quelahabíasubidoaunremolqueenorme,habíadobladounaesquinaatalvelocidadquevolcarontantoelcamióncomoelremolque.Conla suerte de los condenados, mi hermano logró salir a gatas del vehículosiniestrado,aunquesegolpeólacabezaynorecordabalosdíasanterioresalaccidente.Elcamión,elremolqueylaexcavadoraquedaronparaelarrastre.

Papá llevaba ladeterminacióngrabadaenel rostro.Se le traslucía en lavoz,ensutonoagudo.Teníaqueganaresepulso.Sehabíaconvencidodeque

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siyoformabapartedelacuadrillahabríamenosaccidentes,menospercances.«Eresmás lentaqueuncaracol—mehabíadichodocenasdeveces—,peroacabaseltrabajosincargartenada.»

Sinembargo,yonopodíahacerel trabajoporqueesohabríasignificadoretroceder.Mehabíatrasladadoacasa,amihabitacióndesiempre,amividade siempre. Si volvía a trabajar para mi padre, a despertarme todas lasmañanas para calzarme las botas de seguridad y encaminarme al desguace,seríacomosi losúltimoscuatromesesnohubieranexistido,comosinuncamehubieramarchado.

Pasépordelantedemipadreymeencerréenmidormitorio.Alcabodeunosinstantesmimadrellamóalapuerta.Entrósinhacerruidoysesentóenlacamacontantadelicadezaqueapenasnotésupesoamilado.Penséquemediría lo que había dicho la última vez. Yo le recordaría que tenía solodiecisieteañosyellamediríaquepodíaquedarme.

—Tieneslaoportunidaddeayudaratupadre.Tenecesita.Aunquejamásloreconocerá.Ladecisiónestáentusmanos.—Trasunapausa,añadió—:Detodosmodos,sinoleayudasnopodrásquedarteaquí.Tendrásqueirteaviviraotraparte.

Aldíasiguiente,alascuatrodelamadrugada,fuiaStokesytrabajédiezhoras.Porlatardellovíaacántaroscuandoregreséyencontrémiropasobreelcéspeddelaentrada.Lametíencasa.Mimadre,quemezclabaaceitesenlacocina, no pronunció ni media palabra cuando pasé con mis camisetas yvaqueroschorreando.

Mequedésentadaenlacamamientraselaguadelasprendasempapabalamoqueta. Había cogido un teléfono y me lo quedé mirando sin saber quéhacer.Noteníaaquiénllamar.Noteníaadóndeirniaquiénllamar.

MarquéelnúmerodeTyler,queseguíaenIndiana.—No quiero trabajar en el desguace—le dije con voz ronca en cuanto

respondió.—¿Qué ha pasado? —preguntó con tono de preocupación. Creía que

habíahabidootroaccidente—.¿Estáistodosbien?—Sí, todos estamos bien. Lo que pasa es que papá dice que no puedo

quedarme si no trabajo en el desguace, y yo ya no puedo hacerlo. —Metemblabalavoz,quehabíaadquiridountonoagudopoconatural.

—¿Quéquieresquehaga?—dijoTyler.Alrecordarloahoratengolacertezadequenoquisodecirmásqueeso,de

que solome preguntaba cómo podía ayudarme, peromis oídos, los de unaadolescente aisladay recelosa, oyeronotra cosa: «¿Yqué esperas quehaga

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yo?».Temblaba, lacabezamedabavueltas.Tylerhabíasidomisalvavidas.Duranteañoshabíahabitadomimentecomoelúltimorecurso,lapalancaquepodía accionar cuando me viera contra la pared. Y ahora que acababa deaccionarlamedabacuentadesuinutilidad.Afinyalcabo,nohacíanada.

—¿Quéhapasado?—repitióTyler.—Nada.Todovabien.ColguéyllaméaStokes.Contestólasegundaencargada.—¿Yahasterminadoelturnodehoy?—mepreguntócontonoalegre.Ledijequemedespedía,quelolamentaba,ycolguéelteléfono.Abríel

armarioyahíseguían,enelmismositiodondelashabíadejadocuatromesesantes:misbotasdeldesguace.Melascalcé.Eracomosinuncamelashubieraquitado.

Papáestabaenlacarretillaelevadora,recogiendounmontóndeplanchasdezinconduladas.Necesitaríaaalguienquecolocarapedazosdemaderaenelremolqueparaquepudieradescargarlas.Alvermebajólapiladezincparaque me subiera a ella, y ascendí con la carga y luego bajé con ella alremolque.

Los recuerdosde la universidad sedifuminaron rápidamente.El rasgueodelos lapiceros sobre el papel, el chasquido del proyector cuando pasaba unadiapositiva, el repique del timbre que indicaba el fin de las clases…, todoquedósofocadoporelestruendodelmetalyelrugidodelosmotoresdiésel.Trasunmeseneldesguace,laBYUparecíaunsueño,algoimaginado.Ahoraestabadespierta.

Mis actividades cotidianas eran las mismas que antes: después dedesayunarclasificabalachatarraoarrancabaelcobredelosradiadores.Siloschicos trabajabanenunaobra, enocasiones ibaconellosparamanipular lapalacargadora,lacarretillaelevadoraolagrúa.Alahoradecomerayudabaamimadreacocinaryafregarlosplatos,paraluegovolveraldesguaceoalacarretillaelevadora.

LoúnicodistintoeraShawn.Noeracomolorecordaba.Jamásdecíaunapalabra hiriente y parecía sentirse en paz consigo mismo. Estudiaba paraobtenerundiplomaequivalentealtítulodeeducaciónsecundariay,segúnmecontóunanochecuandovolvíamosen la camioneta tras realizarun trabajo,pensabacursaruncuatrimestredepruebaenuncolegiouniversitario.Queríaestudiarderecho.

AquelveranoserepresentabaunaobraenelWormCreekOperaHouseyShawn y yo compramos entradas. Unas filas por delante de nosotros seencontrabaCharles,queseacercóamíenelintermedio,cuandomihermano

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se alejó para tratar de ligar con una chica. Por primera vez no me sentícohibida.MeacordédeShannon,decómohablabaconlagenteenlaiglesia,de su alegre simpatía, de cómo reía y sonreía. «Sé Shannon», me dije. Ydurantecincominutoslofui.

Charlesmemiraba de unmodo raro, como yo había advertido que loshombresmirabanaShannon.Mepreguntósimegustaríaverunapelículaelsábado.Propusounaprofana,vulgar,queyonuncahabríavisto,pero,puestoqueeraShannon,respondíquemeencantaría.

Intenté ser Shannon el sábado por la noche. La película era horrorosa,peordeloqueesperaba,deesasquesolovenlosinfieles.Aunasí,mecostabaveraCharlescomouninfiel.EratansoloCharles.Meplanteédecirlequelapelículaera inmoral,quenodebíavercosascomoesa,pero,puestoqueeraShannon, no dije nada y me limité a sonreír cuando me preguntó si meapetecíaunhelado.

Shawneraelúnicoqueestabalevantadocuandolleguéacasa.Sonrióalvermeentrar.Dijoenbromaquemehabíaechadonovio,ysu intenciónerafestiva de verdad: quería hacerme reír.Antes de irse a la cama afirmó queCharlesteníabuengustoyquenoconocíaaningunapersonamejorqueyo.

Una vez enmi dormitorio,memiré en el espejo durante un buen rato.Primeromefijéenmisvaquerosdehombre,quenoseparecíanennadaalosque llevaban las otras chicas. En segundo lugar me fijé en la camisa,demasiadolarga,quemehacíaparecermásrobustadeloqueera.

Charles me llamó unos días después. Estaba en mi habitación tras unajornadadedicadaacolocarun tejado.Olíaadisolventeyestabacubiertadepolvo ceniciento, aunque él no lo sabía. Pasamos dos horas hablando.Metelefoneó la noche siguiente, y la otra. Propuso que el viernes fuéramos acomerunahamburguesa.

El jueves, tras terminarmis tareas en el desguace, conduje sesenta y cincokilómetros,hastaelWalmartmáscercano,paracomprarmeunosvaquerosdemujerydoscamisetas,ambasazules.Cuandomelospuseapenassireconocími cuerpo, la forma en que se estilizaba y se curvaba. Me los quité deinmediatoconlasensacióndequeeranindecorosos.Ensentidoestrictonoloeran, pero yo sabía por qué los quería—para que Charles se fijara en micuerpo—,yesosímeparecióindecorosopeseaquelasprendasnolofueran.

Aldíasiguiente,cuandoterminamoslajornadaporlatarde,corríacasa.Meduchéhastaeliminarporcompletolamugre,extendílaropanuevasobrela cama y la observé. Al cabo de unos minutos me vestí y de nuevo meescandalizómi imagen.Comono tenía tiempode cambiarme,mepuse una

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chaqueta pese a que hacía calor, y en algún momento —no sabría decircuándo ni por qué— concluí que no la necesitaba. Durante el resto de lanoche no tuve que recordarme que debía ser Shannon; conversé y reí sinnecesidaddefingir.

Charles y yo salimos todas las noches de la semana siguiente.Frecuentamosparquesyheladerías,hamburgueseríasygasolineras.LollevéaStokesporquemeencantabaelsupermercadoyporquelasegundaencargadasiempre me daba los donuts que quedaban sin vender en la panadería.Charlamos de música, de grupos que yo no conocía y de su deseo de sermúsicoyviajarpor todoelmundo.Nohablamosdenosotros,de si éramosamigosoalgomás.Queríaqueélsacaraeltema,peronolohizo.Queríaqueme lo indicara de otra manera —tomándome la mano con delicadeza orodeándomeconunbrazo—,perotampocolohizo.

El viernes estuvimos juntos hasta muy tarde y cuando volví a casa laencontré a oscuras. El ordenador de mi madre estaba encendido y elsalvapantallas arrojaba una luz verde en la sala de estar. Me senté ymaquinalmente entré en la web de la BYU. Ya habían colgado las notas.Habíaaprobado.Concreces.Habíasacadoexcelentesentodaslasasignaturasmenosencivilizaciónoccidental.Conseguiríaunabecademediamatrícula.Podríavolver.

Charlesyyopasamoslatardesiguienteenelparque,balanceándonosconindolencia en los columpios de neumáticos. Le hablé de la beca. Queríapresumir demi éxito, pero no sé por qué acabaron aflorandomis temores.Dijequenisiquieradeberíaestarenlauniversidad,queprimerotendríaquehabermegraduadoenelinstituto.Oalmenoshaberempezadolasecundaria.

Charlesmeescuchósindespegar los labiosysiguióensilenciounbuenratocuandodejédehablar.

—¿Estás enfadadaporque tuspadresno te llevarona la escuela?—dijoporfin.

—¡Hasidounaventaja!—respondícasiagritos.Fueunareaccióninstintiva,comooírunafrasedeunacanciónpegadiza:

no pude por menos que recitar la frase siguiente. Charles me miró conincredulidad, como si me pidiera que conciliara eso con lo que le habíacontadohacíaunosminutos.

—Puesyosíestoyenfadado.Aunquetúnoloestés.Nodije nada.Nuncahabía oído a nadie, aparte deShawn, criticar ami

padre y no supe cómo reaccionar. Habría querido hablar a Charles de losIlluminati,pero laspalabraserandemipadrey sonaron torpesyensayadas

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inclusoenmimente.Meavergonzómiincapacidadparaapropiarmedeellas.En ese momento creí —y una parte de mí siempre lo creerá— que laspalabrasdemipadredebíansermías.

Durante un mes, todos los días, en cuanto salía del desguace al atardecer,pasaba una hora restregándome para quitarme la mugre de las uñas y lasuciedad de las orejas.Me cepillaba el pelo hasta deshacer los nudos ymemaquillaba con desmaña. Me frotaba una gran cantidad de loción en lospulpejosdelosdedosparaablandarloscallos,porsiacasoCharlesmetocabalamanoesanoche.

Por fin lo hizo un atardecer, cuando nos dirigíamos a su casa en eltodoterreno para ver una película. Mientras avanzábamos en paralelo aFivemileCreek,estiróelbrazoporencimadelapalancadecambiosyposólamanosobre lamía.Eracálidayquiseapretarla;encambio,meapartéenelacto como si me hubiera quemado. Fue una reacción involuntaria y deinmediato deseé volver a sentir sumano.Ocurrió lomismo la segunda vezque lo intentó. Mi cuerpo se convulsionó, sometido a un potente instintodesconocido.

El instinto me recorrió en forma de palabra, la letra de una cancióndescarada,fuerte,explícita.Noeraunapalabranueva.Llevabaciertotiempoconmigo, silenciada, inerte, como dormida, en un lugar remoto de lamemoria.Charleslahabíadespertadoaltocarme,yahorapalpitaba.

Deslicé lasmanos bajo las rodillas yme incliné hacia la ventanilla.Nopodría dejar que Charles se acercara —ni aquella noche ni ninguna otradurantevariosmeses—sinestremecermemientrasesapalabra,mipalabra,seabrierapasoenmimemoria.Ramera.

Llegamos a su casa. Charles encendió el televisor y se acomodó en elsofá;yomesentéenunextremo,enelbordedelasiento.Charlesseacercóamí,despacioalprincipioyluegoconmayorconfianza,hastaquemerozólapierna con la suya.Mentalmente salí disparada, corrímil kilómetros en unúnico latido del corazón. En la realidad tan solo di un respingo; Charlestambiéndiounrespingo,pueslohabíasobresaltado.Cambiédeposición:mearriméalbrazodelsofáyrepleguélaspiernasylosbrazosparamantenerladistancia. Permanecí en esa postura tan poco natural unos veinte segundos,hasta que Charles, oyendo las palabras que yo no podía pronunciar,comprendióloquepasabaysesentóenelsuelo.

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20Relatosdelospadres

Charlesfuemiprimeramigodeaquelotromundo,elmundodelquemipadrehabíaqueridoprotegerme.Eraconvencionalentodoslossentidosyportodoslos motivos por los quemi padre despreciaba lo convencional: hablaba defútbolydegruposdemúsicapopularesmásquedelFinde losTiempos; leencantaba todo lo relacionado con el instituto; iba a la iglesia y, como lamayoríadelosmormones,cuandoestabaenfermollamabatantoaunmédicocomoaunsacerdotemormón.

Comomeresultaba imposibleconciliarsumundoyelmío, losmantuveseparados. Todas las tardes miraba por la ventana de mi habitación, y encuanto el todoterreno rojo de Charles aparecía en la carretera, corría a lapuertayloesperabaenelcéspedmientrasélsubíadandobotesporlacolina.Entrabaenelvehículosindarletiempoasalirydiscutíaconélacuentodelcinturóndeseguridad(sinomeloabrochabasenegabaaconducir).

Una vez llegó temprano y se encaminó hacia la puerta principal.Tartamudeé nerviosa cuando se lo presenté a mi madre, que mezclababergamota y flor de cananga al tiempo que chasqueaba los dedos paraasegurarse de que las proporciones fueran correctas.Lo saludó sin dejar demover losdedos.Charlesmemirócomosiquisierapreguntarmeporqué lohacíaymimadrelecontóqueatravésdesusdedoshablabaDios.

—Ayerlapruebamuscularmeadvirtiódequehoytendríamigrañasinomedabaunbañodelavanda—añadió—.Mebañéy…,¿sabesqué?,¡nomeduelelacabeza!

—Losmédicosnocuranlamigrañaantesdequeaparezca—terciópapá—.Diossí.

Charlesyyonosdirigimoshaciaeltodoterreno.—¿Tucasahuelesiempreasí?—mepreguntó—¿Cómo?—Comoaplantaspodridas.Meencogídehombros.—Tienes que haberlo notado —agregó—. Era un olor fuerte. Lo he

percibidootrasveces.En ti.Túsiemprehuelesasí. ¡Mierda!Seguroqueyotambiénhueloasíahora.

Seolisqueólacamisa.Permanecíensilencio.Yonohabíaolidonada.

Papá dijo que estaba volviéndome «estirada».No le gustaba que corriera a

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casa nadamás acabar de trabajar en el desguace, ni que eliminara hasta elúltimo rastro de grasa antes de salir conCharles.Era consciente de que yohabríapreferidoestarmetiendoproductosenbolsasenStokesamanejandolacarretillaelevadoraenBlackfoot,unapoblaciónpolvorientaquequedabaunahoraalnortedecasaydondepapáconstruíaunagranjalechera.Lemolestabasaberqueyoqueríaestarenotrolugar,vestidacomosifueraotrapersona.

En la obra de Blackfoot inventaba tareas insólitas para mí, como siconsiderara que llevándolas a cabo recordaría quién era. Un día estábamosencaramadosalascorreasmetálicasdeuntejadoinacabado,anuevemetrosdealtura,sinarnesesdeseguridadporquenuncalosutilizábamos,cuandomipadre sedio cuentadeque sehabíadejado laplomada trazadora en el otroextremodeledificio.

—Tráemelaplomada,Tara—meordenó.Tracé un mapa mental del recorrido. Tendría que saltar de una correa

metálicaaotrahastalaplomada,yhabíaquince,aintervalosdeunmetro,ydespuéshacerotro tantoparavolver.Eradeesasórdenesdepapáa lasqueShawnreplicabaconun«Nolohará».

—Shawn,¿mellevasalotroladoconlacarretillaelevadora?—Puedes ir a recogerla tú sola —respondió—, a menos que con tu

universidad de categoría y tu novio refinado te hayas vuelto demasiadodelicada.—Lasfaccionesseleendurecierondeunamaneraqueeraalmismotiemponuevayconocida.

Recorrítemblandotodaunacorreametálica,quemellevóhastalavigadeun costado de la granja. Por una parte, caminar por la viga resultaba máspeligroso—si caía hacia la derecha no encontraría ninguna correa a la quesujetarme—,peroporotro ladoeramásancha,por loquepodríaandarporellacomoporunacuerdafloja.

Así fue como papá y Shawn se convirtieron en compinches, si biencoincidíanenunasolacosa:enquemiescarceocon laeducaciónmehabíavuelto estirada y había que obligarme a retroceder en el tiempo. Fijarme,anclarmeenunaversiónanteriordemipersona.

Shawnteníaundonpara lapalabra,paradefinira losdemás.Empezóabuscar en su repertorio de apodos. Durante unas semanas,Mozuela fue sufavorito. «Mozuela, tráeme una amoladora», gritaba, o «¡Sube el brazotelescópico, Mozuela!». Y me escudriñaba la cara para ver mi reacción.Nuncaencontróninguna.MástardeprobóconWilbur,porelcerditodellibroLa telaraña de Carlota. Porque comía mucho, decía él. «Vaya cerda»,

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exclamaba con un silbido cuando me agachaba a colocar un tornillo o acomprobarunamedida.

A Shawn le dio por quedarse en el exterior una vez que la cuadrillaterminaba la jornada. Yo sospechaba que quería estar cerca del camino deentradacuandollegaraCharles.Porlovistonoparabadecambiarelaceitedelacamioneta.Laprimeranochequelohizo,salícorriendoysubídeunsaltoal todoterreno sin darle tiempo a pronunciar ni media palabra. La nochesiguientefuemásrápidodereflejos.

—¿AqueesguapaTara?—legritóaCharles—.Tienelosojoscomolospecesyescasiigualdelistaqueellos.

Era una pulla antigua, que con el uso excesivo había perdido su puntahiriente. Debía de saber que yo no reaccionaría en la obra y se la habíareservadocon laesperanzadequedelantedeCharles todavíaconservarasuefectopunzante.

Lanochesiguiente:—¿Vaisacenar?NoteinterpongasentreWilburylacomida.Acabarías

despachurradoenlacalzada.Charles jamás respondía. Llegamos al acuerdo tácito de que nuestras

veladasnoempezabanhastaquelamontañadesaparecíadelespejoretrovisor.Eneluniversoqueexplorábamosjuntoshabíagasolinerasycines;cochesquesalpicaban lacarreteracomoadornosdebisuteríaycuyosocupantesreíanotocaban el claxon y siempre saludaban con la mano porque la ciudad erapequeñaytodoelmundoconocíaaCharles;carreterasdetierrablanqueadaspor la caliza, canales de color rojizo y una infinidad de trigales queresplandecíancomoelbronce.PeronoexistíaBuck’sPeak.

Encambio,duranteeldíanohabíanadamásqueBuck’sPeakylaobradeBlackfoot. Shawn y yo pasamos toda una semana fabricando correasmetálicas para terminar el tejado de la granja. Usamos una máquina deltamaño de una caravana para prensarlas y darles forma de zeta, acoplamoscepillos de alambre a las amoladoras y eliminamos la herrumbre antes depintarlas.Unavezsecalapintura,lasapilamosalladodeltaller,yalcabodeun par de días el viento que llegaba del pico las había cubierto de polvonegro, que se transformó enmugre almezclarse con los aceites del hierro.Shawndijoquetendríamosquelavarlasantesdecargarlas,demodoquefuiabuscaruntrapoyuncubodeagua.

Hacíacalorymesequélasgotasdesudordelafrente.Semerompióladiadema.No tenía otra. El pelo sememetía en los ojos con el viento quebajabadelamontaña,yyomeloapartabadelacaraamanotazos.Cadavez

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que lohacíamedejabaunamanchaoscura,pues tenía lasmanosnegrasdegrasa.

Cuando acabé de limpiar las correasmetálicas llamé a gritos a Shawn.SaliódedetrásdeunavigadedobleTyselevantólacaretadesoldar.

—¡NuestraNegratahavuelto!—exclamó.

UnatardedelveranoenqueShawnyyotrabajamosconlaCizalla,mesequéelsudordelacaratantasvecesque,cuandofuimosacenar,teníalanarizylasmejillas negras. Fue la primera vez que Shawn me llamó Negrata. Mesorprendió la palabra, si bien no me era desconocida. Se la había oídopronunciaramipadre,porloquehastaciertopuntosabíaloquesignificaba,aunqueporotrapartenoentendíaquetuvieraningúnsentidoespecial.Habíavistotansoloaunapersonanegra,unaniña,hijaadoptivadeunaparejadelaiglesia.Eraevidentequepapánosereferíaaella.

Shawnme llamóNegrata durante todo aquel verano. «¡Negrata, corre apor esas abrazaderas en forma de C!» «¡Hora de comer, Negrata!»Nomedabarespiro.

Más tarde el mundo dio un vuelco: entré en la universidad, donde medirigíaunauditorioyescuché lasclasesdehistoriadeEstadosUnidosconlos ojos muy abiertos y la mente en ebullición. El profesor era el doctorRichard Kimball, de voz sonora y reflexiva. Yo sabía algo acerca de laesclavitud,delaquehabíaoídohablaramipadreysobrelaquehabíaleídoensulibrofavoritosobrelafundacióndenuestropaís.Habíaleídoqueenlaépocacoloniallosesclavoseranmásfelicesymáslibresquesusamosporqueestoscargabanconlapreocupacióndecuidarlos.Mehabíaparecidológico.

El día en que el doctorKimball impartió una clase sobre la esclavitud,mostró un dibujo al carboncillo de un mercado de esclavos. La imagenocupabatodalapantalla,queeragrande;presidíalasalacomoladeuncine.El dibujo era caótico:mujeres inmóviles y encadenadas, desnudas omediodesnudas, rodeadas de hombres. El proyector emitió un chasquido. Lasiguiente diapositiva era un retrato en blanco y negro, difuminado por eltiempo. La fotografía, desvaída y sobreexpuesta, es icónica. Un hombresentado, desnudo de cintura para arriba, enseña a la cámara un mapa deverdugonesentrecruzados.Lacarneapenasparececarneporeldañoinfligido.

Enlassemanassiguientesvimuchasmásimágenes.Habíaoídohablardela Gran Depresión hacía unos años, cuando interpretaba a Annie, pero lasdiapositivas me mostraron por primera vez a los hombres con sombrero yabrigo largo que guardaban cola a la entrada de los comedores debeneficencia. Cuando el doctor Kimball nos explicó la Segunda Guerra

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Mundial, la pantalla ofreció hileras de aviones de combate y esqueletos deciudades bombardeadas. Se intercalaron algunos rostros: Roosevelt, Hitler,Stalin.LaSegundaGuerraMundialseapagóconlaslucesdelproyector.

Lasiguientevezqueentréenelauditorio,enlapantallaaparecieronotrascaras,yerannegras.Noveíamosningúnrostronegro—queyorecordaraalmenos—desdelasclasessobrelaesclavitud.Mehabíaolvidadodeellos,deesosotrosestadounidensesdesconocidosparamí.Nohabíapensadoenelfinde la esclavitud: sin duda todos habían oído la llamada de la justicia y elasuntosehabíaresuelto.

Esa erami disposiciónmental cuando el doctor Kimball habló de algodenominado«movimientopor losderechosciviles».En lapantalla aparecióunafecha:1963.Supusequeeraunerror.RecordabaquelaProclamacióndeEmancipación de los esclavos databa de 1863. No me explicaba esos cienaños,por loque imaginéquese tratabadeunaerrataycopié la fechaentresignos de interrogación en mis apuntes. Sin embargo, al proyectarse másdiapositivas,quedóclaroaquésiglosereferíaelprofesor.Lasfotoseranenblancoynegro, pero los retratados eranmodernos, personas llenasdevida,bien definidas. No eran fotogramas insulsos de otra época; captabanmovimiento. Manifestaciones. Policías. Bomberos que apuntaban lamanguerahaciahombresjóvenes.

EldoctorKimballcitónombresqueyonuncahabíaoído.Enprimerlugar,RosaParks.Aparecióunaimagendeunpolicíaqueapoyabaeldedodeunamujerenuntampóndetinta.EldoctorKimballcontóqueRosaParkshabíatomadoasientoenunautobús.Talcomolodijo,parecíaquehubieracometidoundelito,quehubierarobadoelasiento.

AlretratodeRosaParkslesiguióeldeunniñonegroconcamisablanca,corbataysombrerodealaredonda.Nooísuhistoriaporqueseguíapensandoen Rosa Parks, en cómo era posible que fuera delito tomar asiento en unautobús.A continuación se proyectó la imagen de un cadáver y oí decir aldoctorKimball:«Sacaronsucuerpodelrío».

Debajo de la imagen figuraba una fecha: 1955. Pensé que en 1955 mimadre tenía cuatro años, y ese pensamiento pulverizó la distancia entre eseniño,EmmettTill,yyo.Miproximidadconelchiquilloasesinadosemedíaen vidas de personas allegadas. El cálculo no tomaba como referenciacambioshistóricosogeológicosradicales:ladesaparicióndecivilizaciones,laerosióndemontañas.Ladistanciasemedíaenarrugasdelapielhumana.Enlasquesurcabanelrostrodemimadre.

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El siguiente nombre fue Martin Luther King Jr. Nunca había visto surostronisabíanadadeél,ytardévariosminutosencomprenderqueeldoctorKimballnosereferíaaMartínLutero,delquesíhabíaoídohablar.Mecostóunos minutos más relacionar el nombre con la imagen de la pantalla: unhombredepieloscuradelantedeuntemplodemármolblancoyrodeadodeuna inmensa multitud. Acababa de entender quién era y por qué hablabacuandomedijeronque lohabíanasesinado.Era tan ignorantequeme llevéunasorpresa.

—¡NuestraNegratahavuelto!IgnoroquépercibióShawnenmirostro,sipasmo,enfadoounaexpresión

ausente.Fueraloquefuese,leencantó.Habíadetectadounpuntovulnerable,unazonasensible.Erademasiadotardeparafingirindiferencia.

—¡Nomellameseso!Nosabesloquesignifica.—Claro que lo sé —replicó—. Tienes toda la cara negra, como una

negrata.Duranteel restode la tarde—duranteel restodelverano—fuiNegrata.

Había respondido a ese nombre unmillar de veces con indiferencia.Comomucho,lohabíaencontradograciosoyhabíaconsideradoocurrenteaShawn.Ahorameentrabanganasdeamordazaramihermano.OdesentarloconunlibrodehistoriaquenofueseelquemipadreteníaenlasaladeestarbajounacopiaenmarcadadelaConstitución.

Me resultaba imposible expresar cómome sentía al oír ese nombre. LaintencióndeShawnerahumillarme,inmovilizarmeeneltiempo,enunaideaantigua de mi persona. Sin embargo esa palabra, lejos de anclarme, metransportaba.Cadavezquemihermanolapronunciaba—«Eh,Negrata,subeel brazo telescópico» o «Tráeme un nivel de albañil, Negrata»—, yoregresaba a la universidad, al auditorio donde había visto desarrollarse lahistoria de la humanidad y donde me había sorprendido el lugar que yoocupaba en ella. Cada vez que Shawn gritaba: «Negrata, ve a la siguientehilera»,me acordaba de las historias de Emmett Till, Rosa Parks yMartinLuther King. Veía sus rostros superpuestos en cada correa metálica queShawn soldaba, y al concluir el verano por fin había empezado a entenderalgo que tendría que haber visto claro de inmediato: que alguien se habíaopuesto a la granmarcha hacia la igualdad; que para conseguir la libertadhabíahabidoquelucharcontraalguien.

Nocreíaquemihermanofueraunadeesaspersonas;dudoquealgunavezllegue a pensar en él de esamanera. Aun así, algo había cambiado. Habíaenfiladoelcaminodelaconcienciación,habíapercibidoalgoelementalenmi

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hermano,enmipadreyenmímisma.Mehabíapercatadodecómonoshabíaesculpidounatradiciónquenosveníadada,unatradiciónqueignorábamosapropósito o sin querer. Empezaba a comprender que habíamos prestadonuestravozaundiscursocuyoúnicoobjetivoeradeshumanizarydaruntratobrutal a otraspersonas, porque alimentar esediscurso eramás fácil, porqueretenerelpodersiempreparecelaopciónganadora.

Me era imposible expresar todo esto mientras sudaba en la carretillaelevadora durante aquellas tardes abrasadoras. No tenía el vocabulario quetengoahora.Sinembargo,medicuentadeesto:dequemehabían llamadoNegrataunmillardevecesyyomehabíareído,ydequeyanomereía.Lapalabra y elmodo en que la pronunciaba Shawn no habían cambiado;misoídos,sí.Yanocaptabaneltonillodeunabroma,sinoqueoíanunaseñal,unallamada que atravesaba el tiempo y a la cual respondía, con crecienteconvicción,quenuncamásseríaunsoldadodeapieenunconflictoquenoentendía.

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21Escutelaria

Lavísperademi regresoa laBYU,papámepagó.Aunqueno teníadineropara darme la cantidad prometida, la suma bastaba para abonar la mediamatrículaquedebía.PaséconCharlesmiúltimodíaenIdaho.Eradomingoperonofuialaiglesia.Llevabadosdíascondolordeoídos,yporlanochelospinchazossordoshabíandadopasoaundoloragudoyconstante.Veíalosobjetos distorsionados y me molestaba la luz. Así estaba cuando llamóCharles. Me preguntó si quería ir a su casa. Le dije que no me atrevía aconducirporquenoveíabien.Pasóarecogermequinceminutosdespués.

Me tapé la oreja con lamano yme encogí en el asiento del coche,mequité lachaquetayme laechésobre lacabezaparaquenomediera la luz.Charlesmepreguntóquéhabíatomadocontraeldolor.

—Lobeliayescutelaria.—Porlovistonodanresultado.—Tardanunosdíasensurtirefecto.Arqueólascejasynodijonada.La casa de Charles estaba bien arreglada y era espaciosa, con grandes

ventanalesrelucientesysuelosbrillantes.Merecordabaaladelaabueladelaciudad.Mesentéenuntabureteyapoyélacabezasobreelfríomostrador.Oíelchirridodelapuertadeunarmarioyelchasquidodeunatapadeplástico.Cuandoabrílosojosteníadelantedospastillasrojas.

—Esloquetomalagentecontraeldolor—dijoCharles.—Nosotrosno.—¿Quiénessonese«nosotros»?Tevasmañana.Yanoeresunadeellos.Cerrélosojosconlaesperanzadequedejaraeltema.—¿Quécreesquepasarásitetomaslaspastillas?No respondí. Ignoraba qué pasaría. Mi madre decía siempre que los

medicamentossonunaclaseespecialdevenenoquesequedaenelcuerpoylo corrompe por dentro durante toda la vida.Me advertía de que si un díatomabaunfármacomishijosnaceríandeformes,aunquelostuvieradiezañosdespués.

—Lagentetomamedicamentosparaaliviareldolor—afirmóCharles—.Esdelomásnormal.

Debí de hacer una mueca al oír la palabra «normal», porque se calló.Llenó un vaso de agua, lo dejó delante demí y empujó con delicadeza las

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pastillashastaquemerozaronelbrazo.Cogíuna.Nuncahabíavistoningunatandecerca.Eramáspequeñadeloqueesperaba.

Melatraguéyacontinuaciónmetomélaotra.Desde que tenía uso de razón, siempre quemedolía algo, ya fuera una

herida o una muela, mi madre me preparaba una tintura de lobelia yescutelaria,quejamásatenuabaeldolor,niunapizca.Poresohabíallegadoarespetareldolor,areverenciarloincluso,comoalgonecesarioeinatacable.

Veinteminutosdespuésdequemetomaralaspastillasrojas,eldolordeoídos desapareció. No entendía que hubiera remitido. Pasé la tardebalanceandolacabezadeizquierdaaderechaaversideesamaneravolvíaadesatarse. Creía que si gritaba muy fuerte o me movía muy rápido quizáregresarayentoncessabríaqueelmedicamentoeraunfraude.

Charlesmeobservóensilencio.Sindudamicomportamiento leparecióridículo,sobretodocuandoempecéatirarmedelaoreja—todavíanotabaunalevemolestiaeneloído—paraprobarloslímitesdeesaextrañabrujería.

MimadreteníaquellevarmealaBYUlamañanadeldíasiguiente,peroporla noche la llamaron para que fuera a atender un parto. En el camino deentradahabíauncoche,unKiaSephia,quepapálehabíacompradoaTonyhacía unas semanas. Tenía las llaves en el contacto. Metí las bolsas en elvehículoypartíhaciaUtahconlaideadequemeloquedabaenpagoporloquemipadremedebía.Supongoqueélpensólomismo,yaquenovolvióamencionarlo.

Me instalé en un apartamento situado a medio kilómetro de launiversidad, con otras compañeras. Robin, que era alta y atlética, llevabapantalonescortosdedeportedemasiadocortoselprimerdíaquelavi,peronomelaquedémirandoboquiabierta.JennibebíaunaCoca-ColaLightcuandola conocí.Tampoco la fulminé con lamirada, porquehabía visto aCharlestomareserefrescodecenasdeveces.

Robin era la mayor y, no sé por qué motivo, se mostró comprensivaconmigo.Sediocuentadequemistraspiésnoeranintencionados,sinoquesedebíanalaignorancia,ymecorregíaconamabilidadyfranqueza.Meindicócon todo detalle lo que tenía que hacer—y lo que no debía hacer— parallevarmebienconlasotraschicasdelapartamento.Porejemplo,nodejarquela comida se pudriera en los armarios ni que los platos apestaran en elfregadero.

Robin nos informó de todo eso en una reunión de compañeras deapartamento. Cuando acabó, Megan, que vivía con nosotras, se aclaró lagarganta.

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—Megustaríarecordaratodasquehayquelavarselasmanosdespuésdeiralbaño.Ynosoloconagua;tambiénconjabón.

Robinpusolosojosenblanco.—Vamos,seguroquetodasnoslavamoslasmanos.Aquella noche, al salir del cuarto de baño me detuve en el lavabo del

pasilloymelavélasmanos.Conjabón.Al día siguiente comenzaron las clases. Charles me había elegido las

asignaturas. Me había apuntado a dos de música y a una de religión, quesegúnélme resultarían fáciles.Lasotrasenquemehabíamatriculadoeranmás difíciles: álgebra superior, queme aterrorizaba, y biología, que nomedabamiedoporquenosabíaloqueera.

El álgebra amenazó con poner fin a mi beca. En todas las clases elprofesormurmurabaconvozinaudiblemientrassepaseabapordelantedelapizarra.Aunqueyonoeralaúnicaquesesentíaperdida,síloestabamásquelosdemás.Charlesintentabaecharmeunamano,perohabíaempezadocuartoenelinstitutoyteníasustareasescolares.Enoctubrehiceelexamenparcialdemitaddecuatrimestreylosuspendí.

Dejédedormir.Mequedaba levantadahasta tardeyme retorcíaelpelohastahacermenudosesforzándomeporentenderellibrodetexto,paraluegotumbarme en la cama y cavilar sobre mis apuntes. Me salieron úlceras deestómago. Un día Jenni me encontró ovillada en el césped de unosdesconocidos, amedio camino entre el campus y nuestro apartamento.Meardíaelestómago;peseaquemeretorcíadedolor,meneguéaquemellevaraalhospital.Sesentóamiladoyalcabodemediahorameacompañóacasa.

El dolor de estómago se acentuó. Por las noches el ardor me impedíaconciliar el sueño. Como necesitaba dinero para el alquiler, conseguí unempleocomoconserjeeneledificiode ingeniería.Mi turnoempezabaa lascuatrodelamadrugada.Entrelasúlcerasyeltrabajo,apenasdormía.JenniyRobininsistieronenquefueraalmédico,peronoleshicecaso.Lesdijequecuando volviera a casa para la fiesta de Acción de Gracias mi madre mecuraría.Intercambiaronmiradasinquietasynodijeronnada.

Charles afirmó que mi comportamiento era autodestructivo y que teníaunaincapacidadcasipatológicaparapedirayuda.Melodijoporteléfono,envozbaja,casienunsusurro.

Lerespondíqueestabachiflado.—Puesentoncesveahablarconelprofesordeálgebra.Hassuspendido.

Veapedirleayuda.

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Nosemehabíapasadoporlacabezairahablarconningúnprofesor—nosabía que estuviera permitido—, y decidí probar, aunque solo fuera parademostrarleaCharlesquesípodía.

Llamé a la puerta del despacho días antes de Acción de Gracias. Elprofesormepareciómásmenudoqueenelaula,ymásbrillante:laluzdelalámparaquecolgabasobreelescritoriosereflejabaensucabezaysusgafas.Hojeabaunospapelesynoalzólavistacuandomesenté.

—Hesuspendido laasignatura.Perderé labeca.—Noañadíquesinellanopodríaseguirestudiando.

—Lo siento—repuso sin apenas mirarme—. Esta universidad es dura.Quizá sería mejor que volvieras cuando seas mayor. O que optes por untraslado.

Nosabíaquésignificaba«traslado»,porloquenodijenada.Melevantéparairme,loqueporalgúnmotivoloablandó.

—Francamente,hansuspendidomuchosalumnos.—Sereclinóenlasilla—. A ver qué te parece: el examen final abarca la materia de todo elcuatrimestre; anunciaré en clase que quien consiga la nota máxima en elexamenfinal,nounnoventayocho,sinouncien,obtendráunexcelente,seacualsealacalificacióndelparcial.¿Teparecebien?

Respondí que sí. Era una posibilidad remota, pero yo era la reina de loimprobable. Llamé aCharles. Le anuncié que iría a Idaho para la fiesta deAccióndeGraciasyquenecesitabaunprofesorparticulardeálgebra.QuedóeniravermeaBuck’sPeak.

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22Loquesusurramosyloquedijimosagritos

Cuando llegué a Buck’s Peak, mi madre preparaba la cena de Acción deGracias. Retiré los tarros de tintura y los frasquitos de aceite esencial quecubríanlagranmesaderoble.Charlesvendríaacenar.

Shawn estaba demal humor. Sentado en un banco junto a lamesa,meobservabamientrasyorecogía losrecipientesy losescondía.Lavélavajilladeporcelanademimadre,quenuncasehabíausado,yempecéaponer losplatosfijándomebienenladistanciaentrecadaunoysucuchillo.

AShawnlemolestóquemeesmeraratanto.—EsCharles—dijo—.Tampoco es tan exigente.Al fin y al cabo, está

contigo.Fuiaporlosvasos.Cuandolepuseunodelante,meclavóundedoenlas

costillas,confuerza.—¡Nometoques!—chillé.Actoseguidolacocinadiounvuelco.Lospiessemesepararondelsuelo,

caídebrucesyShawnmearrastróa lasaladeestar,paraquemimadrenonosviera.

Me dio la vuelta, se sentó sobre mi estómago y con las rodillas meinmovilizólosbrazosenloscostados.Conlaimpresióndesentirsupesomesalió todo el aire de los pulmones.Me apretó la tráquea con el antebrazo.Barboteé e intenté tragar aire para gritar, pero tenía bloqueada la víarespiratoria.

—Cuando te portas como una niña, me obligas a tratarte como si lofueras.

Pronunciólaspalabrasenvozmuyalta,casiagritos.Aunquemelasdecíaamí,noibandirigidasamisoídos.Ibandirigidasamimadreydescribíanlasituación: yo era una niña díscola; él corregía a la niña. Aflojó la presiónsobrelatráqueaysentíunaplenituddeliciosaenlospulmones.Shawnestabasegurodequeyonogritaría.

—¡Basta!—ordenóavocesmimadredesdelacocina,ynosupesiselodecíaamihermanoomelodecíaamí.

—Chillarestámuyfeo—medijoShawn,quedenuevohablabahacialacocina—.Notelevantaráshastaquetedisculpes.

Ledijequelamentabahaberlechillado.Alcabodeunminutomepuseenpie.

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Dobléhojasdepapeldecocinaparautilizarlascomoservilletasycoloquéuna en cada servicio. Cuando dejé una sobre el plato de Shawn, volvió aclavarmeeldedoenlascostillas.Nodijenada.

Charles se presentó temprano —papá ni siquiera había llegado deldesguace— y se sentó enfrente de Shawn, que se lo quedó mirando conexpresiónairada,sinsiquieraparpadear.Yonoqueríadejarlossolos,peromimadrenecesitabaqueleecharaunamanoconlosguisos,demodoquevolvíalosfogones,sibieninventépequeñastareaspararegresaralamesa.EnunodeesosviajesoíqueShawnlehablabaaCharlesdelasarmasquetenía,yenotro, de cómo se podíamatar a un hombre.Me reí a carcajadas en ambasocasiones, con la esperanza de que Charles creyera que mi hermanobromeaba.La terceravezquemeacerquéa lamesa,Shawnmesentóensuregazo.Meechéareír.

Lafarsanopodíadurar,nisiquierahastalacena.PaséjuntoaShawnconunafuentegrandedepanecillosymepinchóenlatripacontantafuerzaquemecortólarespiración.Lafuentesemecayódelasmanos.Serompióenmilpedazos.

—¿Porquélohashecho?—grité.Ocurrió tan deprisa queni siquiera sé cómomederribó.El caso es que

volvíaaestartumbadadeespaldas,conmihermanoencima.Meordenóquepidieraperdónporhaberrotolafuente.Susurréunadisculpa,muybajito,paraqueCharlesnomeoyera,locualenfurecióaShawn.Meagarróunpuñadodepelo,cercadelcuerocabelludoparatenermayordominio,melevantódeuntirónyme llevóa rastras al cuartodebaño.Fueunmovimiento tanbruscoqueCharlesnotuvotiempodereaccionar.Loúltimoqueviantesdeenfilarde cabeza el pasillo fue queCharles se levantaba de un salto, con los ojoscomoplatosyelrostroblanco.

Shawnmedoblólamuñecaymeretorcióelbrazoalaespalda.Memetiólacabezaenelváterhastaquelanarizmequedócercadelagua.Gritabaalgo,peroyonooía loquedecía.Estabaatentaal ruidodepasosenelpasillo,ycuando los oíme descompuse. Charles no debía verme de esamanera.Nodebíasaberque,contodosmisfingimientos—elmaquillaje,laropanueva,lavajilladeporcelana—,yoeraeso.

Meretorcí,arqueéelcuerpoyarranquélamuñecadelamanodeShawn.Lo pillé desprevenido; era más fuerte de lo que él creía, o tal vez másinsensata,ymesoltó.Corríalapuerta.Habíacruzadoelumbralyyapisabael pasillo cuando mi cabeza salió disparada hacia atrás. Shawn me había

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agarradodelpeloytiródemícontalfuerzaquelosdoscaímoshaciaatrásyacabamosenlabañera.

Lo siguiente que recuerdo es queCharlesme levantó y yome reí; unarisotadaestridente,deloca.Penséquesiconseguíareírmemuyfuertetodavíasería posible salvar la situación, convencer a Charles de que todo era unabroma. Las lágrimas me corrían por las mejillas—me había roto el dedogordodelpie—,peroseguíriéndome.Juntoalapuerta,Shawnmemirabasinsaberquéhacer.

—¿Estásbien?—decíaCharles.—¡Claroquesí!Shawnesmuymuymuy…gracioso.Conlaúltimapalabrasemequebrólavozporquemeapoyéenelpieyel

dolor me recorrió todo el cuerpo. Charles intentó llevarme, pero lo aparté.Caminépesealafractura,apretandolosdientesparareprimirelllanto,ydienbromaunabofetadaamihermano.

Charlesnosequedóacenar.Huyóeneltodoterrenoynosupenadadeéldurantevariashoras,hastaquemellamóparapedirmequenosviéramosalaentradadelaiglesia.NoquisoiraBuck’sPeak.Nosquedamosensucoche,enelaparcamientodesiertoyoscuro.Charleslloró.

—Loquevistenoesloquecrees—ledije.Simehubieranpreguntado,habríadichoqueparamíCharleseralomás

importante del mundo. Pero no lo era. E iba a demostrárselo. Loverdaderamente importante paramí no eran el amor ni la amistad, sinomicapacidad de mentirme de manera convincente a mí misma: de creermefuerte.JamáspodríaperdonaraCharlesquesupieraquenoloera.

Mevolvícaprichosa,exigente,resentida.Inventéunbaremoestrambóticoycambianteparamedirsuamorpormí,ycuandoveíaquenolosuperaba,meponíaparanoica.Meabandonabaalairaydescargabaenél,eneseespectadorestupefacto que nunca había dejado de ayudarme, todami furia salvaje, elrencoryelmiedoquesiempremehabíaninspiradopapáyShawn.Cadavezque discutíamos le decía a gritos que no quería verlo nuncamás, y lo dijetantas veces que una noche, cuando le llamé para comunicarle que habíacambiadodeopinión,comosiemprehacía,noquisooírlo.

Nosvimosunaúltimavez, enun campo al ladode la carretera.Buck’sPeakseelevaba imponente sobrenosotros.Charlesdijoquemequeríaperoquelasituaciónlodesbordaba.Nopodíasalvarme.Soloyopodíasalvarmeamímisma.

Noentendíloquemedecía.

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El invierno cubrió el campus con una gruesa capa de nieve. Yo no salía.Memorizaba ecuaciones algebraicas e intentaba vivir como antes, imaginarque mi vida en la universidad no tenía ninguna conexión con mi vida enBuck’sPeak.Elmuroquelasseparabahabíasidoinexpugnable.Charlesfueunabrechaenél.

Volvíatenerúlcerasdeestómago,quemeardíaporlasnoches.UnavezRobinmezarandeóparadespertarme.Medijoquehabíagritadoen sueños.Metoquélacaraylateníahúmeda.Meestrechóentresusbrazosymesentíprotegida.

Aldíasiguientemepidióquefueraconellaalmédico,porlasúlcerasypara queme hicieran una radiografía del pie, ya que el dedo gordo semehabíapuestonegro.Ledijequenonecesitabaningúnmédico,quelasúlcerascicatrizaríanyqueyamehabíancuradoeldedo.

Robinarqueólascejas.—¿Quién?¿Quiéntelohacurado?Me encogí de hombros. Supuso que había sidomimadre y dejé que lo

creyera. La verdad era que, al día siguiente de Acción de Gracias, habíapedidoaShawnquemirarasiloteníaroto.Sehabíaarrodilladoenlacocinayse había colocado el pie en el regazo. En esa postura dio la impresión dehaberencogido.Examinóeldedounosinstantes,memiróalacarayadvertíalgoensusojosazules.Penséqueibaapedirmeperdón,peroenelmomentoenqueesperabaqueabrieraloslabios,meagarrólapuntadeldedoytiródeél.Parecióqueelpiemeexplotaba,tanintensofueellatigazoquemerecorriólapierna.TodavíaintentabacontenerlosespasmosdedolorcuandoShawnselevantóymepusounamanoenelhombro.«Losiento,BermanaHequeña—medijo—,peroduelemenossinolovesvenir.»

Una semana después de ofrecerse a llevarme al médico, Robin mezarandeó una vez más para que me despertara.Me incorporó y me apretócontra sí, comosi su cuerpopudieramantenerme indemne, impedirquemerompieraenpedazos.

—Creoquetendríasquehablarconelobispo—medijoalamañanadeldíasiguiente.

—Estoy bien—afirmémostrándole un estereotipo de mí misma, comohacenquienesnoestánbien—.Solonecesitodormir.

Poco después encontré en mi escritorio un folleto del servicio deorientación universitaria. Lo tiré a la basura sin apenas mirarlo. No podíahablar con un orientador porque eso significaría pedir ayuda y yome creíainvencible.Eraunengañorefinado,unapiruetamental.Noteníarotoeldedo

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del pie porque el dedo era irrompible. Una radiografía demostraría locontrario.Porlotanto,laradiografíameromperíaeldedo.

El examen final de álgebra quedó envuelto en esa superchería. En mimenteadquirióunaespeciedepodermístico.Estudiéconlaintensidaddelosdementes, convencida de que si triunfaba, si superaba ese examen, siconseguía esa improbable nota máxima, incluso con el dedo roto y sin laayuda de Charles, se demostraría que estaba por encima de todo. Que erainatacable.

Lamañanaenquedebíahacerlomedirigícojeandoalcentrodeexámenesymesentéenlasala,dondehabíacorrientesdeaire.Teníaelexamendelante.Losproblemaserandóciles,maleables;sesometieronamismanipulacioneshastaconvertirseensoluciones,unotrasotro.Entreguélahojaderespuestasyaguardéenelpasillogélidosinapartarlavistadelapantallaquemostraríamipuntuación. Cuando apareció, parpadeé y volví a parpadear. Cien. La notamáxima.

Me invadió una indiferencia exquisita. Me embriagué de ella y quisegritaralmundo:«Estaeslaprueba:nadameafecta».

Buck’s Peak tenía en Navidad el mismo aspecto de siempre—un chapitelnevado, adornado con árboles de hoja perenne—ymis ojos, cada vezmásacostumbrados al ladrillo y el cemento, quedaron casi cegados por sumagnitudysuclaridad.

Cuandosubí lacolina,Richard transportabaen lacarretillaelevadoraunmontón de correas metálicas para el taller que papá construía en Franklin,cercadelaciudad.Richardteníaveintidósañosyeraunadelaspersonasmáslistas que yo conocía, pero carecía del título de enseñanza secundaria. Alcruzarmeconélenelcaminodeentradapenséqueseguramentemanejaríalacarretillaelevadoraelrestodesuvida.

LlevabaunosminutosencasacuandollamóTyler.—Essoloporinformarme—dijo—.ParasabersiRichardestáestudiando

paraelexamendeingresoenlauniversidad.—¿Piensapresentarse?—Nolosé—respondióTyler—.Alomejor.Papáyyohemosintentado

convencerlo.—¿Papá?Tylerseechóareír.—Sí,papá.QuierequeRichardvayaalauniversidad.Pensé que no eramás que una broma, hasta que una hora después nos

sentamosacenar.Acabábamosdeempezaracomercuandopapádijo,conla

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bocallenadepatatas:—Richard,tedoytodalasemanaquevienedevacaciones,pagadas,sila

aprovechasparaestudiaresoslibros.Esperéunaexplicación.Notardóenllegar.—Richardesungenio—medijomipadreenseguida,conunguiño—.Es

cinco veces más listo que Einstein. Puede desmentir todas las teoríassocialistasylashipótesisimpías.Iráyharávolarporlosairestodoelmalditosistema.

Papá siguió con su exaltación, ajeno al efecto que tenía en sus oyentes.Shawnestabaencorvadoenelbanco,conlaespaldaapoyadacontralaparedy el rostro inclinado hacia el suelo. Mirarlo era imaginar a un hombreesculpidoenpiedra,porlofuertequeseleveíayloinmóvilquepermanecía.Richarderaelhijodelmilagro,elregalodeDios,elEinsteinquedesmentiríaaEinstein.Richardcambiaríaelmundo.Shawn,no.Habíaperdidogranpartedeljuicioalcaersedelpalé.Unodeloshijosvaronesdemipadremanejaríalacarretillaelevadoraelrestodesuvida,peronoseríaRichard.

RichardparecíaaúnmásabatidoqueShawn.Teníaloshombroscaídosyelcuellohundidoentreellos, comosi loaplastaraelpesode loselogiosdepapá.Cuandomipadresefuealacama,Richardmecontóquehabíahechounapruebadelexamendeaccesoalauniversidad.Habíasacadounanotatanbajaquenoquisodecírmela.

—Al parecer soy Einstein—añadió, con la cabeza entre las manos—.¿Quéhago?Papádicequedaré lacampanada,ynisiquieraestoysegurodequevayaaaprobar.

Todas las noches se repetía lamisma escena.Mientras cenábamospapáenumerabalasteoríascientíficasfalsasqueelgeniodesuhijoibaarefutar,ytraslacenayohablabaaRicharddelauniversidad,delasclases,loslibros,los profesores; de lo que sabía que le atraería por su necesidad innata deaprender.Estabapreocupada:lasexpectativasdemipadreerantanaltas,yelmiedodeRichardadefraudarlo tan intenso,quecabía laposibilidaddequemihermanonisiquierasepresentaraalexamen.

EltallerdeFranklinyaestabalistoparaqueinstaláramoslacubierta,demodoquedosdíasdespuésdeNavidadmetíelpie,coneldedogordoaúntorcidoynegro, en la bota de seguridad y pasé la mañana en el tejado colocandotirafondosenelzincgalvanizado.AprimerahoradelatardeShawnsoltóeldestornilladorydescendióporelbrazoextendidodelacarretillaelevadora.

—¡Es hora de hacer una pausa, Bermana Hequeña! —me gritó desdeabajo—.Vamosalaciudad.

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SaltéalpaléyShawnbajóelbrazotelescópicohastaelsuelo.—Conducestú—medijo.Reclinóelasientoycerrólosojos.MedirigíaStokes.Recuerdo detalles extraños del momento en que entramos en el

aparcamiento: el olor a aceitequedesprendennuestrosguantesde cuero, lasensaciónáspera,comodepapeldelija,delpolvoenlapuntadelosdedos.YShawn ami lado, sonriéndome.En toda aquella ciudad de vehículos atisbouno,untodoterrenorojo.Charles.Atraviesoelaparcamientoprincipalygirohacialaexplanadadeasfaltodelapartenortedelsupermercado,dondedejanelcochelosempleados.Bajolaviseraparamirarmeenelespejoyobservolamarañaenqueelvientodeltejadohaconvertidomipelo,ylagrasadelzincquesemehametidoenlosporosyloshavueltogruesosymarrones.Llevolaropamuysucia.

Shawnveel todoterrenorojo.Observaquemechupoelpulgare intentoquitarmelamugredelacara.Sealtera.

—Vamos—dice.—Teesperoenelcoche.—Túentrasconmigo.Shawn huele la vergüenza. Sabe queCharles nuncame ha visto de ese

modo; que todos los días del último verano corrí a casa a quitarme lasmanchas, los churretes, y aocultar los cortesy los callos con ropanuevaymaquillaje.Mehavistouncentenardevecessalirirreconocibledelcuartodebañotraslavarmeytirarlosrestosdeldesguacealdesagüedeladucha.

—Tú entras conmigo —repite. Rodea la camioneta y me abre laportezuela.Ungestoanticuado,caballerosoenciertomodo.

—Noquiero.—¿Noquieresquetunovioteveaconunaspectotanglamuroso?Sonríe y me clava el dedo. Me mira de una manera extraña, como si

dijera: «Esta eres tú.Has estado fingiendo que eras otra.Una chicamejor.Peroeresesta».

Seechaa reír,muy fuerte,desenfrenado, comosihubieraocurridoalgogracioso.Riendotodavía,meagarradelbrazoytiradeélhaciaarriba,comosifueraalanzarmesobresuespaldaparallevarmealestilodelosbomberos.NoquieroqueCharlesveaeso,demodoquepongofinaljuego.

—Nometoques—digocontonoterminante.Lo que sucede a continuación se desdibuja en el recuerdo. Solo veo

instantáneas: bandazos absurdos del cielo, puños que vienen hacia mí, laextrañamirada salvaje en los ojos de unhombre al queno reconozco.Veo

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quemismanos se aferran a una rueda y siento que unos brazos fuertesmeretuercenlaspiernas.Algosememueveeneltobillo,seoyeunchasquidoouncrujido.Mesuelto.Elhombremeapartaarastrasdelvehículo.

Notoelpavimentoheladoenlaespalda;losguijarrossemeclavanenlapiel.Losvaquerossemehandeslizadoylacinturillamequedapordebajodela cadera.MientrasShawnme tiraba de las piernas he sentido cómo semebajaban, centímetro a centímetro. La camiseta seme ha subido ymemiro,veomicuerpotendidoenelasfalto,elsujetadorylasbraguitasdescoloridas.QuierotaparmeperoShawnmehainmovilizadolasmanosporencimadelacabeza.Paralizada,sientoqueel fríosememeteenelcuerpo.Oigoquemivozlesuplicaquemedeje,aunquenoparecequeseayoquienhabla.Oigolossollozosdeotrachica.

Mealzadeuntirónymeponeenpie.Mesujetolaropa.Luegomedobloen dos y me retuerce la muñeca en la espalda, me la flexiona, sigueflexionándola tanto como es posible, y la flexiona aúnmás.Tengo la narizcerca del pavimento cuando el hueso empieza a ceder. Intento recuperar elequilibrio,usar la fuerzade laspiernaspara impulsarmehaciaatrás,peroeltobillosemetuerceencuantodescargoelpesoenél.Grito.Lagentevuelvelacabezahacianosotros.Estiranelcuelloparaveraquésedebeelalboroto.Meechóareírdeinmediato:unarisotadadesenfrenada,histérica,quepeseamisesfuerzossuenacomounalarido.

—Vasaentrar—diceShawn,ysientoqueelhuesodelamuñecacruje.Me interno con mi hermano en las luces brillantes. Me río mientras

recorremos un pasillo tras otro cogiendo los productos que quiere comprar.Me río con cada palabra que pronuncia, para que quienes estuvieran en elaparcamientoseconvenzandequese tratabadeunabroma.Caminoconunesguinceeneltobillo,aunqueapenassientoeldolor.

NovemosaCharles.El trayecto de regreso a la obra transcurre en silencio. Solo son ocho

kilómetrosperoparecenochenta.Llegamosymedirijorenqueandoaltaller.MipadreyRichardestándentro.Comoyaandabamalantesacausadeldedogordo,noreparanen lacojera.Noobstante,Richardmemiraa lacara,conchurretesdegrasaylágrimas,yadivinaquealgohapasado;papáencambio,nosepercatadenada.

Cojo el destornillador y coloco los tornillos con lamano izquierda. Sinembargomifuerzaesirregular,yconelpesodelcuerposobreunsolopiemiequilibrio es malo, demodo que los tornillos rebotan en el zinc pintado y

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dejan espirales alargadas, como cintas rizadas. Papáme envía a casa al verqueheestropeadodosplanchasmetálicas.

Esanoche,conungruesovendajeenlamuñeca,incluyounaanotaciónenmidiario.Meplanteopreguntas. ¿Porquénoparócuandose lopedí?«Eracomosimepegaraunzombi—escribí—.Comosinomeoyera.»

Shawn llamaa la puerta.Escondo el diariobajo la almohada.Tiene loshombroscaídoscuandoentra.Hablaenvozbaja.Eraunjuego,dice.Noteníaniideadequemehabíahechodañohastaquemeviosujetarmeelbrazoenlaobra.Meexaminaloshuesosdelamuñecayeltobillo.Metraehieloenvueltoenun trapodecocinaydiceque lapróximavezquenosdivirtamosypasealgodeberíaadvertírselo.Sale.Retomoeldiario.«¿Deverdaderadiversiónyjuego?—escribo—.¿Nosedabacuentadequemehacíadaño?Nolosé.Deverasquenolosé.»

Empiezo a razonar conmigo misma, a dudar de que me expresara conclaridad: ¿qué susurré y qué dije a gritos? Concluyo que si le hubierasuplicado de otra manera, que si hubiera mantenido la calma, él habríaparado.Loescribohastaquemeconvenzodequeasíes,loquenomecuestamucho porque deseo creerlo. Me conforta pensar que el defecto es mío,porquesignificaquedependedemí.

Apartoeldiarioy,tumbadaenlacama,recitoeserelatocomosifueraunpoema que he decidido aprenderme de memoria. Casi lo he memorizadocuando el recitado se interrumpe. Invaden mi mente unas imágenes de mímisma tendida de espaldas, con los brazos aplastados por encima de lacabeza.Entoncesvuelvoalaparcamiento.Memiroelestómago,muyblanco,ymiro amihermano.Su expresión esdifícil deolvidar: no esde irani derabia.Notraslucefuria.Soloreflejaplacersereno.Deprontounapartedemícomprende, inclusomientrasempiezoa rebatirlo,quemihumillación fue lacausadeeseplacer.Nofueunacasualidadniunaconsecuenciaindirecta.Eraelobjetivo.

Esta certeza a medias actúa en mí como una especie de posesión, yduranteunosminutosmedomina.Me levantode la cama, tomootravezeldiarioyhagoalgoquenuncahehecho:escriboloqueocurrió.Noutilizoellenguaje impreciso,vago,delasotrasanotaciones;nomeescondodetrásdeinsinuaciones y sugerencias. Escribo lo que recuerdo: «Hubo unmomento,cuandomeobligóasalirdelacamioneta,enqueShawnteníalasmanosporencima de mi cabeza y se me subió la camiseta. Le pedí que me dejarabajármela pero fue como si no me oyera. Me miraba como un verdadero

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imbécil.Menosmal que soymenuda.Si llego a sermás corpulenta, en esemomentolehabríadespedazado».

—No sé qué te has hecho en la muñeca—me dijo papá a la mañanasiguiente—. En cualquier caso, así no sirves de nada en la cuadrilla. MásvaldríaquevolvierasaUtah.

El trayecto en coche hasta la BYU fue hipnótico. Cuando llegué, elrecuerdodeldíaanteriorsehabíadesdibujadoydesvaído.

Volvió al primer plano cuando miré el correo electrónico. Tenía unmensaje de Shawn. Era una disculpa. Sin embargo, ya me había pedidoperdónenmidormitorio.NuncahabíavistoaShawndisculparsedosveces.

Tomédenuevomidiarioeintrodujeotraanotación,opuestaalaprimera,enlaquemodificabaelrecuerdo.Habíasidounmalentendido,escribí.Si lehubierapedidoquesedetuviera,lohabríahecho.

Sinembargo, loocurrido locambiaría todo,con independenciadecómolorecordara.Alreflexionarahorasobreellonomesorprendeloquesucedió,sinoqueanotaralosucedido.Quedentrodelcaparazónquebradizo—deesamuchachaquesehabíavaciadoconlaficcióndelainvencibilidad—quedaraunachispa.

Las palabras de la segunda anotación no borraron las de la primera.Dejaríatantolasunascomolasotras,misrecuerdosescritosalladodelosdeShawn.Fueaudaznocorregirlasenbuscadecoherencia,noarrancarniunapágina ni la otra. Reconocer la incertidumbre es reconocer la debilidad, laimpotencia,ycreerenunamismaapesardeambas.Esunaflaqueza,peroesaflaquezaencierraunpuntofuerte: laconvicciónparavivirennuestrapropiamente y no en la de otra persona. Me he preguntado muchas veces si laspalabrasmásconvincentesqueescribíaquellanochenonacierondelairanidelarabia,sinodeladuda:«Nolosé.Deverasquenolosé».

No saber a ciencia cierta y la negativa a ceder ante quienes afirman lacertidumbre era un privilegio que jamás me había permitido. Mi vida lanarraban otras personas. Sus voces eran persuasivas, enfáticas, categóricas.Nosemehabíaocurridopensarquelamíapodíaserigualdefuertequelassuyas.

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23SoydeIdaho

Unasemanadespués,eldomingo,enlaiglesia,unhombremeinvitóacenar.Ledijequeno.Alcabodeunosdíasmesucediólomismoconotrohombre.Volvíadecirqueno.Nopodíaaceptar.Noqueríaquesemeacercaraningunodelosdos.

Llegóaoídosdelobispoque en su rebañohabíaunamujer contraria almatrimonio.Suayudantemeabordódespuésdeloficioreligiosodeldomingoparacomunicarmequeelobispoqueríavermeensudespacho.

Aúnteníadoloridalamuñecacuandoestrechélamanodelobispo.Eraunhombredemedianaedad,cararedonda,pelomorenoconunarayaperfectayvozsuavecomoelsatén.Porlovistomeconocíabienantesinclusodequeyoabrieralaboca(enciertomodoasíera;Robinlehabíacontadomuchascosasdemí).Meaconsejóquemeapuntaraalserviciodeorientaciónuniversitariaparaquealgúndíapudieradisfrutardeunmatrimonioeternoconunhombrerecto.

Élhablóyyopermanecímudacomounladrillo.Mepreguntópormifamilia.Norespondí.Yaloshabíatraicionadoalno

quererloscomodebía;lomenosquepodíahacereraseguircallada.—ElmatrimonioesundesigniodeDios—afirmóelobispo,ysepusoen

pie.Lareuniónhabíaterminado.Mepidióquevolvieraeldomingosiguiente.

Prometíhacerloaunquesabíaquenoiría.Meencaminéhaciaelapartamentoconlasensacióndequeelcuerpome

pesaba. Durante toda mi vida me habían enseñado que el matrimonio eravoluntaddeDiosyquerechazarloerapecado.EstabacontrariandoaDios.Ysinembargonodeseabadesobedecerlo.Queríatenerhijos,crearunafamilia,pero,pormásqueloanhelara,sabíaquenuncalatendría.Nomeveíacapaz.Nopodíaestarcercadeningúnhombresinsentirdespreciopormímisma.

Siempremehabíamofadodelapalabra«ramera».Susonidomeresultabadesagradablee inclusoamímeparecíadesfasada.Aunasí,peseaqueparamis adentros me burlaba de Shawn por emplearla, había llegado aidentificarme con ella. Que estuviera anticuada contribuía a reforzar laasociación,puestoquesololaoíareferidaamí.

Cuando tenía quince años y ya usaba rímel y brillo de labios, un díaShawncontó apapáquehabíaoído rumores sobremí en la ciudad,queyo

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tenía mala fama. Papá dedujo de inmediato que estaba embarazada. Nodeberíahaberpermitidoqueparticiparaenesasobrasdeteatroenlaciudad,se reprochó a gritos. Mi madre afirmó que podían confiar en mí, que erarecatada.Shawndijoquenohabíaquefiarsedeningunaadolescenteyque,segúnsuexperiencia,aveceslasqueparecíanmásdevotaseranlaspeores.

Yo lesoíachillarsentadaen lacama,con las rodillaspegadasalpecho.¿Estaba embarazada? No lo sabía a ciencia cierta. Reflexioné sobre cadainteracciónquehabíatenidoconunchico,sobrecadamiradaycadacontacto.Me acerqué al espejo, me subí la camiseta y me examiné el vientrerecorriéndoloconlosdedoscentímetroacentímetro.«Talvez»,pensé.

Jamáshabíabesadoaunchico.Había visto partos, pero nadieme había explicado cómo se producía la

concepción. Mientras mi padre y mi hermano gritaban, la ignorancia meobligabaacallar:nopodíadefendermeporquenoentendíalaacusación.

Al cabo de unos días, tras confirmarse que no estaba embarazada,encontré otra interpretación de la palabra «ramera», una interpretación queteníamenosqueverconlosactosymásconlaesencia.Nosetratabadequehubierahechoalgomalo, sinodequemimeroexistir eramalo.Había algoimpuroenelhechodequeexistiera.

«Es extraño que des a tus seres queridos tanto poder sobre ti», habíaescritoenmidiario.Noobstante,Shawnteníamáspodersobremídelqueeracapazdeimaginar.Mehabíaproporcionadounadefinicióndemímisma,ynoexisteunpodermayorqueese.

Unafríanochedefebreromeplantéante lapuertadeldespachodelobispo.Ignorabaquémehabíallevadoallí.

Sentado tranquilamente a su escritorio, me preguntó en qué podíaayudarme y respondí que no lo sabía. Nadie podía darme lo que deseaba,puestoquedeseabaquemerehicieran.

—Puedoayudarte—dijo—,perotienesquecontarmeloquetepreocupa.Suvozeraamable,yesaamabilidadmeresultócruel.Habríadeseadoque

gritara.Simehubieragritado,mehabríaenfadado,ycuandoestabaenfadadamesentíafuerte.Nosabíasipodríaconfiarmeaélsinsentirmefuerte.

Carraspeéyacontinuaciónhabléduranteunahora.El obispo y yo nos vimos cada domingo hasta la primavera. Lo

considerabaunpatriarcaconautoridadsobremí,sibienélparecíadeponersuautoridadencuantomeveíacruzar lapuertadeldespacho.Yohablabayélescuchaba yme extirpaba la vergüenza delmismomodo que un curanderoextraelainfeccióndeunaherida.

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Al terminarel cuatrimestre le informédequepasaríaelveranoencasa.Estabasinblanca;nopodíapagarelalquiler.Sedisgustóalenterarse.

—Novayasacasa,Tara.LaIglesiatepagaráelalquiler.YonoqueríaeldinerodelaIglesia.Ladecisiónestabatomada.Elobispo

mepidióqueleprometieraalgo:quenotrabajaríaparamipadre.Eldíaque lleguéa Idaho recuperémiempleoenStokes.Papá seburló,

dijoquenoganaríalosuficienteparavolveralauniversidad.Teníarazón;detodos modos, el obispo había dicho que Dios proveería la manera de queregresara y le creí. Durante el verano repuse productos en los estantes yacompañéalasancianasalcoche.

EvitéaShawn.Nomeresultódifícilporquesehabíaechadootranovia,Emily, y se hablaba de boda. Shawn tenía veintiocho años; Emily cursabacuartoenelinstitutoyeradecarácterdócil.Mihermanojugabaconellaalosmismos juegosa losquehabía jugadoconSadieafindeponerapruebasudominio. Ella obedecía todas sus órdenes, temblaba cada vez que Shawnalzabalavozysedisculpabacuandoéllegritaba.Nomecabíalamenordudadequeelsuyoseríaunmatrimoniodemanipulaciónyviolencia,aunquelaspalabrasnoeranmías.Lashabíaaprendidodelobispoyaúnmeesforzabaporasimilarsusignificado.

AlacabarelveranovolvíalaBYUconsolodosmildólares.Laprimeranoche escribí en mi diario: «Tengo tantas facturas que no sé cómo voy apagarlas.Detodosmodos,Diosproveerátribulacionesparaquecrezcaobienlosmedios para que salga adelante». Aunque el tono de estas palabrasmeparecenoble,idealista,detectoenellasunapizcadefatalismo.Talveztuvieraque dejar los estudios. No pasaba nada. En Utah había supermercados.Trabajaríametiendo en bolsas las compras de los clientes y algún día seríaencargada.

Alasdossemanasdeiniciarseelcuatrimestreperdílaresignacióndeunsobresaltocuandoundoloratrozenlamandíbulamedespertóenplenanoche.Nunca había tenido un dolor tan agudo ni tan parecido a una descargaeléctrica.Quisearrancarmelamandíbulaparadeshacermedeél.Meacerquétambaleanteaunespejo.Lacausaeraunamuelaastilladahacíamuchosaños,quehabíavueltoa romperse,conuna fracturahonda.Acudíaundentistayme informó de que la pieza llevaba años cariada. Repararla costaría milcuatrocientos dólares. Me era imposible pagar ni siquiera la mitad de esasumaycontinuarenlauniversidad.

Llaméacasa.Mimadreaccedióaprestarmeeldinero,ypapáañadiólascondiciones:elveranosiguientetendríaquetrabajarparaél.Nimelopensé.

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Ledijequenovolveríaapisareldesguaceentodamividaycolgué.Intentéolvidarmedeldolorycentrarmeenlasasignaturas,peroeracomo

si me pidieran que aguantara toda una clase mientras un lobo me roía lamandíbula.

NohabíatomadoningúnibuprofenodesdeaqueldíaconCharles.Empecéatomarloscomosifuerancaramelosdementa.Ayudabanpoco,pueseldolorestabaenelnervioyeramuyintenso.Desdequemehabíaatacadonodormía,ycomencéasaltarmelascomidasporquemasticarerainconcebible.Robinselocontóalobispo,quemecitóensudespachouna tarderadiante.Memiróconcalmasentadoasuescritorio.

—¿Quépiensashacerrespectoalamuela?Intentérelajarlacara.—Asínopodrásacabarelcurso.Hayunasoluciónsencilla.Muysencilla,

adecirverdad.¿Cuántoganatupadre?—No mucho —respondí—. Está endeudado desde que los chicos se

cargaronlamaquinariaelañopasado.—Excelente. Tengo aquí los impresos para solicitar una ayuda. Estoy

segurodequereúneslosrequisitos,ylomejordetodoesquenotendrásquedevolvereldinero.

HabíaoídohablardelasayudasdelGobierno.Papáafirmabaqueaceptaruna significaba estar en deuda con los Illuminati. «Así te captan —habíadicho—.Teentregandineroacambiodenaday,cuandoquieresdartecuenta,sontusdueñosyseñores.»

Laspalabrasresonaronenmimente.Rehuíaalosalumnosalosquehabíaoídohablardelasayudasquerecibían.PreferíadejarlauniversidadantesquepermitirquelosIlluminatimecompraran.

—NosoypartidariadelasayudasdelGobierno.—¿Porquéno?Lecontéloquedecíamipadre.Suspiróymiróalcielo.—¿Cuántotepidenporarreglartelamuela?—Milcuatrocientosdólares.Encontraréeldinero.—Lo pagará la Iglesia —susurró—. Cuento con una cantidad de libre

disposición.—Esedineroessagrado.Elobispo levantó lasmanosynosquedamosensilencio.Abrióelcajón

delescritorioysacóuntalonario.Lomiré.Eradesucuentapersonal.Rellenóunchequeaminombrepormilquinientosdólares.

—Nopermitiréquedejeslauniversidadporesto—medijo.

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Meloentregó.Latentacióneratangrandeyeldolortanbrutalquedebídetenerlounosdiezsegundosenlamanoantesdedevolverlo.

Mepuseatrabajarenlaheladeríadelcampus,dondecocinabahamburguesasyservíacucuruchos.EntrelosdíasdepagamelasapañabanoabonandolasfacturasypidiendoprestadoaRobin,demodoqueloscentenaresdedólaresquemeingresabanenlacuentadosvecesalmesdesaparecíanencuestióndehoras. A finales de septiembre, cuando cumplí los diecinueve, estaba sinblanca. Me había resignado a no arreglarme la muela; sabía que nuncareuniríalosmilcuatrocientosdólares.Además,eldolorhabíamenguado:oelnerviosehabíamuerto,omicerebrosehabíaadaptadoalasdescargas.

Aun así, debía pagar las facturas, por lo que decidí vender lo único devalorque tenía: aBud,mi caballo.LlaméaShawnparapreguntarle cuántopodría sacar. Me respondió que un mestizo no valía mucho y que podíamandarloa la subasta,como loscaballosdecomidaparaperrosdelabuelo.ImaginéaBudenunapicadoradecarne.

—Primerointentaencontraruncomprador—ledije.Alcabodeunassemanasmeenvióunchequedeunoscientosdedólares.

CuandolellaméparapreguntarleaquiénhabíavendidoaBud,murmuróunaspalabrasimprecisassobreuntipodeTooelequeseencontrabadepaso.

Aquel cuatrimestre fui una alumna apática. La curiosidad es un lujoreservadoalosquegozandeseguridadeconómica:mimenteestabaabsortaen asuntosmás inmediatos, como el saldo exacto demi cuenta bancaria, aquiéndebíacuántoysienmihabitaciónhabíaalgoquepudieravenderpordiezoveintedólares.Entregabalostrabajosacadémicosyestudiabaparalosexámenespormiedo—aperderlabecasiminotamediabajabasiquieraundecimal—,ynoporverdaderointerésporlasasignaturas.

En diciembre, tras cobrar el último salario del mes, tenía solo sesentadólaresenlacuenta.Mecobrabancientodiezdealquiler,quedebíaentregarel7deenero.Necesitabadineroconurgencia.Habíaoídoqueenunaclínicacercanaalcentrocomercialpagabanacambiodeplasma.Meparecíaqueunaclínica formaba parte de la medicina oficial, pero razoné que mientras setrataradeextraer,ynodeintroducir,nopasabanada.Laenfermeramepinchólasvenasduranteveinteminutosydijoquelasteníademasiadofinas.

CompréunalatadegasolinaconmisúltimostreintadólaresymedirigíacasaparapasarlaNavidad.LamañanadeldíadeNavidadpapámeregalóunfusil; no lo saqué de la caja, por lo que ignoro de qué tipo era. Pregunté aShawnsiqueríacomprármelo,peropapáselollevódiciendoquelopondríaabuenrecaudo.

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Seacabó.Nomequedabanadaparavender,niamigosde la infancianiobsequios de Navidad. Acepté que había llegado la hora de dejar launiversidad y buscar un empleo. Mi hermano Tony vivía en Las Vegas ytrabajabadecamionerode largadistancia.EldíadeNavidad le llaméymedijo que podía vivir con él unosmeses y colocarme en el In-N-OutBurgerquehabíaenfrentedesucasa.

Colguéycuandoibaporelpasillo,arrepentidadenohaberlepedidoquemeprestaradineroparairaLasVegas,mellamóunavozbronca.

—Eh,BermanaHequeña.Venunmomento.El dormitorio deShawnparecía una cuadra, con ropa sucia tirada en el

suelo.Viquedebajodeunmontóndecamisetasmanchadasasomabalapuntadelaculatadeunapistola.Losestantessecombabanporelpesodelascajasdemunicióny los rimerosdenovelasdelOestedeLouisL’Amour.Shawnestaba sentado en la cama, con los hombros encorvados y las piernasarqueadas. Parecía que llevara un rato en esa postura, contemplando lainmundicia.Exhalóunsuspiro,selevantóyseacercóamíalzandoelbrazoderecho. Retrocedí un paso de manera maquinal, pero Shawn solo queríadeslizarlamanoenelbolsillo.Sacólacartera,laabrióyextrajounbilletedeciendólaresnuevecito.

—FelizNavidad—dijo—.Notelomalgastescomoharéyo.

Los cien dólares me parecieron una señal de Dios. Debía quedarme en launiversidad. Volví al apartamento y aboné el alquiler. Como sabía que nopodría pagarlo en febrero, busqué un segundo trabajo y encontré uno deasistentadoméstica,porloquetresdíasalasemanaconducíaveinteminutosendirecciónnorteparalimpiarcasascarasenDraper.

Seguíaviendoalobispotodoslosdomingos.Robinleinformódequenomehabíacompradoloslibrosdetextodelcuatrimestre.

—Es absurdo —me dijo el obispo—. ¡Solicita la ayuda! ¡Eres pobre!¡Paraesoestánlasayudas!

Mioposiciónibamásalládeloracional;eravisceral.—Ganomuchodinero—prosiguióelobispo—.Pagomuchosimpuestos.

Míralocomosifueramidinero.—Habíaimpresolosformulariosdesolicitudymelosentregó—.Piénsatelo.Tienesqueaprenderaaceptarayuda,aunqueseadelGobierno.

Cogílosformularios.Robinlosrellenó.Meneguéaenviarlos.—Reúnelosdocumentos—medijo—.Averquétal.Necesitabalasdeclaracionesdelarentademispadres.Nisiquieraestaba

seguradequelaspresentaran,ysilohacían,sabíaquepapánomelasdaríasi

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se enterabadeparaqué lasquería. Inventéunadocenadepretextospor losquepodríanecesitarlas,peroningunoeracreíble.Visualicélasdeclaracionesenelgranarchivadorgrisdelacocina.Decidírobarlas.

PartíhaciaIdahopocoantesdelamedianocheconlaesperanzadellegarentornoalastresdelamadrugadayencontrarlacasaencalma.Unavezenlamontaña, subí despacio por el camino de entrada, estremeciéndome cadavezqueunguijarroserompíaconunchasquidobajolosneumáticos.Abrílaportezuelasinhacerruido,caminéconpasosuaveporelcéspedymedeslicéporlapuertadeatrás,crucéensilenciolacasaytendílamanoparaguiarmehastaelarchivador.

Mefaltabansolounospasosparaalcanzarlocuandooíunclicconocido.—¡Nodispares!—grité—.¡Soyyo!—¿Quién?DialinterruptordelaluzyviqueShawn,sentadoenelotroextremodela

cocina,meapuntabaconunapistola.Labajó.—Creíaqueeras…otrapersona.—Esevidente—dije.Nos quedamos unosminutos sin saber qué hacer, hasta queme fui a la

cama.Alamañanasiguiente,despuésdequepapásefueraaldesguace,contéa

mi madre un embuste sobre por qué la universidad necesitaba susdeclaraciones de la renta.Adivinó que lementía; lo deduje porque, cuandopapá entró de improviso y le preguntó por qué hacía copias de lasdeclaraciones,ellalerespondióquelasqueríaparasusarchivos.

Cogí las copias y volví a la universidad. No intercambié palabra conShawn.Nomepreguntóporquéhabíaentradoahurtadillasenmipropiacasaalas tresdelamadrugada,yyonolepreguntéaquiénesperabasentadoenplenanocheconunapistolacargada.

Losimpresospermanecieronunasemanasobremiescritorio,hastaqueRobinme acompañó a la oficina de correos y vio cómo se los entregaba alempleado. No tardémucho en recibir la respuesta, una semana, dos quizá.EstabalimpiandocasasenDrapercuandollegóelcorreo,demodoqueRobindejó la carta en mi cama con una nota que decía que ya me había vueltocomunista.

Cuandoabríelsobre,unchequecayóalcolchón.Cuatromildólares.Mesentí codiciosa y enseguida me asustó mi codicia. Había un número decontacto.Lomarqué.

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—Hayunproblema—ledijealamujerquerespondió—.Elchequeesdecuatromildólaresyyosolonecesitomilcuatrocientos.

Silencioenlalínea.—¿Oiga?¿Oiga?—A ver si lo entiendo —dijo la mujer—. ¿Me estás diciendo que el

chequeespordemasiadodinero?¿Quéquieresquehagayo?—Si lo devuelvo, ¿me enviarían otro? Solo necesito mil cuatrocientos.

Paraunaendodoncia.—Mira, tesoro, tienes esa cantidad porque es la que te han dado. Si la

cobrasonolacobrasescosatuya.Mehicelaendodoncia.Compréloslibrosdetexto,paguéelalquileryme

sobró dinero. El obispo me aconsejó que me diera algún capricho y lerespondí que nopodía, que debía ahorrar.Medijo que podía permitirme ellujodegastarunpoco.

—Recuerda—añadió—quepuedessolicitarlamismacantidadelañoqueviene.

Mecompréunvestidodedomingo.Había pensado que usarían el dinero para controlarme, pero en realidad

mesirvióparacumplirmipromesa:cuandoafirméquenuncamásvolveríaatrabajarparamipadre,porprimeravezlodijeconvencida.

Ahorame pregunto si el día en queme puse en camino para robar lasdeclaracionesdelarentanofueelprimeroenquedejé«mihogar»parairaBuck’s Peak. Aquella noche entré en casa de mi padre como una intrusa.Representóuncambiode lenguajemental, una renunciadel lugardedondeera.

Mis palabras lo confirmaban. Cuando otros estudiantesme preguntabandedóndeera,contestaba:«SoydeIdaho»,unafraseque,pormásvecesquehayatenidoquerepetirlaeneltranscursodelosaños,nuncahasonadonaturalenmislabios.Cuandounapersonaformapartedeunlugaryenesemomentoviveensutierra,notienenecesidaddedecirqueesdeahí.Nopronunciélaspalabras«SoydeIdaho»hastaquememarché.

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24Uncaballero,errante

Tenía mil dólares en el banco. Me resultaba raro pensarlo, y mucho másdecirlo.Mildólares.Desobra.Quenonecesitabadeinmediato.Tardévariassemanas en hacerme a la idea, y después empecé a experimentar lamayorventajadeldinero:laposibilidaddenopensarenél,sinoenotrascosas.

Mis profesores pasaron al primer plano, de repente y con nitidez; eracomosiantesdelaayudadeestudiosloshubieramiradoatravésdeunalenteempañada. Los libros de texto empezaron a tener sentido y me sorprendíleyendomásmaterialdelexigido.

En estas circunstancias oí por primera vez la expresión «trastornobipolar».Estabaenlaclasedepsicología101cuandoelprofesorleyóenvozaltalossíntomasqueseenumerabanenlapantallagrande:depresión,manía,paranoia, euforia, delirios de grandeza y de persecución. Le escuché conmuchísimointerés.

«Esmipadre—anotéenlosapuntes—.Estádescribiendoapapá.»Unos minutos antes de que sonara el timbre, un alumno preguntó qué

papelpodíanhaberdesempeñadolostrastornosmentalesenlosmovimientosseparatistas.«PiensoenconflictosfamososcomoeldeWaco,enTexas,yeldeRubyRidge,enIdaho»,añadió.

ComoIdahonoesconocidapormuchascosas,supusequedebíadehaberoído hablar deRubyRidge, fuera lo que fuese.El alumnohabía dicho quehabíasidounconflicto.Busquéenmimemoria intentandorecordarsihabíaoído esas palabras alguna vez.Me sonaban de algo.De pronto aparecieronunasimágenesenmimente, tenuesydistorsionadas,comosi la transmisiónfallaraensuorigen.Cerrélosojosylaescenasevolvióclara.Meencontrabaennuestracasa,agachadadetrásdelasalacenasdecontrachapado.Mimadreestabaarrodilladaami ladoysurespiraciónera lentayfatigada.Sepasólalengua por los labios, dijo que tenía sed y, sin que me diera a tiempo adetenerla,se levantóyalargó lamanohaciaelgrifo.Sentíel temblordeundisparo yme oí chillar.Hubo un estrépito al caer algo pesado al suelo. Leapartéelbrazoycogíalbebé.

Sonóeltimbre.Elauditoriosevació.Fuialasaladeordenadores.Conlosdedossobreelteclado,dudéunmomento—asaltadaporelpresentimientodeque tal vez lamentaría conocer esa información— antes de escribir «RubyRidge» en el navegador. Según la Wikipedia, en Ruby Ridge se había

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producidounenfrentamientomortalentreRandyWeaverydiversasagenciasfederales,entreellaselServiciodeAlguacilesdeEstadosUnidosyelFBI.

El nombre «RandyWeaver»me sonaba, y al leerlome pareció inclusooírlo de labios demi padre. De repente la historia que había vivido enmiimaginacióndurantetreceañosserepitióenmimente:losdisparos,primerocontraelchico,luegocontraelpadreydespuéscontralamadre.ElGobiernohabíaasesinadoa toda la familia,padresehijos,paraocultar loquehabíanhecho.

Pasé por alto el relato de los antecedentes para ir al primer tiroteo.LosagentesfederaleshabíanrodeadolacabañadelosWeaver.Setratabadeunamisióndevigilancia y la familia no se enteróde supresencia hasta queunperroladró.Creyendoqueelanimalhabíapercibidoaalgunabestiasalvaje,Sammy,elhijo,queteníacatorceaños,corrióhaciaelbosque.Losfederalesmataronalperro,yelmuchacho,quellevabaunarma,abriófuego.Eltiroteodejó dos muertos: un agente y Sammy, que corría por la montaña pararegresarasucasacuandoledispararonenlaespalda.

Continuéleyendo.AldíasiguientedispararonaRandyWeaver,asimismoenlaespalda,cuandoibaaverelcadáverdesuhijo,queseencontrabaenelcobertizo. En el momento en que levantaba el pasador de la puerta, unfrancotirador le apuntó a la columna vertebral y falló. Vicki, la esposa deRandy,avanzóhacia lapuertaparaayudarlo.El francotiradorvolvióaabrirfuegoyacertóen lacabezaa lamujer,quemurióal instanteconsuhijadediez meses en brazos. La familia permaneció nueve días agazapada en lacabañaconelcadáverdelamadre,hastaquelasnegociacionespusieronfinalenfrentamientoyRandyWeaverfuedetenido.

Leí la última línea varias veces para asimilarla. ¿RandyWeaver estabavivo?¿Losabíapapá?

Seguí leyendo. La nación se sintió indignada.Casi todos los periódicosimportantespublicaronartículosquereprobabaneldespiadadodespreciodelGobiernoporlavida.ElDepartamentodeJusticiaabrióunainvestigaciónyelSenadocelebróvariassesionessobreelasunto.Ambosrecomendaronquesereformaranlasreglasdeenfrentamiento,enconcretolasrelativasalusoletaldelafuerza.

LosWeaverpresentaronunademandadedoscientosmillonesdedólarespor homicidio culposo, pero llegaron a un acuerdo extrajudicial con elGobierno, que ofreció unmillón de dólares a cada una de las tres hijas deVicki.Randy recibió cienmil dólares y se retiraron todos los cargos en sucontra,exceptodosrelacionadosconcomparecenciasante los tribunales.Lo

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habíanentrevistadolasprincipalesagenciasdenoticiaseinclusohabíaescritounlibroconsuhija.Seganabalavidahablandoenferiasdearmas.

Si se había tratado de unamaniobra para ocultar algo, había sidomuymala. Había habido cobertura mediática, investigaciones oficiales,supervisión.¿Nosonloscriteriosdeunademocracia?

Habíaalgoquenoentendía:¿porquélosagentesfederaleshabíancercadolacabañadeRandyWeaver?¿PorquéhabíanpuestoaRandyenelpuntodemira?Recordéquepapáasegurabaquepodría tocarnosanosotros.Siempredecía que un día el Gobierno perseguiría a quienes se resistían a que leslavaran el cerebro, a quienes no llevaban a sus hijos a la escuela. Durantetrece años yo había dado por sentado que el Gobierno había acorralado aRandyporesemotivo:paraescolarizarporlafuerzaasushijos.

Volví al principio de la página y leí el artículo entero, sin saltarme losantecedentes. Según todas las fuentes, incluido el propioRandyWeaver, elconflictocomenzócuandoestevendiódosescopetas recortadasaunagentesecreto al que había conocido en una reunión deNaciónAria. Leí la frasemuchasveceshastaqueloentendí:laclavedelahistorianoeralaenseñanzaencasa,sinoelsupremacismoblanco.Porlovisto,elGobiernonuncahabíatenidoporcostumbreasesinaralosciudadanosquesenegabanaquesushijosfueranacentrosdeeducaciónpública.Mepareciótanevidentequemecostócomprenderquehubierallegadoapensarlocontrario.

Duranteuninstantedeamargurapenséquepapáhabíamentido,hastaquerecordéelmiedoquetraslucíasurostro,elsonidoroncodesurespiración,ymeconvencídequehabía creídodeverdadquenoshallábamosenpeligro.Busquéalgunaexplicación,yunaspalabrasinusitadasacudieronamimente,palabras que había aprendido hacía solo unos minutos: paranoia, manía,deliriosdegrandezaydepersecución.Yporfinelrelatotuvosentido,tantoelde lapáginacomoelquehabíavividodentrodemíduranteminiñez.Papádebíadehaber leído loqueocurríaenRubyRidge,o lohabríavistoen lasnoticias, y al pasarpor su cerebro lahistoriahabíadejadode ser ladeotrapersona para convertirse en la suya. Si el Gobierno perseguía a RandyWeaver, seguramente también debía de perseguir a Gene Westover, quellevabaañosresistiendoenelfrentedelaguerracontralosIlluminati.Comoyanosecontentabaconleerlashazañasdelosotros,seforjóunyelmoysesubióaunrocín.

Eltrastornobipolarmeobsesionó.Enpsicologíadebíamosescribiruntrabajodeinvestigaciónyescogíesaenfermedadcomotema,yaprovechéeltrabajocomo excusa para entrevistar a todos los neurocientíficos y especialistas en

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terapia cognitiva de la universidad. Les describí los síntomas de papáatribuyéndoselos a un tío que me inventé. Algunos concordaban a laperfección; otros, no. Los profesores me advirtieron de que cada caso esdistinto.

—Ladescripciónrecuerdamása laesquizofrenia—medijouno—.¿Tutíoharecibidotratamientoalgunavez?

—No. Opina que los médicos forman parte de una conspiracióngubernamental.

—Esocomplicalascosas—afirmó.Conlasutilezadeunaapisonadoraescribímitrabajosobreelefectoque

laspersonasbipolarestienenensudescendencia.Eltonoeraacusador,brutal.Afirmabaqueloshijossevenafectadosporfactoresdedobleriesgo:primeroporquetienenunapredisposicióngenéticaapresentartrastornospsicológicos,yensegundolugardebidoa«latensióndelentornoyalasdeficienciascomopadresdequienessufrentalesalteraciones».

Habíaestudiadoenclaselosneurotransmisoresysuefectoenlaquímicacerebral;medabacuentadeque lasenfermedadesnoseeligen.Esacertezapodríahabermellevadoasercomprensivaconmipadre,peronofueasí.Solosentí rabia. Pensé que éramos nosotros quienes habíamos pagado lasconsecuencias. Mi madre. Luke. Shawn. Habíamos sufrido contusiones,cortes y conmociones cerebrales, nos habíamos quemado las piernas y noshabíamospartidolacabeza.Habíamosvividoenunestadodealerta,enunaespecie de terror constante, con el cerebro saturado de cortisol, porquesabíamosqueencualquiermomentopodíaocurrirnosunodeesosaccidentes.Porque papá siempre anteponía la fe a la seguridad. Porque creía que teníarazónyseguíacreyéndolo…despuésdelprimeraccidentedecoche,despuésdel segundo, después de lo del cubo de la basura, del fuego, del palé. Yéramosnosotrosquieneslopagábamos.

EntreguéeltrabajoyesefindesemanafuiaBuck’sPeak.Llevabamenosde una hora en casa cuando papá y yo empezamos a discutir. Dijo que ledebíael coche.En realidad solo lomencionódepasadaperoenloquecí,mepusehistérica.Porprimeravezenlavidagritéamipadre…,noporelcoche,sinopor losWeaver.La irame impedía respirar,por loque laspalabrasnosalieronenformadepalabrassinodebarboteoysollozosentrecortados.¿Porqué eres así? ¿Por qué nos aterrorizabas de esamanera? ¿Por qué luchabascon tantodenuedocontramonstruos inventadosynohacíasnadarespectoalosmonstruosdetupropiacasa?

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Papámemiróestupefacto,atónito.Teníalabocaabierta,lasmanoscaídasa los ladosdel cuerpoy crispadas, como si quisiera levantarlas, hacer algo.No le veía tan inerme desde el día en que, agachado junto a la rancheraaccidentada, había observado cómo el rostro demimadre se hinchaba y seinflamaba,sinatreversea tocarlaporque loscablesdealta tensiónenviabanunacorrientemortíferaatravésdelmetal.

Huí,devergüenzaoderabia.Condujesindetenermehastalauniversidad.Mi padre me llamó al cabo de unas horas. No contesté. Gritarle no habíaservidodenada;quizánohacerlecasosífuncionara.

AlterminarelcuatrimestremequedéenUtah.FueelprimerveranoquenopaséenBuck’sPeak.Nohabléconmipadre,nisiquieraporteléfono.Eldistanciamientonoseformalizó:nomeapetecíaverlonioírsuvoz,demodoquenohicenilounonilootro.

Decidíexperimentarcon lanormalidad.Habíavividodiecinueveañoscomomipadrequería.Probaríaalgodiferente.

Memudéaunapartamentosituadoenelotroextremodelaciudad,dondenadiemeconocía.Deseabaempezarotravez,partiendodecero.Laprimerasemana,minuevoobispome saludó en la iglesia conun apretóndemanosafectuosoyfueasaludaraotroreciénllegado.Mealegrósufaltadeinterés.Si conseguía fingir que era normal durante una breve temporada, tal vezpareceríaqueloera.

EnlaiglesiaconocíaNick.Llevabagafascuadradas,teníaelpelooscuroy se lo engominaba y cardaba para que le quedara de punta. Papá habríadespreciadoaunhombrequeusarafijador,yquizáprecisamenteporesomeatrajoamí.TambiénmegustabaqueNicknodiferenciaraunalternadordeuncigüeñal.Élsabíadelibros,devideojuegosydemarcasderopa.Ypalabras.Poseíaunvocabularioasombroso.

Nickyyofuimosparejadesdeelprincipio.Mecogiólamanolasegundavezquenosvimos.Cuandosupieltocólamía,mepreparéparacombatireldeseoprimariode apartarlo, perono lleguéa sentirlo.Me resultó extrañoyemocionante,yningunapartedemíqueríaqueacabara.Habríadeseadoestarenmiiglesiaanterior,paracorreracontarleamiobispodeantesqueyanoeraunapersonafragmentada.

Sobrestimémisprogresos.Mecentré tantoen loque funcionabaquenoreparéenloqueseguíafallando.NolehabléaNickdemifamiliahastaquellevábamosvariosmesesjuntosyyahabíapasadomuchastardesconlasuya.Lamencioné sin pensar: nombré de pasada un aceite de mi madre porqueNick me comentó que le dolía el hombro. Se mostró interesado —había

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esperadoaquesacarami familiaacolación—,peroyomeenfadéconmigomismaporeldeslizynopermitíqueserepitiera.

Hacia finalesdemayoempecé a encontrarmemal.Duranteuna semanamearrastré a duras penas al trabajo, un despacho de abogados donde hacíaprácticas. Dormía desde el atardecer hasta última hora de la mañana y noparabadebostezarentodoeldía.Empezóadolermelagargantaymefallólavoz,quesemeenronquecióhastasonarcascada,comosilascuerdasvocalessehubieranvueltodepapeldelija.

AlprincipioaNicklepareciódivertidoquenoquisiera iralmédico.Alavanzar la enfermedad, la diversión se transformó en inquietud y luego endesconcierto.Nolehicecaso.«Noestangrave—ledecía—.Sifueragravesíiría.»

Pasóotrasemana.Dejéeltrabajodeprácticasyempecéadormirtodoeldíaytodalanoche.Nicksepresentóunamañanadeimproviso.

—Vamosalmédico—dijo.Empecéadecirquenoqueríaymeinterrumpíalverlelacara.Parecíaque

tuvieraunapreguntaysupieraquedenadaserviríaformularla.Lalíneatensadelaboca,losojosentrecerrados.«Laimagendeladesconfianza»,pensé.

Puestaaelegirentre iraunmalvadomédicosocialistao reconocerantemi novio que creía que los médicos eran malvados socialistas, escogí loprimero.

—Iréhoy—leaseguré—.Teloprometo.Peroprefieroirsola.—Estábien.Semarchó,yentoncessemeplanteóotroproblema.Nosabíacómoiral

médico.Llaméaunaamigadelauniversidadylepedíquemeacompañaraensucoche.Unahoradespués fuea recogermeyobservéquepasabade largoporelhospitalquequedabaaunasmanzanasdemiapartamento.Mellevóalazonanortedelcampus,aunedificiopequeñoalquedenominó«clínica».Intentéfingirdespreocupación,actuarcomosinofueralaprimeravezqueibaalmédico,peseaquealcruzarelaparcamientomesentíacomosimimadremevigilara.

Nosupequédecirlealarecepcionista.Miamigaatribuyómisilencioalagargantayexplicólossíntomas.Nosindicaronqueesperásemos.Alratounaenfermeramecondujoaunasalitablanca,dondemepesó,metomólapresiónarterialyunamuestradelalengua.Medijoquelasfaringitistangravescomolamía solían deberse a una bacteria, el estreptococo, o a un virus, el de lamononucleosis.Alcabodeunosdíassabríanlacausa.

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Cuandollegaronlosresultados,fuisolaalaclínica.Meloscomunicóunmédicodemedianaedadconunaobviacalvicieincipiente.

—Enhorabuena—me dijo—. Has dado positivo al estreptococo y a lamononucleosis.Ereslaúnicapersonaconlasdosinfeccionesquehevistoentodounmes.

—¿Lasdos?—susurré—.¿Cómoesposible?—Has tenido muy muy mala suerte. Te daré penicilina para el

estreptococo, pero poco puedo hacer contra lamononucleosis. Tendrás queesperaraquesepasesola.De todosmodos, teencontrarásmejorencuantoeliminesalestreptococo.

Pidiópenicilinaaunaenfermera.—Empezarásahoramismoconlosantibióticos—dijo.Con las pastillas en la palmade lamano,me acordéde la tarde enque

Charlesme había dado ibuprofeno. Pensé enmimadre y en las numerosasocasiones en que me había advertido de que los antibióticos envenenan elcuerpo y provocan infertilidad y anomalías congénitas. Que el espíritu delSeñor no puede habitar en un vaso sucio y que ningún vaso está limpiocuando reniegadeDiosyconfíaenelhombre.Oquizáestaúltimaparte ladijerapapá.

Me tragué las pastillas. Quizá se debiera a la desesperación, a que meencontrabamuymal, aunque creo que la razón eramuchomás prosaica: lacuriosidad.Mehallabaenelsenodelamedicinaoficialyqueríaver,porfin,quéeraaquelloquesiemprehabíatemido.¿Mesangraríanlosojos?¿Semedesprenderíalalengua?Sindudaocurriríaalgoatroz.Teníaqueaveriguarquéera.

Volví al apartamento y llamé a mi madre. Pensé que una confesiónaplacaría el sentimiento de culpa. Le conté que había ido almédico y queteníamononucleosiseinfecciónporestreptococo.

—Heempezadoatomarpenicilina.Queríaquelosupieras.Se puso a hablar demanera atropellada, aunque apenas oí lo que decía

porqueestabarendida.Cuandomeparecióqueyahabíaacabadoledije«Tequiero»ycolgué.

Dos días después llegó un paquete urgente de Idaho. Contenía seisbotellitas de tintura, dos frascos de aceite esencial y una bolsa de arcillablanca.Reconocílasfórmulas:losaceitesylastinturasfortalecíanelhígadoylosriñones,ylosbañosdepiesconarcillaeliminabanlastoxinas.Habíaunanotademimadre:«Estashierbasexpulsarán losantibióticosdelorganismo.

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Por favor, úsalas durante todo el tiempo en que te empeñes en tomar esosmedicamentos.Tequiero».

Merecostéenlaalmohadaymedormícasideinmediato,peroantessoltéuna carcajada. Mi madre no me había enviado ningún remedio contra lamononucleosisnicontraelestreptococo.Solocontralapenicilina.

Porlamañanamedespertóelteléfono.EraAudrey.—Hahabidounaccidente—medijo.La frase me transportó a otro momento, a la última vez que había

respondidoaunallamadayhabíaoídoesaspalabrasenvezdeunsaludo.Meacordédeaqueldíaydeloquemimadrehabíadichoacontinuación.DeseéqueAudreysiguieraotroguion.

—Espapá.Sitedasprisa,sisalesahoramismo,podrásdespedirtedeél.

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25Elproductodelazufre

Cuandoerapequeñamecontabanunahistoria,ymelacontarontantasvecesydesdetantiernaedadquenorecuerdoaquiénselaoíporprimeravez.Eraacercadelabuelodecolinaabajoydecómosehizo lahendiduraque teníajustoencimadelasienderecha.

Siendojovenpasóunveranomuycalurosoen lamontaña,pordondesedesplazaba a lomos de la yegua blanca que utilizaba para las tareas devaquero.Eraunayeguaalta,alaquelosañoshabíanapaciguado.Porloquedecíamimadre,erafirmecomounaroca,ycuandoibasobreellaelabuelosedespreocupaba.Soltabalasriendasanudadassileveníaengana,talvezparaarrancarseunabrojodelabotaoparaquitarselagorrarojayenjugarselacaracon la manga. La yegua se quedaba quieta. Sin embargo, aunque era muytranquila,leaterrorizabanlasserpientes.

«Debiódeveralgoqueseescurríaenlahierba—decíamimadrecuandocontaba la historia—,porquede sopetón tiró al abuelo.»Detrás de él habíaunarastradediscos.Elabuelosaliódisparadohaciaellayseleclavóundiscoenlafrente.

Lo que le rompió el cráneo cambiaba cada vez que oía el relato. Unasveces era una rastra y otras una piedra. Sospecho que nadie lo sabe concerteza.No hubo testigos.El golpe lo dejó inconsciente, y apenas recuerdaquéocurrióhastaquelaabuelaloencontróenelporche,empapadodesangrehastalasbotas.

Nadiesabecómollegóhastaelporche.Lospastosdearribaquedanacasidoskilómetrosdelacasa.Esunterreno

rocosoyabrupto,concolinasinclementes,queelabuelonopudoatravesarenelestadoenque sehallaba.Noobstante, llegóalporche.Laabuelaoyóunchirrido tenue en la puerta y al abrirla se encontró con el abuelo hecho unguiñapo;lossesosselesalíandelcráneo.Seapresuróallevarloalaciudadyleinsertaronunaplacametálica.

Cuando el abuelo ya se recuperaba en casa, la abuela fue a buscar a layeguablanca.Recorrió toda lamontaña,peroal final laencontródetrásdelcorral,atadaalavallaconunnudomuycomplejoquesolousabaelpadredelaabuela,llamadoLott.

Cuandoibaacasadelaabuelaatomarloscerealesylalecheprohibidos,aveceslepedíaalabueloquemecontaracómohabíabajadodelamontaña.

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Siempremecontestabaquenolosabía.Actoseguidorespirabahondo—unainspiración largay lenta,comosisesumergieraenunestadodeánimomásqueenunrelato—ynarrabatodalahistoriadeprincipioafin.Eraunhombrecallado.Podía pasarme toda una tarde desbrozando campos con él sin oírlemásdediezpalabrasseguidas.Tansolo«Ajá»,«Esano»y«Supongo».

Encambio,silepreguntabacómohabíabajadodelamontañaaqueldía,hablaba durante diez minutos, pese a que solo recordaba que había estadotendido en un campo, sin poder abrir los ojos, mientras el sol ardiente lesecabalasangredelacara.

«Perotecontaréunacosa—decía,ysequitabaelsombreroparadeslizarlos dedos por la hendidura del cráneo—. Estando tumbado en la hierba oícosas.Vocesquehablaban.Reconocíuna:era ladelabueloLott.ContabaaalguienqueelhijodeAlbert seencontrabaenunaprieto.EraLottquien lodecía, tan seguro como que estoy aquí contigo.» Al abuelo le brillaban unpoco los ojos. «Lo que pasa—añadía—es queLott llevaba casi diez añosmuerto.»

Estapartedelrelatoexigíaunaactitudreverente.Tantoamimadrecomoamiabuelalesencantabacontarla,peroamímegustabamáscómolanarrabamimadre.Bajabalavozenlosmomentosadecuados.Fueronángeles,decíamientrasuna lagrimita le caíahasta la comisurade la sonrisa.Los envió tubisabueloLottytrajeronalabuelodelamontaña.

Lahendiduraerafea,uncráterdedoscentímetrosymediosobrelasien.Cuando lamirabadeniña, enocasiones imaginabaqueunmédico alto conbatablancagolpeabauna chapametálica conunmartillo.Enmi fantasía elmédicousabalasmismasplanchasdezinconduladasqueutilizabapapáparatecharlosheniles.

Peroesomepasabasoloaveces.Porlogeneralveíaotracosa:lapruebadequemisantepasadoscaminabanporlamontaña,atentosyexpectantes,conángelesasusórdenes.

Ignoroporquépapáestabasoloenlamontañaaqueldía.Esperaba la llegadade la trituradoradeautomóviles.Supongoquequiso

retirarelúltimodepósitodegasolina,aunquenoaciertoaimaginarporquénoseleocurrióvaciarloantesdeencenderelsoplete.Desconozcocuántastirasmetálicashabíaconseguidocortarantesdequeunachispasaltaraaldepósito.Solo sé que estaba boca arriba, encajonado bajo el chasis, cuando el cocheestalló.

Llevaba una camisa de manga larga, guantes de cuero y una careta desoldar. El rostro y los dedos fueron losmás afectados por la explosión. El

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calor derritió la careta como si fuera una cuchara de plástico. La mitadinferiordelrostrosefundió:lasllamasdevoraronprimeroelplástico,luegolapiel y a continuación los músculos. Con los dedos se repitió el mismoproceso,pueslosguantesdecueronofueronrivalparalasfogaradasquelosenvolvieronyatravesaron;despuéslaslenguasdefuegolelamieronelpechoy los hombros. Supongo que cuando salió reptando de debajo del vehículoincendiadoparecíauncadávermásqueunservivo.

No me explico que pudiera moverse, y mucho menos arrastrarse casimedio kilómetro por campos y zanjas. Si un hombre ha necesitado a losángelesalgunavez,eraesehombre.Contratodalógica,loconsiguióy,comosupadreañosantes,seacurrucóalapuertadesuesposa,incapazdellamar.

AqueldíamiprimaKylietrabajabaparamimadre—embotellabaaceitesesenciales—, al igual que otras cuantas mujeres que se dedicaban a pesarhojassecasyafiltrartinturas.Kylieoyóungolpecitoapagadoenlapuertadeatrás, como si alguien le diera con el codo.La abrió, pero no recuerda quéhabíaalotrolado.«Loheborradodelamente—mecontaríamástarde—.Nomeacuerdodeloquevi.Solorecuerdoquepensé:“Notienepiel”.»

Trasladaron a mi padre al sofá. Le echaron el remedio de rescate—elmedicamentohomeopáticocontralasconmociones—enlacavidadsinlabiosqueanteseralaboca.Ledieronlobeliayescutelariaparaaliviareldolor,lamismamezclaquemimadrehabíaadministradoaLukehacíaaños.Papáseatragantóconlapócima.Nopodíatragar.Habíarespiradoelaireardientedelaexplosiónyteníaabrasadoslosórganosinternos.

Mi madre quiso llevarlo al hospital, y papá susurró entre respiracionesásperasquepreferíamorirseantesquepermitirquelovieraunmédico.Poseíatalautoridadqueellacedió.

Condelicadezaleretiraronlapielmuerta, leembadurnarondeungüentodesdelacinturahastalacoronillaylovendaron.Mimadrelediocubitosdehieloparaqueloschuparayasísehidratara,peroel interiordelabocaylagarganta estaban tan quemados que no absorbían líquidos, y sin labios nimúsculos papá no podía retenerlos en la boca. Le habrían resbalado a lafaringeysehabríaasfixiado.

Aquellanocheestuvoapuntodeírselesmuchasveces.Surespiraciónsevolvía más lenta y de pronto se interrumpía, y mi madre—junto con lashuestes celestiales de mujeres que trabajaban para ella— revoloteaba a sualrededorparaalinearloschakrasydargolpecitosenlospuntosdepresión,loque fuera para conseguir que los frágiles pulmones reanudaran su sonidobronco.

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Audreymetelefoneóporlamañana.[6]Meinformódequeelcorazóndepapá se había parado dos veces durante la noche. Probablemente acabaríacausándolelamuerte,sinolefallabananteslospulmones.Mihermanaestabaseguradeque,encualquiercaso,falleceríaantesdelmediodía.

LlaméaNick.LedijequedebíapasarunosdíasenIdahoporunasuntofamiliar,quenoeranadagrave.Adivinóqueleocultabaalgo—percibíensuvozque ledolíaquenoconfiaraenél—,perome loborrédelpensamientoapenascolguéelteléfono.

Conlasllavesenlamanoylamanoenelpomodelapuerta,medetuve,indecisa.Elestreptococo.¿Ysiselocontagiabaapapá?Llevabacasitresdíastomandopenicilina.Elmédicomehabíaindicadoquealcabodeveinticuatrohoras ya no transmitiría la enfermedad; sin embargo, no me fiaba de élprecisamenteporqueeramédico.

Esperé un día. Me tomé la dosis prescrita de antibiótico. Llamé a mimadreparapreguntarlequédebíahacer.

—Deberías venir —me respondió, y se le quebró la voz—. Creo quemañanalodelestreptococodaráigual.

Norecuerdoelpaisajeduranteeltrayecto.Misojosapenasrepararonenlacuadrícula de maizales y campos sembrados de patatas, ni en las oscurascolinascubiertasdepinos.Encambio,viamipadreconelaspectoqueteníalaúltimavez,conaquellaexpresióndeformada.Evoquéel tonoferozdemivozcuandolehabíagritado.

AligualqueKylie,nomeacuerdodeloquevilaprimeravezquemiréami padre. Sé que aquella mañana, al retirar las gasas, mi madre se habíaencontradoconquelasorejasestabantanquemadas,ylapielsehabíavueltotan glutinosa, que se habían fundido con el tejido de detrás, que tenía laconsistenciadelsirope.Cuandocrucélapuertatrasera,loprimeroquevifueami madre con un cuchillo para la mantequilla en la mano; lo usaba parasepararle las orejas del cráneo. Todavíame parece verla con el cuchillo, lamirada fija, concentrada; sin embargo, donde debería aparecermi padre seabreunhuecoenmirecuerdo.

El olor de la habitación eramuy fuerte: a carne abrasada, a consuelda,gordoloboyllantén.ObservécómomimadreyAudreylecambiabanelrestode las vendas.Empezaron por lasmanos.Los dedos eran viscosos; estabancubiertosdeunexudadoclaroquenosésierapielderretidaopus.Noteníaquemadoslosbrazos,loshombrosnilaespalda.Cuandolequitaronlagruesatira de gasa que le iba del estómago al pecho, me tranquilizó ver grandespedazos de piel enrojecida e inflamada. Presentaba unos pocos cráteres allí

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donde las llamas debían de haberse concentrado.Desprendían un olor acre,comoacarnepodrida,yconteníanunlíquidoblanco.

Sin embargo, fue el rostro lo que acudió a mis sueños aquella noche.Conservabalafrenteylanariz,ylapieldealrededordelosojosydelamitaddelasmejillaserasonrosadayestabasana.Encambio,debajodelanariznohabía nada de lo que debía haber. Enrojecida, desfigurada, flácida, la zonaparecíaunamáscarateatraldeplásticoquesehubieraacercadodemasiadoaunavela.

Papá llevaba casi tres días sin ingerir nada, ni alimentos ni agua. Mimadre llamó a un hospital de Utah para suplicar que le dieran una sondaintravenosa.

—Tengoquehidratarlo.Semorirásinobebeagua.El médico le anunció que enviarían de inmediato un helicóptero y mi

madresenegó.—Entoncesnopuedoayudarla—ledijoél—.Lomatará,yyonoquiero

participar.Mimadreestabafueradesí.Enunúltimoactodedesesperación,aplicó

un enema a papá: le introdujo el tubo hasta donde se atrevió e intentóinfundirle líquido en el recto para mantenerlo con vida. Ignoraba si daríaresultado—sienesapartedelcuerpohabríaalgúnórganoqueabsorbieraelagua—,peroeraelúnicoorificioquenosehabíaabrasado.

Aquella noche dormí en el suelo de la sala para estar presente cuandopapásenosfuera.Envariasocasionesmedespertarongritosahogados,seriesdemovimientosyvocesquesusurrabanquehabíavueltoasuceder,queotravezhabíadejadoderespirar.

Unahoraantesdelamanecerlarespiracióncesóytuvelacertezadequeseríaelfinal:estabamuertoynoresucitaría.PosélamanosobreunretazodevendasmientrasAudreyymimadrecorríanalrededorsalmodiandoydandogolpecitosenlospuntosdepresión.Lahabitaciónnoestabaenpaz,oquizáfuerayoquiennoloestaba.Llevabaañosviviendoenconflictoconmipadre,en una batalla de voluntades inacabable. Creía que lo había aceptado, queaceptabanuestrarelacióntalcomoera.Sinembargo,enaquelmomentomedicuentadehastaquépuntohabíacontadoconqueelconflictoterminaría,deloconvencidaqueestabadequehabríaunfuturoenelqueseríamosunpadreyunahijaenpaz.

Lemiréelpechoyrecéparaquepapávolvieraarespirar.Alcabodeunbuenrato,cuandomedisponíaaapartarmeparaquemimadreymihermanasedespidierandeél, tosió:unsonidoásperoychirriante,comoeldelpapel

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crepé al arrugarlo. A continuación, igual que a Lázaro redivivo, empezó asubirleybajarleelpecho.

Ledijeamimadrequemeiba.Esposiblequepapásobreviva,ledije.Y,sisobrevive,elestreptococonodebeacabarconél.

El negocio demimadre cesó.Lasmujeres que tenía empleadas dejaron depreparar tinturas y embotellar aceites para elaborar cubas de ungüento, larecetaconconsuelda,lobeliayllanténquehabíacreadoparapapá.Mimadrese lo aplicabadosveces aldía en el torsoy la cara.No recuerdoquéotrostratamientosutilizaronynosélosuficienteacercadeltrabajoenergéticoparadarcuentayrazón.Meconstaquegastaronsesentaycincolitrosdeungüentolas dos primeras semanas y quemimadre encargabagrandes cantidades degasa.

Tyler llegó de Purdue para relevarla: cambiaba el vendaje de los dedospor las mañanas y raspaba las capas de piel y músculo que se habíannecrosado por la noche. Esas curas no hacían daño a papá. Los nerviosestaban muertos. «Le retiré tantas capas —me contó Tyler— que estabasegurodequeundíatocaríahueso.»

Apapáselearquearonlosdedos,selecurvarondemaneraanómalahaciaatrás por las articulaciones debido a que los tendones empezaron aapergaminarseyacontraerse.Tylertratódecerrarlelosdedosparaalargarlostendones e impedir que la deformidad fuera permanente, pero papá nosoportabaeldolor.

Volví aBuck’s Peak cuando tuve la certeza de queme había curado lainfección.Permanecía lacabeceradepapá, leechéaguaen labocaconuncuentagotasyledidecomerpurésdeverdurascomoaunniñopequeño.Papácasi no hablaba. El sufrimiento le impedía concentrarse; a duras penasacababa una frase antes de que su mente sucumbiera al dolor. Mi madrepropuso comprarle medicamentos, los analgésicos más fuertes que pudieraconseguir,peroélrechazóelofrecimiento.AfirmóqueeraeldolordelSeñoryqueloexperimentaríaensutotalidad.

Cuando me había ido de Buck’s Peak, había recorrido todos losvideoclubesdecienkilómetrosa la redondahastaencontrarunacajacon lacoleccióncompletadeLosreciéncasados.Selaenseñéapapá.Parpadeóparaindicarmeque la veía.Le pregunté si le apetecía ver un episodio.Volvió aparpadear.Introdujelaprimeracintaenelreproductordevídeoy,sentadaasulado,escudriñésurostrodesfiguradoyoísusgemidosapagadosmientrasenlapantallaAliceKramdendemostrabaunayotravezsermáslistaquesumarido.

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26Queesperabanelmovimientodelagua

Durantedosmesespapánosemoviódelacamaamenosquealgunodemishermanos lo levantara. Orinaba en una botella y continuó con los enemas.Estaba claro que sobreviviría, pero no sabíamos qué clase de vida tendría.Solonoscabíaesperar,yprontoparecióquecuantohacíamoseraunaformadeespera:esperaradarledecomer,esperaracambiarlelasvendas.Esperaraverhastaquépuntoserecuperaría,quépartesseregenerarían.

Costaba imaginar impedido de por vida a un hombre como papá,orgulloso,fuerte,acostumbradoalaactividadfísica.Yomepreguntabasiseadaptaríaaquemimadre tuvieraquecortarlesiempre lacomida;si llevaríaunavidafelizviendoquenopodíaasirunmartillo.Habíaperdidomucho.

Sinembargo,juntoconlatristezasentíaesperanza.Siemprehabíasidounhombresevero,queen todos los temassabíacuálera laverdadyalquenointeresaban las opiniones ajenas. Nosotros lo escuchábamos a él; nuncasucedíaalrevés:cuandonohablaba,exigíasilencio.

La explosión lo transformó de sermoneador en observador. Le costabahablar,nosoloporeldolorconstante,sinotambiénporqueteníaabrasadalagarganta.Porlotanto,observabayescuchaba.Permanecíatumbadohoratrashora,díatrasdía,conlosojosatentosylabocacerrada.

Al cabo de unas semanasmi padre, que años antes no había sabidomiedadymehabía echado cincomás, estaba al corriente demis clases, de laexistenciademinovio,demitrabajodeverano.Noporqueyoselohubieracontado, sino porque había escuchado las conversaciones quemanteníamosAudreyyyomientraslecambiábamoslasvendasylasrecordaba.

—Megustaríasabermásdetusasignaturas—medijoconvozásperaunamañana, hacia el final del verano—.Me da la impresión de que son muyinteresantes.

Parecióunnuevoprincipio.

PapáseguíaencamacuandoShawnyEmilyanunciaronsucompromiso.Eralahoradelacena,porloquelafamiliaestabareunidaalamesadelacocina,yShawndijoquesuponíaquealfinyalcabosecasaríaconEmily.Sehizoelsilencioy seoyó el chirridode los tenedores sobre losplatos.Mimadre lepreguntó si iba en serio y Shawn respondió que no, que imaginaba queencontraría a alguien mejor antes de tener que pasar el mal trago. Emilyestabasentadaasuladoconunasonrisatorcida.

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Aquellanochenodormí.Comprobéunayotravezqueelpestilloestabaechado. El presente parecía vulnerable al pasado, como si este pudieraimponérsele;comosienunabrirycerrardeojosfueraaencontrarmeconqueteníaquinceaños.

A la mañana siguiente Shawn anunció que Emily y él tenían pensadocabalgar ochenta kilómetros, hasta el lago Bloomington. Se quedaronsorprendidoscuandodijequequeríaacompañarlos.Meangustiaba imaginartodasesashorasenelbosqueconShawn,peroahuyentélainquietud.Queríahaceralgo.

A caballo, ochenta kilómetros parecen ochocientos, sobre todo si elcuerpo está más acostumbrado a una butaca que a una silla de montar.Cuandollegamosallago,ShawnyEmilybajaronágilmentedeloscaballosyempezaron a preparar el campamento; lo único que pude hacer yo fuedesensillar a Apollo y sentarme con cuidado en un árbol caído. MientrasEmily montaba la tienda que íbamos a compartir, la observé. Era alta ydelgadísima,yteníaelcabellolargo,lisoytanrubioqueparecíaplateado.

Encendimos una hoguera y entonamos canciones de campamento.Jugamosa las cartas.Luegoentramosen las tiendas.Tumbadaaoscuras alladodeEmily,escuchabaelcantodelosgrillosydiscurríacómoempezarlaconversación—cómoaconsejarlequenosecasaraconmihermano—cuandodijo:

—MegustaríahablardeShawncontigo.Séquetieneproblemas.—Sí,lostiene.—Esunhombreespiritual.Dioslehaconcedidounavocaciónespecial:la

deayudaralosdemás.MehadichoqueayudóaSadie.Yquetehaayudadoati.

—Amínomehaayudado.—Quiseextenderme,contarleloqueelobispomehabíadicho.Sinembargo, laspalabraserandeél,nomías.Yono teníapalabras.Habíarecorridoochentakilómetrosparahablaryestabamuda.

—Eldemoniolo tientamásqueaotroshombres—afirmóEmily—.Porsusdones,porqueesunaamenazaparaSatanás.Poresotieneproblemas.Porsurectitud.

Seincorporó.Enlaoscuridaddistinguíelcontornodesucoleta.—Ha dicho que me hará daño—prosiguió—. Sé que es por culpa de

Satanás. De todos modos, a veces me da mucho miedo, me asusta lo quepuedehacer.

Le aconsejé que no se casara con una persona que le dabamiedo, quenadie debería hacerlo, pero las palabras salieron muertas de mis labios.

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Aunque me parecían ciertas, no las comprendía lo bastante bien parainfundirlesvida.

Escudriñé laoscuridad intentandoverel rostrodeEmilyyentenderquépoder tenía mi hermano sobre ella. Sabía que Shawn también lo habíaejercido sobre mí; que en parte aún lo ejercía. No me encontraba bajo suinflujonilibredeél.

—Es un hombre espiritual—repitió. Se deslizó en el saco de dormir ydedujequelaconversaciónhabíallegadoasufin.

Regresé a laBYUunosdías antes del cuatrimestre de otoño.Fui directa alapartamento de Nick. Apenas habíamos hablado. Cada vez que me habíallamado, al parecer yo había tenido que cambiar un vendaje o prepararungüento. Nick sabía que mi padre se había quemado, si bien ignoraba lagravedad de las lesiones. Le había ocultado más información de la que lehabía proporcionado: no había mencionado la explosión ni que no había«visitado»amipadreenelhospital,sinoennuestrasaladeestar.Nolehabíahabladodelosparoscardíacos,delasmanosretorcidas,delosenemasnidelascantidadesdetejidofundidoquelehabíamosarrancadodelcuerpo.

Nickabriólapuertacuandollaméysesorprendióalverme.—¿Qué tal está tu padre?—mepreguntó cuandome senté con él en el

sofá.Vistoenperspectiva,probablementefueraelmomentomásimportantede

nuestrarelación,elmomentoenelquepodríahaberhechounacosa,lomejor,e hice otra. Era la primera vez que veía aNick desde la explosión. Podríahaberle contado todo: que mi familia no era partidaria de la medicinamoderna; que tratábamos las quemaduras de papá en casa con ungüentos yhomeopatía;quehabíasidoterrorífico,peorqueterrorífico;queenloquemequedabadevidajamásolvidaríaelolordelacarneabrasada.Podríahaberleconfiado todo eso, haber cedido la carga y haber dejado que la relación lasoportara y se fortaleciera así. En cambio, me quedé con ese peso, y laamistad conNick, ya anémica, desnutrida y desaprovechada, se redujo a laobsolescencia.

Creí que lograría reparar el daño; que, de vuelta en la universidad, esaseríamivida,yquenoimportaríaqueNicknosupieranadadeBuck’sPeak.Sinembargo,lamontañasenegabaasoltarme.Seaferrabaamí.Loscráteresnegrosdelpechodemipadresematerializabanamenudoen laspizarras,yveía la cavidad flácidade suboca en las páginas de los librosde texto.Enciertomodo esemundo recordado eramás nítido que el mundo físico quehabitaba,yyomemovíaentrelosdos.Nickmecogíalamanoyduranteun

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instantemeencontrabaconél,conlasorpresadesentirsupielsobrelamía,perocuandomirabanuestrosdedosunidosalgocambiabaylamanoyanoeraladeNick.Estabaensangrentadayparecíaunagarra.

Dormidameentregabaporcompletoalamontaña.SoñabaconLuke,queteníalosojosenblanco.Soñabaconpapá,conlapausadacrepitacióndesuspulmones.SoñabaconShawn,conelmomentoenque lamuñecamehabíacrujido en el aparcamiento. Soñaba conmigo, con que cojeaba a su lado ysoltabaaquellahorriblerisotadaestridente.Sinembargo,enlossueñosteníaelpelolargoyplateado.

Labodasecelebróenseptiembre.Llegué a la iglesia cargada de energía nerviosa, como si me hubieran

mandadoatravésdeltiempodesdeunfuturocatastróficoaesemomento,enelquemisactosaúnteníanimportanciaymispensamientos,consecuencias.Desconocía lo que me habían enviado a hacer, por lo que me retorcí lasmanosymemordí loscarrillosesperandoel instantecrucial.Cincominutosantesdelaceremoniavomitéenelcuartodebañodemujeres.

Cuando Emily dijo «Sí, quiero», perdí el impulso vital. Volví aconvertirmeenunespírituyflotéderegresoalaBYU.Desdelaventanademi dormitorio contemplé las Rocosas, asombrada por lo increíbles queparecían.Erancomopinturas.

Una semana después de la boda rompí con Nick…, de manera cruel,reconozco avergonzada. No le hablé de mi vida anterior ni le bosquejé elmundoquehabía invadidoyaniquiladoelqueamboscompartíamos.Podríahabérselocontado.Podríahaberledicho:«Eselugarmetienebajosuférula,yesposiblequejamáslogreromperla».Esohabríasignificadollegaralmeollo.En cambio,me abandoné al tiempo. Era demasiado tarde para confiarme aNick,parallevarloconmigoalláadondefuera.Porlotanto,ledijeadiós.

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27Siyofueramujer

Había entrado en la BYU con la intención de estudiarmúsica y así dirigiralgún día el coro de una iglesia. Sin embargo, aquel cuatrimestre—el deotoño de tercero— no me matriculé en ninguna asignatura de música. Nosabríaexplicarporquénoelegíelcursoavanzadodeteoríamusicalenvezdegeografía,niporquépreferílahistoriadelosjudíosalcantoavista.Elcasoes que al encontrar esos títulos en la lista dematerias y leerlos en voz altatuvelasensacióndealgoinfinitoyquiseprobaresainfinitud.

Durantecuatromesesasistí a lasclasesdegeografía,historiaypolítica.Estudié a Margaret Thatcher, la división de Corea por el paralelo 38 y laRevoluciónCultural;estudiépolíticaparlamentariaysistemaselectoralesdetodo el mundo. Estudié la diáspora judía y la curiosa historia de Losprotocolos de los sabios de Sión. Al final del cuatrimestre el mundo meparecía grande yme costaba imaginarme de regreso en lamontaña, en unacocina,oinclusosentadaaunpianoenlasalacontiguaalacocina.

Estomeprovocóunaespeciedecrisis.Lapasiónporlamúsicayeldeseodeestudiarlahabíansidocompatiblesconmiideadeloqueesunamujer.Mipasiónporlahistoria,lapolíticaylosasuntosinternacionalesnoloera.Ynoobstantemeatraían.

UnosdíasantesdelosexámenesfinalespaséunahoraconmiamigoJoshen un aula vacía. Él revisaba sus solicitudes de ingreso en la facultad dederechoyyoelegíalasasignaturasdelsiguientecuatrimestre.

—Sifuerasmujer,¿estudiaríasderecho?—lepregunté.Joshnolevantólacabeza.—Sifueramujernoquerríaestudiarderecho.—Puesdesdequeteconozconohashabladomásquedeesafacultad.Es

tusueño,¿no?—Sí —reconoció—, pero no lo sería si fuera mujer. Las mujeres son

distintas.Notienenesaclasedeambición.Lasuyasonloshijos.Me miró como si yo le entendiera. Y así era. Sonreí y durante unos

segundosestuvimosdeacuerdo.Luego:—¿Ysifuerasmujerypensarasexactamentelomismoqueahora?Joshsequedóunos instantescon lavista fijaen lapared, reflexionando

sobreloqueleplanteaba.

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—Supondríaquemepasaalgoraro.Yome preguntaba sime pasaba algo raro desde la primera semana del

cuatrimestre, cuando había asistido a la primera clase de asuntosinternacionales.Me preguntaba cómo era posible que siendo unamujermeatrajeraalgotanpocofemenino.

Suponíaque alguiendebíade conocer la respuesta, demodoquedecidíconsultar a uno demis profesores. Elegí al de historia judía porque era unhombretranquiloyhablabaconvozqueda.EldoctorKerryeraunhombredecorta estatura, ojos oscuros y expresión seria.Daba clase abrigado con unachaquetagruesadelanainclusoenlosdíasdecalor.Llaméflojitoalapuertadesudespacho,comosidesearaquenorespondiera,yenseguidameencontrésentadafrenteaél.Nosabíabienloquequeríaplantearle,yeldoctorKerrynomelopreguntó,sinoqueseinteresóporcuestionesgenerales:loquehabíaestudiadoyenquéasignaturasestabamatriculada.Mepreguntóporquéhabíaescogidohistoriajudía,ysinpensarlolecontestéquemehabíaenteradodelHolocaustohacíaunpardeañosyquequeríaconocerelrestodelosucedido.

—¿CuándodicesquesupistedelHolocausto?—EnlaBYU.—¿Noseestudiabaentuinstituto?—Supongoquesí,peroyonoestabapresente.—¿Ydóndeestabas?Le conté comomejor pude que mis padres no nos habían llevado a la

escuelaporquenoeranpartidariosdelaenseñanzapública.Cuandoterminé,entrelazólosdedoscomosimeditarasobreunproblemacomplicado.

—Creoquedeberíasexigirtemás.Verquépasa.—¿Exigirmemás?¿Cómo?De pronto se inclinó hacia delante, como si acabara de ocurrírsele una

idea.—¿HasoídohablardeCambridge?Larespuestaerano.—Esunauniversidad inglesa,unade lasmejoresdelmundo.Puesbien,

yo organizo un programa de movilidad internacional para alumnos enCambridge. Esmuy competitivo y sumamente difícil. Es posible que no teacepten,perositeadmitenpodráshacerteunaideadetuscapacidades.

Mientrascaminabahaciaelapartamentoreflexionésobrequéconclusióndebíasacarde lacharlaconelprofesor.Habíabuscadounconsejomoral,aalguienqueconciliaramivocacióncomoesposaymadreconlallamadaquemellegabadeotrolugar.Yelprofesorhabíadejadoesacuestiónaunlado.Al

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parecermehabíadicho:«Primerodescubredequéerescapazyluegodecidequiéneres».

Presentélasolicitudparaelprograma.

Emilyesperabaunhijo.Elembarazonoibabien.Enelprimertrimestrehabíaestadoapuntodesufrirunaborto,yalacercarsealasveintesemanasempezóatenercontracciones.Mimadre,queeralacomadrona,lediohierbadeSanJuanyotrosremedios.Lascontraccionesmenguaronperocontinuaron.

CuandolleguéaBuck’sPeakparapasarlaNavidadcontabaconencontrara Emily en cama. Me equivoqué. Estaba plantada delante del mostradorfiltrandoplantasmedicinalesjuntoconotrasseismujeres.Sinapenashablarysonriendoaúnmenos,semovíaporlacasacargadaconcubasdesauquilloyde agripalma. Estaba tan callada que parecía invisible, y al cabo de unosminutosmeolvidédesupresencia.

Habían transcurridoseismesesde laexplosiónyeraevidentequepapá,que ya podía ponerse en pie, no volvería a ser el de antes.Apenas lograbaatravesarunahabitaciónsinquelefaltaraelaliento,puesteníalospulmonesmuyafectados.Lapieldelaparteinferiordelrostrosehabíaregenerado,peroera delgada y cerosa, como si la hubieran frotado con papel de lija hastavolverla transparente.Tenía lasorejas llenasdecicatrices, los labiosfinosycaída laboca,que ledabaunaspectodemacradodehombremuchomayor.Sinembargo,eralamanoderecha,másquelacara,loqueatraíalasmiradas:cadadedohabíaquedadoinmovilizadoenunaposición—unodoblado,otroarqueado—,yseretorcíanjuntosparaformarunagarrasarmentosa.Sujetabala cuchara encajándola entre el índice, que se curvaba hacia arriba, y elanular,quesecombabahaciaabajo,yaunasílecostabacomer.Noobstante,yomepreguntabasilosinjertosdepielhabríanconseguidoloquemimadrehabíalogradoconelungüentodeconsueldaylobelia.Todosdecíanqueeraunmilagro,yasíllamómimadreasunuevareceta:elUngüentoMilagroso.

DurantemiprimeracenaenlamontañapapádescribiólaexplosióncomounamuestradelamisericordiadelSeñor.

—Fueunabendición.Unmilagro.Diosmesalvólavidaymeotorgóunoficiomagnífico:eldedartestimoniodeSupoder.Eldemostrarqueexisteotrocaminoapartedelamedicinaoficial.

Observé cómo intentaba en vano sujetar el cuchillo con la firmezanecesariaparacortarlacarneasada.

—Nocorrípeligroenningúnmomento—añadió—.Oslodemostraré.Encuanto pueda cruzar el desguace sin casi desmayarme, cogeré un soplete yarrancaréotrodepósitodegasolina.

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A la mañana siguiente, cuando fui a desayunar, encontré a mi padrerodeado de un grupo de mujeres. Con ojos brillantes y entre murmullosapagados le escuchaban hablar de las visitas celestiales que había recibidomientrasoscilabaentrelavidaylamuerte.Afirmabaquelosángeleshabíancuidadodeél,comodelosprofetasantiguos.Percibíalgoenlaformaenquelasmujereslomiraban.Algoparecidoalaadoración.

Lasobservédurantetodalamañanayreparéenelcambioqueelmilagrode papá había obrado en ellas. Antes las mujeres que trabajaban para mimadresedirigíanaellaconnaturalidady leplanteabancuestionesprácticasacercadesulabor.Ahorahablabanenvozbaja,contonodeadmiración.Sedesataban conflictos entre ellas porque competían por el aprecio de mispadres. El cambio podría resumirse del siguiente modo: antes habían sidoempleadas;ahoraeranprosélitas.

Lahistoriadelaccidentedemipadresehabíaconvertidoenunaespeciedemitofundacional:secontabaunayotravez,tantoalosnuevoscomoalosconocidosdetodalavida.Dehecho,raraeralatardeenquenooíarelatarelmilagro en casa, y en ocasiones esas narraciones eran poco fieles. Porejemplo, enunahabitación llenade rostrosdevotosoí amimadre asegurarqueelsesentaycincoporcientodelapartesuperiordelcuerpodepapáhabíapresentado quemaduras de tercer grado. Yo no lo recordaba así. En mirecuerdo,lamayorpartedeldañosehabíalimitadoalapiel,ylosbrazos,laespaldayloshombrosapenassehabíanvistoafectados.Sololasquemadurasdelasmanosydelamitadinferiordelacarahabíansidodetercergrado.Sinembargo,nodijenada.

Por primera vez mis padres parecían pensar igual. Mi madre ya noatenuaba las afirmaciones de papá cuando él salía de la habitación, ya noexpresabasusopinionesenvozbaja.Elmilagrolahabíatransformado…,ylahabía transformado en él. Yo la recordaba como una comadrona joven,prudente, humilde respecto a las vidas sobre las cuales tenía tanto poder.Ahora quedaba poca humildad en ella. Susmanos las guiaba elmismísimoSeñor, y no ocurriría ninguna desgracia a menos que fuera la voluntad deDios.

UnassemanasdespuésdeNavidad,laUniversidaddeCambridgeescribióaldoctorKerryparacomunicarlequerechazabanmisolicitud.

—Lacompetenciaeramuydura—medijoeldoctorKerrycuandoacudíasudespacho.

Ledilasgraciasymelevantéparairme.

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—Un momento —añadió—. Los de Cambridge me indicaron que lesescribierasiconsiderabaquesehabíacometidoalgunainjusticiaflagrante.

Noleentendí,porloquerepitiósuspalabras.—Solopodíaayudaraunalumno.Teofrecenunaplaza,silaquieres.Meparecióincreíblequesemepermitierair.Enseguidacaíenlacuenta

dequenecesitaríaunpasaporteydeque,sinunapartidadenacimientocomoes debido, difícilmenteme lo darían.Unapersona comoyono encajaba enCambridge.Eracomosieluniversoentero lo supierae intentara impedir lablasfemiadequeestudiaraenesauniversidad.

Losolicitéenpersona.Laempleadaserioacarcajadasdemipartidadenacimientofueradeplazo.

—¡Nueve años!—dijo—.Nueve años esmucho tiempo fuera deplazo.¿Notieneningúnotrodocumento?

—Sí—respondí—,peroconfechasdenacimientodistintas.Además,enunoconstaotronombre.

Lamujersonreía.—¿Fechasdistintasyotronombre?No,no servirá.Nopodráobtener el

pasaporte.Via laempleadavariasvecesmás,ymidesesperación fueenaumento,

hastaqueporfinseencontróunasolución.MitíaDebbieacudióal juzgadopara firmar una declaración jurada de que yo era quien decía ser. Meentregaronunpasaporte.

Emilydioaluzenfebrero.Lacriaturapesóquinientossetentagramos.Cuando Emily había empezado a tener contracciones en Navidad, mi

madrehabíaaseguradoqueelembarazosedesarrollaría según lodispusieraDios. Resultó que el Señor dispuso que Emily diera a luz en casa a lasveintiséissemanasdegestación.

Aquella noche hubo una ventisca, una de esas fuertes tormentas demontañaquevacían lascarreterasycierran lasciudades.ElpartoestabayaavanzadocuandomimadrecomprendióqueEmilynecesitabaunhospital.Elpequeño,alquellamaronPeter,salióunosminutosdespuéscontalfacilidadquemimadredijoquelohabía«agarrado»másqueayudarloanacer.Elbebéno se movía y presentaba un color ceniciento. Shawn creyó que estabamuerto.Entoncesmimadrepercibióunoslatidosminúsculos;enrealidadviolatirsucorazónatravésdelapielextremadamentefina.Mipadrecorrióalacamionetayempezóaquitarlanieveyrascarelhielo.ShawncogióaEmilyenbrazosy lacolocó tumbadaenelasiento trasero;actoseguidomimadre

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pusoalbebécontraelpechodeEmilyylocubrió,creandoasíunaincubadoraimprovisada.Elmétodomadrecanguro,lollamódespués.

Mi padre se puso al volante; el temporal era feroz. Era una de esasnevascasenqueelvientoazotaloscoposcontalviolenciaqueblanquealascarreteras,lascubrecomoconunvelo,ynosevennielasfaltoniloscamposni los ríos; no se distinguenada salvoondas blancas.El vehículo avanzabapatinando bajo la nieve y la llovizna, y de algúnmodo lograron llegar a laciudad,peroelhospitaleraruralycarecíadeequipamientoparaatenderesetenuevagidodevida.LosmédicoslesinformarondequedebíantrasladarloloantesposiblealMcKay-Dee,enOgden;nohabíatiempoqueperder.Noeraposiblellevarloenhelicópterodebidoalaventisca,porloqueloenviaronenunaambulancia.Dehechomandarondosambulancias,porsiacasolaprimerasucumbíaalatormenta.

Tras muchos meses e innumerables intervenciones quirúrgicas delcorazón y los pulmones, Shawn y Emily llevarían por fin a casa a esediminutobrotedevidaquedecíanqueeramisobrino.Paraentoncesyaestabafuera de peligro, aunque los médicos aseguraban que nunca se ledesarrollaríanporcompletolospulmones.Siempreseríaunapersonafrágil.

Papá aseguró que Dios había planeado el nacimiento, igual que habíaplaneado la explosión.Mimadre repitió sus palabras y añadió queDios lehabíapuestounvelosobrelosojosparaquenodetuvieralascontracciones.

—Peterdebíaveniralmundodeestamanera—afirmó—.EsunregalodeDios,yDiosentregaSusregaloscomoprefiere.

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28Pigmalión

SilaprimeravezquevielKing’sCollegedeCambridgenocreíqueestuvierasoñando, fue tansoloporquemi imaginación jamáshubieraproducidonadatan magnífico. Contemplé una torre de reloj con relieves en piedra. Mecondujeronhaciaellaylaatravesamosparaentrarenlauniversidad.Alotrolado de una extensión de césped perfecto se alzaba un edificio de tonomarfileño que me pareció más o menos grecorromano. En realidad era lacapilla,deestilogótico:unamontañadepiedradenoventametrosdelargoytreintadealtoquepresidíaellugar.

Ladejamosatrásparaentrarenotropatioysubimosporunaescaleradepiedra.Unhombremuyamablemeabrióunapuertaymeindicóqueesaerami habitación. Me dejó sola para que me pusiera cómoda, según dijo, sindarsecuentadehastaquépuntoeraimposible.

Aldía siguienteeldesayuno se sirvióenun salónmuygrandede techocavernoso. Era prácticamente igual que comer en una iglesia, y me sentíexaminada,comosi laestanciaenterasupieraquenomecorrespondíaestarahí. Elegí una mesa larga a la que se habían sentado otros alumnos de laBYU.Lasmujeres hablaban de la ropa que habían incluido en el equipaje.Mariannehabía idode compras expresamente al enterarse de que la habíanaceptadoenelprograma.

—ParaEuropasenecesitanotrasprendas—afirmó.Heatherestuvodeacuerdo.Suabuelalehabíapagadoelbilletedeavión,

yellasehabíagastadoeldineroenrenovarsuvestuario.—Aquívistenconunestilomásrefinado.Nosepuedeirporahíconunos

vaqueros.Pensé en correr a mi habitación para cambiarme la sudadera y las

playeras,peronoteníanadamásqueponerme.Noteníaprendascomolasquellevaban Marianne y Heather: rebecas de colores vivos combinadas condelicadosfulares.NomehabíacompradonadaparaCambridgeporquehabíatenidoquesolicitarunpréstamodeestudiosparapagarlamatrícula.Porotrolado, me daba cuenta de que, aunque hubiera tenido ropa como la deMarianneyHeather,nohabríasabidollevarla.

EldoctorKerryllegóparaanunciarquenosinvitabanavisitarlacapillayquehastanospermitiríansubiral tejado.Nosprecipitamostodosadevolver

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las bandejas y salimos del salón detrás él. Yome quedé hacia el final delgrupo.Atravesamoselpatio.

Alentrarenlacapillasemecortóelaliento.Laestancia—siunespaciosemejantepuedellamarseasí—eraenorme,comosipudieracontenertodounocéano. Cruzamos una puertecita de madera y subimos por una estrechaescalera de caracol que parecía tener innumerables peldaños. La escalerallevaba al tejado, que presentaba una pronunciada inclinación; era una uveinvertidaentreparapetosdepiedra.Lasfuertesráfagasdevientoarrastrabanlasnubesporelcielo.Lavistaeraespectacular,conlaciudadminiaturizada,empequeñecida por la capilla. Me olvidé de los demás y ascendí por lapendientehastaelcaballete,pordondecaminédejandoquemedieraelvientomientrascontemplabalaextensióndecallessinuosasypatiosempedrados.

—Notedamiedocaerte—dijounavoz.Mevolví.Era el doctorKerry, quemehabía seguido.Se tambaleaba, y

concadarachadevientoparecíaapuntodecaer.—Bajemos—dije.Descendí corriendo hacia el pasillo plano que discurría junto a los

contrafuertes. El doctor Kerry me siguió de nuevo, aunque andaba de unaformamuyrara.Enlugardecaminardefrente,girabaelcuerpoyavanzabadelado,comouncangrejo.Elataquedelvientonocesaba.Ofrecíunbrazoalprofesorenlosúltimospasos,pueslevimuyinseguro,yloaceptó.

—Eraunasimpleobservación—comentócuandollegamosabajo—.Estáserguida,conlasmanosenlosbolsillos.—Señalóalosotrosalumnos—.¿Novescómoseencorvan?¿Cómoseagarranalmuro?

Tenía razón. Unos pocos se aventuraban a subir al caballete, pero conmucha cautela; daban pasos laterales con la misma desmaña que el doctorKerry,mientrasse inclinabanysebalanceabanconelviento.Losdemásseaferraban con fuerza al parapeto de piedra, con las rodillas dobladas y laespaldaarqueada,comosidudaranentrecaminarogatear.

Levantélamanoymeagarréalmuro.—Notienesporquéhacerlo—dijoelprofesor—.Noeraunacrítica.—Se

interrumpió,comosinosupierasidebíaañadiralgomás—.Todoelmundoha experimentado un cambio —prosiguió—. Los demás alumnos estabanrelajadoshastaquesubimos.Ahorasesientenincómodos,nerviosos.Tú,porlo visto, has hecho el trayecto inverso.Esta es la primera vez que te veo agusto.Se nota en lamanera en que temueves: es como si hubieras pasadotodalavidaenestetejado.

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UnaráfagarecorrióelparapetoyeldoctorKerrysetambaleóyseagarró.Subí unos pasos hacia el caballete para que se arrimara todo lo posible alcontrafuerte.Semequedómirando,alaesperadeunaexplicación.

—Hetechadounoscuantosheniles—dijeporfin.—¿Y por eso tienes las piernas más fuertes? ¿Por eso aguantas este

viento?Tuvequereflexionarantesderesponder.—Aguanto este viento porque no intento aguantarlo. El viento es solo

viento.Soportamosestasráfagasenelsuelo,demodoquetambiénpodemossoportarlasestandoenloalto.Nohaydiferencia.Salvolaqueestablecemosenlamente.

Memiródehitoenhito.Nolohabíaentendido.—Yome limito a estar de pie—añadí—.Usted y los demás tratan de

mantenerelequilibrio,deinclinarelcuerpoporquelesasustalaaltura.Peroagacharse y caminar de lado no es natural. De esa forma se vuelvenvulnerables.Con solo controlar el pánico, se consigue que el viento no seanada.

—Comonoloesparati.

Yoqueríalamentedeunaerudita,yalparecereldoctorKerryvioenmílamente de una techadora. El lugar de los otros alumnos era la biblioteca; elmío,lagrúa.

Laprimerasemanafueunasucesiónconfusadeclases.Enlasegunda,acadaalumnoseleasignóuntutorqueguiarasuinvestigación.MeenterédequeelmíoeraeleminenteprofesorJonathanSteinberg,exvicedecanodeunafacultaddeCambridge,muyelogiadoporsustextossobreelHolocausto.

Mi primera entrevista con el profesor Steinberg tuvo lugar unos díasdespués. Esperé junto a la conserjería hasta que se presentó un hombredelgado,quesacóunmanojodellavesgruesasyabrióunapuertademaderaempotradaenlapiedra.Subítrasélporunaescaleradecaracolyentramosenlatorredelreloj,dondehabíaunasalabieniluminadaydemobiliarioaustero:dossillasyunamesademadera.

Al sentarme noté el pulso de la sangre detrás de las orejas. Aunque elprofesorSteinberg teníamásdesetentaaños,yono lohabríadescritocomounanciano.Eraágil,sumiradarecorríalahabitaciónconpenetrantevigoryseexpresabaconfluidezytonoreflexivo.

—SoyelprofesorSteinberg.¿Quétegustaríaleer?Murmuréquemeinteresabalahistoriografía.Habíadecididoestudiar,no

historia, sino a los historiadores. Supongo que mi interés nació de la

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sensación de falta de base que experimentaba desde que había estudiado elHolocausto y el movimiento por los derechos civiles; desde que me habíadado cuentadeque loqueunapersona conoce sobre el pasado se limita, ysiempre se limitará, a lo que otros le cuentan. Sabía lo que significaba verrectificadounerror,unaideafalsadetalmagnitudque,alcambiar,cambiabaelmundo.Necesitabacomprendercómolosgrandesguardianesdelahistoriahabíanasumidosuignoranciayparcialidad.Creíaquesilograbaaceptarquesusescritosnoeranunabsoluto,sinoelresultadodeunprocesotendenciosodediálogoyrevisión, talvezlograraasimilarquelahistoriaquelamayoríada por válida no era la que me habían enseñado. Tal vez papá estuvieraequivocado, y tal vez lo estuvieran los grandes historiadores Carlyle,MacaulayyTrevelyan,perodelascenizasdesudiscusiónpodíaconstruirunmundoenelquevivir.Confiabaendescansarsobreesabasesabiendoquenoeraunabase.

Dudoqueconsiguieratransmitirnadadeesto.Cuandoacabé,elprofesorSteinbergmeobservóuninstante.

—Háblamedetueducación—dijo—.¿Dóndeestudiaste?Derepentelasalasequedósinaire.—MecrieenIdaho.—¿Yestudiasteenunaescueladeallí?Al recordarlo ahora me doy cuenta de que es posible que alguien le

hubiera hablado demí, quizá el profesor Kerry. O a lomejor advirtió queeludíalapreguntaylepicólacuriosidad.Fueracualfueselarazón,nosedioporsatisfechohastaquereconocíquenohabíaidoalaescuela.

—Qué increíble—exclamósonriendo—.EscomosimehubierametidoenelPigmalióndeBernardShaw.

DurantedosmesestuveentrevistassemanalesconelprofesorSteinberg,quejamásmeimpusoningunalectura.Leíamosloqueyopedíaqueleyéramos,yafueraunlibroounapágina.

NingúnprofesordelaBYUhabíaexaminadomistextoscomolohizoelprofesorSteinberg.Ningunacoma,ningúnpunto,ningúnadjetivooadverbioescapabaasuinterés.Nodistinguíaentregramáticaycontenido,entreformay sustancia. Una oración mal escrita era una idea mal concebida y, a suparecer, la lógica gramatical debía corregirse. «Dime, ¿por qué has puestoesta coma?—mepreguntaba—. ¿Qué relacióndeseas establecer entre estasdosfrases?»Trasescucharmiexplicación,unasvecesañadía:«Totalmentedeacuerdo»,yotrasmecorregíaconunextensorazonamientosintáctico.

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Después de un mes de entrevistas con el profesor Steinberg escribí untrabajoenelquecomparabaaEdmundBurkeconPublius,elseudónimobajoel que James Madison, Alexander Hamilton y John Jay escribieron ElFederalista. Durante dos semanas apenas dormí, y cuando tenía los ojosabiertosleíaesostextosobienreflexionabasobreellos.

Demipadrehabíaaprendidoqueloslibrososeadorabanoseprohibían.LoslibrosdeDios—losescritosporlosprofetasmormonesoporlospadresfundadoresdeEstadosUnidos—nodebíanestudiarse, sinovalorarse, comoalgoperfectoensímismo.MehabíaenseñadoaleerlaspalabrasdeMadisonyhombressimilarescomounmoldeenelquedebíaverterlaescayolademimente,paraqueseconformarasegúnelcontornodeaquelmodeloimpecable.Losleíaparaaprenderloquedebíapensar,noparapensarpormímisma.LoslibrosquenoerandeDiosestabanprohibidos;impactanteseirresistiblesporsuingenio,representabanunpeligro.

Para escribir el trabajo tuve que leer de otramanera, sin entregarme almiedo ni a la adoración. Puesto que Burke había defendido la monarquíabritánica,mipadre lohabría consideradounagentede la tiranía.Nohabríaqueridover el libro en casa.Me emocionó atreverme a leer las palabras deBurke.ExperimentéunaemociónsimilarleyendoaMadison,HamiltonyJay,sobretodoenlosmomentosenquerechazabasusconclusionesypreferíalasdeBurke,ocuandomeparecíaquelasideasdeaquellosydeestenodiferíanen el fondo, sino solo en la forma. De este método de lectura extraje doshipótesisespléndidas:queloslibrosnosontrampasyqueyonoeratimorata.

TerminéeltrabajoyseloenviéalprofesorSteinberg.Dosdíasdespués,cuando acudí a nuestra siguiente entrevista, se mostró circunspecto. Meescudriñó sentado al otro lado de la mesa. Esperé a que me dijera que eltrabajoeraundesastre, el frutodeunamente ignorante;queerademasiadoambiciosoysacabaexcesivasconclusionesdeunmaterialescaso.

—Llevo treintaañosdandoclasesenCambridge—medijo—,yeste esunodelosmejorestrabajosqueheleído.

Estabapreparadaparalosinsultos,peronoparaeso.ElprofesorSteinbergdebiódehablarmásdel trabajo, aunquenooí sus

palabras. La necesidad desgarradora de salir de la sala me reconcomía lamente.En aquelmomento nome encontraba enCambridge, en la torre delreloj,sinoqueteníadiecisieteaños,estabaenuntodoterrenorojoyelchicoalquequeríaacababadeacariciarmelamano.Huícorriendo.

Toleraba cualquier forma de crueldad mejor que la amabilidad. Loselogioseranunvenenoparamí;semeatragantaban.Queríaqueelprofesor

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mechillara, lodeseabahasta talpuntoquemesentímareadapor la faltadegritos.Eraprecisomanifestarlafealdadquehabíaenmí.Sinoseexpresabaenlavozdelprofesor,tendríaqueexpresarlaenlamía.

Norecuerdoquesalieradelatorredelrelojnicómopasélatarde.Porlanochehabíaunacenadeetiqueta.Elsalónestabaalumbradoporvelas,locualerabonito,sibienamímegustóporotrarazón:novestíaropadegala,sinosimplementeunospantalonesyunacamisanegros,ypenséqueconaquellailuminacióntenuenadiesepercataría.MiamigaLaurallegótarde.Contóquesus padres habían ido a visitarla y la habían llevado a Francia, de dondeacababaderegresar.Llevabapuestountrajemoradooscurodefaldaplisada,cuyo bajo se agitaba varios centímetros por encima de la rodilla, y duranteunos instantesme pareció indecente, hasta que comentó que su padre se lohabíacompradoenParís.Unobsequiodeunpadrenopodíaserindecente.Enmi opinión, un obsequio de un padre era la señal concluyente de que unamujernoeraunaramera.Batalléconesadiscordancia—unvestidoindecenteregaladoaunahijaquerida—hastaqueacabólacenayretiraronlosplatos.

Enlasiguienteentrevistadesupervisión,elprofesorSteinbergafirmóqueseaseguraríadequemeaceptaranenlauniversidadqueeligieraparacursarlosestudiosdeposgrado.

—¿HasvisitadoHarvard?¿OacasoprefieresCambridge?MeimaginéenCambridgecomounaalumnadedoctoradoquerecorríaa

zancadaslosantiquísimospasillosconunalargatoganegraquehacíafrufrú.Acontinuaciónmeviencorvadaenunlavabo,conelbrazoalaespaldaylacabeza en el váter. Traté de concentrarme en la estudiante, en vano. Nolograbavisualizaralajovendelaondulantetoganegrasinveralaotrachica.Universitariaoramera;lasdosnopodíanser.Unaeraunengaño.

—Nopuedo—dije—.Nopuedopagarlamatrícula.—Yameocuparéyodeeso—afirmóelprofesorSteinberg.

A finales de agosto, en nuestra últimanoche enCambridge, se celebró unacenadedespedidaenelsalóngrande.Enmividahabíavistotantoscuchillos,tenedoresycopascomolosquecubríanlasmesas;laspinturasdelasparedesparecíanfantasmalesalaluzdelasvelas.Mesentídesenmascaradaporaquelrefinamiento,quesinembargo,enciertomodo,mevolvíainvisible.Observéalasalumnasquepasabanpormiladoymefijéenlosvestidosdeseda,enlosojosperfiladosconlíneasgruesas.Meobsesionósubelleza.

Durantelacenaanhelélasoledaddemidormitoriomientrasescuchabalaanimadaconversacióndemisamigos.ElprofesorSteinbergestabasentadoenlamesadelosmiembrosdelclaustro.Cadavezquelomiraba,sentíaactuar

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enmí el instinto de siempre; seme tensaban losmúsculos yme preparabaparahuir.

Salídelsalóncuandosirvieronelpostre.Fueunalivioescapardeaquellaelegancia y aquella belleza, que se me permitiera ser fea en vez de unelementodecontraste.EldoctorKerryadvirtióquememarchabaymesiguió.

Reinabalaoscuridad.Elcéspederanegro,yelcielomásnegroaún.Delsuelo surgían columnas de luz pálida para alumbrar la capilla, queresplandecíacomounalunaenelfirmamentonocturno.

—HasimpresionadoalprofesorSteinberg—medijoeldoctorKerry,queseacomodóamipaso—.Esperoqueéltambiénhayadejadohuellaenti.

Noleentendí.—Poraquí—meindicó,ygiróhacialacapilla—.Quierodecirtealgo.Caminédetrás de él, consciente de lo silencioso demis pisadas, de que

misplayerasnorepicabanconeleganciasobrelapiedracomolostaconesdelasotraschicas.

EldoctorKerrycomentóquehabíaestadoobservándome.—Tecomportascomounapersonaquesehacepasarporotra.Yescomo

sicreyerasquetevalavidaenello.Comonosupequédecir,nodijenada.—Nosetehaocurridopensarqueseguramentetienestantoderechocomo

losdemásaestaraquí.—Esperóunaexplicación.—Mehabríagustadomásservirlacenaquetomarla—ledije.EldoctorKerrysonrió.—DebesfiartedelprofesorSteinberg.Sidicequeeresunaestudiosa,«oro

puro»,leheoídodecir,esqueloeres.—Estelugaresmágico.Aquítodobrilla.—No debes pensar así—replicó el doctor Kerry alzando la voz—.No

eresoropel,quebrillacondeterminadaluz.Lapersonaenqueteconviertas,lapersonaquelleguesaser,esquiensiemprehassido.Haestadoentidesdeelprincipio.NoenCambridge,sinoenti.Eresoro.YqueregresesalaBYU,oinclusoalamontañadondenaciste,nocambiaráquieneres.Esposiblequecambielamaneraenquetevenlosdemás,yaunlamaneraenquetevesatimisma, pues hasta el oro parecemate con cierta iluminación. Sin embargo,esosoloeslaapariencia.Ysiemprelohasido.

Quisecreerenél,aceptarsuspalabrasyreconstruirmeamímisma,peronunca había tenido esa clase de fe. Por muy hondo que enterrara losrecuerdos, por muy fuerte que cerrara los ojos para ahuyentarlos, cuando

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pensaba en mí misma las imágenes que acudían a mi mente eran las deaquellachica,enelcuartodebaño,enelaparcamiento.

AldoctorKerrynopodíahablarledeella.NopodíarevelarlelarazónporlaquemeeraimposiblevolveraCambridge:porqueestarenesauniversidadponíaderelievecadamomentoviolentoydegradantedemivida.EnlaBYUcasipodíaolvidar,permitirqueloquehabíasidosefundieraconloqueera.En cambio, en Cambridge el contraste era excesivo, y el mundo que seextendía antemis ojos, demasiado fantástico.Los recuerdos resultabanmásreales,máscreíbles,queloschapitelesdepiedra.

EnmifuerointernoimaginabaotrosmotivosporlosquenoencajabaenCambridge,motivosrelacionadosconlaclaseylaposiciónsocial:erapobre,habíacrecidoenlapobreza;soportabaelvientosobreel tejadodelacapillasin inclinarme. Esa era la persona que no encajaba en Cambridge: latechadora, no la ramera. «Puedo ir a la universidad —había escrito en eldiario esamisma tarde—.Ypuedo comprarme ropa.Pero sigo siendoTaraWestover.HerealizadotrabajosqueningúnalumnodeCambridgeharía.Nosomos iguales, por mucho que nos vistan como quieran.» La ropa noconseguiría arreglar lo que fallaba en mí. Algo se había corrompido en elinterioryelhedoreratanfuerte,elnúcleosehabíaenranciadodetalmodo,queunassimplesvendasnolograríantaparlo.

No estoy segura de si el doctor Kerry sospechaba algo de esto. Encualquiercaso,sepercatódequemehabíaobsesionadoconlaropacomounsímbolodelmotivoporelquenoencajabanipodíaencajar.Fueloúltimoqueme dijo antes de alejarse dejándome clavada, atónita, junto a la espléndidacapilla.

—Elmayorfactordeterminantedequieneresseencuentradentrodeti—afirmó—. El profesor Steinberg dice que esto es Pigmalión. Piensa en lahistoria,Tara.—Seinterrumpió.Susojosardíanysuvozeraaguda—.Noeramás que una mujer de clase trabajadora con un vestido bonito. Hasta quecreyóensímisma.Entoncesnoimportóelvestidoquellevabapuesto.

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29Graduación

AlterminarelprogramaregreséalaBYU.Elcampusteníaelmismoaspectodesiempre,yhabríasidofácilolvidarsedeCambridgeyreanudarlavidaquehabíallevadoantes.Sinembargo,elprofesorSteinbergestabadecididoaquenoloolvidara.MeenvióunasolicitudparaunabecaGatesCambridge,que,segúnmeexplicó,eracomolasbecasRhodesdeOxford.MeproporcionaríaeldineronecesarioparaestudiarenCambridge,conmatrícula,alojamientoycomidaincluidos.Amímedabarisapensarqueselaconcedieranaalguiencomoyo,peroelprofesorSteinberginsistióenquenoeratanimprobable,porloquepresentélasolicitud.

Pocodespuésadvertíunpequeñocambio,unadiferencia.PasabalatardeconmiamigoMark,queestudiabalenguasclásicas.AligualqueyoyquelamayoríadelosalumnosdelaBYU,Markeramormón.

—¿Crees que la gente debería estudiar historia eclesiástica? —mepreguntó.

—Sí—respondí.—¿Ysisellevanundisgusto?Creíadivinarpordóndeiba,peroesperéaquemeloaclarara.—Muchas mujeres tienen problemas de fe al enterarse de lo de la

poligamia.Amimadrelepasó.Meparecequenuncalohaentendido.—Yotampocoloheentendidonunca—dije.Siguió un silencio tenso. Mark aguardó a que dijera la frase que me

tocaba: que rezaba para tener fe. Y en efecto había rezado para tenerla,muchasmuchasveces.

Quizálosdosestuviéramospensandoennuestrahistoria,oacasosololohiciera yo.Me acordé de Joseph Smith, que había tenido nadamenos quecuarentaesposas.BrighamYounghabíatenidocincuentaycinco,ycincuentay seis hijos. La Iglesia había puesto fin a la práctica «temporal» de lapoligamiaen1890,sibiennuncahabíaadjuradodeladoctrina.Deniñamehabíanenseñado—tantomipadrecomoenlaescueladominical—queenlaplenitud del tiempoDios restauraría la poligamia y que en la otra vida yosería una esposa plural. El número de hermanas esposas que tuvieradependeríadelarectituddemimarido:cuantomásnoblementeviviera,máscónyugesseleotorgarían.

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Nuncalohabíaaceptado.Deniñasolíaimaginarmeenelcielovestidaconunatúnicablancayenvueltaenunaneblinanacaradajuntoamimarido.Sinembargo, cuando la cámara ofrecía un plano general, detrás de nosotrosaparecíandiezmujeresataviadasconelmismoropónblanco.Enmifantasía,yo era la esposa principal, aunque sabía que nada me lo garantizaba; bienpodíaquedarocultaenlalargacadenadeesposas.Estaimagenresidíaenelnúcleodemiideadelparaísodesdequeteníausoderazón:mimaridoysusesposas.Me desazonaba esta aritmética, saber que en el cálculo divino delcielounsolohombreequilibrabalaecuacióndeinnumerablesmujeres.

Meacordédemitatarabuela,aquienoínombrarporprimeravezcuandoteníadoceaños,edadenlaque,segúnelmormonismo,dejamosdeserniñasparaconvertirnosenmujeres.A losdoceempezábamosaescucharpalabrascomo«pureza»y«castidad»enlasclasesdelaescueladominical.Fueaesaedad cuando me pidieron, como parte de mis deberes de la iglesia, queinvestigarasobreunantepasado.Preguntéamimadrequéantepasadodebíaelegir,ysinpensarlorespondió:«AnnaMathea».Pronunciéelnombreenvozalta.Salióvolandodemilenguacomoelprincipiodeuncuentodehadas.Mimadre añadió que debía honrar a AnnaMathea porque me había regaladoalgo:suvoz.

—Gracias a su voz nuestra familia entró en la iglesia —prosiguió mimadre—.EnlascallesdeNoruegaoyópredicaralosmisionerosmormones.RezóyDios le otorgó la fe y el conocimientode que JosephSmith eraSuprofeta. Ella se lo contó a su padre, que había oído rumores sobre losmormones y no le permitió bautizarse.EntoncesAnnaMathea le cantó.Lecantóunhimnomormóntitulado«Oh,miPadre».Cuandoterminó,elhombretenía lágrimas en los ojos y le dijo que cualquier religión que creara unamúsicatanhermosadebíadeserobradeDios.Sebautizaronjuntos.

Después de queAnnaMathea convirtiera a sus padres, la familia sintióqueDios les exhortaba a ir a Estados Unidos a conocer al profeta Joseph.Ahorraronpara la travesía,peroal cabodedosaños solopudo realizarla lamitaddelafamilia.AnnaMatheasequedóenNoruega.

El viaje fue largo y penoso, y cuando lograron llegar a Idaho, a unasentamiento mormón llamado Worm Creek, la madre de Anna habíaenfermadoysemoría.Suúltimodeseo fuevolveravera suhija,demodoqueelpadreescribióaAnnasuplicándolequetomaraeldineroquetuvieraypartiera hacia Estados Unidos. Anna se había enamorado y, aunque teníaprevistocasarse,dejóasuprometidoenNoruegaycruzóelocéano.Sumadrefallecióantesdequealcanzaralacostanorteamericana.

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La familia se hallaba en la indigencia; no tenían dinero para queAnnavolviera con su novio y se casara con él. Como representaba una cargaeconómica para su padre, un obispo la convenció de que se convirtiera ensegundaesposadeungranjerorico.Laprimeraeraestérily,celosa,montóencólera cuandoAnna quedó embarazada. Anna temió que hiciera daño a suhijo,porloqueregresóacasadesupadre,dondetuvomellizos,sibiensolounacriaturasobrevivióalrigurosoinviernodeloeste.

Markseguíaaguardando.Alfinaldesistióysusurrólaspalabrasquedebíahaber pronunciado yo: que no lo entendía del todo aunque sabía que lapoligamiaeraunprincipioqueemanabadeDios.

Estuve de acuerdo con él. Dije las palabras yme preparé para quemeinundara un sentimiento de humillación —para que invadiera mispensamientos esa imagen de mí, una de las numerosas mujeres plantadasdetrásdeunsolohombresinrostro—,peronolasentí.Examinémimenteydescubríenellaunaconvicciónnueva:nuncaseríaunaesposaplural.Unavozlo declaró con inflexible rotundidad; la afirmaciónme hizo temblar. ¿Y siDios loordenara?,pregunté.«Noobedecería», respondió lavoz.Yyosabíaqueteníarazón.

VolvíapensarenAnnaMatheaymepreguntéquémundoeraaquelenelqueabandonóasuamanteenposdeunprofeta,cruzóunocéano,secasósinamor para convertirse en segunda querida ymás tarde enterró a su primerhijo,soloparaque,dosgeneracionesdespués,sutataranietacruzaraelmismoocéano y fuera una descreída. Era la heredera de AnnaMathea: me habíaregaladosuvoz.¿Nomehabíaregaladotambiénsufe?

Me incluyeronenunabreve listadecandidatosa labecaGates.En febrerohabría una entrevista en Annapolis. No tenía ni idea de cómo prepararla.RobinmellevóensucocheaParkCity,dondehabíaunoutletdeAnnTaylor,ymeayudóaelegiruntrajepantalónazulmarinoyunosmocasinesajuego.Meprestóunbolsoporqueyonoteníaninguno.

Dossemanasantesdelaentrevistamispadresfueronalauniversidad.Erasuprimeravisita,ysolopararonacomerporquesedirigíanaArizonaylesquedabadepaso.Losllevéalrestauranteindioquehabíaenfrentedemicasa.

Lacamareramiródemasiadoratolacarademipadreyabriólosojosdeparenparalverle lasmanos.Papápidiómediacarta.Cuandoleseñaléquecontresplatosprincipalestendríamossuficiente,meguiñóunojoydijoqueno había que preocuparse por el dinero. Por lo visto se había propagado lanoticia de su recuperación milagrosa y tenían cada vez más clientes. Casi

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todaslascomadronasynaturistasdelosestadosdelasmontañascomprabanlosproductosdemimadre.

Mientras esperábamos la comida, papá se interesó por mis clases. Lecontéqueestudiabafrancés.«Esunidiomasocialista»,meespetó,traslocualsoltóunsermóndeveinteminutossobrelahistoriadelsigloXX.AfirmóquelosbanquerosjudíosdeEuropahabíanfirmadoacuerdossecretosparainiciarla SegundaGuerraMundial y que se habían confabulado con los judíos deEstados Unidos para que la financiaran. Habían maquinado el Holocaustoporque,segúnél,obtendríanunbeneficioeconómicodelaagitaciónmundial.Pordinerohabíanenviadoasupropiopuebloalascámarasdegas.

Esasideasmesonarondealgo,ytardéunosinstantesenrecordardóndelas había oído: en una clase sobre Los protocolos de los sabios de Siónimpartida por el doctor Kerry. Los protocolos, publicados en 1903, sepresentaron como las actas de una reunión secreta de judíos poderosos queplaneaban controlar el mundo. Pese a que el documento se consideró unainvención,sedifundióydiopábuloalantisemitismoenlasdécadasanterioresalaSegundaGuerraMundial.AdolfHitlerescribiósobreLosprotocolosenMein Kampf, donde aseguraba que eran auténticos y que revelaban laverdaderanaturalezadelpueblojudío.

Papá hablaba a voces, en un volumen que habría sido apropiado en laladeradeunamontañaperoqueresultabaatronadorenunlocalpequeño.Loscomensalesdelasmesascercanashabíaninterrumpidosusconversacionesyguardabansilencioparaescucharlanuestra.Mearrepentídehaberelegidounrestaurantetanpróximoamiapartamento.

Mipadrepasóde laSegundaGuerraMundiala lasNacionesUnidas, laUniónEuropeayladestruccióninminentedelmundo.Hablócomosilastresfueran sinónimas. Nos sirvieron el plato de curry y me concentré en lacomida.Mimadre,cansadadelsermón,pidióapapáquecambiaradetema.

—¡Esqueseacercaelfindelmundo!—replicóélagritos.—Desde luego que sí—dijo ella—, pero no hablemos de esomientras

comemos.Soltéeltenedorymelosquedémirando.Detodaslasfrasesestrambóticas

quehabíaoídoenlaúltimamediahora,esamellamólaatención,noséporqué.Porprimeravezmellamaronlaatenciónmispadres.Sucomportamientome había parecido siempre normal, ceñido a una lógica que yo entendía.Quizásedebieraaltelóndefondo:Buck’sPeakeraelsuyoyloscamuflaba,porloquecuandolosveíaencasa,rodeadosdevestigiosagudosyestridentesdemiinfancia,formabanpartedelentorno.Almenoselruidoformabaparte

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deél.Encambioenelrestaurante,tancercadelauniversidad,meparecieronirreales,casifigurasmíticas.

Papámemiró a la espera de que expusierami opinión, perome sentíaajena a mí misma. No sabía quién debía ser. En la montaña adoptaba sinpensar lavozdesuhijayacólita.Sinembargo,enelrestaurantemeresultóimposible encontrar la vozque, a la sombradeBuck’sPeak,mevenía confacilidad.

Fuimosamiapartamentoy lesenseñémihabitación.Mimadrecerró lapuerta y quedó a la vista el póster de Martin Luther King Jr. que habíacolgadocuatroañosantes,alconocerelmovimientoporlosderechosciviles.

—¿EseesMartinLutherKing?—exclamópapá—.¿Nosabesque teníavínculos con el comunismo? —Se mordió el tejido ceroso que habíasustituidoaloslabios.

Semarcharonpocodespuésconlaideadeviajartodalanoche.Cuandosefueronsaquémidiario.«Esincreíblequeantescreyeratodoestosinelmenorrecelo—escribí—.Elmundoenteroseequivocaba;solopapáteníarazón.»

MeacordédealgoqueStefanie,laesposadeTyler,mehabíacontadoporteléfonounosdíasantes:quelehabíacostadoañosconvenceramihermanode que vacunaran a sus hijos, pues en parte él seguía creyendo que lasvacunasconstituíanunelementodeunaconspiraciónde lamedicinaoficial.Alrecordarloentonces,cuandolavozdemipadreaúnresonabaenmisoídos,meburlédeTyler.«¡Esuncientífico!—escribí—.¿Cómoesposiblequenoveamásalládelaparanoiadenuestrospadres?»Leíloquehabíaescritoyeldesdéndiopasoalaironía.«Porotraparte—añadí—,quizápodríamofarmede Tyler con mayor credibilidad si no hubiera recordado, como acabo dehacer,quehastaeldíadehoynomehepuestoniunasolavacuna.»

La entrevista para la beca Gates tuvo lugar en el St. John’s College deAnnapolis. El campus intimidaba con su césped inmaculado y la escuetaarquitectura colonial. Me senté nerviosa en el pasillo y esperé a que mellamaran para la entrevista. Me sentía acartonada con el traje pantalón yaferraba con torpeza el bolso de Robin. De todas formas, el profesorSteinberghabíaescritounacartaderecomendacióntanconvincentequepocotuvequehaceryo.

Aldíasiguientemellególaconfirmación:habíaobtenidolabeca.Empecé a recibir llamadas telefónicas del periódico estudiantil de la

universidadydelosmediosdecomunicaciónlocales.Concedímediadocenade entrevistas. Salí en la televisión. Un día amanecí con mi retrato en laportadadelawebdelauniversidad.EralaterceraalumnadelaBYUaquien

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le concedían una beca Gates, y el centro sacó provecho de la prensa. Mepreguntabanpormiexperienciaenel institutoyquémaestrosde la escuelaprimariamehabíanpreparadopara triunfar.Yomeescabullía,memostrabaevasiva ymentía cuando nome quedaba otro remedio.No revelé a ningúnperiodistaquenohabíaidonuncaalaescuela.

No entendía por qué no lo contaba. Sencillamente no soportaba pensarque me dieran palmaditas en la espalda y me dijeran que mi caso eraimpresionante. No quería formar parte de un homenaje lacrimoso al sueñoamericanoconvertidaenlatípicatriunfadoradeorigenhumilde.Deseabaquemividatuvierasentidoynoleencontrabaningunoaeserelato.

Un mes antes de la graduación fui a Buck’s Peak. Papá había leído losartículosacercademibecaydijo:«Nohascomentadoquetedimosclasesencasa.Creíaque,viendoelresultado,estaríasmásagradecidadequetumadreyyonotelleváramosasusescuelas.Deberíascontaratodoelmundoquehasidograciasaeso:aquetedimosclasesencasa».

Nodespeguéloslabios.Papáloconsideróunadisculpa.NoveíaconbuenosojosquemefueraaCambridge.—Nuestros antepasados se jugaron la vida cruzando el océano para

escapar de esos países socialistas. ¿Y qué haces tú? ¿Das media vuelta yregresasallá?

Denuevocallé.—Tengomuchasganasdequellegueeldíadetugraduación.ElSeñorme

ha trasladado unas cuantas recriminaciones muy oportunas para que se lassueltealoscatedráticos.

—Noloharás—dijesinalzarlavoz.—SielSeñormeincita,melevantaréyhablaré.—Noloharás—repetí.—NoiréaningunapartedondeelespíritudelSeñornoseabienrecibido.Así terminó la conversación. Confié en que cayera en el olvido pero,

comoapapáledolíatantoqueenlasentrevistasnohubieramencionadoquemehabíandadoclasesencasa,esanuevaheridaseenconó.

La víspera de mi graduación se celebró una cena en la que se meconcedería el premio a la «alumna más destacada» del departamento dehistoria.Esperéenlaentradaamispadres,quenosepresentaron.Llaméamimadrecreyendoqueseretrasaban.Medijoquenopensabanacudir.Fuialacena y me entregaron una placa. Mi mesa era la única con asientosdesocupadosde todoel salón.Aldíasiguienteseofrecióunalmuerzoa loslicenciadoscum laude yme sentaron con el decanode la facultad y con el

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director del programa de alumnos excelentes. De nuevo hubo dos asientosvacíos.

Telefoneéamimadredespuésdelacomida.—Tupadrenoiráamenosquetedisculpes.Yyotampoco.Medisculpé.—Quedigaloqueleapetezca.Venid,porfavor.Seperdieroncasitodalaceremonia;nosésivieroncómomeentregaban

el título.Recuerdoque,antesdequeempezaralamúsica,mientrasesperabaconmis amigas, observé cómo sus padres les hacían fotos y susmadres searreglabanelpelo.Recuerdoquemisamigasllevabanguirnaldasdefloresdecoloresyjoyasqueacababanderegalarles.

Tras la ceremoniame quedé sola en el césped y contemplé a los otrosestudiantesyasusfamilias.Alcabodeunratoviamispadres.Mimadremeabrazó.MiamigaLauranossacódosfotos.Enunasalimosmimadreyyo,lasdosconunasonrisaforzada;en laotraestoyentremispadresyparezcocomprimida,presionada.

Esa noche debía partir. Había preparado el equipaje antes de lagraduación.Elapartamentoestabavacíoymismaletasseencontrabanjuntoala puerta. Laura se había ofrecido a llevarme al aeropuerto, y mis padrespreguntaronsimeparecíabienquemellevaranellos.

Supuse que me dejarían en la acera, pero papá afirmó que entraríanconmigo. Esperaron mientras facturaba el equipaje y me acompañaron alcontrol de seguridad. Parecía que papá quisiera proporcionarme hasta elúltimo segundo para que cambiara de opinión. Caminamos en silencio.Cuando llegamos al control, los abracé a los dos y me despedí. Dejé loszapatos, el ordenador portátil y la cámara, pasé por el detector demetales,recogímiscosasymedirigíalaterminal.

Solo entonces me volví a mirarlos. Vi que mi padre, todavía junto alcontroldeseguridad,conlasmanosenlosbolsillos,loshombrosencorvadosylabocaflácida,observabacómomealejaba.Lesdijeadiósconungestoyseadelantócomosiquisieraseguirme,yenesemomentomeacordédecuando,hacíayavariosaños,loscablesdealtatensiónhabíancaídosobrelaranchera,dondeestabamimadre,ypapásehabíaquedadoasulado,indefenso.

Continuabaenlamismaposturacuandodoblélaesquina.Jamásolvidaréesaimagendemipadre:laexpresióndesurostro,quereflejabaamor,miedoysentimientodepérdida.Yosabíaporquéteníamiedo.SelehabíaescapadolaúltimanochequepaséenBuck’sPeak,lamismanocheenqueanuncióquenoacudiríaamigraduación.

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«Si estás en América—me había susurrado—, podemos ir a buscarte.Estésdondeestés.Tengocuatromillitrosdegasolinaenterradosenelcampo.Puedo ir a recogerte cuando llegueElFinal, traerte a casa,ponerte a salvo.Perosicruzaselocéano…»

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TERCERAPARTE

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30LamanodelTodopoderoso

UnapuertadepiedraimpedíalaentradaenelTrinityCollege.Enellaseabríaunapuertecitademadera.Latraspuseyunporteroconabrigonegroybombínme guio por el recinto. Atravesamos el Gran Patio, el mayor de todos, yrecorrimos un pasadizo de piedra hasta entrar en una galería cuyas piedrasteníanelcolordeltrigomaduro.

—Este es el claustro norte—dijo el portero—, donde Newton zapateóparacronometrarelecoyasícalculólavelocidaddelsonidoporprimeravez.

Volvimos hacia la Gran Puerta, enfrente de la cual se encontraba mihabitación, a laque se llegaba tras subir tres tramosdeescalera.Cuandoelportero semarchó,me quedé inmóvil, flanqueada por lasmaletas, y por laventanita contemplé la mítica puerta de piedra y sus fabulosas almenas.Cambridgeeratalcomolorecordaba:antiguoyhermoso.Habíanpintadominombreenlapuerta.Segúnlosdocumentos,eseeramisitio.

Mevestí en tonososcurospara la primera clase con la esperanzadenollamar la atención, aunque suponíaqueni aun así tendría elmismoaspectoquelosdemásalumnos.Desdeluegonohablabacomoellos,ynosoloporquefueranbritánicos.Seexpresabanconunacadenciamusical,demodoquedabalaimpresióndeque,másquehablar,cantaran.Meparecíanrefinados,cultos.Yosolíamascullarytartamudeabacuandomeponíanerviosa.

Tomé asiento en la gran mesa cuadrada y oí a los dos alumnos máscercanosconversarsobreeltemadelaclase:losdosconceptosdelibertaddeIsaiahBerlin.ElqueteníaalladoafirmóquehabíaestudiadoaeseautorenOxford;elotrodijoqueantesdegraduarseenCambridgeyahabíaoído lasopinionesdenuestroprofesorsobreél.YonosabíanadadeIsaiahBerlin.

El profesor inició la presentación. Hablaba de manera pausada peroavanzaba deprisa con la materia, como si diera por sentado que ya laconocíamos.Laactituddelosdemásalumnosconfirmabaqueasíera,pueslamayoríanotomabaapuntes.Yoescribíahastalaúltimapalabra.

—Entonces¿cuálessonlosdosconceptosdeIsaiahBerlin?—preguntóelprofesor.

Casitodoslosalumnoslevantaronlamano.SeñalóalquehabíaestudiadoenOxford.

—La libertadnegativaesestar librede trabasuobstáculosexternos.Unseres libreeneste sentido sinoexisteningún impedimento físicoparaque

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actúe.PorunmomentomerecordóaRichard,queeracapazderepetiralpiede

laletracualquiertextoquehubieraleído.—Muybien—dijoelprofesor—.¿Yelsegundo?—Lalibertadpositiva—respondióotroalumno—esestarlibredetrabas

internas.Anotéladefiniciónenmisapuntespeseanoentenderla.El profesor quiso aclarar el concepto. Dijo que la libertad positiva

equivalealautodominio,algobiernodeunomismoporsímismo.Quetenerlibertad positiva significa tomar el control de la mente; liberarse de losmiedosycreencias irracionales,de lasadicciones, las supersticionesyotrasformasdeautocoacción.

Ignoraba qué quería decir «autocoacción». Miré el aula. Nadie másparecíaperdido.Eraunadelospocosalumnosquetomabanapuntes.Habríaquerido pedir una explicación más detallada, pero algo me lo impidió: lacertezadequehacerlohabríasidocomoanunciaragritosquenodebíaestarenesauniversidad.

Traslaclasevolvíamihabitaciónycontempléporlaventanalapuertadepiedra con las almenas medievales. Reflexioné sobre la libertad positiva ysobre lo que debía de significar «autocoacción», hasta que la cabeza meretumbóconundolorsordo.

Llamé a casa. Respondió mi madre. Se le elevó la voz de emoción alreconocer mi lloroso «Hola, mamá». Le dije que no debería haber ido aCambridge,quenoentendíanada.Mecontóquehaciendolapruebamuscularhabía descubierto que se me había desequilibrado un chakra. Añadió quepodíaarreglarlo.Lerecordéquemeencontrabaaochomilkilómetros.

—Esoda igual.Alinearéelchakra sobreAudreyy te lomandaréporelaire.

—¿Cómomelomandarás?—Por el aire. La distancia no es nada para la energía viva.Desde aquí

puedoenviartelaenergíacorregida.—¿Yaquévelocidadviajalaenergía?—lepregunté—.¿Aladelaluz?

¿O es más bien como un reactor? ¿Volará directamente aquí o tendrá quehacerescalaenMinneapolis?

Mimadreseechóareírymecolgó.

EstudiabacasitodaslasmañanasenlabibliotecadelTrinityCollege,juntoaunaventanita,yallíestabacuandoDrew,unamigodelaBYU,meenvióunacanción en un correo electrónico.Afirmóque era un clásico, pero yo no la

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conocía,ytampocoalcantante.Mepuselosauricularesparaescucharla.Meatrajo de inmediato. La escuché una y otra vez mientras contemplaba elclaustronorte.

EmancipaosdelaesclavitudmentalNadiesalvonosotrospuedeliberarnuestramente

Anotélasfrasesencuadernosyenlosmárgenesdelostrabajosqueescribía.Reflexionésobreelloscuandodebíaestarleyendo.Porinternetmeenterédeque a Bob Marley le habían diagnosticado un cáncer en un pie. Tambiéndescubrí que Marley había sido rastafari y que los rastafaris creen en laintegridaddelcuerpo,razónporlacualrechazóqueleamputaraneldedodelpie.Muriócuatroañosdespués,contreintayseiscumplidos.

«Emancipaosdelaesclavitudmental.»Marleyhabíaescritoesafraseunañoantesdefallecer,cuandounmelanomaoperableleproducíametástasisenlospulmones, elhígado,el estómagoyel cerebro. Imaginéqueuncirujanocodicioso,dedientesafiladosylargosdedoshuesudos,loapremiabaaaceptarla amputación. Me amedrentó esa imagen terrorífica del médico y sumedicina corrupta, y solo entonces comprendí, como no lo habíacomprendidoantes,que,peseahaberrenunciadoalmundodemipadre,mehabíafaltadoelvalorparavivireneste.

Hojeéelcuadernohastaencontrar laclasesobre la libertadpositivay lanegativa. En un espacio en blanco escribí: «Nadie salvo nosotros puedeliberarnuestramente».Acontinuacióncogíelteléfonoymarquéunnúmero.

—Quierovacunarme—ledijealaenfermera.

Losmiércolespor la tardeasistíaaunseminarioenelqueobservéquedosalumnas, Katrina y Sophie, se sentaban juntas casi siempre. No hablé conellashastaqueundía,unassemanasantesdeNavidad,mepreguntaronsimeapetecíairatomaruncafé.Aunquenuncahabía«tomadocafé»—nisiquieralohabíaprobado,puestoquelaiglesialoprohíbe—,crucélacalleconellasyentréenunacafetería.Lacajeraseimpacientó,demodoquepedíalazarymeentregóunatacita,tanpequeñaqueparecíadejuguete,conunacucharilla.Viqueconteníaunlíquidodelcolordelbarroymiréconanhelolastazasaltascon espuma que Katrina y Sophie llevaban a la mesa. Ellas debatieronconceptosdelaclase;yodebatísimebebíaelcafé.

Usabanciertasexpresionescon todanaturalidad.Yohabíaoídoalgunas,como «segunda ola», si bien ignoraba qué significaban; otras, como

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«masculinidad hegemónica», me costaba pronunciarlas, y más aúnentenderlas.Habíatomadovariossorbitosdellíquidogranulosoyacrecuandomedicuentadequehablabandefeminismo.Melasquedémirandocomosise encontraran detrás de un cristal. Solo había oído pronunciar la palabra«feminismo» con tono de reprimenda. En la BYU, «Hablas como unafeminista»marcaba el final de la discusión.Además indicaba que yo habíaperdido.

Salídelacafeteríaymeencaminéalabiblioteca.Trascincominutoseninternet y unos cuantos viajes a las estanterías me senté en mi lugar desiempre con un rimero grande de libros escritos por autoras que, segúnacababadedescubrir,pertenecíanalasegundaola:BettyFriedan,GermaineGreer y Simone de Beauvoir. Leí solo unas cuantas páginas de cada libroantesdecerrarlodegolpe.Nuncahabíavisto impresa lapalabra«vagina»yjamáslahabíapronunciadoenvozalta.

Volvía internetya losestantes,dondedejé los librosde lasegundaolaparacogerlosdelosprecursoresdelaprimera:MaryWollstonecraftyJohnStuartMill.Leíel restode la tardeyhastaentrada lanocheyasíadquiríelvocabularioparadescribireldesasosiegoquesentíadesdelainfancia.

DesdequehabíacomprendidoquemihermanoRicharderaunniñoyyouna niña, había querido cambiar mi futuro por el suyo. El mío era lamaternidad; el suyo la paternidad. Parecían similares pero no lo eran. Unoimplicabadecidir.Presidir.Llamara la familia alorden.Elotro significabacontarseentrelosllamadosalorden.

Sabíaquemideseonoeranormal.Esacerteza,aligualquegranpartedelconocimientodemímisma,mehabíallegadoconlavozdepersonasalasqueconocía, a las que quería. Esa vozme había acompañado a lo largo de losaños,queda, sorprendida, inquietante.Medecíaqueyonoestababien.Quemis sueños eran perversiones. La voz poseía numerosos timbres einnumerablestonos.Aveceseralademipadre;conmayorfrecuencia,lamía.

Mellevéloslibrosalahabitaciónyleítodalanoche.MegustaronmucholasvehementespáginasdeMaryWollstonecraft,perohubounafrasedeJohnStuartMillque,cuandolaleí,cambióelmundo:«Espuntoestesobreelcualno se sabrá nada definitivo». El punto al que se refería Stuart Mill era lanaturaleza de la mujer. Afirmaba que a base de persuasión, halagos,empujonesyusodelafuerzasehabíasometidoalasmujeresaunaseriedecontorsionesfemeninasdurantetantossiglosqueresultabadeltodoimposibledefinirsusaspiracionesycapacidadesnaturales.

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Lasangremefluyóvelozporelcerebro;sentíunadescargavivificantedeadrenalina,posibilidades,límitesqueseensanchaban.«Espuntoestesobreelcualnosesabránadadefinitivo.»Jamásmehabíaconfortadotantounvacío,la negra ausencia de conocimiento. Era como decir: seas lo que seas, eresmujer.

Endiciembre, tras entregar el último trabajo,medirigí en tren aLondresyembarqué en un avión. Mi madre, Audrey y Emily me recogieron en elaeropuerto de Salt Lake City y subí con ellas al vehículo, que avanzóderrapando por la interestatal. Era casi medianoche cuando vislumbré lamontaña. Solo se distinguía su espléndida forma recortada sobre un cielonegrocomolatinta.

Al entrar en la cocina vi un enorme boquete en una pared, el cualconducía a un anexo que papá estaba construyendo.Mi madre lo atravesóconmigoyencendiólaluz.

—Esincreíble,¿verdad?«Increíble»eralapalabra.Eraunasalaenorme,deltamañodelacapilladeunaiglesia,conuntecho

abovedado que se elevaba unos seis metros. Tenía unas dimensiones tandescomunales que tardé unos instantes en fijarme en la decoración. Lasparedes eran de placas de yeso a la vista, que contrastaban de formaespectacular con los paneles demadera que revestían el techo. Unos sofásgrandes de ante carmesí compartían cordialmente espacio con el de dosplazas,detapiceríamanchada,quemipadrehabíasacadodelvertederohacíamuchos años. La mitad del suelo estaba cubierta de alfombras caras conestampadosrecargados—importadasdeEgipto,segúnmeinformópapá,queapareció para decírmelo—, y la otra mitad era de cemento. Había variospianos,delosquesolounoparecíaenbuenestadoparatocarlo,yuntelevisorgrande como una mesa de comedor. La sala era perfecta para mi padre:colosalydeunaincoherenciafabulosa.

Aunque siempre había dicho que quería construir una habitación deltamaño de un transatlántico, nunca pensé que llegara a reunir el dineronecesario.Miré amimadre en busca de una explicación, pero fue él quienrespondió. Me contó que el negocio iba viento en popa. Que los aceitesesenciales tenían aceptación y que los de mi madre eran los mejores delmercado. «Los nuestros son tan buenos —afirmó— que empezamos allevarnos una tajada de los beneficios de las grandes empresas productoras.Saben quiénes son los Westover de Idaho.» Me contó que una empresa,preocupada por el éxito de los aceites de mi madre, había propuesto

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comprarleelnegocioporlaincreíblecantidaddetresmillonesdedólares.Mispadres ni siquiera se lo habían planteado. La curación era su vocación.Ningunasumadedinerolostentaría.PapámecontóquelamayorpartedelasgananciaslasreconsagrabanaDiosenformadeprovisiones:gasolina,armasyunrefugioantibombasmejor.Reprimíunasonrisa.Porlovistopapállevabacamino de convertirse en el chiflado más adinerado de los estados de lasmontañas.

Richard se asomó a la escalera. Estaba a punto de acabar la carrera dequímicaenlaUniversidadEstataldeIdahoyhabíaidoacasaconKami,suesposa, yDonovan, su hijo, de unmes de edad, para pasar laNavidad.Yohabía conocido a Kami hacía un año, antes de la boda, y me habíasorprendidolonormalqueera.Al igualqueStefanie, lamujerdeTyler,erauna intrusa: aunque era mormona, papá la habría calificado de«convencional». Agradecía a mi madre los consejos sobre hierbasmedicinalesperoalparecernoteníaencuentaqueseesperabaquerenunciaraalosmédicos.Donovanhabíanacidoenunhospital.

MepreguntécómosurcaríaRichardlasaguasturbulentasentreunaesposanormalyunospadresexcéntricos.Loobservécondetenimientoaquellanochey me dio la impresión de que intentaba vivir en ambos mundos, ser unpartidariolealdetodosloscredos.CuandomipadrevituperabaalosmédicosllamándolossiervosdeSatanás,mihermanosevolvíahaciaKamiysoltabaunarisita,comosipapáhablaraenbroma.Cuandomipadrealzabalascejas,Richard cambiaba de expresión y adoptaba un gesto serio de reflexión yconformidad. Parecía encontrarse en un estado de constante transición, irdesplazándosedeunadimensiónaotra,sinsabersidebíaserelmaridodesuesposaoelhijodemipadre.

Comomimadrenodabaabastoconlosencargosnavideños,pasélosdíasenBuck’s Peak como cuando era niña: en la cocina, preparando remedioshomeopáticos.Vertía el agua destilada y añadía las gotas de tinturamadre,introducía el frasquito por el círculo formado por el pulgar y el índice,contaba hasta cincuenta o cien y pasaba al siguiente. Papá entraba a beberaguaysonreíaalverme.

«¿Quién iba a decir que tendríamos que enviarte aCambridge para queacabarasenlacocina,queesdondedebesestar?»,exclamaba.

Por las tardes Shawn y yo ensillábamos los caballos y subíamos por lamontaña con mucha dificultad, y las monturas casi tenían que saltar parasuperarloscúmulosdenievequelesllegabanhastalapanza.Lamontañaerahermosaydiáfana;elaireolíaacueroypino.Shawnhablabadeloscaballos,

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de su adiestramiento y de los potros que nacerían en la primavera, y yorecordabaquedabalomejordesícuandoestabaconellos.

Llevaba una semana en casa cuando una ola de frío intenso invadió lamontaña.Latemperaturacayóenpicado,bajóaceroysiguiódescendiendo.Pusimos a cubierto los caballos, pues sabíamos que, si se esforzabandemasiado y llegaban a transpirar, el sudor se les helaría sobre el lomo.Elabrevaderosecongeló.Rompimoselhielo,perovolvióaformarseenseguida,demodoquellevamosuncubodeaguaacadaanimal.

Aquellanochenosquedamos todosencasa.Mimadremezclabaaceitesenlacocina.Papáseencontrabaenelanexo,queyohabíaempezadoallamaren broma «la Capilla». Estaba tumbado en un sofá carmesí, con la Bibliasobreelestómago,mientrasKamiyRichardtocabanhimnosreligiososenelpiano.Yoestabasentadaconelordenadorportátil enel sofádedosplazas,cerca de papá, y escuchaba la música. Acababa de comenzar a escribir unmensajeparaDrewcuandoseoyóungolpeenlapuertatrasera,queseabriódeimproviso,yEmilyentrócorriendo.

Se rodeó el cuerpo con sus bracitos delgados, sin parar de temblar yjadear. No llevaba abrigo, tan solo unos vaqueros viejos que yo habíadesechadoyunacamisetamíayaraída.Mimadrelahizosentarseenelsofáyla envolvió en una manta. Emily sollozaba y durante varios minutos nisiquieramimadre logróquedijera loquehabíaocurrido.¿Lehabíapasadoalgoaalguien?¿DóndeestabaPeter?Eraunchiquillofrágil,conlamitaddela estatura de los niños de su edad, y llevaba tubos de oxígeno porque lospulmones no se le habían desarrollado del todo. ¿Habían fallado susminúsculospulmones?,¿habíadejadoderespirar?

Emilycontólosucedidoentretitubeos,sollozosintermitentesycastañeteodedientes.Segúnentendí,habíaidoaStokesporlatardeacomprarcomidayhabíavueltoacasaconunasgalletasparaPeterquenoeranlasdesiempre.Shawn había montado en cólera. «¿Cómo va a crecer si no le compras lacomidaadecuada?»,gritó,traslocualagarróaEmilyylalanzóporlapuertadelacaravanahaciauncúmulodenieve.Ellallamóconlospuños,lesuplicóqueladejaraentraryalfinalsubiócorriendoporlacolinahacianuestracasa.Cuando dijo esome fijé en que iba descalza. Tenía los pies tan rojos queparecíaqueseloshubiesequemado.

Mis padres, sentados en el sofá con ella, cada uno a un lado, le dabanpalmaditasenlaespaldayleapretabanlasmanos.Detrásdeellos,Richardsepaseabadeunladoaotro.Seleveíairritado,nervioso,comosidesearaactuardeinmediatoyestuvieraconteniéndose.

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Kami seguía sentada al piano. Observaba con perplejidad al grupo delsofá.NohabíaentendidoaEmily.NoentendíaporquésepaseabaRichardniporquésedeteníacadapocossegundosparamirarapapá,alaesperadeunapalabraoungesto,cualquierseñalqueindicaraquéhabíaquehacer.

MiréaKamiysentíunapresiónenelpecho.Memolestóquepresenciaralaescena.MeimaginéenellugardeEmily,loquemeresultófácil—lohacíacontinuamente—, y al instante me encontré en un aparcamiento, dondesoltabamirisotadaestridenteconlaintencióndeconvenceralmundoenterodequenoestabanrompiéndomelamuñeca.Antesdedarmecuentadeloquehacíacrucélasala.Agarréamihermanodelbrazoylollevéalpiano.Emilyseguíallorando,yaprovechésussollozosparacubrirmissusurros.LedijeaKami que aquello era un asunto privado y que al día siguiente Emily sesentiríaavergonzada.Que,porEmily,debíamosirnosanuestrashabitacionesydejarloenmanosdepapá.

Kamiselevantó.Habíadecididoconfiarenmí.Richarddudóy,trasmirarapapáunosinstantes,saliódelasalatrasella.

Recorríelpasilloconlosdosyluegovolvísobremispasos.Mesentéenla cocinayclavé lavista enel reloj.Pasaroncincominutos,diez.«Vamos,Shawn—salmodiabaconvozqueda—.Venya.»

MehabíaconvencidoamímismadequesiShawnsepresentabaen loscincominutossiguientesseríaparaasegurarsedequeEmilyhabía llegadoacasa; de que no se había roto una pierna al resbalar en el suelo, de que nomoriríacongeladaenuncampo.Peronoapareció.

Al cabo de veinte minutos, cuando por fin Emily dejó de tiritar, papádescolgóelteléfono.

—¡Venabuscaratumujer!—gritóalauricular.Emily tenía la cabeza apoyada sobre el hombro demimadre, que se la

acariciaba.Mi padre volvió con ellas y le dio unas palmaditas en el brazo.Mientraslosobservabaalostresapiñadosenelsofá,tuvelasensacióndequeesohabíaocurridootrasvecesydequetodoshabíanensayadobiensupapel.Inclusoyo.

Tardaríamuchosañosencomprender loque sucedióaquellanocheyelpapel que desempeñé.Que abrí la boca cuando debería haber permanecidocalladayquelamantuvecerradacuandodeberíahaberhabladoa lasclaras.Quesenecesitabaunarevolución,uncambioradicaldelospapeles,vetustosyendebles,querepresentábamosdesdemiinfancia.Quesenecesitaba—queEmily necesitaba— una mujer emancipada de todo fingimiento, una mujer

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que demostrara ser un hombre. Que expresara su opinión. Que actuaradespreciandotodosometimiento.Unpadre.

Lacristaleraquehabía instaladopapáseabrióconunchirridoyShawnentróarrastrandolospies.Llevabaunasbotasgrandesyunabrigogruesodeinvierno. Peter apareció entre los pliegues de lana recia, donde Shawn lohabía protegidodel frío, y tendió los brazos hacia sumadre.Ella lo aferró.Papá se levantó y con un gesto indicó a Shawn que se sentara al lado deEmily.Mepuseenpiey,antesdeiramihabitación,medetuveamiraramipadre,querespiróhondopreparándoseparasoltarunlargosermón.

—Hasidoundiscursomuysevero—measegurómimadrecuando,veinteminutosdespués,acudióamipuertaparapedirmequeprestaraaEmilyunoszapatosyunabrigo.SelosllevéydesdelacocinaviqueEmilysalíaenvueltaporelbrazodemihermano.

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31Primerotragedia,despuésfarsa

UndíaantesderegresaraInglaterrarecorríoncekilómetrosdelacordillera,torcíhaciaunaestrechacarreterade tierraymedetuvedelantedeunacasaazul pastel. Aparqué detrás de una autocaravana casi tan grande como lavivienda.Llaméalapuerta;respondiómihermana.

Aparecióenlaentradaconunpijamadefranela,unaniñapequeñasobrelacaderaydoschiquillasagarradasa lapierna.Detrásestabasuhijovarón,deunos seisaños.Audreyseapartóparadejarmepasar,pero semovióconrigidezyevitómirarmealacara.Desdequesehabíacasadopasábamospocotiempojuntas.

Entréenlacasaymedetuvedegolpeenelrecibidoralverenelsuelodelinóleounagujerodecasiunmetroquecomunicabaconelsótano.Lobordeéymedirigíalacocina,queolíaalosaromasdelosaceitesdenuestramadre:abedul,eucaliptoyravensara.

Laconversaciónfue lánguiday titubeante.AudreynomepreguntónadaacercadeCambridgeeInglaterra.Carecíadeunmarcodereferenciaparamivida,demodoquehablamosdelasuya,dequedabaclasesasushijosencasaporqueelsistemadeescuelaspúblicasestabamuycorrompido.Aligualqueyo, nunca había pisado una escuela pública. A los diecisiete años habíaintentado durante una breve temporada obtener el diploma equivalente altítulo de educación secundaria. Incluso había buscado la ayuda de nuestraprimaMissy, que había venido de Salt Lake City para darle clases.MissytrabajóconelladurantetodoelveranoyalfinaldeclaróqueAudreyteníaunnivel entre cuarto y quinto de primaria y que no obtendría el diploma.Memordí el labio y miré a su hija, que me había tendido un dibujo,preguntándomequéeducaciónesperabarecibirdeunamadrequeapenasteníaestudios.

Preparamoseldesayunopara losniñosy jugamosconellosen lanieve.Horneamos pan, vimos una serie policíaca y confeccionamos pulseras deabalorios. Era como si hubiera atravesado un espejo y viviera un día de lavida que habría tenido si me hubiera quedado en la montaña. Pero no mehabía quedado ymi vida había tomado una dirección distinta que la demihermana, y parecía que no hubiera nada en común entre nosotras.Transcurrieron lashoras;por la tardeAudreyseguíamostrándosedistanteyrehuyendomimirada.

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Yohabía llevadoun juegopequeñode tédeporcelanapara losniños,ycuando empezaron a pelearse por la tetera, recogí las piezas. Lamayormerecordó que tenía cinco años y que, por lo tanto, ya era demasiado grandeparaquelequitaranlosjuguetes.

—Siteportascomounaniña,tetratarécomosilofueras.Noséporquélodije;supongoqueteníaaShawnenlacabeza.Lamenté

las palabras apenas salieron de mis labios, me odié por pronunciarlas. Mevolvíparaentregaramihermanaeljuegodetéafindequeellaadministrarajusticiacomoconsideraraoportuno,yalverlelacaracasisemecayódelasmanos.Teníalabocaabiertaenuncírculoperfecto.

—Shawndecíaeso—afirmóclavandolosojosenlosmíos.Noolvidaríaesemomento.Aldíasiguientelorecordaríaalsubiralavión

enSaltLakeCity,ycontinuaríaenmimentecuandoaterrizaraenLondres.No lograbaquitarmede encima la conmoción.Nunca semehabía ocurridopensarquemihermanapodíahabervividomividaantesqueyo.

Aquel trimestreme entregué a la universidad como la resina a un escultor.Creí que podían rehacerme, remodelar mi mente. Me obligué a entablaramistadconotrosalumnosymepresentécondesmañaunayotravezhastaque tuve un pequeño círculo de amigos. Luego me dispuse a derribar lasbarrerasquemeseparabandeellos.Probéelvinotintoymisamigosserieronalverlamuecaquehacía.Prescindídelasblusasdecuellocerradoyempecéa llevarprendasdecortemásmoderno,entalladas,muchas sinmangas,conescotes menos limitados. De las fotos de aquella época me impresiona lasimetría:tengoelmismoaspectoquelosdemás.

En abril empezó a irme bien. Escribí un trabajo sobre el concepto deautosoberaníaenJohnStuartMill,ymidirector,eldoctorDavidRunciman,comentóquesimitesinateníalamismacalidadmeaceptaríanenCambridgecomo alumna de doctorado.Me quedé sin habla: yo, queme había coladocomo una impostora en ese sitio magnífico, quizá entrara por la puertagrande.Mepusea trabajaren la tesina,para laquedenuevoelegíaStuartMillcomotema.

Unatardedefinalesdeltrimestrefuiacomeralacafeteríadelabibliotecay reconocíaungrupodealumnosdemiprograma.Estaban sentadosaunamesita. Les pregunté si podía tomar asiento y un italiano alto llamadoNicasintió.De la conversacióndedujequeNichabía invitadoa losotros a ir avisitarloaRomadurantelasvacacionesdeprimavera.

—Ventútambiénsiquieres—medijo.

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Entregamos los trabajos de final de trimestre y tomamos un avión. LaprimeratardeenRomasubimosaunadelassietecolinasycontemplamoslacapital. Por todas partes flotaban cúpulas bizantinas como globos elevados.Casihabíaanochecido; lascallesestabanbañadasdeámbar.Noeraelcolordeunaurbemoderna,deacero,cristalyhormigón.Eraelcolordelocaso.Noparecía real. Nicme preguntó qué opinaba de su ciudad natal y solo pudedecireso:quenoparecíareal.

Aldíasiguiente,duranteeldesayuno,losdemáshablarondesusfamilias.El padre de uno era diplomático; el de otro, catedrático de Oxford. Mepreguntaronpormispadresydijequeelmíoteníaundesguace.

Nic nos llevó al conservatorio donde había estudiado violín. SeencontrabaenelcentromismodeRomayteníaunmobiliariosuntuoso,unaescalinatamagníficaysalonesresonantes.Intentéimaginarloquehabríasidoestudiareneseedificio,caminarporsuelosdemármoltodaslasmañanasy,un día tras otro, asociar el aprendizaje a la belleza. Sin embargo, laimaginaciónme falló.Soloalcancéa imaginar la escuela como la sentía enese momento, como una especie de museo, un vestigio de la vida de otrapersona.

DurantedosdíasexploramosRoma,unaciudadqueesalmismotiempoun fósil y un organismo vivo. Estructuras descoloridas de la antigüedad seextiendencomohuesos secos, incrustadasentrecablesvibrantesyel tráficorumoroso, las arterias de la vida moderna. Visitamos el Panteón, el ForoRomano y la capilla Sixtina. El instintome impulsaba a la reverencia, a laveneración.Meparecíaquelaciudadenteradeberíaestartrasuncristal,paraque se la adorara desde cierta distancia, sin tocarla, sin alterarla. Miscompañeroscaminabanporelladeotramanera,conscientesdesuimportanciaperosindejarsesubyugarporella.LaFontanadeTrevinolosenmudecía;elColiseo no los acallaba. Al contrario: mientras nos desplazábamos de unvestigio a otro, hablabande filosofía, deHobbesyDescartes, deTomásdeAquinoyMaquiavelo. Se producía una especie de simbiosis en su relacióncon esos lugares espléndidos: daban vida a la arquitectura antigua alconvertirla en el escenario de su discurso, al negarse a rezar ante su altarcomosifueraalgomuerto.

La tercera noche estalló una tormenta. Me quedé en el balcón de Niccontemplando el destello de los relámpagos que surcaban veloces elfirmamento,seguidosde los truenos.Sentiresafuerzaen la tierrayelcieloeracomoestarenBuck’sPeak.

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El día siguiente amaneció sin una sola nube. En el parque de villaBorgheseorganizamosunpicnicconvinoypastelitos.Elsolcalentabaylosdulces eran como ambrosía. No recordaba haberme sentido nunca máspresente.AlguiencomentóalgosobreHobbesysinpensarlocitéunafrasedeStuartMill.Mepareciónaturaltrasladaresavozdeuntiempopretéritoaunmomentotanimpregnadodelpasado,aunquelavozsefusionaraconlamía.Se produjo un silencio mientras todos miraban a ver quién había hablado,hastaquealguienpreguntódequétextoeralacitaylaconversacióncontinuó.

DuranteelrestodelasemanasentíRomaigualqueellos:comounlugarlleno de historia, pero también de vida, comida, tráfico, conflictos yestruendo.Laciudadyanoeraunmuseo;meparecíatanvivacomoBuck’sPeak.LapiazzadelPopolo.LastermasdeCaracalla.ElCastelSant’Angelo.Enmimente esos sitios se volvieron tan reales como laPrincesa, el vagónrojo y la Cizalla. El mundo que representaban, un mundo de filosofía, deciencia, de literatura—toda una civilización—, adquirió una vida que eradistintadelaqueyohabíaconocido.EnlaGaleríaNacionaldeArteAntiguomedetuvedelantedeJudithyHolofernes,deCaravaggio,sinpensarniunasolavezenlospollos.

Ignoro a qué se debió la transformación, por qué de pronto podíacontenderconlosgrandespensadoresdelpasadoenlugardevenerarloshastaelpuntodeenmudecer.Encualquiercaso,laciudad,consumármolblancoysu negro asfalto, embebida de historia, destellante con sus semáforos, teníaalgoquemeenseñóquepodíaadmirarelpasadosinquemeacallara.

Todavía respiraba la ranciedad de las piedras antiguas cuando llegué aCambridge. Subí corriendo la escalera, con ganas de mirar el correoelectrónico,puessabíaquetendríaunmensajedeDrew.Encendíelportátilyvique,apartedeDrew,mehabíaescritoalguienmás:mihermana.

Abrí elmensajedeAudrey.Eraun solopárrafo largo, conpocos signosdepuntuaciónymuchasfaltasdeortografía,yalprincipiomeconcentréenloserrores gramaticales como una manera de poner sordina al texto. Sinembargo, no había forma de silenciar las palabras; me gritaban desde lapantalla.

AudreydecíaquedeberíahaberleparadolospiesaShawnhacíamuchosaños,paraquenomehicieraamíloquelehabíahechoaella.Quedeniñahabía querido contárselo a nuestra madre y pedirle ayuda, pero que habíadadopor hechoque no la creería.Yhabía estado en lo cierto.Antes de suboda había tenido pesadillas y recuerdos recurrentes, y le había hablado deellos a nuestra madre, que le había dicho que los recuerdos eran falsos,

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increíbles. «Tendría que haberte ayudado—escribía Audrey—, pero al verquemipropiamadrenomecreíadejédecreermeamímisma.»[7]

Eraunerrorqueseproponíaenmendar.«MeparecequeDiosmepedirácuentassinoparolospiesaShawnantesdequehagadañoaalguienmás.»Pensabahablardeloocurridoconélyconnuestrospadres,ymepedíaquelaapoyara.«Loharécontigoosinti.Perosintiesprobablequepierda.»

Permanecímucho rato sentadaaoscuras.Memolestabaquemehubieraescrito. Tenía la sensación de que mi hermana me había arrancado de unmundo,deunavida,dondeerafeliz,paraarrastrarmedevueltaaotro.

Lerespondí.Ledecíaqueteníarazón,quedesdeluegodebíamospararlospiesaShawn,ylepedíaquenohicieranadahastaqueyoregresaraaIdaho.No sé por qué la exhorté a esperar, en qué creí que nos beneficiaría dejarpasar el tiempo. Ignoro qué pensé que ocurriría cuando habláramos connuestros padres, si bien intuía a quépeligro nos enfrentábamos.Puesto quenunca habíamos pedido ayuda, era posible creer que nos la prestarían.Contarles la verdad entrañaba un riesgo que resultaba inconcebible: el dedescubrirqueyalaconocían.

Audreynoesperósiquieraundía.Alamañanasiguienteenseñómicorreoa nuestra madre. No alcanzo a imaginar los detalles de la conversación,aunque supongo que para ella debió de representar un tremendo alivioexponerlemispalabras,poderdecirleporfin:Noestoyloca.TambiénlepasóaTara.

Mi madre reflexionó todo aquel día y decidió que tenía que oír laspalabrasdemislabios.EramediatardeenIdaho,casilasdocedelanocheenInglaterra, cuandomimadre, que no sabía bien cómo realizar una llamadainternacional, se puso en contacto conmigo por internet. Las palabras queaparecieronenlapantalla,encerradasenunminúsculocuadrodetextoenunángulo del navegador, eran pequeñas, pero pareció que ocuparan toda lahabitación.Medecíaquehabíaleídomimensaje.Mepreparéparasuira.

«Me resulta doloroso enfrentarme a la realidad—escribió—.Enterarmedequepasóalgofeoyquemeneguéaverlo.»[8]

Tuvequeleeresaslíneasvariasvecesparaentenderlas.Paraasimilarquenoestabaenfadada,quenomeculpabaniintentabaconvencermedequeeranimaginacionesmías.Mecreía.

No te culpes, le dije. Tu cerebro no volvió a ser elmismo después delaccidente.

«Tal vez—respondió—.De todosmodos, a veces pienso que elegimosnuestrasenfermedadesporquenosreportanalgúnbeneficio.»

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LepreguntéporquénuncahabíaimpedidoqueShawnmehicieradaño.«Shawndecíasiemprequetúprovocabaslaspeleas,ysupongoquequise

creerloporqueeralomásfácil.Porquetúerasfuerteyrazonable,ycualquierasehabríadadocuentadequeShawnnoloera.»

La respuesta no tenía ni pies ni cabeza. Si yo era razonable, ¿por quéhabíacreídoaShawncuando ledecíaqueyobuscabapelea,quehabíaquemetermeencintura,castigarme?

«Soy madre —añadió—. Las madres protegen. Y Shawn estaba muymal.»

Habríaqueridorecordarlequetambiéneramimadre.Meparecequepapánocreeránadadeesto,escribí.

«Sílocreerá.Detodosmodos,esduroparaél.Lerecuerdaeldañoquesutrastornobipolarhacausadoanuestrafamilia.»

Jamás había oído a mi madre reconocer que papá padeciera unaenfermedadmental.Hacíaunosañoslehabíacontadoloquehabíaaprendidoacercadeltrastornobipolarylaesquizofreniaenlaclasedepsicología,ynome había hecho ningún caso. Que lo admitiera fue una liberación. Laenfermedadmeproporcionabaalgoqueatacarapartedemipadre,demodoquecuandomimadremepreguntóporquénohabíaacudidoantesaella,porquénolehabíapedidoayuda,respondíconfranqueza.

Porquepapá teacobardaba.No teníasningúnpoderencasa.Papáeraelquemandaba,ynoibaaayudarnos.

«Ahorasoymásfuerte—aseguró—.Yanohuyoasustada.»Al leerlo imaginé amimadre comouna jovenbrillante y llenade brío,

pero también angustiada y sumisa. La imagen cambió enseguida, el cuerpoadelgazóysealargó,yelcabelloondeólargoyplateado.

Emilyestáacobardada,escribí.«Sí—convinomimadre—.Comoloestabayo.»Ellaerestú,ledije.«Ella soy yo. De todos modos, ahora tenemos más conocimiento.

Podemosreescribirlahistoria.»Le pregunté por un recuerdo. Era de una noche especialmentemala de

Shawn,unassemanasantesdequememarcharaalaBYU.Mihermanohabíahecho llorar a mi madre, se había tirado en el sofá y había encendido eltelevisor.Yolahabíaencontradosollozandoenlamesadelacocinayellamehabíapedidoquenofueraalauniversidad.Mehabíadichoqueeralaúnicalobastantefuerteparalidiarconél;queellanopodíaymipadretampoco.Queteníaqueseryo.

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Tecleédespacio, demala gana: ¿Te acuerdas dequemepediste quenofueraalauniversidadporqueeralaúnicaquesabíalidiarconShawn?

«Sí,meacuerdo.»Siguió una pausa, tras la cual aparecieron las palabras…, palabras que

ignorabaquenecesitaraoír,aunquealverlascomprendíquelashabíabuscadotodamivida.

«Erasminiña.Tendríaquehaberteprotegido.»Vivítodaunavidaenelmomentoenqueleíesasdosfrases,unavidaque

no era la que en realidad había vivido. Me convertí en otra persona, querecordabaotrainfancia.Noentendílamagiaqueobraronaquellaspalabras,ysigosinentenderla.Soloséque,cuandoconfesóquenohabíasidoparamílamadrequedesearíahabersido,seconvirtióenesamadre.

Tequiero,escribí,ycerréelportátil.

Mimadreyyosolohablamosunavezdeesaconversación.Lamencionamosporteléfonounasemanadespués.

—Estamosenello.Lehecontadoa tupadre loque tuhermanay túmehabéisdicho.Shawnbuscaráayuda.

No pensé más en el asunto. Mi madre había hecho suya la causa. Erafuerte.Había levantado un negocio en el que tenía varias trabajadoras a sucargoyquehabíaeclipsadoaldemipadreya todoslosotrosdelaciudad.Esamujerdócilposeíaunafortalezaquelosdemásnopodíamosniprever.Encuantoapapá…Habíacambiado.Sehabíavueltomásafable,másdadoalarisa. El futuro podía ser diferente del pasado. Incluso el pasado podía serdistinto del pasado, puesto que mis recuerdos podían cambiar: ya norecordaba a mi madre en la cocina, escuchando, mientras Shawn meinmovilizaba en el suelo y me apretaba la tráquea. Ya no la recordabamirandohaciaotrolado.

MividaenCambridgesetransformó…,o,mejordicho,yometransforméenunapersonaquecreíaperteneceraCambridge.Lavergüenzaquemehabíainspiradomifamiliameabandonócasidelanochealamañana.Porprimeravezenlavidahablésinrebozodemitierranatal.Reconocíantemisamigosque no había ido a la escuela. Les describí Buck’s Peak, con los diversosdesguaces,establosycorrales.Hastalesmencionéladespensaexcavadaeneltrigalylagasolinaenterradacercadelestabloviejo.

Les conté que había sido pobre y que había sido una ignorante, y alcontarlo no experimenté ni el más leve aguijonazo de vergüenza. Soloentonces comprendí lo que había motivado esa vergüenza: no era por nohaberestudiadoenunconservatoriodemármolniporquemipadrenofuera

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diplomático.Noeraporquepapáestuvieramediolocoymimadrelehicieracaso. Me había abochornado tener un padre que me empujaba hacia lascuchillas en movimiento de la Cizalla en lugar de apartarme de ellas. Mehabíanabochornadoaquellosmomentostiradaenelsuelosabiendoque,enlahabitacióndeallado,mimadrepreferíanovermenioírmeyenesosinstantesoptabapornosermimadre.

Me forjé una historia nueva.Me convertí en una invitada apreciada encenasgraciasamis relatosdecacerías, caballosy tareaseneldesguace,deincendiosenlamontañaydecómolosapagábamos.Demibrillantemadre,comadrona y emprendedora; de mi excéntrico padre, chatarrero y fanático.Creíquepor finmemostrabasincera respectoamividaanterior.Noera laverdadexactamente,perolahistoriaerafielenunsentidomásamplio:fielalo que sería en el futuro, ahora que todo había empezado a cambiar paramejor;ahoraquemimadrehabíaencontradosufortaleza.

El pasado era un fantasma, inconsistente, incapaz de despertarsentimientos.Soloelfuturoteníapeso.

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32Mujerrencillosaencasaespaciosa

Lasiguientevezque regreséaBuck’sPeakeraotoñoy laabueladecolinaabajosemoría.Habíaluchadonueveañoscontraelcáncerdemédulaóseayelcombateseacercabaasufin.Mimadremeescribiópocodespuésdequeme enterara de que había conseguido una plaza en Cambridge para cursarestudios de doctorado. «La abuela vuelve a estar en el hospital—decía—.Venrápido.Creoqueserálaúltimavez.»

Cuando aterricé en Salt Lake, la abuela perdía el conocimiento a ratos.Drewfuearecogermealaeropuerto.AesasalturaséramosmásqueamigosyseofrecióaacompañarmeaIdaho,alhospitaldelaciudad.

YonolopisabadesdequehabíallevadoaShawnhacíaaños,ymientrascaminabaporelpasilloblancoyasépticofuedifícilnopensarenmihermano.Encontramoslahabitacióndelaabuela.Elabuelo,sentadojuntoalacama,letenía cogida lamano, cubierta demanchitas. Ella abrió los párpados ymemiró.

—MipequeñaTara,quehavenidonadamenosquedeInglaterra—dijo,ycerrólosojos.

El abuelo le apretó la mano, pero la abuela se había dormido. Unaenfermeranosadvirtiódequeprobablementedormiríavariashoras.

Drewpropuso llevarme aBuck’s Peak.Acepté, y hasta que apareció lamontañanomepreguntésinohabríacometidounerror.ApesardequeDrewconocíamishistorias,supresenciaencasaentrañabaunriesgo:aquellonoeraunahistoria,ydudabaquealguienrepresentaraelpapelquelehabíaescritoacadaunodeellos.

Enlacasareinabaelcaos.Habíamujeresportodaspartes:unasatendíanlosencargospor teléfono,otrasmezclabanaceiteso filtraban tinturas.Enellado que daba al sur se había construido otro anexo, donde unas jóvenesllenabanfrascosyempaquetabanproductosparaenviarlos.DejéaDrewenlasaladeestaryfuialcuartodebaño,laúnicapiezadelacasaqueseguíatalcomolarecordaba.Alsalirmetopéconunaancianaflacadecabellotiesoquellevabaunasgrandesgafascuadradas.

—Este lavabo es para el equipo de dirección.Las llenadoras de frascosdebenusareldelanexo.

—Yonotrabajoaquí.

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Mefulminóconlamirada.Porsupuestoquetrabajabaallí,comotodoelmundo.

—Estelavaboesparaelequipodedirección—repitiótrasenderezarseentodasuestatura—.Túnotienespermisoparasalirdelanexo.

Semarchósindarmetiempoareplicar.Aúnnohabía visto amis padres.Volví sobremis pasos en zigzagpara

sorteara lasempleadasyencontréaDrewsentadoenelsofá,escuchandoaunamujerque le informabadeque laaspirinapuedecausar infertilidad.Lecogídelamanoytirandodeélmeabrícaminoentrelasdesconocidas.

—¿Estesitioesdeverdad?—mepreguntó.Encontréamimadreenunahabitaciónsinventanasdelsótano.Tuve la

impresión de que se escondía. Le presenté aDrew y le dirigió una sonrisaafectuosa.

—¿Dónde está papá?—le pregunté. Suponía que estaría en cama, puesdesdequelaexplosiónlehabíaabrasadolospulmoneserapropensoapadecerenfermedadesrespiratorias.

—Seguroqueestáenlabrega—respondióalzandolosojosaltecho,queretumbabaconelruidosordodepisadas.

Mimadresubióconnosotros.Encuantoaparecióeneldescansillo,variasempleadassuyaslallamaronparatrasladarlepreguntasdelosclientes.Porlovisto todo el mundo quería conocer su opinión: sobre quemaduras, sobresoploscardíacos,sobrelactantesconpesobajo.Lesdijoquenoconlamanoysiguióadelanteconbrío.Avanzabapor supropiacasacomounacelebridadquenoquierequelareconozcanenunrestaurantemuyconcurrido.

Elescritoriodemipadreeragrandecomouncocheyestabaestacionadoen el centro del caos. Papá hablaba por teléfono con el auricular encajadoentrelamejillayelhombroparaquenoleresbalaradelasmanos,queerancomodecera.

—Los médicos no pueden ayudarles contra la diabetes—aseguraba envozdemasiadoalta—.¡ElSeñorsíquepuede!

Miré de reojo a Drew y vi que sonreía. Papá colgó, se volvió hacianosotrosysaludóaDrewconunasonrisadeorejaaoreja.Irradiabaenergía,que extraía del desbarajuste general de la casa. Drew comentó que estabaimpresionadoporelnegocioypapápareciócrecerquincecentímetros.

—SenoshabendecidoporrealizarlalabordelSeñor—dijo.El teléfonovolvió a sonar.Aunquehabía almenos tres empleadas cuya

tarea consistía en atender las llamadas, papá se abalanzó sobre el auricularcomosiesperaraunaimportante.Jamáslohabíavistotanrebosantedevida.

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—ElpoderdeDiosenlatierra—gritóalteléfono—.EstosaceitessonlafarmaciadeDios.

ElruidodelacasaaturullabadetalmodoquellevéaDrewalamontaña.Paseamosporloscamposdetrigoalmidoneroynosinternamosenelanillodepinos que bordeaban la falda de la montaña. Las tonalidades del otoñoresultabanrelajantesypasamosvariashorascontemplandoelplácidovalle.AmediatardevolvimosacasayDrewpartióhaciaSaltLakeCity.

Entréen laCapillapor lacristaleraymesorprendióelsilencio.Lacasaestaba desierta, los teléfonos desconectados y las mesas de trabajoabandonadas.Mimadresehallabasolaenelcentrodelasala.

—Hanllamadodelhospital.Laabuelahamuerto.

Mipadreperdióelgustoporelnegocio.Se levantabacadadíamás tarde,ycuando por fin salía de la cama, al parecer era para insultar y lanzaracusaciones.Gritaba aShawnpor asuntos del desguace y sermoneaba amimadreacercadelagestióndelasempleadas.HablabamalaAudreycuandomihermanaqueríaprepararleelalmuerzo,yamímevociferabapor tecleardemasiadofuerte.Eracomosidesearapelear,castigarsepor lamuertedelaanciana. O tal vez castigarse por la vida que ella había llevado, por elconflictoquehabíaexistidoentreambosyalquesoloelfallecimientodelaabuelahabíapuestofin.

La casa volvió a llenarse poco a poco. Se conectaron de nuevo losteléfonos y aparecieronmujeres para atender las llamadas. El escritorio depapá continuódesocupado.Sepasaba losdías en la cama, contemplandoeltechoestucado.Cuandolellevabalacena,comohacíadeniña,dudaba,igualqueentonces,dequesepercatarademipresencia.

Mimadresemovíaporlacasaconlavitalidaddediezpersonas:mezclabatinturasyaceitesesenciales,ordenabaaunasempleadasqueseocuparandelospreparativosdelfuneralyaotrasquecocinaranparalosprimosytíasqueacudíansinavisarpararecordaralaabuela.Laveíaamenudoconeldelantalpuesto,vigilandounasadoconunteléfonoencadamano,enunounclienteyenelotroun tíoounamigoque llamabaparadarelpésame.Entretantomipadreseguíaenlacama.

Papáhablóenelfuneral.PronuncióunsermóndeveinteminutossobrelaspromesasdeDiosaAbraham.Nombródosvecesalaabuela.Alosdefueradebió de parecerles que apenas le afectaba la pérdida de su madre, peronosotros,quepercibíamosladesolación,sabíamoslaverdad.

Cuandoregresamosacasaseencolerizóalverqueelalmuerzonoestabaapunto.Mimadrecorrióaservirelestofadoquehabíadejadoafuegolento,y

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traslacomidapapásesulfuróporlosplatos,queellaseapresuróafregar,yporsusnietos,que jugabanarmando jaleomientrasmimadre ibacomounaflechadeunladoaotrointentandoacallarlos.

Porlanoche,conlacasayavacíaytranquila,desdelasaladeestaroíamispadresdiscutirenlacocina.

—Lomenosquepodríashaceresrellenaresastarjetasdeagradecimiento—decíaella—.Alfinyalcabo,eratumadre.

—Eso es tarea de la esposa—replicó él—. Jamáshe oídodecir queunhombreescribatarjetas.

Dijo justo lo que no debía. Durante diez años mi madre había sido laprincipal fuente de ingresos, sin dejar por ello de preparar las comidas,limpiarlacasaylavarlaropa,yyonolahabíaoídoniunasolavezexpresarelmenorresentimiento.Hastaesedía.

—Entoncestútendríasquehacerlastareasdelmarido—leespetóalzandolavoz.

Sepusieronagritar losdos.Papá intentóacorralarla, someterlaconunademostración de ira, como siempre había hecho, pero en esa ocasión soloconsiguióquemimadresemostraramástestaruda.Alfinalarrojólastarjetasenlamesa.

—Puedesescribirlasono—exclamó—.Perosino lohaces tú,nadie lohará.

Ybajóporlaescalera.Papálasiguió,yduranteunahoraloschillidosdeambos traspasaron el suelo. Nunca les había oído gritar de esa manera, almenosamimadre.Nuncalahabíavistonegarseaceder.

Alamañanasiguienteencontréapapáenlacocina.Echabaharinaenunasustanciaglutinosaquesupusequeeramasadetortitas,yalvermelasoltóysesentóalamesa.

—Eresunamujer,¿no?Puesbien,estoesunacocina.Nosmiramosdehitoenhitoyreflexionésobreladistanciaquesehabía

abiertoentrenosotros;enlonaturalesqueesaspalabrasresultabanasusoídosyencómochirriabanalosmíos.

Noerapropiodemimadredejarquepapáseprepararaeldesayuno.Penséque debía de encontrarsemal y bajé a ver qué le ocurría.Apenas llegué aldescansillo oí unos sollozos sordos en el cuarto de baño, sofocados por elzumbido incesante de un secador de pelo.Me quedé escuchando junto a lapuertaduranteunminuto,paralizada.¿Preferiríamimadrequemefuera,quefingieranohaberlaoído?Esperéaquesecalmara,perolossollozoserancadavezmásdesesperados.

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Llaméconlosnudillos.—Soyyo.Lapuertaseabrió,solounarendijaalprincipio,luegomás,yapareciómi

madre envuelta en una toalla demasiado pequeña para cubrirla, con la pielrelucienteporelaguadeladucha.Nuncalahabíavistodesnudaydemanerainstintiva cerré los ojos. El mundo se volvió negro. Los abrí al oír ungolpetazoyelcrujidodeplásticoresquebrajado.Selehabíacaídoalsueloelsecador,cuyorugidoseredobló,comosirebotaraenelhormigón.Miréamimadre,quemeatrajohaciasíymeabrazó.Lahumedaddesucuerpomecalólaropaynotéenelhombrolasgotitasquelecaíandelpelo.

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33Lamagiadelafísica

Nomequedémucho tiempoenBuck’sPeak,unasemanaquizá.Eldíaquepartídelamontaña,Audreymepidióquenomemarchara.Nomeacuerdodela conversación, pero sí recuerdo que enmi diario introduje una anotaciónsobreella.Laescribíelmismodíaque regreséaCambridge, sentadapor lanoche en un puente de piedra de cara a la capilla del King’s College.Recuerdo el río, que estaba calmo; recuerdo elmovimiento pausado de lashojasotoñalessobrelasuperficielisacomoelcristal.Recuerdoelrasgueodelaplumasobreelpapelmientrasconsignabacontododetalle,enochopáginasenteras, lo quemi hermaname había dicho. Sin embargo, se ha borrado elrecuerdodemihermanadiciéndomelo;tengolaimpresióndequeloescribíafindeolvidarlo.

Audreymesuplicóquemequedara.AseguróqueShawneratanfuerteytanpersuasivoquenopodíaenfrentarseaélsola.Ledijequenoestabasola,queteníaanuestramadre.Audreydijoqueyonoloentendía.Que,afindecuentas, nadie nos había creído. Estaba segura de que papá nos llamaríamentirosas si le pedíamos ayuda. Le dije que nuestros padres habíancambiadoyquedebíamosconfiarenellos.Luegosubíaunaviónypuseochomilkilómetrosdepormedio.

Si me sentí culpable por anotar los temores de mi hermana desde unadistancia protectora, rodeada de bibliotecas magníficas y capillas antiguas,solo lodejéentreverunavez,en laúltimafrasequeescribí:«Cambridgeesmenoshermosaestanoche».

DrewviajóconmigoaCambridge,pues lohabíanaceptadoenunmásterenestudiossobreOrientePróximo.LecontémiconversaciónconAudrey.Fueelprimernovioalquehabléconfranquezademifamilia,alqueconfiélaverdadynosoloanécdotasdivertidas.Claroquetodoestoesaguapasada,ledecía.Ahorami familiaesdiferente.De todosmodos,debessaberlo.Paraquemevigiles.Porsicometoalgunalocura.

Elprimertrimestretranscurrióenunauténticotorbellinodecenasyfarrasnocturnas,salpicadasdevisitasalabibliotecaaaltashorasdelanoche.Paraque se me permitiera cursar el doctorado debía presentar un trabajoacadémicooriginal.Enotraspalabras,traspasarcincoañosleyendohistoria,semepedíaquelaescribiera.

¿Escribir sobre qué?Mientras leía para la tesina me había sorprendido

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descubrir resonancias de la teología mormona en los grandes filósofos delsiglo XIX. Se lo comenté a David Runciman, mi director. «Ahí tienes tuproyecto —afirmó—. Puedes hacer algo que nadie ha hecho: analizar elmormonismo no como un movimiento religioso, sino como una corrienteintelectual.»

Releí las cartas de Joseph Smith y Brigham Young. De niña las habíaleídocomounactodeveneración;enlauniversidadlasleíconotrosojos,nocon los de una crítica, pero tampoco con los de una discípula. Analicé lapoligamiaentendidacomopolíticasocialynocomodoctrina.Lacontrapuseasuspropiosobjetivosyaotrosmovimientosyteoríasdelamismaépoca.Meparecióunactoradical.

MisamigosdeCambridgesehabíanconvertidoenunaespeciedefamiliaparamíyteníalaimpresióndeencajarentreellos,unaimpresiónquedurantemuchos años no había experimentado con respecto a Buck’s Peak. Enocasionesmesentíacondenadaporesossentimientos.Lasmujeresnormalesnoquierenmásaundesconocidoqueaunhermano,pensaba,¿yquéclasedejovenprefiereaunprofesorantesqueasupropiopadre?

Sin embargo, aunque habría deseado que las cosas fueran distintas, noqueríavolveracasa.Preferíalafamiliaquehabíaelegidoalaquemehabíandado, de modo que cuanto más contenta me sentía en Cambridge, máspestilente me resultaba mi felicidad debido a la sensación de que habíatraicionadoaBuck’sPeak.Esasensaciónllegóatransformarseenunapartefísicademí,enunsaborquepercibíaenlalenguayenunolordemialiento.

Compré un billete hacia Idaho para laNavidad. La víspera del viaje secelebrabaunbanqueteenmifacultad.Unamigomíohabíacreadouncorodecámara que interpretaría villancicos durante la cena y que llevaba mesesensayando, pero el día de la fiesta la soprano contrajo una bronquitis. Miteléfono sonó por la tarde. Erami amigo. «Por favor, dime que conoces aalguienquesepacantar»,dijo.

Aunquellevabaañossinpracticarynuncahabíacantadosinquemipadreestuvierapresenteparaescucharme,alcabodeunashorasmesubíconelcorodecámaraaunestradocercanoalasvigas,porencimadelenormeárboldeNavidad que presidía el salón. Valoré como un tesoro aquel momento ydisfrutéconlaligerezaqueexperimentéalsentirquelamúsicavolvíaasurgirdemipecho.Mepreguntésipapá,dehaberestadoenInglaterra,habríatenidolavalentíadehacerfrentealauniversidadysusocialismoparaoírmecantar.Meparecióquesí.

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Buck’s Peak no había cambiado. La Princesa se hallaba sepultada por lanieve, aunque se distinguía el marcado contorno de sus piernas. Cuandollegué,mimadreestabaenlacocina,removiendoelestofadoconunamanomientras sostenía el auricular del teléfono con la otra y explicaba laspropiedades de la agripalma. El escritorio de papá seguía vacío. Mi padreestaba en el sótano, en cama, segúnme contómimadre.Tenía algo en lospulmones.

Undesconocidocorpulentoentróporlapuertatraseraarrastrandolospies.Tardé varios segundos en reconocer a mi hermano Luke, que gastaba unabarba tan poblada que parecía una de sus cabras. Tenía el ojo izquierdoblanco, ciego: hacía unos meses le habían disparado en la cara con unamarcadora depaintball. Cruzó la habitación para darme una palmada en laespalda y lemiré el ojo bueno en busca de algo familiar. Sin embargo, noestuveseguradequeeramihermanohastaquelevilacicatrizprominentedelantebrazo,unauvecurvadecincocentímetrosdeanchoenellugardondelaCizallalehabíamordidolacarne.[9]Mecontóquevivíaconsuesposayunapatuleade críos enunacaravanadetrásdel establoyque seganaba lavidatrabajandoenpozospetrolíferosdeDakotadelNorte.

Transcurrierondosdías.Papásubíatodaslasnochesyseacomodabaenelsofá de la Capilla, donde tosía y veía la televisión o leía el AntiguoTestamento.Yopasabalosdíasestudiandooayudandoamimadre.

Laterceranoche,estabaleyendoenlamesadelacocinacuandoShawnyBenjaminentraronporlapuertadeatrás.Benjaminhablabadelpuñetazoquehabíaasestadotrasunchoquesinimportanciaenlaciudad.Contóqueantesdeapearsedelcamiónparaenfrentarsealotroconductorsehabíadeslizadolapistolaenlacinturilladelosvaqueros.

—Eltíonosabíadóndesemetía—añadióconunasonrisa.—Solounidiotacogeunarmaantesdeunfollóncomoese.—Nopensabausarla—mascullóBenjamin.—Pues entonces no la cojas—replicó Shawn—. Seguro que así no la

usas.Silacogespuedequelautilices.Esloquepasa.Unapeleaapuñetazospuedeacabarenuntiroteoenunplisplas.

Shawnhablabatranquilo,contonoreflexivo.Llevabaelpelosucioysincortar,alborotado,yunabarba incipientedelcolordelesquisto.Losojos lebrillabanbajolagrasaylamugre,dosllamasazulesentrenubesdecenizas.Aligualquesuspalabras,susemblanteparecíapropiodeunhombremayor,unhombrecuyasangresehabíaenfriado,quehabíaencontradolapaz.

Sevolvióhaciamí.Habíaestadoevitándole,loquederepentemepareció

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injusto.Shawnhabíacambiado;eracruelactuarcomosisiguierasiendoeldeantes. Me preguntó si me apetecía dar una vuelta en coche y acepté. Mihermano quería un helado, demodo que tomamos unos batidos de helado.Mantuvimosunaconversaciónsosegada,agradable,comolasquehacíaañoshabíamos tenido en el corral en atardeceres sombríos. Me habló de cómodirigía la cuadrilla sin papá y de los frágiles pulmones de Peter, de lasintervencionesquirúrgicasdelpequeñínydelostubosdeoxígenoquetodavíanecesitabaporlanoche.

Yaestábamoscercadecasa,asolounkilómetrodeBuck’sPeak,cuandoShawndiounvolantazoyel cochepatinó.Acelerómientrasgirábamos, losneumáticos frenaron en secoy el vehículoviró conuna sacudidahaciaunacarreterasecundaria.

—¿Adóndevamos?—pregunté,aunquesabíaquelacarreterasolollevabaaunsitio.

Laiglesiaestabaaoscurasyelaparcamiento,desierto.Shawn lo rodeó y aparcó cerca de la entrada principal. Desconectó el

motor y se apagaron los faros.Apenas distinguí la curva de su rostro en laoscuridad.

—¿HablasmuchoconAudrey?—mepreguntó.—Laverdadesqueno.Pareciórelajarse.—Audreyesunaembusterademierda—dijo.Apartélavistaylaclavéenelchapiteldelaiglesia,recortadosobrelaluz

delasestrellas.—Lepegaríauntiroenlacabeza—prosiguió,ynotéquevolvíaelcuerpo

haciamí—, sino fueraporquenoquierodesperdiciarunabala enunaputainútil.

Era crucial no mirarlo. Estaba casi convencida de que, si mantenía losojosfijosenelchapitel,nometocaría.Casi.Porquemientrasmeaferrabaaesaconvicciónesperabasentirsusmanosenelcuello.Sabíaquelassentiría,ya nomucho tardar, pero nome atrevía a hacer nada que pudiera romper lamagiadelaespera.Enaquelmomentopartedemícreía—comosiemprelohabíacreído—queseríayoquienquebraríalamagia,quienprovocaríaquesequebrara. Cuando la quietud estallara en pedazos y la furia de Shawn seprecipitarasobremí,sabríaquealgúnactomíohabíasidoeldesencadenante,lacausa.Esassupersticionesencierranesperanza;laficcióndequesetieneelcontrol.

Permanecíquieta,sinmovermenipensar.

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Seoyóelclicdelcontactoyelmotorsepusoenmarchaconunrugido.Salióairecalienteporlosconductosdeventilación.

—¿Te apetece ver una película? —me preguntó Shawn. El tono eradespreocupado.

Vigirarelmundocuandoelcochediolavueltayregresódandobandazosalacarretera.

—Unapelículameparecemuybuenaidea—añadió.Nodijenada,puesnoqueríamovermenihablarporsiatentabacontrala

magiadelafísicaquecreíaquemehabíasalvado.Shawnpareciónorepararenmi silencio.CondujoelúltimokilómetrohastaBuck’sPeak sindejardehablarmuyanimado,casiguasón,desidebíamosverElhombrequenosabíanada.

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34Lasustanciadelascosas

Cuando aquella noche abordé a mi padre en la Capilla, no me sentíaespecialmente valiente. Consideraba que mi labor era de reconocimiento:transmitir información, contarle que Shawn había amenazado a Audrey,porquepapásabríacómoactuar.

Oquizámesentíatranquilaporqueenrealidadnoestabaencasa.Talvezestuvieraalotroladodelocéano,enotrocontinente, leyendoaHumeenunsoportal de piedra. Tal vez estuviera cruzando presurosa el King’s CollegeconelDiscursosobreladesigualdadbajoelbrazo.

—Papá,quierocontarteunacosa.LedijequeShawnhabíahabladoenbromadedispararaAudreyyqueme

parecíaqueeraporqueellalehabíareprochadosucomportamiento.Papámemiró de hito en hito y se le tensó la piel de la zona donde antes tenía loslabios.Llamóamimadreavocesyellaacudió.Laactituddemimadreeralúgubre;yonoentendíaporquénomemirabaalosojos.

—¿Quéquieresdecirconeso?—mepreguntópapá.En esemomento empezó un interrogatorio. Cada vez que yo insinuaba

que Shawn era violento y manipulador, papá me gritaba: «¿Dónde está laprueba?¿Tienesalgunaprueba?».

—Tengolosdiarios.—Tráelos.Melosleeré.—Nolostengoaquí.—Eramentira;losguardabadebajodelacama.—¿Qué demonios quieres que piense si no tienes ninguna prueba? —

exclamabapapá.Mi madre estaba sentada en el borde del sofá, con la boca abierta y

torcida.Senotabaquesufría.—Nonecesitasningunaprueba—dijesinalzarlavoz—.Túmismolohas

visto.Lohabéisvistolosdos.PapámeespetóquenoestaríacontentahastaqueShawnsepudrieraenla

cárcel,quehabíaregresadodeCambridgeconelúnicopropósitodeliarla.LedijequenoqueríaveraShawnenprisiónperoqueeraprecisohaceralgo.Mevolví haciamimadrey esperé a que sumara suvoz a lamía; sin embargo,continuó callada, con la vista clavada en el suelo, como si papá y yo noestuviéramospresentes.

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Enunmomentodeterminadocomprendíquenohablaría,queseguiríasindecir nada, que yo estaba sola. Intenté calmar a papá, con la voz trémula,quebrada,yderepentemeechéallorar.Lossollozosbrotarondenosédónde,deunapartedemíqueno sentíadesdehacía años, quehabíaolvidadoqueexistía.Creíqueibaavomitar.

Corríalcuartodebaño.Temblabadearribaabajo.Teníaquesofocarlossollozosdeinmediato—delocontrariopapánome

tomaríaenserio—,demodoquereprimí losberridosrecurriendoalmétododelpasado:mirandodesafiantemicaraenelespejoyregañándolaporcadalágrima.Eraunprocedimientotanconocidoqueal llevarloacaborompíenmilpedazoslaficciónquecontantoesmerohabíafabricadoenelúltimoaño.Elpasadoyelfuturofalsossevolatilizaron.

Miréconfijezaelreflejo.Elespejo,consustreshojasbordeadasderoblede imitación, resultabahipnótico.Eraelmismoespejoquehabíamiradodepequeña,deadolescente,dejoven,mediomujer,medioniña.DetrásteníaelváterenelqueShawnmehabíametidolacabezaparaobligarmeaconfesarqueeraunaramera.

Me había encerradomultitud de veces en ese cuarto de baño en cuantoShawnmesoltaba.Movíalashojasdelespejohastaquemostrabanmirostrotriplicadoy,mirandoacadaunodeellos,meditabasobreloqueShawnhabíadichoyloquemehabíaobligadoadecir,hastaquemispalabrasempezabanaparecerciertasynoalgoquehabíadichoparaevitareldolor.Yahíseguía,yahíestabaelespejo.Elmismorostro,repetidoenlasmismastreshojas.

Sinembargo,noeraelmismo.Eserostroteníamásañosysealzabasobreun jerseydecachemir.De todasformas,eldoctorKerry tenía razón: loquevolvía diferente ese rostro, a esa mujer, no era la ropa. Era algo que sepercibíaenelfondodelosojos,enlafirmezadelamandíbula:laesperanza,lacreenciaolaconviccióndequelavidanoesalgoinalterable.Noencuentrolapalabraparadescribirloquevi,perosupongoqueseparecíaalafe.

Tras recuperaruna frágil sensaciónde serenidad salí del cuartodebañollevandoesacalmaconmimo,comosisetrataradeunabandejadeporcelanaqueportarasobrelacabeza.Caminédespacioporelpasillo,conpasoscortosyparejos.

—Voy a acostarme —dije al entrar en la Capilla—. Ya hablaremosmañana.

Papáestabasentadoalescritorio,conelteléfonoenlamanoizquierda.—Hablaremos ahora —replicó—. Le he contado a Shawn lo que has

dicho.Yaviene.

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Meplanteélaposibilidaddehuir.¿LograríallegaramicocheantesdequesepresentaraShawn?¿Dóndehabíapuestolasllaves?Necesitoelportátil,tengoeltrabajodeinvestigaciónenél,pensé.«Déjalo»,dijolachicadelespejo.

Papá me ordenó que me sentara y obedecí. No recuerdo cuánto ratoesperé,paralizadaporlaindecisión;encualquiercaso,seguíapreguntándomesitendríatiempodeescaparcuandoseabriólacristalerayentróShawn.Derepente laenormesala semeantojóminúscula.Memiré lasmanos.Nomeatrevíalevantarlavista.

Oípasos.Shawncruzólaestanciaysesentóamiladoenelsofá.Esperóaquelemirara,yalverquenolohacía,estiróelbrazoparacogermelamano.Condelicadeza,comosisepararalospétalosdeunarosa,meabriólosdedoseintrodujoalgoentreellos.Percibíelfríodelahojametálicaantesdeverlaeintuílasangreantesinclusodeatisbarlafranjarojaenlapalmadelamano.

Erauncuchillopequeño,demenosdequincecentímetrosdelargo,ymuyfino. La hoja tenía un brillo carmesí. Froté el pulgar y el índice, me losacerquéalanarizyaspiréelolor.Metálico.Nocabíadudadequeerasangre.No eramía, pues Shawn tan solome había puesto el cuchillo en lamano;entonces¿dequiénera?

—Si eres lista,BermanaHequeña, te lo clavarás túmisma.Porque serámejorqueloqueteharésinolousas.

—Nodigasdisparates—intervinomimadre.Miréboquiabierta amimadrey luegoaShawn.Debídeparecerlesuna

idiota,peronoacababadeentenderloqueocurríaynosupereaccionar.Casimepreguntésidebíavolveralcuartodebaño,atravesarelespejoyenviaralaotrachica,ladedieciséisaños.Ellasísabríalidiarconlasituación,pensé.Adiferenciademí, no tendríamiedo.Adiferenciademí, nada leharíadaño.Ellaeraunpedazodepiedra,sinsensibilidadcarnal.Aúnnomedabacuentade que precisamente ser sensible—el haber llevado durante unos años unavidaquepermitíalasensibilidad—seríaloque,alapostre,mesalvaría.

Me quedé mirando la hoja del cuchillo. Papá empezó un sermón queinterrumpióvariasvecesparaquemimadreratificarasuspalabras.Oívoces,entre ellas la mía, que cantaban en coro en un salón antiguo. Oí risas, elsonido de vino escanciado, el tintineo de cuchillos de la mantequilla quegolpeabanplatosdeporcelana.Apenasoíeldiscursodemipadre,yrecuerdoconclaridad,comosiocurrieraahoramismo,quemetrasladéporencimadeunocéanoyretrocedítrespuestasdesolhastalanocheenquehabíacantadoconmisamigosenelcorodecámara.«Debodehabermedormido—pensé—.Demasiadovino.Demasiadopavoasado.»

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Tras concluir que estaba soñando, hice lo que hacemos en los sueños:intentéentenderlasnormasdeesarealidadanómalayrespetarlas.Razonéconlas sombras extrañas que se hacían pasar pormis padres ymi hermano, ycuando los razonamientosnodieronresultadomentí.Los impostoreshabíantorcido la realidad. Era mi oportunidad. Le dije a Shawn que no le habíacontado nada a nuestro padre. Pronuncié frases como «No sé de dónde hasacadopapáesaidea»y«Papámehabráentendidomal»,conlaesperanzadeque las sombras se disiparan si negaba su capacidad de discernimiento. Alcabo de una hora seguíamos sentados en el sofá y por fin acepté supersistenciafísica.Estabanenlasalaigualqueyo.

Semehabíasecadolasangredelamano.Elcuchilloestabatiradoenlamoqueta,olvidadoportodosmenospormí.Procurénomirarlo.¿Dequiéneralasangre?Observéamihermano.Noteníaningúncorte.

Papáhabíacomenzadootrosermón,yesavezestuvelobastantepresenteparaoírlo.Afirmóquealasniñashayqueenseñarlesacomportarsecomoesdebidoanteloshombres,paraquenosemuestrendemasiadoincitantes.Quehabíaobservadohábitos indecentesen lashijasdemihermana, lamayordelascualesteníaseisaños.Shawnestabatranquilo.Lohabíaagotadolameraduracióndelasalmodiadepapá.Además,sesentíaprotegido,justificado,demodo que, cuando el sermón terminó por fin, me dijo: «No sé qué le hascontadoapapáestanoche,peroviéndotemedoycuentadequetehehechodaño.Ylosiento».

Nos abrazamos. Nos reímos como siempre hacíamos después de unapelea.Lesonreícomohabíahechosiempre,comohabríahechoella,lachicadedieciséisaños.Sinembargoellanoestabaylasonrisaerafalsa.

Fuiamidormitorioycerrélapuerta,echéelpestillosinhacerruidoyllaméaDrew.Meexpresédemanera incoherentedebidoalpánicoperoal finalmeentendió. Me aconsejó que me marchara de inmediato y propuso quedarconmigoamediocamino.Nopuedo, ledije.Lasituaciónsehacalmado.Siintentohuirenplenanochenoséquépasará.

Me acosté, aunque no logré dormir. Esperé hasta las seis de lamañanapara levantarmeyencontréamimadreenlacocina.ElcochequeconducíamelohabíaprestadoDrew,demodoqueledijeamimadrequehabíasurgidoun imprevisto y que Drew lo necesitaba en Salt Lake. Le aseguré queregresaríaalcabodeunpardedías.

Unosminutos después bajaba por la colina. La carretera ya estaba a lavista cuando atisbé algo y me detuve. A unos pasos de la puerta de la

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caravanadondeShawnvivíaconEmilyyPeter,lanieveestabamanchadadesangre.Sehabíaproducidounamuerteeneselugar.

Más tardemeenteraríapormimadredequehabíasido ladeDiego,unpastoralemánqueShawnhabíacompradohacíaunosaños.Eraunanimaldecompañía, muy querido por Peter. Tras recibir la llamada de papá, mihermanohabía salido a acuchillarlomientras suhijito, a pocadistancia, oíalosgañidosdelperro.Mimadreaseguróquelaejecuciónnadateníaqueverconmigo; que no había habido más remedio que acabar con Diego porquematabalospollosdeLuke.Fueunameracoincidencia,segúnella.

Quisecreerlaperonopude.HacíamásdeunañoqueDiegomataba lospollos de Luke. Además, era de pura raza. A Shawn le había costadoquinientosdólares.Podríahaberlovendido.

Con todo, laverdadera razónpor laqueno lacreí fueelcuchillo.Eneltranscurso de los años había visto a mi padre y mis hermanos sacrificar adocenasdeperros—lamayoríaextraviados—quemerodeabanalrededordelgallinero. No los había visto matar ni a uno solo con un cuchillo. Lesdisparabanenlacabezaoenelcorazón,porloquelamuerteerarápida.Encambio Shawn había elegido un cuchillo, y un cuchillo con una hoja pocomayorquesupulgar.Eraelqueescogeríaunapersonaquedesearasentir lamatanza,notarcómolasangreseleescurríaporlamanocuandoelcorazóndejaradelatir.Noeraeldeungranjeronisiquieraeldeuncarnicero.Eraelcuchillodelaira.

Ignoro qué ocurrió en los días posteriores. Incluso ahora, al analizar loscomponentes del enfrentamiento —la amenaza, la negación, el sermón, ladisculpa—,mecuestadescribirlos.Alcabodeunassemanas,cuandomeditésobre lo sucedido, me pareció que había cometido mil errores, que habíaclavadomilcuchillosenelcorazóndemi familia.Más tardemepercatédeque no era la única causante del daño que se hubiera provocado aquellanoche. Y más de un año después caí en la cuenta de lo que tendría quehabermeresultadoevidentedeinmediato:quemimadrenohabíahabladoconmipadredelcomportamientodeShawnyquemipadrenohabíahabladoconShawn.PapánohabíaprometidoayudarnosaAudreyyamí.Mimadrehabíamentido.

Al reflexionar ahora sobre las palabras de mi madre y recordar elmomentoenqueaparecieroncomoporartedemagiaenlapantalla,undetallese destaca sobre los demás: que calificara a mi padre de bipolar. Era eltrastornoqueyosospechaba.Lapalabraeramía,nodeella.Porlotanto,me

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preguntosiacasomimadre,quesiemprehabíareproducidoalaperfecciónlavoluntaddepapá,aquellanochenoselimitaríaareproducirlamía.

No,medigo.Eransuspalabras.Encualquiercaso,fueransuyasono,esaspalabras,quemehabíanconsoladoycurado,eranhueras.Nocreíaquefueranpérfidas,perolasinceridadnoleshabíadadosustanciayotrascorrientesmáspoderosasselasllevaron.

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35Aloestedelsol

Huídelamontañaconelequipajeamediohacerynorecuperénadadeloquehabíadejadoencasa.MedirigíaSaltLakeypaséelrestodelasvacacionesconDrew.

Tratédeolvidaraquellanoche.Porprimeravezenquinceañoscerrémidiario y lo guardé. Escribir un diario es una tarea meditativa, y no queríameditarsobrenada.

Después de Año Nuevo regresé a Cambridge, donde me alejé de misamigos. Había visto temblar la tierra, había sentido la sacudida preliminar;esperabaelacontecimientosísmicoquetransformaríaelpaisaje.Sospechabacómoempezaría:Shawnreflexionaríasobreloquepapálehabíacontadoporteléfono y, tarde o temprano, se daría cuenta de que mi negación —miargumento de que papá me había entendido mal— era mentira; cuandodescubrieralaverdad,sedespreciaríaduranteunrato,unahoraquizá,yluegoproyectaríaenmíeseaborrecimiento.

Ocurrióaprincipiosdemarzo.Shawnmeenvióuncorreoelectrónico,sinsaludoniningúnmensaje.ConteníatansolouncapítulodelaBiblia,desanMateo, con un versículo destacado en negrita: «¡Generación de víboras!¿Cómopodéishablarlobueno,siendomalos?».Mehelólasangre.

Me llamó una hora después. Su tono era desenfadado y durante veinteminutos hablamos de Peter, de cómo evolucionaban sus pulmones. Luegodijo:

—Tengoquetomarunadecisiónyquisieraquemeaconsejaras.—Claro.—No sé qué decidir.—Hizo una pausa y pensé que tal vez fallaba la

conexión—. Si matarte yo mismo o contratar a un asesino. —Siguió unsilencio cargado de ruiditos de interferencias—. Es posible que salga másbaratocontrataraalguienteniendoencuentaelpreciodelbilletedeavión.

Fingí no entenderle, con lo que solo conseguí que se mostrara másagresivo. Profirió insultos, despotricó. Intenté calmarlo pero no sirvió denada.Alfinalacabaríamosviéndonos.Lecolguéyvolvióallamar,unayotravez, y en cada ocasión repitió las mismas frases: que me guardara lasespaldas,quesusicarioiríaapormí.Llaméamispadres.

—Nolohadichoenserio—asegurómimadre—.Además,notienetantodinero.

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—Esanoeslacuestión—repliqué.Mipadrequisopruebas.—¿Nohasgrabadolallamada?¿Cómoquieresquesepasiibaenserio?—Hablaba igual que la vez que me amenazó con el cuchillo

ensangrentado—respondí.—Ah,aquellonoibaenserio.—Esanoeslacuestión—repetí.Al final las llamadas telefónicas cesaron, aunque no se debió a la

intervención demis padres.Cesaron cuandoShawnme arrancó de su vida.Meescribióparaordenarmequenomeacercaraasuesposaysuhijo,quenomeacercaraaélniporasomo.Erauncorreoelectrónicolargo,conunmillardepalabrasde recriminaciónybilis, si bien terminabacon tonode tristeza.Afirmaba que quería a sus hermanos varones, que no conocía a hombresmejores.Ati tequeríamásqueatodosellos—añadía—,peromehasdadopuñaladastraperasdesdeelprincipio.

A pesar de que hacía años que no tenía mucho trato con mi hermano,perder la relaciónconél,aunsabiendodesdehacíamesesqueocurriría,medejóestupefacta.

Mispadresopinaronque teníamotivosparaalejarsedemí.Papáafirmóque era una histérica, que había lanzado acusaciones sin la menorconsideración,cuandoeraevidentequenohabíaque fiarsedemimemoria.MimadreaseguróquemirabiaeraunaverdaderaamenazayqueShawnteníaderecho a proteger a su familia. «Tu furia aquella noche —me dijo porteléfono, refiriéndosea lanocheenquemihermanomatóaDiego—eraeldobledepeligrosadeloquehasidonuncaladeShawn.»

Larealidadsevolvióliquida.Elsuelocedíabajomispiesytirabademíhaciaabajomientrasgirabaa todavelocidad,comoarenaqueseprecipitarapor un agujero del fondo del universo. La siguiente vez que hablé conmimadre, me dijo que lo del cuchillo no había sido una amenaza. «Shawnintentabaquetesintierasmástranquila—aseguró—.Sabíaqueteasustaríassiél teníaelcuchilloenlamano,yporesote lodio.»Unasemanadespuésnegóquehubierahabidouncuchillo.

—Hablandocontigomedoycuentadequehasdeformadolarealidad—medijo—.Escomohablarconalguienquenisiquieraestabapresente.

Ledilarazón.Eraexactamenteasí.

ConseguíunaayudaparaestudiarenParísaquelverano.Drewviajóconmigo.Nuestro piso se encontraba en el distrito VI, cerca de los jardines deLuxemburgo.Mividaeradeltodonuevaylomásparecidaaunestereotipo.

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Meatraíanlaspartesdelaciudadmásatestadasdeturistasymezambullíaenellas.Eraunamanera frenéticadeolvidar,ypaséelveranoentregadaaeseobjetivo:eldeperdermeenlosenjambresdeviajerosafindedesprendermedemipersonalidadydemicarácter,demipasado.Cuantomáspedestrefueralaatracción,másmeatraía.

Unatarde,cuandoyallevabavariassemanasenParís,alsalirdeunaclasede francéspaséporunacafeteríaparamirar el correoelectrónico.Teníaunmensajedemihermana.

Entendídeinmediatoquemipadrehabíaidoaverla.Encambio,tuvequeleer varias veces el texto para entender lo que había sucedido exactamente.Nuestro padre le había asegurado que Shawn estaba limpio gracias a laExpiacióndeCristo,queeraunhombrenuevo.HabíaadvertidoaAudreydeque si volvía a sacar a relucir el pasado destruiría a nuestra familia. Era lavoluntaddeDiosqueAudreyyyoperdonásemosaShawn,afirmópapá.Sinosnegábamosaperdonarle,elnuestroseríaelmayordelospecados.

Nome costó imaginar el encuentro, la solemnidad demi padre sentadofrenteamihermana,laveneraciónylafuerzacontenidasensuspalabras.

Audrey le dijo que ella había aceptado el poder de la Expiación hacíamucho tiempo y que había perdonado a su hermano. Dijo que yo la habíaincitado y había despertado la ira en su interior. Que la había traicionadoporquemehabíaentregadoalmiedo,elreinodeSatanás,enlugardecaminaren la feenDios.QueyoerapeligrosaporquemedominabanelmiedoyelPadredelMiedo:Lucifer.

Mihermanaterminabaelmensajediciendoquenoseríabienrecibidaensucasayquenolallamaraamenosquehubieraotrapersonaenlalíneaparasupervisar la conversación e impedir que sucumbiera a mi influencia. Alleerloreíacarcajadas.Lasituacióneraperversa,peronodejabadeencerrarciertaironía:unosmesesantesAudreyhabíadichoquehabríaquesupervisara Shawn cuando estuviera cerca de niños. Ahora, después de nuestrosesfuerzos,eraamíaquiendebíansupervisar.

Alperderamihermanaperdíamifamilia.Estaba segura de que mi padre visitaría a mis hermanos como había

visitado aAudrey. ¿Le creerían? Suponía que sí.A fin de cuentas,Audreyconfirmaría las palabras de papá. De nada servirían mis negaciones, lasfilípicas de una desconocida.Me había alejado demasiado, había cambiadomucho,meparecíamuypocoalahermanaquerecordaban,aquellaniñaconcostrasenlasrodillas.

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Tenía pocas esperanzas de neutralizar la historia que mi padre y mihermanamehabíancreado.Suversiónseganaríaprimeroamishermanosyluego se propagaría entremis tíos,mis primos y por el valle entero.Habíaperdidoatodamifamilia,¿yparaqué?

Ese era mi estado de ánimo cuando me llegó otro mensaje: habíaconseguido un puesto de profesora investigadora invitada enHarvard.Creoque nunca he recibido una noticia con más indiferencia. Sabía que debíasentirmeebriadegratitudporquemepermitieranestudiarenesauniversidad,a mí, una joven ignorante salida de un montón de chatarra, pero no logréexperimentar entusiasmo. Sospechaba lo que podía costarmemi educación,queempezabaainspirarmerechazo.

Después de leer el mensaje de Audrey vi que el pasado semodificaba. Elcambio se inició con los recuerdos que guardaba de mi hermana. Cuandoevocaba alguna parte de nuestra infancia que habíamos vivido juntas,momentosdeternuraydecomicidad,delaniñaqueyohabíasidojuntoalaniñaquehabíasidoella,elrecuerdosealterabadeinmediato,sedesfiguraba,empezabaapudrirse.Elpasadosevolviótanhorrendocomoelpresente.

Elcambiose repitióconcadamiembrodemi familia.Mis recuerdosdeellossevolvieronsiniestros,incriminatorios.Laniñaqueaparecíaenellos,laniñaqueyohabía sido,dejóde serunachiquillaparaconvertirseenunseramenazadorydespiadado,unserquelosconsumiríaatodos.

Esaniñamonstruosamepersiguióduranteunmes,hastaqueencontréunrazonamiento para ahuyentarla: el de que seguramente había perdido elentendimiento.Siestaba loca,entonces todo teníasentido.Siestabacuerda,nadalotenía.Elrazonamientoerairrefutable.Además,metranquilizó.Yonoeramala,sinouncasoclínico.

Empecéaplegarmesiemprealaopinióndelosdemás.SiDrewrecordabaalgodeformadistintaqueyo,ledabalarazóndeinmediato.Contabaconqueélmerelataraloshechosdenuestrasvidas.Disfrutabadudandodemímismarespecto a si habíamos visto a tal amigo la semana anterior o hacía dossemanas, si nuestra crepería favorita quedaba al lado de la biblioteca o delmuseo. Poner en tela de juicio esos hechos banales y mi capacidad deasimilarlos me permitía dudar de si lo que recordaba había ocurrido enrealidad.

Misdiariosrepresentabanunproblema.Sabíaquemisrecuerdosnoeransolorecuerdos,queloshabíaanotado,queexistíanennegrosobreblanco.Porlotanto,mimemorianoeraloúnicoqueerraba.Eldelirioeramásprofundo,

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sehallabaenelcentrodemimente,queinventabaenelmismomomentoenqueseproducíanloshechosyluegoguardabalaficción.

Duranteelmes siguiente llevé lavidadeuna loca.Viendobrillar el solbarruntaba la lluvia. Sentía el deseo tenaz de interrogar a los demás paracomprobarsiveíanlomismoqueyo.¿Estelibroesazul?,queríapreguntarles.¿Aquelhombreesalto?

En ocasiones este escepticismo adoptaba la forma de una certezainamovible: algunos días, cuanto más dudaba de mi cordura, con mayorímpetudefendíamis recuerdos,mi«verdad»,como laúnicaverdadposible.Shawn era violento y peligroso y mi padre lo protegía. No toleraba oírningunaotraopiniónsobreelasunto.

En esos momentos buscaba febrilmente una razón para considerarmecuerda.Pruebas.Lasnecesitabacomoelaire.EscribíaErin,quehabíasidonoviadeShawnantesydespuésdeSadie,yaquiennoveíadesdequeteníadieciséis años. Le conté lo que recordaba y le pregunté a bocajarro si yoestabatrastornada.Enseguidacontestóqueno.Paraayudarmeaconfiarenmímisma compartió sus recuerdos…, recuerdos en los que Shawn la llamabarameraagritos.Mimenteseaferróaesapalabra.No lehabíadichoaErinqueesaeramipalabra.

Me contó otra anécdota. Un día que replicó a Shawn—solo un poco,añadió,comosicreyeraqueseestabanjuzgandosusmodales—,éllasacóarastrasdesucasayleestampólacabezacontraunmurodeladrillocontantafuerzaqueellacreyóqueibaamatarla.Mihermanoleapretólagargantaconlas manos. «Tuve suerte —me escribió—. Yo había gritado antes de queempezara a estrangularme, y mi abuelo me oyó y lo detuvo a tiempo. Detodosmodos,séloquevienlosojosdeShawn.»

Sucartafuecomounabarandillasujetaalarealidad,unabarandillaalaquepodíaasirmecuandomimenteempezabaadarvueltas.HastaquesemeocurriópensarquetalvezErinestuvieratanlocacomoyo.Nocabíadudadeque laexperiencia lahabíaafectado,medije.¿Cómopodíacreersuversióndespués de lomal que lo había pasado? No podía dar crédito a esamujerporque yo sabía mejor que nadie lo devastadoras que eran sus heridaspsicológicas.Asípues,seguíbuscandotestimoniosdeotrasfuentes.

Cuatroañosdespués,porpuracasualidad,encontraríauno.Mientras viajaba porUtah por un trabajo de investigación, conocí a un

hombrequesepusoaladefensivaaloírmiapellido.—Westover—repitió,yelrostroseleensombreció—.¿Algúnparentesco

conShawn?

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—Esmihermano.—Pueslaúltimavezqueviasuhermano—replicórecalcandolaúltima

palabracomosiescupierasobreella—teníaamiprimaagarradaporelcuelloyleestampabalacabezacontraunmurodeladrillo.Sinollegaaserpormiabuelo,lahabríamatado.

Ahílotenía:untestigo.Unaversiónimparcial.Sinembargo,cuandolaoíyanonecesitabaoírla.Lafiebredelafaltadeseguridadenmímismahabíadesaparecidohacíatiempo.Esonosignificabaquemefiaraporcompletodemisrecuerdos,sinoquemefiabadeellostantocomodelosdeotraspersonas,ymásquedelosdealgunas.

Peroaúnfaltabanunosañosparaesemomento.

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36Cuatrobrazoslargosquegiran

UnatardesoleadadeseptiembrerecorríHarvardYardcargadaconmimaleta.Laarquitecturameresultóextraña,ademásdeescuetayhumildecomparadacon los pináculos góticos de Cambridge. La biblioteca central, llamadaWidener, era lamásgrandequehabíavisto,ycontemplandomaravilladaeledificiomeolvidédelúltimoañoduranteunosminutos.

Mihabitaciónseencontrabaenlaresidenciadelicenciadossituadacercala facultad de derecho. Era pequeña y oscura, húmeda y gélida como unacueva,conparedescenicientasyfríasbaldosasdecolorplomo.Paséenellaelmenortiempoposible.Launiversidadparecíabrindarmeunnuevocomienzoymepropuseaprovecharlo.Mematriculéentodaslasasignaturasquelogréencajarenmihorario,desdeidealismoalemánahistoriadellaicismo,éticayderecho.Me apunté a un grupo de estudio que se reunía todas las semanaspara practicar francés y a otro para aprender a hacer punto. La escuela deposgradoofrecíauncursogratuitodedibujoalcarboncillo.Meapuntéaunquenohabíadibujadoentodamivida.

Empecéaleer:Hume,Rousseau,Smith,Godwin,WollstonecraftyStuartMill.Mesumergíenelmundoenelquehabíanvivido,enlosproblemasquehabíanintentadosolucionar.Meobsesionéconsusideasacercadelafamilia,con la reflexión de que una persona debía contraponer sus obligacionesparticularesconlafamiliaasusobligacionesconlasociedadensuconjunto.Luegomepuseaescribirentretejiendo loshilosquehabíaencontradoen laInvestigaciónsobrelosprincipiosdelamoral,deHume,conlosfilamentosde La esclavitud femenina, de Stuart Mill. Era un buen trabajo, lo supeinclusomientras lo escribía, y en cuanto lo acabé lo dejé a un lado.Era elprimercapítulodemitesisdoctoral.

Un sábado por lamañana, al volver de la clase de dibujo, vi que habíarecibido un correo electrónico de mi madre. Me anunciaba que irían aHarvard.Leílafrasealmenostresveces,convencidadequesetratabadeunabroma.Mipadrenoviajaba—nosabíaquehubieraidomásqueaArizonaavisitarasumadre—,porloquelaideadequeatravesaraelpaísenaviónparaveraunahijaposeídaporeldemoniomeparecióabsurda.Luegoloentendí:iba para salvarme.Mimadreme informaba de que ya había reservado losbilletesydequesealojaríanenmidormitoriodelaresidencia.

«¿Noqueréisunhotel?»,lepregunté.No,noloquerían.

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Alcabodeunosdíasentréenunprogramadechatquenousabadesdehacíaaños.Sonóunamelodíaalegreyunnombrepasódelgrisalverde.«Charlesestáconectado»,leíenlapantalla.Noestoyseguradequiénempezóachatearnidequiénpropusoquesiguiéramoslaconversaciónporteléfono.Hablamosduranteunahorayfuecomosieltiemponohubieratranscurrido.

Mepreguntódóndeestudiaba.—¡Harvard!—exclamóaloírlarespuesta—.¡Ostras!—Sí.¿Quiénibaadecirlo?—Yo—afirmó,yeracierto.Siemprehabíacreídoenmí,muchoantesde

quehubieramotivosparahacerlo.Lepreguntéquéhabíahechoal terminar launiversidady seprodujoun

silenciotenso.—Lascosasnohansalidocomoplaneaba—dijo.Nosehabíagraduado.Habíadejadolosestudiosensegundo,alnacersu

hijo, porque su esposa estaba enferma y tenían un montón de facturas detratamientos médicos. Se había puesto a trabajar en pozos petrolíferos deWyoming.

—Enprincipioibanasersolounosmeses.Yyahapasadounaño.LehablédeShawn,deque lohabíaperdido,dequeestabaperdiendoal

restodemifamilia.Trasescucharmeensilencioexhalóunlargosuspiro.—¿Nohaspensadonuncaquequizádeberíasolvidartedeellos?No,nolohabíapensadoniunasolavez.—Noesparasiempre—respondí—.Podréarreglarlo.—Escurioso—dijoCharles—quehayascambiadotantoysigashablando

comocuandoteníamosdiecisieteaños.

Mispadresllegaroncuandolashojasdelosárbolesempezabanacambiardecolorymáshermosoestabaelcampus,dondelosrojosyamarillosotoñalessecombinabanconeltonoburdeosdelosedificioscolonialesdeladrillo.Consuhablapueblerina,sucamisavaqueraysugorrademiembrovitaliciodelaAsociaciónNacionaldelRifle,papásiemprehabríadesentonadoenHarvard,perosuscicatricesacentuabanlasensación.Peseaquelohabíavistomuchasvecesdesdelaexplosión,hastaqueacudióaHarvardylovicontraeltelóndefondodemividauniversitarianomedicuentadelodesfiguradoqueestaba.Mepercatéatravésdelosojosdelosdemás,desconocidosquecambiabandeexpresión al cruzarse connosotros en las calles yque sevolvían amirarlo.Luegoyotambiénloobservéymefijéenquelapieldelabarbillaeratiranteycomodeplástico;enqueloslabioshabíanperdidoelvolumennatural;enque las mejillas se le hundían de tal forma que casi parecían las de un

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esqueleto. Tenía retorcida y sarmentosa la mano derecha, que levantaba amenudoparaseñalarloquelellamabalaatención,ycuandoselamirabaenaquelescenariodetorresycolumnasantediluvianasdeHarvardmerecordabalagarradeunanimalmitológico.

Comoapapá le interesabapoco la universidad, lo llevé a la ciudad.Leenseñéaviajarenmetro,a introducir la tarjetaenlaranurayapasarporeltorniquete.Serioacarcajadas,comosisetrataradeunatecnologíafabulosa.Unindigenterecorriónuestrovagónynospidióundólar.Papáleentregóunbilletedecincuentanuevecito.

—SisiguesaesteritmoenBoston,tevasaquedarsindinero—leadvertí.—Lo dudo —dijo guiñándome un ojo—. El negocio va sobre ruedas.

¡Tenemosmásdeloquepodemosgastar!Dadasudelicadasalud,élsequedóconlacama.Amimadreledejéun

colchóninflablequehabíacompradoyyomeacostéenelsuelodebaldosas.Losdos roncabanmuy fuerteynodormí en toda la noche.Cuandopor finsalió el sol seguí tumbada, con los ojos cerrados, respirando de maneraprofundaypausada,mientrasmispadressaqueabanlaminineverayhablabandemíenvozbaja.

—El Señor me ha ordenado dar testimonio —decía papá—. TodavíapodemosconseguirqueregresealSeñor.

Mientras maquinaban cómo volver a convertirme, yo maquinaba cómopermitírselo. Estaba dispuesta a ceder, aunque eso implicara un exorcismo.Me habría venido bien un milagro: si lograba representar un renacimientoconvincente, podría desvincularme de cuanto había dicho y hecho en elúltimo año. Podría retractarme de todo, culpar a Lucifer y hacer borrón ycuenta nueva. Imaginé cuántome apreciarían, como a un vaso acabado delimpiar.Cuántomequerrían.Consolosustituirmisrecuerdosporlossuyos,tendríaamifamilia.

Mipadrequisovisitar laArboledaSagradadePalmyra, en el estadodeNuevaYork,elbosquedonde,segúnJosephSmith,Diosseleaparecióparaordenarlequefundaralaiglesiaverdadera.AlquilamosuncocheyalcabodeseishorasentramosenPalmyra.Cercadelafloresta,aciertadistanciadelacarretera, se alzaba un templo resplandeciente coronado por una estatuadoradadelángelMoroni.Papádetuvoelvehículoenelarcénymepidióquecruzaralosjardinesparaacercarmealtemplo.

—Tócalo—medijo—.Supodertepurificará.Leescudriñélacara.Suexpresióneratensa,seria,desesperada.Deseaba

contodosuserquetocaraeltemploymesalvara.

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Los dos contemplamos el templo. Él vio a Dios; yo vi granito. Nosmiramos.Élviounamujercondenada;yoviunhombremayor trastornado,desfiguradoliteralmenteporsuscreencias.Y,aunasí,triunfal.Meacordédelas palabrasdeSanchoPanza: «…caballero aventurero es una cosaque endospalabrasseveapaleadoyemperador».

Cuandoreflexionoahorasobreaquelmomento, la imagensedifuminayse reestructura para convertirse en la de un caballero enfervorizado que, alomosdeuncorcel,entraenunabatallaimaginaria,golpeasombrasyhiendeelaireatajos.Tienelamandíbulafirmeylaespaldaerguida.Susojosardendeconvicción,arrojanchispasquequemanellugardondecaen.Mimadremedirigeunamiradapálidade incredulidadpero,encuantoél lamira,van losdosaunaenlaluchacontralosmolinosdeviento.

Crucélosjardinesyapoyélamanoenlapiedradeltemplo.Cerrélosojose intentéconvencermedequeesesimplegestopropiciaríaelmilagroporelque mis padres rezaban. Que solo debía tocar el monumento y, gracias alpoderdelAltísimo,todoseresolvería.Sinembargo,nosentínada.Sololafríapiedra.

Volvíalcoche.—Vámonos—dije.«Cuandolavidamismapareceloca,¿quiénsabedóndeestálalocura?»Durante los días siguientes escribí esa cita en todas partes, de manera

inconsciente,compulsiva.Ahoralaencuentroenloslibrosqueleíaentonces,en los apuntes de clase, en los márgenes de mi diario. Era unmantra querecitaba.Meobligabaacreérmela…,acreerquenohabíaningunadiferenciaentreloquesabíaqueeraciertoyloquesabíaqueerafalso;aconvencermedequehabíaciertadignidadenloquemeproponíahacer,enrenunciaramispercepcionesdelbienyelmal,delarealidad,delacordura,paraganarmeelcariño de mis padres. Por ellos creía que podía ponerme una armadura yatacaragigantes,aunquesupieraquesoloveíamolinosdeviento.

EntramosenlaArboledaSagrada.Meadelantéyencontréunbancobajoundoseldeárboles.Eraunbosqueprecioso,cargadodehistoria.Porélmisantepasados habían viajado a EstadosUnidos.Una ramita se partió con unchasquidoyaparecieronmispadres.Sesentaronconmigo,unoacadalado.

Mi padre habló durante dos horas. Aseguró que había visto ángeles ydemonios.Quehabíavistounamanifestación físicadelmismísimodiabloyquese lehabíaaparecidoNuestroSeñor Jesucristo, igualquea losprofetasantiguos,igualqueJosephSmithhabíaestadoenesaarboleda.Sufeyanoerafe,sinounacertezaabsoluta,afirmó.

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—Lucifertehaposeído—susurróponiéndomelamanoenelhombro—.Lopercibínadamásentrarentuhabitación.

Penséenmidormitoriodelaresidencia,enlasparedeslóbregasyenlasbaldosasgélidas,perotambiénenlosgirasolesqueDrewmehabíaenviadoyeneltapizqueunamigodeZimbabuemehabíatraídodesualdea.

Mimadre no despegó los labios. Permaneció con la vista clavada en latierra, losojosbrillantesyloslabiosfruncidos.Papámediouncodazoparaquerespondiera.Hurguéenmiinterior,enlomáshondo,buscandoatientaslaspalabrasquemipadredeseabaoír.Peroaúnnoestabandentrodemí.

Antes de que volviésemos aHarvard convencí amis padres de que nosdesviáramosparaver lascataratasdelNiágara.Elambienteenel cocheeratensoymearrepentídehaberpropuestodareserodeo,hastaquemipadreviolas cascadas y se transformó, alborozado. Yo llevaba una cámara. Aunquenunca le habían gustado las cámaras, los ojos le brillaron de entusiasmocuandoviolamía.

—¡Tara!¡Tara!—gritó,yechóacorrerpordelantedemimadreydemí—.Hazunafotodeeserecodo.¡Andaquenoesbonito!

Eracomosisedieracuentadequeestábamosconstruyendounrecuerdo,algohermosoquetalveznecesitáramosmástarde.Oquizáestéproyectandomissentimientos,porqueasíescomolovivíyo.«Alomejoralgunasfotosdehoymeayudanaolvidarlaarboleda—escribíeneldiario—.Enunasalimospapáyyojuntos,contentos.Unapruebadequeesposible.»

Cuando volvimos a Harvard me ofrecí a pagarles un hotel. Se negaron.Duranteunasemanatropezamoslosunosconlosotrosenmihabitación.Porlasmañanasmipadresubíaaduraspenasuntramodeescaleraparaira lasduchas cubierto con solo una toalla blanca pequeña. Eso me habríaabochornado en la BYU, pero en Harvard me trajo sin cuidado. Habíasuperadolavergüenza.¿Quémásdabaquiéneslovieran,quélesdijeraélosise escandalizaban?Loqueme importaba era la opinióndepapá; era a él aquienibaaperder.

Llególaúltimanochedesuestanciayyoaúnnohabíarenacido.Mi madre y yo trajinamos en la cocina compartida para preparar un

estofadodecarneypatatas,que llevamosenbandejasa lahabitación.Papáexaminósuplatoensilencio,comosiestuvierasolo.Mimadrehizounpardecomentariossobrelacomida,seechóareírnerviosaynohablómás.

Cuandoterminamos,papádijoqueteníaunregaloparamí.—Poresohevenido—añadió—.Paraofrecerteunabendiciónsacerdotal.

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En elmormonismo, el sacerdocio significa tener el poder deDios paraactuarenlatierra,paraaconsejar,orientar,curaralosenfermosyexpulsaralosdemonios.Loejercenlosvarones.Habíallegadoelmomento:siaceptabalabendición,papámelimpiaría.Posaríalasmanosenmicabezayexpulsaríalacosamalignaquemehabíaobligadoadecirloquehabíadichoyquehabíaprovocadoquemifamiliamerechazara.Yosoloteníaqueceder,yencincominutostodohabríaacabado.

Meoídecirqueno.Papá me miró boquiabierto, incrédulo, y empezó a dar testimonio, no

sobreDios, sino sobremimadre.Las hierbasmedicinales eran, según dijo,una vocación divina, una llamada del Señor. Cuanto le había ocurrido anuestrafamilia—lasheridas,lasvecesenquehabíamosestadoalbordedelamuerte—sedebíaaquehabíamossidoescogidos,aqueéramosespeciales.Dios lo había organizado todo para que pudiéramos denunciar la medicinaoficialydartestimoniodeSupoder.

—¿TeacuerdasdecuandoLukesequemólapierna?—mepreguntópapá,comosihubierapodidoolvidarlo—.PuesfueundesigniodelSeñor.Fueunprogramadeestudiosparatumadre.Paraqueestuvierapreparadacuandomepasaraamí.

La explosión, las quemaduras. Convertirse en un testimonio vivo delpoderdeDiosrepresentabaelmayordeloshonoresespirituales,afirmópapá.Tomómismanosentresusdedosdestrozadosymedijoquesudesfiguraciónhabía estado predestinada. Que era una entrañable misericordia que habíaganadoalmasparaelSeñor.

Mimadreañadiósutestimonioensusurrosreverentes.Aseguróquepodíadetenerunaapoplejíaequilibrandounchakra;quepodíaimpediruninfartodemiocardiosoloconenergía;quepodíacurarelcáncersi lapersonateníafe.Contóqueellamismahabíatenidouncáncerdemamayselohabíacurado.

Levantélacabezaalinstante.—¿Has tenido cáncer? —le pregunté—. ¿Estás segura? ¿Te hicieron

algúnanálisis?—Nomehizofaltaningúnanálisis.Locomprobéconlapruebamuscular.

Eracáncer.Melocuré.—Podríamoshabercuradoalaabuela—intervinopapá—,perosehabía

apartado de Jesucristo.No tenía fe y por eso semurió.Dios no cura a losinfieles.

Mimadreasintiósinalzarlavista.

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—Elpecadodelaabuelaeragrave—prosiguiópapá—,perotuspecadossonmásgravesaún,puestoquesetediolaverdadylahasrechazado.

EnlahabitaciónsoloseoíaelrunrúnsordodeltráficodeOxfordStreet.Papáteníalosojosfijosenmí.Eralamiradadeunvidente,deunoráculo

sagrado cuyo poder y autoridad procedían del mismísimo universo. Quisesostenérselaparademostrarqueeracapazdeaguantarsuintensidad,peroalcabodeunossegundosalgosederrumbódentrodemí,unafuerzainteriorsedesplomó,ybajélavistaalsuelo.

—Dios me ha llamado para que te informe de la desventura que teaguarda —dijo papá—. Llegará pronto, muy pronto, y te destrozará, tedestrozaráporcompleto.Tehundirásenlasprofundidadesdelahumildady,unavezahí,cuandoestésdestrozada,suplicaráspiedadalPadreDivino.—Lavozdepapá,quesehabíaelevadoenuntonofebril,bajóhastaconvertirseenunmurmullo—.Ynoteescuchará.

Lemiré a los ojos. Papá ardía de convicción; casime pareció sentir elcalorquedesprendía.Seinclinóhastacasitocarmirostroconelsuyo.

—Peroyosíteescucharé—agregó.Siguióunsilencioopresivo,prolongado.—Teofrezco,porúltimavez,darteunabendición.Labendicióneraunactodemisericordia.Papámeproponía lasmismas

condicionesderendiciónque lehabíapropuestoamihermana.Meimaginéquéaliviohabríarepresentadoparaellasaberquepodíacanjearsurealidad—la que compartía conmigo— por la de nuestro padre. Cuánto habríaagradecido pagar un precio tanmódico. No la juzgaba por la decisión quehabíatomado,ysinembargoenesemomentomedicuentadequenopodíaelegirlaparamí.Todoaquelloporloquehabíatrabajadoytodoslosañosdeestudiohabíantenidoelobjetivodepermitirmeadquirirunúnicoprivilegio:eldeveryexperimentarmásverdadesquelasquemipadremebrindaba,yaprovecharlas para construir mi propio pensamiento. Había llegado aconvencermedequelacapacidaddeevaluarmuchasideas,muchascrónicas,muchospuntosdevistaeralabasedeloquesignificacrearseaunamisma.Sicedía, perdería algo más que una discusión. Perdería la custodia de mipensamiento.Comprendíqueeseeraelprecioquesemepedíaquepagara.Loquemifamiliaqueríaexpulsardemínoeraundemonio;queríanexpulsarmeamímismademí.

Papásacódelbolsillounfrascodesantosóleosylodejóenlapalmademimano.Loobservé.Parallevaracaboelritosolosenecesitabaeseaceiteconsagrado,juntoconlasagradaautoridaddepositadaenlasmanosdeformes

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de mi padre. Imaginé mi rendición, me imaginé cerrando los ojos yretractándome demis blasfemias. Imaginé cómo describiríami cambio, midivinatransformación,laspalabrasdegratitudquepronunciaríaavoces.Laspalabrasestabanapunto,formadasyaporcompletoyalaesperadesalirdemislabios.

Noobstante,apenasabrílabocaseesfumaron.—Tequiero—dije—,peronopuedo.Losiento,papá.Derepentemipadresepusoenpie.Repitió que había una presencia maligna en mi habitación y que él no

podía quedarse otra noche. Su avión salía a lamañana del día siguiente, ypapá afirmó que prefería dormir en un banco de la calle antes que con eldemonio.

Mimadre trajinópor lahabitación recogiendocamisasycalcetinesparameterlosdecualquiermodoenlamaleta.Cincominutosdespuésyasehabíanido.

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37Arriesgarparasalvarse

Alguiengritaba,proferíaunlargoalaridoininterrumpido,ytanfuertequemedespertó.Eradenoche.Habíasemáforos,unacalzada,murmullodecochesalolejos.MeencontrabaenmediodeOxfordStreet,amediamanzanademiresidencia de licenciados, descalzayvestida conuna camiseta de tirantes yunospantalonesdepijamadefranela.Teníalasensacióndequelagentememirababoquiabierta,peroeranlasdosdelamadrugadaynohabíaunalmaenlacalle.

Regresé al edificio no sé cómo, me senté en el colchón e intentéreconstruirlosucedido.Recordéquemehabíaacostado.Recordéloquehabíasoñado.Encambio,norecordabaquemehubieralevantadoatodaprisadelacamayhubieracorridoporelpasilloparasaliralacallegritando,aunqueesoeraloquehabíahecho.

Habíasoñadoconmicasa.PapáhabíaconstruidounlaberintoenBuck’sPeak y me había encerrado en su interior. Las paredes, de tres metros dealtura,estabanformadasporlasprovisionesdeladespensasubterránea:sacosdegrano,cajasdemuniciónybidonesdemiel.Yobuscabaalgo,algovaliosoque jamás podría reemplazar. Para recuperarlo tenía que salir del laberinto,pero no encontraba la forma de escapar y papá me perseguía cerrando lassalidasconbarricadasdesacosdegrano.

Dejédeiralgrupodeestudiodefrancésyluegoalcursodedibujo.Envezdeleer en la biblioteca o de asistir a las clases,me quedaba enmi dormitorioviendoeneltelevisorlasseriesmáspopularesdelasúltimasdosdécadas.Encuanto terminabaunepisodiome tragabaelsiguientesinpensar,delmismomodoqueunarespiraciónsigueaotra.Veíalatelevisióndurantedieciochooveintehorasdiarias.Cuandomedormíasoñabaconmicasa,yalmenosunavezalasemanamedespertabaenmediodelacalleenplenanoche,sinsabersielgritoquehabíaoídoantesdedespertarmeeramío.

No estudiaba. Intentaba leer pero las frases carecían de sentido.Necesitaba que no significaran nada. No soportaba ensartar enunciados enhilosdepensamientoni trenzaresoshilospara formar ideas.Las ideaserandemasiadosimilaresaimágenes,ymisimágeneseransiempredelaexpresióndelrostrotensodemipadreantesdequehuyerademí.

Loquepasaconlasdepresionesnerviosasesque,pormuyevidentesquesean,nuncalosonparaquieneslassufren.«Estoybien—nosdecimos—.Y

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quémásdaqueayervieralateleveinticuatrohorasseguidas.Noesqueestémal. Es que tengo pereza.» No sé bien por qué preferimos considerarnosperezosos antes que pensar que estamos angustiados. El caso es que nosparecepreferible.Másquepreferible:vital.

Endiciembrellevabaeltrabajotanatrasadoqueunanoche,alhacerunapausaantesdeempezaraverunepisodiodeBreakingBad,caíenlacuentadequetalveznomesacaraeldoctorado.Mereícomounalocadurantediezminutosalpensarenestaparadoja:trashabersacrificadoamifamiliaporunaeducaciónuniversitaria,talvezmequedaratambiénsinesta.

Trasunosmesesmáseneseestado,unanocheme levantéde lacamayconcluíquehabíacometidounerror,quedeberíahaberaceptadolabendiciónqueme había ofrecidomi padre. No era demasiado tarde. Podía reparar eldaño,enmendarlo.

Compréunbilletedeavióncondestinoa IdahoparaNavidad.Dosdíasantesdelviajemedespertébañadaensudorfrío.Habíasoñadoqueestabaenun hospital, acostada entre sábanas blancas bien planchadas. Al pie de lacamilla,mipadrecontabaaunpolicíaquemehabíaapuñaladoyomisma.Mimadrerepetíasuspalabras,conlosojosllenosdepánico.MesorprendióoírlavozdeDrew,quegritabaquedebíantrasladarmeaotrohospital.«Aquíéllaencontrará»,decíaunayotravez.

Escribí a Drew, que residía en Oriente Próximo. Le informé de queviajaríaaBuck’sPeak.Mecontestóconuntonoapremianteyáspero,comosiintentaraatravesarlaneblinaenlaqueyovivía.«QueridaTara—meescribió—.SiShawnteapuñala,notellevaránaunhospital.Temeteránenelsótanoy te darán lavanda para la herida.» Me suplicó que no fuera, me dijo uncentenardecosasqueyoyasabíayquemetraíansincuidado,yalverqueesonodabaresultadoañadió:«Mecontastetuhistoriaparaquetedetuvierasialgunavez cometías alguna locura.Puesbien,Tara, esto lo es.Esto es unalocura».

«Puedoresolverlo»,salmodiécuandoelavióndespegó.

Llegué a Buck’s Peak una mañana radiante de invierno. Recuerdo el olorfrescodelatierraheladacuandomeacerquéalacasayelcrujidodelhieloyla gravilla bajo mis botas. El cielo era de un azul intensísimo. Aspiré elagradablearomadelospinos.

Almirarhacia la faldade lamontaña semecortóel aliento.Cuando laabuela vivía, había mantenido a raya la chatarra de mi padre a fuerza deporfiar,deproferirgritosyamenazas.Ahoralosresiduoscubríanlagranjayavanzabanhacialabasedelamontaña.Lasondulantescolinas,antañolagos

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de nieve impecables, aparecían salpicadas de camiones destrozados y dedepósitossépticosherrumbrosos.

Mimadre sevolvió locade alegría al vermeentrarpor lapuerta.No lehabíaanunciadomillegadaconlaesperanzadeconseguirevitaraShawnsinadiemeaguardaba.Empezóahablarmuydeprisa,nerviosa.

—¡Teprepararépanecillosconsalsadecarne!—dijo,ycorrióalacocina.—Enseguida voy a echarte una mano. Tengo que mandar un correo

electrónico.Elordenadorde la familia estabaen laparteviejade la casa, en loque

antesdelasreformaseralasaladeestar.MesentéaescribiraDrewporquelehabía prometido, en una especie de acuerdo entre los dos, que durante miestanciaenlamontañaleenviaríaunmensajecadadoshoras.Movíelratónylapantallaparpadeóyseencendió.Elnavegadorestabaabierto;alguienhabíaolvidado cerrar la sesión.Medisponía a abrir otronavegador cuandoviminombre.Aparecíaenel correoquemostrabaelmonitor.Mimadre lohabíamandadohacíaunosinstanteseibadirigidoaErin,laexnoviadeShawn.

LapremisadelmensajeeraqueShawnhabíarenacido,queestabalimpioespiritualmente.QuelaExpiaciónhabíacuradoanuestrafamiliayquetodose había restablecido. Menos yo. «El espíritu me ha susurrado la verdadacercademihija—habíaescritomimadre—.Mipobreniñasehaentregadoal miedo, y por culpa de ese miedo está desesperada por corroborar suspercepciones erróneas. No sé si representa un peligro para nuestra familia,aunquetengomotivosparapensarquepuedeserlo.»[10]

Ya antes de leer el mensaje sabía que mi madre compartía la visiónlóbregadepapáyque,comoél,creíaqueeldiablosehabíaapoderadodemí,queerapeligrosa.Noobstante,alverlaspalabras,alleerlasyoírenellassuvoz,lavozdemimadre,semehelóelcuerpo.

Elmensaje continuaba.Enel últimopárrafodescribía el nacimiento, unmesantes,delsegundohijodeEmily,unaniña.Mimadrelahabíaatendidoenelparto,quehabíatenidolugarencasa.Segúncontaba,Emilyhabíaestadoapuntodemorirdesangradaantesdequelallevaranalhospital.Acababaelrelato asegurandoque aquella nocheDios había intervenido a través de susmanos.ElnacimientoerauntestimoniodeSupoder.

Recordé de qué forma tan dramática había venido almundo Peter, conpocomásdequinientosgramosdepesoyun tonogrisáceo tan intensoquehabíancreídoqueestabamuerto;enmediodeunatormentadenievehabíantenido que trasladarlo al hospital, donde les habían dicho que no estabanpreparados para atenderlo y que los helicópteros no podían volar; habían

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enviadodosambulanciasalhospitalMcKay-DeedeOgden.Queaunamujercon semejante historial médico, una mujer con un riesgo tan elevado, lehubieran aconsejado que tuviera su segundo hijo en casa parecía unatemeridadrayanaeneldelirio.

SiDiosdispusolaprimeracaída,¿quiéndispusolasegunda?Seguía asombrada por el nacimiento de mi sobrina cuando apareció la

respuestadeErin:«TienerazónacercadeTara.Sinfeestáperdida».Añadíaque el hecho de que dudara demímisma—de que le hubiera escrito parapreguntarlesimeequivocaba,simisrecuerdoseranfalsos—demostrabaquemi alma se hallaba en peligro y que no se podía confiar enmí: «Tara estáconstruyendosuvidasobreeltemor.Rezaréporella».Terminabaelmensajeconelogiosalapericiademimadrecomopartera.«Esustedunaverdaderaheroína»,afirmaba.

Cerré el navegador y clavé la vista en el papel pintado de detrás de lapantalla.Era elmismoestampadode floresdemi infancia. ¿Cuánto tiempollevaba soñando que lo veía?Había ido a casa para recuperar aquella vida,parasalvarla.Sinembargo,nohabíanadaquesalvar,nadaaloqueagarrarse.Soloarenamovediza,lealtadesvolubles,crónicascambiantes.

Evoquéelsueñodellaberinto.Recordélasparedesconstruidasconsacosdegranoycajasdemunición,conlosmiedosylasparanoiasdemipadre,consusescriturasysusprofecías.Habíaqueridoescapardellaberintoderecodospronunciadosquedesorientaban,depasillosquesemodificabansincesar,enbusca de algo valioso. Y de pronto lo entendí: ese algo valioso era ellaberinto.Era loúnicoquemequedabade lavidaquehabía llevadoenesacasa:unrompecabezascuyasreglasnuncallegaríaaentenderporquenoeranreglas sino una especie de jaula destinada a encerrarme. Podía quedarme ybuscarloquehabíasidomihogar,opodíairmesindemora,antesdequelasparedessemovieranylasalidasecerrara.

Cuandoentréenlacocinamimadremetíalospanecillosenelhorno.Miréalrededorregistrandomentalmentelacasa.¿Quénecesitodeestelugar?Solounacosa:misrecuerdos.Losencontrédebajodemicama,dentrodeunacaja,dondeloshabíadejado.Losllevéalcocheylosdepositéenelasientotrasero.

—Voyadarunavuelta—ledijeamimadreintentandoquemivozsonaraapacible.

La abracé y contemplé Buck’s Peak para memorizar cada una de suslíneas y sus sombras.Mimadreme había visto llevar los diarios al coche.Debiódesuponerloqueesosignificaba,debiódeintuirladespedida,porquefueabuscaramipadre,quemeabrazóconfrialdad.

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—Sabesquetequiero,¿no?—dijo.—Sí.Esenoeselproblema.Nuncalohasido.Fueronlasúltimaspalabrasquedirigíamipadre.

Puse rumbo al sur. No sabía adónde iba. Se acercaba la Navidad. HabíadecididoiralaeropuertoparatomarelsiguienteaviónaBostoncuandoTylermellamó.

Hacíamesesquenohablabaconélporque,trasloocurridoconAudrey,meparecíaquedenadaservíaconfiarmeamishermanos.Estabaseguradequemimadre leshabíadichono solo a ellos, sino también amisprimosytíos, lo mismo que a Erin: que estaba poseída, que era peligrosa, que eldemonio sehabíaapoderadodemí.Nomeequivocaba:mimadre leshabíaprevenido.Sinembargo,habíacometidounerror.

CuandomemarchédeBuck’sPeak,leentrópánico.TemióquecontactaraconTyleryqueélsepusierademiparte.Porlotanto,decidiócomunicarseconmihermanoantesqueyoynegarcuantoyopudieracontarle,perocalculómal.Noseparóapensarquéefectotendríanunasnegacionesquenoveníanacuento.

«Claro que Shawn no apuñaló a Diego ni amenazó a Tara con elcuchillo»,aseguróparatranquilizaraTyler,aunqueaTyler,quenadasabíadelo ocurrido, ni por mí ni por nadie, esas palabras le resultaron pocotranquilizadoras. En cuanto se despidió de nuestra madre me llamó parapreguntarmequéhabíasucedidoyporquénohabíaacudidoaél.

Pensé que me llamaría mentirosa, pero no fue así. Casi de inmediatoaceptólarealidadqueyollevabaunañonegando.Noentendíporquésefiabademí,hastaquemecontóloquelehabíapasadoaélycaíenlacuentadequeShawntambiénerasuhermanomayor.

Durante lassemanassiguientespusoapruebaamispadresconelestilosutilypacíficoquelecaracterizaba.Insinuóquequizálasituaciónnosehabíallevadobien,quetalveznoestuvieraposeída.Quetalveznofueramalvada.

Debería haberme confortado que Tyler intentara ayudarme, pero elrecuerdodeloocurridoconmihermanaestabademasiadovivoynoconfiéenél.Sabíaquesiseenfrentabaamispadres—silesplantabacaradeverdad—loobligaríanaescogerentreellosyyo,entreelrestodelafamiliayyo.YconAudreyhabíaaprendidolalección:nomeelegiríaamí.

Enprimaveraacabómibecadeprofesora investigadoraenHarvard.ViajéaOrientePróximo,adondeDrewhabíaidoconunabecaFulbright.Conciertoesfuerzo logré ocultarle lo mal que me sentía, o al menos eso creí. Es

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probablequenoloconsiguiera.Afindecuentas,eraélquienmeseguíaporsu piso cuando me despertaba gritando y corriendo en plena noche, sin lamenorideadedóndeestabaperoacuciadaporlanecesidaddeescapar.

PartimosdeAmánendirecciónalsur.Nosencontrábamoseneldesiertojordano, en un campamento beduino, el día que las fuerzas especiales deEstadosUnidosmataron aBinLaden.Cuando se conoció la noticia,Drew,que hablaba árabe, pasó horas conversando con nuestros guías. «No esmusulmán—ledijeron.Estábamossentadosenlafríaarenacontemplandolasllamas mortecinas de una fogata—. No entiende el islam, o no haría lasbarbaridadesquehahecho.»

ObservandocómoDrewcharlabaconellosyoyendolosextrañossonidosque salían con fluidez de sus labios me sorprendió lo increíble de mipresencia en ese lugar. Diez años antes, cuando se habían derrumbado lastorres gemelas, no sabía nada del islam.Y en esosmomentos bebía té conazúcaracuclilladajuntoabeduinoszalabiaenunadunamóvildeWadiRum,elVallede laLuna, amenosde treintakilómetrosde la fronteradeArabiaSaudí.

Ladistancia—físicaymental— recorrida en losúltimosdiez años casime dejó sin respiración y me pregunté si quizá no habría cambiadodemasiado.Losestudios, las lecturas, la reflexión, losviajes,¿nomehabríatransformado todo eso en unapersona que ya nopertenecía a ningún sitio?Me acordé de la niña que, sin conocer nadamás allá de su desguace y sumontaña,sehabíaquedadoconlavistaclavadaaunapantallacontemplandocómodos aviones se estrellaban contraunas extrañas columnasblancas.Suaula eraunmontónde chatarra.Sus librosde texto,pizarrasdedesecho.Yaunasíellaposeíaalgovaliosoqueyo—apesardetodaslasoportunidadesdelaquedisponía,oquizádebidoaellas—notenía.

Regresé a Inglaterra, donde seguí viniéndome abajo.Laprimera semana enCambridgemedespertécasitodaslasnochesenlacalle,adondehabíacorridogritandoen sueños.Sufría jaquecasquedurabanvariosdías.Eldentistamedijoquerechinabalosdientes.Mesalióunsarpullidotanintensoqueendosocasionesmepararonenlacalleabsolutosdesconocidosparapreguntarmesisufríaunareacciónalérgica.No,lesdije.Siempretengoesteaspecto.

Unanocheunaamigayyodiscutimosporunanaderíay,antesdequemedieracuentadeloquepasaba,meencontréarrimadaalapared,abrazándomelas rodillas, que tenía pegadas al pecho, para evitar que el corazón se mesaliera del cuerpo.Cuandomi amiga corrió a ayudarme, grité.Durante unahora no dejé que me tocara ni tuve la fuerza de voluntad necesaria para

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apartarmedelapared.«Conqueesoesunataquedepánico»,pensélamañanadeldíasiguiente.

Pocodespuésenviéamipadreunacartadelaquenomeenorgullezco.Esuna carta de una niña intratable que grita «Te odio» a un progenitor. Estállenaderabia,depalabrascomo«bruto»y«tirano»,yocupavariaspáginas,todountorrentedefrustracióneimproperios.

Así fue como anuncié a mis padres que rompía el contacto con ellos.Entreinsultosyarranquesdemalgenio,lesdecíaquenecesitabaunañoparacurarme;pasadoese tiempo, tal vezpudieravolver a sudisparatadomundoparatratardeentenderlo.

Mimadremesuplicóquebuscaraotraforma.Mipadrenodijonada.

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38Familia

Noibaasacarmeeldoctorado.SilehubieracontadoaldoctorRunciman,midirectordetesis,porquéno

podíatrabajar,mehabríaayudado,mehabríabuscadofinanciaciónadicional,habríasolicitadomástiempoaldepartamento.Peronoledijenada,nopude.Éldesconocíaporquéllevabacasiunañosinmandarlenada;poreso,enlaentrevista que tuvimos en su despacho una tarde encapotada de julio, meaconsejóquelodejara.

—Eldoctoradoexigeunesfuerzoexcepcional.Nopasanadasinopuedeshacerlo.

Salí del despacho enfadada conmigomisma.Me dirigí a la biblioteca yelegímedia docena de libros que llevé ami habitación y coloqué sobre elescritorio.Sinembargo,amimentelerepugnabaelpensamientoracional,porloquealamañanasiguienteloslibrossehabíandesplazadoalacama,dondesostenían el portátil mientras yo veía un episodio tras otro de Buffy,cazavampiros.

En otoñoTyler se enfrentó a papá. Primero habló por teléfono con nuestramadre.Despuésmellamóamíparareferirmelaconversación.Aseguróquemimadreestaba«denuestrolado»,queconsiderabainaceptablelasituaciónrespectoaShawnyquehabíaconvencidoapapádequeeraprecisoactuar.

—Papáseestáocupandodelasunto—medijoTyler—.Todosaldrábien.Puedesiracasa.

AlcabodedosdíasvolvióasonarelteléfonoeinterrumpíelepisodiodeBuffy para contestar. Era Tyler. Le había salido el tiro por la culata.Intranquilotraslaconversaciónconnuestramadre,habíallamadoapapáparaaveriguarquémedidashabíatomadoconShawn.Papásehabíaenfurecidoysehabíapuestoagresivo.Lehabíadichoavozencuelloquesivolvíaasacareltemarenegaríadeél,traslocualhabíacolgado.

No me gusta nada imaginar esa conversación. Tyler tartamudeaba máscuandohablabaconnuestropadre.Imaginoamihermanoconelauricularenlamano,encorvado, intentandoconcentrarse,articular laspalabrasquese lehanatascadoenlagarganta,mientraspapálanzatodounarsenaldevocablosdesagradables.

Tyleraúnnosehabíarecuperadodelaamenazadepapácuandolesonóelteléfono.Creyóqueeramipadre,que le llamabaparadisculparse,peroera

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Shawn. Papá se lo había contado todo. «Puedo echarte de la familia en unsantiamén—ledijoShawn—.Yalosabes.PregúntaleaTara.»

Escuché a Tyler sin apartar la vista de la imagen congelada de SarahMichelleGellar.Hablómuchorato.Relatóloshechosdeprisayseentretuvoenunpáramode racionalizacióny reproches a símismo.Papánodebíadehaberle entendido, conjeturó. Se había producido un error, un problema decomunicación.Quizáfueraculpasuya,quizánohubieradicholoquedebíadelaformadebida.Esoera.Élmismohabíaprovocadolasituaciónyélmismolaresolvería.

Mientras le escuchaba experimenté una insólita sensación dedistanciamientoquebordeabaeldesinterés,comosimifuturoconTyler,esehermanoal quehabía tratadoyquerido todamivida, fueraunapelículayavista cuyo final sabía. Conocía el desarrollo del drama porque ya lo habíavividoconAudrey.Eseeraelmomentoenquehabíaperdidoamihermana:elmomento en que los costes se habían vuelto reales, en que se imponíantributosysecobrabanlasrentas.Eseeraelmomentoenquemihermanasehabíadadocuentadeque resultabamuchomás fácilalejarse:dequeeraunmalnegociotrocarunafamiliaenteraporunaúnicahermana.

Así pues, supuse que Tyler tomaría el mismo camino. En el ecoprolongado del teléfono me pareció oír cómo se retorcía las manosangustiado.Estabadecidiendo loquedebíahacer,peroyosabíaalgoqueélignoraba:que ladecisiónya estaba tomadayqueenesosmomentos estabaenfrascadoenlalargatareadejustificarla.

Enoctubrerecibílacarta.Llegó en forma de un PDF adjunto a un correo electrónico de Tyler y

Stefanie,enelcualafirmabanquelahabíanredactadoconsumocuidado,demanera reflexiva,yqueenviaríanunacopiaamispadres.Al leerlo supe loqueesosignificaba:queTylerestabadispuestoacensurarme,apronunciarlaspalabrasdepapá,aacusarmedeestarposeídaydeserpeligrosa.Lacartaerauna especie de comprobante, un pase que permitiría su readmisión en lafamilia.

No me atrevía a abrir el archivo adjunto. Una especie de instinto meatenazabalosdedos.MeacordédeTylertalcomohabíasidoenmiinfancia,el hermano mayor callado que leía libros mientras yo, tumbada al pie delescritorio,respirabasumúsicasinapartarlavistadesuscalcetines.NoestabaseguradequesoportaraoíraquellaspalabrasenlavozdeTyler.

Pulséel ratónyseabrióelarchivoadjunto.Mesentía tanalejadademímisma que leí la carta entera sin entenderla: «Nuestros padres están

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constreñidospor cadenasdemaltrato,manipulacióny control…Consideranpeligrosos loscambiosyexpulsaránaquienes lospidan.Esunaconcepciónpervertidade la lealtad familiar…Afirman la feperoestonoes loquenosenseñaelevangelio.Cuídate.Tequeremos».

PorStefanie, lamujerdeTyler,meenteréde lahistoriadeesacarta;deque,despuésdequemipadre amenazara con renegarde él,mihermano sehabíaacostadotodaslasnochesrepitiéndoseenvozalta:«¿Quédebohacer?Esmihermana».

Alsaberlotomé,porprimeravezenmuchosmeses,unadecisiónacertada:meapuntéalserviciodeorientaciónuniversitaria.Measignaronaunamujervivazdemedianaedad,cabelloensortijadoymiradapenetrante,queapenashablabaennuestrasentrevistas,puespreferíadejarquemeexplayara,yasílohice, semana tras semana, mes tras mes. La psicoterapia no tuvo ningúnefecto al principio; pese a que no recuerdo ni una sola sesión que pudieracalificar de «útil», es imposible negar el poder conjunto de todas ellas a lolargodeltiempo.Noloentendíentonces,ysigosinentenderlo,peroresultabasaludablereservareseratocadasemanayreconocerquenecesitabaalgoquenopodíaconseguirpormímisma.

Tyler envió la carta amispadresy,unavezcomprometido,no flaqueó.Aquel invierno pasé muchas horas al teléfono con él y Stefanie, que seconvirtióenunahermanaparamí.Estabansiempreamidisposicióncuandonecesitabahablar,yenaquellaépocanecesitabahablarmucho.

Tylerpagóunprecioporlacarta,sibienresultadifícildefinirlo.Papánorenegódeél,oalmenosnoparasiempre.Aunqueconeltiempomihermanologróestablecerunatreguaconél,larelaciónentreambosnovolvióaserlamisma.

MehedisculpadoinnumerablesvecesconTylerporloquelehecostado,peronopuedoevitarcolocarmallaspalabrasymetraboconellas.¿Cuáleslacombinación apropiada de palabras? ¿Cómo elaborar una disculpa pordebilitarlosvínculosdealguienconsupadre,consufamilia?Quizánohayapalabras para eso. ¿Cómo dar las gracias a un hermano que se negó asoltarme,quemeagarró lamanoy tiródemíhacia arribacuandoyohabíadecididoya dejar demover las piernas y hundirme?Tampocohaypalabrasparaeso.

Aquel año el invierno fue largo, con lamonotonía rota únicamente por lassesionessemanalesdepsicoterapiayporlacuriosasensacióndepérdida,casideduelo,queexperimentabacadavezqueacababaunaseriedetelevisiónyteníaquebuscarotra.

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Llególaprimavera,luegoelverano,ycuandoelveranodiopasoalotoñoadvertí que podía concentrarme en la lectura. Mi mente podía albergarpensamientosademásdeirayreprochesamímisma.RetoméelcapítuloquehabíaescritohacíacasidosañosenHarvard.VolvíaleeraHume,Rousseau,Smith,Godwin,Wollstonecraft yStuartMill.Reflexioné de nuevo sobre lafamilia,queencerrabaunrompecabezas,algonoresuelto.Mepreguntabaquéhadehacerunapersonacuandosusobligacionesconsufamiliaestánreñidascon otras obligaciones, con las que tiene con sus amigos, con la sociedad,consigomisma.

Inicié el trabajo de investigación. Acoté la pregunta, la concreté, laplanteé en términos académicos. Al final elegí cuatro corrientes depensamiento del siglo XIX y analicé cómo habían abordado el tema de laobligación familiar. Una de las corrientes que escogí fue el mormonismodecimonónico.Trasunañodetrabajoininterrumpidoacabéelborradordemitesis: «La familia, la moral y las ciencias sociales en el pensamientocooperativoangloamericano,1813-1890».

Elcapítulodedicadoalmormonismoeramifavorito.Deniñamehabíanenseñadoen la escueladominicalque lahistoria entera eraunapreparaciónpara el mormonismo: que Dios había fraguado los acontecimientosposteriores a la muerte de Jesucristo para propiciar que Joseph Smith searrodillara en la Arboleda Sagrada y así ver restaurada la única iglesiaverdadera. Guerras, migraciones y catástrofes naturales no eran más quepreludiosdelrelatomormón.Porotraparte,lascrónicashistóricasdecarácterlaicotendíanapasarporaltocorrientescomoelmormonismo.

Mitesisdoctoraldabaunaformadistintaalahistoria,unaformaquenoera ni mormona ni antimormona, ni espiritual ni secular. No trataba elmormonismocomoelobjetivodelahistoriadelahumanidad,perotampocodesechaba sus aportacionesa lahoradeabordar losproblemasde la época.Tratabalaideologíamormonacomouncapítulodentrodelrelatomásampliodelahumanidad.Enmiversión,lahistorianoseparabaalosmormonesdelrestodelafamiliahumana;losligabaaella.

EnviéelborradoraldoctorRuncimanyunosdíasdespuésnosvimosensudespacho.Sesentófrenteamíy,conexpresióndeasombro,medijoqueeltrabajo estaba bien. «Algunas partes son excelentes—añadió sonriendo—.Mesorprenderíaquenoconsiguieraseldoctorado.»

MientrascaminabahaciacasaconelvoluminosomanuscritorecordéunaclasequeeldoctorKerryhabíaempezadoescribiendoenlapizarra:«¿Quiénescribelahistoria?».Meacordédeloraraquemehabíaparecidolapregunta.

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Miconceptodeloshistoriadoresnoerahumano;yolosveíacomoamipadre,másprofetasquehombres,convisionesdelpasadoydelfuturoquenopodíanponerseenteladejuicio,ymuchomenosdesarrollarse.AlatravesarelKing’sCollege,bajolasombradelaenormecapilla,casimeextrañómiapocamientodeentonces.«¿Quiénescribelahistoria?—pensé—.Yo.»

Eldíaenquecumplílosveintisiete,eldíadecumpleañosquehabíaelegido,entreguémitesisdoctoral.Ladefendíendiciembre,enunasalapequeñadedecoraciónymobiliario austeros.Aprobéy regresé aLondres, dondeDrewtrabajabayhabíamosalquiladounpiso.Enenero,casidiezañosdespuésdequehubierapuestoporprimeravezlospiesenunaula,enlaBYU,recibílaconfirmación de la Universidad de Cambridge: era oficialmente la doctoraWestover.

Mehabíaconstruidounavidanueva,yademásfeliz,peroexperimentabaun sentimiento de pérdida que iba más allá de la familia. Había perdidoBuck’s Peak, no al marcharme, sino al marcharme en silencio. Me habíaretirado,habíahuidoalotroladodelocéanoyhabíapermitidoquemipadrecontaramihistoriapormí,quemedefinieraante todas laspersonasqueyoconocía.Había cedido demasiado terreno: no solo lamontaña, sino toda laregióndenuestrahistoriacompartida.

Habíallegadolahoradeiracasa.

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39Contemplaralbúfalo

Llegué al valle en primavera. Avancé por la carretera hasta el límite de laciudad y me detuve en el precipicio que da al Bear River, desde dondecontemplé la cuenca fluvial, una cuadrícula de campos expectantes que seextendían hastaBuck’sPeak.Lamontaña se veía nítida con sus árboles dehojaperenne, luminosos sobre los tonosmarronesygrisesdelesquistoy lacaliza.LaPrincesasemostrabatandeslumbrantecomosiemprelahabíavisto.Separadademíporelvalle,irradiabapermanencia.

LaPrincesamehabíaobsesionado.Desdeel otro ladodelocéanohabíapercibido su llamada, como si fuera un ternerito fastidioso que se hubieraalejadodelrebaño.Alprincipiosuvozhabíasidoamableycariñosa,pero,envistadequeno lecontestaba,dequenoregresaba,sehabíavueltocolérica.La había traicionado. Imaginaba su rostro crispado de rabia, su actitudsombríayamenazadora.Duranteañoshabíavividodeesaformaenmimente,comounadeidaddeldesdén.

Sinembargo,alverlaenesemomento,centineladesuscamposypastos,comprendí que no la había entendido.No estaba enfadada conmigo pormimarcha, pues las partidas formaban parte de su ciclo. Su cometido noconsistíaenacorralaralosbúfalos,enagruparlosyencerrarlosporlafuerza.Consistíaencelebrarsuregreso.

Retrocedímediokilómetroyaparquéjuntoalavallablancadelaabueladelaciudad.Enmimenteseguíasiendosuvalla,peseaqueyanovivíaenlacasa:lahabíanllevadoaunaresidenciasituadacercadeMainStreet.

Hacía tresañosquenoveíaamisabuelos,desdequemispadreshabíanempezado a contar a toda la familia que yo estaba poseída. Mis abuelosqueríanasuhija,porloquenomecabíalamenordudadequehabíancreídosuversióndemí.Poresohabíarenunciadoaellos.Erademasiadotardepararecuperar a la abuela, ya que sufría la enfermedad de Alzheimer y no mehabría reconocido, de modo que fui con la intención de ver al abuelo, deaveriguarsiensuvidaquedabaunespacioparamí.

Nossentamosenelsalón,queteníalamismamoquetablancainmaculadademiinfancia.Fueunavisitabreveycordial.Mehablódelaabuela,alaquehabía cuidado durante años, hasta que dejó de reconocerlo.Yo le hablé deInglaterra.Mencionóamimadre,yalnombrarlaadoptólamismaexpresiónderespetoqueyohabíavistoenelrostrodelosseguidoresqueellatenía.No

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me extrañó. Por lo que había oído, mis padres se habían convertido enpersonas importantes en el valle. Mi madre comercializaba sus productoscomouna alternativa espiritual alObamacarey losvendía tanpronto comoloselaboraba,sinapenasdarabastoaunqueteníadecenasdeempleadas.

Diosteníaqueestardetrásdeeseéxitoprodigioso,afirmóelabuelo.MispadresdebíandehaberrecibidoSullamadaparahacerloquehabíanhecho,paraconvertirseencuranderosextraordinariosyllevaralmasalSeñor.Sonreíy me levanté para irme. El abuelo seguía siendo el anciano amable querecordaba,peromeapenabaladistanciaqueexistíaentrenosotros.Loabracéjuntoalapuertayloobservé.Teníaochentaysieteaños.Dudéqueenlosquelequedabandevidapudierademostrarlequenoeraloquemipadredecíaqueera;quenoeraunserperverso.

TyleryStefanievivíanunoscientocincuentakilómetrosalnortedeBuck’sPeak,enIdahoFalls,elsiguientelugaralqueteníaprevistoir,sibienescribíamimadreantesdeabandonarelvalle.Fueunmensajebreve.Ledecíaquemeencontrabaenlazonayquemegustaríaquedarconellaenlaciudad.Queno estaba preparada para ver a papá y que hacía años que no la veía.¿Aceptaría?

AguardélarespuestaenelaparcamientodeStokes.Notuvequeesperarmucho.

«Meduelequeteparezcanormalpedirmeeso.Unamujernovaaningúnsitiodondesumaridonoseabienrecibido.Noserécómplicedeunafaltaderespetotanflagrante.»[11]

Elmensajeeralargoymefatigóleerlo,comosihubieracorridounagrandistancia.Ensumayorparteeraunsermónsobrelalealtad:quelasfamiliasperdonanyquesiyonopodíaperdonaralamíalolamentaríaelrestodemivida.«Elpasado—escribió—, fueracomofuese,habríaquesepultarlobajopaladasdetierraydejarquesepudrieraenella.»

Añadíaquepodíairacasacuandoquisiera,querezabaporquellegaraeldíaenquemevieracruzarlapuertadeatráscorriendoygritando:«¡Estoyencasa!».

Aunquehabríaquerido respondera suplegaria—meencontrabaapocomás de quince kilómetros de la montaña—, sabía que trasponer la puertasignificaríaestablecerunpactotácito.Tendríaelcariñodemimadre,peroseimpondríancondiciones,lasmismasquemehabíanofrecidotresañosantes:quecambiaramirealidadporlasuya,quecogieramiintelectoyloenterraraparaquesepudrieraenlatierra.

Elmensajedemimadreequivalíaaunultimátum:olosveíaaellayami

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padre,onovolveríaaverla.Ynosehadesdicho.

El aparcamiento se había llenado mientras leía el mensaje. Dejé que laspalabras de mi madre sedimentaran, puse el coche en marcha y me dirigíhaciaMainStreet.En la intersección torcíaloeste,hacia lamontaña.Antesdeabandonarelvalleveríamihogar.

Eneltranscursodelosañoshabíaoídomuchosrumoressobremispadres:que eran ricos, que estaban construyendo una fortaleza en lamontaña, quehabían escondido comida suficiente para décadas enteras.Las historiasmásinteresantes,condiferencia,eranlasrelativasalascontratacionesydespidosde papá. El valle no se había recuperado de la recesión; sus habitantesnecesitaban trabajo. Mis padres se contaban entre los patronos másimportantes del condado, pero según tenía entendido a papá no le durabanmucho los empleados: cuando sufría un ataque de paranoia, los echaba sinmotivo.MesesanteshabíadespedidoaDianeHardy,laexesposadeRob,elmismoRobquehabíaacudidoa recogernosdespuésdel segundoaccidente.DianeyRobhabíansidoamigosdemispadresduranteveinteaños.HastaquepapáechóaDiane.

También puso de patitas en la calle aAngie, la hermana demimadre,quizáenotroataquedeparanoia.Angiehablóconmimadreconvencidadequesuhermana jamás trataríadeesemodoaunpariente.Enmi infanciaelnegociohabíasidosolodemimadre;ahoralespertenecíaaellayapapá.Sinembargo,enestapruebasobrequiéneraelverdaderodueño,ganómipadre:Angiequedódespedida.

Aunqueresultadifícilreconstruirloqueocurrióacontinuación,segúnmeenterémástardeAngiepresentólosdocumentosparasolicitarelsubsidiopordesempleo, y cuando el Departamento de Trabajo contactó conmis padrespara confirmar que la habían cesado, papá perdió el poco juicio que lequedaba. No era el Departamento de Trabajo el que llamaba, dijo, sino elDepartamentodeSeguridadNacional,quesehacíapasarporelotro.Segúnél, Angie había incluido su nombre en la relación de posibles terroristas yahoraelGobierno ibaaporél,aporsudinero, susarmasysugasolina.ElcasodeRubyRidgeserepetía.

Dejé la carretera y enfilé el camino de grava, me bajé del coche ycontemplé Buck’s Peak. De inmediato quedó claro que al menos algunosrumoreseranciertos;paraempezar,eldequemispadresganabanmuchísimodinero.Lacasaeraenorme.Laviviendadondemehabíacriado teníacincohabitaciones; ahora se extendía en todas las direcciones y parecía tener almenoscuarenta.

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PenséquepapánotardaríaeninvertireldineroenprepararseparaelFinde los Tiempos. Imaginé el tejado revestido de paneles solares extendidoscomonaipesdeunabaraja.«Tenemosqueserautosuficientes»,fantaseéquedecíamientrasarrastrabalospanelesporlagigantescacasa.Alañosiguientegastaría centenares de miles de dólares en maquinaria para explorar lamontañaenbuscadeagua.NodeseabadependerdelGobiernoysabíaqueenBuck’sPeakdebíadehaberagua,aunqueeraprecisoencontrarla.Enlafaldade la montaña aparecerían zanjas del tamaño de campos de fútbol quedejaríanunpaisajedevastadoderaícesrotasyárbolescaídos.Esprobablequeel día en que se subió a un tractor oruga para atacar los campos de trigosedososalmodiara:«Hayqueserautónomo».

La abuela de la ciudad falleció el segundo domingo demayo, el día de laMadreenEstadosUnidos.

Me enteré de la noticia en Colorado, donde realizaba tareas deinvestigación. Partí de inmediato hacia Idaho y durante el viaje caí en lacuentadequenoteníadóndealojarme.EntoncesmeacordédelatíaAngie,quehabía incluidoamipadreenuna relacióndeposibles terroristas, segúncontaba él a quien quisiera escucharle. Mi madre la había dado de lado.Confiéenrecuperaramitía.

Angie vivía al lado del abuelo, demodo que volví a aparcar junto a lavallablanca.Llaméa lapuerta.Angieme recibió con cortesía, comohabíahechoelabuelo.Eraevidentequeenlosúltimoscincoañoshabíaoídoamispadrescontarmuchascosassobremí.

—Tepropongountrato—ledije—.Olvidaréloquemipadremehadichosobretisitúolvidasloquetehadichosobremí.

Seriocerrandolosojosyechandolacabezahaciaatrás,yalverlacasisemepartióelcorazón,puesseparecíamuchísimoamimadre.

Mequedéensucasahastaelfuneral.Enlosdíasanterioresaloficioreligiosoloshermanosdemimadrefueron

llegandoalhogardesuinfancia.Eranmistíosytías,aalgunosdeloscualesnoveíadesdequeeraniña.EltíoDaryl,alqueapenasconocía,propusoquetodosloshermanospasaranunatardejuntosenunrestaurantemuyconocidodeLavaHotSprings.Mimadresenegóaacompañarlos;nopensabaacudirsinmipadre,quiennoqueríasabernadadeAngie.

Una tarde luminosademayonos subimos todosauna furgonetagrandepara emprender un viaje de una hora. Me incomodó darme cuenta de queocupabaelpuestodemimadreenesaexcursiónquerealizabansushermanosysupadrepararememoraralamadre,laabuelaalaqueyonohabíallegado

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a conocer bien. No tardé en advertir que ese desconocimiento mío de laabuela era espléndido para sus hijos, que bullían de recuerdos y estabanencantadosderesponderapreguntassobreella.Concadaanécdotalaimagendemiabuelasevolvíamásnítida,perolamujerquecobrabaformaconesasremembranzas colectivas no se parecía en absoluto a la que yo recordaba.Comprendí entonces la crueldad con que la había juzgado y que mipercepcióndeellaestabadistorsionadaporquelahabíamiradoconlasseveraslentesdemipadre.

EneltrayectodevueltalatíaDebbiemeinvitóairavisitarlaaUtah.EltíoDaryllaimitó.«NosencantaríatenerteenArizona»,dijo.Enundíahabíarecuperadounafamilia…,nolamía,sinolademimadre.

Elfuneralseoficióaldíasiguiente.Desdeunrincónobservécómoibanentrandomishermanos.

Asistieron Tyler y Stefanie. Habían decidido no llevar a sus hijos a laescuela,darlesclasesencasa,y,por loquehabíavisto, lesexigíanunnivelmuyalto.AcontinuaciónacudióLuke,conunaproletannumerosaqueperdílacuenta.Alvermeseacercóamíycharlamosunosminutossinqueningunode losdosmencionaraquenonosveíamosdesdehacía cincoaños; sinqueningunodelosdosaludieraalmotivo.«¿Creesloquepapádicesobremí?—habríaqueridopreguntarle—.¿Creesquesoypeligrosa?»Luketrabajabaparamispadresy,sinestudios,necesitabaeseempleoparamantenerasufamilia.Obligarloatomarpartidosoloprovocaríapesadumbre.

Richard, que estaba a punto de terminar el doctorado en química, viajódesdeOregónconKamiysushijos.Mesonriódesdeelfondodelacapilla.Mehabíaescritounosmesesantesparadecirmequelamentabahabercreídoapapá,quedesearíahaberhechomásporayudarmecuando lonecesitéyqueenadelantecontaraconsuapoyo.Éramosfamilia,decía.

Audrey y Benjamin eligieron uno de los últimos bancos. Mi hermanallegó temprano,cuandonohabíanadieen lacapilla.Meagarródelbrazoymesusurróqueminegativaaverapapáconstituíaunpecadograve.«Esungranhombre—aseguró—.Durante el restode tuvida te arrepentirásdenohabertemostradohumildeydenohaberseguidosuconsejo.»Norespondíaesaspalabras,lasprimerasqueAudreymedirigíadesdehacíaaños.

Unosminutosantesdequeempezarael funeral llegóShawnconEmily,Peteryunaniñaalaquehastaentoncesnohabíavisto.Eralaprimeravezqueestabaen lamismaestanciaquemihermanodesde lanocheenquematóaDiego.Mepusetensa,aunquenoteníaporquéestarlo.Duranteeloficionomemiróniunasolavez.

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Tony,mihermanomayor,sesentójuntoamispadres,consuscincohijosdesperdigados en el banco. Tenía un diploma equivalente al título deeducaciónsecundariayhabíacreadoenLasVegasunaprósperaempresadetransporteporcarretera,quesinembargonosobrevivióalarecesión.Enesosmomentostrabajabaparamispadres,aligualqueShawn,Lukeysusesposas,yqueAudreyyBenjamin,sumarido.Alpensarlomedicuentadequetodosmishermanos, exceptoRichardyTyler, dependíaneconómicamentedemispadres.Mi familia sehabíapartidoendos: los tresquehabíamosdejado lamontaña,porunlado,yloscuatroquesehabíanquedado,porelotro.Lostrescon doctorados y los cuatro sin título de educación secundaria. Se habíaabiertounabismo,queseguíacreciendo.

NoregresaríaaIdahohastaunañodespués.Unas horas antes de que mi avión despegara de Londres, escribí a mi

madre —como siempre hacía y como siempre haré— para preguntarle siquería verme. De nuevo respondió enseguida. No me vería, ni esa vez ninunca, a menos que yo accediera a ver a mi padre. Afirmó que quedarconmigosinélseríafaltaralrespetoasumarido.

Durante unos instantes me pareció inútil esa peregrinación anual a unhogar que seguía rechazándomeymepregunté si debía ir.Luego recibí unmensajedelatíaAngie.Decíaqueelabuelohabíaanuladotodossusplanesdel día siguiente y que ni siquiera acudiría al templo, como solía hacer losmiércoles, porque quería estar en casa por si yo pasaba a visitarlo. Angieañadía: «¡Te veré por fin dentro de unas doce horas! ¡No es que las estécontando…!».

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40Unaeducación

De niña esperaba desarrollarmimente, acumular experiencias y consolidarmisdecisionesparatomarformahastaadquirirlaimagendeunapersona.Esapersona, o esa imagendeunapersona, tenía un sentimientodepertenencia.Yoeradelamontaña,delamontañaquemehabíacreado.Soloconelpasode los años me pregunté si acabaría como había empezado, es decir, si laprimeraformaqueunapersonatomaessuúnicaformaverdadera.

En elmomento en que escribo las últimas palabras de este relato llevoaños sin ver a mis padres, desde el funeral de mi abuela. Mantengo unarelaciónestrechaconTyler,RichardyTony,yporellosyotrosparientesmeenterodeldramaquesedesarrollaenlamontaña:delasheridas,laviolenciay las lealtades volubles. Sin embargo, me llega de oídas, como un rumordistante, lo que es de agradecer. Ignoro si la separación es permanente, sialgúndíaencontrarélamaneradevolver;encualquiercaso,mehaaportadotranquilidad.

Esatranquilidadnohasidofácildeconseguir.Pasédosañosenumerandolosdefectosdemipadre,actualizandolacuentasincesar,comosilalistaderencores, de actos reales o imaginados de crueldad, de desamparo, fuera ajustificarladecisióndeapartarlodemivida.Creíaquealjustificarlaquedaríalibredelasfixiantesentimientodeculpayvolveríaarespirar.

No obstante, la justificación carece de efecto sobre el sentimiento deculpa.Nilairanilarabiacontralosdemás,pormuyintensasquesean,logranaplacarlo,puestoquenotienequeverconellos.Elsentimientodeculpaeselmiedoanuestrapropiavileza.Noguardarelaciónconotraspersonas.

Medespojédeélcuandoaceptémidecisióntalcomoera,sinenjuiciaratodashorasquejasdelpasadoni contraponer lospecadosdemipadrea losmíos.Sinpensarenélenabsoluto.Aprendíaaceptarmidecisiónpormibien,pormí,noporél.Porquelanecesitaba,noporqueéllamereciera.

Eralaúnicamaneraenquepodíaquererle.Cuandomipadreestabaenmividayluchabaconmigoparaconseguirel

control de esa vida, lo percibía con los ojos de un soldado, a través de laniebla del enfrentamiento. No distinguía sus rasgos tiernos. Teniéndolodelante,imponente,colérico,nomeacordabadeque,cuandoyoerapequeña,la risa hacía que le vibrara la tripa y le brillaran las gafas. En su severapresenciaolvidabadequémodotanbonitoletemblabanloslabios,antesde

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queseleabrasaran,siemprequeunrecuerdolearrancabalágrimas.Todoesome viene a la memoria únicamente ahora, con un espacio de kilómetros yañosentrelosdos.

Sinembargo, loqueseha interpuestoentremipadreyyonoessoloeltiempoyladistancia.Esuncambiodeser.Nosoylaniñaalaquecrio,peroélsíeselpadrequelacrio.

Creoquesihubounmomentoenquelabrechaentrenosotros,quellevabaveinte años abriéndosey astillándose, resultódemasiadograndepara tenderpuentes fue aquella noche de invierno en que contemplé mi reflejo en elespejodelcuartodebañomientras,sinqueyolosupiera,mipadrecogíaelteléfonocon susdedos sarmentososparamarcar el númerodemihermano.Diego, el cuchillo. Lo que vino después fue dramático, pero el verdaderodramayasehabíarepresentadoenelcuartodebaño.

Serepresentócuando,porrazonesquenoalcanzoaentender,fuiincapazdeatravesarelespejoyenviaralachicadedieciséisañosenmilugar.

Hastaentonceslachicahabíaestadopresenteentodomomento.Pormuydistintaquepareciera—pormuyilustrequefueramieducaciónypormuchoquehubieracambiadomiaspecto—,yoseguíasiendoella.Enelmejordeloscasos,eradospersonas,unamentefracturada.Ellaestabadentrodemíysalíacadavezqueyotrasponíaelumbraldelacasademipadre.

Aquella noche la llamé y no contestó. Me abandonó. Se quedó en elespejo.Lasdecisionesque toméapartir de entoncesno fueron las que ellahabríatomado.Fueronlasdeunapersonacambiada,lasdeunsernuevo.Eldesarrollodeunnuevoyo.

Podéisllamarlotransformación.Metamorfosis.Falsedad.Traición.Yolollamounaeducación.

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Agradecimientos

Tengo lamayor deuda conmis hermanosTyler,Richard yTony por hacerposibleeste libro,enprimer lugarcuando lovivíy luegocuando loescribí.Deellosysusesposas,Stefanie,KamiyMichelle,heaprendidomuchodeloquesésobrelafamilia.

TyleryRichardenparticularsemostrarongenerososconsutiempoysusrecuerdos: leyeronnumerososborradores,añadierondatosy,engeneral,meayudaronaqueellibrofueralomásfielposible.Aunquenuestrospuntosdevistadiferíanenalgunospormenores, subuenadisposiciónacomprobar loshechosdeestahistoriamepermitióponerlasobreelpapel.

ElprofesorDavidRuncimanmeanimóaescribirestasmemoriasyfuedelosprimerosqueleyeronelmanuscrito.Sinsuconfianzaenél,yonolahabríatenido.

Doy las gracias a quienes convierten los libros en la labor de suvidayproporcionaronaesteunapartedeesavida:aAnnaSteinyKarolinaSutton,mis agentes; amis espléndidos revisores,HilaryRedmon yAndyWard enRandomHouse,yJocastaHamiltonenHutchinson;alasnumerosaspersonasestupendas que trabajaron en la preparación, composicióny lanzamiento deestahistoria.Enparticular,BoatyBoatwright,enICM,demostróunaentregaincansable.UnagradecimientoespecialaBenPhelan,aquiencorrespondiólaarduatareadeverificar losdatosdeeste libro,yquelohizocontantorigorcomosensibilidadyprofesionalidad.

Sobretodoestoyagradecidaaquienescreyeronenestelibroantesdequelofuera,cuandonoeramásqueunfárragodehojasimpresasencasa.Entreesos primeros lectores se cuentan la doctora Marion Kant, el doctor PaulKerry, AnnieWilding, LiviaGainham, Sonya Teich,DunniAlao y SurayaSidhiSingh.

MistíasDebbieyAngieregresaronamividaenunmomentocrucial,ysuapoyoloes todo.GraciasalprofesorJonathanSteinbergporcreer,siempre,enmí.EstoyendeudaconmiqueridoamigoDrewMechamporofrecermeunrefugioemocionalyprácticoenelqueescribirestelibro.

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TARA WESTOVER (Idaho, Estados Unidos, 1986) es una historiadora yautora norteamericana. Sus padres eran supervivientes mormones quieneseducaronasussietehijosensuhogar,loquesedetallaenelpresentelibro.

Noobstanteloanterior,yadquiriendolashabilidadesnecesariasparatenerunbuen desempeño académico, empezó los estudios en la Brigham YoungUniversityysegraduóenArteen2008.Graciasavariasbecaspudoseguirestudiandoyobtuvounpostgradopor elTrinityCollege, enCambridge, en2009.ConsiguióunamaestríaenFilosofíaysegraduóenHistoriaen2014,despuésdeunaestanciaenlauniversidaddeHarvard.

Unaeducaciónessuprimerlibro,quesehatraducidoenveintidóspaísesyhasidoaclamadoporloslectoresylacrítica.Fueconsideradounodeloslibrosmás importantes del año segúnTheNew York Times,BBC,Daily Express,LibraryJournalyEntertainmentWeekly,yfiguródesdesupublicaciónenlaslistasdemásvendidos.

ActualmenteresideenLondres.

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Notas

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[1]AexcepcióndemihermanaAudrey,queserompióunbrazoyunapiernacuandoeraniña,ytuvieronquellevarlaaqueselosescayolaran.<<

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[2]Aunquetodoscoincidimosenquedurantemuchosañosnohuboteléfonoencasa,nonosponemosdeacuerdosobreenquéañosfue.Hepreguntadoamishermanos,tías,tíosyprimos,peronohelogradoestablecerunasfechasconcretas,porloquehetenidoqueconfiarenmisrecuerdos.<<

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[3]Desdequeescribíestahistoria,hehabladoconLukesobreelincidente.SuversiónesdistintadelamíaydeladeRichard.Porloqueélrecuerda,papálollevóacasa, lediounmedicamentohomeopáticocontra las conmocionesyluegolometióenlabañerallenadeaguafría,traslocualsefueparaapagarelfuego.Estonoseajustaparanadaamisrecuerdos,nialosdeRichard.Aunasí,quizánuestramemorianosengañe.QuizáencontréaLukeenlabañera,solo,ynoen lahierba.Curiosamente, todoelmundocoincideenqueLukeacabóenelcéspeddelantedecasaycon lapiernametidaenuncubode labasura.<<

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[4]MirelatodelacaídadeShawnsebasaenlahistoriaquemecontaronporentonces. A Tyler le contaron la misma historia; de hecho, muchos de losdetalles del relato proceden de sus recuerdos. Al preguntarles al cabo dequinceaños,otrostienenrecuerdosdistintos.MimadredicequeShawnnoseencontrabasobreunpalé,sinosobrelashorquillasdelacarretillaelevadora.Luke recuerda el palé, pero habla de un desagüemetálico, sin la rejilla, enlugardebarrasdeacero.DicequelacaídafuedetresmetrosymedioyqueShawn empezó a comportarse de forma extraña en cuanto recuperó elconocimiento.Lukenorecuerdaquiénllamóaurgencias,perodicequehabíavarioshombres trabajandoenunmolinocercanoysuponequeunodeellosrealizólallamadainmediatamentedespuésdelacaídadeShawn.<<

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[5]Al preguntarle aDwain quince años después, no recordaba haber estadoallí.Peroenmimemorialoveoclaramente.<<

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[6]Esposiblequemeequivoquedeunoodosdíasenmicronología.Segúnalguien que estuvo allí, a pesar de quemi padre había sufrido quemadurashorribles,noparecíaquecorrieseverdaderopeligrohastaeltercerdía,cuandose empezaron a formar costras, lo cual hizo que le costara respirar. Ladeshidratación agravó su estado. Según este relato, fue entonces cuandotemieronporsuvidaymihermanadecidióllamarme.Loentendímalydiporsupuestoquelaexplosiónsehabíaproducidoeldíaanterior.<<

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[7] Las comillas usadas en esta página indican que elmensaje citado no sereproduceliteralmente,sinoqueseparafraseamanteniendosusentido.<<

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[8]Las frasesentrecomilladasen ladescripcióndel intercambiodemensajesnosoncitasliterales,sinoparáfrasis.Elsentidosehamantenido.<<

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[9]Enmi recuerdo,estacicatriz fue resultadode trabajarcon laCizalla; sinembargo,talvezsedebieraaunaccidentemientrastechaba.<<

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[10] Las frases entrecomilladas en la descripción del intercambio de correoselectrónicosnosoncitasliterales,sinoparáfrasis.Elsentidosehamantenido.<<

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[11] Las frases entrecomilladas no son citas literales del mensaje, sinoparáfrasis.Elsentidosehamantenido.<<

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